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1
Siguiendo sabios consejos de suegros gruñones, me propuse ser hostil con los pretendientes de mis hijas y
generoso y afable cuando se convertían en sus maridos. Una de las pruebas a las que me encantaba someter a los
pretendientes era la de lecturas: llegaban en plan de visita de novios y entonces el papá de la niña se sentaba
cejijunto en la sala a charlar con ellos sobre libros.
2
En cierta ocasión pregunté al aspirante a la mano de M*** por su autor favorito y, en vez de salir por peteneras
con uno de lectura escolar obligada, me respondió que era Peppo. Maravilloso: al fin llegaba un tipo culto, un
apasionado por la rica literatura italiana... Entusiasmado, le averigüé por ese escritor que yo desconocía y me dijo
-radiante él al verme radiante a mí- que se trataba del autor del cómic Condorito. Poco tardó en abandonar toda
pretensión sobre mi hija y huir para siempre. (Epílogo: las dos se casaron con individuos que no sólo son
excelentes lectores, sino hasta buenas personas.)
3
Pensé en este episodio al leer el viernes en un periódico de circulación nacional, una columna del profesor Camilo
Jiménez, que renunció a su cátedra de Comunicación Social en la Universidad Javeriana atribulado por la
incapacidad de sus alumnos para redactar en forma correcta y coherente un párrafo de 100 palabras, la sexta parte
de las que contiene Cambalache. Jiménez asignó la tarea de sintetizar un libro a 30 alumnos de semestres
avanzados. "Era sólo componer un resumen de un párrafo sin errores vistosos", explica. Plazo: cuatro meses. Los
estudiantes, de clases medias o altas, habían cursado 13 años en colegios particulares. El resultado fue un desastre.
Ninguno pudo presentar un texto aceptable, compacto y claro, sin faltas de ortografía ni de gramática. "Tres se
acercaron y dos más hicieron su mejor esfuerzo", dice. Pero fracasaron. Decepcionado, Jiménez presentó
renuncia.
4
En su testamento como pedagogo revela que hace nueve años, cuando empezó la cátedra, los estudiantes tenían
tropiezos para escribir una síntesis bien hecha, "pero se lograba avanzar". Desde hace dos o tres, agrega, la
situación es imposible. No sólo son incapaces de armar un párrafo según lo pide el profesor, sino que, en general,
parecen apáticos, desconocen la ironía y muestran escasa curiosidad.
5
Si los alumnos de últimos semestres de Comunicación no logran comunicarse, ¿qué cabe esperar de los demás?
Poco. Lo sé porque recibo a diario decenas de correos y me sorprende descubrir alguno bien escrito. No quiero
mencionar los foros virtuales de prensa, cloacas donde la sindéresis es la víctima más leve, dadas las atrocidades
que se expelen y que medios respetables anidan sin mosquearse.
6
Las pruebas Pisa han mostrado el atraso de nuestra educación. En algún momento supusimos que las formidables
tecnologías electrónicas -Internet, redes sociales, información al alcance de una tecla- iban a impulsar de manera
automática la formación de los jóvenes. Está sucediendo algo distinto. Con egregias excepciones, el lenguaje
precario y truncado de los SMS sacrifica su capacidad de expresarse: la velocidad del pulgar supera la del
pensamiento. Desconocen el silencio. Les cuesta concentrarse. Si no fuera por los indignados, se diría que buena
parte de los futuros ciudadanos habitan un limbo informático, donde reflexionan menos, se expresan como en las
cavernas y renuncian al espíritu crítico. El profesor Jiménez ha pisado un callo doloroso.
Daniel Samper
www.semana.com
PREGUNTAS
1. Daniel Samper, el autor de este texto, se caracteriza por emplear un tono:
a. Analítico
b. De preocupación
c. De asombro
d. De rabia
11. Al final del párrafo 2, la frase encerrada en paréntesis tiene la función de:
a. Reforzar la anécdota narrada.
b. Explicar la anécdota narrada.
c. Resaltar la anécdota narrada.
d. Resumir la anécdota narrada.
12. Un sinónimo del término “atribulado” empleado en el párrafo 3, podría ser:
a. Triste
b. Sorprendido
c. Malhumorado
d. Extrañado