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Pocos han sido los hombres que mediante la

fuerza de su pensamiento han logrado cambiar el


curso de nuestra cultura. Entre éstos se levanta la
figura de Freud, quien a través de su obra inicio una
revolución en el estudio del espíritu humano.
Es imposible, en estas cortas páginas, dar una
descripción completa de su pensamiento. Sin embargo,
para apreciar el impacto de su obra, es menester
reseñar brevemente las ideas sobresalientes que han
producido la revolución freudiana.

Como punto básico de partida es el concepto freudiano


del inconsciente. Las experiencias del pasado, en
especial las desagradables, dejan en el inconsciente del
individuo ciertos traumas, aun cuando conscientemente el
paciente las hubiera olvidado. Cuando tales experiencias
hubieran sido contestadas manera natural, es decir,
mediante rabia, lágrimas, furia, rubor, etc, entonces se ha
descargado por “ab-reacción”, la tensión producida por
ellas.

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Mas en otros casos no se produce tal ab-reacción sino
que el individuo procura olvidar los incidentes,
dando lugar así a que la tensión se convierta hacia otras
manifestaciones como son la histeria, las neurosis,
etc. Descubrió Freud que al hacer relatar a sus
pacientes los recuerdos del pasado, paulatinamente
iban recordando los incidentes desagradables que
habían dado origen a sus disturbios mentales,
efectuándose así una rápida mejoría al reconocer el
origen de su malestar muchas veces insignificante.

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Freud conceptuó que en el individuo hay una
fuerza sexual de potencia y reserva infinitas que
influyen por cauces definidos. Al no reaccionar de la
manera normal ante sus experiencias, tal energía
influye hacia otros órganos, dando lugar a los
síntomas histéricos. Posteriormente al mismo amplio
sus teorías sobre esta fuerza instintiva, llamada por
él “libido”, a comprender todo lo que fuera en el
hombre el instinto del placer.

Adelantando aún más por el mismo camino, Freud


destruyo la idea prevaleciente de que la sexualidad
fuese un asunto netamente genital, y que surgiera
únicamente en la pubertad.

El deseo del placer, o sea la libido, en los niños


pasa por tres fases definidas : En su primera
infancia, satisface su instinto de placer por medio
de la boca, chupando el dedo, etc. Poco a poco
esta satisfacción, que se llama fase oral, se desplaza
hacia el placer de la defecación, la fase anal,
luego en la fase fálica, o sea la genital, que en un
niño normal llega a su culminación mas o menos a
los cinco años.

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No puede subestimarse la influencia que este
desarrollo infantil tiene en la personalidad del adulto.
Según Freud, la causa de las neurosis y su tipo
radica en el detenimiento o “fijación” de la libido en
alguna de las fases de su desarrollo, acoplando con
la represión de alguna experiencia traumática de la
infancia.

En los muchachos, durante la fase genital, se


experimenta un fuerte deseo sexual hacia la
madre, y por consiguiente una hostilidad hacia el
padre. Asimismo, ya se ha venido dando cuenta de
que el amor incestuoso es tabú. Pero el problema
emotivo se complica debido a que el niño aun sigue
queriendo a su padre. Luego el estado emotivo del
niño suele ser bastante confuso por la ambivalencia
de sus sentimientos hacia el padre, el amor libidinoso por
la madre y el reconocimiento de que sus sentimientos
son pecaminosos. Este sentimiento lo llama Freud el
“complejo de Edipo”, basado en el drama helénico
del joven que mata a su padre y se casa con su
madre.

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El significarlo de los sueños había dado tema hacia
el estudio hace muchos siglos. Fue Freud el que
primero delimito su sentido verdadero. Basándose en

la teoría de la libido, llegando a la conclusión de que


lo sueños representaban una forma del cumplimiento
de los deseos subconscientes, o la expresión de
temores del sujeto. Desde luego, el significado de

cada símbolo varia con la condición de cada individuo, y


una de las virtudes más valiosas del psicoanalista es
poderle dar e! sentido correcto en cada caso.

Hasta aquí Freud se había ocupado principalmente de los


fenómenos de la mente enferma. Pero se iba
convenciendo de que la línea divisoria entre lo anormal y lo
sano era un asunto más bien de grado que de for

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n su Psico pa I ol• s !« • lv
ida
colic(o iir, explico el significado del olvido de noinbres
propios, de los actos fallidos, los “1a}asus liiiguae” y de
las actuaciones del
individuo motivadas por su inconsciente.
Sus observac:ones durante la guerra be 1914
indujeron a Freud a cambiar radicalmente sus teorias
sobre los instintos. Al principio del Placer se
agreyaba el principio de la Destrucciñn, este Filtimo
tlirigiclo contra. st mismo. El deseo de la muerte es
un instinto no.*o, origin*.do probab!emente c!e1
anhelo ale esca- parnos de las tensioner que nos
rotlean durante torla la villa.
Pero de significaclo akin rn:i¿ or era la
tenrlencia de revivir y repetir situaciones
experimental':•s en c! pasado, l1arna‹1a 1‹i Co i:! yu
lsir ii 1-c yct itiv c. En rnuchos iieurotico:, se i° otaba
csta re- peticiñn, deduciendo rle ei!a c ue e1 inrlivirliio
tlcseaba regrcsar al instante anterior a tina e • l•c i iencia
tlesayr:i‹1a1i!e.
Esto dio la expI1ca.ciñn :' la tcnrlcnc ia !• •• acientcs, rIe
rc-
petir sus exl»eriencias infantiles. flu izinto
el ,)sico:inâlisis, inclusive transfiriendo sus actitudes
haci‹i •• I •( s, .i1 analista. El fe- nñmeno llamado 'I
i-ansiercncia CS (iC CVltlen*e tailor en la tccnica
psicoanalitica.
Hacia varios año:3 r,uc 1o:s tl i' l U los ‹Ie Freucl, Atller
y Fe- renczi, hablan formulado observaciones sobre la
f iincion de aque- Ha parte clef proceso mental
conscicnte que llamaban el “Yo”. Co-
mo Freud se aferraba a la ornni liotencia r!e1
subconsciente, hizo caso omiso a sus tareas t!e icon
a, hasla que en 1920, reconociendo la necesidad de
establecer cortacto entre el incons*iente y la reali-
dad, se rledico a cstutt ‹a r la funciñn :rcntal ‹les‹le el }
atinto ‹Ie vista “Topografico”.
Freud consirIer‹i •‹* *l* e a 1*<*’*f› ri n1i‹1:itl se
common i‹i ale tres partes cuya arm on(a y con fli cto
rlete rrn inal›‹i el ca râcter y la salU£l del hombre : el
Otto, el l’o 3• c1 S«y c r-Yo.
EI Ello constitu ye en escncia ‹ 1 organi smo )i.sitl
L1 ico ture bun- ca el descargue de l‹›i instintos ‹ie
placcr y ‹ie 1‹is tensioner cau- sad as por Ja libido. Un
ni ño rccifin naciilo, ale rcaccione.q instin- tivas, sin
conciencia roe la realiila‹1 c.xtern‹i .sc compone
cxclii.siva- mente de kilo, pues su s actuaciones son
libidinonas y ale rcflejos.

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El Ello se liga mucho mas estrechamente con e1
mundo inter)1O del euerpo que con e1 mundo externo.
Para controlar y canalizar de manera adecuada
los impul- sos del Ello, interviene el to, aquella capa
parcialmente cons- ciente que forma los lazos con la
realidad externa. En ei contacto entre los instintos y
la realidad, e1 depositario de las memorias y de las
experiencias reprimiclas. La educacion intelectual y la
formaciñn cultural obran exclusivamente sobre e1 Yo.
El to es el vineulo entre el EIIo y el mundo externo de la
realidad.
Basicamente el Suyer-Yo corresponde a la
conciencia moral. Su funciñn es la de censurar y a
veces inhibir los impulsos trans- mitidos por e1 Ello
al través del to al mundo exterior. Su desarro- llo es
casi inconsciente debido a la introyecciñn de las
figuras parentales a una edatl muy te l•rana.
La relativa fuerza del
Super-Yo la determina la fipura del r adre como
arbitro del bien
y del mal desde el piinto ale vista etico-social.
Esta nueva teoria tle Freud desecho parcialmente
sus hipñ- tesis anteriores sobre la omHi tencia de
la libido. La divisifin de la personalitlarl en Fffo, to y
Stty›ei’-Yo, facilitñ en mucho mayor grado el
eiatenrlimiento ‹ie los conflictos mcntales, y con- tribuyñ
granrlcrnente a la comJarcnsion de la jis'qile normal.
Al ‹lescribir Freutl la r1.namica ale la men ie, tleiine
los clis- turbios neur0ticos corao la falta Plc arnnon'a
entre law- tres partes de la persona1i‹1: 1, £1:i ilftO
COil2O l’£ StI1(* (lo la /i 7r c(‹.ir clel indii"icl no en una
etapa yretcrita, como ;aor ejen• •1o en la fase niuy coniun
‹lel Com}ilejo ale Edipo.
Sin embargo, el organismo tiene niecanisinos
psiquicos que obran como clr f‹=!i •.a s contra los
conflictos emotivos : la •royec- ciñn, por lo cual se ’

^*1°°• a tin rasgo del caracter a otro objeto ; o la /oi-


iitn ci‹›ii r‹ ric/it «, que da liigar a la negaciñn del instinto
rriismo irivirticrnlo en aiaarieiicia su reacciñn, y la sift›/iiii
‹i cin ii,
que es la trans ion inaci‹\n de la energia libidinosa en
causes que obedezcan los ‹1icta‹los €101 ‹$uJar'r-l"o.
La obl-a ‹Jc Si • grnn n‹l Frcrirl r*l›re eat una linea
di isoria entre 6.000 ilnos ' " l'• •°'* 4- ct fiitln o. S:i•

i•ostu la rlos twin alint- brado toilos los c.irnpos ‹le


his ciencias › 1‹is •irtes. -4 trax’és de
gtj‹i (] jp j}jtj}pp y (}p pp• jjil 1u lltefi i 14 t o leC t Ll‹lles,
l‹1 C i8!1Ci*l }J SICOill4 il-
litica sigue exp1t›i-‹tnr1o mice is y x a liosas teori:is sobre
la forma- ciñn tie la ment ‹ , errs relacione erm el iTitrndo
interior y sus i incu- los con la socicdail.
Lil J3SjCO 0/ i1 JfiH‘ reiirliana se habia estancado en
e1 estudio
rlescri}itivo del comfort arniento humano. Las
ec•ciie1as tlel con-
ductivismo y de behaviorismo se dedicaban a
formular fñrmulas nornias generales para indicar la
reacciñn “normal” ante dados estimulos. En ammonia
con el ambiente de su época, excluia toda
consideracion emotiva o instintiva de sus calculos de
faetores mentales. La mente para ellos consistia en
ciertos fluidos vagos cuya sintesis era la “razon”. En
cuanto a las enfermedades men- tales, los
psiquiatras buscaban febrilmente sus causas
organieas. Fue Freud e1 que despejñ estas tinieblas.
Descubriñ en sus pacientes neurñticos o histéricos la
fuerza dinamica de los ins- tintos en la formaciñn de
la personalidad, describis el impacto de las
emociones y de los recuerdos sobre la mente
humana.
Excavando entre las profundidades del alma, sacñ a
la luz los deseos reprimidos, y las escabrosas
fantasias de la infancia.
Mas aun, Freud dio a Ia psicologia un concepto
de valor incalculable, e1 del inconsciente. Filñsofos
y poetas habian ponde- rado la posibilidad de una
capa subconsciente debajo de nuestros
pensamientos conscientes, pero los psicñlogos ni
sospechaban de su existencia. El mero
descubrimiento de la e:‹istencia de un fe- nñmeno

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no hubiera revestiao mayor importancia. Pero la
idea revolucionaria de Freud fue la de atribuirle su
influencia dina- mica en los procesos mentales.
Mucho valor se les hubiera restado a las teorias
de Freud, de haber sido e1 psicoanalisis meramente
un estudio teñrico. Pero ademas era un proceso
clinico de comprobada eficacia en el tra- tamiento de
eiertos disturbios mentales.
Del psicoanalisis clinico derivan los métodos
modernos de la terapéutica y de la psicopatologia.
Por é1 se franquean las hasta entonees
irifranqueables barreras entre la mente sana y la
enferma. Sus enseñanzas son la base de las
técnicas psieologicas de hoy, la psicoterapia y el
estudio •sicolñgico mediante las 11a-
madas pruebas proyectivas, que son esencialmente
una forma de
proceso de libre asociaciñn.
Es lugar comun, en la actualidad, decir que las
teorias freu- dianas han sido “desacreditadas”. Si
bien es cierto que muchas de sus conclusiones
han sido modiiicadas por investigadores
posteriores, sus principios basicos retienen su
validez. Los mas violentos criticos de las teorias de
Freud casi siempre se han vis- to obligados a

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recurrir a las terminologias frcudianas para ex-
presar sus puntos de vista.
Uno de los aspectos mas criticados de su obra es
el de la acentuaciñn marcada que Freud le dio al
problema sexual como factor psiquico. Debemos
tener en cuenta que e1 ambiente con-

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temporaneo de Freud, la hipocresia moralista y el
tabu del tema sexual, sin duda daban origen a gran
parte de las enfermedades estudiadas por él. La
represion sexual era una faz earacteristica de la
cultura de esa época. Si posteriormente la
sexualidad hu- biese disminuido su influencia en el
complejo psiquico, esto se debe, a lo menos en
parte, a la divulgaciñn franca del problema sexual,
divulgaciñn surgida directamente a raiz de su
trabajo. Debe tenerse en cuenta asimismo que el
mismo Freud iba evolueionando su tcoria de la
libido, la cual en un principio era
una fuerza netamente sexual.
Sus estudios posteriores lleparon. a modificar
este concepto para comprender basicamente todo lo
one fuera el deseo instin- tido del plaeer. Poco a
poco la misma libido se iba desplazando en su
pensamiento para darle importancia primordial a1
con- cepto dinamieo del Ello, el to y e1 Super-to. Asi,
pues, los con- eeptog de Freud fueron
modificandose a raiz de sus propias observaciones y
las de sus colegas.
El freudismo ha dejado impactos igualmente
vastos sobre todos low eampos de la cultura. La
sociologia, antropologia, filo- sofia, y en general todas
las ciencias sociales se orientan por su sendero. La
jurisprudeneia y la eriminologia han sufrido modi-
fieaciones de peso a raiz de sus preceptos. La literatura
rr.oderna, alejandose de la antigua obra morale.ja,
busca describir los con- flictos emotivos de sus
personajes y e1 efecto sobre sus vidas. El surrealismo
artistieo y la poesia contemporanea son de contenido
psico-simbñlico.
Sin ser filñsofo, Freud ha dejado hondas huellas
en los fun- damentos y conceptos del hombre en sus
relaciones con sus se- mejantes, la sociedad, y el
universo. Sus opositores to tachan de materialista
cuyos preceptos enseñan que e1 hombre es un ser
gobernado por instintos bestiales y de acciones
motivadas por e1 sexo. Como era de suponerse, su
teoria sobre la religiñn, como una “neurosis
obsesiva de las masas”, lo ha sometido a1 ataque
de los teñlogos.
Siendo pesimista Freud sobre la naturaleza
libidinosa del hombre, sus postulados estan lleiios de
esperanza para e1 futuro humano. Calificando la
norm*.lidad como un estado de armours entre e1 ser
interior y el mundo de la realidad, la divulgaciñn de
sus ideas ha evolucionado las relaciones familiares.
El tachñ el divoreio como una causa evidente de la
neurosis, y los medios anticoncepcionales como
etiolñgicos de la angustia. Propugnñ las
demostraciones evidentes de efecto y la relajaciñn
de la disciplina compulsiva hacia los niños.
La nueva era freudiana qrie vivimos ofrece
perspectivas ilirnitadas. La edad de la razñn desecliñ
e1 fatalismo teocéntrico de la Edad Media y se
oriento hacia un optimismo extremo aI creer que e1
raciocinio y la logica serian suficientes para encau-
zar al hombre hacia su bienestar total. Si bien la
realidad de nuestra existencia psiquica segun Freud
es poco halagadora, por lo menos es una realidad
teñricamente aceptable. Al reeonocer las f‘uerzas
aterradoras que residen en nuestra mente y sus
efec- tos sobre la vida humana, podemos dirigirlas
hacia objetivos sanos.
Pero mas que todo, la esperanza reside en que
también é1 nos dio los medios necesarios para
encauzar nuestro ser hacia una
•zic1a mas llena y mas amplia. Desde la prehistoria el
hombre ha estado a merced de aquellas fuerzas
ernotivas desconocidas por é1 mismo. Con Freud, el
hombre empieza a conocerse.

Asi, pues, empieza el largo camino de liberaciñn de


la esclavitud de los instintos y temores primitivos, y
cae e1 yugo de nuestro propio pasado.

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Cualquiera que fuese la verdad sobre la obra de
Siegmund Freud, él cambiñ e1 curso de la
humani‹iad. En e1 Aula de la Fama de la
Universidail de Viera sc levanta la estatua de Sieg-
mund Freud, con un citado de “Edi}ao Rey” :

if rji:c rim it into t't a fci


tn n‹lo c ii i y iii a y cm ii ii
/t on b re inxy tiorIcro.so.

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