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Alvaro Curuchaga
C.I. Nro.1.849.360-5
2do. Historia Cerp del Este

El Malestar de la Cultura
Sigmund Freud
Introducción

El texto en el que trabajaremos fue publicado por Freud, en 1930. Sigismund Freud, que
a los veintidós años habría de cambiar ese nombre por el de Sigmund, nació en Freiberg, (hoy
Príbor, República Checa), el 6 de mayo de 1856. A comienzos del Siglo XX, este Neurólogo,
instaló las bases para el Psicoanálisis:
[…un novedoso enfoque sobre la psique humana que es tanto una teoría de la
personalidad como un método de tratamiento para pacientes con trastornos. La
principal contribución de Freud a la psicología sería su concepto de inconsciente.
Freud sostenía que el comportamiento de una persona está profundamente determinado
por pensamientos, deseos y recuerdos reprimidos; según su teoría, las experiencias
dolorosas de la infancia son desalojadas de la conciencia y pasan a formar parte del
inconsciente, desde donde pueden influir poderosamente en la conducta. Como método
de tratamiento, el psicoanálisis procura llevar estos recuerdos a la conciencia para así
liberar al sujeto de su influencia negativa.[…]En 1923 le fue diagnosticado un cáncer
de mandíbula y hubo de someterse a la primera de una serie de intervenciones. Desde
entonces y hasta su muerte en Londres el 23 de septiembre de 1939, […] Sus grandes
contribuciones al diagnóstico del estado de la civilización datan de ese período: El
porvenir de una ilusión (1927), El malestar en la cultura (1930), Moisés y el
monoteísmo (1939). Ya con anterioridad, a través de obras entre las que destaca Tótem
y tabú (1913), inspirada en el evolucionismo biológico de Charles Darwin y el
evolucionismo antropológico y social de James George Frazer, había dado testimonio
de hasta qué punto consideró que la importancia primordial del psicoanálisis, más allá
de una eficacia terapéutica que siempre juzgó restringida, residía en su condición de
instrumento para investigar los factores determinantes en el pensamiento y el
comportamiento de los hombres.1

Esta obra, El Malestar de la Cultura, suscita y provoca los más contrapuestos


sentimientos, hasta hoy en día. Está divido en ocho apartados, de los que intentaremos captar
el mensaje y los estudios del autor.

El sentimiento oceánico y el Yo

Comienza refiriéndose a que los humanos suelen apreciar cánones falsos a sus
apreciaciones, admiran y anhelan en los otros el poderío, pero rechazan los valores de la vida:

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Fuente: www.biografiasyvidas.com/monografia/freud/

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No obstante, al formular un juicio general de esta especie, siempre se corre peligro de


olvidar la abigarrada variedad del mundo humano y de su vida anímica, ya que existen, en
efecto, algunos seres a quienes no se les niega la veneración de sus coetáneos, pese a que su
grandeza reposa en cualidades y obras muy ajenas a los objetivos y los ideales de las masas.
Se pretenderá aducir que sólo es una minoría selecta la que reconoce en su justo valor a estos
grandes hombres, mientras que la gran mayoría nada quiere saber de ellos; pero las
discrepancias entre las ideas y las acciones de los hombres son tan amplias y sus deseos tan
dispares que dichas reacciones seguramente no son tan simples. (pág.2)

Transcribimos la introducción ya que nos pareció importante comenzar esta síntesis con
sus palabras. A continuación se refiere a “ un amigo” (“alguien que me trata como un amigo”)
al que ha enviado un trabajo sobre religión “como una ilusión”2 , le contesta, el amigo que él
ha percibido que millones de seres tienen lo que él llama, la “sensación de eternidad”, un
sentimiento sin barreras y sin límites que define como “oceánico”.

Comienza así esta obra analizando el sentimiento religioso, y se referirá a la religión,


puntualmente como veremos, al cristianismo, en varias partes de su obra. La fuente de “energía
religiosa” sería ese sentimiento, más allá de la promesa de inmortalidad personal; ese
sentimiento oceánico lo haría a uno sentirse religioso así “se rechazara toda fe, toda
ilusión”(pág. 3). Él, (Freud) dice no encontrar ese sentimiento “oceánico”, en sí, y dice intentar
efectuar sobre este un análisis científico, intentar hacer una descripción de esas manifestaciones
psicológicas, sobre todo el contenido de las ideas que llevarían a ese sentimiento. Hay, expresa,
un sentimiento indisoluble, una comunión inseparable con la pertenencia al mundo exterior. Él
no tiene ese sentimiento, pero no lo niega en los demás. Ese sentimiento, es fuente y origen3 de
toda “urgencia” religiosa. Ese sentimiento de vinculación con el mundo exterior, dice Freud, es
lo que siente el hombre como un sentimiento directo, orientado desde el principio a este fin. Y
dice intentar una “explicación psicoanalítica” de tal.

A partir de ahí, Freud comienza a desarrollar sus conceptos sobre el Yo y el Ello. El Yo,
es como él dice “estar seguros de nuestra mismidad”, describe el Yo como independiente,
unitario, enmarcado frente a los demás. El Yo, hacia el exterior parece no tener límites claros y
precisos, pero continúa hacia adentro, sin límites “en una entidad psíquica inconsciente que
denominamos Ello” (pág.4). En los únicos casos es cuando se confunde, se mezcla con un
objeto; es en el Enamoramiento, caso que no es considerado patológico. El enamorado mezcla
lo que es el Tú y el Yo, y lo que se anula “transitoriamente” por lo fisiológico puede anularse
por lo patológico. En los casos patológicos, miembros del cuerpo, percepciones, sentimientos,
son tomados como extraños, no pertenecientes al Yo. Otras veces cosas pertenecientes al Yo,
son tomadas como pertenecientes al mundo exterior. Los límites del Yo y el mundo exterior no
son inmutables.

El plantea la hipótesis que este estado “Yoico”, ha evolucionado desde la niñez, cosa
que no es demostrable, pero se podría reconstruir con cierto grado de probabilidad. El bebé, no
2
El porvenir de una ilusión (1927)
3
“fons et origo” - latín

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diferencia entre su Yo y el mundo exterior, lo va aprendiendo gradualmente, en cuanto a los


estímulos que recibe, algunos son fuentes de excitación, como algún órgano de su propio
cuerpo. Algunas sensaciones aparecen en cualquier momento, otras como el seno de la madre,
tiene su temporalidad, y el descubre que, con el llanto, lo atrae, podemos intuir que se percata
de que ese objeto se encuentra afuera.

Otro de los motivos por los cuales el Yo se empieza a diferenciar con el afuera, son las
sensaciones de dolor, como Freud lo llama el “displacer”. Aparece así la tendencia a disociar el
Yo, de lo que es fuente de displacer, para obtener lo que él llama el Yo “placiente” (por el
placer), un Yo hedónico4, que se contrapone con un “no-yo”, que es el afuera. Sin embargo,
hay muchos sufrimientos, que son de origen interno. Con el dominio de orientación de los
sentidos y los músculos, el Yo, aprende a separar lo que es interior de lo exterior, a esto Freud
lo denomina “principio de realidad”. Por otra parte, los mecanismos que aplicará el Yo, para
defenderse de los “estímulos displacientes del interior”, tanto como para los que provienen del
exterior, habrán de convertirse en origen de “importantes trastornos patológicos” (pág. 6).

El Yo, inicialmente lo incluye todo, luego se va desprendiendo del mundo exterior.


Nuestro sentido Yoico es un “residuo atrofiado”, de ese sentimiento de “comunión” entre el
Yo y el mundo exterior, con todo lo que puede vincularse a ese sentimiento “oceánico”.

¿Es posible la supervivencia de los primitivo, con lo posteriormente desarrollado? El


responde que sí, que estos fenómenos existen en la vida psíquica. Luego hace una comparación
con la evolución de especies menos desarrolladas, a las más complejas, en donde muchas veces
lo que faltan son algunos pasos intermedios. En lo psíquico, dice que obedece a una
“….bifurcación del curso evolutivo: una parte cuantitativa de determinada actitud o de una
tendencia instintiva se ha sustraído a toda modificación, mientras que el resto siguió la vía del
desarrollo progresivo.” (pág. 7 y 8) En cuanto a la idea que tenemos del olvido como una
destrucción de la memoria, se declara a favor de que todo lo que se formó, no desaparece y
puede volver a surgir.

Volviendo al tema del sentimiento “oceánico”, en cuanto a fuente de las necesidades


religiosas, lo compara con el desamparo infantil, con la nostalgia por el padre. Esa necesidad
religiosa, el Yo la usa como arma para enfrentarse al amenazante mundo exterior. En el apartado
II, continúa con el tema de la religión.
Para el hombre la vida es “muy pesada” por lo que busca “agentes”, elementos
“narcóticos”, para sobrellevarla (pág. 14). Esos narcóticos o satisfacciones sustitutivas, por
ejemplo, pueden ser el arte, o la religión. Analiza la cuestión del objeto de la vida humana,
pregunta que nunca ha sido contestada, a no ser por la religión, que es la única que lo hace.

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Doctrina que proclama el placer como fin supremo de la vida

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En búsqueda de la Felicidad

En esta parte aparece la búsqueda de la Felicidad, el evitar el dolor y tener sólo


sensaciones placenteras. A este objetivo se opone todo el universo. Esa felicidad la califica de
satisfacción instantánea. Otra posibilidad, es que se encuentre la felicidad evitando la desgracia,
el sufrimiento, y toma como ejemplo el aislamiento voluntario como una opción, el alejarse de
las relaciones humanas; este hecho no lo valora como efectivo, como el de enfrentar y dominar
la naturaleza como intenta la ciencia.

Entre otras opciones considera el de la intoxicación con substancias que alteran nuestros
sentidos, pero señala al mismo tiempo que nuestra psiquis tiene herramientas “para que sin
droga alguna” se logre el mismo efecto: son los estados patológicos como la manía. (pág.18)

También como otras posibilidades maneja la moderación de la vida instintiva, pero esto
es irrealizable porque produce, dice, efectos perversos por el carácter irresistible que ejerce la
seducción de lo prohibido en general. (pág. 20)

Comenta que otras de las técnicas para evitar el sufrimiento es reorientar los fines
instintivos, como hacen los artistas en sus creaciones, pero esa virtud no es para todos. Inclusive
en este caso es limitado, porque llega a su fin y “suele fracasar cuando el propio cuerpo se
convierte en fuente de dolor”. (pág.21)

Freud caracteriza como delirante, la meta de obtener la felicidad transformando la


realidad, y a la religión como un delirio colectivo. Según él, solo la religión se opone al libre
juego de elección y adaptación ya que ofrece un único camino para alcanzar la felicidad.

Ni el amor como centro de todas las cosas, nos garantiza la felicidad. Aunque, establece
que por irrealizable que sea no hay que abandonar los esfuerzos para alcanzarla. Cuando se
frustra su hallazgo, Freud habla de la “fuga” a la neurosis, o la “rebelión” que es la psicosis.

La Cultura

Comenzando el apartado III, toma el concepto que la Cultura es la causante de nuestros


problemas. Vincula nuestra cultura con el cristianismo que al imponerse a los paganos les
deformo su concepción filosófica, al desestimar la vida terrenal. En cuanto al descubrimiento
de “razas y pueblos” primitivos, en la expansión europea a partir del Siglo XV, se los catalogó,
superficialmente como felices, cuando en realidad lo europeos vincularon la felicidad con la
posibilidad de tener una abundante medio natural como proveedor de las necesidades
esenciales.
Por otra parte el dominio de esta naturaleza ha demostrado, que no logró hacer más
feliz al ser humano. La tecnología otorga sin dudas beneficios, pero no completa nuestro anhelo,
porque la felicidad es algo subjetivo.

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Freud establece:

…que el término «cultura» designa la suma de las producciones e instituciones que


distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines:
proteger al hombre contra la Naturaleza y regular las relaciones de los hombres entre sí. (pág.
31)

El autor se extiende detallando las ventajas de la cultura, y enumera algunas que van
contra ella como la falta de higiene, la falta de orden, y la carencia de belleza (esta como un
reflejo de la naturaleza). Destaca como rasgo característico de la cultura la regulación de las
relaciones humanas. Es así que el concepto de comunidad descansa en el derecho que se traduce
como su poderío frente al del individuo. Se sustituye uno por otro. Este cambio representa el
paso “decisivo” hacia la cultura. Los miembros de la sociedad limitan sus “posibilidades” de
satisfacción, cuando el individuo aislado no reconoce esas limitaciones. Más adelante determina
que, “la cultura reposa sobre la renuncia de las satisfacciones” instintivas. (pág. 39)

A continuación, en el apartado IV el autor vuelve a evocar al hombre primitivo (se


refiere en esta parte a su trabajo “Tótem y Tabú”5). Toma el hecho de que Tabú, lo prohibido,
fue la primera ley, el primer derecho. En esa primera convivencia de los hombres surge la
necesidad del trabajo y la necesidad del amor ligada a la necesidad del objeto sexual de la mujer.
De ahí que amor y necesidad, según Freud, se convirtieron en los creadores de la cultura
humana.

Aquel impulso amoroso que instituyó la familia sigue ejerciendo su influencia en la


cultura, tanto en su forma primitiva, sin renuncia a la satisfacción sexual directa, como
bajo su transformación en un cariño coartado en su fin. (pág. 43).

Consigna la ambivalencia del termino Amor, por ejemplo en cuanto al amor genital, o
el que se considera cariño.
Establece un estereotipo de genero típico de su época destinando a las mujeres a la
familia y a la vida sexual, y al hombre la tarea de la obra cultural. Sitúa por eso a la mujer, en
una actitud hostil hacia la cultura.

La cultura tiene la tendencia a restringir la vida sexual, prohíbe por ejemplo el amor
incestuoso. Proscribe la vida sexual infantil y solo acepta los de hombre – mujer. Por supuesto
establece que esto no se cumple y la sociedad se ve en la situación de ignorar las trasgresiones.

En el apartado V, sigue comentando sobre el tema sexualidad con su aporte


psicoanalítico en la referencia a que las personas neuróticas son las que menos soportan
frustraciones en la vida sexual.

5
Tótem y tabú, 1913

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Como comenté al principio, toma a esta parte el precepto hoy conocido como cristiano,
que es “Amaras a tu prójimo, como a ti mismo”6. El autor luego del desarrollo de referencias
en torno a esto, llega a la conclusión que es algo imposible de cumplir, porque básicamente
para nuestro YO, considera lo externo como algo ajeno, y la alteridad lo es. Ese prójimo puede
ser objeto sexual, pero nunca convertirse en el YO para ser “amado a sí mismo” , lo mismo
puede colaborar, con el pero nunca convertirse en él.

Freud va más allá, e instala la idea de que en ese otro es donde el YO satisface su
necesidad de hostilidad, agresividad y odio. En cuanto a la hostilidad y el odio, dice Freud que
la comunidad se resiste porque si no, la civilización se desintegraría.

Continuando con este análisis, convoca a los Comunistas, que proclaman que el hombre
es íntegramente bueno, pero la existencia de la propiedad privada es un motivo de pugna que
no le permite mantener su naturaleza. Sin entrar en un análisis de la teoría económica y
filosófica del comunismo, Freud mantiene que, a pesar de quitarle motivos como la puja por la
propiedad, el instinto agresivo prevalece sobre las condiciones y las épocas.

Culpamos a la cultura que nos impone pesados sacrificios y eso no nos permite alcanzar
la felicidad.

La Conciencia Moral y el Super Yo

Entrando en el apartado VI, analiza el sadismo7 como parte de la vida sexual en donde
“el juego de la crueldad sustituye al del amor” (pág. 58). Nos habla de la introducción del
narcisismo (el amor a si mismo) en la investigación, en los conceptos reprimidos – represor.
Esto es posible porque el YO está impregnado de libido8, este factor del sadismo y agrega el
masoquismo9 se refiere al instinto autodestructivo, que él llama de muerte o de destrucción.

6
Evangelio, del Nuevo Testamento. Mateo 22:36-40 Reina-Valera 1960 (RVR1960) Se refiere a palabras de
Jesucristo en cuanto a los mandamientos de Moisés.
7
El sadismo es un sentimiento atribuible a un ser vivo, que consiste en sentir placer, provocando a otro ser
animado un daño físico o mental que le provoque dolor. El sujeto activo del sadismo puede ser un animal, como
el gato que juega con su presa y parece disfrutar de su accionar, aunque no sabemos si esto lo hace o no de modo
conciente.
8
Según la definición propuesta por Sigmund Freud, la libido es la energía de las pulsiones o instintos que dirige
toda forma de conducta. Inicialmente afirmó que la libido siempre tenía un carácter sexual y que el resto de
pulsiones eran secundarias a la de reproducción; sin embargo, a medida que desarrolló su teoría Freud incluyó
otros tipos de energía en este concepto. En el psicoanálisis freudiano clásico el término “libido” se utiliza
generalmente para hacer referencia a un afecto (o emoción) vinculado a una pulsión concreta, que puede
asociarse al Ello o al Yo. Más adelante este autor pasó a denominar “pulsión de vida” o “Eros” a los impulsos de
estas clases, y añadió otro tipo diferente de pulsión: la de muerte o Tánatos. Fuente:
https://psicologiaymente.com
9
El termino masoquista o masoquismo viene de un Austriaco escritor llamado Masoch, muy reconocido por sus
descripciones de la vida misma en sus escritos, como en el libro La Venus de la piel, que relata escenas de duros
castigos dentro de la relación sexual, el masoquismo igual que el sadismo son conductas asociadas a la psicología
humana de infligir o recibir dolor, humillación, sumisión o dominio, contribuyendo así a la excitación sexual de
una persona. Se define como la necesidad de sufrir dolor físico o moral, humillación o sumisión para poder
conseguir placer sexual de la misma persona que en circunstancias normales no pueden.

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Vincula el concepto que la tendencia agresiva es el “mayor obstáculo con el que tropieza la
cultura” (pág. 63)

Introduciéndonos en la última parte de su obra en el apartado VII, pregunta: ¿Por qué


los animales no tienen esa lucha cultura? Y dice no saberlo, toma ejemplos de hormigas y
termitas.
¿Cómo la cultura coarta la agresión que la destruiría? Aquí surge el concepto del Super
YO como esa violencia dirigida contra el propio YO; se vincula esa idea como “conciencia” o
“conciencia moral”. Ella es la que limita ese desencadenamiento, en función del “sentimiento
de culpabilidad”. En la cultura religiosa a este concepto se le llama pecado. Para esto se invoca
la existencia de una facultad original que es distinguir el bien del mal. Lo malo amenaza la
pérdida del amor.
Si la “autoridad” descubre la falta, se produce el peligro pero si no aparece la autoridad,
la auto censura surge el mismo efecto a través del Super YO o la conciencia10 y esto produce,
lo que Freud consigna como “angustia social” o “el temor de ser descubierto”. (pág. 66)

Esta conciencia moral produce el autocastigo, es la renuncia a los instintos. Muchas


veces ese autocastigo se vincula al destino, a las desgracias que nos pasan. Esa renuncia a los
instintos para evitar las desgracias, el autocastigo está vinculado directamente a la culpa. Ese
sentimiento de culpa para Freud debería llamarse remordimiento luego de cometer una falta.
Por otra parte, plantea la posibilidad de que exista una relación en la severidad de la educación
del niño sobre la génesis del super Yo infantil.

La Culpabilidad

Freud toma la idea que ese sentimiento de culpa, es por el complejo de “Edipo”11 que
establece la condena por “el odio al padre”, la culpa por su asesinato o la tendencia agresiva
contra él. La cultura produce el efecto de acentuación del sentimiento de culpabilidad por la
amalgama entre los individuos.
En el apartado VIII concluye, con que la culpabilidad es el problema de la evolución
cultural. Una de las razones de la relación entre ese sentimiento y nuestra conciencia. Atribuye
a esto las causas de las neurosis ya que la culpa permanece inconsciente. Es lo que Freud llama
el sentimiento de angustia inconsciente.
Concluyendo:
Pero si contemplamos la relación entre el proceso cultural en la Humanidad y el del
desarrollo de la educación individuales, no vacilaremos en reconocer que ambos son
de índole muy semejante, y que aún podrían representar un mismo proceso realizado

10
La autoridad internalizada
11
El Complejo de Edipo es un término que usó Sigmund Freud en su Teoría de los Estadios del Desarrollo
Psicosexual para describir el sentimiento de deseo de un niño por su madre y el odio hacía el padre. Este odio se
debe a que el niño percibe que su padre es un competidor por conseguir el cariño de la madre, y expresa sus
sentimientos en forma de enojos, rabietas y comportamientos de desobediencia.

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en distintos objetos. Naturalmente, el proceso cultural de la especie humana es una


abstracción de orden superior al de la evolución del individuo, y por eso mismo es más
difícil captarlo concretamente. (pág. 83)

Detalla en esta última parte el enfrentamiento entre el egoísmo o sea la felicidad


individual y la sociedad como entidad que la llama “altruista”, esa lucha también está en el
terreno de las tendencias de los hombres para agredirse mutuamente.
Esa lucha, culmina Freud:
…el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si -y hasta qué
punto- el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida
colectiva emanadas del instinto de agresión y de autodestrucción. En este sentido, la
época actual quizá merezca nuestro particular interés. (pág. 90)

Alvaro Curuchaga
Octubre de 2018

Bibliografía
Freud, S. (1930). El Malestar de la Cultura.

https://conceptodefinicion.de. (s.f.).

https://deconceptos.com. (s.f.).

https://dirae.es. (s.f.).

https://psicologiaymente.com . (s.f.).

https://www.biblegateway.com. (s.f.).

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