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Peter Lehmann / Salam Gómez (Eds.

Dejando los medicamentos


psiquiátricos
Estrategias y vivencias para la retirada exitosa de
antipsicóticos, antidepresivos, estabilizadores del ánimo,
psicoestimulantes y tranquilizantes

Prefacios por Judi Chamberlin, Salam Gómez, Pirkko Lahti, Peter Lehmann y
Loren R. Mosher

Palabras de clausura por Karl Bach Jensen y Peter Lehmann

Contribuciones de Regina Bellion, Wilma Boevink, Oryx Cohen, Bert


Gölden, Gábor Gombos, Salam Gómez, Maths Jesperson, Klaus John, Bob
Johnson, Manuela Kälin, Kerstin Kempker, Susan Kingsley-Smith, Leo P.
Koehne, Peter Lehmann, Ulrich Lindner, Jim Maddock, Mary Maddock,
Fiona Milne, Harald Müller, Mary Nettle, Pino Pini, Roland A. Richter, Marc
Rufer, Lynne Setter, Martin Urban, David Webb y Josef Zehentbauer

Adaptación al español por Salam Gómez

2a edición 2018, actualizada y corregida

Peter Lehmann Editorial


Publicado originalmente en 1998 en Berlín, Alemania. 4a edición, actualizada
y ampliada, tambien en formato ebook, en 2013. Se tradujo al inglés en 2004
y se actualizó y amplió también en formato ebook en 2013. Se realizó una
versión al griego en 2008, que tiene una segunda edición actualizada y
ampliada en 2014, y al francés en 2018.
Las explicaciones de los corchetes, cursiva y las notas a pie de página son
realizadas por los editores.
La reproducción de nombres de uso, marcas comerciales, y las
identificaciones de productos en esta publicación, incluso sin designación
específica, no justifica el supuesto de que estos nombres podrían ser
considerados libres de acuerdo con la ley de protección de marca y por lo
tanto disponible para su uso por cualquier persona.
Los medicamentos o drogas psiquiátricas mencionados en este libro se
usan en Argentina, Belice, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba,
Ecuador, El Salvador, España, Estados Unidos, Guatemala, Honduras,
México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República
Dominicana, Uruguay y Venezuela. Para todos los nombres comerciales
véase el capítulo "Principios activos de drogas psiquiátricas y nombres
comerciales".
© Peter Lehmann Editorial 2018. Los capítulos individuales de los autores
tienen todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación
puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación,
transmitida o utilizada de ninguna forma ni por ningún medio, ya sea
electrónico, mecánico, fotocopia, microfilmación, grabación o cualquier otro,
sin el permiso escrito de los editores y / o los autores.
Diseño de portada por Paula Kempker, Berlín
Publicado por Peter Lehmann Editorial, Berlín (Alemania) y Shrewsbury
(Inglaterra) – www.peter-lehmann-publishing.com/espanol

ISBN 978-3-925931-52-9 (ePUB) · ISBN 978-3-925931-53-6 (MobiPocket)


· ISBN 978-3-925931-80-2 (PDF)
Tabla de contenido

Aviso sobre responsabilidad

Prefacios
Salam Gómez
Loren R. Mosher
Judi Chamberlin
Pirkko Lahti
Peter Lehmann

Introducción

La decisión de retirar
Salam Gomez: Transmutaciones; de loco a ciudadano
Mary & Jim Maddock: El despertar lento de una pareja

Retiro sin problemas farmacogenicos


Peter Lehmann: Recaída en la vida
Gábor Gombos: Cómo negar la historia psiquiátrica familiar
Maths Jesperson: Entre la lobotomía y los antidepresivos

Saliendo paso a paso


Wilma Boevink: Monstruos del pasado
Katharine Zurcher: Segundo miedo
Bert Gölden: Con paciencia

Contrapesos
Harald Müller: Veinte años después
Ulrich Lindner: Corrí por mi vida – Cómo curé mi depresión
Oryx Cohen: Curso intensivo en psiquiatría
Retiro con ayuda profesional
Manuela Kälin: Visitada en casa por el homeópata
Fiona Milne: Como una roca
David Webb: "¡Por favor, no mueras!"

Mejor algunas veces que siempre


Mary Nettle: Tener el control de nuevo
Lynne Setter: Volver a mí misma

Soporte profesional
Marc Rufer: Creando miedo / Extracción del miedo. Cuando usted desea
dejar los medicamentos, la opinión de su médico es peligrosa
Josef Zehentbauer: ¿Cuál es el miedo del retiro? Consejos médicos y
psicoterapéuticos durante la abstinencia de sedantes
Pino Pini: Alberto. Personas con discapacidad intelectual y sin drogas
psiquiátricas. Una inyección neuroléptica de depósito como tipo de
mediación
Martin Urban: "¿Estoy realmente aún incapacitada?" Apoyo psicoterapéutico
durante la abstinencia de drogas psiquiátricas
Roland A. Richter: Apoyando el retiro con medicina ortomolecular
Klaus John: Retiro y desintoxicación de drogas psiquiátricas desde un punto
de vista naturopático
Kerstin Kempker: Retirarse de las drogas psiquiátricas en la Casa de Escape
Bob Johnson: Condiciones previas para el retiro de psicoestimulantes en
niños
Susan Kingsley-Smith: Apoyo para el retiro por Internet

El tiempo después
Regina Bellion: Después de la retirada, las dificultades comienzan
Leo P. Koehne: "Te voy a dar Imap. ¡Esto también ayudará con la integración
social!"

Palabras de clausura
Peter Lehmann: Resumen y aspectos especiales del retiro de drogas
psiquiátricas
Karl Bach Jensen: Desintoxicación en el grande y en el pequeño. Hacia una
cultura de respeto
Apéndice
Principios activos de drogas psiquiátricas y nombres comerciales
Acerca de los autores y las autoras
Índice
Aviso sobre responsabilidad

Las drogas psiquiátricas son más que peligrosas, lo saben muchas personas
ex-usuarias de la psiquiatría, incluso profesionales en medicina; pueden
causar efectos adversos graves y producir una poderosa dependencia física.
Por ejemplo, su retirada puede causar insomnio, rebote, psicosis, síndromes
de abstinencia tardía o emergente, el regreso a la línea de base de los
problemas psicológicos y emocionales, incluso reacciones de abstinencia
potencialmente mortales (véase la "Introducción"). Especialmente cuando las
drogas psiquiátricas se han tomado por períodos prolongados de tiempo, la
supervisión clínica con experiencia puede ser aconsejable incluso necesaria
durante el proceso de retirada.
Los problemas que llevaron a la administración de medicamentos
psiquiátricos pueden reaparecer cuando se deja de tomarlos. La decisión de
dejar de consumir o retirar las drogas psicotrópicas debe hacerse de una
manera crítica y responsable. Es importante tener un ambiente seguro, apoyo
y acompañamiento cuando se emprende la retirada (véase el capítulo
"Resumen y aspectos especiales del retiro de drogas psiquiátricas"), hay que
considerar la posibilidad de que se puede experimentar la llamada recaída o
empeoramiento de la condición. El retiro puede no funcionar para todas las
personas. A veces, se presentan dificultades en la retirada y la línea de base
de los problemas psicológicos y emocionales parece insuperable, así que la
gente puede decidir consumir menores cantidades de drogas o menos
medicamentos. Muchos profesionales en psiquiatría y salud mental no están
de acuerdo con dejar de consumir drogas psiquiátricas "la retirada" y están
convencidos de que las personas con diagnósticos psiquiátricos como la
"esquizofrenia", "psicosis", "bipolaridad" o "depresión mayor" necesitan
medicamentos psiquiátricos o "terapia de electroshock" por el resto de sus
vidas.
No proporcionamos consejos médicos. Aunque este es el primer libro que
describe experiencias positivas en el proceso de dejar las drogas psiquiátricas,
no pretende ser un sustituto de la ayuda profesional. Si tiene alguna pregunta
relacionada con el cuidado de su salud, por favor llame o visite a su médico u
otro proveedor de atención médica de inmediato. La editorial, editores,
autores y proveedores no son responsables si usted toma decisiones en contra
de este consejo. Tampoco son responsables de cualquier daño que pueda
experimentar frente a un tratamiento médico, en particular, psiquiátrico.
Si decide dar valor a las distintas opiniones expresadas en este libro, esa es
su elección, ninguna reclamación puede basarse en la formación profesional o
experiencia médica de los editores relacionados en el capítulo "Acerca de los
autores y las autoras". Ninguna medicina alternativa, remedio holístico, o
método de autoayuda que se referencia en este libro ha sido recomendado
como un sustituto de consejo médico profesional, diagnóstico o tratamiento,
de igual manera no se están haciendo comparaciones entre tales métodos
alternativos y tratamiento psicofarmacológico o con electroshock. Ni la
editorial, editores, autores ni los proveedores hacen ninguna afirmación de
que la información en este libro "cura" o sana "la enfermedad mental".
Todos los relatos escritos en este libro, por personas (ex-) usuarias de la
psiquiatría, relatan experiencias en última instancia positivas en relación con
la retirada del fármaco. Esto no es casualidad, porque los editores solo
pidieron experiencias positivas. Debido a que muchos factores individuales
(estado físico y psicológico, circunstancias sociales etc.) ejercen una
influencia notable en el proceso de retirada, las declaraciones individuales de
los autores y las autoras, no deben interpretarse como asesoramiento
transferible para las personas lectoras.
No se asume ningún tipo de responsabilidad por parte de la editorial,
editores, autores y proveedores por cualquier daño o daños a personas o
bienes, por el uso de cualquiera de los métodos, productos, o ideas que se
referencian en el presente documento. Cualquier tratamiento suspendido, así
como cualquier uso de una derivación a un régimen de tratamiento posterior
buscado como resultado de la compra o la lectura de este libro, es de la
exclusiva responsabilidad del lector.
La editorial, editores, autores y proveedores no asumen ninguna
responsabilidad por las consecuencias de efectos no deseados, ya sea a la
hora de tomar drogas psiquiátricas o por la decisión de no tomarlas. No
aceptan ninguna responsabilidad por lectores que eligen asumir sus propias
vidas y cuidado.

Salam Gómez y Peter Lehmann


Prefacios

"La ciencia moderna no ha producido un medicamento tranquilizador tan


eficaz
como lo son unas pocas palabras bondadosas." – Sigmund Freud

Sin duda uno de los pilares del tratamiento de los procesos de salud mental en
la actualidad, es el consumo de drogas psiquiátricas que históricamente han
sido vendidas como respuesta rápida y eficiente a esta problemática; conocer
los riesgos y las afectaciones que estos generan a nivel físico, emocional,
social e individual es una gran responsabilidad que debe ser conocida a la
hora de consumir este tipo de medicamentos, pero la afanada e imprudente
administración de las drogas psiquiátricas sin atender las consecuencias para
el usuario "paciente", la inexistente información tanto para el usuario como
para sus familiares o cuidadores sobre la manera de identificar las señales de
alerta temprana de enfermedades subyacentes y desarrollo, es lo que
predomina en el manejo de este tipo de situaciones.
Una vez que se ingresa en el mundo de la salud mental bajo la etiqueta de
"paciente" sea cual fuere el proceso de salud mental, casi de manera
automática se deja de ser persona y se pasa a ser "enfermo mental", con toda
la complejidad y miedos sociales que implica el sello de la locura.
La toma de decisiones de manera autónoma e independiente una vez
pasada esta frontera, es casi eliminada en el "paciente psiquiátrico" (término
que excluye y discrimina de por sí) y es transferida a terceros, sean estos
familiares, cuidadores o entidades de gobierno, bajo la tutela de un
profesional de la salud y de las leyes en muchos casos, para determinar el
tratamiento, así como el presente y futuro del usuario del servicio de salud
mental.
Existe inevitablemente una relación estrecha entre enfermedad y
discapacidad, si bien, ¡enfermedad mental no es discapacidad! es tan solo una
parte de la ecuación (características individuales); donde el estigma, la
discriminación, el miedo y el desconocimiento sobre el manejo de
alteraciones en la salud mental, son los que generan realmente la
discapacidad (barreras actitudinales y sociales) al no permitir la participación
de las personas en igualdad de condiciones que las demás, a causa de su
proceso de salud mental o psicoafectivo.
El consumo de medicamentos psiquiátricos puede o no favorecer la
mejoría y funcionalidad de la persona, para poder participar en la sociedad en
"igualdad de condiciones", sin embargo se deben contemplar ciertos
elementos para tomar la decisión adecuada respeto al uso o no de estas
sustancias; conciencia del proceso de salud mental, conocer sobre el
medicamento, efectos deseados y no deseados, redes de apoyo y
acompañamiento son algunos puntos básicos a tener en cuenta.
Este libro es una invitación a dejar la zona de confort y reflexionar de
manera muy personal y critica, sobre la manera en que los medicamentos
psiquiátricos aportan o no a mi desempeño como ser humano, si facilitan mi
interacción con el mundo y con todos los que me rodean, si me permiten ser
productivo y eficiente... entre muchos aspectos que forman parte de mi
cotidianidad. ¡Es un reflejo de capacidad no de deficiencias y enfermedad!
Como activista en derechos humanos y discapacidad psicosocial, considero
que la toma de decisiones frente a un asunto tan relevante como el consumo
de fármacos psiquiátricos, (ya sea de manera autónoma o con apoyo) exige
una gran corresponsabilidad así como la generación de un sistema de apoyos
específicos (esto incluye; familiares, amigos, estrategias terapéuticas, entre
otros), que favorezcan y potencien la funcionalidad del usuario y faciliten
procesos de inclusión social efectivos.
La toma de decisiones en este aspecto –como en todos los de la vida
diaria– se constituye en una puerta de acceso al goce efectivo de los derechos
humanos de manera significativa para las usuarios de servicios de salud
mental y personas con discapacidad psicosocial, haciendo ver que el tema de
salud mental no es un asunto exclusivo de asistencia, sino de derechos
humanos.
Este es un libro que aborda un tema complejo, cargado de miedos y
contradicciones sociales y culturales; la toma de decisiones en cuanto al
manejo, cuidado, mantenimiento y disfrute de la vida de usuarios de servicios
de salud mental que han logrado dejar los medicamentos psiquiátricos con
éxito. Distintas experiencias positivas recopiladas en países de Europa, Asia,
Australia y Norteamérica, muestran una realidad que no dista mucho de la
que afrontan millones de personas con "diagnósticos psiquiátricos" en
América Latina y otros países de habla hispana, frente al consumo de
medicamentos y sus efectos.
Realmente ha sido todo un reto personal y profesional en esta segunda
edición en español, traducir y dar voz, a las personas que narran tan
importantes experiencias; que reflejan la lucha por su autonomía, la
comprensión de sí mismos y los demás, naturalizando el mundo de la salud
mental, observándose, escuchándose, sintiéndose, aprendiendo de su propio
proceso, pero por encima de esto, que han tomado la decisión de ser personas
y estar libres de fármacos que anulaban su humanidad y mantenían el yugo
del estigma de la locura.

Salam Gómez
Bogotá, Colombia, 10 de mayo 2015
"No hay una tiranía tan grande como
la que se practica en beneficio de la víctima." – C. S. Lewis1

Este volumen está dedicado a un tema que es objeto de una gran cantidad de
pensamientos equivocados en estos días. Vivimos en la era de una "píldora
para cada enfermedad", pero muy poca atención se ha prestado a las píldoras
dadas específicamente para afectar a nuestra psique. ¿Qué significa medicar
el alma, el yo y la mente?, los tres elementos como el diccionario Webster
define la psique. ¿No son estos productos químicos ("drogas psicotrópicas")
los que interfieren con la esencia misma de la humanidad? ¿No se debería
tener más cuidado y conciencia para asumir este proceso? Si ha empezado a
consumirlos, ¿no debería ser monitoreado continuamente? Dado que el alma,
el yo y la mente están en el centro de cada ser humano ¿no debe este
determinar si tales medicamentos se deben tomar sobre la base de la propia
experiencia subjetiva frente a ellos? La respuesta es, por supuesto, un sí
rotundo.
Ahora seamos realistas. Dado que hay pocos indicadores objetivos de los
efectos de estos fármacos, los informes de los propios pacientes son críticos.
¿Los psiquiatras y otros médicos que prescriben psicofármacos escuchan con
atención la experiencia personal de cada paciente en particular? La respuesta
a la pregunta varía, por supuesto, pero si usted habla un idioma diferente, es
un miembro de una minoría, excluido, visto como "muy enfermo" o
encarcelado por la fuerza en un hospital psiquiátrico, la probabilidad de ser
realmente escuchado cae dramáticamente, aunque no es muy alta para
cualquier persona.
Por lo tanto, el enfoque de este libro –las historias de personas que no
fueron escuchadas, ya que sufrieron el tormento del alma, el yo y la mente
por las drogas psicotrópicas– a menudo ordenadas contra su voluntad, es muy
importante. Son las historias de valientes decisiones hechas contra poderosos
médicos expertos (y a veces las familias y amigos) –y el tormento que a
veces se produjo. Al suspender los medicamentos comenzaron a restaurar la
fisiología de sus cerebros a su estado de pre-medicación. La mayoría nunca
habían sido advertidos de que las drogas iban a cambiar la fisiología de sus
cerebros (o, peor aún, dañar selectivamente regiones de las células nerviosas
en el cerebro) de modo que las reacciones al dejar de consumirlas, es casi
seguro que se produzcan. Tampoco eran conscientes de que estas reacciones
de abstinencia pueden ser de larga duración e interpretadas como un "volver a
sentirse mal". Son historias de horror de lo que podría ocurrir (pero que no
tiene que pasar).
Por desgracia, cuando se intenta volver al funcionamiento normal del
cerebro después de haber sido inundado con productos químicos
"terapéuticos", el sufrimiento era considerado generalmente necesario, para
restaurar el alma, el yo y la mente –la esencia de la humanidad.
Sin embargo, debido a que los fármacos se administraron sin pensar, de
manera paternalista y a menudo innecesariamente para justificar una
"enfermedad" no identificable, este libro es una crítica a los médicos. El
Juramento Hipocrático – sobre todo, no hacer daño– ha sido regularmente
omitido en el afán por "hacer algo". ¿Cómo es posible determinar si el
asesinato del alma podría estar ocurriendo, sin informes de experiencias de
los pacientes con los fármacos que se dirigen directamente a la esencia de su
humanidad? A pesar de su comportamiento, los médicos son solo médicos,
no semidioses. Ellos, a diferencia de los dioses, tienen que rendir cuentas de
sus actos.
Este libro es una lectura obligada para cualquier persona que considere
tomar o no estos medicamentos o drogas psicotrópicas legales, y quizá más
aún para aquellos que los prescriben.

Loren R. Mosher MD (1933-2004)


Director, Soteria Associates; Profesor Clínico de Psiquiatría, Universidad de
California en San Diego, Facultad de Medicina
26 de agosto 2002

Anotación
1 Clive Staples Lewis (1898-1963) fue un profesor para la ciencia de la literatura inglesa
y uno de los autores cristianos más importantes del siglo XX.
Gran parte de la sabiduría convencional sobre las drogas psiquiátricas es
errónea. Los psiquiatras y la industria farmacéutica han conseguido
convencer a muchas personas, a través de los medios de comunicación,
diciendo que las drogas psiquiátricas son "seguras" y "efectivas" para "tratar"
"enfermedades mentales". Echemos un vistazo a cada una de estas palabras:
Seguras: Generalmente aceptada en el sentido de que no causan ningún
daño, a pesar de muchos efectos negativos conocidos como trastornos del
movimiento, cambios en la actividad cerebral, aumento de peso, inquietud,
muerte súbita por síndrome neuroléptico maligno y muchos otros.
Efectivas: Generalmente aceptada en el sentido de que pueden revertir o
curar los síntomas por los que se prescriben, a pesar de que muchas
investigaciones han demostrado que tienen generalmente un efecto sedante
que enmascara o afecta no solo la conducta planificada, sino también todas
las actividades.
Para tratar: Generalmente aceptada en el sentido de que los agentes
prescritos tienen efectos sobre los procesos específicos de la enfermedad.
Enfermedades mentales: Generalmente aceptadas en el sentido en que
hay entidades clínicas específicas conocidas como "esquizofrenia", "trastorno
bipolar" etc., a pesar de que no se conocen cambios estructurales o químicos
en el cuerpo, que puedan marcar una distinción entre las personas que tienen
estas llamadas enfermedades, de las que no las tienen.
¿Cómo es que estos mitos se han aceptado tan exitosamente como una
realidad? Por un lado, quienes promueven las drogas son figuras de
autoridad: médicos y científicos que presentan resultados experimentales
libres de valores, que generalmente son admitidos. Otro factor, quizás aún
más importante, es que los que utilizan los medicamentos, y se han
pronunciado acerca de sus efectos negativos, son desacreditados
automáticamente, por haber sido calificados como enfermos mentales. El
diagnóstico de la enfermedad mental lleva consigo una gran cantidad de
asociaciones, sobre todo cuando la persona es etiquetada por tener el juicio
deteriorado y el testimonio de sus propias experiencias, no es fiable.
No obstante, son las historias personales las que de hecho tienen enorme
peso en la evaluación del valor de estas drogas. Junto con los informes
positivos de los investigadores y los médicos prescriptores, es muy
importante la lectura de los testimonios elocuentes de personas que han
tomado y luego suspendido estos fármacos: testimonios de quienes iniciaron
su uso con la creencia de que eran agentes o sustancias, que en verdad podían
salvar vidas. En psiquiatría, son las experiencias, pensamientos y
sentimientos del paciente los que se consideran para determinar si la persona
está enferma; por lo tanto, estas experiencias, pensamientos y sentimientos
deben tenerse en cuenta en la respuesta al tratamiento. Por supuesto, muchos
psiquiatras y otros creyentes en la eficacia de los medicamentos psiquiátricos
pueden descartar estas razones por considerarlas "síntomas" adicionales, pero
esto, por supuesto, es un razonamiento circular.
Las experiencias de personas que han tomado (o continúan consumiendo)
drogas psiquiátricas son enormemente variadas. Algunas personas encuentran
utilidad en el tratamiento de síntomas molestos, y esta gente, por supuesto, es
poco probable que quiera dejar de usarlos. De hecho, dentro de este grupo,
muchos están dispuestos a tolerar los efectos molestos no deseados, porque
consideran que los beneficios superan a lo negativo. Este grupo de personas
no son el tema de este libro.
En cambio, el libro se centra en las personas que por una gran variedad de
razones, han decidido que las drogas no son útiles para ellos, y que han
tomado la decisión de suspender su uso. Esta decisión conlleva enormes
consecuencias, ya que el médico que trata casi siempre quiere que el paciente
continúe el consumo, el médico a menudo tiene un enorme poder (como el
internamiento involuntario) a su disposición, con el fin de "persuadir" al
paciente para continuar. De hecho, la falta de apoyo de una persona que se
enfrenta a la decisión de suspender el uso de drogas, es a menudo un factor
determinante en lo que se denomina recaída.
Como defensora y activista en el campo de la salud mental y los derechos
de los pacientes (y como una persona que interrumpió el uso de drogas como
parte de su propio proceso personal de recuperación), una de las preguntas
más comunes que me hacen es "¿Cómo se puede descontinuar el uso de
drogas psiquiátricas?" Hay una necesidad urgente de información sobre cómo
hacer esto de forma segura, así como sobre las estructuras de apoyo (como
programas residenciales de corto plazo y los médicos que están dispuestos a
considerar enfoques no farmacológicos) que permitan a las personas que
deseen suspender la medicación hacerlo.
La elección de dejar de tomar drogas psiquiátricas puede ser motivada por
gran variedad de razones. A menudo, los efectos negativos son más
preocupantes que los problemas originales, o incluso puede ser que no se
experimenten efectos positivos en absoluto (esta fue sin duda mi propia
experiencia). Por desgracia, la imagen mediática de una persona que ha
dejado de tomar drogas psiquiátricas es la que ha capturado la imaginación
popular: una persona tan engañada que es incapaz de darse cuenta de que su
conducta es anormal y que a continuación, por lo general pasa a cometer
algún crimen violento horrendo. Leer y conocer acerca de gente real y las
complejas razones detrás de sus decisiones puede ser una manera de
contrarrestar esa imagen negativa y destructiva.
A menudo se dice que las drogas psiquiátricas se dan a personas
etiquetadas como enfermos mentales, con el fin de que quienes les rodean:
personal médico y miembros de la familia, se puedan sentir mejor. Sin duda,
estar cerca de personas que tienen problemas, sobre todo cuando son
elocuentes acerca de lo que les preocupa, puede ser difícil. Pero simplemente
silenciarlos no es la respuesta. En su lugar, tenemos que escuchar con
atención las experiencias reales que tiene la gente para que podamos aprender
los verdaderos costos de los medicamentos psiquiátricos en la vida de las
personas.

Judi Chamberlin (1944-2010)


Director de Educación y Formación, National Empowerment Center,
Lawrence, Massachusetts
Miembro de la junta directiva de MindFreedom International
20 de junio 2006
Este es el primer libro en el mundo sobre el tema "Retiro exitoso de las
drogas psiquiátricas", publicado en Alemania en 1998. Se refiere
principalmente a las personas que desean retirarse voluntariamente y según
sus propias decisiones. También se ocupa de sus familiares y terapeutas.
Millones de personas están tomando drogas psiquiátricas, por ejemplo,
Haldol (antipsicótico, principio activo haloperidol), Prozac (antidepresivo,
principio activo fluoxetina) o Zyprexa (antipsicótico, principio activo
olanzapina). Para ellos, es de gran interés conocer detalladamente cómo otras
personas dejaron estas sustancias, sin terminar de nuevo en el consultorio
médico.
Muchos de mis colegas en el campo de la salud mental pasan gran parte de
su tiempo desarrollando criterios para la aplicación de los medicamentos
psiquiátricos. Los diagnósticos como actos compulsivos, depresión,
dermatitis, hiperactividad, hiperemesis gravídica, insomnio, enuresis
nocturna, psicosis, tartamudez, mareos, etc... pueden dar lugar a la aplicación
de los neurolépticos, antidepresivos, litio (estabilizador del ánimo y
profiláctico), tranquilizantes y otros medicamentos con efectos psíquicos.
Este desarrollo de indicaciones es una tarea responsable, rica con
consecuencias.
Los diagnósticos y las indicaciones a menudo resultan en un tratamiento
con psicofármacos que puede durar por mucho tiempo. ¿Quién puede
predecir si las drogas –cuando se inician– pueden ser retiradas fácilmente?
Desde tranquilizantes menores, especialmente las benzodiazepinas, ya
sabemos los efectos de la dependencia. Abandonar estas sustancias sin ayuda
terapéutica y sin conocimiento de los riesgos, puede ser dramático. ¿Qué
riesgos se derivan de la retirada de neurolépticos, antidepresivos y litio? ¿Qué
factores favorecen la suspensión exitosa, en el sentido de que los pacientes no
regresen inmediatamente a la consulta de urgencias con el médico, sino que
continúen con una vida libre y saludable, como todos nosotros desearíamos?
¿No hemos oído hablar de abstinencia –problemas farmacogénicos,
receptores de cambios, supersensibilidad? ¿Quién es capaz de distinguir la
reincidencia de problemas ocultos de abstinencia?
¿No dejamos a nuestros pacientes a solas con sus tristezas y problemas,
cuando –por cualquier razón– deciden salir por sí mismos de sus
medicamentos psicotrópicos? ¿Dónde pueden encontrar apoyo, comprensión
y buenos ejemplos, si se apartan decepcionados de nosotros (o nosotros de
ellos)?
Peter Lehmann, Directivo-miembro de la Red Europea de (ex-) Usuarios y
Supervivientes de Psiquiatría y ex-miembro de la Junta directiva de Mental
Health Europe (la sección europea de la Federación Mundial para la Salud
Mental), se ha ganado el reconocimiento por asumir esta difícil tarea como
gran experto mundial al reunir experiencias de las mismas personas y de sus
terapeutas, que han suspendido psicofármacos con éxito o que han apoyado a
usuarios para hacerlo.
En este libro, 28 personas de Australia, Austria, Bélgica, Colombia,
Dinamarca, Inglaterra, Alemania, Hungría, Japón, Países Bajos, Nueva
Zelanda, Serbia, Suecia, Suiza y los EE.UU. escriben sobre sus experiencias
al dejar las drogas psiquiátricas. Además, ocho psicoterapeutas, médicos,
psiquiatras, trabajadores sociales, psicólogos, terapeutas naturales y otros
profesionales describen cómo ayudaron a sus pacientes para que lograran
suspender los medicamentos psiquiátricos. A través de la internacionalidad
de los autores del libro se ofrece un panorama general de las diversas
experiencias y conocimientos.
El libro tiene un mensaje provocador: las experiencias de vida a veces
difieren de los acuerdos científicos. Basado en las experiencias personales de
ex-usuarios y supervivientes de psiquiatría y los pocos profesionales que
ayudan a la gente a dejar las drogas psiquiátricas, el libro es un buen espacio
para abrir la discusión y debe estar disponible en cada práctica médica, en
cada área terapéutica y en la biblioteca de todos los pacientes.

Pirkko Lahti
Presidente de la Federación Mundial de Salud Mental (2001-2003)
Helsinki, Finlandia, 19 de agosto 2002
Este libro está escrito para las personas que son objeto de tratamiento
psiquiátrico y que han decidido dejar de tomar drogas psiquiátricas o que
quieren salir de ellas tarde o temprano. Esto puede ser alarmante para los
lectores que miran a los consumidores de estas sustancias no como personas
capaces de tomar sus propias decisiones, sino más bien como sujetos
psicológicamente débiles e incapaces de reconocer su propia enfermedad (o
alternativamente, como consumidores de productos farmacéuticos de quienes
pueden beneficiarse).
Las drogas psiquiátricas son sustancias destinadas a influir en las
condiciones mentales y el comportamiento. Este libro solo incluye el
tratamiento de seres humanos y la discusión sobre el uso neurolépticos,
antidepresivos, litio, carbamazepina (estabilizador del ánimo),
psicoestimulantes y los tranquilizantes. La retirada de los medicamentos
utilizados para tratar la epilepsia en el campo de la neurología no es un tema
de este libro.
Los neurolépticos (conocidos también como "tranquilizantes mayores")
son llamados medicamentos antipsicóticos, que se administran cuando los
médicos (en su mayoría médicos generales, pediatras y/o psiquiatras) dan un
diagnóstico como psicosis, esquizofrenia, paranoia, o hebefrenia.
Los posibles síntomas que pueden resultar en una prescripción de
neurolépticos se consideran a veces de origen psicosomático: la tosferina, el
asma, la tartamudez, trastornos del sueño y del comportamiento en niños, el
mareo, prurito (picazón) o distonía vegetativa. De la misma manera que a los
animales rebeldes o agresivos de todas clases se les da medicamentos para
calmar las reacciones relacionadas con el estrés, también son tratadas con
neurolépticos aquellas personas mayores que pueden tener comportamientos
molestos similares. Los antidepresivos se administran después de
diagnósticos como depresión reactiva, neurosis, daño orgánico cerebral,
agitación, trastorno de ansiedad o trastorno obsesivo-compulsivo, ansiedad,
ataques de pánico, fobia (por ejemplo, miedo a la escuela en los niños),
enuresis nocturna, insomnio y muchos otros. Los animales infelices también
podrían recibir antidepresivos; por ejemplo, los perros tristes encerrados en la
casa todo el día, mientras su amo está en el trabajo.
En psiquiatría, litio y antiepilépticos se administran como medicamentos
estabilizadores del estado de ánimo en fase profiláctica. El litio se administra
principalmente para diagnósticos como manía o trastorno esquizoafectivo. La
principal indicación psiquiátrica para la carbamazepina (así como la
oxcarbazepina (estabilizador del ánimo) y el valproato (estabilizador del
ánimo) relacionado químicamente) es el diagnóstico de psicosis afectiva,
sobre todo cuando el psiquiatra no ha logrado alcanzar el efecto que desea
con sus medicamentos psiquiátricos normales. Como se señaló anteriormente,
la carbamazepina, oxcarbazepina, valproato y otros fármacos antiepilépticos
administrados para el tratamiento de la epilepsia no se tratan en este libro.
Los psicoestimulantes (por ejemplo, metilfenidato), están prohibidos por la
lista de dopaje de la Sociedad Olímpica. Estas sustancias tienen un efecto
sedante sobre los niños, niñas y adolescentes, se administran cuando hay
comportamientos problemáticos y los psiquiatras infantiles dictaminan
diagnósticos como "TDAH" ("trastorno de hiperactividad con déficit de
atención") o "disfunción cerebral mínima".
Los tranquilizantes (a veces llamados "tranquilizantes menores") son
sustancias que se administran después de diagnósticos como falta de impulso
motor, estado de ánimo deprimido, fobia, neurosis, ataque de pánico, o
trastorno del sueño. Los tranquilizantes que se administran para el
tratamiento de la epilepsia no se tratan en este libro.
En 1995, a nivel mundial, envié a varios grupos relevantes este
mensaje:
"Se buscan autores sobre el tema: 'Retirarse de las drogas
psiquiátricas. Retiro exitoso de neurolépticos, antidepresivos, litio,
carbamazepina y tranquilizantes'. Este es el título de un libro
publicado en alemán en 1997/98 y traducido al inglés
posteriormente. Estamos buscando a personas a quienes se les haya
prescrito uno o varios fármacos psiquiátricos antes mencionados y
que han decidido dejar de tomarlos. Especialmente ejemplos
positivos que muestren que es posible dejar de tomar estas sustancias
sin terminar de nuevo en el consultorio médico o en el hospital.
Buscamos autores dispuestos a compartir e informar –a cambio de
regalías– de sus propias experiencias sobre la ruta de cómo vivir
ahora libres de drogas psiquiátricas. También buscamos informes de
personas que han ayudado con éxito a otros a dejar las drogas
psiquiátricas en el curso de su vida profesional (por ejemplo, centros
de apoyo controlados por el usuario, curanderos naturales,
homeópatas, trabajadores sociales, psicólogos, guías espirituales,
médicos, psiquiatras etc.) o en su vida personal (por ejemplo, el
apoyo de los amigos, familiares, de grupos de auto-ayuda etc.)."
Recibí una serie de respuestas de personas que estaban interesadas en
contribuir a este libro, incluyendo a las personas que habían estado tomando
medicamentos psiquiátricos y algunos profesionales cuyos artículos también
aparecen en esta publicación. Un psiquiatra retiró su ofrecimiento de
contribuir, por temor (no sin razón) de que sus informes pudieran ser
malinterpretados y puestos en práctica masivamente. Debido a que no recibí
ninguna respuesta de familiares de ex-usuarios y supervivientes de
psiquiatría, envié mi petición de artículos para la Bundesverband der
Angehörigen psychisch Kranker (Asociación nacional de familiares de
enfermos mentales) de Alemania. La respuesta fue, una vez más, el silencio.
¿Es el silencio tal vez atribuible a la saturación en los últimos años de
conferencias gratuitas e información de la industria farmacéutica a estos
grupos de familiares?
En cualquier caso, sería un error simplificar demasiado el problema del uso
prolongado de drogas psicoactivas y las posibles complicaciones derivadas
del cese de consumición de estas sustancias a la negligencia de miembros
desinteresados, familiares ingenuos, médicos irresponsables o a la industria
farmacéutica con fines de lucro. Dos autores que habían mostrado interés
inicial en la aportación de sus experiencias, retomaron su oferta más tarde
porque habían "recaído". Uno de ellos informó que no estaba sincronizado
con el retiro de estas sustancias y esto podría generar una ruptura. El otro
informó que estaba en una clínica de nuevo porque había vuelto a la psicosis.
¿Esta persona experimentó lo que los expertos en salud mental llaman una
"psicosis por retirada", o estaba simplemente abrumada por el repentino
regreso de los viejos problemas que aún tenían que ser trabajados o resueltos?
A lo largo de mi esfuerzo para hacer frente a este tema, he sido muy
cauteloso, nunca he instado a otros a que dejen de tomar drogas psiquiátricas.
Tuve cuidado incluso de acercarme solamente a quienes ya habían dejado de
fumar antes de enviar la convocatoria para los artículos. Sin embargo, me
pregunto si pude haber sido el responsable de guiar a otros a dejar de fumar
de una manera desconsiderada y potencialmente peligrosa, solo por haber
publicado material sobre el tema.
Uno solo puede especular cuántas personas han intentado dejar de fumar
sin suficiente información, solo para experimentar una "recaída" y
finalmente, volver de nuevo a los fármacos. Estoy seguro de que un gran
número de intentos de abandono habría tenido más éxito, si quienes deseaban
dejar de fumar y sus acompañantes hubieran sido mejor informados sobre los
posibles problemas que pudieran surgir, así como sobre las herramientas para
evitar la recaída profetizada con frecuencia. Con solo unas pocas
excepciones, muchos profesionales tienen en cuenta la forma de apoyar a los
clientes que han decidido dejar de consumir medicamentos psiquiátricos.
Respuestas tales como dar la espalda a los clientes y dejarlos solos con sus
problemas indican que los profesionales tienen poco sentido de la
responsabilidad con respecto a este tema.
Los diferentes métodos para lograr dejar con éxito las drogas psiquiátricas
no pueden ser representados en un solo libro. Como editor de este libro, era
importante para mí que “mis” autores, a excepción de los profesionales que
contribuyeran, describieran abiertamente el camino personal que tomaron, así
como los deseos y temores de sus acompañantes. Se les dijo que solo había
una cosa que no debían hacer; esto era, decir a los demás lo que debían hacer
o no hacer, así como ofrecer recetas infalibles para saber cómo dejar las
drogas psiquiátricas. Cada lector debe ser consciente de las posibilidades y
los problemas potenciales, de sus propias fortalezas y debilidades personales,
de sus limitaciones y deseos individuales, de modo que puedan encontrar sus
propios medios y su propia manera para llegar al objetivo. Estos escritos
realizados por personas que han dejado con éxito estas sustancias, están
destinados a mostrar que es posible alcanzar esta meta para vivir libres de las
drogas psiquiátricas.
Gente de todo el mundo me pregunta una y otra vez por los nombres de los
psiquiatras que pueden ayudar con la abstinencia, pero esta es una pregunta
que generalmente no se puede responder. El tema económico puede estar
involucrado, ya que – a diferencia del diagnóstico "dependencia de
benzodiazepinas" – no existe un diagnóstico "dependencia de los
neurolépticos" o "dependencia de los antidepresivos". Por lo tanto, los
médicos no pueden facturar fácilmente a un seguro de salud los servicios que
ayuden a las personas a suspender estos fármacos. Usted puede estar molesto
por esto, pero ¿sería beneficioso ponerse bajo el cuidado de un médico sin
experiencia y sin voluntad? ¿Quién llevaría su auto a un taller de reparación
donde ningún automóvil ha quedado en un estado adecuado para circular?
Muchos consumidores de drogas psiquiátricas están convencidos de que
necesitan un acuerdo absoluto con su médico para dejar los fármacos. Pero
las personas que dejan de tomar los medicamentos psiquiátricos en contra del
consejo de su médico tienen la misma probabilidad de tener éxito como los
que realizan un acuerdo médico. Esta fue la conclusión del "Coping with
Coming Off"-proyecto (investigación "Hacer frente a la salida"), encargado
por la organización MIND (Mental nacional) en Inglaterra y Gales.
Financiado por el Ministerio de Salud británico, un equipo de usuarios y
supervivientes de la psiquiatría realizó 250 entrevistas para investigar las
experiencias de dejar las drogas psiquiátricas. Las formas de apoyo que se
encontraron más útiles en este estudio fueron: el apoyo de un consejero, un
grupo de apoyo o un terapeuta complementario; apoyo de los compañeros;
acceso a información de Internet o de libros; y actividades como la relajación,
la meditación y el ejercicio. Los médicos eran el grupo menos útil
encontrado, para los que querían reducir o dejar las drogas psiquiátricas
(Read, 2005; Wallcraft, 2007). A raíz de este estudio, la organización cambió
su consejo estándar para los pacientes. Históricamente, su consejo era no
dejar las drogas psiquiátricas sin consultar primero a un médico. Ahora la
gente recuerda el adoctrinamiento de los médicos por Big Pharma (grandes
farmacéuticas) (Darton, 2005, p. 5) y aconseja buscar información y apoyo
de una amplia variedad de fuentes (Read, 2005).
Para evitar malos entendidos, no puedo repetir con frecuencia. En el libro,
solo se incluyeron historias sobre los intentos positivos para dejar los
medicamentos psiquiátricos, lo que solicité expresamente fueron artículos
sobre experiencias positivas. Sin duda, el dejar de consumir drogas
psiquiátricas puede fallar y dar lugar a una vida no tan libre de medicamentos
como se espera; esto es una situación común. Cómo abandonar las drogas
psiquiátricas de forma exitosa es generalmente un tabú en la literatura
psiquiátrica (literatura principalmente patrocinada por la industria
farmacéutica), parece justificado dar un foro a una realidad que hasta ahora se
ha ignorado, como contrapeso a la masa de información ideológica y
unilateral.
Su V15.81 (Z91.19) número de código – "Incumplimiento del tratamiento
médico", que sale de la sección de "Otros problemas que pueden ser objeto de
atención clínica" – se puede aplicar a cualquier persona que quiera dejar de
tomar drogas psiquiátricas. Debe estar documentado en los registros
psiquiátricos de los pacientes si deciden continuar o suspender el tratamiento
farmacológico por decisión propia, dando a sus intereses personales y los
juicios de valor una prioridad más alta a la que los psiquiatras prescriben:
"Los motivos para dicho incumplimiento pueden ser malestar a
causa del tratamiento (p. ej., efectos secundarios de la medicación),
coste del tratamiento, opiniones personales o creencias religiosas o
culturales sobre el tratamiento propuesto, debilidad senil y la
presencia de algún trastorno mental (p. ej., esquizofrenia, trastorno
de personalidad)." (American Psychiatric Association, 2014[a], p.
726 / American Psychiatric Association, 2014[b], pp. 414-415)
Desde la aparición de las drogas psiquiátricas, muchas personas que han
tomado las recetas han hecho su propia decisión como dejar de fumar. El
National Institute of Mental Health (Instituto Nacional de Salud Mental)
indicó en 2006, en estudio en los EE.UU., que tres cuartas partes de todas las
personas que recibieron tratamiento en este estudio a gran escala, finalmente,
dejaron de tomar neurolépticos de algún tipo, porque no experimentaban
mejoría o porque los efectos no deseados eran intolerables (McEvoy et al.,
2006; Stroup et al., 2006). Esta práctica está en armonía con los
conocimientos teóricos de los médicos que han reconocido durante mucho
tiempo que había llegado el momento de retirar las drogas psiquiátricas
prescritas, pero aún no se actúa sobre ese conocimiento. En 1978, la élite de
la psiquiatría convencional celebró el 75º aniversario de la apertura de
Clínica psiquiátrica de la Universidad de Múnich, Fritz Freyhan de
Washington, DC, admitió:
"En la década de 1950, los psiquiatras con experiencia en drogas
psicotrópicas tenían que usar todos sus poderes para persuadir a sus
colegas de los beneficios del tratamiento medicinal. En los últimos
años hemos llegado al punto en que los psiquiatras, con experiencia
en las drogas psiquiátricas, pueden aliviar de manera drástica el
sufrimiento de sus pacientes mediante la retirada de todos los
tratamientos medicinales anti-terapéuticos." (1983, p. 71)

Peter Lehmann
Berlín, Alemania, 10 de enero 2016

Fuentes
American Psychiatric Association: "DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales", Buenos Aires / Bogotá / Caracas / Madrid / México / Porto
Alegre: Editorial Médica Panamericana 2014(a)
American Psychiatric Association: "DSM-5. Guía de consulta de los criterios diagnósticos
del DSM-5", Buenos Aires / Bogotá / Caracas / Madrid / México / Porto Alegre:
Editorial Médica Panamericana 2014(b)
Darton, Katherine: "Making sense of coming off psychiatric drugs", Londres: Mind
Publications 2005
Freyhan, Fritz A.: "Klinische Wirksamkeit und extrapyramidale Nebenwirkungen von
Haloperidol", en: Hanns Hippius / Helmfried E. Klein (Eds.): "Therapie mit
Neuroleptika", Erlangen: Perimed 1983, pp. 67-75
Lundbeck (Suiza) AG: "Clopixol®/- Acutard®/- Depot. Información para los
profesionales", en: "Arzneimittel-Kompendium Online", Basilea: Documed AG, Marzo
2014; recuperado el 7 de febrero del 2015 de
www.compendium.ch/mpro/mnr/1886/html/de
McEvoy, J. P. / Lieberman, J. A. / Stroup, T. S. / Davis, S. M. / Meltzer, H. Y. /
Rosenheck, R. A. et al.: "Effectiveness of clozapine versus olanzapine, quetiapine, and
risperidone in patients with chronic schizophrenia who did not respond to prior atypical
antipsychotic treatment", en: American Journal of Psychiatry, vol. 163 (2006), pp. 600-
610
Read, Jim: "Coping with coming off", Londres: Mind Publications 2005
Stroup, T. S. / Lieberman, J. A. / McEvoy, J. P. / Swartz, M. S. / Davis, S. M. / Rosenheck,
R. A. et al.: "Effectiveness of olanzapine, quetiapine, risperidone, and ziprasidone in
patients with chronic schizophrenia following discontinuation of a previous atypical
antipsychotic", en: American Journal of Psychiatry, vol. 163 (2006), pp. 611-622
Wallcraft, Jan: "User-led research to develop an evidence base for alternative approaches",
en: Peter Stastny / Peter Lehmann (Eds.), "Alternatives beyond psychiatry", Berlín /
Eugene / Shrewsbury: Peter Lehmann Publishing 2007, pp. 342-351 / ebook de 2014
Introducción

De acuerdo con la literatura, cualquiera que trate de dejar de tomar drogas


psiquiátricas debe tener en cuenta los problemas que esto conlleva. Se
proporciona amplia evidencia para esta afirmación en el libro, "Schöne neue
Psychiatrie" (Una psiquiatría feliz; Lehmann, 2018b, pp. 356-456). En este
libro, "Dejando los medicamentos psiquiátricos", se revisan muchos síntomas
de retirada, aunque no todos. Estos síntomas pueden o no ocurrir.
Mientras unos pocos informes publicados en revistas profesionales
orientan claramente el serio problema asociado con dejar los medicamentos
psiquiátricos, hasta hace poco, los libros y folletos dirigidos a los usuarios de
medicamentos psiquiátricos y sus familias afirmaron que los síntomas de
abstinencia basados en la dependencia, solo se presentan con tranquilizantes.
Incluso hoy en día, en los libros de consejos médicos populares, no hay
mención sobre cómo dejar los estabilizadores del ánimo (profiláctica),
antidepresivos o neurolépticos. El gran número de pacientes que tratan de
abandonar los medicamentos psiquiátricos –debido a los efectos no deseados,
pocos efectos "terapéuticos", la falta de comprensión de su "enfermedad" o
por el embarazo– están frecuentemente muy solos y solas con sus dolores o
preocupaciones.

Estudios dudosos de retirada


Estudios típicos sobre la retirada de medicamentos psiquiátricos, demuestran
serias deficiencias metodológicas, que también han sido señaladas por los
médicos: estudios doble ciego, en los que ni el sujeto, ni el médico tratante
saben qué sustancia está siendo administrada en realidad, son tan raros como
la administración de un placebo a un grupo de control (que también es
problemático). Ha existido una falta de seguimiento sistemático, acerca de
información sobre la duración de la hospitalización, la historia de tratamiento
previo, y la dosis de la droga psiquiátrica retirada. El periodo cubierto por los
estudios es demasiado corto. Por último, la definición de "recaída" es
completamente clara (Andrews et al., 1976). Los que estaban siendo tratados
fueron considerados "Estar mejor" si, a los del administrador de las drogas
psiquiátricas, la persona causó menos problemas en la sala, a pesar de que no
pueden ser categorizados como listos para ser dados de alta (Glick y
Margolis, 1962).
Bertram Karon del departamento de psicología de la Universidad Estatal de
Michigan llegó a la conclusión de que el único propósito de algunos de estos
estudios es simplemente justificar las prácticas de prescripción de
medicamentos psiquiátricos (1989, p. 113). Por ejemplo, el psiquiatra
estadounidense Philip May, en su muy citado "California Study" (Estudio
californiano, 1968), afirma demostrar la superioridad de los neurolépticos,
antidepresivos y administración electrochoque sobre procedimientos
psicoterapéuticos. Sin embargo, el informe no señaló que los terapeutas que
utilizó fueron alumnos sin capacitación y sin paga. Un déficit adicional es el
hecho de que en estudios a largo plazo, solo se incluyen los sujetos que están
motivados a tomar drogas (Tegeler et al., 1980). Las personas que dejan de
tomar los medicamentos psiquiátricos por iniciativa propia y que viven sin
ellos no se incluyen en este tipo de estudios y sus experiencias son ignoradas.
Los psiquiatras han empezado a reconocer esta deficiencia. Martin Harrow y
Thomas Jobe del departamento de psiquiatría de la Universidad de Illinois,
College of Medicine en Chicago admiten:
"Tenemos menos contacto con los pacientes que no están en
tratamiento por un período prolongado y que no están incluidos en
los medicamentos contra placebo, por lo que sus resultados son
menos propensos a dar forma a nuestros puntos de vista." (2007, p.
411)
La falta de distinción entre los problemas al dejar los medicamentos
psiquiátricos (como cambios de receptor causados por el tratamiento, los
efectos de rebote1 o reacciones de hipersensibilidad) y la recaída es otra
deficiencia grave. Definiciones inconsistentes de recaída pueden incluir
"retorno a la medicación activa" o, la más inespecífica "empeoramiento en el
comportamiento" (Abenson, 1969; Gilbert et al., 1995, pp. 175 / 182). Incluso
Brigitte Woggon del Hospital Psiquiátrico de la Universidad de Zúrich, que
favorece a las drogas psiquiátricas, ve problemas con la falta de
diferenciación hecha entre los síntomas de retirada y el regreso de los
síntomas psicológicos originales:
"Es interesante que en la mayoría de los estudios sobre la retirada, no
se toma posición sobre los posibles síntomas de abstinencia al
parecer porque los estudios no están preparados para hacer frente a
estos hallazgos." (1979, p. 46)
Si se presentan problemas psicológicos al dejar las drogas psiquiátricas,
Jonathan Cole y Janet Lawrence han recomendado, en el American Journal
of Psychiatry, el diagnóstico diferencial –un método de diagnóstico
sistemático para identificar cuál de los múltiples factores posibles representan
problemas de abstinencia causado por las drogas:
"Cuando un paciente desarrolla aparentemente nuevos síntomas
psiquiátricos después de suspender un medicamento psiquiátrico,
debe hacerse el diagnóstico diferencial. Los síntomas pueden
representar uno o una combinación de los siguientes: la recurrencia o
rebote de la enfermedad subyacente, la retirada de reacciones
psicológicas o fisiológicas, o los efectos secundarios de los
medicamentos previamente inadvertidos o retardados." (1984, pp.
1129-1130)
No obstante, los médicos siguen haciendo referencia a sus estudios y
experiencias de gran cantidad de pasos hacia una recaída repentina cuando
los medicamentos son dejados o suspendidos sin su autorización, sobre todo
en el caso del litio, antidepresivos y neurolépticos. La situación es algo
diferente en el caso de la carbamazepina y tranquilizantes. A diferencia de su
uso en la prevención de ataques epilépticos en la neurología, la
carbamazepina se utiliza muy poco solo en psiquiatría –sus efectos
antimaníacos son debatidos (Lerer et al., 1985), hay una escasez de estudios
de retirada. En parte como consecuencia de las decisiones tomadas en los
tribunales sobre indemnizaciones cuando los pacientes no estaban
suficientemente informados sobre el riesgo de la dependencia asociada a
tranquilizantes, estas sustancias han llegado a considerarse por la medicina
ortodoxa como un problema.

Problemas de abstinencia con tranquilizantes


Tomar tranquilizantes, incluyendo las benzodiazepinas, implica un riesgo que
no debe ser subestimado. El desarrollo de fenómenos de tolerancia y de
rebote puede ocurrir después de tomar los medicamentos psiquiátricos
incluso solo por un corto tiempo y en dosis bajas. Los síntomas masivos de
abstinencia pueden potencialmente ser peligrosos para la vida, especialmente
las convulsiones, que pueden llevar a un compromiso muy peligroso por las
drogas psiquiátricas. En el "BNF" (British National Formulary; , el registro
oficial de drogas en el Reino Unido, use puede leer esta advertencia:
"El retiro de una benzodiazepina debe ser gradual, porque la retirada
brusca puede producir confusión, psicosis tóxica, convulsiones o
estado análogo al delirium tremens. La interrupción brusca de un
barbitúrico es aún más propensa a tener efectos graves. El síndrome
de abstinencia de benzodiazepinas puede desarrollarse en cualquier
momento hasta tres semanas después de dejar una benzodiazepina de
acción prolongada, pero puede ocurrir dentro de un día en el caso de
una de acción corta. Sus efectos son: insomnio, ansiedad, pérdida de
apetito y de peso corporal, temblor, transpiración, el tinnitus, y
trastornos de la percepción. Algunos de los síntomas pueden ser
similares a la molestia original y fomentar aún más la prescripción;
algunos síntomas pueden continuar durante semanas o meses
después de suspender las benzodiazepinas." (2012, p. 216)
A menudo, los síntomas de abstinencia son tan evidentes que la retirada del
medicamento, solo se puede hacer bajo la atención hospitalaria. Después de
dejar las drogas psiquiátricas, como una explosión de rebote pueden ser
liberados y reaparecer muchos sentimientos, que habían sido suprimidos
químicamente.
Durante el abandono del medicamento psiquiátrico puede haber depresión
(en algunos casos de larga duración), ansiedad, alucinaciones y delirios. El
"miedo rebote" ees un síndrome de retirada generalmente reconocido y
asociado con tranquilizantes. Estos síntomas están asociados con el riesgo de
volver a ordenar el medicamento psiquiátrico, convirtiéndose en un "caso
psiquiátrico", aumentando incluso los efectos de una droga psiquiátrica.
También puede haber síntomas de retirada a nivel nervioso central,
incluyendo alteraciones musculares y de movimiento; síntomas incluso a
veces peligrosos para la vida que requieren una desintoxicación médica
cuidadosa (Tornatore et al., 1987, p. 142).

Problemas de abstinencia con psicoestimulantes


Los psicoestimulantes abarcan sustancias como la cocaína, fenetylina (antes
se comercializaba como Captagon), pemolina, anfetaminas y sustancias
químicamente relacionadas con las anfetaminas como metilfenidato. Los
médicos son conscientes de que estas sustancias pueden conducir a la
dependencia y la tolerancia. Por ejemplo, el registro de medicamentos de la
Asociación Federal Alemana de la Industria Farmacéutica advierte sobre los
peligros de la dependencia psicológica y el síndrome de abstinencia asociado
con el metilfenidato.
El psiquiatra suizo Manfred Bleuler señaló el peligro de la adicción a las
anfetaminas, cuando usó metilfenidato en un intento de disciplinar "personas
inquietas". El peligro de desarrollar la tolerancia fue tratado con la
incorporación de vacaciones de los medicamentos en el régimen de
tratamiento (E. Bleuler, 1983, pp. 181 / 222-223). Los "Physicians' Desk
Reference" (Mesa de referencia médica) informa sobre el metilfenidato:
"El uso abusivo y crónico puede conducir a la tolerancia marcada y
una dependencia psicológica con diferentes grados de conducta
anormal. Pueden ocurrir episodios claramente psicóticos,
especialmente con el abuso parenteral. Se requiere una supervisión
cuidadosa durante la retirada del uso abusivo de drogas ya que
pueden ser desenmascarados los efectos de la hiperactividad crónica
así como una depresión severa." (1994, p. 836)
También hay instrucciones sobre otros síntomas de abstinencia, como por
ejemplo, la falta de sueño, apatía o trastornos gastrointestinales (Network,
1984, p. 58; Dulcan, 1988). Pueden ocurrir al mismo tiempo efectos de rebote
en la medicación. Esto se observa cuando los niños reciben los
psicoestimulantes en el desayuno y el almuerzo, pero el efecto disminuye en
la noche. Esto puede producir una intensificación explícita de los "síntomas
objetivo", es decir, un aumento de la irritabilidad y "locuacidad" (Zahn et al.,
1980; Johnston et al., 1988).
"Los médicos no están familiarizados con este fenómeno de escape y
pueden inadvertidamente exacerbar el problema mediante la
prescripción de dosis aún mayores de estimulantes durante el día."
(Rancurello et al., 1992, p. 80)
Si las familias tratan las dificultades educativas con sustancias psicotrópicas,
habrá efectos nocivos a largo plazo para los niños y los adolescentes, incluso
afectan al desarrollo de la personalidad e incitan a un mayor riesgo de abuso
de drogas ilícitas y alcohol (Greenfield et al., 1988; Mannuzza et al., 1993) lo
cual no es más sorprendente que la vehemencia con que algunos psiquiatras
tratan de desconocer los resultados de la investigación.
Problemas de abstinencia con estabilizadores del estado de ánimo
Los problemas al dejar los estabilizadores del estado de ánimo tienen que ser
evaluados de manera diferente. Los síntomas de abstinencia asociados con
carbamazepina parecen ser relativamente menores. Sin embargo, en los pocos
estudios controlados sobre la retirada, se presentaron alteraciones a nivel
psicológico, sistema nervioso central, vegetativo y de control motor. El
mayor problema de la retirada de estos medicamentos radica en el peligro de
la repetición o aparición repentina de ataques epilépticos.
Generalmente, los médicos advierten sobre la retirada de litio ya que la
recaída es inmediata. Como el psiquiatra Asmus Finzen describe:
"La protección de la recaída comienza a surtir efecto después de
meses de tomar el litio, pero termina muy pronto después de la
retirada." (1990, p. 143)
La afirmación de que el litio previene ataques depresivos o maníacos no se
discute en la medicina ortodoxa ("Lithium", 1969). Es de esperar una recaída
tras su desuso si además de la ingesta continua o repentina de sustancias
psicotrópicas, la persona no tiene nuevas estrategias para el tratamiento de los
conflictos. Siguen apareciendo publicaciones sobre "casos individuales"
reflejando que la protección otorgada al litio es ilusoria (Prien et al., 1984).
Además, hay informes acerca de las tasas considerables de recaída (Lusznat
et al., 1988) y muchos casos de suicidio bajo la influencia del litio (Schou y
Weeke, 1988).
En el caso del litio, los síntomas habituales de abstinencia vegetativa están
aparentemente ausentes. Sin embargo, puede haber riesgo de una nueva
hospitalización dependiendo de la dosis, la duración de la administración, el
estado físico y psicológico del paciente, los fenómenos de rebote y los
estados de confusión. Estudios más recientes sobre la abstinencia de litio no
muestran resultados uniformes.
Un estudio mostró que después de los tres primeros meses de dejar de
consumir litio, las recaídas fueron más frecuentes que en las personas que
continuaron tomándolo (Mander, 1986). Algunos psiquiatras esperan la
aparición de un rebote en la retirada, sobre todo si las drogas psiquiátricas se
detienen abruptamente (Hunt et al., 1992; Schou, 1993). Otros o no
encontraron tales rebotes (Sashidharan y McGuire, 1983), o estos fueron
parciales (Klein et al., 1991).
Problemas de abstinencia con antidepresivos
Cuando se deja de tomar antidepresivos, se pueden esperar síntomas de
abstinencia masiva. Cuanto más tiempo un antidepresivo ha sido tomado y
más corta es su vida media, los síntomas de abstinencia más probables que se
pueden esperar son por ejemplo: síntomas gastrointestinales con o sin
ansiedad, trastornos del sueño, trastornos parecidos al Parkinson, activación
paradójica, agresión o empeoramiento de la depresión subyacente (Tornatore
et al., 1987, p. 86; Witzke-Gross, 2010, p. 31). El "BNF" informa más sobre
los síntomas de abstinencia:
"Si un antidepresivo (inhibidor de monoamina-oxidasa [grupo
especial de antidepresivos), por ejemplo, tranilcipromina]) se
detiene de repente después de la administración regular durante ocho
semanas o más, puede haber síntomas gastrointestinales como
náuseas, vómitos, anorexia, dolor de cabeza, mareos, 'escalofríos' e
insomnio, a veces por la hipomanía (estado de ánimo elevado debajo
manía), pánico, ansiedad y agitación motora extrema." (2008, p.
205)
En 2012, el registro de creación de trastornos del movimiento, dolor muscular
y de las manías señaló:
"Los efectos de abstinencia pueden ocurrir dentro de los cinco días
de la suspensión del tratamiento con fármacos antidepresivos; por lo
general son leves y autolimitados, pero en algunos casos pueden ser
graves. Los fármacos con una vida media más corta, tales como la
paroxetina y la venlafaxina, están asociados con un mayor riesgo de
síndrome de abstinencia." (ibíd., 2012, p. 243)
En el caso de los antidepresivos más nuevos, tales como los inhibidores de la
recaptación de serotonina (ISRS), como la paroxetina, y los inhibidores de la
recaptación de serotonina-noradrenalina (IRSN), por ejemplo, venlafaxina, un
síndrome de abstinencia especial puede generar:
"Perturbaciones gastrointestinales, dolor de cabeza, ansiedad, mareo,
parestesia (sensación de hormigueo, ardor, pinchazos o
entumecimiento de la piel en una persona), sensación de calambres
en la cabeza, el cuello y la columna vertebral, tinnitus, alteraciones
del sueño, fatiga, gripe síntomas similares, y sudoración son las
características más comunes de la retirada brusca de un ISRS o una
marcada reducción de la dosis; palpitaciones y alteraciones visuales
pueden ocurrir con menos frecuencia." (ibíd., p. 250)
Los médicos han sabido durante mucho tiempo que el uso de antidepresivos
conduce al desarrollo de la tolerancia. La dosis debe aumentarse
continuamente para lograr un efecto constante, lo que es una clara indicación
del potencial de dependencia de una sustancia. Raymond Battegay del
Hospital Universitario de Basilea explica que el plazo de dependencia
necesita ser ampliado a fin de describir claramente el problema de la
dependencia de los antidepresivos y neurolépticos. Battegay se refiere a un
artículo de John Kramer (1961) del Hospital Psiquiátrico Glen Oaks en la
ciudad de Nueva York sobre el tema de los antidepresivos y tranquilizantes.
En una comparación de los síntomas de abstinencia con los tranquilizantes
tales como meprobamato o clordiazepóxido, llevado a cabo en el hospital;
"... la principal diferencia radica en el hecho de que tras la retirada
de las sustancias neurolépticas no se activó ningún deseo (...).
Además los dos grupos diferían el uno del otro, por lo que en el caso
de los neurolépticos, en contraste con el meprobamato, no había
contracciones musculares en la fase de retirada y tampoco hubo
ataques epilépticos. (...) En los pacientes se analizó que había sido
tratado durante meses, o en la mayoría de los casos años, se
demostró que los neurolépticos causan dependencia física con la
aparición ocasional de síntomas de abstinencia, pero no dependencia
psicológica. Síntomas de abstinencia o más bien dependencia física
aparecieron en especial con las administraciones combinadas de
neurolépticos y medicamentos contra el Parkinson. (...) A juzgar por
la experiencia de Kramer et al., quienes observaron síntomas
similares durante la retirada de la imipramina (prototipo de
antidepresivos tricíclicos) que se había administrado en dosis altas
por más de dos meses, se aplicaron los mismos criterios también a
sustancias antidepresivas, por lo que se puede hablar de una
dependencia según el tipo de drogas neuroléptico / antidepresivo."
(1966, p. 555)
En el mismo año, el psiquiatra Jaim Shatan (1966) preguntó, usando un
ejemplo de la discusión de un caso clínico con la imipramina en la Canadian
Psychiatric Association Journal, ¿si la definición de dependencia de las
drogas de la Organización Mundial de la Salud a partir de 1950 debe también
ser utilizada para antidepresivos, ya que no hay desarrollo de la tolerancia o
la dependencia psíquica y corporal, así como los síntomas característicos de
abstinencia. Según Shatan, es notable que las reacciones de abstinencia en
curso y la sintomatología son casi indistinguibles de las que siguen la
dependencia de opiáceos.
A principios de la década de 1970, los médicos expresaron la sospecha de
que los antidepresivos conducen a la depresión crónica (Irle, 1974, pp. 124-
125). Ahora Paul Andrews (2011) y su equipo en el departamento de
psicología, neurociencia y comportamiento de la Universidad de McMaster
en Hamilton, Ontario (Canadá), están encontrando que los antidepresivos
sintéticos interfieren con la autorregulación natural de serotonina y otros
neurotransmisores y el cerebro puede corregir el exceso una vez que se
suspende el medicamento. Por lo tanto, la depresión se activaría, Andrews
explica:
"Hemos encontrado que estos medicamentos cuanto más afectan la
serotonina y otros neurotransmisores en el cerebro -y eso es lo que
se supone que deben hacer- mayor será su riesgo de recaída una vez
que se deje de tomarlos. (...) Todos estos medicamentos reducen los
síntomas, probablemente, hasta cierto punto, en el corto plazo. El
truco es lo que sucede en el largo plazo.
Nuestros resultados sugieren que cuando se trata de dejar las drogas,
la depresión reaparecerá. Esto puede dejar a personas atrapadas en
un ciclo donde tienen que seguir tomando antidepresivos para
prevenir una reaparición de los síntomas." (Citado después
McMaster University, 2011)
Andrews y sus colegas concluyen que es importante informar a los pacientes
sobre el riesgo de dependencia, antes de la administración de ADM
(medicamentos antidepresivos):
"Las drogas que promueven el riesgo de recaída o abstinencia tras la
interrupción puede causar dependencia de la droga, para prevenir la
reaparición de los síntomas. En consecuencia, este tipo de
medicamentos deben ser manejados con cuidado y los pacientes
deben dar su consentimiento informado para su uso. Los ADM a
veces se recetan a las personas con dependencias al alcohol o drogas
ilícitas, porque se cree que el uso de tales sustancias al medicar los
sentimientos de ansiedad y depresión desempeñan un papel en la
dependencia. Irónicamente, el uso de ADM para ayudar a las
personas a dejar de depender de tales sustancias podría simplemente
reemplazar una dependencia con otra." (Andrews et al., 2011, p. 15)
La razón de esta dependencia se encuentra en la baja regulación de la
serotonina y los receptores de noradrenalina, como una reacción a los niveles
artificiales de transmisores en las sinapsis causados por los antidepresivos;
los receptores se degeneran y pierden sensibilidad. En 2012, Andrews y sus
colegas explicaron una vez más:
"Es un principio de la medicina evolutiva que con la interrupción de
las adaptaciones desarrolladas se degradará el funcionamiento
biológico. Debido a que la serotonina regula muchos procesos de
adaptación, los antidepresivos pueden tener muchos efectos adversos
para la salud. Por ejemplo, mientras que los antidepresivos son
moderadamente eficaces en la reducción de los síntomas depresivos,
aumentan la susceptibilidad del cerebro para futuros episodios
después de haber sido descontinuados. De hecho, los antidepresivos
causan daño neuronal y hacen que las neuronas maduras vuelvan a
un estado inmaduro, al punto que puede explicar por qué los
antidepresivos también hacen que las neuronas sufren apoptosis
(muerte celular programada)." (Andrews et al., 2012)
En referencia a los inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS), el
médico y psicoterapeuta Suizo Marc Rufer advierte:
"A largo plazo, el efecto de la serotonina se ha debilitado. Si la
hipótesis de la deficiencia de la serotonina en la depresión fuera
correcta, entonces el ISRS debe causar depresión muy severa."
(1995, p. 144)
Los antidepresivos también pueden generar otros problemas no depresivos,
tales como los comportamientos compulsivos, contribuyendo a su
cronificación, ya que una vez que las drogas psiquiátricas son recetadas, las
alternativas terapéuticas y autoayuda generalmente ya no se tienen en cuenta.

Problemas de abstinencia con neurolépticos


En principio, en la retirada de los neurolépticos, pueden ocurrir todo tipo de
fenómenos de irritación incluyendo estados de miedo y confusión,
alucinaciones, psicosis de abstinencia, trastornos del sueño, sudoración y
mucho más. Los síntomas pueden hacer creer a familiares y médicos que los
pacientes sufren recaídas; los propios pacientes pueden crear la necesidad de
un tratamiento de mantenimiento con neurolépticos. Los síntomas de
abstinencia que se prolonguen más allá de la reducción gradual de la dosis
pueden causar incertidumbre, depresión, alteración del movimiento (si no
están ya crónicos), así como las reacciones vegetativas que pueden durar
hasta 18 meses.
Desinformados, desorganizados y como consecuencia indefensos, los
pacientes psiquiátricos bajo el miedo comprensible de ser hospitalizados
nuevamente y de ser sometidos a tratamientos forzados; continúan tomando
los neurolépticos. Rudolf Degkwitz, ex-presidente de la Asociación Alemana
de Psiquiatría y Neurología, comentó como la dependencia secundaria:
"Estos pacientes no aumentan la dosis, pero creen que ya no pueden
existir sin la 'muleta' del psicotrópico. Esto claramente no es una
adicción, sino una dependencia de la medicación que resulta de la
propia inseguridad del paciente." (1967, p. 162)
Se sabe por estudios en animales que la retirada repentina de los
neurolépticos puede ser de peligro mortal. Durante seis meses, Helma
Sommer y Jochen Quandt, dos neurólogos en la República Democrática
Alemana, administraron clorpromazina, un prototipo de neuroléptico, a
conejos. Los animales que habían recibido la dosis más alta murieron después
de un breve ataque de calambres (probablemente debido al bloqueo
irreversible de los procesos metabólicos). Confirmaron que se habían
publicado observaciones similares en los seres humanos, en quienes la muerte
viene después de una breve etapa de calambres (1970, p. 487). En un auto-
experimento con un régimen de diez días de Melleril (principio activo
tioridazina), y después de tres semanas de la administración de Truxal
(principio activo clorprotixeno; actualmente al parecer no disponible) a
pacientes con tuberculosis que recibieron a causa de su efecto
antimicrobiano, la suspensión repentina causada, en todas las personas de la
prueba, causó reacciones más o menos graves de falta de concentración y el
nerviosismo acerca de su estado de ánimo deprimido, la diarrea y falta de
sueño, incluso llevando a los estados maníacos de una duración de dos
semanas (Hollister et al., 1960; Degkwitz, 1964, p. 494).
En 1963, Helmut Selbach del Hospital Psiquiátrico Universitario de Berlín
describió el estado de shock causado por el retiro repentino:
"Después de la retirada de golpe de una alta dosis de neurolépticos
(se producen síntomas extrapiramidales), euforia extrema
acompañado de pulso rápido ('Chock en retour' [choque al revés] o
retroceso) pueden ser causados únicamente por la retirada, en
contraste con la indiferencia afectiva anterior." (p. 67)
Con esta provocación de los síntomas, los médicos pueden sentirse inclinados
a añadir diagnósticos adicionales; si los pacientes se vuelven totalmente
apáticos a través de la administración continua de los neurolépticos, los
médicos tratantes son capaces de romper la "fachada del efecto congelado"
con la ayuda de un "delirio terapéutico" y se puede crear un interesante
"síndrome objetivo adecuado" (Häfner, 1964; Heinrich, 1964, p. 136;
Petrilowitsch, 1968, p. 94; Kielholz, 1975).
En la información interna para los médicos y fabricantes se protegen a sí
mismos con la advertencia de los síndromes de abstinencia y parcialmente
con los síntomas de abstinencia mortales. Por ejemplo, el Lundbeck (Suiza)
AG, propietario del permiso de Clopixol (antipsicótico, principio activo
zuclopentixol), informa que la retirada brusca puede tener consecuencias
graves. En particular, en relación con el peligro de muerte relacionada con el
retiro, los recién nacidos cuyas madres recibieron esta sustancia durante el
embarazo deben ser supervisados en cuidados intensivos:
"La retirada brusca de zuclopentixol se puede relacionar con los
síntomas de abstinencia. Los síntomas más frecuentes son: malestar
general, náuseas, anorexia (falta de apetito), diarrea, rinorrea (fluido
nasal), sudoración, mialgia (dolor muscular), parestesias
(sensaciones cutáneas subjetivas que se experimentan
espontáneamente en ausencia de estimulación), insomnio, inquietud,
miedo e irritabilidad. Los pacientes pueden tener sensaciones de
mareo, sentir cambios de temperatura entre frío y calor, así como
temblores. Por lo general, los síntomas comienzan dentro de 1-4 días
después de dejar de consumir los medicamentos y se desvanecen
después de 7-14 días. La retirada brusca de la medicación tiene que
ser evitada. (...)
Después del nacimiento, los bebés recién nacidos cuyas madres
tomaron los antipsicóticos (incluyendo zuclopentixol) durante el
tercer trimestre del embarazo tienen el riesgo de síntomas
extrapiramidales a nivel motor (alteraciones en el tono muscular y
del movimiento) y / o síntomas de abstinencia. Estos síntomas
pueden incluir agitación, aumento o disminución del tono muscular
inusual, temblores, somnolencia, dificultad para respirar, o
problemas de alimentación.
Las complicaciones pueden tener diferente gravedad. En algunos
casos fueron autolimitadas, en otros casos es necesario un monitoreo
neonatal en la unidad de cuidados intensivos o una hospitalización
más prolongada." (Lundbeck [Suiza] AG, 2014)
Los efectos neurolépticos consisten principalmente en la interrupción de la
transferencia del impulso nervioso con la dopamina. Los problemas
posteriores de abstinencia pueden jugar un papel importante en la apariencia
de los síntomas psicológicos, que se deben a los cambios en el sistema de
conducción nerviosa lo que puede desencadenar un efecto rebote,
hipersensibilidad y psicosis de abstinencia.
Los experimentos con animales han demostrado que la administración
continua de los neurolépticos puede conducir a hiperestimulación de los
receptores de la dopamina, rotación de dopamina y discinesia tardía. En otras
palabras, los animales tienen problemas de movilidad durante el curso de la
administración de neurolépticos, durante su desuso o después (Lehmann,
2018a, pp. 99-104; 2018b, pp. 182-259). Kenneth Davis y Gordon
Rosenberg, del Hospital de Veteranos en Palo Alto, California, probaron
flufenazina, se resumen los resultados de su estudio sobre la administración a
largo plazo de esta sustancia en la revista Biological Psychiatry:
"La administración a largo plazo de los fármacos antipsicóticos a
animales vuelve los receptores de dopamina postsinápticos
mesolímbicas (Haciendo referencia a los tractos nerviosos del
cerebro medio en la corteza) super-sensibles. Es posible que un
proceso similar pueda ocurrir en el ser humano. Después de una
reducción en la dosis de los medicamentos antipsicóticos, o su
interrupción completa, la hipersensibilidad de los receptores de
dopamina mesolímbica podría reflejarse en una rápida recaída de
pacientes con esquizofrenia, en el desarrollo de los síntomas
esquizofrénicos en pacientes sin historia previa de esquizofrenia, o
en la necesidad de aumentar las dosis de acción prolongada de
flufenazina de depósito para mantener una remisión." (1979, p. 699)
Como reacción al bloqueo neuroléptico, dentro de unas pocas semanas o
meses los receptores de dopamina forman receptores adicionales, una
respuesta conocida como: sobre-regulación. Con el tiempo, se desarrolla
tolerancia a los llamados efectos antipsicóticos. La dosis tiene que ser
aumentada constantemente para lograr un efecto continuo; esto es una
indicación clara del potencial de dependencia de medicamentos psiquiátricos.
Se ha conocido desde la década de 1950 que los neurolépticos pueden
conducir a la tolerancia debido a la experiencia con la clorpromazina. En
1958, Stefan Hift y Hans Hoff del Hospital Universitario de Viena explican:
"Un factor clave adicional es la velocidad de tolerancia que se
desarrolla a la sustancia, que luego se vuelve menos y menos eficaz,
como es el caso con la clorpromazina." (p. 1046)
El desarrollo de la tolerancia no se puede evitar (Meyer, 1953, p. 1098), y se
presenta principalmente con neurolépticos de baja potencia2 y en dosis
relativamente bajas (Haase, 1977, p. 513), incluso en usos no psiquiátricos
(Broglie y Jorgensen, 1954). Como resultado del aumento de la receptividad
a las reacciones psicóticas, hipersensibilidad psicótica, también conocida
como un avance psicótico que puede finalmente llevar a la psicosis tardía (cf.
Lehmann, 2012a; Aderhold, 2017). Frank Tornatore y sus colegas de la
Escuela Meridional de Farmacia en Los Ángeles advirtieron sobre el
desarrollo de la hipersensibilidad psicótica:
"Hay un empeoramiento de la psicosis (delirios, alucinaciones,
desconfianza) inducida por el uso a largo plazo de medicamentos
neurolépticos. Por lo general, las personas que desarrollan
hipersensibilidad psicótica, inicialmente responden bien a dosis
bajas o moderadas de los antipsicóticos, pero con el tiempo parecen
necesitar dosis más grandes después de cada recaída y en última
instancia, las megadosis para controlar los síntomas." (1987, p. 44)
"Por lo tanto, parece desarrollarse una tolerancia al efecto
antipsicótico." (1991, p. 53)
En particular, la clozapina, el prototipo de los neurolépticos "atípicos", puede
causar psicosis irreversibles (Ungerstedt y Ljungberg, 1977; Chouinard y
Jones, 1980, 1982; Ekblom et al., 1984; Borison et al., 1988).
En vista del peligro para desarrollar psicosis orgánicas inducidas por los
neurolépticos a través del tiempo, no es de extrañar que las publicaciones
psiquiátricas describan cómo los intentos de retirada tienen más éxito cuanto
más pronto se suspenden los neurolépticos y es menor la dosis suministrada,
así como es más fuerte el vínculo de confianza entre el terapeuta y el
paciente. Por lo tanto, aun cuando los intentos de retirar los medicamentos
son iniciados por un psiquiatra, como se describe en diversas revistas
psiquiátricas, tan solo son exitosos entre el 25% a 60% de los casos. A
menudo, se necesitan cuatro o más intentos antes de que se alcance el
objetivo (véase Lehmann, 2012a).
La aparición de los síntomas de abstinencia psicológica puede ocurrir en
cualquier momento entre las primeras 48 horas y una semana después de la
retirada y se pueden parecer a los problemas mentales originales que llevaron
al tratamiento psiquiátrico por primera vez. La literatura ofrece algunas
descripciones de los síntomas de abstinencia psicológicos; por ejemplo:
tensión, miedo, inquietud, depresión, destructividad, agresiones, arrebatos de
llanto, deseo de huir, irritabilidad y excitabilidad (Lehmann, 2018b, pp. 410-
415). De acuerdo con el psiquiatra alemán Fritz Reimer (1965), una
comparación con el delirio de abstinencia por alcohol sugiere lo mismo
cuando se observa un síndrome de delirio causado por haloperidol. Su colega
estadounidense George Brooks en el Hospital Estatal de Vermont en
Waterbury informó "reacciones graves de abstinencia clínicamente
indistinguibles en una reacción de abstinencia moderada de la ingestión de
morfina a largo plazo" (1959, p. 931).
El médico sueco Lars Martensson observó las consecuencias mentales por
utilización de los neurolépticos. Los neurolépticos atacan el sistema límbico y
los pacientes ya no pueden hacer frente a sus problemas y empiezan a creer
que son dependientes de forma permanente a los neurolépticos:
"Los fármacos neurolépticos inducen cambios específicos en el
cerebro que hacen que una persona sea más propensa a la psicosis.
Es como tener integrado en el cerebro un agente que induce psicosis.
El efecto de los fármacos neurolépticos puede desaparecer más o
menos con el tiempo si el fármaco se interrumpe. Asumir esta
situación para entonces puede ser demasiado tarde, porque los
síntomas psicóticos, son después como los efectos de la droga. La
conclusión a la que se ha llegado es: 'Él necesita las drogas.' La
trampa se ha convertido en un hecho." (1998, p. 107)
Los síntomas psicológicos de aislamiento, así como los brotes de la
sudoración, palpitaciones, taquicardia, inquietud interior, vómitos y diarrea,
pueden desencadenar una ansiedad masiva. Degkwitz constató fallas al
momento de dejar las drogas psiquiátricas:
"Las enfermeras reclaman con urgencia retirar estos fármacos, para
detener el terrible sufrimiento de los pacientes; los que previamente
rechazaron su medicación, ahora preguntan por ella, ya que
encuentran insoportable su estado actual. Estos síntomas de
abstinencia son ciertamente responsables en muchos casos de causar
la recaída en la psicosis especialmente, ya que están asociados con la
ansiedad severa." (1967, pp. 161-162)
Brooks estaba preocupado sobre la gravedad de los síntomas de abstinencia
que puede confundir al clínico al pensar, que él está observando una recaída
en la condición de los pacientes mentales (1959, p. 932). La confusión puede
tener consecuencias fatales, ya que los síntomas de abstinencia pueden ser
señales de advertencia de un daño permanente.
La aparición repentina de los síntomas psicóticos cuando se reduce la
dosis, podría ser una indicación a desarrollar hipersensibilidad psicótica, y
luego se convierten en psicosis crónicas después de la administración
adicional de los neurolépticos.
Existen muchos informes en la literatura psiquiátrica sobre los síntomas de
abstinencia a nivel del sistema nervioso central, tales como: dolores de
cabeza, insomnio, pesadillas, sensación de entumecimiento y alteraciones del
gusto (Lehmann, 2018b, pp. 415-416). Jan Posthumus (2005) de Novartis
Pharma Suiza informó sobre convulsiones por abstinencia de la tioridazina,
este producto fue retirado del mercado ya que generaba problemas cardiacos
letales. Roy Lacoursiere y sus colegas en el Hospital de Veteranos en
Topeka, Kansas, explican cómo distinguir síntomas de abstinencia como el
insomnio y la inquietud, de los síntomas psiquiátricos originales. Ellos
asumieron de forma optimista que los síntomas de abstinencia desaparecen
con mayor rapidez; así:
"(1) Tienden a ocurrir más rápidamente después de dejar el fármaco.
(2) La exacerbación esquizofrénica puede ir acompañada de otros
síntomas de abstinencia médica. Por lo general desaparecen
espontáneamente o con tratamiento de apoyo al cabo de unos días."
(1976, p. 292)
Los síntomas de abstinencia vegetativa. También afectan los sistemas y
funciones de los órganos. Hay muchos informes en la literatura que describen
los diferentes tipos de síntomas de abstinencia, tales como: el síndrome de
sensación de calor o frío neuroléptico maligno (un síndrome de fiebre, rigidez
muscular, alteración de la conciencia), palpitaciones, mareos, desmayos,
sudoración, secreción nasal pesada, secreción de moco y saliva excesiva,
pérdida de apetito, el apetito voraz, diarrea, gastritis, dolor de estómago,
cólicos, náuseas y vómitos (Lehmann, 2018b, pp. 416-418). En algunos casos
los síntomas pueden durar meses.
Síntomas de abstinencia a nivel motor. La retirada de los neurolépticos
puede causar diversos trastornos musculares y de movimiento, denominados
discinesias de abstinencia. Síntomas a nivel motor conocidos son:
incapacidad para moverse, temblor inicial y su aumento progresivo, dolor en
las articulaciones, agitación interna, hiperquinesia y distonía como el
síndrome de la lengua en la garganta. A veces se producen con más
frecuencia trastornos parkinsonianos causados por neurolépticos, que no solo
provocan parkinsonismo y síntomas de enfermedad cerebral, sino también
suprimen su expresión. A menudo, los problemas mentales que aparecen
como una reacción a las perturbaciones musculares se interpretan como una
recaída. Thomas Gualtieri y sus colegas de la Clínica universitaria Chapel
Hill en Carolina del Norte aconsejan a la gente a no estar nerviosa acerca de
la suspensión de las discinesias:
"El problema de un sistema límbico analógico equivalente o de
comportamiento de los inducidos por neurolépticos hipersensibles a
la dopamina es a la vez inquietante e inestable. El hecho de que los
comportamientos negativos surgieron inmediatamente después de la
retirada del fármaco y, a menudo se acompañan de síntomas de
abstinencia o discinesia, que eran cualitativamente diferentes de los
problemas de comportamiento que antecedieron el tratamiento con
neurolépticos, y que en todos los casos se remitieron
espontáneamente dentro de las 16 semanas son un fuerte apoyo a la
idea. Este hallazgo debería persuadir a los profesionales a tratar de
prolongar las 'vacaciones' neurolépticas, incluso frente a un deterioro
del comportamiento, si quieren determinar si es realmente necesaria
la reanudación del tratamiento con neurolépticos." (1984, p. 22)
Acerca de los síntomas de abstinencia. La literatura médica y psiquiátrica
incluye amplia información, variando relativamente la frecuencia de los
síntomas de abstinencia asociados con neurolépticos. De acuerdo con
diversos estudios, hasta un 84% de las personas que suspende tienen
afectaciones vegetativas, especialmente gastrointestinales, 22% tienen
discinesias y el 60% dolor muscular (Lehmann, 2018b, pp. 421-455).
Tornatore y sus colegas escribieron en 1987:
"Los expertos discuten la existencia de la hipersensibilidad psicotica.
En la actualidad, se considera poco común, y solo hay una docena de
casos documentados en la literatura." (p. 44)
Pero no mucho después de esto, escribió que estos síntomas se desarrollan
"potencialmente con más frecuencia de lo conocido" (1991, p. 53). El
farmacólogo de Guy Chouinard y su colega, Barry Jones de Clínica de la
Universidad de Montreal informaron que habían encontrado signos de
hipersensibilidad psicótica en 30% de los 300 pacientes estudiados, muchos
de los cuales no habían tenido necesariamente una retirada brusca (1982).
Los síntomas de abstinencia son de esperar para todos los neurolépticos.
Los neurolépticos de baja potencia tienden a causar efectos vegetativos más
fuertes, por lo que se espera en primer lugar los síntomas de abstinencia.
Dado que todos los neurolépticos potencialmente pueden causar cambios de
los receptores, siempre existe la posibilidad, si no la certeza, de que haya
síntomas de abstinencia.
Si bien esto puede suceder con todos los tipos de neurolépticos, los
problemas de abstinencia más graves se observan cuando las personas tratan
de dejar los neurolépticos con la cadena lateral alifática en la estructura
molecular (Lacoursiere et al., 1976). Estos incluyen clorpromazina,
promazina (actualmente al parecer no disponible), prometazina y
triflupromazina (actualmente al parecer no disponible). Como se mencionó
anteriormente, otro de baja potencia y los neurolépticos "atípicos" como la
clozapina, olanzapina o risperidona se pueden añadir a este grupo de alto
riesgo. En la información sobre las reacciones adversas causadas por el
Risperdal, Janssen Pharmaceutica (1996) cita "síndrome de abstinencia", sin
embargo, no lo describe con más detalle.
En su estudio de retirada de medicamentos, Lacoursiere et. al. no pudo
identificar una relación entre la dosis de fármacos y la gravedad de los
síntomas de abstinencia (1976). Brooks había llegado a la misma conclusión
en su estudio en 1959: "No parecía haber ninguna correlación de la intensidad
de la reacción con el nivel de la dosis." (p. 932)
Si los neurolépticos se retiran simultáneamente con medicamentos
antiparkinsonianos, los síntomas de abstinencia son peores y pueden incluir:
agitación, insomnio, depresión, labilidad emocional, ansiedad, estados de
excitación, agitación severa, alucinaciones, delirium tremens, disminución de
la movilidad articular, espasmos musculares, visión borrosa, hipertermia
maligna (aumento de la temperatura corporal que amenaza la vida, con
alteración de la conciencia, llegando al silencio y una variedad de trastornos
musculares) y al colapso (Lehmann, 2018b, pp. 425-432).
La opinión médica sobre la continuación de la administración de
neurolépticos se divide. En 1977, George Simpson, del Instituto Psiquiátrico
Nathan Kline en Orangeburg, Nueva York, fue el primer psiquiatra en
revelar:
"El mejor tratamiento, por el momento, es la retirada gradual de los
neurolépticos con la sustitución de tranquilizantes menores para
aliviar la ansiedad. El potencial de los neurolépticos para producir
discinesia, es una complicación grave, en un número de pacientes
considerable indicaría que debería hacerse un intento de retirar en
cada paciente." (p. 6)
En 1995, Patricia Gilbert y sus colegas del departamento psiquiátrico de la
Universidad de California en San Diego publicaron un meta-análisis en el que
se analizaron 66 estudios realizados entre 1958 y 1993 en casi 5.600
personas. Se resumieron los problemas de la administración continua de los
neurolépticos por el médico tratante:
"El tema del tratamiento neuroléptico prolongado en un paciente con
esquizofrenia crónica coloca al médico en un dilema. Dado que el
tratamiento neuroléptico no cura la esquizofrenia, una gran mayoría
de estos pacientes necesitan tratamiento a largo plazo. Al mismo
tiempo, el uso prolongado de estos fármacos conlleva un alto riesgo
de efectos adversos, incluyendo TD (discinesia tardía). Por ello se
recomienda que se mantenga la prescripción de fármacos
antipsicóticos durante un largo periodo, de no llevarse a cabo sin una
justificación adecuada, tanto para fines clínicos y legales. Esto puede
implicar intentos de dejar el neuroléptico. La retirada del fármaco,
sin embargo, se asocia con un riesgo de recaída psicótica. Para
complicar más las cosas, algunos pacientes retirados del tratamiento
antipsicótico no experimentan recaída, por lo menos durante un
corto período de tiempo, mientras que otros que mantienen el
tratamiento tienen experiencia de recaídas." (p. 173)
Tanto, proveedores de tratamiento psicoterapéutico y psiquiatras de
orientación biológica –admiten en las discusiones internas que no saben si los
neurolépticos en casos individuales ayudan en realidad o causan daños.
William Carpenter y Carol Tamminga del Centro de investigación
psiquiátrica de Maryland en Baltimore, quien generó la oportunidad de una
retirada de fármacos de manera controlada, llegaron a esta conclusión:
"¡Durante la abstinencia de drogas, se pueden observar eventos
adversos, como el suicidio, pacientes o familiares insatisfechos,
pérdida de trabajo, deterioro y anormalidades del cerebro, que por
otra parte también es común encontrarlos en la atención clínica de
los pacientes medicados!" (1995, p. 193)
Hanfried Helmchen del Hospital Psiquiátrico de la Universidad de Berlín,
fuerte partidario del tratamiento neuroléptico a largo plazo, señaló con
escepticismo en una discusión entre los colegas en la década de 1980:
"Al mirar hacia atrás, desde hace 25 años que los neurolépticos se
han puesto a nuestra disposición, puedo concluir que no se han
encontrado indicaciones para un tratamiento con neurolépticos, pero
son esenciales. Es evidente que hay pacientes que permanecen libres
de síntomas, incluso sin neurolépticos, y hay quienes continúan
presentando síntomas al tiempo que no obtuvieron ningún beneficio
de la terapia con neurolépticos y generaron una discapacidad."
(1983)
En vista de estos diferentes resultados, en los estudios sobre abstinencia más
recientes, los médicos se preguntan si existen predictores que indiquen las
posibilidades de retiro exitoso de las drogas psiquiátricas. Lex Wunderink y
sus colegas del departamento psiquiátrico de la Universidad de Groninga,
Países Bajos, llegaron a esta conclusión:
"... si el riesgo de recaída puede ser manejado cuidadosamente con
un estrecho seguimiento, en algunos pacientes con un primer
episodio remitido, una estrategia de interrupción guiada puede
ofrecer una alternativa viable para el tratamiento de mantenimiento.
Se necesita más investigación para encontrar predictores de la
interrupción exitosa." (2007, p. 654)
Karl Leonhard del departamento de psiquiatría de la Universidad Humboldt
de Berlín consideró mala práctica si los neurolépticos prescritos no se
retiraban prontamente:
"Hoy, lamentablemente, veo demasiados casos de psicosis cicloide
que permanecen en un estado tóxico, patológico, debido a la
medicación constante, pero que sería perfectamente normal sin
medicación. Si se pudiera prevenir el desarrollo de nuevas fases de
la psicosis con la medicación constante, entonces esta práctica
estaría justificada, pero por desgracia no es el caso. Por lo tanto los
pacientes que permanecerían sanos durante periodos prolongados, o
tal vez para siempre, se mantienen en un estado de permanente
intoxicación..." (1980, p. 3)
Después de su estudio a largo plazo en 1972, Manfred Bleuler no observó
indicios de mejoría o resultados positivos en los pacientes sometidos a
tratamientos de largo plazo con neurolépticos. De hecho, lo opuesto parecía
ser el caso:
"Ni un solo paciente de los que han tomado alguna vez
medicamentos a largo plazo –curado o mejorado– ha vivido fuera de
la clínica durante años o permanentemente. El supuesto, de que la
mayoría de las mejoras de las personas con esquizofrenia se lograría
a largo plazo solo bajo la influencia de fármacos neurolépticos, es un
error. En primer lugar, es un error suponer que las recaídas, después
de remisiones, podrían evitarse por fármacos neurolépticos. Hay
muchos casos de remisiones permanentes y hay muchos casos de
recaídas bajo la influencia de los neurolépticos." (p. 366)
Varios factores adicionales deben hacer que las personas piensen dos veces
antes de permitirse a sí mismos, que los presionen por la frecuente insistencia
de los médicos en la administración a largo plazo de los neurolépticos:
Los neurolépticos impiden la recuperación. Desde el principio, son
inhibidas las técnicas psicoterapéuticas exploratorias; las fuerzas de auto-
curación son suprimidas, y limitadas las posibilidades de disminución de los
procesos psicóticos. Klaus Ernst llegó a esta conclusión en el Hospital
Universitario de Zúrich a principios de 1950, cuando llevó a cabo auto-
experimentos sistemáticos con clorpromazina (Largactil). Después de las
pruebas en sí mismo y su esposa Cécile, Ernst señaló el carácter de doble filo
de la supresión de los síntomas con neurolépticos. Su descripción detallada,
ilustra por qué la posibilidad de resolver los conflictos con la psicoterapia es
problemática con el uso concomitante de fármacos psiquiátricos,
especialmente los neurolépticos. El uso de estos neurolépticos todavía debe
considerarse crítico hoy día, porque el funcionamiento del cerebro humano
no ha cambiado con el paso de las décadas:
"Estamos especialmente preocupados por la creación de –lo que
podemos mencionar como– un síndrome orgánico cerebral3
reversible localizado. Suponiendo que esto ocurra, hay dudas acerca
de su relación como complemento de la rehabilitación y la
psicoterapia ocupacional. En cuanto a la primera, podemos ser
breves. La cura Largactil encaja perfectamente con cada tipo de
terapia de trabajo de rutina. Después de solo unos pocos días, los
pacientes se levantan por su propia voluntad y son capaces de
trabajar sin problemas ortostáticos graves (que pueden ocurrir
mientras se trabaja en posición vertical). No hace falta decir que
estamos hablando de un trabajo ligero bajo la supervisión del
personal. El problema de combinar Largactil con la psicoterapia es
más complicado. Recordando nuestros propios experimentos, donde
apenas podemos imaginar que la psicoterapia podría haber tenido
lugar al mismo tiempo... Por otra parte, tenemos que distinguir entre
la psicoterapia de apoyo y el descubrimiento. El efecto relajante de
la medicación es una buena condición previa para la primera. Pero,
lo cierto es que el medicamento suprime todo el espectro afectivo y
no simplemente sus elementos patológicos. Una amplia supresión de
este tipo también podría afectar los impulsos de nuestras tendencias
de auto-sanación individual, aunque, impresiones irreproducibles de
pacientes agudos nos llevaron a preguntarnos si el medicamento
causó la no apatía, de hecho, para dar lugar a una solidificación del
desarrollo psicótico, que afecta tanto a la recaída y remisión." (1954,
p. 588)
Los neurolépticos atacan las estructuras cerebrales; convierten a las personas
con problemas emocionales, en personas con cerebros orgánicamente
enfermos que no contribuyen en nada a la rehabilitación a largo plazo. Los
neurolépticos a menudo conducen a un deterioro social y representan
simplemente un tratamiento de estimulación no específica. Los neurolépticos
no tratan las causas de los problemas, sin embargo, en general, inhiben todos
los días el "funcionamiento".
Los neurolépticos no curan la psicosis, simplemente afectan la expresión
de la misma (véase Lehmann, 2012a). Por último, los neurolépticos son los
principales contribuyentes en la reducción de entre veinte a treinta años de la
esperanza de vida en las personas con diagnósticos psiquiátricos de
"esquizofrenia", "trastorno bipolar", "depresión grave" o "trastorno de la
personalidad" (Newman y Bland, 1991; Colton y Manderscheid, 2006;
Manderscheid, 2006, 2009; Aderhold, 2008, 2013; Chang et al., 2011;
Lehmann, 2012b).

Anotaciones
1 "El rebote tiene que ser entendido como una reacción de ajuste contra-reguladora que
conduce a una intensificación y la recurrencia de la sintomatología original." (Laux,
1995, p. 318)
2 Los neurolépticos con una potencia inferior a 1 son considerados como de baja
potencia, entre 1 y 10 se considera potencia media, superior a 10 se considera alta
potencia. Para más información ver:
www.antipsychiatrieverlag.de/artikel/gesundheit/rez-ver.htm#potenz
3 Que es familiar de la lobotomía y caracterizado por la desinhibición, la actividad sin
rumbo, así como la apatía, falta de iniciativa, la torpeza, la indiferencia emocional,
aplanamiento afectivo, euforia falta de juicio, falta de tacto y el egocentrismo.
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La decisión de retirar

Salam Gómez

Transmutaciones; de loco a ciudadano


Antipsicóticos: clozapina, haloperidol, Largactil, quetiapina /
Antidepresivos: amitriptilina, fluoxetina, paroxetina, sertralina /
Estabilizadores del ánimo: carbamazepina, litio, valproato / Tranquilizantes:
clonazepam, lorazepam, zolpidem / Medicamentos antiparkinsonianos:
Akineton

En este momento de inventario, llevo casi quince años de ingreso formal en


el sistema de atención en salud mental como usuario. Por recomendación de
diversos médicos psiquiatras que he conocido durante este periodo de tiempo,
he tomado más de veinte fármacos en distintas dosis y momentos,
especialmente: ácido valpróico (estabilizador del ánimo), fluoxetina
(antidepresivo), clonazepam (benzodiazepina-tranquilizante), lorazepam
(benzodiazepina-tranquilizante) y clozapina (antipsicótico) por largos
periodos de tiempo, en momentos de crisis me aumentaban la dosis de
clozapina y me reforzaban con haloperidol (antipsicótico), Akineton
(medicamento antiparkinsoniano, principio activo biperideno), amitriptilina
(antidepresivo). Antes de esto, era el típico joven anti-medicamentos de todo
tipo, pues para mí eran el último recurso para tratar dolores, fiebre y otras
dolencias comunes.
Después de cuatro internaciones en instituciones psiquiátricas de "manera
voluntaria", de cambiar de etiqueta (diagnóstico) según el profesional que me
atendía, de haber vivido la experimentación y sobremedicación con fármacos
psiquiátricos bajo la frase del psiquiatra de turno "veamos si esto le funciona
y le hace sentir mejor" y otras vulneraciones en derechos humanos, puedo
describir "el sabor de la locura".
La puerta de entrada; sonidos y sensaciones iniciales
Trabajaba de noche en una unidad de cuidados intensivos como enfermero en
un hospital de Bogotá y durante el día estudiaba mi segunda carrera (dormía
poco y comía cuando se podía). Era parte de la selección de fútbol de la
facultad y de la universidad. Me esforzaba por ser uno de los mejores para
mantener mi beca de estudios universitarios, siempre con el apoyo y
admiración de mi familia. Tenía amigos, una hermosa novia…etc... En pocas
palabras, una vida prometedora a mis 23 años de edad.
Sin embargo todo cambió. Una mañana en que el aire se respiraba con
dificultad; y el ambiente era pesado, tenía esa sensación de que algo pasaría,
una corazonada triste. Tenía que cumplir con mis prácticas universitarias
atendiendo a adultos mayores en una comunidad desde las siete de la mañana,
sin embargo un llanto incontrolable no me dejó trabajar, mis compañeras me
preguntaban qué me pasaba y yo les decía: "¡No se dan cuenta que nos
estamos matando!". Con la voz partida entre lágrimas, un dolor profundo e
indescriptible se apoderaba de mí, sin motivo aparente. No había pasado una
hora cuando nos dijeron que se suspendían las prácticas y que nos teníamos
que ir a nuestra casa o a la universidad pues algo terrible había pasado, aún
no sabíamos nada. Sin embargo yo sentía como si apagaran fósforos
encendidos sobre mi piel, escuchaba voces y sonidos, llantos e incluso gritos.
Miraba a mi alrededor, pero nadie estaba hablando, ¡me sentía en otra
dimensión. Rumbo a la universidad, escuchamos por la radio la impactante
noticia: ese martes un avión se había estrellado en el World Trade Center en
Estados Unidos
Sin saberlo, mi alma estaba de luto por la humanidad. Lloraba
profundamente absorto frente al televisor en el café-bar que había inaugurado
unos meses antes al lado de la universidad y que mi hermano me ayudaba a
administrar. ¡Nada ni nadie me podía consolar! Pasaron varias horas. Mi
hermano, muy preocupado, sin saber qué hacer, no me dejaba, estaba junto a
mí, igual que otros compañeros de universidad. Mi sensibilidad se agudizó
entre las miradas, abrazos y preguntas. Escuchaba un poco más, veía un poco
más, pero lo más interesante es que sentía mucho más. Mi percepción era
compleja y simple a la vez, mágica por así decirlo.
Mis familiares y mis mejores amigos de la facultad de medicina decidieron
llevarme a una clínica psiquiátrica privada, acepté sin mayores pretensiones,
pues realmente no quería sentir más ese dolor y bajo el sello de una
"depresión profunda" fui sobre-medicado para dormir más allá de mi tristeza.
Estuve muy poco tiempo en ese lugar mientras me "estabilizaron" alrededor
de una semana, consumiendo antidepresivos, ansiolíticos (tranquilizantes),
antipsicóticos (neurolépticos) y estabilizadores del ánimo (no recuerdo con
exactitud qué me suministraron ni las dosis pero viene a mi mente unas
inyecciones de Largactil [neuroléptico, principio activo clorpromazina],
gotas de haloperidol, tabletas de clozapina y cápsulas de fluoxetina), para
volver a la "normalidad" y mi ritmo de vida.
Semanas después retorné al mundo, pero ya no era el mismo de antes, me
sentía lento, pesado, adormilado, no me podía concentrar con facilidad a
causa de los medicamentos que tomaba, porque me daban la tranquilidad de
que todo estaría bien de nuevo y que si los dejaba de consumir podría recaer.
Me habían recetado litio (estabilizador del ánimo y profiláctico) tres veces
por día, fluoxetina en las mañanas y clozapina en las noches para poder
dormir (esto es lo que aprendí como enfermero y tenía que ser coherente con
mi proceso).
Superé este duro momento y concluí el semestre con éxito pero con una
disminución importante en mi rendimiento académico y social.
El siguiente semestre todo parecía haber vuelto a la "normalidad". La
experiencia quedó registrada como una anécdota universitaria, en los pasillos
no se hablaba del tema y yo continué con mi vida como siempre. Decidí
entonces dejar de tomar los medicamentos, el litio que me hacía sentir muy
pesado, la fluoxetina a la que no le sentía ningún efecto y, por supuesto la
clozapina, que era un disparo nocturno en medio de los ojos. No lo hice todo
de manera gradual, sino desordenada dejando un día sí y un día no; el litio
(según como me sentía), y los demás de un solo golpe. Esto lo hice por el
miedo a seguir bajando mi nivel y perder la beca. Retomé mis entrenamientos
de fútbol. ¡Había recuperado mi vida! ¡Luchada, pero mi vida!
Pasó muy poco tiempo y una noche de soledad en mi habitación sentí una
sobrecarga de energía por todo mi cuerpo, me amplifiqué de una forma
inimaginable, escuchaba, percibía y sentía mucho más que antes, sin embargo
guardé silencio, ¡no quería que me volvieran a decir loco!, pero las voces y
los sonidos eran más fuertes que mi propia voluntad, decía cosas que nadie
comprendía, me sintonicé en otras frecuencias… Mi hermosa novia me
abandonó, los amigos que tenía se esfumaron... me quedé solo con mi locura.
Me refugié en casa de mis padres (mi único soporte real en ese momento).
Escribía incansablemente, hacía rituales de purificación de mi cuerpo y alma,
meditaba, escuchaba el sonido y veía la luz interna, hermosas experiencias
incomprendidas por los demás. Mi madre en su infinito amor, me
acompañaba con un poco de temor en mis largas jornadas nocturnas y
madrugadas. Una mañana me despedí de todos y salí a caminar escuchando
apasionadamente mi voz interior.
Después de varios días de caminata más allá de la ciudad, terminé
nuevamente en una clínica psiquiátrica, esta vez por mucho más tiempo,
sobremedicado con clozapina, ácido valpróico, haloperidol, lorazepam,
Akineton, paroxetina (antidepresivo) y otros medicamentos que no recuerdo
muy bien y que no me permitían hablar, ni caminar, anulaban mi manera de
pensar, entre muchas cosas más. Era un zombi más del lugar. En este lugar
experimenté la tortura de ser golpeado en las plantas de los pies cuando me
levantaba en las madrugadas a bañarme (como lo hacía regularmente en mi
trabajo como enfermero nocturno, ¡era mi hábito de vida!). Recuerdo que
nunca toleré el haloperidol y muchas veces terminé retorciéndome en el piso
impregnado por estos químicos, sintiendo como mis dientes rechinaban a la
vez que los músculos de todo mi cuerpo se contraían. No podía hablar ni
moverme; eran los gritos de otros compañeros de reclusión (pacientes)
llamando al psiquiatra o la enfermera los que alertaban de mi deplorable
estado; los segundos parecían horas de dolor físico, veía la bata blanca
acercarse y ordenar la inyección de Akineton para contrarrestar la
impregnación, después de un momento me levantaban del suelo totalmente
relajado, escasamente podía caminar y me llevaban a la cama de colchón
duro, en la que me sentía como en una nube; la sensación duraba unas
cuantas horas y allí yacía inerte, intentando comprender el entorno viciado.
A partir de estas situaciones y muchas más que denuncié y nunca fui
escuchado, ¿quién cree a un loco? pensé que fuera estaría más seguro y
solicité la salida voluntaria bajo el compromiso de continuar el tratamiento en
casa. Mi madre con mucho temor firmó la salida voluntaria, solicitó las
drogas formuladas y nos fuimos de allí.
Me encerré durante más de seis meses en mi cuarto, solo salía al baño
cuando nadie estaba cerca, tomaba las drogas psiquiátricas por darles
tranquilidad a mis viejos. Salía a caminar algunas noches y recorría algunos
kilómetros armado con una botella de agua y mis medicamentos para no
incumplir los horarios. Casi al cuarto mes de encierro veía a la gente con
miedo, no hablaba mucho y no podía subirme al transporte público.
Había perdido la beca en la universidad (al aplazar el semestre). Comencé
a trabajar de nuevo, esta vez en ambulancias (siempre me gustó la adrenalina)
pero ya no tenía la misma agilidad, ¡por Dios que lento estaba para atrapar las
balas que exigía la rutina laboral!
Tuve la fortuna de "enamorarme instantáneamente" de mujeres realmente
magníficas (algunas son amigas aún), pero después de un tiempo ese "amor"
simplemente se desvanecía y lo dejábamos tras acuerdos mutuos un tanto
dolorosos.
Dejé de creer en el amor; en este tiempo se rompieron muchos corazones.
Mi sexualidad se hizo tímida, inexistente, inapetente. El deseo de tener hijos
desapareció así como el hecho de formar una familia.
Tenía mucho miedo a la crisis, a volver a una clínica psiquiátrica, así que
seguía las indicaciones del psiquiatra de turno, sin orientaciones claras ni
precisas, sin ningún tipo de explicación sobre los medicamentos que
consumía o sus efectos colaterales (a pesar de preguntarlo en muchas
ocasiones), comencé a engordar, el ejercicio ya no era atractivo para mí,
realmente muy pocas cosas me motivaban en ese momento de mi vida.
Cuando retorné a la universidad, el decano de la facultad me recomendó un
grupo de apoyo al cual fui con curiosidad y a los pocos días: :- era presidente
de la Asociación Colombiana de Bipolares, uno de los primeros grupo de
apoyo conformados en el país, las posibilidades era incalculables, comencé a
trabajar de manera incansable para conseguir recursos y potenciar la
organización, lo que me llevó de nuevo a la clínica por un breve periodo. Me
aislé nuevamente. Nuevos medicamentos se sumaron a mi historial:
quetiapina (antipsicótico), carbamazepina (estabilizador del ánimo),
zolpidem (tranquilizante), sertralina (antidepresivo) y clonazepam, también
me aumentaron la dosis. Me movía por inercia. A pesar de todo y con gran
esfuerzo regresé a la universidad con el ánimo de recuperar la beca, cosa que
fue imposible, no procesaba información, no comprendía los textos y mis
relaciones interpersonales no eran las mejores, me sentía solo en medio de
tanta compañía.
Me dediqué a estudiar mi proceso en profundidad; a comprender mi
situación mucho más allá de lo que decían los manuales de psiquiatría; a
buscar respuestas para continuar, a pesar de que todos los días pensaba que lo
mejor que podia hacer era; suicidarme!.

Los momentos difíciles; pérdidas y confrontamiento conmigo mismo


Sin duda uno de los momentos más difíciles para mí fue ver el rostro de mi
hermano, al verme bajo los efectos de la sobremedicación y escucharle decir:
"¡Ese no es mi hermano!", mientras se le escapaban unas lágrimas y salía del
lugar de visitas en la clínica psiquiátrica. Este fue el punto de inicio para una
ruptura y distanciamiento más allá de las palabras.
Mi hermano tenía razón; ¡no era yo mismo! Totalmente anulado por los
medicamentos psiquiátricos, no podía ni siquiera moverme con facilidad,
babeando con los ojos parcialmente abiertos; pensar era una compleja tarea,
incluso coger la cuchara para comer era todo un reto.
Después de ser persona, ¡dejar de serlo! fue uno de los momentos más
impactantes para mí, perder la autonomía, la independencia, sentirme parte
del mobiliario de la casa, pasar de una vida activa e intensa a la inercia total,
viendo el tiempo pasar segundo a segundo, esperando la siguiente dosis de
medicamento, para no despertar de nuevo por el miedo a la crisis. Así, el
medicamento se convirtió en el protagonista de la estabilidad emocional de
mi universo, si ha eso se le puede llamar; estabilidad.
Unas pastillas para dormir, unas más al levantarme, otras al medio día y de
nuevo las de la noche... fue la rutina diaria durante meses… una cita mensual
con el psiquiatra de turno y de nuevo a casa. Cada vez que salía de la
consulta, decía "¡No puedo creer que mi vida dependa de unas cuantas
pastillas!" Pero todos me decían: "es lo mejor para ti, no puedes dejar de
tomar los medicamentos, porque si no otra vez... ya sabes, ¡no seas necio!"
Haber perdido amigos, no conseguir trabajo, suspender los estudios, no
tener pareja estable, ni siquiera poder ir a conciertos o fiestas entre muchas
cosas más, eran suficientes razones para continuar con la rutina
farmacológica.

La toma de decisión; liberación y compromiso


Dejar de consumir medicamentos psiquiátricos no es una decisión fácil de
tomar, realmente siempre tuve mucha resistencia por la dependencia que
estos generan y sus llamados efectos secundarios.
No puedo negar que hubo muchos intentos para dejar de tomar las drogas
psiquiátricas, pero el miedo a la crisis, la falta de alternativas de manejo del
proceso de salud mental me mantenían en este viaje casi sin retorno.
Durante los años que consumí distintos tipos de fármacos psiquiátricos que
me mantendrían "socialmente aceptable" por así decirlo, no me sentía
físicamente bien, en los exámenes de laboratorio donde se miden los niveles
de medicamentos en sangre se demostraba que era "paciente juicioso"
coherente con mi tratamiento, pero mientras los niveles de medicamentos en
sangre estaban bien, mi función hepática se estaba viendo comprometida,
gastritis, migrañas recurrentes, distonías, náuseas incluso afectaciones en la
piel eran evidentes.
Comenzamos junto con mi psiquiatra y mi familia a bajar paulatinamente
las dosis de los medicamentos (para ese entonces consumía: ácido valproico
tres veces al día, que me afectaba mucho menos que el litio, fluoxetina en las
mañanas, lorazepam, clozapina y Akineton en las noches), lo importante era
asegurar dormir muy bien durante las noches, recuerdo que tomaba dos
pastillas de lorazepam, clozapina según necesidad cuando después de una
hora el lorazepam no había hecho efecto y Akineton cuando no podía dormir
por las distonías en las piernas y brazos que eran frecuentes, a esto le sumaba
dos o tres cápsulas de ácido valproico tres veces al día (dos o tres según los
exámenes de laboratorio), la fluoxetina era parte de mi desayuno con dos
hermosas cápsulas rosadas y blancas. Primero se suprimió completamente la
necesidad de la clozapina, luego seguimos bajando el lorazepam gradual y
lentamente, de manera semanal se iba bajando la dosis por un cuarto de
pastilla hasta que pasados dos meses ya había dejado de consumirlo, sin duda
había generado más una dependencia psicológica frente a estos
medicamentos. El Akineton lo consumía muy de vez en cuando, las distonías
disminuían increíblemente.
En los siguientes chequeos médicos de rutina, mi función hepática
empeoraba, me sentía pesado, lento y muchas veces sin energía, Así que le
dije a mi familia; "Ustedes saben que no ha sido fácil este proceso, agradezco
enormemente todo su acompañamiento en esta ruta, pero es el momento de
tomar una gran decisión pues prefiero morir loco y feliz que morir triste, con
un doloroso cáncer"; realmente fue un momento liberador que me exigió una
gran responsabilidad.
No había marcha atrás, así que en compañía de mi psiquiatra y compañera
de vida comenzamos a bajar progresivamente las dosis de los medicamentos
restantes, para dejar el ácido valproico me costó más de un año y la
fluoxetina ocho meses aproximadamente (después de más de diez años de
consumo continuo), entre subidas y bajadas, momentos de desconcierto,
angustia, depresión recurrente, el miedo estaba a la orden del día.
Durante ese tiempo aprendí mucho más acerca de mí; aún comparto el café
de la mañana con mis demonios internos en silencio, tengo increíbles
diálogos y debates con mis voces solo en mi estudio, disfruto de mis sonidos
y mi convivencia, sin duda valoro cada segundo la sensibilidad que me
sumergió en el mundo de la salud mental, definitivamente lo que no nos
mata, nos hace más fuertes.

La actualidad y el reto; haciendo la ruta


Para noviembre de 2015, serán dos años de estar libre de fármacos
psiquiátricos, no es un camino fácil para recorrer sin el acompañamiento
pertinente, las medidas de apoyo adecuadas, sin los ajustes razonables a todo
nivel que faciliten una verdadera inclusión social.
A nivel personal ha sido una gran lucha y conquista romper la zona de
confort que genera este manejo, recobrar la autonomía e independencia con
toda la responsabilidad que estas exigen, así como generar otras estrategias
que permitan enfrentar el mundo. Poco a poco he ido recuperando mi salud
física, con una dieta adecuada, ejercicio regular, hidratación, el disfrute de un
buen libro, sesión de películas los domingos por la tarde en la sala de casa,
cuidando mucho los patrones de sueño, descansando… en pocas palabras
cultivando hábitos saludables.
Como activista en temas de derechos humanos y discapacidad, es
imperante continuar desarrollando acciones que permitan no solo comprender
el fenómeno de salud mental vs discapacidad psicosocial, sino también
visibilizar alternativas de manejo que faciliten la autonomía y funcionalidad a
usuarios de la salud mental, entre ellas generación de redes de
acompañamiento virtuales y presenciales, procesos de "psicoeducación" que
informen sobre la realidad de los fármacos psiquiátricos, implementación de
actividades de fisioterapia (habilitación y rehabilitación integral) para la
recuperación y mantenimiento de usuarios de salud mental y sus familiares o
cuidadores.
Sin duda las más grandes ganancias en este proceso han sido el respeto por
la toma de decisiones, el abandonar el miedo, contar con un acompañamiento
adecuado de mis viejos queridos (Inés y Pablo), mis hermanos (Nidia y
Heder), mi compañera de vida (Mayo), amigos y amigas; personas muy
especiales: Rodrigo, Hayda, Alejandra, Luisa, Peter, Juan, Andrea, Jairo...
entre muchos más (incluso mi peluda mascota), quienes me han ayudado a
enfrentar cada día el mundo con todos sus matices, recuperar la confianza
para emprender proyectos y retos.
Ha sido toda una catarsis, una especie de exorcismo poder plasmar esta
experiencia relacionada con mi vivencia, lucha y conflicto interno frente a las
drogas psiquiátricas. Estas líneas, solo pretenden dar un breve testimonio por
así decirlo (hay mucho más que decir) demostrando que es posible "ser feliz"
más allá de ataduras químicas y la internación psiquiátrica, exaltando la
capacidad individual y el acompañamiento adecuado, así como las medidas y
sistemas de apoyo necesarios para superar los momentos de dificultad.

Mary & Jim Maddock

El despertar lento de una pareja


Antipsicóticos: Largactil, Serenace, Sparine, Stelazine / Antidepresivos:
Laroxyl, Parstelin, Surmontil / Estabilizadores del ánimo: Camcolit /
Benzodiazepina-tranquilizantes: Mogadon, Valium / Medicamentos
antiparkinsonianos: Cogentin

Mary
Cuando era niña, tenía miedo de medicamentos, jeringas, médicos, hospitales
y todo lo relacionado con la medicina. No me gustaba visitar cualquier
hospital porque no me gustaba el olor químico y el ambiente clínico. En la
escuela primaria, cuando los médicos vinieron a vacunarme contra la
tuberculosis, vivía con temor pensando en el día que me enfrentaría a la
jeringa. Recuerdo a mi tía, profesora en la escuela, sosteniéndome el brazo
cuando el día finalmente llegó y tuve que unirme a la fila. Me sentía como un
cordero yendo a la masacre.
Cuando mi padre me pidió que lo acompañara en un día de fiesta a
América en 1962, me negué porque necesitaba algunos dientes obturados y
tendría que recibir una inyección como parte del procedimiento. Esta fue una
oportunidad que la mayoría de los adolescentes se saltan, pero mi miedo era
tan grande que evité tener cualquier intervención médica. La primera vez que
estuve en el dentista fue antes de entrar en un convento, ¡donde también era
obligatorio tener dientes perfectos! Me desmayé entonces, ¡fue una terrible
experiencia! Más tarde, después de haber pasado siete años en el convento,
me fui, y poco después conocí a Jim y nos casamos. Durante el embarazo, no
era de extrañar que fuera al hospital; el nacimiento de mi primera hija sería
algo más que la experiencia habitual del parto, que fue largo y duro. Quería
tener un parto sin drogas, pero el primer medicamento que me dieron fue
óxido nitroso, administrado como gas. Yo ni siquiera sabía entonces qué era
una droga. Tuve una reacción alérgica grave. Más tarde, recibí más
tratamiento de drogas y me dieron un neuroléptico por primera vez: Sparine
(principio activo promazina) en dos ocasiones durante las últimas horas del
parto, la segunda vez a las 9 de la mañana, apenas tres horas antes del
nacimiento de Claire. Al mismo tiempo, se anotó "alérgica al Sparine" en mis
identificaciones, y el Dr. O’Neill fue informado. También me dieron
medicamentos adicionales después del nacimiento de Claire, y dos días más
tarde, recibí el diagnóstico de "psicosis puerperal".
Los efectos del tratamiento de la droga se ignoraron completamente. Al día
siguiente, recibí la primera de 13 sesiones de electrochoques en combinación
con los siempre cambiantes tratamientos de neurolépticos. Durante todo este
tiempo, yo estaba empeorando. ¡Nadie podía o quería ver que las drogas y el
electrochoque eran lo peor! Finalmente fui dada de alta con acatisia severa
(inquietud asociada con un aumento de la actividad motora), que es el
verdadero efecto adverso más tortuoso que recuerdo.
Pasé casi tres meses en el primer hospital y fui puesta en libertad con un
cóctel de mantenimiento de Redeptin (antipsicótico, principio activo
fluspirileno; actualmente al parecer no disponible), Stelazine (antipsicótico,
principio activo trifluoperazina), Cogentin (medicamento antiparkinsoniano,
principio activo benztropina), Serenace (antipsicótico, principio activo
haloperidol) y Mogadon (benzodiazepina-tranquilizante, principio activo
nitrazepam). La acatisia severa permaneció; cuando llegué a casa, no podía
quedarme quieta, ni estar sentada ni un momento. Siguiendo el consejo de
una monja amiga mía, me fui al Hospital de San Patricio en Dublín y mi
psiquiatra me quitó de golpe todas estas drogas psiquiátricas, inició una
terapia narcótica con Valium (benzodiazepina-tranquilizante, principio activo
diazepam), y luego me trató con Largactil (principio activo clorpromazina),
otro neuroléptico, y con un antidepresivo. Después de ocho semanas, me
dieron el alta con Laroxyl (antidepresivo, principio activo amitriptilina) y
Parstelin (antidepresivo, principio activo tranilcipromina).
Había estado separada de mi hija después de cinco meses. Estaba muy
emocionada de estar con ella, pero todavía estaba luchando con la acatisia, a
pesar de que no era tan grave. Recuerdo que cuando la estaba alimentando
con el biberón, me ¡parecía una eternidad! Finalmente, pasado un año me
liberé de las drogas, después de haber sido destetada la niña y con la ayuda de
mi psiquiatra del ambulatorio en Cork. El milagro ocurrió entonces. ¡Volví a
mí misma! Era la madre que quería ser. Mi esposo Jim, Claire y yo vivimos
una buena vida juntos. Enseñé piano y hacía todo lo que podía para llegar a
ser parte de mi nueva comunidad.
Debido a mi horrible experiencia del parto y el temor que la psiquiatría
dejó en mí, nos planteamos la posibilidad de adoptar un hijo. Cuando Claire
tenía cuatro años, fuimos bendecidos con Sheena, recién nacida, que se unió a
nuestra familia como hija adoptiva.
Estuvimos satisfechos y muy felices durante los dos primeros años de su
vida. Más tarde, sin embargo, como resultado de haberme recetado
medicamentos para un problema ginecológico, empecé a tener destellos de la
dura experiencia de mi parto, cuando realmente sentí que me iba a morir.
Debido a las experiencias traumáticas que no fueron reconocidas, me
diagnosticaron una vez más como "psicótica", y tuve una segunda
experiencia "psicótica" de unos cuatro meses de hospitalización en Cork y
Dublín y consumí litio por primera vez. Después de eso, asistí donde el Dr.
Michael Kelleher, quien me recetó tres sustancias: Largactil, Surmontil
(antidepresivo, principio activo trimipramina) y Camcolit (stabilizador del
ánimo y profiláctico, principio activo litio). (He revisado los registros en la
historia clínica con él y la mayoría de sus pocos comentarios son ilegibles.
Los que yo puedo leer son superficiales y el registro completo de estos 15
años comprende cerca de 15 páginas ¡La mayoría de estas páginas son recetas
repetidas de Largactil!, Surmontil y litio. En otras palabras, mis registros son
registros psiquiátricos típicos.)
Durante los siguientes años, seguí tomando esta combinación de fármacos.
Por todo ese tiempo, me despertaba periódicamente en medio de la noche en
un frenesí terrible con pensamientos acelerados y aterradores. Debido a que
mi capacidad cognitiva estaba tan disminuida, nunca vi la conexión con las
drogas, y estaba convencida de que estaba desequilibrada químicamente, tal
como me dijeron. En 1993, el Dr. Kelleher comenzó a disminuir el
Surmontil. Por desgracia, esto coincidió con un acontecimiento traumático
que ocurrió mientras yo estaba de vacaciones. El resultado fue que me
encontré, muy en contra de mi voluntad, de vuelta en el hospital psiquiátrico.
Luego me quitó de golpe las drogas. Sin embargo, después de algún
tiempo, los efectos de la abstinencia se disiparon, y nunca más desperté
aterrorizada. Sin Surmontil, tuve la oportunidad de observar en cierta medida
y comenzar a poner las cosas en orden; Las drogas eran mi problema, no mi
solución.
Tuvieron que pasar más años para liberarme finalmente de las drogas, yo
no sabía tanto entonces como hoy, pero tuve suerte. Lo tomé lentamente y
comencé a agregar suplementos a mi dieta. Descubrí la música relajante y la
escuchaba frecuentemente; practiqué la natación todos los días en la piscina,
y todavía lo hago hoy día. Estaba tan destruida por las drogas psiquiátricas
que, a mis cincuenta años, muchas personas de setenta, estaban bastante más
en forma y sanas que yo. Las drogas se llevaron mi espíritu creativo, me
habían robado mi ser interior.
Ahora, en 2013, tengo 65 y llevo más de doce años libre de drogas. Mi
cuerpo esta enérgico y saludable, a pesar del abuso que sufrió. Por encima de
todo, mi mente y mi espíritu son libres de ser creativos, comprensivos,
compasivos y reflexivos. Me siento entusiasta, alegre... y triste, con todas las
capacidades maravillosas de las cuales la mente, el cuerpo y el espíritu son
capaces.

Jim
En enero de 1976, no sabía nada acerca de la psiquiatría que no sea de
conocimiento vago y profano en general; sabía que estaba relacionada con la
locura. Nunca había oído hablar del "Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales" (DSM) con sus muchos diagnósticos, y las descargas
eléctricas algo así como cuando se toca un cable de alta tensión.
Todo iba a cambiar después de que mi esposa Mary dio a luz a nuestra
primera hija en enero. A los tres días, me dijeron que tenía una enfermedad
llamada "psicosis puerperal". Una noche, sentado en la parte trasera de una
ambulancia, la acompañé a un hospital psiquiátrico en las afueras de Cork,
recuerdo vagamente haber firmado unos papeles de admisión, en realidad no
lo hice. Me impresioné cuando a la mañana siguiente me dijeron que le
habían dado la primera de muchas sesiones de electrochoque.
En ese momento, tenía confianza completa en los médicos, ya sean
ginecólogos o psiquiatras. Todos los médicos eran buenas personas que solo
quieren lo mejor para ti. Ellos sabían lo que hacían, y, como un laico
ordinario, siempre aceptaba su palabra. Me habían inculcado la ética, valores
y conceptos de la enseñanza religiosa educativa irlandesa de los años
cincuenta. Igualmente, por supuesto, todos los sacerdotes, por definición,
eran buena gente. Poco sabía yo.
Así que acepté el diagnóstico de Mary, el de electrochoque, y el cóctel de
medicamentos que le fue suministrado. Me dieron una mínima información
sobre los llamados efectos secundarios. El único que puedo recordar es la
hipersensibilidad a la luz solar desde sus altas dosis de Largactil. Me di
cuenta de su extrema inquietud y su incapacidad para quedarse quieta, pero
pensé que era parte de su condición. Yo era un miembro de la familia que
cumple total y meticulosamente así que estuve pendiente de que Mary tomara
todas las pastillas que le prescribieron, en las dosis correctas y en el momento
correcto. Después de tres estancias hospitalarias más la etiquetaron como
"maníaca-depresiva" y se le dio litio, Largactil y un tercer fármaco, Surmontil
–todo de acuerdo a lo que me dijeron fue un desequilibrio químico en el
cerebro y para mantenerla estable y fuera del hospital. Tanto ella como yo
estuvimos conformes con eso; lo último que los dos queríamos era pasarnos
más de tres meses traumáticos en el hospital, con toda la agitación familiar
que eso implicaba.
Así que llegamos a vivir con esta medicación de mantenimiento durante
los 18 años siguientes. Mary aumentó de peso; desarrolló un temblor en una
mano; abría los brazos rígidamente a los lados; comenzó a perder el pelo; sus
riñones se deterioraron; tenía flujo de color blanco en la boca; su mente se
empañó, por lo que las tareas simples se hicieron muy difíciles, no podía
levantarse de la cama hasta después de medio día, incluso en días festivos. Lo
peor de todo eran las terribles alucinaciones aleatorias que sufría por la
noche, y que aún no vinculábamos al Surmontil, aunque posteriormente nos
pareció ser la causa. Nos tragamos la explicación de su psiquiatra: que se
trataba de pequeños episodios que superaría, que lo principal era que no había
vuelto al hospital, que en casa se comportaba como una madre y profesora de
piano, etc... La realidad, sin embargo, era que existía, pero ¡no vivía! Vi
claramente que el psiquiatra nos estaba engañando. De hecho, fue la propia
Mary, a través de un amigo que le presentó el libro de Peter Breggin "Toxic
psychiatry" (Psiquiatría tóxica, 1991), la primera que comenzó a cuestionar
su tratamiento farmacológico. Un amigo mío que había experimentado la
toxicidad peligrosa del litio también centró nuestra atención. En esta etapa,
Mary había suprimido el Surmontil y esto ayudó, ya que comenzó a
investigar más sobre los efectos de los fármacos restantes que seguían en pie.
Un segundo libro, que fue de gran ayuda fue "Más allá de Prozac" por Terry
Lynch (2001), porque me mostró una aproximación alternativa compasiva
que trabajaba y no era solo que ver con un mayor uso de la medicación.
Comencé a ver el daño que los medicamentos causaban y lo fui viendo todo
más claro gracias a nuestra participación en la Red de Defensa y a la
información adquirida a través de su ciclo de conferencias.
Pero yo no presioné a Mary a salirse de las drogas. Esa fue una decisión
propia y lo mejor es que debía ser así. Los dos nos dimos cuenta de los
riesgos que esto implicaba, pero me sentí fuerte y lo suficientemente seguro
como para ser capaz de decirle a Mary, después de pedírmelo ella, que no me
metería contra el hospital, pasara lo que pasara.
No fue fácil para ella. Juntos visitamos a un psiquiatra simpático que hizo
suya nuestra decisión conjunta. Muy lentamente, comenzó a recortar –
primero el Largactil y, finalmente el litio. Fue muy exigente físicamente; los
efectos variaron entre trastornos del sueño a náuseas y desmayos. Al mismo
tiempo, se inició un programa de ejercicio –nadar y caminar– que ayudó
mucho, como también el contacto por Internet con personas que tuvieron
experiencias similares. Descubrimos David Oaks y MindFreedom
Internacional y Mary se convirtió en miembro activo del movimiento irlandés
que estaba empezando a cuestionar el modelo médico de enfermedad mental.
En 2004, primero asistimos a la conferencia conjunta de la Red Mundial de
Usuarios y Supervivientes de la Psiquiatría (RMUSP) y la Red Europea de
Ex-usuarios y Supervivientes de Psiquiatría (ENUSP) en Dinamarca y
encontramos a Peter Lehmann y su libro "Coming off psychiatric drugs:
Successful withdrawal from neuroleptics, antidepressants, lithium,
carbamazepine and tranquilizers" (Dejando los medicamentos psiquiátricos
– Estrategias y vivencias para la retirada exitosa de antipsicóticos,
antidepresivos, litio, carbamazepina y tranquilizantes, 2004), publicado
recientemente en la traducción inglesa. Desde entonces, hemos estado activos
en la educación al público acerca de nuestra propia experiencia. Junto con
otros, fundamos MindFreedom Irlanda, hemos hablado con los medios de
comunicación y hecho campañas en las calles. En 2006, publicamos nuestro
libro, "Soul Survivor: A personal encounter with psychiatry" (Alma
sobreviviente – Un encuentro personal con la psiquiatría), sobre la historia
de sufrimiento y recuperación de Mary. Es también un libro sobre el
comportamiento típico de un familiar que ésta deacuerdo con el tratamiento
psiquiátrico, a pesar de que su ser querido ésta a punto de morir frente a sus
ojos. Cosas que de hecho, no sabía yo entonces, pero, afortunadamente, mis
ojos se abrieron a tiempo.
Fuentes
Breggin, Peter R.: "Toxic psychiatry", Nueva York: Springer Publishing Co. 1991
Lehmann, Peter (Ed.): "Coming off psychiatric drugs: Successful withdrawal from
neuroleptics, antidepressants, lithium, carbamazepine and tranquilizers", Berlín /
Eugene / Shrewsbury: Peter Lehmann Publishing 2004 (edicíon de libro electrónico de
2013)
Lynch, Terry: "Beyond Prozac: Healing mental suffering without drugs", Dublín: Marino
Books 2001
Maddock, Mary / Maddock, Jim: "Soul survivor: A personal encounter with psychiatry",
Stockport: Asylum 2006
Retiro sin problemas farmacogenicos

Peter Lehmann

Recaída en la vida
Antipsicóticos: Haldol, Imap, Orap, Semap, Taxilan, Triperidol, Truxal /
Medicamentos antiparkinsonianos: Akineton

Durante el día: 3 x 200 gotas Haldol; 2 x 1 comprimidos Akineton retard


Nocturno: 40 gotas Haldol; 50 mg Truxal
Esto es lo que las instrucciones de mi lista de receta aparecían el 24 de mayo
de 1977 en Clínica Psiquiátrica Winnenden, cerca de Stuttgart, donde estuve
confinado del 6 de abril hasta el 1 de junio de 1977. Al principio tomé:
Haldol (antipsicótico, principio activo haloperidol), Truxal (antipsicótico,
principio activo clorprotixeno), Triperidol (antipsicótico, principio activo
trifluperidol; actualmente al parecer no disponible), Orap (antipsicótico,
principio activo pimozida) y Akineton (medicamento antiparkinsoniano,
principio activo biperideno) que fueron violentamente bombeados a mi
cuerpo a través de terapias intravenosas e inyecciones como un "cóctel" en
respuesta a los diagnósticos típicos de "psicosis paranoide" y "esquizofrenia
hebefrénica".

Un estado vegetativo
Según los registros del hospital, mi resistencia a las drogas psicoactivas
disminuía con el tiempo y, en consecuencia, "la enfermedad cambiaba
visiblemente y una condición de estupor catatónico se hacía predominante."
Después de que el médico general de mis padres en Fellbach (estaba en
Stuttgart) me comprometió en un momento de crisis en el que mis padres no
estaban seguros de qué hacer, fui primero un rehén que opuso y sostuvo
fuerte resistencia pero estaba reducido, atado y psicofarmacológicamente
tratado en contra de mi voluntad. Desafortunadamente, como los
medicamentos psiquiátricos comenzaron a hacer su efecto, mi resistencia se
debilitó: apatía, síntomas similares a la enfermedad de Parkinson, trastornos
musculares parecidos a la parálisis, espasmos involuntarios en la boca,
sensación de asfixia, dificultad para hablar, obesidad y pérdida de cabello.
Comencé a creer que era un enfermo mental y "necesitaba mi medicación".
Yo creía esto porque la piedra angular de las discusiones con mi psiquiatra
era que sin la medicación yo experimentaría una "recaída inmediata".
A mis 27 años y sin saber a dónde acudir temía convertirme en un paciente
psiquiátrico crónico como tantos otros. En mayo de 1977 llamé a mi ex-mujer
de quien me había divorciado hace apenas tres meses. Ella vino a mi
encuentro desde Berlín al sur de Alemania, donde vivía en ese momento.
Acordamos que iba a estar fuera del hospital por Navidad o ella me traería
suficientes pastillas para dormir y así yo podría terminar la tortura
psiquiátrica en la que estaba envuelto.
En Berlín se puso en contacto una amiga de mucho tiempo, Ellen, quien
preparó una "cama" para mí en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de
Berlín-Charlottenburg que se encuentra en Nussbaum Allee. Me mudaron allí
el 1 de junio. El tratamiento no cambió, solo en la dosis, pero los efectos
siguieron siendo los mismos. Media dosis de Haldol y una nueva dosis de
Taxilan (antipsicótico, principio activo perazina; actualmente al parecer no
disponible). (Posiblemente me mintieron sobre las nuevas dosis y drogas;
después de emplear todos los medios legales posibles para obtener acceso a
los registros de los hospitales, todavía negados.) No hay mucho espacio para
especular que en el hospital mintieron y tomaron medidas ilegales. Cada vez
más desmoralizado y sin apenas poder afeitarme o incluso cepillarme los
dientes, el director del hospital Hanfried Helmchen me dio de alta el 10 de
agosto, sin consultarme y en contra de mi voluntad, pues estaba convencido
de que ya no podría sobrevivir por mi cuenta.
Debido a que se me había inculcado en el hospital que "necesitaba
medicación", fui a una cita semanal con el psiquiatra Adolf Pietzcker para
una toma de Imap (antipsicótico, principio activo fluspirileno). Los amigos
con los que inicialmente había estado viviendo pronto me pidieron que me
fuera. Necesitaban la habitación en la que me iba a quedar para el nuevo bebé
que estaban esperando, pero también me imagino que no era muy agradable
compartir todos los días un apartamento con mi constante choque de labios
involuntario y mi silencio apático. No tardé mucho en encontrar un
apartamento en un edificio antiguo. Mis viejos compañeros de apartamento
estaban dispuestos a ayudarme en el traslado. Más tarde, estaba más o menos
en mi propio espacio, con la excepción de la cita semanal con el psiquiatra,
que constituyó el punto fijo recurrente, solo que estaba en un mundo que se
había vuelto absolutamente carente de significado, esperanza y alegría para
mí.

La libertad dentro de una comunidad


Desde la mañana hasta la noche me estaba en la cama sintiéndome miserable.
Ya ni siquiera quería poner la televisión. Tampoco estaba en condiciones de
de prepararme la comida. Un día fui a una tienda cercana y me compré una
barra de chocolate y unas cuantas botellas de cerveza, eso fue todo lo
consumí durante semanas. Cuando Ellen vino a visitarme un día, se horrorizó
al ver que yo no había puesto las cobijas en el colchón. Cornelia, una amiga
mía a quien yo había hablado de mi miserable situación, me dijo que iba a
ayudarme a arreglar mi apartamento, pero después de intentar poner conmigo
un cartel en la pared, renunció.
Era imposible imaginarme cómo iba a pasar el invierno. ¿Cómo iba a
encontrar carbón para la calefacción, y quién iba a mantenerla encendida?
¿Yo? Yo había vivido en apartamentos con calefacción de carbón, pero ahora
el trabajo que esto suponía, parecía imposible que pudiera arreglármelas yo
solo. ¿Y lavar la ropa? ¿Cómo iba a lavar mi ropa cada vez más sucia? Peor
aún fue el tema del papeleo. Mientras estuve en el hospital alguien había
cuidado de mi seguro de salud, de la declaración de la renta, de mi
inscripción como estudiante universitario y esas cosas. ¿Cómo iba a hacer yo
todo esto por mí mismo, cuando ni siquiera podía abrir el correo cuando
llegaba
Como antes de estar en el hospital Nussbaum-Allee, una vez más pensé
cómo podría poner fin a mi estado vegetativo. En el hospital a menudo me
temía que sería transferido a una unidad psiquiátrica de larga estancia. Había
oído hablar de Phönix, un hospital cercano donde algunas personas estaban
tan desesperadas que saltaron por las ventanas siendo sus muertes un
verdadero drama. Yo estaba en un apartamento, en régimen de libertad, pero
aun así a menudo de pie junto a la ventana, miraba hacia abajo en la calle,
pensando si me encontraría con una muerte segura si saltaba desde el cuarto
piso. No quería vivir como un paciente que necesitara para siempre el
cuidado de otra persona. Parecía que mi vida se había frustrado y no volvería
a experimentar nada agradable. Tenía demasiado miedo; si saltaba por la
ventana podría "solo" romperme la espalda y quedarme inválido en una silla
de ruedas. Este pensamiento y la idea de lo mucho que mi madre y mi amigo
Ricci llorarían mi muerte si lo lograra, era lo único que me impedía dar ese
paso final. También pensé en mis otros amigos, pero para ellos sin duda sería
un alivio si su amigo lisiado mentalmente desapareciera por fin de la faz de la
tierra, pues ahora solo era una carga para ellos.
Mientras tanto, mi madre había sugerido que regresara de nuevo a
Fellbach. Era una posible solución para mí. Ella podría lavar mi ropa, y yo no
tendría que manejar la calefacción de carbón ni la cocina, incluso también
podría encargarse de mi papeleo.
Mi hermano anunció que me visitaría en octubre de 1977. Era un fanático
seguidor del equipo de fútbol de Stuttgart, y vendría a Berlín para ver un
partido. Quería limpiar mi apartamento y arreglar mi desorden, pero no era
capaz de hacerlo. Lo único que pude hacer fue una comida caliente. Mi
hermano esperaba que yo le mostrara la vida nocturna de Berlín esa noche
después de la cena. Pero solo lo pude acompañar al bar de la esquina. A las
ocho estaba tan saturado y agotado que tenía que ir a casa inmediatamente
para derrumbarme en la cama. Mi hermano me invitó a estar con él y su
esposa, y luego se fue a disfrutar la vida nocturna por su cuenta.
Después de su visita, me puse a buscar rápidamente a alguien para
subarrendar mi apartamento, así que no tendría que pagar el alquiler por mí
mismo durante todo el invierno. Alentado por la posibilidad de ser capaz de
salir de mi apartamento incómodo, frío y desordenado, me las arreglé para
poner un anuncio en el periódico. Dos personas estaban interesadas en el
lugar, un hombre y una mujer, y tuve que elegir. Me decidí por Erwin,
pensando que su coche era un activo para futuros viajes para comprar
comestibles.
Poco antes de mi partida, me encontré en el metro con mi ex novia Brigitte
R. a quien había conocido a través de anuncios personales. A pesar de que
parecía mostrar interés en volver a verme, yo tenía miedo de acercarme
demasiado a ella, porque si nuestro contacto llegara a la intimidad, se daría
cuenta de que yo era sexualmente impotente. Y, además, que no había sentido
ningún tipo de deseo sexual desde mi estancia en el hospital de Winnenden,
ni una erección o incluso un sueño húmedo. Le dije a Brigitte R. que había
estado en "la clínica" y esas cosas, que me sentía muy mal todavía, estuvimos
de acuerdo en escribirnos el uno al otro mientras yo estaba en Fellbach.
En mi último encuentro con Adolf Pietzcker, no dije nada acerca de mis
temores sexuales, ya que este era un tema que no había mencionado durante
todo el tiempo que fui tratado por psiquiatras o terapeutas. Le comenté mi
decisión de regresar con mis padres en Fellbach. Dijo que tenía que ir a un
psiquiatra en Fellbach y me dio una carta para él que contenía información
sobre mi estado. Adolf Pietzcker estaba preocupado de que las cosas podrían
ponerse mal otra vez para mí si no recibía "mi medicamento" con
regularidad.
El 20 de octubre 1977 empaqué mi ropa sucia y la carta para el psiquiatra
en Fellbach y me dirigí a casa de mi hermano en Rommelshausen (que está
cerca de Fellbach).

Al psiquiatra local
Me enviaron a otro psiquiatra, así que al parecer, yo era un caso psiquiátrico.
De vez en cuando durante este período, traté de pensar en qué era
exactamente lo que me pasaba, en la causa de tanto sufrimiento. Pero pensar
era para mí, en general, demasiado difícil. El neurólogo y psiquiatra Dr.
Becher, por otro lado, parecía saber mucho sobre mí. Leyó la carta de
Pietzcker, me hizo unas cuantas preguntas acerca de lo que había hecho antes
de mi estancia en el hospital, donde yo vivía ahora, con lo que parece así
tenía toda la información que necesitaba. Esa era la medida de su interés en
mí como persona. Después de eso, tenía una "consulta" con él todos los
jueves durante la cual se limitaba a inyectar una ampolla de Imap en mi
trasero. Si tuvimos alguna "consulta" no puedo decirlo. Es posible que de vez
en cuando, me preguntase cómo estaba, mientras me ponía la inyección, pero
nada más.
Mis padres estaban preocupados por mí y se aseguraron de que fuera al
psiquiatra con regularidad. Durante el tiempo que viví con mi hermano, yo
trabajaba en la pequeña imprenta de mi padre haciendo trabajos ocasionales.
Los jueves por la tarde mi madre me llamaba al trabajo y me recordaba "la
cita". Mi padre estaba dispuesto a ayudar y también él se aseguró de que no
me perdiera mi cita.
El trabajo que hice fue muy simple y bastante monótono. Estaba feliz al
tener algo que era intelectual y físicamente manejable, y que desviaba mi
atención de los pensamientos de auto –tortura y depresivos. Teniendo en
cuenta que yo era el hijo del jefe y (supuestamente) en una fase de
recuperación, todos los trabajadores fueron muy amables conmigo, como lo
fue mi padre. Él podía leerme cada uno de mis deseos con solo mirarme; Me
hizo pretzels y hasta me dejo usar su coche. No oí una sola palabra áspera o
persistente en todos esos meses. Con frecuencia me levantaba tarde y no
aparecía en el trabajo hasta después de la pausa para el almuerzo, pero aun así
me trataron con comprensión.
Durante mi apatía tuve una sensación de ahogo constante, tenía náuseas, y
no estaba muy emocionado con la idea de tener que pasar por un sinfín de
esos días que –con pocas excepciones– eran todos iguales y muy aburridos.
La monotonía solo se rompió dos tardes a la semana cuando no había
entrenamiento de tenis de mesa en el gimnasio Fellbach. Sufrí mucho en esos
días porque mi mano todavía estaba paralizada y yo jugaba como un
principiante, pero al menos pude ver a mi amigo Ricci. Él, al contrario, tenía
poco tiempo para mí, porque se estaba preparando para los exámenes en
ingeniería eléctrica. Ricci me trató de manera diferente que en los viejos
tiempos. No podría haber sido muy divertido el juego de tenis de mesa
conmigo, porque casi no podía devolverle la pelota, pero él me animaba.
Estaba convencido de que iba a ser capaz de volver a jugar. Me dijo que me
conocía muy bien y que yo no podría haber olvidado cómo jugar; insistió en
que insistiera una y otra vez, él nunca me permitió rendirme.
Me convertí en una carga para mi cuñada Ingrid, que estaba embarazada en
ese momento. En diciembre de 1977 me mudé a la casa de mis padres. Mi
situación no había cambiado mucho. El Dr. Becher continuaba dándome
inyecciones de Imap. Tenía sensación de vacío y desolación, no sentía casi
nada más. Después de haber pasado un día duro de trabajo, todavía tenía que
conseguir superar la noche. Mi madre hizo todo lo posible para ayudarme.
Jugaba conmigo, paseábamos juntos, trató de animarme, y de que yo
escribiera a mi amiga Brigitte R. Atendía asuntos como mi seguro, el registro
de mi universidad, mis finanzas, etc… Yo no podía controlar el chasquido de
mis labios ni la contracción en la mano. No quería estar cerca de otras
personas y sentía que no era capaz de escribir bien. Pero ahora que estaba en
mejores condiciones para incorporarme, pude ver la televisión. Vi "XY sin
resolver","Dalli dalli" de Eduard Zimmermann de Hans Rosenthal o Wim
Thoelke del "Premio de oro" –programas para los cuales no hay que pensar
demasiado. Entonces me imaginé que las cosas estaban tal vez un poco
mejor. Me obligué a leer. Pero después de haber intentado más diez veces
leer más allá de la primera página de Simmel "Es muss nicht immer Kaviar
sein" (No siempre se puede caviar), me di por vencido de nuevo. No tenía
muchas esperanzas de recuperarme, tampoco me quería envenenar en el
apartamento de mi madre, así que pensé volver a Berlín para estar solo y
poner fin a mi miserable estado vegetativo.

La oportunidad de retirar
En algún momento en el invierno de 1977 a 1978, el Dr. Becher me cambió
la receta de Imap por la de Semap (antipsicótico, principio activo
penfluridol). Con la nueva receta, tenía que tomar un comprimido una vez a
la semana. Esto significaba que el médico podía ausentarse durante sus dos
semanas de vacaciones sin tener que enviarme a otro médico. Nunca me
dijeron qué tipo de efectos diferentes podría tener Semap en comparación con
Imap y como nunca había oído a los psiquiatras hacer un solo comentario
específico sobre "sus" drogas, no se me ocurrió entonces preguntar acerca de
tales cosas.
Pero debido a que los días eran tan monótonos y mis padres estaban
demasiado preocupados con sus preparativos para la fiesta de Navidad para
vigilar mis recetas, me olvidé de tomar mi pastilla el primer jueves. Solo se
me ocurrió al día siguiente de que yo no hubiera tomado. Empecé a sentir
pánico, pensando que la profética recaída me podría atacar en cualquier
momento, e imaginé que algo aún peor podría suceder. Pensaba que iba a
terminar de nuevo en el hospital de Winnenden –sabía lo terrible que era– y
que después me llevarían de nuevo con mis padres. Por otro lado, me puse a
pensar que aun después de haber olvidado mis pastillas por un día, no había
tenido una recaída, ¿por qué no me arriesgaba, ya que estaba rodeado de
tantas personas que me ayudaban? ¿Cuál sería mi situación si continuaba bajo
la influencia de drogas psiquiátricas? ¿Cómo iba a conseguir superar mis
exámenes finales? Así que tomé una decisión por mi cuenta para tratar de
vivir sin drogas psiquiátricas. No se lo dije a nadie porque temía que nunca
entenderían mi decisión aparentemente irresponsable.
Me preguntaba qué podría suceder. Después de unos días, el choque de
labios comenzó a disminuir. Con el tiempo, el cansancio comenzó a
desaparecer. Traté de leer –esta vez un libro diferente– y funcionó. En tres
días había leído una biografía de varios cientos de páginas sobre la viuda de
Mao. Dos semanas después de dejar las drogas, el chasquido de los labios
desapareció por completo. Me di cuenta de que mi estado de ánimo era
mucho mejor.
Mi madre también se dio cuenta de que había dejado de relamerme los
labios. Me dijo que por fin me encontraba mejor de nuevo. En ese momento
me decidí a decirle que había dejado en secreto mis drogas. Respondió con
sorpresa y miedo y rápidamente llamó al médico, que había regresado de sus
vacaciones; inmediatamente me dio una cita. Tan servicial como siempre,
prometió a mi madre que yo no necesitaba sentarme en la sala de espera y
que me vería inmediatamente. Me negué a ir y le dije a mi madre que tendría
que matarme primero, antes que yo volviera de nuevo a ir voluntariamente un
psiquiatra. Estaba ansiosa, asustada y horrorizada. Cuando mi padre llegó a
casa esa noche, dijo: "¿Cómo puede ser tan irresponsable y no escuchar al
doctor?" Esa misma noche, mi padre fue a mi cama y me dijo que mamá no
podía dormir y que por lo menos por ella tomara la "medicación". Pero yo me
negué de nuevo.
La situación fue mejorando y mis padres se acostumbraron a mi obstinada
negativa –sobre todo porque no había ninguna indicación de que se cumpliera
la profética recaída. Lo único que todavía sufría era la mano casi paralizada.
Cuatro semanas después de dejar las drogas, esta desventaja no había
desaparecido. ¿Me habría convertido en un inválido? A finales de enero en
1978, estaba jugando una noche al ping-pong con Ricci, como siempre con
mi mano medio paralizada. De repente, de un segundo a otro, en medio de un
accidente cerebro-vascular, la sensación regresó a la mano. Yo podría volver
a jugar tan bien como lo hacía antes. Podía mover mi mano como siempre
había sido capaz de hacerlo. Los jugadores que no me habían conocido
previamente y solo me habían visto con la mano lisiada no podrían entender
el cambio repentino en mi juego. Los que siempre me ganaban ahora
experimentaban todo lo contrario. Traté de explicar esta "maravilla" de la
retransmisión, que yo había dejado la "medicación", pero nadie más que
Ricci entendía lo que quería decir. Ellos me miraron sin comprender.
Poco después de mi recuperación, decidí volver a Berlín y hacer unos
exámenes. Trabajé un par de semanas más en la empresa de mi padre, donde
obtuve un buen dinero. Justo después de Pascua en 1978 –casi exactamente
un año después de que inicialmente me habían llevado a Winnenden– volví a
Berlín en el coche que mis padres me habían regalado en Navidad.

Epílogo
Después de regresar a Berlín en la primavera de 1978, tomé contacto con
Sabrina, una amiga que había intentado animarme mucho mientras estaba en
el hospital Nussbaum Allee. Ella estaba tomando neurolépticos. Me sentí
desesperado porque nada parecía cambiar en su situación. Mientras estaba
siendo tratada "médicamente" en el llamado "hospital de día" en la
universidad, trató de quitarse la vida en el verano de 1978. Su intento no tuvo
éxito. En la primavera de 1979 me visitó acompañada por Laura, quien
también estaba tomando neurolépticos. Unas semanas más tarde me dijeron
que Laura había muerto. Su intento de suicidio fue un éxito. Laura era actriz,
lo que significaba que era dependiente profesionalmente de un
funcionamiento y animado talento para la expresión y mímica. Bajo la
influencia de los neurolépticos, a menudo se extingue la capacidad de
expresión y mímica.
Meses después Ricci me dijo que, como era mi mejor amigo, mi padre
había tratado de convencerlo para que me convenciera a mí para que me
tomara la "medicación". Ricci –que es realmente mi mejor amigo– no estaba
de acuerdo con mi padre, pues si soy yo quien tomaba las drogas
psiquiátricas, yo debería ser quien sabe mejor si son buenas o malas para mí.
Después de varias conversaciones con mis padres, su posición sobre las
drogas psiquiátricas y psiquiatras ha cambiado fundamentalmente. Durante
una entrevista para una película de televisión en 1980 hecha bajo el contexto
de mis procedimientos legales para obtener mis registros psiquiátricos, mis
padres comentaron que se habían dado cuenta recientemente de lo absurdo
que era haberme puesto bajo tanta presión justo en el momento en que había
vuelto a la vida de nuevo ante sus ojos, después de haber suspendido la toma
de neurolépticos. Vi como mis padres insistieron en que el cineasta incluyera
estas afirmaciones autocríticas en la película, pero cuando se emitió la
película, este pasaje había sido borrado.

Gábor Gombos

Cómo negar la historia psiquiátrica familiar


Antidepresivos: amitriptilina, maprotilina, trimipramina / Estabilizadores del
ánimo: carbamazepina / Benzodiazepina-tranquilizantes: clonazepam,
clordiazepóxido, diazepam, nitrazepam
Cuando tenía 16 años me trataron con antidepresivos tricíclicos. Tuve que
pasar mis vacaciones escolares enteras en el hospital por sospecha de
encefalitis, mi estado de ánimo era más bien bajo. Desde que mi madre era
una "conocida paciente maniaco-depresiva" en las salas de psiquiatría, mis
médicos tenían miedo de que mi mal humor fuese el inicio de una depresión
severa y me dieron trimipramina (100 mg diarios). La tomé por dos meses,
sin ninguna mejoría en mi estado de ánimo, así que dejé de tomarla (todavía
estaba en el hospital), y me recuperé solo después de darme el alta.
La siguiente vez que estuve en el hospital, fue en uno psiquiátrico, en
1980, después de una crisis familiar y emocional. Mi padrastro había sufrido
un derrame cerebral, y tenía dañado el cerebro. Estaba paralítico, no podía
hablar correctamente y era agresivo con mi madre, que se suponía que era su
única cuidadora. (Apenas había empezado mis estudios universitarios a 200
km.) Ella no podía seguir adelante con esta tarea por sí sola, tuvo algunas
crisis y varios intentos suicidas. Salí de la universidad para regresar a casa y
traté de ayudarla sin éxito.
Al mismo tiempo aprendí sobre los efectos secundarios graves de los
antidepresivos que tomé contra la supuesta encefalitis. Me dijeron que me
preparara para las anomalías de funcionamiento hormonal que afectaba
incluso a mi sexualidad. Esto era demasiado para hacerle frente y me afectó
mucho. Tres miembros de la familia se encontraban en sendos hospitales,
todos en psiquiatría. Mis médicos me trataron con amitriptilina (150 mg
diarios). Aunque el profesor de la sala me dijo que yo tenía problemas reales
que debía resolver y las drogas no los solucionaban, mi médico me
diagnosticó como maniaco -depresivo. Después de tres meses me dieron el
alta, pero tuve una dosis permanente de amitriptilina hasta poder bajarla a una
dosis más baja (100 mg diarios).
Esto continuó hasta 1984, cuando comencé a quejarme de mis noches de
insomnio. Me proporcionaron un medicamento que induce el sueño,
nitrazepam (25 mg). Entonces podía dormir por la noche, pero estaba muy
cansado al día siguiente y no podía cumplir con mis exámenes. Esta
afectación me llevó de nuevo a psiquiatría. Cambiaron mi antidepresivo a la
maprotilina (antidepresivo) (100 mg diarios) y aumentaron la dosis de
benzodiazepina. Junto al nitrazepam, ordenaron diazepam (20 mg diarios) y
clordiazepóxido (benzodiazepina-tranquilizante). Después de ser dado de
alta, el tratamiento a largo plazo consistía en 45 mg de maprotilina, 25 mg de
nitrazepam y de carbamazepina.
Mi última hospitalización tuvo lugar en 1990. Después de una larga y no
exitosa batalla con las autoridades locales. También con mi madre que vive
en un apartamento en muy mal estado de conservación, pues no tenía dinero
para hacer la renovación. Yo estaba muy desesperado y quería suicidarme.
Era un investigador científico que había pasado todos los exámenes y no
podía permitirse una vida adecuada, incluso para calentar el apartamento en
invierno; yo era un problema sin solución. En el hospital me inyectaron
maprotilina durante dos meses (la dosis más alta fue de 250 mg al día).
Entonces, como mantenimiento tomé 45 mg maprotilina, 5 mg clonazepam
(benzodiazepina-tranquilizante) y 25 mg de nitrazepam diaria.
En la primavera de 1993 murió mi madre. Me quedé tan deprimido que no
tenía energía ni para ir al hospital ni a mi médico de cabecera; estaba
totalmente loco, no podía dormir, ni trabajar, ni salir de mi casa. Después de
una semana en la que casi muero de hambre, un amigo me visitó por
casualidad. Estaba familiarizado con mis crisis emocionales. Había estudiado
teología y no creía que mi mal estado tuviera que ver con alguna enfermedad.
Empezó a darme de comer, limpió mi casa y pasaba largas horas conmigo
todos los días.
Después de tres semanas me di cuenta de que yo estaba sin drogas
psiquiátricas y todavía sobrevivía. En un mes estuve mejor, podía
comunicarme con mi amigo y otros en mi barrio y pasé varias horas en mi
oficina. Este fue el momento en que decidí no tomar más drogas
psiquiátricas. Un médico (que trató a mi madre por un corto tiempo) también
me apoyó en esa decisión. En lugar de medicamentos pasé mucho tiempo con
los amigos. Entendí que el amor era lo que faltaba en mi vida y empecé a
buscarlo. Unos meses más tarde me encontré en su forma más perfecta con el
Agápē (amor con el otro) y de la conversación.
Después de abandonar las drogas psiquiátricas pasé por varios síntomas
inquietantes. Durante casi un año no pude dormir bien, los dos primeros
meses no dormía más de dos horas por noche. Luego, gradualmente esta
cantidad fue incrementando y ahora no tengo ninguna dificultad en absoluto
para dormir. Durante unos dos meses tuve síntomas graves de gripe y frío con
un poco de calentura. A veces tenía un fuerte vértigo; ni siquiera podía
sentarme en una silla. Tuve que caminar o sentarme en el suelo. Hasta ahora
rara vez tengo alguna sensación fuerte de pánico pero he aprendido a
controlarlo. Mis amigos, después mi esposa y, sobre todo, la oración me
ayudaron mucho para superar estos períodos sin drogas.
A pesar de todos los efectos secundarios incómodos me sentía mucho
mejor. Mi vida tenía una perspectiva totalmente nueva. Era la primera vez
que tenía un punto de vista. Comprendí que mi estado de ánimo era un
termómetro sensible que podía aprender a usar. Las emociones son
herramientas útiles para mostrarme si hay problemas graves sin resolver en
mi vida, pero con la ayuda del amor yo nunca más sería un siervo de ellas.

Maths Jesperson

Entre la lobotomía y los antidepresivos


Antipsicóticos

Sufrí terriblemente cuando estaba loco. Pero había una cosa buena en toda mi
desgracia: la sincronización de mi locura. Me volví loco en 1980/81, en ese
momento la psiquiatría no tenía métodos medicinales de los que dispone
actualmente para el tratamiento de la "neurosis obsesiva". Los psiquiatras no
sabían qué hacer con los "neuróticos obsesivos".
Mi locura fue diagnosticada por los psiquiatras como "neurosis obsesiva
del grado más severo", incurable. Quince años antes, me habían hecho una
lobotomía, en otras palabras, se había cortado quirúrgicamente el tracto
nervioso del tálamo. Este método ahora está prohibido. Quince años más
tarde se descubrió que los antidepresivos podrían tener algunos "efectos
positivos" en el tratamiento de "neurosis obsesiva", pero en ese momento no
se sabía. ¿Qué opción tenían en ese momento, excepto darme neurolépticos?
Así que durante dos años me trataron con neurolépticos-psiquiátricos,
medicamentos que no tienen ningún efecto sobre las "neurosis obsesiva".
Por supuesto, no había manera de asegurar que me curaría utilizando
neurolépticos, ninguna posibilidad en absoluto. Fue un descubrimiento
asombroso darme cuenta de que existen personas con el convencimiento de
poder curar problemas mentales con los productos químicos. ¡Qué estupidez!
Los psiquiatras con estas ideas raras deben estar realmente locos.
En lugar de curar, o al menos aliviar mi sufrimiento, el único efecto de los
neurolépticos fue aumentarlo hasta convertirse en una verdadera tortura,
sufriendo más tarde efectos secundarios insoportables y vivir envuelto en un
profundo terror. Cuando salí del asilo, dos años después de mi locura, estaba
peor que nunca. La psiquiatría no me había ayudado. Los neurolépticos son
simplemente unos instrumentos de tortura.
Cuando me dieron de alta del asilo, mi psiquiatra me dio un montón de
neurolépticos y algunas recetas para otros más. Cuando llegué a casa lo tiré
todo al triturador de basura.
En ese momento no sabía que después de un período de tratamiento
relativamente largo de dos años, uno no debe detenerse de repente, sino de
forma gradual. Sin embargo, la repentina retirada de los neurolépticos, no me
ocasiónó consecuencias negativas.
Fue una suerte para mí que la psiquiatría aún no hubiera descubierto los
llamados efectos positivos del tratamiento de "neurosis obsesiva" con
antidepresivos. De lo contrario, probablemente habría aceptado estos
fármacos psiquiátricos porque habrían aliviado algo mis sufrimientos. No
estaría sano y habría llegado a ser un enfermo crónico y dependiente de los
antidepresivos de manera permanente. He descrito cómo me liberé de mi
"neurosis obsesiva" en otro lugar (Jesperson, 1993).
La locura no es una enfermedad que se cura. Mi locura surgió como una
llamada para buscar una nueva vida. Los tormentos que sufrí en un momento
eran, por un lado, las señales de que el estado de la vida en ese tiempo no era
bueno, por otro lado, fue la fuerza motriz que me empujó a buscar una forma
de salir de mi insoportable situación de vida, para darle sentido y encontrar
una forma de vivir auténtica. Sin esta inquietud no me hubiera movido. Las
drogas psiquiátricas hubieran bloqueado este motor y mi vida habría seguido
siendo de sufrimiento y locura permanente.

Fuente
Jesperson, Maths: "Was hilft mir, wenn ich verrückt werde?", en: Kerstin Kempker / Peter
Lehmann (Eds.): "Statt Psychiatrie", Berlín: Antipsychiatrieverlag 1993, pp. 38-40
Saliendo paso a paso

Wilma Boevink

Monstruos del pasado


Antidepresivos / Benzodiazepina-tranquilizantes: Lexotanil, Librium, Seresta,
Temesta, Valium

La historia de cómo alguien dejó de tomar drogas psiquiátricas debe


comenzar con la forma en que empezó a tomarlas. Retirarse de tal
medicación no supone simplemente liberarse física y mentalmente de ellas.
Tienes que encontrar el valor de confesarte a ti mismo cómo han sido las
cosas hasta ahora.
Hace aproximadamente 15 años los médicos me recetaron antidepresivos
porque no podían encontrar ninguna explicación física para mis síntomas.
Durante un tiempo, mientras estaba dejando la casa de mis padres y tratando
de vivir mi propia vida, sufrí pérdida severa de la audición, ruidos en la
cabeza y mareos. Ningún aparato de diagnóstico médico podría explicar los
síntomas de mi anormalidad. Por lo tanto, se concluyó que la causa era
psicológica. En otras palabras: me diagnosticaron como loca.
Lo que se suponía que los antidepresivos harían en este caso ha sido un
misterio para mí hasta hoy. No ayudaron: ni contra mis síntomas, ni contra el
creciente desaliento y pérdida de valor como consecuencia de estos síntomas.
El hecho es que estaba cada vez más y más afectada negativamente por las
cosas que sucedían en mi cabeza. Comencé a aislarme a causa de la sordera e
interpretaba los ruidos en mi cabeza. Estaba convencida de que había algo en
mí que me volvía loca y me llevaba a la destrucción. No sabía qué era
exactamente, pero sabía la razón para ello. Yo era la culpable de la miseria en
el mundo, una mala persona y como nadie hacía nada al respecto, estaba
siendo castigada por dentro.
Me quedé con la desesperanza y el miedo que sentía en ese momento
enganchada al alcohol. Todavía recuerdo que al principio, cuando los
problemas no eran tan grandes "solo" bebía por las noches. Conforme pasó el
tiempo las cantidades crecieron, las bebidas eran más fuertes y empezaba a
beber a cualquier hora del día. Al final desayunaba alcohol. Sin él no podía
funcionar. Mientras tanto, los antidepresivos habían sido reemplazados por
todo tipo de tranquilizantes: Valium (benzodiazepina-tranquilizante,
principio activo diazepam), Librium (benzodiazepina-tranquilizante,
principio activo clordiazepóxido), Seresta (benzodiazepina-tranquilizante,
principio activo oxazepam), Lexotanil (benzodiazepina-tranquilizante,
principio activo bromazepam), Temesta (benzodiazepina-tranquilizante,
principio activo lorazepam). Me puse en el camino de los tranquilizantes;
cuando tuve delirios me llevaron al médico y me recetó un tranquilizante al
que me volví dependiente, hasta el punto de tragar con alcohol un número
cada vez mayor de estas píldoras.
Por último, dentro de mis propias cuatro paredes comencé un curso de
formación y traté de poner mi vida en orden. Quería funcionar como todo el
mundo y traté de mantener mi vida. Para conseguirlo necesitaba embriagarme
con alcohol, hachís y pastillas. El efecto adormecedor era –aunque suene
paradójico– al mismo tiempo, la estrategia y la destrucción de la
supervivencia. La embriaguez me sacó de la realidad, me permitió retirarme
más y más en mi propio mundo loco y aislarme del mundo que me rodeaba.
Después de tres años me portaba como una zombi. No iba a ninguna parte,
me quedaba en la cama todo el tiempo. No comía, no hablaba y estaba casi
dormida. Solo hacía que beber, tragar las pastillas, y sumergirme en mi
mundo loco. Lo único que puedo recordar de este tiempo es mi miedo y el
olor de la destrucción que me rodeaba. Yo estaba en el control de la nada.
Hoy sé que fui perseguida por los acontecimientos de mi infancia, por mis
miedos infantiles y mi percepción borrosa de la realidad. Pero en ese
momento estaba convencida de que lo inevitable estaba ocurriendo: que era
un problema, y el problema debía resolverse. Sabía mi destino, pero no podía
mirarme directamente a los ojos e intenté todas las formas disponibles para
adormecerme con la intoxicación. Mi única motivación era no sentir nada, la
única manera de mantenerme a flote.
Cuando finalmente llegué al fondo, ingresé en un hospital psiquiátrico, era
la única salida. Sin saber realmente quién era yo, sé que en mi caso, me
ayudaron en la curación de mi dependencia. Durante mi estancia, que duró
dos años y medio, dejé la medicación paso a paso. Cuando llegué al hospital,
tuve que entregar todas mis pastillas, para que el equipo médico se hiciera
cargo de ellas, no fue fácil para mí porque las pastillas me daban la sensación
de tener algún tipo de control. Cuando las entregué; entregué todo, incluida a
mí misma.
Lo primero que hicieron mis cuidadores fue regular mi consumo de
medicamentos. Yo ya no era capaz de tragar las pastillas, cada vez que
quería, ahora tenía horas fijas, unas cinco veces al día. Me prescribieron una
cantidad mucho más grande de otro agente tranquilizante, que era mucho
menos adictivo. Al principio fue como el golpe de un martillo, estaba
dormida casi todo el día. Después, la dosis se redujo poco a poco.
Comenzaron por la mañana temprano, cuando me sentía menos mal; las
cantidades se mantuvieron sin cambios en un primer momento. Cuando todo
eso fue dando resultado se redujeron las otras dosis. Me quedé en este nivel
hasta que desaparecieron todos los síntomas de abstinencia. Tan pronto como
estuve más o menos estable, la dosis se redujo una y otra vez durante la
madrugada, cuando me sentía mejor. Así reduje el consumo hasta el punto de
tomar las píldoras solo cuatro veces al día en lugar de cinco. Luego logré
llegar de cuatro a tres veces y así sucesivamente hasta que estuve finalmente
libre de ellas. En conjunto, este proceso duró unos seis meses, tiempo no muy
largo, teniendo en cuenta que mi adicción había durado cerca de tres años.
La retirada de los fármacos no estuvo libre de problemas. En cada paso mi
cuerpo reaccionó con los síntomas de abstinencia: temblores, mareos y
agitación severa. Todo lo que escuchaba tenía un eco y había olas en todo lo
que veía. El momento más difícil era la hora antes de mi próxima "inyección"
porque sentía que estaría abrumada por las emociones en un profundo sueño
en mí misma –los monstruos del pasado– y finalmente, estar totalmente loca.
En algunas ocasiones la retirada salió mal y perdí la cabeza. No había límite
entre mi entorno y yo. Fui tragada por las imágenes y los sonidos a mi
alrededor y desaparecí en ellos. Afortunadamente siempre hubo alguien
alrededor en estos momentos para traerme de vuelta. Alguien me sujetó,
alguien me habló. Y luego, poco a poco, todo volvió a proporciones
reconocibles.
También conseguí estar libre de la adicción al alcohol durante mi
hospitalización. No era posible beber en secreto en el hospital y tuve que
dejar de tomar las grandes cantidades que estaba acostumbrada. Al principio
me permití en ocasiones una copa en un bar cerca del hospital, pero cuando
tuve que dejar las pastillas, esto terminó también. Durante muchos años, no
he bebido ni una gota por miedo a retomar mi adicción de nuevo. Tampoco
consumía drogas blandas durante este tiempo. No quería más intoxicación.
No quería correr el riesgo de deslizarme de nuevo en los carriles. Quería
mantener ambos pies en el suelo y no perder el control sobre mi vida de
nuevo. Pero yo no soy abstemia. Mientras poco a poco encontré tierra firme
bajo mis pies, la amenaza de una renovada dependencia desapareció. Con los
años he aprendido la diferencia entre "para disfrutar de una copa" y
"ahogarme en la miseria". Ahora sé exactamente cuándo es peligroso beber y
cuándo no lo es.
El proceso de liberarme de las adicciones estuvo mano a mano con
conseguir una manija en mi vida. Este es un proceso de dos vías. Yo tenía
mejor control de mi vida porque no estaba tomando más medicamentos y era
capaz de reducir mi consumo de drogas y medicación psiquiátrica porque
había ganado el control sobre mi vida. Este proceso de reconstrucción fue
posible porque me atreví a mirar hacia atrás en mi vida y hacer frente a lo que
me había sucedido. Durante años he desarrollado el coraje de enfrentar lo que
traté de cubrir con todas mis dependencias y adicciones. Luché contra los
monstruos de mi pasado. Fui capaz de hacerlo, pero primero tuve que
admitirlos y mirarlos a los ojos.
Mientras tanto, me he convertido en la dueña de mi propia vida. Entre otras
cosas, esto significa que ya no necesito tener miedo, aunque los monstruos y
las dependencias no desaparecen para siempre. Desde que me quité de las
drogas psiquiátricas hace más de diez años que no he consumido casi
ninguna. No siempre ha sido fácil. Hubo momentos en que quería ser
anestesiada, para no sentir nada por un tiempo, pero tenía claro que tomarlas
significaba tener que parar de nuevo. Las drogas psiquiátricas no resuelven
nada; solo permiten cerrar los ojos por un tiempo, así no tienes que
enfrentarte a la realidad

Katherine Zurcher

Segundo miedo
Antipsicóticos / Antidepresivos / Benzodiazepina-tranquilizantes

Fui dependiente de las benzodiazepinas durante dos décadas. Durante esos


veinte años de dependencia, ignoré y reprimí quién era yo realmente; estaba
ciega frente a la cantidad de miseria que los tranquilizantes causaron en mi
vida. Creía que los necesitaba y estaba segura de que me volvería loca si los
suspendía. Me volví loca. Durante las etapas de abstinencia, sabía que nunca
había conocido tal angustia y desesperación antes, excepto, tal vez, durante
mis primeras experiencias con la psiquiatría como adolescente.
En 1979, cuando tenía diecisiete años de edad, comencé a sufrir
sentimientos de depresión, ansiedad e inferioridad. Yo era una americana que
vivía en Suiza, lo que significaba que no tenía familia o adultos en quien
confiar, a su vez tenía mis propios problemas y mis padres los suyos.
Mis padres habían comenzado una terapia con un psiquiatra y un día les
pregunté si podía ver al mismo psiquiatra. Estuvieron de acuerdo. Pero no
tenía forma de saber que estaba cometiendo un error desastroso.
El psiquiatra me recetó antidepresivos al principio. Cuanto más iba a verlo,
me sentía peor. Al poco tiempo, tenía miedo de todo, incluso de ver a mis
amigos, hasta que ya no quise salir de mi dormitorio. En ese momento fue
cuando el psiquiatra me llevó al hospital psiquiátrico. Pensé que el hospital
me ayudaría a sentirme mejor. Eso es era lo que había aprendido que eran los
hospitales.
No pasó mucho tiempo en el hospital para me etiquetaran como
esquizofrénica y me trataran con neurolépticos y con insulina. Sentía más y
más miedo porque el tratamiento con los neurolépticos me cortó mis propios
sentimientos y motivaciones. Poco a poco sabía menos quién era yo, qué
valor tenía y cuáles eran mis posibilidades. Las drogas psiquiátricas creaban
una angustia que ardía en el centro de mi ser y que nunca antes había
conocido. Atribuí esto a mi "enfermedad mental", como los médicos me
habían convencido que hiciera.
Los efectos de la medicina psiquiátrica eran aterradores y confusos. Un día
me di cuenta de que ya no podía caminar. Seguí cayendo, incapaz de
levantarme de nuevo. A veces, la lengua se me pegaba inesperadamente en la
boca, en un espasmo tan doloroso que era imposible despegarla. Los
llamados efectos secundarios me aterraron, comenzaban abruptamente sin
aviso y con la misma rapidez desaparecían. Una vez me encontré
arrastrándome sobre mis manos y rodillas hacia la habitación, desesperada
por llegar a la cama y esconderme. En otra ocasión, con la lengua fuera de la
boca, buscaba por todas partes a la persona loca que supuestamente era yo.
Otra vez, noté cómo un líquido blanco salía de mis pechos. No sabía lo que
me estaba pasando. Abordé al médico por el pasillo, y se lo comenté. Ordenó
a una enfermera que me llevaran a un ginecólogo. El ginecólogo examinó mi
cuerpo de una forma grosera y de correprisa. Antes de que pudiera explicarle
que solo quería preguntar sobre el líquido blanco que salía de mis pechos ya
tenía el espéculo frío dentro de mí, y cuando por fin pude decírselo, dijo que
era "leche" y la desestimó como un efecto secundario de los medicamentos
psiquiátricos. El psiquiatra me había hecho pasar este examen humillante y
atemorizante cuando podía haberme dicho lo mismo. Me sentí traicionada y
enojada.
Decidí no tomar los medicamentos psiquiátricos si causaban esas cosas tan
extrañas que me sucedían. Todos los días me daban varias pastillas. No sabía
lo que eran, ni cuál de ellas causaba los efectos secundarios, pero sospechaba
de una gran píldora naranja y comencé a tirarla a la basura todos los días. Se
lo dije al doctor y como no sabía qué píldora era a la que me refería, me llevó
a la farmacia, abrió un armario grande, sacó una docena de frascos de
pastillas y me las mostró, preguntándome cuáles me dieron. No me mostró la
de color naranja, pero misteriosamente al día siguiente había desaparecido de
mis pastillas.
Un día me dijeron que iría a hablar con un profesor. Estaría en exhibición
frente a diez o 15 psiquiatras residentes mientras que el profesor me hacía
preguntas. Ese día tuve cuidado especial con mi ropa y maquillaje. Pero
como el "importante profesor" preguntaba y los demás escuchaban, entendí
que no importaba lo bien que estaba vestida o cómo tenía mi cabello. Todos
me vieron como un caso mental y todo lo que dijera se interpretaría bajo esa
luz.
Cuando me preguntó qué es lo que pensaba que no iba bien en mi vida le
hablé de mi vida familiar y del problema con el alcohol de mi padre. Los
demás miraban. Me puse a llorar incontrolablemente. Pero en lugar de tener
en cuenta y tratar los problemas que yo estaba exponiendo, el profesor solo
me recomendó una terapia de insulina.
¿Por qué mis padres y yo verdaderamente creíamos que la psiquiatría
podría ayudarnos? Porque creer en las etiquetas psiquiátricas y sus
tratamientos químicos es mucho más fácil que echar mano a los sentimientos
y la verdad, más fácil que examinar los problemas de la familia, más fácil que
encontrar compasión y aceptación. Y sin embargo, mi familia y los
profesionales de salud mental han tratado estas cosas, cuando podrían haber
ayudado a encontrar un sentido de mi valor propio.
El tratamiento con insulina consistía en ponerme inyecciones cada mañana,
mis muslos quedaron cubiertos de moratones. Después de unos cuarenta y
cinco minutos en los que me gustaba leer o tratar de escribir en la cama,
comenzaba a temblar incontrolablemente, de una forma tan violenta que ya
no podía ver la página que estaba leyendo. Una enfermera llegaba con una
bandeja de alimentos muy azucarados. Después de tomarlos caía en un sueño
profundo durante horas y horas. Eso significaba que por la noche a menudo
tenía problemas para dormir y, a veces, cuando esto sucedía, la enfermera de
la noche me daba más alimentos azucarados. Estaba cada vez más y más
gorda. Incluso pude ver que esta terapia tendía a hacerme actuar de forma
extraña. Me reía mucho de cosas muy tontas. Disfrutaba jugando bromas. Un
psiquiatra venía cada mañana y me hacía preguntas. Reía y lloraba sin ningún
sentido en absoluto. Una vez rompió accidentalmente el respaldo de su silla,
me dio un ataque de risa que lo hizo levantarse e irse.
Durante los siguientes cuatro años estuve entrando y saliendo del hospital,
tomando las drogas psiquiátricas que dañan el cerebro. Los neurolépticos,
benzodiazepinas y antidepresivos. Yo todavía era dependiente, y estaba
viviendo con mis padres. Mi personalidad cambió aún más. Traté de cortarme
las venas varias veces, tenía arrebatos de ira. Ahora sé, que la medicación
psiquiátrica, que se suponía me iba a estar ayudando, estaba causando que
actuara de esta manera.
Mi mal afecto necesitaba un sentido para mi propia existencia. La única
manera de conseguir esto era acostarme con cualquier hombre que me
recogiera para tener sexo. Siempre bebía alcohol para hacer esto, porque era
demasiado tímida. Mostré mucho odio conmigo misma, me doy cuenta ahora
al dejarme ser utilizada por los hombres de esta manera. Algunos de ellos
eran bastante crueles y podrían haber sido peligrosos. Sin embargo continué
este comportamiento compulsivamente, a pesar de tener poco o ningún placer
sexual. Supongo que estaba esperando encontrar a alguien que me amara. Fui
muy afortunada en el momento en que conocí a un hombre que me cuidaba y
quería una relación duradera conmigo. (Todavía estoy casada con él.) Salí del
hospital y me fui a vivir con él. Me rogaba que dejara las drogas psiquiátricas
y finalmente lo hice. Todavía estaba muy preocupada y molesta, pero me
sentía mucho más feliz. Después de estar varios meses ansiosa e intolerable,
acepté las benzodiazepinas que me dio el psiquiatra. A partir de entonces, las
tomé todos los días durante años y años.
Mi situación mejoró. Me las arreglé para conseguir un trabajo y vivir como
todo el mundo, a pesar de que aún tenía sentimientos de inferioridad.
Calmaba la ansiedad y el estrés con tranquilizantes. Después de diez años de
esta dependencia logré dejar de tomarlos. Mi marido y yo fuimos a vivir a
California durante un año. El ambiente era mucho más relajado allí y creo
que eso me ayudó mucho. También hice ejercicios de yoga todos los días,
con el fin de aliviar la tensión física que sentí durante la retirada.
Experimenté un poco de rabia irracional y ansiedad, pero al cabo de unos
meses me sentí mucho mejor.
Sin embargo, cuando mi marido y yo volvimos a Suiza un año más tarde,
empecé a tener una intensa ansiedad y mareos. Una vez más era incapaz de
relajarme. Realmente nunca había aprendido a relajarme porque los
tranquilizantes siempre lo habían hecho por mí, así que tuve una tendencia (a
menudo se encuentran en personas con baja autoestima) a esforzarme
demasiado, tratando de ser la perfecta ama de casa, la empleada perfecta.
Incapaz de vivir con el vértigo y la ansiedad, fui a ver a un médico que me
recetó benzodiazepinas de nuevo. Me desmoroné. Me hizo sentir que nunca
sería capaz de vivir como una persona normal y siempre necesitaría
tranquilizantes. Y así, los tomé durante diez años más, durante los cuales he
sufrido cada vez más de mareos, agorafobia, ansiedad, pesadillas, tensión y
fatiga.
Yo no sabía entonces que los tranquilizantes estaban causando lo que ahora
sé que se llama "la ansiedad de rebote". En los últimos años muchas veces he
leído relatos de personas que toman tranquilizantes y que sufren de estos
síntomas. Curiosamente, la agorafobia, el miedo a salir de casa, o estar en un
lugar público, es muy común entre quienes toman benzodiazepinas. Supongo
que es lógico, dado que estos tranquilizantes causan síntomas que pueden ser
muy atemorizantes en lugares públicos. Los psiquiatras suelen buscar oscuras
razones psicológicas para la agorafobia. Sé que es causada por una reacción
muy normal del cerebro a lo que se ha percibido en el pasado como una
situación peligrosa. Creo que lo mismo ocurre en los ataques de pánico.
Me negué a aumentar mi dosis, cuando el doctor me dijo que esto podía
ayudarme, pero de hecho, exigí en un momento que me la aumentaran. Mi
cerebro, mi cuerpo, había estado tratando de compensar "la tranquilización"
al volverse hipersensible y por eso sufrió más y más. A menudo me sentía
como si estuviera en un barco que se mece, o que me hundía en el suelo, a
veces, como si estuviera flotando a varios metros por encima del suelo. Cada
movimiento de la cabeza o el movimiento de los objetos que me rodean me
producían un intenso mareo. A menudo, he visto objetos inmóviles en
movimiento; esto afectaba mucho mi confianza, me tensionaba
constantemente y me hacía demasiado prevenida. Estaba cansada tanto de mí,
que me pasé un montón de tiempo en descanso, me preocupaba sin cesar
sobre lo que podría ser la causa. Fui a decenas de médicos en busca de ayuda.
Tenía docenas de pruebas realizadas. Los médicos nunca sugirieron ni una
sola vez que lo que estaba experimentando podría ser causado por la droga
que estaba consumiendo.
A veces me sentía que no podía soportarlo más y debía renunciar. Todo lo
que quería era acostarme y morir, simplemente dejar todo. Pero una parte de
auto-conservación en mí, me dijo que debía evitar esto a toda costa. Sabía
que si me daba por vencida, los psiquiatras, probablemente se harían cargo y
podía terminar en el hospital otra vez, así que trabajaba todo el día a pesar de
estar mareada, aunque estaba tensa y me sentía inferior a todo el mundo; a
menudo tenía miedo de salir de mi oficina simplemente por caminar en el
pasillo hacia el baño, o me aterrorizaba ir al supermercado. Seguí
esforzándome. Tomé tranquilizantes para hacer frente a muchas situaciones.
Cuando los tranquilizantes hacían su efecto calmante planeaba cada tarea
atemorizante (había tantas que estaba asustada). Por otro lado, también estaba
muy apenada por tomar tranquilizantes y esconderme para hacerlo. Me sentía
como una adicta vergonzosa a las drogas.
A mis treinta años de edad, por fin empecé a reducir la dosis de
benzodiazepinas. Me encontré con un terapeuta que no era médico ni
psiquiatra. Utilizó la sofrología (disciplina consistente en un conjunto de
técnicas o métodos de relajación y de modificación de estados de
conciencia), relajación, visualización, programación neurolingüística y otros
métodos. Su compasión y respeto, fue lo que más me ayudó. Me dijo algo
muy simple que nadie había pensado nunca decirme antes: mis sentimientos,
mis opiniones, mis valores son los más importantes, los más válidos y la
única verdad para mí. No había ninguna "loca" o "normal" o "inferior" o
"superior", era solo yo. Pero mi terapia con este hombre despertó un montón
de viejos miedos, ira y resentimiento que concluyeron en una terrible lucha
con mi inconsciente. Al mismo tiempo, comencé drásticamente a cortar los
tranquilizantes. Sufría de abstinencia, lo que provocó que mis síntomas
empeoraran, causando nuevas y aterradoras sensaciones de irrealidad que
parecían realmente una verdadera locura.
Lo peor era que estaba dudando de mi propia mente, porque cuando se
pierde la confianza en los propios pensamientos, te sientes como si hubieras
perdido todo de ti mismo. Yo estaba constantemente cuestionando mi
cordura. Un médico general al que había consultado, quería que tomara
antidepresivos. Dijo que estaba en medio de un ataque de nervios, pero me
negué. De manera perversa, fui a ver a un psiquiatra y neurólogo. Era como si
en cierto modo, "me entregara" a la psiquiatría. Le dije al neurólogo que tenía
mareos y una sensación de oscilación prácticamente todo el tiempo, le conté
también mi ansiedad, la sensación de flotar encima de la cama por la noche y
escuchar ruidos extraños en los oídos; a su vez él no atribuyó esto a la
retirada de los tranquilizantes, dijo que se trataba de rasgos psicóticos y que
los neurolépticos me podían ayudar. Yo estaba muy asustada para tomar
neurolépticos de nuevo. Todavía recordaba los efectos adversos que habían
causado en mi juventud. Pero él dijo que me ayudarían a dejar las
benzodiazepinas y como no había nada que yo quisiera más que eso, decidí
tomar neurolépticos durante dos semanas.
A pesar de que me recetó una dosis muy baja de neurolépticos, generaron
en mí una peor sensación de ansiedad. Era como si supiera qué realidad había
existido para mí una vez, pero era incapaz de experimentarla. Esta fue la
sensación más terrible que jamás había conocido y estaba segura de que esta
vez sí que estaba verdaderamente loca. Estaba terriblemente asustada de que
el neurólogo y los psiquiatras siempre habían tenido razón. Yo era una
psicópata, una esquizofrénica, un ser humano defectuoso, un ser incapaz de
tener cordura, una máquina cuyos cables se habían cruzado. No había
esperanza ni manera de sentirse mejor.
Mi compasivo terapeuta sin embargo, fue capaz de calmarme. Se
decepcionó un poco por haber ido a un psiquiatra y neurólogo, pero me
ayudó a entender que yo había regresado a estos profesionales porque tenía
algo que aprender de la experiencia. Tuve viejas heridas que necesitaba sanar
y parar la rabia largamente reprimida que no había expresado. Me ayudó a
entender algo importante: el daño que hace el creer en las etiquetas
psiquiátricas como la "esquizofrenia" y lo que había hecho en mí. Y de
repente, yo estaba segura de un hecho fundamental: No importaba cómo los
psiquiatras llamaban a mis problemas y lo que pensaban que deberían hacer
acerca de mis dificultades, lo cierto es que eran incapaces de ayudarme y me
habían dañado enormemente. Fue esta la conciencia que finalmente me liberó
de tomar consejos de psiquiatras o médicos y me ayudó a través de la terrible
etapa de retirada final.
Retirada
Yo era consciente, por supuesto, de que tenía muchos problemas emocionales
en mi pasado que debía trabajar, pero por ahora, tenía que concentrarme en
conseguir superar cada día sin dejar que la tensión se acumulara en un grado
insoportable. Pasé por un período que ahora pienso como mi etapa "¿Y qué?"
En todo caso, cualquier persona o cualquier pensamiento que comenzara a
hacerme sentir mal o indigna simplemente decía "¿Y qué?" Si algo me
producía agitación o estrés repetía simplemente: "Me niego a enojarme por
esto."
Hice todo lo posible para relajarme a mi manera y aceptar todo lo que
venía. Iba dejando los tranquilizantes. Esa fue mi más alta prioridad. No
dejaría que nada me angustiara. No podía permitirme ese lujo.
Mis síntomas de abstinencia eran sencillamente los mismos que siempre
había tenido al tomar tranquilizantes, pero aún más exagerados. Tengo
algunos libros de ayuda en mi poder que me había comprado años antes en
los Estados Unidos. Uno de ellos llamado "Peace from nervous suffering"
(La paz del sufrimiento nervioso), escrito por una mujer australiana, la
doctora Claire Weekes. Lo había leído antes de esto, pero seguí dependiendo
de tranquilizantes al intentar seguir sus consejos. Esta vez estaba decidida a
tener éxito conmigo misma...
La Dra. Weekes tenía tantos pacientes con síntomas similares a los míos
que me hizo preguntarme ¿cómo podía ser posible que todos los médicos que
consulté en mi vida parecieran estar tan familiarizados con ellos? Todos mis
síntomas estaban descritos en este libro. Con alivio, he leído la "sensación de
cabeceo, balanceo, o de ser empujado a un lado mientras camina" (Weekes,
1972, p. 2). He leído los relatos de personas que sintieron abarrotada la acera
mientras caminaban, y de los pacientes tan preocupados por si tenían un
tumor cerebral, una enfermedad mortal o la locura. El libro describe el
aumento de la ansiedad y de la intensidad de los síntomas al despertar que a
menudo había experimentado. Qué alivio era leer que otras personas han
experimentado las mismas sensaciones aterradoras que yo tenía, y que estos
sentimientos eran reacciones perfectamente normales al estrés y la ansiedad.
Según la Dra. Weekes, había millones de personas que han sufrido esto como
una "enfermedad nerviosa", como ella lo llamaba. ¿Por qué nunca había
conocido a un médico que me hubiera dicho por lo menos esto? Quizás me
hubiera ayudado a sentirme menos sola y loca.
La doctora Weekes explica los orígenes de todos los síntomas nerviosos;
debilidad en las piernas, dificultad para tragar, agorafobia, incluso las causas
de la obsesión, la desintegración de la personalidad, la pérdida de la
confianza, la agitación, la sensación de irrealidad, pensamientos grotescos, la
depresión, todo de una manera que era tan absolutamente lógico,
comprensible y tranquilizador. Según ella, la causa principal de todo este
sufrimiento era muy simple: "sensibilización".
La doctora Weekes define la sensibilización como: "Un estado en el que
los nervios están condicionados a reaccionar ante el estrés de una manera
exagerada" (ibíd.). Ella habla de sus muchos pacientes cuyos nervios les han
jugado varios trucos. Sus nervios, explica, estaban "bien engrasados" y
"disparan fácil" siempre estaban listos para responder al menor estímulo con
una rapidez alarmante. Sus pacientes estaban alterados por la tensión real en
sus vidas, y tal vez aún más molestos por los síntomas de este estrés. Lo que
es más, les preocupaba que estos síntomas pudieran empeorar. Habían
añadido el miedo a la tensión sobre el estrés. Se habían convertido en
nerviosismo enfermo. Todo esto era inmensamente tranquilizador para mí.
Yo ya sabía que tomar tranquilizantes y neurolépticos, causa que una persona
se vuelva más sensible, debido a que el cerebro crea nuevos receptores para
compensar los bloqueados por el fármaco. Me di cuenta de que yo había
estado exacerbando el problema por mi propio miedo a lo que me estaba
pasando.
La Dra. Weekes explica:
"Es extraño cómo mantenemos un control sobre nosotros mismos al
estar preparados para liberarlo. No podemos mantener un tipo de
agarre aguantando la tensión, como muchos suponen. Por estar
abandonándonos a lo que nuestro cuerpo puede cuidar y hacer,
liberamos la tensión que fatiga los nervios que controlan los
músculos y los vasos sanguíneos, para que recuperen su capacidad
de funcionar con normalidad, la fuerza vuelve poco a poco." (ibíd.,
p. 39)
En casi todas las situaciones ahora, me di cuenta, me iba a retirar el miedo a
las sensaciones físicas que estaba experimentando, añado lo que Claire
Weekes llama "segundo miedo", generando desconcierto y miedo a las
reacciones que mi cuerpo tenía frente al estrés, esas reacciones eran
fácilmente provocadas porque mis sentidos estaban finamente sintonizados a
ellos. Cuando tuve incluso un mareo leve, la decepción y el temor me podían
abrumar. Esto ha estado sucediendo desde hace tanto tiempo que se había
convertido en un acto reflejo. No es de extrañar que estuviera en esa
condición miserable, pensé, pues estaba añadiendo énfasis al estrés sobre el
estrés, el miedo al miedo, a tal punto que incluso la relajación se había
convertido en algo alarmante para mí porque ¡me sentía caer!
Algunos valiosos consejos de la doctora Weekes:
"Debe estar preparado para aceptar el final. Practique la aceptación
de todos sus síntomas hasta que incluso el pánico no genere ninguna
amenaza para usted. Esté preparado para pasar por lo peor, con
aceptación." (ibíd., p. 148)
Comparo esta aceptación a la lección más dura que un piloto de avión tiene
que aprender. Cuando el avión entra en una caída, debe resistir la tentación de
inclinar las alas en la dirección opuesta. "Para esbozar lo que puede ser fatal.
Para ir con la caída debe planear y recuperar el equilibrio." (ibíd., p. 65)
Aplicar esto a mi mareo era una de las cosas más difíciles que hice. Tuve que
aprender a dejar que el mareo apareciera sin luchar en su contra aprender a
"caer en él"y pasar a través de él. Para mí, esto era tan espantoso como caer
en un avión.
La doctora Weekes también advierte acerca de dejar que los contratiempos
generen una completa desesperación, me di cuenta que yo había hecho esto
muchas veces. Los contratiempos, explica, son inevitables; deben ser
aceptados y superados con la mayor calma posible.
"Se desvanecen poco a poco de la escena cuando ya no se les teme;
pierden su sentido y ya no son verdaderos contratiempos sino los
recordatorios de la forma en que una vez se sufrió y lo mucho que
has progresado." (ibíd., p. 182)
Me di cuenta de que tenía que aceptar mis mareos plenamente y estar
dispuesta durante los ataques de vértigo, a caer al suelo si era necesario. Se
había convertido en un hábito profundamente arraigado el ir en tensión por la
vida, tratando de mantener mis manos quietas, corriendo para llegar de la
peor forma y terminar lo más rápidamente posible. Era inevitable que iba a
volver a caer en ese tipo de reacción tensa muchas veces antes de que
realmente dominara la aceptación. Pero seguí en ello. Tuve que aprender a
aceptar el fracaso también, sin sentirme destruida, aunque el mareo regresara
a pesar de mi perseverancia.
Cuando me despertaba por la mañana y sentía cómo iniciaba el
movimiento de balanceo hacia arriba, me esforzaba al máximo para no estar
afectada por ello. Cuando me levantaba de la cama y me sentía caer hacia la
derecha, como de costumbre, lo aceptaba totalmente, me apoyaba en él,
respiraba profundamente y dejaba de sentirme mareada. En cada paso que
daba era capaz de relajar mis músculos, aceptar el suelo jadeante, el zumbido
en los oídos, las palpitaciones o cualquier síntoma de mi cuerpo lleno de
adrenalina. Cuando tenía un pensamiento extraño o feo, lo aceptaba también
en lugar de estar desconcertada por su reaparición. Finalmente me di cuenta
de que muchos pensamientos volvieron al mismo estímulo, era solo un
recuerdo, un hábito que mi mente cansada y asustada, no podía dejar de lado.
Cuando salía a la calle, a mi trabajo o al supermercado, dejaba de tratar de
controlar mi miedo, acepté el hecho de que tenía que venir, incluso le daba la
bienvenida, porque significaba que tenía la oportunidad de practicar flotando
a través de él.
Hice regularmente ejercicios de relajación, generé el hábito de respirar
profundamente y con calma en todas las situaciones. Sorprendentemente
pronto, mi mareo disminuyó en intensidad y en solo unas pocas semanas,
dejé de tener miedo de ir al supermercado, o a cualquier otro lugar. Antes de
salir, ya no tenía ese miedo en la parte superior de la escalera; ya no tenía que
planear comidas con días de antelación, porque me sentía libre de ir a la
tienda en cualquier momento. En realidad ¡tenía ganas de ir allí!
En cuestión de semanas también, ya no sentía la silla en la que estaba
sentada, en subir y bajar, rara vez sentía palpitante el pavimento, y si lo hacía,
era una advertencia para mí de que me estaba poniendo muy tensa, e
inmediatamente dejaba ir mi tensión. He encontrado, a medida que pasaba el
tiempo, el movimiento de mecedora que solo sentía cuando estaba muy
ansiosa o acostada. Sin embargo, si no me preocupaba por el movimiento de
balanceo, concentrándome solo en la respiración y en la relajación de los
músculos, generalmente me quedaba muy tranquila y en paz durante algún
tiempo.
El relato anterior de cómo me las arreglé para pasar a través de la retirada
los fármacos, puede hacer creer que fue muy fácil de hacer. Pero no lo fue. Si
los síntomas físicos eran desgarradores, los síntomas psicológicos eran aún
peor. Me sentí muy loca e insegura y sentía hacia mí misma odio y
vergüenza. Durante varias semanas no pude dormir más de cuatro horas. Pero
aprendí una valiosa lección. Me enteré que, incluso sin dormir mucho, uno
puede todavía funcionar y a veces incluso ayuda estar cansado, porque uno
solo no tiene la energía para estar ansioso durante el día. Para ayudarme a
conciliar el sueño, he usado una técnica de meditación que consiste en
"presentar" mis pensamientos en tres categorías: pasado, presente y futuro.
Esto ayuda enormemente a la mente vacía a descansar de esta manera.
También usé la respiración profunda y me concentré en relajar cada músculo
de mi cuerpo.
Cuando logré dejar los tranquilizantes durante un mes, estaba eufórica. No
estaba tomando tranquilizantes y ni tenía agorafobia ni prácticamente mareos.
¿Qué tienen que decir los médicos sobre esto? Sentía que había ganado.
También sabía que había bajado al infierno y que estaba de regreso.
Me quedé sorprendida por lo bien que me sentía. Tenía más energía y
entusiasmo. Físicamente me sentí mucho más joven. Lo más sorprendente
para mí fue que todavía tenía todos mis síntomas. Pero ahora estaba normal, o
casi normal, en intensidad. Así como el libro de Claire Weekes me había
tranquilizado, todas las reacciones y emociones habían sido normales,
exageradas por la sensibilización.

No más médicos
En total, tomé benzodiazepinas durante veinte años en los que había visto a
muchos médicos; algunos me despreciaron por ser dependiente de los
tranquilizantes, otros me los recetaron libremente, y otros me los dieron en
cantidades tan pequeñas que me vi obligada a visitar sus consultas varias
veces al mes. Esto era humillante y atemorizante porque los necesitaba;
estaba muy mal y me preocupaba que el médico de repente decidiera
cortarme el suministro. Una vez, un ginecólogo me dijo que yo no merecía
tener hijos porque era dependiente de los tranquilizantes. Al final resultó que
nunca fui capaz de tener hijos, realmente no quería tenerlos. Para mí la vida
era demasiado sufrimiento. ¿Por qué iba yo a querer traer a una vida así a una
persona a la que quiero mucho? Ninguno de los profesionales de la medicina
a los que acudí, admitió jamás que sus colegas me hubieran metido en esta
adicción. Solo fui capaz de dejar los tranquilizantes por completo cuando me
enojé tanto con todos los psiquiatras y los médicos –hasta los que jamás había
conocido– que me prometí no volver a depender de ellos de nuevo. Prefería
morir antes que ver a un médico, y ya han pasado dos o tres años que no veo
a ninguno por algún motivo.
¡Nunca estaba enferma! Me sentía mejor y mejor. Ya no tenía ansiedad
cuando me despertaba por la mañana. Estaba libre de la "ansiedad de rebote".
Por fin pude ganar la confianza que nunca había aprendido a tener. Sé
relajarme y superar el mareo con la autoconciencia. He aprendido a
aceptarme a mí misma, salir y conocer gente sin encubrimientos de ninguna
clase o actuando con un falso yo. Aprendí a dejar de preocuparme de lo que
otros pensaban, que yo debería ser o hacer. Incluso me las arreglé para
¡perder 17 kilos! Por fin, me estaba convirtiendo en mí misma otra vez.
Parece increíble para mí ahora, cuando me acuerdo de mi primera
hospitalización, que una chica joven, con un padre alcohólico, fuera
diagnosticada esquizofrénica sin tener en cuenta los antecedentes y
problemas dentro de su familia. Mi padre me estaba mostrando que el alcohol
era la manera de superar los problemas y los psiquiatras me estaban
mostrando lo mismo. Ellos simplemente reemplazaron el alcohol con
tranquilizantes. Los he usado a menudo a pesar de que era consciente de los
peligros que entraña la mezcla de alcohol con las drogas psiquiátricas. El
tratamiento con insulina me hizo engordar mucho al igual que los
neurolépticos que también me generaron espinillas. Una adolescente necesita
sentirse bien consigo misma. Era casi como si estuvieran tratando de darme
una mala autoimagen. Ninguno de ellos pensó lo que me ayudaría el ganar
autoestima o desarrollar mis talentos. Por el contrario, me hicieron sentir aún
más inferior y defectuosa. Me hicieron perder veinte años de mi vida,
sintiéndome como un caso mental inferior, incapaz de vivir sin drogas
psiquiátricas y de hacer ninguna contribución valiosa a la sociedad.
Hoy en día cuando cuento esta historia, incluso los profesionales de la
salud mental se sorprenden de que yo siempre me considerara esquizofrénica.
De adolescente era muy triste, asustada y tímida. No hace mucho, el
psiquiatra que me conocía cuando era adolescente, dijo que se había
equivocado en mi diagnóstico como esquizofrénica a los diecisiete años. Por
lo que yo pude ver, la única base de su juicio acerca de que nunca había sido
esquizofrénica, era que yo había logrado mantener un trabajo y seguir casada
durante tanto tiempo. Parecía pensar que el diagnóstico equivocado no había
sido un grave error de su parte. Ni siquiera se había dado cuenta de que he
vivido durante veinte años en una vergüenza casi paralizadora, en secreto y
en soledad, dudando si estaba o no estaba loca y con una dependencia feroz
que drenaba mi autoestima diariamente.
A pesar que he superado muchos de mis problemas, quizás nunca podré
erradicar totalmente la duda de que algo anda mal por mi cerebro por todos
los medicamentos que he consumido. Todavía tengo dificultades con la
memoria y la concentración; por lo que he leído es una de las cosas que el
uso prolongado de las benzodiazepinas puede causar. Esto me inhibe en
muchas áreas de mi vida. Continúan la hipersensibilidad, la tensión y los
mareos de vez en cuando, aunque he aprendido a relajarme y vivir con ellos
menos temerosa. A veces me preocupa que haya un daño cerebral
permanente debido a las drogas. Además, nunca me sentiré totalmente a
gusto con estar cerca de otras personas que no han experimentado el
tratamiento psiquiátrico, porque nunca podrán entender este sufrimiento. A
menudo me guardo mi historia en secreto porque todavía hay muchos
prejuicios por haber sido catalogada como una "enferma mental", a menudo
me guardo mi historia en secreto.

Fuente
Weekes, Claire: "Peace from nervous suffering", Nueva York: The Book Service 1972

Bert Gölden

Con paciencia
Antipsicóticos: Melleril, Truxal / Antidepresivos: Anafranil, Equilibrin,
Ludiomil, Saroten, Sinquan, Tagonis, Tofranil / Benzodiazepina-
tranquilizantes: Tavor

En mi infancia –desde que nací– He tenido problemas de conducta y


pensamientos obsesivos. La manifestación más evidente es una compulsión
obsesiva por la limpieza. Mi condición fue diagnosticada por primera vez
cuando tenía dieciocho años.
En ese momento el tema de la "obsesión" era relativamente desconocido y
no se había investigado en los círculos profesionales. Me encontré con un
gran grado de incertidumbre sobre el diagnóstico de los especialistas. Por lo
tanto, los medicamentos psiquiátricos eran el único tratamiento utilizado.
Tomé las siguientes drogas psiquiátricas por más de veintiún años: Tavor
(benzodiazepina-tranquilizante, principio activo lorazepam), Tofranil
(antidepresivo, principio activo imipramina) y Saroten (antidepresivo,
principio activo amitriptilina). Muchos otros medicamentos fueron prescritos
de forma experimental y los desagradables efectos secundarios fueron graves.
Al recetarlos dijo el doctor: "Los medicamentos prescritos no causan efectos
secundarios dañinos y se pueden tomar a largo plazo, sin riesgo." Yo era
joven entonces y confiaba ciegamente en el especialista, lo que más tarde se
convirtió en un gran error. El uso de Tavor me llevó a la conocida y esperada
"dependencia y adicción", que debe ser tomada en serio. Años de uso,
finalmente fueron deteriorando gradualmente mi personalidad.
Desde entonces, me gusta llamar a las benzodiazepinas el opio del pueblo.
El uso de estas "píldoras de la felicidad" tan solo creaba una armonía
artificial. La causa de mis problemas se mantuvo oculta y nunca fue tratada.
Al final, deambulé por un camino largo y solitario para romper mi
dependencia de los tranquilizantes. Los médicos solo estaban preparados para
hacer frente a la retirada de los medicamentos bajo el régimen de
hospitalización, con el fin de prevenir los síntomas de la abstinencia,
especialmente el choque. Desde que he dejado de tomar las drogas
psiquiátricas, que son inútiles para mí, tengo una impresión más segura de mí
mismo frente a otras personas.
Pero antes de entrar en los detalles de mi abandono exitoso de los fármacos
psiquiátricos me gustaría comentar sobre mi condición conocida como:
"estado obsesivo", de la que hay diversas formas. Como he mencionado
anteriormente, yo sufría de una obsesión crónica por la limpieza asociada con
una obsesión por el control y pensamientos obsesivos. Un estado obsesivo se
caracteriza por pensamientos constantes y recurrentes, intrusivos y no
deseados, así como por la realización de acciones irracionales, ritualizadas y
repetitivas que se llevan a cabo, sin ningún tipo de resistencia o juicio
interior. El reconocimiento por parte del "paciente" sobre la inutilidad de los
pensamientos y las acciones también es una característica del diagnóstico.
Las obsesiones son condiciones que llevan mucho tiempo y que también
puede conducir a síntomas de ansiedad y depresión. La obsesión por la
limpieza, se activa a través del miedo al contacto y pasa a primer plano una
asociación con ciertos objetos o situaciones. En lugar del miedo, aparecen en
primer lugar sentimientos de disgusto, tal vez al tocar las manillas de las
puertas, cuando existe el temor de que pudieran estar sucias. En tales
situaciones regularmente experimento el deseo de lavarme las manos una y
otra vez. A veces es necesario jabón y enjuagarme dos o tres veces. Los
picaportes u objetos similares deben limpiarse regularmente con un paño
húmedo. Estos momentos difíciles son a menudo acompañados por
pensamientos obsesivos y de control. Después de cada tarea completada
tengo que revisar y reflexionar sobre todos los detalles posibles. Ejecuto la
tarea que acabo de concluir por mi mente como si fuera un sueño. Solo
entonces puedo considerar el trabajo completado y comenzar algo nuevo.
Esto perjudica gravemente mi rutina diaria; la enfermedad también tiene un
efecto negativo en mi trato con otras personas, mi tiempo libre y mi trabajo.
Las "camisas de fuerza químicas", mejor conocidas como medicamentos
psiquiátricos, se recetan con demasiada facilidad por muchos de nuestros
profesionales de la medicina clásica. Estos regularmente causan daño
orgánico grave, a menudo permanente. También sufro de depresión y de
ansiedad existencial. Me prescribieron Tavor para tener calma interior y
poder hacer frente a varios de mis temores. Los tranquilizantes alivian la
ansiedad y son calmantes, pero no mejoran la depresión. La ansiedad y la
agitación se hicieron soportables por las drogas y por tanto, indirectamente se
reforzaron, pero a través de todos los años la causa de mi situación se
mantuvo oculta. Hoy en día, cuando ya no tomo drogas psiquiátricas tengo
ansiedad. He sacrificado veintiún años valiosos de mi vida esperando
inútilmente una mejora o una cura. Me encuentro en el principio otra vez y
tengo que encontrar una nueva forma de tratamiento con la diferencia de que
ahora me niego a las drogas psiquiátricas y solo sé que funcionará con una
terapia específica que sea adecuada para mí.
Las drogas psiquiátricas me han causado un gran dolor mental y me han
llevado hacia el aislamiento. La recompensa fue un caos social e incapacidad
para trabajar, la cual tengo que lidiar con mi propia empresa, porque yo no
estoy dispuesto a aceptar esta situación. Debido a mi uso de drogas
psiquiátricas, mi vida se ha caracterizado por una sensación permanente de
ausencia y frialdad interior. "El comportamiento normal" frecuentemente es
muy distinto. Los sentimientos, la expresión de los ojos, la impresión general
hecha y aspecto externo están deteriorados en un grado sorprendente. A lo
largo de los años nunca pude desarrollar sentimientos afectuosos. No tenía
amor propio ni, por supuesto, amor por los demás. Me las arreglé con los
primeros cambios de esta situación con la fundación de un grupo de
autoayuda para personas que sufren de obsesiones. Este fue el primer paso en
una nueva etapa de mi vida; pero el camino aún fue largo y pedregoso. En mi
opinión, la mejor medicina para el alma y la psique de una persona es una
vida equilibrada, llena de amor, armonía, seguridad y reconocimiento. El uso
de drogas psiquiátricas lleva a todo lo contrario, es decir, a la soledad, el
aislamiento, el rechazo. Los años de consumo de estas sustancias
confirmaron mi auto-imagen como un perdedor y un fracasado.
Qué pasó en el tiempo – La destrucción sistemática
Durante los años 1990/91/92 el destino me dio unos golpes tan severos que
fueron el detonante para que dejara los medicamentos psiquiátricos. Después
de años de desempleo, mi esposa pidió el divorcio. Comencé a luchar para
conservar el hogar que amaba. Durante este período realmente difícil, fui
llevado a la Rheinische Kliniken (Clínicas Renanias), en la región donde
vivo en Alemania, bajo el cuidado de mi neurólogo y autoridades relevantes –
lo que indica que estaba pensando en el suicidio. Fui en ambulancia, con
policía a mi lado y esposado. La destrucción de mi existencia a través de esta
intervención desconsiderada fue inevitable y perfectamente legal.
Un neurólogo experimentado no habría permitido que un error tan
profesional se produjese. Alguien que sufre de obsesión por la limpieza no
debe, bajo ninguna circunstancia, estar enclaustrado en un bloque o sala de
psiquiatría, porque su estado es generalmente antihigiénico y catastrófico;
estar allí encerrado solo puede conducir a un grave empeoramiento de su
condición. Así, por ejemplo, solo había un inodoro y por lo tanto no podía
evitar la situación de encontrar excrementos al lado de la taza del wáter
cuando usaba el baño. También tenía que utilizar –bajo la amenaza de
"Habrá golpes si dices lo que pasa"– un lavamanos después de que alguien
se había orinado en él. Otra situación de estrés adicional fue que por ser un
no fumador no podía alejarme del humo y sufría alergias, aparte de que para
mí el humo representa otro factor de suciedad. Esta situación también es
perjudicial para más personas con otros diagnósticos que han sido encerrados
por la fuerza y también deben tenerse en cuenta.
Solo catorce días en esta sala de admisiones fueron suficientes para
reducirme a un estado de parálisis. La administración forzada de varios
fármacos psiquiátricos me remató. Mis últimas reservas de energía se habián
agotado. Dice en mi informe de alta psiquiátrica: "El estado del paciente ha
mejorado, en particular con respecto a la obsesión de la limpieza; el
paciente ya no parece obligado a lavarse las manos de forma repetitiva."
Esta declaración muestra la ignorancia de muchos psiquiatras: ¡Cómo no iba
a lavarme las manos o cuidar de mi cuerpo si estaba expuesto a la suciedad y
la mugre día y noche! ¡No había ni un pie cuadrado en toda la sala que
pudiera describir como limpio! Como resultado, el lavado obsesivo ¡no tenía
sentido! El médico simplemente no me escuchó y no pensaba en mí como
alguien capaz de pensar.
La obsesión de lavado empeoró con mi prematuro compromiso
psiquiátrico. Yo sufría aún más. Durante la terapia, el terapeuta introduce
suavemente ejercicios que se incrementan gradualmente en dificultad, pero
no utilizan la fuerza. No hubo un problema psicológico que fuera curado por
la fuerza.
Después de mi alta, era una ruina mental. Me costó tres años tratar
gradualmente el caos psicológico; me encontré en conflicto con una poderosa
mafia acreedora, que era demasiado para mí después de esta experiencia, no
pude evitarlo. No tuve la fuerza necesaria ya que los medicamentos
psiquiátricos minaron mi energía y me impidieron la toma de decisiones. Las
drogas eran más fuertes que yo.

El reconocimiento y la comprensión
Mundos tuvieron que venirse abajo antes de que fuera capaz de reconocer mi
propio sufrimiento. Los especialistas han fracasado y ya no me dan
confianza. Mi cabeza me dijo: reconocer su sufrimiento y convertirse en su
propia terapeuta –ayuda a sí mismo, porque nadie más lo hará. Así que me di
cuenta de que los especialistas, como psicoterapeutas y médicos, solo podían
ser mis guías y maestros, pero no podían por sí solos ser mis sanadores.
Tampoco los psicofármacos representan una cura para mí; en la mayor parte
son ayudas para ser utilizados durante un corto tiempo. El trabajo de los
médicos y las posibilidades de la profesión no se entienden a menudo por los
pacientes. Yo soy mi propio sanador, solo se puede ser ayudado por un
experto en el camino hacia la mejora o la salud. Siempre creo que necesito
esta ayuda. La ayuda orientadora solo puede ser un estimulante para
movilizar la fuerza de auto-sanación en mi cuerpo. Este reconocimiento es
importante a fin de disolver los bloques para la curación. A partir de ahora he
recogido información sobre mi enfermedad y sobre los medicamentos
psiquiátricos que me habían recetado. Contacté con otras personas que habían
sufrido como yo. He leído informes en libros y revistas, ganando así en
experiencia y conocimientos para convertirme en mi propio experto en el
ámbito de las condiciones relacionadas con la obsesión. Mi decisión estaba
tomada: yo tenía que prohibir las drogas psiquiátricas de mi vida.
Durante un período de veintiún años había tomado Saroten retard 25 mg
cápsulas, así como Tofranil 25 mg comprimido recubierto y comprimidos de
Tavor 2,5 mg y 2 mg. También me habían dado como un experimento:
Melleril (antipsicótico, principio activo tioridazina), Truxal (antipsicótico,
principio activo clorprotixeno), Ludiomil (antidepresivo, principio activo
maprotilina), Sinquan (antidepresivo, principio activo doxepina), Anafranil
(antidepresivo, principio activo clomipramina), Equilibrin (antidepresivo,
principio activo amitriptilinóxido; actualmente al parecer no disponible) y
Tagonis (antidepresivo, principio activo paroxetina). Pero ninguno de estos
medicamentos ha cambiado nada. O no me afectaron en absoluto o me
causaron fuertes dolencias por efectos secundarios. Por lo tanto, me recetaron
los medicamentos psiquiátricos estándar hasta 1992.

Mi ruta hacia la libertad


Así que he reducido las drogas psiquiátricas: la suspensión de las cápsulas
retard Saroten se logró fácilmente en cuatro semanas. La dosis habitual era de
3 x 1 cápsulas al día (por la mañana / mediodía / tarde). Ajustes en la
dosificación:
Semana 1 y 2: 2 cápsulas al día (mañana / tarde)
Semana 3 y 4: 1 cápsula al día (por la mañana)
No noté ningún síntoma de abstinencia psicológico o físico desagradable.
Los comprimidos recubiertos Tofranil se retiraron poco a poco durante un
período de ocho semanas. En este caso, la dosis se redujo gradualmente a una
dosis de 1/4 de comprimido recubierto. Fue relativamente fácil de cortar los
comprimidos recubiertos en mitades y cuartos. Coloqué el comprimido
recubierto en una tabla de cortar y con un cuchillo para pelar, tomé el
comprimido recubierto con dos dedos y presioné suavemente; era fácil. La
dosis estándar fue de 3 x 1 comprimidos recubiertos por día (por la mañana /
mediodía / tarde). Ajuste en la dosificación.
La dosis estándar fue de 3 x 1 comprimidos recubiertos por día (por la
mañana / mediodía / tarde). Ajuste en la dosificación:
Semana 1 y 2: 2 x 1 comprimido recubierto al día (mañana y tarde)
Semana 3 y 4: 2 x 1/2 recubierto comprimido al día (mañana y noche)
Semana 5 y 6: 2 x 1/4 recubierto comprimido al día (mañana y noche)
Semana 7 y 8: 1 x 1/4 recubierto comprimido al día (por la mañana)
En este caso tampoco sufrí síntomas, psicológicos o físicos, desagradables de
abstinencia.
Era aconsejable tener cuidado en el caso de Tavor debido a los síntomas de
abstinencia esperados. En un momento intenté dejar esta sustancia a los
pocos días. El resultado fue terrible: los síntomas de abstinencia se
produjeron en forma de temblor en las manos y un tic en la comisura de la
boca. Este último fue tan grave que tuve que utilizar cucharas para tomar
líquidos, así como usar las dos manos para acercar a mi boca los vasos y las
tazas. Además, tuve estados de ansiedad, inquietud interior, falta de confianza
en los contactos sociales, brotes de sudoración, apatía, presión arterial
irregular, trastornos de la visión etc... fue insoportable.
Intenté después retirar la dosis de medicación muy gradualmente durante
un período de un año y medio. La dosis habitual era 3 x 1 comprimido al día
o 3 x 1 pastillas (mañana / mediodía / tarde). El nuevo tipo de las tabletas de
Tavor aquí, hizo más fácil el retiro porque tenían una marca que anoté en
ellas.
Interrumpir la dosis diaria de 3 x 2,5 mg de la forma normal de la tableta a
3 x 2 mg era por lo tanto el primer paso y así lo mantuve durante dos meses.
Dosis adicionales de abstinencia:
Mes 3 y 4: 4,5 mg / día (3 x 3/4 Tab mañana / mediodía / tarde)
Mes 5 y 6: 3 mg / día (3 x 1/2 Tab mañana / mediodía / tarde)
Mes 7 y el 8: 1,5 mg / día (3 x 1/4 Tab mañana / mediodía / tarde)
Mes 9 y 10: 1 mg / día (2 x 1/4 Tab mañana / tarde)
Mes 11 y 12: 0,75 mg / día (1 x 1/4 Tab mañana + 1 x 1/8 tableta de noche)
Mes 13 y 14: 0,5 mg / día (2 x 1/8 Tab mañana / tarde)
Mes 15 y 16: 0,25 mg / día (1 x 1/8 tableta de la mañana)
Empecé con la retirada de Tofranil y Tavor simultáneamente. No hubo
síntomas psicológicos o físicos en absoluto debido a la retirada gradual. ¿Qué
son dieciséis meses de abstinencia gradual en comparación con veinte y un
años de drogas psiquiátricas? Acepté estos dieciséis meses de buena manera,
valió la pena al final.

Nada es imposible
He estado libre de drogas psiquiátricas desde 1994 y tengo la intención de
permanecer así. Mi calidad de vida y entusiasmo han aumentado. Veo
muchas cosas desde una perspectiva diferente cosas que se pueden poner en
práctica; las ideas y las decisiones son más fáciles. La obsesión esta todavía
ahí, pero he aprendido que las drogas psiquiátricas no pueden proporcionar
suficiente ayuda. La psicoterapia temprana es mucho más prometedora y no
conlleva efectos secundarios. A diferencia de muchos expertos, un buen
psicoterapeuta siempre se centra en el caso concreto a la hora de seleccionar
el método de tratamiento. Y por supuesto no debe hacerse nada sin el
consentimiento del paciente.
En el grupo de auto-ayuda que fundé, obtuve un conocimiento más
positivo. Las sustancias químicas en las drogas psiquiátricas causan unos
cambios en la personalidad que ya mencioné antes. Puedo, por tanto, solo
ofrecer los siguientes consejos:

Recopilar información sobre las drogas psiquiátricas y su modo de acción

Recoger información sobre la condición en cuestión y sobre las posibles
causas de los problemas y luego considerar si ha llegado el momento de
empezar a reducir el tratamiento psicofarmacológico Es entonces cuando
uno empieza a sentir las emociones de nuevo y la vida comienza a tomar
otro curso, en otras palabras "orientado a objetivos" pensar y actuar.
Finalmente, dos citas de Albert Einstein: "En medio de la dificultad se
encuentra la posibilidad." – "Para ser miembro irreprochable de un rebaño
de ovejas, más allá de todo, lo que uno tiene que ser es una oveja."
Era para mí muy importante salir del rebaño.
Contrapesos

Harald Müller

Veinte años después


Antidepresivos / Estabilizadores del ánimo: litio / Benzodiazepina-
tranquilizantes: Valium

Hoy es 2 de enero de 1998, uno de los días más importantes de mi vida que
yo celebro como una especie de cumpleaños. Mañana me visitarán amigos
que me han acompañado a través de los últimos veinte años.
Hoy hace veinte años que dejé de tomar drogas psiquiátricas y nunca he
tenido un solo medicamento desde entonces que tenga un efecto secundario
que altere la conciencia o el estado de ánimo. Antes de eso, tuve una
"carrera" de treinta años usando medicamentos (o para ser más exactos:
abusando) que puede ser mejor descrita como iatrogénica, es decir; una
adicción que fue provocada por la prescripción de un médico.
Se inició con la medicación para las migrañas y analgésicos. Mis ataques
nocturnos de pánico eran causados por un insomnio severo por lo que todas
las noches durante quince años también "tenía que" tomar grandes cantidades
de pastillas para dormir. Además, estaba para ese entonces el nuevo Valium
(benzodiazepina-tranquilizante, principio activo diazepam) y más tarde todo
el espectro de las benzodiazepinas y antidepresivos como el litio
(estabilizador del ánimo y profiláctico). Siempre tuve doctores que estaban
bien informados y que me proporcionaban según las necesidades, las últimas
drogas. Todos mis intentos de abandono durante esos años, terminaron en el
fracaso. Con el tiempo necesitaba más y más, y píldoras siempre "más
fuertes".
Al final, la degeneración en la grasa del hígado era como la de un
alcohólico, tenía problemas renales y con la absorción. No había plancha
izquierda en mi esternón, y mi tracto intestinal estaba volviéndose incapaz de
absorber el medicamento. Así que al final tuve que tomar inyecciones. En ese
momento yo tenía cuarenta años. No podía trabajar debido a las migrañas, la
depresión y el insomnio (causado en última instancia por el mal uso de los
medicamentos). Llegué a un punto en que tuve que tomar una decisión: o
moría a causa de las pastillas, o las dejaba –contra la opinión de todos mis
médicos, que me advirtieron del alto riego de suicidio, si quería empezar con
la abstinencia.
Poco después de Navidad, entré en un hospital administrado por la
compañía de seguros del empleado federal alemán que me fue recomendado
como "progresista". El jefe médico me aconsejó dejar mis medicamentos el 1
de enero. Cuando fui por el control de enfermeras, vi que habían puesto mi
vieja dosis en el envase de píldoras para mi habitación. Cuando le recordé a
la enfermera que había dejado de tomar la medicación, se excusó por haber
cometido un error. Unos días más tarde, fui por el dispensario de medicina, vi
otra vez que mi envase para las píldoras estaba lleno de nuevo. Me enojé y
me queje de la "dejadez". Más tarde me enteré de que esto se hacía con todos
los pacientes en rehabilitación: y que podrían interrumpir su retirada en
cualquier momento, sin decirles una palabra. Lógicamente cualquier persona
incapaz de dejar de fumar de forma voluntaria en el ambiente del apoyo de
los hospitales recaería sin remedio varias veces hasta que estuviera en casa.
En ese caso, sería mejor no comenzar una retirada en primer lugar.
En las primeras cuatro semanas dormía dos horas durante la noche, durante
el día era incapaz de dormir. Por la noche corría a través de los huecos de las
escaleras en los siete pisos del hospital porque no podía soportar mi
habitación. Durante el día caminaba alrededor o iba a nadar mucho con la
esperanza de estar físicamente cansado.
En este hospital me di cuenta de que la retirada de los medicamentos era
solo el comienzo. A partir de entonces los problemas psicológicos que habían
llevado a mis síntomas, migrañas, insomnio y depresión –se hicieron más
visibles nuevamente. Mientras estuve en este hospital solicité un lugar en un
hospital de renombre en medicina psicosomática. Me aceptaron muy
rápidamente y entré en la terapia allí durante diez meses. El éxito fue, sin
embargo, muy limitado.
En esos treinta años de abuso de medicamentos, no me había desarrollado
del todo. Necesitaba al menos diez años de confrontación intensa conmigo
mismo, para compensar por aquellos años. En particular, tuve que averiguar
las causas de mis síntomas.
Cuando miro hacia atrás hoy en los últimos veinte años, lo primero que
siento es agradecimiento. La riqueza y el valor de mi vida sin drogas
psiquiátricas son tan grandes que no se pueden medir. Mi depresión se ha ido
completamente durante los últimos ocho años. Tengo migrañas quizás tres
veces al año por las que existen claras razones. Los períodos libres de miedo
así como los patrones normales de sueño son cada vez más y mejores.
Pero, ¡el precio de todo esto fue alto!
En varias ocasiones estuve a punto de suicidarme. En los primeros años
después de dejar las drogas psiquiátricas, mi vida era un infierno tortuoso sin
ningún atisbo de luz. Si hubiera sabido lo que me esperaba, puede que ni
siquiera habría intentado retirarme de las drogas psiquiátricas. Por esta razón,
nunca podría hacer una declaración sin reservas a otra persona para salir de
su medicación. Se requiere mucho coraje, resistencia, tenacidad y
persistencia. La mayoría de los dependientes de las píldoras que he conocido
en los últimos veinte años no lograron dejarlas porque estaban "obligados"
por sus viejos síntomas. Lamentablemente, yo no tenía modelos a seguir, de
los que podría haber aprendido, o recibir el valor para continuar a lo largo de
mi camino.
Los grupos de autoayuda son muy importantes para mí. Emociones
Anónimos (EA), sin embargo, no era muy servicial. Aproximadamente la
mitad de sus miembros habían sido prescritos con drogas psiquiátricas. Por lo
tanto, reaccionaron muy negativamente por la falta de comprensión hasta
hubo verdadera agresión por mi elección de la abstinencia. NA (Narcóticos
Anónimos) era bastante servicial, pero extrañamente había otros que eran
dependientes de las drogas. He aprendido mucho en AA (Alcohólicos
Anónimos); no experimenté la sobriedad y la recuperación. El programa de
doce pasos espiritual de AA era (y sigue siendo) una de las bases más fiables
para mi recuperación. Esto tenía que ver con mi reconocimiento de un poder
superior a mí mismo (un poder superior, Dios) y la previsión de su ayuda,
para mi recuperación.
Los detalles de la forma de cómo salí de la adicción a las pastillas están
más allá de los límites de esta contribución; tendría que escribir un libro
entero para contar esa historia. Útil para mí fue la presión indescriptible de mi
sufrimiento al final de mi larga carrera de medicina que en última instancia,
me empujó a intentar la retirada. En los primeros años de estar limpio, era
importante para mí guiar a otros para que dejaran los medicamentos, en los
hospitales; ¡bajo ninguna circunstancia quiero repetir este proceso en mí
mismo de nuevo!
De esta manera, se ha conservado el recuerdo de mi propia retirada. Los
cincuenta años de mis experiencias con y sin drogas psiquiátricas pueden
resumirse en una frase: ¡Hay un camino!.
PD Hoy, 2008, después de treinta años, yo todavía sigo limpio. Esto no es
algo que damos por seguro, pero, ¡es un gran regalo!.

Ulrich Lindner

Corrí por mi vida – Cómo curé mi depresión


Antipsicóticos: Taxilan, Truxal / Antidepresivos: Anafranil, Saroten /
Antidepresivo-tranquilizante-combinación: Limbatril / Estabilizadores del
ánimo: litio / Benzodiazepina-tranquilizantes: Valium

La pregunta decisiva en mi camino de cuatro años para la salud era si yo


podría vivir sin drogas psiquiátricas; durante 33 años fui su prisionero. Las
drogas eran los barrotes de una celda de la que solo cortándolos podía escapar
hacia la libertad.
Mis problemas comenzaron cuando aún estaba en el vientre de mi madre.
Ya tenía cuatro niños y luego llegué yo como número cinco. ¡Si hubiera sido
una chica! Ella me aceptó y me crió con mucho amor. Para mis hermanos
mayores, yo era la quinta rueda del carro, totalmente superfluo. A través de
toda mi infancia mi madre se sentaba por la noche junto a mi cama, oraba y
me leía historias de la Biblia. Mi favorito era el volumen titulado "Vom lieben
Heiland" (Del amante Salvador).
Mi padre estaba orgulloso de sus hijos. Por supuesto que él esperaba que
fuéramos tan capaces como él, un niño prodigio académico en su familia.
Como médico general exitoso y obstetra, así como un cristiano
comprometido, tenía tres vidas: la primera de su familia, la segunda por su
profesión y la tercera para su iglesia. Durante el Tercer Reich (Imperio
alemán) (1933-1945), ejerció resistencia pasiva. Le negó el saludo a Hitler y
en su lugar se limitó a decir "¡Heil!" (¡Curativa!). La explicación de su
familia fue que "Heil (curativa) viene de nuestra Salvador."
Al igual que con mis hermanos, mi padre practicaba conmigo el último
conocimiento "científico". Por lo tanto, a mi madre no se le permitió
amamantarme de bebé, ya que la comida práctica se había inventado. Pasé la
mayor parte de mi tiempo en mi cochecito, en el balcón, gritándome a mí
mismo totalmente desesperado. Mis gritos irritaban a los vecinos, les dijeron
que esto era necesario para fortalecer los pulmones. Mi padre trató mi
enuresis continua, pulverizando mis genitales con éter y diciendo en voz alta
"frío, frío".
Cuando mi padre se suicidó yo tenía cinco años. Después de varias
semanas, su cuerpo fue encontrado en un pequeño canal en Hamburgo.
Todavía puedo ver a mi madre con la cabeza apoyada en la pared de la
habitación llorando: "¡Cómo pudo hacernos esto!". Un año más tarde, mi
ciudad natal desapareció entre cenizas y escombros durante un ataque aéreo
de los aliados.
En los años de posguerra tuve experiencias agradables, pero también crisis
a las que hube de hacer frente. Mi matrimonio no fue feliz ni para mi esposa
ni para mí. Nuestro hijo se desarrolló muy bien, le acompañé fielmente hasta
los 15 años.

Cómo cambiar una crisis aguda por una crónica


Se lo debía a mi desarrollo mental y religioso, a mis padres generosos y
piadosos, también a mi iglesia. Mi lema de bautismo incluía estas palabras de
Dios: "Y yo también te quiero." Mi lema de confirmación fue el lema triple de
amor, Mateo; 22, 37-39: "Ama a tu Dios, tu Señor, con todo tu corazón, con
toda tu alma, y con toda tu mente." Este es el mandamiento más importante y
más grande. El otro es muy similar: "Ama a tu prójimo como a ti mismo."
Así me dieron la llave de mi vida. Lo que entendí como un doble
mandamiento de amar, iba a ser mi perdición. Tenía que estar allí por Dios y
por mis vecinos. Algo que aprendí en mi camino a la salud fue que puedo
amar tanto si me acepto con amor. Antes no sabía qué hacer conmigo mismo
y lo más importante: no sabía que tenía que luchar por mis propios intereses
vitales. Auto-descubrimiento y auto-desarrollo fueron palabras extranjeras
que vinieron a mí y que no podía armonizar con mi fe cristiana. Por lo tanto,
en mi vida cristiana, junto con las cosas útiles llegué a conocer muchas de las
causas de mi enfermedad.
Desde el otoño de 1959, caí horriblemente otra vez en una depresión.
Siendo un estudiante desesperado, traté por un largo tiempo a cuatro famosos
profesores de teología. El más conocido fue Helmut Thielicke. Su trabajo de
varios volúmenes sobre la ética y la religión es impresionante. Lo conocí en
primer lugar como un gran predicador y pastor. ¡Cuántas veces he escuchado
sus sermones en la iglesia llena de St. Michaelis! Mi segunda tesis la basé en
sus sermones sobre la oración del Señor. Su regla básica era práctica: "Hay
que empezar con la gente en donde está." Me dio una gran cantidad de
tiempo. Si me invadía el cansancio a la hora de comer, me permitía dormir en
una cama plegable en la sala durante el seminario teológico.
El profesor Thielicke me visitó al comienzo de mi estancia en la primera
clínica y me llevó a dar un largo paseo. Cuando mis profesores universitarios
conocieron mi estrés familiar, todos me aconsejaron: "Han descubierto muy
buenos medicamentos. ¡Tienes que ir a un psiquiatra!, ellos lo arreglarían
todo en el hospital psiquiátrico." Cuando le comenté al profesor Thielicke
mis pensamientos de suicidio, me consoló con enseñanzas de Saúl:
"¡Recuerda también a los discípulos de Pablo de Tarso, Martín Lutero,
Kierkegaard y Jochen Klepper! ¡Estás en buena compañía!". Yo era
estudiante asistente del profesor Leonhard Goppelt. Parecía que no se podía
entender a Jesús sin entender sus milagros o la curación de los enfermos. Esto
me fascinó. ¿Podrían esos milagros hacerse realidad para mí? ¡Lejos de la
verdad!, porque, como el gran estudioso del Nuevo Testamento enseñó: "Los
Milagros de Jesús, se limitan a su vida terrena y la vida apostólica
primitiva." Le pregunté a mi superior lo que pensaba sobre el pastor Johann
Christoph Blumhardt (1805-1880) y su trabajo de curación en Möttlingen y
Bad Boll. Me explicó que eso fue muy diferente. Así que no podía esperar un
milagro.
Hasta ese momento yo estaba muy bien, y realmente tenía todo lo que
necesitaba. Sin embargo, durante el semestre de invierno de 1959/60 todo se
volvió muy difícil. Tardaba mucho tiempo en hacer las cosas. Había perdido
mi energía. Mi disco se iba debilitando, tenía escasez de pensamiento y falta
de concentración. Solo podía ubicar la versión escrita de mis trabajos con
dificultad y mi examen de sermón no estaría listo a tiempo. La lectura de la
Biblia y la oración me dejaron vacío. Había perdido mi fe. En gran medida,
esto hizo hincapié en la conexión con mi novia.
Un tercer profesor de teología me aconsejó:
"Alsterdorf es un hospital protestante, el director médico de
Ochsenzoll es protestante, su esposa sufre de depresión. Estarás allí
en las mejores manos."
Sí, esas manos amigas me mantuvieron prescribiendo nuevas recetas de
neurolépticos, antidepresivos, tranquilizantes y pastillas para dormir. Milagro
fue que no me convirtiera en adicto al Valium (benzodiazepina-
tranquilizante, principio activo diazepam), Limbatril (combinación de
antidepresivo amitriptilina y de benzodiazepina-tranquilizante
clordiazepóxido), Anafranil (antidepresivo, principio activo clomipramina),
Saroten(antidepresivo, principio activo amitriptilina), Taxilan (antipsicótico,
principio activo perazina), Truxal (antipsicótico, principio activo
clorprotixeno), ninguno de ellos me ha ayudado, solo me cansaron y
eliminaron mi imaginación. Ninguno de los médicos me dijo nada acerca de
las consecuencias dañinas. Era difícil de entender lo que estaba escrito en el
prospecto y, de todos modos, no me interesaba, porque yo había tomado los
medicamentos psiquiátricos que podrían explicarlo todo.
Yo era, sin duda, ¡un enfermo mental! "Gracias a Dios", dije; ahora ya no
necesito tener una mala conciencia: "No es su culpa que usted esté enfermo;
no se puede hacer nada al respecto. Solo tiene que tomar su medicación con
regularidad", explicaron los médicos. En la Universidad de Hamburgo,
durante dos "episodios" me dieron permiso por tres semestres.
Por entonces escribí una buena tesis para mi primer examen importante y
escuché el diagnóstico por primera vez: ahora era "maníaco". De esta manera
encajaba fácilmente en el casillero en el que ya habían querido que me
metiera. Inicialmente se hablaba de "distonía vegetativa". Entonces mi caso
señalado en el hospital con el término "MDI", aprendí que significaba "la
enfermedad maníaco-depresiva". ¿Por qué debía ser maníaco o loco? Me
dijeron que ese era el término estándar para el médico de turno.
De hecho, el curso periódico de mi condición era impresionante. Durante
más de un año me quedé sin síntomas. No me esperaba estar enfermo de
nuevo, me dijeron que era un síntoma típico de mi nuevo diagnóstico; una
mera falta de comprensión de mi condición durante la fase maníaca. Después
de todo ¿no tenían razón los psiquiatras tradicionales? En el verano de 1963,
cuando iba a comenzar mi curato, no podía trabajar debido a una depresión
severa renovada. ¿Qué otra cosa podía hacer que tirarme de nuevo al molino
psiquiátrico? Mis superiores eclesiásticos continuaron mostrando una
comprensión extraordinaria.
Los teólogos y los psiquiatras habían conseguido un joven adulto inestable;
había nacido un paciente psiquiátrico, un enfermo crónico, pero, por
desgracia, aún no se había descubierto a sí mismo.

Caminos hacia la curación


Dos psicoanalistas me regresaron en gran forma. Sin embargo, rompí ambas
terapias con intentos de suicidio cuando mis respectivos terapeutas estaban de
vacaciones en el año 1965 y 1969. En ambas ocasiones casi no sobreviví a la
intoxicación con fuertes pastillas para dormir. Después de mis intentos de
suicidio tenía que pasar por el infierno con alucinaciones terribles y dolor
físico. Apenas podía creer que en ambas ocasiones no me hubieran dejado
morir...
De 1969 a 1989, un medicamento, el litio (estabilizador del ánimo y
profiláctico), más o menos me "estabilizó. Dos años después de mi
ordenación empecé a estudiar las lenguas románicas y la historia de la
educación en la escuela secundaria. Durante este tiempo sufrí terribles
dolores de cabeza y dolor de espalda que combatía con los analgésicos. Al
final tenía molestias urológicas al orinar. Por esto también me recetaron un
medicamento. También tomé medicamentos para el inicio de un bocio.
Hoy sé que en ese momento yo todavía no me había descubierto a mí
mismo. Mi excusa piadosa: "Con la ayuda de Dios las cosas saldrán bien",
ha demostrado ser insostenible. Incluso entonces no podía vivir más allá de
mis límites. Sin saberlo, estaba huyendo de mí mismo, pero no podía lograr
esta comprensión de mi fe cristiana. De hecho, la iglesia y la teología habían
hecho un gran esfuerzo para contribuir a esa impotencia. El "solo" de Lutero
se había convertido en una trampa para mí: "Solo por misericordia, solo a
través de sus creencias, individual de la Sagrada Escritura, en todo: solo
Jesucristo." Eso quería decir que yo no era nada y no pude hacer nada al
final. El texto de Lutero "Todas nuestras acciones son para nada, incluso en
lo mejor de la vida" tuvo un efecto catastrófico sobre mí.
Cuando le dije a mi esposa en 1990 que estaba en el camino de la curación
y a punto de dejar de tomar los medicamentos psiquiátricos, fue el fin para
ella; creó una gran escena para que yo no pensara en nada más que hacer,
aparte de moverme fuera de nuestro apartamento, y dejarla a ella y a nuestro
hijo. Llevábamos juntos 32 años. ¿Qué debería haber hecho? No había nada
más importante para mí, que no fuera estar totalmente sano. ¡Me habían
dicho durante tanto tiempo que mi enfermedad era incurable!

Mi curación espiritual
Hasta ese momento yo había recibido apoyo pastoral de dos personas
competentes que me retiraron su apoyo cuando dejé de tomar los
medicamentos psiquiátricos y decidí convertirme al catolicismo. "Piensa en
tu familia y empieza a tomar la medicina", escribió mi confesor antes de
interrumpir el contacto conmigo.
Desde mi primera visita en 1986 al monasterio evangélico Kirchberg, sentí
que iba a cambiar y me curaría. Y este camino hacia la curación comenzó en
serio a través de la meditación.
Era jueves, 19 de enero 1989, cuando yo rezaba unas oraciones nocturnas
en la capilla del monasterio y me quedé solo en mi banco de meditación. El
tiempo y el lugar desaparecieron de mi presencia. De pronto el rostro de
Cristo iluminó la oscuridad en contornos dorados y se me apareció con un
amor indecible. Lo vi, fascinado. Miré y miré, me quedé luego con mi rostro
transformado en tierra. Ahora yo creía firmemente que estaba en el camino
correcto. Empecé a ser una nueva persona.
Ese día experimenté varias formas maravillosas de orientación. Yo estaba
tomando parte en un curso de meditación propuesta por el sacerdote
benedictino Beda von Neresheim. Me invitó de inmediato a su monasterio.
Finalmente, me decidí a participar en un curso de meditación dada por el
Padre Beda. Antes de eso, tuve una experiencia mística decisiva en
Kirchberg. Me gustaría referirme a la audición (oído interno), que sobre todo
fortaleció mi certeza. Durante una meditación oí a Jesús que me decía: "Yo te
sanaré." Una y otra vez me pregunté: "¿Cómo va a hacerlo?"
Todavía me sentía impotente frente a mis depresiones. Psicológicamente
reconocía que había creado un demonio a través de mi depresión, conducta
autodestructiva que ahora me gobernaba. Me sentía triste, comencé mi viaje.
Nada más entrar en monasterio fui capaz de respirar. Las oraciones de las
horas canónicas me impresionaban más y más. La iglesia de la abadía
comenzó a fascinarme. Los ejercicios de meditación me dieron increíble paz.
Solo el embotamiento depresivo me mantenía bajo. ¿Cómo iba a deshacerme
de este "demonio"? reproché a Jesús por su promesa. "Prometiste sanarme,
pero ¿cómo?" Durante mucho tiempo, la comunión había sido de especial
importancia para mí, porque experimentaba intensamente la cercanía y el
amor de mi Salvador. Pero todavía me sentía indigno. Con cada fibra de mi
ser quería entregarme a Él. Pero me dije que no era posible que me aceptara
con mi comportamiento autodestructivo
El Padre Beda había programado una misa en la sala de meditación para el
sábado. También se invitó a los participantes protestantes del curso. Durante
la preparación de las ofrendas experimenté mi visión de curación, que era
totalmente inimaginable para mí como pacifista. De repente, el "demonio" se
paró frente a mí en una forma muy amenazante. Tenía una daga en la mano y
lo maté con tres puñaladas. Se desplomó y desapareció. ¡Así que yo lo había
matado! Una increíble sensación de felicidad y éxtasis se apoderó de mí
como nunca antes había experimentado. Llegué a la cumbre cuando recibí el
"cuerpo" y "sangre" del Señor y me convertí en uno con Jesucristo.
Así, en la tarde del 10 de junio de 1989, experimenté el misterio
fundamental de mi vida con una intensidad única: la unidad mística. Poco a
poco me di cuenta de lo que me había sucedido, se describe en el Nuevo
Testamento como un "renacimiento". Durante días, desapareció todo dolor
físico y mental. Como había sucedido con mi primera visión de 19 de enero
de 1989, se produjeron maravillosos actos de guía y providencia.
Experimenté todos los sentidos mucho más intensamente de manera muy
satisfactoria. Al final entendí que estaba completamente encantado y
reconciliado con todo: con Dios, con el mundo y conmigo. Era una persona
nueva. Durante un año viví en la convicción de ser un verdadero católico.
Actué intensamente en una parroquia católica en mi ciudad natal. Poco antes
de mi incorporación pública, el sacerdote me dijo que ellos no tenían ningún
uso para mi ser; un "mal protestante mental". ¡Gracias a Dios!, Logré
descubrir recién la iglesia evangélica.
De hecho, aún no era lo suficientemente fuerte como para soportar una
nueva vida. Para mi horror, en mi nueva casa tuve dos depresiones que
duraron varios meses. En septiembre de 1990 y mayo de 1992, las personas
que me habían apoyado no sabían qué hacer. Me sentí abandonado por todos.
Incluso la ayuda de la línea telefónica no pudo ayudarme. Debía haber algún
lugar donde pudiera salvar mi vida, alguna organización social, no sé... Una
vez más visité a un psiquiatra y de nuevo me prescribieron drogas
psiquiátricas que no me hicieron ningún bien en absoluto, al igual que todas
las otras cosas diabólicas que me habían prescrito durante treinta y tres largos
años. No dudo de mis experiencias profundas de fe, pero no me sirvieron de
nada. La oración y la meditación me llevaron a una desesperación sin
esperanza. Quise quitarme la vida por tercera vez.

El nuevo horizonte: Auto-ayuda y un enfoque integrado


Una noche de noviembre de 1990, había hecho ya todos los preparativos para
suicidarme. De repente, sonó el timbre. Mi hermano Thomas estaba de pie en
la puerta: "Estás mal. Te vienes conmigo unos días." –me dijo. Obviamente
había experimentado una comunicación telepática.
Thomas es diez años mayor y había salido de un tratamiento psiquiátrico
diez años antes que yo. Vivíamos a 30 kilómetros de distancia. Vino en mi
ayuda en más de dos ocasiones. Su consejo me pareció cruel y absurdo, pero
me abrió un nuevo horizonte: "Nadie puede ayudarte, ni siquiera yo. Tienes
que lanzarte tú mismo de cabeza a la ciénaga de la autodestrucción –como lo
hizo Munchhausen; una persona enferma mentalmente tiene que utilizar
cualquier medio a su disposición que le ayude a estar mejor."
Desde mi fe, recibí una respuesta similar. Le pregunté a Cristo
repetidamente por qué me abandonó. La respuesta que recibí fue: "No hay
necesidad de pasar por esto, tú mismo puedes hacer por ti lo que yo no
puedo hacer". Entendí que mi piedad a menudo había sido un escape de la
independencia y que la religión no es todo en la vida. Me acordé de mi lema
de confirmación. El triple mandamiento del amor que se dirige a la totalidad.
En el momento en que todos habían demostrado ser impotentes frente a mi
sufrimiento mental, comprendí que tenía que ayudarme a mí mismo. El
concepto de totalidad está estrechamente relacionado con la autoayuda. Fue
difícil para mí reconocer este horizonte y más aún traerlo a mi vida.

Mi sanidad física
No soy, por naturaleza, un tipo muy deportivo. No obstante, incluso en la
escuela me había obligado a mí mismo para realizar ejercicio físico, había por
ejemplo, comenzado a correr años antes. Empecé a correr de nuevo en 1990
en mi nuevo lugar de residencia. En vista de mi apatía depresiva, fue
especialmente difícil para mí. Me ayudó el estímulo que recibí de mi
hermano Thomas. Sin embargo, tenía que luchar diariamente para levantarme
de la cama cada mañana. Me dije a mí mismo que solo dependía del siguiente
pequeño paso. Desde el principio, me receté a mí mismo una carrera diaria en
los bosques de todo tipo de clima. Una y otra vez los calambres musculares y
las lágrimas me detuvieron. Comencé a sufrir de un dolor de espalda. El
médico y el masajista me dijeron que lo que estaba haciendo era de locos.
Con los años he mejorado mi condición física. Mi rendimiento aumenta
con bastante rapidez. Como si para mí, la ruta que comencé como carrera
lenta de una hora, se ha convertido en una salida.
Mi autoestima ha aumentado de forma masiva a través de la curación física
y de la experiencia de una felicidad desencadenada por la expresión de las
hormonas y endorfinas. Ya había experimentado esto antes. Pero mi euforia
fue considerada como poco saludable. Lo había oído esto de los psiquiatras,
de mi ex esposa y en ocasiones, de gente piadosa. Pero, de hecho, la literatura
no deja ninguna duda que correr es el mejor antidepresivo.
Al principio, tenía miedo de ser visto en la pista deportiva. ¿Qué demonios
van a pensar de mí? Durante mucho tiempo no me gustaba correr por la
mañana temprano en el bosque oscuro como la boca de un lobo.
Correr me ayudó mucho. Corría por mi vida, sin importarme la opinión de
la gente. Nadie me ayuda con mi sufrimiento. De hecho, me lo dificultan.
Probablemente son indiferentes para mí.

¡Después de cuatro años lo que finalmente hice!


La curación completa incluye lo emocional cognitivo, artístico-creativo,
social-humano-psicológico mental y religioso-espiritual. Por fin entendí el
significado y la misión de mi vida. Solo pude encontrar esta ruta de sanación
para mí. Y, es algo especialmente cierto en ex-usuarios y supervivientes de
psiquiatría, ahora puedo animar a otras personas con crisis mentales y
enfermedades a encontrar su propio camino para salir de la desesperanza. Mi
encuentro con la literatura, con la música, en particular, con el canto y la
pintura también abrió fuentes de sanación para mí. Además de estos
ejercicios de relajación, que he realizado todos los días y transmito en los
grupos de auto-ayuda, comencé la respiración y relajación muscular. Más
adelante encontré la base de mi programa de auto-ayuda en los libros de dos
profesores de los que he aprendido mucho por mi trabajo: Reinhard Tausch,
"Hilfen bei Stress und Belastung" (Ayuda con el estrés y la presión, 1996), y
Michael Dieterich, "Wir brauchen Entspannung" (Necesitamos relajación,
1997).
Después de cuatro años, mi psiquiatra me dijo cuando lo visité a principios
de 1993 por última vez: "Me imagino que usted nunca va a necesitar
atención psiquiátrica de nuevo." Eso fue hace muchos años y es el último
pronóstico totalmente acertado que un psiquiatra me ha hecho hasta ahora.
Mi manera de salir de la psiquiatría y de las "drogas psiquiátricas" por fin
se ha conseguido. ¡Demos gracias a Dios! Estoy sano, feliz y entero. Esto es
posible únicamente porque puedo implementar mi programa de autoayuda
cada día de nuevo. He aprendido a aceptarme a mí mismo con mis
limitaciones y deficiencias. Hay veces que no me siento capaz de escribir un
papel o un sermón. Una situación similar ocurrió en 1959 cuando no tuve
más remedio que ceder a mi depresión y pedir una licencia médica. Ahora
simplemente, desanimo tales tareas o caería por completo. Afortunadamente
yo no necesito ganar dinero. En cualquier caso, es evidente que nuestra
sociedad con sus demandas incesantes, nos impulsa a crisis y enfermedades,
acuciados por un falso perfeccionismo que puede llegar a ser horripilante,
cuando nos obliga a funcionar.
En mi extenso trabajo de auto-ayuda, la pregunta que surge a menudo es
¿cómo evitar convertirse en víctimas de la tensión y la presión? La vida
siempre estará asociada con las dificultades. En mi trabajo como voluntario, a
menudo no solo recibo gracias, sino también fracasos y rechazos. Trato de
aceptarlos con calma y no me permito ofenderme o a hacer mal a nadie, ni
trabajar fuera de la obra de auto-ayuda de una organización registrada y
desarrollada, cuya intención sea básicamente la realización de la salud y la
felicidad. Durante muchos años de trabajo voluntario en la iglesia he
celebrado muchos cultos, sacramentos, bautizos y bodas, así como rondas de
conversaciones sobre la Biblia. Las conferencias son muy importantes para
mí. Estoy agradecido porque desde hace mucho tiempo, he servido junto con
mi compañera de vida quien participa significativamente en la obra de auto-
ayuda.
Estoy de acuerdo con las palabras de las "Etapas" del poema del poeta
alemán Hermann Hesse (1877-1962), que se liberó del sufrimiento mental
grave:
"Las llamadas de la vida no acabarán jamás para nosotros...
¡Ea, pues, corazón arriba! ¡Despídete, estás curado!"

Fuentes
Dieterich, Michael: "Wir brauchen Entspannung", 6a edición, Giessen: Brunnen-Verlag
1997
Tausch, Reinhard: "Hilfen bei Stress und Belastung", Reinbek: Rowohlt 1996

Oryx Cohen

Curso intensivo en psiquiatría


Antipsicóticos: Risperdal, Zyprexa / Estabilizadores del ánimo: Depakote /
Benzodiazepina-tranquilizantes: Klonopin

En el otoño de 1999, tuve la primera de las dos grandes crisis de mi vida


espiritual / emocional que algunas personas llaman; locura. Tenía 26 años.
Me había mudado a 3.000 millas a una universidad de postgrado en
Massachusetts (EE.UU.) mi vida familiar en Oregon no era normal. El estrés
de esta nueva experiencia fue demasiado para mí. Al cabo de una semana,
después de pocas horas de sueño y varias experiencias maravillosas, extrañas
y aterradoras, era incapaz de enfrentarme a la realidad física, estaba perdido.
Finalmente me convencí de que mi coche podía volar y me estrellé contra la
parte trasera de un camión mientras aceleré a 80 mph (ca. 130 km/h)
(preparación para el despegue) en un pequeño camino rural. Inmediatamente
me desmayé.

¡Hola psiquiatría!
Milagrosamente había sobrevivido, pero dos días más tarde, después que los
médicos se enteraron de cómo había estado comportándome con mi madre,
me enviaron directamente a la sala de psiquiatría del Hospital Médico
Universitario de Worcester, Massachusetts. Yo estaba aterrorizado. Visiones
de electrochoque, la lobotomía, y "One Flew Over the Cuckoo’s Nest"
(Alguien voló sobre el nido del cuco / Atrapados sin salida) pasó ante mí. Por
supuesto, en estos días el tratamiento son los fármacos psiquiátricos. En la
sala de psiquiatría nos alineaban como al ganado. Fui obligado a tragar
píldoras que nunca quise tomar.
Me dijeron que tenía trastorno bipolar y que iba a necesitar estos
"medicamentos" para el resto de mi vida. Ni una palabra acerca de los
"efectos secundarios"; por supuesto yo no había firmado mi consentimiento.
Después de todo, se suponía que estos fármacos eran como la insulina para la
diabetes, eso es lo que me dijeron. Salí del hospital el 28 de septiembre de
1999, con una receta diaria de 2.000 mg de Depakote (estabilizador del
ánimo, principio activo valproato) y 1,5 mg de Risperdal (antipsicótico,
principio activo risperidona). También salí decidido a demostrar que estaban
equivocados en todos los aspectos.
Poco después de mi liberación, tuve náuseas severas unas tres veces por
semana y vomité incontrolablemente. Al principio pensé que era una reacción
a la comida que estaba comiendo, alguna pizza en mal estado, o algo así. Un
día estaba hablando con mi psiquiatra, la Dra. Attiullah, por teléfono y le
mencioné mis náuseas. Ella casualmente comentó, "Oh, eso es un efecto
secundario de la medicación." Hmmm. ¿No hubiera sido bueno saberlo un
poco antes?

En busca de apoyo
Después de ver a cuatro psiquiatras durante el transcurso de un mes, en el
momento en que entré a la Universidad de Massachusetts a la acogedora
oficina del Dr. Ascher, reconoció que estaba gravemente "medicado en
exceso". El doctor Ascher redujo inmediatamente la dosis de Risperdal por
0,5 mg con la intención de reducir en 0,5 mg cada semana. A las dos semanas
me ayudó a estar completamente fuera del Risperdal sin ninguna "recaída" o
dificultades de abstinencia de ningún tipo. En total había tomado Risperdal
durante diez semanas.
Pronto, sin embargo, engordé veinticinco libras de sobrepeso debido al
Depakote. Para un atleta, el peso extra causa una gran lentitud además de ser
poco atractivo. Inconscientemente sentí que el Depakote (o mejor; el
"Depamierda") me estaba convirtiendo en un enfermo mental crónico, tenía
que hacer algo.
Estando gravemente drogado, tenía una idea de lo importante que sería
contar con apoyo para dejar los medicamentos. A pesar de que
desesperadamente quería dejar el Depakote, sabía que sería muy difícil de
retirarlo yo solo. Todo el mundo en mi familia confiaba en los médicos en
este punto. Ahora me doy cuenta de que se preocupaban por mí y tenían
miedo de perderme. Pero creo que también temían que estaba mentalmente
enfermo y querían que fuera "medicado".

Prolongada curva de aprendizaje, retirada gradual


Durante el transcurso de un estudio independiente en la escuela de posgrado,
tuve la oportunidad de conocer y entrevistar a las personas que se habían
recuperado de los períodos de tensión emocional extrema y ahora estaban
viviendo libres de drogas psiquiátricas. Llamé a David Oaks, su tiempo el
Director de Apoyo de la Coalición Internacional (ahora MindFreedom). Le
comenté mis experiencias y me envió una copia de la Dendron diario (ahora
el MindFreedom Journal) en el que vi que había personas que rechazan
totalmente la bio-psiquiatría, viviendo libres de drogas psiquiátricas y de
"síntomas" y que están organizadas en favor de una justicia social.
Al final del semestre, tras el destete gradual del Depakote, había
encontrado confianza suficiente para estar listo y dejar de tomar el
medicamento por completo. Mis lesiones físicas, finalmente se habían
curado, era primavera y yo no quería nada que me sostuviera artificialmente.
Para mi desgracia, el Dr. Ascher, que había sido un gran apoyo, dijo que no
me lo podía recomendar, que no había terminado. Suponía para él una gran
responsabilidad y vería si continuaba conmigo, pero sería totalmente mi
decisión. A estas alturas yo estaba solo en 250 mg y sentí que estaba listo.
En junio, volví a casa a Portland, Oregon para el verano. Me llevé mis
pastillas por si acaso, sentía que las necesitaba. No las tomé. Habían pasado
nueve meses, y pude finalmente deshacerme del Depakote. Me sentí libre.

¿Destinado para una segunda cita con la psiquiatría?


Años más tarde, después de terminar la escuela de posgrado decidí trabajar en
el campo de la salud mental para ver si realmente era tan malo como toda esta
gente me había estado diciendo. Conseguí un trabajo como director de una
casa hogar para personas con "enfermedad mental grave y persistente".
Completamente estresado, me quedaba despierto por las noches para hacer
planes, pronto mis pensamientos y notas se hicieron cada vez más extrañas y
desesperadas. Reconocí lo que me estaba pasando, estaba aterrorizado. El
miedo empeoró la situación. Sabía que estaba perdiendo, pero prefería morir
antes que volver al hospital. Estaba tan desesperado que incluso me tomé
algun Depakote y Risperdal que había guardado en el botiquín. No me
ayudaron nada, aunque esta vez mi experiencia fue mucho mejor, sobre todo
debido a la red de apoyo que había desarrollado durante los últimos dos años
y medio.
Kristin, mi novia en ese momento, estaba conmigo todo el tiempo y llegó
al hospital armada con mi propia "Coalición de apoyo personal, historia oral"
recién impreso.
No había dormido durante días. Probablemente a causa de la protección
que Kristin y mi hermano Abe tenían sobre mí, el personal del hospital no me
dio ninguna droga en contra de mi voluntad. Eventualmente, sin embargo, mi
hermano me convenció para tomar algunas pastillas para dormir, ya que,
obviamente, necesitaba un poco de descanso. Cinco minutos después de
tomar las tabletas, caía en un sueño profundo.
Esta vez el personal del hospital me trató muy bien. Sin embargo, estaban
todavía muy arraigados en el modelo médico y pronto me recetaron un buen
cóctel de Zyprexa (antipsicótico, principio activo olanzapina), Depakote, y
Klonopin (benzodiazepina-tranquilizante, principio activo clonazepam).
Después de una semana de asistir a sus grupos y tragar sus píldoras como un
buen chico, me dieron de alta.

Retiro: Toma dos


Mi estado llegó a ser tan frágil que durante algunas semanas, cualquier cosa
por pequeña que fuese me alteraba, incluso una llamada telefónica podría
causarme ataques de pánico aterrador.
El peor ataque ocurrió cuando fui a visitar al Dr. Ascher de nuevo. La
vergüenza que sentí fue devastadora. Esto no tenía que suceder otra vez. No
para mí. No después de todo lo que había pasado. Kristin me llevó a la cita y
todo regresó de nuevo a mí; el accidente de coche, el viaje en el coche de los
padres de Kristin hacía un par de semanas. Todo me golpeó a la vez y me
sentí como si mi corazón, literalmente explotara. El terror invadió cada una
de mis células. Me sentí atraído hacia el otro mundo de nuevo.
Aparte de pasar vergüenza la cita con el Dr. Ascher salió bien. Por lo
menos no me había encerrado de nuevo. Me dio algunos consejos y detalles
sobre la importancia del sueño. Pero a pesar de que me comprendía y era
mejor que la mayoría de los psiquiatras, todavía era un psiquiatra. En su
mente, mi "recaída" le dio una buena razón para seguir con los medicamentos
psiquiátricos. En esta ocasión no estaba de acuerdo en que yo dejara los
medicamentos.
Decidí dejarlos por mi cuenta. Sentí que cuanto más tiempo me quedara
con Zyprexa, Depakote, y Klonopin, sería más difícil dejarlos. Tomaba
medias dosis de Zyprexa y Depakote porque aún me sentía un poco inestable;
los guardaba solo para uso de emergencia. Así que por mucho que odiara
Zyprexa, después de mi siguiente ataque de pánico un par de días más tarde,
estaba tan desesperado que tomé un poco. Esa fue la última vez que tomé
Zyprexa; nunca me tomé un Depakote nuevamente.
Por un tiempo tomé Klonopin dos o tres noches a la semana para dormir.
Estaba terriblemente paranoico por poder dormir después de mi reciente crisis
de alteración en la que me convencí de que no necesitaba dormir. Ahora
estaba muy clara para mí la conexión entre el sueño regular y la cordura.
Estaba teniendo tantas dificultades con el sueño que temía no ser capaz nunca
de apartarme del Klonopin. Y una vez a la semana, cuando me estaba
quedando dormido, tenía mini-ataques de pánico que sentía como ataques al
corazón.
Era crucial que redujera mi dependencia al Klonopin. Solo recurrí a él
cuando sentí que había agotado todas las demás opciones. Experimenté con la
valeriana, que funcionó cuando mi insomnio era leve.
A medida que me curaba física y mentalmente fui capaz de reducir mi
consumo de Klonopin a una vez por semana, luego una vez cada semana y
media, y luego una vez cada dos semanas y después una vez cada tres
semanas. Por el momento Kristin y yo nos mudamos a 60 millas al este de su
ciudad natal de Worcester en mayo del 2002.
Los tres meses transcurridos desde mi hospitalización en febrero se me
hicieron como un año, pero cada día que pasaba me hacía más fuerte.
Por supuesto que me ayudó y gustó lo que hacía durante el día. Mi sentido
y propósito se mantuvo. Me encantó mi nuevo trabajo remunerado en el
Consorcio (una organización que ayuda a los usuarios y supervivientes de la
psiquiatría para iniciar su propio negocio), así como mi concierto voluntario
con el Freedom Center (Centro de la Libertad), una organización activista de
padres. El hecho de que yo vivía a 60 millas a partir de estas vocaciones me
dio una separación sana de lo que yo sabía que iba a ser el trabajo de mi vida.
Reservaba fines de semana solo para mí y Kristin, algo que todavía sigo
haciendo actualmente.
Aun así, sentía tremenda vergüenza como consecuencia de mi "recaída".
Internamente, era muy consciente de lo que había sucedido. Nunca más
tendría la actitud de que esto no puede volver a suceder. Ahora sé que la
combinación del estrés con la falta de sueño, probablemente produciría un
estado de alteración. Esta toma de conciencia me hizo sentir muy vulnerable.
Pero ahora sabía cuál era mi vulnerabilidad y podía protegerme.
Empecé a ir con regularidad a las reuniones del "Centro de la Libertad".
Cada vez me animaba más con ellos. Creo que el apoyo de los compañeros es
mucho más útil que el del médico al paciente. Estaba orgulloso y ayudé a
iniciar este grupo. Normalmente había entre ocho y veinte personas en el
grupo semanal. Me reconfortaba poder hablar de lo que pensara sin ser
juzgado por nadie.
En septiembre de 2002, tomé Klonopin por última vez. Tuve el apoyo de la
gente en el "Centro de la Libertad", y esta vez, mi familia también. La única
persona que no apoyó mi decisión fue mi psiquiatra, el Dr. Ascher.

El ejercicio de la vida
Otra clave de mi entusiasmo por la vida es que fuera del trabajo hago otras
muchas cosas. Me gusta mucho el deporte y la competición. Puedo jugar en
las ligas de baloncesto cada año. Cuando empiezo a tener dificultades con el
sueño, voy a jugar al baloncesto durante un buen tiempo. Sudar la camiseta
rompe la tensión. Casi inmediatamente después que hago ejercicio me siento
mucho más relajado y mis patrones de sueño vuelven a la normalidad. Creo
que el deporte es una excelente alternativa a las drogas psiquiátricas.

Un futuro real
Sin lugar a dudas, el ingrediente más importante de mi recuperación, además
de mi fortaleza y la capacidad personal, es Kristin. Incluso cuando yo dudaba
de su lealtad, ella estaba a mi lado a pesar de todo. Kristin confiaba y todavía
confía en mi juicio sobre los medicamentos. Kristin y yo nos casamos el 12
de junio de 2004. He caminado por la vida de la mano de la psiquiatría y con
el resto de los amigos que he hecho en este increíble viaje sé realmente que
tengo un verdadero futuro.
Retiro con ayuda profesional

Manuela Kälin

Visitada en casa por el homeópata


Antipsicóticos: Fluanxol / Antidepresivos / Estabilizadores del ánimo: litio /
Benzodiazepina-tranquilizantes: Rohypnol, Valium

En 1981, después de años de haber tomado neurolépticos, antidepresivos,


tranquilizantes y litio (estabilizador del ánimo) con todos sus efectos
secundarios, fui muy afortunada al encontrar un trabajo que me gustó mucho.
Era entonces el momento adecuado para dejar de tomar los medicamentos
psiquiátricos que nunca me fueron bien; como sufría los efectos secundarios,
cada vez más debilitada y con una severa agitación, tuve finalmente que
tomar medidas. Me quedé bastante sorprendida cuando mi médico dijo que
mi tratamiento era a largo plazo y tendría que ser controlada por al menos
otros dos años. No estaba de acuerdo conmigo y no me ofreció ninguna
ayuda en absoluto. Su posición era muy clara, por eso decidí asumir la
responsabilidad de actuar por mi cuenta.
Un amigo me dio la dirección de un buen homeópata con experiencia que
accedió a tratarme. En ese momento tomaba litio, Fluanxol (antipsicótico,
principio activo flupentixol), Valium (benzodiazepina-tranquilizante,
principio activo diazepam) (según sea necesario) y Rohypnol
(benzodiazepina-tranquilizante, principio activo flunitrazepam) para dormir.
El homeópata me dijo que los retirara poco a poco, pero yo dejé de tomarlos
todos de un día para otro; ya estaba harta de tanta medicación.
Al principio no me di mucha cuenta, pero muy pronto me puse muy
inquieta y nerviosa y ya no pude dormir. Desarrollé estados de ansiedad muy
graves que empeoraron de día en día hasta convertirse en psicosis. El
homeópata me dio un tratamiento adicional debido a que ya no era capaz de
vivir sola por mi cuenta. Me quedé con los amigos durante algún tiempo. En
general, el tratamiento fue intenso y diseñado especialmente para hacer frente
a mis necesidades individuales.
Para mí era muy importante ser capaz de comunicarme por teléfono con el
homeópata en cualquier momento y saber dónde podía contactar con él, lo
que hice con frecuencia durante la primera semana, incluso durante la noche.
Como estaba en un estado de crisis permanente, esto me trajo de vuelta a la
tierra otra vez. El homeópata se involucró de manera particularmente
humana, también me animó a tener confianza en mí y a estar siempre
presente cuando tuviera un problema. No se asustó de mi estado pero
tampoco actuó como si fuera indiferente a mi situación.
Durante una semana entera no pude dormir. Tuve que permanecer
despierta continuamente porque estaba convencida de que si me quedaba
dormida moriría. Durante el día pinté en un estado de desesperación, caminé
con el perro y traté de lidiar con mi inquietud. Aunque estaba en un estado
terrible, al punto de hospitalizarme por mí misma, siempre he tenido la
sensación de que de alguna manera yo lo haría. Aparte de mi estado interior
peligroso, de repente me di cuenta de que estaba viendo el mundo exterior de
manera diferente. Vi los colores de otoño, del río y de la garza, los árboles y
las flores; a veces me sentía muy fuerte y feliz. Después de una semana ya no
podía mantenerme despierta. Había destellos en mi cabeza, tuve la sensación
de que el mundo llegaba a su fin y yo iba con él. Pero me desperté de nuevo,
tenía un temor menos que tratar. Estaba en contacto casi a diario con mi
homeópata y por supuesto el apoyo de mis amigos era extremadamente
importante. Si hubiera estado sola mis ansiedades seguramente habrían
estallado.
Después de dos semanas comencé a trabajar unas pocas horas al día. Al
principio, incluso ir a trabajar era muy difícil. Apenas podía concentrarme,
era muy lenta, mi percepción del cuerpo me molestaba en parte. Todo tenía
que sentar cabeza de nuevo: el sueño, el trabajo, lo que podía hacer y lo que
no podía hacer. De vuelta en mi propio apartamento, mi terapia consistía en
cocinar y organizar mi día tan libre de estrés como fuera posible.
Desde 1981 no he tenido ni una recaída ni he necesitado medicamentos
psiquiátricos. De hecho estoy cada vez más saludable. Esto fue también
gracias a la buena psicoterapia, que por supuesto tiene muchas más
posibilidades de éxito, si no está llena de medicamentos y puede uno acceder
a sus emociones.
Cuando las drogas psiquiátricas causan efectos secundarios peligrosos, uno
nunca se siente bien. A menudo se utilizan para calmar los temores de los
médicos y el personal de enfermería que no entienden de crisis mentales ni de
situaciones de emergencia, así que no puede hacer frente a ellos. Durante la
terapia, más tarde me enteré que se puede salir de los estados de alta
peligrosidad, incluso sin el uso de medicamentos. Existen tratamientos
alternativos y es muy importante fomentarlos.

Fiona Milne

Como una roca1


Antidepresivos: Aropax / Estabilizadores del ánimo: Epilim /
Benzodiazepina-tranquilizantes: lorazepam

A los 49 años de edad, estaba felizmente casada, tenía ya tres hijos adultos y
acababa de regresar con mi marido de un maravilloso viaje de tres meses en
el extranjero. En julio de 2006 había ido de nuevo a un trabajo que me
encantaba, había resuelto volver de nuevo a la rutina. Mi salud estaba bien
aparte de un temblor ocasional que se había desarrollado en mi brazo
derecho. Estaba esperando una cita con el neurólogo, pero nunca tuve la
oportunidad de verlo ya que toda mi vida cambió el 1 de septiembre de 2006.
Me desperté temprano, alrededor de las 4 de la mañana, con una sensación
de malestar, sabía que algo andaba muy mal. Mi cuerpo se sentía extraño,
como la calma antes de la tormenta. Entonces sucedió. No tenía control sobre
lo que comenzó a desarrollarse y me pregunté si iba a morir. Mis piernas se
inclinaron rígidamente, se levantaron de la cama y se congelaron en esa
posición, al igual que el brazo izquierdo. El brazo derecho estaba temblando
y se agitaba de arriba a abajo. Mis labios se estaban relamiendo juntos, no
podía hablar y mi cuerpo expulsó los chillidos más horrendos. También hubo
espasmos a nivel del tronco con sacudidas verticales. Estaba asustada, muy
asustada. Podía oír lo que estaba pasando a mi alrededor, pero no pude
responder. El oficial de la ambulancia le dijo a mi marido, "Parece que hay
posibilidad de que tenga un accidente cerebrovascular o tal vez una
hemorragia en el cerebro."
Me llené de miedo y terror. Un viaje rápido al hospital en ambulancia,
donde los ataques continuaron y me dieron diazepam por vía intravenosa.
Después de la admisión, las pruebas comenzaron, incluyendo análisis de
sangre, punción lumbar, tomografía computarizada y un vuelo a Christchurch
en ambulancia aérea para una resonancia magnética. Los resultaron fueron
normales. Después me suministraron Epilim (principio activo valproato), un
medicamento para la epilepsia, ya que pensaban que pude haber estado
teniendo complejas convulsiones parciales. También me dieron lorazepam
(benzodiazepina-tranquilizante) tomada con Epilim, esto me hizo estar tan
somnolienta que ni siquiera podía caminar sin ayuda, solo quería dormir todo
el tiempo. Suspendieron el Epilim después de darse cuenta de que no estaba
ayudando con los síntomas en absoluto. Me quedé en el hospital durante diez
días, con lorazepam permanecí durante unas cuatro semanas.
No se me permitía conducir; me pusieron en lista de espera para un EEG
en el hospital de Christchurch para descartar la epilepsia. Este resultado
también fue normal. Durante la espera de seis meses, mis ataques
continuaron, los síntomas variaron con el tiempo. Estos no eran tan graves
como el evento inicial, pero sin duda se mantenían lo cual era muy, muy
difícil; incluían muecas faciales, protrusión de la lengua, aleteo del brazo
derecho, espasmos y movimientos involuntarios de la cabeza y del tronco. A
veces duraban hasta una hora a la vez. Era agotador, desgastante y muy
debilitante, por lo que dejé mi trabajo, lo que aumentó aún más el trauma.
También tenía migrañas.
Me diagnosticaron finalmente de discinesia, un trastorno de movimiento.
Un nuevo viaje comenzaba para mí en busca con las posibles causas de este
trastorno y su pronóstico. Durante este período de investigación inicial en
Internet encontré la web de Anna de Jonge2, oficial de enlace para la
"Defensa de los derechos de los pacientes" en Hamilton. Fue un verdadero
milagro encontrar a Anna. Su consejo, apoyo y compromiso, para mí ha sido
abrumador y de un valor incalculable. Cuando no tuve a nadie más a quien
recurrir y mi marido y yo estábamos ya al final de nuestras fuerzas ella estaba
allí con su conocimiento y comprensión.
Me quedé muy sorprendida al saber que el antidepresivo ISRS (inhibidor
selectivo de la recaptación de la serotonina) como el Aropax (principio
activo paroxetina), que yo había estado tomando durante doce años para la
depresión y la ansiedad, puede causar trastornos del movimiento. La razón
por la que estaba tomando ISRS se debió a la depresión y la ansiedad, pueden
causar trastornos del movimiento. La razón por la que estaba tomando ISRS
se debía a la depresión y la ansiedad que había sufrido desde que tenía trece
años de edad. A pesar de que la conexión entre los ISRS y los trastornos del
movimiento es un hecho conocido en los círculos de expertos, hemos tenido
una verdadera lucha para convencer a la profesión médica de esta relación.
Yo estaba con 20 mg al día, pero la dosis ha variado a lo largo de los años.
Nunca me habían advertido de este efecto adverso raro, por lo que continué
investigando en Internet. Yo sabía que tenía que salir de esta droga, junto con
el lorazepam que, siendo una benzodiazepina, no debe ser prescrito por más
de dos semanas. No quería ser adicta a estos medicamentos. Tuve una nueva
batalla en mis manos ya que estaba suspendiendo el Aropax. He intentado
varias veces a lo largo de los años y he fracasado; mis experiencias pasadas
parecen ser una pesadilla. Sentí descargas eléctricas en la cabeza y detrás de
los ojos, mareos, sensación de hormigueo en la piel, insomnio, pesadillas
vívidas, ira y rabia, sensación de inflamación en mi interior, ganas de
suicidarme, ansiedad, depresión y un llanto incontrolable. Cada vez que lo
intentaba era muy difícil superar esta adicción al Aropax, solo porque los
médicos me habían dicho que lo necesitaría para el resto de mi vida. Habían
regresado los viejos síntomas de la depresión, me dijeron, pero no era así sino
la abstinencia por las drogas, que es compleja, difícil y agobiante. Lo sé
porque me ha pasado a mí.
Por consejo de mi médico, seguí tomándolo, creyendo que sería así para
siempre. Con este fármaco también he sufrido continuos efectos adversos:
sudoración nocturna, insomnio, mareos, aumento de peso, dolores de cabeza,
los niveles de prolactina elevados, emociones embotadas, falta de
concentración, pesadillas, temblor y un estreñimiento causado por una cirugía
intestinal grave. Sabía que tenía que dejar el Aropax pero era muy aprensiva.
Mis experiencias pasadas fueron un cruel recordatorio. Le dije a mi médico
que tenía que ir a un retiro y salir de la circulación para sobrevivir a la terrible
experiencia.
Dejé este medicamento muy lentamente, con el apoyo constante de Anna,
unas nueve semanas desde mi última dosis, el 7 de enero de 2007. Al tiempo
que reduje el Aropax los síntomas de abstinencia continuaron durante doce
meses después de la última dosis. Estaba grave, pero no era una buena
solución regresar de nuevo al médico pues sabía que probaría más drogas
conmigo. Los principales problemas de abstinencia incluyeron depresión,
ansiedad, mareos, insomnio, ataques de ira y pesadillas. La roca a la que
agarrarme era y son, mi marido, mi familia y Anna. Estaban allí para
recogerme, limpiarme las lágrimas, asumir las complicaciones y darme la
fuerza que necesitaba para conseguir dejar los medicamentos y volver de
nuevo a tener ganas de vivir. Anna me dijo que tomara bebidas con calcio-
magnesio, ciertas vitaminas y minerales, comer muchas frutas y verduras
frescas, beber zanahoria cruda y jugo de apio diario. La homeopatía me ha
reducido tanto la gravedad como la frecuencia de los ataques. También he
empezado con la terapia cráneo-sacral; los resultados han sido asombrosos.
Ellos han ayudado a mi cuerpo a lidiar con el trauma que he soportado.
Desde que suspendí el Aropax ya no tengo temblor de brazo y mi mente se
siente más aguda a pesar de los síntomas en curso. Mi discinesia es una
condición médica cruel y debilitante que crece y mengua, entra en remisión, y
cuando crees que la has superado, salta y te muerde en el trasero de nuevo.
Todos los días tengo espasmos en la boca y contracciones del tronco. El
lado izquierdo de mi cuerpo se ve afectado más que el derecho. No puedo
mover la lengua hacia el lado izquierdo de la boca, no tengo problemas con
algún discurso, mi brazo izquierdo es débil. Mi mano izquierda, a veces, no
se cierra y agarra objetos como un tenedor. Es un gran esfuerzo levantar mi
pierna izquierda, sobre todo al subir escaleras, esto me puede provocar
espasmos en el tronco. Tengo problemas con la memoria a corto plazo y me
cuesta mucho concentrarme.
Dos de mis especialistas dicen que nunca han visto que esto le suceda a
alguien por tomar un ISRS, y que es muy raro. Encuentran mi condición
"interesante", quieren seguir mi progreso, para ver y aprender. Notifiqué al
centro de reacciones adversas de fármacos en Dunedin sobre mi situación con
el Aropax y curiosamente, me informaron que ha habido otros informes
mencionando que el Aropax puede causar discinesias y distonías (trastornos
del movimiento y en el tono muscular). No es obligatorio para los médicos en
Nueva Zelanda informar de las reacciones adversas a los medicamentos al
Center for Adverse Reactions Monitoring (Centro de monitoreo de
reacciones adversas).
Solo puedo esperar y rezar para que esta condición disminuya con el
tiempo; deseo un nuevo bienestar. Esta historia personal espero que sirva
para aumentar la conciencia de los efectos adversos de los antidepresivos
ISRS. La gente merece estar informada y saber que tienen opciones.
Me gustaría enviar un gran agradecimiento a Anna, por todo. Sin ella, su
empatía y apoyo, realmente no sé dónde estaría hoy. Mis síntomas continúan
mejorando durante el tiempo que he estado fuera de la droga, dando una
prueba más que esta es la causa de mi condición. Ahora estoy tomando un
suplemento natural llamado Amoryn3 para mi depresión y estoy teniendo
grandes resultados hasta la fecha.

Anotaciones
1 Permiso concedido: El artículo original fue publicado con el título "Fiona's Story" en
Healthy Options (Nueva Zelanda), octubre de 2007, pp. 34-35 –
www.healthyoptions.co.nz. Texto revisado.
2 Para información sobre Anna de Jonge visite
https://sites.google.com/site/patientsrightsadvocacy/anna-de-jonge
3 El principio activo del Amoryn es la hiperforina, uno de los principales ingredientes de
la hierba de San Juan, lo que mejora el estado de ánimo, restablece el equilibrio
emocional, aumenta la relajación y reduce la ansiedad. Para obtener más información,
consulte www.amoryn.com

David Webb

"¡Por favor, no mueras!"


Antipsicóticos: Zyprexa / Antidepresivos: Aropax, Aurorix, Efexor /
Hipnóticos: heroína, metadona

En el momento en que escribo es septiembre de 2001, tengo 46 años de edad,


vivo en Melbourne, Australia, después de casi dos años he vuelto a trabajar
recientemente a tiempo parcial, como profesor de enseñanza universitaria en
programación de computadoras. Soy blanco, masculino y heterosexual; me
crié en una familia esencialmente de clase media, cómodo entre tres
hermanas mayores y un hermano gemelo. La educación se valora altamente
en mi familia y fuimos a una de las consideradas mejores escuelas de
Australia, aunque personalmente la detestaba. Mi historia personal puede ser
caracterizada como segura y abundante.

Fondo
A mediados de 1995 caí de lleno en una desesperación, de la que no me
recuperé hasta mediados de 1999. Fue provocada por la ruptura de una
relación, y acentuada por estar a la vez en ese momento sin empleo y sin
hogar, aunque ambas situaciones fueron por elección personal. Me rompió el
corazón el fracaso de esta relación y no pude hacer caso omiso a mi tristeza y
dolor. Me refugié en la heroína. A los veinte años había usado heroína varias
veces como una droga recreativa, cuando volví a ella en búsqueda de alivio
en 1995 hacía más de quince años que no la tomaba. La heroína me dio algo
de alivio al dolor inmediato que sentía en el momento, pero, inevitablemente,
también me originó más problemas de los que había resuelto. Aún no me
había dado cuenta de que volvía a ser un suicida.
Ya había tenido un "episodio" suicida en 1979, otra vez provocado por la
ruptura de una relación muy valiosa. Me había enganchado de nuevo a la
heroína, pero en esta ocasión fue casi de inmediato con el fin de utilizarla
para suicidarme. Mi primer intento fue una broma, tuve una resaca
desagradable de heroína. Mi siguiente intento pudo haber tenido éxito,
excepto que de alguna manera prendí fuego a la casa, lo que alertó a los
vecinos. Me desperté un par de días más tarde en el hospital con quemaduras
extensas. Al año siguiente más o menos cuando mi vida giraba en torno a la
recuperación de estas quemaduras, hice un intento más, con todos los
medicamentos que me habían prescrito los médicos, pero esta vez mi madre
se dio cuenta de que no estaba realmente dormido y llamó a la ambulancia
que me llevó al hospital general. Pasé un breve período encerrado en un
hospital psiquiátrico y casi sin darme cuenta pasé del hospital al salón de
clases en la universidad para estudiar informática. Me gradué y comencé una
carrera moderadamente exitosa en la industria de los programas informáticos,
volviendo a esta misma universidad para enseñar en 1989. Una vida bastante
buena. Hasta 1995.
Como ya he dicho, al principio no me di cuenta por qué había vuelto a mis
ansias suicidas. Mi dolor y desesperación se sintieron aliviados solo
brevemente por la heroína, pero ahora estaba teniendo todos los problemas
por culpa de mi adición y retirada. Me volví progresivamente más y más
disfuncional, hasta que finalmente, abrumado por la desesperanza e
impotencia que a menudo conduce a pensamientos suicidas, empecé a planear
mi muerte. Por alguna razón, tal vez yo era un poco más maduro de lo que
era en 1979, decidí pedir ayuda y llamé a mi hermana. Esto marcó el
comienzo de lo que se convirtió en una lucha de cuatro años contra mi
tristeza.
Aunque al principio llamé a mi desesperación una crisis espiritual, la
reacción a mi grito de ayuda debía ser tratada por una adicción a las drogas.
Esta crisis espiritual nacía desde lo más íntimo de mi ser. ¿Quién soy? ¿Qué
soy yo? ¿Qué significa para mí mi existencia? Si estas preguntas no tenían
una respuesta significativa y satisfactoria me iba a morir sin ninguna duda.
Fui a varios programas de desintoxicación de drogas y de rehabilitación,
con la asistencia a reuniones de Narcóticos Anónimos (NA), me fui a vivir a
un ashram de yoga y luego con algunos amigos en la hermosa campiña
australiana. Algo de esto me ayudó enormemente pero mi tristeza no tenía
cura. Cuando llegué a la ciudad me encontré otra vez tomando heroína.
Algunas veces pensé que estaba por encima de ella, pero volvía a caer de
nuevo. Estaba al borde la desesperación.

Drogas psiquiátricas
Había tomado brevemente el antidepresivo Aurorix comenzando este viaje de
cuatro años, pero no tuvo ningún efecto aparente, ni bueno ni malo. Más
tarde, durante el tiempo que estuve viviendo con unos amigos en el país,
tomé Aropax (antidepresivo, principio activo paroxetina) durante doce meses
y perturbó mi sexualidad. Durante la mayor parte de este tiempo tenía una
sesión asesoramiento semanal con un psicólogo. Fue un período bastante
estable para mí. No estaba usando activamente la heroína, ni tenía
pensamientos suicidas; estaba contento. Seguramente el psiquiatra
consideraba que esto era debido al Aropax, pero me pareció que tenía más
que ver con la vida sana, además que también estaba entrenándome para
aceptar que la vida era una mierda. Decidí dejar de tomar el Aropax al mismo
tiempo que volver a mi ciudad natal en Melbourne. En esta etapa había
perdido toda la fe en el psiquiatra, (su designación estándar era de quince
minutos y se comportaba de una forma arrogante, machista y desconsiderada)
por eso no le consulté sobre cómo dejar las drogas psiquiátricas. Me habían
dicho una y otra vez que estos medicamentos no eran adictivos. Yo notaba
que no me hacían ningún bien, sentía solo un amortiguamiento sexual, por lo
que podría dejar de tomarlos yo solo. Inmediatamente recaí en la heroína.
Después de algún tiempo en otro proceso de desintoxicación de drogas accedí
a probar un nuevo antidepresivo, esta vez iba a ser Efexor (antidepresivo,
principio activo venlafaxina). Me trataron primero con la mitad de la dosis.
Después de algún tiempo en otro proceso de desintoxicación de drogas
accedí a probar un nuevo antidepresivo, esta vez iba a ser Efexor
(antidepresivo, principio activo venlafaxina). Teniendo en cuenta mi historia,
me refiero a lo que creo que era la dosis total de un adulto normal, en lugar
de la práctica habitual, me trataron primero con la mitad de la dosis.
Después de un par de semanas no hubo efectos apreciables así que mi
psiquiatra y yo decidimos duplicar la dosis a dos comprimidos de 75 mg dos
veces al día. Al poco tiempo era incapaz de dormir. Después de una semana
prácticamente sin dormir insistí en ver al psiquiatra. Consideramos el cambio
a otro antidepresivo, pero como yo estaba todavía muy "deprimido" (es decir,
suicida), se consideró un tanto arriesgado ya que estaría un par de semanas de
desintoxicación del Efexor y luego otro par de semanas antes de que el nuevo
medicamento (tal vez) funcionara. El psiquiatra recomendó añadir otro
producto químico a mi dieta de drogas: Zyprexa (antipsicótico, principio
activo olanzapina), uno de los nuevos antipsicóticos "atípicos", que se utiliza
principalmente en el tratamiento de "la esquizofrenia". Mi médico me dijo
que este fármaco podría "mejorar" el efecto de los antidepresivos, además de
que tenía algún efecto sedante que podría ayudar con los problemas de sueño.
Ahora sé que todo esto era una mentira escandalosa. Ahora sé que Zyprexa
es un neuroléptico poderoso y potente que somete la actividad del cerebro
mediante procesos químicos que no son bien entendidos, por lo general con
los efectos secundarios tampoco no se entienden bien. Ahora también sé, que
es de hecho, una práctica común en la psiquiatría; simplemente aumentar la
dosis y / o la potencia (es decir, drogas más fuertes) de estos llamados
tratamientos con el fin de someter los síntomas desagradables de la
desesperación. También sé ahora, que estos fármacos nunca lo hacen, que a
veces pueden someter a los síntomas, pero sin tratar realmente las causas, es
decir: la fuente real de la desesperación y el sufrimiento que estaba
experimentando.
El único efecto secundario de Zyprexa que el psiquiatra mencionó fue que
yo podría "desarrollar un poco de gusto por lo dulce". Fue una subestimación.
Durante el año siguiente, mientras estaba tomando este medicamento,
desarrollé una pasión adictiva para los helados de Cadbury con crema de
vainilla y engordé unos veinte kilos. Pero el efecto "real" de esta droga, es
que me convertí en un zombi: todo el día en casa comiendo helados y viendo
la televisión. Creo que estuve con este cóctel de drogas alrededor de un mes,
hasta que finalmente renuncié y después de tres años de lucha hice mi primer
intento serio de suicidio. Había tenido antes algunos intentos poco entusiastas
y a veces estúpidos, pero este era justo ("dinkum" como decimos aquí en
Australia). Me registré en un motel con un gran alijo de heroína y una botella
de whisky, una combinación letal. Me desperté en el hospital uno o dos días
más tarde, el personal del motel me había encontrado inconsciente y llamaron
a la ambulancia. Mi pobre familia no sabía si me iba a despertar. Me enteré
mucho después de que los médicos estaban preocupados por una posible
lesión cerebral, no por la heroína, sino por todos los medicamentos que yo
también había tomado, en especial el Zyprexa.
Fue en este momento cuando cedí y fui al programa de metadona
(hipnótico, principio activo levometadona), que se me había ofrecido antes,
pero siempre me había negado, temiendo su reputación como una adicción
más severa que la heroína, así como la forma en que te encadena a las visitas
diarias a la farmacia. Ahora estaba con una doble dosis de Efexor, otra
considerable de Zyprexa y una más de "bloqueo" con metadona. Estaba
bastante podrido por todas estas potentes cargas diarias de sustancias
químicas en mi cerebro, tambaleándome, aturdido y confuso para realmente
no preocuparme por nada.
Mis condiciones de vida eran muy cómodas y seguras. Compartía una casa
con una antigua amante. Durante unos ocho meses tomé diariamente
metadona, Efexor, Zyprexa, helado de Cadbury (con crema de vainilla) y veía
la televisión durante el día. Estaba sexualmente inerte y severamente
estreñido pero por lo demás "estable"; no usaba la heroína y no estaba
activamente suicida. Una vez más, parecía que la mayoría de la gente era
feliz de aceptar esto como algún tipo de recuperación, aunque yo sabía que
todavía estaba profundamente infeliz... pero simplemente no me importaba.
Tenía sesiones de asesoramiento ocasionales, pero estaba tan desinteresado
en esto como con todo lo demás. Hacia todo lo exterior me mostraba inerte,
aburrido, apático y desinteresado, como un zombi, a la espera de algo, pero
sin pensar en lo que podría ser o cómo podría suceder.
Los dueños de la casa que habían estado viviendo en el extranjero
regresaron a los seis meses como estaba previsto. De vez en cuando tomaba
heroína, como si deambulara de nuevo sin rumbo fijo. Era como un pequeño
chispazo a una vida de otra manera aburrida y muerta, pero también era muy
costoso y probablemente bastante peligroso obtener suficiente cantidad para
que yo pudiera sentir a través de la niebla de la metadona. Negocié con la
familia y amigos sobre dónde podría ir a vivir. Me enfrenté otra vez con la
desesperanza de mi situación. Intenté suicidarme nuevamente, esta vez
tomando una sobredosis de metadona que había venido acumulando de las
dosis que consumía durante los meses anteriores. Sabía que una triple dosis
era suficiente para morir, pero para estar más seguro pensé que no fallaría
ingiriendo doce o quince veces más de mi dosis normal. Sin embargo, ¡Ay,
nooo!, esta vez simplemente me desperté en la habitación de un motel con el
personal golpeando a mi puerta. No sabía qué hacer. El despertar de un
intento de suicidio es una sensación bastante peculiar. Llamé a mis médicos
para que fueran a controlarme, ellos insistieron que fuera a verlos
inmediatamente. Comprobaron que estaba bien físicamente y antes de
terminar el día ya estaba diagnosticado y llevado bajo escolta a un hospital
psiquiátrico. Después de pasar un fin de semana, el psiquiatra del hospital
evaluó mi condición como una "depresión existencial" por lo tanto no tenía
necesidad de continuar allí y dispusieron mi salida inmediata. Parecía una
broma.

Saliendo
Después de unos días durmiendo en el suelo de casas de amigos y familiares,
una vez más mi muy buena fortuna me llevó a una casa de huéspedes
(vivienda pública para los más desfavorecidos), que es donde vivo hoy. Yo
era un desastre, pero muy agradecido por estos pequeños pocos metros
cuadrados que llamaba "hogar". A las pocas semanas, decidí que iba a salir
de todos estos fármacos. Es difícil decir exactamente de dónde vino esta
decisión. Las drogas no estaban en mí era yo quien estaba dentro de ellas.
Dejaría de tomar todos estos venenos y si moría en el proceso, pues muy
bien, no me importaba. Llamé a mis médicos para ir a verlos y comentarles
mi decisión.
Curiosamente, cuando llegué allí, el médico jefe que supervisaba mi
metadona, una persona maravillosa, no como el psiquiatra, dijo que habían
revisado mi expediente y decidido que el plan de tratamiento actual no estaba
funcionando. Me reí cuando le dije que había decidido dejar todos los
medicamentos. La verdad era que yo había estado luchando con mi suicidio
durante casi cuatro años y los dos intentos serios que tuve de suicidarme
habían sucedido mientras estaba tomando esta pesada carga de psico-
medicamentos. A pesar de esto y de mi odio actual a estas despreciables
"medicinas" no los culpo por mis intentos de suicidio. Yo era un suicida
delante de ellos y fue el agotamiento por mi lucha, más que nada, creo que
finalmente lo que me empujó sobre el borde. No culpo a estos medicamentos
por mis intentos de suicidio, a pesar de que ahora he aprendido, que por sí
solos pueden desencadenar sentimientos suicidas. Pero está claro que no
ayudan y que, de hecho, hacen la situación peor, porque mientras yo estaba
zombie por estos fármacos no había manera alguna vez de que iba a
solucionar los problemas reales detrás de mi suicidio. Como un querido
amigo de NA una vez dijo "si no puedes sentirlo, no puede curarlo."
Yo solo quería dejar de tomar todo de inmediato. El médico, sin embargo,
dijo que esto sería absurdo y peligroso, que tenía que dejar estos fármacos,
uno por uno, poco a poco y con cuidado. Tuve que estar de acuerdo, esto
tenía sentido, así que puse en marcha un plan para dejar primero la metadona,
y luego los demás. Para esta ocasión era la Zyprexa la que más odiaba y la
que más ganas quería dejar de tomar, pero estaba convencido de que primero
tenía que salir de la metadona.
La metadona también es muy adictiva. Me había desintoxicado de la
heroína muchas veces y sí, es una experiencia muy desagradable. Pero no es
nada comparado con la desintoxicación de la metadona. Me habían advertido
sobre esto de antemano, junto con los otros efectos secundarios de la droga.
No tengo ningún rencor en absoluto a los que me aconsejaron tomar la
metadona. Me dijeron que se trataba de un experimento y que no podría
trabajar. Como tenía bastantes problemas con la heroína probé con la
metadona. No funcionó, pero no culpo a los médicos por eso.
El plan de retirada de la metadona fue suspenderla en más o menos tres
meses. Más tarde supe que esto era muy rápido en realidad, seis meses sería
lo más adecuado para mi dosis que estaba en (80 mg por día). Estoy
agradecido a mi médico con metadona por este programa de desintoxicación
rápida. Yo también había escuchado en NA y en otros lugares que nadie se
quita de la metadona sin usar la heroína de nuevo, es decir, se utiliza la
heroína para amortiguar por sí mismo los retiros de metadona. Yo no era la
excepción. Me fue bien durante el primer par de meses. El químico me
preguntaba de vez en cuando si quería "golpear esa pared" todavía. Le decía
que no, que lo estaba haciendo bien. Hasta mi última semana de
desintoxicación, estaba con 2 mg por día y luego bajé a 1 mg y luego a cero
al final de la semana. Empecé a sentirme mal como si estuviera recibiendo
una mala gripe. Los síntomas típicos de los retiros de opiáceos. Normalmente
cuando esto ocurre (y casi siempre se produce en algún momento) se vuelve a
estabilizar esta dosis o un poco más alto hasta que esté listo para continuar.
Estaba tan cerca de terminar que me decidí a ir por ella y fingí que estaba
enfermo con una gripe fuerte durante una semana o algo así, o lo que fuera
necesario. Aunque aún estoy contento con esta decisión, en realidad era unas
seis semanas antes de que estos síntomas de abstinencia finalmente se
desvanecieran.
Los síntomas de la abstinencia de opiáceos son bien conocidos: dolores en
las articulaciones, dificultad para dormir, diarrea, secreción nasal, sudoración
caliente, frío, sensación de tener picazón debajo de la piel, etc, etc... Yo
estaba familiarizado con esto y solo traté de aguantar lo mejor que pude. Lo
difícil de la metadona fue el tiempo que transcurrió para que los síntomas
pasaran. Cuando empezaba a pensar que lo peor había pasado, de repente me
veía envuelto en un sudor frío y muy húmedo. Esto era más incómodo
cuando ocurría de repente mientras estaba sentado en el autobús lleno de
gente, o en cualquier lugar.
En mi entusiasmo para deshacerme de estos fármacos y volver a algo
parecido a la "normalidad", me ofrecieron un trabajo de alta exigencia como
consultor informático por 400 dólares australianos (en enero de 2003,
aproximadamente 230 euros o 200 dólares americanos por día) al día. Hoy
parece ridículo que rechazara esta oferta, porque no tenía suficiente dinero.
Es doblemente curioso, porque si yo hubiera aceptado habría sido un gran
desastre. El impacto total del retiro de metadona me golpeó como una semana
después de la fecha en que hubiera comenzado el trabajo en caso de haberlo
aceptado. ¡Uf!
Seguí tomando el Zyprexa y el Efexor. A veces me olvidaba tomarlos,
sobre todo la segunda dosis de Zyprexa, hasta que un día me di cuenta de que
me había perdido un par de días y fui a tomar un comprimido de Zyprexa,
rompí su envoltorio para sacarlo y colocarlo en mi boca. No me atreví a
tragarlo. No he tomado ninguno desde ese día. Todavía estaba profundamente
involucrado en la desintoxicación de la metadona y no dije a mis médicos que
había dejado de tomar Zyprexa. Creo también que dejé de tomar Efexor, pero
pude haber mantenido esta falta por un poco de tiempo más.
Los efectos de la retirada que pude haber tenido por estos fármacos
probablemente se perdieron en la pesadilla de la desintoxicación con
metadona. Dejé de tomar estas psico-medicinas antes de lo que debía, de
acuerdo con mi consejo médico, pero, ya no podía seguir tomándolas. Esto
pudo haber acentuado el retiro que estaba teniendo de la metadona y, como
he dicho, me hizo tomar un poco de heroína durante este difícil período. Mi
afán suicida también regresó brevemente. Estoy encantado de decir, que mi
último momento intenso como suicida fue en el puente de Westgate,
preparado para dar el salto al abismo. Es imposible desentrañar todos los
factores que me llevaron a esto.
Toda esta desintoxicación y retirada fue supervisada por un doctor, médico
general y registrado en el programa de metadona. Él estaba preocupado por lo
rápido que era mi programa de desintoxicación con metadona y trató de
extenderlo y me insistió en que me adhiriera a él. Hacia el final me instó a
salir de la ciudad por un tiempo –en realidad dijo que sabía de muy pocos
casos de personas que recientemente se hubieran desintoxicado de metadona
con éxito, sin alejarse de su entorno normal, lejos de facilitar el acceso a la
heroína, por un tiempo.
Tenía problemas para dormir y me dio algunas benzodiazepinas, fue la
única otra medicación que tomé durante este tiempo difícil. Por el momento
los retiros de metadona habían pasado; había dejado totalmente el Zyprexa y
Efexor y se lo dije al médico. Solo me podía fruncir el ceño... y estaba
agradecido de que no había sido un completo desastre.
Aunque ahora soy muy crítico con la mala "medicina", especialmente la de
la profesión psiquiátrica, debo reconocer que algunos médicos maravillosos
me han ayudado. Este hombre es uno de esos. Él estaba disponible de verdad
y siempre fue honesto conmigo. Recuerdo que me dijo "Por favor, no te
mueras", es una de las cosas más útiles que cualquier médico me ha dicho
nunca. No pretendía hacer curas milagrosas pero con su habilidad natural
estaba dispuesto a ayudar a quien lo necesitara. Para alguien como yo, esta
clase de personas íntegras es absolutamente vital.

Recuperación
En una historia como esta es importante decirles que hoy –desde el año 1999
por más de dos años– ya no soy un suicida, ni estoy "deprimido" (etiqueta
diagnóstica que ahora encuentro sin sentido) ni tomo heroína. No estoy
totalmente libre de drogas. Sigo siendo fumador, me encanta un poco de vino
con la cena (pero no me gusta estar borracho) y soy adicto al té. Después de
dos años sin drogas psiquiátricas en mi sistema, todavía tengo algunos
problemas con la función sexual y de vez en cuando para dormir. A veces
tengo la tentación de culpar a estas drogas, pero no lo tengo muy claro.
Quizás sean debidos al envejecimiento; de hecho, algunos llaman a mi crisis
una menopausia masculina. También puede ser debido a mi abuso de heroína.
Ahora que he sido capaz de volver a trabajar a tiempo parcial durante los
últimos dos años, estoy siguiendo cierta investigación en las relaciones entre
el suicidio y la espiritualidad. También trabajo activamente por los derechos
de los consumidores de salud mental, donde me encuentro con muchas
personas encantadoras a las que puedo brindar una gran comodidad y apoyo,
así como compartir la preocupación por los abusos de la psiquiatría. Pero lo
más importante es que he establecido una relación muy especial y duradera
con la maravillosa Elaine. La vida es buena.
En el tiempo de la lucha, una de las cosas más molestas fueron todas esas
personas que creían que lo que había ido bien para ellos también podría
funcionar para mí. El camino hacia la paz y la libertad es único para cada
individuo y es muy personal, creo. Aunque me dan ganas de gritar en voz alta
al mundo la alegría de mi propia liberación, no asumo que mi camino es
necesariamente el camino para cualquier otra persona. También ahora creo
que la lucha por la paz interior y la libertad personal es intrínseca a una vida
bien vivida.
La cuestión no es cómo podemos "curar enfermedades" como la angustia
mental, emocional y espiritual, sino cómo vamos a abrazar nuestras únicas
vidas y cómo apoyarnos unos a otros en lo que nos permite la experiencia
completa de lo que la vida nos trae. Escuché una historia de una persona que
le preguntó a un anciano aborigen australiano qué hacía su cultura cuando
alguien tenía lo que nosotros llamamos "psicosis". La respuesta fue
maravillosamente simple: "le damos la bienvenida y nos aseguramos para que
siempre nos acompañe alguien en este nuevo camino."
Mejor algunas veces que siempre

Mary Nettle

Tener el control de nuevo


Antipsicóticos: Largactil, Modecate / Estabilizadores del ánimo: litio, Pridal

Mi primer contacto con el sistema psiquiátrico fue en 1978 cuando tenía


veinticinco años y un buen trabajo como ejecutiva de marketing involucrada
con la investigación de mercado de los consumidores de un gran fabricante
de alimentos para mascotas y cereales para el desayuno. Creo que hay tres
factores desencadenantes involucrados en mi eventual ingreso en el hospital
psiquiátrico. La tensión emocional de mi boda, un viaje laboral muy difícil y,
sobre todo, mi gran sobrecarga de trabajo debido al despido de muchos
colegas míos.
Dejé el hospital con un diagnóstico de depresión maníaca y una receta de
litio. Después de varios meses tuve mucha suerte de retomar un trabajo en la
agencia de investigación de mercado donde solía trabajar. Pude salir del litio
pues mi psiquiatra en aquel momento tuvo la impresión de que estaba estable
y podría no tener otro episodio. Así fue durante varios años hasta que
conseguí otro trabajo como funcionaria en una base de la fuerza aérea
estadounidense cerca de donde yo vivía.
En 1982, tuve otra temporada en el hospital y el diagnóstico fue
confirmado. Esta vez el hospital me dejó el litio y una importante inyección
de neuroléptico en depósito; Modecate (principio activo flufenazina).
Después de un par de años dejé la inyección de depósito, pero continué
tragando mil miligramos de Pridal (estabilizador del ánimo, principio activo
litio) diariamente. Mi médico familiar ordenó que me hiciera análisis de
sangre cada tres meses.
Me dijeron que como un diabético necesita insulina para vivir, yo
necesitaba litio como maníaco-depresiva para controlar mis cambios de
humor. Aumenté de peso, pero me dijeron que era porque estaba contenta y
ahora mis estados de ánimo eran equilibrados; que estaba comiendo
demasiado y debería ir a un club de dieta. Así lo hice, sin ningún efecto, pues
está demostrado que el aumento de peso es un efecto secundario del litio,
aunque el principal era que no sentía ninguna emoción en absoluto: era
incapaz de sentir algo, ni felicidad ni tristeza, ni ira, ni satisfacción por nada,
ni tan siquiera podía reír o llorar. Mi matrimonio fue un desastre ya que mi
marido se convirtió en un alcohólico crónico. Tomé litio durante diez años a
partir de 1982 hasta 1992 y tuve un comportamiento totalmente inaceptable
porque no era capaz de expresar mis emociones debido a la medicación.
Cerca de 1984 mi médico de cabecera me dijo que él no era partidario de
mantener a la gente en la medicación de forma indefinida y quería tratarlos de
otra manera. Le dije que me habían dicho que necesitaba el litio para el resto
de mi vida y que debería hablar con mi psiquiatra. Él le escribió a ella y ella
respondió que no tenía ningún derecho a interferir en mi tratamiento y si me
venía la crisis y necesitaba ingresar en el hospital no tendría nada que ver con
eso sino él, que como era mi médico de cabecera tendría que hacer frente a
las consecuencias. Es decir... que me quedé con el litio.
Alrededor de 1988 me reuní con algunas personas de los supervivientes
que habían experimentado la psiquiatría y querían cambiar el sistema. La
primera vez que hablé con ellos ¡cambió mi vida! Debido a que el
movimiento de usuarios adquirió poder, traté de tomar el control de mi vida.
Mi médico de cabecera se sorprendió cuando le dije que quería dejar de
tomar litio. Discutimos los pros y los contras y me dijo que si yo fuera
asmática y quisiera correr un maratón seguro que usaba el inhalador; lo decía
porque si tenía un ataque de asma, sin un inhalador podría morir. Sin
embargo lo peor que podría suceder si dejaba de tomar litio sería pasar una
temporada en el hospital. Sentía que no estaba en peligro de morir si dejaba
de tomar litio por lo que dijo "Te sales con la tuya". Si me necesitas aquí
estoy dispuesto a ayudarte.
Así que en 1992, después de estar tomando litio durante diez años dejé de
hacerlo poco a poco. Me costó algún tiempo, pero me sentía viva de nuevo y
sabía lo que significaba "la sensación". Estaba en contacto con mis
emociones de nuevo ¡fue maravilloso! Para mi marido fue un desastre: yo ya
no era la mujer pasiva que limpiaba sin decir nada; no le importaba tener un
desierto emocional como matrimonio. Después de dos años fuera del litio salí
de la casa a las 22:00 el sábado 11 de junio de 1994 para estar con mi madre,
que vivía a 40 millas. Mi madre sentía que yo no podía continuar, ya que no
había estado durmiendo y pasaba muchas horas en el teléfono con los buenos
samaritanos; mi médico de cabecera, había sido tan favorable como lo podría
ser y tuve acceso al Valium y Mogadon para tomar en caso de que yo lo
necesitara. Mi madre me estaba proporcionando el refugio seguro que yo
necesitaba.
Después de dejar de tomar el litio en 1992 mi marido reconoció ser un
alcohólico y en ese año tuvo dos admisiones a nuestro hospital psiquiátrico
local a 25 millas de nuestra casa (una pequeña aldea en la región de
Cotswolds, una parte pintoresca del Reino Unido cerca de 100 millas al oeste
de Londres). Se llevó a cabo un programa de desintoxicación de alcohol y
"secado" en la misma sala donde tuve mi segunda y última (¡espero!)
hospitalización por depresión maníaca en 1982. Este hospital fue un enorme
manicomio victoriano de ladrillo rojo que tuvo encerrados a pacientes de
muchos kilómetros a la redonda. En 1995 el programa de desintoxicación no
funcionó y él siguió bebiendo, despedido de su trabajo e incapaz de buscar
otro. Recibió del estado la prestación por incapacidad a causa de su salud
física y mental, deteriorada por el del alcoholismo. Sobreviví al estrés del
desastre, porque al menos él había admitido que era alcohólico y que tenía el
apoyo de mis compañeros supervivientes del sistema de salud mental, estaba
desarrollando mi propia autoestima al ser respetada y valorada dentro del
creciente movimiento de usuarios.
En enero de 1993, celebré mi 40 cumpleaños con una gran fiesta; todavía
tenía la esperanza de que mi marido aceptara la ayuda y el apoyo de sus
compañeros alcohólicos en su movimiento de usuarios. Luego vino una
inundación de los desencadenantes de estrés inesperados. En marzo mi padre
murió repentinamente de un ataque al corazón poco después de medianoche,
mientras estaba sentado viendo la televisión junto con mi madre. Mi marido
estaba en su estupor alcohólico habitual, sin poder apoyarme. En mayo de ese
año mi madre tuvo problemas cardíacos graves, que la inactivaron totalmente.
En septiembre tuvo una importante operación para reemplazar la válvula
mitral en su corazón y estuvo en el hospital hasta la época de Navidad. En
octubre mi marido fue encontrado por la policía en Londres desplomado
sobre el volante de su coche. Fue llevado al hospital, donde tuvo un tipo de
ataque epiléptico y perdió su licencia de conducir por razones médicas.
Creo que fue alrededor de junio de 1994 cuando me sentí capaz de la
"ruptura". Mi madre se había recuperado muy bien de su crisis cardíaca y
estaba en condiciones de cuidarme en lugar ser a la inversa. Sin embargo en
ese momento estaba tan estresada que tuve un episodio psicótico. Aunque mi
madre me cuidaba en su casa porque sabía que yo no quería ir al hospital
acepté la ayuda psiquiátrica y la medicación.
En 1996, me fui a vivir a mi propia casa en un pequeño pueblo a ocho
millas de la casa de mi madre. Tenía un médico familiar y psiquiatra
diferente, ambos querían que siguiera tomando el litio por si acaso aparecía
otro factor desencadenante de estrés. En el Reino Unido tenemos un sistema
llamado enfoque del programa de atención, en el que si se le considera
gravemente enfermo (es decir, un diagnóstico de depresión maníaca o
esquizofrenia) se le da un trabajador especial para que cuide de usted y
mantenga el contacto con los servicios de salud mental. Actualmente mi
psiquiatra es mi trabajador especial. Nos reunimos periódicamente y puedo
contactar con él en cualquier momento (aunque yo no he tratado de hacer
esto). Sin embargo, todavía estoy en contacto con el movimiento de usuarios
y he convencido a los médicos de que me conozco a mí misma. No estoy
tomando litio y no tengo intención de tomarlo, los médicos han respetado mi
decisión.
Luché mucho para convencer al sistema psiquiátrico de que era seguro
para mí utilizar la técnica de autogestión, donde me dosifico a mí misma con
el horrible pero eficaz tranquilizante mayor Largactil (antipsicótico, principio
activo clorpromazina), por el estrés pocas ocasiones se activa la falta de
sueño. La manera como el Largactil me afecta es que funciona mediante una
paralización temporal de mi cerebro y extremidades de modo que es
realmente difícil moverse, aunque uno quiera, es por eso que se llama el
"porrazo químico".
Esto es mucho mejor para mí que tener que dirigir mis emociones todo el
tiempo, en caso de que me encuentre con un disparador de estrés. Con la
ayuda adicional de masajes, aromaterapia y co-asesoramiento, siempre he
podido continuar con este estado de cosas. ¡Comencé a amar la vida y
empecé a aprender cómo divertirme!

Actualización
A partir de este escrito, he decidido permanecer por el momento con el litio.
Esto fue después de un episodio en el que intervinieron una ambulancia, el
servicio de policía y mi madre. Me asusté. Sé lo que me ha disparado y no
quiero regresar allí de nuevo, jamás. Por eso he hecho una elección
informada de permanecer en litio. Preferiría no estar tomándolo, pero siento
que no tengo opciones a mano. No estoy tomando ningún otro medicamento
psiquiátrico ni pretendo hacerlo. Mi vida ha cambiado sin embargo. En 2013
me dijeron que mis riñones estaban siendo afectados por el litio, porque había
tomado una dosis demasiado alta durante muchos años. Después de salir tuve
otro episodio. Ahora tengo una dosis más baja y mi función renal está
volviendo a la normalidad. En 2014, tuve un accidente de coche y me rompí
el cuello. Me he recuperado pero a partir de entonces estoy viviendo más
lentamente.

Lynne Setter

Volver a mí misma
Antipsicóticos: Risperdal / Antidepresivos: Effexor, Ludiomil, Paxil, Prozac,
Wellbutrin / Estabilizadores del ánimo: Depakote, litio, Tegretol /
Benzodiazepina-tranquilizantes: Ativan, Halcion, Mogadon, Valium

La primera evidencia de mi enfermedad mental se vio cuando era bebé y


comencé hacerme daño en la cuna, el diagnóstico, sin embargo no se hizo
hasta 31 años después. Mi "automedicación" y el régimen de abuso de
sustancias comenzó a los nueve años cuando empecé a fumar cigarrillos y
robar tranquilizantes a mi madre. A los doce años comencé el abuso de
alcohol y marihuana, me habian recetado Mogadon (benzodiazepina-
tranquilizante, principio activo nitrazepam) que debe tomarse por la noche y
5 mg de Valium (benzodiazepina-tranquilizante, principio activo diazepam)
para tomar tres veces al día. Yo era rebelde, diagnosticada como
"hiperactiva". El medicamento pronto cambió a Halcion (benzodiazepina-
tranquilizante, principio activo triazolam), del que abusé severamente por
más de diez años. Casi no recuerdo la vida sin benzodiazepinas. El uso de
antidepresivos ha sido frecuente desde la adolescencia, junto con
anticonvulsivantes y antipsicóticos que entraron en juego en 1995. Ahora
estoy prácticamente libre de drogas, concentrándome principalmente en la
dieta, la nutrición y la reducción del estrés como un medio para controlar mi
condición. La estabilidad está a mi alcance finalmente.
Volviendo...
Durante mi primer año en la escuela me adelantaron a una clase con niños
dos años mayores que yo, a mis padres se les dijo que yo era "brillante". Fui
expulsada de esta escuela tres años más tarde por protagonizar violentos
berrinches. Comenzó así una vida turbulenta a nivel escolar, pasé por siete
escuelas diferentes, casi de todas fui expulsada. Empecé a escribir poesía a
los once años. Soy capaz de identificar una niñez muy infeliz (las memorias
son limitadas). Al parecer, durante mis años escolares lloraba con frecuencia
hasta quedarme dormida. A los catorce años ya casi no asistía a clases. Los
psicólogos del departamento de educación insistían en que metiera bloques
redondos en los agujeros cuadrados. Otros igualmente hacían "pruebas"
inútiles. Ellos me prescribían más tranquilizantes y antidepresivos. No me
acuerdo de todos los medicamentos y el tiempo que los consumí. Solo sé, que
me volví consistentemente más inestable y aislada de la vida y la realidad.
Todos los días quería suicidarme e intenté hacerlo con frecuencia. Se me
entumeció mi mente hiperactiva con tanto abuso de drogas legales e ilegales.
Mi pensamiento estaba totalmente centrado en matar el dolor, tratando de ser
normal.
A los 19 años tuve una convulsión grave que atribuyo a los diez años
anteriores de uso de sustancias. Durante mi adolescencia también
experimenté con LSD, anfetaminas y muchas drogas legales adquiridas en la
calle. Muchas veces traté de retirarme de las benzodiazepinas, pero con
escaso éxito. El dolor físico y emocional de la retirada era una tortura. El peor
momento fue arrancarme mechones de cabello en un intento de desviar el
dolor a otro sitio de modo insoportable. Durante muchos intentos de
abstinencia comencé a fumar más marihuana, que no parece aliviar algunos
de los efectos de la abstinencia. La marihuana ha sido mi compañera durante
22 años, y creo que es el menor de todos los males que he consumido. Me ha
calmado, sin efectos secundarios y aliviado el impacto de los muchos retiros
que he experimentado. Me preocupa que el uso de esta droga relativamente
inofensiva me marcase como una criminal.
Cuando tenía veinticinco años me fui de Nueva Zelanda y me embarqué en
un período de diez años de lo que podría ser diagnosticado como "estados
hipomaníacos mixtos, con ciclos rápidos". En mi experiencia, esto
significaba: "manía consistente con una depresión siempre cercana", con
sobretomas a menudo. He trabajado sin parar, pero el choque inevitable llegó
y el ciclo volvía a empezar de nuevo. Los ciclos podían durar un par de horas,
semanas o incluso veces meses. En 1994 había conseguido un trabajo de gran
responsabilidad, en Washington DC, seis meses después me diagnosticaron
como "maníaco-depresiva". En un año ya era una paciente psiquiátrica de
tiempo completo, después de un intento de suicidio que me puso en estado de
coma. A mi familia se le dijo que era poco probable que fuera a sobrevivir y
si lo hacía el riesgo de daño cerebral permanente era muy alto. Durante ese
año me habían recetado litio (estabilizador del ánimo y profiláctico), Tegretol
(estabilizador del ánimo, principio activo carbamazepina),
Depakote(estabilizador del ánimo, principio activo valproato), Prozac
(antidepresivo, principio activo fluoxetina), Paxil(antidepresivo, principio
activo paroxetina), Effexor (antidepresivo, principio activo venlafaxina),
Ludiomil (antidepresivo, principio activo maprotilina) y Risperdal
(antipsicótico, principio activo risperidona). Los efectos secundarios físicos
y emocionales de estas drogas eran intolerables, pero al intentar retirarlos me
hice tan inestable que la desesperación me hizo probar las drogas de nuevo.
Me vi obligada a dejar mi trabajo antes del episodio de coma, poco
después que nevó durante la "tormenta del siglo". Esa fue la guinda del
pastel, por así decirlo. No me acuerdo de las dos semanas anteriores antes de
ser admitida en el hospital, pero al parecer me sentía "más unida" de lo que
me había sentido en mucho tiempo. Había atendido meticulosamente mis
asuntos, e investigado a fondo todas las posibilidades que ahora tenía con las
drogas. Mi elección fue el litio y el Tegretol. Creo que los cócteles de drogas,
especialmente el año anterior me habían hecho perder contacto
completamente con la realidad, lo que refleja que ahora sentía un miedo
intenso al volver a visitar ese lugar. Cuando estuve lo suficientemente bien
como para ser trasladada a la sala de psiquiatría donde regresé de nuevo, me
recetaron Prozac y litio. Fingí que estaba bien para salir del hospital, pasé los
siguientes seis meses casi sin poder levantarme de la cama, debido a una
depresión severa como efecto secundario de estas drogas. Traté de dejar de
tomar Prozac, y en tres semanas estaba de vuelta en el hospital tras un intento
de suicidio. Entonces me recetaron Depakote y Wellbutrin (antidepresivo,
principio activo bupropión), poco después decidí que era hora de volver a
casa a Nueva Zelanda. Yo estaba demasiado enferma para trabajar y no podía
mantenerme a mí misma, además no estaba interesada en recibir alguna
ayuda del gobierno en los EE.UU.
Soy muy afortunada al tener apoyo de familiares y amigos, sin ellos dudo
que hubiera llegado tan lejos. Con su ayuda empecé a reconstruir mi vida y
descubrir alternativas a la psiquiatría en general. Seguí tomando Wellbutrin y
Depakote hasta principios de 1997, cuando disminuí gradualmente la dosis
durante un período de unos tres meses. El retiro fue el más fácil que yo había
experimentado, creo que era debido a una combinación de las siguientes
razones:
1. La disminución de la dosis lentamente.
2. Uso de hierbas; remedios de hipérico (hierba de St. Juan), valeriana y
suplementos nutricionales.
3. Revisión dieta.
4. Reducción de estrés (incluyendo evitar la privación de sueño siempre que
sea posible).
5. El mantenimiento de una rutina.
Me gustaría hacer hincapié en que para mi experiencia estos factores son
esenciales en el manejo de las enfermedades psiquiátricas en general, sin
embargo, son de especial importancia durante los períodos vulnerables de la
abstinencia.

1
Es ampliamente conocido que cuando es más lenta la retirada de cualquier
droga producirá efectos adversos menos graves. El pavo frío puede ser muy
peligroso y en ocasiones ha resultado fatal. Cuando me retiraron el Prozac,
me encontré en el hospital por un intento de suicidio. He escuchado muchos
casos de comportamiento homicida y suicida causados por la abstinencia, en
particularmente de Prozac.

2
El Hypericum actúa como un antidepresivo, así es cómo yo disminuí la dosis
de Wellbutrin que compensé con el aumento de la dosis de Hypericum. La
valeriana actúa como un sedante por lo que también incrementé la dosis
durante el tiempo que estuve susceptible a los síntomas de abstinencia.
Cuando dejé completamente los medicamentos psiquiátricos estaba tomando
una gran dosis de ambas plantas, que con el tiempo me he disminuido
gradualmente.
Una amplia investigación sobre los beneficios nutricionales me llevó a los
suplementos nutricionales que tomo en un régimen estricto. Estos incluyen
multivitaminas (con exclusión de colina, inositol y lecitina –estos no son
recomendados para la depresión maníaca), vitamina C adicional, complejo B
(B6 y B12), aceite de hígado de pescado, antioxidantes, calcio, magnesio, y un
montón de ajo fresco siempre que sea posible. Desde hace unos meses
después del período de retirada de los fármacos, he reducido gradualmente
los suplementos y trato de satisfacer mis necesidades a través de la dieta.

3
Creo que la dieta es muy importante. Los Chinos han hablado durante siglos
de la conexión mente / intestino. Donde hay una situación de alergia a los
alimentos, por ejemplo, cuando el revestimiento del intestino se ve
comprometido y hay fugas en la pared intestinal, las toxinas van,
directamente al torrente sanguíneo. Recientemente he descubierto que tengo
la enfermedad celíaca (intolerancia al gluten), y en la modificación de mi
dieta para compensar esto, he encontrado mis emociones mucho más
estables, poniéndome en un mejor lugar (física y emocionalmente) para hacer
frente al no consumir medicamentos psiquiátricos y mantener el equilibrio
continuo. Tengo una complicación añadida de Candida en el intestino,
probablemente causada por alergia a los alimentos o sustancias no digeridas
en el intestino, un ambiente perfecto para el crecimiento de la levadura. Toda
la literatura que he leído sobre las alergias alimentarias y la candida refieren
que los estados de depresión e inestabilidad emocional (entre muchas otras
cosas) son síntomas comunes.
Mi diagnóstico original hace muchos años era "el síndrome del intestino
irritable". Muchos consumidores de la "industria" de la salud mental han
afirmado que tienen el síndrome del intestino irritable. Este diagnóstico es
muy vago, porque lo que en última instancia se afecta es el "colon irritable".
Este aspecto raramente parece ser abordado. En mi experiencia, estas
cuestiones no se abordan solo con el diagnóstico que se hace por lo general a
través de la observación y la revisión de la dieta (esto puede ser un proceso
laborioso), por lo tanto, la consulta de quince minutos ya no es viable.
También las compañías farmacéuticas no obtienen ningún beneficio, ya que
la principal forma de tratar estas condiciones es a través de la dieta.
Junto con el abordaje de las alergias alimentarias, también he eliminado
casi todas las grasas animales de mi dieta. Rara vez consumo comida basura
y trato de beber mucha agua. Estas son modificaciones muy sencillas que
creo han tenido un impacto en mi salud física y mental. No puedo hacer
suficiente hincapié en la importancia que creo que estas cuestiones tengan,
por mucho que sea el camino para encontrar el equilibrio individual.
4
Al analizar los períodos más difíciles de mi vida, se ha hecho evidente que el
estrés es el mayor demonio. Durante la última vez que dejé las drogas
psiquiátricas, eliminé gran parte del estrés frente a todo lo que había vivido
previamente, al quedarme con los miembros de mi familia, (a pesar de la
creación de tensión entre ellos), eliminé la presión financiera (no había
podido trabajar en ese momento) y eliminé también las cuestiones más
fundamentales de alimento y vivienda. Ya no tenía que preocuparme de pagar
el alquiler o la compra de alimentos. Estas preocupaciones más básicas pesan
en todo el mundo, sobre todo cuando nuestros niveles de estrés y la salud en
general están en peligro por una abstinencia de drogas.
La Dra. Kay Jamison escribió en su libro de 1995 "An unquiet mind" (Una
mente inquieta) que la falta de sueño es a la vez una causa y un síntoma de la
enfermedad maníaco-depresiva. Creo que la valeriana tomada por la noche
puede ayudar a lograr un buen sueño, sin embargo, en mi caso, a veces tomo
Ativan (benzodiazepina-tranquilizante, principio activo lorazepam) para
asegurarme un sueño adecuado. Los hábitos de sueño saludables son vitales.

5
Los resultados de los estudios presentados en la Segunda Conferencia
Internacional sobre Trastorno Bipolar en Pittsburgh 1997, sugirieron que las
interrupciones en los ritmos sociales pueden desempeñar un papel en la
aparición de la depresión y los episodios maníacos. Se citó que hay razones
que todavía tenemos que aprender. Las personas con trastorno bipolar
parecen tener mecanismos del reloj interno más delicado. Estoy de acuerdo,
este es un tema importante. Durante el proceso de dejar los medicamentos,
también en la vida cotidiana sin las drogas psiquiátricas, me he encontrado
más propensa a volverme inestable cuando se cambian incluso rutinas
simples. Tal vez yo solo me he vuelto más consciente de estos aspectos
previamente invisibles en mi vida, que parecían afectar de forma sustancial
mi capacidad para funcionar. Aclarar "límites" con familiares y amigos, tener
los pies en la tierra, y aprender a decir que no, han sido todos los
comportamientos instrumentales que sigo tratando de aprender. No hay duda
que mejorar mis habilidades en estas áreas me ha ayudado mucho.

En resumen
Mi corazón y estómago me dicen que ser diagnosticado como enfermo
mental es muy triste. Me siento aún más desilusionada de haber perdido casi
por completo la fe en la profesión médica, en particular la psiquiatría. Sin
embargo, me siento afortunada al tener capacidad y recursos para aprender
sobre mi cuerpo, mi mente, las sustancias y los tratamientos utilizados para
"trata"" mis aflicciones. Ciertamente, para mí, se ha hecho evidente que las
drogas psiquiátricas son perjudiciales y la profesión médica es poco probable
que me ayude. Hay muchos aspectos de nuestro bienestar físico y mental que
a veces me siento abrumada para seguir, pero creo sinceramente que es
necesario abordar toda la imagen. Lo mejor que puedo hacer por mí misma es
seguir aprendiendo sobre mí tanto como mi mente simplemente lo permita.
Yo soy la dueña de mi propio destino y con esta responsabilidad no soy la
única.
Ahora estoy libre de todos los medicamentos psiquiátricos excepto Ativan,
que me tomo según las necesidades. Me gustaría un día mantenerme también
sin él. Es una cuestión de qué es más peligroso para mí; la manía que me
lleva a una inevitablemente "burnout" (quemarse / fatiga), la depresión grave
y el riesgo de suicidio, la confusión, la desesperación y el peligro del abuso
que las benzodiazepinas parece promover. Es imposible para nosotros hacer
todo a la vez, confío en que seré capaz de conseguirlo cuando sea el momento
adecuado.
Las benzodiazepinas han sido los medicamentos más difíciles recetados
para dominarme, sin embargo, ahora estoy más familiarizada con los
síntomas de la adicción, mi mente está más limpia y más clara, lo que me
permite controlar su uso con cuidado para evitar que comience nuevamente el
ciclo de la adicción. La vida siempre va a ser difícil, pero encontrar y
mantener el equilibrio en todos los aspectos del ser es lo que funciona para
mí, tanto durante los tiempos difíciles que pasé al dejar los medicamentos
como hasta ahora, que finalmente he logrado cierta calidad de vida.

Fuente
Jamison, Kay Redfield: "An unquiet mind", Nueva York: Knopf / Toronto: Random House
1995
Soporte profesional

Marc Rufer

Creando miedo / Extracción del miedo. Cuando usted


desea dejar los medicamentos, la opinión de su médico
es peligrosa
Antipsicóticos / Antidepresivos / Estabilizadores del ánimo / Tranquilizantes

Al dejar las sustancias o fármacos psiquiátricos, debe hacerse una distinción


entre los síntomas biológicos y las reacciones que se activan únicamente en la
psique. Antes de que me ocupe de las condiciones psicológicas importantes a
la hora de dejar las drogas psiquiátricas, en primer lugar quisiera mencionar
el fenómeno biológico de la tolerancia.

Síntomas de abstinencia biológicamente disparados


El desarrollo de la tolerancia
Todos los efectos biológicos de la abstinencia son un resultado de la
tolerancia. Para que los usuarios desarrollen la tolerancia a una sustancia
psicoactiva esta se debe aumentar con el fin de lograr el efecto inicial. Es
bien conocido que los consumidores de meprobamato (tranquilizante),
benzodiazepinas, barbitúricos, opiáceos y alcohol desarrollan tolerancia. La
tolerancia tiene una causa biológica. El aumento de la degradación de la
sustancia psiquiátrica o fármaco en particular puede estar relacionado con la
descomposición acelerada de otras sustancias extrañas, o de sustancias
propias del organismo (hormonas, por ejemplo) que se conoce como
"inducción enzimática" (Kuschinsky et al., 1993, pp. 34 / 61 / 63 / 360).
También pueden conducir a la tolerancia algunos cambios en el nivel de los
receptores: por ejemplo, el número de receptores de neurotransmisores se
reduce cuando la sustancia activa, aumenta la concentración del transmisor en
la brecha sináptica (punto para la transmisión neural entre dos células
nerviosas de conmutación); por otro lado pueden formarse nuevos receptores
si hay bloques de ingredientes activos de neurotransmisores receptores. Estos
cambios sin duda continúan aún en el período inicial después de dejar de
fumar y obligan a los síntomas de abstinencia.
La tolerancia, es un término asociado por los psiquiatras sobre todo con el
alcohol y los opiáceos. Pero la formación de nuevos receptores de dopamina
causada por los neurolépticos conduce a la necesidad de una dosis de
neuroléptico mayor para lograr el mismo efecto. Por otra parte, todo
psiquiatra sabe que los neurolépticos deben introducirse gradualmente. La
dosis que finalmente se prescribe durante largos períodos es al menos el
doble de la dosis inicial. Esto es aún más sorprendente, ya que la tolerancia
rara vez se menciona en relación con los neurolépticos. Una razón puede ser,
que solo se encuentra lo que se busca. Peter Lehmann proporciona varios
ejemplos de la tolerancia (Lehmann, 2018, pp. 428-429). Tornatore y sus
colegas hablan específicamente de un posible desarrollo de tolerancia (1991,
p. 53). La cuestión de la tolerancia es muy importante por una razón muy
particular. Si la tolerancia se ha desarrollado tras la retirada de las drogas
psiquiátricas, el delirio puede ocurrir si el medicamento se detuvo
abruptamente, causando alteraciones en la percepción, desorientación,
confusión y alucinaciones. Tal delirio es conocido tras la retirada del alcohol,
las benzodiazepinas y los anticolinérgicos asi como fármacos contra el
Parkinson. Se ha prestado muy poca atención al hecho de que esto también
puede ocurrir cuando se suspenden los neurolépticos. ¿Dónde se menciona en
la literatura que trata cuestiones como hipersensibilidad o psicosis por
retirada? Los síntomas psicóticos después de la retirada de los neurolépticos
pueden ser provocados por efectos puramente biológicos o bioquímicos. Esto
es debido a los nuevos receptores de dopamina que se formaron después de la
aplicación de los neurolépticos (Breggin, 1983, p. 143). Si la dosis inicial se
ha aumentado en gran medida indicando el desarrollo de tolerancia, se deduce
que el medicamento no debe ser retirado de forma abrupta; la dosis de la
sustancia activa debe ser reducida gradualmente.
Por otro lado, no hay que olvidar que los neurolépticos, los antidepresivos,
y los medicamentos antiparkinsonianos, así como el alcohol, la cocaína y las
anfetaminas pueden causar delirio tóxico. (American Psychiatric Association,
2000, pp. 144-145). Por lo tanto, también pueden ser un signo de intoxicación
con estas sustancias: la desorientación, la confusión, las alucinaciones y las
alteraciones en la percepción. Si el delirio tóxico proviene del tratamiento con
altas dosis de medicamentos psiquiátricos, deben ser detenidos
inmediatamente.

Síntomas de retiro desencadenados a nivel psicológico


Por encima de todo, cuando una sustancia psicoactiva se ha tomado con
regularidad durante un largo período de consumo se afecta toda la
personalidad; que determina en gran medida la vida de la persona que lo
toma. Es, por tanto, fácil de entender que viene de la sustancia, es un evento
significativo que se asocia con las esperanzas y los temores. Las reacciones
psicológicas definitivamente se deben esperar. El comportamiento del médico
determina en gran medida las reacciones que se pueden esperar al dejar los
medicamentos psiquiátricos.

Efectos psíquicos biológicamente activados


Es útil dividir las sustancias psicotrópicas sobre la base de sus efectos
sedantes y estimulantes. Las sustancias sedantes se utilizan para calmar,
disminuir la ansiedad e inducir el sueño, mientras que hay drogas que
favorecen la estimulación (activación), con sustancias que reducen la
necesidad de dormir o que causan insomnio. Las sustancias sedantes incluyen
opiáceos (heroína, morfina, metadona), carbamazepina, litio, tranquilizantes y
pastillas para dormir (benzodiazepinas, barbitúricos, meprobamato) y
neurolépticos. Los estimulantes incluyen las anfetaminas, la cocaína, el
éxtasis y los antidepresivos. También hay que recordar que los antidepresivos
estándar (sustancias tri- y tetracíclicos) también son más o menos sedantes y
que los neurolépticos pueden causar acatisia (sentimientos de inquietud y
hiperquinesia, a menudo se cree erróneamente que es un efecto estimulante).

Cuando cesa la sedación


Las drogas psiquiátricas no pueden resolver problemas. Lo más que pueden
hacer es suprimir los síntomas como la ansiedad y la desesperación, que lleva
a una situación en donde la persona que toma las drogas ya no reconoce sus
propios sentimientos de ansiedad o desesperación. Esto es cierto para todas
las sustancias sedantes. El principal efecto psicológico de los neurolépticos es
la supresión de la capacidad de ser consciente de las emociones. El efecto de
la benzodiazepina-tranquilizantes, pastillas para dormir y los opiáceos puede
ser descrito como un blindaje contra las emociones desagradables. El ejemplo
de los neurolépticos y benzodiazepinas, así como opiáceos muestra
claramente la diferencia entre la sedación y el blindaje. Los usuarios de los
neurolépticos se quejan del efecto en sus emociones, mientras que los
usuarios de las benzo-diazepinas y opiáceos tienden a experimentar sus
sentimientos de manera más agradable. Lo que ambos grupos tienen en
común, es que son mucho menos conscientes de la ansiedad.
La ansiedad siempre tiene una causa fundamental. A menudo, es el temor
de ser abandonado por su pareja o tiene que ver con la propia situación de
desempleo. Otras personas tienen miedo de fracasar en los exámenes o en su
trabajo. Cualquiera que sea la causa de la ansiedad, una cosa está clara: la
supresión psicofarmacológica de sus sentimientos, no hará que la causa
desaparezca. En su lugar, se pierde tiempo y es durante ese tiempo, cuando
no se hace nada, cuando la situación en general se vuelve mucho peor.
Cualquier persona que como resultado de tomar drogas psiquiátricas, ha
suprimido sus propios sentimientos de ansiedad durante un período, va a
experimentar estos sentimientos con mayor intensidad cuando dejan de tomar
los medicamentos. Esta es una explicación puramente psicológica y no tiene
nada que ver con los efectos biológicos de la abstinencia. Es absolutamente
claro que antes de tomar las drogas psicoactivas las razones estaban dadas
por los sentimientos de ansiedad. Si nada se ha hecho para hacer frente a las
causas profundas, –cuando sea posible– para aliviar la situación, entonces
una vez que se dejen los medicamentos la ansiedad volverá –y por lo general
peor que antes.
Los usuarios habituales, ya sea de drogas psiquiátricas o ilícitas, toman su
"solución" con la esperanza de estar en mejores condiciones para superar una
inseguridad, un dolor, una tristeza o un problema. Esperan sentirse mejor.
Finalmente, el uso de drogas y de psicofármacos se puede ver como un
tratamiento o un intento de tratamiento de un estado psicológico insoportable.
Gran parte de los estados más psicológicos de sufrimiento están asociados
con la ansiedad, ya sea como principal o como síntoma acompañante. Esta
ansiedad volverá, si sus causas no han sido reconocidas y alterado cuando sea
posible. Al mismo tiempo, cuando se detiene la sustancia a los usuarios de las
drogas se tiene el miedo de perder un efecto (por ejemplo, la sedación), que
ellos consideran que es útil y esencial.
Además de todo esto, muchas personas se someten al mensaje psiquiátrico
persuasivo; que seriamente necesitan de las drogas psiquiátricas y todos se
asustan de la retirada, incluso si no están en absoluto satisfechos con el efecto
de las drogas. Si dejan de tomar los medicamentos hay más probabilidades de
experimentar miedo real. En esta situación podemos hablar definitivamente
de la ansiedad por anticipación.

Los síntomas de la ansiedad


La ansiedad tiene consecuencias físicas directas donde se pueden
experimentar los siguientes síntomas; agitación, excitación, temblores,
palpitaciones, presión arterial elevada, respiración rápida, sudoración,
molestias gastrointestinales (dolor de estómago, diarrea, náusea), insomnio y
pesadillas.
Cuanto mayor es la ansiedad, más graves son los síntomas. Los síntomas
de abstinencia después de dejar las drogas psiquiátricas o sustancias ilícitas
son los mismos, en una gran proporción, que los que experimentan las
personas que sufren de ansiedad severa. Los síntomas asociados con la
ansiedad se han descrito anteriormente, se considera que son los síntomas
clásicos del síndrome de abstinencia por opiáceos y benzodiazepinas.
Por una parte la ansiedad puede generar los fenómenos de rebote o disparo,
en otras palabras; problemas psicológicos similares a los sufridos antes del
inicio del tratamiento y por otro lado, puede desencadenar los síntomas
directamente. Los síntomas directos de la ansiedad no se pueden distinguir de
los de la retirada.

No todo el mundo encuentra agradable sedación


Los usuarios de benzodiazepinas y opiáceos se sienten como si los hubieran
empacado en algodón; todo lo que les está torturando parece estar escondido
detrás de una cortina. Este estado no es en absoluto agradable para todos. Las
personas creativas y activas siempre experimentan algún tipo de sedación
negativamente, ya que inhibe la actividad, el disfrute y el logro. Tanto
intelectual como emocionalmente, la sedación perjudica la experiencia real.
A esto se suma el cansancio que incluso durante el día puede llevar a una
lucha continua contra el sueño. Tales personas se sienten aliviadas cuando la
sedación cesa después de dejar las drogas. Esto es particularmente cierto para
aquellas personas cuyas emociones, capacidades intelectuales, la memoria y
el pensamiento abstracto se había sedado por los neurolépticos.

Fin del aumento de la estimulación


El aumento de la estimulación –juzgado como el efecto antidepresivo por los
psiquiatras– es experimentado por muchos como desagradable, incluso
insoportable. Esto se describe en la literatura como acatisia: lo que en el
exterior parece ser el aumento de la actividad o como la desaparición de una
apatía depresiva es experimentada por los usuarios como una agitación
interior desagradable. Esta es la principal razón para el aumento de la tasa de
suicidios entre los que tomaban neurolépticos y antidepresivos.
Lo que se aplica a la sedación se aplica también a la estimulación. Hay dos
formas que se experimentan regularmente por los usuarios, ya sea agradable
o desagradable. La estimulación provocada por la cocaína y las anfetaminas
se prefiere a la causada por los antidepresivos y neurolépticos. En
consecuencia, esto significa que el alivio tras la desaparición de este efecto se
observa en particular en aquellas personas que han utilizado los últimos tipos
de medicamentos psiquiátricos. Los usuarios de los neurolépticos, por
supuesto, también se alivian al recuperar sus capacidades intelectuales,
creatividad, memoria y su capacidad de pensar en abstracto.

El efecto placebo
Con el fin de entender las otras reacciones psicológicas de la abstinencia, es
necesario mirar un poco más de cerca el efecto placebo. Los placebos
(medicamentos falsos biológicamente inactivos) son capaces de aliviar o
incluso de curar la mayoría de las quejas que las personas refieren. Desde la
década de 1950, la psiquiatría biológica ha estado llevando a cabo ensayos
intensivos y costosos en humanos, con medicamentos psiquiátricos. A pesar
de esto, no ha sido posible demostrar que el efecto deseado o terapéutico de
cualquiera de los fármacos psiquiátricos es superior al efecto de los placebos
(Greenberg y Fisher, 1989, p. 29; Fisher y Greenberg, 1993, p. 348; Kirsch y
Sapirstein, 1998).
El efecto placebo se basa en la creencia o convicción por parte de los
pacientes de que han tomado una sustancia eficaz y por lo tanto, dependen en
gran medida de la relación médico-paciente. Todo el que confíe en su médico
inicialmente cree en la eficacia del tratamiento. (Incluso los adictos a las
drogas tienen una idea clara de los efectos que esperan antes de tomar sus
medicamentos. Por lo tanto, el efecto placebo es un componente importante
en el efecto de alguna droga.) De ello se desprende que el efecto placebo, es
un efecto puramente psicológico desencadenado por tomar una tableta o
inyección.
El cambio psicológico observado tras la administración de una droga
psiquiátrica siempre consiste en el efecto real de la sustancia a diferencia del
efecto placebo. El efecto placebo siempre debe ser esperado, mientras que es
claro que es necesaria una prueba para determinar el efecto biológico.
Una indicación de lo efectivo que puede ser el placebo es el hecho de que
entre otras cosas, el color y la forma de los comprimidos es muy importante.
Las inyecciones (la misma dosis de la misma sustancia) son siempre más
eficaces que los comprimidos (Faust, 1995, p. 55). Si las personas
involucradas saben que no están tomando un medicamento activo
biológicamente, sino uno falso e inactivo, entonces no es posible que ocurra
el efecto placebo.
En "Glückspillen – Ecstasy, Prozac und das Comeback der
Psychopharmaka" (Pastillas felices – Éxtasis, Prozac y la reaparición de las
drogas psiquiátricas) he descrito el efecto placebo en detalle (Rufer, 1995,
pp. 36-51). Solo quisiera señalar aquí que es extremadamente difícil
distinguir entre el efecto placebo y el efecto psíquico, biológicamente
activado por un medicamento psiquiátrico. Incluso los estudios doble ciego
son poco fiables; no es suficiente que ni el sujeto del ensayo, ni la persona
que administre el comprimido conozcan quién está tomando el verum (la
sustancia biológicamente activa) y quién está tomando el placebo. Debido a
que la droga psiquiátrica tiene efectos secundarios obvios, es fácil, tanto para
los que tomaron la sustancia, como para quienes la administraron averiguar
quién está tomando el verum.

Placebos activos
Las sustancias con los "efectos secundarios" claramente identificables se
disparan más y los efectos son más obvios que el placebo. Esto ha llevado al
uso del término "placebo activo" porque los usuarios están claramente
convencidos de que han tomado una sustancia eficaz. Se han familiarizado
con la sustancia. Los antidepresivos, que son el grupo mejor estudiado de
drogas psiquiátricas en este sentido, causan sequedad de boca, temblores,
visión nublada, mareos, molestias gastrointestinales y una inquietud
desagradable. Un placebo activo es, pues, una sustancia activa con su propio
efecto biológico claramente determinable, que no tiene nada que ver con la
mejora esperada en los síntomas que padece. Debido a los efectos
secundarios, que son evidentes, tanto para los clientes y los expertos, los
fármacos psiquiátricos siempre tienden a ser valorados muy positivamente,
incluso cuando son cuidadosamente comparados con placebos.

Efectos placebo negativos


Los placebos no solo causan efectos positivos deseados; sino que también
pueden tener efectos negativos (es entonces cuando se llaman "nocebos").
Dado que las expectativas de los usuarios determinan el efecto del placebo no
es de extrañar que la medicina falsa pueda tener efectos tanto positivos como
negativos (por ejemplo, sequedad de boca, náuseas, arcadas, mareos,
estreñimiento, cansancio, dolores de cabeza y confusión). Hay interesantes
resultados de un estudio en el que a los pacientes de un hospital que tomaron
placebos se les dijo que se les estaba dando un emético. 80% de estos
pacientes realmente vomitó (Albrecht, 1997, p. 99). En otras palabras: un
placebo, aplicado para todos los medicamentos, dependiendo tanto de lo que
al usuario se le haya dicho o haya escuchado, como de sus esperanzas o
temores, siempre es capaz de desencadenar, puramente a nivel psicológico,
todo efecto positivo o negativo posible. El único requisito es que los usuarios
estén convencidos de que definitivamente han tomado una sustancia
biológicamente activa.
De la misma manera, al suspender una droga psiquiátrica se pueden
desencadenar efectos puramente psicológicos que no tienen nada que ver con
las reacciones de retirada biológicamente inducida. Debido a que a los
pacientes se les dice, sobre todo por los médicos, que después de dejar la
droga psiquiátrica deben esperar una repetición de las quejas y los síntomas
que habían experimentado previamente, las recaídas son siempre posibles.
Estas recaídas puramente psicológicas (de hecho reacciones de placebo
negativo) es más probable que ocurran si la sustancia tiene un efecto fuerte,
en otras palabras, si a causa de los efectos biológicos provocados (inquietud,
temblores, boca seca, problemas gastrointestinales, supresión etc.) se puede
entender cómo actúa un placebo activo. Los usuarios experimentan muy
claramente la desaparición de estos efectos, lo que aumenta
significativamente el desarrollo de síntomas de abstinencia provocados
psicológicamente.

Rituales
La discusión sobre el efecto placebo demuestra hasta qué punto el efecto de
la droga psiquiátrica está vinculada a la relación médico-paciente. Cualquiera
que vaya al médico espera ayuda y pone su confianza en el conocimiento del
médico. Si la relación que se desarrolla entre el paciente y el médico es
positiva, esto a su vez puede influir en la aparición de efectos placebo
positivos.
Quien vaya voluntariamente a un psiquiatra encomienda en esa persona, su
sufrimiento emocional. Esta situación es muy similar a la de un creyente en el
confesionario. El médico que receta un medicamento psiquiátrico, ejerce una
función similar a la de un sacerdote. Esto se aplica aún más a los
psicoterapeutas que utilizan el LSD o el éxtasis en su trabajo; dicen
explícitamente que están realizando "rituales" para preparar a sus clientes
para un efecto deseado con los medicamentos. Incluso para aquellos que
utilizan sus medicamentos entre amigos, su consumo tiene un significado que
raya en lo religioso o una experiencia similar a la religiosa (Rufer, 1995, pp.
40-41).
Todos somos creyentes; en el pasado la mayoría de las personas creían en
la religión practicada por su entorno familiar o social, mientras que hoy en
día la mayoría de nosotros creemos en la ciencia. Una parte de nuestra
creencia en la ciencia incluye nuestra fe en los médicos, incluyendo a los
psiquiatras y sus palabras expresadas, después de todo, en nombre de la
ciencia. ¿Acaso estas palabras son poco científicas o inciertas? Por supuesto,
solo son claras para los que estudian este campo.
Si el psiquiatra o el médico son respetados expertos –como el sacerdote lo
solía ser– que pueden influir con sus palabras en el estado subjetivo del alma
del creyente, y si el médico es capaz de convencer a los creyentes de los
efectos positivos del tratamiento, entonces lo mismo sucede cuando los
expertos utilizan su autoridad para predecir una recaída, si el paciente deja de
tomar el medicamento psiquiátrico.

La recaída, en una profecía auto-cumplida


La siguiente discusión se refiere a lo que se les dice a las personas
hospitalizadas con el diagnóstico de "esquizofrenia". La influencia del
psiquiatra en este caso es especialmente desfavorable. A estos pacientes se les
dice con firmeza que siempre deben, a toda costa, tomar su medicación. La
regla de oro seguida por la mayoría de los psiquiatras para el diagnóstico de
"esquizofrenia" es que después del primer "episodio", es necesario un
tratamiento profiláctico de al menos uno o dos años para evitar una recaída;
en otras palabras: el tratamiento profiláctico con neurolépticos se prescribe,
incluso si la persona está completamente libre de síntomas. A partir del
segundo "episodio" se recomienda el tratamiento profiláctico de un período
mínimo de cinco años (Lundbeck AG, 1998, p. 10). Herbert Y. Meltzer,
profesor de psiquiatría en Cleveland, Ohio, va aún más allá cuando escribe
que la "esquizofrenia" generalmente requiere tratamiento de por vida con
neurolépticos (1992, p. XV). A quien haya sido etiquetado como
"esquizofrénico" se le dan neurolépticos de alta dosis en el hospital. Este
tratamiento no está prescrito de una manera simple, natural y sin emociones.
Una de las cosas más importantes que posiblemente dice el psiquiatra a las
personas con "esquizofrenia" es este mensaje:
"Usted está enfermo, es esquizofrénico. Como sea, es su destino. La
única posibilidad que tiene de llevar una vida normal a pesar de esta
enfermedad, es que tome los neurolépticos. Tiene que darse cuenta
de esto, esperamos que pueda reconocer que está enfermo. Si acepta
esto vamos a cumplir pronto. Nos encargaremos de que después de
haber sido dado de alta va a ir regularmente a un médico general o
un psiquiatra, quien le prescribirá sus neurolépticos. Preferiríamos, si
tiene, una inyección de depósito de los neurolépticos cada dos o tres
semanas; entonces podríamos estar absolutamente seguros de que
usted olvidará tomar los comprimidos, por negligencia o porque no
entiende la necesidad de ellos. Si no nos cree, si rechaza este
tratamiento absolutamente esencial usted está cometiendo un gran
error, ya que va a sufrir una recaída en el futuro previsible y tarde o
temprano será enviado de nuevo al hospital. Nunca olvide que está
enfermo, que tiene predisposición a la esquizofrenia y que es
vulnerable a lastimarse con facilidad. Los síntomas de su
enfermedad pueden aparecer en cualquier momento, aunque a veces
se sienta mejor. Nunca se deje convencer por personas
irresponsables que le digan que está en su sano juicio, y que puede
vivir una vida buena y útil, sin medicamentos. Eso sería un gran
error, nosotros sabemos más y tenemos una gran experiencia con
esta enfermedad. ¡Debe creernos!, no tiene elección. Necesita
neurolépticos como la insulina la necesitan los diabéticos."
Según la duración de la hospitalización, se enfrentan continuamente con estos
comentarios. Ellos no solo lo oyen por parte del médico, lo escuchan de todo
el personal varias veces al día.
Los familiares también juegan un papel importante, escuchan el mismo
mensaje y se aseguran de que aquellos de quien son responsables, puedan
vivir una vida libre de irritaciones, protegida y sin emoción alguna, y lo más
importante, deben velar por que los "pacientes" tomen sus medicamentos
regularmente o ir regularmente al médico para que les pongan sus
inyecciones de neurolépticos de depósito. En otras palabras, los familiares
son sometidos a la presión por la opinión de que la persona afectada está
enferma y que la única forma posible para ellos de evitar aún más la
hospitalización es ser conscientes de su "enfermedad" y los riesgos a los que
se enfrentan, y sobre todo debe seguir tomando los medicamentos
psiquiátricos prescritos.
Este comportamiento conduce a la enfermedad. Se crea una enorme
presión, de la cual es casi imposible escapar. Tanto más sorprendente es que
nadie en absoluto puede encontrar la fuerza para exponer una opinión que
contradiga la del psiquiatra y los más cercanos a ellos, cuando llegan a la
conclusión de que nada de esto es cierto y que pueden vivir mucho mejor sin
los neurolépticos (y otros medicamentos psiquiátricos) que perjudican
gravemente a su calidad de vida.
La mayoría de los afectados, creen más o menos todo lo que se les dice. Se
identifican con el diagnóstico. Aceptan que son "esquizofrénicos" y por lo
tanto diferentes al resto de la gente normal de la sociedad. Y junto con el
diagnóstico aceptan el "hecho" de que están en riesgo. Dicho de otra manera:
el contacto con el psiquiatra les hace sentir ansiedad, mucho miedo de que las
cosas terminen en otro brote de la "enfermedad". No solo las personas con
esquizofrenia están ansiosas por sí mismas, todos los que les rodean están
ansiosos también –tanto sus familiares y el psiquiatra, así como otros
profesionales de ayuda. Aquellos atrapados en este escenario, tanto durante el
período de hospitalización como después– están rodeados de un clima de
temor. Tienen miedo, y la gente que les rodea también. Todos ellos temen un
nuevo brote de la "enfermedad", la "psicosis", la "esquizofrenia", otro
"episodio" y otro período de hospitalización.
Esta creación artificial de la ansiedad es absolutamente errónea y
contraproducente. Las personas que se ocupan de quienes han pasado por
crisis psicológicas graves no deben permitir que su conducta esté
determinada por el miedo. Por otra parte, es preciso evitar el estigma y la
enfermedad similar a la inducción de la terminología psiquiátrica
("esquizofrenia", "psicosis" etc…) En cambio, se deben examinar las
circunstancias que desencadenaron el estado no deseado; ¿Qué pasó antes de
la crisis? ¿Qué conflictos o problemas no resueltos existían? Estas son
preguntas útiles. Ayudan a superar, a menudo totalmente, el temor de un
destino biológico despiadado, implacable. Así que lo que se debe aprender y
tratar de hacer es tener que vivir sus vidas para que no se repita una situación
similar a la que llevó a su ingreso. El ex paciente X, entonces sabe, por
ejemplo, que siempre se encontrará en una crisis cuando una mujer lo
abandone. Eso es mucho mejor que seguir viéndose a sí mismo como el
"esquizofrénico X" que puede esperar, con gran probabilidad para el resto de
su vida, tener "episodios" de su "enfermedad". Ahora tiene la oportunidad de
tomar su vida en sus propias manos, en vez de seguir siendo dependiente de
la ayuda del psiquiatra que no tiene nada que ofrecer aparte de las drogas
psiquiátricas. Tampoco es necesario temer un nuevo brote de su
"enfermedad".
Como ya se ha dicho, el comportamiento de los psiquiatras es tal, que tanto
ellos como las personas a las que tratan temen una recaída. Ahora es fácil
entender lo que sucede cuando una persona con esquizofrenia deja de tomar
los neurolépticos contra el consejo del doctor. El paciente "sabe" que el
médico y sus familiares "saben", que sin neurolépticos los "síntomas de la
esquizofrenia" seguramente se repiten y la readmisión continuará. El
pronóstico negativo que los psiquiatras presentan a sus "esquizofrénicos"
resulta de ese modo correcto en la mayoría de los casos. Desafortunadamente,
ilustra de forma convincente el término utilizado por el psicólogo Paul
Watzlawick: "Self-fulfilling prophecies" (La profecías autocumplidas",
1984). El médico y las personas de contacto más importantes esperan el
retorno de la "psicosis", que la misma persona teme. Realmente sería
sorprendente si la "psicosis" temida no lo hiciera; de hecho, aparece
regularmente.
Cualquier persona que haya sido diagnosticada como "maníaco" o
"maníaco-depresivo" (trastorno afectivo bipolar) pasa por lo mismo que las
personas con esquizofrenia, salvo que se les dice que es absolutamente
necesario tomar litio o carbamazepina durante años.

Un breve resumen de consideraciones para dejar los medicamentos


Si la tolerancia se ha desarrollado, la dosis de la sustancia que se utiliza debe
ser reducida gradualmente. Esto es especialmente importante con las
benzodiazepinas, que siempre debe disminuirse gradualmente durante un
periodo de varias semanas o incluso meses.
Al mismo tiempo, se debe considerar lo siguiente ¿Cómo es la persona?
¿Realmente quiere dejar las drogas? ¿Está convencida de que puede vivir sin
su droga psiquiátrica? ¿Tiene incertidumbre o temor por suspender los
fármacos?
Muchas personas son, en realidad ambivalentes a la hora de dejar los
medicamentos. Por un lado se quejan de los efectos deterioradores de las
drogas psiquiátricas pero por otro tienen miedo de que los síntomas que
inicialmente padecían regresen al abandonar las drogas. Esto podría llevar a
la hospitalización psiquiátrica de nuevo, lo cual sería terrible para ellos. Hay
que tener mucho cuidado con las personas que piensan esto. Siempre que sea
posible debe haber una comprensión clara de la situación que provocó la
hospitalización y su tratamiento. Solo de esta forma pueden llegar al
conocimiento importante de la forma de evitar nuevas admisiones y tomar
toda la responsabilidad de dirigir sus propias vidas. De lo contrario se van a
pasar el resto de sus vidas dependiendo de la psiquiatría. Ellos permanecerán
en riesgo, siempre y cuando crean que su enfermedad diagnosticada podría
estallar de nuevo si no se toman las drogas psiquiátricas. La fatídica profecía
del psiquiatra puede hacerse realidad en cualquier momento, en otras
palabras: la recaída ocurre.
Cualquier persona ambivalente o que tenga miedo de dejar los
neurolépticos no debe por ningún motivo retirarlos abruptamente. Es
importante tener un buen patrón de sueño durante el periodo de retirada. La
ansiedad puede causar insomnio y conducir a estados de conciencia
excepcionales (Rufer, 1995, pp. 216-217), estos a su vez pueden ser
interpretados por los psiquiatras, por quien está dejando los medicamentos y
por sus familiares como una recurrencia de la psicosis. En esta situación, el
mal menor puede ser un curso corto de una píldora para dormir,
benzodiazepina (unos días y nunca en dos noches sucesivas). Sin embargo,
para las personas que están convencidas de que han sido tratadas de forma
incorrecta y que consideran que están mejor sin las drogas psiquiátricas, la
retirada generalmente no presenta problemas, al menos en mis veinte años de
experiencia en la prestación de apoyo durante este proceso.

Fuentes
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reality: How do we know what we believe we know?", Nueva York: W. W. Norton &
Co. 1984, pp. 95-116
Josef Zehentbauer

¿Cuál es el miedo del retiro? Consejos médicos y


psicoterapéuticos durante la abstinencia de sedantes
Antipsicóticos / Antidepresivos / Estabilizadores del ánimo / Tranquilizantes

Nunca ha habido tantas drogas psiquiátricas a disposición de la gente como


las que hay actualmente. El espectro incluye agentes para calmar el malestar
psicológico (tranquilizantes como el Valium [benzodiazepina-tranquilizante,
principio activo diazepam] etc.), agentes que pueden suprimir la personalidad
o incluso destruirla (por ejemplo, los neurolépticos potentes con efectos a
largo plazo), medicamentos que están destinados a aliviar la depresión (por
ejemplo, antidepresivos) que pueden minimizar cambios en los estados de
ánimo severos entre la euforia y la melancolía, hasta una mediocridad gris
(litio [estabilizador del ánimo]), y muchos más.
Si se toman medicamentos psiquiátricos durante un largo tiempo, la micro-
estructura del cerebro cambia gradualmente. Las drogas psiquiátricas
tomadas durante un largo período pueden conducir a tales cambios, por
ejemplo: los neurolépticos como el haloperidol. Estos medicamentos
psiquiátricos bloquean los receptores en las células del cerebro para el
mensajero químico: la dopamina, responsable entre otras cosas de los
movimientos de motricidad fina, la imaginación y el humor. Sin embargo, el
cerebro reacciona al bloqueo neuroléptico de los receptores mediante la
producción de más moléculas de dopamina. Si los neurolépticos son
detenidos de un día para otro, el exceso de moléculas de dopamina inunda los
receptores liberados, como resultado del caos en el cerebro; un caos de
pensamientos y sentimientos. Pueden desarrollarse temores inespecíficos lo
que genera paranoia, depresión, desesperación o caos emocional. Cuando
alguien deja los neurolépticos bruscamente (a veces incluso bajo el consejo
peligroso de un psiquiatra), existe el riesgo de que el cerebro reaccione con
un pánico completamente caótico.
Si los sedantes y tranquilizantes como el Haldol (antipsicótico, principio
activo haloperidol), Sarotex (antidepresivo químico [principio activo
amitriptilina]), Valium (benzodiazepina-tranquilizante), litio o
carbamazepina (estabilizador del ánimo) se retiran de repente después de una
semana o incluso de meses de tomarlos, pueden ocurrir entre otros los
siguientes síntomas de abstinencia: vómitos, náuseas, problemas
gastrointestinales, brotes de sudoración, pulso acelerado y problemas con la
presión arterial, temblores, agitación interior, insomnio, depresión, estados de
ansiedad, confusión e incluso paranoia. Cualquier persona que ha estado
tomando a largo plazo y / o alta dosis de medicamentos psiquiátricos y quiere
dejarlos debe, por tanto, abordar esto con cuidado y tomar una serie de reglas
para el corazón. Durante el tiempo de espera, en particular, de la medicación
a largo plazo o dosis altas, es muy útil la supervisión de un médico de
confianza.
Las drogas psiquiátricas no son el remedio, sino a lo sumo una ayuda en el
tratamiento de dificultades mentales, trastornos psicológicos y crisis. Pero las
drogas –especialmente psiquiátricas en las manos de la mayoría de los
psiquiatras– son también un medio para hacer cumplir la conformidad: la
conformidad con la norma dominante. Cualquier persona que se resiste a la
píldora que conduce a una gris mediocridad y que tiene el coraje de mostrar
un estado psíquico único, no sufre de "alucinaciones", pero tiene habilidades
perceptivas inusuales; el interesado no sufre de "paranoia", pero están
viviendo sus propias, visiones, no se hunden en la "depresión endógena",
pero están experimentando profundos periodos de pacífica melancolía o se
encuentran en un período de experiencia existencial profunda... y no todo
sufrimiento es una enfermedad.

Puntos generales para retirar las drogas psiquiátricas


A continuación se presentan algunos puntos generales: dejar las drogas
psiquiátricas significa, entre otras cosas, la disposición para aceptar más
responsabilidad con uno mismo. El tratamiento del sufrimiento psicológico y
agudos conflictos no se pone todo en manos de los médicos que prescriben
medicamentos psiquiátricos: se debe tomar la responsabilidad de la propia
personalidad.
Además de la psiquiatría convencional hay otros enfoques alternativos,
bastante controvertidos en el área de atención psicosocial; así como hay,
además de los defensores de la energía nuclear, también expertos de la
energía solar. Es necesaria una contra-información profesional a los
conceptos de la psiquiatría convencional. Así, por ejemplo, la llamada
profilaxis a la psicosis a través de los neurolépticos, no tiene el efecto
profiláctico aparente de los antidepresivos químicos, ni ha sido
convincentemente demostrado con estadísticas. Y si los neurolépticos tienen
un efecto positivo en algunas personas esto debe ser sopesado frente a los
riesgos graves de un tratamiento a largo plazo, por ejemplo.
El momento para comenzar la retirada de los fármacos, debe ser bien
elegido para evitar periodos de especial estrés.
La crisis que lleva a la medicación a largo plazo requiere una cuidadosa
consideración y debe ser trabajada a través de la ayuda con psicoterapeutas,
por ejemplo. Tras la retirada de las drogas psiquiátricas, una percepción
natural debe ser restablecida y desaparecer el deseo de modificar las
percepciones sensoriales con productos químicos.
Puede ser útil recurrir a la experiencia práctica de otros, por ejemplo, la
reducción gradual de la dosis, una medicación alternativa, u otros
tratamientos que ayudan al retiro.
Una reestructuración básica de enfoque también es útil: cualquier estado de
ánimo que se produzca deberá ser vivido en la medida en que no sea
perjudicial para uno mismo o para otros. Además, debe ser practicada la
tolerancia frente a los demás seres humanos que también están "viviendo" sus
sentimientos. Tommaso Losavio, un psiquiatra de Roma, lo ha expresado de
la siguiente manera: "el fuera de lo normal debe ser un poco más normal y el
normal un poco más fuera de lo normal.
Como ya se ha dicho: el que ha tomado drogas psiquiátricas y ahora quiere
dejarlas debe hacerlo con cuidado y prestar atención a una serie de consejos
prácticos.

Hitos al retirar
El temor al dejar los medicamentos, en particular los neurolépticos, así como
el miedo a la dependencia de tranquilizantes puede ser inmenso por:

El miedo de actuar contra el consejo del psiquiatra que pudo haber
llamado tratamiento a largo plazo con neurolépticos a una profilaxis de
psicosis (una "profilaxis", sin garantía de eficacia)

El temor a la reacción de la familia.

El miedo a la reaparición de la perturbación mental o de crisis después de
suspender el medicamento aparentemente curativo

El miedo de acabar en un hospital psiquiátrico de nuevo como resultado
de crisis recurrentes.
Frente a tantos miedos, puede tener sentido el no retirar inicialmente por
completo, sino más bien reducir la dosis marcada y mantener esta dosis
durante un largo período preliminar. Especialmente cuando los neurolépticos
se retiran poco a poco, puede ser útil para personas con numerosos temores,
que tengan la oportunidad de cambiar a otra "muleta química", en lugar de los
neurolépticos: tranquilizantes, por ejemplo, pero solo temporalmente. Sin
embargo, el verdadero objetivo de esta muleta, en este caso los
tranquilizantes, es para que sean superfluos o reservados solo para las
emergencias. Cada uno debe decidir por sí mismo si desea aspirar a una vida
completamente libre de drogas.
Al retirarse de los neurolépticos puede ocasionalmente ser necesario
utilizar sedantes, tranquilizantes más fuertes (incluyendo químicos) como los
que acabamos de mencionar, por ejemplo; en este caso, la consulta regular
con un médico es absolutamente esencial. La dependencia de los
tranquilizantes se puede evitar si se siguen ciertas reglas: La medicación con
tranquilizantes solo debe ser usada temporalmente. La dosis nunca se debe
retomar por voluntad propia, uno debe ser informado sobre el potencial de
dependencia. Los tranquilizantes deben retirarse tan pronto como el estado
psicológico ha mejorado... etc.
En general, el resultado de los tranquilizantes tiene menos efectos
secundarios, a pesar del riesgo de dependencia de las personas que consumen
los neurolépticos. La disolución de opio o la morfina pueden usarse como
medicamentos naturales –¡brevemente!– para tratar los efectos secundarios de
los neurolépticos (lo mismo se aplica aquí para tranquilizantes acerca del
riesgo de dependencia).
¿Qué se debe hacer si hay signos de una nueva crisis mental durante o
después de la retirada? Las medidas a tomar son numerosas y han sido, en
parte mencionadas. Ellos no solo deben ser tratados en las consultas
terapéuticas individuales, sino también con la pareja respectiva, miembros de
la familia bien dispuestos y amigos. Los problemas recurrentes de una crisis
deben ser tratados con el apoyo de psicoterapia, con el fin de reducir temores
difusos y aumentar la autoestima. Además, también puede ser útil en caso de
una emergencia, elegir una clínica más o menos aceptable, orientada
psicoterapéuticamente (¡consultar las compañías de seguros de salud, médico
general y en especial los grupos de autoayuda!).
Los temores descritos brevemente más arriba, se pueden tomar más allá de
los ejemplos concretos durante las sesiones de psicoterapia, y ser utilizados
como base para aprender a reconocer y hacer frente a las propias estructuras
del miedo.

Mantener buena información


Solo puedo ofrecer una consulta a muy pocos de los muchos consumidores de
drogas psiquiátricas que vienen a pedirme consejo. Aconsejo a la mayoría
negociar con su psiquiatra (en la medida en que el psiquiatra no es un caso
perdido) o de buscar un diálogo constructivo con su médico de cabecera. Pero
antes de hacerlo, la persona que usa las drogas debe informarse a través de
libros y videos críticos con las drogas psiquiátricas (por ejemplo, Breggin,
1991; Rufer, 1995, 2009; Zehentbauer, 1989, 2010; Lehmann, 2018). Deben
ser claros sobre su objetivo y luego poner su caso con vehemencia pero con
encanto ("fortiter in re, suaviter in modo"; "fuerte en la acción, suave en el
modo"). Por ejemplo, la reducción gradual de un neuroléptico... o... el cambio
de un producto químico a un antidepresivo a base de hierbas (hierba de San
Juan)... o el retiro cuidadoso del litio o carbamazepina medicamentos a largo
plazo, la petición de un tratamiento homeopático en lugar (de un especialista)
y / o psicoterapia... o... un retiro ambulatorio de la dependencia a
tranquilizantes...
El grado de éxito que una actitud directa y exigente tiene sobre los
médicos, solo especialmente los médicos generales, sigue sorprendiéndome.
Porque no solo está en sus objetivos que los clientes reciban ayuda. Los
médicos también han ayudado a comprender mejor el tema, por lo que, hasta
cierto punto ambos han recibido ayuda.

Tome precauciones
El temor comprensible de readmisión en un hospital psiquiátrico se puede
reducir, si se encuentra una clínica de medio camino aceptable que no
funcione dentro de los límites estrictos la psiquiatría convencional. Algunos
(pero no todos) los llamados hospitales de medicina psicosomática se
orientan principalmente hacia la psicoterapia y son bastante restringidos en su
uso de medicamentos psiquiátricos. Su compañía de seguros de salud o
médico general puede proporcionar una lista de los hospitales para la
medicina psicosomática.
Por lo general es inútil pedirle esto a un psiquiatra, ya que generalmente
reaccionan de una manera simplista, dogmática: "psicóticos", "la depresión
severa" y "esquizofrénicos" pertenecen a los grandes hospitales psiquiátricos
regionales o clínicas psiquiátricas de la universidad; los "casos neuróticos
leves" pueden ir al hospital para la medicina psicosomática. En muchos
países, como Alemania, por ejemplo, los hospitales de medicina
psicosomática son generalmente clínicas privadas; sin embargo, las
compañías de seguros de salud por lo general cubren los costos de una
estancia. Es difícil obtener la admisión a un hospital para medicina
psicosomática para alguien que ya está en un estado de crisis aguda. Sin
embargo, durante los períodos de calma mental, una estancia en una clínica
de este tipo puede ser útil para hacerse una idea de la psicodinámica y raíces
biográficas de crisis y para reducir o retirarse de los niveles existentes de
medicación psiquiátrica. Aunque muchos hospitales de medicina
psicosomática tienen un enfoque muy distinto a las instituciones psiquiátricas
(ya sea regional u hospital universitario), a la persona atrapada en la
psiquiatría no siempre les resulta fácil hacer valer sus ideas con respecto a la
retirada de los neurolépticos, por ejemplo.

No apresure las cosas, pero retire lentamente si es necesario


Hay usuarios de drogas psiquiátricas que se retiran abruptamente de
regímenes de dosis altas a largo plazo sin ningún tipo de reflexión. Esto
puede funcionar, pero hay que esperar, especialmente al retirar
repentinamente neurolépticos y sufrir una psicosis por retirada: alucinaciones,
paranoia, ansiedad y ataques de pánico, insomnio, confusión, depresión... El
psiquiatra convencional interpreta tales psicosis de retirada arbitraria: el
paciente que lo hizo no se comporta, no tomó la medicación y ahora tenemos
una psicosis anticipada. (La mayoría de los psiquiatras convencionales niegan
la posibilidad misma de la psicosis de retirada cuando los neurolépticos se
retiran abruptamente, a pesar de que ven que esto ocurre en pacientes
"rebeldes" y a pesar de que se ha informado en revistas especializadas
internacionales.)
Si la retirada se elige paso a paso y con cuidado se puede evitar la psicosis.
Después del uso de medicamentos a largo plazo, se puede utilizar la retirada
gradual paso a paso, con la fórmula del 10%: la dosis diaria inicial (por
ejemplo, 100 mg de un fármaco psiquiátrico) se reduce en un 10% (por lo
tanto, en nuestro ejemplo a 90 mg). Si bien esto es fácil de aplicar con gotas,
la regla del 10 por ciento a menudo tiene que ser modificada en el caso de los
comprimidos. Si no hay síntomas de abstinencia tales como trastornos del
sueño, agitación interior o depresión después de dos semanas, la dosis se
puede reducir por un 10% más (80 mg). La reducción de la dosis subsiguiente
continúa luego en intervalos de una a dos semanas hasta llegar por fin a la
dosis cero.
Algunas observaciones sobre los grupos individuales de la medicación:
• Los neurolépticos (por ejemplo, Haldol, Neurocil [principio activo
levomepromazina]): si el daño psicológico y físico grave ya se ha
producido tras el uso de medicamentos a largo plazo (por ejemplo, la
supresión de alto grado, la depresión, la discinesia, síndrome de
Parkinson, trastornos hormonales, otros periféricos internos y síndromes
neurológicos), puede ser aconsejable reducir un poco más rápidamente,
posiblemente con la ayuda de una medicación alternativa tolerable. Un
cambio de los neurolépticos clásicos (como Haldol) a los neurolépticos
atípicos (como Leponex [principio activo clozapina], Risperdal (principio
activo risperidona), Zyprexa (principio activo olanzapina) o Solian
(antipsicótico, principio activo amisulprida)) también podría ser útil,
incluso si está prevista una retirada completa a largo plazo. (Al parecer,
algunos efectos secundarios, por ejemplo, trastornos musculares, son a
menudo menos vistos con los neurolépticos atípicos.)

Antidepresivos sintéticos como el clásico Sarotex y Anafranil (principio
activo clomipramina) o los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina más nuevos llamados (ISRS – inhibidores de la recaptación de
serotonina), como Prozac (principio activo fluoxetina), Trevilor
(principio activo venlafaxina) etc.: si el efecto antidepresivo de esperar no
se observa, o si el efecto es demasiado suave, la medicación a largo plazo
se puede reducir mediante el patrón dado anteriormente, pero el conjunto
de ritmo puede ser más rápido. Si hay efectos secundarios graves (que
especialmente con los antidepresivos clásicos pueden ser numerosos, y
van desde la retención de orina a un estado de ánimo depresivo
paradójico), puede considerarse una rápida retirada, incluso de inmediato.

Litio: se suele tomar durante varios años. En este caso, la retirada debe
llevarse a cabo durante varios meses, en otras palabras, la atención debe
ser especial. (En cualquier caso, debido a los graves riesgos y el peligro
de intoxicación, el litio solo nunca debe ser tomado por personas que han
sufrido varios episodios de depresión grave o crisis maníacas, por lo tanto,
están en peligro de manera significativa. Pero los afectados deben decidir
por sí mismos y haber sido debidamente informados de los riesgos del
tratamiento, si están dispuestos a aceptar la medicación de litio de larga
duración. Durante la medicación de litio de larga duración, los extremos
altos y bajos de las emociones humanas se cortan de modo que tanto una
gran alegría y una profunda tristeza solo se experimentan de forma
reducida. Algunos de los afectados experimentan este estrechamiento de
su espectro emocional como una manipulación química muy
desagradable, así que prefieren optar por no tomar litio aceptando el
riesgo de una crisis psicológica de nuevo.)

Carbamazepina (por ejemplo, Tegretol): este agente, conocido
principalmente como un fármaco antiepiléptico fue aprobado por la
antigua Oficina Federal de la Salud para su uso psiquiátrico solo "si el
tratamiento con litio ha fallado o si el litio no se puede utilizar" (Benkert,
1995, p. 80). El llamado efecto profiláctico del tratamiento con
carbamazepina a largo plazo es claramente menos marcado que el
tratamiento con litio. La retirada cuidadosa también es aconsejable en este
caso.

Tranquilizantes (por ejemplo, Valium, Adumbran [principio activo
oxazepam]): estas pastillas tienen efectos subjetivamente agradables
(calmante, vegetar, armonizar, antidepresivo, despreocupación, euforia,
ansiolíticos, inductores del sueño etc.), por lo que potencialmente es
adictivo. A diferencia de los neurolépticos, que a menudo son tomados
bajo guía directa (por ejemplo, bajo la tutela legal) o de fuerza indirecta
(por ejemplo, a través de bebidas por temor a otro episodio de psicosis),
los tranquilizantes suelen ser consumidos "voluntariamente", aunque a
menudo en la ignorancia de sus efectos. En el caso de las dosis bajas de
medicación a largo plazo, la retirada inmediata es posible, mientras que en
el caso de altas dosis de medicamentos a largo plazo, se recomienda la
retirada con hospitalización en una clínica adecuada, porque se pueden
presentar síntomas de abstinencia resultado de la repentina ausencia de los
efectos experimentados positivamente por los tranquilizantes descritos
anteriormente como: agitación interna, estados de ansiedad y confusión,
depresión, insomnio, trastornos vegetativos, brotes de sudoración y
aceleración del pulso. Durante la abstinencia son aconsejables las medidas
de apoyo que se describen a continuación.

Apoyo durante la abstinencia


Es difícil tratar con personas que han estado tomando relativamente altas
dosis de neurolépticos y tranquilizantes como medicamento a largo plazo y
que no están dispuestos a retirarse, a pesar de que se han vuelto evidentes las
perturbaciones producidas por medicamentos (en el caso de los neurolépticos,
por ejemplo, discinesia, acatisia, depresión y en uso de altas dosis a largo
plazo de los tranquilizantes somnolencia, apatía, aplanamiento de la
personalidad etc.). A veces hay una falsa confianza en un nuevo
medicamento, al parecer tolerable y la renuencia resultante a dejarlos. (En
este punto los nuevos neurolépticos atípicos deben ser mencionados de
nuevo. Estos tienen efectos secundarios menos dramáticos que los antiguos
neurolépticos, pero son, sin embargo, asociados permanentes a los riesgos
terribles y pueden preparar el camino a cambios masivos de la personalidad.)
Cuando hay una gran incertidumbre frente a la retirada de las drogas
psiquiátricas, a veces debe considerarse todo un popurrí de medidas de apoyo
como sustituto a la medicación a largo plazo con el fin, al menos, de preparar
el camino para una cierta voluntad de vivir una vida libre de drogas
psiquiátricas. Algunas de las sensibles sesiones de psicoterapia pueden crear
un grado de confianza que permite la retirada gradual.
La retirada paso a paso usando la fórmula del 10% representa –aparte de
algunas excepciones– pocos procedimientos que requieran cuidado durante
bastante tiempo. El retiro rápido es posible, si se toma medicación paralela
alternativa (por ejemplo, un remedio a base de hierbas), o se proporciona
apoyo psicoterapéutico de confianza que mejore las capacidades, si es
necesario con varias sesiones a la semana o una estancia en una clínica
psicoterapéutica amigable adecuada o en un hospital de medicina
psicosomática.
Es importante informar a su pareja, amigos o miembros de la familia,
posiblemente, de la intención de "dejar" las drogas psiquiátricas.
Son esenciales la relajación y un sueño suficiente. Pueden ser necesarios
infusiones sedantes y baños calientes. Entrenamiento autógeno u otros
ejercicios de relajación como técnicas de yoga o meditación son, sin duda,
recomendables; sin embargo, estas deben ser aprendidas durante un tiempo
sin crisis.
La administración de apoyo de vitaminas del grupo B (especialmente B1 y
B6) y vitamina E puede ayudar a reducir los trastornos inducidos por los
neurolépticos; en el caso de las vitaminas del complejo B, las inyecciones
intramusculares a veces pueden ser más útiles que las tabletas. Otros
remedios herbales concomitantes pueden ser útiles: la hierba de San Juan
para la depresión o la valeriana, el lúpulo, bálsamo etc. (los llamados
tranquilizantes fitotérapicos) para la sedación agradable y una liberación leve
de la ansiedad.

La dieta y la psique
Una breve referencia al gran tema de "la dieta y la psique": es recomendable
una dieta equilibrada rica en vitaminas durante el período de retirada además,
por encima de las cantidades medias de líquidos (por ejemplo, agua mineral,
té de hierbas) debería beber líquidos, ya que esto fomenta la reducción de
fluido corporal y la excreción de los fármacos psiquiátricos.
Para la estabilización mental, es aconsejable evitar por completo la carne,
embutidos y pescado: en otras palabras, no matar ni comer ningún animal.
Desafortunadamente, muy pocos de los afectados por la psiquiatría están
dispuestos durante la abstinencia de las drogas psiquiátricas o durante el
tratamiento del sufrimiento mental, aceptar ideas con respecto a "la dieta y la
psique". De hecho, un cambio radical en la dieta, a menudo puede lograr un
éxito increíble, como está demostrado, por ejemplo, por el concepto de
"ecología clínica" o "medicina ortomolecular" (por citar solo dos enfoques
entre muchos).
En pocas palabras, la ecología clínica asume que las sustancias intolerables
de forma individual, por ejemplo, en productos alimenticios, pueden
desencadenar no solo alergias físicas, sino también una "alergia mental" (que
se expresa a continuación, en forma de, entre otras cosas, depresión, paranoia
o ataques de ansiedad). El uso de un método es bastante complicado: ensayar
los componentes de una dieta intolerable individualmente, para posiblemente
encontrar al final una dieta que pueda conducir a una notable mejoría o la
desaparición de los trastornos psíquicos. Durante el proceso de
desintoxicación de drogas psiquiátricas puede ser un apoyo útil una "dieta
psíquica" de este tipo. (ver Calatin, 1995; Pfeiffer, 1988; Randolph y Moss,
1980).
La medicina ortomolecular (desarrollada por el doble ganador del premio
Nobel Linus Pauling) trata de lograr el bienestar mental y emocional,
asegurándose de que las sustancias ("moléculas") correctas ("orto"), por
ejemplo, vitaminas, oligoelementos) se encuentren en el cuerpo en las
concentraciones adecuadas. Durante mucho tiempo se ha sabido que una
deficiencia relativa de ciertas vitaminas puede conducir a trastornos mentales
graves. Así, en el caso de una vitamina B1, una deficiencia puede conducir a
una perturbación mental grave clasificada (incorrectamente) como
"esquizofrenia" por la psiquiatría convencional y erróneamente tratados con
neurolépticos. La medicina ortomolecular hace hincapié en que la corrección
de una deficiencia de sustancias, tal como se determina por complicadas
investigaciones de laboratorio, puede aliviar o curar malestares mentales.
Además, en la medicina ortomolecular se examinan los efectos sobre la salud
de los metales tóxicos como plomo, mercurio, aluminio, cobre o cadmio, que
entran en el organismo humano a través de la contaminación y que puede
afectar el equilibrio mental (ver Pauling, 1990, p. 123).

La movilización de las drogas del propio cuerpo


La mayoría de la gente solo conoce las drogas exógenas, es decir, por –lo
general en forma de píldoras– introducidas desde el exterior, por ejemplo, la
morfina o el Valium. Pero muy pocos se dan cuenta de que el cuerpo produce
sus propias drogas psicotrópicas. El descubrimiento de las drogas del propio
cuerpo es una historia de éxito sensacional en las ciencias humanas en el
cambio de milenio. Se han abierto posibilidades nunca vistas. Todo ser
humano tiene sus propias sustancias similares a la morfina que tienen un
fuerte efecto calmante y antidepresivo, sus propias sustancias ansiolíticas (por
ejemplo, el propio Valium del cuerpo), diversos antidepresivos (por ejemplo,
noradrenalina), sustancias que estimulan la imaginación, la actividad motora
y la sexualidad (por ejemplo, la dopamina). La propia farmacia del cuerpo
ofrece muchas más posibilidades que la lata de la industria farmacéutica.
Pero es más fácil –al menos inicialmente– tragar las pastillas psiquiátricas
prescritas por los médicos que estimular las drogas del propio cuerpo con la
ayuda de técnicas mentales o somáticas. Las endorfinas (sustancias propias
de la morfina del cuerpo) pueden orientarse y movilizarse; el efecto de esta
droga endógena es calmante, antidepresivo y analgésico. El cuerpo también
posee fármacos que activan nuestra inteligencia, la imaginación y la unidad,
otros que son inductores del sueño y el humor –aligeramiento, estimulante
sexual etc. (para más detalles ver Zehentbauer, 2013). El estado de ánimo –
aligeramiento, la alegría creadora de noradrenalina aumenta rápidamente
durante el salto de trampolín, puenting, juegos de pelota rápida o música
alegre (por citar solo algunos ejemplos) y noradrenalina nos hace felices o
nos hace reír si queremos o no. Durante una maratón generamos grandes
cantidades de endorfinas. Un efecto similar se produce por las canciones de
cuna de la danza sufí o cuando algunas imágenes llaman nuestra imaginación;
cuando se crean y suman las propias endorfinas del cuerpo, la depresión, la
agitación y la ansiedad desaparecen. El relajamiento muscular, el
entrenamiento autógeno y la música relajante estimulan el propio Valium del
cuerpo, lo que nos hace felices y sin la necesidad de cualquier medicamento
con receta.

Información útil adicional


Al retirar las drogas, hay que recordar que algunos medicamentos
psiquiátricos tienen una vida media muy larga (es decir, el tiempo que pasan
en el cuerpo). Los síntomas de abstinencia o la recurrencia de los síntomas
que previamente han sido suprimidos por la medicación, solo se pueden tratar
después de uno o varios días, de una o dos semanas, o incluso más tarde.
El consumo excesivo de café y nicotina debilita los efectos de los
neurolépticos, especialmente el amortiguamiento del cansancio y trastornos
de personalidad. Si durante la retirada del café y la nicotina paso a paso
también se reduce seriamente, incluso una dosis reducida de neurolépticos
puede tener un fuerte efecto.
Algunas personas toman una combinación de varios medicamentos
psiquiátricos (por ejemplo, un neuroléptico a dosis altas como Haldol durante
el día y por la noche el tranquilizante Adumbran, el antidepresivo Sarotex o
dosis bajas de neuroléptico Neurocil). En esta situación, se suele recomendar
retirar paso a paso primero los neurolépticos (véase más arriba); luego el
tranquilizante debe reducirse después (también paso a paso) a cero.

La psicoterapia y la autoayuda
La participación en grupos de autoayuda puede proporcionar un valioso
intercambio de experiencias y emociones, así como establecer la sensación de
que uno no está solo con dificultades de abstinencia. Un requisito previo para
esto es, sin embargo, que la persona afectada esté lista para liberarse de su
creencia de toda la vida en los médicos y para confrontar el modo de acción y
los efectos de las drogas psiquiátricas para asumir la responsabilidad de sí
mismo.
La psicoterapia puede ser un apoyo importante a la hora de dejar las drogas
psiquiátricas. Esta "psicoterapia" dirigida especialmente en este caso a una
relación de apoyo, para hacer frente a los problemas del día a día es un tema
central. Ya sea que el método utilizado sea hablar de terapia, la Gestalt o
terapia de comportamiento es poco relevante. Independientemente del
método utilizado, es fundamental establecer una relación de confianza entre
el cliente y el terapeuta. Durante la fase de retirada, uno a dos sesiones cada
dos semanas (que solo pueden ser diez minutos de duración) pueden ser
útiles; después, dependiendo de cómo se desarrollen las cosas, una sesión de
terapia (50 minutos) cada una por tres semanas puede continuar.
El objetivo de la psicoterapia no es alterar a la persona afectada para que se
adecúe a la normalidad, sino aceptarlo como es. Incluso las formas más
desequilibradas de comportamiento se pueden entender (o al menos aceptar),
si vemos las declaraciones y acciones de alguien que se destaca
psicológicamente por un sueño o una pesadilla. Las inicialmente extrañas
ideas del mundo de una persona desequilibrada pueden ser entendidas en
términos de símbolos.
Giovanni Jervis, un psicólogo de Roma, distingue entre la psicoterapia por
los "especialistas" (psicólogo, psicoterapeutas etc.) y la psicoterapia por "no
especialistas" (porteros, camareros, dueños de bares etc.). El apoyo
psicológico de los amigos sensibles, citas empáticas o personas comunes y
corrientes que pueden escuchar, empatizar, también se ven afectados, pero no
totalmente cargados con sus propias experiencias son "ayudantes naturales"
que, lamentablemente, no siempre están disponibles en las situaciones de
crisis y de emergencia (y si hubiera más de estos tipos de asistentes, tal vez se
hubieran desarrollado menos crisis).
En las manos de los psiquiatras y terapeutas conservadores, la psicoterapia
se convierte en un procedimiento correspondientemente conservador.
Psiquiatras psicoterapeutas a menudo quieren suprimir las perturbaciones
mentales, con todos los medios a su disposición para cambiar la estructura de
la personalidad a la de una normalidad aparentemente deseable. Si las
medidas psicoterapéuticas no tienen éxito en hacer esto, los neurolépticos y
antidepresivos se usan a menudo sin pensar incluso en la amenaza de
reingreso en una unidad psiquiátrica. Sin embargo, hay que añadir que hay
situaciones en las que las drogas psiquiátricas, tranquilizantes o
antidepresivos, por ejemplo, son útiles. Cada persona debe decidir por sí
mismo.
El psicoterapeuta estadounidense Carl Rogers desarrolló una visión de la
psicoterapia que –aunque no era su intención– tomaría fuerza frente a la
psiquiatría convencional. El paciente, al que Rogers llama el "cliente" es
quien desarrolla su personalidad / durante el curso de "reuniones
terapéuticas". Se espera que los terapeutas tengan empatía con los clientes sin
valorar o analizar, proporcionando calor humano y respeto por los clientes
como son. Nada de esto pretende ser una fachada terapéutica o técnica, pero
realmente debe reflejar la actitud del terapeuta, es decir, de este tiene que
surgir de los sentimientos interpersonales reales. Si un terapeuta no es capaz
de tener empatía con el cliente ni puede aceptarle como es, sin condiciones, la
terapia no debe comenzar o continuar.
Para Rogers psicoterapia significa el establecimiento de un cierto tipo de
relación que permite al cliente descubrir la capacidad de cambiar y
desarrollarse. Por lo tanto, se logra más auto-realización, auto-desarrollo,
responsabilidad y autonomía de uno mismo.
Como ya se mencionó, la psicoterapia en manos de psiquiatras
convencionales puede ser un medio para la supresión no medicinal y de hacer
cumplir la conformidad con las normativas vigentes. Sin embargo, la
psicoterapia con un terapeuta antipsiquiátrico y con base humanista puede ser
una ayuda importante en la retirada de las drogas psiquiátricas y también una
ayuda en el intento de desarrollar una propia filosofía de vida y ganar más
libertad. Es importante, como ya he dicho, una relación de confianza entre el
cliente y el terapeuta; el desarrollo de la psicoterapia se convierte en una
ayuda para la autoayuda. A veces un par de sesiones de terapia son
suficientes, y otras veces un proceso terapéutico se desarrolla solo después de
varias semanas o meses. A veces hay una relación psicoterapéutica de apoyo
de baja frecuencia (es decir, las sesiones de terapia solo se llevan a cabo cada
tres a seis semanas). A veces la terapia de grupo es necesaria y en otras
ocasiones las sesiones individuales son más útiles para el cliente.
Y no se olvide: se puede depender no solo de las drogas psiquiátricas, sino
también de la psicoterapia. Aquí se requiere cancelación cuidadosa, sobre
todo por parte del terapeuta: después de la estabilización del cliente, se debe
establecer la frecuencia más baja posible de las sesiones de terapia (por
ejemplo, una sesión cada una o dos semanas). Tan pronto como sea posible
no debe haber interrupciones en el tratamiento (una a varias semanas).
Algunos "métodos psicoterapéuticos" de autoayuda pueden ser ofrecidos y
practicados, por ejemplo: ejercicios de relajación y de respiración, reflexión
sobre los sueños, llevar un diario, vivir conscientemente, un trabajo
biográfico y el autoanálisis, ejercicios de Gestalt y la terapia de
comportamiento etc.
A pesar de la empatía, calidez y respeto humano, el terapeuta siempre debe
ser consciente de mantener una distancia amigable (calendario claro, una
claridad definida en la "artificialidad" de la relación terapéutica y sus plazos).
La autoestima y la confianza en sí mismo deben ser alentadas de manera
respetuosa hacia uno mismo y hacia los demás; para desarrollar una propia
filosofía de la vida y redescubrirla.

Resumen
Especiales estados psicológicos de ánimo como la depresión, el afán
desmedido por la actividad, la euforia, trastornos emocionales dolorosos,
cambios en la percepción o visión entre otros, pueden normalizarse mediante
el uso de drogas químicas. Estos estados emocionales especiales pueden, sin
embargo, vivirse ("funcionando") después de dejar las drogas psiquiátricas y
contribuir así tanto a importantes desarrollos individuales, como también a
entendimientos y experiencias socialmente relevantes. Las crisis psicológicas
pueden de hecho ser una oportunidad para ver la vida y la situación social
general críticamente, cuestionar y buscar posiblemente cambios y nuevos
caminos.
Tener el coraje de dejar de tomar drogas psiquiátricas limita
emocionalmente (se deben tener en cuenta cuidadosamente las reglas de la
retirada). Ten valor para expandir el sonido de tu alma.

Fuentes
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Breggin, Peter R.: "Psychiatric drugs: Hazards to the brain", Nueva York: Springer
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Lehmann, Peter: "Schöne neue Psychiatrie", vol. 1: "Wie Chemie und Strom auf Geist und
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Pauling, Linus: "Das Vitamin-Programm", Múnich: Bertelsmann 1990; edición inglesa:
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Harper & Row 1980
Rufer, Marc: "Glückspillen: Ecstasy, Prozac und das Comeback der Psychopharmaka",
Munich: Knaur 1995
Rufer, Marc: "Irrsinn Psychiatrie", 4a edición, Oberhofen am Thunersee: Zytglogge 2009
Zehentbauer, Josef: "Die Seele zerstören. Neuroleptika, der größte Arzneimittelskandal des
Jahrhunderts", video documental, Munich: Zenit 1989
Zehentbauer, Josef: "Chemie für die Seele. Psyche, Psychopharmaka und alternative
Heilmethoden", 11a edición, Berlín / Eugene / Shrewsbury: Antipsychiatrieverlag 2010
Zehentbauer, Josef: "Körpereigene Drogen – Garantiert ohne Nebenwirkungen", 7a edición,
Ostfildern: Patmos 2013

Pino Pini

Alberto. Personas con discapacidad intelectual y sin


drogas psiquiátricas. Una inyección neuroléptica de
depósito como tipo de mediación
Antipsicóticos: Moditen

Alberto, un hombre de 45 años de edad, tuvo una experiencia extraña en el


servicio psiquiátrico del Prato (Italia). Su médico de familia escribió un
certificado, firmado por el alcalde de la pequeña ciudad de la provincia de
Prato donde vive, solicitando una evaluación de salud obligatoria en el
pabellón psiquiátrico del hospital general. Esto lo llevó a una admisión
voluntaria.
Algunos días antes, el servicio de psiquiatría se había puesto en contacto
con un trabajador social solicitando colaboración con una situación que antes
parecía no ser del todo clara. Debido a su retraso mental moderado congénito,
Alberto era beneficiario de una medida socio-terapéutica de integración;
también tenía un trabajo con apoyo, en la administración de la municipalidad
de la ciudad donde vivía.
Su padre era un hombre viejo, bien conocido y respetado porque había
participado en la II Guerra Mundial; estaba muy involucrado políticamente y
era muy influyente. El gran problema era que Alberto se había enamorado de
una mujer joven que trabajaba en la misma oficina de la administración del
municipio, pero esta mujer no quiso corresponder a los sentimientos de
Alberto. Esta fue la razón por la que Alberto se decepcionó e incluso fue
agresivo, tanto con esa mujer, como con otras personas que trataron de
convencerlo para que no continuara tras de ella.
Después de haberse quejado durante muchos meses sobre el
comportamiento de Alberto, la mujer decidió demandarlo por acoso y
también a la administración de la municipalidad por no haberla protegido en
su lugar de trabajo.
Antes de este episodio, Alberto había sido considerado no solo como el
hijo de un padre importante, sino también como un muy buen ejemplo de
inclusión social de las personas con discapacidad. El propio alcalde a menudo
declaró estar orgulloso de los resultados de su política en favor de las
personas con discapacidad y el caso de Alberto era su mejor demostración.
Alberto era perfectamente consciente de su posición especial, estaba muy
contento al saber, que a pesar de su desventaja, era considerado como un
elemento positivo para mostrar a todo el mundo. Esta fue también la razón
por la cual no entendía la negativa a sus acercamientos a la joven. Se le pidió
a Alberto que permaneciera lejos de su lugar de trabajo durante algunos días,
para que fuera al servicio psiquiátrico a una visita. Esto lo puso furioso.
Tanto Alberto y sus padres no querían tener ningún contacto con el servicio
de psiquiatría. ¿Por qué de repente se excluía el ejemplo perfecto de una
persona con una discapacidad?
En una fase preliminar, el servicio de salud mental planeaba reunirse con
Alberto y sus padres en su casa, junto con el trabajador social. Antes de
tomar cualquier decisión, habría sido útil tratar de entender toda la situación y
permitir a Alberto y las diferentes personas implicadas tener la oportunidad
de dar sus propias interpretaciones. No parece realista considerar la situación
como el resultado de un problema psiquiátrico individual, pero era más
razonable pensar en ello como una situación de complicadas relaciones
interpersonales, cuando cada parte estaba rígidamente convencida de que él o
ella estaba en lo cierto. Se necesitaba una mediación difícil pero necesaria.
La situación fue empeorando día a día. Alberto una vez más atacó
verbalmente a algunos colegas en su lugar de trabajo. El médico de familia
trató sin éxito de convencerlo para que contactase con el servicio de
psiquiatría, pero su respuesta fue siempre la misma: "¡No estoy loco, otros
son los que están locos!"
Alberto se vio obligado a ir al servicio de psiquiatría en el hospital para
una evaluación psiquiátrica en Prato, como se había previsto en un principio.
Una vez en el hospital, se le dieron explicaciones detalladas sobre los
motivos relacionados con su estado. Él era perfectamente consciente del
hecho de que había perdido el apoyo de la mayoría de la gente en su lugar de
trabajo. Ahora, ¿quién podría ayudarle a escapar de esta difícil situación?
Paradójicamente, el mismo servicio de salud mental que él y sus padres
trataron de evitar, podría darle un poco de ayuda. Así que accedió a pasar
unos días en el hospital voluntariamente.
Durante los siguientes días, muchas personas de la municipalidad del
pueblo de Alberto, en contacto con el servicio de psiquiatría pidieron una
solución al problema, lo que significa principalmente "mantenerlo el mayor
tiempo posible en el hospital". Estaba claro que nadie quería que Alberto
continuara trabajando en el lugar del municipio. Tuvo que aceptar un trabajo
similar en otra aldea. Alberto parecía aceptar esta propuesta sin mucho
problema, pero su padre viejo y poderoso no quería este tipo de solución y
exigió una mejor protección de los derechos de su hijo.
Por último, Alberto estuvo de acuerdo con la estrategia de ser
diagnosticado como "temporalmente enfermo mental" con necesidad de
medicación. Él pensó que esto convencería a los colegas de la oficina para ser
readmitido en el mismo lugar, comprendiendo su determinación para ser
curado de su enfermedad mental temporal. Después de unos días, fue dado de
alta del hospital con una inyección de depósito neuroléptico (Moditen
[principio activo flufenazina]). Estaba seguro de que, aceptando la inyección,
sus colegas lo perdonarían y volvería de nuevo al trabajo.
Contra el consejo del servicio médico, de sus padres y de otros amigos,
Alberto regresó a su puesto de trabajo anterior con la esperanza de cambiar la
opinión de sus colegas. Tenía algunos efectos secundarios evidentes, como
temblor, y su estado de ánimo se había deprimido. Después de unos días, se
negó a abandonar su hogar. Además, su anciana madre estaba deprimida
también y pidió medicación. El padre, por el contrario, se enfureció contra el
servicio psiquiátrico, diciendo que iban a envenenar a su hijo con los malos
tratamientos. Fueron necesarios muchos encuentros con el trabajador social y
con la familia de Alberto en su casa. Después, en un pueblo cercano y gracias
a la ayuda de una asociación le propusieron un nuevo trabajo. Tanto el padre
como el hijo lo aceptaron. Todo parecía ir bien. La inyección de depósito se
redujo y después se suspendió. El antiepiléptico Tegretol (principio activo
carbamazepina), que Alberto había tomado desde la infancia, se continuó.
Ahora Alberto iniciaba una nueva vida, con más cautela y menos
conflictos de intereses, con la esperanza de encontrar una nueva mujer. No
quiso ser etiquetado más ni por su padre, que siempre había tratado de hacer
lo mejor para él como persona con discapacidad, ni por el alcalde, que
imaginó la historia de Alberto como ejemplo del éxito personal de su política
en favor de las personas discapacitadas. Hubiera sido aconsejable no mezclar
demasiadas cosas y los intereses de muchas personas. ¡Buena suerte Alberto!
Uno tiene que preguntarse si no habría sido posible una solución más
sencilla. También hubo desacuerdos dentro del personal del equipo-social
psiquiátrico. Muchos estaban convencidos de que el alcalde había creado y
perpetuado el problema, debía haberlo abordado de una manera diferente,
haberlo resuelto en acuerdo con el padre de Alberto. Alberto pudo haber sido
dado de alta del hospital sin medicamentos psiquiátricos, sobre todo, sin un
neuroléptico de depósito. El alcalde habría hablado mal sobre el servicio
social especializado en psiquiatría, que por lo general, estaba ya bajo fuerte
sospecha por las administraciones locales. Ellos preferirían darles una especie
de función de policía.
Una solución alternativa hubiera sido una alianza con Alberto y sus
familiares, pues retroceder a veces es sinónimo de fuerza e inteligencia, no de
debilidad y estupidez. El verdadero problema no era el supuesto de los
medicamentos psiquiátricos –en este caso, que se jugaron en un papel
secundario. Tenían que encontrar una manera de salir de esa situación en la
que nadie quería ser un perdedor. En este caso, como siempre, el más débil
fue el perdedor.
Al final, la segunda línea de argumentación tuvo éxito. Afortunadamente,
evitaron un cambio en la situación, lo que habría sido más complicado que lo
primero.

Martin Urban
"¿Estoy realmente aún incapacitada?" Apoyo
psicoterapéutico durante la abstinencia de drogas
psiquiátricas
Antipsicóticos: Fluanxol

Me gustaría presentarles a Eva. Es una mujer guapa de 38 años de edad que


parece joven, amable, dispuesta para el contacto con los demás, y tal vez con
el corazón muy abierto. Tiene talentos creativos y hasta hace poco asistió a
una escuela de bellas artes; se ha ganado la vida modestamente como
empleada a tiempo parcial en una tienda de alimentos saludables. Puede que
pronto se case, ya que por primera vez en su vida tiene una relación lo que es
bueno para ella, pues siente que es tratada como una igual.
¿Parece una mujer muy normal? ¡Sin duda diría que, sí!. Claro, que a veces
sería mejor que tuviera un poco de más de confianza en sí misma, por
ejemplo cuando su profesor de arte le pedía un comentario personal sobre los
dibujos de sus compañeros de clase, se quedaba sin decir una palabra.
Hablando honestamente, creo que debería ser fácil, pedirle en privado al
profesor: "Disculpe, me gustaría que me comentara mi trabajo, después de
todo, para esto pago mi matricula". Se nos ocurrió esta frase juntos y la
practicamos en la terapia de grupo, pero cuando llegó el momento no pude
utilizarla en su contexto real.
¿Una mujer muy normal? Le dije que tenía un gran corazón, muy abierto a
a los demás, lo que ella experimenta con gran inquietud emocional. No
siempre comprueba si quien la oye es capaz o está dispuesto a seguirla. Tiene
una gran necesidad de compartir con los demás y recibir atención, pero ¿no
es algo muy humano?, de hecho, es normal.
Eva ha decidido, en todo caso, verse a sí misma como normal en el futuro,
más que como una enferma crónica o una paciente psiquiátrica. Algo que
también afectó su decisión, diecisiete años después de su primera enfermedad
grave, al dejar una dosis constante de neurolépticos, a pesar de sus propias
dudas sobre esto. Durante catorce años, fue al médico cada dos semanas para
recibir una inyección de depósito de Fluanxol (antipsicótico, principio activo
flupentixol). Pocos días después de estas vacunas que siempre había sentido
especialmente incómodas, tanto física como mentalmente, a menudo tenía
ataques de pánico. No quería esto nunca más. Le gustaría casarse y tener un
bebé, es decir, vivir una vida normal y no como una inválida, dependiente de
una muleta para el resto de su vida. Eso es lo que sentía cada dos semanas,
cuando oía a su psiquiatra decir una vez más que ella tenía una enfermedad
mental crónica, que siempre la tendría y que debía tomar neurolépticos
durante toda su vida con el fin de luchar contra la enfermedad.
Por supuesto, había estado muy enferma. Cuando terminó sus exámenes de
Secundaria, ya había desarrollado una anorexia y vivía en un mundo de
ensueño. Se sentía incomprendida por sus padres; su padre era estricto,
individual, nunca hablaba de sus cosas personales o sentimientos. En su
presencia Eva se sentía pequeña, inútil, sin valor y culpable. Su madre estaba
muy ansiosa por lo general bajo la sombra de su marido. Siguiendo su
ejemplo, Eva se esforzó por cumplir y ser una buena hija. Cuando tenía 21
años, los médicos le descubrieron un carcinoma tiroideo maligno que tuvo
que ser operado. Eva no tenía miedo; era una situación muy tensa, que la
sumergió aún más en su mundo de sueños. Un día se declaró la virgen María
y experimentó estados extremos de miedo; y la ingresaron en un hospital
psiquiátrico. Fue un revés en su vida. Tuvo que abandonar el programa de
diseño gráfico que había comenzado. Los años siguientes experimentó una
segunda psicosis y fue admitida en el hospital de nuevo. Tuvo una relación
con un hombre con una personalidad difícil a quien, sus padres rechazaron.
Cuando quedó embarazada, los problemas se acumularon. Sus padres la
presionaron para abortar y ella aceptó solo para experimentar una
culpabilidad extrema que la llevó a otra psicosis. Luego vino una tercera
estancia hospitalaria y un proceso de rehabilitación, que fue interrumpido por
otra estancia en el hospital debido a nuevos estados extremos de miedo.
Después de esto, estuvo en un hogar de transición dos años y luego en una
residencia guiada por tres años. Trabajó como florista, una ocupación que no
se ajustaba a ella y que nunca practicó con éxito durante mucho tiempo.
Sin embargo, diez años después de su primera psicosis había sido capaz de
estabilizarse por sí misma a través de estas diferentes etapas que fueron
suficientes para vivir sola y mudarse a un apartamento que sus padres habían
comprado para ella. Intentó diversos trabajos y decidió comenzar a entrenarse
en el taller de un pintor. Quizás era demasiado sensible en relación con los
demás; como era la única mujer del programa, debería haber estado en
mejores condiciones para soportar las bromas pesadas de sus colegas
masculinos. En cualquier caso, ella no era capaz de aguantar. ¿Es esto la
vulnerabilidad distintiva que los expertos hablan de la esquizofrenia?
A pesar de muchos fracasos, no se dio por vencida. Un día se me acercó y
me preguntó si podría hacerle una psicoterapia porque había oído que yo era
uno de los pocos terapeutas que atendía clientes que tenían una psicosis.
Estuve de acuerdo y así empecé a trabajar con ella hace cinco años.
En ese momento no había tenido una psicosis aguda durante años. Pero
sufría de estados extremos de miedo y pánico que aparecían exactamente
dentro de los dos a cinco días posteriores a que recibía sus inyecciones de
depósito de Fluanxol. También tenía ansiedad en presencia de sus colegas y
sus superiores y sobre todo cuando estaba sola por la noche en su
apartamento. El miedo a la soledad está relacionado con el miedo de una niña
que no era capaz de sobrevivir por sí misma. La terapia de comportamiento y
aprender poco a poco a lidiar con el miedo son muy útiles, pero sobre todo
Eva tuvo que aprender a experimentar por sí misma con su individualidad,
capacidad e independencia para tener el derecho a su propia vida y criterio.
Tenía que desarrollar un sentido de su propio valor como persona. El papel
del terapeuta es ayudar a aquellos que buscan ayuda en su viaje fuera de sus
dependencias, pero sin hacer depender al paciente del terapeuta.
Durante dos años, Eva tuvo un novio que era un idealista y pertenecía a
una comunidad religiosa. Él lamentablemente tenía un carácter que no hacía
bien a Eva en absoluto: estaba constantemente instruyéndole sobre la forma
que debería tender a la perfección y lo que Dios quería de ella. La
consecuencia fue que se sentía inútil, pero no podía imaginar que podía vivir
sin él. Ella necesitaba otros dos años antes de que pudiera liberarse de sí
misma y estar libre de esta dependencia; después de varios intentos
preliminares, rompió con él definitivamente. Ella había crecido, pero él no
había cambiado en absoluto.
El tema de sus padres era difícil para Eva. A pesar de que no había vivido
con ellos desde que tenía veinticinco años, vivía a solo una hora de ellos en
coche. Incluso a esa distancia aún estaba tratando de ser una buena hija. De
sus padres tenía apoyo moral y financiero, pero cada vez que regresaba de su
casa era infeliz. Sentía que no la entendían y ella no podía aceptar la forma en
que estaba. Se sentía como una hija enferma que no había hecho nada por sí
misma por lo que constantemente tenían que cuidarla, lo que originaba en ella
sentimientos de culpa y ansiedad. (Esto sólo ha empezado a cambiar en los
últimos tres años.) Es difícil hacer que un pequeño brote crezca en un entorno
hostil.
Las profundas dudas de Eva sobre sí misma y su entorno, también
afectaron nuestras sesiones de terapia. Por ejemplo, después de entregarle yo
personalmente los documentos para extender su terapia, con el fin de acelerar
su llegada a la compañía de seguros de salud, la semana siguiente me confesó
que había abierto y leído mi evaluación confidencial cuyos únicos
destinatarios sus aseguradores. Le remordía la conciencia haberme juzgado
equivocadamente y pensar que yo en el fondo, la despreciaba. Estaba tan
conmovido por su sufrimiento que reaccioné de forma espontánea y
adecuada, sin ira ni reprimendas. Esto hizo que se sintiera aliviada. Por cierto,
ella también estuvo de acuerdo con todo lo que había escrito en la evaluación.
Se alegró de ver que yo no había escrito nada diferente a lo que le había
dicho en nuestras sesiones. Yo había pasado su prueba de confianza.
Después de dos años de sesiones de terapia individual le sugerí a Eva que
participara en una sesión de grupo. Este fue un paso necesario en su ruta
hacia la recuperación, ya que tenía que aprender a representar sus opiniones y
sus sentimientos a los demás, de hecho, llegar a ser primero consciente de
ellos y responder, en lugar de esconderse en la decepción, cuando otros no
comparten sus pensamientos y sentimientos.
Había recorrido un largo camino. Un día fue incluso capaz de decirle a su
madre algo que la había atormentado durante años, es decir, lo terrible que
era para ella cuando a la edad de veintitrés años, sus padres no habían hecho
ningún intento de entenderla y la presionaron a tener un aborto. Creía que
acabaría por insultar a su madre que estuvo, en cambio, conmovida y
empática.
Después de separarse de su novio Eva sufría de sentimientos de soledad,
pero no se asustó más. Cuando trató de continuar sus estudios de la escuela
de diseño gráfico, catorce años después de haber abandonado, la rechazaron
porque –a pesar de sus buenas notas– fue considerada demasiado vieja. Fue
un duro golpe para ella. Pero no capituló –por el contrario, decidió
matricularse en una escuela privada de bellas artes. Había ahorrado dinero
por sí misma en su trabajo como vendedora. Una nueva relación provocó un
cambio final: ahora se sentía madura y deseaba formar una familia. Quería
ser madre y trabajar a tiempo parcial en la oficina de su marido. El Arte
seguía siendo un pasatiempo para ella.
Las inyecciones de depósito bimestrales de los neurolépticos ya no
encajaban en su vida. Solo pensar que necesitaba una muleta para evitar otra
psicosis suponía un obstáculo que frenaba su entusiasmo por la vida. Hace
dos años que intentó planificar con su psiquiatra la retirada gradual de la
medicación, pero sin éxito. Solo logró una reducción mínima de la dosis. El
doctor estaba totalmente en contra de una retirada completa porque ella sentía
que era demasiado arriesgado. Todas las señales de progreso que Eva había
logrado, y el hecho de que no había mostrado síntomas de una psicosis en
trece años no fueron suficientes, cuando el médico habló de los hallazgos
científicos sobre la enfermedad que indicaban que sería impotente sin
medicación constante.
En ese momento Eva tenía demasiado miedo para desafiar a su médico o
tomar las cosas en sus propias manos. Pero después no aceptó esta sentencia
y tomó su propia decisión maduramente. Con el fin de evitar los mismos
viejos debates, rápidamente decidió buscar un nuevo médico. El nuevo
psiquiatra general aceptó sus deseos de dejar los neurolépticos, pero insistió
en un plan de retirada cuidadosa y gradual. En lugar de inyecciones de
depósito cada dos semanas, ahora tomaba un comprimido al día –¡una dosis
que podía sostener en su propia mano! Era un gran progreso inmenso. Se
sentía aliviada. Cuando tenía un mal día, sus viejos temores volvían a
aparecer. Se preguntaba si era la consecuencia o el castigo por su intento de
ser libre. Pero pronto fue capaz de confiar en sí misma de nuevo.
Una vez más, experimentó un nuevo revés cuando habló con su ginecólogo
sobre su deseo de tener un hijo. Fue la idea de quedar embarazada la que le
había dado la última gota de fuerza para llevar a cabo la retirada ya que no
quería poner en peligro el embarazo con alguna droga. Pero su ginecólogo le
dijo que debía seguir tomando los neurolépticos para evitar otra psicosis que
seguramente vendría por el embarazo. Una vez más, otro dios con una bata
blanca le había dado la sensación de que era una lisiada, que solo podía
sostenerse con la muleta de la medicación, sin la que ella se vendría abajo.
Entonces su protesta encontró una voz: "¿Cómo iba a saberlo con certeza?"
Y: "¿Él no confía en mí lo suficiente para saber que iría a un médico si mi
condición llegara a estar mal de nuevo?"
Eva todavía necesitaba apoyo. Le fue bien la terapia de grupo: intercambiar
ideas con los que son similares a la orientación de confianza y el fomento de
la misma de los terapeutas. Un día ya no la necesitará. Desde que se mudó a
la terapia de grupo, ha trabajado en la reducción de su dependencia
(inevitable, temporal) a su terapeuta. Logrará ser independiente y será una
mujer muy normal, capaz, y saludable como lo somos todos.
Esta es Eva, a quien yo quería presentarles. Para mí es la prueba viviente
de que las enfermedades psiquiátricas, incluso las psicosis crónicas, se
pueden superar, no sin dejar huellas, efectivamente, pero hay que reconocer
que una persona no deja de ser persona al final de una enfermedad o una
crisis de cualquier tipo. Por el contrario, estoy convencido de que Eva es más
madura y ha crecido mucho. Tal vez tuvo suerte en medio de su mala suerte y
encontró las condiciones adecuadas para recuperarse de la grave enfermedad
que sufrió durante años. Sin duda, hay otros casos en los que el mismo éxito
no es posible. No necesitamos exponer sobre ellos (o ¿tenemos que hacerlo,
con el fin de averiguar por qué no lo lograron?). Este ejemplo muestra que
una vida normal y una buena salud mental son metas alcanzables (incluso si
el paciente permaneciera vulnerable).

Comentarios de Eva
Es posible recuperarse de la psicosis, pero no sin un trabajo sobre uno mismo.
Esa ha sido mi experiencia. Una orientación interna hacia la auto-confianza y
la fe en mí misma son los objetivos. A veces no puedo comprender esto muy
bien, pero a menudo he sido capaz de hacerlo. Es importante permitir que te
ayuden y estar dispuesta a ayudar, sobre todo a la psicoterapia. Creo que
muchos de los que fueron mis compañeros, los pacientes, terminaron cayendo
de nuevo en la psicosis o se quedaron atascados en ella, porque la
enfermedad es más familiar para ellos que el difícil proceso de curación,
porque no pueden tener un buen concepto de sí mismos, hacer cambios, y
asumir la propia responsabilidad.
¿Medicación? Lo que siempre escucho de los médicos es que están a favor
de que los pacientes continúen utilizando estas muletas por su propia
seguridad. "No hagas nada sin un doctor", dicen. Tienen razón en esto, tengo
que trabajar con un médico, pero ¿eso significa también que una vez que
alguien tiene una psicosis, nunca estará sano de nuevo? El temor de volver a
caer en una psicosis sigue conmigo. En lugar de darme coraje para enfrentar
este miedo, los médicos solo fortalecen el miedo porque confían en sus libros
de texto más que en las propias experiencias individuales.
Sé que no puedo ser más lista que mi destino. Pero voy en el camino
correcto ahora y estoy tratando de ser fiel a mí misma.
Leí el texto anterior escrito por mi terapeuta y lo he corregido en tres
ocasiones para garantizar una idea precisa de lo que transmitió. En particular,
es importante para mí que mis padres no tengan una mala imagen en el
mismo.
Roland A. Richter

Apoyando el retiro con medicina ortomolecular


Antipsicóticos / Antidepresivos / Estabilizadores del ánimo / Tranquilizantes

¿Qué pasa cuando le dices a tu neurólogo o psiquiatra que a pesar del


tratamiento con fármacos psiquiátricos, todavía tienes alucinaciones, miedos
y pensamientos suicidas? Por lo general, la dosis se aumenta o se es enviado
a un hospital. Algunos de mis pacientes tomaban neurolépticos,
medicamentos antiparkinsonianos, antidepresivos, litio (estabilizador del
ánimo y profiláctico) y tranquilizantes, pero todavía estaban experimentando
problemas mentales, no veían ningún sentido continuar el tratamiento médico
y el entumecimiento inducido a causa de los medicamentos psicoactivos. En
esta situación, podría bien convencerlos de tomar Risperdal (antipsicótico,
principio activo risperidona), Truxal (antipsicótico, principio activo
clorprotixeno), Haldol (antipsicótico, principio activo risperidona),
Dipiperon (antipsicótico, principio activo pipamperon; actualmente al
parecer no disponible), Dogmatil (antipsicótico, principio activo sulpirida),
Eunerpan (antipsicótico, principio activo melperona; actualmente al parecer
no disponible), Neogama (antipsicótico, principio activo sulpirida),
Neurocil(antipsicótico, principio activo levomepromazina), Taxilan
(antipsicótico, principio activo perazina), Tegretol (estabilizador del ánimo,
principio activo carbamazepina), Fluctin (antidepresivo, principio activo
fluoxetina) etc., o podía tomar en serio sus deseos y ofrecer orientación y
apoyo en su intento por realizarlos.
Yo me preguntaba qué tipo de ayuda concreta podría organizar u
ofrecerme a mí mismo, porque la retirada de las drogas psiquiátricas puede
provocar miedos y alucinaciones insoportables, capaces de conducir a un
intento de suicidio. De vez en cuando la retirada provoca perturbaciones
graves en los patrones de sueño que pueden durar varias semanas, por lo que
es casi imposible para el paciente obtener el descanso y la relajación
necesaria que se necesita.
Por desgracia, he llegado a comprender que los médicos favorecen en
particular la prescripción de neurolépticos sedantes, porque es la forma más
fácil para proteger y controlar a la gente en las salas psiquiátricas y
hospitales. Ponen un amortiguador químicamente inducido sobre personas
perturbadas o con alteración de la conciencia.
Los intentos de abstinencia de mis pacientes me han demostrado que nunca
se identificaron con los tratamientos que recibieron, por el contrario deseaban
vivir sus vidas sin neurolépticos u otros fármacos psiquiátricos. Ellos, de
hecho, solo podían imaginar una existencia libre y autodeterminada sin la
influencia de las drogas psiquiátricas. Con este reconocimiento, dejé de ver
mi tarea de presionar a los pacientes para hacer que las drogas psiquiátricas
cumplieran los deseos de los neurólogos y psiquiatras.
Mi experiencia me ha demostrado que la industria farmacéutica, a través de
las escuelas de medicina, determina el tratamiento de todos los problemas
psico-sociales que son considerados por muchos como "enfermedades
mentales". No existen autoridades sociales o políticas influyentes que
consideren seriamente si hay o no formas alternativas de tratamiento para las
personas con problemas mentales. El dinero juega un papel importante en
esto. Por ejemplo, una "óptima" prescripción de neurolépticos de Risperdal
puede costar unos 2.500 euros al año (esto incluye solo el costo de la
medicina psiquiátrica). Los médicos recomiendan solo lo que la industria
farmacéutica les ha dicho. ¿Por qué la industria médica iba a esforzarse para
encontrar alternativas significativas a la prescripción de medicamentos
psiquiátricos, si estas alternativas no fueran pagadas por los planes de seguro
de salud pública, o tal vez solo después de que un paciente ha ido a juicio?
Mi experiencia ha sido que la medicina ortomolecular puede ayudar en la
retirada de estas sustancias y luchar contra síntomas psicológicos no
deseados, pero el paciente tiene que pagar por esto. (Linus Pauling, ganador
del premio Nobel de química estadounidense y fundador de la medicina
ortomolecular, calificó el tratamiento como un mantenimiento de la salud,
mediante el manejo de enfermedades por medio del cambio de la
concentración de aminoácidos, enzimas, vitaminas, oligoelementos,
minerales, grasas y proteínas que se encuentran normalmente en el cuerpo
humano y que son necesarias para la buena salud.) Si, por ejemplo, un
tratamiento ortomolecular reduce el costo de 2500 euros al año a la mitad,
¿no debería ser una cuestión de honor que el seguro médico cubra este
costo?, difícilmente.
El poder de la industria farmacéutica solo se puede entender si se sabe que
la mayor parte de la formación continua de los médicos está en las manos de
este sector. Incluso las compañías de seguros de salud no están en
condiciones de considerar alternativas a la atención médica ortodoxa como
parte de sus servicios. En general, después de la administración de fármacos
psiquiátricos nadie está más interesado en la vida de un paciente. Esto es
particularmente cierto para aquellas personas que toman neurolépticos. Nadie
va a ayudarles a desarrollar estrategias para lidiar con sus frustraciones,
agresiones, luto, decepciones, expectativas, o problemas de negociación,
cercanía y distancia en las relaciones, ni con la búsqueda de formas
constructivas para integrarlas en su personalidad.
Antes de describir mi experiencia con la medicina ortomolecular, me
gustaría decir unas pocas palabras sobre los peligros de una apropiación
acrítica de este informe. Esto es importante para mí, ya que le ayudará un
poco a idealizar esta información. Si usted ha estado tomando drogas
psiquiátricas desde hace ya varios años, debe entender que puede haber
desarrollado hábito y dependencia a las drogas. Retirarse abruptamente de
drogas psiquiátricas o sustituir por la medicina ortomolecular a las drogas,
difícilmente tendrá éxito.
Al retirar los fármacos psiquiátricos, también es importante hacer un
cambio definitivo en la dieta; me gustaría decir brevemente algo sobre esto.
Usted puede recibir ayuda de psicólogos y trabajadores sociales u otras
personas de su entorno más cercano en las que confía.

Una retirada exitosa


La primera vez que uno de mis pacientes dejó los neurolépticos por su cuenta
sin previo aviso, casi entra en una psicosis, él realmente no quería terminar en
un hospital psiquiátrico. Estaba a punto de llorar cuando me pidió que lo
mantuviera fuera del consultorio. Le pregunté si alguna vez había intentado
tomar vitaminas. Contestó que iba a tomar todo lo que le ayudara a salir del
ciclo de entrar y salir de los hospitales psiquiátricos. Le di algunas vitaminas
(sin receta), que tomó de inmediato, luego lo acompañé mientras nos
dirigíamos a un médico que le dio una infusión intravenosa de vitaminas. Su
condición mejoró inmediatamente. Estas medidas fueron suficientes para
evitar su recaída. Cuando comenzó a tomar una dosis muy alta de la vitamina
C en forma de ascorbato de nitrito, su condición mejoró aún más. Una
preparación de magnesio y calcio, además, fue útil. Un antihistamínico
conocido en la profesión médica fue eficaz, tenía un efecto estabilizador. Una
dosis de triptófano (antidepresivo) hizo posible que descansara durante la
noche. Sentimientos positivos resultaron al comer comidas con azafrán. Con
las flores de la pasión y las peonías, era capaz de dormir más, durante toda la
noche. Con una alta dosis de magnesio se logró un mayor progreso en el
sistema nervioso central. El pasarse a una dieta basada en vegetales crudos le
supuso un alivio adicional.

Un cambio en la dieta
Una de las observaciones más importantes que he hecho, es que la medicina
ortomolecular es mucho más eficaz para las personas con diagnósticos
psiquiátricos si eligen una dieta de alimentos naturales. Ya se ha demostrado
que la nutrición incorrecta puede causar una enfermedad, como se menciona
en el libro "An alternative approach to allergies" (Un enfoque alternativo a
las alergias, 1980) de G. Theron Randolph y Ralph W. Moss. Una ayuda más
para el tratamiento de mis pacientes ha sido la información que se presenta en
el libro "Nutrition and mental illness: An orthomolecular approach to
balancing body chemistry" (Terapia nutricional para las enfermedades
mentales, Un enfoque ortomolecular para equilibrar la química del cuerpo)
por Carl Pfeiffer (1988).
Para las personas que están dispuestas a hacer algunos grandes sacrificios
con el fin de mejorar y optimizar su bienestar mental y físico, me gustaría
recomendar el libro "Der große Gesundheits-Konz" (Konz’ gran libro sobre
la salud, 2010). Mis observaciones a varios pacientes en combinación con las
enseñanzas de Franz Konz junto con el tratamiento médico ortomolecular
(Dietl y Ohlenschläger, 2004) han contribuido en algunos casos a una mayor
sensación de bienestar psicológico. Por ejemplo, después de que una de mis
pacientes fue capaz de detener su adicción al alcohol mediante el uso de las
recomendaciones de Konz, información de la Canadian Schizophrenia
Foundation (Fundación Canadiense de Esquizofrenia), y un tratamiento
recomendado por la medicina ortomolecular, descubrí que el enfoque inusual
de Konz para sanar a través de un dieta natural, no estaba fuera de lugar para
las personas con enfermedades mentales. No puedo juzgar si sería o no de
ayuda a todos. El asesoramiento nutricional especial a la medicina
ortomolecular se puede encontrar en "Burgersteins Handbuch der
Nährstoffe" (Manual nutricional del Burgerstein, 2018) de Uli P. Burgerstein
y colegas.

Otra retirada éxitosa


Cuando uno de mis pacientes, un joven alcohólico diagnosticado con
"esquizofrenia paranoide", vino a verme varias semanas después de haber
sido dado de alta de un hospital psiquiátrico, estaba a punto de ingresar de
nuevo (había dejado el Haldol y Truxal en un plazo de seis semanas), le
recomendé una dieta de vegetales crudos y un tratamiento de medicina
ortomolecular. Fue capaz de abstenerse de consumir alcohol durante un año,
sin tomar drogas psiquiátricas. Con el apoyo pedagógico se hizo lo
suficientemente sano como para alcanzar una capacidad casi normal para el
trabajo. La medicina ortomolecular consiste en una alta dosis de vitaminas
del complejo B, calcio, magnesio, zinc, beta carotenos (jugo de 1 kg de
zanahorias al día, fresco es el mejor), ácido fólico, manganeso, PABA,
biotina, selenio, cromo, vitamina E, vitamina C (como sodio o ascorbato de
calcio en dosis altas), una dosis adicional de alta de la vitamina B1 y las
inyecciones de altas dosis de vitamina B1, B6 y B12. Con una fuerte
concentración de la peonía y té de la flor pasión, este joven era capaz de
dormir a pierna suelta. Polvo de vitamina C, magnesio, y calcio tenían un
efecto más inductor del sueño. Con triptófano fue capaz de conciliar el sueño
después de unos noventa minutos. Más tarde fue capaz de dejar el triptófano.

Un intento fallido de retirada


Un paciente de treinta y cuatro años de edad, fue torturado por alucinaciones
y pensamientos suicidas. Una y otra vez recibió varios fármacos psiquiátricos
en dosis más altas. Después de haber sido medicado recientemente con
Risperdal, que tenía graves efectos secundarios, quería dejarlo. Cuando le
advertí que no lo suspendiera rápidamente, se decidió por un tratamiento
ortomolecular con un psiquiatra. Así a los cuatro meses pudo evitarse que su
dosis fuera elevada. La dosis de Risperdal no podría reducirse todavía más
debido a los mayores costos mensuales para un tratamiento ortomolecular (50
euros) eran más caros de lo que el paciente podía permitirse. Después del
tratamiento ortomolecular terminado, su dosis de Risperdal tuvo que ser
aumentada en dos veces y media más. Si la compañía de seguros de salud
pública se hubiera hecho cargo de los gastos de la medicina ortomolecular, se
habría ahorrado aproximadamente mil euros cada año.
Este ejemplo demuestra que las compañías de seguros de salud no tienen
verdadero interés en el ahorro de dinero. Es importante que sean escuchados
aquellos grupos y expertos que cuestionan la medicina convencional y sus
prácticas, y trabajan para conseguir métodos alternativos eficaces de
tratamiento. Sin embargo, los ministerios federales y las autoridades hacen
oídos sordos a todo, menos a los intereses de las grandes compañías
farmacéuticas que tienen el costoso monopolio de la atención médica
psiquiátrica.
Este costoso estado de emergencia en el cuidado de los pacientes es un
problema político, que no está siendo tomado en serio por ninguno de los
partidos establecidos porque es obvio que la política y los intereses de las
compañías farmacéuticas están siempre estrechamente vinculados. Los
afectados por problemas de salud mental deberían conocer este dilema y sus
causas estructurales.

Medidas concretas
Si usted está seriamente interesado en controlar sus problemas mentales y su
tratamiento, le recomiendo unirse a un grupo de autoayuda. Puede encontrar
las direcciones correspondientes en Internet, en el sitio web de la Red
Europea de (ex-) Usuarios y Supervivientes de Psiquiatría (www.enusp.org) o
en la lista de grupos de todo el mundo de Peter Lehmann (www.peter-
lehmann-publishing.com/info/links.htm).
Si no hay un grupo de auto-ayuda cerca, usted mismo podría formar uno
(que es parte del trabajo de los trabajadores sociales, especialistas en
educación y psicólogos para ayudarle con esto). Pronto reconocería usted que
no es el único que intenta conseguir responsabilidad y autodeterminación en
su vida.
Si usted opina que es necesario utilizar algún tipo de medicamento para su
llamada enfermedad mental después de la suspensión, un paso más sería
formar usted mismo parte de la atención médica. La medicina ortomolecular
utiliza sustancias nutricionales como bloques de construcción, como el alivio
de sustancias durante la retirada, así como para luchar contra los síntomas de
una denominada enfermedad mental. Una utilización práctica de las
recomendaciones de Burgerstein en su "Handbuch der Nährstoffe" (Manual
nutricional) podría dar lugar, por ejemplo, a preguntas como: ¿Debo comprar
algunas de las vitaminas y oligoelementos que figuran en esta lista? ¿Debo
buscar un médico que pueda ayudarme y aconsejarme en el consumo de
vitaminas, oligoelementos, minerales, aminoácidos (por ejemplo, triptófano)?
Debido a que las vitaminas y oligoelementos no son medicamentos de venta
con receta, podría comprarlos por mi cuenta y tomármelos con el fin de
averiguar si mejoran mi condición.
¿Ayudará que me aleje de la nicotina, la cafeína, el alcohol, los azúcares
refinados y las drogas ilegales? ¿Los alimentos crudos me ayudan? ¿Debo
encontrar un nuevo neurólogo / psiquiatra? ¿Por qué no debo tratar de
experimentar con el té de hierbas?, ¿Necesito verdaderamente un médico?

Otras experiencias
Mis experiencias me han demostrado que evitar todo tipo de drogas adictivas
aumenta la sensación de bienestar después de una retirada exitosa. Lo que es
cierto para el resto de las personas también es cierto para las personas con
diagnósticos psiquiátricos. El ejercicio frecuente al aire fresco, el sueño
regular, el contacto social constante, un círculo de apoyo de amigos o
conocidos y, si es necesario, la psicoterapia, tienen un efecto positivo en el
curso de los problemas psicológicos.
En un caso observé cómo un mal diagnóstico condujo a un paciente a ser
tratado psiquiátricamente con neurolépticos. Cuando el paciente, que también
era mi cliente, se quejó del aumento de los episodios de falta de memoria, le
recomendé que consultara con un especialista en medicina interna o de
radiología. El especialista descubrió que tenía un trastorno de tiroides. Con la
dosis de hormonas de reemplazo, el especialista, fue capaz de bajar la dosis
con la combinación de una dosis de elementos traza. Dicho tratamiento no
suele ser reconocido por la medicina convencional. En otro caso (el
diagnóstico fue "trastorno límite con dependencia del alcohol"), un preparado
multivitamínico con oligoelementos (Viomin N), una dosis diaria del
antidepresivo l-triptófano, y una dieta saludable, son capaces de hacer
superflua una prescripción de neurolépticos. Al visitar y llamar a mi paciente
por teléfono, fui capaz de alejar sus pensamientos de suicidio durante las
crisis. Ciertamente, un pabellón cerrado también habría sido una manera fácil
de cancelar el riesgo de suicidio, pero eso habría sido lo único fácil para mí,
teniendo en cuenta que los neurolépticos y antidepresivos a menudo
contribuyen al suicidio y que las tasas de suicidio son muy altas en los
pabellones aislados.
Por último, me gustaría recomendar a todos aquellos que han sido
diagnosticados con "enfermedades psiquiátricas", que no se resignen
pasivamente a los tratamientos médicos tradicionales. Deben analizarlos
críticamente y no renunciar a su autonomía. En este contexto, quisiera
mencionar que estaba por encima de todos los puntos de vista de la psicología
humanista que me permitieron desarrollar la capacidad de permanecer libre
de miedo en situaciones extremadamente estresantes. Esto también es cierto
para todas las situaciones problemáticas que dieron como resultado los
intentos de abstinencia. Mis creencias cristianas eran también una fuente de
apoyo.
Las publicaciones de (ex-) usuarios y supervivientes de la psiquiatría y sus
partidarios son en mi opinión muy útiles en la lucha contra todo un mundo de
ignorancia y prejuicio creado y administrado por (algunos, pero no todos)
psiquiatras y neurólogos. La medicina ortodoxa, por desgracia, aún persiste
como un mundo extraño que contradice obstinadamente el sentido común. La
falta de sentido, la orientación o la estabilidad de la vida no pueden ser
tratadas por drogas psiquiátricas ni por la escuela tradicional de la psiquiatría,
pues han demostrado tener poca relación con la realidad. En cambio, este tipo
de problemas deben ser resueltos dialogando con uno mismo y con los
demás. Es tarea de la psiquiatría dedicarse no a la industria de productos
farmacéuticos, sino a las personas que necesitan ayuda para saber quiénes
son, dónde están, y hacia dónde quieren ir.
En lugar de esto, se recetan drogas psiquiátricas y los individuos llegan a
ser formas institucionalizadas de cuidado. Las instituciones que existen son
las organizadas por las fuerzas sociales y políticas que están vinculadas a la
industria farmacéutica y las escuelas de medicina tradicionales que apoyan la
industria. Los neurolépticos y antidepresivos pueden enmascarar
temporalmente los problemas psico-sociales que ponen en peligro la vida y
por lo tanto parecen resolverlos (¡aunque a veces son la causa del problema
en el primer lugar!). En mi opinión deben ser utilizados, en todo caso, como
una forma temporal en la intervención en crisis y solo con el consentimiento
informado del paciente. Tras ser testigo de los intentos de abstinencia de mis
pacientes, he llegado a ver cómo los neurolépticos y antidepresivos son una
muleta peligrosa. Quien utiliza una muleta más de lo necesario con el tiempo
se acostumbrará y dependerá de ella. En mi opinión, vivir de una manera
responsable y respetuosa con uno mismo, significa vivir sin el uso a largo
plazo de neurolépticos y antidepresivos. La industria farmacéutica y las
escuelas tradicionales de la medicina tienen fuerzas políticas que velan por
sus intereses y no ofrecen ninguna iniciativa que diera a los pacientes
psiquiátricos la clase de ayuda que están buscando. Así pues, recomiendo a
todos los (ex-) usuarios de psiquiatría, así como sus amigos, familiares y
simpatizantes que acudan a todas las formas posibles de ayuda, pues pueden
evitar largas estancias en hospitales psiquiátricos o en instituciones de
cuidado posterior.

Fuentes
Burgerstein, Uli P. / Schurgast, Hugo / Zimmermann, Egon: "Handbuch Nährstoffe:
Vorbeugen und heilen durch ausgewogene Ernährung. Alles über Spurenelemente,
Vitamine und Mineralstoffe", 13a edición, Stuttgart: Trias 2018
Dietl, Hans / Ohlenschläger, Gerhard: "Handbuch der Orthomolekularen Medizin",
Stuttgart: MVS Medizinverlage 2004
Konz, Franz: "Der große Gesundheits-Konz", 9a edición, Munich: Universitas 2010
Pfeiffer, Carl C.: "Nutrition and mental illness: An orthomolecular approach to balancing
body chemistry", Rochester: Inner Traditions Bear & Co. 1988
Randolph, Theron / Moss, Ralph: "An alternative approach to allergies", Nueva York:
Harper & Row 1980

Klaus John

Retiro y desintoxicación de drogas psiquiátricas desde


un punto de vista naturopático
Antipsicóticos / Antidepresivos / Estabilizadores del ánimo / Tranquilizantes

La ciencia está dividida en una antigua cuestión de la humanidad: ¿qué fue


primero, lo material o lo espiritual? Un polo, es la idea materialista de la
neurología y la psicología, que asumen que la conciencia, la psique y la
mente se encuentran en el cerebro y pueden ser modulados libremente con los
productos químicos: los humanos pueden creer que no tienen un alma, sino
que esto es solo un producto de sus células nerviosas; se trata de una ficción
que se apaga cuando el sistema nervioso deja de funcionar. El polo opuesto
opina que la conciencia, la mente y la psique están ancladas en las estructuras
morfogenéticas y que el cerebro funciona como un receptor de acceso
holográfico estableciendo la experiencia: el alma es inmortal y primaria,
mientras que la percepción de la realidad sólida es una pura proyección, una
ilusión material.
Ambas posiciones pueden ser apoyadas por los resultados de las
investigaciones más modernas y vamos a tener que aprender a lidiar con esta
paradoja. Por lo menos haríamos bien en recordar las palabras de Sócrates:
"Solo sé, que no sé nada." Después de haber llegado a las puertas de nuestra
percepción individual diferente, debemos observar y tratar a la creación con
respeto. Esto se aplica particularmente a los demás seres humanos, quienes
no nos consultan en busca de ayuda solo para que destruyamos su sistema
nervioso.
Una aclaración de los riesgos y los daños causados por las drogas
psiquiátricas, puede crear el deseo en los pacientes de retirar abruptamente la
droga que está utilizando. Esta retirada brusca puede tener consecuencias
desastrosas. Dependiendo de las circunstancias generales, la disposición
individual, preparación, dosificación y duración de uso, se recomienda una
reducción gradual.
Los problemas son especialmente causados por las sustancias que crean
dependencia física. Retirar estos fármacos demasiado rápido provoca
trastornos del sueño, ansiedad, trastornos vegetativos, dolor, convulsiones
(cerebrales) y alteraciones severas de la tensión arterial, así como delirios y
síntomas psicóticos. En el caso de los que generan dependencia psicológica,
puede ocurrir que los síntomas psicológicos iniciales regresen, a veces
incluso peor que antes. Siempre existe el riesgo de que los síntomas que
condujeron al tratamiento con fármacos psiquiátricos y que durante mucho
tiempo fueron suprimidos por estas sustancias se pongan de manifiesto en un
episodio psicótico o pérdida de control. La terapia para el abuso de
medicamentos psiquiátricos, alcoholismo, adicción a las drogas o una
combinación de estas, puede ser difícil para los pacientes, por una posible
tendencia a la represión. Además, a menudo es muy complicado encontrar a
un médico que no solo prescriba fármacos psiquiátricos sino que también
proporcione ayuda para dejarlos. A la búsqueda de un médico se debe sumar
el apoyo de los grupos de auto-ayuda o preguntando en las Juntas Médicas
Estatales y asociaciones profesionales en naturopatía.

Principios generales de naturopatía


Los principios del tratamiento naturista que pueden aplicarse al momento de
dejar las drogas psiquiátricas son 1. Estimular la propia autorregulación del
cuerpo; 2. Eliminar las toxinas y los bloqueos que inhiben la autorregulación
o eliminarlos mediante la estimulación de los órganos de desintoxicación del
cuerpo como los riñones, el hígado o los intestinos; 3. Proporcionar soporte
para la regeneración del organismo usando sustancias naturales y
medicamentos, así como (remedios a base de hierbas) homeopáticos y
fitomateriales etc. Los bloqueos pueden ser el resultado de cicatrices, los
sitios de infección o inflamación, venenos ambientales y productos de
consumo, la medicación alopática, geopática o perturbaciones
electromagnéticas, así como las toxinas de las enfermedades que no han sido
completamente curadas. La psique también puede desempeñar un papel de
bloqueo, como resultado al estrés, sentimientos de culpa o traumas
reprimidos. El propósito del tratamiento es siempre ver a la persona como un
ser físico, espiritual y social en conjunto, para lograr la armonía de todas sus
energías.
Antes de que las drogas psiquiátricas sean retiradas, el paciente y el
terapeuta deben analizar las posibles consecuencias y discutir las respuestas
apropiadas. Los naturópatas deben tratar de cooperar con el médico del
paciente. Por desgracia, esto a menudo no es posible debido al orgullo
profesional inadecuado por parte de los médicos o porque el paciente no lo
desea. Si esta situación prevalece se hace más complicado el tratamiento y el
naturópata debe animar al paciente a involucrar a un médico de su confianza,
especialmente si el proceso para retirar los fármacos puede que sea difícil. La
inclusión de los compañeros, familiares y amigos puede ser útil en el manejo
de una crisis. Antes de comenzar el tratamiento, el terapeuta debe asegurarse
de que el paciente está bien informado y entiende plenamente su
responsabilidad. Es absolutamente esencial que el terapeuta considere
cuidadosamente sus posibilidades, así como tener en cuenta cuáles son sus
limitaciones, en caso de duda pasar el tratamiento a un colega, con el permiso
del paciente. El terapeuta debe ser consciente e identificar si el paciente tiene
algún riesgo de suicidarse.

Alternativas médicas a las drogas psiquiátricas


Fitoterapia
A nivel mundial, hay aproximadamente 80.000 plantas que contienen
sustancias psicoactivas, muchas de los cuales han estado en uso desde los
primeros días de la historia humana. El conocimiento de estas plantas solía
ser vigilado por los chamanes, curanderos y mujeres sabias, actualmente está
en peligro de extinción en nuestra cultura etnocéntrica. La ciencia, a través de
la industria farmacéutica, está tratando de obtener algo de este conocimiento
y patentarlo. Si una sustancia ha demostrado tener valor se convierte en
propiedad de la industria. La industria ni siquiera se detiene en patentar genes
humanos de los pueblos indígenas (los indios del Amazonas, por ejemplo).
La mayoría de los medicamentos provienen de plantas o son variantes
químicas de sus compuestos. Hoy en día, se están haciendo intentos para
llevar todas las variantes posibles de un ingrediente activo al mercado sin
largos períodos de prueba que podría dar a los competidores un puesto ideal
en el mercado. La prueba de los posibles daños se deja convenientemente a
los pacientes. Incluso el medicamento Contergan (principio activo
talidomida) está de nuevo en el mercado, por supuesto, no es culpa del
fabricante si las mujeres en los llamados países del tercer mundo no pueden
leer el prospecto.
Estos son algunos remedios recomendados por diferentes fabricantes:

Mosto / hypericum de San Juan (hipericina). Tiene un efecto de humor –
aligeramiento y antidepresivos, pero hay que tener mucho tiempo para
que se desarrolle el efecto.

Raíz de valeriana / valeriana (valepotriatos). Alivia la tensión y estimula
el sueño.

Lúpulo humulus. Ayuda a conciliar el sueño. La planta y sus componentes
están estrechamente relacionados con el cáñamo y el compuesto
psicoactivo THC.
• La passiflora incarnata / pasionaria incarnata (diferentes alcaloides y
flavonoides). Alivia trastornos del sueño nervioso.
En Alemania hasta junio de 2002, la kava (kavaina) –una planta para el
consumo y la curación, que se ha utilizado en los mares del sur durante 3.000
años– se podía comprar ilimitadamente en diferentes formas que se ofrecía.
No tiene potencial de adicción y relaja los músculos mediante la reducción de
los impulsos nerviosos sin poner una nube sobre la conciencia. Para el
tratamiento de estados de tensión inducidos por el estrés la kavaina era una
buena alternativa a las drogas psiquiátricas. Aparte del eczema reversible o la
coloración amarillenta de la piel, ocasionados por dosis muy altas, los efectos
secundarios no se conocían. Debido a la sospecha de que la kavaina tenía
efectos graves que dañaban el hígado, por recomendación de la industria
farmacéutica, le fue retirada la ex aprobación de la Administración Federal de
Drogas en Alemania.
Más y más ahora, el cáñamo y su principio activo THC en hachís y
marihuana se analizan como una alternativa más importante, también, que
puede resolver la tensión y los calambres. Debido a la actual prohibición de
la kava, el THC ha reaparecido, su uso en la vejez como una planta cultivada
para la curación. El descubrimiento de los receptores de anandamida, explica
el efecto calmante de THC, kavaina y chocolate, al igual que el diazepam,
también. Para crear un mercado libre de las alternativas, para deleite de la
humanidad con las bendiciones dudosas de la industria química, ¿debería
incluso el chocolate ser prohibido finalmente?
El tema de la fitoterapia es discutido ampliamente por Anna Ochsenknecht
en su artículo "Die seelische Balance – Pflanzenheilkunde Unterstützung bei
psychischen Problemen und beim Entzug von Psychopharmaka" (Equilibrio
mental – naturopatía ayuda con problemas psicológicos y la retirada de los
fármacos psiquiátricos, 1993).

Remedios homeopáticos
El fundador de la homeopatía, Samuel Hahnemann resumió su principio
curativo en la oración "Similia similibus curentur" (Semejante cura lo
semejante). Hahnemann hizo el descubrimiento de que si un veneno se
administra en dosis bajas, puede curar los síntomas que se causaría a una
dosis más alta.
Después de este descubrimiento Hahnemann comenzó a crear un perfil
medicinal de sustancias probándolas en dosis más altas en sujetos sanos y a
continuación, la categorización de los síntomas resultantes. Las personas
enfermas con síntomas similares a este perfil medicinal recibieron las
sustancias más adecuadas en dosis bajas.
Lo que los químicos ven como una dilución menos activa del material de
partida es para los homeópatas, la potenciación: un reforzamiento del efecto
de curación usando un proceso de agitación enérgica. A 6 X, por ejemplo,
sería una millonésima parte. De 23 X, aritméticamente, un litro de la
medicación solo contiene una molécula de la sustancia de partida. Sin
embargo, una dosis X 1000 es más eficaz todavía, que solo puede explicarse
por el hecho de que durante la potenciación paso a paso de la sustancia se
cambia el campo magnético del disolvente como portador de la información.1
Hoy entendemos cómo esta información puede ser transportada de forma
electromagnética y se filtra de acuerdo con las potencias por el uso de
computadoras. Esta técnica se utiliza en el Sistema AcuPro por remedio-
prueba. El homeópata clásico debería elegir la preparación individual más
adecuada (o del preparado complejo compuesto de varias sustancias) por una
consulta personal con el paciente para prescribir una dosis cierta y su
potencia, a partir de su formación y experiencia. Los síntomas pueden
empeorar inicialmente. Esto indica que el recurso se debe ajustar pero no la
potencia. Síntomas anteriores pueden regresar en forma leve por un corto
tiempo y deben ser luego discutidos con el terapeuta.

Acupuntura
La acupuntura clásica, sobre todo la auriculoterapia (acupuntura sobre la
oreja) también puede tener un efecto regulador sobre el cuerpo y la mente. Se
recomienda la acupuntura del oído para todas las condiciones que afectan al
sistema nervioso central y la psique, que se expresan en episodios de
ansiedad y depresión. Por lo tanto, es posible influir en un gran número de
trastornos funcionales que no están siendo ayudados por los procedimientos
clásicos. Estos incluyen el miedo, la claustrofobia, la neurosis, falta de
concentración, la dislexia (dificultad para leer), mareos, tartamudez etc. La
desintoxicación a través del hígado, los riñones y los intestinos puede ser
fácilmente estimulada por agujas, eléctrica o láser. Esta técnica puede ser
necesaria cuando la retirada de sustancias del cuerpo genera bloqueos. El
éxito con la terapia del dolor y el tratamiento de la adicción es de particular
interés aquí. Funciones hormonales y nerviosas interrumpidas pueden tratarse
eficazmente mediante la acupuntura. Sin embargo, los neurolépticos (así
como la cortisona) pueden debilitar o incluso bloquear los efectos de la
acupuntura en la oreja. A pesar de esto, aún se usa tanto para el retiro de
fármacos, como para el tratamiento de la abstinencia. Todo este conocimiento
y la información que se proporciona en todo el mundo en los cursos de la
National Acupuncture Detoxification Association (Asociación nacional de
acupuntura de desintoxicación; NADA) se utiliza en muchas instituciones
para el tratamiento ambulatorio de la adicción.
Después de una entrevista inicial con el paciente, la grabación de la
historia del caso etc., el terapeuta examina el oído del paciente de diversas
maneras utilizando sensores de presión o mediciones eléctricas de los puntos
de acupuntura y luego aplica las agujas o láser en los puntos seleccionados.
Las agujas, hechas a partir de material desechable estéril se aplican casi sin
dolor y permanecen en su lugar durante diez a treinta minutos para tomar
efecto. El paciente experimenta una sensación de relajación, junto con el
impulso de curación y el equilibrio energético. El tratamiento con láser no
tiene absolutamente ningún peligro de infección ya que la piel no se daña
durante el tratamiento. Esto tiene la ventaja de que los puntos pueden ser
monitoreados después del tratamiento sin ningún dolor, lo que permite
incluso tratar a pacientes muy sensibles.

Ayuda psicológica al retirar los medicamentos


En total, hay alrededor de treinta diferentes escuelas de psicología, todas
comprenden aspectos importantes pero contradictorios entre sí en los puntos
importantes. La psicología, por lo tanto, no es una ciencia como las
matemáticas, en la que sería impensable para el resultado de 1 + 1 estar en
algún lugar entre el 1 y el 30. La ciencia es impensable sin definiciones
claras. Si uno mira qué escuela de psicología es más exitosa descubrimos los
criterios para una terapia exitosa falsa; principalmente la actitud del terapeuta
hacia el paciente, así como la relación de confianza que pueda desarrollarse.
Esto requiere tiempo y atención. Por último, el 20% de los terapeutas tienen
comparativamente más éxito independientemente de la escuela a la que
pertenecen. Si una persona toma conciencia de ser dependiente de una
sustancia adictiva y luego se da cuenta de que en lugar de recibir la atención
necesaria, está siendo alimentado con drogas psiquiátricas, tomará una serie
de medidas para regenerar.
En el caso del alcoholismo el movimiento de Alcohólicos Anónimos (AA),
que utiliza un programa de doce pasos para lograr la abstinencia, así como el
desarrollo personal y espiritual, es un excelente ejemplo de funcionamiento
de auto-ayuda. Muchas personas que desean retirarse de las drogas
psiquiátricas, necesitan poco a poco entender que tenían problemas antes de
tomar los medicamentos o se encontraban en relaciones difíciles que los
llevaron a su uso. Si las causas y los síntomas solo se han cubierto por las
drogas psiquiátricas, los síntomas volverán a aparecer cuando se dejen los
medicamentos. Además, los nuevos problemas psicológicos, que se crearon
en tiempos de uso de las drogas, podrían surgir durante o después de la
retirada de estas sustancias.
Puesto que las drogas psiquiátricas inhiben severamente la capacidad de
tratar activamente con los problemas de la psique, en el "despertar" y después
hay mucho por hacer para restablecer el equilibrio físico, emocional y mental.

La meditación, entrenamiento autógeno, etc...


En estos métodos los pacientes aprenden cómo lograr la tranquilidad en la
vida cotidiana, al permitirse lograr un estado de relajación. Al concentrarse
en ciertos contenidos de la mente y en los procesos físicos, la auto-regulación
del cuerpo y la mente es compatible. Practicado durante un período más
largo, hay una corrección prevista en el comportamiento y se puede alcanzar
un auto-descubrimiento más profundo.

La terapia del color


La base de esta terapia, consiste en una correlación probada empíricamente
entre los órganos, los colores y las emociones. Los colores permiten –más
allá de cuestionamiento– un amplio diagnóstico, una visión general de la
actitud real del paciente a ciertos temas directos de la vida. Los patrones de
color resultantes, muestran un patrón de personalidad que puede ser discutida
y reflexionada con el paciente. La terapia del color en sí utiliza los colores de
un modelo deseado que se ha determinado previamente, por ejemplo, usando
electro-acupuntura (electroacupuntura según Voll – EAV / proyección
electrodérmica). Varias aplicaciones de estos colores pueden facilitar una
reorientación del paciente en las actitudes hacia ciertos temas de la vida.

Psicoterapia en profundidad
De uso común en la terapia estan: el psicoanálisis según Sigmund Freud, la
psicología analítica según Carl Gustav Jung y los métodos de terapia
conductual. Debido a que muchos de los trastornos mentales no son
accesibles, ni fácilmente abordables con estos métodos, es razonable ampliar
el contexto teórico e integrar la logoterapia de acuerdo con Viktor Frankl u
otros enfoques de la psicología humanista. Se pueden buscar experiencias
clave y bloqueos en el inconsciente o en el área transpersonal. Estados no
ordinarios de conciencia se pueden hacer accesibles para facilitar la
integración de elementos incompletos en la psique. De larga data los
síntomas psicológicos pueden llegar a ser entendidos como parte de la auto-
sanación y desaparecen tan pronto como los acontecimientos clave adecuados
se han revivido. Cabe mencionar que puede ser útil llegar a profundizar, los
procedimientos y métodos tales como Holotropic BreathworkTM (Trabajo
respiratorio holotrópico), regresión compatible a la hipnosis.

Trabajo respiratorio holotrópico (Holotropic BreathworkTM)


Es un método experimental de auto-descubrimiento, desarrollado por
Christina Grof y su marido Stanislav, un psiquiatra de la antigua
Checoslovaquia que emigró a los EE.UU. Es el resultado de cuarenta años de
investigación sobre la conciencia humana, utilizando métodos espirituales
modernos y clásicos (S. Grof, 1988; S. Grof y C. Grof, 1989, 1992; S. Grof y
Bennett, 1992; C. Grof, 1994). El término "holotrópico" (del griego: holos =
todo, y trepein = moverse en la dirección hacia...) significa; mover todo hacia
la plenitud. El método de auto-descubrimiento y auto-curación se basa en la
movilización del potencial de curación espontánea de la psique, en estados no
ordinarios de conciencia inducidos por una respiración intensiva. La música
evocadora, trabajo corporal apoyado, pintura de mandalas y el compartir en
grupo son otros elementos importantes en el proceso holotrópico. La
investigación de la orientación psicoanalítica en estados no ordinarios de
conciencia utilizando sustancias psicoactivas como el LSD, DMT (N,N-
dimetiltriptamina), MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina, éxtasis) y la
psilocibina finalmente condujo a Stanislav Grof a desarrollar el Holotropic
BreathworkTM completamente libre de drogas. Su marco teórico tiene
muchas similitudes con las observaciones de C. G. Jung, Roberto Assagioli,
Joseph Campbell, Fritz Perls y los cartógrafos de muchas tradiciones
espirituales. Elementos importantes se toman del programa de doce pasos de
Alcohólicos Anónimos.
Holotropic BreathworkTM proporciona un marco seguro y de apoyo, en el
que los participantes podrán descubrir la amplia gama de experiencias que se
encuentran en cada psique humana. Permite el acceso a todos los niveles de
conciencia y experiencias que facilitan el crecimiento personal y el desarrollo
espiritual. Los eventos y fenómenos de todas las áreas se entienden como
elementos normales y naturales de la psique y se aceptan sin condiciones a
medida que ocurren.
Un principio clave en este proceso está en que las soluciones y respuestas a
las preguntas existenciales están ocultas dentro de todos nosotros y con un
poco de apoyo y aceptación incondicional pueden ser facilitados. Con la
Holotropic BreathworkTM se puede lograr:
• Eliminación del estrés y las tensiones, la liberación de bloqueos
psicológicos y somáticos por la edad

La integración de los elementos biográficos no resueltos antes, durante y
después del parto, trayendo memorias, sistemas y matrices que controlan
la percepción y la psique a la superficie de la conciencia.

Trabajar a través de problemas de la vida, las secuencias traumáticas,
disolviendo las estructuras destructivas inapropiadas de la psique.

Dejar ir la adicción y la dependencia.

Retomar las experiencias con drogas que habían sido integradas de
manera incompleta, por lo que han causado complicaciones.

Liberar el entusiasmo reprimido, la vida y la creatividad.

El surgimiento de la espiritualidad, la confianza y el crecimiento mental.

La integración de los fenómenos transpersonales como experiencias
cumbre místicas, los contactos con los arquetipos, el espacio y el tiempo
de trascender las experiencias, la comprensión de los patrones kármicos,
experiencias espirituales, el despertar del Kundalini...

La profundización de las relaciones interpersonales y la comunicación,
una mejor comprensión de los demás.
Sobrevienen cambios dramáticos cuando está en libertad el ánimo que
previamente había sido suprimido en la vida, o cuando se libera un antiguo
dolor o tensión y se deja espacio para un estilo de vida equilibrado.
Estos y otros enfoques igualmente intensivos no son adecuados para todos.
Son necesarias actitudes como la cooperación, la aceptación, la dedicación, y
dejar ir lo que se tiene que ir. La aplicación de estos enfoques profundos
después de la supresión de psicofármacos para problemas mentales puede
llevar a una reacción grave de larga duración. Por lo tanto, no se
recomiendan, los talleres de fin de semana u otras estructuras de consulta
externa. Debido a la posibilidad somática aguda y estrés mental durante el
enfrentamiento con situaciones críticas, el método también está
contraindicado en presencia de alteraciones cardiovasculares, glaucoma,
epilepsia, embarazo y pacientes postquirúrgicos.

Emergencia espiritual y psicosis


El desarrollo espiritual es una habilidad evolutiva innata de todo ser humano.
Es el movimiento en la dirección de la totalidad, el descubrimiento del
"verdadero" potencial de cada uno. Es tan normal y natural como el
nacimiento, el crecimiento físico y la muerte –es una parte integral de nuestra
existencia. Sin embargo, para algunas personas la aparición espiritual
transformadora, conduce a una crisis en la que los cambios son tan rápidos y
los estados internos cobran un precio, de tal manera que durante un tiempo se
hace difícil hacer frente a la realidad del día a día. Los desencadenantes de la
emergencia espiritual pueden ser: enfermedad, accidente, una cirugía, el
agotamiento físico, la privación del sueño a largo plazo, dar a luz, un aborto
involuntario, un aborto, una intensa experiencia sexual o emocional, la
pérdida de una relación, la muerte de alguien cercano, la separación, el
divorcio, la pérdida de un puesto de trabajo, pérdidas materiales, experiencias
con las drogas, la meditación, el yoga, prácticas espirituales y mucho más.
Una emergencia espiritual puede ser experimentada como una crisis de
sentidos, como el despertar Kundalini, una vivencia de la conciencia de la
unidad ("experiencias cumbre"), como la renovación psicológica a través de
la activación del arquetipo central, como una crisis de la apertura psíquica,
como las experiencias de vidas pasadas, como la comunicación con los
líderes espirituales y "canalización", como las experiencias cercanas a la
muerte, encuentros con ovnis, estados de posesión o irse en un viaje
chamánico.
Muchas personas experimentan fenómenos en estas áreas como una crisis.
Mientras que otras culturas los aceptan como algo completamente normal,
son etiquetados por nuestra medicina occidental como psicóticos o
esquizofrénicos. Si durante una crisis hay apoyo de amigos, familiares o
terapeutas, la crisis finalmente se percibe como un proceso experiencial suave
que no afecta demasiado la capacidad para integrarse, a pesar de que puede
ponerlo bajo presión. El evento que se experimenta como una crisis, es visto
entonces como un proceso de limpieza y una oportunidad para el crecimiento;
se llega con voluntad de cooperar y profundizar en el proceso.
Grof hizo la distinción entre emergencia espiritual y psicosis, útil para
responder a la pregunta de si el método se puede aplicar en general. El
término "psicosis" está limitado por Grof a los estados resultantes de daño
cerebral orgánico causado por tumores o enfermedades, así como las lesiones
que menoscaben gravemente la materia cerebral. A veces, la enfermedad
física puede provocar estados alterados de conciencia. En caso de duda, se
requiere un cuidadoso examen para descartar estas causas antes de aplicar el
concepto de fuerza espiritual.
Si el daño orgánico es tal que el intelecto, la memoria y la conciencia son
perturbados en la medida en que los problemas básicos de orientación
sobrevienen cuando el paciente no puede recordar el nombre, la hora, el
lugar, hay confusión y desorganización, si el funcionamiento intelectual
perjudica la comunicación y la cooperación, la psicoterapia en profundidad
no es beneficiosa. Criterios psicológicos son importantes durante la
evaluación, ya que los pacientes que no están dispuestos a enfrentarse a sus
problemas, son agresivos hacia ellos mismos y los demás, constantemente
confunden experiencias internas con el mundo externo, practicando una
extensiva proyección y culpa, que no permite beneficiar de este enfoque.
Al limitar el término a menudo discriminatorio de la psicosis a una
evidente causa física, muchos de los síntomas pueden ser re-evaluados como
"normales". Sin embargo, los médicos y terapeutas tradicionales se ven
confrontados con problemas de diagnóstico, son deudores de quienes
financian el tratamiento y de las aseguradoras. Llega a ser preferible
diagnosticar una psicosis en lugar de correr el riesgo, si surgen
complicaciones después, de ser acusado por negligencia profesional o por el
hecho de ser responsable de una compensación para un tratamiento de
retención. Por lo tanto, los terapeutas están a menudo atrapados entre el
interés financiero y el conocimiento convencional, por un lado y una nueva
comprensión del otro.
Mientras tanto, se ha formado el internacional Center for Psychological &
Spiritual Health (Centro de salud psicología y espiritual; CPSH; ex: Spiritual
Emergency Network). Esta red reúne a personas en crisis, laicos y
profesionales de la creación de oportunidades para la prestación de
encuentros y cuidado. Siguiendo el modelo de los EE.UU. ("Pocket Ranch",
citado luego Bragdon, 1990, pp. 198-199), los centros fueron fundados en
Alemania proporcionando cuidados las veinticuatro horas del día, donde los
pacientes pueden vivir, trabajar sobre sí mismos y retomar su salud. Sin
embargo, en esta época de recortes en el estado del bienestar y con la grave
falta de personal de enfermería, la implementación será difícil. Hacemos una
llamada a personas solidarias para trabajar de forma voluntaria en
organizaciones como CPSH.

Desintoxicación de drogas psiquiátricas


Cada terapia debe estar precedida por un diagnóstico lo más preciso posible.
Tras una larga odisea a través de diversos hospitales y consultorios, los
pacientes llevan con ellos los diagnósticos y las cartas de los médicos que a
veces proporcionan algunos resultados de laboratorio útiles, pero a menudo
son cuestionables. En mi práctica una combinación de diagnóstico
bioelectrónico funcional y la electroacupuntura (detección electrodérmica) ha
demostrado ser útil en la obtención de una visión general de la condición del
paciente. Procedimientos similares se están desarrollando continuamente y en
la actualidad hay muchas variaciones. Lo que todos tienen en común es que
la medición eléctrica de los puntos de acupuntura se realiza principalmente en
la cabeza, las manos y los pies. Esto permite la grabación del estado de
energía de los puntos individuales y los órganos correspondientes.

Detección de toxinas usando electro-acupuntura según Voll (EAV),


Leber y uso de los diagnósticos funcionales bioelectrónica (BFD) según
Schimmel
En la década de 1950, el médico Reinhold Voll creó la base para la medición
eléctrica de los puntos de acupuntura (EAV). Llevó a cabo la investigación de
los clásicos puntos de acupuntura y meridianos chinos y asignó a los puntos
ya conocidos, junto con los nuevos puntos y meridianos que descubrió, sus
correspondientes órganos. Como resultado, la significación y la clasificación
de hasta 2.000 puntos ahora se han explicado de modo que la documentación
de las mediciones tomadas en estos puntos ofrece toda una imagen precisa de
la distribución de energía en el organismo.
Como el BFD desarrollado por el dentista Helmut Schimmel es una
variación del EAV con el objetivo de acortar el proceso de medición y
simplificación. La resistencia eléctrica varía en los puntos de acupuntura
debido a los diferentes electrodos. Mientras que en la EAV un fuerte
incremento del indicador seguido de una caída se evalúa como un signo de
debilidad, en BFD la caída de la aguja es vista como algo sin importancia, y
solo el punto final se registra. Ambas escuelas llegan a resultados
sorprendentes.
Usando el Sistema AcuPro-II según Leber es posible hacer un diagnóstico
y una amplia documentación. La detección rápida de cuarenta puntos de
medición de control en las manos y los pies permite una visión inicial de
equilibrio energético del cuerpo.
El diagnóstico realizado utilizando estas mediciones se refina y se verifica
por la prueba de remedio. Esta prueba es otro importante descubrimiento de
Voll. Después de la medición detallada de diferentes puntos, el paciente se
pone en contacto con las ampollas de prueba. Dependiendo de si la sustancia
es tolerada y puede ayudar al cuerpo, los puntos de acupuntura responden en
consecuencia. Si, por ejemplo, el paciente muestra una medición alta en un
punto de medición de la alergia y esto puede ser corregido usando una toxina,
homeopáticamente preparada, se puede suponer que era esta toxina la que
causaba la irritación alérgica como una sustancia primaria. Lo mismo se
aplica a las mediciones bajas. Si, por ejemplo, hay una degeneración en la
mandíbula y se encuentra la preparación homeopática para "osteítis de la
mandíbula" que permite equilibrar este punto, se puede suponer que esta
osteítis de la mandíbula existe (inflamación del hueso de la mandíbula) o
existía y ha llevado a los focos inflamatorios de perturbación. La
determinación de las potencias individuales efectivas permite una estimación
de la gravedad y la duración de tiempo que ha estado activo, así como el
tiempo aproximado de la intoxicación, de igual manera, indica hasta qué
punto la toxina ha invadido la célula.
Hay una enorme cantidad de sustancias de prueba disponibles. El
procedimiento clásico utilizando ampollas de vidrio se ha desarrollado con el
Sistema AcuPro-II según Douglas Voll en una prueba remedio virtual; esto
significa que la información de aproximadamente 7.000 sustancias en
diversas potencias individuales puede ser simulada por ordenador. Esto
corresponde a aproximadamente 500.000 ampollas individuales que se
pueden combinar entre sí. Esta lista de sustancias incluye metales pesados,
así como una gran colección de preparados alopáticos, homeopáticos y
fitoterapéuticos.
Si se ha descubierto que una toxina, en este caso un fármaco psiquiátrico o
uno de estos metabolitos, es capaz en forma homeopática de estimular un
organismo energéticamente perturbado a la auto-regulación, se puede suponer
que era exactamente esta toxina la que estaba inicialmente involucrada en los
disturbios. El siguiente paso es dibujar la toxina del cuerpo con las potencias
correctas. Esto se puede hacer mediante el uso de remedios homeopáticos que
por lo general no representan la sustancia original, sino que equilibran la
energía utilizando el principio de similitud. Diagnósticamente es interesante
probar nosodes (preparado a partir de productos patológicos y utilizado en
potencias más altas para tratar la misma enfermedad) y remedios especiales
con el fin de determinar la reacción del paciente a la sustancia. No solo es
posible estimular la regeneración de órganos con preparaciones, también es
posible determinar la preparación de órganos que regularán un punto
perturbado. Esto proporciona entonces un indicio de que los órganos deben
ser regenerados.

Preparación de remedios virtuales específicos para cada paciente


Determinadas las sustancias utilizando el Sistema AcuPro y sus potencias
pueden o bien obtenerse en la farmacia o prepararse como un remedio virtual
mediante el procedimiento de impresión. Desafortunadamente, muchos
medicamentos psiquiátricos no están disponibles en el programa. Sin
embargo, si una muestra de la sustancia original está disponible, puede ser
utilizado para preparar el remedio para "leer" la información y la impronta,
que en los medios de comunicación es como el agua en pequeñas botellas o
ampollas que contienen solución salina fisiológica. Otros métodos como la
bioresonancia (moraterapia) mecanismos similares al Sistema AcuPro-II. La
ventaja de este remedio virtual es que la toxina particular no se administra en
forma molecular, sólo estimula el sistema inmunitario para responder a la
toxina. Esto es particularmente útil si hay un peligro de reacciones alérgicas.

Administrar el remedio elegido


Los recursos virtuales relacionados con el estrés tóxico deben entonces ser
probados en los puntos de medición perturbados que conducen al equilibrio
de la energía. La forma más sencilla de aplicar el remedio es, por ejemplo,
por el roce de unas gotas en la piel todos los días. También es posible
inyectar las ampollas impresas con solución salina fisiológica. Si un paciente
se ve muy afectado, un procedimiento radical con una dosis demasiado alta
puede conducir a una agravación homeopática inicial. En este caso, la dosis
debe ser reducida y se debe intensificar la eliminación paralela con remedios
linfáticos. Como ya se ha mencionado, también se recomienda la acupuntura.
Como coadyuvante, también pueden ser prescritas las preparaciones de
órganos afectados desde HEEL o WALA (ver arriba).
Chequeo
Se utilizan los siguientes criterios para evaluar el curso del tratamiento:

Condición subjetiva
La desintoxicación mejora la sensación subjetiva del paciente al bienestar.
Esto puede ir acompañado de psicoterapia de apoyo, si el paciente no prefiere
la autoayuda individual o la participación activa en un grupo de auto-ayuda o
de encuentro. La mejora debe ser observada durante un período más largo, ya
que se ha observado que muchos trastornos progresan en fases.

La regulación de la energía medida


Mediante el uso de remedios y nosodes homeopáticos adecuados, la energía
de los meridianos de acupuntura llega a un equilibrio. El saldo de las
mediciones indica una evolución positiva en el proceso de curación. Pero
debido a que esta se produce con la ayuda de la medicación, en caso de
producirse aberraciones a más tardar al cabo de cuatro semanas, los recursos
deben ser ajustados de nuevo. El paciente se considera curado cuando una
sensación subjetiva de bienestar se restablece y los puntos de medición se han
mantenido estables y sin medicación durante un periodo de tiempo más largo.
Después de esto, deben llevarse a cabo controles semestrales.

Éxitos y fracasos cuando se retiran las drogas psiquiátricas


El éxito o el fracaso dependen en gran medida de las expectativas de los
pacientes y terapeutas. Algunas veces un paciente ya se ha retirado de un
fármaco o le ha costado largo tiempo para hacerlo antes de la consulta. El
diagnóstico con electro-acupuntura puede vincular molestias y síntomas
existentes al uso anterior de la droga. El éxito de la terapia se ve entonces en
el alivio o la desaparición definitiva de estas quejas. A menudo, a los
pacientes se les receta un medicamento psiquiátrico sin que tenga problemas
mentales, por ejemplo, para calmar el dolor de una neuralgia de los nervios
faciales o para la ciática. Una vez que se ha encontrado y tratado la causa del
dolor, por ejemplo un absceso dental, se puede iniciar un proceso gradual,
paso a paso, para la retirada y se puede dar un analgésico más seguro para el
dolor como el ASA (ácido acetil salicílico, por ejemplo, aspirina) o un
remedio homeopático, hasta que la causa del dolor se haya eliminado por
completo.
Es más problemático cuando se ha desarrollado la dependencia a una droga
psiquiátrica. Se puede esperar un efecto de rebote o síntomas de abstinencia,
pero si hay una buena relación de confianza entre el terapeuta y el paciente,
estos problemas se pueden afrontar. Una terapia interrumpida puede tener
varias causas:

El médico que prescribe el medicamento psiquiátrico convence al
paciente de que el retiro está lejos; que es "demasiado peligroso".

Si hay una recurrencia de los síntomas similares a los que condujo a la
prescripción de la droga en un primer momento, el paciente se vuelve
desconfiado, no está dispuesto o es incapaz de trabajar estos síntomas en
la terapia.

La familia del paciente, que vive en la dependencia, niega su apoyo.

La institución participa y abusa de su posición de poder presionando al
paciente para que no deje los medicamentos.
Algunos pacientes no quieren reducir o retirar. Esto puede interpretarse como
un fracaso por el terapeuta cuando saben que tomar el medicamento es
perjudicial para el paciente. En este caso, el único camino es el de ofrecer
consejo. Algunos pacientes están satisfechos si logran una reducción de la
dosis, mientras que otros consideran que es un fracaso si no pueden vivir
completamente sin la droga o no pueden retirarla suficientemente rápido.
La base para una cooperación de confianza, responsable existe si el
terapeuta y el paciente saben que pueden aprender unos de otros. Esta base es
tanto más sólida y se experimenta cuando el/la paciente sabe que puede
confiar en el terapeuta si hay alguna problema.

Anotación
1 "X" significa "potencia decimal". Una parte de la tintura madre se mezcla con nueve
partes del disolvente (alcohol / agua) y luego se agita vigorosamente para ser
potenciado. Eso hace un 1 X del tintura madre. El 2 X deriva de una parte 1 X mixta
con nueve partes de disolvente y se agita de nuevo. Esto significa los pasos
"decimales". (K.J.)

Fuentes
Bragdon, Emma: "The call of spiritual emergency: From personal crisis to personal
transformation", San Francisco: Harper 1990
Grof, Christina: "The thirst for wholeness: Attachment, addiction, and the spiritual path",
San Francisco: Harper 1994
Grof, Stanislav: "The adventure of self-discovery", Albany: State University of New York
Press 1988
Grof, Stanislav / Bennett, Hal Zina: "The holotropic mind: The three levels of human
consciousness and how they shape our lives", San Francisco: Harper 1992
Grof, Stanislav / Grof, Christina: "Spiritual emergency: When personal transformation
becomes a crisis", Los Ángeles: Warner Books 1989
Grof, Stanislav / Grof, Christina: "The stormy search for the self: A guide to personal
growth through transformational crisis", Los Ángeles: Tarcher 1992
Ochsenknecht, Anna: "Die seelische Balance – Pflanzenheilkundliche Unterstützung bei
psychischen Problemen und beim Entzug von Psychopharmaka", en: Kerstin Kempker /
Peter Lehmann (Eds.): "Statt Psychiatrie", Berlín: Antipsychiatrieverlag 1993, pp. 82-
94

Kerstin Kempker

Retirarse de las drogas psiquiátricas en la Casa de


Escape
Antipsicóticos / Antidepresivos / Estabilizadores del ánimo / Tranquilizantes

En 1998, después de dos años de experiencia práctica en la Casa de Escape


de Berlín, recogí en un libro las experiencias de los miembros, ocupantes,
personal e internos: "Flucht in die Wirklichkeit – Das Berliner Weglaufhaus"
(El vuelo en la realidad – La Casa de Escape en Berlín).
La Casa de Escape es un lugar de refugio antipsiquiátrico de (ex-) usuarios
y supervivientes de psiquiatría, que están dando la espalda a la detención y el
tratamiento químico, un lugar donde pueden trabajar a través de las crisis sin
las drogas psiquiátricas. La casa, donde el personal, la mitad de ellos son (ex-
) usuarios y supervivientes de psiquiatría, abrió en Alemania en enero de
1996 para mirar más allá de los diagnósticos, drogas y electrochoques
psiquiátricos, da apoyo durante todo el día y la gente convive activamente,
proporcionando una alternativa a los pasivos "cuidados" institucionales.
El siguiente texto es un extracto del capítulo titulado "Estadísticas" que
comienza:
"Las estadísticas mienten. Ocultan lo particular, en lo importante
difieren. Buscan preguntas adecuadas para adaptarse a las respuestas
que ya tienen." (Kempker, 1998, p. 271)
Teniendo en cuenta que el interés principal de una casa fuera del control, es
el de ofrecer un lugar diferente al etiquetado y las modalidades psiquiátricas,
a continuación, adquiere un papel importante en ella un debate sobre los
métodos psiquiátricos (prescripción y administración de neurolépticos,
antidepresivos y tranquilizantes.) Puede ser sorprendente al principio, pero
con el tiempo tomar pastillas es un tema que no se discute a menudo en la
Casa de Escape. Hay luchas, sufrimiento, gritos, y destrucción, pocos
ingieren pastillas, alcohol..., y bastantes fuman tabaco. Muchos beben té,
infusiones de hierbas diversas, y a veces café. Se utiliza mucho el saco de
boxeo en el sótano. Quien se encuentra desvelado por la noche, puede hablar
con los cuidadores, tomar un baño, escuchar música, leer, o cocinar algo para
él mismo. A todos, internos y personal, les encanta salir a caminar por la
noche.
No tratamos en estas líneas las razones habituales por las que se empieza a
tomar pastillas. Quienes vienen aquí, todo lo que quieren es desprenderse de
estos fármacos psiquiátricos, los medicamentos sirven como una "última
muleta", como algo que está allí para ellos, cuando no hay nada más, hay
más. Se ha demostrado ser valioso ofrecer un lugar en nuestros "seguros"
momentos. Nos reservamos una oferta de drogas, para esos momentos
cuando nada más funciona, como último recurso. El solo hecho de la oferta
suele ser suficiente para evitar su uso. En el camino hacia la "seguridad",
estamos disponibles no como el personal que debe ser molestado para cuando
es necesario el acceso a la medicina, sino como personas que quieren
entender lo que está mal y que piensan en muchas cosas además de la
liberación de la carga, cerrando las brechas o la búsqueda de soluciones
siendo las píldoras la más pequeña de todas. Porque la mayoría de las
personas que viven aquí por más de dos semanas no están tomando drogas
psiquiátricas (60%), las están retirando por completo o en forma gradual; el
resto (40%), comparten experiencias sobre cómo se puede "prescindir" de las
drogas y todo lo que uno puede hacer "sin" ellas.
El noventa por ciento de los que viven aquí están por la asistencia social,
los otros están desempleados o tienen una pensión. Alrededor del 80% no han
tenido capacitación laboral, muchos carecen de un diploma de escuela
secundaria. Todos ellos han estado bajo tratamiento psiquiátrico al menos una
vez, la mayoría (más del 80%) más de una vez (3 a 48 veces) o durante un
largo periodo de tiempo (un promedio de diez años). En cuanto a los
reproches cuando abrimos la casa era que solo atendíamos a la élite, que era
de hecho el caso de que los que venían y habían tenido una buena
oportunidad en la vida: jóvenes estudiantes, motivados y activos.
Los que llegaron a nosotros por el uso de drogas psiquiátricas vinieron en
su mayoría directamente de un hospital psiquiátrico donde habían estado
durante un largo tiempo o varias veces. De los 21 ocupantes que dejaron los
medicamentos mientras estuvieron aquí, dos tercios tuvieron éxito, es decir,
que no volvieron a caer en la psiquiatría de nuevo.
Eso significa que un tercio aterrizó en la psiquiatría de nuevo, al menos
temporalmente. Nos hemos preguntado durante mucho tiempo ¿por qué?
Nuestras observaciones, experiencias y discusiones han llevado a las
siguientes conclusiones sobre la causa:

El supuesto de que huyendo de la psiquiatría podría resolver todos los
problemas.

La convicción de que todo el sufrimiento pasado podría atribuirse a la
malicia y falta de comprensión de los demás, y que no estaban obligados a
realizar cambios en su propio comportamiento.

Problemas de abstinencia causados por los propios medicamentos
psiquiátricos que pueden hacer generar crisis, por ejemplo, los cambios de
los receptores, los fenómenos de rebote, y la hipersensibilidad del sistema
nervioso.

Una decisión desfavorable al momento de retirar: demasiadas heridas (por
ejemplo, recuerdos de abuso, experiencias con la violencia en psiquiatría)
o problemas no resueltos.

La falta de (a largo plazo) cobertura financiera, la falta de dinero, los
amigos, el trabajo, o en el espacio personal, o un apoyo inadecuado en la
Casa de Escape.

La falta de experiencia del personal en las primeras etapas del proyecto, y
la falta de médicos para dar apoyo y orientación para la retirada gradual
de los fármacos y minimizar los temores de la abstinencia.

La libertad de los ocupantes de comportarse "mal", desatendiendo los
consejos, incluyendo nuestro asesoramiento.
La mayoría tuvieron éxito en la retirada. Fueron capaces de hacerlo con el
apoyo de estabilización y sentido de comunidad disponible en la Casa de
Escape.

Fuente
Kempker, Kerstin: "Erfolg in Zahlen?", en: Kerstin Kempker (Ed.): "Flucht in die
Wirklichkeit – Das Berliner Weglaufhaus", Berlín: Antipsychiatrieverlag 1998, pp.
270-279

Bob Johnson

Condiciones previas para el retiro de psicoestimulantes


en niños
Psicoestimulantes: dextroamfetamina, metilfenidato

Jimmy tenía seis años cuando su abuelo, el señor Brown, lo puso en mi


consultorio. Yo conocía a Brown desde hacía mucho tiempo. Era un hombre
delgado, no muy alto, de unos cincuenta años, siempre con rostro demacrado.
En esta ocasión, parecía más demacrado que de costumbre, con el rostro
desdibujado y sus párpados pesados. Se veía muy agotado. Nunca había
estado bien en general, pero ahora se veía peor. Había estado bajo mi cuidado
médico durante muchos años por un enfisema, enfermedad pulmonar crónica,
pero ese no era el motivo de su venida a verme en esta ocasión. Estaba
totalmente angustiado con su nieto, Jimmy –un chico bastante agradable, con
pelo color paja, una cara brillante, y, como se vio después, un montón de
energía, de hecho, más bien excesiva.
En ese momento, yo estaba trabajando como médico general en una ciudad
del molino de Lancashire, en el norte de Inglaterra, a las mismas afueras de
Manchester. Como estudiante de medicina, nunca soñé que iba a terminar
como un médico general –los primeros días, yo estaba desesperado hablando
con ambición de encontrar cura para la esquizofrenia, fuera lo que fuera. Sin
embargo, allí estaba yo, orientando dolores de espalda, amigdalitis,
sarampión, tos y resfriados –toda la panoplia de condiciones médicas que
afligen al hombre a la mujer, y en este caso, a los niños.
Yo había sacado notas excelentes en el colegio, buen grado en la
Universidad de Cambridge, donde estudié psicología y filosofía; fui al mejor
hospital de enseñanza de Londres para la psiquiatría de primera clase. He
seguido con lo que desapareció desde hace mucho tiempo, una excelente base
en las comunidades terapéuticas, esencialmente lo que el Retiro Quaker hizo
en York 1796-1850 y lo que las casas Soteria hacen hoy, aunque en 1963
floreció también en mis hospitales de enseñanza. Incluso pasé dos años de
psicoterapia aprendiendo en EE.UU. en el prestigioso Instituto Psiquiátrico
de Nueva York en el Hospital Presbiteriano de Columbia.
Sin embargo en 1967, mi prometedora carrera se hizo añicos, no por haber
hecho algo mal, sino por hacer lo que la psiquiatría debería haber hecho hace
mucho tiempo: me negué a dar electrochoque. Anteriormente, había sido
invitado a unirme a la Unidad de profesores en la Universidad, pero
Newcastle había desechado esa oferta, porque en el trabajo que estaba
haciendo en ese momento, no tenía más responsabilidad clínica de lo que
hubiera tenido a sus órdenes como profesor, y quería aprender más sobre los
misterios de la mente humana. Así que "conté " lo que pasó a las personas
admitidas en la unidad de psiquiatría, entonces estaba trabajando, desvié de
forma natural a todos los que vinieron a mi manera a partir del tratamiento de
barbarie que implicó embestir corrientes eléctricas en los que no tenían nada
que hacer. Una vez que esto se dio a conocer a mis superiores de medicina,
las referencias que me dieron para el siguiente trabajo en la carrera, eran
terribles –diré que no me invitaron a asistir a una entrevista nunca más– mi
carrera psiquiátrica había terminado.
Así fue que cambié de carrera, de aprendiz consultor en psiquiatra, a
médico general. Así fue como llegué a enfrentarme con un angustiado señor
Brown y su joven nieto o más bien demasiado activo, Jimmy. Ahora, un
médico de familia tiene la valiosa oportunidad de conocer a las familias
durante un largo período de tiempo –yo bromeaba diciendo que la mejor
cualificación para un psiquíatra es de veinte años en la práctica general. Para
mí resultó milagroso. Me costó mucho tiempo desaprender gran parte de la
basura que me habían enseñado sobre la enfermedad mental, y aprender los
problemas reales que la gente común sufre todo el tiempo, y mis colegas
psiquiátricos nunca tienen la oportunidad de ver en los hospitales.
AAsí que cuando el señor Brown se presentó desesperado, exigiendo que
había que hacer algo enseguida e insistiendo en que Jimmy tenía que ser
enviado inmediatamente a una "clínica especializada", yo hice una pausa para
reflexionar. No tenía ni idea de lo qué le pasó a Jimmy para preocupar tanto
al Sr. Brown, pero yo estaba en una excelente posición para averiguarlo.
Lo que Jimmy estaba haciendo era despertarse cada mañana a las 6:00,
corría alrededor de la casa por todas partes y solo se detenía cuando se
agotaba a la medianoche. Esto sucedía todos los días, era implacable, no
había nada que sus abuelos pudieran hacer para detenerlo y su salud estaba
sufriendo como resultado.
Jimmy no me escuchó, no podía hacerlo. Amaba a sus abuelos y ellos lo
amaban, pero esto no valía para este esquema de cosas. Él era conducido por
alguna fuerza extraña, y no sabía por qué, nadie lo sabía en ese momento ni
yo tampoco. La situación se estaba volviendo desesperada – Brown tenía toda
la razón, algo había que hacer de inmediato, a fin de evitar consecuencias
mucho más graves. ¿Pero qué? Actualmente esto se enmarcaría dentro del
Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, o algún otro galimatías
similar. Podría "solucionarse" con drogas psiquiátricas venenosas, la mayoría
relacionados con las anfetaminas, o peores, los llamados antipsicóticos. En
efecto, los médicos hoy en día ignoran las causas de esta enfermedad
agotadora, como estaba Jimmy en ese momento, y aún más ignorantes de los
efectos de las drogas que con demasiada libertad prescriben. Pero en aquellos
días, no se prescribían con regularidad psicoestimulantes para los niños. Esta
historia del caso, sin embargo, es importante, ya que aclara la realidad
emocional que siempre subyace en este tipo de problemas, y que el uso
excesivo de drogas oscurece tan fácilmente.
Entonces, ¿qué hace el médico cuando no sabe qué hacer? Seguir ese
axioma de oro del mayor médico del siglo XX, Sir William Osler : "escuchar
al paciente, él o ella te está diciendo el diagnóstico". ¡Qué fabuloso consejo
médico, el mejor que he recibido! Escucha, y aprenderás. Así que hice un
trato con el señor Brown. No le dije que no sabía qué hacer. Le dije que me
interesaba la gravedad de la situación, y que me enviara al joven Jimmy a la
clínica pediátrica, pero primero él y su esposa tenían que dejarme recibir al
chico en mi clínica normal, para que pudiera hablar un poco con él y ver si no
había un "diálogo curativo" para esta situación desesperada.
Así fue que conseguí sentarme con Jimmy temprano cada miércoles por la
mañana a las 11 en punto, y tener veinte minutos de conversación, antes de
iniciar mis rondas de visita al domicilio de otros enfermos. El primer
miércoles, solo le hice preguntas en general, para poder llegar a conocerlo.
Hablamos de todo lo que podía pensar. Yo no tenía un verdadero objetivo en
mente, pero sabía que había una llave ahí que tenía que dar la vuelta, aunque
no sabía cuál era. El segundo miércoles, vino Jimmy, se sentó obediente,
charlando alegremente como podía. Cada vez que venía, le preguntaba si le
había ayudado lo que habíamos hablado la última vez, y si quería venir a
verme de nuevo. Siempre dijo que sí, y lo decía en serio. Yo trataba de
encontrar esa llave escondida, que el propio Jimmy no me podía decir, así
que tuvimos que explorar juntos.
Los antecedentes de este caso son, por supuesto, muy importantes. Y esto
lo sabía muy bien. La madre de Jimmy era una madre soltera y adicta a las
drogas. Yo la había visto en varias ocasiones, aunque no había llegado a
conocerla bien, su cara me resultaba familiar. Un día, tomó una sobredosis de
heroína y murió. Jimmy, pues, no estaba siendo cuidado por su madre, sino
por sus abuelos de edad avanzada, quienes ya no podían estar frente a él y
soportar su comportamiento angustiante.
En la tercera sesión del miércoles Jimmy lo estaba haciendo realmente
bien, concentrado y respondiendo correctamente. Los temas que cubrimos
fueron tan amplios y tan profundos como podíamos hacerlos. Él tenía ganas
de cooperar y de volver otra vez. Sin embargo, el cuarto miércoles se produjo
un cambio brusco. Se sentó en silencio, como lo había hecho en todas las
otras ocasiones, pero esta vez comenzó a jugar con el sello de fecha y otras
curiosidades de mi escritorio. Su mente ya no estaba en el trabajo. Un cambio
radical se produjo, no se aburría exactamente, pero su interés había decaído
sobremanera.
Incluso llegó a decir "se acabó", lo que me hizo tambalear. Al igual que
antes, lo presioné para la retroalimentación, para averiguar lo que había
sucedido. ¿Qué había hecho la diferencia. Y luego dijo algo que aún hoy me
causa hormigueo mientras escribo. "Tú eres el único," dijo en voz baja "que
me ha dicho que mamá no iba a volver." Posiblemente muchos de sus
familiares y otros contactos habrían eludido la cuestión cuando él preguntaba
"¿dónde está mamá?" Habrían prevaricado, diciendo que ella estaba fuera,
que estaba con Jesús, o de vacaciones –o lo que sea. Yo no recuerdo haberle
dicho nada directamente –aunque habíamos hablado de su madre en varias
ocasiones. En uno de esos momentos, debí haberle dicho con cuidado que los
muertos no vuelven, haciendo hincapié no obstante, en que él estaba seguro
en un ambiente de amor.
En cuatro sesiones más de veinte minutos su angustia se curó. Pero antes
de apresurarme a sacar conclusiones, tenía en cuenta que yo estaba en una
posición singularmente favorable, era bien conocido, y lo más importante, era
que había confianza en todos los miembros de su familia, él y sus abuelos en
especial. Yo había estado trabajando tal vez diez años para ese momento,
tenía confianza y experiencia, había demostrado su fiabilidad. Es evidente
que si el terapeuta es un principiante, el problema es más difícil, sin embargo,
estas son las condiciones previas necesarias, incluso a pesar de que no
siempre es fácil de obtener. En ese momento, Jimmy se había sentido lo
suficientemente cómodo conmigo, para charlar y hablar sobre cosas serias.
Además, sus abuelos le amaban y querían lo mejor para él –fueron capaces de
proporcionarle un hogar estable y seguro. Estas fueron todas las
circunstancias de fondo que permitieron que se produjese este extraordinario
resultado.
Usted no necesita remedios de drogas tóxicas de ningún tipo si puede
encontrar la clave y obtiene el permiso de la víctima para activarla. Pero
primero, tiene que estar de acuerdo con que hay una clave, incluso cuando no
haya ninguna explicación aparente, aunque la víctima no pueda decir
directamente lo que le pasa. Así que esa es la primera condición previa para
la retirada de psicoestimulantes (por ejemplo, la dextroamfetamina o
metilfenidato) en los niños y no solo en ellos. Siempre hay una clave –y
siempre es difícil de encontrarla, de lo contrario, la víctima la habría
encontrado por sí mismo hace mucho tiempo. Sabiendo que hay una clave
para el comportamiento aberrante es solo el primer paso y no es nada fácil de
tomar, ya que la mirada psiquiátrica ortodoxa es que no existe y que tiene
sentido. Pero aquí tenemos un caso en el que tiene sentido completo y cuando
todo salió, resultó curativo. Para aquellos que sugieren que no existe una
clave oculta, o si hay, que no puede encontrarla después de manejar el
proceso de retirada de fármacos es más difícil. En estos casos se necesita una
confianza y apoyo extra, para trabajar en el supuesto de la seguridad de que la
clave, sin duda existe, de lo contrario los síntomas no estarían.
Así que la segunda condición previa es aceptar que el comportamiento
aberrante está tratando de decirte algo. En el caso de Jimmy, que pensaba que
su madre lo había rechazado, posiblemente pensó que era culpa suya, estaba
confundido y enojado, sin forma alguna de vocalizar, excepto a través de su
lenguaje corporal. Escuche al paciente para averiguar lo que está mal. En
algunas ocasiones, un niño con estos problemas puede ser muy poco
cooperativo –esto hace el reto más difícil, se requiere más recursos de apoyo
emocional, tanto para usted como para el niño de hecho– pero sin alterar lo
que este es, esta es la mejor manera de manejar el problema y la única que
ofrece un resultado seguro y saludable.
Y, por último, el tercer requisito es proporcionar un contexto seguro, no
solo en los que estos asuntos se pueden discutir y ser re-evaluados, sino
también en los que el niño pueda florecer.
Ninguna de estas tres condiciones es siempre fácil de cumplir –por lo que
los terribles tratamientos farmacológicos actualmente prevalecen. Pero las
tres son bastante simples en sí mismas y aunque son siempre desafiantes son
mucho más preferibles a los medicamentos tóxicos de cualquier tipo que son
ofrecidos. Cuando todas están presentes y operativas, el resultado puede ser
una cura, como pasó con Jimmy, esto es un éxito para todos los involucrados,
y bien vale la pena un par de moratones que rompan los prejuicios, ¿estás de
acuerdo?

Susan Kingsley-Smith

Apoyo para el retiro por Internet


Antipsicóticos / Antidepresivos / Estabilizadores del ánimo / Tranquilizantes

Desde 1991, Internet ha cambiado el mundo, las redes sociales, el tipo de


conexión que antes parecía inalcanzable para los que buscaban apoyo e
información para la recuperación de los efectos de medicamentos
psiquiátricos. Internet se puso a disposición del público en general a gran
escala, pronto siguieron los conceptos de las redes sociales, se empezó a
levantar el velo del aislamiento a los etiquetados por la psiquiatría que, como
supervivientes, comenzaron a conectarse y usarlo para compartir
conocimientos y apoyo mutuo (ver Lehmann y Jesperson, 2007 / 2014).
Esta sección, se dedica a la identificación de algunos de los recursos
disponibles y las oportunidades que tenemos para fortalecernos a través de
hacer estas conexiones y el uso de recursos accesibles en Internet como una
manera para tomar una postura proactiva en la retirada de los medicamentos
psiquiátricos. Si bien hay plataformas infinitas o lugares para conectarse en
línea, algunos de los más conocidos, los que más tocaremos aquí son los
blogs, foros y otros recursos disponibles en Internet, que es una mina de oro
de recursos valiosos. La tarea consiste en descubrir y comprender. Esperemos
que este apartado ofrezca una visión general sobre la dinámica que estos
medios de comunicación implican en la actualidad.

Problemas de privacidad y algunos consejos generales de seguridad de


Internet
Una cosa a tener en cuenta cuando uno se aventura en el mundo de los
recursos de Internet sobre la recuperación de los medicamentos psiquiátricos
es la cantidad de información personal a revelar. Como norma general de
seguridad, se podría considerar el uso de algún tipo de alias en lugar del
nombre real en la mayoría de los lugares sociales.
Facebook puede ser un lugar al que podemos optar por utilizar nuestros
nombres reales, ya que tenemos un control sustancial sobre nuestras opciones
de privacidad y podemos acceder o ver nuestros datos (a pesar de los
esfuerzos actuales de Facebook para usar nuestro material sin control con
fines comerciales).
Lo mejor es no revelar información personal en un lugar público, como la
dirección, cumpleaños, datos bancarios, números de teléfono o números de
identificación, incluso otros datos personales. Además, los que tienen
preocupaciones acerca de la seguridad pueden evitar llenar espacios
predeterminados sobre orientación política, religión u otros datos.
Finalmente, como soporte Internet puede ser útil, usted puede tener miles
de internautas "amigos", es posible que desee limitar el tiempo que pasa en
estos foros con el fin de evitar una sobrecarga de información digital, que
podría robarle tiempo para actividades en el mundo real. Tener consciencia
sobre este problema potencial puede ayudarnos a beneficiarnos de Internet.
Y no olvide nunca: Para la mayoría de las personas en todo el mundo, su
segundo idioma es el inglés. Escribir en inglés es muy fácil para los escritores
nativos de inglés, pero muy difícil para todos los demás comunicarse al
mismo nivel. Así, en los blogs, foros y listas de correo que se utilizan
también por escritores no nativos de inglés, se les puede apoyar escribiendo
mails cortos en frases cortas, evitando la jerga y las abreviaturas (excepto las
bien conocidas, como RMUSP o EE.UU.) y poniendo un breve resumen en el
anverso del documento cuando se escribe un texto largo.

Blogging
Un blog es básicamente un diario cronológico de artículos o entradas de blog
que están escritos por el dueño del blog, autor o corresponsales
seleccionados, por lo general de un tema en particular, aunque a veces como
un diario personal. En la búsqueda de blogs de interés, se proporcionan
oportunidades a menudo para suscribirse o registrarse para ser notificado por
correo electrónico sobre nuevos artículos. Algunos bloggers publican con
frecuencia, otros con menos, pero cada vez que publican una nueva pieza, el
lector recibirá una notificación por correo electrónico de esta. Algunos, pero
no todos los blogs pueden requerir el establecimiento de una cuenta y la
contraseña para participar. Los blogs también puede ser útiles en el camino
diario o documentar el proceso de retirada de fármacos y recuperación. Los
blogs personales tienen la capacidad de ser privados o ser compartidos con un
grupo selecto de amigos y familiares o ser públicos.
Si usted está interesado en el establecimiento de su propio blog privado o
público, hay muchas plataformas para elegir. Uno de los más fáciles de
navegar es la plataforma Blogger de Google basado en www.blogger.com.
Otra es la plataforma de blogs Wordpress, disponible en
www.wordpress.com. Ambos son en inglés y de forma gratuita, al igual que
muchos otros que están disponibles. La clave es encontrar uno que sea
cómodo para que usted se refiera al contenido, su manipulación y pueda
familiarizarse con él a través de la experimentación y el acceso a los menús
de ayuda siempre disponibles. Aquí hay tres blogs para que usted considere:

www.madinamerica.com: Este es el blog de Robert Whitaker, un
periodista científico estadounidense y autor de "Anatomy of an Epidemic"
(Anatomía de una epidemia). Tiene actualmente varios autores que han
contribuido en muchos temas, desde la psiquiatría y la política a los
artículos interesantes de los sobrevivientes de la psiquiatría, así como los
proveedores de atención de la salud, todos están a la vanguardia en la
creación de la discusión global y ofrece noticias y puntos de vista sobre
las alternativas a la psiquiatría tradicional.

www.beyondmeds.com: Este blog está escrito por alguien que tiene
experiencia como superviviente de la psiquiatría y una ex trabajadora
social. Es un gran recurso para todos aquellos que buscan información
sobre las drogas psicotrópicas, retirada segura, nutrición y terapias
alternativas.
Foros
Los foros son sitios web que normalmente solo están disponibles para los
miembros y sirven a un interés común. A veces se puede acceder como
invitado. Los foros son a menudo privados y son excelentes fuentes de apoyo,
donde se puede participar en conversaciones y discusiones con otros que han
tenido experiencias similares. Aquí hay algunos foros que podría considerar:

www.benzobuddies.org: Este es un foro de voluntarios que apoyan a
aquellos que deseen retirarse de la utilización de benzodiazepinas. El
objetivo de este grupo es apoyar a los que quieren aprender a disminuir de
manera segura, dejar y mantener este proceso a largo plazo. Las
discusiones aquí incluyen el síndrome de abstinencia, la velocidad de
disminución gradual, insomnio y mucho más. No hay ningún costo para la
adhesión.

www.survivingantidepressants.org: Este es un foro que ofrece apoyo
durante y después de la retirada de los antidepresivos que está disponible
sin costo alguno. Las discusiones van desde los síntomas de abstinencia,
velocidad para la puesta a punto, asuntos para la familia e informes de
recuperación.

Otros recursos que apoyan la retirada de drogas psiquiátricas



http://health.groups.yahoo.com/group/antipsychotics/: Una lista de correo
para la gente que consume neurolépticos y quieren dejarlos para reunirse
y apoyarse unos a otros.

http://health.groups.yahoo.com/group/Withdrawal_and_Recovery/: Este
grupo ayuda a la retirada cuidadosa y recuperación de la utilización de
todo tipo de medicamentos psiquiátricos.

www.benzo.org.uk: Este sitio tiene información sobre el retiro de
antidepresivos y benzodiazepina-tranquilizantes, así como informes
noticiosos sobre los medicamentos psiquiátricos de todo el mundo.

www.benzosupport.org: Es un recurso para aquellos que buscan
información para dejar las benzodiazepinas y los tranquilizantes. Hay una
vasta biblioteca de conocimientos disponibles en este sitio, incluyendo
informes personales, enlaces a videos e información acerca de
estrechamiento hacia abajo que ayuda a minimizar los síntomas de
abstinencia reduciéndolos poco a poco y la retirada de manera segura de
productos químicos a través del tiempo.

www.benzo.org.uk/manual/: En esta página, que se dedica a la obra de
Heather Ashton, un destacado experto en benzodiazepina y otros
tranquilizantes desde Newcastle (Reino Unido), se puede descargar o leer
acerca de cómo retirar de forma segura las benzodiazepina-
tranquilizantes.

http://groups.yahoo.com/subscribe/benzo: Este es uno más de la red de
apoyo para aquellos que quieren poner fin a la adicción a las
benzodiazepina-tranquilizantes y recuperarse del síndrome de abstinencia.

http://willhall.net/comingoffmeds: En este enlace usted puede encontrar la
guía "Descontinuación del uso de drogas psiquiátricas" (en inglés,
alemán, griego, español), desarrollado por el psicoterapeuta Will Hall, un
superviviente de la psiquiatría y director del Hearing Voices Program
(Programa oyendo voces) en Portland, Oregón.

www.peter-lehmann-publishing.com/comingoff y
www.antipsychiatrieverlag.de/info1/absetzen: Estas páginas, creadan por
Peter Lehmann, ofrecen enlaces a libros, artículos, vídeos, páginas web,
listas de correo y los folletos sobre el tema "Dejando los medicamentos
psiquiátricos" en alemán, español, francés, griego y inglés.
• http://proactiveplanning.wordpress.com: Este es mi propio sitio web. Aquí
usted puede encontrar enlaces a otras comunidades de Internet. Mi
objetivo es permitir el empoderamiento individual, ofreciendo algunas
ideas básicas sobre las medidas que se pueden tomar para participar en un
proceso de retirada segura de los medicamentos psiquíatricos.

Fuente
Jesperson, Maths / Lehmann, Peter: "Self-help, difference in opinion and user control in the
age of the Internet", en: Peter Stastny / Peter Lehmann (Eds.): "Alternatives beyond
psychiatry", Berlín / Eugene / Shrewsbury: Peter Lehmann Publishing 2013, pp. 366-
380 (libro electrónico de 2014)
El tiempo después

Regina Bellion

Después de la retirada, las dificultades comienzan


Antipsicóticos: Haldol

Cada individuo debe tomar su propia decisión respecto a si desean o no


retirarse de las drogas psiquiátricas. Nunca se me ocurriría decirle a alguien
que debe dejarlas.
Tengo la tendencia a reaccionar psicóticamente frente a ciertas situaciones.
Los neurolépticos (al parecer) me protegen de la psicosis.
La primera vez que dejé los neurolépticos, todavía no sabía que iba a
necesitar algo más, algo que nadie me puede vender o puede comprar en una
farmacia.
Ahora sé lo que era ese algo. Tengo que trabajar duramente y esforzarme si
quiero mantenerme en la realidad. Constantemente tengo que comprobar para
asegurarme que estoy razonablemente equilibrada. Debo reconocer si siento
dolor y averiguar lo que me ha hecho daño. Tengo que advertir si me siento
triste. No puedo pretender que todo está bien si tengo un mal presentimiento.
Me permito tener malos sentimientos. Puedo confiar en mis propios
sentimientos más que en las palabras de los demás. No puedo actuar como si
yo no fuera una persona muy sensible. No puedo aceptar algo si no me sienta
bien. Etcétera.
Desde que dejé de tomar los neurolépticos ahora tengo otros problemas.
Estoy mejor con estos. No puedo recomendar nada más, sin embargo. Cada
uno debe decidir por sí mismo lo que puede manejar.
Voy a escribir aquí sobre mis experiencias. Por supuesto, espero que sean
de utilidad para los demás. Eso me haría feliz.
Uno puede aprender algo cuando los pacientes se sientan juntos en una sala
del hospital y luchan con las mismas preguntas una y otra vez. Aprendí del
truismo lo siguiente: Quien ha estado tomando neurolépticos durante un largo
periodo de tiempo no debe dejar de fumar de repente. De lo contrario los
síntomas probablemente reaparecerán rápidamente, a menudo, incluso en el
primer día y ¡zas!, que estás de vuelta encerrada en la sala. Los neurolépticos
deben retirarse gradualmente.
Apenas fui liberada de la clínica, el médico me dijo que en el futuro
próximo debía tomar neurolépticos, que otras formas de terapia no debían ser
consideradas, y que no debería experimentar con cualquier cosa.
Sola en casa. Tres veces al día cuento mis gotas de Haldol (antipsicótico,
principio activo haloperidol). No hago mucho más. Me siento en mi silla y
miro hacia la ventana. No tengo ni idea de lo que sucede fuera. Me resulta
difícil moverme. Sin embargo soy capaz de levantarme todos los días. No me
doy cuenta si el apartamento se ensucia. No se me ocurre que yo debería
cocinar algo. No me lavo. Ni siquiera me pregunto a mí misma si apesto. Mi
miseria avanza, pero yo ni siquiera me doy cuenta.
Vegeto detrás de mi pared neuroléptica, estoy encerrada fuera del mundo y
de la vida. El mundo real está más lejos de mí, Plutón es el sol. Mi propio
mundo secreto también se ha ido, mi último refugio, lo había destruido con
Haldol.
Esta no es mi vida. No se trata de mí. Puedo también estar muerta. Una
idea ha comenzado a tomar forma. Antes de que llegue el invierno voy a
ahorcarme.
Pero antes de eso quiero probar y ver si mi vida sería diferente sin Haldol.
Reduzco el número de gotas. Aprovecho cada vez menos hasta que llegue a
cero.
Después de un mes de estar limpia empiezo a notar lo descuidada que soy.
Me lavo el pelo, hago la cama, limpio el apartamento. Me preparo una
comida caliente. Incluso me gusta hacer esto. No se me ocurre otra vez.
Por supuesto, temo que voy a estar psicótica de nuevo sin medicación. Así
que tengo algunos libros pertinentes. En ellos encuentro la recomendación
estándar: para los psicóticos en la fase de recuperación, es importante tener
una rutina diaria estructurada con claridad, en la que esté involucrada poca
emoción. Una vida en un segundo plano nos protege de nuevos episodios
psicóticos.
Algo tan tibio como parece a mitad de camino una rutina diaria no puede
estar mi vida. No quiero una vida en un segundo plano. Yo no quiero ser
encerrada en un hospital de nuevo. Las drogas psiquiátricas tampoco son lo
que yo quiero.

¿Cómo puedo organizar mi vida de tal manera que no corra el riesgo de


padecer psicosis de nuevo? Y en caso que pase: ¿Cómo puedo evitar que
mis vecinos se enteren y tengan que llamar a la policía?
Tengo que aclarar estas dos preguntas primero –rápidamente. Gracias a Dios
tengo amigos locos como yo. Ellos me ayudarán a aclarar esto.
Mis amigos me informan sobre sus experiencias psicóticas. Ellos hablan
acerca de sus miedos, sueños y deseos. Tengo miedo de revelarme a mí
misma. Si mis amigos saben más de mí ya no querrán tener nada más que ver
conmigo. Los otros son mucho más abiertos de lo que soy. Establezco un
límite. Más allá de este límite solo tengo conversaciones conmigo misma. No
dejo que nadie mire más allá de mi límite. Me temo que voy a destruir la
imagen que otros tienen de mí. Los rincones de mi alma son accesibles solo
para mí misma. Se supone que no hay ningún rincón. Yo no llevo a nadie ahí
para verlo.
Si solo tuviera en primer momento con mis amigos para ver lo más
profundo de mi alma. Durante mi próxima psicosis cuando mi censor
automático estaba fuera de servicio, se enteraron de todos modos lo que me
mueve y lo que quería ocultar. Palabras, imágenes y acciones burbujean
delante de mí sin control y mis amigos perplejos, me cubrieron. Ocurrió un
milagro. Ellos no se apartaron de mí con horror cuando vislumbraron la ira en
mí, sino que organizaron la atención de emergencia a fin de que no estuviera
sola durante la psicosis.
Cuando había dejado el Haldol durante cuatro meses comenzó la siguiente
psicosis. En ese momento todavía no sabía en qué circunstancias reaccionaba
psicóticamente. No vi la psicosis que venía y no pude evitarla.
Uno puede sobrevivir a una fase psicótica sin un médico, un hospital o
neurolépticos. Yo lo he hecho. Y he visto cómo mis amigos lo hacen, solo
estoy describiendo mis experiencias, solo puedo hablar de lo que sé de
primera mano.
Sin medicación y sin médico, la fase aguda de mi psicosis puede ser
superada en aproximadamente una semana. Después de un máximo de diez
días, el mundo es familiar de nuevo, comienzo mi camino de regreso a la
realidad. En este punto, sin embargo, no puedo manejar los conflictos a los
demás. Las tareas diarias necesarias pueden llevarse a cabo de nuevo más
fácilmente. A veces soy incluso capaz de disfrutar de mí misma otra vez.
Para poder superar un episodio psicótico necesito:

Una habitación en la que no voy a ser molestada por otros.

Un colchón, una tapa, un trago ocasional de agua, un poco de algo para
comer (sí, algo).

Un amigo que entienda mi miedo porque me conoce bien y que no se
resienta por mi condición, que esté tranquilo y vele por mí hasta que –
según mi experiencia después de ocho a diez días, el mundo haya
recobrado sus contornos familiares.

Una psicosis aguda sin medicamentos psiquiátricos


Cuando mi relación con la realidad se vuelve inestable, por lo general ya es
demasiado tarde para prevenir la psicosis. – Tengo que caminar con ella. Ya
no puedo observar mi situación a distancia. Ha comenzado un movimiento en
espiral que sigue sus propias leyes y no puede ser influenciado desde fuera.
Generalmente, al principio la situación está todavía salpicada de islotes de
realidad y de pie, sobre uno de ellos, todavía puedo hacerme entender. A
veces esto ocurre inconscientemente, sin mi intención. Si uno no se escucha
en ese momento, o no entiende o es rechazada, entonces todo el proceso se
acelera y los islotes se hunden.
Una llamada rápida de ayuda es importante. Mis amigos y yo hemos
llegado al punto en que podemos solicitar uno al otro en busca de ayuda. Pero
todavía lo hacemos muy tarde. Por "tarde" quiero decir cuando la persona que
llama difícilmente puede hacerse entender, cuando ya se ha tragado un
montón de pastillas para dormir, cuando se ve obstaculizada en llamar (muy
probablemente debido a las alucinaciones), cuando entra en pánico porque se
da cuenta de que se ha hecho daño a sí mismo, o cuando los familiares están
ahí, sobreexcitados.
Una vez que mi psicosis ha llegado a la fase aguda, me veo encerrada en
mi propia realidad. Solo de vez en cuando es posible que perciba por breves
momentos la realidad actual a mi alrededor, aunque me parezca irreal o poco
fiable.
En este estado, puedo ser muy activa y hacer cosas de las que luego me
arrepiento. (Estoy describiendo esto brevemente por si alguno de los lectores
no sabe qué es lo que pasa cuando alguien parece tener lo que se llama en la
psiquiatría una "psicosis aguda".) No se puede descartar la violencia contra
los demás y contra sí mismo. A mayor miedo, mayor es la agresividad que se
produce. La destrucción de las cosas y de uno mismo es común en mi
experiencia. La persona que experimenta la psicosis, olvida que había pedido
ayuda, o por otras razones no es capaz de abrir la puerta para que entren los
que han venido en su ayuda.
Por supuesto que me gustaría compartir lo que está sucediendo en mi
interior. En las últimas horas o días he participado en intrigas nocivas y sus
orígenes que por fin he comprendido; acabo de experimentar algo increíble,
que me quita el aliento. Estoy en un tipo de centrifugación de tiempo en el
que la experiencia ocurre a altas velocidades y nada es predecible. Puedo
seguir hablando de esto durante horas. Tratan de no alentarme para hacerlo.
Pueden decirme: "todo esto es importante pero lo hablaremos más adelante,
ahora no es el momento".
Pero hay que tomar esto en serio. Contestar las preguntas para poder
orientarse y acercarse a la realidad de nuevo. No ayudará pretender que todo
está muy bien.
Lo más razonable es irradiar calma. Es muy importante que la persona
mantenga la calma, respiración constante y finalmente se acueste.
Se debe determinar cuándo la persona ha restablecido la conexión con la
realidad por breves momentos. Esos son los momentos en los que escucha y
comprende lo que le decimos en voz baja y con calma. En este momento su
comportamiento puede ser influenciado. Tales momentos son la mejor
ocasión para alentar la respiración constante. Esto es importante porque solo
así se puede disminuir el pánico. (El pánico puede provocar alucinaciones.)
Estos breves momentos de lucidez son las islas de la realidad en el mar de
una psicosis. Uno puede confiar en estas islas de la realidad y hacer uso de
ellas (algo que, aparentemente, solo unas pocas personas son conscientes).
Estas islas de la realidad siempre vuelven. No importa lo grave que sea la
situación, ¡la siguiente isla de realidad está en el horizonte! Es de exclusiva
responsabilidad del ayudante ver cómo las islas se pueden utilizar. Cuanto
más libre de ansiedad y cómoda se sienta la persona, las islas de realidad,
crecen en tamaño y número. Las islas de realidad aparecen incluso en
aquellos que han causado estragos durante días y noches sin dormir,
saquearon el apartamento y arrojaron objetos peligrosos. Es bueno si alguien
ayuda a ocupar estas islas. Incluso la más terrible psicosis tiene islas de
realidad. Una vez llegado a esa isla, uno hace una pregunta o reconoce a
alguien cercano. Incluso aquellos que hablan esquizofrénicamente puede
conversar de vez en cuando.
Nunca hemos visto un caso en el que se hayan pasado más de unos pocos
minutos de una llamada psicótica aguda para aceptar un abrazo o la
sugerencia de acostarse. Acuéstese al lado de la persona. Asegúrese de que su
cuerpo está muy cerca del suyo. Pero debe estar absolutamente seguro de que
esto es lo que él quiere. Evite cualquier impertinencia. Su calma, respiración
constante hará que él se calme. Si usted no tiene tanta confianza, simplemente
siéntese a su lado y sostenga su mano. Eso por sí solo puede hacer maravillas.
Por encima de todo, la persona necesita paz y tranquilidad, un ambiente
seguro y amable, así como la garantía de que el ayudante se apegará a los
acuerdos tomados. Puede ser que el ayudante o un amigo cercano
ocasionalmente no lo pueda apreciar e incluso sufrir un asalto físico. Es
posible también que sea rechazado. Un ayudante adecuado es alguien cuya
presencia no hace que la persona se sienta incómoda, sino que está en paz
consigo mismo y puede mantener la calma.
La alternancia de períodos del tumulto provocado por la persona con
psicosis y los períodos de calma efectuada por el ayudante puede durar de
ocho a diez días. En mi experiencia, la psicosis termina después de este
período de tiempo. Puede ser de dos o tres semanas hasta que el pensamiento
asociativo psicótico se ha desvanecido. El que llega a la parte inferior de sus
experiencias psicóticas después, obviamente, no funciona en la siguiente fase
psicótica demasiado pronto.
Durante mis fases agudas no tenía sentido tratar de conciliar el sueño con
pastillas para dormir, no hacen ningún bien durante este tiempo, incluso una
dosis alta con receta no provoca sueño. Una psicosis que ha alcanzado la fase
aguda parece tener su propia dinámica, como un sueño que puede ser
influenciado por las circunstancias externas, pero aún tiene que ser soñado
para su propia conclusión.
Un profundo sueño relajante no siempre es posible cuando la "película"
psicótica está en marcha. Si soy capaz en una fase aguda de acostarme a
menudo y relajar mi cuerpo, entonces a veces soy capaz de caer en un sueño
ligero (como la mayoría de los perros) lo que me permite recuperarme un
poco. Una vez que se sabe por experiencia que el sueño ha de venir después
de una semana o algo así, entonces este tema ya no es tan preocupante.
Para evitar malentendidos, quiero diferenciar los términos: una "fase
aguda" no es el tiempo durante el cual se está construyendo un mundo de
ilusiones y en el que todavía soy muy capaz de comprender la realidad que
me rodea, sino, en cierto modo, un breve período durante el cual puedo
percibir solo esporádicamente la realidad.
Del mismo modo que una persona puede volver a caer en una psicosis,
también es posible mirar hacia la realidad, si vale la pena. La tendencia a una
u otra de estas posibilidades puede estar influenciada por la misma persona o
su medio ambiente, aunque no en todo momento ni en la medida que se
supone.
Durante las fases agudas de mi psicosis, no era bueno para mí estar sola.
La presencia constante silencia no solo a la persona que experimenta la
psicosis, sino también los temores del ayudante.
El temor del ayudante no es en vano. Incluso después de diez episodios
que terminaron bien, un mal final podría ser el próximo; nadie puede
garantizar que el llamado paciente borderline, se quede dormido cada vez por
un tiempo de seis horas, en un momento dado podría ser diferente. Para mí,
como una paciente aguda, no llamar al médico significa un lapso para
conseguir la ayuda apropiada. Si me he quedado sola, aunque sea un minuto,
puedo cortarme las venas durante mi locura.
El miedo de la ayuda será a menudo silenciado por la persona que sufre la
psicosis, de repente quiere saber qué día de la semana es, ha aterrizado en la
isla de la realidad por un momento y dice: "Es bueno que estás aquí".
Pregunta: "¿Cuánto tiempo duró esta vez?" Entonces las voces vienen de
nuevo de las esquinas de la habitación, y la persona no se reconoce más,
piensa que tiene que quitarse la vida o usted, o cree que es un bebé, o que el
mundo se está rompiendo en dos. Usted debe acostarse al lado de su amigo
con una respiración profunda para calmarlo.
Las experiencias que tenga ahora le darán confianza para la próxima fase
psicótica, incluso para la suya propia, si es que la tiene. ¿Quién lo puede
saber?
Durante meses yo no había tomado ningún neuroléptico y había dejado de
visitar al psiquiatra hace mucho tiempo. Me atreví a dejar el cuidado
cuestionable de las instituciones psiquiátricas tradicionales. Mis amigos y yo
tratamos de ayudarnos unos a otros. Pero no estábamos seguros de que esto
iba a funcionar. Era solo el comienzo para nosotros. Teníamos miedo cuando
llegamos a ayudarnos unos a otros. Teníamos poca experiencia y no
estábamos familiarizados con la dinámica que se encuentra en el corazón de
cada psicosis. Cada uno llegamos a través de reuniones a comprender que era
como un extraño y peligroso viaje solitario fuera de la ley. Nadie habría sido
capaz de explicarnos lo que estábamos haciendo. Ni siquiera nos conocemos
a nosotros mismos. Apenas hemos hablado de las circunstancias
excepcionales que experimentamos juntos.
Pero sabía aproximadamente a lo que me arriesgaba con esta ruta solitaria.
Yo podría terminar suicidándome, o podría aterrizar en un cuarto encerrada
por accidente, o en una sala para enfermos crónicos, o podría llegar a ser tan
agresiva que terminaría como un caso forense sin esperanza. O quizás podría
comenzar rápidamente a tomar drogas psiquiátricas de nuevo y evitar todo
eso. ¿Tendría que usar mi propia fuerza para mantener el equilibrio? Me
decidí por la última opción. Por lo menos quería probarme de esa manera.
En un episodio psicótico no solo se cae del cielo. Empecé a entender esto.
Lo había observado en mis amigos. Esto sin duda debe ser mi caso, pero me
di cuenta de manera más inmediata en los demás. Un episodio tiene sus
causas, se acumula. El curso de su construcción puede ser retroactivo
reconstruido. Por lo tanto, también debe ser observable en el momento.
Saqué conclusiones. Las circunstancias anteriores a una psicosis conducen
a la psicosis y por lo tanto deben ser interpretadas como señales de
advertencia. Cuanto antes se detecten estas circunstancias, y las advertencias
se tomen en serio, mejor será el pronóstico. Hoy sé que no siempre se tiene
que llegar a una psicosis.
Tengo que observar mi condición, para nombrarla, debo saber cómo estoy
y lo que tengo que cambiar. Si me estoy cuestionando si puedo o no puedo
confiar en mi percepción es probable que sea ya demasiado tarde.
Yo trato de observarme a mí misma desde una cierta distancia con el
objetivo de realizar un seguimiento de estos cambios inquietantes desde el
principio. Si llego a ser sensible a los ruidos, por ejemplo, saber que es una
señal de alarma. Si estoy despierta toda la noche trabajando en algo, eso es
también un signo. Si me siento como que quiero retirarme del mundo desde
hace mucho tiempo, quiere decir que algo no anda bien. Si estoy en constante
movimiento y no puedo estar sola, eso es igual de malo. Trato de mantenerme
en equilibrio, lucho con esto todos los días y a veces no tengo mucho tiempo
para más.
Un ejemplo: La excitabilidad y la actividad, junto con la euforia, me
pueden disminuir o detenerme. Si no tomo en cuenta mi excitabilidad, la
actividad y la euforia, pueden convertirse en una manía. Entonces ya no estoy
en condiciones de determinar la forma en que estoy haciendo las cosas o si
están bien. La manía puede evolucionar a la perfección en una psicosis. Si mi
excitabilidad ha alcanzado un cierto grado, lo mejor que debo hacer es
tumbarme en el sofá y pensar en mi situación. Trato de tener en cuenta la
condición en la que estoy aparentemente, respiro tranquila y profundamente y
permanezco acostada. No contesto el teléfono. No hago nada y después de
unas horas de descanso tranquilo salgo a caminar. (Este tipo de auto-
tratamiento no parece funcionar más con una manía muy desarrollada. Debo
reconocer de inmediato cómo me siento.)
Hay técnicas (gimnasia, ejercicios de respiración, la postura) para influir y
cambiar mi estado. Todo el mundo debe conocer las técnicas adecuadas para
él o ella. Esto no es algo que se puede hacer rápidamente en uno de los
momentos libres. Se necesita tiempo y energía para desarrollar una de estas
técnicas de ayuda que se puede utilizar de inmediato.
Un ejemplo: Tan rápido como puedo llegar yo misma en un estado de
estrés con respiraciones rápidas, cortas, también puedo llegar a un estado de
paz con las respiraciones tranquilas y profundas. Si me escabullo
constantemente por ahí con la cabeza baja, no es de extrañar que mi estado de
ánimo se deprima. Tales cosas simples no son una panacea. Pero tienen
buenos efectos.
Cuando estaba probando cosas nuevas, me encontré con un catálogo de
medidas preventivas, nada especiales, sin embargo, son de utilidad para mí.
Muchos de mis amigos también han sido capaces de ayudarse a sí mismos
con ellas.

Tomar precauciones
Sabemos que es útil crear una rutina diaria, parcialmente estructurada, que no
esté llena de funciones y aburrimiento. Las comidas regulares son
importantes, también dormir lo suficiente, y los baños aromáticos. Muchas
personas de vez en cuando reaccionan psicóticamente, son gente noctívaga.
Si me encuentro a mí misma como un ave nocturna durante un largo período
de tiempo, puedo caer más fácilmente fuera de la realidad. Por la noche es
importante mantener la respiración regular y no respirar demasiado plano o
contener la respiración involuntaria. La respiración abdominal puede ser muy
dolorosa al principio o inducir un ataque de llanto. Es importante evitar las
situaciones que generen agitación. Ahora estoy en posición de alejarme de
situaciones que son demasiado estresantes para mí.
Cuando las emociones se arremolinan alrededor de mí, estoy en peligro de
una psicosis. No se puede evitar los giros del destino. En lugar de ceder a la
tentación o salir de una situación de emergencia, es necesario ponerme en
contacto con la familia más que nunca. Póngase en contacto con la gente que
nos toma en serio y también con quienes no tenemos gran relación
emocional. Con su ayuda, podemos probar si todavía tenemos o no un pie en
la realidad. Esto es un tema delicado que constantemente tenemos que tener
en cuenta. Muchas personas que de vez en cuando reaccionan psicóticamente
han sido tan heridas que se han vuelto más sensibles y se alejan de los demás.
Hay que tener mucho cuidado con el enamoramiento. En una relación de
amor hay un gran peligro de ser herida y volver a caer de nuevo en algún
trauma infantil o de juventud, con lo que se puede reaccionar fácilmente con
una psicosis.
Es muy importante tener una tarea, algún tipo de trabajo, una actividad que
experimentamos como algo significativo. Cada persona debe encontrar su
tipo apropiado de actividad. (Es irrelevante lo que otros piensan de esta
actividad.) Es importante y muy liberador dejar ir la idea de que uno debe
representar una imagen de normalidad, así como vivir la propia
individualidad y dar expresión a ella –aunque sea poco convencional.
Nunca está mal preguntarse en días relativamente sanos, ¿qué fue lo que
estimuló las alucinaciones recientes? Las formas en las que podemos trabajar
en contra de los trucos de los sentidos se describen en un libro escrito por el
psiquiatra con orientación psicoterapéutica – Silvano Arieti (1979, pp. 109-
110).
Y por supuesto se debe hacer todo lo posible para establecer y mantener el
contacto con el propio cuerpo. Masajes reflexología podal, trotar, Tai Chi,
danza del vientre, todo puede ser de utilidad o no. (Precaución: Tai Chi puede
ser peligroso para las personas que tienen problemas de rodilla.) Vale la pena
seguir buscando y experimentar hasta que pueda sentirse el propio cuerpo de
nuevo. Este sentimiento tiene que ser restablecido todos los días.
Particularmente importante para mí ha sido evitar la creación de redes
asociativas de ideas, pero en cambio, si es necesario, pedir a los demás que
acompañan la vida describir desde su perspectiva las relaciones que parezcan
sospechosas a nosotros. Nosotros, las personas con el diagnóstico de
"psicosis" aparentemente no teníamos la oportunidad de desarrollar un
sentimiento básico de tener una identidad satisfactoria y confianza en sí
mismos como corresponde. Por lo tanto tenemos que cuidar de nosotros
especialmente bien, dedicar mucha atención y tiempo con nosotros mismos.
No es suficiente terminar los estudios para lograr algún tipo de éxito que es
admirado universalmente. Estas son las maniobras comunes de autoengaño
que poco tienen que ver con la satisfacción interior. El sentimiento de ser
digno me llega más fácilmente cuando me tomo un tiempo para soñar y estar
en la bañera. Otros encuentran su paz tocando la guitarra o escribiendo en sus
diarios.
Lo más importante es reconocer el comportamiento del todo contradictorio
(denominadas situaciones de doble vínculo) con suficiente antelación y
retroceder. Absurdos son la falta de respeto y mensajes de doble ciego que
nos hieren y nos vuelven locos.

Una afirmación: Mi psicosis tiene una razón


Un cambio en su actitud ante la vida puede ser necesario. A veces, se pide
una nueva orientación, y no se puede evitar un nuevo comienzo con
condiciones de partida en gran parte desconocidas. El hecho de que las cosas
han llegado a un punto crítico, es a menudo arrastrado preferentemente
debajo de la alfombra.
Un punto crítico puede ser, por ejemplo, entrar en la edad adulta. O un
periodo de exámenes. Si una persona que amamos nos deja; la crisis puede
sobrevenir. Hay pocos rituales en nuestra cultura que nos ayudan a recuperar
la fuerza durante una crisis o por lo menos nos dan la sensación de que no
estamos solos.
Las personas que reaccionan psicóticamente a este tipo de situaciones, se
les dan generalmente las drogas psiquiátricas y se mantienen en el manicomio
hasta que puedan crear la impresión de que pueden ser integrados una vez
más. Luego son liberados de nuevo en la misma situación sin realizar
cambios en lo que había provocado la crisis. Así, el próximo "episodio" ya
está programado. Para algunos, la situación es diferente. Pero esto es
exactamente lo que mi experiencia me ha demostrado. La psiquiatría clínica
no otorga a la experiencia de la psicosis establecida mucho sentido y no
considera que la psicosis pueda ser de utilidad. "Es todo un caos sin sentido",
dijo un médico en el hospital estatal.
Yo soy de otra opinión. Cuando he llegado a través de una psicosis, no
puedo pretender que no ha pasado nada. Tengo que trabajar a través de mis
experiencias psicóticas; que poseen un significado para mí. Las "películas"
psicóticas están conectadas a la tierra, se refieren a mí y mi vida. Son un
espejo y un mensaje para mí, como mis sueños en la noche. Tengo que llevar
mi psicosis grave al igual que otros lo hacen como un ataque al corazón.
Tengo que prestar atención a la señal que mi psicosis emite. Si yo no quiero
hacer esto, si no puedo, entonces no debería estar sorprendida por el próximo
"episodio". (Por supuesto solo puedo hablar por mí misma. Si alguien ve esto
de manera diferente, tendrá sus razones.)
En una psicosis hay más o menos imágenes codificadas de destrucción y
nuevos comienzos. Eso no es un secreto. Si alguien no ve la posibilidad de
cambio y comenzar de nuevo después de una psicosis, o no puede reorganizar
su vida, posiblemente podría ser ayudado a través de estas etapas con
medicinas alternativas psicoactivas. Esto es exactamente lo que hice antes –
tomé drogas psicoactivas, es decir, las drogas psiquiátricas y podría hacerlo
de nuevo.
Una vez que asumí este mundo, fue claro para mí que no tenía nada que
perder. Había deslizado la muerte del pasado a través de la locura, ¿qué más
podría suceder? Sentí que podía correr el riesgo de algo nuevo. ¿Qué cosa
nueva se vería así? Todavía no lo sé. Pero desde octubre de 1993 no he tenido
otra psicosis, no me he matado y desde el verano de 1993 he estado bien sin
drogas psicoactivas. Eso no es mucho tiempo, apenas digno de mencionar,
para mí es increíble.

Fuente
Arieti, Silvano: "Understanding and helping the schizophrenic: A guide for family and
friends", Nueva York: Basic Books 1979

Leo P. Koehne

"Te voy a dar Imap. ¡Esto también ayudará con la


integración social!"
Antipsicóticos: Fluanxol, Imap, Melleril, Truxal / Antidepresivos: Anafranil,
Equilibrin / Benzodiazepina-tranquilizantes: diazepam
Este informe de mis experiencias no proporciona una descripción de una
clásica "carrera", psiquiátrica incluyendo el tratamiento forzado de
hospitalización y un año con neurolépticos en altas dosis, como
experimentaron y sufrieron muchos otros. Mi historia es un ejemplo más del
creciente número de personas que, a causa de los síntomas físicos y mentales
poco claros, son referidos por los médicos generales y psiquiatras que luego
quedan atrapados en el círculo vicioso del tratamiento con psicofármacos.
Todo comenzó en 1991 cuando fui de médico en médico después de la
aparición repentina de síntomas tales como náuseas, síntomas cardiacos y
disminución de mis capacidades, sin encontrar ninguna causa orgánica para
mis síntomas. Al final, me remitieron a un psiquiatra: "Tendrá que echarte un
vistazo." Sin ningún tipo de sensación de malestar, me sometí a su examen.
Después de una hora, el diagnóstico fue claro: "depresión reactiva con
ataques de ansiedad". Sin discutir las alternativas como la psicoterapia, me
recetó Equilibrin (principio activo amitriptilinóxido), un antidepresivo con
propiedades sedantes. "En la psiquiatría moderna ahora utilizamos este
tratamiento, por lo que tomar dos comprimidos cada día durante seis meses
nos permitirá superar esta situación."
Mis dudas iniciales acerca de este tipo de tratamiento se disiparon pronto
en vista del éxito rápido. Los síntomas, en efecto, desaparecen en unos pocos
días, al final me sentía más o menos, así que empecé a mirar hacia el futuro
con cierto optimismo. Por desgracia, esta fase solo duró un par de semanas
antes de que los síntomas volvieran aún más intensos y más duraderos que
antes. Volví al médico, todavía confiaba en él en ese momento, en busca de
su consejo me convertí en un asiduo visitante de su práctica: una doble dosis
de Equilibrin y si no es suficiente inyecciones semanales de Imap
(antipsicótico, principio activo fluspirileno). "Luego nos reuniríamos una vez
a la semana, lo que le ayudaría con la integración social." No fue sino hasta
después que me enteré que el Imap es simplemente un neuroléptico de
depósito leve. Casi un año había pasado –con resultados totalmente
desalentadores: cada vez más medicamentos, cada vez menos calidad de vida.
Mientras tanto, mi ansiedad se había vuelto tan grave que apenas podía salir
de casa y tuve que buscar otro médico, ya que el anterior estaba a una
distancia de más de 50 km, que ya no podía manejar. ("¡Si no puedo
controlarle, entonces tendrá que ser hospitalizado!") Por otra parte, empecé a
leer sobre las drogas psiquiátricas y a comprender la gran variedad de efectos
secundarios, pero tenía miedo de volverme dependiente y no podía dejarlos
por mi cuenta; de todas formas, quería descubrir la causa de mis problemas y
encontrar un tratamiento efectivo. Así que traté con otro médico, un poco
más escéptico en esta ocasión, pero todavía tenía esperanzas. El único interés
que mostró en mi historia estaba en la medicación que había recibido ("Hmm,
¿qué puedo hacer por ti?"). Cuando se dio cuenta de que me mostré crítico
por la variedad de colores de las drogas psiquiátricas, perdió interés
visiblemente. Inseguro de mí mismo e indeciso, estuve de acuerdo en un
nuevo intento farmacéutico: en lugar de Equilibrin ahora tenía Anafranil
(antidepresivo, principio activo clomipramina) y además Truxal
(antipsicótico, principio activo clorprotixeno) y Melleril (antipsicótico,
principio activo tioridazina). Cuando le dije que, en situaciones de
emergencia, los tranquilizantes me habían ayudado más, me dio una
conferencia ("no conmigo", "altamente peligroso", "adictivo" etc.).
Extrañamente, ni este psiquiatra, ni el anterior querían saber nada acerca de
los riesgos de los antidepresivos y neurolépticos: "cuando alguien en
Groenlandia ha tenido un problema, entonces tiene que ser incluido en el
prospecto, son las reglas, pero todo es basura." Cuando empeoré hasta tal
punto de pasar casi todo el día en la cama y se lo dije al doctor, lo único que
hizo fue presionarme y decirme que yo no sufría de un estado de ansiedad,
sino de psicosis: "¡Si no toma mi medicación tendremos que enviarle al
hospital!"
Visto irónicamente, esto era en realidad "una gentil" forma de tratamiento
forzoso que me llevó a un período inolvidable en mi vida. Mi compañera
permanente se llamaba Fluanxol (antipsicótico, principio activo flupentixol) y
no en pequeña dosis. Hoy en día, todavía me acuerdo de esas semanas como
lo peor de mi vida: yo solo era consciente de mi entorno como a través de un
velo, tenía un cansancio plúmbeo acompañado por una incapacidad para
permanecer sentado, junto con un impulso inexplicable para mantenerme en
movimiento, sin poder descansar ni un minuto. Al límite ya de mis fuerzas
decidí dejar este tratamiento. Prefería morir en mi cama que pasar por ese
infierno de nuevo.
Me las arreglé para tener más o menos bajo control los peores efectos
secundarios de Fluanxol con los tranquilizantes que todavía tenía en casa.
Con la ayuda de algunos consejos, que había leído previamente en alguna
parte, dejé de tomar inmediatamente los neurolépticos de baja potencia y
poco a poco los antidepresivos. Los tranquilizantes me ayudaron a lo largo de
los síntomas físicos de la abstinencia (agitación, brotes de la sudoración,
aumento de la ansiedad...). Me habían dicho que esos tranquilizantes pueden
ser una bendición: si se utilizan de forma responsable y uno es consciente del
riesgo de adicción. A través de un conocido, sabía acerca de este peligro y la
precaución de no tomar estos tranquilizantes con regularidad, sino solo
cuando los necesitara. Tuve suerte: los necesité cada vez menos, hasta que
fue suficiente saber que los tenía en casa solo para superar una situación más
difícil.
A estas alturas estaba liberado de las drogas psiquiátricas más fuertes, pero
todavía no se habían tratado los síntomas. Sin embargo aún tenía dudas ¿y si
los psiquiatras tenían razón después de todo? ¿Qué pasaría después?
Afortunadamente, en este tiempo conocí a un médico general que se acercó a
mi caso de manera imparcial y no insistió en ahondar demasiado en mi vida.
Sin la carga de dogmas tradicionales de medicina, en particular, sin hacer
ningún reclamo a la infalibilidad, se enfrentó a mi caso. Habló con frecuencia
–y seriamente– de "nosotros" y de "nuestro esfuerzo común", Había
encontrado a alguien que me trataba como a un socio igual y que no estaba
atrapado pensando en patrones médicos o psiquiátricos. Inmediatamente tuve
la sensación que él me veía como una persona y no como un "caso".
Junto con este doctor comencé a dar pequeños pasos para aprender a vivir
de nuevo. En particular, las llamadas regulares a casa (una rareza en estos
días, por desgracia) me dieron la sensación de seguridad y el apoyo que
necesitaba para poder dar mis primeros pasos sin medicación. Ya que mi
cuerpo había estado bajo la influencia de drogas psiquiátricas durante casi
dos años, es natural que tardara un tiempo para que volviera a la normalidad.
Pero, sin el temor de verme obligado a tomar cualquier medicamento, era más
fácil lidiar con los síntomas. Por otra parte, el médico también estaba
dispuesto a recetarme el medicamento de mi elección, si en verdad lo
necesitaba y en la dosis justa. Esto recuperó la libertad para tomar mis
propias decisiones, también me liberaron gradualmente de mi dependencia
psicológica a la medicación. Los pequeños éxitos me animaron a continuar
por este camino.
Estoy escribiendo este informe hoy, casi cinco años después. Solo durante
el período de transición, al inicio de los síntomas, muchas cosas se volvieron
claras para mí: era el comienzo de una de las muchas formas de ansiedad que
han afectado aproximadamente a diez millones de alemanes en la actualidad.
Probablemente nunca sufrí de una depresión; como mi primer psiquiatra
creyó. Poco a poco, empecé mi propia terapia de comportamiento, la forma
de tratamiento que en la actualidad sigue siendo la más eficaz para la
ansiedad. No es un curso intensivo de dos semanas, pero poco a poco, paso a
paso me enfrento a mí mismo con las situaciones que había evitado siempre.
Los miedos y ansiedades no han desaparecido por completo, pero las recaídas
siguen siendo más raras. La única botella de diazepam (benzodiazepina-
tranquilizante) que guardo en casa por seguridad sigue aún en el armario,
pero sin tocar.
Después de haber superado lo peor empecé en serio a investigar las drogas
psiquiátricas y la psiquiatría, un tema que no he sido capaz de dejar a un lado
desde entonces. Por supuesto, mi experiencia no es una receta universal para
retirarse de las drogas psiquiátricas, pero hay dos cosas que considero
decisivas: ser informado a tiempo sobre los riesgos de los medicamentos
psiquiátricos y tener la confianza en sí mismo al riesgo de dejar los
medicamentos a pesar de los temores, incluso si muchos psiquiatras todavía
sostienen que es demasiado peligroso. ¿La prescripción de estos fármacos no
es en sí peligrosa? He conocido personalmente a muchas personas que les
han prescrito drogas psiquiátricas fuera de la clínica y que luego no han
tenido el coraje para prescindir de ellas porque han sido persuadidos de lo
contrario. Pero igualmente necesario para el éxito, es confiar en las personas
que te rodean, –por desgracia no todo el mundo tiene la suerte de contar con
el apoyo necesario durante las crisis. Para el éxito completo no es necesaria
solo la valiosa experiencia de la propia retirada de estas sustancias, sino
también el tiempo inmediatamente después.
Palabras de clausura

Peter Lehmann

Resumen y aspectos especiales del retiro de drogas


psiquiátricas
El uso de drogas psiquiátricas empuja sentimientos no deseados y molestos a
las profundidades de la psique. Las reacciones a una supresión farmacológica
pueden ser experimentadas como síntomas físicos, neurológicos o
psicológicos que, a su vez, solo se agravarán por los efectos secundarios
dañinos de las drogas. Las personas a quienes se les dan estas drogas pierden
su capacidad de actuar y sus cuerpos se convierten en un mercado para
productos de la industria farmacéutica, como vertederos de metabolitos
potencialmente tóxicos de estas sustancias.
Si no tienen éxito en la búsqueda de una salida del sistema psiquiátrico y
están destinados a seguir tomando los medicamentos psiquiátricos, estas
personas continuarán su peregrinaje más o menos voluntario de un médico a
otro, para ser observados, mientras su salud y vitalidad desaparecen.

¿Cómo proceder?
"Para decirlo sin rodeos, el tratar a un paciente con una enfermedad
aguda, es como si el médico siempre llevara a cabo un experimento
individual sin control." (Seeler, 1983)
Esta declaración de Wolfgang Seeler de la clínica psiquiátrica Hamburg-
Ochsenzoll también se refiere al final del tratamiento. Nadie puede predecir
cómo será el proceso de retirada de las drogas psiquiátricas en algún caso
particular. Al tomar la decisión de adoptar un enfoque específico, se debe
tener cuidado con el paso a paso tanto como sea posible, así como tener en
cuenta la situación de base existente. Sin dejar de lado las tendencias que
ayudan a proporcionar o pueden identificar un marco claro para mejorar las
posibilidades de lograr un retiro exitoso.
A pesar de esto, muchos médicos todavía de vez en cuando recomiendan la
retirada de fármacos de manera brusca, en respuesta a la crítica a los
medicamentos psiquiátricos con un desdeñoso: "¡Entonces deje de tomarlos!"
en vez de molestarse en discutir los problemas y riesgos de abstinencia que a
veces amenazan la vida o generan hipersensibilidad y síntomas de rebote.
Esto no es sorprendente ya que durante su formación, en materia de
publicidad y otras publicaciones, así como en los congresos patrocinados por
la industria farmacéutica, se les dice que las drogas psiquiátricas, con la
excepción de las benzodiazepinas, no conducen a la dependencia (y, por lo
tanto, no causan problemas de abstinencia).
El tratamiento de los médicos a menudo ignora completamente el hecho de
que en el diagnóstico se haya producido una devaluación ("enfermos
mentales con necesidad de tratamiento"), junto con el tratamiento resultante;
esto puede llevar a sentimientos de inutilidad e incluso a la dependencia a
largo plazo de las drogas psiquiátricas. Esto ocurre a pesar del hecho de que
el mecanismo que resulta en la gestión temporal de la angustia emocional
mediante fármacos psiquiátricos, y que a su vez, conduce a la dependencia, es
bien conocido con otras sustancias psicotrópicas, como el alcohol, la
marihuana, la cocaína o la heroína.

Un resumen de los consejos estándar


Hay algunas publicaciones de (ex-) usuarios y supervivientes de psiquiatría y
sus partidarios con consejos para la reducción de riesgos en la retirada de
drogas psiquiátricas (Caras, 1991; Breggin y Cohen, 2000; AGIDD – SMQ et
al., 2003; Breggin, 2012; Icarus Project y Freedom Center, 2009; DGSP,
2014). Muchas de sus recomendaciones son coherentes con las experiencias
narradas en este libro. Como en todos los ámbitos de la vida, hay que ser
precavido siempre, más cuando se ha ofrecido apoyo generoso inespecífico;
de vez en cuando uno se encuentra con charlatanes, dogmáticos y personas
que dicen ser terapeutas. Siempre hay que tener cuidado cuando se trata de
profesionales en el sector de la auto-ayuda.
Los que han pasado por la retirada de fármacos psiquiátricos por sí mismos
y los que tienen contacto con otras personas que se han retirado son
conscientes de los muchos factores que pueden facilitar el proceso y tratar de
llenar el gran espacio que ha quedado libre en la vida, que hasta ahora había
sido ocupado por la "enfermedad" y su supresión psicofarmacológica, con
nuevos contenidos libremente elegidos. Estos factores útiles se mencionan
aquí, con conciencia de que la lista en mención de ninguna manera puede
considerarse completa.

No seas impaciente
Esto es lo que se recomienda en el primer consejo dado por David Richman,
un médico de Berkeley, California. Con el fin de evitar la animosidad de sus
colegas, publicó la primera guía disponible en 1984 bajo el seudónimo de
"Dr. Caligari". En particular, me explicó su consejo con el ejemplo de la
Thorazine (principio activo clorpromazina), un neuroléptico prototipo:
"A menudo, a causa de los efectos desagradables de las drogas,
muchos de repente dejan de tomarlas en la primera oportunidad que
tienen. Esto puede causar aún más graves problemas de abstinencia
por las drogas. La interrupción repentina de las drogas psiquiátricas
no es la mejor manera de dejarlas. (...)
Después que se suspenden los medicamentos, es variable el período
de tiempo antes de que aparezcan los síntomas de abstinencia.
Algunas personas experimentan estos síntomas dentro de ocho a 24
horas después de comenzar el retiro, mientras que para otros
síntomas de abstinencia no comienza sino en varios días, una semana
o dos. En parte, esto depende de cuánto tiempo se han tomado los
medicamentos y en qué cantidades, por la mayoría de estos fármacos
se acumulan en los tejidos del cuerpo en forma de depósitos de
fármaco. Cuando los medicamentos ya no están en curso o la ingesta
se ha reducido, el nivel en sangre de la droga cae, estos
medicamentos almacenados comenzarán a ser liberados en el
torrente sanguíneo. Las pruebas han demostrado que los
neurolépticos pueden ser detectados en el cuerpo y en la orina hasta
seis meses después de que hayan sido interrumpidas.
Otro factor a considerar es que, los efectos de drogas se
experimentan con mayor intensidad cuando los niveles del fármaco
en la sangre están bien subiendo o bajando: cuanto más rápidos son
estos cambios, más intensos son los efectos. Por lo tanto, cuando se
producen grandes y repentinos aumentos en los niveles del fármaco
en sangre, es más probable que note los efectos angustiantes de la
droga. Por otro lado, cuando los niveles del fármaco en sangre caen
rápidamente, es más probable que note los efectos de abstinencia
angustiantes por las drogas.
Los fármacos se descomponen, inactivan y se eliminan del cuerpo a
un ritmo diferente. Este factor, llamado la vida media del fármaco, es
muy importante. Los fármacos con una vida media corta, se eliminan
rápidamente, conducen a la caída rápida en los niveles del fármaco
en sangre y los efectos de abstinencia más intensos inician y
terminan pronto. (...)
Hay una serie de factores que tienen que ver con la dificultad de la
retirada del fármaco: el tipo de droga consumida; dosis y duración de
su consumo; la salud general de la persona y su actitud frente a dejar
el fármaco; la calidad del apoyo recibido durante el período de
suspensión; la comprensión de la persona al proceso de retirada; el
conocimiento de los síntomas; los problemas que posiblemente se
encontrarán y las medidas concretas para solucionarlos.
La mejor manera de minimizar los problemas de abstinencia por
drogas es reducir gradualmente su ingesta. Esto es especialmente
importante si el fármaco se ha tomado durante más de uno o dos
meses. Si usted ha estado tomando pequeñas dosis de medicamentos
psiquiátricos, o ha estado consumiendo estos medicamentos durante
un breve espacio de tiempo (es decir, unos días o semanas), entonces
es posible que desee intentar la interrupción 'de golpe', es decir,
simplemente dejar de tomar la drogas (...).
Gradual, retiro escalonado de las drogas: la fórmula del 10%
UUsando esta fórmula, la retirada del fármaco se logra al reducir
lentamente la dosis en pasos secuenciales, teniendo todo el tiempo
necesario en cada paso. Si usted ha estado tomando drogas
psiquiátricas durante años, puede tardar varias semanas, o incluso
más, para dejarlos por completo. Siguiendo este plan, la dosis del
fármaco se reduce en 10% de la dosis actual en diez pasos sucesivos
en el tiempo. Aquí está la forma para que esto funcione si en el
momento de iniciar la retirada estaba tomando 500 mg de Thorazine
al día: a cada paso, el consumo de drogas se reduciría en 50 mg
(10% de 500 mg = 50 mg).
Paso 1: Ir de 500 mg a 450 mg al día. Espere unos días o una semana
hasta que esté libre de síntomas angustiantes de abstinencia por la
droga.
Paso 2: A continuación, pasar de 450 mg a 400 mg, a la espera de
nuevo varios días o una semana hasta que se sienta bien.
Paso 3: Luego van desde 400 mg a 350 mg, y así sucesivamente
hasta que se haya retirado completamente de la droga.
Si usted está tomando dosis divididas, es decir, algunos de los
fármacos en la mañana, un poco por la tarde, algunos en la noche
(una práctica común), entonces hay varias maneras de poner este
plan en acción. Se podría primero reducir y eliminar la dosis de la
mañana, luego la dosis de la tarde, y finalmente, la dosis de la noche.
Otra forma sería la de reducir la dosis de la mañana por 50 mg
(utilizando el ejemplo Thorazine, desde arriba) que en la Etapa 1, a
continuación, reducir la dosis de la tarde por 50 mg que en el paso 2,
a continuación, reducir la dosis de la noche por 50 mg que en el paso
3, a continuación, reducir la dosis de la mañana por otros 50 mg que
en el paso 4, y así sucesivamente hasta la retirada completa.
Si tras reducir la dosis experimenta lo que puede ser el síndrome de
abstinencia, a continuación, debe permanecer en ese nivel de dosis
hasta que los síntomas disminuyan o desaparezcan antes de pasar al
siguiente paso. Como alternativa, volver al paso anterior (en el nivel
de dosis más alta) donde se siente cómodo para permanecer allí
durante más tiempo antes de pasar a la siguiente etapa.
A veces, la primera parte de esta reducción no causa ningún
problema. Pero sí cuando se alcanzan dosis mucho más bajas. Por
ejemplo, al llegar a 50 mg ningún fármaco (usando de nuevo el
ejemplo Thorazine) puede causar dificultades, en cuyo caso se
podría disminuir la tasa de reducción de la dosis en ese momento, al
pasar de 50 mg a 40 mg a 30 mg, y así sucesivamente.
Para hacer esto paso a paso, se tiene que fijar en los diferentes
puntos para cortar de sus tabletas o cápsulas. Las pastillas que tienen
un recubrimiento duro son difíciles de romper de manera uniforme.
Las tabletas están generalmente marcadas, lo que significa que
tienen una ranura en el medio que hace que sea fácil romperla por la
mitad, o en última instancia, en cuartos, con los dedos. Las cápsulas
son más difíciles de cortar. Si se cortan por la mitad con un cuchillo
o una navaja, el contenido se puede salir, y se debe mantener este
contenido sin usar en un recipiente." (Network, 1984, pp. 54-56)
Una reducción de la dosis promedio en diez etapas sucesivas de 10% de la
dosis actual a la vez sería demasiado rápida en el caso de la administración a
largo plazo de medicamentos psiquiátricos, y demasiado lenta en el caso de la
administración a corto plazo. Breggin sugiere iniciar el proceso de retiro de
fármacos con una reducción más pequeña para ver cómo se le puede hacer
frente (Breggin, 2012, p. 196).
Las tabletas se pueden cortar o dividir con mayor precisión, pero las
cápsulas proporcionan problemas. No solo contienen sustancias activas
psicofarmacológicas sino también sabores y conservantes, al dividirlas, no
hay manera de asegurar que el ingrediente activo se divide en partes iguales,
por lo que puede ser aconsejable cambiar desde las inyecciones a tabletas o
gotas. Algunas personas mezclan el polvo con budin o flan y luego dividen
las porciones uniformemente.
El caso es diferente si las cápsulas contienen gránulos (esferas, bolitas o
perlas). El revestimiento de los gránulos dificulta que el ingrediente activo se
descomponga en el estómago, dando paso a que el fluido intestinal
descomponga el recubrimiento entérico en la absorción intestinal. Uno puede
tomar los gránulos contados con una cucharada de compota de manzana; su
pH (medida de la acidez de una solución acuosa) tiene que ser
aproximadamente 3,5. Una vez que los gránulos se mezclan con el puré de
manzana, son estables a la temperatura ambiente durante aproximadamente
dos horas y deben ser consumidos dentro de este tiempo. Debe evitarse
masticar el puré de manzana; también, evitar todos los productos lácteos
durante una hora antes y después de ingerir el puré de manzana. Estas
instrucciones se deducen de un estudio realizado por la empresa farmacéutica
Eli Lilly, que quería encontrar la manera de suministrar el antidepresivo
Cymbalta (principio activo duloxetina) a los pacientes que tienen dificultades
para tragar las cápsulas, y debían tomar los gránulos de las cápsulas para
pasar al estómago sin descomponerse (Wells y Losin, 2008).
Se requiere extremo cuidado en la transición de la mini-dosis final a
cero. Ha habido varios informes de personas cuyo sistema nervioso
extremadamente sensible, de repente metieron un palo en la rueda, cuando
ellos pensaban que habían llegado a su meta. Cuanto más tiempo y más
fuertemente los receptores han sido bloqueados por neurolépticos,
probablemente pueden ser más fuertes los síntomas de rebote, hiper- y
supersensibilidad.
Otros consejos
Infórmese sobre los riesgos y los efectos no deseados de los medicamentos
psiquiátricos, así como formas alternativas para hacer frente a la angustia
emocional. Anticipar los efectos de abstinencia que pueden establecerse
incluso después de semanas:
"La retirada de las drogas psiquiátricas puede ser una experiencia
muy difícil. Usted debe saber que la retirada puede causar un
malestar de moderado a grave y miseria absoluta a veces. Estar
preparado mentalmente para esto disminuye la posibilidad de
desarrollar miedos, no se desanime. Se necesita paciencia y
determinación." (Network, 1984, pp. 56-57)
Planee con anticipación. Antes de dejar los medicamentos, le puede ser útil
para comenzar a cambiar su situación (arreglo de vivienda, el trabajo o los
contactos sociales) o su estilo de vida. Si prevé que su médico o psiquiatra no
va a querer ayudarle a superar el retiro de los medicamentos, busque otro.
Informar a las personas cercanas a usted y a quien usted confía en su
empresa. Suponiendo que existe ayuda útil para los "trabajadores
psiquiátricos", Aderhold recomienda una "terapia de convención" con todas
las importantes figuras de apego terapéutico y privadas para equilibrar y
ajustar el procedimiento. Antes de dejar los medicamentos, asegúrese de que
está informado en cuanto a los riesgos de perder su apartamento, bienestar u
otros beneficios, si alguno de estos, dependen de su voluntad de tomar drogas
psiquiátricas. Considere la posibilidad de la emigración al extranjero, si las
leyes nacionales u órdenes judiciales prohíben la retirada autodeterminada.
Busque el momento correcto para el cambio. Piense en cuánto tiempo puede
tardar el proceso. En 1985, Josef Schöpf de la Clínica Universidad de
Lausana publicó un artículo acerca de la dependencia de las benzodiazepinas
en el que informó que –la retirada debe ser planeada de tal manera que los
síntomas perturbadores no traigan consecuencias sociales desagradables. Su
consejo puede ser aplicado a la retirada de otras drogas también:
"La elección de cuándo retirar debería considerar si el menor nivel
temporal de productividad es compatible con las responsabilidades
del paciente." (p. 591)
Reciba consejos. Hable con otras personas que han experimentado
abstinencia. Únase a un grupo de autoayuda, donde cada miembro sea
respetado como un individuo. Tenga cuidado con los "grupos de autoayuda"
que en realidad son grupos psico-educativos influenciados por profesionales
de la psiquiatría. Los miembros del grupo pueden haber interiorizado la idea
de que la recaída es inevitable si el paciente no sigue las instrucciones del
médico al pie de la letra y en su lugar toma sus propias decisiones. No seguir
las promesas de curas. No permita ser puesto bajo presión. No haga algo,
simplemente para complacer o impresionar a alguien más.
Busque apoyo. Tome las preparaciones que fortalecen los órganos y
promueven la desintoxicación. Alimentos sulfurosos y alimentos ricos en
clorofila ayudan a la desintoxicación. Todas las plantas verdes comestibles
pertenecen a este grupo, incluyendo las plantas silvestres, hierbas, verduras,
brotes verdes, jugo de pasto de trigo (o de otros tipos de grano); también las
verduras del mar (marrón, algas rojas y verdes) y micro algas (espirulina,
chlorella).
Busque la compañía de personas que entienden lo que implica dejar los
medicamentos. Es posible que desee buscar a médicos o terapeutas que tienen
la comprensión, simpatía y discreción. Tenga mucho cuidado cuando
encuentre a un doctor muy comprensivo que, ante la aparición de la más
mínima dificultad, recomienda detener la retirada o el cambio a otra
medicación que al parecer puede ser mejor tolerada. Aderhold recomienda:
"Los síntomas psicóticos a corto plazo no siempre tienen que ser
tratados por el aumento de la dosis. La estabilidad se puede lograr
utilizando otros métodos. Métodos de tratamiento concomitante
psicosociales, como técnicas de relajación (la base de la
recuperación), técnicas de afrontamiento cuando se escuchan voces,
la terapia individual o familiar, o la medicina herbolaria tradicional
china, se podrían utilizar." (2010, p. 67)
Haga terapias a base de plantas a su disposición para facilitar la extracción.
En el libro "Statt Psychiatrie" (En lugar de psiquiatría), Anna Ochsenknecht,
una practicante de la curación en Berlín, describe los efectos de curación
natural de las plantas y las posibilidades de combinación de sus principios
activos con el fin de protegerse de los estados psicológicos no deseados, para
permanecer libre de drogas psicoactivas nocivas:
"Trabajo mucho con las hierbas medicinales, ayudan a regular
físicamente el cuerpo y el equilibrio interno. Esto las distingue de las
drogas químicas que solo eliminan o suprimen un síntoma
específico, pero no activan las fuerzas de autorregulación del cuerpo.
Las hierbas medicinales también ayudan a aliviar o interceptar
graves síntomas de abstinencia al dejar de tomar drogas
psiquiátricas. A menudo el miedo a los síntomas de abstinencia
(como trastornos del sueño, el ritmo acelerado corazón, náuseas,
sudoración, o inquietud interior, entre otros), sirve como una razón
para seguir tomando los medicamentos que causan otras
enfermedades. Es un temor que se estimuló aún más por muchos
psiquiatras. Es importante llevar a cabo una búsqueda exhaustiva de
posibles formas para ofrecer apoyo. No solo para aliviar los
síntomas, sino también para activar las fuerzas de regulación y con
ello restablecer el equilibrio interior. (...) El poder medicinal de las
plantas se puede utilizar en forma de tés, extractos (aceites
alcohólicos / líquido o éter) o comprimidos recubiertos apropiados.
Las recetas y mezclas de té que propongo pretenden ser una
inspiración para probarlos, no como un tratamiento a largo plazo
para todos, no acorde con el lema 'mucho ayuda mucho.'" (1993, pp.
83-84)
Obtenga orientación legal. Contacte experiencias independientes de
pacientes u otra persona de su confianza antes de correr el riesgo de verse
obligado a regresar de nuevo al sistema psiquiátrico; elabore un plan de
emergencia. Protéjase con un testamento de la psiquiatría (directiva
anticipada) (Krücke, 2007; Ziegler, 2007) antes de que se haya
comprometido en un hospital (de nuevo). Usted debe preguntarse a sí mismo
antes de tiempo: ¿Qué necesito si me pongo ansioso, depresivo, suicida,
maníaco, o loco? ¿Qué me va a ayudar en esa situación? ¿Qué debo negarme?
¿Qué voy a aceptar? ¿Qué estoy arriesgando? ¿Quiénes son las personas que
me apoyan?
Crear un entorno tranquilo. Hay que mantenerse alejado de los familiares
tóxicos o de los que no se preocupan de nada. Evite el estrés y los lugares
agresivos. No se desgaste en relaciones sociales difíciles. No conteste al
teléfono si el hacerlo le produce estrés. No les dé permiso de acceder a su
piso a trabajadores psiquiátricos inoportunos. Vaya a un lugar de paz, por
ejemplo, a la playa o al campo, un centro de meditación a una iglesia o una
biblioteca.
Haga suficiente ejercicio. Salir a pasear, hacer senderismo, correr, bailar,
nadar, montar en bicicleta, practicar gimnasia, ejercicios aeróbicos. Cuando
hace mucho calor afuera, ir al gimnasio. "La moderación es un principio
fundamental: a medida que aumenta sus actividades, hágalo gradualmente."
(Network, 1984, p. 56)
Tratar de conseguir una buena nutrición. Coma bien con regularidad, pero
no excesivamente. Asegúrese de consumir bastante fibra, alimentos de trigo
integral, ensalada, verduras frescas, frutas frescas y muchos líquidos. Evite
las bebidas que le ponen nervioso como el té negro y el café negro. Evite las
drogas como el alcohol, la marihuana, la cocaína y otros estimulantes.
Cualquier persona que toma café o té negro y que luego deja de tomarlos
mientras está dejando los neurolépticos, debe darse cuenta de que su
interacción con los neurolépticos también se detendrá. Los síntomas del
Parkinson son propensos a empeorar temporalmente, incluso llegando a ser
tan malos como lo estaban en su punto álgido y pueden aumentar en
intensidad (Lehmann, 2012).
Haga algo bueno para usted. Escuche música relajante, lea literatura
agradable. Mantenga contacto con la gente. Llame por teléfono a amigos o
vaya a visitarlos. Sea creativo y utilice medidas de afirmación, es decir,
reafirmarse a sí mismo con palabras e imágenes que lo hagan sentirse fuerte y
capaz de llevar a cabo su retiro efectivo de las drogas psiquiátricas.
Vivir con conciencia. Lleve un diario, escriba sus cosas. Si hay trabajadores
profesionales de apoyo, puede ser beneficioso escribir un protocolo posterior
sobre su proceso al dejar los fármacos.
Y asegúrese de dormir lo suficiente. El sanador natural Gerhard Leibold
(2001) describe cómo hacer frente a los problemas del sueño utilizando
métodos naturales: En la llamada cura Kneipp, el agua caliente dilata los
vasos sanguíneos que llevan a la relajación. El esfuerzo físico favorece el
sueño, la misma función puede tener una habitación tranquila con una
temperatura adecuada nocturna (normalmente 14-16 ºC / 57-61 °F), ejercicios
de relajación adecuadas, el entrenamiento autógeno y la autosugestión. El
marco de la cama debe ser de madera maciza sin tratar; la base, colchón,
almohadas y fundas deben ser de materiales adecuados. Algunas personas
duermen mejor si prescinden de objetos relacionados a personas
desagradables y experiencias en su dormitorio o incluso de su casa por
completo. Un vaso de leche caliente y miel es un remedio casero probado y
fiable. Lo mejor es evitar comer tarde; bebidas con cafeína y demasiada
proteína. Los problemas persistentes del sueño pueden ser aliviados con
remedios a base de hierbas (valeriana, el lúpulo, la amapola de California,
flores de la pasión, kava, la lavanda, melisa etc.), la mayoría de los cuales se
pueden obtener en la farmacia sin receta médica, en forma de complejos o
remedios homeopáticos, gotas de rescate de Bach o aromaterapia (en la forma
de aceites esenciales para la inhalación). La misma hormona del cuerpo, la
melatonina, en forma de comprimidos (Harnisch, 2010, pp. 93-96) o
suplementos alimenticios (Ross, 2002) que apoyan el patrón de sueño-vigilia
también puede ayudar. Los expertos del sueño recomiendan diarios de sueño
para ayudar a evaluar los trastornos del sueño, los viajes de fantasía, y los
rituales para dormir (Riemann, 2016, pp. 39-43), control de estímulo (que
asocian el estímulo "cama" con el "sueño" de reacción) o restricciones del
sueño (reducción de la duración del sueño en favor de conciliar el sueño más
rápidamente la noche siguiente) (Spiegelhalder et al., 2011). Cualquier
persona que beba alcohol para poder dormir mejor no debería sorprenderse
cuando sus trastornos del sueño empeoren con el tiempo. En general, los
libros de terror no son adecuados para leer en la cama (Ern y Fischbach,
2008, p. 149). Si no ayuda nada de lo mencionado antes y empeoran los
trastornos del sueño algunas personas, por ejemplo, Leibold, recomiendan el
uso temporal y de corto plazo de las benzodiazepinas (Leibold, 2001, p. 89).
Debido al grave riesgo de adicción y principales problemas de abstinencia,
especialmente en el caso de las benzodiazepinas con una vida media
relativamente corta, su uso repetido debe ser visto como muy problemático.
Los problemas del sueño a menudo se manifiestan de dos maneras
importantes. Las drogas psiquiátricas pueden provocar alteraciones del sueño
y su retirada puede conducir a insomnio. Una vez que la supresión química
desaparece puede haber un efecto rebote o trastornos del sueño renovados.
Estos a veces pueden ser aliviados mediante la reducción o incluso al
deshacerse de los efectos de las toxinas ambientales perjudiciales. En su obra
de referencia "Gifte im Alltag" (Poison todos los días), el internista y
toxicólogo de Múnich, Max Daunderer (2011) enumera toda una serie de
sustancias tóxicas que nos rodean y pueden conducir a trastornos del sueño:
dioxinas, bencenos, formaldehído, conservadores de madera, herbicidas,
pesticidas, metales pesados, furano, amalgamas, plomo, hongos, y mucho
más. Los campos electromagnéticos pueden incluirse aquí, así como la mala
alimentación, alteraciones en el ritmo día-noche (a través de turnos de
trabajo, por ejemplo), el ruido, el estrés etc. En su artículo "Schlafstörungen
durch Elektrosmog?" (¿Trastornos del sueño y contaminación
electromagnética?, 1998) del ingeniero industrial Franz Mayerhofer explica
cómo un enfoque tecnológico puede ayudar a reducir los trastornos del sueño
provocados por la abstinencia.
A pesar de que los consejos que aquí se mencionan se aplican más o menos
a todos los fármacos psiquiátricos, no obstante, hay características especiales
que se deben tomar en cuenta en el caso de determinados grupos de
medicamentos psiquiátricos.

Tranquilizantes
Ha demostrado ser útil que las personas procedentes de las drogas
psiquiátricas aprendan estrategias de afrontamiento no psicofármacos
(Ashton, 1994) en los grupos de autoayuda (Tattersall y Hallstrom, 1992) o
con el apoyo psicoterapéutico. Ellos deben ser alentados a no rendirse y
enfrentarse activamente con los problemas causados por el uso continuo de
tranquilizantes (Bish et al., 1996). Y que necesitan apoyo psicoterapéutico
durante y después del proceso de retirada de estas sustancias (Otto et al.,
1993; Kaendler et al., 1996). El "BNF" incluye instrucciones sobre la retirada
de las benzodiazepinas; el usuario primero debe cambiar a diazepam para
después reducir la dosis paso a paso en lugar de suprimir los síntomas de
abstinencia con neurolépticos:
"Una de las benzodiazepinas que puede ser retirada en pasos de
aproximadamente un octavo (intervalo de un décimo a un cuarto) de
la dosis diaria cada quince días. Un protocolo de retirada sugerido
para pacientes que tienen dificultad es el siguiente:
1. Llevar al paciente a la dosis diaria equivalente de diazepam1
preferentemente tomada en la noche.
2. Reducir la dosis de diazepam cada 2-3 semanas, en pasos de 2 o
2,5 mg; si se presentan síntomas de abstinencia, mantener esta dosis
hasta que los síntomas mejoren.
3. Reducir la dosis aún más, si es necesario, en pasos más
pequeños2; es mejor reducir muy lentamente y no demasiado rápido.
4. Detenga por completo; el tiempo necesario para la retirada de
estas sustancias puede variar entre cuatro semanas a un año o más.
Asesórese: los betabloqueadores solo deben ser considerados si
fallan otras medidas; los antidepresivos se deben utilizar solo cuando
co-existen o surgen la depresión o el trastorno de pánico; evite los
antipsicóticos (que pueden agravar los síntomas de abstinencia)."
("BNF", 2008, p. 182)
Ulrich Klotz del Instituto Margarete-Fischer-Bosch de Farmacología Clínica
en Stuttgart informa sobre un procedimiento de un paciente interno especial
tratado por dependencia con diazepam: después de una dosis inicial de 40%
del monto original tomado, la dosis se reduce en un 10% por día (1985, p.
68).
Los tranquilizantes tales como zolpidem, que no están clasificados en el
grupo de las benzodiazepinas, pueden causar los mismos síntomas graves de
abstinencia y también deben ser retirados con una reducción gradual de la
dosis, de acuerdo con el compendio de medicina suizo ("Arzneimittel-
Kompendium", 2012).
Entre los consejos sobre la forma de retirar los tranquilizantes suele haber
uno que es poco fiable para cambiar a otros fármacos psiquiátricos: los
médicos se olvidan de advertir sobre su potencial causa de dependencia.
Christer Allgulander (1987) de la Universidad Sueca de Huddinge, por
ejemplo, aconseja a sus colegas, para que sus pacientes de desintoxicación
firmen un acuerdo denominado "tratamiento" mediante el cual, en caso de
"necesidad", el médico está autorizado a administrar tranquilizantes,
antidepresivos o neurolépticos. Es una práctica común para volver a
administrar tranquilizantes con el fin de suprimir los síntomas de abstinencia,
ya que los síntomas desaparecen en unos pocos minutos (Rufer, 2009, p. 52).
Schöpf declara: "Además de la re-administración de benzodiazepinas no hay
manera eficaz de tratar el síndrome de abstinencia" (1985, p. 591). También
puede suceder que el conflicto original reaparezca, y esto a su vez puede
conducir a la re-administración de fármacos psiquiátricos.
Los médicos están prescribiendo cada vez más no solo neurolépticos como
reemplazo de los tranquilizantes, por ejemplo, para trastornos del sueño
(Kemper et al., 1980); también se están prescribiendo estas sustancias
adictivas para suprimir los síntomas de abstinencia de benzodiazepinas
(Bender, 1986). Algunos médicos recomiendan el uso de bloqueadores beta
para ayudar a aliviar los síntomas de abstinencia (la retirada de estas
sustancias a su vez conduce a más síntomas) o afectación en la presión
arterial por la reducción de sustancias tales como, por ejemplo, la clonidina.
Desde que cualquier cosa puede ser suprimida por los antiepilépticos como la
carbamazepina o la fenitoína, estos también se utilizan para tratar los
síntomas de abstinencia (Kaendler y Volk, 1996); pero a su vez estas mismas
sustancias pueden llevar más tarde a los síntomas de abstinencia.

Los psicoestimulantes
Como la retirada de los psicoestimulantes puede ser problemática, es esencial
que su desuso sea gradual, especialmente en el caso de los niños; Richman
explica:
"Las anfetaminas y las cuasi-anfetaminas como Ritalin (principio
activo metilfenidato) son drogas adictivas y la retirada de las mismas
puede provocar problemas graves. A diferencia de los sedantes
hipnóticos, no hay peligro de convulsiones potencialmente mortales
por abstinencia. Pero suspender repentinamente los
psicoestimulantes puede inducir a la desesperación grave (a veces de
proporciones suicidas), miedo extremo, y la psicosis de retirada. Por
lo tanto, se recomienda encarecidamente una retirada gradual."
(Network, 1984, p. 58)

Estabilizadores del ánimo


Cuando desee retirarse de la carbamazepina o del valproato, administrados
como estabilizadores del estado de ánimo, debe hacerlo de forma gradual
durante un período de al menos cuatro semanas ("BNF", 2012, pp. 239-240).
Las personas que han recibido carbamazepina y neurolépticos de forma
concomitante y que ahora desean dejar de tomar el medicamento
antiepiléptico pueden esperar que la concentración de los neurolépticos en la
sangre se eleve. Esto significa un aumento del riesgo de convulsiones
(Woggon, 1987), que es importante para las personas que siguen tomando
neurolépticos, ya que el umbral de convulsiones disminuye, aumentando la
probabilidad de convulsiones.
El retiro gradual de litio reduce el peligro de que se repitan los mismos
estados de ánimo que condujeron al tratamiento en el primer lugar (Mander y
Loudon, 1988; Faedda et al., 1993; Suppes et al., 1993). Las personas que
quieren dejar el litio deben reducirlo gradualmente durante un período de al
menos cuatro semanas, de preferencia durante un período de hasta tres meses
("BNF", 2012, pp. 241-242).
El retiro del litio puede tardar hasta tres meses, a fin de evitar problemas de
abstinencia. La feminista y escritora estadounidense Kate Millett tardó seis
meses para salir de la droga que tomaba sin embargo, estaba feliz con los
resultados:
"En 1988, en mi cumpleaños, 14 de septiembre, tomé 600 mg de litio
en lugar de los habituales 900, pasando por debajo del nivel
terapéutico para la primera vez. El 1 de enero, la reduje a 300 mg y
el 15 de marzo, la audacia de los idus de marzo, me fui a dormir por
primera vez en siete años sin tomar ningún litio en absoluto. No
ocurrió nada. Nada ha pasado." (1991, p. 310)

Los antidepresivos
Psiquiatras como Otto Benkert y Hanns Hippius de la Clínica de la
Universidad de Múnich de Psiquiatría han advertido desde hace mucho
tiempo que los órganos que se han acostumbrado a los niveles regulados de
antidepresivos pueden rebelarse si los medicamentos psiquiátricos se cortan
abruptamente:
"La abstinencia repentina después del uso a largo plazo de los
antidepresivos siempre debe ser evitada, Se pueden causar 'Los
síntomas de abstinencia' de agitación, trastornos de sudoración
profusa, náuseas, vómitos y trastornos del sueño." (1980, p. 34)
Por lo tanto, la retirada lenta siempre es recomendable (Network, 1984, p.
58); por ejemplo, disminuyendo en el transcurso de dos a cuatro semanas
(Shatan, 1966). El "BNF" aconseja:
"La dosis de preferencia debe ser reducida gradualmente durante
unas cuatro semanas o más tiempo si surgen síntomas de abstinencia
(6 meses en pacientes que han estado en tratamiento de
mantenimiento a largo plazo." (2008, p. 205)
Los pacientes ancianos deben reducir el antidepresivo tricíclico cada cuatro
semanas en un 25%, y de inhibidores de la IMAO (Inhibidores de
monoamina-oxidasa) también deben reducirse lentamente (Witzke-Gross,
2010, p. 31). En el caso de los nuevos ISRS (inhibidores selectivos de la
recaptación de la serotonina), se aconseja a los médicos consultar a los
expertos si los problemas de abstinencia no se pueden controlar:
"La dosis se debe disminuir en al menos un par de semanas para
evitar estos efectos. Para algunos pacientes, puede ser necesario
retirar el tratamiento durante un período más largo; considerar
obtener asesoría especializada si los síntomas persisten." ("BNF",
2012, p. 250)
Fenómenos de tolerancia y de rebote, incluso después de tomar los
medicamentos durante un corto período de tiempo y en dosis moderadas, así
como la posibilidad de cambios en los receptores, hacen de retiro gradual
esencial. Esto reduce el riesgo de los síntomas de abstinencia, que dura en
algunos casos, semanas o incluso meses, o el peligro en apariencia de ser
confundido con la recurrencia de los problemas originales, lo que lleva a su
vez a la reanudación de la administración de antidepresivos y otros métodos
psiquiátricos como el electrochoque. Sin embargo, la retirada de los
antidepresivos se presume que es extremadamente difícil.
Aquellas personas que intentaron su retirada brusca y que se enfrentan
ahora con síntomas de abstinencia graves deben volver a dosis más altas, pero
no necesariamente la dosis original, y luego disminuir lentamente. Si los
síntomas de abstinencia se producen una vez más, se recomienda aumentar la
dosis y luego reducir con más precaución (Tornatore et al., 1987, p. 107). En
referencia a la publicación de Kramer y sus colegas (1961), Janet Lawrence,
del Hospital McLean en Belmont, Massachusetts, se observa que ningún
autor da suficiente información sobre la rapidez con la que la dosis puede
reducirse; sin embargo, los síntomas de abstinencia son menos frecuentes en
los pacientes adultos cuando la droga se disminuye en un período de dos
semanas. Para los niños que consumen las drogas psiquiátricas, un período
más largo en la disminución puede contribuir a evitar problemas de
abstinencia (1985, p. 872).
Además de los consejos ambivalentes para reiniciar los antidepresivos y
detener los síntomas de abstinencia (Shatan, 1966), se mencionan diferentes
sustancias farmacológicas, lo que podría ayudar, en especial sustancias
anticolinérgicas como la atropina (el ingrediente activo de la belladona),
benztropina. Apenas se mencionan los remedios naturales de bajo riesgo,
como los recomendados por Anna Ochsenknecht (1993). Cualquier persona
que los requiera tiene que encontrar la información por sí misma.

Los neurolépticos y las combinaciones de neurolépticos y medicamentos


antiparkinsonianos
Después de la administración a largo plazo de neurolépticos, el consejo es
dejarlos gradualmente para minimizar el riesgo de síntomas agudos de
abstinencia ("BNF", 2012, p. 225). Lo que significa "a largo tiempo"
actualmente en realidad no está claro. Esto es comprensible, ya que el
desarrollo de dependencia física está determinado por diferentes
circunstancias, por lo que no se puede hacer ninguna declaración general.
Tornatore y sus colegas recomiendan: "Evitar los cambios bruscos de dosis;
un brusco aumento o disminución de la dosis pueden precipitar
convulsiones." (1987, p. 42). Consideraciones en la reducción de la dosis:
"Ten mucho cuidado, sobre todo por el peligro de convulsiones
cerebrales orgánicas y de las discinesias de abstinencia; por ejemplo,
poco a poco cada mes por un tercio de la dosis actual." (1991, p. 49)
Los psiquiatras estadounidenses Donald Klein y sus colegas también
recomiendan el retiro gradual, pero a un ritmo que muchos podrían encontrar
todavía como demasiado rápido:
"Esto se aplica a todos los agentes psicotrópicos. Síndromes de
abstinencia de varios grados de intensidad se han descrito para casi
todos estos agentes, aún con dosis bajas, subclínica (mal
reconocible) pueden ocurrir alteraciones fisiológicas tras la retirada
brusca. Para evitarlas, es preferible reducir la dosis en
aproximadamente 10% a 25% un día, moviéndose más lentamente
con dosis diarias más elevadas. Puede ser necesario prestar mucha
atención a los signos de abstinencia, con aumentos (mantenimiento
limitado en el tiempo de una dosis momentánea en el curso del
proceso de retirada – P.L.) temporales." (1980, p. 38)
El "Fachausschuss Psychopharmaka" (Comisión Especializada en Drogas
Psiquiátricas) de la Sociedad Alemana de Psiquiatría Social recomienda un
procedimiento mucho más lento:
"Cuanto más tiempo se tomó la medicación, más lento debe ser el
proceso. Si el medicamento fue tomado por más de cinco años, la
reducción debería tener lugar en un período de dos años." (DGSP,
2014, p. 36)
También se menciona la posibilidad de flexibilidad de los intervalos de
admisión, a por ejemplo, solo cada segundo o tercer día, con el fin de permitir
que el metabolismo cerebral se adapte a la disminución de la dosis. Si la
gente decide este horario, deben comenzar con un intervalo de dos días y
cambiarlo después de tres meses a tres días. Debido a sus características
farmacológicas, la clozapina y la olanzapina no son adecuadas para este
procedimiento (ibid.).
La administración de inyecciones de depósito y el uso paralelo ocasional
de medicamentos antiparkinsonianos requieren una consideración especial.
Las inyecciones de depósito actúan de dos a seis semanas, a veces más
tiempo. Richman informa simplemente rechazando otra inyección, que el
efecto de la anterior se desvanece poco a poco. En contraste con Richman, su
colega Helmut Fexer (1987) de Múnich recomienda una retirada lenta,
incluyendo de neurolépticos de depósito, lo que significa mililitro por
mililitro. Cualquier persona que quiera evitar discusiones difíciles con los
prescriptores de inyecciones de depósito, como a veces ocurre, puede intentar
cambiar a los comprimidos en primer lugar, lo que les permite responder a
cómo se sienten en un momento específico. Si va a tomar un neuroléptico y
un medicamento antiparkinsoniano Richman recomienda:
"Después de haber retirado completamente el neuroléptico, se debe
dejar gradualmente el antiparkinsoniano durante las siguientes 2-4
semanas. Esto puede ser la parte más difícil e incómoda de la
retirada." (Network, 1984, p. 58)
Si un neuroléptico se está administrando como un depósito, este debe ser
retirado primero, mientras que el medicamento antiparkinsoniano se debe
continuar durante aproximadamente seis semanas antes de que se suspenda
durante un período de dos semanas. Si se producen síntomas de abstinencia,
el medicamento antiparkinsoniano se debe tomar de nuevo e intentar su
desuso más adelante a un ritmo más lento.
Para evitar una situación dramática o agonizante, en general se recomienda
dejar el medicamento antiparkinsoniano (AP) de forma gradual. Pueden ser
aliviados los síntomas vegetativos y de abstinencia psicológicos. Lacoursiere
y sus colegas afirman:
"Aunque no tenemos datos de apoyo, es probable que estos síntomas
de abstinencia se manejen mejor en un gradual retiro, en lugar de un
abandono brusco de los neurolépticos y AP, dando al cuerpo una
oportunidad para reajustar diversos mecanismos fisiológicos.
Cuando ocurran los síntomas pueden ser tratados con medidas de
apoyo cuando sea necesario, e. g., con sedantes, hipnóticos y
antiácidos (medicamentos para bloquear la secreción de ácido por las
células gástricas – P.L.). La continuación de AP a veces puede
proteger al paciente de los síntomas; en cualquier caso, debido a su
duración de acción más corta a menudo son indicados por un par de
días, un poco más que los neurolépticos." (1976, pp. 292-293)
Si el deseo es retirar el medicamento antiparkinsoniano, pero no los
neurolépticos, a continuación, de acuerdo con Adolf Pietzcker,
"... El medicamento antiparkinsoniano debe retirarse paso a paso, no
bruscamente, para evitar los síntomas de abstinencia. Si se hace un
intento de dejar de tomar neurolépticos y medicamentos
antiparkinsonianos, al mismo tiempo, el último debe ser tomado por
un par de días más, debido a la vida media más larga de los
neurolépticos los efectos secundarios extrapiramidales (trastornos
caracterizados por trastornos en la tensión muscular y movimiento)
que se puede esperar." (1987, p. 56)
Witzke-Gross señala que, al dejar los medicamentos antiparkinsonianos,
puede desarrollarse una variedad de síntomas de abstinencia, aunque son
bastante raros:
"Debido al pequeño riesgo de la ocurrencia de un complejo de
síntomas similares al síndrome neuroléptico maligno3 tales como
hipertermia, sudoración abundante, rigor generalizado, taquicardia
(latido cardiaco acelerado), alteraciones psíquicas y el aumento de
CK4, los medicamentos antiparkinsonianos no deben dejarse
abruptamente. Se recomienda una reducción lenta de la dosis a lo
largo de cuatro semanas. Entre otros, la hipotensión y el temblor
muscular serían efectos secundarios después de dejar estas drogas."
(2010, p. 32)
Durante la retirada, el efecto de amortiguamiento del fármaco disminuye,
mientras que al mismo tiempo emergen las perturbaciones de movimiento y
el efecto suicida masivo por los neurolépticos. Si esta sensibilidad es más
rápida de lo que las tendencias suicidas desaparecen, el riesgo de suicidio es
mayor temporalmente. Por tanto, es importante en el caso de la depresión
causada por los neurolépticos, tomar medidas para calcular este riesgo y las
medidas adecuadas para su reducción.

Combinaciones
Los médicos todavía están recetando una combinación cada vez mayor de
drogas psiquiátricas. ¿Cómo se supone que las personas van a bajar estas
combinaciones? es un tema que rara vez se aborda. Aderhold y Witzke-Gross
han compartido sus opiniones sobre las combinaciones de los neurolépticos:
"En el caso de varios medicamentos sólo una sustancia a la vez debe
ser dejada. La retirada debe comenzar con la medicación que puede
ser más fácil de prescindir." (Aderhold, 2010, p. 66)
En su artículo "Dejar los fármacos en pacientes mayores –pero ¿cómo?",
donde se aborda la retirada de drogas psiquiátricas y otros medicamentos,
Witzke-Gross aconseja:
"Paso 1º: Si varias drogas pueden ser suspendidas, para la elección
de la primera medicación a disminuir, se debe considerar la droga
que más probablemente cause efectos secundarios y se administre
sin indicación clara.
Paso 2: Siempre detener o reducir solo un medicamento a la vez. Si
un paciente se siente incómodo, se puede identificar la causa con
mayor facilidad." (2010, p. 30)
Breggin, da en principio, el mismo consejo y ruega al comenzar con el
medicamento psiquiátrico más peligroso, en general, el neuroléptico, o
eliminar la clase de droga que se ha iniciado recientemente. Si las personas
toman combinaciones de medicamentos que tienden a contrarrestar los
efectos de otro, por ejemplo, estimulante y sustancias sedantes, ayudarían a
reducirse alternativamente con el tiempo (Breggin, 2012, p. 197).
Claramente, los prescriptores, no consideran que las personas que se les
han formulado tales combinaciones puedan querer dejarlas y necesitar ayuda
terapéutica para hacerlo. Unos pocos estudios consultaron la transición de la
llamada a la polifarmacia, a lo sumo, uno neuroléptico (Suzuki et al., 2003,
2004) es la excepción. Las siguientes recomendaciones son consejos no
probados pero que ilustran una de las varias opciones disponibles. Algunos
médicos recomiendan siempre retirar primero el medicamento con los efectos
secundarios más desagradables o el que puede ser eliminado más fácilmente
desde una perspectiva psiquiátrica. Dado que tanto los efectos y la necesidad
de las drogas psiquiátricas son subjetivos, no es aconsejable hacer ninguna
recomendación estricta sobre la abstinencia.
Cualquier persona que desee retirarse de neurolépticos de alta y baja
potencia, probablemente debería primero dejar el de alta potencia y luego el
de la potencia baja (generalmente supresivo). Una vez que se ha dejado el
neuroléptico de alta potencia uno puede retirar los de baja potencia
inicialmente durante el día (para que no genere alteraciones en el sueño). La
dosis de la tarde solo debe ser suspendida después. Si se han tomado los
medicamentos durante un largo tiempo, es muy importante la retirada paso a
paso. Si el uso de la droga se ha asociado con dificultad para conciliar el
sueño, es recomendable dejar la primera dosis de la tarde. Por otro lado, si el
fármaco se asocia con cansancio excesivo durante el día, es aconsejable que
se suspenda la dosis durante el día antes de la dosis de la tarde. Esta
recomendación se aplica a la combinación de neurolépticos de alta potencia
estándar, así como los neurolépticos "atípicos". En este caso, es aconsejable
dejar los neurolépticos de alta potencia primero; no obstante es posible
abandonar los dos a la vez.
Cualquier persona que desee bajar combinaciones de neurolépticos con
antidepresivo puede comenzar con el neuroléptico y después con el
antidepresivo. El orden también puede cambiarse iniciando con el
antidepresivo y luego continuar con el neuroléptico. En el caso de uso a largo
plazo, una retirada gradual es, por supuesto, esencial.
Si se producen síntomas graves de abstinencia en esta fase, probablemente
serán suprimidos por un neuroléptico que se continuará durante algún tiempo.
Una vez que han disminuido los síntomas de abstinencia por tranquilizantes
el neuroléptico puede, a su vez, también suspenderse, poco a poco, si es
necesario. Si alguien deja el neuroléptico primero y sigue tomando el
tranquilizante durante algún tiempo, el tranquilizante puede suprimir los
síntomas de abstinencia del neuroléptico.
Si alguien decide dejar de tomar una combinación de litio con
neurolépticos es probable que sea aconsejable empezar poco a poco con el
neuroléptico, y luego seguir paso a paso con el litio.
En el caso de combinaciones de antidepresivos y tranquilizantes, es
posible comenzar con cualquiera de los fármacos. El retiro gradual es
esencial después de uso a largo plazo.
Ehud Klein (1986) y sus colegas del National Institute of Mental Health
(Instituto Nacional de Salud Mental) en Bethesda, Maryland, informan que
utilizan el estabilizador de ánimo carbamazepina al retirar el alprazolam
(benzodiazepina-tranquilizante) para minimizar los síntomas de la
abstinencia. Esta experiencia implicaría que en el caso de dejar las
combinaciones de las benzodiazepinas con los estabilizadores del ánimo
el tranquilizante debe suspenderse primero y luego el estabilizador del ánimo.

Una vida sin drogas psiquiátricas


Cuando el cuerpo finalmente ha dejado las drogas psiquiátricas y está limpio
en sí, volverá a aparecer, dependiendo de las circunstancias, una vitalidad
olvidada hace mucho tiempo. Sin embargo, la creencia de que la estancia en
una institución psiquiátrica o la visita a un médico fue solo un accidente o
mala suerte ha llevado a muchas personas a suprimir rápidamente los
pensamientos y sentimientos desagradables que condujeron a un tratamiento
en primer lugar. Esto puede ser peligroso.
Si alguien ha tenido un tratamiento psiquiátrico involuntario, se debe
preguntar cómo puede cambiar su vida a fin de reducir la ansiedad, que
probablemente todavía experimenta. Si alguien ha tomado medicamentos
psiquiátricos más o menos voluntariamente, tiene que preguntarse si encontró
lo que estaba buscando, ya sea la paz, ayuda, atención, cuidado,
conocimiento o reconocimiento. Si una de estas experiencias, por derecho
propio, de gran valor, fue la verdadera razón para el tratamiento psiquiátrico,
entonces vale la pena preguntarse si la droga era el mejor método para
conseguir esto, y si puede haber otras formas de lograrlo sin la exposición de
su cuerpo a productos químicos tóxicos.
Doris Latta, psicóloga de un centro de asesoramiento en Berlín para
mujeres adictas a los medicamentos de prescripción, habló en una entrevista
con un diario, de la grave crisis que se produce en la dura retirada de estas
sustancias:
"Limpio significa confrontación con uno mismo. La confrontación
con lo que fue suprimido por las tabletas y lo que ya no quiere sentir.
Significa cambiar tu vida." (citado después de "Edelabhängigkeit",
1993)
Dado que los problemas psiquiátricos pueden aparecer meses o años después
del desuso de estas sustancias, de acuerdo con algunos de los afectados,
puede ser recomendable tomar una pequeña dosis de un medicamento
psiquiátrico para poder calmar rápidamente, ya que el efecto es muy fuerte en
un cuerpo que ha sido desintoxicado. Este enfoque puede ser útil a pesar de
los riesgos asociados incluso con una sola dosis de una droga psiquiátrica que
puede ayudar a evitar el compromiso de una institución psiquiátrica.
La creencia de que se trataba de "otros malvados" (vecinos, marido,
esposa, padres, médico de familia, psiquiatra, policía, servicios psicosociales
etc.) o de la "enfermedad mental" (trastorno metabólico, la disposición
genética, vulnerabilidad etc.) lo que llevó a la administración de los fármacos
psiquiátricos en primer lugar, puede hacer más difícil para las personas
asumir la plena responsabilidad de sus propias vidas, una vez que se ha
completado la retirada de los medicamentos. Es difícil de romper el hábito de
buscar a alguien o algo para echarle la culpa. Si la angustia emocional que
llevó a la primera prescripción de los fármacos psiquiátricos tiene una base
orgánica: serie de alteraciones metabólicas, disfunción de órganos,
(frecuentemente se conocen venenos ambientales que causan problemas
mentales) es poco probable encontrar un psiquiatra de orientación biológica,
ya que los psiquiatras por lo general no buscan este tipo de causas. Las crisis
mentales –como es el caso de las crisis físicas– ofrecen una oportunidad para
el cambio, de hecho, lo exigen. Esto requiere hacer frente a su propia historia,
ya sea en el diálogo con uno mismo, en un grupo de autoayuda, con amigos,
familiares o terapeutas, siempre y cuando estén libres del bagaje de creencias
psiquiátricas y de los juegos de poder.
En su práctica, Marc Rufer vio a muchos consumidores de drogas
psiquiátricas que estaban dispuestos a desprenderse de ellas. Hace un llamado
a los profesionales para darles apoyo, trabajando a través de sus historias y la
historia:
"El mismo individuo tiene que entender lo que pasó con él, lo que ha
vivido y por qué reaccionó así y no de otra manera. ¿Dónde radica el
problema?, ¿cómo se desarrolla la causa que provocó el
empeoramiento hasta necesitar ayuda para cualquier conducta
sospechosa? Es de vital importancia que este tema se trate en
profundidad. ¿Qué pasó? ¿Quién estaba involucrado? ¿Tenía que ver
con la escuela, el trabajo, los padres, las relaciones, la sexualidad?
¿Qué hacer con los celos, la dependencia, la adicción? ¿Con los
problemas de rendimiento, por ejemplo, el sentimiento, el miedo, o
incluso la certeza de no llevar a cabo de manera satisfactoria, de no
cumplir con las demandas y expectativas de los padres, maestros o
parejas? ¿Con el temor de no aprobar los exámenes, de no ganar lo
suficiente, de no ser una pareja sexual satisfactoria? ¿Con el
crecimiento, con el niño al salir de casa? ¿Se trata de la soledad, la
imposibilidad de acercarse o desarrollar relaciones con otras
personas y el mantenimiento de estas relaciones? Estas son
preguntas que todos podemos resolver, mas si continúan o
permanecen sin darles solución durante mucho tiempo, son capaces
de conducir a estados de locura.
¿Dónde está el punto exacto que originó el desarrollo de la calamidad?
Estas necesidades se deben aclarar, con autosuficiencia y conocimiento: "A
partir de ahora puedo evitar este tipo de desarrollos. Puedo controlarlos, está
en mis manos. No necesito ningún médico, ningún medicamento ni
institución." (Rufer, 1990)

Resumen de consejos de (ex-) usuarios y supervivientes de psiquiatría


que han experimentado abstinencia
No existe una receta patentada para excluir problemas cuando salga o deje los
medicamentos psiquiátricos: la singularidad de las personas, sus problemas y
las posibilidades de mitigar cualquier esperanza en un enfoque general. Los
factores descritos por los autores en este libro tan esencial para la retirada
exitosa de estas sustancias, ilustran la diversidad de estrategias y necesidades.
Cuando se avecine algún problema, la reducción de la dosis poco a poco,
es la mejor manera de disminuir los riesgos de abstinencia. Esto es
especialmente importante si un medicamento psiquiátrico ha sido tomado por
más de uno o dos meses. En condiciones óptimas, todos los factores
necesarios para la retirada exitosa estarían presentes simultáneamente: una
actitud responsable, un ritmo que coincide con la dosis y la duración de
tratamiento de drogas, ambientes de apoyo, asistencia apropiada, especialistas
cualificados y un grupo de autoayuda de soporte.
Como regla general, se pueden asumir las circunstancias; mientras se logra
el objetivo son lo opuesto a lo óptimo. En el peor de los casos, no hay otra
posibilidad de ayudarse a sí mismo que salir de la selva de la adicción
psicofarmacológica. Ulrich Lindner le enseño su hermano, que tiene
experiencias con el retirode sustancias: "Tienes que lanzarte tú mismo de
cabeza a la ciénaga de la autodestrucción –como lo hizo Munchhausen."
Olga Besati anima:
"Estamos por nuestra cuenta, llamados a vivir de una manera
responsable. No solo estamos condenados y amordazados por otros.
Siempre tenemos más fuerzas (y las fuerzas de auto-ayuda, también)
disponibles que las que podríamos haber pensado en los días
oscuros." (2004, p. 141)
Algunos autores sostienen que, como condición para el éxito, es importante
ver a través de la incompetencia y la baja probabilidad de una ayuda eficaz de
los prescriptores de medicamentos psiquiátricos; renunciar a las ilusiones
acerca de su ayuda, al separarse del prescriptor, por medio de la comprensión
de la estigmatización de los problemas en la vida –como enfermedad. "He
sacrificado veintiún años valiosos de mi vida esperando inútilmente una
mejora o una cura", dice Bert Gölden y resume: "Reconocer su sufrimiento y
convertirse en su propia terapeuta –ayuda a sí mismo." Para aumentar las
posibilidades de éxito a largo plazo en la retirada de medicamentos, se niegan
adaptarse a las situaciones desagradables; esto puede significar dejar un
ambiente agobiante, así como la terminación de una relación inapropiada.
Estar loco es una señal que muestra la necesidad de un cambio, dice Maths
Jesperson: "La locura no es una enfermedad que se cura. Mi locura surgió
como una llamada para buscar una nueva vida." Aquellos que aprenden a
tomar en serio los sentimientos, a seguir su propia intuición para reaccionar a
las señales de advertencia en una crisis progresiva, escapan del peligro de las
drogas psiquiátricas prescritas por segunda vez. Por lo tanto, el desarrollo de
respuestas tranquilas a las circunstancias desagradables en la vida, la
paciencia, el coraje, la determinación y la comprensión de que el daño y el
dolor son inherentes a la vida fueron de ayuda para algunos autores. Ahora se
admiten sus errores y aceptan recaídas sin desesperar inmediatamente. Oryx
Cohen considera posibles recaídas y su propia vulnerabilidad, que permite
evitar el futuro:
"Nunca más tendría la actitud de que esto no puede volver a suceder.
Ahora sé que la combinación del estrés con la falta de sueño,
probablemente produciría un estado de alteración. Esta toma de
conciencia me hizo sentir muy vulnerable. Pero ahora sabía cuál era
mi vulnerabilidad y podía protegerme."
Los autores han aprendido a vivir a través de situaciones de miedo y para
reducir las ansiedades profundas. Wilma Boevink informa:
"Durante años he desarrollado el coraje de enfrentar lo que traté de
cubrir con todas mis dependencias y adicciones. Luché contra los
monstruos de mi pasado. Fui capaz de hacerlo, pero primero tuve
que admitirlos y mirarlos a los ojos. (...) Tienes que encontrar el
valor de confesarte a ti mismo cómo han sido las cosas hasta ahora."
Cuando los (ex-) usuarios y supervivientes de psiquiatría entienden la
conexión entre la violencia o el abuso y sus dificultades, comprenden los
síntomas locos e inquietantes y reaccionan de formas alternativas a las crisis,
es más fácil para ellos romper la implicación emocional de los problemas de
la vida y hacer frente a ellos. La búsqueda de la comprensión que comienza al
final de una fase de locura aguda o depresión adquiere cualidades
preventivas, como dice Regina Bellion: "El que llega a la parte inferior de sus
experiencias psicóticas, después, obviamente, no funciona en la siguiente fase
psicótica demasiado pronto."
Algunos autores lo consideran como una condición fundamental para notar
su (co-) responsabilidad en sus vidas, su pasado cargado de problemas y su
responsabilidad por su futuro. Hábitos de sueño regulares son un componente
clave de la auto-responsabilidad de algunos autores.
En primer lugar, la sensación y cumplimiento de la ocupación –un trabajo
remunerado o una actividad de ocio (sobre todo escrito)– así como el amor y
la amistad se suman a la actitud positiva ante la vida, que hace que sea mucho
más fácil dejar las drogas psiquiátricas. Es muy importante también no perder
terreno argumentado, en defensa de uno mismo y ser capaz de hablar de
cosas delicadas. Las amistades demuestran su valor si el contacto es continuo
durante una crisis.
Mientras ellos hacen un intercambio no invasivo abierto a los posibles
problemas personales, los grupos de autoayuda y redes de apoyo son tan
útiles como la amistad. Por otra parte, los grupos de auto-ayuda constituyen
un marco para el asesoramiento mutuo y para la difusión de información
sobre los posibles daños causados por las drogas y los problemas al dejarlas,
como informa Nada Rath.
"Lo más importante eran las conversaciones con (ex-) usuarios y
supervivientes de psiquiatría que tuvieron experiencias similares y
una actitud similar hacia el mundo." (2004, p. 146)
Para Una Parker, co-orientación significa el fin del peligro de las drogas
psiquiátricas y los electrochoque además:
"Se ha hecho una gran diferencia para mí, creo que el apoyo que he
recibido de períodos ordinarios de sesiones de co-orientación no solo
me mantuvo fuera del sistema psiquiátrico, también me ayudó a ser
mucho más eficaz en mi vida." (2004, p. 137)
Al dejar los fármacos, pueden ayudar a reducir o mitigar los problemas: la
desintoxicación homeopática, el consumo de medicamentos con remedios
naturistas (por ejemplo, hierba de San Juan, valeriana), la psicoterapia, las
conversaciones en grupos o solos, los deportes, la meditación, la oración,
etc...

Resumiendo las experiencias de profesionales que han colaborado con la


retirada
Hay ayudantes profesionales que señalan su presencia humana y su
disponibilidad en los momentos críticos al dejar los medicamentos, como un
requisito previo para un apoyo eficaz. Pero los (ex-) usuarios y supervivientes
de la psiquiatría tienen que trabajar también en la superación de los
problemas que pueden aparecer cuando surjan. Constanze Meyer, psicóloga y
psicoterapeuta, sabe que esto no siempre es fácil:
"Estas soluciones tienen en común que normalmente se necesita
mucho tiempo y un enfrentamiento activo con la propia situación, las
propias actitudes y patrones de comportamiento." (2004, p. 253)
El consultor psiquiatra Bob Johnson escribe: "Escuche al paciente para
averiguar lo que está mal." A menudo, usted simplemente tiene que encontrar
una manera de salir de un conflicto social, lea el capítulo de Pino Pini con el
ejemplo sobre Alberto y la discapacidad intelectual.
Cuando se presenta más miedo en los (ex-) usuarios y supervivientes de la
psiquiatría es cuando es más importante la relación de confianza frente a la
ayuda profesional y el/la "paciente sabe que puede confiar en el terapeuta si
hay algún problema" (practicante de sanación Klaus John). Su colega Elke
Laskowski, ilustra la interacción entre especialistas y ofrendas humanas: "Por
supuesto, hablar de los problemas y ofrecer al paciente la oportunidad de
llamar en cualquier momento tiene un efecto terapéutico incomparable."
(2004, p. 277)
Para ser reducidos, los temores de retiro deben ser contextualizados con
información especializada y precisa sobre los riesgos de las drogas
psiquiátricas y su retiro. Las experiencias en la Casa de Escape en Berlín,
según lo informado por Kerstin Kempker en su contribución, muestran la
importancia y el éxito que tiene el retiro de medicamentos intensivo y guiado.
La comunidad, el apoyo, el personal experimentado (si es posible con su
propia experiencia de retiro) y los médicos responsables cuando se necesitan
son las condiciones que buscan los (ex-) usuarios de psiquiatría y personas
que han tomado muchos psicofármacos y quieren dejar de hacerlo. Sin
embargo, los centros que ofrecen ayuda y asistencia residencial, si es
necesario, con atención las 24 horas, son muy poco frecuentes en muchos
países.
Como regla general, a (ex-) usuarios y supervivientes de psiquiatría se les
ofrecieron por primera las drogas psiquiátricas en vez de la ayuda adecuada
para sus problemas psicosociales. Esta omisión del deber de asistencia se
repite cuando se busca ayuda para dejar las drogas. Los acontecimientos
actuales en la política de la psiquiatría no han mostrado ninguna mejoría; por
el contrario, los grupos de presión de las asociaciones organizadas de
familiares, que son patrocinados por la industria farmacéutica, solo han dado
lugar a una mayor consolidación de la psiquiatría como un negocio
ambulatorio coaccionado. Bienaventurados los que salir con éxito.

¡Tenga cuidado con los sabelotodo!


Sin lugar a dudas, es importante permanecer alerta no solo sobre los
terapeutas, médicos y, en particular, los psiquiatras, sino también con todos
aquellos que cobran bastante con afirmaciones falsas para curar
infaliblemente problemas psicológicos y sociales. No olvidemos que la
psicoterapia o el psicoanálisis también pueden ser objeto de abuso y crear
situaciones de dependencia –como el libro "Therapieschäden – Risiken und
Nebenwirkungen von Psychotherapie" (Los daños de la terapia de riesgos y
efectos secundarios de la psicoterapia, 2002) como los psicólogos Michael
Märtens y Hilarion Petzold demuestran de forma impresionante, o como el
sector de la auto-ayuda gratuita de personas que desean obtener ganancias a
costa de los que están seriamente buscando ayuda. David Webb critica el lado
oscuro de los grupos de auto-ayuda, que es, en general, ignorado por las
personas involucradas, a menudo con consecuencias fatales:
"En el tiempo de la lucha, una de las cosas más molestas fueron
todas esas personas que creían que lo que había ido bien para ellos
también podría funcionar para mí. El camino hacia la paz y la
libertad es único para cada individuo y es muy personal."
La dependencia de las drogas psiquiátricas no debe ser sustituida por una
nueva dependencia. Más allá de la salud, no hay nada más valioso que la
libertad y la independencia.
Me gustaría expresar mi respeto y admiración a los autores que ofrecieron
sus historias personales. Estas historias cuentan cómo fueron capaces de dejar
las drogas psiquiátricas sin depender del cuidado de un médico ni estar en
una clínica nuevamente, e ilustran la forma en que fueron capaces de llevar
una vida libre –o al menos relativamente libre– de medicamentos
psiquiátricos, a pesar de los diagnósticos de los médicos y psiquiatras. Mi
respeto y agradecimiento se extiende también a los profesionales que ayudan
y apoyan a las personas que desean dejar de tomar drogas psiquiátricas. No
siempre es fácil ayudar a alguien a través de este proceso, y estos
profesionales lo hacen en contra de la norma, a menudo en la renuncia a una
vida de relativa comodidad, ocio, y mayores ingresos que de otro modo
tendrían.

Anotaciones
1 Dosis equivalente aproximada: diazepam 5 mg = clordiazepóxido y oxazepam 15 mg,
lorazepam 0.5 mg, loprazolam y lormetazepam 0.5-1 mg, nitrazepam 5 mg, temazepam
10 mg ("BNF", 2008, p. 182)
2 "Los pasos pueden ser ajustados de acuerdo a la dosis inicial y la duración del
tratamiento, pueden ir de diazepam 500 microgramos (una cuarta parte de una pastilla
de 2 mg) a 2.5 mg" (ibid.)
3 Un neuroléptico inducido puede poner en riesgo la vida con complejos síntomas como
la hipertermia (fiebre), rigidez muscular (rigor) y ausencia de ánimo
4 La enzima creatina quinasa se observa en los análisis de sangre como un marcador que
identifica ataques al corazón, degradación muscular, distrofia muscular, insuficiencia
renal aguda etc.

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Karl Bach Jensen

Desintoxicación en el grande y en el pequeño. Hacia una


cultura de respeto
Cuando de joven sufrí seriamente de enfermedad mental mi familia y yo no
sabíamos nada más que la típica respuesta psiquiátrica: diferentes tipos de
fármacos neurolépticos en fuertes dosis. Ahora sé que la psiquiatría no tiene
nada relevante que ofrecerme. Cuando me vuelvo loco, me quedo lejos de los
médicos para evitar cualquier riesgo a ser forzado a tratamiento psiquiátrico.
Pero cuando se cae en la enfermedad mental, defenderse del maltrato
psiquiátrico en mi país significa no obtener ninguna ayuda profesional en
absoluto.
En el movimiento de usuarios / supervivientes psiquiátricos a nivel
nacional e internacional he participado en la lucha por el derecho a la
atención libre de drogas y a no arriesgar ningún tratamiento en contra de la
propia voluntad. También he sentido la necesidad de encontrar y desarrollar
el conocimiento y una visión alternativa en la parte de la vida humana, que la
psiquiatría trata de controlar.
He llegado a comprender los fenómenos que la psiquiatría ocupa desde un
enfoque muy diferente al de la enfermedad mental; ya sea que
irracionalmente experimente voces, visiones, paranoia, euforia o autismo. La
depresión, la ansiedad o el miedo extremo son una manera de sobrevivir.
Detrás de la llamada enfermedad mental se puede descubrir una buena
disposición de los patrones de supervivencia, como la diversidad integrada en
la humanidad por la naturaleza y la evolución. Otros pacientes mentales –Me
gusta supervivientes psiquiátricos– no sufren de ninguna enfermedad
cerebral, nosotros no tenemos ningunos genes equivocados. Puede que yo no
sea perfecto, pero soy un ser humano, mi locura tiene un sentido y tengo el
derecho a vivir como soy, sin correr ningún riesgo que mi cerebro y el resto
de mi cuerpo sean dañados por la tecnología avanzada psiquiátrica.

La persona psicótica como un estandarte en nuestra cultura


Un buen ejemplo de un enfoque alternativo a los fenómenos que la
psiquiatría etiqueta como enfermedad mental, es el antropólogo noruego y
profesor de filosofía – Jens-Ivar Nergård. En su libro "Den vuxna barndomen
– Den psykotiske personen som vaegvisare i vår kultur" (La infancia adulta –
La persona psicótica como un poste indicador en nuestra cultura) traza
paralelos entre la persona psicótica en nuestra cultura moderna y el consejero
espiritual tradicional, el chamán en la cultura lapona Un buen ejemplo de un
enfoque alternativo a los fenómenos, que la psiquiatría etiqueta como
enfermedad mental, es el antropólogo noruego y profesor de filosofía – Jens-
Ivar Nergård. En sus barndomen vuxna libro "Den vuxna barndomen – Den
psykotiske personen som vaegvisare i vår kultur" (La infancia adulta – La
persona psicótica como un poste indicador en nuestra cultura) que traza
paralelos entre la persona psicótica en nuestra cultura moderna y el consejero
espiritual tradicional, el chamán en el Samic o la cultura lapona1:
"El chamán es una persona con cualificación especial para ver o
sentir lo que la mayoría de su pueblo no puede ver o sentir. Así que,
por los otros miembros de la cultura del chamán es visto como una
persona con un regalo especial o capacidad de ponerse en contacto
con lo 'extraordinario'. (...) También es una persona que puede entrar
en su propio cuarto interior y a través de eso lograr un contacto más
profundo con los miembros de su propia sociedad." (Nergård, 1992,
p. 94)2
Nergård escribe que el dolor de una persona psicótica en las culturas
modernas viene de experimentar la cultura. Al aislarlo a él / ella, la cultura se
vuelve menos y menos una idea de sí mismo. Se excluye un conocimiento
valioso de la comunidad.
Según Nergård el chamán y la persona psicótica son muy parecidos. Pero
el chamán tiene una audiencia y comparte el punto de vista de su comunidad,
dispuesta a escuchar sus experiencias.
"En nuestra cultura la persona psicótica es una persona enferma. Por
lo tanto no contamos con ninguna sabiduría para obtener de él o ella.
El aislamiento relacionado con la falta de 'audiencia' es el destino de
la persona psicótica de nuestra cultura." (ibíd., p. 96)
La enfermedad llamada psicosis parece ser más una condición en la cultura
de la persona individual. Un estado crónico de la psicosis crónica refleja el
aislamiento de la persona psicótica.
"Mientras que el chamán es un guía en la cultura Samic, la persona
psicótica es portadora de una situación de la vida, que en primer
lugar en nuestra cultura se considera como carente de sentido. (...)
Lo que hace que la psicosis sea una enfermedad en nuestra cultura
podría deberse al total aislamiento, a la falta de una audiencia."
(ibíd., p. 97)
En las culturas que no tienen formas sistemáticas para aislar o excluir los
fenómenos psicológicos extraordinarios, parece que estos no se consideran
extraordinarios ni desviados. El que en estas culturas es diferente soporta un
dolor, que todo el mundo comparte más o menos. El dolor se minimiza
cuando a través de rituales es colectivizado y se convierte en una experiencia
común, donde todo el mundo lo reconoce.
La tragedia de la persona psicótica según Nergård no es que se sacrifica a
sí mismo y a su vida, sino que es una parte de una cultura que no entiende,
que su psicosis, fundamentalmente, debe ser reconocida como un acto de
sacrificio a base de intuición.
"Si la cultura es incapaz de comprender su situación y la de los
demás, cada vez más personas tienen que ser sacrificadas. De esa
manera la falta de auto-comprensión de la cultura crea espacio para
más y más pacientes psicóticos. (...) Nuestra cultura racional de la
ciencia está en la falta de rituales y patrones institucionalizados para
la actuación y el entendimiento colectivo, lo que podría dar a la
cultura, en común, el acceso a las experiencias de la persona
psicótica. El ritual más importante de nuestra cultura consiste en
encerrar al paciente psicótico en un instituto y medicarlo para que su
vida se debilite lentamente y se apague." (ibíd., pp. 98-99)

Patrones de exilio mental como diversidad humana


Es una cuestión de pensamiento creativo y exploración para descubrir e
imaginar que los patrones de la preparación psicológica, emocional,
conductual y espiritual podrían desempeñar un papel para nuestros
antepasados para sobrevivir en condiciones muy diferentes a la moderna
"civilización".
¿Qué diversos patrones de la conciencia espiritual, la percepción
extraordinaria y habilidades para comunicarse con los espíritus y antepasados
significaba vida o muerte para la supervivencia de los individuos, las
familias, las tribus y las personas en la infancia de la humanidad?
¿Qué patrones de exilio mental, podrían desempeñar un papel para salvar
vidas de personas que vivieron por generaciones bajo condiciones esclavistas
peores que los animales criados en granjas y zoológicos, o los individuos que
quedaron atrás y sobrevivieron entre los animales salvajes?
En la historia personal de cada individuo, hay razones por las que tal o cual
patrón de supervivencia psicosocial pertenecen a la diversidad de los seres
humanos que entra en vigor.
Si estos patrones significan un comportamiento que entra en conflicto con
el contexto social en el que se espera que funcione, se convierte en un
problema visible, una angustia psicosocial que podría interpretarse como
síntoma de enfermedad mental. Entonces usted se convierte fácilmente en un
objeto de la teoría y la práctica psiquiátrica, lo desee o no.
Si acepta el enfoque psiquiátrico, su estrategia personal para sobrevivir se
convierte en algo hostil, en una parte "equivocada" suya, de la que usted tiene
que ser tratado o curado. Pero la cura, basándose en un enfoque
fundamentalmente equivocado muy a menudo obliga a los patrones de
supervivencia a romper aún más fuerte. En vez de ayudar a salir de su exilio
mental son empujados a permanecer en él o incluso buscar aún más refugio.
Algunas personas creen que la psiquiatría ayuda mucho. Pero, directa o
indirectamente, coacciona a otras personas a un sistema que evidentemente
empeora sus problemas, lo que no es justo en absoluto.

Contra la naturaleza íntima de la humanidad


En mi país, más o menos igual que en otros países industrializados, la
agricultura se ha vuelto en contra de la naturaleza. Las hierbas y los animales
salvajes han sido definidos como enemigos contra los cuales se ha legalizado
casi cualquier tipo de guerra. Pero esta guerra contra la parte salvaje de la
naturaleza se ha convertido ahora en una guerra contra los humanos: venenos
repartidos por todo el campo para combatir y controlar los organismos
biológicos silvestres, y fertilizantes artificiales destinados a maximizar los
beneficios. Ahora cada vez más se destruye la calidad de nuestra agua potable
y el valor nutritivo de los alimentos que se producen. Los consumidores están
en contra de esta forma de tratamiento de la base de nuestra existencia, la
madre tierra y la naturaleza.
Una tendencia similar se mostrará en contra de la tecnología de la
psiquiatría que se ha convertido a sí misma en contra de nuestra naturaleza, la
parte "salvaje" interior de la humanidad.
La respuesta en la agricultura ha sido la de pasar de la lucha contra la
naturaleza y la dependencia de la industria química a entender y cooperar con
la naturaleza, de acuerdo con principios y conocimientos ecológicos
orgánicos.
De manera similar a lo que ocurrió con la agricultura cuando la industria y
las grandes empresas se hicieron cargo, la parte dominante de la psiquiatría,
cada vez más dependiente de la tecnología avanzada, que une en sí a los
gigantes industriales y financieros, se ha convertido en una seria amenaza
contra la humanidad.
Hacer frente a la locura, de una forma adecuada, significa descubrir, o por
lo menos aceptar, el significado de las actitudes más extrañas y locas. ¿Por
qué la naturaleza desarrolla un patrón para sobrevivir así? ¿Por qué esta
persona determinada tiene que sobrevivir al pensar, experimentar,
comportarse, sentir lo que él o ella hace? Descubrir el significado de la
locura, significa abrir su propia mente, para crear un diálogo con sus
compañeros humanos y su ser interior.
Cooperar con la naturaleza significa también ser conscientes de la estrecha
relación dialéctica entre la mente y el cuerpo. Una alimentación saludable
significa mucho cuando tratamos de equilibrar nuestra mente para hacer
frente a las emociones fuertes, para liberar a su yo espiritual, para traer a su
conciencia desde un exilio mental interno de nuevo a la vida social que
necesita una base sólida, un cuerpo sano. La psiquiatría poco se ha ocupado
del cuerpo, en cambio, los métodos que utiliza lo destruyen con frecuencia.
Hacer frente a la locura y vivir una vida natural significa vivir sin
psicofármacos sintéticos o dejar esas drogas tóxicas.

Alternativas y medidas de impulso de retiro


Estar en desacuerdo con el concepto convencional de la enfermedad mental y
la necesidad de drogas –especialmente psicoactivas sintéticas cuando se
prescriben para el uso diario a largo plazo o incluso de por vida– no significa
cerrar los ojos o negar los problemas reales que experimentan muchas
personas. Las personas no deben ser encerradas ni aisladas cuando están
locas o perturbadas mentalmente.
Una característica fundamental de los servicios alternativos de salud
mental sería la de ayudar a las personas a hacer frente a sus problemas y
recuperarse mediante el uso de procesos de aprendizaje mutuo, promoción,
medicina alternativa, nutrición adecuada, curación natural, práctica espiritual
etc. Por ejemplo, la farmacia alternativa y la medicina homeopática conocen
hierbas que pueden ayudar a relajarse y recuperar el equilibrio del cuerpo y
de la mente. Puede que no haya mucho beneficio en estas cosas, pero es el
futuro.
En este campo los ex-usuarios / supervivientes pueden jugar un papel
importante como miembros personales y consultores, al conocer lo que les
ayudó a recuperarse. Tales servicios vinculados a la dignidad y una identidad
cultural positiva, se pueden proporcionar con apoyo financiero público por el
movimiento de usuarios / supervivientes, dando a la gente espacio para
reunirse y crear sus propias vidas.
Si las personas están encerradas para salvar su vida o para evitar que hagan
daño serio a los demás, nadie debería tener el derecho de imponerles ningún
tipo de tratamiento. Como defensa hacia el tratamiento de directivas
psiquiátricas para tratamiento involuntario o voluntario (que describen el tipo
de tratamiento que una persona quiere o no quiere) si se trata de un
compromiso involuntario debe ser legalmente adoptado por todos los estados
y las naciones avanzadas.
Sistemas alternativos y servicios descentralizados para atender las
necesidades de las personas que sufren problemas de salud mental
minimizarían a largo plazo el uso de psicofármacos sintéticos y tóxicos
innecesarios. Hasta la abolición definitiva de estos fármacos muchas personas
necesitan ayuda y apoyo para dejar las drogas.
Una parte integral en la construcción de un sistema futuro de sociedad
orientado de manera ecológica y humanista incluye la renuncia a las
sustancias sintéticas tóxicas en la naturaleza, el bienestar, la nutrición y la
medicina. La renuncia al despliegue de las toxinas químicas en el campo
psicosocial podría desarrollarse bajo los siguientes aspectos:

Crear conciencia en el público, entre los profesionales y los consumidores
sobre los resultados de costo-beneficio inhumano, peligroso y negativo de
la administración a largo plazo de medicamentos psiquiátricos sintéticos.

Oponerse y luchar con recomendaciones internacionales a las leyes
nacionales de legitimación al tratamiento psiquiátrico forzado,
especialmente en condiciones legalmente protegidas en tratamiento a
largo plazo.
• Recopilar y difundir el conocimiento sobre los problemas de abstinencia y
cómo resolverlos.

Desarrollar servicios especiales e instituciones para que las personas
puedan superar la dependencia de las drogas psiquiátricas.

Asegurarse de que las personas estén informadas acerca de los riesgos de
lesiones y la dependencia a las drogas psiquiátricas prescritas
inicialmente.

Asegurar daños por dolor y sufrimiento, e indemnización por invalidez
causada por drogas psiquiátricas prescritas.

Desarrollar métodos, sistemas, servicios e instituciones para eventos
agudos, a corto plazo y ayuda a largo plazo, incompatibles al uso de
psicofármacos sintéticos en absoluto.

Anotaciónes
1 El Samic o personas de Laponia son en la población indígena, que solía ser nómadas en
renos, que viven en la parte norte de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia – Karl Bach
Jensen.
2 La traducción de las citas de Jens-Ivar Nergård del sueco de Karl Bach Jensen

Fuente
Nergård, Jens-Ivar: "Den vuxna barndomen. Den psykotiske personen som vägvisare i vår
kultur", Ludvika: Dualis 1992
Apéndice

Principios activos de drogas psiquiátricas y nombres


comerciales
Esta tabla incluye los nombres comerciales y los principios activos
(ingredientes) de los antipsicóticos (neurolépticos), antidepresivos,
tranquilizantes, estabilizadores del ánimo y profilácticos que se comercializan
en Argentina (RA), Belice (BH), Bolivia (BOL), Chile (RCH), Colombia
(CO), Costa Rica (CR), Cuba (C), Ecuador (EC), El Salvador (ES), España
(E), Estados Unidos (USA), Guatemala (GCA), Honduras (HN), México
(MEX), Nicaragua (NIC), Panamá (PA), Paraguay (PY), Perú (PE), Puerto
Rico (PR), República Dominicana (DOM), Uruguay (ROU) y Venezuela
(YV) en el momento de su publicación. También incluye fármacos
antiepilépticos administrados como estabilizadores del ánimo. Además se
enumeran los psicoestimulantes, que se utilizan para suprimir la anorexia y
neutralizar los "trastornos de comportamiento" en niños, niñas, adolescentes
y adultos, así como los medicamentos antiparkinsonianos; que deben ocultar
alteraciones musculares inducidas por los neurolépticos. Todas estas
sustancias son capaces de provocar problemas de abstinencia.
Puede verse la actualización de medicamentos disponibles en los países de
habla hispana en www.peter-lehmann-publishing.com/drogas.
El espacio de este libro es demasiado limitado para mostrar todos los
nombres de comercio internacional para los ingredientes activos
psicotrópicas. Estos nombres están disponibles en www.peter-lehmann-
publishing.com/info/psychodrugs.
En cuanto a los medicamentos psiquiátricos mencionados en este libro, el
lector puede confiar en la atención prestada por los editores para escribirlos
correctamente. Por otro lado, hay una gran cantidad de confusión en todo el
mundo referida a la clasificación de fármacos psiquiátricos.
No existen criterios estándares para incluir un fármaco psiquiátrico en un
grupo de sustancias específico. Por ejemplo, la loxapina se clasifica en los
EE.UU. como un tranquilizante menor, en Canadá y en el Reino Unido se
considera como un neuroléptico. La oxipertina se comercializa en los EE.UU.
como un antidepresivo, en el Reino Unido como un neuroléptico. Flupentixol
se comercializa en el Reino Unido como un neuroléptico y antidepresivo.
Algunas drogas como la tiaprida se clasifican como un neuroléptico en un
país y como un medicamento antiparkinsoniano en otro. A veces los
medicamentos antiparkinsonianos, como la amantadina, se indican en el
tratamiento del parkinsonismo causado por fármacos solo en EE.UU., pero en
el Reino Unido, los síntomas inducidos por fármacos son una indicación para
ser excluidos. Del mismo modo, la hidroxizina se considera un tranquilizante
en un país y un antihistamínico en otro. A veces el estado de un medicamento
como tranquilizante o neuroléptico se basa en las dosis administradas.
La clasificación de un medicamento puede depender de su esquema
farmacológico básico, farmacocinética, mecanismo bioquímico, los efectos
producidos o la intención subjetiva del administrador. Algunos nombres
comerciales se utilizan de forma diferente en los distintos países.
En las listas farmacéuticas, se puede encontrar una gran cantidad de
variaciones ortográficas. Los principios activos se escriben de forma
diferente, a menudo hay varios indicios de un ingrediente. Estas variaciones
se deben considerar cuando se consulta esta tabla.
Nombres comerciales idénticos pueden ser etiquetados en diferentes países
con distintos principios activos, por ejemplo: bajo el nombre comercial
"Dominium" en Bolivia, Ecuador y Chile que comercializan el antidepresivo
fluoxetina, mientras que en Argentina es el neuroléptico quetiapina y en
Colombia y Perú el antidepresivo sertralina.
Por lo tanto, los editores no se atribuyen la responsabilidad en la exactitud
de esta tabla de estos psicofármacos.

Principio activo: Nombres comerciales

Antipsicóticos (Neurolépticos)
Alimemazina: Variargil
Amisulprida: Amisulprida, Deniban, Enorden, Socian, Solian, Urcin
Aripiprazol: Abilify, Abipren, Aceprofen, Arilex, Ariprin, Aripiprazol, Aripiptral, Aripral,
Ariprax, Ariprazol, Ariprid, Arixind, Arizol, Arlemide, Azymol, Groven, Ilimit, Ipipral,
Irazem, Irmil, Labosol, Lemidal, Novesta, Motruxia, Nugatil, Siblix, Tranex, Viza,
Yzomo, Zeterix
Asenapina: Atisenap, Saphris, Sycrest
Clorpromazina: Ampliactil, Bellacina, Chlorpromazine, Clomactel, Cloropromax,
Clorpromacina, Clorpromaz, Clorpromazina, Conrax, Largactil, Lenison, Longactil,
Neurogel, Promactil, Promaxil, Prozyl, Taroctyl; componente de 6-Copin, Corofodin C,
Dentha, Spasmisan Compuesto
Clotiapina: Etumina
Clozapina: Clofax, Clopsine, Clozapina, Clozapine, Clozaril, Clozix, Dicomex, Dipine,
Discole, FazaClo, Isonida, Lapenax, Leponex, Lodux, Luverina, Refraxol, Sequax
(RA), Sicozapina, Sizopin, Skizoril, Tanyl, Versacloz, Zapen, Zuclo-P
Droperidol: Dehidrobenzoperidol, Droperidol, Xomolix; componente de Disifelit,
Fentanilo-Droperidol
Flufenazina: Anatensol, Flufenazina, Fluphenazine, Modecate, Moditen, Siqualine;
componente de Motival
Flupentixol: Fluanxol; componente de Deanxit
Haloperidol: Akroperidol, Alfa Periodol, Anactivan, Apracal, Butinon, Decanoas 50, DEP
(EC), Enabran, Etiperidol, Feltram, Haldol, Halo, Haloped, Haloperidol, Haloperil,
Halopidol, Haloretard, Halozen, Haridol, Hispadol, Kepsidol, Limerix, Neupram,
Psicodol, Pulsit, Rimont, Tanodol, Tiplac, Trenpe, Sutranx, Zetoridal
Iloperidone: Fanapt
Levomepromazina: Alprazed, Detenler, Levomepromacina, Levomepromazina, Meprozin,
Nidrane, Nozinan, Sinogan, Sunonix, Togrel
Loxapina: Adasuve, Loxapine
Lurasidona: Latuda, Lurap
Olanzapina: Amulsin, Apsico, Arenbil, Balerap, Benexafrina, Colposec, Despertha,
Dominazol, Domus, Dozic (CO, DOM, PY), Enolex, Fontanivo, Frenial, Lanzep,
Lazipine, Levocalm, Lonopex, Maquix, Marathon, Medizapin, Medolan, Meflax,
Midax, Noler, Oceanil, Olanzafran, Olanzapina, Olanzyl, Olapina, Olaprex, Olaprexa,
Olazap, Oleanz, Olex, Olexa, Olexar, Olivin, Olpax, Olzapin, Optein, Oxatech, Ozace,
Ozapine, Panufix, Placet, Prolanz, Prolexa, Protil, Ranocyd, Revertrix, Rolanzax,
Sartina, Simina, Sincris, Stalanza, Tanssel, Telorzan, Teufin Fast, Tiantrex, Vivacel,
Xagena, Zalasta, Zapin, Zapinex, Zapris, Zelta, Ziprexa, Zirmapina, Zolafren,
Zypadhera, Zyprexa; componente de Symbyax
Paliperidona: Inveda, Invega, Xeplion
Penfluridol: Semap
Perfenazina: Decentan, Leptopsique, Perphenazine; componente de Adepsique, Karile,
Perphenazine and Amitriptyline
Periciazina: Nemactil, Neuleptil
Pimozida: Orap, Pimozida
Pipotiazina: Akrotiazina, Piportil, Pipotiazina, Tripipot
Proclorperazina: Compro, Prochlorperazine
Prometazina: Fenergan, Phenadoz, Phenergan, Prometazina, Promethazine, Promethegan;
componente de Preveral con Codeína, Preveral con Dextrometorfano, Prometh with
Codeine, Promethazine DM, Promethazine VC, Promethazine VC with Codeine, Psico-
Soma, Tussisedal
Quetiapina: Afidat, Aretaeus, Asicot, Atipina, Biatrix, Catepsin, Dendritex, Dominium
(RA), Edagan, Equelib, Esquiab, Etiasel, Exquia, Gofyl, Inquetia, Kemoter, Ketara,
Ketian, Ketipina, Losan, Neurotol (PE), Norsic, Psicotric, Q-Mind, Queapin, Quentiax,
Quepaz, Quepimax, Querox, Quetaxil, Quethet, Quetia, Quetiafran, Quetiap,
Quetiapina, Quetiaros, Quetiazic, Quetidin, Quetipax, Quetirel, Quetisfren, Quetium,
Quetkare, Quide, Qutipin, Qurax, Rocoz, Rostrum, Serenase, Serenus, Serenil (DOM),
Seronova, Seroquel, Tiamax, Tiapinan, Tim ASF, Tisderan, Valir, Vesparax
Reserpina: Reserpina, Reserpine; componente de Brinderina, Diuserpina fuerte, Higroton-
Res
Risperidona: Afectol, Altexina, Arketin, Avanxe, Calmapride, Dagotil, Danedol, Denoral,
Definil, Diaforin, Dozic (RA), Dropicine, Edalen, Goval, Isperin, Ispidon, Kantucor,
Kronoax, Levo Prom, Limbik, Logical (CR, DOM, GCA), Lost Per, Lumencian,
Luvenil, Mirabril, Nivelan, Ñorispez, Peridon, Psicodol, Radigen, Relaxina, Relexil,
Resdep, Reskizof, Restelea, Riatul, Ridal, Ridokare, Ridona, Rigenox, Ripaspen,
Ripevil, Ripexil, Risdon, Risdone, Risleptic, Risofren, Risotor, Rispa, Rispen, Risper,
Risperdal, Risperid, Risperidona, Risperidone, Risperil, Risperimed, Risperin,
Risperite, Risperix, Rispertek, Rispex, Rispolux, Rispsiq, Rispyl, Rivosten, Rosucrest,
Rosustor, Roxodyn, Rozidal, RSP, Sequinan, Sicopidol, Silderec, Sizodon, Spax,
Spiron, Tractal, Tralinex, Upmotev, Vidacil, Vixofar, Xicoretic, Zeclonex, Zesperone,
Ziphergen
Sertindol: Serdolect, Serlect
Sulpirida: Aplacid, Digton, Dogmatil, Ekilid, Equilid, Finul, Guastil, Idilion, Pontiride,
Prometar, Psicocen, Rimastine, Sanblex, Sedusen, Somaprid, Sulpen, Sulpilan,
Sulpimed, Sulpinex, Sulpiran, Sulpirida, Sulpiride, Sulpivol, Sulpryl, Tepavil, Vipral;
componente de Alplax Digest, Ansietil S NF, Ansium (E), Axonil, Distonex, Mitransil
S, Neupax Duo-S, Normalide, Numencial, Optimid, Regulex, Sulpiran T, Tensedan,
Tepazepan, Tranquinal Soma, Tranxilium Digest, Tresanil S, Vegestabil, Velosedan
Compuesto, Xiconeural 3
Tetrabenazina: Feinardon, Nitoman, Tetmodis, Tetrabenacina, Tetrabenz, Trenazin,
Xenazine
Tiaprida: Miperat, Sereprid, Tiapridal, Tiaprizal
Tietilperazina: Navizil, Tietilperazina, Torecan
Tioridazina: Fialgin, Meleril, Melleril, Sequax (PY), Serc, Simultan, Terod, Thioridazine,
Thioridil, Tioridazina
Tiotixeno: Thiothixene
Trifluoperazina: Cuait Trifluoperazina, Flupazine, Leptazine, Stelazine, Trifluoperacina,
Trifluoperazina, Trifluoperazine; componente de Cuait D, Cuait-D, Stelabid
Ziprasidona: Geodon, Prixat, Zeldox, Zipradon, Zipramylan, Ziprasidona, Ziprasidone
Zuclopentixol: Cisordinol, Clopixol, Zuclopentixol

Antidepresivos
Agomelatina: Alodil, Thymanax, Valdoxa, Valdoxan, Vestin
Amitriptilina: Alkym, Amiptril, Amitie, Amitriptilina, Amitriptilyne, Anapsique, Deprelio,
Elavil, Elsitriol, Fiorda, Neurotol (PY), Psiquium, Sarotex, Sicobil, Triptil, Tryptalgin,
Tryptanol, Tryptizol, Uxen; componente de Adepsique, Antalin, Axeptyl,
Chlordiazepoxide and Amitriptyline, Cuait-D, Perphenazine and Amitriptyline,
Fulcrum, Kralant, Morelin
Amoxapina: Amoxapine
Bupropión: Aplenzin, Budeprion, Bupredol, Bupril, Buprion, Buproban, Bupropion,
Butrew, Buxon, Dosier, Elontril, Forfivo, Nixin, Odranal, Wellbutrin, Zyban, Zyntabac;
componente de Contrave
Citalopram: Actipram, Alegrisan, Ansiben, Ansiodex, Auropram, Axopram, Calton,
Celexa, Cibrom, Cimal (BOL, DOM, EC, PY, RCH), Cipram, Cipramil, Citadep,
Citalopram, Citalux, Citalvir, Citara, Citazone, Citopam, Citopram, Citoprex, Citox,
Cortran, Finap, Humorap, Hydertan, Inhisser, Lopram, Loxpram, Luvitar, Medipram,
Neuroless, Norecsero, Pramcil, Prepram, Prisdal, Prisma, Psiconor, Relapaz, Remicital,
Semax, Seregra, Seropram, Setronil, Si-Q, Talpram (ROU), Temperax (RCH, ROU),
Tessio, Trimopan, Vibel, Zalopram, Zentius, Zeprak, Zylopram
Clomipramina: Anafranil, Atenual (RCH), Ausentron, Clomax, Clomipramina,
Clomipramine, Clomipran, Clomitan,Clorimax, Melancol, Praminex
Dapoxetina: Extensil, Lagose, Precoce, Priligy, Prolongal
Desipramina: Desipramina, Distonal, Norpramin
Desvenlafaxina: Deslafax, Desvenlafaxine, Drosix, Fapris, Ixium, Khedelza, Neosenexon,
Pristiq, Veldex
Doxepina: Doxepin, Expan, Silenor, Sinequan, Zonalon
Duloxetina: Alacir, Binax, Cimal (CO), Cymbalta, Dakermina, Doupex, Doxet, Doxetin,
Duceten, Dulmar, Duloxetina, Dulvanex, Duxetin, Duxetina, Finorinex, Inmox,
Lepticin, Lervitan, Nitexol, Nitidex, Xeristar, Yentreve
Escitalopram: Aniavant, Animaxen, Antidex, Aramix, Arel, Axiomat, Beaplen, Bestrada,
Bivadin, Celtium, Cipralex, Cipram S, Citalax, Clominil, Concilium, Conect, Coverfax,
Depralin, Dexapron, Eciprax, Ectiban, Ecitalex, Educil, Epram, E-Psiconor, Erliniz,
Escipram, Esciprox, Escitacross, Escitalex, Escitalopram, Esciterokam, Escolam,
Esertia, Esidep, Eslopran, Estazyl, Estimex, Esynos, Etalokare, E-Talpram (RA), EX3,
Exzentius, Ezentius, E-Zentius, Firsito, Heipram, Ipran, Lamobrigan, Lexapro,
Lexcitox, Lextor, Meridian, Neopresol, Neozentius, Neo-Zentius, Neuroipran, Nexito,
Novo Humorap, Optimure, Optiser, Precipra, Prexan, Reposil, S-Citap, Selective,
Talopram, Talpram, Zenvas, Zepaz
Fenelzina: Nardil
Fluoxetina: Actan, Adofen, Alental, Alentol, Alzac, Animex-on, Anisimol, Aniup, Anoxen,
Ansilan (CO), Antipres, Atenopress, Auroken, Axtin, Beltium, Captaton, Clinium,
Conduxet, Conexine (PY), Confium, Deflox, Deprelafax, Depress, Deprifel, Deprozin,
Deturben, Dizpazil, Dominium (BOL, EC, RCH), Eburnate, Emotix, Emozac, Equiflox,
Equilibrane, Estimul, Eximius, Faboxetina, Farmaxetina, Felixina, F-Exina, Flocefran,
Florexal, Floxet, Fluctine, Fluneurin, Fluoxac, Fluoxetina, Fluoxetine, Fluoxiram,
Fluoxzac, Fluozac, Flupress, Fluralex, Fluran, Flutin, Flutinax, Fluxet, Fluzac,
Fluxentac, Foxetin, Frendix, Fusum, Greit, Hapilux, Indozul, Lapsus, Lebensart,
Lecimar, Livertox, Luminal, Luramon, Luserpal, Medizac, Mitilase, Moltoben, Nerbet,
Nervosal, Neupax (CR, DOM, EC, ES, GCA, HN, PA, PE, PY, RA, ROU), Neuro Lax,
Nodep, Noladep, Nuzac, Ovisen, Pisaurit, Plenacer, Pragmaten, Pressetina, Proxalab,
Prozac, Psiquial, Quanilene, Regultron, Reneuron, Rowexetina, Salipax, Sarafem,
Saurat, Siquial, Somatin, Sostac, Teczac, Temperax (BOL), Tiflun, Tonovital,
Tremafarm, Ulmely, Vicsel, Zatin, Zepax; componente de Symbyax
Fluvoxamina: Dumirox, Fevalat, Fluvoprex, Fluvoxamina, Fluvoxamine, Fluvoxin, Luvat,
Luvox, Voxamin, Vuminix
Imipramina: Bonil, Elepsin, Fixon, Imipramina, Imipramine, Talpramin, Tofranil;
componente de Imipox
Isocarboxazida: Marplan
Levomilnaciprana: Fetzima
Maprotilina: Ganax, Ludiomil, Maprotilina, Maprotiline, Matilina, Numenil
Melitraceno: componente de Deanxit
Mianserina: Athimil, Lantanon, Lerivon, Prevalina, Tolvon
Milnaciprán: Savella, Tivanyl
Mirtazapina: Afloyan, Amirel, Bilanz, Ciblex, Comenter (BOL, DOM, MEX, RA, YV),
Depreless, Deprezina, Divaril, Farmapina, Midexar, Mirel, Mirta, Mirtafran, Mirtalab,
Mirtalen, Mirtapax, Mirtaz, Mirtaza, Mirtazapina, Mirtazapine, Mirtazaval, Mirtazep,
Mirzalux, Mitaxind, Mizapin, Noxibel, Plusvidin, Promyrtil, Remedrint, Remeril,
Remeron, Remeronsoltab, Rexer, Segmir, Tazepin, Terladep, Tetrazic, Trovia, Vastat,
Zania, Zapex, Zuleptan
Moclobemida: Aurorex, Aurorix, Demobal, Manerix, Moclobemida
Nefazodona: Nefazodone
Nortriptilina: Norfenazin, Nortrip, Nortriptyline, Pamelor, Paxtibi, Trilotol; componente de
Karile, Motival, Tropargal
Paroxetina: Afenexil, Anziatina, Apo-Oxpar, Arapaxel, Aropax, Aroxat, Bectam, Brisdelle,
Casbol, Collepax, Cronadyn, Daparox, Datevan, Deroxat, Destul, Dispax, Drimipax,
Frosinor, Hemixtril, Ixicrol, Klosadex, Laparox, Medixen, Meplar, Motivan, Moxetin,
Naburon, Neufagil, Neurotrox, Ocampina, Olane, Ontracel, Pacex, Pamax, Pamoxet,
Parexel, Parexis, Pari-CR, Parliff, Parlift, Parodel, Parodep, Parodox, Paroten, Parotina,
Paroxet, Paroxetina, Paroxetine, Paroxil, Paxan, Paxil, Paxtine, Pemix, Pexeva, Posivyl,
Prexetin, Prexor, Psicoasten, Psycolina, Riedilex, Roxepar, Seniden, Serestill, Seretran,
Seroxat, Sicotral, Sicotropin, Sindep, Sostel, Suptran, Tamcere, Tiarix, Traviata,
Xerenex, Xeticross, Xetimox, Xetin, Xetroban, Xilanic, Zetix (PY); componente de
Aipratex
Protriptilina: Vivactil
Reboxetina: Edronax, Integrex, Irenor, Norebox, Prolift
Selegilina: Brintenal, Comenter (EC), DEP (ROU), Eldepryl, Emsam, Jumex, Kayexalate,
Kinabide, Niar, Plurimen, Selegil, Selegiline, Selexss, Selgina, Sygilium, Ultravital,
Zelapar
Sertralina: Acortral, Adeprex, Aleval, Alpraser Simple, Altisben, Altruline, Aluprex,
Alutrin, Anilar, Ansium (CR, ES, GCA, HN, PA), Aremis, Ariale, Aserin, Asertral,
Atenix, Aurasert, Besitran, Bicromil, Bzoft, Celonfex, Cimicile, Conexine (BOL, EC,
YV), Cratular, Depax, Deprax (BOL, DOM, EC, PE, PY, RCH), Deprecalm, Deptral,
Deptraser, Dipresol, Dominium (CO, PE), Doxime, Eleval, Emergen, Equivac, Felizita,
Implicane, Inosert, Insertec, Irradial, Lazymuline, Lesefer, Lomaz, Lowfin, Lusedan,
Pandomil, Pazeron, Periplum, Positiv, Prodepres, Prorecap, Prosertin, Psicomed,
Reguxina, Relasez, Resortan, Resteral, Rodiflam, Salinaker, Satil, Sedoran, Sered,
Serenata, Serivo, Serlift, Serlin, Serlina, Serline, Serolux, Seronex, Ser-T, Sertac,
Sertador, Sertex, Sertirina, Sertra, Sertrabrain, Sertralab, Sertralina, Sertraline,
Sertralix, Sertranex, Sertranquil, Sertrateg, Sertrax, Sertrilak, Sertrina, Sertrol,
Servantax, Setrax, Solutrex, Sosser, Suprisec, Tialin, Tralinser, Trialine, Trimalon,
Verax, Vunot, Zajartal, Zephyr, Zolof, Zoloft, Zosert, Zoxx; componente de Alpraser
Tranilcipromina: Parnate; componente de Cuait D
Trazodona: Codipzona, Deprax (E), Diapresan, Oleptro, Sideril, Taxagon, Trakon, Trant,
Trazodona, Trazodone, Trittico, Tronsalan
Trimipramina: Surmontil, Trimipramine
Venlafaxina: Adefaxin, Anapresin, Ansifix, Arafaxina, Asegur, Axone, Benolaxe, Bonilux,
Depurol, Dislaven, Dobupal, Ectien, Eduxon, Efexor, Effexor, Elafax, Faxine, Flaxen,
Ganavax, Idoxen, Lafaxim, Lafaxin, Lafaxven, Levest, Limbic, Mazda, Mezine,
Neoxacina, Nervix, Neurosenexon, Nezel, Norpilen, Noviser, Nulev, Odven, Oprax,
Pramina, Quilarex, Senexon, Sentidol, Sesaren, Sinasfix, Subelan, Sunvex, Vafexin,
Valax, Vandral, Velmed, Vencontrol, Vendep, Venfane, Veniz, Venlabrain,
Venlacross, Venlafaxina, Venlafaxine, Venlapine, Venlax, Venlifax, Venoxor,
Venxine, Veslodat, Vextor, Vfax, Zarelis
Vilazodona: Viibryd, Vintix
Vortioxetina: Brintellix

Estabilizadores del ánimo y profiláctica


Carbamazepina: Actebral, Actinerval, Admira, Agital, Auration, Avaplex, Azepin,
Bamazepin, Basitrol, Bioneuril, Brucarcer, Bufipina, Cacerpina, Carbacorp, Carbactol,
Carbagramon, Carbagretol, Carbalan, Carbam, Carbamacepina, Carbamat,
Carbamazepina, Carbamazepine, Carbamin, Carbapin, Carbasal, Carbastar, Carbatrol,
Carbaval, Carbazep, Carbazina, Carmian, Carpin, Carzep, Cetiril, Cinazel, Cizetol,
Clostedal, C.M.P., Conformal, Convulex (YV), Dobucar, Elebe, Epitol, Eposal (CO),
Equetro, Invol, Farmazepin, Gabox, Karbasalin, Mexaden, Neocarb, Neugeron,
Normative, Nor-Tegroll, Paralpar, Relacarb, Sepibest, Serinar, Sigilex, Tanfedin,
Tegretal, Tegretol, Templane, Teneryl, Teril, Trencir, Ultrepyl, Versitol, Volutol,
Vulsivan, Zen, Zepiken
Eslicarbazepina: Aptiom, Zebinix
Lamotrigina: Contenda, Crisomet, Da Fex, Dafex, Daksol, Epilepax, Fenebra, Flamus,
Ginacross, Labileno, Lafigin, Lagotran, Lamdra, Lamep, Lametec, Lamictal, Lamirax,
Lamocas, Lamocris, Lamodal, Lamogin, Lamonax, Lamosyn, Lamotas, Lamotaxyl,
Lamotrigil, Lamotrigin, Lamotrigina, Lamotrigine, Lamotrine, Lamotrix, Lamtox,
Laspen, Latrigin, Latrimed, Latrin, Lefax, Leumont, Limatic, Lomarin, LTG, Luxxes,
Meganox, Motricord, Motrigal, Prilkenzide, Protalgine, Ramitrine, Seftem, Torlamo,
Tradox, Traminal, Trigilab, Trigin, Trimolep, Trizol, Ximolatrim; componente de
Cionamat
Litio: Actilitio, Cabalex, Cade, Carbolim, Carbolit, Carbonato de litio, Carbonato litio,
Carboron, Carlit, Ceglution, Ceglutión, Eskalit, Kalitium, Karlit, Lithane, Litheum,
Lithium, Lithiun, Lithobid, Litil, Litio, Litio carbonato, Litionato, Litocarb, Plenur,
Pregin, Prolix Psicolit, Sedaplus, Sicolitio, Teralithe, Theralite
Oxcarbazepina: Actinium, Atoxecar, Aurene, Deprectal, Epilexter, Lonazet, Mhide,
Neuropatil, Oxca, Oxcar, Oxcarbacepina, Oxcarbazepina, Oxcarbazepine, Oxetol,
Oxicodal, Oxolon, Oxtellar, Quimium, Rupox, Selzic, Sinfonil, Sytoclon, Tixoval,
Trileptal, Tussdra, Zenoxa
Pregabalina: Alivax, Axual, Balfibro, Briobalyn, Clasica, Dismedox, Dium, Dogamin,
Dolgenal, Dolica, Doloneuropat, Dolorelief, Gabalin, Gacela, Gavin, Gialtyn, Kabian,
Kineptia, Laiden, Legabin, Linprel, Lunel, Lyrica, Martesia, Mystika, Neopentin,
Neurax, Neuristan, Neurixa, Neuronal, Neuropre, Neurum, Nova, Pegabal, PGB,
Plenica, Prebanal, Prebictal, Prebien, Prefalix, Pregab, Pregabadin, Pregabalin,
Pregabalina, Pregabax, Pregalex, Preghet, Pregobin, Pregox, Prelix, Preludyo, Prestat,
Prikul, Principia, Progobin, Xablin
Topiramato: Acomicil, Acotopa, Anepigran, Arizic, Biomood, Epilmax, Epistal, Fagodol,
Grisil, Movator, Nabian-K, Neurotoprel, Neutop, Piracross, Protomax, Qudexy,
Rantopa, Rondigal, Ropimate, Surxtop, Tanacol, Tiantol, Tomzy, Topamac, Topamax,
Topgran, Topibrain, Topictal, Topilep, Topimax, Topiramate, Topiramato, Topirato,
Topirax, Topirex, Topirol, Topitag, Topitec, Toprel, Topreno, Topumate, Tramixin,
Trokendi, Zinalow; componente de Qsymia
Valproato: Ácido valpróico, Atemperator (CO, CR, DOM, EC, ES, GCA, HN, MEX, NIC,
PA, RCH), Bolpini, Convulex (HN, RCH), Criam, Cronoval, Depacon, Depakene,
Depakine, Depakote, Di-DPA, Divalp, Divalprax, Divalproato, Divalproex, Divals, Di-
Vp, DPA, Edorame, Epival, Equival, Espertal, Exibral, Ferbin, Leptilan, Logical (BOL,
PY, RA), Neuractin, Nopileptik, Orfiril, Pimiken, Proval, Sincretone, Sinepil, Stavzor,
Trankitec, Valcas, Valcote, Valki, Valipesia, Valnar, Valpakine, Valprax, Valprazik,
Valpresor, Valprex, Valpro, Valproato, Valproato de magnesio, Valproato de sodio,
Valproato sódico, Valproic Acid, Valproken, Valprolife, Valpromed, Valpron,
Valprosid, Valprosin, Valsup, Valtec, Vamegist, Vematina

Tranquilizantes
Alprazolam: Abaxon, Aceprax, Adax, Akrozolam, Alkrazil, Almir, Alpaz (PE), Alpazol,
Alplacin, Alplax, Alpram, Alprasyn, Alprazol, Alprazolam, Alprazz, Alrelax, Alzam,
Alzolam, Amziax, Ansidan, Ansielix, Ansilan (YV), Ansiolin, Ansiolit, Ansionil,
Ansiopral, Azoblu, Becede, Benzolam, Bestrol, Calmol, Daclor, Dacloran, Dalbos,
Danox, Debrezrelax, Dixin, Dizolam, Drimpam, Duazolam, Emeral, ES-3, Farmapram,
Grifoalpram, Irizz, Kentium, Krama, Labox, Liberad, Librazolam, Logat, Moderex,
Nervus, Neupax (MEX), Niravam, Nivelan-N, Novazolam, Noxeprom, Ondil, Pazolam,
Pisalpra, Pirval, Plasedan, Prazam, Prazofel, Prazolam, Prinox, PTA, Psicozolam,
Razolam, Relaxia, Relaxten, Rilow, Rospaz, Sanerva, Sedaler, Sedapan (GCA),
Sedasmyl, Sedatival (PY), Sedicepan, Sedipral, Sedo Aportil, Serenil (PE), Solocalm,
Stein Zolam, Sublimex, Tafil, Tagut, Tazun, Tensium, Tensivan, Thiprasolan,
Torantsita, Trankimazin, Tranquinal, Transiol, Tresanil, Tricalma, Tri-Neurin, Xanax,
Zolampax, Zomoprax, Zopral, Zotran; componente de Aipratex, Alplacin Digest,
Alplax Digest, Alplax Net, Ansielix Digest, Alpraser, Digeprax, Euciton Stress,
Eutransil, Neupax Duo-S, Sidomal, Sinner, Tensium Gastric, Tranquinal Soma,
Tresanil Digest, Tresanil S
Bentazepam: Tiadipona
Bromazepam: Aneurit, Ansietyl, Ansiogen, Ansiosel, Ansioter, Ansium (PE), Atemperator
(RA), Balamol, Benedorm, Bidormil, Brasalen, Bromacalm, Bromalex, Bromased,
Bromatanil, Bromazepam, Brominter, Bronpamed, Bropan, Brozepam, Butecam,
Creosedin, Dipax, Dreamker, Emopax, Equiplen, Equisedin, Estomina, Fabozepam,
Finaten, Gasmol, Glorius, Lentobis, Lexatin, Lexotan, Lexotanil, Lortan, Lucita,
Lusipax, Mitransil, Nerfanil, Nervan, Neurozepam, Nulastres, Octanyl, Otedram,
Pacifen, Pacilex, Psicobrom, Sacietil Stress, Sedamax, Sedatus, Sedazin, Sedopan,
Serenit, Serepax, Sipcar, Solpan, Totasedan, Tredum, Tritopan; componente de Ansietil
S NF, Biorgan B, Colixane B, Colonix B, Debridat B, Eudon, Eugin, Eumotil-T,
Faradil Novo, Miopropan T 200, Miopropan-T, Mitransil S, Optimid, Somasedan,
Trimebutina, Vegestabil Digest, Velosedan Compuesto
Brotizolam: Lindormin, Noctilan, Sintonal
Buspirona: Actium, Ansial, Ansionax, Aristopiron, BuSpar, Busparium, Buspirona,
Buspirone, Dalpas, Dergelasen, Duvaline, Normatón, Paxon, Relax
Clobazam: Clobalex, Clobam, Clobamax, Clobazam, Clobecort, Clozam (RA), Frisium,
Grifoclobam, Karidium, Lucium, Noiafren, Obax, Onfi, Quibazam, Urbadan, Urbax
Clonazepam: Acepram, Acepran, Alerion, Ansiolam, Anzatax, Bejowa, Blortem, Celaxin,
Ciclox, Clonabay, Clonac, Clonacan, Clonacex, Clonadex, Clonagin, Clonalgin,
Clonapam, Clonapine, Clonasedan, Clonatril, Clonatryl, Clonax, Clonazen,
Clonazepam, Clonazam, Cloner, Clonex, Clonipres, Clonoten, Clozam (CO), Clozanil,
Clozer, Coquan, Crismol, Crucial, Diocam, Edictium, Edictum, Episep, Epizep,
Equiliv, Felanor, Flozepan, Gabaclotec, Histrol, Induzepan, Kenitra, Kenoket,
Klonopin, Kriadex, Leptic, Levonam, Lomequin, Maxipax, Miozepam, Modifical,
Neurazepan, Neuryl, Olan, Olimer, Paditex, Panazeclox, Placidiax, Quazemic, Quietal,
Ravimil, Ravotril, Ribocler, Ribosan, Riuclonaz, Rivocler, Rivolab, Rivopax, Rivotril,
Ropsil, Sedalium, Sedapan (BOL, PE), Sedatril, Sediflam, Sedovanon, Sensaton,
Solfidin, Tecepin, Valpax, Zapiz, Zatrix, Zymanta; componente de Cionamat
Clorazepato de potasio: Nivelin, Pazidium, Quitham, Tencilan, Tranxen, Tranxene,
Tranxilium; componente de Axonil, Distonex, Mucarin Compuesto, Regulex, Sulpiran
T, Tensedan, Tranxilium Digest, Vegestabil
Clordiazepóxido: Clordiazepóxido, Eposal (YV), Huberplex, Librium, O.C.M.;
componente de Acufenil, Aerogastrol, Aeroitan, Antalin, Axeptyl, Chlordiazepoxide
and Amitriptyline, Colinorm, Espasmosilan, Eticolin, Fulcrum, Gastrolen, Gastropax,
Imipox, Kralant, Lerogin, Librax, Lipraxin, Morelin, No-Ref, Profisin, Spasmoten,
Tensoliv
Clotiazepam: Betis, Distensan, Rize
Cloxazolam: componente de Betavex
Diazepam: Alboral, Ansedan, Ansiomed, Ansiopas, Arzepam, Bialzepam, Consilium,
Cuadel, Daiv, Dezepan, Diactal, Diastat, Diatex, Diaz, Diazem, Diazepam, Diazepan,
Diazex, Dicepin, Dipaz, Dipezona, Distenol, Distensor, Fabotranil, Frescalis, Ifa Fonal,
Ivaxzepam, Lembrol, Nercon, Novapax, Ortopsique, Pacitran, Paranten, Paxabel,
Plidan, Psicotop, Psicotran, Psicozepam, Quiatril, Relaxedant, Relazepam, Relazepan,
Ripid, Rolasedan, Rupediz, Saromet, Sedium, Sincronex, Stesolid, Sunzepan, Talema,
Tecepan, Telsomet, Tranquilax, Valium; componente de Adepsique, Aneurol,
Ansiovitam, Ansium (E), Arnol 720-T, Calmosedan, Diapam, Dolanet D, Dolo
Relaxedant, Ergo Dolanet D, Ergo Relaxedant, Ergo Trisclin, Esbelcaps, Faradil,
Faradil 200, Faradil Gas, Gaseo 3, Gloriax, Multisedil, Nadis, Numencial, Pasminox 40
Somatico, Plidex, Plidex T, Plidex T 100, Qual, Redotex, Sedilit, Simalgin Compuesto,
Spasmoctyl Somatico 40, Tepazepan, Tilpam, Tri-Aero-Om, Trital, Tropargal,
Xiconeural 3
Estazolam: Estazolam, Sedarest, Tasedan
Eszopiclona: 8 Horas, Eszop, Exopil, Inductal, Isoklón, Lunesta, Lunox 2, Miapax,
Neogaival, Neozetix, Nirvan, Noptic, Novo Insomnium, Orizon, Plessir, Sanilent,
Valnoc, Zopinom, Zoplimax
Etilo loflazepato: Victan
Flunitrazepam: Flunitrazepam, Inervon, Mirpaw, Nervocuril, Normador, Parnox,
Parsimonil, Primum, Psiconeurin, Rohipnol, Rohypnol, Somnidual, Somnil (PY),
Talinop, Zetraflum
Flurazepam: Dormodor, Fluralema, Flurazepam
Hidroxizina: Allderm, Atarax, Ataraxone, Cedar, Dalun, Dormirex (GCA), Fasarax, Fedox,
Hiderax, Hidroxfar, Hidroxicina, Hidroxin, Hidroxina, Hidroxizina, Histadrex,
Hyderax, Hydroxizine, Indolgin, Kalm, Marex, Nexit, Pazz, Prurid, Tenerba, Vistaril;
componente de Broncodil Plus, Practicum, Teo Bilac Plus
Ketazolam: Ansietil, Atenual (EC), Grifoketam, Ketazolam, Marcen, Neurapax, Sedatival
(PE, RCH), Sedotime
Loprazolam: Dormonoct, Somnovit
Lorazepam: Alcozepam, Amparax, Ansiofen, Aplacasse, Atemperator (ROU), Ativan,
Axyol, Calmatron, Donix, Emotival, Farmazepan, Idalprem, Kalmalin, Libansid,
Lorazepam, Lorazepan, Lorep, Lorezan, Lozam, Lyovial, Microzepam, Nervistop,
Orfidal, Placinoral, Sedatival (RA), Sidenar, Sinestron, Solepar, Sonamin, Tensopan,
Tranplus, Trapax, Tratenamin, Zeopam; componente de Ergofalea N
Lormetazepam: Aldosomnil, Loramet, Lormetazepam, Noctamid, Nocton
Medazepam: Medazepam; componente de Nobritol
Meprobamato: Ecuanil, Meprobamate, Meprobamato; componente de Algi Relax, Artrilan,
Butartrol
Midazolam: Benzosed, Buccolam, Crismidor, Dalam, Doricum, Dormicalm, Dormicum,
Dormid, Dorminox, Dormipron, Dormire, Dormix, Dormizolam, Dormonid,
Drimnorth, Farmadorm, Fulsed, Gobbizolam, Indupax, Ipnazolam, Lamcord,
Medizolam, Midalan, Midanex, Midasedan, Midazenon, Midazepin, Midazol,
Midazolam, Midazolan, Midolam, Midozor, Noctura, Noticum, Relacum, REM,
Sedancor, Sedazolam, Sedoz, Setam, Solam, Surpress, Terap, Zolmid
Nitrazepam: Nitrazepam, Onirema; componente de Cavodan
Oxazepam: Anastil, Limbial, Nesontil, Novalona, Oxazepam, Serefar, Simazepan;
componente de Cavodan, Pausafren T, Suxidina, Vuscobras
Pinazepam: Yunir
Quazepam: Doral, Quiedorm
Temazepam: Restoril
Tetrazepam: Megaflex, Miolastan, Myolastan
Triazolam: Balidon, Halcion, Lucipress, Notison, Somese, Trialam, Triazolam
Zaleplón: Hegon, Hipnax, Hipnodem, Noctiplon, Novonoctil, Plenidon, Rhem, Saniplacen,
Sonata, Zalep, Zaleplon, Zaplonic
Zolpidem: 10-Nait, Adormix, Albapax, Ambien, Ansiozol, Atrimon, Dalparan, Damixan,
Dormeben, Dormilam, Dormilan, Dormirex (CO), Dormi-Ros, Dormosol, Dumitol,
Edluar, Flazinil, Fulsadem, Hipnatur, Hipnotab, Insodem, Insom, Intermezzo, Inzodem,
Nitrest, Nocpidem, Nocte, Noctum, Nokdrim, Somit, Somnil (CO, PE, RCH),
Somnipax, Somnipron, Somno, Stildem, Stilnox, Sucedal, Sumenan, Talacen, Tardine,
Uninorm, Viradex, Zaviana, Zimor, Zogno, Zolax, Zoldem, Zolip, Zolnox, Zolnuit,
Zolodorm, Zolpid, Zolpidem, Zolpiden, Zolpidex, Zolpimist, Zonata
Zopiclona: Alpaz (RCH), Clonel, Datolan, Docilen, Dormex, Ezolin, Foltran, Imovane,
Insomin, Insomnium, Limovan, Lisicaps, Losopil, Noctidem, Reply, Sedorm, Siaten,
Somniclona, Zalepla, Zedax, Zetix (CO, EC, RCH), Zoiplon, Zometic, Zonix, Zoperil,
Zopicalma, Zopiclona, Zopinil

Psicoestimulantes y drogas parecidas para los niños, adolescentes y


adultos inatendos
Anfetamina: Anfetamina; componente de Adderall
Atomoxetina: Abretia, Atomoxetina, Attentho, Axial, Bicalm, Deaten, Nimoxen, Passiva,
Recit, Sophos, Strattera
Dexmetilfenidata: Focalin
Dextroamfetamina: Dexedrine, Dextroamphetamine, Procentra, Zenzedi; componente de
Adderall
Guanfacine: Intuniv, Tenex
Lisdexamfetamina: Elvanse, Vyvanse
Metamfetamina: Desoxyn
Metilfenidato: Aradix, Aurium, Cognil, Concerta, Daytrana, Elem, Equasym, Medicebran,
Medikinet, Metadate, Methylphenidate, Metilfenidato, Methylin, Metrans, MFD,
Neoaradix, Nebapul, Neoradix, Quillivant, Ritalin, Ritalina, Ritrocel, Rubifen, Tradea
Pemolina: Ceractiv, Pemolina, Tamilan; componente de Vontade

Medicamentos antiparkinsonianos (administrados para el control de


movimientos involuntarios a nivel muscular)
Amantadina: Actison, Amandine, Amantadine, Amantix, Ampakine, Kinestrel, PK-Merz,
Mantra, Prayanol, Symmetrel, Virosol, Zintergia
Benztropina: Benztropine, Cogentin
Biperideno: Akineton, Benzum, Bipercam, Biperideno, Biperid, Darcicipreno, Denzolam,
Kinex, Parkisin, Sinekin, Thesis, Tonodil
Orfenadrina: Doloctrapin, Efaflex, Mialgin, Norflex, Orfenadrina, Orfenaflex,
Orphenadrine, Pleren, Relaflex, Rexalgan
Prociclidina: Kemadren, Kemadrin
Trihexifenidilo: Artane, Desagit, Hipokinon, Tonaril, Trihexifenidilo, Trihexyphenidyl
Acerca de los autores y las autoras
Karl Bach Jensen, nació en 1951 en Dinamarca. Durante 1973 y 1974 fue
encerrado en un hospital psiquiátrico estatal. Forzadamente drogado con
fuertes dosis de fármacos neurolépticos y electrochoques. Paciente
psiquiátrico voluntario en el 1975, 1980 y 1985. Desde entonces, no ha tenido
ningún contacto personal con la psiquiatría. Obtiene ayuda de su red personal
y de los recursos naturales cuando aparece la locura. Desde 1980 ha
participado en el movimiento nacional de usuarios y supervivientes en
Dinamarca. Co-fundador de la Red Europea de (ex-) Usuarios y
Supervivientes de la Psiquiatría (ENUSP) en 1991. Presidente de ENUSP
1994-1996. Co-fundador y miembro del consejo Landsforeningen af
Nuværende og tidligere Psykiatribrugere, la asociación Danesa de usuarios
de psiquiatría. Desde el año 2001 es uno de los miembros europeos de la
junta directiva de la Red Mundial de Usuarios y Supervivientes de la
Psiquiatría (RMUSP). Trabajó durante muchos años como maestro en una
escuela pública. Durante siete años trabajó como gerente de un centro de
acogida y actividad en Kolding, Dinamarca. Estos años se ha empleado como
consultor en un centro de desarrollo social haciendo evaluaciones,
investigaciones y cursos. Ha editado un par de libros críticos hacia la
psiquiatría y escribió una serie de artículos en revistas Danesas.

Regina Bellion, nació en 1941 en la República Federal de Alemania. Mujer


de la limpieza, trabajadora de fábrica, vendedora de alta costura, maestra,
camarera etc. Hoy vive retirada en Wilhelmshaven (Alemania).

Wilma Boevink, nació en 1963. Científica social. Trabaja en Utrecht en el


Trimbos-instituut (Instituto Holandés de salud mental y adicciones) como
investigadora senior. Fundadora del TREE, una organización dirigida por el
usuario y empresa de consultoría en el área de recuperación, el
empoderamiento y la experiencia vivencial de las personas con
discapacidades psiquiátricas. De 2006 a 2009 Presidenta de Stichting
Weerklank, la organización holandesa de las personas que oyen voces y
tienen experiencias psicóticas. De 2008 a 2013, fue profesora de recuperación
en Hanze Universidad en Groningen. Ex-miembro activo del movimiento de
usuarios los Países Bajos en psiquiatría y miembro de la Red Europea de (ex-
) Usuarios y Sobrevivientes de la Psiquiatría (ENUSP). Sus publicaciones
incluyen "Stories of Recovery: Working together towards experiential
knowledge in mental health care" (Historias de la recuperación: Trabajando
junto hacia conocimiento experimental en cuidado médico mental, ed., 2006).
Ha contribuido en "Recovery of People with Mental Illness: Philosophical
and related perspectives" (Recuperación de la gente con enfermedad mental:
Perspectivas filosóficas y relacionadas, 2012), "Empowerment, Lifelong
Learning and Recovery in Mental Health: Towards a new paradigm"
(Empoderamiento, el aprender de por vida y recuperación en salud mental:
Hacia un nueva paradigma, 2012).

Oryx Cohen. Master en administración pública. Líder del movimiento


internacional de consumidores / sobrevivientes / ex-pacientes. Es co-fundador
del Freedom Center (Centro de la libertad), organización de activistas para la
ayuda guiada de apoyo-pares y fue uno de los primeros directores de la
Western Massachusetts Recovery Learning Community (La comunidad para
recuperación y aprendizaje en oeste de Massachusetts), financiado por el
estado. Es miembro de varias juntas y comités, incluyendo la National
Association for Rights Protection and Advocacy (Asociación nacional para la
protección y defensa de los derechos; NARPA) y la International Network of
Treatment Alternatives for Recovery (Red internacional de alternativas de
tratamiento y para la recuperación; INTAR). Se ofreció como voluntario
durante varios años con MindFreedom Internacional (MFI), dirigiendo su
Proyecto de Historia Oral. Actualmente Oryx es el director del centro de
asistencia técnica para el National Empowerment Center (Centro nacional de
empoderamiento). Un pedazo de la historia de Oryx aparece en el libro
"Agnes' Jacket: A psychologist's search for the meanings of madness" (La
chaqueta de Agnes: La busqueda de un psicologo para dar significado a la
locura, 2009) por Gail A. Hornstein.

Bert Gölden, nació en 1955 en la República Federal de Alemania. Educado


como tipógrafo en 1969, se formó como colocador de películas. De 1985 a
1987 trabajó independiente como colocador de películas. Un trastorno
obsesivo compulsivo lo llevó a una jubilación anticipada de su vida laboral.
En 1996 fundó un grupo de autoayuda para personas con trastornos
obsesivos, del cual fue director hasta 2004. De 2000 a 2008 fue representante
regional de Deutsche Gesellschaft Zwangserkrankungen (Asociación
Alemana para los trastornos obsesivo-compulsivos). Luego desarrolló un
servicio de información telefónica en materia de trastornos obsesivo-
compulsivos.

Gábor Gombos, nació en 1961 en Hungria. Físico. Desde 1993 se vinculó


con el movimiento de supervivientes de la psiquiatría. Desde 1996 es el
presidente de Voice of Soul (Voz del Alma), una asociación húngara de
autoayuda. Durante muchos años ha sido miembro del consejo de Europa del
Este en la Red Europea de (ex-) Usuarios y Supervivientes de la Psiquiatría
(ENUSP) y miembro del Panel Internacional de la Red Mundial de Usuarios
y Supervivientes de la Psiquiatría (RMUSP). Miembro del organismo de
consejo húngaro de la Asociación Mundial de Rehabilitación Psicosocial.
Galardonado con la Cruz de la Orden al Mérito de la República de Hungría
en reconocimiento a su labor en el campo de los derechos humanos de las
personas con discapacidad en 2009.

Salam Gómez, nació en Colombia(1977). Realizó estudios en rehabilitación


y desarrollo humano; enfermero y fisioterapeuta. Consultor internacional en
derechos humanos y discapacidad, conferencista y docente universitario.
Fundador de Fundamental Colombia 2007, desde 2012 viene desarrollando el
movimiento Fundamental Internacional (organización que busca desarrollar
una alianza latinoamericana de organizaciones de personas con discapacidad
psicosocial en América Latina y el Caribe), miembro de la junta directiva de
la RIADIS (Red latinoamericana de ONGs de personas con discapacidad y
sus familias) 2009-2012. Actualmente ejerce como Consejero Nacional en
discapacidad representante de las personas con discapacidad psicosocial en
Colombia y co-presidente de la Red Mundial de Usuarios y Sobrevivientes de
la Psiquiatría.Miembro de la Junta directiva de la Alianza Internacional de
Discapacidad (IDA) Para mas información visite
http://es.wikipedia.org/wiki/Usuario:Salamji

Maths Jesperson, nació en 1954. De 1980 a 1981 estuvo confinado en un


antiguo hospital psiquiátrico. De 1982 a 1988 fue productor de la compañía
de teatro profesional Mercuriusteatern así como político local del Partido
Verde en Lund, Suecia. Convertido al catolicismo en 1984. Desde 1988 es
oficial regional de la Riksförbundet før och Social Hælsa Mental
(Organización nacional Sueca de usuarios y sobrevivientes de la psiquiatría).
Miembro fundador de la Red Europea de (ex-) Usuarios y Sobrevivientes de
la Psiquiatría (ENUSP) en 1991. De 1994 a 1999, editor del European
Newsletter of (ex-) Users and Survivors of Psychiatry (Boletín Europeo de
[ex-] usuarios y sobrevivientes de la psiquiatría). Desde 1999 es escritor de
artículos culturales en un diario. Investigador adjunto en la Universidad de
Lund (Facultad de teatro). Desde el año 2000 es actor en el Stumpen-
Ensemble, un grupo de teatro conformado por los supervivientes de la
psiquiatría, drogadictos y personas sin hogar.

Klaus John, nacido en 1958 en la República Federal de Alemania, casado,


padre de dos hijos, practicante de la sanación desde 1985 enfocado
principalmente en acupuntura, electroacupuntura según Voll, homeopatía,
imaginación afectiva guiada, hipnosis, psicología transpersonal y
colorterapia. Formación de tres años en psicología transpersonal con
Stanislav Grof. Talleres en este campo y en respiración holotrópica desde
1988. Profesor de entrenamiento autógeno en centros de educación para
adultos desde 1990. Desarrollo de programas y equipos para la terapia del
color desde 1993. Publicación: "A Trip to Inside: Holotropic breathwork with
Klaus John" (Un viaje al interior: Respiración holotrópica con Klaus John,
DVD, 2009). Para mas información visite www.klaus-john.de

Bob Johnson (Inglaterra). Médico, es un psiquiatra consultor registrado por


el Consejo Médico General. Se unió a la Royal Medico-Psychological
Association (Real asociación médico-psicológica) en 1958 después de
graduarse como Psicólogo en la Universidad de Cambridge, ha sido miembro
del Royal College of Psychiatrists (Colegio real de psiquiatras) desde 1973.
Se estableció como un experto en el tratamiento de trastornos de la
personalidad a través de su forma de trabajo 1991-1996 en la Unidad
Especial de la prisión de Parkhurst para presos excepcionalmente peligrosos
y perturbados, demasiado violentos para Broadmoor, un hospital psiquiátrico
de alta seguridad. En 1997 co-fundador de la James Nayler Foundation
(Fundación James Nayler), una pequeña beneficencia para salud mental
inspirada en la Sociedad Religiosa de los Amigos. Tristemente la fundación y
su clínica de Londres han tenido que cerrar por falta de fondos. Bob ha
abierto una Emotion Clinic (Clínica de emociones) en la Isla de Wight, donde
no hay y no se prescriben drogas psiquiátricas excepto sedantes "analgésicos
mentales", donde los enredos emocionales están ordenados. Está ejecutando
talleres sobre las publicaciones de libros curing psychotic symptoms (curando
síntomas psicóticos). Publicaciones: "Emotional Health: What emotions are
and how they cause social and mental diseases" (Salud emocional: Qué son
las emociones y cómo causan enfermedades sociales y mentales, 2005) y
"Unsafe at Any Dose: Exposing psychiatric dogmas—so minds can heal"
(Inseguro en cualquier dosis: La exposición de dogmas psiquiátricos, por lo
que la mente puede sanar, 2006).

Manuela Kälin (Suiza), seudónimo. 1969 educación como enfermera.


Trabajó en diferentes salas, también en el extranjero. 1983-1984 se formó
como masajista médica. Tres años de fisioterapia en un hospital. Además de
educación en medicina complementaria. Desde 1990 trabaja en su propia
oficina en Suiza.

Kerstin Kempker, nacida en 1958 en Wuppertal (República Federal de


Alemania). Dos hijas, vive en Berlín. De 1996 a 2011 trabajó como asistente
social líder en la Casa de Escape (casa para las personas que buscan refugio
de la violencia psiquiátrica) en Berlín. Publicaciones de libros incluyen
"Mitgift – Notizen vom Verschwinden" (Las dudas: Notas de la sesaparición,
2000; libro eletrónico de 2016), "Flucht in die Wirklichkeit. Das Berliner
Weglaufhaus" (El vuelo en la realidad – La Casa de Escape en Berlín, ed.,
1998), "Statt Psychiatrie" (En vez de la psiquiatría, co-editado con Peter
Lehmann, 1993), "Teure Verständnislosigkeit – Die Sprache der Verrücktheit
und die Entgegnung der Psychiatrie" (Preciosa incomprensión: El lenguaje
de la locura y la respuesta de la psiquiatría, 1991). Desde 2002 es autora de
ficción, sus publicaciones incluyen: "Die Betrogenen" (Los traicionados,
2007), "Das wird ein Fest" (Será un banquete, 2012), "Die Erfüllung der
Wünsche" (El cumplimiento de los deseos, 2014), "Nur die Knochen bitte:
Eine Übergabe" (Por favor, solamente los huesos: Una entrega, con Paula
Kempker, 2015); "Bruderherz: Ein Flimmern" (Corazón del hermano: Un
parpadeo, 2017). Para mas información visite www.kerstin-kempker.de

Susan Kingsley-Smith (EE.UU.). Nacida en 1958. Superviviente de la


psiquiatría. Educación en artes liberales. Entrenadora personal certificada,
entrenadora de vida. Trabajadora independiente. Hasta 2011 miembro de la
Iowa Advocates for Mental Health Recovery (Intercesores para la
recuperación de la salud mental en Iowa). Facilitadora comunitaria a los
distintos servicios de salud mental. Colaboradora de "Growing Stronger,
Growing Free" (Creciendo más fuerte, creciendo libre, 2012). Para mas
información visite www.proactiveplanning.us

Leo P. Koehne, seudónimo, nacido en 1970 en la República Federal de


Alemania. Estudia política y trabaja como periodista independiente. Desde
1994 miembro de la Bundesverband Psychiatrie-Erfahrener (Asociación
Alemana de [ex-] usuarios y supervivientes de la psiquiatría).

Peter Lehmann, nació en 1950 en Selva Negra, Alemania. Pedagogo


diplomado, escritor, autor y editor de literatura científica. En 1989 fue co-
fundador de la Verein zum Schutz vor psychiatrischer Gewalt (Organización
para la protección de violencia psiquiátrica; dirigió la Casa de Escape Berlín,
que abrió sus puertas en 1996, a los que buscaban refugio de la violencia
psiquiátrica). En 1991 fue co-fundador de la Red Europea de (ex-) Usuarios y
Supervivientes de Psiquiatría (ENUSP). Fue director de la organización de
1997 a 1999 y miembro de la junta directiva hasta el 2010. En el año 2011 le
fue concedida por el Presidente de la República la Orden del Mérito de la
República Federal de Alemania en reconocimiento a su servicio a la
comunidad. Sus publicaciones incluyen, "Der chemische Knebel" (La
mordaza química, 1986, 7a edición de 2015), "Statt Psychiatrie" (En vez de la
psiquiatría, co-editado con Kerstin Kempker, 1993), "Schöne neue
Psychiatrie" (Una psiquiatría feliz, 1996, nueva edición de libros
electrónicos de 2017), "Alternatives Beyond Psychiatry" (Alternativas más
allá de la psiquiatría, co-editado con Peter Stastny en 2007 / libro electrónico
de 2014); "Neue Antidepressiva, atypische Neuroleptika – Risiken, Placebo-
Effekte, Niedrigdosierung und Alternativen. Mit einem Exkurs zur
Wiederkehr des Elektroschocks "(Nuevos antidepresivos, neurolépticos
atípicos: Riesgos, efecto placebo, dosis bajas y alternativas. Con una
digresión alrededor del electroshock, 2017, con Volkmar Aderhold, Marc
Rufer y Josef Zehentbauer; edición de libro electrónico de 2018). Para mas
información visite www.peter-lehmann.de/espanol

Ulrich Lindner, nacido en 1936. Teólogo jubilado, filólogo e historiador.


Después de dejar el sistema psiquiátrico, fue activo en el campo de la
autoayuda por un largo tiempo.

Jim Maddock es maestro jubilado. Ha sido miembro de la junta de Sli Eile,


un proyecto de vivienda social para las personas fuera de un hospital
psiquiátrico. Vinculado con los medios de comunicación para Mind Freedom
Irlanda.

Mary Maddock, ex-monja ursulina y profesora de música jubilada. Co-


fundadora de Mind Freedom Irlanda. Ha sido miembro de la junta de la Red
Europea de (ex-) Usuarios y Supervivientes de Psiquiatría (ENUSP).
Actualmente miembro de la junta directiva de Mind Freedom Internacional y
miembro del Consejo Asesor del Centre for Empathic Therapy (Centro para
la terapia empática) de Peter Breggin. Fue oradora principal en la
Conferencia de 2013 en Syracuse, Nueva York. Hace campaña para abolir el
electrochoque, especialmente el electrochoque obligado, tanto a nivel
nacional como internacional. Apoya a muchos supervivientes y sus familias,
creó un grupo local llamado Stand by Me (Cuenta conmigo) y un grupo
musical llamado A Little Help From My Friends (Un poco de ayuda de mis
amigos y amigas). Autora de "Soul Survivor: A personal encounter with
psychiatry" (Alma sobreviviente: Un encuentro con personal con la
psiquiatría, 2006) con su esposo Jim. Le gusta la música, la gente, relajarse
en la piscina y echar a perder a sus tres nietas.

Fiona Dale Milne, nació 1957 en Nueva Zelanda. Una de ocho hijos, se crió
en Southland rural. Casada en 1978, con tres hijos adultos, un nieto. Trabajó
en la banca, la salud natural y la nutrición, ahora en el comercio minorista de
la moda.

Harald Müller (Alemania), seudónimo. H. M. murió en febrero de 2012 a la


edad de 85.

Mary Nettle (Inglaterra). Se convirtió en usuaria de servicios de salud mental


en 1978 y trasformó este negativo en positivo en el año 1992 cuando se hizo
consultora de usuarios de salud mental. Participa en la presentación de la
perspectiva de los usuarios en todos los aspectos de la salud mental con un
interés particular en la investigación liderada por el usuario. Miembro
honorario de la Universidad de Brunel. Trabaja en la Care Quality
Commission (Comisión de calidad del cuidado), una organización establecida
por el gobierno inglés, para garantizar que se cumplan los derechos de los
pacientes detenidos bajo la Ley de Salud Mental. Trabajar con INVOLVE (un
grupo de usuarios de los servicios, cuidadores, trabajadores de organizaciones
de voluntarios, administradores de salud y de servicios sociales e
investigadores) que asesora al Gobierno británico sobre cómo garantizar que
la voz de usuario del servicio sea escuchada por los que realizan la asistencia
en salud, la asistencia social e investigadores en salud pública. De 2004 a
2010 Presidente de la Red Europea de (ex-) Usuarios y Supervivientes de la
Psiquiatría (ENUSP). Co-editora de "This is Survivor Research" (Esto es
investigación de supervivientes, 2009).

Pino Pini, nació en Florencia (Italia) en 1947. Psiquiatra y psicoterapeuta


retirado. Ha estado involucrado en el cierre de hospitales psiquiátricos y en el
desarrollo de nuevas instalaciones en la comunidad desde principios de 1970.
Diez años de experiencia política como consejero en Florencia. Desde
principios del decenio de 1980, colabora estrechamente con el departamento
de psicología de la Universidad de Florencia, en este momento está
interesado también en los grupos de autoayuda en el sector de la salud
mental. En 1993 fundador y primer presidente de L’Associazione Italiana per
la Salute Mentale (Asociación Italiana para la salud mental; AISMe). Desde
1995 miembro del Consejo Europeo de la Salud Mental. Desde 2001 dirige el
grupo de trabajo internacional de Local Mental Health Systems (Sistemas
locales de salud mental), con el objetivo de desarrollar nuevas prácticas de
salud mental basadas en la comunidad con nuevos enfoques alternativos al
sistema terapéutico actual.

Roland A. Richter, nacido en 1963 en la República Federal de Alemania.


Trabajó como asistente social en las instituciones del estado hasta 1995,
desde entonces trabaja como asistente social para las personas en cuidado de
custodia y protección; para las personas consideradas como enfermos
mentales crónicos. Desde 1995 ha vivido en Bad Münstereifel (Renania del
Norte-Westfalia), trabaja por su propia cuenta como guía judicialmente
designado y ofrece consejo a instituciones estacionarias como asesor para las
organizaciones en la gestión de la calidad. Desde 2009 también nutricionista
y organizador de cursos de cocina para personas con enfermedades crónicas
graves. Desde 2010 realiza seminarios y talleres para hacer frente al estrés
(enfoque sistémico holístico).

Marc Rufer (Suiza). Médico, crítico de los sistemas de diagnóstico


psiquiátrico, la psicofarmacología y el uso de la fuerza en la psiquiatría de
larga data. Los buenos contactos y el intercambio con los (ex-) usuarios
independientes y sobrevivientes de la psiquiatría. Publicaciones de libros
"Irrsinn Psychiatrie" (Psiquiatría insana, 1988, 4a edición de 2009), "Wer ist
irr?" (¿Quién está loco?, 1991), "Glückspillen. Ecstasy, Prozac und das
Comeback der Psychopharmaka" (Pastillas felices – Éxtasis, Prozac y la
reaparición de las drogas psiquiátricas, 1995); Neue Antidepressiva,
atypische Neuroleptika – Risiken, Placebo-Effekte, Niedrigdosierung und
Alternativen. Mit einem Exkurs zur Wiederkehr des Elektroschocks
(Antidepresivos nuevos, neurolépticos atípicos: Riesgos, efectos placebo,
dosis bajas y alternativas. Con una digresión a la vuelta del electroshock
(2017, con Volkmar Aderhold, Peter Lehmann y Josef Zehentbauer; edición
de libro electrónico de 2018).

Lynne Setter, nació en 1963 en Nueva Zelanda. Divorciada, sin hijos. Es


consultora internacional en mercadeo. Tuvo su primer intento de suicidio a
los nueve años, hospitalizada en varias ocasiones desde principios de sus
años de la adolescencia. Vivió en Asia, Europa, Oriente Medio y Estados
Unidos. Después de diez años en el extranjero, ahora vive en Nueva Zelanda.

Martin Urban, nació en 1939 en Alemania. Psicólogo y psicoterapeuta,


trabajó durante siete años en un psiquiátrico y por seis años en un hospital de
medicina psicosomática. De 1989 a 2009 trabajó en su propia oficina cerca de
Stuttgart. Fundó una casa de medio camino, que después de doce años de
liderazgo, se transformó en una institución dirigida por los usuarios. Como
miembro de la Asociación de Psicólogos Alemanes, fue durante largo tiempo
el jefe de la sección de psicólogos clínicos en psiquiatría. Además, de la
Sociedad Alemana de Psiquiatría Social, fue el presidente de la comisión de
psicoterapia. 2007, fundó la Maison d’Espérance (Casa de la Esperanza) en
Francia, desde 2016 la Haus der Hoffnung (Casa de la Esperanza) en
Turingia, Alemania. Sus publicaciones incluyen "Psychotherapie der
Psychosen – Konzentrische Annäherungen an den Weg der Heilung"
(Psicoterapia de psicosis: Enfoques concéntricos hacia el camino de la
curación, ed., 2000), y "Bindungstheorie in der Psychiatrie" (Teoría del
accesorio en psiquiatría, co-edición, 2005).

David Webb nació en 1955. Ha completado un doctorado en Suicidio como


una crisis del yo en la Universidad de Victoria en 2005 en Melbourne,
Australia. Esta investigación, motivada por la historia personal de David
sobre sus intentos de suicidio, muestra que es necesario conocer en primera
persona las tendencias suicidas para entender el suicidio, pero la voz en
primera persona se excluye sistemáticamente de la investigación actual sobre
suicidio. Durante su investigación, adoptó Mad Culture (Cultura loca) como
una comunidad liberadora de personas que lucha por una mayor profundidad,
sensibilidad, compasión y justicia para quienes se esfuerzan por el bienestar
mental, emocional, social y espiritual. Antes de sus años de locura David
trabajó en la industria del software como programador, diseñador y analista, y
como profesor universitario. Ha vivido en Nueva York, Nueva Delhi y
Londres, ahora vive entre los árboles y loros de goma en Eltham cerca de
Melbourne. Ha publicado el libro: "Thinking about suicide: Contemplating
and comprehending the urge to die" (Pensando en el suicidio: Contemplando
y comprendiendo la necesidad de morir, 2010).

Josef Zehentbauer, nació en 1945 en la República Federal de Alemania.


Padre de cuatro hijos. Doctor, psicoterapeuta y autor. Trabajó varios años en
neurología (Universidad de Wurzburgo), en diferentes clínicas psiquiátricas y
en la sala de urgencias de un hospital mental. Trabajó como médico en
Nigeria y la India. Inició proyectos con Franco Basaglia y otros exponentes
críticos de la psiquiatría italiana. Sus publicaciones incluyen "Chemie für die
Seele – Psyche, Psychopharmaka und alternative Heilmethoden" (Química
para el alma: Psique, psicofármacos y métodos alternativos de curación,
1986, 11a edición de 2010), "Körpereigene Drogen – Garantiert ohne
Nebenwirkungen" (Las drogas del propio cuerpo: Garantizado sin efectos
secundarios, 1992, 7a edición de 2013), "Abenteuer Seele – Psychische
Krisen als Chance nutzen" (La aventura del alma: Para utilizar las crisis
psíquicas como una oportunidad, 2000, nueva edición de 2008),
"Melancholie – Die traurige Leichtigkeit des Seins" (Melancolía: La triste
levedad del ser, 2001, 4a edición y ebook de 2014); Neue Antidepressiva,
atypische Neuroleptika – Risiken, Placebo-Effekte, Niedrigdosierung und
Alternativen. Mit einem Exkurs zur Wiederkehr des Elektroschocks
(Antidepresivos nuevos, neurolépticos atípicos: Riesgos, efectos placebo,
dosis bajas y alternativas. Con una digresión a la vuelta del electroshock
(2017, con Volkmar Aderhold, Peter Lehmann y Marc Rufer; edición de libro
electrónico de 2018).

Katherine Zurcher, nació en Michigan, EE.UU. Ha estado viviendo en


Suiza desde hace más de cuarenta años. Después de trabajar durante muchos
años como secretaria de organizaciones internacionales, fue diagnosticada
con fibromialgia en 1999. Dejó de consumir benzodiazepinas sin ayuda; esto
sigue siendo uno de los logros de los que se siente más orgullosa.
Índice
Las páginas siguientes refieren a una edición impresa con 300 páginas.
3,4-metilendioximetanfetamina 119, 124, 159
6-Copin 221
8 Horas v. eszopiclona
10-Nait v. zolpidem

A
Abaxon v. alprazolam
Abilify v. aripiprazol
Abipren v. aripiprazol
Abretia v. atomoxetina
Acepram v. clonazepam
Acepran v. clonazepam
Aceprax v. alprazolam
Aceprofen v. aripiprazol
Ácido valpróico v. valproato
Acomicil v. topiramato
Acortral v. sertralina
Acotopa v. topiramato
Actan v. fluoxetina
Actebral v. carbamazepina
Actilitio v. litio
Actinerval v. carbamazepina
Actinium v. oxcarbazepina
Actipram v. citalopram
Actison v. amantadina
Actium v. buspirona
Acufenil 228
AcuPro 157, 163-164
Adasuve v. loxapina
Adax v. alprazolam
Adderall 230, 231
Adefaxin v. venlafaxina
Adeprex v. sertralina
Adepsique 221, 223, 229
Aderhold, V. 193, 202
Admira v. carbamazepina
Adofen v. fluoxetina
Adopran v. citalopram
Adormix v. zolpidem
Adumbran v. oxazepam
Aerogastrol 228
Aeroitan 228
Afectol v. risperidona
Afenexil v. paroxetina
Afidat v. quetiapina
Afloyan v. mirtazapina
Agital v. carbamazepina
agomelatina 223
Aipratex 225, 227
Akineton v. biperideno
Akroperidol v. haloperidol
Akrotiazina v. pipotiazina
Akrozolam v. alprazolam
Alacir v. duloxetina
Albapax v. zolpidem
Alboral v. diazepam
alcohol 25, 28, 66, 68, 70, 77, 111, 113, 118-119, 150-152, 154, 158, 165,
167, 189, 195
Alcozepam v. lorazepam
Aldosomnil v. lormetazepam
Alegrisan v. citalopram
Alental v. fluoxetina
Alentol v. fluoxetina
Alerion v. clonazepam
Aleval v. sertralina
Alfa Periodol v. haloperidol
Algi Relax 229
alimemazina 220
Alivax v. pregabalina
Alkrazil v. alprazolam
Alkym v. amitriptilina
Allderm v. hidroxizina
Allgulander, C. 197
Almir v. alprazolam
Alodol v. agomelatina
Alpaz (PE) v. alprazolam
Alpaz (RCH) v. zopiclona
Alpazol v. alprazolam
Alplacin v. alprazolam
Alplacin Digest 227
Alplax v. alprazolam
Alplax Digest 222, 227
Alplax Net 227
Alpram v. alprazolam
Alpraser Simple v. sertralina
Alpraser 226, 227
Alprasyn v. alprazolam
Alprazed v. levomepromazina
Alprazol v. alprazolam
alprazolam 203, 227
Alprazz v. alprazolam
Alrelax v. alprazolam
Altexina v. risperidona
Altisben v. sertralina
Altruline v. sertralina
Aluprex v. sertralina
Alutrin v. sertralina
Alzac v. fluoxetina
Alzam v. alprazolam
Alzolam v. alprazolam
Amandine v. amantadina
amantadina 231
Amantadine v. amantadina
Amantix v. amantadina
amapola de California 195
Ambien v. zolpidem
Amiptril v. amitriptilina
Amirel v. mirtazapina
amisulprida 133, 220
Amitie v. amitriptilina
amitriptilina 45, 52, 63, 78, 81, 88, 129, 133, 137, 223
Amitriptyline v. amitriptilina
amitriptilinóxido 81, 185-186
Amoryn 102
amoxapina 223
Amoxapine v. amoxapina
Ampakine v. amantadina
Amparax v. lorazepam
Ampliactil v. clorpromazina
Amulsin v. olanzapina
Amziax v. alprazolam
Anactivan v. haloperidol
Anafranil v. clomipramina
Anapresin v. venlafaxina
Anapsique v. amitriptilina
Anastil v. oxazepam
Anatensol v. flufenazina
Andrews, P. 27-28
Anepigran v. topiramato
Aneurit v. bromazepam
Aneurol 229
anfetamina 24, 114, 118, 121, 170, 198, 230
Aniavant v. escitalopram
Anilar v. sertralina
Animaxen v. escitalopram
Animex-on v. fluoxetina
Anisimol v. fluoxetina
Aniup v. fluoxetina
Anoxen v. fluoxetina
Ansedan v. diazepam
Ansial v. buspirona
Ansiben v. citalopram
Ansidan v. alprazolam
Ansielix v. alprazolam
Ansielix Digest 227
Ansietil v. ketazolam
Ansietil S NF 222, 228
Ansifix v. venlafaxina
Ansilan (CO) v. fluoxetina
Ansilan (YV) v. alprazolam
Ansiodex v. citalopram
Ansiofen v. lorazepam
Ansiogen v. bromazepam
Ansiolam v. clonazepam
Ansiolin v. alprazolam
Ansiolit v. alprazolam
Ansionax v. buspirona
Ansionil v. alprazolam
Ansiopas v. diazepam
Ansiopral v. alprazolam
Ansiosel v. bromazepam
Ansioter v. bromazepam
Ansiovitam 229
Ansiozol v. zolpidem
Ansium (CR, ES, GCA, HN, PA) v. sertralina
Ansium (E) 222, 229
Ansium (PE) v. bromazepam
Antalin 223, 228
Antidex v. escitalopram
Antipres v. fluoxetina
Anzatax v. clonazepam
Anziatina v. paroxetina
Aplacasse v. lorazepam
Aplacid v. sulpirida
Aplenzin v. bupropión
Apo-Oxpar v. paroxetina
Apo-Risperidone v. risperidona
Apracal v. haloperidol
Apsico v. olanzapina
Aptiom v. eslicarbazepina
Aradix v. metilfenidato
Arafaxina v. venlafaxina
Aramix v. escitalopram
Arapaxel v. paroxetina
Arel v. escitalopram
Aremis v. sertralina
Arenbil v. olanzapina
Aretaeus v. quetiapina
Ariale v. sertralina
Arieti, S. 183
Arilex v. aripiprazol
aripiprazol 220
Aripiptral v. aripiprazol
Aripral v. aripiprazol
Ariprax v. aripiprazol
Ariprazol v. aripiprazol
Ariprid v. aripiprazol
Ariprin v. aripiprazol
Aristopiron v. buspirona
Arixind v. aripiprazol
Arizic v. topiramato
Arizol v. aripiprazol
Arketin v. risperidona
Arlemide v. aripiprazol
Arnol 720-T 229
Aropax v. paroxetina
Aroxat v. paroxetina
Artane v. trihexifenidilo
Artrilan 229
Asegur v. venlafaxina
asenapina 220
Aserin v. sertralina
Asertral v. sertralina
Ashton, H. 175
Asicot v. quetiapina
Assagioli, R. 159
Atarax v. hidroxizina
Ataraxone v. hidroxizina
Atemperator (RA) v. bromazepam
Atemperator (ROU) v. lorazepam
Atenix v. sertralina
Atenopress v. fluoxetina
Atenual (PE) v. ketazolam
Atenual RCH) v. clomipramina
Athimil v. mianserina
Atipina v. quetiapina
Atisenap v. asenapina
Ativan v. lorazepam
atomoxetina 230
Atoxecar v. oxcarbazepina
Atrimon v. zolpidem
Attentho v. atomoxetina
Aurasert v. sertralina
Auration v. carbamazepina
Aurene v. oxcarbazepina
Aurium v. metilfenidato
Auroken v. fluoxetina
Auropram v. citalopram
Aurorex v. moclobemida
Aurorix v. moclobemida
Ausentron v. clomipramina
Avanxe v. risperidona
Avaplex v. carbamazepina
Axeptyl 223, 228
Axial v. atomoxetina
Axiomat v. escitalopram
Axone v. venlafaxina
Axonil 222, 228
Axopram v. citalopram
Axtin v. fluoxetina
Axual v. pregabalina
Axyol v. lorazepam
Azepin v. carbamazepina
Azoblu v. alprazolam
Azymol v. aripiprazol

B
Balamol v. bromazepam
Balerap v. olanzapina
Balfibro v. pregabalina
Balidon v. triazolam
bálsamo 135
Bamazepin v. carbamazepina
Barón de Münchhausen 91, 206
Basitrol v. carbamazepina
Battegay, R. 26
Beaplen v. escitalopram
Becede v. alprazolam
Bectam v. paroxetina
Bejowa v. clonazepam
Bellacina v. clorpromazina
Bellion, R. 207
Beltium v. fluoxetina
Benedorm v. bromazepam
Benexafrina v. olanzapina
Benkert, O. 198
Benolaxe v. venlafaxina
bentazepam 227
Benzolam v. alprazolam
Benzosed v. midazolam
benztropina 52, 199, 231
Benztropine v. benztropina
Benzum v. biperideno
Besati, O. 206
Besitran v. sertralina
Bestrada v. escitalopram
Bestrol v. alprazolam
Betavex 228
Betis v. clotiazepam
Biatrix v. quetiapina
Bicalm v. atomoxetina
Bicromil v. sertralina
Bilanz v. mirtazapina
Binax v. duloxetina
Biomood v. topiramato
Bioneuril v. carbamazepina
Biorgan B 228
Bipercam v. biperideno
Biperid v. biperideno
biperideno 45, 47, 50, 56, 231
Bivadin v. escitalopram
Bleuler, M. 24, 36
Blortem v. clonazepam
Blumhardt, J. C. 88
Boevink, W. 206
Bolpini v. valproato
Bonil v. imipramina
Bonilux v. venlafaxina
Brasalen v. bromazepam
Breggin, P. 55, 192, 202
Brinderina 222
Brintellix v. vortioxetina
Brintenal v. selegilina
Briobalyn v. pregabalina
Brisdelle v. paroxetina
Bromacalm v. bromazepam
Bromalex v. bromazepam
Bromased v. bromazepam
Bromatanil v. bromazepam
bromazepam 66, 228
Brominter v. bromazepam
Broncodil Plus 229
Bronpamed v. bromazepam
Brooks, G. 32-33, 35
Bropan v. bromazepam
brotizolam 228
Brozepam v. bromazepam
Brucarcer v. carbamazepina
Buccolam v. midazolam
Budeprion v. bupropión
Bufipina v. carbamazepina
Bupredol v. bupropión
Bupril v. bupropión
Buprion v. bupropión
Buproban v. bupropión
bupropión 115, 223
Burgerstein, L. 150-151
BuSpar v. buspirona
Busparium v. buspirona
buspirona 228
Buspirone v. buspirona
Butartrol 229
Butecam v. bromazepam
Butinon v. haloperidol
Butrew v. bupropión
Buxon v. bupropión
Bzoft v. sertralina

C
C.M.P. v. carbamazepina
Cabalex v. litio
Cacerpina v. carbamazepina
Cade v. litio
Calmapride v. risperidona
Calmatron v. lorazepam
Calmol v. alprazolam
Calmosedan 229
Calton v. citalopram
Camcolit v. litio
Campbell, J. 159
Captaton v. fluoxetina
Carbacorp v. carbamazepina
Carbactol v. carbamazepina
Carbagramon v. carbamazepina
Carbagretol v. carbamazepina
Carbalan v. carbamazepina
Carbam v. carbamazepina
Carbamacepina v. carbamazepina
Carbamat v. carbamazepina
carbamazepina 16-79, 23, 25, 48, 63, 114, 118, 126, 129, 131, 133, 142, 147,
197-198, 203, 226
Carbamazepine v. carbamazepina
Carbamin v. carbamazepina
Carbapin v. carbamazepina
Carbasal v. carbamazepina
Carbastar v. carbamazepina
Carbatrol v. carbamazepina
Carbaval v. carbamazepina
Carbazep v. carbamazepina
Carbazina v. carbamazepina
Carbolim v. litio
Carbolit v. litio
Carbonato de litio v. litio
Carbonato litio v. litio
Carboron v. litio
Carlit v. litio
Carmian v. carbamazepina
Carpenter, W. 35
Carpin v. carbamazepina
Carzep v. carbamazepina
Casbol v. paroxetina
Catepsin v. quetiapina
Cavodan 230
Cedar v. hidroxizina
Ceglution v. litio
Ceglutión v. litio
Celaxin v. clonazepam
Celexa v. citalopram
Celonfex v. sertralina
Celtium v. escitalopram
Centramina v. amfetamino
Ceractiv v. pemolina
Cetiril v. carbamazepina
Chlordiazepoxide and Amitriptyline 223, 228
Chlorpromazine v. clorpromazina
clorprotixeno 56, 81, 88, 147, 150, 186
Chouinard, G. 34
Ciblex v. mirtazapina
Cibrom v. citalopram
Ciclox v. clonazepam
Cimal (BOL, DOM, EC, PY, RCH, YV) v. citalopram
Cimal (CO) v. duloxetina
Cimicile v. sertralina
Cinazel v. carbamazepina
Cionamat 226, 228
Cipralex v. escitalopram
Cipram v. citalopram
Cipram S v. escitalopram
Cipramil v. citalopram
Cisordinol v. zuclopentixol
Citadep v. citalopram
Citalax v. escitalopram
citalopram 223
Citalux v. citalopram
Citalvir v. citalopram
Citara v. citalopram
Citazone v. citalopram
Citopam v. citalopram
Citopram v. citalopram
Citoprex v. citalopram
Citox v. citalopram
Cizetol v. carbamazepina
Clasica v. pregabalina
Clinium v. fluoxetina
Clobalex v. clobazam
Clobam v. clobazam
Clobamax v. clobazam
clobazam 228
Clobecort v. clobazam
Clofax v. clozapina
Clomactel v. clorpromazina
Clomax v. clomipramina
Clominil v. escitalopram
clomipramina 81, 88, 133, 186, 223
Clomipramine v. clomipramina
Clomipran v. clomipramina
Clomitan v. clomipramina
Clonabay v. clonazepam
Clonac v. clonazepam
Clonacan v. clonazepam
Clonacex v. clonazepam
Clonadex v. clonazepam
Clonagin v. clonazepam
Clonalgin v. clonazepam
Clonapam v. clonazepam
Clonapine v. clonazepam
Clonasedan v. clobazam
Clonatril v. clonazepam
Clonatryl v. clonazepam
Clonax v. clonazepam
Clonazam v. clonazepam
Clonazen v. clonazepam
clonazepam 45, 48, 63, 96-97, 228
Clonel v. zopiclona
Cloner v. clonazepam
Clonex v. clonazepam
Clonipres v. clonazepam
Clonoten v. clonazepam
Clopixol v. zuclopentixol
Clopsine v. clozapina
clorazepate dipotasio v. clorazepato de potasio
clorazepato de potasio 228
clorazepato dipotásico v. clorazepato de potasio
clorazepato potásico v. clorazepato de potasio
clordiazepóxido 27, 63, 66, 88, 209, 228
Clorimax v. clomipramina
Cloropromax v. clorpromazina
Clorpromacina v. clorpromazina
Clorpromax v. clorpromazina
clorpromazina 29, 31, 34, 37, 46, 52-55, 112, 189, 181, 221
Clostedal v. carbamazepina
clotiapina 221
clotiazepam 228
cloxazolam 228
Clozam (CO) v. clonazepam
Clozam (RA) v. clobazam
Clozanil v. clonazepam
clozapina 32, 34, 45-47, 50, 132, 200, 221
Clozapine v. clozapina
Clozaril v. clozapina
Clozer v. clonazepam
Clozix v. clozapina
cocaína 24, 119, 121, 189, 195
Codipzona v. trazodona
Cogentin v. benztropina
Cognil v. metilfenidato
Cohen, O. 206
Cole, J. 23
Colinorm 228
Colixane B 228
Collepax v. paroxetina
Colonix B 228
Colposec v. olanzapina
Comenter (BOL, DOM, GCA, MEX, RA, YV) v. mirtazapina
Comenter (EC) v. selegilina
Compro v. proclorperazina
Concerta v. metilfenidato
Concilium v. escitalopram
Conduxet v. fluoxetina
Conect v. escitalopram
Conexine (BOL, EC, YV) v. sertralina
Conexine (PY) v. fluoxetina
Confium v. fluoxetina
Conformal v. carbamazepina
Consilium v. diazepam
Contenda v. lamotrigina
Contrave 223
Convulex ( RCH) v. valproato
Convulex (YV) v. carbamazepina
Coquan v. clonazepam
Corofodin C 221
Cortran v. citalopram
Coverfax v. escitalopram
Cratular v. sertralina
Creosedin v. bromazepam
Criam v. valproato
Crismidor v. midazolam
Crismol v. clonazepam
Crisomet v. lamotrigina
Cristo v. Jesús
Cronadyn v. paroxetina
Cronoval v. valproato
Crucial v. clonazepam
Cuadel v. diazepam
Cuait D 223, 226
Cuait-D 223
Cuait Trifluoperazina v. trifluoperazina
Cymbalta v. duloxetina

D
Da Fex v. lamotrigina
Daclor v. alprazolam
Dacloran v. alprazolam
Dafex v. lamotrigina
Dagotil v. risperidona
Daiv v. diazepam
Dakermina v. duloxetina
Daksol v. lamotrigina
Dalam v. midazolam
Dalbos v. alprazolam
Dalcipram v. milnaciprana
Dalparan v. zolpidem
Dalpas v. buspirona
Dalun v. hidroxizina
Damixan v. zolpidem
Danedol v. risperidona
Danox v. alprazolam
Daparox v. paroxetina
dapoxetina 223
Darcicpreno v. biperideno
Datevan v. paroxetina
Datolan v. zopiclona
Daunderer, M. 196
Davis, K. 30
Daytrana v. metilfenidato
de Jonge, A. 101-102
Deanxit 221, 224
Deaten v. atomoxetina
Debrezrela v. alprazolam
Debridat B 228
Decanoas 50 v. haloperidol
Decentan v. perfenazina
Definil v. risperidona
Deflox v. fluoxetina
Degkwitz, R. 29, 32
Dehidrobenzoperidol v. droperidol
Demobal v. moclobemida
Dendritex v. quetiapina
Deniban v. amisulprida
Denoral v. risperidona
Dentha 221
Denzolam v. biperideno
DEP (EC) v. haloperidol
DEP (ROU) v. selegilina
Depacon v. valproato
Depakene v. valproato
Depakine v. valproato
Depakote v. valproato
Depax v. sertralina
Depralin v. escitalopram
Deprax (BOL, DOM, EC, PE, PY, RCH) v. sertralina
Deprax (E) v. trazodona
Deprecalm v. sertralina
Deprectal v. oxcarbazepina
Deprelafax v. fluoxetina
Depreless v. mirtazapina
Deprelio v. amitriptilina
Depress v. fluoxetina
Deprezina v. mirtazapina
Deprifel v. fluoxetina
Deprozin v. fluoxetina
Deptral v. sertralina
Deptraser v. sertralina
Depurol v. venlafaxina
Dergelasen v. buspirona
Deroxat v. paroxetina
Desagit v. trihexifenidilo
desipramina 223
Deslafax v. desvenlafaxina
Desoxyn v. metamfetamina
Despertha v. olanzapina
Destul v. paroxetina
desvenlafaxina 224
Desvenlafaxine v. desvenlafaxina
Detenler v. levomepromazina
Deturben v. fluoxetina
Dexapron v. escitalopram
Dexedrine v. dextroamfetamina
dexmetilfenidata 230
dextroamfetamina 172, 231
Dextroamphetamine v. dextroamfetamina
Dezepan v. diazepam
Diactal v. diazepam
Diaforin v. risperidona
Diapam 229
Diapresan v. trazodona
Diastat v. diazepam
Diatex v. diazepam
diazepam 52, 63, 66, 84, 88, 98, 100, 113, 128-129, 133, 136, 156, 188, 196-
197, 209, 229
Diazepan v. diazepam
Diazex v. diazepam
Dicepin v. diazepam
Dicomex v. clozapina
Di-DPA v. valproato
Dieterich, M. 92
dietilamida de ácido lisérgico 114, 124, 159
Digeprax 227
Digton v. sulpirida
Dilamet v. lormetazepam
Diocam v. clonazepam
Dipax v. bromazepam
Dipaz v. diazepam
Dipezona v. diazepam
Dipine v. clozapina
Dipiperon v. pipamperon
Dipresol v. sertralina
Discole v. clozapina
Disifelit 221
Dislaven v. venlafaxina
Dismedox v. pregabalina
Dispax v. paroxetina
Distenol v. diazepam
Distensan v. clotiazepam
Distonal v. desipramina
Distonex 222, 228
Dium v. pregabalina
Diuserpina fuerte 222
Divalp v. valproato
Divalprax v. valproato
Divalproato v. valproato
divalproato sódico v. valproato
Divalproex v. valproato
Divals v. valproato
Divaril v. mirtazapina
Di-Vp v. valproato
Dixin v. alprazolam
Dizolam v. alprazolam
Dizpazil v. fluoxetina
DMT v. N,N-dimetiltriptamina
Dobucar v. carbamazepina
Dobupal v. venlafaxina
Docilen v. zopiclona
Dogamin v. pregabalina
Dogmatil v. sulpirida
Dolanet D 229
Dolgenal v. pregabalina
Dolica v. pregabalina
Dolo Relaxedant 229
Doloctrapin v. orfenadrina
Doloneuropat v. pregabalina
Dolorelief v. pregabalina
Dominazol v. olanzapina
Dominium (BOL, EC, RCH) v. fluoxetina
Dominium (CO, PE) v. sertralina
Dominium (RA) v. quetiapina
Domus v. olanzapina
Donix v. lorazepam
Doral v. quazepam
Doricum v. midazolam
Dormeben v. zolpidem
Dormex v. zopiclona
Dormicalm v. midazolam
Dormicum v. midazolam
Dormid v. midazolam
Dormilam v. zolpidem
Dormilan v. zolpidem
Dorminox v. midazolam
Dormipron v. midazolam
Dormire v. midazolam
Dormirex (CO) v. zolpidem
Dormirex (GCA) v. hidroxizina
Dormi-Ros v. zolpidem
Dormix v. midazolam
Dormizolam v. midazolam
Dormodor v. flurazepam
Dormonid v. midazolam
Dormonoct v. loprazolam
Dormosol v. zolpidem
Dosier v. bupropión
Doupex v. duloxetina
Doxepin v. doxepina
doxepina 81, 224
Doxet v. duloxetina
Doxetin v. duloxetina
Doxime v. sertralina
Dozic (CO, DOM, PY) v. olanzapina
Dozic (RA) v. risperidona
DPA v. valproato
Dreamker v. bromazepam
Drimipax v. paroxetina
Drimnorth v. midazolam
Drimpam v. alprazolam
droperidol 221
Dropicine v. risperidona
Drosix v. desvenlafaxina
Duazolam v. alprazolam
Duceten v. duloxetina
Dulmar v. duloxetina
duloxetina 192, 224
Dulvanex v. duloxetina
Dumirox v. fluvoxamina
Dumitol v. zolpidem
Duvaline v. buspirona
Duxetin v. duloxetina
Duxetina v. duloxetina

E
Eburnate v. fluoxetina
Eciprax v. escitalopram
Ecitalex v. escitalopram
Ectiban v. escitalopram
Ectien v. venlafaxina
Ecuanil v. meprobamato
Edagan v. quetiapina
Edalen v. risperidona
Edictium v. clonazepam
Edictum v. clonazepam
Edluar v. zolpidem
Edorame v. valproato
Edronax v. reboxetina
Educil v. escitalopram
Eduxon v. venlafaxina
Efaflex v. orfenadrina
Efasedan v. lorazepam
Efexor v. venlafaxina
Effexor v. venlafaxina
Einstein, A. 83
Ekilid v. sulpirida
Elafax v. venlafaxina
Elavil v. amitriptilina
Eldepryl v. selegilina
Elebe v. carbamazepina
electroshock 22, 52, 54, 166, 169, 199, 207
Elem v. metilfenidato
Elepsin v. imipramina
Eleval v. sertralina
Elontril v. bupropión
Elsitriol v. amitriptilina
Elvanse v. lisdexamfetamina
Emeral v. alprazolam
Emergen v. sertralina
Emopax v. bromazepam
Emotival v. lorazepam
Emotix v. fluoxetina
Emozac v. fluoxetina
Emsam v. selegilina
Enabran v. haloperidol
Enolex v. olanzapina
Epilepax v. lamotrigina
Epilexter v. oxcarbazepina
Epilim v. valproato
Epilmax v. topiramato
Episep v. clonazepam
Epistal v. topiramato
Epitol v. carbamazepina
Epival v. valproato
Epizep v. clonazepam
Eposal (CO) v. carbamazepina
Eposal (YV) v. clordiazepóxido
Epram v. escitalopram
E-Psiconor v. escitalopram
Equasym v. metilfenidato
Equelib v. quetiapina
Equetro v. carbamazepina
Equiflox v. fluoxetina
Equilibrane v. fluoxetina
Equilibrin v. amitriptilinóxido
Equilid v. sulpirida
Equiliv v. clonazepam
Equiplen v. bromazepam
Equisedin v. bromazepam
Equivac v. sertralina
Equival v. valproato
Ergo Dolanet D 229
Ergo Relaxedant 229
Ergo Trisclin 229
Ergofalea N 229
Erliniz v. escitalopram
Ernst, C. 37
Ernst, K. 37
ES-3 v. alprazolam
Esbelcaps 229
Escipram v. escitalopram
Esciprox v. escitalopram
Escitacross v. escitalopram
Escitalex v. escitalopram
escitalopram 224
Esciterokam v. escitalopram
Escolam v. escitalopram
Esertia v. escitalopram
Esidep v. escitalopram
Eskalit v. litio
eslicarbazepina 226
Eslopran v. escitalopram
Espasmosilan 228
Espertal v. valproato
Esquiab v. quetiapina
estazolam 229
Estazyl v. escitalopram
Estimex v. escitalopram
Estimul v. fluoxetina
Estomina v. bromazepam
Esynos v. escitalopram
Eszop v. eszopiclona
eszopiclona 229
Etalokare v. escitalopram
E-Talpram v. escitalopram
Etiasel v. quetiapina
Eticolin 228
etilo loflazepato 229
Etiperidol v. haloperidol
Etumina v. clotiapina
Euciton Stress 227
Eudon 228
Eugin 228
Eumotil-T 228
Eunerpan v. melperona
Eutransil 227
EX3 v. escitalopram
Exibral v. valproato
Eximius v. fluoxetina
Exopil v. eszopiclona
Expan v. doxepina
Exquia v. quetiapina
éxtasis v. 3,4-metilendioximetanfetamina
Extensil v. dapoxetina
Exzentius v. escitalopram
Ezentius v. escitalopram
E-Zentius v. escitalopram
Ezolin v. zopiclona
F
Faboxetina v. fluoxetina
Fabozepam v. bromazepam
Fagodol v. topiramato
Fanapt v. iloperidone
Fapris v. desvenlafaxina
Faradil 229
Faradil 200 229
Faradil Gas 229
Faradil Novo 228
Farmadorm v. midazolam
Farmapina v. mirtazapina
Farmapram v. alprazolam
Farmaxetina v. fluoxetina
Farmazepan v. lorazepam
Farmazepin v. carbamazepina
Fasarax v. hidroxizina
Faxine v. venlafaxina
FazaClo v. clozapina
Fedox v. hidroxizina
Feinardon v. tetrabenazina
Felanor v. clonazepam
Felixina v. fluoxetina
Felizita v. sertralina
Feltram v. haloperidol
Fenebra v. lamotrigina
fenelzina 224
Fenergan v. prometazina
fenetylina 24
Fentanilo-Droperidol 221
Ferbin v. valproato
Fetzima v. milnaciprana
Fevalat v. fluvoxamina
Fexer, H. 201
F-Exina v. fluoxetina
Fialgin v. tioridazina
Finap v. citalopram
Finaten v. bromazepam
Finorinex v. duloxetina
Finul v. sulpirida
Finzen, A. 25
Fiorda v. amitriptilina
Firsito v. escitalopram
Fixon v. imipramina
Flamus v. lamotrigina
Flaxen v. venlafaxina
Flazinil v. zolpidem
Flocefran v. fluoxetina
flores de Bach 195
flores de la pasión v. passiflora incarnata
Florexal v. fluoxetina
Floxet v. fluoxetina
Flozepan v. clonazepam
Fluanxol v. flupentixol
Fluctin v. fluoxetina
Fluctine v. fluoxetina
flufenazina 31, 110, 141, 221
Fluneurin v. fluoxetina
flunitrazepam 98, 229
Fluoxac v. fluoxetina
fluoxetina 15, 45-47, 50, 114-115, 133, 147, 220, 224
Fluoxetine v. fluoxetina
Fluoxiram v. fluoxetina
Fluoxzac v. fluoxetina
Fluozac v. fluoxetina
Flupazine v. trifluoperazina
flupentixol 98, 143-144, 186-187, 221
Fluphenazine v. flufenazina
Flupress v. fluoxetina
Fluralema v. flurazepam
Fluralex v. fluoxetina
Fluran v. fluoxetina
flurazepam 229
fluspirileno 52, 57, 59-60, 186
Flutin v. fluoxetina
Flutinax v. fluoxetina
Fluvoprex v. fluvoxamina
fluvoxamina 224
Fluvoxamine v. fluvoxamina
Fluvoxin v. fluvoxamina
Fluxentac v. fluoxetina
Fluxet v. fluoxetina
Fluzac v. fluoxetina
Focalin v. dexmetilfenidata
Foltran v. zopiclona
Fontanivo v. olanzapina
Forfivo v. bupropión
Foxetin v. fluoxetina
Frankl, V. 159
Frendix v. fluoxetina
Frenial v. olanzapina
Frescalis v. diazepam
Freud, S. 10, 159
Freyhan, F. 20
Frisium v. clobazam
Frosinor v. paroxetina
Fulcrum 223, 228
Fulsadem v. zolpidem
Fulsed v. midazolam
Fusum v. fluoxetina

G
Gabaclotec v. clonazepam
Gabalin v. pregabalina
Gabox v. carbamazepina
Gacela v. pregabalina
Ganavax v. venlafaxina
Ganax v. maprotilina
Gaseo 3 229
Gasmol v. bromazepam
Gastrolen 228
Gastropax 228
Gavin v. pregabalina
Geodon v. ziprasidona
Gialtyn v. pregabalina
Gilbert, P. 35
Ginacross v. lamotrigina
Gloriax 229
Glorius v. bromazepam
Gobbizolam v. midazolam
Gofyl v. quetiapina
Goppelt, L. 88
Goval v. risperidona
Greit v. fluoxetina
Grifoalpram v. alprazolam
Grifoclobam v. clobazam
Grifoketam v. ketazolam
Grisil v. topiramato
Grof, C. 159
Grof, S. 159, 161
Groven v. aripiprazol
Gualtieri, T. 34
guanfacine 231
Guastil v. sulpirida
Gölden, B. 206

H
Hahnemann, S. 156
Halcion v. triazolam
Haldol v. haloperidol
Hall, W. 175
Halo v. haloperidol
Haloped v. haloperidol
haloperidol 15, 32, 45-47, 52, 56, 128-129, 133, 137, 147, 150, 177-178, 221
Haloperil v. haloperidol
Halopidol v. haloperidol
Haloretard v. haloperidol
Halozen v. haloperidol
Hapilux v. fluoxetina
Haridol v. haloperidol
Harrow, M. 22
Hatmmony v. bromazepam
Hegon v. zaleplón
Heipram v. escitalopram
Helmchen, H. 36
Hemixtril v. paroxetina
heroína 103-109, 119, 171, 189
Hesse, H. 92
Hiderax v. hidroxizina
Hidroxfar v. hidroxizina
Hidroxicina v. hidroxizina
Hidroxin v. hidroxizina
hidroxizina 220, 229
hierba de St. Juan v. hipérico
Hift, S. 31
Higroton-Res 222
hiperforina 102
hipérico 115, 155
Hipnatur v. zolpidem
Hipnax v. zaleplón
Hipnodem v. zaleplón
Hipnotab v. zolpidem
Hipokinon v. trihexifenidilo
Hippius, H. 198
Hispadol v. haloperidol
Histadrex v. hidroxizina
Histrol v. clonazepam
Hoff, H. 31
Huberplex v. clordiazepóxido
Humorap v. citalopram
Hyderax v. hidroxizina
Hydertan v. citalopram
Hydroxizine v. hidroxizina

I
Idalprem v. lorazepam
Idilion v. sulpirida
Idoxen v. venlafaxina
Ifa Fonal v. diazepam
Ilimit v. aripiprazol
iloperidone 221
Imipox 224, 228
imipramina 27, 78, 81-83, 224
Imipramine v. imipramina
Imovane v. zopiclona
Implicane v. sertralina
Indolgin v. hidroxizina
Indozul v. fluoxetina
Inductal v. eszopiclona
Indupax v. midazolam
Induzepan v. clonazepam
Inervon v. flunitrazepam
Inhisser v. citalopram
Inmox v. duloxetina
Inosert v. sertralina
Inquetia v. quetiapina
Insertec v. sertralina
Insodem v. zolpidem
Insom v. zolpidem
Insomin v. zopiclona
Insomnium v. zopiclona
Integrex v. reboxetina
Intermezzo v. zolpidem
Intuniv v. guanfacine
Inveda v. paliperidona
Invega v. paliperidona
Invol v. carbamazepina
Inzodem v. zolpidem
Ipipral v. aripiprazol
Ipnazolam v. midazolam
Ipran v. escitalopram
Irazem v. aripiprazol
Irenor v. reboxetina
Irizz v. alprazolam
Irmil v. aripiprazol
Irradial v. sertralina
isocarboxazida 224
Isoklón v. eszopiclona
Isonida v. clozapina
Isperin v. risperidona
Ispidon v. risperidona
Ixicrol v. paroxetina
Ixium v. desvenlafaxina

J
Jamison, K. 177
Jervis, G. 137
Jesperson, M. 206
Jesús 88, 90-91, 171
Jobe, T. 22
John, K. 208
Johnson, B. 208
Jones, B. 34
Jumex v. selegilina
Jung, C. G. 159

K
Kabian v. pregabalina
Kalitium v. litio
Kalm v. hidroxizina
Kalmalin v. lorazepam
Kantucor v. risperidona
Karbasalin v. carbamazepina
Karidium v. clobazam
Karile 221, 225
Karlit v. litio
Karon, B. 22
kava v. kavaina
kavaina 156, 195
Kayexalate v. selegilina
Kemadren v. prociclidina
Kemadrin v. prociclidina
Kemoter v. quetiapina
Kempker, K. 208
Kenitra v. clonazepam
Kenoket v. clonazepam
Kentium v. alprazolam
Kepsidol v. haloperidol
Ketara v. quetiapina
ketazolam 229
Ketian v. quetiapina
Ketipina v. quetiapina
Khedelza v. desvenlafaxina
Kierkegaard, S. 88
Kinabide v. selegilina
Kineptia v. pregabalina
Kinestrel v. amantadina
Kinex v. biperideno
Klein, D. 200
Klein, E. 203
Klepper, J. 88
Klonopin v. clonazepam
Klosadex v. paroxetina
Klotz, U. 197
Konz, F. 150
Kralant 223, 228
Krama v. alprazolam
Kramer, J. 26-27, 199
Kriadex v. clonazepam
Kronoax v. risperidona

L
Labileno v. lamotrigina
Labosol v. aripiprazol
Labox v. alprazolam
Lacoursiere, R. 33, 35, 201
Lafaxim v. venlafaxina
Lafaxin v. venlafaxina
Lafaxven v. venlafaxina
Lafigin v. lamotrigina
Lagose v. dapoxetina
Lagotran v. lamotrigina
Laiden v. pregabalina
Lamcord v. diazepam
Lamdra v. lamotrigina
Lamep v. lamotrigina
Lametec v. lamotrigina
Lamictal v. lamotrigina
Lamirax v. lamotrigina
Lamobrigan v. escitalopram
Lamocas v. lamotrigina
Lamocris v. lamotrigina
Lamodal v. lamotrigina
Lamogin v. lamotrigina
Lamonax v. lamotrigina
Lamosyn v. lamotrigina
Lamotas v. lamotrigina
Lamotaxyl v. lamotrigina
Lamotrigil v. lamotrigina
Lamotrigin v. lamotrigina
lamotrigina 226
Lamotrigine v. lamotrigina
Lamotrine v. lamotrigina
Lamotrix v. lamotrigina
Lamtox v. lamotrigina
Lantanon v. mianserina
Lanzep v. olanzapina
Laparox v. paroxetina
Lapenax v. clozapina
Lapsus v. fluoxetina
Largactil v. clorpromazina
Laroxyl v. amitriptilina
Laskowski, E. 208
Laspen v. lamotrigina
Latrigin v. lamotrigina
Latrimed v. lamotrigina
Latrin v. lamotrigina
Latta, D. 204
Latuda v. lurasidona
lavanda 195
Lawrence, J. 23, 199
Lazipine v. olanzapina
Lazymuline v. sertralina
Lebensart v. fluoxetina
Leber, D. 162-163
Lecimar v. fluoxetina
Lefax v. lamotrigina
Legabin v. pregabalina
Lehmann, P. 15, 55, 119, 151, 175
Leibold, G. 195
Lembrol v. diazepam
Lemidal v. aripiprazol
Lenison v. clorpromazina
Lentobis v. bromazepam
Leonhard, K. 36
Leponex v. clozapina
Leptazine v. trifluoperazina
Leptic v. clonazepam
Lepticin v. duloxetina
Leptilan v. valproato
Leptopsique v. perfenazina
Lerivon v. mianserina
Lerogin 228
Lervitan v. duloxetina
Lesefer v. sertralina
Leumont v. lamotrigina
Levest v. venlafaxina
Levo Prom v. risperidona
Levocalm v. olanzapina
Levomepromacina v. levomepromazina
levomepromazina 133, 137, 147, 221
levometadona 106-108, 119
levomilnaciprana 224
Levonam v. clonazepam
Lewis, C. L. 11
Lexapro v. escitalopram
Lexatin v. bromazepam
Lexcitox v. escitalopram
Lexotan v. bromazepam
Lexotanil v. bromazepam
Lextor v. escitalopram
Libansid v. lorazepam
Liberad v. alprazolam
Librax 228
Librazolam v. alprazolam
Librium v. clordiazepóxido
Limatic v. lamotrigina
Limbatril 88
Limbial v. oxazepam
Limbic v. venlafaxina
Limbik v. risperidona
Limerix v. haloperidol
Limovan v. zopiclona
Lindner, U. 205
Lindormin v. brotizolam
Linprel v. pregabalina
Lipraxin 228
lisdexamfetamina 231
Lisicaps v. zopiclona
Lithane v. litio
Litheum v. litio
Lithium v. litio
Lithiun v. litio
Lithobid v. litio
Litil v. litio
Litio carbonato v. litio
litio 15, 17, 23, 25, 47, 50, 53-55, 84, 89, 98, 110-114, 118, 126, 128-129,
131, 133, 147, 198, 203, 226
Litionato v. litio
Litocarb v. litio
Livertox v. fluoxetina
Lodux v. clozapina
Logat v. alprazolam
Logical (BOL, PY, RA) v. valproato
Logical (CR, DOM, GCA) v. risperidona
Lomarin v. lamotrigina
Lomaz v. sertralina
Lomequin v. clonazepam
Lonazet v. oxcarbazepina
Longactil v. clorpromazina
Lonopex v. olanzapina
Lopram v. citalopram
loprazolam 209, 229
Loramet v. lormetazepam
lorazepam 45, 47, 50, 66, 78-79, 81-83, 100-101, 117, 209, 229
Lorazepan v. lorazepam
Lorep v. lorazepam
Lorezan v. lorazepam
lormetazepam 209, 229
Lortan v. bromazepam
Losan v. quetiapina
Losavio, T. 130
Losopil v. zopiclona
Lost Per v. risperidona
Lowfin v. sertralina
loxapina 220, 221
Loxapine v. loxapina
Loxpram v. citalopram
Lozam v. lorazepam
LSD v. dietilamida de ácido lisérgico
LTG v. lamotrigina
Lucipress v. triazolam
Lucita v. bromazepam
Lucium v. clobazam
Ludiomil v. maprotilina
Lumencian v. risperidona
Luminal v. fluoxetina
Lunel v. pregabalina
Lunesta v. eszopiclona
Lunox 2 v. eszopiclona
lúpulo 135, 195
Luramon v. fluoxetina
Lurap v. lurasidona
lurasidona 221
Lusedan v. sertralina
Luserpal v. fluoxetina
Lusipax v. bromazepam
Lutero, M. 88-89
Luvat v. fluvoxamina
Luvenil v. risperidona
Luverina v. clozapina
Luvitar v. citalopram
Luvox v. fluvoxamina
Luxxes v. lamotrigina
Lynch, T. 55
Lyovial v. lorazepam
Lyrica v. pregabalina

M
Manerix v. moclobemida
Mantra v. amantadina
maprotilina 63, 81, 114, 224
Maprotiline v. maprotilina
Maquix v. olanzapina
Marathon v. olanzapina
Marcen v. ketazolam
marihuana v. THC
Marplan v. isocarboxazida
Martensson, L. 32
Martesia v. pregabalina
Mateo 87
Matilina v. maprotilina
Maxipax v. clonazepam
May, P. 22
May, R. 174
Mayerhofer, F. 196
Mazda v. venlafaxina
MDMA v. 3,4-metilendioximetanfetamina
medazepam 229
Medicebran v. metilfenidato
Medikinet v. metilfenidato
Medipram v. citalopram
Medixen v. paroxetina
Medizac v. fluoxetina
Medizapin v. olanzapina
Medizolam v. midazolam
Medolan v. olanzapina
Meflax v. olanzapina
Megaflex v. tetrazepam
Meganox v. lamotrigina
Melancol v. clomipramina
Meleril v. tioridazina
melisa 195
melitraceno 224
Melleril v. tioridazina
melperona 147
Meltzer, H. 124
Meplar v. paroxetina
Meprobamate v. meprobamato
meprobamato 27, 118, 229
Meprozin v. levomepromazina
Meridian v. escitalopram
Metadate v. metilfenidato
metadona v. levometadona
metamfetamina 231
Methylin v. metilfenidato
Methylphenidate v. metilfenidato
metilfenidato 17, 24, 172, 198, 231
metotrimeprazina v. levomepromazina
Metrans v. metilfenidato
Mexaden v. carbamazepina
Meyer, C. 207
Mezine v. venlafaxina
MFD v. metilfenidato
Mhide v. oxcarbazepina
Mialgin v. orfenadrina
mianserina 225
Miapax v. eszopiclona
Microzepam v. lorazepam
Midalan v. midazolam
Midanex v. midazolam
Midasedan v. midazolam
Midax v. olanzapina
Midazenon v. midazolam
Midazepin v. midazolam
Midazol v. midazolam
midazolam 230
Midazolan v. midazolam
Midexar v. mirtazapina
Midolam v. midazolam
Midozor v. midazolam
Millett, K. 198
milnaciprán 225
Miolastan v. tetrazepam
Miopropan-T 228
Miopropan T 200 228
Miozepam v. clonazepam
Miperat v. tiaprida
Mirabril v. risperidona
Mirel v. mirtazapina
Mirpaw v. flunitrazepam
Mirta v. mirtazapina
Mirtafran v. mirtazapina
Mirtalab v. mirtazapina
Mirtalen v. mirtazapina
Mirtapax v. mirtazapina
Mirtaz v. mirtazapina
Mirtaza v. mirtazapina
mirtazapina 225
Mirtazapine v. mirtazapina
Mirtazaval v. mirtazapina
Mirtazep v. mirtazapina
Mirzalux v. mirtazapina
Mitaxind v. mirtazapina
Mitilase v. fluoxetina
Mitransil v. bromazepam
Mitransil S 222, 228
Mizapin v. mirtazapina
moclobemida 104, 225
Modecate v. flufenazina
Moderex v. alprazolam
Modifical v. clonazepam
Moditen v. flufenazina
Mogadon v. nitrazepam
Moltoben v. fluoxetina
Morelin 223, 228
morfina 32, 119, 131, 136
Moss, R. 149
Motival 221, 225
Motivan v. paroxetina
Motricord v. lamotrigina
Motrigal v. lamotrigina
Motruxia v. aripiprazol
Movator v. topiramato
Moxetin v. paroxetina
Mucarin Compuesto 228
Multisedil 229
Myolastan v. tetrazepam
Mystika v. pregabalina
Märtens, M. 208

N
Nabian-K v. topiramato
Naburon v. paroxetina
Nadis 229
Nardil v. fenelzina
Navizil v. tietilperazina
Nebapul v. metilfenidato
nefazodona 225
Nefazodone v. nefazodona
Nemactil v. periciazina
Neoaradix v. metilfenidato
Neocarb v. carbamazepina
Neogaival v. eszopiclona
Neogama v. sulpirida
Neopentin v. pregabalina
Neopresol v. escitalopram
Neoradix v. metilfenidato
Neosenexon v. desvenlafaxina
Neoxacina v. venlafaxina
Neozentius v. escitalopram
Neo-Zentius v. escitalopram
Neozetix v. eszopiclona
Nerbet v. fluoxetina
Nercon v. diazepam
Nerfanil v. bromazepam
Nergård, J. 215-216
Nervan v. bromazepam
Nervistop v. lorazepam
Nervix v. venlafaxina
Nervocuril v. flunitrazepam
Nervosal v. fluoxetina
Nervus v. alprazolam
Nesontil v. oxazepam
Neufagil v. paroxetina
Neugeron v. carbamazepina
Neuleptil v. periciazina
Neupax (MEX) v. alprazolam
Neupax Duo-S 222, 227
Neupram v. haloperidol
Neuractin v. valproato
Neurapax v. ketazolam
Neurax v. pregabalina
Neurazepan v. clonazepam
Neuristan v. pregabalina
Neurixa v. pregabalina
Neuro Lax v. fluoxetina
Neurocil v. levomepromazina
Neurogel v. clorpromazina
Neuroipran v. escitalopram
Neurolep v. carbamazepina
Neuroless v. citalopram
Neuronal v. pregabalina
Neuropatil v. oxcarbazepina
Neuropre v. pregabalina
Neurosenexon v. venlafaxina
Neurotol (PE) v. quetiapina
Neurotol (PY) v. amitriptilina
Neurotoprel v. topiramato
Neurotrox v. paroxetina
Neurozepam v. bromazepam
Neurum v. pregabalina
Neuryl v. clonazepam
Neutop v. topiramato
Nexit v. hidroxizina
Nexito v. escitalopram
Nezel v. venlafaxina
Niar v. selegilina
nicotina 136, 151
Nimoxen v. atomoxetina
Niravam v. alprazolam
Nirvan v. eszopiclona
Nitexol v. duloxetina
Nitidex v. duloxetina
Nitoman v. tetrabenazina
Nitoman v. tetrabenazina
Nitrane v. levomepromazina
nitrazepam 52, 63, 113, 209, 230
Nitrest v. zolpidem
Nivelan v. risperidona
Nivelan-N v. alprazolam
Nivelin v. clorazepato de potasio
Nixin v. bupropión
N,N-dimetiltriptamina 159
Nobritol 229
Nocpidem v. zolpidem
Noctamid v. lormetazepam
Nocte v. zolpidem
Noctidem v. zopiclona
Noctilan v. brotizolam
Noctiplon v. zaleplón
Nocton v. lormetazepam
Noctum v. zolpidem
Noctura v. midazolam
Nodep v. fluoxetina
Noiafren v. clobazam
Nokdrim v. zolpidem
Noladep v. fluoxetina
Noler v. olanzapina
Nopileptik v. valproato
Noptic v. eszopiclona
Norebox v. reboxetina
Norecsero v. citalopram
No-Ref 228
Norfenazin v. nortriptilina
Norflex v. orfenadrina
Ñorispez v. risperidona
Normador v. flunitrazepam
Normalide 222
Normativ v. carbamazepina
Normatón v. buspirona
Norpilen v. venlafaxina
Norpramin v. desipramina
Norsic v. quetiapina
Nor-Tegroll v. carbamazepina
Nortrip v. nortriptilina
nortriptilina 225
Nortriptyline v. nortriptilina
Noticum v. midazolam
Notison v. triazolam
Nova v. pregabalina
Novalona v. oxazepam
Novazolam v. alprazolam
Novesta v. aripiprazol
Noviser v. venlafaxina
Novo Humorap v. escitalopram
Novo Insomnium v. eszopiclona
Novonoctil v. zaleplón
Noxeprom v. alprazolam
Noxibel v. mirtazapina
Nozinan v. levomepromazina
Nugatil v. aripiprazol
Nulastres v. bromazepam
Nulev v. venlafaxina
Numencial 222, 229
Numenil v. maprotilina
Nuzac v. fluoxetina

O
O.C.M. v. clordiazepóxido
Oaks, D. 55, 95
Obax v. clobazam
Ocampina v. paroxetina
Oceanil v. olanzapina
Ochsenknecht, A. 156, 194, 200
Octanyl v. bromazepam
Odranal v. bupropión
Odven v. venlafaxina
Olan v. clonazepam
Olane v. paroxetina
Olanzafran v. olanzapina
olanzapina 15-16, 34, 96, 105-108, 133, 200, 221
Olanzyl v. olanzapina
Olapina v. olanzapina
Olaprex v. olanzapina
Olaprexa v. olanzapina
Olazap v. olanzapina
Oleanz v. olanzapina
Oleptro v. trazodona
Olex v. olanzapina
Olexa v. olanzapina
Olexar v. olanzapina
Olimer v. clonazepam
Olivin v. olanzapina
Olpax v. olanzapina
Olzapin v. olanzapina
Ondil v. alprazolam
Onfi v. clobazam
Onirema v. nitrazepam
Ontracel v. paroxetina
opiáceo 27, 116, 135, 148-152
Oprax v. venlafaxina
Optein v. olanzapina
Optimid 222, 228
Optimure v. escitalopram
Optiser v. escitalopram
Orap v. pimozida
orfenadrina 231
Orfenaflex v. orfenadrina
Orfidal v. lorazepam
Orfiril v. valproato
Orizon v. eszopiclona
Orphenadrine v. orfenadrina
Ortopsique v. diazepam
Osler, W. 170
Otedram v. bromazepam
Ovisen v. fluoxetina
Oxatech v. olanzapina
oxazepam 66, 133, 209, 230
Oxca v. oxcarbazepina
Oxcar v. oxcarbazepina
Oxcarbacepina v. oxcarbazepina
oxcarbazepina 17, 227
Oxcarbazepine v. oxcarbazepina
Oxetol v. oxcarbazepina
Oxicodal v. oxcarbazepina
Oxolon v. oxcarbazepina
Oxtellar v. oxcarbazepina
Ozace v. olanzapina
Ozapine v. olanzapina

P
Pacex v. paroxetina
Pacifen v. bromazepam
Pacilex v. bromazepam
Pacitran v. diazepam
Paditex v. clonazepam
paliperidona 221
Pamax v. paroxetina
Pamelor v. nortriptilina
Pamoxet v. paroxetina
Panazeclox v. clonazepam
Pandomil v. sertralina
Panufix v. olanzapina
Paralpar v. carbamazepina
Parexel v. paroxetina
Parexis v. paroxetina
Pari-CR v. paroxetina
Parker, U. 207
Parkisin v. biperideno
Parliff v. paroxetina
Parlift v. paroxetina
Parnate v. tranilcipromina
Parnox v. flunitrazepam
Parodel v. paroxetina
Parodep v. paroxetina
Parodox v. paroxetina
Paroten v. paroxetina
Parotina v. paroxetina
Paroxet v. paroxetina
paroxetina 26, 47, 81, 101-102, 104, 114, 225
Paroxetine v. paroxetina
Paroxil v. paroxetina
Parsimonil v. flunitrazepam
Parstelin v. tranilcipromina
passiflora incarnata 156, 195
Pasminox 40 Somatico 229
Passiva v. atomoxetina
Pablo de Tarso 88
Pauling, L. 135, 148
Pausafren T 230
Paxabel v. diazepam
Paxan v. paroxetina
Paxil v. paroxetina
Paxon v. buspirona
Paxtibi v. nortriptilina
Paxtine v. paroxetina
Pazeron v. sertralina
Pazidium v. clorazepato de potasio
Pazolam v. alprazolam
Pazz v. hidroxizina
Pegabal v. pregabalina
Pemix v. paroxetina
pemolina 24, 231
penfluridol 60, 221
perazina 57, 88, 147
perfenazina 221
periciazina 222
Peridon v. risperidona
Periplum v. sertralina
Perls, F. 159
Perphenazine v. perfenazina
Perphenazine and Amitriptyline 221, 223
Petzold, H. 208
Pexeva v. paroxetina
Pfeiffer, C. 149
PGB v. pregabalina
Phenadoz v. prometazina
Phenergan v. prometazina
Pietzcker, A. 201
Pimiken v. valproato
pimozida 56, 222
pinazepam 230
Pini, P. 208
pipamperon 147
Piportil v. pipotiazina
pipotiazina 222
Piracross v. topiramato
Pirval v. alprazolam
Pisalpra v. alprazolam
Pisaurit v. fluoxetina
PK-Merz v. amantadina
Placet v. olanzapina
Placidiax v. clonazepam
Placinoral v. lorazepam
Planica v. pregabalina
Plasedan v. alprazolam
Plenacer v. fluoxetina
Plenica v. pregabalina
Plenidon v. zaleplón
Plenur v. litio
Pleren v. orfenadrina
Plessir v. eszopiclona
Plidan v. diazepam
Plidex 229
Plidex T 229
Plidex T 100 229
Plurimen v. selegilina
Plusvidin v. mirtazapina
Pontiride v. sulpirida
Positiv v. sertralina
Posivyl v. paroxetina
Posthumus, J. 33
Practicum 229
Pragmaten v. fluoxetina
Pramcil v. citalopram
Pramina v. venlafaxina
Praminex v. clomipramina
Prayanol v. amantadina
Prazofel v. alprazolam
Prazolam v. alprazolam
Prebanal v. pregabalina
Prebictal v. pregabalina
Prebien v. pregabalina
Precipra v. escitalopram
Precoce v. dapoxetina
Prefalix v. pregabalina
Pregab v. pregabalina
Pregabadin v. pregabalina
Pregabalin v. pregabalina
pregabalina 227
Pregabax v. pregabalina
Pregalex v. pregabalina
Preghet v. pregabalina
Pregin v. litio
Pregobin v. pregabalina
Pregox v. pregabalina
Prelix v. pregabalina
Preludyo v. pregabalina
Prepram v. citalopram
Pressetina v. fluoxetina
Prestat v. pregabalina
Prevalina v. mianserina
Preveral con Codeína 222
Preveral con Dextrometorfano 222
Prexan v. escitalopram
Prexetin v. paroxetina
Prexor v. paroxetina
Pridal v. litio
Prikul v. pregabalina
Priligy v. dapoxetina
Prilkenzide v. lamotrigina
Primum v. flunitrazepam
Principia v. pregabalina
Prinox v. alprazolam
Prisdal v. citalopram
Prisma v. citalopram
Pristiq v. desvenlafaxina
Prixat v. ziprasidona
Procentra v. dextroamfetamina
Prochlorperazine v. proclorperazina
prociclidina 231
proclorperazina 222
Prodepres v. sertralina
Profisin 228
Progobin v. pregabalina
Prolanz v. olanzapina
Prolexa v. olanzapina
Prolift v. reboxetina
Prolix v. litio
Prolongal v. dapoxetina
Promaxil v. clorpromazina
promazina 34, 52
Prometar v. sulpirida
prometazina 34, 222
Prometh with Codeine 222
Promethazine v. prometazina
Promethazine DM 222
Promethazine VC 222
Promethazine VC with Codeine 222
Promethegan v. prometazina
Promyrtil v. mirtazapina
Prorecap v. sertralina
Prosertin v. sertralina
Protalgine v. lamotrigina
Protil v. olanzapina
Protomax v. topiramato
protriptilina 225
Proval v. valproato
Proxalab v. fluoxetina
Prozac v. fluoxetina
Prozyl v. clorpromazina
Prurid v. hidroxizina
Psicoasten v. paroxetina
Psicobrom v. bromazepam
Psicocen v. sulpirida
Psicodol (GCA) v. risperidona
Psicodol (PY) v. haloperidol
Psicolit v. litio
Psicomed v. sertralina
Psiconeurin v. flunitrazepam
Psiconor v. citalopram
Psico-Soma 222
Psicotop v. diazepam
Psicotric v. quetiapina
Psicozepam v. diazepam
Psicozolam v. alprazolam
Psiquial v. fluoxetina
Psiquium v. amitriptilina
Psycolina v. paroxetina
PTA v. alprazolam
Pulsit v. haloperidol
Q
Q-Mind v. quetiapina
Qsymia 227
Qual 229
Quandt, J. 29
Quanilene v. fluoxetina
Quazemic v. clonazepam
quazepam 230
Qudexy v. topiramato
Queapin v. quetiapina
Quentiax v. quetiapina
Quepimax v. quetiapina
Querox v. quetiapina
Quetaxil v. quetiapina
Quethet v. quetiapina
Quetia v. quetiapina
Quetiafran v. quetiapina
Quetiap v. quetiapina
quetiapina 48, 222
Quetiaros v. quetiapina
Quetiazic v. quetiapina
Quetidin v. quetiapina
Quetipax v. quetiapina
Quetirel v. quetiapina
Quetisfren v. quetiapina
Quetium v. quetiapina
Quetkare v. quetiapina
Quibazam v. clobazam
Quide v. quetiapina
Quiedorm v. quazepam
Quietal v. clonazepam
Quilarex v. venlafaxina
Quillivant v. metilfenidato
Quimium v. oxcarbazepina
Quitham v. clorazepato de potasio
Qurax v. quetiapina
Qutipin v. quetiapina

R
Radigen v. risperidona
Ramitrine v. lamotrigina
Randolph, T. 149
Ranocyd v. olanzapina
Rantopa v. topiramato
Rath, N. 207
Ravimil v. clonazepam
Ravotril v. clonazepam
Razolam v. alprazolam
reboxetina 225
Recit v. atomoxetina
Redeptin v. fluspirileno
Redotex 229
Refraxol v. clozapina
Regulex 222, 228
Regultron v. fluoxetina
Reguxina v. sertralina
Reimer, F. 32
Relacarb v. carbamazepina
Relacum v. midazolam
Relaflex v. orfenadrina
Relapaz v. citalopram
Relasez v. sertralina
Relax v. buspirona
Relaxedant v. diazepam
Relaxia v. alprazolam
Relaxina v. risperidona
Relaxten v. alprazolam
Relazepam v. diazepam
Relazepan v. diazepam
Relexil v. risperidona
REM v. midazolam
Remedrint v. mirtazapina
Remeril v. mirtazapina
Remeron v. mirtazapina
Remeronsoltab v. mirtazapina
Remicital v. citalopram
Reneuron v. fluoxetina
Reply v. zopiclona
Reposil v. escitalopram
Resdep v. risperidona
reserpina 222
Reserpine v. reserpina
Reskizof v. risperidona
Resortan v. sertralina
Restelea v. risperidona
Resteral v. sertralina
Restoril v. temazepam
Revertrix v. olanzapina
Rexalgan v. orfenadrina
Rexer v. mirtazapina
Rhem v. zaleplón
Riatul v. risperidona
Ribocler v. clonazepam
Ribosan v. clonazepam
Richman, D. 189, 198, 200-201
Ridal v. risperidona
Ridokare v. risperidona
Ridona v. risperidona
Riedilex v. paroxetina
Rigenox v. risperidona
Rilow v. alprazolam
Rimastine v. sulpirida
Rimont v. haloperidol
Ripaspen v. risperidona
Ripevil v. risperidona
Ripexil v. risperidona
Ripid v. diazepam
Risdon v. risperidona
Risdone v. risperidona
Risleptic v. risperidona
Risofren v. risperidona
Risotor v. risperidona
Rispa v. risperidona
Rispen v. risperidona
Risper v. risperidona
Risperdal v. risperidona
Risperid v. risperidona
risperidona 34, 94-95, 114, 134, 147-148, 150, 222
Risperidone v. risperidona
Risperil v. risperidona
Risperimed v. risperidona
Risperin v. risperidona
Risperite v. risperidona
Risperix v. risperidona
Rispertek v. risperidona
Rispex v. risperidona
Rispolux v. risperidona
Rispsiq v. risperidona
Rispyl v. risperidona
Ritalin v. metilfenidato
Ritalina v. metilfenidato
Ritrocel v. metilfenidato
Riuclonaz v. clonazepam
Rivocler v. clonazepam
Rivolab v. clonazepam
Rivopax v. clonazepam
Rivosten v. risperidona
Rivotril v. clonazepam
Rize v. clotiazepam
Rodiflam v. sertralina
Rogers, C. 138
Rohipnol v. flunitrazepam
Rohypnol v. flunitrazepam
Rolanzax v. olanzapina
Rolasedan v. diazepam
Rondigal v. topiramato
Ropimate v. topiramato
Ropsil v. clonazepam
Rosenberg, G. 30
Rospaz v. alprazolam
Rostrum v. quetiapina
Rosucrest v. risperidona
Rosustor v. risperidona
Rowexetina v. fluoxetina
Roxepar v. paroxetina
Roxodyn v. risperidona
Rozidal v. risperidona
RSP v. risperidona
Rubifen v. metilfenidato
Rufer, M. 28, 205
Rupox v. oxcarbazepina

S
Sacietil Stress v. bromazepam
Salinaker v. sertralina
Salipax v. fluoxetina
Sanblex v. sulpirida
Sanerva v. alprazolam
Sanilent v. eszopiclona
Saniplacen v. zaleplón
Saphris v. asenapina
Sarafem v. fluoxetina
Saromet v. diazepam
Saroten v. amitriptilina
Sarotex v. amitriptilina
Sartina v. olanzapina
Satil v. sertralina
Saurat v. fluoxetina
Savella v. milnaciprán
Schimmel, H. 162
Schöpf, J. 193, 197
S-Citap v. escitalopram
Sedaler v. alprazolam
Sedalium v. clonazepam
Sedamax v. bromazepam
Sedancor v. midazolam
Sedapan (BOL, PE) v. clonazepam
Sedapan (GCA) v. alprazolam
Sedaplus v. litio
Sedarest v. estazolam
Sedasmyl v. alprazolam
Sedatival (PE, RCH) v. ketazolam
Sedatival (PY) v. alprazolam
Sedatival (RA) v. lorazepam
Sedatril v. clonazepam
Sedatus v. bromazepam
Sedazin v. bromazepam
Sedazolam v. midazolam
Sedicepan v. alprazolam
Sediflam v. clonazepam
Sedilit 229
Sedipral v. alprazolam
Sedium v. diazepam
Sedo Aportil v. alprazolam
Sedopan v. bromazepam
Sedoran v. sertralina
Sedorm v. zopiclona
Sedotime v. ketazolam
Sedovanon v. clonazepam
Sedoz v. midazolam
Seeler, W. 188
Seftem v. lamotrigina
Segmir v. mirtazapina
Selbach, S. 29
Selective v. escitalopram
Selegil v. selegilina
selegilina 225
Selegiline v. selegilina
Selexss v. selegilina
Selgina v. selegilina
Sellzic v. oxcarbazepina
Semap v. penfluridol
Semax v. citalopram
Senexon v. venlafaxina
Seniden v. paroxetina
Sensaton v. clonazepam
Sentidol v. venlafaxina
Sepibest v. carbamazepina
Sequax (PY) v. tioridazina
Sequax (RA) v. clozapina
Sequinan v. risperidona
Serc v. tioridazina
Serdolect v. sertindol
Sered v. sertralina
Serefar v. oxazepam
Seregra v. citalopram
Serenase v. quetiapina
Serenata v. sertralina
Serenil (DOM) v. quetiapina
Serenil (PE) v. alprazolam
Serenit v. bromazepam
Serenus v. quetiapina
Serepax v. bromazepam
Sereprid v. tiaprida
Seresta v. oxazepam
Serestill v. paroxetina
Seretran v. paroxetina
Serinar v. carbamazepina
Serivo v. sertralina
Serlect v. sertindol
Serlift v. sertralina
Serlin v. sertralina
Serlina v. sertralina
Serline v. sertralina
Serolux v. sertralina
Seronex v. sertralina
Seronova v. quetiapina
Seropram v. citalopram
Seroquel v. quetiapina
Seroxat v. paroxetina
Ser-T v. sertralina
Sertac v. sertralina
Sertador v. sertralina
Sertex v. sertralina
sertindol 222
Sertirina v. sertralina
Sertra v. sertralina
Sertrabrain v. sertralina
Sertralab v. sertralina
sertralina 48, 220, 226
Sertraline v. sertralina
Sertralix v. sertralina
Sertranex v. sertralina
Sertranquil v. sertralina
Sertrateg v. sertralina
Sertrax v. sertralina
Sertrilak v. sertralina
Sertrina v. sertralina
Sertrol v. sertralina
Servantax v. sertralina
Sesaren v. venlafaxina
Setam v. midazolam
Setrax v. sertralina
Setronil v. citalopram
Shatan, C. 27
Siaten v. zopiclona
Siblix v. aripiprazol
Sicobil v. amitriptilina
Sicolitio v. litio
Sicopidol v. risperidona
Sicotral v. paroxetina
Sicotropin v. paroxetina
Sicozapina v. clozapina
Sidenar v. lorazepam
Sideril v. trazodona
Sidomal 227
Sigilex v. carbamazepina
Silderec v. risperidona
Silenor v. doxepina
Simalgin Compuesto 229
Simazepan v. oxazepam
Simina v. olanzapina
Simpson, G. 35
Simultan v. tioridazina
Sinasfix v. venlafaxina
Sincretone v. valproato
Sincris v. olanzapina
Sincronex v. diazepam
Sindep v. paroxetina
Sinekin v. biperideno
Sinepil v. valproato
Sinequan v. doxepina
Sinestron v. lorazepam
Sinfonil v. oxcarbazepina
Sinner 227
Sinogan v. levomepromazina
Sinquan v. doxepina
Sintonal v. brotizolam
Sipcar v. bromazepam
Si-Q v. citalopram
Siqualine v. flufenazina
Siquial v. fluoxetina
Sizodon v. risperidona
Sizopin v. clozapina
Skizoril v. clozapina
Socian v. amisulprida
Solam v. midazolam
Solepar v. lorazepam
Solfidin v. clonazepam
Solian v. amisulprida
Solocalm v. alprazolam
Solpan v. bromazepam
Solutrex v. sertralina
Somaprid v. sulpirida
Somasedan 228
Somatin v. fluoxetina
Somese v. triazolam
Somit v. zolpidem
Sommer, H. 29
Somniclona v. zopiclona
Somnidual v. flunitrazepam
Somnil (CO, PE, RCH) v. zolpidem
Somnil (PY) v. flunitrazepam
Somnipron v. zolpidem
Somno v. zolpidem
Somnovit v. loprazolam
Sonamin v. lorazepam
Sonata v. zaleplón
Sophos v. atomoxetina
Sosser v. sertralina
Sostac v. fluoxetina
Sostel v. paroxetina
Sparine v. promazina
Spasmisan Compuesto 221
Spasmoctyl Somatico 40 229
Spasmoten 228
Spax v. risperidona
Spiron v. risperidona
Stalanza v. olanzapina
Stavzor v. valproato
Stein Zolam v. alprazolam
Stelabid 223
Stelazine v. trifluoperazina
Stesolid v. diazepam
Stildem v. zolpidem
Stilnox v. zolpidem
Strattera v. atomoxetina
Subelan v. venlafaxina
Sublimex v. alprazolam
Sucedal v. zolpidem
Sulpen v. sulpirida
Sulpilan v. sulpirida
Sulpimed v. sulpirida
Sulpinex v. sulpirida
Sulpiran v. sulpirida
Sulpiran T 222, 228
sulpirida 147, 222
Sulpiride v. sulpirida
Sulpivol v. sulpirida
Sulpryl v. sulpirida
Sumenan v. zolpidem
Sunonix v. levomepromazina
Sunvex v. venlafaxina
Sunzepan v. diazepam
Suprisec v. sertralina
Suptran v. paroxetina
Surmontil v. trimipramina
Surpress v. midazolam
Surxtop v. topiramato
Sutranx v. haloperidol
Suxidina 230
Sycrest v. asenapina
Sygilum v. selegilina
Symbyax 221, 224
Symmetrel v. amantadina
Sytoclon v. oxcarbazepina

T
Tafil v. alprazolam
Tagonis v. paroxetina
Tagut v. alprazolam
Talacen v. zolpidem
Talema v. diazepam
Talinop v. flunitrazepam
Taloped v. citalopram
Talopram v. escitalopram
Talpram (RA) v. escitalopram
Talpram (ROU) v. citalopram
Talpramin v. imipramina
Tamcere v. paroxetina
Tamilan v. pemolina
Tamminga, C. 36
Tanacol v. topiramato
Tanfedin v. carbamazepina
Tanodol v. haloperidol
Tanssel v. olanzapina
Tanyl v. clozapina
Tardine v. zolpidem
Taroctyl v. clorpromazina
Tasedan v. estazolam
Tausch, R. 92
Tavor v. lorazepam
Taxagon v. trazodona
Taxilan v. perazina
Tazepin v. mirtazapina
Tazun v. alprazolam
Tecepin v. clonazepam
Teczac v. fluoxetina
Tegretal v. carbamazepina
Tegretol v. carbamazepina
Telorzan v. olanzapina
temazepam 209, 230
Temesta v. lorazepam
Temperax (BOL) v. fluoxetina
Temperax (RCH, ROU) v. citalopram
Templane v. carbamazepina
Tencilan v. clorazepato de potasio
Tenerba v. hidroxizina
Teneryl v. carbamazepina
Tenex v. guanfacine
Tensedan 222, 228
Tensium v. alprazolam
Tensium Gastric 227
Tensivan v. alprazolam
Tensoliv 228
Tensopan v. lorazepam
Teo Bilac Plus 229
Tepavil v. sulpirida
Tepazepan 222, 229
Teralithe v. litio
Terap v. midazolam
Teril v. carbamazepina
Terladep v. mirtazapina
Terod v. tioridazina
Tessio v. citalopram
Tetmodis v. tetrabenazina
Tetrabenacina v. tetrabenazina
tetrabenazina 222
Tetrabenz v. tetrabenazina
tetrazepam 230
Tetrazic v. mirtazapina
Teufin Fast v. olanzapina
THC 113-114, 156, 189, 195
Theralite v. litio
Thesis v. biperideno
Thielicke, H. 87-88
Thioridazine v. tioridazina
Thioridil v. tioridazina
Thiothixene v. tiotixeno
Thiprasolan v. alprazolam
Thorazine v. clorpromazina
Thymanax v. agomelatina
Tiadipona v. bentazepam
Tialin v. sertralina
Tiamax v. quetiapina
Tiantol v. topiramato
Tiantrex v. olanzapina
Tiapinan v. quetiapina
tiaprida 220, 222
Tiapridal v. tiaprida
Tiaprizal v. tiaprida
Tiarix v. paroxetina
tietilperazina 223
Tiflun v. fluoxetina
Tilpam 229
Tim ASF v. quetiapina
tioridazina 29, 33, 81, 186, 223
tiotixeno 223
Tiplac v. haloperidol
Tisderan v. quetiapina
Tivanyl v. milnaciprán
Tixoval v. oxcarbazepina
Tofranil v. imipramina
Togrel v. levomepromazina
Tolvon v. mianserina
Tomzy v. topiramato
Tonaril v. trihexifenidilo
Tonodil v. biperideno
Tonovital v. fluoxetina
Topamac v. topiramato
Topamax v. topiramato
Topgran v. topiramato
Topibrain v. topiramato
Topictal v. topiramato
Topilep v. topiramato
Topimax v. topiramato
Topiramate v. topiramato
topiramato 227
Topirato v. topiramato
Topirax v. topiramato
Topirex v. topiramato
Topirol v. topiramato
Topitag v. topiramato
Topitec v. topiramato
Toprel v. topiramato
Topreno v. topiramato
Topumate v. topiramato
Torantsita v. alprazolam
Torecan v. tietilperazina
Torlamo v. lamotrigina
Tornatore, F. 31, 34, 119, 200
Totasedan v. bromazepam
Tractal v. risperidona
Tradea v. metilfenidato
Tradox v. lamotrigina
Trakon v. trazodona
Tralinex v. risperidona
Tralinser v. sertralina
Traminal v. lamotrigina
Tramixin v. topiramato
Tranex v. aripiprazol
tranilcipromina 26, 52, 226
Trankimazin v. alprazolam
Trankitec v. valproato
Tranplus v. lorazepam
Tranquilax v. diazepam
Tranquinal v. alprazolam
Tranquinal Soma 222, 227
Transiol v. alprazolam
Trant v. trazodona
Tranxen v. clorazepato de potasio
Tranxene v. clorazepato de potasio
Tranxilium v. clorazepato de potasio
Tranxilium Digest 222, 228
Trapax v. lorazepam
Tratenamin v. lorazepam
Traviata v. paroxetina
trazodona 226
Trazodone v. trazodona
Tredum v. bromazepam
Tremafarm v. fluoxetina
Trenazin v. tetrabenazina
Trencir v. carbamazepina
Trenpe v. haloperidol
Tresanil v. alprazolam
Tresanil Digest 227
Tresanil S 222, 227
Tri-Aero-Om 229
Trialam v. triazolam
Trialine v. sertralina
triazolam 113, 230
Tricalma v. alprazolam
Trifluoperacina v. trifluoperazina
trifluoperazina 52, 223
Trifluoperazine v. trifluoperazina
trifluperidol 56
triflupromazina 34
Trigilab v. lamotrigina
Trigin v. lamotrigina
trihexifenidilo 231
Trihexyphenidyl v. trihexifenidilo
Trileptal v. oxcarbazepina
Trilotol v. nortriptilina
Trimalon v. sertralina
Trimebutina 228
trimipramina 53-55, 63, 226
Trimipramine v. trimipramina
Trimolep v. lamotrigina
Trimopan v. citalopram
Tri-Neurin v. alprazolam
Triperidol v. trifluperidol
Tripipot v. pipotiazina
Triptil v. amitriptilina
triptófano 149-152
Trital 229
Tritopan v. bromazepam
Trittico v. trazodona
Trizol v. lamotrigina
Trokendi v. topiramato
Tronsalan v. trazodona
Tropargal 225, 229
Trovia v. mirtazapina
Truxal v. clorprotixeno
Tryptalgin v. amitriptilina
Tryptanol v. amitriptilina
Tryptizol v. amitriptilina
Tussdra v. oxcarbazepina
Tussisedal 222

U
Ulmely v. fluoxetina
Ultravital v. selegilina
Ultrepyl v. carbamazepina
Uninorm v. zolpidem
Upmotev v. risperidona
Urbadan v. clobazam
Urbax v. clobazam
Urcin v. amisulprida
Uxen v. amitriptilina

V
Vafexin v. venlafaxina
Valax v. venlafaxina
Valcas v. valproato
Valcote v. valproato
Valdoxa v. agomelatina
Valdoxan v. agomelatina
valeriana 97, 115, 117, 135, 155, 195, 207
Valipesia v. valproato
Valir v. quetiapina
Valium v. diazepam
Valki v. valproato
Valnar v. valproato
Valnoc v. eszopiclona
Valpakine v. valproato
Valpax v. clonazepam
Valprax v. valproato
Valprazik v. valproato
Valpresor v. valproato
Valprex v. valproato
Valpro v. valproato
Valproato de magnesio v. valproato
Valproato de sodio v. valproato
valproato semisódico v. valproato
Valproato sódico v. valproato
valproato 17, 45, 47, 50, 94-96, 100, 114-115, 198, 227
Valproic Acid v. valproato
valpróico ácido v. valproato
Valproken v. valproato
Valprolife v. valproato
Valpromed v. valproato
Valpron v. valproato
Valprosid v. valproato
Valprosin v. valproato
Valsup v. valproato
Valtec v. valproato
Vamegist v. valproato
Vandral v. venlafaxina
Variargil v. alimemazina
Vastat v. mirtazapina
Vegestabil 222, 228
Vegestabil Digest 228
Veldex v. desvenlafaxina
Velmed v. venlafaxina
Velosedan Compuesto 222, 228
Vematina v. valproato
Vencontrol v. venlafaxina
Vendep v. venlafaxina
Venfane v. venlafaxina
Veniz v. venlafaxina
Venlabrain v. venlafaxina
Venlacross v. venlafaxina
venlafaxina 26, 104-106, 108, 114, 133, 226
Venlafaxine v. venlafaxina
Venlapine v. venlafaxina
Venlax v. venlafaxina
Venlifax v. venlafaxina
Venoxor v. venlafaxina
Venxine v. venlafaxina
Verax v. sertralina
Versacloz v. clozapina
Versitol v. carbamazepina
Veslodat v. venlafaxina
Vesparax v. quetiapina
Vestin v. agomelatina
Vextor v. venlafaxina
Vfax v. venlafaxina
Vibel v. citalopram
Vicsel v. fluoxetina
Victan v. etilo loflazepato
Vidacil v. risperidona
Viibrid v. vilazodona
vilazodona 226
Vintix v. vilazodona
Vipral v. sulpirida
Viradex v. zolpidem
Virosol v. amantadina
Vistaril v. hidroxizina
vitaminas 102, 116, 135, 148-152
Vivacel v. olanzapina
Vivactil v. protriptilina
Vixofar v. risperidona
Viza v. aripiprazol
Voll, R. 158, 162-163
Volutol v. carbamazepina
Vontade 231
vortioxetina 226
Voxamin v. fluvoxamina
Vulsivan v. carbamazepina
Vuminix v. fluvoxamina
Vunot v. sertralina
Vuscobras 230
Vyvanse v. lisdexamfetamina
W
Watzlawick, P. 126
Webb, D. 208
Weekes, C. 73-76
Wellbutrin v. bupropión
Whitaker, R. 174
Witzke-Gross, J. 201-202
Woggon, B. 22
Wunderink, L. 36

X
Xablin v. pregabalina
Xagena v. olanzapina
Xanax v. alprazolam
Xenazine v. tetrabenazina
Xeplion v. paliperidona
Xerenex v. paroxetina
Xeristar v. duloxetina
Xeticross v. paroxetina
Xetimox v. paroxetina
Xetin v. paroxetina
Xetroban v. paroxetina
Xiconeural 3 222, 229
Xicoretic v. risperidona
Xilanic v. paroxetina
Ximolatrim v. lamotrigina
Xomolix v. droperidol

Y
Yentreve v. duloxetina
Yunir v. pinazepam
Yzomo v. aripiprazol
Z
Zajartal v. sertralina
Zalasta v. olanzapina
Zalep v. zaleplón
Zalepla v. zopiclona
Zaleplon v. zaleplón
zaleplón 230
Zalopram v. citalopram
Zania v. mirtazapina
Zapen v. clozapina
Zapex v. mirtazapina
Zapin v. olanzapina
Zapinex v. olanzapina
Zapiz v. clonazepam
Zaplonic v. zaleplón
Zapris v. olanzapina
Zarelis v. venlafaxina
Zatin v. fluoxetina
Zatrix v. clonazepam
Zaviana v. zolpidem
Zebinix v. eslicarbazepina
Zeclonex v. risperidona
Zedax, v. zopiclona
Zelapar v. selegilina
Zeldox v. ziprasidona
Zelta v. olanzapina
Zen v. carbamazepina
Zenoxa v. oxcarbazepina
Zentius v. citalopram
Zenvas v. escitalopram
Zenzedi v. dextroamfetamina
Zeopam v. lorazepam
Zepax v. fluoxetina
Zepaz v. escitalopram
Zephyr v. sertralina
Zepiken v. carbamazepina
Zeprak v. citalopram
Zesperone v. risperidona
Zeterix v. aripiprazol
Zetix (CO, EC, RCH) v. zopiclona
Zetix (PY) v. paroxetina
Zetoridal v. haloperidol
Zetraflum v. flunitrazepam
Zimor v. zolpidem
Zinalow v. topiramato
Zinetron v. citalopram
Zintergia v. amantadina
Ziphergen v. risperidona
Zipradon v. ziprasidona
Zipramylan v. ziprasidona
ziprasidona 223
Ziprasidone v. ziprasidona
Ziprexa v. olanzapina
Zirmapina v. olanzapina
Zogno v. zolpidem
Zoiplon v. zopiclona
Zolafren v. olanzapina
Zolampax v. alprazolam
Zolax v. zolpidem
Zoldem v. zolpidem
Zolip v. zolpidem
Zolmid v. midazolam
Zolnox v. zolpidem
Zolnuit v. zolpidem
Zolodorm v. zolpidem
Zoloft v. sertralina
Zolpid v. zolpidem
zolpidem 48, 197, 230
Zolpiden v. zolpidem
Zolpidex v. zolpidem
Zolpimist v. zolpidem
Zometic v. zopiclona
Zomoprax v. alprazolam
Zonalon v. doxepina
Zonata v. zolpidem
Zonix v. zopiclona
Zoperil v. zopiclona
Zopicalma v. zopiclona
zopiclona 230
Zopinil v. zopiclona
Zopinom v. eszopiclona
Zoplimax v. eszopiclona
Zopral v. alprazolam
Zosert v. sertralina
Zotran v. alprazolam
Zoxx v. sertralina
Zuclo-P v. clozapina
zuclopentixol 30, 223
Zuleptan v. mirtazapina
Zyban v. bupropión
Zylopram v. citalopram
Zymanta v. clonazepam
Zyntabac v. bupropión
Zypadhera v. olanzapina
Zyprexa v. olanzapina

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