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LA CRISIS DE LA

REPRESENTACIÓN Scott Mainwaring


Ana María Bejarano
DEMOCRÁTICA
Eduardo Pizarro
EN LOS PAÍSES
(editores)
ANDINOS
vitra
es director
del Instituto Kellog de Estudios
Internacionales de la Univer­
sidad de Notre Dame. Entre
sus numerosas publicaciones Vitral
se cuentan The Third Wave of
Democratization in Latin Ame­
rica: Advances and Setbacks
(como coeditor), Christian De­
mocracy in Latin America: Elec­
toral Conflict and Regime Change
y Rethinking Party Systems in
the Third Wave of Democratiza­
tion: The Case of Brazil.

es profe-
sora del Departamento de Cien­
cia Política de la Universidad de
Toronto. Ha publicado como
coeditora los libros The Third
Wave of Democratization in
Latin America: Advances and
Setbacks y Elecciones y Demo­
cracia en Colombia, 1997- 1998,
así como numerosos artículos
en libros colectivos y revistas
especializadas.

Eduardo Pizarro Leongómez


es profesor del Instituto de
Estudios Políticos y Relacio­
nes Internacionales (IEPRI) de
la Universidad Nacional de
Colombia. Ha publicado, entre
otros, Una democracia asedia­
da. Balance y perspectivas del
conflicto armado en Colombia;
Insurgencia sin revolución: la
guerrilla colombiana en una
perspectiva comparada y Las
Fare (1949-1966): de la autode­
fensa a la combinación de toda
las formas de lucha.
LA CRISIS DE
LA REPRESENTACIÓN
DEMOCRÁTICA EN
LOS PAÍSES ANDINOS

Scott Mainwaring, A n a María Bejarano


y Eduardo Pízarro L (editores)

T raducción de H oracio Pons

GRUPO
EDITORIAL
norma
Buenos Aires, Bogotá, Barcelona, Caracas, Guatemala,
Lima, México, Miami, Panamá, Quito, San José, San Juan,
Santiago de Chile, Santo Domingo

www.librerianorma.com
Pizarro Leongómez, Eduardo CONTENIDO
La crisis de la representación democrática en los países
andinos / Eduardo Pizarro Leongómez, Scott Mainwaring y Ana
María Bejarano ; traductor Horacio Pons. — Bogotá : Grupo
Editorial Norma, 2008.
520 p. ; 23 cm. — (Vitral)
Indice de cuadros y figuras 11
ISBN 978-958-45-0748-8
i. Democracia - América Latina 2. Partidos políticos - Agradecimientos 15
América Latina 3. Participación ciudadana - América Latina Colaboradores 19
4. América Latina - Política y gobierno I. Mainwaring, Scott,
1954- II. Bejarano, Ana Maria III. Pons, Horacio, tr. IVTít. i . La crisis de la representación democrática en
V. Serie. los países andinos: un panorama general 23
321.8 cd 21 ed. Scott Mainwaring, Ana María Bejarano y
AHÓ2796 Eduardo Pizarro Leongómez

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Angel Arango P rimera parte


Los sistemas de partidos, los outsiders políticos
y la crisis de la representación democrática

2. De la crisis al derrumbe de los sistemas de partidos, y los


dilemas de la representación democrática: Perú y Venezuela 89
Título original: The Crisis of Democratic Representation Martín Tanaka
in the Andes
© Scott Mainwaring, Ana Maria Bejarano, Eduardo Pizarro 3. Gigantes con pies de barro: los partidos políticos
Leongómez, 2006 en Colombia 133
© Stanford University Press, 2006 Eduardo Pizarro Leongómez
© Grupo Editorial Norm a, 2008
Primera edición: junio de 2008 4. Ecuador: la provincialización de la representación 163
Simón Pachano
Diseño de cubierta: Wilson Girai Tibaquirá
Fotografía de cubierta: Fernando Cano Busquéis 5. Outsiders políticos y neopopulismo: el camino
Revisión de textos:Yecid Giovanni Muñoz Santamaría a la democracia plebiscitaria 209
Diagramación y armada: Luz Jazmine Güechá Sabogal René Antonio Mayorga

CC. 26022365 Segunda parte


ISBN 978-958-45-0748-8 Descentralización, legislaturas y representación democrática

Impreso por: Cargraphics S.A. 6. Política descentralizada y resultados políticos


Impreso en Colombia —Printed in Colombia en los países andinos 263
Kathleen O ’Neill
Este libro se compuso en caracteres Bembo
7. La naturaleza de la representación en las legislaturas andinas
y los intentos de reingeniería institucional 311
INDICE DE CUADROS Y FIGURAS
Brian F. Crisp

T ercera parte
La política popular y la crisis de la representación democrática

8. Movimientos ciudadanos urbanos y desempoderamiento


en Perú y en Venezuela 343
Daniel H. Levine y Catalina Romero
C uadros
9. Política indígena en los países andinos: patrones cambiantes Cuadro 1.1 Respaldo a la democracia, América
de reconocimiento, reforma y representación 387 Latina, 2005 35
Deborah J.Yashar Cuadro 1.2 pib per cápita en los países andinos,
1960-2002 37
C uarta parte Cuadro 1.3 Confianza ciudadana en las instituciones
Conclusión representativas, países andinos 49
Cuadro 1.4 Confianza en los partidos y el parlamento,
10. Deficiencias estatales, competencia entre partidos países seleccionados, World Values Survey 51
y confianza en la representación democrática Cuadro 1.5 Volatilidad electoral y proporción del voto
en la región Andina 441 por partidos nuevos en las elecciones para
Scott Mainwaring la cámara baja, países andinos 52
Cuadro 1.6 Porcentaje promedio de votos obtenidos por
los candidatos outsiders en las cinco elecciones
presidenciales más recientes, países andinos $7
Cuadro 1.7 Representación programática en América
Latina y España 63
Cuadro 2.1 Perú: porcentajes de votos de los partidos
políticos principales, 1978-2000 92
Cuadro 2.2 Venezuela: porcentajes de votos en elecciones
presidenciales, 1973-1998 93
Cuadro 2.3 Perú y Venezuela: inflación, pib y acciones
subversivas, 1980-1999 95
Cuadro 2.4 Venezuela: tendencias en la identificación
partidaria 95
Cuadro 2.5 Venezuela: porcentaje de bancas en la Cámara
de Diputados, 1973-2000 109
Cuadro 2.6 Venezuela: cantidad de gobernadores elegidos,
por partido, 1989-2000 112
Cuadro 3.1 Cantidad de listas presentadas en las elecciones Cuadro 7.4 Objetivos de los proyectos de ley en el Senado
para el Senado y la Cámara de Representantes, colombiano antes y después de la reforma
1958-2002 145 electoral 330
Cuadro 3.2 Desempeño electoral de las listas que obtuvieron Cuadro 7.5 Confianza pública en el Congreso, 1996 334
más de un senador, 1991-2002 148 Cuadro 10.1 Desempeño del Estado y percepciones
Cuadro 3.3 Bancas del Senado conquistadas por los partidos correspondientes en los países andinos,
y movimientos políticos, 1991-2002 151 1996-2005 449
Cuadro 4.1 Ecuador: principales reformas político-electorales, Cuadro 10.2 Coeficientes de la correlación de Pearson entre
1983-2003 171 el desempeño del Estado y la confianza en los
Cuadro 4.2 Porcentajes de los votos para el Congreso partidos y el parlamento, indicadores de nivel
obtenidos por cuatro grandes partidos, nacional 450
1979-2002 173 Cuadro 10.3 Determinantes de la confianza en los partidos
Cuadro 4.3 Porcentaje del electorado nacional y cantidad políticos en los países andinos 453
de diputados por provincia, 2002 175 Cuadro 10.4 El impacto de la evaluación de la situación
Cuadro 4.4 Porcentaje de los votos presidenciales en la económica nacional y la confianza interpersonal
primera vuelta, 1978-2002 190 sobre la confianza en los partidos 454
Cuadro 4.5 Tamaño de las bancadas legislativas, Cuadro 10.5 Determinantes de la confianza en el Congreso
1979-2002 191 en los países andinos 458
Cuadro 4.6 Baluartes electorales de los principales partidos Cuadro 10.6 Actitudes con respecto a la democracia y la
políticos, 1979-2002 197 representación en los países andinos 463
Cuadro 4.7 índice de distribución territorial (idt) de los Cuadro 10.7 Confianza ciudadana en las instituciones en los
principales partidos, 1979-2002 201 países andinos 466
Cuadro 4.8 Distribución regional de origen de los diputados, Cuadro 10.8 Educación secundaria y urbanización en los
por partido, 1979-2002 203 países andinos 477
Cuadro 5.1 Bolivia: votos y bancas por partido, elecciones
para la Cámara de Diputados, 30 de junio
de 2002 245 Figuras
Cuadro 6.1 Descentralización de gastos en América Figura 1.1 Concurrencia a las urnas en elecciones
Latina 269 presidenciales como porcentaje del electorado
Cuadro 6.2 Elección popular de cargos ejecutivos habilitado para votar en los países andinos 59
subnacionales 271 Figura 1.2 Concurrencia a las urnas como porcentaje del
Cuadro 7.1 Características intrapartidarias previas a la electorado habilitado para votar en las elecciones
reforma 317 para la cámara de diputados en los países
Cuadro 7.2 Composición partidaria de las legislaturas andinos 60
andinas con anterioridad a la reforma Figura 6.1 Concurrencia a las urnas en millones de votantes,
constitucional 320 por nivel 280
Cuadro 7.3 Composición partidaria de las legislaturas Figura 6.2 Porcentaje de los votos obtenidos por los
andinas luego de la reforma constitucional 327 partidos tradicionales, por nivel 288
Figura 7.1 Incentivos interpartidarios e intrapartidarios
de los legisladores en los países andinos AGRADECIMIENTOS
con anterioridad a la reforma 321
Figura 7.2 Satisfacción pública con la democracia 335
Figura 10. i Votos emitidos en las elecciones presidenciales
como porcentaje de la población total, países
andinos, década de los cincuenta a 2004 475
Figura 10.2 Cantidad efectiva de partidos, cámaras bajas
de los países andinos 481
Expresamos nuestro agradecimiento más sentido a tres institu­
Figura 10.3 Cantidad efectiva de partidos en el Senado:
ciones sin las cuales este libro no habría sido posible: el Kellogg Ins­
Perú,Venezuela, Bolivia y Colombia 482
titute for International Studies de la Universidad de Notre Dame,
la Ford Foundation y la Coca-Cola Company. Los antecedentes
remotos del libro se remontan al otoño de 1998, cuando el más
destacado de los abogados colombianos defensores de los derechos
humanos, Gustavo Gallón, miembro de la Comisión Colombiana
de Juristas, viajó a Estados Unidos para pasar un semestre en el
Kellogg Institute en calidad de becario visitante. El deterioro de la
situación de los derechos humanos en su país hizo poco prudente
el retorno de Gallón a Colombia en el momento previsto, razón
por la cual permaneció otro semestre en Notre Dame. Durante su
estadía de un año en esta universidad, la Comisión Colombiana
de Juristas, el Kellogg Institute, el Kroc Institute for International
Peace Studies de Notre Dame y el Center for Civil and Human
Rights de esa misma institución universitaria idearon un proyecto
en colaboración, con el título de “Democracia, derechos humanos
y paz en Colombia”. La oficina de Santiago de Chile de la Ford
Foundation apoyó generosamente este proyecto (subsidio 1000-
0727), que permitió a académicos colombianos en riesgo residir
cierto tiempo en el Kellogg Institute y les posibilitó de tal modo
un trabajo productivo y seguro en una época en que no podían
estar a salvo en su país.
Gracias a ese programa, Ana María Bejarano, Eduardo Pizarra
Leongómez y otros cuatro distinguidos académicos colombianos
pasaron períodos de un año en el Kellogg Institute entre 2000 y
2003. Los tres compiladores de este volumen entablamos amistad
y dedicamos muchas horas a discutir la situación colombiana y el
deterioro de la democracia en otros países andinos, problemas de
profunda preocupación normativa e interés intelectual para noso­
tros. Junto con Miriam Kornblith, René Antonio Mayorga, Simón

15
L a crisis en la representación democrática en los países andinos Agradecimientos

Pachano y Martín Tanaka, concebimos un proyecto más amplio Superiores de Administración (iesa), mientras hacíamos realidad
sobre la crisis andina. La Ford Foundation volvió a respaldarlo este libro. A través de ese programa, Martín Tanaka fue becario
(subsidio 980-0350-3). Su apoyo permitió al Kellogg, el cebem visitante en Kellogg mientras trabajábamos en el volumen, para
(Centro Boliviano de Estudios Multi disciplinarios), flacso Ecua­ el que escribió el capítulo 2.
dor, el IESA (Instituto de Estudios Superiores de Administración, Estamos agradecidos a nuestros editores de la Stanford Uni­
Caracas), el Instituto de Estudios Peruanos (iep ) y la Universidad versity Press, Amanda M oran y Jared Smith, que brindaron su
de Los Andes (Bogotá) realizar algunos intercambios académicos constante apoyo a este proyecto. Anna Eberhard Friedlander fue
dentro de la región andina y auspiciar un taller de estudio en una capaz gerente de proyecto, y R uth Steinberg se encargó de
Quito en julio de 2003. la revisión. Elizabeth Rankin puso en juego su capacidad para
Una generosa donación de la Coca-Cola Company al Kello­ preparar la publicación del manuscrito y elaboró el índice ana­
gg Institute sirvió para financiar una serie de conferencias sobre lítico. Julia Smith y Elizabeth Station tradujeron varios capítulos
algunos de los problemas más relevantes que enfrenta América del español al inglés. Los comentarios de Paul Drake y un crítico
Latina desde la década de los noventa, y nos permitió ser anfi­ anónimo nos ayudaron a aguzar nuestros argumentos.
triones de una conferencia epónima en el Kellogg en mayo de
2002. Agradecemos ese apoyo. El personal del Kellogg Institute
consagró muchas horas a organizar el viaje de los participantes,
diseñar anuncios y albergar a los visitantes. En la conferencia nos
beneficiamos con los estimulantes comentarios de Michael C o-
ppedge, Humberto de la Calle, Paul Drake, Myles Frechette, Luis
Gallegos-Chiriboga, Frances Hagopian, Miriam Kornblith, Curtis
Kamman, Ricardo Luna, Alejandro Reyes y Samuel Valenzuela.
Desde sus inicios, en 1982, el Kellogg Institute ha promovido
la investigación sobre la democracia y otras importantes cues­
tiones normativas que enfrenta la humanidad. Los ricos debates
intelectuales generados acerca del tema en esa institución fueron
de mucho beneficio para nosotros. Durante los años de gestación
del proyecto, entre los autores que colaboraron en este volumen,
Ana María Bejarano, R ené Mayorga, Simón Pachano, Eduardo
Pizarra Leongómez, Catalina Rom ero y Martín Tanaka fueron
becarios visitantes en el Kellogg Institute. Por su parte, Brian
Crisp, Daniel Levine y Deborah Yashar, quienes también aporta­
ron sus textos, fueron becarios visitantes de la misma entidad en
años anteriores.
U n subsidio de Fulbright Educational Partnerships del De­
partamento de Estado de los Estados Unidos permitió al Kellogg
albergar a varios becarios visitantes de Venezuela y Perú a partir del
año académico 2003-2004 (subsidio SPE50003GR057).Ese subsidio
ayudó a la institución a seguir desarrollando sus vínculos con los
países andinos, en especial con nuestros socios institucionales, el
Instituto de Estudios Peruanos (iep ) y el Instituto de Estudios

16 17
Lm crisis en la representación democrática en los países andinos

Catalina R om ero es profesora de sociología en el Departamento


1
de Ciencias Sociales y decana de la Facultad de Ciencias Sociales
de la Pontificia Universidad Católica del Perú. En 1989 se doctoró
en la N ew School for Social Research. Fue directora del Instituto La crisis de la representación
Bartolomé de Las Casas de Lima entre 1982 y 1992. Ha publicado
varios artículos y libros sobre la Iglesia católica, los movimientos democrática en los países andinos: un
sociales y la sociedad civil en el Perú. panorama general
M artín Tanaka tiene un doctorado en ciencias políticas de la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (flacso) de la
ciudad de México, y es director del Instituto de Estudios Peruanos Scott Mainwaring, A n a María Bejarano
de Lima. Se ha dedicado a trabajar temas de la política peruana
y Eduardo Pizarra Leongómez
y latinoamericana y los movimientos sociales y la participación
en el Perú. Es autor de Los espejismos de la democracia: el colapso del
sistema de partidos en el Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos,
1998. Escribió, asimismo, capítulos para los volúmenes de Frances
Hagopian y Scott M ainwaring (comps.). The Third Wave of De­ E ste libro analiza y explica la crisis de la representación demo­
mocratization in Latin America: Advances and Setbacks, Nueva York, crática en cinco países andinos: Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú
Cambridge University Press, 2005, y Carol Wise, Riordan R oett y y Venezuela. En esta región, la desafección con la democracia, los
Guadalupe Paz (comps.), Post-Stabilization Politics in Latin America: partidos políticos y las legislaturas se ha propagado en un grado
Competition, Transition, Collapse,Washington, Brookings Institution alarmante. En Bolivia (2003), Ecuador (1997, 2000 y 2005), Perú
Press, 2003 [traducción española: La política posterior a la reforma (2000) y Venezuela (1993), algunos presidentes democráticamente
del mercado en América Latina: competición, transición, colapso, Buenos elegidos no pudieron terminar sus mandatos debido al descontento
Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 2004]. popular y de las elites. En Perú y Venezuela, la insatisfacción masiva
con las alternativas partidarias existentes dio origen a sorprenden­
D eborah J. Yashar es profesora asociada de política y asuntos tes derrumbes del sistema de partidos en la década de 1990. Con
internacionales y directora del Programa de Estudios Latinoame­ el debilitamiento de los partidos tradicionales, han prosperado
ricanos de la Universidad de Princeton. Es autora de Contesting outsiders políticos con un discurso contrario al establecimiento. En
Citizenship in Latin America: The Rise of Indigenous Movements and Ecuador, un golpe militar logró, en 2000, destituir de su cargo a
the Postliberal Challenge, Cambridge y Nueva York, Cambridge un presidente elegido por la vía democrática; en el Perú, un golpe
University Press, 2005, y Demanding Democracy: Reform and Reac­ palaciego exitoso provocó, en 1992, el derrumbe de la democra-
tion in Costa Rica and Guatemala, i 8yos-ig5os, Stanford, Stanford
University Press, 1997. Sus investigaciones actuales se concentran
en la intersección de las guerras civiles, la reconstrucción y la * Agradecemos sus comentarios a Michael Coppedge, Brian Crisp,
Paul Drake, Frances Hagopian, Eric Hershberg, Mala Htun, Wendy
democratización, así como en la desigualdad.
Hunter, Herbert Kitschelt, Soledad Loaeza, Gerry Mackie, René
Antonio Mayorga, Carlos Melendez, Ken Roberts, Martin Tanaka,
Matthew Shugart, Kurt Weyland, Deborah Yashar y Edurne Zoco.
También expresamos nuestra gratitud a Edurne Zoco, Ángel Álva-
rez, Bong-Jun Ko y Kathleen Monticello por la asistencia que nos
prestaron en la investigación.

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Scott M ainwaring, A n a M aria Bejarano y Eduardo P izarra Leongóm ez La crisis de la representación democrática en los países and in o s...

cia, y en Venezuela, un movimiento desatado en 2002 consiguió primerísimo lugar, confiamos en que el estudio de una región en
desplazar durante un día al presidente democráticamente elegido, crisis contribuya a ensanchar los horizontes teóricos y empíricos
aunque este no tardó en recuperar el cargo. Algunos partidos que de la representación democrática. Nuestro trabajo modifica en
en el pasado reciente fueron grandes contendientes electorales y tres aspectos las ideas prevalecientes sobre la representación. La
que en ocasiones conquistaron incluso la presidencia han entrado mayoría de los estudios consagrados a ella se concentran en las
al parecer en un proceso de desaparición definitiva. democracias industriales avanzadas y casi todos se limitan a ana­
La crisis de la representación democrática en la región andina es lizar su funcionamiento. El análisis de los países andinos sugiere
importante desde el punto de vista tanto intelectual como político. una pregunta más innovadora (si se la compara con la literatura
Comprender lo sucedido con la democracia en América Latina y existente), la cual tiene mayor importancia para nuestra región y
muchas otras democracias de la “tercera ola” se ha convertido en algunos otros lugares del planeta: por qué, a veces, la representación
uno de los desafíos intelectuales más sobresalientes de nuestros días. no logra funcionar1. Este problema es fundamental porque en los
La generalizada insatisfacción con la representación democrática países andinos, así como en algunas otras partes del mundo en
es un elemento central de la crisis de la democracia en los países desarrollo, los fracasos percibidos de la representación democrática
andinos y en gran parte de América Latina. En años recientes, son extendidos y profundos. En la vasta literatura dedicada a esa
con el reflujo de la oleada de transiciones a la democracia y la representación, este es apenas el segundo libro que se concentra
semidemocracia en la región, la atención intelectual y política se en su crisis (véase Novaro, 1994). Muchos trabajos previos se han
trasladó a la construcción de democracias más sólidas que satisfagan ocupado de un tema conexo, a saber, el deterioro de los partidos
las aspiraciones de un mayor número de ciudadanos, así como al políticos; pero la mayor parte de esta literatura se refiere a las
intento de comprensión de los graves defectos de casi todas las democracias industriales avanzadas, en los cuales (quizá con la
democracias y semidemocracias latinoamericanas existentes. Los excepción de Italia) no hay nada parecido a la crisis de los partidos
países andinos constituyen una excelente muestra para examinar y la representación democrática que se ha extendido como una
este problema por proporcionar ejemplos claros de la debilidad plaga por los países andinos.
de los mecanismos de la representación democrática. Gran parte de la literatura existente supone que la convergencia
En el plano político, el tema resulta de importancia porque es programática entre votantes y legisladores es el núcleo de la repre­
posible que los países andinos lleguen a convertirse en modelos sentación democrática, por lo que se consagra exclusivamente a
negativos en una región (América Latina) que históricamente ha analizarla. En contraste, esa representación programática o ideoló­
mostrado fuertes efectos de demostración y difusión en términos gica es muy débil en la región Andina. Para entender la representa­
de cambios de régimen (Mainwaring y Pérez-Liñán, 2007). Por ción en esta, es esencial ir más allá de la convergencia programática
otra parte, el desprestigio profundo de los mecanismos de la re­ e ideológica entre los electores y sus representantes.
presentación democrática puede tener graves implicaciones para La literatura sobre las democracias industriales avanzadas pos­
la democracia. En Perú, el desencanto con los mecanismos tradi­ tula, en su mayor parte, que los patrones de representación po-
cionales de dicha representación contribuyó a allanar el camino
para el derrumbe del régimen democrático en 1992. EnVenezuela,
la desafección creciente con los vehículos convencionales de la I Manin et al. (1999a, 19996) presentan un importante examen de
representación democrática llevó a Hugo Chávez a la presidencia este problema en un mvel abstracto general, pero sin considerar la
en 1998. Bajo su liderazgo, la democracia venezolana se ha debi­ gran variación entre naciones en lo relacionado con la satisfacción
litado y el país vive un proceso de marcada polarización entre sus o el repudio generados por los mecanismos de la representación
democrática. Por nuestra parte, invertimos el enfoque: prestamos
seguidores y sus adversarios.
sumaria atención a las razones generales del posible fracaso de la
Esperamos que el libro haga cinco aportes cruciales a la cien­
representación democrática y, en cambio, examinamos con mayor
cia política y la comprensión de la política latinoamericana. En
detenimiento por qué fracasa particularmente en la región Andina.

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Scott M ainw aring, A n a M aría Bejarano y Eduardo Pizarra Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andin o s...

lítica se mantienen relativamente estables a lo largo del tiempo la representación aludida. Crisp (capítulo 7) sostiene que en la
(Bartolini y Mair, 1990; Converse, 1969; Lipset y Rokkan, 1967). región Andina los incentivos institucionales hacen que se preste
Sin embargo, cuando estudiamos muchas democracias posterio­ una atención o bien excesiva o bien demasiado escasa a las cues­
res a 1978, es importante considerar toda una gama de patrones tiones programáticas nacionales, en contraste con las exigencias del
de representación democrática, que cubren una escala de mayor electorado en el plano de las circunscripciones. Pachano (capítulo
a m enor en términos de legitimidad y estabilidad. Planteamos 4) afirma que muchas de las deficiencias de la representación
entonces nuevos interrogantes teóricos sobre las causas por las en Ecuador se deben a las reglas institucionales del juego. Esas
cuales en muchos países esos patrones no alcancen la estabilidad reglas facilitan la fragmentación del sistema de partidos, impi­
postulada en la mayor parte de la literatura teórica2. den la formación de coaliciones gobernantes estables y alientan
En segundo lugar, aspiramos a enriquecer el conocimiento la concentración en las cuestiones de interés de los electorados
empírico sobre la representación democrática en la región Andina. provinciales y locales y no en los temas programáticos nacionales.
Hacen falta nuevos trabajos dedicados a este tipo de representa­ Ambos capítulos son emblemáticos de los enfoques instituciona­
ción en América Latina, debido a su importancia para la teoría les utilizados para comprender los defectos de la representación
democrática y a la escasez de estudios empíricos que se ocupen del democrática. Los dos autores dan a entender que la insatisfacción
tema en el ámbito latinoamericano (véanse Chalmers, Martin y ciudadana con esta podría mitigarse si se implementaran reformas
Piester, 1997; Hagopian, 1998; Luna y Zechmeister, 2005; Roberts, institucionales bien concebidas.
de próxima aparición). En lo concerniente a América Latina, hay En los trabajos de su autoría, en cambio, R ené Antonio Ma-
una amplia literatura acerca de los legisladores y las legislaturas y yorga (capítulo 5) y Scott Mainwaring (capítulo 10) estiman que la
los partidos y sistemas de partidos, y son cada vez más los estudios crisis de la representación democrática surge de la capacidad para
consagrados a los votantes. Por el contrario, hay pocos trabajos gobernar (término utilizado por Mayorga) o de las deficiencias
sobre la representación democrática, la cual incluye la relación estatales (punto focal de Mainwaring). El primero asevera que la
entre los votantes y los partidos o los políticos elegidos. insatisfacción profunda con el desempeño de la democracia sub­
Nuestra tercera contribución gira en torno de la explicación yace a la crisis de la representación democrática y el ascenso de
de las causas del desencadenamiento de una crisis de la repre­ políticos outsiders. En la conclusión del libro, el segundo argumenta
sentación democrática. Si los votantes tienen la posibilidad de que las reglas institucionales del juego no constituyen en general el
elegir en libertad entre una vasta gama de opciones partidarias, núcleo de la insatisfacción suscitada por la representación demo­
¿por qué siguen mostrándose profundamente insatisfechos? ¿Por crática, y agrega que la causa principal de la crisis de esta en los
qué no pueden encontrar entre los partidos una alternativa que países andinos debe buscarse en las deficiencias estatales patentes
los satisfaga? en muchos ámbitos, desde la seguridad de los ciudadanos hasta
N o damos una solución definitiva al problema de la erupción la corrupción y el desempeño económico. Tanto para Mayorga
de una crisis de la representación democrática en los países andi­ como para Mainwaring, el ascenso de outsiders políticos, la caída
nos. Este es un nuevo tema de investigación que exige un examen de la confianza en los partidos, la elevada volatilidad electoral y
más detenido, y las discrepancias al respecto son inabordables. Dos las restantes manifestaciones de una crisis de la representación
autores, Brian Crisp y Simón Pachano, se refieren principalmente democrática son producto del mal desempeño de los regímenes
a los dispositivos institucionales para explicar las deficiencias de democráticos. Ese deficiente desempeño ha alimentado la insa­
tisfacción con los políticos y los partidos.
A este argumento basado en el desempeño, Mainwaring suma
2 La literatura sobre la desafección política tiene cierta relevancia para
otra explicación del profundo descontento suscitado por la repre­
nuestro trabajo, ya que también reconoce que en ocasiones la re­
sentación democrática. En efecto, sostiene que la naturaleza de
presentación fracasa. Se encontrará un ejemplo reciente enTorcal y
Montero (2006). juego de suma cero de la competencia partidista y el eje puesto

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Scott M ainwaring, A n a M aría Bejarano y E duardo Pizarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andinos

por los medios en las imágenes negativas de partidos y asambleas Una lección que se desprende de los trabajos de Mayorga
contribuyen a explicar el descrédito de estas instituciones repre­ y Tanaka es que el profundo descrédito de los agentes de la
sentativas. Este argumento hace eco a los enfoques constructi- representación democrática es a menudo peligroso para las de­
vistas de las ciencias sociales, puesto que dirige la atención hacia mocracias. En este aspecto, sus análisis son relevantes para la gran
el papel de la competencia política y las imágenes mediáticas en cantidad de países donde esa representación está en crisis. En
la construcción de las concepciones ciudadanas de la política, y tal sentido, los problemas que abordamos tienen implicaciones
específicamente de partidos y asambleas. para los regímenes democráticos y semidemocráticos de África,
Si bien ni este volumen ni ningún otro pueden determinar Asia y el m undo poscomunista, así como para otros lugares de
de manera definitiva las causas de la crisis de la representación América Latina.
democrática en los países andinos, el presente libro hace su aporte Levine y Rom ero plantean un interrogante diferente sobre
a la cuestión al ponerla explícitamente en la agenda intelectual y las consecuencias de una crisis de la representación democrática.
discernir tres de las explicaciones más importantes: la institucio- Mientras Mayorga yTanaka examinan los efectos de esa crisis sobre
nalista, la basada en el desempeño y la constructivista. los regímenes democráticos, los dos autores recién mencionados
Nuestra cuarta contribución consiste en avanzar en la com ­ anahzan sus consecuencias para la satisfacción de los intereses de
prensión de las consecuencias de una crisis de la representación los ciudadanos pobres de las ciudades. Tanto en Perú como en
democrática. Esta cuestión ocupa el primer plano en los artículos Venezuela, ni los partidos ni los políticos le han ofrecido a los
de M artín Tanaka (capítulo 2), R ené Antonio Mayorga (capítulo ciudadanos lo que estos querían. Levine y R om ero sostienen
5) y Daniel Levine y Catalina Rom ero (capítulo 8). Tanaka y que el
Mayorga examinan las consecuencias del desprestigio de dicha
descrédito y la decadencia de los dirigentes y partidos es­
representación para los regímenes democráticos. En muchas de­
tablecidos, en combinación con el fracaso institucional y una
mocracias y semidemocracias establecidas con posterioridad a
crisis económica sostenida, allanaron el camino [...] para que
1978, los mecanismos representativos han desilusionado a los
surgiera una vasta gama de movimientos que aspiran a dar voz
ciudadanos. Tal como muestran ambos autores, el descrédito de
a sus opiniones como “sociedad civil” .
los mecanismos convencionales de la representación democrática
en varios países andinos tuvo consecuencias ominosas para los Para enunciarlo de manera más general, una crisis de la re­
regímenes democráticos. En Perú y Venezuela, las aparentes defi­ presentación democrática tiene profundas consecuencias para la
ciencias de los mecanismos representativos tradicionales, incluida política ciudadana.
su manifestación más espectacular, el derrum be de los viejos Nuestro quinto aporte es conceptual. En este capítulo intro­
sistemas de partidos, allanaron el camino a una erosión (en el ductorio definimos y operacionalizamos una crisis de la repre­
caso venezolano) y un colapso (en el caso peruano) de la dem o­ sentación democrática. En nuestra definición, la representación
cracia. En las dos circunstancias, outsiders políticos aprovecharon democrática es la relación mediante la cual los votantes autorizan
la mala reputación de los viejos partidos, llegaron a la presidencia a los representantes a gobernar. Sostenemos que la satisfacción
y comenzaron a atacar y desmantelar algunas instituciones de­ ciudadana con los agentes de esa representación (políticos, partidos
mocráticas esenciales. En Bolivia, la decadencia de los grandes y asambleas) exhibe una amplia variación, y que esta se expresa
partidos y el desprestigio de los mecanismos convencionales de en indicadores subjetivos y de comportamiento. En el nivel sub­
representación provocaron la caída del presidente Gonzalo Sán­ jetivo, los ciudadanos manifiestan mayor o menor confianza en
chez de Lozada en 2003 y, de ese modo, cerraron un capítulo los partidos, los políticos y las asambleas y consideran que estos
de la historia boliviana durante el cual había habido una mejora agentes tienen más o menos legitimidad. En el nivel del com ­
temporal de las perspectivas de la democracia en un país pobre portamiento, los ciudadanos votan o reniegan de la participación
y dividido según líneas étnicas. electoral. Mantienen su lealtad al mismo partido a lo largo del

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Scott M ainwaring, A n a M aría Bejarano y Eduardo P izarro Leongóm ez La crisis de la representación democrática en los países a n d in o s...

tiempo o modifican a m enudo sus preferencias a fin de encon­ futuro. Nuestra contribución a esa literatura pasa por el examen
trar un agente más satisfactorio que los represente. Continúan de las deficiencias de la representación democrática.
votando por partidos del establecimiento o buscan candidatos U no de los argumentos fundamentales de este libro se refiere
contrarios al sistema debido a su descontento con respecto a a la relación entre esas dos literaturas, y en especial a la existente
las opciones partidarias vigentes. Utilizamos la expresión “crisis entre la crisis de la representación democrática y las deficiencias
de la representación democrática” para referirnos a contextos de los regímenes o los Estados. Tanaka, Mayorga y Mainwaring
en los cuales, en el nivel subjetivo, los ciudadanos no confían sostienen que la crisis de la representación democrática ha sido,
en los agentes de esa representación ni les otorgan legitimidad. en lo fundamental, resultado de esas deficiencias. La profunda des­
En el nivel del comportam iento electoral, es más probable que legitimación y el repudio de los partidos y los políticos allanó el
apoyen a candidatos y partidos antisistema, opten por nuevos camino para la quiebra y la erosión de la democracia. Los agentes
partidos, modifiquen de continuo sus preferencias electorales y tradicionales de la representación democrática -los partidos polí­
se abstengan de participar en los comicios. ticos, sobre todo- pueden tener muchas fallas, pero la democracia
El libro también aborda otras cuestiones importantes. ¿Pueden sin partidos es, en el mejor de los casos, un régimen con graves
las innovaciones en materia de representación producidas en los defectos y, en el peor, como Schattschneider (1942, p. 1) escribió
niveles subnacionales compensar las deficiencias exhibidas en el hace mucho, sencillamente impensable.
plano nacional? ¿En qué medida las reformas institucionales de En el resto de este capítulo introductorio acometemos cuatro
los mecanismos formales de la representación democrática pueden tareas. Primero, explicamos nuestras razones para concentrarnos
superar las fallas percibidas en el sistema? ¿Los mecanismos elabo­ en la región Andina. Segundo, examinamos por qué resulta sig­
rados para mejorar la representación de los grupos indígenas han nificativo considerar que los cinco países de la región enfrentan
sido buenos o perjudiciales para la democracia? Deborah Yashar algunos desafíos comunes. Tercero, definimos el concepto de re­
(capítulo 9) estima que estos nuevos mecanismos promueven la presentación democrática. Para terminar, explicamos qué es una
democracia, mientras que René Mayorga (capítulo 5) argumenta crisis de la representación democrática y examinamos sus mani­
que si bien la han hecho más incluyente, algunos grupos indí­ festaciones empíricas.
genas tienen un discurso y una práctica utópicos, contrarios a la
democracia liberal. Selección de casos: ¿por qué concentrarse en la región A ndina?
Este volumen se ocupa primordialmente de la literatura sobre
la representación democrática y la democracia. Es uno de los pri­ Si los problemas que abordamos son comunes a todo el
meros libros en inglés en analizar la representación democrática mundo contemporáneo, ¿por qué concentrarse en una región
en América Latina. Al examinar la crisis de esta, esperamos hacer específica de América Latina en vez de adoptar una estrategia
nuestro aporte a la literatura que procura entender por qué muchos de investigación transregional como la empleada con éxito por
regímenes elegidos en condiciones de competencia a lo largo y lo Beissinger y Young (2002) en su libro sobre el fracaso estatal? Hay
ancho del mundo muestran enormes deficiencias. dos motivos para ello. En prim er lugar, existe la idea generalizada
En la vasta bibliografía dedicada a la democracia, este libro es de que la región Andina atraviesa una crisis, y como resultado
un aporte más a los trabajos recientes sobre los graves defectos de de esta su importancia internacional se ha visto incrementada.
muchos regímenes elegidos por medios competitivos (por ejemplo, Las deficiencias percibidas de la representación democrática y
O ’Donnell, 2003). En la mayoría de los países latinoamericanos el descrédito de los partidos son más pronunciados en los cinco
y algunos países poscomunistas, los gobiernos elegidos en esas países andinos que en casi todo el resto de América Latina. Por
condiciones no han logrado suministrar bienes públicos, y han lo tanto, se trata de una región particularmente adecuada para
generado a raíz de ese fracaso una insatisfacción generalizada con examinar el tema en cuestión. Sin embargo, en cuanto región
respecto a la democracia y una creciente preocupación por su no ha sido estudiada con mucho detalle. A diferencia del Cono

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Scott M ainwaring, A n a M aría Bejarano y Eduardo Pizarra Leongóm ez La crisis de la representación democrática en los países and in o s...

Sur y America Central, hay pocas obras dedicadas a ella (Burt y cuando explicamos una crisis de la representación democrática,
M auceri, 2004; Conaghan y Malloy, 1994; Crandall et al., 2005; implica compararla con un conjunto más grande de países. Sin esa
Drake y Hershberg, 2006; O ’Neill, 2005). El intento de remediar comparación, que incluye la variación de la variable dependiente
esta laguna es importante. (esto es, la magnitud de la crisis padecida por la representación
Esto no significa pretender, empero, que la región Andina es democrática), sería imposible explicar el resultado.
única por experimentar una crisis de la representación democrática
o tener regímenes competitivos seriamente deficientes. En este La región A ndina en crisis
aspecto, la región ilustra el combate librado por muchas demo­
cracias, tanto en América Latina como en otros lugares. Tal como se la concibe en este libro, la región Andina abarca
En segundo lugar, las regiones del mundo, como América La­ Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. N o incluye ni a
tina, y las subregiones pertenecientes a ellas, como la Andina, son Chile ni a Argentina, a pesar de que ambos países tienen fronteras
importantes en la política mundial (Gleditsch, 2002; Mainwaring a lo largo de la cordillera de los Andes, debido a su pertenencia
y Pérez-Liñán, 2007). Dentro de la región Andina hay vigorosas al Cono Sur. Incluimos Venezuela, aunque desde un punto de
influencias y efectos de demostración transnacionales. El ascenso vista geográfico, étnico y cultural la mayoría de sus habitantes se
del presidente Elugo Chávez en Venezuela (1998 hasta el presente), consideran más cercanos al Caribe que a la región Andina. Lo
por ejemplo, influyó en el acceso electoral de Lucio Gutiérrez a la mismo es válido para la población colombiana que reside sobre la
presidencia de Ecuador (2003-2005), así como en la aparición de costa Atlántica. La razón para incluirlos es que ambos países fueron
Evo Morales, el más célebre de los dirigentes cocaleros de Bolivia, parte del conjunto de repúblicas cuya independencia fue obra de
como candidato presidencial con posibilidades de triunfo en 2002. Simón Bolívar, y desde hace mucho integran las organizaciones
Finalmente, Morales fue elegido presidente de Bolivia en 2005. regionales andinas.
Los cinco países seleccionados han creado algunas organiza­ Hasta fines de la década de los ochenta o comienzos de la
ciones regionales que han fortalecido las influencias comunes década siguiente, un libro sobre la representación democrática en
y la idea de una identidad regional. El 26 de mayo de 1969, sus los países andinos habría tenido poco sentido en términos intelec­
respectivos gobiernos firmaron el Acuerdo de Cartagena y die­ tuales. N o habría habido un fundamento convincente para agrupar
ron así inicio a un prim er proceso de integración regional. La estos cinco países sobre la base de sus sistemas de representación.
Comunidad Andina actual está compuesta por un conjunto de Desde 1958 hasta fines de la década de los ochenta, las cinco na­
organizaciones conocido como Sistema Andino de Integración, ciones enfrentaron desafíos políticos muy diferentes.
dentro del cual se incluyen el Parlamento Andino, el Tribunal Durante esas décadas, Venezuela y en menor medida Colombia
de Justicia Andino, el Consejo Presidencial Andino, el Consejo se contaron entre las democracias más exitosas de América Lati­
Andino de Ministros de Relaciones Exteriores y la Corporación na. En 1976-1977, se trataba de casos excepcionales en la región;
Andina de Fomento3. La existencia de instituciones comunes y junto con Costa Rica, eran las tres islas de democracia en un mar
de algunos problemas compartidos hace que la focalización en los de autoritarismo. En contraste, los otros tres países analizados en
países andinos sea una manera razonable de dar una delimitación este volumen sólo tuvieron efímeros experimentos democráticos
geográfica a nuestro estudio. con anterioridad a 1978. Bolivia vivió bajo un régimen semide-
Aunque situamos nuestro eje en la región Andina, una par­ mocrático de 1956 a 1964, seguido por una serie de dictaduras
te importante del diseño de nuestra investigación, sobre todo militares —casi todas de extrema dureza—, apenas interrumpidas
por dos esfuerzos de muy corta vida por instaurar la democracia
en 1979 y 1980. Ecuador tuvo regímenes semidemocráticos en­
3 A esta lista podrían agregarse la Universidad Simón Bolívar, el Con­
tre 1948 y 1962 y entre 1968 y 1970, interrumpidos por golpes
sejo Consultivo Empresarial Andino, el Consejo Consultivo Laboral
Andino y muchas otras instituciones regionales. militares. Hasta 1980, la única experiencia democrática del Perú

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Scott M ainwaring, A n a M aría Bejarano y Eduardo Pizarra Leongóm ez La crisis de la representación democrática en los países andin o s...

fue efímera, pues solo se extendió entre 1963 y 1968. Este país regímenes durante lo que Huntington (1991) denominó “tercera
también tuvo regímenes semidemocráticos desde 1945 hasta 1948 ola de democratización”, entre fines de la década de los setenta y
y desde 1956 hasta 1962. comienzos de la década siguiente.
En el plano económico, hubo asimismo un agudo contraste Otros cambios han sido poco auspiciosos, y la sensación com­
entre estos cinco países hasta fines de la década de los ochenta. partida de crisis que ha enturbiado el chma de los cinco países
En la mayor parte del período posterior a 1945,Venezuela tuvo es un factor que realza la pertinencia de su análisis como una
el ingreso per cápita más alto de América Latina. Aunque situada subregión dentro de América Latina. La democracia de Venezuela,
bastante a la zaga, Colombia disfrutó, no obstante, de un ingreso antaño sólida, comenzó a enfrentar graves desafíos en 1989 con el
per cápita y un nivel de vida mucho más elevados que los exis­ estallido de masivas protestas populares contra el presidente Car­
tentes en Bolivia y Ecuador. En contraste, Bolivia ha sido uno los Andrés Pérez. En 1992, a pesar de su fracaso, el golpe militar
de los países más pobres de América Latina desde principios del encabezado por el futuro presidente Hugo Chávez señaló, no
siglo XX. Ecuador también era mucho más pobre que Venezuela. obstante, el creciente desencanto con el sistema político vigente.
Estas diferencias económicas apuntalaron divergencias en la re­ La profundización del repudio manifestado hacia los partidos del
presentación democrática durante los interludios de vigencia de establecimiento hizo posible la elección de Chávez en 1998. La
la democracia en Bolivia, Ecuador y Perú. Venezuela tenía una democracia colombiana también sufrió un proceso de erosión en
sociedad más rica, educada y urbana que los otros cuatro países, la década de los noventa, víctima de un conflicto armado entre
y esas diferencias se reflejaban en lo tocante a la representación jefes del narcotráfico, fuerzas paramilitares, guerrillas izquier­
democrática. distas y un Estado poco presente en las áreas rurales (Bejarano
Si se tienen en cuenta las grandes divergencias que marcan sus y Pizarra Leongómez, 2005). Antaño,Venezuela y Colombia se
historias respectivas, es notable el hecho de que en nuestros días los destacaban como países más democráticos que sus pares andinos;
cinco países enfrenten importantes retos comunes en materia de hacia la década de los noventa, los desafíos que enfrentaban eran
representación democrática. El surgimiento de un enigma común más similares a los de sus vecinos de la región que durante los
y de interés intelectual en torno de la crisis de dicha represen­ cuarenta años anteriores.
tación durante la década de los noventa refleja la confluencia de
cambios sorprendentes en los cinco casos. Uno de esos cambios es C uad ro i .i
positivo. Con la excepción del malogro de la democracia peruana Respaldo a la democracia, América Latina, 2003
en 1992, las cinco naciones disfrutaron de regímenes democráticos
o semidemocráticos desde la transición boliviana a la democracia País 0 región Porcentaje de encuestados que
en 1982. Mientras que Colombia y Venezuela pasaron por tran­ apoyan incondicionalmente
la democracia
siciones tempranas a regímenes políticos competitivos en 1958 y
Bolivia
1959 respectivamente4, Ecuador, Perú y Bolivia restauraron esos 49
Colombia 46
Ecuador 43
Perú 40
4 En Colombia, que ha tenido una historia duradera de gobiernos Venezuela 76
civiles, se produjo en 1958 una restauración conservadora de las ins­ Promedio, región Andina 51
tituciones cívicas. Ese mismo año se inició en Venezuela un proceso Total, América Latina 53
de establecimiento de instituciones democráticas. Al margen del F uente : Encuesta de Latinobarómetro, 2005.
breve interludio de 1947 y 1948, antes de 1958 este país no tuvo una
tradición democrática. Pese a esta diferencia, el acuerdo fundador de
la democracia venezolana (conocido como Pacto de Punto Fijo) fue una democracia más abierta y participativa (véanse Bejarano, 2000;
más incluyente que el Frente Nacional colombiano y dio origen a Levine, 1992).

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Scott M aim varing, A n a M aría Bejarano y Eduardo Pizarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países and in o s...

Así, una región que, en lo concerniente a la representación En el plano de la economía también ha habido ciertas con­
democrática, se caracterizó en otra época por un profundo con­ vergencias entre los cinco países, sobre todo como resultado de la
traste, en una gama de patrones que iban desde la estabilidad y la prolongada depresión sufrida por Venezuela. Este país, que anta­
legitimidad relativas en Venezuela y Colombia hasta la presencia ño era próspero en comparación con sus vecinos andinos, ya no
de dictaduras en los otros tres países durante gran parte de las sobresale de manera tan nítida. En i960, su ingreso per cápita era
décadas de los sesenta y los setenta, comenzó a mostrar algunas 3,4 veces más grande que el de Colombia; hacia 2002, apenas lo
similitudes. En los cinco países, outsiders políticos irrumpieron en superaba en un 31%. Durante estas cuatro décadas, el ingreso per
escena y se postularon para la presidencia, con éxito en Bolivia cápita venezolano cayó de 3.720 a 2.979 dólares, mientras que los
(2005),Ecuador (2002), Perú (1990) yVenezuela (i998)56.En todos de Colombia y Ecuador crecieron en forma sustancial y los de
ellos, la volatilidad electoral se acentuó como un reflejo del des­ Bohvia y el Perú experimentaron un modesto incremento (11%
contento ciudadano con las alternativas partidarias existentes. Con y 26%, respectivamente) (cuadro 1.2).
la excepción de Venezuela'’, en los otros cuatro países la opinión
pública tiene una opinión muy pobre de los partidos y el Congreso,
C uadro 1.2
dos pilares de la representación democrática. El apoyo a la demo­
cracia es bastante bajo en todos ellos, salvo, otra vez, en Venezuela, p ib per cápita en los países andinos, 1960-2002
como lo muestra el cuadro 1.1.EI cuadro indica el porcentaje de (constante en dólares norteam ericanos de 1995)
encuestados que coincidieron en que “la democracia es siempre la
Porcentaje Porcentaje
mejor forma de gobierno” , frente a las otras dos opciones que se
de cambio, de cambio,
les presentaban: 1) “Para personas como yo, la forma de gobierno i960 1980 2002 1960-2002 1980-2002
no tiene importancia” , y 2) “En algunas circunstancias, es mejor Bolivia 848 I.OI4 940 II - 7
un régimen autoritario” . Colombia I.IO4 1.868 2.282 IO7 22
Ecuador I.O9O 1.816 1.796 65 - 2
Perú 1.875 2.569 2.380 26 -7
5 En Venezuela y Colombia, Rafael Caldera (1993) y Alvaro Uribe Venezuela 3.720 3-991 2.979 - 20 -2 5
Vêlez (2002), respectivamente, aunque no eran outsiders políticos, F uente : World Bank, World Development Indicators Database.
obtuvieron la presidencia a la cabeza de movimientos disidentes de
sus propios partidos políticos, el c o p e i (Caldera) y el Partido Liberal
(Uribe). De 1980 a 2002, el pib cayó en cuatro de los cinco países —la
6 El excepcionalismo venezolano en algunas preguntas actitudinales, excepción es Colom bia—, con una declinación especialmente
incluida la correspondiente al cuadro 1.1, que calibra el apoyo de prolongada y abrupta en Venezuela. Colom bia, que disfrutó de
los votantes a la democracia, exige un breve comentario. Antes del un modesto crecimiento económico durante la década de los
ascenso de Hugo Chávez en 1998, el apoyo a la democracia y la re­ ochenta y la prim era mitad del decenio siguiente, ha experi­
presentación democrática era bajo. Luego de ese año, el respaldo a la mentado un estancamiento de su economía desde mediados de
primera experimentó un notable impulso (cuadro i.i),en lo que tal
la década de los noventa hasta los primeros años de la década
vez sea un reflejo de la manera muy diferente como los polos chavista
actual.
y antichavista interpretan la pregunta. Los chavistas ven al presidente
como democrático y, por lo tanto, responden que la democracia es El crecimiento negativo del ingreso per cápita de la región,
siempre la mejor forma de gobierno. Los antichavistas lo consideran combinado con la escasa creación de puestos de trabajo, ha con­
autoritario y, por ende -si bien entienden la pregunta de un modo ducido al aumento de la pobreza. Según los datos de la Comisión
completamente diferente—,coinciden en que la democracia es siem­ Económica para América Latina y el Caribe (cepal), en 2001 el
pre la mejor forma de gobierno. 61% de los bolivianos, el 60% de los ecuatorianos, el 55% de los

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Scott M ainwaring, A n a M aría Bejarano y E duardo Pizarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andinos.

colombianos, el 49% de los peruanos y el 49% de los venezolanos en Colombia traspase las fronteras del país subrayan la gravedad
eran pobres. El débil crecimiento económico y el incremento de de la situación en toda la región7.
la pobreza han alimentado la insatisfacción con la democracia y
contribuyeron a deslucir la imagen que la gente tiene de dos de
E l concepto de representación democrática
los principales pilares de la democracia representativa: los partidos
y el parlamento. Como la representación democrática es el tema central de este
U n tercer factor que ha promovido la convergencia de estos libro, es crucial ser claros respecto de lo que queremos decir con
cinco países en lo referido a la representación ha sido la disloca­ la expresión. Utilizamos el término “representación” para indicar
ción social producida por un modelo de desarrollo económico una relación principal-agente por la cual a (el principal) autoriza
orientado por el mercado. La crisis industrial debida al abandono a B (el agente) a actuar en su nombre. Las relaciones más nítidas
de la industrialización mediante la sustitución de importaciones de representación son aquellas en que un principal claramente
y el giro hacia las políticas de mercado en las décadas de los definido (un individuo, un grupo, una asociación, el electorado,
ochenta y los noventa constituyeron un punto de inflexión para etc.) delega en forma explícita la realización de una tarea en un
el desarrollo político latinoamericano. La retirada del Estado, las agente también definido con claridad8. Entre los ejemplos explí­
crisis fiscales y las políticas de austeridad económica limitaron citos de delegación se cuentan la votación por alguien para que
el flujo de recursos necesarios para sostener partidos basados en represente nuestros intereses o su designación formal para hacerlo,
redes clientelistas (Colombia) y corporativas (Venezuela) (Ha- la creación de un sindicato para representar los intereses de los
gopian, 1998; Roberts, de próxima aparición). Algunos partidos trabajadores y la contratación de un abogado para representar
y sistemas de partidos de América Latina (en Chile, Uruguay y legalmente a una persona.
Costa Rica) se adaptaron a los nuevos retos planteados por la Nuestra definición de la representación es más restringida
era de las políticas económicas orientadas al mercado, pero otros y está más claramente delineada que otras. Algunas de las defi­
no lo hicieron. niciones más destacadas son imposibles de operacionalizar. Por
Los modelos de crecimiento económico basados en el m er­ ejemplo, Manin, Przeworski y Stokes (1999a, p. 2) la definen
cado y la declinación de los niveles de vida de grandes sectores como “la actuación en interés del representado” o “la actuación
de la sociedad profundizaron el abismo social en la mayoría en el interés mejor del público”. Por nuestra parte, minimizamos
de los países latinoamericanos, sobre todo en la región Andina, la importancia de que el agente actúe en interés del público o
según se tratara de grupos incorporados a la economía formal, del representado y subrayamos, en cambio, la autorización otor­
la seguridad social, el empleo estable, los sindicatos, los servicios gada por un principal a un agente para actuar en su nombre.
públicos y los barrios legalizados o de grupos excluidos de estos Es sumamente difícil determinar si los representantes elegidos
beneficios. Los sectores excluidos constituyen la base electoral de actúan en el interés mejor del público o los representados9*. Por
Hugo Chávez en Venezuela. También son el origen de los vastos
movimientos sociales y políticos que se ponen a la cabeza de las
protestas populares en Bolivia, Ecuador y el Perú. 7 Aunque en esta sección nos concentramos en la convergencia entre los
Desde mediados de la década de los noventa, la región Andina cinco países, estos también siguen teniendo diferencias importantes.
ha sido la más volátil de América Latina. También es la región 8 Brennan y Hamlin (1999), Christiano (1996, pp. 207-224), Ferejohn
latinoamericana que ha despertado mayor inquietud entre los (1999), Fearon (1999) y Maravall (1999) también ven explícitamente
estrategas políticos norteamericanos. El crecimiento económico la representación desde la perspectiva de las relaciones entre principal
insuficiente, la pobreza en aumento, la mayor desigualdad eco­ y agente.
nómica, la decepción con respecto a los resultados del proceso 9 Aunque el concepto del “interés mejor del público” tiene un atractivo
intuitivo, la tradición de la elección social (por ejemplo Arrow, 1954)
democrático, el narcotráfico y el riesgo de que el conflicto armado
expuso a su respecto críticas implícitas que lo tornan problemático.

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Scott M ainw aring, A n a M aria Bejarano y Eduardo P izarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andinos

consiguiente, según la definición de Manin et al. cuesta mucho nuestra definición admite la posibilidad de formas clientelistas
establecer cuándo existe una relación de representación111. De de representación, una posibilidad ampliamente verificada en la
manera similar, Pitkin (1967, P- 209) sostiene que representar región Andina (véanse en este volumen los artículos de Pachano
“significa actuar en interés de los representados de forma tal que y Pizarro Leongómez). El grado de convergencia programática
se responda a ellos” . entre votantes y representantes puede ser importante para la calidad
Las definiciones de Manin et al. y Pitkin no fijan como condi­ de la representación, pero se trata de una cuestión empírica y no
ción que la representación exija una relación principal-agente. De de una característica defmitoria de una relación representativa.
acuerdo con ellas, una vasta e indefinida gama de acciones presun­ Así como algunas definiciones de la “representación” divergen
tamente emprendidas en nombre de algunas personas o del bien de la que nosotros utilizamos, otras se parecen a ella (por ejemplo
público podrían entenderse como “representación”. En contraste, Manin, 1997, pp. 6-7).
nuestra definición es fácil de operacionalizar. N o afirmamos que Cuando hablamos de representación democrática, nos referimos
los representantes elegidos deben actuar efectivamente en nombre a una forma específicamente democrática de representación que
de sus electores o del bien público, debido a las dificultades con se establece cuando un votante (el principal) elige a un agente
que se tropieza a la hora de juzgar tales aserciones. (un político o un partido) para que represente sus intereses en un
Nuestra comprensión de la “representación” también diverge régimen democrático. El núcleo de esa representación está en la
de un uso constatado en numerosos estudios empíricos de las de­ relación entre los ciudadanos, por un lado, y los políticos, partidos y
mocracias industriales avanzadas. Muchos de esos estudios (Barnes, asambleas elegidas, por otro. En ella, los votantes son los principales
1977; Converse y Pierce, 1986; Hill y Hurley, 1999; M cCrone y y los políticos, partidos y asambleas son los agentes.
Kuklinski, 1979; Pierce, 1999;Thomassen, 1999; Weissberg, 1978; Las elecciones son el mecanismo a través del cual se produce
Wlezien, 2004) evalúan la representación según el grado de con­ y reproduce la relación de representación democrática (Manin,
vergencia programática entre votantes y representantes' '. Plantean, 1997). Pero las elecciones no sólo proporcionan el medio para
entonces, el supuesto implícito de que la representación debe ser elegir a los representantes. También son un mecanismo por cuyo
programática. En contraste, y en coincidencia con Kitschelt (2000), conducto los ciudadanos hacen conocer sus preferencias, al enviar
un mensaje -aunque no muy sutil- a sus representantes acerca de
sus opciones políticas. En principiólas elecciones deben garantizar
10 Por otra parte, las dos definiciones propuestas por Manin et al. son que la rendición de cuentas electoral sea un hecho periódico12. Por
distintas. Actuar en el mejor interés del público no es lo mismo que
esa razón, las instituciones que regulan la estructura y la realización
actuar en interés de los representados. La actuación en el mejor
de los comicios, es decir los sistemas electorales, son cruciales en
interés del público puede implicar la negativa a conceder aumentos
de salarios en un momento determinado, mientras que los partidos
obreros y los políticos que representan a los trabajadores actuarán
en interés de sus representados (esos trabajadores) si presionan para
obtener dichas mejoras salariales, 12 La rendición de cuentas electoral exige que los ciudadanos, con su
ti La definición de Weissberg (1978) está particularmente lejos de la voto, tengan la oportunidad de despojar a los políticos de sus cargos
nuestra, debido a que cercena por completo el vínculo electoral entre oficiales. Esta posibilidad se reduce cuando la reelección está pro­
determinados votantes y sus representantes:“Nuestro análisis define hibida, como sucede en el caso de los sistemas presidenciales que
la representación como el acuerdo entre la votación legislativa y la no la permiten o en el de los presidentes que no pueden volver a
opinión ciudadana” (Weissberg, 1978, p. 535, nota 4). De acuerdo ser elegidos (por ejemplo, el de los Estados Unidos en su segundo
con su concepción, el representante elegido de una circunscripción mandato). Con todo, aunque la reelección esté excluida, siempre
puede “representar” a un votante de otra aun cuando no haya co­ es posible castigar o recompensar al partido del titular de un cargo,
nexión electoral entre ellos; lo único que cuenta es la convergencia pero no a un político determinado a menos que se postule para otro
programática entre el votante y el miembro de una asamblea. puesto.

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Scott M ainw aring, A n a M aría Bejarano y Eduardo P izarra Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andin o s...

la estructuración de las instituciones y relaciones representativas Evasión de responsabilidades, rendición de cuentas y


(Jackisch, 1997). representación democrática
Para ser calificada de democrática, una relación de representa­
ción exige la celebración de elecciones libres e imparciales. Ade­ La representación democrática ha sido un problema político
más, en el período contemporáneo, la representación democrática persistente. En todas las relaciones entre principales y agentes, estos
implica un sistema político que permita el sufragio adulto casi últimos inevitablemente ganan cierta autonomía con respecto a
universal, el respeto de los derechos humanos y las hbertades ci­ los primeros. El problema de la representación democrática es la
viles tradicionales y la subordinación de las fuerzas armadas a los dificultad de garantizar que esa autonomía tenga alguna limitación,
funcionarios elegidos. con el fin de promover cierta responsividad de los políticos y los
En las democracias, los partidos y los políticos no son, desde partidos a los intereses ciudadanos o al bien público; vale decir, ase­
luego, los únicos vehículos que expresan los intereses de los gurar el funcionamiento de una relación formal de representación
ciudadanos. Estos también persiguen sus intereses por medio de en beneficio de los representados, de acuerdo con las expectativas
organizaciones sociales que los aglutinan, articulan y expresan, de los teóricos de la democracia y los ciudadanos. La limitación
así como a través de intermediarios y movimientos que los tra­ de la autonomía de los agentes es más problemática en la relación
ducen en la arena política y formulan políticas públicas (véanse entre los votantes y los políticos elegidos que en muchas otras
los artículos de Levine y Rom ero y deYashar, en este volumen). relaciones entre principales y agentes, debido a la existencia de una
En sentido estricto, sin embargo, en una democracia solo hay enorme asimetría de información entre el votante y el político,
representación democrática entre los votantes y sus representantes la índole poco discriminada de las preferencias transmitidas por
elegidos. los electores a sus representantes, la poca frecuencia relativa de las
Las asociaciones vecinales, los movimientos sociales y las orga­ elecciones y las dificultades para sancionar a los agentes que han
nizaciones no gubernamentales no se incluyen en nuestra defini­ tenido un mal desempeño hasta los siguientes comicios.
ción de la representación democrática en sentido estricto -esto es, Un ciudadano racional podría estar dispuesto a otorgar cierta
la forma de representación específica de las democracias-, porque autonomía en la toma de decisiones a su representante con el
pueden funcionar en regímenes tanto democráticos como no fundamento de que este tiene mayores conocimientos en muchas
democráticos. En los regímenes autoritarios puede haber pujantes cuestiones (Dahl, 1970, pp. 28-40; Pitkin, 1967, p. 145; Rogowski,
movimientos sociales, con una forma de representación que no es 1981). N o obstante, ese mismo ciudadano racional querrá que el
específicamente democrática. En efecto, en su clásica obra sobre representante dé algún tipo de respuesta a sus intereses. A través
las transiciones a la democracia, O ’Donnell y Schmitter (1986) de las elecciones, los representados delegan en sus representantes
sostuvieron que los movimientos sociales son con frecuencia me­ la facultad de tomar decisiones vinculantes, presumiblemente a
nos dinámicos en la democracia que en las etapas de declinación cambio de cierta responsividad a sus intereses así como de la ren­
del autoritarismo. Además, las formas directas de acción colectiva dición de cuentas electoral (Fearon, 1999; Ferejohn, 1999; Manin,
no incluyen la representación. Con la acción colectiva directa, los 1997; Maravall, 1999; Pitkin, 1967, p. 209; Powell, 2000). Entende­
propios individuos se movilizan en procura de algún resultado y mos esta responsividad como la congruencia en torno a políticas
no para autorizar a un agente a buscarlo. entre los ciudadanos y sus representantes (Stimson, MacKuen y
En los regímenes democráticos, la red de representación implica Erikson, 1995) A Al hablar de rendición de cuentas electoral, nos
una ampha gama de diferentes tipos de mecanismos. La representa­ referimos a la oportunidad periódica que tienen los votantes de
ción democrática, sin embargo, entraña una relación más específica, elegir a representantes diferentes.13
a saber, la existente entre los votantes y sus representantes elegidos
en un régimen democrático. Esta es la forma de representación
13 Sobre la relación entre representación y responsividad, véanse Eulau
específica de las democracias modernas de masas. y Karps (1977) Y Powell (2000).

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Scott M ainwaring, A n a M aria Bejarano y Eduardo P izarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países a n d in o s...

Las elecciones no garantizan que los representantes elegidos independencia que los representantes deben tener a fin de tomar
representan bien a sus electores (Downs, 1957; Dunn, 1999, pp. buenas decisiones para el bien público en materias en que su expe­
338-339; Fearon, 1999; Ferejohn, 1999; Przeworski et a l, 1999; riencia técnica excede la del ciudadano común. En la percepción
Manin, 1997; Manin, Przeworski y Stokes, 1999b; Maravall, 1999; popular en los países andinos, los representantes disfrutan de otra
Schumpeter, 1946; Stokes, 1999). Los políticos elegidos tienen autonomía, mucho más perniciosa: la aptitud de dar la espalda al
grandes oportunidades de evadir el mandato recibido. Las eleccio­ electorado y actuar como una clase política irresponsable, al ser­
nes solo se celebran de manera intermitente y nada asegura que vicio de sus propios intereses. En América Latina, y sobre todo en
los representantes elegidos vayan a comportarse de conformidad los países andinos, hubo hasta hace poco tiempo una deficiencia
con las preferencias de los votantes entre un com ido y otro. Las crónica de responsividad política ante las demandas de las masas.
formidables asimetrías de información existentes entre los fun­ Las asimetrías de la información entre votantes y representantes
cionarios elegidos y el votante común y corriente brindan a los son mucho más grandes en la región Andina, donde la mayor
primeros amplias posibilidades de conducirse con autonomía. parte del electorado tiene una educación más limitada y una in­
Ferejohn (1999, p. 137) sintetiza la cuestión de la siguiente mane­ formación más escasa sobre la política, que en las democracias
ra: “El castigo electoral [...] es un instrumento bastante romo y, industriales avanzadas.
en el mejor de los casos, los funcionarios en el poder solo serán
moderadamente receptivos a los deseos del público” 14. ¿Q ué es una crisis de la representación democrática?
Si bien todas las relaciones de representación democrática brin­
dan la oportunidad de evadir responsabilidades, este problema es En esta sección explicamos qué queremos decir al hablar de
particularmente agudo en los países con brechas de información “crisis de la representación”, proporcionamos mediciones empíri­
más pronunciadas entre los votantes y los políticos. En la región cas de esta y señalamos los fundamentos teóricos sobre los cuales
Andina, los principales agentes de la representación democrática ellas se sustentan. La idea de crisis de la representación ha ganado
(partidos, políticos elegidos y asambleas) tenían hasta hace poco aceptación en América Latina (Cheresky, 2003 ; Grompone, 1996;
demasiada autonomía con respecto a la mayoría de los principa­ Novara, 1994, 1995; Peruzzotti, 2004) y encuentra tenues ecos en
les, en especial el gran contingente de votantes pobres, que están la amplia literatura dedicada a la caída de la confianza en las ins­
formalmente representados por los primeros, pero cuya capacidad tituciones y el debilitamiento de los partidos en las democracias
para influir sobre los resultados políticos era en apariencia margi­ industriales avanzadas. N o obstante, la literatura de las ciencias
nal15.Al hablar de “autonomía” no nos referimos simplemente a la sociales no ha aclarado qué significa el concepto de “crisis de la
representación democrática” ni cómo puede evaluárselo empíri­
camente. Sin criterios comparativos explícitos, la noción de una
14 Esto no significa afirmar que la rendición de cuentas electoral es
crisis de la representación democrática permanece sin definir.
completamente ineficaz. Fiorina (1981), Key (1966), Manin (1997) y
Popkin (1991), entre otros, han destacado el potencial de esa rendi­ La legitimidad de la representación democrática es una varia­
ción de cuentas a través de la votación retrospectiva. Stimson et al. ble continua. Utilizamos la expresión “crisis de la representación
(1995) ponen de relieve tanto el voto retrospectivo como los cambios democrática" para referirnos a un extremo de ese continuo, en el
anticipatorios en las políticas para responder á las modificaciones del cual los ciudadanos no creen estar bien representados.
humor público, como mecanismos generadores de una rendición de Las crisis de la representación democrática tienen un compo­
cuentas electoral. En Mansbridge (2003) se encontrará un examen de nente relativo a la actitud subjetiva y un componente relativo al
diferentes tipos de representación y su relación con dicha rendición comportamiento. El elemento subjetivo abarca las percepciones
de cuentas. ciudadanas: gran cantidad de ciudadanos están insatisfechos con
15 Escribimos en apariencia, en bastardillas, porque es difícil medir el
la manera como son representados, o tal vez no se sientan repre­
impacto del gran contingente de votantes pobres sobre partidos,
sentados en absoluto. Los representados (o quienes en principio
políticos y asambleas a la hora de formular políticas públicas.

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Scott M aim m ring, A n a M aría Bejarano y Eduardo P izarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andin o s...

I » .
deberían tener derecho a serlo, pero no lo son) estiman que los legitimidad que estos disfrutan también tiene un aspecto relativo
términos putativos de la relación entre principal y agente están al comportamiento. Aun cuando hubiera una extendida insatisfac­
siendo violados. N o creen que los representantes actúen efecti­ ción ciudadana con los agentes concretos de esa representación,
vamente en su nombre o en nombre de algún bien común. La seríamos reacios a afirmar la existencia de una crisis, a menos que
existencia de una relación de representación democrática no hubiera indicaciones relativas al comportamiento, en el sentido
depende de que los representantes actúen en nombre del bien de que también son repudiados. Para que haya crisis, los ciudada­
público o de sus propios electores; sin embargo, la percepción nos deben rechazar los mecanismos vigentes de la representación
de los ciudadanos de que están bien representados sí se basa en democrática. Lo pueden hacer absteniéndose de concurrir a las
su convicción de que los representantes actúan en nombre de urnas, votando por nuevos partidos (especialmente los contra­
alguna visión del bien com ún o de los intereses ciudadanos. Si rios al establecimiento) o por outsiders políticos, participando en
los ciudadanos no creen que los representantes actúan en nombre movilizaciones populares antisistema o uniéndose a una lucha
de sus electores o de alguna visión del bien común, no tienen revolucionaria, entre otras posibilidades.
motivos para sentirse adecuadamente representados. Cuando la “Crisis” es un concepto heurístico útil, si bien carece de una
percepción de una representación inadecuada es generalizada y delimitación precisa en las ciencias sociales. Lo más adecuado es
algo más que transitoria, constituye una crisis de la representa­ concebir el grado de insatisfacción y rechazo motivados por la
ción democrática. representación democrática como un continuo y no como una
U n ciudadano puede sentirse convenientemente representado dicotomía, sin que exista un corte definido que nos permita cate­
sea porque cree que sus agentes de representación intentan pro­ gorizar el caso A como una crisis y el caso B como una no crisis.
mover algún bien público, sea porque cree que se desempeñan Si ese punto preciso de corte no existe, ¿cómo podemos afirmar
de manera apropiada en defensa de sus intereses. Hay relación de que hay una crisis de la representación democrática en los países
representación cuando los ciudadanos eligen a sus representantes, andinos? Algunas mediciones empíricas indican dónde se sitúa cada
pero su satisfacción con estos dependerá de cómo perciban el país en el continuo, y estos indicadores ubican a todos los países
desempeño de sus obligaciones. En dos países distintos, los re­ andinos en las proximidades del extremo tipificado como crisis.
presentantes podrían realizar sus tareas de igual manera y obtener El concepto de “crisis de la representación democrática” no es útil
los mismos resultados en términos de efectividad gubernamental, para los casos intermedios, pero sí lo es para los casos inequívocos
y a pesar de ello las evaluaciones ciudadanas al respecto pueden situados en ese punto extremo del continuo correspondiente a
mostrar marcadas diferencias entre uno y otro"’. la región Andina.
El continuo que en una escala de mayor a menor muestra la
satisfacción con los agentes de la representación democrática y la C onfianza en las instituciones representativas

16 El hecho de que una crisis de la representación dependa mucho de las En esta sección comenzamos el análisis de diferentes medi­
evaluaciones ciudadanas no significa que sea motorizada por procesos ciones de desafección y rechazo con respecto a la representación
puramente subjetivos.Tal como Mainwaring sostiene en el capítulo io democrática, esto es, nuestra variable dependiente. Nuestra primera
de este volumen, los ciudadanos forman en parte sus juicios acerca de medición se basa en datos de encuestas sobre la confianza en los
los agentes de la representación sobre la base del desempeño estatal. agentes de la representación democrática: específicamente, los
En sus evaluaciones de esos agentes, los ciudadanos se valen de una partidos y las legislaturas nacionales1617. La confianza en los partidos
racionalidad limitada. Se fogan juicios razonablemente “racionales”.
Cuando los Estados funcionan mal durante un período prolongado,
es improbable que los ciudadanos crean que los agentes de la repre­ 17 En comparación con la incontable cantidad de análisis sobre la con­
sentación promueven algún bien público o les prestan servicios, razón fianza en las instituciones en las democracias industriales avanzadas,
por la cual se sentirán más inclinados a repudiarlos. son muy pocos los trabajos dedicados a este tema en América Latina,

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Scott M ainwaring, A n a M aría Bejarano y Eduardo P izarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andin o s...

y el parlamento no es idéntica al juicio de un ciudadano sobre si C u ad ro 1.3


se siente apropiadamente representado; pero sirve como medida Confianza ciudadana en las instituciones representativas, países andinos
aproximada. A falta de encuestas en que se pregunte directamente
a los ciudadanos si se sienten representados de manera adecuada, la Porcentaj e de encuestados que expresan alguna 0 m ucha confianza
información sobre la confianza en los agentes de la representación 1996 1997 2002 2003
democrática es un buen sustituto. Una crisis de la representación Partidos Asamblea Partidos Asamblea Partidos Asamblea Partidos
políticos nacional políticos nacional políticos nacional políticos
democrática conlleva una situación en la que los ciudadanos tienen
Bolivia 16,3 21,3 20,4 31,3 9 ,0 16,0 6,0
muy poca confianza en dichos agentes. Colombia 14,8 21,1
n >3 28,9 10,0 14,0 9,0
En casi todas las democracias, los ciudadanos manifiestan es­ Ecuador 18,3 26,9 15,5 19,5 7,0 9 ,0 5,0
casa confianza en los partidos y el Congreso nacional. Por ende, Perú 18,5 3 2 ,9 20,6 26,1 13,0 23,0 8,0
Venezuela u ,3 18,8 20,8 29,6 19,0 37,0 14,0
es importante examinar los datos en términos comparativos y no Promedio,
absolutos. ¿Cómo se comparan las evaluaciones de los ciudadanos cinco países
andinos 15,1 23,0 19,7 27,1 n,6 19,8
del país X con las del país Y? ¿Cómo se comparan las evaluacio­ 8,4
Promedio,
nes ciudadanas de la institución a con las de la institución B? otros doce
¿Cómo cambian las evaluaciones de la institución z con el paso países latí-
noamericanos 23,5 29,3 31,4 38,1 SR SR n ,8
del tiempo?
fuente : Latinobarómetro, 1996, 1997,2002 y 2003.
Los datos de las encuestas de Latinobarómetro (cuadro 1.3) mues­
sr = sin respuesta.
tran una profunda falta de confianza en las instituciones represen­
*Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua,
tativas en los países andinos, sobre todo en Ecuador, Colombia Panamá, Paraguay y Uruguay.
y Bolivia. Aún en el contexto de una región (América Latina)
donde las instituciones democráticas tenían un pobre desempeño,
la subregión andina se destacó desde el punto de vista de la baja La confianza en los partidos y el Congreso experimentó un
confianza ciudadana en los partidos y la asamblea nacional. aumento significativo en Venezuela luego de la elección de Hugo
El cuadro 1.3 se basa en respuestas a esta pregunta: “Por fa­ Chávez en 1998, pero en los otros cuatro países ha sido cróni­
vor, dígame cuánta confianza tiene en cada uno de los siguientes camente baja. Es de presumir que en el caso venezolano el in­
grupos, instituciones o personas mencionados en la lista: ¿mucha, cremento de la confianza se debe principalmente a los votantes
alguna, poca o ninguna?” Sumamos los porcentajes de las res­ chavistas que estaban descontentos con el régim en anterior a
puestas positivas (“mucha” y “alguna”). En 199b, los resultados 1998. En Bolivia, Ecuador y Perú la confianza en los partidos y el
de los cinco países andinos eran mucho peores que el promedio Congreso nacional disminuyó entre 1996 y 2003.
latinoamericano. Entre los 17 países latinoamericanos y España, los Muchos autores han afirmado que en décadas recientes, la
venezolanos y los colombianos fueron quienes expresaron menor confianza en las instituciones públicas ha sufrido un proceso de
confianza en los partidos, y los bolivianos ocuparon el quinto lugar erosión en las democracias industriales avanzadas (Dalton, 1999;
más negativo. Una historia similar se desprende de las evaluaciones Dogan, i997;Hetherington, 1998; Lipset y Schneider, 1983; Pharr
ciudadanas del Congreso nacional. En este rubro, la confianza de y Putnam, 2000). ¿Cómo se comparan los niveles de confianza
los ciudadanos en el Congreso, Colombia ocupó el último lugar en los partidos y el parlamento en Europa Occidental, los países
entre los 18 países participantes, mientras que Venezuela fue deci­ andinos y el resto de América Latina? El cuadro 1.4 considera
mosexta y Bolivia, decimotercera. esta cuestión sobre la base de los datos del World Values Sur­
vey (Encuesta Mundial de Valores), que incluye a Colombia, Perú
y Venezuela, pero desafortunadamente no incluye a Bolivia y
incluidos los países andinos. Se encontrarán excepciones en Cleary
y Stokes (2006); Power y Jamison (2005);Turner y Martz (1997). Ecuador. La comparación transregional sitúa a los países andi-

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Scott M aim varing, A n a M aría Bejarano y Eduardo P izarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andin o s...

nos en una perspectiva comparada más amplia1819. La confianza C uadro 1.4


en los partidos y el parlamento era mucho más alta en Europa Confianza en los partidos y el parlamento, países seleccionados,
Occidental que en Colombia, Perú y Venezuela. El porcentaje (Encuesta Mundial de Valores)
promedio de quienes expresaban confianza en el parlamento
fue, para los 17 países de Europa Occidental, de 47%, mientras Confianza en los Confianza en
que en el caso de los tres países andinos apenas llegó al 23%. El partidos (%) el parlamento (%)
porcentaje promedio de quienes manifestaron confianza en los Promedio para los países
partidos políticos fue de 25% para cinco países de Europa Occi­ de Europa Occidental 24,6 4 6 ,9
Promedio para otros siete
dental, 22% para los siete países latinoamericanos al margen de
países latinoamericanos 22,0 26,9
los andinos y sólo 15% para los tres países de la región andina. Venezuela 20,1 3 4 .4
Los ciudadanos de estos últimos no confían en las instituciones Colombia 17.3 24,8
cuya finalidad es representarlos. Perú 7,9 9 ,6

Si bien la confianza en los partidos y el parlamento ha de­ Fuente : Las oleadas 1995-1997 y 1999-2001 del World Values Survey.
clinado en las democracias industriales avanzadas, sigue siendo Las cifras corresponden a 1999-2001 cuando un país fue incluido en ambas
mucho más elevada que en la región Andina11. El bajo nivel de encuestas. En el caso del Perú y Venezuela, pertenecen a la oleada 1999-2001;
los datos de Colombia son de 1997.
confianza en los partidos y parlamentos andinos es perturbador.
N ota : Las cifras expresan el porcentaje de encuestados que tenían mucha o
Coincidimos con N ew ton y Norris (2000, p. 52) en fiue una
bastante confianza en las instituciones. Para la confianza en el parlamento, uti­
erosión de la confianza en las principales instituciones de [...] la lizamos todos los países de Europa Occidental y América Latina incluidos en
democracia representativa es una amenaza mucho más seria a la el World Values Survey de 1995-1997 y 1999-2001. Los promedios para Europa
democracia que la pérdida de confianza en otros ciudadanos o Occidental y América Latina no son ponderados. Los diecisiete países europeos
occidentales son Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia,
en los políticos” .
Gran Bretaña, Píolanda, Irlanda, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Portugal,
Suecia y Suiza. Los siete países latinoamericanos son Argentina, Brasil, Chile, El
Volatilidad electoral Salvador, México, República Dominicana y Uruguay. Para la confianza en los
partidos, utilizamos los siete países latinoamericanos recién mencionados y, de
Una crisis de la representación democrática también debe Europa Occidental, Alemania Federal, España, Noruega, Suecia y Suiza.
manifestarse en resultados concretos y mensurables relativos al
comportam iento electoral. En las siguientes cuatro secciones
examinamos varios de esos indicadores de conducta, utilizando tidad de electores fluctuantes, esto es, que no apoyan al mismo
datos agregados sobre elecciones y patrones en los sistemas de partido en la mayoría de las elecciones. La volatilidad electoral alta
y persistente —alta volatilidad en al menos dos períodos electorales
partidos.
Nuestro primer indicador agregado es la volatilidad electoral, consecutivos—es un signo posible de una crisis de la representación
la proporción neta de votos que pasa de un partido a otro de una democrática. Muestra que un gran número de votantes buscan de
elección a la siguiente (Pedersen, 1983; Przeworski, 1975; Roberts manera reiterada vehículos representativos alternativos, y sugiere
y Wibbels, 1999). Una volatilidad electoral alta muestra gran can- con ello una insatisfacción con la calidad de la representación. La
insatisfacción extendida con la representación podría darse con
una volatilidad electoral baja o moderada en el contexto de un
18 En el World Values Survey la pregunta era la misma que en el Latino- mercado electoral oligopólico20,pero por lo común abre la puerta
barómetro, pero la codificación era diferente. Las opciones eran “mucha
confianza”,“bastante”,“no mucha” y “ninguna en absoluto”.
19 Véase Mishler y Rose (2001, p. 42), donde se hallarán datos sobre la 20 Como sucedió, por ejemplo, en Colombia durante el período del
confianza en las instituciones en diez países poscomunistas. Frente Nacional (1958-1974), cuando el predominio de los dos parti-

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Scott M ainw aring, A n a M aria Bejarano y E duardo P izarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andinos.

C u a d ro 1.5 alta. Bartolini y Mair (1990) analizaron la volatilidad electoral en


Volatilidad electoral y proporción del voto por partidos nuevos 303 períodos electorales de trece países de Europa Occidental y
en las elecciones para la cámara baja, países andinos llegaron a una cifra de 8,6 para la volatilidad media, una pequeña
fracción de lo que han sido los números correspondientes a los
Volatilidad Elecciones Elecciones Proporción
países andinos. Así, los datos sobre la volatilidad electoral respaldan
electoral media, consideradas consideradas para del voto por
cámara baja para calcular estimar el voto nuevos el argumento de que las instituciones representativas de la región
la volatilidad por nuevos partidos partidos (%) Andina sufren un intenso cuestionamiento ciudadano.
Colombia 22,1 1978-2002 1991-2002 2 7 ,3 El cuadro 1.5 también muestra datos sobre la proporción de
Venezuela 3L 3 1978-2001 1993-2001 3 9 ,0 los votos para la cámara baja obtenidos por nuevos partidos. A los
Ecuador 1979-1998 1996-1998 17,0
3 6 .4
1993-2002
efectos de los cálculos, consideramos que estos son los partidos que
Bolivia 39 ,8 1980-2002 3 2 ,4
Perú 5 i ,9 1980-2001 1990-2001 60,0 compitieron por primera vez en la arena electoral en los últimos
F uente : Bases de datos electrónicos suministrados por Scott Mainwaring. diez años. Una proporción elevada de los votos conquistada por
N ota: Se consideran nuevos partidos aquellos que compitieron por primera vez ellos refleja una insatisfacción con todos los partidos tradicionales
en las elecciones para la cámara baja dentro de los últimos diez años. (Zoco, de próxima aparición). En las democracias industriales
avanzadas, con contadas excepciones, como los comicios italia­
nos de 1993, aun cuando los ciudadanos cambien su voto de un
a la volatilidad elevada cuando las opciones partidarias existentes partido a otro, siguen votando en su mayor parte por un partido
despiertan una insatisfacción masiva. perteneciente al sistema existente. En consecuencia, esta medición
El cuadro 1.5 proporciona datos sobre la volatilidad en las elec­ es un complemento valedero de los datos generalmente utilizados
ciones para la cámara baja en los cinco países andinos. Esos datos sobre la volatilidad electoral. A decir verdad, cuando se trata de
refuerzan la idea de la existencia de una crisis de la representación evaluar el descontento con los partidos existentes, es una medición
democrática en la región, sobre todo en Perú, que ha tenido uno más útil.
de los niveles de volatilidad electoral más altos del mundo. Desde Según muestra el cuadro 1.5, los nuevos partidos han logrado
1978, la volatilidad media en la cámara baja ha sido de 22,1 en irrumpir en escena y convertirse en contendientes electorales
Colombia, 31,3 en Venezuela, 36,4 en Ecuador, 39,8 en Bohvia y exitosos dentro de la región Andina. Los datos son especialmente
51,9 en el Perú. Entre estos cinco países, sólo Colombia exhibió llamativos en los casos de Perú, donde, en promedio, el 60% de los
una volatilidad moderada, aunque esta sufrió un abrupto incre­ votos para la cámara baja quedó en manos de nuevos partidos (con
mento en las elecciones de 1998 y 2002. un máximo de 93% er> 1995), y Venezuela, donde esa proporción
Mainwaring y Torcal (2006) calcularon la volatilidad electoral ascendió al 39%. De manera congruente con el argumento de Si­
de 39 países, incluidos los cinco andinos, algunas democracias in­ món Pachano (capítulo 4 de este volumen) acerca de la estabilidad
dustriales avanzadas, varios de los restantes países latinoamericanos relativa de los principales contendientes partidistas en Ecuador,
y algunos casos poscomunistas. En orden descendente, Colombia este es el país andino donde los nuevos partidos obtuvieron, en
se situó casi exactamente en el medio, con la decimonovena vo­ promedio, la proporción más baja de los votos.
latilidad más baja;Venezuela fue vigesimoséptima; Ecuador, vige- La otra cara de la moneda en el espectacular ascenso de los
simoctavo; Bohvia, trigésimo primera, y el Perú, trigésimo sexto. nuevos partidos es el marchitamiento o la desaparición de algunos
Entre los nueve casos latinoamericanos incluidos en el análisis, de los grandes partidos tradicionales de estos sistemas. En Venezue­
Perú, Bohvia, Ecuador y Venezuela tuvieron la volatilidad más la, Acción Democrática ( a d ) es una sombra de la agrupación que
conquistó la presidencia en cinco de siete ocasiones entre 1958 y
dos tradicionales, el Liberal y el Conservador, coincidió con el apoyo 1988. c o p e i , que obtuvo la victoria en las dos oportunidades res­
mayoritario de la población a ambas agrupaciones. tantes, ya no existe. En Perú, tres de los cuatro principales partidos

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Scott M ainw aring, A n a M aría Bejarano y Eduardo Pizarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países a n d in o s...

de la década de los ochenta - i u (Izquierda Unida), ap (Acción el derrumbe de un sistema de partidos antes de su formación. De
Popular) y el p p c (Partido Popular Cristiano)- han desaparecido. conformidad con la definición propuesta, sólo ha habido tres de
En Bolivia, Acción Democrática Nacionalista ( a d n ) , uno de los esos colapsos en décadas recientes: los de Italia (1993), Perú (1995)
tres principales contendientes desde 1982 hasta 2002, ha quedado y Venezuela (1998-2000). El sistema peruano sigue en estado de
reducido a la irrelevancia. Los otros dos partidos más importan­ desarreglo más de diez años después de su derrumbe.
tes, el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) y el m i r En armonía con nuestro argumento de que la magnitud de la
(Movimiento de Izquierda Revolucionaria), también padecieron crisis de la representación es distintiva de los países andinos, dos
enormes reveses en 2005. de los tres derrumbes recientes del sistema de partidos ocurridos
Los partidos tradicionales que han sobrevivido guardan una en el conjunto de las democracias del mundo se produjeron en
pálida semejanza con lo que fueron antaño. El m n r boliviano esta región. En coincidencia con nuestro argumento anterior en
encabezó la revolución de 1952 e inspiró grandes pasiones. Este el sentido de que debería haber cierta congruencia entre la falta
mismo partido, a d en Venezuela y el a p r a (Alianza Popular R e ­ de confianza en los partidos a nivel individual y los indicadores de
volucionaria Americana) del Perú integraron a las masas al sistema comportamientos agregados, planteamos la hipótesis de que los paí­
político y forjaron fuertes lealtades e identidades. De ese fervor ses donde los ciudadanos tienen muy poca confianza en los partidos
queda poco o nada. En Colombia, los partidos tradicionales han deben ser más vulnerables al colapso del sistema de partidos.
experimentado un proceso de erosión electoral, y partidos inde­ De hecho, así sucede. De los 18 países incluidos en la encuesta
pendientes y minoritarios han comenzado a ocupar un creciente de Latinobarometro de 1996, Venezuela fue el que presentó menor
espacio político (véase el artículo de Pizarro Leongómez, capítulo confianza en los partidos y apenas superó a Colombia en lo relativo
3 de este volumen). a la confianza en la asamblea nacional. En el World Values Survey
(wvs) de 1995, Venezuela se contó entre los países con menor
confianza en los partidos y el parlamento. Por su parte, Perú ocupó
Derrumbes del sistema de partidos
el último lugar entre todos los países latinoamericanos y europeos
El derrumbe o colapso de un sistema de partidos es una expre­ occidentales considerados. En la década de los ochenta y comienzos
sión dramática e inusual de una crisis de la representación demo­ de la década siguiente, Italia fue de manera constante el país de
crática. Revela el repudio que se han granjeado no solo determi­ Europa Occidental donde los ciudadanos expresaron menor con­
nadas agrupaciones, sino también la casi totalidad de los partidos fianza en los partidos y el parlamento (Dogan, 1997, p. 26; Listhaug,
vigentes. Los ciudadanos prefieren aventurarse en lo desconocido 1995, P- 304)- Así, los tres países que sufrieron un derrumbe del
en vez de aferrarse a las alternativas existentes. El derrumbe de un sistema de partidos en la década de los noventa se habían caracte­
sistema de partidos implica un profundo rechazo de los agentes rizado por una confianza extremadamente baja en las instituciones
de la representación democrática. de la democracia representativa. Este repudio de los partidos y la
Zoco (de próxima aparición) operacionaliza el colapso de un asamblea nacional fue un factor clave en el derrumbe mencionado.
sistema de partidos como una situación en la que nuevos partidos Aun cuando haya sólo tres ejemplos de este tipo de situación, las
obtienen más del 45% de los sufragios en dos elecciones consecu­ pruebas disponibles respaldan la hipótesis de que el colapso es más
tivas para la cámara baja. Para fines de esta operacionalización, los probable cuando la confianza en los partidos es baja.
“nuevos partidos” son aquellos que recibieron menos del 5% de los
votos para la cámara baja en los comicios previos y no presentaron Candidatos presidenciales outsiders
candidatos para cargos políticos nacionales (el Congreso o la pre­
sidencia) en ninguna elección anterior a estos últimos. Excluimos Utilizamos un indicador relativo al comportamiento electoral
las dos primeras elecciones luego de la instauración de un régimen para evaluar la insatisfacción con la representación democrática tal
democrático o semidemocrático porque no tiene sentido concebir como se expresa en las elecciones presidenciales. La insatisfacción

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Scott M a in w a rin g ,A n a M aría Bejarano y E duardo Pizarra Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países and in o s...

generalizada con las instituciones representativas podría afectar los C uadro 1.6
comicios presidenciales debido a la aparición de candidatos out­ Porcentaje promedio de votos obtenidos por los candidatos outsiders
siders electoralmente competitivos. Un respaldo sustancial a estos en las cinco elecciones presidenciales más recientes, países andinos
candidatos es una expresión del descontento ciudadano con las
opciones partidarias convencionales. Según nuestra definición, un País Elecciones Porcentaje de los Porcentaje
candidato outsiders es aquel que se postula como independiente o incluidas votos obtenidos promedio
por los candidatos obtenido por
bajo el nombre de un nuevo partido. Los candidatos presidenciales
outsiders en la los candidatos
independientes o de nuevos partidos que son competitivos en elección más reciente outsiders en
términos electorales reflejan una insatisfacción con las alternativas las últimas
partidarias existentes. Com o se señaló antes, a efectos estadísticos cinco elecciones
consideramos que un partido es nuevo cuando ha ganado menos Estados Unidos 1984-2000 o ,3 6,0

OO
Ecuador 1988-2002

'h
del 5% de los sufragios para la cámara baja en la elección previa 17,5
Bolivia 1985-2002 5C3 22,1
y no presentó candidatos a cargos políticos nacionales en ningún Venezuela 1983-2000 40,2 26,5
comicio anterior a ella. U n candidato que se postula como inde­ Colombia 1986-2002 66,5 28,5
pendiente o como miembro de un nuevo partido es más ajeno Perú 1985-2001 27,9 32,7
al sistema que aquellos que compiten bajo el nombre de partidos fuente : Base de datos electrónicos suministrados por Scott Mainwaring.

establecidos. Excluimos la primera elección luego de la instaura­


ción de un régimen democrático o semidemocrático. repudio del sistema de representación democrática existente. Otro
El cuadro 1.6 presenta datos sobre la proporción de los sufragios político outsider (Evo Morales) logró llegar a la segunda vuelta de
conquistados por candidatos presidenciales outsiders en los cinco las elecciones presidenciales bolivianas de 2002 y obtuvo la presi­
países andinos y, como punto de referencia comparativo, Estados dencia en 2005 (pero no se adecúa a nuestra definición operativa
Unidos212. En promedio, los outsiders obtuvieron un porcentaje de los candidatos outsiders en 2005 debido al éxito de su partido en
entre tres (Ecuador) y cinco veces y media (Perú) más grande 2002). Los resultados de las elecciones de 2002 y 2005 en Bolivia
que en los Estados Unidos, a pesar de que el período considerado revelan una profunda erosión de los partidos que dominaron la
incluye una elección norteamericana, la de 1992, en la cual inter­ política de ese país entre 1982 y 2002 (Mayorga, 2005).
vino el candidato outsiders más exitoso en la historia reciente del En Perú, Alberto Fujimori creó, en 1990, un nuevo parti­
país (Ross Perot). Los outsiders ganaron las elecciones en Perú en do y derrotó con facilidad al célebre autor Mario Vargas Llosa
1990,Venezuela en 1993 y 1998 y Colombia y Ecuador en 2002 . en la segunda vuelta presidencial. En 1993, en Venezuela Rafael
Esta es una circunstancia política extraordinaria que ha ocurrido Caldera fue el primer candidato presidencial triunfante que no
pocas veces en el resto de América Latina, y es la expresión de un pertenecía a ninguno de los dos partidos (Acción Democrática
y c o p e i ) que dominaron las elecciones presidenciales desde 1958
hasta 1988. Fundador de c o p e i y ex presidente, Caldera rompió
21 El apéndice 1 brinda detalles sobre nuestra manera de determinar si con su partido, estableció un movimiento político independiente
los candidatos eran ajenos al sistema o no. y ganó las elecciones. En cuanto ex presidente, no era un outsider
22 Hay dos tipos de outsiders: los individuos que nunca desempeñaron
político, pero si un outsider partidario por postularse al margen de
cargos políticos y se postulan contra el establecimiento, como Alberto
Fujimori, Hugo Chávez y Lucio Gutiérrez, y quienes están fuera los partidos establecidos. Adicionalmente, se presentó contra ellos
del sistema de partidos, como Rafael Caldera luego de abandonar el y los vituperó (Crisp, Levine y Molina, 2003). Su victoria marcó
copei y Álvaro Uribe Vêlez luego de su renuncia al Partido Liberal. el principio del fin del sistema de dos partidos y medio ( c o p e i y
Estos últimos son disidentes de los partidos tradicionales, pero figuras ad) que predominó en Venezuela entre 1973 y 1988. Luego, en
políticas bien conocidas. 1998, Hugo Chávez, que había fracasado en un intento de golpe

56 57
Scott M ainwaring, A n a M aría Bejarano y E duardo P izarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andin o s...

militar en 1992, triunfó en la elección presidencial venezolana F ig u r a i .i

como un outsider político. Concurrencia a las urnas en elecciones presidenciales como porcentaje
Alvaro Uribe Vêlez, vencedor en las elecciones colombianas del electorado habilitado para votar en los países andinos
de 2002, fue el primer candidato presidencial victorioso no per­
teneciente a los Partidos Liberal o Conservador desde el siglo
X IX . Com o Caldera en Venezuela, Uribe abandonó su partido
(el Liberal) cuando fracasó en su intento de hacerse con la can­
didatura a presidente. Aunque provenía de las filas del Partido
Liberal, se presentó como candidato independiente apoyado por
el Partido Conservador, liberales disidentes y sectores sin afiliación.
Por primera vez en la prolongada historia del Partido Liberal, un
candidato disidente derrotó al candidato oficial (Horacio Serpa
U ribe).También fue la primera vez desde 1942 (con la excepción
del período del Frente Nacional, entre 1958 y 1974) en que el
Partido Conservador no presentó un candidato presidencial propio.
Por último, en 2002, otro líder militar ex golpista, Lucio Gutié­
rrez, venció en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales
ecuatorianas. Gutiérrez había encabezado en 2000 el golpe que
derrocó al presidente Jamil Mahuad. Cuando el propio Gutiérrez
1
Fh i d
fue derrocado en abril de 2005, su vicepresidente, Alfredo Palacio, ----- ■ ----- Venezuela — • — Bolivia

otro outsider político, asumió la presidencia.


Los outsiders políticos no solo han desplazado a los partidos Fuentes : Nohlen (1993); International Institute for Democracy and Electoral
Assistance (idea ), http://www.idea.int; Oficina Nacional de Procesos Electorales
políticos en el nivel presidencial. Entre los cinco países consi­
del Perú (onpe), http://www.onpe.gob.pe; International Foundation for Electoral
derados, esa capacidad de los outsiders de desplazar a los partidos Systems, http:// www.ifes.org; Latinamerica Press, http://www.la tinamericapress.
encuentra en Perú su ejemplo más extremo (Conaghan,200o).En org, sobre la base de los informes de Unicef , 2001 , e in ei , 2002; Political Database
ese país, los movimientos regionales independientes controlaban of the Americas, http:/Avww.georgetown.edu/pdba; Consejo Nacional Electoral
en 2004 trece de los 25 gobiernos regionales y 1.634 de las 2.281 (cne); World Factbook 2002, http://www.odci.gov/cia/publications/factbook/,y
Elections Around the World, http://www.electionworld.org.
jurisdicciones23.
Entre los países andinos, sólo Venezuela y Colombia tuvieron
sistemas de partidos moderadamente institucionalizados con an­ Participación electoral
terioridad a la década de los ochenta. No obstante, la decadencia
de los partidos y los sistemas de partidos en toda la región entre La insatisfacción generalizada con la representación democrática
la década de los noventa y los primeros años del siglo xxi es podría llevar a la caída de la participación electoral o a una mayor
notable. cantidad de sufragios anulados. Si los ciudadanos dejan de confiar
en que la emisión del voto tiene una influencia positiva sobre la
calidad de la representación, es probable que se sientan menos
inclinados a votar (Dalton, 1988). Por otro lado, la relación entre
una crisis de la representación y la menor concurrencia electoral
23 Datos suministrados por Carlos Meléndez (comunicación personal). o la existencia de más sufragios inválidos podría ser menos clara
En los capítulos de su autoría, Mayorga y Tanaka analizan algunas de
que en el caso de los otros indicadores utilizados en este capítulo,
las consecuencias del ascenso de los outsiders políticos.

58 59
Scott M ainw aring, A n a M aría Bejarano y E duardo P izarra Leongom ez L a crisis de la representación democrática en los países and in o s...

Figura 1.2 vez para Venezuela antes y después de 1999, habida cuenta de que
el establecimiento del carácter opcional del voto podría explicar
Concurrencia a las urnas como porcentaje del electorado habilitado para
una declinación en los primeros años posteriores a 1999.
votar en las elecciones para la cámara de diputados
Las figuras 1.1 (elecciones presidenciales) y 1.2 (elecciones para
en los países andinos
la cámara baja) proporcionan datos sobre la participación electoral.
Las tendencias son muy similares en los comicios presidenciales
y de diputados, y muestran una dimensión más de la crisis de la
representación democrática en los países andinos: la caída de la
cantidad de sufragios. En Bolivia, Ecuador y Perú ha habido una
caída moderada de la concurrencia electoral a lo largo del extenso
período considerado en las figuras 1.1 y 1.2. Los datos también
muestran signos de desencanto con la representación democrática
en Venezuela y Colombia, aunque de naturaleza diferente en los
dos países.Venezuela, caracterizada durante décadas por una par­
20 -
ticipación electoral muy elevada, ha experimentado un marcado
descenso en la concurrencia a las urnas. Este parámetro cayó un
tanto en 1978 y 1988,y se desplomó en 1993. Colombia ha tenido
1970 1980 1 9 90
índices crónicamente bajos de participación, pero sin una tenden­
Elecciones p a rla m e n ta ria s cia negativa clara desde 1962. Así, en este país hay indicaciones de
una falta permanente de entusiasmo con respecto a la represen­
Perú Ecuador Colombia
Venezuela — Bolivia tación democrática entre los ciudadanos. Ninguno de los cinco
países exhibe una tendencia al alza evidente en el porcentaje de
F u entes : Nohlen (1993); International Institute for Democracy and Electoral
sufragios anulados (los datos no se proporcionan).
Assistance (idea ), http://www.idea.int; Oficina Nacional de Procesos Electorales
del Perú (onpe), http://www.onpe.gob.pe; International Foundation for Electoral
Systems, http://www.ifes.org; Latinamerica Press, http://www.latinamericapress. Representación programática en los países andinos
org, sobre la base de los informes de Unicef , 2001, e in ei , 2002; Political Database
of the Americas, http://www.georgetown.edu/pdba; Consejo Nacional Electoral Una amplia hteratura ha analizado los vínculos programáticos
(cne ); World Factbook 2002, http://www.odci.gov/cia/publications/factbook/, y
entre los votantes y sus representantes (Barnes, 1977; Converse
Elections Around the World, http://www.electionworld.org.
y Pierce, 1986; Hill y Hurley, 1999; Luna y Zechmeister, 2005;
Kitschelt et al., 1999, pp. 309-344; M cCrone y Kuklinski, 1979;
sobre todo cuando se hacen comparaciones transnacionales. Las Miller y Stokes, 1963; Weissberg, 1978; Wlezien, 1996; Wood y
conclusiones sobre las diferencias transnacionales en materia de Anderson, 1998)24. La representación programática no es la única
concurrencia a las urnas no son tan claras debido a que los incen­ forma de representación democrática. No obstante, la convergencia
tivos para votar son distintos según los países. El voto es obligatorio programática entre los votantes y sus agentes es un componente
en Bolivia, Ecuador y Perú, y lo fue en Venezuela desde 1961 hasta importante de esta última. Para que la democracia funcione bien,
1999, pero dejó de serlo en ese país a partir de entonces, y tampoco los políticos elegidos deben preocuparse por el éxito de las polí­
lo es en Colombia. Si otros factores se mantienen constantes cabría ticas públicas y, en consecuencia, por las cuestiones programáticas.
esperar una concurrencia electoral sustancialmente más elevada en
los lugares donde el voto es obligatorio. Las comparaciones longi­ 24 Resta mucho por hacer sobre la representación programática en
tudinales dentro de cada país deben seguir siendo útiles, excepto tal América Latina; al respecto, véase Luna y Zechmeister (2005).

60 61
Scott M ainw aring, A n a M aría Bejarano y Eduardo P izarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andin o s...

Si esos políticos solo se concentran en la provision de bienes


selectivos (clientelistas) a su electorado, la democracia no puede
funcionar de manera adecuada (Guevara Mann, 2001). *3
<U
-o
Suponemos que en los países donde los ciudadanos muestran :§
C ■iy. Os «O so en M 0 en en 'O cq M
en '“ t 00 VO Os o c 'O en HH
una profunda insatisfacción con respecto a la representación de­ I- G cu o ** «N cq »-î* cq cq" cq" cq cq cq" cq cq"
pq
^ oy.u 3
mocrática, la representación programática tiende a ser débil. Si es 1 5
u, O
fuerte, vale decir si los representantes y los votantes convergen en B N* « 3««
sus posiciones ideológicas o programáticas preferidas, es más pro­
O
-O 0) -7O
3
bable que los segundos se sientan satisfechos con los partidos y los
políticos. A la inversa, probablemente sentirán menor satisfacción 3W.a ^ § .aw 0 cq 0 0 'St- l>- S
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t- 0T0Í- ri
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O -H so 'O Os O
VO 0 0 oc VO SO vi hh O O
si la representación programática es débil. ■g i ? « -3 in ■4 - cq MM
u §« 8 § w a
La representación programática se da en torno de líneas ideo­ te
O Oh ^ te
<U
lógicas amplias, más que en relación con problemas específicos *3
(Converse y Pierce, 1986; Hinich y Munger, 1994; Kitschelt et al., tq
!999>PP- 336-339;Thomassen, 1999). Por lo tanto, si funciona bien -cO
y si la dimensión izquierda-derecha refleja de manera efectiva la -H •-C
n G G
mayor parte de las cuestiones destacadas en la competencia inter- ÛH <D (U
‘G
partidaria (Sani y Sartori, 1983), deberá haber una correspondencia rt*-» _ tu

y<D -QO ’
entre la posición ideológica de los votantes y su elección partidaria. s s
Por esta razón, una forma de evaluar la representación progra­ O u
O O so •'d- M O O O »O O en
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O c-o ts>
mática consiste en ver hasta qué punto las posiciones ideológicas
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O^ 0^
O
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de los votantes predicen cuál será el partido de su preferencia. Si §


U
O" o' O" o' o' O" O" O" O" O" o' 0" Z Z

la posición ideológica del electorado es un mal inaicador de su


elección partidaria, la representación programática probablemente r
será débil. •2
Ca G
CL)
Las columnas 2 a 5 del cuadro 1.7 evalúan la variación del voto
'S >
ideológico en 17 países latinoamericanos y España, sobre la base de
un análisis de regresión multinomial que utiliza el Latinobarómetro u
^G
de 1996. La variable dependiente fue la elección partidaria entre ! O a a
los tres partidos más grandes (de acuerdo con las respuestas de la ° S ^ n
encuesta) en cada país. La categoría de referencia para cada uno de o A o o A o°- A
7
los países fue el partido que, con base en las regresiones logísticas
binarias para los tres pares posibles de los tres partidos más grandes
g >0 so oo SO ^d- en Os Cs Os cN (S -'sf-
(no se muestran los resultados), tuvo el coeficiente estandarizado so so O^ cq^ O^ ~ O O o o
O" O" Ó O" 0" O" 0" O** 0" 0 0 0 0
más bajo. La única variable independiente en las ecuaciones fue la
posición izquierda-derecha de los votantes en una escala de cero
zCv
a diez25. Luego ordenamos los países multiplicando el coeficiente
^ .3 c 72 ri
■s g o an S O G3
25 El Latinobarómetro de 1996 utilizó esa escala, en vez de la escala más s a Jü S)1 C X, O
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P9 5/5 'S 8
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^S Sts o
G
^ 2 13
>-G t g ri q - h rH in kJu so j-r S
convencional de uno a diez.

62 63
L a crisis de la representación democrática en los países andinos.

-a ^
O
G
estandarizado del partido 1 por el coeficiente estandarizado del
representación m edia y S rts . ’ -0
partido 226. (El tercer partido es en cada país la categoría de re­
h3
3
3fl Z 2 G ferencia, de modo que no hay coeficiente para él.) El producto
B recha de

G N
<U resultante ofrece un indicador aproximado de la importancia del
00 LO V“i V~l
<U (D 0 ^ I 2 2
T3 ro ríf h-T ríf 3 o> 3 O voto ideológico en la determinación de la elección partidaria.
<u ^¡S n C "tí
-S
•3 El voto ideológico, y por extensión la representación progra­
cr I■H §3> =rt «M -d
N 'G
mática, fueron débiles en toda América Latina, con la excepción
CU¡D 13 G
03 hG

de Uruguay y Chile”'. Ese voto fue extraordinariamente débil

N otas: Las columnas 2 a 5 se basan en los resultados de regresiones logísticas multinonnales.Variable dependiente: elección
estandarizado,

Variable independiente: ubicación de los individuos en el continuo izquierda-derecha. Los países andinos en bastardilla.
0) T3 ’S en Ecuador, Bolivia y Perú. La ubicación de Colombia en la
O o .2 I<< 3-
-a ^ 13 penúltima columna es engañosa, porque un pequeño partido
tí ^ o o
kG "O •Ö g*-1 --1
4 -§C 5
3 ^ izquierdista, con apenas cinco partidarios en la encuesta, la elevó.
O G rt Æ ^
.. O -G (J 'rt ¿i
Û- O En cuatro de los cinco países andinos -la excepción es Venezuela-,
8 -- ^ 3
¿ 8 W s el pseudo Rrí de Nagelkerke fue extremadamente bajo, menos de
- ra o ^
§ <3 "rt o 0,05, y Venezuela no se ubicó mucho más arriba: 0,09. En Bolivia
O O O tt. 343 3-u>
o 1—1 M y Perú, en la competencia entre los tres partidos más grandes, las
T3 O O Ó S(1 ÖDW
G G G cí SÚh posiciones ideológicas de los votantes no mostraron capacidad
G „ U <D <D <U <U G
'O c3 G <
S-'H 0 O O U-. 3 ¿ para pronosticar su elección partidaria; los coeficientes para esas
03 _> _> > ■d 3 ¿3 C
U
, .2 £g ,G^ 0„, ^OX 0")3
kG T3 . - k£ C3
•g tf ^ jlí O rt
o
posiciones ideológicas no son significativos e n p < 0,10.
S r- n
E, « o Vg Hg kG o c\ ^ 2u La columna final del cuadro 1.7 presenta un segundo indicador
^ -ü T3 ’3 *3 "3 g .5 S ' rt T3
uc3 hß 'bp bß rG I Z ^
empírico de la representación programática en América Latina.
en *cn 'en G £Gn G
G o
G i-rt
O O 0 o B O O3
zzz Z 2 “ o g Para cada partido, medimos la distancia media entre cada una de
•tí a
'& •3 las posiciones de sus votantes en una escala izquierda-derecha de
- ^ á o
c a o ~1 uno a diez y su posición media en la misma escala tal como la
O :2 J » § evalúan los diputados de otros partidos28.Tomamos la distancia de
O
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M £ J !¡rS
o' o' &TS
4) - a <hu
K§ co 3
o> p> - 85°
kG T3
„ o 26 Si el coeficiente estandarizado para uno y otro partido era menor
c3 £ £ u
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o y 'S
s O 3
o 2
que i, lo invertimos; esto es, dividimos 1 por dicho coeficiente. Si el
kG kG kG kG coeficiente no era significativo en p < 0,10, lo ajustamos a 1, porque
f •
1 §3 §3 §3 bp
G- ‘en en m tn en SÍ i»*
no hay diferencias estadísticas entre ambas cifras.
0 0 0 0 rt <D \r* G 27 En Mainwaring y Torcal (2006) se encontrarán datos que muestran
G T3 « tí
zzz z -3
5Í) -G ir Cu
03 M c3
la debilidad del voto ideológico en América Latina (salvo Chile y
2 U S g
O- S £ ° Uruguay), si se lo compara con lo que sucede en la mayoría de las
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0\ t?I rts-i ^3
u
democracias industriales avanzadas.
4) <ü
-T3 ^ £ t 3 SL. 2
o o - T3 28 La distancia que separa a cada votante de la posición de elite se mide
Nj 4) o' o' G 4)
Ä sp CT O como un valor absoluto. En la encuesta, la pregunta sobre la elite que
N fS
utilizamos impedía que los diputados situaran a su propio partido en
SR = sin respuesta.

1S£ »O »M la escala izquierda-derecha. Las encuestas de Latinobarómetro pedían a


« ‘.y ? los ciudadanos que se situaran en una escala de cero a diez, mientras
M $ g
¡A CIh » que las World Valúes Survey y el Proyecto de Elites Latinoamericanas
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GÍ ¿c3 cc3 •- 7 1—1 V, rt
w usan la más habitual escala de uno a diez. Para facilitar la conmensu­
2 .y c -= w 2 -S
O rt
O Z ¿ 05 u- cu ^ rabilidad entre la escala de Latinobarómetro y las otras dos, nos valimos

65
Scott M ainw aring, A n a M aria Bejarano y Eduardo P izarro Leongóm ez La crisis de la representación democrática en los países a n d in o s...

cada votante con respecto a la media de la elite porque el cálculo dicada a la representación en esas democracias se ha concentrado
de la brecha de la representación con el uso de una cifra media en la representación programática. Sin embargo, la focalización
para todos los votantes del partido podía ser erróneo. En principio, exclusiva en ella no nos sirve de mucho para entender la región
los resultados para cada partido van de cero (todos los votantes de Andina. La conclusión más importante con respecto a la represen­
un partido dado se posicionan exactamente en el mismo punto tación programática en esa región es su debilidad. Más importante
de la escala de uno a diez como media de los diputados) a nueve resulta analizar la vastedad del descrédito de los agentes conven­
(todos los votantes se sitúan en un extremo de la escala; todas las cionales de la representación democrática y el abandono en que se
elites sitúan el partido en el otro extremo). Luego ponderamos los ha dejado a medida que los investigadores expandan el alcance
cada partido de acuerdo con su proporción de votantes en la en­ geográfico de los estudios de la representación más allá de las de­
cuesta para obtener un resultado de nivel nacional. mocracias industriales avanzadas, será importante examinar no solo
Con la excepción parcial de Perú, los países andinos obtuvie­ la representación programática, sino también observar las formas
ron altas brechas de representación. En Venezuela, que exhibió la representativas alternativas, como el clientelismo, y no considerar
brecha más alta de toda la región, la distancia media entre el posi- únicamente el funcionamiento de la representación, sino las causas
cionamiento del propio votante en la escala de izquierda-derecha de su frecuente fracaso en la percepción de los ciudadanos.
de uno a diez y la posición media de la elite para su partido fue de Sobre la base de lo propuesto por Kitschelt (2000), con mo­
2,63 puntos. Una brecha en la representación programática de 2,63 dificaciones menores, distinguimos entre vínculos programáticos,
para un partido indica que si este se situara en 5,00 en el nivel de clientelistas, personalistas (principalmente populistas) e institucio-
la elite, su votante medio en términos de la distancia media con nales-afectivos entre votantes y partidos. Estos vínculos se refieren
respecto a ese puntaje en dicho nivel se situaría en 7,63 o 2,37: al fundamento primario por el cual un votante dado apoya a un
un verdadero abismo. Las cifras para Ecuador (2,56), Colombia partido o un político. En prim er lugar, con los vínculos progra­
(2,55) y Bolivia (2,52) también reflejan brechas muy grandes de máticos, el votante elige un partido o un candidato debido a la
representación programática entre los partidos en el nivel de la congruencia entre sus propias posiciones programáticas e ideoló­
elite y sus votantes. gicas y las de aquellos.
La representación programática ha aumentado en Venezuela En segundo lugar, el votante puede escoger un partido o un
desde 1998 y probablemente en Bolivia desde 2002, cuando Evo candidato sobre todo en función de incentivos selectivos que lo
Morales se postuló por primera vez a la presidencia. El surgimien­ beneficiarán personalmente o significarán una ventaja para algún
to de fuertes candidatos presidenciales de izquierda generó una grupo no definido en términos programáticos (por ejemplo un
polarización política. Esa pronunciada polarización ha aclarado barrio) del cual él forma parte. En este caso, el votante puede sufra­
las opciones políticas y elevado las apuestas políticas; es de presu­ gar por un político o un partido aun cuando haya un competidor
mir, por lo tanto, que también haya intensificado la competencia ideológicamente más cercano a su posición de preferencia. Gracias
programática. N o obstante, esta ha sido históricamente bastante a la obtención de bienes clientelistas, los votantes pueden promo­
débil en Venezuela. ver sus intereses materiales de una manera que no sería posible
La debilidad de la representación programática en los países a través de los bienes públicos. Cuando esto sucede, los vínculos
andinos subraya la importancia de ampliar el alcance de la reflexión clientelistas son predominantes. En tercer lugar, el votante puede
sobre la representación más allá de lo que se ha hecho con repecto elegir a un candidato sobre la base de la personalidad de este, sin
a las democracias industriales avanzadas. Una extensa literatura de­ que existan lazos fuertes con las preferencias ideológicas o la ubi­
cación sociológica. Por último, al hablar de vínculos institucionales
afectivos nos referimos al votante que apoya un partido fundado en
de la fórmula o,9LB + i = wvs, donde lb es la cifra del votante en
un sentinúento de lealtad —una identificación cultural/simbólica
la escala de cero a diez y wvs es su cifra ajustada a la escala de uno
con la agrupación-, por encima de todo lo que pueda explicarse
a diez.

66 67
Scott M ainw aring, A n a M aría Bejarano y Eduardo P izarro Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países and in o s...

en relación con sus intereses programáticos y clientelistas. Este tipo La deslegitimación y la decadencia de los sistemas de partidos
de vínculo no ha sido objeto de atención en la literatura sobre la y el descrédito de las asambleas han allanado el camino, como
representación y los partidos, pero merece ser tenido en cuenta. muestran los artículos de Mayorga y Tanaka, a formas plebiscita­
Entre los ejemplos en los que los vínculos institucionales-afectivos rias de representación en las cuales presidentes populistas despla­
contribuyen probablemente a explicar por qué los votantes siguen zan a los partidos como vehículos primarios de expresión de la
apegados a ciertos partidos se cuentan el apoyo de la mayoría de los voluntad popular (O ’Donnell, 1994; Weyland, 1999). Así, podría
votantes pobres al Partido Justicialista en Argentina, aún después de argumentarse que la representación personalista y plebiscitaria
que este hubiera escogido políticas de mercado durante la década simplemente ha dezplazado la representación democrática más
de los noventa (Levitsky, 2003); los Partidos Conservador y Liberal institucionalizada. Si esto es cierto, ¿será apropiado hablar de una
de Colombia en las décadas del sesenta y el setenta, cuando las crisis de la representación democrática?
diferencias programáticas entre ellos eran escasas, no obstante lo Creemos que la respuesta a esta pregunta es afirmativa. Los
cual muchos ciudadanos mantenían poderosas lealtades partidarias agentes institucionales de la representación democrática —asam­
tradicionales que los beneficios clientelistas quizá no puedan expli­ bleas y partidos- ocuparon durante mucho tiempo una posición
car del todo (Archer, 1995);y los blancos y colorados en Uruguay, privilegiada en la teoría democrática, y por buenas razones. En
donde fuertes lealtades partidarias persistieron por décadas a pesar una democracia, los representantes deberían promover progra­
de diferencias programáticas relativamente pequeñas entre ambos máticamente los intereses de los votantes. La expansión de la
partidos (González, 1991). representación personalista subvierte ese principio democrático
Los vínculos programáticos son débiles en la región Andina, central.
con la excepción parcial de Venezuela desde 1998. Los vínculos Tal como Tanaka y Mayorga sostienen en sus capítulos, la repre­
afectivos tradicionales entre los ciudadanos y los partidos han su­ sentación plebiscitaria se desgasta con facilidad hasta transformarse
frido una profunda erosión. Los vínculos clientelistas están vivos en formas menos que democráticas de gobernar, e incluso puede
y gozan de buena salud, pero en una época de achicamiento del allanar el camino a regímenes autoritarios o semidemocráticos,
Estado (sobre todo en Bohvia y Perú, entre los países andinos), la tal como ocurrió con el presidente Alberto Fujimori en Perú
oferta de recursos del sector público a disposición de los políticos durante la década de los noventa y con el presidente venezolano
para la construcción de lazos de este tipo ha disnúnuido. Para ter­ Hugo Chávez luego de 1998. Líderes elegidos sobre la base de
minar, como lo destacan varios capítulos de este volumen (véanse una convocatoria populista directa, a veces con reivindicaciones
en especial los artículos de Tanaka y Mayorga), los vínculos perso­ demagógicas y frecuentemente con la intención expresa de de­
nalistas han florecido debido al profundo descrédito de los canales bilitar las formas institucionales de la representación democrática,
institucionales convencionales de la representación democrática. suelen socavar en lugar de fortalecer las instituciones democráticas
(O’Donnell, 1994). Lo que se inicia como una representación
La crisis de la representación democrática institucionalizada plebiscitaria no encuentra muchos obstáculos para convertirse en
una representación no democrática y hasta antidemocrática.
En este capítulo, nuestros indicadores empíricos se han con­ Tres motivos hacen que los partidos sean los agentes claves de
centrado en la crisis de los partidos y las asambleas en el plano la representación democrática. En prim er término, proporcionan
nacional. Lo que está en crisis en la región Andina y en muchas atajos de información indispensables a los votantes (Downs, 1957;
democracias frágiles a lo largo y ancho del mundo son estos ca­ Hinich y Munger, 1994). Si las elecciones se organizaran exclusi­
nales institucionalizados de la representación democrática. N o vamente en torno de candidatos individuales y no en forma par­
hemos hecho énfasis en políticos específicos como agentes de esa cial a través de partidos, los votantes enfrentarían desalentadoras
representación, una cuestión que ocupa un lugar central en los dificultades en su intento de obtener la información significativa
capítulos de Tanaka y Mayorga. necesaria para tomar buenas decisiones electorales. Segundo, y por

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Scott M ainw aring, A n a M aría B ejaraño y Eduardo P izarra Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andin o s...

esa razón, los partidos son mecanismos importantes de rendición dea es importante en los países andinos, lo que sucede en ese
electora] de cuentas. Si los ciudadanos quieren votar para poner a nivel no puede ser un remedio apropiado a las deficiencias de
los holgazanes de patitas en la calle, necesitan estar en condiciones dicha representación en el plano nacional. Por otra parte, como
de castigar no sólo a funcionarios específicos sino también, en los grandes partidos políticos actúan en ambos planos, una crisis
la mayoría de los casos, a los partidos políticos responsables de de la representación democrática en el nivel nacional tiene in­
gobernar.Tercero, los partidos relacionan a los ciudadanos con el evitables repercusiones negativas sobre su legitimidad en el nivel
Estado de diferente manera que otros vehículos de articulación subnacional. Si la descentralización debilita el Estado nacional,
de intereses, porque a través de las elecciones ofrecen un medio podría exacerbar aún más la percepción de una deficiencia en la
de llegar al poder estatal. C on suficiente razón, Schattschneider representación democrática.
(1942, p. 1) escribió que “la democracia m oderna es impensable
como no sea en términos de los partidos” . De tal modo, una La reforma política y la crisis de la representación democrática
profunda erosión de estos está íntimamente vinculada a una crisis
de la representación democrática. El ascenso de la representación Sería inexacto caracterizar estos sistemas políticos como in­
plebiscitaria no compensa esa crisis y puede incluso exacerbarla, móviles, estáticos o reacios a las reformas. Al contrario, durante
como ha ocurrido con frecuencia en la región Andina. las dos últimas décadas la región Andina ha sido, en materia de
En la mayor parte del libro hacemos hincapié en la representa­ reformas institucionales, un verdadero laboratorio experimental.
ción democrática en el nivel nacional. Pero, como aclara O ’Neill A lo largo de la década de los noventa, los cinco países empren­
(capítulo 6), la representación democrática también puede darse dieron importantes reformas constitucionales29. Todos han hecho
en el nivel subnacional. Los ciudadanos pueden estar satisfechos numerosos experimentos con las leyes relacionadas con las eleccio­
con esos niveles subnacionales aunque se sientan descontentos nes y los partidos políticos, como lo muestran en abundancia los
con sus representantes en el plano nacional. Muchos partidarios capítulos de Pachano, Pizarra Leongómez, Tanaka y Crisp. Según
de la descentralización creen que esta construye lazos más estre­ O ’Neill argumenta en el artículo incluido en este volumen, una
chos entre los votantes y los representantes, fortalece la rendi­ de las reformas de mayores consecuencias en la región ha sido la
ción de cuentas y la responsividad electorales y, por ende, puede tendencia a la descentralización. A decir verdad, uno de los temas
mejorar la representación democrática. Con el afianzamiento del fundamentales de este libro es el esfuerzo aparentemente incesante
proceso de descentralización, la política subnacional ha cobra­ por mejorar los mecanismos de representación por la vía de la
do mayor importancia a la hora de ocuparse de las necesidades reforma política.
ciudadanas; de ahí la trascendencia del artículo de O ’Neill para Ni las elites políticas ni el electorado han permanecido inmó­
entender la representación democrática en la región Andina de viles frente a la erosión de las relaciones de representación. En un
nuestros días. clima de desencanto y tensión, los partidos y las elites políticas,
Aun cuando los ciudadanos estuvieran satisfechos con sus agen­ a veces con el apoyo y a veces bajo la intensa presión de actores
tes subnacionales, el sistema global de la representación demo­ significativos de la sociedad (el movimiento indígena, por ejemplo),
crática estaría en riesgo si los votantes se mostraran descontentos modificaron los arreglos institucionales existentes, en procura de
con los agentes nacionales. En el plano nacional, los agentes de la mejorar la representatividad de estos sistemas políticos.
representación democrática tienen la responsabilidad fundamental Los resultados de esas reformas han sido ambivalentes. Pese a
de resolver muchas necesidades acuciantes que los ciudadanos logros importantes desde la perspectiva de la representación de
enfrentan. La situación macroeconómica nacional, por ejemplo, minorías antes excluidas, algunos problemas pueden atribuirse en
afecta el bienestar ciudadano de una manera que ninguna políti­
ca subnacional puede compensar adecuadamente. Si bien cierta
29 Colombia en 1991, Perú en 1992-1993, Bolivia en 1994, Ecuador en
atención a las formas subnacionales de representación democrá- 1997-1998 y Venezuela en 1999.

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Scott M ainw aring, A n a M aria Bejarano y Eduardo P izarra Leongóm ez La crisis de la representación democrática en los países andin o s...

parte a dichas reformas: la erosión de los partidos y, en algunos crisis de la representación democrática. Por esa razón, la primera
casos, las dificultades adicionales para ejercer un gobierno eficaz. parte de este libro está compuesta de tres capítulos sobre los
El ambiguo legado de estas iniciativas reformistas se deduce par­ partidos y sus deficiencias en tanto agentes de la representación
cialmente del hecho de que las reformas institucionales producen democrática en la región Andina.
algunos efectos imprevistos y, a veces, hasta indeseables. La ambi­ Los modos adoptados por los partidos para representar, y sus
valencia de los resultados también se debe al carácter inevitable deficiencias como agentes de la representación, son variables en los
de los compromisos y concesiones, un aspecto que la literatura cinco países andinos. Su incapacidad para actuar como agentes de la
dedicada a la reforma institucional no ha abordado de manera representación fue muy profunda en los dos casos de derrumbe del
adecuada. En ocasiones, las metas afines de la representatividad sistema de partidos, Perú y Venezuela (véase el capítulo de Tanaka).
y la gobernabilidad entran en tensión. Los esfuerzos tendientes Esta similitud, empero, oculta una diferencia de igual importancia.
a promover una u otra de estas dimensiones de la democracia Tras el colapso del sistema de partidos peruano, la reconstruc­
pueden tener un impacto deletéreo sobre la otra. Dada la natu­ ción de los mecanismos institucionalizados de la representación
raleza reciente de las reformas y el número limitado de casos, no democrática ha sido penosamente lenta. La deshonrosa dimisión
nos proponemos una evaluación rigurosa de sus efectos globales de Fujimori y sus actitudes y prácticas antipartidarias dejaron un
de largo plazo30. paisaje partidista muy debilitado. En contraste, Hugo Chávez ha
tenido más éxito en la construcción de un partido en Venezuela.
Los capítulos que siguen En Colombia, luego de un siglo de dominio electoral, los par­
tidos tradicionales sufrieron una erosión paulatina en la década
Los agentes claves de la representación democrática son los de los noventa, pero el sistema de partidos no se derrumbó. Los
partidos políticos, los políticos, las asambleas y los miembros conservadores y los liberales siguieron siendo los contendientes
elegidos del poder ejecutivo, y por ende estos agentes y su rela­ electorales más poderosos del país. Entre los partidos tradicionales
ción con los ciudadanos (los representados) constituyen el foco (anteriores a la década de los noventa), son los más fuertes dentro
de nuestra atención. Entre los agentes de la representación de­ de la región desde un punto de vista electoral. En Ecuador, no
mocrática, los partidos han ocupado a lo largo de la historia obstante la extendida percepción de que los mecanismos de la
un lugar particularmente destacado en la mayoría de los países. representación democrática han fallado, hasta ahora el sistema de
En principio, la representación democrática puede darse con la partidos de la década de los ochenta se ha mantenido (véase el
presencia de políticos, pero sin partidos en tanto agentes de la capítulo de Pachano). En 2002, sin embargo, un outsider político
representación31. En la práctica, sin embargo, los partidos son en obtuvo por primera vez la presidencia. En Bolivia, los tres pilares
casi todas las democracias el instrumento primordial de repre­ del sistema de partidos posterior a 1982 siguieron siendo compe­
sentación y estructuración de los intereses en la política dem o­ titivos hasta 2002, cuando la adn experimentó una pronunciada
crática de masas (Sartori, 1976).En consecuencia, su desprestigio caída. Desde 2002 florecieron los outsiders políticos, los mecanismos
y debilitamiento profundos están estrechamente asociados con la tradicionales de representación han caído en desgracia y ha hecho
eclosión la movilización popular directa.
El último capítulo de la primera parte, escrito por René Anto­
30 Para una evaluación de las consecuencias de la reforma institucional nio Mayorga, aborda un tema estrechamente relacionado: el surgi­
en Colombia yVenezuela, véase Bejarano (2002). Sobre la imposibili­ miento de outsiders políticos en respuesta a la crisis de los partidos
dad de predecir con certeza las consecuencias de los grandes cambios y los sistemas de partidos en la región Andina. Tal como Mayorga
institucionales, véase Elster (1988).
lo demuestra, en la región prevalece un clima de neopopulismo
31 La mayor importancia de los partidos como agentes de la represen­
tación democrática, en detrimento de los políticos, varía según los en el cual numerosos sectores sociales demandan su incorporación
países (Dalton, 1985; Esaiasson y Holmberg, 1996). al sistema político. A la cabeza de este impulso neopopulista no se

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sitúan los sectores populares organizados sino los desempleados de la crisis de la representación democrática exige prestar atención
urbanos, las comunidades indígenas, los vendedores callejeros, otros a los grupos populares que ejemplifican el rechazo de partidos y
grupos pertenecientes a los sectores informales, los cocaleros y los legislaturas.
campesinos. Según Mayorga, los sistemas de partidos se han visto Levine y Romero se concentran en las demandas y percepcio­
sometidos a intensas presiones sociales y políticas. En algunos ca­ nes ciudadanas bajo la democracia en una época de desprestigio
sos, como ocurrió en Perú y Venezuela, esas presiones fueron más de los mecanismos formales de la representación democrática. Su
fuertes que la capacidad de maniobra de los partidos. artículo esclarece el accionar de los ciudadanos pobres en el intento
La segunda parte se concentra en dos importantes cuestiones de promover sus intereses al margen de los canales formales de la
institucionales relacionadas con la representación democrática. representación democrática, cuando estos se encuentran desacre­
En su capítulo, Brian Crisp analiza los Congresos nacionales de ditados. Algunos movimientos rechazan de manera explícita los
la región Andina. Los Congresos son unos de los cuerpos más vehículos y las formas tradicionales de esa representación y, frente a
importantes de representación y padecen la misma baja credibili­ ellos, anteponen la participación directa o la “autorrepresentación”
dad que los partidos. Crisp se ocupa de las reformas destinadas a (Warren y Jackson, 2002).
promover la representación democrática, pero llega, al igual que Deborah Yashar examina un grupo cada vez más importante y
Pachano (capítulo 4) y Mainwaring (capítulo 10), a la conclusión a menudo movilizado en la región Andina, sobre todo en Ecuador
de que no han podido contrarrestar una creciente sensación po­ y Bolivia: la población indígena. En Ecuador, la sorpresiva victoria
pular de que los mecanismos de esa representación no funcionan electoral del coronel Lucio Gutiérrez en las elecciones presidencia­
en forma adecuada. les de 2002 se debió en parte al apoyo de la conaie (Confederación
Kathleen O ’Neill analiza los cambios en la distribución in­ de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) y, muy en particular,
tergubernamental del poder, que afectan la representación de­ de su rama política, el Pachakutik. En Bolivia, Evo Morales alcan­
mocrática al permitir (o no) la elección de representantes en los zó el segundo puesto en las elecciones presidenciales de 2002 y
niveles local y estatal. Su artículo plantea una cuestión interesante: ganó en 200$ porque logró cosechar un respaldo sustancial de los
¿pueden las innovaciones y las mejoras aparentes de la represen­ pueblos indígenas. Esa movilización de las comunidades indíge­
tación en el plano local compensar las graves deficiencias en el nas y populares es un medio de ampliar el espectro democrático
nivel nacional? Al respecto, somos muy escépticos, sobre todo en y al mismo tiempo, como Mayorga sostiene en su capítulo, un
aquellos casos en los que la autoridad con poder de decisión y los motivo profundo de tensión política. Se ha generado un antago­
recursos permanecen centralizados. nismo entre las calles como expresión de la movilización social
En la tercera parte, los capítulos de Catalina Romero, Daniel H. y el Congreso como expresión de la representación democrática
Levine y de DeborahYashar abordan la representación de grupos institucionalizada32. C on frecuencia, la movilización social no es
populares bajo la democracia. Las organizaciones y movimientos vista como un complemento o un fortalecimiento de la actividad
populares no entran en nuestra definición de la “representación política institucionalizada, sino como una alternativa y, en muchos
democrática” porque pueden ser portavoces de intereses en regí­ casos, una alternativa antisistémica, un instrumento para reemplazar
menes tanto democráticos como autoritarios. Por otra parte, al­ por medios inconstitucionales a los dirigentes elegidos, e incluso
gunas movilizaciones populares implican una participación directa para modificar el sistema a través de medios extrainstitucionales
en la política y no una “representación” . N o obstante, estos dos de facto. El artículo de Yashar también destaca un aspecto de la
capítulos son esenciales para entender la crisis de la representación
democrática. N o hay manifestación más clara de esa crisis que
32 El vehemente debate que se extiende por toda la región Andina
el repudio expresado por algunos grupos contra los agentes de
entre la democracia representativa y la “democracia participativa”
la representación democrática. Por esa razón, estos dos capítulos
(una denominación errónea) es una manifestación de este conflicto
son de indudable relevancia para el tema del libro. U n examen entre el Congreso y la calle.

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Scott M ainwaring, A n a M aria Bejarano y Eduardo Pizarra Leongóm ez L a crisis de la representación democrática en los países andinos.

representación que ha reaparecido en años recientes: el deseo de dejado ver en la región Andina puede ser un presagio de cosas por
algunos grupos indígenas de que sus representantes sean personas venir en el resto del territorio latinoamericano. La comprensión de
de su propia etnia. las causas por las cuales los ciudadanos creen que la representación
El capítulo final de Scott Mainwaring se ocupa de las causas democrática no satisface sus expectativas y el abordaje de esas de­
de la escasa confianza en los partidos y las asambleas (con la ficiencias constituyen uno de los enormes desafíos intelectuales y
excepción de Venezuela desde que Chávez asumió el poder). políticos de nuestros días. El resto del volumen explora los fracasos
En un argumento que muestra similitudes con el de Mayorga, y los éxitos de la representación democrática en los países andinos,
Mainwaring sostiene que las deficiencias estatales y su politi­ las causas de las fallas y las consecuencias de esta crisis.
zación por obra de la rivalidad entre los partidos son las causas
primordiales de la crisis de la representación democrática. Aunque
este capítulo final se concentra en la región andina, creemos que A p é n d ic e
las deficiencias estatales son centrales para entender los fracasos
R e g la s d e c o d i f i c a c i ó n d e lo s c a n d id a to s
de la representación democrática mucho más allá de ese marco
geográfico. El desempeño del Estado es clave para comprender p r e s id e n c ia le s outsiders
las vicisitudes de muchos apremiados regímenes competitivos
1. Luego de una transición democrática, no tuvimos en cuenta
en el mundo. la primera elección presidencial.
2. Consideramos nuevo el partido que no obtuvo más del 5%
Conclusión de los sufragios para la cámara baja en la elección previa y
que no presentó ningún candidato al Congreso nacional o
Muchos autores han afirmado que los mecanismos conven­
la presidencia con anterioridad a ello.
cionales de la representación democrática están siendo cuestio­
3. Si un partido cambió su nombre de la elección t a la elección
nados y padecen una legitimidad declinante en la mayoría de las
t + i, no lo consideramos como un nuevo partido en / +
democracias contemporáneas (Pharr y Putnam, 2000; Pizzorno, i.
1981). Este capítulo relativiza tales afirmaciones. Es posible que
4. N o caracterizamos una alianza (coalición) de partidos pre­
los partidos hayan enfrentado cierta erosión en las democracias
viamente existentes como un nuevo partido. Sí lo es, en
industriales avanzadas, pero —con la excepción de Italia a princi­
cambio, una coalición cuya base no está constituida por
pios de la década de los noventa—no se han visto frente a nada
partidos preexistentes. Por ejemplo, el Movimiento Sí C o­
semejante al profundo cuestionamiento del que hoy son objeto
lombia encabezado por Noemi Sanín, que obtuvo el 27%
en los cinco países andinos. La región Andina muestra lo que es
de los votos en la primera vuelta electoral colombiana de
una verdadera crisis de la representación democrática.
1998, se considera como un nuevo partido. Aunque estaba
Esperamos, con este capítulo, haber contribuido a la reflexión
compuesto principalmente por dirigentes y afiliados de los
sobre lo que es una crisis de la representación democrática y cómo
partidos tradicionales, Sanín creó un nuevo vehículo elec­
se puede evaluar. El tema es una de las cuestiones fundamentales toral para su campaña.
hoy en la región Andina y, en rigor, mucho más allá. Si durante un
5- No tomamos en cuenta como un nuevo partido la fusión
período extenso los ciudadanos creen no estar bien representados
de dos partidos previamente existentes.
bajo la democracia, esta misma se verá fácilmente en peligro, como
6. En los casos de un cisma partidario, no se consideró nuevo
ha ocurrido en Perú,Venezuela, Bolivia y Ecuador en diferentes
ninguno de los partidos resultantes.
momentos de la década de los noventa y los primeros años del
7- Tomamos como candidatos independientes a quienes no
siglo XXI. La creciente insatisfacción con la democracia en la mayor
tienen una afiliación partidaria. Por ejemplo, atribuimos
parte de América Latina (pnud, 2004) sugiere que lo que ya se ha
esa caracterización a Álvaro Uribe Vêlez en las elecciones

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presidenciales colombianas de 2002. Si bien en el aspecto Burt,Jo Marie y Philip Mauceri (comps.) (2004), Politics in the Andes:
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Últimos títulos de la colección

Economía y globalización
Eduardo Sarmiento Palacio

Uribenomics y otras paradojas


Alejandro Gaviria

La imaginación moral.
El arte y el alma de construir la paz
John Paul Lederach
£ '" S -:

Derechos humanos como límite a


la democracia

La revolución incompleta. Las


reformas de Gaviria

Guerra civil, terrorismo y anomia


social
Los ensayos de este libro analizan y explican la crisis de la
representación democrática en los países de la región
andina: Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. En
esta región, el desapego hacia la democracia, los partidos
políticos y los legisladores ha proliferado de una forma alar­
mante. Varios presidentes se han visto obligados a dejar su
cargo y muchos partidos tradicionales han desaparecido
de la escena política. Es más, en tres de las cinco naciones,
Bolivia, Ecuador y Venezuela, hoy gobiernan líderes de
izquierda nacidos del colapso del sistema de partidos y de
los liderazgos tradicionales.

La crisis de la representación dem ocrática en los países andi­


nos está orientado a responder una pregunta fundam en­
tal para América Latina y tam bién para otras partes del
m undo: ¿Por qué la representación político-partidista en
algunas ocasiones deja de funcionar y emergen otras
formas de liderazgo, ante todo, de carácter personalista?
¿Está viviendo América Latina el retorno del líder provi­
dencial, en la tradición caudillista propia de esta región del
mundo?

Escrito por reconocidos especialistas de los distintos países


estudiados, este libro aclara más de un interrogante con
respecto a la crisis actual de los partidos políticos en la
región andina.

J-H

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