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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES – FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

Materia: Elecciones y partidos políticos

Estudiante: Marisol Linieri

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EL CASO MILEI ¿CASTIGO POLÍTICO O GIRO HACIA UN POPULISMO DE
DERECHA? – IMPLICANCIAS PARA LA DEMOCRACIA

Resumen

En América Latina se ha transformado el escenario político luego el retroceso del


“giro hacia la izquierda” surgido a principios de este siglo, frente al surgimiento de Outsiders
y neocaudillos de extrema derecha, a los cuales se los ha enrolado bajo la etiqueta de
“populismo de derecha”, este trabajo pretende analizar si el caso argentino, Milei, puede
etiquetarse bajo dicho rótulo.

Se argumentará que el electorado argentino no se encuentra en un ciclo de alternancia


hacia la derecha que implique un giro ideológico, sino que la población adscribe a un voto
castigo a los oficialismos y los partidos políticos tradicionales, constituyendo un posible
problema para la democracia, en cuanto conlleva una crítica a la legitimidad de los partidos
políticos establecidos, inestabilidad política, e incertidumbre de la trayectoria que tomaría en
el gobierno un partido antipolítica. Afirmando sin dudas de que aparejará un retroceso en
materia de derechos sociales.

Palabras claves: giro hacia la izquierda - populismo - partido antipolítica - casta - voto
castigo

Introducción

A principio de este siglo gran parte de los países latinoamericanos experimentaron un


“giro a la izquierda”, hacia el año 2008 once de los dieciocho países latinoamericanos
tenían un gobierno de centro-izquierda o de izquierda: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile,
Ecuador, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Venezuela tenían
gobiernos de gobiernos de izquierda en razón de lo ocurrido a fines del siglo pasado.

El autor Paramio Ludolfo (2006) da cuenta de que la región a finales de la década de


los noventa ha experimentó una recesión económica a razón del impacto de la crisis asiática y
la bancarrota rusa, asimismo fue una década en la cual se aplicaron fuertes reformas que

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redujeron la inferencia del Estado en numerosos aspectos. En la Argentina durante los
noventa las políticas neoliberales llevaron a un recorte del Estado, tanto sociales como
económicos debido al Consenso de Washington. Con la crisis del año 2001, este Estado que
no contenía los sectores sociales más golpeados por las políticas neoliberales y la recesión
económica, eclosionó, junto con el sistema de partidos políticos.

Es así que se vivió el llamado “retorno hacia el Estado”, con el recupero de las
capacidades estatales y el quiebre del Consenso de Washington.

Estos nuevos gobiernos de izquierda dieron importancia a un modelo económico que


no solo produzca crecimiento, sino también resultados sociales y han sido llamados por
algunas perspectivas como “populistas”.

Ahora bien, actualmente la izquierda en América Latina se encuentra sufriendo un


retroceso, y han emergido en la región interpretaciones que plantean un giro a la derecha.
Argentina no estuvo exenta de esta impronta en la derrota electoral del 2015, si bien en el
2019 retorno un gobierno de izquierda actualmente el candidato de extrema derecha Javier
Milei se encuentra disputando en elecciones la presidencia de la Nación de este país con un
amplio caudal de votos. Varios estudios interpretan a Milei como un “populismo de derecha”.

Pero la fuerza política de Javier Milei no es un populismo de derecha según la


definición de populismo de Enesto Laclau y de la caracterización de los partidos
antiestablishment políticos realizadas por Andreas Schedler.

El giro hacia la derecha en América Latina

Al comenzar la segunda década del siglo xxi, América Latina es escenario de un


avance de las fuerzas políticas de derecha. El giro a la izquierda ha quedado atrás y más allá
del debate sobre la existencia de un giro conservador, es evidente que las fuerzas de esa
orientación se han visto fortalecidas en muchos países de la región. Recientemente la derecha
ha gobernado en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador,
Guatemala, Honduras, Paraguay, Perú y Uruguay.

Actualmente Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador,


Guatemala, Perú han retornado hacia la izquierda.

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La emergencia de estas derecha radicales, semejantes a la derecha de Trump en
Estados Unidos, en razón de su personalismo, y de que el populismo puede articular
demandas en una cadena de equivalencias logrando crear identidades políticas diversas y
cuyo componente principal es un discurso anti élite, basado en una confrontación entre el
pueblo bueno y las élites corruptas, es que se ha clasificado este fenómeno como populismo
de derecha. Schedler expresa que esta similitud es solo superficial, más concretamente es
parcial, en realidad estos partidos son antipolítica.

¿Qué es el populismo según Laclau?

Al populismo se lo define de muchas maneras, como a un tipo de gobierno


intervencionista, como un estilo político demagógico, como un movimiento político que
aglutina varias expresiones y hasta como una ideología.

Según Laclau el populismo “No es una ideología, sino un modo de construcción de lo


político”, en el cual lo social se articula en un sujeto político que se construye en la historia.
Primeramente, debe existir una demanda, y el inicio de la posibilidad populista comienza
cuando la demanda no es satisfecha y otros también tienen demandas insatisfechas, a partir de
ahí los sujetos se dan cuenta que la institución tiene un problema y comienzan a tener en
común las peticiones frustradas.

El momento populista tiene lugar cuando se forma una cadena de equivalencias entre
distintas demandas sociales que son articuladas en torno a un significante vacío, y donde una
de esas identidades puede representar de manera precaria el nombre de una plenitud
comunitaria que está ausente por definición (Laclau, 2005). Las relaciones equivalenciales no
irían más allá de sentimiento de solidaridad sino tomaran cuerpo en una identidad colectiva.
Estas demandas o reclamos que no son satisfechos y se solidarizan entre sí, se unen en una
cadena equivalencial perdiendo cada demanda algo de su particularidad al solidarizarse con el
resto, así la cadena se vuelve la causa de la unión.

Este carácter aglutinante del significante vacío, no es otra cosa que una construcción
hegemónica que asume la representación de la totalidad. Es algo particular que abarca el
conjunto, y es contrario a la lógica institucionalista, es unidad pero sin abandonar lo
diferente, a su vez permite generar lazos afectivos para cambiar el orden vigente.

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El populismo presenta un significante flotante, no es fijo, porque ninguna demanda
tiene como destino manifiesto una forma a priori de inscripción, todo depende de la lucha
hegemónica. Es más, cualquier parte de nuestra cadena se puede ir con la cadena contraria.
Cada demanda se puede identificar con diferente cadena, el significante vacío flota y se
amplía.

Es decir que ninguna sociedad está tan consolidada que no tenga cambios en la
cadena, los significantes reciben la presión estructural de proyectos hegemónicos y cadenas
diversas, es decir que son dinámicos. Las demandas pueden disolverse, porque ninguna es
pura, siempre está en tensión ya que toda articulación populista quiere que algo cambie, es
una ruptura con el orden vigente dentro de lo político.

El caso argentino ¿Puede rotularse a Milei como un populista de derecha?

En el caso particular de Argentina, en los primeros años de esta década se ha visto el


despliegue de una carrera política del economista ultraliberal Javier Milei, actualmente es
diputado nacional de la Libertad Avanza, principalmente ha tenido un discurso “antipolítico”
y se ha dedicado principalmente a captar al electorado enojado con la política.

Este se ofrece al electorado proponiendo el libre imperio del mercado, la terminación


de la “casta política”, la reducción del Estado al mínimo, así como la entrega al capital de la
administración de la educación, salud, el cierre del Banco Central, y la solución mesiánica de
la inflación mediante la dolarización de la economía, entre otras propuestas bizarras como la
venta de órganos, niños, armas. Lo preocupante es que este dejó de ser una espectáculo
televisivo para saltar al terreno de la política y comenzar a desplazar a la derecha tradicional,
como al anterior presidente Mauricio Macri y su alianza Juntos por el Cambio, de la cual hoy
podemos encontrar a candidatos de importancia como Patricia Bullrich y Rodríguez Larreta.

Desde el regreso de la democracia en 1983 la derecha tradicional jamás se vio tan


fuertemente amenazada, este candidato libertario se adscribe en la línea de Donald Trump y
Jair Bolsonaro, pero no tiene ningún tipo de estructura política, sino que ha captado
principalmente el electorado joven, quienes nacieron a la luz de la crisis económica de inicio
de siglo y que encuentran escasas oportunidades para insertarse en un mercado laboral

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formal, así como capta a quienes tienen una profunda desconfianza en la política y sufren o
mínimamente están hartos de la crisis económica.

Ahora bien, lo cierto es que Milei no representa un populismo de derecha, más bien se
enrola en la radicalización de una ideología antipolítica.

Si bien Milei construye la articulación de una serie de “enemigos del pueblo” el


ataque principal es hacia la “casta política”. Esta diferencia entre “un nosotros” frente a la
“casta política” se da desde la negatividad identitaria, es decir no importa lo particular de los
agentes, sus demandas y condición, lo que une ese nosotros es no pertenecer a esa élite
política.

Este partido si bien comparte el resentimiento populista hacia el establishment, la élite


y "el bloque de poder” es solo una similitud superficial (Schedler 1996), porque el partido
libertario es un partido establishment político que declara la guerra a la clase política, en
cambio los ataques populistas al "establishment", no suelen estar dirigidos primordialmente a
la élite política, sino a la económica. Schedler es claro en expresar que, si bien el populismo
históricamente ha tenido elementos antipolíticos, “su principal embate ha sido
anticapitalista, antioligárquico y antiimperialista. En suma, cuando los actores
antiestablishment político enarbolan banderas populistas, lo hacen de un modo restringido,
se meten en el "populismo antipolítico".

La cuestión radica en que este tipo de partido tiene como principal elemento algo más
allá de un descontento con las prácticas políticas actuales, sino que denotan un rechazo de
la política en sí. Su finalidad es que el lugar de la política sea sustituido por otras esferas, en
el caso de Milei por el libre mercado, está partido sería la antipolítica liberal en palabras de
Schedler.

Diferencia entre el populismo y la antipolítica - Antiesencialismo

Siendo el populismo una construcción política, no esencialista, el enemigo populista


no puede ser la política per se para ser sustituida por el mercado. El populismo se distingue
de la antipolítica, en tanto el fin de la política como conflicto y mera reducción de esta a la
administración llevaría a la desaparición de la política en sí.

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Por otro lado, el significante flotante y heterogéneo del populismo es antiesencialista,
en el populismo hay un encadenamiento equivalencial no una unidad homogénea a priori o
sustancial que articule un pueblo idéntico a sí mismo, así como tampoco es una masa
desestructurada de individuos aislados.

En el populismo las cadenas equivalenciales permanecen y no se disuelven en la


lógica institucional “Una primera decisión teórica es concebir al "pueblo" como una
categoría política y no como un dato de la estructura social. Esto significa que no designa a
un grupo dado, sino a un acto de institución que crea un nuevo actor a partir de una
pluralidad de elementos heterogéneos (…) la unidad del grupo es simplemente el resultado
de una sumatoria de demandas sociales” (Laclau, 2005:278).

La teoría de Laclau del populismo hace suponer en un primer momento que existen un
“populismo de izquierda” y un “populismo de derecha”, así como que toda política es
“populista” porque presupone la construcción de un Pueblo en frontera con las instituciones,
la ‘élite corrupta’, y como éste contenido político es indeterminado, parecería que ese
significante vacío puede ser llenado con una ideología de derecha, este carácter lábil y
ambivalente, hace que parezca existir populismos tanto de izquierda como de derecha, pero
ello no es así porque ese significante no puede ser esencialista ni reducir la política a la
administración (Laclau, 2005: 279). Es así que siguiendo a Schedler, en cuanto separa el
rótulo populista del de "antiestablishment político" y a las características que establece
Laclau respecto a los rasgos antiesencialistas específicos que él atribuye a la auténtica
revolución populista, es que el término partido antiestablishment político es el correcto para
rotular a Milei, y no el populismo de derecha.

¿El electorado actualmente es antipolítico o atraviesa un descontento con las


prácticas políticas?

El partido libertario es un partido antipolítica, que ha surgido en Argentina desde los


medios de comunicación, y que sorpresivamente en las elecciones primarias de agosto de
2023 ha tenido un triunfo tras obtener el mayor número de votos, alrededor del 30%, a ello se
suma que la fuerza Juntos por el Cambio (JxC), también de derecha, obtuvo el segundo lugar

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con la ex ministra de seguridad Patricia Bullrich. Si bien ambos espacios políticos no son
exactamente iguales, Bullrich no se enarbola en una postura antipolítica, pero si en la línea de
derecha a izquierda son los candidatos alineados hacia la derecha más dura.

Nunca antes la derecha más extrema había obtenido la mayor cantidad de votos en la
Argentina, entre el libertario y JxC sumaron casi el 60% de los votos. Claramente hubo una
transformación del escenario político latinoamericano desde el retroceso del “giro hacia la
izquierda”, surgido a principios de este siglo, frente al surgimiento de Outsiders y
neocaudillos de extrema derecha, y la Argentina no fue la excepción.

Actualmente según el Indec los ingresos del 40% de los hogares no tienen capacidad
de satisfacer -por medio de la compra de bienes y servicios- un conjunto de necesidades
alimentarias y no alimentarias consideradas esenciales. Por ello no parecería que el
electorado esté votando conforme a sus intereses, máxime cuando el electorado de Milei es la
juventud, estudiantes, trabajadores precarizados y de plataformas, y el mismo promete
quitarles derechos sociales que hoy se consideran básicos.

El problema es más bien económico que de ideología política, este giro a la derecha
constituye un proceso generado por el castigo a los oficialismos de izquierda.

Los autores Luna y Kaltwasser (2021) señalan que se puede conceptualizar a la


derecha según la distinción de Norberto Bobbio (2014) en que “una ideología política de
derecha asume que las desigualdades en una sociedad son de carácter natural y, por tanto,
que no corresponde a la intervención estatal contravenirlas” y basándose en esta, según los
altos niveles de desigualdad socioeconómica en América Latina, las fuerzas de derecha
tendrían escasas posibilidades de lograr altos niveles de apoyo electoral en un contexto
democrático.

Pero más allá de la mencionada expectativa teórica lo cierto es que el caso empírico
demuestra lo contrario, ello en razón de la adhesión electoral que tuvo la derecha argentina en
las últimas PASO donde la fuerza de Milei fue la ganadora.

Si bien en las elecciones generales del pasado octubre la fuerza peronista de Unión
por la Patria obtuvo la mayoría de los votos, con el 36.67% de adhesión electoral, y entre
otras fuerzas de izquierda y peronistas suman otro 9% con 2.494.247 de votos (FIT y
Hacemos por Nuestro País), lo cierto es que esta adhesión a la derecha y a la antipolítica no

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ha cambiado. Aún se evidencia una mayoría de votos hacia candidatos de derecha, La
Libertad Avanza y JxC representan casi un 54% del padrón electoral, es decir que suman
14.151.488 votos sobre 9.645.983 del candidato de UP.

Independientemente del resultado presidencial, el panorama político marca una


asentada influencia de la ultra derecha que contaba con apenas tres diputados en el Congreso
Nacional, pos elección tendrá probablemente 38 bancas en la Cámara baja y 8 escaños en la
Cámara Alta.

Con el alto nivel de pobreza mencionado no parece razonable que el electorado


otorgue su voto a quien abiertamente manifestó:

"Estamos ante el fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad de que donde
hay una necesidad nace un derecho, pero se olvidan de que alguien lo tiene que pagar. Cuya
máxima aberración es la justicia social, pero se olvidan de que es injusto que la paguen solo
algunos" (Dichos de Milei en los festejos del 13 de agosto de 2023)

Como bien señalan Luna y Kaltwasser (2021) más que un giro ideológico aquí
estamos en presencia de un voto castigo contra los oficialismos desgastados por su acción de
gobierno, que presenta ciertos problemas para consolidarse en un ciclo político, con una plan
ideológicamente establecido. Véase que el gobierno de Macri en la Argentina representó una
leve alternancia de derecha por un mandato, y que las propuestas electorales de los actuales
candidatos presidenciales de derecha son algo difusas, la ex ministra de seguridad Bullrich ha
hecho hincapié únicamente en el tópico seguridad y Milei por otro lado, si bien propone un
programa de gobierno abiertamente neoliberal, dichos postulados parecen irracionales por la
magnitud extremista de los mismos.

Esta breve alternancia y dificultad para implantar un programa de gobierno sigue un


patrón en toda la región a pesar de que la derecha había logrado el éxito electoral, como en el
caso de Chile, Brasil, Bolivia, incluso Trump en Estados Unidos. En el caso de Argentina,
con el gobierno de Macri se ha visto como también ha sufrido el castigo electoral ante el
incumplimiento de mejoras económicas, este castigo afecta tanto a izquierdas como a
derechas, y parecería que los diferentes partidos políticos de derecha no logran entablar bases
electorales estables.

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En la Argentina, Milei principalmente ha avanzado en un contexto de desgaste del
oficialmente en razón del estancamiento económico principalmente, y con cierto impulso de
casos de corrupción, haciendo fuerte su propuesta antipolítica en cuanto la casta es corrupta e
inoperante, sin estructura política alguna, y el poder que lo sostiene es el crecimiento del voto
protesta de jóvenes.

Claramente hay un movimiento electoral pautado por el descontento hacia los


oficialismos de izquierda, que fueron acentuadas por las consecuencias de la pandemia
COVID – 19, la cual trajo como consecuencia un aumento de la desigualdad y la pobreza.
Luego del resultado de las PASO de agosto de 2023, el oficialismo argentino tomó una
estrategia de mayor intervención estatal a fin de recuperar el valor de los salarios, y frente a
una batería de medidas, el electorado respondió favorablemente llevando al candidato
oficialista a posicionarse en primer lugar.

Es decir que el problema es económico y en verdad la mayoría del electorado que


están captando estos partidos no son ideológicamente de derecha sino que no encuentran
respuestas del oficialismo de izquierda.

¿El ciclo de alternancia hacia la derecha bien puede ser un problema para la
democracia y un retroceso en materia de derechos?

El ingreso de los partidos antiestablishment político en la arena política no es una


novedad ni es una cuestión regional, este tipo de partido no es novedoso, pero si el partido
antiestablishment, La Libertad Avanza en la Argentina es nuevo en la arena politica, Milei
antes de su actual banca en el Poder Legislativo no había tenido ningún cargo político ni
participado en espacio político alguno. Esta condición los sitúa en una posición favorable
porque pueden exhibir como creíbles las promesas de cambio.

Lo llamativo es que son partidos antipolítica que escapan a la lógica de competencia


entre gobierno y oposición, porque lo consideran una misma cosa asociado incluso en un
cartel y tildan a la democracia de decadente y a los partidos existentes de autoritarios y de

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adversarios, pero aun así, estos partidos antipolítica se despliegan en condiciones
democráticas.

Como bien señala Schdler estos partidos aceptan las reglas básicas del juego
constitucional, son antipolítica pero no antisistema, su contienda es dentro de este. El actual
posicionamiento de Milei, si bien centra sus ataques, no en igual proporción, a todos los
partidos gobierno y oposición, está jugando las reglas del juego democrático y constitucional,
ello tanto como candidato a presidente y como ya miembro de la “casta política” en el Poder
Legislativo, asimismo ha moderado la forma de realizar sus discursos.

Pero lo cierto es que los partidos antipolítica son imprevisibles, pueden tomar
diversas trayectorias, muchas veces utilizan un disfraz democrático, otras veces pueden no
radicalizarse y asimilarse al sistema, o bien desaparecer si son derrotados en la carrera
presidencial.

La Libertad Avanza, que ya cuenta con escaños en el Congreso, luego de las


elecciones presidenciales obtendrá numerosos escaños nuevos, es decir que bien podría
continuar el camino de la institucionalización, lo cierto es que solo estando en el gobierno
será posible conocer si continuara siendo antipolítico o ingresará en la rutina política.

Más allá del discurso antipolítico, toda vez que La Libertad Avanza actualmente está
jugando el juego de la democracia, no parecería que se alce contra ella de forma directa en
caso de ganar la presidencia.

Pero el problema con este tipo de partidos es que su accionar confrontativo e


inexperiencia política llevan a caminos antidemocráticos, como por ejemplo arrogándose
facultades legislativas, y gobernar por decreto, en el caso argentino pueden ser pasible del
juicio político o bien atribuirse la facultad de disolver el congreso, así como también son
proclives a tomar medidas políticas en términos económicos con escasa o ninguna reflexión
sobre sus consecuencias.

Es decir que la mayoría de las sendas que pueden emprender, tal vez no con intención
directa, pero si como consecuencias de políticas poco meditadas, representan consecuencias
políticas llevando a la inestabilidad democrática, máxime teniendo en cuenta que son
principales atacantes de los sistemas de partidos consolidados en la arena política.

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En materia de derechos son claramente reaccionarios, al buscar retroceder en los
avances en política de inclusión. Los partidos de izquierda en toda la región han realizado
importantes políticas progresistas en materia de política social, y derechos inclusivos, muchos
de ellos en materia de género y diversidad sexual, frente a los cuales se enervó una reacción
conservadora.

En Argentina no hay un movimiento electoral como el evangélico en Brasil, pero si la


iglesia católica principalmente y otros movimientos religiosos cuentan con alguna fuerza para
articularse electoralmente con partidos de derecha.

Si bien Milei no adscribe al catolicismo toda vez que considera que en la Santa Sede
prima un espíritu totalitario y una ideología comunista del actual papa Francisco, si se
inscribe en posturas conservadoras y reaccionarias frente a la conquista de derechos tanto
sociales, particularmente de género y diversidad, y precisamente el activismo neoconservador
encuentra en este contexto una oportunidad para su despliegue (Caminotti 2021).

El candidato no es la excepción a los partidos conservadores de derecha en este


sentido ya que una de sus políticas es eliminar el Ministerio de la Mujer, lo cierto es que
representa una mayoría silenciosa del electorado que tilda de ideología de género los avances
en la reivindicación de derechos, en el mismo sentido que lo ha hecho Bolsonaro en Brasil, y
el resto de los protagonistas de los partidos que adscriben a este giro a la derecha en la región.
Siendo este tipo de discurso una parte más del auge de estos partidos de derecha donde los
sectores conservadores encuentran sus interlocutores.

Conclusión

Luego del giro a la izquierda en América Latina, frente al descontento generado por el
desgaste de los gobiernos oficialistas en razón de los fracasos económicos, la imposibilidad
de continuar creciendo económicamente, y por otro lado el resentimiento que se fue gestando
en los grupos conservadores frente a la ampliación de derechos sociales y avance de políticas
en materia de género e identidad, en la región se ha vivido una suerte de giro a la derecha y
Argentina no fue la excepción.

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Este giro a la derecha en el que hoy encontramos al candidato que representa la
extrema derecha en nuestro país, Javier Milei, en amplia literatura política se lo ha
denominado como populista de derecha, rótulo que se lo coloca a muchos fenómenos que no
son fácilmente calificables, toda vez que el populismo al referirse a una cadena de
equivalencias, que puede llenar un significante vacío parecería estar abierto a contener
elementos antipolíticos, pero La Libertad Avanza no enrola en un populismo de derecha, toda
vez que el adversario es la política como tal, y de una modo sustancial, para ser sustituida por
otra esfera como lo es la libre economía del mercado, por ello el partido que hoy está en auge
en Argentino, en términos de Schdleder se ubica en el aspecto de un antiestablishment
político y no es un populismo de derecha.

Tampoco ideológicamente el electorado argentino ha virado a la derecha, sino que


manifiesta su descontento a través de un voto castigo hacia los oficialismos de izquierda, lo
cual no significa que carezca de consecuencias dañinas para la democracia en razón de la
incertidumbre que aparejan los partidos antipolítica, ya que bien pueden moderarse,
institucionalizarse y normalizar sus políticas, o hacer lo contrario.

Actualmente el comportamiento político de Milei se inscribe dentro del juego


democrático, pero ello no quita que en caso de acceder a la presidencia tome otro tipo de
comportamiento antidemocrático de forma intencional o bien por la propia imposibilidad de
manejar las coyunturas lleve adelante políticas poco responsables, que indudablemente
traerán consecuencias. Claramente el interrogante de sus políticas una vez en el gobierno
pueden operar de diferente forma, por lo cual permanecen los interrogantes.

Asimismo, los partidos antiestablishment político pueden tomar trayectorias de


rutinización política sin afectar el juego constitucional, pero indudablemente traen consigo un
retroceso en materia de políticas sociales y de la llamada agenda de nuevos derechos, con
políticas reaccionarias en materia cultural, que dejan consecuencias sociales y económicas.

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Bibliografía

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Referencias

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