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1 fil1TECtDEI1TtS CIEI1TÍfICOS rn runorn

El siglo XVIII se caracterizó en Europa por un decidido apoyo de los gobiernos


a las actividades científicas en general y a las ciencias aplicadas y experimen­
tales en particular. La creación de grandes establecimientos científicos como
academias, gabinetes dedicados a las ciencias naturales, jardines botánicos,
museos de ciencia y observatorios astronómicos responde al reconocimiento
de la existencia de una ciencia moderna, a la necesidad de sus aportaciones
para el desarrollo de lo sociedad y a los imperativos de progreso y civilización.

Es en el seno de las sociedades científicas, de las academias, colegios y


universidades donde se difunden en mayor grado las nuevas ideologías. La
cultura en general, los estudios humanísticos, las matemáticas, la astronomía,
la física y las ciencias naturales acusan un notable progreso cualitativo, ofre­
ciendo al hombre nuevos fundamentos paro el ulterior desarrollo de las cien­
cias experimentales.

El pensamiento ilustrado que se desarrolló a lo largo del siglo se puso de ma­


nifiesto de manera definitiva con la publicación en Francia de la Enciclopedia
por Diderot y D 1Alambert de 1751 a 1764, que alcanzó enorme difusión en los
círculos intelectuales europeos. Dentro del campo de las ciencias naturales habría
que destacar la publicación de la Historio natural general y particular ( 1749-
1789) de Buffon que englobaba el conocimiento del mundo natural conocido
hasta entonces e impulsaba el método de observación directa de la naturaleza.
Por su parte, Linneo publicó en 1735 la primera edición de su clasificación de
los seres vivos, el Systemo Naturae que constituye el punto de partida de la mo­
derna taxonomía zoológica y botánico.

En el campo de las ciencias humanas destaca la publicación de la Historia Na­


tural del Hombre de Buffon, de 1749, con la que se inician las ciencias antro­
pológicas, y la obra de Montesquieu, El espíritu de las leyes, donde se acomete
la tarea científica de describir la realidad social según un método analítico y
«positivo» que no se detiene en la pura descripción empirista de los hechos, sino
que intenta organizar la multiplicidad de datos de la realidad social en un redu­
cido número de tipos y dar una «respuesta sociológica» a la aparente diversidad
de los hechos sociales, bajo el supuesto de que existe un orden o causalidad de
estos hechos, susceptible de una interpretación racional.

2 Lfi nnmnn ILUSTITfiDfi r LfiS rxrrDICIOTIES CIEI1TÍrICJ1S


Durante los siglos XVI y XVII, la ciencia española había vivido de espaldas a
las nuevas corrientes europeas, abriéndose un gran abismo entre las doctrinas
aristotélicas imperantes en nuestras instituciones y la ciencia moderna que se de-

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sarrolloba fuera de ellas. La poca actividad científica existente, vivía de los rentas
de la tradición de los siglos anteriores y los escasos científicos no encontraron el
reconocimiento ni las facilidades para desarrollar su trabajo.

En los primeros años del siglo xv111 se empezaron a apreciar en España los
efectos de la recuperación social y económica que se había ido gestando du­
rante el reinado de Carlos 11, en el último tercio del siglo anterior. El movimiento
renovador surgido en aquella época y las nuevas condiciones socioeconómicas
favorecieron directamente el desarrollo de las actividades científicas y técnicas.
No obstante, el verdadero progreso científico y técnico que esta situación debía
traer no se manifestaría con vigor hasta bien entrada la segunda mitad del siglo
ilustrado, justo en los momentos en que los gobiernos ilustrados de la dinastía
borbónica fueron más conscientes de la importancia de la ciencia y la técnica
como instrumentos imprescindibles para el fortalecimiento del Estado y la forma­
ción de sus élites.

Los primeros años del siglo ven el florecimiento tímido de algunas Academias,
como la de la Lengua, fundada en 1714; la de Medicina [ 1734); Historia
( 1738); Bellas Artes ( 1752); el Real Jardín Botánico ( 1755); y el gabinete de
Historia Natural ( 1785), entre otras instituciones.

Dentro de este impulso científico de la Ilustración española hemos de des­


tacar el papel decisivo que va a desempeñar la Marina en las expedi­
ciones de exploración marítimo-científicas. Con el nombramiento de José
Patiño, en l 717, como intendente general de Marina, la Armada espa­
ñola alcanzó progresivos niveles de eficacia, tanto en el aspecto ope­
rativo y funcional como en el científico y técnico. Patiño y más tarde los
ministros Ensenada y Valdés impulsarán un completísimo programa na­
val que irá desde la formación científica de los oficiales hasta la crea­
ción de una importante infraestructura institucional. En este contexto se
encuadraba la creación de la Academia de Guardiasmarinas, en Cádiz
en 171 7, proyecto novedoso que homogeneizó y vertebró la recién creada
oficialidad de la Armada españolo y garantizó el nivel de conocimientos re­
queridos para el desempeño de su profesión. Asimismo, en los años siguien­
tes se crearon en 1748 el Colegio de Cirugía de Cádiz para la formación
de cirujanos de la Armada, el Observatorio Astronómico de Cádiz, por Jorge
Juan en 1751; la Escuela de Ingenieros de Marina, en 1772, y la Dirección
de Trabajos Hidrográficos, en 1797 en Madrid.

Este activo programa de fomento de la Marina produ¡o un espectacular


resurgimiento de la Armada; la creación del Observatorio Astronómico
de Cádiz y el establecimiento, en su seno, del curso de Estudios Mayores
organizado por Vicente Tofiño en 1783, produjeron una élite de marinos
científicos, sobre los que se asienta en gran medida el tardío movimiento
:lustrado español.

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3 Lfi OITGfifIIlfiCIÓfI DE Lfi rxrtDICIÓfI
En el último tercio del siglo XVIII la Geografía y la Hidrografía astronómica pasa­
ron a ser instrumentos imprescindibles en las políticas expansionistas europeas,
y España, que era todavía una gran potencia colonial, se sumó, aunque tardía­
mente, a este esfuerzo. Corresponde a José Moñino, conde de Floridablanca,
que llegó a la presidencia del Consejo del Rey en 1776, el protagonismo del
impulso político definitivo dado a un programo científico aplicado o la Hidro­
grafía. En 1787, en el punto CXCI de la Instrucción reservada para la dirección
de la Junta de Estado, redactado por Floridablonca, se reflejaba la necesidad
político de desarrollar un programa hidrográfico, para lo que se mondaba que
se hicieran progresivamente reconocimientos de todas los costos de los dominios
del rey, como ya había hecho en el estrecho de Magallones la fragata Santa
María de la Cabeza, y que se ejecutase por lo menos una expedición al año,
que propondría el secretario de Marino en lo Junta, después de haber oído las
opiniones de los expertos.

Con la firmo del Trotado de Son lldefonso en 1777, en el que se establecían


las fronteras entre las posesiones portuguesas y españolas en América del Sur,
se organizaron una serie de expediciones demarcadoras para poner en prácti­
ca dicho tratado, que se llevaron a cabo desde 1781 hasta 1800, las cuales
estuvieron en su mayor porte dirigidas por oficiales de la marina. En estas expe­
diciones se puso de manifiesto que el único modo de realizar las observaciones
astronómicas y los levantamientos cartográficos precisos, como ya habían de­
mostrado los tres viajes de James Cook ( 1768-1777), la expedición de Louis An­
toine Bougainville ( 1766-1769) y la de Fronc;ois Galoup, conde de La Pérouse
( 1785-1788), ero a través de expediciones muy ambiciosas y bien dotadas,
para reconocer amplios espacios ultramarinos, combinadas con pequeñas ex­
pediciones sobre el terreno. Para estos proyectos se hacía necesario contar con
oficiales experimentados en la astronomía náutica que pudieran llevar a cabo
los levantamientos cartográficos apoyados por observaciones astronómicos.

Finalizado la guerra de independencia americano con la paz de París ( 1783),


accedió al ministerio de Marina Antonio Voldés y se organizó en el Observa­
torio de Cádiz el Curso de Estudios Mayores, destinado solamente a aquellos
cadetes y oficiales que hubieran dado pruebas de su interés por las ciencias.
Se adoptaba así una solución de compromiso entre los que querían uno formación
más profundo de los Guordiasmarinas y los que lo consideraban innecesaria y
costoso.

Hasta mediados de los ochenta no se empezó a rentabilizar la inversión hecha


en los oficiales de la gaditano Academia de Guardiasmarinos que se habían
dedicado a la práctica de la astronomía náutico. Cuando en 1783 Vicente Tofi­
ño fue encargado de levantar el atlas de las costas de España, llevaría consigo
al primer equipo de oficiales agregados al Observatorio, quienes completarían
su adiestramiento en los trabajos de la com1s1on, y desde entonces estarán
presentes, bien con sus consejos, bien con su participación activa, en todos los
proyectos de hidrografía científica de fines del siglo XVIII.

La reorganización e intensificación del tráfico marítimo con América y Filipinas,


puestas en marcha por Patiño con el traslado de la Casa de la Contratación de
Sevilla a Cádiz en 1717, y la creación de las Compañías comerciales de Ca­
racas en 1728 y la de Filipinas en 1732, además de las rivalidades coloniales
con otros países europeos, intensificaron la demanda de cartas náuticas preci­
sas. El éxito de la comisión mandada por Vicente Tofiño de San Miguel, director
de la escuela de Guardiasmarinas de Cádiz, en el levantamiento sistemático
de las costas de España durante los años 1783-1788 que produjo el estimable
Atlas Marítimo de España de 1789, había resaltado la necesidad de hacer
algo semejante en las costas de América y Filipinas, pertenecientes a la corona
española, a fin de contar con cartas náuticas fiables para conocer y controlar
los extensos territorios coloniales.

Sin pérdida de tiempo, en 1785, se organizó una expedición con la fragata


de 36 cañones Santa Moría de la Cabezo al mando de Antonio de Córdoba
y con Fernando Miera como segundo comandante, para comprobar si era más
conveniente la navegación por el estrecho de Mogollones que por el cabo de
Hornos para facilitar la política española de proporcionar pronto socorro a to­
das las colonias de América. Esta expedición, desarrollada en dos fases y que
finalizó en 1789, tiene una extraordinaria importancia entre las que organizó
la Marina en el siglo XVIII por varias razones: fue la primera realizada según la
Instrucción de Floridablanca, sentó las bases para la organización del resto de
las expediciones científicas de la Marina, incluida la de Malaspina, y puso de
manifiesto la necesidad de organizar un depósito hidrográfico para guardar y
grabar después las cartas producidas en ella.

El 18 de enero de 1787, algunos oficiales que participaron en la expedición


del Mogollones presentaron al ministro Antonio Valdés un plan para levantar las
cartas hidrográficas de las posesiones españolas en la América septentrional,
es decir, Antillas, Centroamérica y golfo de Méjico. Este plan, firmado por los
tenientes de fragata Dionisio Alcalá Galiano, José Espinosa y Tello, Alejandro
Belmonte y el alférez de navío José de Lanz, fue aprobado por el rey con
algunas modificaciones hechas por Mazarredo en 1789, y se puso en marcha
en 1792, siendo conocida como Expedición hidrográfica del atlas de la Amé­
rica septentrional.

En este contexto se encuadra la gran expedición que, al mando de Alejandro Ma­


laspina y José Bustamante y Guerra, recorrió durante 62 meses la costa atlántica
de América del Sur y toda la costa pacífica del continente, desde Buenos Aires
a Alaska, islas Marianas y Filipinas, Nueva Zelanda y Australia y el archipiélago
de Vavao. Malaspina será el encargado de llevarla a cabo con la ayuda de los
oficiales formados en el curso de Estudios Mayores del Observatorio de Cádiz

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que se habían familiarizado con los nuevos métodos de determinación astronómi­
ca y que sabían utilizar los nuevos cronómetros para hallar la longitud en el mar.

Las razones que impulsaron esta gran expedición ampliamente dotada de medios
humanos y materiales fueron varias: la reorganización del tráfico marítimo en el
Pacífico cada vez con mayor presencia de rusos, ingleses y franceses requería
un estudio de los puertos y rutas comerciales, así como la cartografía de ellos.

Se necesitaba también un estudio profundo de la situación política y económi­


ca de los virreinatos, dirigida al fomento del comercio exterior e interior. Por
último, siguiendo las pautas establecidas por expediciones precedentes de
países europeos, había interés en contar con estudios científicos botánicos,
naturalistas y etnográficos.

En el plan del viaje, presentado por los dos oficiales al rey el l O de septiembre
de 1788, figuraban en lugar destacado los objetivos políticos. Mientras que
en lo parte científica afirmaban que seguirían una organización muy semejante
o la de James Cook, Malaspina resaltaba que en una expedición española se
debería incluir además del objetivo de construir cartas y derroteros fiables para
IOS regiones americanas, la investigación del estado político de Américo, tanto
en lo relativo o España como a las otras naciones. Este «estado político» al que
se refería Malaspina consistía en examinar el estado del comercio, situación
ce los puertos y de la construcción naval, capacidad defensiva y ofensiva ante
ataques enemigos y un análisis del sistema de gobierno.

_os informes reservados deberían ser por tanto uno de los resultados del viaje,
c�mo ya se hizo en lo expedición paro la medición de un grado del meridiano
cel Ecuador con la redacción por parte de Jorge Juan y UI loo de unas «Noticias
.secretas de América» sobre el estado de los virreinatos.

_o prioridad del ob¡etivo político estratégico de revisión de rutas y perfecciono­


'11iento de lo cartografía determinó el protagonismo que el área del Pacífico tuvo
efl la derrota de esta expedición que recorrerá no sólo las posesiones espoño­
os sino también los enclaves estratégicos ingleses y portugueses de la zona.

_a aprobación del plan tuvo lugar al mes siguiente, dedicándose todos los recur­
sos de la Marina a lo organización de la expedición. Se necesitaba organizar
os buques, pertrechos, marinería y víveres. Malaspina y sus oficiales se dedica­
·or a adquirir instrumentos científicos, libros, noticias marítimas y políticas de los
'reinotos e información sobre las expediciones precedentes.

::ro Cádiz se construyeron en el arsenal de Lo Carraca dos corbetas idénticas,


c:e porte inferior a 350 toneladas con 22 cañones, para uno dotación de l 00
":Y1bres. Se había optado por este tipo de embarcación más pequeña que las
..,..agotas por su gobernobilidad. Estaban dotadas de amplísimos bodegas desti­
,..ooas o almacenar las muestras y objetos recogidos por las distintas comisiones

1.)
científicas. Recibieron los nombres de dos santas sevillanas, Santa Justa y Santa
Rufina, alias Descubierta y Atrevida respectivamente. De la supervisión y su equi­
pamiento se encargó el comandante José Bustamante.

{ LI\S DOTI\CIOfIES
A través de la numerosa documentación que se conserva en el Museo Naval
de Madrid se puede seguir la tramitación administrativa para completar las do­
taciones de ambas corbetas. Se decidió que la marinería fuera toda voluntaria
y procedente prioritariamente de Galicia, Asturias y Cantabria. La oficialidad
fue seleccionada con el criterio de la excelente preparación científica entre
los que contestaron a una carta circular que enviaron a sus compañeros. Los
primeros en presentarse voluntarios fueron los oficiales que participaron en el
curso de Estudios Mayores con Tofiño y se integraron en el equipo organizador
de la expedición. Estamos hablando de Dionisio Alcalá Galiano, Juan Gutié­
rrez de la Concha, Juan Vernacci, y José Espinosa y Tello, que se ocupó de
formar un equipo para examinar los archivos españoles y recoger memorias
de anteriores navegaciones y cartas náuticas, aunque cuando salió la expedi­
ción estaba enfermo y tuvo que incorporarse en Acapulco. También se quiso
contar con Francisco Javier de Viana, que había participado en el viaje de la
Astrea, y Felipe Bauzá, profesor de dibujo y fortificaciones de la Academic
de Guardiasmarinas. El ministro Valdés recomendó a su sobrino Cayetano que
también fue admitido. En el caso de los Guardiasmarinas, Malaspina incorpo­
ró al joven Fabio Ala Ponzoni, pariente suyo.

La elección de los naturalistas y pintores fue más laboriosa. Para director de


ramo fue elegido un oficial del E¡ército, Antonio Pineda, formado con Casimiro
Gómez Ortega en el Jardín Botánico de Madrid, que a su vez recomendó a sL
hermano Arcadio, oficial de marina. La elección del encargado de la botánicc
también tuvo sus presiones y al final fueron elegidos Francisco Luis Née y e
bohemio Tadeo Haenke, que tardó un año en unirse a la expedición en Valpa­
raíso tras una navegación accidentada y la travesía de los Andes.

Referente a los pintores, no se tuvo en cuenta la opinión de Malaspino,


que prefería contratar a pintores italianos, y fueron asignados José del Pozo }
José Guío. Malaspina logró su deseo cuando en Acapulco embarcaron los pintores
italianos Fernando Brambila y Juan Ravenet en sustitución de los pintores españo­
les, previamente despedidos.

Antonio Tova y Arredondo se ocupaba de enrolar a la marinería, que se prefería


voluntaria y de la zona norte peninsular.

El resto de la dotación, oficiales de mar, marinería y artilleros, hasta completar 102


en cada corbeta, se ocupaba de las tareas usuales de navegación y defensa.


Domcrón DE rn Drscumrnm
Comandante: Alejandro Malaspina.
Oficiales astrónomos e hidrógrafos: Cayetano Valdés (hasta Acapulco), Manuel Novales,
Fernando Quintana, José de Espinosa y Tello (desde Acapulcol, Francisco Javier Viana,
Juan Vernacci (hasta Acapulco) y Secundino Salamanca (hasta Acapulco).
Guardiamorina agregado: Fobia Ala Ponzoni.
Director de carlas y planos: Felipe Bauzá.
Pilotines: José M.º Sánchez (hasta Manila), Joaquín Díoz Hurtado.
Capellán: José Meso.
Contador: Rafael Rodríguez.
Cirujano: Francisco Flores.
Director de Historia Natural: Antonio Pineda (muere en Filipinos).
Botánico: Todeo Hoenke (desde Santiago de Chile).
Pintores: José del Pozo (hasta Lima!, Juan Rovenet (desde Acapulco), José Cardero
(desde Panamá), Tomás Suria, embarcado para las campañas de la costo noroeste.

DomC!ÓI1 DI. Lñ llrnEVIDJi


Comandante: José Bustomante y Guerra.
Oficiales astrónomos e hidrógrafos: Antonio Tova y Arredondo, Dionisia Alcalá
Galiana (hasta Acopulco), Juan Gutiérrez de la Concho, Ciriaco Cevallos (desde
Acopulco), José Robredo, Arcadio Pineda, Martín de Olovide (hasta Manila).
Guardiamarina agregado: Jacobo Murphy.
Piloto: Juan Díoz Moquedo (hasta Manila).
Pilotines: Jerónimo Delgado (hasta Manila), Juan lnciarte.
Capellán: Francisco de Paula Añino.
Contador: Manuel Ezquerra.
Ciru¡ono: Pedro González.
Botánico: Luis Née.
Pintores: José Guío, hasta Acapulco; Fernando Brambila, desde Acapulco.

5 nnLnsrmn, EL ITOTIDITt EL nnmrro


Alejandro Molospino nació el 5 de noviembre de 1754 en el pueblo de Mulo­
zzo, al norte de Pisa, en la región de Lunigiona. Ero el menor de los tres hijos
del marqués de Mulazzo, Cario Morella Malospino, perteneciente a lo pequeño
nobleza rural venido o menos. Con siete años de edad se trasladó con todo la
familia a Polermo, donde un hermano de su madre ero virrey de Sicilio.

Su educación se desarrolló en Roma desde 1765 en el colegio Clementino de lo


orden de Somosco. Como todos los hijos de cuna noble que no eran primogénitos
tuvo que elegir entre la milicia y la religión, optando Malaspina por ingresar en
la marina española que era la que más prestigio tenía en el entorno mediterrá­
neo, pero antes de llegar a España estuvo sirviendo en la marina maltesa, donde
en 1773 fue nombrado caballero de San Juan de Jerusalén de la orden
de Malta.

En 18 de noviembre de 1774 sentó plaza de guardiamarina en Cartagena y


dos meses después fue ascendido a alférez de fragata. En 1776, al ser nombra­
do alférez de navío, fue trasladado al departamento marítimo de Cádiz, donde
el ambiente científico y profesional gozaba de gran esplendor desde la creación
de la Academia de Guardiasmari nas en 17 51 por Jorge Juan.

Entre los sucesos más sobresalientes de su carrera militar se pueden considerar


los siguientes:

En 1777 embarcó en la fragata Astrea, en viaje a Filipinas, por la ruta del


cabo de Buena Esperanza, para transportar al gobernador de la colonia,
volviendo por la misma ruta en 1779. Al llegar a Cádiz fue ascendido a
teniente de fragata.

En los tres años siguientes participó en la guerra de la coalición hispano­


francesa contra Inglaterra con motivo de la independencia de las colo­
nias americanas. Durante el enfrentamiento naval del cabo de Santa María
en 1780, logra liberar el navío SanJulián que estaba en poder de los ingle­
ses, y llevarlo a Cádiz, por lo que fue ascendido a teniente de navío.

En septiembre de 1782 participó en el asedio a Gibraltar con las baterías


flotantes inventadas por el francés D'An;on. Al incendiarse éstas, Malaspina
tuvo un papel destacado en el salvamento de náufragos y heridos, siendo
ascendido a capitán de fragata.

En enero de 1783 embarcó en la fragata Asunción con destino a Filipinas


para comunicar el cese de las hostilidades a la colonia. Lo ruta seguida fue
otra vez por el cabo de Buena Esperanza tanto a la ida como a la vuelta;
esta derrota presentaba menos problemas que la del cabo de Hornos, pues
evitaba la presencia de buques ingleses en el Atlántico.

En el año de 1784 fue admitido en el curso de Estudios Mayores en la Aca­


demia de Guardiasmarinos a los órdenes de Vicente Tofiño de San Miguel,
además de ser nombrado teniente de la Compañía de Guardiasmarinas.
Del curso de Estudios Mayores procederían la mayoría de los oficiales que
participaron en lo expedición Malospina. La finalidad era adiestrarlos en
la navegación astronómica, para lo que se les enseñaba el empleo de los
cronómetros marinos, el modo de hallar la variación de la agu¡a por lo ob­
servación de1 azimut, lo obtención de la latitud y la construcción de cartas
náuticas haciendo uso de los nuevos cronómetros marinos.

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A pesar de su fulgurante carrera militar o precisamente por esto, sus ideas y opinio­
:ies librepensadoras, que al parecer no ocultaba, le acarrearon que la Inquisición
:e abriera un proceso, que quedó en suspenso entonces, pero del que resultó con­
denado el 5 de marzo de 1795, cuando ya había caído en desgracia.

Con este bagaje científico Malaspina fue enrolado en 1786 para mondar lo
:ragoto Astrea de la Compañía de Filipinas, empresa mercantil creada al calor
del decreto de libre comercio de Carlos 111, que tenía el privilegio de contratar
en algunas ocasiones, fundamentalmente en momentos bélicos o prebélicos,
:J oficiales de marino cualificados para que mandaran sus barcos. La derroto
oropuesta de Cádiz o Manila, a través del cabo de Hornos con atraque en
::1 Callao, volviendo de Manila por el cabo de Bueno Esperanza, se realizó
en 21 meses, entrando en Cádiz el 18 de mayo de 1788 en tiempo récord y
cnn los objetivos cumplidos.

, 1o cabe duda que este viaje supuso una magnífica experiencia para Malaspi­
'lO que, sin duda, le ayudó a planear y organizar su expedición y sería también
.... na ventaja para aspirar a comandar el viaje «científico y político alrededor del
7nundo» que el gobierno español estaba intentando poner en marcha.

Ó U\ EXFEDICIÓIT TII\LI\SFIITI\

[>: C�.Drz n I\rnruLco


:1 30 de julio de 1789 salieron ambas corbetas de Cádiz con dirección al Río
ce la Plata. Llegaron a Montevideo el 20 de septiembre y enseguida empezaron
'os levantamientos cartográficos; además se reconoció la región del Gran Chaco,
riobitado por tribus rebeldes, y los zoólogos clasificaron 500 especies, algunas
desconocidas. En noviembre alcanzaron la Patagonia, donde en Puerto Desea­
ao entraron en contacto por primera vez con los patagones y donde Pineda y
,'v\alaspina estudiaron sus costumbres. En diciembre llegaron a Puerto Egmont en
as islas Malvinas, realizando importantes levantamientos cartográficos y estudios.
::n la embocadura del estrecho de Mogollones reconocieron el bajo Sarmiento,
el cabo del Espíritu Santo, Tierra del Fuego y entrada del estrecho de Le Maire.
Pasaron al Pacífico por el cabo de Hornos en una navegación placentera y exenta
de riesgos, y en febrero de 1790 entraron en el puerto de San Carlos de Chiloé,
donde se separaron las dos corbetas por primera vez. La Descubierta permane­
ció en puerto levantando un plano y estudiando las estrellas del hemisferio sur,
mientras la Atrevida se dirigió a Valparaíso para levantar cartas de la costa. En
marzo de 1790 se reunieron en este puerto, donde embarcó en la Descubierta
el naturalista checo Tadeo Haenke, que no había llegado a tiempo de embarcar
en Cádiz. El l 8 de abril de 1790 llegaron a Coquimbo, donde establecieron
con toda exactitud la longitud de este puerto para que les sirviera de referencia

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en la costa pacífica como habían hecho en la costa atlántica con la longitud de
Montevideo, y donde levantaron muchos planos. Esta estancia también fue muy
fructífera para los naturalistas y pintores pues tuvieron tiempo de herborizar y estu­
diar las características físicas del terreno. Al salir de Coquimbo, por segunda vez
se separaron las corbetas y, mientras la Atrevida levantaba la costa de Copiapó,
morro de Acari y Arica, la Descubierta levantaba las islas de San Félix y el plano
del Callao, reuniéndose ambas corbetas en este puerto a finales de mayo.

En mayo entraron en el puerto del Callao de Lima. Allí montaron el observatorio


en las afueras de la ciudad, emprendiendo los trabajos astronómicos previos
a las cartas náuticas, mientras los naturalistas realizaron sucesivas excursiones
para recoger muestras del suelo, flora y fauna de la zona. En Lima, Malaspina
despidió al pintor José del Pozo por su indisciplina y falta de rendimiento en el
traba¡o.

Cinco meses se demoraron en Lima, capital del virreinato del Perú, El Callao y
Guayaquil, pues además de los exhaustivos trabajos científicos que llevaron a
cabo, las corbetas debían repararse, aprovisionarse, y ordenar los materiales
científicos recogidos hasta entonces para enviarlos a España. José Cardero,
que había embarcado en Cádiz como simple marinero, recibió el encargo de
sustituir al pintor Pozo, empezando a realizar vistas de Guayaquil y dibujos zoo­
lógicos, ayudando a Antonio Pineda.

Una vez pasada la estación de las lluvias, el 20 de septiembre de 1790 las cor­
betas largaron amarras rumbo a Acapulco en el virreinato de Nueva España.

El 16 de noviembre llegaron a Panamá, donde había un particular interés en


levantar una carta fiable para enlazar con los resultados de la comisión que iba
a realizar Joaquín Francisco Fidalgo en Tierra Firme. Distintos oficiales hicieron
las tareas de medición y observaciones astronómicas y Bauzá levantó el plano
del golfo de Panamá y sus islas.

Por tercera vez se separaron las corbetas en su navegación y la Atrevida navegó


directamente a Acapulco y San Bias, para organizar la campaña de la costa
noroeste del próximo verano. Por su parte, la Descubierta se dirigió al puerto del
Realejo y levantó una carta del puerto, aunque los vientos contrarios les impidieron
reconocer las costas de Soconusco, Tehuantepec y Aguatulco, tareas que más
tarde acometió Salvador Meléndez Bruna por orden de Malaspina.

En marzo de 1791 llegó la Descubierta a Acapulco, después de una navega­


ción complicada, y un poco más tarde la Atrevida, de regreso de San Bias. Una
vez juntas las corbetas en Acapulco, se produjo la incorporación de Ciriaco
Cevallos y José Espinosa y Tello, que habían viajado desde España a Méjico.
Espinosa se incorporó a la Descubierta que tuvo una actividad más destacada
en la labor hidrográfica de la expedición. A))í comenzó una fructífera labor en
equipo entre este oficial, encargado de las tareas astronómicas, y Felipe Bauzá

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en su faceta de piloto y cartógrafo, que se prolongó luego en la recién creada
Dirección de Hidrografía hasta la muerte de Espinosa en 1815. En Méjico,
Guío, el otro pintor enrolado en la expedición, es desembarcado pues Malas­
pina consideró que al ser exclusivamente un pintor botánico necesitaba alguien
más versátil para acometer toda clase de encargos pictóricos. Asimismo, Tomás
Suria, valenciano que trabajaba en la Casa de la Moneda de Méjico, fue con­
tratado para hacer la campaña del noroeste, hasta que llegasen los dos pintores
italianos, contratados por Malaspina. Suria empezó a trabajar ayudando a An­
tonio Pineda en dibujos zoológicos, pero enseguida destacó en la realización
de una impresionante vista del puerto de Acapulco en color, aunque luego se
especializó en retratos, sobre todo de indígenas.

Finalmente llegaron los pintores italianos a Acapulco; Fernando Brambila, con


toda seguridad el mejor de los pintores con los que contó la expedición en sus
cinco años de viaje, se dedicó a realizar las vistas de los puertos de Filipinas,
Sidney Parramata, Vavao, Lima y Buenos Aires. Por su parte, Juan Ravenet,
contratado por su amistad con Malaspina, se incorporó a la Descubierta y se
dedicó en cada lugar donde atracaban a la representación de tipos humanos
tomados del natural, con un interesante valor etnológico, además de la plasma­
ción de ritos, danzas y retratos de los indígenas de las islas de Vavao.

En abril de 1791 había recibido Malaspina órdenes de la corte española de


anticipar la campaña del noroeste, evitando ir a las islas Howai, que era el
primitivo plan de Malaspina, poro comprobar las noticias que ese mismo año
había dado Buoche en la Academia de Ciencias de París que aseguraban
que Ferrer Maldonado, marino español del siglo XVI, había encontrado una
comunicación que unía el Atlántico al Pacífico o la altura de 60 grados latitud
norte y que los españoles lo mantenían en secreto. El comandante Malaspina
se puso en camino hacia el norte. Subieron hasta lo bahía de Bering, monte
San Elías e isla de Kayes hasta el cabo Hinchinbrook, en la entrada de la
isla del Príncipe Guillermo que ya había sido reconocida el año anterior por
Salvador Fidalgo. No se encontró ningún indicio del famoso paso a los 60
grados de latitud norte. Al descender recorrieron la costa desde Mulgrave
hasta Nutka, determinaron la latitud de Nutka con ayuda de instrumentos de
precisión y reconocieron sus canales, saliendo por la bahía de la Esperanza
y demostrando que Nutka era una isla. Con estos reconocimientos quedó
definitivamente demostrada la inexistencia del paso de Ferrer Maldonado
a 60 grados de latitud norte. No se pudo reconocer en esa campaña el
estrecho de Juan de Fuco, persistiendo la duda sobre si la internación de sus
canales comunicaba con el Atlántico. El 28 de agosto del mismo año salieron
de Nutka y fueron reconociendo y levantando la costa hasta Monterrey y el
cabo San Lucas.

A la campaña del noroeste no fueron todos los integrantes de la expedición, pues


se quedó Alcalá Galiano, junto con algunos oficiales, en la ciudad de Méjico
para ordenar los materiales astronómicos. Antonio Pineda, por su parte, estaba

21
•· . ª .,u,,��mm1mumu1.1Ju :.!.!..; 1!1 1 H

encargado de un estudio sobre la naturaleza mejicana comparándola con la de


América meridional. El cambio del plan del viaje y los resultados negativos de
la búsqueda del poso del noroeste molestaron mucho o Molospino que lo hizo
explícito en su diario, pues lo consideraba una imposición política.

El 1 3 de septiembre la expedición española recoló, en el puerto de Monterrey,


situado entre los ciudades de Son Francisco y Los Angeles, poro que las tripu­
laciones se repusieron del incómodo viaje; allí recogieron datos de las tribus
indias y se enteraron del paso por lo misión del navegante francés Loperouse.

Se produjo entonces la cuarta separación de las corbetas y, mientras la Atrevida


hacía mediciones en el cabo Corrientes, la Descubierta iba a reparar o Acapulco.

En el puerto mejicano se completaron las observaciones hechas en los meses an­


teriores, obteniéndose unos resultados cartográficos verdaderamente importantes
de una costa y sus accidentes mal conocidos por los españoles, gracias a la
cualificación del personal técnico y o los modernos aparatos de precisión con
los que contaban.

Propuso entonces Malaspina al virrey mejicano Revillagigedo que el verano si­


guiente mandase las goletas Sutil y Mejicana, que se acababan de construir en
Son Bias, o terminar lo compaña del noroeste que él no pudo finalizar, yo que
el estrecho de Juan de Fuco había quedado sin explorar. Para tal fin proponía
enviar a dos de sus oficiales: Dionisio Alcalá Galiana y Cayetono Valdés con
Juan Vernacci y Secundino Salamanca, como segundos, y Tomás de Suria y José
Cardero, como dibujantes. Lo propuesto fue aceptado y salieron las dos goletas
de Acapulco en marzo de 1792, separándose definitivamente estos oficiales de
la expedición Malospina que continuó su viaje hacia Filipinos.

La Sutil y Mejicana, después de repostar en Nutko, subieron al puerto de Núñez


Goono, en lo parte norte del estrecho de Fuco, donde encontraron a Salvador
Fidalgo que iba a formar allí un establecimiento. Exploraron exhaustivamente
todos los canales e islas en eso porte del estrecho, en el que se encontraron
con Vancouver, que hacía lo mismo por orden de su gobierno. Al comprobar
que tampoco existía un poso al noroeste, salieron por la parte norte de la isla
de Vancouver y hollaron un puerto, que bautizaron con el expresivo nombre de
puerto Desengaño, del que existe una preciosa visto.

Este viaje fue editado en 1802 con abundante cartografía paro adelantarse o la edi­
ción del viaje de Vancouver, y no sufrió los avatares del resto de la documentación.

Dt Jlrnrm.co 11 f1mmn
Una vez finalizado \a compaña del noroeste, salieron las corbetas de Acapu\co
el 20 de diciembre de 1791 para hacer la campaña del Pacífico; el 1 l de
enero llegaron o la isla de Guam, en los islas Marianas, y, ante la imposibilidad

22
de fondear en el puerto de Agaña ni en el de San Luis de Apra, establecieron el
observatorio en la rada de Umatag, haciendo diversos levantamientos.

El 24 de febrero hicieron la derrota para las Filipinas, donde realizaron una


intensa labor zoológica y botánica, pero sobre todo cartográfica, pues estas
:slas no habían sido nunca objeto de levantamientos cartográficos sistemáticos.
levantaron el plano de Sorsogon y del estrecho de San Bernardino, fundamental
para lo navegación de las flotas. El 26 de marzo levantaron el plano de la barra
de Manila. A continuación la corbeta Descubierta, en su quinta separación de
o Atrevida, cartografió la costa occidental de la isla de Luzón, mientras su com­
oañera se desplazó a Macao para hacer experiencias del péndulo invariable.
Todo esto combinado con los trabajos de los naturalistas.

_a actividad en las Filipinas se completó con el plano de la bahía de Manila, le­


vantado por Bauzá, y que Ala Ponzoni situó astronómicamente. Francisco Javier
de Viana levantó las costas de Pangansinán, llocos y Cagayán. Malaspina, la
costa oriental de Luzón desde Maubán hasta el cabo de San lldefonso. El piloto
uan Maqueda levantó la contra costa de Luzón, costa de la isla de Catan­
duanes y entrada de San Bernardino.

Ante la imposibilidad de demorarse más en aquel archipiélago, Malaspina comi­


sionó a los pilotos Juan Maqueda y Jerónimo Delgado para que en una goleta
explorasen y levantasen la carta de las islas Bisayas, desembocadero de San
Juanico y la isla de Mindanao. Durante la estancia en Filipinas ocurrió la muerte
de Antonio Pineda, donde está enterrado.

�I 15 de noviembre de 1792 salieron las corbetas de Manila y trazaron las


cmtas de las costas occidentales de Mindoro, Panay, Negros, Mindanao y rada
de Zamboanga. Avistaron las islas de Erromán y Anaton, las más orientales del
archipiélago de las Nuevas Hébridas y levantaron el plano de Dusky Bay en el
extremo meridional de Nueva Zelanda.

en mayo de ese año llegaron a Australia, donde fueron muy bien recibidos_por
los ingleses y Bauzá realizó un plano de bahía Botánica y puerto de Jackson.
De allí prosiguieron viaje hasta el archipiélago de Vavao, en el archipiélago de
las Tonga, que ya había sido visitado por el marino español Francisco Antonio
Mourelle. Permanecieron dos semanas, levantaron algunos planos y tomaron
posesión de esta isla para España.

Sin avistar islas y con las tripulaciones enfermas, llegaron al Callao de Limo
el 23 de julio de 1793; allí desembarcó Luis Née para seguir a pie sus investi­
gaciones botánicas hasta llegar a Buenos Aires para reunirse con las corbetas.
Lo mismo debía hacer Haenke, yendo por tierra a Buenos Aires, recorriendo
Huancavelica, Cuzco y Potosí. En Lima, Malaspina recibió la noticia de la guer­
ra de la coalición contra la Francia revolucionaria, declarada el 23 de marzo
de 1793, que le planteó algunas disquisiciones filosófico-políticas.
El 15 de febrero de 1794 llegaron a Montevideo tras una peligrosa navegación
a través del estrecho de Mogollones; tras reconocer las islas Aurora y las islas
de Diego Ramírez, recalaron nuevamente en las Malvinas donde permanecieron
completando los levantamientos de sus puertos.

Allí el comandante recibió la orden de navegar desde Montevideo a Cádiz en


convoy con otros buques españoles como protección contra la flota francesa.
Llegaron a Cádiz sin ningún contratiempo el l 8 de septiembre de 1794.

7 ITESULTJ\DOS DE LJ\ rxrrDICIÓTI


Como ya se ha puesto de relieve en numerosos estudios de estos últimos años,
la expedición Malaspina fue el máximo empeño científico de los gobernantes
ilustrados españoles de finales del siglo xv111; el instrumento para llevar a cabo
este vasto plan científico-político fue la Marina española que atravesaba por un
efímero momento de magnifica preparación técnica y humana.

La amplitud de las tareas científicas abordadas causa asombro: astronomía náuti­


ca, hidrografía, botánica, zoología, mineralogía y estudio comparado del suelo,
minería y sus técnicas, estudios sobre historia prehispánica, farmacopea, salu­
bridad ambiental, comunicaciones, acuñación de moneda, urbanismo, tráfico
marítimo, aduanas, construcción naval, pesca, fortificaciones y defensa, censos
eclesiásticos y de población, un exhaustivo estudio físico-geográfico y represen­
taciones artísticas de ciudades, plantas, animales y tipos humanos de cuantos
lugares visitaron.

Uno de los elementos que contribuyó en gran medida a los óptimos resultados
obtenidos se debe al rigor científico con el que se realizaron; las distintas co­
misiones desarrollaron sus tareas con arreglo a los últimos descubrimientos eu­
ropeos y a las más modernas técnicas de cada materia. Previamente se habían
realizado consultas a sabios y científicos europeos; entre estos consultas desta­
can las realizadas a la Academia de Ciencias de Londres, París, Turín, Módena
y Ferrara. Al capitán King, a Banks, Dalrymple y Aubert entre los británicos; a
Lalande y Berthoud entre los franceses. Durante el viaje se mantuvieron consul­
tas con los observatorios astronómicos de Brera, Milán, París y Greenwich.

Para recabar datos de los virreinatos que visitaban recurrieron a cuestionarios,


exhaustivas encuestas con datos de todo tipo. Todo ello, más las noticias re­
cogidas in situ por los integrantes de la expedición, constituiría el núcleo de
la «memoria política de los virreinatos » que era una de las finalidades del viaje.
La otra finalidad era sin duda alguna la hidrografía, en la que, según Dolores
Higueras, la expedición trabajó con visión de futuro, estudiando de forma inte­
gral el medio marino (hidrografía, vientos, mareas, salinidad, temperatura del
agua, etc.), por lo que fue la primera expedición oceanográfica española.

24
Lo alto cualificación de las dotaciones, el buen entendimiento que reinó entre
los dos comandantes y la armonía de la convivencia entre los tripulantes durante
el viaje, además de los facilidades proporcionados por las diversos autorida­
des ultramarinos, ovalan la calidad y fiabilidad de este impresionante bagaje
documental, cuyo fin práctico ero la publicación de los trabajos hidrográficos,
zoológicos y físico-geográficos 1 reservando la documentación político poro co­
nocimiento exclusivo del gobierno.

Los áreas de especial interés estratégico poro lo corona española de entre las
que recorrió la expedición son dos: la costa noroeste de América y el Pacífico
sur. En la costa noroeste rusos 1 franceses e ingleses luchaban denodadamente
por acrecentar su presencia en esa zono 1 pues ya habían recalado importantes
expediciones europeas que precedieron a la española. Espoña 1 por su porte,
pondrá todos los medios a su alcance para estar presente en un escenario que
consideraba una prolongación del virreinato de Nueva España, a través de Ca­
lifornia y las provincias de Sonoro y Sinaloa y, sobre todo 1 desde el apostadero
de Son Bias. La llegada a la zona, de la más importante expedición político­
científica española y los reconocimientos que realizó 1 la preciso cartografío que
produjo 1 desechando la existencia del buscado poso del noroeste 1 supuso una
toma de posición política en un territorio estratégico. Las descripciones antropo­
lógicas 1 zoológicas 1 botánicos y artísticos que se obtuvieron de esa zona fueron
un importante aporte científico en un territorio desconocido 1 donde convergían
los intereses de los grandes imperios marítimos de lo época. Además de los
resultados yo citados, Malaspina elaboró memorias relativos al examen político
de las costas del noroeste, sobre la descripción física 1 sobre el comercio de las
pieles de nutria 1 y un informe sobre la elección de un puerto en lo costa noroeste
para la reunión de las fuerzas novales en el Pacífico, decantándose por Acopul­
co 1 debido a las malas condiciones de todo tipo que padecía el apostadero de
San Bias.

También 1 como hemos indicado anteriormente 1 los trabajos de la expedición se


centraron de forma particular en el Pacífico, tanto de la costa americano como
de las posesiones españolas, portuguesas y británicas del Pacífico sur. Los traba­
jos más importantes y exhaustivos se llevaron a cabo en el puerto de Humatac,
en la isla Guam, isla de Samor1 Sorsogon y1 especialmente 1 en Manila, donde,
además de las observaciones astronómicas y cartas de toda la isla de Luzón, el
botánico Née visitó las provincias de Albay1 Camarines 1 Tayabos y La Laguna.
Tadeo Haenke reconoció y estudió la botánica de la costa norte de Luzón 1 mien­
tras Pineda reconocía la parte central en unión de Cuéllor. Se recogió abundante
documentación de tipo político, económico y geográfico 1 además de variados
documentos gráficos de sus habitantes.

En los establecimientos extranjeros destacan las observaciones astronómicas y


dibujos que hizo la corbeta Atrevida en Macao. En Nueva Zelanda y Australia
se hicieron también distintos levantamientos cartográficos, observaciones astro­
nómicas, excursiones botánicas en el puerto Jackson y la bahía Botánica, así

25
como dibujos de los naturales, vistas de ciudades y noticias del estado físico,
político y administrativo del establecimiento inglés. Toda esto documentación se
encuentra en el Museo Naval de Madrid.

La publicación final, con arreglo al plan redactado por Malaspina a su regreso,


hubiera colocado a esta empresa ilustrado al mismo nivel que las expediciones
acometidas por otros nociones europeas y la utilidad social, política y científica
para España hubiera sido incuestionable.

Los ideas liberales y reformistas del comandante Molospina respecto a la ad­


ministración de las colonias le enfrentaron o Godoy, le enviaron a la cárcel e
hicieron imposible la publicación de los resultados de tan gran empresa.

Ln cmtTOGITI1rÍJí r LI\S COf1ISIOílES cmtrOGITJ\rrrns


La expedición no fue un proceso lineal ni exento de contratiempos y en algunas
ocasiones no pudo cumplirse el detallado plan del viaje que estaba programa­
do. Por esto rozón, el propio comandante organizó unas subcomisiones, des­
gajadas de la expedición, para completar los levantamientos que por diversas
razones no se pudieron abordar. Casi todas se llevaron o cabo durante los
cinco años que duró la expedición, de manera que cuando Malaspina inició el
plan de publicación en Madrid ya contaba con la documentación de estas sub­
comisiones, excepto la de la Sutil y Me¡icana que estaba en manos de Alcalá
Galiana.

Éstas fueron:

a) Comisión del piloto José de la Peña con el bergantín Carmen a la exploración


de la costa patagónica argentina, río de Santa Cruz y Gallegos. 1789-1790.
b) Comisión de Juan Gutiérrez de la Concha al golfo de San Jorge en la Pata­
gonia argentina. 1794-1795.
c) Expedición de las goletas Sutil y Me¡icana al reconocimiento del estrecho
de Juan de Fuco en la costa noroeste de la América septentrional. 1792.
d) Comisión de las islas Bisayas y estrecho de San Bernardino por los pilotos
Juan Maqueda y Jerónimo Delgado. 1792-1793.
e) Viaje de Espinosa y Tello y Bauzá desde Valporaíso hasta Buenos Aires atrave­
sando los Andes. Estuvo motivada por la mala salud de ambos oficiales que
les impidió continuar la navegación. Generó abundantes investigaciones y una
carta hecho por Bouzá del camino de Valparaíso o Buenos Aires. 1794.
f) Comisión del comandante Meléndez Bruna al golfo de Fonseca o Amapola
en Honduras a bordo del bergantín Activo; fue realizado para completar los
levantamientos de esa parte de la costa, ya que no se pudieron hacer por
falta de tiempo. Tuvo lugar desde noviembre de 1793 a febrero de 1794.

26
Relación de cartas manuscritas según su lugar geográfico
-------

1) Puerto de Montevideo y río de la Plato (13 cartas). Levantadas en 1789 y 1794.


2) Potogonio oriental (30 cartas). Carta esférica de la América meridional. Carta esférica de
ambas costos patagónicas. Comisión del piloto Peña en el bergantín Carmen. Comisión
de Gutiérrez de la Concha en el golfo de San Jorge.
3) Islas Malvinas (6 cartas). Levantadas en 1789 y 1793.
4) Chile y Patagonia occidental (20 cartas). Cartas esféricas de los costas chilenas. Cartas
del estrecho de Mogollones y Tierra del Fuego. Paso de los Andes desde Volparaíso a
Buenos Aires.
5) Costas del Perú y Ecuador (15 cartas). Cartas esféricas de las costas del Perú y Ecuador.
Planos de Callao y Guayaquil.
6) Costas de Centroamérica, Panamá y Acopulco (14 cartas). Cartas del Darién, golfo
de Panamá, archipiélago de los Perlas. Cartas de Nicaragua, Golfo Dulce a Panamá.
Planos de Pto. Pericó, Tobago, Realejo, Acapulco. Carta esférica de Golfo Dulce
a Son Bias.
7) Costos desde Sonsonate o Acopulco ( l O cartas). Levantadas por el bergantín el Activo
al mondo de Salvador Meléndez Bruno en 1794: Puerto Escondido, ensenado de Los
Ángeles, puerto de Sacrificios, Aguatulco, surgidero de Ayutla, Las Salinas, Tehuantepec
y Sonsonate y el golfo de Fonseca o de Amapola en Honduras.
8) Costa noroeste de Américo y Californio (39 cartas). Corta esférica de los reconocimien­
tos hechos entre los paralelos 57º y 60º , 30' latitud norte. Carta esférico de cabo Engaño
a Montagu. Planos del puerto Desengaño, puerto Mulgrave, puerto Santo Cruz de Nutko,
bohío de Bueno Esperanza. Carta del estrecho de Juan de Fuco, de lo Antigua y Nuevo
Californio. Plano de Monterrey.
9) Filipinas (37 cartas). Carta esférica de lo isla de Luzón. Planos de Sorsogon, Polapa,
Sisiron, Manila. Carta del estrecho de Son Bernardino y del de Son Juanico.
1 O) is/os Marianas (4 cartas). Carta esférico de las islas Marianos. Planos de la ensenado de
Apra, Humatac, San Luis de Apro.
11) Australia (4 cortos). Corto de las costos de bahía Botánica. Planos de Sidney Cowe,
puerto Jockson.
12) Vovao, islas Tonga (3 cartas). Carta del archipiélago de Dovoo. Plano del puerto del
Refugio.

Total de cortas manuscritos, 195


Total de borradores, 208
Total cartas grabadas, 27
Total cortos grabados de la Sutil y Mexicano, 9
Total de perspectivas de costas, 361

27
L!i DOCUf1EI1T!iCIÓfi IC0I10GITJ\rirn Y LOS FlílTOKES DE Lñ rKFEDICIÓI1
Aunque fueron varios los pintores que intervinieron en el transcurso de la expedi­
ción, solamente dos fueron contratados oficialmente al inicio del viaje, José del
Pozo y José Guío. Este último fue contratado como pintor de plantas del natural
con conocimientos suficientes en disección de aves y cuadrúpedos. Ya hemos se­
ñalado que fue despedido por Malaspina en Acapulco, urgido por la necesidad
de tener en la expedición un pintor no especializado que pudiera abordar otras
facetas pictóricas. Los dibujos de plantas, peces y aves de la etapa americana
de la expedición proceden de su paleta.

José del Pozo fue contratado como pintor de perspectivas y a él se le deben los
retratos de los naturales de puerto Deseado y vistas de diversos lugares de la
costa patagónico. Fue desembarcado en El Callao por su indisciplina y falta de
rendimiento en el trabajo.

Al quedarse la expedición sin pintores y hasta que llegaran los nuevos contratados
a Méjico, fue encargado de esta labor José Cardero, que había embarcado en
Cádiz como simple marinero. Su trabajo se inició en Guayaquil y continuó en
Panamá donde realizó vistas de las ciudades y dibujos zoológicos. Cuando llegó
el nuevo pintor Tomás Suria, valenciano afincado en Méjico, Cardero progresó rá­
pidamente y ambos son contratados paro la expedición de las goletas Sutil y Me­
jicana. A Cardero le debemos las perspectivos de puertos, sepulcros, ceremonias
y encuentros con los naturales, además de retratos, algunos copiados de Suria.

Tomás de Suria fue contratado en Méjico, donde trabajaba en la Casa de la


Moneda, por el virrey, a petición de Malaspina que quería desprenderse de
Pozo. Fue enrolado en San Bias en la dotación de la Descubierta. Realizó las
dos campañas a la costa noroeste y se distinguió en los retratos de los habitantes
de Mulgrave y de Nutka, en especial en los retratos de figuras femeninas, casi
todos a lápiz. También fue contratado José Gutiérrez para acompañar a Antonio
Pineda en su expedición por el interior de Méjico. Colaboraciones esporádicas
en el dibujo botánico fueron las de Francisco Lindo y Francisco Pulgar.

Fernando Brombilo y Juan Ravenet, ambos italianos, son contratados por Malaspina
en marzo de 179 l para que cubriesen las bajas de los dos pintores despedidos,
ya que Cardero y Suria estaban destinados al viaje de las goletas. Se cumplía así el
deseo de Malaspina de tener en la expedición pintores italianos con conocimientos
de la perspectiva, deseo que le fue vedado por las órdenes del gobierno que prefi­
rió surtirse de españoles antes que contratar a extranjeros en la expedición.

Los documentos gráficos realizados durante la expedición son testimonios artísti­


cos del estado de ciudades, puertos e infraestructuras de los lugares recorridos,
pero también son documentos de valor etnográfico complementario a la infor­
mación acopiada por la expedición de los pueblos indígenas o los «naturales»
como eran designados.

20
Por último las representaciones pictóricas de la fauna y la flora son documentos
científicos muy valiosos que complementan \os miles de folios de descripciones y
pliegos botánicos recogidos en todo el viaje.

La calidad media de los dibujos es buena, pero es el italiano Brambila, espe­


cializado en perspectiva, como ya hemos mencionado, el mejor artista de la
expedición, su carrera posterior así lo atestigua, pues fue nombrado en 1799
pintor arquitecto de la Real Cámara en Madrid. A ello se debe que en las
colecciones reales se guarden bellísimos grabados de los Reales Sitios salidos
de su pincel.

La expedición produjo casi mil dibujos en distintas fases de acabado y varios


óleos con un incuestionable valor documental. En el Museo Naval se conser­
van 354 dibujos zoológicos y tipos y vistas de gran calidad y diversos borrado­
res y apuntes que pasaron al Museo en 1933 cuando se trasladaron los fondos
de la extinta Dirección de Hidrografía en la calle de Alcalá. También esta institu­
ción conserva láminas de cobre abiertas sobre dibujos originales de este viaje.

En el archivo del Real Jardín Botánico de Madrid se conserva la práctica totali­


dad de dibujos botánicos de la expedición, junto con los trabajos de los botá­
nicos Née y Haenke.

Al Museo de América fueron a parar una serie de dibujos que estaban en


poder de los descendientes de Felipe Bauzá, procedentes de los fondos de la
Dirección de Hidrografía que este marino se llevó a Londres cuando se exilió.
En 1952, tras infructuosas gestiones del Museo Naval, fueron vendidos al his­
panista Carlos Sanz que los cedió en 1961 al Museo de América donde se
conservan actualmente.

Una pequeña parte de los dibujos de la colección Bauzá, relativa a Argentina y


Chile, fue adquirida por el argentino Bonifacio del Carril que cedió los de Chile a
Armando Braun Menéndez. Cuatro dibujos de esta serie con vistas del presidio y mi­
sión de Monterrey fueron adquiridos por el coleccionista estadounidense Honeyman
y cedidos posteriormente a la Biblioteca Brancoft, de la Universidad de California.

Por último, ocho dibujos con representaciones de la estancia en Vavao fueron


comprados por el Sr. Ettinghause que, a su muerte, fueron donados a la Biblio­
teca Mitchell de Sídney.

O rnocrso r nurnrr nr nnLnsrmn


Una vez desembarcados en Cádiz, los miembros de la expedición fueron muy
bien recibidos. El 7 de octubre escribió Malaspina al ministro de Marina, An­
tonio Valdés, sobre la conveniencia de reunir en Madrid a los más destacados

29
miembros de la expedición y ordenar los resultados de la misma. Pedía tam­
bién permiso para solicitar una entrevista con el Rey para él y para José de Bus­
tamante. Todas sus peticiones fueron aceptadas, de manera que el 7 de di­
ciembre de 1795 Alejandro Malaspina, José Bustamante y Guerra, Dionisio
Alcalá Galiano y Ciriaco Cevallos fueron presentados a los Reyes (Carlos IV) en
El Escorial por don Antonio Valdés, con toda clase de honores. Esta ceremonia
fue recogida en la Gaceta de Madrid de 12 de diciembre de 1794, con una
amplia explicación del viaje, posiblemente suministrada por el propio Malaspi­
na, y constituye la primera noticia que llegó al público de esta gran expedición
ilustrada promovida por la Marina. Posteriormente, Malaspina pidió y obtuvo
para todos los tripulantes diversas clases de recompensas, siendo él nombrado
brigadier de la Armada 1•

Malaspina en Madrid reunió a algunos oficiales de la expedición para que


le ayudaran a organizar el plan de publicación del viaje que iba a pagar el
Consulado de Cádiz. Ala Ponzoni se encargaría de organizar los derroteros
y Felipe Bauzá de grabar las cartas, mientras Vernacci terminaría de hacer los
cálculos astronómicos. En total se proyectaba publicar 7 tomos, 70 cartas náu­
ticas y 70 láminas de dibujos con un presupuesto de 2.000.000 de reales.
Estos tomos se agruparían en la narración del viaje, la descripción física de
los territorios visitados, y el examen político de los virreinatos. Para ayudar a
la redacción se nombró un asesor literario, el padre Manuel Gil, clérigo menor
de Sevilla.

Sólo catorce meses después Malaspina es arrestado en Madrid, procesado, en­


carcelado y por último desterrado de por vida de su país adoptivo. ¿Qué había
pasado en este corto lapso de tiempo?

Para trotar de comprender la caída del héroe hemos de hacer un breve repaso
en la evolución del pensamiento político de Malospina.

g rrnsnn1nno r0Lí11co nr nnLnsnnn


Como ya hemos señalado a lo largo de este estudio, la expedición de Malos­
pina y Bustamante tendría desde el principio un importante componente político
expresado en el plan del viaje que se presentó o Valdés en 1 O de septiembre
de 1788. Pretendía «la investigación del estado político de la América, así
relativamente a España como a las naciones extranjeras». Esto incluía el estado
del comercio, la facilidad o dificultad para resistir una invasión enemiga; la si­
tuación de los puertos, etc. Toda esta parte política debería ser reservado poro
que el gobierno la utilizase como juzgase conveniente.

Actualmente sería contralmirante.

30
Una vez autorizado este plan, la propuesta política se perfila y se amplía de
forma más precisa en los «Axiomas políticos sobre la América» presentados al
Rey a través de Valdés y que debió redactar entre enero y febrero de 1789.
Fueron enviados a Valdés por vía reservada el 27 de febrero. Los puntos clave
de estos axiomas políticos son:

Importancia del sistema religioso en la conservación de América.

Análisis de los diversos y opuestos intereses de la Monarquía Española.

Sistema de comercio entre España y América que se extiende a analizar la


explotación de metales preciosos como la plata y las manufacturas españolas
a América.

Análisis de la administración de las colonias españolas y sus defectos.

Conflicto de las potencias marítimas extranjeras en el Pacífico y la real ame­


naza que supone al imperio español.

Durante los cinco años del viaje, Malaspina va mostrando tanto en los docu­
mentos oficiales como en las cartas particulares, sobre todo a su amigo Paolo
Greppi, su ideario político respecto a la administración de la América Española.

a) Creencia rusoniana de un modelo de equilibrio natural representado por la


naturaleza.
b) Crítica del mercantilismo como algo contrario a la justicia.
c) Conveniencia de concentrar los sistemas defensivos en zonas claves,
abandonando el desgaste y la ineficacia que supone asegurar grandes
extensiones territoriales.
d) Necesidad de reorganizar los dominios americanos en una «federación de
estados » agrupados en tres grandes áreas: América del Norte, América del
Sur e islas del Pacífico que dependerían de la península tan sólo en lo tocante
al sistema militar y religioso.

Malaspina se acerca a la idea de que las colonias deben formar parte activa
del sistema político europeo, con personalidad propia y plena capacidad para
gestionar sus recursos.

El contacto con la realidad americana y la evidencia de los errores de la admi­


nistración metropolitana transformó su propuesta de información reservada para
el gobierno en una propuesta de cambio de contenido extraordinariamente críti­
co y de signo claramente liberal. Ciencia y razón se vieron desbordadas por un
sentimiento romántico-revolucionario, gestado a fo largo del viaje. La convicción
de la bondad de su ideal, unido a su inexperiencia en asuntos cortesanos, pre­
cipitaron el fracaso de su proyecto y su encarcelamiento. Desgraciadamente,
la causa de estado contra Malospina propició verosímilmente la pérdida de

31
sus escritos propiamente políticos que nos hubieran permitido conocer con más
exactitud la evolución de sus ideas políticas y de su ideal reformador.

Malaspina, por otra parte, regresaba a una España diferente de la que dejó, donde
los ministros Floridablanca, Valdés y Arando, que habían sido sus mentores, habían
caído frente al poder del valido Godoy. La Revolución Francesa había tenido lugar
durante su ausencia, el rey francés había sido guillotinado y España estaba en
guerra contra Francia. En este contexto político de reacción a todo lo que provenía
del país vecino, Malaspina redactó unas «Reflexiones relativas a la paz de España
con Francia», dirigidas a Godoy y, sucesivamente, una representación al confesor
del Rey y un memorial a la Reina, proponiendo la sustitución de Godoy por el duque
de Alba; memoriales que cayeron en manos del valido y que le valieron un proceso
a él, al padre Gil y a la marquesa de Matallana, que actuaba de intermediaria, y
que al parecer había filtrado a la Reina varios mensajes de Malaspina.

El marino fue arrestado la noche del 24 de noviembre de 1795. Tras una confusa
causa de estado sin proceso público y donde Malaspina nunca testificó, el asunto
fue zanjado con un decreto del Rey que mondaba que las actas del proceso se
archivaran, la condesa de Motollono fuera expulsada a Italia y el padre Gil des­
terrado a Sevilla. Malaspina fue destituido de sus cargos y empleo en lo Armada,
encarcelado en el castillo de San Antón de La Coruña por 1 O años y un día.

A partir del 20 de abril de 1796 y en un régimen carcelario relativamente


privilegiado Malaspino pasó los años escribiendo sobre diversos temas y mante­
niendo correspondencia libremente con el exterior hasta que, a finales de l 802,
por influencia de su amigo Melzi, vicepresidente de la nueva república italiana,
presidida por Napoleón, fue expulsado a Italia y dado de baja en la Marina.
Murió en Pontrémoli el 9 de abril de 181 O, a los 55 años de edad. La caída de
Malaspina es todo un símbolo del ocaso de toda una generación de ilustrados
y librepensadores que, en otras circunstancias históricos, podrían haber propi­
ciado importantes cambios en la Historia de España.

Factores varios como la decadencia económica, el desastre de Trafalgar, donde


perecieron algunos de los más brillantes oficiales de la época y por el que la
Marina inició su estado de postración que había de durar varios lustros, el fu­
nesto reinado de Fernando VII y el retorno del absolutismo, que envió al exilio a
muchos españoles liberales, entre ellos a muchos marinos, sumieron en el olvido
esta última expedición científica de la España moderna.

1Ü VICISITUDES DE LJ1 DOCUTIEílTJ\CIÓíl


Así pues, los preparativos para la publicación estaban muy adelantados y las
cortas ya grabadas cuando se suspendieron todos los trabajos por la detención
y posterior proceso del comandante Malaspina. Toda la documentación de la

2
sus escritos propiamente políticos que nos hubieran permitido conocer con más
exactitud la evolución de sus ideas políticas y de su ideal reformador.

Malaspina, por otra parte, regresaba a una España diferente de la que dejó, donde
los ministros Floridablanca, Valdés y Arando, que habían sido sus mentores, habían
caído frente al poder del valido Godoy. La Revolución Francesa había tenido lugar
durante su ausencia, el rey francés había sido guillotinado y España estaba en
guerra contra Francia. En este contexto político de reacción a todo lo que provenía
del país vecino, Malaspina redactó unas «Reflexiones relativas a la paz de España
con Francia», dirigidas a Godoy y, sucesivamente, una representación al confesor
del Rey y un memorial a la Reina, proponiendo la sustitución de Godoy por el duque
de Alba; memoriales que cayeron en manos del valido y que le valieron un proceso
a él, al padre Gil y a la marquesa de Matallana, que actuaba de intermediaria, y
que al parecer había filtrado a la Reina varios mensajes de Malaspina.

El marino fue arrestado la noche del 24 de noviembre de 1795. Tras una confusa
causa de estado sin proceso público y donde Malaspina nunca testificó, el asunto
fue zanjado con un decreto del Rey que mandaba que las actas del proceso se
archivaran, la condesa de Matallana fuera expulsada a Italia y el padre Gil des­
terrado a Sevilla. Malaspina fue destituido de sus cargos y empleo en la Armada,
encarcelado en el castillo de San Antón de La Coruña por l O años y un día.

A partir del 20 de abril de 1796 y en un régimen carcelario relativamente


privilegiado Malaspina pasó los años escribiendo sobre diversos temas y mante­
niendo correspondencia libremente con el exterior hasta que, a finales de 1802,
por influencia de su amigo Melzi, vicepresidente de la nueva república italiana,
presidida por Napoleón, fue expulsado a Italia y dado de baja en la Marina.
Murió en Pontrémoli el 9 de abril de 181 O, a los 55 años de edad. La caída de
Malaspina es todo un símbolo del ocaso de toda una generación de ilustrados
y librepensadores que, en otras circunstancias históricas, podrían haber propi­
ciado importantes cambios en la Historia de España.

Factores varios como la decadencia económica, el desastre de Trafalgar, donde


perecieron algunos de los más brillantes oficiales de la época y por el que la
Marina inició su estado de postración que había de durar varios lustros, el fu­
nesto reinado de Fernando VII y el retorno del absolutismo, que envió al exilio a
muchos españoles liberales, entre ellos a muchos marinos, sumieron en el olvido
esta última expedición científica de la España moderna.

1Ü VICISITUDES DE Ll\ DOCUílEI1Tl\CIÓI1


Así pues, los preparativos para la publicación estaban muy adelantados y las
cartas ya grabadas cuando se suspendieron todos los trabajos por la detención
y posterior proceso del comandante Malaspina. Toda la documentación de la

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expedición, que estaba en poder de los redactores de la publicación, quedó
secuestrado en la Secretaría de Estado de Marino por orden de Godoy. Termi­
nado el proceso, la documentación quedó depositada en cajones cerrados,
pasando más tarde o la Dirección de Hidrografía.

La cartografía y los observaciones astronómicas se mantuvieron al margen de


avatares políticos, pues era necesario publicar las cartas y los resultados astro­
nómicos para la seguridad de la navegación. Así pues, en 1795 aparecieron
publicados en la Dirección de Hidrografía dos cartas de los reconocimientos de
la Sutil y Mejicano, y desde 1798 van apareciendo las cartas más necesarias
1

para una segura navegación, que suponen un importante avance científico res­
pecto a las usadas anteriormente.

Una vez procesado Malaspina, los responsables de las distintos disciplinas cien­
tíficas de la expedición intentaron por todos los medios desvincularse del pro­
ceso político y salvar del naufragio sus trabajos. El primer intento conocido es
el de José de Bustamante y Guerra que, en 1796, obtuvo permiso de Godoy
para publicar los resultados de la expedición, pero por parte de las autorida­
des de la Marina se decidió postergar la publicación por su excesivo coste.
En 1800, Espinoso intentó publicar el viaje que realizó con Felipe Bauzá de Lima
o Valparaíso y por la cordillera de los Andes a Buenos Aires para reunirse con la
expedición. No sabemos por qué motivo no se llevó a efectos.

Solamente tuvo éxito Dionisio Alcalá Galiano que en 1802 consiguió que su
comisión al estrecho de Fuco se publicara como Relación del via¡e de las goletas
Sutil y Mexicana al reconocimiento del Estrecho de Fuco, que consta del diario y
de un atlas en el que van incluidos dibujos de los pintores y 7 cartas de la costa
noroeste de América, más 2 que se grabaron y luego se publicaron indepen­
dientes por la Dirección de Hidrografía.

=n 1817, vemos otro intento frustrado pues, con motivo de la entrega, el 23 de


abril de l 817 1 a la Dirección de Hidrografía de una importante documentación
de los hermanos Pineda por parte de sus herederos, se pide informe a Bauzá,
entonces director de dicho establecimiento, y a Fernández de Navarrete, sobre la
conveniencia de publicar la totalidad del viaje de Malaspina. Ambos aconse¡a­
ron la publicación de la parte marítima y observaciones astronómicas, así como
los correspondientes diarios de los naturalistas. En cuanto a las noticias políticos,
mientras Bauzá es partidario de hacerlo, Navarrete considera que han perdido
actualidad y que el estado de insurgencia de las colonias lo desaconsejaba. Era
partidario de hacer un resumen histórico de los viajeros españoles en las costas
visitadas por Malaspina que precediera a la edición de los derroteros. Aunque se
aceptó la idea de Navarrete tampoco en esta ocasión vieron la luz los diarios.

No volveremos a tener noticia de los papeles de la expedición hasta diciembre


de 1827, cuando Martín Fernández de Navarrete remitió a José Duazo el índi­
ce de los legajos pertenecientes a la expedición, que se hallaban depositados

33
ll\ Docunrnmoón nm
El fondo Malaspina del Museo Naval está constituido por 3 .703 documentos,
algunos de ellos de más de 1.000 folios de extensión, l .284 pertenecen a la
correspondencia oficial, órdenes e instrucciones diversas con fechas que van
desde 1788 a l 816. Los diarios de mar y tierra contabilizan 440 documen­
tos; 406 diarios y cuadernos de cálculos astronómicos e hidrográficos; 162
cuestionarios y consultas científicas; 239 documentos copiados de distintos ar­
chivos para la preparación de la expedición; 25 documentos muy relevantes
sobre la historia físico-política de América.

La cartografía suma 886 documentos entre cartas manuscritas y grabadas,


borradores y perspectivas de costa. Todos están perfectamente catalogados e
identificados. Otros archivos nacionales y extranjeros que también tienen docu­
mentación sobre Malaspina son: Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid,
Museo de América de Madrid, Museo de Ciencias Naturales de Madrid , Ar­
chivo Histórico Nacional, Archivo General de lo Marina, Archivo General de
Méjico, Biblioteca Británica, Archivo del Museo Nacional de Praga.

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Las imágenes que se reproducen al final son sólo una pequeña muestra de las
muchas que produjo la expedición en su periplo de cinco años. Están ordenadas
cronológicamente, siguiendo la derroto de la expedición. Aparecen primero las
que realizaron en la costo este de América del Sur, es decir, Río de la Plata, Mon­
tevideo, Patogonia, islas Malvinas. Siguen los dibujos y cartas náuticas hechos en
Chile, Perú, Panamá, Méjico, costa noroeste de América, nuevamente Méjico,
islas Carolinas, islas Filipinas, Macao, Australia, archipiélago de Vavao; y por
último las islas Malvinas y Buenos Aires a la vuelta de la expedición en 1794.

Se incluyen también los retratos de la mayoría de los oficiales participantes, que


se encuentran en el Museo Naval de Madrid, así como representaciones de los
instrumentos de navegación astronómica que utilizaron.

En la primera etapa americana, de Buenos Aires y Montevideo, los dibujos


zoológicos se deben al pintor de la expedición José del Pozo. Posteriormente
este pintor se especializó en vistas perspectivas, como la de puerto Deseado,
Valparaíso y Santiago de Chile, y en retratos, como los de los patagones hasta
su desembarco en el puerto del Callao, todos están aquí recogidos. El segundo
pintor oficial, embarcado en Cádiz, fue José Guío, que se especializó en dibujo
botánico, pero antes de su desembarco en Acapulco realizó algunos dibujos de
animales que aparecen en esta selección.

Una vez desembarcado Pozo, José Cardero, marinero de la Descubierta, tomó


el relevo y realizó diversos dibujos de animales y vistas, entre ellas las de Gua-

Jj
yaquil y el Chimborazo. Cardero también se encargó de hacer retratos de los
indios de la costa noroeste y de los indios de Monterrey, así como la copia de
un dibujo sobre el recibimiento del conde La Pérouse a la misión del Carmelo,
cuyo original fue hecho por De Vancy 2.

Para sustituir a José del Pozo, Malaspina solicitó al virrey de Nueva España
asesoramiento para contratar otro pintor, recayendo la elección en Tomás de
Suria, que se enroló en Acapulco y colaboró con Antonio Pineda en la realiza­
ción de láminas de Historia Natural . Su especialización en el retrato etnográfico
se produjo durante su viaje a la costa noroeste de América, donde realizó los
retratos de los indios de Mulgrave y de Nutka, algunos de ellos aparecen en
esta selección.

José Gutiérrez fue contratado en sustitución de Guío, enfermo de fiebres en


Méjico, para ayudar a Pineda en sus trabajos por el interior del territorio mejicano.
Aquí hemos recogido una curiosa vista geométrica de Ouerétaro que nos recuer­
da los cuadros cubistas de un siglo posterior.

La mayoría de los retratos que se realizaron durante la estancia de las corbetas


en el Pacífico son debidos a Juan Ravenet, pintor italiano que se incorporó en
Acapulco. A él le debemos un excelente dibujo de dos jóvenes indios de la «na­
ción confinante con la provincia de Nueva York», de los naturales de las Caroli­
nas, negros de Manila y de un habitante de Australia. Asimismo, son relevantes
los retratos y representaciones de ceremonias que realizó durante la estancia de
la expedición en Vavao.

Fernando Brambila, sin duda el mejor pintor de la expedición, se ocupó de


realizar las vistas perspectivas de todos los lugares en los que desembarcó la
expedición, desde la primera singladura de la expedición en las islas Marianas.
Aquí hemos recogido algunas muy interesantes de Manila, Macao, Sidney, de
la corbeta Atrevida entre bancas de nieve cuando navegaba por el cabo de
Hornos de vuelta a Buenos Aires, y otra del mismo Buenos Aires.

Los levantamientos cartográficos en la expedición corrían a cargo de los oficia­


les astrónomos, pero era Felipe Bauzá el encargado de delinear las cartas náu­
ticas definitivas, por su cargo de director de cartas y planos. Aunque las cartas
grabadas de la expedición no suelen tener una atribución personal más allá de
«levantadas por los oficiales de las corbetas», sin embargo es Bauzá el único
que firma las cartas manuscritas y borradores.

Sotos Serrano, Carmen, Los pintores de la expedición de Ale¡ondro A�olospina. -Madrid: Real
Academia de la Historia, 1992, vol. l, p. 133.

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DIDLIOGITJUÍI\

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GALERA GóMEZ, ANDRÉS, La Ilustración española y el conocimiento del nuevo mundo:


las ciencias naturales en la expedición Malaspina (1789-1794), lo labor científica de
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Malospina (1789-1794) del Museo Nava/.-Madrid: Museo Naval, 1985-1994, 3 vol.

La expedición Malospina 1789-1794: viaje a América y Oceanía de las corbetas


«Descubierta » y «Atrevida». -Madrid: Ministerio de Defensa, 1984. Exposición:
Centro Cultural de la Villa, Madrid, 6 noviembre-15 diciembre 1984, organizada por
el Ministerio de Defensa, Ayuntamiento de Madrid y Ministerio de Cultura.

La Expedición Malaspina, 1789-1794. [director] Ricardo Cerezo Martínez.


l. Circunstancias históricas del via¡e. 2. Diario general del via¡e por Ale¡andro
Malaspina. 3. Diarios y trabajos botánicos de Luis Née. 4. Trabajos científicos
y correspondencia de Tadeo Haenke. 5. Antropología y noticias etnográficas.
6. Traba¡os astronómicos, geodésicos e hidrográficos. 7. Descripciones
y reflexiones políticas 8. Trabajos zoológicos, geológicos, químicos y físicos en
Guayaquil de Antonio Pineda Ramírez. 9. Diario general del viaje Corbeta
Atrevida por José Bustamante y Guerra. -Madrid: Museo Naval; Barcelona: Lunwerg,
1987-1999, 9 vol.

MANFREDI, DARIO, Alejandro Malaspina, la América imposible. -Madrid: Compañía


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PALAU DE IGLESIAS, MERCEDES, Catálogo de los dibujos, aguadas y acuarelas de la


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Cultura, Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas, Patronato Nacional
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de Alejandro Malaspina ( J 754-181O). -Aranjuez: Doce Calles, 1998.

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Malaspina y de los marinos y científicos que en ella participaron. -Madrid: El Museo
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