Está en la página 1de 312

Créditos

Moderadora

Traductoras

Correctora

Revisión final

Diseño
Índice
SINOPSIS 5 20 106 41 213

PRÓLOGO 7 21 109 42 224

1 11 22 112 43 227

2 25 23 122 44 235

3 31 24 125 45 238

4 38 25 130 46 243

5 43 26 133 47 247

6 49 27 139 48 250

7 53 28 142 49 262

8 59 29 148 50 267

9 65 30 155 51 270

10 70 31 157 52 280

11 73 32 162 53 283

12 79 33 168 54 286

13 84 34 174 55 289

14 88 35 181 56 292

15 91 36 186 57 299

16 95 37 189 58 301

17 97 38 194 59 304

18 98 39 200 60 307

19 103 40 208 SOBRE LA AUTORA 311


Sinopsis
Greyson East dejó su marca en mí.
Como la joven que se enamoró de él, no sabía mucho sobre la vida.
Sin embargo, sí sabía acerca de sus sonrisas, sus risas y la extraña forma
en que mi estómago se revolvía cuando estaba cerca.
La vida era perfecta... hasta que no lo fue, y cuando nos vimos
obligados a seguir caminos separados, me aferré a nuestros recuerdos,
dejé de lado mi primer amor y deseé un día encontrarlo de nuevo.
Cuando mi deseo se hizo realidad, no era nada como lo había
imaginado.
Cuando tomé la posición de niñera, no podría haber sabido que
cuidaría de sus hijas, que mi nuevo jefe sería el chico que conocía, ese
chico que ahora era un hombre, un hombre frío, solitario y distante.
La sonrisa y la risa que tanto había amado se habían ido, ahora
recuerdos lejanos. Cada parte de él estaba cubierta de un dolor fresco.
Cuando se dio cuenta de quién era yo, me hizo prometer hacer mi
trabajo y solo mi trabajo. Me hizo prometer que no intentaría conocerlo,
que no rememoraría los recuerdos que había atesorado todo este tiempo.
Pero, a veces, veía al chico que una vez conocí en sus ojos
tormentosos. Veía al Greyson que sonreía y se reía, que había robado el
corazón de una niña, y no tenía ninguna duda de que valía la pena
luchar por este chico.
Me dieron una segunda oportunidad con el que
había dejado su marca en mí. Todo lo que esperaba era
que de alguna manera también dejaría una marca en
su alma.
PARTE I


Prólogo
Eleanor

T
odo lo que mi madre sabía de la vida lo aprendió del señor
Rogers.
Lo llamaba el mejor maestro de lecciones de la vida, y
juró más de una vez que le había salvado la vida
innumerables veces. Cada vez que estaba molesta, resolvía sus
problemas con sus palabras. Cada vez que era feliz, lo abrazaba
plenamente. Cada vez que sufría, estudiaba lo que le causaba el dolor.
Nunca había conocido a una mujer que controlara tanto su propia
energía. Su conocimiento de sí misma era algo que había que aplaudir.
Nunca levantaba la voz, y tenía el comportamiento más tranquilo de
todo el mundo. No podías estar cerca de mi madre y estar enfadado.
Verdaderamente creía que era imposible.
Era por ella que teníamos los martes con Rogers.
Solo los martes por la noche no comíamos en la mesa del comedor
y usábamos las bandejas para ver la televisión. Nunca pasaba un
martes en el que ella, mi padre y yo no estuviéramos viendo un episodio
de Mister Rogers’ Neighborhood. Era una tradición extraña, pero era
algo que mamá había estado haciendo desde que era niña. Veía el
programa todas las semanas con la abuela, y cuando conoció a papá, le
hizo prometer que mantendría la tradición si alguna vez tenían hijos.
También me encantaba. Probablemente no había muchos niños de
dieciséis años que conocieran, y mucho menos que amaran, al señor
Rogers, pero honestamente, se lo estaban perdiendo. Aunque se trataba
de un programa viejo, sus lecciones de vida seguían siendo bastante
relevantes.
Ese martes por la tarde no fue diferente para mí. Comimos pastel
de carne y puré de papas, hablamos de música, nos reímos de los
chistes malos de papá y charlamos sobre la colección de chaquetas del
señor Rogers que se parecía mucho a la mía, dado que mamá me hacía
una nueva cada año para mi cumpleaños.
Todo estaba bien hasta que dos palabras lo sacudieron todo.
—Tengo cáncer.
Mi cuerpo reaccionó de una manera que no sabía que era posible.
Me desplomé hacia atrás contra el cojín del sofá como si alguien me
hubiera dado un puñetazo en el estómago, forzando a que todo el aire
se evaporara de mi cuerpo.
Me volví hacia mi madre, confundida, aturdida, adolorida. Mis
palmas se pusieron húmedas, mi estómago se hizo nudos y sentí que
iba a vomitar.
—¿Qué? —susurré, la palabra apenas saliendo de mis labios.
Dos palabras.
Fueron solo dos palabras. Dos palabras que cambiaron mi estado
de ánimo. Dos palabras que me rompieron el corazón. Dos palabras que
nunca quise oír.
Tengo cáncer.
Mis ojos cayeron a los labios de mamá mientras me hablaba. Al
menos creía que me había hablado. ¿Dijo algo en absoluto? ¿Lo
inventé? ¿Estaba escuchando cosas? ¿Los ecos de mi pasado me
perseguían?
El abuelo tuvo cáncer.
Luchó contra el cáncer.
Murió de cáncer.
No había nada bueno que surgiera de esa palabra.
Negué, la confusión se arremolinaba mientras las lágrimas
empezaban a caer lentamente por las mejillas de mamá. Miré a papá
para verle a punto de llorar también.
—No.
Eso era todo lo que podía decir.
Eso era todo lo que me vino a la mente.
Negué.
—No. No, eso no es verdad.
Papá se pellizcó el puente de la nariz.
—Es verdad.
—No —repetí—. No lo es.
No había forma de que mamá tuviera cáncer.
La gente como ella no tenía cáncer. Era la mujer más sana del
mundo. Quiero decir, diablos, su idea de un aperitivo loco era exprimir
zanahorias, manzanas y un pepino. Si la cortaras, probablemente
sangraría brócoli. La gente sana como mamá no se enfermaba. Solo se
ponían más sanos. No había forma de que...
Oh, no...
Ahora papá también estaba llorando.
Mi padre no lloraba. Podía contar con una mano las veces que lo
había visto derramar una lágrima.
—Eleanor... —Me llamaba Eleanor cuando las cosas iban en serio,
y mi padre casi nunca era un hombre serio. Sorbió y cerró los ojos—.
Esto es difícil para todos. Quisimos decírtelo cuando lo supimos, pero
no sabíamos cómo. Además, había más pruebas que hacer y...
—¿Cómo de malo? —pregunté.
Ambos respondieron con silencio.
Eso no podía haber sido bueno.
Mi corazón se sentía como si estuviera siendo arrancado pedazo a
pedazo de mi pecho.
La mano de mamá voló sobre su boca mientras las lágrimas
seguían cayendo.
Papá habló de nuevo. Diciendo mi nombre completo otra vez.
—Eleanor... por favor, entiéndelo. Tendremos que estar todos
juntos para superar esto.
—Vamos a luchar —prometió mamá, su voz temblorosa y
asustada, insegura y rota—. Vamos a luchar contra esto, Ellie, lo juro.
Tu padre, tú y yo. Vamos a pelear.
No podía respirar. Quería huir. Quería levantarme y salir corriendo
de la habitación, de la casa, de esa realidad. Pero la forma en que los
ojos de mamá miraban a los míos. La forma en que pude ver cómo
estaba sufriendo. La forma en que cada centímetro de su cuerpo
temblaba con miedo y dolor.
No podía dejarla.
No así.
Me incliné hacia ella en el sofá y la envolví con mis brazos. Me
hundí en ella, poniendo mi cabeza contra su pecho, escuchando su
corazón latir salvajemente.
—Lo siento —susurré mientras mis lágrimas escapaban y la
tristeza se apoderaba de mí. No sabía qué más podía hacer, así que la
abracé más fuerte y seguí repitiendo las palabras—. Lo siento. Lo
siento. Lo siento.
Me apretó más fuerte y me aferró como si nunca me fuera a
soltarme. Luego, los brazos de papá nos abrazaron a las dos y nos
aferramos a la vida.
Nuestras lágrimas cayeron en sincronía, y nos quedamos juntos
como una sola unidad.
Mientras el dolor seguía, mamá puso sus labios contra mi frente y
dijo con palabras suaves que me hicieron llorar aún más:
—Lo siento mucho, Ellie.
Pero todo estaría bien, porque íbamos a luchar contra ello.
Íbamos a luchar juntos.
E íbamos a ganar.
1
Eleanor

T
odo lo que sabía sobre la vida, lo aprendí de Harry Potter.
Lo llamaba el mejor maestro de lecciones de la vida, y
juraba que me había salvado la vida incontables veces.
Cuando estaba molesta, escribía hechizos para convertir a
las personas en ratas, babosas o sapos.
No hacía falta decir que mis habilidades con la gente eran escasas,
lo cual estaba bien, porque era realmente genial evitando a los
humanos, bueno, al menos hasta que me veía obligada a interactuar
con ellos.
—Estás castigada sin tu habitación —dijo mamá mientras se
paraba en la puerta de mi habitación, frotándose el rostro con las
palmas. Se había recogido el cabello castaño en un moño desordenado,
y su delantal de pintura estaba atado alrededor de su cintura,
ocultando su camiseta de Pink Floyd. Sus Chucks verde neón estaban
cubiertas de pintura, y sus lentes de montura gruesa de color rosa se
ubicaban sobre su cabeza mientras me daba la sonrisa más brillante.
Había estado pintando todo el día en el garaje, porque los fines de
semana era cuando podía soltarse y sumergirse en su amor por el arte.
Durante la semana, era solo la niñera amigable usual, salvando a los
niños de sus vidas monótonas. ¿Pero los fines de semana? Se soltaba el
cabello.
Habían pasado dos meses desde su diagnóstico de cáncer, y me
encantaba cada vez que pintaba. Mientras pintara, sentiría que las
cosas estaban bien. Mientras todavía fuera ella misma, cada día sería
más fácil.
Y en su mayor parte, era ella misma. A veces estaba cansada, pero
aun así, era mamá. Solo tomaba siestas más de lo normal.
Estreché mis ojos, levantando la vista de mi novela.
—No se puede castigar a la gente sin su habitación.
—Sí, en realidad, se puede. Tu padre y yo lo hablamos, y te
estamos castigando a que salgas de estas cuatro paredes. ¡Son
vacaciones de verano! Necesitas salir con tus amigos.
Mis ojos pasaron de ella al libro y luego a ella.
—¿Qué crees que estoy haciendo exactamente? —Amaba a mi
madre hasta la muerte. De todas las madres, era de primera línea, pero
esa tarde estaba siendo completamente desconsiderada. No era un día
cualquiera de verano, después de todo. Era el veintiuno de junio de
2003, el día que había tenido en cuenta regresiva por los últimos tres
años.
Tres. Largos. Dolorosos. Años.
Realmente estaba actuando como si no recordara que Harry Potter
y la Orden del Fénix había sido publicado ese día. El hecho de que
incluso tuviera el descaro de hablar de algo más que Harry, Ron y
Hermione era alucinante.
—Eleanor, son tus vacaciones de verano y aún no has salido de tu
habitación.
—Eso es porque tuve que releer los cuatro primeros libros de Harry
Potter para prepararme para este. —En serio, debería haberlo
entendido. Era como si en su juventud hubiera salido un nuevo disco
de Black Sabbath y, en lugar de dejarla escucharlo, la abuela le hubiera
dicho que fuera por leche a la tienda de la esquina.
Totalmente poco genial.
Black Sabbath > leche.
Harry Potter > vida social.
—Shay dijo que hay una fiesta esta noche —comentó mamá,
dejándose caer en mi cama—. Probablemente habrá marihuana y
alcohol —bromeó, empujando mi brazo.
—Oh, alegría —me burlé—. ¿Cómo podría dejar pasar un momento
tan grandioso?
—Está bien, sé que no eres la fiestera que yo fui de adolescente,
pero siento que cada chica de dieciséis años debería ir a una fiesta sin
supervisión al menos una vez en su vida.
—¿Por qué querría hacer eso? ¿Por qué quieres que haga eso?
—No hemos tenido sexo desde que comenzaron las vacaciones de
verano —dijo papá con naturalidad, uniéndose a la conversación.
—Papááááá —gemí, cubriendo mis orejas—. ¡Vamos!
Entró en la habitación, se sentó en la cama detrás de mamá y la
abrazó.
—Ah, vamos, Ellie. Todos sabemos que el sexo es un acto hermoso
y natural, uno que todos deberíamos celebrar cuando se realiza de
manera consensuada y respetable.
—Oh, Dios mío, por favor, deja de hablar. En serio. Detente. —
Tapé mis oídos y se rieron.
—Solo te está tomando el pelo, pero esperábamos tener un
maratón de películas de terror, y sé cómo odias las películas de terror —
dijo mamá, y en realidad estaba agradecida por el aviso.
Una vez, cuando era niña, los había encontrado viendo Chucky, y
durante semanas estuve convencida que mis muñecas venían por mí.
Me deshice de cada animal de peluche que poseía. Nunca te das cuenta
de lo espeluznantes que son los muñecos Cabbage Patch Kids1 hasta
que los visualizas con cuchillos de carnicero en sus manos.
Ni siquiera me hagas empezar con la vez que papá pensó que tenía
edad suficiente para ver The Shining2.
Alerta de spoiler: no la tenía.
Desde entonces, cuando tenían una noche de películas de terror,
me aseguraba de ir a la casa de Shay. Me hubiese parecido bien, si no
hubiera sido esa noche de todas las noches.
—¿No pueden esperar unos días? —pregunté.
—Lo haríamos, pero viendo que es nuestro aniversario... —Las
palabras de mamá se fueron apagando, obviamente pensando que eso
sería suficiente para convencerme.
Alerta de spoiler: no lo era.
—Oh, hombre, ¿es hoy? —inquirí—. ¿No sucedió el año pasado?
Papá sonrió.
—Es una locura, puedes recordar las fechas de lanzamiento de los
libros, pero no el aniversario de tus propios padres.
—Lo entenderías si alguna vez lees estos libros, papá.
—Está en mi lista de tareas —bromeó. Lo había estado diciendo
desde que salió el primer libro de Harry Potter. No estaba aguantando la
respiración.
—Solo digo, Ellie, que sería genial para tu padre y para mí tener la
casa para nosotros esta noche. Además, sabes lo difícil que es para
nosotros encontrar tiempo a solas para... bueno, ya sabes —comentó
mamá.
—Tener sexo —dijo papá, dejándolo claro como el día—.
Honestamente, puedes quedarte aquí, pero sabes cuán finas son estas
paredes. Entonces, si quieres pasar de oír el grito de los personajes de
las películas de terror a oír los gritos de tu madre, por supuesto,
quédate.
—Por amor de... solo desearía que dejaras de hablar ahora.

1 Cabbage Patch Kids: eran muñecas originalmente producidas entre 1983 y 1988
por Coleco. Se caracterizaban por sus grandes cabezas de vinilo y sus cuerpos
blandos.
2 The Shining: película de terror de los 80, dirigida por Stanley Kubrick y basada en

la novela de Stephen King.


El pasatiempo favorito de mis padres era hacerme sentir lo más
incómoda posible. Además eran ridículamente buenos. Siempre
obtenían mucho placer de mi dolor.
Papá no pudo evitar molestarme más.
—Si quieres, puedes ponerte tapones para los oídos mientras
estamos...
Salté de mi cama y grité:
—¡Bien! ¡De acuerdo! Ustedes ganan. Voy a la fiesta con Shay.
Sonrieron, complacidos.
—Aunque creo que es grosero que usen la charla sobre sexo para
incomodarme lo suficiente para salirse con la suya.
—Oh, cariño. —Mamá sonrió y apoyó la cabeza en el hombro de
papá mientras él la abrazaba. Estaban muy enamorados—. La mejor
parte de la paternidad es incomodar a tu hija adolescente. Recuérdalo.
—Lo guardaré en mi bolsillo trasero. Regresaré a las diez, así que
terminen para entonces.
—Está bien, ¡pero haz tu toque de queda la medianoche por esta
noche! ¡Eres joven! Ahora ve, ¡se libre! ¡Se salvaje! —exclamó papá—. Y
vigila a Shay, ¿quieres?
—Lo haré.
—Oh, ¿y quieres condones? —preguntó mamá, haciéndome
estremecer. Le encantaba cada segundo de eso.
—No, querida madre. Estoy bien.

—¿Estás bien? —preguntó Shay, mirándose en el espejo de mano y


aplicando su décima capa de brillo labial mientras estábamos paradas
en el porche de la casa de un chico al azar. Mi prima Shay era hermosa.
Era la clase de belleza que no parecía justa para una estudiante de
secundaria, y había sido así toda su vida. Mi tía Camila era una
hermosa mujer hispana, y Shay sacó más de ella que de mi tío Kurt, lo
cual era una bendición, ya que Kurt era un imbécil. Mientras menos
conexión tuviera Shay con su padre, mejor, de verdad.
Pero, hombre, había heredado la apariencia de su madre. Estaba
segura de que el día que Shay había nacido, había salido en una
alfombra roja con paparazzi preguntándole qué llevaba puesto, y podía
verla respondiendo: “Onesie de JC Penney”.
Su cabello era negro como el de Blanca Nieves, y sus ojos eran de
un chocolate intenso con pestañas que todas las chicas soñaban con
tener. Tenía curvas en lugares donde yo tenía neumáticos pinchados,
pero lo mejor de Shay era que no dependía de su belleza. Era una de las
personas más divertidas y sencillas que jamás hayas conocido. Además,
era todo sobre el poder de las chicas gracias a su padre de mierda.
Realmente no hablábamos mucho sobre Kurt desde que los padres
de Shay se habían separado, y pensé que era mejor así. Cada vez que
Shay solía mencionar a su padre, simplemente lo llamaba el imbécil de
mierda que había jodido la vida de ella y de su madre.
Papá seguía llamando a Kurt su hermano, aunque no estaba
orgulloso de hacerlo. Era como Mufasa todavía reclamaba a Scar, a
pesar de que Mufasa sabía que su hermano era un imbécil malvado.
Sin embargo, tal vez las cosas habrían sido diferentes si Mufasa
hubiera incluido en la lista negra a Scar.
Hakuna matata, supongo.
Shay no se consideraba una persona que odiaba a los hombres,
sino que se etiquetaba como una amante de las mujeres.
Me gustaba eso de ella, porque demasiadas chicas de nuestra edad
se despreciaban entre sí para gustarles a los chicos. Qué desperdicio de
energía. Realmente se sentía como si la escuela secundaria les hubiera
hecho olvidar por completo todo su entrenamiento de Spice Girls de la
escuela primaria.
Shay se paró en sus tacones altos y, chico, podía llevar tacones
altos.
Me dolían las pantorrillas ante la sola idea de probármelos.
—Sí, estoy bien —respondí, mirando mi chaqueta de punto
amarilla con libélulas que mamá me había hecho. Debajo llevaba una
camiseta de Metallica de la vieja escuela que le robé a mi padre porque
no le había pasado del estómago desde 1988. Mis vaqueros rasgados
favoritos y Chucks amarillas completaban el atuendo.
Mi cabello color cacao estaba recogido en una cola de caballo, y lo
más parecido al maquillaje en mi rostro eran restos microscópicos
persistentes del jabón que había usado para lavarlo esa mañana. Al
menos mi aparato era bonito y brillante.
Debería haber usado un sostén push-up. No era que hubiera
ayudado. Los sujetadores push-up solo funcionaban realmente si había
algo para empujar hacia arriba.
Mi bandolera tejida a mano, también hecha por mi madre, colgaba
de mi hombro, y ya estaba contando las horas hasta que la fiesta
terminara.
—Se trata básicamente de chicos del equipo de baloncesto y sus
amigos —comentó Shay, como si eso fuera a hacer una diferencia en mi
mente sobre la fiesta que estaba a punto de odiar.
—Está bien.
—Sin embargo, hay algunas personas agradables —dijo—. No
todos son imbéciles.
—Eso suena prometedor.
—Está bien, vamos a animar esto —dijo Shay, abriendo la puerta
principal y entrando en una casa llena de gente que desearía no tener
que ver. Ver a mis compañeros de clase fuera de la escuela me parecía
una forma cruel de castigo. Los había visto lo suficiente durante el año
escolar, y lo último que quería era estar encerrada con ellos.
Mi idea de una fiesta era más ver repeticiones de Whose Line is it
Anyway3 en pijama con mis padres mientras comía una estúpida
cantidad de palomitas de maíz y hamburguesas con queso grasiento.
Mamá tendría una hamburguesa vegana, obviamente. Había visto un
documental sobre el tratamiento de animales años atrás y la había
cambiado de por vida.
Papá también lo había visto, pero aún comía su filete poco hecho.
—Te encontraré una Coca-Cola —dijo Shay.
—¿Vas a beber?
Negó.
—No desde lo que pasó con Landon. Prefiero estar sobria que
besarme borracha con él otra vez.
—Eso es muy inteligente, pero si terminaras borracha, me
aseguraría de que no besaras al imbécil.
—Por eso eres mi prima favorita.
—Soy tu única prima. Mira si puedes encontrar algo de hielo para
la Coca-Cola, ¿quieres? Estaré en...
—Un rincón. —Sonrió—. Te apuesto cinco dólares a que te
encontraré en una esquina con un libro en tus manos.
—Es como si me conocieras de toda la vida o algo así.
Se echó a reír y se alejó a toda prisa, sin embargo, no
tranquilamente. Cada vez que Shay entraba a una habitación, todos
reclamaban su atención, y era lo suficientemente amable como para
dársela a todos.
Yo simplemente hubiera seguido caminando.
Pasaría un tiempo antes de que tomara mi bebida, pero tuve la
suerte de hallar un buen rincón justo debajo de la escalera, un lugar
muy Harry Potter para leer.
Me puse los auriculares, no porque estuviera escuchando nada,
sino porque la gente solía dejarte solo si tenías los auriculares puestos.
Era un gran truco introvertido: parecer ocupado para evitar la
interacción humana. Duplicado en dos actividades era aún mejor.
Un libro solo no siempre es suficiente para que la gente te ignore,
¿pero un libro y auriculares? Bueno, bien podrías ser un fantasma.
Era tan difícil ser introvertido en un mundo extrovertido, uno
donde las normas sociales involucraban fiestas en casa, clubes

3 Whose Line is it Anyway: programa televisivo de comedia improvisada.


escolares, semana del espíritu y reunirse con personas que no querías
ver solo para decir que estabas “viviendo la vida al máximo".
La sociedad era lo peor para los introvertidos, pero estaba segura
de que había un cambio de rumbo en camino. No podía esperar hasta el
día en que los medios de comunicación propusieron la idea de que
quedarse en casa era algo nuevo y que socializar con personas que
odiabas era cosa del pasado. ¡Todos los introvertidos nos alegraríamos!
En silencio... solos... con una buena taza de café, una lectura
sólida y nuestros fieles gatos.
Me acomodé en el suelo con las piernas cruzadas como un pretzel
y apoyé la espalda contra la pared. Cuanto más escondida estuviera en
mi esquina cerrada, menos personas me notarían. Continúen, muggles4.
Ni siquiera estoy aquí. Soy solo una parte de la pared.
Metiendo la mano en mi bolso, saqué mi novela y volví a caer en el
mundo de la magia. Me tomó unos minutos desconectar el ruido que me
rodeaba, pero J.K. Rowling me facilitó la inversión total en cada palabra
que escribió.
Sorprendentemente, la fiesta no era tan salvaje. Algunas personas
estaban bebiendo, pero la mayoría parecía estar con las opciones de
música y mal baile. Dos personas a unos metros de mí hablaban sobre
estadísticas y entrenamientos de baloncesto.
Creí que más personas estarían besuqueándose. Sin embargo,
supongo que obtuve la mayoría de mis preconceptos de fiestas escolares
de programas de televisión y comedias románticas exageradas.
En realidad, no parecía tan fuera de lo común que una niña
estuviera leyendo. Por extraño que pareciera, encajaba.
No fue hasta que escuché a dos chicos tratando de susurrar
mientras hablaban de Shay que levanté la vista de mi libro. Porque no
solo hablaban de Shay, también hablaban de mí.
De mí.
Esa no era la norma. A lo largo de mis años en la escuela, pude
mantener la cabeza gacha y quedarme sola la mayor parte del tiempo.
Estaba casi segura de que nadie sabía quién era yo, aparte de ser la
chica al azar y extrañamente vestida con la que Shay almorzaba todos
los días.
—Amigo, Dientes de Alambre está aquí —gritó una de las voces
sobre la mala música.
—No tienes que llamarla así —gruñó el otro.
—Eh, ¿has visto su boca? Creo que sí. Es la prima de Shay,
¿verdad?
—Sí, esa es. Eleanor —respondió el otro.

4
Muggle: en el universo de Harry Potter, ser humano que no tiene ninguna habilidad
mágica.
Mmm…
Había usado mi nombre real. La mayoría de la gente me llamaba
Dientes de Alambre o la prima de Shay.
Extraño.
—Ve a endulzarle el oído y caerle bien. Entonces Shay verá que me
llevo bien con su familia. Con seguridad nos juntará de nuevo.
Eché un vistazo a los dos chicos, tratando de actuar indiferente,
antes de volver a mirar mi libro.
Por supuesto, era Landon Harrison tratando de encontrar el
camino hacia el corazón de mi prima, o más exactamente, sus
pantalones.
Los dos habían sido los protagonistas de la obra escolar el año
anterior. Se habían enredado durante la semana tecnológica mientras
Shay estaba un poco embriagada. Después de eso, había cometido el
error más cliché como actriz: se había enamorado del personaje ficticio
que el actor retrataba. Error de principiante.
Landon definitivamente no era el señor Darcy.
Habían salido durante una semana antes de que la engañara la
noche del estreno del espectáculo. Una vez había roto las cosas con él,
había convertido en su misión recuperarla, presumible y principalmente
porque luchaba con la idea de que una chica no lo quisiera, ni a sus
infidelidades.
Lástima que Shay fuera una mujer demasiado fuerte para soportar
su mierda. Apenas miraba en su dirección, excepto cuando estaba
involucrado el vodka.
—¿No deberías estar hablando con ella para hacer un contacto? —
preguntó el otro chico.
Lo miré con discreción. Greyson East era uno de los mejores
estudiantes de nuestra clase. Él, como Shay, era amado por todos.
Greyson era molestamente guapo, bien vestido y el jugador estrella
de baloncesto que podía tener cualquier chica en el mundo. Cuando
pensaba en la popularidad de la escuela secundaria, Greyson era el que
siempre venía a mi mente. Quiero decir, su rostro estaba en la página
de inicio del sitio web de la escuela, después de todo. Era muy
importante en nuestra escuela secundaria.
—Amigo, no puedo hablar con esa cosa. Me asusta. Todo lo que
hace es leer y usar esos suéteres extraños.
Me habría ofendido que me llamara cosa, pero simplemente no me
importaba. Era solo un muggle siendo un muggle. No sabían nada. A
veces actuaban de manera idiota.
—Qué desperdicio de vida —se burló Grey de su amigo, sonando
aburrido.
Casi sonreí por el nivel de descaro en su voz, pero mi odio alejó mi
sonrisa.
—Solo hazme un favor —solicitó Landon.
—No voy a hacerlo —argumentó Greyson—. Solo déjala en paz.
—Vamos —insistió Landon—. Me debes por Stacey White.
Greyson suspiró. Suspiró otra vez. Luego una exhalación más larga
y prolongada.
—Bien.
Oh, no.
No, no, no, no…
Traté de absorber las palabras de mi libro, pero mi visión periférica
observó sus zapatillas mientras se acercaba. Por supuesto, llevaba
zapatillas Nike, porque todo sobre Greyson era un cliché. También
podría haberlas modelado para un anuncio. Cuando esas zapatillas
nuevas, ni siquiera desgastadas, se detuvieron frente a mí, de mala
gana alcé la mirada.
Ahora sus ojos me miraban.
Esos ojos grises…
Eran del tipo de gris que creías que solo existía en novelas
románticas exageradas donde el héroe parecía demasiado perfecto.
Nadie realmente tenía ojos grises. Llevaba dieciséis años viva y nunca
me había encontrado con un chico con una mirada gris que no fuera
Greyson. ¿Azul claro? Por supuesto. ¿Verde? Sí, a veces, pero los ojos
de Greyson estaban muy lejos de cualquier otra cosa que hubiera visto.
Entendí el atractivo.
En el lado receptor de su mirada gris y esa sonrisa, entendí por
qué la mayoría de las chicas se fundían en un charco de impotencia a
su alrededor.
Oh, Dios, haz que pare.
Me saludó levemente cuando hicimos contacto visual, junto con
una pequeña sonrisa ladeada, y me molestó. Esas sonrisas podrían
haber funcionado con las Stacey White del mundo, pero no
funcionarían conmigo. Miré mi libro, tratando de ignorarlo.
Pero esas zapatillas se quedaron en su lugar. Luego, por el rabillo
del ojo, lo vi bajando, bajando y bajando su cuerpo antes de arrodillarse
frente a mí. Volvió a saludar con la misma sonrisa forzada.
—Hola, Eleanor, ¿qué tal? —dijo, casi como si siempre hubiéramos
hablado y solo preguntara para ponerse al día.
Murmuré por lo bajo.
Arqueó una ceja.
—¿Dijiste algo?
Por amor a todas las cosas del mundo, ¿no vio mis auriculares y
mi libro? ¿No sabía que era veintiuno de junio de 2003? ¿Por qué nadie
parecía entender la importancia de leer una novela de forma compulsiva
en el momento en que llegaba a tus manos?
Odiaba este mundo a veces.
—Dije que no. —Me quité los auriculares—. Simplemente no hagas
esto.
—¿Hacer qué?
—Esto. —Hice un gesto entre nosotros—. Sé que Landon te dijo
que vinieras a hablar conmigo para llegar a Shay, pero es una causa
perdida. No estoy interesada, y tampoco Shay.
—¿Cómo escuchaste lo que decíamos con los auriculares puestos?
—Fácil, no estoy escuchando nada.
—Entonces, ¿por qué usar los auriculares?
¿OHDIOSMIOPUEDESSOLOIRTE?
No había nada peor que cuando un extrovertido intentaba
comprender los rincones profundos de la mente de un introvertido.
Solté un fuerte suspiro.
—Mira, lo entiendo… estás tratando de ser un buen amigo y todo
eso, pero honestamente, solo estoy tratando de leer mi libro en paz y
que me dejen sola.
Greyson se pasó las manos por el cabello como un maldito modelo
de champú. Juro que lo hizo en cámara lenta cuando el viento
inexistente lo sopló.
—Está bien, ¿pero puedo, simplemente, pasar el rato aquí junto a
ti por unos minutos? ¿Así Landon cree que le estoy haciendo un favor?
—No me importa lo que hagas. Solo hazlo en silencio.
Sonrió y, mierda, era una sonrisa fácil de gustar.
Volví a leer mi libro mientras Greyson se sentaba a mi lado. De vez
en cuando, decía:
—Solo hablo para que Landon piense que somos amigos.
Respondí con:
—Solo respondo para que no te veas tan ridículo como lo eres en
este momento.
Sonrió nuevamente, noté esa sonrisa y volví a mi libro.
Finalmente, Shay se acercó con mi Coca-Cola y tendió una taza de
plástico con una paleta helada.
—No pude encontrar hielo, pero pensé que una paleta podría
mantener tu bebida fría por un tiempo. Además, es una paleta de cereza
así que, ¡voilá! Es una Coca-Cola de cereza. —Desvió la mirada hacia
Greyson y levantó una ceja—. Oh, Grey… hola, ¿qué pasa?
—Oh, nada. Solo conociendo a Eleanor. —Esbozó esa sonrisa y
Shay cayó por ella como una maldita gacela en la guarida de un león.
—¡Oh, qué bien! Es mi persona favorita en todo el mundo, por lo
que te espera algo genial. Los dejaré seguir conversando. —Shay se
despidió con la mano como si no viera el pánico en mis ojos que
suplicaba “¡Abortar, abortar! Sálvame”. Se alejó para ser la mariposa
social que era, y quedé atrapada en mi capullo con Greyson.
—¿Cuánto tiempo tiene que continuar esto? —le pregunté.
Se encogió de hombros.
—No lo sé. Hasta que Landon deje de lanzarme la situación de
Stacey White al rostro.
—¿Qué le hiciste a Stacey White?
Entrecerró los ojos y arqueó una ceja.
—¿Qué quieres decir con qué le hice?
—Parece que algo sucedió.
Se movió en su asiento y rompió el contacto visual.
—En realidad es lo contrario. Sin embargo, no pasó nada,
realmente no es asunto de nadie.
—Se siente como mi asunto, ya que te está haciendo mirarme.
—Sí, entiendo eso. —Se quedó callado por un momento y luego
separó los labios—. ¿Por qué Shay no le da otra oportunidad a Landon?
—La engañó. Después de una semana.
—Sí, lo sé, pero…
Cierro mi libro Estaba claro que no iba a leer mucho más en el
corto plazo.
—No hay peros. Simplemente me sorprende que ustedes piensen
que pueden tener una oportunidad con cualquiera y con todas por su
aspecto. Sin embargo, Shay no es una idiota. Sabe lo que se merece.
Greyson empujó su lengua contra su mejilla.
—¿Me llamaste guapo de una manera indirecta?
—No dejes que se te suba a la cabeza.
—Confía en mí, ya lo hizo. —Comenzó a tamborilear con los dedos
contra las piernas—. Entonces, ¿cuál es tu historia?
—Pensé que solo estábamos fingiendo hablar.
—Sí, pero me aburrí con eso. Entonces, ¿estás interesada en…
leer? —Asintió con la cabeza hacia el libro.
—Gran observación, capitán Obvio —comenté.
Se rió.
—Eres descarada.
—Lo heredé de mi madre.
—Me gusta.
Mi rostro se calentó y odié que sucediera. Mi cuerpo estaba
reaccionando a su personalidad molestamente linda sin siquiera
intentarlo, a pesar de que mi mente había sido enseñada a no gustarle.
Pasé el año pasado observando a chicos como Greyson y la forma en
que las chicas se derretían en sus manos sin ningún proceso de
pensamiento involucrado.
Mi cerebro nunca quiso ser esa chica, pero claramente a mi
corazón no le importaba lo que la mente quisiera.
Aparté la vista, porque mi corazón se aceleró cuando nos miramos
a los ojos.
—Nunca he leído Harry Potter —dijo, y por primera vez en mi vida,
me sentí mal por Greyson East. Qué triste, triste vida vivió.
—Probablemente sea algo bueno —comenté—. Porque si lo
hubieras leído, probablemente tendría que formar un estúpido
enamoramiento irreal por ti que va en contra de todo lo que defiendo.
—Eres descarada y honesta.
—La honestidad la heredé de mi padre.
Sonrió.
Me gustó.
Lo que sea.
—Entonces, ¿libros y libélulas? —me preguntó.
Alcé una ceja.
—¿Cómo supiste de las libélulas?
—Bueno, tu suéter tiene libélulas y tus horquillas también son
libélulas.
Oh, claro. Hubiera apostado mucho dinero a que era la única chica
en la fiesta que tenía horquillas de libélula en el cabello.
—Es algo mío y de mi madre.
—¿Las libélulas?
—Sí.
—Eso es algo extraño.
—Soy una chica rara.
Entrecerró los ojos como si me estuviera estudiando, tratando de
escanear mi ADN con sus ojos.
—¿Qué pasa? —pregunté mientras mi estómago se revolvía.
—No es nada. Solo… juro que te conozco de alguna parte.
—Bueno, vamos juntos a la escuela —comenté sarcásticamente.
—No, sí, lo sé, pero solo… —Sus palabras se fueron apagando y
negó—. No lo sé. Probablemente no estuviste en la fiesta de Claire
Wade, ¿eh?
—Eso es un gran no.
—¿La de Kent Fed?
Mirada en blanco de mí.
—Correcto. Es raro, porque juro… —Antes de que pudiera terminar
su oración, fue interrumpido cuando Landon llegó corriendo.
—Misión abortada, amigo. Shay es solo una perra —dijo con el
ceño fruncido. Estaba claro que mi prima había herido su ego.
—Llama a mi prima perra una vez más, y te mostraré una
verdadera perra —espeté.
Landon me miró y puso los ojos en blanco.
—Sí, lo que sea, bicho raro.
—No tienes que ser un imbécil, Landon —dijo Greyson,
defendiéndome—. Y tiene razón: Shay no te hizo nada. Eres quien la
engañó. No la hace una perra que no quiera regresar contigo.
Espera, ¿qué?
¿Greyson East nos defendió a Shay y a mí?
Bueno, está bien entonces.
Creo que algún día tendré sus hijos.
Esas estúpidas mariposas en mi estómago no se iban, así que
puedes imaginar mi alivio cuando Greyson se levantó para irse. Mi piel
era bastante pálida y cuando me sonrojaba, era obvio. Me convertía en
el tomate más maduro conocido por la humanidad. No necesitaba que
fuera testigo de eso.
—Como sea, hombre. Vamos —dijo Landon, mirando más allá de
mí como si ni siquiera existiera. Eso estaba bien, sin embargo. Lo miré
exactamente de la misma manera.
—Hablaremos luego, Eleanor. —Greyson se despidió mientras se
alejaba—. Disfruta el libro.
En voz baja, dije adiós antes de volver a mi novela. Sin embargo, de
vez en cuando, Greyson flotaba en mi cabeza junto con Ron Weasley.
No mucho después, Shay reapareció y comenzamos nuestro
camino a casa.
—Entonces, parecía que tú y Greyson estaban teniendo una buena
conversación —comentó.
Me encogí de hombros.
—Estuvo bien.
—Es un tipo muy agradable, Ellie. Nada como Landon. Greyson es
genuino.
Lo dijo como si estuviera tratando de convencerme de que
permitiera que las mariposas en mis entrañas permanecieran, mientras
yo intentaba de alguna manera arrancarles las alas.
Me encogí de hombros una vez.
—Él está bien.
—¿Está bien? —se burló, empujando mi brazo, probablemente
viendo mis mejillas enrojecidas.
—Síp.
Solo bien.
Shay iba a dormir en mi habitación esa noche, y cuando entramos
en casa, la televisión de la sala brillaba intensamente. Se estaba
reproduciendo una película de terror, así que me apresuré y agarré el
control remoto, apagándolo rápidamente. Allí estaban, desmayados en
el sofá. Papá estaba acostado y mamá estaba envuelta en sus brazos.
—¿Deberíamos despertarlos? —inquirió Shay.
Agarré una manta y los cubrí.
—Nah. Siempre terminan en la cama por la mañana.
Esta era una visión normal con mis padres: mamá envuelta en los
brazos de papá después de haberse quedado dormidos viendo televisión.
Cada vez que ella se movía en el sofá, papá sonreía, reajustaba sus
brazos alrededor de ella y se ponía cómodo nuevamente. Nunca había
visto a dos personas que se hubieran fusionado tan completamente
como una. Si no hubiera sido por mis padres, habría pensado que las
almas gemelas eran una mentira.
2
Greyson

—S
olo digo que no lo entiendo. ¡Soy muy guapo, es
muy guapa! Simplemente no entiendo por qué no
querría estar conmigo —dijo Landon, sacudiendo
las manos como un loco mientras caminábamos a
casa desde la fiesta—. Quiero decir, somos prácticamente los Nick
Lachey y Jessica Simpson de Raine, Illinois. ¡Estamos destinados a
estar juntos!
Lo decía tan apasionadamente que apenas podía decir si estaba
bromeando o no.
Honestamente, le habría ido mucho mejor saliendo con Shay si
hubiera estado tan obsesionado con ella mientras estaban saliendo.
Prácticamente se pegó un tiro en el culo actuando como un imbécil.
—Creo que deberías renunciar a la idea de Shay y de ti, hombre.
No creo que esté interesada.
—Todavía no sabe que está interesada. Ya verás. ¡Todos lo verán!
Puse los ojos en blanco, pero dejé que siguiera hablando. No tenía
sentido tratar de razonar con alguien tan borracho como él en este
momento.
—En fin, lamento haberte hecho hablar con su prima rara —dijo,
pasándose la mano por el cabello.
—No es tan rara.
—Chaqueta de punto todos los días. Cabeza siempre en un libro.
Rara.
—El hecho de que alguien sea diferente no lo hace raro —dije,
poniéndome un poco a la defensiva sobre Eleanor. Claro, tenía sus
peculiaridades, pero también Landon. Masticaba en los tenedores y los
sacaba de su boca, haciendo un sonido insoportable. No podía ver una
película sin decir, "Espera, rebobina eso, me perdí algo". No podía
superar su enamoramiento con Shay porque ella lastimó su enorme
ego.
Claro, tal vez Eleanor se ponía una chaqueta de punto a menudo,
pero al menos no era una idiota.
—Bien, bueno. Veo que hiciste una nueva amiga hoy —dijo,
levantando las manos—. Todavía creo que es una solitaria rara, pero lo
que sea.
Supongo que, en cierto sentido, Eleanor era una solitaria. Era una
profesional en mantener la distancia, aparte de Shay.
A veces deseaba poder ser más así.
Parecía menos complicado.
Landon vivía en la misma cuadra que yo, y cuando nos acercamos
a mi casa, su personalidad exagerada y conversadora se desvaneció
mientras oía los gritos que venían de mi casa.
Mamá y papá estaban en casa.
Siempre era un placer participar.
Landon metió las manos en los bolsillos y me dio una sonrisa de
lástima.
—¿Quieres quedarte en mi casa esta noche?
Negué.
—Nah, está bien. Me apresuraré a mi habitación. Estoy seguro de
que mi padre encontrará una razón para irse pronto.
—¿Estás seguro?
—Sí. Buenas noches.
Se rascó la nuca, vacilante sobre mi elección, pero comenzó a
alejarse.
—Muy bien, buenas noches, Greyson. —Hizo una pausa, luego se
volvió hacia mí—. Dejaré la ventana de la habitación de invitados del
primer piso abierta esta noche si la necesitas, ¿de acuerdo?
Aunque a veces era un humano horrible, era un malditamente
buen mejor amigo.
—Gracias, Landon.
—Síp. Adiós.
Una vez llegué a mi porche delantero, no entré. Sabía que nada
bueno vendría de entrar a ese lugar.
Mis padres estaban en otra competición de gritos.
Eso no era nada nuevo. Cada vez que ambos estaban en casa,
pelear era lo que mejor hacían. Mamá probablemente estaba borracha
de vino, gritando a papá, y papá probablemente estaba borracho de
whisky, diciéndole que cerrara su bocaza.
Sin embargo, estaba bastante seguro de que lo que estaba
sucediendo era culpa de papá. Era bastante bueno metiendo la pata y
haciendo que pareciera que mamá hizo el desastre. Nunca había
conocido a una persona que fuera tan buena para manipular a otra
persona. El señor Handers nos enseñó esa palabra el año pasado en la
clase de inglés: manipulador, y en el momento en que la escuché, supe
que era mi padre por toneladas.
Era un manipulador profesional. Tanto en el trabajo como en casa.
Era muy bueno haciendo que mi madre pensara que estaba
completamente loca. Si olía a perfume en su ropa, él diría que era de
ella. Si encontraba lápiz labial en sus camisas, él la convencería de que
ella lo puso allí. Si le decía que el cielo era verde, ella dudaría de su
propia vista.
Una vez la obligó a ingresar en el hospital para probar su mente.
Las pruebas mostraron que estaba cuerda. Se había casado con un
imbécil.
Papá también permanecía inquietantemente tranquilo durante las
crisis de mamá. Lo cual era otro juego mental suyo: hacerla parecer
como si estuviera enloquecida, a pesar de que era el que la volvía loca.
A veces, pensaba que dejaba los números de otras mujeres en lugares
solo para que ella los encontrara. No me extrañaría de él.
Cuando era más joven, intentaba que me pusiera del lado de él,
usarme para ponerme contra mi madre. Pero nunca lo hice. Siempre
supe que lo único que mamá había hecho mal era enamorarse de un
monstruo.
Mi padre era un mentiroso, un tramposo y un hombre jodido.
En realidad, había otra cosa que mamá había hecho mal. Se
quedó.
Nunca entendí eso.
No sabía si era porque lo amaba o amaba la vida cómoda que él
creó para nosotros. De cualquier manera, no era saludable. Supongo
que por eso casi nunca estaba en casa. Tal vez se consolaba al ver el
mundo con el dinero de papá. Tal vez gastar su dinero la hacía sentir
como si de alguna manera estuviera ganando.
—¡Sé que estás tonteando con ella, Greg! —gritó mamá mientras
me sentaba en el escalón superior del porche. Puse mis manos sobre
mis oídos, e hice mi mejor esfuerzo para ahogar los sonidos.
Ojalá el abuelo todavía estuviera vivo. En su mayor parte, hacía
todo lo posible para no pensar en que se había ido, porque realmente
jodía mi cabeza, pero algunas noches, solo deseaba poder escabullirme
a su casa y ver viejas películas de kung fu con él y comer cantidades
increíbles de palomitas de maíz.
Lo mejor de mi abuelo era el hecho de que no se parecía en nada a
mi padre.
Era un buen hombre de principio a fin, y el mundo apestaba
mucho más ahora que se había ido.
Habían pasado unas pocas semanas desde que lo había perdido, y
honestamente, todavía no sabía cómo dejar de extrañarlo.
El consejero de la escuela me dijo que con el tiempo sería más fácil
lidiar con la pérdida, pero no lo encontré cierto. No era más fácil; solo se
volvía más solitario.
Miré hacia atrás y por la ventana. Algo se hizo añicos en la sala de
estar. Mamá había arrojado una botella de vino a la cabeza de papá,
pero había fallado… siempre fallaba.
El servicio de limpieza iba a tener el mejor momento de sus vidas
sacando ese vino tinto de la alfombra nuevamente.
—¡Solo vete, Greg! ¡Vete! —gritó—. ¡Ve a estar con esa puta!
Como siempre, papá salió furioso de la casa.
Creo que funcionaba mejor para él cuando ella le decía que se
fuera. Entonces era libre de ir con quienquiera que estuviera durmiendo
a espaldas de mamá.
Se detuvo cuando me vio sentado en el porche delantero.
—Greyson. ¿Qué haces aquí? —Sacó un cigarrillo y lo encendió.
Evitándote.
—Acabo de llegar a casa de pasar el rato con Landon.
—Tu madre está actuando como una loca otra vez. Me pregunto si
ha estado tomando sus pastillas.
No hice ningún comentario, porque cada vez que la llamaba loca,
quería golpearlo en el rostro.
Papá entrecerró los ojos y asintió en mi dirección.
—Escuché que Landon comenzó una pasantía en el bufete de
abogados de su padre.
—Sí. —Sabía a dónde se dirigía esta conversación.
—¿Cuándo vas a venir a EastHouse y aprender algo, eh? No puedo
dirigir ese lugar para siempre, y ya es hora de que descubras lo básico.
Cuanto antes aprendas, antes estarás listo para asumir el control un
día.
Aquí vamos de nuevo.
Mi padre estaba decidido a hacerme trabajar en la sede de
EastHouse Whisky, porque estaba seguro de que algún día me haría
cargo de la compañía. Mi abuelo había comenzado EastHouse, y lo
había dirigido con todo su corazón y alma durante años hasta su retiro.
Mi padre había seguido sus pasos.
Era un negocio familiar, y tenía la intención de tomar el control
algún día para honrar al abuelo.
Simplemente no quería hacerlo pronto.
—¿Estás sordo, muchacho? ¿No estoy hablando en inglés? —gritó.
Me puse de pie y metí las manos en los bolsillos.
—Simplemente no creo que esté listo para eso todavía.
—¿No estás listo? Tienes dieciséis años y no tienes tiempo que
perder. Si crees que esta cosa del baloncesto será tu boleto de ida, te
estás engañando. No tienes lo necesario para triunfar en el baloncesto.
Había tres cosas a tener en cuenta sobre su comentario:
1. Tenía diecisiete, no dieciséis.
2. No quería ser una estrella del baloncesto.
3. Vete a la mierda, papá.
Me pellizqué el puente de la nariz, pasé junto a él y me dirigí
directamente a la casa. Gritó que no habíamos terminado de hablar
sobre la pasantía, y que lo reanudaríamos en un momento diferente,
pero no estaba demasiado preocupado por eso. Nunca se quedaba en
casa el tiempo suficiente para realmente insistir.
Cuando entré, vi a mamá recogiendo los pedazos de vidrio rotos de
la botella.
—Mamá, deja que me encargue de eso antes de que te cortes —
dije, viéndola balancearse borracha de un lado a otro.
—Retrocede —dijo, alejándome con el brazo. Me miró, con el rímel
bajando por sus mejillas, y frunció el ceño. Puso su mano empapada de
vino contra mi mejilla y separó sus labios para hablar—. Te pareces a tu
padre. ¿Sabes lo enojada que me pone? Me hace odiarte casi tanto como
lo odio a él.
—Estás borracha —repliqué. Estaba en ese estado de borrachera
en el que ni siquiera parecía ella. Sus ojos eran salvajes y su cabello
estaba enredado—. Vamos a llevarte a la cama.
—¡No! —Retiró su mano y me abofeteó en el rostro, murmurando—
: Jódete, Greg.
Mis ojos se cerraron mientras mi mejilla escocía. Se le llenaron los
ojos de lágrimas y se colocó las manos sobre la boca.
—Oh, Dios mío. Lo siento mucho, Greyson. Lo siento mucho. —
Comenzó a sollozar en sus manos, temblando—. Ya no puedo hacer
esto. Simplemente no puedo hacer esto.
La rodeé con un brazo y la apreté ligeramente, porque estaba
bastante seguro de que si yo no la abrazaba, no recibiría ningún abrazo
en absoluto.
—Sí, está bien, mamá. Estás cansada. Solo vete a la cama. ¿De
acuerdo? Todo está bien.
Recogí los grandes pedazos de vidrio y los tiré a la basura mientras
ella se iba a la cama. Probablemente se habría ido antes de que yo
despertara a la mañana siguiente, para tomar un vuelo hacia su
próxima aventura. Pero volveríamos a cruzarnos cuando necesitara su
pelea mensual con papá y una botella de vino para tirar.
Me dirigí al baño para lavarme el vino de las manos y el rostro, y
cuando me miré en el espejo, odié lo que vi.
Porque me parecía a mi padre, y también me odiaba por eso.
Cuando me fui a la cama, traté de sacar a mis padres de mi mente,
pero cuando lo logré, el abuelo entró en mi cabeza, y eso me puso más
triste.
Entonces pensé en Eleanor Gable.
La chica que leía libros en fiestas y a la que le gustaban mucho las
libélulas.
Esos pensamientos no eran tan pesados como todos los otros.
Así que los dejé quedarse.
3
Eleanor

H
abían pasado dos días desde la fiesta, y ni siquiera había
terminado de leer Harry Potter y la Orden del Fénix. Mi
concentración estaba arruinada, y no podía sacarme a
Greyson de la cabeza.
Ni siquiera era la forma en la que se veía o las cosas que dijo. Eran
solo pequeñas cosas sobre él.
No hablaba con muchas personas, pero las notaba lo suficiente.
Noté la forma en que se puso incómodo con ciertas cosas, la forma
en que dio golpecitos con los dedos contra sus piernas y nunca se
quedó quieto.
Noté la forma en que olía a regaliz rojo.
Pensar en él era como un mal sueño del que no podía despertar.
Una parte de mí se preguntaba si también pensaba en mí.
Este era un concepto completamente nuevo para mí.
No tenía enamoramientos, a menos que estuviéramos hablando de
personajes de ficción. Siempre encontré que los chicos de mi edad eran
idiotas y superficiales. Todo lo relacionado con la escuela secundaria
era el peor cliché.
Para mí, todo parecía tan artificial y falso. Todo se basaba en cosas
superficiales como el aspecto, la popularidad y la cantidad de dinero
que ganaban tus padres. Simplemente no quería ninguna parte de ello.
Hasta que aparecieron Greyson y esa estúpida sonrisa. Ahora era
una de esas chicas, preguntándome por él cuando no debería haberlo
hecho, y leyendo demasiados artículos sobre tener un flechazo.
—Hola, Snickers —dijo papá, apareciendo en mi habitación
mientras giraba un lápiz entre sus dedos.
—¡¿Qué?! Nada. Basta. ¿Eh? —resoplé rápidamente,
apresurándome a cerrar el navegador de internet en el ordenador de
escritorio. Mis respiraciones entraban y salían mientras trataba de
ocultar mis nervios—. Hola, papá —dije con una exhalación, dándole
una amplia sonrisa que mostraba mis dientes.
Levantó una ceja.
—¿Qué estás escondiendo?
—Nada. ¿Qué necesitas? ¿Qué pasa?
Se frotó la mano contra el estómago y entrecerró la mirada. Mi
padre tenía un buen instinto y lo llamaba Doritos, debido a la causa de
la creación de dicho instinto. Mamá era vegana y siempre intentaba que
él siguiera esa línea con ella, pero él estaba completamente en contra de
abandonar el tocino, lo cual entendía.
En su mayor parte, mamá era buena para controlar la dieta de
papá. Había sido pre-diabético antes de que ella lograra que siguiera un
poco su plan de alimentación. Le decía que la haría feliz si comiera una
ensalada con la cena, así que él la comería, porque hacerla feliz era su
actividad favorita.
Siempre me reía un poco cuando frotaba a Doritos mientras
trataba de descifrar algo, como si su barriga fuera una lámpara mágica
con todas las respuestas.
—Solo quería decirte que solo seremos tú y yo en la cena. Tu
mamá no se está sintiendo bien.
Mis entrañas se apretaron mientras la preocupación me llenaba.
—¿Oh? ¿Está bien?
—Solo un poco cansada. —Sonrío—. Está bien, Ellie. Lo prometo.
Me llamó Ellie y no Eleanor, así que le creí.
Se rascó la mandíbula.
—Así que, ¿cena?
—No puedo esta noche. Soy niñera de Molly. —Había sido la niñera
de Molly Lane dos veces por semana, lunes y viernes, desde hace
algunos meses después de la escuela. Era una niña vivaz de cinco años
que vivía a unas pocas cuadras, y me mantenía alerta—. En realidad,
debería irme pronto.
—Oh, es lunes ¿verdad? —Arrugó la nariz—. Bueno, creo que solo
soy yo, Fraiser y Mickey D´s para la cena de esta noche.
—¿Mamá sabe sobre el McDonalds? —pregunté, sabiendo sobre el
último plan de dieta de papá.
Sacó su billetera y me extendió veinte dólares.
—¿Tiene que saberlo?
—¿Me estás sobornando?
—No lo sé, ¿está funcionando?
Me acerqué y tomé el dinero.
—Síp, con seguridad.
Envolvió sus manos alrededor de mi cabeza y besó mi frente.
—Siempre supe que eras mi hija favorita.
—Soy tu única hija.
—Que sepamos. Hubo muchos conciertos de rock a principio de los
ochenta.
Puse los ojos en blanco, una pequeña carcajada saliendo de mis
labios.
—Sabes que mamá olerá las patatas fritas en ti. Siempre lo hace.
—Algunas cosas valen la pena el riesgo. —Besó mi frente una vez
más—. Te veré después. Dile a Molly y sus padres que dije hola.
—Lo haré.
—Te quiero, Snickers. —Me había apodado así por su dulce
favorito, un término de cariño.
—También te quiero, papá.
Después de irse, comencé a prepararme para ir a casa de Molly.
Siempre llevaba algunos de los viejos libros infantiles que me
encantaban de niña para leerle antes de irse a la cama. A Molly le
encantaban los libros casi tanto como a mí, y secretamente sentía un
poco de celos de que algún día pudiera leer la serie de Harry Potter por
primera vez.
Lo que no hubiera dado para experimentar una vez más la
sensación de leer esos libros por primera vez.

Raine, Illinois, se separaba en dos partes, divididas por un puente,


el lado este y el lado oeste. Yo vivía en el lado oeste, pero Molly estaba
en el este, en la calle Brent. Aunque vivía a solo unas cuadras de
distancia, una vez cruzabas el pequeño puente podías notar la
diferencia en el nivel de ingresos. Mi familia era acomodada, pero no
estábamos tan bien como los del este del puente.
Todas las casas en la cuadra de Molly valían una cantidad de
dinero increíble. Eran mansiones, mansiones realmente grandes. Raine
era una bonita ciudad de clase media, excepto cuando caminabas por el
lado este. Era donde vivían todas las personas adineradas que
trabajaban en Chicago, pero que querían un estilo de vida un poco
suburbano. Mamá era niñera de las familias en ese lado del puente, y
obtenía un gran ingreso. Juraba que incluso el aire olía a billetes de
cien dólares. Si no hubiera sido por Molly, no habría habido razón para
que alguna vez me atraparan en ese lado de la ciudad.
—¡Eres la niñera de Molly Lane! —gritó una voz cuando mi
zapatilla aterrizó en el primer escalón del porche de Molly. Rápidamente
me di la vuelta para ver de dónde venía. Al otro lado de la calle, tres
casas a la izquierda, había un chico con una gran sonrisa estúpida.
Greyson saludó con la mano.
Miré por encima del hombro para asegurarme de que me estaba
saludando, y por amor de Dios, lo estaba haciendo.
Me pasé la mano por la nuca y dije:
—Oh, sí.
Esas fueron las únicas palabras que se me ocurrió decir. Cuando
comenzó a bajar de su porche y dirigirse hacia mí, mi corazón comenzó
a hacer volteretas en mi pecho, y latió cada vez más rápido a medida
que se acercaba.
Hizo ese movimiento lento de pasarse la mano por el cabello otra
vez y mi corazón de alguna manera se detuvo y aceleró al mismo
tiempo.
—¿La has estado cuidando por un tiempo? —cuestionó.
—Sí, unos meses. —Mis manos estaban húmedas. ¿Por qué mis
manos están húmedas? ¿Puede ver la culpa sobre mí? ¿Puede saber que
he estado pensando en él? ¡¿Huele mi miedo?! Oh, Dios, ¿están sudando
mis codos? ¡Ni siquiera sabía que los codos podían sudar!
—Solía ir a la iglesia con ella cuando era más joven. Era la mejor
parte porque todo estaba muy estructurado, y cuando estaba silencioso,
solo gritaba, "¡Una pista, una pista!", citando Las Pistas de Blu, luego
corría al frente de la iglesia y simplemente bailaba.
Me reí por lo bajo. Sonaba como la Molly que conocía y amaba.
Metió las manos en los bolsillos de sus pantalones deportivos y se
balanceó hacia adelante y hacia atrás en sus Nike.
—Pero no es de donde te conozco. Lo descifré el otro día.
—¿Oh? ¿Y de dónde es?
—La clínica de cáncer Sherman. —Su sonrisa se evaporó mientras
mi corazón lloraba—. Te he visto allí varias veces, yendo y viniendo.
Oh.
Bueno, eso fue incómodo.
Iba a la clínica de cáncer Sherman con mis padres cada vez que
mamá tenía citas de quimioterapia. Durante mucho tiempo, mi madre
no quería que fuera porque pensaba que me molestaría, pero,
sinceramente, me sentí más molesta por no estar allí.
No dije una palabra.
—¿Estás enferma? —preguntó.
—No. No lo estoy.
Arrugó la nariz.
—¿Alguien que conoces está enfermo?
—Eh, mi madre. Tiene cáncer de pecho. —Exhalé, y en el momento
en que la palabra cáncer salió de mis labios, traté de absorberla
nuevamente. Cada vez que lo decía, mis ojos tenían una forma de
llenarse de agua.
—Lo siento mucho, Eleanor —dijo, y me di cuenta de que lo decía
en serio porque sus ojos eran muy sinceros.
—Gracias. —Seguía mirándome mientras mi estómago se revolvía
una y otra vez—. ¿Alguien que conoces está enfermo?
Esta vez, se sintió incómodo.
—Lo estuvo. Mi abuelo. Falleció hace unas semanas. —Sus ojos
hicieron algo que no sabía que los ojos de Greyson East podían hacer,
se pusieron más tristes.
—Lo siento mucho, Greyson —dije, y esperaba que supiera que lo
decía en serio mirando lo sinceros que eran mis ojos.
—Sí, gracias. Todos siguen diciendo que ya no sufre, pero no lo sé.
Siento que dejó algo de dolor atrás para que yo lo tome. —Rozó su
pulgar contra la base de su mandíbula, y me quedé atónita.
Greyson estaba triste.
Muy triste. Eso fue impactante para mí porque nunca antes noté su
tristeza cuando lo miraba. Para mí, siempre parecía el chico popular de
espíritu libre que todos amaban.
Resultó que los chicos populares también podían estar tristes.
Greyson eliminó la mueca y sonrió.
—Entonces, he estado pensando... deberíamos pasar el rato.
Lo dijo tan casualmente, como si la idea de que estuviéramos
pasando el rato no fuera locamente absurda.
Me reí sarcásticamente para cubrir mis nervios.
—Sí, está bien, Greyson.
—No, lo digo en serio. Deberíamos salir juntos.
Eché un vistazo por la cuadra, solo para asegurarme de que me
estaba hablando.
—No quieres pasar el rato conmigo.
—Sí.
Tiré de la parte inferior de mi chaqueta de punto morada.
—No, no lo haces.
—Sí —insistió.
—¿Para llegar a Shay?
Levantó una ceja y se acercó a mí.
—No todo es sobre tu prima. Algunas cosas son sobre ti.
—Quiero decir, simplemente no tiene sentido. ¿Por qué querrías
pasar el rato conmigo?
—¿Por qué no lo haría? Fuiste interesante en la fiesta y me
gustaría conocerte mejor.
—Estaba leyendo un libro y usando audífonos en una fiesta de
secundaria. Eso no es interesante. Eso es raro.
—Me gusta lo raro.
Me reí.
—No, no lo hace. No te gusta lo raro.
—¿Cómo sabes lo que me gusta?
Miré a mi alrededor y me encogí de hombros.
—Solo estoy asumiendo.
—Bueno, no deberías. Si quieres, puedes pasar el rato conmigo y
realmente conocerme —ofreció.
—Realmente no venimos del mismo tipo de mundo, Greyson. Tú
eres tú y yo soy yo. Quiero decir, mira el tamaño de tu casa y tu
popularidad, y...
—Escucha, si no quieres pasar el rato, solo dilo. No hay necesidad
de excusas —interrumpió, haciéndome ponerme derecha.
—No, no es eso. Solo digo... no tenemos mucho en común, no lo
creo.
—Bueno, podemos averiguarlo e ir desde allí.
Estreché mis ojos.
—Está bien, bueno, una vez que descubras algo que tengamos en
común, pasaré el rato contigo.
Entrecerró los ojos, casi como si no me creyera.
—¿Promesa de meñique? —preguntó, extendiendo su dedo
meñique.
—¿Estás bromeando?
—No. Lo digo en serio. Necesito tu palabra. Si encuentro algo que
tenemos en común, pasarás el rato conmigo. Promesa de meñique.
—Biennn —gemí mientras envolvía mi dedo meñique con el suyo.
Traté de ignorar la sensación que su toque me provocó—. Lo prometo.
Tengo que ir con Molly.
Sonrió complacido.
—Está bien, hablaré contigo más tarde. —Le devolví la sonrisa
antes de poder detenerme y lo notó—. Más de eso, Eleanor.
—Lo que sea. Adiós, Greyson. —Me alejé de él y sentí que mis
mejillas se calentaban mientras subía apresuradamente los escalones,
todavía sonriendo de oreja a oreja. Cuando llegué al porche, me detuve
y me volví hacia él—. La gente me llama Ellie. También puedes, si
quieres.
—Está bien, Ellie. —La forma en que el nombre cayó de sus labios
me hizo sonrojar aún más—. Y puedes llamarme Grey.
—¿Solo Grey?
—Sí, solo Grey. —Se dio la vuelta y levantó una mano en el aire—.
Adiós, Ellie.
Las comisuras de mi boca se elevaron cuando lo vi alejarse y hablé
para mí en voz baja, sin saber qué estaba sucediendo exactamente en
mi vida últimamente.
—Adiós, Grey.
—¿Es ese tu novio? —cuestionó una pequeña voz.
Levanté la vista para ver a una descarada Molly parada en su
puerta con las manos en las caderas. Su cabello rojo y rizado le caía
sobre los hombros y daba golpecitos con su pie repetidamente.
—¿Qué? No. No es mi novio.
—Entonces, ¿por qué tu rostro se puso rojo?
—Mi rostro no está rojo.
—Ajá. Pareces una manzana.
—Algunas manzanas son verdes —discutí, caminando hacia ella.
—Pero eres la manzana roja, por tu novio —se burló. De repente,
comenzó a bailar en el porche delantero y a cantar en voz alta—. ¡Ellie
tiene novio! ¡Ellie tiene novio!
—¡Molly, déjalo ya! —grité en voz baja, mirando por encima del
hombro y viendo a Greyson mirándonos. Dios mío, estaba horrorizada.
—¿Por qué no vas a besarlo? ¡Ve a besar a tu novio! —Siguió
insistiendo con lo del novio, haciéndome gemir mientras me frotaba el
rostro con las manos.
—¡No es mi novio! —discutí una vez más.
—Si no es tu novio, ¿quién es? —inquirió, con las manos todavía
en las caderas en esa pose atrevida.
—Es Grey. —Suspiré, alzando mis manos antes de caminar hacia
ella y levantar su entrometido ser en mis brazos. —Es solo Grey.
—No se ve gris5 —comentó Molly—. Se ve bronceado.
Me reí.
—No, no es gris, sino Grey. Como... su nombre es Grey.
—¿Los nombres de las personas pueden ser colores?
—Bueno, sí, supongo.
—¿Puedo ser rosa?
Me encogí de hombros.
—Está bien, Rosa.
—¡Y tú eres Roja! Como tu rostro ahora mismo.
Bueno, eso se sentía apropiado.

5 Grey es gris en inglés.


4
Eleanor

¿S
abes esos primeros minutos después de terminar un
libro increíble?
¿Esos momentos en los que no estás seguro de qué
hacer contigo mismo?
Simplemente te sientas allí, mirando las últimas
palabras, sin saber cómo seguir adelante con tu vida.
¿Cómo se puede terminar?
¿Cómo pueden esos personajes desvanecerse en negro?
Para ti, los personajes todavía están impresos en tu alma. Sus
acciones, sus diálogos aún vivos y fuertes en tu mente. Tus lágrimas ni
siquiera se han secado, y anhelas otra solución.
Me encantaba ese sentimiento: la agridulce historia de amor entre
una persona y una novela llegando a su fin.
Eso es lo que me pasó después de terminar Harry Potter.
Realmente no sabía qué hacer conmigo misma. Mamá todavía se
estaba recuperando de su resfriado y papá viendo la televisión, así que
hice lo único que me pareció natural: pensé en Greyson.
Era oficialmente un cliché adolescente.
Cada vez que me dirigía a cuidar a Molly, me ponía cada vez más
nerviosa por la idea de que Greyson podría haber estado sentado en el
porche de enfrente, tres casas más abajo. Sabía que era estúpido, pero
en esos días, podría haber comenzado a peinarme un poco más y podría
haberle pedido a Shay consejos de maquillaje.
También podría haberme depilado las cejas.
Cada vez que Greyson no estaba allí, soltaba un suspiro de alivio,
pero luego me sentía un poco triste.
Cuando llegó el viernes tres semanas después de nuestra primera
interacción en casa de Molly, mi corazón se aceleró cuando cruzó
corriendo la calle hacia mí.
—Soy un Gryffindor —declaró, agitando el libro que tenía en la
mano.
Alcé una ceja y tiré del dobladillo de mi chaqueta de punto.
—¿Qué?
—Dije que soy un Gryffindor. Estoy bastante seguro, al menos. Fue
un cincuenta-cincuenta entre eso y Ravenclaw, pero luego leí algunos
artículos en línea y estoy bastante seguro de que soy Gryffindor.
—¿Leíste Harry Potter?
Asintió.
—Síp. Lamento que me tomara tanto volver a verte, pero son
largos.
—Tú… —Mi corazón latía con fuerza contra mi caja torácica—.
¿Leíste todos los libros?
—Los cinco, y ahora estoy contando los días hasta que salga el
próximo.
Lo mismo, Grey, lo mismo.
—¿Por qué los leíste todos?
—Entonces tendríamos algo en común. Además, quería que
tuvieras un enamoramiento estúpido y poco realista conmigo que va en
contra de todo lo que representas. —Comenzó a hojear el libro,
señalando algunas de sus citas favoritas, que había resaltado. Habló
rápidamente, repasando sus gustos y disgustos por cada uno de los
libros. Me contó sus personajes favoritos, me contó sus aversiones y
habló como si realmente entendiera de lo que estaba hablando.
Todavía estaba atrapada en el hecho que había leído los cinco
libros simplemente para que tuviéramos algo en común.
Si fuera un personaje de libro, sería el héroe.
Después de mostrarme su última cita destacada, cerró el libro y se
encogió ligeramente de hombros.
—Entonces, ¿qué eres?
—¿Mmm?
—¿Cuál es tu casa de Hogwarts?
—Oh. —Tracé la acera con la punta de mi zapato—. Soy un
Hufflepuff.
—Es lo que pensé.
—Sí, la mayoría de la gente piensa que es la peor casa.
—Los Hufflepuff parecían silenciosamente fuertes y leales. No hay
nada malo con personas leales y pacientes. Creo que debería haber más
de eso.
Sonreí.
Me devolvió la sonrisa y dijo:
—Más de eso, Ellie. —Golpeó con los dedos el lomo de su novela—.
Entonces, ahora que tenemos algo en común, ¿eso significa que
podemos pasar el rato?
—Bueno, hice esa promesa, y como Hufflepuff, tengo que cumplir
mi palabra.
—Perfecto. Entonces, ¿qué vas a hacer el próximo martes?
—¿Mmm, nada?
—Está bien, increíble. ¿Quieres venir a mi casa? Planificaré algo
para que hagamos.
Me encogí de hombros, tratando de parecer relajada.
—Está bien. —Nota para mí: las rodillas también pueden sudar—.
Bueno, tengo que ir con Molly.
—De acuerdo. ¡Nos vemos el martes!
Se marchó y, durante unos segundos, me pregunté si estaba
atrapada en un sueño. Sin embargo, tenía demasiado miedo a
pellizcarme porque me preocupaba despertarme. Si esto era un sueño,
quería vivir un poco más en él.

—Me gusta un chico —espeté el domingo por la tarde cuando


mamá y yo nos sentamos en nuestro lugar escondido en Laurie Lake.
Llevábamos yendo allí desde que podía recordar, incluso a veces todas
vestidas con nuestra ropa invierno para estar cerca del agua. Si a
mamá le encantaba algo, era el agua. Decía que era porque el agua la
curaba. Su sueño era algún día colocar sus pies en el océano y pararse
con los brazos abiertos, pero como estábamos en Illinois y no había
ningún océano cerca, ese sueño tendría que esperar un poco más.
Por el momento, pequeños lagos y estanques nos funcionaban
bien. Siempre hacíamos de nuestra misión ir a sentarnos junto a
nuestro estanque escondido y ver a las libélulas pasar a nuestro
alrededor. Laurie Lake normalmente estaba lleno de gente durante el
verano, pero, un día durante nuestra exploración, encontramos un
cuerpo de agua más pequeño escondido entre los árboles, y siempre
íbamos allí para sentarnos y conversar.
Después de sentirse un poco mal, finalmente estaba lo
suficientemente bien para salir de casa, y estaba feliz de volver a
nuestras citas regulares de madre e hija. Todavía parecía cansada, pero
no cansada por la enfermedad. Parecía el tipo de cansada de cuando la
gente dormía demasiado.
Aun así, en el fondo de mi mente, me preocupaba. No podía
evitarlo. Esa preocupación probablemente siempre perduraría.
Mamá inclinó la cabeza hacia mí y sus ojos azules se iluminaron
de alegría ante mis palabras. Había dos cosas de las que nunca
hablamos entre nosotras: deportes y chicos. Nunca había tenido ningún
interés en ninguno de los dos, pero esa tarde supe que tenía que
decírselo, porque era mi persona. Le contaba todo a mi madre. Éramos
unas Lorelai y Rory Gilmore regulares.
—Oh, Dios mío, ¿quién? ¿Cómo? ¡¿De dónde?!
—Se llama Greyson East. Hablamos en la fiesta a la que papá y tú
me obligaron a ir hace unas semanas.
Levantó las manos en el aire con entusiasmo.
—¡Sabía que estaba siendo una buena madre obligándote a ir a
una fiesta con drogas y alcohol!
Me reí por lo bajo.
—Algo como eso.
—Entonces, dime todo. ¿Qué le gusta? ¿Cómo se ve? Si fuera un
animal, ¿qué animal sería? —Colocó su barbilla en sus manos y me
miró con los ojos muy abiertos y maravillados.
Le conté todo, todo lo que sabía, al menos.
Levantó una ceja.
—¿Es por eso que has estado usando mi maquillaje últimamente?
—¿Lo notaste?
—Cariño, estoy enferma, no muerta. Además, realmente
necesitamos una clase de maquillaje porque la forma en que te rizaste
las pestañas fue un poco salvaje.
Me reí.
—Solo quería, no sé, ponerme un poco femenina.
—Usar maquillaje no te hace una chica. ¿Llevabas maquillaje
cuando lo conociste?
—No…
—Entonces no hay necesidad de usarlo ahora, a menos que
quieras. Haz cosas por ti, Ellie, nunca por los demás. Obviamente le
agradaste tal como eras.
Mi estómago se revolvió mientras jugueteaba con mis pulgares.
—Es todo lo contrario de lo que pensé que sería mi primer
enamoramiento.
—¿Cómo es eso?
—No lo sé. Pensé que iría por un tipo nerd, o un artista, o un
músico. Greyson es popular.
—Lo dices como si tuviera una ETS —bromeó mamá—. A la gente
le gusta, ¿y qué? Eso no es algo malo.
—Sí, pero no se trata solo de personas, sino de todos. Podría tener
a cualquier chica que quisiera, por lo que es difícil pensar que quiera…
—No. —Mamá puso su mano sobre mi rodilla—. No hacemos eso.
No nos humillamos. —Colocó mi cabello detrás de mi oreja y me puso
las manos en las mejillas—. No solo eres hermosa por fuera, Eleanor
Rose, eres impresionante por dentro. Eres creativa. Tienes la mejor risa
que he escuchado. Eres amable, generosa y valiente. Nunca pienses que
no eres lo suficientemente buena según lo que las revistas definen como
belleza. Eres. Hermosa.
Mamá siempre hacía esto cada vez que me metía en mis dudas
adolescentes al azar.
Era fácil para mí no sentirme hermosa en un mundo de reinas de
graduación, pero mi madre siempre me recordaba lo valiosa que era.
Era una hija afortunada.
—Además, parece que captaste su atención con tu aspecto y tu
mente —comentó—. Esa es la parte más importante.
—¿Podemos simplemente no decirle a papá? Es un poco dramático
con cosas como esta.
—Tu padre nunca ha disparado un arma en su vida, pero siento
que tener tu primer flechazo sería suficiente para llevarlo al límite, así
que lo mantendré entre tú y yo.
—Gracias.
Comenzó a responder, pero estalló en un ataque de tos. No pudo
recuperar el aliento por un tiempo y mis entrañas se llenaron de
preocupación. Cuando se detuvo, negó.
—Estoy bien, Ellie.
Escuché sus palabras, pero a veces sentía que eran mentiras solo
para evitarme sufrimiento. Tenía la sensación de que las madres harían
cualquier cosa para evitar que sus hijos sintieran cualquier forma de
dolor.
Descansé mi cabeza sobre su hombro mientras contemplábamos el
agua y veíamos cómo pasaban tres libélulas.
—Leyó Harry Potter, los cinco libros, porque le dije que no teníamos
nada en común y quería asegurarse de que lo hiciéramos.
Los ojos de mamá se ensancharon y su boca se abrió.
—¿Leyó tu serie favorita?
—Síp.
—¿Eleanor?
—¿Sí?
—Cásate con este chico.
5
Eleanor

M
e puse mi chaqueta de punto de libélulas cuando me
dirigí a casa de Greyson el martes. Era lo que llevaba
puesto la primera vez que hablamos, y pensé que tal vez
era un amuleto de buena suerte. Fui sin maquillaje,
porque eso no importaba, y también estaba cansada de pincharme en el
ojo con la varita del rímel.
Mientras caminaba por la calle Weston, hice todo lo que pude para
domar mis nervios. Solo éramos nosotros pasando el rato de todos
modos, no una boda.
No había necesidad de pensar demasiado las cosas.
Subí al porche de Greyson y toqué su timbre.
Jugueteando con mis dedos y dando golpecitos con mis zapatos,
esperé unos segundos a que llegara a la puerta. Fue el tiempo más largo
que le había tomado a alguien abrir la puerta, pero de nuevo, con el
tamaño de la casa de Greyson, tenía sentido.
Cuando la abrió, tenía en sus brazos un gran y esponjoso gato
negro.
Mis ojos se abrieron de par en par con emoción.
—Oh, Dios mío, ¿quién es este?
—Este es Meow, mi mejor amigo —explicó Greyson, permitiéndome
acariciarlo—. Es viejo, pero es el mejor de todos.
Le sonreí al felino.
—Hola, Meow. Soy Ellie.
Meow maulló antes de saltar de los brazos de Greyson y volver a
entrar en la casa, completamente desinteresado en mí. No pude evitar
reírme.
—Es dulce —comenté.
—Sí, lo es. Entonces, ¿estás lista para irte? —preguntó Greyson,
tomando una sudadera de su vestíbulo.
—Sí, pero, ¿a dónde vamos exactamente?
—Pensé que aprendí algo que te gusta leyendo esos libros, así que
quería mostrarte algo que me gusta. Vamos al cine.
—¿Oh? ¿Cuál? —cuestioné mientras bajábamos por los escalones
del porche.
—Bueno, los martes ponen viejas películas de kung fu en el cine
Cameron. Esta semana están poniendo King Boxer.
—¿Vas a ver viejas películas de kung fu?
—Sí. Solía verlas con mi abuelo antes de que muriera. Luego,
simplemente seguí. —Se removió e hizo su cosa de Me siento incómodo
así que juego con mis dedos—. Si odias la idea de ir al cine, podemos
hacer otra cosa, como ir a comprar helado o algo. Solo pensé…
Mi corazón…
Sonreí y negué suavemente, frotando mi mano izquierda hacia
arriba y hacia abajo en mi brazo derecho.
—Creo que eso es perfecto.
Me devolvió la sonrisa.
—Más de eso, Grey —dije con una sonrisa mientras usaba sus
palabras.
Fuimos al cine y pidió palomitas de maíz y caramelos. No podía
comer nada de eso debido a mis frenillos, pero estaba bien. Tenía
suficientes mariposas en el estómago para mantenerme llena.
Su golosina favorita era el regaliz rojo, y dijo que había aprendido a
amarlo de su abuelo.
Las mariposas de mi estómago no se desvanecieron mientras
estábamos sentados en el teatro. En todo caso, solo crecieron en
tamaño. Juro que su brazo se acercó al mío, y el mío se acercó al suyo
durante toda la película. Mi corazón dejó de latir completamente
cuando su meñique rozó el mío.
Cuando los nervios se volvieron demasiado, puse mis manos en mi
regazo y traté de no pensar demasiado en el pequeño toque. Sin
embargo, me pateé por mover la mano porque, ¿y si la hubiera dejado?
¿Habría unido nuestros meñiques? ¿Nos habríamos tomado de la
mano? ¿Habría sentido que mi pulso se aceleraba por todo mi cuerpo?
Cada vez que Greyson se reía de la película, yo también, porque
tenía el tipo de risa que te hacía pensar que acababas de conocer a la
persona más feliz del mundo. La película fue genial, pero lo mejor fue
ver lo mucho que Greyson la disfrutó. Sus ojos permanecían fijos en la
pantalla, y echaba la cabeza hacia atrás en las partes que le hacían
gracia mientras se metía puñados de palomitas de maíz en la boca.
Para mí era una locura haber pensado que sabía quién era el chico
popular de los pasillos cada vez que nos veíamos en la escuela, pero
claramente me equivoqué. En Greyson había más que sus habilidades
en baloncesto, y sus zapatillas Nike, y su buen aspecto.
Tenía una personalidad que no se veía en la escuela, desde su
amor por su gato hasta su amor por las películas de kung fu, desde la
forma en que extrañaba a su abuelo hasta la forma en que sus ojos a
veces se veían tan solitarios.
Me sentí tonta por haberle juzgado antes de saber nada de él.
Todo lo que aprendía hacía que mi enamoramiento creciera más y
más. Greyson tenía tantas capas, y cada vez que me revelaba una,
sentía como si me estuvieran revelando un gran secreto.
—¿Te gustó? —me preguntó, sonando incierto.
—¡Fue increíble! Nunca había visto una película de kung fu antes.
Suspiró, aliviado mientras apoyaba una mano sobre su pecho.
—Bien. Estaba muy preocupado. La mayoría de las chicas piensan
que es raro que las vea, pero me encanta.
—Me encanta que te guste.
—¿Y ahora qué? ¿Quieres ir a buscar algo de comer o algo?
—Siempre puedo comer —accedí.
Nos dirigimos a una heladería, donde encontré otra cosa que
ambos teníamos en común: helado de vainilla con dulce de chocolate.
Tampoco éramos tímidos a la hora de llenarnos la boca. Mientras
comíamos, no pude evitar preguntarme algo.
—¿Qué te hizo querer salir conmigo? —solté, sintiendo que se me
calentaba el rostro un poco después de que las palabras salieran de mis
labios.
Sostuvo su cuchara llena de helado en el aire y levantó una ceja.
—¿Qué quieres decir?
—Pareció un poco al azar, eso es todo.
—Oh. —Se comió la cucharada que había recogido y luego habló
con la boca llena—. No parecías impresionada conmigo en la fiesta.
—¿Y eso te hizo querer salir conmigo?
—Sí.
—¿Pero por qué?
—Porque la mayoría de las chicas actúan como si todo lo que hago
y digo fuera magia cuando en realidad digo muchas cosas estúpidas. Yo
diría que un buen noventa por ciento de lo que digo es pura mierda.
—Lo redondearía a cien —bromeé.
Se rió.
—¿Ves? Cosas así. Otras chicas nunca dirían eso. Es como si les
gustara este tipo que inventaron en su cabeza, y no tienen ni idea de
quién soy en realidad. No te interesaste por mí en absoluto.
—¿Quieres pasar el rato conmigo porque no me importas?
—Sí, exactamente.
Me reí.
—Eso parece jodido.
—Tal vez, pero es verdad. Además… con tu madre enferma… —Sus
palabras se desvanecieron y sentí un extraño tirón en mi vientre.
—No quiero que pases el rato conmigo porque te sientes mal por mí
—dije. No necesitaba su compasión.
—No, no es eso. Quiero decir, me siento mal, pero no sé cómo
explicarlo. —Se pasó los dedos sobre la frente—. Supongo que cuando
mi abuelo estaba enfermo, era en lo único en lo que podía pensar, y
recuerdo que deseaba tener a alguien que me quitara de la cabeza que
estaba enfermo por un tiempo. Quería hacer eso por ti. Quería darte
algo más en lo que pensar, y no quería que te sintieras sola.
No estaba segura de que este chico fuera real.
Incluso en mis novelas los héroes no eran tan dulces.
Me mordí el labio inferior mientras comía mi helado.
—Oh.
Eso fue todo lo que pude decir, porque mis emociones me estaban
ahogando.
—Lo que me lleva al siguiente tema. —Unió sus dedos y estiró los
brazos antes de ponerlos sobre la mesa—. Tengo una propuesta para ti.
—¿Oh? ¿De qué se trata?
—Tenemos que seguir viéndonos, al menos una vez a la semana,
para evitar que te vuelvas loca.
—¿Qué quieres decir?
—Te vas a volver loca preocupándote por tu madre los siete días de
la semana. Confía en mí, lo sé. He vivido esa vida.
—Estoy bien —argumenté.
Levantó una ceja.
—¿Con qué frecuencia haces búsquedas en internet sobre el
cáncer?
Hmm…
Uno, dos, salto unos cuantos…
—Solo un par de veces —mentí.
Sonrió.
—Todos los días, ¿eh? Apuesto a que te hace sentir peor también.
Por lo tanto, una vez a la semana, tienes que dejar de pensar en el
cáncer. Por eso mi abuelo me hizo ir con él al cine los martes para
despejar mi mente. Ayudó mucho.
—¿Quieres que vaya al cine todos los martes contigo?
—No, haremos cosas diferentes. El punto principal es hacer que
dejes de pensar en cosas tristes por lo menos durante unas horas.
Después de eso, puedes volver a tus tristes búsquedas en internet —
dijo en broma.
Entrecerré los ojos.
—¿Solo una vez a la semana?
—Sí, solo necesito tres o cuatro horas de tu tiempo. Es un acuerdo
en el que todos ganamos.
—¿Cómo es para ti un trato en el que todos ganan? Quiero decir,
entiendo por qué lo es para mí, tengo un descanso de la realidad, pero
tú no obtienes nada de ello.
—Puedo salir contigo, lo que significa que no tengo que estar tan
solo.
Me reí.
—Siempre estás rodeado de gente. Dudo que ni siquiera sepas
cómo se siente la soledad.
Bajó las cejas y rozó su pulgar contra su nariz. Su mirada se
dirigió a su tazón de helado casi vacío.
—¿Alguna vez has estado en un espacio lleno de gente y sientes
que nadie sabe nada de ti? —preguntó—. Todo el mundo habla de ti de
una manera que parece tan falsa. Todo lo que saben de ti son mentiras
que inventaron en sus propias cabezas, pero en realidad no te conocen.
Solo conocen el personaje ficticio que crearon. Eso es la soledad: vivir
en un mundo donde nadie te ve.
Vaya.
Acaba de describir toda mi experiencia en el instituto.
—Bueno, tal vez sí sepas lo que se siente —repliqué.
—Entonces, ¿qué dices? ¿Te apuntas? —inquirió, uniendo sus
manos.
—Sí —respondí rápidamente, y no me importó lo rápido que la
palabra salió de mi boca, no me importó lo ansiosa que soné—. Sí, me
apunto.
Sonrió.
Me gustó.
Lo que sea.
—Muy bien. ¡Se me ocurrirá una lista de cosas que podemos hacer!
Creo que será muy divertido. —Parecía realmente entusiasmado, lo que
me emocionó también.
Terminamos nuestro helado, y luego me acompañó a casa. Me
alegré de que Greyson tuviera una personalidad parlanchina, porque
muchas veces me quedé sin cosas que decir. Era muy bueno en
mantener la conversación fluyendo.
—Gracias por venir hoy, Ellie. Lo pasé muy bien —dijo,
removiéndose en sus Nike.
—Sí, yo también.
—¿Qué tal si nos vemos el próximo miércoles?
—Es una cita —dije, luego sentí que mis mejillas se calentaban—.
Quiero decir, no como una cita, pero como, ya sabes… solo dos
personas pasando el rato… no quise decir como…
—Es una cita. —Greyson sonrió con suficiencia, tan suave como
siempre—. Hablaré contigo más tarde. También mantente fuera de
internet, ¿quieres?
Se dio la vuelta para alejarse, pero lo llamé.
—¿Sí? —preguntó.
—Solo quería que supieras que te veo, ya sabes, el tú que el resto
del mundo no ve.
Arrugó la nariz y se frotó la nuca.
—Bien, porque yo también te veo.
Había pasado tanto tiempo escondida en las sombras. Evitaba a la
gente, porque me sentía segura siendo invisible. Si era invisible, la
gente no podría juzgarme. Si era invisible, la gente no podría reírse en
mi rostro. Siempre pensé que era la opción correcta, permanecer
escondida.
Esa tarde, mis pensamientos cambiaron lentamente en una nueva
dirección, porque Greyson se tomó el tiempo de mirar en mi dirección.
¿Quién iba a decir que ser visto se sentiría tan bien?
6
Greyson

M
amá y papá estaban peleando de nuevo. Era tarde en la
noche y no tenía ningún lugar al que escaparme, así que
me encerré en mi habitación y me puse los auriculares,
poniendo la música muy alta. Era casi imposible ahogar
el ruido, pero me esforcé en hacerlo.
Mientras me sentaba en la cama, mirando al techo, pensé en ideas
sobre cosas que Eleanor y yo podíamos hacer cuando volviésemos a
salir. Pensé en lugares que podían gustarle ver, y cosas que podía
querer hacer.
Intenté averiguar comidas que podía tomar con aparato, así no se
molestaría cuando yo devorase la pizza. Pensé en si tal vez debería
llevarle flores para hacer su día un poco mejor, pero luego pensé que tal
vez no le gustaban las flores. No a todas las chicas les gustaban las
flores, aunque sí a la mayoría.
Luego pensé en su sonrisa.
Siempre tenía una sonrisa tensa, y difícilmente mostraba sus
dientes. Tal vez porque tenía aparato y era insegura. Pero no tenía nada
por lo que sentirse insegura. Cuando Eleanor esbozaba una sonrisa de
verdad, era lo más hermoso que hubiese visto jamás.
Mamá llamó imbécil a papá, y escuché romperse algo.
Subí más la música y me centré más en mis pensamientos.
Patinar.
Me preguntaba si a Eleanor le gustaba el patinaje sobre ruedas.
Realmente me encantaría llevarla a patinar.
Incluso aunque probablemente me caería de culo.
Esa noche solo seguí pensando en Eleanor. Últimamente los
pensamientos sobre ella parecían ser lo único que evitaba que le diese
vueltas a la cabeza. Sabía que le dije que quería ser su amigo para
evitar que estuviese sola, pero tal vez necesitaba un amigo tanto como
ella.
Tal vez la necesitaba incluso más que ella a mí.
—De acuerdo, elije todos los libros que quieras, luego nos
dirigiremos a la segunda parte de nuestra aventura de hoy —indiqué a
Eleanor mientras caminábamos por el pasillo de fantasía de una librería
de segunda mano. Solo había pasado una semana desde la última vez
que la vi, pero juraría que se sentía mucho más.
—Oh, Grey, nunca deberías decirle eso a un ratón de biblioteca.
Necesitaremos un camión de mudanza para llevarnos los libros de aquí
—bromeó a medias.
—Está bien, entonces solo elige dos por ahora y luego nos iremos a
la siguiente parada. Aunque no hay prisa. Tómate tu tiempo.
Se alejó para encontrar dos libros mientras yo hacía todo lo posible
en limitarlo a cinco.
Me decidí por uno de fantasía y otro de horror, ella eligió uno
histórico y una comedia.
Definitivamente iba a tomar prestadas sus novelas una vez
terminase de leerlas.
—Bien, ¿a dónde ahora? —preguntó, sujetando los libros contra su
pecho.
—Vamos a ir a una cafetería y leer nuestros libros. Imaginé que es
lo que hace la gente, beber café y leer.
Se sonrojó, pero intentó evitar que notase sus mejillas enrojecidas.
Se giró un poco alejándose de mí, y fue malditamente adorable.
—Oh, genial —contestó—. Aunque realmente nunca he tomado
café.
—¡¿Qué?! ¿Y te denominas ratón de biblioteca? —Me reí—. En
realidad tampoco he probado el café, pero podemos aprender cuáles son
nuestros favoritos.
Sonrió, y eso también fue malditamente adorable.
Me encantaba cuando sonreía, y quiero decir realmente sonreía,
mostrándome todo su aparato dental. Sus sonrisas de verdad
significaban que no estaba triste por un momento y eso era bueno. Era
muy importante en la vida tener unos pocos momentos donde no
estabas realmente triste.
Nos dirigimos a la cafetería a unas pocas cuadras. Después de
entrar, probamos casi todas sus bebidas especiadas.
Me pregunté si Eleanor notó el tic en mi ojo por el subidón de
cafeína que estaba experimentando.
Aunque probablemente se lo perdió, porque estaba ocupada siendo
realmente habladora. Tal vez era lo que le sucedía cuando tomaba
cafeína; se volvía menos tímida.
Aprendí que me gustaba el moca. Aunque Eleanor fue más
específica sobre sus gustos: dos de azúcar, un chorro de vainilla y extra
de crema.
Después de que encontrásemos nuestros brebajes, dejamos de
hablar tanto porque estábamos demasiado ocupados bebiendo café y
leyendo libros. De vez en cuando, miraría en mi dirección y sonreiría,
haciendo que le devolviese la sonrisa.
Su sonrisa realmente estaba comenzando a gustarme. Podía
acostumbrarme a verla una vez a la semana.
Después de unas horas, hicimos el paseo de vuelta a su casa. Me
encantaba cómo abrazaba los libros contra su pecho, como si estuviese
acunando bebés.
—¿Sabes en qué no pensé las últimas horas? —preguntó mientras
alcanzábamos el porche de entrada.
—¿Qué?
—Cáncer.
Sonreí.
Bien.

Comenzamos a vernos más y más, y si no nos veíamos,


hablábamos en AOL Messenger. Le decía mis películas de kung fu
favoritas y me contestaba con sus novelas favoritas. Luego, hacíamos
los deberes de ver las películas o leer los libros y compartíamos
nuestros pensamientos.
Cuando tenía que hacer de niñera de Molly, primero venía a mi
casa, donde estaba sentado en el porche de la entrada, esperando su
llegada. Luego, la acompañaba tres casas más abajo, cruzaba la calle
con ella y la llevaba a casa de Molly. Entonces, mientras volvía a mi
casa, pensaría en su sonrisa.
Pensaría en su risa y sus chaquetas de punto favoritas, y cómo se
iluminaba cuando hablaba sobre un buen libro. Pensaría en que su
sonrisa parecía más como un ceño cuando pedía que me pusiese al día
sobre su madre. Pensaría en las cosas que la hacían más feliz. Pensaría
en las cosas que la ponían triste.
Todo.
Pensaría en todo.
Seguía haciendo listas de diferentes cosas que podíamos hacer
juntos. Diferentes formas de mantener su mente ocupada. Diferentes
formas de tenerla a mi alrededor.
Eleanor estaba empezando a ser mi primer pensamiento por la
mañana y el último pensamiento antes de que mi cabeza golpease la
almohada por la noche.
No sabía que era posible…
No sabía lo rápido que nuestro corazón podía comenzar a latir por
alguien que no había sido más que un extraño hace unas semanas.
7
Eleanor

F
inalmente decidí mostrarle a Greyson las libélulas. Nos
encontramos en el estacionamiento de Laurie Lake, y
cuando llegó, juro que estaba más guapo que nunca. Solo
llevaba una camiseta blanca y vaqueros oscuros, pero para
mí, se veía increíble.
—Hola. —Sonreí.
—Hola —respondió, y luego me abrazó.
Caminó hacia mí y me envolvió con sus brazos, abrazándome.
Síp.
Me abrazó.
Nuestro primer abrazo.
También lo hizo sin esfuerzo, como si abrazarnos fuera nuestra
forma normal de saludo. Le devolví el abrazo y probablemente lo
sostuve más de lo que debería, pero no me importó. Parecía que
tampoco le importó, porque me abrazó con fuerza hasta que lo solté.
Cuando me retiré, me aclaré la garganta y ni siquiera lo miré
porque estaba muy nerviosa. ¿Qué significaba el abrazo? ¿Los segundos
que nos habíamos sostenido significaban más que un abrazo de
amistad normal? ¿También se puso nervioso? ¿Estaba pensando
demasiado cada segundo de cada día desde que Greyson East se había
metido en mi vida?
—Entonces, ¿dónde están las libélulas? —preguntó, separándome
de mis pensamientos dramáticos.
Carraspeé y froté mi brazo derecho con mi mano izquierda.
—Oh, por aquí. Ven.
Caminamos por las áreas más populares del parque donde la gente
estaba haciendo comidas al aire libre y jugando voleibol. El lago siempre
estaba lleno durante los días de verano. Raine no tenía muchos días
cálidos, y nuestra misión era tomar el sol lo máximo posible.
Cuando Greyson y yo llegamos a la ruta de senderismo, estaba
decidido a acariciar a cada perro que se cruzara en nuestro camino.
Cada vez que descubría un nuevo cachorro, sus ojos se iluminaban
como si fuera el único perro en todo el planeta, y se volvía hacia mí y
decía:
—¡Mira su nariz, Ellie! ¡Oh, Dios mío! Está sonriendo. —Era como
si acabara de descubrir a su nuevo mejor amigo, hasta que aparecía el
siguiente.
La forma en que amaba a los animales me dificultaba aún más
controlar mis sentimientos cada vez mayores por el chico.
¿Puedes no ser tan perfecto, Greyson? Eso sería genial, gracias.
Cuando estábamos a mitad de camino, asentí a mi izquierda.
—Está bien, ahora tenemos que cruzar por los árboles.
Levantó una ceja.
—No estás tratando de llevarme al bosque para matarme, ¿verdad?
Me reí.
—No seas tonto, Grey. Si quisiera matarte, lo habría hecho hace
mucho tiempo.
—Bueno, eso es reconfortante.
Caminamos entre los árboles y las ramas nos golpearon
repetidamente. Nos llevó unos tres minutos salir del follaje áspero antes
de acercarnos al claro, y cuando lo hicimos, Greyson sonrió de oreja a
oreja.
—Vaya —dijo, mirando la extensión de agua. En comparación con
el lago real, era pequeño, pero verlo aislado lo hacía parecer enorme,
especialmente cuando solo había dos personas a su alrededor. Había
algunos troncos grandes, que era donde mamá y yo siempre nos
sentábamos y conversábamos. Las flores silvestres estaban
completamente florecidas, y la hierba era la más verde de todo el año.
—Lo sé, ¿verdad?
Lo conduje hasta un tronco y nos sentamos uno al lado del otro.
Por un tiempo, estuvimos en silencio, mirando la belleza natural
que nos rodeaba. Greyson no dijo mucho, pero su sonrisa habló lo
bastante alto para que supiera que no lo odiaba.
Entonces, una libélula voló junto a nosotros.
—Ya veo por qué te encanta este sitio. Es pacífico —comentó
Greyson.
—Sí, además que estar cerca del agua ayuda a mi madre con la
inspiración para su obra de arte.
Levantó una ceja, intrigado.
—¿Tu madre es artista?
—Sí. Lo ha estado haciendo toda su vida por diversión. Es
asombrosa.
—¿Y ese es su trabajo?
—Bueno, es niñera de día, artista de noche. Podría hacerlo a
tiempo completo si quisiera, pero está muy enamorada de ser niñera.
—Eso es bastante bueno.
Fruncí el ceño.
—Sí, supongo.
—¿Qué es?
—Es solo que recientemente dejó de cuidar a su última familia. Y
no ha estado pintando tanto como lo normal —expliqué, removiéndome
en mi asiento—. Creo que está demasiado agotada por la quimioterapia
para hacerlo.
La sonrisa de Greyson se desvaneció lentamente.
—Lo siento, Ellie.
—Sí, yo también. —Cuanto menos pintaba, más real se volvía su
enfermedad en mi mente. Pero hice todo lo posible para alejar esos
pensamientos. Si resbalaba por esa madriguera de tristeza, no saldría
de ella—. ¿Qué hay de tus padres? ¿Qué hacen? —pregunté,
cambiando de tema.
Se encogió de hombros.
—Mi padre es el director ejecutivo de una compañía de whisky, y
mi madre siempre viaja por diversión. No están mucho por aquí. No he
visto a mi madre en unas pocas semanas, y papá a veces llega a casa y
duerme. Sin embargo, la mayoría de las veces se queda en el
apartamento que tiene en Chicago, en lugar de venir a casa.
—Entonces, ¿estás solo la mayor parte del tiempo?
—Síp. Quiero decir, antes tenía al abuelo, pero desde que falleció...
soy solo yo.
—¿Los extrañas? —cuestioné—. ¿Echas de menos a tus padres?
—No importa. Echarlos de menos no los hará quedarse. Siempre
me prometo que seré diferente, ¿sabes? Quiero ser diferente cuando
tenga hijos algún día. Nunca los abandonaría. Se supone que debo
hacerme cargo de la compañía de whisky cuando sea mayor, pero lo
haría diferente a papá. Haría tiempo para mi familia. Estaría presente.
Mi abuelo pudo hacer ambas cosas, ser padre y dirigir un negocio.
Aparecía todo el tiempo.
—Creo que la gente subestima lo importante que es simplemente
estar presente.
—Es todo —coincidió.
—Entonces, ¿te harás cargo de la compañía de tu padre?
—Sí. Mi abuelo lo comenzó. Es una tradición familiar, supongo.
—¿Es eso lo que quieres hacer? ¿Qué quieres ser cuando seas
mayor? —inquirí.
Respondió sin esfuerzo:
—Feliz.
—¿Feliz?
—Sí. Eso es todo. Es lo que mi abuelo siempre me decía. Diría:
"Greyson, escucha atentamente. Puedes ser cualquier cosa en el mundo,
y sería lo suficientemente bueno. El título del trabajo no importa mientras
tengas comida en la mesa y calor en la estufa. Lo que más importa es ser
feliz. Así que, cuando crezcas, asegúrate de ser feliz. Todo lo demás
sucederá". Así, sí, solo quiero ser feliz. No me importa lo que esté
haciendo siempre y cuando sea feliz mientras lo hago.
Me gustó su respuesta más de lo que podía decir.
—¿Y tú, Ellie? ¿Qué quieres ser?
—Feliz —repliqué, robando su respuesta—. Creo que también
quiero ser feliz.
Me sonrió y gentilmente empujó mi hombro con el suyo. Luego
levantó la cabeza y miró al cielo.
—Me gusta mucho este lugar.
—Sí. Es un buen escape del mundo muggle —comenté.
Sonrió de lado.
—Realmente te gustan las cosas de Harry Potter, ¿eh?
—Es solo el aire que respiro —dije con naturalidad.
Realmente no podía imaginar lo que me hubiera pasado si no
hubiera tenido a Harry Potter para ayudarme en los últimos años. Si no
lo hubiera hecho, podría haber creído las mentiras que la gente decía
sobre mí.
Habría pensado que no era mágica, y eso habría sido una pena.
Era triste que tantas personas pasaran por la vida sin saber que
estaban llenas de magia.
—Creo que es genial que te guste tanto —dijo—. Y estoy deseando
que salga el próximo.
—Yo también —afirmé—. No puedo esperar.
Nos sentamos allí mirando a las libélulas zumbar, y respiré hondo
y luego exhalé lentamente.
—¿Puedo hacerte una pregunta? No tienes que responder si no
quieres.
—Cualquier cosa.
—¿Cuál es la historia de Stacey White? De nuevo, no tienes que
responder, pero siento que fue la que nos unió...
Se pasó el dedo por la nariz.
—Es vergonzoso.
—No tienes que decirlo, de verdad. Solo tengo curiosidad.
Juntó los dedos, rodó los hombros hacia atrás y crujió el cuello.
—Bueno, sí, yo también sentiría curiosidad, supongo. Sin embargo,
es realmente vergonzoso.
—Me pongo chaquetas de punto tejidas con libélulas, Greyson.
Vergonzoso es mi segundo nombre.
Suspiró y asintió, volviéndose para mirarme. Aplaudió una vez.
—Está bien. Así que, Stacey y yo estuvimos saliendo por un
período corto, no largo, y ni siquiera estaba seguro si era alguien con
quien debería haber salido, porque, bueno, no es realmente mi tipo.
Está un poco absorta en sí misma, pero como sea. Todo iba bien con
ella, hasta que estuvo lista para, bueno, ya sabes... —Sus mejillas se
enrojecieron y, por primera vez, vi a Grey ponerse nervioso.
Finalmente, estábamos en las mismas condiciones.
—Sí, lo sé. —Asentí, haciendo todo lo posible por calmar sus
nervios.
—Cuando le dije que nunca lo había hecho, se echó a reír,
pensando que estaba bromeando, así que también me reí, tratando de
disimularlo. Pero luego, cuando fuimos a hacer el acto, no pude... —
Bajó la mirada—. Bueno, quiero decir, mis nervios... no pude…
levantarlo. —Las últimas palabras fueron susurradas, y juro que nunca
me había gustado más—. Estaba nervioso y pensando demasiado, y sé
que es vergonzoso que tenga diecisiete años y no haya...
—Yo tampoco —interrumpí.
Me miró sorprendido, lo que me sorprendió. ¿La que usaba
chaquetas de punto y le encantaba Harry Potter era virgen?
¡De ninguna manera!
—¿En serio? —cuestionó, claramente sintiendo la esperanza de no
ser el único de nosotros que quedaba en el planeta.
—En serio, en serio. No es impactante. Nunca siquiera me han
besado.
—Estás equivocada —discutió—. Eso es impactante.
Me encogí de hombros.
—Creo que las personas de nuestra edad hacen que sea más
importante de lo que es.
—Que es exactamente lo que hizo Stacey. Se rió en mi rostro y se
burló de mí, diciendo que el chico más popular en la escuela ni siquiera
podía darle un orgasmo. Entonces, rompí con ella. No se lo tomó muy
bien y amenazó con contarles a todos sobre mis... problemas de
rendimiento. Le dije a Landon, y se encargó de ello. Sabía algo sucio
sobre Stacey que ella no quería que saliera a la luz, así que se calló al
respecto, lo que me llevó a deberle Landon.
—Ya veo.
—Sí. Es un imbécil, pero es mi mejor amigo, así que al menos es
un imbécil leal.
—Vaya. Eso es realmente muy amable de su parte... ya sabes,
hasta que te obligó a hablar con una chica rara en una fiesta
chantajeándote.
—No me arrepiento de eso —dijo con naturalidad.
Suspiro.
—Yo tampoco.
—Te debo las gracias, Ellie.
—¿Por qué?
Se aclaró la garganta y se rascó la nuca.
—Las últimas semanas desde que falleció mi abuelo, he estado
realmente solo y triste, incluso cuando estoy con otras personas en
fiestas y otras cosas, ha sido difícil. Pero cuando estoy contigo, ya no
estoy solo. Cuando estoy contigo, siento que pertenezco. Así que te debo
por eso. Casi olvidé lo que se siente.
—¿Casi olvidaste lo que se siente qué?
Se encogió de hombros.
—Ser feliz.
8
Eleanor

—¿C
uál es nuestra gran aventura hoy? —le
pregunté a Greyson mientras se acercaba a
mi casa un sábado por la tarde. Realmente
necesitaba un descanso de la realidad,
porque mi madre tuvo una noche difícil.
Actualmente estaba descansando mientras papá la cuidaba.
Le pregunté si quería que me quedara en casa, pero me dijo que
me fuera con Greyson y me divirtiera. Prefería que me lo pasara bien en
lugar de preocuparme demasiado.
Greyson sonrió mientras metía las manos en los bolsillos de sus
vaqueros.
—Estaba pensando en ganarte un animal de peluche en la feria del
condado.
Me pareció lo bastante bueno.
Había tantas cosas que me encantaban de estar cerca de Greyson.
Me encantaba que cuando hablaba de cosas, se expresaba con gestos
masivos con las manos. Me encantaba cómo tarareaba canciones cada
vez que era feliz. A veces simplemente caminábamos por la calle y
comenzaba a dar golpecitos con su pie mientras tarareaba una canción
al azar.
Me encantaba que cuando me miraba, realmente me miraba, como
si yo fuera la única chica a la que volvería a mirar. Me encantaba que
cuando le hablaba, escuchaba y respondía con preguntas para
profundizar la conversación. Me encantaba cómo tenía un pequeño
hoyuelo en la mejilla izquierda que aparecía cada vez que sonreía.
Me encantaba cómo su mano se deslizaba accidentalmente sobre la
mía mientras sosteníamos la barra en el Tilt-A-Whirl6 en la feria. Me
encantaba que pudiera comer tres perritos calientes de maíz y luego
anhelar algodón de azúcar. Me encantaba su risa.
Dios, amaba su risa.
También me encantaba su determinación a ganarme un maldito
animal de peluche.

6 Tilt-A-Whirl: es una atracción de feria que da vueltas sobre una plataforma que rota
y va subiendo y bajando en ciertas partes de dicha plataforma.
—De verdad que no pasa nada, Grey. —Me reí mientras nos
parábamos frente a una cabina de carnaval donde había estado
haciendo todo lo posible para golpear una diana con una pelota de
béisbol para ganarme un animal de peluche.
—¡No! Puedo hacer esto. —Resopló, aparentemente más resuelto
que nunca, a pesar de que ya había fallado el objetivo catorce veces.
Levantó la pelota de béisbol, dio un paso hacia atrás, rodó su brazo y la
lanzó con todas sus fuerzas.
Falló por unos centímetros.
—Maldición —murmuró.
—Cinco dólares más por cinco bolas más —mencionó el tipo de la
cabina.
—No vale la pena —dije, tocando ligeramente el brazo de Greyson—
. Estas cosas están hechas para perder.
Greyson entrecerró los ojos y buscó en su billetera, sacando cinco
dólares más. Con la forma en que iban las cosas, el pobre chico iba a
tener que gastar su fondo universitario para ganarme ese oso panda de
peluche.
Comenzó a lanzar las bolas una vez más, y, por supuesto, siguió
perdiendo. En un momento, el tipo de la cabina incluso frunció el ceño
ante los intentos de Greyson.
—Este es el indicado —dijo Greyson mientras sostenía la vigésima
pelota en su agarre—. Este es el que será diferente a todos los
anteriores —prometió.
En cierto sentido, tenía razón.
Echó el brazo hacia atrás y lo balanceó hacia adelante, y en un
extraño accidente, la bola de béisbol golpeó la esquina de la diana y
rebotó, lanzando la pelota directamente hacia él, golpeándolo
directamente en el rostro.
—¡Oh, Dios mío! —grité cuando Grey salió volando hacia atrás y se
estrelló contra el suelo. Me apresuré a su lado y me incliné—. Grey,
¿estás bien?
—¿Gané? —preguntó con el ojo izquierdo bien cerrado. El
enrojecimiento por el impacto de la pelota ya había aparecido cuando lo
ayudé a ponerse de pie.
—No, en absoluto.
—Maldición, pensé que lo tenía esta vez.
—Toma, hombre. Solo toma el panda —dijo el feriante mientras
nos tendía el animal de peluche—. Cualquiera que se esfuerce tanto por
impresionar a una chica merece darle un animal de peluche.
Greyson sonrió con su ojo rápidamente amoratándose. Tomó el oso
panda y me lo entregó.
—¿Ves? ¡Sabía que el momento era afortunado! —exclamó.
Me reí.
—Sí, bueno, vamos a buscar un lugar para sentarnos y así poder
encontrar hielo para tu ojo.
Me entregó el animal de peluche, lo tomé y lo abracé con fuerza.
Gracias, Grey.
Lo llevé a un banco y lo forcé a sentarse mientras me alejaba para
buscar hielo para su ojo. Cuando regresé, el chico estaba sentado allí
con un ojo negro y azul y un bastón de algodón de azúcar, sonriendo
como un tonto.
Me gustó tanto en ese momento… tanto, tanto.
Siguió metiendo algodón de azúcar en su boca mientras me
sentaba a su lado.
—Quédate quieto —ordené mientras colocaba la tela llena de hielo
contra su ojo. Se encogió un poco cuando tocó su piel—. Lo siento —
dije, alejando la tela de él. Mis dedos tocaron suavemente el área
hinchada de su ojo—. Solo quiero ponerle hielo antes de que empeore.
—Puse el hielo contra su piel y sonrió.
—Me gusta eso —comentó.
—¿El hielo en tu rostro?
—No. Me gusta cuando me tocas.
Mi corazón dejó de latir, dejé de respirar, y Greyson siguió
sonriendo.
No respondí, porque había olvidado por completo cómo formar
palabras, pero estaba segura de que mi rostro enrojecido le decía
exactamente cómo me habían hecho sentir sus palabras.
—Así que, sé que hoy ha estado lleno de acontecimientos, pero, si
estás preparada, tengo una de las películas de kung fu favoritas de mi
abuelo en DVD. Pensé que tal vez podríamos verla en mi casa —ofreció
Greyson.
—Claro, eso suena divertido.
Nos dirigimos a su casa, y aunque seguí mirando hacia el ojo
magullado de Greyson, parecía que no le molestaba. Simplemente
comenzó a tararear una melodía, así que comencé a tararear con él.
Tarareamos durante todo el camino, hasta que nos acercamos a
casa de Greyson y su sonrisa se desvaneció.
Se oían gritos provenientes del interior de la casa, y pude ver a sus
padres chillándose a través de las ventanas delanteras.
El comportamiento de Greyson cambió cuando la vergüenza se
apoderó de él. Se volvió hacia mí y se frotó la nuca.
—Uh, tal vez deberíamos pasar el rato en otro momento.
—Sí, está bien, no pasa nada.
—¿Hablo contigo más tarde?
—Sí, por supuesto.
Me di la vuelta para alejarme, pero luego miré por encima del
hombro para verlo mirando a su casa con derrota. Estaba claro que no
quería entrar a la casa con los gritos.
—Oye, todavía no estoy lista para ir a casa —dije—. ¿Quieres ir a
Laurie Lake para pasar un rato más? —Necesitaba un descanso.
Necesitaba algo para apartar su mente de su propia tristeza.
Tal vez me necesitaba tanto como yo lo necesitaba para no estar
tan roto.
Me miró y vi un destello de alivio en su rostro.
—Sí, de acuerdo. Vámonos.

—¿Tus padres siempre son así? —pregunté mientras nos


sentábamos en nuestro tronco en Laurie Lake.
—Aún más últimamente. Simplemente no lo entiendo. Si se odian
tanto, ¿por qué molestarse en estar juntos? Ni siquiera puedo pensar en
una época en la que realmente se quisieran.
—Lo siento mucho, Grey. Eso tiene que ser difícil para ti.
—Es más fácil cuando no están en casa, y afortunadamente casi
nunca están en casa. Además, el año que viene iré a la universidad y no
me importará mucho.
—Aun así, lo siento.
No podía imaginar vivir en una casa sin un tipo fuerte de amor.
Mis padres nadaban en el amor del otro como si sus corazones fueran
océanos. Se sostenían el uno al otro cada vez que los tiempos eran
difíciles. Su tipo de amor hacía del mundo un lugar mejor para estar.
No podía imaginarlos no estando completamente enamorados el uno del
otro.
Eran la mejor historia de amor que había presenciado, y era tan
difícil incluso imaginárselos separados. Juro que sus corazones latían
juntos como uno.
Si había una cosa que sabía con certeza, era el hecho de que no
había Kevin sin una Paige.
—Simplemente nunca quiero ser así —confesó—. Cuando me
enamore, será real. No va a ser un amor por conveniencia, será un amor
para siempre. De lo contrario, ¿cuál es el punto?
—Estoy de acuerdo.
—Pero tengo que agradecer a mis padres. En todo caso, me
enseñaron lo que no es el amor, por lo tanto, sabré lo que es cuando
llegue.
Siguió haciendo sus cosas nerviosas con sus manos, y juro que
mis latidos se dirigían directamente a él.
—Lo siento. Podemos hablar de otra cosa —ofreció—. Tal vez
podamos hablar de nosotros.
Corazón salta y da vueltas.
—¿Sí? ¿Qué pasa con nosotros?
—He estado pensando mucho en eso últimamente, sabes. —La
cabeza de Greyson se inclinó hacia mí y nos miramos a los ojos—.
Acerca de cómo sería besarte.
Juro que controlaba los latidos de mi corazón con esas palabras.
Realmente no habíamos hablado mucho sobre cosas así, sobre nosotros
y si había algún sentimiento involucrado además de la amistad. Lo
máximo que habíamos hecho era un abrazo, por amor de Dios, y un
abrazo de él era suficiente para incendiar mi mundo.
Por un tiempo, pensé que mi enamoramiento por Greyson era
unilateral, por lo que escuchar esas palabras salir de su boca se sentía
como un sueño.
—¿Alguna vez pensaste en eso, Ellie? —preguntó.
Inhalé lentamente.
—Solo siempre.
Se acercó un poco más a mí y dejé que sucediera. Me puso el
cabello detrás de las orejas y dejé que sucediera. Su sonrisa derritió
cada parte de mí, y dejé que sucediera.
—Lo pienso mucho. Después de pasar el rato a veces, me castigo
por solo no hacerlo. Lo pienso demasiado. Que debería haber sucedido
cuando comimos helado, o cuando me trajiste aquí. O en los escalones
de Molly. —Arrugó el rostro—. Probablemente no en los escalones de
Molly, pero aun así, pienso en ello.
—Yo también. Todo el tiempo. —Hice una pausa—. Bueno, no todo
el tiempo, pero sí... todo el tiempo.
Puso su mano en la mía y la apretó ligeramente.
—Solo quiero que sea perfecto, ¿sabes? Especialmente ahora que
sé que es tu primer beso. Eso es importante. En las novelas que me has
hecho leer, siempre sucede de forma natural —dijo suavemente—. Tomo
notas cuando leo sobre cómo lo hace el héroe, dónde sucede, cuán
cómodos o incómodos parecen ambos personajes.
Sentí sus manos temblar levemente, ¿o eran mis manos las que
temblaban? Se estaba volviendo difícil saber cuáles eran sus
sentimientos y los míos.
Eso estaba bien, sin embargo.
Me gustaba la confusión.
—Lo sé —comenté—. Siempre hay un momento...
—Cuando el momento es solo...
—Correcto. —Terminé su oración, conociendo sus pensamientos de
la misma manera que él conocía los míos.
—¿Ellie?
—¿Sí, Grey?
—¿Sería un cliché de mi parte preguntar si puedo besarte?
—Sí. —Me acerqué, tan cerca que sus labios estaban a milímetros
de los míos, tan cerca que sus exhalaciones se convirtieron en mis
inhalaciones, tan cerca que mi mente ya había decidido que sería el
mejor primer beso de mi vida—. Pero hazlo de todos modos.
Y entonces lo hizo.
9
Eleanor

—¡E
s tan tonto! —exclamé mientras mamá y yo
íbamos a comprar víveres. Deambulé frente a
ella mientras empujaba el carrito—. Siguió
intentando ganarme el animal de peluche y
terminó con un ojo negro. Aunque, incluso
con el ojo negro, parecía estar orgulloso de ello.
—Eso es tan dulce, cariño.
—Fue dulce, en una forma muy estúpida. —Caminé hacia la fruta
fresca, moviéndome de puntillas mientras pensaba en Greyson. De vez
en cuando comenzaba a tararear—. Se supone que salgamos por
comida mexicana la próxima semana y estoy realmente emocionada por
eso. —Mis manos se movieron por las naranjas.
¿A Greyson le gustaban las naranjas?
Tendría que preguntarle. Quería conocerlo todo sobre Greyson
East. Lo bueno, lo malo y sus opiniones acerca de la fruta.
—Oh y olvidé contarte que...
Pum.
Me di la vuelta rápidamente ante el fuerte sonido que me sacó de
mi actual estado soñador.
—¡Mamá! —chillé, apresurándome a ir junto a ella. Estaba
acostada en el suelo y sus ojos se estaban cruzando antes de cerrarse.
Sacudí su cuerpo, pero no estaba respondiendo—. ¡Mamá, mamá!
¡Alguien, ayuda! —grité.
Estaba completamente inconsciente y mi corazón se rompió en un
millón de pedazos.
Una ambulancia fue llamada hacia la escena y lloré más fuerte de
lo que había llorado alguna vez mientras me sentaba junto a ella e
intentaba despertarla.
Cuando volvió en sí, estaba aturdida y confundida. Intentó hablar,
pero estaba demasiado temblorosa. Simplemente me quedé mirándola
fijamente, con ojos muy abiertos y aterrorizados. Observé mis lágrimas
salpicar sus pómulos muy prominentes debajo de su fina piel. No podía
parar. No podía parar de sollozar. No podía dejar de temblar. No podía
deshacerme de la desesperanza que sentía.
Fuimos llevadas rápidamente hacia el hospital y papá nos encontró
allí.
Me obligó a sentarme en la sala de espera mientras buscaba
respuestas.
Me senté, esperé y lloré.
Me senté, esperé y lloré un poco más.
Mamá fue dada de alta unas horas más tarde y todo el trayecto a
casa estuvo fue en completo silencio.
Ese fue el día en que se volvió real para mí. Esa fue la primera vez
desde que nos enteramos de su cáncer en la que realmente tuve miedo.
Durante un tiempo, había sido lo suficientemente ingenua para pensar
que estaba mejorando en lugar de empeorando, entonces una llamada
de atención me golpeó en el pasillo de los productos frescos.

A la mañana siguiente, mamá entró en mi habitación y me mostró


una pequeña sonrisa. Llevaba puesta una camiseta de Janet Jackson
con overoles y su cabello estaba envuelto en un pañuelo. En su
mayoría, lucía como regularmente lo hacía. Difícilmente podrías decir
que algo estaba mal simplemente al mirarla. Por las apariencias, no
parecía una mujer que se hubiera desmayado el día antes. Pensé que
esa era la parte más difícil de asimilar: ¿cómo podía parecer que estaba
bien, pero no estarlo?
—Hola, hermosa —dijo.
—Hola, mamá.
—Así que... ayer fue un día difícil.
—Deberías estar en la cama —dije—. Necesitas descansar.
Me enderecé un poco.
—Lamento eso. Yo…
Negó.
—Está bien, en serio. Solo quería asegurarme de que estuvieras
bien. Lamento si te asusté.
—No deberías estar preocupada por mí.
—Soy madre, cariño. Preocuparme por mis hijos es todo lo que
hago.
Bajé mi cabeza.
—Estoy asustada, mamá.
—Lo sé. —Entró en la habitación y se sentó en el borde de la cama
junto a mí. Envolvió un brazo a mi alrededor y apoyé mi cabeza contra
su hombro.
—Solamente necesito que estés bien, ¿de acuerdo? ¿Puedes hacer
eso?
Pasó sus dedos a través de mi cabello pero no respondió.
Mi madre no era alguien que hiciera promesas que no podía
cumplir.
—Tu padre salió para aclarar su cabeza y probablemente estará
fuera durante un rato. ¿Quieres conducir hacia Laurie Lake?
—¿Estás lo bastante bien para viajar? —pregunté cautelosamente.
—Lo prometo, Ellie. Estoy bien.
—De acuerdo.
Nos dirigimos hacia el lago y fuimos hacia nuestra área apartada.
Hacía calor esa mañana. Lo máximo se suponía que fueran treinta y
cinco grados, pero ya se sentía como si fueran más.
Nos sentamos bajo el sol, derritiéndonos y bebiendo de las botellas
de agua que habíamos traído. Hubo silencio por un tiempo. Me
pregunté si estábamos calladas porque no teníamos nada que decir o
porque no sabíamos cómo decirlo.
Mamá levantó su cabeza hacia el cielo con sus ojos cerrados y
sintió el sol empapando su piel.
—Tenía treinta y tres la primera vez que descubrí que tenía cáncer.
Tú tenías dos años.
Me giré para mirarla, aturdida.
—¿Has tenido cáncer antes?
—Sí. Eras tan joven y recuerdo llorar contigo en mis brazos,
porque la idea de dejar este mundo era demasiado difícil de enfrentar.
Eras tan nueva para mí y tu padre y yo habíamos peleado tanto para
tenerte en nuestras vidas. Apenas te estabas convirtiendo en tu propia
persona. Te estaba observando crecer para convertirte en esta hermosa
niña con su propia personalidad. Pensé en todas las cosas que me
perdería, todas las primeras veces que ni siquiera habías descubierto.
Tu primer día de escuela, tu primer baile... tu primer novio, tu primer
beso. Tu primer corazón roto. Recuerdo enojarme tanto con el mundo,
con mi propio cuerpo por traerte a mí solo para alejarme de ti. Se sentía
injusto. Sentía como si me hubiera traicionado a mí misma. Un día,
cuando mis preocupaciones eran muy fuertes y mi corazón estaba
rompiéndose, ¿sabes lo que me dijo tu padre?
—¿Qué?
—“Todavía estás aquí, Paige. Todavía estás aquí”. Eso lo cambió
todo para mí. Solo necesito que también sepas eso, ¿está bien? —Tomó
mi mano con las suyas y la palmeó gentilmente—. Todavía estoy aquí,
Ellie.
—Sin embargo, no puedo dejar de pensar en si no lo estuvieras.
Pensé que ayer era... —Cerré mis ojos e inhalé fuertemente—. Pensé
que te habías ido...
—Lo sé, pero incluso si llega el día en el que no puedas verme
físicamente, todavía estaré aquí. Siempre.
Tomé aliento.
Ese era un concepto difícil.
—Estoy muy asustada, mamá —confesé.
—Tener miedo está bien, mientras no dejes que te asfixie. —Miró
hacia sus manos—. ¿Conoces la historia detrás de las libélulas? —
inquirió—. ¿Sabes lo que representan?
—No. Nunca me lo has contado.
—En casi todas las partes del mundo, la libélula representa el
cambio y la transformación. Vive la mayor parte de su vida como una
ninfa. ¿Sabes lo que eso significa?
—¿Como un hada?
Sonrió.
—Bueno, ese es uno de los significados, pero en este caso significa
que es un insecto con una metamorfosis incompleta. Es la etapa antes
de que obtenga sus alas. En realidad, las libélulas solo vuelan durante
una pequeña fracción de sus vidas.
—No sabía eso.
—Loco, ¿cierto? Cuando ves libélulas, pensarías que vuelan
durante toda su vida, pero no tomas en cuenta el número de días sin
volar que vinieron antes de eso. Sin embargo, la libélula nunca se
reprime por no tener alas. Nunca piensa demasiado sobre cuándo
vendrán. Simplemente vive por completo en el momento. Eso es lo que
significan para mí: vivir en el momento. Viven todos los días momento a
momento, sin pensar demasiado en el futuro.
Sabía hacia dónde se estaba dirigiendo.
—No soy una libélula, mamá. No puedo evitar pensar demasiado
en todo.
—Lo sé. También he estado pensando demasiado las cosas, pero
también quiero encontrar los momentos buenos. No quiero que los
próximos días, cuantos sean, estén llenos de momentos tristes, Ellie.
Quiero conocer las cosas buenas. Quiero pensar que puedes encontrar
una razón para sonreír todos los días, si buscas lo suficiente. Entonces,
¿puedes hacer eso por mí? ¿Por nosotros? ¿Puedes encontrar una razón
para sonreír todos los días?
—Sí —prometí, aun cuando no sabía si era cierto. Por ella, lo
intentaría. Jugueteé con mis dedos mientras las libélulas zumbaban
alrededor, en la distancia—. No te perdiste una de mis primeras veces
—dije—. Greyson me besó hace dos noches.
Los ojos de mamá se iluminaron y, por primera vez en las últimas
veinticuatro horas, sonrió, una sonrisa auténtica llena de felicidad.
—Oh, Dios mío. —Puso sus manos sobre las mías—. Cuéntamelo
todo.
Mientras se lo contaba, seguía sonriendo de oreja a oreja, y me di
cuenta de que yo también estaba sonriendo, no porque Greyson me
hubiera besado, sino porque ella estuvo para mí ese día. Ver su brillo se
sentía tan maravilloso. Ver que no lloraba fue lo que hizo que mis labios
se curvaran hacia arriba.
Ella era mi razón para sonreír.
10
Eleanor

D
espués de que mamá se desmayara, las cosas se volvieron
más difíciles.
Me hizo dejar de ir a los tratamientos de
quimioterapia con ella, a pesar de que luché con uñas y
dientes por ello.
Al principio, todos estábamos bien. Encontramos nuestras razones
diarias para sonreír.
Entonces, las cosas avanzaron.
Dejó de pintar en el garaje.
Su cabello disminuyó.
Sus movimientos eran cada vez más lentos.
Una noche después de la quimioterapia, se puso muy enferma. Me
despertó en medio de la noche, y no hubo manera de que me volviera a
dormir. Mientras papá la ayudaba en el baño de abajo, me senté en la
parte superior de la escalera, escuchando. Estaba llorando, diciéndole
que estaba cansada.
No sabía si se refería a física o mentalmente.
Tal vez un poco de ambos.
Abracé la barandilla mientras papá ayudaba a mamá a regresar a
su dormitorio. Después, volvió y se quedó quieto en medio de la sala de
estar. Miró hacia adelante, hacia la pantalla de televisión en blanco, y
luego se tapó la boca y comenzó a sollozar incontrolablemente.
Amortiguó sus lágrimas con sus manos, haciendo todo lo posible por
mantener su dolor contenido para no preocuparnos ni a mamá ni a mí.
Mi padre era el experto en poner una expresión valiente. Siempre
cuidaba de mamá y luego venía a verme para asegurarse de que estaba
bien. Sin embargo, si le preguntaba cómo estaba, siempre me
respondía, "Genial", aunque sabía que era mentira. Mi padre tenía el
corazón roto. Se negaba a admitirlo ante nadie, pero pude verlo incluso
antes de que empezara a llorar.
Al día siguiente, apenas pudimos encontrar una razón para
sonreír. Y al siguiente, se volvió aún más difícil. Nuestras razones para
la alegría disminuían día tras día. Todos lo sabíamos, pero tratábamos
de ocultarnos el hecho de que cada día nos estábamos rompiendo más.
Nuestras razones para sonreír eran muy pocas, pero todos estábamos
demasiado cansados y éramos demasiado testarudos para admitirlo.

—Hola, Ellie —dijo Greyson mientras se paraba en mi porche un


sábado por la tarde. Sostenía un lienzo en sus manos y sonreía
alegremente. Estaba confundida sobre por qué estaba allí. La verdad
era que desde que todo lo de mamá empeoró, había sido un poco
antisocial. No tenía ni idea de por qué seguiría queriendo ser mi amigo,
o lo que fuera que fuéramos. Ni siquiera habíamos tenido la
oportunidad de hablar de algo entre nosotros después de nuestro
primer beso.
Nunca lo mencionó, y yo tampoco.
Si pasábamos el rato, estaba tranquila por fuera mientras mis
entrañas gritaban.
No se había inscrito para tener una amiga triste, pero aun así,
seguía apareciendo.
Algo debería ser dicho sobre las personas que aparecen para las
almas deprimidas. Nunca reciben suficiente crédito por ser lo bastante
valientes para quedarse.
—Hola. ¿Qué haces aquí? —pregunté.
—Pensé que podría pasar a conocer oficialmente a tu madre.
Quería ver si le gustaría enseñarme algunas de sus habilidades
artísticas.
—Eso es genial, pero no se siente muy bien hoy.
—Oh. Bueno, tal vez...
—Me siento lo bastante bien para eso —interrumpió mamá.
Me di la vuelta para verla en el vestíbulo, más delgada de lo que me
gustaría.
—¿Estás segura? —le pregunté. Tenía bolsas bajo los ojos, el
cabello envuelto en un pañuelo y no se parecía en nada a ella misma.
—Por supuesto. Adelante, Greyson.
Pasó junto a mí y siguió a mamá hasta la sala de estar. Puso sus
materiales sobre la mesa y luego se sentó junto a mamá en el sofá.
—Siento que no nos hayamos conocido oficialmente, señora Gable,
pero soy Greyson. Solo quería pasar a ver si puede darme algunos
consejos de arte. No soy un artista en absoluto, pero Ellie me ha dicho
que es la mejor artista del mundo, y me encantaría preguntarle sobre
técnicas y cosas así.
Entonces, por primera vez en días, mamá sonrió.
Más de eso.
Por un momento, Greyson la hizo olvidar su enfermedad y la
acompañó de vuelta al mundo que amaba más que nada. Habló de
curvas y líneas, pasteles y tizas, dibujos en papel versus lienzo.
Le hizo pintar y luego criticó su trabajo, pero con una dulzura que
mamá siempre poseía. No hacía críticas sin ofrecer soluciones. Sus ojos
se iluminaban cuando hablaba de arte.
Después de un rato, se dirigieron al estudio de mamá en el garaje y
se quedaron allí durante horas. No me uní a ellos, porque todo de lo que
hablaban me era ajeno.
Mamá lo necesitaba, necesitaba sentirse inspirada.
Cuando terminaron, ambos regresaron a la casa cubiertos de
pintura. Mamá llevaba un delantal, y un pincel estaba equilibrado
detrás de su oreja. Se parecía un poco a ella misma.
—Gracias, Grey —le dije mientras se preparaba para irse.
—¿Por qué?
—Por ser tú.
No sabía por qué había entrado en mi vida todas esas semanas
antes. No sabía por qué decidió quedarse. No merecía un amigo como
él. Honestamente, no estaba segura de que alguien mereciera a Greyson
East en su vida, pero estaba muy agradecida de que estuviera en la
mía.
Mamá se acercó a mí después de que Greyson se fuera y me pasó
el brazo por el hombro.
—¿Sabes lo que me gusta de ese chico? —cuestionó.
—¿Qué?
—Todo.
11
Eleanor

C
uando llegó la sexta cita de quimioterapia de mamá, las
clases habían empezado. Nunca pensé que lo diría, pero
volver a la escuela era el tipo de actividad normal que
necesitaba en mi vida. Me distraía de preocuparme y
necesitaba un descanso de la preocupación.
Shay y Greyson también se aseguraban de mantener mi mente
ocupada. Venían a mi casa y leían libros conmigo, y se sentaban
conmigo durante el almuerzo. Hablaban de cualquier cosa y de todo
para hacerme reír. Resultó que Greyson era el maestro de contar
chistes realmente malos que no tenían sentido pero, de alguna manera,
aún eran divertidos.
Incluso en los días en los que no me sentía feliz, reía un poco.
Si Shay no me estaba controlando, Greyson estaba buscando una
actualización.
Necesitaba eso. Necesitaba sus controles para recordarme que no
estaba sola.
Un sábado por la tarde, me senté ante mi ordenador investigando
el cáncer. Mis padres me dijeron que ya no buscara nada en internet,
pero no pude evitarlo. Era como una extraña adicción de la que no
podía deshacerme. Aunque me entristecía, seguía presionando entrar
en el motor de búsqueda.
Cuando sonó el timbre, me enderecé cuando mamá me llamó. Me
apresuré a la sala de estar, y retrocedí un poco cuando vi a Greyson
parado allí con un traje y una corbata con un ramillete en las manos.
—Hola, Ellie —dijo con esa sonrisa de Greyson.
Alcé una ceja.
—¿Hola...? —Bajé la ceja—. ¿Qué estás haciendo?
—Oh, estaba en el vecindario y quería ver si querías ser mi cita
para el baile.
—Uh, el baile es esta noche —repliqué, confundida.
—Sí. Compré las entradas hace unas semanas, pero no quiso
decírtelo porque estaba bastante seguro de que encontrarías una
manera de evitarlo. Por lo que ahora es demasiado tarde para decir que
no, y viendo que ya estoy en traje, tienes que venir.
Mamá se rió un poco mientras me removía en el piso alfombrado.
—No puedo ir al baile contigo.
—¿Por qué no?
—No lo sé, simplemente no puedo. En realidad, estoy ocupada
investigando un poco.
—¿Qué? —preguntó mamá con una ceja arqueada.
—Nada —respondí bruscamente, sabiendo que me mataría si se
enterara—. Además, ni siquiera tengo un vestido.
—Puedes tomar uno mío —dijo mamá, dándome una sonrisa—.
Incluso te ayudaré a prepararte.
—Pero, ¿y si necesitas algo? ¿Y si tú y papá necesitan mi ayuda? —
Ese era mi mayor temor, que algo malo pasara mientras no estaba
cerca.
—Estoy bien, Ellie. Todavía aquí —dijo mientras caminaba hacia
mí—. Ahora, creo que tienes que darle una respuesta a este buen chico.
¿Vas a ir al baile con él?
Me mordí el labio inferior mientras mi estómago se revolvía con
mariposas y preocupaba al mismo tiempo. Miré a mamá y luego a
Greyson. Luego otra vez a mamá.
—¿Estás segura de que estás bien?
—Cien por ciento.
—¿Y si necesitas algo, llamarás?
—Cien por ciento.
Suspiré y dejé que la preocupación desapareciera a medida que
entraban más mariposas. Me volví hacia Greyson y sonreí.
—Necesito unos minutos para prepararme.
—Tómate tu tiempo. —Se acercó al sofá y se sentó—. Esperaré.
Mamá me llevó a su habitación y comenzó a hurgar en su armario
buscando opciones para que me pusiera.
Nunca había estado en un baile.
Ni siquiera sabía si sabía bailar, sinceramente.
Si sabía algo sobre mí, era el hecho de que no era la mejor en las
reuniones sociales. Pídeme que lea un capítulo en voz alta en clase, y lo
haría perfecto. Pídeme que sea sociable y me derretiría en un charco de
ansiedad.
Pero era con Greyson.
¿Cómo podría decir que no a esos ojos y esa sonrisa?
—¿Qué tal este? —preguntó mamá, sosteniendo un vestido negro
con una baja caída en la espalda—. Incluso puedes usar tus Chucks
con él, porque eres tú, y eso es increíble.
—Es hermoso —contesté—. Creo que es perfecto.
—Bien. Ahora ve a cambiarte. Hay un chico muy dulce
esperándote.
Me apresuré a mi habitación y me puse el vestido. Me quedaba
bastante bien, pero mamá era una reina de los alfileres y lo ajustó más
donde tenía que estar ajustado, y dobló la parte inferior para que no me
tropezara con el vestido durante toda la noche. Luego, me ayudó con mi
cabello y me dio un toque de maquillaje. Incluso me roció con su
perfume favorito.
—Te ves como una diosa —dijo mamá, llorando—. Te ves como una
hermosa diosa, Ellie.
—Gracias, mamá.
Me abrazó con fuerza y luego me acompañó a la sala de estar,
donde papá y Greyson estaban sentados esperando. Ambos se pusieron
de pie al instante cuando aparecimos y sus dos mandíbulas cayeron.
—Vaya —dijeron al unísono.
—Ellie, te ves… —comenzó papá.
—Hermosa —terminó Greyson.
Sentí mis mejillas calentarse mientras miraba hacia otro lado,
sintiéndome tímida. Entonces, Greyson se acercó a mí con el ramillete y
me pidió mi muñeca.
—¡Espera! ¡Pausa! ¡Necesito tomar la cámara! —exclamó mamá,
agitando sus manos. Era divertido ver lo emocionada que estaba por
todo esto. Últimamente, cada vez que sonreía, se sentía como una
bendición.
Se apresuró a regresar, sosteniendo una cámara, y comenzó a
tomar fotografías de Greyson y yo.
—Cuidado con la colocación de la mano, Greyson —advirtió papá.
—Sí, señor —respondió Greyson, moviendo sus manos un poco
más alto, apenas tocando mi espalda. Creo que papá lo ponía nervioso,
lo cual era divertido, ya que mi padre no era más que un gran oso de
peluche.
—Si quieren, podemos llevarlos al baile de la escuela y recogerlos
más tarde —ofreció papá, y le tomamos la palabra.
Mientras conducíamos, mamá seguía mirando hacia atrás y
sonriéndonos a los dos.
—Ustedes dos se ven adorables —repetía, sacudiendo la cabeza
con asombro—. Simplemente adorables.
—Gracias, señora Gable —dijo Greyson, y juro que su rostro
estaba incluso un poco rojo por la vergüenza. Al menos no era solo yo.
Nos detuvimos en la escuela y nos dejaron.
—Muy bien, ustedes dos, ¡diviértanse mucho! —exclamó mamá.
—Pero no demasiada diversión —agregó papá, señalando a
Greyson.
Greyson tragó saliva y salió del auto.
Cuando salí y comencé a alejarme, mamá me llamó y bajó la
ventanilla.
—¿Y Ellie?
—¿Sí?
Extendió sus manos hacia mí y caminé hacia ella, tomándolas en
las mías. Me incliné y me apretó ligeramente las manos.
—Vive este momento, mi libélula. Vive plenamente este momento.
—Te quiero, mamá.
Me acercó y besó mi mejilla.
—También te quiero. Ahora ve. Pasa el mejor momento de tu vida.
Me acerqué a Greyson, que se veía muy guapo con su traje. Había
un montón de personas alrededor de la entrada de la escuela,
arregladas y riendo.
—¿Nerviosa? —inquirió.
—Aterrorizada —respondí.
Esta era nuestra primera salida en público. Nuestra revelación, de
algún tipo. Claro, almorzábamos juntos, pero Shay siempre estaba allí.
Nunca parecíamos ser una cosa, pero entrar juntos a ese edificio
definitivamente lo haría parecer así.
Ni siquiera sabía realmente lo que éramos, pero tampoco veía la
necesidad de averiguarlo.
Era bastante simple, en realidad.
Él era él, yo era yo y nosotros éramos nosotros. Esta era nuestra
historia.
—No te preocupes, Ellie. Te tengo. Y además —tomó mi mano entre
las suyas, uniéndonos—, te ves hermosa esta noche.
Escalofríos.
Escalofríos por todo mi cuerpo.
—¿Lista? —preguntó.
—Lista —contesté.
Cuando entramos en el gimnasio, algunas personas susurraron
sobre nosotros dos juntos, pero Greyson no pareció prestarle mucha
atención. Yo tampoco, porque si no le importaba, no importaba.
Me miraba de vez en cuando como si yo fuera la única chica en la
habitación, y eso significaba todo para mí. En una habitación llena de
Stacey White, sus ojos estaban puestos en Eleanor Gable.
—¿Quieres bailar? —preguntó al inicio de una canción alegre.
Mi corazón comenzó a latir contra mi caja torácica. Removí mis
pies.
—Oh, no. No sé bailar.
—No tienes que saber bailar para bailar. —Se paró frente a mí y
comenzó a sacudir sus brazos y piernas como un hombre salvaje—.
Solo hazlo.
Me reí.
—¡Te ves como un loco!
—¿Y? —dijo, todavía pateando, todavía saltando. Luego extendió su
mano hacia mí—. ¿Quieres parecer una loca conmigo? —cuestionó con
la sonrisa más tonta del mundo, y juro que solo pensé en besarlo en ese
mismo momento.
Tomé su mano en la mía y me puse de pie.
De acuerdo, Greyson.
Volvámonos locos.

La noche fue perfecta en todos los sentidos y formas. Cuando llegó


el momento del último baile lento, caminamos hacia la pista de baile y
Greyson colocó sus manos en mi espalda baja. Nos balanceamos de un
lado a otro como cualquier otra pareja que nos rodeaba, sin hacer
realmente nada, pero sintiendo que estábamos haciendo todo.
—¿Por qué querías que viniera al baile contigo? —pregunté.
—Porque no hay nadie más con quien quisiera venir. Además,
bueno, tu madre me dio la idea.
—¿Mi madre?
Asintió.
—Cuando estábamos pintando, le pregunté qué tenía muchas
ganas de hacer contigo. Ya sabes, como tu boda algún día, o tu
graduación universitaria, o cosas así. Y mencionó los bailes escolares.
Así que quería que tuviera esa experiencia.
Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando dejé de balancearme.
—¿Hiciste esto por mi mamá?
—Sí, quiero decir, parecía realmente importante para ella. —Hizo
una pausa y se encogió un poco—. Pero quiero decir, para ser claros,
que también lo hice por mí. Tenía muchas ganas de bailar contigo, Ellie.
Mi boca se separó y un suspiro cayó de entre mis labios cuando
volví a balancearme con él. Descansé mi cabeza sobre su hombro y lo
inhalé.
—¿Grey?
—¿Sí?
—¿Estaría bien si me quedara contigo para siempre?

Cuando mis padres nos recogieron, dejamos a Greyson primero, y


cuando salió del auto, mamá se dio la vuelta y me dio una gran sonrisa.
—Entonces, ¿cómo estuvo? —preguntó.
Suspiré, y estuve segura de que podía ver las estrellas en mis ojos
y la alegría en mi sonrisa.
Su sonrisa se ensanchó como si ese momento fuera el más feliz
que jamás hubiera vivido.
—¿Sí? —preguntó.
Suspiré, sonriendo con el tipo de delirio que solo podía describirse
como felicidad.
Sí.
12
Eleanor

U
n día, durante la primera semana de noviembre, caminé a
casa desde la escuela, y cuando entré, me sorprendió ver a
mamá y papá sentados en la cocina.
—Hola, pensé que tenías una cita con el médico.
Mamá se frotó los ojos cansados.
—Decidimos faltar.
—¿Faltar? No puedes faltar a un tratamiento así, ¿verdad?
Papá frunció el ceño.
—De hecho, tomamos la decisión de suspender el tratamiento,
Eleanor. Después de obtener algunos resultados, nos dimos cuenta de
que esta era la mejor opción.
—Bueno, ¿qué intentamos ahora? ¿Qué hacemos?
—Cariño, estoy cansada —confesó mamá—. Estoy tan cansada y
nada de lo que intentamos funciona. Solo estoy empeorando, y no
quiero pasar estos días sintiéndome así. Solo quiero estar contigo y con
tu padre.
—¿Te estás rindiendo?
—No. Estoy aceptándolo. Hemos agotado todas nuestras opciones.
Me quedé callada. No sabía lo que querían que dijera. Ni siquiera
sabía qué pensar.
Papá rodó los hombros hacia atrás y se aclaró la garganta.
—Le pregunté a Paige qué quería, y dijo que agua. Encontramos un
buen lugar en la playa en Florida. Es hermoso, Ellie.
—¿Quieren que vayamos a Florida? ¿Por cuánto tiempo?
Mamá sonrió.
—Por el tiempo que podamos estar allí. Sé que eso cambia las
cosas para ti. Tendrías que cambiar de escuela durante tu último año, y
las cosas con Greyson…
—Lo que quieras —solté. Mamá tenía preocupación en sus ojos por
lastimarme, y no podía dejar que ese fuera su miedo. Mi mayor
preocupación era ella—. Lo que quieras, mamá.
Donde fuera que quisiera estar, yo también quería estar allí.
—¿Unas vacaciones del cáncer? —preguntó Greyson mientras nos
sentábamos en el escalón superior de su porche.
—Sí, así lo llamó mi padre. Sería un viaje familiar a Florida por
unos meses porque el tratamiento de mamá terminó.
Sus ojos se abrieron con esperanza.
—¿Porque funcionó?
Fruncí el ceño.
Bajó la cabeza.
—Lo siento, Ellie.
—Sí, yo también. Su sueño siempre ha sido hacer un viaje al
océano, y, bueno, parece que ahora es el único momento posible.
Estuvo callado por un rato.
Luego dijo:
—Eso es bueno para ella. Se lo merece.
—Sí.
Estuve callada entonces.
—Probablemente tendré que terminar el último año allí.
—Oh. Sí. —Hizo una mueca y se frotó las manos contra las
piernas—. ¿Es egoísta de mi parte preguntar por nosotros?
No, no lo era. Me había estado preguntando lo mismo. La verdad
era que, después de todo con mamá, Greyson había sido lo siguiente
que se me pasó por la cabeza.
—Nunca hemos hablado realmente de nosotros desde que mi
madre se enfermó.
—Sí, pero se sintió como si fuéramos… no lo sé, solo nosotros,
¿sabes?
Sabía exactamente lo que quería decir. Era como si no
necesitáramos etiquetas para describir lo que teníamos entre nosotros.
Solo éramos.
Era así de simple.
—He estado pensando en pedirte que seas mi novia —dijo—. Y
quiero decir, solo porque vivas en Florida por un tiempo no significa que
no pueda seguir siendo así hasta que vuelvas a casa.
Quería ser egoísta al respecto. Quería pedirle que me esperara,
quería mantener las cosas a larga distancia por un tiempo, pero
también sabía que eso estaba mal. Greyson acababa de comenzar su
último año. Iba a jugar su última temporada de baloncesto en la
escuela secundaria. Iba a querer ir a los bailes escolares y participar en
diferentes actividades e ir a su último baile de graduación, y no podía
ser parte de nada de eso con él.
No quería interponerme en nada de eso. No quería evitar que
viviera su último año de secundaria al máximo porque sentía que no
podía por mi culpa.
—Realmente me gustas, Grey.
Mantuvo la cabeza baja.
—¿Pero?
—Yo… —Tragué saliva, algo sorprendida de que realmente fuera a
decir las palabras que tanto había temido—. Simplemente no creo que
sea inteligente tratar de estar en una relación en este momento. Tienes
un gran año por venir, y no quiero evitar que lo vivas al máximo. Te
mereces ser feliz.
—Me haces feliz.
Quería llorar.
Quería arrastrarme a sus brazos y solo llorar.
Quería ser infantil al respecto. Quería quedarme en Illinois con él
para que pudiéramos ser nosotros, fuera lo que fuese. Quería risas
ridículas y películas de kung fu y referencias de Harry Potter y a
Greyson.
Quería tanto de Greyson.
Pero a veces un niño se ve obligado a crecer más rápido de lo que
quiere.
—No voy a estar bien, Greyson. Los próximos meses de mi vida van
a apestar, y voy a llorar, y no voy a ser la chica rara que lee libros en las
fiestas. Solo voy a estar triste.
—No deberías tener que estar triste sola.
Desearía que no fuera un buen tipo. Parecía mucho más difícil
alejarse de un buen tipo.
—Te mereces más que esto —dije.
—Entonces, estás rompiendo conmigo antes de que incluso nos
des una oportunidad —susurró, su voz tensa—. Solo dilo y termina de
una vez.
Lo miré fijamente. Sus manos estaban unidas con fuerza y
golpeteaba su pie repetidamente en el escalón. Cuanto más esperara,
peor sería para los dos, así que separé los labios y hablé muy
suavemente, esperando que realmente me escuchara.
—No puedo ser tu novia, Grey.
Se puso de pie rápidamente y asintió.
—Bien.
—Greyson. —Me puse de pie de un salto, sintiendo mi corazón latir
contra mi pecho—. Espera…
—No, está bien. De verdad, Ellie. Fue estúpido por mi parte pensar
algo más que esto. Espero que la mudanza salga bien. —Y con eso, se
fue a su casa.
Sin despedidas verdaderas.
Sin cierre verdadero.
Solo un portazo.
Quería morir.
Todo el camino a casa, caminé con pesar, pero sabía que había
sido la elección correcta. Si hubiera sido la equivocada, no habría dolido
tanto.
Entré en la casa y mamá estaba acostada en el sofá. Se sentó un
poco y odié cuánto tiempo tardó en ponerse cómoda. No quería que se
levantara por mi culpa, pero siempre se levantaba.
—Hola, Ellie. ¿Cómo fue la conversación con Greyson?
Sonreí. Era forzado y falso, y ella lo sabía.
—Estuvo bien. Me voy a acostar un poco.
Entrecerró los ojos y parecía preocupada, pero me di la vuelta y
corrí a mi habitación. Cerré la puerta detrás de mí y me desplomé sobre
mi cama. Mis brazos se envolvieron alrededor de mi almohada, y enterré
mi rostro en ella. Silencié mis gritos, porque no quería que mis padres
se sintieran mal. Ya estaban pasando por bastante; lo último que
necesitaban era sentir que estaba rota porque nos estábamos mudando.
Sin embargo, lo estaba.
Mientras lloraba, una mano tocó mi hombro. Miré a mi derecha y
vi a mamá parada allí. Estaba flaca, fatigada y enferma, pero todavía
estaba allí.
Todavía está aquí.
Secó mis lágrimas con un dedo y suspiró.
—Oh, cariño…
—Lo siento, mamá. Estoy bien. —Intenté prometerle que estaba
bien, secándome los ojos—. Ve a descansar.
Sin embargo, no escuchó. Se metió en la cama conmigo y me
abrazó. Eso me hizo llorar aún más porque ella estaba sufriendo y
dolorida, pero todavía quería consolarme. Me sorprendió cómo una
madre podía ser la persona más fuerte en una habitación, incluso en su
momento más débil.
Nos mudamos la tercera semana de noviembre, después de que
mis padres resolvieran todos los detalles para que me transfiriera a una
nueva escuela. Papá reservó billetes de primera clase para Florida,
aunque mamá dijo que no valía la pena. Era como si papá se sintiera
impotente, así que estaba haciendo todo lo posible para tratar de hacer
que mamá se sintiera un poco más cómoda.
Pude sentarme a su lado en el vuelo, y todo el tiempo la tomé de la
mano. Se quedó dormida con bastante facilidad, y eso me hizo feliz.
Cada vez que se despertaba, buscaba mi mano, y todavía estaba en la
suya.
—Sigo aquí, mamá —le había susurrado mientras volvía a dormir.
Todavía estoy aquí.
13
Greyson
DE: GreyHoops87@aol.com
PARA: EGHogwarts@aol.com
FECHA: 23 de noviembre, 4:54 PM
ASUNTO: Momento oportuno.

Ellie,
Hace una semana que te has ido, y se siente tan raro aquí sin ti.
Soy un idiota, y manejé las cosas realmente mal. Lo siento. En mi
cabeza, pensé que podíamos al menos intentar hacerlo funcionar. No he
sentido nada como esto con nadie antes, y simplemente odio que te
hayas ido. No sabía que preocuparme por alguien podía pasar tan
rápido, y no estoy seguro de saber cómo apagar la preocupación. Mi
vida ha sido solitaria por un tiempo. Pensé que estar solo era la opción
predeterminada, pensé que estar solo era lo normal. Aunque siempre he
estado rodado de personas, es como si nadie me conociera. Y entonces
llegaste tú.
No quise marcharme enojado y dar un portazo. Algunas veces mi
cabeza solo hace tanto ruido que no estoy seguro de cómo manejar mis
propios pensamientos.
Voy a extrañarte mucho, y no suelo sentirme de esta manera.
Sé que eso es egoísta, y sé que vas a pensar lo peor, y sé que es
estúpido de mi parte incluso estar así de triste sobre esto cuando tu
vida se puso del revés, pero duele.
Espero que puedas perdonarme y podamos ser amigos.
—Grey.

DE: EGHogwarts@aol.com
PARA: GreyHoops87@aol.com
FECHA: 24 de noviembre, 8:00 AM
ASUNTO: Re: Momento oportuno.

Grey,
Tendrías que estar loco para pensar que no querría seguir siendo
tu amiga.
—Ellie.

DE: GreyHoops87@aol.com
PARA: EGHogwarts@aol.com
FECHA: 2 de diciembre, 8:54 PM
ASUNTO: Figuras paternas.

Mi padre es tan jodidamente imbécil.


Está agobiándome para que empiece con la pasantía en su
compañía, pero solo quiero terminar mi último año escolar sin ese
estrés adicional.
Me llamó maricón por no tener ninguna motivación.
Nunca quiero ser como él. Nunca quiero ser así de frío.
Lo odio… al menos, eso es lo que me digo, porque lo hace más
fácil. La verdad es que sigo queriendo algo así como su aprobación. No
tiene sentido, ¿cierto? Nunca está alrededor, y cuando lo está, es un
idiota. Prácticamente no me conoce, y no aprueba lo que sabe de mí.
Aun así, tengo esta necesidad profunda y fundamental de hacerlo sentir
orgulloso.
Ser humano es raro.
Preferiría ser un extraterrestre.
¿Cómo van las cosas en Florida?
—Grey.

DE: EGHogwarts@aol.com
PARA: GreyHoops87@aol.com
FECHA: 2 de diciembre, 9:30 PM
ASUNTO: Re: Figuras paternas.

Siento mucho lo de tu padre, es difícil, pero vas a hacer lo que sea


que te haga feliz en este momento, eso es lo que tu abuelo habría dicho,
¿cierto?
Las cosas están bien por aquí. Ha estado tranquilo, pero aun así se
siente agitado. Mamá lo está haciendo bien, pero papá está en apuros.
Es como si estuviera gritando en silencio, y su eco está rebotando
contra las paredes. Odio esto. Solo puedo soportar un poco, lo cual me
lleva a mi siguiente elección de vida: voy a elegir algunas aficiones
nuevas, solo para estar fuera de casa.
Odio estar en casa ahora, lo que es raro porque solía ser mi lugar
favorito en todo el mundo. Es solo demasiado triste.
Estoy pensando en tomar una clase de crochet en el centro con mi
mamá, si se siente lo suficientemente fuerte para hacerlo. Pensé que
podría ser bueno hacer algo que la involucre.
¿Sabías que aprendió a hacer chaquetas de punto con mi abuela?
De ahí es de donde vienen todas las mías. La de las libélulas fue la
última que me dio. Es mi favorita.
También pienso en aprender karate, porque acabo ver Operación
Dragón, y ahora estoy muy segura de que tengo que aprender a romper
láminas de madera con mi pie.
¿Crees que los extraterrestres adolecentes se molestan con sus
padres y madres extraterrestres?
De verdad quiero imaginar a adolescentes extraterrestres llenos de
angustia mirando a sus sobreprotectores padres.
¿Puedes imaginar las peleas?
Limpia tu cuarto. Cepilla tu cabello. Deja de llevarte la nave
espacial a las fiestas por la noche a Marte.
De cualquier forma. Ve Operación Dragón. No lo lamentarás.
—Ellie.

DE: GreyHoops87@aol.com
PARA: EGHogwarts@aol.com
FECHA: 3 de diciembre, 7:13 AM
ASUNTO: Operación Libélula.
Ellie,
Estoy casi lastimado de que pienses que no he visto Operación
Dragón.
¡Yo! ¡De todas las personas! Ellie, he visto esa película casi
cincuenta veces, y nunca me canso de verla. Es un clásico. Si te gusta,
ve después La 36ª cámara de Shaolin. ¡Es muy buena!
Además, también estoy feliz de que elijas algunas aficiones. Voy a
sentirme realmente perdido cuando la temporada de baloncesto
termine. ¿Qué haré con todo mi tiempo libre? Quizás elija una afición
también. O, maldición, quizás tomaré la pasantía. ¿Quién sabe?
Además, la idea de verte pateando culos mientras tejes suéteres es
bastante ruda.
Mi tipo de mujer.
—Grey.
P.D. Vi una libélula la noche pasada. Me recordó a ti.
14
Eleanor

D
esearía poder decir que las cosas cambiaron mágicamente
una vez llevamos a mamá cerca del agua, pero no sería
cierto. Su salud solo disminuía más cada día. Durante
meses, se sintió como una batalla cuesta arriba que
estábamos perdiendo una y otra vez. Después de un tiempo, tuvimos
que empujarla en una silla de ruedas. Algunos días, ni siquiera podía
levantarse de la cama, y otros teníamos que llevarla rápidamente al
hospital porque no podía respirar.
Después de su último viaje a la sala de emergencias a finales de
abril, todos sabíamos que el tiempo se estaba acabando. Sin embargo,
nunca hablábamos sobre eso, porque hablar lo hacía más real de lo que
ninguno de nosotros estaba listo para enfrentar.
Ring, ring.
Finalmente entré en línea tarde una noche de abril. Había evitado
hacerlo por un tiempo, porque cada vez que me conectaba, Greyson
estaba allí esperando actualizaciones, y odiaba que últimamente las
noticias se volvieran más y más tristes.
Esa noche, lo necesitaba. Solo necesitaba hablar con él, y como el
chico leal que siempre era, cuando me conecté a las diez de la noche
estaba allí.
GreyHoops87: ¡Hola, Ellie! Solo quiero saber de ti. No has estado
en línea mucho, así que solo un aviso, tendrás una gran cantidad de
correos electrónicos llenos de mis pensamientos al azar sin sentido.
EGHogwarts: Hola, lo siento. Las cosas han estado un poco locas.
GreyHoops87: Está bien. Lo entiendo. ¿Alguna noticia?
EGHogwarts: Solo tristes.
GreyHoops87: También escucharé las tristes.
Suspiré, pasándome la mano por el rostro.
EGHogwarts: Voy a poner un temporizador de cinco minutos, y eso
es todo el tiempo que vamos a dedicar a las cosas tristes, ¿de acuerdo?
De lo contrario, me ahogaré en ello. Entonces, voy a vomitar y sacar
todo de una vez. Ni siquiera tienes que responder. Yo solo... si te lo
cuento, me sentiré como si no solo estuviera esperando a explotar en mi
interior.
GreyHoops87: Cinco minutos en el reloj. ¡Yyyy comienza!
EGHogwarts: Creo que hoy es el primer día que me he dado
cuenta de que mi madre se está muriendo. Antes había una creencia
poco realista de que iba a mejorar, la creencia de que llegaría un día en
que ya no necesitaría la silla de ruedas, o que se levantaría y podría
volver a bailar o pintar. Pero hoy nos sentamos junto al agua, y lo sentí.
Sentí que el final se acerca. Sentí que nuestras despedidas están mucho
más cerca que nuestras buenas mañanas. Nunca he tenido tanto miedo
en toda mi vida, y tengo estos terribles pensamientos que me hacen
sentir como la peor hija de la historia. Si se fuera, ya no tendría que
luchar más. Si muriera, estaría libre del dolor. ¿En qué tipo de
monstruo me convierte eso? ¿Cómo pueden esos pensamientos cruzar
mi mente? En fin, supongo que ahí es donde estoy ahora, y entiendo
completamente si eso te hace querer alejarte un poco de hablar
conmigo. Porque ahora mismo así estoy… triste. Me duele. Estoy tan
triste que a veces solo quiero quedarme en la cama. Estoy tan triste que
a veces tengo pensamientos muy oscuros y realmente no sé cómo
controlarlos, y eso puede ser mucho. Puedo ser mucho. Mi tristeza es
muy grande en este momento, y ni siquiera sé cómo manejarla, así que
tampoco espero que lo sepas.
Apreté enviar y esperé una respuesta. Y esperé. Y esperé.
GreyHoops87: ¿Qué más?
EGHogwarts: ¿Qué quieres decir con qué más?
GreyHoops87: Eso fue solo dos minutos de nuestros cinco. Tienes
tres minutos más para derramar tu corazón en este lienzo abierto. No
voy a ninguna parte, Ellie. Estoy aquí.
Las lágrimas rodaron por mis mejillas y respiré hondo. Me habían
dado permiso para expresarme de todo corazón. Qué cosa tan
liberadora fue tener eso.
EGHogwarts: Creo que eso es todo. Eso es todo lo que siento.
GreyHoops87: ¿Quieres mi respuesta?
EGHogwarts: No, no ahora. Aún no. Solo necesitaba sacarlo todo,
creo. Así que, si pudiéramos hacer algo más que hablar de cosas tristes,
eso me haría sentir mejor.
GreyHoops87: De acuerdo.
GreyHoops87: Entonces, ¿qué dijo el pez cuando nadó contra una
pared?
EGHogwarts: ¿Qué?
GreyHoops87: Presa.
Sonreí.
Gracias, Grey.
DE: GreyHoops87@aol.com
PARA: EGHogwarts@aol.com
FECHA: 29 de abril, 10:54 p.m.
ASUNTO: Sé que dijiste.

Ellie,
Sé que dijiste que no necesitabas mi respuesta, pero como soy un
chico terco, quería enviarte un correo electrónico después de nuestra
charla de esta noche. Solo quería que supieras que no estás demasiado
triste para mí. En todo caso, eres la cantidad perfecta de tristeza,
porque estás pasando por algo realmente horrible. Honestamente, me
sentiría un poco asustado si fueras feliz.
Puedes estar triste.
La felicidad puede venir después.
Y no tienes que alejarme. No eres demasiado para mí. Quiero estar
ahí para ti, y no voy a parar solo porque me lo pidas. Esto es lo que
significa ser mi amiga. Significa que soy demasiado a veces, que te
cuido y quiero saber sobre los malos días. Significa que cuando te estás
ahogando, yo también me ahogo.
Está bien que te apoyes en mí, incluso si estoy a miles de
kilómetros de distancia.
Además, y no puedo dejar esto lo suficientemente claro, no querer
que tu madre sufra no significa que seas mala de ninguna manera o
forma.
En todo caso, te hace una buena persona porque ya no quieres que
tu ser querido sufra.
Eso no es ser un monstruo, es ser un santo.
No dejes que esos pensamientos te consuman de noche.
Eres una buena persona, Eleanor Gable.
Y si alguna vez lo olvidas, solo revisa mis correos electrónicos.
Estaré allí para recordártelo.
—Grey.
15
Eleanor

U
na tarde tranquila, después de regresar a casa de la
escuela, mamá y papá estaban sentados afuera cerca del
océano, mirando hacia las olas rompiendo contra la orilla.
Caminé hacia ellos y sonreí. Papá me miró, sus ojos
llenos de lágrimas, y mi sonrisa rápidamente desapareció.
—¿Qué pasa? —pregunté.
Papá ni siquiera podía hablar.
Simplemente negó y cubrió su boca con su mano.
—¿Mamá? —Me moví hacia ella. Apoyaba su cabeza contra el
respaldo de la silla de ruedas y sus ojos estaban cerrados. Tomé su
mano en la mía—. Mamá.
Muy ligeramente, apretó mi mano.
—Todavía aquí, Eleanor Rose —dijo.
Exhalé con alivio.
—Me puse nerviosa.
—Está bien. —Lentamente abrió sus ojos y levantó una mano
hacia mi mejilla—. ¿Puedo tener un minuto a solas con Ellie, Kevin?
Aclaró su garganta y sollozó.
—Sí, por supuesto.
Papá se alejó y me senté junto a la silla de ruedas de mamá. La
ligera brisa acarició nuestra piel. Era tan pequeña, nada más que piel y
huesos. Algunas veces me preocupaba que si la tocaba incluso
suavemente, simplemente se rompería en millones de pedazos.
—¿Necesitas otra manta? —pregunté.
—Estoy bien.
—¿Tal vez tienes sed? Puedo ir por agua.
—Estoy bien.
—¿O tal vez...?
—Ellie, está bien. Estoy bien.
Pero no lo estás.
Nos sentamos ahí, mirando hacia el cielo de la tarde en completo
silencio. Las horas pasaron y el sol comenzó a ocultarse. El cielo estaba
pintado en vibrantes colores y era hermoso observar cómo se mezclaban
con el océano.
—Tu padre va a necesitarte —dijo—. Más de lo que cree, va a
necesitar tu luz, Ellie.
—Estaré ahí para él.
—Sé que lo harás. —Inhaló profundamente y exhaló lentamente—.
Una vez leí un cuento sobre libélulas, la vida y la muerte. ¿Puedo
compartirlo contigo?
—Sí.
Cerró sus ojos y observé cada respiración que tomaba.
—Habla sobre cómo la libélula nace siendo una larva, pero cuando
está lista, muda su capullo y se convierte en la belleza que vemos
volando por todos lados. En muchas historias, esto es visto como el
proceso tanto de vida como de muerte. La libélula emergiendo de su
capullo es justo como cuando el alma deja el cuerpo. Hay dos etapas
para la libélula. La primera etapa es cuando es un insecto que vive
debajo del agua. Esta es su vida en la tierra. La siguiente es cuando
emerge y emprende su vuelo. Despega hacia el aire y encuentra una
nueva libertad. Ahí es cuando su alma es liberada de las restricciones
de su cuerpo. ¿No es eso hermoso, Ellie? ¿No es un increíble
pensamiento? ¿Que incluso después de la muerte nuestros espíritus
continúen viviendo?
Lágrimas caían por mis mejillas, pero me quedé en silencio.
No podía responder.
Dolía demasiado.
—No sufriré —prometió—. Ya no dolerá. Seré más libre que nunca,
¿y sabes qué? Todavía estaré aquí. Cada que veas a una libélula,
necesito que sepas que soy yo.
—Mamá... —Seguí sosteniendo su mano y las lágrimas siguieron
cayendo—. Es demasiado pronto.
—Siempre será demasiado pronto, nena, pero quiero que sepas...
—Inclinó su cabeza en mi dirección y abrió sus ojos—. Eres los latidos
de mi corazón. Eres mi obra maestra. De alguna manera, siento como si
hubiera engañado a la muerte, porque logro vivir dentro de ti, en tu
sonrisa, en tu risa, en tu corazón. Estoy ahí en todo eso, Eleanor. Soy
eterna debido a ti. Así que, por favor, haz todas esas cosas. Toma
riesgos. Encuentra aventuras. Sigue viviendo por mí, y quiero que sepas
que ha sido el honor más grande ser tu madre. Soy tan afortunada por
haberte querido.
—Te quiero, mamá. Más de lo que puedo expresar, te quiero.
—Te quiero, mi niña. Ahora, ¿puedes hacerme un favor?
—Lo que sea.
—¿Puedes acercarme al agua? —Vacilé por un minuto y miré hacia
la casa donde papá se había dirigido. Estaba bastante segura de que no
estaba lo suficientemente fuerte para llegar hasta la orilla por sí misma.
Había estado tan débil últimamente, aun así, colocó una mano en mi
antebrazo—. Está bien. Sé que me tienes cubierta.
Así que me agaché y le quité sus pantuflas y calcetines y luego
también me quité mis zapatos y calcetines. Tomé sus manos con las
mías y, lenta pero de manera segura, la llevé hasta la orilla del agua.
Estaba helando esa tarde. El agua estaba fría más allá de las palabras y
ambas gritamos cuando tocó nuestros dedos y alcanzó nuestros
tobillos.
También nos reímos.
Nunca olvidaría eso, escuchar la risa de mamá.
En un punto, me pidió que la soltara y se paró donde sus pies se
encontraban con el océano. Con sus ojos cerrados y sus manos
levantadas en el aire, sus brazos formando una V y lágrimas
derramándose por sus mejillas mientras el sol ocultándose besaba su
rostro.
—Sí, sí, sí. —Lloró, sintiendo cada parte del mundo a su alrededor,
pareciendo sentirse más viva de lo que lo había hecho en algún tiempo.
Luego se estiró hacia mí y tomé su mano con la mía. Se apoyó en mí y
fui lo suficientemente fuerte para sostenerla yo sola. Miramos a la
noche, encontrando un nuevo tipo de confort.
Estaba bien en ese momento.
Era feliz.
Y juro que, por un corto periodo de tiempo, el agua sanó a su alma.

Dos días después, mamá tomó su último aliento.


Papá sostenía su mano derecha y yo sostenía la izquierda.
El reloj en la habitación marcaba los segundos, pero el tiempo se
quedó inmóvil.
Pensé que habría algún tipo de consuelo que vendría de saber que
ya no sufría. Pensé que dado que lo habíamos visto venir, no dolería
tanto. Pensé que de alguna manera me sentiría bien.
Pero no lo estaba.
Cada parte de mí dolía.
Nada puede preparar a una persona para la muerte.
No puedes acelerar para superar el dolor y llegar al cierre.
Simplemente eres superado por la tristeza. El duelo muestra su
rostro y te ahoga sin piedad, y durante un rato, te preguntas si
quedarte bajo el agua sería mejor que alguna vez volver a respirar.
Cuando mi madre tomó su último aliento, quise tomar el último
mío justo ahí junto a ella, pero sabía que eso no era lo que ella quería.
Quería que emergiera de entre la oscuridad, que nadara de nuevo.
Y lo haría.
Solo que no esa noche.
Esa noche, el sufrimiento ganó la batalla mientras me
desmoronaba sin tregua alguna.
16
Greyson
DE: GreyHoops87@aol.com
A: EGHogwarts@aol.com
FECHA: 1 de mayo, 4:33 PM
ASUNTO: Lo siento.

Hoy me encontré con Shay en la escuela y me habló de tu madre.


Dijo que ella y su madre se dirigían a Florida para ayudar a tu padre y a
ti. Lo siento, Ellie. Lo siento mucho y sé que eso no hace ni cambia
nada, pero solo quería que lo supieras. No pasa un día sin que piense
en ustedes, en ti. Ojalá hubiera algo más que pudiera hacer.
Recuerdo que cuando mi abuelo murió, me quedé sentado, sin
saber qué hacer. Nunca había perdido a nadie antes, y me jodió por un
buen minuto. La gente me dijo que me recompusiera y fuera un
hombre. "La muerte sucede, chico. Mejor que te acostumbres", había
dicho mi tío Tommy. "Los hombres de verdad no lloran", había dicho mi
padre.
Creo que eso es mentira, sin embargo.
Puedes estar jodido por un buen minuto.
No te presiones para sentirte mejor hasta que estés lista.
Solo quería que supieras que lo siento.
Ella era lo que todo niño soñaba con tener como madre. Sé que lo
hice un millón de veces.
Lo siento jodidamente mucho.
—Grey.

DE: EGHogwarts@aol.com
A: GreyHoops87@aol.com
FECHA: 2 de mayo, 2:02 AM
ASUNTO: Re: Lo siento.

Grey,
Son las dos de la mañana y todo duele. Por todo, me refiero a cada
cosa.
Me duelen las piernas. Me duele la espalda. Tengo la garganta
seca. Me arden los ojos.
No puedo respirar.
Cada vez que pienso en ello, me desmorono, y no puedo dejar de
pensarlo. Es solo un ciclo ininterrumpido de desmoronamiento una y
otra vez.
Solo quiero que vuelva.
Voy a estar jodida por un buen minuto... tal vez incluso por unos
cuantos.
—Ellie.
17
Eleanor

—¿H
ola? —Mi voz se quebró cuando pronuncié
las palabras. Eran las tres de la mañana
cuando respondí mi teléfono, y después de
un día de llanto, mis cuerdas vocales
estaban agotadas.
—Hola, Ellie. —La voz de Greyson era baja y cansada. Por un
minuto, pensé que estaba soñando—. ¿Estabas durmiendo?
—No. —Me senté en la cama—. No puedo.
—Sí. Eso tiene sentido.
—¿Qué estás haciendo despierto tan tarde?
—No podía dormir. Entonces, revisé mi correo electrónico y pensé
que llamaría. Solo quería asegurarme de que estabas respirando.
Las lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro mientras apretaba
el teléfono contra mi oreja.
—No puedo hablar, Grey. Duele demasiado hablar.
—Está bien. No tenemos que hablar. Podemos mantener nuestros
teléfonos presionados contra nuestras orejas. ¿De acuerdo?
Asentí como si pudiera verme.
—De acuerdo.
Me recosté y mantuve el teléfono pegado a mi oreja. Sus
respiraciones eran ligeras a través del receptor, pero estaba agradecida
por ellas. En algún momento, me quedé dormida, y cuando me desperté
de nuevo, sus ronquidos seguían llegando a través del altavoz.
Estaba tranquilo, y él estaba roncando, y las lágrimas caían por
mis mejillas mientras escuchaba.
Ese fue el momento en que supe que lo amaba… cuando estaba
desolada a las cuatro de la mañana y él todavía apareció para mí.
Aunque no lo había dicho, estaba segura de que él también me
amaba. La gente no tenía que hablar sobre el amor para saber que
existía. El amor no solo era real porque alguien lo dijera en voz alta. No,
el amor simplemente se sentaba en silencio, en las sombras de la
noche, curando las grietas que vivían en nuestros corazones.
18
Eleanor

P
apá no había salido de su habitación en días.
Había perdido la cuenta de las veces que lo había
revisado solo para asegurarme de que recordaba respirar.
Camila y Shay vinieron a ayudar con el servicio funerario, y
estaba agradecida por eso. Sin mi tía, no se hubiera hecho nada.
Shay se quedó a mi lado día y noche. Se aseguró de que comiera, a
pesar de que no quería, y revisaba a papá cuando era demasiado difícil
para mí verlo así.
Había una botella de whisky en su mesita de noche, y cada vez que
miraba, estaba más vacía. Se estaba autodestruyendo y no sabía cómo
ayudarlo a volver a la vida.
La verdad era que la única persona capaz de mantener a mi padre
anclado ya no estaba.
El amor de su vida había dejado su lado, y no tenía ni idea de
cómo vivir en un mundo donde ella ya no residía.
No había Kevin sin una Paige.
Había una inquietante quietud que llenaba nuestra casa, una
sensación de intranquilidad sobre todo. Así que, por la noche, me
paraba junto al agua y escuchaba las olas chocar contra la orilla.
Allí era donde más la sentía, cerca del agua. Era como si de alguna
manera hubiera engañado a la muerte y aterrizado entre las olas.
El día del funeral, pasé para ver a Camila obligar a papá a
levantarse de la cama.
—Va a haber muchos días en los que estés deprimido, Kevin —le
aseguró—, pero no hoy. Hoy tienes que levantarte.
De alguna manera, lo convenció de salir de la cama y vestirse.
Estaba agradecida por eso.
No fue un gran funeral, solo nosotros cuatro. El servicio se llevó a
cabo allí mismo, en la playa cerca del agua.
Era lo que mamá había querido, una celebración cerca de las olas.
Mientras me paraba en la arena, mi pecho se apretó cuando vi a
cierto chico caminando en mi dirección. Cuanto más se acercaba
Greyson, más confundida me sentía.
—Hola, Ellie —dijo con los ojos más tristes.
—¿Qué estás...? —Miré por encima del hombro a Shay y me dio
una sonrisa que estaba destinada a tranquilizar. Volví a mirar a
Greyson—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Me dio esa pequeña sonrisa que tanto había extrañado y se encogió
de hombros.
—Te sorprendería lo fácil que es reservar un billete de avión con la
tarjeta de crédito de tus padres. Lo siento, llego tarde. Mi taxista se
perdió.
Salté a sus brazos sin pensarlo. Sin dudarlo. Sin palabras.
Afortunadamente, no necesitaba palabras. Me abrazó con fuerza.
—Lo siento mucho —susurró—. Era la mejor.
Sí que lo era.
Caminamos hacia la orilla justo cuando la ceremonia estaba por
comenzar. En mi mano izquierda, estaba la mano de Shay, y en mi
derecha, la de Greyson. Cada vez que mi cuerpo comenzaba a temblar,
me mantenían estable. Mi mirada permaneció en papá todo el tiempo,
pero no me miró. No me había mirado en días. Intenté no pensar
demasiado en ello.
Sabía que estaba dolido, y sabía que yo tenía los ojos de mamá.
Apenas podía mirarme en un espejo sin llorar.
Luego, nos dieron las cenizas de mamá, y llevamos la urna adentro
y la colocamos encima de la repisa de la chimenea. Ahí era donde se
quedaría hasta que descubriéramos dónde esparcir las cenizas.
Me escabullí a mi habitación para respirar, y Greyson no tardó
mucho en encontrarme.
—¿Estás bien? —preguntó desde la puerta.
—No, en realidad no.
—¿Quieres estar sola?
—No… en realidad no.
Se acercó y se sentó en el borde de la cama con las manos
agarrando el lado del colchón.
—Lo siento —dijo—. Sé que sigo diciéndolo, y sé que no hace nada
en absoluto, pero lo digo en serio. Lo siento mucho, Ellie.
Puso su mano sobre la mía, y tantos sentimientos corrieron por mí.
Sabía en mi corazón que siempre sería una de las personas más
importantes del mundo para mí.
—Gracias, Grey. Eso significa mucho.
—Solo desearía poder hacer más.
Si tan solo supiera cuánto significaba estar allí. Eso era suficiente.
Nos acostamos en la cama uno frente al otro y realmente no
dijimos mucho, porque no había mucho que decir. Él estaba allí, yo
estaba allí y nosotros éramos nosotros.
—Él no planea volver —susurré, con la cabeza apoyada en la
almohada.
—¿Qué?
—Mi padre. Lo escuché hablar con Camila. Está pensando en
vender nuestra casa.
—Pero pensé... pensé que ustedes regresarían. Pensé que volverías
a casa.
—Sí... también pensé eso.
La parte de cuento de hadas de mí había pensado que volvería a
Illinois, había pensado que Greyson y yo podríamos volver a estar
juntos. Pensé que iría a la universidad allí, e incluso si no hubiéramos
ido a la misma universidad, estaríamos lo suficientemente cerca para al
menos estar juntos.
Pero los cuentos de hadas no son reales, y la realidad era que no
podía dejar a mi padre, no cuando estaba tan destrozado. Si se quedaba
en Florida, me quedaría allí con él. Le hice una promesa a mi madre y
no tenía planes de romperla.
—Solo pensé que tendríamos el verano, al menos —dijo
suavemente mientras colocaba su mano sobre la mía—. Pero parece que
solo tenemos ahora.
—Lo siento —susurré.
—No lo sientas. Ahora es suficiente.
—¿Te vas a casa mañana? —pregunté después de que Greyson
bostezara, lo que también me hizo bostezar.
—Sí. Muy temprano. Camila dijo que me llevará al aeropuerto —
contestó.
—¿Grey?
—¿Sí, Ellie?
—¿Cuánto tiempo estaré triste?
Se encogió de hombros antes de peinar mi cabello detrás de mis
orejas.
—Por el tiempo que sea necesario. No hay prisa por ser feliz, eso
vendrá cuando sea el momento. —Bostecé de nuevo y sonrió—. Duerme
un poco, Ellie.
—¿Te quedarás conmigo? —pregunté.
Se acercó y me abrazó.
—No voy a ninguna parte.
Dormí horrible esa noche. Mi sueño había sido malo desde que
mamá falleció. Me despertaba al azar con pánico, sudando, después de
dar vueltas sin parar.
Cuando desperté, Greyson estaba allí para calmarme. Me abrazó
con fuerza mientras lloraba contra su camiseta. Me dijo que estaba bien
romperse, porque estaba allí para recoger cada pieza rota de mí.
—Sigo aquí, Ellie —susurró mientras mi cabeza descansaba contra
su pecho.
Todavía estaba allí.

Cuando llegó la mañana y fue hora de despedirnos, no estaba lista


para que se fuera. La verdad era que nunca estaría lista para
despedirme de él.
Me sostuvo en sus brazos y lo abracé.
—Gracias por venir.
—Gracias por todo —respondió antes de susurrarme al oído—:
Tienes su sonrisa. ¿Sabías eso? Tienes la sonrisa de tu madre.
Eso me hizo abrazarlo aún más fuerte.
—¿Y ahora qué? —inquirió.
—No lo sé. —No tenía ni idea de lo que sucedía después.
—Nos mantendremos en contacto, ¿sí? ¿Por correo electrónico? ¿O
me puedes llamar? O algo…
—Por supuesto, pero también quiero que lo pases muy bien en la
universidad.
—Y tú pásalo muy bien aquí también.
—Nos mantendremos en contacto —juré—. En los días buenos y en
los malos.
—Siempre. Especialmente en lo malo. Cuando suceden las cosas
difíciles, nos apoyamos el uno en el otro. ¿De acuerdo?
—¿Promesa de meñique? —Extendí mi mano.
Unió su meñique con el mío.
—Promesa. —Se metió las manos en los bolsillos y se balanceó—.
No sé cómo decirte adiós, Ellie. No sé cómo dejarte ir.
—No hay necesidad. Siempre estoy aquí.
Se acercó y me rodeó con sus brazos. Caí en él de la misma
manera que siempre lo hacía, sin esfuerzo. Nuestras frentes se tocaron
y respiramos juntos. En ese instante, nuestro momento era el correcto.
Él estaba allí, y yo estaba allí, y nosotros éramos uno.
—Te amo, Ellie —susurró mientras sus labios se cernían muy
cerca de los míos—. Sé que es un mal momento, y sé que
probablemente no debería decirlo, pero te amo. Amo todo de ti, incluso
las partes que crees que son demasiado tristes para ser amadas. Creo
que esas partes son las más bellas. Creo que todas tus partes son
perfectas, y solo quería que supieras que eres la primera persona que
he amado, y que es fácil hacerlo. Es muy fácil amarte.
Las lágrimas rodaron por mis mejillas y sonreí porque lo sabía.
—También te amo, Greyson. Cada parte de ti.
¿Cómo no iba a hacerlo? Él era él, y yo era yo, y nosotros éramos
nosotros.
—¿Ellie?
—¿Sí, Grey?
—¿Haría más difícil alejarme si te besara? —preguntó.
—Sí. —Me acerqué, tan cerca que sus labios estaban a milímetros
de los míos, tan cerca que su respiración se convirtió en mi respiración.
Estábamos tan cerca que mi mente ya había decidido que sería el mejor
beso de despedida de mi vida—. Pero hazlo de todos modos.
Y entonces lo hizo.
19
Greyson
DE: GreyHoops87@aol.com
PARA: EGHogwarts@aol.com
FECHA: 24 de septiembre, 8:54 PM
ASUNTO: Universidad.

Hola, Ellie,
Lo siento, ha pasado un tiempo. La universidad es una locura, y
hay algo sucediendo todos los días. Las fiestas no solo ocurren los fines
de semana. También los martes y jueves. También los lunes y
miércoles. Todos los días.
Las clases son más difíciles que la secundaria. Hay muchas veces
que ni siquiera estoy seguro de poder seguir con el trabajo.
¿Cómo te van las cosas? ¿Y el trabajo? Empezaste a trabajar de
niñera para esa nueva familia, ¿verdad?
Dijiste que vas a tomar algunas clases nocturnas en un campus,
¿verdad?
¿Has oído de este nuevo sitio web llamado TheFacebook? Es solo
para estudiantes universitarios, pero es genial. Es una nueva forma de
conectarse con las personas. Deberías ingresar. Me aseguraré de ser tu
primera amistad allí.
Ahora estoy metido en eso, en lugar de la mensajería instantánea
de AOL, pero sigo ingresando para ver si estás disponible cuando tengo
tiempo libre. Nunca lo estás. Las clases nocturnas no ayudan. Avísame
si tienes tiempo libre esta semana para una conversación telefónica y
tal vez podamos programarlo.
—Grey.

DE: EGHogwarts@aol.com
PARA: GreyHoops87@aol.com
FECHA: 26 de septiembre, 7:21 AM
ASUNTO: Re: Universidad.

Grey,
No hay necesidad de disculpas, de verdad. Sabía que estarías
ocupado. Cada vez que tengo noticias tuyas siempre es bueno.
Las cosas van bien hasta ahora, pero tengo que admitir que es un
poco duro trabajar a tiempo completo e ir a la escuela a tiempo parcial.
Siento que cada vez que tengo un descanso, todo lo que quiero hacer es
acostarme y dormir hasta el año nuevo.
En el lado positivo, ¡los niños que estoy cuidando son muy
divertidos! Me mantienen alerta y eso me mantiene ocupada. Si no estoy
ocupada, tengo que estar cerca de mi padre, y está demasiado triste.
Me pregunto si alguna vez volverá a la normalidad. Cuanto más
tiempo pasa, más improbable parece.
Tengo mi clase nocturna los martes y jueves, pero, ¿quizás el
viernes por la noche? ¿Me llamas entonces?
—Ellie.

DE: GreyHoops87@aol.com
PARA: EGHogwarts@aol.com
FECHA: 26 de septiembre, 5:32 PM
ASUNTO: Re: Re: Universidad.

Mierda. Hice planes con mi compañero de cuarto el viernes por la


noche. ¿Sábado por la tarde alrededor de las 2?
—Grey.

DE: EGHogwarts@aol.com
PARA: GreyHoops87@aol.com
FECHA: 27 de septiembre, 7:11 AM
ASUNTO: Re: Re: Re: Universidad.
Tengo que llevar a los niños a karate. ¿Domingo por la noche?
—Ellie.

DE: GreyHoops87@aol.com
PARA: EGHogwarts@aol.com
FECHA: 27 de septiembre, 8:01 PM
ASUNTO: Re: Re: Re: Re: Universidad.

Tengo una reunión del club esa noche.


Maldita sea.
Resolveremos algo.
Solo te extraño, eso es todo.
—Grey.

DE: EGHogwarts@aol.com
PARA: GreyHoops87@aol.com
FECHA: 28 de septiembre, 7:22 AM
ASUNTO: Re: Re: Re: Re: Re: Universidad.

Grey,
También te extraño.
Obviamente.
Sí.
Resolveremos algo.
—Ellie.
20
Eleanor

H
icimos todo lo que pudimos, pero fue una lucha. A
medida que pasaban las semanas y los meses, Greyson y
yo seguíamos extrañándonos, y aunque nos esforzábamos
por mantenernos en contacto, la vida lo hacía más difícil.
Nuestros horarios chocaban, nuestro tiempo no cuadraba, y siempre
nos sentíamos como si estuviéramos un segundo atrasados.
Nuestros correos se acortaron.
La vida se volvió más ajetreada.
Greyson y yo vivimos nuestras vidas en diferentes líneas
temporales.
Me aferré a mi promesa a mamá de seguir encontrando razones
para sonreír, aunque vivir con mi padre lo hizo un poco más difícil.
Todavía se estaba ahogando, y juro que cada día me alejaba más.
Estábamos evolucionando de diferentes maneras, y el estrecho vínculo
que alguna vez compartimos fue disminuyendo lentamente.
Cada día que pasaba, seguía encontrando mis sonrisas. Cada día
que pasaba, siempre conversaba con mamá y le contaba los altibajos de
mi vida.
Aunque algunos días eran difíciles, estaba encontrando una nueva
forma de felicidad.
Porque eso era todo lo que siempre quise ser: feliz.
Al igual que las libélulas zumbando, de vez en cuando Greyson
East pasaba por mi mente, y sin pensarlo dos veces, sonreía. Nunca
pensé demasiado en que él estuviera en mi mente. Solo dejé que los
pensamientos permanecieran por el tiempo que fuera necesario.
Aprendí a apreciarlo de alguna manera volviendo a mí, en cierto modo.
La mejor parte de los recuerdos es que pueden reaparecer por las cosas
más aleatorias. Pensaba en él cuando veía regaliz rojo, o cuando pasaba
una película de kung fu en la televisión, o cuando pensaba en los
momentos más decisivos de mi vida, siempre aparecía durante esos
momentos de reflexión.
Siempre estaría agradecida por los recuerdos y por la forma en que
me sostuvo en los momentos más oscuros de mi vida, cuando todo lo
que quería hacer era ahogarme.
También me prometí que si la vida alguna vez nos volvía a reunir,
si las estrellas se alineaban y de alguna manera nuestros caminos se
cruzaban una vez más, juré que, como las olas en la orilla, me
estrellaría completamente contra él.
PARTE II


21
Eleanor

R
iley Larson cumplía cinco años en dos meses y no había
dejado de pensar en ello. Había estado pensando en ella
cumpliendo cinco desde el día en que la conocí. La
mayoría de la gente estaba emocionada cuando un niño
cumplía cinco. Significaba que iban a la escuela a aprender y crecer y
convertirse más en las personas que estaban destinados a ser. Sin
embargo, para mí… para mí se sentía como un beso de la muerte.
Porque cuando Riley cumpliera cinco, significaba que iría al jardín
de infancia, ¿y cuál era el punto de una cuidadora cuando un niño ya
estaba en el jardín de infancia todo el día?
¿Para actividades después de la escuela? Ahí era cuando un padre
introducía una niñera, no una cuidadora. Pronto sería reemplazada por
una niña de trece años que felizmente aceptaría veinte dólares para
cuidar de Riley.
Había estado temiendo el día en que la madre de Riley, Susan, me
pidiera reunirme con ella para almorzar para hablar mientras su
marido tenía un día con Riley de “papi y yo”. Nada bueno nunca venía
de las conversaciones en el almuerzo con tu jefe, excepto por las
mimosas sin fin que estaba tragando para controlar mis nervios.
—Lo siento mucho, Eleanor. Has sido nada más que una santa
para nuestra familia desde que contratamos tus servicios hace cinco
años. Quiero decir, diablos, has estado con nosotros desde que Riley
tenía cuatro meses, y no hay manera de que pudiéramos haber
sobrevivido sin ti. Es solo que con Riley yendo al jardín de infancia el
próximo año… —Sus palabras se desvanecieron mientras se
reacomodaba en la silla.
Estaba tan nerviosa. Supuse que era la primera vez que tenía que
dejar a alguien ir. Se estaba esforzando por en realidad decir las
palabras.
—Lo entiendo, Susan, en serio. No tienes que sentirte mal.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y juntó sus manos.
—Pero me siento mal. Has sido una gran parte de nuestra familia
por mucho tiempo, y dejarte ir es tan duro.
—Bueno, siempre podrías quedarte embarazada de nuevo —
bromeé, pero como, en serio. Quédate embarazada de nuevo, Susan.
Se rió como en “nunca jamás en la historia haré eso de nuevo”,
antes de beber su mimosa.
—Pero honestamente, al menos tenemos unos meses más antes de
que empiece la escuela —comenté. Tomaría cualquier hecho positivo
que pudiera encontrar, y tener ese amortiguador me daría algo de
tiempo para buscar un nuevo empleo.
Entonces, Susan me arrebató esa gema. Se encogió.
—En realidad, Eleanor, hemos decidido cortar lazos antes. Fui
capaz de meter a Riley en un programa para niños de cuatro años este
semestre, y luego en verano vamos a ir en un viaje familiar a Italia.
Cuando volvamos, pensamos que podría ser lo mejor solo traer a una
niñera para cuidar de Riley.
Oh.
Ese es un golpe bajo, Susan.
¿Había estado limpiando el culo de su hija durante cuántos años?
¿Y ni siquiera iba a darme unos meses para resolver las cosas?
Hice todo lo posible por no permitir que mis emociones se
apoderaran de mí, pero era un libro abierto. Si estaba molesta o herida,
la gente podía leerlo en cada parte de mi cuerpo. No tenía cara de
póquer. Lo que sentía era lo que veías, y lo que veías era lo que sentía.
Había heredado ese rasgo de mi madre.
—Oh, eso es… maravilloso. Eso será muy bueno para todos
ustedes —dije.
Frunció el ceño.
—Sí, eso creo. Pero toma… —Rebuscó en su bolso y sacó un
sobre—. Quería darte esto, ya sabes, para cubrir el poco tiempo con el
que te avisé.
Me entregó el sobre y le agradecí.
—De verdad, eso significa mucho para mí.
—Por supuesto, dulzura. Es lo menos que podemos hacer. Además,
hay una pequeña nota con una referencia para una de las amigas más
cercanas de mi familia, Claire. Están buscando una cuidadora a tiempo
completo para sus niñas. Ya la llamé y mencioné tu nombre.
Entrevistarán para la posición la próxima semana, y te di la más fuerte
recomendación. Podría ser algo que merece la pena evaluar.
Un poco de alivio me llenó cuando esas palabras dejaron su boca.
Los hechos positivos están de nuevo en acción.
—Gracias, Susan. De verdad. Eso es más de lo que merezco.
—No es problema en absoluto, en serio. —Se recostó en su silla y
sonrió—. Voy a necesitar que me devuelvas las llaves de la casa y el
BMW ahora.
—¿Oh? Pensé que el BMW era un regalo de despedida —bromeé.
No se rió esta vez. Solo me dio una tensa sonrisa y extendió su
mano.
Bien entonces.
Le entregué las llaves y se levantó de la mesa después de dejar
dinero para su parte de la cuenta.
—Bien, bueno, ¡buena suerte con todo, Eleanor! Te deseo lo mejor.
Mantente caliente ahí fuera, ¡y feliz año nuevo!
Se fue rápidamente, dejándome un poco aturdida por cuán rápido
se desarrolló todo.
Levanté el sobre y lo abrí para ver dos billetes de veinte dólares
dentro.
Cuarenta dólares.
Me había dado cuarenta dólares después de despedirme sin
ningún aviso.
Realmente era lo mínimo que podía hacer.
Saqué los cuarenta dólares y los puse sobre la mesa para cubrir mi
mitad de la cuenta, sintiéndome molesta porque, encima de todo, ni
siquiera me había pagado el almuerzo.
Agité una mano hacia la camarera y di un golpecito en mi copa de
champán.
—Vamos a necesitar otra ronda de mimosas, de inmediato.
22
Eleanor

N
o era buena en ser entrevistada. Nunca lo había sido.
Cuando era una adolescente y había obtenido mi primer
trabajo de niñera de Molly, había llorado todo el tiempo, en
realidad sollocé frente a la señora Lane. Me había dado
palmaditas en la espalda, un pañuelo, me dijo que no era tan serio
como yo lo estaba imaginando, y luego dijo que había hecho un buen
trabajo. Estaba casi segura de que me había dado el trabajo solo porque
se había sentido mal por mí, culpa de madre o algo.
El proceso de mi entrevista con Susan no había sido muy diferente,
pero habían pasado solo unos pocos meses después de su parto y había
estado un poco delirante, así que eso funcionó a mi favor.
Tal vez pueda llorar a través de esta, pensé mientras tironeaba del
dobladillo de mi falda negra.
Mis muslos estaban sudorosos y frotándose contra la silla plegable
mientras me sentaba en la sala de estar de la casa del empleador. No
me di cuenta de que la falda era demasiado corta hasta que realmente
me senté en la silla, y si hubiera sido un centímetro más corto, estaba
segura de que algunas partes que no deberían verse durante una
entrevista quedarían expuestas.
Quería el trabajo, pero no tanto.
Seguía preguntándome acerca de la opción de llorar, aunque sabía
que era ridículo. Una mujer adulta que lloraba para salirse con la suya
parecía un poco dramática. Supuse que tendría que afrontarlo.
Había algunas otras mujeres sentadas a mi alrededor, haciendo
entrevistas para el mismo puesto. Parecían mucho más seguras de sí
mismas que yo, lo cual era alarmante. ¿Por qué no eran charcos de
sudor? ¿Y por qué me había puesto una blusa azul celeste?
Las manchas de sudor debajo de mis axilas eran asquerosas. Si
levantara la mano, toda la habitación podría decir exactamente cuán
poco preparada estaba esa tarde.
Gracias a Dios por el desodorante extra fuerte.
Saqué mi teléfono y le envié un mensaje rápido a Shay.
Yo: Estoy sudando como si hubiera robado algo. No estoy para
nada preparada para esta entrevista.
Shay: ¡Finge hasta que lo consigas! ¡Lo tienes!
Yo: No hay suficiente fingimiento en el mundo para ayudarme a
superar esto.
Shay: 65000 dólares por un puesto de niñera, Ellie. Puedes fingirlo
perfectamente. Promesa.
Suspiro. No se equivocaba.
Cuando solicité el puesto, recibí más detalles sobre el trabajo, y no
hace falta decir que sería el trabajo de niñera mejor pagado que había
tenido. Susan me había pagado treinta mil dólares; esto era más del
doble de eso.
Ya había soñado despierta sobre cómo gastaría ese dinero, cómo
podría enviar algo para ayudar a mi padre, los viajes que haría, las
tarjetas de crédito que pagaría.
Ahora, si pudiera pasar la siguiente media hora sin salir corriendo
por la puerta.
Apagué mi teléfono y volví a dar golpecitos con mis dedos contra mi
muslo demasiado expuesto. Dios, ¿esta habitación es sofocante, o solo
soy yo? No, la habitación era sofocante. Ninguna de las ventanas de la
sala de estar estaba abierta, lo cual no era sorprendente ya que
estábamos a principios de enero. Aun así, podrían haber bajado un
poco la calefacción. ¿Cómo podía alguien respirar en ese espacio sin
que entrara aire fresco? Estábamos inhalando y exhalando el mismo
aire sucio sin parar.
La espera era la peor parte. Se sentía como si todos estuviéramos
sentados en el limbo. No podía esperar a ser trasladada de la sala de
espera al comedor para la primera ronda de la entrevista.
Ronda uno.
En serio, ¿quién tenía más de una ronda de entrevistas para un
puesto de niñera? Ya habíamos hecho verificaciones de antecedentes a
través de la agencia de niñeras. ¿Por qué tenía que reunirme primero
con un miembro de la familia y luego con otro?
Había estado cuidando niños desde que tenía dieciocho años, y
estaba segura de que esa no era la norma, incluso en Chicago.
¿Quién exactamente era mi empleador? Susan no había
mencionado un nombre y cuando envié un correo electrónico a la
dirección que me había dado, había sido dirigido a la asistente del
empleador.
¿Estaba Beyoncé detrás de esa puerta? ¿Estaría llevando a Blue
Ivy y los gemelos a paseos por la tarde mientras sus padres dirigían el
mundo?
Todo parecía un poco extraño para mí, pero lo que sea. Por sesenta
y cinco mil dólares al año podían ser tan extraños como desearan.
—¿Eleanor Gable? —anunció una voz y levanté la mirada hacia el
sonido.
Mi brazo se disparó en el aire y grité:
—¡Presente!
Varias cabezas giraron en mi dirección y varios ojos miraron hacia
mi axila.
Asco, Ellie. Cubre eso.
Bajé mi brazo y me puse de pie. Después de aclarar mi garanta,
dije:
—¿Soy Eleanor? —Mi tono casi lo hizo sonar como una pregunta.
—¿Estás segura? —preguntó la mujer, levantando una ceja.
—Sí, estoy segura. Soy Eleanor.
La mujer me miró y sonrió. Era mayor, tal vez a finales de sus
sesenta, e incluso aunque estaba siendo rara, todavía se veía
esperanzada.
—Hola, soy Claire. Por favor, sígueme.
Caminé en su dirección mientras mentalmente me regañaba.
¿De verdad levanté mi mano y grité presente?
¿Qué está mal conmigo?
No debería permitírseme estar cerca de otros humanos.
Encajaba mucho mejor con personajes ficticios.
El comedor era igual a la sala de estar, enorme. Había armarios
empotrados que contenían una sorprendente porcelana fina, que la
familia probablemente nunca usaba salvo en las fiestas importantes. La
mesa era para al menos diez personas, lo que me hizo pensar que eran
anfitriones a menudo. Tenía un aspecto tan bohemio, como si hubiera
sido tallado en su patio trasero y luego colocado en su comedor. Era
hermoso.
Una mesa bohemia de comedor estaba ahora en mi lista de deseos.
—Entonces —dijo Claire, tomando asiento mientras miraba mi
currículum—, parece que tienes bastante experiencia de niñera.
Además, Susan habló muy bien de ti.
Me senté a su lado e inhalé profundamente.
—Sí. He estado en esto por mucho tiempo. Lo hice mientras iba a
la escuela nocturna y obtuve mi título en educación infantil, y luego,
cuando me di cuenta de que trabajar en guarderías no era como
tomarse una taza de té, decidí seguir como niñera.
Asintió y escribió algo en su cuaderno.
¿Qué estaba escribiendo?
No había dicho nada lo suficientemente interesante para escribirlo.
Me removí en mi asiento, y juro que mis nalgas se pegaron a la
silla.
Si salía de esta entrevista con un poco de mi dignidad, me
compraría una falda nueva.
—¿Y esto es algo que te apasiona? —preguntó—. ¿Cuidar niños?
—Muchísimo. Siempre me ha apasionado trabajar con niños,
incluso cuando era una niña. Comencé a cuidar niños cuando tenía
dieciséis años, y desde entonces, supe que quería ser parte de la
formación de la vida de los niños. Además, mi madre era una niñera,
así que supongo que se trata de una especie de rasgo de familia.
Eso sonaba bien.
Escribe eso, Claire.
Mi pie seguía golpeteando contra el suelo y jugueteé con mis dedos.
—Y antes de trabajar para Susan, ¿cuidaste niños en Florida? ¿Es
ese tu hogar principal?
—Oh, bueno, no. Mi padre y yo nos mudamos allí cuando era niña,
justo antes de que mi madre falleciera, pero hace unos años, regresé a
Illinois. En mi mente, este siempre ha sido mi hogar. Aquí es donde
pertenezco. —Me aclaré la garganta e intenté ignorar mi sudoración.
Claire me dio la sonrisa más amable.
—Estás nerviosa.
—Impresionantemente nerviosa. —Me reí, frotándome las manos—.
Lo siento. Soy mala en esta parte, pero soy buena en mi trabajo. En
realidad, soy genial. Es solo la parte de obtener el trabajo lo que se me
dificulta. Mis nervios se interponen en el camino a veces.
—Está bien. También odio las entrevistas, pero no hay necesidad
de ponerse nerviosa. Soy la fácil aquí. La segunda ronda es donde las
cosas se ponen serias. Pero antes de que nos preocupemos por eso,
quería decirte más sobre la familia. Esta es una situación un poco
diferente a lo que has experimentado en el pasado. Hay dos niñas,
Lorelai y Karla. Lorelai tiene cinco y Karla catorce. Las horas son un
poco absurdas, pero principalmente estás aquí temprano por la mañana
para llevar a las chicas a la escuela, tienes los mediodías libres, luego
recoges a las chicas, preparas la cena y acuestas a Lorelai. Todos
estamos todavía tratando de encontrar nuestro lugar después de la
pérdida de su madre, así que algunas veces las cosas pueden parecer
intensas.
—Oh, ¿pensé que usted era…? —Sacudí la cabeza un poco
confundida.
—¿La madre? Oh, no. Soy su abuela. Su madre era mi hija.
La palabra “era” aguijoneó mis oídos.
—Oh, Dios mío, lamento mucho su pérdida.
—Sí. Ella era mi mundo. Era el mundo de todos... —Claire hizo
una pausa por un momento y miró hacia otro lado. Estaba claro que su
corazón todavía se estaba rompiendo por la muerte de su hija. Supongo
que un corazón siempre se rompía cuando un padre tenía que decir
adiós primero.
Claire se aclaró la garganta.
—En fin, el horario laboral de su padre es complicado, por lo que
en los últimos diez meses ha sido mi trabajo hacer la primera ronda
para contratar a las niñeras. Corto las malas semillas primero.
—¿Niñeras? ¿Ha habido más de una en los últimos diez meses?
—Seis, para ser exactos —contestó, lo que me dejó un poco
aturdida—. Como dije, es mi trabajo contratar a las niñeras, pero mi
yerno encuentra la manera de despedirlas con bastante rapidez. Va a
requerir de alguien con mucho corazón para durar en esta posición.
—Eso es algo que tengo, mucho corazón.
—Bien, bien. Me alegra oírlo. Susan también me dijo eso. Me dijo
que te ponías un poco incómoda en situaciones como esta, pero dijo que
valía la pena pasarlo por alto.
—La buena de Susan. —Me reí nerviosamente.
—Es una muñeca, con seguridad. De regreso a las chicas. Un
montón del tiempo las niñas necesitarán tu ayuda antes y después de
la escuela. Llevarlas a la escuela, a clase de karate, y a las citas de
terapia, hacer sus comidas, ya sabes, las cosas acostumbradas. El
puesto viene con pensión completa en la casa de huéspedes si estás
interesada. Ayuda, considerando que tienes que estar aquí tan
temprano y algunas veces no te vas a casa hasta las nueve o diez. Las
horas pueden extenderse debido a la estructura del horario de trabajo
de su padre. Algunas veces, tendrá viajes de trabajo, y serás pagada por
las horas extra y bonos por esas ocasiones. Allison, su asistente, te
avisará por adelantado de dichos viajes. Si por alguna razón no puedes
trabajar esos períodos de tiempo, una niñera a tiempo parcial será
traída para cubrirte. Además, cuando llegue el verano, las horas
tendrán que ser revisadas para que no trabajes día y noche.
—Ah, de acuerdo. Todo eso me suena bien.
Sonrió y asintió. Entonces se inclinó un poco.
—Solo quiero dejarlo en claro, esta posición no es para los débiles
de corazón. Como dije antes, en los últimos diez meses hemos tenido
seis niñeras diferentes, por eso quiero destacar lo importante que es
entender que esta familia es diferente a la mayoría. Todos han
cambiado mucho desde el accidente. ¿Entiendes que puede haber un
poco de sensibilidad involucrada con el trabajo?
—Entiendo eso, sí. Juro que puedo hacer esto, Claire, y sé que el
que yo lo diga no importa en absoluto porque son solo palabras, pero
creo que soy la adecuada para este puesto.
—Importa —interrumpió—. Creo que es importante creer que
puedes hacer esto.
Me hizo algunas preguntas básicas más y me relajé un poco, mis
nervios desaparecieron un poco, pero volvieron rápidamente cuando me
dijo que era hora de avanzar a la segunda ronda del proceso de la
entrevista.
—Ahora, esto va a ser un poco difícil. Últimamente mi yerno es un
hombre duro, y no dirá mucho. Sentirás que estás siendo juzgada, pero
no dejes que te rompa. Necesitas una piel dura para trabajar para
Greyson East. De lo contrario, no sobrevivirás.
Mis labios se separaron y me quedé sentada ahí, aturdida.
Claire levantó una ceja.
—¿Qué pasa, Eleanor?
—Lo siento, ¿acabas de decir Greyson East?
—Sí. Greyson East, el director ejecutivo de EastHouse Whisky.
Pensé que lo mencioné cuando entraste.
—No, no lo hiciste. —Oh, Dios mío. La brisa de la ventana se detuvo
de alguna manera, el reloj en la pared pareció detenerse y una ola de
náuseas me golpeó.
—¿Estás bien? —preguntó—. ¿Lo conoces o algo?
Asentí lentamente, ya que cada recuerdo que tenía de un chico
llamado Greyson East volvió rápidamente a mí.
—Al menos solía hacerlo. Sin embargo, fue hace mucho tiempo.
—Bueno, ¡quizás eso sea algo bueno! —comentó Claire—. Con
suerte, será útil. Ahora espera aquí mientras voy a informar a Greyson.
Luego volveré y te llevaré para el siguiente paso.
Salió de la habitación y las charcas de sudor debajo de mi brazo se
convirtieron en océanos.
Greyson East.
¡Greyson jodido East!
Tenía hijos, dos niñas, para ser exactos. Una familia.
¡Era un director ejecutivo!
Me pregunté cómo se vería después de todo este tiempo. Me
pregunté si esos ojos azules grisáceos seguían siendo tan sorprendentes
como lo habían sido. ¿Tenía la misma risa? ¿La misma sonrisa?
Mi corazón latió rápidamente contra mi caja torácica con solo
pensar en Greyson. Cuando recordaba los momentos decisivos de mi
vida, él estaba cerca de la parte superior de la lista. Había entrado en
mi vida cuando más lo necesitaba, y se había ido antes de lo que
esperaba. Ahora, se suponía que debía entrar en una oficina con él para
presentarme para un puesto de niñera para sus hijas.
No podía comprender esa idea.
—Está listo para ti, Eleanor —dijo Claire, asomando la cabeza de
nuevo en la habitación. Me hizo un gesto con la cabeza hacia ella y me
puse de pie, alisándome la falda ajustada—. Y no te preocupes, no le
dije tu nombre. Pensé que sería una agradable sorpresa para él verte.
Eso esperaba.
Me acompañó por el pasillo y entramos en una biblioteca real.
Había una biblioteca en esta casa, una con escaleras reales. Me
impresionó el concepto. En la casa de mis sueños, habría una
habitación como esta.
—Buena suerte —susurró Claire una vez entré, y luego se fue,
cerrando la puerta detrás de ella.
La espalda de Greyson estaba frente a mí mientras miraba por la
ventana. Llevaba lo que parecía un traje costoso hecho a medida para
su cuerpo. Sus brazos eran enormes, los hombros anchos; era mucho
más fuerte que antes. Permaneció derecho sin ninguna curva en su
cuerpo. Tenía los brazos cruzados y aún no se había movido ni un
centímetro.
¿Me había escuchado entrar en la habitación? ¿Sabía que estaba
allí?
Solo quería ver esos ojos.
Me aclaré la garganta, sintiendo mi cuerpo temblar.
—Bueno, esto es una locura, ¿verdad? —solté.
—¿Una entrevista de trabajo? —preguntó con voz monótona.
—Sí, quiero decir, no. Lo que quiero decir es que... es una locura
para nosotros que nos crucemos de nuevo después de todo este tiempo.
—Di un paso adelante, sintiendo el nudo en mi estómago apretarse—.
Es una locura.
—¿Nos conocemos? —inquirió, sin dejar de mirar por la ventana,
todavía sonando completamente desinteresado en mi existencia.
Dios mío, Greyson. Solo date la vuelta.
—Grey, soy yo... Ellie
Enderezó los hombros un poco, reaccionando a mis palabras.
Con un lento giro sobre sus mocasines, miró hacia mí. Cuando nos
miramos a los ojos, retrocedí dos pasos, un poco desilusionada. Los
suyos seguían siendo del mismo gris, pero a diferencia de antes, su
mirada era tan fría como el hielo. Esos ojos que una vez adoré estaban
llenos de una dureza que no sabía que pudieran contener.
Esos hermosos ojos.
La dureza que proyectaron en ese momento me hizo querer
retirarme de su espacio lo antes posible, pero también, curiosamente,
esa misma mirada me hizo querer abrazarlo y decirle que todo estaría
bien. Este nuevo Greyson estaba parado allí con una vibra muy
Eeyore7. Era casi como si hubiera una nube de lluvia sobre su cabeza.
No tenía la personalidad despreocupada que recordaba, eso era
seguro.
Pero cuanto más miraba, más me daba cuenta de lo que estaba
viendo.
No era frialdad por ira. No era dureza debido por enojo.
Su mirada era tristeza.
La tristeza no era acompañada de palabras; corría por el cuerpo de
una persona. Nadaba en los ojos. Se extendía por las arrugas en la
frente. Empujaba los hombros hacia abajo y se sentaba incómoda en
las comisuras de los labios.
Ningún humano tuvo alguna vez que hablar de su tristeza para
que se viera. Otros solo tenían que tomarse el tiempo de realmente
mirar a alguien para verla.
Todo lo que realmente teníamos que hacer era reducir la velocidad
y mirar.
La tristeza de Greyson era clara como el día, y eso era desgarrador.
Siguió mirando fijamente, sin decir nada.
Me removí y le di una sonrisa tensa.
—Como, Ellie Gable, de la secundaria. Éramos…
Amigos…
Éramos amigos, Grey.
Éramos mucho más que amigos.
¿Cómo podía no recordar? Había sido el que me había sostenido en
la época más dura de mi vida.
Mis palabras se desvanecieron porque cuanto más duro me
miraba, más incómodo se volvía todo. ¿De verdad no me recordaba?
¿Podía incluso ser posible? ¿Era incluso el mismo Greyson que conocía?
Por supuesto que lo era. Los ojos nunca mienten.
—Lo siento, esto es incómodo. —Me reí porque eso era lo que hacía
cuando estaba nerviosa, me reía incómodamente—. Solo pensé… —Me
detuve, dándole la oportunidad de entrar en la conversación.
Todavía nada salvo silencio de él.
Di algo, Greyson.
—Es solo… han sido años, Grey. ¡Te ves genial! Muy bien. Veo que
has crecido en altura. —¿Qué, Eleanor? ¿Qué significaba eso? Las
palmas de mis manos eran un charco y estaba teniendo dificultades

7 Eeyore: personaje de los libros de Winnie-the-Pooh y The House at Pooh Corner.


Normalmente se le representa como un viejo burro gris de peluche bastante pesimista
y melancólico. Se le conoce como Ígor.
para pensar con claridad—. Claire mencionó que tienes dos hijas, ¿eh?
Eso es una locura. Quiero decir, no es demasiado loco, considerando
que eres un adulto y eso es lo que hacen los adultos, tienen familias.
Quiero decir, excepto yo. Todavía soltera como una margarita —
divagué, levantando mi dedo anular en el aire como una maldita tonta.
¿Qué significaba eso? ¿Soltera como una margarita?
Recomponte, Ellie.
Carraspeé.
—Es curioso cómo sucede la vida, ¿verdad?
Todavía. Sin. Palabras.
—Bueno, quiero decir, ¿quieres preguntarme algo sobre el puesto
de niñera? Sé que esto es probablemente extraño, pero realmente me
encantaría el trabajo, como realmente encantarme. La vida ha sido
bastante loca últimamente, y me vendría muy bien este puesto. No
quiero contarte mi triste historia ni nada, pero...
—Gracias, eso es todo —dijo. Su voz era baja y profunda con una
nueva gravedad en ella. Definitivamente ya no era un niño, eso era
seguro.
Alcé una ceja.
—Disculpa, ¿qué?
—Tengo todo lo que necesito.
Era tan seco con sus palabras que realmente deseaba que hubiera
seguido sin decir nada. Habló de una manera tan monótona que era
casi como si realmente no estuviera allí.
Le di una sonrisa forzada, y respondió con una mueca.
Alejó la mirada de mí una vez más y volvió a mirar por la ventana.
Dios, esto fue muy incómodo.
Había un millón de cuestiones en mi mente, un millón de cosas
que quería preguntarle. ¿Cómo se había convertido en el director
ejecutivo de la compañía de su padre? ¿Cuánto tiempo había estado
casado? ¿Cómo estaba lidiando con la pérdida de su esposa? Oh, Dios
mío, perdió a su esposa...
Oh, Greyson. Lo siento tanto, tanto.
Me quedé allí un rato, sin saber qué hacer. Parecía que no me iba a
decir nada más a corto plazo, y la forma en que me miraba como si
nunca hubiera significado algo para él me dolía. Entonces, me aclaré la
garganta.
—Bueno, está bien. Me iré. Fue muy agradable verte de nuevo,
Grey. Espero que todo... funcione... —Alargué mis palabras y esperé
unos segundos para recibir una respuesta, pero no llegó nada, así que
asentí—. Está bien, bueno, adiós.
Me volví hacia la puerta, la abrí y sentí que todo mi cuerpo se
relajaba. No había sido consciente de cuán tensa había estado dentro
de esa biblioteca. Estaba segura de que había olvidado por completo
cómo respirar durante unos segundos.
¿Cómo era posible?
¿Cómo me encontré con Greyson East después de dieciséis años
solo para que me mirara como si no hubiera habido un momento en
nuestras vidas en el que hubiéramos significado tanto el uno para el
otro? ¿Cómo no había sentido las cosas que yo había sentido en ese
intenso momento?
¿Y cómo podía alguien pararse tan alto mientras era arrasado por
tanta pesadez?
Claire me miró sorprendida.
—Eso fue rápido. ¿Cómo te fue?
—Eso fue... toda una experiencia. —Le di una sonrisa triste—.
Gracias por la oportunidad, pero no creo que sea lo que está buscando.
—Oh. Bueno, lamento escuchar eso. Tenía esperanzas.
—Sí, yo también.
Le agradecí por última vez y salí de la casa, llevándome mis nervios
y mi decepción conmigo. Saqué mi teléfono para informarle a Shay
sobre la entrevista fallida y luego escuché el sonido de tacones
chocando contra el suelo.
—¡Eleanor! ¡Eleanor! ¡Espera!
Me di la vuelta para ver a Claire corriendo hacia mí.
—¿Sí?
Respiraba en jadeos.
—Es tuyo.
—¿Qué es mío?
—El trabajo —dijo, poniéndose un poco más erguida—. Acabo de
hablar con Greyson, y me dijo que cancelara las entrevistas restantes
por el día porque el puesto es tuyo. Su asistente, Allison, se pondrá en
contacto contigo por correo electrónico y será la que te mostrará la casa
de Greyson durante el fin de semana. Y…
—Estoy... espera, ¿qué? —Estaba completamente desconcertada
por sus palabras, porque no había pasado nada durante mi interacción
con Greyson que me indicara que obtuve el nuevo trabajo—. ¿Estoy
contratada?
—Sí, cariño. —Sonrió—. Estás contratada.
23
Greyson

M
iré por la ventana de la biblioteca cuando Eleanor salió de
la casa. Claire seguía hablando con ella, poniéndola al día
sobre la contratación para el puesto, y cuando se
abrazaron, alejé la mirada por un segundo. Cuando me di
la vuelta, Eleanor estaba subiendo a un auto viejo y destartalado.
Cuando arrancó, el motor sonó como si hubiera sido un fumador
empedernido en una vida pasada, y se fue en esa trampa mortal.
Eleanor Gable.
No había pensado en su nombre en años, excepto de pasada.
Ahora, sin embargo... ahora estaba cruzando mi mente, los recuerdos
de los niños que habíamos sido cuando nos encontramos por primera
vez infiltrándose en mis pensamientos.
Se había parado en la biblioteca como si me conociera.
Eso era una locura para mí. No sabía si seguía siendo la chica que
había sido en ese entonces, pero yo estaba muy lejos de ser el chico que
había conocido.
La vida tiene una forma de cambiarnos, algunos para bien y otros
para mal.
Yo era lo último.
Claire volvió a la biblioteca, un poco sin aliento pero sonriendo.
Siempre estaba sonriendo, incluso en los días difíciles. Alejé la mirada y
me volví hacia el alféizar de la ventana. Lo más difícil del mundo era
mirar la sonrisa de Claire, porque se parecía mucho a la de su hija.
—Tengo un gran presentimiento sobre esto, Greyson. Creo que
Eleanor va a ser una buena compañera para las chicas —comentó—.
¿Sabías que perdió a su madre a una edad temprana? Eso podría ser
útil para las chicas.
No contesté. No había mucho que decir, y no era de los que
participaban en conversaciones que no importaban. Eleanor era la
niñera. Era un trato hecho. No había necesidad de repetirlo una y otra
vez.
—Parece maravillosa —dijo Claire, porque nunca entendía la
indirecta cuando quería que me dejaran en paz. O tal vez lo hacía, pero
se preocupaba demasiado por lo que sufría cuando se me dejaba solo
con mis pensamientos—. ¿Mencionó que se conocían? ¿De cuando eran
más jóvenes?
Mi cuerpo se tensó, y jugueteé con las mangas de mi traje.
—Hace mucho tiempo.
—Sí, pero siempre es agradable volver a ver a alguien de tu pasado.
Tampoco tenía ningún comentario que hacer al respecto. No sabía
lo que significaba que Eleanor Gable hubiera sido la mujer que entró a
mi biblioteca esa tarde. Ni siquiera me había permitido pensar en el
concepto de que volviera a entrar en mi vida. Todo lo que sabía era que
tenía el mejor currículum de todos los que había visto ese día, y yo tenía
un trabajo más importante que hacer en mi oficina.
Me aclaré la garganta.
—Tengo que ir a trabajar. Probablemente también llegue tarde a
casa. Después de recoger a las niñas, ¿puedes llamar a la niñera para
que venga a cuidarlas?
Claire frunció el ceño y lo odié.
Tenía el ceño fruncido de su hija también.
No sabía que era posible extrañar el ceño de una persona hasta
que el suyo me fue arrebatado.
“Grey... —Su voz entrecortada habló en mi dirección”.
Me volví hacia mi derecha, y la frente de Nicole yacía sobre el airbag
explotado.
Parpadeé y cerré los ojos mientras Nicole volvía rápidamente a mí.
Se sentía más y más como si me ahogara cada vez que pasaba.
El dolor era extraño, cómo se te acercaba sigilosamente, cómo
aparecía incluso cuando tratabas de evitarlo con todas tus fuerzas. Me
mantenía ocupado porque no quería llorar. No quería enfrentarme a un
mundo en el que ella ya no vivía, pero el dolor aparecía en silencio, en
momentos aleatorios, a pesar de que hacía todo lo posible para
ahogarlo. Venía a mí bruscamente con la comprensión de lo que había
sucedido. Mi pecho se apretó mientras el dolor inundaba cada parte de
mi alma.
—Greyson —dijo Claire, su voz suave y llena de preocupación
mientras ponía una mano sobre mi antebrazo, sacándome de mi
oscuridad.
—¿Hmm?
—¿Estás bien, hijo? —preguntó, sabiendo muy bien que no lo
estaba.
Pero mentí.
Siempre mentía.
—Estoy bien. Llamaré más tarde, y me aseguraré de que Allison le
envíe un correo electrónico a Eleanor con todos los detalles sobre el
puesto. Gracias, Claire, por venir hoy.
—Por supuesto, cariño. Siempre voy a aparecer —prometió.
No mentía.
Nunca mentía.
Inhalé profundamente y alejé las emociones tratando de escapar de
mi interior.
No permitiría las lágrimas.
No quería llorar.
No quería sentir.
No quería enfrentar el hecho de que se había ido.
Así que hice lo único que sabía hacer. Fui a trabajar, y ahogué la
locura de mi mente que trataba de tragarme entero cada segundo de
cada día.
24
Eleanor

—¡¿C
onseguiste el trabajo?! —exclamó Shay
esa tarde mientras me paraba en la puerta
de nuestro apartamento jugueteando con
mis dedos—. ¡Oh, Dios mío, tenemos que
celebrar!
—Uh, sí. Conseguí el trabajo. —No lo había asimilad en realidad.
En su mayor parte, había caminado aturdida y confundida desde que
había salido de la casa de Greyson, preguntándome si lo que había
sucedido de verdad había sucedido o si estaba teniendo algún tipo de
crisis psicótica.
—Lo siento, ¿no estás contenta con esto? —preguntó, levantando
una ceja—. ¡Antes de la entrevista estabas extasiada con solo la idea!
¿Qué cambió?
—Oh, mucho —murmuré cuando entré en nuestra casa y cerré la
puerta. Habíamos estado viviendo juntas durante los últimos dos años,
y no podía imaginar vivir con nadie más. Shay era el yin para mi yang.
Me dirigí directamente al refrigerador y saqué un pastel. Siempre
podía contar con que mi prima nos abasteciera con los mejores dulces.
Trabajaba en una panadería, después de todo. Aunque no era el
trabajo de sus sueños, le encantaba. Durante el día, estaba en la
panadería, y por la noche, estaba ante su ordenador portátil escribiendo
guiones. Shay estaba más que dotada con la palabra escrita. Podía girar
palabras de una manera que hacía que uno quisiera reír a carcajadas y
sollozar a la vez. Solo estaba buscando su gran oportunidad, y
realmente se la merecía más que nadie. Shay tenía un talento
incomparable. Sabía con certeza que algún día triunfaría en la industria
del cine. Un día, su nombre estaría en los créditos finales de una
película de gran éxito.
Me dejé caer en el sofá con una rebanada de pastel y dos
tenedores. Shay se sentó a mi lado y aceptó ansiosamente su utensilio.
—¿Mucho como en...? —preguntó.
—Bueno, descubrí quién es mi empleador —dije.
—Oh, Dios mío, ¿es Beyoncé? —chilló—. Justo le estaba diciendo a
mi madre que tiene que ser alguien famoso con la cantidad de dinero
que ofrecieron.
—No es Beyoncé. —Me reí, pensando que era gracioso que mi
prima y yo tuviéramos el mismo proceso de pensamiento. En muchos
sentidos, era casi como si fuéramos gemelas. Nuestras mentes siempre
estaban en la misma página—. Pero es alguien que conocemos... o,
bueno, conocimos.
—Cállate. ¡¿Qué?! Me estoy volviendo loca. ¿A quién conocemos
que tenga ese tipo de dinero?
—Greyson.
—¿Greyson quién?
—Greyson, Greyson. Greyson East.
Su boca se abrió y jadeó.
—¡De. Ninguna. Manera!
—¡Gracias! Esa fue mi reacción también. Supongo que es el
director ejecutivo de la compañía de whisky de su padre.
—Eso es una locura. Eso está más allá de la locura —comentó
Shay—. Mierda. Entonces, ¿cómo estuvo? ¿Qué dijo al verte?
—Uh, nada, en realidad. Apenas habló. Fue raro, Shay. Era tan...
diferente, todo lo contrario del chico que solíamos conocer. El Greyson
que conocía era tan abierto y dispuesto a expresarse de todas las
formas posibles. Hablaba con tanta esperanza en su voz y soñaba con
un futuro brillante.
El Greyson que había visto en la biblioteca de una mansión era
diferente.
Era alguien completamente nuevo, y no tenía ni idea de cómo
sentirme al respecto.
—Eso es una locura. Ustedes estuvieron muy unidos por un
tiempo, hasta que te mudaste a Florida con tu padre.
—Sí. Honestamente, tuvo un gran impacto en mí, pero hoy actuó
como si ni siquiera supiera quién era.
—Pero te contrató. Eso tiene que contar para algo, ¿verdad?
—Tal vez... solo desearía que pudieras haberlo visto. Era tan... frío.
—¿Frío como malo? ¿O grosero?
—No, no exactamente...
Greyson no había sido exactamente grosero o cruel conmigo.
Simplemente había… sido. Era difícil explicar todo su comportamiento.
Llamar a Greyson malo se sentía irrespetuoso, pero llamarlo amable se
sentía absurdo. Solo se había sentido silenciosamente intrigante, como
si hubiera un millón de pensamientos en su mente, pero nunca dejara
que nadie más los compartiera.
—Simplemente no es la persona que conocía, eso es todo. Supongo
que tendré que acostumbrarme. De cualquier manera, va a ser extraño
trabajar para él.
—Oh, Dios, trabajar para tu primer amor, ni siquiera podría
imaginar eso.
—Todavía estoy tratando de imaginarlo.
Shay y yo nos sentamos en el sofá y nos acomodamos para ver
algunos malos reality shows. Una vez a la semana, cancelábamos todos
los planes para hacer un maratón de programas terribles que
grabábamos en DVR. Nuestros favoritos eran las competiciones de citas
porque eran ridículamente exageradas. Danos maratones de The
Bachelor o The Bachelorette, y estaríamos felices durante días. Sin
embargo, esa tarde fue un poco difícil dejar ir mis pensamientos. Una
gran parte de mi mente no podía dejar de pensar en el nuevo Greyson
East. No podía imaginar cómo sería trabajar para un hombre que había
definido una parte tan importante de mi vida.
Habían pasado más de quince años desde que nos despedimos,
una década y media de crecimiento y cambio, altibajos y seguir
adelante. Aun así, no podía dejar de pensar en el chico que solía ser ese
hombre frío. No podía evitar pensar en nuestros primeros saludos y
despedidas finales.
Me pregunté si él también estaba pensando en ellos.

Después de que Shay y yo termináramos nuestro maratón de


televisión, me dirigí a mi habitación para llamar a mi padre. Me senté al
borde de la cama con mi teléfono en la mano izquierda y una copa de
vino en la derecha.
—¿Hola? —contestó la voz profunda antes de toser un poco y
aclararse la garganta.
—Hola, papá, soy Ellie —dije, cerrando los ojos—. Llamaba para
ver cómo estabas.
—Oh, sí, Ellie. Te iba a llamar, pero supuse que estabas ocupada.
¿Cómo ha ido todo?
Agarré una almohada y la abracé mientras me mordía el labio
inferior.
—Bien, sí. Quiero decir, todo está bien. ¿Cómo te sientes? ¿Pasó el
malestar estomacal?
—Oh, sí. Fue extraño, pero me siento un poco mejor. Mi cabeza
estuvo en el inodoro todo el día y toda la noche, pero ahora estoy bien.
—Me alegra escucharlo. ¿Has estado tomando tu insulina todos los
días? Sé que a veces lo olvidas. —Llevaba bastante tiempo viviendo con
diabetes tipo dos y era el peor en tratarlo adecuadamente. Solía
pelearme con él para intentar que comiera más saludablemente. Se
puso tan mal que encontraba latas de refrescos escondidas debajo del
lavabo del baño. Intenté todo para que comiera mejor, para que perdiera
peso, pero fue un esfuerzo inútil.
No podías obligar a un hombre a mejorar su vida si no quería
cambiar por sí mismo, y cada vez que lo empujaba, nuestra relación
sufría. Por eso me había ido hace tantos años. Se había cansado de mis
intentos de ayudar y me alejó.
Solo tenía que aprender a amarlo desde la distancia, incluso si eso
significaba que me preocupara día tras día por su bienestar.
—Síp, tomándolo todos los días como se supone que debo hacer —
dijo.
Mentiras.
Sabía que también era mentira, porque conocía a mi padre.
Ambos nos quedamos en silencio, lo cual era bastante normal.
Nunca decía mucho, y yo tampoco. A menudo, me preguntaba si
nuestro silencio se debía al hecho de que no teníamos nada que decir o
porque habíamos esperado muchos años para hablar. Quizás nuestras
cabezas estaban llenas de conversaciones profundas y significativas que
deseábamos tener el uno con el otro y simplemente no teníamos ni idea
de por dónde empezar.
Eso estaba bien, sin embargo. Al menos todavía teníamos llamadas
telefónicas de vez en cuando.
Aun así, a veces echaba de menos las palabras.
Se aclaró la garganta.
—Está bien, bueno, oye, tengo que limpiar un poco por aquí.
Gracias por llamar, Ellie. Hablamos más tarde.
—Ah, está bien.
—¿Y Ellie? Gracias por el dinero que me enviaste. Sin embargo, no
tenías que hacer eso. Desearía que te detuvieras, pero sí, gracias.
—Siempre, papá.
—Hablaremos luego, ¿de acuerdo?
Siempre hacía eso, terminar las conversaciones pronto, lo que
probablemente era lo mejor. De lo contrario, me habría quedado
agarrando el teléfono, escuchando su respiración errática y deseando
que no fuéramos las personas que éramos.
—Muy bien, papá. Te quiero.
—Sí, también a ti. Adiós.
Colgó sin darme las palabras que más necesitaba escuchar, las
que podrían haberme dado un poco de consuelo.
También te quiero.
Era difícil creer que hubo un momento en que mi padre y yo
éramos cercanos. El tiempo tenía la capacidad de cambiar las
relaciones de una manera que nunca creíamos posible. La muerte hacía
eso a la gente: convertía sus almas en algo nuevo. A veces, era para
mejor, y otras para peor. Con el tiempo, la vida obligaba a las personas
y sus relaciones a cambiar.
Algunos días, deseaba poder cambiar un poco a mi padre hacia el
hombre que solía ser.
Extrañaba a ese hombre todos los días de mi vida, y rezaba en
secreto a mamá para que lo ayudara a encontrar el camino de regreso a
mí.
Creía completamente en el amor de mi madre. Pensé que su amor
era tan fuerte que de alguna manera podría vencer a la muerte. Sentía
su amor a mi alrededor en todo momento.
Realmente esperaba que papá también sintiera su presencia.
Sigo aquí, Ellie.
Esas palabras estaban tatuadas en mi corazón, y lo mantenían
latiendo.
25
Greyson

M
e quedé en la oficina central de EastHouse tanto como
pude. La mayoría de los empleados se fueron a las siete, y
cuando miré mi reloj eran pasadas las nueve.
Mi teléfono empezó a vibrar y el nombre de Landon
apareció en la pantalla. Ignoré la llamada, pero eso no detuvo a mi
mejor amigo de mandarme un mensaje al instante.
Landon: Ve a casa, Grey.
Hubiera dicho que el que ignorara sus llamadas no era nada
personal, pero lo era. Desde el accidente, Landon había estado
comprobando cómo estaba cada día, y prácticamente lo ignoraba cada
día. Estaba harto de mentirle diciéndole que estaba bien cuando no era
así. Estaba harto de oír la preocupación en su voz. Estaba harto de él
preocupándose.
Así que me sumergí en mi trabajo y continué haciéndolo cada día
hasta que era el último hombre que dejaba la oficina.
Cuando llegué a casa, la niñera estaba durmiendo en el sofá. Era
alguna chica de diecisiete años que Claire había contratado por días
cuando no teníamos una cuidadora. Me acerqué a ella y la desperté.
Me sentí como una mierda por llegar tan tarde, viendo que ella
tenía escuela por la mañana.
—Oye, despierta —dije, dando un golpecito en su hombro. No
recordaba su nombre, porque era el imbécil que olvidaba los nombres
de la gente, sin importar cuántas veces los hubiera visto.
Se incorporó un poco y bostezó.
—Oh, hola, señor East.
—Hola. Puedes ir a casa ahora —le dije.
Bostezó de nuevo.
—De acuerdo. Las chicas se portaron bien esta noche. Lorelai no se
quitó sus alas de mariposa, sin embargo, y está durmiendo con ellas. Y
Karla es… bueno, ya sabe… Karla.
Extrañamente, sabía exactamente a qué se refería.
—Toma un poco más, por el poco tiempo de aviso.
Sus ojos se ampliaron.
—Pero eso es un billete de cien dólares.
—Sí, soy consciente. Gracias por tu tiempo, eh…
—Madison. —Sonrió, diciéndome su nombre como siempre tenía
que hacerlo—. Como la capital de Wisconsin.
—Correcto. Madison. Buenas noches.
Salió de la casa y exhalé. Siempre era agradable cuando ya no
había nadie alrededor.
Después de servirme un vaso de whisky con hielo, hice mis dos
paradas de la noche. Primero Lorelai.
Su dormitorio estaba cubierto de obras de arte. Había heredado
sus habilidades artísticas de su madre, eso seguro. Su respiración era
tranquila mientras dormía profundamente con su cuerpo hecho una
bola. Me acerqué a ella, como hacía cada noche, y le quité sus alas de
mariposa. Gruñó y se retorció un poco antes de volver a dormir.
Durante el día, era una niña salvaje. Nunca pasaba un minuto sin
hablar y su nivel de energía era muy alto. Sin embargo, por la noche era
la definición de la calma. Su respiración era siempre muy suave y
tranquila.
Me arrodillé a su lado y le peiné el cabello detrás de la oreja. Besé
su frente antes de dirigirme a la habitación de Karla.
También estaba durmiendo, pero tenía su iPhone a su lado
mientras sus auriculares cubrían sus orejas. Cuando revisaba a Karla,
primero verificaba los latidos de su corazón. Respiraba mucho más
pesado que su hermana pequeña, y a veces juro que su respiración
hacía pausas que se sentían demasiado largas.
O quizás solo era mi mente preocupada.
Karla Lynn East nació con tres semanas de adelanto. Estuvo en la
unidad de cuidado intensivo neonatal durante cinco semanas, sufriendo
de problemas respiratorios. Hubo un momento en el que no estábamos
seguros de que fuera a lograrlo, pero desde el primer día, mi niña había
sido una luchadora. El día que Nicole y yo trajimos a Karla a casa, me
senté junto a su cuna durante semanas, contando sus respiraciones.
Cada inhalación y exhalación estaban marcadas en mi mente. Había
dormido en el suelo de su habitación cada día, asegurándome de que
sus pulmones todavía se elevaban y caían a un ritmo normal.
Después del accidente de hace diez meses, se perforó un pulmón
que le causó sufrir de falta de aire. Aunque su pulmón sanó, no podía
alejar el miedo. Por lo tanto, cada noche revisaba su respiración.
También me golpeaba cada vez que ella perdía una inhalación. Si no
fuera por mi error, no habría estado sufriendo tanto.
Si mis ojos hubieran estado enfocados en la carretera…
Basta, me dije.
Mi cerebro siempre vagaba por su cuenta hacia el peor día de mi
vida. No tenía control sobre mis propios pensamientos.
Retiré los auriculares de Karla, luego me senté al pie de su cama y
coloqué los auriculares contra mis orejas. Escuchaba la misma cosa
cada noche, lo cual significaba que yo también lo escuchaba cada
noche.
Cerré mis ojos mientras la grabación se reproducía.
—Te quiero, mi hermosa Karla —decía Nicole en el audio
repetidamente.
Te quiero, mi hermosa Karla, te quiero, mi hermosa Karla, te quiero,
mi hermosa Karla…
La voz de mi esposa hacía eco en el más hermoso bucle. Retorcí
mis dedos y bajé mi cabeza mientras escuchaba sus palabras.
Cuando se volvió demasiado, puse los auriculares de nuevo en las
orejas de Karla, besé su frente y me dirigí a mi dormitorio.
Me senté en la habitación oscurecida, sin sonido excepto por el tic
tac del reloj en la pared. El tiempo se estaba moviendo y mi mente
estaba trabajando contra mí.
Las palabras seguían reproduciéndose en mi mente cuando cerré
los ojos con fuerza y me tumbé intentando dormir. Sin embargo, el
sueño nunca llegaba fácilmente.
Odiaba cerrar los ojos porque cuando lo hacía, veía el rostro de
Nicole.
Las pesadillas eran una burla de la fría realidad. Mis días eran
duros, pero mis recuerdos eran donde más sufría.
“Grey… —habló con voz entrecortada en mi dirección”.
Me volví hacia mi derecha, y la frente de Nicole se posaba sobre el
airbag explotado. Sus ojos estaban llenos de miedo y pánico.
Negué, abriendo mis ojos. Froté mi rostro con mis manos,
intentando alejar la pesadilla de la vida real de mi mente. No había un
día en el que no me culpara por no revisar a mi esposa más de cerca en
ese auto. No había un día que pasara en el que no recordara cada error
que cometí esa noche.
Por lo que me dirigí al despacho esa noche. Sabía que el sueño no
iba a encontrarme pronto, así que seguiría trabajando y trabajando
para intentar ahogar la pesadez que había sobre mi alma.
Alrededor de la una de la mañana, mi teléfono sonó.
Landon: Ve a dormir, amigo.
Hice todo lo posible por escuchar su solicitud esa noche, pero aun
así, como todas las noches anteriores, fallé.
26
Eleanor

—H
ola, Eleanor, bienvenida de nuevo a la
propiedad de los East —saludó Allison
mientras me acercaba para unirme a ella en el
porche delantero de la casa de Greyson. Había
sido puesta a cargo de darme un tour y de repasar todos los detalles del
trabajo conmigo. Nos reunimos un sábado por la tarde porque pensó
que sería más fácil mostrarme los alrededores mientras las niñas
estaban en la casa de sus abuelos. Quería que no me sintiera
abrumada por conocer a las chicas y recorrer la propiedad de una sola
vez.
Sentí como si estuviera tratando de darme calma antes de la
tormenta.
Allison era todo lo que toda mujer soñaba ser, al menos, era lo que
yo soñaba ser. Era hermosa sin esfuerzo y parecía una directora
ejecutiva en lugar de la asistente de un director ejecutivo. Era casi como
si hubiera nacido para liderar. Entró en todos los espacios como si
fuera su dueña y nunca bajó la barbilla, moviéndose como si llevara
una corona invisible.
Su confianza era más que impresionante. Además, por encima de
todo, era agradable.
No la habría culpado si no fuera amable, porque tenía todo lo
demás a su favor. Me recordaba a Shay de muchas maneras: fuerte.
—Así que tendrás tu propio juego de llaves para ir y venir por toda
la casa. En el vestíbulo, verá las llaves del auto que se necesita para
ayudar a llevar a las niñas a la escuela. Gracias por traerme todo el
papeleo que te pedí. Estamos en el proceso de agregarte al plan de
seguro —explicó Allison mientras entrábamos a la casa—. Lorelai es
alérgica a los mariscos, y Karla no tocaría un vegetal aunque su vida
dependiera de ello. Los lunes son siempre espaguetis para cenar, pase
lo que pase. Eso es muy importante. Ni macarrones, ni lasaña, solo
espaguetis. Confía en mí, es importante. De lo contrario, puedes ser tan
creativa como desees para los planes de comidas.
»Hay una política de no azúcar para los días de semana, pero
cuando van a la casa de sus abuelos el fin de semana, es un día libre
para todos. El lunes por la mañana, cuando es hora de despertar a las
niñas, puedes culpar a Claire si están en coma de azúcar. Aquí está la
habitación de Lorelai, y al otro lado la de Karla. Al final del pasillo, a la
izquierda, se encuentra el dormitorio extra donde te alojarás si Greyson
trabaja hasta tarde o fuera de la ciudad. Y por aquí… —Sus tacones
sonaron mientras caminaba a través de la casa, e hice todo lo posible
para seguirle el ritmo. Me mostró la cocina, el segundo baño, el
comedor, la sala familiar, la sala de estar, que no había que confundir
con la sala familiar, y un millón de otros lugares mientras me daba
otros detalles.
Cuanto más hablaba, más me abrumaba. Revolviendo mi bolso,
rápidamente saqué mi teléfono, abrí mi aplicación de notas y empecé a
escribir frenéticamente, tratando de absorber toda la información que
me daba. Allison miró por encima de su hombro y sonrió.
—Supongo que debería haberte dicho que tengo una carpeta con
toda esta información incluida. No te preocupes, estoy repasando lo
básico. Este es el tipo de trabajo en el que las cosas se vuelven más
fáciles cuanto más lo haces.
—Seguro. Es que es mucho, eso es todo.
—Los East son mucho, especialmente últimamente. Quiero que
sepas que este es un gran trabajo. Ser niñera es difícil, pero para esta
familia es aún más difícil. Viene con sus propios desafíos. Quiero
asegurarme de que estés preparada para los días largos y a veces para
las noches más largas.
No estaba segura de estar preparada para ello, para ser honesta.
Todo me parecía un poco exagerado.
—Tengo que admitir que me sorprendió un poco que me ofrecieran
el puesto.
—No dudo que lo harás genial. He estado con el señor East por
mucho tiempo, y tengo que creer que sabía lo que estaba haciendo
cuando te contrató. Eres la séptima persona a la que le he dado esta
charla en los últimos diez meses, así que podría volver a equivocarme.
Continuó mostrándome la casa y luego nos detuvimos frente a una
puerta. Señaló hacia ella, bajando la voz.
—Esa es la oficina del señor East. Probablemente esté ahí dentro
ahora. La mayor parte del tiempo que pase en casa, estará dentro de
esas cuatro paredes, trabajando. Si la puerta está cerrada, te está
prohibido entrar.
—¿Y si está abierta? —pregunté.
Me miró con desconcierto.
—Oh, no, nunca está abierta. —Continuó el recorrido por la casa y
una vez cubrimos todo, me llevó a la cocina, y me dio una carpeta
grande de tres anillos llena de papeles—. Esto debería ayudarte un
poco. He preparado una guía completa sobre cómo conquistar el hogar
de los East.
Lo hojeé, impresionada por la atención a los detalles.
—Vaya, esto es increíble. Me sorprende que no tengas esta
posición.
—Confía en mí. —Sonrió—. El señor East no podría permitírselo si
quisiera que yo fuera la niñera de sus hijas.
Lo hizo sonar como si sesenta y cinco mil dólares fueran una
nimiedad.
Gracioso, dado que me sentí como si hubiera ganado la lotería con
ese nivel de ingresos mientras ella hablaba como si fuera un pedazo de
chicle en la suela de su zapato.
Perspectiva, supongo.
—Antes de irme, quería hablar contigo sobre un tema delicado —
comentó Allison—. Es sobre las chicas, principalmente Karla.
—¿Oh?
—Cuando ocurrió el accidente automovilístico hace unos meses,
toda la familia estaba en el vehículo. Todos sufrieron heridas, pero
Karla fue arrojada desde el asiento trasero por la ventana porque no
llevaba puesto el cinturón de seguridad.
Jadeé, cubriéndome la boca.
—Oh, Dios mío.
—A veces, eh, se le dificulta caminar. Debido a la forma en que
aterrizó, tuvo que someterse a una cirugía en su cadera izquierda, y hay
una pequeña diferencia en la longitud de sus piernas. Por lo que cojea.
Es bastante notorio, pero hacemos todo lo posible para no llamar la
atención sobre ello. Karla lo hará, sin embargo. Hará todo lo posible
para que te sientas incómoda. También están las cicatrices.
—¿Las cicatrices?
Asintió.
—Su rostro estaba herido de muy mala manera. Cuando salió
volando del auto, golpeó su rostro contra un árbol antes de golpear el
suelo. No hay forma de evitarlo. Notarás las marcas, pero, por favor, haz
todo lo posible para no tener una reacción exterior. Karla se alimenta de
eso. Hará las cosas mucho más difíciles para ti.
—No lo haré.
Sonrió.
—Si te preocupa menos, Lorelai es una delicia.
—Una gran parte de mí espera que le pusieran el nombre por
Gilmore Girls —bromeé.
—Su nombre es por Lorelai Gilmore al cien por cien. Nicole no lo
habría hecho de otra manera.
Eso me gustó mucho. Al menos Greyson se había casado con una
mujer inteligente.
Allison se paró más derecha.
—Bien, creo que eso es todo. Voy a salir ahora, pero adelante,
siéntete como en tu casa. Acostúmbrate a la propiedad. El señor East
sabe que estás aquí hoy, así que no sientas que no se te permite echar
un vistazo. Si necesitas algo, mi número está en la lista de contactos del
libro, o puedes enviarme un correo electrónico. Si no surge nada, espero
que tu primer día vaya bien. Claire estará contigo el lunes para
asegurarse de que la transición se desarrolle sin problemas.
Debía haber tenido mi cara de no-póker puesta, porque mientras
Allison agarraba su abrigo y su bolso para irse, me dio un ligero apretón
en el hombro.
—Vas a estar bien, Eleanor. La mente sobre la materia. Puedes con
esto. Pongámonos en contacto a finales de esta semana para ver cómo
van las cosas.
—Suena genial. Gracias, Allison.
Después de que se fuera, respiré hondo y hojeé unas cuantas
páginas de la carpeta. Luego, hice un recorrido por la casa,
familiarizándome con de quién era y dónde estaba cada habitación.
Había algo tan inquietante en la tranquilidad de la casa de Greyson.
Estaba tan oscuro, con una extraña sensación de pesadumbre pegada a
ella, casi obsesionante. No me refería a la oscuridad con respecto a la
iluminación, sino al nivel de energía. Había tanta pesadez en el espacio.
El lugar parecía una casa, no un hogar.
Si no lo hubiera sabido, no habría creído que una familia vivía allí.
Se sentía tan abandonado, casi como un recuerdo congelado en el
tiempo.
Eso podría haber sido solo mi propio pensamiento, debido a que
sabía la tragedia que había ocurrido en las vidas de los individuos que
vivían allí. Con el número de libros que había leído, no era inexacto
decir que mi mente vagaba hacia lo dramático.
Tal vez me recordó a la casa de mi padre después de que mamá
falleciera. Había sido como si él y yo estuviéramos congelados en el
tiempo. Esa fue la razón por la que me fui por mi cuenta: las paredes
me habían estado sofocando.
Volví a la cocina, hojeando la carpeta, completamente sorprendida
por los horarios de las chicas. Entre la escuela, las clases de natación,
karate, clases de piano, fisioterapia y terapia de duelo, no estaba segura
de cómo encontraban el tiempo para vivir aunque fuera un poco.
—Eleanor.
Me sobresalté al oír mi nombre y me volví para ver a Greyson
parado detrás de mí con un vaso vacío en la mano. Estaba vestido con
un traje de negocios con corbata, lo que me resultaba muy extraño.
¿Quién llevaba traje y corbata en su propia casa?
Apenas llevaba pantalones cuando estaba sola en casa.
—Oh, Greyson, hola. Lo siento, todavía estoy aquí. Allison me
estaba dando un tour y me dio permiso para mirar un poco más.
—Me puso al tanto.
Vaya. Había respondido inmediatamente, a diferencia de la primera
vez que lo vi. Llamé a eso progreso.
Le sonreí, no me devolvió la sonrisa, y eso se sintió como la cosa
más extraña del mundo. El viejo Greyson habría estado lleno de
sonrisas.
—Es una casa hermosa —dije, sin saber de qué más hablar—. Es
enorme. Te juro que es como diez veces más grande que mi
apartamento y el de Shay. —Me miró con la mirada perdida mientras
me movía de un pie a otro—. Me encanta la decoración —comenté, y me
odié en el momento en que las palabras salieron de mis labios. Solo
vete, Eleanor. No seas incómoda—. Esas almohadas en tu sala de estar
son para morirse. ¿De dónde las has sacado?
—El diseñador de interiores lo eligió todo —respondió secamente.
—Oh, claro, por supuesto. Mi diseñador de interiores es
normalmente la sección de liquidación de T.J. Maxx —bromeé—. O en
ocasiones especiales, Target.
No se rió, probablemente porque no era graciosa.
Me pregunté cuándo fue la última vez que se rió.
¿Ya no encontraba nada divertido?
Nos miramos fijamente en el silencio más incómodo, aunque no
sentía que pudiera alejar los ojos. Probablemente lo miré demasiado
tiempo, pero, ¿cómo no iba a hacerlo? Había pasado quince años sin
mirarlo. Era comprensible que no pudiera alejar la mirada rápidamente.
La incomodidad de todo esto finalmente se detuvo cuando Greyson
aclaró su garganta.
—¿Eleanor?
—Sí.
—Vine por agua.
—¿Oh? —Lo miré como una idiota, con los ojos abiertos como un
ciervo ante los faros, esperando sus próximas palabras. Me quedé
quieta como si fuera a expandir su interés por el agua. ¿Me estaba
ofreciendo un trago? ¿Íbamos a beber agua y ponernos al día? ¿Iba a
poder finalmente preguntarle cómo se había convertido en el director
ejecutivo de la empresa de su padre a una edad tan temprana? ¿Qué le
había pasado a su padre?
Su mirada se estrechó, y sus labios se curvaron hacia abajo de una
manera desagradable. Asintió una vez.
—¿Hmm? —pregunté.
Esta vez asintió más agresivamente, haciendo un gesto a mi lado.
Miré detrás de mí y me di cuenta de que estaba parada frente al
refrigerador, bloqueando el dispensador de agua. Me puse a un lado,
golpeándome mentalmente.
Idiota.
—Oh, claro, por supuesto. Bueno, creo que ya terminé aquí, así
que me iré —dije, corriendo a buscar mi carpeta—. Que tengas una
buena tarde.
No respondió, pero eso no fue sorprendente. Rápidamente me di
cuenta de que este nuevo Greyson no tenía tanto que decir como el
anterior.
27
Greyson

E
leanor tenía una manera de mirarme y pararse frente a mí
durante demasiado tiempo, hasta el punto en que era
incómodo. Tenía que ser incómodo también para ella, aun
así, seguía mirando como si no le importara la incomodidad
en absoluto.
También odiaba cómo miraba. Me miraba como si fuera el hombre
más triste sobre la tierra. Deseaba que dejara de compadecerme cada
vez que me veía. Era irritante. Cada vez que me miraba boquiabierta, lo
hacía como yo fuera un cachorro triste de un maldito anuncio de Sarah
McLachlan.
No era un cachorro triste.
Simplemente un hombre no tan feliz.
Los fines de semana eran difíciles para mí, dado que no había
mucho trabajo para mantener mi mente ocupada. Además, las chicas
siempre estaban en la casa de Claire y Jack. La mayor parte del tiempo
intentaba viajar porque estar en diferentes lugares me hacía más difícil
pensar demasiado, pero algunas veces, viajar no era opción y me
quedaba solo en casa.
Mi casa era siniestramente silenciosa. Siempre era extraño cuando
había tanto silencio, porque había habido un punto en el tiempo en que
todo lo que escuchaba eran risas ruidosas. Aunque algunas veces
juraba que los ecos de la risa todavía rebotaban en las paredes, aunque,
con certeza, probablemente solo era la esperanza de que los ecos
persistieran.
Había un millón de cosas que extrañaba de Nicole, pero su risa
tenía que estar al principio de la lista. Se reía de una manera en que las
lágrimas siempre se derramaban por su rostro, sin importar qué. Nicole
encontraba todo tan ridículamente gracioso y podía hacer que incluso la
persona más malhumorada mostrara una sonrisita.
Ese era su superpoder: hacer a las personas felices.
No era de extrañar que después de que dejara este lugar, todo se
hubiera sentido un poco más oscuro. Se había llevado esa luz con ella.
Mi teléfono sonó y estaba noventa y nueve por ciento seguro de que
era Landon revisando que estuviera bien. Incluso cuando le decía que
dejara de hacerlo, siempre lo hacía.
De alguna manera, estaba agradecido por ello.
Aun cuando había sido un amigo de mierda durante algunos
meses, era agradable saber que Landon no se lo tomaba de forma
personal.
Landon: ¿Quieres ir por una cerveza?
Yo: ¿Siquiera estás en la ciudad?
Landon: Puedo hacer que el avión privado salga hacia Chicago, sin
problema.
Yo: Ja. No desperdicies tu dinero.
Cuando la casa estaba vacía y no había más correos electrónicos o
contratos que revisar y volver a revisar, sabía que era mi peor momento.
Corría en mi cinta para intentar aclarar mi cabeza, pero aun así, eso
realmente nunca hacía mucho por detener mis pensamientos, porque
en el momento en que dejaba de correr, todo regresaba rápidamente
hacia mí.
Ella también solía correr.
Solía correr, hornear y sonreír.
Solía reír y bailar y amar en voz alta.
Solía serlo todo para mí.
Y se había ido por mi culpa.
En las noches cuando era demasiado, como lo era esa noche, me
permitía romperme. Me desmoronaba cuando nadie estaba mirando,
porque era más fácil estar roto cuando nadie estaba alrededor para
sentirse mal por ti.
No quería la lástima de la gente.
No quería sus más sinceras disculpas.
No quería sus palabras de ánimo.
Simplemente quería a mi esposa de vuelta.
Así que, la noche de ese sábado, entré en la habitación de Karla,
ignoré la señal de No Entrar en la puerta de su armario y la abrí, lo que
abrió un mundo hacia todo lo que era Nicole.
Cubriendo las paredes había docenas y docenas de fotografías de
Nicole con las niñas y conmigo. Había un millón de momentos
congelados en el tiempo, imágenes que capturaban sus sonrisas, sus
risas, nuestra felicidad.
Karla había puesto una silla en su armario y colgado pequeñas
luces a través del espacio. En el suelo había prendas de ropa de Nicole y
pude deducir que mi hija se había sentado en el espacio no hace mucho
tiempo atrás, porque habían sido recientemente rociadas con el perfume
favorito de su madre.
Apagué la fuente de luz principal en la habitación para que solo las
pequeñas luces brillaran sobre mí. Luego, me senté en la silla y levanté
una sudadera con capucha negra. Nicole se la había puesto para dormir
cuando tenía demasiado frío, lo que siempre parecía ser el caso.
Recordé apartar sus pies fríos de mí casi cada noche, antes de ceder y
permitirle que me congelara.
Llevé la sudadera hacia mi rostro y respiré hondo mientras cerraba
los ojos.
“Grey... —me habló con voz entrecortada”.
La apreté en mis manos como si de alguna manera la estuviera
sosteniendo a ella.
“Está bien, está bien. —No había sabido por qué esas fueron las
palabras que dejaron mis labios, pero fueron todo lo que me vino a la
mente”.
Sostuve la prenda como si de alguna manera todavía estuviera ahí
conmigo.
Negó.
“No. Las niñas”.
Mis manos se pusieron rojas por lo fuerte que estaba aferrándome
a esa sudadera, pero no podía soltarla.
Me estaba aferrando a un fantasma, un recuerdo, una historia de
mi pasado.
Y entonces me derrumbé.
Cuando todo se volvió demasiado, cuando mis pensamientos
tomaron el control, salí de la habitación de Karla y fui a servirme una
copa de whisky.
Me paré frente a la chimenea, observando las llamas mientras
sorbía el líquido marrón.
Intenté sacar a Nicole de mi mente, pero entonces mis niñas
entraron en mi cabeza y eso me entristeció más. Me recordó lo que mi
error había causado en sus vidas. Pensar en ellas me recordó que había
cambiado su mundo para siempre.
Así que pensé en Eleanor Gable.
La chica que me miraba fijamente durante demasiado tiempo y a
quien le gustaban mucho las situaciones incómodas.
Esos pensamientos no eran tan pesados como los demás.
Así que dejé que se quedaran.
28
Eleanor

S
i me hubieras dicho cinco años antes que mi próximo
empleador sería Greyson East, te habría llamado mentiroso.
Diablos, si me hubieras dicho eso una semana antes, me
habría reído tanto en tu rostro que las lágrimas me rodarían
por las mejillas. Pero allí estaba, parada en el comedor de Greyson East,
conociendo a sus hijas por primera vez.
Claire fue una santa conmigo ese lunes por la mañana. Vino
temprano, lista para enseñarme los entresijos de sus nietas.
—No puedo agradecerte lo suficiente por ayudarme —le dije a
Claire mientras preparaba la mesa para el desayuno—. Significa el
mundo para mí.
—Oh, cariño, no es gran cosa, y después de todas las niñeras que
te precedieron, siento que esto es tradición. Solo espero que dures un
poco más que las demás, eso es seguro. Ya sabes lo que dicen: ¡la
séptima vez es la vencida!
Me reí.
—No creo que la gente realmente diga eso.
—Bueno, deberían. El siete es un número de la suerte. ¡Entonces,
conozcamos a las chicas! —Claire se giró y gritó hacia los cuartos
traseros—: ¡CHICAS! ¡DESAYUNO!
Bueno, al menos Claire parecía sensata en una casa de gran
tamaño con demasiadas habitaciones y poca gente.
—Lo juro, estas chicas van a tratar de intimidarte para que les
dejes dormir. No tengas miedo de tirar de sus coletas —comentó Claire
cuando no aparecieron chicas—. Espera aquí. Vuelvo enseguida.
Mientras se apresuraba hacia las habitaciones de las chicas,
respiré hondo.
Hombre, estaba nerviosa. Nunca había estado nerviosa por conocer
a los hijos de mis empleadores, pero esto se sentía un poco diferente.
Me sentí extrañamente no preparada.
—Abuela, no entiendo por qué tengo que ir a la escuela todas las
semanas —gimió y se quejó una pequeña voz mientras la oradora se
dirigía hacia el comedor. Cuando dobló la esquina, me miró—. ¿Quién
eres? —preguntó antes de dejarse caer frente a su tazón de cereal.
Lorelai estaba vestida con un pijama que no combinaba. Llevaba rayas
y lunares de los colores más vibrantes, y tenía unos coleteros brillantes
en el cabello. En su espalda, había enormes alas de mariposa. Parecía
un anuncio de Rainbow Brite8 de la vieja escuela.
—Esa es su nueva niñera —explicó Claire—. Saluda, Lorelai.
—Hola, Lorelai —se burló la niña, haciéndome sonreír.
—Hola, es un gusto conocerte. Soy Eleanor, pero puedes llamarme
Ellie si quieres.
—Está bien. —Lorelai se encogió de hombros y comenzó a comer.
—Después de terminar tu comida, tienes que darte una ducha
rápida, ¿está bien, Lorelai? Porque no puedes llegar tarde a la escuela
otra vez —comentó Claire, sentada en la silla junto a su nieta—.
Además, a diferencia de la semana pasada, no vas a pelear por tus
elecciones de ropa.
—Solo quiero vestirme como un arcoíris, abuela. Déjame vivir —
gimió Lorelai, metiéndose la cuchara en la boca.
De verdad había dicho las palabras Déjame vivir. Casi me morí de
risa.
—¿Dónde escuchaste eso? —cuestionó Claire—. ¿Déjame vivir?
—Karla se lo dijo a papá el otro día.
—Parece correcto —comentó Claire—. Pero en lo que respecta a tu
código de vestimenta, vamos a elegir algo de ropa monótona para que la
uses hoy.
—No sé qué significa monótona, abuela, así que sea lo que sea que
elija estará bien —declaró Lorelai con naturalidad.
Claire se acercó a mí.
—Lorelai es la personalidad más brillante que encontrarás en este
lugar. Es descarada, divertida y muy fácil de amar, pero va a sacarte de
quicio algunos días. —Se volvió hacia su nieta—. Lorelai, ¿qué opinas
sobre Eleanor siendo tu nueva niñera por un tiempo?
Alzó una ceja, sosteniendo su cuchara en el aire.
—¿Me va a dejar usar lo que quiera?
—No, probablemente no —dijo Claire.
—¿Me dejará comer galletas de chocolate para el desayuno?
—No, probablemente no —repitió Claire.
—¿Coloreará conmigo?
—Sí —interrumpí—. Puedo hacer eso.

8 Rainbow Brite: es una franquicia de la serie animada creada por Woody Kling y
presentado por Hallmark Cards, en 1984. La franquicia generó mil millones de dólares
en ventas en productos como muñecas, juguetes y otros artículos con licencia en toda
la década de 1980.
Lorelai se encogió de hombros y volvió a comer.
—Bueno, eso está bien.
Colorear, eso fue bastante fácil.
Entonces, desde la esquina, escuché un gruñido.
Claire suspiró.
—Aquí viene la pequeña señorita Sunshine. —Se volvió hacia mí
rápidamente y dio unas palmaditas en la silla a su lado—. Aquí, Ellie,
ven a sentarte a mi lado y, recuerda, no te tomes nada personalmente
con Karla. No lo dice en serio, incluso si lo dice. —Hizo una pausa—.
Especialmente si lo dice.
—Abuela, realmente desearía que no entraras en mi habitación así.
Es tan molesto. Además, sé cómo despertarme para la escuela. No soy
una niña —se quejó Karla mientras doblaba la esquina hacia el
comedor. Su cojera era muy notable, pero hice todo lo posible para no
mostrar ningún tipo de reacción. Estaba vestida de negro de pies a
cabeza y su cabello todavía estaba mojado por la ducha, fibroso y
colgando frente a su rostro. En su mayoría mantuvo la cabeza baja, y
cuando se movió hacia la mesa, no miró a nadie. No hizo un solo
sonido.
—Buenos días, Karla —dijo Claire, acercándose a su nieta con la
comida y besando su frente.
—Lo que sea —murmuró Karla. Inhaló su comida rápidamente
mientras todas nos sentábamos en silencio por un momento.
—Karla, esta es Ellie, la nueva niñera.
Me miró lentamente, y me sentí como una completa idiota porque
silenciosamente jadeé mientras movía el cabello ocultando parcialmente
su rostro.
Las cicatrices…
Allison me había preparado para ellas, pero aun así, no estaba lo
suficiente preparada.
Eran más intensas de lo que podría haber imaginado. Iban en
todas las direcciones a través de su piel, pero la que más se notaba
parecía comenzar en su frente y cortar su párpado izquierdo, que
parecía estar hinchado. Su ojo izquierdo tenía una mancha roja cerca
de su pupila que se filtraba en su potente mirada azul.
Nunca había visto algo así.
Dios, sus ojos eran tan fríos como los de su padre.
—Grrr —gruñó Karla, apretando la mandíbula mientras se
inclinaba hacia mí. Se me hizo un nudo en el estómago y no estaba muy
segura de cómo reaccionar, así que seguí mirando. Oh, Dios mío. Mirar
fijamente era probablemente lo peor que podía hacer, porque Karla
seguía gruñendo—. ¡Grrr! ¡Grrrr!
—Karla Marie, déjalo en este instante —le espetó Claire a su nieta,
pero Karla no retrocedió.
—¡Grrr! ¡Sssss! ¡Grrrr! —gritó, manteniendo sus ojos fijos en mí.
—Karla, eso es suficiente —espetó una voz severa, haciendo que mi
mirada se moviera de Karla a su padre. Greyson estaba en el marco de
la puerta con su traje y corbata, una taza de café en la mano y los ojos
en su hija—. Déjalo.
—Lo dejaré cuando deje de mirarme como si fuera un jodido
monstruo de la naturaleza —espetó.
—No, no estaba… no eres… —comencé, mi voz temblorosa como
siempre, pero Greyson me interrumpió.
—Cuida tus modales —la regañó, y ella le dio el giro de ojos más
dramático que había visto en mucho tiempo. Realmente no sabía que
los ojos podían rodar tan profundamente.
—Lo siento, padre —se burló, levantándose de la mesa. Agarró su
tazón de cereal—. Dado que usé malas palabras, debería ser desterrada
a mi habitación hasta que sea hora de que mi sirviente me lleve a la
cárcel. —Y con eso, se fue.
Greyson no me miró ni una vez, y no sabía por qué esperaba que
hiciera tal cosa. Cruzó el comedor hacia la cocina. Desde mi asiento, lo
vi verter más café en su vaso antes de darse la vuelta y cruzar el
espacio. No habló mientras regresaba por el comedor.
—¡Adiós, papi! ¡Te quiero! —dijo Lorelai, a lo que Greyson
respondió:
—Yo también.
Luego, se fue a trabajar.
—Lamento lo de Karla. No mentiré, ella será la difícil —comentó
Claire—. Sin embargo, no puedo culparla por su dureza. Ha pasado por
más que la mayoría, aunque, en su mayor parte, está manejando
físicamente bien sus cambios. Se ha adaptado a moverse bastante
rápido y es bastante autosuficiente. Ahora, en el frente emocional, hay
un poco de lucha. Sin embargo, no dejes que su exterior te
desconcierte. Puede actuar con dureza, pero nuestra Karla tiene el
corazón más gentil. Se lastima fácilmente. No te tomes sus cambios de
humor personalmente. Está tratando de superar mucho.
Sonreí.
—¿No lo hacemos todos?
De la nada, Lorelai levantó la vista de su desayuno y se volvió
hacia mí.
—¿Oye, Ellie?
—¿Sí?
—¿Estás segura de que no puedo usar mi pijama para ir a la
escuela hoy? Me siento muy cómoda y creo que aprenderé mejor así.
Me reí.
—Probablemente no, pero puedo ayudarte a elegir un atuendo si
quieres. Y luego, mientras estamos en tu habitación, tal vez puedas
mostrarme algunas de tus mejores obras de arte.
Sus ojos se iluminaron y la sonrisa más grande del mundo llenó su
rostro.
¿Esa sonrisa que faltaba en Greyson?
¿El que una vez conocí?
Vivía en los labios de su hija.
—¡Bien! ¡Vamos! —dijo Lorelai, saltando de su asiento. Me agarró
del brazo y me arrastró a su habitación para elegir un atuendo.
Bueno, al menos no todas las hijas de Greyson estaban
completamente abrumadas por mi existencia. Una de dos eran
probabilidades bastante buenas para mí.

Cuando llegó el momento de llevar a las chicas a la escuela, estuve


agradecida de que Lorelai fuera tan conversadora, de lo contrario, el
viaje en auto habría sido extremadamente silencioso y extraño. La fiel
Lorelai habló y habló y habló sobre todo y nada en absoluto mientras la
cabeza de Karla estaba baja y en su teléfono. Su cabello ya no estaba
mojado, sino que lo había alisado y colgaba directamente frente a sus
ojos, bloqueando su rostro. Un par de auriculares Beats by Dre
sorprendentemente enormes se asentaban sobre sus orejas, y la parte
entrometida de mí se preguntó qué estaba escuchando. La parte lógica
de mí pensó que nunca debería preguntar, porque sabía que nunca me
lo diría.
Desafortunadamente, la primera que dejé fue a Lorelai, que me
dejó sola en un auto con Karla y sus muecas.
Cuando estábamos a unas tres cuadras de la escuela secundaria,
Karla gritó:
—¡No! ¡Detente aquí!
La miré y levanté una ceja.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Ninguna niñera ha ido a la escuela y me ha dejado en los últimos
diez meses.
Me reí.
—¿Qué? Eso no puede ser verdad.
—Es verdad. Lo último que necesito es sentirme avergonzada de
que un adulto me deje en un auto costoso como una diva fea y luego
que todos me vean cojear al edificio. Es la escuela secundaria, todos
son imbéciles, incluso con la niña lisiada. Entonces, si pudieras detener
el auto —ordenó, su tono lleno de nada más que actitud y descaro.
Me detuve a un lado de la calle y estacioné el auto.
Me sentí mal por ella, a pesar que hubiera odiado mi lástima, pero
era tan joven y estaba tan… enojada. No sabía mucho sobre ella porque
parecía que era reservada, salvo con quienquiera que hubiera estado
escribiendo sin parar en línea. Incluso cuando limpié su habitación, no
había mucho que me dijera sobre la chica que vivía en ese espacio. No
tenía carteles, ni libros en sus estantes, ni personalidad. La habitación
era tan fría y distante como la chica que habitaba allí.
Sin embargo, no me rendía fácilmente. Rompería a Karla de algún
modo, de alguna manera, incluso si me tomara una eternidad y un día
hacerlo.
Cuando comenzó a salir del auto, me giré para mirarla.
—Escucha, sé que las personas en la escuela secundaria pueden
ser idiotas, y si hay alguien que te está molestando, puedes hablar
conmigo. Puedo ser tu red de seguridad —ofrecí—. O puedo hablar con
el director. Lo que necesites, Karla, estoy aquí.
Puso los ojos en blanco con tanta fuerza que no estaba segura si
alguna vez volvería a ver correctamente.
—¿Puedes no hacer eso?
—¿Hacer qué?
—Actuar como la niñera “genial”. Escucha, solo porque trabajas
para mi padre, no significa que puedas actuar como si me conocieras.
Nos conocemos desde hace dos horas. No eres nada para mí, y estoy
segura de que mi padre no tardará mucho en encontrar una razón para
despedirte también. Así que, no te acomodes. Eres solo otra cosa
temporal.
Sin siquiera respirar, salió del auto y comenzó a ir en dirección a la
escuela, dejándome allí completamente atónita.
Ser una niñera podría ser más difícil de lo que esperaba con Karla
East como una de las niñas. Ser feroz estaba en su naturaleza, y
lastimarme fácilmente estaba en la mía.
Íbamos a tener todo un viaje, eso era seguro.
29
Eleanor

—¿Q
ué significa que gruñó? —Shay se rió al
otro lado del teléfono mientras me
preparaba la cena. Había sido rápida en
llamar a mi prima, que fue lo bastante
amable para tomar su descanso del
almuerzo antes para escuchar mi loca vida.
—Significa exactamente eso. Me gruñó, una y otra vez.
—No, no, no. Espera, ¿te refieres a un gruñido literal?
—Shay, hizo ¡grrr! ¡Grrrr! —Intenté recrear los hermosos sonidos de
Karla—. ¡Grrrr! Como un maldito león.
Shay seguía riendo sin parar, completamente superada por la
comedia de enredos que había sido mi mañana. Al menos alguien se
divertía por ello.
—No voy a mentir, creo que realmente me gusta esta chica —
comentó.
—Sí, bueno, espera hasta el día en que te gruña.
—Bueno, oye, al menos estás trabajando de nuevo, sabes. Es una
locura que estés cuidando a las hijas de Greyson. Quiero decir, mierda,
Greyson East tiene hijos, en plural, como más de uno.
—Lo sé. ¿No es una locura? También se parecen a él.
—Entonces, ¿sigue ahí?
—¿Qué sigue ahí?
—La química entre tú y él que hubo años atrás.
Me reí por lo bajo.
—¿Te refieres a esa química adolescente de hormonas y dolor? Uh,
no. Estoy muy segura de que lo dejé en el pasado con la mayoría de mis
chaquetas de punto.
—Todavía creo que deberías llevar tus chaquetas de punto. ¡Era tu
aspecto característico! Nadie podía usar esos suéteres como tú.
—Sí, pero sabes que después de que se arruinaron en mi última
relación, dejé ir la idea de las chaquetas de punto.
No tenía el mejor historial de citas. En realidad, tenía el peor
historial hasta la fecha. Por alguna razón, siempre me encontraba
yendo hacia el tipo de hombre menos saludable. Sin embargo, el peor de
todos fue Alex, el terapeuta. Cuando vivíamos juntos, trató de
ayudarme a superar mis problemas personales. A pesar de que odiaba
cuando se ponía en modo terapeuta conmigo, escuché. Entonces, una
noche, después de llorar por extrañar a mi madre, pensó que podría
ayudarme a resolver mis problemas tirando todas las chaquetas de
punto que mi madre me había hecho. Me dijo que dejarlos ir era parte
del proceso de curación del dolor.
Personalmente consideré si matarlo hacia que valiera la pena el
traje naranja.
Ese fue uno de los cinco días más tristes de mi vida.
—Así que, ¿estás cien por cien segura de que no hay nada entre
Greyson y tú? ¿Tu corazón se salta un latido cuando entra a una
habitación? ¿Se topan al azar y se roza contra tu brazo? ¿Te tropiezas y
aparece mágicamente para atraparte justo a tiempo? ¿Ocasionalmente
notas sus bíceps?
—Oh, Dios mío, Shay, para.
—Entonces, eso es un sí.
—No, esa soy yo diciendo que has estado viendo demasiado de
Bachelor in Paradise y tienes una visión poco realista de lo que es la
realidad. Greyson es viudo y de ninguna manera estoy buscando una
relación. Definitivamente no hay química entre nosotros. En todo caso,
estoy bastante segura de que hace todo lo posible por evitarme.
—Oh, sí. Según mi conocimiento, ustedes dos están en camino de
una exitosa serie de televisión. Temporada uno, episodio uno: "El
Cuento de los Amantes Distantes”. —Juro que podía verla sonreír
estúpidamente de oreja a oreja, satisfecha con su inteligencia.
—Voy a colgarte ahora.
—Está bien, pero, por favor, mantenme al tanto. ¡Necesito saber
cuándo sucede el episodio nueve!
—¿Y cuál es el episodio nueve?
—“Cuando los Labios se Rozan y las Lenguas Giran”.
Me reí.
—Adiós, Shay.
—¡De acuerdo, adiós! ¡Oh, espera! Te pagaré cinco dólares si le
gruñes a la chica cuando la recojas de la escuela.
Me reí aún más.
—Adiós, Shay.
—¡Adiós!
Cuando colgué el teléfono, todavía tenía una sonrisa en mi rostro.
Déjaselo a Shay para convertir una situación incómoda en una
comedia.

Mi padre había ignorado mis llamadas.


Solo lo sabía porque no estaba totalmente enterado de cómo
funcionaban las llamadas en los teléfonos celulares, y siempre me
enviaba al correo de voz después de los primeros dos o tres tonos. Sin
embargo, seguí llamando porque era lo que hacía. Seguía revisándolo
aunque él nunca hiciera lo mismo conmigo.
Era una locura para mí la manera en que nuestra relación se había
desarrollado a lo largo de los años, convirtiéndose en algo tan
unilateral. Era difícil creer que una vez hubo un tiempo en el que
estuvimos muy unidos. A veces, ese hecho se sentía más como ficción,
como si simplemente hubiera inventado el tiempo en el que significamos
el mundo el uno para el otro.
Colgué mi teléfono después de otro intento fallido de ponerme en
contacto, y luego me senté a la mesa para almorzar el jueves, esperando
que Allison llegara para nuestra cita de control.
—Lo siento, lo siento, el tráfico es una locura en este lado de la
ciudad —dijo Allison, entrando a toda prisa a la cafetería luciendo tan
perfecta como siempre.
—No te preocupes. He llegado hace unos diez minutos.
Tomó asiento y se quitó la chaqueta.
—Bueno, me alegro de que no hayas esperado demasiado, pero
aun así, lo siento. Entonces, ¿cómo ha ido hasta ahora? —preguntó.
—Creo que me odia —dije.
—¿Quién te odia?
—Karla. Me odia.
Allison se echó a reír, negando.
—No te odia.
—Bueno, no es que le guste mucho, eso es seguro.
—Es difícil de descifrar, eso es todo. Heredó eso de su padre —
comentó.
—Greyson no es nada como lo recuerdo. Es escalofriante, en
realidad, estar cerca de él. Quiero decir, lo entiendo, pero aun así...
cuando éramos más jóvenes, era una persona completamente diferente.
—Si lo hubieras conocido hace diez meses, probablemente se
habría parecido al chico que una vez conociste. Al principio, pensé que
la frialdad era solo por el dolor, por lidiar con una situación tan trágica,
pero ahora me pregunto si esta es la nueva normalidad, si siempre va a
ser así.
—¿Cómo lo manejas? ¿La frialdad?
—No lo tomo como algo personal, porque no se trata de mí. Soy
buena desconectando mi trabajo de mi vida personal. Cada vez que
Greyson está de mal humor, me recuerdo que no tiene nada que ver
conmigo, porque soy muy buena en lo que hago. Soy la mejor asistente
que podría tener. Su estado de ánimo es suyo, así que no lo tomo en
serio. Deberías hacer lo mismo con Karla.
Sonreí.
—Eso suena increíble... si tan solo pudiera aprender a no tomar las
cosas personalmente.
—Nada en la vida es personal, en realidad no. Algunas personas te
amarán por lo que eres hoy, otras te odiarán, y ninguna de sus
opiniones importa en absoluto, ni lo bueno ni lo malo. Solo tú puedes
definir quién eres. Nadie más tiene ese derecho.
—¿Cómo llegaste a ese punto? ¿Hasta el punto de no importarte lo
que otros pensaran?
—Las tres M: madurez, meditación y marihuana. —Guiñó un ojo
juguetonamente, pero no creí que estuviera bromeando en absoluto—.
En serio, un consejo: si quieres sobrevivir a tu trabajo, no debes
tomarte de forma personal la actitud de Karla. Ha pasado por mucho en
los últimos meses, y eso la ha vuelto más dura. Hará todo lo posible
para romperte hasta el punto de que quieras dejar el trabajo. No dejes
que te intimide. Defiende tu posición. Además, comprende que algunas
cosas funcionan de manera diferente en la casa East. Piensa en ello
como un edificio que alberga a tres personas en lugar de ser un hogar.
Esa sensación hogareña se fue el día que Nicole falleció.
—Ella era su pegamento, su base —susurré, sintiendo un nudo en
el estómago. Sabía cómo se sentía eso: perder la columna vertebral de
la familia. Cuando mamá falleció, mi hogar se había derrumbado y papá
estaba demasiado exhausto como para pensar en reconstruirlo.
—Nicole era la favorita de todos... —Allison inhaló hondo y luego lo
soltó lentamente. Era obvio que Nicole no solo había significado mucho
para su familia, sino también para Allison—. En fin, simplemente
comienza sabiendo eso, sabiendo que la familia no es la definición
normal de familia. Si haces eso, puedes manejar tus expectativas. Sé
que probablemente sientes la necesidad de tratar de arreglar las cosas,
pero no puedes arreglar un hogar que las personas que habitan entre
sus muros no consideran roto.
—Eso es desgarrador.
—Lo es, pero es solo su realidad por el momento. Sus heridas
todavía están frescas. El mejor consejo que puedo darte es permanecer
en tu carril y aprender a morderte la lengua. Cíñete a las listas de cosas
por hacer y te irá bien.
—Supongo que tienes razón. Son sus vidas, y solo soy una
empleada.
—Exactamente. Sé que suena duro, pero es mejor así. Entonces,
¿qué más hay en la agenda para esta tarde?
—Bueno, recojo a las chicas de la escuela, luego dejo a Lorelai en
karate. Luego voy a la cita de fisioterapia con Karla. Después les daré la
cena que preparé hoy.
—¡Un día más de trabajo mañana, y luego es el fin de semana! —
Allison sonrió—. ¿Algún plan divertido?
—Oh, ya sabes, un emocionante fin de semana de Netflix y lectura.
—Me encanta ver a las mujeres vivir sus mejores vidas —bromeó,
mirando su reloj—. Está bien, tengo que volver al trabajo. Disfruta cada
segundo de tu fin de semana. ¡Llama si necesitas algo!
Allison pagó la cuenta y se fue.
Cuando avanzó el día y recogí a las chicas de la escuela, Lorelai
habló y habló sobre su día y lo genial que era su maestra, lo geniales
que eran sus amigas. Era una charla sin fin, y cuando la dejé en karate,
siguió hablando incluso cuando volvía al auto para llevar a Karla a
fisioterapia.
Prefería cuando Lorelai estaba cerca, porque temía el silencio que
se producía cuando solo estábamos Karla y yo.
—Entonces... ¿cómo estuvo la escuela hoy? —le pregunté a Karla,
mirándola por el espejo retrovisor. Levantó la vista por una fracción de
segundo antes de volver a mirar su teléfono.
Me ignoró por completo, aunque eso no fue impactante.
—Suena maravilloso —murmuré para mí.
Nos detuvimos en el centro de fisioterapia y entramos. La
recepcionista nos registró, dándonos grandes sonrisas a los dos, y luego
nos hizo pasar a una habitación trasera donde tendría lugar la cita de
Karla.
Parecía que su fisioterapia era para mantener su fuerza. Realizaron
muchos ejercicios musculares, y Karla fue extremadamente buena en
casi todos.
Esperé junto a la puerta donde había sillas para los familiares.
Cuando se abrió la puerta de la habitación, me sorprendió un poco
cuando levanté la vista y vi a Greyson entrar. Tenía la misma expresión
dura que siempre y estaba vestido con otro traje y corbata a medida,
por supuesto. Se acercó a la silla vacía a mi lado.
—Greyson, hola —dije sin aliento, sentándome un poco más
erguida—. No te esperaba aquí.
—¿A la cita de fisioterapia de mi hija? Por supuesto que estaría
aquí —respondió secamente.
Claro. Por supuesto.
Incómodo silencio. Me pregunté si también era incómodo para él, o
si simplemente lo estaba pensando demasiado.
Tenía la tendencia a pensar demasiado en ciertos temas a veces.
—Lo está haciendo muy bien —comenté, señalando a Karla—. Las
dos chicas lo están en realidad. Lorelai ha tenido una semana fantástica
hasta el momento, y ha estado hablando de lo ansiosa que está por ir a
la casa de sus abuelos este fin de semana. Creo que es bueno que las
chicas pasen tanto tiempo con sus abuelos.
No dijo una palabra.
Así que seguí parloteando, porque cuanto menos hablaba, más
nerviosa me ponía.
—Lorelai parece estar muy interesada en el arte. Busqué algunos
programas de arte en la zona, si te interesa que te envíe la información.
¿Estaba hablando en voz alta? ¿Salían palabras de mi boca?
Porque Greyson estaba reaccionando como si yo fuera un fantasma y no
pudiera escuchar una palabra de lo que decía.
—Tiene mucho talento y… —comencé de nuevo, y vi su cuerpo
encogerse físicamente.
—No tenemos que hacer esto, Eleanor —intervino, aún sin
mirarme.
—¿Hacer qué?
—Entablar una conversación. —Se pasó la mano por la mandíbula
antes de bajarla y unir sus dedos.
—Correcto. Lo siento. Pensé que querrías estar informado sobre mi
primera semana.
—Ya fui informado por Allison.
—Correcto, por supuesto, pero para que lo sepas, estoy
completamente bien con informarte cada día, ya que estamos cerca el
uno del otro. Puedo pasar por tu oficina antes de volver a casa.
Informar a Allison es bueno, pero creo que a veces solo transmite la
información sin darte el corazón de las cosas. Creo que comunicarnos
sería prudente. Además, si lo piensas...
—No —interrumpió.
—¿Qué?
—Dije que no. Eso no va a suceder. Informarás a Allison, fin de la
historia.
—Pero, Greyson…
—Por favor, Eleanor —suplicó. Me rogó que dejara de hablar. Como
si la idea de que le informara fuera demasiado, como si interactuar
conmigo fuera una carga enorme.
Respiré profundamente, sintiendo mi piel erizarse. Definitivamente
no era el chico que una vez conocí.
—Lo siento, Greyson. Todo lo que digo es que realmente siento que
deberías involucrarte en todo.
—Estoy involucrado.
Sí, claro.
Solo porque se presentaba a una cita una vez por semana y se
despedía de Lorelai por la mañana antes de irse a trabajar, eso no lo
convertía en un padre involucrado.
Pero me mordí la lengua.
Permanece en tu carril, Eleanor. Permanece en tu carril.
Era muy difícil hacerlo cuando el chico que una vez amé nunca
había sido tan frío.
30
Eleanor
DE: GreysonEast@gmail.com
PARA: EleanorGable@gmail.com
FECHA: 18 de enero, 9:54 PM
ASUNTO: Normas de trabajo.

Eleanor,
Después de nuestra interacción esta tarde, siento que es
importante revisar algunas directrices sobre el trabajo para mí. Primero,
creo que es mejor que se refiera a mí como señor East de aquí en
adelante. Creo que eso hará las cosas menos personales. Desde el
momento en que se convirtió en mi empleada, ese es el comportamiento
apropiado, y es como todos los empleados han estado llamándome. No
es nada personal, simplemente el estándar de trabajo que estoy
esperando. Aprecio su apoyo para avanzar en este proyecto en el futuro.
Por favor, note que debe informar de cada una de sus inquietudes
y actualizaciones directamente a Allison en lugar a mí. Esto es de suma
importancia, ya que soy una persona muy ocupada y no tengo el tiempo
ni la paciencia para ser molestado por sus deseos. Estoy dirigiendo una
gran corporación, y lo último que necesito es que la niñera ocupe mi
valioso tiempo hablando fuera de lugar sobre las lecciones de piano.
En cuanto a eso, Lorelai continuará sus lecciones, fin de la
historia.
Creo que Allison ya la ha informado sobre el proceso de tres
strikes. Por favor, respete estas reglas y manténgalas siempre en mente
a medida que avanzamos.
Atenta y cordialmente,
—Señor East.

DE: EleanorGable@gmail.com
PARA: GreysonEast@gmail.com
FECHA: 18 de enero, 10:16 PM
ASUNTO: Re: Normas de trabajo.

Sí, sí, capitán.


Eh, lo siento, quiero decir señor East.
Atenta e indiferentemente,
—Eleanor.

DE: GreysonEast@gmail.com
PARA: EleanorGable@gmail.com
FECHA: 18 de enero, 10:34 PM
ASUNTO: Re: Re: Normas de trabajo.

Eleanor,
Su sarcasmo no es bien recibido.
Por favor, sea más consciente de actuar de acuerdo a su edad.
Primer strike.
Atenta y cordialmente,
—Señor East.
31
Greyson

A
tenta e indiferentemente.
No sabía si Eleanor estaba tratando de ser cómica o
descarada, pero había fracasado en ambos casos.
Simplemente lo encontré infantil y grosero. No había nada
que le hubiera dicho fuera de lo normal para un lugar de trabajo
profesional, y por la cantidad que le pagaban, al menos podría haber
sido lo suficientemente respetuosa para no ser maliciosa.
No tenía más trabajo que hacer en la oficina de mi casa esa noche,
y solo eran las once. Tal vez por eso había encontrado la necesidad de
enviarle el correo electrónico a Eleanor.
Necesitaba estar ocupado. De lo contrario, pensaría, y nada bueno
venía de mis pensamientos.
Ring.
Bajé la vista a mi teléfono.
Landon: Las rosas son rojas, las violetas son azules, ¡¿dejarías de
ser un idiota y solo me llamarías, amigo?!
El mensaje diario de mejor amigo Landon llegó un poco más tarde
de lo normal esa noche. Debía haber tenido un largo día de filmación.
Después de la secundaria, la vida de Landon había cambiado de
una manera que la mayoría de la gente solo soñaba. Se había ido a
California durante las vacaciones de primavera para emborracharse y
festejar, y en su lugar, un cazatalentos de Hollywood lo había
descubierto y se había convertido en un actor increíblemente famoso.
La gente lo llamaba el próximo Brad Pitt, pero yo seguía llamándolo
Landon. Lo último que necesitaba era pensar que era un dios famoso.
Estaba rodeado de suficientes personas que lo alababan como si lo
conocieran, pero él y yo nunca habíamos tenido ese tipo de relación.
Estaba orgulloso de él, sí, pero no lo trataba como a una celebridad. Lo
trataba como a mi mejor amigo desde la infancia. Necesitaba a algunas
personas para mantenerlo con los pies en la tierra.
No le devolví el mensaje esa noche. Él no esperaba que lo hiciera.
—Papi —dijo una pequeña voz, haciéndome alzar la mirada cuando
se abrió la puerta de mi oficina. Lorelai estaba parada allí frotándose los
ojos y bostezando mientras entraba a la oficina. Una vez más, llevaba
sus alas de mariposa en la espalda, a pesar de que se las había quitado
unas dos horas antes cuando había hecho mi ronda para ver a las
chicas.
—¿Qué haces fuera de la cama? —pregunté, poniéndome en pie
detrás mi escritorio.
—Tuve un mal sueño —se quejó, todavía frotándose los ojos.
Me acerqué y la levanté en mis brazos.
—Vamos a llevarte de vuelta a la cama. Tienes escuela por la
mañana.
—¿Puedo dormir contigo y con mami? —inquirió, y sus palabras
me golpearon directamente en el pecho. Inhalé algunas respiraciones
profundas e intenté rechazar el dolor que sus palabras causaron en mi
alma.
—No esta noche, Lorelai.
—Pero, papi. —Lloró.
—No esta noche —repetí mientras la llevaba a su habitación.
La recosté y todavía lloraba con pequeñas lágrimas cayendo de sus
ojos cerrados.
—¿Te acostarías conmigo, papi? —preguntó, sollozando. Me acosté
a su lado y me abrazó. Lorelai no era una persona que realmente
mostrara tristeza, excepto cuando tenía pesadillas. Me pregunté si eran
como mis sueños. No les deseaba mis pesadillas ni a mis peores
enemigos.
Mientras la sostenía, su tristeza comenzó a desvanecerse cuando
cayó de nuevo en un sueño más profundo. Yo, por otro lado, permanecí
allí despierto, mirando a la oscuridad mientras sus palabras bailaban
en mi mente.
¿Puedo dormir contigo y con mami?
Una parte de mí pensó que había dicho las palabras porque estaba
medio dormida y confundida. Otra parte lo sabía mejor que eso, porque
la había encontrado fingiendo hablar con Nicole. La había visto
mantener conversaciones completas con una madre que no estaba aquí.
La había visto preparando un lugar para su madre en la cena los lunes
de espaguetis.
Lorelai sabía que Nicole había fallecido, pero de alguna manera,
había logrado aferrarse a ella, seguir adelante como si su madre aún
estuviera viva, simplemente invisible.
Me preocupaba eso, preguntándome si era saludable para su
mente.
Por otra parte, también envidiaba su capacidad de tener esa
conexión con Nicole de alguna manera, su capacidad de creer en algo
más grande que lo que estaba justo frente a ella.
Si hubiera podido vivir en un mundo donde creía en los ángeles,
también habría hablado con mi esposa todos los días.
Después de que Lorelai se durmiera, me quedé un poco más,
sosteniéndola contra mí.
Me necesitaba esa noche, pero tal vez yo también la necesitaba.

Desperté todavía en la cama de Lorelai, un poco confundido sobre


mi paradero. Me senté mientras mi cuerpo se quejaba y gemía por estar
retorcido en una cama tan pequeña.
¿Qué hora es?
¿Cuánto tiempo llevo dormido?
No tenía ni idea, sin embargo, parecía el mejor descanso que había
tenido en diez meses, incluso si mi cuerpo se sentía deformado.
Caminé hacia la cocina para encontrar a Eleanor preparando una
taza de café de la cafetera Keurig.
Se dio la vuelta y se sobresaltó un poco cuando me vio allí.
—Oh, Grey... eh... señor East. Buenos días.
Entrecerré mis ojos.
¿Es por la mañana?
—¿Qué hora es? —gruñí.
—Siete. Estaba a punto de llevar a las chicas a la ducha —
explicó—. Pero luego le vi durmiendo con Lorelai y pensé que les dejaría
descansar un poco más.
—¡¿Siete?! ¡Mierda! —gemí, pasando mis manos por mi cabello
despeinado. No podía creer que hubiera dormido tanto tiempo. Nunca
me quedaba dormido. Llegaba tarde y no tenía tiempo de ir a correr—.
Deberías haberme despertado —espeté, aunque no era su trabajo
asegurarse de que estuviera despierto. Aun así.
¡Mierda!
—Lo siento, pensé que ya estaba vestido para el trabajo y fue a
acostarse con ella un poco.
—¿Por qué creerías que estaba listo para ir a trabajar? —espeté,
irritado con ella, pero ni siquiera sabía por qué estaba irritado. A veces
mis emociones se volvían locas antes de que pudiera controlarlas.
—Bueno, ya sabe... —Hizo un gesto hacia mí, y miré mi atuendo.
Mi traje arrugado de quinientos dólares que usé para dormir
anoche. Llevé un traje de quinientos dólares para dormir como si no
tuviera ninguna preocupación en el mundo.
—Oh. Lo siento —gruñí, porque me sentía como un idiota. Me di la
vuelta para alejarme y me llamó.
—Señor East, seré muy rápida —dijo, con la voz baja y un poco
tímida.
—¿Qué pasa?
—Solo quería disculparme por mi respuesta por correo electrónico
anoche. Fue muy poco profesional.
Estreché mis ojos, algo sorprendido por su disculpa. No esperaba
ninguna en absoluto.
—Oh, bueno, sí. No era profesional, pero no es un gran problema.
—Lo es, creo. Sinceramente, no sabía que hablaba en serio sobre
llamarlo señor East hasta que respondió a mi siguiente correo
electrónico. Por lo tanto, mi respuesta estaba destinada a ser cómica,
pero obviamente no fue así. Crucé una línea que no debería haber
cruzado, y me disculpo por eso. Siento que me está dando una gran
oportunidad con este trabajo, y significa mucho para mí. No quiero
arruinarlo, y lo siento si fui grosera o irritante. Me tomo esta posición
en serio, y espero que lo sepa.
Asentí una vez porque realmente no tenía nada más que decir.
—¿Y señor East? —dijo mientras se pasaba una mano por el
cabello.
—¿Sí?
—Lo siento, sabe.
—Sí, Eleanor. Ya lo has dicho.
—No, quiero decir... por su pérdida. No creo haberle dicho eso
todavía, y solo quería que lo supiera. Todo lo que escuché sobre Nicole
muestra que era una mujer maravillosa, una madre increíble, y lamento
muchísimo su pérdida. Sé que no hace nada, pero lo hago, sabe. Lo
siento.
Me tomé un momento para mirarla, para verla realmente. No lo
había hecho desde que llegó para la entrevista de trabajo. Su cabello era
castaño claro con suaves ondas. Era mucho más claro de lo que
recordaba. No era que importara, simplemente lo noté. Y sus ojos... sus
ojos seguían siendo esos túneles de color marrón oscuro que habían
sido cuando éramos niños. Todavía tenían la forma de un ciervo. Aún
eran hermosos. Y ahora me miraban como si fuera el hombre más triste
del mundo. Me hacía sentir muy incómodo con su compasiva mirada.
En lo profundo de esos ojos, había un nivel de cuidado y
preocupación que no creía merecer. Fui grosero con ella, frío por
razones que ni siquiera podía comprender en mi propia cabeza, pero
aun así, me miraba como si me hubiera perdonado por una dureza por
la que no había encontrado el coraje para disculparme.
Después de todo este tiempo, a Eleanor todavía le importaba, y sus
disculpas eran lo más sincero que había escuchado alguna vez.
—Gracias, Eleanor.
—Por supuesto.
Comencé a alejarme y luego detuve mis pasos cuando el estúpido
dolor comenzó a llenarme una vez más. Odiaba cómo aparecía cada vez
que lo deseaba. Odiaba cómo me tragaba por completo, y luego me
escupía.
Todo en la vida era más difícil sin Nicole.
Cada respiración que tomaba ardía un poco más.
No sabía cómo explicárselo a Eleanor.
No sabía si le importaría.
Rocé mis dedos contra mi nuca y me aclaré la garganta.
—Éramos jóvenes —dije, haciendo que esos ojos marrones me
miraran de nuevo—. Cuando tuvimos a Karla, éramos jóvenes, y no caí
en el papel de padre fácilmente, pero Nicole... —Hice una pausa,
sintiendo su nombre en mis labios. Incluso después de todo este
tiempo, era difícil decirlo sin sentir que el cielo se estaba cayendo.
Respiré hondo—. Hacía todo sin esfuerzo. Era como si la maternidad
fuera algo para lo que fue hecha. Así que, lo que has escuchado de otros
es cierto. Era una mujer maravillosa y la madre más increíble del
mundo entero
Los ojos de Eleanor se llenaron de lágrimas y asintió, entendiendo
lo difíciles que resultaban esas palabras para mí.
Me pregunté si podría verlo: los pedazos desmoronados de mi
alma.
—Si alguna vez necesita a alguien con quien hablar... —comenzó,
pero negué rápidamente.
Demasiado.
—No.
Había cruzado una línea al compartir un poco sobre Nicole, pero
no había podido evitarlo.
Solo necesitaba que lo supiera.
Todo el mundo merecía saber la mujer excepcional que había sido
mi esposa, y todo el mundo necesitaba saber que habíamos perdido algo
muy especial el día que se fue.
32
Eleanor

H
abía cometido un error al pensar que Greyson era el
mismo niño juguetón que era cuando lo conocí. Desde
nuestro intercambio de correos electrónicos, hice todo lo
posible por mantener conversaciones profesionales con él,
no que estuviéramos participando en muchas conversaciones.
Durante las siguientes semanas, aprendí mucho sobre los East
como individuos.
Las paredes del dormitorio de Lorelai estaban cubiertas con obras
de arte que había creado. No había un día en que no estuviera acostada
bocabajo, pateando las piernas en el aire, dibujando su próxima obra
maestra, con sus alas de mariposa en la espalda, por supuesto. Tenía
una imaginación más grande que el mundo entero. Solo con nuestras
mentes, estaríamos en Sudáfrica, corriendo con leones, y luego, al
siguiente momento, estaríamos en Hawái comiendo piñas frescas.
Lorelai tampoco tenía miedo de mantener conversaciones en toda
regla con su madre. Sucedían todos los días. A veces, la encontraba
hablando con su madre como si estuviera a su lado. También ponía un
lugar en la mesa del comedor para Nicole los lunes, porque los lunes
siempre eran días de espaguetis. Los espaguetis habían sido la comida
favorita de Nicole.
Me encantaba eso de su pequeño corazón, cómo mantenía a su
madre cerca de ella.
Teníamos eso en común: nuestras conversaciones diarias con
nuestras madres.
Luego estaba Karla, mi nueva mejor amiga en una especie de Vete,
Eleanor. Ni siquiera podía aprender sobre ella en función de su
habitación, porque no tenía nada más que el ordenador que había en su
escritorio. Las paredes estaban vacías y los estantes no contenían nada.
La única chispa de personalidad la cinta de No Entrar pegada en la
puerta de su armario, con avisos escritos con marcador que decían,
MANTENTE ALEJADO.
En cierto modo, eso la resumía por completo.
Por último, estaba Greyson, aunque apenas lo veía.
Nunca estaba realmente el tiempo suficiente para que lo leyera.
Solo tenía mis recuerdos pasados de quien solía ser, y sinceramente,
apenas veía esos lados de él. Incluso cuando lo hacía, eran muy pocos y
distantes. Era como si intentara muy duro no mostrar ninguna
emoción, y cuando se escapaba, se apresuraba a recuperarla.
No solo mantenía su distancia de mí, sino también de las chicas.
Incluso cuando estaba cerca, era como si realmente no estuviera allí.
Parecía tan alejado de la realidad, me sorprendió que pudiera completar
sus tareas diarias de trabajo. Sin embargo, eso parecía ser lo único en
lo que sobresalía. Greyson era un adicto al trabajo profesional, y se
tomaba ese papel en serio.
Si no estaba hablando por teléfono de negocios, había muchas
posibilidades de que no hablara en absoluto.
Él y Karla eran muy similares en muchos aspectos, tan fríos y
distantes, pero la diferencia era que Karla era mala mientras que
Greyson no lo era. Estaba simplemente perdido.
Cada vez que Lorelai y yo cenábamos en el comedor, juro que
Greyson y Karla hacían todo lo posible para evitar acercarse a nosotras.
Simplemente tomaban su comida y se iban a sus propios espacios
personales.
De tal palo, tal astilla.
No pensaba demasiado en eso. Querían su espacio, así que se los
daba. La mayor parte de mi enfoque estaba en Lorelai.
Era la bendición al final de los días difíciles. No había nada que
pudiera evitar que esa niña se riera. En una casa llena de oscuridad,
era la luz que inundaba cada habitación.
Cada noche, después de la cena, Lorelai y yo fingíamos que éramos
dragones que volaban a un mundo nuevo donde nuestro único trabajo
era hacer que la gente se diera cuenta de que los dragones eran
criaturas amigables. Implicaba mucho saltar y rugir, por supuesto, algo
de lo que ambas éramos fanáticas.
Una noche, mientras jugábamos en la habitación de Lorelai,
nuestros volúmenes alcanzaron una nueva altura mientras nos reíamos
y reíamos del nuevo rugido gutural profundo de Lorelai. Las lágrimas
rodaban por sus mejillas por reírse tan fuerte, y cada vez que trataba de
recuperar el aliento, se reía más fuerte.
Esos eran mis momentos favoritos con los niños, los salvajes.
Mientras las dos nos perdíamos, fuimos interrumpidas por un
fuerte golpe en la puerta del dormitorio. Levantamos la vista para ver a
Greyson parado en la puerta con una mirada severa en su rostro. La
risa se desvaneció cuando notamos la seriedad en sus ojos.
—Hola, papi —dijo Lorelai, su voz más baja que antes.
—¿Qué pasa con todo el ruido? —regañó, frunciendo el ceño.
Me aclaré la garganta y alisé mi ropa.
—Oh, lo siento. No sabíamos que estaba en casa. Estábamos
teniendo una gran ronda de...
—Hablemos, Eleanor —siseó, interrumpiéndome—. En mi oficina.
Me paré más alto, con escalofríos recorriéndome.
—¿Qué?
—Me gustaría hablar contigo en mi oficina —repitió, sin esperar a
que respondiera antes de irse. Respiré hondo antes de girar hacia
Lorelai. Tenía los ojos muy abiertos y parecía alterada por la llegada
agresiva de su padre.
—¿Está enojado porque fuimos ruidosas? —cuestionó, con voz
temblorosa. Sus hombros cayeron hacia adelante, y pude ver la
preocupación en sus ojos. Era como si hubiera decepcionado a su padre
de alguna manera.
La pena de todo era que si alguien estaba decepcionando a alguien,
era su padre por no estar presente para sus hijas.
—No, cariño. Tu padre y yo teníamos una reunión programada,
simplemente lo olvidé. —La abracé y me abrazó con fuerza. Saboreé el
dulce abrazo—. Ahora ve a prepararte para la cama, ¿de acuerdo?
Vendré a verte pronto.
Asintió y se apresuró a elegir su pijama. Me dirigí a la oficina de
Greyson, donde la puerta estaba abierta de par en par.
—Sin ofender, ¿pero de verdad necesitas irrumpir con ese tono?
Asustaste a Lorelai casi hasta la muerte —dije mientras entraba. Él
estaba paseándose por la habitación, juntando los dedos mientras su
pecho subía y bajaba repetidamente.
—¿A dónde la llevas? —espetó, ignorando por completo mi
comentario.
—¿Disculpa?
—¿A dónde la llevas? —espetó una vez más, esta vez su voz más
alta, más aterradora.
Di un paso atrás, insegura de lo que quería decir.
—No sé qué me estás preguntando, Grey…
—¡Señor East! —gritó, haciéndome dar más pasos hacia atrás.
Estaba furioso, y no tenía ni idea de por qué. Nunca lo había visto
tan molesto. En su mayor parte, solo pasaba con un saludo indiferente.
En este momento, sin embargo, estaba enojado, incluso lívido.
—¿Qué pasa? —pregunté, tratando de no tomarme su
temperamento personalmente.
—Recibí un correo electrónico esta tarde pidiendo una
actualización sobre Karla. Resulta que no ha ido a la escuela en
semanas, específicamente desde que la has estado llevando. Así que,
dime, ¿a dónde la has estado llevando?
—Yo... —Mi voz tembló cuando mi mente trató de ponerse al día
con las palabras que estaba diciendo. ¿Cómo era eso posible? ¿Cómo
era eso una cosa?—. La llevo a la escuela todos los días después de
dejar a Lorelai. No entiendo cómo no asistiría.
—¿La ves entrar todos los días? —cuestionó.
—Bueno, no, porque la dejo a unas cuadras como las otras niñe...
—Mis palabras se fueron apagando y la realidad se estableció.
Oh, Dios mío, soy una idiota.
Karla había mentido sobre las otras niñeras dejándola a unas
cuadras de la escuela, y yo era la persona estúpida que había creído su
triste historia.
Sin embargo, Greyson no había captado la conclusión a la que yo
había llegado. Seguía mirándome con dureza, esperando respuestas.
Tragué saliva y expliqué la situación, alejando la mirada.
—Estás bromeando, ¿verdad? —dijo, pellizcándose el puente de la
nariz.
—S-solo pensé... —tartamudeé, sintiendo como si me hubiera
engañado alguien de catorce años. Mi rostro se calentó y no pude mirar
a Greyson. Me sentía humillada por mi ingenuo error. Me había
engañado. Realmente me había engañado una adolescente—. Lo siento
mucho.
—Disculparse no compensa el hecho de que se haya perdido
semanas de escuela.
—Pero, ¿cómo ha sucedido eso? ¿No notifican a los padres si el
estudiante está ausente de la escuela por más de un día o dos?
Gruñó.
—Eso es lo que estoy investigando ahora. Hasta entonces, ve a
buscar a Karla a su habitación y tráela aquí para que los tres podamos
hablar de esto.
—Sí, por supuesto.
Me apresuré, sintiendo un dolor agudo en el estómago por mi ira
con Karla. Hice todo lo posible para tratarla amablemente, para que se
sintiera cómoda, pero este fue el resultado que recibí. Cuanto más me
acercaba a su habitación, más me enfadaba. Greyson había explotado
conmigo por sus mentiras.
Entonces mis emociones cambiaron a preocupación.
Si no había ido a la escuela, ¿dónde había estado?
¿Qué estaba haciendo?
¿Había drogas involucradas? ¿Alcohol?
Oh, genial, ahora estaba enojada y preocupada. Me pregunté si
esto era lo que era ser padre, sentir cada emoción a la vez. Era
agotador. Cada emoción llegó como una ola chocando contra la orilla, y
no estaba segura de qué hacer con todas las emociones que estaba
experimentando.
Sentí como si hubiera un trastorno de personalidad múltiple.
Quería gritar y hablar suavemente al mismo tiempo. Quería ser el
policía bueno y el policía malo. Quería ser su amiga y su comodidad,
pero también la sargento de instrucción.
No hay término medio cuando se trata de criar adolescentes.
Siempre tienes la sensación de estar loco.
Antes de que Karla pudiera siquiera presenciar mi preocupación-
ira, el nudo más grande se formó en mis entrañas cuando entré en su
habitación solo para encontrarla vacía.
—¿Karla? —Ninguna respuesta.
No se habría ido, ¿verdad? ¿Se escapó para ir a hacer lo que fuera
que hacía durante el horario escolar?
Me adentré más en su habitación, hacia la puerta con “No Entrar”
de su armario, y cuando mi mano aterrizó en la manija de la puerta, un
grito agudo aguijoneó mis oídos.
—¡¿Qué estás haciendo?! —espetó Karla, obligándome a dar la
vuelta a toda prisa.
—¡Karla! —Una ola de alivio se estrelló contra la orilla—. Oh, Dios
mío, ¿dónde estabas? —pregunté, con el corazón acelerado.
—El baño. —Sus ojos se estrecharon—. ¿Por qué estás a punto de
entrar ahí? ¿Eres estúpida? ¿No puedes leer?
—No me llames estúpida —la regañé, sonando más madura de lo
que realmente era—. Tu padre te quiere en su oficina.
—¿Sí? Bueno, estoy ocupada. —Se acercó a su escritorio y fue a
buscar sus auriculares para ignorarme, pero los agarré antes de que
pudiera.
—No, no lo estás. Ahora, ve a la oficina de tu padre.
—¿Por qué?
—Porque lo sabemos.
—¿Saber qué?
—Sabes lo que sabemos —dije, entrecerrando los ojos mientras
agitaba un dedo hacia ella.
Alzó su ceja.
—O no lo hago.
Mis manos se posaron en mis caderas.
—Karla, vamos. Puedes dejar de actuar.
—Escucha, no sé de qué estás hablando, y me estoy cansando de
estas acusaciones, así que escúpelo o sal de mi habitación.
—No has asistido a la escuela en semanas, Karla —gruñó Greyson,
apareciendo detrás de mí. Sus ojos estaban llenos de ira, y su pecho
subía y bajaba cada vez que respiraba—. De eso está hablando. Eso es
lo que tenemos que discutir.
Estaba enojado, con buenas razones.
En el momento en que el verdadero padre entró en la habitación,
sentí que estaba fuera de lugar. Era, después de todo, solo la niñera. En
su mayor parte, Lorelai era mi deber principal.
—Me ocuparé desde aquí, Eleanor —me dijo Greyson, colocando su
mano en el pomo de la puerta y retrocediendo unos pasos para que
saliera.
Respiré hondo y miré hacia Karla, que parecía nerviosa y casi...
¿feliz? Parecía satisfecha con la forma en que estaba sacando de quicio
a su padre.
Luego, me di la vuelta y salí de la habitación. Greyson cerró la
puerta detrás de mí.
En segundos, comenzaron los gritos. La competición de gritos entre
esos dos me hizo sentir inquieta y contenta a partes iguales.
A pesar de que estaban peleando, estaba presenciando a Greyson
haciendo algo que no sabía que todavía sabía hacer: criar a sus hijos.
Verlo discutir con Karla, estar tan enojado, demostraba que en algún
lugar dentro de su corazón frío y entumecido, todavía le importaba
mucho. En algún lugar dentro de él, todavía estaba preocupado.
Eso tenía que significar algo.
Me fui esa noche antes de que los gritos se detuvieran. No tenía
derecho a escuchar a Karla y Greyson intercambiar palabras llenas de
agotamiento y dolor. Estaba claro que ambos estaban dolidos, pero la
única forma en que parecían poder aliviar su dolor era gritándose el
uno al otro.
33
Eleanor

M
e desperté a la mañana siguiente con curiosidad sobre lo
que había pasado entre Karla y Greyson. No podía evitar
preguntarme a dónde iba Karla cada día, qué estaba
haciendo y cómo se nos había pasado a Greyson y a mí.
Cuando me dirigí a la casa de Greyson, ya estaba en su porche con
una taza de café sobre la barandilla. No parecía tan enojado como lo
había estado la noche anterior, y pensé que tal vez dormir lo había
ayudado a calmarse. Sin embargo, parecía extrañamente tranquilo.
Afuera hacía mucho frío, y todo lo que llevaba puesto era una
camisa negra de manga larga y unos pantalones. ¿Cómo no estaba
helado?
—Eleanor —dijo, su voz monótona.
Me encogí un poco, casi segura de lo que vendría después.
—Déjame adivinar... —Suspiré, poniendo mi bolso más alto sobre
mi hombro—. Me estás despidiendo. Lo entiendo. Cometí un gran error.
Solo tengo algunas cosas mías en la casa. Luego empacaré mis cosas en
la casa de huéspedes y estaré fuera de tu vista en unos minutos. —
Empecé a pasar junto a él y me sorprendí cuando su mano aterrizó en
mi antebrazo, deteniéndome.
Mis ojos se movieron a su toque, y su mirada hizo lo mismo antes
de mirarnos el uno al otro. Se sintió como si un rayo de electricidad se
disparara por todo mi cuerpo, dejando solo escalofríos.
Oh. ¿Qué fue eso?
Me pregunté si también los sintió.
Rápidamente me soltó y se aclaró la garganta.
—Lo siento. Solo... —Dio un paso atrás y suspiró, cruzándose
brazos—. Buenos días. —Sus palabras me arrojaron al bucle más
grande conocido por la humanidad.
Alcé una ceja.
—¿Buenos… días?
Entonces, solo nos miramos. Mis ojos se movieron de un lado a
otro por un momento, insegura sobre qué era lo siguiente en nuestra
conversación.
—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte...? —Mi voz era baja y
confundida.
—No estás despedida.
—Oh, pero pensé que...
Asintió.
—Lo sé, pero no lo estás.
—Entonces, ¿qué pasa? ¿Hay algo más que quieras decir?
—No. Sí. Quiero decir... —Inhaló hondo y lo soltó lentamente. Todo
sobre Greyson parecía tan complejo. Era como si su corazón estuviera
constantemente luchando contra su mente, haciéndole imposible
expresarse completamente—. Te debo una disculpa.
—¿Por qué?
—Por gritarte ayer sobre Karla. No fue profesional —afirmó,
pasando su mano por su nuca, evitando el contacto visual.
—Oh, eso. Bueno, sí, lo fue —dije con naturalidad—. Pero también
fue comprensible. También habría reaccionado mal a esa noticia. Solo
espero que sepas que no tenía ni idea de nada de eso, Greyson. De
verdad pensaba que estaba haciendo lo correcto.
Asintió y no me corrigió por llamarlo por su nombre. Tal vez estaba
demasiado aturdido y confundido por la pelea de la noche anterior para
siquiera notar mi error.
—¿Averiguaste a dónde iba cada día? —pregunté.
Negó y me dio la espalda, mirando hacia el sol naciente.
—No. No quiso decirlo, pero descubrí que falsificó mi firma en
algunos documentos, diciendo que la familia estaba de vacaciones
durante dos meses. La escuela incluso le dio toda su tarea por
adelantado, y la ha estado haciendo toda. Yo solo…
Su voz se apagó y sus hombros se encorvaron.
Oh, Greyson...
Su tristeza era muy fuerte esa mañana.
—Es inteligente, ¿sabes? —dijo—. Meticulosa, como su madre.
Cubrió todas las bases. Debió haberlo planeado antes incluso de que
fueras contratada para ser nuestra niñera, porque había estado en
proceso durante algún tiempo. Simplemente no sé por qué.
—¿Le preguntaste por qué?
—No. —Se volvió hacia mí con los brazos cruzados—. Simplemente
exploté.
Sabía que se equivocó también. Veía la culpa por su reacción.
—Te preocupas por ella.
Cuando me miró, sus ojos me contaron una historia que sus labios
no se atrevían a pronunciar. Sus ojos se veían más grises esa mañana.
Más tristes también. La noche anterior debía haber sido difícil para él;
su mirada contaba esa historia, la historia de un alma rota.
Se removió en sus zapatillas.
—Solo quería disculparme por estallar. Me desquité con la persona
equivocada, y fue idiota de mi parte creer que tuviste algo que ver con
Karla y su malvado plan.
Sonreí, pero estaba segura de que vio la tristeza en la curva de mis
labios.
—Gracias por las disculpas.
Asintió y levantó la taza sobre la barandilla.
—Te hice café. Dos azúcares, un toque de vainilla, crema extra.
Mi corazón dio un vuelco mientras lo miraba.
—¿Recordabas mi café favorito de cuando éramos más jóvenes?
—No. Solo te veo haciéndolo todas las mañanas en la cocina.
Oh. Por supuesto. Qué cosa tan extraña para pensar, Eleanor. Por
supuesto que no recordaba mi café favorito. Sin embargo, el hecho de
que me hubiera visto todos los días no pasó desapercibido. Aún más,
que me entregara esa taza se sintió un poco como una ofrenda de paz.
—Gracias —dije, tomando la taza de sus manos.
—No, gracias. Sé que puedo... —Hizo una pausa y soltó una
respiración pesada—. Sé que es difícil estar cerca de mí.
—Está bien.
—No lo está. Nunca he sido el mejor en estas cosas… en ser padre.
Trabajo duro y mucho tiempo, y cada vez que regreso a casa, estoy
muerto. Era así antes del accidente, pero al menos entonces, tenía a
Nicole allí para equilibrarme, para ser la calma de mi tormenta. Ahora...
sin ella... —Se pasó el pulgar por la nariz—. Es solo que no sé cómo
hacer esto —confesó.
—¿Hacer qué?
Bajó la cabeza y cuando alzó la mirada, presencié la expresión más
triste que había visto en toda mi vida. Tenía el rostro pálido como si le
hubieran quitado toda la vida.
Separó sus labios y habló suavemente:
—Vivir en un mundo en el que ella no existe. —Sus ojos lucían
como si todo su mundo estuviera en llamas. Se aguaron y negó una vez,
tratando de controlar sus emociones—. Lo siento.
—No lo hagas. Lo que te pasó, lo que estás pasando, es una de las
cosas más difíciles con las que alguien tiene que lidiar. Y todavía es
muy reciente, Greyson. Esas heridas todavía son muy nuevas. No es
sorprendente que te sientas completamente perdido —dije,
acercándome a él. Puse mi mano sobre su antebrazo, y sentí su cuerpo
temblar ligeramente por sus nervios. Estaba muy lejos de encontrarse
bien, y estaba casi segura de que no lo haría por mucho tiempo.
—Está bien, estoy bien —mintió mientras retiraba mi mano de su
brazo. Se pellizcó el puente de la nariz—. Solo quería disculparme por
ser tan grosero contigo. No te lo mereces, Ellie, para nada.
Me había llamado Ellie, y no creí que hubiera notado su desliz.
Sonreí.
—Está bien, de verdad. Lo entiendo.
—Aunque lo entiendas, no lo mereces.
No sabía qué más decir, y parecía que él tampoco.
Se giró para regresar a la casa y luego se detuvo un momento
antes de volverse hacia mí.
—Cada día... me preocupo por Karla cada día de mi vida.

Esa mañana, todo volvió a la rutina normal, excepto que esta vez,
personalmente llevé a Karla al edificio de la escuela. Definitivamente no
estaba entusiasmada con la idea, eso era seguro.
—Esto es humillante —susurró Karla, encorvada, haciendo todo lo
posible para desaparecer.
—Sí, bueno, deberías haber pensado en eso antes de planear un
viaje fingido —respondí mientras pasábamos por la puerta principal.
—Sí, lo que sea. ¿Puedes irte ahora? —murmuró, gruñendo por lo
bajo—. Esto es tan poco genial, Eleanor.
Nunca había estado más feliz de ser etiquetada como no genial en
mi vida.
—No. Primero vamos a pasar por la oficina del director para aclarar
algunas cosas.
—Todo se ha aclarado —dijo una voz, haciéndonos levantar la vista
para ver a Greyson saliendo de la oficina del director.
—Papá —gimió Karla, golpeándose la frente con la mano—. ¿Qué
estás haciendo aquí?
—Haciendo mi trabajo como padre —replicó.
—Esa es una primera vez —dijo Karla con descaro.
Duro, pero tal vez cierto...
—Todo está en orden. Además, te inscribí para obtener un crédito
extra en cada clase —le dijo, parándose alto.
—¡¿Crédito extra?! —siseó Karla, con sus fosas nasales
ensanchadas—. ¡Pero hice la tarea!
—Sí, lo hiciste, después de mentir durante semanas para hacer
Dios sabe qué en tu propio tiempo. Hiciste una elección en el momento
en que falsificaste ese papeleo, Karla. Ahora estoy haciendo una
elección para evitar que pienses en volver a hacer algo como esto. A
menos que…
—¿A menos qué? —preguntó.
—A menos que me digas a dónde has ido todos los días —dijo
Greyson.
Los ojos de Karla se llenaron de lágrimas y negó.
—¡Esto es una mierda! —gritó.
—Lenguaje —dijimos Greyson y yo al unísono.
Le sonreí.
No me devolvió la sonrisa.
Parecía que las cosas volvieron a la normalidad.
—¿No tienes una reunión o alguna mierda a la que llegar? ¿No
puedes dejarme en paz? —cuestionó ella.
Greyson miró su reloj y asintió.
—De hecho, lo hago. —Entonces esos ojos me miraron—. Gracias
por traerla a la escuela hoy, Eleanor. Si pudieras llevarla al aula102
para su clase de ciencias, sería genial.
Oh, realmente estaba representando la vergonzosa rutina del
padre.
—Por supuesto, señor East —respondí.
—Es señor Ea... —Se detuvo, dándose cuenta de que efectivamente
lo había llamado por su apellido—. Correcto, por supuesto. Bueno,
entonces adiós.
Se fue y seguí acompañando a Karla a su primera clase, a pesar de
que ella estaba completamente en contra de la idea.
—Odio cuando hace eso —se quejó.
—¿Hacer qué?
—Tratar de actuar como mi padre.
—Es tu padre.
—Has estado con nosotros durante casi dos meses, dime cuánta
crianza has visto en realidad.
No se equivocaba. Justo cuando estaba a punto de dejarla en su
clase, otro estudiante se acercó y se detuvo frente a nosotras. Vi a Karla
tensarse mientras él la miraba.
Era adorable, un chico lindo con un rubio afro rizado y ojos azules
que harían que cualquier chica de su edad se derritiera.
—Hola, Karla. No te he visto por aquí últimamente —dijo—. Unos
pocos pensaron que cambiaste de escuela.
Ella se removió y no hizo contacto visual con él. Su mano izquierda
frotó su brazo derecho.
—Sí.
—¿Has estado bien? —inquirió él, entrecerrando los ojos.
Antes de que ella pudiera responder, otra chica lo llamó.
—¡Brian! ¿Qué estás haciendo? —Alcé la mirada para ver a una
chica descarada que usaba más maquillaje de lo que cualquiera de su
edad hubiera usado, parada allí con ambas manos en las caderas.
Brian se volvió hacia la chica y se encogió de hombros.
—Nada. Solo pensé en decir hola. ¿Viste la vuelta de Karla?
—La vi, no me importa —murmuró—. Ahora aléjate de esa cosa y
llévame a clase —gruñó.
Cada vello de mi cuerpo se erizó cuando el pequeño demonio
grosero habló de Karla así.
—¡¿Qué quieres decir con esa cosa?! —comencé, pero Karla
rápidamente tiró de mi brazo.
—No lo hagas, Eleanor.
—Pero…
Me miró con lágrimas en los ojos y negó.
—Por favor. No lo hagas.
Brian frunció el ceño y se frotó la nuca.
—Bueno, supongo que nos pondremos al día más tarde, Karla.
—Probablemente no —dijo secamente mientras él se apresuraba a
llevar a Satanás a clase.
—¿Quiénes son? —pregunté, y se quejó mientras continuábamos
hacia su clase.
—Los fantasmas del pasado de Karla —murmuró, sin dejarme
entrar más que eso.
Era agradable saber que la escuela secundaria todavía era un
infierno en la tierra.
Al menos algunas cosas nunca cambiaban.
34
Greyson

—¿C
ómo has estado durmiendo? —preguntó
Claire mientras nos sentábamos para
nuestra cita habitual de almuerzo del
martes. No tenía ganas de reunirme con ella
todas las semanas, pero Claire era terca de
esa manera. Si no me reunía con ella, se sentaría en el vestíbulo de la
oficina de EastHouse y reproduciría canciones de Journey a todo
volumen. Me asombraba cómo la mente podía romperse después de la
tercera ronda de escuchar "Don’t Stop Believing".
Por lo que la veía para almorzar una vez a la semana, a pesar de
que todavía era difícil mirarla.
—He estado durmiendo bien —respondí, mordiendo mi sándwich.
—Estás mintiendo —dijo.
Tenía razón, pero no importaba.
Tenía los párpados pesados y a veces dormitaba en las reuniones.
Se sentía como si todo mi sistema funcionara con café expreso y
bebidas energéticas. Era lo único que me mantenía en marcha.
¿Saludable? No. ¿Bueno para mi alma? Probablemente no. Pero no me
importaba mucho mientras no estuviera durmiendo.
Dejó el tenedor y se recostó en su silla, estudiándome. También era
muy buena en eso, mirándome y sabiendo cuándo no estaba bien. La
mayoría de la gente aprendió a dejarme solo y en paz, pero ella y
Landon siempre me seguían presionando para que me abriera, a pesar
de que hacía todo lo posible para mantenerlos a distancia.
—Greyson, no es saludable que no estés durmiendo. Realmente
deberías hablar con alguien al respecto —comentó—. Jack y yo hemos
estado muy preocupados. —Jack era el nuevo esposo de Claire. Había
perdido al padre de Nicole hace unos años y, durante mucho tiempo,
pensó que estaría sola el resto de sus días. Pero entonces Jack llegó y
cambió de parecer.
Claire se inclinó hacia delante y juntó sus manos.
—Solo me preocupa que no descanses. Especialmente con los días
que se aproximan...
—Estoy bien —dije una vez más, interrumpiendo su proceso de
pensamiento.
Todavía mentira, y aun así, no importaba.
La verdad era que no había estado durmiendo. Luchaba contra ello
con uñas y dientes cada noche. Parecía que la única vez que tuve una
noche de sueño decente fue cuando me acurruqué en una cama con mi
hija, quien pateaba mientras dormía.
—Greyson, sé que con el aniversario...
—¿Cómo va el trabajo? —inquirí, cortando su oración una vez más.
Hizo una mueca pero se recostó, sabiendo que era hora de cambiar
de tema.
Me presionaba todo el tiempo, pero conocía sus límites. Sabía que
presionar no iba a conducir a un buen resultado, así que se retiraba.
Claire siempre había sido muy buena leyendo a las personas, y sabía
cómo leerme por dentro y por fuera, incluso sin que hablara de mis
sentimientos.
—El trabajo va bien —dijo con una pequeña sonrisa. Pasó a hablar
sobre cualquier cosa y todo lo demás que no era yo. Estaba agradecido
por eso porque estaba demasiado cansado para pensar en mí y estaba
demasiado desolado para pensar en los días que se acercaban.

Tres a uno.
Así era siempre. Sus tres votos siempre derrotaban al mío.
El problema de ser el único hombre en tu familia es que a menudo te
superan en número cuando se trata de votos. Ni siquiera estaba seguro
de por qué pedían mi opinión, ya que nunca parecía importar, pero
siempre me preguntaban sobre el tema en cuestión.
—Comimos italiano el pasado fin de semana cuando salimos —
discutí durante el debate de la cena—. Además, comemos pasta todos los
lunes. ¿No están cansados de la pasta?
—Nop —dijo Lorelai, saltando en su asiento de auto. La aseguré
rápidamente antes de subirme al asiento del conductor.
—En realidad no. —Karla se encogió de hombros.
¿Por qué nunca anhelaban el filete?
Todo lo que realmente quería era un filete grande, gordo y jugoso.
—¡Deberíamos ir a Palmer’s Italian House! —exclamó Karla,
haciéndome gemir aún más, porque estaba a más de una hora en auto, y
llovía. Tardaría incluso más de lo normal en llegar.
Miré a Nicole y entrecerré los ojos.
—¿Qué quieres? —le pregunté.
Por favor, di filete. Por favor, di filete.
Se encogió de hombros.
—Los palitos de pan de Palmer’s suenan increíbles. Además, es el
cumpleaños de Lorelai, así que creo que ella debería decidir.
—¡Palmers! ¡Palmers! —gritó, golpeando sus manos contra sus
piernas.
Bueno. Allí estaba.
Comenzamos el recorrido hacia Palmer's, que involucraba muchos
caminos sinuosos y áreas boscosas.
Mientras conducía, bajé la mirada a mi teléfono sonando para ver el
nombre de Rob Turner parpadeando en la pantalla. Era uno de mis
empleados, y sabía que estaba trabajando en cosas en EastHouse.
Normalmente respondía sus llamadas en un instante, pero era sábado
por la noche y teníamos una regla estricta en nuestra familia: No trabajar
los sábados por la noche.
Nicole también notó el nombre en el teléfono y me echó un vistazo,
casi retándome a contestarlo, y fui rápido en ignorar la llamada. Lo
último que necesitaba era una esposa enojada porque me tomé unos
minutos para atender una llamada de trabajo.
—¡Podrías parar! —le espetó Karla a su hermana menor, que repitió
sus palabras.
—¡¿Podrías parar?!
—¡Mamá!
—¡Mamá!
—No, en serio, ¡para, Lorelai!
—No, en serio, para, Lorelai —se burló Lorelai. Esa era su nueva
cosa favorita, jugar al imitador. Nos volvía a todos locos, pero estaba
obsesionada.
—Chicas, cálmense —regañé—. Tenemos un largo camino hasta el
restaurante, y no quiero oírlas ahí atrás.
—¡Sigue desabrochándome el cinturón de seguridad! —exclamó
Karla, su voz llena de irritación.
Nicole se giró rápidamente, señalando con el dedo a nuestra hija.
—Lorelai East, no tocamos los cinturones de seguridad en los autos.
¿Me entiendes?
—Pero, mamá...
—Sin peros. Mantén tus manos quietas —dijo Nicole, dándose la
vuelta mientras Lorelai seguía haciendo pucheros y Karla se regodeaba
por salirse con la suya, lo que, por supuesto, condujo al berrinche de
Lorelai.
Por la forma en que esa niña de cinco años recién cumplidos podía
alcanzar esos altos chillidos me hizo pensar que podríamos tener a la
próxima Mariah Carey en nuestras manos.
—¡Jesús, Lorelai! ¡Basta ya! —dijo Nicole, su voz cansada, pero
nuestra dulce niña pequeña continuó con su rabieta. Cuando una niña de
su edad pensaba que la situación era injusta, se aseguraba de darlo a
conocer a todo el mundo con sus gritos.
Lo vi en los ojos de mi esposa, ella llegando a su punto de ruptura.
Solo había un tanto que podía soportar antes de que el agotamiento se
apoderara y su ira aumentara.
Dándome la vuelta, grité:
—¡Lorelai! ¿Puedes calmarte? Es tu cumpleaños y este no es un
buen comportamiento de cumpleaños y…
—¡Greyson! —gritó Nicole, haciéndome dar media vuelta.
Parpadeé una vez y, en ese segundo, todo cambió.
Solo toma un instante para que el mundo de uno se mueva del revés,
solo unos segundos para que una vida llena de alegría y risa sea
reemplazada por la desesperación final.
Esos ojos de ciervo brillaron bajo los faros.
El miedo llenó nuestras miradas.
Lo esquivé.
Juro por Dios que lo esquivé.
El ciervo también lo hizo.
Juro por Dios que lo esquivó.
Fallé.
También falló.
Mi piel se erizó.
¿De quién fue ese grito?
¿Era de Lorelai?
¿Karla?
¿Mi esposa gritó de miedo?
No…
Fui yo, mi voz.
Las ramas se rompieron cuando el auto se salió de la carretera
hacia el bosque oscuro. Giré el volante, golpeando el pie contra los frenos,
pero no funcionó. El auto siguió moviéndose hasta que se detuvo,
directamente contra un árbol.
Colisión frontal.
Todo dolía. Todo quemaba.
Humo salía del motor. Mi cabeza palpitaba, mi visión se nubló. No
podía pensar con claridad mientras el ácido subía por mi garganta. Mi
cuerpo se congeló cuando el sabor cálido y salado de la sangre se deslizó
por mis labios.
—Grey... —habló con voz entrecortada en mi dirección.
Me volví hacia la derecha y la frente de Nicole estaba sobre el airbag
explotado.
—Está bien, está bien. —No sabía por qué esas fueron las palabras
salieron por mis labios, pero eran todo lo que se me había ocurrido. Hice
todo lo posible por alcanzarla, pero estaba atascado. Mi cinturón de
seguridad estaba atascado y no podía moverme. Necesitaba llegar a ella,
ayudarla. Tiré y tiré, esperando que cediera, pero nada funcionaba—. Te
tengo, solo espera —prometí.
Negó.
—No. Las niñas.
Me di la vuelta y Lorelai estaba gritando en el asiento del auto,
aparentemente con más dolor del que su joven cuerpo podía soportar.
Cuando miré a su izquierda, mi corazón saltó a mi garganta.
La ventana lateral estaba hecha añicos, con marcas rojas en los
cristales rotos, y no se veía a Karla por ningún lado.
¿Dónde está? ¿Qué pasó? ¿Cómo puedo llegar a ella? ¿Cómo puedo
salvarla?
¿Karla?
¿Estás bien?
Necesito saber que estás bien.
¡Maldita sea, déjame ir!
Tiré del cinturón de seguridad cada vez más fuerte, usando toda la
fuerza que pude reunir, y finalmente se soltó. Alcancé a Nicole, pero
seguía negando.
—Las niñas, las niñas. —Lloró, con la voz dolorida por el miedo y los
dolores a lo desconocido.
Golpeé mi cuerpo contra la puerta, una y otra vez. Cuando
finalmente cedió, traté de salir rápidamente del auto, pero mis piernas me
fallaron.
Me obligué a ponerme de pie y revisé a Lorelai. Aunque estaba
llorando, parecía estar bien. Entonces, fui a buscar a su hermana. Me
apresuré a través de la lluvia cegadora en busca de mi hija.
—¡Karla! —llamé una vez, dos veces, un millón de veces. No hubo
respuesta, no se escuchaba nada. Los pensamientos que pasaron por mi
cabeza no fueron bienvenidos, y tomó todo de mí evitar desmoronarse.
Está aquí. Está bien. Está aquí. Tiene que estarlo.
Metí la mano en el bolsillo, saqué mi teléfono y marqué el 911.
Sin señal.
Zona muerta.
Me sentí enfermo, pero no podía quedarme allí parado y seguir
intentando marcar el número. Tenía que encontrar a mi hija.
Seguí gritando. Necesitaba que me escuchara. Tenía que estar allí.
La gente no solo desaparecía.
Cuando giré a mi derecha, la vi, una pequeña figura tendida frente a
dos árboles. Había sangre en el árbol frente a ella, como si se hubiera
estrellado directamente contra él. Se la veía tan pequeña e inmóvil.
Muy inmóvil.
La inmovilidad fue lo que más me asustó.
—No… —susurré, apresurándome y cayendo a su lado—. Karla, soy
yo, soy papá. Despierta, cariño. Despierta —rogué mientras las lágrimas
brotaban de mis ojos, mezclándose con la lluvia que se burlaba de
nosotros mientras caía del cielo—. Karla, despierta. Estás bien, ¿de
acuerdo? Estamos bien. Estamos bien. Estamos bien.
—Oh, Dios mío —gritó una voz. Me di la vuelta para ver los faros
brillando hacia mí mientras alguien avanzaba—. ¿Está bien, señor? —
preguntó el desconocido.
Estreché los ojos hacia la figura a medida que se acercaba.
—Necesitamos ayuda. —Lloré, agradecido de verlo—. No puedo o-
obtener señal, n-no puedo pedir ayuda.
—Está bien, está bien. —Asintió una vez, su miedo apareciendo
cuando sus ojos se posaron en Karla. La forma en que la miró me mostró
la verdad que ya sabía: no estaba bien. Sin embargo, no podía lidiar con
esa idea.
—Ella está bien. Está bien —prometí, a pesar de que mis promesas
eran más probablemente mentiras.
—Estás sangrando —dijo el hombre en voz baja, su tono lleno de
preocupación.
¿Qué? No.
Me desabotoné la chaqueta y me toqué el costado, carmesí
manchando las yemas de mis dedos.
Mis ojos se vidriaron mientras miraba mi camisa blanca, que estaba
manchada de rojo. La comprensión me alcanzó cuando mi cuerpo
comenzó a punzar con dolor. El vómito comenzó a surgir de la boca de mi
estómago cuando el hombre se acercó.
—Deja que te ayude.
—No, estoy bien —dije, sintiéndome lejos de estar bien. Me sentía
enfermo, con náuseas, débil—. Solo ve a pedir ayuda.
—Pero…
—¡Por favor!
Asintió en acuerdo y se alejó rápidamente.
Seguí sosteniendo a mi hija en mis brazos, bajando mí frente a la de
ella, deseando nada más que estuviera bien, que abriera los ojos, que me
mirara y me dijera que iba a estar bien, pero no podía. Entonces, repetí
las palabras una y otra vez.
—Estás bien, estás bien, estás bien...
No podía escucharme.
No podía verme.
No podía sentir que estaba allí.
Mi visión se volvió aún más borrosa mientras esperaba la ayuda.
—Karla... —susurré, sacudiéndola—. Karla, respóndeme… por
favor… —Lloré—. ¡Karla!
35
Eleanor

—K
arla, ¿quieres unírtenos para la cena? —le
pregunté mientras pasaba por el comedor para
tomar su cena de la cocina. Le preguntaba
todas las noches, y cada vez daba la misma
respuesta monótona: “No”.
Levantó su plato, y cuando regresó hacia el comedor, se detuvo.
Todos lo hicimos.
De la nada:
—¡Karla! ¡No! —gritó una voz desde una habitación diferente
cuando Lorelai y yo nos enderezamos. Karla también lo hizo. Nuestra
conversación se detuvo y alzamos la vista, un poco confundidas
mientras los gritos continuaban—. ¡No! ¡No! —gritó la voz, obviamente
proveniente de la oficina de Greyson.
Me levanté de la silla. Lorelai y Karla parecían nerviosas, pero les
sonreí.
—Quédense aquí, chicas. Solo voy a ver lo que está sucediendo.
Me dirigí a la oficina de Greyson y se me hizo un nudo en el
estómago porque sonaba como si estuviera desesperado.
—¿Greyson…? —llamé, tocando primero. Sin respuesta. Llamé de
nuevo, aún nada. Luego, giré el pomo de la puerta de su oficina para
encontrar a un Greyson dormido en su escritorio revolviéndose.
Estaba en profunda desesperación, obviamente tenía una terrible
pesadilla, y no parecía que fuera a despertar pronto. Entré lentamente y
lo golpeé una vez en el hombro.
—Oye, despierta. —No dejó de moverse. Lo golpeé con fuerza unas
cuantas veces más—. ¡Greyson, despierta!
Se levantó, con los ojos muy abiertos, y aterrorizado.
Puse una mano reconfortante sobre su hombro para tratar de
librarlo del miedo.
—Está bien, estás bien. Fue un sueño.
Me miró, con los ojos aún muy abiertos, y liberó su hombro de mi
toque. Miró a su alrededor, alerta, y luego sus ojos me miraron.
—¿Qué estás haciendo aquí? —espetó, obviamente conmocionado.
—Mmm, te escuchamos gritar. Solo quería ver qué pasaba para
asegurarme de que estabas bien.
—¿Estás bien, papi? —dijo una pequeña voz.
Ambos levantamos la vista hacia el umbral de la puerta donde
estaba Lorelai con una expresión de preocupación en su rostro.
Greyson se aclaró la garganta y trató de recuperar la compostura
mientras se sentaba derecho y se ajustaba la corbata.
—Estoy bien.
—Estabas gritando —comentó Lorelai, todavía preocupada por su
padre.
Justo entonces apareció Karla en la puerta.
—¿Qué te pasa? —le preguntó.
—Nada. ¡Estoy bien! —espetó, sobresaltándonos. Deslizó sus
manos sobre su rostro y suspiró—. Lo siento. Estoy bien. Por favor,
vuelvan a lo que estaban haciendo.
—Pero, papi… —comenzó Lorelai, con los ojos llenos de lágrimas.
Les ofrecí a las chicas una sonrisa que esperaba las tranquilizara.
—Está bien, Lorelai. Solo un mal sueño. Qué tal si vuelves al
comedor y terminamos nuestra cena.
—¡No está bien! —espetó Karla, mirando a su padre—. ¡Nada sobre
él está bien! ¡Nada sobre esta casa está bien y estoy harta de actuar
como si todo estuviera bien cuando simplemente no lo está! —gritó
antes de alejarse tan rápido como pudo.
Lorelai se quedó quieta con lágrimas en los ojos.
—Lorelai, todo está bien —le dije—. Solo vuelve a la mesa. Ahora
voy.
Con cautela, Lorelai hizo lo que le dijeron, y liberé el aliento que
había estado conteniendo. Me volví hacia Greyson, que ahora estaba de
pie y miraba por la ventana de su oficina dándome la espalda.
—¿Estás bien?
Se giró para mirarme. Su cabeza se retiró un poco mientras unía
los dedos con fuerza y hablaba.
—Sí, Eleanor. Estoy bien.
—Si no estás…
—Eleanor.
—¿Sí?
—Cierra la puerta al salir.
Hice lo que dijo, sabiendo que ya estaba nervioso y no queriendo
presionarlo. Solía tener ese mismo tipo de pesadillas después de la
muerte de mamá. No era una cosa poco común en absoluto. Les
sucedía a muchas personas después de la tragedia. Recordé estar
aterrorizada de cerrar los ojos porque no estaba segura de dónde me
llevarían mis sueños. No estaba preocupada por sus sueños, sino que lo
que más me preocupaba era que Greyson no parecía del tipo que
hablara con nadie de su sufrimiento.
Mantenía sus heridas para sí mismo, lo que era la forma más fácil
de ahogarse.

Me quedé hasta un poco más tarde con Lorelai esa noche después
de acostarla, porque sabía que estaba un poco inquieta por el arrebato
de su padre. Eso era algo que pasaba con los años: cuanto más mayor
eras, más aterradora se volvía la vida, y Lorelai estaba en esa edad
donde las cosas se volvían un poco más aterradoras.
—¿Estás bien? —pregunté, acercándome y sentándome en el borde
de su cama.
Asintió mientras abrazaba su almohada.
—¿Papá está bien?
—Sí, se encuentra bien. Simplemente tuvo un mal sueño.
—Tiene muchas pesadillas —susurró, su voz muy baja y tímida.
—¿De verdad? ¿Grita mucho mientras duerme?
—Sí. A veces me despierta cuando estoy durmiendo. ¿De verdad
está bien?
Sonreí, aunque quería fruncir el ceño. Pasé las manos por el
cabello de la niña y me agaché para darle un suave beso en la frente.
—Sí, está bien. Solo está resolviendo algunas cosas, eso es todo.
Asintió, siendo más comprensiva de lo que debería haber sido
posible para una niña tan pequeña.
—Lo extraño.
—¿Lo extrañas?
—Sí, solía pasar el rato conmigo, pero ahora… —Sus palabras se
desvanecieron y frunció el ceño—. También extraño a mami. Era mi
mejor amiga, ella y papá.
Oh, cariño…
—Y Karla. Era mi mejor amiga, pero ya no quiere jugar más —
explicó Lorelai—. Ahora está un poco gruñona.
Me dolía el corazón por ella. Me dolía el corazón por todos ellos.
Sus vidas estaban enredadas en la tragedia, y nada realmente podía
cambiar eso.
Cuando Lorelai finalmente se durmió, reuní mis cosas para ir a
casa a pasar la noche, y cuando pasé junto a la oficina de Greyson, noté
que la puerta estaba abierta, lo cual no era normal.
Se hallaba frente a su chimenea con un vaso en la mano, y su
mirada era muy dura. Tenía las cejas fruncidas mientras inhalaba y
exhalaba. Desearía poder deslizarme dentro de su cerebro y ver el
funcionamiento de su mente. Parecía pensar tantas cosas, pero nunca
liberaba esos pensamientos. La cantidad de presión sobre sus hombros
parecía tan pesada.
—Hola —dije suavemente, y se giró para mirarme. Cuando miró en
mi dirección, parecía confundido sobre por qué le estaba hablando—.
Eh, solo me dirigía a casa. Las chicas están en sus habitaciones.
Asintió una vez.
—Gracias.
—Lorelai estaba muy preocupada esta noche.
—No había nada de qué preocuparse.
—Bueno, no estoy de acuerdo… —Di un paso hacia él y bajé la
voz—. Dijo que sucede con bastante frecuencia.
—¿Qué?
—Tus terrores nocturnos.
Inclinó su cabeza hacia mí y esos ojos fríos se encontraron con los
míos.
—No tengo terrores nocturnos.
—Sí. —Asentí—. Los tienes, y es completamente normal después
de la tragedia por la que ha pasado tu familia. Después de fallecer mi
madre, no podía dormir. ¿Recuerdas? Me llamabas. Me llamabas y te
quedabas al teléfono conmigo y…
—Por favor, no.
—¿Por favor, no qué?
Se acercó a mí y su voz bajó tanto que se quebró con sus
siguientes palabras.
—Por favor, no hagas esto.
—¿Hacer qué?
—Dejar tan claro que le estoy fallando a esta familia.
La tristeza que goteaba de sus palabras fue desgarradora.
—No. Eso no es lo que estoy diciendo. Simplemente tienes mucho
en tu plato. No creo que pudiera hacer la mitad de lo que haces,
especialmente con todo lo que sucede. Estás haciendo todo lo correcto
para tus hijas. Están involucradas en actividades, se mantienen
ocupadas, van a terapeutas, pero también debes hacer algo por ti.
¿Hablas con alguien?
—No. Estoy bien.
Me mintió directamente, como si fuera la cosa más fácil del
mundo. Tal vez en algún lugar en lo profundo de él realmente creía esa
mentira también, pero no había nada en Greyson que estuviera bien.
Vivía con una llama interna que estaba incendiando su alma, no
obstante no estaba haciendo nada al respecto.
Tal vez porque no sabía cómo lidiar con eso.
O tal vez pensaba que merecía arder.
—Está bien obtener ayuda —prometí—. Me enseñaste eso cuando
era más joven. Fuiste la persona que me ayudó. Déjame ayudarte,
Greyson.
Negó.
—Te cansas de eso, ¿sabes?
—¿Cansarse de qué?
Inhaló profundamente y exhaló lentamente mientras se pasaba la
mano por la barba y decía suavemente:
—Todo.
—Greyson… —comencé, pero negó.
—Buenas noches, Eleanor. —Hizo un gesto hacia la puerta. Estaba
claro que nuestra conversación había durado demasiado.
Asentí entendiendo y me alejé un paso de él con escalofríos
recorriendo mi columna vertebral.
—Buenas noches.
36
Eleanor

—A
sí que, ¿en qué episodio estamos con los
amantes distantes? —preguntó Shay mientras
nos sentábamos en su sofá para nuestro
maratón semanal de reality shows—. ¿Cómo
van las cosas con nuestro Greyson?
—Nada sobre Greyson y yo es un reality show.
—Cierto, ajá, así que todavía estamos en el episodio dos: “Negando
el Amor”. Gah. ¡Esto es tan emocionante! ¡No puedo esperar, porque
esto significa que el episodio de “Amistad a Fuego Lento” llegará pronto!
No puedo esperar a que accidentalmente se vuelvan amigos de nuevo.
—¿Estás ebria? —Me reí—. Solo te has tomado una copa de vino,
así que estoy suponiendo que no estás ebria, ¿cierto?
—No, solo sé estas cosas. Como escritora, aprendes sobre la
estructura de la historia y Greyson y tú son la clásica comedia
romántica. Es como si tú fueras Meg Ryan, él Billy Crystal y yo Nora
Ephron.
—Realmente no entiendo esa referencia.
Sus ojos se agrandaron.
—¿A qué te refieres con que no entiendes la referencia? Ellie, es
When Harry Met Sally, simplemente una de las mejores comedias
románticas de todos los tiempos.
—Oh, nunca la he visto.
Retrocedió, sorprendida.
—¿Cuál es tu problema?
Me reí.
—Está bien, así que si él es el héroe de la película y yo soy la
heroína, ¿quién es Nora Ephron? ¿La mejor amiga inestable?
Shay me miró como si acabara de desollar vivo a un cachorro.
Levantó su mano y apuntó hacia la puerta.
—Lárgate de mi apartamento.
—¿Qué?
—Lo digo en serio. Lárgate de mi apartamento. Nora Ephron, Dios
tenga su alma, fue una de las más grandes escritoras de comedias
románticas que alguna vez ha existido en este planeta. You’ve Got Mail,
When Harry Met Sally, Sleepless—In—Freaking—Seattle. ¡Ellie! ¡Vamos!
Lo digo en serio, te quiero, pero algunas veces me preocupo por tu
inteligencia cuando dices cosas como esa.
Me reí.
—Lo siento, pero no todo mundo es un aficionado a las películas
como tú, Shay.
—Solo digo que era una leyenda.
—Así que, ¿acabas de compararte con una leyenda?
Sonrió con suficiencia y se encogió de hombros.
—Si el zapato encaja... —Se levantó del sofá y se dirigió a la cocina,
metiendo un paquete de palomitas de maíz en el microondas—. De
regreso al tema principal de esta noche: Greyson y tú.
—No, ese definitivamente no es el tema principal, porque no hay
nada sobre lo que hablar. El tema principal de esta noche es quién va a
recibir la rosa final en The Bachelor.
Shay gruñó.
—¿Por qué hablar sobre reality shows falsos cuando tenemos uno
de verdad justo frente a nosotros? Solo comparte conmigo un poco más
sobre él —dijo—. ¿Cómo es el Greyson maduro?
Fruncí el ceño, pensando al respecto.
—Al principio, pensé que era un tanto gruñón y, quiero decir,
supongo que lo es, pero honestamente, solo está triste. Como,
intensamente solitario y desconectado de todo lo que sucede a su
alrededor.
Shay se puso más sombría.
—Eso es devastador. Como tipo Jon Snow, ¿eh? ¿Una manera sexy
de triste? ¿El tipo de triste en el que quieres abrazar a alguien y al
mismo tiempo frotarte contra su pierna?
La miré de manera severa.
Levantó sus manos en señal de derrota.
—Está bien, está bien. Así que, de verdad está roto, ¿eh? —El
microondas sonó y sacó las palomitas. Después de servirlas en un bol,
abrió una bolsa de papas fritas sabor barbacoa y mezcló los dos
aperitivos. Juro que mi prima podría comer cualquier cosa en el mundo
y seguir siendo un palo. Si yo siquiera miraba un bollito, mi culo crecía
dos tallas.
—Es como un zombi de The Walking Dead. Simplemente
moviéndose de un día al otro con explosiones al azar de tristeza
—Eso es realmente triste. Era una luz tan brillante de niño.
Entonces, ¿vas a ayudarlo?
—Quiero decir, quiero hacerlo... de verdad lo hago. Simplemente no
sé realmente cómo ayudarlo y, honestamente, no creo que quiera mi
asistencia.
—Bueno, simplemente sigue apareciendo. Eres como un cachorro
del que la gente no puede evitar enamorarse. Dale tiempo y
probablemente ayudarás a Greyson a encontrar su camino de vuelta.
No sabía si lo estaba diciendo porque de verdad lo creía o porque
realmente quería ver el episodio tres de nuestro programa.
Pero de cualquier manera, planeaba seguir apareciendo. Cuando
éramos niños y estaba sola, eso era exactamente lo que Greyson había
hecho. Había aparecido para mí, incluso cuando intenté apartarlo.
Tal vez toda lo que la gente necesitaba algunas veces era que
alguien siguiera apareciendo para ellos durante los días difíciles,
incluso cuando intentaban con todas sus fuerzas apartar a todo el
mundo.
37
Eleanor

C
ada día aparecía en la casa de los East justo cuando el sol
comenzaba a salir. Cada vez que lo veía saliendo, decía una
pequeña oración por ellos. Encontraba gratitud en las
pequeñas cosas, porque eso era lo que mamá me enseñó.
Trataba de apreciar todos los pequeños momentos, porque al final del
día esos eran los que más contaban.
Un viernes cuando entré a la casa de Greyson, primero me hice mi
café, como lo hacía cada mañana, y entonces fui a despertar a Lorelai.
Mientras rodeaba la esquina hacia su habitación, salió Greyson de la
nada. Choqué contra él, derramando café sobre todo su traje.
—¡Mierda! —gritó, saltando hacia atrás un poco.
—Oh, por Dios, lo siento tanto —exclamé, bajando la taza y
frotando con las manos todo su pecho para tratar de limpiar el café
derramado. Detuve mis movimientos cuando me di cuenta de que
estaba palmeando las partes privadas de Greyson.
Oh, por Dios, deja de frotar café en su entrepierna.
¡Oh, por Dios, se está moviendo!
Retrocedí mientras sentía mi rostro calentarse de vergüenza.
—Oh, Dios mío, lo siento tanto.
Deja de mirar su entrepierna, Ellie. Levanta la mirada, levanta la
mirada, levanta…
Alcé la mirada y Greyson parecía furioso.
En ese momento, prefería mucho la mitad inferior de su expresión.
Baja la mirada, baja la mirada, baja la mirada…
—Jesús, ¡necesitas mirar por dónde vas! —espetó, más enojado de
lo necesario. Estaba claro que mi intención no era derramarle café
encima y frotar sus partes privadas.
—Lo lamento. Obviamente fue un accidente.
—Eso no lo arregla. Este es un traje de setecientos dólares hecho a
mano que acabas de arruinar —espetó una vez más, su duro
irritándome.
—Bueno, ¿por qué demonios comprarías un traje de setecientos
dólares para empezar? —repliqué.
Estar alrededor de Greyson era tan confuso. Nunca sabias si ibas a
conseguir la versión desolada o la enojada.
—Además, hay una cosa llamada lavado en seco —le informé.
—No tengo tiempo para lidiar con esto o contigo.
—¿Por qué estas siendo tan grosero? —pregunté.
—¿Por qué eres tan torpe? —respondió, empujando para pasarme.
Rodeó la esquina dejándome ahí, estupefacta.
—Qué manera de actuar como un imbécil, Grey —murmuré para
mí, alterada por la innecesaria grosería de Greyson. Claro, derramé café
en su ridículamente caro traje y corbata, pero no había necesidad de ser
desagradable al respecto.
Los errores sucedían.
—¿Qué es un imbécil? —preguntó una pequeña voz.
Me di la vuelta para ver a Lorelai bostezando con sus alas de
mariposa puestas, frotando el cansancio de sus ojos.
—Oh, nada, Lorelai. Dije agujero de preguntas9. Es como una
persona que hace muchas preguntas —declaré rápidamente, tratando
de cubrir mis errores.
—¿Mi papá es un agujero de preguntas? —se preguntó, su K aún
sonando un poco como una S.
Genial.
—Bueno, no, quiero decir… bueno, lo que quería decir era…
Antes de que pudiera remediar mis acciones, Lorelai se fue,
hablando ruidosamente.
—¡Papi, papi! ¿Sabías que eres un agujero de preguntas? ¡Eres tal
agujero de preguntas, papá!

Esa tarde no me sorprendí en absoluto cuando abrí mi correo


electrónico y vi un mensaje de Greyson en mi bandeja de entrada.

DE: GreysonEast@gmail.com
PARA: EleanorGable@gmail.com
FECHA: 8 de marzo, 7: 34 PM
ASUNTO: ¿En serio?

9Imbécil en inglés es “asshole”, que literalmente significa “agujero del culo”, por lo que
hace un juego de palabras aquí y cambia ass (culo) por ask (preguntar).
Eleanor,
Agujero de preguntas.
¿En serio?
Segundo strike.
Cálidos saludos.
—Señor East.

Cerré mi ordenador portátil y ligeramente me encogí de hombros.


Bueno, está bien. Supongo que merecía ese. Pero aun así, obtuve
un strike por decir agujero de preguntas, y ninguno porque su hija se
perdiera semanas de escuela. Estaba comenzando a pensar que este
sistema de strike era imperfecto.
Pasé el resto de mi tarde de viernes haciendo lo que hacía mejor,
intenté llamar a mi padre, y cuando no me contestó, volví a leer. Shay
estaba encerrada en su dormitorio trabajando en su siguiente guión por
el resto de la noche. Nosotras las chicas solteras realmente sabíamos
cómo tener fines de semana salvajes, eso seguro.
Me senté en el sofá de la sala de estar leyendo mi novela tarde en
la noche, y cerca de medianoche, mi teléfono sonó.
Lo levanté para ver un nuevo correo electrónico.

DE: GreysonEast@gmail.com
PARA EleanorGable@gmail.com
FECHA: 9 de marzo, 12:04 AM
ASUNTO: Hoy.

Eleanor,
Me disculpo por gritarte hoy. Estaba confundido y aturdido
después de una noche sin drmir. No podía apagar mi cerebro, y me
desquité contigo.
Me confundes.
Cuando estás en una habitación no sé a dónde mirar.
No sé cóomo actuar.
No sé cómo estar en el mismo esppacio que tú sin sentirme de
alguna forma.
No sé qué significa que estés aquí después de todo este tiempo, y
eso me vuelve loco.
Esta es una mala semana.
Me desperté del lado malo dde la cama, y la tomé contigo.
Perdóname.
—Grey.

Me senté, releyendo las palabras una y otra vez, notando sus


erratas, asimilando sus palabras. Mi garganta estaba tensa y sentí
náuseas mientras mis ojos se movían, tratando de procesar su correo.
Era lo último que esperaba recibir después del día que había tenido.
Mi teléfono volvió a sonar con un nuevo correo electrónico.

DE: GreysonEast@gmail.com
PARA: EleanorGable@gmail.com
FECHA: 9 de marzo, 12:09 AM.
ASUNTO: Por favor, elimina.

Eleanor,
Por favor, ignora mi último correo.
He estado bebiendo, y lo siento.
—Señor East.

Por favor, ignora mi último correo.


¿Cómo podía hacer eso?
Por un momento en el tiempo, había tenido un desliz. En el primer
correo, había firmado como Grey, el chico que una vez había conocido
tan bien, el que estaba herido y luchando y dejándome entrar solo un
poco para ver las sombras que vivían a su alrededor.
Entonces, minutos después volvió a ser el señor East.
Breve. Cerrado. Directo.
Era como si su alma estuviera nadando de un lado a otro en un
mundo de fango. Una parte de él estaban ansiando abrirse, gritando por
ayuda, mientras la otra quería ser enterrada viva.
Estaba luchando la pelea más grande contra él mismo, y estaba
casi segura de que la estaba perdiendo.
Al menos estábamos de acuerdo sobre una cosa: él también me
confundía. Cuando entraba a una habitación, no sabía a dónde mirar.
No sabía cómo actuar. No sabía cómo estar en el mismo espacio que el
sin sentirme de alguna forma.
Por un momento, pensé en responder, pero entonces me di cuenta
de que ya no sabía qué decirle. Sabía las palabras que le hubiera dicho
en el pasado, pero no era el mismo chico, y yo no era la misma chica.
Ahora no sabía qué lo hacía enojar o qué lo consolaba. No sabía
qué dificultaba su lucha, no sabía qué lo calmaba.
Así que lo mejor que podía hacer era respetar sus deseos.
Le di mi silencio.
Ignoré sus correos electrónicos.

El lunes, aparecí en el trabajo para encontrar a Greyson parado en


la puerta de la habitación de Karla, mirando a su hija dormir. Lucía tan
perdido en sus pensamientos mientras sus ojos la estudiaban.
No era la primera vez que lo había atrapado revisando a sus hijas
dormidas. Una vez, juro que incluso estaba contando sus respiraciones.
Me pregunté cuánto tiempo la había estado observando esa
mañana. Me pregunté cuán frecuentemente estudiaba a sus hijas desde
lejos.
—Hola —dije, llamando su atención—. Sé que tienes un vuelo que
tomar, y no quiero que llegues tarde. Además, los caminos están mal
por la nieve. —Se iba a Nueva York por unos días, e iba a quedarme por
primera vez en la noche con las chicas.
—Si, por supuesto. —Rompió el contacto visual más rápido que
nunca y volvió a mirar a Karla, antes de volverse hacia mí—. Gracias
por cuidarlas. Allison y Claire estarán disponibles si necesitas algo, y si
hay una emergencia, por favor, no dudes en llamar —dijo, arreglando
su ropa.
—Por supuesto. Ten un buen viaje.
Asintió una vez y caminó más allá de mí. Cuando lo hizo, su
hombro rozó ligeramente el mío, y juro que por un segundo el tiempo se
congeló.
—Oh, y, Eleanor… eh… —Carraspeó y se removió—. Sobre esos
correos electrónicos…
Le di una pequeña sonrisa y me encogí de hombros.
—¿Qué correos?
Un suspiro de alivio se le escapó mientras sus tensos hombros se
relajaban. Por primera vez, me miró, y quiero decir mirarme en serio.
Sus ojos se encontraron con los míos, y juro que vi su alma.
—Gracias, Eleanor —dijo, sus palabras llenas de gratitud. Bajó la
cabeza y sorbió antes de darme una ligera sonrisa—. Gracias.
38
Eleanor

—¡¿C
rees que le gustará este?! —exclamó
Lorelai. La última semana, Lorelai había
pasado tiempo extra trabajando en su
arte, creando nuevas obras maestras para
colgar en su dormitorio, pero el mayor
proyecto en este momento era para Greyson. Desde la noche de terror
de Greyson, Lorelai había estado tratando de pensar en una manera de
hacer a su padre sentirse mejor. Había pasado horas y horas y horas
creando una colección de dibujos de recuerdos familiares para darle, y
era sin duda una de las cosas más consideradas que había presenciado.
Ese viernes, Greyson regresó de su viaje. No dijo nada, sino que
llegó hablando por teléfono y fue directo a su oficina, cerrando la
puerta.
Fue esa tarde cuando Lorelai finalmente terminó su obra de arte.
Quedaba un rato antes de que Claire llegara a recoger a las chicas para
su fin de semana en su casa, y Lorelai estaba más determinada que
nunca, empeñada en terminar los dibujos antes de irse.
—Hecho —dijo, bajando su cera. Levantó todos sus dibujos y los
miró con mucho orgullo en sus ojos.
—Son perfectos —dije suavemente, orgullosa del duro trabajo que
la niña había puesto en sus dibujos. Había tantos recuerdos con ella,
Karla y sus padres, y conmovió mi corazón profundamente. Estaba feliz
de que aún recordara.
Después de morir mi madre, había luchado con conservar muchos
de mis recuerdos.
Se puso en pie con la sonrisa más grande en su rostro y saltó
arriba y abajo.
—¡Voy a ir a dárselo ahora! —exclamó.
—Espera, no, está trabaj… —comencé, pero ya estaba saliendo de
la habitación y corriendo hacia su oficina—. ¡Lorelai, espera!
Me apresuré a seguirla y la vi irrumpiendo en la oficina de
Greyson. La puerta se abrió tan rápidamente que chocó contra la pared,
haciéndome encoger.
—¡Papi! ¡Papi! ¡Mira lo que te hice! —chilló Lorelai, su voz goteando
emoción mientras daba saltitos.
Greyson se dio la vuelta para enfrentar a su hija, su teléfono
sostenido contra su oreja, obviamente en una llamada. Sus ojos se
ampliaron con sorpresa mientras cubría el recibidor con su mano.
—Lorelai, ahora no.
—¡Pero, papi! Hice…
—¡Ahora. No! —siseó, sonando más molesto que nunca. Clavó su
mirada en la mía y había tanta ira allí que retrocedí un paso. Me miró
como ordenándome silenciosamente que hiciera mi trabajo antes de que
ya no tuviera un trabajo que hacer. Entonces, nos dio la espalda y
volvió a su llamada—. No, mis disculpas. No es nada.
No, Greyson, es algo.
Es todo.
Me moví hacia Lorelai y puse mis consoladoras manos en sus
hombros.
—Deberíamos volver después de que termine de trabajar.
—Pero siempre está trabajando. —Suspiró, negando. Entonces
volvió a saltar, todavía con esperanza—. ¡Papi, te hice estos dibujos! —
exclamó.
Su esperanza me entristeció.
Solía tener el mismo tipo de esperanza por mi padre.
—¡Lorelai, no estoy bromeando! ¡Ahora no es el momento! —espetó
Greyson, disolviendo de inmediato la alegría de su hija.
Sus hombros cayeron, sus ojos llenándose de lágrimas.
—Pero, papi, los dibujos…
Greyson murmuró y nos dio la espalda de nuevo.
—Déjalos en el escritorio.
Lorelai estaba totalmente derrotada. Ya no bailaba al moverse, y su
sonrisa se había desvanecido. Con pasos lentos, se movió hacia el
escritorio de su padre y puso ahí el proyecto de arte en el que había
estado trabajando con tanto cuidado. Entonces, se dio la vuelta y salió
de la habitación, completamente desolada y herida.
Vaya.
En serio no había forma de que pudiera morderme la lengua en
este momento.
No podía hacerlo. No podía dejar esto pasar. Lorelai era la niña
más dulce, y el hecho de que su padre la acabara de tratar de una
forma tan desagradable hizo arder mi sangre.
Por eso, era mejor que Greyson colgara el teléfono rápidamente,
porque no iba a irme hasta que le hubiera dicho algunas cosas.
—¿Estás jodiéndome? —siseé, aún parada firmemente en su
oficina. Miró hacia mí, sus ojos totalmente desconcertados.
Me miró una vez más antes de volver a su llamada.
—Tendré que devolverle la llamada en un momento, señor Waken.
Sí, lo sé, y de verdad lo siento. Hay una interrupción de la que debo
encargarme de inmediato.
—Sí, Greyson —declaré de brazos cruzados—. Encárgate de esto.
Y justo así, llegamos al episodio seis del reality show de Greyson y
Eleanor: “La Pelea”.
Colgó el teléfono y entrecerró los ojos mientras se giraba hacia mí.
—¿Qué en el mundo crees que estás haciendo?
—¿Qué estoy haciendo? No, ¿qué estás haciendo?
—Trabajando, a diferencia de algunas personas aquí. ¿Cómo te
atreves a dejar a Lorelai irrumpir en mi oficina? ¿Sabes lo importante
que era esa llamada? —espetó.
—¿Sabes lo importante que eran esos dibujos? —espeté en
respuesta, sin retroceder. Había terminado de contenerme. Greyson
estaba perdido, estancado, herido y dolido, pero dentro en todo eso se
estaba permitiendo lastimar a quienes significaban más para él. Estaba
lastimando a sus niñas.
Resopló.
—Eleanor, por favor, sal de mi oficina.
—No.
Alzó una ceja.
—¿Qué?
—Dije que no, no me voy a ir porque tienes que escucharme. —
Tragué con fuerza, nerviosa, pero con la intensión de hacer un punto—.
Entiendo que es difícil para ti.
—¿Qué?
—Dije que lo entiendo. Entiendo que algunos días son más difíciles
que otros, pero la forma en que acabas de tratar a Lorelai es
inaceptable.
—¿Disculpa? —siseó, su voz llena de indignación. Su pecho subía
y bajaba rápidamente mientras sus dedos se curvaban con fuerza.
—La forma en que acabas de rechazar a tu hija es inaceptable.
Trabajó en esos dibujos toda la semana y no podía esperar para
enseñártelos.
—Eligió un mal momento.
—¿Y cuándo se suponía que se aproximara? Últimamente, el
momento parece siempre ser malo para ti. Nunca estás en casa, y si lo
estás, te encierras en esta oficina como un cavernícola. No te relacionas
con tus hijas a menos que estén durmiendo, de lo cual ni siquiera
entiendo el punto. Durante el día ni siquiera las miras, Greyson. Ni
siquiera ves a tus hijas.
Cerró los ojos por un segundo, casi como si supiera la verdad
detrás de mis palabras pero luchara contra ellas, no queriendo
enfrentar la realidad.
—Conoce las reglas sobre no irrumpir en mi oficina.
—¡Tiene cinco años, Greyson! ¡Que se jodan tus reglas!
Me dio la espalda de nuevo. Este era su movimiento favorito, darle
la espalda a las cosas.
—Si pudieras volver a tu trabajo, me gustaría volver al mío.
—Trabajó tan duro en los dibujos, y solo los hiciste a un lado. Le
debes una disculpa.
—Tienes que irte. —Frunció el ceño, dando unos cuantos pasos
hacia mí.
—No —lo reté, parándome más alta y caminando hacia él. Pecho
hacia afuera. Cabeza en alto. Esperaba que no notara el ligero temblor
en mi cuerpo. No era un secreto que me ponía nerviosa. Era tan frio y
duro que nunca sabía lo cerca que estaba de estallar, y eso era
aterrador. Aun así, no retrocedería, porque Lorelai me necesitaba.
Necesitaba que alguien la defendiera, dado que no podía hacerlo sola.
Así que, planté mis pies en el suelo y me puse firme—. Tu hija está
llorando en la otra habitación porque ni siquiera te tomaste el tiempo de
ver su obra de arte.
—¿Eso es todo, Eleanor? Porque si terminaste, tengo que volver a
trabajar.
—No todo en esta vida es sobre el trabajo —regañé.
—Tal vez no para ti, pero sí para mí.
—No querías ser él —dije, negando con incredulidad—. Toda tu
vida, no querías ser como tu padre.
—Mi padre era un hombre que trabajaba duro. Yo era un niño que
no sabía los sacrificios que hizo para dirigir su compañía en orden de
proveer para su familia.
—Es mentira.
—Eleanor, detente —dijo, casi como si me estuviera rogando que
me retrocediera porque estaba entrando en territorio sensible, pero no
podía hacerlo. Iba a presionarlo. Iba a seguir presionando hasta que se
despertara de este profundo sopor en el que estaba. Iba a seguir
empujándolo con mis palabras hasta que la realidad lo golpeara.
—Tu padre te abandonó —dije—. Se alejó, al igual que tu madre, y
te dejaron solo.
—Eleanor. —Su voz era baja y sus ojos intensos. Estaba
haciéndolo. Estaba metiéndome bajo su piel y no iba a detenerme.
—Me dijiste repetidamente lo solo que te sentías después de que tu
abuelo muriera. Me dijiste una y otra vez que odiabas estar en tu casa,
porque no había nadie allí para ti. Greyson, este no eres tú. Esta no es
la persona en la que querías convertirte. No es quien se suponía que
fueras.
—No me conoces —espetó, su rostro poniéndose más y más rojo
con cada segundo que pasaba—. No sabes en quien me he convertido.
—Sí, pero sé quién eras —prometí—. Y aún puedo ver a ese chico
en tus ojos a veces, luchando como el infierno por volver a la vida.
—No sabes nada —discutió.
—Sé que extrañas a tu esposa.
Su mandíbula se aflojó, y entrecerró los ojos. Eso lo golpeó duro.
Esos fríos ojos grises…
—Deberías dejar de hablar.
—Sí, tienes razón, debería, pero no lo hare porque lo entiendo. Sé
que la extrañas Greyson, y sé que cuando miras a tus hijas, ves tantas
partes de ella en sus ojos que tiene que ser difícil. Estoy segura de que
algunas veces sientes como si la pena te tragara por completo, pero no
puedes dejar que te consuma. Tienes dos hermosas hijas que buscan tu
guía y amor, y lo último que necesitan es esto, esta monstruosa versión
tuya que aleatoriamente aparece y estremece su mundo.
Incluso aunque mi voz temblaba, me paré ante Greyson. Sabía que
este no era él, este fantasma de hombre. Claro, nos habíamos perdido
algunos años, pero profundo en el interior de su oscuridad estaba el
chico que una vez amé tanto, el chico amable, el chico que me había
salvado.
Tenía que creer que mi Grey aún vivía dentro de este hombre. De
otra forma, el mundo estaba perdido.
—Bueno, no eres una sabelotodo —remarcó sarcásticamente.
—No, pero sé lo suficiente.
Resopló ante mis palabras, obviamente irritado de que tuviera el
valor de hablarle de esa forma.
—Entonces, por favor, Eleanor, dime. Parece que has sido enviada
a decirme todo sobre mis defectos. Estás aquí para lanzar tus verdades
a mi rostro sobre mi familia y yo, ¡así que dime! ¡¿Dime que es lo que
necesitan mis hijas?!
—¡A su padre! —grité, mi voz rompiéndose mientras marchaba
hacia él. No estaba retrocediendo aún, lo que de alguna forma me
sorprendió. Tal vez porque se sentía personal. Tal vez porque sabía
cómo se sentía ser esas niñas, porque todas las palabras que nunca le
había gritado a mi padre ahora estaban saliendo de mi alma. Así que no
podía retroceder, porque mi corazón estaba latiendo demasiado fuerte
en mi pecho. No podía retroceder porque mi alma sabia cuán
importante era ayudar a Greyson a encontrar su camino a casa.
Estábamos frente a frente, sus respiraciones pesadas con molestia, mi
pecho expandiéndose con mi enojo hacia él por estar tan cerrado. Sus
calientes exhalaciones siseaban contra mi piel, y cada vez que
parpadeaba, esperaba que su mirada volviera a la mía.
Había una tensión muy intensa en el espacio. Cada inhalación se
sentía más difícil que la anterior, y mi ritmo cardiaco nunca se tomó el
tiempo de disminuir. Habría mantenido la intensidad si no fuera por
una pequeña cosa.
De vez en cuando, parpadeaba y lucía completamente destrozado.
Como si cada pieza de su alma estuviera siendo incendiada.
De todas las emociones que residían en Greyson, la que destacaba
era el cansancio. Parecía al borde del agotamiento mientras me miraba.
Por primera vez desde que entré a su oficina, estudié su rostro; las
curvas, las arrugas, las líneas.
Sus labios… la forma en que descendían con tristeza.
Sus ojos… la forma en que contaban la historia de su pasado.
Retrocedí.
Fui la que se rompió, porque estaba claro que no había nada que
quedara por destrozar en él.
—Eres tú, Greyson… —Alejé la mirada y pasé mi pulgar por mi
barbilla. Mis hombros se encorvaron en derrota mientras negaba
suavemente—. Ellas solo te necesitan.
La habitación se llenó de silencio mientras mantenía su mirada en
mí.
Di un paso atrás.
—Lo siento —susurré—. Me pasé de la raya.
—Sí, lo hiciste.
—Solo quería decir…
—Estás despedida —espetó.
—Espera, ¿qué?
—Es obvio que tienes un problema con la forma en que manejo mi
casa, por lo tanto, no eres la persona correcta para nosotros.
Mi pecho se apretó mientras el pánico comenzaba a llenar todo mi
ser.
—Pero, quiero decir, sé que me excedí…
—Exactamente, y eso es todo. Strike tres. —Me dio la espalda y
bajó la cabeza mientras me daba una última orden—. Cierra la puerta
cuando salgas.
39
Eleanor

—¡F
eliz cumpleaños, cariño! —exclamó Claire esa
tarde cuando Lorelai salió corriendo de su
habitación hacia su abuela. Había venido a
recoger a las chicas para el fin de semana.
Lorelai saltó a los brazos de Claire para un
fuerte abrazo mientras me quedaba ahí aturdida.
—¿Es el cumpleaños de Lorelai? —pregunté cuando Claire soltó a
su nieta, y le dije que fuera a recoger su bolsa para el fin de semana—.
No tenía ni idea. Podríamos haber celebrado.
—Sí, hoy cumple seis años. —Miró hacia la oficina de Greyson—.
¿Cómo le va hoy? Lo he estado llamando todo el día pero ha ignorado
mis llamadas.
Me paré en la sala de estar, todavía aturdida por mi interacción
con Greyson.
—En realidad me despidió.
—¿Qué? —Sus ojos se abrieron con preocupación—. ¿Debido a
qué? —Le expliqué lo que había sucedido, y respiró hondo—. Oh, ya
veo. Pobre Lorelai.
—Estaba desconsolada.
—Todos en esta casa están desconsolados —afirmó—. Debería
haber sabido que sería un momento difícil para todos. Realmente
esperaba que acercara a Greyson a sus chicas, en lugar de alejarlo.
—¿Qué quieres decir?
—Hoy es el primer aniversario del accidente. —Bajó la cabeza y
sollozó—. Lo sentí en las últimas semanas, Greyson alejándose un poco.
Sé que ha sido frío desde que sucedió, pero sentí que se estaba
volviendo más frío.
Tragué saliva con dificultad, sintiéndome horrible, sabiendo que
acababa de sermonearlo sin tener ni idea de sus dificultades
personales. Por supuesto que estaba teniendo problemas, ¿cómo podría
no hacerlo?
—No tenía ni idea —confesé—. Lo siento mucho. No debería
haberlo presionado.
—No es tu culpa. No tenías ni idea.
Escuché sus palabras y, sin embargo, aún sentía una opresión en
mi pecho. Solo sentí culpa.
Cuando irrumpí en la oficina de Greyson, entré no solo como una
niñera preocupada, sino como una hija que muchas veces había sido
tragada por la ira hacia un padre que me había abandonado
emocionalmente. Entré sin tener la cabeza despejada y dije cosas que
no debería haber dicho. Había irrumpido en su espacio, y gritado no
solo por Lorelai, sino por mí, por cada niño que se sentía invisible para
sus padres.
Mientras había estado gritando sobre la situación injusta en
cuestión, no tenía ni idea de la tormenta que Greyson estaba luchando
por su cuenta.
Claire puso una mano sobre mi hombro y me dio un ligero apretón.
—Te disculpas por presionarlo, pero siento que eso es lo que debe
suceder. Greyson necesita una llamada de atención de alguien. Necesita
ser presionado, así que gracias por eso. Gracias por obligarlo a salir de
su entumecimiento.
—No sé si lo ayudó en absoluto, y de todos modos no importa
mucho ya que me despidió.
Claire me sonrío y sacudió la cabeza un poco.
—Dale el fin de semana. Solo necesita superar esto, eso es todo.
Un día a la vez. Has sobrepasado a todas las otras niñeras por meses, y
eso tiene que contar para algo. Así que, no vayas desempolvando tu
currículo todavía. Deja que algo del humo se disipe.

Debería haberme dirigido a casa después de que Greyson me


despidiera. Debería haber estado acurrucada en mi sofá con una novela
y un té, pero no podía hacerlo porque se sentía mal. No podía decidirme
a dejar a Greyson en lo que sería la noche más solitaria y difícil de su
vida.
Se había quedado al teléfono conmigo durante horas la noche que
mi madre murió, sin alejarse. Le debía lo mismo que me había dado,
compañía.
Después de que pasara algo de tiempo, caminé hacia la puerta de
Greyson y toqué, pero no contestó, incluso aunque podía verlo a través
de la ventana. Estaba parado en la sala, mirando fijamente al fuego
crepitante, sosteniendo algo en sus manos.
Toqué una vez más, y no se movió ni siquiera un poco.
Con una respiración profunda, saqué mis llaves y abrí su puerta
principal. Ya estaba despedida… ¿Qué era lo peor que podía hacer
ahora? ¿Llamar a la policía por entrar con una llave que él me había
dado?
Me arriesgaría.
—Greyson —dije suavemente, moviéndome en su dirección.
No reaccionó a mi voz, ni siquiera un estremecimiento, como si no
me hubiera oído.
—Greyson, ¿estás bien? —Me acerqué más a él, mis nervios
aumentando con cada paso. Se giró lentamente, y cuando vi sus ojos
llenos de emoción, mi pecho se contrajo.
Había estado llorando. Tenía que haberlo hecho.
Los ojos de nadie podían haber estado tan rojos e hinchados si no
hubiera algún tipo de emoción derramándose de ellos.
En sus manos, estaban los dibujos de Lorelai.
—Estoy bien… —contestó, girándose de nuevo hacia la chimenea.
—Es… es solo que parece que… —comencé, pero me interrumpió.
—Pensé que había dejado claro que tus servicios ya no eran
necesarios aquí.
—Sí, lo hiciste. Recibí ese mensaje fuerte y claro.
—Entonces, ¿por qué estás todavía aquí?
—Porque me necesitas.
—No lo hago. Por favor, vete —susurró las dos últimas palabras,
pero su voz tembló mientras dejaron su boca. El dolor superó su
irritación hacia mí.
—No puedo.
Tenía que quedarme porque se lo debía. Le debía por quedarse a
mi lado durante mis días malos hace tantos años. Se lo debía porque
cuando había estado alejándome a la deriva, me había llevado de vuelta
a la orilla.
—No puedo dejarte así, Greyson, no hoy de todos los días.
Suspiró.
—Claire te lo dijo.
—Sí. Lo siento mucho. No puedo imaginar lo que estás pasando,
pero sé que no deberías tener que pasar por eso solo.
Bajó la cabeza y sus hombros se desplomaron, pero aun así, no se
dio la vuelta para mirarme.
—Si quieres que me vaya, me iré. Me iré y no volveré. Por la
mañana, estaré fuera de tu camino, y nunca tendrás que volver a saber
de mí, pero si hay alguna parte de ti que quiere que me quede... si hay
alguna parte de ti que no quiere estar solo esta noche, solo dime.
Dímelo y me quedaré. Ni siquiera tenemos que hablar. Puedes darme la
espalda toda la noche, pero no te dejaré. No tienes que estar solo esta
noche.
—Es viernes por la noche… ¿no tienes algún lugar donde estar? —
preguntó.
—Sí. —Asentí—. Estoy justo aquí.
Permaneció inmóvil por un tiempo más y tuve la seguridad de que
eso era mi pista a seguir, pero mientras me giraba para irme, dio un
paso hacia su bandeja de licor. Bajó los dibujos, luego extendió las
manos, tomó dos vasos y los dejó.
Levantó la botella de whisky y se giró en mi dirección.
Su labio inferior tembló un poco y clavó esos ojos grises en los
míos.
Esos tristes, tristes ojos.
Separó los labios y dijo:
—¿Bebes whisky?
No había esperado que me pidiera que me quedara, pero cuando
tomó esa botella, el aliento que no había sabido que estaba conteniendo
escapó por mis labios.
Al parecer, incluso las almas más solitarias nunca querían estar
solas en realidad.
—Claro.
Asintió una vez y vertió el licor marrón en los vasos.
Luego los levantó y extendió uno en mi dirección. Nos acercamos al
sofá y nos sentamos, él a la derecha, yo a la izquierda, y no dijimos una
palabra. Se sentó a mi lado, nuestros vasos en nuestras manos y sin
intercambiar palabras. Era tan tranquilo, que el silencio se expandió
hacia y desde cada pared de la casa vacía. Todo lo que se escuchaba
eran nuestros pequeños sorbos y nuestras respiraciones.
Cuando inhalaba, yo exhalaba. Cuando exhalaba, yo inhalaba.
Nos quedamos así por un tiempo, ambos emborrachándonos y sin
hablar. Nos sirvió más tragos hasta que se acabó el whisky. No fue
hasta que pasó un poco de tiempo y la embriaguez lo alcanzó que
Greyson se aclaró la garganta.
Mis ojos se movieron rápidamente hacia él y noté cómo había
cambiado su postura erguida. No estaba tan tenso. Su cuerpo se relajó
un poco, acomodándose mientras sus labios se separaban.
—Te debo una disculpa —confesó, su voz muy baja—. Por la forma
en que te traté hoy.
—Está bien.
—No. Fui un imbécil, y lo siento. —Me miró antes de volver a mirar
su vaso ahora vacío—. No sé cómo existir a tu alrededor a veces.
—¿Qué quieres decir?
—Representas un período de tiempo en mi vida en el que las cosas
eran más fáciles, cuando las cosas eran mejores, y eso es difícil. Es
difícil mirar hacia atrás a un momento tan bueno cuando las cosas
están tan rotas ahora.
—¿Puedo preguntarte por qué me contrataste entonces?
Inclinó su cabeza hacia mí y me miró, y quiero decir que realmente
me miró. Antes de ese punto, casi había sido como si siempre estuviera
mirando más allá de mí, mirando a través de mí. Esta vez, sin embargo,
sentí nuestra conexión. Lo sentí centrarse.
—Porque creo que la pequeña parte de mí que no está destruida
necesitaba algo bueno a lo que aferrarse.
—¿Soy algo bueno?
—Siempre has sido algo bueno, Eleanor, desde el primer día que te
conocí.
Mi corazón dio un vuelco, pero me esforcé por ignorarlo.
—Lamento que te duela tanto —dije.
—¿Cuánto tiempo va a doler? —preguntó, su voz muy baja.
Le di la misma respuesta que me había dado hace tantos años.
—Mientras sea necesario.
—Lo siento —murmuró, apartándose de mí, aparentemente
avergonzado—. Estoy borracho.
—No tienes que disculparte por sentir, Greyson. Estaría tan
perdida y confundida como tú, si no más.
Asintió una vez y miró fijamente a la chimenea. El fuego crepitó
varias veces contra los leños y las llamas bailaron alrededor como si
fueran a arder para siempre.
—¿Por qué regresaste? —preguntó.
—¿Eh?
—Después de que te despidiera… ¿por qué regresaste para ver
cómo estoy?
—Porque te lo debía.
—¿Por qué?
—Por salvarme cuando era más joven y estaba a punto de
ahogarme.
—Gracias, Ellie.
Sonreí.
—Por supuesto. Espera, deja que traiga un poco de agua para
espabilarnos. —Empecé a levantarme del sofá con el vaso en mi mano,
luego me detuve cuando habló.
—Hoy es el cumpleaños de Lorelai —dijo. Se estaba abriendo cada
vez más mientras el whisky lo invadía. Por favor, sigue abriéndote, Grey.
Sus dedos tocaron el borde de su vaso y sus cejas bajaron mientras lo
estudiaba—. Cumple seis hoy.
Me senté de nuevo y me volví hacia él.
—Sí, Claire me dijo. No tenía ni idea. Podríamos haberlo celebrado.
Podría haber hecho un pastel o algo.
Sonrió y frotó su nuca.
—No sabía cómo enfrentar el día de hoy.
—No entien… —comencé, pero mis palabras se desvanecieron
mientras las piezas caían en su lugar. Por supuesto, no celebraba el
cumpleaños de Lorelai—. Porque el cumpleaños de Lorelai es el mismo
día que Nicole murió.
Asintió.
—Hoy hace un año, todo cambió, y nunca me recuperé de eso. Es
una mierda, ¿cierto? Esta persona en la que me he convertido, la
persona que soy. Soy un monstruo.
—Greyson…
—No, Eleanor. No lo hagas.
—¿Hacer qué?
—Sentir lástima por mí. Sé que es fácil para ti sentir lástima por
mí, pero no soy el héroe en esta historia. Soy el villano.
Mordió su labio inferior y no me miró.
—No eres un villano, Greyson.
—Dile eso a la niña que no está celebrando su cumpleaños con su
padre, ya sabes, la que tiene más conversaciones con un fantasma que
conmigo, o a la que cuyo cuerpo está maltrecho y lleno de cicatrices
debido a mis acciones.
Fruncí el ceño, porque veía su lucha, pero también conocía el otro
lado. Yo era sus dos hijas. Era Lorelai, la chica que no quería nada
salvo la atención de su padre, y era Karla, la niña que se portaba mal
solo para que él la notara.
La única diferencia era que nunca había visto en mi padre la culpa
que Greyson estaba mostrando. Nunca vi los momentos de silencio
donde las verdades de mi padre fueron reveladas.
—Lo siento —murmuró, pellizcando el puente de su nariz—. De
nuevo… estoy borracho —dijo una vez más.
—Está bien.
—No lo está. No sé cómo recuperarlo —dijo, tomándome por
sorpresa.
—¿Recuperar qué?
—A mi familia.
—¿Extrañas a las niñas?
—Cada día.
—¿Y quieres estar en sus vidas?
Suspiró y su nariz se arrugó mientras bajaba su vaso y luego ponía
sus manos en su nuca.
—Cuando las miro, no solo veo a su madre. Veo lo que les quité. Le
arrebaté el pegamento a esta familia y no sé cómo recuperarlo. Ha
pasado tanto tiempo que ni siquiera sé si se me permite recuperarlas.
—Sí se te permite.
—Que tú lo digas no necesariamente significa que sea cierto.
—No, tienes razón, pero es verdad. Te aceptarán, sin preguntas,
sin dudas. —Incliné la cabeza—. Bueno, Karla puede que dude un poco,
pero es solo porque es Karla, y creo que es testaruda.
—No sé de dónde lo sacó.
Sonreí y puse los ojos en blanco.
—Sí, ninguna pista ahí.
—Ni siquiera sé por dónde empezar, en realidad, cómo incluso
acercarme e introducirme de nuevo a sus vidas.
—Primero tú, luego ellas. Necesitas ayudarte primero, Greyson.
Tienes que aclarar tu mente antes de que puedas ser lo que tus hijas
necesitan que seas. Además, puedo ser tu camarada.
—¿Mi camarada?
—Sí, inventaré excusas y eventos a los que todos vayamos juntos.
Haremos una actividad una vez a la semana. Eso te dará la oportunidad
de realmente conectar con las niñas.
—¿Harías eso por mí? —preguntó, pareciendo sorprendido por mi
oferta.
—Greyson… hiciste todo lo posible para estar conmigo una vez por
semana cuando mi madre estaba enferma. Me ayudaste a respirar. Es
justo que te devuelva el favor. Entonces, ¿qué dices? ¿Me dejarás ser tu
camarada?
Sonrió, y me encantó un poco.
Lo que sea.
—Sí, supongo que sí.
Le tendí el meñique.
—¿Promesa de meñique?
Enlazó su meñique con el mío. Traté de ignorar las mariposas que
comenzaron a revolverse en mi estómago, porque esas mariposas no
tenían derecho a existir.
Cuando llegó el momento de irme, me puse de pie y caminé hacia
la puerta principal. El cielo nocturno era de un azul profundo y lleno de
estrellas. Greyson me acompañó al porche con las manos en los
bolsillos.
—Gracias por quedarte —dijo.
—Por supuesto. Espero que estés bien.
Asintió una vez.
—Te veré el lunes.
—¿Eso significa que todavía tengo un trabajo? —inquirí,
bromeando dado mi nuevo puesto de camarada.
—Si todavía estás dispuesta a trabajar para mí, así es.
Sonreí.
—Te veré el lunes, Greyson.
—Ellie... —Se pasó el dedo por la barbilla y se encogió de hombros
un poco—. Puedes llamarme Grey.
40
Greyson

—O
h, Dios mío, ¡¿eso es un poni?! —gritó una voz
sorprendentemente similar a la de Lorelai
mientras me hallaba sentado en mi oficina la
tarde del sábado, aunque estaba seguro de que
no estaba entendiendo bien porque las chicas todavía estaban en la
casa de sus abuelos hasta el domingo—. ¡OH, DIOS MÍO, ES UN PONI!
Me puse derecho en mi silla. Esa definitivamente era la voz de
Lorelai.
Salí de mi oficina y fui directo hacia el ruido que parecía estar
viniendo de mi patio trasero. Cuanto más me acercaba, más fuerte se
volvía el ruido. Pero no era solo la voz de Lorelai la que escuchaba, eran
las voces de todos.
Y por todos, me refería a todos.
El patio estaba completamente adornado. Globos de helio rosas y
dorados estaban atados a los árboles. Dos parrillas estaban encendidas
y vi a Landon y Jack allí volteando hamburguesas.
Amigos que no había visto en meses estaban en el patio con sus
hijos, jugando, riendo y divirtiéndose.
—Qué rayos… —Abrí la puerta, y probablemente todos vieron la
sorpresa en mi rostro cuando me notaron.
—¡Papi! ¡Papi! ¡Mira! ¡Un poniiiii! —gritó Lorelai mientras lo
montaba.
De verdad había un poni en mi patio.
Mi mente estaba dando vueltas cada vez más rápido. Cuando miré
a la izquierda, vi a Eleanor, que estaba sonriendo de oreja a oreja. Se
acercó a mí dando saltitos con un sombrero de cumpleaños en su mano
y lo colocó en mi cabeza.
—Gran fiesta, Grey —dijo—. Es la mejor fiesta infantil en la que
jamás he estado.
Mi corazón se detuvo en mi pecho mientras respiraba hondo.
—¿Hiciste esto? ¿Por Lorelai?
Negó.
—No solo por ella. La hice por ti. Lo hicimos por ti —dijo,
señalando a cada persona que alguna vez me había importado.
Todos estaban allí. A pesar de que los había ignorado por meses. A
pesar de que sus llamadas habían ido al buzón de voz. A pesar de que
los había alejado. Todavía habían aparecido por mí.
No tenían ni idea de lo mucho que eso significaba.
Eleanor no tenía ni idea de lo que había hecho.
—Gracias —dije ahogadamente.
—De nada —respondió—. ¡Ahora ve! ¡Ve a saludar a todos! Es una
fiesta, después de todo, así que ve a pasarlo bien. —Sopló su flauta de
cumpleaños en mi rostro y mantuvo esa gran sonrisa en su rostro.
Empecé a alejarme, pero me detuve en seco. Me di la vuelta hacia
ella y, sin pensarlo, envolví mis brazos a su alrededor. La abracé tan
fuerte contra mí que estaba casi seguro de que la apretaría hasta la
muerte, pero no podía soltarla. Por suerte, no me lo pidió. Cuando me
retiré, me sentí un poco avergonzado. Emboscarla con un abrazo era
completamente impropio de mi carácter, pero se había sentido correcto.
Había necesitado el abrazo. Se había sentido como la única manera en
la que verdaderamente podía mostrarle mi gratitud.
Ni siquiera parecía sorprendida por mi acercamiento. Solo siguió
esbozando esa amable sonrisa y asintió hacia mis amigos.
—Ve a divertirte, Grey —me dijo.
Diversión.
No estaba seguro si todavía sabía lo que era eso, pero intentaría
hacer todo lo posible como dijo. Caminé hacia Landon y le di una
palmada en el hombro.
Me miró y me dio una gran y cursi sonrisa.
—¡Amigo! Gran fiesta. Tendrás que indicarme a todas las mujeres
solteras —se burló.
—¿Y qué estás haciendo aquí? —pregunté, un poco sorprendido de
ver a mi mejor amigo en Illinois.
Landon se encogió de hombros.
—Solo estaba por el vecindario.
—Me dejaste un mensaje de voz ayer desde Los Ángeles. No
estabas por el vecindario, Landon. Estabas al otro lado del país.
Sonrió genuinamente y me dio una palmada en el hombro.
—Por ti, Greyson, siempre estoy en el vecindario.
Eso significaba más de lo que se imaginaba. Me pellizqué el puente
de la nariz.
—Escucha, sé que no he sido yo mismo por un tiempo…
—Si te disculpas una vez más, voy a patearte las bolas, Greyson —
me advirtió Landon.
Levanté mis manos como símbolo de rendición.
—Está bien, de acuerdo.
—Así que, Eleanor realmente creció, ¿eh? Diablos, es jodidamente
hermosa.
Había sido hermosa desde el primer día. Aunque la mayoría de
personas lo pasaron por alto.
Landon se rascó la barba que se estaba dejando crecer para su
próximo papel en una película de acción.
—Así que… ¿está soltera?
Puse los ojos en blanco.
—No empieces, Landon. No vas a acostarte con mi niñera. Además,
ya te acostaste con su prima, Shay, hace años.
—Shay… Shay… —Se internó en lo profundo de su mente tratando
de conectar los puntos de una mujer con la que había dormido llamada
Shay. Cuando hizo clic, me dio una palmada—. Mierda, Shay Gable. ¡Mi
primer amor!
Me reí.
—Si eso es lo que tú llamas amor, deberíamos estar preocupados.
Vamos, déjame darte un trago.
—No diré no a eso —agregó Landon—. Cualquier cosa menos
EastHouse, esa mierda sabe a orina —se burló, haciéndome reír
mientras le enseñaba el dedo medio. Podría haber sido la primera vez
que me reía en meses.
Todos interactuaban conmigo como si no me hubiera recluido casi
todo el año pasado. Me dieron la bienvenida de nuevo con risas,
sonrisas y abrazos. Recibí demasiados abrazos ese día.
En un fin de semana que se suponía fuera difícil, todos hicieron
que fuera mucho más fácil.
Ver a Lorelai teniendo el mejor momento de su vida me calentó por
dentro. Juro que estaba montando su poni por centésima vez, pero
Karla optó por quedarse en su habitación todo el tiempo.
Después de que la fiesta terminara, me dirigí a la habitación de
Karla con una rebanada del pastel de unicornio. Mi estómago era un
nudo mientras tocaba a su puerta.
Levantó la mirada de su ordenador y se quitó los auriculares que
estaba usando.
—¿Qué? —murmuró, mirándome fijamente como si fuera la mayor
molestia del mundo.
—Yo, uh, te traje un pedazo de pastel —dije, entrando en su
habitación.
Me miró con los ojos entrecerrados.
—¿Por qué?
—Solo pensé que querrías un poco. —Me senté a su lado, y su
intensa mirada fija no disminuyó—. Habría sido lindo que estuvieras en
la fiesta de hoy. Todos me preguntaron por ti.
—Sí, bueno —murmuró, volviendo a la pantalla de su ordenador.
—Karla, estaba pensando…
—Mira, ¿podemos no hacer esto? —espetó, quitándose los
auriculares—. No sé lo que te pasa o si finalmente sientes culpa por
darte cuenta de lo mal padre que has sido este año, pero realmente no
tengo tiempo para esto. Es decir, ayer fue el cumpleaños de Lorelai y
nos mandaste lejos. Ayer fue el aniversario de la muerte de mamá y ni
siquiera pasaste el tiempo con tus hijas. Así que, estoy segura de que
todos están felices de verte y eso y actuando casi como un humano de
nuevo, pero, por favor, discúlpame si no estoy interesada en lo que sea
que esté pasando contigo en este momento.
Me quedé boquiabierto, pero no salió ni una palabra. Era como si
me hubiera dado un puñetazo en el estómago y me hubiera dejado sin
aliento. Lo que era aún peor sobre lo que había dicho fue que era cierto.
No había estado allí para ella o su hermana durante el último año.
—Mamá nunca nos habría abandonado —susurró, su voz
temblando, y por primera vez en mucho tiempo, mostró algo más que
ira… mostró su dolor.
—Karla… —empecé, extendiendo la mano hacia ella, pero alejó su
brazo.
—Solo vete, papá —siseó. Poniéndose sus auriculares de nuevo—.
Y llévate ese estúpido pastel contigo.
Respiré hondo y levanté el plato. Quería decir algo más. Quería
expresarme de una forma en la que quizás le haría entender lo que
había estado sufriendo, pero no sabía cómo. No sabía ni siquiera cómo
empezar a reparar el daño que le había causado, el daño que le había
causado a mi familia.
Me alejé y cerré la puerta de su habitación. Mientras iba por el
pasillo, escuché voces y vi dentro del baño a Lorelai lavando sus manos
con la ayuda de Eleanor. Estaba cubierta de chocolate y glaseado, y las
dos estaba riéndose como si fueran las mejores amigas.
—Creo que ya limpiamos todo —comentó Eleanor, dándole un
golpecito en la nariz a Lorelai.
—Está bien. ¡Voy a buscar un pedazo de pastel! —Lorelai salió de
la habitación a toda prisa. Se detuvo frente a mí cuando me vio allí, y
sus ojos se iluminaron—. ¡Hola, papi!
—Hola —dije, dándole una pequeña sonrisa.
Corrió, envolvió sus brazos alrededor de mis piernas y me abrazó.
—Gracias por la mejor fiesta de cumpleaños del mundo y los ponis
y el pastel y las hamburguesas y… y… eres el mejor padre del mundo.
—Me abrazó más fuerte y cuando me soltó, tomó el plato que estaba en
mi mano y gritó—: ¡Y gracias por el pastel!
Eleanor estuvo a punto de detenerla de salir corriendo, pero negué.
—Está bien. Lidiaremos con el bajón de azúcar cuando llegue.
Asintió y se apoyó contra el marco de la puerta del baño, mirando
hacia mí.
—¿Estás bien? Pareces molesto. —Se enderezó un poco—. ¿Estás
molesto por la fiesta? Solo pensé que…
—No, en absoluto. Fue asombroso, Eleanor. No has sido nada
menos que maravillosa para mi familia, para mí, y no hay palabras para
expresar lo agradecido que estoy por eso.
—Entonces, ¿qué pasa? ¿Qué está mal?
—Yo, eh… Karla nunca va a perdonarme, y honestamente, no
debería —confesé—. La abandoné y a su hermana cuando más me
necesitaban, y no hay nada que pueda hacer para remediarlo. Me alejé
y la dejé ahogándose.
—Solo está herida, Greyson, con toda razón, pero te quiere.
—Ni siquiera sé si me sigue queriendo.
—Lo hace —discutió.
—¿Cómo siquiera puedes estar segura de eso?
—Tantos años de amor no desaparecen por un trágico año. Solo
tienes que darle tiempo para recuperarse, y por ahora, solo tienes que
hacer una cosa.
—¿Qué?
—Sigue apareciendo, no importa lo que suceda. Va a presionar, va
a gritar, y va a hacer que quieras marcharte, pero no puedes alejarte de
nuevo, Grey. Tienes que seguir apareciendo para ella, incluso en los
días difíciles —dijo—. Especialmente en los días difíciles. Por lo cual nos
conseguí entradas para el juego de béisbol dentro de dos semanas. Ya
hablé con Allison y va despejar tu agenda para la tarde del juego.
También invité a mi prima, Shay, espero que esté bien. Además,
convencí a Karla diciéndole que era para celebrar el cumpleaños de
Lorelai. Solo se necesitan unos pocos pasos para avanzar hacia el
cambio.
—Gracias, Eleanor —dije.
—¿Por qué?
Metí las manos en mis bolsillos.
—Por ser mi razón para sonreír hoy.
41
Eleanor

D
espués de que terminara la fiesta, me quedé un poco más
para ayudar a limpiar el desorden. Cuando todo estuvo
guardado y el lavavajillas encendido, recogí mis cosas
para ir a casa.
Mientras caminaba hacia la puerta principal, me detuve cuando
Landon habló en mi dirección.
—¿Oye, Eleanor? ¿Puedo hablar contigo muy rápido? —preguntó.
Me volví hacia él y sonreí. Landon parecía tan adulto comparado
con el niño que fue hace tantos años atrás. Shay hubiera odiado lo
guapo que se había vuelto.
—Sí, claro. ¿Qué sucede?
Deslizó las manos en sus bolsillos.
—Solo quería agradecerte por todo lo que has estado haciendo por
estas chicas y por Greyson. No sé cómo lo estás haciendo, pero gracias.
Hoy fue el primer día que sentí que mi mejor amigo estaba realmente
aquí. Ha sido un fantasma durante el año pasado, y ha sido lo más
difícil de ver. Entonces, sí, solo sigue así, ¿de acuerdo? Lo que sea que
estés haciendo, solo sigue haciéndolo.
Sonreí.
—No sé si soy de mucha ayuda, pero no planeo ir a ningún lado.
—Confía en mí, eres una gran ayuda. Además, te debo una
disculpa por el cabrón que fui en el pasado, llamándote Cara de Metal y
esas cosas. Eso fue jodido.
Reí.
—Quiero decir, sí, lo fue, pero supongo que ya que trajiste un poni
hoy, podemos perdonar y olvidar.
—Por supuesto, y quiero decir, parece que funcionó para ti, ya
sabes, esos aparatos. —Hizo un gesto hacia mi boca—. Se ve bien. Así
que sí. Bien por ti.
Oh, Landon. Para ser una superestrella seguro que eres torpe.
—Gracias.
—Está bien, bueno, te dejaré ir. Asegúrate de decirle a tu prima
Shay que dije hola.
Definitivamente le diría a Shay eso lo antes posible.
—Lo haré. Buen viaje, Landon.
En el momento en que se fue, saqué mi teléfono y le envié un
mensaje a Shay.
Yo: Landon preguntó por ti hoy.
Shay: ¿Oh, sí? ¿Le dijiste que se quemara en el infierno? Espero
que le hayas dicho que se vaya al infierno.
Sonreí, sabiendo que se estaba metiendo bajo su piel un poco.
Shay: ¿Cómo se veía? ¿Se veía más feo en persona que en las
películas?
Yo: Curiosamente, se ve aún mejor.
Shay: Ugh. Por supuesto que lo hace. Lo que sea, he terminado de
pensar en él.
Shay: Pero para ser claros, ¿le dijiste que estaba bien y que nunca
volví a pensar en él después de la secundaria? La próxima vez asegúrate
de decirle eso.
Shay: Dios. Lo odio. ¿Cómo se atreve a preguntar al azar por mí?
Qué valor.
Siguió divagando una y otra vez, y me sentí un poco complacida
por eso. Era agradable tener algo de lo que burlarse ahora,
considerando que siempre se burlaba de mí cuando se trataba de
Greyson. Se sentía como si mi prima y yo finalmente estuviéramos
empatadas. Cada vez que se burlara de mí, estaría lista para devolverle
la burla.

—¿Por cuánto tiempo vas a acompañarme a clase? —gruñó Karla


mientras nos dirigíamos a su primer período de clases el lunes después
de la fiesta de Lorelai. Era nuestra nueva normalidad, y no hace falta
decir que odiaba cada segundo.
—Hasta que tu padre me diga que pare, supongo —respondí.
Gimió.
—Ha sido muy molesto últimamente.
—Solo está haciendo su trabajo, Karla. Eso es todo. Ha pasado por
muchas cosas.
—Todos hemos pasado por muchas cosas.
—Sí, lo sé.
Resopló.
—No tienes ni idea —gruñó.
Me pasé la mano por el cabello y le di una pequeña sonrisa.
—Sabes, era un poco mayor que tú cuando perdí a mi madre. Así
que, sé lo difícil que puede ser.
—¿Sí? ¿También te dejó cicatrizada como un monstruo? —
preguntó antes de mirarme y negar—. Oh, espera, no. Sigues siendo
hermosa.
—También eres hermosa, Karla, y confía en mí, no me veía así en
la escuela secundaria. Mi apodo era Cara de Metal.
—¡Oh, vaya, así que supongo que somos iguales! —exclamó, su
sarcasmo fuerte y claro—. Mis cicatrices son como tener aparato. No
puedo esperar para salir de esta etapa de mi vida. Oh, espera... —Puso
los ojos en blanco.
—Mira por dónde vas, monstruo —murmuró alguien cuando chocó
con Karla, haciéndola tropezar hacia atrás.
—¡Oye, cuidado! —espeté, aunque Karla parecía bastante
impertérrita por todo. Ese tipo de cosas le pasaban muy a menudo,
incluso conmigo justo a su lado. No podía imaginar las cosas que eran
lo bastante valientes para decir cuando no había un adulto cerca.
—Solo deja que suceda, Eleanor. Los muggles van a hacer lo que
los muggles van a hacer —dijo con naturalidad, bajando la cabeza.
Alcé una ceja.
—¿Acabas de hacer una referencia de Harry Potter?
—Sí, obvio.
—¿Eres fan de Harry Potter?
—Es solo el santo grial en el mundo de hoy, Eleanor —dijo,
poniendo los ojos en blanco—. No esperaría que lo entendieras.
—Eh, hola, Hufflepuff aquí, reportando para el servicio. Te diré que
me encantaba Harry Potter incluso antes de que nacieras. Solía tener
que esperar años para que saliera el próximo libro. ¡Años!
—Felicitaciones, eres muy vieja. Y serías un Hufflepuff —dijo con
un tono ligero en su voz.
Antes de que pudiera responder, otra persona chocó con ella, y
cuando miró hacia atrás, dijo:
—Lo siento, Joroba. —Y luego se fue corriendo.
—¿Qué te acaba de decir?
—Nada —resopló, tirando de las mangas de su sudadera negra—.
No es nada.
—Parece que es algo.
Suspiró y me miró, encogiéndose de hombros.
—Algunas personas me llaman Joroba. Ya sabes, como El Jorobado
de Notre Dame, por mi postura.
—Está bien, ahí es donde se traza la línea. Voy directamente a la
oficina del director para informar de esto.
—No malgastes aliento. ¿Qué van a hacer? ¿Echar a la mitad del
alumnado porque se están burlando del espectáculo de monstruos?
Mi corazón se rompió cuando dijo esas palabras, porque las
pronunció como si fueran absolutamente ciertas.
—Karla, no eres un espectáculo de monstruos. —No respondió—.
¿Escuchas estas cosas de estas personas todos los días?
Asintió lentamente.
Ni siquiera podía imaginarlo.
—Vamos —dije, agarrando su brazo.
Alzó una ceja.
—¿Qué?
—Nos vamos.
—¿Qué? No puedo. Tengo ciencias.
—Hoy no. Hoy vamos a saltarnos las clases.
—Pero... mi padre...
—Lo sé, pero me ocuparé de tu padre más tarde. Por ahora, vamos
a salir de este edificio y tener un día de salud mental.
—¿Qué es eso?
—Un día en el que dices que se joda la escuela secundaria y que se
jodan los muggles de mente cerrada. Luego te vas a casa y ves un
maratón de Harry Potter y comes comida que es súper mala para ti
hasta que quieres vomitar.
Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Karla, y juro que
era la primera vez que la veía sonreír. Se veía absolutamente
impresionante cuando sonreía.
—Más de eso, Karla —dije sin pensar.
—¿Más de qué?
Me reí por lo bajo.
—Nada. No te preocupes. —Le quité el cabello del rostro y asentí
una vez—. ¿Entonces? ¿Qué dices?
—¿Es esta una especie de trampa? ¿Algún tipo de psicología
inversa?
—No. Solo un descanso de la realidad. ¿Qué dices? ¿Te apuntas?
Asintió lentamente al principio, pero luego aceleró mientras la
sonrisa permanecía pegada a su rostro.
—Sí, me apunto.
Nos dimos la vuelta y nos dirigimos directamente a la salida, sin
mirar atrás. En el momento en que llegamos al auto, fue como si
pudiera ver el comportamiento de Karla cambiar completamente
mientras su cuerpo se relajaba. La escuela era estresante para el
adolescente promedio, pero ni siquiera podía comenzar a imaginar lo
difícil que sería para alguien como Karla. No solo estaba lidiando con el
acoso de sus compañeros, sino que también estaba lidiando con la
pérdida de su madre.
Sabía que la vida no era justa, pero extra cruel para Karla.
Nos detuvimos en la tienda para recoger algunas golosinas para
nuestro maratón de películas, y luego nos dirigimos a casa para
comenzar. Colocamos algunas mantas y almohadas en la sala de estar y
lo convertimos en el espacio más cómodo conocido por la humanidad.
Luego nos quitamos nuestros zapatos y comenzamos la primera película
de Harry Potter.
Por primera vez en mucho tiempo, vi a Karla iluminarse.
Sabía que Greyson probablemente se enojaría conmigo por sacarla
de la escuela, pero después de todo lo que tenía que enfrentar, merecía
un descanso.
Mientras veíamos las películas, fui testigo de la aparición de una
versión de Karla que no sabía que existía. Estaba sentada con los ojos
muy abiertos y su atención en la pantalla. Recordaba ese asombro de
cuando vi las películas por primera vez, esa emoción, la felicidad.
Sus labios se movieron con el diálogo, dejando muy claro que
había visto las películas docenas de veces. Prácticamente lo tenía todo
memorizado.
Las únicas veces que detuvimos las películas fueron para ir al
baño.
Resultó que también necesitaba un día de salud mental. Un día de
magia y aventuras, un día de estar muy lejos de los muggles.
Alrededor de las tres, era hora de ir a buscar a Lorelai a la escuela,
lo cual fue triste, porque Karla y yo estábamos absortas en las
películas.
Karla comenzó a ponerse de pie y negué.
—No tienes que venir. Será un viaje rápido.
Levantó una ceja.
—A papá no le gusta que me quede sola en casa. No confía en mí.
—¿Crees que estarás bien? —pregunté.
—Por supuesto, no soy una idiota.
—Bueno, de acuerdo entonces. Si algo sale drásticamente mal,
llámame. Déjame poner mi nombre en tu teléfono.
Me entregó su teléfono.
—Vaya. Realmente debes querer que te despidan hoy.
Sonreí y le devolví su teléfono.
—Vuelvo en un rato.
Me dirigí a la escuela de Lorelai, y cuando llegué a la línea de
recogida, vi a la niña normalmente enérgica caminando con la cabeza
gacha. Rápidamente puse el auto en punto muerto y me dirigí a Lorelai.
—Hola, amiga, ¿qué está pasando? —pregunté, llena de
preocupación.
—Nada. Simplemente la estúpida Caroline —murmuró, mirando a
una chica a su izquierda que estaba hablando con otros niños de su
edad.
—¿Qué pasó con Caroline?
Lorelai sorbió mientras arrastraba su mochila contra la acera.
—Acaba de invitar a todos a su increíble fiesta de cumpleaños,
excepto a mí.
—¿Qué? Eso es imposible. Estoy segura de que fue un
malentendido, cariño.
Negó.
—No. Dijo que no fui invitada porque soy un bicho raro que habla
conmigo misma.
Bueno, eso me molestó.
Me puse derecha y miré a Caroline. Entonces, vi a su madre
llamarla en la línea de recogida.
—Espera aquí, Lorelai. Me encargaré de esto.
Corrí hacia el auto estacionado y llamé a la mujer.
—¡Disculpe! ¡Disculpe!
La mujer se irguió un poco, sorprendida por mi acercamiento.
Sostuvo su bolso contra su costado y me dio una sonrisa tensa.
—¿Puedo ayudarle?
—Hola, sí. Soy Eleanor, la niñera de Lorelai —dije, señalando a
Lorelai, que todavía tenía la cabeza gacha por la decepción.
La mujer miró e hizo una mueca.
—Oh, sí, la nueva niñera. Lo juro, esa familia acaba con ellas más
rápido que nadie. Uno pensaría que resolverían una manera de
mantenerlas por períodos más largos de tiempo.
Ignoré su comentario.
—Sí, bueno, solo quería hablar con usted sobre un malentendido.
Parece que todos en la clase de Lorelai fueron invitados a la fiesta de
cumpleaños de su hija, excepto ella, y estoy segura de que fue solo un
error.
—Oh, no, no fue un error, en absoluto —dijo, apretando los labios
como una jodida puritana—. No está invitada.
—¿Qué? Eso ni siquiera tiene sentido. Estuvo en su fiesta de
cumpleaños con Caroline. Lorelai es una gran chica.
—Sí, estoy segura de que es buena, pero no creo que sea una
buena idea tener una chica como ella en la fiesta de mi hija.
—¡¿UNA CHICA COMO ELLA?! —grité. Sí, le grité a esa mujer, y ni
siquiera me importó. Sus palabras me aguijonearon de una manera que
no sabía que las palabras podían hacer—. ¿Qué rayos se supone que
significa eso?
—No es nada por lo que ofenderse —afirmó, un poco aturdida por
mi reacción.
—Eh, no, eso definitivamente es algo por lo que ofenderse —dije—.
¿Qué quieres decir con “una chica como ella”?
—Bueno, dulzura —lo dijo de una manera tan condescendiente que
me erizó la piel—, has estado cerca de la chica el tiempo suficiente para
saber que es rara. Caroline me ha contado historias de cómo habla
consigo misma en el recreo, y luego lo presencié en su fiesta.
—No está hablando sola —discutí—. Habla con su madre.
La mujer levantó una ceja.
—¿Su madre?
—Sí.
—¿Su madre muerta?
—Exactamente.
Se pellizcó el puente de la nariz.
—Oh, Dios, incluso su niñera está loca. Mira, lo siento, de verdad.
Entiendo que la niña ha pasado por un trauma, pero ese no es mi
problema. Me reservo el derecho de elegir el tipo de personas que
rodean a mi Caroline.
—Sí, bueno, tu Caroline fue muy grosera con Lorelai hoy,
llamándola loca.
—Bueno, ya sabes lo que dicen: los niños son niños. —Se puso las
gafas de sol y se encogió de hombros, enfureciéndome sin medida—.
Ahora, si me disculpas. —Me rechazó como si no fuera nada.
Entonces sucedió.
Mis ojos se cruzaron. Mi visión se volvió borrosa.
Y. Estallé.
—No, no es los niños son niños. ¡Es una acción completamente
inapropiada, una que debería tener consecuencias reales! Tu hija acosó
a la mía. La acosó, y estás actuando como si estuviera completamente
bien, pero no me sorprende teniendo una madre como tú. Ese tipo de
comportamiento no solo aparece en la cabeza de un niño, se enseña, ¡y
deberías avergonzarte de ti misma! ¡Eres un ser humano repugnante
que está criando una pequeña perra!
Cerré la boca, pero las palabras seguían bailando en mi cabeza.
Accidentalmente acababa de llamar perra a una niña.
Miré a mi alrededor y todos estaban callados. Todos me miraban
con la boca abierta y los ojos ensanchados.
Luego miré a la madre de Caroline, que lucía como si acabara de
echarle una mierda en sus zapatos de tacón.
—¡Tu empleador se enterará de esto! —me regañó—. ¡Puedes
contar con ello!
Luego colocó a su hija en su auto y se alejó.
Me acerqué a Lorelai, que estaba sonriendo un poco. Me miró,
soltando risitas, y sonrió ampliamente.
—Estás un poco loca, Eleanor —dijo.
No estaba equivocada.
La metí en el auto y le puse el cinturón, luego le aparté el cabello
del rostro.
—Oye, solo quiero que sepas que eres especial, ¿de acuerdo? Eres
especial e inteligente, y hermosa por dentro y por fuera. Si alguien te
dice algo más que eso, es un mentiroso. ¿Me entiendes? Lo que Caroline
te dijo no fueron más que mentiras. Eres. Increíble.
Asintió lentamente.
—¿Puedes decir eso? ¿Puedes decir que eres increíble?
—Soy increíble. —Sonrió, y juro que en su sonrisa, vi al Greyson
joven.
—Sí. —Asentí, tocando su nariz—. Lo eres.
Salté al asiento del conductor y arranqué para regresar a la casa
de los East.
—Oye, Eleanor.
—¿Sí?
—¿Qué es una pequeña perra?
—Es una persona que no es muy amable —dije con naturalidad. La
miré por el espejo retrovisor y negué—. Pero no le digas eso a tu padre.
Estoy bastante segura de que me despediría por eso. ¿De acuerdo?
—De acuerdo. —Volvió a mirar por la ventana, y pasaron unos
segundos antes de escucharla susurrar—: Lo sé, mamá. También me
gusta Eleanor.
Juro que mi corazón se saltó cinco latidos ante esas palabras.
Regresamos a casa, y en la pila de mantas en el suelo de la sala
estaba Karla viendo la cuarta película de Harry Potter.
Me miró con una Oreo en la boca y abrió mucho los ojos.
—Lo siento, no pude esperar para comenzar la película.
La boca de Lorelai se abrió.
—¡Estás comiendo dulces y no estamos en la casa de la abuela! —
exclamó, señalando con el dedo a su hermana.
—Sí, lo sé. Necesitaba un día de salud mental —replicó,
metiéndose otra galleta en la boca.
—¿Qué es un día de salud mental? —inquirió Lorelai.
—Es cuando comes comida basura y ves películas todo el día —
respondió Karla.
Lorelai corrió hacia su hermana y se acostó, agarrando un puñado
de galletas para ella.
—¡También necesito un día de salud mental!
Sonreí al ver a las chicas acurrucadas juntas, comiendo galletas, y
en realidad parecían estar disfrutando la compañía de la otra.
—Tal vez una película diferente para Lorelai ahora, Karla —dije.
Gimió.
—Pero solo ve Frozen todo el tiempo.
—¡Let it goooo! —canturreó Lorelai.
—Por favor. Cualquier cosa menos eso —rogó Karla.
Alcé una ceja, pensando profundamente en lo que podíamos ver, y
luego separé mis labios.
—¿Alguna vez han oído hablar de un programa llamado Mister
Rogers’ Neighborhood10? —pregunté.
—Nop, y suena tonto —mencionó Karla.
No lo tomé como algo personal. Los adolescentes eran bastante
cerrados sobre las mejores partes del mundo. Encontré el programa en
una red de transmisión en línea y reproduje un episodio. Karla suspiró
de inmediato.
—Sí, tenía razón. Es estúpido —comentó.
Lorelai hizo eco de su hermana.
—Síp, estúpido —exclamó.
Pero de todos modos, se sentaron allí y vieron un episodio. Luego
otro. Y otro.
Para el cuarto episodio, las chicas se habían quedado dormidas en
el suelo, acurrucadas y completamente noqueadas por su fiesta de
dulces.
Tomé mi teléfono rápidamente e hice algunas fotos, porque era uno
de esos momentos que no debería ser olvidado.
Era uno importante.

10Mister Rogers’ Neighborhood: serie infantil estadounidense que empezó a emitirse


en la década de los sesenta y cuyo primer presentador fue Fred Rogers.
Alrededor de las siete, la puerta principal se abrió y me sorprendió
ver a Greyson entrar con su maletín. Me miró, y luego a las chicas que
aún descansaban en una pila en el suelo.
Levantó una ceja, luego sus ojos volvieron a mí.
—Eleanor.
—Oh, hola, Greyson. ¿Qué tal?
Sus ojos volvieron a las chicas y luego a mí.
—Eleanor.
Tragué fuerte.
—¿Sí?
—¿Podemos hablar en mi oficina?
Se marchó con el asa del maletín todavía en la mano, y lo seguí,
con cada nervio en mi estómago retorciéndose.
No habló de inmediato, pero hizo un gesto hacia una silla y me
senté rápidamente. Seguí retorciendo mis dedos, sin saber qué hacer
con mis manos. Sabía que había estado fuera de lugar ese día. Sabía
que había cometido muchos errores, pero sinceramente, no me
arrepentía. Por primera vez en mucho tiempo, había visto sonreír a
Karla.
Eso hacía que valiera la pena para mí.
Dejó su maletín, se quitó el abrigo y luego se sentó ante su
escritorio.
Aún sin palabras.
Juntó sus manos y respiró hondo.
—Recibí una llamada de la señora Robertson hoy.
—¿La señora Robertson?
—La madre de Caroline Robertson.
Oh. Esa mujer.
—Escucha, puedo explicártelo. Sé que estallé, y lo siento, pero por
otro lado, en realidad no lo siento. ¿Sabes por qué? Porque ella y su hija
fueron extremadamente irrespetuosas con Lorelai y yo mantengo todo lo
que dije. —Hice una pausa—. Bueno, tal vez llamar a su hija perra
estuvo fuera de lugar, pero sí mantengo el hecho de que la madre era
una perra. Y lo siento, pero...
—Eleanor —dijo Greyson severamente.
—¿Sí?
—Estás divagando.
—Sí. Lo siento. Solo estoy... quiero que sepas que, aunque sé que
estoy en muchos problemas, me reafirmo. Mantengo mis palabras, y sé
que fue incorrecto e infantil hacer una escena en público, y sé que no te
hace ver bien, pero no pude contenerlo. Sé que probablemente también
te estés preguntando por qué hay un gran lío en tu sala de estar, y
simplemente te lo voy a decir ahora porque lo que sea, ya estoy en
problemas, pero Karla también tuvo un día muy duro, y la saqué de la
escuela e hicimos un maratón de películas de Harry Potter y comer
dulces, y bien, lo siento.
Bajó las cejas, mirando, sin mostrar realmente ningún tipo de
emoción. Ni ira, ni decepción, nada en realidad. Desearía que lo
detuviera. Desearía que al menos me diera algo con lo que trabajar, solo
algunas pistas del contexto.
—Gracias —dijo finalmente.
—Disculpa, ¿qué?
—He dicho gracias. Gracias por estar ahí para mis niñas.
Alcé una ceja, desconcertada.
—No estás... ¿no estás enojado?
—No. Te llamé aquí para darte las gracias por defenderlas. Sé que
no siempre puedo estar cerca, y sé que he estado distante en los
últimos meses. No estoy... —Respiró y se miró las manos—. No soy yo
mismo. Estoy tratando de ser yo mismo para volver a la normalidad,
pero todavía no estoy ahí. Así que, gracias por estar ahí. Te necesitaban
hoy. Te necesitaba hoy.
Fue todo lo contrario de lo que pensé que me iba a decir.
Honestamente, ni siquiera estaba segura de cómo reaccionar.
Me recosté en mi silla, muy desconcertada.
—Oh, bueno... está bien. De nada.
—Solo mantenme al tanto un poco la próxima vez. Si vas a sacar a
Karla de la escuela o insultar a una mujer frente a toda la escuela
primaria, solo avísame.
—Sí, por supuesto. No será algo normal, y lo siento mucho por
todo, especialmente por estallar en la escuela de Lorelai.
—No lo hagas. La señora Robertson es una perra.
Sonreí. Devolvió la sonrisa.
Greyson me sonrió.
Era el tipo de sonrisa que recordaba, el tipo de sonrisa que me
había hecho mirarlo una y otra vez con asombro cuando éramos más
jóvenes, el tipo que no sabía que había extrañado hasta que la vi en sus
labios.
Mis labios se separaron y hablé suavemente:
—Más de eso, Grey.
Más de eso.
42
Greyson

D
espués de que Eleanor se fuera esa noche, continué
trabajando en mi oficina por un tiempo, y cuando llegó la
llamada de Landon, en realidad contesté.
—Hola, Landon. ¿Qué pasa?
—Por el amor de Dios, ¿así es como suenas hoy en día? Juro que
tu voz se volvió más grave —bromeó.
—Acabo de verte en la fiesta de Lorelai.
—Aun así, es raro que atiendas mis llamadas. Por alguna razón, no
esperaba que respondieras.
—Sí, perdón por las llamadas perdidas, ya sabes, las quinientas.
—Meh, pensé que responderías cuando estuvieras listo.
—Sí. ¿Cómo te va estando de vuelta en California?
Me puso al día sobre cómo iba la filmación de su próxima película,
lo locos que estaban los paparazzi, que se había acostado con la mitad
de Hollywood. Ya sabes, lo básico.
Era una locura lo diferentes que nos habíamos vuelto, pero aun
así, en muchos aspectos, éramos iguales, como Landon no pudiendo
evitar acostarse con cualquier mujer que mirara en su dirección.
—Pero, ¿podemos hablar de Eleanor un momento? Fue increíble lo
que hizo para el cumpleaños de Lorelai —mencionó Landon.
—Sí, ha sido increíble. Mejor de lo que merezco, en realidad.
Realmente ha ayudado a las chicas más de lo que podría decir.
—Sí. Así que, ¿has visto a Shay desde que Eleanor...? —empezó
Landon, pero antes de que pudiera terminar, llamaron a mi puerta.
Luego se abrió, y Karla se paró allí.
Estaba un poco aturdido.
Karla nunca venía a mi oficina.
—Hola, papá —dijo, carraspeando. No podía recordar la última vez
que había dicho papá sin ira en su voz. Esto era más que extraño.
Definitivamente iba a proceder con cautela—. ¿Puedo hablar contigo
rápidamente?
—Sí, por supuesto. —Volví a la llamada telefónica—. Landon, te
llamaré luego.
—¡Está bien! Y ahora que sé que tu teléfono funciona, no ignores
más mis llamadas. De lo contrario, empezaré a llamar más. Saluda a las
chicas de mi parte. ¡Adiós!
Colgué y volví a mirar a Karla. Parecía nerviosa por alguna razón,
lo que a su vez, me puso nervioso.
—¿Qué pasa?
—Escucha, sé que Eleanor metió la pata hoy, y estoy bastante
segura de que vas a despedirla o lo que sea porque has despedido
niñeras por mucho menos de lo que ella hizo hoy, pero... bueno, pensé
que deberías saber que solo estaba cuidando de Lorelai y de mí. Es un
poco rara y todo eso, y demasiado entrometida e interesada en mi vida,
pero en su mayor parte, creo que es bastante buena en su trabajo.
También es muy buena con Lorelai. Así que, si pudieras no despedirla,
sería genial.
Pasé la palma de mi mano por mi nuca.
—Te gusta.
Lo hacía, podía decirlo. Karla no defendía cosas o personas que no
le gustaban.
Se encogió de hombros.
—Está bien, supongo.
—La mantendré si me dices a dónde fuiste durante los días de
escuela a principios de año.
Toda su energía cambió y su rostro cayó. Vi un destello de
preocupación y luego se recompuso y suspiró.
—Solo olvídalo, ¿de acuerdo?
Tenía que intentarlo. Mi mente no había dejado de pensar en las
posibilidades y el peligro en el que Karla podría haber estado
involucrada. Cada día me preguntaba a dónde había ido. Cada día me
preguntaba sobre las batallas que enfrentaba consigo misma.
Se dio la vuelta para alejarse, y la llamé.
—¿Sí? —resopló.
—Creo que tienes razón… creo que Eleanor es buena para nuestra
familia. Así que voy a mantenerla como niñera.
Un peso se levantó de sus hombros mientras soltaba un suspiro.
—Oh, está bien, genial. Porque como dije, ella está bien. —Karla se
encogió de hombros—. Ya sabes, para un Hufflepuff.

Hice mis paradas nocturnas en las habitaciones de las niñas, y


cuando pasé por la de Karla, la luz de su habitación seguía encendida,
pero estaba en la cama, leyendo un libro de Harry Potter. No podía
pensar en la última vez que la vi leer. Solía hacerlo todo el tiempo.
Había sido casi imposible encontrarla sin un libro en sus manos, pero
después de la muerte de su madre, Karla había dejado a un lado todas
las cosas que amaba.
Fue entonces cuando supe que estaba sucediendo. Eleanor estaba
haciendo esa cosa que tan bien hacía, deslizándose lentamente en una
vida y haciéndola mejor sin que la persona se diera cuenta de que
estaba ocurriendo.
43
Eleanor

G
reyson hizo todo lo posible por aparecer para sus hijas. Por
la mayor parte, fue fácil con Lorelai. Le dio la bienvenida
con los brazos bien abiertos. Dejó de trabajar hasta tarde
cada noche y hacía tiempo para atender a sus prácticas de
karate de vez en cuando. Juro que cada vez que entraba en la clase, los
ojos de Lorelai se iluminaban como si su mayor sueño se hubiese hecho
realidad. Lo hacía mejor también y siempre miraba hacia Greyson para
asegurarse de que estaba observando.
Luego, cuando llegaba la cena, se sentaba con nosotras y hablaba.
Lorelai, por supuesto, dirigía la mayoría de las conversaciones, pero
Greyson estaba ahí. Estaba comprometiéndose. Estaba convirtiéndose
en una parte de su familia de nuevo.
Sin embargo, Karla no lo llevaba bien en absoluto. Cuando la
invitaba a cenar, ya ni siquiera respondía. Simplemente se alejaba y
nunca miraba atrás. Llegó un punto en el que fue demasiado para mí y
finalmente la seguí a su dormitorio una noche. Estaba sentada en su
cama, comiendo su cena con los auriculares puestos.
—Tienes que dejar de hacer esto, Karla —le dije.
—¿Hacer qué?
—Esto. Dejar fuera a todo el mundo. Tu padre lo está intentando.
—No me importa que lo esté intentando. Tuvo un millón de días
para intentarlo. Esperé que lo intentara por mucho tiempo, pero ya no
importa. Simplemente no me importa.
Me acerqué a ella e inhalé profundamente.
—Ven a cenar esta noche, Karla.
—¿Estás sorda? Ya he dicho que no. Estoy bastante segura de que
lo dejé muy claro cada noche durante los pasados cuatro meses.
—Sí, lo sé, pero te estoy pidiendo ahora que cambies de idea.
—No voy a cambiar de idea por él —regañó, poniendo los ojos en
blanco.
—No estoy hablando de tu padre. Estoy hablando de Lorelai.
Alzó una ceja.
—¿Qué?
—Lorelai te extraña mucho, Karla.
—Vivimos en la misma casa, la veo lo suficiente.
—Te necesita —dije.
—Se encuentra bien —replicó.
—De acuerdo, lo entiendo. Estás enojada con tu padre y lo
entiendo. Te sientes como si te hubiera abandonado, y tienes totalmente
permitido tomarte todo el tiempo que necesites para resolver esos
sentimientos. Pero tienes que comprender que si hay una persona que
entiende lo que estás pasando, es Lorelai. Perdió a su madre, al igual
que tú. Por favor, no hagas que pierda a su hermana también. Necesita
a su hermana, Karla. Te necesita.
La mirada de Karla se movió y la bajó a sus zapatos mientras
retorcía sus manos. Entonces, se puso de pie, recogió su plato y gruñó:
—Lo que sea. Siempre y cuando logre que dejes de mencionar esto.
Sonreí, complacida, y volví al comedor con ella.
Puso su plato sobre la mesa, retiró su silla y se sentó. Greyson
parecía más allá de perplejo y los ojos de Lorelai se iluminaron cuando
vio a su hermana.
—¿Vas a comer con nosotros, Karla? —inquirió Lorelai, claramente
sorprendida.
—Eso parece —murmuró con su teléfono en una mano y su
tenedor en la otra.
—Eso es bueno. Extrañaba comer contigo —dijo Lorelai, sorbiendo
sus espaguetis—. Mamá te extrañó también —añadió, asintiendo hacia
el plato sin tocar de pasta dejado para Nicole.
Karla puso los ojos en blanco.
—Mamá no está aquí, Lorelai —replicó—. Los ángeles no existen.
—Karla —espeté, pero Lorelai se encogió de hombros y se inclinó
hacia mí.
Susurró:
—Está bien, Ellie. Mamá sabe que Karla no habla en serio.
Karla puso los ojos en blanco de nuevo, luego miró a Greyson.
—Solo para ser clara, no estoy aquí por ti —declaró con seriedad—.
Esto no tiene nada que ver contigo.
—Debidamente notado —replicó él, alzando sus manos en
rendición.
Greyson miró en mi dirección y vocalizó, Gracias.
Asentí una vez y volví a comer.
Mientras comíamos, una gran parte de mí quiso decirle a Karla que
apagara su teléfono, pero al menos estaba sentada a la mesa. Al menos
había aparecido, aunque estaba segura de que fue difícil para ella.
Estaba casi segura de que era difícil para cada persona aparecer en esa
mesa cada noche.
Poco a poco, Eleanor.
Poco a poco.

—No puedo creer que después de todo este tiempo, al fin consigo
verlo —comentó Shay mientras conducíamos a casa de Greyson para el
partido de béisbol—. Quiero decir, sé que me has contado sobre él, y he
estado sintonizando lo mejor que puedo tu reality show, pero en
realidad, ver a Greyson después de todo este tiempo va a ser
surrealista. Es como si fuera una extra en tu programa —exclamó.
Me reí.
—Eres tan ridícula.
—¿Se ve igual? —cuestionó.
—Eh, sí, pero en una manera adulta. Ya lo verás.
—Entonces, esta va a ser tu nueva casa cuando te cases con
Greyson, ¿eh? —dijo Shay cuando entramos en la propiedad—. No está
mal.
—Por el amor de Dios, espero que evites decir todas estas cosas
delante de él.
—Sin promesas. Me conoces, soy una charlatana.
Estacionamos el auto y cuando empezamos a caminar hacia el
porche delantero de Greyson, salió llevando una gorra de béisbol del
revés y un jersey de los White Sox.
—¡Hola, señoras! —Sonrió y bajó rápidamente las escaleras para
saludarnos—. Shay, ha pasado mucho tiempo. Es genial verte. —La
abrazó y Shay se quedó muy quieta.
Cuando la soltó, ella le dio una sonrisa tensa y luego se volvió
hacia mí y susurró-gritó:
—¡¿Qué diablos, Ellie?!
—¿Qué? ¿Qué pasa?
Tiró de mí y le dio su espalda incluso más a Greyson.
—Eh, ¿cómo en la mierda olvidaste informarme de que Greyson,
oh, no lo sé, creció para convertirse en un dios griego? En serio, ¿esos
bíceps son reales? Esos no pueden ser reales. La gente no se ve así. ¡La
gente no se ve así!
—Shhh, va a oírte. Deja de ser rara.
Nos volvimos hacia Greyson y sonreímos.
—¿Están listos para irse? Pensé que podríamos todos caber en tu
todoterreno —dije.
—Sí, déjame ir por las niñas. Nos reuniremos aquí.
Se volvió y empezó a alejarse con sus manos en sus bolsillos y
Shay gimió.
Gimió.
—¿Lo ves, Ellie?
—¿Ver qué?
—Esas nalgas de acero. Nalga izquierda, nalga derecha, nalgas,
nalgas, nalgas, oh, cuán llenas las nalgas de Greyson pueden ser —dijo,
burlándose del culo de Greyson.
—Oh, Dios mío, Shay, cállate, ¿quieres?
Puse los ojos en blanco ante los comentarios de mi prima, pero
diablos, había notado el culo de Greyson.
Un hombre no podía llevar vaqueros perfectamente ajustados como
esos y que no le miraran el culo, y Greyson no carecía en ese
departamento.
En absoluto.
—Escucha, sé que hay reglas contra esto, pero si no te acuestas
con él, yo lo haré —bromeó.
La empujé ligeramente.
—Eres ridícula, pero, oye, solo quería advertirte antes de que
conozcas a Karla. Puede ser un poco difícil con la gente cuando los
conoce por primera vez.
—¡Oh, sí! La gruñona, ¿cierto?
—Sí. Karla va a intentar asustarte con sus cicatrices. No
reacciones, porque eso solo lo empeorará. Solo intenta ser genial sobre
ello. Pretende que ni siquiera lo notas.
Shay fue hacia el auto, agarró su bombín negro y lo colocó sobre
su cabeza.
—Estoy bastante segura de que estás pensándolo demasiado. No te
preocupes, estaré bien.
Sí, eso era lo que había pensado también.
Greyson y las chicas salieron de la casa y Lorelai estaba saltando
con entusiasmo sobre el juego de béisbol. No tenía ni idea si le
gustaban los deportes, pero en el momento en que mencioné algodón de
azúcar, estuvo completamente a bordo.
Mi estómago se anudó cuando presencié la mirada de Karla
moverse hacia Shay.
Karla le clavó los ojos.
Shay la miró en respuesta.
Juro que se sintieron como minutos antes de que Shay asintiera.
—Me gusta tu estilo —dijo, hablando sobre el atuendo todo negro
de Karla—. Una vibra muy europea.
—Gracias. —Karla asintió—. Me gusta tu sombrero.
—¿Lo quieres?
—Claro.
Shay se quitó el bombín, se acercó a Karla y lo colocó en su
cabeza.
Karla asintió una vez más.
—Gracias. —Se volvió y caminó hacia el auto y montó detrás de
Lorelai.
Mi mandíbula estaba en el suelo.
¿Qué en el mundo acababa de suceder?
Shay frunció el ceño.
—Ese fue un muy decepcionante gruñido, Ellie.
Entonces se alejó y también subió al auto.
Me volví hacia Greyson, que estaba tan perplejo como yo.
—¿Es tu prima una maga?
—Esa es la única explicación lógica para lo que acaba de suceder.
Nada más tendría sentido.
Fuimos al juego y, durante todo el viaje, Shay y Karla hablaron
como si fueran mejores amigas, conversando sobre música y maquillaje,
y, oh, Dios mío, Karla estaba hablando más que Lorelai.
¿Acabábamos de entrar en la dimensión desconocida?
El juego de béisbol resultó ser mucho más divertido de lo que
incluso podría haber imaginado. Lorelai estaba en un subidón de
azúcar, Greyson estaba centrado en el juego y, de vez en cuando, juro
que parecía que Karla estaba coreando: “Vamos, White Sox”.
—Oye, papá. ¿Puedes darme dinero para comprar un perrito
caliente? —dijo Karla, levantándose de su asiento.
Greyson se enderezó un poco, pareciendo sorprendido por la
petición de Karla.
—Sí, por supuesto, toma.
—Gracias. ¿Quieres algo? —murmuró.
Los ojos de Greyson se ampliaron. Negó.
—Estoy bien, gracias.
—De acuerdo.
Karla fue por su aperitivo.
—¿Viste eso? —inquirió Greyson—. Me pidió dinero y luego me
preguntó si quería algo.
Sonreí.
—Sí, lo vi.
—Ese es uno de esos buenos pequeños pasos, ¿verdad?
—Sí —dije en acuerdo—. Lo es. —Esa era la cosa sobre los
pequeños pasos, tenían el poder de llevar a grandes cambios.
Cuando llegamos a la séptima entrada, Lorelai estaba llegando a
su punto álgido. Estaba cayendo de ese subidón de azúcar muy rápido.
—Solo un poco más —dijo Greyson, sosteniendo su guante en su
mano. Habíamos visto cuatro bolas volar en nuestra dirección todo el
juego, y estaba más determinado que nunca a atrapar una.
—Pero, papá. —Lorelai bostezó, subiendo al regazo de Shay.
—En serio, cariño, casi estamos ahí. El siguiente bateador es el
que ha estado golpeando todas esas bolas en nuestra dirección. Y tengo
un buen presentimiento.
Lorelai gimió, pero no hizo más alboroto.
Entonces, como magia, el jugador de Greyson mandó una pelota en
nuestra dirección. Greyson se levantó de su asiento y todo se sintió
extrañamente como destino. Los ojos de Greyson estaban en la pelota y
cuando empezó a bajar, Lorelai tiró de los vaqueros de su padre,
forzándolo a romper su concentración por una fracción de segundo. Eso
fue todo lo que tomó, sin embargo. En la cantidad de tiempo que le
tomó a Greyson mirar a su hija, luego al cielo otra vez, su enfoque se
perdió. La pelota estaba demasiado cerca y lo golpeó justo en el rostro.
—¡Ugggh! —gimió, tropezando hacia atrás y dejando caer la pelota.
Todo el mundo jadeó.
—¿Estás bien, papá? —cuestionó Karla, pareciendo muy
preocupada.
—Papi, perdiste la pelota —mencionó Lorelai.
—¡Oh, miren! ¡Salimos en la pantalla grande! ¡Bailen, chicas! —
instruyó Shay, y las tres empezaron a contonear sus cuerpos mientras
yo ayudaba a Greyson a sentarse derecho.
—Estoy seguro de que se ve mejor de lo que se siente —se quejó.
—Lo cual es aterrador, porque se ve horrible. Deberíamos llevarte a
casa.
Todos nos dirigimos hacia el auto y el viaje fue muy silencioso. No
podía dejar de mirar hacia el rostro enrojecido de Greyson. Parecía doler
mucho.
Durante el momento de más silencio en el auto, Karla empezó a
reír para sí.
—Oigan, chicos… ¿recuerdan cuando papá capturó la pelota con
su rostro?
Todos empezamos a soltar risitas, incluso Greyson.
—¿Quién necesita un guante cuando tienes una nariz? —bromeó
él.
Lo juro, fue la primera vez que había oído a Karla reír.
Otro pequeño paso.
Cuando llegamos a su casa, Lorelai pidió que Shay la acostara,
después de terminar de presumir de las obras de arte en sus paredes,
por supuesto.
Karla bostezó mientras entrábamos en la casa.
—Buenas noches a todos.
—Buenas noches —dijimos Greyson y yo.
Cuando todos estuvieron fuera de la sala de estar, Greyson me dio
una sonrisa tímida.
—Me dijo buenas noches, ¿puedes creerlo? E hizo una broma en el
auto, y me preguntó si me encontraba bien cuando la pelota golpeó mi
rostro. Pequeños pasos.
—Es algo importante. Esto es realmente bueno. ¿Pero sabes qué no
es bueno? Tu rostro. Siéntate en el sofá. Traeré un poco de hielo.
Cuando volví con el trapo, tuve recuerdos instantáneos de un
Greyson más joven mientras me sentaba delante de él.
—Sabes, tal vez es mejor si permaneces alejado de las pelotas de
béisbol —mencioné, colocando el trapo contra su piel.
Su brazo rozó el mío y estremecimientos recorrieron mi columna.
—Va a estar un poco amoratado, pero creo que vivirás para ver
otro día.
—Gracias, Ellie.
Retiré el trapo un poco y gentilmente toqué su piel mientras él
respiraba hondo.
—Lo recuerdo todo —dijo—. Todo lo que sucedió entre nosotros
cuando éramos niños. Tu café favorito, el panda de peluche que gané
para ti, la manera en que nerviosamente frotabas tu brazo arriba y
abajo.
Mis ojos se clavaron en los suyos y juro que, de alguna manera,
estábamos más cerca. De alguna manera, su mano estaba en mi muslo.
De alguna manera, mi mano estaba en su pecho.
—¿Recuerdas algo sobre mí, Ellie? —susurró.
Sentí su corazón acelerarse mientras mi mano se posaba contra él.
—Solamente todo.
Mordió su labio inferior y bajó la mirada por una fracción de
segundo antes de poner esos ojos grises de nuevo en mí. Desearía que
dejara de mirarme.
No podía pensar bien cuando esos ojos encontraban los míos.
—¿Alguna vez piensas en besarme, Ellie? —cuestionó, rozando con
su dedo mi cuello gentilmente.
Mi cuerpo estaba traicionando a mi mente mientras reaccionaba a
cada toque que me daba. Cerré mis ojos.
—Solamente siempre.
—Ellie… —Exhaló, y sabía que estaba más cerca. Sentí su aliento
bailando contra mi piel, pero no podía abrir mis ojos.
Si iba a inclinarse, sin embargo, le dejaría. Si se movía más cerca,
se lo permitiría. Si nuestros labios se encontraban…
—Muy bien, creo que está lista para dormir —dijo Shay entrando
en la habitación. Al minuto en que oímos su voz, ambos nos
sobresaltamos. Me puse nerviosa mientras me levantaba. Shay miró en
mi dirección con confusión mezclada con placer.
—Bien, bueno, deberíamos irnos —murmuré—. Uh, Greyson, te
veré, eh, sí, bien, adiós.
Me apresuré a salir de la casa con Shay siguiéndome de cerca.
Cuando entramos en el auto, se volvió hacia mí.
—¿Qué fue eso? —cuestionó, tan curiosa como siempre.
—Nada. Solo un poquito de nostalgia —murmuré, cerrando los ojos
y esperando que mi salvaje corazón se ralentizara en algún punto.
—Estaba a punto de besarte, Ellie —dijo, como si no hubiera
sabido lo que estuvo a punto de pasar.
—Sí, lo sé.
Silbó bajo.
—Lo juro… este reality show se está poniendo mejor y mejor cada
noche.
Ignoré su comentario, porque actualmente mi mente estaba
demasiado revuelta para decirle que se callara.
Greyson casi me besó.
Y sin mucho pensamiento, casi le devolví el beso.
44
Greyson

—¿Q
ué piensas de Eleanor? —me preguntó
Claire en nuestra cita de almuerzo
semanal. Tenía que admitir que la pregunta
me dejó perplejo. ¿Sabía lo que casi pasó
entre Eleanor y yo? ¿Podía notar de alguna
manera que casi nos besamos?
¿Estaba pensando demasiado todo desde que los labios de Eleanor
se acercaron a los míos?
Sí, estoy pensando demasiado. Olvídalo, Grey.
—Creo que es genial con las chicas. Lorelai está enamorada de ella.
Hasta Karla se está acostumbrando a ella, lo que es una locura para mí.
Es muy buena para ellas.
—Sí, estoy de acuerdo. Creo que es maravillosa para las chicas,
pero no me refería a eso.
—¿Eh?
Se acercó más y me dio una sonrisa.
—Quiero decir, ¿qué piensas de ella?
Me recosté, un poco confundido. Entonces, cuanto más la miraba,
más me daba cuenta de lo que quería decir. La astucia de su sonrisa. El
asombro en sus ojos.
Oh, por el amor de Dios, Claire. Basta ya con eso.
Miré mi reloj. Nuestra hora de almuerzo había terminado. Gracias
a Dios.
—Oh, mira qué hora es. Parece que nuestra cita para almorzar está
llegando a su fin. —Me puse de pie y puse algo de dinero sobre la mesa,
probablemente más de lo que necesitábamos para pagar—. Tengo que
volver a la oficina. Ha sido genial verte de nuevo, Claire.
Se rió, casi complacida por mi incomodidad.
—Igualmente, Greyson. Te veré la semana que viene para almorzar.
Y la semana que viene, me dejarás invitarte a comer.
Nunca.
—¡Y piensa en una respuesta para esa pregunta! —gritó, pero la
ignoré. Definitivamente no pensaría en una respuesta para esa
pregunta.
Y Claire necesitaba reducir esas cursis novelas románticas que
tanto le obsesionaban.

Un viernes por la noche, después de que las niñas se fueran a casa


de sus abuelos, noté que Eleanor estaba sentada en su auto, tratando
de arrancar el motor, y simplemente no encendía. En realidad, no
habíamos hablado desde el casi beso que compartimos.
Casi sentí que se estaba esforzando para evitarme.
—No, no, no —gimió mientras caminaba hacia ella—. ¡Ugh! ¡No
puedo creer esto! —gritó mientras salía del auto y empezaba a patear el
aire antes de golpear con su mano el capó del vehículo.
—No creo que eso vaya a arreglarlo —comenté, haciéndola ponerse
derecha—. ¿Necesitas ayuda? —pregunté, haciéndola girar para
mirarme. Cuando lo hizo, parecía nerviosa, casi avergonzada de que la
atrapara en medio de su crisis nerviosa.
—Oh, Greyson, hola. Lo siento. Mi auto no arranca y tenía planes
de ir a Laurie Lake esta noche ya que es el cumpleaños de mi mamá.
Además, he estado tratando de llamar a mi padre todo el día para ver
cómo está, pero está evitando mis llamadas de nuevo. No he sabido
nada de él en semanas, en realidad, y estoy empezando a preocuparme.
Especialmente en días como hoy, porque sé lo duro que es para él... —
Soltó un fuerte suspiro—. Y obviamente eso es demasiada información
para ti, pero dado que estoy teniendo un colapso emocional y todo...
—Toma uno de mis autos —le ofrecí—. El que quieras.
Sus ojos se abrieron de par en par y se llenaron de lágrimas.
—¿En serio? ¿Eso está bien?
—Por supuesto.
Se frotó los ojos con las manos y respiró hondo.
—¿De verdad, de verdad?
—Sí, por supuesto, siempre y cuando te lleve a Laurie Lake.
Entonces, saltó hacia adelante y me abrazó.
Sus brazos me envolvieron y se aferró lo más fuerte que pudo. Al
principio, me quedé quieto, sorprendido por el abrazo que pareció salir
de la nada. Luego, segundos después, me relajé y la abracé. Había
olvidado lo buena que era haciendo eso, lo buena que era abrazándome.
Cuando era niño, sus abrazos habían sido una de mis cosas
favoritas.
Cuando se me soltó, retrocedió y puso su cabello detrás de sus
orejas.
—Lo siento. Como dije, hoy estoy emocional.
—Eso es comprensible. Estoy bastante seguro de que he tenido mi
parte justa de días emocionales.
Sonrió, pero aun así, vi la tristeza detrás de su sonrisa.
—¿Quieres que me una a ti? —pregunté—. De esa forma, no
tendrías que ir sola.
45
Eleanor

¿T
e gustaría que me uniera a ti?
Las palabras de Greyson siguieron bailando
alrededor de mi cabeza mientras lo miraba fijamente.
No llevaba un traje de negocios, lo que parecía
extraño. Estaba vestido con una simple camiseta y
vaqueros.
Un poco como el viejo Grey.
—Sí, estoy bien —mentí, dándole una sonrisa tensa.
—Sonrisa falsa —dijo—. Iré contigo —ofreció una vez más,
dándome esos ojos grises que siempre me daban escalofríos.
—¿Qué? Oh, Dios, no. No puedo pedirte que hagas eso. Estoy bien,
de verdad.
—No me estás pidiendo que lo haga. Me ofrezco a unirme a ti —
dijo, sin dejar de mirarme.
Los latidos de mi corazón eran salvajes, y, Dios mío, lo extrañaba.
Extrañaba mucho a Greyson. No había sabido que lo extrañaba tanto
hasta que empecé a ver los pedazos de él que formaban nuestra
juventud. Las partes que aparecieron para mí cuando más las
necesitaba.
—Todo lo que tienes que hacer es decir de acuerdo —dijo—. Di que
sí, e iré.
Sabía que debería haber dicho que no por lo que mi corazón estaba
haciendo. Sabía que debería haberme alejado porque mi estómago
estaba lleno de mariposas por un hombre que no era mío. Sin embargo,
mientras mis labios se abrían y suspiraba, susurré:
—De acuerdo.
Venía conmigo, solo como amigo. Como acompañante dándome
apoyo moral en uno de los días difíciles.
Nada más, nada menos.
Condujimos en silencio hasta Laurie Lake, porque realmente no
podía pensar en nada que decir. Bueno, aparte de: “¿Recuerdas cuando
casi nos besamos? ¿De qué iba eso?”. O, “Oye, ¿qué hubiera pasado si
Shay no hubiera entrado en la sala de estar exactamente en ese
momento?”. O, “Bueno, si a la primera no tienes éxito... inténtalo,
inténtalo de nuevo...”
Así que, sí. Mantuve la boca cerrada.
La mano izquierda de Greyson seguía dando golpecitos en sus
muslos mientras conducía. Si fuera otra persona, lo habría pasado por
alto, pero conocía a Greyson y sus hábitos.
También estás nervioso.
Estacionó el auto, caminamos por la zona boscosa y los destellos
de nuestra adolescencia volvieron rápidamente a mí. Greyson y yo
habíamos tenido muchos momentos junto a ese estanque escondido.
Momentos que me salvaron. Momentos que me definieron. Momentos
que me guiarían el resto de mi vida.
Reímos allí.
Lloramos allí.
Compartimos nuestro primer beso...
—Es una locura estar aquí de nuevo después de todo este tiempo
—mencionó, sacándome de mis pensamientos. Estaba agradecida por
eso, ya que mis pensamientos le eran desleales a mi cerebro.
En mi cabeza, sabía que desarrollar sentimientos por un viudo era
una idea terrible. ¿Pero mi corazón? No le importaba un bledo lo que
pensaba mi cerebro. Simplemente seguía latiendo en dirección a
Greyson.
Nos sentamos en el tronco donde siempre nos sentábamos, y eso
me sorprendió. El tronco seguía allí, firme y en tierra, como todos los
años anteriores.
—Sigue siendo muy hermoso —dijo—. Tal vez incluso más que
antes.
—Lo pienso cada vez que vengo —dije en acuerdo—. Es como si
notara algo nuevo cada vez.
Inclinó la cabeza hacia mí.
—¿Estás bien, Ellie? —inquirió—. Sé lo duros que pueden ser los
días como hoy...
Sonreí y puse mis manos en el tronco.
—Sí, estoy bien. Quiero decir, durante mucho tiempo este día fue
duro para mí. Pero con el paso de los años, deja de doler tanto.
Empiezas a reemplazar la tristeza por la gratitud. Te sientes un poco
agradecido por los recuerdos. Es más fácil respirar cuando el dolor es
reemplazado por el agradecimiento.
—No puedo esperar a que llegue ese día —dijo, poniendo también
sus manos en el tronco. Nuestros meñiques se rozaron un poco, y sentí
el tacto en lo más profundo de mi alma.
—No hay necesidad de apresurarse —prometí—. Solo siente lo que
necesitas sentir y, con el tiempo, tus sentimientos se transformarán en
algo más. Algo hermoso. Lo mejor de la muerte es que no puede quitarte
los recuerdos. Esos viven para siempre.
Bajó la cabeza y respiró hondo.
—Siempre sabes qué decir cuando más lo necesito. Incluso cuando
no quiero oírlo, es como si supieras las palabras que necesito.
Me reí.
—Eso describe más o menos lo que fuiste para mí cuando éramos
jóvenes. Fuiste mi red de seguridad que evitó que me ahogara.
Greyson se puso sombrío por un momento, mirando hacia el cielo
oscuro.
—Todavía no entiendo todo esto...
—¿Entender qué?
—Nosotros. Tú y yo. Que aparecieras cuando lo hiciste. No lo
entiendo.
—Parece un poco salvaje, ¿no?
—No sé si creo en la otra vida —confesó—. Veo a Lorelai hablando
con su madre, y rezo para que sea real, por su propio bien. Pero no sé si
hay un dios, o ángeles, o algo parecido. Sin embargo, cuando estaba en
mi punto más bajo... cuando estaba tan abrumado y destrozado, fui a
verla. Fui a ver a Nicole, me senté frente a su lápida y me desmoroné.
Le rogué que me ayudara, que me guiara, que hiciera cualquier cosa…
buscaba una razón para sonreír... —Tragó con fuerza, uniendo sus
manos, y me miró. Sus ojos eran tan suaves y tranquilos. Esos ojos
grises... Sorbió un poco, se encogió de hombros y dijo en voz baja—: Y
entonces llegaste.
Oh, Greyson...
—Lo siento. —Exhaló, su rostro enrojeciendo un poco.
Estaba nervioso. También estaba nerviosa. Para ser honesta, no
estaba segura si eran sus nervios lo que sentía, o los míos propios.
—Me alegra poder estar aquí para ti —dije—. Además, te lo debía.
—¿Por qué?
—Por evitar que me ahogara.
Sonrió y miró al estanque.
—Creo que ahora estamos a mano.
Nos quedamos sentados allí un rato más, sin decir nada en
absoluto, sin necesidad de palabras.
Estábamos en la naturaleza, calmando nuestras almas. Y de vez en
cuando, pasaba una libélula.
—¿Sabes que siempre te preocupas por Karla? —pregunté.
—Sí.
—Así es como me preocupo por mi padre. Todo el tiempo. Tengo el
mal presentimiento de que está cayendo más profundamente en su
depresión, e incluso si me necesitara, no me contactaría. Me aterroriza
todos los días.
—¿Y has intentado ayudarlo?
—Demasiado, y cada año me aparta más. Se está ahogando en la
soledad, y no toma mi mano.
—Es difícil —confesó Greyson—. Es difícil aceptar la ayuda de la
gente. Y cuantos más días pasan, más fácil es alejar a la gente. La
mayoría de la gente simplemente abandona. Se dan cuenta de que es
una causa desesperada, ayudar a las almas rotas. Sé que eso es lo que
hice. Alejé a todo el mundo, y solo los que significaban más para mí se
quedaron. ¿Quieres mi consejo?
—Por favor.
—Sigue llamando. Un día, decidirá contestar, y si no lo hace,
entonces ve y derriba la puerta. Si eso no funciona, entonces debes
saber que al menos lo intentaste todo. No te rendiste.
Asentí.
—Gracias, Greyson.
—Siempre.
Cuando llegó el momento de partir, ambos nos levantamos del
tronco.
Respiré profundamente y me detuve.
—¿Crees que puedo tomarme un minuto a solas? —cuestioné—.
¿Solo para hablar con mi madre?
—Por supuesto. —Se metió las manos en los bolsillos—. Te veré en
el auto. —Se alejó dejándome allí sola con mamá.
Sabía que estaba allí, podía sentir su energía rodeándome.
Hubo tantos momentos en mi vida en los que me sentí perdida,
momentos en los que no sabía si debía ir a la izquierda o a la derecha.
Dudaba de mí misma y de las decisiones que tomaba, sentía que me
estaba ahogando, y en esos días, mantenía conversaciones con mamá y
le contaba mi historia.
Mientras estaba de pie frente al agua que se movía suavemente de
un lado a otro, le pedí que me ayudara, que me guiara, que le echara un
vistazo a papá de una manera en la que yo no podía.
Entonces cerré los ojos, sentí la brisa ligera contra mi piel, y estuve
agradecida porque de alguna manera, mi madre era mágica. De alguna
manera, había sido capaz de engañar a la muerte. A pesar de que su
forma física había desaparecido, sentía su espíritu acariciándome todos
los días.
Siempre que le pedía ayuda, nunca dudaba en mostrarme el
camino. Algunas personas lo llamaban señales, otros lo llamaban
bendiciones, pero yo simplemente lo llamaba los besos de mi madre.
Me guió a través de la oscuridad mientras me prometía que habría
luz al final.
Así que no importaba lo que hubiera pasado, sabía que todo
estaría bien.
Porque el amor de una madre es suficiente para superar el tiempo
y el espacio.
El amor de una madre nunca desaparece.
El amor de una madre siempre puede curar el corazón de su hija
con simples besos en el viento.
—Feliz cumpleaños, mamá —susurré, secándome las lágrimas que
caían de mis ojos.
No sabía si eran lágrimas de felicidad o de tristeza, pero no
importaba. Mientras siguiera sintiendo emociones, sabía que estaría
bien.
46
Greyson

L
as semanas pasaron, y la amistad entre Eleanor y yo solo
creció más y más. Como cuando éramos más jóvenes. Me
escuchaba cada vez que necesitaba hablar. Se sentaba
durante los días oscuros conmigo, no pidiéndome nada,
sino simplemente quedándose a mi lado. Eleanor también era una gran
camarada. Había estado más cerca de Karla estas últimas semanas que
el año anterior. Últimamente, Karla ni siquiera peleaba con todos
nosotros pasando el rato, y a veces juro que incluso sonreía igual que
su madre.
Cuando llegó el cumpleaños de Eleanor, supe que quería hacerlo
especial para ella. Había sido más que trascendental para mi familia,
para mí, y quería homenajearla por esa misma razón. Era Ellie, y
merecía ser homenajeada.
Las chicas y yo decoramos la casa para ella, y Karla no se quejó
demasiado. Incluso horneó un pastel con Lorelai. Estaba bastante
seguro de que estaba quemado y probablemente había cáscaras de
huevo en él, pero lo decoraron de todos modos.
Claire vino y, por suerte, trajo su propio pastel para la celebración.
Probablemente era mucho más comestible.
—Esto es demasiado —exclamó Eleanor mientras sonreía de oreja
a oreja una vez la trajimos para la celebración—. No tenían que hacer
todo esto.
—Por supuesto que sí. Eres una parte importante de esta familia, y
en esta familia celebramos los días importantes —dijo Claire.
Escuchar esas palabras de sus labios fue muy significativo. Si
había alguien que era una profesional en hacer que una persona se
sintiera amada, era Claire. Amaba de una manera que era muy fuerte, y
siempre encontraba más amor para repartir cuando era necesario.
—Chicas, ¿creen que deberíamos darle a Eleanor su regalo? —
pregunté.
—¡Sí! —vitoreó Lorelai, corriendo hacia la mesa y recogiendo la caja
envuelta con el nombre de Eleanor—. Toma, Ellie.
Los ojos de Eleanor se abrieron de par en par.
—Realmente no tenían que comprarme nada, chicos —dijo.
—Claro que sí, ¡es tu cumpleaños! Ahora, no es nada grande, pero
todos trabajamos un poco en ello —dije.
—¡Hasta Karla ayudó! —comentó Lorelai.
Karla resopló.
—No le des mucha importancia. Es cualquier cosa.
Oh, mi adolescente llena de angustia. Qué alegría.
Eleanor comenzó a abrir la caja, y en el momento en que vio lo que
había dentro, sus ojos se llenaron de lágrimas y su mano voló a su
boca.
—Grey... —susurró.
—Sácalo —le dije, asintiendo hacia ello.
Metió la mano en la caja y sacó una chaqueta de punto de
libélulas. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras
abrazaba la tela. No paraba de mirarla con asombro, asimilándola.
—¿Te gusta? —preguntó Lorelai.
—Oh, Dios mío, la adoro, Lorelai, más de lo que puedo decir. —Me
miró—. ¿Cómo... cómo hiciste esto?
—Sí. Después de muchos videos de YouTube y desperdicio de hilo,
salió bastante bien. Cada una de las chicas añadió sus propios puntos
también. Pero las libélulas fueron todas de Claire. No tengo tanto
talento. Así que, es de parte de todos nosotros.
—Hecho con amor —dijo Claire.
Eleanor cubrió su boca y comenzó a sollozar cuando sus
emociones se apoderaron de ella. Se sentía completamente abrumada y
Lorelai se acercó a abrazarla.
—Está bien, Ellie. No tienes que estar triste.
—Oh, no, no estoy triste, cariño. Estoy tan increíblemente feliz.
Verás, cuando era niña, mi madre solía hacerme chaquetas de punto, y
uno como este de aquí era mi favorito de todos. Cuando los perdí todos,
pensé que no volvería a tener uno, así que esto es más que asombroso.
—Entonces, ¿son lágrimas de felicidad? —preguntó Lorelai.
—Las lágrimas más felices —respondió Eleanor—. Muchas gracias.
Muchas gracias a todos. Este es el mejor regalo que he recibido.
—Shay me contó que perdiste tus otras chaquetas de punto. Sé
que no podemos reemplazarlas, pero esperaba que esto te trajera una
sonrisa. —Sonreí—. Feliz cumpleaños, Ellie.
—Gracias, Grey. —Me devolvió la sonrisa, y mi corazón se saltó un
latido.
No sabía que aún podía hacer eso.
No sabía que podía saltar por otra persona.
Y se sintió hermoso.
Después, esa tarde, las chicas se dirigieron a sus habitaciones tras
un poco más de pastel. Eleanor se dirigió a su casa para salir a una
cena de cumpleaños con Shay, y me quedé para limpiar la celebración
de cumpleaños.
—Eleanor es genial —dijo Claire mientras entraba a la cocina,
donde me encontraba cargando el lavaplatos—. Es muy buena para
ustedes.
—Sí, es genial con las niñas —dije en acuerdo—. Hasta Karla se
está abriendo a ella, y todos sabemos que eso es muy importante.
Eleanor ha sido genial para ellas.
—Sí, estoy totalmente de acuerdo, pero me refería sobre todo a que
es buena para ti.
Sus palabras me tomaron con la guardia baja, me levanté y la
miré.
—¿Qué?
Me dio la mirada más amable y caminó hacia mí.
—Lo entiendo, Greyson, de verdad. Sé que probablemente estás
tratando de ignorarlo, tratando de alejar los sentimientos, pero no
tienes que hacerlo. Sé que probablemente tengas miedo de lo que
significa tener estos sentimientos, pero no deberías tener miedo de ellos.
Conocía a mi hija. Sé lo que querría para ti. Querría que fueras feliz de
nuevo. Eso es todo lo que Nicole querría para ti. Querría que
encontraras la felicidad. Si Eleanor es eso para ti, y creo que lo es, por
favor, no lo dejes pasar.
Bajé el plato en mi mano y me apoyé contra la encimera.
—¿Es tan obvio? —cuestioné.
—Solo cuando la miras. Cuando la miras, es como si todo el
mundo se iluminara dentro de ti. —Claire se acercó y me puso una
mano en el antebrazo—. Y eso es bueno, Greyson. Eso es algo hermoso.
Mi pecho se apretó y respiré profundamente mientras cerraba los
ojos.
—Se siente como una traición... como si estuviera traicionando a
Nicole.
—No —dijo Claire rápidamente, negando—. No, no, no. Me imaginé
que eso era lo que te estaba reteniendo, y me preocupaba que esos
pensamientos flotaran en tu mente. No estás traicionando a nadie,
Greyson. Mi hija y tú tuvieron una hermosa historia de amor. Crearon
un amor tan fuerte que vivirá para siempre, y eso es algo asombroso,
pero eso no significa que no se te permita volver a amar. Tu corazón
sigue latiendo, hijo, lo que significa que hay lugar para más amor, y si
hay alguien en este mundo que merece encontrar ese amor, eres tú.
Me pellizqué el puente de la nariz e inhalé.
—Da miedo.
—Sí, lo da, pero aun así vale la pena.
—¿Y si no hay nada ahí? ¿Qué pasa si Eleanor no lo siente?
—Lo hace.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque cuando te mira, es como si todo el mundo se iluminara
dentro de ella. Así que confía en lo que sientes, y no dejes que la duda
aparezca. A veces en la vida solo tienes que saltar, Greyson. Tienes que
dar el salto y confiar en que puedes volar.
Sonrió, una sonrisa como la de Nicole, y eso me hizo feliz y triste a
la vez.
Exhalé lentamente, sintiendo que mi corazón se aceleraba por todo
mi cuerpo.
Tenía razón.
Siempre tenía razón.
—Gracias, Claire.
—Siempre.
—Solo... —Me aclaré la garganta y me removí en mis zapatos—.
Creo que nunca te he dicho esto, pero quiero que sepas que siempre te
he visto como a mi madre. Nunca he tenido una figura maternal en mi
vida hasta ti, y desde el primer día, me acogiste en tu vida con los
brazos abiertos. Me has guiado cuando lo necesité. Me quitaste de la
cornisa cuando estaba listo para saltar. Cuando llegué a mi punto más
bajo, no te apartaste de mi lado. Luchaste por mí cuando no podía
luchar por mí mismo. Te quedaste a mi lado, y no creo que sepas lo que
eso significa para mí. No creo que entiendas el honor que supone para
mí llamarte mamá.
Las lágrimas llenaron sus ojos mientras se acercaba y me
abrazaba.
—Eres el hijo por el que siempre he rezado. —Eso me ahogó más
de lo que ella sabía. Después de un momento, se retiró y puso sus
manos sobre mis mejillas—. Ahora ve —susurró, su voz llena de amor—
. Vuela.
47
Eleanor

U
na vez que recibí mi chaqueta de punto de Greyson y las
chicas, no me la quité. La usé en mi cena de cumpleaños
con Shay. Cuando regresamos al apartamento, me
acurruqué en el sofá con mi novela más reciente, y
aunque quería sumergirme en el mundo de mis personajes, no pude. Mi
concentración era poca, y no podía dejar de pensar en Greyson.
De todos los regalos que había recibido, esa chaqueta de punto de
libélulas estaba en lo más alto de mi lista.
Cuando pasó el tiempo y solo había leído ocho páginas de mi
novela, dejé el libro.
Cuando mis pensamientos no se quedaron en silencio, saqué mi
teléfono y comencé a escribir un correo electrónico.

DE: EleanorGable@gmail.com
PARA: GreysonEast@gmail.com
FECHA: 24 de agosto, 10:34 PM
ASUNTO: Libélulas.

Greyson,
Solo quería agradecerte por lo de hoy. No tienes ni idea de lo
mucho que significó hoy para mí... lo mucho que esta chaqueta significa
para mí. Iría a agradecerte de nuevo en persona, pero empezaría a llorar
como una loca, y no quiero que tengas que lidiar con eso.
Me encanta, Grey. Voy a atesorar esto para siempre.
Además, hoy estuve hablando con Karla y me di cuenta de algo que
podría ayudarte a reconectar con ella. Puede que sea un pequeño paso,
pero quizá sea algo que valga la pena investigar.
Se siente perdida, y siente que no confías en ella de alguna
manera. Creo que mostrar un poco de confianza puede ser de gran
ayuda, incluso si se trata de dejarla cuidar de Lorelai durante unas
horas a la semana. Es muy buena con su hermana, y creo que eso la
hará sentir un poco más independiente y útil en cierto modo.
De nuevo, solo una idea. Siéntete libre de ignorarlo. Solo quería
transmitirlo.
—Ellie

DE: GreysonEast@gmail.com
PARA: EleanorGable@gmail.com
FECHA: 24 de agosto, 11:02 PM
ASUNTO: Re: Libélulas.

Eleanor,
Aceptaré todos los consejos y trucos que se te ocurran.
Gracias.
Además, hay una gran fiesta de lanzamiento para la nueva línea de
whiskies de EastHouse. Mi amigo Landon va a venir a presentarla, y va
a ser un gran evento. ¿A Shay y a ti les gustaría asistir? Recuerdo que
las fiestas no eran lo tuyo, pero eres más que bienvenida a traer tu
propio libro.
Me aseguraré de que tengas un rincón antisocial donde esconderte.
—Grey.

DE: EleanorGable@gmail.com
PARA: GreysonEast@gmail.com
FECHA: 24 de agosto, 11:09 PM
ASUNTO: Re: Re: Libélulas.

Grey,
Me convenciste con lo del rincón antisocial para esconderme.
Estaremos allí.
—Ellie.
DE: GreysonEast@gmail.com
PARA: EleanorGable@gmail.com
FECHA: 24 de agosto, 11:17 PM
ASUNTO: Re: Re: Re: Libélulas.

Feliz cumpleaños, Ellie.


Espero que todos tus sueños y deseos se hagan realidad.
—Grey.
48
Eleanor

L
a noche del lanzamiento del whisky, Shay y yo nos
preparamos en la casa de invitados de Greyson. Había
arreglado que los tres fuéramos allí juntos en una limusina,
así que tenía sentido que nos preparáramos en su casa.
El evento se suponía que fuera uno de los más grandes del año, y
con Landon siendo la celebridad invitada e invitando a otras
celebridades, sabía que iba a ser una noche salvaje.
Aun así, traje un bolso lo bastante grande para guardar la novela
que estaba leyendo actualmente, porque la introvertida dentro de mí
todavía estaba muy viva.
—¿Esto se ve bien? —inquirió Shay, alisando el vestido negro que
le quedaba perfectamente. Se veía jodidamente increíble, pero no era
difícil para ella. Podría haber llevado un saco de patatas y lucido como
un millón de dólares.
—Es asombroso —dije, impresionada por su belleza. Me volví hacia
el espejo y me puse lápiz labial rojo, el toque final a todo mi aspecto—.
¿Y yo?
Llevaba el vestido dorado más elegante que jamás había visto,
gracias a Shay. Me llevó de compras y una vez me lo probé y noté que
brillaba de forma incitadora cuando me volvía, pensé que era muy
exagerado, pero Shay me había convencido de que Hollywood era
demasiado, lo cual significaba que el vestido era perfecto.
Terminamos de prepararnos, nos pusimos nuestros tacones y
luego nos dirigimos a casa de Greyson. La limusina ya estaba
esperándonos, y cuando la vi, un nudo se formó en mi estómago. Esta
iba a ser la noche más rara de mi vida, estaba segura.
—¿Crees que Chris Evans va a estar allí? —cuestionó Shay
mientras nos aproximábamos al porche—. Necesito que el Capitán
América esté allí. O Chris Hemsworth, o, diablos, Chris Pratt.
Honestamente, no soy quisquillosa. Solo necesito un Chris.
—¿Estás segura de que no necesitas un Landon? —bromeé,
burlándome de su primer enamoramiento de la escuela.
Su rostro se tensó e hizo un sonido de arcada.
—¿Sabes qué es peor que salir con un chico que se convierte en
una famosa celebridad y por tanto ser obligada a ver su rostro por todas
partes? ¿Sabes qué es peor que eso?
—¿Qué?
—Nada, nada en absoluto. Te apuesto a que todavía es el mismo
viejo Landon que era hace todos esos años, excepto que con autos más
caros.
Dijo las palabras como si no le importara, pero sabía que estaba
nerviosa. Shay toqueteaba sus uñas cuando sus nervios eran altos, y no
había dejado de hacerlo desde que le había dicho lo de la fiesta.
Tocamos a la puerta principal y Greyson la abrió, dándonos una
pequeña sonrisa.
—Hola, ustedes dos, se ven asombrosas. Soy estoy terminando mi
cabello —dijo mientras le echaba gel para peinarlo hacia atrás.
Llevaba un esmoquin todo negro y le quedaba como un guante,
exhibiendo cada músculo de su cuerpo y sus mejores… bien, activos.
Se volvió para alejarse y Shay bajó su voz.
—Nalga izquierda, nalga derecha, nalga, nalga, nalga… —susurró.
Le di un codazo, sintiendo mi rostro sonrojarse, porque sí, había
notado su culo.
Oh, cuán llenas las nalgas de Grey pueden ser.
Cuando volvió, estaba deslizando su billetera en su bolsillo trasero
con una brillante sonrisa en su rostro.
—De acuerdo, estoy listo.
—Esperen, ¿todos van? —inquirió Karla, entrando en la sala de
estar—. No me digan que Madison va a venir a cuidarnos.
—No —respondió Greyson, arreglando sus gemelos—. Pensé que
podías cuidar de tu hermana.
Los ojos de Karla se ensancharon, y juro que vi su mandíbula
golpear el suelo.
—¿Qué? ¿Quieres que cuide de Lorelai?
—Bueno, sí. Solo pensé que no tiene sentido que alguien venga a
cuidarlas cuando eres lo bastante mayor para hacerlo. Quiero decir, si
estás lista para ello —dijo Greyson, alzando una ceja—. Si no, puedo
llamar…
—¡No! —replicó Karla rápidamente, lanzando sus manos en el aire.
Entonces, se dio cuenta de su respuesta exagerada, bajó sus brazos y
carraspeó—. Quiero decir, lo que sea. La cuidaré.
—Gracias, Karla. Eso significa mucho para mí. Ten una buena
noche. Llama si necesitas algo —le dijo Greyson.
—Sí, bien, adiós.
Cuando Greyson se alejó de su sorprendida hija, me miró y sonrió
mientras vocalizaba, Gracias.
Asentí una vez, sintiendo como si esa victoria fuera exactamente lo
que él y su hija necesitaban.
Greyson nos guió a Shay y a mí a la limusina y nos abrió la puerta.
Dios, se sentía como si fuera al baile de fin de curso, un muy caro,
estelar y de clase alta baile de fin de curso.
Greyson entró y el conductor cerró la puerta.
—De acuerdo, entonces, no quería que enloquecieras, Ellie, porque
sé que eres una introvertida por naturaleza, pero hay una alfombra roja
por la que vamos a tener que caminar, ya sabes, por propósitos
promocionales. Habrá un montón de gente de la prensa allí,
especialmente con la lista de celebridades que Landon ha invitado, así
que solo no quiero que te sientas abrumada.
Me encogí ante el pensamiento.
En serio, mi mayor pesadilla.
Greyson debió haberlo notado y puso su mano sobre mi rodilla,
apretándola ligeramente.
—No te preocupes. Estaré allí todo el tiempo para acompañarte.
Y solo así, fui transportada al pasado cuando era un adolescente
acompañándome a mi primer baile, diciéndome que todo estaría bien.
Era divertido cómo los recuerdos llegaban tan rápidamente a dejar
impresiones en el corazón de uno.
Sonreí y asentí, intentando ignorar mis salvajes pensamientos.
—¿Qué hay de ti, Shay? ¿Estás cómoda con caminar por la
alfombra roja con nosotros?
Se rió, negando.
—Greyson, he estado pretendiendo caminar por la alfombra roja
desde que tenía dos años. Esto es historia en proceso. Nací para esto.
No mentía. Cuando éramos niñas, se ponía los tacones de mi tía y
caminaba de un lado a otro, posando como si los paparazzi la
estuvieran siguiendo por todas partes. Este era el sueño de Shay hecho
realidad.
Cuando llegamos al lugar, todo parecía una fantasía. Había
docenas y docenas de gente caminando por la larga alfombra roja.
Destellos de luz aparecían en todas partes, y la cantidad de seguridad
era una locura. Había una verja para evitar que el público se acercara
demasiado a las celebridades, y, oh, Dios mío, voy a vomitar. Justo allí,
delante de todas esas cámaras, iba a jodidamente vomitar.
Greyson apretó mi rodilla de nuevo y pretendí que no causó que
cada centímetro de mí se derritiera con su toque.
—Bien, señoritas, ¿listas? Es hora del espectáculo —dijo mientras
la puerta de la limusina era abierta. Salió primero, luego extendió su
mano por la de Shay. La ayudó a salir del vehículo, y luego extendió su
mano por mí.
Mi cuerpo estaba temblando.
Mi frente estaba sudando, y estaba realmente enojada conmigo
misma por no llevar un desodorante extra fuerte. Justo cuando estaba a
punto de derrumbarme, justo cuando estaba a punto de salir corriendo
en una incómoda carrera, la mano de Greyson se posó en mi espalda
baja. Se inclinó para susurrarme al oído:
—No te preocupes, Ellie. Te tengo. Y además… —se apartó un poco
y clavó sus ojos en los míos—, te ves más allá de hermosa esta noche.
Estremecimientos.
Estremecimientos por todo mi cuerpo.
—¿Lista? —preguntó.
—Lista —repliqué.
Tan lista como jamás estaría.
Greyson unió uno de sus brazos con el de Shay y el otro con el mío
mientras caminábamos hacia la alfombra roja. Posamos en el lugar
cada cierto tiempo para las cámaras. Estaba segura de que mi sonrisa
era horrible. Estaba segura de que mis rodillas iban a ceder. Sabía que
cuando viera las imágenes en línea al día siguiente, estaría mortificada,
pero Greyson me sostuvo, así que intenté no huir.
—¡Señor East! ¡Señor East! ¡Por aquí! —gritó un reportero.
—¡No, por aquí, señor East! —exclamó alguien.
—¿Quiénes son las damas con usted esta noche? —preguntó otro.
—Dos viejas amigas de la escuela —comentó Greyson con una
sonrisa.
Síp, esa era yo, solo una vieja amiga de un muy exitoso hombre.
Honestamente, no me había dado cuenta de cuán exitoso era Greyson
hasta ese mismo momento.
—¿Se siente raro estar aquí sin su mujer? ¿Cómo está tratando
con su muerte? —inquirió otro reportero.
—¿Cómo está superando su pérdida? ¿Es por eso que esas dos
mujeres son sus acompañantes?
Sentí a Greyson tensarse, pero mantuvo esa sonrisa en su lugar.
Les agradeció por su tiempo y nos fuimos de la alfombra hacia la fiesta.
—Eso fue jodidamente grosero —siseé, molesta con la indiferencia
de los reporteros.
Una vez llegamos dentro, Greyson soltó nuestros brazos y me dio
una pequeña sonrisa con un leve encogimiento de hombros.
—Solo es parte del trabajo.
—Bueno, es ridículo. Sabes, si quieres puedo ir a patearles el culo
por ti. He estado haciendo Pilates, y estoy construyendo mi fuerza —
comenté.
Greyson sonrió mientras caminábamos en la habitación.
—O podemos simplemente olvidarlos y tomar tragos del nuevo
whisky —dijo mientras una bandeja era presentada delante de
nosotros. Greyson señaló los diferentes tipos—. Este es con sabor a
canela, este de manzana y este es una especie de cítrico. Tienen que
probar los tres. Es la regla —añadió.
Bueno, hasta el fondo.
Los tres levantamos vaso tras vaso, y a pesar de que quemó un
poco, era suave cuando bajaba. El de manzana era mi favorito.
—¡Oh, Dios mío, Greyson! ¡Son increíbles! —exclamó Shay.
—¿Cuál es su favorito? —preguntó una voz detrás de nosotros. Nos
volvimos para ver a Landon ahí en un traje azul marino, luciendo tan
elegante como siempre. Su cabello rubio estaba peinado hacia atrás,
llevaba una corbata bermellón que combinaba con sus zapatos, y no
podía mentir… se veía increíble.
Estaba suponiendo que Shay pensaba lo mismo, porque su boca
estaba actualmente abierta de par en par.
Me incliné hacia ella.
—¿Shay?
—¿Sí?
—Cierra la boca o te entrarán moscas.
Sus labios formaron una línea tensa y se recompuso, parándose
alta.
—Eleanor, es bueno verte de nuevo. —Landon deslizó sus manos
en sus bolsillos, y le dio a Shay esa astuta sonrisa de Hollywood—. Y
Shay, cuánto tiempo sin verte. Te ves tan hermosa como recuerdo.
—Lo que sea, Landon. Te ves bien.
Se rió.
—Veo que aún tienes esa personalidad pasional.
—Y veo que tus orejas aún son enormes —replicó ella.
Compartieron una mirada fulminante por un instante, casi como si
estuvieran en una competición de miradas y quien la alejara primero
sería el perdedor.
Se estaba volviendo muy raro, por decir lo mínimo.
—Uh, de acuerdo. Bien, voy a mostrarle todo a Ellie —dijo Greyson,
colocando su mano en mi espalda baja.
Desearía que dejara de hacer eso.
No se daba cuenta del tipo de nerviosismo que provocaba dentro de
mí.
—¿Por qué tengo la sensación de que Landon y Shay van a
terminar acostándose juntos para el final de la noche? —susurró Grey
contra mi oído. Juro que sus labios rozaron suavemente mi lóbulo. O
tal vez solo soñé tal cosa sucediendo. De cualquier modo, mi cuerpo
reaccionó a su proximidad.
—Oh, porque Landon y Shay van a terminar acostándose juntos
totalmente —expliqué.
Empezamos a caminar y cada vez que una bandeja de whisky
pasaba, tomaba un vaso para ayudar a mis nervios. Cuanto más me
emborrachara para esto, mejor lo aguantaría.
Alguien chocó con mi hombro y se disculpó tocando mi antebrazo
ligeramente. Juro que fue el Capitán América y, oh, Dios mío, nunca más
voy a lavarme el brazo.
—Quiero enseñarte algo —dijo Greyson, guiándome por la multitud
de gente. Nos dirigimos hacia la zona VIP, y cuando cruzamos una
puerta, había un largo pasillo con más puertas cerradas. Caminamos
por los pasillos, y cuando alcanzamos una de las habitaciones, alcé una
ceja. La puerta tenía mi nombre.
—¿Qué es esto? —cuestioné.
Greyson sacó una tarjeta llave para abrirla, y cuando lo hizo, mis
ojos se llenaron de lágrimas.
Había cuerdas de luces blancas colgando por la habitación y el
suelo estaba cubierto con mantas y almohadas. Había una mesa con
aperitivos y otra con pilas de novelas.
—¿Qué es esto, Grey?
—Sé cuán abrumadoras pueden ser las fiestas para ti. Así que te
hice un rincón de lectura. Ya sabes, para que puedas escapar si lo
necesitas.
Me hizo un rincón de lectura…
¡Me hizo un rincón de lectura!
Adiós, corazón. Ahora le perteneces a Greyson East.
—Gracias, Grey. Esto es… —Inhalé profundo mientras veía la pila
de libros de Harry Potter—. Esto es más allá de perfecto.
—Tengo que ir a hacer un poco de trabajo de prensa, pero toma la
tarjeta llave. Puedes venir e ir cuando quieras. Solo enseña eso y tu
cordón VIP a seguridad. Habrá una gran caída de confeti a medianoche
para celebrar el lanzamiento oficial del whisky, solo para que lo sepas
en caso de que quieras verlo. También van a haber fuegos artificiales en
el exterior. Sé que probablemente suena estúpido, pero en realidad es
bastante genial.
—Estaré allí —dije, sonriendo. Podía decir cuánto significaba para
él y no quería perdérmelo—. Te encontraré.
Sonrió y me encantó.
—Sí, ven a encontrarme.
Con eso, se fue, llevándose mi corazón con él.

Me quedé en mi rincón de lectura hasta que el reloj alcanzó las


11:50. Leí los libros de una tierra ficticia que estaba muy lejos durante
horas, pero aun así, Greyson siguió cruzando mi mente. Ni siquiera
intenté luchar contra los pensamientos. Lo dejé quedarse ahí.
Me levanté para ir a encontrarlo y jadeé ligeramente cuando abrí la
puerta para verlo ahí.
—Greyson —dije sin aliento.
—Hola, Ellie.
—¿Qué haces aquí? Iba a encontrarte para el confeti…
—No puedo dejar de pensar en ti —confesó, poniendo sus manos
contra el marco de la puerta e inclinándose hacia mí—. No he sido
capaz de dejar de pensar en ti por algún tiempo, y no sé qué significa
eso. Cuando cierro los ojos, veo tu rostro. Cuando sueño despierto, eres
tú la que está allí.
Mi corazón estaba acelerándose a un ritmo que no sabía que los
corazones pudieran alcanzar. Me sentía caliente y fría al mismo tiempo
mientras mis manos caían en mi pecho y miraba esos hermosos ojos.
—A veces, cuando estoy a tu alrededor, lo siento —dijo.
—¿Sentir qué?
Me miró con sinceridad, separó sus labios y susurró:
—Todo.
¿Por qué no estaba mi mente captándolo lo bastante rápido? ¿Por
qué no estaban formándose mis pensamientos?
—Dime que estoy loco, Ellie. Dime que no lo sientes cuando me
miras. Dime que no lo ves cuando nuestros ojos se encuentran. Dime
que estoy loco y que no hay nada entre nosotros.
—No puedo decirte eso, Grey.
Inclinó su cabeza un poco.
—¿Y por qué es eso?
—Porque tampoco puedo dejar de pensar en ti.
Dejó caer sus manos del marco de la puerta y se acercó un poco
más a mí.
—¿Lo sientes? —susurró, moviéndose tan cerca que su aliento
bailó sobre mi piel.
Asentí.
—Lo siento.
Había tantas razones por las que debería haberme alejado. Él
todavía estaba de luto y yo no había sabido cómo hacer que mi corazón
latiera correctamente por un hombre.
Todavía estábamos rotos, y agrietados, y creciendo y aprendiendo.
Éramos errores y perfección, riachuelos fluyendo y huracanes.
Pero, ¿por cuánto tiempo podía negar lo que sentía? ¿Cómo podía
pretender que los sentimientos no estaban allí? La verdad era que
pensaba que los sentimientos por el hombre delante de mí nunca
habían desaparecido realmente.
¿Cómo podrían?
Él era él, yo era yo, y nosotros éramos nosotros.
Esto era nosotros.
Esta era nuestra historia.
Tomó mis manos en las suyas, entrelazando nuestros dedos, y
estaba segura de que estaba a segundos de desmayarme, a segundos de
que mis piernas cedieran. Estaba temblando, o tal vez eran sus
estremecimientos los que estaba sintiendo. Honestamente, era difícil
decir cuáles eran mis sentimientos y cuáles los suyos.
Se acercó más aún y apoyó su frente contra la mía. Cerré los ojos
mientras sus manos se deslizaban por mi espalda baja y mi cuerpo se
arqueaba sin esfuerzo hacia él.
—Quiero besarte —susurró mientras sus ojos se dilataban.
—Quiero besarte también —repliqué, mis palabras cayendo
débilmente de mi lengua.
—Necesito que entiendas que si te beso, no me detendré. Todo
cambiará, y nada será lo mismo. Si te beso, vamos a ser algo nuevo.
—Sí, lo sé —dije, suspirando contra él mientras abría mis ojos y
miraba esos ojos grises—. Pero hazlo de todos modos.
Y entonces lo hizo.
Sus labios chocaron contra los míos, tragándome entera mientras
le devolvía el beso. Me besó duro, como si estuviera compensando todo
el tiempo perdido. Lo besé por todos los momentos en que nuestros
labios no habían estado juntos. Cerró la puerta tras nosotros y me llevó
dentro del rincón de lectura.
Di un pequeño paso atrás y lo miré con una sonrisa.
Me quité mis tacones altos.
Se quitó la chaqueta de su traje.
Empecé a bajar la cremallera de mi vestido.
Aflojó su corbata.
Mi vestido cayó al suelo y sus ojos bailaron por mi cuerpo.
—Jesús, Ellie —murmuró, moviéndose más cerca, colocando sus
manos sobre mi piel, empujando su cuerpo contra el mío. Su boca se
movió hacia la curva de mi cuello y me besó gentilmente, susurrando—:
Te deseo tan desesperadamente, quiero esto tanto…
Desabotoné su camisa y la deslicé por su cuerpo. Mis dedos
subieron y bajaron por su pecho. Parte de mí pensó que estaba soñando
y parte de mí pensó que estaba de nuevo en mi mundo de fantasía, pero
no me importó.
Esto se sentía demasiado bien para parar.
Desenganchó mi sujetador y lo quitó. Sus manos acunaron mis
pechos y descendió para chuparlos gentilmente, adorándome con cada
toque.
Después, sus pantalones fueron quitados y los lanzamos al lado de
la habitación.
Mis nervios eran cables vivos, y pensé que lo notó porque de vez en
cuando me decía que era muy hermosa.
Una vez la ropa estuvo fuera, nos movimos como salvajes.
Todo se volvió más rápido mientras nos volvíamos más
determinados con nuestras acciones.
Me tumbó despacio sobre las mantas. Las cuerdas de luces
brillaban sobre nosotros mientras mis manos descansaban contra su
pecho. Miré sus pesadas inhalaciones y exhalaciones moverse por su
cuerpo y silenciosamente rogué que tomara todo de mí. Quería que me
diera su todo, cada pedazo de él… lo bueno, lo feo y lo roto.
Frotó su dureza contra mis muslos y me arqueé en su dirección. Se
inclinó y pasó su lengua por mi lóbulo antes de gentilmente chuparlo,
enviando escalofríos por mi espalda.
—Por favor, Grey… —rogué, sin aliento mientras me provocaba,
moviéndose contra mi centro mientras la anticipación se construía—.
Por favor… —grité, queriéndolo todo. Queriéndolo. Queriéndonos.
Queriendo amor.
Y entonces me lo dio todo.
Se deslizó en mi interior despacio, balanceando sus caderas contra
las mías. Mis dedos se clavaron en su espalda mientras gemía con
placer. Se empujó más profundo y se retiró lentamente, manteniendo
ese ritmo controlado por un rato, haciéndome sentir cada centímetro de
él mientras se empujaba en cada parte de mí.
—Más… —susurré, y aceleró la velocidad. Me embistió mientras
me aferraba a él—. Más… —grité mientras miraba sus ojos dilatados y
veía sus deseos, sus necesidades, su pasión.
Más duro, más profundo, más rápido…
Greyson me hizo el amor como si hubiera estado esperando
reclamar mi cuerpo como suyo, y era suya para reclamar. Cada
centímetro de mí era suyo. Cada parte de mí le pertenecía.
—Ellie, voy a… —susurró, embistiéndome una y otra vez. Siguió
moviéndose mientras mis caderas se arqueaban—. Voy a… Joder. —
Cerró los ojos y caí en la dicha más profunda mientras alcanzábamos el
clímax juntos.
Finalmente, se retiró de mí despacio y rodé sobre mi lado. Estaba
completamente sin aliento, intentando controlar mi respiración lo mejor
que podía.
—Eso fue… —susurré, pasando mis manos por mi frente.
Greyson rió.
—Sí, exactamente. —Me volví para mirarlo y me dio la sonrisa que
siempre había amado. Se inclinó hacia delante y besó mi frente, y luego
me atrajo a sus brazos y me sostuvo.
Estuvimos callados por un minuto, solo disfrutando del silencio de
la noche.
—Nos perdimos los fuegos artificiales —bromeé
Rodó sobre mí y me miró directamente a los ojos con una pequeña
sonrisa.
—No te preocupes —dijo con confianza—. Podemos hacer algunos
por nuestra cuenta.
Y entonces lo hicimos.

Cuando finalmente nos vestimos, encontré tres llamadas perdidas


de Shay. Me apresuré a salir de la habitación para buscarla mientras
Greyson iba por la limusina para irnos todos a casa.
Al momento en que vi a Shay, arqueé una ceja. Su lápiz labial
estaba restregado y su cabello era salvaje. Cuando me miró, reflejó mi
expresión.
—¿Hiciste…? —preguntó de una manera astuta. Mi cabello debía
haber lucido tan loco como el suyo.
Señalé hacia delante.
—¡¿Hiciste…?!
Sonrió.
—Estamos jodidas —murmuró, caminando hacia mí y uniendo su
brazo con el mío—. Pero me alegra que el episodio nueve finalmente
sucediera.
Me reí entre dientes.
—¿Shay?
—¿Sí?
—Creo que tengo sentimientos por Greyson.
Puso los ojos en blanco tan duro que estaba segura de que nunca
sería capaz de ver apropiadamente de nuevo.
—No jodas, Sherlock.
—¿Qué hay de Landon y de ti? —inquirí.
Puso expresión de desagrado.
—¿Landon y yo? Que se joda Landon —dijo con desdén.
—Uh, estoy bastante segura de que ya hiciste eso —bromeé.
—Fue una cosa de una vez y el whisky estuvo involucrado. No
cuenta. Todavía lo odio con todo mi ser. El imbécil arrogante.
Sonreí.
Estaba enamorada.

Todos fuimos en la limusina de Greyson a su casa. Shay y yo


íbamos a pasar la noche en la casa de invitados antes de irnos por la
mañana.
El viaje fue tranquilo. Era como si Greyson y yo todavía
estuviéramos procesando lo que había sucedido. Cuando nos detuvimos
en su propiedad, salió del auto primero, luego ofreció una mano para
ayudar a salir a Shay.
Ella le agradeció y se fue rápidamente, permitiéndonos tener un
momento a solas.
Cuando me ayudó a salir de la limusina, le agradecí.
—De nada. Espero que esta noche fuera… —Se pasó el pulgar por
el labio inferior y se sonrojó un poco—. Espero que esta noche fuera tan
buena para ti como lo fue para mí.
—Fue perfecta.
Más que perfecta.
—Bien, bien. Eso es bueno. —Esbozó la sonrisa más tímida que
jamás había visto—. Buenas noches, Ellie.
—Buenas noches, Grey.
Cuando empecé a dirigirme a la casa de invitados, me llamó una
vez más.
Me volví hacia él y se estaba balanceando un poco hacia atrás y
adelante, con sus manos metidas en sus bolsillos.
—¿Sin arrepentimientos? —me preguntó.
—No. —Negué mientras mi corazón empezaba a explotar con una
nueva forma de felicidad—. Sin arrepentimientos.
49
Eleanor

C
aímos juntos rápidamente, y caímos juntos
irrevocablemente. Una vez comenzamos el descenso, no
hubo ni un instante de arrepentimiento. Simplemente había
respeto y comprensión. Trabajamos juntos en las partes
difíciles y encontramos nuestro camino en los días duros.
Y, chico, aprendimos a abrazar los días buenos por completo. Los
recibimos con los brazos abiertos.
Cuando las chicas se dormían, Greyson se estrellaba en mi mundo.
Nos reíamos, nos besábamos, hacíamos el amor.
Amor…
Me estaba enamorando de él, y también lo hice sin esfuerzo. Casi
como si todo lo que se suponía que hiciera alguna vez fuera amar a un
hombre como él.
—Buenos días —saludó Greyson a sus hijas mientras entraba al
comedor para desayunar. Lucía renovado esta mañana, y no pude
evitar pensar que tenía algo que ver con nuestros saludos matutinos.
Se acercó a Lorelai y le besó la frente mientras agarraba un plátano
de la mesa.
—¡Buenos días, papá! —exclamó Lorelai, metiéndose cereal en su
boca.
Greyson entró a la cocina a buscar su café, y tarareó para sí
mientras lo hacía.
Karla arqueó una ceja.
—¿Qué te pasa? —le preguntó mientras él volvía al comedor,
todavía tarareando.
—¿Qué quieres decir? —inquirió.
—No sé, estás actuando… raro.
Greyson lanzó el plátano en su mano izquierda al aire, y la atrapó
en su mano derecha.
—No sé a qué te refieres, Karla.
Entrecerró los ojos, aún sospechosa, pero volvió a comer.
—Lo que sea, papá.
Greyson se dirigió al trabajo, dejándonos a mí y a las dos chicas
allí para terminar nuestra comida.
—Estaba súper raro —mencionó de nuevo Karla, sirviéndose otro
tazón de cereal.
—¿Cómo es eso?
Se encogió de hombros.
—No lo sé. Parecía… el viejo papá. El padre que era antes de que
todo sucediera. Como si fuera él mismo otra vez. Después de la muerte
de mamá, ya no tarareaba.
Hice todo lo posible para no reaccionar demasiado a su
comentario, pero Greyson estaba tarareando de nuevo.
Y pensé que era hermoso.

Greyson y yo nos sentíamos como en un sueño. Se sentía como el


mejor sueño del mundo. Cada día que conectábamos, me quedaba sin
respiración. Cada día que nos tocábamos, rezaba para que fuera mío.
Una noche, después de mucha conversación y demasiado vino,
empezamos a perdernos en la casa de invitados. Gemí mientras me
besaba por todas partes. Sus manos vagaban por mis curvas como si yo
fuera el único cuerpo que alguna vez deseaba volver a tocar. Cada vez
que sus labios encontraban mi muslo interno, me arqueaba hacia él.
Cada vez que pasaba su lengua contra mi núcleo, pedía a gritos más.
Entonces, siempre le devolvía el favor, volviéndolo de espaldas, y
bajando mi boca a su dureza. Me encantaba que cada vez que lo tocaba
gimiera. Me encantaba que cada vez que lo chupaba mostrara su
deleite.
—Sí —gimoteó, empujando sus caderas hacia mi rostro mientras
yo trabajaba para mostrarle cuánto anhelaba cada pedazo de él—.
Mmm —gimió, retorciendo sus dedos entre las sábanas. Sentí su
necesidad. Sentí su anhelo. Sentí su deseo cada vez que hablaba—. Sí,
sí, sí, por favor…
Me encantaba cómo gemía, cómo me deseaba.
Una vez terminé, nos pusimos la ropa interior, nos abrazamos, y
estaba segura de que había encontrado el cielo.
Hablamos, y nos reímos, y me enamoré cada vez más del primer
amor de mi vida.
—¿Tienes cosquillas? —susurró, deslizando sus dedos contra mis
costados mientras me retorcía en la cama.
—¡Oh, Dios mío, detente! —Me reí mientras trataba de escapar de
su control. Cuando no pude escapar, me defendí y empecé a hacerle
cosquillas.
Y, chico, Greyson tenía cosquillas.
—¡Bien, bien! —Se rió sin parar mientras seguía moviendo mis
dedos a toda velocidad contra sus costados. Me encantaba ese sonido,
vivía para que se riera.
—¡Muy bien! ¡Tú ganas! ¡Tú ganas! ¡Basta, Nicole! —Se rió.
Me quedé paralizada ante sus palabras y luego sentí dolor.
Me apuñaló en el pecho, obligándome a alejarme de su cuerpo.
En el momento en que me detuve, se sentó y vi la comprensión
alcanzándolo mientras la realidad de la situación se deslizaba en su
lugar.
—Oh, Dios mío… Ellie, lo siento. —Exhaló.
Estaba al borde de las lágrimas.
Estaban situadas allí, rogando que las dejara caer, pero las retuve
con una sonrisa tensa.
—Está bien —dije, moviendo la cabeza.
Abrió más la boca, aunque no salió nada. Eso tenía sentido. ¿Qué
más podría decir?
Me llamó por su nombre.
Mi mente daba vueltas mientras la vergüenza se adentraba en mis
entrañas. Me sentí tonta, idiota incluso. ¿Era eso en lo que siempre
pensaba cada vez que nos tocábamos? Cuando sus labios encontraban
los míos, ¿estaba pensando en los de ella?
Oh, Dios mío…
Necesitaba una ducha.
—Yo… —empezó, levantándose, pero negué.
—Está bien, de verdad. Sin embargo, creo que deberíamos dar por
terminada la noche —dije, agarrando la sábana de la cama y
envolviéndola fuertemente alrededor de mi cuerpo—. Me voy a duchar
aquí primero antes de irme a casa.
Me sentía herida.
Usada.
Avergonzada.
Parecía que tenía mucho que decir, pero sabía que nada podía
arreglar este momento. No había palabras que pudieran curar mi
humillación, así que simplemente recogió su ropa y se vistió.
Mientras se alejaba, murmuró otra disculpa, pero ni siquiera pude
responder a ella.
Cerré la puerta principal, me dirigí directamente a la ducha y me
zambullí dentro, dejando que el agua me bañara. También subí la
temperatura, dejando que me quemara un poco la piel.
Quería quitarlo de mí. Quería que sus toques que no estaban
hechos para mí desaparecieran. Quería que su sabor saliera de mi boca,
quería que su nombre escapara de mi mente.
El agua golpeó mi piel mientras las gotas de agua se
entremezclaban con mis lágrimas.
Supuse que eso era lo que pasaba con los sueños.
El mayor problema con los sueños era el hecho de que un día, te
veías forzado a despertar, y una vez despertabas del sueño, ya no
podías volver al mundo imaginario que estabas creando.
La realidad se imponía y eras dejada para enfrentar sola todas sus
verdades.

—¿Te llamó por su nombre? —soltó Shay, perpleja, cuando me


senté en el sofá con las rodillas contra mi pecho.
—Sí.
Bajó las cejas.
—¿Después de que ustedes dos tuvieron…?
—Sí.
—Mierda. —Exhaló, aturdida—. Lo siento mucho, Ellie. No puedo
ni imaginar lo difícil que fue para ti.
—Bueno, acabo de llorar en la ducha. No es gran cosa —bromeé,
pero Shay no se rió. No paraba de fruncir el ceño—. Estoy bien. Quiero
decir, estamos bien, Greyson y yo. Estoy segura de que es algo que
tenemos que superar juntos. Solo un bache.
—Espera, ¿qué? Ellie, eso no es un bache. Es una luz roja. Es una
señal de alto. Eso es un momento de “No pasas, no ganas”. No puedes
pensar en serio que tú y Greyson aún son… algo.
—¿Cómo podría no hacerlo? Se siente como si hubiéramos sido
reunidos para esto, para que seamos un nosotros.
—Pero no eres un nosotros —argumentó—. Eleanor… te llamó por
el nombre de su esposa muerta. Eso solo tiene toxicidad escrito por
todas partes.
Me moví en mi asiento y negué.
—No lo entiendes, hay algo entre Greyson y yo. Siempre ha habido
esta cosa entre nosotros.
—Sí, lo sé, y créeme, estuve ahí para eso hasta el final, pero esto lo
cambia todo.
Mi estómago se revolvió mientras escuchaba sus palabras, y la ira
comenzó a crecer más y más.
—¡Tú fuiste la que me empujó hacia esa idea! Tú y tu charla de
reality show.
—Sí, lo sé, pero esto… esto es más que un contratiempo en las
etapas iniciales de una nueva relación, Ellie. Esto no es saludable. Sé lo
que sientes por Greyson. Lo sé desde que éramos niñas, lo entiendo,
pero no está en un lugar donde pueda darte lo que te mereces.
—Me lo merezco —repliqué—. Es el adecuado para mí.
Lo sabía.
Lo sabía en el fondo de mi alma.
—Sí, lo sabes. Te mereces al completamente curado Greyson, no a
quien es ahora mismo. Además, merece curarse completamente antes
de que pueda aprender a entregarse de nuevo. No tomes sus pedazos
rotos y los llames amor.
Me levanté, irritada con ella.
¡¿Cómo pudo decir eso?!
Fue la que insistió en esto. Era la que había sido tan ruidosa
acerca de permitirme enamorarme de Greyson, y ahora estaba dando
marcha atrás. Ahora estaba siendo realista.
No necesitaba que fuera realista.
Solo necesitaba que Greyson y yo estuviéramos bien.
—Creo que fue un error que te lo dijera —comenté, agarrando mi
bolso y yendo hacia su puerta—. Creo que necesito tomar un poco de
aire.
—Nunca es un error decirme algo, Ellie, y lo sabes. Lo siento si te
he molestado, pero prefiero molestarte por amor que decirte lo que
quieres oír. Te quiero, Ellie. Eres la persona más importante de mi vida,
y eres digna de tener más que el amor mediocre de alguien. El mejor
tipo de amor es el que llena completamente a uno, dejando seguridad,
no dudas. Te lo mereces. Te mereces ser el todo de alguien.
—Realmente creo que estamos destinados a serlo, Shay.
—Lo sé, cariño. También lo creo, pero el hecho de que dos
personas estén destinadas a estar juntas, no significa que tenga que
suceder en este momento. A veces, las mejores historias de amor son
las de los que esperaron.
Dijo las palabras y me rompieron el corazón, porque sabía que
tenía razón.
50
Eleanor

—¿A
hora solo nos estamos evitando el uno al
otro? —preguntó Greyson cuando pasé por
la puerta de su dormitorio después de
acostar a Lorelai al final del día. Estaba
desabrochando los gemelos de sus mangas
mientras me miraba fijamente.
Di algunos pasos hacia su habitación y me quedé parada en la
puerta.
—Lo siento, simplemente... —Respiré hondo—. No quería hacerte
sentir incómodo.
—¿Hacerme sentir incómodo? Ellie, te llamé por el nombre de otra
mujer. Si alguien debería sentirse incómoda, deberías ser tú. Lo siento
mucho. —Enrolló las mangas de su camisa y se sentó en el borde de su
cama. Sus manos aferraron el borde de la cama y cada músculo de su
brazo se volvió visible.
Desearía que dejara de verse tanto como él mismo. Todavía era
incapaz de eliminar el sabor de sus labios de mi mente y mientras más
veía esos ojos grises, más quería que miraran hacia los míos.
Negué, intentando mantenerme controlada.
—No es tu culpa. No es culpa de nadie. De cualquier forma,
tomamos mucho vino esa noche. Las cosas se salieron de control...
Bajó su cabeza.
—No estaba tan ebrio —susurró honestamente.
Suspiro.
Yo tampoco.
Cuando esos ojos me miraron, cada mariposa regresó rápidamente.
Separé mis labios ligeramente y me recordé respirar de vez en cuando.
—Lo siento tanto, Ellie —dijo rápidamente—. No era mi intención
que eso sucediera. Estoy horrorizando y fui tan idiota y no sé lo que
está sucediendo entre nosotros...
Quería presionarlo para que nos diera una oportunidad.
Quería decirle que podíamos intentarlo de nuevo.
Quería sostenerlo.
Besarlo.
Tenerlo como mío.
Pero también sabía que esos pensamientos eran egoístas e
incorrectos. Tampoco quería lastimarlo de esa manera, porque sabía
que todavía no estaba completamente sanado tras perderla. No era
capaz de amar por completo y sabía que Shay tenía razón, aun cuando
eso me ponía triste. El mejor tipo de amor es el que te llena por
completo y Greyson no podía hacer eso por mí en este momento.
Si todavía no podía tener todo su amor, no quería seguir
enamorándome de alguien que no sería capaz de corresponderme.
—Retrocedamos —le dije, acercándome hacia él y sentándome a su
lado en la cama. Mis manos se aferraron al costado del colchón justo
como las suyas y le dirigí un ligero asentimiento—. Regresemos a como
era antes de esa noche.
—Pero... —Me miró fijamente con tanto arrepentimiento que quise
alejar la culpa de sus ojos. Necesitaba que supiera que entendía lo
mucho que su alma estaba sufriendo. Greyson estaba en guerra consigo
mismo, peleando para seguir adelante cuando todavía intentaba
aferrarse al pasado.
No estaba listo para dejarla ir, y tenía que respetar eso.
Mi amor era paciente. Por él, esperaría para siempre.
—Está bien, Grey. Lo juro, estoy bien. Estamos bien.
Me mostró una media sonrisa y le mostré la otra mitad.
—Dije en serio todo, Ellie, sobre cómo me siento por ti.
Simplemente quiero que sepas que dije en serio todas esas palabras.
También le creía. ¿Cómo podría no hacerlo? Era mi Grey. El primer
chico en alguna vez dejar su marca en mí.
—Sé que lo hiciste, pero no necesitas a una amante en este
momento, Greyson. Necesitas a una amiga. Déjame ser eso. Déjame ser
tu amiga.
Aclaró su garganta y frotó su nuca.
—No tienes ni idea de lo mucho que necesito eso, lo mucho que
necesito una amiga.
Lo sabía, porque también necesitaba uno. Nos necesitábamos el
uno al otro, tal vez no labios contra labios, sino corazones contra
corazones. Tal vez ambos necesitábamos a alguien para hablar en los
días difíciles, que nos pudiera acercar hacia la luz.
—No hablas sobre ella, ¿cierto?
—No.
—¿Porque no quieres hacerlo?
Negó.
—No, porque la gente se cansa de la tristeza de una persona. Todos
comienzan a seguir adelante y esperan que hagas lo mismo.
Incliné mi cabeza y miré esos ojos grises que había amado hace
tanto tiempo.
—Cuéntame.
—¿Qué te cuento?
—Todo acerca de ella.
51
Eleanor

—¿O
ye, Eleanor? ¿Puedes venir a buscarme? —
preguntó Karla cuando contesté al teléfono.
Eran alrededor de las diez de la noche del
sábado, y estaba más que confundida por
su llamada. Claire y Jake estaban de viaje,
así que Lorelai y Karla se quedaron en casa durante el fin de semana, lo
que hacía el hecho que me llamara bastante extraño—. Por favor. —
Lloró.
Su voz era baja y temblorosa. Me enderecé en mi cama.
—¿Qué quieres decir, ir a buscarte? —pregunté—. ¿No estás en tu
habitación?
—Lo estaba, pero yo, eh, me escapé para ir a una fiesta. Yo… —
comenzó a sollozar—. Por favor, ven a buscarme, ¿de acuerdo?
—¿Dónde estás? —cuestioné, saltando de mi cama y poniéndome
unos vaqueros y una camiseta. Me apresuré a ponerme los zapatos, y
agarré mi bolso y las llaves mientras me daba la dirección—. ¿Estás
herida? ¿Estás bien?
—Estoy bien, está bien. Solo… solo quiero irme a casa. —Comenzó
a sollozar en el receptor y me rompió el corazón.
—Voy en camino. Ya voy.
—Simplemente no se lo digas a papá, ¿de acuerdo? Nunca volverá
a confiar en mí —advirtió entre lágrimas.
—Solo quédate allí, Karla, ¿de acuerdo? Estoy en camino —dije
una vez más, tratando de darle toda la tranquilidad que pude por
teléfono.
Colgué el auricular y salí corriendo de la casa, y conduje
directamente a casa de Greyson. Llamé al timbre varias veces hasta que
respondió.
Levantó una ceja.
—¿Eleanor? ¿Qué pasa?
—Es Karla. Está en una fiesta y tenemos que ir a buscarla.
—¿Qué? No. Se fue a su habitación hace un tiempo —explicó,
frotándose la nuca.
—No, me acaba de llamar. Se escapó hace un rato.
—¡¿Qué?! —espetó, sus ojos se ampliaron por la sorpresa—. Voy a
matarla —siseó, apresurándose a ponerse los zapatos.
—Primero, asegurémonos de que está bien. Sonaba muy alterada
por teléfono. Iré por Lorelai.
—Está bien, nos vemos en el frente.
Cuando agarré a Lorelai, estaba bostezando, preguntando qué
estaba pasando, pero le dije que íbamos a dar un paseo rápido. Salimos
y Greyson ya tenía el auto en marcha. Puse a Lorelai en su asiento del
auto y la aseguré, luego salté al asiento del pasajero y cerré la puerta.
—¿A dónde vamos? —preguntó Greyson con las manos apretando
el volante—. ¿A dónde vamos? —repitió, su voz severa.
Le di la dirección y condujo, sin decir una palabra. Vislumbré la ira
en su tensa mandíbula y la forma en que agarraba el volante. El estrés
que volaba por su mente.
—Esta es la última vez que le doy un poco de responsabilidad —
siseó por lo bajo—. Acaba de probar…
—Greyson —dije en voz baja, colocando mi mano sobre su
antebrazo—. Hay mucho tiempo para que te enojes. Pero en este
momento, creo que solo va a necesitar que estés allí para ella. Parecía
muy angustiada.
Soltó un resoplido rápido y se quedó en silencio, sin decir una
palabra más.
Cuando llegamos al lugar que Karla me había dado, la
encontramos sentada en la acera. Estaba encorvada, con los brazos
alrededor de las piernas y la cabeza baja, balanceándose hacia adelante
y hacia atrás.
Lorelai estaba completamente despierta ahora, mirando por la
ventana a su hermana.
—¿Qué le pasa a Karla? —preguntó confundida.
—Quédate aquí, Lorelai —ordenó Greyson mientras salíamos del
auto.
Nos acercamos a Karla y la miramos, y un fuerte hedor alcanzó
nuestras narices a medida que nos acercábamos más y más. Había
algunos líquidos sobre ella y lo que parecían trozos de basura, pegados
a su ropa.
—¿Karla? —susurré, y saltó, alarmada, como si alguien la atacara.
—¡Déjame en paz! —gritó, con los ojos muy abiertos mientras
miraba a su alrededor. Cuando se dio cuenta de que era yo, respiró
hondo—. Eleanor. —Se puso de pie y luego vio a Greyson y sus ojos se
llenaron de miedo—. ¿Le dijiste? ¡Te dije que no le dijeras!
—Tenía que hacerlo, Karla, es tu padre.
Miró a Greyson y comenzó a temblar, como si supiera exactamente
en cuántos problemas estaba metida.
—Papá, mira, lo siento, ¿de acuerdo? —Las lágrimas comenzaron a
caer por su rostro mientras su pequeño cuerpo temblaba—. Sé que
estás molesto y no volverás a confiar en mí nunca más, pero, mira, no
lo entiendes. Nadie lo entiende.
—¿Entender qué, Karla? —inquirí, porque Greyson estaba allí sin
palabras, y ni siquiera estaba segura de qué emociones corrían por él.
No podía decirlo por su postura. No podía decirlo por sus expresiones
faciales. Simplemente parecía congelado en su lugar.
—¡Estoy sola! —gritó, levantando las manos en el aire—. No tengo
amigos, y todos me odian y se burlan de mí todos los días. Cada día es
difícil y ustedes no lo entienden. ¡Nadie entiende! Solo pensé cuando
mis viejos amigos me llamaron para pasar el rato que tal vez me
estaban dejando volver a nuestro grupo de amigos, solo pensé, pensé,
pe… —Sus palabras eran tan confusas y temblorosas que se volvieron
más difíciles de entender mientras sollozaba sin parar—. Lo siento,
papá, ¿de acuerdo? Lo siento. Lo siento, estoy…
Antes de que pudiera continuar, antes de que pudiera pronunciar
una disculpa más, Greyson intervino y la abrazó. La atrajo con tanta
fuerza que no habría podido soltarlo si hubiera querido. Siguió diciendo
las palabras lo siento a Greyson, y él la sostuvo muy fuerte.
—Está bien, Karla. Estás bien, te tengo. —La sostuvo mientras
sollozaba en sus brazos.
—Nunca me vas a perdonar. —Lloró—. Sigo metiendo la pata.
—Oye, oye, mírame. —Greyson se apartó de ella y se inclinó para
mirarla a los ojos—. Eres mi hija. Siempre voy a estar aquí para ti.
Eso solo la hizo llorar más y envolver sus brazos alrededor de él,
enterrándose contra él.
Mi corazón se estaba rompiendo por Karla. Ni siquiera podía
comenzar a imaginarme por lo que estaba pasando.
—Karla. ¿Qué pasó esta noche? —preguntó Greyson una vez que él
y su hija finalmente se soltaron.
Frotó su mano izquierda por su brazo derecho, que estaba cubierto
por algún tipo de basura.
—Missy me llamó y me preguntó si quería pasar el rato. Pensé que
era una especie de broma porque pasó el año pasado ignorándome
desde que comenzó a salir con Colton Stevens, un imbécil, y bueno,
Colton dijo que no saldría con ella si salía con un bicho raro como yo.
—¿Quién es Missy? —pregunté.
—La antigua mejor amiga de Karla —respondió Greyson—. Sigue.
¿Te llamó y qué?
—Bueno, ella y Colton vinieron y me recogieron, diciendo que
querían compensarme por no hablar conmigo. Querían llevarme a una
fiesta en la casa de sus padres, ya que estaban fuera de la ciudad, así
que después de convencerme, acepté ir. Entonces, llegué aquí y todos
comenzaron a llamarme monstruo, y ellos… ellos… —Sus ojos se
llenaron de lágrimas y se estremeció, claramente reviviendo lo que
había sucedido—. Dijeron que mi rostro parecía basura, por lo que
también debería oler así. Y todos comenzaron a tirarme cosas, y
frotaron carne cruda y basura contra mí.
Greyson estaba visiblemente lívido. Echó un vistazo a la casa.
—Quédate aquí, Karla.
—¿Qué? ¡No, papá! No puedes…
—Dije que te quedes aquí —ordenó, marchando directamente a la
casa donde se estaba celebrando la fiesta. Golpeó con el puño la puerta
principal. Cuando un chico respondió, tenía una expresión arrogante en
su rostro.
—Uh, ¿sí? —dijo, mirando a Greyson.
—¿Eres Colton? —preguntó Greyson—. ¿Esta es tu casa?
—¿Sí?
Greyson señaló a Karla.
—¿Le hiciste eso a mi hija?
Colton miró a Karla y luego se rió un poco.
—No, creo que el árbol le hizo eso cuando se jodió el año pasado.
Greyson se tensó y su mano formó un puño. En el momento en
que lo vi, me apresuré hacia el porche y me interpuse entre los dos.
—Greyson. Respira.
—Sí, viejo. Podrías tener un ataque al corazón —comentó Colton,
luciendo muy arrogante. También quería golpearlo—. Oigan, vean todos.
Joroba llamó a su papá para que viniera a salvar el día. Huele tan mal
como ella —bromeó, mirando hacia su casa y haciendo reír a sus
amigos.
—Escucha, pequeña mierda —siseó Greyson, sus manos estaban
más apretadas que nunca—. Si alguna vez vuelves a acercarte a mi hija,
o dices una mierda sobre ella, voy a…
—¿Vas a qué? ¿Patearme el culo? Noticia de última hora, viejo,
tengo diecisiete años. Si me pones una mano encima, llamaré a la
policía. No puedes golpear a un menor. No soy estúpido.
—Vamos a averiguarlo —dijo Greyson, retirando su puño, pero lo
atrapé en el aire.
—Greyson, no quieres hacer esto —le susurré.
—Confía en mí, sí quiero —discutió, sus ojos se clavaron en Colton
como si estuviera a segundos de cometer asesinato.
—Greyson, mírame —ordené.
—No.
—Greyson, mírame —exigí una vez más.
—No. —Tensó su brazo aún más, y pude sentir la intensidad
corriendo por sus venas.
—¡Grey! —Puse mi mano en su mejilla y lo forcé a mirarme. Nos
miramos a los ojos y bajé la voz, sintiendo escalofríos sobre mí mientras
miraba sus ojos ardientes—. Este no eres tú. Este no eres tú —dije en
voz baja. La fuerza de su brazo comenzó a relajarse y empezó a bajarlo
justo cuando Colton decidió volver a hablar.
—Sí, ¿y qué tal si sales de mi porche y te duchas? Hueles como tu
asquerosa hija —resopló Colton.
Por el amor de Dios, era como si este pequeño idiota quisiera que le
patearan el culo.
La fuerza de Greyson resurgió cuando las palabras de Colton
alcanzaron sus oídos, la ira instantánea aumentó una vez más en cada
centímetro de su cuerpo. Estaba tan tenso que no estaba segura de
poder sostener su brazo mucho más tiempo, pero afortunadamente, no
tuve que hacerlo.
Lorelai pasó junto a mí, con alas de mariposa en su espalda, y
pateó en el aire, justo entre las piernas de Colton.
—¡Deja a mi hermana en paz, pequeña perra! —gritó Lorelai,
pateando a Colton directamente en sus partes privadas.
El brazo de Greyson cayó cuando nuestras mandíbulas
prácticamente golpearon el suelo con conmoción.
Dios mío, Lorelai acaba de patearle el culo a un chico de diecisiete
años.
Nunca había estado tan orgullosa en mi vida.
Colton tropezó, aullando mientras colocaba las manos sobre su
entrepierna.
—¡Oh, Dios mío! —gritó, gimiendo de dolor—. ¡¿Qué demonios?!
—¡Oigan! ¡A Colton acaba de patearle el culo una niña! —aulló un
chico, y todos comenzaron a reírse.
Greyson se inclinó hacia el chico lloriqueando y lo empujó con un
zapato.
—Como dije. Deja a mi hija en paz. O mi otra hija volverá a hacer
eso. Solo que más duro. —Se volvió hacia Lorelai y yo—. Venga, chicas.
Vámonos.
Nos dirigimos de regreso al auto y todos subimos al interior. Antes
de poner el auto en marcha, Greyson sacó su teléfono.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó Karla con cansancio.
—Llamo a la estación de policía para denunciar una queja por
ruido —dijo con naturalidad. Cuando la llamada fue atendida, Greyson
se aclaró la garganta—. ¿Hola? Hola. Llamo para poner una queja por
ruido en 1143 W Shore Street. Parece que se está celebrando una fiesta,
y estoy bastante seguro de que hay menores consumiendo alcohol.
Gracias.
Colgó el teléfono, y cuando volví a mirar a las chicas, noté que
había una pequeña sonrisa en el rostro de Karla.
—Gracias, papá —susurró.
—Siempre, Karla —respondió. Se dio la vuelta para mirarla, le
puso una mano en la rodilla y la apretó suavemente—. Siempre.
—¿Por qué huele a pedos aquí? —gritó Lorelai, haciéndonos reír un
poco.
—Vayamos a casa a ducharnos —dijo Greyson—. Pero primero,
Lorelai, estoy muy orgulloso de ti por defender a tu hermana, pero en el
futuro, no pateemos a la gente. Y no podemos llamar a las personas con
esos nombres, ¿de acuerdo?
—Pero, papi, era una pequeña perra —insistió.
—¿Dónde aprendiste esas palabras? —preguntó, desconcertado.
No digas por mí, no digas por mí.
—Eleanor se lo dijo a la madre de Caroline, pero dijo que no te lo
dijera porque podrías despedirla —explicó.
Qué traidora.
Tuve que girar la cabeza para evitar que me viera riendo. Greyson
me miró con una sonrisa antes de volver a poner su voz adulta.
—Sí, pero no es amable ni apropiado. Especialmente para una
chica de tu edad.
—¿Qué parte no es amable? ¿Pequeña o perra? —preguntó,
realmente confundida.
—La segunda parte —le dijo.
—¿Entonces perra? —cuestionó.
Karla comenzó a reírse.
—Sí, Lorelai. No digas eso. Pero gracias por apoyarme.
—Siempre te apoyaré, Karla. Eres mi mejor amiga.
Me di cuenta de que Karla sonreía por el comentario de Lorelai y
susurró:
—También eres mi mejor amiga, niña.
Condujimos a casa en silencio, aparte de que Lorelai mencionara el
olor, y cuando llegamos a la casa, todos salimos del auto. Estaba
planeando volver a acostar a Lorelai mientras Greyson y Karla se
duchaban. Mientras caminábamos, nuestros pasos se detuvieron
cuando Greyson habló detrás de nosotras.
—Te debo una disculpa —dijo, haciéndonos girar para mirar en su
dirección.
Sus hombros estaban encorvados mientras se pasaba la mano por
la boca, y sus ojos estaban clavados en Karla.
—¿Qué? —preguntó Karla.
—Te decepcioné, y por eso, te debo una disculpa.
—Papá… soy la que se escapó sin decírtelo. —Karla se frotó el
hombro, balanceándose nerviosamente—. Si alguien lo siente, debería
ser yo.
Greyson negó.
—No, no he estado aquí para ti el año pasado. Me desentendí y caí
en el trabajo solo para evitar enfrentar el hecho de lo que te quité. Lo
que nos quité a todos. Y lo siento, Karla. Si hubiera estado cerca, tal vez
esta noche no hubiera sucedido. Tal vez no te hubieras sentido
abandonada o sola… yo, eh, sé que no me perdonarás de inmediato. La
verdad es que no merezco tu perdón. Pero quiero que sepas que estoy
aquí ahora. ¿Bien? Lo arruiné y te abandoné, abandoné a esta familia y
lo siento, pero estoy aquí. Así que, incluso cuando te sientas sola, solo
quiero que sepas que no estás sola. Estoy aquí, Karla. He regresado y
no te dejaré de nuevo.
Karla parecía no saber cómo reaccionar. Se mordió el labio inferior
y envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo.
—Te odié, sabes. Por irte. —Sollozó y se limpió los ojos con el dorso
de la mano—. Te necesitaba y no estabas aquí.
Caminó hacia ella, asintiendo.
—Lo sé. No puedo cambiar los errores que cometí, pero te prometo
que a partir de ahora pasaré cada día tratando de compensarte.
Todavía parecía insegura mientras miraba hacia el suelo, su figura
temblaba ligeramente.
—¿Lo prometes, prometes? —preguntó, mirando hacia su padre—.
¿No vas a seguir trabajando todo el tiempo?
Extendió su dedo meñique hacia ella.
—Promesa de meñique —susurró.
Mi corazón casi explotó cuando Karla se acercó a su padre y tomó
su meñique.
Greyson asintió hacia Lorelai y le tendió el otro meñique hacia ella.
—Tú también, Lorelai.
Se apresuró hacia él y enlazó sus meñiques con su padre y su
hermana, haciendo un pequeño círculo.
—¿Qué pasa con Eleanor, papi? —preguntó, mirando hacia mí.
Todos se volvieron hacia mí y retrocedí, sintiéndome
completamente fuera de lugar. Ese era su momento familiar, y de
alguna manera, me estaba entrometiendo solo por estar allí.
—Oh, no, Lorelai. Creo que es solo una promesa de meñique de
familia.
Karla me dio una sonrisa a medias y se encogió ligeramente de
hombros cuando apartó la mano de Lorelai y me tendió el dedo
meñique. Mis emociones comenzaron a acumularse por el pequeño
gesto, y Karla suspiró.
—Lo juro por Dios, Eleanor, si empiezas a llorar, quitaré el
meñique —advirtió.
—Lo siento. —Me reí, secándome los ojos y corriendo hacia el
círculo. Uní mis meñiques con Lorelai y Karla, y todos nos sujetamos
mientras Greyson hablaba.
—A partir de este momento, trabajamos como una unidad, ¿de
acuerdo? Somos un equipo y estamos ahí el uno para el otro todo el
tiempo. Superando cualquier dificultad. Si caemos, caemos juntos. Si
nos rompemos, nos rompemos como uno. Eso es lo que somos. Esa es
nuestra promesa. ¿Promesa? —preguntó.
—Promesa —respondió Lorelai.
—Promesa —repitió Karla.
Greyson me miró con esos ojos que me curaron, y solté un suspiro
tranquilo.
—Promesa.

Esa noche, después de volver a acostar a Lorelai, me detuve en la


habitación de Karla, solo para ver cómo estaba. Estaba sentada en el
borde de la cama, secándose el cabello con una mirada muy sombría en
el rostro.
—Hola, ¿estás bien? —cuestioné, tocando ligeramente su puerta y
haciéndola alzar la mirada.
—Te sorprendería lo difícil que es eliminar el olor a pescado de tu
cabello —se quejó.
—Karla, lo que esos chicos te hicieron fue más que perturbador. Sé
que tu padre va a hablar con el director por la mañana, pero, ¿hay algo
que pueda hacer ahora? ¿Puedo hacer algo por ti?
Dudó un minuto antes de negar.
—No. Estoy bien.
—Está bien, bueno, si necesitas algo, házmelo saber. Tienes mi
número y puedes despertarme en cualquier momento. Estoy aquí para
ti.
Su labio inferior se retorció un poco.
—Gracias, Eleanor.
—Siempre.
—No solo estás fingiendo porque es tu trabajo, ¿verdad? De hecho,
realmente te preocupas por nosotros, ¿eh?
Me reí.
—Más de lo que sabes. Intenta dormir algo.
—Lo haré. ¿Y Eleanor?
—¿Sí?
—Gracias —dijo, pasándose la mano por el cabello—. Ya sabes, por
traer a mi papá contigo para que me recogiera. Realmente lo necesitaba
allí. Los necesitaba a los dos.
Mis ojos se llenaron de lágrimas.
—¿Puedo darte un abrazo?
—No, probablemente no —respondió rotundamente.
Oh, bien entonces.
Eso parecía correcto.

—Hola, ¿cómo estás? —pregunté, revisando al último miembro de


la familia.
Greyson estaba sentado en su cama con las manos apretadas
alrededor del borde del colchón. Su pie golpeaba repetidamente
mientras miraba el suelo alfombrado.
Me miró con tanta emoción en sus ojos.
—Está sola —susurró antes de volver a mirar al suelo—. Está sola,
Ellie.
Suspiré entrando a su habitación, cerrando la puerta. Sus
pensamientos probablemente giraban con todo lo que sucedió esa
noche. ¿Cómo no? Su hija fue atacada, maltratada, menospreciada.
Todo porque estaba sola.
Me senté a su lado y noté que sus hombros estaban encorvados.
Conocía su aspecto muy bien. Reconocía cuando se estaba
golpeando a sí mismo. Reconocía cuando el mundo era demasiado
pesado sobre sus hombros. Reconocía cuando estaba pensando lo peor.
—No es tu culpa, Grey —prometí, pero se tensó como si no me
creyera.
—Si hubiera estado aquí, no habría estado sola. Si no la hubiera
abandonado, esto no habría sucedido. Si mis ojos se hubieran quedado
en el camino…
No podía calmar su mente. No podía escuchar nada excepto sus
creencias rápidas y defectuosas, por lo que no estaba segura de que
alguna palabra lo ayudara.
—¿Qué necesitas de mí? —cuestioné colocando una mano de
consuelo en su pierna—. ¿Que necesitas que haga?
Volvió la cabeza hacia mí mientras las lágrimas corrían por su
rostro. Sus labios se separaron lentamente. Su voz era tan baja y
quebrada que no estaba segura de haberla escuchado.
—Quédate. —Exhaló—. Solo necesito que te quedes.
Entonces, hice exactamente eso.
Nos acostamos en la cama, uno frente al otro. No nos estábamos
tocando, pero juro que lo sentía. Sentí los latidos de su corazón.
Cuando sufría, mi corazón lloraba. Cuando tenía dolor, mis ojos eran
los que lloraban. Así de cerca estábamos los dos. Nuestra historia de
amor era mucho más que un cuento romántico. Nuestra historia era
sobre la amistad. Sobre la familia. Sobre cuidar a los que siempre te
cuidaron.
Su alma nació para ser amada por la mía.
Nos quedamos dormidos, y cada vez que se despertaba por los
terrores nocturnos, estaba allí para calmarlo. Lo abracé con fuerza
mientras sufría con empatía por su hija.
Necesitaba que supiera que estaba bien romperse. Desmoronarse.
Derrumbarse y llorar. Entonces, cuando llegara el momento de volver a
ponerse de pie, si alguna vez necesitaba una mano, siempre le daría la
mía.
—Sigo aquí, Grey —susurré mientras su cabeza descansaba contra
la curva de mi cuello.
Sigo aquí.
52
Greyson

—¡P
apá, despierta! Es de día y la abuela siempre
nos hace panqueques de chocolate los
domingos por la mañana. —Lorelai entró en
mi habitación, bostezando. Estaba exhausto,
y podría haber dormido fácilmente unas
horas más. Pero Lorelai siguió hablando y sus siguientes palabras me
obligaron a abrir los ojos—. ¿Por qué Eleanor está en tu cama, papá?
Mis ojos se abrieron de par en par y miré a mi izquierda, donde
Eleanor aún estaba profundamente dormida. Mi brazo estaba envuelto
debajo de su cuerpo, y cuando me senté un poco, se movió.
—Lorelai, ¿qué te dije? Solo deja que papá duer... ¿Qué demonios?
—murmuró una voz, y supe que no salió de la boca de Lorelai. Karla
estaba en la puerta detrás de su hermana pequeña, pero ambas tenían
expresiones muy diferentes.
Lorelai se quedó allí con asombro mientras Karla mostraba la
mirada de traición más grande.
—¿Eleanor y tú? —exhaló en voz baja, aturdida.
—No, no es lo que parece —grité, apartando mi brazo del cuerpo de
Eleanor—. Eleanor, levántate —dije, empujando su brazo.
Se agitó un poco más antes de despertarse, y en el momento en
que notó donde estaba, en el momento en que vio a las niñas, el pánico
llenó sus ojos.
Las lágrimas llenaron los ojos de Karla y repitió:
—¡Oh, Dios mío! ¡¿Eleanor y tú?! —siseó, esta vez enojada—.
¿Cómo pudiste? —me presionó—. ¿Cómo pudiste hacerle eso a mamá?
—gritó antes de salir corriendo hacia su cuarto.
—Mierda —murmuré, levantándome de la cama.
Lorelai me miró tan perpleja.
—¿Qué le hiciste a mamá, papá? —me preguntó, rascándose la
cabeza.
—Nada, te lo explicaré más tarde. Quédate aquí.
Corrí hacia la puerta de Karla, que ya estaba cerrada y bloqueada
por su cuerpo. Cada vez que intentaba abrirla, ella la cerraba.
—¡Vete! —gritó, y pude oír la angustia en su voz.
Puse mis puños contra el marco de la puerta.
—Karla... no es lo que piensas —intenté prometer.
—Oh, ¿así que no estabas acurrucado en la cama con la maldita
niñera? —gritó.
Bueno, está bien.
Era lo que pensaba.
Eleanor se acercó, poniendo su cabello detrás de sus orejas. Me
miró con el ceño fruncido y luego golpeó ligeramente la puerta de Karla.
—¿Karla? Soy yo, Eleanor.
—¡Vete, puta! —espetó.
Abrí los labios para disciplinar las palabras de Karla, pero Eleanor
levantó la mano y me detuvo.
Volvió a hablar.
—Karla, sé lo que estás pensando, pero...
—¡Eres una mentirosa! ¡Todo lo que haces es mentir! Dijiste que
realmente te preocupabas por mí, pero solo intentabas llegar a mi
padre. No te importamos ni Lorelai ni yo.
—Eso no es verdad. —Eleanor suspiró.
La puerta se abrió y el rostro de Karla estaba cubierto de lágrimas.
Se cruzó de brazos y exhaló pesadamente.
—Mírame a los ojos, entonces. Si no eres una mentirosa, mírame a
los ojos y dime que no se han acostado desde que empezaste a trabajar
aquí.
Nuestras bocas se abrieron, y Karla empezó a temblar más al
empujar la puerta para cerrarla.
—¡Solo váyanse! Los odio. Los odio. Los odio...
Ambos dejamos de intentar abrir la puerta, porque éramos
culpables. Yo más que Eleanor.
Lo había jodido.
—Tal vez deberías irte por un rato —le dije a Eleanor, incapaz de
mirarla, pero ya podía imaginarme el dolor que había en sus ojos—.
Deberíamos darle tiempo para que se calme.
—Si está bien, me gustaría esperar en la casa de invitados unas
horas, solo para ver si puedo hablar con ella más tarde y explicarle.
—Sí, por supuesto.
Eleanor asintió lentamente, y puso una mano reconfortante en mi
hombro, pero aun así, no pude girarme para verla.
—Ven a mí si necesitas algo, Grey —susurró antes de irse.
Puse mis manos contra la puerta cuando mi frente cayó contra ella
y cerré los ojos.
—Lo siento, Karla —dije en voz baja—. Lo siento, lo siento...
Respiraciones profundas.
Latidos erráticos.
Lo siento.
53
Greyson

—S
e ha ido. —Exhalé después de golpear con el puño
la puerta de la casa de invitados. Eleanor se paró
allí con una mirada de preocupación. Mi mente
estaba girando y no tenía ninguna herramienta
para reducir la velocidad a la que mis pensamientos estaban pasando
por mi mente—. Acabo de ir a verla, ver si estaba lista para hablar, y
había desaparecido.
Los ojos de Eleanor se ensancharon con preocupación, lo que solo
me asustó más. Su mano se posó en mi antebrazo y dejó salir una
exhalación.
—Está bien, de acuerdo. No te preocupes, la encontraremos. Así
que, ¿a dónde iría? Podemos ir a buscarla. ¿Cuáles son algunos de sus
lugares favoritos? —preguntó.
—No sé, no sé a dónde iría. Estaba tan molesta que podría estar en
cualquier parte —dije, paseándome de un lado a otro, pasando las
manos por mi cabello—. Todo esto es culpa mía. Provoqué esto. La hice
huir —murmuré, desmoronándome segundo a segundo.
Necesitaba a Eleanor, porque no podía evitar volverme loco. Mis
pensamientos escapaban de mí, y cada uno de los que venía se sentía
peor que el anterior. Necesitaba que me asegurara que todo saldría
bien.
Dio un paso atrás y entrecerró los ojos.
—Bien, ¿a dónde iría si me sintiera traicionada? ¿A dónde iría si
me sintiera perdida? ¿A dónde iría? ¿Qué haría? ¿A quién me
dirigiría...? —Se detuvo y comprendió, golpeando su frente—. Mi mamá.
Iría con mi madre. Eso es probablemente lo que haría. Ella iría con su
madre.
—¿Qué quieres decir? —cuestioné, deteniéndome para levantar
una ceja.
—Cuando estoy perdida y confundida y en mi peor momento,
siempre voy a Laurie Lake, porque allí es donde mi mamá está en mi
corazón. Allí es a donde iría. Iría a ver a mi madre.
Las piezas encajaron en mi mente.
—El cementerio —espeté—. ¿Puedes cuidar a Lorelai?
—Por supuesto. Vete. Llámame si necesitas algo.
—De acuerdo, gracias —dije apresurándome a bajar las escaleras.
—¿Y Grey? —llamó.
—¿Sí?
—Respira.

Sé que dijo que respirara, pero no había respirado desde que fui al
cementerio. Mis pensamientos estaban rodeados de miedo. Mi garganta
estaba apretada, y tomó todo dentro de mí para evitar desmoronarme
en ese mismo instante.
El pasado seguía destellando en mi mente, recuerdos que pasaban
a primer plano en mi mente.
Me obligué a pararme y fui a ver a Lorelai. Aunque lloraba, parecía
estar bien. Luego, fui a buscar a su hermana. Me apresuré a través de la
lluvia cegadora en busca de mi hija.
“¡Karla! —llamé una vez, dos veces, un millón de veces. No hubo
respuesta, no se escuchó nada. Los pensamientos que pasaban por mi
cabeza no eran bienvenidos, y tuve que hacer todo lo posible para no
desmoronarme”.
—No —murmuré para mí—. Está bien. Está bien. Está bien —
repetí una y otra vez. Estaba bien.
Tenía que estar bien, porque si no lo estaba, no sabría lo que
haría.
Mis ojos se nublaron, pero parpadeé para alejar mis emociones. No
derramaría ni una lágrima hasta que estuviera conmigo. No me
desmoronaría antes de saber que se encontraba bien.
Estacioné el auto y corrí por el cementerio.
Cuanto más me acercaba, más me preocupaba.
Había una pequeña figura tendida frente a la lápida de Nicole. Mi
corazón dolió mientras me movía más rápido, corriendo por el espacio,
rezando a Dios para que estuviera bien. Pero se veía tan quieta, tan
pequeña...
Cuando giré a mi derecha, la vi. Una pequeña figura tendida frente a
dos árboles. Parecía tan pequeña, e inmóvil.
Muy inmóvil.
La inmovilidad fue lo que más me asustó.
—Karla —grité—. ¡Karla! —Lloré.
En el momento en que su cuerpo se movió, un suspiro de alivio me
golpeó. Seguí corriendo, cada vez más rápido, corriendo a buscarla.
—¿Papá? —preguntó, girando hacia mí.
Me desplomé en el suelo en el momento en que llegué a ella,
atrayéndola hacia mí, sosteniéndola tan cerca que podía oír sus latidos.
Tan cerca que estaba seguro de que no había forma de estar más cerca.
—¿Qué haces aquí? —gritó, alejándose de mí. Sus ojos estaban
inyectados en sangre por el llanto, y toqué con mis manos su rostro.
Sentí cada centímetro de su cabeza. Toqué cada centímetro de ella,
asegurándome de que estuviera bien.
—Kar... —No pude hablar en el momento en que sentí su bolsillo.
Fui a alcanzarlo, y mi corazón se partió por la mitad cuando saqué un
frasco de sus píldoras recetadas y las miré fijamente en mi mano.
Entonces miré a Karla.
Su cuerpo comenzó a estremecerse.
Sus labios temblaron.
Mi corazón se rompió.
—¿Qué haces con esto, Karla? —pregunté en voz baja, muy baja
para que no pudiera oír el miedo alimentando mi alma.
—Papá...
—Karla. ¿Qué ibas a hacer con estas pastillas? —pregunté de
nuevo.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y un torrente de emociones se
derramó de ella cuando comenzó a sollozar incontrolablemente en las
palmas de sus manos.
—¡Odio esto! —gritó—. Odio todo esto. Odio ser yo. Odio estar sola.
Odio lo mucho que extraño a mamá. Odio lo difícil que es todo. Me odio
tanto, papá. Odio este mundo. No iba a hacerlo, papá. Lo prometo, no
iba a hacerlo. Solo... —Sus palabras se volvieron confusas, y cada
pedazo de mí se rompió al ver a mi hija desmoronarse—. Estoy cansada,
papá. Estoy cansada.
La envolví fuertemente en mis brazos y me aferré por mi vida.
—Te tengo, Karla. Te tengo. Solo tú, Lorelai y yo, ¿de acuerdo? De
ahora en adelante.
—¿Solo nosotros tres? —preguntó con asombro en sus ojos.
—Sí. Solo nosotros tres. No hay nadie, y quiero decir nadie, más
importante para mí que tu hermana y tú. Son mi mundo, Karla. Son mi
único y completo mundo.
Lo decía desde lo más profundo de mi alma.
Renunciaría a mi mundo por mis hijas.
Renunciaría a todo si eso significara que sus corazones estarían
bien.
54
Eleanor

M
ás tarde esa noche, Greyson llamó a la puerta principal
de la casa de invitados. Esperé allí hasta que supe que
Karla estaba bien, no había manera de que pudiera
conducir a casa sin saberlo. Cuando abrí la puerta,
envolví mis brazos con fuerza alrededor de mi cuerpo.
—Hola, ¿está bien?
—Sí y no —comentó, mirando hacia el suelo—. Claire está con ella
ahora mismo, y estamos buscando algunos centros de tratamiento para
su salud mental. Ella, eh... —tragó con fuerza—, tenía un frasco de
pastillas, Ellie. No tomó ninguna, pero creo que lo pensó. Resulta que
unos matones de la escuela le dijeron que se suicidara.
—Oh, Dios mío, Grey... —No podía entender cómo la gente podía
ser tan cruel. ¿Dónde aprendieron los humanos a ser tan oscuros?
¿Cómo era posible que esas palabras salieran de los labios de alguien?
—Todo por lo que ha pasado, además de vernos a ti y a mí juntos,
creo que ese fue su punto de ruptura. No puedo tenerla luchando más,
Ellie, por eso te estoy preguntando si podrías...
—Está bien —interrumpí—. Sé que no es bueno para su salud que
yo esté aquí, así que encontraré un nuevo lugar para trabajar, Grey.
—Solo quiero que sepas que todo esto era más que un trabajo,
Ellie... eras más que la niñera.
—Lo sé, pero está bien. Karla es lo que más importa. Cuando perdí
a mi mamá, había una gran cosa que me mantenía en pie cada día, y
estoy segura de que también salvará a Karla de ahogarse.
—¿Y qué es eso?
—Tú. Fuiste tú, Greyson. ¿Y quién sabe? Tal vez esto es lo nuestro.
Tal vez nos reunimos cuando más nos necesitamos, y luego seguimos
adelante.
—Sí, tal vez. Hubo momentos en los que pensé que podríamos
volver a ser nosotros. Pero más que nosotros. Un nuevo tipo de nosotros
donde estar juntos sería nuestra normalidad.
Sonreí.
—Sí, yo también. —Sueña un pequeño sueño conmigo.
—Pero la verdad es que no estoy bien porque no puedo estar bien
si mis hijas no lo están. Honestamente, no sé cuándo estaremos bien,
pero estoy trabajando en ello, Ellie. Estoy trabajando para reunir a mi
familia. Y luego, quiero encontrarte de nuevo.
Mi cuerpo comenzó a temblar cuando dijo esas palabras.
—Grey...
Negó y me miró.
—Mi mundo es mejor contigo en él. Solo necesito que lo sepas. No
puedo ser lo que te mereces ahora mismo, pero te prometo por mi
corazón que trabajaré para convertirme en el hombre digno de amarte.
Porque al final del día, eres quien quiero que duerma a mi lado. Eres
con quien quiero despertar cada mañana. Ahora sé que no es justo que
te pida que esperes, pero...
—Estoy aquí, Greyson —interrumpí—. Estoy aquí, esperando. He
pasado quince años soñando contigo —bromeé—. ¿Qué es un poco más
de tiempo?
—¿Así que este es el momento en que nos despedimos de nuevo?
—preguntó—. Siento como si siempre nos estuviéramos despidiendo
después de decir hola.
—Sin despedidas, solo hasta que nos volvamos a ver. Hasta
entonces, ¿podemos seguir en contacto? ¿Por correo electrónico?
—Sí, por supuesto. O puedes llamarme, o lo que sea. Siempre
estoy aquí para ti, Ellie, incluso cuando no puedo estar físicamente.
Se acercó y me rodeó con sus brazos. Caí en él de la misma
manera en que siempre lo hacía, sin esfuerzo. Nuestras frentes se
tocaron, y respiramos juntos. En ese instante, nuestro momento era el
adecuado. Él estaba allí, y yo estaba allí, y nosotros éramos uno.
Cerré los ojos y traté de domar los latidos de mi corazón.
Estábamos tan cerca que juro que sentí sus labios rozando los míos.
Dijo en voz baja:
—Quiero besarte, pero no puedo. Ahora no. Todavía no. Pero
necesito que sepas que la próxima vez que te bese... —sus respiraciones
bailaban contra mi piel mientras sus palabras se derramaban en mi
alma—, será para siempre.

Después de ver todo lo que se desarrolló con Greyson y su familia,


supe que tenía que hacer mi propio viaje. Mientras Greyson trabajaba
duro para arreglar su unidad, sentí como si finalmente fuera el
momento de arreglar la mía.
Hice las maletas para ir a Florida a ver a mi padre. Ni siquiera le
había dicho que iría, porque si lo hacía estaba segura de que inventaría
excusas para no verme.
Pero antes de ir al aeropuerto, hice una parada importante.
Me llevó un tiempo encontrar la lápida, pero cuando lo hice,
respiré profundamente antes de hablar. Sostuve el ramo de rosas en mi
mano mientras permanecía inmóvil.
—Hola, Nicole. Sé que no me conoces, pero me llamo Eleanor y
estoy enamorada de tu familia. Cada parte de ellos es amada por mí,
pero no podré cuidarlos por un tiempo. Así que, quería pasar por aquí
para pedir un poco de ayuda. ¿Puedes seguir cuidándolos? Estoy
preocupada por Karla, pero sé que si su madre la está cuidando,
entonces estará bien, porque eso es lo que hacen las madres: hacer que
todo esté bien. Así que, por favor, mantén un ojo en su corazón, porque
sé que es un corazón muy importante para tener en este mundo. Este
mundo necesita a Karla, así que si pudieras envolverla con tu luz, te lo
agradecería mucho.
»Además, gracias por mantener tus conversaciones con Lorelai. Te
quiere más de lo que nunca sabrás. Por último, si pudieras cuidar a
Greyson por mí, sería genial. Sé que hay partes de él que
probablemente piensas que necesita dejar ir para que estemos juntos,
pero no creo que eso sea cierto en absoluto. Le mostraste un amor que
lo hizo el hombre que es hoy, lo cual es algo hermoso de ver. Es gracias
a ti que Greyson es fuerte, así que, por favor, quédate con él. Protégelos
a todos por mí, Nicole, y sé que sentirán tu amor en el viento.
Dejé las flores sobre su tumba, y le di las gracias una vez más.
—Oh, y si ves a mi madre, ¿puedes decirle que la quiero? —
pregunté—. Y no importa lo que pase, siempre estoy aquí para ella.
Mientras hablaba con un ángel sobre otro, una libélula pasó
danzando a mi lado, y juro que los pedazos rotos de mi alma
comenzaron a sanar lentamente.
55
Eleanor

D
espués de aterrizar en Florida, sentí un nudo gigante en
mi estómago mientras recogía mi auto de alquiler. Hace
más de un año que no veía a mi padre y no sabía qué
esperar. Sin embargo, cuando llegué a la casa y avancé
por el porche delantero, mi corazón se rompió instantáneamente.
—Eleanor —murmuró papá, asombrado de verme allí. Parecía
destrozado, como si no se hubiera duchado en días. Su cabello era
salvaje, su barba no estaba recortada, y había engordado un poco desde
la última vez—. Hola. ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien?
Miré más allá de él y vi que su casa estaba destrozada. Envolturas
de comida chatarra cubrían la mesa de café, y había ropa tirada por
todas partes.
Levanté una ceja.
—¿Tú estás bien?
Se movió un poco, intentando bloquear mi vista, pero ya había
visto todo lo que necesitaba. Empezó a toser en la palma de su mano, y
juro que sonó como si fuera a perder un pulmón en cualquier momento.
—Estoy bien, estoy bien. Simplemente saliendo adelante día a día
—dijo, rascándose la nuca.
Sus ojos parecían huecos. Se veía un poco pálido. Y triste.
Se veía tan triste.
Pero eso no era nada nuevo. Mi padre había estado triste durante
los últimos dieciséis años. Era su nueva normalidad.
—¿Puedo entrar? —pregunté, dando un paso al frente.
Hizo una mueca y bloqueó mi entrada.
—Es un desastre aquí, Eleanor. Tal vez podamos salir a comer
algo. —Estaba avergonzado, pero no me importaba. Era su hija, y lo
quería.
Lo que sea por lo que estaba pasando, podía ayudarlo.
—Déjame entrar, papá. Te ayudaré a arreglar el lugar. Además,
esperaba quedarme aquí unos días antes de volver a casa. Solo para
que podamos ponernos al día.
—¿Oh? Bueno, no sé. Ojalá me lo hubieras dicho, Eleanor.
—Papá. Déjame entrar.
Negó.
—Es malo...
—Papá —discutí—. Déjame entrar. —Lo empujé para pasar y entré
en la casa para ver que era un millón de veces peor que cuando solo me
asomé.
Había basura por todas partes. Migas de comida en la alfombra.
Latas de refrescos vacías, botellas de licor, recipientes de galletas.
Envolturas de todo tipo. Su ropa estaba arrojada en una pila de basura
en la esquina de la sala de estar, y el fregadero de la cocina estaba
repleto de platos.
Había visto a mi padre en algunos de los momentos más bajos de
su vida, pero nunca así. Vivía en la inmundicia, y era casi como si no le
importara.
Empezó a moverse, recogiendo cosas, obviamente muy
desorientado por mi llegada.
—No siempre es así —mintió—. Las cosas han estado un poco
locas últimamente —murmuró.
—No puedes vivir así, papá —dije, aturdida—. Te mereces más que
esto.
Se encogió.
—No empieces, Eleanor. Apareciste sin avisar. No tuve oportunidad
de ordenar.
—¡Nunca debería haber sido tan malo! Y mírate... papá... ¿has
estado tomando tu medicina?
Hizo una mueca.
—Estoy bien, Eleanor. No necesito que vengas aquí y me
menosprecies por mis decisiones.
—No estoy tratando de menospreciarte, papá. Honestamente, solo
estoy preocupada. Esto no es saludable, y te ves más débil que la
última vez que te vi. Solo quiero ayudarte.
Ahora su vergüenza se estaba convirtiendo en ira.
—¡No te pedí ayuda! No necesito tu ayuda. Estoy bien.
—No, no lo estás. Estás roto, y lo has estado durante años.
—¿Ves? Por eso no me gusta que me visites. Es por eso que el que
viviéramos juntos no funcionó. Siempre terminas señalando mis
defectos.
—¡Papá, eso no es lo que estoy haciendo! Solo digo que estoy
preocupada.
—Sí, bueno, deja de preocuparte. No necesito tu lástima.
—No es lástima, es amor. Te quiero, papá, y quiero que estés lo
mejor posible.
No dijo que también me quería.
Eso siempre dolía.
Bajó la cabeza y se rascó la nuca. No me miraba muy a menudo, y
estaba casi segura de que era porque me parecía a mamá. Tal vez era
muy difícil para él enfrentarme. Tal vez eso hacía que sus heridas
dolieran demasiado.
—Tal vez es mejor que no te quedes aquí. No estoy muy bien ahora
mismo, y simplemente no quiero que te sientas mal por quien soy, ¿de
acuerdo? Tal vez es mejor que te vayas, Eleanor.
Me despidió.
Sin siquiera mirarme a los ojos.
Me alejó y me dijo que me fuera, y eso fue todo.
Todo el vuelo de regreso a Illinois, lloré. Sollocé con miedo por él.
Con preocupación. Con el corazón roto. Y luego le recé a mamá para
que lo cuidara, porque estaba segura de que no había nada que pudiera
hacer para que volviera a mí.

Cuando regresé a Illinois, empecé a buscar un nuevo trabajo.


Estaba recogiendo los pedazos de mi corazón roto, y aprendiendo a
enseñarles a latir por su cuenta otra vez.
De vez en cuando pensaba en mi padre y en Greyson. Pensaba en
sus corazones, y esperaba que siguieran latiendo por su cuenta. Hice lo
único que realmente podía hacer por los dos debido a las aguas turbias
por las que todos estábamos flotando: los amé desde la distancia.
56
Greyson

L
a extrañaba.
Extrañaba a Eleanor cada día desde que se había ido,
pero hice todo lo posible por seguir adelante por mis niñas.
Eran mi interés principal, y hasta que todo estuviera bien
con ellas, no podía pensar en nada o nadie más. Eleanor a menudo
corría libremente por mi mente, y permitía que sucediera. A decir
verdad, pensar en ella hacía algunos días más fáciles.
Cuando diciembre llegó, era nuestra segunda Navidad sin Nicole.
Las vacaciones eran todavía muy difíciles de enfrentar, pero las chicas y
yo estábamos enfrentándolas juntos. Esa mañana de Navidad, la hierba
estaba congelada y la temperatura era muy fría. Me puse mi abrigo,
reuní algunas mantas del armario trasero y me dirigí a la sala de estar
donde Lorelai y Karla estaban sentadas.
Ambas me miraron con confusión.
—¿A dónde vas? —cuestionó Karla.
—Pensé que podíamos ir a visitar a su madre para desearle una
feliz Navidad —les dije—. ¿Quieren ir por sus abrigos?
Fueron a hacer lo que dije y condujimos en silencio hacia el
cementerio. Cuando llegamos, noté a otros visitando a sus seres
queridos en el día especial, compartiendo historias y recuerdos.
Las chicas y yo caminamos hacia la tumba de su madre y pusimos
las mantas sobre el suelo antes de sentarnos uno junto al otro y
apiñarnos para mantenernos calientes.
Estuvimos en silencio al principio, solo mirando y reflexionando.
—Aquí es donde venía —susurró Karla, mirando la tumba—.
Cuando me saltaba la escuela, venía aquí para estar con ella —confesó
finalmente—. Es donde me sentía mejor, cuando estaba alrededor de
mamá. Se sentía como si siempre tuviera algo que decirme, pero no
podía oírla, no podía descubrirlo.
Miré a mi hija y le di una sonrisa.
—Solía hacer lo mismo después de que muriera. Y me sentía de la
misma manera. Como si hubiera algo que estuviera intentando
decirnos, pero ni siquiera podía descubrirlo.
—¿Por qué no solo le preguntaron, chicos? —cuestionó Lorelai,
confundida—. Le pregunto a mamá cosas todo el tiempo y responde.
Le sonreí a Lorelai, y verdaderamente esperaba que el don que
tenía para aferrarse a su madre nunca desapareciera. La atraje más
cerca de mi costado.
—Supongo que para alguna gente es más fácil, Lorelai. Alguna
gente es capaz de tener una relación muy estrecha con sus seres
queridos después de que mueran.
—Sí, mamá y yo somos mejores amigas —declaró con sinceridad—.
Deberían intentar simplemente hablar con ella.
—¿Cómo lo haces, Lorelai? —preguntó Karla—. ¿Cómo hablas con
ella y sabes que te escucha?
Se encogió de hombros.
—Solo tienes que creer.
Karla respiró hondo y cerró los ojos.
—Hola, mamá, soy yo, Karla. Solo quería decir que te extraño
mucho. Cada día, y nunca realmente se vuelve más fácil. Extraño tus
chistes malos, y tu risa, y tu terrible gusto musical. Extraño cómo
podías mejorar mis malos días. Y que podías detener mi dolor cada vez
que alguien era malo conmigo. —Lágrimas empezaron a caer por sus
mejillas y las limpié mientras seguía hablando—. Y extraño abrazarte.
Extraño mucho abrazarte, pero papá ha estado haciendo un trabajo
bastante bueno estando ahí últimamente para los abrazos. Así que, sí.
No estamos bien con que te hayas ido, pero estamos bien. Estamos
cuidando los unos de los otros y solo quería que lo supieras. Estamos
bien, y te quiero.
Abrió los ojos y se limpió las lágrimas.
—¿Ves, Karla? —susurró Lorelai—. ¿Lo oíste?
—¿Oír qué?
—Mamá dijo que te quiere también.
Y por primera vez en un año, creo que Karla finalmente empezó a
sentir las palabras de su madre.

—¿La conocías desde antes? —inquirió Karla mientras entraba en


mi oficina la noche después de Navidad. Sostenía un sobre en sus
manos y lo retorcía con sus dedos. Nicole siempre decía que Karla
heredó ese hábito nervioso de mí.
—¿Conocer a quién?
—Eleanor. ¿La conocías desde antes de que fuera la niñera?
Solo oír su nombre hizo que mi pecho se apretara un poco.
—Sí, cuando estábamos en la escuela secundaria.
—¿Era tu novia?
—Bueno, no, no exactamente.
—Entonces, ¿era solo una amiga?
Pasé mi mano por mi nuca.
—No. No exactamente.
—Me estás confundiendo —dijo, arqueando una ceja.
—Lo sé. Solo es difícil de explicar qué éramos exactamente. Ella era
ella, yo era yo, y nosotros éramos nosotros. No había etiqueta para ello.
Solo éramos dos personas ayudando al otro a respirar.
Asintió despacio, caminando por la habitación. Se sentó en la silla
delante de mí.
—Eso es lo que ella dijo también.
—¿Qué quieres decir con lo que ella dijo?
—Eh, quería que leyeras esto. —Dejó el sobre en mi escritorio—. Es
de Eleanor. Me lo escribió la noche que se fue y lo deslizó bajo mi
puerta. No lo leí hasta anoche, y creo que también deberías leerlo.
Se recostó en su silla, pacientemente esperando a que abriera el
sobre. Dentro, había una carta y una fotografía de la que no podía
apartar mis ojos.
Éramos Eleanor y yo, la noche del baile de bienvenida. Ambos
lucíamos muy jóvenes y completamente inconscientes de a dónde nos
llevarían nuestras vidas. Éramos tan felices, tan libres.
—Ese era un traje feo —mencionó Karla, haciéndome reír.
—Sí, bueno, en mis días, era bastante espléndido.
Gimió.
—Papá, la gente ya no dice espléndido.
—¿Qué dicen estos días? ¿Genial? ¿Alucinante? ¿De moda?
¿Estupendo? —me burlé.
Puso los ojos en blanco.
—Solo lee la carta ya.
Dejé la foto y desdoblé la hoja de papel. Cuando mis ojos pasaron
por la página, recordé todo lo que amaba sobre Eleanor Gable.

Karla,
Siento que no hay palabras suficientes en el universo para expresar
cuánto lo siento por cómo se desarrolló todo, pero voy a esforzarme por
hacer exactamente eso. Supongo que la mejor manera de abordar esto es
volver al principio.
Estaba en la escuela cuando perdí a mi madre debido a un cáncer.
Era joven, estaba perdida y rota. Fue entonces exactamente cuando tu
padre llegó a mi vida. Apareció durante mis días más oscuros y me trajo
su luz.
Conocía mi dolor y llamó a mis cicatrices hermosas.
Fue mi primer amor, pero no era simplemente algo romántico. Ni
siquiera era mi novio, y podría contar con dos dedos el número de veces
que nos besamos en nuestra juventud.
Él era solo él, yo era yo y nosotros éramos nosotros.
Tu padre me salvó. Sin él, estoy segura de que me habría ahogado.
Perder a una madre es un tipo único de pérdida.
Una madre entiende los latidos de tu corazón cuando ni siquiera
puedes interpretar sus sonidos. Te ven magnífica incluso cuando sientes
que no mereces amor. Calman las dudas que siembran el caos en tu
alma. Te enseñan qué es el amor incondicional desde el día en que tomas
tu primer aliento.
A veces, se siente como si te conocieran mejor de lo que jamás te
conocerás, y entonces, un día, se han ido.
Te sientes engañada. Engañada por las cosas que aún no te han
enseñado. Engañada por las lecciones que todavía necesitabas aprender.
Engañada sin risa y sonrisas y consuelo y amor.
Pero lo que he aprendido con el tiempo es que mi madre sigue a mi
alrededor. La veo en todo. Cuando hay belleza, que es donde existe mi
madre.
Sé que nunca se ha ido, no importa lo que la realidad intente
decirme, porque mi corazón está hecho de su amor, y mientras palpite,
ella continuará viviendo.
Así que, ¿tu corazón? ¿El que piensas que está dañado y magullado
y no merece existir? Ese corazón es perfecto y no puede esperar a
enseñarte cuánto amor te está esperando en este mundo. Y cuando
necesites ese recordatorio, coloca tus manos sobre tu pecho y siente el
amor de tu madre con cada latido.
Vas a estar bien, Karla.
Vas a estar más que bien.
Pero necesito pedirte que hagas una cosa por mí: cuida de tu padre.
La verdad es que va a necesitarte más de lo que lo necesitas. Porque no
tiene los latidos de tu madre en su pecho. No, su recordatorio de Nicole
vive en tus ojos. En tu sonrisa. En tu amor.
Estás salvando a tu padre. Sin ti, estoy segura de que se ahogaría.
Así que, incluso si nunca me perdonas… incluso si continúas
odiándome… incluso si nunca cruzo tu mente de nuevo… quiero que
sepas que estoy aquí para ti. De día o de noche. De noche o de día.
Cuando me necesites, estaré ahí, Karla, porque significas mucho para mí.
No solo como la hija de Greyson, sino como otro ser humano que solo
necesita saber que no están solos.
Estoy a una llamada de teléfono de distancia, y siempre responderé.
Todavía estoy aquí.
—Eleanor
P.D. Sé que estás sufriendo, pero tus heridas son muy hermosas.

Dejé la carta sobre la mesa y me recosté un poco, impresionado.


—Vaya.
Karla asintió.
—Sí. —Se pasó las manos por el cabello y luego se inclinó hacia
mí—. Entonces… ¿cuándo vamos a ir por ella?
—¿Qué?
—Eleanor. ¿Cuándo va a volver? —Alcé una ceja y soltó un suspiro
dramático—. Papá, ¡¿estás bromeando?! ¿No acabas de leer la carta?
—Sí, y fue perfecta, pero eso no significa que Eleanor vaya a volver.
—¿Qué? Por supuesto que sí.
Quería estar de acuerdo con ella. Quería salir rápidamente de la
casa y correr hacia Eleanor para decirle que estábamos listos. Aun así,
no podía hacer eso. Aún no.
—Karla, hemos pasado por mucho estos meses, y todavía tenemos
un largo camino que recorrer para sanar. Mi preocupación son tu
hermana y tú. Si Eleanor y yo estamos destinados a ser, funcionará con
el tiempo. Pero por ahora, somos solo nosotros tres contra el mundo.
—Mira, sé que las cosas no han sido fáciles para nosotros, y sé que
las he hecho incluso más difíciles a veces, pero te mereces ser feliz,
papá. Sé que ha sido duro para todos, pero es la verdad. Estoy segura
de que piensas que merezco ser feliz, y si yo lo merezco, tú también.
Le di una sonrisa.
—Soy feliz. Te tengo.
Gimió, palmeando su rostro con su mano.
—¿Por qué tienes que ser tan cursi a veces?
—Soy padre. Ser cursi es parte del trabajo de un padre.
Se levantó de la silla y empezó a alejarse, pero la llamé.
—¿Sí? —inquirió.
—¿Qué te hizo abrir la carta hoy?
—No sé. —Se encogió de hombros—. Tal vez fue mamá
susurrándome al oído.
Se fue y recogí la carta y la leí una y otra vez.
—Gracias, Nicole —susurré en el viento, e hice lo que Lorelai me
enseñó.
Creí con todo mi corazón que Nicole podía oírme.
—Así que, recibí una llamada de Karla diciéndome que estabas
siendo terco —mencionó Claire durante nuestra cita para almorzar del
martes.
—¿Es así?
—Sí. Dijo que tenías algo bueno con Eleanor y que lo estabas
apartando porque eras un cobarde de mierda, sus palabras, no las
mías.
Sonreí.
—Suena como mi hija.
—Entonces, ¿por qué no te pones en contacto con Eleanor? ¿No
era Karla la razón principal por la que mantenías tu distancia? Y ahora,
con su bendición… —Las palabras de Claire se desvanecieron.
—Es más complicado que eso —discutí—. Es una larga historia.
—Bueno, por suerte tengo una hora de tu tiempo cada martes. A
menos que quieras que empiece a cantar canciones de Journey de
nuevo.
Suspiré y pellizqué el puente de mi nariz.
—Cometí un gran error cuando estaba borracho… Eleanor y yo
estábamos involucrados y la llamé accidentalmente Nicole. Fue
estúpido. Fue un enorme error, y no creo que pueda volver de eso.
Asintió despacio, con comprensión.
—Cuando empecé a salir con Jack, estaba aterrorizada. Había
estado casada con mi marido durante cuarenta años antes de que Jack
llegara a mi vida, y estaba segura de que nunca me enamoraría de
nuevo. No había manera de que pudiera amar a alguien de la manera
en que amaba a mi marido, y en cierto modo, tenía razón. Mi amor por
ese hombre era su propia creación. Era nuestra cosa especial.
»Entonces, cuando Jack apareció… —Los ojos de Claire se aguaron
con tanta esperanza, que casi empecé a lagrimear—. Jack me enseñó a
confiar de nuevo. Me enseñó que no tenía que ser perfecta, solo tenía
que ser yo, cicatrices y todo. Me enseñó que ser yo misma era todo lo
que tenía que hacer. A decir verdad, no creí que mi corazón pudiera
latir por otro hombre, pero me equivoqué. Lo que aprendí fue que los
corazones son resistentes. Siempre recuerdan cómo latir de nuevo. Solo
tenemos que estar dispuestos a darles algo por lo que latir. Y la única
manera de hacer eso es dejar ir el miedo.
—Pero mi error… —susurré.
Sonrió.
—Llamé a Jack por el nombre de Randy algunas veces. No era a
propósito. Recuerdo estar horrorizada, y segura de que iba a perderlo
para siempre. Pero, ¿sabes qué sucedió?
—¿Qué?
—Se quedó, y, oh, chico, por favor, cree que le di un millón de
razones para correr, pero no lo hizo. Se quedó. —Se cruzó de brazos y
siguió sonriendo en mi dirección, como si supiera algo que yo no había
sabido—. ¿Qué pasó después de que lo dijeras? ¿Huyó después de que
lo hablaran?
—No, no lo hizo. Me habló de ello. Escuchó mi dolor. Se quedó.
—Entonces, cariño… —Claire puso una mano reconfortante sobre
mi hombro y negó—. ¿Por qué estás huyendo?
Quería dejar de huir. Quería llamar a Eleanor y pedirle que volviera
a mí. Pero entonces, pensé en mis niñas y toda la curación que todavía
teníamos que encontrar.
—Es demasiado pronto —dije, negando—. Solo necesito más
tiempo.
—Lo entiendo, hijo, lo hago. Solo ten cuidado de no dejar el tiempo
en el reloj de arena acabarse. Nuestras vidas son cortas y el mañana no
es una promesa. Si hay una cosa que todos merecemos, es el derecho a
ser felices. Quizás lo mereces incluso más que la mayoría, Greyson.
Feliz.
Eso era todo lo que quería, y estaba seguro de que lo lograría algún
día.
Solo que no ahora.
57
Greyson

D
os días después, sonó el timbre de la puerta y me levanté
del sofá de la sala para ir a contestar. En el momento en
que se abrió la puerta, la confusión me invadió. Eleanor
estaba parada allí con los ojos llenos de preocupación.
—Ellie, ¿qué estás...?
—¿Está bien? —preguntó, su voz temblorosa.
Levanté una ceja.
—¿Quién está bien?
—Karla. Me envió un mensaje diciendo que estaba en problemas y
que necesitaba mi ayuda. Vine tan pronto como pude.
—Oh, estoy bien —dijo una voz detrás de mí. Me volví para ver a
Karla con una sonrisa en el rostro.
—Entonces, ¿por qué le escribiste a Eleanor? —inquirí.
—Porque necesito su ayuda. Todos lo hacemos.
Eleanor parecía desconcertada, sin tener ni idea de lo que estaba
sucediendo, pero me estaba dando cuenta lentamente. Froté mi cuello
con mi mano.
—Lo siento, Ellie. Parece que mi hija adolescente está portándose
mal.
—Solo porque estabas siendo terco, papá. Solo afróntalo... te gusta
Eleanor. Y, Eleanor, ni siquiera puedes negar que también te gusta,
porque no puedes ocultar tus emociones por nada. Así que, ustedes dos
deberían... estar juntos.
—Karla... —Mi voz bajó, e hice una mueca—. Sabes por qué no
podemos…
—Sí, papá, lo entiendo. Estás jodido, yo estoy jodida, Eleanor está
jodida… ¡todos estamos jodidos! Pero también podríamos estar jodidos
juntos.
—Lenguaje —dijimos Eleanor y yo al unísono.
Sonreí, ella sonrió, y maldición, me encantó.
Más de eso, Ellie...
Echaba de menos esas sonrisas.
—¿Ven? Los dos son muy cursis juntos. Así que tienen que estar
juntos. —Karla se encogió de hombros—. Mira, lo entiendo. A veces me
desmorono y complico las cosas, pero quiero que sepas que quiero a
Eleanor aquí. También Lorelai. No necesitamos esperar hasta que
estemos perfectamente curados, papá. Podemos ser un equipo con
algunas grietas por arreglar. En lo bueno y lo malo. Además... —Le dio
a Eleanor una sonrisa vacilante—. Hicimos una promesa de meñique.
Se dio la vuelta y se dirigió a su habitación.
Abrí la boca para hablar, pero no se me ocurrió ninguna palabra.
Porque esto era lo que quería, Eleanor era a quien anhelaba.
Nos miramos a los ojos y rocé mi pulgar contra mi barbilla. Los
nervios me llenaban mientras ella me sonreía.
—Grey, si no estás lista para esto, yo…
—¿Ellie?
—¿Sí?
Me metí las manos en los bolsillos.
—Has sido mi verdadero norte desde el día que te conocí. Has
curado a mi familia de más maneras de las que puedo contar. Me
devolviste a la vida después de que mi alma murió. Me salvas la vida
cada vez que cruzas mi mente. Solo pensar en ti me cura. Sé que
tenemos cosas que resolver. Sé que hay obstáculos que tenemos que
superar, pero si estás dispuesta, estoy dispuesto a dar el salto. Quiero
saltar y volar contigo y solo contigo por el resto de mi vida. Entonces,
¿qué dices?
Se acercó y me abrazó. Puse mis manos contra su espalda baja y la
atraje hacia mí. Nuestros labios se rozaron, y juro que toda mi vida se
iluminó con nuestras posibilidades.
—De acuerdo —susurró contra mi piel—. Vamos a volar.
Mi boca se estrelló contra la suya cuando la atraje hacia mí. Nos
besamos por nuestro pasado, nos besamos por nuestro presente y nos
besamos por nuestro futuro.
Sus labios tomaron los míos como si me estuvieran prometiendo
para siempre.
Para siempre.
Este beso significaba para siempre.
Y me parecía bien ese hecho.
Lo logramos. Después de todos estos años, comenzamos a
descender a nuestros hermosos capítulos. Los capítulos donde el dolor
se convertía en belleza. Donde la desolación de cabeza comenzaba a
sanar. Donde siempre se encontraba con para siempre.
Ella era ella, yo era yo, y nosotros éramos nosotros.
Esta era nuestra historia.
Este era nuestro siempre y para siempre.
E iba a ser hermoso.
58
Greyson

E
leanor no hablaba de su padre tanto como solía, pero me
di cuenta de que aún le carcomía el alma. Cada vez que se
lo mencionaba, sonreía y me decía: “Es lo que es, y no hay
lugar para mí en su vida”.
Eso me rompía el corazón, porque sabía que rompía el suyo. Y si
su corazón se rompía, el mío también.
—Tengo que viajar hoy por negocios —le dije a Eleanor mientras
yacíamos en la cama unas semanas después de que regresara a mi
vida—. ¿Crees que puedes cuidar a las chicas hasta que regrese? Salgo
temprano, pero volveré tarde a casa esta noche. Es un viaje realmente
rápido. Me siento un poco raro por irme con todo lo que pasa con Karla,
pero es un asunto muy importante.
—Sí, por supuesto. Me ocuparé de ellas.
Me incliné y la besé.
—Te amo —susurré, y las palabras salieron sin esfuerzo. Casi
como si lo hubiéramos estado diciendo toda nuestra vida.
Me devolvió el beso.
—También te amo.
Por supuesto que nos amábamos.
Estaba seguro de que cuando nuestro amor comenzó hace tantos
años, nunca se detuvo.

Me encontraba en Florida, parado en el porche del padre de


Eleanor. Shay me había dado la dirección. Me quedé ahí un minuto con
un libro en la mano antes de armarme de valor para llamar a la puerta.
—¿Puedo ayudarle? —preguntó Kevin, levantando una ceja al abrir
la puerta principal.
Eleanor podría haber tenido la sonrisa de su madre, pero
realmente tenía los ojos de su padre.
—Hola, sí, soy Greyson. No sé si me recuerda, pero nos conocimos
hace muchos años a través de Eleanor. Era su amigo en la secundaria.
La llevé al baile.
Entrecerró los ojos.
—Oh, sí, Greyson. Ha pasado mucho tiempo.
—Ciertamente.
—¿Cómo puedo ayudarte? —inquirió, cerrando un poco la puerta
para que no pudiera ver el desorden que había detrás.
—En realidad, estoy aquí en nombre de Ellie. Verá... la amo, señor.
Estoy enamorado de su hija por un millón de razones. Sinceramente, es
el mayor regalo que este mundo me ha dado, y actualmente tiene el
corazón roto porque extraña a su padre.
Kevin hizo una mueca y resopló.
—Mira, si viniste aquí para hacerme sentir mal…
—No es por eso que estoy aquí —intervine—. En absoluto. Créame,
si alguien sabe por lo que está pasando, soy yo. Hace más de un año,
mi esposa falleció, dejándome con mis dos hijas. Me cerré por completo.
Alejé todo y a todos porque no podía enfrentarme a un mundo donde
Nicole ya no existía. Pero entonces, contra mi terquedad, Eleanor Gable
volvió a mi vida y me salvó. Es la persona más paciente del mundo,
Kevin, y apuesto a que lo heredó de su madre. Apuesto a que heredó de
Paige muchas de sus mejores cualidades.
En el momento en que dije su nombre, vi a Kevin reaccionar. El
dolor que vivía dentro de él seguía vivo y fuerte. Pero no dejé de hablar,
porque sabía que necesitaba oír mis palabras.
—Eleanor es cariñosa y amable, y su sonrisa puede iluminar toda
una habitación. Cuando se ríe, lo hace con todo su cuerpo, y cuando
llora, rompe cada parte de tu corazón. Es indulgente, incluso cuando no
debería serlo. Es comprensiva, incluso cuando la gente es difícil de
entender. Es gentil. Es sensible. Es hermosa por dentro y por fuera, y
sé que eso vino de su madre. Así que, eso lo hace difícil para usted.
Cerró los ojos y respiró profundamente.
—No entiendes...
—Tiene sus ojos —dije en voz baja, porque entendía. Entendía más
de lo que él sabía—. Lo que hace difícil mirarla. Tiene su sonrisa, lo que
hace que quiera fruncir el ceño. Tiene tantas partes de la mujer que
perdió, que la aleja porque duele mucho. Pero, Kevin, tiene que llegar a
entender que lo cree que es una maldición, es en realidad un milagro.
Puedo ver a Nicole cada vez que miro a los ojos de mis hijas. Puedo ver
su sonrisa. Puedo oír su risa, y ese es el mejor regalo que este mundo
podría ofrecer.
Abrió los ojos y vi la misma desesperación con la que había vivido
antes. La tristeza que se lo había estado tragando entero durante los
últimos dieciséis años.
—¿Cómo llegaste allí? —cuestionó—. ¿Cómo empezaste a sanar?
—Eso es fácil. Dejé entrar a Eleanor, y usted debería hacer lo
mismo.
Negó y refunfuñó mientras se limpiaba las lágrimas.
—No. No puedo. Ha pasado mucho tiempo. Ha pasado demasiado
tiempo. No puedo arreglar nuestra relación.
—¿No puede o no lo intentará? Todo lo que digo es que si alguna
vez quiere arreglar las cosas con Eleanor, ella estará ahí para escuchar.
—¿Cómo sabes eso? ¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Porque esa es la mujer que usted ha criado. Trajo a una mujer a
este mundo que respira amor incondicional.
Kevin bajó la cabeza, y casi pude ver las ruedas girar en su mente.
Me metí la mano en el bolsillo y saqué una de mis tarjetas de visita.
—Escuche, no quiero robarle más tiempo. Solo quería pasar y
hacerle saber que vale la pena luchar por el amor de su hija. Y cuando
esté en su punto más bajo, puede llamarme. Llámeme y lo guiaré. De
un viudo a otro, se lo prometo, Kevin, el sol puede volver a brillar. Todo
lo que tiene que hacer es despertar.
Tomó la tarjeta de mi mano y asintió lentamente.
—Gracias, Greyson.
—Por supuesto, y tome esto. —Le entregué la novela—. Por si
acaso ustedes dos necesitan encontrar algo que tengan en común para
hablar.
Me di la vuelta para alejarme, y él volvió a llamarme.
—¿Greyson?
—¿Sí? —Me giré para mirarlo.
Se pasó la mano por la nariz y se aclaró la garganta.
—¿Cuidarás de ella?
—Sí, señor —prometí—. Por el resto de nuestras vidas.
59
Eleanor

E
n el aniversario de la muerte de mi madre, encontré un
momento para darle las gracias porque sabía que
probablemente tuvo mucho que ver con que Greyson y yo
volviéramos a estar juntos. Sabía que siempre tenía una
manera de mostrarme su amor.
—Deberíamos ir a Laurie Lake —sugirió Greyson mientras se
acercaba y envolvía sus brazos a mi alrededor—. Ya sabes, para
celebrar su recuerdo.
—Me encantaría eso.
Las niñas estaban en la casa de Claire, así que fuimos al lago y, al
acercarnos, sentí tranquilidad. Era como si pudiera sentir que ella
estaba allí. Cuando empezamos a caminar a través de los árboles hacia
nuestro oasis escondido, mi corazón se detuvo cuando levanté la vista
para ver a mi padre parado allí de espaldas a mí.
—¿Papá? —cuestioné, aturdida y confundida.
Se volvió y me dio la sonrisa más triste.
—Hola, Snickers —susurró. A su alrededor, había cajas envueltas
y una pila de sobres de cartas. En sus manos había una novela y la
agitó—. Finalmente me puse a leer este Harry Potter del que siempre
hablabas. Es bastante bueno.
Intenté hablar, pero mi voz se quebró. Cuando lo intenté de nuevo,
salió como un susurro.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Miré a Greyson, que me dio una
sonrisa de complicidad. Estaba claro que había tenido algo que ver con
ello.
—Creo que dejé algo en el auto. Volveré —dijo Greyson. Extendí mi
mano hacia él, nerviosa e insegura de qué hacer, pero me apretó
suavemente la mano—. No tienes que perdonarlo, Ellie, pero está bien
escuchar. Estarás bien, y estaré a la vuelta de la esquina en el auto,
listo y esperándote, ¿de acuerdo?
Asentí.
—De acuerdo.
Nos dejó solos, y papá siguió alternando entre mirar el agua y
mirarme a mí. Me acerqué más, pero todavía sin decir palabra. Tenía
tantas cosas que quería decirle, pero no salía nada.
Tosió un poco y se frotó la nuca.
—Creo que soy un Ravenclaw, basado en todos los detalles.
Supongo que eres un Hufflepuff, basado en lo que he leído y lo que sé
de ti.
—¿Qué es todo esto? —pregunté, mirando a mi alrededor, más
confundida que nunca.
—Oh, es... eh, bueno, es... —Sus pensamientos estaban confusos,
y no lo culpé. Mis pensamientos estaban en el mismo estado—. Son
dieciséis tarjetas de cumpleaños y dieciséis regalos de Navidad, por
todos los años que me perdí. Yo, eh... —Se rascó la cabeza y luego
golpeó su puño contra su boca—. Me perdí mucho, y sé que no me vas a
perdonar por eso, pero solo quería que lo supieras, yo… lo siento
mucho, Ellie.
—Me abandonaste —susurré—. Me abandonaste durante años, ¿y
crees que algunas tarjetas y regalos van a compensar eso? No quería
tus regalos, papá. Te quería a ti.
—Lo sé, lo sé, y no merezco tu perdón. No sé si alguna vez lo
conseguiré, pero quiero trabajar en ello. Quiero hacer todo lo posible
para que vuelvas a mi vida. Ellie, después de que tu madre muriera,
algo dentro de mí se rompió. Se rompió por completo, y no quería saber
cómo volver a armarlo. Verte... tu sonrisa, tus ojos... cada parte de tu
madre vive en ti, y no era lo suficientemente fuerte para lidiar con eso.
No fui lo suficientemente fuerte, y la cagué, y lo siento. Sé que eso no
cambia todos estos años, pero lamento haber sido un padre de mierda.
Te mereces más que yo.
—Sí —afirmé—, lo hago.
Bajó la cabeza, herido por mis palabras.
—Pero, a pesar de eso, sigues siendo lo único que siempre he
querido. —Cuando alzó la mirada, le caían lágrimas por las mejillas, lo
que a su vez me hizo llorar.
—Soy un desastre, Ellie.
—Sé que lo eres. También he sido un desastre, y no voy a mentir,
todavía estoy muy enfadada contigo. Todavía me duele, y me va a llevar
mucho tiempo llegar a un lugar en el que sienta que puedo perdonarte
por completo.
—Sí. Lo entiendo.
—Pero si estás dispuesto a intentarlo... —ofrecí.
Sus ojos se iluminaron.
—Sí, lo estoy. Estoy más que dispuesto. Lo que sea necesario.
—Si hacemos esto, lo hacemos juntos —dije—. Si caemos, caemos
juntos. Si nos rompemos, nos rompemos como uno, pero ya no nos
dejamos el uno al otro, ¿de acuerdo, papá? Luchamos por esto.
Luchamos por nuestra familia. Luchamos por nosotros.
—Todos para uno —susurró.
—Y uno para todos —terminé mientras lo rodeaba con mis brazos.
El proceso de curación con mi padre iba a llevar tiempo. Iba a ser
más de una conversación, más de diez conversaciones. Sabía que
podría llevar años, sabía que tal vez nunca volveríamos a ser el padre y
la hija que una vez fuimos, pero tener algo era mejor que nada.
Al final del día, valía la pena luchar por la familia, cicatrices y todo.

Cuando volví para reunirme con Greyson en el auto, papá vino


conmigo. Iba a quedarse con nosotros unos días antes de regresar a
Florida, solo para que pudiéramos tener una conversación para iniciar
la sanación de nuestra relación.
Esa noche, cuando me metí en la cama con Greyson, lo abracé más
fuerte que nunca.
—¿Hiciste esto por mí? —pregunté, refiriéndome a traer a mi padre
de vuelta a mi vida.
—Por supuesto que sí, Ellie. No hay nada que no haría para
asegurarme de que seas feliz.
—¿Grey?
—¿Sí?
—¿Estaría bien si te mantuviera para siempre? Sé que dije eso
antes, pero, ¿de verdad esta vez? ¿Puedo quedarme contigo?
—Sí, Ellie. —Se rió ligeramente, y besó mi frente cuando los ojos de
ambos comenzaron a cerrarse—. Soy tuyo.
60
Eleanor

H
abía pasado casi un año desde que Greyson y yo
decidimos dejar crecer nuestra historia de amor, y era
una historia hermosa en la que tomar parte. Nuestros
mundos se entremezclaban como si estuvieran hechos el
uno para el otro.
Los lunes por la noche comíamos espaguetis, los martes veíamos al
señor Rogers y luego creábamos nuevas tradiciones para nuestro
futuro.
La vida se volvió más fácil. Aunque mi padre regresó a Florida,
llamaba más a menudo. Hablábamos más, y cuando decía que vendría
de visita, de verdad venía. Se estaba esforzando, y me sentía más que
agradecida por eso.
Cuando pasaron los meses, y apareció en Navidad, me sorprendió.
—¿Podemos abrir los regalos? —gritó Lorelai, entrando corriendo a
la sala de estar el día de Navidad.
Claire, Shay y yo acabábamos de terminar de preparar el almuerzo
juntas mientras los chicos se sentaban frente al televisor, viendo
deportes. Landon incluso se pasó para el almuerzo de Navidad, diciendo
que simplemente estaba en el vecindario de nuevo. Sabía lo mucho que
significaba para Greyson que su mejor amigo estuviera allí, y si había
algo en lo que Landon era excelente, era en aparecer. Siempre aparecía
cuando Greyson lo necesitaba.
Aunque no era bueno para mi prima, era el mejor tipo de mejor
amigo.
—Después de comer y hacer nuestros adornos con deseos —le dijo
Claire a Lorelai, quien se quejó de no poder abrir sus regalos todavía.
Shay pasó junto a mí en la cocina después de asomar su cabeza a
la sala de estar para mirar a los chicos por decimoquinta vez. O,
principalmente para mirar a Landon.
—¿Sabes qué es lo que más odio en este mundo? —me preguntó.
—¿Qué?
—Landon Harrison. Quiero decir, ¿puedes creerlo? Cuando me
presenté hoy, tuvo el descaro de decirme, "Feliz Navidad". ¿Puedes creer
a ese imbécil?
Me reí.
—Qué grosero.
—¡Exactamente! Es como si estuviera tratando de jugar juegos
mentales locos —resopló mientras sus mejillas se enrojecían. Estaba
tan nerviosa por él. En realidad, era muy lindo.
—O tal vez solo quería decir Feliz Navidad —ofrecí.
Bajó las cejas, pensando profundamente.
—Sí, tal vez. Tal vez sea eso. De acuerdo, sí. Fue solo un Feliz
Navidad. Nada más y nada menos.
En ese momento, Landon asomó la cabeza en la cocina y esbozó
una gran sonrisa.
—¿Necesitan ayuda aquí, señoritas? —inquirió.
—¿Cocinas? —preguntó Shay con descaro y las manos contra sus
caderas.
—Sí, a veces.
—¿Por qué me cuesta tanto creerlo? —se burló.
—No lo sé, pero si me das unos minutos, estoy seguro de que
puedo traer una buena salchicha a tu vida. —Le guiñó el ojo,
haciéndome reír.
Shay gimió.
—Eres repugnante.
—Solo digo que probablemente será la mejor carne que hayas
comido en mucho tiempo. Y si la memoria no me falla, y así es, ya me
dijiste lo mucho que te gustaba mi salchicha.
—Cállate, Landon —siseó Shay, poniéndose más roja que nunca—.
Eres tan arrogante.
Sonrió con satisfacción, contento de estar metiéndose bajo su piel.
—Lo sé, ¿verdad?
—Oh, vete a la mierda, Landon. —Exhaló ella, golpeándolo con un
trapo de cocina, haciéndolo huir a toda prisa.
Siguió nerviosa mientras se colocaba el cabello detrás de las orejas.
—Qué imbécil —murmuró—. No puedo esperar a que vuelva a
California.
—No puedo esperar a la primera temporada, episodio uno, del
reality show de Landon y Shay —bromeé—. Me encanta una sólida
historia de enemigos a amantes.
Me señaló con un dedo firme.
—Eso nunca en la historia sucederá. Nunca.
Una parte de mí sabía que estaba mintiendo. Shay y Landon tenían
este intenso juego del gato y el ratón que jugaban juntos, y por alguna
razón, sentí como si la historia entre los dos acabara de empezar.
Una vez preparada la comida, todos nos reunimos alrededor de la
mesa del comedor y nos dimos un festín. Había tanta charla, risas,
sonrisas y paz alrededor de la mesa, que calentó cada parte de mí.
Después de la comida, Claire repartió trozos de papel y adornos
transparentes de cristal.
Tuvo la idea de pedir deseos para el próximo año. En las esferas
transparentes de cristal, se suponía que tenías que poner un deseo para
el año venidero. Luego, al terminar el año, abrías el adorno y podías ver
si se había cumplido tu deseo. Luego, usabas pintura para decorar el
adorno como quisieras.
Mientras todos se sentaban allí decorando con miradas de alegría
en sus rostros, me recosté en mi silla, con total asombro.
Esto era todo.
Esto era todo lo que siempre había querido. Todo lo que quería era
este momento. Todo lo que quería era esta familia. Todo lo que quería
era a nosotros.
Cuando puse mi deseo para el próximo año, pensé en las palabras
que había escrito sobre lo que esperaba. Miré a mi alrededor, a la
felicidad que me rodeaba, y me sentí más que bendecida.
Esto era todo lo que quería para los próximos meses.
Más.
Más felicidad, más risas, más sonrisas.
Más de él, más de mí, más de nosotros.
Greyson apartó su silla de la mesa y carraspeó mientras se ponía
de pie.
—Hola a todos, solo quería tomarme un momento para
agradecerles a todos por venir hoy. No tienen ni idea de lo que significa
para las niñas y para mí que cada silla de esta mesa esté llena. Hubo
un tiempo en el que pensé que nunca recuperaríamos esto. Hubo un
tiempo en que pensé que la felicidad había desaparecido para siempre,
pero entonces, una luz regresó a mi vida y todo cambió. Así que solo
quería que estuvieran aquí cuando le mostrara mi gratitud a la mujer
que salvó a mi familia, a la mujer que me salvó.
Mi corazón dio un vuelco mientras se volvía hacia mí y metía la
mano en su bolsillo trasero, sacando una pequeña caja. Luego se
arrodilló sobre una rodilla.
—Greyson, ¿qué estás haciendo? —Mi voz temblaba y las lágrimas
flotaban en mis ojos.
—Ellie, eres todo lo bueno en este mundo. Has tratado a mis hijas
solo con amor. Has respetado el tiempo que necesitábamos para
curarnos. Aparecías cuando te necesitábamos. Siempre has estado ahí,
incluso cuando tenías todas las razones del mundo para irte.
Representas la paz en el caos. Eres los rayos de sol que se filtran entre
las nubes. Eres la definición de felicidad, y eso es todo lo que siempre
he querido. Quería ser feliz. Por eso quiero pasar el resto de mi vida en
tus brazos. —Abrió la caja, mostrándome un hermoso anillo de
compromiso. Jadeé mientras lo estudiaba. Las lágrimas comenzaron a
caer por mis mejillas a medida que mis emociones se volvían inestables.
El anillo era una serie de pequeños diamantes con forma de
libélula.
Cuando miré a Greyson, sonrió.
Me encantó.
Lo que sea.
—Eleanor Gable, eres mi latido, mi risa y mi amor. ¿Quieres
casarte conmigo? —preguntó, pero antes de que pudiera responder, mi
corazón empezó a llorar aún más cuando Lorelai se acercó deprisa,
sosteniendo también una pequeña caja en sus manos.
—¿Y conmigo? —cuestionó, arrodillándose. Abrió la caja y me
mostró otro anillo de libélulas.
Karla se acercó después y se arrodilló al lado de su hermana. Abrió
su caja a continuación.
—¿Y conmigo?
Mi corazón estaba explotando en un millón de pedazos. Los tres y
su amor era lo que completaba mi vida.
Con facilidad y mucho amor, contesté a cada uno de ellos:
—Sí, sí, un millón de veces sí. —Lloré mientras la habitación
estallaba en celebración.
Greyson colocó el anillo en mi dedo, y luego me abrazó con fuerza,
sosteniéndome más fuerte que nunca. Me besó profundamente, y sentí
el para siempre contra sus labios.
Para siempre.
Este beso significa para siempre.
Cuando retrocedió, sonrió, y le devolví la sonrisa.
—Más de eso, Ellie —dijo mientras se inclinaba y besaba mis labios
una vez más.
Sí, exactamente.
Más de eso.

Fin
Sobre la autora

La autoraB ri tta iny C. Ch erry es número uno en la


lista de mejores vendidos de Amazon. Ha estado enamorada de las
palabras desde el día que en tomó su primer aliento. Se graduó en la
universidad de Carroll con una licenciatura en arte dramático y un
título menor en escritura creativa. Sus novelas han sido publicadas en
más de dieciocho países alrededor del mundo. Brittainy vive en
Brookfield, Wisconsin, con sus bebés peludos.

También podría gustarte