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Las enzimas alostéricas (de allo, otro, y stereo, espacio), también llamadas reguladores, son

un tipo de enzimas con la capacidad de cambiar de conformación al unirse un efector o


modulador alostérico, que muchas veces corresponde al producto final de una vía metabólica
en la que la enzima está implicada. Este cambio estructural altera (mediante inhibición o
inducción) la afinidad de la enzima por el sustrato que cataliza, siendo así un método de
regulación de la actividad enzimática.
Un concepto clave en el término “alosterismo” o “alostería” es la alteración que la unión de una
molécula (el efector) en un punto del enzima provoca en otro punto distinto, el lugar de unión
del enzima al sustrato.
La alostería juega un papel crucial en muchos procesos biológicos fundamentales, entre los
que se incluyen la señalización celular y la regulación del metabolismo.

Las enzimas alostéricas suelen estar constituidas por una o más subunidades formadas por
cadenas polipeptídicas, por lo que generalmente son proteínas con una estructura cuaternaria.
La regulación de la actividad de este tipo de catalizadores puede subdividirse en
homoalosterismo y heteroalosterismo, en los cuales la estructura de la enzima es
fundamental.
Las enzimas convencionales constan del llamado centro activo, una zona determinada a la
cual se acopla el sustrato cuya transformación en producto catalizarán. Este centro activo está
formado por dos tipos de aminoácidos: los aminoácidos de fijación, que establecen enlaces
débiles con el sustrato para sujetarlo, y los catalíticos, que se unen al sustrato de forma
covalente, con lo que debilitan su estructura molecular, favoreciendo así su transformación en
producto. Al tener diversas subunidades, las enzimas alostéricas poseen múltiples centros
activos, lo que posibilita la unión cooperativa del sustrato u homoalosterismo. En el
homoalosterismo, cuando el sustrato se une a uno de los centros activos de una enzima
alostérica, induce el cambio de conformación del resto de subunidades, de forma que pasan a
estado activo y la efectividad de la enzima aumenta, siguiendo lo que se denomina cinética
sigmoidea. Aquellas que constan de una única subunidad no presentan este efecto
cooperativo y su cinética es la de una enzima convencional. Esta regulación es una forma de
control a nivel de sustrato, en la que también intervendría el alosterismo por implicar un
cambio estructural en la molécula.
Además del centro activo, estos catalizadores también tienen un centro alostérico, al que se
une un efector (inhibidor o activador), que cambia la conformación del centro activo del
enzima, alterando así su capacidad de unión al sustrato. A esta regulación de la actividad
mediante una molécula diferente al sustrato se le llama heteroalosterismo, y es el rasgo
distintivo de estas enzimas. Este tipo de control presenta la ventaja de regular la conformación
de los catalizadores con moléculas muy diferentes a los sustratos o productos inmediatos de
la enzima. Pese a la aparente simplicidad de este modelo, diversos estudios han revelado la
complejidad de la regulación alostérica, en la que puede no intervenir un único efector, sino
verse condicionada por factores del medio como la presencia de determinados iones 1.
Una de las enzimas utilizadas habitualmente para ejemplificar la regulación alostérica es la
aspartato carbamoiltransferasa o ATCasa, que se halla en la bacteria Escherichia coli y
cataliza el primer paso en la síntesis de pirimidinas. Está compuesta por doce cadenas
peptídicas, que contienen seis centros de activación y seis centros alostéricos 1.
Para explicar el comportamiento de estas enzimas se han propuesto dos modelos.
El modelo concertado (también llamado simétrico o modelo de Monod-Wyman-Changeux)
postula dos estados, el relajado (R) y el tenso (T), entre los cuales existe un equilibrio en
ausencia de efectores. Estos estados corresponden a la conformación activa e inactiva del
catalizador respectivamente. Mientras que la unión de un activador desplaza este equilibro
hacia la configuración R, la de inhibidores lo hace hacia la T. Según el modelo concertado, la
unión de un modulador positivo a una de las subunidades induce el cambio de conformación
de las subunidades subsiguientes a la forma activa del enzima (cooperatividad positiva). De
esta manera, una enzima no puede tener diversas subunidades con diferentes estados una
vez se ha acoplado a un modulador, ya que los cambios de conformación son simultáneos (de
ahí el término “concertado”).
Este modelo, sin embargo, no explica la cooperatividad negativa, en la que la unión de un
efector que promueve la forma R de una de las subunidades del enzima reduce la afinidad de
las contiguas por moduladores similares. Además, tampoco explica las conformaciones
híbridas. El segundo modelo, propuesto por Daniel Koshland, llamado modelo secuencial,
permite diferentes estados en las subunidades de un mismo enzima, pero exige un encaje
inducido, en el que en ausencia de efector la enzima existe en un único estado, y en otro en
su presencia2.
Estos dos modelos, sin embargo, no pueden explicar por sí mismos el comportamiento de
todas las enzimas alostéricas, y varios casos de regulación alostérica presentan
características de ambos y un comportamiento más complejo (como es el caso de la proteína
hemoglobina que, pese a no ser una enzima, también sigue una regulación alostérica) 3.

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