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EL EVANGELIO CUADRIFORME

¿Por qué tenernos cuatro «Evangelios» y no uno solo que reúna en sí la sustancia
histórica y didáctica de todos? Se han redactado muchas «armonías» de los
Evangelios, siendo la primera y la más importante aquella que publicara Taciano el
Sirio, y que se llamaba el Diatessaron ( 170 d.C.) a causa de sus cuatro
componentes. Pero este esfuerzo «lógico» y «conveniente» destruye algo de
verdadero valor, ya que cada Evangelio presenta una faceta distinta y peculiar de la
Vida, por lo que el retrato total gana mucho en definición y en profundidad. Para
formar una idea del rostro de un «amigo por carta», a quien nunca hemos visto
personalmente, ¿qué sería mejor? ¿Que nos mandara una sola fotografía grande
«de cara», o cuatro fotos sacadas «de cara», de perfil, de medio perfil, etcétera? Sin
duda valdría mucho más la serie de semblanzas desde distintos puntos de vista. Así
sucede con las maravillosas «fotografías» literarias que son los cuatro Evangelios,
pues cada evangelista expone las múltiples glorias y bellezas morales del Dios-
Hombre según le fueron reveladas; por lo tanto cada escrito, aun siendo completo
en sí, suplementa y complementa los otros tres, presentando los cuatro juntos una
perfecta revelación de nuestro Señor Jesucristo. Su vitalidad y su veracidad son
tales que, aún hoy, después de tantos siglos, al leerlos nos sentimos en la presencia
de nuestro divino Maestro, y quedamos hondamente impresionados tanto por el
impacto de su persona, como por la fuerza vital de sus palabras, que nos llegan con
tanta claridad como si las oyésemos pronunciar ahora mismo.

Tuvimos ocasión de notar arriba que, durante los primeros años del siglo segundo,
los cristianos juntaron en un volumen los escritos de los cuatro evangelistas
(desgajando «Lucas» de «Los Hechos»), llamando al conjunto EL EVANGELIO. Luego
cada escrito llegó a conocerse como «El Evangelio según San Mateo, San Marcos,
etc. Quedó intacto el concepto de un solo Evangelio, bien que presentado según sus
distintas facetas por cuatro autores diferentes. Los matices que distinguen estos
escritos evangélicos se han de detallar en la segunda sección, de modo que no
hemos de elaborar más este tema aquí. Únicamente ponemos de relieve que
contemplamos la misma persona en los cuatro Evangelios, y que el significado de su
obra es idéntico en todos. Se trata de distintos puntos de vista, relacionados con la
finalidad de cada escrito, y no de Evangelios «diferentes».

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