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El comercio de los tenochca

En el caso concreto de los aztecas progresaron intensa y rápidamente y de


pequeño grupo inerme en medio de la laguna, convirtiéndose, en un lapso
relativamente corto, en dominadores de una extensa zona que abarco desde
Panuco hasta Acapulco y desde Zacatula hasta el Soconusco. Las relaciones
creadas por el comercio dentro de la comunidad azteca tuvieron además,
importante papel en la estructura social que hallaron los invasores españoles.
Es característica de algunos de los pueblos que habitaron la zona abarcada por
el comercio y la conquista azteca, cierta forma de organización de los
comerciantes. Entre los tenochca, los mercaderes aparecen constituyendo
agrupaciones con muy distintas características, habitando barrios especiales,
con dioses particulares, con un conjunto de rasgos culturales muy propios. Son
los llamados pochtecas, quienes conducían un activísimo comercio exterior y
tenían a su cargo la compraventa de esclavos. Aparte nade los especializados
pochteca, ejerciese en los mercados una enorme actividad comercial, pues a
ellos concurrían no solo comerciantes especializados en la actividad de canje,
si no todos aquellos individuos que fabricaban u obtenían por cultivo artículos
capases de interesar a la clientela: Cortes, Bernal Díaz, de hicieron lenguas de
las maravillas de los mercados en las tierras de nueva España visitaron y en
sus crónicas consignan grandes reseñas de admiración por el concierto de las
operaciones.
El papel de los pochteca en el desarrollo del poderío mexicano fue descollante
y siempre desempeñaron actividad de pioneros. Ni una sola conquista de los
jefes tenochca dejo de ser precedida por una penetración comercial que casi
siempre resultaba avanzada y augurio de otra de carácter bélico. No iban los
comerciantes en pos de militares si no que acudían diligentes e incansables allí
donde las armas de su pueblo aun no alcanzaban, para obtener información
topográfica, demográfica, política. Es así como preceden a Moctezuma en la
provincia del tepeyac como le informa de las riquezas innumerables de las
costas de Zempoalan, Cuetlaxtlan, y Quiahuixtlan; como penetran para
preparar el camino a sus ejércitos. También precedieron, tenaces a los otros
grandes conquistadores, Ahuitzotl y el segundo Moctezuma. Fueron los
pochteca quienes despertaron las ambiciones del penúltimo de los jefes azteca
en sus relatos con una tierra maravillosa, el Xoconochco, donde el cacao era
dulce y espumoso y abundaban el quetzal y el ámbar. Y abrieron, para la
ambición del poder de Moctezuma, regiones privilegiadas de la Mixteca. En
ciertas ocasiones los propios mercaderes realizaron conquistas como en los
pueblos de Quauhtenaco y Ayotlan.
Acostumbraban los mercaderes mexicanos viajar en compañía de otros, a
quienes consideraban con ellos relacionados de alguna manera, quizá por la
sola semejanza del oficio o tal vez por la misma creencia del mismo origen. Es
así como encontramos en expediciones comunes a tratantes de México,
Tlatelolco, Azcapotzalco, Ixtapalapa, Coyoacan, Acoluacan, Huitzilopochco,
Xochimilco, Cuitlauac, Chalco, etc.

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Para sus operaciones empleaban los pochteca diversos artículos, que ya iban
adquiriendo categoría de intermediarios fijos de verdaderas monedas, llamadas
patol quachtli, canutillos de polvo de oro, plumas ricas y especialmente el
cacao, el cual era el intermediario más general para las operaciones de
compraventa.
LOS COMERCIANTES EN LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LOS
TENOCHCA
Una distinción clara para estos dos grupos de gentes que comerciaban exista
idiomáticamente: a los comerciantes organizados, dedicados especialmente al
comercio exterior y de esclavos, se los denominaba con el termino pochteca,
con el cual se emparentaban numerosas denominaciones. A los vendedores en
el mercado de materias por ellos mismos obtenidas y no especializados en la
tarea comercial, se les denominaba tlanemacac, es decir vendedor según Remi
Simeon. También para este vocablo encontramos, como para el pochteca, un
grupo de palabras de significados afín.
Otro nombre aplicado a los comerciantes especializados fue el de oztomeca.
Las empresas comerciales tuvieron una gran importancia como procedentes de
las conquistas y como los propios comerciantes en ocasiones organizaban ¨la
guerra que tocaba a los mercaderes¨ Así conquistaron por si mismo los
pochteca de Tlatelolco el pueblo de Quauhtenaco y los de México el de
Ayotlan. Solían también fundar localidades, la de Querétaro fue establecida por
un pochteca de nombre Conin, natural de nonolco hasta la región chichimeca.
De igual modo tecpatepec parece haber sido fundado por un mercader pues
hay una relación que lo demuestra. Había sido en este teucnenenque
oztomeca y es curioso que posteriormente el pueblo se halle sometido a
Tlatelolco lugar de residencia de los más conspicuos mercaderes.
A papel tan distinguido y múltiple en las relaciones exteriores de Tenochtitlán
Y Tlatelolco, correspondían en la organización social de los aztecas un rango
correlativo a los pochteca. Estos mercaderes eran ya como caballeros y hasta
`poseían fuero judicial.
Como personas principales usaban los mercaderes vestiduras especiales y
tenían divisas particulares por sus hazañas. Los jefes mexicanos los
recompensaban generosamente cuando volvían de empresas arriesgadas y les
concedían la merced de ostentar distintas señales de importancia. Aparte de
las divisas e indumentaria propias y los elogios y estímulos oratorios que se les
dedicaban gozaban los mercaderes de otras prerrogativas mucho más básicas
en la organización social azteca. Se contaban entre los poseedores de tierras
particulares obtenidas seguramente como premio de hazañas bélicas o por
compra.

La extensión de tributo personal y especialmente la posesión de tierras


particulares, no comunales, colocaban sin duda a los mercaderes en lugar no
solo eminente, si no esencial, en el desarrollo de la sociedad azteca. Diversos

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autores han considerado de manera bien distinta y por lo general errónea la
colocación de los pochteca en aquella comunidad.
Aun en la primera división en dos grandes clases habría que hacer la salvedad
de que los individuos colocados en posición inferior en realidad no eran
totalmente desposeídos pues como se ah demostrado subsistía la propiedad
comunal de la tierra en los calpullis, donde cediese por lotes familiares para el
cultivo. Es posible que existiesen individuos totalmente desposeídos, quizá de
extracción étnica diferente a los tenochca, incorporados de algún modo a sus
comunidades, pero estos constituían seguramente a una minoría y no es
posible por lo tanto hablar escuetamente de poseedores y desposeídos olvidan
a quienes, si no tenían la tierra en forma privada si podían adquirir su usufructo
por vía de concesión comunal.
Lo que caracteriza a las clases social en su posición respecto de los medios de
producción. Y el gran medio de producción entre los aztecas era la tierra. La
poseían los señores, los guerreros, los mercaderes. Ellos por consiguiente, no
constituían clases separadas, si no una misma clase poseedora, cualesquiera
que fuese las distinciones que entre los grupos nombrados existiesen desde
puntos de vista diferentes al de propiedad territorial. Es usual expresar que las
clases sociales caracterizasen por ser grupos de individuos con intereses
comunes. Tal definición es por lo menos incompleta, ya que diversos grupos o
sectores en las sociedades pueden tener intereses comunes, permanentes o
transitorios sin ser constituyentes de la misma clase. Desde el punto de vista
de los medios de producción y no de otros intereses, parciales que poseían los
señores guerreros, comerciantes, entre los azteca, encontramos a esos grupos
con la característica común de poseer la tierra en forma privada. Ello sin duda
iniciaba el camino de una concentración que aun no era muy grande. En
posición distinta se hallaban los maceguales, quienes no disfrutaban de la
posesión territorial privada pero si por vía de concesión del capulli. Es posible
pensar que tarde o temprano iban a ser desposeídos pero aun no lo habían
sido en el momento de la conquista española. Eran los llamados mayeques y
algunos otros grupos quizá étnicamente diferentes de los mexicanos, quiñes
carecían de la tierra en cualquier forma. Los mayeques desempeñaban función
de verdaderos siervos, obligados a cultivar para los señores propietarios.
Más justa, pues que la idea de cuatro clases, absolutamente insostenible si
partimos de una recta definición de lo que es una clase social, nos parece la de
dos grandes sectores, con la necesaria salvedad del carácter de los miembros
del calpullis, respecto de la tierra. Estos dos sectores presentan caracteres de
clases en formación. Una, la superior, se originaba en la guerra, que permitía
desposeer a los vencidos y adjudicar tierras a los vencedores. La otra inferior
estaba constituida por individuos a veces de procedencia extraña, como
tlamimes, por los mayeques, verdaderos sembrados de la tierra de sus
señores, con la cual se transmitían en herencia, y los maceguales, quienes, si,
desprovistos de honores y derechos adquiridos por los guerreros, sacerdotes

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mercaderes y pilies, tenían el derecho de cultivar las tierras comunales del
calpullis.
El hecho de que a pesar de encontrarse clases en formación, subsistiesen
regulaciones de la propiedad territorial y de entra índole por el calpullis ,
organización clásica, nos induce a averiguar con el mayor detalle posible la
organización de los comerciantes para tratar de comprender su papel dúplice:
como componentes de clanes que estaban sin duda en proceso de
desintegración y como integrantes de una clase insipiente, cuyo basamento
principal surgía con la propiedad privada de la tierra y para la cual eran
importantes las riquezas, asequibles no solo por obligación tributaria impuesta
a los vencidos, si no por medio del activo comercio que conducían los
pochteca. Al nombrar los artículos que se empleaban como intermediarios en el
comercio, aun no se había logrado el establecimiento de una moneda única, lo
cual habría constituido un elemento revolucionario de la economía mexicana y
hubiese consolidado la estructura no solo de los grupos comerciantes, si no de
las clases en formación, permitiendo con todas sus profundas consecuencias
en la organización social, una acumulación considerable de riquezas, imposible
mientras no existe una moneda única.
En Tenochtitlán y Tlatelolco agrupaban se los comerciantes en barrios. En
realidad había que tener en cuenta que no solo había mercaderes organizados
en Tenochtitlán, seguramente en barrios especiales, si no que muchas de estas
localidades estaban a veces situadas fuera del perímetro de la ciudad.
Antes de enumerar los datos que se conocen acerca de las localidades de
mercaderes, veamos la organización de estos, la cual abarcaba a todos sus
barrios. Recordemos en primer término que los mercaderes de cierto número
de localidades viajaban juntos y que se unían eventualmente. Según tal
organización, a la cual ya nos hemos referido, se consideraban de alguna
manera unidos, relacionados los tratantes, no solo de mexica y Tlatelolco, si no
de otros pueblos. Pero ignoramos si los rangos de los propios mercaderes
existían fuera de Tenochtitlán y de Tlatelolco, independientemente de su
colocación en barrios distintos se consideraban divididos en dos grupos: los
pochteca tlatoque y los naualoztomeca. Los primeros no viajaban. Constituían
una capa principal de mercaderes viejos, quienes no solo eran considerados
por los otros como eminentes, si no que se beneficiaban de los viajes ajenos,
dando mercancías a quienes iban a partir para que comerciasen con ellas y
trajesen lo que lo producido por el canje, obteniendo así una especie de
plusvalía. La capa superior de los pochteca tlatoque incluía también mujeres
quienes, a semejanza de los hombres, encomendaban negociación de ciertos
artículos a los viajeros, Estos a su vez se diferenciaban en dos grupos: los
novatos y mercaderes sin fortuna, por un lado, y los tratabtes ricos, por el otro
lado dedicados al comercio de eclavos y denominados tealtinime, tecoanime,
teyaualouani, yianque.
Para tiempos de guerra se nombraba un jefe común, quauhpoyoualtzin, para
encabezar a todos los comerciantes en mexica, Tlatelolco, Tezcuco, Huexotla,

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Coatlinchan, Chalco, Huitzilopochco, Azcapotzalco, y Otumba, quienes partían
juntos en expediciones bélicas.
En épocas de paz eran dos los principales entre todos los mercaderes. Los
jefes usuales denominaban se pochteca-tlaylotlac, que es como si dijésemos
que es gobernador de los mercaderes. Esto parece significar que los siete
barrios de mercaderes serian principales los de Pochtlan y Acxotlan, cuyos
gentilicios servían para nombrar a los jefes de todos los comerciantes.
El MERCADO
Empezaba a funcionar el mercado semanal antes de que amaneciera. Llenaba
la gente las calzadas que conducían a la ciudad aglomerándose en las canoas
que conducían a Tenochtitlán. En todas partes, dentro y fuera de la ciudad, la
gente se encaminaba al mercado.
La familia Atox, como las otras, se levanto del alba y dispuso se para ir al
mercado. Puesto que el distrito de su clan estaba cerca de la plaza principal,
solo debía tomar el camino que conducía al centro de la ciudad. Esa calzada
así llamada debido a que en su mayor parte estaba edificada sobre agua,
empezaba en la población de Ixtapalapa y se extendía por espacio de cinco
kilómetros en dirección norte hacia la ciudad de México. Es tan recto su trazo y
tan alto el gran templo, que podía verse claramente a algunos metros de
distancia. La calzada media cuatro metros de anchura y al introducirse en la
ciudad propiamente dicha flanqueaban las casas por ambos lados. Los que
entraban por la ciudad tenían que pagar por el uso que hacían de camino,
como hace la gente en todas partes del mundo. En la entrada de la ciudad
estaban los guerreros aztecas encargados de cobrar el peaje, que satisfacía a
la gente con parte de sus mercancías. A distancias regulares de unos quince
metros unos pequeños canales interrumpían la calzada, cubriéndose el corte
con un puentecillo de madera movible. Servían para la defensa y para permitir
el paso de embarcaciones mayores. Al término de la calzada, en el centro de la
ciudad, se hallaba la gran plaza. El teocali, la casa de dios de los aztecas,
erigiese en la gran plaza. Alrededor del teocali había otro templo y palacios
juegos de pelota y mercados. En la mañana del día en que se celebra el
mercado semanal todos los miembros de la familia cargaban los productos que
deseaban cambiar. Se compraban espejos hechos de vidrio volcánico negro,
petates, cajitas de fibra, lienzos de algodón bellamente elaborados y los
esclavos llevaban el maíz.
No todos tenían esclavos; debían ser comprados, y su precio era
frecuentemente alto. Los esclavos eran hombres expulsados de su clan por
haber cometido algún crimen. No tenían derecho a tierras, ni contaban con la
protección del clan.
El mercado al que llamaba tianguis, se celebraba todas las semanas. Había un
mercado diario, donde la gente se proveía de lo que diariamente necesitaba,
pero el mercado mayor, se celebraba una vez a la semana.
Cada producto tenía un lugar propio en el mercado. En una parte, alas mujeres
sentadas en petates cubiertas por un pequeño toldo, vendían pájaros y aves

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vivas. Las viejas mujeres que a través de su larga existencia habían llegado a
conocer el valor y el nombre de cada hierba, las vendían sacándolas de las
bolsas de algodón. Las hierbas eran las medicinas de los aztecas; usaban las
para dolores de muelas, para enfermedades del estomago, para males de la
vista y demás.
Los indios de las tierras cálidas traían piles de jaguar y de puma, que extendían
para que todos los vieran. También traían piles de nutria de mar, y para
quienes podían pagarlas, pieles de murciélago tan hábilmente cosidas que
arecían una sola pieza del más fino de los tejidos. Venían luego los vendedores
de la sal, los más pobres de todos. Empleaban el tiempo extrayéndola de los
lagos que rodeaban la ciudad. Vertían el agua salada en unos recipientes de
poca profundidad y esperaban a que evaporase. Destinabase un gran especio
del mercado para los que vendían maíz y otros productos vegetales de la tierra.
Ese espacio naturalmente tenía gran demanda. El indio que tuviera frijoles que
vender y necesitase maíz en cambio, sentabase frente al mercader de maíz,
abría el costal de frijoles y los mostraba para que los examinase. El otro los
escurría entre sus dedos partía un por la mitad y lo comía. Si le satisfacía podía
tal vez ofrecer la mitad de su maíz por toda la carga de frijoles. Entonces
empezaba el regateo. Cada quien sentado alegaba sin cesar y a veces alzaban
la voz a tal grados que parecía que se habían enojado. Si elevaban demasiado
la vos el juez del mercado hacia acto de presencia. Allí estaban los jueces para
ver que se obrara rectamente y mientras duraba el mercado caminaban arriba y
abajo entre las filas de vendedores y compradores. Si surgía una dificultad real
arreglaban el asunto inmediatamente. Si los que discutían llegaban a las
manos, acudían los guerreros aztecas y el culpable de la situación iba a la
cárcel.
Los aztecas no tenían dinero, pero conocían el valor de las cosas. El valor era
lo que cada cosa significaba para un indio. Una cantidad igual de maíz tenia
más valor que una cantidad igual de frijoles porque el maíz, que se hincha al
cocerse, podía utilizarse en muchos derivados; así el maíz tenía un valor doble
al de la misma cantidad de frijoles. Era muy parecido el oro y también la plata.
Lo más precioso para los aztecas era el jade. Bella piedra verde, hallábase en
las montañas del sur, cerca de Guatemala, y era muy escaso. Lo consideraban
símbolo de la fertilidad ya que lo viviente, verde era. Cuando un azteca moría,
ponianle en la boca una pequeña piedra de jade. Creían que el jade era su otro
corazón.
Al atardecer empezaba a gente a empaquetar sus cosas y a prepararse para
abandonar el mercado, regresaban a sus casas y se disponían a visitar otros
mercados fuera de mexica…

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A lo largo de este texto hablamos de la organización comercial del pueblo
mexica, un comercio que como la mayoría de la sociedad mexica era
avanzado, teniendo comerciantes que viajaban a otros pueblos llamados
pochteca que eran una parte muy importante dentro de la organización
pochteca, ya que ellos salían a hacer comercio a otras ciudades aledañas, pero
también iban como punteros y visores en las intervenciones militares de los
jefes pochtecas, ellos iban y hacían el comercio y hacían una visión de lo que
los otros pueblos tenían en su poder sirviendo así de informantes, así obtenían
productos e información muy valiosa.
Ellos utilizaban muchos artículos de cambio para vender comprar e
intercambiar sus productos, incluso llegaron a utilizar en algún momento una
moneda rudimentaria pero muy bancada para su tiempo.
Estos comerciantes también salían en busca de buenos términos con los
pueblos que consideraban favorables para su comercio.
Tenían una organización excelente divididos en varios grupos que tenían
tareas de comercio, pero estas estaban separadas por artículos, así algunos
comerciaban desde esclavos y artículos valiosos, como los pochteca menos
poderosos que intercambiaban artículos de poco valor, es desde incluso ahí en
los pochteca donde se podían empezar a hacer una distinción de clases. Aun
en la primera división en dos grandes clases habría que hacer la salvedad de
que los individuos colocados en posición inferior en realidad no eran totalmente
desposeídos pues como se ah demostrado subsistía la propiedad comunal de
la tierra en los calpullis, donde cediese por lotes familiares para el cultivo. Esos
lotes de cultivo eran muy valiosos para el comercio ya que se podía cultivar
maíz.
También en algunas partes se agrupaban por barrios que continuamente
estaban en pelas por el territorio que cubriría su comercio, estaban
generalmente a las afueras de la ciudad de Tenochtitlán y de ahí partían a los
pueblos más cercanos, ahí se puede ver claramente una organización
estupenda por parte de los comerciantes pochteca para hacer lo que se podría
llamar comercio exterior.
Por otra parte tenemos el mercado o los mercados que estaban dentro de la
ciudad, al igual que el comercio exterior se utilizaba el intercambio de
productos ya que ahí no existía una moneda establecida como tal, había un
mercado principal semanal que era de un tamaño espectacular, ahí los aztecas
podían encontrar toda clase de productos que la familia azteca necesitaba. En
algunos lugares del mercado se ofrecía una venta de alimentos. Ahí había toda
clase de alimentos conocidos de los aztecas, así como otros de extraña y
nueva naturaleza. También a la gente que deseaba que les lavaran la cabeza
estaban los barberos.

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Ya al medio día cuando el sol caía y los vendedores del mercado se refugiaban
bajo los toldos, llegaban los mercaderes o pochteca.
Los habían estado esperando impacientemente puesto que su llegada
equivalía a un espectáculo mitad circo, mitad procesión religiosa. Entraba la
columna del mercado por el lado del calendario de pierna. Al frente soplaban
los guerreros sus conchas marinas, que bramaban como trompa con sordina.
Seguianles animales salvajes enjaulados que transportaban sobre varas los
acarreadearodes indios, vestían pavorosamente unos taparrabos
pavorosamente pintados con signos purpuras y rojos. Lanzaban al aire largos
troncos que recuperaban diestramente.
Luego llegaban los pochtecas caminando lentamente con gran pompa. Cada
uno llevaba un bastón curvado, sus túnicas atadas a la moda azteca, estaban
magníficamente tejidas y hechas de los más finos materiales. Frente a ellos
caminaban unos indios provistos de abanicos con los que ahuyentaban los
insectos y atrás formando una larga cola, tan juntos unos a otros que producían
el efecto de una serpiente enroscándose iban los acarreadores.
Así terminaba la conexión de estos dos puntos vistos una más de las
grandezas aztecas, que hicieron grande a esta civilización prehispánica.

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Ficha bibliográfica
Libro base
El comercio en el Mexico prehispánico, Miguel Acosta Saignes, Miguel Leon
Portilla Serie: historia del comercio exterior Mexico 1

Libro de apoyo
El reino del sol de los aztecas, Victor w. Von hagen Editorial joaquin Mortiz S.A
de C.V Grupo editorial Planeta 1990

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