Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
su leyenda
Alumno: Emmanuel Gama Martínez
Grupo: 3° A
Son tantas las leyendas oaxaqueñas que pareciera que su historia se construyó de
ellas, sentarse en la puerta en algún hogar, en donde familias se reúnen para
platicar cada noche sus creencias, es el encanto que todavía se aprecia en
algunos pueblos oaxaqueños de la Sierra Norte.
Pero ¿Quién es la Matlazihua? Algunos dicen que es un ser mitológico, otros dicen
que es una hermosa mujer, quizá podría ser solo un alma en pena que busca quien
le diga que… ya no pertenece más a este mundo terrenal.
Lo cierto es que al sentarte y escuchar el acostumbrado ¡Se lo llevó la Matlazihua!
Solo es parte del lenguaje popular oaxaqueño y hoy es un dicho que ha
traspasado la línea del tiempo.
Resulta que en épocas pasadas, si un charro o un catrín oaxaqueño desaparecía
de su casa y sin dejar rastro por unos tres días, la consecuencia natural era de
haber sido hallado después en algún matorral o había sido arrojado al fondo de
algún barranco, todo ello era obra de la Matlazihua.
Al momento, todos corrieron dispersándose por todas partes: ¡La Matlazihua! ¡La
Matlazihua! ¡Se lo llevó la Matlazihua! Gritaban al mismo tiempo que arrancaban
la partida dejando sus sarapes, guitarras y botellas. Seguramente hasta la
borrachera se les olvidó mientras huían y se perdían en la oscuridad de las calles.
Dicen por ahí que días después, el General fue encontrado hecho una desgracia,
bajo el puente en donde corre el rio de Jalatlaco, cercano al panteón. Su infortunio
dicen que fue por una golpiza de algunas personas quienes habían sido cómplices
de aquella hermosa pero falsa visión.
Algunas lenguas afirman que la Matlazihua era una mujer real de aquella época,
que ciertamente cautivaba a los hombres con su belleza, se los llevaba y los
seducía; pero en medio de las caricias los despojaba de sus pertenencias como su
salario o una que otra joya.
Lo cierto es que padres conservadores, tías solteronas y madres
angustiadas, ordenaban a todos los varones resguardarse en casa antes del
toque de oración, Así para cuando aparecía el sereno, el encargado de vigilar las
calles y regular el alumbrado público con las velas de cebo, todos debían estar en
casa ya que alguna bella imagen podría reaparecer.
La hermosa princesa Donají era la hija de los reyes del pueblo zapoteca, que vivían
en constante guerra con sus vecinos, los mixtecos. En este ambiente de violencia y
muerte, la belleza de Donají florecía.
Sobre la leyenda de la princesa de los zapotecas existen varias versiones. Una de
estas cuenta que en medio del conflicto, en una cruenta batalla cayó herido Nucano,
el joven príncipe de los mixtecas.
La guerra continuó hasta que los mixtecos vencieron. Como acto de rendición,
exigieron que la princesa de Donají fuera ofrendada como un rehén de paz al joven
príncipe Nucano.
Pese al amor que sentía por el joven príncipe, Donají le pidió a su padre que la
rescatara porque temía por su suerte y, en especial, por la de su pueblo. El rescate
fue frustrado pero igual cobró la vida de muchos mixtecos, por lo que en venganza
asesinaron a la bella Donají sin el consentimiento de su amor Nucano.
Tiempo después
Pasado un tiempo, un joven pastorcillo tenía a su rebaño cerca del río Atoyac
cuando vio un hermoso lirio silvestre o azucena. Pasmado ante su belleza, decidió
arrancarlo de raíz en vez de cortarlo.
Al cavar, se dio cuenta que el brote provenía de una oreja, que pertenecía a una
hermosa cabeza que estaba completamente en buen estado, casi como si estuviera
viva. Se trataba de la cabeza de la princesa Donají.
Tiempo después, tanto el cuerpo como la cabeza fueron sepultados en el templo de
Cuilapan, como una forma de atraer a nuevos fieles devotos hacia la religión
católica. Durante la sepultura, la joven princesa zapoteca fue bautizada como Juana
Cortés.