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Resumen. Benjamin, W. EL narrador.

El arte de narrar está en su fin, ya no se puede transmitir algo verídico. Ya no se quiere oír. La faculta de
intercambiar experiencias se encuentra alienada. La crisis de la experiencia se da en el contexto
moderno: la Guerra Mundial. La experiencia no son las narraciones de guerra y el tecnicismo bélico
moderno, sino que son esas narraciones de tradición oral, aquella son las experiencias narrables.

Existen dos tipos de narradores que pueden compenetrarse y contar dichas experiencias: el campesino
sedentario y el marino mercante. Benjamin dice que está compenetración se puede ver claramente en la
Edad Media cuando “[e]l maestro sedentario y los aprendices errantes trabajaban juntos en el mismo
taller; y modo maestro había sido aprendiz errante antes de establecerse en su patria o en el extranjero.
Si campesinos y marinos fueron maestros ancestrales de la narración, el estamento artesanal fue su
escuela superior.” (62)

La narración tiene un interés práctico. El narrador tiene consejos que dar al oyente. Ahora en la
modernidad la capacidad de dar un consejo decrece, en la medida, que no se puede transmitir la
experiencia y ésta tampoco es útil. Dice Benjamin que “[e]l arte de narrar se aproxima a su fin, porque el
lado épico de la verdad, la sabiduría, se extingue.” (64)

Existe una separación entre novela y narración (la épica) que es su producto: el libro. Esto, ya que el
libro es producto del capitalismo y la modernidad. Ya no hay tradición oral. La narración es experiencia
propia o aprendida (transmitida) y al momento de narrar se entre el conocimiento y la experiencia a
quienes la escuchan. La novela se hace en soledad, ya no es un conocimiento compartido. La novela es
novela porque no transmite sabiduría, no es útil. La narración (o la épica) pierde espacio, en la medida,
que la burguesía se asienta junto al capitalismo. El capitalismo trae consigo la prensa y esto la
información como la nueva forma de comunicar, en oposición a la narración que entrega sabiduría. “En
otras palabras: ya casi nada de lo que acontece redunda en beneficio de la narración, y casi todo [en
beneficio] de la información.” (68)

El ocio permite la narración y la comunicabilidad a la comunidad. El narrador convive con la comunidad


a quien cuenta la historia, existe una relación dialéctica con el narrador, ya que quien escucha la historia
puede volver a reproducirla. Mientras que la novela es un ejercicio en soledad, tanto en su producción
como en su recepción.

“Su don es poder narrar su vida, su dignidad, poder narrar toda su vida. El narrador – tal es el hombre
que podría dejar que la suave llama de su narración consuma por completo el pabilo de su vida” (96)

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