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Comentario de texto de El Quijote

Lengua Española (Universidad Carlos III de Madrid)

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Se trata del capítulo XXI, perteneciente a la primera parte de la novela ‘El


Ingenioso Hidalgo Quijote de la Mancha’, que salió de imprenta en Madrid en
1605 y fue escrito por Miguel de Cervantes. Pertenece al periodo del Barroco
Español (S.XVII). Es de género narrativo y naturaleza narrativa y dialogada. La
función del texto es referencial (por tratarse de naturaleza narrativa) y poética
(como sucede en todos los textos literarios).

El fragmento comenzó cuando Quijote y Sancho se encontraban en el camino


después de su fracasada aventura en el molino de batanes. A lo lejos vieron
Sancho y Quijote a un hombre que llevaba una bacía de metal en la cabeza,
porque había estado lloviendo, y montaba una asno pardo como el de Sancho.
Dado que la bacía brillaba, el hidalgo la confundió con un yelmo de oro e
interpretó el barbero como un caballero que montaba un caballo rucio rodado.
Quijote vio hacerse con el yelmo como una buena oportunidad para
recompensar su lucha fallida en el molino de batanes y, una vez más, Sancho
fue testigo de la locura del Quijote, pero decidió no intervenir. Quijote se dispuso
a envestirle con la lanza pero el barbero salió corriendo dejando la bacía en el
suelo, y el Quijote lo tachó de cobarde. El fragmento termina cuando el Quijote
se prueba la bacía y la nota incompleta interpretando que su dueño debía
tener la cabeza grande puesto que le faltaba la mitad, lo que produce risa a
Sancho porque en realidad era una desgastada y rota vasija.

El tema del fragmento es ‘La locura de Don Quijote por imaginar a un barbero
que traía una bacía de metal y un asno pardo, como un caballero con un
caballo rucio rodado que llevaba el Yelmo de Mambrino’.

Podemos dividir el fragmento en 3 partes:

La primera (líneas 1-40), donde Quijote y Sancho vienen de los molinos de


batanes (que Quijote confunde anteriormente con gigantes) y ven a un hombre
a caballo que llevaba un objeto brillante en la cabeza que Quijote confunde
con el yelmo de Mambrino. Quijote se propone hacerse con el yelmo y
enfrentarse al ‘caballero’.

La segunda parte (líneas 40-64), donde Quijote confunde un barbero con una
bacía rota y usada de metal, que iba en un asno pardo, con un caballero que
iba en un caballo rucio rodado y llevaba el yelmo de Mambrino, un yelmo de
oro ficticio que hacía invulnerable a su portador. El Quijote le ataca para
hacerse con la celada de oro. El barbero que prevé el ataque, sale corriendo
dejando el yelmo en el camino.

La última parte (líneas 64-75), donde el Quijote coge el yelmo y se cata de que
no tiene encaje y le falta una buena parte, probablemente porque su dueño
anterior tenía una cabeza grande. Sancho contiene su risa por temor a su amo,
el cual es víctima de su propia locura puesto que confunde la bacía rota
metálica con un yelmo de oro puro.

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Primero podemos destacar el enfoque distinto que tienen ambos personajes,


Sancho y Quijote respecto a la situación. Esto viene denominado como el
contraste de perspectivas, que podemos ver fácilmente en el texto. Sabemos
que Quijote está bajo los efectos de la locura que le ha producido leer
excesivamente tantas novelas de caballerías, y por ello confunde la bacía con
un yelmo de oro, y piensa que se enfrenta a un caballero con un caballo
cuando en realidad es un simple barbero que va en asno. El enfoque de
Sancho, sin embargo, es realista. Sabe lo que está sucediendo pero por temor
a la ira de su amo, decide no intervenir. Al final del fragmento sabemos que se
Sancho percibe la situación de manera humorística dado que la locura de su
amo le produce risa. Cervantes combina humorísticamente ambas
perspectivas, no solo para caracterizar a los personajes, sino para jugar con el
humor.

En el texto no podemos apreciar una diferenciación clara en el denominado


decoro poético de cada personaje pero es preciso destacar como la ira de don
Quijote le hace descender a los niveles más coloquiales del insulto: —¿Cómo me
puedo engañar en lo que digo, traidor escrupuloso? —dijo don Quijote—, ¡Válate el diablo por
hombre! —replicó don Quijote. Con esto, podemos ver como Cervantes quiere
parodiar a las novelas de caballerías, proponiendo un personaje humilde y
considerado anciano en la época que intenta imitar a un caballero joven con
un registro culto, que en momentos de cólera se reduce al habla popular.

Sancho, por su parte, utiliza un lenguaje más coloquial y popular, utilizando


refranes, como vemos en este caso, donde lo ha deformado humorísticamente
(—Yo me tengo en cuidado el apartarme —replicó Sancho—, mas quiera Dios, torno a decir, que
orégano sea y no batanes), cuya función es de hacer entretenida y cómica la
lectura al lector.

La ironía está presente, especialmente con el subtítulo que el propio Cervantes


da al capítulo (‘Capítulo XXI - Que trata de la alta aventura y rica ganancia del
yelmo de Mambrino, con otras cosas sucedidas a nuestro invencible caballero).
Además, el fragmento parodia las novelas de caballerías, utilizando el personaje
de un hidalgo anciano, Quijote, que confunde elementos de la vida real con
elementos de la novela de caballerías (bacía de metal con yelmo de oro,
barbero con caballero, asno con caballo). Igualmente, Quijote piensa que se
va a enfrentar en una batalla con un caballero, al que se dispone a atacar con
una lanza (como un enfrentamiento en las novelas de caballerías).

El narrador que emplea Cervantes en este caso es omnisciente, puesto que


narra en 3ª persona del singular y no forma parte de la historia aunque conozca
los sentimientos, sensaciones e intenciones de los personajes. Ejemplos:

‘Calló Sancho, con temor que su amo no cumpliese el voto que le había echado, redondo como
una bola’.

‘El barbero, que tan sin pensarlo ni temerlo vio venir aquella fantasma sobre sí, no tuvo otro
remedio para poder guardarse del golpe de la lanza sino fue el dejarse caer del asno abajo’.

‘Es, pues, el caso que el yelmo y el caballo y caballero que don Quijote veía era esto: que en
aquel contorno había dos lugares, el uno tan pequeño, que ni tenía botica ni barbero…’.

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No se trata de un fragmento verosímil, pero Cervantes intenta plantear una


situación cotidiana de un señor y su escudero, añadiendo la locura de Quijote
que rompe con la verosimilitud del fragmento. Se menciona la moneda del
maravedí (—Por Dios que la bacía es buena y que vale un real de a ocho como un maravedí),
moneda utilizada en la época y que aporta verosimilitud. Por otro lado,
elementos destacables que puede utilizar Cervantes para dar verosimilitud son
las comparaciones. El barbero, la bacía y su asno son un elemento verosímil que
representa la cordura, mientras que el caballo, el caballero y el yelmo de oro,
son un elemento fantástico que representa la locura. Cervantes contrapone la
locura (Quijote) y la cordura (Sancho), de una forma humorística para hacer la
lectura amena y entretenida al lector.

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