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De Parejas de Manuel Gonzalez Vera

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El viejo paradigma del amor (que consiste en la errónea creencia de que el éxito
conyugal depende de la suerte que tengas para encontrar a la persona adecuada, es decir
al príncipe o a la princesa, y después podrás tirarte a la hamaca, ya que el amor se
encargara de lo demás ) ha producido severos estragos en la pareja, la ha contaminado,
deformado, envenenado o enfermado en diferentes grados. Dicho paradigma produce
parejas con “malformaciones” o diferentes niveles de toxicidad, mientras que el nuevo
genera relaciones nutritivas.

Para que puedas apreciar de manera más concreta y específica la naturaleza de lo que
pueden parir, tanto el “vientre” del viejo como del nuevo paradigma del amor, diseñé
una tipología de la pareja, o clasificación de los estilos conyugales, pero antes de
mostrártela quisiera definirte lo que es una relación nutritiva y una tóxica. Para este
propósito voy a emplear como analogía la comida:

Existe aquella que después de ingerirla te deja una sensación de( bienestar y
satisfacción, amén de que sus propiedades alimenticias te fortalecen, vigorizan y
proporcionan salud. Existe otra variedad que se conoce como comida chatarra, que si
bien puede gustarte, no te proporciona las energías y nutrientes que el cuerpo necesita
para su óptimo desarrollo. Finalmente están los alimentos tóxicos, los cuales caen de
peso, provocan malestar y te enferman.

Pienso que con la pareja ocurre algo semejante; podemos encontrar personas que son un
exquisito manjar, un verdadero alimento para el espíritu, un gran estímulo para el
crecimiento personal y resultan ser un espléndido compañero en el viaje por la vida. Por
otro lado hay parejas chatarra que pueden dar fugaces momentos de deleite pero sin
esencia, sin sustancia, son productos desechables, turistas afectivos, en otras palabras,
son moneda falsa que nos dejan en el vacío. Por último están las parejas tóxicas que nos
indigestan el ser, nos llenan el alma de gases y nos provocan retortijones en el corazón.
A continuación describo al estilo número uno, que es el que genera el nuevo paradigma
del amor: las parejas despiertas es decir, aquellas parejas que se esmeran en
profesionalizarse y se esfuerzan y comprometen en su proceso de crecimiento. Después
revisaremos los estilos de pareja tóxicos, que son los derivados del viejo paradigma, de
las que no trabajan adecuadamente en aras de la evolución de su proyecto amoroso, en
las cuales, conforme asciende su enumeración en la escala, se hace evidente el aumento
de su inmadurez, disfuncionalidad y destructividad.

LA PAREJA NUTRITIVA
Tipo número uno. “Tus necesidades son tan importantes como las mías”.

Para precisar lo que es el amor existen muchas definiciones. Algunas son muy poéticas
pero poco realistas y otras más resultan falsas. Por eso este título que propongo me
complace mucho, porque es una afortunada manera de patentizar la expresión de la
madurez en el amor. Imagínate qué maravilloso, ¡tus necesidades son tan importantes
como las mías! Esto se traduce en que me dedicaré a satisfacer tanto mis necesidades
como las tuyas, independientemente de que yo esté de acuerdo o no con ellas. Esta
definición del amor pone de manifiesto que una relación es de dos y que para que una
pareja gane, ambos tienen que hacerlo, que si alguien gana y el otro pierde, la que
pierde es la relación. Considera qué sabroso y reconfortante resulta que tu pareja te
apoye para que realices tus propios proyectos.

Para ilustrar esto te voy a dar un ejemplo que solía poner a mis alumnas de Desarrollo
Humano. Les decía: “Imagínense que su esposo les da la noticia de que tiene que ir a
Guadalajara durante 15 días a tomar un curso de capacitación relacionado con su área
laboral, al cual asistirá con una gran ilusión toda vez que esto representa el desarrollo de
algo tan importante para él como lo es su profesión. Ya estando en Guadalajara, en
alguno de sus ratos libres acude a una librería para llevarle a su esposa de regalo algún
libro sobre psicología. Mientras revisa diferentes títulos levanta la vista y observa un
cartelón que informa que dentro de dos meses habrá un congreso sobre Los nuevos
avances en el Desarrollo Humano, el cual tendrá una duración de diez días y al que
asistirán los teóricos más importantes del mundo en la materia. En un gesto amoroso
decide pagarle a ella la inscripción, además de la estancia, alimentos y avión, de tal
forma que a su regreso llegue con esa sorpresa”. Por supuesto que a mis alumnas con
este ejemplo se les hacía agua la boca y nada más se quedaban suspirando. Tal vez te
parezca exagerado, pero esto es pensar en el otro, esto es amar, ya que quien logra hacer
suya esta actitud, alcanza la plenitud y felicidad a través de sí mismo, pero también a
través del otro; hace de la dicha del otro la suya propia sin perder de vista que él tiene
ya resuelta su propia realización personal a través de sus proyectos, pero la del otro
completa y enriquece sus anhelos.

Con esta historia que te narré vimos lo que es tomar en cuenta al amado. Ahora, para
que veas lo que es no considerar sus necesidades y su bienestar, ni cuidar su integridad
física y emocional, dicho de otra manera, lo que es la falta de compromiso, la
incapacidad de ponerse “en los zapatos del otro” o el egoísmo de pensar exclusivamente
en uno mismo, te cuento este chiste:

Un reo sentenciado a 50 años de cárcel por asesinatos y violaciones múltiples, se escapa


después de pasar 18 años en la prisión. Al huir, ingresa en una residencia en la que
duerme una joven pareja. El reo amarra al hombre a una silla y a la mujer a la cama.
Posteriormente aproxima unos instantes su cara al cuello de la mujer, después se
incorpora y sale de la habitación. El marido aprovecha ese momento para acercarse a su
esposa arrastrando la silla y le dice: ―Mi vida, este tipo no ha estado con una mujer en
años. Lo vi besando tu cuello, y aprovechando que salió, quiero pedirte que cooperes
con él y hagas todo lo que te pida. Si quiere tener sexo contigo, no lo rechaces y finge
que lo disfrutas. No lo hagas enojar. ¡Nuestras vidas dependen de ello! Sé fuerte mi
vida; yo te amo. Y la joven esposa le dice al marido: ―Querido, me alegra que pienses
así. Ciertamente, ese hombre no ha estado con una mujer en mucho tiempo, pero no
estaba besando mi cuello, me decía al oído que tú le pareces muy atractivo y quería
saber si guardamos la vaselina en el baño. Sé fuerte, mi vida, yo también te amo.
LAS PAREJAS CHATARRA Y LAS TÓXICAS

Tipo número dos. “Yo renuncio a X pero tú renuncias a Y. Los siameses”.

En éstas ya aparece un monto significativo de inseguridad. Les amenaza algún aspecto de la vida del
cónyuge, piensan que si el otro no deja lo que a ellos les incomoda, la relación no sobrevivirá; por lo que
se obligan el uno al otro a renunciar a eso que les genera gran inquietud y malestar.

En esta relación, mutuamente se van cercenando partes. Él le dice a ella: te quiero, pero la condición para
estar contigo es que no trabajes; ella le dice que acepta, pero a cambio de que él deje de jugar dominó con
sus amigos los jueves. Esto es como si se arrancaran o mutilaran partes de sí mismos; por lo tanto, ella se
queda sin su brazo derecho emocional y él, sin el izquierdo.
A continuación él le dice que está bien, siempre y cuando no regrese a sus cursos de Desarrollo Humano;
a lo cual ella contesta que está de acuerdo, siempre y cuando él deje de ver a su posesiva y agresiva
familia, con lo que ahora, él pierde su pierna izquierda emocional y ella, la derecha. Y así caminan por la
vida mutilados, pero eso sí, bien unidos, pegados como siameses; ya que para ambos sólo quedan un
brazo y una pierna. Estas relaciones suelen ser duraderas ―por la dependencia que se establece― y
satisfactorias merced a que con esa cercanía mitigan sus dolorosas vivencias internas de soledad e
inseguridad, pero al mismo tiempo limitadas e inmaduras.

Tipo número tres. “El gris es un buen color”.

La atmósfera cotidiana de estas parejas es insípida, monótona, anticlimática y rutinaria. Es como esas
plantas artificiales que a veces tenemos en casa, sin vida, sin olor, con texturas burdas. La vida afectiva se
ha desangelado; los intereses de la pareja, desdibujado; y sus ilusiones, desvanecido. Lo mismo da si
ocurren cosas o no, él se la pasa drogándose con su televisión o con su computadora y ella rumiando
cómodamente su depresión.

La pareja se convirtió en un autómata, en un zombi adormilado que deambula por la vida sin pena ni
gloria.

Los personajes de los reinos de los integrantes de estas parejas viven somnolientos y amodorrados, como
si estuvieran bajo el efecto de narcóticos.

Lamentablemente, este estilo es tan soporífero que al abordarlo me empiezo a contagiar de su aletargada
cadencia y de su monótono sonsonete. Es tan insípido que no hay mucho más qué decir acerca de él, salvo
que a muchas parejas les “motiva” y les “entusiasma” pintar su relación de ese color y que es uno de los
estilos más populares, taquilleros y solicitados.

Tipo número cuatro. “Nos encanta ser como dos líneas paralelas”.

Estas parejas se caracterizan porque justamente al ser como dos líneas paralelas, sus integrantes nunca se
juntan, lo que quiere decir que no se encuentran afectivamente: no se reúnen emocionalmente, no
convergen en la intimidad, no confluyen en el contacto. No pueden establecer un compromiso con el
proyecto amoroso porque están ya comprometidos con la sombra del amante.

Este tipo de parejas podemos identificarlas porque cada uno hace su vida por su lado. El siguiente chiste
expresa fielmente esta tendencia:

Un hombre le dice a su esposa: “¡Salgamos a divertirnos esta noche!”, a lo que ella contesta: “¡Buena
idea! El que llegue primero deja la luz de la entrada prendida”.

Algunos matrimonios suelen dormir en camas separadas o en diferentes recámaras, tienen poca
comunicación y de carácter superficial. Socialmente da la impresión de que algunos de ellos son de buena
calidad, sin embargo en la privacidad comparten pocas cosas, ya que lo que reina es la distancia
emocional.

Algunas de estas parejas pueden llegar a tener una vida sexual intensa y satisfactoria, pero sólo lo será en
el plano estrictamente biológico, pues sus arraigados temores inconscientes ahuyentan cualquier
manifestación de involucramiento sentimental, como lo pone en evidencia este chiste:

Pedro y María decidieron casarse. Algunos días después de la boda, la madre de ella no resiste la
curiosidad y va a ver cómo le ha ido en los primeros momentos de su matrimonio.

―Buenos días, m’ija, ¿n’osta el Pedro?


―Pos no, amá, se fue pa’la milpa.
―Pos vine a conocer tu choza, m’ija. Oiga, María, y aste, ¿ad´nde duerme?
―Pos aquí amá, en este petate.
―Ah, ¿y el Pedro, dónde duerme?
―Pos allá, amá, en el otro cuarto, en su petate.
―Ah, y cuando el Pedro quiere… ¿cómo le hacen?
―Pos me chifla, me levanto corriendo y voy.
―Ah, ¿y cuando asté quiere…?
―¡Ah!, pos me levanto corriendo, voy y le dijo: ¿Me chiflates, Pedro?
El chiste muestra, aunque en este caso no sea urbano sino del campo, cómo una pareja paralela puede
utilizar su ingenio para tener acceso a su sexualidad y al mismo tiempo para evitar la cercanía afectiva. El
reconocido escritor checo Milan Kundera opina al respecto: El amor no se manifiesta en el deseo de
acostarse con alguien, sino en el deseo de dormir junto a alguien. En el amor sin más importantes la
intimidad y el compromiso que la sexualidad, y la calidad de ésta se la dan aquéllas.

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