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WETIKO, EL VIRUS PSICOESPIRITUAL QUE ESTÁ INFECTANDO A TODA LA

HUMANIDAD

Hay un término que puede ser muy relevante para lo que estamos viviendo como
civilización: wetiko. Este término es usado por los indígenas nativos americanos (wetiko para
los algonquin, windigo para los ojibwa) para describir la forma de pensamiento que se desarrolla
entre personas que practican el canibalismo, como si fuera el virus mental del canibalismo. Se
dice que este patógeno engaña a su huésped y lo hace creer que obtener la fuerza vital de los
demás (plantas, animales, personas, etc.) es una forma lógica y racional de existir. En otras
palabras es el virus del egoísmo, o lo que Paul Levy ha llamado en su libro  Dispelling
Wetiko “egofrenia”, el egoísmo intrínsecamente como una enfermedad que impide reconocer la
realidad de que vivimos en un mundo interdependiente, que toda la vida tiene el mismo valor
intrínseco y que en realidad no existimos como egos separados.

En su libro Colombus and Other Cannibals, el historiador de la cultura nativo americana Jack


D. Forbes describe la creencia común entre comunidades indígenas de que los conquistadores
europeos estaban crónicamente infectados de wetiko. “Trágicamente, la historia del mundo en
los últimos 2 mil años es, en gran medida, la historia de la epidemiología de la enfermedad
del wetiko”, escribe Forbes. “El canibalismo es el consumo de la vida de otra persona para el
beneficio propio”. Puede que actualmente el canibalismo no ocurra de manera literal —aunque
se podría argumentar que alimentarnos de animales es una forma de canibalismo— pero ocurre
masivamente en la forma en la que se ejecuta nuestro sistema económico. Miles de millones de
personas viven entregando su jornada, toda su fuerza vital, persiguiendo una ilusión, una
fantasía ajena, y en el proceso entregando su riqueza a unos pocos. Podemos ver un canibalismo
en la voluntad de poder de conquistar el mundo y explotar la naturaleza; en el sobreconsumo y
en la extracción de todos los recursos con el fin de obtener más ganancias personales (una
especie de vampirismo también de la fuerza vital del planeta). Todo esto se hace en nombre de
la civilización, un argumento colectivo que es la más crasa hipocresía. Cuando le preguntaron a
Gandhi qué pensaba de la civilización occidental, contestó: “Creo que sería una buena idea”.
Una buena idea que pese a algunos intentos no ha logrado materializarse. 

Al final de cuentas el egoísmo, o la egofrenia, es un canibalismo psíquico. Decimos que es una
enfermedad espiritual o psicoespiritual porque centra toda la conciencia en una parte del cerebro
e impide reconocer la profundidad de la mente (que no está constreñida sólo a un cuerpo, a la
materia), es decir, se niega el aspecto espiritual del ser. “La civilización moderna padece un
extremo dominio de los aspectos racionales e intelectuales de la mente, un desequilibrio que
parece desconectarnos de la naturaleza, de la empatía y de nosotros mismos”, dice Levy.

Podemos creer que wetiko es sólo una forma, más o menos supersticiosa, de imaginar
concretamente nuestro egoísmo. Pero es posible que aunque sea sólo una enfermedad mental
pueda también contagiarse y replicarse en otras personas, como sugiere la teoría memética de
Richard Dawkins. De cierta manera la información se comporta como un organismo vivo que
busca perpetuarse, lo cual logra infectando a través de las ideas y el contenido mental (genes
culturales) a otros organismos. Paul Levy sugiere que el wetiko opera como un virus mental que
se esparce a través de nuestros puntos ciegos, de la mente subconsciente, y depende de nuestra
propia ignorancia de lo que está sucediendo, es decir, de no ver que estamos siendo arrastrados
por la importancia personal o la egofrenia. 

Levy compara el wetiko con el concepto de la Prisión de Hierro Negro  del escritor Philip K.
Dick. En sus visiones gnósticas Dick notó que “estamos en un tipo de prisión pero no lo
sabemos”. Debemos darnos cuenta de que estamos encerrados en una cárcel y que existe una
especie de simulación, generada por nuestra propia mente (infectada por un agente patógeno,
“un falsificador del espíritu”), que se superpone a la realidad. “La Prisión de Hierro Negro es

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una vasta y compleja forma de vida que se protege a sí misma induciendo una alucinación
negativa”.

La Prisión de Hierro Negro se replica creando a través de nosotros microextensiones de ella


misma, “extendiendo su pensamiento androide (la uniformidad) cada vez más”. A lo que Levy
agrega: "el pensamiento androide, esto es, pensamiento grupal robótico mecanicista (sin
creatividad programada en su sistema) es una de las cualidades de la mente tomada por wetiko”.
La enfermedad opera produciendo un sentido de aislamiento e independencia, de que estamos
solos aquí adentro y el mundo allá afuera es salvaje y hostil. “Wetiko nos distrae explotando
nuestra tendencia habitual inconsciente a ver la fuente de nuestros problemas como algo externo
a nosotros”. Dick había escrito también que creer que existe una realidad objetiva separada de la
mente que la observa sería “un terrible error intelectual”. Esto es importante porque esta
creencia en un mundo objetivo es la raíz de nuestra separación —lo que sustenta un mundo
dividido entre un sujeto y sus objetos— y es también el alimento que mantiene corriendo el
programa del ego como una realidad absoluta.

Philip K. Dick escribió: “A veces me parece que el planeta está bajo un hechizo. Estamos
dormidos o en un trance”. Dick creía que un demiurgo que había querido reemplazar la creación
original divina había producido un mundo falso, una realidad espuria —pero lo había creado a
través de nosotros. El demonio se había infiltrado en nuestra propia mente, al punto de hacernos
pensar que es nuestra mente. (En este sentido puede ser útil recordar la visión del budismo
tántrico de que los demonios son en realidad sólo las aflicciones de nuestra propia mente que se
proyectan hacia afuera). 

Debido a que a final de cuentas el mundo es divino y perfecto, según Dick, el mismo demiurgo
y su simulacro global —la Prisión de Hierro Negro o el mismo wetiko— son agentes de nuestra
propia evolución, la enfermedad puede ser el detonador de un estadio de conciencia, de un
reconocimiento de lo que es verdaderamente esencial en la vida. Se trata de descubrir que “hay
un universo detrás del nuestro, oculto en su interior”. “El mundo no es sólo una falsificación,
hay más: es una falsificación, pero debajo de ella yace otro mundo, y es ese otro mundo, ese
mundo del Logos, que se filtra y rompe a través”. Dick dice que podemos acceder a ese mundo
sin la necesidad de un sacerdote o intermediario. Para hacerlo debemos recordar (anamnesis)
que nosotros no somos realmente egos en un cuerpo sino que nuestra naturaleza es la misma que
la divinidad que hizo que se manifestara el universo en primer lugar, es decir que somos la
totalidad. Es por ello que el camino —y Dick era un ferviente cristiano gnóstico— es liberarse
de la importancia personal y no huir del sufrimiento consustancial del mundo, sino hacerlo
sacrificio en la trascendencia del conocimiento de esta unidad divina. “Si es que existe la
felicidad en el hombre, ésta viene de su renuncia voluntaria a su yo en favor de su participación
en el destino de la unidad total”, escribió Dick. “El poder supremo de la compasión es el único
poder capaz de resolver este laberinto”. Tenemos aquí una receta para escapar de la Prisión de
Hierro Negro (de la Matrix) y al mismo tiempo curarnos de este virus llamado wetiko.

A fin de cuentas la noción de que somos egos o seres individuales separados del mundo es sólo
un meme, quizás el meme más exitoso de la historia. Terence McKenna sugería que debíamos
contrarrestar los efectos del egoísmo que estaba destruyendo el planeta esparciendo otros
memes. En este sentido esparcir el meme de wetiko, es decir, hacer que nos demos cuenta de
que padecemos esta enfermedad utilizando mecanismos de replicación de información, podría
ser un poderoso remedio para tratar la psicosis colectiva que sufrimos.

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por Mind Bender (Russell Hallock)
11 Marzo 2015
del Sitio Web MindBendingTruth
traducción de Adela Kaufmann
Versión original en ingles
 
"Disipando a Wetiko
es uno de esos libros raros, valientes
que nos lleva a donde preferiríamos no ir:
A las profundidades de nuestra propia sombra.
Sin embargo, este es el viaje más importante
de nuestro tiempo presente...
Es una lectura obligada, sin lugar a dudas".
Caroline Myss
Autora de Anatomía del Espíritu
 
 
"El mundo sería un lugar mejor
si todo el mundo leyera este libro".
Sting

Temet Nosce 

La máxima inscrita en la del templo de Apolo en Delfos lee:


'Conócete a ti mismo.'
Esta es sin lugar a dudas escrito para fomentar la idea de que la mayor aventura que uno
puede emprender es el viaje interior.
 
Expresado en el núcleo, este es el único camino verdadero que podremos alguna vez
conocer. El truco está en reconocer que uno está, en última instancia, en ese camino. 

El camino es uno desgarrador, pero como una brújula, las obras escritas pueden ser la
herramienta más poderosa en la navegación de los mares de la conciencia. Libros escritos
por autores con conocimientos y experiencia pueden solidificar una hoja de ruta conceptual
para la mente.
 
Disipando a Wetiko - Rompiendo la Maldición del Mal (Dispelling Wetiko - Breaking the
Curse of Evil) es uno de esos trabajos.
 
Paul Levy magistralmente interpreta el papel de guía de caminos en el mundo del sub-
consciente y lo paradójicamente abstracto mediante el análisis y rompiendo la sombra en
nosotros mismos. 

Un término acuñado por C.G. Jung, esta definición de Disipar a Wetiko,


"la sombra suele concebirse típicamente como las partes subdesarrolladas,
indeseables, e inferiores de nuestra personalidad, los aspectos de nosotros
mismos que nos más reprimimos, es la parte de nosotros mismos de la que
estamos menos orgullosos y queremos esconder de los demás."
Vivimos en un tiempo en que nuestra sombra se oculta a la vista.

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Ha habido muchas formas de expresar este concepto durante los siglos.


 
La palabra wetiko proviene del nativo americano de la tribu Cree,
"...Un término que se refiere a una persona diabólicamente malvada o
espíritu que aterroriza a los demás por medio de actos de maldad."
Levy entendió a través de sus propias experiencias y estudios de otros investigadores, el
budismo y a C.G. Jung que wetiko se ajusta a su idea de la expresión de esta fuerza.
 
Y sin embargo, es como se abren misteriosamente a interpretaciones creativas en relación a
nuestra circunstancia actual, sociológicamente.
 
Él dice:
"Para mí, Wetiko 'me suena' como un mantra, ya que no es una palabra
conocida, Una palabra occidental asociada con un significado literal,
conceptual de la misma manera que son asociadas las palabras en inglés.
 
Los mantras operan en el nivel de vibración del sonido, ya que llevan un
nivel de fonemas, nivel sensual del significado afectivo que no es traducible
a definiciones conceptuales, que hablan y resuenan con una parte no verbal
de nuestro ser".
Wetiko en última instancia, puede ser visto como un virus psíquico que infecta al anfitrión
con una necesidad caníbal psicótico y se alimentan de infectar a otros.
 
El virus en sí no es una entidad física, sino más un parásito hiper-dimensional psíquico que
transforma al individuo infectado en un depredador psiconeurótico. 
 
Al igual que un vampiro, los más infectados son realmente la antítesis de toda vida y se
mueven sin empatía hacia la obliteración. Piense en los personajes más infames de la
historia y uno puede conseguir una imagen más clara de esta expresión. 
 
Sea como fuere, el propósito de este estudio es reconocer cómo puede existir este virus
dentro de nosotros y la forma de entender el papel que jugamos en conjunto en esta
expresión.

Un elemento clave para contemplar plenamente esta información está en observarlo en otros,
pero en última instancia, reconocerlo en uno mismo.
 

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En la página 129,
"Es la negación de la humanidad del otro lo que se encuentra en el corazón
del misterio del mal. Para el teólogo y filósofo cita Abraham J. Heschel,
 
'Lo contrario de humanidad es brutalidad... La brutalidad es a menudo
debido a un fallo de la imaginación... El hombre se volvió bestia, se
convierte en su opuesto, un 'generis sui especie'.
 
Lo contrario de lo humano no es el animal, sino lo demoníaco ».
En un wetiko completo hay un goce perverso de dominación sobre otra persona (s), lo que
implica un proceso de deshumanización, de transformar a una persona en un objeto, una
"cosa", en el que la libertad del otro es quitada. Este proceso es la esencia misma del
impulso sádico.
 
Su sadismo es una manera de transformar sus sentimientos de impotencia en una experiencia
delirante de omnipotencia"
 
Entienda, el mundo es manejado por estos wetikos. Para comenzar verdaderamente a
evolucionar y curar el mundo exterior, la gente tiene que darse cuenta y afectar el cambio en
el mundo en el interior. El primer paso es reconocer esta verdad. 
 
Creo que un fuerte en la presentación de Levy es su comprensión conceptual y la
articulación de la paradoja. 
 
Paradoja: del latín paradoxum, del griego paradoxon, del neutro paradoxos contrario a lo
esperado.
1. una declaración que es aparentemente contradictoria u opuesta al
sentido común y sin embargo, es tal vez la verdadera
 
2. un argumento que al parecer deriva conclusiones contradictorias por
deducción válida a partir de premisas aceptables
 
3. uno (como una persona, situación o acción) teniendo cualidades o
fases aparentemente contradictorias
 

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En el capítulo titulado El mal, en la página 146, Levy afirma,


"En el Diálogo gnóstico del Salvador, dice,
"Quien no conoce el mal no es ajeno a él."
Wetiko fuerza sobre nosotros la responsabilidad de la evolución para
volverse íntimamente relacionado con y llegar a un acuerdo con el mal
dentro de nuestros propios corazones.
 
El arte de la alquimia era un intento de integración simbólica del mal,
localizar el drama divino de la redención en la humanidad misma. Esto
implicó un proceso de llegar a un acuerdo con el inconsciente, que siempre
se convierte en una necesidad cuando nos enfrentamos a su primitiva
oscuridad.
 
No hay escape del mundo, la carne y el diablo; sólo pueden ser
verdaderamente renunciados al ser enfrentados y superados. Cuanto menos
mal se reconoce, más peligroso es.
 
En la medida en que no hemos erradicado el insecto wetiko dentro de
nosotros mismos, nosotros somos cómplices de la co-creación del mal en el
mundo.
 
El texto gnóstico El Evangelio de Felipe dice:
Mientras la raíz de la maldad está escondida, es fuerte. Pero
cuando se reconoce, se disuelve
 
Cuando es revelada, perece... En cuanto a nosotros, vamos a
cavar cada uno buscando la raíz del mal que está dentro de
cada uno de nosotros, y produce sus frutos en nuestros
corazones. Nos domina.
 
Somos sus esclavos. Nos lleva a la cautividad, para
obligarnos a hacer lo que no queremos, y lo que nosotros
queremos, no lo hacemos. Es potente porque no lo hemos
reconocido". 
El estudio contemplativo del yo, moviéndose más profundamente en las cavidades que
llamamos el subconsciente; luz brillando con el poder de la verdad expone la sombra que se
expresa en todos nosotros. 

Participando en este trabajo lo deja a uno profundamente afectado y reflexivo de la propia


expresión dinámica personal de uno. Me he quedado un poco más lúcido y consciente de los
puntos de conexión a las piezas del rompecabezas en la exploración de mi propio drama
personal. 

Uno de mis pasajes favoritos es en la sección titulada Lógica Valorado en Cuatro.


 
Aunque hay áreas de evaluación de la información que requieren la posición axiomática de
verdadero o falso, bueno o malo, este enfoque ha sido utilizado en la manipulación de la
mente en una perspectiva limitada y sin pensamiento más profundo.
 
Un ejemplo sería el discurso de G.W. Bush acerca de la 'guerra contra el terror'.
 
Él dijo,

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"O estás con nosotros o estás con los terroristas".
Exactamente...
 

 
Del capítulo titulado Entendiendo Wetiko, comenzando en la página 40 tenemos esta
explicación,
"La naturaleza paradójica aparente de wetiko no puede resolverse en el
marco del estándar Aristotélico, la lógica de dos valores estándar que es
fundamental para el pensamiento analítico occidental, donde las cosas son,
ya sea verdad o falso, o bien existen o no existen.
 
Esta paradoja es en sí misma una función directa o artefacto de las
limitaciones intrínsecas integradas en una naturaleza mutuamente
excluyente, binaria, una lógica de dos valores. Tener una utilidad definida,
dos con valores lógicamente funciona por contraste, dando atributos a las
cosas y haciendo distinciones, limitándolos de esa forma. Algo es "esto"
solamente al definirlo como que 'no es eso'.
 
Nuestro muy propio idioma, en la categorización de las cosas e ideas, nos
condiciona de una manera lógica dualista, de una forma lógica de pensar de
dos valores. La axiomática de conjuntos a través de la cual vemos el mundo
y su lógica condiciona nuestras mentes.
 
Para tener una idea de la realidad no ordinaria de wetiko, tenemos que
introducir una forma más elevada de lógica con el fin de entender aquello
que nos ocupa. 

La solución a este tipo de paradojas aparentes como wetiko se encuentra


fuera de nuestra forma convencional de pensar: su re-solución está fuera de
la caja.
 
Un ejemplo: algo tan básico como la paradoja onda/partícula de luz requiere
abordad una lógica expandida. Es bien sabido que en las condiciones de los
diversos arreglos experimentales, la luz exhibe, ya sea propiedades
ondulatorias o propiedades como-partículas.
 
Pero, ¿cuál es, entonces, la naturaleza esencial de la luz? La pregunta no es
susceptible a la lógica usual de dos valores, y puede ser mejor abordada por
lo que es conocido como lógica de cuatro-valores, un tipo de lógica que es
ajena y está fuera del pensamiento occidental.
 
La lógica de dos valores está basada en la ley del tercero excluido, en la
cual las cosas son, o bien (1) verdad o (2) falsas.

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Por contraste, la lógica de cuatro-valores incluye el centro y los extremos
que lo rodean, por lo que las cosas son (1) verdad, (2) falsas, (3) a la vez
verdad y falsas (4) ni verdad ni falsas.
 

 Es imposible usar la lógica exclusiva de dos valores para mostrar toda la
gama de posibilidades en cualquier situación dada.
 
Las alternativas ofrecidas por la lógica de cuatro-valores, sin embargo,
representan todos los posibles puntos de vista desde el cual puede verse
cada problema. La lógica de cuatro-valores cubre el rango de cualquier idea
que uno puedas tener acerca de algo.
 
La lógica de cuatro-valores se encuentra entre las polaridades creadas por la
lógica de dos valores de la dualidad. La lógica de cuatro-valores es la lógica
de la interdependencia, la plenitud ilimitada, y la unidad de todas las cosas.
 
Superando los límites arbitrarios de la mente racional, la lógica de cuatro-
valores des-construye la mente condicionada en un estado natural de verlo
de manera integral y holísticamente. Cambia literalmente la conciencia de la
mente para permitir una nueva y ampliada comprensión de la realidad, lo
que permite a la mente trascender su propio control y entender la realidad y
el pensamiento.
 
Verdaderamente subversiva, lógica de cuatro-valores socava nuestra
capacidad de aferrarse a cualquier posición fija que sea.
 
Al rechazar cualquier punto de vista, así como todas las vistas, la lógica de
cuatro-valores es, en esencia, el rechazo de la competencia de la razón
aristotélica estándar para comprender la naturaleza fundamental de la
realidad, una realidad que en última instancia trasciende el pensamiento.
 
Expandiendo la dimensionalidad del pensamiento lógico, la lógica de cuatro
valores describe y es una expresión de un sistema no conceptual de
pensamiento que lleva más allá el pensamiento mismo, generando una
conciencia intuitiva de la existencia eterna del campo no local subyacente
que impregna todo. 

La física cuántica señala que nuestro universo aparentemente objetivo es


más como un sueño de lo que imaginamos. La naturaleza de ensueño de
nuestro universo es articulada en un contexto científico moderno a través de
lo que se llama el Efecto Observador, que señala que, al igual que dentro de
un sueño, en el acto de observar afectamos y evocamos el universo que
estamos observando.
 
Por lo tanto, no tiene sentido hablar de un mundo aparentemente
objetivamente existente separado de un observador, como nosotros mismos,
o un observador independiente, tal como nosotros mismos separados del

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mundo observado.
 
Así como en un sueño, el observador es el observado; vivimos en un
universo participativo. Volviendo a nuestro ejemplo, la verdadera naturaleza
de la luz no es acomodada, por, ya sea una onda o una partícula, porque la
forma en que se manifiesta la luz depende de la forma en que se observa ('en
que es soñada').
 
Hablando de la onda como calidad de luz, por ejemplo, la lógica de cuatro-
valores afirma que la luz es una onda (que bajo ciertas condiciones que lo
es), la luz no es una onda (que en otras condiciones es verdadera), la luz,
por lo tanto, es una onda y no es una onda, y la luz no es ni una onda ni una
no-onda. Esto abarca realmente todas las posibilidades.
 
Del mismo modo, wetiko existe y no existe, tanto existe como no existe, y
ni existe ni no existe.
 
Ser capaz de ver a través de esta visión más holística del mundo es estar en
un estado expandido de conciencia en el que no estamos creando o
invirtiendo en un innecesario estado de dualidad.
 

 
Tanto la luz y wetiko se inscriben dentro y son expresiones del mismo
campo unificado subyacente.
 
Al igual que wetiko, la luz no es un objeto que existe solamente en el
espacio y el tiempo. Su aspecto fotónico existe en el espacio y el tiempo en
tres dimensiones, pero en otro aspecto de la luz no lo hace.
 
La lógica de cuatro-valores nos da un mayor rango de posibilidades con las
que captar la realidad de ciertos fenómenos, tales como la naturaleza de la
luz, y la lógica de cuatro-valores nos ayudará a conseguir una manija en la
naturaleza de wetiko.
 
Un camino espiritual en sí mismo, la lógica de cuatro-valores es un camino
de expansión mental y liberar la mente a la amplitud y la compasión.

Otro ejemplo de lógica de cuatro-valores es la paradoja del gato de


Schrödinger, un famoso experimento mental en la física cuántica, que
mostró que el universo puede decirse que existe en una forma particular
hasta que haya un observador para experimentarlo.
 
La clave de esta paradoja es lo que se conoce como el principio de
"superposición", que establece que hasta que nos fijamos y colapsamos la
infinitud de la función de onda, el universo está en realidad en todos los
estados posibles de forma simultáneamente.
 
Esto quiere decir que en el experimento del gato de Schrödinger, el gato

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está a la vez vivo y muerto hasta que es observado. En el nivel de la mente
convencional y la realidad ordinaria, esto es obviamente falso y sin sentido,
pero muestra los límites de la lógica aristotélica, es decir, esta paradoja no
es consistente con la lógica de dos valores.
 
Al igual que con la paradoja de la luz, usando la lógica de cuatro valores
podemos decir que el gato no está ni vivo ni no vivo al mismo tiempo; este
es el verdadero significado de la superposición de los estados en la función
de onda de la mecánica cuántica.
 
Decir que el gato de Schrödinger está ni vivo ni no vivo es una declaración
que potencialmente puede disolver las restricciones convencionales de la
mente conceptual a fin de revelar la conciencia desnuda, la esencia básica
de la mente no-condicionada.
 
No somos capaces de entender conceptualmente la lógica de cuatro-valores,
sin embargo, con una mente que ha sido condicionada a pensar con lógica
de dos valores. La lógica de cuatro-valores señala y nos introduce a una
experiencia directa de la realidad más allá del condicionamiento rígido y de
la lógica de dos valores.
 
Ver el mundo a través de la lógica de cuatro-valores nos da mayores grados
de libertad de elección, ya que faculta activamente nuestro libre albedrío. 
 
La lógica de cuatro-valores arroja luz sobre lo que somos. Por ejemplo, por
un lado, somos un cuerpo que existe en el espacio y el tiempo. Pero, por
otro lado, tenemos claro que no somos sólo un cuerpo.
 
Como organismo corporal, nosotros somos finitos, mortales, y sujetos al
sufrimiento, pero al mismo tiempo, no somos un cuerpo, sino una
conciencia, que vive en un universo multidimensional.
 
Somos parte de una conciencia fuera del espacio/tiempo, participando en un
universo de dimensiones superiores, no local. Nosotros, somos tanto un
cuerpo como no somos un cuerpo. Y no somos ni un cuerpo ni somos un
cuerpo.
 
La lógica de Cuatro valores ilumina cómo somos capaces de ser a la vez un
ser y no ser un ser, separados como cuerpos y no separados en la
conciencia.
 
La lógica de cuatro valores, la lógica que wetiko demanda con el fin de
entender, nos presenta a quienes somos en realidad más allá de las
limitaciones restrictivas del dualismo mente/cuerpo.
 

 
A medida que profundizamos nuestra contemplación de wetiko, cada vez es
claro que wetiko es la fuente del mal más oscuro, mientras que al mismo

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tiempo, potencialmente,
 liberamos nuestra mente
 nos curamos de nuestra actitud equivocada
 expandimos nuestra conciencia
 cambiamos nuestra identidad
 nos ayudamos a lograr la gnosis de lo divino
 potencialmente nos despertamos a nosotros mismos
¿Podemos, por tanto, todavía decir que wetiko es el mal?
 
La lógica de cuatro-valores afirmaría:
 wetiko es malvado
 no es malvado
 es a la vez el malvado y no es malvado
 no es ni malvado ni no malvado
En otras palabras, wetiko no sólo es el arquetipo del mal, sino que
entender a wetiko significa hacerse una idea del lugar más profundo que
desempeña el mal en el plan cósmico de la creación, la salvación, la
redención y encarnación de la Divinidad.

Aunque uno de los canales a través de los cuales se manifiesta wetiko es a


través de las personas, no se puede decir que wetiko existe en los individuos
por separado del terreno circundante, por la sencilla razón de que los
individuos no existen como entidades separadas, discretas aisladas del
terreno circundante en y entre sí mismos.
 
No puede ser visto o entendido desde el punto de vista fijo del yo separado,
wetiko es un fenómeno relacional, en el sentido que wetiko sucede en el
espacio entre nosotros (así como el espacio entre "partes" de nosotros
mismos), al relacionarnos unos con otros, nosotros mismos y el mundo en
general. Es como si wetiko "colocara" el inconsciente entre yo y el otro.
 
No hay enfermedad wetiko que sólo exista en un solo individuo.
 
Siendo imaginal, wetiko no existe como una entidad objetiva aislada y
separada de nuestra conciencia subjetiva. El cuerpo sutil de wetiko es una
(in)materialización del campo interactivo entre nosotros.
 
Wetiko existe en el lugar 'intermedio' en el que todos estamos
inseparablemente interconectados y, en el sentido más profundo, no existen
como entidades aisladas. No somos las víctimas pasivas de la psicosis de
wetiko. Wetiko es algo en lo que estamos potencialmente participando y
estamos activamente co-creando entre nosotros en cada momento.
 Wetiko es un fenómeno de soñar, en que todos estamos soñando juntos la
epidemia de wetiko".

 
"Uno no se vuelve iluminado
imaginando figuras de luz,
sino haciendo consciente la Oscuridad.
Este último procedimiento, sin embargo,
es desagradable,
y por lo tanto, no popular”.
Carl Jung 
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Según los nativos americanos el Wetiko es un mal espíritu que suele invadir la

mente del ser humano. Se trata del “virus” del egoísmo, un patógeno psíquico que

obliga a la persona a alimentar sus propias necesidades como un ser famélico que

nunca tiene suficiente. Dicha presencia nos aboca a una suerte de involución donde

tarde o temprano la humanidad se convierte en su peor enemigo…

Esta curiosa, pero a la vez inquietante visión, se recoge en un libro de lectura casi

obligada. Fue Paul Lévy, conocido admirador del legado de Carl Jung y columnista

habitual en “The Guardian” quien dio forma a un trabajo digno de reflexión

titulado  “Dispelling Wetiko” (Disipando al Wetiko). Según él mismo afirma,

vivimos un momento donde gran parte de los fenómenos psicosociales que nos

envuelven demuestran que el “virus” del egoísmo está más presente que nunca.

El Wetiko es una palabra que usan los nativos americanos para designar a una

persona diabólicamente malvada que no se preocupa por el bienestar o la

integridad de sus semejantes.

Ahora bien, ese legado que Levy quiere dejarnos con su libro dista mucho de tener

un mensaje negativo, de reproche o advertencia, todo lo contrario. Todo virus busca

un anfitrión al que invadir y del cual nutrirse; sin embargo, cada uno de

nosotros podemos poner en funcionamiento barreras defensivas adecuadas

y fortalecer nuestro “sistema inmunitario” psicológico para que esto no ocurra.

El Wetiko, el egoísmo humano y el concepto de sombra de Carl


Jung

El historiador Jack Forbes explicó en su libro “Colombus and Other

Cannibals”  que cuando las comunidades indígenas tomaron contacto con todos

aquellos conquistadores europeos que buscaban invadir sus tierras y su mundo, los

definieron como personas infectadas por el Wetiko. Fue la tribu de los cree de

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Canadá quienes usaron esta designación por primera vez, aunque los ojiwa, por

ejemplo, utilizaban ya el conocido término “windigo”.

Sea como sea, la visión que tenían del hombre blanco o “civilizado” era el un

ser aquejado por el “virus” del egoísmo, una entidad maligna que les abocaba a

querer para sí la fuerza vital de la naturaleza , de sus recursos y del resto de seres

humanos. Por su parte Paul Lévy explica en su libro que esta idea es la misma que

Carl Jung utilizó para hablarnos del concepto de Sombra, ese arquetipo del

inconsciente que en realidad todos compartimos.

Así, dimensiones tan comunes como los celos, la avaricia, el ansia de dominio y

el propio egoísmo, son en realidad producto de nuestra colectividad

inconsciente, nuestras sombras más oscuras y ese “yo” disociado de la consciencia

que se deja llevar por los actos más ruines. Podríamos decir por tanto que aquel

espíritu maligno, ya definido por los indios americanos, era para Jung una entidad

algo diferente, era algo que nunca vino de fuera para poseernos, sino que siempre

estuvo en nuestro interior.

En realidad, todos llevamos esa Sombra dentro, pero de nosotros depende otorgarle

más o menos poder…

Cómo vencer el “virus” del egoísmo

Podemos vencer y eliminar al “virus” del egoísmo de nuestras vidas. Un modo

de lograrlo es familiarizándonos con lo que Carl Jung denominó como “daemon”, el

demonio de nuestra Sombra. Así, algo que deberíamos tener claro desde un

principio es que ese demonio se nutre y se engrandece de la avaricia, la envidia, el

desprecio o la necesidad de dominio. Todas esas dimensiones han tenido a su vez

unos efectos temibles a lo largo de nuestra historia.

La malevolencia del Wetiko ha gobernado nuestra realidad durante mucho tiempo .

Es más, a día de hoy avanza con soltura por muchas de nuestras parcelas sociales

más comunes. Le damos poder, lo obedecemos y nos dejamos llevar. Por ello, tal y

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como Carl Jung nos explicó en su momento en libros como “El encuentro con la

Sombra”, nuestra responsabilidad está en tomar conciencia de ello, en hacer

conscientes todas esas pulsiones que navegan en nuestros abismos

inconscientes.

En caso de que todos nos dejáramos llevar por dichas pulsiones, por poseer lo que

tiene el otro, por manipular a nuestros allegados en beneficio propio o en conseguir

el máximo beneficio posible aún a costa de hacer daño a los demás, caeríamos en

una psicosis colectiva  donde todos acabaríamos perdiendo. El egoísmo no es un

mal moderno, es una enfermedad vieja que aún no hemos erradicado. 

para trabajar en nuestra propia sombra y poder así disipar o disuadir al


Wetiko, debemos practicar la autorreflexión.

Es una parte de nosotros mismos que escondemos; al ocultarla permitimos que ella

misma busque su alimento, que se nutra de la codicia, la envidia o el desprecio para

llenar así sus vacíos .  Seamos por tanto capaces de sanar el “virus” del egoísmo

trabajando nuestros conflictos internos, potenciando nuestro crecimiento

personal y lidiando con esa sombra que resta calidad a la vida y al propio concepto

de humanidad.

https://lamenteesmaravillosa.com/5-habitos-exoticos-que-te-haran-mas-feliz/

El rechazo es la herida emocional más profunda


5 minutos

Hay heridas que no se ven pero que pueden arraigarse profundamente en nuestra
alma y convivir con nosotros el resto de nuestros días. Son las heridas emocionales, las
huellas de los problemas vividos en la infancia y que determinan en ocasiones como será
nuestra calidad de vida cuando seamos adultos.
Una de las heridas emocionales más profundas es la del rechazo porque quien la
padece se siente rechazado en su interior, interpretando todo lo que sucede a su

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alrededor a través del filtro de su herida, sintiéndose rechazado en ocasiones aunque no lo
sea.
Veamos con más detalle en qué consiste esta herida.

Origen de la herida emocional del rechazo

Rechazar significa resistir, despreciar o denegar, lo que podemos traducir en “no

querer” a algo o alguien. Esta herida nace del rechazo de los padres hacia su

hijo o en ocasiones, del sentirse rechazado por los progenitores, sin haber

intención por parte de estos.

Ante las primeras vivencias de rechazo se comenzará a crear una  máscara  para

protegerse de este sentimiento tan desgarrador que va ligado a la infravaloración de

uno mismo y que se caracteriza por una personalidad huidiza según las

investigaciones llevadas a cabo por Lise Bourbeau. Así la primera reacción de la

persona que se siente rechazada será huir, por lo que no es raro que siendo niños

se inventen un mundo imaginario.

El rechazo que el niño puede sentir por parte de sus progenitores puede

desencadenar consecuencias internas y externas a largo plazo. Gracia, Lila y

Musitu (2005) destacan entre los comportamientos internalizados: pasividad,

apatía, retraimiento social, sentimientos depresivos, conductas autodestructivas,

alteraciones nerviosas y problemas somáticos. Entre los comportamientos

externalizados encontramos impulsividad, hiperactividad, desobediencia, conducta

destructiva, falta de autocontrol y comportamiento violento.

En los casos de sobreprotección, más allá de la faceta superficial enmascarada de

amor, el niño se percibirá como rechazado pues no es aceptado como es. El mensaje

que le llega es que sus capacidades no son válidas y por eso tienen que protegerlo.

Cómo es la persona que tiene la herida del rechazo


A partir de las heridas emocionales sufridas en la infancia se conforma una parte de

nuestra personalidad. Por ello, la persona que padece la herida del rechazo se

caracteriza por infravalorarse y buscar la perfección  a toda costa. Esta

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situación la llevará a una búsqueda constante del reconocimiento de los otros que le

costará saciar.

Según Lisa Bourbeau, será con el progenitor del mismo sexo con el que más

presente se hará esta herida y ante el que la búsqueda de amor y reconocimiento

será más intensa, siendo muy sensible a cualquier comentario que proceda de él.

Las palabras “nada”, “inexistente” o “desaparecer” formarán parte su vocabulario

habitual, confirmando la creencia y sensación del rechazo que tiene tan impregnada.

De este modo, es normal que prefiera la soledad porque si recibe mucha atención

habrá más posibilidades de ser despreciada. Si tiene que compartir experiencias con

más gente, intentará pasar de puntillas, bajo el caparazón que se construye, apenas

sin hablar y si lo hace, tan solo será para infundirse valor a si misma.

Además, vive en una ambivalencia constante porque cuando es elegida no se lo cree


y se rechaza a sí misma e incluso llega a sabotear la situación y cuando no lo es, se
siente rechazada por los demás. Con el paso del tiempo, la persona que padece la
herida del rechazo y no la sana, puede volverse rencorosa  y llegar al odio, fruto
del intenso sufrimiento vivido.

A mayor profundidad de la herida del rechazo, mayor probabilidad hay de ser

rechazada o rechazar a los demás. 

Sanar la herida emocional de rechazo

El origen de cualquier herida emocional proviene de la incapacidad de perdonar

aquello que nos hacemos o nos hacen los demás.

Cuanto más profunda sea la herida del rechazo, mayor será el rechazo hacia si

mismo o hacia los demás, el cual puede ocultarse tras la vergüenza . Además, habrá

mayor tendencia a la huida, pero esta tan solo es una máscara para protegerse del

sufrimiento generado por esta herida.

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La herida del rechazo se sana prestando especial atención a la autoestima,

comenzando a valorarse y reconocerse por si mismo sin necesitar la aprobación

de los demás. Para ello:


 Un paso fundamental es aceptar la herida como parte de uno mismo para
poder liberar todos los sentimientos atrapados. Si negamos la presencia de
nuestro sufrimiento no podremos trabajar para sanarlo.
 Una vez aceptada, el siguiente paso sería perdonar  para liberarse del pasado.
En primer lugar a nosotros mismos por el trato que nos damos y en segundo
lugar a los demás, porque las personas que nos han herido probablemente
también padezcan algún profundo dolor o una experiencia hiriente.
 Comenzar a cuidarse con amor y priorizarse. Prestarnos atención y darnos el
amor y el valor que merecemos es una necesidad emocional imprescindible
para seguir creciendo.

No podemos llenar el infinito

Algunas perspectivas aseguran que nuestra auténtica naturaleza es infinita y

haciendo un paralelismo con esta creencia observaremos que hasta que no sanemos

la herida, nada nos hará felices. El rechazo se convertirá en un agujero negro

que poco a poco irá engullendo y destruyendo todo aquello externo que nos

haga felices. Cuando nos hagan un cumplido lo rechazaremos, e incluso, nos podrá
sentar mal. Cuando alguien quiera pasar tiempo con nosotros pensaremos que lo

hacen porque no tienen otra cosa mejor que hacer.

El sentimiento de rechazo equivaldría al infinito, y todo lo que sea externo sólo lo

llenará temporalmente, por eso, lo más importante es comenzar desde dentro. Se

trata de un trabajo interior que debemos empezar cuanto antes, porque al fin y al

cabo, esta sensación de rechazo no es más que nuestra forma de ver la vida. Y  si

comenzamos a cambiar nuestro enfoque y nuestra visión de la realidad,

comenzamos a experimentar una vida completamente diferente.

Aunque no podemos borrar el sufrimiento vivido en el pasado, siempre podemos

aliviar nuestras heridas y ayudar a que cicatricen para que su dolor desaparezca o al

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menos se alivie. Porque de acuerdo con lo que dijo Nelson Mandela de alguna

manera somos capitanes de nuestra alma.

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