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UNA MIRADA ESCÉPTICA SOBRE EL REALISMO


CIENTÍFICO

(en Caorsi C., Navia, R. y Melogno, P. (comps), Actas del 1º Congreso de la Sociedad Filosófica del
Uruguay, Montevideo: SFU, 2012, pp. 473-481. ISSN: 1688-9649)

Alejandro Víctor Thiry


Universidad de Buenos Aires – Argentina
alethiry@gmail.com

Resumen: El argumento de la subdeterminación de las teorías por todos los datos


posibles cuestiona algunas tesis centrales del realismo científico. Se ha señalado que
la verdad de la tesis de la subdeterminación no ha sido fehacientemente establecida.
Al respecto, mi propósito es mostrar que la suposición de que dicha tesis es falsa no
favorece la posición realista. En oposición al argumento del no milagro, mostraré,
mediante un ejemplo, otra explicación plausible del éxito de la ciencia. Finalmente,
apelaré a la inducción pesimista a fin de reforzar un punto de vista escéptico sobre el
realismo científico.

Palabras clave: Tesis de la subdeterminación - argumento del no-milagro - inducción


pesimista.

A SKEPTICAL VIEW ON SCIENTIFIC REALISM

Abstract: The argument of the underdetermination of theory by all possible data


questions some central theses of scientific realism. It has been pointed out that the
truth of the underdetermination thesis has not been well established. With respect to
this issue, my purpose is to show that the supposition that the undetermination thesis
is false does not help the realist position. Against the non miracle argument, I’ll offer
an example of another plausible account of the scientific success. Finally I’ll appeal
to the pessimistic induction in order to reinforce a skeptical view on scientific
realism.

Keywords: Underdetermination thesis – non miracle argument - pessimistic


induction.
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1) INTRODUCCIÓN
El debate entre realistas y anti-realistas científicos es uno de los más
importantes en la actual Filosofía General de la Ciencia. En su ataque a sus
adversarios, los anti-realistas esgrimen dos argumentos principales: el de la
subdeterminación de las teorías por los datos, y la inducción pesimista. Los realistas,
por su parte, objetan ambos argumentos, y defienden su posición mediante su famoso
argumento del no-milagro, el cual parece ser el único razonamiento importante del
que disponen. En el presente trabajo trataré de mostrar que hay buenas razones para
defender una postura escéptica, en oposición al realismo científico.
El realismo científico ha sido objeto de diversas caracterizaciones a lo largo
del debate realismo-anti-realismo (ver, por ejemplo, van Fraassen, 1980: 8; Kukla,
1998: 3-4; Carman, 2005: 43-64). De acuerdo con Diéguez Lucena (Diéguez Lucena,
2005: 252-253), el realismo científico engloba las siguientes cuatro subtesis:
A) Realismo ontológico: Existen las entidades no observables postuladas por las
teorías científicas bien establecidas.
B) Realismo epistémico1: Las teorías científicas nos brindan un conocimiento
adecuado, pero perfectible, de la realidad tal como ésta es.
C) Realismo semántico: Las teorías científicas son verdaderas o falsas en función
de su correspondencia con la realidad.
D) Realismo progresivo: La ciencia progresa hacia la verdad y ésta es su meta.
Además, cada teoría nueva contiene más verdad o menos falsedad que su
predecesora.
Vale señalar que la adopción de una posición realista no exige aceptar todas estas
tesis al mismo tiempo, o en el mismo grado. Diéguez Lucena (Diéguez Lucena, 2005:
254-255) considera que si se acepta el realismo epistémico, implícitamente se está
aceptando el realismo ontológico, pues carecería de sentido decir que las teorías
científicas brindan un conocimiento adecuado, pero perfectible, de la realidad y, al
mismo tiempo, afirmar que los términos teóricos de dichas teorías no refieren en
absoluto2. Sin embargo, algunos realistas estructurales (por ejemplo, Ladyman)
aceptan la tesis epistémica pero no la ontológica. Pero en este trabajo no me referiré
al realismo estructural sino que me limitaré a examinar el realismo científico clásico
que, en general, sostiene que nuestras teorías científicas más exitosas son tales que
sus términos teóricos refieren y, además, ellas son verosímiles3. Por cierto, es posible
ser un realista semántico sin aceptar que los términos teóricos refieran; en particular,
la tesis de que las teorías científicas son literalmente verdaderas o falsas es
compatible con una posición escéptica.
Pasaré a formular algunas reflexiones sobre las tesis señaladas, y comenzaré con
el realismo semántico.

1
Para una elucidación de ese término ver, además, el trabajo de A. Cassini (Cassini, 1981: 87-92)
2
Por rezones de comodidad expositiva mantendré la distinción que se realiza habitualmente entre
términos teóricos y términos observacionales.
3
Entenderé aquí `verosimilitud´ al igual que lo hace Diéguez Lucena (Diéguez Lucena, 2005: 259), -
de manera informal-, como la unión de verdad aproximada y un alto contenido informativo.
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2) EL REALISMO SEMÁNTICO

Es indudable que la principal tesis metafísica admitida por todo científico es


que la realidad física externa existe. Ahora bien, ¿qué pasa con la subtesis C, o sea, el
realismo semántico? Parece razonable admitir que, interpretadas literalmente, las
teorías son verdaderas o falsas. Si una teoría postula ciertas entidades no observables
y nos dice que esas entidades se comportan de tal y cual manera, entonces o bien
efectivamente esas entidades existen y se comportan de esa manera, o bien no existen,
o existen pero no se comportan del modo descripto por la teoría4. Expuesta en estos
términos, esta tesis se muestra como aceptable ante una mirada escéptica.

3) LA SUBDETERMINACIÓN DE LAS TEORÍAS POR LOS DATOS

El argumento de la subdeterminación de las teorías por los datos se ha


enunciado de diferentes maneras. (Kukla, 1998: 58). Una forma de enunciarlo es la
siguiente:

Primera versión:

(1) Para toda teoría T, existe otra teoría T’, lógicamente incompatible con T,
pero empíricamente equivalente con ella, o sea, el conjunto de
consecuencias empíricas de T es igual al conjunto de consecuencias
empíricas de T’, o más brevemente: CE(T) = CE(T’).
(2) Las teorías empíricamente equivalentes son igualmente creíbles.
(3) Por lo tanto: Creer en cualquier teoría es arbitrario e infundado.

Ahora bien, las consecuencias empíricas de una teoría T se obtienen usando


hipótesis auxiliares, y lo que se contrasta experimentalmente es la teoría T junto a sus
hipótesis auxiliares. De modo que es conveniente reformular esta versión para
obtener la siguiente:

Segunda versión:

(1) Para todo par <T, A> (donde T es una teoría y A es una colección de
hipótesis auxiliares) existe otro par < T’, A’>, tal que T y T’ son
lógicamente incompatibles, A’ es una colección de hipótesis auxiliares y
<T, A> y <T’, A’> son empíricamente equivalentes, o sea, CE(<T, A>) =
CE(<T’, A’>).
(2) Si CE(<T,A>) = CE(<T’,A’>) entonces <T,A> y <T’,A’>) son igualmente
creíbles.
(3) Por lo tanto creer en <T,A> es arbitrario e infundado.

4
En este análisis he utilizado la Lógica Clásica de Primer Orden, según la cual, las proposiciones son
verdaderas o falsas, y no hay otra opción. A lo largo de todo el artículo me basaré en esta Lógica.
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Este argumento ha sido criticado por dos flancos:


(a) se ha cuestionado la premisa 1 arguyendo que no ha sido fehacientemente
probada, y
(b) se ha atacado la segunda premisa afirmando que el apoyo empírico de las
teorías no consiste solo en sus consecuencias empíricas, puesto que “una teoría puede
recibir apoyo empírico de resultados que no se derivan de ella” (Diéguez Lucena,
2005: 272). Más precisamente, una teoría T puede recibir apoyo de cierta evidencia
empírica E, si E es consecuencia empírica de otra teoría T’, tal que, tanto T como T’
sean deducibles de otra teoría más general T’’. En este caso, se dice que E apoya
indirectamente a T. O sea, que dado un par <T, A> tenemos tanto el conjunto de sus
consecuencias empíricas CE(<T ,A>) y el conjunto de sus evidencias empíricas
indirectas EEI(<T , A>).
Pero las objeciones señaladas pueden eludirse. Definamos al conjunto de los
datos empíricos que apoyan al par <T ,A> como:

DE(<T ,A>) =def CE(<T,A>) U EEI(<T ,A>)

donde CE reúne todas las consecuencias empíricas del pasado, presente y futuro.
Análogamente para EEI. Ahora podemos dar una tercera versión del argumento de la
subdeterminación:

Tercera versión:

(1) Para todo par <T, A> (donde T es una teoría y A es una colección de
hipótesis auxiliares) existe otro par < T’, A’>, tal que T y T’ son
lógicamente incompatibles, A’ es una colección de hipótesis auxiliares y
DE(<T, A>) = DE(<T’ ,A’>).
(2) Si DE(<T,A>) = DE(<T’,A’>) entonces <T,A> y <T’,A’>) son
igualmente creíbles.
(3) Por lo tanto, creer en <T,A> es arbitrario e infundado.

Es evidente que 2 es verdadera. No hay nada que decir al respecto. Con esto
salvamos al argumento de la crítica (b) antes mencionada. Veamos cómo
resolvemos la crítica (a). No voy a tratar de mostrar que 1 es verdadera. En cambio,
analizaré qué consecuencias se derivan de suponer que ella es verdadera, y cuáles, si
se supone que es falsa.
Si 1 es verdadera, y dado que 2 lo es y que 3 se sigue de 1 y 2, entonces no
tenemos fundamento para creer en una teoría T y en un conjunto de hipótesis
auxiliares A, cualesquiera que sean T y A. Así, no podemos afirmar (ni negar) las
tesis ontológica, epistémica y progresiva. Hemos arribado así a una postura
escéptica con respecto a estas subtesis realistas.
En el supuesto de que 1 es falsa, obtenemos la siguiente proposición:
(P) Existe (por lo menos) un par <T1, A1>, tal que para todo par <T’,A’>, T1
y T’ no son lógicamente incompatibles ó DE(<T1,A1>) no es igual a
DE(<T’,A’>).
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En este caso, existiría un par <T1, A1> que sería privilegiado, en el sentido de
que para cualquier par <T’. A’>, T1 no sería lógicamente incompatible T’ o las
respectivas evidencias no serían iguales. El problema que aquí surge es que, dada
una teoría en particular T2 (por ejemplo la Mecánica Cuántica, la Mecánica de
Newton, la Teoría de la Evolución, u otra cualquiera.) e hipótesis auxiliares A2, no
podemos saber si el par <T2, A2> es un par privilegiado o si no lo es. Pues, podría
suceder que para el par <T2, A2> existiera otro par <T3, A3>, tal que T2 y T3
fuesen lógicamente incompatibles y DE(<T2,A2>) = DE(<T3,A3>), en cuyo caso,
<T2 , A2> y <T3, A3> serían igualmente creíbles. De esta forma, <T2, A2> estaría
subdeterminada, los términos teóricos de T2 podrían no tener referente (y sí tenerlos
T3), y T2 podría no ser aproximadamente verdadera (y serlo, en cambio, T3).
Hemos llegado nuevamente a un estado de ignorancia con respecto a cada teoría
concreta T2, i.e., no sabemos si T2 es aproximadamente verdadera y si sus términos
teóricos refieren o no. Llegamos, entonces, a la conclusión de que, aun suponiendo
que 1 es falsa, no podemos afirmar, ni negar, los realismos ontológico, epistémico y
progresivo. Hemos arribado nuevamente a una postura escéptica.
Hay que señalar que, en la práctica científica, además de tener en cuenta el
resultado obtenido en los experimentos, la elección entre teorías rivales se lleva a
cabo valorando ciertas virtudes teóricas de cada una de ellas, por ejemplo:
simplicidad, acuerdo con otras teorías ya aceptadas, etc. Pero desde el punto de vista
de la verdad, podría ser que cualquiera de las dos rivales fuese cierta. Simplemente,
no lo podemos saber. Pues no hay ni verificaciones ni refutaciones definitivas en
ciencia.
Pasaré ahora a analizar el argumento del no milagro esgrimido por los
realistas.

4) EL ARGUMENTO DEL NO-MILAGRO


¿Por qué la ciencia tiene éxito? Y, ante todo, ¿qué significa que tiene éxito?
Para responder a esta segunda pregunta podemos decir que el éxito de la ciencia
consiste en su alta capacidad predictiva, en su alta capacidad para salvar fenómenos
ya observados y en su formidable capacidad para generar tecnología de alto impacto
en la sociedad…para su bien o para su mal.
Los realistas afirman que este éxito se debe a que las mejores teorías
científicas con las que contamos son verdaderas o verosímiles. Consideran que sería
un milagro semejante éxito predictivo y tecnológico si nuestras mejores teorías no
fuesen verdaderas o verosímiles. Este es el famoso argumento del no-milagro
esgrimido por los realistas. (Diéguez Lucena, 2005:259)
La primera objeción que merece este argumento es que no es concluyente; la
suposición de que el éxito de la ciencia obedece a que las teorías son verdaderas o
aproximadamente verdaderas no implica que ellas realmente cumplan con esas
propiedades. Puede haber otras explicaciones para dicho éxito que no apelen a
milagros y que además no presupongan ni impliquen la verosimilitud de las teorías.
Daré un ejemplo de este último tipo de explicación.
De acuerdo con la mecánica de Newton, la masa inercial de un cuerpo,
(“número que mide cuántas veces más aceleración tiene el cuerpo unidad cuando es
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puesto en interacción con el cuerpo dado”, (Roederer, 1986:71), no depende de la


velocidad que tenga el mismo. En cambio, en la teoría de la Relatividad de Einstein,
la masa del cuerpo sí depende de la velocidad que lleve el mismo con respecto a un
sistema de referencia S, y viene dada por la fórmula [Feynman-Leighton-Sands,
1987: 15-1]: m = mr ∕ [√ (1 - v² / c²)] - donde mr es la masa del cuerpo estando en
reposo con respecto a un sistema de referencia S, v es la velocidad del cuerpo con
respecto a ese sistema de referencia, y c es la velocidad de la luz en el vacío
(aproximadamente igual a 300.000 km/s). De esa ecuación se puede deducir que m
es aproximadamente igual a mr (y que por lo tanto no depende de la velocidad del
cuerpo) si v es mucho menor que c; por ejemplo si v es menor al 1% de c, o sea,
menor a 3000 km/s.
Ahora bien, si la teoría de la Relatividad (Especial y General) es verdadera,
entonces debemos considerar falsa a la mecánica de Newton, dado que aquella
considera, por ejemplo, que el espacio y tiempo son relativos, mientras que ésta los
considera absolutos; esto es, si una barra de metal mide 1 m con respecto a un sistema
de referencia S, con respecto a otro sistema S’, en movimiento con respecto a S,
puede llegar a medir 10 cm., utilizando la teoría de Einstein (Bunge, 1985:14) En
cambio, para la mecánica de Newton, la barra medirá 1 m en cualquier sistema de
referencia. Con el tiempo transcurrido entre dos fenómenos sucede algo similar. Para
la relatividad, el tiempo transcurrido depende del sistema de referencia, y para la
teoría newtoniana no.
Hay otras diferencias entre las dos teorías: en la relatividad el espacio-tiempo
es descrito mediante la geometría Riemanniana y, en cambio, en la mecánica de
Newton, espacio y tiempo se describen mediante la geometría Euclideana. Y hay más
diferencias. Entonces, no pueden ser ambas verdaderas al mismo tiempo. Pero sí
pueden ser ambas falsas. Luego, son incompatibles lógicamente entre sí.
Hoy por hoy, se considera adecuada a la teoría de Einstein. Entonces, ¿cómo
se explica que la mecánica de Newton haya tenido éxito por más de doscientos años?
¿Fue por milagro?, ¿fue porque era verosímil? No puede considerarse verosímil a la
mecánica de Newton dado que es incompatible con la de Einstein. Puede darse una
explicación como la siguiente, que no apela a milagros sino que se funda en hechos.
En la época de Newton, los todos móviles viajaban a mucho menos del 1% de
la velocidad de la luz, o sea, a mucho menos que 3000 km/s; con estos porcentajes, el
valor numérico brindado por las ecuaciones de la Mecánica Clásica se aproxima al
valor que se habría obtenido si se hubiese aplicado la Relatividad en tiempos de
Newton, y así, los datos empíricos de esa época corroboraron aquella mecánica. A
esto se debió el éxito predictivo de la teoría newtoniana, no a un milagro. En aquellos
años no había ningún móvil que viajase a velocidades cercanas a la de la luz. Pero si
las velocidades hubieran sido mayores, se habría notado la inadecuación de la teoría
newtoniana. La mecánica de Newton se adecuó perfectamente a los datos de su época
y a los datos obtenidos en años subsiguientes y así, fue una teoría exitosa, pero esto
no implica de ningún modo que el éxito haya sido milagroso o que ella fuera
verosímil. Éste es un ejemplo de explicación del éxito de una teoría que no recurre a
milagros y que tampoco apela a la supuesta verosimilitud de dicha teoría. Y no es éste
el único ejemplo que puede citarse, pues este tipo de situaciones ha sucedido
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en la historia de la ciencia reiteradamente. Teorías antiguas arrojaron ciertos valores


numéricos que luego fueron corroborados por la experimentación, pero esto no
implica de ninguna manera que dichas teorías sean verosímiles. Estas teorías antiguas
han sido contrastadas bajo ciertas condiciones experimentales (por ejemplo, en bajas
velocidades en el caso de la mecánica de Newton) y han quedado corroboradas. Y por
ello se las ha considerado exitosas. Pero, cuando se amplía el rango experimental de
las variables medidas, ya no tenemos garantía de que estas teorías pasen los tests
experimentales. La verdad puede llegar a ser muy diferente.
Ahora bien, ¿qué sucedería si la teoría de la teoría de la Relatividad fuera
falsa, y la mecánica de Newton también? En este caso podría ser verdadera una teoría
T aún no formulada, tal que los resultados numéricos de T y de la mecánica de
Newton sean muy similares a bajas velocidades. Y, a partir de aquí, se repite el
análisis anterior mutatis mutandis.
Hay casos que parecen apoyar el argumento de la mejor explicación de por
qué una teoría o hipótesis tiene éxito es que ella es verosímil. Un ejemplo de esto
sería la hipótesis que dice que el bacilo de Koch produce la tuberculosis. Pero aquí
tenemos el problema que ‘bacilo’ es un término teórico y no podemos estar seguros
de que tenga referente. Podría ser que en el futuro se sostenga que la tuberculosis
realmente se produce mediante otros mecanismos. Nuevamente tenemos que, aun
cuando parezca que la mejor explicación para este caso es que la hipótesis es
verosímil, de ello no se deduce que realmente la hipótesis sea verdadera o
aproximadamente verdadera.

5) LA INDUCCIÓN PESIMISTA

Otro fuerte argumento que desactiva el argumento realista del no milagro es el


presentado por Laudan (Laudan, 1981: 19-48) llamado meta-inducción pesimista o
inducción pesimista. De acuerdo con Laudan, el argumento realista supone las dos
tesis siguientes:

A) Si una teoría es aproximadamente verdadera, tendrá éxito explicativo.


B) Si una teoría tiene éxito explicativo, probablemente es aproximadamente
verdadera. (Diéguez Lucena, 2005:262)

La tesis A es llamada el camino descendente y la tesis B es conocida como el


camino ascendente. Laudan muestra en su trabajo que ambas tesis son falsas.
Para rechazar a la tesis A, Laudan argumenta del siguiente modo: Si una teoría es
verdadera, entonces tendrá éxito explicativo, pues sus consecuencias empíricas serán
verdaderas; en cambio, si una teoría es sólo aproximadamente verdadera, entonces
puede no tener éxito explicativo, pues nada asegura que sus consecuencias empíricas
sean aproximadamente verdaderas. De hecho, pueden ser todas falsas. Esto es así
debido a que la lógica de la verdad aproximada no permite afirmar que de verdades
aproximadas se deduzcan verdades aproximadas. Además no se dispone de un criterio
adecuado para asignar el carácter de verdad aproximada a una teoría.
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Para mostrar la falsedad a la tesis B, Laudan ofrece varios ejemplos de teorías que
fueron exitosas en el pasado y que, sin embargo, hoy las consideramos falsas. Por
ejemplo, la teoría del flogisto y la teoría astronómica de Ptolomeo, por citar sólo dos
ejemplos de los múltiples que ofrece Laudan. Los realistas han reaccionado
criticando estas afirmaciones de Laudan. 5 En general, la estrategia realista ha
consistido en negar importancia a los ejemplos de Laudan, por no tratarse de
ejemplos tomados de ciencias maduras. Es de esperar, según los realistas, que si una
ciencia es madura y tiene éxito explicativo, entonces sea aproximadamente verdadera.
Sin embargo, la mecánica de Newton constituye un contraejemplo de esta creencia,
pues es una teoría madura que forma parte de la Física, que es una ciencia madura.
Esta teoría ha hecho predicciones exitosas…pero a la luz de los descubrimientos
actuales no la podemos considerar verdadera ni aproximadamente verdadera. (Solo se
obtiene que, a bajas velocidades, las ecuaciones newtonianas arrojan resultados
numéricos que se ajustan a los datos experimentales. ¡Pero esto no es decir que la
teoría de Newton sea verosímil!)
A favor de la argumentación de Laudan, basta decir que es perfectamente posible
que nuestras mejores teorías actuales sean reemplazadas, en el futuro, por otras
teorías que sean incompatibles con las anteriores y que den cuenta de los fenómenos.
Y así, no podríamos asegurar que los términos teóricos de nuestras mejores teorías
actuales refieran ni que ellas sean aproximadamente verdaderas.

6) CONCLUSIÓN
En general, las subtesis del realismo científico hacen lugar a serias dudas.
Parece que sólo puede rescatarse la idea de que las teorías son verdaderas o falsas,
aunque no podemos saber si se acercan a la verdad (como afirma el realismo
progresivo). En cambio, podemos constatar los logros científicos. El desarrollo de la
ciencia muestra que cada vez se salvan mayor cantidad de fenómenos y, por supuesto,
cada vez nuestras teorías nos permiten desarrollar productos tecnológicos más
complejos. Evidentemente, con la física aristotélica hubiese sido imposible construir
un acelerador de partículas.
Asimismo, la historia de la ciencia hace razonable pensar que nuestras teorías
actuales pueden ser reemplazadas en el futuro por otras lógicamente incompatibles
con ellas que postulen entidades teóricas muy distintas de las que se postulan hoy en
día. Este pensamiento, que se conjuga con el argumento de la subdeterminación que
he defendido más arriba, justifica la adopción de un anti-realismo de tipo escéptico o,
mejor dicho, de un no-realismo científico agnóstico, que no afirma que nuestras
mejores teorías son falsas, sino que no hay buenas razones para sostener que ellas son
verosímiles ni que sus términos teóricos refieran.

BIBLIOGRAFÍA

5
Se puede consultar un resumen de las mismas en la obra de Diéguez Lucena (Diéguez Lucena,
2005:63)
481

BUNGE, Mario (1985), “Albert Einstein, el célebre desconocido”, prólogo, en


HOFFMANN, Banesh, Einstein, Barcelona, Salvat Editores.
CARMAN, Christián (2005), “`Realismo Científico se dice de muchas maneras, al
menos de 1111: una elucidación del término `realismo científico”, Scientia Studia,
Vol. 3, nº 1.
CASSINI, Alejandro (1991), “Nota sobre el concepto de realismo científico
epistemológico”, Revista de Filosofía, Bs. As., Vol. VI, nº 1/2.
DIÉGUEZ LUCENA, Antonio (2005), Filosofía de la Ciencia, Madrid, Biblioteca
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FEYNMAN, Richard, LEIGHTON, Robert, SANDS, Matthew; (1987), Mecánica,
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LAUDAN, Larry, (1981), “A Confutation of Convergent Realism”. En Philosophy of
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VAN FRAASSEN, Bas (1980), The Scientific Image, Oxford, Oxford University
Press.

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