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(en Caorsi C., Navia, R. y Melogno, P. (comps), Actas del 1º Congreso de la Sociedad Filosófica del
Uruguay, Montevideo: SFU, 2012, pp. 473-481. ISSN: 1688-9649)
1) INTRODUCCIÓN
El debate entre realistas y anti-realistas científicos es uno de los más
importantes en la actual Filosofía General de la Ciencia. En su ataque a sus
adversarios, los anti-realistas esgrimen dos argumentos principales: el de la
subdeterminación de las teorías por los datos, y la inducción pesimista. Los realistas,
por su parte, objetan ambos argumentos, y defienden su posición mediante su famoso
argumento del no-milagro, el cual parece ser el único razonamiento importante del
que disponen. En el presente trabajo trataré de mostrar que hay buenas razones para
defender una postura escéptica, en oposición al realismo científico.
El realismo científico ha sido objeto de diversas caracterizaciones a lo largo
del debate realismo-anti-realismo (ver, por ejemplo, van Fraassen, 1980: 8; Kukla,
1998: 3-4; Carman, 2005: 43-64). De acuerdo con Diéguez Lucena (Diéguez Lucena,
2005: 252-253), el realismo científico engloba las siguientes cuatro subtesis:
A) Realismo ontológico: Existen las entidades no observables postuladas por las
teorías científicas bien establecidas.
B) Realismo epistémico1: Las teorías científicas nos brindan un conocimiento
adecuado, pero perfectible, de la realidad tal como ésta es.
C) Realismo semántico: Las teorías científicas son verdaderas o falsas en función
de su correspondencia con la realidad.
D) Realismo progresivo: La ciencia progresa hacia la verdad y ésta es su meta.
Además, cada teoría nueva contiene más verdad o menos falsedad que su
predecesora.
Vale señalar que la adopción de una posición realista no exige aceptar todas estas
tesis al mismo tiempo, o en el mismo grado. Diéguez Lucena (Diéguez Lucena, 2005:
254-255) considera que si se acepta el realismo epistémico, implícitamente se está
aceptando el realismo ontológico, pues carecería de sentido decir que las teorías
científicas brindan un conocimiento adecuado, pero perfectible, de la realidad y, al
mismo tiempo, afirmar que los términos teóricos de dichas teorías no refieren en
absoluto2. Sin embargo, algunos realistas estructurales (por ejemplo, Ladyman)
aceptan la tesis epistémica pero no la ontológica. Pero en este trabajo no me referiré
al realismo estructural sino que me limitaré a examinar el realismo científico clásico
que, en general, sostiene que nuestras teorías científicas más exitosas son tales que
sus términos teóricos refieren y, además, ellas son verosímiles3. Por cierto, es posible
ser un realista semántico sin aceptar que los términos teóricos refieran; en particular,
la tesis de que las teorías científicas son literalmente verdaderas o falsas es
compatible con una posición escéptica.
Pasaré a formular algunas reflexiones sobre las tesis señaladas, y comenzaré con
el realismo semántico.
1
Para una elucidación de ese término ver, además, el trabajo de A. Cassini (Cassini, 1981: 87-92)
2
Por rezones de comodidad expositiva mantendré la distinción que se realiza habitualmente entre
términos teóricos y términos observacionales.
3
Entenderé aquí `verosimilitud´ al igual que lo hace Diéguez Lucena (Diéguez Lucena, 2005: 259), -
de manera informal-, como la unión de verdad aproximada y un alto contenido informativo.
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2) EL REALISMO SEMÁNTICO
Primera versión:
(1) Para toda teoría T, existe otra teoría T’, lógicamente incompatible con T,
pero empíricamente equivalente con ella, o sea, el conjunto de
consecuencias empíricas de T es igual al conjunto de consecuencias
empíricas de T’, o más brevemente: CE(T) = CE(T’).
(2) Las teorías empíricamente equivalentes son igualmente creíbles.
(3) Por lo tanto: Creer en cualquier teoría es arbitrario e infundado.
Segunda versión:
(1) Para todo par <T, A> (donde T es una teoría y A es una colección de
hipótesis auxiliares) existe otro par < T’, A’>, tal que T y T’ son
lógicamente incompatibles, A’ es una colección de hipótesis auxiliares y
<T, A> y <T’, A’> son empíricamente equivalentes, o sea, CE(<T, A>) =
CE(<T’, A’>).
(2) Si CE(<T,A>) = CE(<T’,A’>) entonces <T,A> y <T’,A’>) son igualmente
creíbles.
(3) Por lo tanto creer en <T,A> es arbitrario e infundado.
4
En este análisis he utilizado la Lógica Clásica de Primer Orden, según la cual, las proposiciones son
verdaderas o falsas, y no hay otra opción. A lo largo de todo el artículo me basaré en esta Lógica.
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donde CE reúne todas las consecuencias empíricas del pasado, presente y futuro.
Análogamente para EEI. Ahora podemos dar una tercera versión del argumento de la
subdeterminación:
Tercera versión:
(1) Para todo par <T, A> (donde T es una teoría y A es una colección de
hipótesis auxiliares) existe otro par < T’, A’>, tal que T y T’ son
lógicamente incompatibles, A’ es una colección de hipótesis auxiliares y
DE(<T, A>) = DE(<T’ ,A’>).
(2) Si DE(<T,A>) = DE(<T’,A’>) entonces <T,A> y <T’,A’>) son
igualmente creíbles.
(3) Por lo tanto, creer en <T,A> es arbitrario e infundado.
Es evidente que 2 es verdadera. No hay nada que decir al respecto. Con esto
salvamos al argumento de la crítica (b) antes mencionada. Veamos cómo
resolvemos la crítica (a). No voy a tratar de mostrar que 1 es verdadera. En cambio,
analizaré qué consecuencias se derivan de suponer que ella es verdadera, y cuáles, si
se supone que es falsa.
Si 1 es verdadera, y dado que 2 lo es y que 3 se sigue de 1 y 2, entonces no
tenemos fundamento para creer en una teoría T y en un conjunto de hipótesis
auxiliares A, cualesquiera que sean T y A. Así, no podemos afirmar (ni negar) las
tesis ontológica, epistémica y progresiva. Hemos arribado así a una postura
escéptica con respecto a estas subtesis realistas.
En el supuesto de que 1 es falsa, obtenemos la siguiente proposición:
(P) Existe (por lo menos) un par <T1, A1>, tal que para todo par <T’,A’>, T1
y T’ no son lógicamente incompatibles ó DE(<T1,A1>) no es igual a
DE(<T’,A’>).
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En este caso, existiría un par <T1, A1> que sería privilegiado, en el sentido de
que para cualquier par <T’. A’>, T1 no sería lógicamente incompatible T’ o las
respectivas evidencias no serían iguales. El problema que aquí surge es que, dada
una teoría en particular T2 (por ejemplo la Mecánica Cuántica, la Mecánica de
Newton, la Teoría de la Evolución, u otra cualquiera.) e hipótesis auxiliares A2, no
podemos saber si el par <T2, A2> es un par privilegiado o si no lo es. Pues, podría
suceder que para el par <T2, A2> existiera otro par <T3, A3>, tal que T2 y T3
fuesen lógicamente incompatibles y DE(<T2,A2>) = DE(<T3,A3>), en cuyo caso,
<T2 , A2> y <T3, A3> serían igualmente creíbles. De esta forma, <T2, A2> estaría
subdeterminada, los términos teóricos de T2 podrían no tener referente (y sí tenerlos
T3), y T2 podría no ser aproximadamente verdadera (y serlo, en cambio, T3).
Hemos llegado nuevamente a un estado de ignorancia con respecto a cada teoría
concreta T2, i.e., no sabemos si T2 es aproximadamente verdadera y si sus términos
teóricos refieren o no. Llegamos, entonces, a la conclusión de que, aun suponiendo
que 1 es falsa, no podemos afirmar, ni negar, los realismos ontológico, epistémico y
progresivo. Hemos arribado nuevamente a una postura escéptica.
Hay que señalar que, en la práctica científica, además de tener en cuenta el
resultado obtenido en los experimentos, la elección entre teorías rivales se lleva a
cabo valorando ciertas virtudes teóricas de cada una de ellas, por ejemplo:
simplicidad, acuerdo con otras teorías ya aceptadas, etc. Pero desde el punto de vista
de la verdad, podría ser que cualquiera de las dos rivales fuese cierta. Simplemente,
no lo podemos saber. Pues no hay ni verificaciones ni refutaciones definitivas en
ciencia.
Pasaré ahora a analizar el argumento del no milagro esgrimido por los
realistas.
5) LA INDUCCIÓN PESIMISTA
Para mostrar la falsedad a la tesis B, Laudan ofrece varios ejemplos de teorías que
fueron exitosas en el pasado y que, sin embargo, hoy las consideramos falsas. Por
ejemplo, la teoría del flogisto y la teoría astronómica de Ptolomeo, por citar sólo dos
ejemplos de los múltiples que ofrece Laudan. Los realistas han reaccionado
criticando estas afirmaciones de Laudan. 5 En general, la estrategia realista ha
consistido en negar importancia a los ejemplos de Laudan, por no tratarse de
ejemplos tomados de ciencias maduras. Es de esperar, según los realistas, que si una
ciencia es madura y tiene éxito explicativo, entonces sea aproximadamente verdadera.
Sin embargo, la mecánica de Newton constituye un contraejemplo de esta creencia,
pues es una teoría madura que forma parte de la Física, que es una ciencia madura.
Esta teoría ha hecho predicciones exitosas…pero a la luz de los descubrimientos
actuales no la podemos considerar verdadera ni aproximadamente verdadera. (Solo se
obtiene que, a bajas velocidades, las ecuaciones newtonianas arrojan resultados
numéricos que se ajustan a los datos experimentales. ¡Pero esto no es decir que la
teoría de Newton sea verosímil!)
A favor de la argumentación de Laudan, basta decir que es perfectamente posible
que nuestras mejores teorías actuales sean reemplazadas, en el futuro, por otras
teorías que sean incompatibles con las anteriores y que den cuenta de los fenómenos.
Y así, no podríamos asegurar que los términos teóricos de nuestras mejores teorías
actuales refieran ni que ellas sean aproximadamente verdaderas.
6) CONCLUSIÓN
En general, las subtesis del realismo científico hacen lugar a serias dudas.
Parece que sólo puede rescatarse la idea de que las teorías son verdaderas o falsas,
aunque no podemos saber si se acercan a la verdad (como afirma el realismo
progresivo). En cambio, podemos constatar los logros científicos. El desarrollo de la
ciencia muestra que cada vez se salvan mayor cantidad de fenómenos y, por supuesto,
cada vez nuestras teorías nos permiten desarrollar productos tecnológicos más
complejos. Evidentemente, con la física aristotélica hubiese sido imposible construir
un acelerador de partículas.
Asimismo, la historia de la ciencia hace razonable pensar que nuestras teorías
actuales pueden ser reemplazadas en el futuro por otras lógicamente incompatibles
con ellas que postulen entidades teóricas muy distintas de las que se postulan hoy en
día. Este pensamiento, que se conjuga con el argumento de la subdeterminación que
he defendido más arriba, justifica la adopción de un anti-realismo de tipo escéptico o,
mejor dicho, de un no-realismo científico agnóstico, que no afirma que nuestras
mejores teorías son falsas, sino que no hay buenas razones para sostener que ellas son
verosímiles ni que sus términos teóricos refieran.
BIBLIOGRAFÍA
5
Se puede consultar un resumen de las mismas en la obra de Diéguez Lucena (Diéguez Lucena,
2005:63)
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