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La metalepsis narrativa en ´´Cuento tomado´´

de Gustavo Rubio Guerrero

Sara Mariane Herrera Gonzalez1

Gustavo Rubio Guerrero nació en Armenia en 1952. Ha publicado libros como


Reventando la palabra (1989); los muros y la rosa (2010); el amor, esa bestia un tanto sola
(2003), entre otros. Fue seleccionado entre los 24 cuentistas del concurso del diario El
tiempo y finalista en el concurso nacional de poesía universitaria Euclides Jaramillo
Arango, además de ganador de diversos premios de poesía en la región y el país, aparece
también en la colección 50 Poetas Colombianos y una Antología, de la Editorial Caza de
Libros (2010).
La metalepsis ha sido materia de estudio por diversos conocedores y teóricos. Genette
(1989) lo define como la ´´intrusión del narrador o del narratario extradiegético en el
universo diegético (o de personajes diegéticos en un universo metadiegético, etc.) o
inversamente´´ (p. 290). En otras palabras, es esa relación metaficcional que rompe las
fronteras entre el mundo narrado y el narrador –escritor del texto–; este amplio término y
forma narrativa crea una constante duda sobre la existencia, cuestionamiento que nos
sobrecoge y nos hace preguntarnos: ¿de qué cuento tomado venimos nosotros?
De acuerdo a lo mencionado anteriormente, en este ensayo se demostrará la influencia
de la metalepsis narrativa en el texto ´´Cuento tomado´´, donde el autor vuelve a sus
personajes conscientes de su existencia ficcional; haciendo de cada palabra un puente que
comunica lo escrito con la realidad. Este ambiente metaficcional y la metalepsis en
particular nace desde las primeras líneas e incrementa su relación con cada suceso a medida
que se va desarrollando la historia. Adentrarse a un mundo de realidades que se entrelazan,
no solo desde lo que ya se ha dicho, sino a través de transtextualidades que juegan y se
transmutan, son algunas de las cosas que se retomarán en este espacio.
Se evidencia desde el inicio una relación entre narrador y personajes, puesto que
empieza con estos últimos describiendo acciones propias del escritor: ´´Ruidos. Desde la
primera palabra pudimos percibirlos. En primer lugar, los que provenían de su máquina de
escribir; suspiros de alivio cuando el autor suspendía su práctica y se dedicaba a leer lo
escrito.´´ (Guerrero, 2001: 155). Pese a que el escritor no se encuentra involucrado en el
texto, ya que no hace una intervención directa donde esté su voz, los personajes están al
tanto de su presencia, sienten sus movimientos e intenciones, que genera en estos el
constante temor de su inevitable fin.
Retomando lo anterior, el miedo y la incertidumbre por el final del cuento es reiterativo,
sensación generada en los personajes al ser conscientes de su condición ficcional. Esto es
causado por el efecto metaléptico del cuento, que no solo crea un vínculo entre el creador y
su invención, sino que también hace que exista la constante duda en los personajes sobre

1. Estudiante de primer semestre de Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana de la


Universidad del Quindío.
qué sucederá, quiénes son ellos realmente y todas las preguntas que giran en torno a la
existencia. Como es posible verlo en este apartado del texto:
Acostumbrados a calcular nuestro destino, no percibimos las estrategias del autor, los ruidos
incesantes de su teclado, las explosiones de su tos, la estación de radio que escuchaba, y yo que
estaba en el orinal sentí un murmullo, una especie de golpe en la biblioteca. Juana corrió desde las
líneas del diálogo y se instaló a mi lado para escuchar. Comprendimos que el cuento estaba
finalizando, que habíamos perdido, digamos, media casa, y dicho de otro modo, la escritura tota l
donde (¿habría que repetirlo?) Juana y yo figurábamos como personajes (Guerrero, 2001:
156).
Así mismo, y teniendo en cuenta la cita anterior: ´´Comprendimos que el cuento estaba
finalizando, que habíamos perdido, digamos, media casa.´´ podemos ver una de las muchas
referencias al cuento en el que está inspirado este texto, Casa tomada de Julio Cortázar;
pudiendo observar la transtextualidad que atraviesa al escrito, haciendo que no haya ningún
límite entre historias o realidades.
En conclusión, la metalepsis acaba con los esquemas narrativos establecidos, creando
una comunicación entre los personajes del cuento y el escritor, dándoles así consciencia
sobre su existencia como entes de ficción en un cuento que saben llegará pronto a su final.
Este texto, además de tener las cualidades ya mencionadas, teje palabras y las convierte en
andamios que al alcanzar el cielo se desvanecen, deja en suspenso al amor en mitad de un
párrafo, a los sueños pendiendo de una frase y la única certeza de que no hay nada más real
que el absurdo de vivir hasta que se acabe la tinta de la máquina de escribir.

Referencias
Gennete, Gérard (1983): Nouveau discours du récit. Éditions du Seuil, coll. "Poétique",
Paris.
Rubio, Gustavo (2001): Lecturas dominicales. Bogotá: El Tiempo.

1. Estudiante de primer semestre de Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana de la


Universidad del Quindío.

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