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Introducción.

Las centrales térmicas convencionales, también llamadas termoeléctricas


convencionales, utilizan combustibles fósiles (gas natural, carbón o fueloil) para
generar energía eléctrica mediante un ciclo termodinámico de agua-vapor. El
término “convencional” se utiliza para diferenciarlas de otras centrales térmicas,
como las de ciclo combinado o las nucleares.

En las centrales térmicas convencionales, el combustible se quema en una caldera


provocando la energía térmica que se utiliza para calentar agua, que se transforma
en vapor a una presión muy elevada. Después, ese vapor hace girar una gran
turbina, convirtiendo la energía calorífica en energía mecánica que, posteriormente,
se transforma en energía eléctrica en el alternador. La electricidad pasa por un
transformador que aumenta su tensión y permite transportarla reduciendo las
perdidas por Efecto Joule. El vapor que sale de la turbina se envía a un condensador
para convertirlo en agua y devolverlo a la caldera para empezar un nuevo ciclo de
producción de vapor.

El funcionamiento de las centrales térmicas convencionales es el mismo


independientemente del combustible que utilice. Sin embargo, sí que existen
diferencias en el tratamiento previo que se hace del combustible y en el diseño de
los quemadores de las calderas. De esta manera, si la central es de carbón, el
combustible se tiene que triturar previamente. En las centrales de fueloil, el
combustible se calienta, mientras que en las de gas natural, el combustible llega
directamente por gaseoductos, por lo que no necesita almacenaje previo. En el caso
de las centrales mixtas, se aplica el tratamiento que corresponda a cada
combustible.
Desarrollo.

Las centrales térmicas convencionales inciden en el medioambiente principalmente


de dos maneras: emitiendo residuos a la atmosfera y mediante la transferencia
térmica. En el primer caso, la quema de los combustibles fósiles genera unas
partículas que van a parar a la atmosfera, pudiendo perjudicar el entorno del
planeta. Por eso, este tipo de centrales poseen ch imeneas de gran altura que
dispersan estas partículas y reducen localmente su influencia negativa en el aire.
Además, las centrales térmicas convencionales también tienen filtros de partículas
que retienen una gran parte de estas, evitando que salgan al exterior. En el caso de
la transferencia térmica, las centrales térmicas de ciclo abierto pueden provocar el
calentamiento de ríos y mares. Afortunadamente, este impacto se soluciona
utilizando sistemas de refrigeración que enfrían el agua hasta dejarla en una
temperatura adecuada para el medio ambiente.

La decisión sobre que tecnología usar y que tipo de central eléctrica construir
depende de muchos factores, entre otros: el propósito de la central, la capacidad
requerida y la disponibilidad de combustible. En términos de emisiones de
contaminantes atmosféricos, el combustible es uno de los elementos más
importantes a considerar. La siguiente grafica presenta los combustibles de uso más
común por tipo de central eléctrica.

Tabla 1: Combustibles usados por tipo de central eléctrica.


En la siguiente grafica se muestra la proporción relativa de contaminantes emitidos
durante la generación de electricidad a partir de la quema de combustibles fósiles,
tomando como valor de referencia el carbón. Por lo tanto, para cada contaminante,
se ha asignado un valor de 100% a las emisiones generadas a partir del carbón. Se
dice que el gas natural es el “más limpio” de los tres tipos de combustible fósil porque
genera emisiones brutas considerablemente menores.

Tabla 2: Emisiones relativas de contaminantes durante la


generación de energía eléctrica a partir de combustibles fósiles.

Además de los contaminantes indicados en la gráfica, las centrales eléctricas que


queman combustibles fósiles emiten otros contaminantes como los compuestos
orgánicos, que incluyen compuestos orgánicos volátiles (COV), compuestos
orgánicos semivolátiles y compuestos orgánicos condensables. También se
producen emisiones de algunos compuestos metálicos, otros gases de efecto
invernadero aparte del CO2, como el metano y el óxido nitroso y algunos
compuestos halogenados.

Se muestran las tasas de emisión promedio de CO2, SO2 y NOx de las unidades de
generación eléctrica según el combustible fósil utilizado para dar una idea de la
magnitud de las cantidades de contaminantes producidas durante la generación de
electricidad.

Tabla 3: Tasas de emisión típicas de diferentes combustibles.

La mayor parte de los contaminantes atmosféricos se generan durante la


combustión, independientemente del tipo de combustible quemado. Por ejemplo,
las partículas suspendidas que genera la combustión de carbón son de mayor
tamaño y contienen mayores cantidades de carbono orgánico y elemental que las
partículas suspendidas generadas por los aceites combustibles residuales
(combustóleo). El gas natural es, como ya se ha mencionado, el más limpio de todos
los combustibles fósiles: produce sobre todo emisiones de NOx , CO2 y cantidades
muy pequeñas de otros contaminantes.

En la siguiente tabla se indican los principales efectos para la salud humana y el


medio ambiente de algunos contaminantes emitidos por las centrales eléctricas.
Tabla 4: Efectos en la salud y ambientales más importantes de los principales
contaminantes emitidos por las centrales eléctricas.

Las principales fuentes de impacto a ecosistemas terrestres del almacenamiento de


cenizas y lodos son:

• Pérdida de hábitat
• Escorrentía y filtración de elementos tóxicos de los sitios de almacenamiento
• Polvo fugitivo
• Uso de la vida silvestre de estanques activos

Estas fuentes se enumeran por su relativo general potencial de impactos; sin


embargo, la magnitud de los impactos resultantes variará con prácticas de
almacenamiento y con características regionales abióticas y bióticas.

La continua escalada de los valores de la tierra contemporáneos refleja en parte la


competencia cada vez mayor por el uso del recurso de la tierra. Por lo tanto, el
requisito de tierra para el almacenamiento de cenizas de carbón y residuos de lodos
FGD es con frecuencia un factor determinante importante o limitante en decisiones
relacionadas con prácticas de gestión de residuos o la ubicación de nuevas
instalaciones de almacenamiento. Las presiones socioeconómicas a menudo
favorecen la ubicación de estas instalaciones en áreas económicamente sin
explotar que pueden ser hábitat importante para los peces y la vida silvestre.
El almacenamiento en tierra de los desechos de servicios públicos requerirá que
dicho hábitat no sea utilizado por peces y vida silvestre durante la vida activa de las
instalaciones de almacenamiento. Las estimaciones de tierra requerida para el
almacenamiento de cenizas y lodos de FGD son tan altas como 1500 hectáreas
para residuos de un modelo de utilidad de 2100 m.w.e. (metros de agua equivalente)
durante una vida útil de 40 años.

Los requisitos de tierra para un sistema de almacenamiento de desechos propuesto


dependen principalmente del volumen de desechos que se planean almacenar, las
especificaciones de diseño relativas al espesor final (profundidad) de la superficie
capa de agua y el estado de los desechos.

El retiro de la tierra del uso de la vida silvestre puede tener impactos marcados
sobre las poblaciones de faun a local. Algunas de las especies menos móviles
pueden morir por actividades de desmonte y construcción. Aunque las especies
móviles pueden trasladarse a hábitats adyacentes, el aumento competitivo
resultante las presiones pueden resultar perjudiciales para la población en su
conjunto. Es difícil de evaluar la magnitud potencial y el impacto de las mayores
presiones competitivas debido al desplazamiento de vida silvestre individual. La
información disponible es en gran parte anecdótica y las predicciones de impacto
se basan en los supuestos de que los hábitats están normalmente a la capacidad
de carga y el aumento de la competencia es perjudicial.

Las principales fuentes de impacto en los sistemas acuáticos son :

• Modificación del hábitat por consumo de agua para manejo de residuos


• Dispersión de componentes de desecho en ambientes acuáticos.

Si los materiales de desecho se descargan directamente en los sistemas acuáticos


o ingresan por erosión o filtraciones de los sitios de almacenamiento de desechos,
existe el potencial de impactos tóxicos en los recursos pesqueros. Tanto los efectos
tóxicos como los efectos de la modificación del hábitat acuático dependen en gran
medida de los parámetros específicos del lugar de los componentes abióticos y
bióticos del ecosistema.
El uso consuntivo de agua tiene lugar en el proceso de depuración de FGD porque
el agua es el medio en el que se producen las reacciones del depurador. Además,
el agua se puede utilizar para transportar cenizas de carbón y lodos FGD a los sitios
de procesamiento y almacenamiento. Perdida de agua durante el proceso de
manipulación de desperdicios de cenizas y lodo ocurre de tres maneras:
evaporación, arrastre mecánico y condensación de la pila, e incluso con los residuos
de cenizas y lodos.

Numerosos cuerpos de agua (lagos, estanques, embalses y ríos) tienen usuarios


de agua en competencia; por lo tanto, la adición de una central eléctrica de carbón
o un cambio en el procesamiento de residuos de combustión pueden requerir una
demanda adicional sobre el consumo de agua en un sistema acuático también
gestionado para peces y vida silvestre. Si las demandas acumulativas de agua de
consumo industrial, de servicios públicos, municipales y agrícolas son sustanciales,
es necesario un análisis regional del uso de consumo.

Conclusión.
El cambio climático está fuertemente ligado al desarrollo sostenible, sobre todo
considerando los riesgos de fenómenos meteorológicos extremos y la necesidad de
adaptación a tales fenómenos, que afectan sobre todo a las comunidades más
vulnerables (INECC, 2016). México es signatario de compromisos internacionales
para la acción global en contra del cambio climático.

El Acuerdo de París de 2015 establece un límite global de limitar el incremento de


la temperatura en 2°C con miras a 1.5°C para finales del presente siglo, al cual
México se comprometió a contribuir. En su Contribución Nacionalmente
Determinada (CND) enviada a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el
Cambio Climático (CMNUCC), México se comprometió a reducir sus emisiones de
gases de efecto invernadero en un 22% respecto al 2013 para el año 2030
(Gobierno de la República, 2015).
Para ayudar a conseguirlo, la Ley de Transición Energética del 2015 establece
metas para la generación de electricidad a partir de energías limpias (del 35% al
2024) (DOF, 2015) y para apoyar estas metas, la Ley de la Industria Eléctrica (LIE)
creó un mecanismo de Certificados de Energías Limpias que obliga a porcentajes
mínimos de consumo de energías limpias (DOF, 2014b).

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