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Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación

Dirección Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente


Área de Desarrollo Profesional Docente

Cine y Formación Docente 2006


4 de mayo en Río Grande, Tierra del Fuego y el 9 de agosto en Mendoza, ciudad capital.

Política y violencia. Los años 70 en Argentina.

Por Daniel Mundo

Todo período histórico tiene más de una Montoneros evidentemente también


dimensión desde la que puede ser quisieron retrotraerse al siglo XIX, y en cierta
investigado y comprendido. El período que forma es pensable que los 70 nacen de
nos ocupa hoy, la década del 70 en nuestro tensiones irresueltas en el mismo momento
país, parece haberlas subsumido a todas en de fundación de la nación: es lo que hace el
una, que con el paso del tiempo, para colmo, revisionismo histórico de un Hernández
no ha dejado de crecer: la política. Pareciera Arreghi, de un Jaureche, de un Rodolfo
que todo lo que ocurrió en los 70 es político, Puiggrós, y aún de Silvio Frondizi y Milcíades
y tal vez sea así. La política se había Peña, entre otros. La montonera imparte
convertido —como lo planteó en su momento justicia allí donde el Estado, apropiado por la
el politólogo Juan Carlos Portantiero— en oligarquía cipaya y la burguesía
una cuestión religiosa. Era a partir de ella transnacional, no ve más que elementos a
que los actores sociales asumían una reprimir. Estos eran conceptos y creencias
identidad, que se definían proyectos muy en boga en la década del 70. Podemos,
individuales o colectivos, que, en fin, se también, considerar al golpe del 55 y la
ordenaba el mundo. En algún momento proscripción que sufrió el peronismo durante
podría discutirse qué se entendía por política esos quince años y a los fusilamientos de
en aquel momento, ya que implicaba José León Juárez como otro origen de los
estructuralmente ciertas prácticas con las 70. Si ustedes recuerdan, el asesinato de
que hoy nos sería difícil comulgar. El Aramburu se presentó como una represalia
discurso autoritario y la violencia eran histórica por esos fusilamientos. Podemos,
elementos constitutivos del hacer político. El por último, hacer que los 70 comiencen en el
autodenominado Proceso de Reorganización golpe de Estado de 1966. En otras palabras,
Nacional consumó de tal manera ambos los 70 tienen uno y muchos principios, y
elementos que la democracia que nació de él todos desembocan en la venganza y la
no puede imaginarlos sino como males a violencia. Tanto la primera mitad como la
reprimir o reencauzar. No era así en los 70. segunda son un producto del devenir
histórico y no una aberración de la historia
¿Cuándo comienzan los 70? En 1970
nacional. Provienen del pasado, lo cumplen,
aparece el Informe de Brodie, de Borges, un
lo consuman.
libro inusitadamente violento y sangriento
que como un aleph da cuenta de toda la Si se investiga a las agrupaciones
locura que está a punto de desatarse; en guerrilleras más importantes de los 70 se ve
1970 se concreta la primera operación de que si bien entran en acción a fines de los
Montoneros: el secuestro, enjuiciamiento y 60, luego del Cordobazo, su vida había
posterior fusilamiento de Aramburu. Para mí nacido antes, aunque no tuvieran el
estos dos son acontecimientos protagonismo que conocerían después.
emblemáticos. Pero sin duda los 70 Hasta fines de los 60 eran grupos
comienzan mucho antes de 1970. Pensemos insignificantes que no provocaban ningún
en los Montoneros, actor fundamental de tipo de alarma social. El Ejército
esos años. Eran jóvenes que en gran parte Revolucionario del Pueblo (ERP), por
provenían del catolicismo comprometido, que ejemplo, y toda la saga de los Santucho,
se imaginaban como representantes de las surgen de las reivindicaciones de los grupos
clases populares, postergadas y silenciadas, indigenistas ya a mediados de la década.
y que actuaban como voceros de ellas. Eran Montoneros proviene de una agrupación
o querían ser peronistas. Al elegir el nombre católica de choque que se escindió durante

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el onganiato y cuyos miembros asumirían que tenía la fuerza para seguir dominando
distintas posturas políticas. Las Fuerzas una situación cuyas reglas de juego habían
Armadas Peronistas (FAP) son una especie cambiado radicalmente. Había signos que
de continuación de la resistencia peronista anunciaban con claridad esto, pero también
que se organiza a fines de los cincuenta, y es verdad que no eran fáciles de leer.
que actuó intermitentemente a lo largo de la Pensemos tan sólo en John William Cooke.
década siguiente. Hay, además, una gran Cooke muere en el 69, en Cuba. Durante
cantidad de pequeñas agrupaciones años se empeñó en mostrarle a Perón y a los
revolucionarias, que en los setenta peronistas que el futuro del “Movimiento” se
terminaron fusionándose en Montoneros, o encontraba en la izquierda, y en particular,
desintegrándose. ¿El modelo? La guerrilla en esa izquierda de liberación que la
rural practicada desde la revolución cubana, revolución cubana había inaugurado en
y al Che Guevara como epítome del héroe América Latina. Las cartas entre Cooke y
moderno. Perón se convertirían en lectura obligatoria
recién en la década del 70, durante la agonía
Otro elemento fundamental de esos años
de la llamada Revolución Argentina. Pero en
también proviene de los clivajes de la década
esas cartas que atraviesan toda la década
del 60. Me refiero al sindicalismo. El
del 60 se anuncia la tensión violenta que va
sindicalismo, por distintos motivos, se
a ser implosionar al gobierno peronista en
convirtió en el foco de acción del Estado. Se
1973 hasta 1976. Perón alentó —como
implementaron distintas metodologías para
ustedes ya saben— el accionar de las
neutralizarlo, para restarle poder, para
agrupaciones guerrilleras: eran otro elemento
“democratizarlo” —como se pretendía
más, si no el más importante, que le permitía
durante el enclenque gobierno de Illia—. El
socavar la base del gobierno militar.
sindicalismo era la cara más visible del
Montoneros era “la juventud maravillosa”,
peronismo. Y si bien era su legado o su
sus “brigadas especiales”, etc. En su
producto, también es cierto las agrupaciones
soberbia, Montoneros estaba convencido de
sindicales probaron más de un intento por
que Perón acompañaría su sueño mítico del
independizarse del líder exiliado. Lo único
“socialismo nacional”. Cuando se enfrentaron
cierto que lograron fue su escisión: durante
a la realidad brutal siguieron
el gobierno de Onganía vemos un ala del
autoconvenciéndose de la certeza de sus
sindicalismo burocratizada y
postulados: se siguieron imaginando como
colaboracionista, y presenciamos el
los intérpretes autorizados de los discursos
nacimiento de un movimiento de base con
de Perón.
figuras nuevas que ponen en jaque tanto la
lógica del sistema productivo como la Antes de seguir por esta línea que abre el
conducción sindical. El momento de juego de las interpretaciones quisiera dejar
emergencia pública y consolidación de este asentada con claridad una idea: es cierto que
movimiento basista fue el Cordobazo y la el golpe de estado del 76 fue anunciado
cadena de levantamientos que desató. desde meses antes; que fue alentado,
convocado, promovido o aceptado por
Por otro lado tenemos al peronismo y a
muchísimos actores sociales y políticos; que
Perón. El gran personaje político de los 60
fue esperado y vivido con cierto alivio por la
fue el líder ausente, proscrito, prohibido.
inmensa mayoría de la sociedad. Habría que
Desde la misma asunción de Frondizi, en
dejar sentado, sin embargo, que el golpe de
1958, hasta el golpe de Onganía, para
1966 también fue “festejado” por todo el
nombrar tan sólo dos acontecimientos, Perón
abanico político, desde la derecha liberal o
era una especie de aliento pestilente que
corporativa hasta los partidos de izquierda, el
desde la ausencia acosaba a militares y
sindicalismo y el mismo peronismo. Con esto
políticos. Todos querían prescindir de él, y él
quiero decir que las fuerzas militares en su
se volvía el interlocutor imprescindible para
conjunto y el caudillo militar en particular
proyectar cualquier política. Tanto es así que
eran aceptados como caminos viables para
para el 72-73 Perón era el único actor que
la conducción nacional. El régimen
podía llegar a dominar una situación
pretoriano en el que se vivía, con la
desencajada y que parecía englutir hasta el
alternancia de civiles y militares en el
mismo monopolio de coerción y legalidad
gobierno, donde los militares eran por lo
que tenía el Estado. Perón creyó también
menos un actor político más —sino EL actor

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por antonomasia, ya que, como se vería en hechos alentara otras opciones: basta
1976, las Fuerzas Armadas podían recordar el golpe palaciego que se dio en
presentarse como el reaseguro moral y el Córdoba, con la destitución de su
custodio último del ser nacional, o en otras gobernador y vicegobernador; o la
palabras, como el auténtico sujeto soberano impugnación del gobernador de la Provincia
de la Nación—, destiló al autoritarismo como de Buenos Aires y su reemplazo por el
un discurso normal de la política, y a la vicegobernador; o la renuncia en enero del
violencia como la manera habitual de acción. 74 de los diputados de la “Tendencia”, y el
Si hay en los 70 un culto a la violencia, un beneplácito con el que estos hechos fueron
proyecto nihilista y una fascinación por la recibidos por el gobierno). Pero una vez
muerte, una militarización casi general de la desaparecida la baranda mínima de
acción, proviene de la argamasa que contención, las fieras que anidaban en el
significó la Revolución Argentina. No se seno del peronismo no tardaron en
podía imaginar otra manera que la violencia devorarse. Por eso no resulta absurdo que
para desempatar la puja política, económica en tres años se pasara de un gobierno de
y social desatada entre las distintas fuerzas. cierta izquierda como el de Cámpora al
Si hoy se hace difícil imaginar a las fuerzas Rodrigazo, o a la formación de la Triple A
armadas como una opción válida de (Alianza Anticomunista Argentina).
gobierno, no era así en los 60-70. Su Cambiando la perspectiva de reflexión, este
desprestigio provino, en primera instancia, de devenir ínsito en la misma tendencia del
su incapacidad para cumplir los objetivos partido gobernante puede ser también
mínimos que ellas mismas se habían comprendido como un factor natural o normal
autoimpuesto; provino, por otro lado, de su debido a la concepción de la política que se
propia doblez ética; es decir, no fue la tenía en esos años. Por un lado, los
resistencia social o la formación ciudadana la discursos que por no encontrar mejor
que amplió imaginativamente su concepción nomenclatura podría denominar progresistas
política y derribó a un gobierno de facto (aunque pocos lo fueran), solían confundir la
activo. politización con la militancia comprometida, y
al poco tiempo con el militarismo: la violencia
Durante la década del 70 la impresionante
como forma normal de comunicación. Por
movilización de la Juventud Peronista, las
otro lado, los discursos del sentido común
decenas de agrupaciones de base, el
generados por la derecha y encarnados en
sindicalismo combativo, los grupos
los medios de comunicación, en las voces de
guerrilleros que con más o menos distancias
los especialistas, de los consultores, etc.,
se nuclearon alrededor de la izquierda
relacionaban la política con la economía. Así,
peronista convivían dentro del Movimiento
por poner un ejemplo, el Rodrigazo, que fue
con los políticos tradicionales del peronismo,
un intento acelerado por imponer una política
y además con agrupaciones de extrema
neoliberal, puede ser pensado como medida
derecha y con las cúpulas sindicales. El
pedagógica tanto en lo económico como en
peronismo había introyectado las
lo político. De hecho, la centralidad de la
contradicciones que desgarraban al país, es
inflación como cuestión política fundamental
decir, no era un actor político entre otros sino
venía de por lo menos fines de los 60, y
que en su interior se enfrentaban
como bien sabemos sobrevivió todos los
violentamente todos los proyectos políticos
intentos que el establishment practicó
que de algún modo fueran realizables. Esto
durante los 70 y 80. Paulatinamente se fue
no significa que no hubiera otros proyectos:
asentado la creencia de que el mercado
la dictadura fue la consecución de uno. Pero
tendría que funcionar como regulador
en la década del 70 Perón y el peronismo se
transparente y automático de las relaciones
presentaban como el único camino para
sociales: había que cambiar las pautas de
imaginar un futuro democrático. Por
comportamiento de los actores, entre ellos,
supuesto que es válida la duda de qué
principalmente el rol del Estado. Perón, que
democracia se hubiera instituido si las
intentó reflotar su proyecto de conciliación de
fuerzas armadas no hubieran intervenido,
clases, no estaba a la altura de la
imponiendo un proyecto político de manera
transformación que venía arrasando al país.
autoritaria. El discurso de Perón, una vez
Los militares lo plantearon con claridad: era
vuelto al país, no dejó de clamar por el
la “excesiva” centralidad que tenía el Estado
pluralismo democrático (aunque en los

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intervensionista —cuyo rostro más visible era de la Triple A, en agosto o septiembre de
el populismo— lo que había que desmontar. 1974. No sólo porque esta agrupación
De aquí que su proyecto de una democracia fascistoide actuaba amparada y alentada por
fuerte, es decir, gobernada por la tutoría el propio gobierno, desde el Ministerio de
militar, o en manos del partido conservador Bienestar Social, sino porque ella fue el
que planeaban dejar como herencia, semillero de donde surgirían los grupos
supusiera una reformulación de los parapoliciales que actuarían durante la
fundamentos mismo del orden de la sociedad dictadura. Estos “grupos de tareas” fueron la
argentina. encarnación, junto con los Centros
Clandestinos de Detención y Desaparición
Si bien en la masacre de Ezeiza, el
de Personas, de la clandestinización de la
mesiánico día del regreso de Perón, la lucha
acción del Estado que practicaron los
intestina se puso en evidencia y despuntaron
militares, y a la que nos referiremos en un
allí todas las miserias y brutalidades que se
momento.
conocerían en los años sucesivos, pocos
quisieron escuchar lo que allí se vociferaba. El terror político es una experiencia propia de
Cada uno de los actores se quiso creer el la Época Moderna. Se diferencia del miedo
vocero y descendiente legítimo del líder. porque su fuente no es ubicable o
Mientras Perón vivió, las diferencias que clasificable, pero sobre todo porque actúa de
enfrentaban a sus huestes fueron más o tal modo que anonada a las personas, o para
menos dominadas, aunque Montoneros, decirlo en otras palabras, hace que las vidas
cuando fueron expulsados del gobierno, de las personas se vuelvan algo superfluo. El
había vuelto a sus prácticas reivindicativas, poder de dar muerte que se autoasignó la
el ERP —que nunca las había abandonado Triple A primero y el Estado Militar luego se
totalmente— a sus acciones terroristas, y el alimentó de esta creencia. El uso de la
sindicalismo burocrático —como se lo violencia como forma de comunicación
llamaba— a ralear y reprimir a las política, y la venganza y el asesinato como
agrupaciones de base. Sin embargo, todas materialización de la justicia, tenían, por
estas acciones, que con posterioridad los supuesto, una tradición muchísimo más
militares se empeñaron en calificar una y otra larga. Para acotarnos a la década del 60, los
vez de subversivas, fueron apenas el asesinatos de los grupos terroristas se
calentamiento de la válvula que sería el ampararon en esta tradición, que se
verdadero motor de la dictadura: el terror. condensó en la por aquella época famosa
fórmula de que “la violencia de arriba genera
Fue la experiencia del terror la que permitió
la violencia de abajo”, o en la que afirmaba
un régimen represivo como el que inauguró
que “Cinco por uno no va a quedar ninguno”.
la dictadura. La dictadura del 76 se diferencia
La innovación que trajo la Triple A radica en
del resto de dictaduras porque subvirtió de
que la acción terrorista provenía del intestino
tal modo los poderes del Estado como nunca
mismo del Estado. De aquí la impunidad con
antes se había conocido en el país. Y lo
la que actuaron. Esta impunidad es la que le
pudo hacer porque se presentó como el
permitió afirmar, por ejemplo, al almirante
último intento para tratar de resolver los
Guzzetti, en el año 1976, mientras revestía
males “endémicos” de un tipo de sociedad
de canciller: “Mi concepto de subversión se
que venía deglutiéndose a sí misma: de aquí
refiere a las organizaciones de signo
que, como nunca antes, se autopercibieron
izquierdista. La subversión o el terrorismo de
como corporación independiente del resto de
derecha no es tal. El cuerpo social del país
la sociedad, y por encima de ella. El terror se
está contaminado por una enfermedad que
había convertido en el paredón contra el que
corroe sus entrañas y forma anticuerpos.
chocó el proyecto democrático de los 70. Fue
Estos anticuerpos no deben ser
la experiencia del terror la que literalmente
considerados de la misma forma que se
había anonadado a la inmensa mayoría de la
considera un microbio”.
sociedad. El terror generalizado había
aparecido por cierto antes del golpe, en parte La absoluta libertad de acción de la Junta y
—como sostienen los militares y sus la violación de toda norma jurídica conocida
ideólogos— de las acciones de los grupos fue denunciada, en un principio, tan sólo por
guerrilleros. Pero el terror como fenómeno de un grupo reducido de personas que se
masas se inauguró creo yo con la aparición nucleaban en las pequeñas asociaciones de

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derechos humanos existentes en el país. los primeros Centros de detención-
Eran una minoría insignificante. El resto de la desaparición ilegales. Con el paso del
población, desde los líderes políticos hasta el tiempo, los militares se ampararon en el
sindicalismo, pasando por todas las decreto de la presidente constitucional, que
agrupaciones empresariales, del agro o de la les ordenaba “aniquilar” el accionar de las
industria, los medios de comunicación de bandas terroristas, para legalizar de algún
masas, la Iglesia, y hasta las cúpulas de la modo su política de clandestinización. Lo
guerrilla, no pudo imaginar lo que significaba cierto es que el conjunto de la sociedad no
el período que se iniciaba. De un modo u se alarmó por la incruenta lucha en el norte
otro, todos se aliviaron con el golpe. De del país. Como tampoco se alarmó por la
hecho, las Fuerzas Armadas no tuvieron que decena de desaparecidos que dejó el
provocar ningún acto violento para derrocar frustrado y hoy sabido suicida copamiento
al gobierno constitucional; tan sólo debieron que intentó el ERP del cuartel de Monte
esperar que el gobierno, como una fruta Chingolo. Pero tampoco se alarmó, o no
podrida, cayera por su propia incompetencia. escuchó, ningún de los avisos que hicieron
“Un buen punto de partida” titulaba Clarín el los militares desde por lo menos la segunda
26 de marzo. Un régimen que se había mitad de 1975, cuando Videla fue nombrado
iniciado bajo la euforia de cánticos como “Se comandante en jefe del Ejército. Videla, por
van/ se van/ y nunca volverán”, con más de ejemplo, en un discurso que dio en
la mitad de la población —según encuestas Montevideo, afirmaba que “Estaremos
de la época— aprobando o justificando la dispuestos a sacrificar las vidas que sean
acción violenta, con movilizaciones políticas necesarias con tal de pacificar al país”.
de millares de individuos, languidecía en un
Ni los intelectuales ni los políticos ni tampoco
descrédito general tal que nadie se atrevió a
las cúpulas guerrilleras —que eran aquellos
salir en su defensa. El clima que se vivía
que tenían más de un motivo para desconfiar
generó una especie de tara o incapacidad
y temer del golpe— comprendieron lo que
para crear un juicio y poder discriminar o
implicaría aceptar activa o pasivamente el
imaginar el futuro inmediato, cuyas señas de
golpe de Estado que se estaba gestando. La
identidad ya se habían dibujado antes de que
frase que se suele recordar para constatar
el golpe se hubiera puesto en marcha. Todas
esta aceptación general proviene del
los trabajos históricos coinciden en que el
discurso que dio Ricardo Balbín —el político
huevo de la serpiente que lo anunciaba se
del momento con mayor representatividad—
ubica por lo menos en el discurso que dio
por cadena nacional apenas una semana
Videla la noche de navidad, donde planteó
antes del 24 de marzo: “Hay soluciones.
que se abría un tiempo de espera de tres
Pero yo no las tengo”, decía, entre otros
meses para que todos los partidos políticos y
enunciados que no dejaban de mostrar la
no sólo el gobernante pudieran revertir la
impotencia de todo el espectro político para
situación de descontrol económico, de
solucionar la crisis de legitimidad del régimen
impopularidad y falta de legitimidad de la
republicano y democrático. Pero los políticos
presidente, de violencia generalizada, que se
no eran los únicos desconcertados. Los
vivía. La estructura de comportamiento
sindicalistas —luego de haber hecho una
fundada en la dicotomía caos/ orden, de
política de desgaste desde el inicio del
donde se desprenden calificativos como
gobierno peronista, pero especialmente
bueno/ malo, ciudadano/ subversivo, etc.,
durante el último año— no le iban a la zaga.
que se convertiría en el modus vivendi y en
Casi la totalidad de los medios de
la manera de pensar habitual, no fue un
información festejaron el golpe de Estado, y
invento del gobierno de facto, aunque
de hecho siguieron siendo cómplices de la
durante su gestión se haya extremado su
dictadura en todo momento, aún en la
capacidad simplificadora. La lógica amigo/
catastrófica experiencia del Atlántico Sur.
enemigo proviene del corazón mismo del
Había, sin duda, pautas férreas de censura
régimen democrático instaurado en los 70.
impuestas por los militares, pero ningún
Fue esta lógica, en cierta manera, la que
medio —salvo contadas excepciones como
hizo pasar como desapercibido los métodos
The Buenos Aires Herald— las necesitaba,
represivos que el Ejército probó
pues la autocensura era acaso tan
acotadamente en la lucha contra la guerrilla
implacable como la otra. Como se sabe, la
en el monte tucumano, donde aparecieron
desinformación, la banalización de las

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noticias y el aislamiento, la soledad y la teoría de los dos demonios y llegar, por fin, a
atomización social que esto acarrea, son casi una pregunta que si bien también se viene
tan constitutivas del terror como la coerción formulando desde hace un tiempo, hoy
violenta y el asesinato arbitrario. Al miedo asume un rostro más despejado: ¿Cómo fue
que causa el espectáculo de una violencia posible que algo así ocurriera?
generalizada y aparentemente fuera de
Cuando este tipo de preguntas aparece en
control se suma la imposibilidad de
los relatos de historia vienen acompañadas
comentarlo con otros y tratar de darle un
por los muy variados esfuerzos que se
sentido sensato. Cuando se habla de la
practican para poder responderlas. Pero
clausura autoritaria del espacio público se
cuando logramos poner como entre
refiere en cierto modo a este tipo el terror
paréntesis nuestra inclinación natural a
que consumó la dictadura.
encontrar respuestas o a inventarlas, la
La metodología de desaparición de personas densidad de estas preguntas vuelve a
es coherente con este tipo de terror político. desplegarse. Habría que evitar la tentación
Si casi desde la aparición misma de los tan fuerte de dar una o varias respuestas. En
organismos de Derechos Humanos se luchó la imposibilidad de ser respondidas reside la
por impedir el olvido, por crear alguna forma exigencia de encarar reflexiones que nos
de memoria, por emparentar la memoria con permitan comprender períodos históricos que
la verdad y la justicia, fue porque la la tradición bienpensante preferiría clausurar
metodología represiva que montó el Estado en uno u otro sentido.
terrorista apuntalaba una política de olvido.
Había que hacer desaparecer todo rastro
que diera constancia de la vida que se había
suprimido. No se trata, aquí, de recurrir a
algún lugar común y sostener la mala Mayo de 2006
memoria de los argentinos, o a que hay que
recordar para no repetir, ese tipo de
afirmaciones pedagógicas que en verdad Breve índice bibliográfico
sirven más para exculparse que para
reflexionar. Desde hace un tiempo la
bibliografía sobre el período insiste en el Altamirano, Carlos: "Montoneros", en Punto
conocimiento que debió de tener la sociedad de Vista Nº 55, Buenos Aires, Agosto 1996.
de lo que estaba viviendo —de lo que ella Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín: La
había gestado— y del gran esfuerzo psíquico voluntad. Una historia de la militancia
o conciente desplegado en reprimir ese revolucionaria en la Argentina, Tres
saber. No se trata tampoco aquí de volúmenes (I:1966-1973; II: 1973-1976; III:
culpabilizarla. Como tampoco se trata de 1976-1978), Buenos Aires, Norma, 1997-
culpabilizar a la Iglesia, que sobrados 1998.
documentos —y salvo escasas
excepciones— demuestran cómplice, o al Anzorena, Oscar: Tiempo de violencia y
silencio consciente de los medios de utopía (1966-1976), Buenos Aires,
información, a los partidos políticos Contrapunto, 1988.
impotentes, al sindicalismo, a las Cavarozzi, Marcelo: Autoritarismo y
agrupaciones empresarias, a los democracia (1955-1996). La transición del
intelectuales sin imaginación, a las cúpulas Estado al mercado en la Argentina, Buenos
guerrilleras suicidas o cínicas, a los Aires, Ariel, 1997.
militantes políticos o guerrilleros: ese tipo de
descargo donde todos somos culpables, o Colombo, Ariel y Palermo, Vicente:
como se solía decir en la década del 80: Participación política y pluralismo en la
porque “todos llevamos dentro un enano Argentina contemporánea, Buenos Aires,
fascista”, obtura también la reflexión sobre el CEAL, 1985.
período, que debería atravesar esta maraña De Riz, Liliana: Retorno y derrumbe. El
de actores que fueron, por una u otra razón, último gobierno peronista, Buenos Aires,
espectadores complacientes del régimen Hyspamérica, 1986.
militar, atravesar también esa otra maraña de
culpabilizaciones y disculpas que significó la

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Di Tella, Guido: Perón-Perón, 1973-1976, Quiroga Hugo: El tiempo del “Proceso”,
Buenos Aires, Sudamericana, 1983. Homo Sapiens, Rosario, 2004.
Feinmann, José Pablo: La sangre Rot, Gabriel: Los orígenes perdidos de la
derramada. Ensayo sobre la violencia guerrilla en la Argentina, Buenos Aires, El
política, Buenos Aires, Ariel, 1998. Cielo por Asalto, 2000.
Gasparini, Juan: Montoneros. Final de Rouquié, Alain: Poder militar y sociedad
cuentas, La Plata, De la Campana, 1999. política en la Argentina (2 volúmenes),
Buenos Aires, Emecé, 1982.
Gillespie, Richard: Soldados de Perón. Los
Montoneros, Buenos Aires, Grijalbo, 1987. Santucho, Julio: Los últimos guevaristas.
Surgimiento y eclipse del Ejército
Giussani, Pablo: Montoneros, la soberbia
Revolucionario del Pueblo, Buenos Aires,
armada, Buenos Aires, Sudamericana, 1984.
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