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Sana Tu Niño Interior PDF
Sana Tu Niño Interior PDF
En conclusión 13
Introducción
Tu niño interior es la memoria de ti mismo que vive dentro de ti. Es esa
esencia intacta que llegó a este mundo abierta al aprendizaje y las
experiencias. Es también una forma de sentir y de actuar que se activa ante
algunas situaciones específicas, sobre todo, aquellas que te llevan a revivir
heridas del pasado o asumir responsabilidad en el presente.
Las etapas por las que fuiste pasando desde tu gestación hasta la vida
adulta son todas importantes, sin embargo, existe una etapa más significativa
que es desde la gestación hasta los 7 años de edad, y todavía es un poco
más significativo hasta los 3 años de edad. Esa edad donde estábamos cien
por ciento abiertos a hacer nuestro el mundo que recibimos del exterior.
Hoy por hoy no somos al cien por ciento el resultado de una genética que
predetermina cómo seremos. Somos una mezcla de quienes llegamos a este
mundo y lo que fuimos recibiendo de él a través de las experiencias, los
aprendizajes, los modelos, las reglas y los estilos de vida.
Rescatar y sanar a tu niño interior es precisamente hacer un viaje hacia
reconocer qué experiencias tuviste que te alejaron de tu auténtica esencia.
Que puedas tomar los mejor de la mezcla de todo lo que viviste para decidir
quién quieres ser ahora.
Quizá no sería lógico ni realista vivir 100% desde esa esencia intacta que
abrió los ojos por primera vez el día de tu nacimiento pero sí que es realista
aceptar todo lo que sucedió en tu infancia para usarlo ahora a tu favor.
Al día de hoy yo no sería la persona que soy, y tú tampoco lo serías, si no
hubiéramos vivido todo lo que vivimos. Pero eso no tiene por qué ser una
maldición o una desgracia, ha de ser una oportunidad para nosotros sanar y
tomar lo mejor de esas experiencias para darle forma y sentido a nuestra
vida ahora y nuestro porvenir.
Con este eBook te queremos compartir, Alicia, Maricarmen y yo, Fabiola, los
puntos principales para sanar a tu niño interior y que puedas ser un adulto
que toma la responsabilidad que le corresponde, integrando en ti y en tu vida
la alegría, espontaneidad, capacidad de asombro y otras increíbles
características que tenías de niño.
Esperamos que puedas volver a despertar esos dones dormidos, esa chispa
de vida que se escondió detrás de una barrera para no ser lastimado. Que
puedas volver a confiar ahora con más herramientas para saber en qué
momentos sí es necesario protegerte y cuándo no.
Primer paso: Recuerda cómo
eras de niño
Te queremos pedir que recuerdes cómo eras de niño o niña. Haz un intento
de recordar cómo eras antes de aprender a protegerte. En lo personal me
asombra quienes me dicen “toda mi vida he sido aprehensiva”, y no…
cuando nacimos no éramos aprensivos, ni nerviosos y mucho menos
ansiosos.
Cuando naciste traías un temperamento que quizás te hizo ser más activo o
más tranquilo, más sociable o no tanto. Quizás eras más curioso hacia el
exterior o hacia el interior; quizás te gustaba estar despierto o más bien
dormido. Ya de bebés podemos ver algo que nos diferencia de los demás.
No todos los bebés tienen el mismo temperamento ni la misma forma de
reaccionar ante los estímulos. Si bien compartimos muchas cosas, traemos
algo que nos hace únicos.
¿Podrías recordar qué te hacía ese bebé único? ¿Qué podrías decir que te
diferenciaba de los demás?
Saca una foto y observa como si vieras a ese bebé por primera vez, sin que
lo conocieras, y descríbelo. ¿Qué ves en su mirada? ¿Qué ves en su
temple? ¿En la forma de moverse?
Genera mucha frustración querer llevar una vida plena al mismo tiempo que
sientes una fuerza interna que te jala hacia abajo, ¿cierto? Esta es una
fuerza que viene acompañada de creencias y pensamientos, de un estilo de
comportamientos que al final te llevan a comprobar realidades que no te
gustan.
Sí es importante reconocer que sigue doliendo, que ahí está la herida, que
hay una marca emocional y mental que necesitamos sanar.
• Rechazo
• Abandono
• Humillación
• Traición
• Injusticia
Tercer Paso: Sana tus heridas
emocionales
Sería maravilloso poder regresar al pasado y que esas heridas fueran
sanadas. Qué genial sería que alguien nos dijera en un momento de miedo
que estaba ahí para protegernos, que alguien llegara a defendernos de los
golpes y de los gritos. Sería increíble que alguien nos diera una cobija o
zapatos nuevos cuando los necesitábamos, que nos explicaran lo que estaba
pasando y nos dijeran lo que iba a pasar.
Hasta que comprendí que era yo misma quien podía e inclusive, debía sanar
mis heridas. Entendí que estaba sufriendo mucho por seguir esperando a
que los demás lo hicieran o a que los demás dejaran de lastimarme.
Por eso nuestra recomendación es que te animes a tomar el botiquín de
primeros auxilios, que laves tus heridas, las seques, las cuides, les pongas
curita, vendaje, pomada… la saques al aire y poco a poco vayas viendo
cómo va sanando.
Quizás se queda la cicatriz, pero podemos hacer arte con nuestras cicatrices,
podemos darles sentido y propósito y sobre todo, pueden dejar de doler tanto
si nosotros mismos la sanamos.
También hay que saber que es muy probable que la percepción que tú tienes
de tu infancia y de tus padres es diferente a la de tus hermanos y tus mismos
padres. Cada quien vive la vida desde su propio filtro, como si tuviéramos
lentes internos que modifican la experiencia en función de tu estado de
ánimo, tu temperamento e inclusive si dormiste bien o no.
No tiene por qué ser así. Tú puedes tomar lo mejor de tu niño interior que
sigue viviendo dentro de ti y traerlo al presente. Tú puedes aprender a jugar y
disfrutar, puedes volver a soñar y ahora con muchas más herramientas y
capacidades.Tienes la capacidad de hacerte cargo de tus sueños y hacer
realidad los más que se puedan. Tú puedes elegir las situaciones en las que
se necesita de temple y seriedad, pero sin perder tu esencia optimista y
esperanzadora.
Tú puedes ser la mezcla bien equilibrada entre el adulto que eres y aquel
niño que en el camino ha aprendido nuevas cosas y se ha hecho más fuerte
para dirigir su vida y disfrutar de ella.