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DURANTE LA TREGUA
CON EL SULTÁN
Pablo Tornielli
A pesar de su cargo y quizás aprovechando la seguridad personal que le brindaba estar fuera del
alcance de Constantinopla, Arslán entregó a la prensa opiniones sumamente críticas acerca de
algunos aspectos de la situación del Imperio.
El viernes 13 de abril de 1900, el diario londinense The Times publicó en su segunda página una
nota titulada “Turkish Finances”, redactada por su corresponsal en París. En ese artículo se resumen
dos informes que Emín Arslán envió al Sultán Abdul Hamid II y luego dio a conocer a la prensa.
Uno de ellos se refería a la situación desesperada de los campesinos y otro a los sueldos
desproporcionadamente altos de gran número de jefes militares y funcionarios de alto rango. Según
el texto de la noticia esos informes datarían de 1899 y 1900. El texto publicado en The Times
permite imaginarse el disgusto que causó en la cancillería otomana:
Otro resumen de los dos informes se publicó en el semanario neoyorquino The Nation el 17 de
mayo de 19004:
No hemos dado todavía con el texto completo de esos informes. Como es natural, sus términos
enfurecieron a la cancillería otomana. El embajador del Imperio Otomano en Bélgica, Etienne
Caratheodory, recibió instrucciones de Constantinopla para exigirle explicaciones al irreverente
cónsul general Arslán. El descargo (en palabras de Caratheodory: “la soi disant justification de
notre Consul Général”, es decir la “por así llamarla justificación de nuestro Cónsul General”)
parece empeorar las cosas. Arslán dice en resumen que su informe fue remitido al mismísimo sultán
y que ante la falta de respuesta de seguridad de que lo hubiera recibido no tuvo más alternativa que
darlo a la prensa.
El texto de la respuesta de Arslán fue redactado en francés, como todo el intercambio telegráfico
entre la Sublime Puerta y su embajada en Bruselas y el facsímil fue publicado por el Centro de
Historia Política de la Universidad de Amberes 5. El desenfado con que Arslán expone su descargo
hace que valga la pena transcribir aquí el telegrama completo, que hemos traducido al castellano:
5 Ottoman Diplomats: Letters From the Imperial Legation in Brussels (1849–1914) (2014 Edition), Centre for
Political History (PoHis), University of Antwerp, http://dighum.uantwerpen.be/ottomandiplomats/html/HR.SYS-
227-2_342.html
Señor Ministro
Su Excelencia me ha hecho el honor de requerirme ayer una respuesta escrita, cuando
ha tenido a bien comunicarme verbalmente el despacho de Su Excelencia Teufik Pashá,
Ministro de Asuntos Extranjeros relativo a la publicación del Times de mi último informe
sobre la reforma de nuestras finanzas. Esta respuesta, hela aquí, con toda su franqueza.
Su Majestad Imperial, Nuestro Augusto Maestro, ha permitido dentro de su Alta
solicitud, a todos los fieles súbditos, sin distinción de rango ni de condición, enviarle ya
sea sus reclamos personales, ya sea sus reclamos generales.
Hace ya tres años, a mi retorno del Congreso de la Prensa de Estocolmo, he
reingresado al servicio del Gobierno Imperial, conforme las órdenes de Su Majestad
Imperial. Luego de ello he tomado la muy respetuosa libertad de enviarle algunos
informes del más alto interés y que trataban de las más graves cuestiones. Me contentaré
con citar particularmente aquel informe que envié desde Burdeos el 22 de marzo de 1898,
en el cual denunciaba las intrigas extranjeras que se tramaban en Siria contra el Gobierno
Imperial y cómo los jesuitas, por ejemplo, habían puesto en manos de sus alumnos, que se
encuentran en todo el Imperio, una historia de un cierto Padre Gazal de su compañía, que
califica a Nuestro Profeta de impostor, de bandolero y de asesino. He expuesto que era
escandaloso permitir que gente perseguida en su propio país por sus intrigas pudiera venir
a establecerse en nuestra casa, gozar de la más grande y amplia hospitalidad y devolver
esta generosidad descalificando nuestra religión y nuestro Profeta, como también a
nuestro Califa, su representante sobre la Tierra. Fui víctima de ese informe, puesto que
fue comunicado furtivamente al gobierno francés, que rehusó concederme el exequatur y
obligó a transferirme de Burdeos a Bruselas.
El 17 de octubre de 1899 puse a los pies del Trono Imperial un informe sobre un
proyecto de ley que consistía en transformar el artículo 10 de nuestras tarifas consulares,
de facultativo a obligatorio. Tasa que no lesiona ningún interés otomano, que no es
contraria a ninguna cláusula de nuestros tratados de comercio ni a las capitulaciones, que
no es ni onerosa ni vejatoria y que beneficia al Tesoro Imperial con 25 a 30 millones de
piastras, es decir que puede garantizar el pago del cuerpo diplomático y consular.
Muchos otros informes igualmente importantes fueron sistemáticamente descartados
de Su Majestad Imperial a tal punto que no pude nunca lograr poner a los pies del Trono
Imperial mis humildes felicitaciones en ocasión de las fiestas.
Esta situación inicua la he sufrido durante tres años. He intentado por todos los medios
remediarla. Todo fue inútil. Había entre mi Soberano y yo una muralla. Llegué a pensar
en reunir en un volumen todos mis informes. Pero puesto que nuestra crisis financiera es
la cuestión del día, la más apremiante y la más importante, y teniendo en cuenta mis
relaciones amigables con la Prensa, no dudé, a falta de otros recursos, en comunicar al
gran órgano de Londres una copia de mi último informe. Es el diario más importante del
mundo y es de una nación amiga. Mi informe por otra parte está lejos de ser hostil, por el
contrario, está dirigido en los términos más respetuosos y los más sumisos, lleno de
veracidad y patriotismo. Pero como Su Excelencia no me ha comunicado esta publicación
y sin haber yo todavía tenido la ocasión de leerla, ignoro cómo y en qué sentido ha sido
publicado.
Su Excelencia ha tenido a bien explicarme ayer que esta comunicación es irregular.
Estoy de acuerdo. Pero mi intención era buena y los medios justificados. Que Su
Excelencia me permita solamente hacerle ver muy respetuosamente que no es ni la
primera ni la más grave irregularidad que se cometió entre nosotros. Cosas mucho más
graves y mucho más importantes que amenazan la salud misma del Imperio se cometen
todos los días sin que nadie se conmueva. Su Excelencia, es que también el mundo está
hecho aquí abajo de imitación y que los pequeños solo pueden seguir el paso de los
grandes...
He aquí Excelencia una respuesta en toda su franqueza. Me hará Usted esta justicia:
advertir que no he usado evasivas y que al menos tengo el coraje de mis opiniones.
Sólo me queda declarar, finalmente, que soy siempre el súbdito más profundamente
afecto a Su Soberano y Augusto Maestro, Salud y Espíritu de todos los otomanos.
Quiera el Señor Ministro aceptar las seguridades de mi más respetuosa consideración
con las cuales tengo el honor de ser de Vuestra Excelencia el más humilde y modesto
servidor.
Emin Arslan
Con toda probabilidad Arslán no hubiera podido publicar en la prensa ni dirigirse al monarca en
los términos que surgen de esta misiva si hubiera estado dentro de los límites del Imperio. No debió
serle fácil ni siquiera seguir en el puesto de Cónsul General en Bruselas, que sin embargo conservó
durante ocho años más. Según los datos disponibles, Arslán no volvió a pisar territorio del Imperio
Otomano hasta después de la revolución de 1908. Había salido del Imperio en 1893. Según sus
propias palabras se lo apodaba “deli”, es decir “el loco” en idioma turco, en la cancillería otomana.
Ilustración 3: Fragmento de facsímil del descargo escrito de puño y letra por Emín Arslán y
presentado ante su superior, el Embajador Carathéodory.
ANEXO:
de Votre Excellence,
Emin Arslan
Légation de Turquie