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EL EMIR EMÍN ARSLÁN

DURANTE LA TREGUA
CON EL SULTÁN
Pablo Tornielli

A fines de 1897, el sultán ‘Abdülḥamīd II envió a París a un negociador de su confianza, Aḥmed


Cemâluddîn, para llegar a un acuerdo con los dirigentes de los grupos de exiliados otomanos que
hostigaban a su gobierno a través de la prensa y los cabildeos ante los gobiernos europeos. 1
Prometió una amnistía a los presos políticos, la restauración de la constitución suspendida en 1877
(promesa esta que no fue cumplida) y el ingreso de algunos de los exiliados a la administración
otomana. A raíz de este acuerdo o tregua, Emín Arslán fue nombrado cónsul general del Imperio
Otomano en Burdeos y en seguida en Bruselas, donde permaneció en el cargo unos diez años hasta
la revolución de 1908.

A pesar de su cargo y quizás aprovechando la seguridad personal que le brindaba estar fuera del
alcance de Constantinopla, Arslán entregó a la prensa opiniones sumamente críticas acerca de
algunos aspectos de la situación del Imperio.

El viernes 13 de abril de 1900, el diario londinense The Times publicó en su segunda página una
nota titulada “Turkish Finances”, redactada por su corresponsal en París. En ese artículo se resumen
dos informes que Emín Arslán envió al Sultán Abdul Hamid II y luego dio a conocer a la prensa.
Uno de ellos se refería a la situación desesperada de los campesinos y otro a los sueldos
desproporcionadamente altos de gran número de jefes militares y funcionarios de alto rango. Según
el texto de la noticia esos informes datarían de 1899 y 1900. El texto publicado en The Times
permite imaginarse el disgusto que causó en la cancillería otomana:

Las finanzas turcas. (De nuestro


corresponsal en París). Que hay algo
podrido en Turquía ha sido una frase
repetida para los observadores europeos
pero, como habrán notado los lectores del
Times, especialmente en el episodio de la
lucha de Mahmud Pasha y los escándalos del
embajador turco en Berlín, los funcionarios
otomanos mismos se están adecuando a este
estado de cosas. No es más un pequeño
grupo revolucionario el partido de los
Jóvenes Turcos, el cual está manifestando un
deseo efectivo de reforma y estoy ahora en
condiciones de suministrar pasajes
esenciales de una demostración
característica de ello. Evidentemente el
sentimiento que ha inspirado el siguiente
documento ya no es meramente platónico,
puesto que es el informe de un cónsul Ilustración 1: The Times, n.° 36115,
general del Imperio Otomano en Bruselas, viernes 13 de abril de 1900, p. 2.
Emín Arslán Effendi, dirigido al sultán.
Parece que el año pasado este funcionario
1 Tornielli, Pablo (2015). "Hombre de tres mundos. Para una biografía política e intelectual del emir Emín Arslán".
Dirāsāt Hispānicas. Revista Tunecina de Estudios Hispánicos, 2: 157-181.
http://dirasathispanicas.org/index.php/dirasathispanicas/article/view/35
envió a Abdul Hamid un informe detallado de los sufrimientos de la población campesina
en algunas de las provincias más ricas del Imperio, debidos a la pesada carga de los
impuestos y los métodos arbitrarios de los granjeros de renta. Señaló cómo los
campesinos musulmanes están siendo esmerilados por la actual situación y cómo, al no
conseguir ser oídos por Su Majestad, estaban talando sus árboles, derribando sus viñedos,
dejando sus tierras sin cultivar y hasta emigrando en vastos números allende los mares.
América sola, dijo, recibió a más de 100.000 emigrantes sirios, un tercio de los cuales
eran musulmanes. "Nunca en la historia del Islam ha ocurrido tal cosa".
Este funcionario dice ahora, en su informe actual —con cierta ingenuidad tal vez,
considerando lo difícil que es hacer que un documento de ese tipo llegue a la atención del
sultán— se detiene en los peligros ya aludidos por Mahmud Pasha quien, como se
recordará, insistió en su entrevista con el Times acerca de los fantásticos salarios
otorgados a funcionarios tales como Mukhtar Pashá, para no hablar de los del Gran Visir,
que recibían estipendios respectivamente cuatro veces más altos que los de Lord Cromer 2
y dos veces los de Lord Salisbury3. Los militares han invadido el cuerpo diplomático,
donde reciben, además de sus salarios regulares como oficiales, el estipendio de un
ministro o de un embajador. En muchos casos han tomado los lugares de personas
competentes, entrenadas en el servicio diplomático quienes, a su vez, como
reconocimiento por entregar sus deberes a oficiales del ejército bastante poco idóneos
para un puesto diplomático, reciben ahora salarios mayores a los que tenían cuando
estaban en el servicio activo. No sólo esto sino que, como consta en el último anuario
oficial, hay 44 mariscales, es decir 11 veces más —según este informe— de los que hay
en el resto del mundo. Hay 46 visires, todos con el rango de mariscal, y hay 80 miembros
del Consejo de Estado; tantos como en Francia y Alemania juntas. "Y puesto que la
mayoría de estos altos funcionarios reciben del Tesoro el doble y a veces el triple del
monto de sus salarios, la embarazosa situación financiera del Imperio es algo natural y
uno puede comprender cómo es que al cuerpo diplomático se le deja sin paga durante un
tercio de año, algo desconocido incluso durante la guerra Ruso-Turca".
Tales son los hechos contenidos en este informe leal. La conclusión es lógica: ninguna
comisión en el mundo podrá remediar esta situación y es bien sabido que el sultán ha
designado varias comisiones en distintos momentos con la pretensión de resolver estas
dificultades; no se puede preparar ningún presupuesto que se ocupe de estos abusos salvo
que esté precedido por una limpieza completa de estos parásitos. Luego de este exposé, el
informe termina de la siguiente manera: "Esta es, Señor, la exacta verdad. Dice el hadiz:
"el creyente es quien se atreve a decir la verdad al Soberano; el traidor es quien la oculta.
Es dos veces traidor si la oculta con adulación". (N.B.: traducido del inglés por el autor).

Otro resumen de los dos informes se publicó en el semanario neoyorquino The Nation el 17 de
mayo de 19004:

2 Administrador colonial de Egipto


3 Primer Ministro del Reino Unido
4 The Nation, vol. 70, No. 1820, p. 378. Se trata del semanario más antiguo que se siga publicando en los Estados
Unidos. El original digitalizado puede verse en el siguiente enlace: http://hdl.handle.net/2027/pst.000068744175?
urlappend=%3Bseq=390
Un nuevo defensor de la reforma en Turquía
ha surgido con Emín Arslán Effendi, el cónsul
general en Bruselas. El año pasado envió a Abdul
Hamid un informe detallado del sufrimiento de
los campesinos en algunas de las provincias más
ricas del imperio. Precisó que, incapaces de
soportar la pesada carga de los impuestos y los
métodos arbitrarios de los hacendados rentistas,
estaban cortando sus árboles, arrancando sus
viñas, dejando sus tierras sin cultivar y hasta
emigrando en grandes números más allá de los
océanos. Solo América, dijo, contenía más de
100.000 emigrantes sirios, un tercio de los cuales
eran musulmanes. “Nunca en la historia del Islam
había ocurrido cosa semejante”. En el informe de
este año se explaya sobre el gran número de altos
funcionarios y sus enormes salarios. Existen en el
ejército, por ejemplo, cuarenta y cuatro
mariscales y cuarenta y seis visires con el rango
de mariscal, así como ocho miembros del
Consejo de Estado: tantos como los de Francia y
Alemania sumados. El salario de Mukhtar Pashá
es cuatro veces el de Lord Cromer y el Gran Visir
cobra el doble que Lord Salisbury. Pero “como la
mayoría de estos altos funcionarios cobran del
Tesoro el doble y a veces el triple de sus salarios,
el problema financiero del imperio no es más que
algo natural”. (N.B.: traducido del inglés por el
autor). Ilustración 2: The Nation, de Nueva
York.

No hemos dado todavía con el texto completo de esos informes. Como es natural, sus términos
enfurecieron a la cancillería otomana. El embajador del Imperio Otomano en Bélgica, Etienne
Caratheodory, recibió instrucciones de Constantinopla para exigirle explicaciones al irreverente
cónsul general Arslán. El descargo (en palabras de Caratheodory: “la soi disant justification de
notre Consul Général”, es decir la “por así llamarla justificación de nuestro Cónsul General”)
parece empeorar las cosas. Arslán dice en resumen que su informe fue remitido al mismísimo sultán
y que ante la falta de respuesta de seguridad de que lo hubiera recibido no tuvo más alternativa que
darlo a la prensa.

El texto de la respuesta de Arslán fue redactado en francés, como todo el intercambio telegráfico
entre la Sublime Puerta y su embajada en Bruselas y el facsímil fue publicado por el Centro de
Historia Política de la Universidad de Amberes 5. El desenfado con que Arslán expone su descargo
hace que valga la pena transcribir aquí el telegrama completo, que hemos traducido al castellano:

Bruselas, 16 de abril de 1900. Consulado General del Imperio Otomano. Nº 100.


Objeto: respuesta relativa al artículo del “Times”.
Su Excelencia Caratheodory Effendi, Enviado Extraordinario y Ministro
Plenipotenciario de Su Majestad Imperial el Sultán, etc. etc. etc., Bruselas.

5 Ottoman Diplomats: Letters From the Imperial Legation in Brussels (1849–1914) (2014 Edition), Centre for
Political History (PoHis), University of Antwerp, http://dighum.uantwerpen.be/ottomandiplomats/html/HR.SYS-
227-2_342.html
Señor Ministro
Su Excelencia me ha hecho el honor de requerirme ayer una respuesta escrita, cuando
ha tenido a bien comunicarme verbalmente el despacho de Su Excelencia Teufik Pashá,
Ministro de Asuntos Extranjeros relativo a la publicación del Times de mi último informe
sobre la reforma de nuestras finanzas. Esta respuesta, hela aquí, con toda su franqueza.
Su Majestad Imperial, Nuestro Augusto Maestro, ha permitido dentro de su Alta
solicitud, a todos los fieles súbditos, sin distinción de rango ni de condición, enviarle ya
sea sus reclamos personales, ya sea sus reclamos generales.
Hace ya tres años, a mi retorno del Congreso de la Prensa de Estocolmo, he
reingresado al servicio del Gobierno Imperial, conforme las órdenes de Su Majestad
Imperial. Luego de ello he tomado la muy respetuosa libertad de enviarle algunos
informes del más alto interés y que trataban de las más graves cuestiones. Me contentaré
con citar particularmente aquel informe que envié desde Burdeos el 22 de marzo de 1898,
en el cual denunciaba las intrigas extranjeras que se tramaban en Siria contra el Gobierno
Imperial y cómo los jesuitas, por ejemplo, habían puesto en manos de sus alumnos, que se
encuentran en todo el Imperio, una historia de un cierto Padre Gazal de su compañía, que
califica a Nuestro Profeta de impostor, de bandolero y de asesino. He expuesto que era
escandaloso permitir que gente perseguida en su propio país por sus intrigas pudiera venir
a establecerse en nuestra casa, gozar de la más grande y amplia hospitalidad y devolver
esta generosidad descalificando nuestra religión y nuestro Profeta, como también a
nuestro Califa, su representante sobre la Tierra. Fui víctima de ese informe, puesto que
fue comunicado furtivamente al gobierno francés, que rehusó concederme el exequatur y
obligó a transferirme de Burdeos a Bruselas.
El 17 de octubre de 1899 puse a los pies del Trono Imperial un informe sobre un
proyecto de ley que consistía en transformar el artículo 10 de nuestras tarifas consulares,
de facultativo a obligatorio. Tasa que no lesiona ningún interés otomano, que no es
contraria a ninguna cláusula de nuestros tratados de comercio ni a las capitulaciones, que
no es ni onerosa ni vejatoria y que beneficia al Tesoro Imperial con 25 a 30 millones de
piastras, es decir que puede garantizar el pago del cuerpo diplomático y consular.
Muchos otros informes igualmente importantes fueron sistemáticamente descartados
de Su Majestad Imperial a tal punto que no pude nunca lograr poner a los pies del Trono
Imperial mis humildes felicitaciones en ocasión de las fiestas.
Esta situación inicua la he sufrido durante tres años. He intentado por todos los medios
remediarla. Todo fue inútil. Había entre mi Soberano y yo una muralla. Llegué a pensar
en reunir en un volumen todos mis informes. Pero puesto que nuestra crisis financiera es
la cuestión del día, la más apremiante y la más importante, y teniendo en cuenta mis
relaciones amigables con la Prensa, no dudé, a falta de otros recursos, en comunicar al
gran órgano de Londres una copia de mi último informe. Es el diario más importante del
mundo y es de una nación amiga. Mi informe por otra parte está lejos de ser hostil, por el
contrario, está dirigido en los términos más respetuosos y los más sumisos, lleno de
veracidad y patriotismo. Pero como Su Excelencia no me ha comunicado esta publicación
y sin haber yo todavía tenido la ocasión de leerla, ignoro cómo y en qué sentido ha sido
publicado.
Su Excelencia ha tenido a bien explicarme ayer que esta comunicación es irregular.
Estoy de acuerdo. Pero mi intención era buena y los medios justificados. Que Su
Excelencia me permita solamente hacerle ver muy respetuosamente que no es ni la
primera ni la más grave irregularidad que se cometió entre nosotros. Cosas mucho más
graves y mucho más importantes que amenazan la salud misma del Imperio se cometen
todos los días sin que nadie se conmueva. Su Excelencia, es que también el mundo está
hecho aquí abajo de imitación y que los pequeños solo pueden seguir el paso de los
grandes...
He aquí Excelencia una respuesta en toda su franqueza. Me hará Usted esta justicia:
advertir que no he usado evasivas y que al menos tengo el coraje de mis opiniones.
Sólo me queda declarar, finalmente, que soy siempre el súbdito más profundamente
afecto a Su Soberano y Augusto Maestro, Salud y Espíritu de todos los otomanos.
Quiera el Señor Ministro aceptar las seguridades de mi más respetuosa consideración
con las cuales tengo el honor de ser de Vuestra Excelencia el más humilde y modesto
servidor.
Emin Arslan

Con toda probabilidad Arslán no hubiera podido publicar en la prensa ni dirigirse al monarca en
los términos que surgen de esta misiva si hubiera estado dentro de los límites del Imperio. No debió
serle fácil ni siquiera seguir en el puesto de Cónsul General en Bruselas, que sin embargo conservó
durante ocho años más. Según los datos disponibles, Arslán no volvió a pisar territorio del Imperio
Otomano hasta después de la revolución de 1908. Había salido del Imperio en 1893. Según sus
propias palabras se lo apodaba “deli”, es decir “el loco” en idioma turco, en la cancillería otomana.

Ilustración 3: Fragmento de facsímil del descargo escrito de puño y letra por Emín Arslán y
presentado ante su superior, el Embajador Carathéodory.

ANEXO:

TEXTO ORIGINAL DEL DESCARGO FORMULADO POR EMÍN ARSLÁN, CÓNSUL


GENERAL DEL IMPERIO OTOMANO EN BRUSELAS, ANTE EL EMBAJADOR
ETIENNE CARATHEODORY:

Bruxelles, le 3/16 avril 1900. Consulat Général Impérial Ottoman. Nº 100


Objet: réponse relative à l'article du «Times»
Son Excellence Caratheodory Efendi, Envoyé Extraordinaire et Ministre
Plénipotentiaire de Sa Majesté Impériale le Sultan etc etc etc, Bruxelles
Monsieur le Ministre
Son Excellence, m'a fait l'honneur de me demander hier, une réponse écrite, quand
Elle a bien voulu me communiquer verbalement, la dépêche de Son Excellence Teufik
Pacha Ministre des Affaires Étrangères, relativement à la publication du Times de mon
dernier rapport sur la réforme de nos finances. Cette réponse, la voici, dans toute sa
franchise.
Sa Majesté Impériale Notre Auguste Maître, a permis dans Sa Haute sollicitude, à tous
les fidèles sujets, sans distinction de rang ni de condition, de Lui adresser soit leurs
plaintes personnelles, soit leur plaintes générales.
Il y a déjà trois ans, à mon retour du Congrès de la Presse de Stockholm je suis rentré
au service de Gouvernement Impériale, conformément aux ordres de Sa Majesté
Impériale. Depuis lors, j'ai pris la très respectueuse liberté de Lui adresser quelques
rapports du plus haut intérêt, et traitant des questions les plus graves. Je me contenterai de
citer particulièrement dans ce rapport, celui que j'ai adressé de Bordeaux en date du 22
mars 1898, dans lequel j'ai [dénoncé ?] les intrigues étrangères qui se nouent en Syrie
contre le Gouvernement Impérial, et comment les jésuites par exemple ont mis dans la
main de leurs élèves qui se trouvent dans tout l'Empire, une histoire d'un certain Pére
Gazal de leur compagnie, que qualifie Notre Prophète d'imposteur, de brigand, et
d'assassin. J'ai montré qu'il était scandaleux de permettre à des gens chassés de leurs pays
pour leurs intrigues puissent venir s'établir chez nous, jouir de la plus grande et de la plus
large hospitalité et reconnaissent cette générosité en disqualifiant [le, la?] notre religion et
notre Prophète et même notre Kalif son représentant sur la terre. J'ai été victime de ce
rapport, car il a été communiqué furtivement au gouvernement Français, qui refusa de
m'accorder l’exequatur et qui obligea mon transfert de Bordeaux à Bruxelles.
En date du 17 octobre 1899 j'ai déposé aux pieds du Trône Impérial un rapport sur un
projet de loi que consiste à transformer l'article «10» de nos tarifs consulaires de facultatif
en obligatoire. Taxe qui ne lèse en rien aucun intérêt ottoman, qui n'est contraire à aucune
clause de nos traités de commerce ni aux capitulations, que n'est ni onéreux ni vexatoire,
et que fait bénéficier le Trésor Impérial de 25 à 30 millions de piastres, c'est-à-dire de
[qui] garantir le payement du corps diplomatique et consulaire.
Plusieurs autres rapports aussi importants ont été systématiquement écarté[s] de Sa
Majesté Impériale à tel point que je ne parvenais jamais à pouvoir déposer aux pieds du
Trône Impérial mes humble félicitations à l'occasion des fêtes.
Cette situation inique, je l'ai subi pendant trois années. J'ai essayé de tous les moyens
pour la remédier. Tout fut inutile. Il y avait entre mon Souverain et moi un rempart. J'ai
pensé d'abord réunir dans un volume tous mes rapports. Mais notre crise financière, étant
la questions du jour, la plus pressante et la plus importante, et ayant gardé mes relations
amicales avec la Presse, je n'ai pas hésité, faute d'autres moyens, de communiquer au
grand organe de Londres une copie de mon dernier rapport. C'est le journal le plus
important du monde et d'une nation amie. Mon rapport en outre est loin d’être hostile, au
contraire, il est rédigé dans les termes les plus respectueuse et les plus soumis, plein de
vérité et de patriotisme. Mais comme Son Excellence ne m'a pas communiqué cette
publication et moi, n'ayant pas encore l'occasion de la lire, j'ignore comment et dans quel
sens [il?] a été publié [sic].
Son Excellence a bien voulu me montre hier que cette communication est irrégulière.
J'en conviens. Mais mon but était bon, et les moyens justifiés. Que Son Excellence me
permette seulement de lui faire observer très respectueusement, que ce n'est ni la première
ni la plus grave irrégularité que a été commise chez nous. Des choses bien plus graves et
bien plus importantes que menacent le salut même de l'Empire, se commettent tous les
jours sans émotionner personne. Son Excellence, soit aussi que le monde est fait ici bas
d'imitation, et que les petits sont souvent portés à s’emboiter le pas aux grands...
Voilà Excellence, une réponse dans toute sa franchise. Vous me rendrez cette justice,
que je n'ai pas usé de faux-fuyants et que j'ai au moins le courage de mes opinions.
Je tiens seulement à déclarer en terminant, que je suis suis toujours le sujet le plus
profondément attaché a Son Souverain et Auguste Maître, le Salut et l'Esprit de tous les
ottomans.
Veuillez agréer, Monsieur le Ministre, les assurances de ma respectueuse considération
avec lesquelles, j'ai l'honneur d’être

de Votre Excellence,

le très humble et abaissant serviteur

Emin Arslan

Légation de Turquie

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