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Las culturas indígenas que han recibido más atención en Occidente son las de los mayas, los
aztecas y los incas, porque las tres civilizaciones eran imperiales, urbanas y tenían alguna
forma de escritura o de registro histórico. Además, las tres han tenido una particular
significación en la construcción de las identidades nacionales de varios países
latinoamericanos, especialmente México, Guatemala, Perú y Ecuador.
La civilización que los mexicas llamaban Olmeca, una de las más antiguas de América, se
desarrolló en la costa del Golfo de México aproximadamente entre los años 1200 y 400 antes
de Cristo, y se extendió hasta el Valle Central de México, Guatemala y El Salvador. La
astronomía, arquitectura y arte de esta antigua cultura influyeron tanto a los mayas como a los
aztecas. De los olmecas son famosas las monumentales esculturas de cabezas en piedra, las
pequeñas esculturas en piedra y en jade azuloso, la escritura jeroglífica, y los sistemas de
irrigación que atravesaban las ciudades y sostenían la producción agrícola. El juego de la pelota
y el culto al jaguar-niño eran dos de las características simbólicas de esta antigua civilización.
Posteriormente, entre los años 200 a.C. y 500 d.C. se desarrolló en el Valle Central una
cultura cuya ciudad principal fue Teotihuacán. De ella se conservan sus pirámides del Sol y de
la Luna y el célebre templo a Quetzalcoatl (la serpiente emplumada, llamado Kukulkán o
Gukumatz entre los mayas, un importante dios-héroe de las culturas mesoamericanas).
columnatas: colonnades
bajorrelieve:bas-relief
códices:old manuscripts
pavo: turkey
como...because, since
caucho: rubber
aro: ring
La cultura maya tuvo dos periodos de expansión. Inicialmente, entre los siglos IV a IX,
habitaron zonas de lo que hoy es Honduras y Guatemala, y se unieron a la cultura quiché, que
vivía en las montañas de Guatemala. En su segunda era, entre los siglos IX y XIV, el epicentro
maya estaba en la península de Yucatán, al sur de lo que hoy es México. Cuando los españoles
llegaron a principios del siglo XVI, las ciudades mayas ya estaban abandonadas, y la mayoría de
la población vivía en zonas rurales.
Es célebre el calendario maya, uno de los más precisos de aquellos días, dividido en 18
periodos de 20 días y un periodo adicional de 5 días de mala suerte que se llamaba Uayeb (“sin
nombre ”): 18x20=360+5=365 días. También existía un calendario sagrado (Tzolkin) de
doscientos sesenta días que incluía el cálculo exacto del año solar, de los eclipses, y de los
ciclos de planetas y estrellas. El sistema matemático era también muy complejo, basado en 20
símbolos (así como el sistema occidental tiene diez números) que incluían el cero.
En el Valle Central de México, alrededor del lago Texcoco, llegaron desde el siglo XIII un
grupo de culturas que hablaban diferentes variantes del idioma náhuatl, y por eso se pueden
nombrar genéricamente como los nahuas. Según sus leyendas, venían de la cultura tolteca
(que significa artista o artesano) y, a mediados del siglo XII, los chichimecas (palabra que
connotaba “bárbaro” o “salvaje”) invadieron desde el norte, sin imponer sus propias creencias.
En efecto, los mexicas (a menudo llamados aztecas) venían de una región norteña llamada
Aztlán (en lo que hoy es parte de EE.UU.), fundaron su capital en el centro de un lago porque
allí, según cuenta la leyenda, encontraron la señal indicada por los dioses: un águila y una
serpiente luchando sobre un nopal. La ciudad, fundada hacia 1325, se llamó Tenochtitlán, y
para 1428 formó una triple alianza con otras dos ciudades –Texcoco y Tlacopán–, consolidando
lo que ahora llamamos el gran imperio azteca. Para 1519, cuando llegaron los españoles,
Tenochtitlán era una de las urbes más imponentes del mundo, con cerca de 250.000
habitantes. Situada estratégicamente en una isla en el lago de Texcoco, la capital se conectaba
con la tierra firme por medio de una serie de puentes, los cuales permitían una defensa y
control más eficientes para un imperio que tenía guerras frecuentes. De la cultura azteca se
conservan varios de sus códices y poemas, así como numerosas palabras que hoy son parte del
español (chocolate y tomate, entre muchas). La base de la alimentación era el maíz,
domesticaron animales como el perro y el pavo (guajolote). Como la agricultura era una
actividad central, un propietario perdía su derecho a la tierra si dejaba de cultivarla durante
dos años consecutivos.
Entre los jóvenes nobles mesoamericanos era común el juego de pelota (ollama), que
también tenía un carácter ritual. Se jugaba con una bola del tamaño de un balón de fútbol,
hecha de hule (caucho). El campo tenía la forma de una T doble o una H, que demarcaba los
territorios para los dos equipos por medio de una línea central. El juego consistía en impulsar
la pelota y pasarla por un aro en el campo contrario sin que tocara la tierra del campo propio,
pero no se podía usar ni las manos ni los pies. Por eso, los jugadores usaban protectores de
piel en las partes más vulnerables del cuerpo, tales como los genitales, las caderas, las rodillas
y la cabeza. Entre los aztecas, el campo se llamaba el tlachtli.
ombligo: navel
relevos: relays
contabilidad: accounting
agrícola: agricultural
Una de las bases del éxito imperial incaico fue la eficiente construcción de casi 18.000 millas
de caminos y puentes que unían a la capital con las diversas zonas. Los chasquis eran
mensajeros cuya misión consistía en llevar órdenes del Inca y noticias a todas las regiones del
imperio. Corrían largas distancias y tenían un sistema de relevos en el que se pasaban los
quipus, que eran instrumentos compuestos de nudos de distintos colores y formas para llevar
la contabilidad y conservar la memoria de las noticias. El amauta (sabio) tenía la misión de
conservar y presentar la tradición histórica del imperio en días especiales.
Las dos divinidades importantes eran el Inti o Viracocha (el sol), que fertilizaba con sus rayos
a su esposa Pacha Mama (la tierra). Un saludo cotidiano de los incas, que revela su código
ético, era: “Ama sua, ama lluclla, ama quella”, que significa “no robes, no mientas, no seas
perezoso". Algunos años antes de que llegaran los europeos en 1532, el último emperador,
llamado Huayna Cápac, había muerto sin designar a un sucesor. Por eso, sus dos hijos, Huáscar
y Atahualpa, gobernaban cada uno la mitad del imperio, y estaban en guerra para unificar otra
vez el Tahuantinsuyo. Finalmente Atahualpa había vencido a su hermano y se disponía a
proclamarse monarca único cuando llegaron Pizarro y sus soldados españoles.
Los mayas, aztecas e incas no solo fueron influyentes imperios precolombinos, sino que
hacen parte de la construcción simbólica de muchas naciones hispanoamericanas. En la
comida, también, dejaron una herencia destacada para toda la cultura occidental: ¿qué sería
de la cocina europea o americana sin el tomate y el chocolate mesoamericanos o sin las papas
o patatas andinas? Además, sus descendientes contemporáneos todavía hoy hacen parte
significativa de la población mexicana, guatemalteca, ecuatoriana, peruana y boliviana. El
quechua, por ejemplo, con catorce millones de hablantes, es la cuarta lengua más hablada de
América, y la producción agrícola, artesanal, artística y literaria de estos pueblos constituye un
elemento fundamental del patrimonio económico y cultural de sus respectivos países.