Está en la página 1de 30

Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

Perspectivas en la nueva Ley Peruana de Arbitraje

Santiago Talero Rueda*

1. Introducción

Cuando las partes acuerdan someter sus controversias actuales o futuras al


arbitraje, renuncian a resolverlas ante los jueces pertenecientes al aparato
jurisdiccional del Estado. Esta manifestación de su libertad contractual, plasmada
en un pacto arbitral, tiene diversos móviles y consecuencias en la práctica.
A diferencia de los procesos de la justicia ordinaria en general, el arbitraje
tiene entre sus principales distintivos la agilidad, la flexibilidad, la onerosidad y la
especialidad. Por lo general, quien se somete al arbitraje accede a un mecanismo
de solución de controversias de única instancia. Esta circunstancia debería
implicar que los laudos arbitrales, a diferencia de lo que ocurre con las sentencias
judiciales en general, fuesen ajenos a las revisiones judiciales de fondo o in
judicando, las cuales se instrumentan comúnmente en el ámbito judicial a partir del
denominado recurso de apelación1. Quien se somete al arbitraje también asume
cargas económicas especiales, como lo son el pago de los honorarios de los árbitros
y de los servicios y gastos administrativos que rodean el proceso, especialmente si
este último es administrado por una determinada institución arbitral, como suele
suceder. Asimismo, quien acude al arbitraje tiene la posibilidad de participar en

* Santiago Talero Rueda es abogado de la Universidad de Los Andes de Bogotá, Colombia. Especialista en Derecho
Comercial de la misma universidad. Master en Contratación Internacional, con Mención de Honor, en The London
School of Economics and Political Science. Profesor titular, en pregrado y postgrado, de las materias Arbitraje Comercial
Internacional, Arbitraje de Inversión, Derecho de los Negocios Internacionales y Derecho Internacional Privado en
la Universidad de Los Andes. Profesor de Arbitraje Internacional, en pregrado y postgrado, en la Universidad de La
Sabana. Conferencista de arbitraje internacional en otras universidades y entidades colombianas y latinoamericanas.
Árbitro de la Cámara de Comercio de Bogotá. Árbitro internacional de la Cámara de Comercio Americana del Perú.
Autor del libro “Arbitraje Comercial Internacional: instituciones básicas y derecho aplicable”, publicado por Ediciones
Uniandes y Editorial Temis durante el año 2008. Autor de numerosos escritos en materia arbitral. Fue Gerente de
Información Jurídica de Legis y Gerente Legal en Deloitte. Actualmente es consultor privado. Correo electrónico:
stalero@cable.net.co
1
Adicionalmente, se ha advertido la tendencia judicial reciente, especialmente en países de Latinoamérica, consistente
en revisar las decisiones de fondo adoptadas por los tribunales arbitrales, con ocasión del recurso de amparo o acción
de tutela contra laudos arbitrales. Para analizar el fenómeno de la constitucionalización del arbitraje, véase, por ejemplo:
ALFREDO DE JESÚS. “La Sala Constitucional y el arbitraje comercial: hacia un régimen racional del control judicial
del laudo arbitral en el derecho venezolano”. Revista Peruana de Arbitraje. Volumen 3. Editorial Jurídica Grijley. Perú,
2006, pp. 64 y ss; JAIME DAVID ABANTO. “El arbitraje en las sentencias del tribunal constitucional y la procedencia
del recurso de amparo contra laudos arbitrales”. Revista Peruana de Arbitraje. Volumen 3. Editorial Jurídica Grijley.
Perú, 2006, p. 147 y ss; JORGE SANTISTEVAN DE NORIEGA. “Arbitraje y Jurisdicción desde la perspectiva del
Tribunal Constitucional del Perú”. Revista Peruana de Arbitraje. Volumen 2. Editorial Jurídica Grijley. Perú, 2006, p. 47;
ALFREDO DE JESÚS. “La autonomía del arbitraje comercial internacional a la hora de la constitucionalización del
arbitraje en América Latina”. Revista Lima Arbitration. No. 3. Círculo Peruano de Arbitraje, 2008-2009, pp. 151-193;
y SANTIAGO TALERO RUEDA. “Reflexiones sobre la revisión judicial de fondo de los laudos arbitrales”. Revista
Lima Arbitration. No. 3. Círculo Peruano de Arbitraje. Perú, 2008-2009, pp. 226-231.

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 71


Santiago Talero Rueda

la selección del tribunal arbitral o del árbitro –según el caso- que resolverá sus
diferencias, circunstancia cuyos alcances dependerán de la redacción y de los
términos del respectivo pacto arbitral.
No en vano, el pacto arbitral, como tal, implica una consecuencia positiva y
otra negativa2. La primera entraña una obligación de hacer, que consiste en acudir
a un mecanismo particular de solución de controversias con ventajas y distintivos
especiales. La segunda, que es un reflejo de la primera, se plasma en un deber
de abstención, consistente en renunciar a resolver las diferencias ante la justicia
ordinaria del Estado, con las distintas consecuencias que ello conlleva3.
Así, el consentimiento entre las partes ha sido tradicionalmente la piedra
angular del arbitraje, al menos en aquellos Estados en los cuales se restringe o se
limita el llamado “arbitraje obligatorio” –o por ministerio de la Ley- para resolver
determinadas controversias4. Como corolario de lo anterior, se desprende el
principio de habilitación, según el cual, “(…) es la voluntad de las partes en conflicto,
potencial o actual, la que habilita a los árbitros para actuar”5. De este modo, el pacto
arbitral será la expresión o materialización de dicha voluntad habilitante, que
marca y delimita la actuación de los tribunales arbitrales, y denota la renuncia de
las partes a dirimir sus diferencias ante la justicia ordinaria6.
Todo lo anterior permite entender por qué las legislaciones nacionales, en
general, han sometido a los pactos arbitrales a un requisito de validez formal,
consistente en que éstos consten por escrito. Si pactar el arbitraje implica acudir
a un mecanismo especial de solución de controversias y ello significa renunciar a
resolver dichas diferencias ante la justicia tradicional y gratuita del aparato estatal,
es lógico exigir que la voluntad de las partes sea clara y evidente en dicho sentido.
Esto cobra mayor importancia si se tiene en cuenta que el derecho de acceso a
la justicia es considerado un derecho fundamental en diversas legislaciones7.
2
Ver, entre otros: GARY BORN. International Commercial Arbitration.Vol.1. Kluwer Law International.2009, pp.
1003- 1056; y EDUARDO SILVA ROMERO. “Una obligación de hacer: someter el litigio al arbitraje”; y “Una
obligación de no hacer: no someter los litigios a la jurisdicción estatal”. El Contrato de Arbitraje. Legis y Universidad
del Rosario. Bogotá, 2005, pp. 525-527, y 695-697.
3
Esta renuncia no es absoluta. Si bien las partes deciden que solo los árbitros resuelven sus diferencias, ello no obsta
para que las cortes judiciales asistan el proceso de distintas maneras, incluyendo hacer efectivas medidas cautelares. No
en vano, se ha sostenido que la relación entre los tribunales arbitrales y las cortes judiciales se puede catalogar como
una “carrera de relevos”: Lord MUSTILL. “Comments and Conclusions”.Conservatory & Provisional Measures in
International Arbitration.9th Joint Colloquium.Publicación CCI 519, 1993.
4
Así, por ejemplo, la jurisprudencia de Estados Unidos ha sostenido que un sujeto no puede ser sometido al arbitraje
cuando dicho sujeto no ha convenido someter la respectiva controversia al arbitraje: United Steel workers of America
v. Warrior and GulfNavigation Co., 36 US 574, 582 (1960). En Colombia, con sentido similar, la Corte Constitucional
declaró inexequible una norma legal que establecía la obligación, por parte de las empresas prestadoras de servicios
públicos domiciliarios, en el sentido de incluir en sus estatutos una cláusula arbitral para dirimir las controversias entre
sus accionistas o entre éstos y la respectiva empresa. En criterio de la Corte, el arbitraje obligatorio riñe con el principio
de habilitación, de rango constitucional (artículo 116 de la Constitución Política), según el cual, el arbitraje se basa en
la libre voluntad de las partes, plasmada en el pacto arbitral: Sentencia C-242 de 1997.
5
Corte Constitucional colombiana. Sentencia C-330 de 2000.
6
Tal como oportunamente lo señalase la jurisprudencia constitucional colombiana, “si los laudos fueran apelables ante los
jueces, la disputa cuya resolución las partes voluntariamente decidieron confiar a unos particulares habilitados por ellas terminaría siendo
desatada precisamente por el sistema estatal de administración de justicia de la cual las partes, en ejercicio de su autonomía contractual y
de la facultad reconocida en el artículo 116 de la Constitución, querían sustraer esas controversias específicas en virtud de una cláusula
compromisoria o de un compromiso.” Corte Constitucional colombiana: Sentencia SU-174 de 2007.
7
Ver, por ejemplo: artículo 17 de la Constitución holandesa; y artículo 229 de la Constitución Política colombiana, entre

72 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

Así, el requisito formal del pacto arbitral por escrito, se erige entonces en una
prueba o garantía mínima de certeza, transparencia y equidad para las partes,
avalada por legislaciones nacionales e instrumentos internacionales, con énfasis
especial en la Convención de Nueva York sobre reconocimiento y ejecución de
laudos arbitrales extranjeros8. Si bien es cierto que el requisito de validez formal
ha sido visiblemente moderado y flexibilizado con el tiempo –debido al avance
en los medios e instrumentos de telecomunicaciones-9, también lo es que, en
todo caso, debe quedar evidencia de la voluntad de las partes de someterse al
arbitraje para que éste resulte procedente.
Los anteriores lineamientos nos permiten abordar una cuestión problemática
del arbitraje. Ésta consiste en determinar los criterios y demás condiciones que
permiten extender un pacto arbitral a quienes no son sus signatarios; es decir, a
aquellos que, sin ser cobijados aparente o formalmente por el respectivo pacto
arbitral, se entienden vinculados materialmente por este último, adquiriendo la
condición de partes en el proceso arbitral correspondiente. Como su denominación
lo sugiere, los no signatarios son sujetos que no han suscrito el pacto arbitral,
pero que quedan cobijados por aquél bajo determinadas circunstancias. Nótese
que el no signatario no es propiamente un tercero, sino un sujeto que se entiende
vinculado por un determinado pacto arbitral sin haber adherido formalmente a
este último.
¿Si la renuncia a resolver una diferencia ante los jueces debe ser expresa, cómo
explicar entonces que un sujeto que no ha plasmado esa renuncia en un pacto
arbitral quede cobijado por este último? Desde la perspectiva del derecho civil,
y particularmente de la teoría general del contrato, el interrogante consistiría
en determinar bajo qué condiciones operaría la excepción al postulado del
efecto relativo del contrato –res inter alios acta10-, vale decir, bajo qué criterios un
pacto arbitral le generaría derechos y le impondría obligaciones a quienes no lo
han suscrito11. Desde la estructura misma del pacto arbitral, el interrogante se
materializa en determinar el alcance por razón de la persona o ratione personae del
pacto arbitral frente a quienes no lo han suscrito.
muchas otras legislaciones. De hecho, buena parte de los casos de impugnación constitucional de laudos arbitrales,
mediante recursos de amparo o acciones de tutela, se basan en alegaciones sobre la violación del derecho fundamental
de acceso a la administración de justicia en el respectivo caso. Esto se invoca, por ejemplo, cuando se considera que
el tribunal arbitral era manifiestamente incompetente para conocer y resolver un caso, de manera que solo los jueces
estatales tenían competencia para hacerlo.
8
Artículo II de la Convención de Nueva York.
9
Los esfuerzos de modernización de esta materia, se hicieron particularmente visibles con la revisión del año 2006,
al artículo 7 de la Ley Modelo de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional
(UNCITRAL/CDNUDMI). Dicha revisión ha pretendido precisamente flexibilizar la noción de pacto arbitral por
escrito. Así, por ejemplo, la disposición revisada prevé la posibilidad de que el pacto arbitral se entienda como escrito
si consta en una comunicación electrónica o si es documentado de cualquier manera, independientemente de la forma
como el contrato entre las partes o el pacto arbitral se hubiesen celebrado.
10
Este postulado, con algunas variaciones, se conoce como privity of contract en el common law.
11
Según el principio universal de la autonomía o separación del pacto arbitral, se considera que el pacto arbitral, como
tal, es un contrato diferente de aquél del cual forma parte o al cual se refiere. La razón de ser de este postulado cardinal
del derecho arbitral, radica en preservar la competencia de los tribunales arbitrales para pronunciarse sobre la nulidad
absoluta e incluso la inexistencia de un contrato comercial; sin que una determinación de su parte, referente a la nulidad
o inexistencia, destruya por sustracción de materia el origen o la base de su propia competencia, que es el pacto arbitral.
En otras palabras, bajo el principio de la separación del pacto arbitral se busca evitar la aplicación del aforismo de que
lo accesorio (i.e. la cláusula arbitral) sigue la suerte de lo principal (i.e. el contrato comercial que incluye la cláusula
arbitral), cuando una de las partes pretende dejar sin efectos lo principal.

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 73


Santiago Talero Rueda

Para abordar el asunto, se revisará el interesante tratamiento que la legislación


arbitral peruana vigente le ha dado a la materia, a la luz de los criterios y demás
condiciones que deben orientar el análisis de la extensión del pacto arbitral a no
signatarios en el ámbito internacional. Todo ello se hará con base en el marco
conceptual que se expone a continuación y de los principales criterios ofrecidos
por el arbitraje internacional para extender el pacto a no signatarios.

2. Marco conceptual

Con alguna frecuencia, ocurre que los análisis jurídicos se hacen aisladamente; es
decir, cotejando una determinada situación a la luz de una disciplina específica
del derecho, sin atender la incidencia o implicación que dicha situación pueda
tener en otras disciplinas jurídicas o en el contexto empresarial o comercial en
que la situación se desarrolla. En la mayoría de los casos, es imposible analizar
una situación particular en función de las distintas ramas del derecho o de su
contexto fáctico completo. No obstante, el análisis jurídico, como mínimo, debe
abordar materias directa o estrechamente relacionadas con el asunto que se
revisa, de manera que la solución al interrogante busque una mayor coherencia
o integralidad.
La extensión del pacto arbitral a no signatarios, es una de esas materias que
se pueden analizar bajo distintas perspectivas. Intentaremos ubicar la cuestión
a la luz del derecho arbitral y de postulados generales del derecho societario,
sin perjuicio de los demás elementos de juicio que, en lo sucesivo, pudiesen
enriquecer el análisis de esta situación.
2.1. Interpretación del pacto arbitral
El pacto arbitral determina la existencia y los límites de la competencia de los
tribunales arbitrales para conocer y resolver las controversias entre las partes.
Son las partes quienes determinan hasta dónde llegan las facultades o poderes de
los árbitros12. Ante los vacíos, silencios o ambigüedades en la redacción del pacto
arbitral, se debe interpretar su contenido para así determinar los alcances de
dicho pacto. De esta interpretación, dependerá determinar, entre otros aspectos,
a quiénes se extiende el pacto arbitral y qué materias quedan incluidas o excluidas
en su ámbito de aplicación.
En el caso de la extensión de un pacto arbitral a no signatarios, la interpretación
busca determinar los sujetos que se encuentran cobijados por aquél. Esta
interpretación, por lo general, obedece al vacío o silencio del pacto arbitral
respecto de sus alcances ratione personae. En efecto, los pactos arbitrales, con
frecuencia, se insertan en cláusulas arbitrales contenidas en contratos suscritos
por partes claramente determinadas e identificadas. Dichas partes, por razones
prácticas y de lógica comercial, no suelen analizar ni regular la posibilidad de que

12
Czarina ex relHalvanon Ins. V. W.F. Poe Syndicate, 358 F.3d 1286, 1291 (11th.Cir. 2004).

74 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

sus compromisos vinculen u obliguen directamente a quienes no han cerrado


formalmente el respectivo negocio. Tras surgir la respectiva controversia, una de
las partes puede pretender vincular a sujetos ajenos al cierre formal del negocio,
por considerar que éstos se encuentran directamente involucrados en los asuntos
objeto de la controversia. Por supuesto, este tipo de pretensión está supeditado a
las circunstancias concretas de cada caso.
Lo cierto es que el derecho arbitral exige una respuesta a esta inquietud,
basada en la interpretación del pacto arbitral en el caso respectivo. Salvo matices
y circunstancias específicas, la interpretación del pacto arbitral, a semejanza de
lo ocurrido con la interpretación de los contratos en general, debe pretender
desentrañar la verdadera intención de los contratantes, sin que ello implique
desconocerla o contrariarla. Este ejercicio se torna especialmente delicado
y relevante tratándose de la extensión del pacto a no signatarios. Allí, la
interpretación jurídica debe determinar si un sujeto formalmente ajeno al pacto
arbitral ha tenido la intención de vincularse a este último. La complejidad del
asunto radica en el hecho de que el no signatario pueda verse involucrado por un
pacto en el cual no ha habilitado expresamente a un tribunal arbitral para resolver
sus diferencias con otros sujetos. De ahí que la interpretación jurídica, en casos
como este, suela proyectarse más allá del contenido o redacción del pacto, como
quiera que éste, por lo general, simplemente guardará silencio sobre la vinculación
de sujetos ajenos a sus signatarios. En otras palabras, el ejercicio conceptual,
en estos casos, puede dejar de lado principios de la interpretación contractual,
tales como el postulado del efecto útil de las previsiones contractuales13, dado
que el análisis no se desenvuelve en el contenido intrínseco del pacto, sino
principalmente en hechos y circunstancias exógenas, tales como la conducta
contractual de los distintos sujetos. ¿Cómo se deduce entonces la voluntad
implícita de un no signatario de vincularse al pacto arbitral, sin desconocer o
contrariar sus verdaderas intenciones?
A continuación, se abordarán brevemente las escuelas o métodos tradicionales
de análisis del pacto arbitral. Esto nos permitirá explorar pautas concretas sobre
los alcances que debe tener dicho pacto cuando se pretende su extensión a no
signatarios.
2.1.1. Primera aproximación: el pacto arbitral requiere una interpretación restrictiva
La teoría clásica de la interpretación restrictiva del pacto arbitral, se basa en el
hecho según el cual, acudir al arbitraje implica dejar de lado a la justicia ordinaria
del Estado para resolver una controversia. En otras palabras, se considera al
arbitraje como una excepción a la justicia tradicional y gratuita del Estado. Por
lo tanto, el pacto arbitral no puede recibir una interpretación amplia o extensiva,

13
Según este postulado cardinal de la interpretación de los contratos, cuando en el texto aparezcan previsiones o
afirmaciones inconsistentes o contradictorias, se preferirá aquella interpretación que le dé la mayor eficacia posible
a las previsiones encontradas, en lugar de sacrificar o anular el contenido de alguna o algunas de ellas, por aplicar el
contenido de otra u otras previsiones.

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 75


Santiago Talero Rueda

favorable al arbitraje, dado que éste se concibe como un mecanismo excepcional


y transitorio para administrar justicia. De ahí que en caso de duda respecto de
si un asunto encaja o no en el pacto arbitral, se prefiera una interpretación que
excluya el asunto del ámbito de aplicación del pacto. Así, la justicia ordinaria es la
regla general y el arbitraje su excepción.
2.1.2. Segunda aproximación: el pacto arbitral requiere una interpretación extensiva y
favorable al arbitraje
La posición que pregona la interpretación extensiva del pacto arbitral, tiene
dos fundamentos principales. El primero de ellos, radica en la existencia de una
política legislativa por parte de ciertos Estados que favorece el arbitraje14. En
otras palabras, al ser la promoción del arbitraje un postulado de orden público en
ciertos Estados15, se hace necesario interpretar los pactos arbitrales de tal manera
que, en lo posible, se le dé curso al arbitraje. Bajo esta concepción, se privilegia
una determinada política legislativa frente a consideraciones sobre el arbitraje
como renuncia a la justicia tradicional y gratuita del Estado. El segundo de los
fundamentos, señala que, por razones de economía y conveniencia procesal, debe
haber un solo arbitraje que abarque todos los asuntos posibles, para así evitar que
controversias relacionadas entre sí terminen decidiéndose en escenarios o foros
distintos y potencialmente contradictorios. De ahí que en caso de duda respecto
de si un asunto encaja o no en el pacto arbitral, se prefiera una interpretación que
incluya el asunto en el ámbito de aplicación del pacto.
Una posible limitación de esta postura, radica en la estructura misma del
pacto arbitral en el caso concreto. En otras palabras, aún en países donde se
aplica la interpretación extensiva del pacto arbitral, se ha considerado que un
pacto arbitral redactado en términos restrictivos –narrow arbitration agreement-, a
diferencia de un pacto arbitral redactado en términos amplios –broad arbitration
agreement-, implica que el respectivo operador jurídico no deba necesariamente
aplicar una interpretación extensiva, de dicho pacto, favorable al arbitraje16. La
razón de esta distinción, radica en la consideración, según la cual, cuando las
partes redactan un pacto arbitral de manera amplia, se entiende que su verdadera
intención es la de abarcar en el arbitraje todos los asuntos posibles, mientras que
si lo hacen de manera restrictiva, no es evidente su voluntad de abarcar todos los
asuntos17.
14
Por ejemplo, el artículo 808 del Código de Procedimiento Civil italiano, que fue objeto de una reforma reciente,
señala que, en caso de duda, un pacto arbitral se debe interpretar en el sentido en que los árbitros deben conocer todas
las controversias emanadas del contrato o de las relaciones a las que se refiere el pacto.
15
Así, por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos ha sostenido que la promoción del arbitraje, en el
ámbito internacional, es un postulado de orden público en Estados Unidos, llamado a prevalecer sobre consideraciones
de orden público local. Ver, entre muchos otros, los fallos de los siguientes casos: Scherck v. Alberto Culver 417 US 506
(1974); y Mitsubishi Motors Corp. v Soler Chrysler-Plymouth 473 US 614 (1985). En particular, estos casos refrendaron
la política legislativa favorable al arbitraje de dicho país, con respecto a la arbitrabilidad objetiva de controversias; es
decir, a la posibilidad de que determinadas controversias, por razón de su materia, fuesen sometidas al conocimiento
y la decisión de los árbitros.
16
Cummings v. FedEx Ground Package Sys.Inc, 404 F.3d. 1258, 1261 (10th Cir. 2005); y Hartford Aircraft Lodge 743
v. Hamilton Sunstrand Corp., 403 F. Supp. 2d.200, 208 (D. Conn. 2005); entre otros.
17
Louis Dreyfus Negoce SA v. Blystad Shipping & Trading Inc., 252 F. 3d.218, 225 (2d.Cir. 2001).

76 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

Asimismo, es oportuno precisar que la interpretación extensiva y favorable al


arbitraje, se predica del contenido o alcances –scope- del pacto arbitral, mas no
de la existencia misma o validez de dicho pacto18.
Finalmente, se podría advertir la tendencia a aplicar la interpretación extensiva
cuando se trate de un arbitraje internacional, pues en este caso se considera que
las partes, por lo general, buscan adoptar dicho mecanismo para solucionar todas
sus diferencias, en lugar de someterse a los jueces locales de un determinado
Estado.
2.1.3. Tercera aproximación: el pacto arbitral requiere una interpretación autónoma que
determine la verdadera intención de las partes
Según esta posición, el pacto arbitral es igual a cualquier otro contrato, razón
por la cual, y a semejanza de cualquier negocio jurídico, debe ser interpretado
únicamente para desentrañar la verdadera intención de las partes. De ahí que
no sea necesario o conveniente acudir a priori a interpretaciones restrictivas o
extensivas.
2.1.4. Interpretación del pacto arbitral para determinar la vinculación de no signatarios
El derecho mercantil, por su propia naturaleza, riñe frecuentemente con el
dogmatismo conceptual. No sería correcto englobar todas las circunstancias o
vicisitudes de un arbitraje en una sola y determinada línea interpretativa. En la
práctica, cada tipo de asunto, por su naturaleza e implicaciones, apunta hacia un
determinado método de interpretación del pacto arbitral.
Así, la extensión del pacto arbitral a no signatarios es una cuestión específica
y concreta que apuntaría hacia un determinado método interpretativo. Para
determinar el método apropiado es necesario tener en cuenta, por una parte,
que el arbitraje obedece fundamentalmente a la voluntad de las partes y, por otra
parte, que el no signatario no ha habilitado expresamente a un tribunal arbitral
para resolver sus controversias con otros sujetos. De ahí que un interrogante
obvio consista en determinar incluso si ha habido o no voluntad del sujeto no
signatario para pactar el arbitraje con otros sujetos.
En casos como éste, se parte de la base de que el pacto arbitral tiene una
estructura o contenido restrictivo –narrow-, pues el signatario está por fuera de
los extremos de dicho pacto; A y B cierran el pacto y son sus extremos. C, por su
parte, no aparece allí pero se plantea si debe ser o no vinculado materialmente a
dicho pacto.
Si bien el arbitraje es un mecanismo de solución de conflictos de creciente
aceptación y difusión, es evidente que su puesta en marcha, por regla general,
depende de la voluntad de las partes. Independientemente de sus ventajas
y distintivos especiales, son los sujetos quienes, en desarrollo de su libertad

18
Kristian v. Comcast Corp., 446 F. 3rd 25, 35 (1st Cir. 2006).

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 77


Santiago Talero Rueda

contractual, determinan si quieren someterse al arbitraje. Es su voluntad la que


prima en este caso, por más acertada o criticable que sea su respectiva decisión.
En principio, parecería cuestionable adoptar una posición de interpretación
extensiva y favorable al arbitraje, tratándose de la extensión del pacto a no
signatarios. Una cosa es que exista una política legislativa que favorezca el
arbitraje y que presuma que las partes han buscado incluir todos los asuntos
posibles en el pacto arbitral, y otra bien distinta es considerar, prima facie, que un
determinado sujeto que se encuentra por fuera de los extremos del pacto arbitral
deba quedar vinculado por aquél debido a una interpretación “pro-arbitraje”. En
determinadas circunstancias, esta posición conceptual equivaldría a simular la
aplicación de un arbitraje obligatorio para sujetos formalmente ajenos al pacto
arbitral y cuya voluntad de acudir al arbitraje se encuentra en entredicho. En
realidad, la interpretación extensiva es más predicable de los asuntos o materias
cobijados por el pacto arbitral; vale decir, de su alcance –ratione materiae-, que de
la vinculación de sujetos –ratione personae-.
La solución ecléctica, a su turno, tampoco sería suficiente en estos casos. Es
cierto que los pactos arbitrales están en pie de igualdad con los demás contratos,
cuando hay vacíos o ambigüedades que ameritan realizar una interpretación. En
otras palabras, la necesidad de interpretar, en caso de vacío o ambigüedad, resulta
igual en todos los casos. Pero dicha igualdad entre contratos no es absoluta. Los
pactos arbitrales, por definición, comportan una renuncia a resolver un litigio
ante la justicia gratuita y tradicional del Estado; es decir, limitan el ejercicio de
un derecho considerado fundamental en numerosas legislaciones. Esto explica el
carácter excepcional del mecanismo arbitral. Tratándose de la extensión del pacto
arbitral a no signatarios, la interpretación de dicho pacto no puede soslayar esta
especial circunstancia, so pretexto de atender la voluntad de las partes y poner al
pacto arbitral en absoluto pie de igualdad con otros contratos.
Tampoco parece correcto sostener que el proceso de interpretación
contractual, como tal, es ajeno a postulados “exógenos”, como lo serían las
posiciones extensivas o restrictivas respecto del pacto arbitral. Si bien es cierto
que la interpretación contractual se endereza a desentrañar la verdadera intención
de las partes, también lo es que sus reglas o postulados, en ocasiones, tienen
móviles subyacentes que el intérprete termina aplicando y que no necesariamente
determinan fielmente la intención de los contratantes. Quizás el mejor ejemplo lo
constituye la regla contra proferentem de interpretación de los contratos, según la
cual, cuando una previsión contractual es ambigua u oscura, ésta se interpreta en
contra de la parte que la redacta19. Esta regla clásica de interpretación contractual,
contenida con algunas variaciones en legislaciones nacionales20 y en instrumentos

19
FOUCHARD, GAILLARD & GOLDMAN. International Commercial Arbitration. Kluwer Law International. La
Haya, 1999, p. 827.
20
Artículo 1401 del Código Civil peruano; artículo 1624 del Código Civil colombiano y artículo 1162 del Código Civil
francés, entre muchos otros.

78 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

de armonización del derecho privado21, no apunta necesariamente a determinar


la verdadera intención de los contratantes. Por el contrario, parece más un criterio
de equidad para la asignación de riesgos entre las partes, basado en su posición
y predominancia en la negociación y preparación del respectivo contrato22. Así,
pese a ser “exógena” frente a la determinación de la verdadera intención de las
partes, la regla contra proferentem se puede usar en la labor de interpretación
contractual, especialmente en los casos de los contratos de adhesión. La
interpretación de un pacto arbitral, que por definición implica renunciar a definir
un pleito en la justicia ordinaria, también se puede realizar mediante criterios,
consideraciones o postulados “exógenos”.
Con base en lo anterior, se considera que la posición restrictiva parece ser la
más adecuada para interpretar un pacto arbitral cuando se pretenda extenderlo a
no signatarios. El no signatario, en realidad, no habilita expresamente al tribunal
arbitral para resolver sus diferencias con otros sujetos. Su vinculación al pacto
arbitral se suele determinar a la luz de su comportamiento contractual, tal como se
analizará adelante. Por lo tanto, resultaría inadecuado, a nuestro juicio, vincularlo
al pacto arbitral sobre la base de una interpretación extensiva del pacto arbitral
–la interpretación pro-arbitraje- o de una interpretación autónoma que ignore
que al arbitraje solo se llega por la voluntad de las partes, quienes renuncian a
dirimir sus conflictos ante la justicia ordinaria del Estado. De hecho, la extensión
inadecuada del pacto arbitral al no signatario puede implicar la anulación del
laudo arbitral.
En la práctica, la posición restrictiva implica exigir que la extensión del pacto
arbitral a un no signatario obedezca a que se determine rigurosamente que ésta
ha sido la voluntad implícita pero inequívoca de dicho sujeto. Si no se determina
su voluntad inequívoca, esto es, si el análisis juicioso de los hechos arroja dudas
al respecto, no se debería extender el pacto arbitral al no signatario.
En cualquier caso, el primer punto de referencia que se suele aplicar en
el análisis, consiste en determinar el derecho aplicable al pacto arbitral23.
21
Artículo 4.6 de los Principios de UNIDROIT de 2004 sobre Contratos Comerciales Internacionales.
22
No en vano, un sector de la doctrina peruana ha señalado que la regla contra proferentem, también llamada contra
stipulatorem, es realmente una modalidad de control judicial de los contratos, y no un postulado o criterio de
interpretación como tal: MANUEL DE LA PUENTE Y LAVALLE. El contrato en general. Tomo III. Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 1993, p. 263, citado por CARLOS ALBERTO SOTO.
Transformación del Derecho de los Contratos. Editorial Jurídica Grijley. Perú, 2005, pp. 124-125. Los países del common
law, por su parte, le han dado cabida a esta regla de interpretación. Ver, por ejemplo, la jurisprudencia inglesa en el
caso: TamWingChuen v. Bank of Credit and Commerce Hong Kong Ltd [1996] 2 BCLC 69, 77. Allí, Lord MUSTILL
sostuvo que “(…) la base de la regla contra proferentem consiste en asumir que la persona que formula la redacción de un posible acuerdo
ha cuidado de sus intereses, de manera que si existen expresiones dudosas sobre si dicha persona quiso obtener un beneficio particular, habrá
razones para suponer que no quiso obtener el beneficio.” (traducción libre)
23
En el ámbito internacional, existen diversas teorías sobre el derecho aplicable al pacto arbitral. Si bien el pacto
arbitral está sujeto al derecho aplicable que escojan las partes, esta circunstancia ocurre pocas veces en la práctica.
Por ello, el operador jurídico debe ocuparse de definir el derecho aplicable a dicho pacto, momento en el cual operan
las distintas teorías. Sobre el particular, se han sostenido, entre otras, las siguientes teorías sobre el derecho aplicable
al pacto arbitral: (i) es el mismo derecho aplicable al contrato principal; (ii) es la ley del lugar o sede del arbitraje –
lex loci arbitri-; o (iii) es la voluntad de las partes sujeta al denominado orden público internacional. Incluso, existen
legislaciones nacionales que, dando aplicación al principio de favor valitatem, es decir, a un criterio de validación de los
pactos arbitrales en la mayor medida posible, señalan que la validez de estos últimos, especialmente en el arbitraje
internacional, se configura si el respectivo pacto se ajusta al derecho escogido por las partes para dicho pacto –lo cual

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 79


Santiago Talero Rueda

Dicho sistema jurídico le puede indicar al intérprete si debe adoptar o no una


determinada línea de interpretación. Esto ocurrirá cuando el referido sistema
jurídico señale lineamientos concretos de interpretación de los pactos arbitrales.
Por lo general, son pocos los sistemas jurídicos que arrojan luces concretas
sobre el particular, al menos en lo que atañe a sus codificaciones arbitrales. El
desarrollo conceptual de las escuelas o métodos de interpretación mencionados
ha sido fruto de la jurisprudencia de ciertos países. Y los respectivos fallos se han
enfocado principalmente en resolver interrogantes sobre los alcances del pacto
arbitral por razón de la materia.
De ahí que, aun si existen normas jurídicas o posiciones jurisprudenciales de
un sistema jurídico que aborden lo referente a la interpretación del pacto arbitral,
sea necesario analizar la redacción de la norma respectiva o el sentido y razones
de la decisión de los fallos correspondientes, para así determinar su aplicabilidad
o no a la cuestión específica, consistente en saber si el pacto arbitral, bajo dicho
sistema jurídico, puede ser extendido a no signatarios.
2.2. Perspectivas en el derecho societario transnacional
En la práctica, la extensión del pacto arbitral a no signatarios es una cuestión
que se ventila principalmente en el ámbito de los grupos de sociedades. Así,
se pretende extender el pacto arbitral a una determinada empresa que, siendo
formalmente ajena a un negocio, pertenece al mismo grupo de sociedades de una
de las partes de dicho negocio.
La vinculación corporativa entre las empresas emerge entonces como el
punto de partida para vincular, a una de ellas, por el pacto arbitral formalizado
por la otra con un tercero.
Dicha circunstancia ha sido desarrollada en el ámbito internacional,
especialmente respecto de aquellas personas o empresas que controlan el poder
decisorio de los sujetos directamente involucrados en el respectivo negocio que
contiene el pacto arbitral.
Desde la perspectiva del litigante, la extensión del pacto arbitral a no signatarios
obedece a una estrategia jurídico-patrimonial, que suele consistir en vincular
empresas que tengan el respaldo patrimonial suficiente para atender las deudas en
cabeza de la empresa formalmente vinculada al pacto. Esto suele ocurrir cuando
se pretende vincular a empresas matrices o controlantes frente a situaciones que
involucran a sus subordinadas. También se utiliza la extensión del pacto como un
mecanismo de presión comercial, tendiente a involucrar a la cabeza del respectivo
rara veces ocurre-, al derecho aplicable al contrato principal, o a la ley del respectivo Estado de cuya legislación se trata
por ser la sede del arbitraje –lex loci arbitri- (i.e. artículo 178 del Código Federal de Derecho Internacional Privado de
Suiza; artículo 9 de la Ley 60 de 2003 de España; y artículo 13(7) de la Ley de Arbitraje de Perú –Decreto 1071 de 2008-;
entre otros). Quizás la posición más difundida y acertada consista en señalar que el derecho aplicable al pacto arbitral es
el de la ley de la sede del arbitraje. Esta teoría encuentra respaldo en el artículo V.1.a) de la Convención de Nueva York,
que establece la posibilidad de denegar el reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros, si el pacto arbitral es nulo
según la ley de la sede del arbitraje a falta de la escogencia de las partes respecto de la ley aplicable a dicho pacto. Para
una explicación más amplia, ver: SANTIAGO TALERO RUEDA. Arbitraje Comercial Internacional: instituciones
básicas y derecho aplicable. Temis y Universidad de Los Andes. Bogotá, 2008, pp. 126-135.

80 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

grupo de sociedades en un litigio que le es formalmente ajeno. De este modo,


se pretende poner en riesgo la estabilidad jurídica y patrimonial de la cabeza
del grupo, obligándola a defenderse y a exigir internamente la información y
responsabilidades del caso de parte de las empresas directamente involucradas y
de sus administradores.
Estos lineamientos permiten afirmar que la extensión del pacto arbitral a
no signatarios es una cuestión que no se debe analizar exclusivamente bajo el
derecho arbitral y las estrategias procesales de sus intervinientes. Si bien –como
se verá adelante- existen criterios o condiciones que permiten extender un pacto
arbitral a no signatarios, ocurre que dicha figura, por sí misma, no solo tiende a
interferir en la estructura o andamiaje corporativo de las sociedades agrupadas,
sino también menoscaba el principio de limitación de riesgos que ha sido vital
para el surgimiento y el desarrollo de las empresas.
En efecto, la sociedad es una persona jurídica distinta de los socios
individualmente considerados. Este postulado cardinal del derecho societario,
no solo ha permitido la creación y la expansión de empresas, sino también la
organización de estructuras corporativas complejas entre entes pertenecientes a
un mismo grupo.
La concepción de la sociedad como persona jurídica distinta ha permitido
escindir los riesgos jurídico-patrimoniales derivados de la operación de las
empresas, frente a la situación particular y concreta de los respectivos socios. La
limitación del riesgo de los socios entraña numerosas ventajas económicas para
el sistema económico, tales como reducir costos de vigilancia interna sobre la
gestión de los administradores y la actividad de los propios socios24, y facilitar la
realización de inversiones25, entre otros.
De la mano de estas ventajas se han desarrollado conglomerados y grupos
societarios cuya estructura y funcionamiento persiguen optimizar productividad,
reducir costos, facilitar la especialización administrativa o funcional de sus unidades
y diversificar las actividades de explotación económica26. Para el efecto, se emplean
distintos mecanismos de integración vertical27 u horizontal28 entre las empresas
vinculadas, conforme a una realidad de flexibilidad en la organización jurídica29.
24
Si no existiera el principio de limitación del riesgo cada socio, para proteger su situación particular, tendría que buscar
la manera de vigilar la gestión de los administradores de la empresa y la actividad de los otros socios: FRANCISCO
REYES. Derecho Societario. Temis. Bogotá, 2009, pp. 259-262, citando a los profesores FRANK EASTERBROOK
y DANIEL FISCHEL.
25
Ibid. Si no existiera el principio de limitación del riesgo, quienes invierten en varias sociedades, en lugar de diversificar
sus riesgos, los aumentarían considerablemente, pues la falla de alguna de las empresas comprometería todo su
patrimonio personal.
26
REYES. Tomo II, p. 273.
27
Un típico ejemplo de integración vertical, es la puesta en marcha de sistemas o redes de distribución de bienes o
servicios.
28
Un típico ejemplo de integración horizontal, es la adquisición de empresas que realizan una misma actividad
económica en un mercado relevante.
29
En general, las operaciones de integración vertical se consideran más adecuadas y eficientes para el funcionamiento
del sistema económico, pues no suelen constituir barreras o restricciones para la libre competencia. Por el contrario,
las integraciones horizontales, al reducir el número de competidores en un mercado, suelen estar sujetas a un mayor
control o escrutinio, ante los riesgos que entrañan para usuarios y consumidores finales, los cuales se suelen reflejar en

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 81


Santiago Talero Rueda

En tal sentido, se han formulado diversas teorías económicas para explicar


el desarrollo de grupos societarios transnacionales. Una de las más comunes,
conocida como la teoría de la “internalización”, sostiene que el surgimiento
de grupos de esta naturaleza ha obedecido a la necesidad de reducir costos de
transacción de operaciones entre empresas proveedoras y receptoras de bienes
y servicios, mediante la agrupación o integración de las empresas proveedoras y
receptoras, en una sola organización empresarial; para así facilitar y abaratar las
operaciones respectivas30. Estos procesos, a su vez, facilitarían la transferencia de
tecnología y know-how, pues el conocimiento industrial queda en cabeza de una
misma organización31.
En el ámbito legal, la limitación de la responsabilidad y riesgo de los socios,
inherente al desarrollo del derecho societario, ha sido concebida como uno de
los pilares para el surgimiento de los grupos de sociedades transnacionales. Se
ha sostenido que esto “(…) facilita la creación de fondos amplios de inversión para el
desarrollo de negocios conducidos por compañías legalmente separadas del patrimonio personal
de sus miembros, quienes se protegen de tener responsabilidades personales por las deudas de la
respectiva compañía hasta el límite de sus aportes de capital.”32 Y sobre la incidencia del
derecho societario en el surgimiento de estos grupos, se ha dicho que aquél “(…) ha
evolucionado de manera conducente al crecimiento de negocios de gran escala. En particular, la
acogida del concepto de compañía controlante simplificó las fusiones y adquisiciones, y permitió
el crecimiento de grupos corporativos”33.
Como complemento de todo lo anterior, se ha señalado que “(…) los beneficios
de la diversificación del riesgo alcanzan su máxima expresión en la estructura del grupo de
sociedades. La separación de entidades y patrimonios protege a las sociedades solventes y
rentables ante la eventual crisis o falencia de otras compañías a que están vinculados los mismos
accionistas. Los efectos positivos o negativos de los ciclos económicos, que ocurren en variados
sectores de la actividad empresarial, pueden aislarse mediante la estructura de grupo. Así, la
crisis económica de un sector o subsector de la industria o del comercio, puede afectar solamente
el patrimonio y la rentabilidad de aquellas sociedades que dentro del grupo desarrollan la
respectiva actividad económica”34.
Los sistemas jurídicos, a su vez, influyen en las decisiones de inversión de
los grupos societarios transnacionales, particularmente en lo que respecta a la
localización o ubicación de sus inversiones35. El marco normativo es un elemento

mayores precios y en niveles de servicio menos eficientes.


30
PETER MUCHLINSKI. Multinational Enterprises and the Law. Blackwell Publishers.Oxford, 1999, pp. 35-36,
citando los estudios de RONALD COASE, PETER BUCKLEY Y MARK CASSON.
31
Ibid.
32
MUCHLINSKI. Op. Cit., p. 40
33
Ibid.
34
REYES. Tomo II, p. 275.
35
En el derecho societario, el fenómeno de la competencia legislativa entre Estados ha implicado que algunos de ellos
hayan logrado atraer mayor inversión hacia su territorio. Tal es el caso del estado de Delaware en Estados Unidos, en
el cual se constituye un número significativo de sociedades debido a las ventajas otorgadas por su legislación. Ver:
FRANCISCO REYES. Sociedades Comerciales en Estados Unidos. Ediciones Doctrina y Ley. Bogotá, 1996, pp.
99-100.

82 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

que atrae o desestimula la realización de inversiones y actividades en un territorio,


y el arbitraje no ha sido la excepción a esta circunstancia36.
Así las cosas, hay unos criterios o postulados mínimos que orientan el diseño
de estructuras corporativas de diversa naturaleza37. Muchos de ellos tienen carácter
económico o jurídico. Como se ha podido observar, dentro de los mencionados
criterios se encuentra el de la limitación de los riesgos y responsabilidades de los
inversionistas38.
Con todo, el principio de la separación jurídica y patrimonial de la sociedad
no tiene carácter absoluto sino relativo. En ocasiones, el beneficio de la
personificación jurídica de la sociedad se emplea para defraudar la ley o para
perjudicar a terceros, usualmente mediante maniobras maliciosas o temerarias.
Este fenómeno se conoce como abuso de la personalidad jurídica de la
sociedad39 y puede ocurrir en el ámbito interno de las empresas –i.e. cuando se
emplea la posición mayoritaria o la minoritaria en la toma de decisiones para
desmejorar el legítimo querer social40 - o en el ámbito externo –i.e. cuando
la empresa se emplea como un simple instrumento por parte de una persona
o de un ente controlante para su propio beneficio-. Un criterio interesante
para nuestro análisis, empleado por la doctrina para justificar la relatividad del
concepto, consiste en analizar si la forma de la persona jurídica se ha utilizado
para ocultar la existencia de identidad efectiva entre quienes han intervenido en
un acto determinado41.
En realidad, muchos sistemas jurídicos han reaccionado frente a este tipo
de conductas mediante la figura de la desestimación de la limitación de la
responsabilidad de los socios, también conocida como perforación del velo
corporativo42. Dicha desestimación implica establecer la responsabilidad personal
36
En el ámbito arbitral, la modernización de las legislaciones arbitrales nacionales ha sido un mecanismo para atraer
flujos de inversión y para promover a los respectivos países como sedes de arbitrajes internacionales. En el Perú, por
ejemplo, se justificó la modernización de su legislación arbitral en el año 2008, con base en las premisas mencionadas:
FERNANDO CANTUARIAS y ROQUE CAIVANO. “La Nueva Ley de Arbitraje peruana: un nuevo salto a la
modernidad”. Revista Peruana de Arbitraje 7 de 2008. Perú, 2008, pp. 44-45. En todo caso, se considera que el éxito de
la carrera o competencia legislativa entre Estados, al menos en el plano arbitral, no depende de hacer más flexible una
legislación, sino de identificar o ubicar los criterios jurídicos que hagan más atractiva la respectiva sede, sin desconocer
las expectativas de las partes y los límites razonables a la autonomía del arbitraje: SANTIAGO TALERO RUEDA.
Op. Cit., p. 394.
37
Dentro de las modalidades más comunes, están las estructuras corporativas basadas (i) en esquemas puramente
contractuales (i.e. sistemas de distribución), (ii) en participaciones de capital (i.e. grupos piramidales de sociedades), y
(iii) en esquemas generales de joint venture o asociación, entre otros: MUCHLINSKI. Op. Cit., pp. 62-73.
38
Al respecto, la jurisprudencia inglesa ha dicho que, desde un punto de vista comercial, “(…) la creación de una estructura
corporativa se establece por definición para generar entidades legales separadas para propósitos completamente legítimos que ocasionalmente
por no decir que siempre serían desconocidos si se atribuyera una relación de mandato entre ellas.”: Peterson Farms Inc. v. C&M
Farming Ltd. [2004] 1 Lloyd’s Rep. 603 (QB).
39
REYES. Tomo I.Op. Cit., pp. 214-225.
40
Contrariamente a lo que a veces se piensa, el abuso puede provenir de minorías organizadas, que resultan inertes y
opuestas a todo, buscando su propio interés. Son múltiples las modalidades de abuso, dentro de las cuales están las
conductas de acoso a los órganos de fiscalización interna, la promoción de acciones judiciales opresivas contra los
administradores y la mayoría que los sustenta, y la exigencia de informes que van más allá del derecho de información
inherente a la calidad de socio: REYES. Op. Cit., p. 217, citando a PAUL LE CANNU y a MASCHERONI y
MIGUILLO.
41
JOSÉ IGNACIO NARVÁEZ. Teoría General de las Sociedades. Legis. Bogotá, 1998, p. 43, citando al profesor
ROLF SERIK.
42
REYES. Op. Cit., p. 224.

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 83


Santiago Talero Rueda

de los socios por las obligaciones de la empresa; su aplicación, en últimas, suele


depender de la ocurrencia de conductas abusivas o fraudulentas. En el contexto
de un grupo de sociedades, también se ha establecido la responsabilidad de
empresas controlantes por los actos de sus subordinadas, especialmente si se
deduce que éstas han actuado como simples mandatarias –agents- o ejecutores
instrumentales de las primeras43.
Los lineamientos anteriores permiten sostener que los criterios y modalidades
para desestimar la limitación de la responsabilidad, deben equilibrar los motivos
y ventajas inherentes al postulado de separación jurídica y patrimonial de las
empresas según su estructura y naturaleza, con los motivos y ventajas para
prescindir de dicha separación en casos concretos. Tratándose de la extensión
del pacto arbitral a no signatarios, el operador jurídico no debería abordar el
análisis exclusivamente bajo el derecho arbitral, sino proyectarlo a la situación
puntual de los actores involucrados y a su estructura corporativa. En últimas, el
diseño de un esquema corporativo suele obedecer a múltiples motivaciones de
carácter económico y legal, tendientes a mejorar la productividad y a administrar
razonablemente los riesgos de una operación.
La extensión del pacto arbitral a no signatarios, en el ámbito de los grupos
societarios, tiende a penetrar en el diseño del respectivo esquema corporativo,
poniendo en entredicho sus móviles y finalidades. Aunque parezca exagerado,
esta circunstancia puede incidir en las decisiones para realizar o para mantener
una inversión. De ahí la importancia de equilibrar las razones para preservar el
principio de limitación del riesgo, con las razones para mitigarlo mediante la
extensión del pacto arbitral a sujetos no signatarios.
Con base en el marco conceptual analizado, a continuación abordaremos
algunos de los principales criterios que permiten extender el pacto arbitral a no
signatarios en el arbitraje internacional.

3. Criterios para extender el pacto arbitral a no signatarios

De lo dicho hasta el momento, es posible señalar que la extensión del pacto


arbitral a no signatarios no depende de la forma o carácter escrito de dicho
pacto, sino de la presencia real e inequívoca del consentimiento, por parte del no
signatario, para acudir al arbitraje. Asimismo, y aunque pareciera redundante en
ciertos casos, también es necesario establecer el consentimiento de parte de los
signatarios respecto de tener el arbitraje con el sujeto no signatario44.
43
Ver, por ejemplo, el caso AmocoCadiz [1984] 2 Lloyd’sRep 304, en el cual una corte de distrito de los Estados Unidos
estableció la responsabilidad de una empresa controlante, en un grupo de sociedades de la industria petrolera, debido
a que un buque de una de las empresas del grupo encalló en las costas francesas y generó un derramamiento de crudo.
Se señaló que las empresas directamente involucradas eran simples instrumentos de gestión de la entidad controlante,
la cual, por lo demás, se había involucrado en el diseño, la construcción y la operación del buque.
44
En la práctica, un caso concreto puede arrojar pruebas en el sentido en que un signatario (i.e. una de las empresas
del grupo de sociedades), durante la relación contractual, haya querido rechazar la vinculación del no signatario (i.e.
otra empresa del grupo) en el arbitraje, así se demuestre que el no signatario sí hubiese prestado su consentimiento
inequívoco para acudir el arbitraje.

84 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

Los móviles o razones que determinan la exigencia del pacto arbitral por
escrito, permiten defender la aplicación de una interpretación restrictiva del pacto
arbitral para su extensión a no signatarios, según se ha explicado. Eso es todo.
De ahí en adelante, la labor del intérprete no consiste en verificar si ha habido
o no una participación formal del no signatario en el pacto arbitral, sino en
determinar si dicho sujeto, conforme a una interpretación restrictiva del referido
pacto, está cobijado o no materialmente por el mismo; situación que se sabe
cuando se determine inequívocamente, con distintos medios de prueba, si aquél
ha prestado o no su consentimiento. En otras palabras, mientras el pacto arbitral
satisfaga los requisitos flexibles de validez formal que actualmente se le imponen,
se determinará si ha habido o no consentimiento de parte del sujeto no signatario
frente a aquel pacto, independientemente de que dicho consentimiento esté o no
documentado.
En ocasiones, se ha confundido el análisis, pretendiéndose que el
consentimiento, a semejanza del pacto arbitral, conste por escrito. Así, por
ejemplo, un tribunal de Moscú, al anular un laudo arbitral, sostuvo que el
consentimiento oral o tácito no era viable tratándose del pacto arbitral45.
En realidad, las teorías o criterios para extender un pacto arbitral a no
signatarios, dejan de lado este tipo de posiciones formales. En su lugar, analizan
los hechos de cada caso para así determinar la presencia real e inequívoca del
consentimiento como piedra angular del arbitraje. Con todo, algunas de ellas, como
se verá, parecen no indagar en el consentimiento como tal, sino en los efectos o
implicaciones que tienen las conductas contractuales de los intervinientes en un
negocio. En otras palabras, la vinculación de no signatarios por un pacto arbitral,
no siempre obedece a que se determine inequívocamente su consentimiento;
también puede obedecer a razones de equidad que llevan al operador jurídico
a considerar necesaria la extensión del pacto arbitral al sujeto no signatario46.
A continuación, abordaremos brevemente algunas de las más importantes
teorías o criterios que se han esbozado sobre el particular en el ámbito
internacional47.
3.1. Aceptación tácita
La aceptación tácita del pacto arbitral, por parte de quienes no lo han suscrito,
se deduce a partir de la participación de estos últimos en el negocio jurídico
principal y de su efectiva vinculación, en el momento en que se suscribe el pacto
arbitral, con la empresa que ha suscrito dicho pacto. Esta teoría supone revisar
la conducta contractual de los distintos intervinientes, con el fin de deducir si ha
habido o no consentimiento de parte del no signatario para acudir al arbitraje.
45
IMP Group Ltd. v. Aeroimp. XIII Yearbook of Commercial Arbitration (1998), pp. 745-749.
46
Por ejemplo, esto ocurre en el caso de las teorías del alter ego y del estoppel, que se analizan adelante. La inclusión de
criterios de equidad para determinar la extensión del pacto arbitral a no signatarios, se le ha atribuido a la jurisprudencia
de países del common law, como Estados Unidos: JAMES A. GRAHAM. “La ‘falsa’ extensión del acuerdo arbitral a
terceros: el ejemplo de México”. Revista Peruana de Arbitraje 7 de 2008. Perú, 2008, p. 182, citando a HOSKING.
47
Para un análisis minucioso de las distintas teorías, especialmente la del alter ego, consúltese entre otros a: GARY
BORN. International Commercial Arbitration. Vol. 1. Kluwer Law International. 2009, pp. 1142-1203.

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 85


Santiago Talero Rueda

Hay varias maneras de concluir esta situación. Por ejemplo, se puede


establecer la extensión del pacto arbitral a no signatarios cuando una empresa
celebra el contrato principal con un tercero, como consecuencia de una orden
o designación formulada por otra empresa del mismo grupo. Dicha designación
puede obedecer a motivos administrativos o logísticos, lo cual implica que otra
empresa del mismo grupo hubiese podido celebrar el respectivo contrato.
Otra manera de demostrar la participación que se comenta, radica en señalar
la participación de otra u otras empresas del grupo societario en las diferentes
fases del contrato principal48. En dicho caso, se suele exigir que la intervención
de la empresa no signataria no sea simplemente ocasional o transitoria, sino
permanente o frente a un asunto determinante del negocio49.
También puede suceder que una de las empresas invoque a su favor, en otro
proceso judicial o arbitral, el pacto arbitral contenido en un contrato entre otra
empresa del grupo y un tercero, en cuyo caso, se entiende que aquella empresa
estaría vinculada por el pacto arbitral que no ha suscrito formalmente.
Esta teoría de la aceptación tácita, resalta el pragmatismo subyacente a
la vinculación de no signatarios a un pacto arbitral. En lugar de adoptar una
institución o figura jurídica del derecho de los contratos o de las obligaciones
para tales efectos, simplemente aborda consideraciones prácticas o de hecho,
relacionadas con la efectiva participación de las empresas respectivas en los
negocios jurídicos que dan lugar al arbitraje. En últimas, se podría señalar que la
teoría se centra en un ejercicio de interpretación, en el cual se analiza la conducta
contractual del no signatario para así determinar si ha habido o no consentimiento
de su parte50. Como se verá adelante, el nuevo régimen arbitral peruano habría
acogido esta teoría específica para extender el pacto arbitral a no signatarios.
3.2. Alter ego
Según esta tesis, esbozada varias veces por la jurisprudencia de los Estados Unidos,
se entiende que la vinculación de una empresa a un pacto arbitral que ha suscrito
otra empresa del grupo, debe obedecer a la existencia de una estrecha unidad
48
Por ejemplo, la jurisprudencia francesa ha sostenido que la intervención de una empresa en la ejecución de un
contrato entre otra empresa y un tercero, involucraba a la primera en el pacto arbitral: Corte de Apelaciones de París.
Decisión del 28 de noviembre de 1989.
49
BORN. Op. Cit., p. 1152.
50
En los países de tradición civilista es común encontrar que la conducta contractual de los sujetos sea tenida en
cuenta en la labor de interpretación de los contratos. A su turno, en los países del common law existen divergencias
sobre el alcance de esta regla de interpretación. Así, por ejemplo, se ha sugerido que solamente las conductas previas
a la celebración del contrato son relevantes para su interpretación: CHITTY on Contracts. Sweet & Maxwell. 12-126
(29 Ed. 2004). Sin embargo, en países como Estados Unidos también se ha sugerido que las conductas posteriores
deben ser tenidas en cuenta: FilantoSpA v. Chilewich International Corp., 789 F. Supp. 1229, 1241 (SDNY 1992).
Incluso, algunos autores consideran que las supuestas restricciones, contenidas en el common law, son inexistentes
en la práctica: ROY GOODE. Commercial Law. Penguin Books. Londres, 1995, pp. 96-97, refiriéndose al derecho
inglés y específicamente a la denominada “parolevidence rule”, una regla tradicional del common law según la cual, cuando
un contrato tiene carácter escrito, no es viable interpretarlo teniendo en cuenta la conducta de las partes en las
negociaciones precontractuales o en su ejecución. En realidad, el desarrollo del derecho arbitral ha demostrado que
este tipo de restricciones, en la interpretación de los pactos arbitrales, son poco comunes. La extensión del pacto
arbitral a no signatarios, sería un ejemplo de ello.

86 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

de titularidad e intereses entre las empresas51, y a la utilización de la separación


jurídica formal entre las empresas de manera abusiva o fraudulenta en el caso
concreto52. De este modo, el hecho de no desestimar la división de personería
jurídica entre dichas empresas, resultaría en una injusticia en el caso concreto53.
En todo caso, la procedencia de esta situación depende de la demostración
fehaciente de los supuestos de la teoría54. De lo contrario, se privilegia el principio
de separación jurídica y patrimonial entre las empresas involucradas.
Igualmente, es pertinente señalar que si bien la teoría del alter ego suele operar
frente a las relaciones entre empresas controlantes y sus subordinadas, también
se puede dar en casos entre empresas afiliadas55.
Esta teoría suele operar como desarrollo directo de la figura de la
desestimación de la limitación de la responsabilidad de los socios, también
conocida como perforación del velo corporativo. Se fundamenta más en razones
de equidad que en la aplicación de principios de interpretación contractual para
deducir el consentimiento del no signatario. En la práctica, parece ser la que
mejor equilibra la necesidad de respetar el principio de la limitación del riesgo y
de la responsabilidad corporativa, con la necesidad de inaplicar dicho postulado
en casos concretos. A semejanza de las demás teorías, su aplicación depende de
la revisión minuciosa de los hechos del caso. Esta teoría no ha sido recogida por
la norma peruana.
3.3. Teoría del grupo societario
Esta teoría, que tiene características parecidas a las de la teoría del alter egoy
muy similares a las de la aceptación tácita, solo se ha desarrollado en el marco
del derecho arbitral56. Las críticas a la teoría del grupo societario obedecen
precisamente al hecho de haberse gestado únicamente en el ámbito arbitral y
sin tener en cuenta los principios orientadores de otras ramas o disciplinas del
derecho57.
Para su aplicación se requiere que del análisis del grupo de sociedades
involucrado, se concluya que éstas actúan como una unidad económica en el
respectivo negocio, lo cual posibilita su vinculación al pacto arbitral. En este
sentido, se determina, por ejemplo, si han intervenido en la celebración, ejecución
o terminación del negocio, de manera que se deduzca que su intención ha sido la
de formar parte del pacto arbitral.
51
Oriental Commercial and Shipping Co. (UK) v. Rosseel NV 609 F. Supp. 75 (SDNY 1985).En términos generales,
la unidad se deduce a partir de la existencia de participaciones de capital entre las empresas involucradas. Sin embargo,
esta modalidad no necesariamente es la única aceptada por la jurisprudencia de los Estados Unidos.
52
Ejemplos típicos de estas conductas son la infra capitalización de la empresa subordinada o la transferencia
injustificada de recursos o activos a la empresa controlante, entre otros.
53
Oriental Commercial and Shipping Co. (UK) v. RosseelNV 609 F. Supp. 75 (SDNY 1985); y Flynt Distributing Co.
v. Harvey 734 F. 2d.1389 (9th.Cir. 1984); entre otros fallos.
54
Hidrocarburos y Derivados CA v. Lemos 453 F. Supp. 160, 172 (SDNY 1977); Coastal States Trading Inc. v. Zenith
Navigation SA 446 F. Supp. 330, 387 (SDNY 1977); y American Renaissance Lines Inc. v. Saxis SS Co 502 F. 2d.674,
677 (2d.Cir. 1974).
55
C.M. Corp. V. Oberer Dev. Co., 631 F. 2d.536, 538 (7th Cir. 2000).
56
BORN. Op. Cit., p. 1167.
57
Así, por ejemplo, en el fallo del caso inglés de Peterson Farms Inc. V. C&M Farming Ltd. [2004] 1 Lloyd’s Rep. 603
(QB), se dijo expresamente que la teoría del grupo de sociedades era ajena al derecho inglés.

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 87


Santiago Talero Rueda

El famoso caso CCI de Dow Chemical v. Isover St. Gobain constituye quizás el
primer precedente conocido sobre la aplicación de esta teoría58. Allí, la empresa
matriz de las sociedades Dow Chemical y algunas de sus subordinadas invocaron
el pacto arbitral de varios contratos para demandar a su contraparte, quien se
opuso a la jurisdicción del tribunal arbitral argumentando que la empresa matriz
y una de sus subordinadas eran ajenas a los negocios. El tribunal arbitral analizó
la intervención de las empresas del grupo en las distintas fases del negocio,
llegando a la conclusión de que sí podían acudir al arbitraje. En el caso de la
empresa matriz, señaló que ésta había sido el eje de la relación contractual, lo cual
justificaba su participación como demandante en el arbitraje.
La aplicación de la teoría depende de que se constate la efectiva existencia
del grupo societario en el caso concreto y que, a partir de ahí, se establezca que
la intención de todos los intervinientes en el negocio ha sido la de ser parte en
el arbitraje, para lo cual se revisa la participación de las distintas empresas en el
negocio correspondiente. En otras palabras, habiéndose constatado la existencia
del grupo, debe establecerse luego, con base en la buena fe y las pruebas del caso,
si los no signatarios quedan o no vinculados por el pacto arbitral, deduciéndose
con ello su consentimiento.
Esta teoría parece ser más amplia y flexible que la del alter ego, pues en esta
última se requiere identificar conductas abusivas o fraudulentas en el grupo de
compañías. En la teoría del grupo de sociedades, se extiende el pacto arbitral
a no signatarios, identificando su intención de acudir al arbitraje a partir de su
intervención en el respectivo negocio. A semejanza de lo ocurrido con la teoría
de la aceptación táctica, consideramos que en esta teoría del grupo de compañías
la intervención de los no signatarios debe ser significativa y relevante para que su
aplicación sea viable.
3.4. Estipulación a favor de otro
La figura de la estipulación a favor de otro, muy común en los países de tradición
civilista, consiste en que una de las partes de una determinada relación jurídica
estipula derechos a favor de alguien que no ha intervenido en el negocio. Este
beneficiario nada tiene que ver en el asunto, pues ni siquiera es representado por
quien ha estipulado a su favor. Con todo, el beneficiario adquiere un derecho que
puede invocar en cualquier momento.
Para que un sujeto no signatario pueda invocar un pacto arbitral mediante
la figura de la estipulación a favor de otro, es necesario acreditar que las partes
directamente vinculadas tuvieron la intención de cobijar a dicho sujeto no
beneficiario59. No basta que este último se beneficie de lo estipulado entre los
directamente vinculados; también se requiere que éstos tuviesen la intención de
cobijarlo con los respectivos beneficios.

58
Caso CCI 4131 de 1982.IX Yearbook of Commercial Arbitration (1984), pp. 131 y ss.
59
McCarthy v. Azure, 22 F. 3d.351, 362 (1st. Cir. 1994).

88 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

3.5. Estoppel
El principio del estoppel es una emanación del principio de la buena fe. Consiste en
la prohibición de actuar en contra de los propios actos – non concedit venire contra
factum proprium-, impidiendo que una parte desconozca su previo proceder, en el
marco de un proceso judicial o arbitral.
El caso típico de la configuración de esta figura respecto de la vinculación de
empresas a pactos arbitrales que éstas no han suscrito, radica en que la empresa
correspondiente, que no ha suscrito el pacto arbitral, invoque a su favor algún
derecho previsto en un contrato entre otra empresa y un tercero, cuando en
dicho contrato se encuentra la cláusula arbitral. En ese tipo de situaciones, se
entiende que la empresa que ha invocado un derecho contractual a su favor, no
puede luego contrariar su conducta anterior y desconocer su obligación de acudir
al arbitraje alegando que no es parte60.

4. Alcances y aplicabilidad del artículo 14 de la nueva Ley Peruana de


Arbitraje

La nueva Ley Peruana de Arbitraje–Decreto 1071 de 2008- regula la extensión


del pacto arbitral a no signatarios, así:
“Artículo 14º.- Extensión del convenio arbitral.
El convenio arbitral se extiende a aquellos cuyo consentimiento de someterse
a arbitraje, según la buena fe, se determina por su participación activa y de
manera determinante en la negociación, celebración, ejecución o terminación
del contrato que comprende el convenio arbitral o al que el convenio esté
relacionado. Se extiende también a quienes pretendan derivar derechos o
beneficios del contrato, según sus términos.”
Esta disposición normativa no es novedosa desde la perspectiva de la práctica
arbitral internacional. Tal como se ha visto, existen distintos criterios o teorías
que permiten extender un pacto arbitral a sujetos no signatarios. Sin embargo, la
disposición sí resulta novedosa desde la perspectiva de las legislaciones nacionales,
dado que la extensión del pacto arbitral a no signatarios es una figura de creación
doctrinal y jurisprudencial, mas no de creación legislativa.
La inclusión de esta institución del derecho arbitral, en la legislación peruana,
constituye entonces un hito en el ámbito arbitral debido a su codificación.
A continuación, intentaremos responder puntualmente a los posibles
interrogantes sobre los alcances y la aplicabilidad del artículo 14 de la nueva Ley
Peruana de Arbitraje.

60
Sunkist Soft Drinks Inc. v. SunkistGrowers Inc 10 F. 3d 753 (11th Cir. 1993); y Messing v. Rosenkrantz 872 F. Supp.
539 (ND Ill. 1995); entre otrosfallos.

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 89


Santiago Talero Rueda

4.1. ¿Cuáles teorías o criterios consagra la norma?


En términos generales, la norma peruana cobijaría las teorías de la aceptación
tácita, del grupo societario, del estoppel y de la estipulación a favor de otro, para
extender el pacto arbitral a no signatarios.
La norma no cobijaría la teoría del alter ego, pues no exige los requisitos que
permiten la aplicación de dicha teoría. Sin embargo, esta teoría se podría aplicar
para legitimar o reforzar la extensión del pacto arbitral a no signatarios; esto
es, como una refrendación de la extensión realizada según alguna de las teorías
cobijadas por la norma.
La disposición peruana tampoco cobija figuras del derecho de los contratos,
tales como la cesión de posición contractual o el mandato, bajo las cuales también
se le puede extender un pacto arbitral a no signatarios. Sin embargo, y pese a que
la norma debe ser interpretada restrictivamente, consideramos que la vinculación
de no signatarios, conforme a dichas figuras, perfectamente puede operar. En
otras palabras, la norma no impediría que se aplicara el derecho tradicional de los
contratos para darle solución a un problema jurídico-contractual.
4.2. ¿Cuándo se aplica la norma?
A primera vista, parecería que la respectiva teoría o criterio (i.e.estoppel) tuviese
una aplicación directa e inmediata; es decir, que el operador jurídico simplemente
determinara, según las circunstancias del caso, si en el desarrollo del referido
criterio es viable o no extender el pacto arbitral al no signatario. No habría
necesidad de emplear algún sistema jurídico como punto de partida para buscar
una respuesta, sino simplemente abordar los hechos y pruebas del caso.
Con todo, se ha sostenido (i) que hay un derecho aplicable para determinar
si el pacto arbitral se debe extender al no signatario y (ii) que dicho derecho, a
su vez, depende de la teoría o criterio escogido por el operador jurídico61. Así,
por ejemplo, si se decide aplicar la teoría del grupo de compañías, del estoppel
o la del alter ego, se ha señalado que el análisis se suele centrar en estándares
internacionales acompañados de postulados de equidad62; mientras que si se
analiza el asunto bajo las figuras de la estipulación a favor de otro o de la aceptación
tácita, entonces se les suele revisar según una determinada ley nacional63. La línea
divisoria entre la aplicación de los estándares internacionales y de los derechos
nacionales, estaría dada por el hecho según el cual, unas teorías se concentran
en evaluar la presencia del consentimiento como tal, mientras otras privilegian
postulados generales de equidad en el análisis. Las primeras se le asignan a los
derechos nacionales, mientras que las segundas se analizan según estándares
internacionales.
61
BORN. Op. Cit., p. 1212.
62
BORN. Op. Cit., p. 1177. Por ejemplo, respecto de la teoría del grupo de compañías, este autor explica cómo la
jurisprudencia francesa ha impulsado su análisis a partir de estándares internacionales y de la denominada lex mercatoria
como tal, en lugar de acudir a los derechos nacionales.
63
Ibid.

90 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

En realidad, los lineamientos anteriores señalan que la extensión de un pacto


arbitral a un sujeto no signatario, no es simplemente una cuestión de hecho, pues
su aplicación depende de un determinado sistema jurídico, local o internacional,
dependiendo de la teoría o criterio que se emplee. De manera más radical, la
jurisprudencia inglesa ha señalado que la identificación de las partes de un pacto
arbitral es un asunto exclusivamente de derecho sustancial regido solamente por
leyes nacionales y ajeno a estándares internacionales de análisis64.
Como se ha explicado, la extensión del pacto arbitral a no signatarios se
desenvuelve principalmente en el plano del consentimiento. En la práctica,
cuando se le extiende el pacto a dicho sujeto, se infiere o entiende que éste ha
tenido la intención de acudir al arbitraje con los sujetos signatarios, bien sea en la
condición de demandante o de demandado. Es cierto que algunas de las teorías
o criterios analizados no necesariamente se circunscriben a analizar la presencia
o no del consentimiento, pues se enfocan en criterios de buena fe o equidad que
indican la pertinencia o necesidad de vincular al no signatario dentro del pacto
arbitral.
Sin embargo, el efecto práctico y final consiste en inferir el consentimiento del
no signatario para acudir al arbitraje.
El consentimiento, como tal, es un elemento de validez material de un contrato.
El principio universal de autonomía o separación del pacto arbitral–acogido
por la legislación peruana65-, indica que dicho pacto es un contrato diferente de
aquél del cual forma parte o al cual se refiere. El consentimiento entonces es un
elemento de validez material del pacto arbitral como contrato autónomo. Por
ende, los distintos asuntos inherentes al consentimiento, en teoría, deberían ser
analizados bajo el derecho aplicable a dicho pacto. Así, la extensión del pacto
arbitral a no signatarios sería un asunto sujeto al derecho aplicable a dicho pacto,
sea cual sea dicho derecho66.

64
Peterson Farms Inc. v. C&M Farming Ltd. [2004] 1 Lloyd’s Rep. 603 (QB). En este caso, se rechazó la aplicación de la
teoría del grupo de compañías.
65
Artículo 41(2) de la Ley de Arbitraje de Perú –Decreto 1071 de 2008.
66
En el ámbito internacional, existen diversas teorías sobre el derecho aplicable al pacto arbitral. Si bien el pacto arbitral
está sujeto al derecho aplicable que escojan las partes, esta circunstancia ocurre pocas veces en la práctica. Por ello, el
operador jurídico debe ocuparse de definir el derecho aplicable a dicho pacto, momento en el cual operan las distintas
teorías. Sobre el particular, se han sostenido, entre otras, las siguientes teorías sobre el derecho aplicable al pacto arbitral:
(i) es el mismo derecho aplicable al contrato principal; (ii) es la ley del lugar o sede del arbitraje –lex loci arbitri-; o (iii) es la
voluntad de las partes sujeta al denominado orden público internacional. Incluso, existen legislaciones nacionales que,
dando aplicación al principio de favor valitatem, es decir, a un criterio de validación de los pactos arbitrales en la mayor
medida posible, señalan que la validez de estos últimos, especialmente en el arbitraje internacional, se configura si el
respectivo pacto se ajusta al derecho escogido por las partes para dicho pacto –lo cual rara veces ocurre-, al derecho
aplicable al contrato principal, o a la ley del respectivo Estado de cuya legislación se trata por ser la sede del arbitraje
–lex loci arbitri- (i.e. artículo 178 del Código Federal de Derecho Internacional Privado de Suiza; artículo 9 de la Ley
60 de 2003 de España; y artículo 13(7) de la Ley de Arbitraje de Perú –Decreto 1071 de 2008-; entre otros) . Quizás
la posición más difundida y acertada consista en señalar que el derecho aplicable al pacto arbitral es el de la ley de la
sede del arbitraje. Esta teoría encuentra respaldo en el artículo V.1.a) de la Convención de Nueva York, que establece la
posibilidad de denegar el reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros, si el pacto arbitral es nulo según la ley de
la sede del arbitraje a falta de la escogencia de las partes respecto de la ley aplicable a dicho pacto. Para una explicación
más amplia, ver: SANTIAGO TALERO RUEDA. Arbitraje Comercial Internacional: instituciones básicas y derecho
aplicable. Temis y Universidad de Los Andes. Bogotá, 2008, pp. 126-135.

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 91


Santiago Talero Rueda

En este orden de ideas, procede formular algunos elementos de juicio sobre


la aplicabilidad de la norma peruana. Para el efecto, se analizará la situación
inicialmente bajo el método consistente en distinguir el derecho aplicable
dependiendo de la teoría escogida –método moderado-. Luego se hará el mismo
ejercicio bajo la consideración, según la cual, todos los casos se analizan según el
derecho aplicable al pacto arbitral – método radical-.Como se verá, el resultado final
es parecido bajo cualquiera de los métodos analizados.
4.2.1. Método moderado
Conforme al método moderado, las teorías de la aceptación tácita y de la
estipulación a favor de otro se analizan según el derecho nacional aplicable al
pacto arbitral. Las teorías del grupo de compañías y del estoppel se analizan según
estándares internacionales basados en criterios de equidad.
¿Cuándo se aplicaría la norma peruana en estos casos?
• Si la teoría escogida por el operador jurídico para extender el pacto arbitral
a no signatarios fuese la del grupo de compañías o la del estoppel, la norma
peruana tendría aplicación residual, dado que el método de análisis prescinde
de las leyes nacionales en estas circunstancias. En estos casos, la norma
peruana simplemente serviría para refrendar o reconfirmar la teoría escogida,
dado que el caso se revisaría según estándares internacionales;
• Si la teoría escogida fuese la de la aceptación tácita o la de la estipulación a
favor de otro, la norma peruana podría aplicarse, mas no necesariamente. Su
aplicación tendría lugar en los siguientes supuestos:
- Las partes escogen la ley peruana como derecho aplicable al pacto arbitral,
independientemente de cuál sea la sede del arbitraje;
- Como suele ocurrir, las partes no escogen un derecho aplicable al pacto arbitral,
pero Perú es la sede del arbitraje. El operador jurídico decide que el derecho
aplicable al pacto arbitral es la ley peruana, por ser Perú la sede del arbitraje –lex
loci arbitri-. En otras palabras, considera que la ley aplicable al pacto arbitral es la
ley de la sede del arbitraje;
- Como suele ocurrir, las partes no escogen un derecho aplicable al pacto arbitral,
pero Perú es la sede del arbitraje. A diferencia del caso anterior, el operador
jurídico considera que la ley aplicable al pacto arbitral no es la ley de la sede del
arbitraje, sino la ley aplicable al contrato principal –lex contractus-67. Sin embargo,
en el caso concreto se establece que la ley peruana es la lex contractus; o
- Las partes no escogen un derecho aplicable al pacto arbitral y Perú tampoco es la
sede del arbitraje. Sin embargo, el operador jurídico considera que la ley aplicable
al pacto arbitral es la misma ley aplicable al contrato principal, encontrando que
la ley peruana es la lex contractus en el caso concreto.

67
La jurisprudencia inglesa ha considerado que si las partes no escogen un derecho aplicable al pacto arbitral, se
infiere que dicho pacto se rige por la ley aplicable al contrato principal: Union of India v. McDonnell Douglas [1993]
2 Lloyd’sReport 48 (QB).

92 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

• Contrario sensu, la norma peruana no se aplicaría en los siguientes supuestos:


- Las partes escogen una ley distinta de la ley peruana como derecho aplicable al
pacto arbitral, independientemente de cuál sea la sede del arbitraje;
- Como suele ocurrir, las partes no escogen un derecho aplicable al pacto arbitral
y Perú no es la sede del arbitraje. El operador jurídico decide que el derecho
aplicable al pacto arbitral es el mismo de la sede del arbitraje;
- Como suele ocurrir, las partes no escogen un derecho aplicable al pacto arbitral
y Perú no es la sede del arbitraje. A diferencia del caso anterior, el operador
jurídico considera que la ley aplicable al pacto arbitral no es la ley de la sede del
arbitraje, sino la ley aplicable al contrato principal –lex contractus-. Sin embargo,
en el caso concreto establece como lex contractus un sistema jurídico distinto de
la ley peruana; o
- Las partes no escogen un derecho aplicable al pacto arbitral y Perú sí es la sede
del arbitraje. Sin embargo, el operador jurídico considera que la ley aplicable al
pacto arbitral es la misma ley aplicable al contrato principal, encontrando que
esta lex contractus no es la ley peruana.
4.2.2. Método radical
En teoría, el método radical facilita la aplicación de la norma peruana, pues
permite que una ley nacional se aplique a cualquier caso, independientemente de
cuál sea la teoría escogida para extender el pacto arbitral a no signatarios. En ese
caso, la norma peruana resulta aplicable según los mismos supuestos indicados
en el numeral anterior. La principal diferencia con el método moderado, radica
en que este último somete el análisis de las teorías del grupo de compañías y del
estoppel a estándares internacionales, mientras que en el método radical todas las
teorías se deben analizar según el derecho aplicable al pacto arbitral, que bien
puede ser la ley nacional.
4.2.3. ¿Es necesario un método o la sujeción del asunto a un sistema jurídico?
En la práctica, la vinculación de no signatarios a un pacto arbitral es una cuestión
basada en el análisis de las circunstancias y pruebas del caso. En últimas, el operador
jurídico interpreta la conducta contractual de los sujetos para así determinar si
le extiende o no un pacto arbitral a los no signatarios. En otras palabras, si bien
es cierto que el consentimiento es un elemento de validez del pacto arbitral,
también lo es que su ocurrencia o configuración, en un caso concreto, es un
asunto eminentemente probatorio que no tiene una respuesta clara, precisa o
específica en el derecho aplicable al pacto arbitral, cualquiera que éste sea.
Ahora bien, aun si se asumiese que la extensión del pacto arbitral a no
signatarios –especialmente bajo teorías como la del grupo de compañías- es
un asunto inherente al derecho internacional o, en particular, a la denominada
lex mercatoria68, ocurre que esta fuente o punto de referencia tampoco arroja
68
LORD MUSTILL. “The New LexMercatoria – the first twenty-five years.”Liber Amicorum for Lord Wilberforce.
Ed. Maarten Bos& Ian Brownlie. Oxford, 1987, pp. 111-114. En esta obra, y tras haber revisado numerosos laudos

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 93


Santiago Talero Rueda

respuestas claras o concretas. La construcción doctrinal de la extensión del pacto


arbitral a no signatarios, en el ámbito internacional, ha dependido de factores tan
diversos como los hechos de cada caso, los actores involucrados y la composición
misma del tribunal arbitral, incluyendo el perfil e ideología de los árbitros.
Sin entrar en pormenores propios de la teoría jurídica, se podría pensar que
el operador jurídico, según los hechos del caso y las consideraciones de equidad
a que haya lugar, determina inicialmente si le extenderá el pacto arbitral a sujetos
no signatarios para luego explicar o justificar su decisión aludiendo a una o varias
teorías de las analizadas. En estos casos, el análisis del derecho aplicable para
determinar las partes cobijadas por el pacto arbitral pasa a un segundo plano. Y
esto, a su vez, le resta relevancia a la norma peruana, pues el asunto se resuelve
fundamentalmente según las conclusiones o convicciones que tenga el operador
jurídico frente a las circunstancias del caso concreto.
4.3. ¿Cómo se debe interpretar un pacto arbitral sujeto a la norma peruana?
Si se asume (i) que el derecho peruano es el sistema jurídico aplicable al respectivo
pacto arbitral y (ii) que se discute la extensión del pacto arbitral a un no signatario,
es pertinente determinar entonces cuál es el tipo de interpretación que se le debe
dar al pacto.
Es cierto que Perú ha tenido una política legislativa claramente favorable al
arbitraje. El nuevo régimen arbitral, unido al que estuvo vigente, demuestran
esta circunstancia. Así, por ejemplo, una de las disposiciones del régimen actual
consagra la regla de validación –favor valitatem- del pacto arbitral como contrato,
al señalar que éste será válido si lo es bajo el derecho escogido por las partes
para regirlo, bajo el derecho aplicable al contrato principal o bajo el derecho
peruano69.
No obstante lo anterior, la extensión del pacto arbitral a no signatarios
constituye más un problema de alcances del pacto, que un problema de validez.
Se trata de vincular a sujetos ajenos a su estructura formal. El pacto bien
puede existir y ser plenamente válido entre las partes directa y formalmente
involucradas, pero se pretende determinar si su radio de aplicación cobija o no a
sujetos formalmente ajenos.
De nuevo, tal como se analizó detalladamente en otro acápite de este
trabajo, la interpretación del pacto arbitral debe ser restrictiva, tratándose de
la extensión del pacto arbitral a no signatarios. Los hechos y pruebas del caso
deben tener la relevancia y contundencia suficientes para vincular a estos sujetos,
independientemente de la teoría o criterio que se aplique para ello.

arbitrales, el autor enuncia algunas reglas que el derecho arbitral califica como parte de la lex mercatoria, dentro de las
cuales se incluye la extensión del pacto arbitral a no signatarios. Con todo, el autor cuestiona los fundamentos y los
alcances de la lex mercatoria en el arbitraje internacional.
69
Esta norma recoge los mismos lineamientos del artículo 178 del Código Federal de Derecho Internacional Privado
de Suiza y del artículo 9 de la Ley 60 de 2003 de España.

94 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

La ley peruana no sería una excepción a esta circunstancia. Al respecto, un


conocido doctrinante peruano señala lo siguiente, refiriéndose a la aplicación de
la norma que se analiza70: “El primer comentario que suscita el artículo 14 de la Ley de
Arbitraje es que se aplica de manera excepcional. La regla general es que el convenio arbitral
compromete a los firmantes según lo establece el artículo 13 de dicha norma con la amplitud y
flexibilidad con la que está concebido según las modificaciones más recientes de la Ley Modelo
de la CNUDDMI. En todo caso, solo a título de excepción dicho convenio puede extenderse a
las partes no signatarias.”
Así, la interpretación restrictiva implica entonces que la norma peruana se
aplique únicamente si los hechos del caso encajan nítidamente en sus elementos
normativos.
4.4. ¿Cuáles son los principales elementos de la norma peruana?
En primer término, es pertinente anotar que los pactos arbitrales, en sí mismos
considerados, se deben cumplir e interpretar conforme a la buena fe71. La buena
fe, pese a su carácter abierto y difuso, es un postulado fundamental de la actividad
contractual. En términos objetivos, constituye un deber de conducta que se
manifiesta en comportamientos caracterizados por la rectitud, la transparencia,
la probidad, la coherencia, la lealtad, la responsabilidad y la transparencia en los
negocios.
Este postulado orienta la aplicación de la norma peruana, que así lo contempla
expresamente. La norma solo menciona el principio de la buena fe en su primer
supuesto de hecho o situación general –participación activa y determinante del no
signatario en la actividad contractual-, guardando aparente silencio respecto del
segundo supuesto –pretensión del no signatario de derivar derechos o beneficios
del contrato que lleva el pacto arbitral-. Con todo, coincidimos con un sector de
la doctrina peruana cuando afirma que el principio de la buena fe se debe aplicar
indistintamente a las dos situaciones generales o supuestos contenidos en la
referida norma, teniendo en cuenta los riesgos de arbitrariedad que se generarían
si el principio se dejara de lado en cualquiera de los casos72.
A continuación, se abordará brevemente cada uno de los supuestos o
situaciones generales previstos en la norma.
4.4.1. Participación activa y determinante del no signatario en la actividad contractual
El primer supuesto de la norma dice así:
“El convenio arbitral se extiende a aquellos cuyo consentimiento de someterse
a arbitraje, según la buena fe, se determina por su participación activa y de
70
JORGE SANTISTEVAN DE NORIEGA. “Extensión del convenio arbitral a partes no signatarias: Expresión de
la inevitabilidad del arbitraje”. Revista Peruana de Arbitraje. Volumen 3. Editorial Jurídica Grijley. Perú, 2009, p. 42.
71
Ver, por ejemplo: Caso CCI 7929 de 2000. XXV Yearbook of Commercial Arbitration (2000), pp. 312-317, en el que
se señala que la interpretación del pacto arbitral debe buscar la verdadera intención de las partes, según su redacción
y el principio de la buena fe.
72
SANTISTEVAN DE NORIEGA. Op. Cit., pp. 44-46.

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 95


Santiago Talero Rueda

manera determinante en la negociación, celebración, ejecución o terminación


del contrato que comprende el convenio arbitral o al que el convenio esté
relacionado…”
Este elemento normativo recogería las teorías analizadas de la aceptación
tácita y del grupo de sociedades, que se han creado para extenderle el pacto
arbitral a no signatarios en el ámbito internacional.
Como es natural, se exige establecer la presencia del consentimiento del no
signatario para acudir al arbitraje. Para ello, se analiza su participación activa y
determinante en cualquiera de las fases de la actividad contractual. Empero, nótese
que no es suficiente la existencia de dicha participación activa y determinante para
extenderle el pacto arbitral al sujeto no signatario bajo la norma peruana. Si fuera
suficiente la prueba o evidencia de dicha participación activa y determinante,
sobraría o carecería de efecto útil la previsión normativa sobre la buena fe, que
trae la misma norma de manera expresa. De ahí que sea necesario, en todos los
casos, analizar el asunto específico bajo la buena fe, así haya habido participación
activa y determinante del sujeto no signatario en cualquiera de las fases de la
actividad contractual.
En este punto, cobra importancia el principio de la buena fe, bien sea para
extenderle el pacto arbitral al no signatario o para negar esta situación. Un sector
de la doctrina peruana considera que la situación, en la práctica, se debe analizar
específicamente a la luz de la regla concreta de coherencia que se desprende
del principio de la buena fe73. Este deber o regla de coherencia se traduce en la
doctrina de los actos propios y en la correlativa prohibición de actuar en contra
de los actos previos o manifestaciones previas de voluntad –non concedit venire
contra factum proprium-.
De este modo, se ha justificado la aplicación del principio de la buena fe,
según la doctrina de los actos propios, señalándose que “(…) resulta perfectamente
coherente dicha conducta [participación decisiva en la actividad contractual] con el conocimiento
de que dicha cláusula (aunque no la hubiere suscrito) existía y de que debía extenderse a
quien, por sus actos, hubiese estado indisolublemente ligado (participación activa y de manera
determinante dice la ley) a la vida del contrato. Ello de manera tal que, negarse a arbitrar,
constituiría contradecirse con su conducta anterior, negarse al consentimiento tácito puesto de
manifiesto en los hechos y admitir una situación contraria a la buena fe contractual (…) No
hay duda entonces que la inferencia a que obliga el artículo 14 de la Ley de Arbitraje para
derivar el consentimiento de los hechos y conductas que la realidad aporta –por encima de las
formalidades jurídicas- se sustenta en el principio de la buena fe entendido como el que acuerda
la doctrina venire contra fatum proprio non valet ”74.

73
SANTISTEVAN DE NORIEGA. Op. Cit., pp. 44-47.
74
Ibid.

96 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

Es cierto que la práctica arbitral, de algún modo, ha viabilizado la extensión del


pacto arbitral a un sujeto no signatario, por el hecho de que éste haya participado
de manera activa y determinante en la respectiva actividad contractual. En tal
sentido, la regla de coherencia se emplearía como posible fundamento para
justificar dicha extensión, tal como la doctrina mencionada lo explica. En general,
éste sería el estado actual del asunto en el ámbito internacional; vale decir, de
la ley como es o lex lata respecto de la extensión del pacto a no signatarios que
participan en la actividad contractual.
Sin embargo, ésta no es ni debe ser necesariamente la realidad bajo el nuevo
régimen arbitral peruano. En estricto rigor, no es evidente la relación entre la
participación decisiva del no signatario en la actividad contractual y la necesaria
e inmediata aplicación de la regla de coherencia para extenderle el pacto arbitral.
Si el simple hecho de participar de manera activa y determinante en la actividad
contractual fuera suficiente para atraer inmediatamente la aplicación de la regla de
coherencia, entonces sobraría la mención al principio de la buena fe en la norma
peruana. En otras palabras, la regla de coherencia, como emanación del principio
de la buena fe, siempre estaría implícita en todas las situaciones en las cuales el
no signatario participase de manera importante en la vida del respectivo contrato,
de manera que se le extendería automáticamente el pacto arbitral sin necesidad
de que se invocase el principio de la buena fe. De nuevo, esta interpretación le
restaría importancia y utilidad a la consagración del principio de la buena fe en el
texto de la norma peruana.
Considero que la solución es distinta. El principio de la buena fe no es ajeno
a la equidad judicial. De hecho, se ha considerado que ambos elementos son
indisolubles, tal como Trifonino lo expresara al señalar que la buena fe y la equidad
judicial se debían integrar para resolver cualquier discusión de carácter contractual
-bona fide squae in contractibus exigitur aequitatem summam desiderat75. ¿Sería equitativo,
en la práctica, extenderle el pacto arbitral a un sujeto no signatario simplemente
porque éste ha participado, de manera decisiva y determinante, en alguna de las
etapas del contrato?
El régimen peruano respondería “no necesariamente” a este interrogante. La
norma, además de exigir la participación activa y determinante del no signatario
en la actividad contractual, requiere que la buena fe, como tal, justifique
extenderle el pacto arbitral a dicho sujeto. ¿Cuándo se da dicha justificación?
Quizás ocurra en una circunstancia precisa: la participación activa y decisiva del
sujeto no signatario en aquellas fases o etapas de la actividad contractual que dan
lugar a la respectiva controversia.
Así, por ejemplo, no tendría mayor justificación, según el principio de la buena
fe, que se le extendiese el pacto arbitral a un sujeto no signatario por el hecho de
que éste haya participado, de manera activa y determinante, en la negociación y
75
Claudio Trifonino. “Disputationumlibri”, en “Depositivel contra” del Digesto.

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 97


Santiago Talero Rueda

celebración de un contrato entre su filial y otra empresa, si la controversia entre


ésta y aquella solo se da, años más tarde, por la entrega tardía de un instalamento
de productos despachados desde la planta de la filial. El hecho de que el no
signatario conociera el pacto arbitral del contrato que se ha negociado con su
participación activa, tampoco parecería suficiente para extenderle dicho pacto.
La regla de coherencia no tendría mayor cabida en casos como este y, por ende,
no sería equitativo extenderle el pacto arbitral a la empresa matriz. Contrario sensu,
si la controversia se diera por alegaciones de que el contrato no es válido por
haberse celebrado mediante información engañosa, la buena fe, incluyendo la
regla de coherencia, sí justificaría incluir a la matriz no signataria en el pacto
arbitral que vincula a la filial y a la otra empresa. En este caso, la empresa matriz,
al haber participado en las negociaciones contractuales de las cuales se derivan las
alegaciones de engaño, no podría sustraerse al pacto arbitral conforme a la regla
de coherencia que emana del principio de la buena fe. Nótese que, en cualquiera
de los casos, la extensión o no del pacto arbitral al no signatario no se confunde
con el análisis de fondo, es decir, con definir las respectivas responsabilidades
jurídicas; simplemente se analiza según las condiciones en que éste ha intervenido
en el respectivo negocio y su relación con la controversia.
En el ámbito internacional, quizás la ley como debe ser o lex ferenda ameritase
tener en cuenta, como criterio relevante para la extensión del pacto, si ha habido
o no una participación activa y decisiva, del sujeto no signatario, en aquellas fases
o etapas de la actividad contractual que dan lugar a la respectiva controversia. La
norma peruana, como está redactada, bien podría contribuir a este propósito, tal
como se ha explicado.
4.4.2. Pretensión de derivar derechos o beneficios del contrato
El segundo supuesto de la norma dice así:
“Se extiende también a quienes pretendan derivar derechos o beneficios del
contrato, según sus términos.”
Este elemento normativo recogería la teoría analizada del estoppel y la figura de
la estipulación a favor de otro, proveniente del derecho de los contratos.
En el caso del estoppel, la norma sancionaría la incoherencia procesal del sujeto
no signatario. Tal como se explicó en un acápite anterior, aquí ocurre que una
empresa no signataria de un pacto arbitral invoca a su favor un derecho previsto
en un contrato entre otra empresa y un tercero, cuando en dicho contrato se
encuentra la cláusula arbitral. En ese tipo de situaciones, se entiende que la
empresa que ha invocado un derecho contractual a su favor, no puede luego
desconocer su obligación de acudir al arbitraje alegando que no es parte. El
régimen arbitral peruano, conforme al principio de la buena fe y la correlativa
regla de coherencia –non concedit venire contra factum proprium-, sanciona este tipo de
conducta extendiéndole el pacto arbitral al sujeto no signatario.

98 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011


Extensión del pacto arbitral a no signatarios:

El mismo supuesto de la norma peruana, le permite al beneficiario de una


estipulación a su favor, invocar el pacto arbitral de un contrato entre personas o
empresas distintas. Este punto es interesante, pues es un caso en el cual la norma
peruana no se emplea para atraer a un sujeto, generalmente renuente, al arbitraje.
Por el contrario, la norma le permite expresamente a un sujeto participar en el
arbitraje como demandante, invocando a su favor el pacto arbitral de un contrato
que le es formalmente ajeno. Por supuesto, la participación de dicho sujeto no
signatario solo se puede dar según los términos del pacto arbitral, tal como lo
prevé la norma.
4.5. ¿Qué incidencia tiene la codificación de la figura frente al desarrollo del arbitraje
en Perú y en el mundo?
Por las distintas razones expresadas en este artículo, quizás la norma no sea de
gran utilidad para el desarrollo del arbitraje en Perú, pese a la seguridad jurídica
que genera.
No obstante, la norma sí es de notable importancia para la armonización
o unificación del derecho arbitral. A semejanza de instrumentos del derecho
comercial internacional, tales como los Principios de UNIDROIT sobre Contratos
Comerciales Internacionales, la norma peruana serviría como herramienta para
modernizar otras legislaciones nacionales y para guiar u orientar los criterios
empleados por los operadores jurídicos cuando le extienden pactos arbitrales a
sujetos no signatarios76.
Si bien esta circunstancia no necesariamente impulsa a Perú como sede de
arbitrajes internacionales, sí resulta relevante para resaltar el dinamismo de su
legislación, de tal manera que ésta lidere los procesos de cambio y modernización
del régimen arbitral de otros países.

5. Conclusiones

El artículo 14 de la nueva Ley Peruana de Arbitraje–Decreto 1071 de 2008- no


resulta novedoso a la luz de la práctica arbitral, pero sí lo es desde la perspectiva
de su codificación en el derecho positivo.
Salvo la teoría del alter ego, la norma peruana recoge las principales teorías
que la doctrina y la jurisprudencia del arbitraje internacional han gestado para
determinar si un pacto arbitral le debe ser extendido a sujetos no signatarios;
es decir, a personas o entidades que son formalmente ajenos a dicho pacto. La
flexibilidad conceptual de estas teorías y la correlativa posibilidad de extender
76
Ver: Preámbulo de los Principios de UNIDROIT de 2004 sobre Contratos Comerciales Internacionales, en el cual
se señala expresamente la aplicabilidad de dichos principios como herramientas para la labor de legisladores locales e
internacionales. Así, por ejemplo, dichos principios fueron empleados en la modernización de los códigos civiles de países
como Lituania y Estonia, entre otros. Dicho instrumento también se ha empleado por jueces y tribunales arbitrales para
resolver controversias. En tal sentido, se ha utilizado, entre otros asuntos, para complementar la aplicación de normas
nacionales o para confirmar y legitimar las decisiones adoptadas bajo normas nacionales: MICHAEL JOAQUIM
BONELL. “UNIDROIT Principles 2004 – The New Edition of the Principles of International Commercial Contracts
adopted by the International Institute for the Unification of Private Law”, en www.unidroit.org

LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011 99


Santiago Talero Rueda

el pacto arbitral a no signatarios en numerosas ocasiones, no obstan para que la


aplicación de esta figura sea excepcional en la práctica, debido a sus importantes
repercusiones sobre los sujetos no firmantes del pacto o convenio arbitral.
En particular, tratándose de los grupos de empresas, es fundamental equilibrar
los criterios que permiten la extensión del pacto arbitral a entidades o accionistas
no signatarios, con las razones de carácter legal y comercial que ameritan preservar
los principios de separación jurídico-patrimonial y de limitación de riesgos,
que han sido vitales para el surgimiento y el desarrollo de los conglomerados
empresariales y los negocios en el ámbito mundial.
Al consagrar el principio de la buena fe como criterio rector de la extensión
del pacto arbitral a no signatarios, la norma peruana previene el riesgo de que los
operadores jurídicos, sin un profundo análisis de los hechos del caso, terminen
extendiéndole el pacto a sujetos, cuya participación como partes en el arbitraje
no sea justificada. Así, por ejemplo, la referida extensión no será posible por el
simple hecho de que el sujeto no signatario haya participado, de manera activa y
determinante, en la actividad contractual. También será necesario que la buena fe
desemboque en ese resultado, tal como la norma peruana lo exige. En particular,
este artículo sugiere que, conforme a la buena fe, la extensión del pacto arbitral
a no signatarios dependa de la participación activa y decisiva del sujeto no
signatario, en aquellas fases o etapas de la actividad contractual que dan lugar a la
respectiva controversia.
Ahora bien, como se explicó, la norma peruana, como tal, podría ser aplicable
en arbitrajes con sedes distintas de Perú. Pero en ciertas circunstancias, podría
no ser aplicable aun si la sede arbitral fuese Perú. Diversos factores, tales como
la teoría escogida para la extensión del pacto, influyen en la aplicabilidad o no de
la disposición peruana.
El tratamiento normativo de la extensión del pacto arbitral a no signatarios,
en la nueva Ley de Arbitraje peruana, no necesariamente consolidaría a Perú
como sede de arbitrajes internacionales. Sin embargo, sí es, sin lugar a dudas,
una valiosa herramienta para armonizar y unificar el derecho arbitral, sirviendo
incluso como guía para la modernización de legislaciones arbitrales nacionales.

100 LIMA ARBITRATION N° 4 - 2010 / 2011

También podría gustarte