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Primer día la “GULA”

Vamos a reflexionar sobre los PECADOS CAPITALES, son aquellos de los


cuales se ramifican los demás pecados del mundo, es decir, los pecados
más graves que puede cometer una persona según las primeras
enseñanzas del catolicismo y el cristianismo. Las gentes de la
antigüedad tenían siempre muy presentes este tipo de pecados que tenían
el objetivo de adoctrinar a los fieles en base a la moral cristiana.
¿De dónde vienen los pecados capitales?
Hay dos grandes grupos: el pecado venial, puede ser perdonados a través
de los sacramentos y la oración y el pecado mortal, que amenaza al que
los cometa con la condenación eterna a menos que el mismo Dios los
perdone. Este último grupo es al que pertenecen los siete pecados
capitales: lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia.
Vamos reflexionar durante la semana uno de ellos cada día hablaremos
algo del que tomemos, vamos a empezar por la gula, que por estos días de
pandemia parece ser el de moda por el confinamiento y los días sin iva.
Este pecado se identifica con el ansia y la glotonería, el consumo excesivo
de comida o bebida que también puede incluir el egoísmo que afecta a las
relaciones interpersonales. Unos comportamientos destructivos que se
basan en el abuso.
La gula será entonces un deseo desenfrenado por algo, o las acciones
como pisar el acelerador por gracia o la sensación de que te suba la
adrenalina.
Otro aspecto a resaltar serían los compradores. ¿El simple e indispensable
comprar también es gula?
Si, nuestra sociedad ha adoptado el consumo como una actitud normal,
pero la compra de ropa o comida innecesaria se puede considerar también
como gula. ¿Somos compradores compulsivos? ¿Y a qué viene este deseo?,
¿De dónde sale?
Reflexionemos hoy durante el día sobre estas preguntas?

Segundo día la “GULA”

Todos pecamos en algún momento con este pecado, no solo por el alimento
que comemos de mas, sino por lo que a veces compramos sin necesitarlo,
y apenas caímos en cuenta con esas preguntas que reflexionábamos ayer,
posiblemente de entre todos los pecados capitales todos consideramos la
gula como el pecado más inofensivo, sin embargo, por su misma
apariencia inofensiva, es posible que sea de los más cometidos entre todos
nosotros, fieles de no cometer otros pecados más evidentes.
Preguntemos hoy ¿Qué tiene de malo realmente la gula? Primero es fácil
poder ver las graves consecuencias físicas que hoy día están matando a
muchas personas como la obesidad, la diabetes, la presión alta y algunas
otras enfermedades, pero son más importantes las consecuencias para el
alma de este pecado. ¿Cuáles? Primero es fácil olvidarnos de las cosas
importantes que debemos hacer por estar ocupados buscando
egoístamente exceso de placeres, porque eso es la gula, un exceso de la
búsqueda de placer en los alimentos. Reflexionemos hoy ¿Somos egoístas
con los alimentos de nuestro prójimo? ¿Buscamos placer cuando comemos
y bebemos? ¿Pensamos en el otro cuando compramos algo que no es
primordial? ¿Nos preguntamos a nosotros mismos si con eso que
compramos que no es necesario podría haber servido al que no tiene que
comer?
Reflexionemos hoy durante el día sobre esto en nuestra vida

Tercer día la “GULA”

Antes de empezar hoy con nuestro tercer día, hagamos un silencio


profundo… y habiendo analizado en dos días parte de nuestra vida de
gula, propongámonos un compromiso que trabajaremos a partir de hoy.

Continuemos, la gula principalmente viene para llenar un vacío, este vacío


puede ser la falta de autoestima, el no reconocimiento de nosotros o un
mal día en el trabajo, ¿será que comer o comprar en exceso nos ayudará a
llenar ese vacío interior y sentirnos mejor? NO esto provocará con el
tiempo la gula.

La sensación de querer "comernos el mundo", de querer triunfar son las


principales sensaciones que causan la gula, la falta de autoestima, una
ruptura, son posibles vacíos que nos llevan a este pecado, relacionemos
hoy y reflexionemos a la gula con la voluntad y preguntémonos ¿es la gula
un ejemplo de debilidad de voluntad?. No es irracional excederse de
cuando en cuando, no tiene por qué haber un conflicto entre el exceso de
comida, bebida o comprar algo no primordial y la voluntad, puesto que
podemos querer excedernos en una ocasión, el problema es cuando se está
demasiado bajo el dominio del deseo de comer o comprar en exceso, en
este caso la gula toma cuerpo en lo que es una conducta moralmente
incorrecta, lo cual presupone la derrota de la voluntad, en otras palabras
se quiere no caer en la tentación y se lucha pero finalmente se cede, allí es
cuando la gula se convierte en vicio y no hay forma de redimirla, es allí
cuando triunfa la gula que representa el triunfo de la irracionalidad y de la
debilidad de la voluntad. Cada uno pregúntese hoy: ¿cuándo y cuantas
veces ha perdido su voluntad? ¿ Con qué?. Proponte hoy tratar de no
perder la voluntad.
Cuarto día la “GULA”

Empecemos preguntándonos ¿Qué o quién representa la gula? Si,


acertaste, es el maligno enemigo, conocido también como “El Señor de las
moscas” Belcebú es uno de los siete príncipes del infierno y el que
representa el pecado capital de la gula, él se mete y nos hace incapaces
de controlar otros hábitos como los de la mente (lascivia, avaricia, ira), e
incapaces de guardar nuestra boca del chisme o del conflicto, no debemos
permitir que nuestros apetitos nos controlen, sino más bien debemos
ejercer control sobre nuestros apetitos. (Dt 21:20, Pr 23:2;) La capacidad
de decir “no” a cualquier exceso el “dominio propio” es uno de los frutos
del Espíritu que es común para todos los creyentes (Ga 5:22).

Dios nos ha bendecido al llenar la tierra con alimentos que son deliciosos,
nutritivos y aún placenteros, debemos honrar la creación de Dios,
disfrutando de estas comidas, y consumiéndolas en cantidades
apropiadas. Dios nos llama a controlar nuestros apetitos, en lugar de
permitir que ellos nos controlen.

La gula no es sencillamente disfrutar de los alimentos, porque Dios ha


hecho manjares deliciosos para disfrutar y compartir en esta vida, así que
disfrutar de la vida no es algo que Dios no quiera de nosotros.

La gula es pues buscar la felicidad, buscar llenar nuestro vacío existencial


en el placer de comer, es poner el placer de la comida en el lugar de Dios, y
esto aunque no se coma de más, es estar pensando en comer todo el
tiempo en lugar de pensar por ejemplo ¿a dónde voy a llevar a mi familia a
pasar tiempo juntos?, Las personas que cometen este pecado se enojan de
más si no comen lo que desean, si la comida no les gusta, y ocupan una
gran parte de su tiempo en pensar en eso.
En conclusión la gula es como tener un ídolo, y por eso es un pecado
capital y te aleja de tus objetivos más importantes en la vida.
Reflexiona hoy de que objetivos o metas te has alejado por la gula.

Quinto día la “GULA”


Hemos compartido cuatro días indicando que la gula no solo es exceso de
alimento, o compra sin medida y la hemos relacionado con nuestra
voluntad, pero el desorden de la gula no solo es esto sino que también está
en ciertos elementos no convenientes como el alcohol, las drogas.
Entremos hoy mínimamente en un tema o en una cuestión que raramente
se describe últimamente desde la literatura o desde la filosofía, aunque si
desde los temas de la salud.
Es fácil entender que una demasía en comida o bebida, tiene
consecuencias en la salud propia, en la vida familiar, en accidentes
sanitarios o enfermedades biológicas, incluso accidentes de tráfico,
problemas sociales, etc.
¿Si desde las ciencias sociales y otros saberes ortodoxos estudiásemos las
consecuencias que ha tenido en la historia, el mundo, las familias y en los
individuos caer en la gula, sea ésta entendida clásicamente en el exceso de
comida o bebida, sea entendida en las acepciones modernas, el consumo
de sustancias negativas y perniciosas, drogas, etc.?
Quizás deberíamos amplificar el concepto de gula, y no solo aplicar al tema
de la comida o la bebida o la injerencia de sustancias tóxicas, sino el
consumo excesivo de información, de noticias, y todo lo que sea un uso
desordenado de consumo de realidades físicas o materiales o psicológicas o
sociales…
Porque en cualquier campo es negativo el “exceso”, sino que en todo se
debe inculcar y aprender la moderación, incluso la moderación correcta y
adecuada, verídica y verdadera, buena y bondadosa, útil y racional y
prudente y con sentido común.
¿Cuántos males, enfermedades, sufrimientos, angustias, penas habremos
venido soportado nosotros, las familias, la sociedad y la humanidad por la
gula, por el apetito desordenado de los alimentos y sustancias que
mencione antes…?
Cuando se cae en la gula, por lo general no solo se cae en ese pecado, de
forma desordenada sino en otros que pueden acompañarle.
¿Cuántas veces, hemos caído en la gula, digamos la bebida, lleva a la
desesperación, angustia, pena, sufrimiento a las personas de alrededor,
especialmente, padres o hermanos o hijos o conyugue, cuántas veces, ese
mal se transmite y tiene consecuencias negativas en hijos, nietos,
biznietos de algunas maneras y formas…?
Porque el mal, observemos y analicemos, igual que el bien se transmite de
algunas maneras y formas a otras personas, no solo lo padece la persona
que lo hace o sufre o realiza, sino también a los cercanos, también incluso
a personas que todavía no han nacido, sin caer en los escrúpulos, no
podemos negar que cuántas veces, se cumple el adagio de buda, la rueda
del sufrimiento, el bisabuelo jugador de cartas, el abuelo ebrio…
Reflexionemos solo en esta pregunta ¿A qué otros pecados me ha llevado la
gula? (de cualquier tipo).
Sexto día la “GULA”

¿Vivimos en un tiempo, que parece, aceptamos que la tolerancia nos debe


llevar a admitir todo…? a veces, la gula viene acompañada o sugerida o
inducida o causada por complejos de inferioridad, por desórdenes de tipo
psicológico o social, por angustias o penas debido a problemas sociales o
laborales, por traumas o heridas producidas en la infancia o en la primera
juventud, por la enorme presión que provoca la sociedad, la moda, el
ambiente social, etc.
La desmesura de la gula es vista como un error principalmente intelectual
que arrastra al goloso a acciones inadecuadas, el goloso no puede
controlar su apetito de inventar nuevas cosas y planes, fantasías, que no
lleva a cabo pero que se vende a sí mismo y a los demás: de planificar y
hacer todo tipo de intenciones, principalmente para evitar detenerse en el
compromiso auténtico. 
El pecado, considerado desde este ángulo compulsivo, es un mecanismo
que lleva a la repetición no consciente.
Al igual que los demás pecados capitales, el mecanismo se produce para
compensar la carencia de amor verdadero y amortigua un sufrimiento, a la
par que dificulta, o incluso obstaculiza y con el tiempo, produce una visión
errónea del mundo y de sí mismo.
Las personas que han construido un ego guloso son personas que en su
infancia interiorizaron que no estaba bien sentirse mal o estar triste, por
ello de manera inconsciente, superaron ese miedo a quedar atrapados en
el sufrimiento o en la privación construyendo una personalidad graciosa,
hedonista, insaciable, superficial o generalista, a estas personas les
encanta estar siempre de fiesta, contando chistes, divirtiéndose… les
incomodan mucho los silencios y les cuesta profundizar en sí mismos o en
lo que hacen: “aquí hemos venido a pasarlo bien”, dicen. 
Las personas golosas son  hiperactivas que siempre están en la novedad,
en lo nuevo, lo que les hace ser caprichosos, cada vez que te encuentras
con ellos, lo han cambiado casi todo de su vida: nuevos amigos, nueva
pareja, nuevos viajes o experiencias, etc., por supuesto,
son autoindulgentes, “solo se vive una vez y me puedo permitir todo” y no
miden el derroche, podríamos decir que viven en una eterna adolescencia.
Para ellos, el mundo está lleno de oportunidades para sentir placer y no
quieren perderse ninguna, por eso, cuando llega el momento de dar
respuesta a una obligación, a un deber, a una responsabilidad o a un
compromiso, salen corriendo, presumen de ser libres. 
Reflexionemos ¿qué tan libre soy? ¿Soy insaciable? O acaso soy
superficial por consecuencia de la gula?
Séptimo día la “GULA”
El demonio de la gula anda suelto… recorre sin rumbo fijo los rincones de
nuestro mundo, lo invade todo en la sociedad en que nos movemos, a unos
nos ofrece el elixir de los sabores, a otros de los olores, imágenes que
abotargan el cerebro… los hay secuestrados por una evasión mental, el
abandono a los sentidos, nos incita a probar los límites de tú cuerpo y tú,
que muchas veces te desconoces, pruebas y vuelas al paraíso ficticio o al
infierno real de la gula, paraíso e infierno se entrecruzan con linderos
desdibujados que te confunden y desesperan, que te liberan y alejan de ti
mismo, o bien te hacen reconciliar tus necesidades con el mundo.
Desde el principio de los tiempos hay una sed, un hambre, un querer
absorber hacia tu interior todo lo externo, una necesidad grabada en tu
naturaleza básica, instintiva y necesaria para sobrevivir, agua, nutrientes,
luz, experiencias, conocimientos, emociones, sentimientos… Esa comunión
del exterior con lo íntimo de nuestro cuerpo tiene repercusiones físicas y
mentales, y ¿por qué no?, también emocionales y diferentes para cada uno
de nosotros.
El demonio de la gula, es un demonio engañoso porque está en todas
partes y juega con las necesidades básicas del ser humano para la
supervivencia, lo tuerce, lo enmascara y lo envenena; lo obsesiona y
neurotiza, lo consume y refina los gustos; engaña a los sentidos y las
emociones, y llena de culpa ante el espejo a propios y extraños, se mueve
rápido y por todas las partes, entre la piel y los sentidos, incluso el alma
misma, no puedes obviarlo, jamás puedes escapar de él.
La Mesura se impone para salir airoso de la gula, pero en esta sociedad en
gustos y drogas (tanto físicas como mentales), es difícil encontrar el
equilibrio, por eso la culpa de la bulimia o la terrible extenuación de la
anorexia, la adicción a las drogas o incluso a la emoción de los deportes de
riesgo, todo es absorción y asimilación, o su contrario.
Habrá momentos en que no puedas evitar ser tentado y caerás en las
garras de la gula… pero, ¿y qué?… ¿Pasa algo? claro, deja de huir
eternamente de tus demonios para qué, enfrentémoslo hoy y acabemos
con él para siempre, hagamos un cambio de vida, pequeñas acciones
que rompan con la rutina, serán los hechos que nos ayudarán a
superar esta actitud y abrazar a la AUSTERIDAD y la TEMPLANZA.

Todo debe terminar, no que tal solo hemos empezado en este tema de los
pecados capitales continuemos reflexionando sobre estos e errores
morales, graves iniciaremos mañana con la Lujuria

Primer día la “LUJURIA”


La lujuria se vincula con la lascivia, que es la imposibilidad de controlar la
libido, es decir que se refiere al “deseo sexual incontrolable”.
Las religiones suelen condenar a la lujuria. Para nosotros los católicos, la
lujuria es un pecado capital, mientras que el hinduismo la señala como
uno de los cinco males, la religión en general, considera que el deseo
sexual en sí mismo es lujurioso, más allá de su pertenencia o no al campo
de la obsesión, la condena moral a la lujuria está vinculada, por ejemplo, a
la prohibición de las relaciones sexuales fuera del matrimonio.
La lujuria está relacionada, en otras palabras, a los pensamientos
posesivos sobre otra persona, cuando este tipo de obsesiones llega a un
extremo patológico, puede generar compulsiones sexuales, abusos y
violaciones.

Un principio teológico afirma que la fuente de amor siempre es Dios; al


amar a Dios, se puede amar a todos los seres humanos, cuando no hay
amor a Dios, no hay amor al resto de las personas, la lujuria aparece
cuando se intenta poseer al otro sujeto para obtener amor, fuera de Dios,
se trata, por lo tanto, de una deshumanización del ser amado.
La lujuria es el vicio opuesto a la castidad, apetito sexual desmedido,
es la exuberancia o abundancia en algunas cosas que estimulan los
sentidos, pero no solo tiene que ver con el deseo sexual, por ejemplo: “su
guardarropa ofrece una lujuria de accesorios”.
La palabra lujuria se origina del latín luxus que significa “abundancia” o
“exuberancia” los comportamientos lujuriosos se caracterizan
fundamentalmente por el arrebato o furia.

La lujuria está relacionada con los pensamientos incontrolables y


posesivos con respecto a otra persona, con esto debemos tener cuidado
porque podemos tomar una actitudes peligrosas, que pueden adquiere un
nivel patológico y generar comportamientos complejos y graves.
Como por ejemplo, abusos sexuales, violaciones, adulterio, prostitución,
entre otros.
No obstante, se han creado diversas leyes en muchos países a fin de que
las personas que se han visto afectadas, de diversas maneras, por los
actos lujuriosos de otros individuos puedan hacer la denuncia
correspondiente y condenar dichos actos.
Cabe destacar que, los actos de lujuria al ser desmedidos e incontrolables
por aquellos quienes los experimentan, en muchas ocasiones no toman las
precauciones necesarias y pueden contraer o contagiar a los demás con
diversas enfermedades de transmisión sexual.

Cada uno preguntemos hoy ¿Tenemos algo incontrolable? ¿Somos


posesivos? ¿Nos dan arrebatos?

Segundo día la “LUJURIA”


La lujuria es un término que se plantea en diversas creencias religiosas,
por ejemplo, en el islam la lujuria es toda relación sexual fuera del
matrimonio, por su parte, en el budismo e hinduismo la lujuria forma
parte de las angustias o males causantes del dolor.

La lujuria es un pecado mencionado en el sexto mandamiento de Dios que


señala “no cometerás actos impuros”.
Por ello, se considera como un comportamiento pecaminoso o inmoral, tal
como se indica la Biblia en el evangelio de Mateo capítulo 5, versículo 28,
en el cual se menciona que cualquier individuo que mire a una mujer para
codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.
Aclaremos que la religión católica sostiene que el deseo sexual no es malo,
más bien se refiere al mal uso del sexo como la lujuria, el cual es
considerado como una anomalía del apetito sexual humano.

No existe una única forma para atenuar la lujuria; la gracia de Dios nos
permite calmar la misma ya que se manifestó a los hombres para
renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos ansiando que los seres
humanos gocen de una vida sobria, justa y piadosa.
El amor hacia Dios y el reconocimiento del otro, como objeto de creación
divina, es una muestra del amor que busca honrar, valorar y buscar lo
mejor para la otra persona.
Miremos lo negativo: “Quiero placer aquí y ahora”, satisfacer un deseo
sexual inmediato es la prioridad de la persona incapaz de controlar
sus impulsos.
 
Desordenado, incontrolable y exagerado, así es el deseo sexual del
lujurioso, una persona que no suele pensar en las consecuencias de sus
actos y se mueve por impulsos. “suelen ser personas que no tienen otras
gratificaciones vitales”. Los problemas surgen cuando el impulso sexual
nos domina y no al revés, una persona que necesita sexo a todas horas
puede tener problemas en su relación de pareja., hay varios factores que
fomentan la lujuria:
 Base biológica. “El comportamiento sexual es el componente
biológico más gratificante que tiene el ser humano. Las hormonas
producen una tensión sexual que se resuelve a través del orgasmo”.
 Aprendizaje. Cuando se es niño se está acostumbrado a explotar
cuando no se obtiene lo que se quiere, la falta de control de impulsos
es uno de los principales rasgos de la lujuria.
 Edad. El ser humano experimenta su máxima potencia sexual a
partir de los 17 o 18 años. “Con esa edad tenemos una cabeza
lujuriosa”, subrayan los psicólogos.
 Presión del entorno. Tenemos claro que los adolescentes tienen las
hormonas locas, pero… ¿cómo influye el grupo de amigos en su
actitud? El ambiente en el que los jóvenes se mueven es clave para
determinar su comportamiento sexual, a menudo no acorde con su
madurez.
 Refuerzo social. “Los varones tenemos más boca que aparato
genital”. Me refiero a la extendida costumbre masculina de relatar
las aventuras sexuales sean reales o inventadas, en busca de un
refuerzo social que puede fomentar la lujuria.
 Cultura. Adulterio, prostitución al alcance de cualquiera,
pornografía en internet… Las oportunidades para dar rienda suelta a
la lujuria nunca fueron tantas.
Un tipo de comportamiento así incapacita el desarrollo de una vida
normal o perjudica a terceros, podemos estar hablando de un problema
más serio como las parafilias: exhibicionismo, voyeurismo,
sadomasoquismo…
Cuando ya no podemos entender la relación sexual sin el fetiche, el daño o
la humillación, hay que pedir ayuda.
Algunas de estas perversiones pueden incluso constituir un delito.
“Fantasear con niños o con animales conlleva un componente patológico.
Miremos nuestro interior y preguntémonos que actos impuros hemos
cometido y pidamos perdón por ellos. Mañana veremos cómo tener esos
impulsos bajo control.

Tercer día la “LUJURIA”

Como mantener bajo control esos impulsos, el tratamiento se resume en


tres fases: percepción del problema, voluntad de trabajo y cambio. “Existen
técnicas de control de impulsos con terapia psicológica o incluso algún
fármaco”,
En el caso de que el afectado sea nuestra pareja, ¿cómo debemos
reaccionar? “Hay que normalizar la situación. Reconocer que existe un
problema con el sexo es difícil; hace falta tranquilizar a las dos partes”, un
exceso de control solo genera desconfianza y angustia dentro de la pareja.
“Lo único que se consigue es ocultamiento, que en vez de hacerlo en casa
lo haga en otro sitio”. La lujuria se da tanto en hombres como en mujeres,
es más habitual en ellos: “La diferencia existe por la oportunidad del varón
de tener sexo a través de la prostitución, que satisface su deseo inmediato
de forma fácil y barata”.
El hombre puede recurrir a los servicios de una prostituta para cumplir
fantasías que quizá no cumpla con su pareja.
La homosexualidad masculina también tiene cierta importancia en este
tema “hay mucha más frecuencia de contactos sexuales entre ellos porque
tienen más oportunidades, lo que equivale a más lujuria”.
La razón principal que me ha motivado para escribir estas líneas obedece a
que hoy en nuestros días, existen muchas cosas contaminadas con la
pornografía, y nos llevan a la morbosidad y el pecado. Hace algunos años
vendían un software para redes de computadores que permitían
monitorear como los empleados de una empresa hacían uso del Internet,
para nuestra sorpresa encontramos que en ocasiones no era posible hacer
una demostración del producto debido a que como el software permitía
identificar quien y, a que sitio ingresaba cada persona que usaba el
Internet, a veces nos sorprendía que casi todos los usuarios del servicio
entraban a sitios pornográficos.
El Software se llamaba “little brother” (pequeño Hermano), ya que actuaba
como un hermano pequeño acusador, que cuando se da cuenta que
estamos haciendo algo indebido, va a avisarle a nuestros padres.
Las compañías que se dedican a estas estadísticas muestran el 65% del
uso de la internet es utilizado para acceder páginas pornográficas, lo cual
nos da idea de la proliferación de la lujuria en el mundo.
Si esto sucede en Internet, algo similar debe estar sucediendo en los
demás medios de comunicación como los medios impresos y la televisión,
al fin y al cabo esto se convierte en un problema de oferta y demanda y por
tanto si existen clientes que buscan este tipo de producto habrá quien lo
produzca para perjuicio de nuestra pobre humanidad.
Los medios masivos actuales nos inundan con mensajes que invitan a la
morbosidad, basta ver la televisión, los medios impresos y el internet, para
darnos cuenta de ello.
Una mujer semidesnuda, un gran descote, una pequeña minifalda, o en
vestido de baño, es usada para llamar nuestra atención y así lograr el
objetivo buscado, las modelos de revistas exhiben sus atributos físicos
para ayudar en la venta de tornillos, automóviles, etc.
Todo esto debido a que encuentran en nuestra morbosidad el camino
apropiado para lograrlo,
Desde pequeños estimulados por las diferencias físicas entre un hombre y
una mujer y luego motivados por los medios de comunicación terminamos
siendo víctimas del pecado.
Esta morbosidad “consentida” termina llevándonos luego a la lujuria, la
fornicación, el adulterio, la bigamia, las relaciones prematrimoniales, la
masturbación y muchas inclinaciones sadomasoquistas y homosexuales.

Es muy interesante conocer el origen del término lujuria para saber cómo
han evolucionado con el paso del tiempo.

Cuarto día la “LUJURIA

Así evolucionó el término lujuria: cuando el cristianismo llegó a los


gobiernos romanos a partir del siglo IV el significado del término se vio
modificado, a partir de entonces, la palabra se usaba para poder referirse
a cualquier tipo de derroche desmedido que los más ricos solían hacer
para que todos los demás supieran que gozaban de un estilo de vida
superior al resto.
La religión cristiana no dudaba en comparar los excesos de dinero y bienes
con los vicios y perversiones sexuales, dándole al término un significado
mucho más relacionado con el sexo, esto se relacionaba precisamente con
quienes más poder y dinero tenían en la Antigua Roma.

Es por eso que se modificó la acepción de la palabra y se cambió el


significado por “desenfreno sexual, las personas que eran más dadas a la
práctica desmedida y entrega a los placeres carnales empezaron a ser
conocidas como personas lujuriosas este, además, es el significado que ha
llegado hasta nuestros días, significado también ha ido variando para
adaptarse a las distintas circunstancias y pensamientos que predominan
en las sociedades a lo largo de los siglos.

Cuando se intenta poseer a otro sujeto con el fin de obtener amor


alejándonos de Dios, aparece la lujuria como la entendemos en la
actualidad, por lo tanto, estaremos hablando de la deshumanización del
ser que amamos, para luchar contra este pecado, la respuesta religiosa
debe ser el amor a Dios y el reconocer al otro como objeto de creación
divina, en el momento en que nos volvemos a acercar a Dios, somos
capaces de amar al resto de seres humanos y recuperamos esa
“humanización” que perdemos con la lujuria de acuerdo a ciertas
religiones.

Pero no solo tenemos que irnos hasta las prácticas religiosas para
condenar la lujuria, a pesar de que su origen no fue sexual, con el paso del
tiempo y de los siglos, lo cierto es que su significado actual sí está muy
ligado al sexo, nuestra sociedad ha heredado los conceptos anteriores
incluso para aquellos que no se consideran religiosos. ¿Cuál cree usted
que es la estrategia de Satanás?

Quinto día la “LUJURIA

La estrategia de Satanás. Analicemos como este actúa frente a esta condición y


como aprovecha esta identificación.
Primero que todo debemos revisar la estrategia a nivel general, debemos tener en
cuenta ¿quién es? ¿Cuáles son sus objetivos? y ¿cómo actúa?.
Sabemos que satanás es el enemigo declarado de Dios y por tanto de su misión,
que es el dueño del mundo: a él se lo dieron, recordemos las tentaciones de Jesús
en el desierto (Lc 4, 5-7); satanás también es dueño absoluto del infierno y busca
siempre aumentar su redil.
Por tanto el Satanás buscará siempre que en el momento de tu muerte te
encuentres en pecado Mortal, pero como no conoce ese momento, ni la hora ni el
día buscará afanosamente que siempre te encuentres en pecado mortal cuando
tu final llegue, para ello usará cualquier herramienta, subterfugio, trampa o
condición para lograrlo, al fin y al cabo su astucia y experiencia excede la de
cualquier mortal, esto lo podemos ver en un juego de probabilidades, si a través
de la vida nos mantenemos más tiempo en pecado y encadenados a Satanás,
mayor es la probabilidad de parar en el infierno, a su vez si por ejemplo el 80%
del tiempo nos mantenemos en santidad, confesados, habrá menor probabilidad
de morir en pecado, por ello es tan importante luego de la caída “correr” a realizar
un acto de contrición puro y pedir el perdón del Señor.
Satanás nos conoce, nos ha estudiado por años, conoce nuestras flaquezas,
nuestras debilidades y sabe en qué y en donde somos más vulnerables y siempre
estará atento a sorprendernos en nuestra debilidad, es como el que va a jugar un
partido de futbol, debe conocer a su adversario, sus flaquezas, sus limitaciones
etc., estamos en guerra, y luchamos cada batalla, cada vez que estamos
expuestos a una tentación, una batalla se inicia entre la legión angelical y la
legión diabólica, el resultado dependerá de donde nos encontremos y de qué lado
nos ponemos, esto define el resultado final, si nos inclinamos al mal estaremos
del lado de Satanas y de su legión, no podemos jugar en ambos bandos.

Sexto día la “LUJURIA

Revisemos la estrategia diabólica  en el caso de la Lujuria y como


aprovecha nuestra inclinación para hacernos caer en el pecado.
Es muy importante notar que satanás es el dueño del mundo y por tanto
utiliza hasta los medios de comunicación y de información en su objetivo,
el cual es encadenarnos a la morbosidad, la lujuria, la fornicación, el
adulterio etc.
El utiliza estos medios para convencernos que muchas de estas
aberraciones son normales y obedecen a la vida normal, es por ello que ya
vemos como totalmente aceptadas las relaciones antes del matrimonio, la
separación y los divorcios, los actos sexuales llenos de impureza, la
masturbación etc.
Las películas actuales están llenas de estas situaciones y nos hacen
pensar que son normales y cotidianas, de hecho ya no hay película donde
se inculque el matrimonio católico o la castidad como virtud.
Cuando nuestra mente comienza a verlas como algo normal, su telaraña
ya está extendida y caemos fácilmente en sus garras.
Los vicios sexuales, son el plato preferido del demonio en ellos, él logra un
“cliente fijo” el cual siempre estará encadenado y preparado, para que en el
momento de la muerte engrose las filas demoniacas.
Debemos tener en cuenta que el pecado de la lujuria, es tan peligroso que
el hecho de desear con el pensamiento ya nos coloca en estado de pecado
mortal.
Satanás sabe que si desde nuestro corazón nace el deseo morboso por una
mujer o hombre, este deseo ya causo nuestra desgracia y cada vez que
caemos en la tentación de observar una fotografía que nos incita al pecado
o nos quedamos en la televisión observando una escena de sexo, estamos
propensos a cargarnos de morbosidad y a caer en el pecado.
La tentación se hace presente en cualquier momento y lugar sin respetar a
nadie ni nada, es así como en la iglesia ante la presencia de una vecina en
minifalda podemos llegar hasta irrespetar hasta al mismo Dios.
Mantener la mente limpia y el cuerpo lejos del pecado se convierte en una
tarea titánica debido a la proliferación y abundancia de pornografía en
nuestro medio.
Por eso es necesario también definir una estrategia y estudiar las
enseñanzas del Señor para evitar la caída.
 
Séptimo día la “LUJURIA

Vimos la estrategia de satanás y que es lo que busca, ahora vamos a ver


cuál es la respuesta de Jesús.
Primero que todo, el Señor en su infinita misericordia espera que nosotros
nos encontremos salvos al momento de nuestra muerte y siempre está
presente “haciendo “fuerza” por nosotros”, sin embargo él nos ha dado el
libre albedrio para permitirnos decidir, sabemos que por ese amor tan
grande hacia nosotros Dios, nos envió a su hijo para redimir nuestros
pecados y para enseñarnos a actuar y comportarnos en la forma correcta.
En las enseñanzas de Jesús, siempre encontramos formulas y reflexiones
que nos ayudan a encontrar la verdad, para tomar las decisiones que nos
lleven a la vida eterna.
Jesús, nos dejó una hermosa enseñanza antes de su muerte, En Mateo 26,
41, allí el Señor estando en Getsemaní, invito a tres de sus discípulos a
Velar con Él, y mientras se apartó, sus discípulos se durmieron y al
encontrarlos así les dijo:
“Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto,
pero la carne es débil”, Para mí en particular esta enseñanza me ha
mostrado una de las fórmulas más extraordinarias que le Señor nos regala
para el momento que nos encontremos frente a la tentación. Recuerden
que en la oración del Padre Nuestro oramos siempre “No nos dejes caer en
tentación”, lo cual significa que la tentación siempre estará presente como
una constante en nuestra vida, pero pedimos que ante ella, el Señor nos
ayude a pasar la prueba.
Adicionalmente declara que aunque tengamos la voluntad de cumplir con
los mandatos de Dios, nuestra carne tiende a pecar. Al afirmar
manténgase despiertos o velad, nos muestra cómo debemos permanecer,
“alerta”, siempre atentos a la presencia de Satanás y a detectar las señales
que nos indican la posible presencia de una tentación, el estar alerta
implica que estemos pendientes de las señales que nos incitan a la lujuria,
estas pueden llegar a través de la vista con una imagen, o a la vista de algo
que nos parece inicialmente atractivo pero que termina llevándonos a la
morbosidad, es muy importante tomar conciencia que la morbosidad es el
primer paso que nos lleva a caer en los demás pecados asociados con la
lujuria, la fornicación, el adulterio, las relaciones sexuales inadecuadas,
son solo la respuesta y el resultado de una morbosidad consentida.
También el Señor nos invita a Orar, en ella siempre encontraremos las
fuerzas para evitar el pecado y vencer la pereza espiritual que algunos
tenemos, mañana dejaremos la pereza y empezaremos con ese pecado
capital.

Primer día la “PEREZA”

La pereza es considerada como la madre, engendradora y soporte de todos


los vicios, e impide realizar las virtudes y valores humanos, podemos
definirla como la negligencia, el tedio o el descuido en las cosas a que
estamos obligados a hacer; también se refiere a la flojera, al descuido o a
la tardanza en las acciones o movimientos propios o ajenos, la pereza es la
falta de estímulo, de deseo, de voluntad para atender a lo necesario e
incluso para realizar actividades creativas o de cualquier índole; es una
congelación de la voluntad, el abandono de nuestra condición de seres
activos y emprendedores.
La pereza es tenida en la mayoría de las culturas como un vicio o un
defecto del hombre que se aleja del favor de Dios. Según el imaginario
católico, la pereza y la ociosidad invitan al pecado, y alejan al ser
humano del cumplimiento del deber, se puede llamar perezoso a quien
hace las cosas por salir del paso, sin necesidad, aquellas personas que no
se toman en serio sus tareas, o que no les dan la importancia debida, o
que simplemente no quiere hacer nada.
La pereza se ha representado tradicionalmente con la imagen de la siesta,
de la persona adormilada u ociosa, comúnmente echada, reclinada o
sentada, indiferente al mundo a su alrededor.

La pereza acostumbra a admitir, e incluso a fomentar otros vicios y


miserias, justificándose con la excusa de que “soy así”, fundamentar con
eso el vicio de la pereza no lleva a nada bueno, principalmente cuando ello
impide intentar cada día ser más honestos, generosos y fieles con las
obligaciones contraídas con la familia, amigos y sociedad, siempre se
puede hacer un cambio profundo en la vida si se desea hacerlo, actuando
con preparación, conocimiento, voluntad, disciplina y honradez.

Hace falta valor para llamar a las cosas por su nombre y sin tapujos, la
pereza es un vicio muy grave y por lo tanto hay que actuar contra ella con
inteligencia, energía y diligencia en beneficio propio, de la familia y de la
sociedad, se debe tener en cuenta la gravedad de las omisiones que
pueden resultar de la pereza, del peligro de su hábito y de los costos
económicos y morales de ella, al rehuir el esfuerzo que supone el trabajo.

La pereza al estar relacionada con la educación de la voluntad, constituye


una de las más dolorosas formas de pobreza, pues se paga muy cara, ya
que no se hacen las cosas cuando se debe, mientras unos se están
despertando otros ya han ido y han vuelto de buscar y encontrar las
oportunidades.

La pereza impide reflexionar cual es el camino más seguro para cumplir


los objetivos o enfrentarse a solucionar los problemas, el decir o pensar,
“mañana, mañana”, es la vieja táctica del avestruz, que esconde la cabeza
bajo el ala, pensando que así se aleja el peligro, para no enfrentarse con
los problemas que le vienen encima.

En el fondo nos hemos vuelto muy cómodos o perezosos y por eso no


queremos complicarnos la vida buscando nada, que todo nos lo den hecho,
y mucho mejor a un click, nadie quiere complicarse la vida haciendo
trabajos adicionales de búsqueda. Comprometamos hoy a dejar de lado la
pereza y reflexionar hasta aquí: ¿Será que la pereza está unida a la lujuria
y la gula? ¿Cómo he manejado cada uno estos pecados?

Segundo día la “PEREZA”

¿Nos consideramos nosotros perezosos? creo que todos responderíamos


que “yooo…nooooo…” pero…reflexionemos sobre lo siguiente: es
considerado “perezoso” o que actúa “perezosamente” aquella persona que
renuncia a sus deberes con la sociedad, con la ciudadanía, que abandona
su propia formación cultural; la persona que nunca tiene tiempo para leer
un libro, para ver una película, para escuchar un concierto, o para prestar
atención a una puesta de sol, aquel que tiene pereza de convertirse en más
humano,
¿Aquel que no escucha a su pareja, a su herman@, hij@, o a cualquier
persona porque… que pereza oírle sus derrotas, triunfos, necesidades,
angustias etc. La pereza también muchas veces tiene que ver con las
temperaturas y las condiciones ambientales en general: no se puede exigir
el mismo nivel de actividad a alguien que trabaja en un sitio con veinte
grados de temperatura que a otro que tiene que moverse con más de 40
grados.

El mundo greco-latino retrata a la perfección lo que supone ser un dejado


o abandonado para con las tareas (obligadas o no) propias de nuestra
condición humana, en la antigüedad, lo que se oponía a la pereza era la
actividad, no el trabajo, para un griego el trabajo era cosa de esclavos, pero
nunca hubiese dicho que era mejor la inactividad, Aristóteles se hubiera
horrorizado de saber que tendría que trabajar, pero también se hubiese
escandalizado de saber que la pereza le impediría ponerse a pensar.

Diferenciemos pereza de ocio, que es igual a “tiempo libre”, a diferencia de


la pereza, es simplemente un tiempo que no se emplea en las cuestiones
laborales, los romanos, que fueron quienes lo inventaron, hablaban de ocio
y de negocio, el “no-ocio”, el negocio era algo que tenía que ver con las
necesidades; las personas que no están ociosas son las que atienden
necesidades: se están lavando, peinando o trabajando en el campo; en
cambio, el ocio significa dedicarse a lo que te gusta: el ocio es simplemente
lo que haces sin que necesiten pagarte por hacerlo, y el negocio es lo que
haces para tener ingresos. La pereza es, en cambio, que tú no hagas nada:
ni negocio ni ocio.
Se tiende a relacionar (¿con razón?) la pereza con la desmotivación,
aunque algunos lo hacen con el aburrimiento. Pero aquel que se aburre
puede ser activo, el perezoso está desmotivado para hacer cosas y prefiere
no cambiar su actitud. La desmotivación social tiene varios orígenes: uno
de ellos es la educación ultrapermisiva, sin ningún tipo de límites, que se
da en países como el nuestro, y probablemente, antes no había lugar para
la desmotivación, las cosas había que hacerlas porque así estaba
establecido, sin dar muchas explicaciones, y esto era un gran elemento
para que la gente cumpliera con sus deberes, se creía que había que
casarse, tener hijos, rezar, ser fiel, todo estaba perfectamente establecido,
nadie se preguntaba, o por lo menos no lo hacía en público: ¿Por qué tengo
que llegar virgen al matrimonio? ¿Por qué tengo que ser fiel?.

Hoy, en cambio, los fines son privados, por lo tanto hay que razonarlos:
¿Para qué y por qué hacemos las cosas? El problema es que muchos de los
objetivos humanos son difíciles de razonar y contestar: ¿Para qué quieres
subir a la cima de la montaña? En tu interior en el momento del día que
tengas de ocio, da respuesta para ti a estas dos últimas preguntas

Tercer día la “PEREZA”

Esas preguntas de ayer necesitan argumentos para contestarlas;


generalmente carecemos de ellos, entonces te desmotivas, en el pasado la
sociedad se basaba en presupuestos aceptados, la mayoría no pensaban
en la existencia como un conjunto de preguntas que había que responder
en forma individual, en esto hemos cambiado, la gente piensa o busca
hacer cosas que tengan un sentido, hoy la búsqueda debe tener
contenidos, y esto es un problema porque casi todo lo que nos rodea tiene
poco sentido relativo.

Así hay individuos que pasan por la vida intentando buscar una razón a
las acciones y situaciones, antes de encararlas, y el resultado es que se
paralizan y nunca hacen nada, coloquemos unos ejemplos: La flojera, el
desgano y el tedio para llevar a cabo una determinada acción dan origen a
ese cuadro conocido como pereza, esta como sabrán por experiencia
propia, puede desencadenarse por múltiples razones en distintos
contextos, a veces, se debe a cuestiones patológicas o físicas que
trascienden la voluntad personal pero, en la mayoría de las ocasiones es
resultado de la holgazanería y el deseo de hacer únicamente lo que
deseemos, sin obligaciones o rutinas de por medio, por señalar algunos
ejemplos son los cuales mucha gente puede identificarse: “Ya sé que es
saludable caminar, pero me da pereza: prefiero subir al auto y llegar más
rápido”, “Me da pereza la idea de levantarme temprano y salir a hacer
ejercicio físico cuando hace mucho frío, si no es por algo obligatorio,
prefiero quedarme durmiendo”.

Sin embargo, una persona puede ser perezosa y siempre estar en


movimiento, por ejemplo, un niño que prefiere jugar todo el día en el
estudio es un vago; un padre que se queda en casa con sus hijos, pero se
ocupa sólo en el entretenimiento, es un vago; una madre que en lugar de
velar por su casa, emplea todo su tiempo en las ventanas o a la lectura de
revistas, es perezosa; un trabajador que trabaja todo el día, pero es
indiferente a lo que puede contribuir a su salvación, también es perezoso.

Pereza y cansancio es lo mismo o ¿Cuál es la diferencia?, muchas


personas tienden a escudarse detrás del cansancio para no reconocer que
están fomentando el pecado de la pereza, sin embargo, descansar es un
premio bien merecido, para activar las energías y continuar produciendo.
Generalmente, un ritmo de vida atareado genera cansancio y más aún en
la sociedad actual que nos exige ser cada vez más productivos, cuando el
cuerpo nos pide descansar, parece que estamos inmóviles e inactivos, lo
que puede generar un poco de culpa.
Sin embargo, lo que ocurre en el cerebro en estos tiempos es crucial; es lo
mismo que sucede cuando no dormimos bien, sin un buen descanso, el
organismo se torna ineficiente.

Cuarto día la “PEREZA”

¿Por qué la pereza es un pecado? Acedia, fue el nombre con que


originalmente se incluyó el pecado de la pereza en la primera lista
de pecados capitales, establecido por Evagrio del Ponto, al final del siglo IV
y fue considerada como “la madre de todos los vicios”.
Los antiguos lo llamaban el «demonio del mediodía» debido a la «tentación”
que generaba a esa hora del día, se consideraba una anorexia espiritual
que causaba disgusto a Dios, porque intervenía en la capacidad del
hombre para llevar a cabo sus oraciones.
La dilación, la intención de dejar las cosas para después, es una verdadera
tentación para todas las personas y también está relacionada con la
pereza.
Los estudiantes por ejemplo, viven postergando sus tareas y proyectos,
mientras los padres están postergando esa conversación que necesita
tener con su hijo, cuando no se está dispuesto a actuar en el momento, se
incurre en el pecado de la pereza, por eso debemos comabatirla.
¿Combatir la pereza? ¿Cómo? El resultado de no querer hacer lo que
tenemos que hacer, tiene implicaciones para nuestra calidad de vida,
adicionalmente, el sentimiento de culpabilidad que viene después, afecta la
autoestima.
Básicamente, las estrategias para combatir la pereza, independientemente
de la causa que la genera, son las mismas, y es más fácil de lo que
parece,se trata simplemente de un cambio de actitud, y de tomar la
decisión de hacerlo. Les sugiero algunas estrategias simples:
Poner todo en orden y fijar prioridades: básicamente para evitar ser
abordado por la pereza, se puede comenzar en poner todo en orden y fijar
las prioridades de las cosas, todas las personas siempre tenemos cosas por
hacer, por lo tanto, una buena organización con metas de cumplimiento,
puede ayudar a erradicar la pereza.
Empezar por las cosas simples: por muy obvio que parezca, al recordar
que se debe hacer algo, sólo hay que empezar a hacerlo, pensar sólo en
hacerlo, no sirve de nada, por lo que sólo se debe empezar.
Minimizar las grandes tareas: una excusa que siempre encontramos para
hacer las cosas es porque algunas son muy abrumadoras, la estrategia en
este punto consiste en dividir una gran tarea en tareas pequeñas, es decir,
emplear varios ciclos para lograrlo, por ejemplo: es posible limpiar la
cocina por partes, un día una sección y otro día otra, hasta completarlo.
La biblia nos dice que La pereza es un estilo de vida para algunos y una
tentación para todos, pero la Biblia es clara.
Desde que el Señor ha ordenado al hombre trabajar, la pereza es un
pecado. «¡Ve a la hormiga, oh perezoso, mira! Observa su comportamiento y
se prudente”. (Pr 6.6).
La Biblia tiene mucho que decir acerca de la pereza, Proverbios, en
particular, contiene muchas palabras de sabiduría y advertencias a los
perezosos, allí habla del fin a la espera del perezoso:
Se convertirá en un servidor (o deudor):»Las manos de las personas que
trabajan gobernarán, mientras que la mano perezosa se verá limitada a la
tarea.» (Pr 12,24).
Su futuro es sombrío: «El perezoso no ara en el otoño por el frio; él buscará
en la cosecha y no tendrá nada”.» (Pr 20.4).
Liberados de la enfermedad, el dolor y el pecado, incluyendo la pereza; los
santos glorifican al Señor para siempre. «Por lo tanto, mis queridos
hermanos y hermanas, sean firmes y constantes, trabajar mejor y mejor a
la obra del Señor, sabiendo que vuestro trabajo no es en vano en el Señor. »
(1 Cor 15,58).
Quinto día la “PEREZA”

Las 10 mayores consecuencias del vicio de la pereza:


1. La pereza ataca a la buena intención de poner a disposición de los
demás las 3T’s (Tiempo, Talento y Tesoro).
2. La pereza es la enemiga de la perfección, de la perseverancia, de la
piedad, del Plan de Vida, del amor al prójimo, de cumplir las promesas, de
la razón, de la inteligencia, etc.

3. La pereza es la nefasta autoridad o predominio de la propia persona y la


ratificación del “yo primero” y del “yo quiero”.

4. La pereza es una plaga en la sociedad actual, debido a la apetencia de


que todos quieren que las cosas se las den hechas y ahora, lo mismo en
los niños, jóvenes o personas mayores.

5. La pereza fomenta la inconsistencia, la holgazanería, la intolerancia, la


excesiva relajación, la comodidad y el ocio desmedido.

6. La pereza impide buscar soluciones a los problemas, a los desafíos y a


desarrollar nuestras aptitudes.

7. La pereza imposibilita enfrentarse a situaciones propias que hay que


resolver, aunque sean muy desagradables.

8. La pereza origina: Abandono, apatía, negligencia, despreocupación,


desidia, desprecio, desinterés, dejadez, desorden, despreocupación,
holgazanería titubeo, egoísmo, impuntualidad, informalidad, indolencia,
ociosidad, falta de rigor, etc.

9. La pereza produce, aburrimiento y el aburrimiento produce pereza, es


un círculo vicioso del que algunos no pueden, ni saben salir.

10. La pereza promueve el no querer aprender a saber lidiar con las


dificultades y esfuerzos que presenta la vida.

La pereza crea una muralla ante todo lo que hay que hacer, primero suele
ser la pereza para levantarse de la cama, una vez levantado de la cama
empieza a actuar la pereza para impedir el comienzo de las actividades
obligatorias o recomendadas., después, pereza para estudiar, pereza para
enfrentarse a los problemas cotidianos, pereza para ir al médico de forma
preventiva, pereza para hacer las cosas de la organización de la casa,
pereza para llevar las cuentas de la familia, pereza para hacer un Plan de
Vida, etc.

La pereza suele estar perfectamente alimentada con la facilidad de los


medios de comunicación y las pantallas digitales, las cuales son
antagónicas a cualquier esfuerzo que haya que hacer, por eso los
perezosos se pasan mucho tiempo en esos medios que les permiten hacer
discurrir el día sin hacer ningún esfuerzo, ni físico ni mental. La capacidad
de trabajar, disfrutar o prosperar, queda absorbida por el vicio de la
pereza, esta les convierte en esclavos de la televisión, la cual deja de ser un
entretenimiento para convertirse en una obsesión o en un vicio.

Sexto día la “PEREZA”

La pereza mental es interna y se produce el no querer ni pararse a pensar,


ni a reflexionar, ni a buscar, ni a leer, ni a escribir, ni a investigar, etc. es
decir, cuando no se quiere hacer nada, como si se tuviera bloqueada la
mente, en estos casos se habla a la ligera, sin querer tomarse la molestia
de informarse ni de formarse, se prefiere dejar las cosas “para luego”,
incluso pensando que ese luego supondrá el casi seguro olvido de lo que
tenía que hacer o decir.

La pereza externa se produce cuando no se quiere mandar al cuerpo que


se ponga en movimiento para levantarse o para empezar y continuar las
actividades obligatorias o voluntarias que se habían previsto realizar.

Tanto la pereza mental como la pereza externa pueden ser producto de


situaciones anímicas, de las cuales no siempre las personas son
responsables, cuando la pereza se convierte en una costumbre o en un
hábito, es necesario consultar con los profesionales de la salud o de la
educación, para encontrar los medios para corregirla o eliminarla, antes de
que se convierta en un vicio empedernido. ¿Cuál es tu vicio?

La pereza suele ser una disculpa para defender un modelo de vida donde a
sabiendas, no se hace nada, con esa disculpa se pretende tapar muchas
actitudes que perjudican la vida de las personas, como: El sedentarismo
que origina muchas enfermedades, tales como la obesidad, la pérdida de
memoria, etc. El achacar a la pereza el modelo de vida, normalmente
desordenado, que se lleva, es la forma de tapar otras actitudes. ¿Cuál es tu
disculpa?

La pereza, además es un vicio que mata poco a poco, como las drogas,
cada vez el cuerpo y la mente exigen más dosis de pereza, y en muchos
otros campos, aunque el perezoso no quiera enterarse de que es muy
peligrosa para salud del cuerpo y de la mente.
Los perezosos dejan de hacer lo que tienen que hacer, aunque tengan
obligaciones físicas, de salud, profesional o familiar y se van encontrando
que poco a poco se les están entumeciendo todos los sentidos, se encierran
en la pereza para justificar todas las acciones que tienen que hacer, pero
que no hacen, pasa el tiempo y la pereza se ha adueñado tanto de ellos,
que es muy difícil que vuelvan a ser diligentes con sus obligaciones.

Algunos necesitan una desintoxicación de su pereza para vencer desde la


mañana su indolencia, poco se va a hacer durante el día, si no se ha
ganado la primera batalla.

La pereza profesional muchas veces es la que arruina los negocios,


algunos empresarios saben que tienen que tomar determinadas medidas
para salvar el negocio o para mejorarlo, pero por pereza no se deciden a
hacerlo, y cuando ya han vencido la pereza y lo quieren hacer, ya es
demasiado tarde, perdieron la oportunidad.

La pereza de la conciencia moral o tibieza espiritual, también llamada


acedia, es la que se refiere a rechazar a Dios, o el no querer acercarse a Él,
ni a los bienes espirituales, al prever que eso puede exigir algunos
esfuerzos incomodos sobre la inercia que llevamos en la vida diaria, esto
equivale con mucha frecuencia a un ateísmo práctico, pues supone no
querer sacudir o vencer la pereza para emprender o continuar con buen
ánimo la tarea de acercarse a la religión.

La pereza quita el precioso e irrepetible tiempo que disponemos, cuanto


más lejos estén los pensamientos, sobre la posibilidad de no hacer las
cosas, cuando se deben hacer, de menos tiempo dispondremos para
disfrutar de esta maravillosa vida.

Con la pereza empieza una cuesta abajo que no tiene fin y donde es muy
difícil frenar, convertirse en uno del montón o en un vago, la pereza
modifica el carácter y produce el síntoma de la falta de fijeza en todo lo que
debiera de concernir a una persona diligente, un viejo refrán dice: No dejes
para mañana lo que puedas hacer hoy.

Los perezosos no pueden ser buenos padres de familia, ni esposos


ejemplares ya que la práctica continua del vicio de la pereza, produce
vagancia incluso para educar a los hijos y amar al cónyuge, origina el
abandono de la imagen personal, daños en el cuidado de la salud,
alejamiento de la sociedad, problemas en los estudios o trabajo y desidia
para empezar un cambio de actitud ante los problemas que presenta la
vida.
Séptimo día la “PEREZA”

Es muy bueno y recomendable reflexionar antes de actuar, no es


censurable tomarse el tiempo necesario para cerciorarse de que la toma de
decisiones difíciles requiere madurarlas y ponderarlas.

La pereza esclaviza para estar siempre buscando la forma de no hacer las


cosas, para rehuir el esfuerzo y para encontrar la forma de hacer menos o
que lo haga otro.

La pereza produce tristeza, desgana y el anquilosamiento de la voluntad, lo


que supone un grave impedimento para disfrutar de la vida y mejorar el
espíritu, con pereza y sin voluntad no se puede hacer nada en la vida., es
el camino para ingresar muy fácilmente en el pelotón de los perdedores.

La pereza, que también genera cobardía, hace que una gran mayoría de
jóvenes y adultos, permanezcan gustosamente en la minoría de edad toda
su vida, dejándose utilizar y aprovechar por los que se erigen en sus
dominantes, hay quienes hacen tanta ostentación de su vicio de la pereza
que por presumir de ella terminan en situaciones lamentables

A la pereza no se llega de modo repentino, a no ser que sea motivo de una


enfermedad. Se llega poco a poco por dejadez, al ir cediendo a la tentación
de erradicarla de raíz, enfrentarse a la pereza es un esfuerzo que vale la
pena iniciarlo y mantenerlo, para que ella no nos domine.

Rendirse ante la pereza es siempre una renuncia malhumorada y triste,


que genera indiferencia, después tristeza y posteriormente evasión de la
realidad, no se vence a la pereza mirando para el otro lado, sino estando
muy vigilante ante sus primeros síntomas y atacándolos con la virtud de la
diligencia.

La pereza en las relaciones amistosas da lugar a que se abandone a


amigos que necesitan de una visita, una llamada telefónica o un correo
electrónico. Las respuestas con las que muchos se auto justifican: no sé
qué decirle para empezar la conversación, me da mucha pena verle u oírle
como está, me trae recuerdos que no quiero tener}, se va a sentir mal
cuando me vea. le voy a causar dolor en vez de alegría, mejor lo dejo para
mañana. Pereza diez puntos, compromiso cero puntos, son excusas de los
perezosos, aunque conlleven una gran capacidad de frustración.

La pereza desprecia el tiempo, ese tiempo que ya no volverá. El tiempo está


medido y avanza a su velocidad, pero la pereza lo ignora, malgasta,
desaprovecha y destruye. Nos da pereza y miedo intentar conocernos a
nosotros mismos para no tener que corregir nuestros propios defectos,
pero no nos da pereza ponernos a curiosear y averiguar los defectos en las
vidas ajenas.

La pereza hace que la atención que se necesita para hacer las cosas se
distraiga con cualquier cosa que pase por delante de los ojos o de la
mente, bloquea, elimina o disuelve de la mente el objetivo principal de lo
que hay que hacer, origina que ante ciertas actividades el cuerpo se sienta
mal, desmotivado y sin energía, por lo que alarga el momento de empezar,
las aparca para otra ocasión o se busca barreras ficticias para no hacerlas.

Para vencer al vicio de la pereza, lo mejor es empezar a soñar, a anhelar, a


idealizar los frutos de los objetivos propuestos en el Plan de Vida.

Algo por lo que valga la pena luchar con inteligencia, disciplina, pasión,
motivación, energía y confianza en uno mismo. Pero sin olvidar que: Los
grandes sueños ocurren cuando se está bien despierto y en actividad. No
suceden cuando solamente se es espectador de los acontecimientos de la
vida.

24 Formas para evitar la pereza y ser diligentes en cumplir lo


comprometido:

1. Anotar los progresos en el Plan de Vida, al lado de los objetivos. Eso


aumenta la motivación.

2. Buscar con sinceridad el origen del vicio de la pereza. Conociéndolo, se


puede combatir con esfuerzo personal o con los consejos de los que
expertos. El origen de la pereza suele estar vinculado a algún factor que
nos desanima o asusta. Puede ser por inseguridad, falta de decisión,
miedo a la responsabilidad o al riesgo, vagancia, etc.

3. Controlar los avances y las desviaciones de los objetivos propuestos


para corregirlos en caso de que sea necesario, conociendo al detalle los
esfuerzos realizados, para evitar la apatía o pereza para seguir luchando.

4. Cumplir con las horas de sueño y descanso recomendables, para no


achacar la pereza al cansancio proveniente de no dormir o reposar lo
necesario.

5. Darse un homenaje personal, aunque no se inmediatamente, para


levantar el ánimo cada vez que se consigue vencer la pereza. El estímulo
de una recompensa proporcional, puede motivar y animar a erradicar los
malos hábitos perezosos.

6. Distinguir entre lo urgente y lo necesario para dar prioridades, sin


utilizar la pereza para empezar por lo más fácil.

7. Dividir los grandes objetivos, desafíos u obligaciones en tareas más


pequeñas que sean fáciles empezar y resolver, para así vencer la pereza y
el miedo, pues a medida que se van cumpliendo, se va ganado confianza.
La única manera de comer un elefante es partiéndolo en trozos pequeños.

8. Estar organizado: Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa, con
las prioridades bien determinadas.

9. Estudiar con detalle el plan para hacer las cosas o cumplir las
obligaciones, para que la causa de no saber cómo empezar, no sea la
pereza.

10. Fijarse más en los beneficios que produce la diligencia que en las
dificultades y problemas que acarrea la pereza.

11. Fomentar las motivaciones que ayuden a erradicar la pereza,


orientándolas hacia actividades divertidas y estimulantes que eviten la
repetición y el aburrimiento.

12. Hacer un programa de tiempos de empezar y terminar, para cada una


de las cosas que haya que hacer. Trabajar, estudiar, dormir, comer,
descansar, divertirse, relajarse, etc.

13. Inspirarse en los objetivos que otros han logrado, al salirse del vicio de
la pereza.

14. Intentar estar saludable, haciendo ejercicio físico y alimentándose


correctamente, pues la pereza puede provenir de alguna enfermedad o de
la mala nutrición.

15. Intentar tener siempre actividades pendientes de hacer. Las personas


muy ocupadas son las que más y mejor hacen las cosas, pues no tienen
tiempo para pensar en la pereza.

16. No abarcar demasiado, ya que la pereza puede influir en destruir,


aplazar o distraer las energías para decidir porqué empezar. El que mucho
abarca poco aprieta.

17. Pensar en los problemas que acarrea la pereza, si por ella no se


hicieran las cosas que hay que hacer.
18. Ponerse desafíos personales para enfrentarse y luchar contra lo que
nos produce más pereza.

19. Practicar la virtud de la diligencia: Que es la opuesta al vicio de la


pereza, fomentando las 18 virtudes y valores humanos relacionados
anteriormente.

20. Suprimir las distracciones que empujan a la pereza, poniendo


limitaciones a los tiempos y actividades que desvíen o aplacen
innecesariamente los objetivos propuestos: Redes sociales, televisión,
charlas intrascendentes, cotilleos, etc.

21. Tener la humildad suficiente para pedir ayuda externa. Cuando debido
a la falta de conocimiento, el miedo a hacer una tarea obligatoria o
planificada, produzca el vicio de la pereza, es muy conveniente pedir ayuda
hasta que desaparezca el miedo o se aprenda a realizarla bien.

22. Tener un horario determinado para: El trabajo, la familia, el descanso,


la formación, la vida social, las prácticas religiosas, las obligaciones
contraídas, etc.

23. Tener un Plan de Vida: Escrito, permanente, practicado, controlado en


sus desviaciones y modificado cuando sea necesario para mejorarlo.

24. Tratar de hacer en equipo, para ayudarse unos con otros a ser más
diligentes en las cosas que producen o pudieran producir pereza. La
pereza se puede contagiar pero también se contagia la diligencia.

La pereza impide cuidar la salud física y mental de nuestro cuerpo,


estudiar y trabajar con eficiencia y productividad, y desarrollar al máximo
nuestras capacidades intelectuales. Cuando la pereza se incrusta en
nuestra mente, se nos hace muy difícil realizar ciertas actividades que
requieren aprendizaje, esfuerzo y valentía.

Primer día de la “IRA”

La ira es tan poderosa que resulta repulsiva tanto para quien lo


experimenta en sí mismo como para quien la advierte en otro,(Ef 4, 23-26;
Jn 2, 14-16) les invito desde hoy y por los acostumbrados siete días a
reflexionar sobre la ira, que juega un papel importante en nuestras
relaciones, cuando no somos señores de ella, cuando no tenemos la
vigilancia necesaria de nuestras reacciones emocionales o no perdonamos,
nos descontrolamos, si no somos conscientes de nuestros sentimientos o
no los trabajamos, podemos comportarnos inconscientemente de modo
injusto y destructivo, pues actuamos por instinto. Los sentimientos tienen
influencia profunda sobre nuestras ideas, opiniones, acciones y, en
general, sobre nuestro cuerpo y nuestro comportamiento. Será que
podemos enojarnos, pero sin pecar?

Por principio la ira no es mala, pues todos tenemos el justo derecho de


tomar represalia por las ofensas, según la recta razón y la ley general,
mientras el hombre se atenga al dictamen de la razón y obre de acuerdo
con las exigencias de la naturaleza, la ira es un acto digno de alabanza; es
un deber del que la ley puede pedir cuentas, por eso, San Juan Crisóstomo
pudo decir: "Quien con causa no se aíra, peca, porque la paciencia
irracional siembra vicios, fomenta la negligencia, y no sólo a los malos sino
también a los buenos los invita al mal, sólo cuando se excede la medida
racional, o cuando no se llegue al justo medio, la ira o la no ira, son
pecado, no se puede decir que una persona airada esté pecando, ya que su
acto de ira puede responder en proporción justa, a la medida racional que
la ira por celo está reclamando de él, pues al centrarse la ira en la
venganza, si el fin de la venganza es recto, la ira es buena.

La ira, en su esencia íntima, es una sed tan viva de venganza,


correspondiente a una injuria recibida, cuya satisfacción se logra con la
venganza, es tan poderosa que resulta repulsiva tanto para quien lo
experimenta en sí mismo como para quien la advierte en otro, afecta a las
relaciones humanas, hasta hacernos capaces de odiar, ha suscitado más
debates que ninguna otra emoción. Muchos católicos pensaban que el
sentimiento de ira era en sí mismo pecaminoso, ha tenido que pasar
mucho tiempo hasta descubrir que es una emoción humana normal,
regalo de Dios para la supervivencia física y psicológica. La Carta a los
Efesios, cuando afirma: “Si se aíran, no pequen; no se ponga el sol
mientras están airados… Toda acritud, gritos, maledicencia y cualquier
clase de maldad, desaparezca de entre ustedes” (Ef 4,26.31), entiende que
no es el sentimiento de la ira lo que es malo, sino la conducta perjudicial o
culpable que dimana de él.

Lo primero que tenemos que hacer es distinguir el sentimiento de ira del


pecado de la ira, enseñan la psicología y el Catecismo de la Iglesia
Católica que sentir no es lo mismo que consentir, y que los sentimientos
en sí mismos, no son ni buenos ni malos, son amorales, no son pecado.
Dice el Catecismo que “el término ‘pasiones’ designa los afectos y los
sentimientos. Ejemplos eminentes de pasiones son el amor y el odio, el
deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la ira, en sí mismas, las pasiones
no son buenas ni malas, las emociones y sentimientos pueden ser
asumidos por las virtudes, o pervertidos en los vicios”. En segundo lugar,
el sentimiento de ira surge cuando lo que la persona espera, necesita o
desea no es alcanzado, por eso, si no hay deseo no hay ira, así si yo espero
que mis hijos se porten siempre bien, hagan la tarea sin protestar, y
mantengan sus cuartos en orden, si esto no sucede me voy a frustrar. El
sentimiento de la ira es una reacción a mi frustración, porque las cosas no
suceden como yo quisiera que fueran.

Segundo día de la “IRA”

La ira es el más peligroso de los pecados porque significa el


descontrol total de los sentimientos negativos. Su forma más leve puede
ser la intolerancia, la impaciencia, el fanatismo religioso y político; pero
cuando se desboca conduce al homicidio, a la venganza cruel.
El primer hombre que descubrió el poder destructivo de la ira, fue Caín.
Caín y su hermano Abel, fueron los dos primeros hijos de Adán. Cuando
estos hijos llegaron a ser adultos, Caín se hizo agricultor y Abel era pastor
de ovejas.
A Caín y Abel se les había enseñado la forma correcta de adorar a Dios.
Sabían que Dios exigía la ofrenda de un animal inocente como sacrificio
por sus pecados. Pe
ro cuando llegó el tiempo de adorar al Señor, sólo uno de los hermanos
obedeció a Dios.

Abel trajo un cordero como ofrenda, pero Caín trajo frutos de sus


cosechas.
Dios aceptó a Abel y su ofrenda, pero rechazó a Caín y la suya. Como
resultado de ésto, Caín se enojó mucho. Estaba enojado con Dios y tenía
envidia de su hermano.

Dios le advirtió a Caín de las consecuencias de su ira. El mensaje de Dios


para Caín era éste: “¡Cuidado! Tu ira es como un león esperando a tu
puerta. Debes controlar tu ira o ella te controlará a ti”, pero Caín no
respondió a la advertencia de Dios, sus celos hacia su hermano Abel se
transformaron en odio.
Un día en que Caín y Abel estaban juntos en el campo, Caín se levantó
contra su hermano y lo asesinó. Así, el primer hombre nacido en este
mundo se hizo asesino porque no controló su ira.
Igual que Caín, tenemos al “león” de la ira dentro de nosotros. Debemos
controlarlo o él nos controlará a nosotros. Dios no ha dicho que nunca
debemos enojarnos, pero nos ha advertido del peligro de la ira
descontrolada. La Biblia dice: Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol
sobre vuestro enojo (Ef 4:26).
Hay tres cosas que podemos hacer con nuestra ira:
1. Podemos expresarla.
Cuando la ira está fuera de control, hace gran daño. Cuando nos enojamos
tanto que deseamos arremeter contra alguien y herirlo, estamos
cometiendo un gran pecado, lo llamamos “perder el control”, a veces
pensamos que demostramos lo fuerte que somos cuando nos
descontrolamos, pero perder el control es señal de debilidad, no de fuerza.
La Biblia dice:
No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno
de los necios (Eclesiastés 7:9).
2. Podemos suprimirla.
Suprimir la ira es guardársela adentro, hay personas que se enojan y
expresan su furia abiertamente, otras tienen los mismos sentimientos de
ira, pero logran guardarlos dentro de sí.
La ira que se guarda o se mantiene encerrada dentro de nosotros, nos
hiere y continúa hiriéndonos, se convierte en resentimiento y amargura y
puede causar una depresión o también muchas clases de enfermedades
físicas.

3. Podemos confesarla.
La mejor manera de tratar con los sentimientos de enojo, es hablar con
Dios acerca de ellos, ésta es una buena forma de desahogarse sin pecar,
Dios nos conoce mejor que nos conocemos a nosotros mismos y siempre
será comprensivo con nosotros.
El sólo estar en la presencia de Dios nos ayuda a calmarnos, también nos
ayuda a ver las cosas en su perspectiva correcta, muchas veces nos damos
cuenta de que lo que nos molestaba tanto, en realidad no era tan
importante.

Tercer día de la “IRA”

En los Evangelios encontramos el testimonio de que Jesús se enojó contra


los mercaderes en el templo de Jerusalén (Jn 2,13-16); cuando los fariseos
quisieron ridiculizarlo por curar en el día sábado, Jesús “paseó sobre ellos
su mirada enojado y apenado por su ceguera” (Mc 3,5); cuando los
discípulos reprendían a los niños para que no se le acercaran “Jesús se
enfadó y les dijo: Dejen que los niños vengan a mí” (Mc 9,13-14). Fue un
sentimiento normal, cuando Cristo se airó porque habían convertido la
casa de Dios en cueva de ladrones, cuando vinieron los niños a Él y los
apóstoles no los dejaron acercarse, el Señor se enojó, esta es la ira normal,
reacción normal del celo por la gloria de Dios ultrajada, la ira normal no
lleva nunca a la agresión.

Pero hay un sentimiento anormal cuando la ira llega a otro grado más alto
que llamamos "la rabia", la furia, ese es un grado muy grande de ira que
puede llevar, y ordinariamente lleva, a la agresión de palabra o de obra; la
rabia es una forma muy fuerte de ira, es terrible y lleva a la violencia, a la
agresión, no hay que confundir ira con rabia, con resentimiento.
En el resentimiento hay parte de ira también, que la persona va
almacenando, pensando en lo que le hicieron lo va guardando, por eso se
llama resentimiento, que significa volver a sentir, esta ira va destruyendo a
la persona que la siente, no al que causó el resentimiento, que a veces ni
se entera que hizo rabiar al otro, la ira destruye, si llega a convertirse en
odio, cuyo proceso final es el resentimiento, que es una ira congelada, la
ira se puede convertir en una adicción. ¿Cuándo se puede decir que una
persona es adicta a la ira? Cuando no tiene control sobre la ira y ésta es
algo crónico, compulsivo.

La Escritura nos introduce en las líneas maestras de la vida de los


seguidores de Jesús en cuanto a las relacione, la esencia de estas líneas de
conducta es el amor. Los sinópticos presentan el mandamiento del amor
dentro de un contexto de conflicto, Jesús ha llegado a Jerusalén, el jefe del
sanedrín, los escribas y los ancianos han puesto en duda su autoridad.
Cuando Jesús continúa enseñando, ellos se ponen furiosos y quieren
detenerlo; algunos fariseos y saduceos se reúnen e inventan unas
preguntas para ponerle una trampa, así con ese telón de fondo, rodeado de
enemigos y de trampas, puesto a prueba y atacado, Mateo, Marcos y Lucas
presentan a Jesús hablando del amor (Mc 12,28-34). Enseñándonos así
que la mansedumbre y la misericordia moderan la ira, el odio, el conflicto
no nos exime del amor, la ira contra el prójimo no nos exime del más
grande de los mandamientos, más aún, el momento de la ira es el
momento de responder con amor, nos llama a abordar el conflicto con la
actitud y conducta de los que viven a Jesús, de los que creen que amar al
prójimo “vale más que todos los holocaustos y sacrificios” (Mc 12,33).
Incluso cuando alguien nos ha atacado, nos ha engañado, ha sido hostil
con nosotros, nuestra respuesta es dejarnos guiar por el amor, y esto no
significa negar nuestra ira, sino enfrentar nuestra ira, a la persona contra
quien nos airamos con un comportamiento en armonía con el amor
evangélico: honradez, respeto y sobre todo disposición para el perdón.

Jesús, en medio de la oposición, peleando con sus amigos y con sus


enemigos, habla del amor, nos habla de un Padre que perdona, que acoge
entre sus brazos al hijo que le ha ofendido; habla del pastor cansado que
sale en busca de una sola oveja perdida; de una mujer sorprendida en
adulterio que experimenta su acogida en vez de su lapidación; de un
criminal que muere saboreándola misericordia y el perdón, estas historias
nos dicen que no podemos tener vida sin conflictos y que el conflicto nos
ofrece la oportunidad de recuperar algo que hemos perdido, la oportunidad
de la curación, de dar la vuelta a nuestras vidas, la oportunidad de
regresar a nuestra casa, la casa del Padre.

Nadie está libre de pecado y por eso está impedido de lanzarle piedras al
prójimo, eso es claro, sin embargo, el que todos seamos pecadores no nos
coloca en el mismo nivel, hay pecados de pecados, categorías según su
gravedad y daño a la sociedad, que es lo que sucede cuando los pecados se
convierten en delitos.
Cuarto día de la “IRA”

La ira no siempre es pecado, hay un tipo de ira que la Biblia aprueba, a


menudo llamada "justa indignación". Dios está airado (Salmos 7:11; Mc
3:5), y a los creyentes se les permite estar airados (Ef 4:26). En el Nuevo
Testamento se usan dos palabras griegas para la palabra “ira”. Una
significa “pasión, energía”, y la otra significa “agitado, hirviendo”.
Bíblicamente, la ira es una energía dada por Dios con la intención de
ayudarnos a resolver problemas. Ejemplos de ira bíblica incluyen la
confrontación de Pablo con Pedro, por su mal ejemplo en Ga 2:11-14;
David, disgustado al escuchar al profeta Natán compartirle una injusticia
(2 Sm 12), y Jesús airado por la manera en que algunos judíos habían
corrompido la adoración en el templo de Dios en Jerusalén (Jn 2:13-18),
nótese que ninguno de estos ejemplos de ira involucró la auto-defensa,
sino la defensa de otros, o de un principio.

La ira se vuelve pecado cuando es motivada por el egoísmo (Sant. 1:20),


cuando el objetivo de Dios es distorsionado (1 Cor 10:31), o cuando se deja
que la ira persista (Ef 4:26-27), en lugar de utilizar la energía generada por
la ira para atacar el problema en sí, es la persona quien es atacada en su
lugar. Ef 4:15, 29 dice que debemos hablar la verdad en amor y usar
nuestras palabras para edificar a otros, y no permitir que salgan de
nuestra boca palabras corrompidas o destructivas, desafortunadamente,
esta venenosa manera de hablar es una característica común del hombre
caído (Ro 3:13-14). La ira se vuelve pecado cuando se le permite
desbordarse sin restricción, dando como resultado un escenario en el que
todos a su alrededor resultan lastimados (Pr 29:11), dejando devastación a
su camino, usualmente con consecuencias irreparables, la ira también se
vuelve pecado cuando el airado rehúsa ser tranquilizado, guarda rencor, o
lo guarda todo en su interior (Ef 4:26-27), esto puede causar depresión e
irritabilidad por cosas pequeñas, con frecuencia con cosas sin relación
alguna con el problema de fondo.

Podemos manejar la ira bíblicamente reconociendo y admitiendo nuestra


ira egoísta y el erróneo manejo del enojo como un pecado (Pr 28:13; 1 Jn
1:9), esta confesión debe ser hecha tanto a Dios como ante aquellos a
quienes hemos herido con nuestra ira, tampoco debemos minimizar ese
pecado al excusarnos o echándole a otros la culpa.

Podemos manejar el enojo bíblicamente viendo a Dios en la prueba. Eso es


especialmente importante cuando la gente ha hecho algo específicamente
para ofendernos. San 1:2-4; Ro 8:28-29 y Gn 50:20 apuntan todo al hecho
de que Dios es soberano y tiene completo control sobre cualquier
circunstancia y persona que entra en nuestro camino, nada nos sucede
que Él no lo cause o lo permita, y como todos estos versos lo dicen, Dios es
un Dios BUENO (Sl 145:8,9,17) que hace y permite todas las cosas en
nuestras vidas para nuestro bien y el bien de otros, reflexionar sobre esta
verdad hasta que se mueva de nuestra mente a nuestro corazón, alterará
nuestra reacción hacia aquellos que nos hieren profundamente.

Podemos manejar el enojo bíblicamente dejando lugar para la ira de Dios.


Esto es especialmente importante en casos de injusticia, especialmente
cuando es hecho por hombres “malvados” hacia gente “inocente”. Tanto
Gn 50:19 como Ro 12:19 nos dicen que no juguemos a ser Dios. Dios es
recto y justo, y podemos confiar en Él, quien conoce todo y lo ve todo para
actuar con justicia (Gn 18:25).

Podemos manejar el enojo bíblicamente no devolviendo mal por bien (Gn


50:21; Ro 12:21). Esta es la clave para convertir nuestra ira en amor. Así
como nuestras acciones fluyen de nuestro corazón, así también nuestros
corazones pueden ser alterados por nuestras acciones (Mateo 5:43-48). Así
que, podemos cambiar nuestros sentimientos hacia otros, cambiando la
manera en que decidimos actuar hacia esa persona.

Quinto día de la “IRA”

Podemos manejar el enojo bíblicamente comunicándonos para resolver el


problema. Hay cuatro reglas básicas de comunicación que se nos
comparten en Ef 4:15, 25-32.

1) Ser honestos y hablar (Ef 4:15,25). La gente no puede leer nuestra


mente; diga la verdad EN AMOR.

2) Ser oportunos (Ef 4:26-27). No debemos permitir que lo que nos está
molestando, crezca hasta perder el control, es importante manejar y
compartir lo que nos molesta antes que llegue hasta ese punto.

3) Atacar el problema, no a la persona (Ef 4:29, 31). Junto con esto,


debemos recordar la importancia de mantener bajo el volumen de nuestra
voz (Pr 15:1).

4) Actuar, no reaccionar (Ef 4:31-32). A causa de nuestra naturaleza caída,


generalmente nuestro primer impulso es uno pecaminoso, el tiempo
utilizado para “contar hasta diez” debe ser usado para reflexionar sobre la
manera amable de responder, y para recordarnos a nosotros mismos,
cómo se debe usar la ira para resolver problemas y no para crear unos
mayores.

Por último, debemos actuar para resolver nuestra parte del problema (Ro
12:18). No podemos controlar la manera en que los demás actúen o
respondan, pero sí podemos hacer los cambios necesarios para hacerlo por
nuestra parte. Conquistar nuestro temperamento no es algo que suceda de
la noche a la mañana, pero a través de la oración pidiendo ayuda, el
estudio de la Biblia, y la confianza en el Espíritu Santo de Dios, se puede
vencer la ira, así como hemos permitido que la ira se haya atrincherado en
nuestras vidas por la práctica habitual, también debemos practicar
responder correctamente hasta que se convierta en un hábito que
reemplace a las viejas actitudes.

La ira es ciega ya que carece de compresión y de reflexión, es por ello que


se considera una emoción primitiva de resentimientos reprimidos a lo largo
de la vida, la ira es el resultado de la cosmovisión del mundo de las
personas con este pecado que no admiten ambigüedades, en la vida todo
es blanco o negro, correcto o incorrecto, bueno o malo, los matices no
existen, no hay grises, no hay varias soluciones a una misma realidad.
La ira es una de las  emociones universales más potentes del ser humano.
La literatura europea comienza con un canto a la ira de Aquiles en
la Iliada, Dante Alighieri en la Divina Comedia describe la ira como un
amor por la justicia  en forma de resentimiento y venganza, los filósofos
griegos la consideraban junto a la lujuria, la pasión más feroz, intensa y
peligrosa. Séneca que dedicó al tema de la ira un libro entero, la
consideraba la más destructiva y peligrosa de las pasiones humanas.

Pero… ¿cuáles son las consecuencias de la ira?


Los efectos de la ira son los fanatismos, los dogmatismos y  la
inflexibilidad, la ira es la consecuencia de que la exigencia de perfección es
tan fuerte que ni la persona misma, ni los demás satisfacen las
expectativas deseadas, por lo que  la culpa y la angustia es lo que
caracteriza la vida de las personas con este pecado y que  muy a menudo
no es  admitido ni reconocido.
Las personas dominadas por este pecado se consideran jueces de la verdad
y de la ley, debido a que llevan dentro de ellas un juez muy severo que no
deja pasar ni una, consideran la vida como un campo de batalla en el cual
son los héroes y justicieros morales que con mano rígida intentan
controlarlo todo.
El deseo de control se puede manifestar con la impaciencia en los
procedimientos judiciales, por lo que la pretensión de venganza fuera  del
sistema judicial y el tomarse la justicia por su mano es su gran tentación,
justificándolo con el concepto de la ira justa.
Esta manera de pensar no es nada nuevo en la historia de la humanidad,
ya que es lo que permitió a los teólogos de la Edad Media aceptar la
imagen de un Dios vengativo y obsesionado por la compensación del daño
recibido, afirmando que la venganza tiene que ver con la justicia, la guerra
justa es el resultado de esta manera de entender la vida.
En los pueblos primitivos, la venganza era una obligación y el
restablecimiento de un equilibrio roto por la injusticia de la otra persona.

Sexto día de la “IRA”

La ira es complicada porque supone un costo tanto a la hora de expresarla


como de reprimirla. Reprimirla en realidad no soluciona nada, solo
pospone la necesidad de ocuparse de ella, mientras se va cociendo a fuego
lento y en silencio debajo de la superficie, causando estragos en el cuerpo,
pero si la manifestamos, casi invariablemente hiere a otros o provoca
represalias. Otra costumbre habitual es “alimentar” inconscientemente
estados mentales de enojo a través de nuestras historias de culpabilización
y victimización, con lo cual el hábito del enojo cobra aún mayor fuerza, en
la actualidad pocos son los terapeutas que aconsejan a sus pacientes que
expresen libremente su enfado con otros reales o simbólicos (dar
puñetazos a una almohada, gritar en una habitación vacía, etc.) en parte
porque la neurociencia ha demostrado que, cada vez que expresamos la
ira, la entrenamos y reforzamos en nuestro cerebro, la idea de que si
sueltas la cólera te quedarás bien y tranquilo es simplemente falsa: la
satisfacción que esa descarga pueda producir no será más que un alivio
pasajero, y la ira aparecerá de nuevo.
La mayoría de las personas saben que cuando expresamos la
agresión obtenemos una cierta satisfacción o alivio. La expresión de la
ira puede tener una cualidad seductora y provocar una subida de
adrenalina; por esto se puede convertir en un hábito, incluso en una
adicción, la ira es como un combustibl, cuando nos enfadamos,
nos sentimos más fuertes y más grandes, piensa en el gato furioso, con
la columna arqueada y el pelo erizado, simulando así que es más
grande de lo que realmente es para asustar a quien de verdad le asusta,
sin embargo, la ira no es un combustible muy eficiente: se quema a
altas temperaturas, es caro porque nos puede costar la salud y nuestras
relaciones y acaba por corroer el sistema; además, el primero en recibir la
ira es la persona enojada: tú eres el principal destinatario de tu ira.

Cuando se perciben ofensas u obstáculos, es normal que surja la reacción


de la ira, simplemente es la expresión de nuestra naturaleza y nuestra
evolución como especie, aunque podamos conseguir enfadarnos con menor
frecuencia, la ira siempre formará parte de nuestra vida emocional; por lo
tanto, es fundamental aprender a establecer una relación sabia con esta
energía, cuando recuerdes que no eres solo una víctima de tu ira, y que
puedes utilizarla como un camino de autodescubrimiento para cultivar la
conciencia plena, serás capaz de comenzar a practicar estar presente con
la ira, conectar con ella y dejar que su energía surja y se desvanezca sin
actuar sobre ella ni reprimirla.
Séptimo día de la “IRA”

Las personas dominadas por este pecado son propensas a  imponer a los
demás sus propias normas de vida, dar lecciones a  los demás y corregir
todo aquello que según su criterio no es correcto, luchan por cambiar el
mundo.
Como la rigidez describe su estilo de conducta, esperan que el mundo
entero acepte su manera de ver las cosas. «Estoy en lo correcto» es la
fuerza de este pecado, es afirmar que uno tiene razón y que los demás
están equivocados.
Este tipo de personas sufren porque son unos inadaptados que tienen un
ojo especial para descubrir sólo ellos donde esta la imperfección. Tienen
una facilidad para percibir el pecado de los demás, pero grandes
dificultades para darse cuenta del suyo. Lo critican todo y nada está bien
hecho para este tipo de personas.
Todo lo que viven se lo toman tan a pecho, que les dificulta disfrutar de
todo lo que la vida puede ofrecernos de bueno.
Por eso los invito hoy a preguntarnos. ¿Soy intransigente e intolerante?
¿Impaciente e iracundo?¿Me pongo de mal humor cuando las cosas no
salen como yo quiero?¿Le echo la culpa a otras personas o a otras cosas
cuando pierdo el control (ej: “me sacaron de quicio”, “fue que él me hizo tal
cosa”? ¿O asumo mi responsabilidad?
Si a las preguntas hemos contestado SI, los invito al perdón, al perdón
hacia asi mismo, hacia los demás y hacia los acontecimientos ocurridos
que no corresponden a lo esperado es la respuesta a este pecado.
Se trata de perdonarse uno mismo, de perdonar a los demás y a las
circunstancia, es muy posible que no se entienda lo que ha ocurrido, pero
se acata, se perdona.
Las palabras de Jesús en la cruz hacia aquellos que le estaban
crucificando: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34),
encontramos el sentido más profundo del perdón, porque para Jesús los
que le estaban crucificando, sólo estaban haciendo lo que creían correcto.
Las palabras de Jesús: “Sed compasivos” (Lc 6,36) y “Haced bien a quien
os hace mal” (Mateo 6,35) son claves para este tipo de pecado.
Nunca podremos cambiar  a los demás ni el mundo, lo que sí que podemos
es cambiar nuestra manera de situarnos ante lo que nos acontece.
Misericordia, paciencia y tolerancia por la imperfección humana, son
algunas de  las características más hermosas de cómo es Dios, que hace
salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos.
La paciencia es el antídoto a la ira, la cual no debe confundirse con la
resignación que consiste en aceptar lo que se considera inevitable, lo cual
no es otra cosa que la sumisión, la paciencia tiene que ver  más con el
dominio de las emociones, lo cual es una fortaleza y no una debilidad, no
es paciente el que huye del mal, sino el que no se deja arrastrar por su
presencia, la paciencia es una virtud creadora de esperanza.
La invitación a abandonar este tipo de pecado no es otra que aceptar que
no todo es perfecto en este mundo. «Ahora vemos por espejo en la
oscuridad», dijo el apóstol  Pablo en 1 Corintios 13,9.
Jugar, disfrutar de la vida, alegrase de todo lo bueno que hay en el mundo,
permitir que las cosas sucedan sin ningún control, sustituir la aspiración
del “debe ser” por el disfrute de lo que es, vivir sabiendo que son más
importantes las personas que las reglas de juego, aprender a relajarse,
éstas son algunas de las señales más poderosas de la liberación de este
pecado.
Cuando eso ocurre, el profundo anhelo por la verdad y la justicia que es el
gran aporte de este tipo de personas a la humanidad, se manifiesta con
dulzura, paciencia, comprensión, compasión y esperanza.

Primer día de la “ENVIDIA”

Hoy empezamos con el quinto pecado capital la envidia, esta corresponde


al sentimiento de pesar ante el bien o el éxito de terceras personas, en ese
sentido, la envidia no es simplemente el deseo de tener lo que el otro
posee, sino el deseo de que el otro no tenga bien alguno.
¿Sabes Usted cuál es el pecado diabólico por excelencia? Así llama San
Agustín a la envidia: pecado diabólico por excelencia. San Gregorio Magno
afirmaba que de la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la
alegría causada por el mal del prójimo y la tristeza causada por la
prosperidad del prójimo.
No es de extrañar que San Pablo dijera que «la caridad no es envidiosa» (1
Cor 13, 4).
La envidia puede cegar a la persona hasta el punto de que realice las
mayores monstruosidades. El primer abuso humano que describe la Biblia
es consecuencia de la envidia. Así de sencilla y emotiva es la descripción
del libro sagrado del Génesis. Caín presentó a Yahvé una ofrenda de los
frutos de la tierra, también Abel le hizo una ofrenda sacrificando los
primeros nacidos de su rebaño, a Yahvé le agradó Abel y su ofrenda,
mientras que le desagradó Caín y la suya. Caín se enojó mucho y su rostro
se descompuso. Yahvé le dijo:
¿Por qué te enojas y vas con la cabeza agachada? Si tú obraras bien, irías
con la cabeza levantada, en cambio si haces mal, el pecado está agazapado
a las puertas de tu casa., él te asecha como fiera que te persigue, pero tú
debes dominarlo, Caín dijo a su hermano: “Vamos al campo”, y cuando
estuvieron en el campo, Caín se lanzó contra Abel y lo mató.
Dios prefiere a Abel por su bondad, por su rectitud, por su búsqueda de
Dios, en cambio no mira con buenos ojos a Caín por su conducta
reprensible, por su mal corazón, es sólo la envidia, al ver preferido por
Dios a su hermano, la que mueve la mano de Caín, criminal para eliminar
a su inocente hermano, Dios trata de enderezar al desesperado Caín, le
pide cuentas de su mala acción, a fin de que la repudie y pida perdón,
Caín no comprende la bondad de Dios y se imagina que su culpa es
demasiado grande y no será perdonada, piensa en huir, en huir de Dios
mismo, en huir caminando siempre errante, pero Dios le participa que no
permitirá que nadie le castigue a causa de su pecado, que es el gran temor
de Caín, Dios le promete: nadie te matará, “si alguien te matare yo te
vengaré 7 veces”

El primer crimen que mancha la historia de la humanidad es consecuencia


de la envidia entre hermanos. Se repetirá la historia millones de veces. Los
celos son asesinos “por la envidia del diablo entró la muerte al mundo” . El
pecado de la envidia destruye la paz del alma y hace del envidioso alguien
absolutamente miserable. Cuán infeliz debe haberse sentido Saúl por la
popularidad de David (1 Sm 18, 8-9). Ajab no pudo hallar descanso sino
hasta que poseyó el viñedo de Nabot (1R 21, 4ss). El hijo mayor, el “hijo
bueno” se irritó ante el regreso de su hermano pródigo (Lc 15, 28). Los
trabajadores de la viña reclamaron porque los últimos trabajadores
recibieran tanto como los primeros (Mt 20, 12).
La envidia es la impronta del perdedor, un mecanismo de defensa que
usamos para evitar el hecho de que no somos el número uno. La virtud del
otro, irrita al envidioso, el éxito del otro y la alabanza al otro lo enferman.
Reflexionemos: ¿quién soy un Caín o un Abel? ¿ Huyo de mí mismo? ¿Por
qué?

Segundo día de la “ENVIDIA”

La envidia, raras veces es algo pequeña: es indicio de un corazón


amargado; envenena las relaciones humanas dondequiera que penetra. En
el malicioso se convierte en una fuerza destructiva, capaz de llegar a los
mayores excesos. Pero también tienta al corazón generoso y limpio,
precisamente en lo que éste tiene de más sensible y afectuoso.
La envidia es ciega y no permite que se vean las consecuencias de los
pensamientos que origina. Caín es el primero, pero pasarán legiones de
envidiosos provocando monstruosos hechos de sangre, sin embargo
ninguno de nosotros querrá admitir que fue la envidia la causa de su
desvarío, y tratará de buscar inútilmente una causa inexistente siquiera
para justificarse ante sí mismo.
La envidia puede destruir la paz de una familia, la buena fama del prójimo,
la felicidad de las personas, truncar una vocación, impedir el desarrollo de
un grupo eclesial, la santidad del prójimo.

Muchos de nosotros deberíamos pasar una temporada en el Purgatorio,


esa montaña de cumbre plana y laderas escalonadas y redondas que
describía Dante en la Divina Comedia; en esta obra, el propio autor,
acompañado de Virgilio, va redimiéndose de cada uno de esos pecados
capitales a medida que avanza por las cornisas.
Estamos seguros que si hoy tuviéramos que subir esa montaña nos
encontraríamos un atascados; probablemente algunos pasaríamos una
pequeña temporada allí hasta conseguir expiar las faltas y llegar al
paraíso… otros quizás tuviéramos que plantearnos y establecernos en la
zona por tiempo indeterminado.
Pero hoy nos vamos a detener en una de sus cornisas, la de la envidia. es
considerada un pecado capital porque genera otros pecados, otros vicios,
“Capital”, en este caso no hace referencia a la magnitud de la falta.
Dante Alighieri, en su obra, define la envidia como el “amor por los propios
bienes pervertido al deseo de privar a otros de los suyos.”; el castigo para
los envidiosos era cerrar sus ojos y coserlos, porque habían recibido placer
al ver a otros caer.
La envidia se manifiesta “Cuando una persona se obsesiona y deja de vivir
por estar pendiente de su vida o en este caso en la vida de su adversario,
de su entorno, y entre otras cosas siente agobio por cada uno de sus
triunfos… Aparte de mostrar signos graves de inferioridad, te muestra que
estas tratando con una persona psiquiátricamente enferma.”
El talento, la suerte, el trabajo, el amor, el dinero, la belleza, la felicidad, la
libertad, el poder… todo es susceptible de ser envidiado, la envidia es un
sentimiento de frustración ante algún bien de otra persona, a la que por
ello se desea dañar de manera inconsciente, el envidioso es una persona
insegura, insatisfecha, frustrada, que en lugar de identificar y aceptar sus
carencias y ponerles remedio, odia, critica y desea el fracaso de todo aquel
que le recuerda su privación.
La envidia es, por tanto, la defensa de los fracasados, de aquellos que
debido a su notorio grado de inmadurez, y por qué no decirlo, de un
complejo de inferioridad latente, hacen uso de malas artes, de artimañas,
con el innoble fin de urdir complejas y retorcidas tramas que acaben
arrastrando por el lodo al objeto de su oscura fijación.
Pero también la envidia es, en suma, producto de la ignorancia…

Tercer día de la “ENVIDIA”


Dicen los buenos diccionarios que la envidia es un sentimiento de tristeza
o irritación producido en una persona por el deseo de la felicidad o alguna
otra cosa de otra persona, esto es: el deseo de algo que no se posee.
Es la tristeza o el pesar del bien ajeno, sentimiento de animadversión
contra el que tiene una cosa que uno no tiene, es también la emulación, el
deseo honesto de ser como es otro, es el celo o nobleza como sentimiento
de disgusto que experimenta una persona que desea fervientemente lo que
otra posee.
La envidia es aquel sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o
desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, ya sea en bienes
materiales, cualidades superiores, afectos sentimentales u otra clase de
cosas.
la envidia es sentir tristeza o pesar por el bien ajeno, lo que no le agrada al
envidioso no es tanto algún objeto en particular que un tercero pueda
tener, sino la felicidad en ese otro, podemos concluir que la envidia es la
madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya
mejor, sino que al otro le vaya peor, la base de la envidia sería el
sentimiento de desagrado por no tener algo y, además de eso, el afán
desmedido de poseer ese algo, esto puede llegar a implicar el deseo de
privar de ese algo al otro, en el caso de que el objeto en disputa sea el
único disponible.
La envidia es…¿Pecado Capital o capital del Pecado?, es que el
envidioso cuenta mentiras sobre la persona a la que envidia, o las cosas
que tiene, para poder tenerlas, la envidia es considerada como un pecado
capital porque genera otros pecados, otros vicios. El término “capital” no
se refiere a la magnitud del pecado, sino que da origen a muchos otros
pecados y rompe con el amor al prójimo que proclama Jesús.

Envidia significa “El que no ve con buen ojo”, los griegos le daban también
el nombre de Mal Ojo y para librar a sus hijos de las influencias de este
genio, tomaban con el dedo el cieno que había en el fondo de los baños y
señalaban sus tiernas frentes, cuentan que en las en zonas rurales de
nuestro país que para “curar” este “mal” se colcoaba en la frente un hilo
rojo pegado con saliva del curandero sobre la piel del niño.
Esta superstición permanece aún entre los griegos modernos, los cuales
temen a la Envidia o al Mal de Ojo., se representa a esta deidad bajo la
forma de un viejo espectro femenino con la cabeza ceñida de culebras, los
ojos fieros y hundidos, el color lívido, una flaqueza horrible, con las
serpientes en las manos y otra que le roe el seno, algunas veces se pone a
su lado una hidra de siete cabezas, la Envidia es un monstruo que el más
brillante mérito no puede ahogar.

Cuarto día de la “ENVIDIA”

La Biblia tiene para decirnos respecto a este flagelo humano, espiritual y


social, (Pr 4: 30) “El corazón apacible es vida de la carne; más la
envidia es carcoma de los huesos. Este es el primer texto en donde
aparecen con cierta claridad las consecuencias anímicas y físicas que
produce experimentar la envidia. Dice que es carcoma de los huesos, la
palabra carcoma, según el diccionario, es el nombre de diversas especies
de insectos, muy pequeños, cuyas larvas roen y taladran la madera
produciendo a veces un ruido perceptible.
Asimismo, también se le llama carcoma a un polvo que produce este
insecto después de digerir la madera; literal y gramaticalmente, se utiliza
el término para determinar una preocupación continua que mortifica y
consume, por ejemplo, la de los celos.
Suele utilizarse como una figura literaria respecto al trabajo que el odio
ejecuta en el corazón del hombre lo que el proverbio explicita, es que la
envidia actúa como un insecto hipotético que corroe nuestros huesos.
No se necesita demasiada aclaración para descubrir que la envidia aquí es
colocada como un elemento de choque superior a la ira y al ímpetu
desatado de cualquier clase de furor

Juan Crisóstomo acostumbraba decir: “De la misma forma que la polilla


destruye mi ropa, así la envidia consume la vida”. La envidia duele no por
lo que te falta a ti, sino por lo que los otros tienen, lo que tortura al
envidioso es la idea absurda de que los otros son más felices que él.
El apóstol Pablo dice a los Corintios: Porque no nos atrevemos a
contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos;
pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose
consigo mismos, no son juiciosos.
La insensatez es contraria a la sabiduría, es irracionalidad, pero controla
la vida de mucha gente, domina y subyuga las emociones, al punto de
incapacitar para la felicidad, una persona envidiosa sufre en el silencio del
corazón, agoniza por dentro, llora a escondidas.
Como toda enfermedad, la envidia tiene remedio. Siendo una enfermedad
del alma, es evidente que su cura, más que mental o emocional, es
espiritual cuando tú vas a Jesús y le abres tu corazón, el Señor abre tus
ojos para que veas una nueva dimensión de la vida.
Tú ves los desafíos, las metas, las montañas altas a escalar, no pierdas el
tiempo mirando a los costados, tu lucha no es contra los otros, es contra ti
mismo, el éxito de los otros, ya no te duele, estás listo para volar por el
azul infinito de la felicidad.
Tú y yo tenemos una larga jornada de crecimiento interior, pero no
estamos solos, no te atrevas a comenzar el proceso de recuperación solo, si
lo haces, corres el riesgo de terminar en el desierto del cinismo espiritual.
Abre tus ojos y contempla el sol y la vida, observa las maravillas de la
creación, tú eres parte de esa maravilla, el blanco de tu vida no es llegar a
donde los otros llegan, sino alcanzar el plan divino para ti sé feliz, porque:
corazón apacible es vida de la carne; más la envidia es carcoma de
los huesos.
(2 Corintios 10: 12) ¿Cuántos dones, talentos y habilidades y cuántas
gracias y virtudes ha repartido Dios a toda la humanidad? Nos ha dado de
lo suyo para que seamos de bendición; a cada uno lo indicado para que,
con disposición y esmero produzcamos mucho fruto para Su gloria.
¡Qué hermoso y de cuánta satisfacción y bendición sería para toda la
humanidad, que cada cual se dispusiera a descubrir ese tesoro que tiene
escondido y determinara aportarlo para hacer de este mundo algo más
armonioso y habitable, no pensando tanto en su propio bienestar, sino
más bien, en el de los demás!
Es triste observar que, en muchos casos, se han enterrado los talentos, o
no los han descubierto, o simplemente no les interesa tomarlos en cuenta
y, como consecuencia, lo que aflora es lo negativo, lo vulgar, lo que no
edifica, o las malas copias de unos originales que más que admiración, lo
que les mueve es la pobre y baja pasión de la envidia, la carcoma de los
huesos.

Quinto día de la “ENVIDIA”


 
(Eclesiastés 4: 4) He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de
obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo, también esto es
vanidad y aflicción de espíritu.
Es natural observar y admirar en otros aquello que es digno de elogio pero
no debemos ofuscarnos tanto que vayamos a traspasar los límites de lo
que es propio y pasemos por alto y/o menospreciemos lo que también hay
en cada uno de nosotros.
Dios ha distribuido sus dones en todos según lo ha considerado
conveniente. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de la alto,
del Padre de las luces (San 1:17) Estamos para agradecer a Dios por sus
bondades para con nosotros y también para con los demás.
¡Cuánta satisfacción nos produce el llevar a cabo aquello para lo cual Dios
nos dotó y preparó! ¡Es entonces cuando podemos ver con buenos ojos y
admirar la labor de otros y regocijarnos juntamente con ellos, y todo para
bendición nuestra y para Gloria de Dios!
Cuando se subestima lo que Dios nos ha dado, se está faltando a la
gratitud a un Dios justo y aproximándose al peligroso terreno de la
envidia, cuando se rechaza lo bueno, se está dejando el camino de la
rectitud, y lo que emerge es todo lo contrario; entonces, se ensaña el
corazón contra todo y todos los que, con su luz, le alumbran y señalan su
condición.  
(Jn 3: 20) Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz, y no
viene a la luz,  para que sus obras no sean reprendidas
¿Saben por qué causa mató Caín a su hermano Abel? Porque sus obras
eran malas y las de su hermano justas.(1Jn 3:12) y es que, Todo
trabajo y toda excelencia de  obras  despierta la envidia del hombre
contra su prójimo. ¿Por qué vendieron los hijos de Jacob a José, su
hermano?
Estos fueron movidos por la envidia; no podían resistir el que su padre lo
prefiriera y esto porque sus obras eran buenas. ¿Por qué soltaron a
Barrabás y apresaron a Cristo? Pilatos sabía que por envidia lo habían
perseguido y entregado.
(San 4: 1)¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?
¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros
miembros?
Es la palabra envidia un término grotesco del cual casi no se habla y se
considera hasta tabú en la mente de aquellos que se resisten a reconocer
que tal pasión los está carcomiendo, y como es natural en estos casos, el
móvil del envidioso es presentar el objeto de su envidia como lo más
horrible; es ver en esa persona las debilidades y defectos que existen en su
propio corazón; es tratar de despojar con su lengua de las virtudes que
advierten en el otro u otra y de las que ellos mismos carecen.
La envidia es señal de la insatisfacción e infelicidad que existe en el
corazón, quien envidia a otro se está menospreciando a sí mismo; quien
desea tener lo que otro tiene, está subestimando lo propio, quien no se
puede gozar del bienestar de los demás está gritando su desdicha y quien
se goza de su mal, está clamando por AMOR. Dice Miguel de Unamuno: La
envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre
espiritual.
Es la envidia un sentimiento negativo y destructivo cuya principal víctima
es quien lo padece, esta se siente amenazada por no poder poseer lo que a
toda costa quisiera tener, quien profesa conocer a Dios pero con sus
hechos lo niega, está pregonando su falta de amor.
Quien no ama no ha conocido a Dios porque Dios es AMOR. El amor…
“No tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada
indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza
de la injusticia, más se goza de la verdad.(1 Corintios 13)
Quien padece de tal sentimiento no provoca al malestar sino a la
compasión… “Jesús, revélate a los enfermos del alma y muéstrale con una
experiencia hermosa de Fe cuánto Dios les ama.”
(Ga 4:29)  Está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la
esclava, el otro de la libre, pero el de la esclava nació según la
carne; más el de la libre, por la promesa, así que, hermanos,
nosotros, como Isaac somos hijos de la promesa, pero como entonces,
el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido
del Espíritu, así también ahora.
Desde que el mundo es mundo, ha habido amigos y también enemigos.
Los primeros te amarán como quieran, los postreros te odiarán de todas
maneras… Por eso, nunca des explicaciones; tus amigos no las necesitan y
tus enemigos no querrán creerlas.
Seamos agradecidos por los dones y talentos que hemos recibido de Dios y
velemos, no vaya a ser que las pequeñas zorras en el corazón, provoquen el
deseo de perseguir a aquellos que se han esforzado por agradar a Aquel a
quien todos tenemos que dar cuenta.
Propón en tu corazón el echar mano de lo que Dios te dio para
multiplicarlo y gózate siempre por la excelencia que veas en la labor de los
demás… en su tiempo podrás disfrutar de sus frutos y, como consecuencia
natural y lógica, le darás toda la gloria a Dios.

Sexto día de la “ENVIDIA”

La envidia de Infinitos Males (Proverbios 24: 1) No tengas envidia de los


hombres malos, ni es la raíz desees estar con ellos.
Cervantes la llamó raíz de infinitos males, la envidia es entristecerse por el
bien ajeno, es uno de los pecados más comunes, practicados y tolerados
entre la gente cristiana, ayer y hoy, es un pecado tan estéril como un
desierto y costoso de comprender y de confesar, puede estar en el corazón
de una persona de manera tan imperceptible que difícilmente éste lo
notará, se me hace a mí que el envidioso es el más pobre y miserable de
todos los mortales, por que sufre mientras se ahoga en el entristecimiento
más inútil y más amargo: el envidioso procura aquietar su dolor
disminuyendo en su interior los éxitos de su prójimo.
Cuando ve que otros son más alabados piensa que la gloria que se tributa
a los demás se la están robando a él, e intenta compensarlo despreciando
o desprestigiando a quienes sobresalen o poseen más cualidades que él,
pero un alma verdaderamente pura se alegra sinceramente con los éxitos
de un amigo.
La envidia proviene de un corazón dañado y torcido, y para arreglar tal
imperfección es necesaria una circuncisión en el alma.
Los que estudian el comportamiento humano afirman que la envidia es un
pecado que afecta a temprana edad a las personas, se manifiesta primero
en esas envidias tontas de niños y muchachos, cuando no se quieren
prestar un juguete, o cuando se entristecen porque a su amigo le han
comprado algo que él no tiene, o porque su compañero sacó mejor nota
que él, etc.
Salomón descubrió que toda excelencia de obras despierta la envidia del
hombre contra su prójimo, y hallamos en Romanos 1:18-32 acerca de
aquellos que habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le
dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio
corazón fue entenebrecido, por lo cual Dios los entregó a una mente
reprobada para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda
injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia …
Quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales
cosas son dignos de muerte.
A menudo nosotros hablamos del adulterio, la fornicación, las
embriagueces etc., pero tenemos una falta grave al no señalar y denunciar
otros pecados como este horrible pecado mortal de la envidia, ¿O es que no
queremos hablar de algo que nos está carcomiendo, a nosotros mismos
dentro del ministerio?
La envidia lleva también a pensar mal de los demás sin fundamento
suficiente. a interpretar las cosas aparentemente positivas de otras
personas, siempre en clave de crítica, así el envidioso llamará interesado y
ambicioso a aquel que lo trata de corregir o que desea que las cosas
mejoren en su entorno mutuo.
Llamará ladrón y sinvergüenza a cualquiera que tenga éxito material, como
sucedió con el rey Saúl le ocurre al envidioso cuando ve que su amigo y su
hermano hace cosas que él no puede hacer, cuando oye que la gente habla
mucho de su amigo y de su hermano y no habla tanto de él, entonces
piensa que su amigo quiere quitarle del puesto, usurpar sus funciones, y
le sobrevienen entonces al envidioso los más malignos pensamientos,
contra su propio hermano o amigo, puede ser que los demonios ocupen
entonces la mente y el corazón de tal persona, trayéndole odio, rabia,
celos, e intentos homicidas contra alguien que le ama de veras.
Los envidiosos no admiran a nadie, Isaías dice que se avergonzarán los
que envidian a tu pueblo, y tú no tengas envidia de los hombres malos, ni
desees estar con ellos; porque su corazón piensa en robar, e iniquidad
hablan sus labios.
La Danza de la Envidia (1 Sm 18: 7) = Y cantaban las mujeres que
danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles.
Este pasaje de las sagradas escrituras anuncia el inicio de una larga
carrera de persecución de Saúl en contra de David. La causa de la misma
se ve nítidamente en la historia de la humanidad y que muchas veces
culmina como una fría mortaja sobre el rostro del hombre.
Es el pecado de la envidia que llenó el corazón de Saúl transformándolo en
un acérrimo enemigo de David; aquel muchacho que fue escogido y usado
por Dios para derrotar al temible gigante Goliat y para reivindicar los
escuadrones de Israel.
Fue tanto el impacto de la victoria de David sobre el gigante, que el pueblo
y las mujeres cantaban y danzaban profiriendo de gran manera tal
hazaña. Aquello no agradó en absoluto a Saúl y terminó abriendo su
corazón a la envidia que acabó por destruirlo.
Sin dudas que el tema de la envidia es muy serio y parece al menos
oportuno tratarlo con la máxima frecuencia que se pueda, grandes
conflictos de relaciones humanas brotan del manantial de la envidia, y
conforma un panorama cotidiano en nuestras vidas, donde quiera que
ellas se desarrollen.
El sentir revela una deficiencia de la persona, del ser envidioso, que no
está dispuesto a admitir, si el envidioso estuviera dispuesto a sacer de sí, a
reconocerse, asumiría ante los demás y ante sí mismo sus carencias.

Séptimo día de la “ENVIDIA”


El envidioso ataca, difama y enfatiza los errores y debilidades del envidiado
a fin de desacreditarlo, de esa manera, el envidioso logra aplacar
parcialmente aquel escozor que le fastidia y le daña desde sus propias
entrañas.
¿Quién Podrá Sostenerse?(Proverbios 27: 4) Cruel es la ira, e impetuoso el
furor; Más, ¿Quién podrá sostenerse delante de la envidia?
La descripción de la envidia revela la crueldad y la potencia de ese pecado..
La palabra de Dios presenta a la envidia en un sentido superlativo, sobre
la ira o el furor se sobrepone la envidia, es más; la retórica de Salomón
especifica respecto a quién podrá sostenerse ante ella. Es una pesada
locomotora que, al más mínimo descarrilamiento arranca de raíz a los
árboles y a cuanto obstáculo se ponga a su paso, la envidia no perdona, se
ensimisma y contamina sin misericordia.
La Biblia se encarga de confirmarnos que nuestro corazón es un continuo
productor de envidia, por lo tanto, es imperiosa la necesidad de observarla
cual centinela mira en las rejas al prisionero que desde allí no debe salir.
(Rm 1: 29) Estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad,
avaricia, maldad, llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y
malignidades.
(Ga 5: 20) Idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios, borracheras,
orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como
ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el
reino de Dios.
En vano ocultamos esta condición ya que el Señor nos conoce plenamente.
Por lo general, el envidioso oculta sus sentimientos y no está dispuesto a
reconocer tal pecado, el cristiano inmaduro y que adolece de envidia,
nunca reconocerá lo que está sintiendo y difícilmente pedirá perdón por tal
pecado, que no él reconoce que lo tiene desarrollado.
No obstante, si el cristiano maduro llega a sentir envidia de algo o de
alguien, inmediatamente acudirá al trono de la gracia de Dios para pedir
ayuda, a fin de arrestar nuevamente en las celdas perpetuas, a aquella
salvaje bestia desmenuzadora que constantemente está amenazando.
Si dejamos salir la envidia, los daños son insospechados, tanto el
envidioso como el envidiado, son afectados por este pecado, la biblia es
insistente en tratar este tema que se da con tanta frecuencia en las
relaciones interpersonales, tanto en lo secular como en la iglesia.
Andando Como de Día (Rm 13: 13) Andemos como de día, honestamente; no
en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contienda y
en envidia.
El día lo esclarece todo, no obstante, tanto las contiendas como las
envidias son parte de las tinieblas., no se hacen a la luz del día, nunca he
conocido a alguien que diga públicamente que sufre de envidia, es un
sentimiento oculto, que permanece en las tinieblas de los rincones más
pecaminosos de nuestro corazón.
Allí se asila, se alimenta, crece y a veces se manifiesta con las más bajas
intenciones, la palabra de Dios nos advierte que debemos andar como de
día, mostrando nuestra cara y nuestra transparencia, la envidia debe
desecharse tan pronto como aparece; de lo contrario, sólo nos resta
esperar los letales efectos personales y en los demás.
Cuando recién nos incorporamos a una iglesia, jamás nos imaginamos que
existían aquellas tenebrosas sombras de las cuales veníamos escapando,
pensábamos que la iglesia era un refugio inmune al odio, a la vanagloria o
a la envidia, estábamos convencidos de que cada integrante de una iglesia
ya no pecaba más y que sus vidas gozaban de integridad y de plenitud,
cuán equivocados estábamos, no obstante, cuando aprendimos la lección
fue un gran impacto a nuestra vida.
La iglesia de Dios está compuesta por seres humanos pecadores que
constantemente erran al blanco, por lo tanto, todas aquellas bajezas y
miserias nuestras aparecen en medio de himnos y cánticos muy religiosos,
arruinando y eclipsando todo, entre ellas, la envidia.
Sin duda que la iglesia más carnal que la Biblia presenta es la de Corinto.
Allí, se nos dice, había pecado de incesto, partidismos, pleitos, se
cuestionaba el apostolado de Pablo y, por cierto, también había una
profusa y manifiesta envidia entre los hermanos.
¿Quién Envidia la Gracia?(2 Corintios 12: 20) Pues me temo que cuando
llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no
queréis; que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones,
maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes.
El temor de Pablo revela ciertos precedentes que ya existían en esta
comunidad de Corinto, iglesia que gozaba de cierta abundancia y de dones
espirituales, sin embargo, había mucha carnalidad entre los hermanos, la
envidia era una constante entre ellos.
Existe un hecho sintomático y frecuente que se da en la iglesia respecto a
envidiar los dones y capacidades que Dios en su sola potestad y soberanía
ha repartido a cada uno en particular, Corinto era una iglesia que gozaba
de varios dones espirituales, sin embargo y paradójicamente, la envidia de
los hermanos los lleva a despreciarse y a enemistarse entre sí,
produciendo murmuraciones, bandos y pleitos entre ellos, es por esa razón
que Pablo se encarga de insistir que todo es por gracia y nadie es más
importante que otro.

Primer día de la “AVARICIA”

Será que aparte de ser lujurioso, perezoso, goloso, no contener la ira y


además de todo envidioso seré avaro? Reflexionemos desde hoym con este
pecado de la avaricia, esta podría describirse como la necesidad constante
e irrefrenable de adquirir posesiones, especialmente las de tipo material
con la misión de guardarlas, la avaricia no pretende agrupar riquezas para
una vez logradas gastarlas como mejor le plazca de acuerdo a las
preferencias o gustos que se tengan sino que se obtienen para atesorarlas.
Como pecado, la avaricia no presenta un lado positivo (como sí podría
hacerlo la ambición) y se relaciona entonces con un deseo enfermizo y
obsesivo sobre el objetivo dispuesto, claramente quien es avaro, tal como
se denomina a la persona que presenta esta disposición, se vinculará con
el dinero o con cualquier otro bien material de un modo obsesivo y
enfermo, mientras tanto, cuando alguien aparezca como una
amenaza para sus convicciones en este sentido, el avaro, podrá conducirse
con esa persona de una manera violenta y desagradable.
La avaricia se consideraba en la Doctrina Católica como uno de los siete
pecados capitales, aparecía como philarguria(en griego, “amor hacia el oro”)
y se trataba de un pecado de exceso aplicado a la adquisición de riquezas.
Se puede asociar a otro tipo de pecados, como la deslealtad, traición, robo,
la mentira, también se habla de la avaricia como uno de los vicios a evitar.
'La avaricia rompe el saco', esta expresión popular procede de la tradición
oral y se basa en una historia sobre un ladrón que iba guardando en un
saco lo que iba robando hasta que se rompió el saco, esta expresión
aparece en obras tan importantes como El Quijote de Cervantes.
La avaricia, un rasgo característico de estos tiempos es, además, señalada
como una de las características más típicas de las sociedades capitalistas
en las que el progreso social está marcado especialmente a partir de la
riqueza y de los logros materiales.
De acuerdo a lo que plantean varias religiones, y en especial el catolicismo,
la avaricia es uno de los pecados más característicos del ser humano, a
través de este sentimiento, el individuo puede desarrollar increíbles actos y
acciones que tienen como objetivo la ininterrumpida adquisición de bienes
materiales (dinero, posesiones, inmuebles, etc). Sin embargo, la avaricia
también puede estar dirigida a la obtención de poder y de lugares de
jerarquía social desde los cuales se puede operar a gusto y sin límites.
Muchas religiones y filosofías expresan por otro lado que la avaricia, como
representante más clara de las sociedades capitalistas, es por naturaleza,
la oposición inmediata a la felicidad, esto es entendido así ya que la
avaricia actúa como un detonante pero también como un vicio o adicción
que impide que el deseo de ganar más y más nunca acabe, aún quizás
habiendo obtenido lo que en un primer momento se buscaba.
La avaricia puede fácilmente llevar a una persona a desarrollar un serio
problema psicológico y a generar diferentes tipos de problemas a nivel
social y emocional, si bien la avaricia siempre existió como una de las
condiciones del ser humano (ser por otro lado imperfecto), es evidente que
el consumismo desarrollado en las sociedades actuales facilita y
profundiza estos sentimientos ya que el acceso a productos y servicios de
todo tipo es permanente.

Segundo día de la “AVARICIA”


Ayer mencionaba la tradición del refrán "La avaricia rompe el saco" y
mencionaba donde uno de los libros donde aparecía, este dicho nos
advierte en contra los peligros de la avaricia y de la codicia, prácticas
negativas que, de tanto pretender el control sobre los bienes o las
ganancias, acaban por ser causa de la temida pérdida.
Existe una forma más antigua la palabra "avaricia" era sustituida por la
palabra "codicia", pero ambas versiones ofrecen significados semejantes.
Esta variante antigua sigue vigente en algunas sociedades hispanas de la
actualidad.

Al lado de esta, otros dichos populares se relacionan con este y con su


significado, por ejemplo: "Abad avariento, por un bodigo pierde ciento" o
"El hombre avariento, por uno pierde ciento".
En este sentido, vivir en función del temor por perder lo que se tiene se
concierte en causa de la pérdida, un principio que en psicología se
denomina "profecía auto-cumplida".
Para la sabiduría popular, quienes se desesperan por concentrar los
bienes y la riqueza, pierden la perspectiva y se arriesgan a sufrir el efecto
contrario al deseado, de esta manera, la sabiduría popular condena
moralmente las actitudes de avaricia, codicia, ambición desmedida,
desorden, apego a los bienes y falta de sentido común.
Debemos tener presente que la avaricia es uno de los pecados capitales,
razón por la cual es condenada en las diferentes culturas, es justamente la
naturaleza de la avaricia la causa del mal.

La avaricia es una inclinación que dispone a la persona a actuar de modo


disfuncional, e inclusive en los casos más graves será capaz de inducir a
quien padece de la misma a practicar acciones que rozan o que traspasan
la legalidad, es decir, ese afán desmedido por poseer más y más bienes
materiales podrá predisponer al avaro a la comisión de delitos en varias de
sus manifestaciones, así se podrá incurrir en asaltos, secuestros, estafas,
venta ilegal de drogas o de cualquier otro bien, entre otros, todas ellas
acciones que permiten obtener dinero de manera sencilla, rápida y
asimismo en grandes montos.
Por otra parte, este tipo de comportamiento conduce a la comisión de
serias faltas morales y éticas por parte del avaro quien por ese desmedido
deseo de ser rico puede llegar a traicionar y estafar a alguien querido, a
algún amigo, familiar, resintiendo por supuesto la relación con él y las
normas éticas y morales.

Tercer día de la “AVARICIA”

La Biblia en Hebreos 13:5 dice: “Sea el carácter de ustedes sin avaricia,


contentos con lo que tienen, porque El mismo ha dicho: “NUNCA TE DEJARE
NI TE DESAMPARARE”. ¿Qué es avaricia? Envuelve el concepto de
acaparar, tener más de lo que necesito, no conformarme con lo que tengo,
o preocuparme excesivamente por el mañana.
La avaricia es hija de la codicia, y desencadena un hermano llamado
ambición.
En la sociedad moderna, la propaganda mercantil ha alimentado en los
seres humanos un espíritu consumista, que genera una un deseo
convulsivo de tener más allá de lo que es necesario e imprescindible, este
espíritu consumista lleva a muchos a la trampa del crédito, por lo cual
caen en la tentación de gastar más de lo que deberían, con las
consecuencias de vivir agobiados por las deudas.
La avaricia es la culpable de la pobreza, porque mientras unos tienen
mucho, otros carecen de todo, es culpable de la usura, y por ende, de la
esclavitud de aquellos que quedan atados y desesperados, pues con el
tiempo llega el momento en que no tienen como satisfacer sus deseos caen
en corrupción.
Jesús prohibió radicalmente en sus discípulos cualquier forma de avaricia
(Lucas 12:15) tales cosas, ni se deben de mencionar entre los santos
(Efesios 5:3). El cristiano debe estar contento con lo que tiene, y no
afanarse por tener más de lo necesario (Hebreos 13:5) porque cada día
tiene su propio afán (Mateo 6:34).
Lo terrible es cuando los líderes religiosos, usan con engaños la Palabra de
Dios, para dar mensajes que promueven la avaricia (el deseo de tener) y
con falsas palabras, alimentan la codicia de las personas, obteniendo
dividendo de ello (2 Pedro 2:3) llegan al extremo de ponerle precio al don
de Dios.

Aristóteles recomienda ser desprendidos en lo tocante a los bienes


materiales, es decir, vivir en el justo medio, cuidándose de que sirvan
como instrumentos para poder vivir, mientras apegarse a los mismos es
señal de injusticia. “Por cuanto el hombre injusto es un hombre que desea
tener más, se verá afectado por los bienes: no todos, sino aquellos
vinculados con la buena y la mala suerte, los cuales son siempre bienes en
sentido absoluto, pero no siempre lo son para algunos. Los hombres los
piden en sus oraciones y los persiguen; pero es preciso rogar que los
bienes en sentido absoluto lo sean también para nosotros, y elegir aquellos
que son bienes para nosotros”

Cuarto día de la “AVARICIA”

El peligro del apego a las cosas es un tema muy presente en la Biblia: “El
dinero todo lo allana”; “No te afanes por enriquecerte, deja de preocuparte.
Apartas tu mirada y no queda nada, pues echa alas como águila y vuela
hasta el cielo” (Pr 23, 4-5); “No te apoyes en tus riquezas, ni digas: Ellas
me bastan»” (Si 5,1): “El insomnio del rico acaba con su salud, sus
preocupaciones ahuyentan el sueño” (Si 31, 1). Para Santo Tomás, se trata
de una tendencia también presente en los otros vicios capitales, ya que
muestra el elemento común de la avidez, “el apetito desordenado”, dirigido
hacia cualquier bien posible, sin que esté presente una verdadera
necesidad.

La razón “formal” que hace a la avaricia ser un vicio no es tanto mostrar


un interés especial en el dinero y las cosas en general, sino que éstas
asuman un valor simbólico desmesurado, convirtiéndose en sinónimo de
estima, paz, seguridad, poder, no se puede sostener que la avaricia es un
vicio actualmente reprobado; por el contrario, una sociedad que procura
transformar todo tipo de acontecimiento en valor monetario, difícilmente
podría censurar la avaricia. Oscar Wilde lo reconoció hace más de un siglo
con su acostumbrado y agudo humor: “Hoy en día los jóvenes creen que el
dinero es todo. Y sólo cuando llegan a ser más viejos saben que NO así es”.

Este consenso general en cuanto a “su majestad el dinero” se advierte


también en el espacio dedicado por los medios de comunicación a quienes
son indebidamente llamados vip, situados en el más alto nivel de las
empresas, bancos, instituciones: parecen haber llegado a ser los nuevos
sacerdotes del templo en el cual se celebra el culto del hombre moderno,
sin embargo, rara vez parece acompañar al prestigio económico una
riqueza igualmente evidente a nivel ético, espiritual y humano, cuando
estas personas son entrevistadas o descritas en un artículo, casi nunca se
muestra “la otra cara de la moneda”, es decir, el precio pagado por todo
esto, no sólo en términos de operaciones, sino sobre todo en lo que
corresponde a las personas, a menudo los más débiles, que han pagado los
gastos de este victorioso ascenso.
La “avaricia” se entiende precisamente el apego a las cosas en general, en
realidad ésta ha sido considerada en la reflexión literaria, filosófica y
espiritual principalmente en su acepción específica, “amor al dinero”,
reconociéndose en el dinero el elemento representativo de todo cuanto
puede ser útil y servir en cualquier circunstancia, quienes han
reflexionado sobre este vicio advierten que no es la necesidad lo que mueve
al avaro, sino el poder: él espera que al acumular podrá disponer como
quiera de su propia vida, liberándose de la aflicción de la inseguridad y de
la dependencia de los demás, poniéndose al abrigo de los caprichos de la
fortuna, de las posibles calamidades ocasionales y en definitiva también de
Dios, con el tiempo ese vicio ciega y hace ser capaz de llevar a cabo las
cosas más horribles con tal de aumentar la propia riqueza.

Quinto día de la “AVARICIA”

La avaricia resulta ser difícil de extirpar, porque penetra con suavidad en


la profundidad del corazón humano, generando otras malas disposiciones,
precisamente esta dinámica ramificada de la avaricia la hace ser un vicio
capital. Ésta es una de las razones por las cuales, según Santo Tomás, la
avaricia es un mal muy difícil de curar, “a causa de la condición del sujeto,
puesto que la vida humana está permanentemente expuesta a la carencia;
pero cada carencia impulsa la avaricia: por este motivo, ciertamente, se
buscan los bienes temporales, con el fin de obtener remedio para la
carencia de la vida presente”

La avaricia es como un juez corrupto, que parece estar escuchando a un


campesino que le pide justicia; pero toda la atención está concentrada en
su mano izquierda, que se dispone a recibir una pesada bolsa de monedas
para emitir una sentencia suavizada, el dinero se muestra con capacidad
de realizar milagros en sentido contrario: hace ciego al que ve, sordo al que
escucha y mudo al que habla.  

La avaricia, vicio del espíritu , la  avaricia no consiste esencialmente en el


hecho de poseer muchos bienes y tampoco es en sí misma sinónimo de
riqueza; es más bien la apetencia y la avidez de posesión lo que endurece
el corazón y conduce a la presunción de autosuficiencia, de ser suficiente
para uno mismo y no tener necesidad de nada, este es el motivo por el cual
ha sido asociada estrechamente con la soberbia, con la envidia (porque
desearía poseer los bienes de los demás), con la ira (si se pierden los
codiciados bienes o no resulta posible conseguirlos). La raíz de semejantes
vicios es común: la codicia y el apego a las cosas, como recuerda San
Pablo (1 Tm 6, 10; Ef 5, 5; Col 3, 5), es un vicio esencialmente afectivo y
espiritual: “Dirigido hacia lo superfluo, el deseo del avaro no puede sino
ser infinito, pero en la medida en que es infinito es también
necesariamente frustrado, ya que las riquezas, cualquiera que sean y en
cualquier medida, sea como fuere son siempre finitas”, de aquí proviene el
aspecto religioso de la avaricia, porque el dinero da la ilusión de ser
omnipotente: el dinero, dada su naturaleza, permite una autosuficiencia
que ningún otro objeto podría ofrecer.

La avaricia, no tiene relación con una necesidad del cuerpo ni tiende a un


placer en sí mismo, busca una satisfacción de tipo afectivo, pero al mismo
tiempo impalpable, vinculada con la imaginación, este carácter espiritual
de la avaricia lo muestra muy bien su objeto básico, el dinero, que tiene en
sí mismo un componente esencialmente simbólico de referencia a otra
cosa: es un simple trozo de papel, pero permite el acceso a otras cosas,
proporcionando de tal manera honores y consideraciones. El dinero parece
estar en condiciones de abrir cualquier puerta, de transformar cualquier
defecto, la avaricia se manifiesta como una forma mundana de
consagración a un ídolo, algo a lo cual estamos dispuestos a ofrecer toda
nuestra vida, sacrificando por el mismo ante todo la propia libertad y
dignidad: “Así como el perro está condicionado para emitir la saliva, ya no
a la vista de la comida, sino al sonar la campana que la anuncia, sin verla
en realidad, el avaro es atraído por el dinero aun cuando éste se acumule
sin ser utilizado”

Sexto día de la “AVARICIA”

En este vicio se advierte una situación invertida también a propósito de la


práctica de mortificación y penitencia: el avaro se impone un ascetismo
con miras al futuro, experimentando vagamente el presente en vez de
vivirlo, el avaro no goza lo que posee, aun cuando lo haya obtenido con
éxito. San Ignacio de Loyola reconoció en la avidez por las cosas el primer
lazo puesto por el demonio en el pie del que desearía caminar en la vida
espiritual, de lo cual proviene cualquier otro tipo de vicio y mal posible, el
dinero, muy lejos de tranquilizar, cuando se convierte en un fin en sí
mismo, aumenta los temores: el temor de perder lo ganado, de que un rival
se adjudique un negocio anhelado, de ser superados en la escala social,
resultando inútil el afán de toda una vida, debido a un curioso mecanismo
psicológico, cuando se busca una seguridad excesiva, que el dinero
debería proporcionar, se obtiene el resultado precisamente contrario: el
ansia y la inseguridad se difunden y prosperan con intensidad cada vez
mayor, éste es exactamente el estado de ánimo característico de los
avaros: “Siempre están agitados y su alma no tiene reposo, la urgencia por
poseer lo que aún no tienen hace que lo que ya tienen les parezca nada,
por una parte, traman a causa del temor a perder lo que ya han
acumulado, y por otra trabajan por poseer otras cosas, lo cual implica
nuevos motivos de temor”.
Los Padres de la Iglesia destacan a menudo la angustia mortal que
perturba al avaro, considerada como una serpiente que se muerde la cola:
mientras más posee, es más poseído por aquello que lo impulsa a
acumular, es decir, el ansia y el miedo, otro sentimiento típico del avaro es
la tristeza, ligada a la desilusión de nunca poder encontrar plenamente lo
que anhela, sintiéndose en cambio cada vez más indigente: “Así como el
mar nunca está sin olas, del mismo modo el avaro nunca está sin tristeza”,
su tribulación recuerda el castigo terrible al cual fue sometido el rey
Midas, un castigo que consiste precisamente en atender a su voraz
apetencia, hay una especie de extraño masoquismo en este pecado, en
cuanto lo que se considera la única fuente de felicidad en realidad hace
angustiarse hasta arruinar la propia vida: “No sólo se privan los avaros
de la alegría de lo que tienen y de lo que no se atreven a usar para su
deleite, sino también de aquello con lo cual nunca se sacian y
siempre tienen sed.

La avaricia, siendo animada por la estrechez de espíritu, manifiesta la


pobreza de ánimo de quien padece de la misma: es incapaz de gestos
generosos, de involucrarse en algo sin calcular antes cuánto podrá ganar.
Hay una estrecha relación entre avaricia y soledad: el avaro se encuentra a
sus anchas sólo en compañía de las cosas, única realidad en la cual puede
confiar: “La imagen es de un personaje triste, solitario, abandonado por los
amigos, poco locuaz, siempre suspicaz, a menudo brusco y arrogante, en
el mejor de los casos mal educado”, porque la avaricia embrutece el ánimo,
hace ser a las personas burdas, superficiales, infelices, en una palabra
inhumanas, el avaro se ha fosilizado, convirtiéndose en una sola cosa con
las riquezas que ha acumulado, asumiendo la misma fijeza impersonal de
las cosas, que es como decir que ha muerto, de hecho, precisamente en el
momento de la muerte, la soledad del avaro se manifiesta enteramente, ya
que nada de cuanto lo rodea y a lo cual se ha apegado puede realmente
sostenerlo y confortarlo; haciendo trueques entre las personas y las cosas,
nunca ha podido amar a nadie, como un faraón sepultado en su pirámide,
ha realizado el sueño que lo acompañaba desde siempre: llegar a ser una
sola cosa con sus riquezas; pero quien observa las cosas desde afuera
advierte un espectáculo muy distinto: “Quienes han descubierto el tesoro
de Tutankamón deben haber experimentado algo espectral, imaginemos el
cuerpo del faraón sellado junto con sus riquezas durante todos estos siglos
en una habitación oscura y sin aire, al abrirse, su cuerpo se había
descompuesto, pero el oro y los alabastros conservaban su forma y
sustancia, y resplandecían como siempre, lo que resultaba estar ausente
de todo esto era el faraón mismo, las joyas hablaban de su majestad, es
decir, de su status, pero nada decían del hombre (…), un objeto sepultado
entre otros objetos (…)en medio de los cuales ese hombre se convirtió en el
objeto más apagado y sin vida.

Séptimo día de la “AVARICIA”

Si observamos con franqueza nuestras sociedades actuales, ¿cómo


podemos negar que ésta es también nuestra imagen de avaros?”

Pero todo tiene remedio hasta la avaricia, compartir los bienes es la


condición básica para que la vida se difunda y desarrolle cada vez más. La
actitud del avaro constituye violencia contra la naturaleza misma; su
tendencia a la acumulación es un auténtico proyecto de anti creación, Dios
Creador quiere transmitir y comunicar su propio ser y aquello que le
pertenece, del mismo modo se comportan sus criaturas: el sol transmite la
luz, el fuego el calor, los árboles los frutos (…). El avaro, en cambio, no
quiere compartir con nadie lo que posee sino cuando lo obliga la muerte,
tal vez en el fondo de la avaricia se encuentra este esfuerzo sobrehumano
de querer ganarse la existencia, merecer vivir: forma enfermiza de
autoestima. Por el contrario, sin la gratuidad nada sería posible, y con
mayor razón no sería posible ganancia alguna, riqueza alguna, por otra
parte, nadie podrá jamás equilibrar las cuentas, debiendo más bien gastar
para emplear a su vez lo que recibió gratuitamente, indudablemente,
también a propósito de este pecado, un recorrido espiritual resulta de gran
ayuda para cultivar la gratuidad y saborear la vida, mostrando la
importancia de situarse frente al Señor en un espacio que es por definición
sagrado.
Semejante predisposición de ánimo abierta a la relación que acoge
gratuitamente el amor de Dios ayuda a introducir sentimientos nuevos que
dan sabor a la vida, ésta es una de las múltiples verdades contenidas en la
enseñanza bíblica del sábado, entendido como día consagrado al Señor: el
judaísmo procura transformar nuestro deseo de las cosas del espacio en
deseo de las cosas del tiempo, enseñando al hombre a desear el séptimo
día durante toda la semana (…), cuando se olvida santificar ese día, uno se
enajena, extraviándose en las cosas. En el fondo el pueblo de Israel
en vista de la entrada a la tierra prometida, se encuentra la convicción de
que lo que más cuenta, más que los bienes recibidos, es el bien que con
éstos se puede realizar con los más pobres, esta preciosa enseñanza es
recordada por la Biblia mediante la invitación a ofrecer el diezmo al Señor
(Dt 14, 22-29) a favor del necesitado y el forastero. El diezmo para ofrecer
recuerda dos cosas fundamentales al creyente: que todo cuanto tiene y es,
existe en forma de don y no de mérito, además que mediante el diezmo el
hombre restituye en pequeña medida aquello que en el fondo no le
pertenece realmente, creando esos espacios de comunión.
La verdadera riqueza, que realmente nos pertenece, es la que se recibe
ofreciendo lo mejor que se tiene, convirtiéndonos en partícipes de la
generosidad superabundante de Dios. Sólo dando es posible salir de la
soledad infernal en que se ha encerrado el avaro.

Primer día de la “SOBERBIA”

Existen tres términos relacionados: amor propio, orgullo y soberbia. Para


distinguirlos podemos tener en cuenta que la soberbia es más grave que el
orgullo y el orgullo que el amor propio, aunque bien pudieran ser
sinónimos, ya que la soberbia, el orgullo y el amor propio se manifiestan
normalmente bien compenetrados.
la soberbia es definida como "el apetito desordenado de ser preferido a
otros", puede asociarse a la altivez, el engreimiento, la presunción y
la petulancia, estimación excesiva de sí mismo con menosprecio de los
demás es una característica personal que implica la constante y
permanente autoalabanza, también es una actitud de constante
autoadmiración que hace que la persona deje de considerar los derechos y
necesidades de aquellos que la rodean al considerarlos inferiores y menos
importantes.
La soberbia es una pasión desenfrenada por uno mismo que consiste en la
propia adoración, en la idolatría personal.
Esto último marca la diferencia con el orgullo que es: exceso de
estimación propia y de los propios méritos, por el cual se cree uno superior
a los demás. Vanidad. Satisfacción personal que se experimenta por algo
propio o relativo a uno mismo y que se considera valioso y, persona que
tiene un alto concepto de sí mismo y confía en todo lo que hace porque
tiene la certeza de que puede hacer todo bien y que no hay nadie mejor
que él, en una escala del 1 al 10, el orgullo puede llegar al 8 en cambio la
soberbia al 10 coeficiente dos porque, el soberbio tiene una pasión
desenfrenada por si mismo, una actitud de adoración e idolatría personal,
nunca la persona soberbia podrá reconocer su error aunque en ello le
costase su vida".
Existe una similitud entre ambos términos y que es muy fácil de
confundir, sin embargo, se puede diferenciar la soberbia del orgullo
porque, el orgullo, puede referirse al sentimiento valioso que se manifiesta
por algo que uno hizo, como un trabajo o un esfuerzo, es como "orgullo
positivo" del que hablan los psicólogos, sentir esto no es malo en sí
mismo, pero cuando el reconocimiento es excesivo, el sentimiento resulta
negativo. En psicología se denomina "narcisismo" a la manifestación
exagerada de estos síntomas. 

La soberbia consiste en concederse más méritos de los que uno tiene, es la


trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale, es
falta de humildad de lucidez

La soberbia es vivida como pasión, que comporta un afecto excesivo,


vehemente, ardoroso, que llega a ser tan intenso que nubla la razón,
pudiendo incluso anularla e impedir que los hechos personales se vean
con una mínima objetividad.
El orgullo es percibido como sentimiento de forma más suave.

Segundo día de la “SOBERBIA”


La soberbia es más cerebral, se da en alguien que objetivamente tiene una
cierta superioridad, que realmente sobresale en alguna faceta de su vida,
hay una evidencia por la que puede ser tentado por la soberbia, no
necesitando del halago de los otros y haciendo él mismo su propio y
permanente elogio de forma clara y difusa, rotunda y desdibujada, a
tiempo y a destiempo, con ocasión y sin ella, sus manifestaciones son más
internas y privadas, aunque pueden ser observadas por una atmosfera
grandiosa que él crea sobre su persona, a través de sus máscaras; hay
arrogancia, altanería, tono despectivo hacia los demás, que se mezclan con
desprecio, desconsideración, frialdad en el trato, distancia gélida,
impertinencia e incluso, tendencia a humillar, otras veces, esas máscaras
son de una insolencia cínica, mordaz,

El orgullo es más emocional, es una alta opinión de uno mismo mediante


la cual la persona se presenta con una superioridad y un aire de grandeza
extraordinario,

Hay una soberbia enmascarada, que es la más habitual y que se camufla


que es más propia de las personas inteligentes y teniendo un sentido
amplio y desparramado que asoma, se esconde, salta y revolotea por su
mundo personal. ¿Cuáles son estos síntomas? ¿Los tengo yo? ¿Soy
soberbio? U orgulloso o las dos cosas? Date cuenta si ese aire de
suficiencia y engreimiento que reflejas es un bastarse a tí mismo y no
necesitar de nadie.

La soberbia entorpece y debilita cualquier relación amorosa, cuando


alguien tiene un amor desordenado a sí mismo como el descrito, es difícil
darse a otra persona y poner los sentimientos y todos sus ingredientes
para que esa relación se consolide, esto hace casi imposible la convivencia,
volviéndola insufrible, pues reclama pleitesía, sumisión, acatamiento y
hasta servilismo, no podemos olvidar, que para estar bien con alguien,
para establecer una relación de convivencia estable y que funcione hace
falta estar primero bien con uno mismo.
En la soberbia se hospeda una obsesión exagerada por uno mismo, que ha
ido conduciendo a una excesiva evaluación del propio mérito, y afloran
términos como alardear, jactarse, vanagloriarse. 

Sólo el amor puede cambiar el corazón de una persona. Cuando hay


madurez, uno sabe relativizar la propia importancia, ni se hunde en los
defectos ni se exalta en los logros, y a la vez, sabe detenerse en todo lo
positivo que observa en los que le rodean, saber mirar es saber amar, pero
m iremos mañana la soberbia en las Sagradas Escrituras.

Tercer día de la “SOBERBIA”


Desde el punto de vista cristiano, la soberbia es el más grave pecado
contra Dios, contra el prójimo y contra sí mismo. El hombre se hace
autónomo desconociendo su condición de creatura.
Números 15:30 "Más la persona que hiciere algo con soberbia, así el
natural como el extranjero, ultraja a Yahveh; esa persona será cortada de
en medio de su pueblo".
Proverbios 16:18 "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la
caída la altivez de espíritu".
Isaías 2:11 "La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de
los hombres será humillada; y Yahveh solo será exaltado en aquel día".
Proverbios 15:25 "Yaveh asolará la casa de los soberbios ..."
La soberbia fue el primer pecado que se cometió en los tiempos
inmemoriales con Satanás que se reveló contra Dios llevándose consigo a
otros ángeles, y el mismo, ya en el tiempo del hombre, lo llevó al primer
pecado de rebeldía, de autonomía, de auto dependencia, de autodominio.
Es lo que Dios nos hace ver en su palabra desde el capítulo 3º del Génesis,
la soberbia está a la raíz del pecado original y por eso es la fuente y raíz de
todos los pecados, y es la puerta para todo otro pecado, la soberbia es
fuente de muchos delitos; por eso se ora a Dios el Señor: "Guarda a tu
siervo también del orgullo no sea que me domine; entonces seré
irreprochable, libre de delito grave" Sal 19:14.
El Sentido de posesión nos hace "dueños" de algo o de alguien, bienes
materiales, muebles e inmuebles o bienes inmateriales como el sentirse
dueño de la verdad absoluta, el sentirse superior, nos hace creer que
tenemos más privilegios que los demás, mas sabiduría, más conocimiento,
más santidad, etc.
El creer que tenemos derechos sobre algo o alguien, a veces estos derechos
son dados por el medio en que vivimos, la sociedad, el sentirse
indispensable, único que sin nosotros nada funciona correctamente.
En el corazón se definen todos los sentimientos. A través de ellos llegamos
a alcanzar estados de emoción como en una cuerda floja, y cuando la
cuerda se tensa demasiado, corremos el riesgo de partirnos también el
alma.
Hablando de nuestro cuerpo físico, el corazón es lo principal de nuestra
vida, por eso las Escrituras nos dice que debemos cuidarlo ya que ahí se
puede radicar lo más perverso. Jeremías 17:9 "Engañoso es el corazón más
que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" Lo perverso que
puede radicar en nuestro corazón es la "soberbia", esta puede llegar a
convertirse en una barrera que impida aceptar la corrección de Dios, la
soberbia ensucia tanto al corazón que impide aceptar un consejo, o una
opinión, es como un muro que hace que no reconozcamos la dirección de
Dios y nos puede llevar a la jactancia. Santiago 4:16 "Pero ahora os jactáis
en vuestras soberbias".
Las Sagradas Escrituras son muy claras en cuanto se refiere al pecado de
la soberbia

Cuarto día de la “SOBERBIA”

Hoy es un día de preguntas ¿Alguna vez te han dicho que eres


una persona soberbia?, analízate con las siguientes preguntas:
1. ¿Crees que siempre tienes la razón?
Las personas soberbias suelen tratar de dar los argumentos necesarios
para convencer y defender su punto de vista.
2. ¿Necesitas halagos continuamente?
Cuando no los tienen se enfadan mucho pero si los halagos existen se infla
su ego.
3. ¿Estás pendiente constantemente de tu imagen pública?
Las personas altivas necesitan tener un reporte acerca de la imagen que
proyectan ante otros.
4. ¿Te enfadas de la manera más insospechada? Cuando eres te
enfadas por detalles mínimos.
5. ¿Te gusta llamar la atención?
6.
La soberbia es un pecado que ha sido la causa de una tremenda miseria a
lo largo de toda la historia de la humanidad, y todas las personas, sin
importar su origen, educación o cultura, están llenas de ella.

Estoy seguro que cada uno de nosotros podría definiri de diferentes


maneras su soberbia, pero tal vez lo primero que se tiene que decir es que
no es un pecado que se pueda cometer de la misma forma en que se
comete adulterio, o en que se dice una mentira o se evaden impuestos, es
más bien una actitud del corazón y una manera de pensar, el viento no se
puede ver, pero puedes ver los efectos que ocasiona, lo mismo sucede con
la soberbia., esta te lleva hacer esas cosas. en el fondo, la soberbia es tener
un concepto más alto de sí del que se debe de tener. (Romanos 12:3).
Por consiguiente, la siguiente pregunta obvia surge: “¿Cómo debería
pensar de mí mismo?” Pablo dice que debo pensar de mí “con cordura.”
¿Qué significa eso? El hecho es que todos nosotros, todos los seres
humanos que hemos nacido desde los días de Adán y Eva hasta hoy,
tenemos una naturaleza corrompida, tenemos pasiones y deseos en
nuestra carne, lo que significa que todo nuestro ser está repleto de
nuestros propios intereses y nuestra propia voluntad, una persona así no
puede vivir una buena vida en el sentido más completo de la palabra, pues
a pesar de que cuando haga muchas cosas “buenas”, en su corazón solo
las hace por interés propio.
Antes de convertirme a Dios, cedo ante este interés propio cuando veo que
algo me conviene, y aún después de haberme convertido y he comenzado a
buscar hacer la voluntad de Dios, el pecado en mi naturaleza me obliga
hacer muchas cosas que son tontas, egoístas y que afectan a los demás.
Quinto día de la “SOBERBIA”

La soberbia es un pecado que no solamente afecta a algunas personas.


Todos los seres humanos tienen por naturaleza la tendencia de querer
decidir por sí mismos lo que está bien y lo que está mal pero también
quieren hacer a un lado las leyes de Dios.
La soberbia es la raíz de todo pecado, en Isaías 14:12-14 se describen los
pensamientos Lucifer, un ángel que era hermoso y perfecto en
sabiduría: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré
mi trono… y seré semejante al Altísimo.”, cuando fue arrojado a la tierra
como Satanás, tentó a Eva para que hiciera exactamente lo mismo, él le
dijo que si comía del árbol del conocimiento del bien y el mal será “como
Dios, sabiendo el bien y el mal.” (Génesis 3:5).
La implicación es que, si ella llegara a ascender y ser como Dios ya no
necesitaría las leyes de Dios, y de ahí, ella misma sería capaz de decidir lo
que está bien y lo que está mal., ya no necesitaría que Dios le dijera: “De
todo árbol del huerto podrás comer…” El deseo de querer ser mi propio
jefe, la soberbia, es la raíz de todo pecado, puesto que quiero hacer  mi
voluntad y menospreciar la voluntad de Dios. No es coincidencia que
Lucifer solo se menciona a él cuando dice: “subiré, levantaré, me sentaré y
seré.” Este es exactamente lo opuesto al espíritu de Cristo, el cual
descendió, y no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse.
(Filipenses 2:5)

¿Cómo encontramos la soberbia en nosotros? para encontrarla


necesitamos dos cosas; la primera es interactuar con otras personas y
tener circunstancias en otras palabras, solamente necesitamos vivir
nuestra vida normal, si nos sentáramos solos en una isla tropical en
donde el clima es perfecto, tuviéramos todo lo que necesitamos y nada
saliera “mal”, probablemente nos sería difícil encontrar nuestra propia
soberbia, por el contrario, cuando interactuamos con otras personas y
vivimos nuestras situaciones cotidianas, no pasará mucho tiempo antes de
que la ira, el resentimiento, la irritación, la envidia, las quejas, etc..
asomen sus feas cabezas. Todos estos pecados tienen su raíz en la
soberbia.
No obstante, lo que es aún peor, y es posible que pase, es sentirse
justificado por tener todas estas reacciones negativas, en mi ignorancia y
en mi mente tan arrogante, puedo creer que está bien comportarme de
esta manera, es por eso, que para reconocer estas reacciones por lo que
realmente son, necesito el segundo e importante ingrediente: Necesito
pensar detenidamente y asegurarme que Dios esté en mis pensamientos,
eso es lo que la Biblia llama “comunión” con Dios por medio de Su
Palabra, Su Espíritu y sus siervos en la iglesia, a través de estas tres
cosas, recibo luz (entendimiento) de lo que me está haciendo reaccionar de
la manera en que lo hago, y pronto me lleva a lamentarme y a odiar cada
vez más estos pecados. Es por eso que una de las cosas más tontas que
puedo hacer en la vida es alejarme de la comunión con otros miembros en
el cuerpo de Cristo.

Sexto día de la “SOBERBIA”

El asunto está en: ¿Hasta donde hemos, somos o podemos llegar a ser
contagiados por este virus de la soberbia? Dios nos manda a rodearnos de
gente que comparta nuestros propósitos, en otras palabras "Dime con
quién andas y te diré quién eres"... Debemos ser roca, sólidos en la fe en
Cristo y las enseñanzas del padre, por ello no podemos ser esponjas que
chupen las enfermedades de una sociedad con un tejido social roto.

Y puedo vencer la soberbia? Claro que puedo vencerla soberbia, si


reconozco que está en mí y lo que puede causar, y si al mismo tiempo
trabajo conscientemente en contra ella en mis pensamientos, palabras y
acciones.
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.” Cuando Dios está presente
en mis pensamientos, Él trae juicio y disciplina. Así es como nos muestra
nuestras deficiencias y llegamos a darnos cuenta dónde está trabajando la
soberbia, sabemos que dónde vive nuestra propia voluntad, allí es dónde
podemos humillarnos y ser obedientes a las leyes de Dios. Es por eso que
sigue diciendo más adelante en el mismo capítulo, ...” Humillaos delante
del Señor, y él os exaltará.” Santiago 4:10.
 
Somos llamados a ser luz en la oscuridad sin juzgar sino, siendo la luz
misma., pero es un tema complicado, en el sentido que creo que todos
tenemos una cuota de soberbia en nuestras vidas y no es de extrañarse la
verdad, dado que somos humanos y es nuestra naturaleza pecaminosa la
que provoca que erremos continuamente; pero gracias a nuestro Señor
Jesús, nuestro Dios, que por misericordia nos podemos acercar al trono de
su gracia (Hebreos 4:16) y encontrar salvación y vida eterna en Cristo
Jesús (Juan 3:16).

Séptimo día de la “SOBERBIA”

Pero ¿cómo evitar la soberbia?, la única forma de evitar la soberbia es


practicando asiduamente la humildad, la tolerancia, el amor fraterno y la
unidad en Cristo, en Mateo 11:29-30 nos dice: "Tomad sobre vosotros mi
yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas, porque mi yugo es suave y mi carga ligera."
Debemos tomar conciencia que tal como Satanás nos ha estudiado y
conoce cuando y donde tentarnos, así también nosotros debemos
prepararnos para la batalla, aprendiendo de cada caída, analizando cada
vez que caemos en tentación, analizando los "por qué", cuando, donde,
como, que pensamientos y sentimientos precedieron al pecado.

La soberbia es alejarse del Señor, apartar el corazón del Creador, porque


principio de la soberbia es el pecado, el que se aferra a ella difunde
iniquidad, por eso el Señor les infligió asombrosos castigos, y abatió a los
soberbios hasta aniquilarlos, el Señor derribó del trono a los poderosos, y
en su lugar hizo sentar a los sencillos, el Señor arrancó la raíz de los
soberbios, y en su lugar plantó a los humildes, el Señor arrasó los
territorios de las naciones, y los destruyó hasta los cimientos de la tierra, a
algunos los arrebató y destruyó, y borró de la tierra su recuerdo. No está
hecha la soberbia para el hombre, ni la violencia para el nacido de mujer"
Eclesiastico 10:7-18

Seamos virtuosos en la humildad para evitar el vicio de la soberbia. Tomás


de Aquino define la humildad como "una virtud moral: no es ni intelectual
ni teológica". La humildad, igual que la paciencia, es una virtud moral.
Tomás opina que los hombres hipócritas ocultan su falsedad bajo la
elegancia de su vestimenta, por el contrario, los hombres nobles de
corazón se muestran tal y como son debido a que "la humildad es el
fundamento del edificio espiritual". Es decir, proporciona un soporte firme
para la estructura del edificio de la interioridad humana:
"fundamentalmente la virtud no consiste en las cosas exteriores, sino en la
elección más interior de la mente", porque en último término el hombre
virtuoso elige el bien entre toda una serie de alternativas que tienen su
razón de ser en el don de la libertad.

Hoy es un buen día para arrepentirnos de cualquier arrogancia, soberbia,


orgullo o altivez espiritual con la que hayamos ofendido a Dios y a
nuestros hermanos en la fe, delante de los ojos de Dios, su iglesia
urgentemente necesita arrepentirse, si no aceptamos la Palabra de Dios
como reprimenda, entonces Dios mismo nos quebrantará y dará permiso a
Satanás para

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