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Cuando estaba en el grado primero de primaria, el proceso de aprender a leer y escribir fue muy
difícil para mí, porque la profesora me regañaba porque no entendía cómo debía leer las palabras
con combinaciones “gl” y otras combinaciones, que eran difíciles para mi leerlas.
¿Cómo me sentí?
Me sentí muy mal, no quería aprender a leer, lloraba y no quería y al colegio porque sabía que me
iban a regañar por no saber leer, fue una etapa muy difícil y muy frustrante.
En mi vida tuvo un impacto negativo hasta que entré a la universidad y estudié lengua castellana y
entendí todo el proceso de la lecto escritura.
En mi quehacer pedagógico tendiendo los ritmos de aprendizaje y siempre que en el colegio hay
niños que se les dificulta aprender me los remiten para que yo haga el abordaje y les apoye en el
proceso. Por supuesto les hago el acompañamiento de forma positiva porque entiendo que los
niños se pueden estar sintiendo como yo me sentí, entonces les apoyo a superar sus dificultades.
La situación positiva fue que tuve un profesor de ciencias que en todas sus clases nos enseñaban
canciones de música colombiana y era una clase súper positiva y agradable, nos enseñaba con
amor y dedicación, nos permitía hacer y experimentar para aprender, lo recuerdo por aprecio.
¿Cómo me sentí?
Me sentí muy bien, porque siempre nos tenía en cuenta a todos y nos sentíamos incluidos porque
podíamos participar en todas las actividades.
Me siento agradecida con las enseñanzas de ese profesor que me mostro que la educación no es
gritar, ni tratar mal a un estudiante, por el contrario, me enseñó que para enseñar primero
debemos conectar con los estudiantes.
Siento que ha impactado de forma positiva porque me hace pensar cada día que puedo ser mejor
y que puedo orientar a otros docentes en esta hermosa labor de educar.