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Revista 10 Aniversario del Centro de Estudios Históricos – Facultad de Humanidades y Ciencias

Sociales / UNaM, Posadas- Misiones, 1993.

#UNA FIESTA EN EL CAMPAMENTO DE SAN JOSE O TRINCHERA DE LOS PARAGUAYOS: ACTUAL,


CIUDAD DE POSADAS# NORMA OVIEDO

La interacción social entre Posadas y Encarnación es una historia cotidiana que transcurre
en nuestro presente casi sin darnos cuenta. Por eso, posadeños y encarnacenos hemos cruzado
tantas veces el rio; sin preguntarnos siquiera cuando, donde ni como se generó y amasó esta
realidad tan palpable que nos caracteriza a unos y otros. Empero, el río ha sido y es el escenario
indiscutido de nuestras viviendas.

Posiblemente nunca nos hayamos imaginado a nuestra ciudad sin edificios, plazas, ni
automóviles pero; sus antecedentes iníciales, sin embargo, nos la muestran habitadas de indios
peones, brasileños comerciantes, correntinos emigrados y paraguayos militares. Este bullir de
personajes recorrió el territorio surcado de picadas, de trajinar de carretas en caminos tortuosos;
y como entorno la campaña lejana más allá de lo generalmente conocido. Ese poblado frente al
rio, que hoy evocamos, y el paso por la Laguna definió el desarrollo de una importante vía
comercial que conectaba a Itapuá con San Borja a través de un camino carretero.

Sorprendemos este embrión urbano, cuya situación geográfica estratégica hacia que casi
diariamente confluyera un grupo de personas como escenario del desarrollo de una actividad
económica: el intercambio de yerba, tabaco, suelas, y cueros por telas (bramantes, sarasas, sedas,
rasos, brin, crea, lienzo inglés, casimir, creguels, mahón, lanetas, paño de la estrella, etc.), armas
(pistolas, cuchillos, sables, llaves de cañón, etc.), sombreros finos, agujas, herramientas
(machetes, azadas, limas, hachas, tornos, etc.) , quina, alquitrán, alpacarrosa, albayalde, atimar,
vinos de Málaga, pañuelos, etc.

Dicha actividad creó en la convivencia, un clima que más allá de las transacciones
comerciales, formalizaba verdaderos lazos de sociabilidad. El comercio que por allí pasaba era
permanente y represento la salida principal del comercio exterior del Paraguay durante el
gobierno de Gaspar Rodríguez de Francia, quien se vio obligado a recurrir a esta alternativa ante
la medida restrictiva ordenada por el gobierno de la Confederación Argentina; que atreves de su
Representante de Relaciones Exteriores Juan Manuel de Rosas prohibió la navegación de los ríos
interiores. Esta situación hizo consiente al Paraguay de la necesidad de controlar y dominar ese
territorio, efectivizando así, una temprana institucionalización en el ejercicio de la soberanía para
la vigilancia del ´paso fluvial y el espacio terrestre circundante. La decisión de ocupar el espacio se
materializo en el emplazamiento de un Campamento, a la orilla izquierda del rio Paraná, frente a
Encarnación; la orden al delegado de Itapuá es elocuente:

“Ahora tengo por conveniente, que toda esta Tropa con sus
armas y municiones fusileros, de caballería, y artilleros con los
dos cañones pase a acamparse en el Potrero de la laguna (de
San José)…””Entre tanto todas las madrugadas se hará pasar

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un Oficial con cincuenta hombres con armas de fuego a estarse
en la orilla del rio (Paraná) en la picada grande, si es posible
medio escondidos a un lado, o sentados en la misma boca o
caída de la Picada, y cuando aparezcan esos ladrones hacerles
algunas descargas de a quince, o veinte tiros, a ver, si pr.
Casualidad cae alguno…” “Asi ahuyentaran esos salvajes cuya
desvergüenza en venir a andar por Territorio del Estado a la
vista de la tropa, ya no puede tolerarse…”

A quienes aludía en este último párrafo era sin duda, a troperos y a vicheadores correntinos e
indios; luego continua diciendo de qué forma se alojaran provisoriamente; aunque ya adelanta
quien se hará cargo del campamento militar:

“Al mismo tiempo se irá preparando lo necesario pa. el pasaje.


El aloxarse en el nuevo campamento tendrá acaso algunas
dificultades, pero llevaran las tiendas de Campaña, y
suficientes cueros para hacer pr., el pronto algunas barracas.
Poco a poco pueden ir haciendo algunas chozas interinas,
llevando pa. ello herramientas, para lo que pueden también
servirse de algunos materiales qe. han de haber en el galpón
destruido…””Roxas el Oficial de Fusileros hade ser el
Comandte. del Campamento…”

Este decreto del 3 de diciembre de 1833 daba paso a la creación del campamento de la Rinconada
de San José y evidenciaba ya el carácter estable de la apropiación del espacio terrestre y el acto
de presencia que asegurase el reconocimiento de la gente que transitaba el lugar. Es decir que la
orden hace notar, en este sentido, la persistente tensión que había en la región por la
delimitación especial, debido al proceso de formación que estaba sufriendo los nuevos estados
nacionales (Argentina y Paraguay) e incluyéndose la puja de la Provincia de Corrientes por ese
territorio; el mandato implica una innovación en la rutina. Además este fue una oportunidad, para
el Paraguay, para asegurar y afianzar el tráfico comercial que mantenían los brasileros.
Precaria y ruta la vida en el campamento fue creciendo en importancia económica, militar, social y
edilicia. De ello, lo que nos interesa especialmente, en este momento, es la sociabilidad que se
había gestado en el ambiente casi diez años después de su creación; tal como se desprende de la
correspondencia del jefe José Gabriel Valle al dar cuenta de una fiesta realizada el 26 de
septiembre de 1841, en oportunidad de haberse concluido una reedificación en el mismo. Habían
contribuido en la organización de esta celebración los habitantes de ambas orillas del rio Paraná:

“…pues nos han (ayudado) todos los emigrados vecinos


(correntinos y brasileros), la familia de Gama y la del Teniente
Lorero, del otro lado, el Receptor (de Itapuá), Miguel y
Combalan con sus respectivas familias…”

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A esta fiesta concurrieron personas invitadas formalmente, y si bien se trataba de un
acontecimiento que se desarrollaba en un ámbito rural, de la campaña, que tenia connotaciones
que trascendían de ese contexto, que pues la tropa le dio desde el principio todo el brillo, la
pomposidad y la normativa que requería la reunión. El recibimiento, losaludos y la cortesía
desplegadas son propios de un marco institucional:

“… vecinos Ytapua justamente con toditos los Brasileros


negociantes que pasaron con sus respectivas Familias…” que
fueron “convidados” “… por esquela a pedimento de la
tropa…””…cuando ellos atravesaban el Paraná yo fui al puerto
a recibirlos con carretas y caballos ricamente enjaesados para
conducirlos a la guardia nueva..” “…salió del Campamento un
brillante piquete de treinta colorados con su oficial con armas
cargadas en marcha de caja y pífano a relevar la guardia
portera: llegados se pusieron tres centinelas con armas, dos en
los extremos de los corredores y otra en el arco que es la
entrada en el cuartito que esta entre el primero y segundo
solar donde depositaron las armas, mas una imaginaria en el
altillo para observar la campaña.””Cuando yo fui llegando con
mi grande comitiva de Ytapua salieron de la guardia nueva
todos los oficiales vestidos de su uniforme y señidos de su
armas a recibir a los convidados…”

El sentir religioso hace su aparición muy soslayadamente en el texto, pero no podemos descuidar
ese aspecto puesto que la existencia de la capilla, nombrada al pasar, nos da la pauta de que la
religiosidad era un elemento importante en lo espiritual de esa gente.
Sin embargo, otra forma de expresividad, no desconectada de la anterior pero directamente
relacionada con el hábito de la diversión, se hace muy evidentes: la música, el canto, el baile, los
versos, los juegos. La reciprocidad entre las personas de ambas orillas hacia, según el párrafo, que
entre invitados y anfitriones hubiese una mutua colaboración: trayendo la música, recitando los
versos o simplemente invitando a compartir un festejo:

“…Cuando yo fui bajando con ellos a la Capilla de San José


hacia la casa en una rica música que trajeron ellos…””…y se
formaron cuatro lugares de bailes dos en el salón, otro en el
pasadiso y el cuarto en el patio donde los chinitos de Ytapua
estaban jugando la caña y sables al son de una rica música y de
rato cantando con la mayor armonía y compas unos ricos
versos dedicados a V.E.” después del almuerzo”….se siguieron
los bailes hasta ponerse el sol que por mi orden sesaron a
pesar de los que querían continuar toda la noche…”

El rito de comer y de beber también tuvo un sentido trascendente. Los honores de una buena
mesa y los sabores embriagantes de las bebidas no solo pretendían saciar el hambre y aplacar la
sed, sino también, conmemorar un evento importante que suponía compartir los mismos gestos
en el aperitivo, el almuerzo y la sobremesa.

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Por otra parte, la despedida habría provocar angustia, por haber concluido el festín y
agradecimiento y alegría, por haber sido invitado y haber disfrutado intensamente ese momento:

“Desde el principio la de la diversión convidamos con gran


celebridad a nuestros huéspedes con café y leche mate, caña y
vino que hubimos comprado de los mismos a trueque de
algunos cueros que hemos comprado de los negociantes de
Ytapua…””…a medio día les pusimos en un banquetes de
cuenta muy gorda asada con cuero y les dimos de beber un
barril regular de vino…””…Se retiraron locos de contentos y
maravillados dándonos mil gracias por haberlos convidado en
nuestra función.”

La trascripción de este documento, del 1° de octubre de 1841, del Comandante del Campamento
de la Rinconada de San José, nos brinda una colorida versión de la fiesta y la magnitud alcanzada
según la visión de uno de los protagonistas pero, también nos aporta algunos datos interesantes
que nos permiten decir lo siguiente:
a- La existencia en el Campamento de una capilla cuya advocación ya estaba destinada a San José
nos lleva a reafirmar un nombre que en ese contexto tiene entidad y tradición porque, si
recordamos un poco, ya en el periodo jesuítico ese lugar fue denominado indistintamente como
Rinconada, Garganta o Tranquera de San José.

b- El elemento religioso ha marcado profundamente las acciones desde nuestros orígenes, por lo
tanto no es casual que para 1841 y aun antes y después existieran topónimos que aludieran a la
devoción del Santo. Así, en este momento de nuestra historia tenemos: Paso de San José,
Campamento de San José y Laguna de San José que van cobrando entidad en el ámbito especial.

c- Es posible que en esa especial manera de percibir al otro, que se fue gestando, haya instalado
en ellos y en nosotros la necesidad de diferenciarnos y es así que surge el nombre de Trinchera
de Itapuá o Trinchera de los paraguayos que comúnmente es la denominación más reconocida
para señalar el origen de nuestra ciudad.

d- La tensión de fronteras especificada al principio, 1833, había sido sobrepasada por las
relaciones armoniosas que se conformaron en el compartir cotidiano; y aunque el problema
institucional estuviese vigente, es posible entrever que tantos los correntinos emigrados,
rancheados allí frente a la tranquera, como los comerciantes brasileros afincados en los
alrededores o no, y uno que otro indígena conchabado habían colaborado; o bien participaron
como invitados y fueron recibido como tales por los militares paraguayos. Tal vez porque el
antagonismo de los ´primeros tiempos se disolvió en la mezcla múltiple de los grupos, que para
ese entonces ya tenían muchas sangres mestizas.

Pero volviendo a la anécdota de la fiesta… volvemos necesariamente a un actor del suceso que
como en muchos otros aconteceres participo y seguirá participando con discreta indiferencia en
nuestras vidas: el rio. El rio había sido protagonista del festejo, pues la ceremonia de recepción

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comenzaba en el puerto y proseguía en un camino polvoriento al paso de las carretas y los
caballos. La vida social había ya alcanzado a amalgamar los ánimos, mientras los diversos espíritus
disfrutaban la misma música, el mismo gusto por el baile, la igual necesidad de saborear un asado
con cuero y el placer común de gustar determinada bebidas para aplacar la sed. Negociante,
militares, autoridades, vecinos y chinitos; correntinos y paraguayos, brasileros y probablemente
algunos indios sirvientes habían presenciado y participado en la inauguración de la nueva guardia
del Campamento.

Hoy esa realidad continúa a lo largo del rio, más allá y más acá del Paraná (Encarnación, Santa
Ana, Candelaria, Puerto Rico y Eldorado); a través del servicio de lanchas o canoas, en chatitas,
colectivo o tren, por el puente internacional, en la placita de las paraguayas, frente a los
tenderetes comerciales en las calles o en las puertas de nuestras casas con las paseras y las
marchantas. El mismo rio, la misma gente… Solo que el histórico Campamento se ha trasformado
en la actual ciudad de Posadas.

Fuentes
ARCHIVO NACIONAL DE ASUNCION. Colección Bareiro, Vol.242 N° 7; Sec. Hist. Original.
Correspondencia de Gaspar Rodríguez de Francia.
ARCHIVO NACIONAL DE ASUNCION. Correspondencias del Campamento de San José, Vol. 286;
Sec. Hist. Original.

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