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Cualquier cosa, menos quietos

Número 66 - J u n i o d e 2 015 - D i s t r i b u c i ó n g r a t u i t a - w w w. u n i ve r s o c e n t ro . c o m
2 CONTENIDO EDITORIAL número 66 / junio 2015 UC 3

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Lovaina,
merengues y
preservativos
La mujer de la clase
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La isla negra Escribir con bisturí por G I L M A M O N T O Y A G Ó M E Z *

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Confesión de un
Fotografías: Archivo familiar

lector infame

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Sagas nórdicas sexual, después de quince años de traba-
“Entre llantos, versos y escritos
jo en el movimiento feminista Ruta Pací-
fica de las Mujeres. Durante su estudio
busco salir de este infierno

16 el hip hop es la nueva vida


perdió muchos años escolares. Su abue-
la con una pasmosa resignación le decía:
“No importa mija, las escaleras no siem-
pre se suben de a una”.
que me prepara un mundo eterno”.
La muchacha
del circo Alguna vez el profesor de matemáti-
cas le dijo: “Yo me aguanto a un hombre

D
acorralando una mujer, pero una vieja

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e niña, Milvia Yurany acos- encima de otra vieja, eso no lo soporto”;

L
tumbraba a gastar sus tar- lo decía con frecuencia, cuando la encon- cívico y componer. Como todo un per- El 24 de noviembre de 2009, Mil-
a más reciente condena de la justicia colombiana por injuria, única según des de tedio en juegos e traba en los corredores aplastando con sonaje, a su público le generaba odios via se fue a reclamar una plata cer-
recuerdan los memoriosos de los juzgados, se hizo pública en julio del año imaginaciones con una ami- su cuerpo fornido a la chica de turno. y amores, pero como fuera, cada 20 de ca del control de buses del Popular 1.
Tres gallinas pasado. Salió de un comentario suelto. En el foro digital de El País de Cali se guita. Representaban lo que No hubo poder humano que la hicie- febrero, día de su cumpleaños, su casa La acompañaban Yesenia y Katheri-
para el almuerzo agitó un pleito con más señas privadas que públicas. Gonzalo Hernán López, veían a su alrededor, en su caso al papá y ra usar el uniforme de gala de las niñas estaba llena de amigos. ne, mientras su abuela la esperaba para
un lector con llagas y agallas, escribió un comentario contra Gloria Lucía Es- a la mamá. Entre risas se daban unos tre- del colegio. Por esto, ‘Milvio’ mantuvo Para la fiesta de la antioqueñidad que junto con mujeres de la Ruta Pací-
calante, gerente de la Federación Nacional de Departamentos, con la que había mendos besos, de esos largos y encoñado- una disputa con la coordinadora y solo cada grupo escogía su reina, el grado fica de todo el país, fueran a recibir en
compartido noticias en balances pasados. La trataba apenas de “rata” y de “ladrona” res que a Milvia le quedaron gustando. se logró que asistiera a clases con el décimo-dos, al que perteneció Milvia Bogotá a otras que venían del exterior.

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pero con matices. La Corte Suprema avaló la condena a dieciséis meses de cárcel y Ya grandecita, Milvia Yurani cam- uniforme de educación física: camiseta Yurany, era privilegiado, contaba con Se vinieron caminando por el trayec-
nueve millones de multa que emitieron los jueces de primera y segunda instancia. En bió las blusas con escote, por camisetas y sudadera ancha y larga. reina y rey: Milvio se paseaba majes- to que ya le habían cantado que no podía
el lenguaje clásico respaldaron el castigo legítimo contra el daño a la honra, incremen- talla XL y cachuchas al revés, pañole- Los estudiantes solían decir que era tuoso luciendo el cetro que representa- transitar. Milvia, entre las dos mujeres
tado por la “torre de babel de las redes”; el encomillado es nuestro. tas, manillas de taches, correas gigan- injusto, que mientras ellos para con- ba un espacio ganado. que para esa fecha invadían su cotidia-
Punk medallo Cada cuatro meses surge un pleito más entre ofendidos de palabra y honra. Y co- tes, actitudes bruscas y vocabulario de quistarse a una compañera tenían que Un día cualquiera, Milvia Yurany nidad, recibió un tiro en la cabeza.
mienza el inútil duelo de los juzgados, paja para la prensa, aire para los lectores y un macho decidido y bravero. invertir meses en regalitos e invitacio- propuso a sus amigas hacer un parche Convertida en mito urbano la gente
reflector para los políticos. Siempre es más un sainete de baranda que otra cosa. Pero En su paso por el bachillerato tuvo nes, ella en dos o tres días, “con sus para la tarde. Como nunca había pla- comenzó a rumorar sobre el origen de
puede aparecer la muestra de lo peligrosos y desproporcionados que son esos dos artí- que granjearse el respeto que preci- cancioncitas de rap”, lograba llevárse- ta para irse “pal tesoro o pa Unicen- su muerte. Que era prima del jefe de un
UNIVERSO CENTRO culos del código penal. sa un hombre oculto tras las curvas de las para la cama. “Qué putería profe, tro”, les propuso hacer un arroz con combo, que era cuñada de un integran-
Publicación mensual Hace unos días Juan Esteban Mejía asistió a una audiencia de imputación por el de- una mujer. A veces con desdén, por sa- que esta vieja se nos robe las peladas leche: Ciro puso la casa, Yesenia el que- te de una banda, que se había converti-
lito de injuria. El denunciante no es ni un político ni un abogado ni un periodista, por- boteo o cariño, le gritaban: “Milvio, pe- más chimbitas de la zona”. sito, Kate la panela y el arroz, y Milvia do en carrito de uno de los grupos, que
DIRECCIÓN Y FOTOGRAFÍA que la máscara del timador es variada y creciente. Carlos Alberto Ramos Corena es el cueca, you you”. Alguna vez se le asó al profesor de la mano de obra. Se recostaron en la cruzó una frontera invisible, en fin, lo
nombre del médico que denunció a Juan Esteban Mejía. Uno de esos médicos que co- Cuando se sentía agredida alistaba química porque el hombre dijo que to- ventana y en la calle se escucharon los cierto es que en palabras de su abuela,
– Juan Fernando Ospina
mienzan de cosmetólogos y terminan de carniceros. Mejía escribió para la revista Se- su puño derecho y lo descargaba en el dos iban a ganar el año menos ella. Mil- primeros tiros del día. Todas se tendie- “fue víctima de una guerra que por dé-
EDITOR mana un artículo publicado en 2011 donde se reseñaban los juicios por casos médicos rostro aterrado de sus compañeros de via Yurany se le enfrentó de hombre a ron en el piso menos ella. Kate le pre- cadas ha teñido de sangre el barrio, y
– Pascual Gaviria que Ramos Corena afronta en Estados Unidos. Uno incluye a una mujer colombiana clase. Para deshacerse de su rabia aga- hombre y le dijo delante de todo el gru- guntó: “¿No te da miedo?”. Y ella le dijo: que es algo más que una guerra de ga-
COMITÉ EDITORIAL que murió luego de pasar por la cirugía del médico en general. Luego del artículo lla- rraba a patadas las canecas de basura o po que no se pusiera en esas porque le “¿Miedo por qué? Si aquí no pasa nada”, lladas de esquina, sus autores simple-
– Fernando Mora maron las pacientes colombianas a decir que habían salido peor de lo que entraron. le lanzaba palabras sucias a sus detrac- iba a sobrar bala. e inmediatamente se acostó en el suelo. mente han cambiado de ropaje”. UC
– Guillermo Cardona El doctor, ofendido, con la cara arrugada, demandó por un agregado de los editores tores. Decía que una mujer que ama a Todo acto cívico que se respetara te- “¿No dizque no le daba miedo?”. “Piro- *Esta crónica fue escrita en desarro-
de Semana que afirmaba que no era médico titulado. La revista guardó prudente silencio otras mujeres tenía que posicionarse y nía que tener un punto donde Milvia se bas tan bobas, si yo no me quiero mo- llo de un proyecto de la Corporación Va-
– Alfonso Buitrago y el periodista, ahora exempleado de la revista, debió cargar con la culpa por su firma. exigir respeto, y así lo hacía cuando a lucía con una canción y aprovechaba rir todavía”. mos Mujer en contra del feminicidio.
– David E. Guzmán Medellín se ha convertido en un quirófano por habilidades y afinidades. Siempre ritmo de rap se le escuchaba: “Ja, qué para declarársele a alguna de las peladas
– Andrés Delgado vale la pena que los médicos que ejercen en el límite sutil entre maquillaje y cirugía su- pasa / La gente me rechaza / creen que del colegio. Hasta que la coordinadora
– Anamaría Bedoya fran un escrutinio estricto de la prensa y los jueces, como el que deben afrontar políticos porque me gustan las niñas soy una asesi- del plantel tomó la decisión de eliminar
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN y funcionarios públicos. na / si eso no se ve / sino en las cabinas de de la programación el punto donde ella
El artículo es una alerta para miles de personas enganchadas por el prestigio de la arriba / y me gusta la vida, me gusta pa- cantaba y argumentó que no quería vol-
– Gretel Álvarez
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ciudad como un destino firme para el quirófano milagroso. Y el periodista hizo su tra- sarla bien / de noche y de día”. ver a ver a un marimacho en la tarima.
DISTRIBUCIÓN bajo con juicio y rigor. En este caso la amenaza viene de un médico con prácticas dudo- A una de sus enamoradas la encon- Eso le dolió tanto a Milvia Yurany que en
– Erika, Didier, Daniel y Gustavo sas y muchos pacientes con reclamos. Y parece secundada por los fiscales, a los que les tró sentada en el salón de octavo-cua- la siguiente clase de religión escribió: “Si
CORRECCIÓN faltaron preguntas y contexto. Pero el peor aviso fue el de la revista, que en un primer tro. Tuvo que enseñarle a ese rostro volviera a vivir sería más mujer”.
– Gloria Estrada momento rehuyó toda responsabilidad. Le importaban más las páginas de la acusación infantil, con ojos de gata, que el amor Milvio seguía cantando, pateando, hi-
ASISTENTES que las propias. A última hora, luego del ruido que les corresponde a los medios, Sema- puede vestirse del mismo género y la jueputiando y sus cantos eran notas de
na se comprometió a asumir su culpa y a rectificar lo que corresponde. Ojalá reiteren ayudó a enfrentarse a una mamá que resistencia. Tenía que hacerse escuchar y
– Sandra Barrientos los riesgos que implica un médico regado en Facebook con credenciales mentirosas. no entendía cómo, habiendo tantos sus gritos reclamaban lo que la vida tan-
– Catalina Ortíz El código penal, los fiscales y las reglas corporativas de los medios pueden termi- hombres, tenía que poner sus ojos en tas veces le negó. Le cantaba a la muerte,
– Carolina Martínez nar amparados bajo un mismo código. En ese caso los únicos que pierden son los perio- una hembra enrazada en macho. “Mita, a la injusticia, a esas mujeres que quiso
distas que hacen su trabajo y los pacientes débiles frente al espejo. En UC promovemos ¿es malo querer a otra mujer?”, “no, tener pero debió dejar pasar, pues no era
Es una publicación de la la libertad de los reporteros, la maledicencia de los redactores y la responsabilidad del mija, uno toma sus propias decisiones”. raro escucharles a las pretendidas: “Ni
‘antro de redacción’. Respondemos en especie. UC El papá de Milvia Yurany se largó de sueñe que me voy a dejar echar el cuento
Corporación Universo Centro
la casa cuando se enfrentó a la respon- de una lesbiana, piroba y machorra”.
Número 66 - Junio 2015 sabilidad de criar hijos y levantar ho- Sobresalió como arquera del equipo
20.000 ejemplares gar. Cuando su mamá se volvió a casar, de fútbol de los hombres. Y muchas ve-
Impreso en La Patria la niña fue a parar a la casa de la abuela ces hizo canjes con el profe de matemá-
Amelia. Su fotografía ocupa un lugar pri- ticas: en vez de ejercicios le recibía los
universocentro@universocentro.com vilegiado de la sala, junto a miembros de versos de una nueva canción, le califi-
la familia que se los ha tragado la violen- caba las letras en lugar de los números.
cia de la comuna nororiental. Su abue- Además, acostumbraba evadir clases
D I S T R I B U C I Ó N G R A T U I TA la aprendió a entender la libre elección con el pretexto de ensayar para un acto
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Lovaina, merengues y preservativos


por S I M Ó N P O S A D A T A M A Y O
Fotografías: Juan Fernando Ospina

—Camine mijo, vamos a ver el mau- matrimonio de todos los pueblos de


soleo de los Priscos —me dijo mi abuelo. Antioquia y otras ciudades del país —
En el camino me habló de cada una Cali, en especial—, llegaron a Lovaina.
de las calles por las que pasábamos. Y viudas con hijos, como María Du-
Atravesé Barranquilla por primera vez, que Villegas, que viajó con sus dos hi-
luego Lima, Italia, Venecia y, por fin, jas desde Yarumal, Antioquia, a la casa
Lovaina, que corresponde a la calle 71. de Lola, ‘La Polla’, uno de los burde-
Más allá la 72, de la que ninguno de mis les más famosos en los años cuarenta.
tíos ha sabido nunca el nombre, y des- Fue allí donde le quitó la virginidad al
pués Turín y Revienta. pintor Fernando Botero y él, en home-
La calle Lovaina era atravesada por naje, pintó la obra La casa de María Du-
las carreras Bolívar, Neiva, Popayán, que, que tenía un apodo memorable, el
Santa Marta, Balboa, Palacé y Venezue- ‘Alma meter’, porque hay varios univer-
la, y todo este amasijo de países nació sitarios de la época que han dado fe de
como extensión del barrio Pérez Triana. que perdieron la virginidad gratis con
Y yo, que en ese entonces ya tenía sie- ella. Y hasta expresidentes.
te años y más o menos sabía dónde que- El periodista Reinaldo Spitaletta, en
daban algunas ciudades del mundo, no su crónica La nostalgia de Lovaina, re-
entendía cómo en tan pocas calles se lata que el expresidente Belisario Be-
podía pasar de la blanca Popayán a la tancur visitaba la casa de Esperanza
calurosa Santa Marta, y de la nublada Restrepo y participó en algunas peleas a
Lima al país que un año antes, en 1990, puño limpio; que el escritor Manuel Me-
había celebrado el primer mundial de jía Vallejo quedó en calzoncillos apos-
fútbol del que tuve plena consciencia. tando su ropa jugando a la botella; que
Lovaina era para mí, entonces, un el periodista Enrique Santos Montejo,
lugar perdido, esquizoide, un lugar que conocido como ‘Calibán’, visitó la casa
era, a la vez, calle y carrera, calle y ba- de Ligia Sierra y le dedicó una de sus co-
rrio, olor a jabón e indigentes, droga- lumnas de prensa, y que Marta Pintuco,
dictos y ladrones, putas y cementerio. quizá la puta más famosa de Medellín,
¿Por qué las prostitutas se fueron a vi- prestó su casa para crear las bases del
vir y trabajar al lado del cementerio Frente Nacional en una reunión política.
más tradicional de Medellín? Quizás Por cuenta de ese desfile de intelectua-
porque los vivos nunca han querido vi- les, se dice que la calle recibió su apodo
vir al lado de los muertos, y las muje- por la Universidad de Lovaina, una de

U
res que ejercían la prostitución en esa las más antiguas del mundo.
no de los recuerdos más oler y ver el jabón y el agua que los la- al fondo de las calles para ver, con mor- época estaban muertas en vida: habían Leyendo archivos históricos y cró- ella, minutos después, sin que nadie se diera cuenta, quien contador de luz, saca un paquete, se acerca a un carro, en-
antiguos que tengo provie- vadores de carros echaban todo el día. bo y curiosidad, a Lovaina, aunque no quedado embarazadas, habían perdi- nicas sobre Lovaina, me encuentro con me puso en la mano un billete enrollado de cinco mil pesos. trega algo, vuelve a la pared y cuenta el dinero. A principios
ne de cuando tenía tres o Y los miraba con envidia, porque para fuera la Lovaina de verdad. do la virginidad antes del matrimonio un nombre que me es familiar: Aura —Le pagó la universidad en España a un muchacho del de 2014, los combos se disputaban siete plazas de vicio en el
cuatro años. Estaba acos- mí ser lavador de carros era el mejor Y sí que sentía morbo y curiosidad, y, por eso, no podían casarse y hacer fa- Cardozo, conocida como ‘La Pipí’. Re- que se enamoró —me cuenta mi abuela, pero no sabe qué sector. El 22 de agosto, la policía incautó cincuenta mil dosis
tado en una cama y mi trabajo que alguien podía tener. ¿O porque fue allí, en esa esquina de la ca- milia. Y eso, en esa época, era toda la cuerdo que iba de visita los domin- pasó con ella. La última vez que la vio, habitaba una casa en- de marihuana, veinte mil de base cocaína y más de 29 millo-
mamá y mi abuela me ponían algún re- quién no habría querido jugar con agua lle Barranquilla, donde me sentí atraí- vida a la que tenía derecho una mujer. gos a la casa de mi abuela, con blusas frente de Policlínica. Vivía de arrendar habitaciones a inqui- nes de pesos en efectivo.
medio en la uña del dedo pequeño del todo el día en su niñez? do por primera vez por una mujer. Fue De hecho, las leyes urbanísticas de de flores, faldas de seda que le llega- linos que le robaban cosas de su cuarto. Pasamos por Revienta, una callejuela angosta que está
pie derecho. Mi abuela me había pisado En una ocasión, con los doscientos a los cinco o seis años de edad, y no fue principios de siglo en Medellín no per- ban a la pantorrilla, sombras púrpuras *** tres calles al norte de Lovaina. Mi abuela ha vivido en más
con su tacón y me había roto la uña por pesos que mi abuelo me dio compré un por una mujer en el sentido más estric- mitían que los prostíbulos estuvieran a en los ojos y fumaba cigarrillo con una Esta vez recorremos Lovaina y las calles aledañas en el ca- de cincuenta casas en toda su vida, y una de ellas fue allí.
la mitad. También tengo otro recuerdo paquete de merengues. Me gustaban to de la palabra, sino por las decenas de menos de 160 metros de distancia de es- elegancia de película: usaba sus dedos rro de mi tío Diego. Hoy, el sector está repleto de talleres de Nos detenemos en la casa, que tiene una fachada amarilla.
de esos días, que no sé si ocurrió antes tanto que miré los ingredientes para travestis que desfilaban por toda la ca- cuelas, hospitales e iglesia. Más o me- como pinzas, como si los cigarrillos fue- carros, y las calles son una sola mancha de aceite. En medio En ella, mi mamá vivió cuando tenía seis años. Entre las ta-
o después del de la uña. Yo estaba sen- intentar hacerlos yo mismo y hubo un lle semidesnudos, mostrándoles una que nos a partir de 1925 —existe registro de ran palitos untados de mierda. En una de una calle, veo a dos jóvenes de no más de dieciséis años. pias —las paredes todavía son de bahareque— mi mamá
tado en un triciclo al borde de unas es- ingrediente que no conocía: preservati- otra teta a los hombres que pasaban a cuatro burdeles en Lovaina en 1927—, ocasión, peleé con mi papá porque no Uno está sentado en una silla Rimax y el otro está apoyado atrapaba alacranes, o escorpiones, no sabe muy bien, y con
caleras, y mi abuela me decía que no vos. Le pregunté a mi abuelo qué eran toda velocidad conduciendo por allí. muchas de las mujeres embarazadas y me quería dar cuatro mil pesos para en una pared, con la camiseta subida por encima de su gran mi tío William los ponían en el centro de una hoja de papel
me fuera a lanzar. Y creo que me lancé. los preservativos y me llevó a su cuarto, Pero sería a los ocho o nueve años que perdieron la virginidad antes del comprar un libro de Indiana Jones y fue panza. En un parpadeo de ojos, veo cómo se estira hasta un periódico, que quemaban por todos los bordes. Cuando las
Pero no lo recuerdo con claridad. Y mi abrió el cajón de las medias y sacó una cuando mi mamá me explicó qué era
abuela tampoco. tira de condones de colores. un travesti. Pasamos en el carro por
Pero hay algo que sí tengo claro de —Mire mijo, cuando usted vaya a allí, me quedé mirando a los travestis,
mis dos recuerdos más antiguos: ambos comerse una puta de Lovaina, tiene que en especial a uno que se vestía como la
ocurrieron en una casa de la calle Ba- ponerse esto en el pipicito para que no Mujer Maravilla. Mi mamá me dijo que
rranquilla, en Medellín. Y esa casa te- le den enfermedades de esas que lla- eran hombres que les gustaba vestirse
nía un pasillo largo, donde yo jugaba man de transmisión sexual. de mujeres, y que se amarraban el pipí
con mi primo Andrés a estrellarnos en Desde entonces, donde sea que esté, con un caucho para que no se les viera.
moto, y las motos no eran otra cosa que cuando veo un merengue, me acuerdo Así ha sido toda la vida mi mamá, sin
los cojines de los muebles de mi abue- de mi abuelo, de Lovaina y fantaseo con ningún filtro para decir las cosas. Re-
la. En ocasiones los cojines se abrían que ese merengue lo prepararon ba- cuerdo que me quedé pensando en esa
por los golpes y la espuma se regaba por tiendo unas claras de huevo con azúcar imagen por días. Incluso miraba mi
el piso, como las tripas de una fruta que y unos cuantos condones. propio pipí y pensaba cómo lograban
cae de un árbol. Y en esas ocasiones, mi Así, todos los caminos llevaban a Lo- amarrárselo con un caucho.
abuelo Próspero siempre nos decía: vaina, un lugar que yo no entendía dón- ***
—Dejen de joder. Más bien tengan de quedaba. A veces hablaban de Lovaina La primera vez que fui a Lovaina de-
esta plata y vayan a comerse una puta como una calle y, otras, como un barrio. bió ser a finales de enero o principios
de doscientos pesos a Lovaina. —Próspero, ¿dónde queda Lovaina? de febrero de 1991. Lo sé bien porque
A mis tres, cuatro o cinco años de —le preguntaba yo a mi abuelo, al que por esos días todo Medellín visitaba el
edad, esa frase me daba mucha felici- siempre llamé por su nombre. Cementerio de San Pedro para cono-
dad, porque con esos doscientos íba- —Es esa que está allá —me dijo una cer, quizá, la tumba más excéntrica que
mos a la tienda de la esquina y nos vez que estábamos en la esquina de la haya tenido la ciudad: la de los herma-
comprábamos una Sprite helada con calle Barranquilla con la carrera Balboa, nos Armando Alberto y David Ricardo
papitas de limón, o un Bon Bon Bum es decir, calle 67 con carrera 50A. Prisco Lopera, de los sicarios más san-
que me comía untándolo con Quipi- La calle que me señaló no era Lovai- guinarios al servicio de Pablo Escobar,
tos. A esa edad, yo no sabía qué era una na, sino la carrera 50A más adelante, que fueron dados de baja en un opera-
puta. Pero sí sabía qué era Lovaina: un donde se convierte en una calle lúgu- tivo con cerca de cien policías el 22 de
lugar prohibido, al que yo nunca de- bre, gris, porque en ella se alza el muro enero de ese año. La tumba tenía una
bía ir, que quedaba al pasar la calle Ba- oriental del Cementerio de San Pedro. particularidad: contaba con un equipo
rranquilla y que olía a jabón. Desde el Y siempre que subía por la calle Barran- de sonido que, cuando lo visité, tocaba
balcón de la casa de mi abuela podía quilla para visitar a mi abuela, miraba música de Los Panchos.
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llamas llegaban casi al centro, los escorpiones, o alacranes, se enve- se metió al contrabando, después vendía marihuana y ahí fue como
nenaban con su propio aguijón. aprendió y se metió a la coca. Ese tipo era un gamín.
—Y en la casa de enfrente —recuerda mi mamá— vivía un se- Además, me cuenta la historia de Emilio Pompis, un ladrón que co-
ñor que era joyero, y en la pared de su taller de trabajo tenía mon- noció en Lovaina y con el que se encontró años después en Nueva York.
tones y montones de escorpiones clavados en la tapia con alfileres. —Íbamos en el metro de Brooklyn, y yo veía cómo le metía la
Ahora vamos por Turín, una calle al norte de Lovaina. Allí, en mano en el abrigo a un hombre, sacaba la billetera, sacaba la plata y
una casa de fachada verde, todavía está la ventana por la que mi volvía a meter la billetera en el bolsillo del abrigo. Las cosas en esa
mamá y mis tíos vieron, empinándose entre la multitud, la transmi- época se hacían muy bien, no como estos matones de ahora que ha-
sión por televisión de la llegada del hombre a la Luna. blan “uuuujuuuuentoncesqué ujuuuu” —dice, y pone la boca como
—En esa casa vivía un niño al que le decíamos ‘Garrincha’. Sus un chimpancé.
padres tenían mucha plata. A veces me dejaban entrar a ver televi- Los tiempos no son como antes. Eso también dice Omar, un pelu-
sión, y el maldito de Garrincha se sentaba al lado mío a intentar qui- quero que lleva 35 años trabajando entre Lovaina y la calle Barran-
tarme el lunar con la uña —dice mi mamá refiriéndose a un lunar quilla. En esa época trabajaba en la peluquería Evelyn, a la que le
que tenía debajo de las clavículas–. Una vez me emputé, me le monté lanzaban piedras, mangos y mamoncillos porque trabajaban homo-
encima y lo agarré a puños. Después, él era todo enamorado de mí. sexuales. Aprendió a peluquear en maniquíes de pelo postizo, y re-
Mi abuela recuerda que hace cerca de cuarenta años, las casas de cuerda que después de las dos de la tarde, los viernes y sábados, el
Lovaina tenían bombillos rojos, azules y amarillos. Así reconocían salón solo era para las prostitutas de Lovaina. La moda de la época
los clientes a los prostíbulos. A su alrededor todo lo que había eran eran los peinados cogidos, las moñas, las trenzas, las cebollinas, los
potreros, donde la abuela salía a tender la ropa y donde mi mamá ca- encrespados y las decoloraciones rubias y rojas.
zaba mariquitas y escarabajos dorados y en las noches se oían los
grillos. Eran buenos tiempos.
Fue en ese tiempo, a finales de los años setenta, que llegó el primer
secador de pie al Salón Mariela, una institución de la peluquería en Línea Confiable 444 1020 • www.confiar.coop
Spitaletta cuenta que las prostitutas bañaban a los hombres an- Medellín, donde Omar y miles de peluqueros estudiaron los últimos
tes del sexo, con agua con alcohol y permanganato de potasio, y la gritos de la moda. Con el secador de pelo, murieron los peinados
cuenta a pagar la dejaban de manera discreta bajo la almohada. “Im- recogidos y las cebollinas, y llegó la influencia del glam rock, con
plicaba una total falta de respeto exigirle a la mujer extravagancias David Bowie y Alice Cooper como los modelos a seguir.
en la cama. Nada podía hacerse por fuera de los conductos regula- Las casas de prostitutas dejaron de ser los lugares de encuentro
res”, escribe Spitaletta. de intelectuales para ser barras de show de striptease, con mujeres
Algo similar me dice Alfredo, un amigo de la familia. Después con pelos cepillados y mullets. Se impuso la era de la “teta voleada”,
de cumplir una condena por narcotráfico en Estados Unidos, regre- como le dice el historiador Carlos Andrés Orozco. Ya Marta Pintuco
só a Colombia sin un peso en el bolsillo. Una mañana de domingo de y María Duque estaban en decadencia; llegó el reinado de los traves-
2013, se encontró con mi abuela en un concierto de música clásica tis y de lugares como ‘La cueva del oso’, un sitio con paredes pinta-
en el Teatro Metropolitano. das de negro, que en un balcón tenía un oso gigante de peluche en
Alfredo llegó tan pobre de Estados Unidos que vive en un hogar el que los jíbaros escondían la marihuana; y los primeros gramos de
de paso de la Alcaldía. Cuando le contó su historia a mi abuela en el coca y bazuco que se empezaron a tomar la década de los ochenta.
teatro, ella le dijo que pasara todos los viernes a la casa. Siempre le —Nunca he trabajado con travestis, porque ellos mismos se
da un plato de sopa de pasta o fríjoles, y cinco o diez mil pesos. arreglan. Pero después de las prostitutas, llegaron todos los pillos
Me siento a almorzar con Alfredo. Siempre lleva consigo un bol- y matones. A esos les gustaba el siete —dice Omar, sentado en su
so negro, en el que mete un libro, un cepillo de dientes, una billete- silla de peluquería.
ra, un pastillero, un lápiz, un borrador y un lapicero, todo empacado Hoy en día cobra cinco mil pesos por un corte de pelo, pero ya tra-
en perfecto orden en bolsas Ziploc. Me cuenta que la policía siempre baja muy poco. Se queja de que hay peluquerías que cobran dos mil
ha sido corrupta, pero que no se acuerda el nombre del policía co- pesos por un corte, que el oficio va para abajo y que la gente prefie-
rrupto de esa época en Lovaina. Recuerda también que veía a Pablo re arriesgarse a que les corten las orejas en las academias por un cor-
Escobar caminando con ‘La Kika’. te gratis a dejarse tratar por un profesional con experiencia como él.
—Ese tipo fue el que se tiró Lovaina, porque ese sector era ele- Mi abuelo Próspero murió, la peluquería ha cambiado y yo em-
gante, y todo se hacía con discreción y elegancia —dice—. Él em- piezo a perder el pelo en la coronilla. Lovaina no es ni sombra de su
pezó robándose las lápidas del Cementerio de San Pedro, después pasado. Se destruyó. UC
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La isla negra
de altamar, y yo, sobre las maravillas era como una ciudad imponente en rui- guían merodeando, de modo que me lo
del fondo del océano. Él se sentaba en nas: uno podía percibir cuán bella había llevé un poco más lejos... En mis entra-
el borde del muelle y dejaba colgar las sido. Osiris se contoneaba, casi siempre ñas sentía un nudo de víboras.
piernas mientras le sacaba lamentos a cantando algo alegre, y el viejo la mira- De haber sido una muerte clási-
un acordeón, y a duras penas lograba ba desde unos ojos remotos y agradeci- ca, aburrida, en un lecho sin gracia, lo
ver mi cabeza flotando en un mar ne- dos. Ella era el día y él la noche. Nunca habría dejado ir. Pero la muerte infa-
gro. Al principio yo no salía y me que- hablaba de ella: era como un tesoro que me que le quisieron dar, y que él habría
daba flotando y mirándolo desde el no quería mancillar de palabras. Tam- considerado gloriosa, no me dejaba al-
mar, pero de pronto, sin saber cuándo, poco se fueron a vivir juntos, "para sa- ternativa: lo llevé al golfo donde habi-
me vi pidiéndole ropa para poder sentar- borear mejor el pecado", decía él. taba una tribu de renegados de otras
por P U L P O M Á N D E L O S C O R A L E S me a su lado y poder beber las músicas
y las historias que según él mismo eran
El día que ella murió, Wolfgang fue
al funeral vestido de blanco. Luego asis-
tribus caníbales. Sabían cosas. Salí
del mar con Wolfgang en brazos. Sus
las que lo habían hecho viejo mientras lo tió a su cita conmigo puntualmente. Al ojos ya no estaban abiertos, chorreaba
arrugaban los años. Wolfgang jamás se final del encuentro, cantó Summertime. aguasangre y el peso de la muerte di-
Ilustración: Mónica Betancourt quitaba su pipa de la boca como no fuera Solo entonces lloró. Lo hizo sin pudores ficultaba aún más mi renquera. Había
para echarle una nueva picadura. Estaba y sin orgullo. No recuerdo haber oído una fogata cerca de la playa. Allá es-
encorvado como un gancho, con unos co- un canto más bello que el suyo aquella taban los miembros de la tribu reuni-
pos de nieve crespa en su cabeza, y can- noche. Después tocamos un aire fran- dos entre tambores, saltos y plumajes.
taba cada canción con una voz distinta cés en el acordeón. Fumé de su pipa. Tan pronto como lograron definir mi fi-
pero suya, como si una multitud habita- Ese día le dije a Wolfgang mi verdadero gura en la oscuridad, se prosternaron
ra en su garganta. Sin embargo, no to- nombre. Pocos lo saben y, por supuesto, ante mí (después supe que para su cul-
caba muy bien, porque tocar bien no es no es Pulpomán. tura, el pulpo es un animal sagrado…
cuestión de talento, sino de mera aplica- Una noche llegué al muelle nadan- durante un tiempo me tuvieron por un
ción, y eso era algo que a su edad lo tenía do entre sargazos, abriéndome paso en dios, pero esa es otra historia). Dejé a
sin cuidado. Hasta entonces, mis gratos la oscuridad de la vegetación marina, y Wolfgang en el suelo, junto al fuego, y
ejercicios musicales se habían reducido a entonces, justo antes de asomar mi ca- ellos entendieron. El chamán, redondo
cantar borracho para un grupo de borra- beza a la superficie, escuché el ruido de y tuerto, tomó unas semillas y las puso
chos. Pero el viejo Wolfgang, con su an- un chapuzón y vi un bulto que se hun- en las heridas del vientre. Su cara pin-
dar cansado, me mostró de qué estaban día lento y silencioso, dejando una es- tada parecía la de un pez globo por los
hechas las canciones con las que las pros- tela de burbujas diminutas que salían reflejos del fuego. Cubrió el cuerpo con
titutas condescendían al llanto, o qué del aire de la ropa. La luna iluminaba una ligera capa de tierra mientras mur-
truco había en las tonadas que se adhe- las burbujas, era muy bello. A pesar de muraba oraciones en su lengua. Final-
rían a la mente hasta lo empalagoso, o el la luna llena, tuve que acercarme por mente lo acostaron en una balsa con
poder fuerte y sencillo de hilar dos acor- completo para saber que era una per- cuatro antorchas y lo soltaron a la de-
des en una melodía sabia. De él aprendí sona. Cuando le di la vuelta encontré riva en el mar. Se fue metiendo mar
que un acordeón es un instrumento que la cara de Wolfgang. En sus ojos abier- adentro, noche adentro, hasta perder-
tiene caprichos de amante histérica. tos no había miedo, sino una tristeza se muy lejos.

T
El viejo Wolfgang era un hombre insondable. Yo hubiera querido saber No mucho tiempo después, empe-
odo empezó una noche en solitario. Yo era su único amigo, y una qué estaba pensando, o qué recuer- zaron a oírse cuentos de marineros so-
la que se fue al traste la vida viuda con la que a veces ejercía una ga- dos habían acudido a su partida de este bre una isla que tenía la forma de un
que había forjado, y algo lantería desenfadada. La visitaba y le mundo. En ese momento vi también hombre. Las semillas del chamán ger-
más importante comenzó. llevaba la pesca del día, y la mujer se en- la estela de sangre que le manaba del minaron hacia el cielo en una vegeta-
Fue en un bar, en el Pacífi- cargaba de prepararla y de venderla en vientre y se confundía con la corriente. ción frondosa y hacia el mar en unos
co. Me senté junto a la barra. Había un un restaurante sobrevolado por las mos- Era como la tinta que soltamos los pulpos juncos que llegaban hasta el suelo. Que
busto de algún militar olvidado sobre el cas. Gracias a eso ella podía sobrevivir. en el agua, oscureciéndolo todo. No tar- está viva esa isla, dicen, y que viaja por
que las moscas dejaban sus secreciones. Se llamaba Osiris, como la deidad egip- darían los tiburones, pero no podía salir los cinco continentes. Alguna vez di con
Alguien le había puesto un gorro de na- cia, y su cuerpo ya un poco abultado con él cerca de ahí. Quizá sus asesinos se- ella, pero en otra ocasión les cuento. UC
vidad, aunque estábamos a mediados
de septiembre. En el bar de ‘Tarro’ ya
me conocían y me habían endosado el
apodo de ‘El mugrete desangarillado’.
Conozca las canciones de esta historia cantadas
No me malquerían, me daban ron, me
por el mismísimo hombre-pulpo el 3 y el 4 de julio en el
hacían cantar y me daban pésimos con- solo les seguía la corriente, pues tratar
teatro Tecoc (Cra. 53A # 49-09, Bello) y el 31 de julio en
sejos sobre mujeres. Yo no lo sabía, las de mostrarse modesto habría sido qui-
el Teatro Oficina Central de los Sueños,
prostitutas del lugar me convencieron zá una exhibición de soberbia. Esa no-
(Cr.43 N° 52 - 50 Diagonal al Parque del Periodista)
de que eran pésimos. Cuatro o cinco che, aquella mujer, que se sabía todas
mesas mal puestas, una barra pequeña las canciones de los marineros en todos
y más gente de la que en verdad cabía los idiomas, se había sentado a mi lado
era todo lo que el bar de Tarro tenía. En y estaba ya inclinándose demasiado ha-
las pausas en que los marineros deja- cia mí. Sus manos, en las que brillaban
ban de tocar para atragantarse de ron, unas pulseras baratas, empezaron a
llegaba desde algún lugar de la noche acariciar mis muslos. Yo temblaba. Es-
el ruido del choque de los barcos en el taba excitado, claro, pero demasiado cantando a gritos, sin tocar la guitarra que uno de ellos llevaba en la mano.
atracadero. Adentro vivíamos envuel- asustado. Si yo fuera un sujeto normal No tenía de qué preocuparme, pues ellos no sabían nada, pero a mi espal-
tos en murmullos, en el tintineo de las creo que no me habría preocupado. Pero da, en la puerta del bar, se agolpó una muchedumbre que gritaba para que
copas, en el siseo de los zapatos arras- eso que tengo entre las piernas empezó no me dejaran escapar. Entonces los que venían cambiaron su actitud de
trando arena en una baldosa siempre a serpentear, desesperado, y justo cuan- fiesta y sacaron sus cuchillos. Tenía cerrado el paso hacia el muelle. Empe-
mugrienta y en los escupitajos de los do ella posó su mano sobre mi pantalón, cé a correr hacia la izquierda por un callejón, perseguido por gritos, luces
cantantes antes de reanudar la música. mi hectocótilo trató de enroscarse en su de linternas y fierros de destazar tiburones. Aproveché los recovecos de las
Resulta que hacía varias noches, muñeca. Ella dio un alarido, horroriza- calles, pero por desgracia el muelle no es infinito, o no de la forma que yo
una de aquellas mujeres, harta de reci- da, y saltó hacia atrás, derribando una necesitaba, y a medida que avanzaban los minutos la turba empezaba a sa-
bir besos de bocas desdentadas y eyacu- mesa completa y mostrando unos calzo- cudirse el estupor y a planear con claridad una estrategia. Escondido bajo
laciones apresuradas de cuerpos sucios, nes rojos en la caída. unas escalas, los oí confabular: hicieron varios grupos y los distribuyeron
me miraba con interés y me hacía pre- Sobra decir que correr no es mi fuer- por todos los flancos posibles. Me tenían acorralado. Entonces oí un “pss,
guntas sobre mi extraño peinado: para
disimular mis tentáculos, me los agarra-
ba con una banda atrás y me ponía un
te: soy cojo de nacimiento. Sin embargo,
en medio de la confusión y la algarabía,
y mientras la mujer trataba de explicar a
pss” y adiviné en la oscuridad una puerta abierta. Decidí que era preferible
esa opción a la de los marineros furiosos. Entré a un lugar caliente y oscu-
ro. Solo oí un “shhh”, y me quedé muy quieto. Luego, un susurro me indicó
Pauta chiqui
enorme gorro con los colores de Jamaica. los gritos lo que había pasado, logré es- que lo siguiera en las tinieblas. No supe que era Wolfgang porque nunca lo
En un rincón, un viejo, el viejo Wolfgang, currirme pegado a la pared y alcancé a había oído hablar. Pero sí: era él.
colosal y del color de la noche, callaba salir al frío de la noche. Empecé a ca- No lo descubrieron y desde luego nadie sospechó de él cuando salió del
y bebía con la sonrisa maliciosa del que minar rápido pero sin correr, con la in- callejón, se paró frente a la turba y levantó un brazo para señalar el norte.
sabe más y dice menos. Todos lo respe- tención de alcanzar el muelle. Estaba Una vez todos se habían ido, salí del escondite y salté al mar. Antes de sumer-
taban y no había pieza que tocaran sin lloviendo y mis pies y el bastón se hun- girme, me quité la ropa para que no me estorbara. Desde entonces, varias
su aprobación. Por lo demás, él no to- dían en el lodo de las calles sin pavimen- veces a la semana nos encontrábamos el viejo y yo en el muelle húmedo y os-
maba muy en serio esas zalamerías, tar. Al frente venían unos pescadores curo, en las noches sin luna, para intercambiar historias: él, sobre su mundo

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Confesión
de un lector
por J U A N C A R L O S O R R E G O Tríptico de la infamia
Pablo Montoya
Literatura Random House
2014

infame Premio de literatura


Rómulo Gallegos, 2015
Caído
del zarzo
Elkin Obregón S.

N ROMANZA DE AMOR
o es absurdo tener un ami- para practicar como se debe. Sin em- Rómulo Gallegos. A mi cabeza llega- sobre alguna letra traviesa que había tierras de los indios timucua. François Dubois, pintor de Amiens,
go que, a su vez, sea amigo bargo, lo que le había pasado a Pablo no ron imágenes de viejos almuerzos de saltado de lugar o precisar un dato his- toma la voz en la segunda parte y cuenta su propia historia, trági-

V
de Nairo Quintana, o que era que hubiera expirado sino algo del lunes en los que hablamos, a rajatabla, tórico en algún tema en el que, por ca- camente marcada por la matanza que los católicos parisinos per-
sea primo de Carlos Vives, todo impensable: se acababa de cono- de los vociferantes lugares comunes de sualidad, estuviera mejor informado. petraron contra sus conciudadanos hugonotes, el 24 de agosto de
de la misma manera que cer el fallo que le entregaba el Premio Fernando Vallejo; retazos de confiden- Alguna vez, Jorge Luis Borges se refirió 1572, día de San Bartolomé; una masacre que retrató el propio Dubois, i la final de la Liga Águila con ojo imparcial y paz en el alma. El
es muy posible tener un amigo que sea Rómulo Gallegos 2015 por su última cias sobre las enfermedades propias de a esa tarea correctiva como una “poli- acaso influido por las reminiscencias americanas de Le Moyne, a que nada debe nada teme, y yo soy del Nacional.
subsecretario de cualquier despacho novela, Tríptico de la infamia, publicada la cuarentena; la colorida estampa de cía de las pequeñas distracciones”, del quien conoció en vida y a quien, incluso, reemplazó como amante Pero lo que más me gustó fueron las cortinas musicales de
público o editor de un periódico cul- hace diez meses. mi esposa y yo hablando a media len- todo insustancial. Sobra decir que no se de una mujer, Ysabeau, figura central en la memoria de la jornada cada equipo: Alfredo Gutiérrez para el Dim y Pachito Eché para
tural: a fin de cuentas, hay que vérse- La mezquina vanidad que carac- gua con Eloísa, la hija más pequeña de equivocaba el Homero argentino en esa sangrienta. Finalmente, el mismo Pablo Montoya se apodera de la el Cali. Ambas músicas convocan, pero me arrulla desde la in-
las con tanta gente a lo largo de la vida teriza a nuestra especie siempre hace Pablo; una silueta imantada de muñeca consideración, y mucho menos cuando narración y, con el auxilio parcial de cierta magia de ventrílocuo, fancia la segunda, convertida muy pronto en la canción-himno del cuadro
que no todos los que estrechan nues- que, cuando algún conocido se encum- rusa para pegar en la nevera, que el es- el corregido es un escritor que, como mi refiere los hechos de la vida de Theodor de Bry, el grabador de Lie- caleño, compuesta, cosa que muchos ignoran, por el gran músico bogota-
tra mano pueden ser monigotes anóni- bra —y con más razón un amigo—, no critor me había traído de Moscú. Aun- amigo, es curtido en el oficio y conoce, ja que ilustró —entre otros clásicos de su siglo— la Brevísima des- no Álex Tovar. La compuso (letra y melodía, primero bambuco, luego y para
mos. Lo que sí parece imposible es tener solo alardeemos de la cercanía con que que todo parecía en orden, al hacer mejor que yo, los misterios y vericue- trucción de las Indias de Bartolomé de Las Casas, tarea en la cual siempre porro) en homenaje a Francisco Echeverri Duque, empresario pai-
un amigo que se gane el Premio Ró- hayamos venido gravitando en torno balance de este inventario me pareció tos de la lengua literaria. Pero también expresó el interés por lo americano que le dejó el conocimiento de sa, quien regentaba en ese tiempo el Hotel Granada, de Bogotá, cuya or-
mulo Gallegos, el mismo que antes fue suyo, sino que lamentemos no haber- que, al menos, pude haber mimado a la sobra decir que si a uno le correspon- las pinturas de Le Moyne, así como la brutalidad asesina que lo im- questa dirigía el autor. Tovar la grabó con esa orquesta y su vocalista, Jorge
a parar a las manos de Gabriel García la intensificado hasta tocar su biósfera. niña durante cinco minutos más. de en suerte practicar esa revisión ba- pactó en el cuadro de Dubois sobre los hechos parisinos de 1572. Noriega; y es ésa la versión que le da triunfos al Cali, no obstante la existen-
Márquez, Mario Vargas Llosa y Carlos Apenas colgué el teléfono recordé que Lo cierto es que yo no tenía por nal sobre una novela que habrá de ser Fue muy poco lo que, amén de las minucias declaradas más arri- cia de otras muchas grabaciones, entre ellas la de Dámaso Pérez Prado, con
Fuentes. A mí, sin embargo, me pasó. me había cruzado con Pablo dos sema- qué fatigarme en la búsqueda de unas laureada, la anécdota puede convertir- ba, pude hacer para mejorar la escritura de una historia que, como la la voz de Benny Moré, que le dio al porro un espaldarazo internacional.
Al mediodía del jueves 4 de junio, nas atrás, en la plazoleta central de la pruebas que nadie me estaba pidien- se, legítimamente, en un opúsculo de de Tríptico de la infamia, había nacido adulta, cautivante y erudita. Pero los hinchas del equipo valluno se quedaron con la primera versión
un amigo —el que es editor de un pe- universidad, y que le había hecho una do y que, aún en ese caso, yo no tenía prensa. Cualquier cosa, menos quietos. De hecho, no recuerdo haber hecho ningún aporte visible —ya que (a pesar de Moré, a pesar de su amado Grupo Niche), sin importarles que la
riódico cultural— me llamó para hacer- broma sobre su dedicación de cartu- por qué esgrimir. Porque, de habérse- Tríptico de la infamia entrelaza las no importante— a la primera parte, y muy pronto me conformé con letra no hablara de fútbol, sino de un prohombre antioqueño. Hace de esto
me una pregunta que, en principio, me jo a una edición crítica de los cuentos me llevado al tribunal de los mereci- historias de tres pintores protestantes saber que una frase que el narrador pone en boca de un capitán fran- más de sesenta años, y ese canto les ha regalado ya nueve estrellas. Lo de-
pareció alarmante: “Güevón, ¿supiste de Pedro Gómez Valderrama, y que — mientos de la amistad, podía ofrecer del siglo XVI que, cada uno por su cuen- cés —“¡Oh, viajes!, sois la desgracia arrojada al rostro de la huma- más es loma.
lo de Pablo Montoya?”. Pensé, lo juro, por mi imperdonable descuido y para el argumento más contundente en esos ta, se interesaron en dibujar escenas en nidad”— había sido arrancada por Pablo de los párrafos de Tristes Confesión: siempre quise bailar, aunque soy inepto de necesidad. Pero
que ese amigo escritor, profesor colega mi mala suerte— lo había dejado esca- momentos de efervescencia y calor del que el hombre es lobo del hombre. En trópicos de Claude Lévi-Strauss, obra que leyó materializada en mi hubiera querido lucirme con los viejos sones cubanos, que se bailaban en
en la Universidad de Antioquia, había par con otro amigo suyo que a la sazón fallo literario. Y era que por la genero- la primera parte, una voz omnisciente viejo ejemplar de la editorial Eudeba (casi me pareció ver una marca tres baldosas, y con Pachito Eché. Dios no me concedió ese don, pero me
muerto en algún desastre automovilís- lo acompañaba, y con el que sin duda sidad y sencillez de mi amigo, yo había cuenta la historia de Jacques Le Moyne, de lápiz sobre el respectivo margen). La cosecha de la segunda parte vengo de Él en mi imaginación, donde bailo como un rey.
tico o aéreo, esto último por la frecuen- había compartido no solo algún café conocido el manuscrito que había de- un dibujante de Dieppe que hizo par- fue igualmente entrañable y consistió en que, habiendo estado sumi-
cia con que su agenda docente lo obliga vespertino sino las conversaciones más venido en la versión final de Tríptico de te de la avanzada francesa que tocó la do mi amigo en la lectura de fuentes francesas, transcribió el ape- P.D. El título de esta croniquita es el nombre de un pasillo de Álex Tovar,
a visitar los aeropuertos, y lo primero personales. Intenté exorcizar mi mala la infamia, y que semejante comunión costa oriental de Norteamérica y que, llido del protagonista de una famosa pintura de Jan van Eyck como una de las más bellas canciones del repertorio colombiano, que cantó como
porque no hace mucho sacó su licencia conciencia con una antología de re- me había puesto en situación de suge- en consecuencia, fue testigo privilegia- “Le Finn”, tratándose realmente de un comerciante italiano de ape- nadie Carlos Julio Ramírez. Casi nadie la recuerda, por obvias razones. Y
de conducir y —me temo— su frenéti- cuerdos e indicios que probaran la rea- rirle, al menos, dónde podía acomo- do de los estragos causados por las tro- llido “Arnolfini”. Como yo había estado obsesionado con esa pintura casi nadie recuerda a Tovar: estudió música en Bonn, fue violinista en or-
ca actividad literaria no le deja tiempo lidad de mi firme amistad con el nuevo dar un par de comas, llamar la atención pelías entre españoles y franceses en desde los ocho o nueve años —cuando hojeaba enciclopedias como questas alemanas y en la Sinfónica de Colombia. Intérprete de muchos ins-
un poseso—, pude sugerirle al novelista tomar cartas en el asunto, trumentos. Políglota.
lo cual hizo, según consta —para mi felicidad— en la página 136 de
la edición definitiva de Tríptico de la infamia, bendecida por el signo
de Random House. En la última parte, más allá del par de comas, me
CODA
Entre poetas.
puse un tanto pesado y, me parece, le señalé al escritor la “densidad”
En su poema La felicidad, Fernando Linero (Santa Marta, 1957) cita a
de algunos pasajes que describían los grabados de los indios marti-
Hegel, quien luce aquí como un Borges avant la lettre:
rizados en el Caribe. Lo cierto fue que, cuando pude mirar el libro
“Hegel afirmó que la Historia
impreso, no estuve seguro de si algo había sido cambiado o no; sos-
no es el lugar de la felicidad:
pecho, sin embargo, que mi amigo —con toda razón— mandó mis
‘los tiempos felices son en ella páginas vacías’”.
sugerencias al mismo infierno en que los conquistadores españoles
Lo que sigue no es muy bueno, pero Linero se reivindica dos poemas
quemaron a los nativos del reino de Jaragua.
más adelante:
Mi necedad hizo —lo confieso con el ánimo de expurgarla— que
“Reconozco que en el fondo de lo que soy —un montón de cosas que el olvi-
asistiera al acto de lanzamiento de la novela con la esperanza de
do habrá de depurar—, va quedando una mansedumbre de casa abandonada”. UC
que el novelista mencionara mi nombre en calidad de lector del ma-
nuscrito, de la misma manera que García Márquez le dio crédito a
Fidel Castro por haber revisado las pruebas de Crónica de una muer-
te anunciada y detectar la inclusión anacrónica de una pistola. Por
fortuna, Pablo habló sobre su obra con profundidad y altura —soy
consciente de la paradoja—, de modo tal que al menos dos lecciones
me quedaron muy claras. La primera es que cuando un escritor au-
téntico deja que otras personas lean su obra en ciernes no es con la
idea de que le corrijan la plana, sino con el deseo de que haya testigos
de un alumbramiento que él cree trascendental. La segunda lección
—aplicable concretamente a Tríptico de la infamia— es que, si a al-
guien se debe la novela, es sobre todo a una comunidad universal que
nace con los indios timucua, recoge las iluminaciones de tres pinto-
res tan geniales como angustiados por la intolerancia religiosa y des-
emboca en un novelista intérprete que pone su pluma al servicio de
todas la voces, y que si en ese concierto histórico a mí me ha corres-
pondido acomodar dos comas, ello es más que suficiente para darme
por bien servido.
Al otro día de que se conociera el fallo recibí un correo electróni-
co de Pablo. Una de sus frases, tan graciosa como lapidaria, puso en
DR. GUSTAVO AGUIRRE
evidencia su sensatez al mismo tiempo que lo mucho que yo me ha- OFTALMÓLOGO CIRUJANO U DE A.
bía excedido con mis infames y patéticos pavoneos de consejero lite- CIRUGÍA CON LÁSER
rario: “Está loca toda esta gente. Tanta bulla por una novela”. UC

La masacre de San Bartolomé. François Dubois, 1572.


Clínica SOMA
Calle 51 No. 45-93 • Tel: 513 84 63 - 576 84 00
12 UC número 66 / junio 2015 número 66 / junio 2015 UC 13

Sagas nórdicas
por A L E J A N D R O G AV I R I A

M
uchos años después,
ante la inminencia de la
muerte, Jorge Luis Bor-
ges habría de recordar la
hondura de una tarde ya
remota, “las verjas de un jardín junto al
ocaso”. Los recuerdos son revelados en
Haydée Lange, un poema con nombre de
mujer, uno de los cuarenta y tantos que
conforman Los Conjurados, su último li-
bro, publicado en 1985 en Ginebra, Sui-
za, una de sus varias patrias. “Tus ojos
El regalo
Borges marcó su copia de El agente secreto en 1948. El libro no tiene se-
que miraban otras cosas, / el marco de ñales particulares de lectura: ni dobleces ni subrayados ni comentarios al
una imagen que no veo, / las verjas de margen. No parece haber sido manipulado en exceso. Por diez años, unos
un jardín junto al ocaso, /…/ los viernes meses más, unos meses menos, hizo parte de la biblioteca del poeta, des-
compartidos. Esas cosas, / sin nombrar- pués cambió de manos, fue a parar a otra biblioteca de la misma ciudad de
te te nombran”, evocaba Borges con nos- Buenos Aires, la biblioteca de Haydée Lange, la mujer que rechazaba las
talgia de nostalgias. propuestas de matrimonio con el dedo.
Sesenta años atrás, en su primer li- Al principio no lo noté, me pareció un asunto irrelevante, pero varios
bro, Fervor de Buenos Aires, Borges ya días después el hecho que conecta las dos historias ya referidas se hizo evi-
había mencionado a Haydée Lange, la dente. El libro está marcado en la primera página con unas letras grandes,
misma mujer de sus nostalgias gine- conspicuas, que contrastan con la marca diminuta, tímida del poeta. En la
brinas. Le dedicó allí un poema corto y segunda página, se repiten las letras decididas, pero aparece un detalle adi-
enigmático, Llaneza, que comienza con cional, una información sobre el origen del libro. “Haydée Lange, regalo
la misma verja y el mismo jardín: “Se de Georgie, 20-6-58”, dice la inscripción. La caligrafía es la misma, exac-
abre la verja del jardín / con la docilidad tamente la misma, que aparece debajo de la foto de la mujer de blanco y el
de la página / que con frecuente devo- hombre con barba.
ción interroga / y adentro las miradas / A comienzos de los años veinte le dedicó un poema, a finales de los años
no precisan fijarse en los objetos /que ya treinta le propuso matrimonio, a finales de los cincuenta le regaló un libro
están cabalmente en la memoria”. que se resiste a desaparecer, en los años ochenta, ante la inminencia de la
Google el memorioso nos brinda más muerte, le compuso un poema. Siempre, todos esos años, recordó la puesta
detalles sobre Haydée Lange, la mujer del sol en su casa de juventud en Buenos Aires.
que aparece en el primero y el último li- Al final de su vida, en 1984, Borges narra un sueño, una conversación
bro del poeta de muchas patrias. Haydée con Haydée Lange en un restaurante del centro: “De pronto recordé que
vivía junto con su hermana Norah “en Haydée Lange había muerto hace mucho tiempo. Era un fantasma y no lo
una casa situada en el borde de la ciu- sabía. No sentí miedo; sentí que era imposible y quizá descortés revelarle
dad, desde donde, a la hora del crepús- adolescentes de Norah y juveniles de Borges. Por una referencia de tiempo y lugar: Adrogué, 1948. que era un fantasma, un hermoso fantasma”.
culo, se podía ver cómo el sol se ponía aquella época Borges iba a esperar a Haydée Lan- Sobre Adrogué, escribió alguna vez el poeta: “Era Ambos son fantasmas ahora, de los que quedan apenas las letras, sus le-
limpiamente en el horizonte”. Ambas ge a la salida de su trabajo en un banco, le hacía a muy lindo, un pueblo laberíntico. A veces, algunas tras en medio de un librito que ha resistido el paso del tiempo. Letras, fir-
eran altas, de ascendencia noruega y la distancia señas con las manos, invitándola a ca- noches de verano, salíamos mi padre, mi madre y mas y fechas para mirar con lupa en medio de la historia de Mr. Verloc,
de refinados gustos literarios. Borges sarse con él, y ella le devolvía la seña con el dedo, yo a perdernos. Al principio nos costaba un poco espía y vendedor de tintas. UC
las visitaba todos los viernes al final diciéndole que no repetidamente. de trabajo, pero luego nos perfeccionamos tanto
de la tarde. Norah escribió un corto li- que nos perdíamos enseguida”.
bro de poemas adolescentes que Borges Borges había leído El agente secreto al menos
prologó con emoción, sin ironías. En el El libro diez años antes. En 1937 publicó una reseña de la
prólogo, el primero de los 250 que es- Hace algunas semanas, en medio del desvelo película Sabotaje de Alfred Hitchcock que contie-
cribiría durante su larga vida de pro- de una noche de sábado y saltando de un lado a ne una mención explícita a la novela de Conrad.
motor literario, aparece nuevamente otro en internet, llegué a la página de una tienda Sabotaje, según Borges, es una mala adaptación
la casa de la verja, del jardín y del oca- de antigüedades en Buenos Aires, Argentina. Allí de la novela conradiana. Borges cita un largo pa-
so: “una quinta que no demarcaré con encontré una vieja edición, maltrecha y apolilla- saje de la novela con el fin de contrastar la pro-
mentirosa precisión topográfica y de da, de la célebre novela El agente secreto de Joseph fundidad de Conrad con la torpeza de Hitchcock
la que me basta señalar que está en la Conrad. El dueño de la tienda llamaba la atención y denunciar al mismo tiempo la conversión de un
hondura de la tarde”. sobre un hecho peculiar, una curiosidad con valor drama psicológico en una fábula sentimentalista y
Google también nos entrega una fo- comercial: el libro en cuestión había sido parte de en últimas, insípida.
tografía en blanco y negro en la que apa- la biblioteca personal de Jorge Luis Borges. Deci- Conrad, como Borges, era un conservador que
recen dos figuras sonrientes, un hombre dí comprarlo. No costaba mucho más que un libro creía que había poco que conservar. El agente secre-
de baja estatura, con saco cruzado y una nuevo y su deterioro no parecía del todo inexora- to es una novela pesimista, casi una protesta con-
barba tupida, y una mujer más alta, ves- ble. Las cosas mueren mucho más lentamente que tra el ser humano: el único personaje moralmente
tida de blanco y con un sombrero ladea- los hombres. respetable, un muchacho retardado que no podía
do. En la parte inferior de la foto hay Dos semanas después llegó el recado argenti- soportar el dolor de sus semejantes ni el maltrato
una inscripción en caligrafía legible, no, envuelto en papel burbuja, sin notas ni expli- a los animales, termina despedazado accidental-
precisa: “Haydée Lange y Georgie de caciones. En la última página, en una caligrafía mente en un intento fallido por dinamitar el obser-
barba”, dice. La foto es de finales de los diminuta, casi invisible, está la marca de su anti- vatorio astronómico de Greenwich. “La historia la
años treinta, más de una década des- guo dueño. Aparece la T al revés que distinguió por hacen los hombres, pero no con sus cabezas”, escri-
pués de la publicación de los poemas mucho tiempo la rúbrica de Borges. Hay también be el narrador en tono irónico al final de la novela.
Arte Central

Alexandra Arango
El País de la Canela
Tinta acrílica sobre papel
40 x 60 cm
2014.
16 UC número 66 / junio 2015 número 66 / junio 2015 UC 17
Los bancos ingleses llegaron a la Nueva Granada luego de las En una de esas primeras camadas inglesas nació Michael Hill
primeras guerras de independencia. Muy pronto sus intereses Davey, en el campamento de la mina Marmajito. Fue geógrafo
apuntaron a las minas y a mediados del siglo XIX ya eran y naturalista, cazador de orquídeas y de historias en las trochas
dueños de la Frontino and Bolivia Company. Los campamentos de Zaragoza y de Guacharacas. Hill Davey fue amigo y guía de
se confundían con los pueblos y la empresa terminó donando innumerables expedicionarios, curiosos y naturalistas incluido
parte de la tierra para la fundación del municipio de Segovia. Richard Evans Schultes, autor de El Río y hombre conocido en
Cuando el cura le dio la bendición al pueblo y un decreto le las frondas del Jardín Botánico de Medellín.
entregó su sello oficial en 1885 celebraron sus cerca de 3000 Michael Hill Davey habló siempre un español tortuoso, digno
habitantes. Entre ellos estaban algunos Blair, White, Cock, de campamento minero, pero aprendió a contar con la gracia
Gartner y Hill. Algo menos de 500 extranjeros vivían en de los arrieros con media de guaro encima. La muchacha del circo
Antioquia en la primera década del siglo XX. hace parte de su libro Oro y Selva.

por M I C H A E L H I L L D AV E Y
Ilustraciones: Elizabeth Builes

L
a primera guerra mundial ha- en el movimiento juvenil nazi que era amenazar y domar el brioso caballo so- causar un escándalo en todo el pueblo,
bía terminado dejando un obligatorio para todo joven alemán de bre el cual cabalgaba. el párroco de Segovia era el padre Ye-
mundo cansado y con grandes aquella época. Allá la adoctrinaron en En poco tiempo Kira se volvió una de pes, conocido por sus feligreses como
problemas económicos. En al- la política nazi enseñándole la superio- las más apreciadas y famosas actrices el ‘Padre Ratón’ por su pequeña estatu-
gún momento de esta vaci- ridad de su raza, el periodo del Tercer de circo, mundialmente renombrada y ra, delgada contextura física y rapidez
lante época de la posguerra en los años Reich y la inferioridad de las minorías buscada por todos los circos del mundo. de mente y movimiento. Era produc-
veinte, en Hamburgo, Alemania, nació étnicas. Se le enseñó que Alemania iba En 1939, al empezar la segunda guerra to del Seminario de Yarumal, oriundo
una niña a quien le pusieron el nombre a conquistar y ser dueña del mundo du- mundial, Kira se encontraba actuando de Santa Rosa o de Donmatías y había
de Erika, hija de la familia Heckner que rante mil años. en el famoso circo Taire en un país cen- sido ordenado por nadie menos que por
era una familia típica de la clase media Después de algún tiempo, Erika, troamericano. Debido a su fama y al he- monseñor Miguel Ángel Builes quien
de la Alemania de aquella época. quien cambió su nombre a ‘Kira’ con fi- cho de que los países centroamericanos en esos años se respetaba casi como si
La niña recibió una excelente edu- nes profesionales para sus presenta- y suramericanos no estaban en guerra fuera un santo en vida. beatas y solteronas del pueblo, quienes el camino en Barbosa, Cisneros, Yolom-
cación en un colegio privado de Ham- ciones ecuestres en los circos, empezó contra Alemania, Kira no tuvo ningún Al padre Yepes le disgustó muchísi- en Segovia, por alguna extraña razón, bó, Yalí y Remedios.
burgo pero como vivía en las afueras a actuar en otros países europeos con problema y siguió viajando con el circo. mo la idea de que el circo Taire fuera a siempre han sido más bien pocas. Todo el elenco se debe haber veni-
de la ciudad, cerca de un club ecuestre, el fin de hacer sus números, los cua- Con el tiempo el circo Taire, muy cono- presentarse en su pueblo y la perspecti- Tanta fue la inquietud y el afán del do a mula a través del monte, por los
desde muy niña se apasionó por los ca- les eran fantásticos y recibían los más cido en Colombia y admirado por todos va de Kira montada en su caballo blanco bien intencionado padre que reunió al barriales y los canalones hondos y an-
ballos. Todo lo que tenía que ver con ca- grandes aplausos de la multitud que los colombianos, extendió sus presenta- como la paloma del espíritu santo, debió alcalde y a todo el concejo municipal verbalmente su alta sabiduría a un mis- campo de las artes culturales. Se empe- gostos que era la Trocha de Guacha-
ballos la embelesaba y al poco tiempo asistía a estos eventos. En ocasiones, ciones para que no solo incluyera las ciu- haberle causado desvelo y náuseas. en la iglesia, donde expuso sus ideas y mo tiempo, todos expresaban que esta- zaría este trascendental progreso con la racas en aquella época. Seguramente
estaba montando ponis en el club. Con cuando viajaba a países como Inglate- dades sino también los pueblos. Todos los días arremetía desde el renegó contra el circo anunciando una ban inconformes con las tesis expuestas presentación definitiva del famoso cir- a los bravos y altivos leones los trans-
el correr de los años se convirtió en una rra, Francia, Austria, Checoslovaquia, Recuerdo que cuando era niño en púlpito y por el altoparlante de la iglesia gran maldición, cosa que no le pareció por el párroco aguafiestas. Ni por el co Taire en el Teatro Municipal de Se- portaron en jaulas en forma de turega
excelente jinete y ganaba premios en Polonia y Rusia, el gobierno de Hitler le Segovia los hombres hablaban en voz parroquial contra el circo y su pecami- rara a los habitantes de Segovia acos- diablo iban a echar a perder la exhibi- govia, escenas que tendrían lugar a las sobre dos o cuatro mulas. Se habla de
las ferias que se organizaban. encomendaba hacer algunas averigua- muy baja y muy cerca a los oídos de las nosa estrella, atribuyéndole cualidades tumbrados durante largo tiempo a peo- ción de Kira y su elenco: se expondrían nueve de la noche y que serían sana di- llevar leña para el monte, pues así de-
En un viaje a Inglaterra con sus pa- ciones sobre asuntos en los que estaba dotes y las maravillas de Kira, ‘La Mu- que le hubieran traído famas y atribucio- res brujerías. Terminó la reunión con al desprecio de los machos del pueblo y versión para el pueblo. bió haber sido la cargada de los leones
dres fue a una presentación del famo- interesado. Ella, muy discretamente, chacha del Circo’, de su cortísima fal- nes en una de las cantinas de bombillito una amonestación para el alcalde y los se echaría por “fa” su reelección en los El párroco se enfureció con esta de- a través de las selvas del nordeste an-
so circo Olimpia de Londres y allá vio la hacia las averiguaciones y luego pre- da de pliegues, de sus hermosas piernas rojo en el barrio La Montañita de la po- concejales, y una exhortación a que no próximos comicios. cisión, la cual, se dio cuenta, era irre- tioqueño. Nos imaginamos el terror y
actuación de magníficos caballos espe- sentaba informe a sus superiores en el esbeltas y largas, de su insuperable be- blación, donde con el reparto de sus atri- permitieran las infernales presentacio- Todos los varones del pueblo estaban vocable. Redobló sus esfuerzos desde el desconcierto de las mulas al olfatear
cialmente entrenados y la forma tan ar- movimiento juvenil. lleza y su agilidad de amazona monta- butos podría haberse enriquecido con el nes del circo Taire. a la expectativa de la presentación de púlpito y por el altoparlante de la igle- el hedor de su temerosa carga y oír sus
mónica y graciosa en la cual los jinetes Para sus presentaciones Kira utili- da sobre un brioso corcel. Entre todos oro de los feligreses. El alcalde y los concejales se fueron Kira y no se podían defraudar sus anhe- sia condenó al alcalde y a los conceja- espantosos rugidos. Además ¿cuál se-
hacían piruetas y toda clase de difíciles zaba un ceñido traje blanco con lente- los hombres del pueblo se creaba tre- Este párroco bien indignado consig- muy disgustados para un caramanchel los de observar las cualidades carnosas les, proclamó que prohibía la asistencia ría la reacción y los pensamientos de
pruebas sobre ellos. juelas nacaradas. Este traje terminaba menda lujuria con todas estas fantasías. naba el circo al eterno candeleo del in- de cantina de mala muerte que exis- de La Muchacha del Circo. Ya una mul- de menores de dieciocho y damas de los arrieros a quienes les tocó guiar esa
Le llamó especialmente la atención el en una cortísima y ancha falda con plie- Llegó el día, en algún momento en- fierno, tildando a su mujer estrella de tía en la Calle Real, y después de reunir titud del pueblo se aglomeraba en las bien. Finalmente le echó una enorme extraña recua a través de los montes, y
repertorio de una niña no mucho mayor gues. Fijaba su largo pelo rubio con una tre 1939 y 1942, cuando el circo Taire ramera experta en la profesión y de co- mesas esmaltadas y taburetes férreos puertas de la cantina, comentando, rien- maldición al pueblo asegurando que no cuál habrá sido la actitud de los anima-
que ella, vestida con un bello traje de len- diadema blanca que tenía relucientes anunció su visita para hacer varias pre- nocido reparto a nivel mundial. De- pidiendo botellas de guaro, se pusie- do y aplaudiendo las sabias decisiones de tenía redención y que definitivamente les nativos al contemplar la temerosa
tejuelas, que hacía malabarismos y salta- piedras, sus zapatos también eran blan- sentaciones en Segovia. Recuerdo que claraba que las presentaciones serían ron a discutir los acontecimientos de la sus líderes. Finalmente llegaron las doce tendría una condena atroz dirigida per- simetría de estos extraños y majestuo-
ba a través de arcos sobre un magnífico cos del tipo que utilizan las bailarinas se anunció con un afiche a todo color de impúdicas, pecaminosas, y que echa- iglesia en medio de comentarios com- de la noche y se fueron juntos, con todo sonalmente por el diablo. sos animales salvajes a través de los ba-
corcel. Quedó fascinada y con una pro- de ballet, en sus manos cargaba lar- Kira con sus atrayentes y comentadas ex- rían a perder las buenas y respetuosas parativos en los cuales salieron bien li- el mundo, a palpar y saborear los miste- No sé cómo el circo Taire logró traer rrotes de sus miserables jaulas?
funda impresión que marcó toda su vida. gos fuetes también blancos. Siempre tremidades plantadas sobre un ejemplar costumbres del pueblo. Mandó a Kira al brados los roedores de las alcantarillas rios y deleites de la peligrosa y concurri- sus actores, equipo, caballos y tres o cua- Ya cerca a Segovia el circo paró para
Decidió que ella también iba a ser jinete montaba finísimos corceles blancos de equino de color palomo. Un afiche simi- infierno a abrasar al complaciente dia- del pueblo. da vida nocturna de La Montañita. tro feroces leones por la Trocha de Gua- hacer varias presentaciones en Reme-
del circo y cosecharía los más grandes y pura sangre. La muchacha del circo era lar a los que se utilizaban para anunciar blo y proclamó que los parroquianos Entre más discutían más se aca- Al siguiente día la administración characas a Segovia, pues aun no existía dios, donde fueron muy bien recibidas
estruendosos aplausos del público. apuesta, impecable en la actuación. El las corridas de toros de la época. que llegaran a asistir a semejantes ba- loraba la sesión y más vociferantes se proclamó que el pueblo no podía seguir la carretera a Medellín ni el ferrocarril por los hombres de aquella población y
En 1935, ya como niña prodigio de la público se enloquecía cuando monta- Resulta que en aquellas púdicas canales serían excomulgados en forma volvían las exposiciones de cada parti- en el atraso material que tenía frente al a la estación de Sofía, tampoco existía el muy repudiadas por su furioso párro-
disciplina ecuestre en un prestigioso cir- ba sobre su bello corcel, hacía traquear épocas cuando las faldas no mostra- fulminante. Estos arrebatos, claro está, cipante, llegando hasta el punto de que resto del mundo, por consiguiente se te- aeropuerto regional de Otú. Seguramen- co. Finalmente la cabalgata y su recua,
co alemán de Berlín, tuvo que ingresar los largos y brillantes fuetes, como para ban más que los tobillos so pena de estaban respaldados por las ancianas, para mayor claridad varios vaciaban nía que actualizar y modernizar en el te el circo también hizo presentaciones en todos sucios, empolvados, enlodados,
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sudorosos y cansados, hicieron su en- mar camerinos y se cuadraron todo tipo a ver el más famoso de todos, una presentación de Wringling Brothers guardaba el equilibrio con la gracia de una bailarina de ballet con bata
trada triunfal a Segovia, cruzando las de bancas y asientos alrededor de la pis- y Barnum and Baily en Nueva York. En realidad lo que había llegado a corta y cucos al público. Hubo gran manifestación de aprobación y entu-
vegas del Guananá, cruzando en forma ta, luego se le hizo el debido aseo al piso Segovia no era ni sombra del circo Taire, sino un grupo de sus actores siasmo de la bancada de los borrachos. Luego Kira empezó a hacer saltos
muy irreverente frente al monumen- y todo quedó listo para la noche del de- y animales. mortales sobre el lomo del caballo en movimiento lo cual causó locu-
to a la Virgen y subiendo al pueblo por but en Segovia del famoso circo Taire. El estreno del circo en Segovia no me tocó pero me imagino que ra entre la bancada de borrachos admiradores. Como punto culminante
la calle de La Banca. Al lado de la vía Las boletas para la presentación se debió ser tremendo espectáculo para un pueblo de ese tamaño, tan- Kira hizo saltos mortales de una bestia a otra hasta completar los cinco
se hicieron los curiosos, niños, jóvenes, habían agotado desde la noche ante- to en la pista como entre la borrachera y la lujuria del público asisten- del ruedo. Esto causó absoluto delirio y mucha empinada de codos y bo-
hombres, mujeres y ancianos, para ver rior, acaparadas por los muy machos te, y en el parque frente a la alcaldía donde se reunió el párroco con lo tellas de aguardiente entre los románticos e ilusionados de la barra. Kira
pasar tan singular y vulgar espectácu- del pueblo y hubo reventa con poca que quedaba de sus protestas. Los comentarios del día siguiente fue- mandó guardar sus caballos e hizo múltiples venias de agradecimiento
lo, para luego disfrutar de comentarios oferta y mucha demanda. ron favorables, llenos de grandes elogios para Kira y sus maravillosas al público que enloquecido hacía retumbar el teatro a gritos y aplausos
y relatos durante el resto de la tarde y A las seis de la tarde hubo desfile de piernas, su pequeña falda brillante y sus relucientes calzones blancos de entusiasmo: “¡Otra!”, “¡otra!”, “¡otra!”, repetían y repetían, y Kira los
hasta altas horas de la noche. Cansados matronas y niñas desde la iglesia dirigi- que apenas se podían ver momentáneamente durante piruetas sobre complació con muchas otras esa noche. Finalmente el persistente cura y
mineros aun descamisados, con atuen- do por un furioso cura, quien entonaba los caballos. sus beatas desocuparon la plaza, los niños se fueron para el campamen-
do de parumas de cuero, botas de cau- el rosario y escuchaba el murmullo de Pocas noches después fuimos los niños a la presentación del circo, to de la empresa, Kira y su elenco bien custodiado se fueron para su ho-
cho embarradas, cascos aún con sus responsos mientras piadosos dedos re- al fin y al cabo éramos los hijos de los demonios ingleses, ateos a quie- tel, la banda que ya estaba borracha y los felices borrachitos se fueron a
lamparitas de carburo apagadas, llega- corrían los bien gastados rosarios. Entre nes no cobijaban las maldiciones del cura. Nosotros ni siquiera nos di- armar bacanal en el barrio La Montañita. Al fin reinó la paz y la tranqui-
ban a sus casas en Guananá, La Banca responso y responso el buen padre mal- mos cuenta del problema habiendo visto circos en otras partes. lidad en la plaza principal del pueblo quedando como único ruido en el
y el pueblo para bañarse y gozar con los decía el circo Taire, a sus leones y a Kira Aunque era niño, recuerdo bien el interior del Teatro Municipal en silencio el zumbido de los grillos.
nuevos chismes que saltaban de boca sobre todo, a quien tildaba de prostitu- aquella noche: primero la tanteada para sillas o bancas en la semi os- Muchas veces he reflexionado sobre la pequeña alemana. Me pre-
en boca: leones, corceles blancos como ta extranjera y a los hombres del pueblo curidad, luego la prendida y el baile de los rayos de los reflectores sobre gunto cómo se sentiría actuando en un pequeño pueblo metido en la sel-
la nieve, fornidos jóvenes rubios, miste- por dejarse llevar de la lujuria. Volvió a los balcones, la pista reluciente y las trompetadas de la Banda Munici- va colombiana después de haber actuado ante emperadores, reyes, zares
riosos aparatos y personajes con caras maldecir todo el pueblo: alcaldía, alcal- pal que amenizaba la velada. Los payasos en la pista haciendo sus chis- y toda la nobleza europea, además de presidentes y dignatarios de los
alegres y bocas chistosas y muchas co- de y concejales y al fin se internó en la tes y dándose sus sorpresivos golpes para hacer reír a un público alegre. países de América. ¿Estarían sus pensamientos en su niñez de Hambur- Oro y selva
sas más eran los dichosos comentarios iglesia con su tropel de feligreses. Los acróbatas que en lo alto, casi al nivel de los balcones, se columpiaban go? ¿En sus padres? ¿En los tremendos bombardeos y depravaciones que Relatos del nordeste
que recorrían las calles y las casas del “¡Que viva el circo!”, “¡que viva Kira!”, temerariamente por los aires, y los aplausos de la bancada de chiquillos. sufría la Europa de entonces? ¿Se sentía desterrada por no poder vol- Michael Hill Davey
pueblo. “¡Llegó el circo!”. “¡Llegó el vul- “¡que vivan los leones!”. Llegaron los mi- Los malabaristas con sus extrañas botellas de palo en el aire que nunca ver a Europa en medio de una guerra? Me preguntaba si sabía cuál era Fondo Editorial Biblioteca Pública Piloto
gar y pecaminoso circo Taire!”. “¡Llega- neros en ambiente festivo, cada cual con dejaban caer, el redoblar de los tambores en los momentos críticos cuan- su popularidad en los pequeños teatros de los pueblos, la atracción que 1998
ron los peones con los leones!”. Llegó, sus botellas de aguardiente terciadas y do todo el mundo contenía el aliento, la armada de la jaula de leones ejercía en sus admiradores delirantes. Y fundamentalmente, ¿cuál era
sobre todo, llegó la soñada y sublime tomando a pico de botella, listos para el sobre el piso de aserrín y el guapo y sudoroso domador que los hacía sal- su razón de hacer largos, duros y hasta peligrosos viajes a estos peque-
hermosa Kira con cinco de sus fuertes, gran espectáculo a pierna pelada. tar con su y látigo de un puesto a otro, brincar de un lado a otro y sobre ños y, en el contexto mundial, casi desconocidos pueblos de Suramérica?
altivos y hermosos caballos blancos ca- Pocos años antes había visto la pre- todo abrir la boca, mostrar los temibles colmillos y rugir. Aplausos y más Más adelante sabría la respuesta a esta última pregunta.
paces de poner en ridículo el famoso sentación completa del circo Taire en aplausos, silbidos y gritos de la borracha bancada. De Segovia el elenco siguió por la trocha de Zaragoza donde una
padrón de Mr. Simpson, jefe de vigilan- Medellín, con su gran carpa de cuatro Finalmente después de más payasos y risas, con estampida de pies, noche se les escapó uno de los leones. Debe haberle ido muy mal en el
cia de la compañía. Anticipaban con di- mástiles y tres pistas, su magnífica or- silbatos, aplauso y gritos de aprobación, la diamantina Kira con sus al- monte pues se encontró con un par de sorprendidos jaguares que nun- torpedeado frente a la costa de La Gua- to actuar una noche en Marinilla, su pue-
cha los hombres los exquisitos deleites questa uniformada que tocaba marchas binos y perfectos caballos. La pequeña hada alemana de esbeltas pier- ca habían visto o soñado a semejante bestia. Entre los dos le dieron jira por un submarino alemán y hun- blo natal. La recortó mostrándola sobre
visuales que sabían ofrecía el circo y patrióticas de aquella época de guerra; nas manejaba sus largos látigos a la perfección, haciendo correr sus una enorme paliza escuchada por el aterrorizado elenco. Ya al siguien- dido, perdiéndose el gran circo Taire su brioso corcel con falda muy cortica y
que con la derrota del cura estaban se- conocí su multitud de animales, leones, cinco caballos alrededor de la pista. Chasqueando el látigo les indicaba te día el león muy maltratado y mordido amaneció en su jaula abierta, y parte de su elenco. Kira sobrevivió y piernas muy lindas. Está parada sobre
guros de disfrutar. tigres, cebras, elefantes, jirafas, chim- la orden para parar, reversar su briosa carrera o arrodillarse. Todos es- arrepentido de su corta escapada. después de llegar a Barranquilla desa- las ancas del caballo saltón y en sus ma-
Llegaron los cansados viajeros a pancés, perros amaestrados; sus acto- tos movimientos al son de los trompetazos de la Banda Municipal. Presentaciones en Zaragoza, San Marcos, Mompox, El Banco y Ma- pareció de la escena por algún tiempo. nos tiene los látigos largos que está ha-
las modestas comodidades que ofrecía res, los trapecistas, los malabaristas, los Llegó el momento culminante y hubo nuevos aplausos, gritos, silbi- gangué fueron repeticiones de los escenarios presentados en Segovia. Más tarde apareció en primera pá- ciendo chasquear. Terminada la obra de
el Hotel Segovia de Heriberto Sereno, payasos, los domadores y por supuesto a dos y estampilladas de pies en la gran barra de borrachos jubilosos. Kira, Finalmente en Barranquilla se unieron con el resto del circo Taire y gina de la prensa colombiana el titular: arte, envolvió y pegó la lámina de linóleo
quien pulcro y tranquilo atendía todas la bella Kira y sus magníficos caballos. ágilmente, saltó al lomo de un corcel en movimiento parándose en él viajaron para República Dominicana. Posteriormente hicieron un tour “Espía alemana muerta en la Ciudad de alrededor del rodillo, de tal manera que
sus necesidades y caprichos. Baño, des- También había visto el famoso circo mientras los demás caballos seguían su carrera alrededor de la pista. en Venezuela siguiendo a Willemstad en Curazao. Allá embarcaron Panamá”. Y procedía a informar que el cuando se metía el rodillo en un charol
canso y comida eran las necesidades in- Olimpia en Londres y años después iba Sobre las ancas de la bestia hacía chasquear sus largos látigos mientras otra vez para Colombia y navegando hacia Santa Marta, el buque fue FBI había matado a Kira, en su cuarto, en de pintura para luego aplicarla en un pa-
mediatas. Los equipos los descargaron un prestigioso hotel de Ciudad de Pa- pel, empujándola hacia adelante, dejaba
en el salón del llamado Teatro Munici- namá, que se trataba de la famosa do- repetidas y bellas imágenes de la esbelta
pal y fueron encomendados a un vigi- madora de caballos que había viajado Kira en el circo.
lante. A los leones en sus jaulas se los por toda Latinoamérica. Informó ade- En aquella época de guerra la pin-
llevaron de vuelta a Guananá y fueron más que era quinta columnista del par- tura era escasa y aún no se había inven-
puestos al lado del matadero donde el tido nazi quien, disimulada como actriz tado el vinilo. Los antioqueños todavía
olor a carne y sangre los mantuvo ru- de circo, había mostrado siempre gran acostumbraban empapelar las paredes
giendo toda la noche causando un ate- interés en bases militares y aéreas, bu- interiores de sus casas pues considera-
rrador desvelo a todo el infortunado ques navales y movimientos de buques ban los diseños elegantes. Muy bien para
vecindario que conocía los caprichos de comerciales, planos de aeropuertos, fe- los ricos que compraban fino papel con
estos animales en las películas de Tar- rrocarriles y carreteras. Finalmente bellas estampas traído de Estados Uni-
zán que se presentaban en el teatro. Los siempre buscaba la amistad de los po- dos o Europa. Pero a la gente humilde
hombres del pueblo se desvelaban más líticos importantes y los altos mandos también le gustaba estar de moda y an-
bien pensando en las sensuales piernas militares de los países que visitaba. helaba paredes estampadas con figuras.
de la bella Kira. La información la mandaba en clave Pues nuestro genio antioqueño viajó por
El Teatro Municipal de Segovia, en a Berlín a través de radiotransmisores todo el departamento y tal vez a otras
aquella época, quedaba en el interior que tenían otros quinta columnistas en partes del país decorando con la estam-
de la alcaldía, sobre el costado norte de Latinoamérica. pa de Kira miles de paredes y hasta cielo
la plaza principal. Estaba hecho en ba- La habían seguido cuando estaba rasos, dejando huellas más perdurables
hareque y era de dos pisos. Debió haber espiando las esclusas de Miraflores del que la vida para esta brillante alemana.
sido en otra época una enorme casona canal de Panamá y la base aérea de All- Me he encontrado con Kira, La Mu-
con un gran patio empedrado en su in- brook del comando sur norteamericano chacha del Circo, en infinidad de casas
terior, donde se resguardaban, carga- de la zona del canal. Así terminó la vida y hoteles de pueblos antioqueños, gra-
ban y descargaban las enormes recuas de una pequeña alemana rubia, lejos de cias a este ingenioso que debió haberse
de mulas que llegaban al pueblo. El pa- su nativa Hamburgo y su hogar. Otra vuelto rico con su rodillo.
tio era rodeado por un gran balcón de víctima de doctrinas fanáticas y estúpi- Muchas veces cuando me recuesto
madera que sobresalía en el segundo das, producto del medio ambiente que en algún humilde cuartico de hotel de
piso, tipo de construcción bastante co- le asignó el destino en su niñez. Los vie- pueblo y miro alrededor, resalta la ale-
mún en el nordeste antioqueño. Este jos verdes de los pueblos y algunos de gre figura de Kira quien cabalga airo-
patio, más tarde, había sido cubier- nuestras ciudades todavía sollozan y se sa alrededor de las paredes y hasta en
to con una gran estructura de madera llenan de anhelos cuando recuerdan a el cielo raso en una eterna repetición
que soportaba un techo hecho con hojas Kira, La Muchacha del Circo. de figuras. Inmediatamente mis pensa-
de zinc. Esto creó un enorme salón que Pocos años después en el barrio Aran- mientos regresan a la presentación de la
servía de día como recinto para las se- juez, en Medellín, hubo un antioqueño mujer en el Teatro Municipal de Sego-
siones del concejo municipal y de noche muy pero muy varado, mejor dicho, en la via, luego apago la luz y en mis sueños
como teatro. La alcaldía y la cárcel fun- olla, así como nos ha tocado a todos los veo otra vez la magnífica figura cabalga-
cionaban en los cuartos que rodeaban antioqueños en un momento u otro. Este da de Kira.
el patio en ambos pisos. Los presos an- antioqueño hambriento y deshilachado Había en el hotel Unica Interconti-
siaban las presentaciones del circo tan- se pasaba días y noches enteras echando nental cinco cucarachas de Bolombolo
to como los hombres del pueblo, ya que cabeza sobre cómo volverse millonario, y Kira bailando en su caballo palomino
las rejas les permitían una visión al in- así como la pasamos haciendo todos no- alrededor de las paredes. Pero pintaron
terior del teatro. sotros. Finalmente después de reventar los muros y ahora Kira cabalga bajo vi-
Al siguiente día llegó el elenco del cir- cabeza se le prendió el bombillo y se puso nilo blanco. Años después, otro antio-
co al teatro a armar sus aparatejos. Hubo las pilas. Primero compró un pedazo de queño fracasado, con ganas de plata,
mucha trepada a los balcones para armar linóleo flexible, confeccionó un rodillo aprendió a pintar palmeras, todas exac-
cuerdas y alambre, se pusieron poten- especial con un viejo rodillo de panade- tamente iguales. Contrataba la pintada
tes reflectores y se tendió una maraña de ría, luego encontró una horqueta vieja de de una de sus grandes palmeras sobre
cables eléctricos. Hubo arrumada de re- bicicleta y la amplió de tal manera que cada una de las paredes de los cuar-
jas para jaulas y tendida de telones, hubo le cupo el rodillo. Sobre la lámina de li- tos, en este caso encontramos a Kira, La
ensamblada de una pista redonda en el nóleo del mismo ancho del rodillo cor- Muchacha del Circo, repetidas veces,
suelo y la cubierta de éste con aserrín. Fi- tó y dejó en alto relieve la figura de Kira, infinidad de veces, cabalgando detrás
nalmente se tendieron cortinas para for- La Muchacha del Circo a quien había vis- de las palmeras del pintor. UC
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Tres gallinas para el almuerzo
pensara bien las cosas, que si Javier estaba bien, pronto llegaría a la casa
y que si estaba mal y nosotros nos íbamos a buscarlo, nos terminaban me-
tiendo a la cárcel.
—Piense en su papá, Ricardito, piense en su papá. Además, nosotros no
fuimos los que le disparamos.
Nos metimos por la casa desocupada. Miguel dejó las gallinas en el so-
lar y cada uno saltó al patio de su casa. Entré sin hacer ruido y me metí en la
cama. Traté de repasar lo que había pasado y poco a poco los pensamientos
por K A T H E R I N E R Í O S se me fueron volviendo un enjambre confuso entre la imagen de Javier tira-
do en la zanja y Miguel jalándome del brazo. No dormí nada.
Doña Nelly apareció después de mediodía en mi casa. Mi mamá la hizo pa-
sar y me llamó. Contó que Javier no había amanecido en la casa y que estaba
Fotografías: Verónica Velásquez
preocupada, que eso nunca había pasado. Me preguntó si yo le conocía algu-
na novia o si creía que tenía alguna mala amistad. No fui capaz de soltar nada.
—Ricardito, si sabe algo de Javier dígame, o dígale que vuelva, que si
es por el trabajo yo me pongo a coser más para que él no tenga que trabajar.

M
Al rato todos en el barrio comenzaron a hablar de la desaparición de Ja-
iguel fue el que nos con- vier. Doña Nelly fue con las hijas a cada casa de la cuadra, al hospital del
venció de robarnos las pueblo, a la estación de policía, a la cárcel y a todos los bares de mala muer-
gallinas. A ese potre- te de la sexta que retaron al cura abriendo el Jueves Santo. Por la noche, en
ro íbamos a fumar de la misa del lavatorio de pies, el cura habló de Javier y oró para que estuvie-
vez en cuando y las ga- ra bien y volviera al “seno del hogar”.
llinas siempre estaban por ahí pagan- El Viernes Santo me tocó salir a la procesión. Me dolía todo el cuerpo y
do. Nos dijo que eso era fácil, que el viejo no podía parar de pensar en Javier y en la angustia de su mamá y sus her-
ya no oía y ni cuenta se iba a dar. Cada manas. Miguel iba con su uniforme de monaguillo ayudando a cargar a
uno cogía una gallina. Javier le llevaba Nuestro Señor. Cuando pudo, se acercó a decirme que cuidadito abría la
la de él a la mamá, vendíamos una y con boca. Se despidió diciendo: “Ya le dejé cuido y agua a las gallinas”. A mí me
la otra nos hacíamos un sancocho el Sá- sudaban las manos y creo que tenía fiebre. Miguel estaba tranquilo y roza-
bado Santo. gante, se le notaba que la mamá había hecho mucha comida para esos días.
Como unos pendejos le seguimos el Doña Nelly no hacía más que llorar, esa pobre señora estaba desespe-
juego. El miércoles por la noche Miguel rada. Hasta las hijas parecían seres humanos. Se la pasaban dando vueltas
y yo nos volamos por el patio y salimos por todos lados preguntándole a la gente si habían visto a Javier.
por la casa desocupada que hay en la Esa noche Miguel golpeó en mi casa. Yo estaba en la sala y lo vi llegar.
cuadra. Nos encontramos con Javier en Le abrió mi mamá y él le entregó una gallina.
la tienda de doña Elvira. Nos fiaron tres —Señora Anita, le traje esta gallina que nos ganamos con Ricardo —se la
Leonas puras y tres liberales. dio a mi mamá sin que ella pudiera siquiera hablar—. Me invitan al sancocho.
De los tres, Javier era el único que tra- Mi mamá cerró y me miró con cara de pregunta. Solo atiné a decirle que
bajaba. Desde que al papá lo mató una los curas habían rifado las gallinas que les sobraron de los festines de Se-
buseta, le tocó mantener a la mamá y a mana Santa.
las dos hermanas. Primero cargó bultos El sábado temprano mi mamá me dijo que matara la gallina. Ya tenía
en la plaza y después un tío le ayudó a en- agua hirviendo para desplumarla. Mi papá siempre era el que hacía esas
trar de todero en las oficinas de la mina. cosas en la casa pero preciso ese día estaba de turno en la mina. Cuando
Javier llegó a la cuadra primero que Yo siempre me la pasaba con Javier. le reviré, dije que yo nunca había matado a nadie. En ese mismo momento
nosotros. Él estudiaba en Los Libertado- Ambos llegamos al pueblo el mismo pensé que sí, que yo había matado a Javier. Me dijo que dejara la bobada y
res y las hermanas en La Presentación. año y nos metieron al mismo colegio. le torciera el pescuezo rápido que no iba a quedarse toda la mañana con el
Ana y Luz tenían cara de solteronas des- Los dos entramos a quinto de primaria, fogón prendido.
de niñas. Nunca saludaban y andaban pero nunca quedamos en el mismo sa- Era una gallina gorda y fuerte. Apenas intenté agarrarla, empezó a revo-
juntas de arriba para abajo. Cuando la lón. La familia de él venía de un pueblo lotear por todo el patio. Se subió al lavadero, a la tabla de las matas y se enre-
mamá hacía galletas de maíz nos llena- de Cundinamarca y la mía de Tunja. Yo dó entre una ropa que se estaba secando. Por fin la logré agarrar. Mi mamá
ba un tarro de los de Noel y nos lo man- era el único de la cuadra que no tenía me miraba desde la puerta con cara de impaciencia. Yo la miraba a ella y
daba con Javier. Doña Nelly siempre hermanos y como las hermanas de Ja- a la gallina. La gallina comenzó a mirarme a los ojos, retándome. Empecé
estaba de buen genio y nunca le cascó a vier nunca jugaban a nada, nos la pasá- Miguel iba seguro y sin miedo, hablaba a ladrar. La luz de la casa se prendió y a sudar. La agarré del pescuezo. Las manos me temblaban. Las piernas me
Javier. Ella tenía el gesto tranquilo. In- bamos juntos todo el día. Me gustaba duro mientras nosotros no éramos ca- casi al mismo tiempo oí la voz del due- temblaban. Con mucha torpeza comencé a girar la cabeza. Ella seguía mirán-
cluso en el entierro de don Pedro man- jugar parqués con él y los domingos su- paces ni de soltar un sí o un no. ño gritando. dome. Giré más y nada. El pescuezo se resistía. Debía estar sufriendo, pero
tuvo la calma y calmada siguió cuando bíamos trotando a una loma. Lo bueno Como a la media hora llegamos al —¡Estos hijueputas a mí no me van no hacía nada, solo me miraba. Giré con más fuerza, esta vez con las dos ma-
el Seguro Social no le reconoció la pen- es que él era más bien callado y a mí no potrero. La casa del dueño estaba apa- a robar! nos. Enrollé y jalé como quién exprime un trapo. Un disparo. Javier en la zan-
sión dizque porque don Pedro no había es que me guste mucho hablar. Además, gada y eso nos dio tranquilidad, o más Miguel se echó el costal al hombro ja. Solté a la gallina cuando le empezó a escurrir la sangre y salí corriendo.
cotizado las semanas necesarias. Ahí fue doña Nelly le dejaba entrar los amigos a bien, se la dio a Miguel que pasó la cer- y salió a correr loma abajo sin siquie- Resultó que mi mamá había invitado a doña Nelly con sus hijas y tam-
que a Javier le tocó empezar a respon- la casa y siempre me ofrecía algo, aun- ca muerto de risa preguntando dónde ra voltear a mirar. Yo seguí detrás de él, bién a Miguel. Él repitió dos veces, elogió la sazón de mi mamá y le pregun-
der por la familia. Doña Nelly hacía cos- que fuera un jugo. estaría el sancocho. Lo que no calcula- pero cada rato volteaba a mirar al se- tó si tenía galletas de maíz para el postre. Estaba entusiasmado y les habló
turas, pero la gente del barrio era muy Cuando estábamos en cuarto de ba- mos es que las gallinas no iban a estar ñor que a zancadas se nos estaba acer- de lo feliz que me puse cuando me gané la gallina en el colegio.
tacaña y lo que le quedaba eran puras chillerato organizamos un torneo de sueltas donde siempre las veíamos. Em- cando. Cuando estábamos llegando a la —Es que Ricardo es muy de buenas —dijo.
chichiguas. Entonces con calma le tocó micro y fue ahí que conocimos a Mi- pezamos a buscar a tientas y nada. cerca ya no se veía el señor. No se veía Doña Nelly apenas cucharió la sopa. Mi mamá y mi papá la consolaban
aceptar que Javier no llegara del colegio guel. Solo lo habíamos tratado de salu- —Mejor vámonos —dijo aliviado nada, pero sonó un disparo. Miguel pasó diciéndole que Javier no demoraba en aparecer, que alguna travesura esta-
a estudiar sino que se tomara una sopa y do porque estaba un curso por encima Javier. Miguel hizo como el que no oye de primero entre el alambre y yo lo se- ría haciendo. Yo miraba la sopa y veía a Javier, no la pude ni probar.
saliera a trabajar. de nosotros. Llegó el día que estábamos y yo no dije nada. Comenzamos a su- guí. Cuando Javier iba a pasar se enredó No aguanté más. Ahí, frente a todos, conté lo que había pasado. Les pedí
Miguel era un vago, pero un vago haciendo las listas de los equipos y dijo bir hacia la casa. Pasamos por un culti- y se cayó. Dos disparos más. Mientras yo perdón, aunque no me lo merecía. Doña Nelly se atacó a llorar. Miguel hizo
tramador. Engatusaba a todo el mun- que él no jugaba, pero que nos ayudaba. vo pequeño, yo creo que era de alverja ayudaba a Javier a pararse Miguel dijo: cara de sorprendido y dijo que yo era un mentiroso.
do, a unos para sacarles tareas, a otros Nos consiguió el patrocinio de Pollos porque tenía palos y cuerdas amarra- —Par de pelotas, corran a ver, que —Doña Nelly, hable con mi mamá, el miércoles por la noche la estuve
para sacarles plata y a casi todos para El Gigante, nos entregó las camisetas das. Entre la casa y el cultivo encon- se los van a bajar. ayudando a coser el mantel de Nuestro Señor para la procesión.
que le hicieran favores. Se metía a y después nos enteramos de que los de tramos el corral, al lado del lavadero. —Mi mamá, mi mamá —era todo lo Se fue de la casa furioso y tiró la puerta. La mamá lo secundó. Dijo que
cuanto comité y obra social organiza- la pollería también habían dado plata Tenía el techo de material y el resto es- que decía Javier. su hijo era un santo y les cerró la puerta en la cara a doña Nelly y sus hijas.
ban en el colegio y siempre terminaba para las gaseosas, pero esa plata sí se la taba hecho de palos y malla de alam- —Ya llevo tres gallinas y no nece- El domingo de resurrección fue el entierro. Doña Nelly no dejó que yo
robándose algo. A las hermanas las te- embolsilló. Miguel era bueno para ha- bre. Miguel me mandó a devolverme sito más —refunfuñó Miguel mientras fuera. Dos días después, y antes de irse internado para el seminario, Miguel
nía de melegas y a los hermanos de lleva blar y nosotros éramos tan callados que hasta la cerca y a tenerla lista para po- nos jalaba. dejó una gallina amarrada en la puerta de la casa de Javier. UC
y trae. Doña Helena, la mamá, siempre nos parecía entretenido. Era como an- der salir rápido. Javier dijo que no, que Avanzamos unos pasos, hasta que
se creyó de mejor familia y miraba a los dar con un radio prendido a toda hora. una cosa era robarse las gallinas de un Javier dijo:
vecinos por encima del hombro. Ellos Bueno, el hecho es que después de potrero y otra ir a sacarlas del corral. —Me dispararon, me dispararon.
llegaron al pueblo por la misma ra- ese torneo terminamos de compinches —Tan güevón —dijo Miguel, y en- Otro disparo. Javier quedó tirado en
zón de casi todos en el barrio: señores con Miguel y dos años después está- tonces lo mandó a él a hacer lo de la una zanja llena de barro. No lo pude al-
que consiguen trabajo en la mina y lle- bamos sentados donde doña Elvira or- cerca y me hizo señas de que me queda- zar. No fui capaz de hacer nada. Miguel
gan con sus familias a vivir en esta ur- ganizándonos para ir a robarnos tres ra ahí con él. me agarró de la manga y me obligó a
banización de casas igualitas porque la gallinas. Más que planes, en la tienda La puerta del corral estaba ajusta- correr. Intenté devolverme y Miguel me
mina les ayuda con el crédito de vivien- estuvimos quemando tiempo hasta que da por un alambre que pasaba entre dos cogió de la muñeca durísimo. Otro dis-
da. Cuando llegaron ya venían con tres nos echaron a las nueve. Como quien armellas. Javier tardó algunos minutos paro. Seguimos corriendo.
hijos, entre ellos Miguel. Cada vez que va para la cárcel, comenzamos a cami- desenredando los alambres hasta que Cuando llegamos a las primeras ca-
podía, doña Helena les recordaba a los nar para salir del pueblo por la iglesia destrabó la puerta. sas del pueblo bajamos el ritmo. El pue-
vecinos que ella era de la capital y que nueva. Yo iba muy asustado y no enten- —A ver, a ver ¿dónde están las más blo estaba solo y apagado. Miguel iba
este pueblo no le gustaba. El pobre ma- día bien por qué le estábamos siguiendo gorditas? —dijo Miguel mientras metía fresco, como si nada hubiera pasado.
rido nunca abría la boca pero se nota- la cuerda a Miguel. Solo pensaba que si las manos al corral. Yo creía que cada —¿Tiene un chicle o un dulce? —
ba que pasaba vergüenzas cuando doña nos cogía la policía mi papá me mata- cual iba a cargar su gallina, pero Mi- me preguntó. Le dije que fuéramos
Helena comenzaba a hablar de Bogo- ba y muerto y todo me metía al interna- guel ya había pensado en eso y se sacó al hospital o la estación de policía. O
tá como si fuera París. Desde que don do. Javier iba callado y creo que estaba un costal de la cintura. Yo lo miré atóni- que al menos les pidiéramos ayuda a
Roberto consiguió trabajo en el pueblo asustado, pero creo también que poca to y me respondió la mirada con un “no sus hermanos para ir por Javier. Mi-
ella comenzó a quejarse, y quejándose carne se veía en su casa y le entusias- estamos jugando”. Cuando las estaba guel comenzó a hablar con esa voz len-
estuvo hasta que se devolvieron a Bogo- maba la idea de llegarle con una gallina echando en el costal, unos perros que ta y mediana que usaba para tramar a
tá veinte años después. a la mamá y las hermanas. En cambio nunca antes habíamos visto empezaron la gente. Me dijo que me calmara, que
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Fotografías de
GERTIAN BARTELSMAN

P
ata, puño, brinco, manotazo, grito, cabezazo. El pogo también
es un baile, es golpear el aire, a los muros, al que caiga. Expulsar
toda la rabia, el odio y el resentimiento acumulados en las calles,
en la casa, en el colegio, en el puto trabajo. Es gritar donde nadie
escucha. Su apogeo coincidió con las bombas, las masacres y las
balaceras de los ochenta y comienzos de los noventa. Frente a la violencia
armada florecía una violencia simbólica, inofensiva a ratos, una catarsis di-
sidente que al final, con los años y los golpes, tuvo sus cortos con las vueltas
más ordenadas de los pillos.
Un extranjero vino a mirar y a poguear en los años noventa. Tiraba codo,
salía y tiraba película contra la montonera. El Ivo Romani, que sirvió de estu-
dio, ensayadero y galpón para conciertos, es el escenario de estas fotos en los
socavones de una época brava. Contra las cuerdas y contra las paredes. UC
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