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Cualquier cosa, menos quietos

Número 60 - N o v i e m b r e d e 2 014 - D i s t r i b u c i ó n g r a t u i t a - w w w. u n i v e r s o c e n t r o . c o m
2 CONTENIDO EDITORIAL número 60 / noviembre 2014 UC 3

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Doce horas
en un barco
camaronero
por E D U A R D O E S C O B A R

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Ilustración: Cachorro

C
Instantáneas uando terminé de revisar estamos viviendo el final de la poesía,
los dos mil y pico de traba- un final consecuente con la extinción
jos enviados para participar de los filósofos a la vieja manera de los
en el concurso de poemas idealizadores franceses y de los hace-

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de amor de la Casa de poe- dores de graves galimatías germanos,
sía Silva, en Bogotá, lo primero que se de elucubraciones palabreras acerca
me ocurrió fue correr a la droguería de ideas precocidas.
por un purgante. Me sentía indigesto, Porque llegó la hora de organizar los
Este lado arriba revuelto después de tantas efusiones, datos del mundo en proyección pragmá-
tantos llamados al amor ausente, tan- tica, las apariencias, de un modo per-
tos recuerdos de buenas damas que fectamente imparcial, y de renegar de

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terminaron como damas lejanas. Cual- las ideologías y de las emociones. Es
quiera de ustedes me hubiera recomen- la hora de los hechos. De los cerebros
dado además una prueba de glicemia. abiertos, medidos, calibrados, desme-
Los zancudos Pero no, no había necesidad. Más bien nuzados. Nada de lógicas abstractas:
de Tenochtitlan faltaba el azúcar en ese montón de poe- cómo salta la amígdala ante el recuer-
mas, la dulzura, la delicadeza, la bon- do de un mantra, por qué los japoneses

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dad, o en todo caso, cuando había algo curan las audiciones fantasmales in-

Despedidas
dulce, era el dulce de la azúcar basta, terrumpiendo una conexión detrás de
ramplona, sin refinar. la oreja. Y por qué esperan esos genes,
Y cómo pesaban. Como media to- presentes al nacer, para manifestarse
El vicio que nelada. Porque si algunos de los con- en la depresión suicida de un hombre
se volvió cursantes despacharon la carga de sus maduro. Y de qué modo las moscas con
inocente sentimientos en el vómito de seda de cáncer en el ano han ayudado a descu-

N
un soneto forzado o en un haiku traído brir el origen de la enfermedad en los
o se acostumbraban las despedidas en aquella áspera región del suroeste antioqueño por los cabellos a los reinos de miserias hombres (y las mujeres), las benditas

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donde vivía de niño. de la poesía como un milagro de con- moscas domésticas y los benditos mos-
El abuelo Pateperro se fugó con el oro de la abuela envasado en botellas, sin decir densación, otros necesitaban extender cos… Ahora, dime un verso que valga
“hasta luego” porque no pensaba que volvería cuando el oro se acabara. el chicle de su experiencia sexuosen- alguna cosa frente a eso. Todos los poe-
Monedas de Se sabía que alguien se había ido por el eco del portón de golpe contra el botalón. timental hasta las dimensiones de un tas se parecen tanto ahora. Y cantan las
arena Se fue, pensaban simplemente. canto homérico, con crujientes maderá- mismas cosas anacrónicas. Mangadas y
A los veinte años regresaba a dar un vistazo, por si acaso había quedado algo para él. menes de barcos que ascendían a las es- banderas, y calles por donde andan los
Se iban en los caballos, los dejaban aperados en el puerto del río, y el caballo regresaba solo al ho- trellas para caer en lo seudovirgiliano, amores que se buscan y no se encuen-

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gar, para decir por dónde había salido el que se fue. con un enredo de viajes retorcidos y de tran o se encuentran pero se pierden. Y
Las mujeres, también se iban para Medellín a buscar trabajo en las fábricas, y los chicos se iban por diosas bizcas de alguna isla cordobesa, entonces, apareciste con tus collares. Y
el mal trato recibido, o por ambicionar otro cielo y otra nada. de Córdoba, Colombia. me perdí.
Fulano era el nombre de todos. El fulano se fue. Confieso que no leí todos los materia- Señoras y señores. Esas cosas ya
Un país bajo Ese fulano podía parar en un circo ambulante, de culebrero en otra plaza, de jornalero en otra tie- les de pe a pa. Pero también confieso que no se dicen. Las mujeres, para empe-
atalayas rra, o nunca volver a saberse nada de ese tal fulano. no me abstuve de consumirlos completos zar, se ríen de esas cosas y te llaman
¿'Qué se hizo? ¿Dónde estará? —Se fue. por pereza o por simple deshonestidad, intenso y adornado. Bueno, habrá al-
Yo también me fui como todos, ido como todos, sin decir nada, porque no había nada qué decir. sino más bien porque, a pesar del res- Fuera de los honorarios y el aburrimiento, que tuve que vencer muchas gunas despistadas que todavía gustan
Las gentes se iban como las aves, y cuando había alguna grave razón para alejarse, decían: se voló. peto que me inspiran todos los autores, veces haciendo uso de toda mi buena voluntad, al adentrarme en esos retor- de los poetas. Pero eso se les pasa pron-
UNIVERSO CENTRO Ni se volvía a saber nada, ni nadie se preocupaba por saber. aún los fallidos, todos los que intentan cimientos de enamorizcados perdidos, me quedó una enseñanza: hay que to. A veces, incluso, después de un ma-
Eran los tiempos del ferrocarril. Tal vez se iría en el tren, envuelto en el humo lleno de chispas de redactar un texto por su cuenta y ries- evitar siempre los poemas de amor, si uno no es Shakespeare o Rilke, por poner trimonio a las carreras, ante un cura
Publicación mensual la locomotora de carbón. go, fui fiel al lema isabelino de que mal dos verbigracias eminentes. Nada hace babear como el amor. Yo pensaba en acezante entre azucenas, y que si aca-
Quizá no era indiferencia, sino la costumbre, las pocas palabras, y que no se conocía el amor, sino acaba lo que mal empieza, lema que Schopenhauer mientras leía y leía poemas o casi poemas, para ser más pre- so dura un quinquenio como los planes
DIRECCIÓN Y FOTOGRAFÍA sólo el machete, el zurriago y el sombrero para tapar la cara. Shakespeare recompuso, al menos en económicos de los comunistas rusos del
cisos, y me preguntaba con él, cómo era posible, sin contar con el factor lo-
– Juan Fernando Ospina Gentes ásperas como sus tierras de montaña, todos condenados al infierno por el cura de la aldea, la traducción de mi propiedad, si no se cura, que un muchacho de La Candelaria, antropólogo de enredadas greñas siglo pasado, termina en idéntica ban-
EDITOR que trataba de construir su capilla con escasos centavos y una indiferente devoción de ceremonia y ha perdido, si no se la han robado los y tenis sépticos fabricados en China para una corporación norteamericana, carrota y en idéntico soneto. “Serás,
espectáculo. amigos bibliómanos, diciendo que a que se acostaba con una muchacha de la provincia pobre en un hotelito de amor, un largo adiós que no se acaba:
– Pascual Gaviria
La montaña se cubría de niebla de la tarde a la noche, despertaba con displicente sonrisa, y otra buen fin no hay mal principio. Sí, decidí pobres de La Vega, Cundinamarca, algunos sábados de puente, se convirtie- vivir, desde el principio, es separarse”.
COMITÉ EDITORIAL vez volvía a cubrirse con la misma cobija húmeda y fría. que si un poema cojeaba en los prime- ra en una cosa así de vehementemente lamentable y desesperada, que habla No es mío. Ni de algún participante en
– Fernando Mora Los que sabían que existía la tierra caliente se enrumbaban hacia el Valle del Cauca, o se quedaban ros trancos, o versos, para ser compren- de crucifixiones y de lamerte hasta morir y de antropofogizarte, mientras el concurso. Ni más faltaba. Es de Pe-
– Guillermo Cardona en el camino, aventureros perdidos en aquellas agrestes soledades. sivo, era imposible que llegara a alguna cree que afuera crecen las flores para ellos y amanece para ellos y ponen las dro Salinas. Pero si uno no es Salinas,
De quienes se quedaban, tampoco nadie sabía nada, sino ellos mismos, encerrados en sus casas, en parte, y lo apartaba. Casi todos cojea- gallinas para ellos y suenan las campanas en los carrillones para celebrar por lo menos, debería abstenerse de es-
– Alfonso Buitrago la penumbra de sus vacíos comercios, en su desconocida pobreza. ban. Algunos, entre el título y el primer sus corcoveos. cribir poemas de amor. Es todo lo que
– David E. Guzmán La semana no tenía sino un solo día, que era el domingo de mercado. Los otros días pasaban como si endecasílabo inconsciente ya propo- Recuerdo que yo también hace muchos años comparé las nalgas de una quería decir. Ah. Y esto. Que un con-
– Andrés Delgado no pasaran, únicamente con el martilleo de la fragua y las cansadas campanas del Ángelus. nían la barrabasada muchas veces, casi muchacha con unos veros pareados y su risa con un brillo de hielos y al curso de poesía es una catástrofe eco-
– Anamaría Bedoya Y un día me fui solo con mi caballo, sin decir adiós. Al menos yo tenía ese caballo. Barba Jacob se siempre, una de esas barrabasadas que gallo de su patio con la cuna de Venus. Hay que ponerse lejos de las má- lógica. Yo no sé cuántos bosques fueron
había ido a pie desde su otra montaña para Barranquilla, Centroamérica, México, y también salía ni siquiera dan risa, que más bien ins- quinas de escribir, lápices, bolígrafos, o computadores, cuando el cora- desmenuzados para tanto papel, para
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
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lo mismo, sin decir adiós. piran una inmensa compasión por los zón, gimiente tórtolo, comienza a palpitar más aprisa de lo acostumbrado tanto papelón. Tantos pliegos para ba-
– Gretel Álvarez La palabra adiós no se decía, porque era tabú. poetas enamorados. Uno dijo: “Amor o con una intensidad desbocada. La fuerza del instinto genital a veces es bosear sobre Sandra, cuando me veo
DISTRIBUCIÓN Mis tíos y mis amigos se fueron sin decir adiós, todos se iban yendo, como fantasmas. sentimiento sublime que sale del cora- transmutada sin que uno quiera en un montón de rosas de repostería. Uno en tus ojos, o era Susana, cuando lle-
Hoy, cuando escribo, es el día de los fieles difuntos, muchos de los cuales se fueron así, sin despedirse. UC zón”. Así, no se puede. terminaba su oda con este pedido teológico: Dios me libre de no amarte. gaste aquella tarde de lluvia yo tenía
– Erika, Didier, Daniel y Gustavo
Casi todos los participantes en el Idilios fabricados con idiotismos y elegías imaginarias lloradas con mocos los ojos mojados… Etc. Olvidaba decir
CORRECCIÓN Jaime Jaramillo Escobar concurso debían ser demasiado jóve- perfumados. Eso era todo. que algunas mujeres participaron en el
– Gloria Estrada Poesía de uso, 2014 nes para convertirse en auténticos poe- Pero lo otro es mucho más grave. Pensaba yo mientras me incorporaba concurso. Ellas, tan tiernas. Tan poco
ASISTENTE tas, eso se intuía, por la seriedad que versos largos como espaguetis y rechonchos pero llenos de viento y verdes perniciosas. Sus poemas me permi-
ponían en describir sus romances y las más que inmaduros y a veces demasiado empalagosos y a veces demasia- tieron suponer que todas son unas es-
– Sandra Barrientos debacles consiguientes. Aunque ha- do insulsos, después de una breve luz prometedora. Relámpago ficticio. pléndidas amantes de esas que sudan y
bía algunos viejos, evidentes, que ce- Lo otro es lo más grave. Es decir, esto. ¿Tendrá la poesía sentido en esta jadean y dicen palabrotas en el clímax.
Es una publicación de la lebraban una esposa y unos niños, ya hora de los quarks y la materia oscura y el gravitón? Lo peor es que ya no Y que también cocinan un café de ma-
Corporación Universo Centro hombres y ciudadanos de pro, sin men- se trata de si la poesía es un onanismo como pensaba Sartre, porque un ravilla, amargo y pesado, como a ti te
Número 60 - Noviembre 2014 cionar, claro, los berrinches y los paña- buen pajazo juvenil ya es algo, ni de si es inmoral escribir poemas después gustaba aquellos martes que ya no vol-
les ni el sarampión, ni la marihuana del del holocausto, ni de si cantar el árbol es un crimen porque implica ca- verán, que ya no volverán a vernos jun-
18.000 ejemplares menor, como en una transubstancia- llar sobre muchas bellaquerías. Ahora se trata de preguntar por el sentido tos. O como dijo otro participante en el
Impreso en La Patria ción de vulgaridades en paraísos. Otro mismo del poseído que decide convertirse en poeta poseedor de la belle- concurso: “Alimentando el espíritu para
comenzó lo suyo diciendo: “Ansias de za de un lenguaje ya envilecido. Ahora cuando la historia humana parece que pueda volar… los sueños materiali-
ti, de darte un beso”. Ustedes, qué ha- volcada toda sobre los microcircuitos, arrojada en un océano de artilugios zan… a La flaca”. Así, con el artículo en
universocentro@universocentro.com rían con un poema que comienza por que alumbran y pitan y hacen como si pensaran y te recuerdan las fechas mayúscula como una rodilla que se do-
estar tan ansioso… No hay mal que por de los aniversarios de los amigos y a qué horas de enero salen esas estre- bla… en sublimada genuflexión. Aun-
D I S T R I B U C I Ó N G R AT U I TA bien no venga. llas detrás del horizonte de Marte o cuándo hierven las cefeidas. Quizás que suene contradictorio. UC
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Cuando cayó el sol y todos se fue- treinta por ciento, como me explicó des- el descarte al océano con una pala, y los un calamar, un lenguado, una tortuga
ron a dormir, yo me acerqué al capi que pués el profesor Arley, es camarón; el últimos los tiraron por un agujero que o un pargo adulto en el Caribe colom-
miraba una brújula, un GPS y un sonar otro setenta es pesca incidental. Inme- tiene la pared del barco a ras del suelo biano; en los mares de Tolú y Coveñas,
para seguir siempre la línea trazada; diatamente se abrieron las redes el barco para barrer las sobras y desechar los ca- prácticamente no existen. Entendí por
mantener el rumbo era lo único impor- hizo una vuelta en U y las lanzaron nue- dáveres, que terminan de despedazar- qué. Lloré. No pude parar de llorar has-
tante. Después de quince minutos de vamente para seguir barriendo el fon- se apenas tocan el mar tras caer varios ta que otra vez, a la media noche, sonó
árida conversación decidí hacer lo que do del mar, otras tres horas en dirección metros desde una nave en movimiento. la campana.
todos me recomendaron: echarme a dor- opuesta y por el mismo camino. Una vez pasó el furor de la pesca to- Nuevamente todos corrimos ha-
mir en cualquier parte. Escogí la proa El piso del barco parecía vivo. Era dos se fueron a dormir, pues todavía cia la popa. Volvió a cambiar el sonido
del barco, no solo porque estaba lejos como un tapete café y viscoso cubier- faltaban más de dos horas para sacar la de los motores, se estiraron los cables,
de todo el mundo sino porque tenía la to con miles de animales saltando des- segunda tanda de camarones que vola- estorbamos, salieron las redes más
sensación de que adelante estaba oscu- esperados por volver al agua, ahogados rían a España, Estados Unidos y Japón. cargadas que la primera vez y quedó
ro y venteaba más. La noche era clara, la en el aire, unos encima de otros tratan- Hasta la mitad de los noventa la pes- nuevamente el tapete de animales ago-
luna estaba en creciente, casi llena, ha- do de que sus agallas funcionaran, pero ca industrial de camarón era la más nizantes en la cubierta del barco. Gra-
bía algunas estrellas y a lo lejos se veían, eso no volvería a pasar. Algunos, como importante de Colombia. En ese enton- bé sin emoción y mi lente se concentró
ocasionalmente, las luces de los rayos los roncos, soltaban sus ruidos deses- ces había más de cien barcos de pesca únicamente en la pesca, en tratar de
que caían en una tormenta en alguna perados; a los cangrejos les salía una de arrastre iguales a este en el Caribe identificar por fuera del agua y mien-
parte del océano. baba con burbujas blancas por la boca, y el Pacífico colombianos, pero un día tras morían, esas especies que nunca
La sensación de estar acostada en y corrían por el barco, pero siempre se el negocio dejó de ser rentable, subió el pude ver mientras buceaba. Por alguna
el barco, mirando el cielo, con el mar chocaban contra algo; los demás, sim- precio de la gasolina y se acabó el ca- razón, el segundo barrido fue más pro-
en calma y la inmensa luna iluminada plemente se retorcían o giraban en su marón. Vendieron los barcos y Los Vi- ductivo que el primero. Otra vez saca-
fue reconfortante. Le agradecí a la vida propio eje. kingos se fueron con sus redes a otra ron las cajas, separaron lo que servía y
toda mí suerte por tener un trabajo en Cada pescador se sentó en un pe- parte. Después de ver la masacre me tiraron por la borda todo lo muerto. El
el que me pagaban por pasear. Pasé un queño banquito y cogió un rastrillo con quedó claro por qué se acabó el cama- barco giró en U, soltaron las redes y nos
rato feliz y en paz con el universo, como el que movía toscamente el botín que el rón, y quién sabe qué otras especies devolvimos por el mismo camino. ¿Por
debe ser. A las nueve de la noche en mar les acababa de entregar. Comen- dejaron de existir después de ser arroja- qué no se escogía primero el descarte y
punto sonó una campana. Todos en la zaron a revolver el suelo escogiendo das por la borda. se devolvía vivo al mar antes de separar
nave nos levantamos como si fuera una las presas agonizantes y separándo- En medio de mi angustia por lo que lo otro? Yo estaba pensando en los ani-
emergencia, prendimos las dos cáma- las en las cajas. Los camarones grandes acababa de grabar, me fui a buscar con- males, ellos en el negocio.
ras y empezamos a grabar. los echaron en la más nueva; en otra el suelo en la sabiduría del profesor Arley, Seguí sin dormir. A las tres de la ma-
Los motores del barco cambiaron pescado más fino como el ronco, el par- quien me contó orgulloso que su traba- ñana se repitió la misma historia, el
el tono y todos los cables que lo cruza- go platero (o sea joven), o el bonito, y jo había sido implementar mejores re- mismo rumbo, la campana, las redes,
ban se estiraron. No importaba dón- los camarones chiquitos (también jóve- des, con agujeros más grandes en la el suelo lleno de vida muerta, los peces
de nos hiciéramos, siempre había una nes) que se podrían vender en el merca- maya, con las que se ahorraba el trein- que saltan, los cangrejos que corren, el
pala, una viga, un cable, una caja, un do; en la otra todo lo que sirviera para ta por ciento del combustible del barco; grito de los roncos, el rastrillo que des-
peligro; siempre le estorbábamos a al- la alimentación de sus familias; y por además de la activación de un disposi- miembra, la pesa, la nevera, y el des-
guien o a algo. Orrego grababa de cerca último “el social”, o sea los peces de es- tivo para excluir las tortugas que antes carte muerto de lo que no se vende.
a los pescadores y yo captaba los pla- pecies que no le gustan a nadie pero se morían asfixiadas entre las redes. Mi Así como el atardecer del día ante-
nos generales con mi lente gran angu- que se les pueden regalar a las familias siguiente pregunta fue si no se debería rior, la salida del sol estuvo majestuo-
lar. Había mucho movimiento, los tres más pobres de la región para usar como hacer el esfuerzo de investigación para sa. A las seis de la mañana fue la última
hombres corrían de un lado a otro. De carnada, o comida. hacer cultivos de camarón y evitar la captura. Decenas de gaviotas perse-
pronto los cables no estiraron más y del Esta operación duró unos 45 minu- muerte del setenta por ciento restante. guían el barco, a sabiendas de que en
agua empezaron a emerger lentamente tos. Después de la separación quedaron Me respondió que sí, pero que era mu- algún momento soltarían los kilos
las redes, una a cada lado: majestuosas, en el suelo todos aquellos bichos que cho más costoso. muertos de la última pesca, animales
pesadas y llenas de vida. nadie se come, muertos o moribundos, Las siguientes dos horas no dormí. frescos que les servirían de desayuno.
Cada red tenía un marinero encar- asfixiados por la falta de agua: estrellas Me quedé en silencio parada en la proa, Aproveché el regreso para hacer la en-
gado de empujarla y acomodarla en el de mar, erizos, peces aguja, globos, me- como Di Caprio en Titanic, esperando el trevista al profesor con la luz del sol na-
centro del barco. Colgaron un instante dusas, lenguados, y otros tantos anima- témpano de hielo que hundiera ese bar- ciente. Fue una mala entrevista en la
mientras las grabábamos y finalmente les de arrecife a los que nunca se les ha co y acabara con mi tristeza. Soy buzo. que mi emoción estuvo por encima del
las abrieron. El piso de la cubierta quedó encontrado uso comercial en Colombia. Desde el año 2002 el mar tiene otro sig- periodismo, y de la ciencia. Al menos ya
lleno de animales de distintas especies: Sacaron agua del mar, lavaron la caja nificado para mí. He recorrido kilóme- no sacan tortugas, debe ser por eso que
estrellas de mar, erizos, pepinos de mar, del camarón grande, la pesaron satis- tros debajo del océano disfrutando de el profe me dice que trabaja para que
cangrejos, peces globo, esponjas, lengua- fechos y guardaron todo en la bodega todas las formas de vida marina, y sé lo esta pesca sea sostenible. Ese fue mi
dos, peces aguja y algunos camarones. El con hielo y sal. Finalmente devolvieron difícil que es encontrarse con un pulpo, único consuelo. UC

Do c e h ora s e n un ba rc o c ama ro ne ro por S I LV I A C Ó R D O B A

Fotografías por la autora

A
las seis de la tarde abor- cincuenta barcos como ese en el Gol- cadores eran el mismo: tres señores una actividad más rentable y ambien-
damos el barco: Orrego el fo del Morrosquillo, era un puerto de flacos, con la ropa sucia y raída, y sin talmente sostenible.
camarógrafo, Camilo el so- verdad; y no esa triste mole de cemen- ningún interés en nosotros o en la gra- Una vez zarpamos los tres marineros
nidista, el profesor Arley, to rodeada de agua sucia y olorosa, bación en la que participarían. A dife- se fueron para la cubierta, donde de for-
que era nuestro contacto y donde ya solo atracaban seis barcos, rencia del capitán que nunca salió del ma mecánica hicieron su trabajo como
personaje, y yo. La idea era grabar una rezagos de esa inmensa flota que se camarote, buena parte de su faena era quien ha hecho lo mismo desde que era
faena de pesca de camarón como uno llamaba Los Vikingos. sobre cubierta. chiquito. Limpiaron el piso de la nave,
de los temas de un programa de tele- Como a otras grabaciones en luga- El plan era estar en una faena de desamarraron las dos redes que colgaban
visión documental y divulgación cien- res a los que sabía que no iba a volver, doce horas de pesca, navegar rumbo a lado y lado del barco, sacaron cuatro
tífica, donde queríamos entender y llevé mi cámara de video casera para norte, en línea recta durante tres ho- cajas plásticas grandes de esas de Estra,
explicar el fenómeno de la disminución hacer planos de apoyo que después se ras, y regresar por la misma ruta. Lue- las acomodaron y revisaron el hielo den-
de la pesca en el Caribe colombiano. utilizarían en el documental y queda- go ir y volver de nuevo por la misma tro de la bodega. Orrego seguía todos los
Fue en octubre de 2008. rían en mi archivo personal. línea, barriendo, literalmente, el fon- movimientos de estos hombres que se ne-
El barco era una de esas naves que El barco lo habitaban cuatro mari- do del mar para sacar el camarón que gaban a repetir cualquier acción para la
desde los años sesenta se veían a lo le- neros: un capitán y tres pescadores. El habita entre veinte y ochenta metros cámara. Una vez terminaron de organi-
jos con los brazos estirados desde el capi era un tipo sin camisa y con una de profundidad. La función del profe- zar, el barco comenzó a navegar en la di-
malecón en Tolú, y a los que siempre panza inmensa que exhibió desde que sor Arley era explicarnos todo lo que rección prevista, soltó las redes y ellos se
se les tomaban fotos porque eran capa- se subió a la nave; debe ser por eso que pasaba, además de presentar en la te- fueron a dormir a un minúsculo cama-
ces de hacer poético el paisaje tropical. nunca miré su cara, sino la inmensa ci- levisión los resultados de su investiga- rote que había junto al bullicioso cuarto
Por primera vez utilicé el muelle que catriz que lo atravesaba como el cierre ción que consistía en inventar y aplicar donde estaban los motores, de donde sa-
en otra época, cuando había más de de una chaqueta. Para mí los tres pes- tecnologías que hicieran de la pesca lía un calor infernal.
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Instantáneas

E
Lima
stoy en Lima y pienso en mi
papá. “Nunca llueve”, decía
cada vez que alguien men-
cionaba la ciudad. Él jamás
puso un pie acá.
Pienso también en aquel compañero
de estudios en Cuba. Era peruano y por
alguna razón no había salido mucho de
resistir y, amparado por la oscuridad y
el alto volumen colectivo, canté onoma- por A N D R É S B UR G O S
Lima. Tenía veinte años. Cuando se de- topeyas con actitud sentida. Las calculé
sató el primer aguacero veraniego, que parecidas a lo que decía la voz unifica-
duró tres días, lo encontré parado frente da a mí alrededor. Lo hice como si en- Ilustración: Camila López
a un ventanal. Perplejo. En los minutos tendiera cada palabra, como si la letra
que permaneció sin moverse, mantuvo tuviera un profundo valor para mí.
una expresión de asombro infantil. Un
gozo abrupto que envidié y seguí envi-
diando en adelante. Cubanas
Estoy en Lima y miro la tarde diluir- Las cubanas lanzan muchos besos al Era una chica de unos veintipocos. una sonrisa sincera que esperaba no de-
se en un cielo atiborrado de nubes gor- aire. Es una forma práctica de saludar Entre otras cosas nos contó que era su viniera llanto. Era cuestión de contro-
das que no se van a desplomar. No me cariñosamente sin desviar su camino. segunda vez en Corea, que venía a visi- larme. Pocas veces he sido tan feliz.
arrebatan el aliento pero su compañía Dada la lentitud que el tongoneo sabro- tar a un amigo y que él ya había ido va- Cuando se la llevaron, se despidió
tranquila, predecible, se siente bien. so les impone al caminar, si se acerca- rias veces a Colombia. agitando en alto su manita de empana-
Muy bien. A lo mejor eso es la madurez. ran a saludar de beso a todo el mundo Éramos los únicos occidentales en da. Ella siempre va a permanecer en el
no llegarían nunca a ninguna parte. el vagón. top de mujeres favoritas en mi vida.
Sus besos voladores son sonoros, Cuando descendió, hablamos de
Estambul robustos y contundentes. A veces se ella. Resultaba fácil deducir que el co-
Era un bar con un esquema que se acompañan de un movimiento de la reano era su novio. Obviamente algún Copacabana
repite mucho en Estambul: varias me- mano que termina de darles impulso. familiar de ella tuvo que haberse refe- Copacabana es conocida por ser una
sas agolpadas alrededor de un cantan- Se aseguran así de que lleguen a su des- rido a él como ‘El Chino’ en algún mo- playa más popular que Ipanema y Le-
te con guitarra que encadena canciones tinatario sin importar a cuántos metros mento. Lo imaginamos en una fiesta blón, sus vecinas sofisticadas, donde
populares turcas. Yo no entendía ni una se encuentre. decembrina paisa y nos dio un poco de no hay tanto pueblo ni negocitos chi-
palabra. En los estribillos casi todo el Pero en ocasiones estos besos se risa y lástima. Ella nos pareció muy bo- chipatos. Sin embargo, un recorrido de
mundo lo acompañaba. Un coro espon- desvían en el camino como balas perdi- nita, pero seguramente tendría poca domingo 29 de diciembre por Ipanema
táneo, alegre y sentido. Varias mujeres das. El viento o la inercia los llevan ha- suerte en Medellín porque no encajaba terminó por darme la idea contraria.
se ponían de pie y, con los brazos abier- cia otro lado. A mí me han caído varios, en el encasillamiento que le gusta a esa Gente, gleba, montonera por millo-
tos, giraban las muñecas en un gesto de cálidos y escandalosos, que iban para ciudad de la que habíamos huido. Nos nes. Familias enteras y disfuncionales
baile bonito y ajeno. alguien más. ¿Qué sucede entonces? maravilló la distancia que a veces hay que habían llegado en metro desde ba-
Era un espectáculo comunal de al- Nada, nadita, nada. Nadie se muere por que recorrer para que te acepten. Aun- rrios alejados y trataban de tostar aún
garabía inocente que me maravillaba. ello, las cubanas son generosas y no ven que ya no nos podía oír, le deseamos más sus pieles mulatas ya tostadas. Ni-
Pero también me ponía algo melancó- drama en compartir. Siguen su camino, toda la suerte del mundo con su chino. ños flacos no paraban de gritar y correr
lico en mi insuperable lejanía. Soledad agitando con parsimonia, a lado y lado, felices. Democracia encuerada. Se bo-
de forastero. Contagiado del entusias- unas nalgas que generalmente tienen rró la fama que traía la playa. Me gustó
mo, traté de concentrarme en el ritmo. kilos de más. Besito mucho, porque aunque en visitas poste-
Demasiado consciente de lo absurdo Era Nueva Orleans antes de Katri- riores recuperó algo de su compostura,
que resultaría querer atinarle cantando na y yo era turista. Estaba sentado en había sido como tener la oportunidad
aunque fuera a una sola sílaba, mante- Chino el suelo con otro centenar de personas de ver a una modelo de portada en su
nía los labios sellados. En el metro de Seúl nadie nos iba oyendo un concierto de un quinteto de casa, despeinada y con la cara untada
De repente, hubo un apagón y el so- a entender. Así que aprovechábamos bronces en un parque. Una cabecita só- de mantequilla.
nido amplificado del cantante se per- para hablar de los presentes sin pudor. lida se asomaba entre la gente yendo de
dió. Ya el micrófono no estaba de su El tema del momento era lo poco que acá para allá, corriendo errática y feliz:
parte. Luego de un segundo de perple- se arrugan los coreanos con la edad. De una niña con síndrome de Down; no te- Ipanema
jidad, el público, ahora convertido en repente, una voz a espaldas nuestras nía más de cinco años. El primero de enero, después del
sombras, empezó a cantar con mayor agregó en perfecto español, con acento Fue de un lado a otro varias veces desbordado espectáculo de fin de año
ímpetu la canción entera, ya no solo el idéntico al nuestro, que además no les sin detenerse hasta que, vaya uno a sa- en Copacabana, donde se reúnen más
coro. Fue tanto el gozo que no me pude salían canas. ber por qué, encontró un destino: yo. de dos millones de personas, estoy de
Me dio un besito en la mejilla y se rio. nuevo en Ipanema, desde donde se ve
Entre toda la gente que había allí me el atardecer mejor que en cualquier
eligió a mí. Solo a mí. Tres segundos otro lado de la ciudad. La playa y un ris-
después estaban allí sus padres, grin- co aledaño se encuentran repletos de
gos blancos y extremadamente educa- gente. La actitud general es tranquila,
dos, disculpándose. Los tranquilicé con de relajamiento después del clímax, de
cansancio satisfecho. No parece haber
un objetivo más allá de gastar las ho-
ras hasta que se vaya la luz. Esto pienso
hasta que el sol comienza a desapare-
cer y me doy cuenta de que sí había un
propósito. La gente empieza aplaudir
al primer atardecer del año. Aplaudi-
mos. No sé si es algo que suceda cada
año o se dio espontáneamente en este
día. Pero fue bonito y, para mí, un sím-
bolo contundente de las formas y cami-
nos que van tomando las satisfacciones
en nuestras vidas. UC
8 UC número 60 / noviembre 2014 número 60 / noviembre 2014 UC 9
“Allí nadie aguanta mucho tiempo. Hay tres op- añade que distinta información clasificada que ha te-
Una sala de velación puede incluir tragedias inesperadas, ciones: que te maten por joderles, que te compren con nido en sus manos detalla que los cárteles de Sina-
mucho dinero o que sobrevivas unos meses luchando loa y de Los Zetas se disputan el control de territorios
acosos sobre el protagonista, negocios de última hora. contra ellos. Luego, te sustituyen”. hondureños para el almacenaje y tráfico de drogas.
***
En San Pedro Sula, Honduras, los narcos rondan las Aquellos dos extraños hombres volvieron al tana-
—Primero desplazan la droga en narcovuelos, o por
vía marítima, que llegan a los departamentos del orien-
funerarias en una especie de redundancia macabra. torio hora y media después en busca de Yasmín. Fue- te de Honduras, como el de Olancho. Allí, en grandes
ron noventa minutos en los que la madre sopesó la fincas, tienen sus propias pistas de aterrizaje. Si lo ha-
Los señores piensan en el envase y en el envío. oportunidad única que se le planteaba fortuitamente. cen por el mar Caribe, por ciudades como La Ceiba o
Pensó que Amílcar ya no iba a volver y a ella le ven- Trujillo, solo tienen que comprar a los guardias que hay
dría muy bien el dinero. Su marido había muerto tres dispersos en distintos puestos costeros de control.
años atrás y ella, con cuatro de sus hijos todavía vi- —¿Cómo trasladan la droga hacia el oeste del país?
viendo en casa y sin empleo, no lograba encontrar —Hasta hace unos meses, en San Pedro teníamos que
trabajo porque es analfabeta y tampoco aprendió un tener cuidado con las ambulancias. Compraban a sus con-
oficio nunca. Su situación económica nunca fue hol- ductores o se hacían fabricar réplicas exactas a las verda-

Este lado arriba


gada —procede de una familia de campesinos de un deras para trasladar grandes cantidades de coca de forma
pueblito al sur del país— y, tras enviudar, las estre- rápida y sin levantar sospechas. Pero ahora los narcos han
checes monetarias no dejaban de acosarla. ido un poco más allá. No respetan ni a los muertos.
Tras unos minutos de conversación alejados de Nelson se detiene unos segundos. Por primera vez
la gente que velaba los restos de Amílcar, Yasmin y en toda la noche parece ponerse nervioso. Lo veo ju-
los dos hombres pronto cerraron los pormenores del gueteando con sus manos y pienso que quizás ha ha-
acuerdo. La mujer cobraría 8.500 dólares —aunque blado más de lo que tenía pensado. Sin embargo, tras
el lempira es la moneda oficial hondureña— y ellos, un impasse que me resulta interminable, decide se-
esa misma noche, se llevarían a su hijo muerto en un guir con su narración.
falso coche fúnebre que portaba una corona de flo- —Utilizan a los muertos como envases para su mer-
res en la puerta trasera para no levantar la más míni- cancía. Contactan familias sumamente pobres que han
por A N D R O S L O Z A N O ma sospecha. Al día siguiente trasladarían el cuerpo
fenecido a una finca cercana a la frontera con Guate-
perdido a algún miembro para comprarles sus restos.
Les ofrecen hasta diez mil dólares por el cuerpo y les
mala y allí lo enterrarían en la más pura soledad, sin pagan el entierro en pueblos fronterizos con Guatema-
amigos ni familia que le dieran un último adiós. No la, en lugares como El Paraíso, Copán Ruinas o Santa
Ilustración: Alejandra Congote hubo ni un detalle más. Rosa, donde sus alcaldes son parte del negocio. El tras-
“Solo quiero saber algo —dijo Yasmin—. ¿Por qué lado lo realizan en falsos coches fúnebres. Una vez allí,
necesitan el cuerpo de mi niño?” tras haber previamente vaciado, rellenado con fardos

L
“Son solo negocios, no se preocupe mijita, son solo de coca y cosido los cuerpos, los reabren.
negocios. Trataremos bien a su niño” —le dijo el hom- Pero la droga aún continúa en Honduras. La si-
a inconsolable madre velaba el cuerpo de hijo Wilfred, presente durante los sesenta minutos bre que un par de horas atrás le había estampado un guiente casilla, cuenta Nelson, es Guatemala, adonde
su hijo Amílcar cuando vio llegar al ta- que dura la cita, trata de consolarla, aunque sin éxi- beso sobre la frente con la misma sangre fría que un debe llegar. Desde ese país partirá de nuevo en avio-
natorio a aquellos dos rostros descono- to. “Mamá, no llores —le dice—. Amílcar ya estaba león ataca a su presa. netas o en pequeñas embarcaciones hacia el norte del
cidos. Uno de sus hermanos se le acercó, muerto. Lo único que cambiamos es su destino a la Así ocurrió. La mujer comunicó al tanatorio que continente. Mi fuente explica que es en las carreteras
la agarró del brazo y, al oído, le susurró: hora de ser enterrado”. había decidido enterrar a su hijo con “otra” compañía de Copán donde él y su gente actúan a diario reali-
“Mi niña, estos señores buscan hablar contigo. Di- *** fúnebre y que en unos minutos vendrían por el cuer- zando controles sorpresa o emboscadas a convoys de
cen que quieren proponerte algo”. Yasmin Martínez Naciones Unidas ha señalado a Honduras duran- po. Yasmin no entendió muy bien por qué no le pu- todoterrenos cargados hasta los topes de coca y con
—57 años, tez morena, cuerpo chiquito, trasero vo- te los dos últimos años (2012 y 2013) como el país sieron impedimento alguno, pero luego pensó que gente armada con metralletas y fusiles.
luminoso y gafas de pasta negra que esconden unos sin guerra más violento del mundo. La corrupción alguien del personal del tanatorio también sacaba ta- —¿Es eficaz este tipo de operativos?
ojos achinados color ébano— se alejó unos metros policial, los grandes clanes del narcotráfico y las ma- jada de aquel negocio. —Era. Cada vez lo es menos. Los narcos poseen
del tumulto que rodeaba el endeble féretro del me- ras Salvatrucha y Barrio 18 se llevan la mayor parte Al cabo de un rato la extraña pareja volvió a apa- grandes haciendas a ambos lados de la frontera.
nor de sus siete hijos y, a continuación, se secó las de culpa. También el que en un Estado con ocho mi- recer con el vehículo fúnebre. Uno de ellos se bajó Compran inmensas extensiones de terreno para mo-
lágrimas que no había dejado de derramar desde llones de habitantes tenga en circulación 1,2 millo- del coche, apartó a Yasmin a un lado y le entregó un verse sin miedo. Antes la trasladaban por carretera
que la noche anterior dos jóvenes motorizados tiro- nes de armas aproximadamente. De ellas, se calcula maletín marrón con 8.500 dólares. “Puede contar- pero desde que los jodemos, usan animales de carga
tearon a su pequeño con una pistola calibre 45 en la que setecientas mil no tienen amparo legal. lo si quiere —le dijo a la madre de Amílcar— pero no amaestrados, principalmente bueyes y mulos, para
puerta de un prostíbulo. Al parecer, habían discuti- Es lógico pensar que en el país más violento del falta ni un solo billete. Somos fiables en los pagos”. que trasladen la cocaína de un país a otro por las mon-
do horas atrás. Sumamente extrañada por la ines- mundo también se encuentre la ciudad con el ma- Ella se fio. tañas boscosas que los separan. Son apenas unos kiló-
perada visita, la mujer escuchó con atención. yor índice de muertes violentas de todo el planeta. Con el féretro ya en la calle, antes de cerrarlo y de metros sin valla fronteriza.
“Señora, voy a serle sincero —dijo uno de los dos Así es. San Pedro Sula, con una tasa de 187 homi- que cuatro de sus hijos lo introdujeran en el coche, Nelson decide interrumpir abruptamente la con-
hombres, ambos de unos treinta años, fino bigote, pan- cidios por cada cien mil habitantes, se sitúa en la Yasmin dio un último beso en la mejilla de Amílcar. versación. En el reloj de su muñeca ha visto que la cita
talón vaquero, camiseta de tirantes, que se presenta- primera posición de tan dramático ranking. La sol- Entre lágrimas y en silencio, hablando para sus aden- se ha alargado más lo esperado y que ya debería estar
ron sin revelar sus nombres—. Queremos comprarle vente organización mexicana Seguridad, Justicia y tros, le pidió que la perdonara. en casa descansando. “Adiós, mi hermano”, me dice.
los restos de su chico. Si acepta, le pagaremos muchos Paz, que realiza estudios a nivel mundial sobre este A esta escena le siguió un portazo, un motor de co- De aquel encuentro hace año y medio y Nelson ya no
dólares y le daremos sepultura allá pasando Copán”. fenómeno, le ha otorgado ese dudoso honor por ter- che arrancado y una madre desolada. se dedica a combatir al narco. Ahora trabaja como
Antes de que la mujer pronunciara siquiera cer año consecutivo (2011, 2012 y 2013). El año pa- *** agente especial para la inmigración irregular de hon-
una sola palabra, aquellos señores, como si en al- sado el segundo lugar correspondió a Caracas y el La cita con Nelson transcurre entre la noche ce- dureños hacia los Estados Unidos.
gún instante de sus existencias hubiesen tenido el tercero a Acapulco, con tasas de 134 y 113 homici- rrada. Cuenta que una vez llegue a Copán trabajará ***
más mínimo respeto hacia la vida ajena (tampoco, dios por cada cien mil personas respectivamente. durante diecisiete días seguidos. Mientras pisa esas Frente a un céntrico hotel de San Pedro Sula, José
al parecer, hacia la muerte ajena), añadieron: “No *** tierras fronterizas con Guatemala nunca se despren- espera paciente a que algún cliente se monte en su taxi.
hace falta que nos responda horita, volveremos más A esta hora de la noche son pocos los que se atre- de del mal sabor de boca que le provoca la sensación El hombre —52 años, pelo encanecido, pantalón vaque-
tarde”. “Piénselo con calma, mi señora, lo mejor es ven a caminar o a manejar su auto por las calles se- de que todo lo que hace sirve de poco. Él, empeñado ro y camisa azul claro— cuenta que las maras imponen
que usted se pare a meditar”, le espetó el otro hom- midesiertas y casi en penumbra de Tegucigalpa, la en combatir a los mercaderes del polvo blanco, ha vis- el llamado “impuesto de guerra” en su sector y también
bre antes de estamparle un beso sobre su frente. Un capital hondureña. Los mareros sí, pero tienen ven- to que las tretas del narco no tienen fin. “Con ellos, la en otros como el de las pulperías, el transporte de mer-
beso que la dejó helada. taja: van armados hasta los calzones. Ellos, aunque realidad supera a la imaginación más retorcida”. cancías en camión, en la hostelería de las colonias más
*** lo disimulen, también temen a la muerte. Aquí den- Mi fuente, la más desconfiada con la que he trata- conflictivas… Pocos escapan a su intimidación.
La mañana de este martes de mayo de 2013 se tro, en el jardín de una vivienda convertida en un do nunca, explica que por las carreteras del departa- “O pagas o te matan”, dice el taxista. Él, para po-
ha levantado nublada sobre la colonia Nuestra Úni- restorán a cielo abierto, solo se escucha el rodar le- mento de Copán cruza la coca procedente de países der trabajar tranquilo, paga trescientos lempiras se-
ca Esperanza, en San Pedro Sula, Honduras. Sin jano de los coches. El establecimiento está cerrado y como Perú, Colombia y Venezuela. Nelson confirma lo manales. La cuota es más alta para los camioneros:
embargo, la sensación de calor es fuerte por la hu- apenas acompaña el silencio. Serán necesarios unos que ya había subrayado un informe del Departamen- tres mil lempiras cada siete días.
medad del ambiente. Ataviada con una camisa minutos entre el espeso negror para que nuestras to de Estado de Estados Unidos: el 79 por ciento de la En la ciudad más violenta del país más violento del
negra ancha y un pantalón vaquero que intenta di- pupilas se dilaten como las de un felino y logremos coca que sale del sur del continente americano pasa planeta, al crimen organizado algunos le llaman “ne-
simular su más que notable gordura, Yasmin me divisar aquello que tenemos delante. Hasta este mo- por aquí de camino a los países del norte. También gocios, mijita, solo negocios”. UC
abre las puertas de su casa tras imponer una sola mento no hay apenas palabras, salvo las de cortesía.
condición para la celebración del encuentro: “No Es ahora cuando Nelson y yo hemos reconocido
habrá foto alguna”. nuestros perfiles, dos cuerpos enfrentados en una en su sinvivir diario, un infierno terrenal con pin-
Delante de una taza de café ardiente y sentados mesa vestida con un mantel de tela blanca. Des- ta de ratonera.
a una mesa blanca de plástico en el patio destecha- de los cielos, una luna similar a un gajo de naranja “Me alimento de lo que yo cocino. Temo que los
do donde comen sus gallinas, la mamá de Amílcar ejerce de notaria del encuentro. narcos compren a alguno de los míos y me enve-
recuerda con nitidez aquel encuentro de un año En realidad, Nelson no es Nelson. Mi con- nenen. Duermo en la jefatura rodeado de cuatro
atrás, cuando ella, viuda y sin trabajo, aún se re- fidente es un alto funcionario antinarcóticos o cinco furgones con las luces encendidas y algu-
torcía de dolor por la muerte a tiros de su hijo de de Honduras que no puede develar su verdade- nos de mis veinte chicos de confianza patrullando”.
veintitrés años y una pareja de hombres le propuso ra identidad. Si lo hiciera, “duraría vivo lo mis- Nunca pensé que Nelson arrancaría su relato des-
comprar el cuerpo de su “pequeño”. mo que un billete de cinco dólares prendido con tripando sus pánicos más íntimos.
“Al principio dudé. Dudé mucho. Incluso pen- un mechero”. Y Nelson quiere seguir viviendo. En Según avanza la conversación, Nelson me con-
sé que mi hermano andaba liado con ellos. Luego… casa esperan hijo y esposa. tará que mañana, casi de madrugada, volverá a su
Luego…”. Yasmin, casi absorta, fija la mirada en su Ha llegado a la cita tras insistirle durante se- particular averno como jefe circunstancial del de-
taza de café. Da la impresión de sentirse culpable manas. Le he citado porque quiero que me cuente partamento policial de Copán, en la frontera con
por lo que hizo. “Luego, cuando volvieron, acepté. cómo actúan en Honduras los grandes cárteles de la Guatemala. Exige que no diga cuánto tiempo lle-
Aunque suene a diablos, les vendí el cuerpo de mi cocaína cuando desde hace un lustro en México se va en el cargo ni cuándo se produce esta conver-
Amílcar”. Yasmin rompe a llorar mientras recuerda les está haciendo la guerra. Pero antes de ahondar sación. De hacerlo, si alguien echa cuentas, lo
aquel trance, quizás el más amargo de su vida. Su en esas insignificancias para él, Nelson se detiene dejaría vendido.
10 UC número 60 / noviembre 2014 número 60 / noviembre 2014 UC 11
La lista de mercado de Universo Centro incluye cabuya, yacón, bagre, cebolla y flores.
La compra se hizo en la Minorista, La América, la placita de Flórez y la Mayorista.
La receta fue cocinada entre coteros varios, brujos de ocasión, campesinos, comerciantes
con galpón blindado, cantineras de medio día y floreras. Cuatro páginas con paisaje de
campo para la nariz, el bolsillo, el oído y la panza.

Fotografías: Juan Fernando Ospina Historias


al hilo
Bagrecito por M A U R I C I O L Ó P E Z R U E D A

de plaza
Gabriel, dedicado al negocio hace
por A N D R É S D E L G A D O cuarenta años, asegura que ahora la
gente no come bagre. Pero no se le cree:
uno sí come bagre, sobre todo en plenas
borracheras. Sin embargo, tiene razo-
nes para decirlo porque cuando el pes-
cado se ofrecía en la antigua plaza de
Guayaquil, vendía tanto que le alcan-
zó para comprar solar en Manrique y
construir una casa de tres pisos. Ahora,
a fuerza de lidias, Gabriel logra pagar
el arriendo del local, los impuestos y los
servicios públicos en la Minorista.

H
Allí también, en varios locales, se
ace décadas, la abue- En el piso superior de las pescade- lo mejor del bagre es la ceremonia. No puede comprar bagre seco o curado, ex-
la Guillermina pedía al rías de la plaza está el restaurante La todos los días se come sancocho y uno hibido en filetes amarillos y empolva-
abuelo que llevara bagre Ricura del Pacífico, donde el sancocho hace del almuerzo un evento distinto. dos como tapetes fibrosos colgados de
en el mercado y una tra- de bagre cuesta doce mil pesos. Un pla- Como cualquier rito en finca o acam- ganchos plateados. La libra de este ba-
camanada de tíos y so- to hondo repleto con caldo amarillo pada. Y si hay guayabo el ritual es cu- gre cuesta dieciséis mil, más del doble
brinos comíamos suculentos platos de y sustancioso, papa, yuca y, claro, dos rativo, porque cuando hay guayabo que uno fresco traído desde el Magda-
sancocho. Hoy por hoy, nadie te invita a porciones de pescado que doña Nelly, cualquier caldo alivia, como también lena. El dueño expone la razón del pre-
bagre en casa propia. Para comerlo hay la dueña del restaurante, sirve; y apar- alivia un bagrecito tierno y cariñoso. cio: “Es pescado deshidratado”. Un
que salir a restaurantes. Y si el animal te, al lado del arroz con coco, la ensala- bagre que pesa cien libras luego de cu-
se cuela en una conversación, lo hace da, la arepa y un tercer plato con cuatro rado queda pesando veinte. Entonces
para ilustrar alguna conquista desa- limones y un exprimidor. En el restau- Fresco y también curado queda la duda de si el precio se debe a
fortunada. A unas amigas les escuché: rante también se sirve sierra frita por En el primer piso de la plaza está la su mejor sabor o a la necesidad de com-
“Cuando estamos desesperadas no nos veinte mil y tilapia por diecisiete. Nelly, pesquera Brisas del Mar, propiedad de pensar la hidratación perdida.
queda otra que comer bagre”. natural de Montería, dice que un do- Gabriel Gómez, quien me recibe con su El bagre es presa común alrededor
No deja de ser curioso que El Ba- mingo puede llegar a despachar hasta delantal blanco y mugroso como buen del mundo. Además, atraparlo no es difí-
gre sea el nombre de un municipio del cien sancochos. carnicero. El bagre que llega desde los cil. Un dicho popular que lo demuestra:
Bajo Cauca antioqueño. Este pueblo La piel del Bagre no tiene escamas y ríos Magdalena, Cauca, San Jorge y “Te haces el pirata y eres terrible pes-

D
tiene nombre de pez pero su economía es resbalosa, es un cuero negro con pin- Nechí vale siete mil pesos la libra. Por cador de bagres”. En Google Play está
está basada en el oro. En Medellín, más tas blancas, difícil de pasar a la hora de otro lado, los bagres que llegan desde el disponible: Pesca de bagres, una apli- on Eladio Durango produ- aunque sí conoció la de Cisneros, esa Jorge Elías Cano es quien vende saberlo siquiera, también hace parte
exactamente en la Plaza Minorista José comerlo. Menos mal su carne no tiene Amazonas, conocidos como ‘dorados’, cación para Android en teléfonos celu- ce fique desde hace más cuyo incendio, en 1968, le dio vida un esa fea raíz prima hermana de la yuca. de la vida multicolor de esa plaza de
María Villa, el bagre es uno de los pes- exceso de espinas y eso ayuda. El cal- vale cinco mil la libra, más barato a pe- lares. No es broma, búsquela. En esta de 35 años. Es un hombre año después a las de La América, Cam- Nació en San Javier hace más de se- cinco mil metros cuadrados y 45 años
cados más populares. do tiene cuerpo, sabor y sustancia. Pero sar de los costos de transporte. App explican varios trucos. Por ejemplo: añejo acostumbrado a tra- po Valdés, Belén, Castilla y Guayabal, tenta años y llegó a la plaza el día que de historia, donde doña Miriam, con
cómo atraer bagres a la zona de pesca. bajar la tierra. Tiene una construidas por la Alcaldía para que la inauguraron. Trabajaba en cons- más de setenta años, sigue cuidando
En un balde con agua se pone media li- pequeña finca en la vereda La Cano, los habitantes de Medellín no tuvieran trucción, pero le ofrecieron ser cotero los carros junto a su hermano Arturo,
bra de frijol de soya, 250 gramos de hí- en Girardota, cuyo paisaje está ador- que ir hasta el centro a mercar. y se quedó. Hoy, las fuerzas no le al- de 65; donde el restaurante Doña Tere
gado de pollo y dos cervezas, y se deja nado por hermosas cascadas como co- Tres de ellas sucumbieron al progre- canzan para subirse al lomo los bultos ya no es atendido por Tere, que se mu-
fermentando por tres semanas. El podri- llares de diamantes saliendo de ese so y a la aparición de los grandes super- de papa que vienen desde Pasto y Bo- rió de tanto fumar y esperar un amor
do coctel se vacía en varias latas aguje- bosque agreste que se aferra a la cor- mercados. Solo sobrevivieron las plazas yacá, pero sí es capaz de desgranar fri- extraviado; donde Lolo, Jaime Co-
readas con un clavo, “a manera de honey dillera oriental, a fuerza de peñas y ár- de Campo Valdés y La América, gracias joles y arvejas en un rinconcito de la rrea y Alonso, tres de los comercian-
hole”, se amarran con un cordón largo y boles ancestrales. a la unión de sus comerciantes y la fide- tienda de don Nelson. tes fundadores, parecen los últimos
se arrojan donde se planea pescar. El ba- Eladio, que come de lo que siem- lidad de algunos clientes. Por su parte, Rodrigo Londoño, fantasmas de una época que agoni-
gre se cautiva con el olor, pues es un ca- bra en la parte trasera de su finca, fa- Además del fique de don Eladio, artesano, es quien más compra la ca- za bajo las fuertes pisadas del progre-
rroñero empedernido. Así, durante dos brica cabuya para pagarles el estudio a en la Plaza de La América se consi- buya que produce don Eladio. Le pa- so. Porque a la Plaza de La América
días se deja el aromatizante. “Cuando sus cuatro nietos. Tiene un cultivo de guen productos tan diversos como el rece de buena calidad y por eso todos el Éxito le respira en la nuca, como el
llegues a pescar —dice la aplicación—, unas cien matas de fique, una máquina yacón, un vegetal con aire de fósil que los sábados va hasta la tienda de doña asesino agazapado en las sombras, si-
retiras las latas, tiras la red y ya te pones desfibradora y una carreta de tracción sirve para curar todo tipo de males, o Rosa para llevarse dos o tres madejas. lencioso, expectante.
a pescar”. Ya saben pues. animal en la que se transporta hasta el como plaguicida. El yacón baja en bul- Rodrigo vive en el barrio Niza, cer- La plaza ha tenido que adaptar-
Cuentan las crónicas que hasta hace parque principal de Girardota para lle- tos desde San Vicente y desde Sonsón, quita de Santa Lucía. Sus artesanías se a los cambios que traen estos tiem-
diez años un solo pescador de Puerto var su producto. y se vende a mil el kilo. En La América, las vende en el centro y a veces tam- pos de alimentos compactados en latas
Berrío llegaba a sacar, en un día, hasta Allá, por cada kilo de fique le dan una juiciosa compradora de ese extraño bién en la plaza de La América, cuan- y envases plásticos; de pagos con tarje-
sesenta libras de bagre rayado. Hoy en cerca de dos mil pesos. Baja unos vegetal es Rosaura Molina, quien utili- do queda tiempo. ta; de cajas registradoras. Ahora es un
día la cosecha se reduce a diez libras por treinta kilos semanales, y con eso le za la cáscara para hacer menjurjes que Rodrigo, al igual que la mayoría aula ambiental que cree en los produc-
día. Y si antes los peces llegaban a me- basta, pues para sobrevivir le alcan- previenen la vejez. Rosaura tiene un sa- de los compradores de la plaza, jamás tos cosechados en los campos de Antio-
dir un metro y medio, hoy a duras penas zan su finca, su caballo y su perro. En lón de belleza en Laureles y su esposo, se pregunta de dónde llegó ese pro- quia o en las Ecohuertas de la periferia
llegan a los ochenta centímetros. Ya no Girardota, el fique de don Eladio se Miguel Delgado, tiene una ebanistería ducto que tanto le sirve. Jamás se pre- de Medellín. Sus clientes son cada vez
es lo mismo pescarlo en Puerto Boyacá, transforma en madejas de fina cabu- en Belén Rosales. Miguel también visi- gunta quién lo cultivó o lo fabricó. Él menos y más viejos, y a uno le da por
Magangué, Chimichagua, puntos donde ya que en cajas bien selladas viajan ta la plaza, pero para comprar uchuvas, no se da cuenta de la historia que va pensar que, como al hijo de Pedro Pára-
se registraban las mayores cantidades. hasta Medellín, precisamente hasta una fruta que parece adorno navide- amarrada a cada hilo de esa madeja mo, los pocos que la habitan o la visitan
En el Libro rojo de los peces dulceacuíco- la Plaza de La América. Allí cada ma- ño y que dicen sirve para la diabetes y de cabuya, porque las plazas no son algún día se darán cuenta de la triste
las de Colombia, el bagre rayado apare- deja puede costar cinco mil o diez mil otras recetas médicas. únicamente las historias que ocurren realidad, de que Comala ya no existe; y
ce en la categoría “en peligro”, a un paso pesos, dependiendo del tamaño. Ela- El yacón también lo compra Mari- dentro de esos pasillos repletos de es- que solo es un pueblo abandonado cus-
de “en peligro crítico” y a dos del terri- dio ni se entera de todo ese proceso, no, un brujo y domador de serpientes tantes y colmados de olores, también todiado por fantasmas obstinados, afe-
ble “extinto”. Estamos a punto de acabar ni de quién termina llevándose su fi- que los sábados y domingos promete la son las historias que ocurren fuera de rrados a la esperanza de estar vivos, y
con el bendito sancocho. UC que. No conoce la Plaza de La América, erección eterna en el Parque Berrío. ellas, muy lejos de ellas. Eladio, sin convencidos de que todavía es 1969. UC
12 UC número 60 / noviembre 2014 número 60 / noviembre 2014 UC 13

Pregon
florero Nosotros, salvajez y barbarie
envueltas en fina piel,
el infierno de lo interno,
y anatomía ardiente.
por G U I L L E R M O C A R D O N A Pero en la cebolla hay solo cebolla,
ni intestinos hay ni hiel.

E
Múltiples veces desnuda,
s víspera del 1 de noviem- Pero así no esté a la vista una fecha
bre, Día de todos los santos importante, las disculpas nunca faltan nunca jamás diferente.
y a su vez víspera del Día de y nada más elegante que un manojo de
difuntos y de los agentes fu- flores para regalar en esos eventos parti-
nerarios, a la Plaza de Fló- culares como matrimonios y despedidas Wislawa Szymborska
rez llegan clientes de Medellín, de otros de soltero, nacimientos, defunciones,
municipios de Antioquia y de algunas grados, quinces, primeras comuniones,
regiones de la Costa. Acuden sobre todo cumpleaños, cirugías, esguinces de to-
en busca de flores blancas (anturios, billo, más otro mar de rupturas y recon-
pompones y fullys), con toques de es- ciliaciones amorosas, cuando no se trata
trellitas de belén y manto de la virgen, de simplemente ponerle un toque de ale-
aunque según me cuentan Dalia y Rosa gría al comedor o un tris de buen aroma colores y todos los tamaños, la flor por mil pesos. Pero sea que se lleve unas hu-
(la una propietaria, la otra administra- al cuarto de baño. excelencia, la estrella del jardín y la rei- mildes gérberas o un encopetado ra-
dora de Flores Veracruz, a la entrada Y para todas las ocasiones en la Pla- na de los ramos. millete de anturios negros, lo mejor es
por Giraldo), hoy la visión de la muerte za de Flórez se encuentran personas Ahora, si lo que busca son flores exó- que tan pronto llegue con las flores a la
no es la misma, y muchas veces los do- como Dalia y Rosa, quienes pese a que ticas no hay que ir muy lejos por la canti- casa o a la fiesta no las meta sin más al
lientes prefieren que en sus ramilletes llevan más de tres décadas en el nego- dad y variedad de orquídeas, heliconias florero. En primer lugar, corte un poco en Colombia, pero no produce suficien-

El olor de la cebolla
de difunto las más azafranadas aves del cio, siguen frescas y relucientes, como y begonias que se dan en nuestra región; las puntas en diagonal, retire las hojas te para abastecer el mercado nacional.
paraíso terminen mezcladas con rosas flor de madrugada, enamoradas de sus aunque si prefiere algo con un tinte más hasta la altura del jarrón donde las va “Aquí usamos la ocañera solo cuando
rojas y gérberas teñidas de azul de Pru- capullos, sus brotes y sus yemas. cosmopolita, en la misma Placita de Flo- a ubicar (de preferencia transparente) no hay peruana. Es más chiquita, más
sia y dorados girasoles, en un lecho de Para ellas, la Plaza de Flórez con res bien podría usted encontrar un ramo y, dependiendo de la flor y siguiendo el cara y se daña más rápido”, me dice Da-
rusco, hojas de carey, manojos de gipso- zeta al final y tilde en la o, como para de lirios de oriente con follaje y comple- consejo del florista, se le echa hasta un río, quien no se contenta con las fotos
filia y solidáster, desplegando un aba- muchos de sus compañeros de faena, se mento de genger y espárrago japonés, tercio de agua máximo, agua que debe vía Wassap y tiene un hombre encarga-
nico de colores tan vivos que podrían transforma con el diminutivo y enton- algo muy indicado cuando se anda en renovarse cada dos o tres días, una vez do de las compras en el Perú: “Yo llevo
despertar a un muerto. ces se llama Placita de Flores, con ese procura de traspasar fronteras. las flores se la acaban de tomar, proce- 35 años comprando cebolla en Perú —
Nunca se venden tantas flores y sin tilde, porque flores es lo que se ha En cualquier caso, abra el ojo, por- diendo de nuevo a recortar en diagonal
por PA S C U A L G AV I R I A
dice el enlace de Darío en Arequipa—.
como el Día de la mujer, obviamen- vendido allá desde su fundación en el que en la gramática de las flores la las puntas, poco a poco, para suprimir Empezamos con la idea de llevarla a Ve-
te, pero cada vez que se acercan cier- siglo XIX. No en vano de aquella tradi- amapola representa el sueño; la vale- las partes que se van pudriendo. Con nezuela y terminamos trayendo a Co-
tas fechas, los jardines de la Plaza de ción campesina de bajar las flores ter- riana, la capacidad de adaptación; la estos cuidados y utilizando los conser- lombia. La cebolla peruana tiene el agua
Flórez se rebosan y sus empleados se ciadas en la espalda por la quebrada de violeta, el pudor; el cartucho, el amor vantes que en la misma Placita le pue- necesaria, ni una gota más, no guarda

E
alistan a seleccionar los arreglos más Aná, nació el desfile de silleteros que carnal; la belladona, la franqueza; el den vender podrá disfrutar sus flores humedad”. También llega alguna cebo-
adecuados para el Día de la madre y el hoy identifica a Medellín. clavel rojo, el corazón que suspira; el hasta por quince días, tiempo durante el
l olfato me lleva hasta la trac- lla blanca desde Boyacá y una que otra
del padre, el Día del amor y la amistad, Hoy siguen llegando las flores de capullo de rosa roja, la inocencia; el cual el ramo también se irá encogiendo
tomula cargada de cebolla carga desde la China que levanta tantas
el Día de la secretaria, el del maestro, grandes cultivos y pequeñas parcelas girasol, la adoración (eres mi sol); y el a medida que lo recorta; así que cuan-
roja. Dos coteros pasan par- sospechas como los tenis: “Esas cebollas
el Día del higienista dental, el aboga- de Santa Elena, pero también de otras narciso, por supuesto, el egoísmo. do las flores quedan con el borde del ja-
te de la carga a un camión chinas no tienen sabor, son muy secas y
do, el sicoorientador, el camarógrafo, regiones del departamento e incluso de Pero si lo que busca es un sutil rrón al cuello, usted sabe que va siendo
pequeño que llevará un via- cuando se pudren huelen peor que la de
la enfermera, el contador, el transpor- corregimientos como San Cristóbal, cu- mensaje de amor, bien puede mandar hora de arrojarlas a la basura o a la zona
je a Tierralta. Desde las tres y media de acá”, me dice una de las encargadas de
tador, el fonoaudiólogo, el bodegue- yos campesinos llevan años reclaman- un ramo de pensamientos y en medio de compostaje.
la mañana le están poniendo el hombro una venta al menudeo.
ro y hasta el Día del humorista, que en do la ocasión de portar sus flores en el una siempreviva. Un noble fin para las flores que, con
a la cebolla que llegó desde Ipiales lue- La Plaza mayorista es una escala
Colombia se celebra el 13 de agosto, in desfile de marras. Y entre tanto las flores se marchitan, todo y su delicada preceptiva, resultan
go de treinta horas de viaje. Una Coca más en el camino de la cebolla roja hasta
memoriam de Jaime Garzón (otro fu- Y las flores que se venden y exhiben deleitándonos con su aroma y su senci- tan esenciales como superfluas y, como
Cola litro y dos vasos en la mitad del re- Urabá, Quibdó, el Bajo Cauca y las ciu-
neral), más otro medio centenar de hoy, siguen siendo las mismas flores lla y sutil hermosura, van algunos con- la poesía misma, las podemos ubicar en
molque son el pequeño cebadero de los dades de la Costa Caribe. “Allá les gusta
efemérides que florecen silvestres de antaño: hortensias, catleyas, lirios, sejos a la hora de adquirir un ramo. Si es el rincón de esas cosas que nos son ab-
dos hombres que están cerca de acabar es la cebolla roja. Aquí por cada roja se
como diente de león en los fértiles pra- margaritas, claveles, gladiolos, cartu- por plata, no se preocupe que un buen solutamente indispensables, aunque no
su trabajo con los 740 bultos de ese bul- venden nueve blancas y allá es al contra-
dos de nuestro calendario. chos y rosas, muchas rosas, de todos los manojo de pompones no pasa de los dos sepamos muy bien para qué. UC
bo oloroso. A la una de la tarde tendrán rio”, dice Darío mientras se lustra unos
ciento treinta mil pesos en el bolsillo y zapatos de gamuza en la puerta de su lo-
la Central mayorista les ofrecerá sus en- cal. La cebolla blanca encuentra clientes
cantos de todos los días: un casino del en restaurantes, tiendas y supermerca-
que veo salir a un jugador con una bolsa dos mientras la roja sigue su viaje hacia
de arvejas a la espalda, las cantinas va- el norte. Es normal, cuando usted mira
queras con las copas listas a mañana y la receta del mote de queso, por decir
tarde, las rifas en cada recoveco, las pro- algo, encuentra seis cebollas rojas entre
mesas de los moteles cercanos… los ingredientes. También les gustan las
William Vélez es uno de los cuatro Ha sido un comienzo de semana para Darío Duque, otro de los grandes ce- cebollas más pequeñas, lo que aquí es
grandes cebolleros de la Plaza mayoris- llorar por la cantidad de cebolla que ha bolleros de la plaza, tiene razones más descarte allá es costumbre.
ta. Cada semana trae tres mulas carga- llegado a la plaza. Hace un mes un bul- profundas para hablar de su relación con Al final de la semana las cosas mejo-
das de cebolla desde el Perú. Vía Wassap to de roja estaba rondando los ochenta esa hortaliza hecha de cáscaras hasta el raron para William. El viernes su mula
le llegan las fotos con una cosecha ex- mil pesos y ahora se vende bien vendi- centro: “Llevo 42 años en la plaza, a mí resultó ser la única con cebolla roja en
tendida y separada por calidades y ta- do a cuarenta y cinco mil. “Ha sido una me curaron la cortada del ombligo con la plaza y pudo vender el bulto a 48 mil
maños: la ‘pelona’ que ha perdido precio paliza dura, pero así es esto. La gente una cebolla y un ajo”. Su papá vendía ce- pesos. “Hoy solo llegó la mía. Hay otra
al soltar sus primeras capas, la cebolla en Perú estaba guardando, guardando bolla y su hijo lo ayuda con las cuentas de cebolla blanca al fondo, pero hoy ven-
de primera, segunda y tercera, la cebo- en espera de buenos precios y la solta- de La casa del ajo, un negocio que vende dí bien y rápido”, me dice mientras su
lla de descarte y algo de jengibre para ron toda al tiempo. Ayer regalamos vein- manzanas en el tiempo libre que deja la hijo recibe una consignación por un via-
cuñar el viaje. Luego de cinco años en el te bultos para la fundación de la plaza y cebolla. “Con esto no se puede hacer sino je recién vendido. En Legumbres Quibdó
negocio ya tiene crédito con sus provee- hoy salen otros quince”, me dice William tres cosas: se vende, se regala o se bota”, también trabajan padre e hijo, una cás-
dores en Arequipa o Tumbes. La cebolla con la tranquilidad del jugador frente a dice Darío señalando unos bultos de ce- cara envuelve otra idéntica que a su vez
pasará por tres camiones y diez días de la máquina tragamonedas. Las tres mu- bolla blanca de primera, la más grande, guarda una nueva.
carretera antes de terminar en el plato las de la semana ya están contratadas y la preferida del mercado local. Las treinta y cinco toneladas de ce-
de un restaurante en Sincelejo o Monte- solo queda esperar que no coincidan las Los cebolleros tienen veinte días bolla están abajo del remolque. Los dos
ría. En Ecuador se hace el primer trans- cebollas rojas en la maquinita de los cua- para sacar la blanca y un mes largo para choferes pastusos buscan viaje para
bordo, luego, en Ipiales, la zarandean tro mayoristas. William me dice que es- buscarle destino a la roja. Con el paso de Ipiales. Galletas es una de las cargas
—término para la limpieza y selección cogió la cebolla porque es una apuesta los días crece el olor y el nerviosismo. usuales de la ruta en esa dirección. An-
antes de la empacada final— y la mon- menos azarosa: “En Ipiales se puede me- “El aire es la vida de la cebolla”, me dice tes será necesario un baño al remolque
tan en el camión que la llevará hasta la dir más o menos cómo está el mercado. William mientras señala los tres extrac- con ripio de café. Los coteros han desa-
puerta de Legumbres Quibdó, el nombre Con registros de importación uno sabe tores sobre los bultos en el fondo del lo- parecido. Esa es una de sus artes según
que eligió William para su negocio como qué esperar. Eso no pasa con la papa, cal. Un lote de cebolla ocañera al que le me han dicho. Encontrarán recompensa
homenaje a la tierra donde trabajó du- por ejemplo, viene de muchas partes y es quedan cinco o seis días de vida. Oca- para su espalda. Y su baño será con alco-
rante quince años. imposible saber cuánta va a llegar”. ña es el gran productor de cebolla roja hol y anís. UC
Arte Central

Titus Neijens
Compinches
Dibujo en tinta china
2011
16 UC número 60 / noviembre 2014 número 60 / noviembre 2014 UC 17
Los zancudos de
Tenochtitlan Caído
del zarzo
Elkin Obregón S.
no la va a encontrar abierta. Pocos museos abren este día, ya le toca ir
mañana. Es padrísima, agregó, se llama La Casa Azul.

P
De pronto, mi reacción fue volver al parque. Sentí que debía ver-
or un balcón del hotel Wash-
ington advierto, al fren- por F E R N A N D O M O R A M E L É N D E Z le la cara otra vez a esa hija de la chingada que me había embolatado.
No sería difícil encontrar su guarida esta vez. ¿Dónde puedo coger un

REUNIÓN
te, la bandera tricolor con el taxi?, le pregunté al pintor. Después de explicarme, también me ad-
águila en el centro. Me gus- virtió que coger era la peor grosería, en ese caso quería decir: hacer

S
ta esa presencia del verde, el Ilustración: Como alimento el amor con un taxi.
blanco y el rojo ondeantes, y el ave de Camilo Restrepo, 2006 Estaba mareado por el sol y la confusión. Asomé las narices a la ofi- e está habituando Universo Centro a publicar libros es-
rapiña que recuerda a la serpiente em- cina, miré a la mujer que me había engañado con una rabia ancestral, tupendos. El primero, El libro de los parques, es a mi jui-
plumada de los aztecas. Me pregunto si casi precolombina. Ella no se dio por aludida, o tal vez se hizo la loca. cio una auténtica joya bibliográfica. Tuvo por desgracia
esta repentina atracción de un hombre Estaría mamada de explicar lo mismo todo el día. Recordé esa frase de muy escasa difusión, como suele pasarle a las joyas; cuo-
por la bandera de otro país podría ser que han vivido juntos demasiado tiempo. de cuatrocientas manzanas, era necesa- habían matado unos conspiradores par- Carlos Fuentes: “Los mejicanos solo saben morir”. Al caminar por el tas burocráticas, cortesías de burgomaestre lo destinaron
una forma sutil de traición a la patria, Pero luego la esposa contó que estaban rio acordarme de la dirección donde me tidarios de Stalin, con un picahielos, en empedrado, remordido, alcancé a ver en un cartel florido la traducción al parecer a manos ineptas. Esperemos que este de ahora corra me-
con todo y el regusto agridulce que de- en vueltas de separación y apenas habla- alojaba: La Palma con Cinco de Mayo. esa misma casa. No sé por qué recorda- de Coyoacán, tierra de coyotes. Esto parecía explicar cosas. Di un par jor suerte; se llama Universo centro, colección 2008-2014. En el pró-
para un amor infiel. ban lo necesario. No sé qué pasó en esa fecha, alguna es- ba ese detritus de cultura general. de vueltas por ahí, tuve una ensoñación: vi a la mujer haciendo marcas logo, los directores nombran a estos textos “reunión”, porque, dicen,
Reviso la fecha de regreso y encuen- Dos días más tarde estalló una huel- caramuza de Zapata, de Madero o del El parque de Coyoacán parece un en un papel, cada palito era un turista extraviado por sus malas señas, “…es imposible hablar de antología en presencia del deleznable pa-
tro que tengo los días contados en el Dis- ga de camioneros. El único automó- cura Morelos. La revolución mexicana pueblo de la colonia rodeado por el como un perverso desquite con la vida. Entré a una tienda de cacahua- pel periódico”. (Paréntesis: deleznable o no, era un placer husmear
trito Federal. Miro una guía de viaje y vil de la casa lo manejaba el marido y estaba tan alejada de mí como mi fanta- monstruo de la urbe. Vi casas de colo- tes y compré una bolsita surtida. los archivos de las hemerotecas, cuando eran de papel; el microfilm
me doy cuenta de la incontable lista de él se negó a llevar a mi amiga a cono- sía erótica con la Malinche, india traido- res tierra y ventanas con alfeizar. En Ya caía la noche triste sobre el Zócalo cuando llegué al hotel. El mis- los borró para siempre).
sitios que no visitaré. Descorro un poco cer la ciudad. Dijo que era peligroso en ra de los tiempos del bachillerato. Todos una de ellas había un anuncio de in- mo conserje de antes me entregó la llave del cuarto con su sonrisa pi- El libro compendia, en más de setenta artículos, lo que ha sido
más la cortina y veo seis carros parquea- esta situación, que además el gobier- los mexicanos son hijos de ella y de la formación turística. Tras un mostra- carona, me mató el ojo. ¿Que no piensa ir a divertirse un ratito? No, le una propuesta periodística que, más que periodística, es un sanco-
dos allí arriba, en la azotea de un edifi- no iba a racionar la gasolina. Los días chingada, según Octavio Paz. dor asomó una mujer robusta con una dije. Porque si quiere le puedo hacer algunas sugerencias. ¿Cómo cuáles? cho de letras, donde cabe de todo, desde informes a cuentos, desde
cio antiguo, una de las tantas joyas que fueron pasando y ellos no salían más Unas cuadras más allá vi cosas dig- hamburguesa a medio morder. Ya había Bueno, hay unos bares… pero lo malo es que acá todos los bares buenos reportajes a elegías, desde crónicas urbanas hasta chismes de bo-
dejó el Porfiriato. No veo aberturas en la allá de los límites del jardín, a la hora nas de mención: el primer Ángel de la pasado hacía rato la hora del almuer- son gays. Le agradecí como el conquistador Hernán, cortésmente. tica. U.C., tal como yo lo veo, no se parece a nada, no permite defi-
terraza, luego ¿cómo los han subido has- del almuerzo. Las vacaciones termina- Independencia que había tumbado el zo, pero la señora estaba en el suyo. Me Ante el cansancio, decidí probar el elevador. Era del tamaño de una nición. Y, además, es tan bueno su contenido que te obliga a leerlo,
ta ese quinto piso del palacio? ron; ella tenía que regresar a su trabajo terremoto de la cima del obelisco, un arrepentí de haberla interrogado en esa nevera, con puerta de reja corrediza, como los de las películas de la se- aunque sea —no siempre— tan mal diagramado.
De pronto oigo un alboroto en la ca- de bacterióloga en Medellín. Estuvo de organillero que molía corridos en su circunstancia; solo que no bien me dis- rie negra. Rogué que se pudiera abrir sin bomberos. Y aunque traque- Pero el libro es otra cosa, luce ropa de marca. La diagramación es
lle, gente apiñada en las aceras, un atleta buenas que el hombre accedió a llevarla pianola portátil, varias tiendas de te- culpé, ella dejó de masticar, me miró teaba, logré llegar ileso a terminar con el resto de cacahuates. impecable, la edición sin tacha. El papel, nada deleznable, hace jus-
flacucho cruza con su número a la es- al aeropuerto, en un rapto de cortesía. quila, de tantos nombres que termi- con cierto recelo: ¿Frida? Nomás vaya Empezaba a tomarle cariño a la habitación que olía a maderas vie- ticia a las ilustraciones; de tal suerte que podemos ver en su justa ni-
palda, luego lo siguen otros de su mis- De modo que esta fue la última vez que né mareado de ver marcas, como si ya por acá, dijo. Y se tomó el tiempo para jas y tafetanes gastados. Caí profundo en el sueño, pero quince mi- tidez, valga el ejemplo, las historias de “X”, que a veces entiendo.
ma complexión: las carnes magras de Margarita no vio París. me hubiera echado al buche dos tragos. explicarme con lujo de detalles qué bus nutos después me despertó una música de cornetines minúsculos que Hablando de ilustraciones, remito al lector a la página 207; aunque
los corredores de fondo. Compiten en Acordarme de esta historia, ence- Para evitar tanto dilema era mejor com- debía tomar y lo que tendría que hacer conocía demasiado bien por haber vivido en tierra caliente. La legión ésa —me lo contó un pajarito— no gustó mucho a los editores.
la maratón anual de la ciudad. Podría rrado en el cuarto de alquiler del DF, a prar uno barato en el aeropuerto. Y en- luego. Aunque parecía enredado, me de zancudos anunciaba como una fanfarria de mariachis su festín de Del contenido, todo es suculento (mejor, casi todo). Corriendo los
quedarme aquí y no salir a ningún lado, solo dos cuadras del zócalo y de las rui- tonces me acordé de Frida Kahlo. Había percaté de atender, lápiz en mano, lo sangre. Prendí la luz y la orquesta calló. Estuve un rato vagando por la inevitables riesgos, menciono algunos títulos, no al azar: La venus de
venir a un lugar a contemplar solamen- nas del antiguo imperio, me hacía sen- que conocer su casa. ¿Cómo no? Sería dicho por la mujer. No contestó cuando habitación, a la espera de darle su merecido a alguno; pero como sabéis Bolombolo (Fernando Mora), Una niña prodigiosa y una maleta (Al-
te lo que se alcanza a ver por una estre- tir como una cucaracha checa. “Lo tan inadmisible como ir a Isla Negra y le di las gracias, se escabulló hacia las estos bichos son los más inteligentes del reino animal, y además tenían fonso Buitrago), La ronda del Pontiac (Dora Luz Echeverría), Repor-
cha ventana de pensión. importante no es saber a dónde ir sino no ver el cuarto de Neruda. sombras de la trastienda con su mirada un cielorraso alto para esconderse. Confié en que se habrían replega- tero sin rostro (María Isabel Naranjo), In vino veritas (Julien Yon).
Casos se han visto: un amigo estuvo salir”, había dicho Franz Kafka. Enton- Le puse la mano a un Volkswagen más rasgada. do del todo. Y al primer asombro de encontrar zancudos aquí siguió la Echo en falta tres cosas: más crónicas de Dora Luz, y un par de Obi-
en la Isla de Manhattan y sólo iba a una ces decidí bajar a la recepción. verde que tenía un letrero que decía Esperé el camión, como le dicen imagen de la laguna donde los españoles encontraron ese prodigio de tuarios de Menina, esa incógnita autora de lengua bífida. Por último,
esquina a comprar cigarrillos a una má- Allí seguían pasando los maratonis- “taxi seguro”. Pero casi todos exhibían allá a los buses, y me bajé siete cua- ciudad: Tenochtitlan, con sus calles, pirámides y palacios que parecían el precioso retrato Rosa la de color rosa, de Silvia Córdoba, una flore-
quina. Otra conocida, Margarita, pudo tas, con ese paso sereno de los que tienen el mismo anuncio. Y entonces, ¿cómo dras después para seguir el esquema flotar. Apagué la luz, reconciliado ya con esta raza de insectos hijos cida acuarela de treinta líneas.
viajar a París, aprovechando que una que cubrir grandes distancias y no andan distinguir los inseguros? El taxista te- trazado. Ya andaba bajo el sol jaguar, del mestizaje. Pero al momento sentí a uno solitario que zumbaba a un En fin, no quedó en el libro. Tal vez se acabó el tiempo, y no en-
amiga colombiana, que vivía en las afue- desbocados como los velocistas de cien nía el perfil de una terracota indígena sudando a mares, sin hallar ningu- lado de mi oreja; dispuesto como un sacerdote a hundir su punta de ob- contró asiento. Con gusto le hubiera cedido uno de los míos.
ras, la había invitado varias veces. Iba a metros. El encargado de la recepción, un de sus antepasados. Pero no lucía hos- na casa que se le pareciese, ni letrero sidiana para extraer la sangre de los sacrificios. Molía su música sinies-
cumplir un sueño por el que ahorró un gordo calvo, de aretita y sonrisa coqueta, til, se detuvo ante un extenso enreja- alguno. Un muchacho me miró des- tra en los pantanos de mi insomnio.
par de años. En el aeropuerto Charles de me preguntó, mientras yo le entregaba do que rodeaba la mansión. Detrás de de un balcón. Era curioso que tuviera
CODA
Puse un dedo en el suiche, dispuesto a encender la luz y sorprender-
Gaulle la recogió el esposo de la paisa- la llave del cuarto: ¿Ándale, por qué no los barrotes un celador me anunció que un pincel en la mano y estuviera pin- lo. Fue un golpe de suerte; el manotazo dejó al vampirito estampillado
na. Fueron a la casa, en un campo, muy usas el elevador? No era del todo un pro- esa no era la casa de Frida sino la de tando. De inmediato descifró mi acen- contra la pared. Pero, además de esa sustancia negra y viscosa, había Paula Camila visitó mi casa, y le puso luz a estas penumbras. Se
lejos de la Torre Eiffel. Allí se dio cuenta totipo del macho mejicano. Le respondí León Trotsky. Además estaba cerrada to, dijo conocer gente colombiana, y se también, en el lugar de los hechos, una mancha de sangre. Esperé, en el encantó con Rita, la gata, pero Rita no le paró bolas. Gatica tonta, no
que el marido y su amiga hablaban dema- que prefería las escaleras. por trabajos de restauración. Me sugi- asombró de que me hubieran dado una desvelo, que llegaran los otros a vengar la muerte de su guerrero. Nunca advirtió que ella tiene magia. Pero quién se lo explica (a las dos). UC
siado poco. Pensó que podría tratarse de Tomé una calle alterna para alejar- rió que caminara hacia la plaza de Co- información tan errada. La casa de Fri- volvieron. Tuve tiempo de buscar la palabra en un diccionario básico de
una barrera idiomática, o de esos silen- me de la competencia. Como el casco yoacán, donde algún guía me indicaría da queda exactamente en la dirección náhuatl que había comprado en un puesto callejero: Apipilolhuaztli. Era
cios que son el privilegio de las parejas histórico de esta ciudad es un laberinto el camino hacia la pintora. A Trotsky lo contraria, dijo, pero como hoy es lunes así como los hombres de Tenochtitlan llamaban a sus zancudos. UC

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18 UC número 60 / noviembre 2014 número 60 / noviembre 2014 UC 19

Azabache
Dic c iona rio de vic io s

El vicio por J O A Q U Í N M A T T O S O M A R

que se Ilustración: Verónica Velásquez

volvió
inocente

por PA B L O C U A R T A S
del fenómeno mundial del hippismo y con una amiga y traté de hablarle, pero,
de –digámoslo así– su versión colom- ante su expresión atónita, por mucho
biana: los nadaístas, de quienes yo ce- que me esforcé, no logré articular una Ilustración: Tobías Divad Nauj

S
lebraba a rabiar su famosa frase: “Para sola sílaba. Solo al cabo de una hora lar-
qué legalizar la marihuana, si la ma- ga, vino la recompensa: la risa fácil, es-
rihuana es legal”. (Fíjense: ya se em- pontánea, incontenible; y una euforia ubió como pudo al bal- hasta la muerte”, pensé. Lo lleva-
pezaba a hablar de su legalización). inédita, cercana a la felicidad. cón, y del balcón pasó a mos a la Sociedad Protectora de
A ello hay que agregar que en 1977, Esas gratificaciones continuaron, la cocina. Caminó dos Animales, en la Avenue Mallar-
a los pocos días de su publicación, leí junto con otras: el sosiego mental, la pasos y se dejó caer en mé, al otro lado de París. El viaje
con fervor Que viva la música, de An- sedación de los nervios, la fluidez ver- cualquier lugar cerca en tren fue un suplicio indecible.
drés Caicedo, cuyos personajes no solo bal, la imaginación desencadenada. El de la muerte. Traía consigo el olor Todo se sumaba al infortunio: el
fuman marihuana sino que tienen por consumo se hizo cotidiano, indispen- de los gatos moribundos, mez- ruido del vagón avanzando bajo la
lo menos dieciocho formas distintas de sable para las tertulias, para leer, para cla de humedad y basura. Y mu- tierra, el olor a cañería y a huma-
nombrar la hierba y los pitillos hechos escribir. Fue cuando hice mío una grafi- chos días de hambre y de sed y de nidad sudando, las miradas bobas
con esta: Bacilo, Bombazo, Barillo, Ba- ti escrito en la avenida Veinte de Julio: maltrato. Tragaba difícilmente e indiferentes de los viajeros.
raya, Buenaventuro, Marracachafa, “Pelea con Dios, si quieres. Pero nunca porque su boca era una llaga des- Nos hicieron esperar unos mi-
Babuino, Bandero, Barbaco, Barquisi- pierdas la amistad del jíbaro”. dentada. El agua y la comida eran nutos. Luego apareció un veterina-
meto, Barbuco, etc. En 1985 me fui a vivir a Medellín. Vi- formas del dolor. Sus ojos eran rio que nos pidió seguirlo hasta el
De modo que yo descriminalicé al nieron las deliciosas fumadas en el “ae- dos manchas tristes sobre el pela- fondo de un pasillo, interrumpido

D
marihuanero, en el sentido de que dejé ropuerto” de la Universidad de Antioquia je negro, y la cola, sucia y caída, a cada lado por cuartos donde au-
ormir la siesta, soñar y so- psicoactivo, el tetrahidrocannabinol, de creer que fuera un hampón o un y en el Parque Bolívar. Andaba con “chi- la imagen del abandono. llaban otros agonizantes. Lo sacó,
ñar bajo el influjo del opio sigue produciendo los mismos efectos malandro de baja estofa, pero siguió te- charras” en el bolsillo, guardadas en una —Vino a morirse —dijo Ana. le aplicó antibióticos y nos dijo que
sintético, leer, escribir, que experimentaban sus consumido- niendo para mí la aureola de alguien caja de fósforos. A veces, a petición suya, —Vino a que lo ayudemos a mo- le inyectáramos glucosa para hi-
son algunos de los vicios res más antiguos. Lo que ha cambiado que, buscando de todos modos situarse recogía al poeta Darío Lemos en el pasaje rirse —pensé yo. dratarlo. “Parece que le hubieran
que me han precedido en es su imagen, su representación o va- en los márgenes o en los sótanos de la Junín, en las afueras del café Versalles, Era el mismo que había apare- dado un golpe”. Una pregunta suya
este Diccionario. Permítanme decir que loración en el imaginario colectivo. sociedad, era capaz de epatar a las bue- y lo llevaba en su silla de ruedas a la pla- cido pardo y andariego en el ver- me borró las esperanzas: “¿Tendrás
esos, con respecto al mío, ¡sí son verda- Cuando yo era niño hablar de un nas conciencias, a los adocenados con- zuela Caicedo, a la siniestra de la Cate- dor de julio. Vimos sus tardes de fuerzas para volver a entrar en el
deros y cojonudos vicios! marihuanero era hablar de un perso- servadores. Y como ya andaba en plan dral, donde lo acompañaba a trabarse. caza sin fortuna, su paso sin rumbo guacal?”. No, no las tenía. Lo me-
El mío es hoy por hoy tan cándido, naje no solo depravado sino medio dia- de rebeldía, me picó la curiosidad por La hierba empezó a brotar en mis ni destino por las bancas y los pra- tió como si fuera una bufanda y el
tan inofensivo, que no logro explicarme bólico. Sus ojos inyectados en sangre probar la bareta. poemas. En uno de ellos, la llamaba “la dos del jardín, su deleite bebiendo guacal una maleta.
cómo todavía hay gente que se escanda- delataban su condición perversa. Se Las condiciones objetivas se dieron amiga”, y a su “fecundo sahumerio”, el agua empozada de las lluvias de Volvimos a la casa de noche.
liza ante él: Uribe y sus secuaces, el pro- trataba de un sujeto temible, de cuya cuando entré a estudiar en la Univer- como decía en otro, me encomendaba verano. Le decíamos Azabache, y lo De nuevo en la cocina, convertida
curador y los suyos, y alguna que otra presencia uno debía huir a cualquier sidad del Atlántico, en 1980. A los po- “en los vuelos y caídas de cada día”. vimos adueñarse de la silla del bal- en sanatorio y cuarentena, Azaba-
beata a la manera antigua. Que Uribe, precio. Ahora se me ocurre que quizá cos meses, ya hacía parte de un grupo Ya instalado de nuevo en Barranqui- cón, enroscarse en el cojín y dor- che comió y bebió obligado por el
por ejemplo, se escandalice ante mi vicio quien, en la poesía colombiana, encar- “con inquietudes políticas y literarias”. lla, pasaron años y años de fidelidad a su mir largamente las tardes de calor. instinto. Ardía verlo. Unos secos to-
es en sí mismo el verdadero escándalo: nó mejor este paradigma del fumador Fundamos un periodiquito llamado El piadoso humo. Pero he aquí que, sin pre- A veces daba un paseo fisgón por sidos sonaban cada vez que inten-
él, que se ha visto implicado en asuntos de cannabis fue Porfirio Barba Jacob, Comején, cuyo lema era: “Órgano ofi- vio propósito alguno, un indefinido día la cocina, buscaba restos de comi- taba tragar algo.
tan macabros, ¡cómo puede ser que lo tanto por su siniestra figura de fauno o cial de expresión de la inteligencia empecé a dejarla. Creo que, literalmente, da, hurgaba todo con ojos avizores. Ana me dijo al otro día que ha-
asuste una matica tan inocente! de íncubo desenfrenado, como por sus marginal”. Con semejante declaración se perdió o se degradó la afinidad quími- Entonces decidimos ponerle agua y bía amanecido muy mal. Cuando
Así que ya lo dije: mi vicio es la mari- famosos versos: “Soy un perdido -soy de principios era insostenible que sus ca que había entre nosotros. Y, como en comida, y era un gusto verlo vaciar llegué a la cocina lo vi otra vez tum-
huana. Mejor dicho, y para corroborar su un marihuano- / a beber y a danzar al miembros no nos hubiéramos fumado el poema de Nicanor Parra, poco a poco, las cocas, relamerse y saltar otra bado en cualquier parte. Recuer-
inocuidad (en este caso, su apenas relati- son de mi canción...”. (A esta estirpe se nunca un “tabaco”. sin darme cuenta, imperceptiblemente, vez al juego, a su vida caprichosa y do su presencia marchita. Y el olor,
va capacidad de causar dependencia), lo sumaría después otro gran poeta, Raúl Así que planeamos, como quien or- “fuime / quedando / solo”, solo de ella, vagabunda de gato callejero. siempre su olor a gato desahuciado.
era, pues ya hace ciertos años que lo dejé. Gómez Jattin). ganiza una fiesta, la ceremonia de ini- de su antes necesaria compañía. Nos se- —Hay que llevarlo a alguna Me quedé con él en la cocina.
Pero ya hablaré de este punto. Sí, el marihuanero era un perdido: ciación. Uno de nuestros compañeros, paramos en los mejores términos (por- parte —dijo Ana. Ana salió a reponerse en el día so-
Decía que la marihuana es ya un vi- un “hombre sin provecho y sin moral”, el único que ya había fumado la hierba, que no hay nada más repugnante que Lo levanté para meterlo en un leado. Afuera las hojas se movían
cio tan rehabilitado (tan mainstrea- carente de “estimación y crédito”, como consiguió una pequeña dosis y la lio en el hombre que deja su vicio y después, guacal y sentí que no pesaba nada. al capricho del viento, indiferentes.
med), que ahora resulta normal que define el término el diccionario de la un solo pitillo colectivo. El lugar fue la como un converso, se vuelve su peor de- No tuvo cómo resistirse al guan- Se explayó debajo de una mesa,
hasta los presidentes de Estados Unidos RAE. Se creía, además, que un hombre cancha de microfútbol del bloque de Co- tractor moral), nos distanciamos, nos ol- te que lo tomaba por la nuca. Solo acurrucado, como friolento. Sen-
admitan en público que alguna vez la (la mujer estaba excluida de esto) bajo deba, que a esa hora, pasadas las seis de vidamos el uno del otro, pero quedaron le quedaban los huesos con mugre tí vergüenza de ser tan poca cosa.
fumaron y las señoras le escriban odas los efectos de la marihuana era capaz la tarde, estaba casi a oscuras. Entonces los buenos recuerdos. apelmazada, el pellejo del color del “Ya, Azabache, descansá ya”. Le ha-
en las páginas de opinión de El Tiempo. incluso de cometer cualquier atrocidad: entendí por qué se le llama traba al es- Es más: todavía, muy de vez en duelo y un último aliento para ve- blé hasta que entendí que solo que-
Todo el mundo exalta ahora sus virtu- robar, violar, matar. tado de conciencia inducido por la ma- cuando, la encuentro de pronto en com- nir hasta nosotros. Y el olor, su olor ría silencio y compañía. Entregado
des medicinales. Sin embargo, para cuando yo anda- rihuana: una media hora después de mi pañía de algunos amigos comunes, en de agonizante. al último cansancio, rendido, se
Se impone aquí una aclaración. La ba en la plena adolescencia, a finales primera fumada (cuatro, cinco aspira- algún evento literario, en alguna fies- Ana llamó a alguna parte y le fue apagando en medio de contrac-
marihuana, como droga psicotrópica de los años setenta, esa imagen había das), algo explotó en mi cabeza, mien- ta, y me le acerco, la saludo con afecto, dijeron que estaban en vacaciones, ciones que eran un ronquido y una
en estado natural, es y ha sido siem- ido cambiando y, en mi caso personal, tras ya salíamos por la puerta principal adelanto mis labios hasta ella y le doy que volvían dentro de quince días. queja definitiva, mirándome desde
pre la misma; su principal componente fue modificada por mi conocimiento de la U.; en ese preciso instante, me topé una o dos cortas, suaves… chupadas. UC “Verdad que aquí hay que agendar el abismo sus dos manchas tristes. UC
20 UC número 60 / noviembre 2014 número 60 / noviembre 2014 UC 21

M
ateria del desierto e hija

Monedas de arena
de las rocas partidas por
el agua. Innumerable. La
arena ha sido privilegia-
da por el lenguaje de los
dioses y de los hombres al considerarla
como alegoría de la eternidad y del infi-
nito. Al establecer el pacto de fe con su
pueblo, Dios dice a Abraham en el libro
del Génesis: “...y multiplicaré tu descen-
dencia en tal manera como las estrellas
del cielo y como la arena en las orillas
de la mar...”. La mitología griega, por su

Un país
parte, nos cuenta la desgracia de la Si-
bila de Cumas, quien recibía el favor de
la profecía que le inspiraba el dios Apo-
lo. Cuando Febo le concedió un deseo a
la profetisa, ella tomó un puñado de are-

bajo
na y le pidió que le otorgara vivir tantos
años como el número de granos que te-
nía en su mano. Prestad atención a las
trampas que nos ponen los dioses al con-
ceder nuestros deseos: ella se olvidó de

atalayas
pedirle al dios que le concediera disfru-
tar de esta gracia siendo siempre joven;
de modo que tras envejecer y ver sus hue-
sos rotos, Sibila continuó declamando
sus profecías aunque su cuerpo se hubie-
ra transformado en arena.
Al tratarse de un material produci-
do por piedras disgregadas, su uso va- Fotografías: Luca Zanetti
ría según la cantidad de carbonato de
calcio, sílice en forma de cuarzo, feldes-
pato, hierro, magnetita o yeso que se
encuentre en sus llamados granos. Jor-
ge Luis Borges la convirtió en imagen
constante de sus poemas y relatos. En la
obra del argentino la arena es material
de una ciudad de hombres inmortales,
de un ser creado por otro que existe en
las dunas del sueño; así como el de un li-
bro intolerable, cuyas páginas se agotan
constantemente y que el propio escri-
tor, aterrorizado, opta por esconder en
los anaqueles de la Biblioteca Nacional.
Sin embargo, como ni la arena ni el in-
genio discriminan las necesidades y los
talentos de los hombres, el personaje de
nuestra historia no es uno que trabaja en
moldear la arcilla de las palabras, sino
otro que escarba una mina en la orilla de por S I LV I O B O L A Ñ O R O B L E D O
una quebrada afluente del río Medellín.
A causa de la sugerencia de mi ma-
dre y de la posición de mi ventana, me fue
Fotografía: Juan Fernando Ospina
dado observar sus movimientos durante
un mes. Desconozco su nombre, no tuve

E
las agallas de interrumpirlo para acer- paran en la carrera 65 a la espera de que algún camión venga dudar de mi capacidad de observación. Fue mi madre, de
carme a interrogarlo. Al ser tan preciso a recogerlos para jornalear. Los vendedores ambulantes de la hecho, quien me hizo caer en la cuenta: “Mire, ese señor tie-
n una era en la que nuestros movimientos pueden ser rastreados
en su trabajo como riguroso en sus des- estación de enfrente, un vigilante de turno, los habitantes de ne una mina de arena en la quebrada y la trabaja todos los
desde satélites o desde nuestro propio computador, como lo con-
cansos, entendí que debía respetar los la calle y el loco de los perros son algunos de los vecinos que días con mucho juicio”. Entonces advertí que ya lo había vis-
firmaron las revelaciones de Edward Snowden, exintegrante de la
horarios del hombre y conformarme con habitualmente componen la escena de estos refrigerios en los to antes, desde hacía mucho tiempo, pero nunca me preo-
CIA, sobre las actividades e intereses de NSA (National Security
mirarlo. Como mi calendario centenario columpios del parque infantil. Tras la merienda, sobre una cupé por entender su oficio. Al formar parte de un entorno
Agency) y el GCHQ (Government Communication Headquarter),
dice que hoy es el día del beato Contar- enorme roca bajo la sombra del viaducto del Metro, Contar- en el que el loco de los perros, los jornaleros con sus palas,
las atalayas parecen una herramienta de vigilancia prehistórica.
do Ferrini, me permitiré usar ese nombre do hace la siesta con la gorra roja en el rostro hasta que llega los desplazados y los indigentes tienen el poder de captar la
Pero en Perú las atalayas son una característica omnipresente. Se empi-
para referirme a su persona. ¿Quién no la hora (que únicamente él conoce pues son él y su mina quie- atención, el movimiento constante de don Contardo lo ha-
nan en medio del paisaje de ciudades, pueblos y playas. Algunas tienen apa-
quisiera llamarse Contardo?, convenga- nes se la imponen) indicada para volver a trabajar. Luego, un bía hecho pasar inadvertido ante mis ojos.
riencia amenazante y dramática, otras son más livianas y hasta chistosas.
mos en que se trata de un nombre con vir- poco antes de caer la noche, el hombre guarda su carretilla De esta manera el hombre de la mina se convirtió en un
Están construidas con variedad de materiales, desde ladrillos, hormigón,
tudes narrativas. Dado el caso, digamos en el parqueadero de Naranjal. De esta manera suceden sus personaje recurrente en mis pensamientos. Hay días en los
acero y aluminio hasta madera, plástico y totora. Se encuentran en lugares
que Contardo Aristizábal llega a las siete rutinas, que son estrictas e incluyen domingos y festivos. Hay cuales —al despertarme tarde, estar invadido por la pere-
obvios: alrededor de embajadas, instalaciones militares e industrias. Y en lu-
de la mañana, a la carrera 65 con la calle días en los cuales, al haber mucho trabajo (por ejemplo, tras za o tentado por el vicio—, su figura viene a mi mente y me
gares sorprendentes: dentro de una plaza de juegos, encima de una cisterna
Pichincha, bajo el viaducto del metro de la caída de fuertes lluvias), don Contardo contrata a uno de pregunto: “¿Desde hace cuánto tiempo estará don Contardo
de agua, en medio del desierto o de un cultivo, donde las usan los halcone-
la estación Suramericana, el lugar don- los jornaleros que se acerca para ayudarlo a palear. Las fami- trabajando en la canalización?”. Algunas veces me reprocho
ros, e incluso, en la cima de una roca frente al mar.
de trabaja su mina de arena. De edad in- lias de desplazados y los habitantes de la calle que constru- el no haberme acercado a hablar con él. Más que por la cu-
No siempre están ocupadas, muchas atalayas permanecen vacías pero su
definida entre los cincuenta y los setenta yen sus chabolas a pocos pasos de la mina, viven sus rutinas riosidad de saber su verdadero nombre, obtener datos adi-
presencia recuerda que alguien podría estar observándote, parecen decir:
años, estatura mediana, entereza física, paralelas sin interrumpir la actividad de don Contardo. La cionales sobre su trabajo y acaso alguno de su biografía, me
“¡Contrólate! ¡Autovigílate!”. En algunas zonas de Lima, como en la aveni-
templanza en la acción y una gorra roja, constancia del hombre emula la eternidad y causa la impre- interesaría preguntarle por el destino de algunos persona-
da Argentina que conduce al mayor puerto del país, Callao, hay tantas ata-
Contardo labora en el lecho de la quebra- sión de que siempre hubiera estado allí. jes del barrio. Estoy seguro de que don Contardo conoció
layas que uno podría pensar que se encuentra al interior de los panópticos
da La Hueso con una disciplina religiosa. Durante el mes que estuve en Medellín, sucedió que un al niño que volaba en bazuco por las calles de Suramerica-
que ideara el filósofo Jeremy Bentham a finales del siglo XVIII. El objetivo
Una escalera le sirve para bajar cuando par de enormes excavadoras del municipio llegaron un día na y Carlos E. Restrepo, envuelto en mugre y repitiendo los
de la estructura panóptica es permitirle al guardián, parapetado en una to-
el nivel del agua se lo permite, y enton- a ocuparse del drenaje de la quebrada La Hueso. Al sentir el diálogos de las películas de Walt Disney, a quien las señoras
rre central, observar a todos los prisioneros recluidos en celdas individuales
ces trajina la arenisca que se aglomera ruido y ver las máquinas, me pregunté por el destino de la bautizaron ‘José Miel’. Quizás el hombre también pudiera
alrededor de la torre. El efecto panóptico inspira en el detenido una concien-
en una esquina de la canalización. Luego mina y sospeché que los trabajos atrofiarían su funciona- contarme algo sobre la existencia de ‘La Monita’, quien baja-
cia de su permanente visibilidad.
cierne el material en un cedazo y lo seca miento. No podía estar más equivocado: con el paso de las ba desnuda, flaca y sucia por la calle Colombia, donde los ta-
La alta cifra de robos en Perú, sumada a la desconfianza generalizada
a la intemperie durante el tiempo que sea horas observé a las excavadoras depositar el material en la xistas y los mariachis le gritaban ‘Momia’. Bajo un viaducto
en el otro y a la violenta campaña de la guerrilla maoísta Sendero Lumi-
necesario. El proceso termina cuando esquina de la mina, y a don Contardo estudiar sus labores en el que tantos ciudadanos reducidos a la indigencia cam-
noso durante los años ochenta, son algunas de las razones por las que en
empaca las bolsas que él mismo sube a los desde el borde de cemento. También ocurrió que una tar- pean sus miserias, don Contardo ha encontrado una fuente
ese país existe una cultura de la atalaya. Así como el hecho de que muchas
camiones que vienen a recogerlas. de, mientras caía una de esas tempestades que parten con inagotable de trabajo. En una canalización poblada por ba-
compañías aseguradoras no amparan a quienes no cuenten con un sistema
Al llegar a su mina cada mañana, don raíces eléctricas el cielo del cerro del Padre Amaya, me pre- suras, aguas negras y gallinazos, la fortuna es dada al hom-
de vigilancia durante las veinticuatro horas. En Perú la fuerza de trabajo es
Contardo camina hasta el barrio Naran- gunté por el lugar que el hombre elegiría para escamparse. bre cuyo ingenio moldea monedas de arena. Quizás a la hora
relativamente barata y construir atalayas poniendo guachimanes es menos
jal hacia el lugar en el que guarda una Nada de eso: ahí estaba don Contardo con un impermeable de la siesta —sobre la enorme roca y con la gorra roja so-
costoso que instalar un circuito cerrado de cámaras. UC
carretilla, sus palas y el pantalón de tra- amarillo, de pie ante la canalización, alerta. bre su cara— Contardo sueñe con las piedras partidas que le
bajo. A la hora del almuerzo, el hombre Como hacía unos años que no visitaba mi barrio, ni mi trae La Hueso desde San Javier. UC
forma un grupo con los obreros que se ventana, el descubrimiento del hombre de la mina me hizo Brundsttat, 27 de octubre de 2014
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Sobreviviente de tres guerras, todas perdidas, el General Rafael Uribe Uribe vino a Nueva York, mayo 12 de 1901

O
Querida Tulia:
morir en las afueras del capitolio, hace cien años, cuando ya era un hombre de paz, jalá que las niñas hagan y adornen su propia ropa blanca. Esta
se usa aquí muy delgada y ceñida al cuerpo, en vez de esas in-
aunque odiado por sus adversarios que anunciaban su muerte en cartas y panfletos mensas enaguas de tela gruesa y de dimensiones estrafalarias
varios meses antes de que Galarza y Carvajal lo derribaran a golpes de hachuela. que allá acostumbran y que por añadidura, se ponen dobles
y hasta triples. Que lo hagan las flacas, vaya que gracia, aun-
Menos conocidas que sus manifiestos políticos son las cartas que escribía a su que haya que recordar aquello de Juan de Mena: “Ave de tanta pluma, tiene
esposa Tulia. En cuatro de ellas, escritas mientras andaba en Nueva York buscando poco qué comer”. Pero que consientan las gordas en aumentar más aún sus
voluminosas humanidades, con dos o tres arrobas de género blanco “oreja
apoyo para su lucha, se revela un hombre enternecido por los primeros pinitos de su de toro” u otro por el estilo, es lo que no merece perdón de Dios.
Volvamos sobre el envío de los niños. Yo lo que sé es que me parece mala
nieta, inquieto porque las mujeres antioqueñas adopten modas más cosmopolitas. distribución tener tú allá seis y yo aquí ninguno. Lo justo fuera que partié-
Antes de regresar al país para intentar su última escaramuza desde Venezuela, el ramos por mitad, pero a lo menos quédate con cuatro y mándame dos. No
seas monopolista. Te quedó mal hilado el argumento de que no cabe térmi-
general sugiere para sus hijos ocupaciones menos ingratas que la política, como la no medio entre establecerme aquí del todo y traer la familia íntegramente,
o no establecerme y no traer ninguno. Porque me sea imposible, a lo me-
mecánica y la electricidad. Cartas abiertas de un liberal. nos por ahora, educar aquí todos los niños, ¿no se ha de educar ninguno?
Es indispensable que sea una misma suerte la de todos? ¿Por qué no hacer

Las cartas del General


el esfuerzo con los hombres, que necesitan una educación más sólida y que
si yo llego a faltar, podrían ser el sostén de sus hermanitas? Duro te pare-
ce separarte de los niños, pero a ello deber resignare, recordando que esa
es nuestra suerte, la suerte de todos los padres: criar y educar los hijos para
que una vez crecidos, se nos desprendan, por los viajes, el matrimonio u
otras causas. Separarse de ellos para educarlos es el más soportable de to-

CATA
dos esos sacrificios, y si nunca lo hicieran los padres, jamás educarían hijos.
Selección de Mar tha Lía Giraldo Llama lista de madres colombianas y pregúntales cuáles quieren mandar
Tijuaca, abril 14 de 1907 sus hijos a educarse en los Estados Unidos, a ver cuántas se apresurarán a

B
Queridas mujercitas: aceptar no solo resignadas sino gozosas, teniendo aquello como una buena
suerte, y dime cuántas por egoísmo maternal o por temores pueriles, se de-
Nueva York, mayo 25 de 1900
ajé ayer a Rio en busca de mi correspondencia. Que cerro ha-
llé! Entre las cartas dos de ustedes, fechas 7 y 13 de Febrero. Por negarían. Te considero lo bastante inteligente para no colocarte entre las de cervezas alemanas

F
Adorada Tulia: cierto que entre las dos estaba el aniversario de mi matrimonio segundas. Además, si los niños fueran a quedar aquí en manos de extraños,
atigado de escribir en máquina vuelvo a la pluma, mientras des- con Tulia y ella no se acordó. alguna razón tendrías, pero viendo a mi cuidado, no creo que me hagas la 22 DE NOVIEMBRE
canso. Pronto tendré una máquina mejor y entonces te escribi- No me ha gustado el modo frio como me dan la noticia de ofensa de decir que están mejor allá contigo que aquí conmigo.
ré largamente. que mi nieta ya camina. Por ahí perdida entre otros detalles sin importan- Las luchas en las cuales yo he sobresalido son las estériles de la políti-
Muy triste estaba por no recibir carta tuya, hasta que anoche cia, está el gran suceso. Yo que hubiera querido que nada menos un cable ca, impuestas por la dureza de los tiempos y en las que yo nunca me he com-
me trajeron la del 30 de marzo, muy bonita, muy sentida y muy para avisármelo! Que me importa a mi la Duma Rusa, ni si es macho o hem- placido, pero que están destinadas a cesar o a modificarse para la época en El Poblado Cra. 43B No. 11-76 Manila. Inscripción: 268 4420
expresiva. Por ahí te metiste en una imagen que revela colaboración. En bra lo que le nazca al Rey Alfonso, ni las visitas que se hacen entre sí los so- que nuestros hijos sean hombres, para ser reemplazadas por las luchas del
todo caso, esos son tus sentimientos, y yo siempre te he estimado por tus beranos, ni la publicación de los papeles del P. Montaginini, ni todos los trabajo industrial. Armar a nuestros hijos para que salgan victoriosos en
obras, no por tus palabras. demás telegramas que diariamente leo. Pero me habría hecho brincar de ese género de combates es lo que exigen el bien entendido amor paternal y
Cómo me agrada saber que estás alegre, a lo menos hasta el punto en alegría en mi despacho: “Nena caminando”. Y ustedes no hacen párrafo la más elemental previsión. Y luego, ¿te parece que yo he sido muy feliz con
que eso es posible estando separados. Pero, en fin, no hay duda que este es aparte. No comienzan por un albricias! bien grande. Me comunican el he- esa educación colombiana que tan buena parece? “Porque no has querido”,
un mal inferior al de los peligros de la guerra. Y como yo fui a ella a expo- cho histórico con la indiferencia de quien dice: anoche llovió. Verdad es vas a contestarme. Como si hubiera podido sustraerme a mi tiempo, al tur-
ner el pellejo, pues para cuidarlo me habría quedado en casa, razón tenías que el fenómeno no se produjo de un momento a otro, hubo solitos, ensa- bión de los sucesos, a las pasiones de los hombres, a todo el medio ambien-
tú para temer que de un momento a otro me sacaran del medio, o que una yos, desgraciados unos y felices otros, evolución, en Fin. Pero de todos mo- te en que me ha sido forzoso vivir. ¡Ni haciéndome ermitaño! Pero por eso,
señora fiebre cargara conmigo. Por supuesto que celebro haber escapado. dos, el coronamiento de la empresa si sobrevino de repente. Echó a andar! precisamente por eso, porque no quiero que a mis hijos les vaya a pasar lo
Nunca he desconocido que mis deberes para contigo y para con mis hijos Y ustedes no narran el acontecimiento con calor. No hacen uso de admi- mismo que a mí, quiero educarlos fuera de su país, educarlos en una lengua
son anteriores y superiores a los de la política. Si a veces he aparecido como raciones (¡!), ni hacen letra grande ni subrayan, ni por otros signos de es- extranjera, e imponerles una profesión que los mantenga alejados de la po-
posponiendo aquéllos a éstos, ha sido arrastrado por la fuerza de los suce- critura declaran su pasmo. Verdaderamente son ustedes muy simples. La lítica. Si por ésta no hemos podido tú y yo ser tan felices como lo merecía-
sos a los cuales no he podido sustraerme. autolocomoción ahí es nada. Pues en la cara de la nena no se reflejaba toda mos, ayúdame a que mi triste experiencia les sea útil a ellos siquiera.
Pero en cuanto puedo dominar mi suerte, pongo todo mi afán en pagar la alegría del triunfo y satisfacción de una gran conquista, de un enorme Yo he pensado hacer del uno un mecánico y del otro un electricista, si
con amor todo el tiempo perdido y en concretarme a mis obligaciones de es- progreso alcanzado? Ella ha acabado de entrar a sí en posesión de si mis- para ello resultan con disposiciones. Tengo la esperanza de que por la natu-
poso y padre. Lo que importa es que pruebes tu buen ánimo cambiando tu ma, ha sacudido la tutela de las cargueras, y queda en disposición de apren- raleza de esas profesiones y habiendo crecido y educándose respirando otra
vida quieta por una más activa. Cuídate de la gordura y rejuvenécete. Pena der el dominio del mundo. Poca cosa, comenzar a andar. Pregúntenle al atmósfera que la de nuestro desgraciado país, no caerán en la tentación de
me da oírte decir que ya a lo que aspiras es “a pasar una vejez tranquila a mi Doctor que sintió cuando su hijita salió a recibirlo caminando por su pro- tomar cartas en la política y así podrán dedicarse al servicio positivo del
lado”. Eso serás tú; lo que es por mi parte, estoy muy muchachito, comenzan- pia cuenta! averígüenle por qué le redoblaba el corazón como un tambor, progreso y a labrar su propia felicidad. Y esto que digo de los hombres, es
do a vivir. Y ¿cómo es que siendo yo mayor que tú, de vida más trabajada y de y todo el ser de le lleno de una suavidad infinita. Vamos, que son muy sim- aplicable en su mayor parte a las mujeres.
menos buena salud, esté más joven? Proviene de qué hago mucho ejercicio. Si ples, ni la tal Tulita que otras veces se ha lucido, supo en esta lo que se pes- Adiós. No te quejarás de que te escribo corto. Te abraza estrechamente
tú hicieras lo mismo retrocederías varios años, con la piel tersa y sonrosada, caba. Más bien la abuela transmite sus impresiones con algún entusiasmo, tu Rafael. UC
los ojos brillantes, el andar elástico y el humor bien dispuesto. Hazlo, hazlo, cuando pinta la gorda, crespa y alegre que es su nieta y lo bien que le sien- Anuncio Taller-Alberto González.indd 2 10/04/14 19:54
querida, ahora que todavía es tiempo. Aquí detestan la gordura. No he visto tan sus mitones. Protesto también contra lo que dicen que parece “un repo-
una sola americana obesa: todas delgadas, ágiles, musculosas y elegantísi- llo andando”; yo la veo desde aquí esbelta y elegantísima. Otra cosa es que
mas. ¡Y qué tez! Ni las setentonas tienen arrugas: se mantienen frescas y son- por lo diminuto de sus pies que han de ser como los que pintaba Campoa-
rosadas, y más apetitosas que las de 30 en Colombia. mor “que cabían en el cáliz de una rosa”, tardara en caminar. Yo bien les
No quepo en mí de satisfacción por lo que tú y Paulina me dicen de la decía que no era miedo, si no resultado de sus matemáticas: la base no co-
buena salud, aplicación, juicio y buen carácter de mis muchachitos. Me lle- rrespondía a la masa, y así no podía acomodar el centro de su gravedad en
na de ternura lo que me cuentan de Juliancito, de su amor por ti, de su con- estación vertical. si no lo decía así era por falta de vocabulario. El que Tuli-
sagración y formalidad. Hay en eso un peligro que es bueno prevenir: el ta apunta, compuesto apenas de ocho palabras, no le alcanza para expresar
exceso de estudio y de quietud. Limítenle estrictamente las horas de estu- su pensamiento. Pero de que razonaba respondo. Lila pondera el color, y se
dio y luego no le permitan quedarse encerrado en la casa; oblíguenlo a salir extasía ante el cachumbo que ya se le puede hacer en la frente; pero tam-
a correr y jugar en los parques. Pero lo mejor es que me lo manden con Car- bién se vale de una comparación ofensiva y deprimente, que rechazo in-
los. Repito que es una injusticia que me nieguen ese consuelo. Los tendría dignado dice que al andar parece “un renacuajo”. Aténgase de eso déjela
conmigo unos meses, mientras aprendían Inglés, cosa que a su edad se hace crecer no más, y verán su abuela, madre y tías no se ven desairadas ante ese
rápidamente, y luego los ponía en la escuela pública (hay una en cada man- garbo y garabato Ole! Caballeros españoles chapados a la antigua, le tende-
zana) o los metía internos en uno de tantos buenos establecimientos como rían sus capas para las honrase pasando por sobre ellas.
hay fuera de las ciudades. A todas ustedes las beso, y las abrazo, las pellizco y las estrujo, menos a
Para toda mi bendición. Para ti los besos de Tu Rafael. mí egregia nieta a quien bendigo, RAFAEL

S.F. frán antioqueño: al que por su gusto se muere, hasta la muerte le sabe.

A
Siempre querida Tulia: Ya vuelve a haber en mucho tiempo o nunca; y de que a Colombia y a
yer recibí tu cariñosa cartica del 28 de abril, cuya lectura me la política tampoco volveré mientras no sucedan ciertas cosas que tie-
produjo la misma emoción que todas las tuyas de Paz, con toda ne trazas de tardarse, si es que alguna vez han de venir. Tranquilízate,
seguridad le sacarás punta a la situación como la mía produce pues, una vez por todas.
el tener cartas del hogar tan lejano. El Manifiesto ha sido en lo general mal acogido, dentro y fuera del país
Muy quejumbrosa me ha parecido. Ahora que ya no estoy y aun tergiversados los motivos que me indujeron a expedirlo. Se me insul-
en la guerra, buscas el modo de atormentarte por otro camino. Al prin- ta y calumnia a destajo, y no puede menos de dolerme tanta perfidia y tan-
cipio me dijiste que estabas entusiasmada y contenta, con solo saberme ta estupidez. Aunque estoy absolutamente convencido de la razón que me
fuera de la lucha. Pero al presente, si no halagüeño, por lo menos tolera- asiste, tarde será cuando se me haga justicia.
ble, te esfuerzas por amargarlo con memorias del pasado y con previsio- Habrás sabido que a mis hermanos Tomás y Julián los tienen presos en Hijos de Rafael Uribe Uribe
nes siniestras del porvenir. Te digo que así no hay dicha posible en este Cali, porque no quisieron firmar una declaración reconociendo como legí- Fotografía Rodríguez, 1892
mundo, ni vida que no sea un tormento. Es preciso que aprendas a te- timo el gobierno de Marroquín y protestando contra las guerrillas; como si Archivo BPP
ner filosofía. Tu mayor afán consistía en no saber si yo había de volver a la legitimidad de ese gobierno fuera mayor o menor por lo que dijeron los
la guerra; pero después de que leas el Manifiesto de Paz, con toda segu- liberales a la fuerza, o como si las guerrillas se acabaran con firmas.
ridad le sacarás punta a la situación para tener como sufrir. Es lo del re- Adiós, con un abrazo de tu marido. Rafael.
26 UC número 60 / noviembre 2014

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