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MÓDULO I
Parte 1
DIPLOMADO ● EVALUACIÓN DE POLÍTICAS Y PROGRAMAS PÚBLICOS
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Contenido
A más de una década de implementación del PbR – SED en México, la mayoría de los actores
involucrados en la planeación, programación y presupuestación tienen clara la importancia de la
evaluación y el seguimiento de las políticas y programas públicos por medio de los cuales se lleva a
cabo el ejercicio del gasto en nuestro país. Esta conciencia es muy importante ya que, como se verá
a lo largo del Diplomado, es indispensable que los ejecutores del gasto y responsables de los
programas presupuestarios tengan la voluntad de llevar a buen término las evaluaciones del
desempeño y el cumplimiento de los Aspectos Susceptibles de Mejora que de estos deviene.
Con el fin de fortalecer este conocimiento y de aportar nuevos elementos en esta materia.
En la primera Lección se abordará conceptualmente la evaluación y se destacará su utilidad en el
quehacer público. En la Lección 2 se identificarán las principales diferencias y similitudes entre los
distintos sujetos de evaluación, es decir, entre las políticas públicas, los programas presupuestarios
y los proyectos de inversión. Adicionalmente se estudiará la forma como estos interactúan en el
quehacer público.
En la Lección 3 se hace una breve revisión del ciclo de políticas públicas haciendo especial
énfasis en la última etapa correspondiente a la evaluación y seguimiento de la intervención pública.
Adicionalmente, se destaca la importancia de la evaluación en cada una de las etapas del ciclo para
hacer que las políticas sean un instrumento flexible que se adapte a la realidad de los problemas que
buscan atender.
En la Lección 4 se situará a la evaluación del desempeño dentro del marco de la Gestión para
Resultados (GPR) y como complemento de las auditorías del desempeño. La GpR está orientada a
administrar adecuadamente los recursos enfocándose en la medición del impacto y la generación de
valor público más que en la entrega de bienes y servicios. En la Lección 4 se hace una breve revisión
de las ventajas del modelo de la GpR sobre su antecesor y se presentan los pilares que la conforman.
Una vez revisados los principios de la GpR se presenta el Presupuesto basado en
Resultados (PbR) como medio para mejorar la forma mediante la cual los gobiernos gestionan sus
recursos y organizan la información presupuestaria. Esto para que la toma de decisiones se lleve a
cabo de forma eficiente y acertada. Considerando la gran diversidad de Programas presupuestarios
a través de los cuales se ejerce el presupuesto público, resulta indispensable contar con una
metodología que homogenice la planeación. Ésta es conocida como Metodología de Marco Lógico
(MML) la cual es una herramienta de planeación por medio de la cual se crean las Matrices de
Indicadores para Resultados (MIR) en las cuales se vinculan indicadores de desempeño a objetivos
divididos en cuatro distintos niveles.
En la Lección 5 se revisa la evolución de la evaluación del desempeño, la cual partió de una
visión orientada a un control del ejercicio de los recursos y cumplimiento de la normatividad hasta
llegar al actual Sistema de Evaluación del Desempeño (SED), el cual busca proveer bienes y
servicios de calidad que generan valor público en la sociedad. Adicionalmente, se estudian los
objetivos del SED la forma como evaluación y seguimiento proveen información de calidad para la
conformación del Sistema.
La Lección 6 hace una revisión general de la normativa que sustenta la evaluación del
desempeño de los recursos federales que son ejercidos tanto por la misma federación como por
entidades federativas, municipios y Demarcaciones Territoriales de la Ciudad de México. Esto implica
la revisión de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, la Ley General de
Contabilidad Gubernamental y la Ley de Coordinación Fiscal y otras disposiciones normativas que
en el marco del SED se relacionan con la práctica de la evaluación. En este mismo Módulo se hace
una breve revisión de los cuatro componentes que conforman el Gasto Federalizado en México:
Participaciones, Aportaciones, Subsidios y Convenios de descentralización y reasignación.
Si bien las diferencias entre seguimiento y evaluación se explican en la Lección 1, en la
Lección 7 se revisan las diferencias entre la evaluación y otro de los instrumentos para orientar a las
instituciones al cumplimiento de resultados en el marco de este nuevo paradigma de gestión pública,
es decir, las auditorías. Primeramente se hace una breve revisión a la normatividad que sustenta la
fiscalización en México y se reconoce la importancia de las dos principales instancias fiscalizadoras
a nivel federal: la Secretaría de la Función Pública (SFP) y la Auditoría Superior de la Federación
(ASF).
En el caso de la SFP, se le reconoce como el órgano de fiscalización del poder Ejecutivo con
la responsabilidad del control interno del Gobierno Federal. Por su parte, el alcance de la ASF es
mucho mayor ya que es el órgano técnico especializado de la Cámara de Diputados, dotado de
autonomía técnica y de gestión, que se encarga de fiscalizar, conforme a los principios de legalidad,
definitividad, imparcialidad y confiabilidad; el uso de los recursos públicos federales en los tres
Poderes de la Unión; los órganos constitucionales autónomos; los estados y municipios; y en general
cualquier entidad, persona física o moral, pública o privada que haya captado, recaudado,
administrado, manejado o ejercido recursos públicos federales. Finalmente, y a manera de cierre de
la Lección se hace una breve revisión de los esfuerzos de coordinación en materia de fiscalización
en México.
LECCIÓN 1
Concepto de evaluación y su utilidad
en el quehacer público
Toda intervención pública tiene por objeto resolver un problema o atender una necesidad
que sea de interés público. Los recursos de los que dispone el Estado deben ser utilizados
de manera eficiente y eficaz, con la finalidad de maximizar el impacto de las políticas
públicas sobre esos problemas. En este sentido, una responsabilidad primordial de los
gobiernos es utilizar el gasto público como un instrumento para mejorar las condiciones
de sus ciudadanos.
Por ello, resulta vital que la agenda pública esté conformada por políticas y
programas públicos que estén diseñados a partir de la identificación rigurosa de las
situaciones que intentan transformar, sus causas y efectos, y la población objetivo o área
de enfoque a los que van dirigidos. También es indispensable que las políticas y programas
tengan claridad en los resultados esperados; que dispongan de los medios para lograr las
metas establecidas; que cuenten con los elementos a través de los cuales operarán; que
demuestren que son capaces de lograr el propósito para el cual fueron creados; y que
puedan identificar que sus resultados tienen el impacto esperado. La evaluación es una
herramienta de política pública que hace una importante contribución para lograr esto.
El concepto de “evaluación” se ha entendido tradicionalmente como un medio para
identificar los resultados o el impacto que genera una acción o conjunto de acciones. En
el sector público, la evaluación suele vincularse a la identificación de las transformaciones
generadas a partir de las políticas y programas públicos (Ballart, 1993). A partir de estas
definiciones, es posible observar un claro enfoque de evaluación aplicado en las etapas
finales de una acción, que justamente es cuando se hace posible apreciar dichos resultados
o impactos, no antes.
Inicialmente, la evaluación fue considerada como una herramienta enfocada
meramente en la medición de la eficacia. Más adelante, demostró su utilidad para la
identificación y valoración de los efectos de la ejecución de políticas y programas (tomando
en cuenta solamente el grado de impacto observado como consecuencia de su
implementación, y no de otros factores externos).
Como indica Ballart (1993), la evaluación en el sector gubernamental puede abarcar
todas las esferas del ciclo de una política o programa, desde su concepción hasta su
impacto pasando por su implementación u operación. Con esto, es importante esclarecer
que el concepto de evaluación ha evolucionado paulatinamente para abarcar todas las
etapas de una política o programa público, a fin de identificar e implementar acciones de
mejora, no solo cuando los productos, servicios o acciones ya fueron entregados o
ejecutados, o hasta que sea posible medir los resultados o impactos como sugieren los
conceptos tradicionales, sino en etapas puntuales y bien definidas en todas las fases del
ciclo de política pública que permitan reorientar los cursos de acción.
De esta manera, la evaluación no solo analiza si alguna intervención pública fue o
no efectiva, sino que proporciona información para determinar si es la alternativa más
adecuada y si existen elementos para prever que logrará sus objetivos.
Con esto es posible afirmar que la evaluación y el seguimiento son dos tareas
distintas pero complementarias y necesarias para toda política o programa público; en
conjunto, permiten seguir un camino claro a partir del establecimiento claro de objetivos y
metas, así como medir los avances respecto de éstos. Sin duda, representan dos
actividades de gran valía dentro de un enfoque de resultados. Más adelante estudiaremos
que tanto la evaluación como el seguimiento forman parte del Sistema de Evaluación de
Desempeño (SED) en México.
Retomando la revisión conceptual de la evaluación, en el marco de las políticas y
programas públicos, ésta brinda información objetiva acerca de su desempeño y de los
elementos que las constituyen y con las que se implementan; al mismo tiempo, genera los
elementos para planear o replantear las intervenciones públicas hacia el futuro, dado que
representa una valoración objetiva de su diseño, gestión y resultados alcanzados (Dunn,
2008).
En la Figura 1.1 se presentan cuatro definiciones de evaluación que desde diversos
enfoques nos ayudan a comprender su alcance en el marco del presente curso:
Figura 1.1 Definiciones de evaluación
También existe una línea de pensamiento que ubica a la evaluación como una
actividad que genera juicios de valor relacionados con los productos, resultados e impacto
de las políticas públicas; y busca ampliar el análisis en torno a estos elementos.
Complementando las definiciones presentadas, resulta particularmente útil la que
proponen Jaime, Dufour, Alessandro y Amaya (2013:112), quienes definen a la evaluación
como “una práctica integral de construcción, análisis y comunicación de la información útil
para mejorar aspectos de la definición e implementación de las políticas y programas
públicos; la evaluación es un proceso de aprendizaje que incluye la reflexión crítica sobre
aciertos y errores cometidos y la consecuente modificación de los cursos de acción”. En
general, la contribución de la evaluación se puede visualizar en distintos planos tal como se
describe en el Figura 1.3.
Figura 1.3 Contribuciones de la evaluación a las políticas y programas
Finalmente, se considera importante no perder de vista el por qué y para qué es útil
evaluar. Primeramente, las administraciones públicas cuentan con recursos limitados, por
lo que el criterio de máxima eficacia-eficiencia debe prevalecer en la acción pública y la
evaluación contribuye a la generación de conocimiento y evidencia para la aplicación de
este criterio.