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Por otro lado, el proceso de evaluación es una investigación y análisis, que nos permite
establecer valoraciones sobre los procesos de las políticas públicas en todas o alguna de
sus fases.
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Es una investigación que aplica las metodologías cuantitativas y cualitativas de la
sociología y las ciencias políticas.
Se puede realizar sobre cada una las fases, o el conjunto, de una política pública,
pero se enfoca principalmente a la formulación e implementación de la política,
esto es, desde la toma de la decisión en adelante, aunque en el análisis de la
formulación se incluyan los resultados de las fases anteriores.
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Es en este momento en el que se incorporan a la evaluación los países de Europa
occidental, buscando fundamentalmente contener la crisis del Estado de Bienestar
(Comas, 2008). A esta corriente de “accountability” (rendición de cuentas), como se
expondrá en el Reino unido, que prioriza el análisis del control del gasto en la evaluación,
se sumó EE.UU. en los años 90.
El camino de Scriven fue seguido por Lee Cronbach, quien planteó que lo que importa de
la evaluación e su validez externa en un contexto local, es decir, el valor concreto de un
programa estable en un contexto de gobierno determinado. Para determinar el grado de
validez, podemos utilizar cualquier combinación metodológica dentro del campo
científico de las ciencias sociales (Comas, 2008).
Así, han ido evolucionando los enfoques sobre la evaluación de políticas públicas, hasta
plantearse como una investigación sistemática que pretende analizar la configuración de
un programa o política determinada para conocimiento de la opinión pública. En
definitiva, la evaluación se convierte en una especialidad dentro del análisis de políticas
públicas y se caracteriza por los métodos de investigación de las ciencias sociales con el
propósito de emitir un juicio de valor sobre las políticas públicas o los programas de
intervención.
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En este sentido, Carol Weiss (citada por Comas, 2008) explica que los usos de la
evaluación de políticas públicas se pueden resumir en:
Conceptual: los resultados sirven para dar explicaciones sobre el por qué o el cómo
se hacen las cosas. Esto tiene que ver con el objetivo estratégico del programa y
los conceptos que lo sostienen.
Eficiencia: relación de los costes y los beneficios generados por los resultados del
programa.
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Además de estos criterios, la perspectiva gerencial en la administración pública implica
también incorporar en la evaluación criterios vinculados a los valores del Estado de
Derecho y las constituciones democráticas.
Igualdad.
Asegurar una misma protección legal a todos los individuos y evitar situaciones
discriminatorias.
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El reforzamiento de la legitimidad de un tipo de liderazgo y de las oportunidades
organizativas de apropiación presupuestaria.
En definitiva, según Manuel Tamayo (1997) se trata de ofrecer una ofrecer información
útil que facilite los procesos de toma de formulación e implementación, de cara a justificar
la necesidad de nuevos programas o políticas y a controlar la eficacia de la acción
administrativa. En este sentido la evaluación aporta información sobre:
En este sentido podemos concetar los objetivos genéricos de la evaluación para los actores
promotores y decisores de políticas públicas (Tamayo, 1997):
Más allá de estas perspectivas, podemos identificar distintos tipos de evaluación de las
políticas públicas, y distintas tipologías de evaluaciones, pero antes de comenzar a
avanzar en este aspecto, nos gustaría distinguir que en esta lección estamos tratando con
la evaluación de programas y servicios públicos, este es nuestro enfoque principal. Por
ello, otro tipo de evaluaciones internas del estado de las organizaciones, que suelen ser
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herramientas vinculadas a modelos de calidad, son contempladas aquí de manera
tangencial, como complementos o para tener una referencia respecto a otros tipos. No
obstante, los modelos de calidad implementados en las organizaciones públicas pueden
ser fuentes de información para la evaluación de programas y servicios, y viceversa, ya
que incorporan como un criterio principal la medición los resultados de la organización,
y esos resultados son los que obtienen a través del impacto de sus productos en la
sociedad, los programas y servicios públicos.
Para avanzar en los tipos de evaluación, podemos comenzar por un el criterio temporal,
que se adapta al ciclo de políticas públicas que estamos tratando, y que implica que la
evaluación no es simplemente una fase más de la política pública, sino que es un ciclo
paralelo que puede analizar un programa o servicio en cualquiera de sus fases temporales.
Así, según la Comisión Europea (2004), hay distintos tipos de evaluación que se
distinguen según los momentos del desarrollo del programa o la política. En cada uno de
estos momentos la evaluación obedece a una lógica distinta y tiene por tanto una finalidad
y unos procedimientos operativos diferentes:
Siguiendo este primer criterio, podemos identificar distintos tipos de evaluación en cada
fase temporal.
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o Evaluación anticipativa (diagnóstico de necesidades, análisis de la
realidad): Orientada a producir información para el proceso de definición
del problema y la formulación de alternativas. Se centra en el análisis del
contexto político, administrativo, legal, social y económico, poniendo en
relación la política pública y los factores críticos del entorno.
Evaluación am interim:
Evaluación ex post:
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o Evaluación de impacto: Facilita información sobre los del programa o
política y en qué medida los efectos observados en la sociedad se deben a
la política implantada. Mide la eficacia y efectividad, comparando los
impactos previstos con los observados y en relación a las expectativas de
la población.
De todos estos tipos, los más importantes en el contexto del análisis de las políticas
públicas son las evaluaciones de resultados y de impacto. No obstante, las evaluaciones
anticipativas y de diseño tienen utilidad desde el punto de vista de la toma de decisiones
operativa por parte de los líderes políticos, ya que permite evitar errores en el diseño y
formulación de los programas públicos. Podemos decir que estas evaluaciones exante
tienen un carácter de prospectiva del programa que se pretende emprender y formular.
Por su parte, las evaluaciones intermedias se basan o tienen en común muchos elementos
con las herramientas de los modelos de calidad antes mencionadas. Las evaluaciones
correctoras, del desempeño y de procesos son tipos de evaluación que también se utilizan
en la gestión interna de las organizaciones y, de hecho, sirven las mismas evalauciones
para ambos fines, particularmente cuando la organización en cuestión está especializada
en la gestión de pocos programas o servicios, y la misión de la organización está muy
vinculada al programa a evaluar.
La investigación de la evaluación
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Como planteábamos anteriormente, cualquier tipo de evaluación es una investigación con
un método específico. Aunque cada uno de los tipos citados anteriormente tiene sus
especificidades, podemos establecer unos elementos comunes de las evaluaciones,
aunque fundamentalmente estamos tratando con las evaluaciones de resultados y de
impacto, que como ya hemos apuntado, son las que más importancia tienen de cara al
análisis de las políticas.
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o Formular juicios de valor con los resultados.
o Elaborar un Informe.
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como sostenibilidad, esto es, una vez realizado el proyecto, si es posible que funcione en
el tiempo.
Por su parte, en el eje vertical o primera columna se colocan cada uno de los objetivos
específicos de la evaluación.
Conocimiento del ciber ¿Se conoce la existencia Si/No a cada cuestión Pregunta en encuesta
entre los jóvenes del CIBER, su dirección, general sobre servicios
los horarios y las normas municipales.
de uso?
Nivel de utilización del ¿Cuántos jóvenes % de jóvenes que Registro del CIBER
ciber diferentes han utilizado utilización del Ciber y
el caber y con que numero de veces que a
frecuencia? hacen a lo largo del año
Características de los ¿Quiénes son los que Datos Ficha Registro para
usuarios del ciber utilizan y los usuarios sociodemográficos, acceder a la condición de
más frecuentes? educativos y de lugar de usuario CIBER
procedencia (barrio)
Percepción del personal ¿Piensan los técnicos del Valoración en una escala Cuestionario (o grupo de
técnico sobre la eficacia Ciber que la oferta es de diferentes aspectos discusión) a los técnicos
del servicio. adecuada a las del servicio: de juventud y del CIBER.
necesidades de los
jóvenes de la localidad? Publicidad, facilidad,
ergonomía,…
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comprender esa lógica le aplicamos, en la medida de lo posible, el método científico. La
aplicación del método científico permite conocer el entorno humano y reducir esta
incertidumbre. Aquí no vamos a desarrollar de manera profusa la aplicación del método
científico a la evaluación, porque desborda la intención de este documento, pero si
podemos realizar una introducción a las técnicas científicas que se pueden emplear para
llevas a cabo los principales tipos de evaluaciones.
En cualquiera de los dos tipos, los sucesos que se observan son seleccionados, anotados
y codificados en unidades significativas para que pueda analizarlos alguien que no está
presente en la observación. Podemos considerar la observación como una técnica primaria
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para la obtención de información, pero es una técnica que aporta información tanto
cualitativa como cuantitativa, aunque se la suele considerar una técnica cualitativa, y es
un punto de partida relevante.
Para medir la evaluación no sólo podemos basarnos en la observación, sino que podemos
complementarla con otras técnicas de investigación social, que también nos sirven para
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recopilar datos. En este sentido, podemos recordar mínimamente algunas de ellas a partir
del tipo de medición que realizan.
Por un lado tenemos las técnicas cuantitativas, entre las que destaca la encuesta. Las
encuestas son una herramienta fundamental en las evaluaciones de impacto y satisfacción
ciudadana con los servicios públicos o las percepciones de calidad. También se pueden
utilizar las encuestas para las evaluaciones de resultados e incluso en el interior de la
organización, para conocer información cuantitativa de los participantes en el programa
o en el seno de la organización. La encuesta se basa en un cuestionario de preguntas
cerradas, con si o no, bueno o malo, o con valoraciones en una escala, y la posterior
codificación o registro de estos resultados para su cuantificación.
Las preguntas del cuestionario han de reflejar los indicadores de la evaluación. El que una
encuesta concreta sea útil depende de que las preguntas que se realicen estén relacionadas
con los conceptos, los objetos de análisis y los indicadores planteados.
Además de las encuestas, los censos y registros de la administración pública recogen una
importante información cuantitativa, así como en general la propia actividad de la
administración. Por ejemplo, la explotación de las bases de datos producen una enorme
cantidad de datos cuantitativos que utilizar en una evaluación, aunque de nuevo su
pertinencia dependerá de que los campos de las bases de datos se ajusten a los indicadores
que se buscan. En este sentido, cuando un determinado programa o servicio público
dispone de una base de datos específica, en los que se recojan los indicadores de la
formulación para el seguimiento, estos indicadores son particularmente oportunos para
una evaluación de resultados, y aporta una información cuantitativa muy valiosa.
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información: frecuencias, cruces de frecuencias, medias, etc. El segundo camino es el
empleo de las técnicas cualitativas.
Las técnicas cualitativas de investigación nos sirven para conocer los porqués y los cómos
de los datos cuantitativos. También son herramientas que pueden servir como rastreo
previo o prospectivo para construir los indicadores antes de desarrollar la matriz de
evaluación. Las principales técnicas cualitativas son:
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por contraste entre los distintos informantes sobre el mismo tema. Este
tipo suele ser el más usado.
Método Delphi. Se puede decir que es un método que reúne características de los
otros dos anteriores. Se basa en reunir a grupos de expertos sobre un tema. Se basa
en un guión estructurado. Primero se les explora a los expertos seleccionados en
entrevistas individuales breves, para que no concierten sus respuestas, y
finalmente se les reúne en común para indagar las causas. Se suelen hacer varios
grupos para una investigación, contrastando la información de cada uno. Los
participantes de cada grupo han de tener las mismas características entre ellos
(directivos, burócratas de calle, usuarios, etc.)
Grupo nominal. Es una técnica en la que un grupo valora un tema. Aunque hay
diferentes herramientas, la dinámica básica es que un moderador recoge las
aportaciones individuales por escrito y las selecciona, agrupa en categorías,
diferencia, y finalmente organiza una deliberación para priorizar y elegir. A veces
se votan las opciones, aunque en otras basta la deliberación para alcanzar una
acuerdo o valoración. En el caso de las evaluaciones, las deliberaciones y
valoraciones tienen que estar orientadas a los indicadores. De nuevo en esta
técnica es primordial la habilidad del moderador.
Jurados ciudadanos: es una técnica participativa, que como la anterior puede servir
para tomar decisiones o realizar formulaciones de programas públicos, pero
también se usa en las investigaciones sociales como las evaluaciones. Se basa en
un proceso deliberativo de un grupo de ciudadanos sobre temas que les afectan
para que formulen propuestas y tomen decisiones, o en este caso para que valoren
los indicadores de un programa o servicio. Se forman grupos de entre 12 y 20
personas y escuchar a varios “testigos” expertos, a los que preguntan, tras lo cual
deliberan entre ellos y formulan sus recomendaciones.
Cliente misterioso: esta es una técnica que produce información tanto cualitativa
como cuantitativa, y que se ha desarrollado en los estudios de mercado, pero se
realiza cada vez más en las evaluaciones de resultados y en evaluaciones de
desempeño. Se podría decir que es una versión de la observación no participante.
El evaluador se hace pasar por usuario de un servicio público, solicitándolo y
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aportando información sobre la prestación. Se suelen cubrir indicadores de
accesibilidad (por ejemplo: barreras y ascensores, si es un espacio físico,
visualización en internet, uso de máquinas por teléfono); información y
señalización (horario, carteles, emergencias, buzones de sugerencias; gestión de
la tramitación (claridad de donde se debe dirigir, gestión de esperas, tiempos de
espera, interrupciones, trato, etc.).
Una vez obtenidos todos los datos necesarios para cubrir la información prevista en la
matriz de evaluación, hay que analizarlos. El método de análisis cambia según el tipo de
evaluación de que se trate, y aun así no existen métodos de análisis estandarizados. En
cualquier caso, el análisis está condicionado por las herramientas y técnicas elegidas para
la recopilación de datos por un lado, y por el analista, por el otro. En este sentido hay que
señalar que no se trata de que el analista aporte sus opiniones subjetivas, sino de que sepa
interpretar las valoraciones y datos que tiene, sepa contextualizarlos, relacionarlos con las
demandas sociales que originaron el programa.
Una vez analizados los datos, estos se reflejan en los informes correspondientes, pero no
basta una simple entrega de los mismos. Aquí hay que recordar lo que ya mencionábamos
sobre la transparencia, rendición de cuentas y legitimación que supone la publicación de
las evaluaciones. No obstante, eso le corresponde a la entidad que encarga la evaluación,
a la que hay que presentar el informe y explicarlo debidamente. Este punto, a veces
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denominado devolución, tiene que tener en cuenta cuáles son los fines de esa evaluación
en concreto y qué reacciones puede producir en el entorno.
En ningún caso esta consideración puede implicar que se cambien datos o se oculten en
el informe, pero si que hay que tener en cuenta que la evaluación puede ser percibida
como una amenaza. Los procesos de evaluación de programas públicos suscitan
diferentes temores.
La evaluación tiende a verse bien como auto-justificación de sus responsables, bien como
arma arrojadiza para sus oponentes. Esta visión negativa está también ligada a entenderse
desde la propia administración pública como una función de control disciplinario. En
realidad, los estudios de caso muestran que la continuidad o no de los programas no se
suele deber a las evaluaciones, sino a decisiones políticas producto de los conflictos entre
actores con diferentes intereses.
Para evitar esas amenazas hay que reunir unos requisitos para realizar la evaluación:
Utilidad: Hay que asegurar que una evaluación satisfará las necesidades de
información práctica de los usuarios.
Viabilidad: Hay que asegurar que una evaluación será realista, prudente,
diplomática y frugal.
Ética: Hay que asegurar que una evaluación es llevada a cabo de manera legal,
ética y con el conveniente respeto hacia el bienestar de las personas involucradas
en la evaluación, así como de aquellas afectadas por los resultados de la misma.
Bibliografía
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Bañón i Martínez, R. (2003) “La evaluación de la acción y de las políticas públicas”.
Madrid. Díaz de Santos.
Comas, Domingo (2008), Manual de evaluación para políticas, planes, programas y
actividades de juventud, Madrid, INJUVE.
Comisión Europea (2004) “Evaluating EU activities: A practical guide for the
Commision Services” Luxemburgo: Office for Official Publications of the European
Communities.
Tamayo, Manuel (1997) “El análisis de las políticas públicas” en: Bañón, R. y Carrillo,
E. (1997) La nueva gestión pública, Madrid, Alianza Universidad
Weiss, C. H. (1998). Evaluation. Methods for Studying Programs and Policies. Second
Edition. Upper Saddle River (NJ): Prentice Hall.
Camacho, Hugo; Cámara, Luis; Cascante, Rafael; Sainz, Héctor (2001) “El Enfoque del
marco lógico:10 casos prácticos” Fundación CIDEAL-(Acciones de Desarrollo y
Cooperación A.D.C), Madrid.
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