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Table of Contents

RESEÑ A
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
RESEÑA
 
La confianza Clyde Haider fue severamente arrebata cuando su ex novio lo engañ o con
su hermano. En consecuencia, a eso, es desconfiado y le cuesta comenzar cualquier
relació n con algú n otro hombre. Evita a su familia la mayoría del tiempo para no tener
que pasar la vergü enza de estar en la misma habitació n que su hermano y su ex. Pero
sus padres no permitieron esta vez que se escapara de las vacaciones navideñ as. Eso lo
dejo con una ú ltima opció n. “Encontrar con urgencia un novio para no presentarse solo”,
pero dado el hecho que no había tenido ni una cita en los ú ltimos meses la situació n era
complicada. Así que no le quedo má s opció n que contratar un servicio de acompañantes
masculinos. ¿Qué podría salir mal? Pagaría diez mil dó lares por un novio rentado,
visitaría a su familia y le demostraría a su ex novio que lo había superado.
              Elliot Dohrn no estaba teniendo unas buenas fiestas, por tener sexo con quien no
debía, estaba a punto de perder su empleo. Forzado a tener vacaciones obligatorias
después de añ os sin tener siquiera un día libre, se ve a sí mismo sin saber qué hacer. Eso
fue hasta que un hermoso rubio se plantó delante de él reclamá ndole su tardanza. No
supo que había sucedido hasta que se vio enfrascado en una travesía que ni siquiera
imagino. Ahora tenía que aparentar ser un Novio contratado de un servicio de
acompañ antes masculinos. Ni si siquiera estaba seguro que algo así existiera, pero
cuando vio esos hermosos ojos avellana no pudo desmentir que no era a quien Clyde
había contratado. Diez días en Aspen fingiendo ser el novio de este chico sonaba mucho
mejor que diez días solo en la playa sumido en su autocompasió n.
CAPÍTULO 1
 
              Elliot Dohrn miro la entrada del aeropuerto a través del cristal del vehículo, su
chofer ya estaba esperá ndolo en la acera con su maleta, pero seguía indeciso sobre lo
que estaba haciendo, hacía añ os que no tomaba vacaciones, de hecho la sola palabra
“vacaciones” estaba fuera de su vocabulario, esa fue la principal razó n por la que muchas
de sus relaciones habían terminado, algunas, porque él no tomaba vacaciones y sus
parejas le exigían atenció n y otras porque ellos tomaban excesivas vacaciones y algunas
de ellas terminaron en infidelidades.
 
              “No me importa Dohrn, te quiero fuera de esta oficina y no quiero verte hasta
después de año nuevo”
 
              Todavía retumbaban en su cabeza las palabras de su jefe. Elliot era un
obsesivo del trabajo, le encantaba lo que hacía, era editor de una revista muy
importante, pero este ú ltimo mes había cometido muchos errores a causa de que le
faltaba concentració n, todo por culpa de su ú ltima pareja, no, en realidad no eran
parejas lo que él podía tener. Conquista de una noche tal vez. O compañ eros de sexo
ocasional, pero nada má s. A sus treinta y tres añ os, Elliot no había encontrado al
hombre correcto para sentar cabeza.
 
Nunca te involucres con compañeros de trabajo
 
              Era la regla de oro y él la había violado, hace unos meses se involucró con quien
no debía y ese alguien se lo estaba haciendo pagar en el trabajo y el jefe obviamente lo
culpaba a él por esos errores, después de todo Elliot era el editor en jefe y era el
responsable de su equipo de trabajo. Samuel sabia eso, por esa razó n estaba tratando de
sabotear las cosas para que culparan a Elliot, le estaba resultando bastante bien, jamá s
pensó que Samuel sería tan rencoroso.
 
              Así que aquí estaba, ayer había buscado en internet e hizo reservació n en una
isla en el Caribe, había pensado que podría quedarse en casa, comiendo comida chatarra
y viendo televisió n, pero Samuel hasta ahí lo acosaba. Por eso tuvo que improvisar,
playa, sol y mar, las vacaciones perfectas, era lo que decía el eslogan del hotel. Pero aun
así seguía sin gustarle la idea, en dos días seria navidad, pero él no tenía familia con
quien celebrar, sus padres estaban divorciados y cada uno hacia planes con sus propias
familias, y aunque lo invitaban, él no se sentía có modo. A su edad seguía sin hijos, sin
familia, sin pareja… Solo tenía su trabajo y ahora hasta eso estaba a punto de perder si
no soluciona el problema.
 
              Tomando una profunda respiració n se colocó los guantes y salió del vehículo,
agradeció al chofer cuando entrego su maleta, no quería vacaciones, pero no podía
hacer nada al respecto, a lo mejor utilizaría este tiempo libre para adelantar los diseñ os
del siguiente mes.
 
              —¡Al fin llegas! — Un joven hombre rubio con ojos preciosos se colocó enfrente
de él, sus mejillas rojas, no sabía si eran a causa de que estuviera molesto o por el frio
que estaba haciendo, después de todo estaban en Nueva York y era temporada de
invierno. —El vuelo está a punto de salir, ¿querías darme un infarto al corazó n? —
 
              —Yo…—
             
              —No tenemos tiempo ahora— lo interrumpió tomá ndolo del brazo y
apresurá ndolo hacia la entrada.  —Hablaremos durante el vuelo, tenemos que dejar las
cosas claras y montar bien nuestra coartada, estoy nervioso, pero todo saldrá bien…
tiene que salir bien— A juzgar por có mo se comportaba el joven hombre era un
parlanchín ansioso, Elliot no entendía que mierda estaba sucediendo, pero él no le
estaba dando tiempo ni siquiera de hablar.
             
              —Yo no entiendo que…—
 
              —Escucha— Nuevamente lo interrumpió ¿era costumbre o lo hacía a propó sito?
—No tenemos tiempo, estoy nervioso, y temo arrepentirme, así que, aquí tienes tu
pasaje, registra tu equipaje y ¡abordemos de una buena ves ese maldito avió n! Ya me
siento como una mierda por haber contratado alguien para que se haga pasar por mi
novio, estoy engañ ando a mi familia, y sé que me estará s juzgando por eso, pero… por
favor, ¿podrías registrar tu equipaje para poder marcharnos antes de que algo malo
suceda y recupere el sentido comú n? — Elliot vio que los ojos avellana de ese hombre
estaban vidriosos, comprendió que estaba haciendo el esfuerzo de no perder la poca
dignidad que le quedaba, ¿había contratado una cita? Lo miro de arriba abajo, era
apuesto, era má s bajo que él, delgado, rubio, tés blanca, ojos avellana hermosos, un
chico muy lindo. ¿Necesitaba contratar a alguien? Y Elliot pensaba que nadie podía tener
peores problemas que él. ¿Có mo se sentiría si le dijera que él no era la persona a la que
había contratado? Se iría al inferno por esto, pero como Elliot no quería ser el causante
de dañ ar los sentimientos del hermoso chico, decidió seguir con el engañ o.
 
              —¿A dó nde dijiste que iríamos? — él entrecerró los ojos.
 
              —¡Aspen! ¿Lo olvidaste? Te envié los detalles por correo electró nico—
 
              —Lo siento, solo quería corroborarlo— él hombre rodo los ojos, nuevamente lo
tomo por el brazo y lo empujo hasta la estació n de embarque.
 
              —Sé que las personas que se dedican a lo que tú haces deben tener muchos
clientes, estoy seguro que ni mi nombre recuerdas—
 
              —Bueno… ya que lo mencionas— esta vez el hombrecillo fulmino con la mirada.
 
              —Dijiste que los nombres no importaban, pero ya es el colmo, ¿no crees? Me
llamo Clyde,               dijiste que yo escogiera tu nombre, e inventara todo acerca de ti,
pero…. —
 
              —Elliot— esta vez fue el turno para interrumpirlo ——Llá mame Elliot— No
tenía la menor idea de có mo se estaba metiendo en esto, ¿Qué le estaba pasando por la
cabeza?
             
              —Bien, Elliot. Hora de irnos, ya hablaremos en el avió n— Elliot asintió y siguió
sin protestar a Clyde, antes de que tuviera tiempo a arrepentirse ya estaba en el avió n,
sentado junto a un joven y nervioso rubio.
 
              —¡Ya está hecho! ¡Ya está hecho! —murmuraba Clyde nervioso mientras retorcía
nerviosamente sus manos.
 
              —¿Te encuentras bien? — Pregunto. El hombre se sobresaltó un poco y rio
nerviosamente.
 
              —Lo siento, estoy nervioso, estoy engañ ando a mi familia—
 
              —¿Por qué lo haces? —pregunto mientras se abrochaba el cinturó n y escuchaba
las instrucciones de las asistentes de vuelo.
 
              —Has de pensar que soy un perdedor ¿no? —
 
              —Yo no te estoy juzgando, solo quiero saber algunas cosas para poder hacer
bien mi trabajo— Clyde suspiro pesadamente, pero aun así lo miro a los ojos.
             
              —Tengo dos añ os que no me reú no con mi familia en navidad, los he visto en
otras épocas del añ o, pero ahora particularmente estará reunida toda la familia y desde
hace algú n par de añ os evito por completo a mi hermano— Elliot tenía que concentrarse
lo suficiente para entenderle con claridad, hablaba muy deprisa, claramente estaba
nervioso
 
              —¿Tienes problemas con tu hermano? — Elliot rio nerviosamente.
 
              —Los problemas con mi hermano van má s allá de solo no llevarnos bien ¿tienes
hermanos? — Elliot negó con la cabella, sus padres tenían hijos con sus nuevas parejas,
pero él no los consideraba sus hermanos. —Tienes suerte— murmuro rodando los ojos.
 
              —¿Qué tan grave puede ser? —
 
              —Desde niñ os peleá bamos por todo, por la bicicleta, por el ultimo pedazo de
tarta, por quien tenía las mejores cosas, hasta por los novios, eso se extendió hasta
nuestra edad adulta— Elliot se acomodó má s en el asiento.
 
              —Supongo que tanta enemistad con tu hermano es por algú n hombre— Clyde lo
miro durante un segundo, quiso sonreír, pero el dolor en su mirada no lo engañ o.
 
              —Math era mi novio desde la universidad, un día simplemente termino conmigo
diciendo que había conocido a alguien má s— él aparto la mirada —Meses después me
entere que ese alguien era mi propio hermano—
 
              —¿Y así tu madre te obliga a asistir? —
 
              —Ella no lo sabe, jamá s les presente a Math porque él decía que conocer a los
padres era un compromiso mayor y no estaba preparado para eso, quería concentrarse
en su carrera, su primer libro había sido publicado y tenía mucho trabajo. Yo estuve de
acuerdo dije ¡wow! Es responsable tengo mucha suerte, que equivocado estaba, ellos se
casaron pocos meses después, ¿puedes creerlo? Nuestro noviazgo duro má s de dos añ os
y ellos se casaron a solo un par de meses de conocerse, por eso los evito en los eventos
familiares, solo visito a mis padres cuando sé que ellos no estará n presentes— Elliot
respeto el silencio en que se sumergieron, Clyde necesitaba un poco de espacio para
controlarse. Despegaron sin problemas, y poco después les informaron que podían
desabrochar el cinturó n, Elliot cerró los ojos, estaba hecho. Ahora no podía escapar, y ni
como decirle a este hombre la verdad.
 
              —¿Có mo me contactaste? — era un canalla por continuar con la farsa, pero si se
descubría estaba seguro que dañ aría má s al otro hombre.
 
              —Un amigo me lo propuso y me dio la direcció n de distintas pá ginas web, fuiste
el que má s me convenció en nuestros correos electró nicos, sobre todo porque aceptaste
el trato de no sexo—  Clyde se sonrojo y se encogió de hombros —Sé que estoy
engañ ando a mi familia, pero no quiero engañ arme a mí mismo, no quiero sexo por
dinero— Clyde busco algo en su abrigo, le entrego un sobre amarillo. —Aquí tienes, diez
mil dó lares por tus servicios de acompañ ante por diez días— Elliot abrió mucho los ojos
¡diez mil dó lares! Rá pidamente disimilo su sorpresa y tomo el sobre.
 
              —Gracias…— dijo tomando el sobre, no sabía que má s decir. ¿Eso costaba un
servicio como estos? Si algo tenía claro es que no tomaría un centavo de ese dinero,
ahora sí sentía algo de culpa por engañ arlo, devolvería el dinero cuando los diez días
terminaran
 
              —Entonces, ¿Có mo lo hacemos? Supongo que tenemos que inventar alguna
historia, ya sabes, de có mo nos conocimos, a que te dedicas, cuá nto tiempo llevamos
juntos etc. Yo soy paisajista, podemos decir que nos conocimos cuando diseñ e tu jardín
— Elliot vivía en el quinto piso de un edificio de la quinta avenida en la ciudad, ni
siquiera tenía una planta en todo su piso, pero obvio no lo diría
 
              —Me parece bien, puedes decir que soy Editor, que trabajo para una compañ ía
de diseñ o de portadas— el asintió .
 
              —¿Cuá nto tiempo llevamos juntos? La primavera que los visité les dije a mis
padres que estaba saliendo con alguien—
 
              —Puedes decir que tenemos un añ o de noviazgo— Elliot volvió a asentir.
 
              —Tenemos todo el vuelo para afinar los detalles, pero hay algo que quiero dejar
bien claro, dije nada de sexo, pero tal vez sea necesario alguno que otro beso, que nos
tomemos de la mano, y lo má s probable es que compartamos una habitació n, mis padres
rentaron una cabañ a, estará toda mi familia, mi hermana y su marido y su hijita de tres
añ os, y obvio estará n mi hermano y Math, no tengo problemas en compartir la cama,
pero tú en tu lado y yo en el mío—
 
              —Estoy de acuerdo— la azafata los interrumpió cuando les llevo unas bebidas.
             
              —¿Có mo supiste que era yo? —pregunto con curiosidad. La azafata ya se había
retirado. Elliot lo miro confundido así que aclaro —En la entrada del aeropuerto, no nos
habíamos visto antes de esto— era claro que no, porque de haber tenido una cita con su
novio contratado él no estaría ahí.
 
              —Dijiste en tu correo electró nico, que eras moreno, cabello oscuro y ojos café,
que llevarías un jersey rojo, ademá s era claro que eras tú , eres el ú nico con el aspecto
físico y la personalidad para ser un acompañ ante masculino… sin ofender— Elliot rio
ante el sonrojo del otro hombre.
 
—No me ofendes— a él siempre le había gustado cuidar su cuerpo, pero nadie le había
dicho algo como lo que dijo él. Mucho menos que lo compararan con un acompañ ante
masculino, no sabía si era una ofensa o un alago, esto estaba siendo una locura, pero al
parecer sería una divertida navidad después de todo.
 
 
★★★
 
 
              Se suponía que la navidad debería de ser la mejor época del añ o, pero para Clyde
Haider estaba siendo todo un infierno, en los ú ltimos añ os su vida había sido un
infierno, era un gran profesional, con una vida estable, departamento propio, ahorro
para el retiro, seguro médico y gastos funerarios, pero en la vida sentimental y sus
relaciones amorosas era un desastre, aprendió por las malas a ser desconfiado.
 
              Math lo había matado por dentro y destruido su confianza por completo, maldito
idiota, el hijo de puta era un maldito malnacido que le había roto el corazó n, ahora por
su culpa desconfiaba de cada hombre que mostraba algú n interés en él, por eso en
consecuencia, aquí estaba, sentado al lado de un completo extrañ o que bien podría ser
un asesino en serie a pesar de lo que había leído en su pá gina de web.
 
              Clyde rodo los ojos, estaba sobre actuando, un hombre como este no podría ser
un asesino serial, tal vez un gigoló o un prostituto muy caro, pero no un asesino. En todo
caso, mataría de placer a su víctima, el solo mirarlo era un regocijo para la mirada…. Sin
duda su hermano estaría muerto de envidia, el presentarse del brazo de este hombre
por lo menos evitaría que su orgullo fuera pisoteado aú n má s. Por esa razó n no había
pensado dos veces echar mano de sus ahorros para poder contratarlo.
 
              —¡Oh! Se me olvidaba comentarte que mi madre tiene una regla— le dijo al
hombre extremadamente guapo, que buena suerte le había tocado, él se había negado a
enviarle alguna foto en las breves charlas que tuvieron por correo, alegando que
protegía su anonimato.  Era extrañ o, pero respetaba eso. Aun así, había temido que
fuera gordo, calvo o viejo. Había tenido pesadillas con eso. Pero la sorpresa había sido
muy grata. El hombre quitaba el aliento.
 
              —¿Qué regla? — pregunto él mientras bebía su copa de champagne.
 
              —Nada de celulares, computadora o internet, siempre ha dicho que la tecnología
arruina la magia navideñ a, el ú nico que tiene autorizado su laptop es Math, pero solo
porque es escritor y tiene fechas programadas de entrega— él atractivo hombre enarco
una ceja, pero aun así acepto.
 
              —De acuerdo— Clyde asintió satisfecho, era agradable este hombre, lo imagino
de otra manera, claro que lo había juzgado de acuerdo a los correos, le había parecido
un hombre arrogante, le alegraba haberse equivocado, si tenía que pasar los pró ximos
diez días fingiéndose enamorado que mejor que fuera con alguien agradable. Pero al
mismo tiempo era un maldito problema, puesto que lo que tenía de agradable lo tenía
de apuesto… era obvio que al dedicarse a lo que se dedicaba tendría que ser como esos
hombres de portada de revista, segú n él se había preparado mentalmente para no
sentirse atraído por el hombre, pero le estaba resultando imposible.
 
              ¿Quién podría ignorar a semejante espécimen masculino? Alto, moreno, oscuro y
peligroso… toda una tentació n, serían los diez días má s largos de su vida, menos mal
que el lugar que sus padres escogieron obligaba a las personas andar abrigados, no
quería averiguar si su cita contratada tenía una tableta de chocolate en el estó mago…
sintió su cara caliente de solo imaginarlo, desvió la mirada hacia la ventanilla.
 
              Ya estaba hecho, se presentaría ante su familia con su novio pagado, les
demostraría a su hermano y a su cuñ ado que ya no le importaban para nada, que había
superado lo que le habían hecho y libraría este añ o con su dignidad intacta.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 2
 
              —¡Tío Cly! ¡Tío Cly! —Elliot sonrió cuando Clyde le entrego la maleta (de hecho,
la aventó hacia él sin ninguna delicadeza) pero perdonaba ese hecho cuando lo vio
correr hacia una pequeñ a niñ a que agitaba sus bracitos ansiosamente llamando su
atenció n.
 
              —¡Mi princesa! Mira que enorme estas— Clyde tomo en brazos a la niñ a, la cual
encantada comenzó a darle besitos por toda la cara. Suponía que era la sobrina que
había mencionada.
 
              —Permíteme ayudarte— dijo un hombre tomando una de las maletas. –Soy
Scott, por cierto—
 
              —Elliot— presentá ndose y dá ndole la mano —Soy el novio—
 
              —Soy el esposo de su hermana— dijo él con una sonrisa —Es agradable
conocerte—
 
              —Veo que ya se conocieron— intervino Clyde saludando a su cuñ ado de mano. 
Luego se dirijo a la niñ a en brazos —Princesa, él es Elliot…—
 
              —¿Tu novio? Mama lijo que tlaias a un novio— Elliot rio ante las palabras de la
niñ a, tan chiquita, pero a pesar de que no podía pronunciar bien, era muy lista.
 
              —Tammy— la regañ o su papa —¿Qué te dije que escuchar conversaciones de
adultos? — la pequeñ a hizo un puchero.
 
              —Pero papí…—
 
              —No importa— dijo Clyde —si princesa, es mi novio— Elliot tomo la mano de la
niñ a y le sonrió .
 
              —Mucho gusto hermosa, tu tío me ha hablado mucho de ti— no era verdad pero
tenía un papel que representar, ademá s no le estaba costando mucho trabajo. Era obvio
que Clyde adoraba a esa niñ a
 
              —Eles lindo— todos rieron ante lo que dijo la niñ a
 
              —Gracias… pero tú eres todavía má s linda— aseguro él apartando uno de sus
mechones rubios de la cara.
 
              Después de las presentaciones todos abordaron el vehículo de Scott, le había
tocado ocupar el asiento del copiloto, puesto que en la parte de atrá s venían Tammy y
Clyde poniéndose al día, al parecer el ser parlanchín venia de familia.
 
              El cambio en la actitud de Clyde fue muy obvio al momento de que llegaron a la
cabañ a, Elliot observo como palidecía y todo su cuerpo se tensaba. Entre Scott y él se
ocuparon del equipaje mientras Clyde y su sobrina jugueteaban en la nieve, en un claro
intento de retrasar lo inevitable.
 
              —¡Clyde! Mi vida, estas aquí— una mujer rellenita de mediana edad salió al
poche. Era la madre, estaba seguro, el parecido era muy obvio.
 
              —Hola mamá — dijo Clyde tomando a Tammy en brazos y subiendo los
escalones de madera, su madre lo abrazo sin importar que traía a la niñ a en brazos.
 
              —Me alegro que estés aquí mi amor—
 
              —¿Mamá ? Estas asfixiá ndome— la mujer rio y se separó de su hijo, Elliot subió
al porche cargando su maleta y su bolso de viaje y Scott le ayudaba con las cosas de
Clyde. —Mamá él es Elliot, mi novio— Si en algú n momento de la vida Elliot deseo una
madre diferente a la suya, estaba seguro que a él le hubiera gustado una madre como la
de Clyde. La mujer de mediana edad le sonrió y lo abrazo como si fuera su propio hijo, le
aseguro cuanto estaba feliz de conocerlo, estaba claro que la mujer no tenía problema
alguno con que su hijo fuera gay. Eran de los pocos padres que aceptaban eso, era
increíble.
 
              Pero no todo podía ser perfecto, algo le llamo la tensió n, tal vez fue la sensació n
de ser observado, al levantar la vista se encontró con unos ojos marrones que lo
miraban a través de la venta, estaba seguro que ese hombre pelirrojo no era otro má s
que Math, el ex novio de Clyde, claro que lo era, apostaba su vida en ello, después de
todo está claro que los Haider eran en su mayoría rubios.  Durante unos segundos
ambos se observaron, después el pelirrojo desapareció a través de la cortina.
Interesante. En su breve segundo de observació n Elliot había llegado a una interesante
conclusió n. El ex novio de Math, que ahora era el esposo del hermano se sentía celos de
Elliot por ser el novio actual de Clyde… esto se estaba poniendo interesante.
 
 
★★★
 
 
              —Creo que salió bien ¿verdad? — Clyde se movía nervioso por la habitació n,
hasta ahora todo estaba bien, no los habían descubierto, tenía que admitir que el
recibimiento de su familia fue muy bueno, hasta Logan su hermano se había mostrado
feliz de verlo…pero no hay que confiarse, así era el modo operandi de su hermano,
atacaba cuando menos lo esperaba y Math... Clyde cerró los ojos, había sido duro verlo
nuevamente.
 
              —Debes relajarte, ni siquiera tienen de que sospechar, todo estará bien— Clyde
abrió los ojos para mirar a Elliot, el cual estaba acomodando ropa en su có moda.
             
              —Es fá cil para ti decirlo, después de todo a engañ ar a la gente es a lo que te
dedicas, pero yo…. — se mordió la lengua, estaba asustado y lo estaba pagando con el
hombre que le estaba haciendo el favor de hacerse pasar por su novio, bueno favor no,
puesto que le estaba pagando, pero aun así… —Lo siento, no debí…—
             
              —Tranquilo— lo interrumpió el hombre tomando su bolsa de viaje —Tienes
razó n, yo estoy acostumbrado, pero debes de tener confianza de que todo saldrá bien—
 
              —Temo quedar en ridículo delante de todos— odiaba sentirse tan inseguro,
pero Math y Logan arruinaron su confianza para toda la vida. Elliot se detuvo delante de
él, no lo toco, aun así, Clyde se sintió incomodo ante la cercanía.
 
              —Solo relá jate ¿sí? Todo saldrá bien, no permitirá que sea de otra manera—
Clyde sintió su aliento atascado en sus pulmones cuando él toco su mejilla con la yema
de su dedo, fue una caricia rá pida y sin segundas intenciones, pero Clyde sintió un
estremecimiento por todo su cuerpo, Elliot le sonrió y después se alejó hacia el cuarto
del bañ o.
 
              —¡Mierda…! — susurro, él estaba metido en problemas.
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 3
 
              Si de algo estaba seguro Elliot era de que nunca hay nada fá cil, má s tarde que
temprano se estaba comiendo sus palabras, pero había querido tranquilizar al chico, no
era nada fá cil estar fingiendo ser quien no eres, tal vez sería má s sencillo si Logan no
estuviera acosá ndolo todo el tiempo, esa felicidad fingida acerca de ellos ya estaba
torná ndose irritante, era má s que claro que Logan estaba celoso de alguna manera de su
hermano, pero ¿Por qué?  Es lo que no llegaba a comprender, después de todo fue él
quien le robo la pareja a Clyde.
 
              Math era otro maldito problema, no habían cruzado palabra en realidad, pero
Elliot era muy consciente de las miradas pesadas por parte del otro hombre, ¿Cuá l era
su maldito problema? Logan y Math ahora eran pareja, ¿Por qué seguían queriendo
fastidiar a Clyde? Ahora comprendía porque el hombre recurrió a contratar a alguien
que se hiciera pasar por su novio, era má s como un escudo, y Elliot estaba muy
comprometido con esto, si era lo que Clyde necesita Elliot estaría aquí para eso, no sabía
porque se sentía de esta manera tan sobre protectora por el otro hombre, pero ahora
esta situació n ya se estaba tornando de manera personal.
 
              —Así que cuéntame Elliot, ¿te gusta tu trabajo? — pregunto Logan entregá ndole
una copa de vino, Elliot le sonrió por cortesía, no porque en realidad sintiera
agradecimiento por el acoso del hombre. Era curioso, en otra ocasió n, Elliot habría ido
detrá s del chico, era hermoso, con su cabello rubio un poco má s largo, sus facciones
finas, ojos encantadores y un cuerpo firme de manera delicada, pero ahora era má s
consciente de que era solo una belleza fría.
             
              —Soy editor, no hay mucho que contar, si me disculpas— le entrego de nuevo la
copa —Tengo que buscar a mi chico— habían terminado de cenar, y estaban todos
compartiendo un momento en el saló n, Clyde había ido a acostar a su sobrina, Tammy le
había pedido que le leyera un cuento. Disculpá ndose se alejó en busca de Clyde, lo
encontró en el segundo piso, venia saliendo de la habitació n de la niñ a, al verlo, él se
sobresaltó .
 
              —Lo siento, no quería asustarte—
 
              —No te preocupes— aseguro, el mirando que la niñ a no se hubiera despertado
—Yo tengo la culpa, estoy muy nervioso—
 
              —Ya te dije…. —
             
              —Lo sé. Lo sé. — Interrumpió él —Pero aun así…— Elliot suspiro y lo tomo por
el rostro colocando ambas manos en sus mejillas y lo obligo a que lo mirara.
 
              —Hagamos un trato, ¿te parece? —
 
              —¿Un trato? — pregunto él confundido.
             
              —Sí, un trato — el pequeñ o hombre lo miro a través de sus largas pestañ as,
tenía ojos hermosos —olvidemos todo esto, me refiero al asunto de que tengo que fingir
ser tu pareja… ¿Qué tal si intentamos ser solo amigos? —
 
              —¿Amigos? — Parpadeo —Pero…—
 
              — Clyde, seamos amigos, así será má s sencillo, nos relajaremos el uno con el
otro, ¿te parece? — él pareció estarlo considerando.
 
              —De acuerdo, tal vez funcione—
             
              —Bien— Elliot lo libero y dio un paso atrá s —¿Qué tal si nos disculpamos con
todos y nos retiramos a la habitació n?, podemos ver una película, platicaremos y nos
conoceremos mejor— Clyde pareció estarlo pensando, después asintió con la cabeza.
 
              Horas má s tarde, Elliot apago la televisió n, miro a su lado, Clyde se había
quedado dormido a la mitad de la película, al principio había estado muy tenso y
nervioso, admitía que también él, pero su plan había funcionado, lograron relajarse
mutuamente, platicaron principalmente de la película, se rieron y comieron palomitas, a
materia personal no había conseguido muchos detalles, a acepció n de que le gustaba
demasiado el chocolate y su color favorito era el rojo, pero ya era algo.
 
              Tomando una respiració n profunda, salió de la cama, hacia una hora que todo se
escuchaba tranquilo en la casa, la familia no se molestó cuando les anunciaron que se
retirarían a su recamara, le echaron la culpa al cansancio del vuelo y a la altitud.  Pero
Elliot no podía dormir por má s que lo intentara, sus cargos de conciencia no lo dejaban
tranquilo.
             
              Abrigá ndose bien, bajo las escaleras sin hacer ruido, de la cocina tomo un par de
cervezas y se dirigió al porche trasero de la cabañ a. Casi le dio un infarto al corazó n
cuando vio una sombra sentado en una esquina.
 
              —Lo siento… no—
 
              —No te preocupes, ya me iba— Elliot apretó los dientes al distinguir la voz de
Math, el hombre le dio una fumada a su cigarrillo —¿Quieres uno? —
             
              —No fumo— respondió , sentá ndose en el balancín, no le daría gusto de verlo
huir, en cambio le ofreció la cerveza extra que llevaba, tenía la esperanza que la
rechazara, pero no tuvo tanta suerte.
 
              —Yo comencé con el mal há bito hace unos meses—
 
              —Mmm— gimió Elliot sin ganas, la verdad no le importaba lo que hiciera el
pelirrojo, si pensaba él que podrían ser amigos se llevaría una gran sorpresa.
                           
              —Clyde te conto sobre lo nuestro ¿cierto? — Elliot apretó la cerveza en sus
manos, si no lo hacía terminaría dá ndole un puñ etazo al pelirrojo. —
 
              —Somos pareja, tratamos de ser honestos el uno con el otro— Elliot miro hacia
las montañ as nevadas, no era bueno mintiendo, pero ¿qué podía hacer?
 
              —Clyde es un hombre maravilloso—
             
              —Claro que lo es— aseguro él con convicció n.
 
              —Sé que le hice mucho dañ o, pero…—
             
              —Escucha— Elliot lo detuvo, estaba oscuro, pero estaba seguro que el hombre
pudo ver su mirada furiosa a pesar de la oscuridad. —–No quiero escucharte hablar de
lo mucho que lo sientes, de lo equivocado que estabas, del error que cometiste, de lo
arrepentido que estas o que aun sigues amando a Clyde—
 
              —Yo no… —
 
              —Soy buen observador, he visto có mo te comes a mi pareja con los ojos, créeme,
sé de memoria el repertorio de escusas que puedes dar para justificar lo hijo de puta
que fuiste, pero no me interesa. Es muy tarde para arrepentimientos — si pensó que el
pelirrojo se dejaría asustar se equivocó , él dejo la cerveza a un lado y se levantó .
             
              —¿Te sientes amenazado? — Elliot sonrió y se levantó , era un poco má s alto que
Math.
 
              —Eres patético, tomaste una decisió n, escogiste a Logan, y ahora aléjate de Clyde

 
              —¿O qué? — Elliot sonrió , le encantaban los buenos retos.
 
              —Si arrojas el guante, puedes estar seguro que lo recogeré — con una ú ltima
mirada al pelirrojo, regreso a la casa. Sentía la furia correr sus venas. ¿Qué se creía ese
hombre? Estaba con Logan ahora, ¿Qué buscaba? Al llegar a la habitació n, miro el
pequeñ o bulto en la cama, Clyde estaba acurrucado en el centro de la cama como un
gatito, sonrió , él no permitirá que Math le hiciera dañ o, estaba claro que sea cual fuese la
relació n de Logan y Math, el pelirrojo no había podido olvidar a Clyde, má s que nadie él
sabía lo que era tomar malas decisiones a causa del impulso del momento, había visto
los síntomas en Math, no podría asegurarlo, pero estaba convencido de que se
arrepentía de la decisió n tomada. Elliot apretó los puñ os, Clyde era un hombre
impresionante y muy vulnerable, si Math se lo proponía fá cilmente podría manipularlo,
Elliot no lo permitiría. Ahora estaba aquí, tal vez no era el novio contratado que Clyde
creía, lo estaba engañ ando deliberadamente, pero Elliot le ayudaría de alguna u otra
manera.
 
 
★★★
 
 
              Clyde ronroneo, literalmente, odiaba el frio, y para colmo su madre había
escogido el lugar má s helado del planeta, odiaba la nieve, y odiaba los deportes, y esta
maldita montañ a tenia ambas cosas, gimió y se acurruco má s bajo las mantas se pegó
má s hacia la fuente de calor, Elliot era tan cá lido…
 
              Clyde se tensó , abrió los ojos de golpe, se quedó de piedra al encontrarse
envuelto como una enredadera alrededor del hombre al cual estaba pagando para fingir
ser su pareja…. Amigos, Elliot le había sugerido que olvidara el hecho de que le estaba
pagando diez mil dó lares por sus servicios y pensara en él como un amigo, pero era tan
jodidamente difícil.
 
              É l ahora estaba profundamente dormido, con sus facciones relajadas, Clyde se
tomó un segundo para estudiarlo atentamente, era apuesto, mucho y no solo eso, su
personalidad, y su forma de actuar realmente eran agradables, má s que eso, se
estremecía cada que el hombre se le acercaba, si tan solo no fuera un Acompañante
Masculino, estaba mal juzgar a las personas o a lo que se dedicaban, pero el solo hecho
de imaginarlo con quien sabe cuá ntos otros hombres, era má s que suficiente para
apagar su libido.
 
              Con cuidado de no despertarlo, aparto los brazos del hombre y se dirigió al
cuarto de bañ o, una buena ducha caliente era lo que necesitaba para despejar su mente,
tenía un largo día por delante, hoy era noche buena, tenía que realizar unas compras de
ú ltimo minuto, había traído algunas cosas para regalarles a sus familiares, pero le
faltaban algunas compras mas ¿Có mo no se le ocurrió comprarle un regalo a su cita?
Qué raro se vería si la mañ ana de navidad, les hubiera regalado a todos menos al
hombre con el que supuestamente estaba durmiendo.
 
CAPÍTULO 4
 
              —¿Cuá nto tiempo se necesita para escoger una muñ eca? — pregunto Clyde con
falsa molestia, de hecho, estaba divertido, Elliot se estaba tomando muy en serio esto de
las compras.
 
              —¿Llevas mucha prisa? — pregunto el hombre sin mirarlo,
 
—No, pero mamá nos matara, quedamos en ayudarle con la cena—
 
—Estoy seguro que tu madre y tu hermana apreciarían trabajar sin que un grupo de
hombres que no tiene la menor idea de lo que hacen les estorben— Elliot estudiaba
atentamente las tres muñ ecas que había separado, él quería llevarse las tres, pero Clyde
le había dejado claro que solo debían llevar una, su hermana era muy estricta en eso de
sobre consentir a la niñ a. No era como si fuera la ú nica cosa que le iban a regalar, Clyde
había traído consigo una infinidad de vestidos y cositas para su ú nica sobrina, pero eso
su hermana no lo sabía, como fuera, habían visto la juguetería y él no se había podido
resistir a comprar un ú ltimo obsequio, así que Elliot estaba decidido a encontrar la
muñ eca perfecta.
 
              —Como sea— Clyde se cruzó de brazos, y miro al hombre frente de él, a simple
vista no parecía un hombre que tiene la prostitució n como trabajo,  eso lo hizo sonrojar,
miro hacia otro lado, no sabía porque ú ltimamente pensaba en el trabajo de Elliot,
cuando lo contacto, lo ú nico que le intereso fue que lo acompañ ara durante diez días,
jamá s analizó má s allá , má s concretamente lo que involucraba algunos de sus trabajos,
en su primer correo electró nico él le había mandado el contrato, en general especificaba
sus tarifas y condiciones. Si a Clyde le hubiera interesado tener sexo con el hombre
habría tenido que pagar dieciséis mil dó lares, en pocas palabras seis mil má s por
agregar sexo al trato, ¿Quién pagaba seis mil dó lares por sexo? Miro a Elliot, podía
entender la razó n, tal vez… ¡no vayas por ahí! Se reprendió mentalmente, tal vez ya tenía
tiempo sin sexo, pero no estaba desesperado, ¿estás seguro? Pregunto su
subconsciente… tenía un bono de navidad por parte de Industrias Lower por el trabajo
hecho en el jardín…
 
              No, no, no, el señ or Lower le había asegurado que era para que se comprara un
relajo por parte de la empresa, pero ¿comprar sexo? Clyde negó con la cabeza, la altitud
lo estaba matando.
 
              —¡Esta es la correcta! — Clyde miro la selecció n de Elliot.
 
              —¿Una bebé que gatea? — Clyde enarco una ceja —¿Todo este tiempo para
escoger una muñ eca tan simple como esta? —
 
              —Necesitaba analizar las opciones, es la primera vez que compro un juguete— él
se encogió de hombros.
 
              —¿No tienes hijos, sobrinos, hermanitos… algo? —Pregunto antes de que
pudiera detenerse —Lo siento, lo olvide, no debes contestar si no quieres, una de tus
condiciones fue que nada de preguntas personales— Elliot tomo la muñ eca bajo el
brazo y le indico que caminar a la caja.
 
              —No me molesta que preguntes, recuerda que tenemos un trato, ahora somos
amigos, no estoy casado, no tengo sobrinos, bueno al menos no los conozco, y serian
algo así como… medios sobrinos, mis padres son divorciados, y ambos tienen diferentes
familias, yo vivía con mi madre después del divorcio, se embarazo cuando tenía catorce,
me fui de casa a los dieciocho, así que mi medio hermano tenía cuatro añ os, no lo
recuerdo mucho, mi padre creo que tiene dos hijas, pero de él solo recibía los cheques
de cada mes, después de terminar la carrera, nada— a Clyde se le encogió el corazó n, no
podía imaginar la vida sin sus padres, tal vez sin su hermano sí, pero Clyde amaba a su
familia.
 
              —Lo siento— susurro, Elliot le sonrió .
 
              —No lo sientas, estoy bien, es la verdad y no puedo cambiarla, no provengo de
una familia unida y cariñ osa— dejaron de hablar cuando se acercaron a la caja, Elliot se
negó a que Clyde pagara la muñ eca, esto no era normal, otra de las condiciones del
contrato era que Clyde debía correr con todos los gastos, pero esa mañ ana, él había
pagado el desayuno, también los pretzel que compraron a medio día, y ahora la muñ eca.
Esto sin duda era raro, de hecho, Elliot no era como lo había imaginado… como le
gustaría que de verdad fueran en realidad hombres normales, en una cita normal,
tratando de iniciar una relació n normal, pero no era así y Clyde haría muy bien en no
olvidar eso.
 
              Media hora má s tarde, había dejado a Elliot comiendo un helado de vainilla,
¿Quién comía helado con este frio? Clyde se estremeció , pero había tomado esa
oportunidad así que con el pretexto de ir al sanitario había ido a una tienda de regalo,
buscando el obsequio para su novio comprado, frunció el ceñ o, que tristeza pensar así,
pero era verdad, y entre má s lo repitiera para sí mismo sería mejor, el que estuviera
engañ ando a su familia, no quería decir que debía engañ arse así mismo también, su vida
ya era demasiadamente patética, como para empeorarla y permitir que un hombre al
cual contrato lo dañ ara má s de lo que ya estaba.
 
              Al final se había decidido por un polo color crema, estaba seguro que ese color le
quedaría realmente bien, bueno al menos al imaginarlo con él puesto le pareció
demasiadamente sexy.  Malos pensamientos, niño malo. Después de envolver el obsequio
regreso a buscar a su novio falso, casi se tropieza al encontrarlo sentado donde lo había
dejado, en una pequeñ a banca, con vista hacia el primer piso del centro comercial, el
problema era que su hermano Logan estaba ahí y ambos parecían… divertidos.
 
              ¡Oh no! ¿También a él? ¿había alguien en este planeta que no sucumbiera a los
encantos de su hermano? Su hermano tenía la extrañ a capacidad de hechizar a las
personas, al parecer ni su cita falsa podría resistirse, no debería de dolerte, pero lo
cierto era que, si le dolía, y mucho. Estaba a punto de darse la vuelta y marcharse
cuando Elliot giro la cabeza y lo vio.
 
              —¡Bebé! ¿Por qué tardaste tanto? — Clyde parpadeo con sorpresa, ¿Cuá ndo
había ocurrido que alguien ignorara a Logan por él? Le estas pagando idiota, es su papel
fingir que te ama, aun así, no pudo evitar la sorpresa, y su hermano al parecer también
estaba sorprendido, porque parpadeo aturdido cuando vio que Elliot se levantaba e iba
hacia él.
 
              —Creí que habías ido al bañ o, tardaste una eternidad deja que te ayude con las
bolsas—
 
              —Me topé con una tienda que tenía cosas muy interesantes…—detuvo su
monologo, cuando Elliot lo tomo de la mano y lo guio a la mesa, empujá ndolo primero
sobre la banca y él tomando asiento a su lado.
             
              —Siempre dejando las cosas para ú ltimo minuto, ¿no es así hermanito? Un poco
má s y roban a tu pareja— Clyde miro a Elliot el cual no había soltado su mano.
 
              —Creo que Elliot está bastante grandecito para cuidarse solo, ¿no es así…cielo?
— Ok, las palabras sonaron raras hasta para él mismo, Elliot sonrió y le dio un rá pido
beso en los labios haciéndolo sonrojarse.
 
              —Aun así, deberías cuidarme má s bebé, no quiero que el señ or del costal me
lleve— no supo si rio a causa del mal chiste o de lo nervioso que estaba, pero si, rio
como no había reído en días.
             
              —Siento interrumpir— Clyde miro a Math parado en la esquina de la mesa, él lo
miro un segundo antes de mirar a Logan —Es hora de irnos ¿terminaste? — le pregunto
fríamente.
 
              —Estoy tomando un respiro amor, ¿Por qué no te sientas y tomas algo con
nosotros? —
 
              —Tengo cosas que hacer, debemos irnos— Logan miro duramente a su esposo,
algo ocurría ahí, Math era escritor, trabaja desde casa y donde fuera, era fá cil puesto que
solo necesitaba su laptop, pero, aun así, si no recordaba mal, jamá s fue tan duro con él,
ni tampoco anteponía mucho su trabajo a otras cosas, los días que estuvieron juntos,
durante el día le prestaba toda la tensió n del mundo, aunque por la noche estuviera
trabajando a marchas forzadas. Es por esa razó n que no vio venir su traició n. Clyde
había estado perdidamente enamorado de ese hombre.
 
              —¿No puedes esperar una hora má s? —
 
              —No, tengo un plazo que cumplir— con una ú ltima fría mirada a Math, Logan
regreso la atenció n hacia ellos. Su falsa sonrisa se extendió por su hermoso rostro.
 
              —La seguiremos má s tarde chicos, mi hombre es un obseso del trabajo— sonrió
rígidamente, tomo su vaso de café y las bolsas que traía y se marchó detrá s de Math, el
cual solo les dedico un asentimiento de cabeza.
 
              —¿Tienes algo má s que comprar? —pregunto Elliot llamando su atenció n.
 
              —¿Algo anda mal entre ellos? — Elliot miro a la pareja y después regreso su
mirada hacia él.
 
              —Bueno eso es algo que no debe interesarnos, ¿quieres un cappuccino antes de
marcharnos? — Clyde asintió —perfecto, ahora regreso— Elliot nuevamente le dio un
beso en los labios y se alejó , ¿Por qué lo hizo? Ahora no había nadie de su familia
observá ndolos. Cuando Elliot se marchó , Clyde no resistió a asomarse por encima de la
baranda para ver si lograba ver a su hermano y a Math, había demasiada gente como
para encontrarlos. Estaba seguro que algo estaba ocurriendo con esos dos, desde ayer
que había llegado, había notado algunas cosas, Clyde conocía demasiadamente bien a
Math, y por su mirada estaba seguro que él no era feliz.
 
 
★★★
 
 
              Esa noche Elliot bajo antes que Clyde, con cuidado acomodo las cosas que habían
comprado, ademá s del obsequio que había comprado para Clyde, esperaba que fuera
una agradable sorpresa, no conocía los gustos del hombre, pero había elegido algo
especial, má s que nadie Clyde lo necesitaba. Al ser paisajista y creer en todo eso del Chi
y la energía equilibrada, estaba seguro que encontraría el significado de su obsequio.
 
              Minutos má s tarde Clyde lo encontró en la cocina con su madre y su hermana, no
había podido escapar, las mujeres eran muy obstinadas, y pues la verdad a Elliot no le
molestaba, había aprendido a cocinar desde muy joven, había vivido solo toda su vida, y
aunque ú ltimamente a causa del trabajo, subsistía má s que nada de comida para llevar,
lo que bien se aprendía no se olvidaba, así que aquí estaba, haciendo la ensalada.
 
              —¿Hay algo que no sepas hacer? —pregunto Clyde en un susurro para que su
madre y hermana no escucharan, de todas formas, ni atenció n en ellos estaban
prestando, estaban má s concentradas discutiendo sobre que el pavo estaba reseco.
 
              —Un par de cosas, si quieres te hago una lista—
 
              —Mmm… Mamá no nos permite meter mano en la cocina porque corremos el
riesgo de incendiarla. Mi hermana es ama de casa ahora, así que es la acepció n a la regla,
aunque, míralas, no se ponen de acuerdo en nada— Clyde miro a su madre y hermana y
luego regreso la vista hacia él –En menos de veinticuatro horas has enamorado a mi
mamá , así que dudo que haya algo que no sepas hacer— Elliot rio mientras agregaba los
tomates.
 
              —No soy perfecto, ningú n hombre lo es, créeme, tengo un baú l con trapos sucios
que ocultar—
 
              —Mientras no tengas un cadá ver en el desvá n, creo que puedo manejarlo—
Elliot sonrió , y no pudo resistir el impulso de besarlo, así que lo hizo, fue un beso rá pido,
a él le gustaría má s que eso, deseaba hundir sus manos en ese sedoso pelo y averiguar si
era tan suave como imaginaba, deseaba recorrer con su lengua esos labios tan
apetecibles y … Elliot se apartó y regreso la mirada a la ensalada, no debería tener esos
pensamientos, pero no podía evitarlo, había algo en el hombre que lo atraía… pero no
debería de olvidar porque estaba aquí, debía fingir ser el hombre que contrato, tal vez,
solo tal vez, una vez que los diez días terminaran y le contara la verdad… No, para que
engañ arse, en cuanto Clyde supiera lo que había hecho, lo odiaría, nunca tendría una
oportunidad con el chico.
 
              La cena fue perfecta, Elliot jamá s había pasado una noche buena como esta,
siempre de fiesta o en bailes, incluso un añ o la paso en un club nocturno de intercambio
de parejas, él no tenía pareja, pero había sido la tercera rueda de una, miraba ahora
hacia atrá s, y pensaba en lo patética que era su vida, siempre, trabajo, trabajo y má s
trabajo, y ahora estando en un ambiente familiar como este, le hacía desear… una
familia.
 
              No todo era cien por ciento felicidad, ahora estaba má s que nada seguro que
había algo mal entre Logan y Math, estaba má s que claro y aunque trataban de fingir lo
contrario, hubo ocasiones en las que fue má s que obvio la tensió n del uno con el otro, y
estaba seguro que no solo él se había dado cuenta.
 
              La celebració n se prolongó hasta la madrugada, los señ ores Haider se habían
retirado a dormir hacia casi una hora, Shena y Scott se habían acurrucado en el sofá
para disfrutar de la chimenea y la mú sica, Logan y Math habían desaparecido, y Elliot
había arrastrado a Clyde al porche trasero, había preparado chocolate caliente, y ambos
estaban sentados en el balancín de madera acolchado, era bastante có modo y lo
suficientemente amplio para dos personas, así que estaban disfrutando de la leve
nevada que estaba cayendo… era realmente hermoso.
 
              —Esta noche estabas hablando con Scott y mi padre de publicidad, de verdad
llegue a pensar que te dedicabas a eso—dijo Clyde a su lado, Elliot no lo miro. ¿Tal vez
era hora de decirle la verdad? Desecho ese pensamiento tan rá pido como llego, no, no
era el momento.
 
              —Es mi trabajo en realidad— dijo —Bueno, al menos mi principal empleo—
 
              —¿Por qué te prostituyes entonces? —Clyde pregunto en un chillido indignado,
Elliot sonrió y lo miro.
             
              —¿Prostituirme? —
 
              —Sí, ya sabes…— dijo él nerviosos —Tienes sexo con tus clientes— susurro para
que nadie má s escuchara. Elliot respiro profundamente, no sabía las razones por las
cuales algunos hombres se dedicaban a esto, bueno al menos tenía que tratar de pensar
lo que el verdadero novio contratado diría.
 
              —No siempre hay sexo con los clientes—dijo, no estaba seguro que fuera verdad,
era una suposició n.
 
              —Tal vez no, tus tarifas son muy altas— Elliot rio, miro divertido a Clyde
sonrojarse.
 
              —¿Altas? —
 
              —¡No te burles de mí! Yo no pagaría seis mil dó lares má s por diez días de sexo—
¡¿seis mil dó lares?! Grito internamente Elliot, pero trato no mostrar sorpresa, Clyde no
debería sospechar que no era él. En cambio, se movió ligeramente para quedar má s
cerca del hombre.
 
              —Bueno, te aseguro que esos seis mil dó lares valdrían cada centavo— dijo
subjetivamente moviendo las cejas, Clyde boqueo como un pez.
 
              —No… yo… im…— Elliot detuvo cualquier protesta, siguió sus instintos, Elliot
sentía la necesidad de estar má s cerca, de tocarlo, de sostener al hombre en sus brazos.
É l veía có mo Clyde miraba la puerta detrá s de él, con la ansiedad escrita en su mirada,
¿temía que alguien podría verlos o quería huir? Votaba má s por lo segundo, pero no
retrocedió . Elliot pasó su mano por detrá s de la madera de la mecedora, la necesidad de
estar cerca de ese hombre estaba amenazando su cordura. No entendía eso, lo había
conocido hacia poco y no le importaba en este momento. Todo lo que quería era
meterse bajo de la manta y explorar cada centímetro de ese hermoso hombre. Clyde
tragó saliva.
 
—Creo … que debemos entrar… hace frio—aseguro Clyde nervioso, Elliot sentía muchas
cosas, menos frio, de hecho, se sentía tan caliente…
 
—No me tengas miedo bebé— él solo pensar de que cualquier forma pudiera dañ ar al
hermoso chico, le retorcía el corazó n, No había ninguna razó n para que se sintiera de
esa forma por un hombre que acababa de conocer, pero una sensació n de pertenencia se
establecía en su interior. Tal vez le haría dañ o al final, cuando se enterará quien era, y
que lo había engañ ado, pero ahora pensaba que si tal vez, lograba que él lo conociera
mejor antes de que tuviera que decirle todo… tal vez… tendrían una oportunidad de
estar juntos.
 
—No es buena idea…— Clyde se oía tan desanimado que desgarró el corazó n de Elliot
 
—Jamá s te dañ aría —Elliot colocó sus manos en los hombros de Clyde y antes de que
pudiera detenerlo besó al chico. Clyde gimió , inmó vil mientras Elliot empujaba su
lengua en el interior de su boca. É l tomó ventaja de las defensas bajas de Clyde y exploró
su boca, él no se quedó inmó vil mucho tiempo. Sus brazos se envolvieron alrededor de
Elliot, jalá ndolo má s cerca, devorá ndolo como un hombre hambriento. Elliot pensó que
se quedaría sin aire pronto.
 
Elliot movió la manta a un lado, jalá ndolo para recostarlo y colocá ndose sobre él, Clyde
tomó el cabello de Elliot, jalando la cabeza hacia atrá s mientras lamía el cuello de Clyde.
É l gimió , sus manos recorrían la espalda de Clyde mientras lo jalaba má s cerca. É l había
supuesto correctamente. Gimió cuando sintió la erecció n de Clyde presionando su
abdomen y deseaba que pudieran estar desnudos, preferentemente en la cama y no en
ese inestable e incó modo balancín, pero así de rá pido como habían sucedido las cosas,
así de rá pido terminaron, protesto cuando Clyde lo empujo lo suficientemente fuerte
para que se apartara y le diera la oportunidad de huir.
 
              Elliot se quedó observando como desaparecía a toda prisa por la puerta, no fue
por él, en cambio respiro profundamente esperando que el aire helado despejara sus
ideas y calmara su libido… lo cual llevaría horas.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 5
 
              —¡Navidad! ¡Navidad! Tío Cly es navidad— grito su pequeñ a sobrina corriendo
hacia él, Clyde la tomo en brazos y la hizo girar en el aire haciéndola chillar de felicidad.
 
              —¡Feliz navidad Hermosa! —
 
              —¡Me han dado muchos legalos! —dijo la pequeñ a encantada.
 
              —¿En serio? Enséñ ame— la niñ a encantada lo arrastro hacia una pila de
juguetes esparcida por todo el saló n, deseá ndoles feliz navidad a todos, Clyde se sentó
en la alfombra mientras Tammy le mostraba sus tesoros, en un rá pido escaneo  a la
habitació n, se dio cuenta que sus padres estaban sentados en el sofá juntos, su hermana
y su marido junto al á rbol tratando de armar un juguete, y su escaneo termino cuando
encontró a Elliot junto a la ventana, mirando hacia afuera con una taza en las manos, era
el ú nico vestido, era tradició n en ellos que la mañ ana de navidad se quedaran en pijama,
pero Elliot obvio no lo sabía, así que vestía pantalones oscuros y un polo rojo, su boca se
reseco ante la imagen, y se sonrojo al recordar lo de anoche, había huido como un
cobarde, ¿pero podían culparlo? Claro que había sentido pá nico, era un novio falso,
¿Có mo podría tener sexo con él? Por má s que su cuerpo lo deseara no debía hacerlo.
 
              Su sobrina reclamaba su atenció n, pero no podía evitar mirar de vez en cuando
al otro hombre, anoche lo había sentido entrar en la cama, pero él no hizo intento de
acercarse, Clyde había estado tan preocupado que él intentara algo, pero sus nervios
fueron en vano, simplemente habían dormido y esta mañ ana no lo había escuchado
salir, y ahora estaba tan nervioso de acercarse.
 
              Cuando Logan y Math entraron en la habitació n, Tammy corrió hacia sus tíos,
Clyde aprovecho la oportunidad para escapar y acercarse a Elliot, lo menos que deseaba
ahora es que hubiera murmuraciones si su familia pensaba que había discutido por algo.
 
              —Feliz navidad— odio la inseguridad en su voz, Elliot lo miro y le sonrió , como
si anoche no hubiera pasado nada. <<Es un profesional, Idiota tiene que representar un
papel>>
 
              —Feliz navidad— respondió el incliná ndose para darle un beso en los labios.
Clyde nervioso dio un paso atrá s.
 
              —Creo que debo darte tu regalo— se acercó al á rbol buscando la caja. Se lo
entrego con manos temblorosas, él lo tomo y le sonrió .
 
              —También tengo un regalo para ti— la sorpresa en la cara de Clyde fue má s que
obvia, no se lo esperaba. Elliot le entrego una pequeñ a cajita, de unos quince
centímetros de largo, por cinco de ancho y tres de alto.
 
              —No debiste molestarte—
 
              —Por supuesto que debía, feliz navidad bebé— Elliot lo beso nuevamente y se
alejó rumbo a la cocina. Clyde lo observo marcharse, no parecía molesto por lo de
anoche, no sabía si eso le molestaba o le preocupaba. Miro hacia la cajita, antes de que se
diera cuenta de lo que estaba haciendo, Clyde desgarro la envoltura y la abrió , una caja
de terciopelo negro apareció , al abrirla pensó encontrarse una lapicera, o un reloj tal
vez, pero era un brazalete de cuero trenzado con dos líneas de cuerdas a los lados al
estilo Punk, era hermosa y masculina, le llamo la atenció n que, en el centro, un atrapa
sueñ os, ¿Por qué le regalaría algo así?
 
              Má s tarde esa mañ ana desayunaron en un ambiente familiar relajado, Elliot
estaba haciendo un buen trabajo en relacionarse con su familia, realmente era muy
bueno en fingir quien no era, pero vagamente Clyde se preguntó si en realidad estaba
fingiendo, o era lo que a él le gustaba pensar. Su lado racional le decía que, por supuesto
él estaba fingiendo, a eso se dedicaba después de todo y Clyde le había pagado por ello,
era un profesional.
 
              Horas después y se dio de una larga ducha para regresar al saló n, pero lo
encontró vacío, así que recorrió la casa por señ ales de vida, en el estudio se encontró
con las dos personas que menos deseo encontrar, bueno, al menos no juntas, dos pares
de ojos lo miraron, Math estaba en el escritorio trabajando en su laptop y Elliot estaba
cerca del estante checando un libro.
 
              —¿Ocurre algo bebé? — pregunto Elliot, la sola palabra “bebé” lo hizo
estremecer.
 
              —¿Dó nde está n todos? —pregunto.
 
              —Tu madre y Shena dijeron que deseaban cinco minutos de paz, salieron a
tomar algo, tu padre le toco cuidar a Tammy, Scott fue a pescar y creo que Logan tenía
algo que hacer— informo Math, Clyde lo miro, <<creo que Logan tenía algo que hacer>>
¿esa era la respuesta?, ¿no sabía dó nde estaba su esposo o que estaba haciendo? ¿Tan
fría era su relació n?  Desgraciadamente Clyde conocía muy bien a Math y en sus ojos
logro ver una gran tristeza.
 
              —¿Qué tal si vamos a esquiar? — dijo Elliot llamando su atenció n.
             
              —É l no sabe esquiar— contesto Math —La ú ltima vez se lesiono un brazo—
 
              —Creo que podemos hacer algo al respecto— Aseguro Elliot acercá ndose a él —
Podemos practicar un poco en un terreno plano ¿Qué dices? — Clyde miro a Math el
cual todavía los observaba, después a Elliot.
 
              —De verdad que no soy bueno en los deportes, prefiero leer un poco—la cara de
Elliot no reflejaba nada, pero por sus ojos podría asegurar que lo le gusto para nada su
respuesta.
 
              —Como quieras— dijo con una amarga sonrisa, asintiendo con la cabeza, lo
rodeo y salió por la puerta sin mirarlo una segunda vez. Una punzada de culpa lo
recorrió . ¿Se había molestado?
 
              —Parece buena persona— Clyde miro a Math.
 
              —¿Disculpa? —
 
              —Digo que, parece ser un buen hombre, tal vez un poco temperamental, pero lo
importante es que seas feliz— Clyde parpadeo sorprendido.
 
              —Soy feliz— dijo con má s convicció n de lo que esperaba.
 
              —Me alegro— dijo él regresando su atenció n a su laptop <<no preguntes, no
preguntes, no preguntes>> una vocecita interna le decía que se alejara y dejara las cosas
como estaban, pero la mirada de tristeza de Math le impedía dar la vuelta y alejarse.
 
              —¿Todo bien? — pregunto antes de que lo pensara dos veces, Math dejo de
teclear y respiro profundamente, después lo miro.
 
              —Digamos que las relaciones de pareja nunca son sencillas — <<Aléjate y deja
las cosas como están, no te entrometas en la relación de tu ex y tu hermano. ¡Él te rompió
el corazón, no merece tu compasión>>
 
              —Siempre hay bueno y malo, supongo — durante el tiempo que paso con Math
todo fue muy bueno, tal vez por eso no vio venir su traició n, fue un idiota.
             
              —Sí, creo que sí, ¿quieres tomar algo? No hemos tenido la oportunidad de hablar
y…—
 
              —No, creo que debo irme— dijo dando un paso atrá s, era lo mejor, estar
haciendo amistad con el hombre que le destrozo el corazó n no era buena idea.
 
              —Clyde…—
 
              —No— detuvo cualquier cosa que él quisiera decir
 
—Pero…—
 
—Tengo que irme— dijo saliendo de la habitació n, era mejor así, no quería escuchar, lo
hecho, hecho estaba, y el pasado era mejor enterrarlo. No quería escuchar que la
relació n de ellos iba mal, porque se conocía, habían pasado añ os, pero aun así él seguía
sintiendo cosas por su ex, era la razó n por la que había recurrido a contratar a una cita,
Elliot estaba aquí para ser una barrera entre él y Math.
 
              Abrigá ndose lo mejor que pudo, Clyde salió en busca de Elliot, debía disculparse,
él lo había invitado a salir, le dio una vía de escape de Math y Clyde lo había rechazado,
inconscientemente tal vez quería quedarse con su ex. Ahora se daba cuenta que había
estado equivocado.
 
              Lo encontró en el garaje sacando el equipo para nieve. Cuando él entro, Elliot lo
miro, pero sin decir nada regreso a hacer lo que había estado haciendo. <<Vale, está
molesto, entiendo el mensaje>>
 
              —Lo siento— dijo, pero Elliot ni caso le hizo —¿Me escuchaste? Dije que lo
siento—
 
—¿Por qué lo sientes? No deberías de hacerlo, ¿sabes una cosa? Sé que estoy aquí para
fingir ser tu pareja, creo que me equivoqué al pensar que respetarías eso, pero ya me di
cuenta en realidad qué papel ocupo aquí— Elliot tomo una mochila y paso por un lado
de él.
 
—¿Qué? ¿De qué rayos hablas? — pregunto molesto cruzá ndose de brazos.
 
—Me trajiste para fingir tener pareja como un método de distracció n para tu hermano,
así tú intentarías recuperar a tu ex novio—
 
—¿Qué cosa? ¡Estas siendo ridículo! Yo jamá s haría eso—
 
—¿A no? — lo desafío Elliot con la mirada dejando caer la mochila de mala manera al
suelo —Es má s que obvio que sigues enamorado de tu ex—
 
—¡Espera un maldito segundo! Tú no está s aquí para juzgarme, yo te pago para hacer
una sola cosa, no tienes ningú n derecho de criticarme, tu aceptaste el trato y quiero que
solo hagas tu papel y me dejes en paz, lo que yo sienta no es asunto tuyo ¿me
escuchaste? — Clyde estaba muy molesto, ¿Quién se creía este tipo? No era má s que un
prostituto contratado y nada má s.
 
—Cierto— dijo Elliot apretando los labios —Lo siento señ or, el cliente siempre tiene la
razó n, no volveré olvidar mi lugar— a Clyde no le gusto ver la decepció n en los ojos del
hombre, ahora podía sentir la culpa corroer su alma, estaba molesto, por eso dijo esas
cosas hirientes.
 
—¡Hola chicos! — su padre asomo la cabeza por la entrada del garaje, Clyde se tensó
pensando que pudo haber escuchado algo, pero su padre sonreía —Tengo que ir a
recoger a las chicas, se quedaron atascadas en el camino, ¿alguno quiere acompañ arme
y el otro puede vigilar a Tammy un rato? —
 
—Yo iré señ or Haider— dijo Elliot —Le echare una mano con el auto, se algo de
mecá nica—
 
—Gracias hijo, Clyde la niñ a está arriba con sus muñ ecas—
 
—Si papá , ahora subo— su Padre asintió y los dejo solos.
 
—Elliot… escucha, yo…—
 
—Tu padre espera, debo ayudarlo, prometo que lo que sucedió hace un momento no
ocurrirá de nuevo, es tu vida, vívela como tú quieras— dijo él tomando la mochila y
lanzá ndola a un rincó n, después rá pidamente corrió dentro de la casa. <<mierda,
mierda, mierda>> había metido la pata. Cerró los ojos, ¿Por qué nada le salía bien
ú ltimamente?
 
 
★★★
 
 
              Elliot no creyó que su día podría empeorar, pero ú ltimamente no tenía tanta
suerte, al regresar de ayudar con el auto de las mujeres, se encontraron con la sorpresa
de que Clyde se había lastimado un tobillo al tratar de subir las escaleras corriendo.
Tuvo que tragarse la bilis que se le formo en la garganta al ver a un diligente Math
atendiendo a Clyde, no pudo evitar los celos que se formaron en su sistema, pero tenía
que hacerlos a un lado, este no era su asunto, Clyde lo había dejado muy claro, y por má s
que deseaba darse la vuelta y dejarlo ahí con la pierna en alto mientras Math se deshacía
en atenciones, no lo hizo, tenía un papel que representar y aunque al final le contaría a
Clyde todo, y le devolvería su dinero, por ahora tenía que seguir guardando las
apariencias.
 
              —Puedo hacerlo yo— Clyde quiso alejar la pierna pero Elliot la mantuvo en su
lugar mientras lo vendaba. Con ayuda de Math lo habían llevado a la habitació n, y como
la pareja que era le tocaba atenderlo. Aunque seguro que si le hubiera dicho a Math que
continuara con la tarea de ponerle el bá lsamo para la inflamació n y lo ventara, el
maldito pelirrojo lo habría hecho.
 
—Ya casi termino, no te muevas— dijo sin mirarlo.
 
—¿Sigues molesto conmigo?—
 
—No— dijo, mientras ajustaba la venda en su lugar.
 
—Yo creo que si lo haces, lo siento no quise decir lo que dije allá abajo— Elliot coloco el
pie bajo una almohada, después se limpió las manos con la toalla y comenzó a recoger
las cosas que había utilizado — ¿Si quiera volverá s a mirarme alguna vez? — Elliot lo
miro.
 
—Debes descansar, en una rato má s subiré la cena, si mañ ana no mejora la hinchazó n,
tendremos que ir a urgencias—
 
              —¡Maldita sea! Estoy bien ¿Cuá ntas veces tengo que decirlo? — Elliot apretó los
labios y asintió . Esto ganaba por preocuparse.
 
              —Como digas— dijo yendo hacia el bañ o.
 
              —¡Ya te pedí disculpas! ¿Qué má s necesito para que me perdones? No quería
ofenderte—
 
              —No lo hiciste— aseguro el mirá ndolo desde la puerta —Tienes razó n, no debo
involucrarme demasiado, no sucederá de nuevo, es solo que…—
 
              —¿Qué? — pregunto el hombre mirá ndolo con ojos preocupados, Elliot tomo
una respiració n.
 
              —Yo sé que me pagas por esto, ¿pero es tan difícil es creer que me preocupo por
ti? — Clyde lo miro por largos segundos.
 
              —¿Lo haces? — pregunto en un susurro, casi hasta dudo haberlo escuchado,
Elliot dejo las cosas a un lado de la puerta y regreso hacia la cama, sentá ndose a un lado
de él.
 
—Lo hago— era obvio que Clyde tenía miedo de bajar la guardia. Tenía miedo a confiar.
No podía culparlo por ello, no conocía todos los detalles de su vida, pero desde el hecho
de que se vio en la necesidad de contratar a otra persona para que fingiera ser su novio,
indicaba que ya lo habían dañ ado bastante en su vida.
 
—¿Có mo puedes decir eso cuando ni siquiera me conoces? —Clyde preguntó un poco
cortante. Llevando una manos hacia el cabello del otro hombre Elliot se inclinó hacia
adelante y lo beso, má s que besarlo lo provoco recorriendo con su lengua su labio
inferior. —¿Qué haces? —
 
Elliot contuvo la respiració n su pene palpitaba la cercanía del otro hombre. No podía
evitar sentir una urgente necesidad. Clyde jaló su cabeza hacia un lado, lo que hizo que
Elliot tuviera un mejor acceso de su cuello, esto era el paraíso, el hombre sabia tan
malditamente bien.
 
Elliot lentamente se colocó sobre el otro hombre cuidando de no lastimar su pie
lesionado, colocó las palmas de sus manos a cada lado de la cabeza de Clyde
 
—Me vuelves loco — Los ojos de Clyde se abrieron como platos y luego los estrechó en
unas rendijas mientras miraba a Elliot a los ojos.
 
—Yo… creo —Clyde balbuceo, el cuerpo y el aroma del otro hombre lo intimidaban,
ademá s de que sus obvias intensiones, estaban haciendo que su pulso se dispara sin
control.
 
—Shhh, tranquilo bebé— Elliot cerró los dedos en el cabello de Clyde, acercando su
rostro aú n má s, Clyde podía sentir el cá lido cosquilleo del aliento en sus labios.
 
—Esto no es buena idea —dijo con menos convicció n en su temblorosa voz, empujando
las manos de Elliot. Clyde podía ver el deseo en los ojos del hombre, debería empujarlo y
alejarlo, pero estaba tan cansado de siempre…Clyde só lo rezaba como el infierno que
Elliot no se fuera como todos los demá s y terminara haciéndole dañ o, aunque esta no
fuera una situació n ideal, Elliot tenía un trabajo poco peculiar, no es que estuviera
pensando en una relació n a largo plazo, pero Clyde no era de los que podían tener solo
sexo y olvidarlo al día siguiente. A él le importaba, es por esa razó n que darle al hombre
su plena confianza era lo má s difícil que había tenido que hacer.
 
—Disfruta de lo que quiero hacer contigo, Clyde. —Elliot bajó la cabeza y tomó los
labios de Clyde, su beso era hambriento y dominante y francamente abrasador,
haciendo que el pene de Clyde estuviera duro como el acero. Clyde no estaba tan seguro
de poder discutir má s con Elliot el hecho de que esto no era parte del trato. Los labios
del hombre sabían a miel pura para Clyde y él quería má s.
 
Se quedó sin aliento cuando Elliot obligó a sus labios a abrirse empujando su lengua.
Sin dudarlo, Clyde los abrió , Elliot entró con una intensidad salvaje, besar a Elliot no
tenía el efecto que Clyde había pensado, era como besar a un tren de carga fuera de
control. Un minuto estaban corriendo, y al siguiente iban viento en popa, con los penes
duros y gruñ idos salían de sus gargantas.
 
El gruñ ido de Elliot se convirtió en un gemido cuando comenzó a luchar de nuevo con
Clyde, igualando los empujones y lamidas. ¡Maldició n! el hombre sabía besar. Elliot se
agachó y lanzó la sá bana a un lado. Clyde se acercó y colocó las palmas de sus manos
sobre el pecho de Elliot, haciéndolo jadear al sentir su firme pecho a través de la delgada
camiseta. Clyde extendió los dedos sobre los esculpidos abdominales de Elliot y
lentamente se movió hacia abajo hasta que llegó a la suave piel y desabrochó el botó n de
los deslavados jeans de Elliot.
 
Clyde giró la muñ eca mientras desabrochaba los jeans de Elliot y los separaba, su boca
se hizo agua al ver el camino feliz de vello que iba desde el ombligo del hombre a muy
por debajo de sus pantalones. Levantó la vista y vio a Elliot sobre él, jadeando,
mirá ndolo, eso hizo sentir a Clyde que aú n estaba bajo control. Cuando sintió el largo y
duro pene contra sus manos, supo que no podía perderse del espectá culo completo,
apartando la mirada del rostro del hombre miro hacia abajo. Trago saliva cuando tuvo la
primera mirada de su hermoso pene. Era enorme
 
—Infiernos—
 
—Me estas matando bebé—las bolas de Clyde se tensaran al pensar en chupar el pene
del hombre. El aliento que acababa de tomar de repente no era suficiente. Tenía toda la
intenció n de chupar al hombre hasta que se corriera.
Elliot se giró de lado y ayudó a Clyde a llegar a su posició n. Chupó a Elliot todo el camino
por su garganta, tomando el pene, hasta que su nariz estuvo enterrada en el vello pú bico
de Elliot…El tragó …duro y satisfacció n lo lleno cuando el hombre jadeo.
 
Usando su lengua, Clyde lamió la sensible depresió n por debajo de la corona y luego
encajó la lengua en la minú scula hendidura, lamiendo el salado sabor de los deseos de
Elliot. Pero Clyde se sentía travieso. Trabajó la carne sin piedad, llevando a Elliot al
borde del clímax só lo para apartarse y empezar de nuevo.
 
—Joder… —Elliot estaba jadeando, sus manos se enredaron en el cabello de Clyde, y lo
jalaban. Clyde rá pidamente levantó la vista cuando Elliot contuvo el aliento. Sonrió
lentamente, el rubor empezaba a florecer en el hermoso rostro del hombre. É l utilizó su
lengua para trazar las gruesas venas—Está s torturarme a propó sito —susurró Elliot
justo antes de que moviera sus caderas, y empujara su pene a la boca de Clyde.
Ahuecando las mejillas y chupó de nuevo la dura erecció n de Elliot, hasta llegar a la
cima.
 
—Oh bebé… no te detengas —Elliot gritó . Clyde sabía que estaba deteniendo el orgasmo
de Elliot. Pero ¿dó nde estaría la diversió n en dejar que el hombre se corriera tan
pronto? No quería darle una mamada rá pida y terminar, ahora que por lo menos estaba
decidido a algo y tenía suficiente valor para hacerlo, quería disfrutarlo, se conocía a si
mismo muy bien, sabía que cuando el momento pasara, la culpabilidad lo mataría. Por
ahora Clyde planeaba mostrarle a Elliot el amante experto que era.
 
El problema con torturar a Elliot era que Clyde estaba torturá ndose el mismo, estaba
tan excitado, que deseaba que el hombre lo jodiera. Justo cuando Elliot volvió a gemir,
Clyde chupó el pene del hombre hacia abajo a su garganta y tragó saliva. Y luego se
apartó . Clyde se inclinó y palmeó el saco del hombre y comenzó a rodar suavemente los
testículos de Elliot en la mano. Elliot empujó sus caderas hacia delante y gimió . Oír el
placer de él le hizo que la sangre corriera por todo su cuerpo. Clyde no quería jugar má s.
El ver a Elliot en la agonía de la pasió n le estaba afectando tanto, buscando a ciegas, bajo
el elá stico de sus pantalones de pijama y envolvió sus dedos alrededor de su pene y
comenzó a acariciarse a sí mismo mientras chupaba a Elliot de nuevo intensamente.
 
É l no lo dejó , sintió como apartaba su mano y en cambio, Elliot envolvía su mano
alrededor de su pene y se movía rá pidamente masturbá ndole. É l gimió , hacía tiempo
que no sentía las manos de otra persona sobre él, estaba a punto de correrse así que
decidiendo arrastrar al hombre con él, chupo con má s ganas el pene del hombre. Elliot
miraba a Clyde con ardiente y salvaje brillo en los ojos.
 
—Eso es bebé, has que me corra —dijo Elliot con un gruñ ido mientras tomaba el cabello
de Clyde, enviando sacudidas de deseo por todo su cuerpo, Clyde chupó con fuerza
mientras tomaba con la otra mano las bolas de Elliot y jalaba duro el arrugado saco. El
hombre gimió y empujó sus caderas mientras Clyde lo chupaba hasta la parte posterior
de su garganta una ú ltima vez antes de que Elliot se empujara y gruñ era su liberació n.
 
Elliot le dio a su pene unos cuantos jalones má s y se corrió uniéndose a Elliot, su semen
salpico sobre ellos, pero no le importaba ahora estaba muy cansado, Elliot sacó su pene
y acunó la cara de Clyde, colocando un suave beso en los labios.
 
—Descansa un poco. —Elliot rodó de la cama, caminó hasta el bañ o y regresó con una
toalla hú meda en la mano. Clyde só lo se quedó allí mientras el otro hombre lo limpiaba.
Estaba muy cansado pero no tanto como para admitir que ningú n otro amante había
sido tan atento, y Clyde estaba disfrutando de la intimidad entre ellos. Cuando Elliot
regresó del cuarto de bañ o,  se recostó a un lado de él y lo atrajo contra su pecho Clyde
pudo sentir otra grieta en su armadura.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 6
 
              A la mañ ana siguiente el tobillo de Clyde amaneció mucho mejor, Elliot en lo
personal se sentía mejor de lo que se había sentido en meses, no habían hablado de lo
que había pasado la noche anterior, cada que se interponía entre ellos el incó modo
silencio que daba a pie a que aclararan en qué punto se encontraban en ese momento,
Clyde se sonrojaba, cambiaba el tema y evitaba mirarlo. Elliot decido mejor dejarlo
pasar, prefería que las cosas surgieran de forma natural, lo espontaneo era mejor. Tomo
el silencio de Clyde como una aceptació n a que las cosas entre ellos podrían cambiar a lo
que tenían en el acuerdo inicial, al menos eso pensaba ya que por ningú n motivo
rechazaba sus besos, o sus caricias, o algú n piropo, el que calla otorga.
 
              Desayunaron con la familia y como Clyde no podía esquiar con él, decidió que
podían por lo menos ir a cenar a la ciudad, Scott le había hablado de un buen
restaurante de comida tailandesa, y por eso ahí estaban, estaba resultando ser una
agradable velada.
 
              —¿De verdad eres publicista o es un papel que has ensayado muy bien? —Elliot
miro a Clyde precavidamente, en verdad no quería tener esta conversació n.
 
              —Ya te dije que si soy publicista—Clyde hizo una mueca.
 
              —¿Entonces porque te dedicas a lo que te dedicas?—
 
              —¿En serio quieres tener esta conversació n? — Clyde dejo su copa de vino y
tomo su mano a través de la mesa.
 
              —No te molestes, es solo que quiero conocerte mejor, he de admitir que no
encajas en el perfil que me había hecho de ti— Elliot suspiro, por má s que deseaba
contarle la verdad, todavía no podía hacerlo, no contaba con la suficiente confianza de
que Clyde no correría por las montañ as.
 
              —Soy jefe del departamento de edició n desde hace varios añ os, me gusta mi
trabajo, ser acompañ ante masculino es como un…. —
 
              —¿Pasatiempo? — Pregunto Clyde, Elliot asintió —Es raro ¿no te parece? Si no
tienes problemas econó micos ¿Por qué lo haces?—
 
              —De verdad que no quiero hablar de eso—
 
              —¡Vamooooos! Somos amigos ¿no? Quiero saber— Elliot enarco una ceja,
amigos era lo ú ltimo que él quería ser. Pero por ahora. ¿Có mo podría responder a eso?
¿Por qué un acompañ ante masculino hacia lo que hacía? Claro que por lo econó mico
sería la primera razó n, pero  dado que no era este el caso, ¿Qué podría decirle?
 
              —Me gusta ayudar a las personas— dijo lo primero que se le ocurrió —Creo que
los que solicitan este servicio es porque está n…. —
 
              —¿Desesperados? —
 
              —¿Siempre interrumpes cuando la gente habla? —Clyde sonrió liberando su
mano, no le gusto que lo hiciera, le encantaba su contacto.
 
              —Lo siento, es un mal há bito, entonces, ¿Qué ibas a decir? —
 
              —Desesperados no es la palabra que usaría, yo lo veo má s como que necesitan
ayuda, todos en algú n momento de la vida hacemos locuras y estamos desesperados por
algo, necesitamos una mano amiga, y si ellos quieren tener una cita contratada para
sentirse mejor, ¿Por qué juzgarlos? — Elliot se encogió de hombros, era lo mejor que se
le ocurría decir, ademá s fue lo que lo impulso a ayudar a Clyde. Ver la esperanza en su
mirada y la confianza de que él podría ayudarlo a pasar por esto fue lo que hizo guardar
el secreto y seguir su plan. Clyde hizo una mueca.
 
              —¿Qué pasa con el sexo? —
 
              —¿Qué cosa? —
 
              —Te acuestas con tus clientes ¿no? Creo que a eso no se le puede llamar … ayuda
— dijo con las comillas en el aire.
 
              —No hablare de eso  — Clyde rodo los ojos.
 
              —No me salgas con eso de que eres un caballero—
             
              —Lo soy, no te hablare de sexo con otros clientes ¿má s vino?— Clyde frunció los
labios pero asintió con la cabeza. —Há blame sobre tu trabajo— Hablar sobre jardines y
paisajes fue buena distracció n, Clyde era un parlanchín, y era un tema conocido para él.
Durante horas charlaron sobre sus respectivos empleos. Era un tema seguro.
Compartieron a alguno que otro recuerdo de juventud. Fue una velada sumamente
maravillosa. Ademá s el vino tuvo un buen efecto en Clyde, estaba chispeante y relajado.
En algú n momento de la noche se trasladó má s cerca de él y no podía mantener las
manos quietas, lo tocaba cada que tenía oportunidad. No le molestaba en absoluto. El
problema era que las pequeñ as provocaciones estaban haciendo pedazos en su auto
control.
 
              Una vez de camino a la cabañ a, ya no tenía auto control, Clyde no estaba ebrio
pero se mostraba cariñ oso, receptivo, relajado. Habían compartido un encuentro
caliente el día anterior, tal vez por ello ahora se mostraba menos… aprensivo. Una ligera
ventisca había comenzado dificultando un poco el camino.
 
              —Si no te estas quieto vamos a tener un accidente— Elliot se estremeció al
sentir la lengua de Clyde lamer su oreja.
 
              —Detente entonces— susurro él con voz seductora.
 
              —Joder— gruñ o. El pene de Elliot formó un bulto bajo en sus jeans
 
              —Eso es lo que quiero…así que apú rate y llévame a una cama— mandando todo
a volar, Elliot giro en la curva que llevaba a la cabañ a. É l no aguantaría hasta llegar ahí,
dejarían la cama para después, buscando un lugar donde aparcar a un lado de camino
Elliot miro la parte de atrá s de auto. Era pequeñ o, pero podrían ajustarse, suerte que
habían quitado la silla de seguridad de Tammy.
 
              —Muévete— Elliot lo apremio apagando el coche. Clyde rio.
 
              —¿En serio? —
 
              —Sí, en serio, necesito que vayas al asiento trasero —Elliot lo ayudo a empujarse
hacia atrá s —Cuidado con la pierna— no quería que se lastimara. Rá pidamente bajo del
coche y entro en la parte trasera. Clyde subió a su regazo tan pronto como Elliot se
sentó . Su boca besaba un rastro hacia abajo por el cuello de Elliot mientras sus manos
tiraban para deshacerse del suéter.
 
              —Nunca lo había hecho en un auto—dijo el coqueto. Era tan hermoso. Elliot
tenía suerte… mucha suerte… las posibilidades de que ellos se hubieran encontrado
alguna vez eran casi nulas. Pero aquí estaban, tenía el hermoso hombre en sus brazos y
estaba a punto de hacerlo suyo.
 
              Clyde tomó su pene a través de sus pantalones. Elliot abrió las piernas y su
cabeza golpeó contra la piel del asiento. Clyde trabajo en sus pantalones hasta que su
erecció n salto libre, tomá ndolo entre sus manos pasó su pulgar por la brillante cabeza
del su pene tomando el pre semen y haciendo que Elliot olvidara quién era.
 
              Clyde tomó su boca, besá ndolo con fuerza. Elliot le quitó la chaqueta y la camisa,
dejando al descubierto su torso. Era divino. Pero deseaba tenerlo desnudo por
completo. A ciegas trabajo con sus pantalones, fue un poco má s difícil, ya que se
encontraban en un espacio estrecho y su pequeñ o travieso se negaba a bajar de su
regazo. Al fin consiguió liberar el pene de Clyde
 
              —Necesitamos condones —Clyde gimió cuando Elliot lamió sus pezones.
              —Mi cartera— Elliot jadeó alrededor de las duras puntas. —También hay un
sobre de lubricante— Clyde rio.
 
              —¿Tan seguro te sentías? —  Elliot levanto la cabeza y sonrió petulante.
 
              —No es pecado tener esperanzas—Elliot lo empujo fuera de su regazo para
ayudarlo a bajarse por completo los pantalones, necesitaba que estuviera libre para
poder hacer lo que deseaba hacer, por otra parte él se bajó los pantalones hasta las
rodillas. Clyde no perdió el tiempo tomó el lubricante, jaló la mano de Elliot y vertió en
sus dedos. Clyde se movió hacia adelante apoyá ndose en el pecho de Elliot mientras
esperaba que Elliot alcanzara su culo
 
              Elliot dio un bajo gruñ ido y movió una de sus nalgas a un lado, deslizando dos
dedos al interior. La cabeza de Clyde cayó hacia atrá s con sus labios abiertos, un
pequeñ o jadeo escapó de ellos. Elliot besó su camino hacia abajo por el pecho de Clyde,
circulando con su lengua uno de los pezones de Clyde, mientras sus dedos lo estiraban,
sus sentidos se volvían salvajes con el olor del hermoso hombre en su regazo.
 
              —¡Siiii! —Clyde gritó . Elliot deslizó un tercer dedo, entonces un cuarto dedo,
Clyde se empalaba en ellos.
 
              —Me robas el aliento bebé—Elliot empujó sus dedos má s profundo Clyde se
inclinó hacia adelante apoderá ndose de su boca con avidez Elliot empujó sus dedos má s
profundo.
 
              —Follame —Clyde rogó . Elliot sacó su mano y tomó la base de su pene mientras
Clyde se deslizaba por el empalá ndose a sí mismo. Elliot gruñ ía mientras Clyde
lentamente se deslizaba hacia abajo, sus manos acunaron el trasero del chico mientras
estiraba el cuerpo de Clyde. Primitivas sensaciones lo recorrían ante la sensació n de
estar enterrado hasta las bolas en el interior del hermoso hombre.
 
              —¡Oh! … Tan bueno... —Clyde enterró su cara en el cuello de Elliot. Había
pequeñ as ondas eléctricas que irradiaban de su cuerpo. Nunca había tenido relaciones
sexuales que lo consumieran. Elliot tomó sus caderas, levantando y bajando a Clyde. Sus
bolas se apretaron hacia su cuerpo y sabía que no iba a durar mucho.
 
              —Estoy cerca —Clyde murmuró en sus labios. Elliot se empujó má s duro. El
ruido de piel contra piel era fuerte dentro del auto. Estaba tan excitado. No recordaba
haberse sentido así jamá s con otro amante. Elliot gruñ ó , mordiendo el labio inferior de
Clyde mientras se empujaba má s fuerte, ondas eléctricas lo recorrían, y Elliot lo jaló má s
fuerte contra su cuerpo, abrazá ndolo mientras se empujaba en él profundamente. Clyde
pasó sus manos a través de su cabello.
 
              —Cielos… —Elliot gruñ ó , empujando a Clyde hacia el asiento trasero mientras se
colocaba de rodillas y se empujaba dentro de Clyde, él pequeñ o rubio jaló su cabello y
envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Elliot. —Má s duro —Clyde gritó cuando
su cabeza golpeó contra puerta de un costado. El auto se movía incontrolablemente de
un lado al otro. Si alguna patrulla pasaba en ese momento por ahí, ambos irían presos
por alterar el orden pú blico. Pero le importaba una mierda. Ahora solo podría
concentrarse en este hermoso hombre.
 
              Elliot jaló a Clyde mientras Se empujaba má s duro, Clyde gritó , mientras se
corría fuertemente. Elliot envolvió sus brazos bajo los hombros de Clyde y empujó su
eje má s fuerte mientras gritaba su liberació n, su pene pulsaba en el interior del chico.
Elliot se empujó unas cuantas veces má s antes de enterrar su cara en el cuello de Clyde.
 
              Clyde estaba jadeando, sus manos bajo la camisa de Elliot sintiendo la sudada
piel Clyde jaló la cabeza de Elliot, buscando sus labios con los suyos y tomó el culo de
Elliot, evitando que se saliera              —Aun no— Elliot asintió empujando su medio
duro eje má s profundamente dentro de él.
 
              —Ha sido maravilloso. Eres fantá stico —Elliot confesó besando en los labios a
Clyde.
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 7
 
              Clyde bostezó y se frotó los ojos. Era bastante tarde, desde hacía horas ya
deberían de haber bajado, sabrá dios que estaba pensando su familia, pero lo cierto era
que no le interesaba. No quiera moverse.
 
              —Me extrañ a que mi madre no haya venido a buscarnos ya— Dijo Clyde.  Elliot
abrió los ojos. Estaban compartiendo la almohada porque Elliot seguía tendido medio
encima de él, sus piernas enredadas. Ambos estaban sudorosos y pegajosos después del
sexo, pero Clyde no quería moverse. Se sentía demasiado bien para moverse. Anoche
había mandado a volar su cordura a quien sabe dó nde, había follado con Elliot en el
carro de alquiler de su cuñ ado, no estaba muy claro en sus recuerdos de có mo habían
llegado a su habitació n. Pero lo que si recordaba con claridad era que casi no habían
dormido.
 
              —Tu madre es una mujer sensata, por eso me cae muy bien— aseguro Elliot
mientras bajaba la cabeza para lamer uno de sus pezones. Se estremeció . Sus pezones
no eran particularmente sensibles, pero Elliot parecía tener una fijació n extrañ a con
ellos. No es que fuera desagradable ni nada, pero habría preferido que Elliot chupara y
lamiera algo má s.
 
              —Tal vez deberíamos bajar— era mejor poner algo de espacio. No había tenido
tiempo de pensar en lo que había hecho. No estaba arrepentido ni nada, pero había
muchas cosas que considerar. Esperaba por lo menos no salir corriendo hacia las
montañ as cuando analizara las consecuencias que esto traería.
 
              —Ahora no—Elliot se echó a reír. —Tenemos cosas de las que ocuparnos—Elliot
desvió la mirada hacia la polla de Clyde, tal vez era increíble de creer pero sintió su pene
comenzar a endurecerse bajo el escrutinio de Elliot. En serio, ¿qué había en este hombre
que lo encendía de esa manera? Elliot ni siquiera tenía que esforzarse, para ponerlo
cachondo y desesperado.
              —Estoy dolorido—aseguro con poca convicció n, Elliot volvió a mirar la cara de
Clyde. Sus ojos se estrecharon, pero la esquina de su boca se torció hacia arriba. Clyde
sonrió , no pudo aguantar tanto esa excusa tan patética… si estaba dolorido. Pero no
tanto como para no desearlo nuevamente así que tomó la mano de Elliot y la envolvió
alrededor de su erecció n.
 
—Ya veo cual es el problema, tendremos que hacer algo—Elliot miró sus labios
sonrientes. Clyde se relamió los labios.
 
              —Tal vez… aunque admito que también estoy hambriento— dijo con mirada
sugerente.
             
              —Creo que también poder cubrir esa necesidad— él trepó por encima del
cuerpo de Clyde y luego le dio de comer su polla, Clyde gimió alrededor de la gruesa
carne en su boca y miró hacia la puerta. Solo esperaba que nadie de su familia
interrumpiera, pero con el pene de Elliot en la boca no podía pensar correctamente. A la
mierda con todo.
 
Relajando la mandíbula, Clyde alzó la vista y vio como Elliot jodía su boca. Amaba ver
esto, nunca se había sentido tan poderoso como ahora, ver como el hombre perdía el
control era una victoria para su orgullo. Su autoestima había sido severamente afectada
añ os atrá s. Y ahora con Elliot sentía que estaba recuperando al viejo Clyde. Se sentía
sexy, sensual, seguro de sí mismo…
 
Apretando los labios alrededor de la polla, Clyde movió su mano a su propia polla y
comenzó a masturbarse, dejando a Elliot follar su boca y hacer lo que quisiera. Podía
sentir que el otro hombre estaba cerca ya, pero de repente Elliot se detuvo y se retiró .
 
—¿Qué?— Clyde gimió en protesta  lamiéndose los labios, los cuales sentía hinchados.
 
—No te muevas bebé— la forma en que Elliot lo miraba...
Las fosas nasales de Elliot se encendieron. Arrodillado sobre el rostro de Clyde, él
comenzó a masturbar de su propio pene, sin dejar de mirar a Clyde intensamente.
Entonces se dio cuenta de cuá les eran sus intenciones, pero no hizo nada por detenerlo
¡oh Dios!, esto lo hacía excitarse. Clyde estaba jadeando, su mano trabajando sobre su
propio pene mientras observaba fijamente la gruesa erecció n enrojecida de Elliot,
esperando y deseando. Se quedó sin aliento cuando la polla de Elliot estalló sobre él,
rayas calientes cubriéndolo desde el pelo hasta el mentó n, goteando hacia abajo sobre
su cuello, cubriendo su abierta y jadeante boca. Elliot se rodó sobre él y lo besó con
voracidad, al tiempo que apartaba las manos de Clyde de su pene y comenzaba a
masturbarlo al mismo tiempo que jodia su boca con su lengua. Esto fue lo
suficientemente caliente para empujar a Clyde sobre el borde, y él se corrió , gimiendo
en la boca de Elliot. Gimiendo su nombre. El mundo se detuvo, só lo sus respiraciones
pesadas irrumpiendo en el silencio.
 
              Varias horas má s tarde, sin el aturdimiento de la neblina sexual Clyde vio las
cosas de manera diferente… de una muy mala manera diferente, ¿Qué había hecho? Los
acontecimientos de la noche anterior parecían bizarros y surrealistas.  Si su cuerpo no
molestara y su culo no le doliera, él habría pensado que había sido só lo un sueñ o. Pero
no fue un sueño.
 
Había tenido sexo real con su cita contratada.  Lamiendo sus labios, Clyde salió de la
cama, haciendo una mueca cuando el movimiento envió una  nueva ola  de  dolor  sordo 
a  través de  su culo, tomando una camiseta de la có moda y unos calzoncillos se vistito
ignorando deliberadamente el numero considerables de moretones que tenía por todo
el cuerpo. Analizaría el recuento de los dañ os una vez que pudiera tomar una ducha,
Elliot le había sugerido que entraran juntos, pero Clyde había querido distanciarse un
poco.
 
              Escucho el agua de la ducha detenerse y supo que en cualquier momento tenía
que volver a enfrentarse a Elliot, ¿que debía hacer? Aunque admitía que estaba
manejando la situació n muy bien, ya era ganancia que no hubiera entrado en pá nico
todavía.
 
La situació n era muy jodida, pero necesitaba mantenerse sereno y pensar con la cabeza
fría, el problema en si no era tan grave, había tenido sexo con el hombre que había
pagado para que fingiera ser su novio. El sexo no fue parte del contrato, pero había
ocurrido. Clyde podría haberse negado fá cilmente. Podría fá cilmente haberlo detenido.
Pero no lo había hecho; Solució n… pagar el cargo extra por el sexo.
 
Sintió la bilis subir por su garganta, jamá s pensó que pagaría por sexo, pero ya no había
marcha atrá s. No tenía el suficiente efectivo ahora mismo, pero eran adultos, podrían
llegar a un acuerdo, bien podría darle un cheque ahora o Elliot podría esperar má s tarde
a que fuera al cajero a retirar dinero. Lo que si estaba seguro es que tenía que ser el
primero en sacar la conversació n, no quería que Elliot pensara que se estaba
aprovechando y se sentiría realmente abochornado si má s tarde él decidía cobrarle.
 
La puerta del bañ o se abrió de repente, y Clyde saltó un poco, pero se obligó a sí mismo
a serenarse, Elliot salió del cuarto de bañ o, abotoná ndose la camisa.
 
—Listo bebé el bañ o es todo tuyo— la cara de Clyde debió de reflejar algo muy malo,
porque Elliot enarco una ceja y se puso serio — ¿Ocurre algo?—
 
— ¿Cuá nto quieres? —
 
— ¿Qué cosa? — pregunto extrañ ado, Clyde podía sentir su cara arder, pero aun no
aparto la mirada de Elliot.
 
—Por lo de anoche, ¿Cuá nto tengo que pagar? No tengo mucho efectivo, pero puedo
darte un cheque, o si prefieres má s tarde puedo ir al cajero—
 
              —Ya veo—  dijo Elliot, la irritació n arrastrá ndose en su voz.
              —El sexo no era parte del trato, pero ya que ocurrió … te pagare lo que pidas—
Clyde sentía un nudo en el estó mago, se sentía sucio haciendo esto. Algo cruzó el rostro
de Elliot antes de que se cerrara, sus facciones se volvieran duras y distantes.
             
              —No te preocupes, corre por cuenta de la casa— dijo con los dientes apretados,
se dirigió hacia una esquina para tomar sus zapatos. ¿era su imaginació n o Elliot se
había ofendido?
 
              —Pero…—
             
              —Te he dicho que lo olvides— él le dio una dura mirada —No te preocupes,
tó malo como mi regalo de navidad atrasado—
 
              —¡Espera un maldito segundo!— dijo Clyde molesto, Elliot ya estaba yendo hacia
la puerta —No necesito caridad, puedo pagarte— Elliot rio entre dientes.
 
              —Eres un idiota— escupió con desdén —¿No se te ha ocurrido pensar que si
quisiera haberte cobrado te lo había dicho antes?— Clyde lo miro con ojos muy abiertos.
 
              —Yo… no— boqueo en busca de aire —No pensé…—
 
              —Exacto— interrumpió Elliot —No pensante, lamento que en algú n momento
de tu vida alguien te haya hecho dañ o, pero… Noticia de ú ltima hora amigo… en algú n
momento de nuestra vida a todos nos han hecho dañ o, ¡Debes superarlo! No todos
estamos cortados por la misma tijera — dijo saliendo de la habitació n dejá ndolo
sorprendió .
 
              No, sorprendido no, estupefacto, aturdido, pasmado… esos eran adjetivos má s
precisos, ¿Qué mierda acababa de suceder?
 
 
★★★
 
 
              Elliot apenas y alcanzo a abotonarse el abrigo cuando salió a la calle, respiro
profundamente el aire helado de las montañ as. Pero estaba seguro que ni el frio nevado
podría enfriar su temperamento.
 
              Un cheque. Un maldito cheque, ¡Mierda, mierda, mierda! Habían follado toda la
noche, esa mañ ana y má s tarde que eso y todo ese maldito tiempo Clyde solo había
pensado en có mo pagar por sus servicios. Elliot se había entregado por completo, y
Clyde solo lo había usado para el sexo.
 
              —Siempre pensé que el sexo mejoraba el humor y no al revés— Elliot abrió los
ojos para mirar a Scott. Venia saliendo del garaje con su equipo de esquí. Con cuidado
lanzo unas bolsas de lona detrá s de la camioneta todo terreno que habían alquilado.
 
              —Yo también creí eso por muchos añ os— Scott le caía bien. Había charlado
mucho con el hombre y hasta ahora le parecía agradable. Scott rio.
 
              —Bueno, si el sexo está comenzando a devaluarse, lo bueno es que todavía
tenemos los deportes ¿no crees? — Elliot rio.
             
              —¿Iras a esquiar?—
 
              —Tanto como esquiar no, pero si pienso deslizarme por la montañ a, ¿te
apuntas? — Elliot miro indeciso hacia la ventana del segundo piso, oh no, ahora él no
estaba dispuesto a dar su brazo a torcer y la verdad sea dicha, lo que menos deseaba en
este momento era mirar a Clyde, necesitaba controlar su temperamento.
 
              —Me apunto— dijo regresando la mira a Scott, el asintió .
 
              —Ayú danos a cargar lo demá s—
 
              —¿Ayú danos?—
 
              —Si, en plural— Dijo Math cargando uno de los equipos en la camioneta. —
¿Decepcionado? — ¡genial! Lo que le faltaba.
 
              —Para nada, tengo la oportunidad de lanzarte montañ a a bajo— Dijo con ironía.
             
              —¡ok! Yo que pensé que no podría haber má s tensiones por un día— Dijo Scott
regresando al garaje.
 
              —Si tanto te molesta mi presencia puedes quedarte si lo deseas— Elliot ni
siquiera le prestó atenció n hasta que terminara de hablar, ya le había dado la espalda y
entrado en la cochera para ayudar a Scott.
 
              —Para que conste en actas, si decides lanzarlo colina a bajo… yo te echare la
mano— Dijo Scott, y no precisamente fue un susurro para que el otro hombre no
escuchara. Aunque él todavía estaba afuera.
 
              —Lo sabes ¿cierto? — solo quería confirmar sus sospechas, pero estaba seguro
que Scott sabia lo ocurrido.
 
              —Por supuesto que lo sé, Shena es muy unida con su hermano, aunque sus
padres no se dieron cuenta, a ella y a mí nos tocó juntar los pedazos cuando Math lo
abandono por Logan— Scott tomo una profunda respiració n —Quería matarlo, créeme,
pero Clyde lo impido, ni siquiera sé de donde saco fortaleza para ser el padrino de
Logan— Elliot no pudo evitar golpear con el puñ o cerrado la mesa de trabajo, las
herramientas saltaron por todos lados. Scott no se sorprendió por su arrebato
 
              —¿El padrino?—
 
              —Sí, ¿Puedes imaginarlo? Logan es perverso cuando se lo propone, Clyde es un
gran hombre, no le hagas dañ o— La advertencia de Scott era clara. Elliot asintió con la
cabeza. Ahora Scott le agradaba un poco má s. —¿Todavía quieres ir a esquiar?—
 
              —Ahora má s que nunca, necesito despejar mi mente—
 
              —Vamos entonces—
 
              Necesitaba controlarse, estaba molesto con Clyde por haberle ofrecido un pago,
no podía culparlo, después de todo estaba fingiendo ser su novio de alquiler, aun así, él
debió de haber sentido que lo que sucedió entre ellos no era por lastima o por conseguir
un pago… había sentido cada caricia, cada beso… Clyde estaba sin querer metiéndose en
su corazó n. Ahora tenía que encontrar la manera de decirle la verdad y procurar no
perder al chico en el proceso.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 8
 
Clyde asomo la cabeza por la ventana justo al tiempo que la camioneta salía por el
camino ¡mierda! había metido la pata, realmente había ofendido a Elliot, aunque no
sabía muy bien porque, el preguntarle cuanto le debía por lo de anoche había sido una
pregunta valida ¿no? Después de todo era su negocio, ser acompañ ante y tener sexo con
sus clientes era el paquete ofrecido en el contrato.
 
        Lo sucedido anoche, y esta mañ ana había sido el mejor sexo de su vida entera, no
recordaba que fuera así de bueno con nadie, ahora comprendía porque el hombre
cobraba demasiado… pero la tristeza en los ojos de Elliot al asegurarle que le extendería
un cheque lo había realmente desconcertado. Elliot había salido furioso de la habitació n.
Clyde había perdido tiempo en ducharse y cambiarse y ahora resultaba que se había
ido… cerró los ojos, estaba sobre dramatizando, no se había ido de Aspen, solo había ido
con Scott y Math a esquiar… ¿desde cuá ndo Math esquiaba? Era de una de las cosas que
tenían en comú n, no eran mucho de deportes, Math era un hombre má s intelectual. ¡Y
ahora estaban juntos!
 
<<no entres en pánico, no entres en pánico>> Elliot mantendría su papel y seguiría con la
farsa de que era su novio, ¿pero y si no?... no, no, no, no debía pensar en eso. Pero no
podía deshacerse de la sensació n de algo malo iba a suceder. Tomando una decisió n
corrió escaleras arriba. Se vistió má s abrigadamente y fue a la cochera a buscar el
equipo para esquiar. Aunque la verdad no sabía ni que se necesitaba para eso.
 
—¿Vas a alguna parte?— pregunto su hermano entrando en la cochera. Clyde solo le dio
un rá pido vistazo, Logan siempre vestía impecablemente y a la ú ltima moda, ademá s de
que tenía gracia y elegancia natural, no era sorprendente que los hombres cayeran
rendidos a sus pies. Cuando no estaba trabajando Clyde podría verse medio decente.
Pero al dedicarse a la jardinería, siembre estaba lleno de lodo, o con ropa de trabajo,
incluso sus manos no eran suaves por el trabajo duro que realizaba.
 
       —Daré un paseo— se enredó con las cosas que estaba tomando del estante, tropezó
con el esquí y por poco cayó al suelo. Logan se agacho y tomo el casco que rodo hasta
sus pies.
 
—Siempre has sido un desastre Clyde— fulmino a su hermano con la mirada y le
arrebato el casco de las manos.
 
—Gracias por señ alarlo, de hecho, no hay día que señ ales que eres mejor que yo—
Logan rodo los ojos.
 
— ¡Por dios! Siempre a la defensiva, debes aprender a relajarte, no sé có mo Elliot de
aguanta— dijo su hermano dirigiéndose al auto de alquiler. —Voy a ir a divertirme un
poco, eres bienvenido si quieres acompañ arte, sé que no nos llevamos bien la mayor
parte del tiempo, pero estoy dispuesto a enseñ arte a divertirte un poco— Clyde lo miro
con la ceja arqueada.
 
— ¿Divertirte? ¿Qué hay de Math? —
 
— ¿Qué hay con él? — Logan se encogió de hombros —Math se divierte a su manera y
yo a la mía ¿bienes o no? —
 
—Cualquiera diría que ustedes no son pareja…— cada vez se convencía que entre ellos
las cosas no iban bien.
 
—Piensa lo que quieras, mi vida con mi esposo no debe de ser de tu incumbencia… a
menos claro que sigas enamorado de él— dijo en tono burló n.
 
—Tenías que mencionarlo ¿cierto? Ni siquiera lo querías de verdad, solo me lo
arrebataste para divertirte— Su hermano frunció los labios
 
—Yo no tengo la culpa que tengamos los mismos gustos en hombres, Math me gusto
desde el momento en que lo vi, ahora es mío, siempre obtengo lo que quiero— la sangre
de Clyde hervía de ira, su hermano era cruel, egoísta y caprichoso, nunca le había
importado que tenía que hacer con tal de conseguir lo que deseaba, pasaba por encima
de quien fuera, ignoraba todo a excepció n de su objetivo, y jamá s sentía remordimiento
si dañ aba a alguien en el proceso.
 
              —Llegara un día en que no conseguirá s lo que deseas— su hermano se encogió
de hombros.
 
              —Me da igual, por ahora, tengo un buen empleo, tengo un buen estatus social,
tengo al hombre que quiero y me divierto como quiero ¿Qué tienes tú ? — su hermano
riendo se puso las gafas y entro en el vehículo. Clyde quería golpear algo.
Preferentemente a Logan. No tenía que sorprenderse de las palabras de su hermano, él
era así, pero sentía una rabia que no podía contener, él le había arrebatado todo cuanto
quería…
 
              Las palabras de Logan resonaron en su cabeza, <<¿Qué tienes tu?>> Clyde cerró
los ojos, podría no ser como Logan, pero también tenía cosas buenas en su vida… tenía
un empleo que amaba, tenía amigos <<Lo cual dudaba que tuviera Logan>> tenía a su
familia a la cual amaba y por ellos ahora estaba aquí y soportaba todo lo que Logan le
había hecho a lo largo de los añ os y … tenia a Elliot.
 
              Abrió los ojos sorprendido ante ese ú ltimo pensamiento, ¿Por qué pensaba en
Elliot? É l no era suyo. Le estaba pagando por fingir ser su pareja… pero no podía pensar
en él de otra forma que no fuera “Suyo”
 
              Una sonrisa surco sus labios, ahora se sentía un poco má s tranquilo, admitía que
se había equivocado esa mañ ana, la situació n de có mo comenzó esto, no pudo ser la
mejor, pero lo que sintió en los brazos de Elliot no se podía fingir ¿o sí? Miro el equipo
en sus manos ¿Qué estaba haciendo? É l no sabía esquiar, si lo intentaba terminaría en
urgencias y eso arruinaría sus planes, dejando el equipo en su lugar fue a buscar ropa
má s abrigadora.
 
              Estaba loco si creía tan siquiera poder subir la montañ a, así solo lo esperaría al
pie de la montañ a, era má s seguro, ademá s con la teoría de que todo lo que sube tiene
que bajar… por má s que escalara Elliot con tal de alejarse de él al final tendría que bajar.
Le daría su espacio. Le permitiría pensar y le daría tiempo de calmarse, pero al final…
quisiera o no tendría que escucharlo.
 
              Llevaba horas parado al pie de la montañ a, pero hasta ahora no había señ ales de
ninguno de los tres, ya estaba comenzando a desesperarse, deportistas bajaban y
bajaban, pero ningú n rastro de Elliot, Scott o Math, tal vez fueron a alguna otra zona, lo
má s sensato era esperarlos en la cabañ a. Pero Clyde negaba a darse por vencido.
Esperaría.
 
              Un minuto después estaba en el suelo cubierto de nieve, suspiro, esta era su
maldició n, no era bueno en los deportes y demostraba que ni siquiera se debía a
aproximar a ellos ni a diez metros. Un turista aprendiz lo había arrollado y lanzado al
suelo.
 
              —Lo siento mucho señ or— dijo el hombre con acento muy marcado, si debía
adivinar diría que era cubano o algo por el estilo.
             
              —Estoy bien, no se preocupe— aseguro Clyde mientras apartaba la nieve de su
rostro.
 
              —¿Cly?— él se tensó al escuchar a esa voz que lo llamo, levanto la vista y se
encontró con un preocupado Math abriéndose paso entre la gente. —¿Te encuentras
bien?— él se arrodillo enfrente de él, cuando intento tocarle la cabeza para examinarlo
Clyde le aparto las manos.
 
              —Estoy bien— aseguro intentando levantarse, era muy difícil con tantas capas
de ropa.
 
              —Espera Cly, no te levantes, deja que llegue algú n médico—
             
              —¡Estoy bien! Y no me llames Cly— Su familia era el ú nico que lo llamaba con el
diminutivo de su nombre, que Math lo hiciera solo le traía malos recuerdos. Y a pesar de
sus protestas Math termino ayudá ndolo para que se pusiera de pie.
 
              —Te llevare a la enfermería—
 
              — ¡Que no! — grito exasperado nuevamente alejá ndolo de él.
 
              — ¿Clyde? ¿Qué ocurre? — él se giró hacia la voz que deseaba escuchar. Elliot se
encontraba a un lado de Scott, ambos asombrados de verlos ahí. No le importaba.
Apresurá ndose y tratando de no caer corrió hacia Elliot. É l tuvo que tomarlo en brazos
al final para evitar que resbalada.
 
              —¿Qué haces aquí?—
 
              —Te estaba buscando— aseguro aferrá ndose a sus antebrazos para que él no lo
empujara lejos. Scott sonrió y se retiró para darle un momento de privacidad—¡Lo
siento! Vine a disculparme— Elliot se quitó las gafas y lo miro con esos hermosos ojos
oscuros que tanto le estaban llegando a gustar.
 
              —Clyde…—
 
              —No, escú chame primero— interrumpió , no quiera escuchar el rechazo por
parte del hombre —Yo me equivoque, ¿de acuerdo? Fue mi error suponer que tu…—
 
              —Lo sé— dijo Elliot llevando una mano enguantada hacia su rostro —Se lo que
pensaste, yo también me disculpo, no debía molestarme como lo hice, pero pensé que
anoche había quedado claro que tú me importas—
 
              —¿Te importo?— él sonrió tiernamente.
 
              —Mucho— se inclinó para darle un beso en la punta de la nariz —Te diré algo—
dijo tomando su rostro entre ambas manos —Eres un hombre maravilloso, cualquier
hombre estaría orgulloso y feliz de estar contigo— Elliot se inclinó y pego sus frentes,
tomó una profunda respiració n —y si todavía no me crees, solo me queda agregar que sí
yo te hubiera tenido, solo volviéndome ciego, sordo o imbécil… te hubiera dejado—
Clyde sintió que el suelo se movía bajo sus pies, nadie jamá s le había dicho nada tan
bonito. Con los ojos anegados de lá grimas lo abrazo por el cuello y lo atrajo para
besarlo… ¿Qué le había hecho este hombre? No lo sabía, pero ahora mismo tenía la
resolució n de no dejarlo escapar…  muy en el fondo anoche había sabido que se estaba
enamorando de él, por esa razó n había ofrecido el pago en la mañ ana, para convencerse
má s que nada así mismo que esto solo era un mero contrato que estaba a punto de
concluir.
 
Hoy. En este preciso momento. En sus brazos. Con lo que acababa de decirle. Clyde supo
que no se estaba medio enamorando de este hombre…. Ya lo estaba.
 
 
★★★
 
 
              Elliot rio mientras veía nuevamente a Clyde caer sobre la nieve, definitivamente
no había esperanza para él, lo habían intentado durante horas, pero Clyde seguía sin
poder avanzar un metro sobre los esquíes. Riendo fue a ayudarlo.
 
              —Sera mejor que dejemos las clases hasta aquí bebé— Dijo Elliot ayudando a
levantarse, tuvo que esquivar uno de sus bastones o le habría dado en la cabeza…en el
ú ltimo par de horas había llegado a una conclusió n… Clyde igual a desastre total.
 
              —¡Nooo! Yo quiero aprender—
 
              —El mundo no se hizo en un día cariñ o— Clyde cayo pesadamente sobre el
cuanto tiro de sus brazos para ayudarlo a ponerlo de pie, pero ese no era el problema,
sino que Clyde lo miraba de manera extrañ a. —¿Qué ocurre?—  Clyde sonrió y negó con
la cabeza.
 
              —Me llamaste cariñ o—
             
              —¿Te molesta?— Elliot se tensó , creyó que después de ocurrido horas antes, a él
le había quedado claro que tenía intenciones de cortejarlo pero al parecer se había
molestado. Clyde toco su mejilla con su mano enguantada.
 
              —No me molesta, al contrario— aseguro, no sabía si el sonrojo en sus mejillas
era a causa del frio o de otra cosa, pero admitía que le encantaba verlo sonrojarse.  Elliot
no se resistió a besarlo. Math y Scott se habían marchado, pero ellos decidieron
quedarse y pasar un poco má s de tiempo conociéndose, siendo sinceros, Elliot admitía
que, si se hubieran ido a la cabañ a, estaba má s que cien peciento seguro que habría
arrastrado a Clyde de nuevo a la habitació n y lo habría follado hasta mañ ana. Pero se
había resistido, quería conocerlo y quería que Clyde lo conociera y aprendiera a confiar
en él. El tiempo se agotaba, pronto tendría que contarle la verdad y esperaba que,
llegando a ese punto, él lo conociera suficientemente bien para que comprendiera que
no le había querido hacer dañ o.
 
              —Vamos a casa— susurro Clyde entre sus labios. Elliot rio y se apartó del
hombre el cual protesto como niñ o pequeñ o.
 
              —No bebé, todavía no, ¿Qué tal un poco de chocolate caliente? — Clyde hizo un
adorable puchero —Es tarde, nos hemos saltado el almuerzo y no sé tú , pero yo tengo
hambre—
 
              —Yo no tengo hambre de comida – Cuando Clyde paso su lengua por sus labios,
Elliot gruñ o.
             
              —Eres un provocador— él sonrió inocentemente. —Pero no importa cuanto lo
intentes cariñ o… te invitare una taza de chocolate caliente y comeremos algo—
 
              —Pero...—
 
              —Sin peros—Pero Elliot no podía perder la perspectiva, incliná ndose ayudo a
Clyde a liberarse de los esquís, cargando el equipo, entraron en una posada cerca del
centro deportivo.
 
              Era tarde cuando regresaron a casa, había sido una tarde y una noche
agradable… má s que eso admitía Elliot, todo iba bien, Clyde era divertido, alegre,
parlanchín y muy cariñ oso, se estaban conociendo, tenía algunos días má s por delante
antes de que al final Elliot le dijera la verdad, lo cual temía, en cuanto má s conocía a
Clyde mas se enamoraba, él lo hacía desear cosas que jamá s pensó llegar a desear. Por
primera vez, pensó en una pareja, una casa, un perro, niñ os… deseaba una familia y con
Clyde sabía que podría conseguirlo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 9
 
Clyde se removió incomodo en la cama, era gracioso, no había salido al bar con Scott y
Elliot porque estaba cansado y deseaba dormir, y ahora no podía hacerlo. Miro hacia la
mesilla de noche, el reloj marcaba la una de la mañ ana, pero ellos no habían regresado
todavía. Era la noche libre de Scott, su hermana y su cuñ ado tenían una rara rutina,
durante el mes, cada uno tenía una noche libre para poder salir, no es que fueran a ser
infieles el uno con el otro, era para descansar de la rutina del día a día y de las
obligaciones de ser padres, tener una niñ a tan pequeñ a daba mucho trabajo. Viéndolo
desde ese punto de vista comprendía porque necesitaban una noche al mes para
recargar baterías, así que su cuñ ado y Elliot habían ido a tomar una copa, era una salida
de chicos inocente, solo para beber y charlar, pero no sabía porque razó n la atacaban los
celos al imaginar a un hombre como Elliot, en medio de un bar, lleno de hombres y
mujeres que buscaban un poco de diversió n.  Conocía a Scott y sabía que él jamá s
engañ aría a Shena, pero Elliot….
 
Negó con la cabeza desechando esos pensamientos, él hasta ahora no había hecho nada
para que desconfiara, de hecho, el ú ltimo par de días habían sido maravillosos, mañ ana
era noche vieja y después… todo terminaría, no habían hablado sobre lo que harían
después y eso lo mantenía inquieto. Apartando las sabanas de una pata decidió buscar
algo de tomar.
 
Bajando las escaleras tratando de no hacer ruido entro en la cocina. Al mirar dentro de
la nevera encontró un trozo del pastel de limó n que su hermana había preparado, se
relamió los labios, tenía hambre, cuando se ponía nervioso comía todo lo que se le ponía
por enfrente. Iba a tomar el plato y el cartó n de leche, pero sintió algo a su espalda,
hubiera gritado si ese algo no le hubiera tapado la boca.
 
—¡Shhh! Silencio bombó n o despertaras a todos— Clyde se tensó al oír la voz de Math
en su oído, bombón era como le llamaba cuando estaban juntos. pero no fue la ú nica
causa de su miedo. Olía a alcohol, había estado bebiendo, Math no bebía. Pero el olor era
inconfundible. É l lo hizo girar para que quedaran frente a frente. Intento empujarlo,
pero él lo inmovilizo contra el lavabo. Con un pie cerró la puerta del refrigerador
sumergiéndolos así en la oscuridad.
 
—Tan hermoso— Clyde gimió al sentir la mano de Math recorrer una de sus piernas
desnudas, llevaba solo unos pantalones cortos de dormir y una delgada camiseta, la
cabañ a tenia calefacció n así que no había tenido frio. Ahora en cambio sentía frio, terror
e impotencia. Las manos de Math no le causaban excitació n, jamá s pensó que eso llegara
suceder, ¿Cuá ntos añ os sufrió por la ausencia de este hombre? ¿Cuá ntas veces deseo
volver a tenerlo junto a él? ¿Qué lo besara? Intento nuevamente empujarlo, pero el
aprisiono sus manos detrá s de su espalda, el filo de la encimera se clavó en sus muñ ecas
haciéndole dañ o. Lo sostenía con una mano y su cuerpo aprisioná ndolo mientras con la
otra mano le tapaba la boca.
 
              —No sabes cuá nto te extrañ o— susurro él apretando sus frentes juntas —Me
equivoque Cly y no sabes cuá nto me arrepiento— Clyde hizo una mueca agria, su
respiració n se atascó en su garganta, esto no era bueno, nada bueno, las alarmas se
encendieron en su interior. La mirada desenfocada de Math lo estaba asuntando, estaba
ebrio, y sabía que no podía confiar en él en este preciso momento.
 
              —Bombó n…— susurro él antes de apartar su mano se boca y remplazarla con
sus labios… Clyde sentía ganas de vomitar, este no era el Math que él conocía, lo obligó a
separar sus labios para dar entrada a su lengua, Clyde intento luchar, pero era inú til.
Una guerra por el dominio comenzó , Math era má s alto y má s fuerte, se golpeó hombro
fuertemente cuando cayeron al suelo, su cabeza reboto contra el suelo a causa del golpe
quedó un poco atontado y perdió el aliento por la fuerza de la caída, entonces empezó a
luchar para respirar normalmente, pero cuando tuvo suficiente aliento para gritar, era
demasiado tarde. Math le cubrió la boca con la suya y se la mantuvo cerrada con sus
besos brutales. Trató de morderlo, pero él le dio un golpe en un lado de la cabeza, lo que
hizo que se sintiera mareado. El aturdimiento no impidió que intentara pensar en otra
manera de librarse del hombre. Math separó sus piernas con sus rodillas y trataba de
arrancar su camisa… ¡Dios esto no es sucediendo! lá grimas de frustració n se
derramaron por sus ojos, pero Math no le importaba. La cadera de él se aplasto contra
su vientre y pudo sentir su erecció n, Math pensaba violarlo. Teniendo una oportunidad,
Clyde mordió a Math con fuerza, él gruñ o.
 
              —No…hagas esto— susurro, pero Math volvió al ataque, luchó por escapar de los
bruscos besos, Math estaba vuelto loco, fuera de control, aunque no pudiera con él Clyde
no pensaba rendirse, así como así. Su familia estaba en el piso superior, tenía que pedir
ayuda, miro a su alrededor, pero no tenía nada a mano para que pudiera ayudarlo.
 
              Entonces, así de rá pido como Math lo había atacado, así de rá pido desapareció su
peso de encima de él.
 
              —¡Hijo de puta! ¡te voy a matar! — gritó Elliot mientras lanzaba a Math por
encima de la encimera tumbando todo a su paso, a Clyde le costaba enfocar la vista. Por
instinto cuando alguien toco su hombro él se encogió con temor.
 
              —Tranquilo Cly, ya no puede hacerte dañ o— Clyde sentía que no podía respirar,
miro a Scott preocupado. Nuevamente se escucharon los gritos de Elliot y cosas que se
quebraban por todos lados. Escucho pasos y las voces de sus padres. ¿podría ser esto
má s humillante? Se había desatado el caos. Ahora ellos se enterarían de alguna u otra
forma lo que él había tratado de ocultar por añ os
 
              —se… sepá ralos— susurro a su cuñ ado.
 
              —¡Que lo mate!— dijo Scott furioso, mientras le colocaba su chaqueta sobre los
hombros para cubrirlo un poco. Clyde lo miro con ojos suplicantes.
 
              —¡por favor… has algo! No quiero que Elliot vaya a la cá rcel— Su cuñ ado apretó
los labios, pero asintió . Clyde temblaba incesablemente, no podía escuchar nada
claramente, solo era ruido… mucho ruido, pero al levantar la mirada, pudo ver a Elliot
apresurarse hacia él, Clyde no lo dudo tendió los brazos hacia él. Elliot cayó de rodillas a
su lado y lo envolvió en sus abrazos con amor
 
              —¿Estas bien bebé?— susurro besando su cabello. Las voces a su alrededor
continuaban, sus padres exigían saber que sucedía, Scott trataba de tranquilizarlos y su
hermana quería llamar a la policía. Clyde intento ignorarlos a todos, puso la palma de la
mano en la mejilla de Elliot.
 
              —Sá came de aquí… por favor—empezó a ponerse de pie, pero Elliot lo tomo
entre sus enormes brazos. Un calor invadió a Clyde por la forma en que lo apretaba
protectoramente contra su pecho. Si le importo.
 
Elliot llevo a Clyde su habitació n, enterró el rostro en el cuello del hombre, no tenía la
fuerza para mirar a su familia a la cara.  ¡Dios, odiaba sentirse en exhibició n en un
momento como este! Cuando Elliot iba a dejarlo en la cama, él negó con la cabeza. Clyde
empezó a empujar fuera de los brazos de Elliot.
 
—Necesito una ducha— Aferrá ndolo má s fuerte, Elliot llevó a Clyde al cuarto de bañ o. 
É l no dijo nada, pero Clyde podía sentir lo tenso que estaba.
 
—¿Preferirías un bañ o o una ducha? — pregunto Elliot dejá ndolo sobre sus pies, lo tuvo
que sostener un segundo para que se equilibrara. Clyde lo miro mordiéndose el labio, de
repente se sentía tan avergonzado y nervioso, miro hacia el
suelo, la vergü enza lo llenaba. 
 
—Me gustaría una ducha, pero también me gustaría estar un momento a solas un
momento— el silencio lo hizo levantar el rostro para mirar al hermoso hombre. —Por
favor— Suspirando Elliot le besó la cima de la cabeza.
 
—Estaré en la habitació n por si necesitas algo—
 
—Podrías asegurarte que mis padres no llamen a la policía— Elliot apretó la mandíbula.
 
—Tiene que pagar por lo que te hizo—
 
—Estoy bien— de nuevo miro hacia el suelo, de repente los dedos de sus pies le
parecieron má s interesantes —No quiero pasar por má s vergü enzas, por favor, solo
necesito una ducha—
 
—Hablare con tus padres—
 
—Gracias— Clyde estaba agradecido de que Elliot no pusiera objeció n a su petició n. él
asintió , y salió del cuarto de bañ o dejando la puerta entre abierta por si necesitaba algo.
 
Una vez que él se hubo marchado se desnudó y encendió la ducha para que se calentara
el agua, no pudo resistirse a mirarse en el espejo hizo una mueca al ver las marcas de
dedos salpicando su piel cremosa. Inclinado sobre el espejo Clyde vio su mejilla, donde
se había golpeado al caer…  todavía parecía aturdido, sus ojos rojos por las lá grimas,
negá ndose a seguir contemplando el desastre que era, Clyde entro en la ducha, cogió el
cepillo y el jabó n y comenzó a lavarse, sin ser consciente de lo que hacía comenzó a
fregar su cuerpo con fuerza, y después otra vez y otra vez… no se sentía lo
suficientemente limpio todavía… ¿porque? ¿Por qué Math le había hecho esto? ¿No le
había bastado con el dañ o que le causo a su corazó n cuando lo boto del apartamento
alegando que tenía alguien má s?. Le había roto el corazó n, lo había humillado y ahora
esto.
 
Preguntas sin fin acosaron su mente hasta que Clyde pensó que se volvería loco,
lanzando el cepillo contra la pared de la ducha se deslizo hasta el suelo y comenzó a
llorar.  Se envolvió en sus propios brazos y se balanceo hacia atrá s y hacia adelante. No
supo cuá nto tiempo estuvo ahí, hasta que escucho vagamente que alguien entraba en el
bañ o, todavía con lá grimas en los ojos, vio como Elliot cortaba el flujo de agua y lo
envolvía amorosamente en una toalla mientras lo levantaba del suelo. Clyde no podía
hablar, era como si observara la escena desde fuera. Elliot lo llevo hasta la cama y se
hizo un ovillo en el centro.
 
Un minuto después un cuerpo caliente se tumbó a su lado y lo rodeo en sus brazos, ni
siquiera era capaz de mirar a Elliot a la cara.
 
—No me dejes— acertó a decir entre lá grimas, tenía miedo, no podía parar de llorar y
no deseaba estar solo. Sentía que su mundo se derrumbaba a su alrededor y no podía
hacer nada.
 
—Shh, tranquilo bebé, estoy aquí— Elliot retiro el cabello mojado de su cara y levantó el
mentó n para verlo a los ojos. —Descansa, no iré a ninguna parte—  Se inclinó y besó
castamente los labios. Clyde confió en él, al acomodar la cabeza sobre su pecho, sintió
paz, confianza y tranquilidad. Sin saber có mo se quedó dormido.
 
 
             
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 10
 
              Elliot no quería abandonar a Clyde, pero tenía cosas que solucionar primero, con
cuidado de no despertarlo, salió de la cama, lo arropo bien, cuando le dio un beso en la
cien, él gimió , pero no despertó .
 
              A fuera se encontró con Scott, no tuvo que ser adivino para saber que estaba ahí
haciendo guardia. No quería que bajara o dejarlo solo por temor de que terminara su
trabajo sobre ese hijo de perra…
 
—¿Có mo se encuentra?—
 
              —Se ha quedado dormido, tengo que volver pronto, ¿Có mo está n las cosas? —
pregunto dirigiéndose hacia las escaleras, pero Scott lo detuvo tomá ndolo del brazo.
 
              —Shena ha tenido que contarle todo a sus padres, no lo está n tomando muy
bien, no quisiera ser Jon ni Nicol en este momento, está n divididos entre llamar a la
policía o no, después de todo Logan también es su hijo— Elliot apretó los puñ os.
 
              —Ambos ya le han hecho demasiado dañ o, si no me hubieras detenido…—
 
              —Lo sé— concordó Scott —Clyde me lo pidió — Elliot suspiro.
 
              —Tampoco quiso que llamá ramos a la policía, ¿hasta cuá ndo dejara de ser un
má rtir? Math no puede salir impune de esto ¿Dó nde está ? —
 
—Estaba demasiado ebrio Jon y yo lo llevamos a su habitació n, está dormido, lo
golpeaste demasiado, pero no es nada que no sane en un par de días— Fue solo un
segundo, pero Elliot vio la mueca que Scott hizo.
 
—¿Qué ocurre?— Scott miro hacia otro lado —Dímelo— exigió , había aprendido a
confiar en él, era un buen hombre y apreciaba mucho a Clyde, simplemente por eso se
estaba permitiendo ser su amigo.
 
              —Logan ha llegado, le contamos lo sucedido…—
 
              —Pero…— esa pausa hecha por él no indicaba nada bueno.
 
              —Logan se niega a creer que Math haya intentado abusar de Clyde, asegura que
lo má s probable es que Clyde este mintiendo o que él mismo lo ínsito y ahora se está
haciendo la víctima—
 
              —¡Hijo de puta! — estallo Elliot golpeando la pared — ¡Nosotros lo encontramos
forzá ndolo! —
 
              —Yo se lo dije, pero se niega a creerlo—
 
              —¡¿Hasta dó nde llega su maldad?! ¿Por qué tanto odio contra su propio
hermano? — Scott se encogió de hombros.
 
              —Así es Logan—
 
              —Pues no lo pienso permitir— aseguro Elliot apresurá ndose hacia el primer
piso. Scott trato de detenerlo, pero fue inú til. Entro en el saló n principal justo cuando
estaba soltando su veneno. Los señ ores Haider está n junto a la chimenea angustiados,
Shena se agarraba el puente de la nariz desesperada, enfrentá ndose a su hermano no
estaba resultando facil
 
              —¡Clyde siempre ha sido un envidioso! Está mintiendo, seguramente se lanzó
sobre Math, él estaba tomado, se ha aprovechado de eso, ¡siempre le ha gustado
aparentar ser la maldita victima! Es un manipulador— aseguro Logan
 
              —Aquí solo hay un maldito manipulador y ese eres tu— dijo Elliot molesto. —
¿Qué te ha hecho tu hermano para que lo odies tanto?—  Logan lo miro molesto.
 
              —Esto es cosa de familia, no eres nadie, no te metas— dijo él con desdén.
 
              —Logan— reprendió su madre —No le hables a Elliot de esa manera—
 
              —É l apenas y conoce a Clyde, no sabe hasta dó nde llega su maldad— Elliot
estaba por perder la paciencia. Scott se colocó a su lado, seguramente prepará ndose
para detenerlo por si golpeaba a Logan —Deberías agradecer que no levante cargos por
agresió n, bien que te lo tienes merecido— eso fue la gota que derramo el vaso, sin
perder de vista al pequeñ o rubio, en dos zancadas estaba enfrente de él, lo tomo por las
solapas de su cara chaqueta, el grito como una niñ a asustada pero no le importo, lo
estrello contra la pared, al instante Scott y Jon estaban ahí para tratar de separarlo. Pero
él mantuvo su agarre firmemente contra Logan.
 
              —¡Escucha bien pequeñ a mierda! Ya me cansaste, eres un malcriado, arrogante,
petulante, y mimado hijo de perra, eres una vil basura que no vale nada… has hecho
cuanto has podido por dañ ar a Clyde—
             
              —¡Suéltame!— grito él, pero Elliot lo zarandeo.
 
              —Eres un maldito hijo de perra retorcido. ¡Es tu hermano! Pero siempre buscas
la manera de herirlo, le arrebataste al novio, ¿Por qué no te conformaste con eso? Tienes
lo que quieras ¿no? A Math, pero seguro que eso no es suficiente para ti, ya lo tienes y ya
no hay diversió n en eso, ¿verdad? ¿por esa razó n te estabas besuqueando en el bar con
ese hombre no? —Los ojos de Logan se abrieron con sorpresa, Scott y él habían
descubierto a Logan entrando con un hombre en el bar, él no los había visto, fue esa la
razó n por la que ellos habían decidido regresar antes, no querían verse involucrados en
problemas             
 
              —¡No sé de qué rayos hablas!—
 
              —¿No? ¿está s seguro? — señ alo con su cabeza a Scott —Te vimos hoy, acusas a
Clyde de ser un provocador cuando la ú nica puta aquí ¡eres tú !— Elliot libero a Logan
sin ceremonias, dio un paso atrá s, miro a los señ ores Haider
 
              —Su hijo a sufrido demasiado por culpa de esa escoria— señ alo molesto a Logan
—Y lo ha soportado todo por no hacerlos sufrir a usted, pero ya fue suficiente—
 
              —Elliot…— intento hablar Shena pero con una dura mirada la detuvo.
 
              —Tu eres testigo de todo esto, siempre lo has sabido todo y no has hecho mucho
por ayudarlo, sabes que lo que decimos es verdad ¿seguirá s defendiéndolo? — Shena
miro a Logan y después agacho la mirada.
 
              —Ambos son mis hermanos— ella miro a Scott y después a sus padres —Pero es
verdad lo que dice Elliot, no podemos permitir que Clyde siga sufriendo, tal vez no
quiere que llamemos a la policía, pero debemos hacer algo—
 
              —¡Espera un maldito segundo…!— grito Logan pero todos lo ignoraron.
 
              —¡Cá llate!— grito Shena a Logan —Ya has hecho bastante dañ o, Scott y yo
tuvimos que ocuparnos de Clyde después de que tú y Math lo traicionaran, ¿y qué hiciste
después?— pregunto ella con ironía —¡Te burlaste cuando me contaste lo que habías
hecho, y todavía con cinismo te jactaste que le pedirías ser tu padrino de boda, siempre
utilizaste a nuestros padres para chantajearlo—
 
              —É l no es una maldita víctima—
 
              —Si lo es— intervino Scott —Es una víctima de tu maldita mente retorcida—
Scott miro a Elliot apenado —Me da vergü enza admitir que no hemos hecho mucho para
ayudarlo—
 
              —Si guardamos silencio es porque él nos lo pidió — Aseguro Shena. Elliot miro a
los señ ores Haider.
 
              —Sé que esto es difícil para ustedes, pero Clyde es lo má s importante para mí, tal
vez no quiera hacer nada legalmente, pero si Math y Logan siguen aquí, no me dejan má s
alternativa que llevá rmelo inmediatamente— Jon y Nicol se miraron mutuamente, les
estaba causando dolor al hacerlos elegir, pero Clyde merecía tener un poco de paz. Nicol
asintió , y Jon dio un paso hacia su hijo Logan.
 
              —Necesitamos procesar todo esto— dijo Jon con tristeza —Tu madre y yo
estamos muy decepcionados, hablaremos de esto cuando regresemos a los Á ngeles,
pero por ahora… Te pido que tú y Math se marchen inmediatamente por la mañ ana—
Logan estaba rojo de ira.
 
              —¡No puedes hacer eso papá !—
 
              —Puedo, y lo hare, los llevare yo mismo al aeropuerto— Logan comenzó a
discutir, pero Elliot ya no quería escuchar, estaba preocupado de que con tanto
escá ndalo Clyde despertara, dejando que ellos se encargaran los dejo en el saló n y
regreso a la habitació n, Clyde no se había movido. Rá pidamente de desnudo y tomo una
camiseta y un pantaló n de deporte, Clyde había pasado por un trauma, no entraría en la
cama desnudo a su lado, estaba por lo menos agradecido que no rechazara su toque.
Entrando bajo las mantas jalo de Clyde hacia sus brazos, tenía que encontrar la manera
de ayudarlo a salir de esto, Clyde era muy sensible y sabía que lo que había sucedido lo
dañ aría demasiado. Y con un milló n de cosas en la cabeza sin darse cuenta se quedó
dormido.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 11
 
              Esta forma no era precisamente como Clyde había planeado pasar la noche de
añ o nuevo. Levanto la vista para ver a Elliot dejar el monitor para bebé sobre la mesita,
junto a la bandeja con chocolate caliente y panecillos. Había sido un día muy difícil y
muy tenso. Ni siquiera sabía de donde había sacado la fuerza para mirar a sus padres a
los ojos. Le mato ver la tristeza en sus rostros, se sorprendió al saber que Math y Logan
se habían marchado. Fue un alivio, esa mañ ana estaba haciendo planes para adelantar
su vuelo, aunque sabiendo que los vuelos en añ o nuevo eran prá cticamente imposibles
prefería recibir el añ o en el aeropuerto que estar bajo el mismo techo que ellos.
 
              Aun no procesaba todo lo que había pasado, cada que recordaba a Math encima
de él, Clyde entraba en pá nico. Durante su relació n jamá s lo había forzado a nada, ni
siquiera a que comiera bró coli. É l odiaba el bró coli, y Math siempre había sido muy
comprensivo con todo, rara vez habían discutido, jamá s le había gritado, cuando tenían
algú n desacuerdo, Math optaba por encerrarse a trabajar que discutir, Y ahora así como
así había pretendió violarlo. Analizando mejor sus sentimientos, llego a la conclusió n
que no lo odiaba, sentía lastima por él, debería de ser realmente duro lo que estaba
viviendo con Logan que lo había llevado a tal grado de agresió n.
 
              —Tammy sigue roncando como un tronco, faltan cinco minutos para que
comiencen los fuegos artificiales y espero de verdad que no despierte— Informo Elliot
entregá ndole una taza de chocolate. Clyde sonrió agradeciéndoselo.
 
              —Shena dice que ni un tractor podría despertarla, ¿Por qué crees que Scott
estuvo jugando con ella en el trineo? Fue un plan bien organizado, querían agotar a la
pobre— Elliot rio sentá ndose a su lado en el columpio acolchado del porche trasero.
Como había dicho, fue un día difícil. Lleno de tensiones, pero había insistido en que
nadie cancelara sus planes para hoy, sus padres habían ido a una reunió n con amigos, y
había convencido a su hermana y a su cuñ ado para que salieran a divertirse, él no tenía
ganas de salir, así que se ofreció a cuidar a Tammy, a Elliot también le había dicho que si
deseaba celebrar el añ o nuevo podría ir sin preocuparse por él. El hombre simplemente
había rodado los ojos y lo había besado. Por esa razó n aquí estaban. Recibirían el añ o
nuevo acurrucados bajo una manta, tomando chocolate caliente y pastelillos de
chocolate y nuez. Durante largos segundos se sumergieron en un có modo silencio, de las
cabañ as alrededor les llegaba el sonido de mú sica. Todo mundo estaba de fiesta.
 
              —Gracias— susurro, su tono fue tan bajo que no creyó que Elliot lo escuchara.
 
              —¿Por qué me das las gracias?— Clyde no lo miro, tenía la vista enfocada en las
pequeñ as luces navideñ as de las otras casas.
 
              —Por esto, por estar aquí, sé que por días no hemos hablado sobre el hecho de
que yo te contrate…—
 
              —Clyde..—
 
              —Déjame terminar— miro al Elliot —Yo te contrate, pero lo cierto es que me he
olvidado de eso en los ú ltimos días— dijo sinceramente —No sé qué habría hecho yo sin
ti— Elliot lo rodeo por los hombros con un brazo y lo beso en la sien.
 
              —Yo me siento igual— Clyde se recargo en el hombro del hombre.
 
              —Mañ ana todo termina, no sé qué pasara después, pero ahora mismo no quiero
pensar en eso— Clyde sintió a Elliot tensarse a su lado, no quería mirarlo, no quería que
le dijera que el día de mañ ana seria el adió s, el contrato terminaría y volverían a Nueva
York para cada uno tomar su camino.
 
              —Clyde….—
 
              —No digas nada— se pegó má s hacia su cuerpo —Ahora no digas nada por
favor, no quiero romper esta burbuja— Elliot tomo su mentó n con sus dedos y lo obligo
a mirarlo.
 
              —Todo estará bien bebé— aseguro Elliot besando su nariz —Te prometo que
estaremos bien— Clyde sonrío, quería tener fe. Su proximidad lo tranquilizó , aunque
estaba a punto echarse a llorar, tenía los sentimientos a flor de piel.
 
              —Confió en ti— justo en ese momento las campanas comenzaron a sonar y los
fuegos artificiales de colores estallaron en el cielo. —¡Feliz añ o nuevo!— susurro
besando a Elliot en los labios.
             
              —¡Feliz añ o bebé!—  Clyde alargó la mano, inconsciente de cuan profundamente
intimo era el momento, de pronto se  encontró en sus brazos. Elliot le murmuró
palabras tranquilizadoras, pero éstas no eran tan reconfortantes como sus brazos. 
Clyde sintió que el corazó n de él latía contra su mejilla, notó el calor de su cuerpo a
través las capas de ropa, y no tuvo la fuerza de voluntad para rechazar aquel consuelo.
 
—Ojalá lo hubiese matado —murmuró Elliot rozá ndole la mano, Clyde se estremeció , en
ocasiones también pesaba que tal vez se sentiría mejor si hubiera denunciado a Math,
pero le gustara o no era el esposo de su hermano, su familia ya estaba demasiado
destrozada por ahora, y él no quería enfrentarse a las autoridades para narrar lo que
sucedió , ya estaba cansado de humillaciones. Levantó la cabeza y lo miró a los ojos.
 
—Ayú dame a olvidar que alguna vez ha sucedido—
 
—Dime lo que deseas —le pidió Elliot. él irguió la barbilla en una invitació n
inconfundible. Entonces Elliot lo besó , y el beso produjo exactamente el efecto que él
quería. Math desapareció en el calor generado por el encuentro de sus labios.  El
contacto se prolongó cada vez má s, privá ndolo de respiració n y voluntad, y dando paso
al deseo. La boca de Elliot en la de él era como un bá lsamo curativo que relegaba el
recuerdo de la agresió n de Math a los má s lejanos confines de su memoria. No deseaba
recordar, deseaba sentir.  Quería que Elliot borrase lo que casi había sucedido noche.
Deseaba...
 
—Quiero que me hagas el amor— susurro, Elliot gruñ ó contra sus labios y profirió
sombríos e incoherentes juramentos de pasió n que a él le parecieron salvajes y
excitantes.  Cuando su lengua rozó sus labios, Clyde se abrió a él, paladeando su sabor y
su fragancia. Clyde se arqueó contra él, entrelazá ndole los brazos alrededor del cuello
para
atraerlo má s cerca.  Un gruñ ido sordo se deslizó entre los labios de Elliot, y de pronto él
interrumpió el beso.
 
              —¿Está s seguro?— Clyde amo la preocupació n en su voz. Si le importo. Eso má s
que nada le daba esperanzas de que si podrían tener algú n futuro juntos.
 
              —Má s que nunca— aseguro —Te deseo— Esa fue toda la confirmació n que
Elliot necesitara, con un ú ltimo beso, lo ínsito a levantarse, tomaron el monitor por si
Tammy despertaba, y abrazados se retiraron a la habitació n, Clyde sonrío, no podía
pensar una mejor manera de recibir el añ o nuevo que en los brazos del hombre del cual
estaba enamorado.
CAPÍTULO 12
 
Y al fin estaban comenzando el añ o, y con ello llegaba el final de los diez días del
contrato de acompañ ante. Clyde frunció los labios, ya no quería pensar en eso, Elliot
había dejado de ser solo un contrato hace días, no habían hablado de los planes a futuro,
pero supuso que lo harían durante su regreso a Nueva York, ambos evitaban al gran
elefante blanco en la habitació n, pero tarde o temprano tendrían que poner las cartas
sobre la mesa.
 
Mirando alrededor reviso que no estuviera olvidando nada, sus padres se quedarían un
par de días má s, su hermana y su familia regresaban mañ ana y él no podía aplazarlo
má s, podría ser día primero, pero mañ ana él tenía que presentarse para iniciar un
nuevo trabajo. Ademá s, los diez días de Elliot habían terminado y no sabía si tenía otros
compromisos, solo de imaginarlo con otros hombres se le revolvían las entrañ as… ¿Qué
pasaría ahora? Si había un futuro para ellos, Clyde se negaba a compartirlo, no podría
hacerlo. ¿Podría exigirle que dejara su trabajo? Bueno, no era como si fuera el ú nico
trabajo que tenía. Si en realidad era publicista como afirmaba podría dedicarse solo a
eso, Clyde era muy celoso y se negaba a compartirlo.
 
Miro el reloj, no faltaba mucho para que tuvieran que salir rumbo al aeropuerto, Elliot
había acompañ ado a Scott a entregar el equipo de deporte de alquiler. Esperaba que no
se tardaran, deseaba comprar un latte de camino. Si en algo eran especiales aquí en
Aspen era en las bebidas calientes. Llevando su maleta hacia un lado de la puerta
comenzó a revisar en su bolsa de viaje que llevara toda la documentació n, sonrió al ver
el sobre con los diez mil dó lares que había pagado a Elliot, él no le había dicho
absolutamente nada, pero Clyde los había encontrado el día de ayer que estaba
buscando efectivo para pagar la pizza que Shena había pedido para comer. Lo tomo
como una buena señ al. É l le había regresado el dinero. Tenemos probabilidades de
iniciar algo. Pensó vagamente, eso lo animaba a tocar el tema en cuanto estuvieran a
bordo del avió n, antes de aterrizar en Nueva York tenían que dejar todo claro.
 
 
Dejando el sobre, saco su mó vil y lo encendió quería asegurarse que tuviera batería, al
llegar a Nueva York tendría que pedir un taxi para ir a casa o llamaría a Andrew para
que pasara a recogerlo… bueno, eso dependiendo de có mo se desarrollaran las cosas
con Elliot.
 
Inmediatamente las alertas de correos, mensajes y llamadas perdidas comenzaron a
saturar la pantalla de su mó vil, suspiro, comenzó a eliminar todo lo que por encima no
se veía importante, felicitaciones de navidad de compañ eros, promociones de compras,
todas las llamadas y mensajes de Math los elimino sin mirarlos dos veces, había un
mensaje de voz que de un nú mero que no conocía. Iba a borrarlo, pero podría ser algú n
nuevo cliente.
 
 
“Hola, ¿Clyde Rainer? De verdad me disculpo, soy el acompañante masculino que
contrataste; esto no me había sucedido jamás, soy un profesional en esto, te lo aseguro,
pero uno no puede proveer que las cosas sucedan, tuve un accidente en la autopista y no
pude llegar a la hora del vuelo programado, no tenía tu número a la mano hasta que no
revise tu solicitud, Lo siento de verdad, puedo tomar otro vuelo si lo deseas, solo regrésame
la llamada por si todavía quieres el servicio, estoy dispuesto a hacerte un descuento extra
por el inconveniente”
 
 
El mensaje había terminado y Clyde seguía aferrando su mó vil contra el oído. Estañ a
inmó vil. Sorprendido, estupefacto… no tenía palabras, aturdido volvió a escuchar el
mensaje… ¿su novio contratado no había llegado? ¿Quién era Elliot? ¿Por qué lo había
engañ ado?
 
—Todo listo bebé es hora de irnos— Elliot entro en la habitació n bastante alegre, pero
al ver la cara de Clyde se preocupó . —¿Qué ocurre? Estas pá lido— se aproximó a él,
pero Clyde se levantó y se alejó .  —¿Clyde…? — sin decir nada, apretó el botó n para que
se reprodujera en mensaje y puso el altavoz.  Elliot palideció con cada palabra del
hombre.
 
—¿Quién eres? — pregunto con los dientes apretados.
 
—Puedo explicarlo bebé—
 
—¡No me llames así! — estallo Clyde lanzando el teléfono hacia la cama —¡Me
engañ aste! —
 
—No es lo que crees— Elliot intento acercase, pero nuevamente Clyde lo esquivo.
 
—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Tan divertido te pareció ? Pensaste que era un pobre
idiota, patético y desesperado imbécil con el cual podrías divertirte un poco—
 
—¡No fue así! —
 
—¡¿No?!— pregunto con ironía —¿Entonces có mo fue?—
 
—Fui obligado por mi compañ ía a tomar unas vacaciones, cometí un error grave en el
trabajo que puso en peligro mi estancia ahí, mi jefe me dijo que tomara unos días, al
regresar no sé si encontrare un trabajo al que volver, pero no me importa—
 
—¿y crees que debo sentir lá stima por ti? — Elliot se sentó en la cama y se agito el
cabello desesperado.
 
                —Yo estaba un poco aturdido ese día, no me había tomado jamá s un día libre,
entonces apareciste tú , me confundiste con ese acompañ ante y sin saber có mo, temía
decirte la verdad, en serio quería ayudarte por eso seguí con esa farsa—
 
—¡Me engañ aste! — en un movimiento rá pido Elliot lo tomo por los brazos y lo
aprisiono contra la puerta
 
—¿tan malo es? — pregunto duramente –No soy ese acompañ ante prostitutito que
creíste ¿y eso qué? Deberías estar aliviado en que no lo fuera, a menos claro que el que
no lo sea ser una excusa para ti para terminar con lo nuestro—
 
—No hay nada entre nosotros— dijo duramente, inmediatamente Elliot lo libero y dio
un paso atrá s.
 
—¿de verdad? — pregunto Elliot dolido, Clyde se arrepintió de haber dicho eso, pero
estaba demasiado molesto.
 
              —Yo no puedo confiar en alguien que me mienta— dijo severamente, Elliot
asintió .
             
              —Como quieras entonces— dijo tomando su maleta —Tu familia ya tenido
suficientes dramas estos días, a pesar de lo que crees no soy un maldito mal nacido,
mantendré esta farsa hasta llegar al aeropuerto—
 
              —Es lo menos que me debes— La verdad Clyde no pensaba eso, pero estaba tan
dolido.
 
              Sin decir nada ambos bajaron, se despidieron de toda la familia, ninguno de los
dos eran buenos actores, su familia rá pidamente se dio cuenta que algo había pasado,
pero respetaron su privacidad. Solo su padre antes de irse le dijo que se alegraba que
hubiera encontrado al hombre perfecto para él. Si supiera….
 
 
★★★
 
 
              Elliot había hecho bien al temer esto toda la semana, había sido demasiado
bueno para ser verdad, apretando el aza de su maleta miro al auto de Scott alejarse. 
Todo había terminado. Tomando una respiració n profunda, miro a Clyde, él estaba
parado a su lado, cambiando su peso de un pie al otro, seguramente esperando también
que Scott se alejara lo suficiente para poder volver a echarle en la cara lo sucedió . Elliot
no lo había a permitir, aceptaba su culpa, pero no creía que fuera tan malo para que el
hombre lo condenara por ello. Como fuera, Elliot no quería un mal recuerdo de Clyde y
de su familiar.  Tomando una se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia recepció n.
 
              —La puerta de embarque es hacia allá — señ alo Clyde, Elliot se detuvo y lo miro
por sobre su hombre.
             
              —Lo sé, y es mejor que vayas si no quieres perder tu vuelo, yo cambiare el mío, e
evitare pasar un segundo má s aguantando mi presencia— aseguro con los dientes
apretados.
 
              —Pero…—
 
              —Mi trabajo está hecho— aseguro, se giró por completo para enfrentarlo, —
Pero ha terminado, y aunque no me creas no lo hice con otra intenció n má s que la de
ayudarte— Clyde entrecerró los ojos.
             
              —¿No se te ocurrió pensar que lo averiguaría tarde o temprano?—
 
              —Por supuesto que si— dijo con convicció n —Yo te lo contaría una vez que los
diez días finalizaran, tenía la esperanza que, para entonces, me conocieras lo
suficientemente bien para confiar en mi palabra— dijo con convicció n.
 
              —Yo…—
 
              —Pero a pesar de cuanto lo intenté, nunca fui lo suficientemente bueno— dijo
con amargura —Nadie lo será , no mientras trates de escudarte en la autocompasió n y la
lá stima que sientes por ti mismo, si, te engañ aron, pero debes superarlo—
 
—Elliot— Clyde parpadeo sorprendido, le dolía ver la tristeza en los hermosos rasgos
del hombre. Elliot levantó una mano para detenerlo de hablar. Cualquier cosa que él
podía decir no iba a arreglar esto. Estaba roto sin posibilidad de reparació n. Tragó
saliva y se tragó sus lá grimas tanto como pudo. —Yo sé que no significa nada, pero yo
me estaba enamorando de ti —su voz se quebró con ronquera—. Te hubiera amado
para siempre— girá ndose se alejó , su fortaleza ya estaba al límite, no quería
derrumbarse frente al hombre.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 13
 
              Clyde enterró con má s fuerza la pala en la tierra, pero el maldito arbusto se
negaba a cooperar, sus raíces estaban enterradas muy profundamente, pero negaba a
darse por vencido.
 
—Vaya… jamá s te había visto trabajar con tanto ahínco, sé que las vacaciones reaniman
a un hombre, pero no exageres— se burló Andrew mientras terminaba de plantar las
margaritas a un lado de la fuente improvisada.
 
—Sierra el pico Andrew, no estoy para chistes—
 
—Ni para eso, ni para nada— aseguro él —¿Tan mal lo pasaste? Sabemos que tu
hermano es un dolor de culo, por esa razó n contrataste a alguien, ¿hizo mal su trabajo?
— Andrew había sido el que le recomendó la pá gina de acompañ antes. Dejando de
escarbar, miro a su miro a su amigo.
 
—Mi cita no llego— Andrew enarco una ceja.
 
—Tu hermana subió una foto a Instagram, en ella estabas sentado al lado de un moreno
muy apuesto— Clyde suspiro, si, había visto la foto. Incluso hasta estuvo tentada de
bloquear a su hermana de su cuenta para evitar verla.
 
—É l no era mi cita— dijo resignado, no supo porque, pero termino contá ndole todo a su
amigo, una vez que termino el relato completo se sintió un poco mejor.
 
—¿Y qué piensas hacer?— Clyde negó con la cabeza.
 
—No lo sé, — dijo sinceramente, habían pasado dos días, y había tenido tiempo de
pensar, de verdad no había tomado las cosas bien. Había exagerado, Elliot no había
hecho nada malo a excepció n de querer ayudarlo. Lo había visto en su mirada aquel día
en el aeropuerto, estaba herido.
 
—Yo creo que la tienes fá cil— su amigo interrumpió sus pensamientos —Tienes que
buscarlo y disculparte—
 
—Pero…—
 
—¿Clyde?— él apretó el agarre en la pala que todavía sostenía, en shock miro a Math
parado a la entrada del jardín el cual estaban diseñ ando, inmediatamente Andrew se
colocó a su lado y se enfrentó a Math.
 
—¡Sera mejor que te vayas ahora mismo! O llamare a la policía— Math parpadeo, pero
lo miro directamente a él, pudo ver el dolor en su mirada.
 
—No contestas mis llamadas—
 
—¡¿Eres idiota o qué?! Clyde no quiere saber nada de ti— contesto Andrew en su lugar,
con una mano temblorosa toco el hombro de su amigo.
 
—Está bien Andrew, hablare con él— Su amigo lo miro como si estuviera loco.
             
—¿Está s seguro?— Clyde asintió .
 
—No me hará dañ o— extrañ amente estaba seguro de eso, Math no era agresivo, idiota,
petulante y arrogante, tal vez, pero no agresivo. Lo que sucedió fue producto del alcohol.
Asintiendo Andrew se alejó , pero todavía podía verlo a través del jardín. Regreso la
mirada a su ex. Si no fuera por su mirada y por las bolsas debajo de sus ojos, pensaría
que Math se encontraba bien, pero a pesar de que veía impecable, ni una sola arruga en
su ropa se dio cuenta que el hombre estaba pasando por un infierno
 
—No tengo mucho tiempo, así que te escucho —Clyde dejo la pala y se quitó los guantes
de trabajo
 
—Logan y yo terminamos —dijo mirá ndolo intensamente. Pero Clyde no reacciono a
sus palabras
 
—¿Por qué me cuentas esto? —
 
—Nos vamos a divorciar, desde hacía tiempo las cosas entre nosotros no estaban bien—
Math hablo fríamente. —Lamento lo que hice Cly— dijo ando un paso hacia él, pero
Clyde retrocedió
 
—Si quieres una disculpara para poder aplacar a tu conciencia, te la daré, te perdono,
puedes irte— los labios de Math se torcieron con ironía.
 
—Gracias…—
 
—Si eso es todo, quiero que te vayas— Pero Math no se movió , sostuvo su mirada.
Después de una breve pausa su ex dio un paso hacia él, Clyde intento no retroceder,
tenía que superar este miedo, nada sucedería Andrew estaba ahí.
 
—Fui un idiota Clyde, no vi lo que tenía hasta que te perdí— Clyde bufo.
 
—Ahora me dirá s que estas arrepentido, que me amas y que quieres que volvamos a
intentarlo ¿no? – Fue un comentario sarcá stico, pero al ver la mirada en la cara de Math
supo que era verdad, era lo que el maldito esperaba. Rio nervioso —No estará s
hablando en serio—
 
—Podríamos intentarlo de nuevo— Dijo Math con convicció n —A pesar de todo yo te
quiero Clyde, nunca he dejado de hacerlo, dame otra oportunidad— La declaració n  de
Math aterrizó   de  manera  impresionante  y  dejó   la mente de Clyde confundida.
Aturdido, Clyde miró hacia Andrew, su amigo negaba con la cabeza y hacia muecas de
disgusto.
 
—No puedo creer que me estés proponiendo esto— susurro regresando la mirada a su
ex.
 
—Piensa en ello, Cly —Math continuó —Está bamos bien juntos, éramos una buena
pareja—
 
—¿É ramos? ¿En serio? — pregunto con ironía, cruzá ndose de brazos, en los días
posteriores a su rompimiento, Clyde habría dado cualquier cosa por haber escuchado
esas palabras entonces, había tenido la esperanza que Math se diera cuenta en realidad
lo manipulador que era Logan, ¿y que consiguió ? Una llamada de su hermano pidiéndole
que fuera el padrino de su magnífica boda. Y aun así, durante meses siguió guardando la
esperanza de que Math recapacitara y volviera a él. ¡que patético había sido! Ahora tenía
esa oportunidad en las manos, sería tan fá cil tomarla…. Pero Clyde no quería eso.
 
—No— dijo rotundamente
 
—Clyde…—
 
—¡Que no! — volvió a repetir, esta vez recorrió los pasos que lo separaban del pelirrojo
—Me destruiste, confié en ti y me traicionaste, con mi propio hermano, ¿Qué tan jodido
es eso?— dijo con rabia, apuntá ndolo con un dedo agrego —No conforme con eso,
siguieron fastidiá ndome, me destrozaste el corazó n y la confianza en mí mismo, pero no
má s— El dio un paso hacia atrá s, le hizo una señ a a Andrew para que se aproximara.
 
—Ya te pedí disculpas…—
 
—Lo sé, y ya te perdoné— dijo Clyde —Y no te quiero volver a ver cerca de mí, por algo
me mude de los Á ngeles, ahora regresa a casa y arregla tu vida con tu esposo, o
divó rciate, o has lo que quieras, simplemente no regreses— con una indicació n de
cabeza le dijo a su amigo que lo siguiera.
 
—¿A dó nde vamos jefe?— pregunto Andrew alcanzá ndolo en la calle, tenían que
terminar este proyecto, pero como había estado trabajando a marchas forzadas para
evitar pensar, tenían mucho trabajo adelantado, bien podría tomarse algunas horas.
 
—Necesito de tu ayuda— dijo él, subiendo en la minivan que utilizaban para el trabajo
—¿Todavía tienes ese amigo tuyo que puede rastrear a las personas? — Andrew rio
mientras se acomodaba en el asiento de copiloto.
 
—Por supuesto, ¿Qué planeas? —Una pequeñ a sonrisa subió a sus labios.
 
—Tengo algo importante que hacer— Clyde sería un poco má s egoísta de ahora en
adelante, dejaría de ser un maldito má rtir que se preocupa por los demá s en lugar de
por el mismo, ni Math, ni Logan, ni nadie era mejor que él, Clyde tenía que aprender a
luchar por lo que quería, estaba dispuesto a alcanzar la felicidad, sea como sea era una
meta bastante elevada. Por supuesto, la ú nica manera de lograr realmente la dicha era
tener a Elliot de regreso, eso claro, suponiendo que el hombre lo perdonara por haber
sido un idiota.
 
 
★★★
 
—¡Has vuelto!— grito Stefan exageradamente, todos los miembros de su equipo
aplaudieron, eso ayudo a su á nimo un poco, sonrió . –Las cosas son un caos sin ti al
mando— todos estaban reunidos en la sala de juntas.
 
—Gracias chicos, es bueno regresar— miro directamente a Samuel –el descanso me
sirvió para poner las cosas en perspectiva, tendremos algunos cambios— la amenaza
estaba hecha, sínicamente Samuel lo miro enarcando una ceja, siempre se arrepentiría
de haberse acostado con él.  Todos los miembros del equipo de edició n evitaban su
mirada incó modos, todos sabían lo sucedido entre Samuel y él, ya que su amante de una
noche se había encargado de que todos lo supieran. Dejando su maletín en el perchero
camino hacia su silla, pero no se sentó , en cambio miro atentamente a Samuel. Justo en
ese momento entro una de las asistentes del jefe
 
—Señ or Landri, por favor acompá ñ eme, el jefe quiere verlo— Samuel enrojeció , miro
consecutivamente entre la asistente y él.
 
—Te vas a arrepentir— amenazo, Elliot hizo una mueca.
 
—Ya lo estoy no te preocupes— con molestia exagerada, Samuel hizo su salida,
ladrando improperios al por mayor, una vez que la puerta se cerró , se dirigió a los
otros.  –Bueno señ ores, tenemos mucho trabajo por delante, ¿Qué tenemos? — Al
regresar había hablado con su jefe, tuvo que confesar lo ocurrido con Samuel Landri, y
que aunque asumía su responsabilidad como jefe del equipo, ya no quería trabajar si
Samuel estaba en su equipo. Ahora si tomo su lugar dispuesto a sumergirse en el
trabajo.
 
El trabajo nunca le fallaba, era lo ú nico estable y bueno en su día a día, retomaría su vida
y su rutina, era lo mejor, no quiera pensar, pensar era malo, cada que cerraba los ojos,
veía a Clyde, su hermoso bebé, y lo había perdido, sus intenciones no habían sido malas,
pensó estú pidamente que al descubrir la verdad Clyde se sentiría aliviado que con el
hombre con el que había tenido sexo, no era un acompañ ante masculino. Pero se
equivocó .
 
¿Por qué Clyde lo aceptada siendo un acompañ ante y no una persona normal? ¿Tan
grave era su traició n? Al aparecer Clyde si lo pensaba. Había tenido la esperanza que tal
vez dá ndole un par de días para calmarse lograría recuperarlo, pero rá pidamente
desecho la idea, el dolor en los ojos de Clyde, la decepció n, el desprecio y la indignació n
que mostro en el aeropuerto habían destruido cualquier esperanza de que pudieran
intentar tener una relació n. Porque eso era lo que él había deseado, tratar de entablar
una relació n con Clyde, siendo sinceros solo habían sido diez días, con eso no construías
una vida entera, pero estaba seguro que con Clyde lo habría logrado.
 
Durante horas estuvo reunido con su equipo, tratando de ponerse al día y diseñ ando los
proyectos y proyecciones para el mes. Pero se vieron interrumpidos por Susy su
secretaria.
 
—Señ or Dohrn, hay un repartidor con una entrega, pero se niega a entregarla a menos
que sea usted en persona sea quien firme de recibido— Elliot frunció el ceñ o.
 
—Yo no ordene nada— miro a los miembros de su equipo, pero todos negaron con la
cabeza —¿Dijo que era?—
 
—No señ or, ¿quiere que llame a seguridad? —
 
—No Susy, ahora voy, ¿está en recepció n? —
 
—Si señ or— Asintiendo se disculpó de su equipo y salió en busca de ese repartidor, era
muy extrañ o. Stefan lo alcanzo a mitad del pasillo. Le palmeo la espalda.
 
—Me alegra que todo se haya solucionado con Samuel, ya era hora que hicieras algo—
Stefan era lo má s cercano a un amigo.
 
—Tenía que solucionarlo o hubiera terminado presentando mi renuncia—
 
—El jefe no te habría permitido renunciar, eres el mejor en tu trabajo, sabe lo que vales
— Elliot le sonrió . No se consideraba de los mejores en la rama de la publicidad, pero
trataba de hacer lo mejor posible su trabajo. Por el rabillo del ojo un punto rubio llamo
su atenció n, se detuvo de golpe, parpadeo sin podérselo creer. — ¿Qué ocurre hombre?
Te has puesto pá lido—
 
—Yo…— Clyde dio un paso hacia él, todos en la recepció n estaban al pendiente de ellos,
pero para Elliot todos se desvanecieron, solo tenía ojos para su hermoso rubio, vestía
unos pantalones desteñ idos, una chaqueta con un logo de repartidor, seguro no era de
él, era demasiado grande, Clyde sostenía una caja blanca en una mano y en la otra una
gorra también con logo de la empresa repartidora. —Un amigo me debía un favor—
Explico enseñ á ndole la gorra –Tenía que verte, y no me dejaban entrar sin cita—  Elliot
trago saliva, sabía que tenía que decir algo, pero no le salían las palabras —Traje donas
— Clyde dijo incó modo.
 
—¡Genial! Gracias, teníamos hambre— Stefan se adelantó y tomo la caja —Hola, soy
Stefan— estiro la mano, Clyde correspondió el saludo algo incó modo, eso lo hizo
reaccionar.
 
—Apá rtate Stefan que te conozco—
 
—¡No he hecho nada!— se quejó su colega, aun así Elliot tiro de Clyde para apartarlo del
hombre, Stefan era conocido por ser un rompecorazones empedernido.
 
—No me importa, no te acerques a él ¿me escuchaste? — Stefan no se enojó , al
contrario, sonrió burló n.
 
—Claroooo, ya entendí, mensaje recibido, entonces tú te quedas con esa cosita hermosa
y yo me robo las donas— Elliot negó con la cabeza divertido, tomo a Clyde de la mano y
sin decir nada lo llevo hacia su oficina. Millones de ojos los miraron pasar, pero le
importaba un carajo lo que pensaran.  una vez que cerró la puerta, aprisiono a Clyde
contra ella. Coloco sus manos a cada lado de su cabeza, él está aquí, él está aquí… Elliot
deseaba besarlo, decirle tantas cosas, follarlo, no precisamente en ese orden, que
estuviera aquí era buena señ al ¿no? Pero se obligó a serenarse, no podía perder la
cabeza, apenas podía respirar mientras apretaba sus dedos contra la puerta
 
—¿Qué haces aquí?
             
              —Vengo a disculparme— Clyde agacho la cabeza —Fui un idiota, no debí
comportarme así, pero me es difícil creer en las personas— Elliot lo hizo levantar el
rostro.
             
              —Si mi perdó n es todo lo que buscas… lo tienes, no hay nada que perdonar, yo te
engañ e, estamos a mano— Clyde paso su lengua por sus labios, Elliot trago saliva.
 
              —Yo no planee que esto sucediera…—
 
              —Yo tampoco— interrumpió Elliot, Clyde asintió .
 
              —Lo sé— dijo nervioso —Pero sucedió — hizo una pausa —¿Qué dirías si te
dijera que creo que me enamore de mi acompañ ante masculino?— Elliot contuvo el
aliento. Lo miro atentamente, con un dedo delineo la comisura de su boca.
 
              —¿Solo lo crees?— La voz de Elliot sonaba cansada. Clyde negó con la cabeza.
 
              —Estoy seguro— dijo sonriendo —Me he enamorado de ti— La reacció n de
Elliot a sus palabras sorprendió hasta al mismo Clyde, pletó rico de felicidad, estrello sus
labios contra los de su chico, era como si estos días le hubiera faltado el aire, y ahora
podía respirar con normalidad, no era el lugar apropiado para esto, pero no se iba a
negar a tenerlo en sus brazos o a sus labios presionando contra los suyos. Clyde
ansiosamente abrió su boca y tomó todo lo que Elliot tenía para darle
 
―Te amo ―susurró con voz ronca, la declaració n encendió todavía má s a Clyde, enredo
sus brazos alrededor de su cuello para atraerlo má s hacia él, ademá s de que trepo y se
enredó en él como una enredadera, con sus piernas envueltas firmemente alrededor de
sus caderas, Clyde comenzó a restregarse contra él.
 
Elliot se puso rígido, su polla se endureció tan rá pido que su cabeza comenzó a girar por
falta de sangre. Todo su cuerpo pareció cobrar vida cuando Clyde se abrió para él,
chupando la lengua de Elliot como si estuviera muriendo. Pero se vieron interrumpidos
cuando alguien llamo a la puerta.
 
—¿Elliot? Oye, amigo… siento interrumpir, pero el jefe quiere el negativo de los
artículos del mes— Elliot gruñ o y Clyde gimió de frustració n.
 
—¡Ahora voy!— grito frustrado a través de la puerta.
 
—Puedo cubrirte cinco minutos má s— aseguro Stefan divertido —Incluso derribare a
Richard si intenta venir a buscarte— escucho los pasos de él alejá ndose. Miro a Clyde, su
chico merecía má s que una follada exprés de cinco minutos. Elliot apoyó su frente
contra la de Clyde, respirando con dificultad y tratando de que su frecuencia cardiaca se
estabilizara.
 
—¿Có mo me encontraste?— por alguna razó n Clyde sonrió .
 
—Buscando en internet— Elliot enarco una ceja —Claro que no te busque en las
pá ginas de citas, pero recordé algunas cosas que le contaste a mi Padre y a Scott, un
amigo es experto en bú squedas—
 
—¿El mismo amigo que te recomendó contratar un acompañ ante?— Clyde se encogió
de hombros.
 
—Si quieres plantar, escarbar, construir, derribar y diseñ ar, soy tu hombre, no soy
bueno con las computadoras— Elliot rio y le dio un beso en los labios.
 
—Pues le dirá s a tu amigo que se acabaron las bú squedas— Clyde esbozo una hermosa
sonrisa.
 
—¿Ah sí? ¿y eso por qué? – Elliot gruñ o y lo beso con fuerza para demostrarle un punto,
Tenía a Clyde en sus brazos, y allí era donde tenía previsto mantenerlo. Un pequeñ o
estremecimiento sacudió el cuerpo de Clyde cuando Elliot le dio un ú ltimo antes de
separse.
 
―Ahora eres mío, Clyde ―Elliot susurró contra su boca ―Te amo y vamos a quedarnos
juntos—
 
 
EPILOGO
 
CASI UN AÑO DESPUES…
 
              Clyde se sentía relajado y somnoliento, era cierto lo que decían los slogans
publicitarios, el sol, el mar, la arena, eran el paraíso de las vacaciones, El mar relaja,
energiza y oxigena había dicho su madre cuando les informo el destino elegido para
estas vacaciones, miro a su pareja recostado en la tumbona de alado, hoy era noche
buena, pero no se habían resistido venir a la playa a relajarse un poquito.
 
              —No puedo creer que hayas convencido a mi madre para que escogiera este
lugar— Elliot no aparto la mirada del libro que estaba leyendo, sus ojos estaban ocultos
bajo las gafas de sol, pero la comisura de su boca lo delataba.
 
              —Solo tenían que abordar la situació n desde el punto de vista correcto— rio —
¿Qué mujer se resiste a un spa, con un tratamiento especializado con algas y sales
relajantes?—
 
              —Buen punto— Clyde rio, ni siquiera él podría haberse resistido a eso, regreso
la mirada al mar tropical. Esto era el paraíso, nada que ver con toda esa nieve del añ o
pasado, aunque no le molestaría regresar a Aspen alguna vez, siempre le mantendría
cariñ o a ese lugar, ahí había encontrado al hombre de su vida, frunció el ceñ o, bueno en
realidad lo había encontrado en el aeropuerto de Nueva York pero el caso era que en las
montañ as nevadas era donde habían podido conectar.
 
              Hacía casi un añ o que estaban juntos, había sido un buen añ o, como todo…
siempre había cosas buenas y cosas malas, diez días de conexió n no hacían toda una
vida entera, la magia navideñ a había hecho su parte al unirlos, perro el resto dependía
de ellos y estaban trabajando en ello… se esforzaban y estaban comprometidos en esta
relació n. Siempre convivir con otra persona era difícil, donde a él le gusta el rojo, a Elliot
le gustaba el negro, Clyde podría comerse una hamburguesa cada noche, pero Elliot lo
hacía correr cada mañ ana. Clyde prefería los gatos, pero a Elliot no le gustaban los
animales.
 
              Pero habían llegado a un pacto, a solo tres semanas de salir juntos, tuvieron su
primera discusió n de pareja, ahora podría decir que fue algo sin importancia, pero en
ese tiempo Clyde había pensado que todo había terminado, Elliot se había molestado
porque Clyde le había prestado algo de dinero a Logan para el alquiler de un nuevo
departamento en lo que solucionaba lo de su divorcio con Math y la repartició n de los
bienes. Elliot había visto rojo, enfureció y se había marchado molesto de la casa esa
mañ ana, comprendía su rabia, pero le gustara o no Logan era su hermano… Esa noche
Clyde se había ido a dormir y se había quedado dormido llorando, se sorprendió al
despertar justo cuando Elliot se estaba desnudando para ir a la cama… no estaban
viviendo juntos todavía, pero dormían juntos cada noche, ya fuera en la casa de Elliot o
en su casa…
 
“Siempre volveré a tu lado Clyde, por muy molesto que me encuentre, siempre podrás
esperar a que regrese, siempre regresare”
 
              Así que ambos estaban a bordo de esto a largo plazo, trabajarían en su relació n
pasara lo que pasara, tratarían de solucionar cualquier obstá culo, hasta estaban
dispuestos a ir a terapia si era necesario, eso le daba cierta tranquilidad a Clyde, y
aunque Elliot le había propuesto matrimonio hacia un mes, Clyde pensaba que era solo
un mero papeleo, no lo necesitaba, lo que tenían era má s valioso que eso.
 
              Clyde levanto la cabeza justo cuando vio  pasar a Logan del brazo de un hombre,
negó con la cabeza, él no tenía solució n, Elliot no estaba muy feliz de que estuviera aquí,
pero no pudieron pedirle a sus padres que no lo invitaran. Simplemente le habían
advertido que se mantuviera apartado de ellos. Regresando a su posició n de nuevo se
propuso a disfrutar del sol, esperaba que cuando volviera a Nueva York dejara de
parecer un cadá ver, su piel necesitaba algo de color.
 
              —¿Có mo fue que preferiste congelar tu culo en las montañ as que esto?— Elliot le
había contado lo que había sucedió con su compañ ero de trabajo y de las vacaciones
forzadas que lo obligaron a tomar el añ o pasado.
 
              —Fue fá cil— abrió los ojos cuando sintió a Elliot besar sus labios – Tenia que
escoger entre la playa y ayudar a un apuesto rubio con los ojos má s hermosos que había
visto— Clyde hizo una mueca.
 
              —Viste la oportunidad de ser el príncipe que rescata a la princesa al final de la
película— Elliot hizo una mueca agria.
 
              —No tengo nada en contra de las princesas de los cuentos, pero me gustan má s
los penes que los pechos, así que digamos que es un guerrero rescatando a un apuesto
príncipe— ambos rieron —Pero la idea en general es esa… yo al final me quedaba con el
príncipe—
 
              —Que príncipe má s afortunado—
 
—Muy afortunado sin duda— Agrego Elliot con ironía, besá ndolo má s profundamente,
 
Las oportunidades de que ellos llegaran a encontrarse alguna vez fueron de una en un
milló n, ¿magia navideñ a? ¿destino? No sabría explicarlo, cada que podía pensar en ello
seguía sin encontrarle una explicació n ló gica, pero lo cierto que era que a pesar de que
contratar un acompañ ante masculino fue la idea má s estú pida que había hecho en su
vida, no podía quejarse, había encontrado al hombre perfecto para él. Elliot no había
sido el acompañ ante masculino que había contratado, pero sería su acompañ ante para
el resto de su vida.
 
 

FIN

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