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J.L. LANGLEY
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 2
J.L. LANGLEY
CREDITOS
TRADUCTORA: ZAMORITA28
RESUMEN
CAPITULO UNO
Bong1.
Micah parpadeó y abrió los ojos, se quedó mirando como las motas de polvo
flotaban por la cascada de luz del sol mañanero, que se filtraba por las puertas
francesas que se encontraban cerradas. Un gallo cantó y un ternero llamó a su
mamá. La puerta de un auto se cerró y el piso crujió. ¿Había algo más bello que
despertar así?. Esperen. ¿Las puertas francesas?. No tenía puertas francesas en su
habitación.
Bong.
Bong.
1
N.T. Este sonido es debido a un reloj antiguo el cual emitía campanadas a ciertas horas.
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Micah:
Espero que puedas entregarme los libros de la hacienda antes de que empiece
la semana que viene, o voy a involucrar a mi abogado en esto. No tienes nuestra
sangre y esto no te concierne. Quiero conocer todo lo concerniente al negocio antes
de que mi padre se haya ido. Estoy seguro de que voy a tener que arreglar todo el lío
que hizo mi padre cuando ya no fue capaz de manejarlo todo.
Duncan
Duncan había huido fuera de Texas hacía más de veinticinco años con la
esposa de su hermano menor y nunca miró hacia atrás.
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Esto es una alerta de la traductora, Micah es de habla hispana por eso cuando exprese alguna palabra en
español la pondré en cursiva.
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Se recostó en la silla que había empezado a considerar como suya desde que
había asumido el puesto de Ferguson hacía ya dos meses y sintió un tirón de dolor
en su estomago. ¿Dónde había dejado los Tums?3. -Dios, por favor no dejes que
desista- rogó en silencio.
Micah hizo una mueca. —Café, necesito café. —Primero su café y unas Tums,
entonces él vería lo que podía hacer con las cuentas antes de empezar con sus
tareas diarias.
—¡Que le traigan un poco de café!. —AJ gritó hacia la puerta y se dejó caer en
una de las sillas frente al escritorio.
—El abuelo volvió a preguntar por Tucker y Duncan esta mañana. También
preguntó por ti. Quiere que vayas a verlo más tarde, cuando tengas oportunidad. —
AJ se quedó en silencio por un momento. Cuando volvió a hablar lo hizo de forma
más tranquila y triste. —No se ve bien. El doctor dijo que no había nada más que
hacer, no cree que logre pasar la semana.
Manteniendo los parpados cerrados, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero las
contuvo. Era un traidor. Ferguson Delany hace catorce años lo había recibido en
“The Bar D”4 con los brazos abiertos, cuando sus padres murieron y gracias a ello se
3
Famosa marca de antiácidos en pastillitas.
4
N. T. Conservaré el nombre del rancho con su nombre original por ser nombre propio.
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Una vez que tuvo sus emociones bajo control, Micah abrió los ojos. —Sí. Lo
sé, pero...
—Yo sé.... —AJ apretó el puente de su nariz con los dedos pulgar e índice.
Estaba al borde de las lágrimas, esto conmovió a Micah mientras lo observaba. AJ
siempre había sido tan fuerte y resistente.
Con el solo hecho de escuchar ese nombre hizo que Micah sintiera un
montón de emociones. Ira, arrepentimiento, amor y... si, sobre todo mucha ira.
Tucker los había abandonado, había abandonado a Micah.
—Hablé con su secretaria. Se supone que es como hablar con él, dijo que
estaba fuera de la ciudad. —Le contestó.
Asintiendo con la cabeza, Micah subió sus pies en la silla, tratando de aliviar
su dolor de estómago. Sus pies estaban desnudos. ¿A dónde habían ido a parar sus
botas?. Miró debajo del escritorio mientras acomodaba sus pies en el borde del
asiento, esperando como el demonio que no pareciera como si se estuviera
doblando por el dolor. No iba a permitir que Tucker Delany obtuviera algo de él
después de todos estos años.
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—¿Buscas esto?. —La mano de AJ apareció a la vista de Micah por debajo del
escritorio y enseguida la quitó moviéndola como si fuera un pájaro volando. Qué
inmaduro, pensó Micah.
Abrazando sus rodillas levantadas las acercó aún más hacia él, Micah hizo una
mueca.
—Aquí está tu café. —Jeff entró en la oficina con una humeante taza y la
puso sobre el escritorio. Se sentó en la silla al lado de AJ y le dio un empujón a su
hijo con el píe.
No había más que plumas y clips. Micah dejó de buscar y le contestó. —Sí.
Me quedé dormido.
Jeff suspiró y le contestó —Sí, lo es. ¿Pero se te ha ocurrido pensar que por
eso mismo es un gran problema para nosotros el verte trabajar hasta morir?.
Calor se propagó por todo el cuerpo de Micah. Sabía que era parte de ellos,
pero le gustaba también que se lo recordaran.
—Todos estamos trabajando muy duro en este momento. —Le dijo Micah a
Jeff.
Micah debía decirle a Jeff sobre las amenazas de su hermano mayor y las
demandas que hacía para que le entregaran los registros del rancho, pero odiaba
sobre todo lo demás hacer eso. Ya era bastante malo que Duncan fuera a regresar,
para ver a su padre por última vez. Micah podía entender que Ferguson, quisiera
hacer las paces con su hijo antes de morir, pero el solo hecho de mencionarle a Jeff
el tema de Duncan hacia que éste durara de mal humor durante días.
—¿Tenemos que hacer eso?. —Le contestó Jeff mientras se pasaba las manos
por la cara para luego seguir hacia arriba a través de su pelo blanco con franjas de
color rubio oscuro. —Haré que se vayan hoy mismo. ¿Podemos darles una
indemnización?.
Su estómago se contrajo, hasta casi dejarlo sin aliento. Se acurrucó aún más,
para así presionar fuertemente sus piernas contra su estómago.
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N.T. Esta es la traducción literal, si no la entiendes significa, harto, cansado y lógico, chupar, pero como es un
término escatológico lo dejé mamón.
6
N.T. Esta es la marca comercial de antiácido que le hace competencia a TUMS.
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Se levantó y caminó hacia las puertas francesas, las abrió y salió a la luz del
sol. Apoyándose en la baranda del pórtico trasero, miró hacia los verdes pastos,
tenía como una especie de sensación. Era curioso, apenas había comenzado la
primavera y el rancho ya se había llenado de vida, sin embargo, estaba aquí parado,
esperando a que su abuelo adoptivo muriera. Esto no parecía que fuese real. Dejó
caer la cabeza contra el poste, tratando de no verse como si la vida lo estuviera
asfixiando. Perder al viejo era bastante malo, pero Micah no iba a perder a nadie
más. Eso solo significaba que tenía que seguir con el rancho y lograr que este
quedara en las manos de Jeff.
Micah tenía que hacer lo necesario para averiguar lo que Duncan estaba
tramando. ¿Por qué ahora quería quedarse con el rancho?. Nunca había mostrado
el menor interés en él o en alguno de sus habitantes, hasta el día que lo había
contactado para contarle sobre el estado de salud de su padre.
Micah puso la frente contra el duro poste antes de levantar la cabeza. Su tío
le había llamado perrito o cachorrito, desde que era niño, ya que siempre se le veía
corriendo detrás de los dos chicos Delany, como un adorable cachorro. Le recordó
su niñez sin preocupaciones aquí en “The Bar D”.
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N. T. Otro insulto en español je je je.
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N. T. Mijo es el diminutivo de hijo en los países de habla hispana.
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Micah no recordaba para nada al hijo mayor de Ferguson. Había dejado “The
Bar D” cuando él era aún un bebé y sus padres todavía estaban con vida. Antes de
que la familia rica de su madre utilizaran su poder y su dinero para despojarlo de sus
derechos de nacimiento. Pero eso era otra historia. Si alguien sabía acerca de
Duncan, ese era el Tío. Juan había sido capataz en “The Bar D” por los últimos
cincuenta años. También, había sido él, quien les había enseñado a todos los Delany
acerca de cómo manejar un rancho ganadero y en el caso de Micah no fue la
excepción.
—Ese chico nunca logró encausarse. Ferguson hizo lo que pudo. Amaba tanto
a ese niño como a... —Sacudió la cabeza. —Era un podrido niño malcriado, nunca
hizo nada bueno. No fue una sorpresa para nadie que escapara con Vanessa. A
ninguno de los dos le preocupaba la vida en el campo.
¿Tanto como a quién?. Pensó Micah frunciendo el ceño pero lo dejó pasar.
—Tampoco le importaba a Tucker. —Oh mierda. ¿Por qué había dicho eso?.
Cómo si fuese divertido tener de nuevo a Tucker en su cabeza, no había pensado en
él en los últimos dos meses. Había estado demasiado ocupado apagando incendios.
Y tú, cabrón. Pensó Micah, su pecho le dolía y las lágrimas asomaron en sus
ojos. Maldito seas, Tucker. ¿Por qué con solo pensar en él, sentía que su interior se
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—Bah. Ferguson te dejó a cargo de ese trabajo a ti. —Girándose, Juan apoyó
su cadera contra la baranda del pórtico y continuó hablando. —Y lo hizo por una
buena razón.
Micah frunció el ceño. ¿Qué era lo que Juan sabía y Micah no?.
Micah giró y plantó su trasero contra la baranda del porche. ¿Por qué los
viejos siempre tenían que hablar en clave?. La brisa que agitaba su cabello, trajo
consigo un leve frio, haciéndolo temblar.
CAPITULO DOS
—Mierda. —¿Qué hace él aquí?. Tucker apretó sus dientes intentando con
ello apartar la molestia. Una pizca de culpa empezó a fastidiarlo, por lo que le dieron
ganas de apretar los dientes de nuevo. Él era un asno. Dennis no era el problema.
Normalmente disfrutaba de su compañía, pero Tucker había bajado del avión
proveniente de California a las seis de la mañana y había seguido sin parar desde
entonces. Necesitaba un poco tiempo de inactividad.
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Lo siento no supe como traducir el slang de esta frase, pero hace referencia a “give good head”, que significa
una buena mamada. (Cómo aprendemos xD).
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Dennis a estas alturas debería saberlo ya, pero él podía ser una perra si así lo
deseaba, a Tucker realmente no le importaba. Con el tiempo se había vuelto
bastante bueno en eso.
—Hola, Dennis.
—Se te olvidó.
Sí, la mamada era historia. —¿He olvidado qué?. —Tucker cerró la puerta y la
cerró con llave antes de poner la correa de la maleta de su laptop por encima de su
hombro y de caminar hacia el ascensor.
—Tú ibas a salir conmigo esta noche. —Dennis se ubicó de tal manera que
Tucker tenía que llegar hasta donde estaba él antes de presionar el botón del
ascensor.
frente y levantó su mano en el aire, dejándola caer de nuevo dándole una bofetada.
Sus ojos grises se estrecharon. —Se te olvidó la última vez también. Y la vez anterior.
Vamos, piso veintiuno. Tucker sacudía sus llaves. Tal vez aún podría hablarle a
Dennis acerca de una paja. No le tomaría mucho tiempo y entonces podría ponerse
a trabajar en los papeles que había traído a casa. Cerró los ojos, tratando de
recordar todas las cosas que sabía que tenía que hacer antes de mañana en la
mañana. Tenía que llamar a Roger sobre lo de la reunión de las ocho de la mañana,
asegurarse de que su secretaria envíe los contratos a Cliff y comprobar las
existencias de Oxy Corp. Otra vez.
No hubo respuesta.
—¿Dennis?.
Tucker se volteó.
—Esto es jodidamente inconcebible. —La voz de Dennis llegaba a ser tan alta,
que casi gritaba. —¿Así que no vamos a salir?. ¿Es eso lo que estás diciendo?.
—Siempre tienes que trabajar. Eso es todo lo que haces. Trabajar, trabajar,
trabajar. Eres un bastardo sin corazón. No haces ninguna otra maldita cosa que no
sea hacer tu jodido trabajo y hacer dinero. —Puso sus manos sobre sus caderas de
nuevo, adoptando una pose que le daría envidia a cualquier reina del drama. —Ni
siquiera tomas vacaciones para ir a ver a tu maldita familia. Nunca viajas, a no ser
que se trate de negocios.
por primera vez y jaló a Micah hacia el interior de su apartamento. Quitó la mochila
del hombro de Micah y Tucker jaló al otro hombre dentro de sus brazos. —¿Qué
pasa?. —Inclinándolo hacia él acarició la espalda de Micah, con la esperanza de
suprimir parte de la tensión, y sintió los huesos de su columna vertebral.
—¿Por qué estás aquí?. —Bueno, no había fruncido el ceño, pero la pregunta
había salido bastante cortante. Aunque no haría falta hacerla de nuevo.
—Yo... —Micah hizo una mueca y luego se aclaró la garganta. —Vine para
llevarte a casa.
El impulso para envolver en sus brazos a Micah fue nuevamente muy fuerte,
por lo que Tucker frunció el ceño. No había visto a Micah en cuatro años, no desde
la noche en que su relación cambió para siempre. La oleada de emoción fue rápida,
potente y no deseada. Tenía que averiguar lo que quería Micah y deshacerse de él.
Rápido.
que él siempre hacía cuando estaba nervioso. Echando un vistazo atrás, hacia
Tucker, le preguntó —¿Podríamos hablar en privado?.
—Dennis...
—No. Yo no puedo lidiar más con esto. El sexo era tan fenomenal como todo
el mundo decía, pero tomas en exceso y también das... —volteó a mirar a Micah y
frunció el ceño. —... das muy poco. —Después sacudió su cabeza e hizo contacto
visual con Tucker. —No puedo seguir con esto. —Abrió la puerta. —Si alguna vez
quieres más, llámame. —y la cerró silenciosamente detrás de él.
—¿Tucker?.
—¡No!. No, aún está luchando. Sin embargo no va a ser por mucho tiempo.
Pero no es por eso que he venido. Bueno, no es esa la única razón de por qué he
venido. Te necesito. —Micah apoyó sus codos en sus rodillas y bajó la cabeza,
mirando al piso.
Tucker le dio la espalda. ¿Por qué el estar cerca de Micah, después de tanto
tiempo, hacía sentir a Tucker tan fuera de balance?. Maldición. Tucker nunca había
sido capaz de resistirse a sus instintos de protección en cuanto a Micah se refiere.
¿Por qué A.J. o papá no vinieron a buscarlo en vez de él?.
Micah levantó la vista, sus parpados caían pesadamente sobre sus ojos. Los
recuerdos de esa noche se desencadenaron de nuevo sobre Tucker. La cara feliz de
Micah cuando Tucker se hundía dentro de él, los ojos llorosos de Micah cuando le
rogaba a Tucker que no se fuera. La culpa que asaltó con rapidez a Tucker cuando
apenas se estaba alejando de “The Bar D” hace tanto tiempo.
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Después de unos segundos, Micah se pasó las manos por su cara. Su tez se
había vuelto un poco más pálida que antes, o tal vez las sombras bajo sus ojos eran
más pronunciadas a la luz de la lámpara. —Encontré su testamento, hace unos días
en el ordenador y tu tío me ha estado enviando cada dos días un correo electrónico
insistiendo en que le deje manejar las cosas a él y... —Lágrimas contenidas brillaron
en sus ojos. —No puedo sentarme y dejar que el rancho se venga abajo.... o peor,
que quede en manos de tu tío, pero no sé qué hacer.
—Yo nunca había pensado que esto pudiera suceder, pero en la forma en
que está escrito el testamento del Abuelo es posible que tu tío pueda quedarse con
el rancho.
—Sobre mi cadáver ese hijo de puta tendrá en sus manos a “The Bar D”. —
Tucker fue, en dirección a la ventana.
—Dime qué es lo que pasa con el rancho. —Hizo una mueca como si lo
estuviera mordiendo con su voz. Esto no era culpa de Micah, pero la idea misma de
que Duncan el Tí... traidor de Tucker pusiera sus manos sobre el rancho no le cayó
nada bien.
—Me siento como una maldita mierda, por leer su última voluntad, aunque
he tratado de mantenernos a flote. Me las arreglé para pagar los impuestos anuales,
pero no queda nada. Tenía que hacer algo, ver si había dinero en alguna otra parte.
Ferguson a veces está consciente, a veces no, pero las pocas veces en que le he
preguntado si existen otras cuentas me ha dicho que no hay ninguna. Tenía la
esperanza de que tal vez había algo en el testamento. Pensé que todo iba a quedar
en manos de tu padre, pero... simplemente no lo sé.
Eso era lo que Tucker había pensado. Sabía por instinto que Micah habría
hecho todo lo posible para mantener al rancho funcionando. Forzando a alejar su
mirada del reflejo de Micah, Tucker miró hacia el cielo de Dallas. Era hermoso y la
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vista era la mejor que el dinero podía comprar, pero rara vez la veía. Con Micah
aquí, teniéndolo cerca, Tucker tuvo que preguntarse si marcharse de “The Bar D”
había valido la pena. Gimiendo, él apoyó la frente sobre el vidrio y cerró los ojos. Eso
ya no importaba, porque no podía volver el tiempo atrás. Bien o mal, había tomado
hace años su decisión. —Dime lo que está en el testamento, Micah.
—No sé si ella aún sigue con él. Sus mensajes han sido concisos y exigentes.
Su nombre no ha aparecido en ellos. No le he dicho nada a Je... a tu papá, acerca de
los correos electrónicos. —La voz de Micah se apagó como si se hubiera ido muy
lejos. —Por lo que está escrito en el testamento... —Se estaba agitando. —Parece
que Duncan podría quedarse con el rancho, incluso aunque nombre
específicamente a tu padre, a tí y a AJ en lo que al rancho se refiere. —Micah tocó la
espalda de Tucker y a continuación colocó su mano sobre el hombro de Tucker. —
Aquí está. No le he dicho nada a AJ o tu papá acerca de lo del testamento. No quería
ocasionarles más dolor, fuera del que ya están sufriendo. Ya es bastante malo que
Ferguson quiera ver a Duncan por última vez, pero que me condenen si le añado
esto a su pena.
Tragando el nudo en su garganta, Tucker abrió los ojos y levantó la cabeza del
frío cristal. Agarró la mano de Micah y así la mantuvo por unos segundos. Extendió
sus dedos y pasó el pulgar por la palma de la mano de Micah, Tucker sintió los callos
antes que deslizara su mano alejándola.
Estando tan cerca Tucker podía sentir el calor de su cuerpo, Micah suspiró. —
Es una buena vista, pero no hay ninguna estrella.
Al mirar hacia abajo, al plato de Micah, Tucker se dio cuenta de que incluso
no había tocado la comida. —Come. Condujiste sin parar hasta aquí. Es un viaje de
seis horas seguidas. Quiero que comas y luego te vayas a dormir.
digas lo que... —Después de tomar una respiración profunda, Micah bajó la voz. —
Jeff nos dio a todos un gran desayuno esta mañana y no estoy tan cansado.
Probablemente regresaré al rancho esta misma noche. —Puso el plato sobre la
mesa y se frotó distraídamente su pecho. —Después de que le eches un vistazo a
eso, quiero decir.
Micah apretó sus ojos y al mismo tiempo dejó escapar un pequeño gemido.
—No me siento bien como para co.... —Sus ojos se abrieron y se puso de pie. —
¿baño?.
—Aquí. —Abrió la puerta del baño una fracción de segundo antes de que
Micah se lanzara en él.
—No seas tonto. No tienes por qué disculparte por eso, pero definitivamente
no vas a ir a ningún lado esta noche. —Maldita sea. Tan pronto como Micah se
quedara dormido, Tucker iba a llamar a su papá y a AJ y les avellanaría hacia afuera
el culo por dejar que Micah condujera todo el camino hasta aquí solo. Tucker tenía
que ir a casa unos días y asegurarse de que el chico cuidará de sí mismo. Después de
mojar una toalla Tucker se la llevó a Micah.
—Micah.
No he comido nada como para que me provoque vomitar. —Su otra mano la tenía
apretaba contra su pecho de nuevo.
CAPITULO TRES
Echándole un vistazo al auto, Micah vio todas las maletas que Tucker había
traído a casa con él, además de algunas cosas que ocupaban el asiento trasero de su
Buick. Las lágrimas hicieron borrosa la visión de Micah y un dolor profundo estalló
en su pecho. Tucker se iba sin decirle adiós. Micah había pensado... —No, él no iba a
dejar que su mente fuera allí. Ahora ya no importaba. —Da la vuelta, maldita sea.
¡Mírame!.
Poco a poco, Tucker se volteó. —Tengo que irme, Micah. Me han hecho socio
minoritario. Es una oportunidad que no puedo rechazar.
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Una risa que sonaba sin la menor gracia se escapó de Micah. Miró a sus pies y
una lágrima bajó por su mejilla, aterrizando en su pecho desnudo. Tucker le había
hecho el amor a Micah, o eso pensaba él que le había hecho, pero al parecer no
había significado nada para Tucker.
Había amado a Tucker desde hacía mucho tiempo. Cuando éste se había
presentado anoche en su fiesta de cumpleaños, Micah había quedado extasiado.
Tucker se quedó inclusive hasta después de que todos se hubieran ido, y esto le
había dado esperanzas a Micah. Esperanzas de que tal vez su fantasía de que Tucker
estaba esperando a que él cumpliera los dieciocho años para reclamarlo como suyo
fuera verdad. Micah se había quedado con él hasta que el resto de la familia se
retiró a dormir y había ido a la habitación de Tucker.
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Las lágrimas llegaron en serio ahora, cayendo por la cara de Micah. Su nariz
estaba en funcionamiento. ¿Qué estúpido había sido?. Negó con la cabeza y sorbió,
tratando de impedir que los mocos corrieran por su rostro. Mirando hacia arriba, se
dio cuenta de la expresión preocupada de Tucker. O tal vez era lástima lo que le
mostraba su rostro.
—Buena suerte con tu nuevo trabajo. —Con eso, Micah se giró sobre sus
talones y se dirigió hacia la casa.
—Micah, espera....
10
El Glenlivet 12 años es un whisky de malta donde se combinan sabores de frutas tropicales y aromas florales.
Encontramos notas de vainilla, trasmitidas por las barricas de roble que lo hacen muy rico. Es suave y con notas
dulzonas y frutales: melocotones o peras confitadas.
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Hablaba en voz baja, pero Micah creyó escuchar algo de nostalgia en las
palabras de Tucker. En ese momento, Micah se odiaba a sí mismo por ser él la razón
para que Tucker se mantuviera alejado todo este tiempo. Tal vez si él abandonara
“The Bar D” Tucker volvería. Tal vez él visitaría a su familia. Micah cerró sus ojos y
respiró hondo, tratando de calmarse. Aquél maldito sueño. Dios, no podía creer que
todavía recordara cuando Tucker se había ido como si hubiera sido ayer. ¿Por qué
eso aún le dolía malditamente demasiado?. Incluso el ser más maduro y más sabio
no lo había ayudado. Esto solamente añadía culpa y vergüenza a la ecuación. Nunca
debió haberle rogado a Tucker que se quedara. No había sido justo al presionar a
Tucker, y aunque Micah no era mas que un niño, fue malditamente humillante.
El rasgón del velcro fue la señal que le indicó que era libre y el aire frío heló
los dedos de sus píes. No tenía la capacidad económica para pagar por una estancia
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—No comiences. No creo que las enfermeras serían muy amables conmigo si
te pongo sobre mis rodillas. El sangrado no era tan malo, pero estarás atrapado aquí
durante las próximas veinticuatro horas por lo menos. Y yo voy a pagar la cuenta del
hospital. — Soltando la mano de Micah, Tucker se sentó en una silla junto a la cama
11
Hopalong Cassidy es un héroe cowboy, creado en 1904 por Clarence E. Mulford y que aparecía en una serie
de relatos y novelas populares. En prensa escrita, el personaje aparecía con un carácter grosero, de hablar
áspero y conducta desganada.
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y le lazó a Micah una mirada severa la cual le decía que no admitiría más majaderías,
ni discusiones.
Esto cabreó hasta las narices a Micah. El calor se precipitó por su cuello y su
cara. Ya no era aquél niño mimado pendiente de las palabras de Tucker y que hacía
todo lo que él le dijera. Micah era un hombre adulto, con responsabilidades y...
gimió. —Maldita sea. No he llamado a casa. ¿Y dónde diablos están mis gafas? No
puedo ver ni una maldita cosa.
—Ya llamé a “The Bar D". —Tucker sacó las gafas de Micah del bolsillo de su
camisa y se las puso en su cara. Se volvió a sentar en la silla y cruzó sus largas
piernas delante de él.
La luz del farol que entraba por la cortina abierta lo bañaba con su halo,
resaltando la silueta de su cara. La mandíbula cuadrada de Tucker estaba casi
siempre cubierta por una pesada sombra pasadas las cinco. Esto sorprendía
constantemente a Micah. El que una persona con el pelo rubio rojizo pudiera tener
una barba tan oscura. Más de una vez Micah había ansiado recordar cómo su
espinosa barba se había sentido sobre su piel.
¿Qué podría Micah decir ante eso?. Ya se había dado cuenta. —¿Estaba
teniendo un buen día?. —Micah luchó contra el impulso de alcanzar a Tucker y
enterró sus manos bajo la manta.
—Sí. —Sonriendo, Tucker asintió ligeramente con la cabeza, pero sus ojos
permanecían cerrados. Parecía algo frágil, por lo que Micah quería voltearse,
quedarse de espalda y darle un momento, pero no lo hizo. Esto era una cosa muy
rara de ver, “grietas en la armadura de Tucker”. Joder, si Micah no lo hubiera visto,
diría que Tucker no tenía ninguna. Era curioso, parecía tan vulnerable, sin embargo,
sus anchos hombros se tragaban el pequeño espacio de la habitación privada del
hospital, dando testimonio de su poder como nada más podría hacerlo.
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Frunciendo el ceño, Micah deseaba que Tucker se sentara. Era muy grande,
muy imponente, muy deseable, y estaba malditamente demasiado cerca. —Él sabe
algo. Él sabe lo grave que es la deuda. Supongo que es su manera de recordarte a
donde tú perteneces y pedirte ayuda. Ha estado preguntando por ti.
Trazando una línea con sus dedos a lo largo de la mejilla de Micah, Tucker
siguió la caricia con su mirada. —Tal vez. —Él asintió con la cabeza. —
Probablemente.
El calor se precipitó sobre las mejillas de Micah y alejó su cabeza de un tirón. —¿Has
revisado su testamento?.
—Sí, lo soy. Y ya que tú piensas que soy eso, tal vez este sea un buen
momento para decirte lo que he decidido hacer acerca de lo del testamento.
Un escalofrío corrió por toda la espina dorsal de Micah ante el frio y casi
muerto tono de voz con el que Tucker había hablado. Oh sí, los medicamentos
definitivamente ya no estaban haciendo efecto. —¿Qué?.
CAPITULO CUATRO
Como Tucker salió de la carretera, le robó una mirada a Micah, quien estaba
sentado en el asiento del pasajero. Tucker casi podía sentir que el temperamento
latino estaba apunto de estallar, otra vez.
Micah no había dicho dos palabras seguidas desde ayer, no desde que había
dicho sus votos matrimoniales. Incluso entonces, las palabras habían salido forzadas
de su boca, mientras apretaba los dientes y lo miraba de una forma que asustaría a
los niños. Bueno, Micah le pertenecía a Tucker, por ahora, le gustara o no. Sabía que
Micah estaría de acuerdo con él, incluso si no estaba muy feliz con ello, con tal de
impedir la impugnación del testamento y que no se llevaran a cabo los últimos
deseos de Ferguson. En este punto, a Tucker ya no le importaba lo que la pequeña
mierda quisiera. Micah había estado trabajando hasta casi morir y esta había sido la
única forma segura de hacerlo parar. No le importaba si le tocaba luchar con uñas y
dientes contra él. No podría vivir consigo mismo si dejara que las cosas fueran por
ese camino.
—¿Cómo te sientes?.
—Bien.
desagradable?. No, Tucker sabía que no lo era. Hace mucho tiempo Micah era solo
sonrisas y vivía pendiente de cada palabra que Tucker pronunciaba. Él lo había
perdido. Bueno, tal vez el contrato de adoración era un poco... -a Tucker le había
gustado su nueva actitud independiente- pero quería ver esa sonrisa de nuevo. No.
No, él no quería eso. Este hosco Micah era algo favorable para la conciencia de
Tucker. Podía concentrarse en arreglar las cosas para su familia y salir del “infierno
de Dodge”12.
—No. —Micah siguió recostado en el espaldar del asiento con los ojos
cerrados.
—Eso ya no importa.
—Maldita sea, Micah. —Solían llevarse tan bien, que no necesitaban ni hablar
para comunicarse entre sí. Tucker, nunca había experimentado esto con nadie más,
incluyendo a AJ. —¿Ya no tiene importancia?. Yo no me casé contigo para tirar mi
dinero en el rancho así nada más. Quiero que vuelva a ser rentable. Quiero
asegurarme de que, papá, AJ y Juan tengan un hogar y un ingreso. Y tú tienes que
estar feliz con eso, así que necesito tu opinión.
—¿Qué?. ¿Qué significa eso?. ¿Solo vas a solucionar las cosas para nosotros y
lograr dividendos?. Sí, para ti eso suena muy bien. Nos vas a abandonar de nuevo.
—Micah sonaba como si eso le divirtiera, pero su actitud rechinó en los nervios de
Tucker aún más.
Había tenido que irse. ¿Acaso Micah no se había dado cuenta de que Tucker
le había dado la oportunidad de crecer y convertirse por su propia cuenta en un
hombre?. —Tengo una vida y una carrera en Dallas. No puedo regresar al rancho y
pretender lo contrario.
12
Esta expresión hace referencia a la ciudad de Dodge en el Estado de Kansas, la cual era reconocida en la
época del viejo oeste como una ciudad infame en la que imperaba la ley de los delincuentes y de moral relajada.
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Nunca sería capaz de mantener sus manos fuera de Micah si lo hiciera. Nada
habría cambiado. Incluso si Micah lo perdonaba –cosa poco probable por la
hostilidad que le había demostrado en los últimos días– aún así estaría mejor sin
Tucker. —Hice las cosas de esa manera para asegurarme de que el rancho se
quedara con quien debería. No es como si yo pudiera decirle a mi abuelo que
cambie su testamento. Tu dijiste que es sólo cuestión de tiempo hasta que… —La
garganta de Tucker se contrajo, haciendo que tuviera que tragar. Jesús, sólo quería
dar la vuelta, volver a casa y olvidarse de todo. —Hasta que él se vaya. De esta
forma tendremos todo asegurado. El rancho lo pondremos a mi nombre. Voy a
pagar el impuesto de sucesión por él y prestaré el dinero suficiente al rancho para
ponerlo en marcha otra vez. Así que deja ese mal humor, ¿acaso no estamos
trabajando todos para volver el rancho autosuficiente?. Claro que espero obtener
beneficios, pero yo no voy a estar aquí para hacer las cosas, para eso están ustedes.
—Dame un respiro. Los dos sabemos muy bien por qué huiste. Pero no te
preocupes, te prometo que no voy hacer una escena. Ya no soy aquél adolescente
idiota. —Micah suspiró y miró a Tucker. —Tu abuelo te quiere ver, pero no tienes
que quedarte. No te necesito aquí para que me digas cómo debo gastar tu dinero.
Puedo tomar las decisiones y ejecutar las de Jeff y AJ.
Micah se quedó callado por unos instantes. Se le enfrentó de nuevo, sin abrir
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 39
J.L. LANGLEY
Tucker casi suspiró de alivio. Micah iba a cooperar, al menos un poco. —¿Qué
tipo de ganado?.
Cuando la grava crujió bajo los neumáticos del automóvil, Micah abrió los
ojos y se sentó. Una lenta sonrisa, casi imperceptible se dibujó en su rostro.
superior decía: The Bar D y tragó saliva. Trató de aplacar y mantener bajo control los
nervios que de repente aparecieron. Había traspasado esta puerta cientos de veces.
¿Qué era tan diferente ahora? ¿Por qué sentía como si su vida estuviera a punto de
ser puesta de cabeza y al revés?. Lograr que las cosas se arreglaran y volver a Dallas
era su prioridad ahora. Estaba enloqueciéndose.
—¿Qué pasará si tu plan idiota no funciona? Los dos somos hombres y a los
texanos no les hace mucha gracia esto. Infiernos, ni siquiera en el jodido California
han podido unirse lo suficiente como para hacer que sea legal y moralmente
correcto en lo que respecta a los matrimonios gays.
Tucker dejó pasar el insulto. —Se que va a funcionar. Hablé con el abogado.
La condición estaba escrita en el testamento, el matrimonio no tiene que ser legal
en Texas, sólo en alguna parte. Es legal en algunos estados de EE.UU. y Canadá, así
que estaremos bien.
—Ella sólo leyó la parte de lo del matrimonio y me dijo que incluso una unión
civil o matrimonio gay cumple con las condiciones. Cuando ella encuentre cualquier
otra cosa, me lo hará saber.
—¿Lo prometes?.
—Sí. —Tucker mantuvo sus ojos fijos al frente, pero sintió con gran facilidad
como la tensión de Micah disminuía. Si Tucker hubiera sabido que cumplir con la
promesa de mantenerlo informado sobre el trabajo, le iba a ayudar, lo habría
intentado antes.
Micah no quería que impugnara el testamento por lo que ocurrió con su propia
familia. Si no hubiera sido por Juan... Tucker se estremeció. Ni siquiera quería pensar
en eso. También existía la posibilidad de que si Tucker impugnaba el testamento
podría llamar la atención hacia ello y tal vez darle ideas a Duncan. En todo caso
Duncan podría impugnarlo, pero por ahora Tucker iba a tratar de hacer las cosas con
mucho cuidado y respaldado a través de éste matrimonio de conveniencia. Sí,
correcto. ¿A quién quería engañar?. Esa no había sido la única razón por la que
quiso casarse con él. Sabía que era un bastardo egoísta y quería más control sobre la
vida de Micah. Tucker no tenía ni idea de qué iba a hacer con Micah, una vez que
regresara a su vida normal, pero Tucker iba cuidar de Micah por ahora. Tucker
dejaría ir a Micah cuando llegara ese momento... tal vez. No, él tenía que hacerlo.
Sabía condenadamente bien que no había tales cosas como en un cuento de hadas
con un final de felices para siempre. Si se quedaba, estaría tentado a tratar de hacer
de su matrimonio una realidad y cuando esto por fin se terminara... él no podía
hacerle eso a Micah.
—¡Hijo de la chingada!13.
Tucker sonrió ante los insultos en español. Micah había discutido siempre en
español. Cuando era niño, se hubiera salido con la suya la mayoría de las veces, si no
fuera porque a veces Juan estaba cerca para oírlo. —¿Por qué los insultos?.
—Por eso. —Micah señaló hacia un Cadillac Escalade de color plata, que en su
placa se podía leer claramente DUNCAN.
Era como si alguien hubiera derramado agua helada por la espalda de Tucker.
Que alguien le ayudara si ese hijo de puta había alterado a su padre...
—No me jodas. —Tucker hizo rodar su automotor detrás del Chevy viejo y
golpeado de su padre y se parqueó. —¿Por qué esta chusma de mierda está aquí?.
13
Transcripción textual, Micah está hablando en español mexicano.
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J.L. LANGLEY
—Le dije que Ferguson había preguntado por él, pero no creí que él fuera a
venir. —La voz de Micah tenía un tono gruñón al pronunciar estas palabras. Tucker
lo miró más de cerca. Era sexy y violento al mismo tiempo. O tal vez era sexy,
porque había sonado tan violento. En cualquier caso, no sonaba como Micah.
pero fue borrado enseguida al ver que venían AJ, su padre y Juan hacia ellos. Un
lado de la boca de Tucker se alzó y una extraña sensación lo inundó. Le tomó un
segundo, pero finalmente se dio cuenta de lo que era. Era la alegría. Dios, era bueno
estar en casa.
Miró de nuevo a Micah, notando de nuevo, los círculos oscuros bajo sus ojos.
El pecho de Tucker se apretó. Por ningún motivo iba dejar que Duncan se quedara.
Micah no necesitaba más estrés. —Ven aquí, bebé.
Tucker tenía el loco deseo de besar aquél fulgor interior. No debería. Sólo
complicaría aún mas las cosas. Al diablo con eso, él lo quería y lo iba a tener. Se
inclinó hacia delante y tocó a Micah debajo de la barbilla para impulsarlo más cerca.
Inclinar la cara de Micah con su caricia había sido una tarea fácil y trató de no
golpear las gafas de Micah.
Un sonido que parecía una protesta y una suplica al mismo tiempo salió de la
garganta de Micah antes de que finalmente besara a Tucker. Micah se quitó sus
gafas con una mano y con la otra apretó la tela de la camisa de Tucker.
Tucker quería que el beso durara, pero al mismo tiempo sabía que no debía.
Esto podría convertirse en una obsesión. No podía permitirse el lujo de volverse
adicto a los besos de Micah. Podía ser Micah bastante maduro ahora, pero sus
mundos se movían en direcciones diferentes. Se le había desgarrado el corazón
cuando tuvo que dejar “The Bar D” y volver a Dallas. Y algo le decía que le iba a doler
mucho más esta vez que la primera. Micah, Maldita sea. ¿Por qué tenías que ser tan
tentador?.
Tucker se retiró con la esperanza de que Micah pensara que el beso había
sido para beneficiarse de su audiencia.
Su familia venía hacia ellos, y sobre el pórtico había un hombre de traje gris
de aspecto caro que los observaba. Duncan. Tucker no recordaba que se pareciera
tanto a su papá, pero Tucker tenía tan solo cuatro años de edad la última vez que
vio a Duncan. No se podía negar, que Duncan era el hermano mayor de Jeff. Esto
hizo hervir la sangre de Tucker.
La puerta del lado del pasajero se abrió. —Pero mira a quien tenemos aquí, el
hijo pródigo ha regresado. —Juan sonrió. —Bienvenido de nuevo, jovencito.
Papá se reunió con Tucker en frente del auto y lo apretó tan fuerte que no
podía respirar. Dio un paso hacia atrás y estudió a su padre. Papá parecía mayor.
Había más gris en su cabello y más arrugas en las comisuras de sus ojos, pero se veía
bien. Se sentía como en casa. Tucker lo abrazó de nuevo. —Papá ¡Hola!.
Micah se chocó con la mirada de Tucker y sus ojos brillaron de felicidad por
un breve instante, luego miró hacia otro lado y le dijo algo a AJ.
AJ se echó a reír. —Suena exactamente como él. —AJ le dio unas palmaditas
en la espalda a Micah antes de cruzar de un tranco el aparcamiento hasta donde
estaba Tucker y le dio un abrazo de oso grande, levantándolo del suelo. —Me alegro
de que hayas vuelto. Debí haber enviado al mocoso mucho antes.
Duncan bajó los escalones del porche y caminó hacia ellos con la barbilla en
alto. Él se parecía tanto al padre de Tucker, que Tucker tuvo que recordarse lo hijo
de puta que era ese hombre.
Cuando Duncan llegó, se acercó y le tendió la mano a Tucker. —Así que has
decidido volver a casa. ¿O es que el pequeño -su mirada se arrastró hacia Micah y
un gruñido salió de sus labios- gorrón te trajo hasta aquí a rastras?.
14
N. T: Micah si que se sabe insultos en español (Lo dice una traductora completamente agradecida).
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J.L. LANGLEY
CAPITULO CINCO
Tomó una bocanada del puro y miró la luna llena. Maldita sea, iba a extrañar
al viejo. Le había dolido tanto verlo tan frágil tendido en esa cama en la tarde.
Tucker sentía que debió haber venido a casa con más frecuencia. Fue un error que
no estaba dispuesto a repetir otra vez. A partir de ahora, vendría a casa de visita
todos los meses, al menos por un fin de semana.
Tucker contuvo el aliento. El recuerdo de la última vez que había visto Micah
descalzo, cuando Tucker había dejado “The Bar D” después de su única noche
juntos, vino a su mente. Dios, se había sentido como un cruel hijo de perra.
había arruinado sus posibilidades con Micah desde hacía mucho tiempo. Maldita
sea, estar de vuelta aquí, lo estaba desestabilizando, o tal vez fueron los tres
whiskies que había tomado en la última hora. En cualquier caso, tenía que
recordarse a sí mismo que él había hecho trizas su conexión.
Fue un gesto íntimo y Tucker se dio cuenta que se había quedado mirándolo.
—yo... echo de menos la tranquilidad. —Observó cómo Micah fruncía los labios
cuando soplaba el humo, y de la nada se le vino a la mente la imagen de esos dulces
labios besando todo su cuerpo. Tucker negó con la cabeza y le quitó el cigarro a
Micah. —¿Desde cuándo fumas?.
Tucker tomó una bocanada de su cigarro y se acordó que los labios de Micah
acababan de descansar sobre él. El sabor de los labios de Micah era tan dulce como
lo habían sido hacía cuatro años. ¿Micah tendría más práctica ahora?. A Tucker no le
debería importar eso, pero no le gustaba la idea de que Micah pudiera haber estado
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 49
J.L. LANGLEY
con alguien más. Él había sido el primero para Micah, pero Tucker no tenía derecho
a esperar que fuera el único.
—¿Qué estás haciendo aquí?. —Tucker hizo una mueca ante el gruñido en su
voz.
Micah se quedó callado por unos momentos. Cuando habló, su volumen era
apenas un susurro. —No podía dormir. Me preguntaba donde estabas.
Tucker dejó caer su cigarro al suelo y lo aplastó con la bota antes de tirarlo
fuera del pórtico. Estando de píe, Tucker se giró y miró fijamente a esos grandes
ojos marrones.
Una vez más y con algo de vacilación, Micah pasó sus dedos sobre el
antebrazo de Tucker. Los movió sobre sus vellos y le dejó una sensación de
cosquilleo.
Asintiendo con la cabeza, Micah miró hacia el otro lado, hacia el pasto. —
Gracias. —Se mordió el labio inferior y respiró hondo.
Fue como una descarga de rayos. Tucker cubrió con su mano la parte
posterior de la cabeza de Micah y lo mantuvo cerca. Inclinándose sobre la boca de
Micah, Tucker empujó su lengua dentro.
él. —Detente. —Tucker miró fijamente a los lánguidos ojos marrones sólo unos
segundos antes de que éstos se abrieran como platos y Micah bajara la mirada.
Micah tiró su hombro para alejarse del contacto. —Vete a la mierda. —Abrió
la puerta y desapareció en el interior.
Tucker abrió la puerta y Duncan saltó, golpeando con una mano su pecho. —
Jesús, me asustaste.
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J.L. LANGLEY
CAPITULO SEIS
Mierda, ahí lo tienes, pensando en Tucker de nuevo. Ese hombre era una
plaga.
Amaba esta hora de la madrugada. Era tan tranquila. El sonido de los grillos
era como música para sus oídos. Micah respiró hondo e inhaló el aire del campo. La
taza de café mantenía sus manos calientes, pero el resto de él... brrr. El aire estaba
un poco frío. De camino al establo, Micah alternó frotarse un brazo con una mano y
mantener su café en la otra. Gracias a Dios el establo estaría más cálido.
Tan pronto como llegó al establo y la puerta de malla se cerró. Se volteó para
encontrar a Tucker corriendo hacia él.
Micah tomó un sorbo de su taza. Parecía que iban a pasar por alto lo que
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J.L. LANGLEY
había ocurrido más temprano esa misma noche. Demonios, probablemente era lo
mejor. ¿Qué podría decirle de todos modos?.
—¡Oye!.
—El doctor dijo que no debías tomar café. Maldita sea, está jodidamente frío
aquí afuera. —Tucker murmuró. —Yo vine aquí a buscarte.
Cuando Micah llegó al pesebre para partos gimió. AJ estaba recostado contra
la pared, profundamente dormido, y la “Señorita Kitty” estaba acostada a su lado
respirando pesadamente. —Dios mío. AJ, despierta.
—Hola, hermosa.
—¿Qué pasa?.
Micah notó que Tucker estaba mirándolo. —Ve a buscar unos guantes del
gabinete que está en el cobertizo.
Tucker asintió con la cabeza, dándose la vuelta para alejarse. —Si no recuerdo
mal, no debería llevarle tanto tiempo, estando a punto. ¿Qué está mal?.
—Es obvio que algo pasa. Está escrito en tu cara. ¿Deberíamos llamar al
veterinario?. —Tucker le gritó desde el cobertizo.
Micah negó con la cabeza y se dio cuenta de que Tucker no podía verlo. —No.
Sólo esperemos un tiempo y veamos con qué estamos tratando. Incluso si algo anda
mal, él no podría llegar a tiempo.
Tucker se rió entre dientes. —No es de extrañar que tu vida amorosa sea
inexistente.
Maldita sea, el bebé no estaba en el canal vaginal. Micah palpó aún más lejos,
encontrando el cuello del útero. Chocó con algo. ¿Qué era?. Una cola. ¡Maldita sea!.
—El bebé viene de nalgas.
—¿Puedes sacarlo?.
¿Le estaba coqueteando?. Micah lo había visto hacerlo, pero por lo general él
no era el blanco.
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 58
J.L. LANGLEY
—¿Qué vas a hacer conmigo una vez me tengas ahí?. Por lo que vi, eres tu el
que tiene una escabrosa vida amorosa. —Oh, mierda. Si Micah no hubiera tenido la
mano metida dentro de un caballo, se habría tapado la boca. ¿Por qué le había
dicho eso?. Tucker sólo estaba tratando de aligerar el ambiente. Él no había hecho
nada grave.
Sí, y Tucker debería saberlo. Micah resopló cuando pasó la mano por la
cadera del potro y encontró la pata trasera derecha. —¿Me sofocarías con una
almohada?. —Poniendo su mano alrededor del pie y el espolón del potro, comenzó
a maniobrar.
Sonriendo tan grande hasta casi el punto de dañarse las mejillas, Micah lo
agarró con fuerza. Era difícil no gritar y gritó como un idiota. —Tenemos un bebé
vivo.
se posara encima de sus ojos. Pestañeó entre el pelo. —¿Recuerdas la última vez
que hicimos esto juntos?. ¿Cuando “Dotty” tuvo a “Waldo”?.
—Pero fue mucho más fácil. —El sudor perló en la frente de Micah, goteando
en un ojo. Parpadeó e inclinó la cabeza hacia la manga de su brazo libre para
limpiarla.
—Lo fue. —Tucker lo apaleó, cuando con su mano secó el sudor para luego
limpiarlo en sus pantalones vaqueros.
Micah se congeló por la intima acción y miró a Tucker. Esta era la forma como
ellos solían comportarse antes, trabajando juntos, sin palabras. En el pasado, ellos
sabían instintivamente lo que el otro necesitaba. Una sensación de nerviosismo se
apoderó de Micah que no tenía nada que ver con su nerviosismo por el parto de la
cría.
Asintiendo, Micah sonrió. Tucker siempre había sido bueno haciendo que
Micah se sintiera aún más cómodo. Él fue el primero de los Delany en hacer sentir a
Micah como si en realidad fuera de la familia hace muchos años atrás. Micah había
sido tan torpe y tímido y Tucker tenía constantemente que tranquilizarlo y ayudarlo
para que siguiera adelante. —Sí. Waldo está en el corral.
El caballo levantó la cabeza otra vez. Sus ojos estaban muy abiertos.
Micah podría escuchar esa voz para siempre. Si sólo... ¡Sí!. La pierna se deslizó
fuera del útero. —Tucker, en el gabinete del cobertizo hay algunos cordeles de
nylon nuevos. Podrías traérmelos y hazle un nudo en un extremo.
Parecía tan seguro, como si supiera lo que estaba haciendo, y esto le dio valor
a Micah. De una u otra forma, parecía que Tucker siempre le había dado fuerza.
Micah volvió a hundir su brazo en busca de la otra pata. Esta vez él rompió el
saco amniótico. Muy poco fluido se filtró porque el potro estaba bloqueándolo.
Localizó la otra pata, y una contracción lo aprestó como si tuviera una abrazadera en
su brazo, haciéndolo estremecerse. Mierda.
—Lo siento dulce corazón, ya casi terminamos. Sólo unos minutos más, ¿de
acuerdo?. —Movió la otra pierna del útero.
Ahora venía la parte difícil. Tenía que sacar a éste potro rápidamente.
Después de conseguir poner su mano alrededor de las dos patas traseras del potro,
Micah esperó un momento. —Está bien, ya puedes hacerlo. —En la siguiente
contracción, Micah jaló. En medio de un gran chorro de líquido, el potro salió.
17
Kay es la traducción literal pero significa Dioses.
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 61
J.L. LANGLEY
—Maldita sea, ¿no es la cosa más linda?. Había olvidado lo emocionante que
esto era. Hace que quiera tener mi propio caballo nuevamente. —La voz de Tucker
era suave y llena de temor. Esto hizo estallar en piel de gallina los brazos de Micah.
Estar tan cerca de Tucker y compartir esto con él no debería ser gran cosa,
pero Micah estaba cansado y sus emociones necesitan un lugar a donde ir, ahora
que el susto había terminado. Él sólo quería envolverse en los brazos de Tucker y
descansar. Micah tuvo que recordarse que Tucker lo había echado a un lado antes
esa misma noche.
—¿Micah?.
Bueno, infiernos, así que lo volvió a hacer. Micah se quitó un guante y luego
el otro y los arrojó en un rincón.
Levantando la cara de Micah con un dedo, Tucker inclinó su cara hacia él. Su
enfoque se centró en la boca de Micah. Con una expresión aturdida, avanzó como si
fuera a besar a Micah.
Micah quería que fuera de esa manera, pero ¿podría?. Tenía miedo de
confiar en él de nuevo. Miedo de que iba a terminar cayendo a los pies de Tucker,
rogándole por cualquier migaja que él estuviera dispuesto a darle. Tucker siempre lo
había afectado de esa manera, pero ahora era peor, ahora era más intenso.
Probablemente debido a los años de amor no correspondido, la voz interior de
Micah se burlaba de él.
Dando un paso hacia atrás, dejó caer su mirada y miró a sus pies.
¿Cuán patético podía llegar a ser?. Debió haberle dicho a Tucker que
mantuviera su distancia. Micah había más o menos decidido hacer eso, pero la
verdad era que él estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de estar al lado de
Tucker, incluso fingir que no lo amaba.
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 63
J.L. LANGLEY
CAPITULO SIETE
Micah se dejó caer sobre su cama dejando las piernas colgando al borde de
ésta. Sus gafas se desacomodaron un poco por lo que tuvo que reajustárselas. Los
últimos dos días habían sido maravillosos. Desde aquella noche en el granero, él y
Tucker habían entrado en una agradable rutina. Pero algo no estaba bien. Micah no
podía poner su dedo en la llaga, pero Tucker parecía un poco preocupado y se la
pasaba hostigando a Duncan a todo momento. Parecía como si Tucker estuviera
vigilando al hombre, lo que era inusual, ya que Tucker generalmente ignoraba a las
personas que no le agradaban.
Al menos así lo había hecho antes, pero entonces se había alejado por un
tiempo y Duncan se había comportado como un asno. Micah no se estaba
quejando, estaba disfrutando como el infierno ver a Duncan tan incómodo. Esto era
algo muy inmaduro de su parte, pero le sacaría el mayor provecho a todo esto de
donde pudiera. Él y Tucker se llevaban bien y Duncan no era feliz, así que todo
estaba bien en el mundo de Micah... por el momento, al menos.
Una sonrisa se extendió lentamente por su rostro seguido de una risita tonta.
La mirada de horror que Duncan les había mostrado a todos esta noche
durante la cena, cuando Tucker había besado a Micah al pasarle los rollos no tenía
precio.
trataba de desviar su atención. Era extraño. ¿Por qué le importaba tanto?. Él fue
quien traicionó y se alejó de su propia familia. El hecho de que Micah ahora fuera de
la familia no debería causarle ninguna preocupación a Duncan.
Tucker se apoyó contra la puerta cerrada, los brazos y los pies reforzados
hacia afuera como si estuviera esperando a que alguien intentara entrar.
—Maldita sea. Se ve muy mal. —Cerrando los ojos, respiró hondo. —Debí
haber venido antes.
Oh, maldita sea. Micah había olvidado que Tucker había ido a ver a Ferguson
después de la cena. Micah, Jeff, AJ y Juan ya se habían acostumbrado a la forma en
que el cáncer había afectado a Ferguson, pero no Tucker. —Pero estas aquí ahora,
eso es lo que importa. ¿Fue agradable visitar a tu abuelo?.
—Sí. Me imagino, pero solo sabremos si hemos tenido éxito una vez que
Duncan se vaya. —Tucker volteó la cabeza para mirar a Micah. La tristeza en los ojos
de Tucker todavía estaba allí. —¿Me pregunto si Duncan meterá sus patas
nuevamente y me dará la excusa perfecta para patearle el culo?. —Tucker juntó sus
cejas. —¿Qué diablos es lo que quiere?. ¿No se da cuenta que nadie le quiere aquí?.
Entiendo que lo haga por el abuelo al fin y al cabo es su padre, pero no se había
tomado la molestia en venir a visitarlo en los últimos años, así que ¿por qué lo hace
ahora?.
Pero no, no lo hizo. ¡Huy! ¿De qué estaban hablando?. ¡Ya!. —No lo sé.
Ninguno ha mantenido nuestros sentimientos hacia él en secreto. Pero menos mal
que no trajo a tu madre. —Micah se encontró frente a frente con esos ojos marrón
oscuro. Una sensación extraña comenzó oscilarle en su vientre. Tragó el nudo que
se le había formado en la garganta y se lamió los labios. —Creo que si él la hubiera
traído, le habrían pateado el culo no mas con verlo llegar, independientemente de
lo que sintiera Ferguson. Duncan es fuerte como para enfrentársenos. Es un hombre
o muy inteligente o con mucha suerte, aún no he decidido cual de las dos.
nariz con nariz. Todo parecía ir en cámara lenta. La punta de la lengua apareció
entre sus labios. Su aliento atizaba sobre la barbilla de Micah.
—Está bien, está bien... —Tucker extendió las manos en señal de rendición.
Espera. ¿Qué dijo?. ¡Hay, Dios mío!. Micah cerró los ojos y respiró hondo.
Tucker en la ducha, desnudo, todo mojado y justo en la siguiente habitación: —
¿Qué? ¿Hacer ruido?.
—Micah...
¿Por qué no encender la radio?. ¿Realmente creía Tucker que Duncan estaba
tratando de escucharlos?. Micah miró hacia la puerta. No había tanto espacio por
debajo de la puerta, probablemente menos de una pulgada. Era dudoso pensar que
alguien estaba de pie afuera. Micah fue hasta la puerta, se quedó frente a ella un
rato y miró por debajo. Sus gafas se movieron cuando los marcos tocaron el suelo,
pero aún podía ver a través de ellos. No parecía que alguien, estuviera allí.
—¡Uf!. —Micah pisoteó con fuerza donde estaba parado un par de veces.
—No creo que nadie esté ahí afuera escuchándonos. —Dijo Micah en voz
baja y caminó para acercarse a Tucker. —La crema de afeitar está en el gabinete a la
izquierda del lavamanos.
—Gracias. —Sonriendo, Tucker pasó su mano por su cara y por su corto pelo
rubio oscuro, y se devolvió hacia el interior del cuarto de baño. —Trata de hacer
ruido como si estuvieras teniendo sexo. Duncan está en la habitación al otro lado del
pasillo.
—Oh. —¡Oh! . Micah rodó sus ojos para sí mismo. Estúpido. Negando con la
cabeza, volvió a la cama reforzada en hierro. Se sentó en el borde y rebotó un poco.
La cama protestó en respuesta. Esto podría ser divertido. Se quitó los zapatos y los
tiró lejos. Rebotó de nuevo y soltó un largo y desigual, gemido. Al igual que en los
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viejos tiempos, se preguntaba por qué dejaba que Tucker le ordenara hacer este
tipo de cosas. Oh, sí, porque tú estás enamorada de él y tu harías cualquier cosa por
él. Micah definitivamente tenía que dejar de hacer eso. Él gimió, añadió esto para
hacer que sonara como si estuvieran teniendo sexo.
El agua paró.
Manteniendo sus gafas en su lugar con una mano, Micah saltó y levantó sus
piernas, cayendo sobre su trasero. Clac, clac, chillido. La cama se corría hacia atrás y
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hacia adelante sobre el piso de madera. —¡Oh sí, bebé!. —Saltó nuevamente con
una sonrisa de oreja a oreja. —Me dijiste que actuara como si estuviera teniendo
sexo. —susurró. Sumergiendo las rodillas en el colchón un par de veces, hizo que
sonaran los muelles. Riéndose, saltó en círculos. —¿Te gusta así, bebé?.
—Soy el de arriba. Deja de decir 'toma esto' y esas otras cosas. Y deja de
saltar en la cama antes de que te hagas daño.
Micah frunció el ceño. Su enojo con Tucker estaba regresando. —Así que
¿qué es lo que estás insinuando?. —Saltó en la cama un par de veces seguidas. Él no
era un cobarde porque le gustara ser jodido, maldita sea. Y él ya estaba muy
cansado de todo esto. —Qué es todo eso de que estoy recién salido del hospital. —
Mierda.
mirada por alguna razón no funcionaba con Micah. —Nadie, sobretodo mi familia,
jamás creería lo contrario.
Esta era la conversación más ridícula que jamás hubieran tenido. Micah sólo
debería dejarlo pasar, todo esto estaba más allá de ser una simple tontería, pero no
lo hizo. —Oh, sí lo soy. —Saltó un par de veces más. —Oh sí, bebé. Tómala. Así. Te
gusta mi grande y gorda polla en tu...
Tucker lo derribó.
Micah se lamió los labios cuando tomó conciencia de lo que estaba pasando.
—Tucker, yo, uh... Um. —Se aclaró la garganta. —Suéltame de una puta vez. —
Tucker no se movió.
—Yo soy el de arriba, Micah. —La voz de Tucker era apenas un poco más alta
que un susurro. Se movió, deslizando sus piernas a lo largo de la parte exterior de
los muslos de Micah. Micah debía moverse, escaparse de él.
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 71
J.L. LANGLEY
Micah se le quedó mirando, casi sin poder respirar. Había amado a este
hombre durante años. Incluso a la tierna edad de catorce años, Micah había
fantaseado con los besos de Tucker una y otra vez en sus sueños.
Rayos, casi nada había cambiado. Todavía soñaba despierto con eso, pero
ahora, tenía... miedo. Micah tragó, tratando de conseguir un poco de humedad en
su boca que se había secado de repente. No podría hacer esto. Micah no lo haría.
Tucker solo iba a marcharse de nuevo. Micah cerró los ojos.
Los dedos de Tucker acariciaron la mejilla de Micah. —¿Vas a... —Sus labios
rozaron a Micah.
—Oigan, ustedes dos los que están ahí dentro. Cristo, nadie quiere saber que
ustedes están teniendo sexo, y mucho menos escucharlos. —AJ se rió entre dientes.
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 72
J.L. LANGLEY
CAPITULO OCHO
—Mmm... ker.
Tucker tomó aliento. ¿Acababa Micah de decir Tucker?. La voz de Micah era
áspera y somnolienta, pero estaba seguro que había escuchado el nombre de
Tucker. Si Micah dijo Tucker, significaba que él se había dado cuenta de lo que
estaba haciendo. ¿No?. Y eso significaba que Tucker podía disfrutar de ello,
¿verdad?. Tucker se cuestionó la lógica de esto durante unos dos segundos antes de
colocar su mano sobre el vientre de Micah nuevamente.
—¿Qué?.
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 74
J.L. LANGLEY
Tucker arrastró sus dedos hacia abajo por el vientre de Micah, hasta los
apretados calzoncillos de algodón. Oh sí, Tucker no era el único que lo deseaba.
Aplanando su mano, la frotó sobre la creciente y dura polla de Micah y fue
recompensado con un gemido. Un largo gemido gutural que sonaba tan
endemoniadamente sexy.
—Por favor. —Maldita sea, la voz de Micah sonaba como la primera cosa
buena de la mañana. Era totalmente herrumbrosa y... profunda.
Acariciando con la nariz la curva del cuello de Micah, Tucker deslizó su mano
más allá del elástico de los calzoncillos de Micah y se apoderó de una de las más
gruesas pollas que Tucker había tenido el placer de tocar. Y la sacudió con su mano.
Micah empujó sus caderas hacia delante, haciendo que su pene se deslizara a
través del agarre de Tucker. Buscó a tientas detrás de él y sobre la cadera de Tucker.
Finalmente, la mano de Micah se deslizó entre ellos, haciéndole cosquillas sobre el
hueso de la cadera a Tucker y a continuación, agarró su erección sin bajarle los
bóxers.
Hasta ese día, abandonar a Micah había sido una de las cosas más difíciles que
Tucker alguna vez había hecho.
Lamiendo una línea por encima del cuello de Micah, Tucker cerró los ojos. Se
perdió en el sabor salado y el olor almizclado de su hombre.
Micah se presionó contra Tucker, acurrucándose aún mas cerca. Como Micah
sacó el pene de Tucker, estuvo tratando de acomodar su cara hasta que la enterró
contra la base del cuello de Tucker. Pequeños gruñidos y gemidos salieron de Micah.
Lánguidamente, movió su mano hacia arriba y hacia abajo a lo largo de la polla de
Tucker, haciéndole olvidar completamente a Tucker su lucha interior consigo
mismo. Micah situó su rodilla entre los muslos de Tucker, y se molió contra Tucker.
Micah no hizo ningún movimiento apresurado, simplemente se dejó llevar por la
corriente.
era asombroso. ¿Como era que nadie lo había agarrado ya?. Gracias a Dios por los
pueblos pequeños, donde el ser gay no era una opción para la mayoría. Inclinándose
hacia abajo sobre los labios de Micah, Tucker los exploró buscando ingresar en ellos
su lengua.
Micah abrió sus ojos completamente. Jadeó y echó hacia atrás su cabeza,
tratando de alejarse de Tucker. Micah agarró las manos de su pecho, pareciéndose a
un niño que había sido pillado con las manos en el tarro de galletas.
—No te detengas. Los dos queremos esto. Estoy cansado de luchar contra
esto.
Agarrando a Micah por su cintura, Tucker cubrió la boca de Micah con la suya
nuevamente. Apretó los labios de Micah cuando el calor del cuerpo casi desnudo de
éste se empujó contra él. Esto era el cielo. Micah se sentía tan condenadamente
bien en sus brazos, como si él pertenecía a ellos. Por favor, no dejes que se aleje
nuevamente.
Un pequeño gemido dejó los labios de Micah cuando abrió su boca y besó de
nuevo a Tucker. Su lengua se enredó con la de Tucker y puso sus brazos alrededor
del cuello de éste. Micah se empujó contra la pierna de Tucker una y otra vez,
jadeando. La mirada de Micah viajó hacia abajo por el cuerpo de Tucker,
centrándose en la polla ya dura de Tucker.
El propio aliento de Tucker se detuvo ante la belleza que tenía delante de sus
ojos. Agarrando la ropa interior de Micah, Tucker le dio un tirón hacia abajo por los
muslos de Micah y se los quitó, entonces lo llevó hacia él contra su polla. Sintiendo
el duro calor en contra de su bajo vientre, Tucker gimió antes de estrellar su boca
sobre la de Micah.
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 77
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Con una expresión aturdida en su rostro, Micah se retiró de nuevo y negó con
la cabeza como si tratara de despejarse. —No debemos hacer esto. —Su voz no
sonaba del todo convincente.
Micah cerró los ojos durante unos segundos, era evidente que luchaba contra
su conciencia, y los abrió. —Está bien. —Al mismo tiempo en que Micah decía esto
se acercó a Tucker, acostándolo sobre su espalda y subiéndose encima de él. Micah
estaba por todas partes. Era exactamente como lo recordaba Tucker en su única
noche juntos. Los sonidos de la respiración y los besos húmedos llenaban la cabeza
de Tucker, esto le dolía tanto como sentir a Micah contra él. ¿Por qué Tucker había
esperado tanto tiempo para hacer esto?. Nunca más iba a poder vivir sin esto.
Encajando su mano entre ellos, Micah la metió por la parte delantera de los
boxers de Tucker y se apoderó de él. Micah rompió el beso, mirando a Tucker con
una sonrisa en los labios. —Yo estoy encima.
—Ya que estas ahí. ¿Por qué no te corres hasta aquí?. —Agarrando el trasero
desnudo de Micah, Tucker lo impulsó más cerca.
Micah gimió y se deslizó hacia arriba. Sosteniendo su erección con una mano,
se dejó caer hacia adelante y apoyó la otra mano en la cama al lado de la cabeza de
Tucker. La punta de su polla se detuvo a centímetros de los labios de Tucker. Joder,
Micah era una cosita.
Tucker tiró de Micah para acercarlo más y abrió la boca, tomando a Micah.
verga de Tucker palpitando y pidiendo auxilio por alivio. Él utilizó su agarre en el culo
de Micah para controlar la velocidad de los empujes de Micah, haciendo que se
moviera más rápido.
Tucker gimió ante la emoción pura que leyó en la cara de Micah. Imaginando
lo que estaba viendo Micah, Tucker alzó su mano libre y sostuvo sus dedos en los
labios de Micah.
Micah chupó los dedos con deleite. Sus ojos se cerraron, pero sus caderas
nunca vacilaron. Maldita sea, eso era caliente. Cerrando sus propios ojos, Tucker
saboreó el calor húmedo que rodeaba sus dedos. No podía esperar a ver como
empujaba su propia polla en la bonita boca de Micah.
Estirándose trató de mirar por detrás de Micah, Tucker se corrió un poco para
poder ver lo que Micah estaba haciendo.
Tucker levantó el culo y se los bajó para poder quitarse su ropa interior. Se la
quitó tan rápido, que su polla golpeó contra su abdomen.
¿Lubricante? Ah, cierto. —Tucker encontró la botella y roció sus dedos con él.
Cerrándola la tiró a un lado, pasando sus dedos por la hendidura de Micah. Tucker
fue recompensado con el pequeño meneo de las caderas de Micah. ¡Oh, la forma en
que Micah se encontraba sobre sus rodillas hacían cosas agradables por su pene y
sus testículos!. Maldita sea, se veía totalmente obsceno y... delicioso. Tucker
acariciaba con sus dedos la fruncida entrada y usó su otra mano para darle una
palmada en el pálido culo, sólo para que se meneara otra vez. Oh, sí, ahí está.
Tucker hundió un dedo en el apretado cuerpo de Micah, mientras veía como la boca
de Micah se cerraba alrededor de él. El gemido en la polla de Tucker le hizo jadear.
Tucker no pudo hacer otra cosa que ver y sentir. Su aliento abandonó
completamente sus pulmones y disfrutó de la sensación. No estaba seguro qué era
mejor, el calor apretado del agujero de Micah mientras lo tragaba o ver la dura y
goteante polla de Micah.
Con los ojos cerrados, Micah se mordió su labio inferior y dejó caer la cabeza
hacia adelante. Después de unos segundos, abrió los ojos y se humedeció los labios.
Se rió entre dientes. —No... no puedo verte.
Demonios, ¿no era Micah una cosita?. Tucker deslizó la mano por el costado
bronceado de Micah, jalándolo más cerca. Cuando la cara de Micah quedó a
pulgadas de la de Tucker, éste se levantó y besó en los labios a Micah. —¿Qué tal
ahora?.
Micah asintió con la cabeza. —Sí. —Susurró. —Ahora puedo sentirte también.
—Su voz era temblorosa.
Los ojos de Tucker se llenaron de lágrimas y los cerró. Maldita sea, ¿qué era lo
que estaba mal con él?. Por lo general no era tan sentimental.
Un escalofrío corrió por la espina dorsal de Tucker y él abrió los ojos. Jesús,
Micah era tan apretado. No había manera de que esto fuera a durar. Tucker debería
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hacerse cargo de todo, pero lo único que podía hacer era quedarse allí y sentir como
Micah lo jodía a un ritmo lento y constante.
—Dios mío. —Micah aceleró su ritmo. Su cabeza cayó hacia atrás, un gemido
irregular salió de su garganta, para un segundo después derramar su caliente
esperma sobre la mano de Tucker y su estómago.
Y eso fue todo lo que necesitó. Tucker se empujó con fuerza hacia arriba,
empujando a Micah hacia abajo y se vino. El cuerpo entero de Tucker se sacudió
cuando Micah se derrumbó encima de él.
Sentía que sus huesos se habían derretido, Tucker se quedó allí hasta que el
aliento de Micah se hizo uniforme. Se había dormido. Bueno, Micah lo necesitaba.
CAPITULO NUEVE
El abuelo había muerto y eso no parecía ser real. Tucker, veía con un peso en
el corazón como el ataúd era bajado a la tierra. Tal vez se había engañado a sí
mismo al pensar que su abuelo viviría por siempre, él no lo sabía, pero se sentía
culpable por no pasar más tiempo con él. Tucker no podía permitir que esto mismo
sucediera con el resto de su familia. Costara lo que costara, no se mantendría
alejado por tanto tiempo nuevamente. Temblando a causa de su aturdimiento, se
centró en Micah.
Micah estaba sentado junto a Tucker, las lágrimas rebosaban de sus ojos y
tenía las manos cruzadas en su regazo. Le dolía verlo así.
AJ, Papá, Juan y Duncan entraron por la otra puerta. AJ se sentó junto a
Micah, mientras que Juan y papá ocuparon el asiento junto a Duncan en el lado
opuesto del auto.
Tucker se negó a dejar que el hijo de puta entre sollozos se acercara a él hoy.
Intencionalmente hizo caso omiso de su tío como todos los demás lo estaban
haciendo.
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Una vez más, todo el mundo se echó a reír, pero Duncan, miraba por la
ventana, haciendo caso omiso de todos ellos.
Volvió el silencio por unos minutos y Micah los miró a todos ellos. —Yo digo
que todos deberíamos tomar copa en la noche después de que todos se vayan. Ya
saben, tener nuestra propia celebración en su honor.
Tucker quería recordarle a Micah que no debería beber por su úlcera, pero
decidió no hacerlo. Tucker haría algo al respecto una vez llegado el momento. No
tenía sentido entrar en una discusión ahora. Le dio unas palmaditas en la pierna a
Micah, y luego solo para su placer se inclinó y besó su mejilla. Cuando Tucker se
volteó hacia el frente, todo el mundo lo miraba.
Después de eso, nadie dijo nada. Iban de camino a “The Bar D” en silencio,
pero Duncan miraba a Tucker perturbado. Tucker había sentido como la cosa más
natural del mundo besar a Micah, pero sabía que no todo el mundo pensaba igual.
Habría siempre hombres como Duncan alrededor de ellos.
Cerró la puerta y se quedó al lado del auto con Tucker. —¿Podemos hablar
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mientras ellos preparan todo para recibir a la horda que está a punto de caernos
encima?.
Después papá caminó a su lado hasta llegar al pórtico, Tucker deseaba tener
en sus manos aquella bebida que Micah había propuesto a todos. —Estoy bien, ¿Y
tu?.
Luego de quitarse la chaqueta del traje, papá la puso sobre la barandilla del
pórtico. Apoyó los codos en la chaqueta y miró hacia los pastizales. —Estoy bien.
Supongo que estoy lidiando bien con esto. Lo voy a extrañar, pero viendo cómo
vivió sus últimos meses me di cuenta de que esa no era manera de vivir. Sin
embargo estoy un poco preocupado por Juan. Vamos a tener que hacer algo para
mantenerlo ocupado.
Era extraño. A pesar de que Tucker había planeado estar casados para este
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momento, había esperado que este momento nunca llegara. Y ahora que había
sucedido, tenía que darle una explicación a su padre.
Tucker dejó caer su cabeza, sintiéndose más de dos metros de alto. No había
pensado en quedarse. ¿Podría?. ¿Habría el suficiente trabajo aquí en el rancho
como para mantenerlo ocupado?. A decir verdad, él no necesitaba más dinero.
Comenzó a sentir un profundo dolor en su pecho. —¿Nunca te arrepentiste?.
De la nada las lágrimas brotaron de los ojos de Tucker, pero las contuvo. El sol
calentaba su cara, pero su pecho se sentía completamente vacío. ¿Había tomado la
decisión equivocada al dejarlos para seguir su carrera?. Se había dicho a sí mismo
que Micah estaría mejor sin él, pero no era sólo por Micah. Tucker extrañaba a su
familia y su... vida. El rancho había sido su vida.
Tragando saliva, Tucker asintió con la cabeza y contuvo las lágrimas de nuevo.
Cielos. Estaba muy sentimental hoy, pero ¿por qué no iba a estarlo?. No todos los
días él enterraba a su abuelo.
Tucker pulsó la pantalla táctil para abrir su correo electrónico. El correo era
del investigador privado que Tucker había contratado para que investigara a
Duncan.
Una suave brisa empujó su pelo sobre sus ojos y Tucker los corrió hacia atrás.
Un aleteo nervioso se instaló en su estómago. Todo parecía indicar que Duncan
estaba detrás del dinero, lo que significaba que iba a pelear por su derecho a
reclamar como suyo el rancho. ¿Podría la boda de conveniencia de Tucker y Micah
mantenerse a flote en un tribunal?. Si no, ¿podrían oponerse a eso en favor de su
papá?. ¿Podrían tenerse en cuenta todos los años que su papá vivió y trabajó en el
rancho?. Pero en todo caso él no era el primogénito.
—¿Qué estás haciendo aquí?. —Micah apareció en una esquina del pórtico.
Se había quitado la chaqueta del traje y la corbata y tenía las mangas de la camisa
remangadas.
—Dios, me gusta estar aquí contigo. ¿Crees que alguien se daría cuenta si no
volvemos a entrar?. —Micah murmuró contra su pecho.
Tucker inhaló el aroma fresco del pelo oscuro de Micah y miró a todo lo largo
de la pradera. Casi podía ver a su abuelo sentado en “flor de cerezo”, mascando una
bola de tabaco en la boca. ¿Qué habría querido su abuelo?. Tucker sabía que él no
quería que el rancho fuera a parar a manos de Duncan. Sabía que esto era tan cierto
como el aire que respiraba. Abuelo si tan sólo hubieras sido más específico en lo que
realmente querías.
Tucker apretó con fuerza a Micah, lo que hizo que gruñera un poco. Haría lo
que fuera, para mantener el rancho en cabeza de sus verdaderos dueños, aunque
no estuviera de acuerdo Micah. Para Tucker, la felicidad de su familia y la de Micah
era más importante que la suya.
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CAPITULO DIEZ
—Esto es pura mierda de caballo. Tú… —Dijo Duncan señalando con un dedo
a Micah. —Tú pequeña m…. ya sabías acerca de esto. Sabías lo que estaba escrito en
el testamento.
Tucker tenía la esperanza de que Duncan dejara las cosas como estaban una
vez se enterara de lo que estaba escrito en el testamento, pero la agitación en el
estómago de Tucker y la indignación de Duncan daban fe de la inutilidad de eso.
hacerlo era dejarle muy claro que no había aquí nada para él ahora que el abuelo se
había ido. Aunque tal vez al intimidarlo pudiera evitar que Duncan impugnara el
testamento.
—Maldita sea, AJ, pon tu culo en la silla y deja de gritar. El hecho de que
Duncan sea un estúpido no significa que tú también lo seas.
—Tu madre me dejó hace ya varios años. Encontraría algún otro idiota con
una cuenta bancaria más grande. —Duncan miró a Jeff.
—¿De qué serviría?. —Jeff levantó una ceja. —Yo diría que al parecer, ya
descubriste eso por ti mismo.
Ouch. Si Tucker no hubiera estado tan preocupado por como iba resultar el
asunto del rancho, se habría reído del ataque nada agresivo que su padre le había
lanzado a Duncan.
Irritado o no, Micah parecía estar mucho mejor estos últimos días. Tenía
puestos sus lentes de contacto en vez de sus gafas, por lo que la falta de bolsas bajo
sus ojos era evidente. Ahora bien, si Tucker sólo pudiera evitar que se sobrecargara
de trabajo a sí mismo nuevamente...
AJ susurró algo más que Tucker no pudo entender, y se rió entre dientes
Micah. La alegría de Micah atravesó a Tucker. Le gustaba ese sonido. Ese era el
Micah al que Tucker estaba acostumbrado. Tucker sonrió. Ese era el Micah que
amaba, no el cansado y gruñón…
—Esto es una mierda, Tucker. Los dos sabemos que no necesitas nada de
este... -agitando los brazos, Duncan hizo un gesto señalando toda la habitación-
…lugar. Pierdes el tiempo fingiendo ser un maricón. Soy el mayor. El rancho debe
quedar a mi nombre. Incluso, ¿cuándo fue la última vez que estuviste aquí?.
Haciendo caso omiso de los dos, Tucker dejó caer sus pies y se sentó recto. —
Duncan, ¿cuándo fue la última vez que estuviste aquí?.
—No pretendas que sabes algo sobre mí. Sólo voy a decirte esto una vez más.
Será mejor que dejes los insultos. Si alguien tiene derecho a estar molesto por esto,
es mi padre, no tú. El rancho es mío ahora y eso es todo. Voy a hacer con él lo que
considere oportuno. Micah y el rancho no son de tu incumbencia. Así que te sugiero
que hagas tus maletas y te vayas de aquí a mas tardar dentro de una hora.
Tucker trató de sonreír, pero con todo lo que tenía en su mente se quedó
corto. —Gracias. —Él había perdido a su familia de forma cruel. Debería haber
estado aquí todo este tiempo en lugar de estar en Dallas. Claro, que se había hecho
un nombre por sí mismo y un montón de dinero también, pero la familia era lo que
importaba. Para él era una maldita vergüenza que tuviera que estar su abuelo
moribundo para conducir de nuevo hacia su casa.
Se dirigieron hacia afuera hacia el corral, caminando uno al lado del otro. Se
hizo un silencio agradable, Tucker y AJ, e incluso con Micah, siempre lo habían
compartido. Tucker había sacrificado el estar al lado de su hermano durante todo
este tiempo al igual que lo había hecho con Micah. Maldita sea. Él era un bastardo
egoísta, pero quería a Micah permanentemente con él. Tucker ahora lamentaba el
irse de la manera en que lo había hecho, aunque hubiera sido lo mejor en ese
momento.
AJ miró hacia la pradera del oeste, con el ceño fruncido, mirando un poco
preocupado. —Duncan. ¿Crees que lamenta el haberse largado de aquí de la
manera en que lo hizo con nuestro donante de óvulos?. ¿Crees que extraña a su
familia?.
Tucker se encogió de hombros. —No lo sé. Tal vez. Aunque lo dudo. Pero él
quemó su nave18. Fue un tonto. ¿Realmente creía que podría construir una buena
relación con ella?. Demonios, debería haberse dado cuenta de quién realmente era
ella cuando hizo a un lado a papá y a nosotros así de fácil.
Tucker sospechaba que lo único que lamentaba Duncan era el estar ahora en
bancarrota.
—Sí, ¿qué clase de hombre se enamoraría de una mujer que abandona a sus
hijos?. No sé qué es lo que tiene en contra de Micah, pero me cabrea. —Ellos
llegaron a la cerca del corral, y AJ apoyó sus brazos en la barandilla superior y puso
su bota en la parte inferior. —Hablando del mocoso, ¿qué es lo que está sucediendo
entre tu y Micah?.
Bien, hijo de puta. Sonaba exactamente como algo que Micah haría. Tucker
gruñó al recordar lo mal que Micah había sido tratado después de la muerte de sus
18
Quemó su nave, es la traducción literal, pero significa para los países de lengua española que ya no puede
echarse para atrás, es decir que no puede deshacer las decisiones tomadas.
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padres. Si no hubiera sido por Juan, Micah, probablemente habría ido a parar a una
casa de acogida19.
—No. Todavía hay sitio para ti. Micah siempre tuvo su propio puesto.
19
Orfanato.
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aún sentía que no le estaba dando a Micah la oportunidad de elegir. Tucker quería
que Micah lo quisiera a él por lo que él era y no a causa de alguna especie de amor
infantil.
—No va a funcionar.
Tucker se levantó, subió hasta el poste más alto y se sentó. Puesto así, esto
tenía mucho sentido. —Bueno, mierda. —El estado de ánimo de Tucker se elevó,
dejándolo malditamente mareado. Permanecer aquí y tomar a Micah para él
realmente seguía siendo un juego de azar, pero ya no estaba tan asustado después
de hablar con AJ. —Creo que me quedo. O por lo menos viajaría diariamente.
—Ahora que ya hemos aclarado esa cuestión, ¿qué vamos a hacer con el
rancho?. Algo me dice que Duncan no va a dejar las cosas así.
—Sí, algo me dice eso también. Tenía la esperanza de que el matrimonio con
Micah fuera la solución para todo esto. Tengo abogados que están trabajando sobre
esto, pero… —Tucker miró a su hermano, preguntándose si podía confiar en AJ con
lo que estaba pensando. Tucker sabía que Micah y su padre se opondrían a su idea,
eran demasiado orgullosos. Y Micah tenían una visión sesgada de este tipo de cosas
debido a su pasado. No es que Tucker lo culpara. —¿Puedo confiar en que
mantengas la boca cerrada y me dejes hacer lo que sea mejor para todos?.
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 96
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—Probablemente no, pero que me condenen si dejo que tu, papá y Micah se
queden sin nada. Es mi trabajo cuidar de Micah y que pierda el rancho está en
contra de sus intereses. Pero él no querría que impugne el testamento. —Tucker se
pasó las manos por la cara, lamentaba profundamente lo que estaba pensando,
pero sabía que era lo mejor. Solo tendría que impedir que Micah lo averiguara. —
Por lo tanto, le voy a pagar a Duncan para que se vaya. Es el menor de todos los
males.
CAPITULO ONCE
—Oh mierda. —La puerta se cerró, botas golpean en las baldosas del suelo, a
continuación, los brazos de Tucker se enrollaron alrededor de la cintura de Micah.
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Micah no se tomó el tiempo como para mirar hacia atrás a Tucker. Dejó volar
su puño, estrellándolo directamente sobre la nariz de Duncan. El nauseabundo
porrazo y el chorro de sangre fueron como combustible al fuego. El hijo de puta lo
llamaría de esa forma y lo amenazaría por última vez. Empujó a Duncan lejos de él,
contento tanto como podía en ese momento cuando vio como Duncan tropezó con
la silla y cayó sobre su culo con un golpe sordo que sacudió la mesa y las sillas.
Llegando hasta donde estaba Duncan nuevamente, Micah fue parado en seco por
Tucker quien lo agarró y fijó sus brazos a sus costados. —¡Sueltame!.
Con los ojos muy abiertos, Duncan se levantó, agarrándose la nariz. La sangre
chorreaba por encima de su mano y entrecerró los ojos. —Tendrás noticias de mi
abogado. Voy a impugnar el testamento. De ningún modo pienso dejar el rancho en
manos de un par de maricones. —Se volvió y salió de la cocina.
—Vete a la mierda. —La furia hervía en Micah mientras luchaba por soltarse
de las manos de Tucker. Sus gafas se cayeron, estrellándose estrepitosamente sobre
el suelo. —Déjame ir, Tucker. —Micah luchó y luchó, tenía ganas de golpear a
Duncan hasta hacerlo pedazos, pero Tucker lo mantuvo en su agarre.
Eso cabreó aún más a Micah, pero sin importar lo mucho que se esforzara, no
podía soltarse. Finalmente, cuando se quedó sin aliento y sus miembros se habían
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agotado, se hundió en los brazos de Tucker. Micah estaba cansado y quería destruir
algo. Todo se había ido a la mierda. Maldito Duncan. Maldito Tucker. Y maldito
Ferguson por morirse.
Tucker aflojó su apretón, pero no soltó a su presa. Quitó el pelo mojado por el
sudor de la frente de Micah y empujó su cabeza hacia atrás sobre su hombro. —
Todo va a estar bien, bebé.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Micah, pero él se negaba a dejarlas caer.
No, nada estaba bien. Nunca iban a estar bien nuevamente. Con un último esfuerzo
empujó lejos de él los brazos de Tucker y pisoteado con fuerzas subió por las
escaleras hasta su cuarto.
—No te preocupes por eso. No voy a dejar que él se apodere del rancho.
Sí, eso era lo que Micah tenía miedo de que Tucker dijera. Lógicamente,
Micah sabía que Tucker estaba haciendo lo correcto. Duncan no era la parte
inocente. Jeff merecía ser el dueño de “The Bar D”. Él había trabajado duro y le
había dedicado su vida a este rancho. Ferguson nunca le haría esto a ellos, razón por
la cual había redactado el testamento de la manera en que lo había hecho, pero
¿por qué no los protegió a todos ellos?. Sin duda, sabría que el testamento podría
ser impugnado. ¿O no se podía?. Micah no lo sabía. —¿Has hablado con el
abogado?.
—Sí.
—Te estoy tratando como a alguien que tenía una úlcera sangrante a causa
del estrés. —Tucker puso las manos sobre sus caderas y entrecerró los ojos.
CAPITULO DOCE
Como Micah estaba a un lado del pórtico, la voz enojada de Duncan lo hizo
parar en seco.
Micah se quedó donde estaba. El olor del humo del cigarrillo fue a la deriva
hacia él, haciéndolo arrugar su nariz, pero se quedó tranquilo. Probablemente no
debería escuchar disimuladamente, pero Micah pensaba que hacer notar su
presencia tampoco sería tan buena idea, teniendo en cuenta su último encuentro
con Duncan.
—Pero debería ser mío, yo soy el mayor. El rancho me pertenece por derecho
de nacimiento.
¡Por Dios!, Duncan era un idiota pomposo. Micah resopló. ¿Cómo era posible
que Duncan pudiera creer eso, dada la forma en que salió del rancho y de su
familia?. Obligándose a no empuñar sus manos, Micah respiró hondo y se apoyó en
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—¡Eso es pura mierda!. Tu papá no te debe ni una maldita cosa. Él te dio todo
lo que siempre quisiste y lo hubiera seguido haciendo. Tú fuiste el que echó todo a
perder por irte de aquí con Vanessa. Déjate de tonterías, Duncan. Por favor. —El
tono de la voz de su tío era... inusual. La ira se había desvanecido a un timbre de voz
más suave, suplicante.
Micah casi se queda sin aliento cuando se dio cuenta de lo que significaba ese
tono de voz. Juan estaba cuidando de Duncan. ¿Cómo no había visto eso Micah?.
Tenía sentido. El Tío conocía a Duncan desde que era un bebé. Ahora que pensaba
en ello, Duncan no sonaba como él tampoco. No sonaba condescendiente. Parecía
como si él estuviera teniendo una discusión honesta con alguien que sabía... que era
un viejo amigo.
—No. Sabes que te respeto, Juan. Pero quiero a “The Bar D”. Necesito….
¿Qué?. Esto tenía el potencial para ponerse feo. Los músculos de Micah se
tensaron por la anticipación. Se apartó de la barandilla, estaba seguro que habría
problemas.
—¿Qué?. ¿Qué has dicho?. —La voz de Duncan se iba elevando con cada
palabra.
Duncan no parecía haber notado a Micah, solo seguía negando con la cabeza
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y desvió la mirada hacia afuera, hacia los pastos. —Eso es mentira. Mi papá… —La
protesta se esfumó por completo de Duncan. —¿Por qué no me lo dijiste?. —Sus
hombros se hundieron y parecía derrotado. Micah en realidad sentía lástima por él.
—¿Jeff? ¿Oh, quieres saber si es hijo de Ferguson?. Sí, Jeffery es hijo natural
de Ferguson.
Mirando hacia arriba, Duncan vio Micah. Sus ojos se agrandaron y saltó sobre
sus píes inmediatamente. —¿Qué quieres?. —Gruñó, pero su corazón no parecía
estar en ello.
Él sabía muy bien lo que era no tener familia. Esto obviamente era un gran
golpe para Duncan darse cuenta que el hombre que siempre había considerado que
era su padre no lo era. —Nada. Iba a dar un paseo y los oí hablar a ustedes dos. —
Micah miró a su Tío y luego volvió a mirar a Duncan.
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—Yo no soy como tú. Siento que hayas tenido que enterarte de la verdad.
Asintiendo con la cabeza, Duncan dio un paso hacia atrás. Fulminó con la
mirada una última vez a Micah y, a continuación, se dirigió hacia su auto.
El tío frunció el ceño, y casi como una ocurrencia tardía agregó —Y no más
cerveza. No es bueno para tu úlcera.
—Por supuesto que es verdad. —Tío olfateó y se limpió la nariz con la manga.
—No quiero que le cuentes nada sobre esto a los demás.
—Él sabe que yo nunca le mentiría y no creo que vaya a causar más
problemas.
—Espero que tengas razón. —Micah elevó al cielo una oración silenciosa
rogando para que su Tío estuviera en lo correcto acerca de que Duncan no causaría
más complicaciones.
—Tengo razón. Ahora, dime por qué estás aquí a estas horas de la noche. Me
imagino que se trata de Tucker. Por lo general, él siempre ha sido el causante de tus
preocupaciones.
—Pues bueno, desde un mes después que te traje aquí. ¿Qué ha pasado con
Tucker que te tiene tan molesto?. Están casados. Yo creía que eso era una buena
cosa.
—Él me mintió. —Micah cerró los ojos. Maldita sea, le dolía incluso decirlo. —
Todavía me trata como a un maldito niño. Además parece como si fuera un
obstáculo en su camino.
—Él parece tener mucho respeto por tus opiniones. Las personas no le
preguntan a los niños qué hacer para que un rancho se vuelva rentable
nuevamente. Decisiones de millones de dólares no se suelen dejar en manos de los
niños. —Tomando una bocanada de su cigarrillo, Juan exhaló. —Tucker, es un
hombre de negocios, no es un idiota.
—¿Pero cómo sabías que sería yo quien le pidiera ayuda a Tucker?. —Si
Micah no se hubiera sentado, estaba seguro de que sus piernas ya habrían cedido.
—Eres el único que manejaba el dinero. Supuse que tú sabrías mejor que
nadie que tan mal estaba todo. Y pensé que el testamento podría acelerar un poco
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las cosas. —El Tío sonrió de nuevo. —Me alegro de que fuera así. Escúchame, y
escúchame con atención. La vida es demasiado corta como para perder el tiempo,
perrito. No dejes que un malentendido en el camino arruine los anhelos de tu
corazón. El amor no siempre es fácil, pero vale la pena. —Su voz vaciló de nuevo y
volteó la cabeza, como si hubiera algo interesante en el pasto.
Micah miró hacia el campo y no había nada allí. —No estas siendo demasiado
cursi, Tío. ¿No se supone que la mayoría de los vaqueros son anti-gays?. ¿No
deberías estar maldiciéndome y mandándome al infierno en lugar de decirme todas
esas cosas buenas?.
—Claro que lo sabía. Ella era una buena mujer. ¿Por qué crees que la cama de
mi habitación es más grande que la que está en la habitación principal?. Ella sólo
compartió su cama el tiempo suficiente para poder tener a Jeffery.
¡Oh, maldita sea!. El Tío debía estar sufriendo más que cualquiera otro. Micah
no podía ni siquiera imaginar lo que sentiría si algo malo le ocurría a Tucker. Incluso
el que Tucker se hubiera ido no era tan malo, comparado con su muerte. Si Tucker
muriera... Micah sintió como si hubiera tragado vidrio y éste hubiera herido su
corazón.
—¿Alguna vez pensaste que estaba tratando de evitar que te presionaras aún
mas con el trabajo?. Tienes una úlcera, hijo. Suficiente tienes con el estrés, además
de tener que lidiar contigo mismo y tu infame temperamento latino. No puedes
dejar nada a medias. Todo debe hacerse ya o nunca. ¿Qué habrías hecho si te lo
hubiera dicho?. Habrías estado preocupado por eso todo el tiempo. O tal vez, te
habrías preocupado aún más de lo que ya estabas.
Por Dios, ahora el Tío leía la mente. —¿Cómo se hace eso?. Es extraño.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Micah y las sorbió. Debería estar
agradecido con la familia de su madre por lo que hicieron. De lo contrario, él nunca
habría tenido lo que su Tío le dio. —Te quiero, Tío.
CAPITULO TRECE
—¿Tío?.
—Lo voy a intentar. —No iba a ser fácil. Él había protegido a Micah, desde el
primer instante en que se conocieron. Tucker había dejado a Micah y a “The Bar D”
para proteger a Micah.
—Sí. Te amo. Te he amado desde hace tanto tiempo como puedo recordar.
Nunca debí irme de “The Bar D”, pero estaba tan asustado que no fui justo contigo.
Eras tan malditamente joven. Nunca debí tomar…
Micah agarró la cabeza de Tucker y tiró de ella hacia él. Aplastó su boca sobre
la de Tucker en un castigador beso. La lengua de Micah se sumergió en la boca de
Tucker y sus dedos se apoderaron de la cabeza de Tucker, tirando de su pelo, no
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dejándole otra opción a Tucker más que la de someterse. Era incómodo, pero al
mismo tiempo era estimulante. Este era Micah. Su Micah... su marido.
Tucker trazó su pulgar sobre el labio inferior de Micah y le dio un rápido beso.
—Pensé que me ibas a dejar.
Tucker se echó hacia atrás, con una sonrisa en los labios. —Tú eres el infierno
absoluto para mi ego.
Riendo, Tucker negó con la cabeza. Esto era de lo que se trataba una relación.
No sólo eran amantes, sino amigos. Esta conexión entre ellos era lo que Tucker
nunca pudo superar, era lo que él tenía tanto miedo de arruinar al tomar a Micah
como amante. Sin embargo, la resistencia de Micah había sido inútil, entonces y
ahora. Tucker besó la parte superior de la cabeza de Micah y pasó los dedos por su
pelo. —Te equivocas, sabes.
EPILOGO
Un año después
Micah negó con la cabeza y sonrió. Si el Tío montaba más cerca de Devon,
uno de sus nuevos trabajadores del rancho, se iban a triturar las piernas entre sus
respectivos caballos. ¿Cuándo había sido la última vez que Micah había visto a su Tío
tan cautivado y pasando todo su tiempo libre con alguien?. No desde que Ferguson
estaba vivo. Esto hacia que el corazón de Micah se sintiera bien al ver a su tío con
Devon. Y Devon parecía estar disfrutando de la compañía de su Tío. Pescar en el
estanque después de concluir con todas las tareas se había convertido en un hábito
para ellos, así había sido desde una semana después de que Devon había
comenzado a trabajar en “The Bar D”.
Micah estaba tan atrapado en su alegría que ni siquiera se había dado cuenta
de que tenía compañía.
—He venido a buscarte. —Tucker miró más allá de Micah y ladeó la cabeza
hacia un lado, con una sonrisa en su rostro. —¿Cuántos años tiene Juan?.
¿Ochenta?.
—Solo tiene sesenta y nueve. —Micah miró de nuevo hacia donde su Tío
montaba cerca de Devon. —¿Devon, al menos tendrá, unos cuarenta y cinco?.
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 116
J.L. LANGLEY
—¿Eso de "vámonos a pescar" no será una palabra clave para otra cosa?. —
Tucker reflexionó.
—No tengo ni idea, pero me encanta ver a Juan feliz. Perder a Ferguson fue
muy duro para él. Ahora si pudiéramos encontrar una mujer para tu padre.
—Buena suerte con eso. Mi madre lo dejó fuera del mercado de las
relaciones.
—Pero por eso no es por lo que vine hasta aquí. —Buscando en los bolsillos
de sus pantalones cortos de color caqui Tucker sacó algo. Sosteniéndolo en el puño
de su mano, él la abrió y se lo ofreció a Micah.
—La razón por la que vine hasta aquí. —Tucker movió el puño. —Pon tu
mano.
¿Para qué Tucker quería que él hiciera eso?. Micah puso su mano abierta, con
la palma hacia arriba.
—¿Qué es esto?.
Inclinándose hacia adelante, Tucker envolvió una mano alrededor del cuello
de Micah y tiró de él para acercarlo. Tucker presionó su boca contra la de Micah
dándole un beso rápido antes de dejarlo en libertad. —Lee la inscripción.
Sujetando el anillo contra a la luz del sol, Micah leyó el mensaje grabado. Para
mi marido por conveniencia, con amor Tucker.
Alegría pura hizo que Micah alzara la cabeza y riera. Sí, definitivamente, tenía
todo lo que siempre había querido.
SU MARIDO POR CONVENIENCIA 118
J.L. LANGLEY
FIN