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EROTISMO: SEXUALIDAD PLENA, AUTOCONOCIMIENTO Y SALUD

Rafael Mejía
Aprender a experimentar y gozar las sensaciones corporales sin culpabilidad no es una utopía; tampoco lo es
entender a la sexualidad como una celebración jubilosa de la vida. Ambas ideas son alcanzables y pueden
materializarse a través del erotismo, el antiguo arte de dar y recibir placer.
A inicios del siglo XXI podemos presumir que los adelantos tecnológicos nos permiten vencer enfermedades
que eran incurables, gozar de confortable vida en el hogar y recibir información de lo que ocurre a
kilómetros de distancia en unos cuantos segundos; también es posible afirmar que los avances científicos
nos han permitido conocer al Universo y los fenómenos naturales con gran detalle, como nunca antes en la
historia. Sin embargo, siguen siendo malos tiempos para gozar con nuestras sensaciones, atreviéndonos a
ser libres ante las limitaciones que nos imponen la moral o los estereotipos de belleza.
¿Cuál es el resultado de esto? En muchos casos, seres humanos solitarios, incapaces de identificar nuestras
emociones y de expresar lo que sentimos, con mal humor y falta de vitalidad, angustiados por ser aceptados
antes que aceptarnos a nosotros mismos y quienes muchas veces preferimos mantener relaciones virtuales
por Internet antes que en persona.
El panorama es abrumador, pero existe una alternativa que propone vivir con una perspectiva distinta,
valorando nuestros sentidos, emociones y cuerpos a través de las experiencias cotidianas. Se trata del
erotismo, viejo conocido de la humanidad que, como dice Ana Cerón, especialista en la materia, bien vale
reconsiderar.
En entrevista para saludymedicinas.com.mx, comenta que “mujeres y hombres somos seres eróticos por
naturaleza que practicamos diferentes eróticas, es decir, relaciones que generan placer. Puede haber una
erótica entre el paciente y su médico, entre alumno y profesor, además de la que se da entre los amantes.
Finalmente, el goce es parte de todos nosotros y es tan importante como respirar”.
A fin de aclarar el concepto erotismo, Ana Cerón explica que hay cinco palabras que mucha gente cree que
son sinónimos, pero que al definirlos muestran sus diferencias:
Sexo. Condición orgánica que diferencia a la hembra y al macho.
Sexualidad. Es la relación que se practica con la pareja, cualquiera que ésta sea, y tiene que ver con el
estudio de la genitalidad y la reproducción.
Sensualidad. Se trata del despertar de los sentidos a través de las sensaciones.
Pornografía. Exhibición directa del coito.
Erotismo. Arte de dar y recibir placer, parte sublime del deseo que no expone necesariamente, pues le
basta con evocar.
Además, indica que el erotismo va de la mano de la sexualidad, pero no dependen uno del otro, ya que
“puede haber momentos eróticos sin sexo y momentos sexuales muy robóticos”. Tampoco es amoroso, sino
sensitivo, pues “es posible no amar a alguien e incluso así tener sensaciones sublimes con esa persona”.
Categórica y elocuente, expresa: “El erotismo no se enseña; más bien, se practica y se cultiva. Está dentro
de nosotros y lo descubrimos al experimentar poco a poco, con paciencia, como al cuidar a una planta que
crece. En Occidente tenemos la idea de que el orgasmo es el objetivo de una relación sexual, mientras que
en Oriente es el momento en que el placer llega a su fin. Esa perspectiva le da mayor valor a lo que se
experimenta antes, y cada quien puede hacer ese giro en la idea, sólo es cuestión de darse la oportunidad”.
Homo eroticus
Ana Cerón ostenta un título que genera curiosidad: es erotóloga. Al respecto, recuerda que “La erotología
tiene una historia de cinco mil años, sólo que desapareció durante el oscurantismo (o Edad Media, que
transcurrió entre los siglos V y XV, durante los que el avance científico y tecnológico en Europa fue
prácticamente nulo) y pasó mucho tiempo para que volviera a mencionarse. El psicoanalista francés Jacques
Lacan (1901-1981) fue quien la trajo de vuelta, y gracias al debate que reabrió podemos decir que la mente
es el campo de estudio de psicólogos o psiquiatras, la genitalidad de sexólogos, urólogos o ginecólogos, y la
conexión divina entre estos dos universos son las sensaciones. El erotólogo es quien se fija en este aspecto
para crear una totalidad”.
El estudio de las sensaciones es importante desde temprana edad, incluso desde los 2 ó 3 años, aunque en
la infancia no se relaciona con la sexualidad, sino con el autoconocimiento. “Un niño al que se le enseña a
distinguir qué color le gusta, o que sabe si prefiere algo frío o caliente, reconoce y entiende lo que siente
dentro de su cotidianidad. Es un mejor ser humano que no se va a quedar con coraje ni con ganas de
expresarse, porque se entiende a sí mismo”.
Este conocimiento también es imprescindible para ser buen amante. “Es muy fácil quedarse dormido al
acariciar a la pareja mientras se ve la televisión, porque no hay interacción de pieles, pero si al tocar a mi
amante me doy cuenta de que hay formas, calor y texturas, empiezo a integrar mi relación y a lograr un
ideal universal: la fidelidad. Esto pasa porque ya no le voy a ser fiel a una cara bonita o a un súper cuerpo,
sino a las sensaciones que esa piel produce en mí. Eso es erótico y eso busca la erotología”.
Además, Ana Cerón añade que una persona que reconoce sus sensaciones a través del erotismo y que las
vive como algo natural y sin culpa tiene orgasmos más satisfactorios, los cuales, por cierto, se ha probado
que son necesarios y saludables, pues ayudan a producir hormonas necesarias para la sana supervivencia
del ser humano. En contraparte, el desconocimiento hacia nuestro propio cuerpo es responsable de
disfunciones como eyaculación precoz y anorgasmia.
Cuando un niño pequeño explora su cuerpo y acaricia su pene “siempre le dicen que no se toque; cuando
llega a la adolescencia y se masturba, lo hace lo más rápido posible porque creció con la idea de que lo que
hace es malo, sólo estimula su glande para lograr una eyaculación y no explora sus sensaciones. Más
adelante, cuando está con una mujer, la ansiedad por penetrar es tan grande que no le deja explorar el
cuerpo de su pareja, y cuando la penetra eyacula precozmente. La mujer se frustra porque no tiene
oportunidad de sentir un orgasmo, pero no se atreve a decirlo porque le enseñaron que si pedía placer era
una loca”.
Estos tabúes son trasmitidos de padres a hijos y se acentúan cuando los jóvenes buscan información y
experiencias sobre sexualidad, a las cuales acceden mediante amigos, revistas, películas y páginas de
internet pornográficas, o acudiendo a una sexoservidora. El resultado es una visión distorsionada de la
relación de pareja y de las sensaciones corporales.
Los beneficios del erotismo en cuanto a este punto son notables, pero no sólo se restringen a la esfera
sexual. “El autoconocimiento tiene una repercusión muy interesante a nivel social y psicológico, pues aunque
no estés de acuerdo con otra persona al menos la vas a comprender o te puedes poner en su lugar, y eso
pasa porque te has tomado el tiempo de entenderte a ti. En general, no tenemos consideración por los
demás porque no nos la tenemos a nosotros mismos”.
También la autoestima se beneficia notablemente, al grado de que “se deja de vivir de acuerdo con los
estereotipos que te presentan en las revistas u otros medios de información. Al ser fiel a sus sensaciones,
una persona se da cuenta de que no tiene que cumplir con ciertas cualidades corporales para ser alguien, y
al estar con su amante piensa: ‘mi lonjita es mía y no vas a apagar la luz'. Además, quien ha desarrollado su
erotismo deja de seguir la moda, usa lo que le agrada y se ve bien. Si le preguntas a las jovencitas por qué
usan ombliguera, te van a contestar que porque así se usa; a mí me agradaría que me dijeran: ‘porque me
gusta que el viento me bese el ombligo'”.
En cuanto a la comunicación en el matrimonio, ésta se vuelve más abierta y sincera, porque hay mayor
comprensión de las sensaciones propias y del cónyuge. “Los juegos y el atrevimiento te llevan a lograr una
complicidad con tu pareja, y ésa puede ser la mejor locura de esta Tierra. Con el erotismo ambos se sienten
incluidos, ambos participan”.
Naturaleza humana
Con tristeza, la erotóloga reconoce que en nuestros días se ve a la sexualidad como algo pecaminoso, sucio,
obligatorio, rápido, subjetivo y egoísta, cuando en otros momentos históricos era tan valiosa que se
consideraba como una forma de estar cerca de Dios. “Hoy los genitales son prohibidos, escondidos y no
puedes hablar de ellos, siendo que antes la mujer conocía y ejercitaba su tracto vaginal, sus puntos de
placer; vivía y gozaba de la sensualidad. Hoy le preguntas a un varón si conoce el vástago o el frenillo de su
pene y no lo sabe, cuando antes hasta tenían un lugar para guardar su energía sexual. Lo que ahora
llamamos masturbación era una disfrutable práctica en la búsqueda del placer en solitario con propósitos
divinos.
Debido a esta dificultad, el desarrollo y aprendizaje de las artes eróticas debe tomarse con paciencia y
constancia, pues se trata prácticamente de reeducarnos en distintos aspectos. En esta tónica, Ana Cerón
escribió el libro Iconos de placer , en el que se incluyen relatos cortos que llevan al lector a redescubrir las
sensaciones de su cuerpo en la práctica cotidiana.
La intención de los relatos es difundir la idea de que la sensualidad y el erotismo son cotidianos y viven en
nosotros. “En el libro se incluye una observación que me parece muy importante: ‘usted no necesita estar
rodeado de velas, frente a una chimenea, bebiendo cognac entre pieles y escuchando música de saxofón
para lograr el ambiente perfecto y así disfrutar de la intimidad'. En efecto, en un matrimonio se vive con los
niños que lloran y ensucian las sábanas en que duermes, el teléfono suena mientras tienes relaciones y los
orgasmos no son con tantos gemidos como en las películas. La propuesta es que el placer y la vida diaria no
tienen por qué estar en contra, y que para vivir una experiencia erótica no es necesario preparar una gran
cena; basta con que los cónyuges se den de comer en la boca, por ejemplo”.
La erotóloga va más a fondo: “Los seres humanos somos tan eróticos que bajo la regadera, cuando el agua
quita la espuma que cubre el cuerpo, puedes sentir como si se tratara del amante desesperado que te
arranca esa ropa transparente. Si se está abierto a experimentar las sensaciones, un beso puede ser más
íntimo que una relación sexual, escuchar la respiración de tu amante mientras duerme puede ser
increíblemente sensual, y cerrar los ojos y decir de memoria cómo es la espalda de tu pareja es sublime.”
En lo que se refiere al uso de recursos externos en la relación de pareja, afirma categórica: “¿De qué sirven
100 juguetes sexuales si no se sabe qué hacer con ellos? ¿Para qué se quiere una erección de una hora con
una pastilla si no se sabe qué hacer con ella 10 minutos? Lo importante es entenderse primero, saber qué
espera el individuo de su sexualidad, y ya que se tiene una madurez al respecto y con la pareja, se puede
probar algún juguete o factor externo a sabiendas de que no sustituye algo, sino que es un complemento”.
Para contribuir en el despertar de la sensibilidad, Ana Cerón ofrece periódicamente talleres sobre erotismo.
En ellos, además de que se busca que individualmente o en pareja se conozca la reacción del cuerpo a las
caricias y se experimenta con las sensaciones para definir cuáles son o no agradables, incluyendo la
percepción de texturas, aromas y sabores, ha descubierto que los participantes enfrentan algunos obstáculos
comunes para dejarse ejercer su sexualidad sin culpa.
En el caso de los hombres, asegura que siguen dando mucha importancia al tamaño de su pene; “yo no sé
quién inventó esa idea, pero el tema los trae de cabeza”. En el de las mujeres, es común que sientan que no
pueden tener relaciones plenas si no cumplen con los estereotipos de belleza socialmente impuestos. “Hay
muchos tabúes y falta de información; lo descubro, por ejemplo, cuando veo la impresionante cantidad de
mujeres que, independientemente de su edad, no se han tocado un seno ellas mismas o se ocultan en la
ropa por la idea de que una vagina es fea y sucia”.
Por ello, la erotóloga concluye: “Los convencionalismos sociales y las expectativas de lo que debemos ser
son las que rompen nuestra integridad. Una mujer que vive su erotismo deja de buscar hombres para que la
alaben y la reconozcan, porque ella misma lo hace. El varón deja de pensar en tener la aprobación de otros
manteniendo relaciones con varias mujeres, y entiende que es más hombre cuando logra satisfacer a una
chica por mucho tiempo”.
“No digo que se rompa todo el orden, sino que debemos atrevernos a reconsiderar lo que nos enseñaron
alguna vez. No nos hemos dado el tiempo y la oportunidad de definir esta temática, y por ello tenemos niños
asustados y mujeres que se valoran por un himen. Sería importante que la gente se atreva a sentir, sin
olvidar que ser sexualmente pleno es una gran responsabilidad, porque aprendes a tomar tus propias
decisiones y no hay manera de que le eches la culpa al mundo por lo que te pasa”, finaliza Cerón (correo:
iconosdeplacer@aol.com).

1. REVISA LA INFORMACION, ANALIZA Y REALIZA UN MAPA DE CONCEPTOS


2. POR ULTIMO ESCRIBE UNA CONCLUSION

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