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Capítulo Criminológico Vol.

36, Nº 2, Abril-Junio 2008, 5-39


ISSN: 0798-9598

LOS CRÍMENES DE ODIO: DISCURSO POLITICO


Y DELINCUENCIA VIOLENTA EN VENEZUELA.
EL RESPETO A LAS DIFERENCIAS Y EL ROL DE
LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EN VENEZUELA EN
LOS INICIOS DEL SIGLO XXI

Lolita Aniyar de Castro*

* Fundador Instituto de Criminología, Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela.


E-mail: calcal85@yahoo.com
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 7

RESUMEN
Hoy pasaremos revista a los llamados Crímenes de Odio, y a la
concepción de “enemigo”, tanto en la vida social como en el
Derecho Penal contemporáneo. Y, por último, al preocupante
crecimiento de la delincuencia violenta en Venezuela. Esto últi-
mo se refiere en relación a las dificultades para la prevención
del delito, frente a un discurso político orientado a construir y
destruir al enemigo, el cual podría formar parte de las técnicas
de neutralización hace tiempo descritas en Criminología. Todo
ello dentro del marco de varios elementos que consideramos sig-
nificativos para la Criminología Crítica en la época actual, tales
como el derecho a la diferencia, y el reclamo de libertad para
expresar la riqueza y variedad del espíritu humano.
Palabras clave: Prevención, violencia, discurso político, técnicas de neu-
tralización, irradiación y encadenamiento.

HATE CRIMES: POLITICAL DISCOURSE AND VIOLENT


DELINQUENCY IN VENEZUELA.
RESPECT FOR DIFFERENCES AND THE ROLE OF CRITICAL
CRIMONOLOGY IN VENEZUELA AT THE BEGINNINGS
OF THE XXIST CENTURY

ABSTRACT
This study reviews so-called hate crimes and the concept of
“enemy” in both social life and contemporary criminal law, and
finally, the worrisome increase of violent delinquency in Vene-
zuela. The latter is mentioned in relation to difficulties preven-
ting crime when faced with a political discourse oriented to
constructing and destroying the enemy, which could be part of
the neutralization techniques described long ago in criminology.
All of this takes place within a framework of various elements
considered significant for critical criminology in the current age,
Recibido: 28-11-2007 • Aceptado: 07-03-2008
Lolita Aniyar de Castro
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such as the right to difference and the claim for freedom to ex-
press the richness and variety of the human spirit.
Key words: Prevention, violence, political discourse, neutralization te-
chniques, irradiation and linking.

UNA APROXIMACIÓN DESDE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA

Recordemos que la Criminología Crítica surge de una reflexión radical


sobre la problemática social vista en su totalidad estructural, algo que era ine-
xistente en la Criminología tradicional. Nace cargada de angustia por las in-
justicias sociales que se hacían más agudas en el último eslabón de la cadena
del ejercicio del poder económico y su concomitante político: la delincuencia
y la prisión. La Criminología del Control Social, en general, y del Control Pe-
nal, en especial, surgen luego con investigaciones de campo concretas sobre
la selectividad de los mismos, y sobre el ejercicio del funcionariado político y
público, tanto en la esfera de las definiciones legales, como en lo policial, lo
judicial, el acceso a la justicia, la defensa pública, y la realidad penitenciaria.
A raíz de las investigaciones históricas de la Escuela de Boloña sobre
el origen del Sistema Penal Liberal, que pusieron de manifiesto su dimen-
sión clasista, este Sistema Penal, que demostró tener dualidades, o al menos
un doble discurso, había empezado a recibir acusaciones graves. Como
aquella Escuela Clásica aparecía ser sólo para propietarios, hizo que se mi-
rara con sospecha al mismo Derecho Penal Liberal, con su carga de Dere-
chos Humanos. Especialmente cuando se constataban los desajustes entre
Ley y realidad. No pretendo, por supuesto, hacer un relato de los muchos
matices, y movimientos engendrados por estos movimientos críticos, im-
portantísimos, y aún válidos en sus líneas centrales; sino señalar lo que esta
criminología, en la dialéctica histórica en la cual debía metodológicamente
moverse, ya había señalado: que el rechazo frontal al Derecho Penal Liberal
prácticamente nos hacía, como se ha dicho”, botar al niño junto al agua de
la bañera”; niño que, por cierto, los garantistas se ocuparon de recoger.
Sin embargo, después de haber destruido el sólido entramado ideoló-
gico de la vieja criminología, la criminología crítica no pudo menos que se-
guir rechazando las formalidades puras de la ley, y rescatando lo sustancial
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 9

detrás de la apariencia. Ella ha ido, por su lado, sosteniendo la importancia


de un imperativo iushumanista en el Derecho y en el ejercicio de sus institu-
ciones. No basta, hemos dicho otras veces, que se nos obligue a través de la
Ley, la cual es coyuntural: es necesario que nos rija el Derecho, en su más
profunda y progresiva acepción axiológica. Es así como, en su camino, la
criminología crítica se revistió con el discurso universalmente legitimante
de los Derechos Humanos, y postuló la necesidad de defender todos los de-
rechos para todos; asumió el compromiso con el cambio y, de acuerdo a las
palabras de uno de los maestros de esa Criminología, Alessandro Baratta,
entendió que la emancipación de unos tiene que contribuir a la emancipa-
ción general. Frase importante, sin duda, pero de difícil concreción. Así
hasta el pensamiento sistémico, Luhmann originalmente a la cabeza, intentó
ajustar, -más bien equilibrar-, los tiempos de la satisfacción de los diversos
grupos sociales.
Lo más significativo es que, de un golpe, el criminólogo se encontró
perplejo ante el paradigma etiológico. Se dio cuenta de que Crimen (defini-
ción y trasgresión), Derecho (existente y posible), Política (teoría y prácti-
ca), e Historia (con sus dimensiones aparentes y ocultas), constituían un te-
jido indisoluble que no podía obviarse.
Así, en el vértice de esas implicaciones, y en el devenir del pensa-
miento, no ha resultado fácil definir lo que es un criminólogo, al menos lo
que es un criminólogo crítico1.
De manera que, en la cúpula de las preocupaciones, se han mantenido
tres principios: a) la duda metódica sobre el Poder y su ejercicio; b) la nece-
sidad de que la crítica sea consistente y permanente, en cualquiera de los es-

1 Como decía BARATTA: La Criminología Crítica no se expresa en un manual que


agota el objeto, sino que toma cuerpo en un grupo de investigaciones específicas.
Tampoco sería el conjunto de los discursos de quienes se denominan criminólogos
críticos. Es más bien un concepto clasificatorio. Sería Criminología Crítica la que es
un “saber aplicado a la cuestión criminal, en el que la teoría de la definición (“labe-
lling approach”) es usada correctamente, decir, tomando en cuenta 1) Los procesos
subjetivos de definición, y 2) Las estructuras de la realidad que los condicionan.
3) La dinámica entre subjetividad/objetividad (cada actor implicado, y los operadores
de la “ciencia” están sujetos a subjetividad”.
Lolita Aniyar de Castro
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cenarios sociales y políticos; y 3) el objetivo de que los seres humanos sean


percibidos en función de su realización total, sin marginaciones y en el ejer-
cicio posible de la felicidad.
América Latina, Venezuela, el Zulia, la Universidad del Zulia y el Ins-
tituto de Criminología que hoy organiza este evento, han sido protagonistas
de excepción en la construcción de un pensamiento alternativo.
Hoy tenemos entre manos, por no decir entre libros, un cúmulo de
contenidos del concepto de Derechos Humanos, los cuales fueron necesa-
riamente evolucionando de acuerdo a sus determinaciones históricas y del
mismo movimiento del poder asambleísta internacional. Constantemente,
nuevos derechos se imponen en la conciencia global. Tantos, que a veces
sus articulaciones se han convertido en el ápice de la discusión.
Esa discusión, entre otras, ha producido las siguientes paradojas:
Las paradojas de la igualdad, la diversidad y la libertad
La historia del último siglo, no sólo en los debates que dieron origen a
la primera Declaración de los Derechos Humanos, sino aún en la teoría y en
práctica de los amparos judiciales se ha estado debatiendo entre la libertad y
la igualdad. Sistemas basados en la una o en la otra, lo han hecho a través
de diversas formas de violencia, generalmente institucional. Porque, a pesar
de que ha sido suficientemente decretado en los niveles internacionales que
los Derechos Humanos son indivisibles, no se quería aceptar que la una no
podía existir sin la otra. Así, el tema se tensiona entre diferentes paradojas.
Primera paradoja: Iguales pero desiguales
A través del tiempo, se fueron elaborando tres diferentes concepciones de
igualdad: 1) la igualdad ante la ley; 2) la igualdad de oportunidades; y 3) el fa-
vorecimiento desigual del más débil para elevar su nivel de oportunidades y
por lo tanto hacer más viable su aspiración a la igualdad. Aún en su implícita
contradicción, aparece esta última como la opción más justa y la más eficaz.
Segunda paradoja: Iguales, pero diferentes:
Aceptar el necesario derecho a ser tratados de manera igualitaria, im-
plica el reconocimiento de la diversidad.
“Los diferentes” pueden llegar a ser una mayoría significativa, si nos
referimos a un sólo punto de emisión de la ley, de los valores y de lo permi-
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 11

tido. Con lo cual, este será la brújula para saber en cuál lado están los dife-
rentes. Si en el lado del poder o en el lado de los sometidos. También aquí
se presenta, de nuevo, el Poder, como “poder de definir”2. Ser diferente,
pues, es solamente el producto de una etiqueta de normalidad, y como tal
está sujeto a todas las características del etiquetamiento.
Tercera Paradoja: La globalización produce fragmentación (o
“globalización ma non troppo”).
Sabemos que el siglo XX fue el del advenimiento de los movimientos
globalizantes, no sólo en lo económico y lo político, sino en lo cultural. Los
media se encargaron de intentar la uniformidad ideológica. Pero, mientras
las fronteras geopolíticas se hicieron laxas para algunos, otras fronteras, es-
pecialmente las culturales, se endurecieron. La tensión vino entonces a con-
centrarse en las consecuencias de los desplazamientos mundiales y en el re-
nacimiento de los racismos.
El siglo XX fue también el siglo de las descolonizaciones. Muchas na-
ciones dominadas emergieron con sus reclamos de identidad y autonomía,
es decir, de libertad, pero también con el odio de conflictos reprimidos tan-
tos años. El llamado a liberar las diferencias desbordó el mundo con enfren-
tamientos nacionales, religiosos, culturales, o tribales, después de la simbó-
lica caída del histórico Muro, y se convirtió en el sustituto de la Guerra
Fría3. No puede ocultarse tampoco la bullente rebelión de la biodiversidad

2 Nils Christie abre con esa frase su exposición sobre la posible definición de la violencia
en el XXIII Curso Internacional de Criminología.
3 Los acontecimientos recientes de expresión cultural (religiosa, étnica, ideológica) en Afga-
nistán, Irak, Palestina e Israel, -aunque hayan sido manipulados en beneficio de intereses de
otro tipo por países hegemónicos-, llevaron a situaciones francamente delictivas, como el te-
rrorismo, el exterminio, la tortura, las prisiones sin jurisdicción de Derechos Humanos, y
hasta la “limpieza de sangre”. El terrorismo ETARRA en España, también, como, en su épo-
ca, Argelia; como en el caso del IRA, y ahora en el kurdistán; como la terrible masacre béli-
ca de Croacia; como las aspiraciones de Kosovo hoy desalentadas por Serbia y la Unión Eu-
ropea, -por sólo citar los casos más publicitados actualmente-, todo ha tenido y tiene que ver,
fundamentalmente, con un sentimiento de diferenciación histórica. Aunque toda clase de in-
tereses espurios, como el negocio del marfil, de diamantes u otras riquezas naturales, y el ne-
gocio de la industria armamentista, aparecieron como las causas de algunas bárbaras guerras
intestinas en África, en realidad dejaban en la sombra las legítimas aspiraciones de indepen-
Lolita Aniyar de Castro
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humana presente en los enfrentamientos tribales, aún disfrazados de simples


luchas por el poder.
Cuarta paradoja: Diferentes, pero iguales
El reconocimiento de la diferencia solicita el reconocimiento de un
tratamiento político igualitario, es decir, no discriminatorio.
Una lucha pues, por los derechos de los etiquetados como diferentes,
especialmente su derecho a ser reconocido y respetado como tal, es una lu-
cha contra la opresión, a favor de quienes, en un momento determinado,
aparecen como los más débiles en una escala social.
Por lo tanto, fue también el siglo en el que se entró a reconocer la di-
ferencia.
Y una paradójica conclusión: El reconocimiento del derecho tanto
a la igualdad como a la diferencia, es el reconocimiento del derecho a la
libertad
Así los movimientos modernos han sido portadores de revoluciones
básicamente culturales, reconocedoras de la diversidad, y por ello pro-
fundamente libertarios. De la crítica a la aldea global y de la unidimen-
sionalidad humana, surge la necesidad de oponerse a cualquier unidi-
mensionalidad que mutile la riqueza del espíritu humano. De la constata-
ción de la enorme riqueza posible de los conocimientos e intercambios
entre pueblos, etnias, e individuos, surge también el derecho humano a
expresarse públicamente y a la información. Tal vez por eso, del mayo
francés del 68, al mayo venezolano del 2007, (ambos liderados por estu-
diantes) la expresión “prohibido prohibir” ha sido común denominador.
De allí que no nos acostumbraremos fácilmente a que (en vez de
que “todo lo que no esté prohibido está permitido”, que es el reconoci-
miento básico de la libertad, pues todo lo que resta, que es mucho, es li-
bertad, estemos presenciando la amenaza de que “todo lo que no esté
prohibido sea obligatorio”4.

dencia, de respeto y de autonomía étnica que allí existen.


4 Según frase de Manuel Caballero.
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 13

Me gustaría utilizar, aunque sea con las explicaciones del caso, un


término ecológico, el de “biodiversidad”, al cual intento darle más un sen-
tido cultural e ideológico que el tradicional. El término me parece adecua-
do porque, de alguna manera, en el ámbito de los seres humanos, las di-
versidades, tanto físicas como culturales, son inherentes a la variopinta
naturaleza humana y tienen la misma dignidad. Cualquier ejemplar del
Nacional Geographic Magazine, por decirlo de manera anecdótica, nos en-
señará que las diferencias son tanto o más importantes que las semejanzas.
En efecto, la naturaleza se integra a la historia acumulada de los seres hu-
manos (o viceversa). Y esa es la historia del nacimiento y crecimiento de
las ideas, de los valores y de las actitudes. Jung hablaba de subconsciente
colectivo. De esta manera, historia y naturaleza llegan en un momento a
confundirse. Y esa diversidad es, en primer término, la mayor y más es-
pontánea resistencia al mensaje globalizador.
Quiero fundamentar, pues, digamos que “criminológicamente”, sobre
esta biodiversidad humana, que es esencial y universal, el respeto a las dife-
rencias que, en sí mismo no es otra que, repito, un reclamo de libertad. Y
con esto seguimos estando en el ámbito de los Derechos Humanos.
Con estos antecedentes: ¿Qué tema emergente, hoy, debe enfocar la
Criminología Crítica, hoy reformulada como Criminología de los Derechos
Humanos? ¿Cómo verlo en la dimensión de la Venezuela contemporánea,
su política, su delincuencia violenta y sus conflictos?
Nos parece que deberíamos partir del tema de los llamados “crímenes
de odio”.

LOS CRÍMENES DE ODIO, Y “EL ENEMIGO”

Los crímenes de odio, que son crímenes contra los diferentes, tienen
una bibliografía ya grande, que se ha incrementado con los acontecimientos
finiseculares mencionados.
¿Qué son los “delitos de odio”? Concepto acuñado en 1985, algunos
definen los delitos de odio como crímenes motivados por el rechazo de un
grupo social identificable. Generalmente se trata de grupos definidos por
raza, religión, orientación sexual, discapacidades, etnicidad, nacionalidad,
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edad, género, grupo social o afiliación política6 Ejemplo característico de


los delitos de odio han sido el nazi-fascismo y el Ku Klux Klan.
Pero como suele suceder con las definiciones en el campo jurídico,
ésta también depende de la voluntad dominante. Eve Gerber, por ejemplo,
relata que en los Estados Unidos, donde existe The Hate Crimes Prevention
Act of 19997, que los considera delitos federales, la definición de crímenes
de odio es variable en las diferentes leyes estatales que existen sobre el
tema: veintiún Estados norteamericanos incluyen la discapacidad mental o
física en sus listas. Veintidós incluyen la orientación sexual. Tres Estados, y
el Distrito de Columbia imponen penalidades más fuertes para los crímenes
basados en la afiliación política.
A cualquier definición que asuma las características generales de los
crímenes de odio, podríamos agregar categorías de personas que son asesi-
nadas o perseguidas por sus características personales, funcionales o socia-
les, como, por ejemplo, los ciudadanos en situación de calle (mendigos, per-
sonas con problemas mentales, menores, ciudadanos sin hogar); policías,
periodistas; o a los ricos, o a la clase media, a los que usan corbata, o a
quienes no comparten la misma ideología.
Aunque los juristas han declarado que no tiene sentido prever los deli-
tos de odio en la legislación, pues se trataría de castigar sólo la motivación
y no una conducta cuya penalidad ya está prevista en las leyes penales, por
el impacto que tienen en lo más básico de los Derechos Humanos, ha habi-
do interés en agravar de manera especial, penas por la jerarquía ofensiva del
acto, además de lo que algunas legislaciones, aún las más antiguas, han de-
nominado, como en nuestro país, “motivos fútiles o innobles”8.

6 Vid sobre lo datos aquí citados, la palabra Hate Crimes en Wikipedia online.
7 Sólo si el crimen ha sido motivado por raza, religión, origen nacional o color. Además, el
agresor debe intentar impedir que la víctima ejerza un derecho protegido federalmente.
8 El National Institute of Mental Health basò su primer estudio mayor sobre las conse-
cuencias de los delitos de odio, concretándose a el delito homofóbico. La investigación
preliminar indica que los delitos de odio tienen efectos psicológicos mayores que los que
han tenido una motivación diferente.
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 15

El odio al diferente, o su desprecio, tienen variables múltiples. Por eso


más que referirnos a ellos hoy como “crímenes de odio”, -que es una deno-
minación con caracteres puramente emocionales y aparentemente al margen
de concretas relaciones sociales-, podríamos hablar de crímenes motivados
por las diferencias.
Dos categorías de “enemigos”
Encontraremos semejanzas entre dos categorías que sólo aparentemen-
te son contrapuestas, pues ambas que son categorías de “enemigos”.
1) Por una parte, tenemos una cierta categoría de delincuentes, consi-
derados como “enemigos”, de acuerdo a la propuesta del Derecho Penal del
Enemigo, el cual los confronta con los “ciudadanos”, y cuyas garantías pre-
tende atenuar bajo la coartada de vivir en la actualmente llamada “sociedad
de riesgo”. En la perspectiva de Jakobs, ellos se habrían voluntariamente
autoexcluido. Por lo cual se consideran “diferentes”.
2) Por la otra, están las víctimas de los delitos de odio. Estas son, sim-
plemente, por construcción social o política, “diferentes”.
En ambos casos, los sujetos considerados enemigos, son “no-perso-
nas”, “no-ciudadanos”: la desvalorización previa de la víctima es una
constante en la literatura criminológica, algo que ya habían tomado en
cuenta algunos psicólogos y criminólogos clínicos al analizar los proce-
sos motivacionales de los delincuentes. Fue inclusive tema predilecto de
la literatura (recuérdese el ejemplo del Raskolnikof de Dostoievski en
Crimen y Castigo, y todas las explicaciones que construye para conside-
rar que su víctima merece morir).
Las víctimas, en ambos casos, se consideran sujetos fungibles, indetermi-
nados, contingentes: cualquiera que reúna las características que configuran al
enemigo a destruir o al enemigo delincuente, pueden ser víctimas: no hace falta
una relación personal. Por lo tanto, tampoco lo que identifica la dinámica de la
violencia cometida puede considerarse provenir de un déficit social de quien
los elimina, o los excluye de los derechos y garantías.
En ambos casos, quien los comete se atribuye la representación de la
sociedad entera y una actitud positiva de restituir la justicia social, obrando
sobre “el enemigo”.
Lolita Aniyar de Castro
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A la vez el Derecho Penal del Enemigo, se convierte en un sistema


auto referenciado (según la fórmula de Jakobs de que el Derecho Penal no
vale nada si no sirve para garantizar el orden y el funcionamiento del siste-
ma). Por lo tanto, está regido por códigos y lógicas de guerra. También en
esto último hay semejanzas entre el enemigo en el derecho penal y el “ene-
migo –víctima de los delitos de odio”.
El Diferente como Enemigo, visto en la perspectiva de la crimino-
logía tradicional
El crecimiento del racismo y el neo-nazismo en Europa y en Estados
Unidos, en gran parte debido a las incontenibles migraciones producto de la
mencionada globalización del mercado, se manifiestan claramente tanto en
el tipo de la investigación que se hace en las criminologías de esas regiones,
como en la fenomenología, del control formal.
El inmigrante, al ser “otro”, despierta temores y odios; es “distinto”9,
y por lo tanto, su exclusión de los servicios públicos, su sometimiento a me-
didas administrativas que son, por su naturaleza, penas; la humillación en
las condiciones de acumulación humana en campos de concentración para
la deportación, son la cara de un nuevo binario amigo-enemigo, según la
terminología shmittiana10.
El concepto de “enemigo” es más grave en el terreno criminológico,
que cuando se considera la expropiación de las garantías en alguna doctrina
penal y ya en muchas legislaciones tanto americanas como europeas. Los
Patriot Acts posteriores a la destrucción de las torres gemelas son un ejem-
plo, pero tanto en España, como en Francia, Italia e Inglaterra se han ido ce-

9 Hay una reiteración en la criminología americana de las investigaciones sobre “razas” (utili-
zan inclusive el cuestionado y proscrito término de raza, más que el de etnicidad), para seña-
lar una posible etiología de la violencia, a veces insisten en los orígenes nacionales (mexica-
nos, colombianos, puertorriqueños, cubanos, Otras insisten en denominarlos a todos, unifor-
memente, como pertenecientes a una peregrina raza llamada “hispana”, hasta en los docu-
mentos oficiales norteamericanos, con la que se presume una confusa unidad donde coexisti-
rían diferencias culturales, e inclusive históricas, desde el Río Grande hasta la Patagonia. No
sólo estas denominaciones son discriminatorias, y potencialmente capaces de instar a críme-
nes de odio, sino que son científicamente inconsistentes.
10 Vid. RESTA Federica, Ibíd.
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 17

rrando las tenazas sobre el extranjero como nuevo enemigo, y el concepto


de “frontera”, de origen típicamente militar, ha comenzado a tener nuevos
sentidos en la nueva Política Criminal.
Esto puede extrapolarse sin mayores dificultades al control penal sub-
terráneo (lesiones, torturas, detenciones ilegales, sentencias condenatorias o
más severas), donde dicha expropiación se realiza alegremente y sin necesi-
dad de mayores teorizaciones, pues es generalmente impune. Este control
penal, generalmente sostenido por un cierto desinterés, cuando no entusiasta
apoyo, por parte de la colectividad, -lo que Smauss denominó “distancia so-
cial”, y “prohibición de coalición”-, se alimenta de estereotipos y de ele-
mentos emocionales trasmitidos y aprendidos (intolerancia, rechazo de la
diferencia, un sentimiento de repulsión, o simplemente incomprensión, la
que generalmente es también ignorancia y rusticidad). Esto es también apli-
cable a los crímenes de odio. Eso explicaría a su vez las racionalizaciones
de muchas de las llamadas “ejecuciones extrajudiciales”.
Detrás de esas conductas del funcionariado del control formal, subya-
ce la desvalorización de la condición de persona humana de la víctima. La
no-persona no tiene entidad ética, es un excluido de la comunidad.
No importa que esos sentimientos que se categorizan con el nombre de
odio estén coherentemente elaborados en la conciencia del grupo dominan-
te, sea éste étnico, religioso, social, sexual económico o político. Parece ha-
ber fenómenos de reproducción, como veremos más adelante. Lo importan-
te es que son abusos o crímenes motivados “por la diferencia”.
El par de opuestos amigo-enemigo, no carece de utilidad política: se-
gún Carl Shmitt, la identificación del enemigo, serviría para reforzar la
identidad del incluido por contraste con la de quien se excluye11. Y, desde
luego, es una forma de legitimación de quien define.

11 RESTA, Federica, ob cit.


Lolita Aniyar de Castro
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Veamos sus características y funciones en el cuadro siguiente:

Víctima fungible,
indeterminada
Derecho Penal del Enemigo:
delincuentes como enemigos No hace falta
“Voluntariamente autoexcluidos ” relación personal
(Delincuencia Organizada, terrorismo etc.) con la víctima

Enemigos
Regidos por códigos
y lógicas de guerra

El fin justifica los


Victimas de los delitos de odio
medios
El autor se atribuye la representación de la
sociedad
Son no-personas
(desvalorizadas)

“Distancia social”
“prohibición de
coalición” (Smauss)

Crear un enemigo sirve para legitimar y delinear la


identidad del par opuesto y aglutinar consenso en torno
al opuesto dominante.

¿QUÉ RELACIÓN TIENE ESTO CON LA VENEZUELA VIOLENTA


DE LOS INICIOS DEL SIGLO XXI?

La Venezuela Violenta:
Decir que la delincuencia violenta en Venezuela se ha incrementado
exponencialmente en Venezuela, es un lugar común, ratificado por los datos
que pueden obtenerse, ya que están generalmente ocultos o custodiados
(Gráfico 1 y 2).
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 19

Gráfico 1
Comportamiento Delictivo.
Delitos contra las personas, 1990-2006

Fuente: Sistemas Penales (ICP-UCV) sobre datos del Cuerpo de Investigaciones Científicas,
Penales y Criminalísticas, División de Estadísticas. Ministerio de Interior y Justicia.

Gráfico 2
Homicidio y Total de Delitos, 1990-2006

Fuente: Sistemas Penales (ICP-UCV) sobre datos del Cuerpo de Investigaciones Científicas,
Penales y Criminalísticas, División de Estadísticas. Ministerio de Interior y Justicia.
Lolita Aniyar de Castro
20 Cap. Crim. Vol. 36, Nº 2 (Abril-Junio 2008) 5 - 39

Como se ve abajo, aún en los delitos contra la propiedad, aquellos


violentos suben y los no violentos bajan, o al menos son más raramente
denunciados porque ya no se consideran tan importantes (Gráfico 3).
Gráfico 3

Gráfico 4

HOMICIDIOS

1991: 2.502
1994: 4.733
1997 4.225
2000: 8.021
2003: 13.288.
Fuente: Lacso/CICPC/INE

TASA PROMEDIO DE 1988: 4,6


HOMICIDIOS POR DIA
HOMICIDIOS 1990: 6,7
(por cada 100.000 hab.) 1992: 9.2
1975-1979: 9,13 1994: 12,9
1980-1984: 12.1 1996: 13,6
1985-1989: 10,7 1998: 12,5
1990-1994: 19 2000: 21,97
1995-1999: 21,04 2002: 25,3
2000-2004: 36,64
Fuente: Lacso/CICPC/INE Fuente: Lacso/CICPC/INE
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 21

Gráfico 5
Total de Secuestros conocidos y concluidos, 1990 al 2006
300
277

250
233 232

200 201 204


197
179 174
167
150
140

113
100
88
74
67
54 44 57 56 59
50 51 50
44
35 40 37
32 29 28 33
20 26 20
18 12
0
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006

Total conocidos Total concluidos


Fuente: Sistemas Penales (ICP-UCV) sobre datos del Cuerpo de Investigaciones Científicas,
Penales y Criminalísticas, División de Estadísticas. Ministerio de Interior y Justicia.

Gráfico 6
Lolita Aniyar de Castro
22 Cap. Crim. Vol. 36, Nº 2 (Abril-Junio 2008) 5 - 39

Gráfico 7
Muertes en enfrentamientos o ajusticiamientos a nivel nacional durante
el período 2000-2005
6100 6010 6034
6000
5900 Casos
5800
Víctimas
5700 5591
5600
Funcionarios
5500 involucrados
5400
5300
Fuente: Elaboración Sistemas Penales (ICP-UCV) sobre datos del Informe anual del Fiscal
General, 2006.

En el año 2005 en Venezuela ocurrieron 10.098 homicidios, lo que


determina una tasa de 38 homicidios por cada 100.000 habitantes, que sitúa
al país con una violencia superior a Colombia, Jamaica, Brasil y México y
solamente superada por Honduras y el Salvador (Gráfica 8).

Gráfico 8
Homicidios en paises de las americas
Tasa de Homicidios por cada 100.000 Habitantes
57
60
46
50 38 41
35 36
40
30 23
15 18
20 7 11
6
10
0
México
Uruguay

Venezuela
Ecuador

El salvador
Brasil
Costa Rica

Jamaic a

Guatemala
Honduras
Ciudad de Panamá

Colombia

Fuente: Base de datos PNUD. Bogota Colombia.


Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 23

Gráfico 9
Venezuela- CICPC
Casos Conocidos Homicidios

Fuente: Base de datos PNUD. Bogota Colombia.

Gráfico 10
Un enorme salto cuantitativo

Fuente: CICPC.
Lolita Aniyar de Castro
24 Cap. Crim. Vol. 36, Nº 2 (Abril-Junio 2008) 5 - 39

Gráfico 11
Funcionarios procesados, y los condenados por homicidio,
(muertes en enfrentamiento o ajusticiamientos) durante el período 2000-2005

Funcionarios
6034 involucrados
7000 Funcionarios con
6000 imputación fiscal

5000 Funcionarios Acusados


1319
4000
531 217 Funcionarios con
3000 87 privación de libertad
2000
Funcionarios
1000 condenados
0

Fuente: Elaboración Sistemas Penales (ICP-UCV) sobre datos publicados en el Informe


Anual del Fiscal General de la República, 2006.

Gráfico 12
Funcionarios procesados, y los condenados por homicidio,
(muertes en enfrentamiento o ajusticiamientos) durante el período 2000-2005

Fuente: CICPC.
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 25

Los homicidios pasaron a ser de la quinta a la tercera causa de muerte


en Venezuela, y la primera para víctimas de ambos sexos entre 15 y 29 años
de edad. 12
De acuerdo con el Anuario de Mortalidad del MSDS, de 58.519 homi-
cidios, 23.606 son de jóvenes entre 15 y 29 años de edad. Es decir, el 20%
de la población aporta el 40% de las víctimas y el 94.03% de ellas son varo-
nes. Lo que significa que el 10% de la población aporta casi el 40% de los
asesinados.
En Venezuela, según esa fuente, nacieron en el 2003, 50 niños por
hora (63, dice el INE). Ese mismo año se perpetraron, de acuerdo a ese Mi-
nisterio, 15.738 crímenes a un promedio de 43 asesinatos diarios, casi 2 ho-
micidios por hora.
De los cometidos entre 1999 y 2003, 82% (8 de cada 10) lo fueron por
arma de fuego. En los varones entre 15 y 24 años de edad, el 95.28 % de
asesinatos se produjo con arma de fuego. El problema de las armas de fuego
es tan grave en el país, que UNESCO coloca a Venezuela en el primer lugar
con una tasa de 34.30, por encima de Brasil, que está en tercer lugar con
una tasa de 40.92%. Esto acentúa la urgencia del desarme como política de
seguridad.
Los porcentajes de asesinatos en Venezuela superan muchísimo a los
de guerras formales: 0.76 % muertes por hora en la guerra civil de 12 años
en El Salvador. 0,48 muertes en los 7 años de guerra en Nicaragua, en 7
años de guerra en Argelia fueron de 1.14 muertes por hora13.

12 Fuente: Ministerio de S alud, de acuerdo a mortalidad diagnosticada por médico tratante


o forense.
13 Ver también éstas y otras cifras en “Plan 180 Grados en 180 días. Propuesta para la Justi-
cia y la Seguridad en Venezuela”. Una iniciativa de la Alcaldía de Chacao, en el cual se
citan fuentes confiables.
Lolita Aniyar de Castro
26 Cap. Crim. Vol. 36, Nº 2 (Abril-Junio 2008) 5 - 39

Gráfico 13
El número de homicidios en cárceles de Venezuela es 36 veces más que
en Argentina, Brasil, Colombia y México juntos

Fuente: Provea.

Gráfico 14
Todo esto nos hace el país más violento de América

* Estimado en base a cifras de homicidios ** Incluye homicidios, resistencia a la autoridad y


muertes indeterminadas por armas de fuego.
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 27

Los datos reflejan que esta violencia afecta más a las clases desfavore-
cidas:
Tal como destaca la Encuesta Nacional de Victimización y
Percepción Policial 2006 (Conarepol, INE):

El estrato IV, representando el 54% de la población reporta el


49,9% de la victimización total, y el estrato V, representando el
19% de la población, reporta el 12,7% de la victimización total.
En el hurto, en comparación con el robo, los grupos más po-
bres son relativamente más victimizados por este hecho.
La privación de la libertad está sobre-representada en el estra-
to III, mientras los homicidios, claramente, en el estrato V, que
supone el sector más vulnerable.
Las amenazas tienden a afectar más al estrato IV.

Las lesiones personales afectan mucho menos a los estratos I,


II y III que a los estratos IV y V, donde se encuentran sobre-re-
presentadas.
Y, mientras la extorsión pareciera distribuirse con cierta
proporcionalidad, los secuestros afectan fundamentalmente a
los estratos III y IV.

UNA EXPLICACIÓN POSIBLE

En la literatura criminológica aparecen originalmente reseñadas las re-


laciones entre los llamados al odio y la delincuencia violenta convencional,
cuando una copia de “Hunter”, un libro de William Pierce (líder de La
Alianza Nacional Neo-nazi, en los Estados Unidos), se encontró entre las
pertenencias de Mc Veigh, el “bomber” de Oklahoma.
Una hipótesis del aprendizaje de la violencia en un escenario macro,
nos avanza que la experiencia de la violencia se trasmite y se mantiene por
un tiempo. Países latinoamericanos que han vivido una guerra interna (Sal-
vador, México, Colombia, por ejemplo), se han caracterizado por presentar
altos índices de violencia delictiva
John Hagan acaba de presentar en el Simposio Internacional del Esto-
colmo en Criminología (junio 2007), una investigación sobre el aumento
significativo de la delincuencia violenta en Darfur, después de la guerra ci-
Lolita Aniyar de Castro
28 Cap. Crim. Vol. 36, Nº 2 (Abril-Junio 2008) 5 - 39

vil. No consideraron deleznables datos como la experiencia de muerte, el


discurso belicista, los desplazamientos, y los niños en armas.
La violencia en Venezuela, significativamente aumentada en el perío-
do presidencial de Hugo Chávez, tiene todas las características de ser refle-
jo de un estado de guerra interna, declarado desde la Presidencia; y de ser
producto del odio a la diferencia.

RELACIONES CON EL DISCURSO POLÍTICO: ASOCIACIÓN,


ENCADENAMIENTO, O IRRADIACIÓN

La avalancha de delincuencia violenta que vive Venezuela a partir de


1999, y su crecimiento en ascenso, puede tener que ver con las siguientes
variables que se presentan, al menos, en asociación, a través del mecanismo
que se ha denominado “de irradiación”, término acuñado por Guillaume en
1989. En la asociación, el mensaje parte de un centro autorizado y se derra-
ma sobre la colectividad. Otro procedimiento de reproducción sería el de
“encadenamiento”: circulación secuencial de los efectos en la comunidad,
por varios mecanismos: epidemia (del griego epos-demos: sobre el pueblo),
rumor, imitación, esparcimiento de la violencia. O, como decía Foucault, a
través de “todo un conjunto intermedio de relaciones, caracterizado por su-
perposiciones, interacciones y ecos”.
Algunas teorías criminológicas tradicionales serían también aptas para
explicar el fenómeno de este incremento: las teorías del Aprendizaje
(Sutherland), la de la Imitación (Tarde). La teoría de la Oportunidad Dife-
rencial , de Cloward y Ohlin, sería útil para explicar que el delito se cometa
sobre víctimas de bajos recursos, ya que la riqueza es relativa. En efecto,
quien no tiene unos zapatos de marca, verá como injustamente rico a quien
sí los posee. La justificación sería, “yo no tengo la oportunidad de destruir,
robar o matar a un nivel de poderosos, pero sí tengo la oportunidad de ha-
cerlo en el mío”, por ejemplo
Principios modernos de prevención de la violencia
Un mensaje de violencia se opone a los principios modernos de pre-
vención de la misma, los cuales están basados en las siguientes premisas:
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 29

a) el desarme,
b) la creación de una cultura de paz y de la convivencia ciudadana,
c) la valorización del ser humano, y
d) el respeto a la ley y las instituciones.
Mensajes de posible irradiación, o de asociación, o encadenamien-
to con la delincuencia violenta, en el discurso político de Hugo Chávez
(o la lexicografía de la violencia):
1) Contra el desarme:
El armamentismo: derroche de armas en mano de varios miles de
personas (serán, dicen fuentes oficiales, 1.500.000 al terminar el año 2007),
como reserva civil, sin mayor calificación institucional ni profesional.
En el discurso presidencial: “Cada uno tendrá su fusil, digamos que al
alcance de la mano”.
El discurso apologético de guerra, el entrenamiento para la guerra, y la
Teoría del Pueblo en Armas, (Ceresole, Mueller Rojas) son la justificación
del enfrentamiento armado.
En el discurso presidencial: la denominación militar de grupos y ac-
ciones civiles como “Batallas”, “Lanceros”, “Batallones” “Misiones”.
2) Contra la promoción de una cultura de paz, y de la convivencia
social:
La subcultura del cuartel: la autoridad vertical, la obediencia, el no
debate, el prepararse para la guerra, la centralización de la autoridad, la “insti-
tución cerrada”, no son propicios para la paz o para la convivencia social.
3) La construcción de un “enemigo”, legitimación del aniquilamien-
to de la víctima. Se crea así una nueva categoría de Crímenes de Odio.
En el discurso presidencial: El 3-06-7 el Presidente advierte a Muller
Rojas: “decir que la fuerza Armada está politizada es el discurso del “ene-
migo”. Y a quien no es del Partido Único creado por Chávez, el Presidente
de PDVSA dice que “hay que echarlos a carajazos”.
Lolita Aniyar de Castro
30 Cap. Crim. Vol. 36, Nº 2 (Abril-Junio 2008) 5 - 39

En el discurso presidencial: “Ser rico es malo”: “Los ricos son malos”.


Además de crearse un enemigo, es una autorización para cometer deli-
tos contra la propiedad. Y mejor si es por la fuerza. La proporcionalidad de la
riqueza (lo que es riqueza para unos puede ser pobreza para otros) puede ha-
cer que unos zapatos de marca sean síntoma de una riqueza deslegitimada.
4) Contra el principio de la valorización de la vida y del ser humano:
La desvalorización de la víctima es una justificación moral de la
conducta violenta (ver técnicas de neutralización de Matza y Sykes)14.
En el discurso presidencial: “Escuálidos”, “oligarcas” (se refiere indis-
criminadamente a tal vez más de la mitad de una población nacional que,
sin embargo, no presenta en su composición más de un 3 % de la llamada
“clase A”; “cachorros del imperio”, “burguesía” “criminales”…15 . Los
obispos serían “ignorantes y depravados” (julio 2007).
El llamado a matar (amenazar con poner a los soldados “rodilla en
tierra”, o decirle a las tropas: “ustedes sabrán hacia adónde apuntar los fusi-
les: si al pecho de la burguesía traidora o contra el pecho de la población...”,
es la desvalorización de la vida.
Chávez , en uno de sus programas televisados semanales, le pregunta a
Tascón, frente a una máquina moledora, -y a propósito de “La Lista”-16, si
él “esmecha carne”.

14 Esas técnicas son:1) Negación de la responsabilidad. El delincuente, extendiendo el con-


cepto jurídico de “daño culposo” (no intencional ), afirma que no actúa libremente sino por
influencia de fuerzas externas que están fuera de su control. 2) Negación del daño. De la
misma forma que la ley admite la existencia de actos ilegales pero no inmorales el delin-
cuente trata de eludir su culpabilidad afirmando que su acto no es “malo” puesto que no ha
causado daño a nadie.3) Negación de la víctima. Una suerte de extensión de la legítima de-
fensa. El delincuente afirma que el daño no es realmente un daño sino una forma justa de
justicia o castigo a una trasgresión de la víctima.4) La condena a quien condena. El delin-
cuente niega autoridad moral a quienes lo condenan aduciendo que son tan trasgresores
como él solo que lo hacen encubiertamente. Si todos son culpables no hay culpables.5)
Apelación a lealtades superiores. La trasgresión a las normas de la sociedad de hace para
satisfacer las normas de un grupo social más pequeño del que el delincuente forma parte.
Tensionado entre dos lealtades no tiene más remedio que violar la ley.
15 (dicho en una entrevista de CNN a Jorge Gestoso, CNN) .
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 31

Amenaza con “encabezar la etapa jacobina de la Revolución”, la cual


consistió en asesinatos masivos.
El eslogan de “muerte”, y el vocabulario militar, son la razón de la
destrucción. “Socialismo o muerte”, en boca militar, puede leerse como la
orden: “quienes no son como tú, deben morir”.
5) Actitud y discurso terrorista:
El terrorismo de Estado se hace activo a través, bien de llamados a en-
frentar un grupo poblacional con otro; bien a través de la utilización de la
Administración de Justicia para amedrentar; mediante amenazas de utilizar
medidas administrativas como medio de venganza política. A los estudian-
tes que piden “libertad” en volantes que apenas transcribían frases de Bolí-
var, los imputan por “instigación al odio”
En el discurso presidencial: frases paradigmáticas como: “Los tengo
penetrados hasta los huesos.”
“Tendrán que poner su firma, su huella, su cédula”: (se refiere a los
nombres de quienes solicitan el referendum revocatorio, los cuales aparece-
rán como los “enemigos”).
El gobierno responde con violencia a las manifestaciones e impide el
ejercicio de derechos: obstaculiza la llegada de firmas para el revocatorio al
CNE. Hubo que recoger de nuevo las firmas, en tres ocasiones, tras las rei-
teradas objeciones del Consejo Supremo Electoral.
5) Contra el principio prevencionista de respeto a la Ley y las ins-
tituciones:
El desafío a la Ley y las instituciones:
Las frases: “Aunque recojan el 80% de las firmas, yo no renunciaré”,
y ¿”Creen que voy a renunciar? Míiii!”), son ejemplo de violencias y ame-
nazas, y de autorización de la trasgresión.

16 llamada de Tascón, por ser quien incluyó en una página web de uso corriente en las ofi-
cinas públicas, los nombres de quienes, en ejercicio de un derecho otorgado por la Cons-
titución, firmaron para que se hiciera un referendum revocatorio.
Lolita Aniyar de Castro
32 Cap. Crim. Vol. 36, Nº 2 (Abril-Junio 2008) 5 - 39

El apoderamiento ilegal e impune de bienes privados por parte del


Estado, sin el juicio y la indemnización previstos en las leyes, es una incita-
ción al robo.
La desinstitucionalización, la emasculación del Poder Judicial y de
las otras instituciones del control social y penal (Ministerio Público, Defenso-
ría del Pueblo, Contraloría General ); y del Consejo Nacional Electoral, insti-
tuciones han sido subordinadas al estilo de la organización castrense; y la
misma Fuerza Armada, institución que podría considerarse “en libertad vigi-
lada”. Todo ello, augura impunidad. El Poder Judicial desnaturalizado, y utili-
zado como instrumento de venganza política más que como herramienta para
hacer valer el Estado de Derecho (imputaciones agresivas y sin fundamento,
juicios inacabables para los enemigos, impunidades de sospechosos afines al
gobierno, no investigación de denuncias de corrupción, etc..)
La proliferación de muertos en las cárceles da la imagen de un Estado
delincuente.
Las promociones militares que adoptan como nombre la fecha del gol-
pe de Estado dado por el movimiento armado de Chávez, son una incitación
al derrocamiento oficial por vías no autorizadas por la Constitución.
Otra variable interviniente: la calificación del mensaje
El mensaje está altamente calificado:
a) por ser emitido por la autoridad;
b) por el poder que ésta tiene de hacerlo valer;
c) por la hegemonía comunicacional;
d) por su asunción como verdad indiscutible.
El valor político del lenguaje y su función autoritaria:
““La guerra es la paz”,
“La libertad es esclavitud”,
“La ignorancia es la fuerza”.
Estos son los tres lemas que sistematizan el “Ministerio de la Verdad”
en la famosa novela 1984 de George Orwell. Este Ministerio es el encarga-
do de difundir el pensamiento verdadero del imperio de Oceanía, compro-
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 33

metido a hacer una guerra de baja intensidad, sin fin previsible, contra el
otro imperio global” 17.
Su labor sobre el lenguaje, como dice Der Walde, consiste en reducirlo
de tal manera que sólo se pueden expresar en él las ideas que le convienen a
Big Brother”.
El lenguaje, como se verá en los siguientes ejemplos, al ser mistifica-
do, puede tener funciones semánticas autoritarias:
a) ¿La guerra es la paz?
Recientemente, el fabricante del más popular fusil del planeta (Ka-
lashnikov) le regaló a Chávez su biografía firmada: “Kaláshnikov es la
paz”, tras lo cual le subrayó que ”todas las armas que fabriqué estaban des-
tinadas a la defensa de los países". En respuesta, el presidente venezolano
recalcó que, tras ver sobre el terreno su rendimiento, se puede decir que,
efectivamente, este fusil “es la mejor arma del mundo” 18.

17 Su labor sobre el lenguaje consiste en reducirlo de tal manera que sólo se pueden expre-
sar en él las ideas que le convienen a Big Brother. En la novela éste es el bueno que rige
sobre las mentes, los cuerpos, los sentimientos de todos los habitantes y quien los obser-
va permanentemente, o, por lo menos, crea la ilusión de que están siendo observados”
“El secuestro de la palabra” Erna DER WALDE, en América Latina y la Guerra Global.
Eduardo Subirats Coordinador. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Mon-
terrey, Fondo de Cultura Económica. Foros de la Cátedra Alfonso Reyes.
En julio de 2006, Chávez visitó Rusia: “Chávez, que subrayó que no ha venido a Rusia a
comprar armas para hacer la guerra, espera firmar mañana en el Kremlin un contrato de
compra de 24 cazas Su-30 y el mismo número de helicópteros rusos por valor de más de
mil millones de dólares”.
18 EFE: MOSCÚ, Rusia, jul. 26, 2006.-El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se reu-
nió con el célebre armero ruso Mijail Kaláshnikov, el inventor del fusil automático que
lleva su nombre y que el dirigente latinoamericano quiere fabricar en su país. “El fusil
Kaláshnikov es el estandarte de las Fuerzas Armadas de Venezuela”, dijo Chávez duran-
te su visita al Museo de Armas de Fuego “Mijaíl Kaláshnikov”, que se encuentra en la
ciudad de Izhevsk, unos mil kilómetros al este de Moscú, informó la agencia Interfax.
Chávez manifestó su gran interés en firmar con Rusia un acuerdo para la “construcción
de una fábrica de fusiles Kaláshnikov” en territorio venezolano. Venezuela ya compró el
pasado año cien mil fusiles Kaláshnikov Ak-103, de los que 30 mil fueron expedidos en
junio pasado. El presidente venezolano visitó también en Izhevsk, capital de la república
rusa de Udmurtia, la planta Izhmash, gigantesco consorcio metalúrgico que produce des-
Lolita Aniyar de Castro
34 Cap. Crim. Vol. 36, Nº 2 (Abril-Junio 2008) 5 - 39

En julio de 2006, Chávez visitó Rusia: “Chávez, -dice una nota de


prensa internacional-, quien subrayó que no ha venido a Rusia a comprar ar-
mas para hacer la guerra, espera firmar mañana en el Kremlin un contrato
de compra de 24 cazas Su-30 y el mismo número de helicópteros rusos por
valor de más de mil millones de dólares.” Pero en una entrevista dada a un
diario europeo dice que “Venezuela es un país en guerra”. No sabemos con
quién, y la guerra sólo aparece en el lenguaje.
b) En el vocabulario presidencial, por ejemplo, el que él realizó (a pe-
sar de los tanques, las balas y los muertos) no habría sido un “golpe de esta-
do” sino un “movimiento de opinión”.
c) Y, según la interpretación dada al público por Chávez, el hecho de que
los militares digan “Patria, Socialismo o Muerte”, sería sólo una forma de ma-
nifestar un “estado de conciencia patriótico” (aún cuando ese supuesto estado
de conciencia sea el cumplimiento del mandato presidencial, en su condición
de Comandante en Jefe de la Fuerza Armada, de poner ese lema en las paredes
de los edificios militares y de repetirlo en cada ocasión frente a los superiores).
Ciertamente, construir, devaluar o destruir enemigos, si se tienen po-
der político, hegemonía comunicacional, armas y dinero, es fácil19. Mante-

de armamento de distinto tipo hasta automóviles. En el polígono militar, Chávez asistió a


demostraciones de los sistemas de defensa antiaéreos TOR-M1 y Osa, y otras piezas de
artillería (h ttp://www.esmas.
19 “La Lista” (de quienes firmaron solicitando, de acuerdo al derecho previsto en la Consti-
tución, un proceso electoral revocatorio del mandato presidencial): a semejanza del
Maccartysmo, se afincó en destruir al enemigo en sus legítimas aspiraciones laborales o
institucionales, como documentos de identificación, créditos, viviendas. Frases del Presi-
dente: “Que salgan los nombres” “cada uno tiene que poner su firma, su huella, su cédu-
la”. “Ahí quedarán sus nombres para la Historia.” El Presidente pide al Consejo Nacional
Electoral las planillas con las firmas. Hay presión a los empleados públicos y funciona-
rios para que retiren sus firmas por el revocatorio.”Los que hayan firmado, están bota-
dos”, dice Roger Capella, Ministro. de Salud. Rafael Ramírez Presidente de Petróleos de
Venezuela, la mayor empresa del país, dijo en Asamblea de trabajadores, que todos de-
bían ser “rojos, rojitos” o de lo contrario habría que “sacarlos a carajazos”. Sin contar las
17.000 familias despedidas de la industria petrolera y la expulsión de sus hijos de los co-
legios, y a las familias de sus viviendas, a raíz del paro, se agregan, por causa de las fir-
mas, varios centenares de personas, que no aceptaron acudir forzados a retirar oficial-
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 35

nerse en el Poder mediante el control total y abusivo de las instituciones


electorales, legislativas y judiciales, es un ejemplo de violencia y prepoten-
cia cuya irradiación puede desencadenar consecuencias imprevistas. Cons-
truir la justicia, en cambio, por vías humanistas y sociales, es difícil.
El Presidente, militar al fin, acostumbrado a dar órdenes y a ser obede-
cido sin análisis de las mismas, ha tomado el camino corto.

DISCURSO DE ODIO Y DELINCUENCIA VIOLENTA

Pero un manejo obsesivo de la guerra y la destrucción, pueden tener


un reflejo insospechado en las actitudes del público, y su traducción al en-
tendimiento interno no es controlable.
Son crímenes de odio, si asumimos la definición asentada en los ini-
cios de este texto, recordamos, aquellos que han sido motivados por el re-
chazo de un grupo social identificable, generalmente grupos definidos por
varias razones, entre otras, su afiliación política. O, también, por sus carac-
terísticas personales, funcionales o sociales, como, por ejemplo, los ciuda-
danos en situación de calle (mendigos, menores, ciudadanos sin hogar); po-
licías, periodistas; o los ricos, o la clase media, los que usan corbata, o quie-
nes no comparten la misma ideología.
Una pregunta que podríamos formularnos, es cómo se ha logrado tal can-
tidad de paradojas y contradicciones entre discurso político y práctica, por un
lado: y, por el otro, el intento de guardar una imagen de democracia formal.
La respuesta más desalentadora es que a la larga, no habrá intención
de mantener esta imagen, y que las instituciones democráticas que aún sub-
sisten al menos en el papel, desaparecerán.
El rol de la Criminología Crítica en la coyuntura actual:
No hemos sabido, desde la izquierda, construir una justicia sin selecti-
vidades: y no quiere decir que no entendamos el moderno contenido de la
definición de igualdad.

mente sus firmas. Los despidos son justificados por el supuesto delito de ser “traidores”.
Con lo cual se violó el principio constitucional de la no discriminación.
Lolita Aniyar de Castro
36 Cap. Crim. Vol. 36, Nº 2 (Abril-Junio 2008) 5 - 39

No puede justificarse con una bandera de supuesta izquierda el utilizar


la Ley para excluir, ni el poder para excluir.
Quienes hemos hecho criminología crítica estudiamos los llamados
“delitos cometidos por abuso de poder”, pero fuimos sordos ante el reclamo
de la gente por la vida. Ante su petición de eliminar la violencia.
Negamos las guerras internacionales, pero nos hicimos los ciegos ante
las guerras nacionales. Tuvimos, como dice Bryce Echenique, “corazón de
paredón”. Bailamos sobre los insultos y los fusilamientos, volteamos la es-
palda ante la sangre, las leyes restrictivas de derechos, los poderes públicos
manipulados, si ello se arropaba con una coartada y una justificación desde
una izquierda presunta. Claro, eran los años 70, años de sangre y represión
en América Latina, y estaba naciendo un movimiento radical.
Y, sin ni siquiera decirlo, aceptamos que el fin justificaba los medios.
Por la vía de esos medios levantamos un muro de piedra, inatacable, alrede-
dor del autoritarismo. Creímos en la farsa de las asambleas y organizaciones
del poder popular, que, bajo su falsa apariencia de horizontalidad, tenían
dos funciones: una, prevenir la disidencia mediante el terror. Otra, la de le-
gitimar un sistema esencialmente vertical con la imagen de un poder de de-
cisión que, en última instancia, no está originado en la base.
La izquierda latinoamericana no ha tenido un discurso consistente
frente al autoritarismo.
Los crímenes de odio:
Discurso político y delincuencia violenta en Venezuela 37

Seremos responsables del silencio, porque las experiencias ya están da-


das. Supimos de las consecuencias. Conocimos la infelicidad de pueblos en-
teros. Seremos responsables, repito, porque nuestras ideas se escribieron y se
divulgaron. Hemos sido una vanguardia. Pero no se nos puede chantajear con
ello para aceptar lo inaceptable, acusándonos con calificativos injustos. Lo
que pedimos a la derecha para que una acción de justicia fuera posible, tene-
mos que exigírselo, con más fuerza, a quien se dice de izquierda. Con esa
concepción finisecular de la izquierda no nos queremos identificar.
El camino de la criminología crítica, y del Derecho Penal crítico están
hoy, más que nunca, abiertos en América Latina. Pero como dijimos hace
más años de los que quiero recordar: no basta la conciencia, es necesario el
compromiso, la denuncia, el desmantelamiento de la mentira. Eso es Crimi-
nología de la Liberación. Nuestra intransigencia humanista nos obliga a ha-
cer la crítica a una falsa izquierda. No puede llamarse izquierda un régimen
no humanista, que esparce el terror y la violencia con su discurso, que cer-
cena libertades inocuas para otros ciudadanos, que no da felicidad a un país,
que utiliza el control penal como instrumento de terror, de sometimiento y
de poder, para generar más violencia; en vez de utilizar el poder y la violen-
cia que se le otorga legalmente al Estado para crear convivencia, justicia,
desarrollo, solidaridad y paz. El totalitarismo y el pensamiento único son
fascismo. Este es el momento de trabajar para construir con ideas y valores
que sean el producto del pensamiento progresista de la humanidad. El mo-
mento de in surgir contra un totalitarismo violento, derogatorio, que utilice
ilegítimamente nuestros sueños y nuestras luchas, para embozar la paranoia
del poder, el delirio de grandeza internacional, el derroche de los recursos
del pueblo, el amparo de la corrupción, el culto a la personalidad y la ver-
gonzosa utilización interesada de las necesidades sociales para esos fines.
Todo esto se refleja en el control social formal e informal. El poder, en
su tarea de generar sanciones penales y no penales, se ha utilizado como ca-
cería de enemigos y como instrumento de venganzas particulares. Se ha uti-
lizado para limitar derechos. Se ve claramente en las definiciones de delitos,
en las modificaciones legales, en las sanciones extra penales. De que eso
tenga sus efectos sobre la conducta violenta y delictiva de la población, no
tenemos duda. Venezuela se ha convertido en un torbellino de violencia y
de limitaciones, de asfixia y de humillación del diferente. En esa apoteosis
Lolita Aniyar de Castro
38 Cap. Crim. Vol. 36, Nº 2 (Abril-Junio 2008) 5 - 39

destructiva, en ese desmoronamiento institucional, discurso político y delin-


cuencia violenta se encuentran en el mismo equipo en el terreno de juego.
Una criminología crítica retraída, o colaboracionista, o conformista,
sería una negación de nuestra vocación transformadora. Sólo en un régimen
de libertades, donde el Poder esté sometido al escrutinio de la lupa ciudada-
na, puede desarrollarse la criminología crítica. Ciudadano y pueblo no son
la misma cosa. El pueblo debe ser ascendido a la condición de conjunto de
ciudadanos, que ejerzan sus derechos y obligaciones. Esto implica también
que ningún ciudadano ya investido pierda esos derechos o se les impida el
ejercicio cívico de sus obligaciones.
Los Derechos Humanos, por los cuales la criminología crítica se bate,
son irrenunciables pero además indivisibles; como dijimos, no hay igualdad
sin libertad. Ni libertad sin igualdad. Ese equilibrio,- que sólo trabajadores
políticos, sabios pero humildes-, pueden lograr, es precisamente el reto.
La vergüenza no asumida de la izquierda es nuestra pérdida de legiti-
midad.
La bandera crítica debe seguir abierta a los nuevos vientos, pero a con-
ciencia de que no es sólo una cuestión de banderas, sino de construcción de
un nuevo paradigma de justicia, paz, igualdad y libertad para todos.
En una sociedad más justa no debe aparecer como techo la sombra de
la sangre derramada, ni el puño vengador contra la palma de la mano abier-
ta. Hay símbolos de muerte que son peores que las mismas palabras.

LISTA DE REFERENCIAS

PAVARINI, Máximo (l990). Control y Dominación, México, Siglo XXI.


MARTINEZ, Mauricio (l990). ¿Qué Pasa en la Criminología Moderna? Bo-
gotá, Temis, p. 120.
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Los crímenes de odio:
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