Los grandes tesoros de la sabiduría: Proverbios 1:1-7
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TITULO: Los grandes tesoros de la sabiduría
TEXTO:“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová…” (Pr
1:7)
LECTURA BÍBLICA: Proverbios 1:1-7
ORACIÓN POR LA OFRENDA: Oh, Padre de la eternidad, queremos
alabarte por hacemos partícipes de tu sabiduría, por usarnos en tu obra en esta tierra. Te ofrecemos nuestras ofrendas pidiendo que te dignes usarlas para el extendimiento de tu reino. Bendice el fruto de nuestro trabajo y que podamos vivir nuestra vida de acuerdo con tus propósitos. Por Jesús nuestro Salvador. Amén.
INTRODUCCIÓN: El libro de Proverbios es esencialmente un libro
práctico que tiene que ver con los asuntos más comunes de la vida. Lo es porque es una revelación del Dios de toda sabiduría. La verdadera sabiduría, el conocimiento exacto de las cosas, viene de Dios, no del hombre.
Leamos Santiago 1:5; 3:17,18.
1. LOS PROPÓSITOS DEL LIBRO DE PROVERBIOS
En el pasaje 1:1-6 se destaca la riqueza y las múltiples facetas de la sabiduría bíblica. Nos permite apreciar lo que Pablo quiso decir cuando escribió en Colosenses 2:3: “…en quien [Cristo] están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” Cristo es la Palabra de Dios (Jn 1:1), a través de quien el verdadero conocimiento y la verdadera sabiduría (Jn 14:6) fluyen por el Espíritu (Is 11:2) hacia el pueblo de Dios (Ef 5:15). a. (1-2) La dirección del Espíritu (Jn 16:13) al estudiar el libro de Proverbios nos permite relacionamos íntimamente con: i. La sabiduría (HOKHMAH), es decir, un entendimiento de las cosas como son realmente, una sólida comprensión de los hechos básicos de la vida que nos permite aplicar lo que sabemos a todo lo que hacemos en las diferentes situaciones del diario vivir (3:13,19). ii. Instrucción MUSAR(), es decir, ejercicio y experiencia en la disciplina y autocontrol en la vida diaria (6:23; 9:9). b. (1:2) Nos permite discernir correctamente, entendimiento (BINAH), las diferencias entre la verdad y el error, entre el bien y el mal, entre la ilusión y la realidad, las atracciones momentáneas y los valores duraderos (14:33; 28:2). c. (1:3) Nos permite adoptar en lo íntimo y exhibir una conducta correcta, sensata y santa (incluyendo la vida interior, o sea, el área de los pensamientos) que tiene sus raíces no en la herencia genética, en la educación externa, o en la imitación del ejemplo ajeno, sino en un conocimiento, revelado y aplicado por Dios, del porqué de la realidad creada, es decir, un verdadero conocimiento del significado de la vida ordenado por Dios con todas sus interrelaciones. i. “Justicia, juicio, y equidad” describe lo que está estrictamente de acuerdo con la ley revelada del Señor (Dt 33:19), recordándonos de nuevo, por tanto, la suficiencia de la sabiduría revelada para decidir todos y cualesquiera de los asuntos éticos (conformidad de la vida con la ley) y filosóficos (conformidad de la mente con la ley). ii. El hombre sabio es el que obedece la ley de Dios, que es justo, santo, recto, y anda en el camino de la verdad. i. El hombre sabio es aquel que actúa, se desenvuelve, y piensa de acuerdo con la ley bíblica (Lc 1:6; cf. Dt 5:33; 11:22; Sal 119:1). ii. La verdadera sabiduría y conocimiento se hallarán sólo donde la ley del Señor es de veras observada. El hombre sabio de Proverbios es el hombre santo de Deuteronomio, y el hombre santo de Deuteronomio es el hombre justificado de Romanos. iii. Véase el testimonio del Nuevo Testamento sobre este asunto (Mt 5:19; 23:23; Stg 3:2,17).
“El temor de Dios”, que de acuerdo con el
versículo 7 es el principio [la base] de la sabiduría y que en el versículo 29 se presenta como sinónimo de la misma idea (cf. 2:5; 9:10), consiste en definitiva en una absoluta devoción hacia Dios, una sujeción incondicional de nuestra propia individualidad a la voluntad benéfica de Dios tal como se revela en la ley [cf. Dt 6:12,13; 10:20; 13:4; Sal 119:63].
“¿Cómo puede entonces, ser considerado
como temeroso de Dios aquel que sólo cumple con una parte de los mandamientos divinos, o aquel que decide cumplirlos solamente de acuerdo con sus principios morales sin buscar también que los requerimientos totales constituyan la norma de su vida?…” C. LANGE d. (1:4a) Provee de conocimiento, discreción, y habilidad para comprender los propósitos y objetivos correctos, las formas y medios de alcanzar un fin apropiado, y la manera correcta de preparar planes adecuados (cf. Ef 4:14-16 y Col 2:6-9). e. (1:4b) Proporciona a los jóvenes un conocimiento verdadero, transformador, e íntimo de Dios y de la verdad, y una habilidad para concentrarse en la verdad, usándola como punto de partida para todo lo que piensen (DA’ATH). Dice C. Bridges:
“Debemos dirigir al hombre joven (persona)
especialmente hacia este libro. Su ardor indisciplinado se desperdicia. Su mente fluctúa a merced de los vientos de opinión del mundo que lo rodea, por lo que ciertamente necesita de principios bien establecidos que decidan claramente su propósito, su elección, y su conducta. Aquí, por lo tanto, el joven halla conocimiento y discreción; una religión no de la imaginación, impulso, o sentimiento, sino la energía sana y práctica de la verdad Escritural.” f. (1:5) También a la persona adulta que ansía ser sabia y entendida (en los caminos de Dios y de la vida) le permite aumentar su sabiduría y conocimiento, guiándola y proporcionándole mayor inteligencia en sus decisiones, en el manejo de todos los asuntos: de sí misma, de su familia, de los asuntos civiles, eclesiásticos, económicos, etc. (véase 11:14; 20:18; 24:6). g. (1:6) Nos capacita para avanzar continuamente en conocer “lo profundo de Dios” (1 Co 2:9,10; 1 Cr 12:32; Pro 9:9; 18:15; Os 6:3). (xx) 2. (1:7) LOS SUPUESTOS BÁSICOS DE LA SABIDURÍA a. Compárese Proverbios 9:10; 15:33; Job 28:28; Salmo 111:10; Eclesiastés 12:13. i. “Principio”. Es el punto de partida, el principio elemental, el fundamento, y raíz de la sabiduría (Job 19:28). El verdadero conocimiento se adquiere no por el racionalismo, el existencialismo, o empíricamente sino por revelación; por lo tanto, para saber cualquier cosa, desde la física a la teología, debemos comenzar con la revelación de Dios y nuestro acatamiento y fe en la misma (1 Co 1:18-31; 3:18). Creemos para poder saber. Todos los intentos de conocer comienzan con fe y una aceptación de ciertos supuestos. El verdadero conocimiento es imposible sin supuestos bíblicos. Sabemos que el cristianismo es cierto porque si no lo fuera no podríamos estar seguros de ningún conocimiento que poseemos. ii. “Temor”. Esto significa una sumisión amante y reverente (sabiduría) a Jehová y a su palabra revelada (Sal 96:4; 112:1; 115:11; Pr 3:7; 13:13). i. Tememos a Dios cuando “nos volvemos humildes y fáciles de enseñar, asombrados ante la santidad y la soberanía de Dios, reconociendo nuestra propia pequeñez, desconfiando de nuestros propios pensamientos, y dispuestos a que nuestras mentes sean transformadas (por la sabiduría).” J. I. PACKER (Véase Pr 11:2) ii. “Es esa reverencia afectuosa por la cual el hijo de Dios se doblega humilde y cuidadosamente a la ley de su Padre. Su ira es tan amarga y su amor tan dulce; que surge un ardiente deseo de agradarle…” C. BRIDGES iii. “Sabiduría”. i. Eclesiastés nos da los ingredientes de la sabiduría: 12:13; 5:1-7; 3:12. ii. El fruto de la sabiduría de acuerdo con el Nuevo Testamento (Stg 3:17; 1 Co 3:18; 1Ti 3:15; 1 Co 11:24,30). CONCLUSIÓN. La sabiduría que Dios da es la habilidad de escoger los mejores medios para lograr el mejor propósito. La sabiduría nos une a Dios y a su Palabra y halla expresión en una vida de fe y fidelidad.