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11

CASIO
Bienvenido, Yago. Vamos a la guardia.
YAGO
Falta una hora, teniente; aún no son las diez. El general nos ha despedido tan pronto por amor
a su Desdémona, y no se lo reprochemos. Aún no han pasado una noche caliente y ella es
bocado de Júpiter.
CASIO
Es una dama exquisita.
YAGO
Y seguro que con ganas.
CASIO
Es una criatura galana y gentil.
YAGO
¡Y vaya ojos! Son de los que llaman al deleite.
CASIO
Son atrayentes y, sin embargo, castos.
YAGO
Y cuando habla, ¿no toca a batalla de amor?
CASIO
Es la suma perfección.
YAGO
Pues, ¡suerte en la cama! Vamos, teniente, que tengo una jarra de vino y ahí fuera hay
dos caballeros de Chipre dispuestos a echar un trago a la salud de Otelo.
CASIO
Esta noche no, buen Yago. Tengo una cabeza muy floja para el vino. ¡Ojalá inventara
la cortesía otra forma de pasar el tiempo!
YAGO
Pero si son amigos. Sólo un trago. Yo beberé por vos.
CASIO
Sólo un trago es lo que he bebido esta noche, y muy bien aguado, y mira qué revolución llevo
aquí. Tengo mala suerte con mi debilidad y no me atrevo a exponerla a mayor riesgo.
YAGO
¡Vamos! Es noche de fiesta y los caballeros están deseándolo.
CASIO
¿Dónde están?
YAGO
Aquí, a la puerta.
CASIO
Está bien, pero no me gusta.

Sale.

11b.

YAGO
Si consigo meterle un trago más,
con lo que lleva bebido esta noche,
se pondrá más agresivo y peleón
que un perro consentido. Y Rodrigo,
a quien el amor casi ha vuelto del revés,
se ha servido a la salud de su Desdémona
libaciones de a litro, y está de guardia.
Y de este hatajo de borrachos, haré que
Casio trastorne la isla.

Entra CASIO.

Si la suerte realiza mi sueño,


mis barcos marcharán con viento espléndido.

11c.

CASIO
Vive Dios que me han dado un buen trago.
¡Dios perdone nuestros pecados! A nuestra obligación. No creas que estoy borracho. Eres mi
alférez, ésta mi mano derecha y ésta mi izquierda. No estoy borracho, me tengo en pie y estoy
hablando bien.
YAGO
Perfectamente.
CASIO
Muy bien.

Sale.

11d.

YAGO
Ved a este hombre que acaba de salir:
es un soldado capaz de dar órdenes
al lado de César. Mas ved también su mal:
con su virtud forma un equinoccio perfecto;
ambos se extienden igual. ¡Qué pena!
Es el prólogo invariable de su sueño:
si la bebida no le mece la cuna,
está despierto la doble vuelta del reloj.

11e.

Entra RODRIGO.

YAGO aparte a RODRIGO.


¿Qué hay, Rodrigo?
Anda, sigue al teniente, vamos.

Sale RODRIGO.

11f.

YAGO
Es lástima que el noble Otelo
confíe un puesto semejante
a quien tiene un mal tan arraigado.
Sería un acto de lealtad
informar a Otelo.
RODRIGO desde dentro.
¡Socorro, socorro!
YAGO
¡Escuchad! ¿Qué ruido es ése?

11g. Entra CASIO persiguiendo a RODRIGO.

CASIO
¡Granuja, infame!
¡Un granuja enseñarme mi deber!
¡Le voy a dejar como una criba!
RODRIGO
¿A mí?
CASIO
¿Qué dices, infame?
YAGO
Vamos, teniente, os lo ruego. Basta.
CASIO
Si no me soltáis, os hundo el cráneo.
YAGO
Vamos, vamos, estáis borracho.
CASIO
¿Borracho yo?

Pelean.

RODRIGO
Quieto, teniente. ¡Por Dios, señores!
¡Socorro! ¡Basta, teniente! ¡Basta!
La ciudad va a alborotarse. ¡Por Dios, teniente!
¡Basta! ¡Quedaréis deshonrado para siempre!

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