Está en la página 1de 49

BILLETE DE IDA

Amaia Fernández Rodríguez

1
Acto1

El escenario está oscuro a excepción de uno de los lados donde tiene


lugar la escena. Es el andén de una estación de tren, con un banco. Una mujer de
cuarenta años pasea por el andén. Viste pantalones vaqueros y una chaqueta
vaquera. Por megafonía anuncian los destinos de los trenes y su andén de salida.
La mujer coge un periódico que está sobre el banco, lo hojea, lo dobla y se lo
pone debajo del brazo. Se oye el sonido del tren entrando en la estación.
La mujer se detiene en el borde del andén y de repente salta a la vía, se escucha
un grito desgarrado. Una luz muy potente deslumbra la escena.
El grito se funde con el de otra mujer. Se ilumina el otro lado del escenario, la
habitación de Pablo y Teresa, acaban de hacer el amor.

2
Pablo:
(Se levanta y sale de la cama) ¿Quieres algo?
Teresa:
No, gracias. (Se incorpora, está embarazada de cinco meses)
Pablo:
Oye cariño, no pensarás gritar así cuando nazca el bebé.
Teresa:
(Hablándole a su barriga) Si él ya está acostumbrado ¿a que sí?
(Pablo sale de la habitación. Teresa coge una revista para bebés que
tiene sobre la mesilla.)
Escucha (leyendo de una de las revistas) “Hacia la semana diez y seis
embrionaria es capaz de oír los ruidos que provienen del organismo
de la madre. (Pablo regresa con una cerveza, se sienta en la cama
junto a Teresa. Ambos sonríen) También empieza a percibir la luz a
través de las membranas de los ojos. Las huellas dactilares se forman
en este mes y empieza a tener sensibilidad en el cuerpo. Comienza a
realizar sus primeros gestos como fruncir el ceño y bostezar. Ya se
han formado las cejas y la nariz y el pelo de la cabeza se hace más
grueso”.
Ahora sí que tengo sed.
Pablo:
¿Qué te traigo? ¿Un zumo?
Teresa:
No, un vaso de agua, gracias cariño.
(Pablo vuelve a salir de la habitación. Suena el teléfono que está
sobre la mesilla de noche, lo coge Teresa).

3
¿Dígame? Sí, sí vive aquí. Un momento por favor. ¡Pablo! (Pablo
regresa a la habitación. Teresa le entrega el auricular) La policía.
Pablo:
(Con gesto extrañado) ¿Si? Sí, soy yo. Hola, buenas noches. ¿Quién?
No, no la conozco. Sí estoy seguro. ¿En serio? Dígame de nuevo el
nombre. Pues no sé, ahora no caigo ¿De cuándo es la carta? Sí, sí.
Bien, no sé, mañana tengo una reunión a primera hora. Por la tarde no
puedo, vienen unos clientes alemanes ¿Ahora? ¿Qué hora es? (Teresa
le acerca el despertador) Es un poco tarde, pero bueno, dígame la
dirección. De acuerdo voy para allá. (Se levanta y empieza a vestirse)
Teresa:
(Nerviosa) ¿Qué pasa?
Pablo:
Te han denunciado los vecinos por gritar.
Teresa:
No seas imbécil.
Pablo:
Nada. Una mujer que se ha tirado a las vías del tren.
Teresa:
Joder ¿Y qué tiene eso que ver contigo?
Pablo:
Llevaba una carta mía en el bolsillo, según parece.
Teresa:
Pero ¿quién es?
Pablo:
Alejandra no se qué, no tengo ni idea.
Teresa:
Qué cosa más rara.
Pablo:
Pues sí, seguro que es un malentendido.

4
Teresa:
Son las once de la noche. ¿No pueden esperar?
Pablo:
Me han pedido que vaya. Mañana tengo un día muy liado. Cuanto
antes me lo quite de encima mejor.
Teresa:
¿Quieres que te acompañe?
Pablo:
No hace falta cariño. Volveré en seguida. (Se dan un beso)
Oscuro

5
Pablo está sentado en el sofá del salón de su casa, en el centro del
escenario, tiene una carta en la mano. Alejandra la mujer que se ha suicidado
está a su espalda.

Pablo:
¿Quiere identificar el cadáver? Dije que sí. No era necesario, ya
habían avisado a su hermana que vivía en Londres y estaba de camino.
Pero dije que sí.
Alejandra Gutiérrez Merino, la llamábamos Alex. Rubia, ojos negros,
muy alta y delgada, tenía piernas de jilguero, pintaba de maravilla, era
la mejor de todos con diferencia.
Después de veinte años sin saber nada de ella, me la vuelvo a
encontrar en un depósito de cadáveres. Me mostraron solo el rostro,
tenía los ojos cerrados, la cara hinchada por el golpe, pero es curioso,
la reconocí.
El primer cadáver que he visto en mi vida fue el de mi abuelo. Yo
tenía seis años. Tuvimos que ir al pueblo, mis padres me obligaron a
entrar en la sala de estar donde le velaban. Despídete del abuelo, me
dijeron. Lo que pude gritar para no tener que ver aquel cuerpo inerte
que se parecía al abuelo pero que no era el abuelo. Una figura de cera
metida en una estrecha caja. Con el genio que tenía el viejo y lo que le
gustaba a él el campo y los espacios abiertos, ni siquiera soportaba ir
en coche, decía que se ahogaba en aquel cacharro tan pequeño.
Tuvieron que obligarme. El abuelo había muerto, no iba a volver a
verle, por eso tenía que darle mi último adiós. Se marchaba a un sitio
de puta madre, al cielo, desde donde iba a observarme y a vigilar que
me portase bien. Tardé años en atreverme a volver a entrar en aquella
sala de estar. Pensaba que el espíritu de mi abuelo seguía allí, que

6
estaba esperando a encontrarse a solas conmigo para hacerse vivible y
regañarme por alguna de mis travesuras.
Alex tenía cuarenta años, como yo.
(Abre la carta) Querida Alex.
(Teresa entra sin hacer ruido, está en pijama, se le acerca por detrás, besa a
Pablo en la mejilla)
Teresa:
Buenos días. No te oí llegar por la noche.
Pablo:
(La atrae hacía él y la besa) Salí más tarde de lo que pensaba.
Teresa:
¿No te has acostado?
Pablo:
No, he echado una cabezada en el sofá. Ahora me doy una ducha
rápida y como nuevo.
Teresa:
Bueno ¿qué? ¿Quién era esa mujer?
Pablo:
Alex, una compañera de la facultad. Llevaba veinte años sin saber
nada de ella.
Teresa:
¿Y por qué te llama a ti la policía?
Pablo:
Cuando se suicidó solo llevaba encima el billete de tren y una carta. El
remite tiene esta dirección. (Pablo le muestra la carta)
Teresa:
¿Te la han dado? ¿No es una prueba o algo así?
Pablo:
Parece ser que no. Está claro que fue un suicidio. Hay testigos.
Teresa:

7
¿Qué te han preguntado?

Pablo:
Nada, qué sabía de ella, si la había vuelto a ver, si conocía a sus
amigos. Ese tipo de cosas que no he podido responder.
Teresa:
(Coge la carta ¿Puedo leerla?
(Pablo asiente con la cabeza. Teresa abre el sobre.)
“Trece de septiembre de 1988.
Querida Alex,
Esta tarde no me he atrevido a despedirme de ti, imagino que te habrás
cabreado al no acudir a la cita pero me ha faltado valor. Eres la chica
más estupenda que…”
¿Es una carta de amor?
Pablo:
No que yo recuerde.
Teresa:
“Estas semanas han sido maravillosas” Esto suena a carta de amor.
¿Era tu novia?
Pablo:
Estuvimos saliendo un tiempo, cuatro o cinco meses, no me acuerdo.
Teresa:
“Me llevo el olor de tu pelo” ¡Qué bonito!
Pablo:
Vale, léela en bajo ¿quieres?
Teresa:
¿A dónde te ibas?
Pablo:
A Berlín a estudiar el master.
Teresa:

8
Así que la dejaste plantada.

Pablo:
No, ella sabía que me iba, éramos compañeros en Bellas Artes.
Teresa:
“Tus suaves besos…”
Pablo:
Trae, no sigas leyendo. (Le va a quitar la carta pero Teresa se lo
impide, Pablo la persigue por la sala, ella se escabulle.) Teresa, no
me cabrees.
Teresa:
“Es mejor que en la distancia cada uno…”
Pablo:
Que me devuelvas la carta.
Teresa:
Espera que empieza a ponerse interesante. Pechos, Aquí has escrito
pechos “tus pequeños pechos…”
Pablo:
¡Teresa! (Al querer quitarle la carta, ésta se rompe. Los dos se
quedan en silencio)
Teresa:
Lo siento. (Se miran durante unos segundos y rompen a reír)
Debía de estar muy enamorada de ti.
Pablo:
No lo creo, fue un rollo, con veinte años nos enrollábamos unos con
otros continuamente, era lo normal.
Teresa:
Sería lo normal para ti yo solo tuve un novio, que me duró los cinco
años de carrera.
Pablo:

9
El tal Nacho.

Teresa:
Sí, el tal Nacho.
Pablo:
Pero no vas a comparar, los estudiantes de Derecho erais todos unos
mojigatos.
Teresa:
Sí, claro. De todos modos nadie guarda durante veinte años una carta
si no es importante. (Pablo se queda en silencio) ¿No volviste a verla?
Pablo:
No. Hasta esta noche.
Teresa:
¿Nunca te llamó?
Pablo:
No.
Teresa:
Ni quiso ponerse en contacto contigo.
Pablo:
No.
Teresa:
Es muy raro.
Pablo:
Sí lo es. Bueno voy a darme una ducha, tengo una reunión dentro de
una hora.
Teresa:
Toma. (Le devuelve los dos trozos de carta)
Pablo: Tírala a la basura ¿quieres?
Oscuro

10
Acto 2

Pablo:
(Pasea por el salón con un Bloc y un bolígrafo en la mano) Tres
razones para suicidarse:
Una: un dolor muy intenso,
Alex:
El de un cólico nefrítico, por ejemplo, dicen que es muy doloroso o un
dolor de muelas.
Pablo:
No me refiero a un dolor físico, eso se quita con analgésicos, me
refiero más a un dolor por dentro, un dolor del alma. Conocí a una
mujer que se le había muerto su hijo de seis años y me decía que por
primera vez había sentido que le dolía el alma, me llamó mucho la
atención. Me duele el alma, decía.
Un dolor así, como el que provoca la muerte de un hijo cuando es
todavía un niño. Ese dolor que no quieres que te lo quiten con
ninguna droga porque necesitas sentirlo pero que a la vez resulta
insoportable.
Alex:
Sí, esa es una buena razón. Me gusta.
Pablo:
Segunda.
Alex:
El miedo
Pablo:

11
¿El miedo? ¿A qué? (Alex se encoje de hombros) No, nadie se suicida
por tener miedo.

Alex:
¿Cómo que no? Tú has visto pocas películas, los espías por ejemplo
antes de ser capturados prefieren suicidarse a que los torturen para
sacarles información o Thelma y Louis, un clásico, saben que lo que
les espera si dan marcha atrás es una mierda y el único camino posible
es seguir a delante, lanzarse al abismo.
Puedes tener tanto miedo a vivir que prefieras la muerte.
Pablo:
Miedo al futuro, a que no sea como te lo esperas.
Alex:
¿Por qué se suicidan esos adolescentes japoneses? Quedan todos por
Internet y se suicidan juntos. Son jóvenes, de familias acomodadas
¿por qué lo hacen?
Pablo:
Porque creen que les espera otra vida mejor.
Alex:
Por miedo a vivir.
Pablo:
Podría ser. Bien, segunda razón: miedo a vivir. Tercera razón.
Alex:
¿Sabes que se suicidan más hombres que mujeres? Lo leí en Internet,
las mujeres lo intentan más veces pero se quedan en eso, en un
intento. Como los niños pequeños muchas sólo quieren llamar la
atención. Eh me quiero morir ¡sálvame!
Hay quien lo ha intentado dos o tres veces, eso es que en el fondo no
se quieren suicidar, porque si no, te tiras de una azotea y se acabó.
Pablo:

12
¿Y si te arrepientes en mitad de la caída? Eso es una verdadera putada,
es mejor tirarse a las vías del tren, más rápido. (Pablo se le queda
mirando y Alex le sonríe)
Entonces ¿tercera razón?
Alex:
¿Por qué tienen que ser tres razones? ¿No te parece suficiente con
dos?
Pablo:
No sé, siempre son tres razones; tres cosas que te llevarías a una isla
desierta, tres cualidades tuyas para este puesto de trabajo, piedra papel
tijera, un dos tres responda otra vez, preparados listos ya….
Alex:
Con una buena es suficiente.
Pablo:
La tuya debía de ser buena. Te tiraste a las vías del tren así, sin más,
eso dicen los testigos, un borracho que vive en la estación y una
señora que volvía de trabajar, estabas en el andén y de repente,
saltaste.
No recordaba que fueses tan impulsiva, te pegaba más cortarte las
venas en una bañera o tomarte unas pastillas y esperar la muerte en tu
cama, con un camisón blanco y el pelo rubio esparcido sobre la
almohada.
Alex:
¿Eso crees? ¿Qué recuerdas de mí?
Pablo:
Eras guapa, una chica frágil, no sé, normal, una chica normal.
Alex:
No te acuerdas.
Pablo:
Han pasado veinte años, bastante con que me acuerdo de tu cara.

13
Alex:
Entonces qué sabrás tú lo que me pegaba más.
Pablo:
Eras muy sensible. Leías poesía.

Alex:
Sí. ¿Cuál era mi autor favorito?
Pablo:
Ni idea.
Alex:
Al menos te acordarás de mi pintor preferido.
Pablo:
(Se queda pensando) ¿Goya?
Alex:
No.
Pablo:
¿Velázquez?
Alex:
No.
Pablo:
¿Tintoretto? ¿Delacroix? ¿Courbet? ¿Manet? ¿Monet? ¿Cézanne?
¿Picasso? ¿Bacon? (Alex ha ido negando con la cabeza cada uno de
los nombres)
Alex:
Déjalo. No te acuerdas.
Pablo:
De lo que sí me acuerdo es que pintabas de Puta madre. Tenías
mucho talento, eras la mejor.
Alex:
Por eso te liaste conmigo.

14
Pablo:
Esa fue una de las razones y porque no estabas nada mal.
Alex:
Y porque te liabas con todas las que podías.

Pablo:
También.
Alex:
Por cierto siempre he tenido curiosidad por saber si te follaste a
Adela.
Pablo:
Adela….
Alex:
La chica gordita con pecas, comía con nosotros en la cafetería.
Pablo:
Ah sí, sí….eeee Sí.
Alex:
Lo sabía, ella siempre lo negó. ¿Y con Marga?
Pablo:
Con Marga también.
Alex:
O sea con todas las del grupo.
Pablo:
En la época de la universidad me acosté con todas las chicas que
pude.
Alex:
¿Y después?
Pablo:
Después también, para qué te voy a engañar siempre he tenido mucho
éxito con las mujeres.

15
Alex:
¿Y ahora?
Pablo:
Ahora estoy casado
Alex:
Pero sigues flirteando.

Pablo:
No. Para mí eso se acabó.
Alex:
Vamos hombre, no has podido cambiar tanto. Con la chica de la
recepción.
Pablo:
¿Quién?
Alex:
La de la recepción de tu empresa, no te hagas el sueco.
Pablo:
¿Con Maria José? Pero si es una cría.
Alex:
Flirteas con ella, no lo niegues.
Pablo:
Como ejercicio, nada más. Es como ir al gimnasio, lo hago para
mantenerme en forma.
Alex:
Va a ser duro para alguien como tú que ha conseguido a todas las
mujeres que ha deseado, sentir que ya no tiene tanto éxito, que
empieza a ser invisible para una buena parte de la población femenina.
Pablo:
No te pases que todavía no he llegado a eso.
Alex:

16
No, pero llegarás. Antes de lo que crees, el tiempo pasa volando.
Te hice un retrato. Un apunte rápido a carboncillo. ¿Todavía lo tienes?
Pablo:
Lo siento, tiré todo lo que tenía de la facultad.
Alex:
¿No te quedaste con nada? ¿Ningún recuerdo de aquellos años?

Pablo:
Nada.
Alex:
¿Por qué?
Pablo:
(Se encoge de hombros) Ocupaba demasiado sitio.
(Saca del bolsillo de su chaqueta la carta, ha pegado con celo los
trozos rotos)
La he vuelto a leer, muchas veces, para ver si encontraba algo,
entrelineas, no sé quizá te dejé entrever que lo nuestro podía
continuar, que había sido algo más serio de lo que fue, nunca se me ha
dado bien expresarme, puede ser que me pasara un poco recordando
cada parte de tu cuerpo, tus besos, tus pechos, esas cosas, quizá en
“esta nueva etapa en nuestras vidas” no debería haber escrito
“nuestras” sino “mi” vida, solo, sin ti, quizá tú pensaste que estaba
incluyéndote, no sé como vosotras tenéis más intuición, vamos que
veis cosas que a nosotros se nos escapan.
Alex:
Me dejaste porque tenía unas piernas muy delgadas.
Pablo:
¿Qué? No.
Alex:
Sí, se lo decías a todo el mundo, Alex tiene piernas de jilguero.

17
Pablo:
Bueno sí, tus piernas era lo que menos me gustaba de ti.
Alex:
Qué superficial. Dejarme porque tenía unas piernas delgadas.
Pablo:
Además me iba a Berlín ¿recuerdas?

Alex:
Es verdad, a estudiar el master en empresas para llegar a ser…
Pablo:
Director general de “Plastiflex”.
Alex:
¡Guau! eso suena muy bien, ganarás una pasta.
Pablo:
No me puedo quejar.
Alex:
¿Y qué tal con esta? (Pablo la mira sin entender) Con tu mujer.
Pablo:
Con Teresa bien. Muy bien.
Alex:
Tiene buenas piernas.
Pablo:
Sí.
Alex:
Pero
Pablo:
Pero nada.
Alex:
¿No hay peros? ¿Es la mujer de tu vida?
Pablo:

18
¿La mujer de mi vida?
Alex:
Sí, con la que quieres pasar el resto de tu vida, la mujer a la que amas
profundamente. Esas cosas que se dicen.
Pablo:
Sí claro, vamos a tener un hijo.

Alex:
Enhorabuena.
Pablo:
Grita cuando hacemos el amor.
Alex:
Vaya, espero que sea de placer.
Pablo:
Tú estabas sola. He hablado con tu hermana. Dice que no tenías
ninguna relación en estos momentos, así que no pudo ser un
desengaño amoroso.
Alex:
Desengaño amoroso, mira la tercera razón que te faltaba. No, esa
puede ir dentro de un dolor profundo, como la muerte de un hijo,
aunque más fácil de cicatrizar.
A no ser que el desengaño ocurriese hace veinte años y no lo hubiese
superado.
(Pablo no dice nada durante unos segundos)
Pablo:
Tenías cuarenta años y estabas sola.
Alex:
La soledad, esa sí es una buena tercera razón.
Pablo:

19
No tenías pareja, no tenías hijos, estabas sola, tu vida carecía de
sentido.
Alex:
Bueno, bueno, no todo el mundo desea formar una familia.
Además yo no estaba sola, tenía a mi hermana, a mis amigos.

Pablo:
Cuando murieron tus padres te fuiste a vivir a Londres para estar cerca
de tu hermana, eso quiere decir que no eras una mujer solitaria, que te
gustaba tener cerca a tus seres queridos.
Alex:
O que en Londres valoraban más mi trabajo que aquí.
Pablo:
O que querías huir de los recuerdos. (Alex le mira pero no dice nada)
Mi padre murió hace seis meses, en el hospital. Él fue el segundo
cadáver que he visto en mi vida, tú has sido el tercero. A mi madre no
llegué a verla, cuando murió yo estaba de viaje por África,
incomunicado, no hubo manera de localizarme. Regresé a casa y ella
no estaba. Es una sensación rara, entrar en casa y que de repente te
falte un ser querido, le había comprado telas africanas para que se
hiciera unos vestidos, era una mujer muy moderna, le encantaba el
colorido. Se fue en menos de una semana, un cáncer fulminante, mi
padre no se separó de ella ni un momento.
Me pareció injusto no haber podido despedirme de ella pero en el
fondo estaba aliviado, hubiera sido peor verla morirse.
Cuando murió mi padre yo estaba a su lado, eran las diez de la noche,
iba a bajar a la cafetería del hospital, cenar algo y quedarme a dormir
con él. Entonces me di cuenta de que sus respiraciones eran cada vez

20
más espaciadas, hasta que dejó de respirar, la enfermera me dijo que le
cogiese de la mano. Para que no se sienta solo en la partida, dijo. Le
cogí de la mano con fuerza. Estoy aquí papá, no estás solo. Dio sus
últimos estertores y murió.
Si hubiese bajado cinco minutos antes a la cafetería no hubiese podido
estrecharle la mano.
Entonces nos mudamos a esta casa, la casa de mis padres, después de
que nazca el bebé nos iremos a la casa que nos hemos comprado en las
afueras. (Se queda mirando fijamente a Alex)
Alex:
¿Qué?
Pablo:
Si la policía hubiese llamado hace seis meses no me hubiese
encontrado aquí. No hubieses sido mi tercer cadáver.
Oscuro.

21
Teresa y Pablo entran en el salón de su casa. Vienen del entierro de Alex. Ella
también está en el salón.

Teresa:
El de la perilla tenía un poco pinta de guarro ¿no?
Pablo:
Dani. Sí, antes no era así, parece que le ha cogido ojeriza al jabón.
Teresa:
Me ha dicho que vive en un pueblo cultivando verduras ecológicas.
Pablo:
Qué interesante.
Teresa:
Mira, me ha dado una tarjeta para que nos apuntemos a su
cooperativa, me ha metido un rollo de los pesticidas y que nos hemos
acostumbrado a la verdura del supermercado que no sabe a nada. Nos
va a enviar un lote de sus productos sin compromiso.
Pablo:
Qué amable.
Teresa:
Todos me han parecido muy agradables. Han sido muy bonitos los
poemas que han leído. Muy emotivo ¿Quién era el guapete?
Pablo:

22
¿Qué guapete?
Teresa:
El rubio con gafas.
Pablo:
Javi.

Alex:
Tu mejor amigo en la facultad
Pablo:
Mi mejor amigo en la facultad.
Teresa:
¿Les has dicho algo de la carta?
Pablo:
No. No me ha parecido un buen momento.
Teresa:
Se han extrañado mucho de verte.
Pablo:
Normal, veinte años sin vernos y de repente aparezco en el funeral de
Alex, la verdad es que no pensaba encontrármelos, creí que ellos
también habían dejado de verse.
Teresa:
¿Por qué perdisteis el contacto?
Pablo:
Cosas que pasan, me fui a estudiar fuera, cuando volví ya no tenía sus
teléfonos… esas cosas.
Teresa:
Bueno ahora que os habéis reencontrado puedes retomar la relación
¿Volverás a verlos no?
Pablo:

23
No tengo la menor intención, ha pasado mucho tiempo ya no tenemos
nada en común ¿De qué íbamos a hablar?
Teresa:
No sé, de verduras ecológicas, me parece un tema muy interesante.
(Se sienta en el sofá) Así que te llamaban el Justiciero de la pintura.
Pablo:
¿Quién te ha contado eso?

Teresa:
El de la perilla. Eras el terror de la facultad, destrozabas los lienzos
que te parecían una mierda.
Pablo:
Nunca se demostró que fuera yo. Era un bulo que corría por la
facultad.
Teresa:
Pero ¿lo eras o no?
Pablo:
Sí que lo era.
Teresa:
Qué cabrón.
Pablo:
Tengo que decir en mi favor que mis lienzos eran los primeros que
destrozaba. Eran malísimos.
Teresa:
Ya sería para menos. Qué te parece si en la casa nueva dejamos una de
las habitaciones para que te hagas un estudio.
Pablo:
¿Para qué quiero un estudio?
Teresa:
Para que vuelvas a pintar.

24
Pablo:
No tengo tiempo para eso.
Teresa:
Bueno cuando te jubiles y tengas tiempo.
Pablo:
¡Por Dios! Cómo puedes estar pensando ya en eso.

Teresa:
No sé era una idea, también podemos pasar el tiempo viajando o
cuidando a nuestros nietos.
Pablo:
Todavía no ha nacido nuestro hijo y ya estás pensando en los nietos.
Teresa:
Pues sí.
Pablo:
No me digas que el tiempo pasa volando, por favor.
Teresa:
¿Y estos libros?
Pablo:
Son algunos catálogos de las exposiciones de Alex, me los ha dado
Javi.
Había expuesto en galerías importantes en Londres y en Nueva York.
Teresa:
(Mirando los catálogos) Son muy bonitos.
Pablo:
Sí, era muy buena. Tenía previsto inaugurar una nueva exposición en
el Museo vasco de Arte Contemporáneo para dentro de unos meses.
Parece que le iban muy bien las cosas.
Teresa:

25
No le debían ir tan bien. (Pablo se sienta junto a ella en el sofá y le
masajea los pies) ¿Por qué dejaste los estudios de Arte?
Pablo:
Porque era una pérdida de tiempo. No iba a llegar a nada con esa
carrera. Por eso dejé Bellas Artes. (Pablo se queda pensando)
Pero la verdadera razón es que tenía miedo a ser un fracasado.
Era más fácil estudiar un master para trabajar en la empresa de mi
padre, aunque me importaran una mierda los plásticos. Miraba a mi
alrededor y veía tanto talento. Yo no era como ellos, me creé ese
personaje, el justiciero de la pintura para llamar la atención en algo,
tenía olfato para saber quienes eran artistas y quienes no y yo no lo
era. Abandoné. Yo solo podía llegar a ser un pintor mediocre, un
escultor mediocre y ya ves, he acabado convirtiéndome en un hombre
mediocre.
Teresa:
¿Qué tontería es esa?
Pablo:
Acabo de darme cuenta, soy un hombre mediocre.
Teresa:
Eh vamos, eso no es cierto. Eres un hombre estupendo, eres cariñoso,
tienes sentido del humor, eres buena persona.
Pablo:
Como otros miles de hombres en esta ciudad.
Teresa:
Que no seas un artista no te convierte en alguien mediocre, la mayoría
no lo somos, somos gente normal ¿y qué? ¿Es que hay que saber
pintar? ¿Escribir novelas? ¿Ser el presidente de un equipo de fútbol?
Ya has visto a tus “artistas”, el de la perilla cultivando verduras, el
otro, Javi, ¿qué hace ese tal Javi a parte de vestir como si tuviera
quince años?

26
Pablo:
Da clases de pintura en una academia.
Teresa:
Todo un éxito y ¿Alex? A la que mejor le iban las cosas, muerta.
(Pablo la atrae hacia él y la besa)
Para mí eres único. El mejor. Además no te olvides que vamos a ser
los padres de un futuro Premio Nobel.
Pablo:
Nada más y nada menos. ¿Y de qué va a ser Premio Nobel?
Teresa:
Eso es lo de menos.
Oscuro

27
Acto3

Pablo está en el andén de la estación del tren sentado en el banco. Alex está junto
a él.

Pablo:
Vi una película italiana hace tiempo, en la que uno de los
protagonistas se suicida. Es un tío guapo pero tiene problemas a la
hora de relacionarse con los demás, pues el tío llega a su casa, es
nochevieja, se quita los zapatos, enciende la televisión, llama a una
chica de la que parece estar enamorado pero que por esa incapacidad
suya para involucrarse en una relación ha estado mintiéndola y ella le
ha pillado en la mentira así que por supuesto no le coge el teléfono.
Entonces va a la cocina, abre el frigorífico y saca un plato de pasta,
creo que espaguetis. Se asoma al balcón y en el momento en que en la
tele festejan con fuegos artificiales la entrada del nuevo año, él se tira
por el balcón.
Un tío que piensa suicidarse ¿para qué saca un plato de pasta que no
va a comerse?
Alex:
¿Me lo estás preguntando?
Pablo:

28
No sé me llamó mucho la atención.
Alex:
De repente pensó que no podía más y se tiró, yo que sé.

Pablo:
A veces tengo impulsos de hacer daño, paso delante de un escaparate
y me invade el deseo de estampar mi puño en el cristal. Ver cómo el
cristal se rompe en pedazos. O darle un puñetazo a un tío en el metro,
un desconocido, así por las buenas o cuando estoy cortando el pan, no
quitar la mano y seguir cortando. Clavarme unas tijeras en el ojo.
Cosas así.
Pero no lo hago, para eso está la razón para decirme, no Pablo, eso
está mal, te vas a hacer daño, no te va a gustar nada de nada.
Como las fantasías sexuales, por ejemplo, lo mismo, me sorprendo de
la violencia de alguna de ellas, pero son solo eso, fantasías, no se me
pasa por la cabeza llevarlas a la realidad.
Alex:
¿Tienes fantasías sexuales con la chica de la recepción?
Pablo:
¿Con quién?
Alex:
Con esa tal Maria José.
Pablo:
¿Otra vez con eso?
Alex:
¿Las tienes o no?
Pablo:
(Alex espera la respuesta) Sí, he tenido alguna.
Alex:

29
¿Tú crees que ella habrá tenido alguna contigo?
Pablo:
Es muy joven, yo no le intereso. Además sabe que estoy casado y
esperando un hijo.

Alex:
Sí eso no les pone nada a las tías aunque todavía estás muy bien, para
mi gusto más atractivo que cuando tenías veinte años.
Pablo:
Gracias.
Alex:
Supongamos que a la tal María José también le parecieras atractivo y
que no le importara ese pequeño detalle de tu paternidad, si te
siguiese el juego ¿hasta dónde llegarías?
Pablo:
No sé…
Alex:
¿Te acostarías con ella?
Pablo:
Sí. ¿Por qué no?
Alex:
Vaya, no lo has dudado ni un segundo, te suena lo de la fidelidad y
todo eso.
Pablo:
Sería solo sexo, no me interesa para nada más.
Alex:
¿Cómo puedes estar seguro de eso?
Pablo:
¿Por qué voy a dejar pasar una oportunidad de acostarme con una
chica de veinte años tan buena como Maria José? Sería un imbécil.

30
Alex:
Porque estás enamorado de tu mujer, por ejemplo.
Pablo:
Una cosa no quita a la otra.

Alex:
Ya veo. Lo que pensaba, Teresa no es la mujer de tu vida, si lo fuera
no pensarías en engañarla.
Pablo:
Qué tontería. No pienso en engañarla eres tú la que me lías con esas
preguntas, el sexo es sexo.
Alex:
Cuando conoces a alguien lo sabes, sabes que podría ser la mujer o el
hombre de tu vida o que sólo va a ser una relación puente, a veces las
relaciones puente duran más de lo que uno espera pero están ahí hasta
que aparece la verdadera, que puede no aparecer nunca pero eso no
quiere decir que te hayas quedado con la mujer de tu vida.
(Pablo enciende un cigarrillo)
Pablo:
Déjalo ya ¿quieres? Has leído demasiada poesía, te ha ablandado el
cerebro. No me extraña que no aguantaras seguir en este mundo, era
demasiado real para ti.
Alex:
¿No habías dejado de fumar?
Pablo:
Sí, lo había dejado. Pero he vuelto.
Alex:
Justo ahora que vas a tener un hijo. No me parece el mejor momento
¿qué vas a hacer? ¿Te vas a acercar a él con tu apestoso aliento a
tabaco?

31
Pablo:
A ti qué que cojones te importa. Estás muerta, los gusanos se están
dando un banquete contigo en estos momentos, tú sí que eres apestosa.
¿A qué vienen todas estas preguntas? Es mi vida personal, no te
incumbe ¿vale? ¿Cuánto tiempo salimos? ¿Cuatro meses? Ni siquiera
estuve enamorado de ti. ¿Por qué tienes que aparecer después de
veinte años? ¿Por qué no te quedaste dónde estabas? Un recuerdo
vago de una rubia con piernas de jilguero.
Alex:
¿Qué te pasa?
Pablo:
Nada, no me pasa nada, estoy estupendamente, tengo una vida de puta
madre, un trabajo cojonudo, gano mucho dinero, tengo una mujer
estupenda, siempre he tenido tías buenas a mi lado, soy así, un
ganador ¿no? Tengo cuarenta años, una edad estupenda para formar
una familia ¿por qué debería estar mal?
(Le da una última calada al cigarrillo y lo tira. Se levanta y pasea por
el andén).
No sé, ha sido encontrarme de nuevo con toda la pandilla, después de
tanto tiempo. Ángel con sus verduras, hablando de las patatas
ecológicas con tanto entusiasmo como cuando hablaba de Duchamp.
Lo ha dejado todo, estaba harto de la ciudad, de malvivir con trabajos
que no le gustaban, se ha ido a un pueblo a empezar de nuevo en el
campo y se le ve feliz. Javi con sus clases, su pequeño estudio,
viviendo igual que cuando tenía dieciocho años, como si no le
importase que hubiese pasado el tiempo, él inmutable, sus mismos
sueños, sus mismas camisetas. Tenía que haberme sentido orgulloso
de lo que he alcanzado, eso hubiera sido lo normal, que les hubiese
estrechado la mano como un hombre seguro de si mismo, un hombre
contento con lo que tiene. Al menos podía haber sentido satisfacción

32
por ver que ninguno ha triunfado, pero ni siquiera eso. ¿Sabes cómo
me sentí? Como si el fracasado fuera yo.
Así me sentí, como una mierda.
(Vuelve a encender otro cigarrillo. Alex le mira pero esta vez no le
dice nada) Hay algo que se me ha instalado aquí dentro (se señala el
estómago) de repente me siento raro, incómodo, como si anduviese
desnudo por la calle.
Tengo la sensación de que en mi vida no he hecho lo que realmente
quería.
Alex:
¿Y qué es lo que querías hacer? ¿Ser un artista?
Pablo:
No, no es por ser un artista, desde que dejé Bellas Artes ni siquiera he
sentido el deseo de volver a coger un pincel. No, no es eso.
Es como si alguien hubiese estado dirigiendo cada uno de mis actos y
yo le he seguido sin más, sin preguntarme nada. Convencido de que
eso era lo que debía hacer porque me hacía feliz hacerlo. Y de
pronto…
¿Sabes qué es lo que más me jode? Que si pudiera volver atrás, si me
dieran una segunda oportunidad, vamos Pablo tienes carta blanca haz
lo que quieras, no sabría qué hacer.
Eso es lo que me jode, que no tengo ni idea de lo que quiero hacer.

Oscuro

33
El salón de la casa. Pablo llega de la calle y se deja caer en el sofá. Entra
Teresa, está muy enfadada.
Teresa:
Vaya por fin das señales de vida. ¿Dónde has estado?
Pablo:
Te dejé una nota
Teresa:
Sí: “Estaré fuera todo el día, no vendré a dormir, vuelvo mañana”
¿Te parece normal?
Pablo:
Qué querías que pusiera.
Teresa:
Donde ibas a estar, que llamaras por teléfono. Que respondieras a mis
llamadas. He estado muy preocupada, pensé que te había pasado algo,
un accidente, yo que sé, es la primera vez que te vas así sin decirme
nada.
Pablo:
Por favor sólo ha sido un día, es que te tengo que dar explicaciones de
todo lo que hago.
Teresa:
Sí sobre todo si el día que al señor le apetece desaparecer sin dar
explicaciones es precisamente ayer. Era tan urgente que no podía
esperar.
Pablo:

34
Sí era algo bastante urgente.
Teresa:
Más que nuestra cita con el ginecólogo.

Pablo:
¡Joder! Se me olvidó por completo lo del ginecólogo. Lo siento.
(Intenta abrazarla pero Teresa se lo impide)
Vamos cariño, perdóname. Se me fue de la cabeza.
Teresa:
¿Se puede saber qué era eso tan importante que tenías que hacer?
Pablo:
He estado en Londres.
Teresa:
¿Londres? ¿Qué coño has ido a hacer a Londres?
Pablo:
He ido a hablar con la hermana de Alex.
Teresa:
Esto es increíble ¿por qué no me lo dijiste?
Pablo:
No lo ibas a entender
Teresa:
No, tienes razón. No lo entiendo, no entiendo que esa mujer que está
muerta sea más importante que yo o que tu futuro hijo.
Pablo:
Se me olvidó ¿vale? Si no, hubiese ido otro día.
Teresa:
Ese es problema Pablo que se te olvidó. Acompañarme al ginecólogo
no estaba entre tus prioridades.
Pablo:

35
Perdóname. Por favor. No sé que me pasa, no consigo quitármelo de
la cabeza. Necesitaba algunas respuestas.
Teresa:
Espero que al menos las encontraras.

Pablo:
La verdad es que no. (Se sienta en el sofá y se tapa la cara con las
manos. Teresa se le queda mirando, se acerca a él y se sienta a su
lado)
Teresa:
Tienes que olvidarte de ese asunto. Está muerta, es una desgracia, una
mujer joven, en el mejor momento de su vida, quien sabe lo que le
pasó por la cabeza, ella tendría sus razones para hacer lo que hizo.
Pablo:
¿Si? ¿Cuáles crees que fueron sus razones?
Teresa:
No lo sé, las personas somos muy complicadas. Estaría pasando una
depresión.
Pablo:
Fue culpa mía
Teresa:
¿De qué estás hablando?
Pablo:
Yo la empujé.
Teresa:
No digas eso, sabes que no es verdad.
Pablo:
No, no lo sé, ya no estoy seguro de nada.
Teresa:

36
No le des más vueltas, hay miles de desconocidas que se suicidan a
diario, ella es una más.
Pablo:
No, ella no era una desconocida, llevaba mi carta en el bolsillo, no
llevaba cartera, documentación, nada, no se tiró a las vías de un tren
en Londres, no, lo hizo aquí, como si lo único que le importase, la
única posesión que quisiera que encontraran junto a su cuerpo fuese
mi carta.
Teresa:
(Le abraza. Pablo se desahoga en sus brazos) Podías haberme pedido
que te acompañara o al menos contarme lo que te pasaba.
Mira (Saca de su bolso la foto de la ecografía).
Es una niña.
Pablo:
Una niña.
Teresa:
Sí, habrá que ir pensando en el nombre.
(Señalando cada parte en la ecografía) Esta es la cabeza, las piernas.
Pablo: Sí, la veo. Es preciosa.
Oscuro

37
La habitación de Pablo y Teresa. Están en la cama durmiendo. Pablo se
despierta sobresaltado, enciende la luz de su mesilla. Se levanta de la cama y sale
de la habitación. Pablo regresa con un vaso de agua, Alex está mirando las
fotografías del aparador.

Alex:
Estáis muy guapos en esta foto.
Pablo:
Es de nuestra luna de miel en Tailandia.
Alex:
Se os ve muy felices.
(Pablo se toma una pastilla con el vaso de agua, Alex se acerca a
Teresa y la observa) No parece de las que gritan. ¿Cómo os
conocisteis?
Pablo:
Nos presentó un compañero del trabajo.
Alex:
¿Fue un flechazo?
Pablo:
Sí, algo así, los dos nos gustamos nada más vernos.
Tú apenas tienes fotografías en tu casa, al menos ninguna tuya.
Alex:
No me gusta que me saquen fotos. ¿Qué pensabas encontrar allí?
Pablo:

38
Alguna explicación, pensaba encontrar algo relacionado conmigo,
pero no encontré nada, sólo un hogar acogedor. No me puedo creer
que alguien que vive en una casa así sea una suicida. Tu hermana
tampoco puede creérselo, sabía que te daban bajones de vez en
cuando pero no se imaginaba que estuvieses tan mal.
¿Por qué no pediste ayuda? Podías haber ido a un psicólogo.
Alex:
¿Eso es lo que pensáis? que uno sólo se puede suicidar cuando le falla
algo en la cabeza. No podéis creer que sea una decisión consciente.
Pablo:
Alex, lo siento. Tenía veinte años, era un crío.
Alex:
(No hace caso a su comentario) Entonces ¿te gustó mi casa?
Pablo:
Mucho, es muy acogedora.
Alex:
Gracias.
Pablo:
Me senté en el sofá del salón. Podía imaginarme pasando las tardes en
ese sofá viendo la tele. Yo no suelo fijarme en la decoración, es
Teresa quien se encarga de elegir los muebles y eso, pero en tu casa
era como si cada cosa estuviese en el lugar donde tiene que estar. Me
sentí muy a gusto allí.
Tenías un edredón Burdeos sobre tu cama, me encanta ese color, es un
color optimista, una persona deprimida no se compra un edredón
Burdeos.
Alex:
¿En cuántas casas de suicidas has estado?
Pablo:
En ninguna, sólo en la tuya.

39
Alex:
Y ya te crees todo un profesional en la materia.
¿Esta era la habitación de tus padres verdad?
Pablo:
Sí.

Alex:
No se te hace un poco raro “hacerlo” en la misma habitación que tus
padres.
Pablo:
(Sonríe) Un poco. Sí, en general se me hace raro vivir aquí sin que
ellos estén. Todas las casas tienen un olor característico, imagino que
es por la comida que se cocina, el detergente, no sé, cuando volvía del
colegio subía las escaleras de dos en dos y al llegar al segundo piso ya
percibía el olor de mi hogar. Eso me hacía sentirme bien.
Ese olor se ha perdido.
No me había dado cuenta, de hecho la casa ya no huele como cuando
vivían mis padres, son cosas que ya no se vuelven a recuperar, se
pierden para siempre. Se las llevan los muertos.
Alex:
Tendrás tu propia familia y tu propio hogar, con su olor.
¿Cómo es tu nueva casa?
Pablo:
Grande. Es un chalet independiente en una urbanización. Tiene dos
pisos, cinco habitaciones, tres baños, el salón comedor, la sala de
estar, un pequeño jardín y piscina.
Alex:
¡Guau! Una casa acorde con un director general de “Plestiflex”.
Pablo:
“Plastiflex”.

40
Alex:
Eso.
Pablo:
Teresa quiere dejar una de las habitaciones como estudio, para que
vuelva a pintar cuando me jubile.

Alex:
Qué adorable. (La mira de nuevo). Es realmente hermosa.
Pablo:
Tú también lo eras. (Se va acercando a Alex poco a poco) Tu pintor
preferido era Tiziano.
Alex:
Bravo.
Pablo:
Tu poeta favorito César Vallejo.
Alex:
Veo que la conversación con mi hermana ha sido fructífera.
Pablo:
Cuando pintabas eras una perfeccionista. Nunca estabas conforme
con el resultado, gritabas ¡Justiciero haz un favor a la humanidad y
destroza esta porquería!
Alex:
Pero el Justiciero nunca me escuchaba.
Pablo:
No. Al justiciero le gustaba mucho lo que hacías.
Para pintar te recogías el pelo en una coleta alta. Sólo te ponías
pantalones vaqueros, con rotos que estaban muy de moda o con
manchas de oleo, los pendientes largos para resaltar el cuello,
escondías tus escasas formas bajo camisetas amplias, me gustaba
besarte, (Se detiene cuando apenas les separan un par centímetros)

41
besabas despacio, tenías una ligera separación entre los dientes,
apenas perceptible, tenías que acercarte mucho para darte cuenta Tus
ojos eran tan oscuros que apenas se distinguía el iris.
Alex:
No me dirás que te estás enamorando de mí. No existo, solo estoy en
tu cabeza.
Pablo:
Lo sé.
Alex:
Puedes dejarme cuando quieras.
Pablo:
Lo sé. Sólo he hecho un esfuerzo por recordar.
(Teresa se da la vuelta y se despierta. Mira a Pablo)
Teresa:
¿Qué hora es?
Pablo:
Muy temprano, vuelve a dormirte.
Teresa:
¿Qué haces despierto?
Pablo:
Tenía sed, he ido a por un vaso de agua.
Teresa:
¿Estás bien?
Pablo:
Sí muy bien, no te preocupes, sólo tenía sed, nada más. Duérmete.
(Apaga la luz de la mesilla. Oscuro)

42
En la estación de tren. Alex y Pablo están sentados en el banco. Se oyen el
destino de trenes por megafonía.
Alex:
Cierra los ojos. ¿Los oyes? Gente que va a sus casas, al trabajo,
algunos afortunados se van de vacaciones, otros a reunirse con un
amigo, con su amante, al funeral de un ser querido. Cuando miras a un
desconocido ¿no te preguntas cómo será su vida? ¿Si él tendrá las
mismas preocupaciones que tienes tú? ¿Si pasa las noches en vela
pensando en la composición de un cuadro que no acaba de conseguir o
pintando de manera obsesiva por necesidad? Si ha llorado alguna vez
por haber conseguido el color adecuado, no uno que se le pareciese
sino el que buscaba, el color perfecto. Seguramente no, vienen de
trabajar cansados, deseando pasar con su familia las pocas horas que
le quedan de día antes de caer agotados en la cama.
Me gustan las estaciones de tren. Me gusta ese ir y venir de la gente.
Podía pasarme horas aquí sentada sólo observando a los demás.
¿Cuál es tu lugar preferido?
Pablo:
Ninguno en concreto.
Alex:
Vamos alguno tendrás, un lugar donde te guste ir, donde te sientas a
gusto solo.
Pablo:

43
No sé.
Alex:
¿Ni siquiera en tu imaginación? ¿En tu recuerdo? Un lugar donde
hayas experimentado esos segundos de felicidad.

Pablo:
Cuando era pequeño pasaba los veranos en el pueblo de mi madre, me
gustaba cazar ranas en la charca. Recuerdo aquellos veranos en el
pueblo como una época feliz.
Alex:
Javi y tú queríais viajar por toda Europa en moto y sacar fotografías
alucinantes, que luego venderíais al National Geografic.
Pablo:
Sí, ni siquiera teníamos moto ni dinero para comprarnos una. Y como
fotógrafos dejábamos mucho que desear.
Por megafonía informan de la salida de un tren hacia Almería.
Alex:
¿Por qué no te subes a ese tren?
Pablo:
¿Estás loca? ¿Por qué iba a hacer eso?
Alex:
No sé, ¿Por qué no? Puede ser divertido seguir un impulso por una
vez. Lo deseas ¿a que si? deseas alejarte de aquí.
Pablo:
Pues no, estás muy equivocada ¿Qué coño pinto yo en Almería?
Alex:
Qué importa el destino, lo que quieres en este momento es huir, venga
levántate, deja de pensar y sigue tu impulso.
Pablo:

44
No digas tonterías, no quiero huir.
Alex:
Sí que quieres, lo deseas con todas tus fuerzas
Pablo:
No es cierto.

Alex:
Sí lo es
Pablo:
¿Y qué si lo deseo? Tengo obligaciones, no siempre se puede hacer lo
que uno desea, así es la vida, se toman decisiones y hay que cargar
con sus consecuencias. Huir es de cobardes como tirarse a las vías del
tren. Yo tengo una familia, mi hija está en camino. Ya estamos
pensando en el nombre. Le hemos comprado una cuna de color
blanco, la habitación la vamos a pintar verde manzana.
Yo elegí a Teresa. Yo elegí tener un hijo. (Se queda en silencio. Se
oye un tren en marcha) Tengo todo cuanto necesito.
Tú también lo tenías todo.
Alex:
¡Todo!
Pablo:
Ya me entiendes.
Alex:
Sí te entiendo.
Se quedan los dos en silencio, observado lo que les rodea. Entra
Teresa, se sienta en el otro extremo del banco. Pablo la mira
sorprendido.
Teresa:
Alex se fue a vivir a Londres un año después de que sus padres
murieran, en el noventa y dos. Ella y su hermana decidieron no vender

45
la casa de sus padres, así tendrían un sitio donde alojarse cada vez
que viniesen a Madrid. Alex venía tres o cuatro veces al año. Esa
noche salió a dar un paseo, hacía frío, abrió el armario de su
habitación y cogió una chaqueta, era una chaqueta vaquera que llevaba
colgada en ese armario muchos años. Unos veinte años. En uno de sus
bolsillos ella había guardado una carta de un novio que tuvo en la
universidad, uno con el que salió cuatro o cinco meses, nada del otro
mundo. Se puso la chaqueta vaquera sin saber que esa carta seguía en
el bolsillo. Esa noche cansada de vivir, de estar sola, de que la vida
fuera tan cuesta arriba, no se lo pensó dos veces y se tiró a las vías del
tren.
Pablo:
Bonita historia. ¿Qué estás haciendo aquí?
Teresa:
Buscándote. En la oficina están preocupados, no has vuelto después de
comer.
Pablo:
No me apetecía volver.
Teresa:
Tampoco volviste ayer, ni antes de ayer.
Pablo:
Alguna ventaja debe de tener el director general. ¿Cómo me has
encontrado?
Teresa:
El otro día te seguí. Estaba preocupada.
Pablo:
Pues no te preocupes, estoy bien.
(Se quedan en silencio) ¿Qué pasa? No me digas que he vuelto a
olvidarme alguna cita importante. (Teresa no le contesta) Alguna

46
reunión familiar de esas imprescindibles donde tu padre se queda
dormido después del postre.
Teresa:
Que yo sepa nadie te obliga a ir a esas reuniones.
Pablo:
No claro. No me pones una pistola en el pecho.

Teresa:
¿Es que mi familia te aburre?
Pablo:
Ahora que lo mencionas no sé por qué tienen esa manía de celebrarlo
todo, el santo de cada uno, los cumpleaños, aniversarios…. ¡Dios! No
hay un puto mes en el que no celebren algo.
Teresa:
No sabía que te molestase tanto acudir a esas reuniones, pero gracias
por decírmelo.
Pablo:
Y tampoco entiendo por qué tengo que ir a comer con tu hermana
todos los domingos si sabes que no soporto a tu cuñado.
Teresa:
Porque eso es lo que se hace por las personas a las que uno quiere, las
acompañamos durante horas de tienda en tienda, dejamos de ver un
partido de fútbol muy importante porque ella o él prefiere ir al cine,
le perdonas desplantes y malos modos porque sabes que sólo está
pasando una mala racha.
Pablo:
Y porque nadie quiere estar solo.
Teresa:
¿Por qué dices eso?
Pablo:

47
Porque es así. Buscamos una pareja para no estar solos.
Teresa:
No, yo estoy contigo porque te quiero, si no, no estaría contigo.
Pablo:
¿Has estado alguna vez sola? ¿Sabes lo que es eso?
No tener a nadie, no poder marcar ningún número de teléfono.

Teresa:
¿Y tú? ¿Lo sabes tú?
Pablo:
No, no lo sé, me aterra sólo pensar que eso me pueda ocurrir. Que no
tenga a nadie que me agarre de la mano.
Teresa:
Estas conmigo por miedo a la soledad ¿eso es lo que me estás
diciendo?
(Pablo no contesta)
Alex:
Sí estoy contigo sólo por eso. Mi vida es una farsa, lo que de verdad
deseo es tirarme a la chica de la recepción y después a otra y a otra.
Así hasta que me haga viejo y dejen de desearme. No estoy preparado
para tener un hijo. Tengo cuarenta años ¿y qué? No es mi momento de
ser padre, estoy perdido, todavía no sé lo que quiero hacer con mi
vida, necesito más tiempo ¿Cómo voy a cargar con la responsabilidad
de ser padre? Yo solo soy un hombre mediocre. Y otra cosa, tú no
eres la mujer de mi vida, solo eres una mujer puente.
Teresa:
¿Pablo?
Alex:
Ahora me subiría a cualquiera de estos trenes y me marcharía lejos.
Porque soy un cobarde y eso es lo que hacen los cobardes ¿no? Huir.

48
Se escucha el sonido del tren entrando en la estación. Pablo se
levanta y se acerca al borde del andén.
Teresa:
¡Pablo, vuelve aquí por favor!
El tren pasa a gran velocidad. Pablo regresa junto a Teresa.
Pablo:
¿Qué te parece Marcela?
Teresa:
¿Marcela?
Pablo:
Sí, suena a nombre de mujer con carácter.
Una futura Premio Nobel tiene que tener un nombre con carácter.
Teresa:
Me gusta Marcela.
(Se marchan agarrados de la mano. Alex se queda sentada en el
banco). Oscuro.

49

También podría gustarte