Está en la página 1de 99

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.

Es una traducción de fans para fans.


Si el libro logra llegar a tu país, apoya al autor comprándolo.
También puedes apoyar al autor comprándolo o apoyándolo en
las redes sociales y ayudándolo a proporcionar su libro.
Mi Mundo de Fantasía.
Contenido
Staff
Sinopsis
Capítulo 1
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Epílogo
Epílogo
Sobre la autora
Staff
Traducción
NickStyle

Revisión
Yareth

Diseño
Juli
Sinopsis
A Tomás “Hitman” Holiday no le importa que viene del lado equivocado
de las vías.
Cuando está dentro del ring, no importa de donde venga. Lo único que le
interesa es obtener la victoria lo más rápido posible.

Luchar para llegar a la cima es fácil cuando no tienes nada que perder.
Su vida consiste en pelear y mantener un perfil bajo hasta que una
Pequeña Hada entra y le da la vuelta.

Ahora Tomas está en la pelea más importante de su vida.


Conseguir que Neily se enamore de él.
Esta pelea está demostrando ser la más difícil, y Tomas es conocido por
nunca perder. Pero cuando se trata de asuntos del corazón,
¿Permanecerá invicto?
“Muchas personas entrarán y saldrán de tu vida, pero solo los
verdaderos amigos dejarán huellas en tu corazón”
-Eleanor Roosevelt-
1
Tomás
—¿Puedo ofrecerte algo de beber? — Miro a la camarera que está de pie
delante de mí. Agito mi vaso lleno para señalar que estoy bien. A ella no
le importa si quiero otra ronda o no. Sólo intenta llamar mi atención. No
se la voy a dar. No me importa si eso me convierte en un imbécil. Siempre
es lo mismo cuando llego a eventos como este. La gente piensa que no
merezco privacidad. Las más acosadoras son las mujeres.

Se lanzan desvergonzadamente sobre mí. Siempre es lo mismo. No les


importa conocerme por lo que soy, sólo quieren decir que pasaron una
noche conmigo. Sólo ven el cuerpo musculoso y el niño que creció en el
lado equivocado de las vías. No saben nada sobre mi verdadero yo. Sólo
lo que han decidido en sus mentes.

—Hazme saber si necesitas algo — Guiña el ojo antes de girar para irse.
Vuelvo a jugar con mi teléfono y bebo el agua que tengo en un vaso para
que parezca un cóctel en su mayor parte. Miro la hora, notando que
todavía tengo que sentarme aquí durante otra hora.

—¿Puedes al menos parecer que te estás divirtiendo? — Mi agente se


sienta a mi lado.
—Acabas de ganar millones de dólares. Eso debería animarte incluso
durante unas horas— Alguna vez lo habría hecho. Ahora tengo más
dinero de lo que sé qué hacer con él. Lo dejaría, pero, ¿Qué otra cosa
podría hacer? Me he pasado toda la vida luchando. No sé nada más.
Quedarme sentado y no tener algo por lo que trabajar me volvería loco.
Esa es una gran razón por la que sigo luchando. Me mantiene la mente
ocupada.

—Mi contrato dice que me quedo hasta la medianoche. No decía una


mierda sobre parecer feliz— Tomo un sorbo de mi agua sabiendo que la
próxima hora se va a alargar.
—Voy a empezar a poner en tu contrato que tus peleas tienen que ser
más largas que treinta segundos—
Le doy una mirada dura, haciéndole saber que nunca firmaría esa
mierda si lo propusiera. Soy el mejor en lo que hago. No me ando con
rodeos en el cuadrilátero. Voy por la victoria, ya sea por tapout o por
blackout, no me importa. Siempre que lo haga lo más rápido posible y mi
brazo sea el que se levante en la victoria al final. Ganar no es tan
vigorizante como solía ser, pero como dije, soy el mejor en lo que hago.

—La gente gastó más de setenta y cinco dólares en Pagar Por Evento para
verte pelear y noqueaste a Pitbull Royce en cinco segundos. La próxima
vez tienes que darles a los fans más espectáculo—

—No es mi culpa que no pueda recibir un golpe — Me encojo de hombros.


¿Por qué iba a bailar con el tipo del ring si podía noquearlo y salir de ahí?
¿Por qué me arriesgaría a salir lastimado sin razón? No importa lo bueno
que sea, tomar riesgos innecesarios nunca es inteligente.

—¿Sabemos si puedes recibir un golpe—

—Encuentra a alguien que pueda pegarme y lo averiguaremos— me


recargo para atrás. Tampoco es mi culpa que nadie pueda darme un
golpe. Al menos en el ring, de todos modos. He recibido mi justa cantidad
de golpes y me han tocado el timbre unas cuantas veces cuando era más
joven y estaba corriendo por las calles. No debería haber estado en esas
calles a esa edad. Logré salir de esas circunstancias.

—Trabajando en ello— Seth me da una sonrisa gigante, ya saboreando


su diez por ciento del corte. Pongo mi bebida en el suelo, inclinándome
hacia atrás en lo que se supone que es una silla de gran tamaño, pero
para mí es justa. Estoy feliz de que este lugar sea bonito y que tenga
espacio para moverme. Es más bien un club relajado de escala superior.
La música tampoco está tan alta. Aunque me sigue dando dolor de
cabeza. Me froto la mano en la cara, tratando de luchar contra ello.

—¿Por qué no te diviertes un poco por una vez? Bebe algo más que agua—
Seth toma un sorbo gigante de su bebida.

—Creo que tienes suficientes luchadores que se emborrachan y festejan


demasiado— le recuerdo.

—Joder hombre. ¿No es esa la verdad? — Se bebe el resto de su bebida.


Mantengo mi nombre limpio y fuera de los tabloides. Yo fui un niño
imbécil. Hice suficientes mierdas malas en mi infancia para que me
duraran toda la vida. Ahora me mantengo limpio. Mi madre ya no
necesita esa mierda. Ya ha pasado por suficiente. Nos saqué del infierno
y voy a mantenernos alejados de él.

Seth hace señales para que alguien le traiga otro trago. Vuelvo a jugar
con mi teléfono. Otros cincuenta y siete minutos hasta que pueda irme.
¿Cuántos niveles de Candy Crush puedo superar hasta entonces?

—¿Puedo ofrecerte algo de beber también? — pregunta la mujer mientras


prepara un trago para Seth. Creo que es la misma que estaba aquí antes.
Todas tienen el mismo traje, pasando desapercibidas.
—Dale un Pablo Energy. En la lata— le dice Seth.

—No voy a beber esa mierda— murmuro.

—Puedes dejar que se mantenga en la mesa. Están pagando mucho


dinero para que te pongas su mierda— Me tiro la manga de mi camisa.
La maldita cosa está demasiado apretada en mis bíceps. Me pagan una
cantidad obscena de dinero por llevar su mierda. Uno pensaría que al
menos podrían enviarme una camisa de mi maldita talla. Supongo que
quieren que parezca una camisa para mostrar músculo o alguna mierda.

La chica regresa rápidamente con la bebida y la deja. —¿Algo más? — Se


inclina sobre mí, tratando de atraerme para que mire sus bienes, pero no
me importa una mierda nada de eso.

—Retrocede — le corto. Odio a la gente en mi espacio. Otra razón por la


que noqueo a mis oponentes lo más rápido posible. Ella resopla antes de
pisotear.

—¿Siempre tienes que ser un imbécil? — Seth pregunta, sacudiendo la


cabeza mientras mira a la camarera. Estoy seguro de que sus ojos están
en su trasero.

—Ella estaba en mi espacio personal, pero yo soy el idiota— digo


secamente.

—Ella está muy buena— Recoge su bebida, tomando otro trago gigante.
Si se emborracha y se desmaya tal vez no se dé cuenta si me voy
temprano. —¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo? ¿Es ese tu
problema? —

—¿Cuándo fue la última vez que te hablé de mi polla? — En realidad,


parece que está pensando en ello. —La respuesta es jodidamente nunca—

—¡Seth! — Alguien grita su nombre, alejando su atención de mí.


—Finge estar disfrutando— Está de pie con su bebida.

—No está en el contrato— Le sonrío.

—¿Ves? ¿Te dolió esa media sonrisa arrogante? — La sonrisa burlona


desaparece de mi boca.

—Volveré para ver cómo estás— Se dirige a la persona que lo llamó por
su nombre. Sé lo que significan sus palabras. No te vayas a ningún lado
porque te estoy vigilando hasta la medianoche. Dejo mi teléfono y estiro
mis brazos. Mis ojos corren a lo largo del club preguntándose si este lugar
va a estar más ocupado. Es bueno que no esté lleno de gente. Los
próximos cincuenta y dos minutos pueden no ser tan malos como
podrían parecer.

Me detengo cuando mi mirada se fija en un par de ojos azules brillantes


enmarcados en gruesas gafas. Me está mirando fijamente. Sonríe cuando
ve que tiene mi atención. Me siento un poco más alto. Su pequeña nariz
de botón se arruga cuando mira de mí a una pareja, diciéndoles algo
antes de ponerse de pie. Extraño sus ojos al instante.

¿Adónde va? Empiezo a pararme, pero ella voltea la cabeza hacia mí. Sus
oscuros mechones se mueven, dejando claro que viene hacia mí. Se lame
sus labios regordetes mientras camina, y yo estoy de pie observando cada
paso que da. De repente, esta presentación no parece tan agotadora
ahora que lo pienso.

Noto que algunas personas se giran, mirando hacia ella. Una mujer le da
una mirada extraña. Mis ojos se posan sobre mi Pequeña Hada con gafas
de montura gruesa preguntándose por qué la mujer la mira así.

Es entonces cuando me doy cuenta de que no está vestida como todos


los demás aquí. No está del todo arreglada. La falda blanca que lleva
puesta fluye a su alrededor. Puedo ver zapatillas deportivas asomando
por la parte inferior. Cuando se acerca, observo que el top negro que usa
tiene pequeñas salpicaduras de pintura. Una de las finas correas se cae
de su hombro. Aspiro un poco de aire. Ella no tiene puesto un sostén. Se
me hace agua la boca cuando pienso en sus tetas.

Mis ojos se vuelven hacia la gente que la mira. Uno es un hombre. Debe
sentir mis ojos porque me mira. Le doy una mirada que lo hace girar
rápidamente. Es la misma mirada que doy a mis oponentes antes de
dormirlos en el ring.
Dejar este lugar ya no parece la mejor idea. Tengo cosas más importantes
de las que ocuparme. Hacer que la Pequeña Hada que camina hacia mí
acepte ser mía para siempre está en la cima de esa lista. No estaré
satisfecho hasta que tenga su dulce rendición.
2
Neily
—Hola— Le sonrío al gran hombre que tengo delante. Sabía que venir a
este club era una buena idea cuando arrastré a mi mejor amiga hasta
aquí. Venimos para que conociera al hombre del que se ha enamorado y
ahora yo también me enamoré. Me lamo el labio inferior, tratando de
entender por qué tuve el repentino tirón hacia este hombre gigante al otro
lado de club. Estoy acostumbrada a que me atraigan las cosas, pero no
de esta manera. Sé que mi atención se engancha fácilmente, pero esta es
la primera vez que un hombre la mantiene.

Cuando se pone de pie, no puedo creer que sea más grande de lo que
pensaba. —Soy Neily— Le doy la mano para que la tome. Me mira de
forma extraña antes de meter mi mano en la suya, que es mucho más
grande. Parece casi sorprendido por mi brusquedad. Al menos eso es lo
que mi familia dice que soy. Precipitada. Tan pronto como me meto en
algo, mi partida suele ser igual de rápida.

—Neily— Mi nombre sale de su lengua más áspero de lo que nunca antes


había oído. Su voz coincide con él. Áspero y salvaje. Eso es lo que pensé
cuando lo vi por primera vez. Me llamó la atención como nadie lo había
hecho antes. Creo que son sus rasgos. No es lo que uno llamaría guapo.
Su mandíbula y nariz parecen haber sido esculpidas de piedra. No, es
sexy.

—¿Quién te hizo el tatuaje? — Pregunto mientras mis ojos se dirigen a


sus brazos. El artista que hay en mí siempre tiene curiosidad cuando hay
un buen trabajo en exhibición. Un pensamiento rápido pasa por mi mente
sobre lo que puede haber debajo de sus ropas. Curiosa por saber si es un
lienzo en blanco. Voy a tocar uno y me doy cuenta de que todavía tiene
mi mano en la suya.

—Necesito esto de vuelta — Muevo mi mano. Al principio está indeciso,


pero luego me sonríe y me deja ir. Le agarro del brazo, inspeccionando el
trabajo. Empiezo a trazar con la punta de mis dedos las líneas suaves de
la pieza.
El color se ha rellenado con una vista aguda, haciéndome saber que quien
lo haya hecho tiene un talento fuera de lo común. Conozco algunos
artistas de tatuajes en la ciudad, pero no reconozco este estilo. Está muy
bien hecho. Mis dedos se aprietan en su brazo, cuando pienso que tal vez
una mujer le hizo estos diseños.

—¿Te gustan? — pregunta, rompiendo mi loco momento de celos.

—Sí— lo admito, soltando su brazo.

—Tengo más—

No tengo ninguna duda. Me encojo de hombros, ya no me importa.


Suspiro por dentro, sintiéndome más desilusionada de lo que debería.
Supongo que esta noche será un fracaso para mí. Al menos Alyssa
consiguió a su hombre.
Algo me atrajo a este hombre, pero la forma en que mi cuerpo y mi mente
ya están reaccionando a él me hace saber que necesito alejarme. Nada
bueno saldrá de esto. Pertenece a otra persona. Empiezo a pensar que mi
madre se equivocó en todo esto de encontrar tu alma gemela. Que sabes
cuando los ves. ¿Y si ya pertenecen a otra persona?

—Bueno, esto fue divertido — Me acomodo mis gafas en la nariz, tratando


de ocultar mi decepción. —Nos vemos por ahí— Me doy la vuelta para
irme tan rápido como llegué. Me agarra de la muñeca, tirando de mí hacia
él.

—¿Qué acaba de pasar? — Mi cuerpo se presiona contra el suyo. El deseo


que sentí en el momento en que lo vi, regresa rápidamente. No es tuyo,
me recuerdo.

—¿Quién te hizo los tatuajes? — Pregunto, evitando su pregunta.

—Mi amigo Marco. Tiene una tienda en la 5ª y Central. —

—Oh— Me animo. Mis dedos se meten en su camisa. Debo haber puesto


mi mano en su pecho cuando me llevó hacia él.

—¿Por qué trataste de irte? — pregunta de nuevo. Su mano aún está


envuelta alrededor de mi muñeca. Su toque es suave pero firme.
—Pensé que otra mujer te había marcado — Me giro en su mano, mis
dedos rozando su brazo. Dios, se siente bien. Me acomodo más en él. No
sé por qué, pero se siente seguro.

—¿Haces tatuajes? —

—No— Sacudo la cabeza. —Lo he pensado, pero no estoy segura de


querer estar rodeada de gente todo el tiempo— Le quito los ojos del brazo.
—También me aburro de los proyectos con facilidad. Me gusta ser capaz
de cambiar lo que estoy trabajando —

—¿Artista? —

Me encojo de hombros. —Supongo—

—Y no te gusto la idea de que otra mujer tuviera su marca en mí—

Siento que mi cara se calienta. Levanto la mano para tocar mi mejilla. Sí,
mis mejillas están definitivamente sonrosadas. —Supongo que no— lo
admito. No sé por qué me estoy sonrojando.

—¿Te sentarás conmigo? — Se mueve hacia donde estaba sentado.

—¿Puedo tomar uno de esos Martinis rosas? — Busco a la mujer que


había traído algo a mi mesa antes.

—Te traerán lo que quieras si te quedas — Hace un gesto con la mano


para que uno de las meseras se acerque. La mujer casi se tropieza con
sus pies para llegar a nosotros. Supongo que, para llegar a él, no tanto a
mí. Me digo a mí misma que me quedo por los Martinis, pero en el fondo,
sé que es mucho más que eso.

—Tomas. ¿Qué puedo ofrecerte? — Ella le mira a los ojos, sin molestarse
en evitarme una mirada. No le presta atención a la mujer; sus ojos
permanecen enfocados en mí.

—¿Qué quieres, Pequeña Hada? —


La mirada de la mujer finalmente se dirige hacia mí. Ella fuerza una
sonrisa. ¿Qué diablos le hice?

—¿Estás bien? — Le pregunto a ella.

—¿Bebida? — Ella ignora mi pregunta.


—La bebida rosa en la copa de martini. — Ella da un pequeño gesto antes
de darse la vuelta para irse. Tomás se deja caer en su asiento. Dejo
escapar un pequeño chillido cuando me jala con él. Me dejo caer en su
gigante regazo.

—Eres muy grande y creo que esa camarera me odia — le informo. Este
asunto de los clubes no es tan fácil como pensé que iba a ser. No es de
extrañar que Alyssa y yo nunca lo hayamos hecho antes. Pensé que nos
mezclaríamos fácilmente, pero realmente destacamos como pulgares
doloridos. No es que me importe. Nunca encajé realmente. Estoy
acostumbrada.

—Ella me odia— Me acomodo en su regazo, me gusta cómo me siento


mientras estoy en él. —¿Qué le hiciste—

—No piqué el anzuelo— Sus ojos se deslizan por mi camisola. Me acerco,


empujando mi correa caída hacia arriba de mi brazo. —¿Pintura? —

Asiento con la cabeza. No pude sacarla, pero me encanta esta blusa. No


pensé que las pequeñas manchas se notarían en la tela negra. —¿Qué
anzuelo? —
Su mano viene a mi estómago, su otra me envuelve mientras me aprieta
con fuerza.

—Quería que la llevara a casa— responde. Sí, eso es. Esto es un club.
Eso es lo que hace la gente. Engancharse. Es, de lejos, el hombre más
sexy de aquí. Yo misma me había preguntado qué se sentiría al besarlo.
No podía culpar a las mujeres de aquí por preguntarse algunas de esas
mismas cosas.

—¿No quieres llevarla a casa? — Me encuentro preguntando.

—No quería estar aquí hasta hace unos minutos— Su mano se desliza
bajo mi camiseta, sus dedos van y vienen sobre mi piel. Cuando lo vi por
primera vez pensé lo mismo. Se sentó allí jugando con su teléfono, sin
prestar atención a nada más. Les dio tiempo a mis ojos para rastrear
todos los tatuajes que podía ver sin que él se diera cuenta. Eso fue hasta
que levantó la cabeza, enfocando sus ojos directamente en mí.

—Entonces, ¿Por qué has venido? —

—Tenía que hacerlo —

—Yo también. Mi amiga está enamorada de este tipo. — Señalo donde


están. —Vine como la amiga celestina. ¿Así es como se llama? ¿Amiga
celestina? —
—Jesús, eres jodidamente adorable— No deja de sonreírme.

—¿En serio? Estaba tratando de ser sexy. Incluso me puse lápiz labial —
Me frunzo los labios para mostrarle. Él lame los suyos mientras mira los
míos.

—Eres linda y sexy, todo en uno. No sabía que alguien podía ser ambas
cosas— Mi pecho burbujea con emoción ante sus comentarios. No estoy
segura de lo que está pasando aquí, pero voy a disfrutar de este momento.
De eso se trata la vida. Agarras cada momento antes de que pueda pasar.
Luego vas al siguiente. Todo pasa tan rápido que es importante
aprovechar las oportunidades cuando se te presentan. Porque puede que
nunca las vuelvas a tener, causando que te arrepientas. No quiero que
esta sea una de esas veces.

—Tú tampoco estás mal — admito mientras la mesera vuelve, poniendo


mi bebida en la mesa. Me da otra mirada. Me aferro más a Tomas y le
devuelvo la mirada. No está marcado por otra mujer y eso significa que
está completamente en el juego. —Espera. No estás casado ni nada de
eso, ¿Verdad? —

—No — Sacude la cabeza. —No me gusta todo el asunto de las citas.


Estoy centrado en mi trabajo. No importa cuánto la gente trate de
engancharme, no lo hago—

—¿Así que sólo haces lo del sexo? ¿Enrollarte? — Odio los celos que una
vez más burbujean dentro de mí. No me importaría enrollarme a él. He
estado guardando esta tarjeta V por mucho tiempo. Por la forma en que
mi cuerpo está reaccionando a él, quiere dársela en bandeja de plata.

—No. Yo tampoco hago eso—

—Oh — Me estrujo la cara, pensando en lo que eso podría significar.

—Voy a besarte— Antes de que sus palabras se asienten completamente,


su boca ya está en la mía. Jadeo sorprendida, y su lengua se roba el
momento de cruzar a mi boca. Su sabor cálido me llena y me encuentro
devolviéndole el beso. Me muevo en su regazo, queriendo profundizar el
beso. Mis brazos se enrollan alrededor de su cuello mientras empujo mi
cuerpo hacia el suyo. Mis muslos tienen que extenderse para pasar por
encima de los suyos mientras me balanceo para encontrar la presión que
mi cuerpo está pidiendo.

—Jesús, Tomás. No quise decir que debieras enrollarte con una mujer en
el medio del club— Tomás se cambia, poniéndome en la silla en la que
estaba sentado. Dejo escapar un gemido, sin querer dejar de besarlo.
Abro los ojos que debí cerrar cuando me besó, perdiéndome en el
momento. No puedo ver nada. Está parado frente a mí, su espalda
bloqueando todo. Levanto la mano para arreglar mis gafas, esperando
que eso ayude.

—Vete a la mierda — le suelta a quien le está hablando. Me pongo de


rodillas para mirar a su alrededor y ver que el tipo del traje con el que
hablaba antes ha vuelto.

El hombre me mira. —Es linda —

Tomás aprieta sus puños a los lados. Puedo sentir la tensión que se
desprende de él. Da un paso hacia el hombre. —Te dije que te fueras a la
mierda—

El hombre del traje levanta las manos. Agarro uno de los puños cerrados
de Tomas. Se necesitan las dos manos para envolverlo.

—¿No quieres estar aquí? Entonces vámonos— me ofrezco, no queriendo


que haya una pelea. Pensé que eran amigos por cómo hablaban antes.

—Tiene que quedarse otros treinta minutos —

Miro fijamente al hombre del traje. Debe estar loco. ¿Intenta que le den
un puñetazo en la cara?

Tomo la mano de Tomas. Él retrocede. Me aparto del camino,


empujándolo fácilmente a la silla. No se resiste, pero se mueve fácilmente
bajo mi toque. Me agarra por la cintura y me empuja de nuevo a su
regazo.

—¿Estás bien? — le pregunta el hombre.

—No voy a decírtelo otra vez. Cuida tu boca y tus ojos—

El hombre lanza un largo suspiro, claramente no ofendido por la


advertencia de Tomás, pero parece sorprendido. —Llámame mañana—
Golpea su reloj antes de volver a salir.

—¿Por qué tienes que quedarte? — Había dicho algo hace un minuto
sobre tener que estar aquí y no querer estarlo.
—Está en mi contrato— Gira la cabeza para mirarme. Mis ojos se dirigen
a su boca. Quiero volver a besarlo. —¿No sabes quién soy? — Sacudo la
cabeza no. —Soy Tomas Holiday —

—Bien —

Su cuerpo se sacude con la risa, haciéndome sonreír. —Te sentarás aquí


conmigo durante treinta minutos y luego nos iremos de aquí—

—¿Vas a darme más de esos besos? —


Él sonríe. Toda su cara se ilumina. No sabía que tenía eso cuando empecé
a robar miradas por aquí. Su cara se veía tan seria antes. Pero ahora que
me ha sonreído, no puedo imaginarme no volver a ver a uno de ellos.

—Sí, pero no aquí. La gente está mirando — Miro a mi alrededor para ver
que la gente está realmente observando. Me hace preguntarme quién es
Tomas Holiday. No es que importe. Es mío por esta noche.
3
Tomás
No fue hasta que Seth se acercó que me di cuenta de lo que había estado
haciendo. Por supuesto que la gente estaría mirando. Tenía una morena
sexy en mi regazo y la estaba besando. Algo que estaba muy fuera de
lugar para mí. También algo que haría que alguien ganara un buen millón
si nos sacara una foto para venderla a uno de esos chismosos.

Aun así, no puedo mover a Neily de mi regazo. Ella se sienta ahí, viendo
pasar los segundos. Está completamente calmada por lo que soy. Lo
encuentro tan atractivo como el resto de ella. Es un soplo de aire fresco.

—¿No te duele cuando alguien te golpea en la cara? — Hace otra pregunta


al azar. Estoy disfrutando de que no sé qué vendrá después de ella.

—Ha pasado un tiempo desde que alguien me dio un puñetazo en la cara,


pero sí, me duele—

—Lloraría si alguien me golpeara en la cara— Se frota la nariz que es


como un pequeño botón, y se ve aún más adorable.

—Nadie te golpeará nunca en la cara —

—Espera. Alyssa me golpeó una vez en la cara con una cuchara de


madera — La ira me golpea fuerte y rápido. No puedo golpear a una
mujer. —Podría haber caminado hacia la cuchara. Tal vez, bailé hacia
ella. A veces me aburro cuando ella está cocinando. Dejó un bulto en mi
cabeza durante una semana — Ella sonríe mientras lo dice, templando
mi ira. —Lo pinté para que pareciera un cuerno. — Empieza a reírse en
mi regazo. El sonido va directo a mi polla.

—¿Un unicornio? — Supongo.


Rebota la cabeza de arriba a abajo, tomando otro sorbo de su bebida.
—¿Podemos irnos ya? La gente nos está mirando. — Sus hombros tratan
de moverse al ritmo de la música, pero fracasa adorablemente en ello. No
creo que le importe. —¿Eres famoso? —

—Algo así—

—Famoso por golpear a la gente en la cara— Echa la cabeza hacia atrás


y se ríe más fuerte. Su pelo oscuro me hace cosquillas en el brazo. Sus
tetas rebotan con el movimiento. Tengo que obligarme a apartar los ojos
de ellas. Lo hago despacio, rastreándolos hasta mi mente. Usaré la
imagen más tarde. Más que nada quiero asegurarme de que ningún otro
cabrón la vea. Quiero atrapar el sonido de sus risas en mi habitación
donde sólo yo las escuche..

—Es hora — Le quito la bebida de las manos, dejándola antes de


quedarme con ella en mis brazos. Ella me rodea con sus brazos.

—Eres fuerte — Deja escapar un dulce suspiro. Sé que está más que un
poco achispada. Puede que sólo consiga unos pocos besos con ella, pero
lo aceptaré. Se despertará en mi cama mañana por la mañana. Entonces
podré darle más.

—Eres ligera — Lo es. Podría levantarla con una mano.

—Deberías haberme visto en el instituto. Era pequeña y entonces Alyssa


empezó a hornear estos brownies de caramelo— Ella se queja. —Voy a
conseguirte algunos. Ya verás lo que pasa — Ella hincha sus mejillas.
Las luces del club las golpean y veo pequeñas pecas en su nariz.

—No sé lo que estás comiendo, pero nunca te detengas — La tengo en


mis brazos mientras camino a través de la barra. La gente se aparta de
mi camino. Tiene unas curvas suaves y agradables que no quiero que
vayan a ninguna parte. Salgo por la parte de atrás del club de la misma
manera que entramos.

—No sabía que había una entrada secreta. — Levanta la cabeza para
mirar a su alrededor. —Espera. Es la puerta trasera— Ella baja la cabeza
al mismo tiempo que mi conductor se levanta. Él salta, abriéndome la
puerta, mirando sorprendido de que tenga una mujer en mis brazos.

—Condo — le digo. A veces, después de una gran pelea, me dirijo a la


casa de mi madre. No está muy lejos de la ciudad. Ella tiene tierra y yo
puse un muro alrededor de ella. No tengo que preocuparme por lidiar con
nada cuando estoy allí, excepto el gimnasio.
Neily deja escapar un bostezo en mi cuello.
—¿Te vas a desmayar sobre mí? —

Ella sacude la cabeza no. —Vamos a hacerlo— me informa. Mi polla se


sacude de acuerdo. Eso no va a pasar esta noche. Ella me mordisquea el
cuello. —Sabes bien— Está tratando de matarme. Muchos hombres lo
han intentado en el ring, pero esta Pequeña Hada va a lograrlo sin
siquiera intentarlo.

—Tú también sabes bien— Ella se mueve en mi regazo para sentarse a


horcajadas en la parte trasera del todoterreno. Dirijo mi mirada al asiento
delantero para ver a mi conductor está mirando hacia delante, fingiendo
que no estamos aquí. Conseguirá un aumento de sueldo. —Bésame—
Antes de que pueda darle lo que quiere, ya está tomando su beso. Le clavo
los dedos en el pelo.

Ella mueve su pequeño cuerpo contra mí. No creo que sepa cómo
quedarse quieta. No es que yo quiera que lo haga. Su falda larga no le
ayuda a conseguir la fricción que necesita. Rápidamente se da cuenta de
esto y comienza a tratar de levantarla. Su boca deja la mía cuando tira
de ella. Le suelto el pelo, deteniéndola.

—Espera— le digo. Mis ojos se dirigen al conductor. —Ya casi llegamos—


Gira la cabeza para mirar por la ventana delantera. No puedo dejar de
besarle el cuello. Lamo y chupo, disfrutando el dulce sabor de ella en mi
lengua. Ella suelta un pequeño gemido que me devuelve a la realidad. No
quiero que nadie vea u oiga su placer. La idea puede ser ridícula, pero
esos sonidos son sólo para mis oídos.

El todoterreno apenas se detiene y abro la puerta sin esperar nada más.


La mantengo rodeada de mí. No deja de enterrar su cara en mi cuello y
de besarme de la misma manera que yo la he estado besando. La
necesidad de tenerla crece con cada pequeño beso y lamidas que me da.
Los pensamientos de ella de rodillas haciendo lo mismo con mi polla
corren por mi mente. Pero tenemos mucho tiempo para explorar todo eso.
Esta noche es sobre ella. Sobre mí bebiendo esa dulce crema que sé que
está entre sus preciosos muslos.

—Tomas — Respira mi nombre contra mi cuello. Su cálido aliento me


hace gemir cuando salgo del ascensor a mi piso. He estado tan perdido
en lo que me hace que ni siquiera recuerdo haberme subido a la maldita
cosa.

—No te quites la ropa— le digo mientras me dirijo a mi habitación.


—No— Me muerde el cuello. Casi tropiezo. Ella va a ser la primera
persona que me ponga de rodillas. Pero no me importa. Con gusto me
pondré por ella. Enterrar mi cara entre sus muslos.

—Sí— le digo, poniéndola de pie.

—Odio la ropa— Antes de que pueda detenerla, se está pasando la


camiseta por la cabeza. Sus tetas caen libres.

—Sin sujetador — Yo tenía razón.

—No necesito uno. No tengo mucho — Se encoge de hombros, me sonríe


mientras se baja la falda por las piernas, no le da vergüenza estar
desnuda. Luego va a por sus simples bragas de algodón, pero yo la
alcanzo, sabiendo que tengo que detenerla porque apenas me agarro a
una cuerda.

—Déjalas puestas— Me arrodillo delante de ella. —Tienen que


permanecer en el lugar— Le suplico mientras me chupo uno de sus
pequeños pezones rosados en mi boca. Si se las quita, estaré dentro de
ella en segundos.

—Oh, eso se siente tan bien— Sus manos caen sobre mis hombros, sus
uñas se clavan en mí. Gimoteo contra ella mientras dejo libre a uno y voy
a por el otro. Entonces mi boca está en todas partes. No puedo dejar de
besarla. La necesidad de probar cada centímetro de ella es abrumadora.

—Tomas. Necesito más — suplica. Me empuja sobre los hombros,


dejándose caer en mi cama. Su pelo oscuro se extiende a su alrededor.
La agarro, la jalo hacia la orilla de la cama para que sus piernas cuelguen
a un lado, enterrando mi cara entre sus muslos sobre sus bragas. —Sí—
Ella levanta sus caderas, queriéndome. —Más— exige. Tengo que darle
lo que quiere. Respiro profundamente, y el olor de su excitación me golpea
fuerte. Mi polla se sacude en mis pantalones, ya goteando semen sólo por
el olor de ella.

Me araña para complacerla. Le muevo las bragas a un lado, encontrando


su pequeño clítoris pidiendo atención. La rodeo con mi lengua antes de
darle un golpe, seguido de una larga lamida. Ella grita mi nombre
mientras su humedad llena mi boca. Chupo su clítoris, necesitando más.
Sus manos se clavan en mi pelo corto cuando acerca más mi cara, sus
piernas tiemblan cuando le chupo hasta la última gota.

Nuestros jadeos llenan la habitación. Respiro profundamente tratando de


juntar mi mierda mientras pongo sus bragas en su lugar, dándole un
beso en cada uno de sus muslos. Me paro, la levanto y la pongo en el
centro de la cama y tiro de las mantas hacia atrás.
Le beso el estómago antes de levantarme de la cama, dirigiéndome a mi
armario. Agarro un par de pantalones de chándal antes de ir al baño,
donde me quito la ropa del cuerpo. Miro mi polla aun dura que se corrió
hace apenas treinta segundos.

Quiere más. Estar dentro de ella. Nunca antes había tenido esta
necesidad. Incluso cuando era más joven, siempre quise pelear. El sexo
nunca fue una necesidad. Pensé que algo estaba mal en mí. Que estaba
lleno de tanta ira que no tenía ganas de estar cerca de alguien a menos
que fuera con los puños en la cara, causando dolor.

Agarro una toalla, me limpio antes de ponerme el chándal. No sé lo que


me ha hecho, pero sé que no puedo vivir sin ello.

—Tomas— Me llama por mi nombre.


Apago las luces y vuelvo a mi cama. Está sentada con las mantas
alrededor de su cintura. Sus pechos perfectos están en plena exhibición
para mí. No tengo ni idea de qué demonios estaba hablando cuando dijo
que apenas tenía. Se ajustan perfectamente a mis manos. Ella me
extiende la mano. La agarro, pongo su mitad encima de mí y nos cubro
con la manta a los dos. Se acomoda en mí con su cara en mi cuello.

Todo dentro de mí se asienta. Sí, no sé si podré vivir sin esto. Sin ella.
Jamás.
4
Neily
Me quedo mirando el chupetón de mi cuello, sin saber cómo lo voy a
cubrir. Paso mi dedo sobre él, no estoy segura de querer hacerlo. No sé
cómo se me pasó esta mañana cuando me apresuré a entrar en la
panadería. Supongo que porque no me miré mucho en el espejo mientras
me cepillaba los dientes y el pelo al mismo tiempo que me preparaba en
un tiempo récord.

No había esperanza de ocultárselo a Alyssa. Mi mejor amigo lo había


señalado en un segundo. No es que ella tenga espacio para hablar. Ella
también se fue a casa con un hombre anoche. Esperaba pasar sin que
me preguntara adónde había ido. No estaba lista para responder a
ninguna pregunta sobre mi paradero anoche porque ni siquiera sé cómo
llamarlo.

Mis ojos se dirigen a mi teléfono. Estoy siendo estúpida. Por supuesto


que no me va a llamar. No tiene forma de encontrarme. Me escabullí
mientras aún dormía. Todo lo que sabe es que soy una artista que resulta
ser adicta a los orgasmos. Lo último fue un nuevo descubrimiento para
mí también.

—¡Nos vamos en cinco! — grita mi mejor amiga desde algún lugar dentro
de nuestro apartamento. Al menos tengo esto para distraerme un poco.
Busco bajo el fregadero por mi bolsa de maquillaje que tiene que estar en
algún lugar allá atrás. La encuentro y la remuevo hasta que ubico algo
para cubrir y hacer lo mejor para esconder la marca. Normalmente no me
importaría, pero esta función a la que vamos es una cosa de trabajo.
Tengo que parecer algo profesional. Creo que sí.

Meto la bolsa debajo del lavabo antes de tomar el teléfono y me dirijo a la


sala de estar, donde me caigo en el sofá. Alyssa zumba por el
apartamento, tratando de asegurarse de que tiene todo lo que necesita
para la noche. Puede que se diga a sí misma que no se está vistiendo en
caso de que se encuentre con Sean, pero sé que lo hace.
No creo ni por un segundo que no va a salir con el hombre con el que se
fue a casa anoche. Lo acosó durante un mes. No hay forma de que ya
estuviera tirando la toalla, pero dejaré que lo descubra por sí misma. Ya
que ella ha sido la que ha estado vigilando, creo que es el turno de Sean
de hacer un poco de acoso por su cuenta.

Con la forma en que se quedó fuera de la panadería todo el día después


de que Alyssa cancelara sus planes, creo que está listo para el desafío.
Parecía como si alguien hubiera pateado a su cachorro mientras estaba
allí. Aunque Alyssa se mantuvo ocupada, pude ver que le estaba
comiendo que canceló sus planes con él. Podría tener que empujarla de
nuevo hacia él.

—Creo que estoy lista— Alyssa viene paseando por la habitación. Me


caigo del sofá, aterrizo a cuatro patas y me levanto del suelo.

—Hagamos esto— Agarro mi bolso y una sudadera con capucha de al


lado de la puerta principal.

—¿Ya me vas a hablar de ese chupetón? — Me da un codazo en el costado


mientras salimos juntos.

—Creo que deberíamos preocuparnos por tu vida amorosa— le doy un


empujón. No sólo evito a Tomas, sino que evito todo cuando se trata de
él. No hay nada de lo que hablar. Tuvimos una pequeña cita y ahora se
ha acabado. Esas palabras pesan mucho en mi corazón por alguna
extraña razón. No deberían. Esto es lo que hago. Estoy en algo por un
segundo y luego estoy en algo nuevo. ¿Así es como seré con los hombres?
El pensamiento es inquietante. Puede que no esté hecha para esto de las
citas entonces.

—No lo hagamos — Deja escapar un largo suspiro. Entiendo por qué está
huyendo asustada de Sean. Se le ha visto salir con un montón de chicas.
En todos los artículos que hemos buscado sobre él, sin embargo, no lo
he visto en una relación. Sólo fue fotografiado con mujeres y ninguna de
las fotos era de pareja. Todas eran fotos de grupo. Sólo que había mujeres
en ellas.
—Bien — Ella resopla a mi lado, quitándose uno de sus rizos rubios de
la cara. No nos lleva mucho tiempo llegar a la despedida de soltera donde
dejamos el pedido y nos instalamos. No me sorprende cuando veo a Sean
allí. Después de todo, la despedida de soltera es de su cuñada. El hombre
no se detiene para asegurarse de que Alyssa no se le escape. Tengo que
respetarlo por su esfuerzo y su juicio. Obviamente sabe algo bueno
cuando lo ve.
Puede que ella piense que es un pez gordo, pero no me lo creo. El hombre
no es duro con los ojos y es asquerosamente rico. Una combinación que
garantiza que no tiene que perseguir a las mujeres si sólo quiere
acostarse con ellas. No puedo culparlo por haberse enganchado a Alyssa.
Ella es todo el paquete. Tengo suerte de tenerla como mi mejor amiga.
Por eso estoy a punto de abandonarla cuando nos piden que nos
quedemos para la despedida de soltera y pasemos el rato. Necesita un
pequeño empujón y estoy más que dispuesta a dárselo.

—Tengo una cita— Saco mi teléfono, fingiendo que lo reviso. Unas


cuantas personas se giran para mirar hacia mí.

—¿Tienes una cita? — Alyssa parece sorprendida. Era lo único que podía
decir que tenía que hacer para que ella no pudiera acompañarme.
Necesita quedarse aquí y arreglar las cosas con Sean.

—Sí. Me tengo que ir — Me doy vuelta, y salgo por el pasillo antes de que
Alyssa pueda hacer más preguntas. Debería haber sabido que me
perseguiría. Me agarra por el brazo, impidiendo que escape.

—¿Cita? ¿Me estás dejando? — Ella mira por encima del hombro a Sean.

—Sí, tengo una cita — Muevo mis cejas hacia ella. —Deberías quedarte.
Diviértete—

—Se supone que estás en mi equipo. No en el suyo — me recuerda. Por


supuesto que estoy en su equipo. Por eso estoy haciendo esto. Haría
cualquier cosa por esta chica. Puede que no estemos emparentadas por
sangre, pero la considero mi hermana. Sólo quiero lo mejor para ella y
creo que eso es Sean.

—Quédate— Agarro su mano, dándole un apretón. Sus hombros caen y


sé que la tengo. Se inclina, besando mi mejilla. Quiere pasar más tiempo
con Sean. Sólo está luchando contra sí misma.

—Te veré más tarde — dice antes de volver a la cocina. Salgo por la puerta
principal, sin saber qué haré el resto de la noche. Cuando el aire de la
noche golpea mi cara, la tristeza me llena. Aunque quisiera encontrar a
Tomas, no sabría por dónde empezar. Tomo un taxi y le digo al conductor
que se dirija a mi casa. Hago lo que me dije que no haría y empiezo a
buscar en Google a Tomas. Hay una necesidad dentro de mí de saber más
sobre él. Sé que no va a cambiar nada, pero eso no me impide aspirar
toda la información que pueda obtener sobre él.
Todo lo que encuentro sobre él sólo hace que me guste más. Es un
maestro en lo que hace. Hago clic en algunos videos, viéndolo en el ring.
No es elegante ni rápido en sus pies como yo suponía que eran los
luchadores. Sus golpes son directos. Da un puñetazo devastador. No
baila alrededor del ring o fanfarronea. Se queda ahí como un muro de
puro músculo hasta que está listo para golpear. Entonces, en un abrir y
cerrar de ojos, su oponente está en el suelo y le levantan el brazo en la
victoria. Ni siquiera estoy segura de que sude antes de que termine el
combate. Todo sucede tan rápido. Todas las imágenes de sus peleas son
las mismas.

No pasa desapercibido para mí que su cuerpo está en plena forma. Cada


músculo está definido, como si hubiera trabajado cada uno de ellos hasta
que se vieran perfectos. Se me hace agua la boca para pasar la lengua
por ellos.

—Cambio de planes— le digo al conductor, dándole la dirección del lugar


del que me había escabullido esta mañana. Voy a tomar una página del
libro de Alyssa. No hay nada malo en hacer un poco de acecho por mi
cuenta.
5
Tomás
—Debí saber que esto iba a ser malo cuando aceptaste entrenar con
algunos de mis cachorros— refunfuña Clyde en voz baja. La emoción que
tenía antes se ha ido, cuando me preguntó si podía hacer unas cuantas
rondas con sus chicos. Miro a los cuatro hombres
con los que ya he dado una en pelea.

No se ven muy bien. Cada uno de ellos tiene una compresa fría
presionada contra una de sus partes del cuerpo. Me dieron sus mejores
golpes, pero como todos mis otros oponentes, perdieron. Debería
sentirme mal, pero no lo hago. Si subes al ring conmigo, será mejor que
entiendas que estoy haciendo mi juego A. No me importa si es una
práctica o la cosa real. Trato cada sesión de sparring como si fuera una
pelea por el título.

—No les di en la cabeza — me defiendo a medias. Ya no tengo un corazón


entero con el que tratar de defenderme. Mi Pequeña Hada se lo llevó esta
mañana cuando se me escapó. Todavía no sé cómo carajo pasó eso. Había
caído como una roca. Creo que nunca he dormido tan bien en mi vida.
Luego me desperté en el infierno. Estaba completamente solo. Otra vez.
Ahora el silencio que solía disfrutar tanto es ensordecedor.

—¿Quieres decirme por qué estás más enojado de lo normal? —

—Nunca me ofrezco para ayudar con tus... — Miro hacia atrás a los
hombres, que y están crecidos. —cachorros — A mí me parecen hombres
adultos. No me habría lanzado a unos niños de la manera en que lo hice.
Les estaba haciendo un favor a largo plazo. Es bueno para ellos recibir
algunos golpes. Todos tenemos que recibirlos en algún momento.

—¿Esto es por esa chica? —

Mi cabeza se vuelve a Clyde. —¿Qué chica? — Sólo hay una chica. Aun
así, me pregunto cómo diablos sabe eso. Normalmente a Clyde no le
gustan los chismes. Nunca lee los titulares a menos que sean sobre
peleas. No vi nada publicado sobre anoche en Internet. Estábamos en el
club de Sean King, pero no vi a nadie tomándonos fotos.

El dueño del club es muy estricto en lo que se refiere a la privacidad de


la gente. Especialmente cuando se trata de sus VIPs. Al menos eso es lo
que me dijeron cuando empecé a investigar esta mañana. Su personal
mantiene sus bocas cerradas y sus teléfonos en sus bolsillos. Aun así, no
significa que alguna persona al azar no haya tomado una foto. No es que
importe. Podría ayudarme a encontrarla más rápido. Estaba tan
consumido con mi Pequeña Hada anoche que no conseguí ninguna
información sobre ella. Pensé que tendría tiempo, pero obviamente ella
tenía algo más en mente.

—Tengo el hábito de saber lo que mis peleadores están haciendo —


Empiezo a arrancarme las cintas de las manos. Necesito salir de aquí.
Esto no me ayuda a quemar la energía que ha estado zumbando por mi
cuerpo. Sé que sólo una cosa hará eso. Ella. Pero primero tengo que
encontrarla, y la haré.

—Es mi chica y no tienes que preocuparte por ella— Dejo caer mis vendas
al suelo.

—Tu chica— Sacude la cabeza, sonriéndome. Las arrugas alrededor de


sus ojos se hacen más profundas. Clyde es como un padre para mí.
Necesito dejar de ser un idiota, pero estoy al límite. No me he sentido tan
inquieto desde que era un adolescente salvaje, peleando en las calles.

—Lo siento— me disculpo. Me froto una mano en la cara. Ni siquiera se


suponía que debía estar aquí hoy. Debería estar fuera por unas semanas.
Si fuera un peleador normal estaría en Las Vegas festejando como un
loco. Ese no es mi escenario. Sólo salí anoche porque me lo pidieron.
Ahora mismo sólo quiero estar en un lugar. Diablos, ni siquiera es un
lugar, es con una persona. Es todo lo que quiero. Renunciaría a todos los
cinturones que he ganado para tener su dirección ahora mismo. Me
conformaría con un número de teléfono, así de desesperado estoy.

—Vete de aquí — Clyde me da una palmada en la espalda. —No quiero


verte por unas semanas— Agarro mis cosas y salgo por la puerta. Saco
mi teléfono, comprobando si tengo algún mensaje. No veo nada del tipo
que contraté esta mañana para localizar a mi chica. Sin embargo, veo un
mensaje de mi madre.

Mamá: Cena
—Mierda— murmuro, aumentando mi velocidad cuando veo el
recordatorio de ella. Si llego tarde, mi madre me dará una paliza. Me subo
a mi auto, y me dirijo a su casa. Llego allí en tiempo récord considerando
que ella vive a las afueras de la ciudad. Le gusta su espacio. No la culpo
después de cómo vivíamos antes.
Ni siquiera subo los escalones del porche antes de que ella ya abra la
puerta.

—Llego a tiempo— me apresuro a decir, haciéndola reír. Ella extiende sus


brazos, queriendo un abrazo. La rodeo con mis brazos fuertemente,
besando la parte superior de su cabeza. —¿Qué has hecho? —

—Bistec, por supuesto — Me da palmaditas en el pecho, mirándome.


Nadie puede hacer un filete como ella y he estado en algunos de los
mejores restaurantes del mundo. —Ven a sentarte. Yo prepararé la
comida y tú me dirás qué pasa—

—Nada... —

Ella me corta el paso. —¿Estás a punto de mentirme? —

—Lo siento, mamá— Dejo escapar un suspiro mientras la sigo dentro de


la casa. Parece que hoy estoy repartiendo muchas disculpas. Debería
haber pensado que ella sería capaz de saber que yo estaba de mal humor.
No estoy seguro de que pueda llamarlo así, para ser honesto. Estoy feliz
de haber encontrado a mi Pequeña Hada, pero también enojado porque
se me escapó.

Me siento en la gigante isla de la cocina. Me esforcé mucho cuando


construí este lugar para mi madre. Sabía que una gran cocina era lo que
ella quería más que nada. Estaba decidido a darle todo lo que ella
quisiera. Habían sido demasiadas noches en las que ella tuvo que cocinar
nuestra cena en un solo plato caliente en nuestro pequeño apartamento.
Aun así, todo lo que cocinaba, incluso en ese entonces, era maravilloso.
Y así se las arregló para enseñarme a cocinar.

—¿Por qué esa cara de malhumorado? — Empieza a servirme la comida.

—Todo el mundo dice que siempre estoy de mal humor—Me encojo de


hombros. Esa es la verdad.

Ella pone los ojos en blanco. —Conozco la diferencia entre tu cara normal
y tu cara enojada. Soy tu mamá— Mis labios se mueven por primera vez
desde que me desperté esta mañana sola en la cama. —Esta vez hay algo
diferente mezclado allí que no puedo distinguir. Tú también pareces un
poco triste— Desliza el plato delante de mí antes de empezar a arreglar el
suyo.

—Conocí a alguien— Mamá deja caer su tenedor, mirándome fijamente.

—Conociste a alguien— repite. Asiento con la cabeza, sí. Sabía que ella
estaría emocionada con esto. No iba a decírselo hasta que encontrara a
mi Pequeña Hada de nuevo, pero aquí estamos. —¿Por qué no la trajiste?
— medio me grita.

—Tengo que encontrarla de nuevo — Me meto un trozo de filete en la


boca, tratando de conseguir más mordiscos antes de que mi madre quiera
que divulgue cada pequeño detalle que me pueda obtener. Me rindo ante
su curiosidad, contándole casi todos los detalles. Dejo fuera algunos de
los momentos más privados.

—Hay tanto por hacer. Una boda. Nietos— Aplaude con las manos juntas.

—Tengo que encontrarla primero —

Hace un movimiento con la mano. —Tomas, luchas por lo que quieras y


siempre ganas. No tengo dudas de que encontrarás a esta chica — Ella
toma un bocado de su filete, sonriendo mucho. Tiene razón. Ganaré esta
pelea. Es la que realmente importa. —Una boda en primavera. Creo que
es perfecta — Mamá dice, dejando claro que es mejor que la encuentre
cuanto antes. Como si hubiera otra opción.
6
Neily
Me paro frente al gimnasio de los pesos pesados preguntándome cómo
llegué aquí. Oh, es cierto. Entré en un modo de acecho intenso en Tomas.
Había cedido hace tres días y volví a su casa después de la fiesta de
bodas. Nunca volvió a casa. Al menos no lo había hecho antes de que
finalmente me rindiera y me fuera. ¿Dónde había estado toda la noche?
La estúpida pregunta me molestaba, así que me metí en una espiral de
acecho en Internet. Eso me llevó a donde estoy actualmente. El gimnasio
en el que supuestamente se ejercita, según mi investigación en Google.

No estoy segura de tener el lugar correcto, pero he estado inquieta, así


que mejor me arriesgo. Es mi segundo día caminando por este lugar y
todavía no lo he visto. Mi única opción es intensificar mis esfuerzos un
poco más. Voy a tener que entrar. Me mezclaré casualmente. Nadie se
dará cuenta de que estoy allí en mi misión secreta de acecho. Es bastante
fácil.

Lo hice en el club, así que seguro que puedo hacerlo en un gimnasio. No


he estado dentro de un gimnasio desde el instituto, pero ¿Qué necesitas
además de ropa de entrenamiento, zapatillas deportivas y audífonos?
Puedo hacerlo. Levanto la mano, ajustando mi cola de caballo antes de
bajarme de la acera. Esto va a ser un como ir por un pastel. Averiguaré
más sobre él y luego perderé el interés y estaré en algo nuevo.

Un coche toca la bocina, el sonido me hace saltar de nuevo a la acera con


un grito mientras pasa a toda velocidad. Bien, quizá no tenga esto.
Sacudo la cabeza a mí misma empujando mis gafas hacia atrás por la
nariz antes de mirar a ambos lados esta vez. Me bajo de la acera y cruzo
la calle corriendo. Un hombre me abre la puerta cuando me acerco a la
entrada.

—Gracias— Le doy una sonrisa al hombre todo sudado, al notar que tiene
dos ojos negros. —¿Quién te hizo los moretones? —
—Maldito Tomas — Se levanta, tocándose los ojos. Bingo. He encontrado
el lugar. —¿Crees que es caliente? — Me guiña el ojo hinchado. Sacudo
mi cabeza negativamente.

—¿El punto es no ser golpeado? —

—Todos somos golpeados— Me jala de la cola de caballo.

—Recibir un golpe no me suena atractivo — Me miro la mano,


convirtiéndola en un puño. —Golpear a alguien tampoco— Mis dedos son
los que me hicieron ganar dinero. Si golpeo algo, no tengo dudas de que
me rompería mi propia mano. Esa sería mi torpe suerte.

—Entonces, ¿Por qué estás aquí? — Me da una sonrisa juguetona. ¿Está


coqueteando conmigo? Si es así, está haciendo un trabajo terrible. Parece
que apesta en dos cosas: pelear y coquetear.

—Sólo estoy conociendo el lugar— Miro alrededor del gimnasio, tratando


de ser casual. No se parece a ninguno de los otros que he visto antes. No
hay filas y filas de cintas de correr y bicicletas. En su lugar hay alfombras
y sacos de boxeo. Hay un montón de otros equipos de los que no sé los
nombres.

—No tenemos esas clases de entrenamiento de boxeo aquí — Me mira. —


Quiero decir, puedo hacer que te ejercites— Intenta guiñarme el ojo, pero
no funciona con los ojos golpeados.

—Bruno. Ve al vestuario y sube a la bicicleta—

—Quédate por aquí. Terminaré en unas horas— El hombre sale


corriendo. Espero que no piense que voy a esperarle durante horas. Debe
estar loco. Apenas le dije dos palabras a este tipo y aquí está, pensando
que lo quiero. Es lógico. Primero, ni siquiera lo encuentro atractivo y
segundo, ya estoy acechando a alguien. Estaré haciendo esto durante las
próximas horas. Estoy ocupada.

—¿Puedo ayudarle? — El mismo hombre mayor que le gritó a Bruno viene


caminando hacia mí.

—Sólo estoy revisando el lugar— ¿Por qué todos están en mi camino? Es


demasiado para poderme mezclar. Aparentemente, sobresalgo como un
pulgar dolorido. —Cualquiera puede entrar, ¿Verdad? — Los ojos de ese
hombre me miran. No está en la vestimenta de entrenamiento como todos
los demás. Algunos otros dan miradas hacia mí. Es entonces cuando me
doy cuenta de que soy la única chica en este lugar. —Espera. ¿Este lugar
es sólo para hombres? —

—No, tenemos algunas mujeres— Dobla sus brazos sobre su pecho. —No
pareces una groupie—

—Soy un artista— Frunzo el ceño ante su extraño comentario. ¿Las


groupies no están con las bandas de rock? ¿Por qué diablos este tipo está
sugiriendo que soy una groupie? Me miro a mí misma. Llevo un atuendo
de gimnasio perfectamente adecuado. No sé lo que llevan los que van al
gym, pero mis pantalones de yoga y mi sudadera con capucha son más
que aceptables. Incluso me puse zapatillas deportivas para sellar el trato
de que realmente estaba aquí para ejercitarme. Puede que sean Converse
que robé de la habitación de Alyssa, pero siguen siendo zapatillas. No
creo que se dé cuenta. Sean básicamente la ha secuestrado en este
momento.

—¿Quieres decirme por qué estás realmente aquí? —

—Para ponerme en forma — Levanto mi brazo, flexionándolo. Sólo me


mira fijamente, claramente no compra lo que estoy vendiendo. —Bien. Te
lo diré, pero no puedes decírselo a nadie— Doy un paso más cerca del
hombre mayor. Me recuerda un poco a mi abuelo. Nunca se puede pasar
nada por alto.

—Suéltalo— Sus labios se mueven y sé que está luchando contra una


sonrisa.

—Estaba buscando a Tomas— Levanta sus cejas grises.

—¿Fuiste a su casa? —

—Pasé por allí hace unas noches atrás pero no estaba— Otra vez sus ojos
me pasan por encima. Trato de no moverme.

—¿Sabes dónde vive? —

—Sí— respondo. Creo que he dado demasiada información. ¿Y si le dice


a Tomas que lo estaba buscando? Entonces pensará que estoy loca.

—Se fue hace treinta minutos. Volverá mañana— Saca su teléfono. —


Puedo llamarlo para ti— Ahora sí sonríe. Le quito el teléfono de la mano.
Casi lo dejo caer, pero él lo alcanza. Es rápido para ser un tipo mayor.

—Dijiste que no se lo dirías a nadie —


—Nunca dije eso—

Lo miro fijamente. Me doy cuenta de que todo el mundo nos está mirando
ahora.

Él sólo me sonríe más. —Lo estoy arreglando ahora. Estará aquí mañana
por la tarde. Es más que bienvenida a pasar y usar el gimnasio si lo
deseas—

—Tal vez lo haga— Miro a toda la gente que nos mira abiertamente. —
Todo el mundo nos está mirando—

El hombre se gira, ladrando una orden para que muevan el culo. Todos
saltan, como si le tuvieran miedo, aunque todos son mucho más grandes
que él y tienen la mitad de su edad.

—Lo siento por ellos. Pueden ser peores que las damas de la iglesia—

Sólo asiento con la cabeza porque no tengo ni idea de lo que eso significa.
Aunque me gusta el viejo. Tiene ojos amables y parece querer ayudarme.

—Bueno, gracias — Me doy vuelta, salgo.

—No escuché tu nombre— me llama.

—No lo dije— Su sonrisa es lo último que veo antes de salir corriendo por
la puerta, sin tener planes de volver. No sé si me han pillado o no. Me
quejo, por primera vez en mi vida me siento realmente avergonzada. Aun
así, sé que volveré mañana. Tomás es demasiado tentador para que yo
no lo haga.
7
Tomás
Me paso la mano por la cara, tratando de controlarme. No me he sentido
tan nervioso desde que era un niño con demasiada ira dentro de mí para
saber qué hacer con ella. No puedo encontrarla y me está volviendo
jodidamente loco. Creo que estoy empezando a perder la cabeza. La
Pequeña Hada me roció su polvo mágico y me puso bajo su hechizo.
Puede que no sea tan dramático, pero me hizo algo.
Mi teléfono suena. Lo saco de mi bolsillo y lo contesto sin mirar a ver
quién es.

—¿Ya la has encontrado? —

—¿Quién? — La voz de Clyde viene a través del teléfono.

—No importa. ¿Qué pasa? — Cambio de tema. No puedo creer que la


firma que contraté aún no haya localizado a Neily. Se supone que son los
mejores de esta maldita ciudad. Tendré que pedir algunos favores si no
escucho algo en las próximas horas.

—¿Por qué no estás aquí? —

—Estoy fuera—

—Sí, pero nunca te tomas tu tiempo libre, incluso cuando te lo ordeno —


Cierto. Nunca lo hago. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Sentarme todo
el día? Siempre iba después de las peleas, nunca me tomaba un
descanso. La gente cree que soy dedicado. Yo creo que estoy aburrido.
Ahora he encontrado un hobby. Si tan sólo pudiera rastrearla. Al diablo
con eso. Ella es más que un hobby. Ella va a ser mi todo. Mi última
victoria.

—Lo estoy ahora—


—Entonces supongo que no te diré nada sobre la chica que vino a
buscarte—

—¿Es por eso que me llamaste? Sabes que no hago esa mierda — No miro
ni toco a las groupies. A veces aparecen en el gimnasio tratando de llamar
mi atención, pero nunca muerdo el anzuelo. Estoy un poco sorprendido
de que Clyde me llamara por una. Hace un buen trabajo manteniendo el
gimnasio alejado de ese tipo de mierda.

—Sólo pensé que querrías saber que tu chica pasó por aquí— Dejo de
pasearme. —Una cosita linda con gafas y pelo oscuro. Pecas en su nariz—

—¿Ella está ahí? —

—Ella vino ayer —

—¡Ayer! — Grito, ya me dirijo a mi puerta. —¿Por qué no me llamaste


ayer? — Intento controlar mi temperamento.

—¿Cómo es que nunca puedo hacer que te pongas así antes de una
pelea? —

—Ya se quejan de que mis peleas son demasiado cortas— le recuerdo.

—Me importa una mierda eso. Cuanto antes salgas del ring, menos
posibilidades tienes de salir herido —

—Mantente en el tema, viejo — Ya estoy fuera de la puerta principal de


mi edificio. No me molesto con un coche. Puedo correr 3 kilómetros más
rápido de lo que sería si llevara un coche. A pie no hay tráfico. —Olvídalo.
Estaré allí en diez minutos— Me pongo al día, corriendo a toda máquina
hasta que me meto en el gimnasio. Todo el tiempo que he pasado en una
cinta de correr finalmente está dando sus frutos. Soy rápido para ser tan
grande como estoy.

—¿Qué dijo ella? — Le pregunto a Clyde cuando se levanta del taburete


en el que está sentado.

—No es mucho, pero ella estuvo con bajo perfil buscándote. Creo que
también ha pasado por tu casa. Tengo la sensación de que pasó por ahí
y no estabas. — Tuvo que haber sido cuando estaba en casa de mi madre.
—Le dije que volverías aquí hoy. Cuando no apareciste fue cuando te
llamé— Palmea con su mano sobre mi hombro. —De nada —
—Gracias— murmuro, mirando hacia la puerta, sintiéndome todavía al
límite. ¿Y si no aparece? ¿Y si perdí la oportunidad de volver a verla?
Suspiro profundamente, tratando de calmarme. La encontraré de una
forma u otra. Nada me impedirá tener mi eternidad con ella.

Ella vino a buscarme. Algo de eso me hace sonreír. Si se tratara de


cualquier otra mujer, pediría una mayor seguridad aquí. Pero quiero que
mi Pequeña Hada me encuentre. Supongo que ahora sólo es cuestión de
quién encuentra a quién primero.

—Me quedaré por aquí—

—¿Por qué no pareces ocupado? No me hagas parecer un soplón— Me


sonríe.

—No quiero jugar con tus cachorros— No puedo apartar los ojos de la
puerta. Clyde podría tener razón, sin embargo. Hay una posibilidad de
que no entre si estoy encima de la puerta. Si quisiera venir a verme,
habría vuelto a mi casa y habría llamado. Empiezo a pensar que mi
Pequeña Hada podría ser un poco frívola.

Trató de alejarse de mí en el bar como si hubiera perdido el interés en mí.


No creo que las cosas mantengan su atención mucho tiempo. Ese trozo
de felicidad que sentía cuando me buscó ayer empieza a desaparecer. ¿Y
si ya ha perdido el interés? Mierda. Realmente me está jodiendo la cabeza.
Sería un mentiroso si no admitiera que disfrutaría de cualquier tipo de
sexo que ella quisiera darme. Mientras tenga su atención, lo tomaría
como una victoria.

—Vamos, haz una ronda con Bruno. Quiere otra oportunidad contigo —
Miro a Bruno. Sus ojos se ven mejor. Hablaba tanto cuando subimos al
ring el otro día que le bendije no sólo con uno sino con dos ojos negros.
—No— Golpearé una bolsa o algo para parecer ocupado.

—Ayer estuvo jugando con el pelo de tu chica. Pidiéndole que lo esperara


—¿Qué mierda? — Voy a romperle las manos y luego la mandíbula. Eso


debería impedirle tocar y hablar con mi chica. No puedes pedir una
mierda cuando tienes la boca cerrada.

—Mierda — Clyde me agarra del brazo. —No pensé que te haría enojar
tanto. Cálmate, muchacho—
—¿Qué diablos quisiste decir? — ¿Se inventó esa mierda para subirme al
ring?

—Tomas— Bruno me hace un gesto con la barbilla. Debo haberle quitado


el sentido común el otro día. De lo contrario, se daría cuenta de que Clyde
me está reteniendo.

—Tocaste a mi chica— Bruno levanta las manos, dando un paso atrás.

—No he tocado a una chica en días—

—Me estaba metiendo contigo— Clyde me empuja y yo doy un paso atrás


por respeto a él. —Lleva gafas y tiene una cola de caballo— Le echa un
vistazo a Bruno. Bruno se aleja dos pasos más de mí.

—No supe que era tuya hasta después—

—¿Después de qué? —

—Le guiñé un ojo y le jalé de la cola de caballo—

—¿Qué le has hecho qué? — ¿Por qué coño le jalaría de la cola de caballo?

Clyde salta delante de mí. Sus dos manos van a mi pecho. —Fue
inofensivo. Ella ni siquiera lo notó— Sería la primera vez. Todas las
mujeres lo ven. Me gusta esa mierda porque me dejan en paz. Ahora que
es mi Hada, odio esa mierda.

—Si le haces daño aunque sea un pelo de su cabeza, no volverás a pelear


—No puedes prohibirme que pelee— se echa atrás, pero su trasero se


aleja unos pasos más. Noto que algunos hombres empiezan a dar vueltas,
listos para interrumpir una pelea. Hace años que no quiero pelear con
alguien sólo para hacerle daño. Ahora sólo peleo porque soy el mejor en
eso y me pagan bien. Pero la necesidad de golpear la cara de Bruno hasta
dejarlo irreconocible me molesta mucho. Respiro profundamente,
recordándome que ya no estoy luchando en las calles y que soy un
profesional.

—¿Qué tan fuerte quieres que te golpeé? —

Está claro que Bruno no es tan brillante. Clyde se lo explica. —Quiere


decir que te romperá las manos—
Bruno se mira las manos. —Su cabello era suave —

Sí. Es muy tonto, es todo lo que puedo pensar antes de atacarlo.


8
Neily
Una vez más me paro afuera del gimnasio debatiendo lo que debo hacer.
Esta vez me prometo a mí misma que sólo echaré un pequeño vistazo.
Nadie tiene que saber que estuve allí para empezar. No tengo que entrar.
Mis pies se acercan a la puerta principal por su propia voluntad. Salto
del camino de un hombre con el que casi choco.

—Cuidado— murmura en voz baja. Lo ignoro, y me detengo junto a la


puerta principal del gimnasio. De nuevo, estoy en pantalones de yoga y
un suéter, tratando de mezclarme. Bajo mi gorra de béisbol. Se la robé a
mi padre anoche cuando fui a cenar.

Fue agridulce. Fuimos todos juntos a celebrar a Sean y Alyssa. Está


locamente enamorada y se va a casar. Lo que significa que se va a mudar.
Estoy muy feliz por ella pero sé que mi vida va a cambiar. Anoche sentí
algo más mientras miraba a ella y a Sean. No son celos, sino un anhelo
de tener el tipo de amor que han encontrado. Alyssa siempre ha sido una
persona feliz, pero ahora hay algo nuevo en sus ojos.

El amor y las citas nunca han sido lo mío. Para ser honesta, la idea del
matrimonio nunca fue algo que me atrajera tampoco. Lo cual es una
locura porque mis padres están locamente enamorados el uno del otro.
Ahora este anhelo está de repente dentro de mí y no se va. Me canso
fácilmente de las cosas. Mi mente a menudo deriva de una cosa a otra.
Así que la idea de querer sentar cabeza me sorprende.

Sin embargo, mi mente no se aleja de Tomas. Todos mis pensamientos y


mi atención se han centrado en él. No he trabajado en nada en días. Cada
vez que lo intento, me encuentro pensando en lo que él está haciendo.
¿Estara pensando en mí? Me estoy volviendo loca.
Olvídalo. Voy a enfrentarme a esto. Sé que no tiene forma de
encontrarme. Voy a ir al gimnasio, le diré dónde estaré y si quiere verme,
puede venir por mí. Podemos pasar el rato y hacer cosas juntos. Mis
muslos se aprietan cuando pienso en las cosas que ya hemos hecho. No
me importaría más de eso. No podría saciar la necesidad por mí misma.
Lo intenté. No fue ni de lejos tan bueno como cuando lo hizo él. Mis
pezones se aprietan en el sujetador deportivo que llevo puesto. Sí, sólo
necesito probarlo otra vez.

Agarro la puerta y la abro. Estoy decidida y en una nueva misión. Me


congelo cuando veo a Tomas. No me mira a mí, sino al hombre con los
ojos morados que vi ayer. En un abrir y cerrar de ojos, se lanza sobre él.
Todo el mundo salta, tratando de agarrarlo.

—Un poco de ayuda aquí— dice el hombre mayor de ayer, mirándome


directamente. ¿Cómo diablos voy a ayudar? Me moriría si me meto en
medio de todo eso. Hago lo único que puedo.

—¡Tomas, detente! — Grito. En realidad lo hace. Bruno va corriendo al


otro lado del gimnasio para alejarse de él. Tomás gira la cabeza, con los
ojos fijos en mí. Todo mi cuerpo se enciende con la necesidad. Su mirada
hace que me moje entre los muslos. Se ve tan caliente. No estoy segura
de por qué estaban peleando, pero mi hombre parece mortal. Por alguna
razón eso me excita aún más. Espera... ¿Acabo de referirme a él como mi
hombre?

—Déjenme ir— Cada hombre que lo tiene agarrado lo deja ir, dando un
paso atrás.

—No deberías golpear a la gente gratis— Me acomodo las gafas en la


nariz.

—A veces se siente bien al golpear algo— No estoy segura de cómo tomar


eso. Tal vez debería asustarme, pero no lo hace. Hay algo en su agresión
que me atrae hacia él. Quiero calmarlo. Tranquilizarlo. Tenerlo en mis
brazos y protegerlo contra el mundo. Casi me río de mi último
pensamiento.

Me acerco a él. Mis brazos rodean su cuello, tirando de él hacia mí. Él


viene sin dudarlo. Su boca se encuentra con la mía. Mis ojos se cierran
con un suspiro que sale de mis labios. Por primera vez en días me siento
equilibrada. Me lleva a su cuerpo, su lengua separa mis labios para
profundizar el beso. Me abro para él, necesitando de repente más de lo
que necesito mi próximo aliento.

Mis brazos se aprietan a su alrededor. ¿Por qué corrí esa mañana? Ni


siquiera puedo recordarlo. Todo lo demás deja de importar ahora mismo
mientras le devuelvo el beso. Tomo lo que quiero. Por lo que he estado
hambrienta. Alguien se aclara la garganta, recordándome que estamos
en un gimnasio lleno de otros hombres. Me retiro lentamente, mirando a
Tomas.

—¿Todavía quieres golpear a alguien? —

—Depende de si vas a correr o no—

Me lamo los labios. —No en este momento — No prometo que no lo haré


en algún momento. Soy una corredora. No lo consideraría correr, sino
más bien ir a la deriva. Es mi naturaleza. Una que estoy segura de no
poder romper.

—Vas a ser mi muerte — Su agarre en mí se estrecha.

—No tengo ganas de golpear las cosas—

Todo su cuerpo tiembla de risa —Recibiría cien puñetazos si eso


significara que cuando me desperté la otra mañana todavía estarías en la
cama conmigo—

Sonrío con eso. —Eso es bastante dulce— Inclino la cabeza. —¿Me has
estado extrañando? — Yo he estado extrañándolo como loca. No me
siento tan mal admitiéndolo ahora que estoy de vuelta en sus brazos.

—Extrañarte es decirlo a la ligera. Te he buscado por todas partes— Otra


vez me agarra con fuerza. Me doy cuenta de que mis pies están colgando
del suelo. ¿Cómo pude haber olvidado lo grande que es? Me hace sentir
tan pequeña y delicada cuando estoy en sus brazos.

—Vas a exprimir el aire de mí— Escucho a algunas personas reírse.

—Váyanse a la mierda— les ladra. Resoplo una risa cuando todos se van.
Me pone de pie, dejándome ir lentamente, pero no antes de que su gran
mano agarre la mía. —Estoy fuera—

—Me lo imaginaba— El hombre mayor me guiña el ojo mientras Tomás


me saca del gimnasio.

—¿Adónde vamos? — Yo pregunto. Tengo que medio correr para seguirle


el ritmo. Es bueno que me pusiera un sostén deportivo. —Caminas
rápido— Se desacelera para acomodar mis pequeñas piernas.

—No lo sé — Deja de caminar y me encuentro con él. Me atrapa antes de


que pueda caerme de espaldas. —¿A dónde quieres ir? —
Mi único plan había sido verlo de nuevo. No estaba segura de que fuera
a hablar con él. Pero aquí estoy de nuevo bajo su control. —No lo sé— Me
encojo de hombros. —¿Qué hacemos ahora? — Me mira fijamente. —
¿Sexo? ¿Tendremos sexo ahora? —

—¿Siempre dices lo que tienes en la cabeza? —

—Sí— Me encojo de hombros otra vez.

—Comida. Voy a alimentarte y vamos a hablar— Empieza a tirar de mi


mano otra vez.

—Tengo hambre ahora que lo pienso — Normalmente sólo como lo que


Alyssa pone delante de mí, pero no ha estado mucho por ahí.

—¿Cuándo comiste por última vez? —

—No lo sé—

Abre la puerta de un restaurante. —¿No sabes cuándo comiste por última


vez? —

—No pienso en ello realmente—

Me guía hasta una mesa. —Siéntate— ordena.

Me dejo caer en la silla. Él se inclina hacia abajo, frotando su boca contra


la mía. Otra vez, otro de esos suspiros me deja. El hecho de que esté tan
cerca me hace tener hambre de algo más que de comida.

—¿Tendremos sexo después de comer? — Pregunto cuando se sienta


frente a mí.

—Volveré— La camarera que no vi venir se gira para irse. Tomás deja


salir una risa profunda y sexy.

—Llegaremos ahí, Pequeña Hada, pero primero come. Necesitarás tu


fuerza.
9
Tomás
Por primera vez en días mi cuerpo se relaja realmente. Cuando me llamó
por mi nombre dentro del gimnasio toda mi rabia se había disipado. No
me importaba nada más que acercarme a ella de nuevo. Su voz me había
tranquilizado. Cualquier ira que tuviera dentro de mí se desvaneció.

—Sabes que no puedo comer tanta comida — Se sube las gafas por la
nariz. Su boca aún está hinchada por nuestro beso. Estoy agradecido de
que hubiera una habitación llena de gente, así que tuve que parar. Si
hubiéramos estado solos, la habría tenido en el suelo.
No quiero que piense que esto es sólo sexo. Incluso si es lo que piensa.
No digo que no quiera tener sexo con ella, porque quiero hacerla mía en
todos los sentidos lo antes posible, pero quiero más que eso. Lo que
quiero es para siempre.

—Come lo que puedas—

Toma un sorbo de su batido de fresa. Sus mejillas se ahuecan mientras


intenta sacar todo lo que puede a través de la pajilla. En mi mente se
pone en sus rodillas y hace lo mismo con mi polla. Aprieto los dientes,
me meto debajo de la mesa y me acomodo. Me estoy arrepintiendo de que
estoy usando un chándal en este momento.

—Apuesto a que comes una tonelada— Sus ojos se posan sobre mí. —
¿Tienes que hacer mucho ejercicio? Me levantaste como si no pesara
nada. ¿Puedes levantarme en el banco? — Es tan jodidamente adorable
que es casi demasiado para soportarlo.

—Eres tan ligera como una pluma. — Es jodidamente pequeña. Es algo


que necesito recordar. Soy fácilmente el doble de su tamaño. Yo podría
ser el triple. Toda esa delicada y dulce piel. Necesito manejarla con
cuidado. No me facilita la tarea de mantener mi mierda junta mientras
lame un poco del batido de fresa de su labio inferior.
—No sé lo que peso. Alyssa dice que puedo comer cualquier cosa y no
ganar un kilo — Se encoge de hombros. No creo que le importe lo que
pesa. Estoy seguro de que no. No creo que a Neily le importe lo que nadie
piense de ella. Ella vive en su propio pequeño mundo. Sólo necesito
averiguar cómo hacer que me deje vivir en el con ella.

Eso me asusta mucho y me lleva a ella. Es ingenua en algunos aspectos.


Necesita que alguien la cuide para que no se olvide de comer. O que se
vaya a casa con un hombre al que sólo conoció durante una hora.

Sí, necesita a alguien que la cuide. Y ya que está claro que yo también la
necesito, me nomino para el puesto. Mi vida ha sido un infierno desde
que desapareció de ella. No podía volver allí. Ella estableció algo muy
dentro de mí. Ni siquiera sabía que necesitaba ser calmado, pero ella lo
hizo.
Sus ojos se agrandan cuando la camarera empieza a poner toda la comida
que pedí en la mesa.

—¿Puedo traerle algo más? —

Neily sacude la cabeza no. —Creo que estamos bien — Ella se aleja,
dejándonos solos.

—Voy a pesar unos cuantos kilos más antes de irme de aquí— Toma la
hamburguesa con queso y le da un mordisco gigante. —Esto es tan
bueno— dice con la boca llena de comida antes de dar otro bocado más.
—¿No vas a comer? — Deja la hamburguesa y busca un palito de
mozzarella.

—Sí— Llevo el filete hacia mí y corto un trozo. No pruebo nada porque


todo mi enfoque está en mirarla. Los sonidos que hace mientras prueba
un poco de todo lo que hay en la mesa son suficientes para matarme. Mi
polla ruega estar dentro de ella y mi boca se hace agua para probarla de
nuevo.

—¿Está bueno? —

—Dímelo tú— Le corto un bocado. Abre la boca para mí mientras se la


doy de comer. Suelta un pequeño gemido que no ayuda al estado en el
que estoy. Ahora sé que tiene un gemido para cuando come y otro para
cuando se viene.

—Me gusta — Le doy otro bocado. —Alyssa siempre cocina para mí—
Mira la hamburguesa que tiene delante.
—¿Qué pasa? — Alcanzo la mesa, levantando su barbilla hacia mí. No
quiero que se sienta triste.
—Dime— Esa luz brillante que siempre la rodea se ha atenuado. Quiero
arreglarlo. Quiero pasar mi vida asegurándome de que brille tanto como
pueda.

—Nada. Mi mejor amiga, Alyssa. Se va a mudar. Va a ser raro no tenerla


cerca. Nunca antes había estado sola. Siempre hemos sido ella y yo desde
que éramos pequeñas —

—No estás sola— trato de tranquilizarla. Joder, esa mirada en sus ojos
me está matando.

—Lo sé. Es sólo un cambio. Me encantan los cambios y las cosas nuevas.
No sé por qué me tomo esto tan a pecho. Me alegro por ella. De verdad lo
estoy—

—Sé que lo estás— Ella me da una sonrisa suave que se encuentra en


sus ojos.

—Todavía tenemos un negocio juntas, así que la veré todo el tiempo.


Supongo que no quieren que me mude a su lado— Ella deja salir un
adorable resoplido. —No es que pueda permitírmelo. Sean King es mega
rico— Eso explica por qué Neily estaba en el club la otra noche. No
parecía del tipo que va a los clubes.

—Háblame de tu negocio— Me inclino hacia atrás en la mesa mientras la


escucho contarme sobre la pequeña tienda que ella y su mejor amiga
abrieron juntas llamada Love Bites. Es una pequeña panadería que hace
pequeños pasteles pero también vende el arte que ella hace. Desde
pinturas hasta muebles que ha rehecho. A ella realmente le gusta hacer
un poco de todo.

—No lo nombraste "Love Bites" porque Alyssa y tú piensan que el amor


muerde, ¿Verdad? — Me hace pensar que alguien le hizo daño. Odio la
idea de que tenga un ex tanto como odio pensar que alguien le rompa el
corazón. De cualquier manera, quiero nivelar a quien sea el maldito tonto
y agradecerle por dejarla para que yo la tenga.

—No. Es porque cada mordisco de lo que cocina Alyssa está lleno de amor
— Observo como algo de la luz que se atenuó regresa a ella. —No tengo
citas. Estoy demasiado ocupada— Recoge su hamburguesa, dándole un
mordisco.
—¿Cómo llamas a esto? — Ella mira hacia arriba como si estuviera
pensando antes de poner los codos sobre la mesa, inclinándose hacia
adelante como si fuera a contarme un secreto.

—¿Esto es una cita? — susurra, sus cejas se arrugan mientras piensa en


ello. Tengo que luchar contra una risa.

—¿Has declarado que vamos a tener sexo durante la mitad de la cena y


estás susurrando que esto es una cita? —

—No tengo citas— dice otra vez. Creo que está tratando de convencerse
a sí misma. A mí no.

—¿Sólo tienes sexo? — Si ese es el caso, va a tener un duro despertar. No


voy a tener sexo con ella. Al menos no todavía. Puede que me mate
mantener mis manos lejos de ella, pero sé que es lo que necesito hacer.
Tengo el presentimiento de que mi Hada podría conseguir lo que quiere y
escaparse entre mis dedos si no tengo cuidado con ella. No voy a cometer
ese error otra vez. Me he enfrentado a algunos de los hombres más
temibles del cuadrilátero, pero la idea de no tenerla en mi vida me da
miedo. Levanto mi agua, tomando un sorbo.

—Bueno, no. Todavía no. Serás mi primero — Casi me ahogo con el agua.
—¿Estás bien? —

No, pero sacudo la cabeza. Sí, ella realmente me va a matar. Su inocencia


es intoxicante. Soy demasiado rudo para ella. No sé cómo manejar algo
tan hermoso. Lo descubriré porque sé lo que tengo que hacer ahora.
Tengo que poner mis garras en ella. Si quiero mantener su atención, voy
a tener que hacer que se enamore de mí.
Ese ha sido mi plan todo el tiempo. Desde el momento en que vi a mi
Pequeña Hada, supe que haría cualquier cosa para hacerla mía.
10
Neily
—No creo que pueda comer más— digo mientras le doy otra lamida a mi
helado. Se lo digo a Tomás. Él toma una lamida para sí mismo. Mi mente
recuerda la noche en su cama cuando lamió entre mis muslos. Quiero
eso de nuevo. Empezaba a volverme loca con sus pequeños toques.
Quiero más de ellos. Algo en él es tan reconfortante.

Le pregunté si quería volver a su casa, pero dijo que prefería


acompañarme a la mía. Creo que puede haberme rechazado para tener
sexo. Por más atrevida que pueda ser al pedir cosas, no me atrevo a
pedírselas directamente. Por primera vez en mi vida tengo miedo al
rechazo.

—Me impresionó lo mucho que comiste—

Lo miro. Tiene una sonrisa en los labios. Me acerca a él mientras


caminamos por la acera con su brazo alrededor de mí. Creo que más de
unas cuantas personas saben quién es.

A menudo lo miran dos veces. Vi a la camarera intentando darle su


número. Él lo hizo una bola y lo tiró sobre la mesa. Me sentí celosa. Era
un sentimiento al que no estaba acostumbrada. No debería estarlo. No le
dio una segunda mirada. Es lo contrario cuando se trata de mí; no puede
quitarme los ojos de encima. Se cuelga de cada una de mis palabras.

—Sí. Creo que no comí ayer— Una serie de maldiciones viene de Tomás,
haciéndome reír. —¿Qué? Estaba ocupada— Omito la parte en que estoy
ocupada acechándolo en línea y luego pase por su gimnasio. No necesita
saber todo eso. Una chica tiene que tener algunos secretos.

Finalmente logramos llegar a mi apartamento. Tomas me acompaña


hasta mi puerta y yo rezo en silencio para que entre. No quiero que esta
noche se acabe ya. ¿Cómo pasé de huir de su cama a intentar que se
quedara en la mía? Era un desastre que no sabía lo que quería.
—Éste es el mío— Saco mi llave y la deslizo en la cerradura. Respiro
profundamente y abro la puerta. Entro, pero Tomás me agarra de la mano
antes de seguir adelante. Me mete en él y su boca se cierra sobre la mía.
La abro y su lengua se desliza en mi boca. Todavía puedo saborear un
poco del helado que lamió de mi cono antes. Intento meterlo en mi casa,
pero no se mueve. Rompo el beso, preguntándome por qué demonios no
entra.

—Te das cuenta de que soy mucho más pequeña que tú, ¿Verdad? Si
pudiera, te arrastraría a mi casa, pero no puedo, así que ¿Por qué no me
ayudas aquí? — Pongo mis manos en mis caderas. Este hombre no se
rinde. Creía que los hombres se metían en la cama con las mujeres. Debo
estar realmente fuera de contacto con esto de las citas.

—Dame tu número— Saca su teléfono móvil.

—¿Por qué? ¿Vas a llamarme para tener sexo? — Me burlo, moviendo las
cejas.

—Número, Hada— Mis pezones se endurecen con su tono severo. Le quito


el teléfono de la mano. Cree que voy a poner mi número en él pero en vez
de eso, me doy la vuelta y entro en mi casa con él. Me sigue dentro,
dejando que la puerta se cierre detrás de él. Me sonrío a mí misma,
sabiendo que lo tengo exactamente donde lo quiero.

—No quiero que te vayas — Me da una sonrisa sexy. No es nada


arrogante. Está feliz de que yo quiera que se quede, pero ¿Por qué parece
que sigue tratando de mantener un espacio entre nosotros?

—Me encanta que digas lo que estás pensando. Es refrescante— Camina


hacia mí. Su mano va a mi cola de caballo, tirando de mi pelo hacia abajo.
—¿Es que no quieres estar sola o que me quieres aquí? —

—Te quiero aquí— Cuanto más tiempo paso con Tomas, más lo quiero.
También me di cuenta de que me falta algo en mi vida. ¿Podría haber
estado a la deriva tanto porque lo estaba buscando?

—Entonces me quedaré — Se inclina hacia mí. Echo la cabeza hacia atrás


para que pueda besarme. Él roza suavemente su boca contra la mía, pero
se retira demasiado rápido. Dios, me hace sentir bien. —¿Quieres ver una
película? —
—Oh. ¿Vamos a hacer todo eso de Netflix y relajarnos? — ¿No es así como
lo llaman? No me importa cómo se llame, sólo que lo hagamos. Nunca
veo películas, pero suena bien acostarse en el sofá con él.

—Llámalo como quieras — Mira alrededor de mi casa. —¿Este es tu


trabajo? — Se aleja de mí y se acerca a uno de mis muchos cuadros que
están colgados en la pared. Este es de Alyssa y yo.

Estamos sentadas en el muelle de la casa de mis abuelos. Nos tomamos


de la mano a la espalda. Mi cabeza está sobre su hombro. Ambas
tratábamos de convencer a la otra de que pusiera los pies en el agua,
pero cada una tenía miedo de que un pez nos comiera vivas. Ese cuadro
siempre me hace sonreír. Me recuerda nuestra inocencia y cuando la vida
no tenía preocupaciones. Que los peces nos mordisquearan los dedos de
los pies era nuestra mayor preocupación en ese entonces.

—Tenía trece años cuando lo dibujé— Siempre será una de mis favoritas.
He recibido muchas ofertas de gente que quiere comprarlo, pero nunca
pude dejarlo ir.

—Ustedes dos están muy unidas. Ya veo por qué estás tan triste porque
se vaya a mudar— Lo estoy. Está resultando más difícil de lo que pensé
que iba a ser. Sabía que Alyssa se enamoraría pronto en la vida. Es fácil
de amar. En cuanto a mí, soy diferente a todos los demás en nuestras
familias. Incluso cuando se trataba de ir a la universidad, ella estaba tan
emocionada de ir, pero yo nunca quise estar allí. Fui porque Alyssa lo
hizo y era el siguiente paso en la vida. Había sido lo que nuestros padres
querían que hiciéramos. No me malinterpreten, estoy agradecida de
haber podido ir, pero nunca fue mi sueño. Me especialicé en artes
liberales y mi título es algo que siempre tendré. Lo atribuyo como un
trayecto.

No tengo rumbo. Ahora una de las cosas que logró mantenerme anclada
se ha ido y da un poco de miedo. Alyssa y yo hemos estado en el mundo
solas pero juntas durante años. Así que nunca he estado realmente sola.
La tenía y siempre fue la que nos mantuvo en tierra. Cuando yo empezaba
a vagar demasiado lejos, ella me hacía retroceder.

—Da miedo— lo admito. Me rodea con su brazo, tirando de mí hacia él.

—¿Por qué? — Me pregunta mirándome. Me encojo de hombros, algo de


ese miedo se desvanece cuando estoy en los brazos de Tomas. Me mira
como si yo pudiera ser todo su mundo si se lo permitiera. No estoy segura
de que pueda. Con mi familia, el amor es incondicional. Mis rarezas
nunca les han molestado. —Crecemos cuando caminamos a través del
miedo—

Creo que eso es parte del problema, no estaba creciendo. Era la misma
Neily de siempre con la cabeza en las nubes. No quería pasar por el miedo.
No sola, de todas formas.

—¿Qué quieres ver? — Intento cambiar de tema. Maniobro un poco para


alejarme, pero no me deja ir. Me mira fijamente por un momento, sus
ojos buscando en mi cara. No estoy segura de lo que está buscando pero
algo dentro de mí espera que lo encuentre. Hay un anhelo dentro de mí
que me hace querer que él vea exactamente quién soy y que me ame por
ello. Sin embargo, lo presiono, sin querer admitir que está ahí para nadie,
ni siquiera para mí misma.

—Te dejaré salir de esta— Se le caen los brazos. —Por ahora— Hay
promesa en sus palabras. —Tú eliges lo que veremos. Yo nos conseguiré
algo de beber— Entra en mi cocina, sintiéndose como en casa.

Me paro allí y lo observo por un momento. Se ve y se siente justo en mi


espacio. Mi mente corre con tantas cosas. Algunas me dicen que corra.
Otras me dicen que disfrute del momento. De eso se trata la vida. Para
mí lo es, de todas formas.

—Espero que te guste la basura de la realidad— Agarro el mando a


distancia, y pongo mis programas favoritos. Tomas regresa antes de que
me dé cuenta, dándome un refresco. Toma un sorbo de su agua antes de
dejarla. Luego se deja caer en el sofá. Abre sus brazos y yo vuelvo a caer
en ellos. Me acepta fácilmente mientras me acurruco en él.

Volví a mi casa con otros planes esta noche, pero creo que Tomas puede
tener los suyos. Y algo me dice que no son a corto plazo por la forma en
que me sostiene. Aunque esto me asusta, decido disfrutar del afecto que
me da. que puedo tener esta noche. Ese es mi último pensamiento antes
de acurrucarme más profundamente en él.
11
Tomás
Joder, es preciosa. Es todo lo que puedo pensar mientras le quito el pelo
de la cara. Duerme tan profundamente. Sus labios llenos se separan
mientras toma pequeñas respiraciones. Mientras duerme se aferra a mí
como si me necesitara más que su próximo respiro. Va a ser un infierno
sacarme de debajo de ella.

Se desmayó anoche. No me moví ni un centímetro después de que la


empujé hacia mí, asegurándome de que ambos estábamos cómodos antes
de dejar que el sueño me llevara. Fue la noche de sueño más tranquila
que he tenido en mucho tiempo. Esta vez no tuve que preocuparme de
que se me escapara. Ahora estaba en su casa. No había ningún sitio al
que pudiera ir. Ojalá pudiera decir eso de mí mismo. Pero
desafortunadamente, necesito dejar a mi Pequeña Hada.

Si no hubiera hecho este compromiso hace mucho tiempo, no estaría


asistiendo, pero sé que los niños se decepcionarán si no aparezco. Tan
lentamente como me es posible, me deslizo por debajo de ella,
asegurándome de que mi pequeña hada no se despierte. Necesita dormir.
Estoy seguro de que todo esto es abrumador para ella. Sigo recordándome
a mí mismo que puedo ser un hombre paciente. Por ella puedo.

Este no es el cuadrilátero donde busco el golpe de gracia inmediatamente.


Mi Pequeña Hada está demostrando ser un tipo diferente de oponente. El
más duro que he enfrentado. Así que sí, necesito ser paciente y esperar
hasta que esté lista. Su teléfono en la mesa de café zumba con un texto,
alejándome de mis pensamientos. No debería mirar, pero lo hago. Se ve
un mensaje de texto de su amiga.

Alyssa: Compra de vestidos hoy. ¡No lo olvides!

Yo sonrío. Eso me hace sentir un poco mejor. Sé que tendrá algo que
hacer todo el día. Mi teléfono suena un momento después. Me dirijo a la
puerta, abriéndola antes de que Jordan pueda llamar, abriéndola un poco
para esperarle. Él está allí un minuto después.

—Gracias — le digo mientras le quito las bolsas.

—¿Algo más, señor? —

—¿Está mi coche abajo? —

—Sí. Puse las llaves en la bolsa del gimnasio—

—Hasta luego— Se despide cuando cierro la puerta. Hago un rápido


trabajo en el cambio de ropa. Luego preparo la comida para ella. Ese
olvido de comer que hace se acabó ahora que me tiene a mí para cuidarla.
Empiezo a tener una mejor idea de quién es ella cada vez más.

Puede que no le guste, pero necesita a alguien que la cuide. Creo que
puede tomarlo como una debilidad o algo así, pero está muy equivocada.
Me di cuenta cuando la llamé Hada. Es una soñadora. Ve el mundo de
manera diferente a como lo ven todos. Es su lienzo para crear y vivir el
momento. Supongo que mi presencia ha inclinado un poco el mundo para
ella. No estoy siendo arrogante, pero puedo ver que ella quiere darme
más.

Sólo conociéndola en el poco tiempo que tengo, puedo decir que es


alguien que trae risa y luz a la vida de otras personas. Es fácil para ella
perderse en su propia cabeza. Si tuviera que adivinar, diría que olvida
muchas cosas. Es parte de lo que es. Hace lo que quiere sin preocuparse
por los pequeños detalles que podrían obstaculizarla.

Somos perfectos el uno para el otro. Estoy más que dispuesto a


preocuparme por esos detalles para ella. Creo que nos encontramos
cuando realmente nos necesitábamos más. Nunca he creído en el destino,
pero ahora sí. Me ha traído a mi Pequeña Hada, así que debe existir.

Vuelvo al sofá una vez que me he vestido. La miro fijamente por un


momento. El impulso de quedarme me tira, pero decepcionar a esos niños
no es una opción. Ya tuve suficiente decepción de niño. No quiero que
otro niño sufra eso. Especialmente por mi culpa. Me inclino hacia abajo,
mi dedo le quita el pelo de la cara, y froto mis labios suavemente sobre
los suyos.
Susurra mi nombre en su sueño tan suavemente que casi no lo entiendo.
Sonrío, sabiendo que mi nombre fue lo último que cruzó sus labios y rezo
para que sus sueños sean sobre mí.
Levanto su teléfono y pongo una alarma para recordarle la compra del
vestido sobre el que Alyssa le había escrito. Sé que mi Pequeña Hada
probablemente lo ha olvidado, así que esto se asegurará de que no se lo
pierda. Pongo algunos en intervalos de quince minutos por si es una
persona de presionar el botón de alarma. Luego me envió un mensaje de
texto desde su teléfono para tener su número. Le doy una última mirada
antes de irme, tratando de averiguar qué hice en esta vida para
merecerla.

A regañadientes me acerco al mostrador donde ella había colocado sus


llaves. Le quito la llave de su casa para poder cerrar la puerta desde fuera.
No hay manera de que pueda dejarla sin que las puertas estén
completamente cerradas. Pero esa no es la única razón por la que la tomo
y todos lo sabemos.
12
Neily
Respiro con dificultad, molesta de que mi alarma se dispare. Nunca he
puesto una alarma. Son cosas terribles que tuve que dejar atrás en la
universidad. Tengo suerte de que mi horario de trabajo sea flexible. No
tengo que levantarme al amanecer para hacer dulces como Alyssa. A
menos que quieras que queme la cocina.

Mis ojos empiezan a abrirse de mala gana. Entonces mi mente va


directamente a Tomas. Me siento, casi me caigo del sofá, olvidando que
me había desmayado aquí. Agarro el teléfono, apagando la alarma pero
no sin antes ver que se llama " No olvides que la compra de vestidos es
hoy con Alyssa”. Sé que mi mente puede estar todavía despertando, pero
también sé que no he puesto esta alarma.

—¿Tomas? — Salto, lo busco, pero no lo veo por ninguna parte. Entonces


mis ojos vuelven a la mesa de café donde se sienta el desayuno. Me
muerdo el labio. Es dulce que haya dejado el desayuno. Habría sido más
dulce si hubiera estado aquí para comerlo conmigo. Me doy cuenta de
que tal vez me está dando a probar mi propia medicina. Me escabullí de
él ese primer día y ahora él me lo ha hecho a mí. Tengo que admitir que
no me gusta cómo se siente. Apesta cuando pruebas tu propia medicina.

Recojo el panecillo de la mesa. Es de plátano y nuez, mi favorito. No lo


comeré. Me está superando. Cuando me abandona, deja comida cuando
yo no he dejado nada. ¿Intenta vengarse de mí? Eso no parece propio de
Tomás. Pero, ¿Qué es lo que realmente sé de él? Tampoco sé una mierda
sobre citas. ¿No hay juegos y reglas? Este debe ser uno de ellos. Nunca
fui del tipo competitivo. Yo soy más del tipo de chica que fluye.

Mi teléfono suena con un mensaje de Alyssa diciéndome que más vale


que mi culo esté en la tienda de vestidos en diez minutos. Me apresuro a
mi habitación, preparándome lo más rápido posible, sin importarme si
parezco un desastre. Agarro mi bolso y mis llaves, y salgo por la puerta
principal. Cuando voy a cerrarla de nuevo no encuentro mi llave.
—Mierda — murmuro. Miro hacia atrás y adelante por el pasillo para
asegurarme de que nadie está mirando antes de agacharme y levantar la
alfombra. Agarro el repuesto y lo cierro con llave antes de volver a ponerlo
bajo la alfombra. Si alguien supiera que tengo un repuesto allí, me
mataría. Pero cuando tiendes a soñar despierta tanto como yo, siempre
necesitas un plan de respaldo.

Salgo por la puerta y tomo un taxi en un tiempo récord. De alguna


manera, llego a la tienda de vestidos antes que Alyssa. Nuestras dos
madres ya están aquí, y listas con cuatro estantes de vestidos esperando
a Alyssa.

—No puede probarse todos estos. Estaremos aquí para siempre — Me


dejo caer en una de las sillas de gran tamaño. Mi madre, Bree, bebe a
sorbos una mimosa. Me arrepiento de no haberme comido la magdalena.
Ni siquiera miré en la bolsa para ver qué más había. Debería haber
tomado un par de mordiscos porque parece que voy a estar aquí por un
largo período de tiempo. Nuestras madres están locas cuando se trata de
amor. Así que esto va a ser toda una producción.

El panecillo debería estar todavía bueno cuando llegue a casa, pero por
lo que parece, no lo haré por un tiempo. Mi mamá y Jona no me dejarán
salir de esta tienda pronto. Han estado planeando esto desde el momento
en que ambas descubrieron que estaban embarazadas de Alyssa y yo. No
sé cómo se las arreglaron para quedar embarazadas al mismo tiempo,
pero no me sorprende que lo hicieran.

—Esos dos son tuyos — dice la tía Jona, señalando dos de los estantes.

—¡Es el día de Alyssa! — Me siento más recta, preparándome para una


batalla. Una que sé que perderé.

—Ustedes dos hacen todo juntas— me recuerda. Lo hacemos, pero esto


es diferente. Antes de ahora podía hacer todo con Alyssa. Éramos sólo
ella y yo. Ahora son ella y Sean. Hay otra persona en su mezcla.

—No podemos casarnos juntas —

—¿No te vas a casar con Tomas? — pregunta mi madre con suficiencia.


Gimoteo, volviendo a la silla. ¿Cómo saben lo de Tomas? Alyssa ni
siquiera sabe lo de Tomas.
—¿Cómo sabes de Tomas? — Miro el hermoso techo. Parece que hay
destellos blancos en la pintura. Me encantan los destellos pero pueden
ser un desastre para trabajar con ellos.

—No sé por qué tú o Alyssa piensan que pueden ocultarnos algo— Esto
es cierto. Debería saberlo mejor. Le echo la culpa al hecho de que todavía
estoy molesta con Tomas. ¿Está jugando con mi cabeza?

—Lo que sea— Agarro mi bolso, saco mi celular, mis lentes y los deslizo
en mi cabeza. No estoy haciendo esto sola. Veo que tengo un mensaje de
texto de Tomas. ¿Cómo consiguió mi número? Lo ignoro, yendo al
mensaje de Alyssa para poder rastrearla. Me levanto de mi asiento y veo
que está aquí.

—Vuelvo enseguida— le digo a las madres.

—No intentes escabullirte. Te rastrearemos —

Me giro, mirándolas fijamente. Ellas me miran fijamente.

—Bien, sólo lo he pensado. No me iba a ir realmente — me defiendo. —


Alyssa está fuera. La estoy alcanzando. Ustedes dos quédense ahí —
ordeno. Vuelven a los vestidos, por una vez haciendo lo que digo.

Cuando salgo del taller, veo a Tomas parado ahí, apoyado en un auto.
Sus brazos están doblados sobre su pecho. Se empuja fuera de él.

—No— Levanto la mano. Miro por encima del hombro para asegurarme
de que las madres no me están siguiendo. Eso es lo último que necesito
ahora mismo, que las madres lo vean. Le harían cinco millones de
preguntas. Una de ellas es cuándo nos vamos a casar. Tomas y yo ni
siquiera estamos saliendo en este momento. Él inclina la cabeza hacia un
lado. —Acabas de marcharte esta mañana— No puedo mantener el
estúpido mohín y el tono de mi voz.

—¿Me extrañaste? — Él sonríe. Yo sólo resplandezco más fuerte.

—Quédate ahí — Apunto a donde ya está parado.

Levanta las manos como si dijera —Si tú lo dices —

Vuelvo a centrar mi atención en el todoterreno en el que sé que mi mejor


amiga está dentro. Necesita entrar en la tienda de vestidos en lugar de
hacerse la tonta en el asiento trasero. No voy a tratar con las madres
solas en esto.
—Deja de hacerlo ahí dentro. Tengo hambre. No puedo llevarlas a
ninguna parte— grito mientras golpeo la ventana oscurecida. Voy por la
manija cuando nadie responde. —Smith, ábrela — le digo al conductor.
Lo conocí una vez cuando Sean pasó por la panadería.

—Lo siento, señorita— Smith responde pero no hace ningún movimiento


para abrir la puerta para mí.

—Vamos, chicos. He estado con las dos madres por más de treinta
minutos. Si me quieres, Alyssa, me rescatarás— Estoy exagerando. Sólo
han pasado un par de minutos, pero se siente más tiempo.

—Ya voy— dice Alyssa, abriendo finalmente la puerta. Se gira para besar
a su hombre, fundiéndose con él. Ella está realmente enamorada. Mis
ojos se dirigen a Tomas, que me está mirando. ¿Adónde fue esta mañana?
¿Por qué estoy tan alterada por eso? Yo le había hecho lo mismo. Grr.
Hay algo malo en mí. Está jugando con mi cabeza.

—Hazme un favor y evita que ese se meta dentro— Señalo a Tomas. Tanto
Alyssa como Sean miran hacia él. —¿Por qué no lo llevas a tomar una
cerveza o algo así? Hagan cosas de hombres — Flexiono mi brazo.
Necesito sacar a Tomas de aquí antes de que las madres lo vean.

—¿Cosas de hombres? — Sean me pregunta.

—No lo sé— Pienso por un segundo en algo que puedan hacer. —Espera,
no hagan cosas de hombres. Sólo piensan en el sexo— Me giro, señalando
a Tomas. —No hagas cosas de hombres— Da un paso hacia mí,
pareciendo tan impaciente como siempre. Creo que ya he ido demasiado
lejos. —No— lo corto, dándole una mirada. Se detiene.

—Pequeña Hada. Mete tu trasero en la tienda. Si alguien necesita


preocuparse por lo que alguien está haciendo, soy yo preocupándome por
ti—

—Lo que sea— Su orden se dispara a través de mi cuerpo. Aprieto mis


piernas juntas pero trato de no mostrar mi deseo. Me pongo las gafas en
la nariz, luchando contra una sonrisa. —¿Podemos pedir una pizza o algo
así? — Camino hacia la puerta de la tienda nupcial. No puedo evitar el
comentario, sabiendo que le molestará a Tomas.

—Llévatelo contigo. Ve a ver la casa — le dice Alyssa a Sean, señalando


a Tomas.
—No irá a ninguna parte— murmura Sean. Tomas no va a ninguna parte
que no quiera. Tiene el teléfono en la oreja, pidiendo una pizza. Me
muerdo el labio para intentar no sonreír. Agarro la manija de la puerta,
volviendo a la tienda antes de lanzarme a él. Estoy enfadada con él. Por
ahora, de todos modos. Tal vez una vez que la pizza llegue, cambie de
opinión.
13
Tomás
—¿Vas a comprarlo? — Sean me pregunta mientras estoy de pie en el
terreno vacío. Es un pedazo de tierra gigante con un gran lago en la parte
de atrás. Hay un millón de cosas que podrías hacer con este lugar. No
puedo esperar a ver qué se le ocurrirá a Neily.

—Sí— ¿Cómo podría no comprarlo? Su mejor amiga se está mudando a


la casa de al lado. La misma amiga por la que mi Pequeña Hada ha estado
triste por su mudanza. Si pudiera arreglarlo, lo haría. Sean sonríe, parece
tan feliz de que yo consiga la tierra como lo estará mi chica.

—Bien— Su mano baja sobre mi hombro. Me sacudo la cabeza para


mirarlo. Él levanta su mano.

—Sabes que no puedes pegarme— Deja salir una risa. —Podría hacer
enojar a tu chica—

—¿Vas a delatarme? —

Sean sonríe. —Tal vez. Estoy seguro de que mi esposa tendrá un millón
de preguntas si llego a casa con un ojo morado—

—Ella no es tu esposa todavía—

—Neily tampoco es tuya—

Rechino mis dientes juntos. Puede que me guste Sean, pero si sigue
diciendo mierdas como esa, podría sufrir las consecuencias de darle ese
moretón. Me froto la mano en la cara, tratando de averiguar por qué estoy
de tan mal humor.
—¿Qué tal si no te pincho y tú no me pinchas? — Sean ofrece. —Tengo
la sensación de que vamos a pasar mucho tiempo juntos. Estamos mejor
como aliados. Esas dos son como ladronas — Tiene razón. —Intentarán
salirse con la suya si las dejamos—
—¿Tu esposa te enviará un mensaje de texto cuando termine de comprar
el vestido? — En lugar de aceptar directamente nuestra tregua, pido...
Además, quiero esa información. No voy a dejar que mi Pequeña Hada se
me escape de nuevo. Es sólo cuestión de tiempo antes de que descubra
que compartí su ubicación conmigo.

—Lo hará. Dejé a Smith allí. Me avisará si intentan escabullirse—

—¿Escabullirse? ¿Por qué demonios se escabullirían de una tienda de


vestidos? —

—Por las historias que he escuchado sobre Neily, ella puede ponerlas en
todo tipo de situaciones— Se encoge de hombros. Odio que sepa cosas de
Neily que yo no sé. Pero no encuentro chocante que mi chica pueda
meterse en situaciones, como algunos podrían llamarlo. Otra razón por
la que necesita a alguien como yo en su vida. No le impediré hacer lo que
quiera, pero puedo mantenerla a salvo.

—Es un espíritu libre— lo admito. Ella ilumina la maldita habitación. Esa


no es una luz que intentas atenuar. Sólo tratas de disfrutar de ella y te
aseguras de que nunca se apague. Ese es mi plan de todos modos. Quiero
disfrutar de ella tanto como pueda sin que pierda lo que la hace tan
especial. He visto suficiente oscuridad por los dos en mi vida.

—Van a ir a cenar — me dice Sean, poniendo su teléfono de nuevo en su


bolsillo. Supongo que la pizza no fue suficiente. —Las madres están... —
Sean se encoge de hombros —emocionadas—

—Lo entiendo— Mi madre estaría igual.

—Vamos a comer un filete. Mantener un ojo en ellas — Lo sigo hasta el


coche, sacando mi propio teléfono. Le envío un mensaje a Neily diciéndole
que la echo de menos. Es cursi como el infierno y es algo que nunca pensé
que haría, pero me importa una mierda lo que piensen los demás cuando
se trata de ella.

Hada: ¿Por eso me dejaste esta mañana?

Me quedo mirando sus palabras, tratando de controlar sus emociones.


Creo que ella podría tener más inseguridades de las que yo pensaba. ¿Me
está alejando antes de que yo pueda alejarla a ella? ¿Es ese su proceso
de pensamiento?

—¿Los padres de Neily están felizmente casados? —


—Sí. Los de Alyssa también. Crecieron juntas como hermanas. Sus
madres son las mejores amigas — Sean deja salir una risa. —Incluso
viven al lado del otro. Supongo que la historia tiene una forma de
repetirse a veces — Todo lo que Sean está diciendo encaja en su sitio.

Yo: Debí haberte despertado pero parecías tan tranquila. Tenía una cita
con un grupo de chicos ruidosos en el centro comunitario. Es mi manera
de devolver a la comunidad. Si faltara, nunca me dejarían olvidarlo.

Eso fue lo único que pudo hacer que la dejara esta mañana. La habría
dejado dormir todo el día, pero sabía lo decepcionados que estarían los
chicos si no aparecía. He estado trabajando con ellos durante años. Sé lo
importantes que son estos lugares. Lo había sido el gimnasio para mí
cuando era joven. Me había dado un propósito en la vida y me mantenía
alejado de los problemas. Era un lugar donde podía concentrar mi ira en
vez de meterme en pleitos en la calle. Le debo mi vida a ese lugar y quiero
que esos jóvenes tengan la misma oportunidad.

Hada: Oh

No tengo que estar ahí para saber que su cara está arrugada mientras
lee mi texto una y otra vez. Apostaría mucho a que la cara que pone es la
misma que puso cuando pensó que otra mujer me había pintado la piel.
Ella es territorial y tal vez celosa también. No necesita preocuparse por
ninguna de esas cosas. Soy y siempre seré todo suyo.

Hada: Yo también te extraño.

Me guardo el teléfono mientras vamos al restaurante donde están las


chicas. Sean y yo caemos en una pequeña charla. No es un mal tipo.
Nada como lo que uno hubiera pensado por las pequeñas cosas que
escuché de él. Lo había metido entre la gente de fiesta, pero me
equivoqué. Es un recordatorio de que nunca puedes creer lo que se
publica o se susurra en la ciudad.

No se puede decir lo mismo de mí. Lo que escriben sobre mí es


mayormente cierto. Eso es principalmente porque no pueden encontrar
una mierda sobre mí. Peleé y me presento en eventos cuando tengo que
hacerlo. Tomo mis fotos y salgo tan pronto como puedo. No me mezclo.

Nos acercamos a la parte delantera del restaurante. Salgo del coche y


Sean le tira las llaves al aparcacoches que hace una doble vista cuando
me ve. Le hago un gesto con la barbilla, dirigiéndome directamente a la
puerta. Sean dijo que nos quedaríamos en el bar mientras las chicas
hacían lo suyo. Que es probable que aún estén trabajando en los detalles
de la boda.

¿Neily querrá una gran boda? No estoy seguro cuando se trata de ella.
¿Qué pasa si es una de esas personas que no quiere casarse? Nunca
antes había pensado en el matrimonio, pero sé que estoy seguro de que
lo quiero.

La puerta del restaurante se abre, casi me golpea, pero mis reflejos son
rápidos. Neily se lanza sobre mí, sin darse cuenta de que casi me golpea
con la pesada puerta de madera. La tomo en mis brazos.

—Te he echado de menos— Ella me da besos adorables por toda la cara.


El acto es inocente y dulce pero mi polla encuentra muy sexy que se aferre
a mí con una sonrisa gigante en su cara. —Estoy aquí para advertirte.
Las madres están locas— Se contonea para que la baje. No lo hago; me
agarro más fuerte.

—Quiero un beso y luego te liberaré — Respira hondo pero se inclina para


besarme. Sus labios son suaves mientras me presiona. Parece que mi
mensaje de texto funcionó. Ella está lejos de estar enojada ahora o de
alejarme.

—¿Este es él? —

—¿Está aquí? — Escucho a dos mujeres preguntar.

—Nos encontraron— Los ojos de Neily se abren mucho. —Podríamos salir


corriendo. Eres atlético. Creo que podemos lograrlo—

—Le pondré una zancadilla — dice una de ellas, haciéndome reír. Me giro
para mirar. Sé sin duda que es la madre de Neily. Tienen el mismo pelo
oscuro y la misma cara en forma de corazón. Suelto una mano del culo
de Neily, sosteniéndola hacia su madre.

—Soy Tomas. Prometo que no voy a huir— La última parte es más para
Neily que para nadie. No me voy a ir a ninguna parte. Ella lo entenderá
muy pronto.

Su madre me toma la mano mientras dejo que Neily se deslice por mi


cuerpo hasta que sus pies toquen el suelo. —Es un placer conocerte.
Escuché que dejaste a mi hija esta mañana— Sus labios se mueven y sé
que no cree lo que Neily pueda haber dicho.

—No creo que haya una persona cuerda que deje a su hija, señora —
—Llámame Bree. Ella es Jona— Hace un gesto a la mujer rubia mayor
que está al lado de Alyssa, cuyos ojos están saltando entre Neily y yo.
Tiene una sonrisa gigante en sus labios que coincide con la de todos los
demás.

—No me dejó. No estamos juntos como novio y novia, mamá. Esto no es


el instituto—

—Sé que esto no es el instituto, cariño. Ahora tienes un hombre— Su


madre me mira. —Tuvo que ir al baile de graduación sola—

—¡No fui sola! Fui con Alyssa—


Puedo decir que su madre se está burlando de ella. Mantengo mi brazo
alrededor de ella, disfrutando de la sensación de su cuerpo contra el mío.
Me quedó claro que Neily ya les dijo que pasé la noche con ella.

—Bien. No querría tener que buscar citas de bailes de hace años y


matarlos—

Sean se acerca a Alyssa. Ella inclina su cabeza hacia atrás para un beso.
—Entremos, todo el mundo está mirando a Tomas—

Miro detrás de mí para ver a los valets tratando de tomar fotos. Se


guardan sus teléfonos cuando me ven mirando.

Eso es lo que pasa con las vacaciones de Tomas "Hitman": nunca hay un
momento de privacidad. He dejado que mis peleas me definan por tanto
tiempo pero ahora que tengo a Neily, me encuentro queriendo ser sólo
Tomas Holiday.
Un marido, un padre, y mucho más.
14
Neily
—Estás actuando de forma extraña— dice Alyssa mientras yo me muevo
en mi asiento. Ha sido una charla de boda sin parar todo el día. Estaba
empezando a desgastarme un poco. Todo el mundo sabe que mi
capacidad de atención no es la mejor, así que concentrarse todo el día en
una cosa ha sido difícil. Además, mi mente está preocupada por los
pensamientos de Tomas y lo que pasa entre nosotros.

—¿No actúo siempre de forma extraña? — Recojo mi refresco de cereza,


tomando un sorbo gigante.

—Creo que quiere decir más raro— responde mamá por ella. Jona asiente
con la cabeza en señal de acuerdo. ¿Lo estaba? Probablemente. Estoy por
todas partes.

—Sólo estoy emocionada por la boda— Eso fue parte de ello. Estoy
emocionado. Alyssa está tan enamorada.

Estoy agradecida cuando el camarero aparece con nuestra comida. Echo


un vistazo para ver si Tomas y Sean siguen sentados en la barra. Lo
están. Parece que Tomas no va a ir a ningún sitio sin mí. Mi estómago
revolotea ante su atención. Realmente no se fija en nadie más que en mí.

—Doble boda— corrige mi madre. Otra vez Jona asiente con la cabeza.
Sería molesto que siempre estén del mismo lado si no tuviera el mismo
tipo de relación con Alyssa.

—Ni siquiera estamos saliendo — resoplo, agarrando mi tenedor. No sé


lo que somos. No tengo citas. No hago nada en realidad. Pensé que iba a
estar en esto por el sexo, pero no parece estar funcionando de esa
manera.
Ya me estoy encariñando y terminaré lastimada si no tengo cuidado. Peor
aún, podría lastimarlo a él también. Sé cómo puedo serlo. Estoy loca por
algo un segundo y al siguiente no quiero volver a verlo. Es como soy. No
fui hecha como el resto de mi familia.

—Neily. Es el tuyo. Ya sabes cómo funciona — Alyssa se mete una patata


frita en la boca.

—¿Te lo crees ahora? — Bien, esta podría ser la primera vez que no
estamos en el mismo lado de algo.

—¿Creer en ello? Es verdad. Míranos a todas— Alyssa señala entre las


tres. Mi madre y la tía Jona nos han contado esta historia desde el
principio de los tiempos. Cuando tenían nueve años hicieron un hechizo.
Sé que es ridículo. ¿Cómo es que una niña de nueve años sabe de
hechizos? Tengo veintidós años y no conozco ninguno. Pero insisten en
que su hechizo de amor, como lo llaman, les ha llevado a encontrar a sus
almas gemelas.

—Nuestro hechizo de amor funcionará durante generaciones. Se lo


pasamos a ustedes dos— Casi me quejo en voz alta, pero no lo hago
porque amo a las madres y ellas realmente creen que su pequeño hechizo
tuvo que ver con que encontraran el amor.

—Alyssa y yo nunca hicimos este hechizo, sin embargo— Juro que las
mamás me miran de reojo.

—Por supuesto que no, cariño. Sabíamos que ustedes dos probablemente
serían escépticas, así que fuimos y lo hicimos por ustedes— Por supuesto
que lo hicieron.

—¿Intentas decirme que no sabías que algo era diferente en Tomás en el


momento en que lo viste? — Mamá pregunta con suficiencia. Yo lo hice.
Sentí un tirón instantáneo hacia él. —Sabemos que Alyssa lo hizo cuando
vio a Sean. Lo acechó—

—Dijimos que no lo llamaríamos acecho— Ella deja salir un gemido. No


puedo evitar reírme.

—¿Estás preparada para volver a mi lado? — Le pregunto a Alyssa,


moviendo las cejas.

—Tienen razón. ¿Por qué estás luchando contra esto? — Toma otra
patata frita y se la mete en la boca. No sé por qué estoy luchando contra
ello, para ser honesta. Todo está sucediendo tan rápido. Echo un vistazo
a Tomas, que me está observando. Todos los demás en el lugar están
tratando de mirarlo. Sigo olvidando que es famoso. Estando con él nunca
lo sabrías.

—¿Y si no es el mío? Ya saben cómo soy— Doy otro mordisco a mi comida.

—Por supuesto que sabemos cómo eres, cariño— Mamá me da un


apretón de manos. ¿Es lástima lo que oigo en su voz? No estoy segura de
que nadie crea realmente que puedo cuidar de mí misma. —Y te
queremos tal como eres—

—Lo sé — digo con la boca llena. No es que no crea que todos me quieren.
Eso es algo de lo que nunca dudaría. Tienen que amarme. Son mi familia.
No tienen la opción de cansarse de cómo soy. Pero Tomas sí. Puede que
piense que esta cosa distante es adorable ahora, pero con el tiempo
podría volverse agotadora para él. Eso sólo significaría una cosa para mí:
un corazón roto.

—Será bueno para ti — añade la tía Jona. ¿Dice eso porque habrá alguien
que me cuide? Bajo mi tenedor, ya no tengo tanta hambre. Alyssa me
mira fijamente, dándome una mirada que silenciosamente me pregunta
qué pasa. Las madres han estado encima de mí todo el día por lo de
Tomas. Alyssa puede ver que estoy en mi punto de ruptura.

—Bueno, esto ha sido divertido pero tengo que volver a mis proyectos —
Veo como Alyssa echa una mirada a las dos madres, haciéndoles saber
que se despidan. Mis ojos se encuentran con los de Tomás al otro lado de
la habitación y en un instante se levanta y se dirige hacia mí. El alivio me
llena de la misma manera que cuando salí de la tienda de vestidos y él
estaba allí.

—Hada. ¿Qué pasa? — Me da la mano. Sus ojos me suplican que le tome


la mano, que confíe en él para que me cuide. Lo tomo pero me digo que
es sólo porque quiero alejarme de las madres. No porque necesite a
alguien. Puedo hacer esto de la vida por mi cuenta. Creo que puedo, al
menos.

—Nada. Sólo le estaba diciendo a todas que necesitaba irme — Intento


sacar mi mano de la suya pero no la suelta. —Las quiero. Hasta luego—
Una vez más trato de quitarle la mano, pero él sólo la agarra más fuerte
haciéndome saber que no voy a ninguna parte sin él.
—Quiero despedirme— le susurro y le grito, tratando de que me suelte.

—Usa tu otra mano— Maldita sea, ya me conoce demasiado bien. No era


sólo de las madres de las que intentaba alejarme. Necesito espacio para
pensar y por lo que parece, Tomas no está de acuerdo con ese plan.
No sé qué impide que las madres me sigan, pero me despiden con la mano
mientras Tomás me saca del restaurante. Si tuviera que adivinar, diría
que están felices de que me vaya con él. En sus mentes probablemente
esperan que sea para tener un montón de bebés.

—Limosina — le dice al aparcacoches cuando salimos.

—Pero tú condujiste— Busco su coche.

—Lo buscaré más tarde—

—¿Pero por qué? — Pregunto mientras la limosina se detiene. El


aparcacoches abre las puertas. Tomás me enjaula contra la puerta del
coche como si le preocupara que pudiera huir. —Voy a entrar— Dejo salir
una pequeña risa. Al menos no soy la única que está rara.

—¿A dónde? — pregunta el conductor, cerrando la puerta tras nosotros.

—A casa— Le dice al conductor su dirección y no la mía.

—Relájate— Me lleva a su lado. Giro mi cabeza, apoyándola en su pecho.


Mi mano va a sus tatuajes, trazándolos con mis dedos.

—No sé lo que me pasa— digo contra su pecho, tímida ante mi confesión.

—No hay nada malo en ti. ¿Quién te dijo que lo había? —

Me encojo de hombros. Supongo que soy yo leyendo entre líneas lo que


la gente no ha estado diciendo.

—Mírame, Hada— Sacudo la cabeza no. Su cuerpo se sacude con una


risa silenciosa, haciéndome sonreír en su pecho. —¿Todavía estás
enfadada conmigo? —

Sacudo mi cabeza no otra vez. —Hueles bien— Cierro mis ojos,


respirando profundamente. ¿Cómo puedo seguir enfadada con él? Tiene
un extraño efecto calmante en mí. Mi cuerpo empieza a calentarse. Tengo
una idea de lo que me hará olvidar todas las cosas que rebotan en mi
cabeza. Me inclino un poco hacia atrás y finalmente lo miro.

—¿Podemos tener sexo ahora?


15
Tomás
Esas cinco pequeñas palabras que acaba de pronunciar van a ser mi
muerte. Apenas me mantengo en control cuando se trata de ella. Pero no
hay manera de que pueda negar a mi Pequeña Hada cuando me mira de
la forma en que lo hace. No ahora. Ni nunca.

Mi plan de negarle el sexo, para hacerle ver que esto es más que eso, está
llegando a su fin rápidamente. Mi polla me ruega que me la tome, que la
reclame y que la marque como mía para siempre. Para lavar cualquier
preocupación o duda que he visto en su cara hoy. He visto tantas
emociones cruzar su cara mientras estaba sentada y almorzaba con su
familia al otro lado del restaurante. Sabía que algo andaba mal y tenía
tantas ganas de arreglar lo que fuera para ella. Ahora ella me pide esto.

—¿Vas a seguir huyendo de mí? — Le pregunto a ella. Sus cejas se


arrugan juntas. Se ve adorablemente confundida y sexy al mismo tiempo.

—No lo sé— Se lame el labio inferior. Por primera vez desde que nos
conocimos, parece insegura sobre algo. Casi tímida. Entonces me doy
cuenta. No se trata de mí en absoluto. No está huyendo de mí. Está
huyendo de sí misma.

—Está bien — La llevo más en mi regazo. — Seguiré persiguiéndote—

—¿Lo harás? —

—Yo lucho por lo que quiero. Siempre lo he hecho y siempre lo haré—

—¿Vas a dejar de huir de mí? — Levanta la barbilla, esa confianza que


tiene volviendo a la vida. No sé por qué duda de sí misma, pero le
demostraré que cuando se trate de mí, nunca tendrá que dudar de nada.
He pasado toda mi vida luchando. Esta es una que no perderé.
—Nunca he huido de ti ni una sola vez — La agarro por las caderas,
presionándola sobre mi polla. Ella deja salir un pequeño jadeo. Mi polla
se sacude debajo de ella mientras meto mis dedos en sus caderas
redondas que me han estado volviendo loco todo el día. Juro que ella está
poniendo un swing extra en ellas mientras camina, sabiendo que la estoy
acechando en cada movimiento.

—Lo sé. Pensé que lo sabías — Su mirada cae. Suelto una de sus caderas,
mi mano se dirige a su barbilla para inclinar su cabeza para mirarme.

—No corro. Nunca— le prometo. Ella piensa que porque corre, yo podría
hacer lo mismo con ella. —¿Me entiendes? — Asiente con la cabeza. —
Ahora dame un beso — le ordeno. Ella da un suspiro. Veo cómo sus
pupilas se dilatan. Le gusta que le dé órdenes.
—Bésame— Esta vez lo digo con más fuerza.

Ella se mueve, envolviéndome con sus brazos alrededor de mi cuello


mientras me jala hacia ella. Mi boca se encuentra con la suya. Dejo que
ella me bese primero. Su lengua se asoma, rozando mi labio inferior.
Separo más mis labios para ella y empuja su lengua más adentro de mi
boca. Le permito tomar lo que necesita porque tan pronto como lleguemos
a casa yo seré el que la tome.

No puedo contenerme más. Meto mis manos en su pelo, profundizando


el beso. Chupo su lengua dentro de mi boca, tomando lo que quiero. Si
ella quiere más, entonces le daré más. No más restricciones. La primera
noche me preocupaba que tuviéramos sexo y tratara de huir. Parece que
cualquier cosa puede hacerla correr. Tengo que mostrarle que no hay
razón para que lo haga. Que si lo hace, seguiré persiguiéndola hasta que
saque todos esos miedos de su bonita cabecita.

El coche se detiene en mi ático. Rompo nuestro beso, abriendo la puerta


antes de que el conductor pueda salir y abrirnos. Pongo a mi chica de
pie, pero no me la dejó ir. Mantiene su cuerpo presionado contra mí, su
cara descansando en el centro de mi pecho mientras saco mi billetera
para encontrar cien para darle al conductor antes de que la lleve a mi
casa.

—Levántame — dice mientras entramos en el ascensor. Yo lo hago. Me


envuelve lo mejor que puede. Soy un hombre grande y ella es una cosa
pequeña. Es un buen recordatorio para mí de que tengo que tener
cuidado con ella. Ni siquiera estoy seguro de encajar dentro de ella, pero
moriré en el intento. No me importa si sólo puedo meterme unos
centímetros en su coño, moriría feliz. La idea de que mi semilla la llene
no me ayuda en este momento. —Me encanta lo grande que eres —
—Recuerda que dijiste eso— Presiono el botón de mi piso, deslizando mi
llave para que el ascensor se mueva hacia él.

—¿Por qué? ¿Crees que va a doler? — Mueve sus caderas arriba y abajo.
—Creo que puedo manejarte— Una sonrisa sexy aparece en sus labios.
Lo que sea que la estaba molestando antes, se le está pasando. Espero
como el infierno que sea yo quien la ponga a gusto. Sé que ella hace lo
mismo por mí. El aburrimiento de la vida se desvanece cada vez que ella
está cerca y un nuevo significado se apodera de ella. Empiezo a ver que
la vida podría ser muy diferente ahora. No más dolor. Podría vivir en su
luz, no sólo sintiéndola en mi piel, sino protegiéndola de cualquiera que
intente atenuarla.

—Sé que puedes manejarme— Salgo del ascensor cuando llegamos a mi


piso. —Y nunca te haría daño —

—Escuché que te duele la primera vez— Se muerde el labio inferior.


Puede que esté un poco nerviosa, pero sólo por el dolor. Ella quiere esto.
Neily es directa. Puede que haya sido sincera al querer acostarse
conmigo, pero sé que es porque en algún nivel siente lo que sea que esté
pasando entre nosotros. No puedes ser tan directa sobre el deseo de sexo
y aun así no ser tocado sin razón.

Joder, la idea de que yo sea su primero sólo aumenta mi necesidad de


ella. Sé que no hay forma de que ella haya sido así con un hombre antes.
Eso me dice que ella sabe que soy diferente. Si sólo se tratara de ella
tratando de tener sexo con alguien, habría perdido su virginidad hace
mucho tiempo. Tenemos una conexión innegable. Tenemos amor, aunque
ella no está lista para admitirlo todavía.

—Tienes que dejar de recordarme que eres virgen si quieres que esto
dure—

—Creo que sería sexy si te hiciera acabar tan rápido — Ella mueve sus
caderas de nuevo, frotándose contra mí.

—Sí, bueno, si sigues frotándote contra mí así, me voy a venir en los


pantalones antes de que lleguemos a la cama— Eso me hace reír de mi
Pequeña Hada, o debería llamarla mi pequeño diablo mientras continúa
frotándose en mí. Puedo sentir su coño caliente a través de nuestra ropa.
Mi polla empieza a gotear al pensar en lo apretada y mojada que estará.

Finalmente llegamos a la puerta, y la abro, llevándola adentro. Cierro la


puerta de una patada mientras vamos a mi habitación. Ella comienza a
besarme el cuello, causando que me jadee. Entro en la habitación y
camino hacia mi cama. La necesidad de tomarla y marcarla como mía me
presiona mucho. Pero primero tengo que prepararla.

Ella levanta la cabeza y yo tomo su boca por última vez antes de deslizarla
por mi cuerpo. Siento cada curva que tiene mientras espero que sus pies
toquen el suelo. Doy un paso atrás para mirarla. Es tan jodidamente
hermosa. Sus mejillas están enrojecidas por su excitación y puedo ver lo
duros que están sus pezones a través de su camisa. La necesidad de
tomar lo que quiero es casi demasiado para soportarlo, pero no lo hago.
Quiero que ella tome la decisión. Quiero que se entregue a mí.

Como si leyera mis pensamientos, se agarra el dobladillo de su camisa,


se la pasa por la cabeza y la tira. Sus pechos rebotan libremente. De
nuevo, no lleva sujetador.

—No estoy seguro de cómo me siento con esto de que no uses sujetador
— Tomo un pecho en la mano sintiendo el peso del mismo. Mi pulgar se
arrastra por su pezón.

—Tenía prisa — exhala antes de que un gemido pase por sus labios
cuando le doy un tirón a su pezón.

—Los pantalones. Te quiero desnuda — le ordeno. Sus ojos se vuelven


pesados cuando me mira antes de hacer lo que le ordeno. Le gusta que
le dé órdenes y que yo tome el control. Se agacha, se quita los zapatos y
los pantalones hasta que está completamente desnuda.

—¿Es esto lo que querías? — Levanta la barbilla, no es tímida al estar


desnuda. —Creo que es tu turno— Ella alcanza mis vaqueros. Voy a
agarrar sus manos para detenerla, pero ella cae de rodillas frente a mí.

—Neily — me quejo. No estaba listo para que me viera todavía. No quiero


asustarla. Es su primera vez y es tan jodidamente pequeña. Tengo miedo
de que ella eche un vistazo a mi tamaño y su afición por correr vuelva.

—Tú conseguiste probarme. Es justo — Se lame los labios y no puedo


decirle que no. Me quedo ahí sabiendo que esto va a ser la más dulce
tortura de mi vida. Así que le doy lo que ambos queremos.
16
Neily
Su mano se enreda en mi pelo mientras inclina mi cabeza hacia atrás
para mirarlo.

—Sácame — La cara de Tomás es dura mientras hace el pedido. Siento


que me estoy mojando más entre los muslos. Me pregunto si es normal
que se moje tanto ahí abajo. Mi clítoris palpita por atención, pero hago lo
que me dicen, alcanzando primero el botón de sus pantalones.

Usa la otra mano para quitarse la camisa, tirándola y mostrando cada


centímetro de todos esos músculos duros. El hombre es una obra de arte
y esta noche es todo mío. La necesidad que siento por él va más allá de
lo físico, pero aún no estoy lista para lidiar con todo eso. Esta noche
quiero disfrutar de este hombre y dejar que me dé el placer que sólo él
puede dar.

—Más rápido. Ya me has hecho esperar bastante—

Un quejido me deja mientras me muevo más rápido. El latido entre mis


piernas es casi insoportable. No me canso de este dominio que ha caído
sobre Tomás. Él tiene razón. Lo hice esperar y debería compensarlo. Si
no hubiera corrido esa noche, podría haber pasado todas las noches en
su cama desde entonces. Ya hubiera probado a qué sabe. Lo que siente
que este en lo más profundo de mi ser.

Mis dedos rozan el pelo que baja hasta sus vaqueros mientras agarro la
parte superior, tirando de ellos lo suficiente para que su polla se libere.
El esperma se escapa de la cabeza mientras se balancea frente a mi cara.
Es incluso más grande de lo que pensé que sería. Tal vez debería
asustarme. No tengo ni idea de cómo encajará dentro de mí, pero todo lo
que siento es emoción al pensar que me estire, me llene de él y me deje
sus marcas por todas partes como hizo con el chupetón esa primera
noche.
Su mano en mi pelo se hace más firme, y mi lengua se dispara, frotando
la cabeza de su polla cuando lo pruebo por primera vez. Cierro los ojos
por un momento, disfrutando demasiado de esto.

—Abre— Yo separo mis labios para él. Levanto mis manos para agarrarlo.
—No. Las manos para ti misma. Voy a follarte la boca y tú me dejarás. Te
vas a disculpar de rodillas por haber huido de mí. ¿Entiendes? — Trato
de asentir con la cabeza, pero su agarre en mi pelo no me deja. —Me
respondes abriendo más los labios para que pueda meter más de mí en
tu boca— Abro más la boca, sintiendo que voy a salir de mi piel por la
necesidad. No sé qué es lo que más quiero. Él en mi boca o sus dedos
entre mis piernas.

—Esa es mi chica buena, mi Hada — Me mete la cabeza de su polla entre


mis labios. Un gemido viene de él cuando empieza a bombear dentro y
fuera de mi boca. No me deja moverme mientras me empuja dentro y
fuera, tomando lo que quiere.
Empiezo a bajar para darme un poco de alivio entre las piernas.

—No toques ese coño, Hada. Mantén esas manos detrás de tu espalda.
Yo seré el único que te haga venir y tú esperarás. Como tú me has hecho
esperar para darme lo que me pertenece— Se mete en mi boca un par de
veces más antes de retroceder, causando que se resbale de mi boca. Antes
de darme cuenta, me levanta de mis rodillas y me arroja a su enorme
cama. No me sigue a la cama, sino que se queda en el borde mirándome.

—Separa esos hermosos muslos para mí, Hada. Déjame ver lo que es
mío— No creo que sea posible que me excite más en este momento. —Voy
a hacer que sea tan bueno para ti que no querrás volver a huir. Eres mía,
Hada — Me equivoqué. Nunca debí dejarlo. Soy suya. Todo mi cuerpo lo
está gritando.

—Por favor, Tomas— lo ruego, abriendo bien los muslos para él. —Me
duele. Dijiste que nunca me harías daño — Una serie de maldiciones lo
dejan a él mientras me alcanza. Me agarra por las caderas y me arrastra
al lado de la cama mientras se eleva sobre mí. Su mano está en su polla
mientras se masturba y me mira fijamente.

—Muéstrame dónde te duele— Me meto la mano entre las piernas


rápidamente, extendiendo los labios de mi sexo. —Estás empapada —

Asiento en acuerdo. Estoy tan mojada.


—Tomas— Levanto mis caderas. Mi cuerpo quiere estar cerca de él.
Demonios, necesito estar más cerca de él. Él sigue trabajando su polla,
haciéndome ver como se complace a sí mismo.
—No te muevas— se agita mientras toma velocidad hasta que un fuerte
gemido sale de él. Su semen sale disparado, aterrizando en mi estómago.
Observo como se desliza hacia abajo. La vista es la cosa más caliente que
he presenciado en mi vida. No estoy segura de cuánto más puedo
soportar. Antes de que pueda rogarle a Tomás que me posea, cae de
rodillas, enterrando su cara entre mis piernas. El primer orgasmo es
instantáneo. Grito su nombre mientras me abruma.

No se detiene. Me sigue lamiendo y chupando. Su dedo se introduce


dentro de mí mientras me lleva a otro orgasmo. Empuja dentro y fuera,
otro dedo entra en mí mientras chupa mi clítoris en su boca. El segundo
orgasmo me golpea casi tan rápido como el primero. Mis piernas tiemblan
mientras el placer se extiende por mi cuerpo antes de que me derrita en
la cama. Mis ojos se cierran. No estoy segura de que pueda volver a
moverme.

No es necesario. Tomás me levanta, moviéndome al centro de la cama.


Sus rodillas empujan mis muslos hacia atrás para hacer espacio para su
gran cuerpo.

—No he terminado contigo— Su boca viene a la mía. Su aliento cálido me


hace cosquillas en la piel cuando abro los ojos para mirarlo. —Nunca
terminaré — Me besa. Me pruebo en sus labios antes de abrazarlo.

—Nunca termines conmigo. Promételo— digo cuando quita su boca de la


mía. Siento que su polla empieza a empujar dentro de mí.

—Prométeme. No podrás deshacerte de mí, aunque quisieras— Sus


palabras deberían asustarme, pero no hacen nada más que excitarme
más. Levanto mis caderas, haciendo que se deslice dentro de mí un poco
más. Mi cuerpo se abre para él pero puedo decir que se está conteniendo,
esperando que me adapte. —Hada — Gime mientras intento moverme de
nuevo. —Apenas estoy aguantando aquí. Tratando de no lastimarte.
Necesitas ajustarte a mi tamaño. Tu coño me está apretando muy
fuerte— Se retira para mirarme. Su cara casi parece dolorida por tratar
de mantener el control.

—Póseme. Toma todo de mí — Por primera vez esta noche, soy yo quien
da la orden. —Te necesito— Se inclina, rozando sus labios contra los míos
antes de hacer exactamente lo que le pedí. Se mete, hundiéndose en mí
hasta que está completamente dentro. Exhalo una respiración profunda.
El dolor que había llegado rápidamente también se ha ido de la misma
manera cuando me besa lentamente. Los dos permanecemos quietos
hasta que mi cuerpo se ajusta. Me siento llena y mi cuerpo está listo para
más.

Mis manos bajan por su espalda. Intento levantar mis caderas de nuevo,
pero él está enterrado en lo profundo de mí, sujetándome debajo de él.
Levanta su boca de la mía mientras comienza a colocar besos suavemente
en mi cara. Me encanta cómo puede pasar de agresivo a dulce. Todo en
él funciona para mí.

—Dime que estás bien—

—No estaré bien si no te mueves— Le clavo los dedos en la espalda.

—¿Necesitas más? — Se retira y vuelve a entrar. Jadeo al sentirlo.

—Sólo te necesito — lo admito. Las palabras fluyen fácilmente de mi boca.


Hace una pausa por un momento. Sus ojos se fijan en los míos.

—Sólo te necesito a ti también — promete antes de darnos a ambos lo


que necesitamos. No son palabras de amor, pero están lo suficientemente
cerca. Él entra y sale de mí. Sus impulsos se vuelven más rápidos a
medida que el orgasmo se construye dentro de mí. Sé que este va a ser
diferente. Lo siento desde lo más profundo de mi ser. No es sólo el placer,
sino la conexión que siento con Tomas. La que nunca he sentido antes.

—Tomas — Exhalo su nombre.

—Continúa. Córrete para mí. Quiero sentir que te encierras a mi


alrededor. Toma lo que te pertenece— Mis ojos se cierran con los suyos
otra vez. —Yo—

Me corro, gritando su nombre. Me besa cuando siento que se sacude, su


cálida liberación se derrama dentro de mí. Entierra la cara en el cuello y
dice mi nombre una y otra vez mientras me abraza.

Mis ojos se cierran. He encontrado una paz que no sabía que necesitaba.
17
Neily
—¡Neily! — Alyssa grita mi nombre. Me levanto de la cama, confundida.
Parpadeo unas cuantas veces. La puerta del dormitorio se abre de golpe.
—Estás desnuda—

Me miro a mí misma. Estoy desnuda, pero siempre lo estoy cuando estoy


en la cama de Tomás. Odio la ropa, así que funciona bien para los dos.
Quiero decir que no escucho a Tomas quejarse.

—Sí— lo confirmo. ¿Por qué está señalando lo obvio? —¿Cómo llegaste


aquí? — Yo pregunto. Busco mi teléfono. Tomás tiene las cortinas
cerradas y no sé qué hora es o incluso el día de la semana. Lo último que
recuerdo de Tomás es que me tenía atrapada en la cama y yo estaba en
un estado de felicidad orgásmica. ¿Dónde está ese hombre, de todos
modos? Siempre está aquí cuando me despierto. Si no, me saca de la
cama para que lo acompañe a donde quiera que vaya. Hemos sido
inseparables durante los últimos dos meses.

—Tomás me dio una llave— me recuerda. Oh sí, me olvidé de eso. Me


pidió una cuando se enteró de que prácticamente me había mudado aquí.
Nunca fui a nuestra antigua casa excepto para recoger cosas. Todas las
cosas de Alyssa se habían mudado hace un mes justo antes de que le
dijera "sí, quiero" a Sean. La boda fue preciosa.
Fue un milagro que las madres dejaran de molestarme sobre cuándo
sería mi turno. Habían dejado de trabajar desde esa cena hace meses.
Fue raro, pero a menudo son impredecibles. Creo que la forma en que
Alyssa se precipitó por el pasillo las puso en modo de planificación rápida
de la boda y pudo haberlas agotado.

Probablemente se estén tomando un tiempo para recuperarse y entonces


serán una fuerza a tener en cuenta. Están esperando que baje la guardia
y luego se abalanzarán sobre mí de nuevo. Esa es la única explicación de
lo tranquilos que han estado. ¿Qué otra cosa podría ser?
—La pelea— dice Alyssa con la ceja arqueada. Me conoce demasiado bien.
Por supuesto que lo olvidé.

—¡Oh, mierda! — Me levanto de la cama, y me lanzo al baño. —¿Qué hora


es? — Grito mientras me cepillo el pelo. Probablemente debería
ducharme, pero me gusta el olor de Tomás en mí.

—Tienes veinte minutos antes de que nos vayamos. Sean nos está
esperando en el coche — Me preparo rápidamente. No estoy segura de sí
debería estar enfadada con Tomas o no. No me despertó para ir con él.
Tiene que estar allí horas antes de que empiece la pelea. Ahora sé por
qué me puso en coma para que me desmayara por unas horas.
Probablemente fue para mejor y Tomas siempre sabe lo que es mejor para
mí. No debería cuestionar su razonamiento.
Yo he estado más preocupada que el por esta pelea. Es la última. Sé que
es el mejor, pero aún me preocupa que le den un puñetazo en la cara. De
hecho, se rió cuando le conté mis preocupaciones. Dijo que la pelea no
sería lo suficientemente larga para que alguien le pegara. Me dijo que
confiara en él. Y lo hago. He visto algunas de sus otras peleas. Sé que
estará bien, pero aun así no puedo evitarlo. Tomas se ha vuelto tan
importante para mí. Le amo. No nos hemos dicho esas palabras, pero yo
sí.

No quiero ser la razón por la que deje de luchar. Sabe que me preocupa
y si sé algo sobre Tomas, es que no hace nada que me haga daño o me
moleste. Mi única preocupación es que lo deje y que un día me guarde
rencor por ello. Quiero que haga lo que le mantenga feliz.

—Diez minutos— dice Alyssa. Salgo del baño y voy al armario a buscar
unos zapatos y mis pantalones cortos vaquero. Me los pongo antes de
agarrar la camisa que hice.

—¿Esto es lo que se usa en una pelea? — Yo pregunto. Yo había hecho


la camisa la otra noche. Tiene el nombre de Tomas en ella.

—Es muy bonita — dice Alyssa, mirando mi camisa. Lleva pantalones


negros sueltos y un suéter delgado que se cae de un hombro. No está
súper vestida pero es más elegante que mis pantalones cortos
desgarrados que tienen algunas manchas de pintura si los miras de
cerca. —Es una pelea. Creo que puedes llevar cualquier cosa—

—Sí— Me encojo de hombros, recordando que no me importa lo que


piensen los demás. Sólo a Tomas, y sé que le encantará. Excepto quizás
la parte en la que olvidé ponerme un sostén. Tengo prisa. Agarro mi bolso
antes de salir y bajamos al coche donde Sean nos está esperando.
—Todavía no ha dicho te amo — Me inclino hacia atrás, pateando mis
pies en la parte trasera de la lujosa limusina. Todavía es raro
acostumbrarse a todo el dinero que hay alrededor. Alyssa y yo todavía
vivimos vidas bastante normales trabajando en nuestra pequeña tienda.
Alyssa sólo asiente con la cabeza pero no dice nada. Le golpeo la pierna.
—Aquí es donde me das consejos— le recuerdo. Sean juega con su
teléfono como si no pudiera oírnos, tratando de darnos la mayor
privacidad posible. No me importa si nos oye.

—Creo que sabes que te ama— dice finalmente. Está siendo tan extraña
como las madres por no meterse entre Tomas y yo. Pensé que estaba
ocupada con el tema de recién casados. Pero acabo de abrirle la puerta
de una patada para que se ponga de entrometida y no muerde el anzuelo
—Neily. Vamos—

—Creo que sí— Meto la mano en mi bolso, me pongo las gafas. —Pero no
lo dice — resoplo. Me siento. —Debería decirlo — declaro. Siempre digo
lo que quiero. Lo que quiero es que Tomás me susurre al oído que me
ama mientras me hace el amor. Llevar su anillo en mi dedo. Tener su
apellido. Que las madres me vuelvan loca por mi boda. ¿Es eso mucho
pedir? Quiero decir, ¿Qué tiene que hacer una chica para sacar esas tres
palabritas de su hombre?

Un poco de preocupación se acerca, pero la presiono sabiendo que Tomas


se preocupa por mí. Si lo conozco, probablemente esté esperando a que
yo esté lista o alguna tontería como esa.

—Nunca he estado en una pelea en vivo antes. Esto es muy emocionante



Alyssa me aparta de mis pensamientos antes de que pueda profundizar
demasiado en ellos. Le sonrío, sabiendo que está tratando de cambiar de
tema. —Oh. ¿Podemos ir al backstage? —

Me río de ella. —No es un concierto, Alyssa— No puedo evitar reírme.


—Ya sabes lo que quiero decir — sacude la mano y noto que Sean también
le sonríe.

—No se me permite entrar en el vestuario— Clyde me pidió que me


reuniera con ellos junto al ring. Dijo que necesitaba a Tomas concentrado
y listo para salir. Que aunque me quiere mucho, yo sería una distracción.
Tomas había intentado luchar por ello, pero yo acepté de buena gana. Es
lo mejor.
—Vamos a ir por la parte de atrás, — nos informa Sean. —Seriamos
bombardeados en el frente —

—Oh— Asiento en acuerdo. No había pensado en eso, pero Sean tiene


razón. Estoy segura de que Tomas y Sean ya lo han hablado todo. Se han
convertido en amigos rápidamente o tal vez son más como aliados. De
cualquier manera, se comunican mucho cuando se trata de Alyssa y yo.

La prensa ha estado encima de mí desde que el mundo se enteró que


Tomas "Hitman" Holiday tiene una novia. Nuestra tienda se ha convertido
en un frenesí de negocios. Se ha ido haciendo más y más grande a medida
que la pelea se acercaba. No ayudó que el hombre con el que se pelea
hiciera un comentario sobre que yo soy guapa. Sólo había hecho que
Tomas quisiera darle una paliza más. No puedo sentir lástima por su
oponente porque cavó su propia tumba.

No entendía la fascinación que todos tenían por saber quién era yo.
Incluso empezaron a inventar historias salvajes sobre Tomas y yo,
diciendo que hemos estado juntos en secreto durante años. Especulando
que era la razón por la que nunca había sido visto con otra mujer antes.
Lo ignoro todo, pero a Tomas le molesta. No le gusta que la gente intente
sacarme fotos todo el tiempo o que escarbe en mi pasado. No me molesta.
Escarben. No hay nada que encontrar excepto esas horribles fotos del
baile de graduación de Alyssa y yo. Voy a repudiar a las madres si esas
fotos salen en primera plana.

—Estamos aquí— dice Sean mientras se abre la puerta. Sale, primero


ayudando a Alyssa y luego a mí. Hay algunos otros coches en la parte de
atrás. Gente que quiere pasar desapercibida.

—¿Esa es...? — Alyssa se aleja, sus ojos se abren de par en par mientras
vemos pasar a nuestra estrella del pop favorita. Asiento con la cabeza, sí.
Ella se detiene cuando me ve.

—¿Eres Neily? — pregunta.

—Ésa soy yo— digo, buscando asegurarme de que Alyssa está bien.
Parece que ha visto un fantasma.

—Rompiste tantos corazones cuando sacaste a Tomas del mercado— Me


hace un guiño antes de entrar por la puerta trasera.

—¿Se supone que debo estar enojada o feliz por eso? —


Alyssa sólo sacude la cabeza, tampoco estoy segura. —Es raro pensar
que Tomas es famoso —

—Vamos a entrar— Sean nos pide que vayamos hacia la puerta trasera.
Un hombre nos da un saludo, dejándonos pasar sin preguntar quiénes
somos o ver nuestros boletos.

—Neily— Me giro para ver a la madre de Tomas llamándome por mi


nombre.

—¡Oye! — Me acerco, le doy un abrazo. La madre de Tomas es tan dulce


como parece. Vamos a su casa al menos una vez a la semana para cenar.
Ya me trata como si fuera su propia hija. Incluso me dice que me ama. A
diferencia de Tomas.

—Tomás quiere verte— me dice al oído antes de retirarse de nuestro


abrazo.

—Me dijeron que no fuera a los vestidores—


—No está en el vestidor pero dice que no saldrá hasta que te vea
primero—

Le sonrío. —Bien, porque yo también quiero verlo—

Me pone un collar en la cabeza que tiene una placa antes de entregarle


uno a Sean y a Alyssa.

—Está por ahí— Señala el largo pasillo. —Verás su nombre en la puerta—

—Los veré allá afuera— Los despido a todos antes de correr por el pasillo
para encontrar a Tomas. Paso a unos cuantos guardias de seguridad por
el camino. Ninguno de ellos trata de detenerme. No es hasta que veo a
Clyde salir por la puerta con el nombre de Tomas que finalmente voy más
despacio.

—Cálmalo por mí, ¿Quieres? — Me da una sonrisa. —No contestas el


teléfono — Miro hacia abajo, dándome cuenta de que podría haberlo
dejado en casa. Dejé mi bolso en el coche. Oops. Creo que me he
acostumbrado a que Tomás esté cerca y me recuerde cosas.

—Haré lo mejor que pueda— Sé la manera perfecta de calmar a Tomas.

—Volveré en un rato. Está al teléfono— Hace un movimiento hacia la


puerta.
—Gracias— Alcanzo la manija de la puerta, empujándola un poco para
abrirla. Veo a Tomas de espaldas a mí. Un teléfono está presionado en su
oído.

—Ya no puedo hacer esta mierda. La prensa está fuera de control —


Puedo decir sin siquiera ver su cara que está nervioso. Puedo sentir la
tensión que viene de él.
—No— él responde. Si tengo que adivinar, está hablando con su agente
Seth. —No tendremos que preocuparnos más por la prensa cuando todos
sepan que hemos terminado. Se olvidarán de Neily—

Una vez que todos sepan que hemos terminado. ¿Qué significa eso? ¿Él
y yo?
—¿Amor? — Ladra una risa. —No, no estoy enamorado de... — Gira la
cabeza, sus ojos se cruzan con los míos. Doy un paso atrás. El impulso
de correr es demasiado grande para resistirme.

—Hada — Se le cae el teléfono de la oreja. Me pican los ojos con lágrimas.

—Bueno, estoy jodidamente enamorada de ti— susurro antes de girar,


soltando la puerta para correr por el pasillo. No llego a más de un metro
antes de que su brazo me rodee, me levante del suelo y me lleve de vuelta
a los vestuarios. La puerta se cierra detrás de nosotros.

—¿Estás corriendo? — pregunta mientras me da la vuelta en sus brazos.


Actuando por instinto, me envuelvo a su alrededor. Mi cuerpo siempre se
aferra a él. Anhelo la comodidad que sólo él puede proporcionarme, pero
él es la razón por la que la necesito en primer lugar.

—Te escuché— Mis manos se meten en su camisa. La cantidad de tristeza


que siento amenaza con aplastarme.

—Yo también te escuché— Me sonríe. —¿Me amas? —

—Y no me amas— le grito. Las palabras son casi demasiado dolorosas de


soportar. —¡Te he oído! —

—No estoy enamorado de las peleas. Ya no. Eso es lo que le decía a Seth—

—Oh— Me muerdo el labio. Por supuesto que me ama. Pero eso no


cambia el hecho de que no lo haya dicho todavía. —¿Por qué no has dicho
nada antes? —

—Te asustas y corres. Estaba dejando que te acostumbraras a las cosas—


—¿Acostumbrado a qué? —

—Nosotros. Yo quedándome. Yo cuidando de ti y no jugando con tu


cabeza. Todo tipo de cosas. Estaba dejando que te establecieras antes de
tomar el control de tu mundo— Se mueve, caminando hacia algún sofá y
sentándose conmigo en su regazo mientras yo me acomodo a horcajadas.

—Le dijiste a todos que se mantuvieran alejadas, ¿No? — Algunas cosas


están empezando a encajar en su lugar. Las madres siempre son muy
amigas con él pero no me han presionado sobre lo que Tomas y yo
haremos a continuación. Lo que sólo significa una cosa: están tramando
algo.

—Les dije que me dejaran manejar las cosas —

—¿Porque necesito que me manejen? — Sus manos agarran mis caderas,


haciéndome saber que no voy a ninguna parte.

—Sí, necesitas que te manejen — No estoy segura de cómo me siento al


respecto. —Y quiero pasar mi vida siendo el que lo haga. Asegurándome
de que te cuiden. ¿No es eso lo que un hombre hace por su mujer? Por
su esposa— Cuando lo pone así suena tan diferente a como lo tenía en
mi cabeza.

—No quiero ser la carga de alguien — Tomás echa la cabeza hacia atrás
y se ríe. Todo su cuerpo se sacude, sacudiéndome junto con él. Golpeo
su duro pecho.

—Lo siento, pero si esto es una carga que tengo que soportar, entonces
voy a disfrutar al máximo. Si así es como quieres llamarlo, bien. Yo, lo
llamo un sueño— Sus manos salen de mis caderas, llegando a mi cara.
—Sería un honor para mí cuidar de ti. He pasado los últimos dos meses
tratando de mostrarte que es todo lo que quiero. Que soy el hombre que
puede manejarte. Que te ama —

—Te amo—

—Y yo te amo— Su mano se desliza alrededor de la parte trasera de mi


cuello. —Ahora dame un beso— ordena, haciéndome sonreír. Me inclino
hacia adelante, presionando mi boca contra la suya. Él es realmente el
hombre perfecto para mí. Lo ha sido desde el principio. Las madres tenían
razón.

—Siento haber huido—


—No te lamentes por lo que eres. Amo todo de ti. Si tengo que perseguirte,
lo haré, pero siempre acabarás aquí. Siempre —

—¿Entonces nos vamos a casar? —

—Por favor. Tus madres me están volviendo loco— Me eché a reír. Ahora
sé a quién han estado molestando—Y necesito que me ayudes con esta
maldita casa. Tengo que empezar a escoger la mierda y soy terrible en
esto. Esta es tu área de especialización—

—¿Casa? ¿La hiciste? —

—Sí, compré el lote junto a la casa de Alyssa y Sean. Pensé que cuando
empezaran a poner el empezaran a poner le cemento me descubrirías—

—Eres tan bueno conmigo— Dejo caer mi frente sobre la suya,


respirándolo. —Te amo tanto. — Froto la boca contra la suya. —¿Cuándo
podemos casarnos? Ya tengo tu apellido en mi espalda—

—Esta camisa es muy caliente— Su mano se desliza por debajo. Me


maldigo cuando siente mi pecho desnudo. —Parece que vas a verme
pelear desde aquí en la TV porque no vas a salir así— Jadeo cuando me
tira de uno de mis pezones.

—Supongo que te veré cuando termines de noquear a ese tipo entonces—


Me agarro de su cara, besándolo. Diciéndole con mi boca que lo amo. Que
nunca volveré a huir de él. Es él.

—Nos vemos en veinte minutos — dice, rompiendo nuestro beso. Se pone


de pie, levantándome con él antes de ponerme de pie.

—¿Veinte minutos? — Lo interrogo.

—Quiero decir que necesito tiempo para caminar hacia y desde el ring,
Hada. Bien. Volveré contigo en quince minutos— Me da esa sonrisa que
ilumina todo mi mundo antes de salir por la puerta.

—Tomas— Dudo por un momento. Se vuelve para mirarme. —No quiero


que renuncies a todo esto si te hace feliz. Puedo lidiar con lo que venga.
Sé lo que es amar lo que haces. No quiero que me guardes rencor en el
futuro— Está sobre mí antes de que la última palabra salga de mi boca.
Me besa profundamente. Un gemido me deja.
—Esto es todo lo que quiero en la vida— Me da un apretón de manos. —
Pelear es todo lo que he conocido antes que tú. Ahora quiero algo
diferente. Te dije que sólo quiero estar en tu luz—

—Te amo— repito.

—Y me encantaría que Tomás trajera su trasero aquí— Nos giramos para


ver a Clyde de pie en la puerta. —Baja a tu chica y terminemos con esto—
Tomas no parece que quiera bajarme o ir a ningún sitio. Creo que está
medio tentado de cancelar la pelea. Clyde me echa una mirada que dice
que le ayude aquí.

—¿No dijo el tipo con el que pelearas que yo era linda? — Yo pregunto.
Clyde sonríe.

—Ese hijo de puta— Tomas me deja caer en el sofá. —No te muevas —

—Ni una pulgada — estoy de acuerdo.

—Te amo— dice antes de salir de la habitación. Por supuesto que mentí.
Lo sigo un poco por detrás, de pie, y observo cómo entra en el ring. Pero
para ser justos, él también mintió. Volvió en diez minutos. No en quince.
Y, por supuesto, sigue invicto.
Epílogo
Tomás
Veo a mi esposa dando vueltas en la pista de baile. Su vestido rosado se
ilumina a su alrededor mientras gira. Se tambalea con los tacones, pero
Alyssa está ahí para estabilizarla. Mi chica no pierde el ritmo mientras
sigue moviéndose al sonido de la música. Empiezo a pararme, pero mi
madre pone su mano en mi brazo, diciéndome que mantenga mi trasero
en la silla.

—Déjalas que se diviertan— me dice mientras toma otro bocado de su


cena. No es que no quiera que se divirtiera. Sólo me preocupa que se vaya
a lastimar. Sin mencionar el hecho de que yo ya estoy al límite. No he
tenido ni un segundo a solas con mi Hada desde ayer. No desde que las
madres vinieron y se la llevaron. Me esforcé para que la dejaran quedarse,
pero sabía que no iba a ganar y quería mantener mi título invicto.

Entonces con la boda ha sido un evento y una cosa que hacer después
de otra. Todo lo que he obtenido de mi Pequeña Hada es unos cuantos
besos y bailes. No estoy seguro de cuánto tiempo más podré aguantar.
Me agarro por la nuca, dándome un apretón para tratar de calmarme. No
estoy acostumbrado a pasar tanto tiempo separado de mi Pequeña Hada.

—¿Soy sólo yo o Neily está brillando? — Se me cae la mano, mis ojos se


dirigen a mi madre.

—¿Puedes verlo? — Sé que Neily está embarazada. Pero soy el único que
lo sabe en este momento. Incluso mi pequeña esposa no ha puesto dos y
dos juntos todavía. Creo que con todo lo que ha pasado últimamente, el
que no tenga la menstruación no ha estado en su radar. Sé de hecho que
no lo ha tenido desde que le puse las manos encima.

Empecé a notar pequeños cambios en ella. Ya no le gustan los huevos y


sólo pensar en ellos le da asco. Sus pezones se han vuelto mucho más
sensibles. Juro que puedo hacerla correr con sólo lamerlos y chuparlos
estos días. Su coño sabe incluso más dulce. He estado esperando para
darle una pista, pero con tantas cosas que están pasando en la boda, no
he encontrado el momento adecuado. Además, Alyssa y Sean nos habían
dicho recientemente que estaban esperando, así que no quería quitarles
su tiempo especial. Y por eso es que he estado esperando.

—¿Estás confirmándolo? — La emoción ilumina la cara de mi madre,


haciéndome sonreír. No tenía ni idea de lo tranquila que es mi madre
hasta que la madre de Neily y la de Alyssa entraron en mi vida. Son una
fuerza a tener en cuenta. Gracias a Dios que mi madre tiene su propia
manera de manejarlas.

—Vas a ser abuela — La mano de mi madre vuela sobre su boca. —Neily


aún no se ha dado cuenta, así que... — Me encojo de hombros. Me rodea
con sus brazos, abrazándome fuerte.

—No lo diré— Me besa la mejilla. —Esto va a ser muy diferente— Mamá


se inclina hacia atrás, poniendo mi cara en sus manos. —Sé que no pude
darte mucho cuando eras pequeño—

—Mamá— Intento cortarla pero cuando mi madre tiene algo que decir, lo
dice.

—Trabajé mucho y tú corriste por las calles cuando no debías— Me mira


como si me hubiera pillado saliendo a escondidas. Algo que en realidad
ha hecho unas cuantas veces. Las peleas callejeras ilegales empezaron
mucho después del toque de queda que me dio, pero aun así fui. Daban
buen dinero y quería ayudarla en todo lo que pudiera.

Fue una buena madre. Siempre trabajó duro para mantenerme y las
peleas eran algo natural para mí. Sólo tenía sentido para mí que usara
esas habilidades para ayudar a mi madre. Para ayudarnos a nosotros.
Siempre habíamos sido un equipo. Ahora nuestro equipo es más grande.
Está creciendo y seguirá creciendo.

—Será diferente— confirmo. Odio que deje que esta mierda siga
comiéndosela. —Hiciste lo mejor que pudiste. Si no fuera por ti, no sería
el hombre que soy hoy—

Me da una sonrisa con lágrimas. —Vas a ser el mejor padre, Tomas.


Nunca dudes de ti mismo ni un segundo. Estoy muy orgullosa del hombre
en que te has convertido y aún más orgullosa de llamarte mi hijo— Una
lágrima se escapa de su ojo. Hoy la sostengo un poco más fuerte.

—¿Cuándo te volviste tan blanda? — Le doy un empujón para tratar de


cambiar la dirección de la conversación. Hoy se trata de la felicidad.
—Mira quien habla—

Sonrío, mirando a mi esposa. Con ella no tengo más remedio que


ablandarme. Excepto en el dormitorio, pero así es como le gusta a ella.
Demonios, a mí también me gusta. Fue un lado que ella sacó en mí y
funciona bien para ambos.
Voltea los ojos hacia mí, y se enfoca en los míos. Su cara se ilumina con
una sonrisa mientras abandona a todos en la pista de baile. Mi madre la
corta antes de que pueda llegar a mí, dándole un abrazo y un beso. Le
susurra algo al oído que la hace sonreír y abrazar a mi madre otra vez.

Empujo mi asiento hacia atrás, haciendo espacio para Neily. Ella se deja
caer en mi regazo. La rodeo con mi brazo. Ella deja salir un largo y feliz
suspiro. Sé que está cansada. Sus labios se mueven cuando siente mi
polla presionando su culo. Ella da un pequeño meneo.

—Si no te detienes, te arrancaré ese bonito vestido antes de que te vayas


a la cama— le advierto. No he pasado veinticuatro horas sin tener mi
polla dentro de ella desde la primera vez que la folle. Acabamos de llegar
a las veinticinco y estoy casi al límite.

—¿Cuándo nos vamos? — Mira alrededor de la habitación y sé que está


buscando a su madre y a la de Alyssa. —Todavía tenemos que comer
pastel—

—Lo único que quiero comer es... —

Me pone la mano en la boca. —Hablas fuerte — Se ríe. Beso la palma de


su mano. Ella da un suspiro profundo la lamo de nuevo. —Quiero que
comas eso también. ¿Crees que podemos salir a escondidas? —

—Estoy aquí— Alyssa aparece de la nada. Veo a Sean parado unos metros
atrás. —Quieres salir de aquí, ¿No? —

—Sí. ¿Qué vas a hacer? — Neily deja caer su mano de mi boca.

—Voy a caer en el pastel. Entonces no se puede cortar y puedes salir a


hurtadillas —

—Pasaste horas haciendo el pastel — Los ojos de Neily son redondos


mientras lo dice, pero puedo decir que todavía está en la idea.

—No te vas a caer en el pastel. Estás embarazada— dice Sean.


—Entonces tu caes en él— Se frota la mano en la cara. Todos sabemos
que si Alyssa realmente quiere que finja caer en el pastel, lo hará. Por
ella. Tanto Alyssa como Neily lo miran como si estuvieran esperando que
corra hacia el pastel como un jugador de futbol.

—¿Alguien puede ayudarme aquí? — Sean mira a Neily y luego a mí.

—Quiero un pedazo de la torta— Alyssa se lame los labios.

—¿Por qué no les dices que estás embarazada? — Neily viene al rescate.
—Se olvidarán de la boda y estarán en la tierra de las abuelas—

—No te voy a robar tu protagonismo. Esta es tu boda— Alyssa la mira.

—De la que estoy tratando de salir para que podamos ir a hacer algunos
bebés por nuestra cuenta—

—Ahora nunca saldré de aquí— oigo a Sean murmurar en voz baja.

—Será mejor que hagas que esto suceda. Se supone que debemos estar
embarazadas juntas— Alyssa me señala con el dedo.

—Sí — Neily asiente con la cabeza. A la mierda.

—Está embarazada— Ambas bocas se abren. Sean sólo sonríe porque


sabe que esto va a hacer a su esposa más que feliz.

—¿Lo estoy? — Sus ojos se llenan de lágrimas.

—Sí, Hada. Estás embarazada— Me rodea con sus brazos y me da


muchos besos por toda la cara, como siempre hace cuando está excitada.

—Dame un abrazo — le ordena Alyssa. Se abrazan muy cerca. Pueden


tener toda una conversación sin palabras. —Yo me encargo de las
mamás. Será mejor que me llames mañana — Suelta a Neily antes de
abrazarme a continuación.

—Gracias— me susurra al oído antes de dar un paso atrás. Sean me hace


un gesto con la barbilla mientras lleva a Alyssa a buscar a las madres,
que están dando vueltas al pastel. La madre de Neily tiene un micrófono
en su mano. Esa es mi señal.

Me paro, me llevo a Neily conmigo y me escabullo por la parte de atrás


del salón de baile. Apoya su cabeza en mi hombro mientras subimos a la
suite del ático del hotel. Pasaremos la noche aquí antes de ir a París a
mostrarle el mundo a mi chica. Manteniéndola a salvo mientras me
mantiene a la luz.
Epílogo II
Neily
—Se creen muy listos. Como si no supiéramos lo que están tramando.
Estamos tan encima de ellos— dice Alyssa desde mi lado. Me meto en la
boca el resto de la magdalena que trajo con nosotras. Esto es una
vigilancia después de todo. Todo el mundo sabe que las magdalenas son
una necesidad durante esto. Me da un codazo en el costado. —¿Estás
prestando atención? —

Me chupo el glaseado de los dedos. —Sí. Se creen más listos que nosotras
— repito. Miro hacia abajo en la caja pensando que deberíamos haber
empacado más magdalenas. —¿Cuánto tiempo suelen tardar estas
vigilancias? —

—Hasta que los atrapemos— Alyssa me mira fijamente. —¿No quieres


saber si están viviendo juntos? —

Mi hija mayor Zoey y el hijo mayor de Alyssa, Trent, son inseparables


desde el nacimiento. Trent vino al mundo unos días antes que Zoey, pero
creo que todos sabíamos que acabarían juntos. Ahora están juntos en la
universidad. Zoey consiguió un lugar propio que se encuentra justo fuera
del campus y Trent dijo que estaba viviendo en una casa de fraternidad.
La idea me hace querer resoplar.

—Están comprometidos — le recuerdo a Alyssa. Siento que soy yo la que


debería estar un poco más fuera de forma con esto. Es mi pequeña,
después de todo, la que está viviendo con un hombre. Pero no puedo estar
molesta porque sé que si Trent está cerca, Zoey está bien y a salvo. Zoey
tiende a ser muy parecida a mí. Sé que Trent es el Tomas de Zoey. Tuve
el presentimiento cuando le sugerí que consiguiera su propio lugar para
tener un pequeño estudio de arte en casa, de que vivir allí juntos sería
inevitable.

Se podría decir que incluso lo planeé un poco. Son buenos chicos. Ambos
están en la universidad con becas. Todo lo que cualquiera de nosotros
estaría haciendo es interponerse en el camino de lo que estaba destinado
a ser. Huí de Tomas por las ideas tontas que tenía en la cabeza. Fue una
pérdida de tiempo. Si mi hija está lista para dar el siguiente paso con su
hombre, entonces estaré allí animándola de cualquier manera.

—Lo sé, pero deberían decirnos si están viviendo juntos en secreto —

—Estoy seguro de que Sean lo sabe— Nuestros hombres parecen saberlo


todo. Es raro y bueno, algo genial.

—¡Aquí vienen! — Alyssa silencia.

—Bien, digamos que entran. Podrían estar pasando el rato— señalo. Este
plan no parece estar funcionando. No lo hemos planeado bien.

—No importa. No son ellos— Ella resopla, bajando los binoculares.

—Alguien va a llamar a la policía sobre nosotras— Estamos sentadas


junto a un arbusto completamente de negro con binoculares. En la mitad
del día.

—¿Tienes una llave? Podemos entrar y husmear. Si vive allí lo sabremos—

—Sí, pero ¿Y si...? — Yo me quedo atrás. Estoy a favor de que mi hija esté
con Trent, pero hay algunas cosas que no quiero ver.

—Oh, Dios mío— Jadeo. Alyssa cae al suelo.

—¿Qué? ¿Nos vieron? —

—No, pero creo que somos nuestras madres—

—Oh, mierda— Se da la vuelta sobre su espalda, mirándome.

—Lo somos— Le hago una seña con la cabeza. A Alyssa tampoco le


importa si están viviendo juntos. Ella sólo quiere estar al tanto. Los dos
somos tan felices que están locamente enamorados. Encajan
perfectamente. A nuestros ojos ya somos una familia, pero esto iba a
hacerlo realidad en todos los niveles. Los nietos de Alyssa y míos serán
los mismos.

—¿Cómo están ustedes dos? — Levanto la cabeza para ver a dos chicos
parados sobre nosotros con camisetas de fútbol. Estoy bastante segura
de que están en la universidad. Podría estar equivocada. Sé muy poco
sobre deportes. Ambos extienden sus manos para ayudarnos a
levantarnos del suelo.

—Nos han descubierto— les informo.

—¿Descubierto? — pregunta el de pelo corto y rubio.

—Tengo algo que puedes descubrir— El del pelo oscuro sonríe, me hace
estremecer. Antes de que pueda responder, sale volando y golpea el suelo.
El rubio sale corriendo, dejando a su amigo atrás.

—Discúlpate — le ladra Trent al hombre en el suelo.

—Nos han descubierto por completo — resopla Alyssa. Mi hija extiende


su mano para ayudarme a despegar del suelo. La tomo. Escucho al chico
en el suelo diciendo sus disculpas. Trent intenta ir tras él pero Alyssa se
pone de pie, impidiendo que su hijo vaya a ninguna parte.

—¿Qué ha pasado? —

—Doble mierda— Suelto la mano de Zoey para girarme y mirar a Tomas


con Sean acercándose a nosotros rápidamente.

—Las madres están siendo abordadas por los chicos de la fraternidad


universitaria— dice Zoey a través de una risa.

—Soplona— la llamo, haciéndola reír más fuerte. Agarro a Tomas por el


brazo antes de que pueda perseguirlos. Hace mucho que se han ido, pero
estoy segura de que Tomas podría localizarlos.

—¿Cómo nos encontraron? — Alyssa pregunta mientras Sean la levanta,


lanzándola sobre su hombro. Siempre saben dónde estamos.

—Ahora veo de dónde lo saca Trent — dice Zoey con una sonrisa.

—¡Oye! Estoy intentando averiguar si viven juntos — grita Alyssa


mientras Sean se la lleva.

—Lo hacen — lo admito. Trent se encoge de hombros como si no le


importara quién lo sabe. La mandíbula de Tomás se flexiona. Quiere a
Trent como si fuera su propio hijo. Incluso le dio la bendición de casarse
con nuestra pequeña, pero estoy seguro de que no le gusta que le
recuerden que está teniendo sexo con alguien.

—Lo siento, papá — le dice Zoey mientras se inclina y le besa en la mejilla.


—¿Crees que no lo sabía? — le pregunta mientras me pone de su lado.
Trent hace lo mismo con Zoey, besándola en la parte superior de la
cabeza.

—Se lo dije a tu padre, nena— le informa Trent.

—¿Lo hiciste? — le decimos Zoey y yo al mismo tiempo. Esto tampoco


debería sorprender. Trent siempre ha dejado claras sus intenciones
cuando se trata de Zoey.

—Me llevo a mi mujer a casa— Dejo escapar un pequeño grito cuando me


levantó de repente en sus brazos.

—Cena el domingo— les grito.

—Lo sabemos— me responden porque cenamos todos los domingos.

Cuando llegamos al coche, Tomás me mete dentro. —No te enfades


porque todavía lo tengo— le digo con descaro, sabiendo que estoy
molestando a la bestia. Me echa una mirada que me hace moverme en mi
asiento.

—Cinturón de seguridad— ordena en un tono que va directo entre mis


muslos. Los aprieto juntos mientras me pongo rápidamente el cinturón
de seguridad. Él salta al asiento del conductor, despegando. —Dijiste que
ibas a almorzar—

—Comimos— Lo hicimos. Unos pastelitos. Eso cuenta. Tomás me mira y


me hace saber que pagaré por esa media mentira con mi trasero.

—Conduce más rápido — yo empujo, queriendo que estemos en casa. Sé


que no hay nadie en casa. Tendremos la casa para nosotros solos.

—Estás emocionada de que tu trasero se ponga rojo — Su mano baja


sobre mi muslo. Abro mis piernas, mi vestido se levanta.

—Por favor— respiro, mi cabeza cae hacia atrás mientras su mano se


desliza bajo mi vestido. Él jala de mi ropa interior a un lado. Dejo escapar
un gemido mientras juega con mi clítoris haciéndome llegar en tiempo
récord cuando llegamos a la casa. Se lame los dedos antes de
desabrocharme el cinturón de seguridad.
—Desnuda en la cama. Tal vez te deje chuparme la polla — Vuelo desde
el coche. Apenas llego a la puerta principal y él está sobre mí,
levantándome de los pies y llevándome a nuestra habitación.
—Te amo, Hada— dice mientras me deja caer en la cama.

—Yo también te amo— Me paso el vestido por la cabeza, dejándome sólo


con las bragas empapadas.
Me lleva hacia él, besándome profundamente.

—Voy a recordarte a quién perteneces.

No necesito el recordatorio, pero estoy más que dispuesta a seguirle la


corriente. Pertenezco a Tomas. Cada centímetro de mí. Nadie podría
interponerse entre este amor. Ni siquiera yo. Cuando se trata de nosotros,
el amor siempre gana. Está invicto.
Libros de la serie
Sobre la autora

Lucy Darling: obsesionada con el café, las risas, el amor y el


felices para siempre.
Visítanos en…

También podría gustarte