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¿NOS ESTÁN VIENDO LA CARA DE PENDEJOS?

Basado en el libro “Nos pintaron pajaritos en el aire [ CITATION Cal18 \l 2058 ]”

Por: Blanca Cecilia Baquero Jiménez

En pleno siglo XXI, donde las sociedades están encaminadas al crecimiento de sus
económicas, el bienestar de sus habitantes y el fortalecimiento de las instituciones para crear en
sus ciudadanos un clima de seguridad en cuanto a sus dirigentes y el uso de los recursos es
inevitable pensar el ¿Por qué Colombia está tan lejos de alcanzar esa anhelada estabilidad?, de
acuerdo con Eduardo Verano en su columna afirma que [ CITATION Ver19 \l 2058 ] “desde el siglo
XIX el manejo del país se ha basado en la exclusión, y nunca la desigualdad económica ha hecho
parte de una política pública que comprometa al Estado”, en este sentido podemos afirmar que
no hemos avanzado mucho en temas políticos ni económicos, debido a que la propia riqueza
sigue quedando en unas pocas manos y la brecha de pobreza y desigualdad sigue siendo enorme,
aunque se han hecho trabajos conjuntos para la disminución de la pobreza, esta ha ido
disminuyendo de manera lenta. De acuerdo con el índice GINI (este índice mide la desigualdad
de un país siendo 0 la perfecta igualdad y 1 la perfecta desigualdad) Colombia sigue ocupando
uno de los primeros lugares con un 0,517, una cifra muy alejada del tan anhelado cero. No solo
hablamos de temas económicos sino también sociales, donde cada vez más existe segregación de
poblaciones, intimidaciones de la población por parte de fuerzas terroristas y una creciente
desconfianza en las instituciones nacionales.
De acuerdo con el último estudio hecho por transparencia internacional, donde se mide el
1
IPC Colombia se ubica en el puesto 96 de 180 países evaluados, con una calificación de 37
puntos sobre 100, donde este último es la ausencia de corrupción. Es preciso indicar que muchas
de las razones por las cuales aún seguimos en las mismas, es por la falta de memoria de nosotros
como ciudadanos, ya que al momento de dar un voto no analizamos las implicaciones que este
pueda acarrear en un futuro cercano, sin tener en cuenta los anteriores mandatos.
En este sentido Juan Pablo Galvás por medio de un texto cargado de ironía, sarcasmo, y
veracidad, muestra una radiografía de 4 décadas de promesas incumplidas y de un país que
simplemente se hace de oídos sordos. El autor del libro recopila por lo menos unas 23 grandes
promesas en las que Colombia confió, se invirtieron recursos y quedaron inconclusas. Son
promesas que si se hubiesen cumplido harían de Colombia un país atractivo para la inversión
extranjera y sería la primera opción para millones de inmigrantes de países considerados de
primer mundo en búsqueda de oportunidades laborales.
Tomando como referencia los planes desde el gobierno del expresidente Alfonso López
Michelsen (1974) hasta el gobierno de Juan Manuel Santos Calderón (2018), el autor hace una
radiografía de las ilusiones y promesas hechas en campaña y al final de sus mandatos muchas de
estas se incumplieron y solo han quedado plasmadas en el papel. La mayoría de mandatos han
hecho referencia a problemas complejos que difícilmente se pueden solucionar en un solo

1
IPC: (Índice de Percepción de Corrupción), informe publicado por transparencia por Colombia el 23 de enero de
2020. https://transparenciacolombia.org.co/2020/01/22/colombia-entre-los-paises-donde-esfuerzos-
anticorrupcion-estan-estancados/
mandato, dándole a los planes de desarrollo nombres llamativos pero que en realidad quedan
cortos para subsanar todas las necesidades de un pueblo olvidado, aún así las reelecciones han
funcionado para llevar a cabo todas las ideas propuestas por los entonces candidatos
presidenciales, tratando de cambiar una dinámica política que ha estado bajo la sombra de la
propia manipulación de unos pocos que tienen el poder.
Irónicamente los ciudadanos se viven quejando del manejo que han dado los diferentes
dirigentes al rumbo de las arcas de la nación, sin embargo, la mayoría de ciudadanos desconocen
la funcionalidad y lo que se encuentra consignado dentro de los planes de desarrollo que se han
implementado pero que al finalizar los periodos presidenciales quedan en veremos, la mayoría de
instituciones que formulan estos planes de desarrollo, muchas veces no están articulados con los
entes territorial, departamental y nacional, por lo que muchas veces se genera un documento con
infinidad de información, estadísticas, pero de difícil realización, por lo cual las personas pierden
su fe y esperanza en el voto depositado. Es alarmante los vacíos existentes para la formulación
de planes de desarrollo idóneos en municipios que evidencian la ausencia total del estado, ya que
no se cuenta con la población civil para desarrollar planes y estrategias que permitan desarrollar
proyectos que beneficien a la comunidad a corto y mediano plazo.
Muchas veces pretendemos movilizarnos demostrando la indignación de las promesas
incumplidas, pero dejamos de lado el tomar conciencia de lo que realmente estamos haciendo al
momento de elegir a nuestros gobernantes. En este sentido podemos ver dos problemáticas
existentes durante el periodo de campañas y después de electos, la primera radica en la
inconstancia, ya que a los candidatos les queda fácil ir a las regiones haciendo promesas y nunca
más volver, y la segunda aún más preocupante es la indolencia que ha llevado el centralismo en
Colombia, es diferente la perspectiva que se ve por ejemplo en el puerto de Buenaventura que lo
que se percibe en Bogotá, es así como este “centralismo” ahoga las esperanzas e ilusiones de las
regiones por tener verdaderos cambios que promuevan la inclusión social y mejor calidad de vida
para sus habitantes.
Es sensato afirmar que efectivamente a los colombianos nos han visto no solamente una
sola vez sino en repetidas ocasiones la cara de pendejos, aludiendo a unas promesas que en la
mayoría de casos quedan plasmadas en un documento y archivado en la historia de las cosas que
pudieron haber sido pero que nunca fueron, la falta de continuidad por parte de los dirigentes en
muchas ocasiones por estar en desacuerdo lo que hizo su antecesor, hace precaria las
posibilidades de poder desarrollar planes que realmente ayuden a la población.
La maquinaria política actual solo se limita a los propios intereses políticos y dejan de
lado a lo que realmente es necesarios, suplir y crear estrategias que permitan desarrollar o
fortalecer problemas que afectan a las comunidades, por el contrario se generan mecanismos para
apoderarse con recursos que son del pueblo y terminan por enriquecer a unos pocos, dejando de
lado las verdaderas prioridades, podemos decir que es conveniente que el pobre siga siendo más
pobre y el rico siga siendo más rico ya que de ellos depende en gran medida las decisiones del
ejecutivo. Yo considero que si todos analizáramos la situación y dejáramos de lado la izquierda y
la derecha y prestáramos atención realmente a las necesidades de muchas zonas que están
marginadas, entenderíamos la importancia de saber elegir a nuestros dirigentes y no solo eso, de
llevar un control sobre las actuaciones de los mismo, reclamando por aquellas promesas
incumplidas, haciendo valer nuestro rol como ciudadanos.

REFERENCIAS

Calvás, J. P. (2018). Nos pintaron pajaritos en el aire. Bogotá: Editorial Planeta S.A.
Verano de la Rosa, E. (10 de Abril de 2019). La desigualdad en Colombia. Obtenido de Diario
La República: https://www.larepublica.co/analisis/eduardo-verano-de-la-rosa-500119/la-
desigualdad-en-colombia-i-2849669

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