Está en la página 1de 326

DE CUPISNIQUE

CAT. 1
CONTORSIONISTA DE PUÉMAPE

A LOS INCAS.
Cupisnique Clásico
Botella de asa estribo con representación
escultórica de contorsionista.

EL ARTE DEL VALLE


Modelado e inciso.
37 x 14,3 x 20,7 cm.
Donación Petrus Fernandini.

DE JEQUETEPEQUE
MALI – 2007.16.10

Editores
Luis Jaime Castillo
Cecilia Pardo
pág. 2
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
1532 D.C.

1450 D.C.
Editores Colaboradores
1350 D.C.
Luis Jaime Castillo Christopher B. Donnan
Cecilia Pardo Carlos G. Elera
Carol Mackey 1000 D.C.
Jeffrey Quilter
850 D.C.
Julio Rucabado
700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

DE CUPISNIQUE 1500 A.C.

A LOS INCAS.
EL ARTE DEL VALLE
DE JEQUETEPEQUE
La donación Petrus Fernandini al MALI
2200 A.C.
Edward Ranney
Pacanatmú, valle de Jequetepeque, 1994.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
Museo de Arte de Lima – MALI

Consejo Directivo Dirección


Natalia Majluf
Presidente
Juan Carlos Verme Gerencia General
María Teresa Normand
Vicepresidentes
Oswaldo Sandoval Curaduría de colecciones
Jesús Zamora y de arte precolombino
Cecilia Pardo
Tesorero
Nicolás Kecskemethy Curaduría de arte contemporáneo
Tatiana Cuevas
Secretario
Diego de la Torre Exposiciones y publicaciones
Martha Zegarra
Vocales
Armando Andrade Museografía
Jorge Basadre Juan Carlos Burga
Alfonso García Miró
Efraín Goldenberg Registro y catalogación
María Jesús Hume Claudia Pereyra
Carlos Neuhaus
Conservación y restauración
Marcela Rosselló
María Villavicencio

Proyectos educativos
Luis Montes
Sandra Rospigliosi
Angélica Vega

Biblioteca
Jesús Varillas

Imagen, marketing y ventas


Haru Heshiki

Comunicación y prensa
Susy Sano
1532 D.C.

1450 D.C.
DE CUPISNIQUE 1350 D.C.
A LOS INCAS.
EL ARTE DEL VALLE
DE JEQUETEPEQUE 1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

Edición Fotografías de la colección


Luis Jaime Castillo Daniel Giannoni
Cecilia Pardo
Fotografías complementarias
Coordinación Luis Jaime Castillo
Pilar Ríos Christopher B. Donnan
Daniel Giannoni
Producción Billy Hare 200 A.C.
Martha Zegarra Jorge Meneses
Edward Ranney
Asistencia editorial Daniel Sandweiss
Julio Rucabado Programa Arqueológico San José de Moro 500 A.C.
Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna
Traducción
Javier Flores Espinoza Diseño
Studioa
Corrección de estilo
Martín Ueda Impresión
Luis Eduardo Wuffarden Gráfica Biblos

1500 A.C.

© 2009 Asociación Museo de Arte de Lima


Paseo Colón 125, Lima
Teléfono 423 6332
www.museodearte.org.pe
© 2009 de los autores
Primera edición / 1250 ejemplares
ISBN 978-9972-718-20-5
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional
del Perú Nº–2009-13662
Reservados todos los derechos. Prohibida la
reproducción total o parcial sin previa autorización
expresa del Museo de Arte de Lima.
2200 A.C.
Juan Carlos Verme
Presidente
Museo de Arte de Lima
1532 D.C.

1450 D.C.
Es una gran satisfacción presentar este libro, que Nada de esto sería posible sin la generosidad de
representa la materialización plena de un proyecto Petrus Fernandini, quien se erige en un verdadero 1350 D.C.
más amplio dedicado al enriquecimiento de nues- ejemplo de filantropía para nuestro país. Es una oca-
tra colección permanente. El punto de partida es sión propicia para recordar un importante precedente
la adquisición de un importante conjunto de piezas familiar en el legado de Anita Fernandini de Naranjo,
precolombinas procedentes de la colección formada quien contribuyó a fortalecer notablemente las colec- 1000 D.C.
por Óscar Rodríguez Razzetto, un proyecto largamen- ciones de arte virreinal del museo. Reiteramos aquí
te acariciado por el MALI que solo se ha hecho posible nuestro sincero reconocimiento a Petrus Fernandini, 850 D.C.
gracias al generoso compromiso de Petrus Fernandini cuyo aporte permite ahora integrar decisivamente
con el arte y la cultura del Perú. el arte del valle de Jequetepeque a una historia más 700 D.C.
amplia del arte en el Perú, y poner su extraordinaria
Esta donación constituye uno de los hitos decisivos riqueza arqueológica al servicio de los colegios de la
en el largo proceso de formación de colecciones inicia- región y del país.
500 D.C.
do hace más de medio siglo, cuando el Patronato de
las Artes concretó la adquisición del legado del pintor
Carlos Baca-Flor, un proceso que se consolida defini-
tivamente en 1961, con la extraordinaria donación de
la Memoria Prado. Desde entonces, numerosos apor-
tes han contribuido a formar lo que sin duda es hoy
la mayor colección pública de arte en el país.

Hemos querido hacer de esta adquisición un modelo


de lo que el MALI busca concretar de forma más amplia
200 A.C.
con sus colecciones. Partimos así del proceso mismo
de selección de las obras, que fue cuidadosamente
hecha por Luis Jaime Castillo y Krzysztof Makowski,
dos de nuestros más destacados arqueólogos y gene­
rosos colaboradores del MALI. A todo ello siguió un 500 A.C.
intenso trabajo de conservación e investigación, que
se concreta ahora con este libro, y que permite integrar
las piezas adquiridas al contexto mayor de las investi-
gaciones que en las últimas décadas han enriquecido
notablemente nuestros conocimientos sobre las culturas
de la costa norte del país en el periodo anterior a la
conquista. Próximamente se exhibirá la colección en
coincidencia con la reapertura del MALI y pondremos
en acción los talleres educativos que se han diseñado
en este marco. Así, en contacto con el público, se
alcanzará el objetivo central de este proyecto y de
todo el trabajo que realizamos en el MALI, que es
el de ampliar el acceso al arte en nuestro país.

Quiero agradecer al Banco de Crédito del Perú por


su contribución y su decidido apoyo en el proceso de 1500 A.C.
adquisición de esta colección, así como a Cementos
Pacasmayo y a Minera Barrick Misquichilca, patroci-
nadores de este proyecto, por su confianza en el MALI
y su apuesta por la cultura y la educación. No quiero
dejar de reconocer el trabajo de Cecilia Pardo, curado-
ra de arte precolombino del MALI, quien ha dirigido
este trabajo con gran dedicación y profesionalismo.

2200 A.C.
Eduardo Hochschild
Presidente
Cementos Pacasmayo
1532 D.C.

1450 D.C.
Cementos Pacasmayo, comprometidos desde siempre
con el desarrollo y la difusión del arte y la cultura 1350 D.C.
del Perú, tiene en esta oportunidad el gran honor de
poner en manos de los peruanos una valiosa obra. Se
trata del libro De Cupisnique a los incas. El arte
del valle de Jequetepeque, que presenta la nueva 1000 D.C.
colección adquirida por el Museo de Arte de Lima.
850 D.C.
Este conjunto de arte precolombino, que reúne los
principales estilos artísticos que se desarrollaron 700 D.C.
en esa región entre los años 2200 a.C. y 1500 d.C.,
no solo pone de manifiesto, una vez más, el arduo
trabajo que realiza el MALI en este ámbito, sino
500 D.C.
el notable esfuerzo desplegado por el señor Óscar
Rodríguez Razzetto y su familia, cuya preocupación
por la preservación y el cuidado de este patrimonio
cultural nos permite hoy contemplar, con gran admi-
ración y orgullo, el desarrollo artístico y cultural
que alcanzaron las civilizaciones que poblaron el
antiguo valle de Jequetepeque.

Estamos seguros de que esta publicación permitirá


a los peruanos tener la posibilidad de conocer
200 A.C.
más su historia y, en consecuencia, valorar su gran
legado cultural.

Antes de finalizar estas breves palabras, queremos


agradecer una vez más al MALI y a las personas 500 A.C.
que hicieron posible la realización de este libro,
y rendir homenaje, de manera muy especial, a la
memoria del señor Óscar Rodríguez Razzetto por
su invalorable trabajo.

1500 A.C.

2200 A.C.
Darrell Wagner
Gerente General
Minera Barrick Misquichilca
1532 D.C.

1450 D.C.
El territorio peruano, con su gran diversidad geográ-
fica, ha sido propicio para el desarrollo de diferentes 1350 D.C.
culturas a lo largo de su historia milenaria. Cada
una de ellas, en su momento y en su espacio, alcanzó
niveles de desarrollo sorprendentes para su época,
destacando en diferentes campos de la actividad 1000 D.C.
humana y demostrando una especial capacidad para
adaptarse a su entorno. 850 D.C.

La costa norte del país, en especial el valle de Je- 700 D.C.


quetepeque, fue un escenario privilegiado para el
florecimiento de varias culturas precolombinas cuyas
manifestaciones artísticas alcanzaron una calidad
500 D.C.
impresionante. Hoy, gracias al trabajo de los arqueó-
logos y a la labor silenciosa del Museo de Arte de
Lima, esas manifestaciones estarán al alcance de la
mayoría de personas interesadas en conocer nuestro
rico pasado histórico.

Como empresa comprometida con los más elevados


estándares de responsabilidad social y con el más
profundo respeto a la cultura de los países donde
opera, Minera Barrick Misquichilca se enorgullece de
200 A.C.
contribuir con la Dirección del Museo de Arte de Lima
en las actividades que ha puesto en marcha bajo el
sugestivo título De Cupisnique a los incas. El arte
del valle de Jequetepeque, en un esfuerzo sin pre-
cedentes que cubre tres mil años de nuestra historia. 500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
Agradecimientos
1532 D.C.

1450 D.C.
Agradecemos de manera especial a Petrus Fernan­ Asimismo pedimos disculpas a aquellas personas o
dini, así como a todas las personas e instituciones instituciones que no aparecen en esta lista por alguna 1350 D.C.
que han contribuido a la realización de este proyecto. omisión involuntaria.

Expresamos nuestro más sincero agradecimiento a


la familia de Óscar Rodríguez Razzetto, en especial 1000 D.C.
a su esposa doña Blanca Figuerola de Rodríguez y
a su hijo Óscar Rodríguez Figuerola por la confianza 850 D.C.
que han depositado en el MALI.
700 D.C.

500 D.C.
Andrés Álvarez-Calderón Banco de Crédito del Perú
Armando Andrade Cementos Pacasmayo
Ralph Bauer Colección Ganoza Vargas, Trujillo
Duccio Bonavia Fowler Museum, University of California, Los Angeles
Richard Burger Field Museum of Natural History, Chicago
Carlos Cabanillas Instituto Nacional de Cultura, La Libertad
José Cassinelli Minera Barrick Misquichilca
Leonidas Cevallos Moche Archive, University of California, Los Angeles
200 A.C.
Guillermo Cock Museo de la Nación, Lima
Isabel Collazos Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera, Lima
Solsiré Cusicanqui Museo Cassinelli, Trujillo
500 A.C.
Régulo Franco Museo Nacional Brüning, Lambayeque
Nadia Gamarra Museo Nacional Chavín, Ancash
Juan Esteban Ganoza Museo Nacional de Arqueología, Antropología
e Historia del Perú, Lima
Daniel Giannoni
Proyecto Arqueológico El Brujo. Fundación Wiese
Billy Hare
Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna.
Claudia Hidalgo
Universidad Nacional de Trujillo. Patronato Huacas
Eduardo Hochschild del valle de Moche
Ulla Holmquist Programa Arqueológico San José de Moro
Verónica Majluf Studioa
Krzysztof Makowski
Don McClelland
Andrés Nakamatsu
1500 A.C.
Carlos Ernesto Nava
José Ignacio Peña
Alejandra Proaño de Uccelli
Edward Ranney
Carlos Rengifo
Daniel Sandweiss
Santiago Uceda
Martín Ueda
Carlos Wester
Luis Eduardo Wuffarden
2200 A.C.
Edward Ranney
Pacatnamú, 1986.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
Edward Ranney
Dos Cabezas, 1994.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
Edward Ranney
Cerro Chepén, 2004.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
Contenido

26 Cecilia Pardo 68 Carlos G. Elera


De lo privado a lo público: La cultura Cupisnique a partir
La formación de colecciones de los datos arqueológicos
precolombinas en el MALI de Puémape

34 Luis Jaime Castillo 112 Christopher B. Donnan


La arqueología del valle de El estilo Mochica Temprano
Jequetepeque y la colección del valle de Jequetepeque
Rodríguez Razzetto
154 Jeffrey Quilter
Los mochicas del sur

198 Julio Rucabado


Contactos
costa-sierra

208 Luis Jaime Castillo


El estilo Mochica Tardío
de Línea Fina de San José de Moro

244 Julio Rucabado


Transformaciones estilísticas en
el bajo Jequetepeque durante el
periodo Horizonte Medio

268 Carol Mackey


Los estilos alfareros costeños
de los periodos tardíos
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.
304 Notas

312 Créditos fotográficos


y de reproducciones

314 Bibliografía citada

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
pág. 24

PRINCIPALES INFLUENCIAS
ESTILÍSTICAS Y ESTILOS DERIVADOS

INCA INCA CHIMÚ-INCA

CHIMÚ CHIMÚ PROTO


LAMBAYEQUE

LAMBAYEQUE LAMBAYEQUE CAJAMARCA


COSTEÑO

COSTA CENTRAL TRANSICIONAL IMPRESO LOCAL

CASMA IMPRESO MOCHICA MOCHICA


TARDÍO POLÍCROMO

ATARCO MOCHICA
MEDIO

VIÑAQUE MOCHICA
TEMPRANO

NIEVERÍA CUPISNIQUE
TARDÍO

CAJAMARCA CUPISNIQUE
MEDIO

CHAKIPAMPA CUPISNIQUE
TEMPRANO

MOCHICA IV y V
DEL SUR
1532 D.C.

INCA 1450 D.C.

CHIMÚ 1350 D.C.


LAMBAYEQUE

1000 D.C.
TRANSICIONAL
850 D.C.
MOCHICA
TARDÍO 700 D.C.

MOCHICA
MEDIO
500 D.C.
MOCHICA
TEMPRANO

200 A.C.

CUPISNIQUE
TARDÍO

500 A.C.

CUPISNIQUE
MEDIO

1500 A.C.

CUPISNIQUE
TEMPRANO

SECUENCIA
ESTILÍSTICA
DEL VALLE DE
JEQUETEPEQUE 2200 A.C.
pág. 26

De lo privado a lo público:
La formación de colecciones
precolombinas en el MALI
Cecilia Pardo
Museo de Arte de Lima
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

Fig. 1 500 D.C.


Retrato de Javier Prado Ugarteche
por José Alcántara La Torre,
ca. 1920. Museo de Arte de Lima.
Memoria Prado.

La generosa donación hecha por Petrus Fernandini principal colección panorámica de la creación artística
es, sin duda, una de las mayores adquisiciones de arte en el Perú. Un conjunto tan vasto no podía dejar de
precolombino que se haya integrado al Museo de Arte tener vacíos, y, como se mencionará más adelante, la
de Lima en las últimas décadas. A la donación que propia historia de la colección explica por qué el arte de
las familias Prado y Peña Prado hicieran al naciente la costa norte no haya estado adecuadamente represen- 200 A.C.
museo en 19611, hoy se suma una nueva selección de tado. Por ello, desde su fundación, el MALI ha ido su-
piezas, que enriquece de forma significativa la calidad mando nuevas colecciones con el objetivo de completar
histórica y artística del acervo que custodia. En ella se y enriquecer las narrativas que ofrece al público.
encuentran representados los estilos artísticos que ca- 500 A.C.
racterizaron a las sociedades que poblaron el valle de Como el Museo de Arte de Lima, la mayoría de los
Jequetepeque y su área de influencia, desde el periodo museos peruanos nacieron de un proceso similar;
Formativo hasta el Inca. Las piezas, por su variedad partiendo de colecciones privadas y de objetos aisla-
iconográfica, muestran las continuidades estilísticas a dos, dieron forma a verdaderas colecciones públicas.
lo largo de tres mil años de historia, así como los quie- Esfuerzos personales -luego transformados en proyec-
bres en los estilos locales, evidenciados por influencias tos de museo- permitieron construir colecciones que
foráneas de culturas como Recuay, Cajamarca o Huari. hoy ofrecen al público un verdadero acceso al pasado
La colección permite contar la historia social y política peruano. Es gracias a estas iniciativas, marcadas por
de un valle que, a pesar de la visión personal de cada coleccionista, que gradual-
haber formado parte del territorio de las culturas mente se hace posible perfilar la visión colectiva del
Mochica2, Lambayeque y Chimú en distintos momen- arte en el Perú.
tos, siempre mantuvo sus particularidades. El con­
junto, sin embargo, no es sino una pequeña pero muy La Memoria Prado: de la colección de gabinete
significativa muestra de la colección que la familia al Museo de Arte de Lima
de Óscar Rodríguez Razzetto mantiene hasta hoy en
la provincia de Pacasmayo, en la región de La Liber- De las once mil obras que hoy conforman los fondos 1500 A.C.
tad, y que, habiéndose gestado en la década de 1950, del Museo de Arte de Lima, al menos siete mil forman
es hoy una de las más representativas de la región. parte de la Memoria Prado, colección formada a prin-
cipios del siglo XX por el político e intelectual Javier
La iniciativa de integrar este conjunto al museo no es Prado Ugarteche (Lima, 1871-1921). Este acervo nace
un hecho aislado, sino que forma parte de una política de la ambición de reunir objetos que pudieran abarcar
de adquisiciones que ha buscado dar forma a una visión la historia del Perú y representarla a través de sus
amplia del arte peruano. La Memoria Prado -que hasta principales periodos, estilos y civilizaciones3 (Fig. 1).
hoy constituye el núcleo central del museo- surge de
una colección formada a inicios del siglo XX por el in- El museo particular formado por Javier Prado fue
telectual Javier Prado Ugarteche. Por su riqueza y por producto de su vocación intelectual, de su interés
la diversidad de periodos y estilos representados, este por el pasado, pero también por el Perú contemporá-
importante legado constituye la base de lo que hoy es la neo4. Prado representaba al hombre moderno, cuyas

2200 A.C.
pág. 28

Fig. 2 a-b
Vistas de las salas arqueológicas del Museo
Prado en Chorrillos. Álbum Prado.

ideas progresistas veían en el pasado una forma de repentino interés entre los coleccionistas extranjeros
enfrentar mejor el futuro. Luego de cursar la carrera por el pasado peruano y por los objetos que lo repre-
de Derecho en la Universidad de San Marcos, Prado sentaban. Se inició así la comercialización de piezas
inició una intensa actividad política e intelectual arqueológicas, que condujo a la consecuente salida
que lo convertiría en una de las figuras públicas más de importantísimas colecciones fuera del Perú 8.
influyentes del país. Su exitosa trayectoria formó La Guerra del Pacífico, trágico episodio que supuso
parte de la historia de una familia que conformó uno el saqueo de las colecciones del Museo Nacional,
de los grupos de poder más importantes del siglo XX su cierre temporal y un estancamiento en el desarro-
en el Perú 5. llo de sus colecciones, dejaría un vacío museal que
parecía insuperable. Es en este contexto que surgen
La colección Prado es un hito clave dentro de un iniciativas privadas como la de Javier Prado, sin las
largo proceso, que se inicia en los años posteriores a cuales hoy no sería posible pensar en colecciones
la Guerra del Pacífico, orientado a crear acervos que públicas para el Perú.
permitieran construir una memoria sobre el pasado.
Esto contrasta con el periodo precedente, en que el La primera sede del museo Prado estuvo ubicada en
naciente interés por el arte precolombino, incentiva- su propia residencia, en la calle limeña de Corcovado.
do por las visitas y estudios de viajeros y científicos Este espacio, que funcionaba como su hogar y gabi-
europeos y peruanos, así como posteriormente por las nete de trabajo 9, permanecía abierto al público que
primeras excavaciones arqueológicas sistemáticas, no se mostrase interesado en visitarlo. Por él pasaron
logró dar forma a un marco institucional. El primer las principales personalidades científicas de la época,
decreto supremo para la protección de los monumen- como Max Uhle, quienes al término de la visita que-
tos históricos y arqueológicos del Perú, promulgado daban muy impresionados. Estas visitas eran guiadas
en 1822, ordenaba “que los objetos provenientes por su hermana, Rosa Prado, responsable también
de las huacas y sepulturas sean depositadas en un de la catalogación y ordenamiento de las piezas 10.
museo nacional” 6. Sin embargo, estas intenciones no Aunque no abunda la información acerca de cómo
lograron su cometido, y el Estado peruano no pudo o en dónde realizaba sus adquisiciones, Prado debió
establecer de forma inmediata una institución sólida dedicar un gran tiempo y esfuerzo a ellas 11.
capaz de preservar su patrimonio 7. El Museo Nacio-
nal, fundado en los hechos por el esfuerzo personal de La primera década del siglo XX vio un incremento
Mariano Eduardo de Rivero, sería por décadas una notable en la comercialización de objetos precolom-
institución frágil y pobre. La arqueología peruana binos de la costa sur del país. En ese contexto, Prado
surgió así de emprendimientos individuales, en gran adquirió una importante colección de piezas prove-
medida al margen del Estado. Ante esta debilidad nientes de esta región, principalmente de la cultura
institucional, los bien intencionados relatos y memo- Nasca. De acuerdo a Julio C. Tello, en aquellos años
rias que viajeros y científicos como Humboldt, Rivero, los comerciantes, inspirados por el valor que adqui-
Markham, Squier, Bandelier y Raimondi contribuye- rían estas piezas en el mercado, organizaban cuadri-
ron a difundir, lamentablemente desencadenaron un llas de huaqueros en toda la cuenca de Nasca12. Sus
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

hallazgos eran luego vendidos a las principales casas 1919 con la adquisición de otros acervos arqueológi-
de antigüedades de la época, como Jancke y Alexan- cos particulares 18. Hacia finales de ese año convocó
der; y a coleccionistas locales, de Lima principalmen- a Julio C. Tello para que lo asesorase en su objetivo
te, y del extranjero 13. Una de las colecciones adqui- de establecer un museo de arqueología para el Perú,
ridas casi en su totalidad por Prado fue la que hacia sobre la base de esos fondos 19. Bajo la asesoría de Te- 200 A.C.
1904 formó Luis Zúñiga, en la región de Ica. Dentro llo, en el curso del año siguiente se adquirieron otros
de los objetos que la conformaban, Tello describió una conjuntos provenientes de Lima, Cusco, Ica, Nasca y
momia Tiahuanaco y unos adornos de oro proceden- Pisco, con la finalidad de presentar una muestra más
tes de Cahuachi que, habiendo sido extraídos de otra variada y abarcadora de las culturas precolombinas 500 A.C.
tumba, fueron insertados en la túnica de la momia del Perú 20. Hermilio Valdizán ha destacado que el
cuando fue vendida a Prado 14. Sería también de la museo que Larco Herrera finalmente logró formar se
costa sur que procederían otras destacadas piezas consiguió a costa de una enorme actividad de colec-
de la colección Prado, como los importantes mantos cionistas particulares, de considerables desembolsos
Paracas, entre los primeros que el público peruano económicos y de una investigación muy eficaz de todas
conoció y que llevarían a Julio C. Tello a descubrir los aquellas otras pequeñas colecciones que, estando en
sitios de Wari Kayán y Arena Blanca, en la península posesión de diversas personas, estaban destinadas a
de Paracas, dos décadas más tarde15. la exportación “vergonzante” 21. Las exportaciones a
las que se refería Valdizán aparentemente solo podían
Por otra parte, mientras prosperaba la comerciali- ser contrarrestadas por las colecciones particulares
zación de antigüedades precolombinas, otros parti- que venían conformándose en diversas regiones del
culares, al igual que Prado, empezaban a formar sus país, que, de hecho, constituían unidades independien-
propias colecciones con fines altruistas. Uno de ellos tes y que eventualmente fueron adquiridas por los
fue el hacendado trujillano Víctor Larco Herrera (Tru- museos nacionales.
jillo, 1870 – Santiago de Chile, 1939)16, cuya colección
constituye la base de las que hoy alberga el Museo La fundación del Museo de Historia Nacional por el 1500 A.C.
Nacional de Arqueología, Antropología e Historia presidente José Pardo, en 1905, inauguró un nuevo
del Perú. Desde temprano Larco se interesó por los periodo dentro de la historia del coleccionismo arqueo-
negocios agrícolas de su padre, en torno a los cultivos lógico en el país. Max Uhle, especialista alemán que
de azúcar y de algodón en el valle de Virú17, y llevó a había llegado al Perú por primera vez en 1896 con
cabo una labor filantrópica, cultural y social. Durante la misión de reunir colecciones para el Museo Etno-
sus viajes a Europa tuvo la oportunidad de visitar nu- gráfico de Berlín 22, fue designado como director de
merosos museos y en ellos percibió que las colecciones la sección arqueológica del nuevo museo. Uhle tendría
arqueológicas, más que llenar algún capricho egoísta la responsabilidad de formar las colecciones arqueoló-
o actuar como meros objetos decorativos, también gicas mediante exploraciones y excavaciones, así como
podrían cumplir importantes fines educativos. Esta la de incorporar las adquisiciones y donaciones 23.
idea influyó de manera decisiva en el destino de su Al término de su gestión, el Museo de Historia Nacional
propia colección, que se incrementó notablemente en contaba con 8675 objetos arqueológicos, de los cuales

2200 A.C.
pág. 30

más del sesenta por ciento procedía de excavaciones La historia de la colección de Víctor Larco Herrera
sistemáticas, mientras que el resto correspondía a revela el importante papel que los esfuerzos indivi-
compras y a donaciones 24. Lo sucedería Tello, quien duales tuvieron en la formación de colecciones públi-
desde 1913 había sido nombrado jefe de la sección cas. Tal sería también el destino final de la colección
antropológica del museo. Ya desde esta época, Tello de Javier Prado, que se integraría años más tarde al
manifestaba su interés por “detener el vandalismo recientemente fundado Museo de Arte de Lima.
que día a día progresa, arrancando y acabando para
siempre los más preciados testimonios de la Historia En 1935, a más de una década de la muerte de
Patria” y de organizar, clasificar y preservar científi- Javier Prado, su colección fue trasladada a la casona
camente los objetos arqueológicos que custodiaba el de la familia Peña Prado, en Chorrillos, que contaba
museo 25. De esta manera, Tello se convertiría durante con un espacio adecuado para ella 28 (Fig. 2 a-b). Aquí se
los años siguientes en el principal representante de inauguró formalmente el Museo Prado, en memoria
la gestión de colecciones arqueológicas del Estado. de su principal gestor. El nuevo espacio contaba
con treinta y dos ambientes para la exhibición de la
En ese proceso, la mayor adquisición en la historia colección, de las cuales cinco salas fueron destinadas
del Museo Nacional sería, sin duda, la del Museo al arte prehispánico 29.
Arqueológico de Víctor Larco Herrera, que fue ad-
quirido por el Estado en 1924. El enorme acervo de En la nota periodística que anunciaba la donación
más de veinte mil piezas transformó completamente que realizaran las familias Prado y Peña Prado al
el perfil de la principal colección nacional, hasta Patronato de las Artes en 1961 se señalaba que la
entonces conformada por la sección arqueológica del Memoria Prado había sido donada para su exhibición
antiguo Museo de Historia Nacional y el contenido de permanente, así como para su debida conservación
un cuerpo de materiales provenientes de las exca- y custodia 30 (Fig. 3 a-b). De los siete mil objetos donados
vaciones realizadas en Cusco por la Universidad de al museo -que representaban la mayor parte de la
Yale 26. Al organizar el primer inventario de los fondos colección Prado-, al menos seis mil eran de origen
del museo, Tello advirtió que si bien el patrimonio precolombino. Este corpus, que constituye hasta hoy
arqueológico tenía un gran valor intrínseco desde el el corazón de la colección precolombina del MALI,
punto de vista artístico, carecía de importancia por estaba conformado por importantes conjuntos de
la ausencia de información acerca de su procedencia, cerámica, textiles y objetos de metal, además de otros
de las circunstancias de su adquisición o hallazgo y conjuntos menores de objetos elaborados en madera,
de la asociación o interrelación con otros objetos 27. piedra y concha. La colección era muy completa en
Las colecciones, de hecho, reflejaban la incipiente cuanto a la variedad de sus soportes, pero presentaba
arqueología científica peruana, sin embargo, solo a algunos vacíos estilísticos que no permitían exponer
partir de las contribuciones de investigadores como una selección representativa de las principales tra-
Uhle, Tello y otros se llegaría a reconocer plenamente diciones artísticas de la región andina. En cerámica,
la importancia de los contextos arqueológicos para la por ejemplo, si bien las tradiciones del sur estaban
comprensión de la historia precolombina. representadas por un rico conjunto de más de mil
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

Fig. 3 a-b
Vistas de la exposición “3 000 años de arte en el Perú”,
inaugurada en la segunda planta del Palacio de la
Exposición, en 1961. Archivo Museo de Arte de Lima.

piezas de la cultura Nasca, entre botellas de doble sitios arqueológicos de la región. La reforma agraria
pico y asa puente, vasos, cuencos y otros objetos como llevó a la desaparición de las grandes haciendas loca-
antaras, los estilos tempranos, como Paracas, y los del les, la construcción de la represa Gallito Ciego habilitó
Horizonte Medio, como Tiahuanaco y Huari, figura- un sistema de irrigación centralizado para abastecer
ban únicamente con piezas menores. Las tradiciones todo el valle y, finalmente, tres terremotos muy inten- 200 A.C.
del centro, por su parte, estaban representadas prin- sos (1940, 1970 y 1974) fueron sucedidos por al menos
cipalmente por un conjunto importante de vasijas de cuatro fenómenos de El Niño y numerosas sequías.
estilo Chancay y de otras culturas de la costa nor- Todo ello hizo que sitios como Balsar, Tolón, Tembla-
central como Casma y Pativilca. Finalmente, la tra- dera y Puémape, y más recientemente La Mina, Dos 500 A.C.
dición norteña estaba representada principalmente Cabezas, la Huaca de las Estacas y, particularmente,
por los estilos Lambayeque, Chimú y Chimú-Inca. El San José de Moro, fuesen saqueados en su día por cua-
estilo Cupisnique se hallaba casi ausente, mientras drillas de huaqueros 32. Es en este contexto que a partir
que el Mochica comprendía piezas importantes del de la década del cincuenta Óscar Rodríguez Razzetto se
periodo Mochica Medio, pero muy pocas del Mochica propuso conservar una muestra pequeña pero repre-
Temprano y Tardío. sentativa de lo que se expoliaba en la región.

Desde la donación Prado, la colección del MALI se ha Agricultor de vocación, don Óscar Rodríguez Ra-
ido enriqueciendo gracias a la importante labor e inte- zzetto nace en la provincia de Huari, Ancash, el 31 de
rés del propio museo y a la colaboración de artistas y diciembre de 1916, de la unión de Ricardo Rodríguez
coleccionistas. La política de adquisiciones del museo Ramírez y Carmen Rosa Razzetto Fernandini. Siendo
establece una orientación hacia la incorporación de muy niño, la familia Rodríguez Razzetto se mudó tem-
obras de primer nivel estético, priorizándolas sobre poralmente a Pacasmayo por motivos laborales. Años
piezas de valor puramente utilitario o etnográfico 31. más tarde, en Lima, el joven Óscar se formó en el cole-
En el marco de estos lineamientos, en el año 2006 el gio Guadalupe, antes de iniciar estudios de medicina
museo emprendió un gran esfuerzo al incorporar a su en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En 1500 A.C.
colección una importantísima selección de setenta y 1949, decidió establecerse en la región para dedicarse
tres piezas de cerámica y orfebrería pertenecientes a a la agricultura, junto a su hermano César. Algunos
las principales tradiciones estilísticas de la costa nor- años después, conoció a doña Blanca Nelly Figuerola
te. Esta selección forma parte de la colección iniciada Lara, quien se convertiría en su fiel compañera hasta
hacia la segunda década del siglo XX por el empresa- su muerte, ocurrida en 1999. La joven pareja contrajo
rio y agricultor Óscar Rodríguez Razzetto. matrimonio en 1954 y se instaló en Chepén, ciudad
natal de doña Blanca y cuna de la colección.
La colección de Óscar Rodríguez Razzetto
Don Óscar se caracterizó por ser un hombre digno,
Entre las décadas de 1950 y 1980 una serie de trans- cultivado y muy comprometido con su trabajo. Su
formaciones sociales, políticas y naturales ocurridas desempeño contribuyó significativamente al desarrollo
en el valle de Jequetepeque afectaron a los principales agrícola de la región de Jequetepeque. En sus mejores

2200 A.C.
pág. 32

Fig. 4 a-b
Óscar Rodríguez Razzetto con
su colección en Chepén.

años llegó a usufructuar alrededor de doscientas cua- tivo fueron adquiridas en dos momentos. El primero,
renta hectáreas, que alquilaba a los hacendados para en la década de los setenta, coincidió con el saqueo de
el cultivo de arroz y frutos. Con la reforma agraria, le lugares afectados por la construcción de la represa de
fueron adjudicadas cincuenta hectáreas de la hacien- Gallito Ciego, como Tembladera, ubicado en la parte
da Ñanpol, a las que se dedicaría por completo para alta del valle. El segundo tuvo lugar a inicios de los
contribuir al proceso agrícola de la región. Don Óscar noventa, cuando tras el terrible saqueo de Puémape,
no era agricultor de arroz, pero trabajaba como semi- Rodríguez Razzetto logró rescatar piezas valiosas
llero para mejorar la calidad de las simientes de este como la del Contorsionista, que hoy forma parte de la
cultivo. Fue el fundador del Comité Nacional de Arro- colección del MALI (véase cat. no. 1).
ceros, que desde su sede en Guadalupe logró conseguir
aportes del gobierno de turno para la adquisición de La incorporación de piezas de estilo Mochica a su
maquinaria 33. colección ocurrió principalmente durante la década
de los ochentas. Estas provenían de sitios como Bal-
Como un hecho anecdótico, cabe recordar aquí que sar, Tolón, Masanca, Pacatnamú y San José de Moro.
el primer lote de su colección fue un obsequio de doña En este último caso específico, la particularidad de
Blanca en la Semana Santa de 1954, poco después sus piezas y la forma en que se fueron integrando
de haber contraído matrimonio. Las piezas escogidas a la colección de don Óscar sugieren que el huaqueo
por su esposa fueron instantáneamente identificadas se habría efectuado esporádicamente, a lo largo de
como falsas por don Óscar, quien desde ya contaba al menos tres décadas.
con un criterio dotado para distinguir los mejores
ejemplares 34. Su adquisición de piezas arqueológicas La colección estuvo originalmente en Chepén, entonces
solo se inició hacia 1955, pues le preocupaba enorme- la ciudad más importante del valle, donde residía la
mente la posibilidad de que estas fuesen vendidas en familia (Fig. 4 a-b). Pero más tarde, en 1976, fue trasla-
el extranjero. dada a Pacasmayo, Jequetepeque, donde Rodríguez
Razzetto se instaló de forma definitiva. El espacio de-
Pero la iniciativa de don Óscar no fue única en la dicado a sus tesoros arqueológicos era rigurosamente
región, pues su hermano César también se mostró cuidado por su esposa, quien también se ocupaba de la
interesado y emprendió su propia colección. Ambos limpieza y restauración de algunas piezas. La casona
acervos fueron creciendo hasta reunir alrededor de familiar de Pacasmayo mantuvo siempre sus puertas
cinco mil piezas durante los primeros años. Gran par- abiertas a los interesados en estudiar la arqueología
te provenía de los sitios arqueológicos del valle y, en de la costa norte. Durante las excavaciones realizadas
conjunto, se hallaban representados cada uno de los en Pacatnamú en la década del ochenta, la colección
periodos y fases de su evolución cultural. Es curioso fue visitada por jóvenes estudiantes e investigadores
notar que la colección fue incrementándose de acuer- norteamericanos, como Christopher Donnan, quien
do a las sucesivas olas de huaqueo que se desencade- participó como co-director en este proyecto. Donnan no
naron en los diferentes sitios de Jequetepeque. Así, solo se convirtió en uno de los principales admiradores
por ejemplo, las principales piezas del periodo Forma- y estudiosos de la colección, sino que estableció una
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

larga relación de amistad con don Óscar y su familia. Para el Museo de Arte de Lima, la incorporación de
En los años siguientes, otros reconocidos investigado- un selecto conjunto de la colección Rodríguez Razzetto
res como Carol Mackey, Luis Jaime Castillo, John Ve- constituye un aporte sustancial para el entendimiento
rano, Alana Cordy Collins, Don y Donna McClelland, e interpretación de los estilos artísticos que se de-
Steve Bourget y Walter Alva, entre muchos otros, sarrollaron en la costa norte antes de la llegada de 200 A.C.
visitarían la colección para enriquecer sus propias los españoles. Gracias a su carácter regional, estas
investigaciones. Don Óscar sentía una gran admira- nuevas adquisiciones han permitido al MALI la cons-
ción estética por las piezas de su propiedad, a las que trucción de una secuencia de desarrollo continuo en
dedicaba las horas de la tarde. Sin embargo, siempre el marco del discurso museográfico que elabora para 500 A.C.
estuvo muy interesado en escuchar las opiniones su público, tan difícil de lograr en cualquier museo,
de los arqueólogos, quienes le brindaban información por constituirse estos sobre la base de colecciones
rigu­­­­rosa que permitían contextualizar los objetos. dispares y procedentes de regiones diferentes. De esta
Además de los grandes cuidados de doña Blanca, manera, el fondo Rodríguez Razzetto complementa la
dichas piezas siempre estuvieron sujetas a una meti­ valiosa colección de arte precolombino formada por
culosa conservación, delicada tarea que en más de Javier Prado más de medio siglo antes, convirtiéndola
una ocasión le fue encargada al maestro Córdoba, en una fuente de consulta accesible a los estudiantes,
reconocido conservador de cerámica de Trujillo 35. Tras investigadores, turistas y público en general que visi-
la muerte de don Óscar Rodríguez Razzetto, en agosto tan anualmente el MALI.
de 1999, la colección permaneció en Pacasmayo bajo
la custodia de su esposa y de su hijo Óscar Rodríguez.
Hoy en día, estudiantes e investigadores continúan
visitándola como fuente de consulta para sus estudios.

En la actualidad, cuando existe una mayor vigilancia


de los sitios arqueológicos del valle de Jequetepeque, 1500 A.C.
y sobre todo después de que las tumbas de élite han
sido ya sistemática e íntegramente depredadas, sería
imposible reunir otra vez un conjunto similar al que
formó la familia Rodríguez Razzetto. Como la historia
de las colecciones arqueológicas nos demuestra, una
parte importante del arte precolombino producido
en el valle de Jequetepeque no hubiera podido ser
rescatado sin el concurso de valiosas iniciativas parti-
culares como esta. Gracias a esta contribución es que
los peruanos de hoy podemos disfrutar y aprender con
estas excepcionales obras en nuestros museos.

2200 A.C.
pág. 34

La arqueología del valle


de Jequetepeque y la
colección Rodríguez Razzetto
Luis Jaime Castillo
Pontificia Universidad Católica del Perú
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

La colección Rodríguez Razzetto, una de las más camino entre los grandes polos culturales de Trujillo
importantes en el campo del arte peruano precolom- y Chiclayo y testigo elocuente del tiempo en que los
bino, se distingue, ante todo, por su carácter regional. jequetepecanos tuvieron un inmenso poder y riqueza.
En efecto, no se trata de una muestra de la arqueo-
logía de toda la costa norte, sino que se circunscribe El valle de Jequetepeque yace entre los dos grandes 200 A.C.
mayoritariamente a objetos que provienen del valle de centros culturales de la costa norte: Moche-Chicama
Jequetepeque y que representan el desarrollo de sus al sur y Lambayeque-Zaña al norte. Al igual que estos
sociedades antiguas. La incorporación de algunas de centros, el valle de Jequetepeque no está formado por
sus piezas más significativas al MALI se da en un mo- la cuenca de un solo río, sino que comprende los valles 500 A.C.
mento en el que las investigaciones arqueológicas re- aluviales de dos, el río Jequetepeque al sur y el río
conocen la necesidad de concentrarse en las historias Chamán al norte, indistinguiblemente integrados por
regionales, en desmedro de las grandes narrativas sus canales de irrigación. El valle está dividido, a su
iconográficas y arqueológicas que, por su naturaleza vez, en tres regiones: el estrecho valle del río Jeque-
generalizante, no suelen discernir las particularida- tepeque, al centro; la región de San Pedro, al sur; y
des locales. Pocas veces en el Perú se ha cubierto la la región de Chamán, al norte. En estas tres regiones
historia de una región de manera tan completa, como se han registrado cientos de sitios arqueológicos que
en este caso, con artefactos arqueológicos singulares y corresponden a miles de años de desarrollo cultural,
representativos de cada uno de sus periodos. A través desde los primeros cazadores y recolectores de la
de objetos finísimos, esta nueva colección permite época Paijanense hasta restos de las ocupaciones inca
contemplar las tradiciones tecnológicas y artísticas y chimú-inca. Actualmente el valle comprende dos
del Jequetepeque en los tres mil quinientos años que provincias, Pacasmayo y Chepén, con sus numerosos
abarca. La selección que se presenta en este catálogo distritos, ciudades y pueblos (Fig. 7).
es una pequeña muestra de los objetos que, durante
décadas, don Óscar Rodríguez Razzetto atesoró en Por su ubicación estratégica, las sociedades que se
Chepén y Pacasmayo1. Hoy en día sería imposible desarrollaron en el valle de Jequetepeque tuvieron un 1500 A.C.
formar una colección similar, ya que esta fue reunida alto nivel de autonomía e independencia respecto a
bajo circunstancias fortuitas y lamentables, a medida los grandes estados Lambayeque y Chimú; al mismo
que los sitios arqueológicos del valle eran saqueados. tiempo, lograron establecer vínculos estrechos con las
Desde el Contorsionista Cupisnique de Puémape, pa- sociedades de tradición Cajamarca establecidas en los
sando por el Vigía Mochica Temprano del Balsar, o las valles interandinos aledaños. La autonomía de esta
maravillosas botellas de Línea Fina de estilo Mochica región se tradujo en la evolución de características cul-
Tardío de San José de Moro, esta colección nos ofrece turales propias, como sus estilos cerámicos y el desa-
una vista panorámica del arte cerámico en uno de rrollo de una extraordinaria metalurgia. Su secuencia
los lugares donde alcanzó mayor esplendor. Pero no cultural, por lo tanto, difiere de las más conocidas his-
solo la colección es singular, sino que la secuencia de torias regionales del sur y del norte, dominadas por es-
sociedades y culturas que habitaron el valle es única tados expansivos como Chimú y Lambayeque. Ciertos
en su complejidad y maestría, formada a mitad de desarrollos culturales que aparecen en Jequetepeque,

2200 A.C.
pág. 36
Fig. 6
Mapa de la costa norte del
Perú con los principales
sitios arqueológicos.

Fig. 5
Vista del valle
de Jequetepeque.

como el periodo Transicional o el estilo Lambayeque espinos, guabos y zapotes debieron existir en tiempos
en su forma local, son expresiones propias de fenó- antiguos, promovidos por una napa freática enriqueci-
menos que se dieron de manera muy diferente en las da por los desfogues de los canales de irrigación. Ellos
otras regiones de la costa norte. La incorporación del debieron albergar numerosas especies de cérvidos,
Jequetepeque al estado Lambayeque y, posteriormen- felinos, iguanas y lagartijas, patos moscovitas, águilas,
te, las conquistas chimú, inca y española, acabaron búhos y otras aves. Adicionalmente, en los bosques se
con su desarrollo e integraron el valle a formaciones debía encontrar pastura para las grandes manadas de
políticas cada vez mayores, pero como mera provincia camélidos que existían en la costa. Lamentablemente,
periférica. La pérdida de su autonomía significó para la mayoría de los bosques ha desaparecido en tiem-
el valle el fin de su singularidad cultural, del poder de pos recientes por la tala indiscriminada, destinada a
sus élites y de su fortaleza económica. la producción de carbón vegetal, y por la ampliación
de los campos de cultivo. En la actualidad, en todo el
Como todos los valles de la costa norte, el de Jeque- valle de Jequetepeque apenas queda en pie el Bosque
tepeque debe su clima al frío océano Pacífico, a las de Cañoncillo, en la región de San Pedro.
estribaciones de los Andes y a su latitud ecuatorial
(Fig. 5). Las precipitaciones son muy escasas y se con- El desarrollo del valle de Jequetepeque y su fisono-
centran en los meses de verano. Ocasionalmente se mía actual están directamente ligados a los sistemas
producen grandes lluvias debido a los fenómenos de hidráulicos de irrigación que permitieron extender la
El Niño, que no solo incrementan el caudal de los ríos, frontera agrícola de manera sostenida hasta el siglo
sino que pueden arrasar pueblos, campos de cultivo VI o VII d.C., durante el periodo Mochica Tardío. Los
y carreteras. Estas lluvias parecen cebarse con las canales de irrigación del valle, que funcionaron per-
ciudades que se han desarrollado al pie de las mon- fectamente hasta la década de 1970 y que actualmen-
tañas, particularmente con Chepén. En contraste, las te siguen siendo usados en grandes secciones, eran
aldeas que se ubican en los campos agrícolas parecen verdaderos ríos artificiales. Consistían en canales
sufrir menos los efectos de las lluvias. El clima es principales y derivados que permitieron irrigar más
templado en invierno y cálido en verano, pero se per- de cincuenta mil hectáreas de cultivo y proveer agua
cibe una pronunciada diferencia de insolación entre fresca a una población considerable2. Los canales se
las zonas cercanas al litoral y las regiones interiores, originan en las bocatomas ubicadas en la parte media
particularmente en el valle de Chamán, protegido de del valle, en la zona comprendida entre el pueblo de
los vientos y las neblinas marítimas por las montañas Ventanilla y el cuello del valle, donde se juntan los
Catalina y San Ildefonso. Actualmente, la mayoría cerros La Punta y Pitura. En esta región, donde hoy
de terrenos agrícolas se dedica a la explotación de se desarrollan las localidades de Huabal y Tolón, se
la caña de azúcar, el arroz y otros productos agroin- ubicaron los ingresos a los sistemas de irrigación que
dustriales. En tiempos prehispánicos, en cambio, el desde estos puntos llevaban el agua hasta cuarenta
énfasis debió estar en el cultivo del maíz, el algodón y kilómetros de distancia. Los canales fueron construi-
productos de panllevar como frijoles, habas, papas y dos de manera sucesiva, cada uno con una cota más
calabazas. Asimismo, extensos bosques de algarrobos, alta que el anterior, lo que permitió extender sus
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

E
Chira
1000 D.C.

850 D.C.

Piura
700 D.C.

Vicús

Loma Negra 500 D.C.

La Leche

Lambayeque
Purgatorio 200 A.C.
Pátapo

Sipán
Pampa Grande Zaña
Algarrobal de Moro
San José de Moro Jequetepeque 500 A.C.
Farfán
Pacatnamú
Dos Cabezas
Puémape
Facalá Chicama
El Brujo
Moche
Chan Chan
Virú
Huaca de los Reyes
Huacas del Sol y de la Luna Chao
Santa

Huacatambo
Castillo del Santa
1500 A.C.
Caylan
Pañamarca Nepeña

Casma
Océano Pacífico Manchán
Culebras
Leyenda
Gi`eZ`gXc\jj`k`fj
Xihl\fc^`Zfj
Huarmey
' (''bd
Paramonga

2200 A.C.
pág. 38

Fig. 7
Mapa arqueológico del
valle de Jequetepeque.

Cerro
Colorado
Alto de
San Ildefonso

San Ildefonso Pacanga


San José Río Chamán
Huaca de Moro
Rajada Algarrobal
Las Estacas de Moro

Portachuelo Cerro :XeXc[\KXcXdYf


de Charcape Chepén
:X
eX

Guadalupe
c[

:X
\

eX
:_

Cerro c[
\g

\
Murciélago GX
„e

:X ZX
eX e^
c[\ X
>l
X[
Xcl
g\
Río Jequetepeque
Cerro Cerro
Catalina Farfán Talambo
Limoncarro
Ventanilla
La
Faclo Punta
:XeXc[\=XZcf :XeXc[\:_X]}e
Pacatnamú Calera Tolón
de Talambo
:XeXc[\A\hl\k\g\hl\
La Mesa
Dos :XeXc[\JXeAfj„
Cabezas La Mina
X
[if ZXg
Océano Balsar
Cabur
Xc[
\JXe
G\
: XeXc[
\K\

:Xe
Pacífico Masanca
Tecapa

Leyenda Huaca
Colorada
J`k`fjKXi[ˆfj
J`k`fjDfZ_`ZX
J`k`fj[\c=fidXk`mf Jatanca
Ýi\XZlck`mXYc\
Iˆfjgi`eZ`gXc\j Río Cupisnique
:XeXc\jgi\_`jg}e`Zfj
E ' +'''d\kifj
Puémape
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

trazos cada vez más e incorporar más hectáreas de de este esfuerzo fue la construcción de un paisaje
cultivo. Si bien resulta muy difícil fechar los canales enteramente artificial, que es lo que hoy conocemos
directamente -es decir, a partir de restos arqueológi- como el valle de Jequetepeque.
cos que se encuentren asociados a ellos-, es posible
inferir cuándo fueron construidos a partir del fechado Las comunidades cupisnique de Jequetepeque 200 A.C.
de los sitios que estos sirvieron (Fig. 9 a-c). Sobre la base (2200 a.C.-200 a.C.)
de este criterio es posible determinar que la región
central del valle de Jequetepeque, donde se ubican los Pese al gran número de investigaciones arqueológicas
poblados de Jequetepeque y Faclo, fue la más anti- realizadas en el valle de Jequetepeque, pocas son las 500 A.C.
gua, pues sus canales, los más bajos y de recorridos que se han concentrado en los periodos más tempra-
más cortos, debieron servir a sitios muy tempranos. nos. Es reducida la información existente sobre los
La primera extensión del sistema de irrigación se dio primeros cazadores y recolectores paijanenses, las al-
hacia el sur, donde hoy se ubican San José, San Pedro, deas de pescadores o los primeros cacicazgos arcaicos3.
Pacasmayo y Jatanca, a través de la implementación Para imaginarnos estos periodos tempranos tenemos
del canal de San Pedro y sus ramales. Esta extensión que extrapolar la información de otros valles cercanos,
habría ocurrido durante los periodos Virú y Mochi- donde este tipo de evidencias se ha preservado. Así, es
ca Temprano, pues sirvió a sitios de esta filiación de suponer que el valle de Jequetepeque fue habitado
cronológica, como Masanca y Jatanca. Por su parte, por pequeñas bandas de pescadores y cazadores que
la extensión al norte, hacia la región de Chamán, que aprovechaban los recursos disponibles en su litoral, en
incluye los poblados de Chafán, Guadalupe, Pueblo los pantanos y en los bosques que florecían en las ori-
Nuevo, Chepén, San José de Moro y Pacanga, se aso- llas de los ríos Jequetepeque y Chamán. Incluso ahora
cia con sitios de los periodos Mochica Medio y Tardío, la desembocadura del río Jequetepeque forma una
por lo que se asume que fueron estos los que habrían zona de humedales y marismas ricas en peces y aves,
completado el sistema. A diferencia de la primera, que pudieron ser aprovechados con facilidad por los
la segunda extensión implicó un mayor despliegue primeros habitantes del valle. Podemos imaginarnos 1500 A.C.
tecnológico, pues requirió de la construcción de ca- que poblaciones precerámicas explotaron estos recur-
nales elevados, al pie de las laderas de las montañas sos, fijando su residencia por periodos estacionales de
y siguendo sus contornos. La construcción y el man- corta duración. Sus aldeas no deben haber sido muy
tenimiento de los canales de irrigación, su uso y su diferentes de las que se levantaban en sitios como
control habrían requerido de niveles de organización Huaca Prieta o Asia. El fácil tránsito entre los estre-
muy avanzados; sin embargo, la existencia de nume- chos valles costeros, con su rica biomasa marina y los
rosos canales independientes y redundantes permiti- amplios valles de la sierra, siguiendo el curso del río
ría inferir que las regiones servidas por estos gozaron Jequetepeque, debe haber sido aprovechado, primero,
de una gran independencia. A partir del estudio de por poblaciones trashumantes que habrían entrado y
los canales y los territorios habilitados por ellos es salido siguiendo manadas de cérvidos y camélidos. Mi-
posible reconstruir el mapa de Jequetepeque en las les de años después, las mismas rutas habrían servido
tres grandes fases de su desarrollo. El resultado final para mover manadas de camélidos domesticados a fin

2200 A.C.
pág. 40

de aprovechar los recursos de estación. En la época en ser independientes, habrían contribuido a la formación
que en el Norte Chico se desarrollaron sorprendentes de la identidad del fenómeno Chavín de una manera
sociedades arcaicas, como Caral o Áspero, en el valle más sustantiva que la que se reconoce ahora5 (Fig. 8).
de Jequetepeque no parece haber existido una pobla-
ción capaz de erigir los templos y plataformas que Las sociedades cupisnique no conformaron una agru-
vemos en estas regiones. pación política o social centralizada, sino que estuvie-
ron compuestas por comunidades dispersas y autosu-
Las primeras sociedades complejas que podemos ficientes, especializadas en la explotación de nichos
reconocer en el valle de Jequetepeque corresponden ecológicos muy diversos. Dentro del valle de Jequete-
al periodo Formativo y son denominadas en esta parte peque se han documentado asentamientos cupisnique
del Perú como Cupisnique. A partir del descubrimien- de gran escala en Puémape, en el litoral; Limoncarro,
to de cementerios en el valle de Chicama, Rafael Larco en el valle medio; Montegrande y Tembladera, en el
Hoyle no solo caracterizó y nombró a los cupisnique 4, valle alto; y Kuntur Wasi, en San Pablo, a más de dos
sino que los distinguió del fenómeno Chavín. Como mil metros de altura. Adicionalmente, cementerios
consecuencia del descubrimiento de Larco, la rela- dispersos han aparecido en muchos otros lugares
ción entre Cupisnique y Chavín ha dado origen a un del Jequetepeque. La extensión de las comunidades
largo debate. En general, los seguidores de Julio C. cupisnique es muy difícil de determinar, pues lo único
Tello han mantenido la tesis por la cual Chavín de que se ha conservado son sus centros ceremoniales, es
Huántar fue el centro de irradiación de un fenómeno decir, las construcciones más conspicuas y resistentes,
religioso, social y político que afectó por igual a todas y sus cementerios, que en su mayoría fueron saquea-
las regiones de los Andes centrales. En consecuencia, dos hace mucho tiempo. Ahora bien, el énfasis en
Cupisnique sería solo una expresión periférica del templos y tumbas no debe sorprendernos, pues estas
fenómeno Chavín, dependiente de aquel centro. Esta sociedades parecen haber gravitado alrededor de un
concepción subordina el desarrollo de la costa norte a complejo sistema de cultos y prácticas rituales, ligado
los designios de una sociedad muy diferente en su eco- a sacerdotes o chamanes especializados y al consumo
logía, adaptación y desarrollo; pero ignora los rasgos de sustancias psicoactivas 6. Cada comunidad habría
del fenómeno Cupisnique propios de su adaptación a vivido en un asentamiento disperso, separado de otras
las regiones costeras, así como la rica documentación comunidades por desiertos o bosques, y explotando los
arqueológica recuperada en investigaciones recientes. recursos circundantes. Recuérdese que la extensión de
Rafael Larco y sus seguidores, notablemente Carlos los valles en esta época no era ni el diez por ciento de
Elera, defienden la hipótesis contraria, que sostie- lo que es hoy en día, por lo que el espacio que separaba
ne que la costa norte, durante el periodo Formativo, a un poblado cupisnique de otro no habría estado ocu-
habría estado habitada por una serie de comunidades pado por campos de cultivo sino por tierra inhóspita.
regionales independientes y de pequeña escala. Estas
estarían interrelacionadas por una intensa vida ritual A lo largo del devenir cultural cupisnique se puede
devenida del culto de seres propios de los desiertos, apreciar que la independencia y dispersión de las
bosques y oasis costeños. Los cupisnique, además de comunidades van cediendo a medida que se instaura
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

Fig. 8
Selección de vasijas de estilo Cupisnique.
Museo de Arte de Lima.
Donación Petrus Fernandini.

2200 A.C.
pág. 42

Río Chamán Río Chamán


:%[\KXcXdYf

:%[\KXcXdYf
:%

:%
[

[
:%
\

:%

\
[
:_

[

:_
\ \
\g

\g
GX GX
„e

„e
:% ZX ZX
[\ e^ :% e^
>l X [\ X
>l
X[ X[
Xcl
g\ Río Jequetepeque Xcl
g\ Río Jequetepeque

:%[\=XZcf :%[\:_X]}e :%[\=XZcf :%[\:_X]}e


Tolón Tolón
:%[\A\hl\k\g\hl\ :%[\A\hl\k\g\hl\
:%[\JXeAfj„ :%[\JXeAfj„

Océano Jequetepeque \[i


f
\ZX
gX Océano Jequetepeque \[i
f
\ZX
gX
XeG :%[\K XeG :%[\K
Pacífico Pacatnamú :%c[
\J
Pacífico Pacatnamú :%c[
\J

Huaca Colorada
San Pedro

Río Cupisnique Río Cupisnique

Fig. 9 a-c
Expansión del sistema de irrigación
en el valle de Jequetepeque.
San José de Moro
San Ildefonso Cerro Chepén
Guadalupe Río Chamán
:%[\KXcXdYf
:%
[

:%
\

[
:_

\
\g

GX
„e

:% ZX
[\ e^
>l X
X[
Xcl
g\ Río Jequetepeque

:%[\=XZcf :%[\:_X]}e

Tolón
:%[\A\hl\k\g\hl\
:%[\JXeAfj„

Océano Jequetepeque \[i


f
\ZX
gX
XeG :%[\K
Pacífico Pacatnamú :%c[
\J

Huaca Colorada
San Pedro
Leyenda
Gi`d\iX\ogXej`e
J\^le[X\ogXej`e
K\iZ\iX\ogXej`e
Iˆfjgi`eZ`gXc\j Río Cupisnique
:XeXc\jgi\_`jg}e`Zfj
E ' +'''d\kifj
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

un culto común, o al menos basado en la preeminencia social deviene en la aparición de artesanos capaces de
de las mismas figuras míticas (aves rapaces, felinos producir objetos que singularizan y distinguen a las
y serpientes, muchas veces antropomorfizados). El clases altas.
gran templo de la Huaca de los Reyes, en el valle de
Moche, parece haber tenido una escala que implicaría Salinar, Virú y Mochica Temprano 200 A.C.
algún tipo de integración multirregional de comuni- (200 a.C.-400 d.C.)
dades cupisnique7. Esto, sin embargo, dista de ser una
evidencia de integración o centralización política. Una La desaparición de las sociedades formativas, hacia
cierta homogenización de los estilos parece haber sido el 200 d.C., marcó el inicio de un proceso de recon- 500 A.C.
el resultado de prácticas religiosas, cultos, creencias y figuración de las sociedades de la costa norte que
mitos compartidos, y particularmente de ceremonias culminó con la cristalización del fenómeno Mochica,
de escala regional donde se congregaban individuos hacia el 350 d.C. Parecería que una sociedad y su
de comunidades dispersas. De la misma manera, modelo cultural y social tienen que perecer para
las comunidades cupisnique comienzan a presentar que de sus cenizas surjan otras formaciones que den
rasgos de una organización social más compleja, con solución de continuidad para la supervivencia de las
élites distinguibles a partir de sus prácticas fune- poblaciones. Elera atribuye el final de las sociedades
rarias más elaboradas, así como de la inclusión de cupisnique a una combinación de eventos climáticos,
artefactos de oro en sus tumbas8. Esta tendencia a la un mega fenómeno de El Niño y un tsunami, que ha
segmentación social debe haber sido el resultado de podido documentar en sus excavaciones en Puémape,
una economía más estable y, a su vez, habría influido a escasos metros de la orilla del mar 9. Estos desastres
en el desarrollo de tecnologías incipientes. Es posible seguramente arrasaron las poblaciones localizadas
que los primeros intentos por aprovechar las aguas en el litoral, pero difícilmente explicarían el colapso
de los ríos costeños, mediante la creación de sistemas de aquellas comunidades cupisnique establecidas en
de irrigación, correspondan a estas épocas. De ellos regiones del interior. Parecería que, en combinación
no quedan huellas directas, puesto que esos canales con los factores climáticos, el modelo cupisnique de 1500 A.C.
primitivos fueron integrados a los grandes sistemas cacicazgos regionales, su organización social y los
de irrigación desarrollados por las culturas Mochica, sistemas ideológicos que daban legitimidad a toda
Lambayeque y Chimú. Elera ha reportado en Pué- la formación cultural habrían perdido credibilidad,
mape una dieta rica en cultígenos y en productos del iniciándose un lento pero inexorable decaimiento. Los
litoral, que seguramente habían mantenido a una grandes complejos ceremoniales fueron abandonados
población creciente. Más personas y más producción y en muchos casos enterrados10; los iconos cupisnique
suelen generar los primeros niveles de complejidad serían rechazados por las poblaciones locales y no
social y la aparición de élites, que se distinguen de reaparecerán sino hasta la época Mochica, cuando las
los individuos comunes por sus roles en las prácticas élites de esta sociedad los reinstauran en su cerámica
religiosas, por sus vestimentas y adornos, y por su y en las paredes de sus templos, como en la Huaca de
disponibilidad de mano de obra para la producción la Luna11. Pero el colapso de la sociedad cupisnique
de sus viviendas y tumbas. Asimismo, la complejidad ciertamente no implicó la desaparición de las po-

2200 A.C.
pág. 44

blaciones que habitaron la costa norte durante esta formativas, denominadas Huacaloma, en las sierras
época, o la pérdida de sus tradiciones y conocimientos aledañas de Cajamarca14.
tecnológicos. Cambios drásticos ya se avizoraban en
las ideas y prácticas rituales hacia el final del periodo A diferencia de Salinar, el estilo Virú15 está documen-
Formativo, por ejemplo en la forma de los templos y tado frecuentemente en el valle de Jequetepeque y
en la posición de los individuos en las tumbas, predo- ha sido objeto de importantes investigaciones ar-
minantemente flexionada entre los cupisnique y que queológicas de Donnan en Masanca y Dos Cabezas 16
devendría en extendida con los mochicas. y recientemente de Walker, Swenson y Chiuala en
Jatanca17. Cerámica de estilo Virú fue hallada en
El vacío dejado por las comunidades cupisnique en el numerosos sitios del valle, usualmente en asociación
valle de Jequetepeque no parece haber sido cubierto con ocupaciones del periodo Mochica Temprano y
inmediatamente por ninguna otra sociedad. En Pué- Medio, y particularmente como ofrenda funeraria en
mape, Elera reporta una reocupación de los espacios tumbas mochicas de rango medio y bajo18. Las formas
ceremoniales por una población que enterraba a sus más frecuentes de la cerámica doméstica virú son los
muertos en posiciones extendidas dentro de fosas cántaros de cuellos de embudo y las ollas sin cuello,
pequeñas y alargadas 12. Estas poblaciones correspon- que presentan decoraciones hechas por incisiones en
den, genéricamente, al fenómeno denominado Salinar la arcilla que buscan representar ojos, bocas y nari-
por Rafael Larco 13. Algunos otros ejemplos de este es- ces, con elementos modelados añadidos. Todas estas
tilo de cerámica han sido reportados en otras regiones formas son típicas del estilo Virú, tanto en su varian-
del valle, en Talambo y Limoncarro, pero sin mayor te Castillo Modelado como Castillo Inciso, tal como se
detalle de los asentamientos a los que corresponden. describió en los valles de Moche y Virú 19. Las tipolo-
No sabemos mucho más acerca de esta época, segura- gías más elaboradas de la cerámica virú halladas en
mente porque sus asentamientos se encuentran ente- Jequetepeque corresponden a finas botellas escultó-
rrados bajo ocupaciones posteriores. La cerámica de ricas que representan seres humanos o animales, de-
estilo Salinar ha sido caracterizada como intermedia coradas con engobe blanco, con asas estribo o cuellos
entre formas de estilo Cupisnique y Mochica, aunque cónicos delgados; sin embargo, no se han reportado
su parecido más notable se dio con la otra tradición ejemplares decorados con pintura negativa, típica del
dominante de este periodo de cambio, el fenómeno estilo Virú más depurado. En las excavaciones que
Virú. A decir verdad, ambos estilos son a veces indis- Donnan condujo en Masanca 20 se registraron algu-
tinguibles, lo que implicaría que posiblemente existió nos artefactos de gran maestría, tanto en su forma,
una gran continuidad entre Salinar y Virú, o que en su acabado y decoración, como en su técnica de
estas dos tradiciones son dos fases o manifestaciones manufactura. Algunos de estos objetos eran idénticos
de un mismo fenómeno. Salinar, en todo caso, significó a los artefactos encontrados por el mismo Donnan
una ruptura con la tradición Cupisnique y el abando- en Pacatnamú, en asociación con tumbas del periodo
no de sus iconos más reconocibles. Elera asocia algu- Mochica Medio 21. En otras excavaciones realizadas
nas características del estilo Salinar con la tradición por Donnan en Dos Cabezas, un complejo monumen-
Laizón, que por entonces sustituye a las tradiciones tal mochica de templos y residencias localizado al
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

sur de la desembocadura del río Jequetepeque, se periodo Mochica Medio, la cerámica de estilo Virú va
documentó, juntas en los mismos contextos y en las cediendo paso a formas mochicas, particularmente en
zonas residenciales aledañas, cerámica de los estilos la cerámica fina, quedando un pequeño remanente de
Mochica Temprano y Virú 22. artefactos virú entre lo doméstico. Parecería que en
esta época el estilo Virú sobrevive asociado al pueblo 200 A.C.
Hasta hace algunos años la arqueología de la costa llano, mientras que las élites ya se han transformado
norte asumía que Salinar, Virú y Mochica Temprano por completo en mochica. Finalmente, en el periodo
eran tres fenómenos claramente diferenciados. Larco Mochica Tardío casi no se encuentra cerámica de
mismo había planteado estas diferencias y había formas virú, ni en áreas residenciales ni en tumbas, 500 A.C.
establecido tres periodos sucesivos conformados por a excepción de artefactos asociados con individuos de
estas tradiciones 23 Sin embargo, él también había muy bajo rango. La evidencia arqueológica, en conse-
tenido muchos problemas para distinguir algunos cuencia, apunta a un tránsito gradual, a una transfor-
artefactos de los estilos Salinar y Virú, y reportó la mación de la sociedad virú en mochica, en un proceso
existencia de artefactos mochica temprano en tumbas que seguramente tomó varios siglos. En conclusión,
virú, en el valle del mismo nombre. En otras palabras, mientras que Salinar fue la solución de continuidad
los periodos no parecían ser tan monolíticamente para el fenómeno Cupisnique, Virú y Mochica Tem-
diferenciados. Para explicar la expansión del estado prano parecen haber sido dos expresiones del mismo
Mochica, y consecuentemente el tránsito entre Mochi- fenómeno cultural y social que daría origen a las más
ca y Virú, Larco sostuvo que los valles de la costa nor- importantes transformaciones que sufrió el valle de
te fueron incorporados mediante sucesivas conquistas Jequetepeque en su historia.
militares, argumento que luego fue corroborado por
numerosos investigadores, demostrándose la gran La gran mayoría de evidencias del fenómeno Mochi-
diferencia entre estas dos tradiciones 24. Pero las evi- ca Temprano ha sido hallada en los márgenes del río
dencias que aparecían en Jequetepeque, particular- Jequetepeque, en Ventanillas, Tolón y Talambo en las
mente en las excavaciones de Donnan, sugerían, por partes alta y media del valle, y en La Mina, Balsar y 1500 A.C.
el contrario, un tránsito mucho más lento, en el que el Dos Cabezas en la parte baja (Fig. 7). Esta distribución
conflicto no parecía explicar el proceso. Parecería que tan lineal sugeriría que los sitios Mochica Temprano
el estilo Mochica habría evolucionado de un sustrato se ubicaron en áreas servidas por canales que salían
Virú, seguramente como un estilo de las élites en un directamente del río y, por lo tanto, serían anteriores
principio, para convertirse después en el estilo domi- a la expansión del valle a través de los sistemas de
nante, con expresiones tanto en cerámica fina como irrigación. Sin embargo, dos sitios de contenido virú,
doméstica. Este lento tránsito explicaría por qué Masanca y Jatanca, se sitúan en la parte sur del
durante el periodo Mochica Temprano, en sitios como valle, en zonas necesariamente servidas por canales
Dos Cabezas, el componente mochica es pequeño y de irrigación que partían de bocatomas situadas
está circunscrito a tumbas de miembros de las élites, al pie del Cerro Pitura y que se dirigían hacia el
mientras que en las residencias de los pescadores suroeste. En la actualidad, estas zonas son irrigadas
la cerámica es casi exclusivamente Virú (Fig.10). En el por el canal de San Pedro y sus ramales. Es posible,

2200 A.C.
pág. 46

entonces, que la época Virú-Mochica Temprano haya monumental y el mar 25. Asociadas a este centro se
estado ligada a la primera extensión del valle hacia han hallado evidencias de la misma época en Balsar,
el sur. De manera alternativa, sería posible que dos La Mina y en el propio Pacatnamú.
formaciones políticas diferentes hayan coexistido en
el valle en esta época, una de tradición estrictamente En términos de la historia del arte mochica, lo que
Virú en la zona de Jatanca y la otra, Virú-Mochica sucedió en Dos Cabezas solo puede ser entendido si
Temprano, en el valle mismo del río Jequetepeque. trazamos un paralelo con el Renacimiento florentino,
pues en este lugar y en la región circundante se pro-
Jatanca y Masanca parecen formar una misma uni- dujo una verdadera revolución artística, que transfor-
dad no solo por su cercanía, sino porque el primero mó para siempre la cultura de la costa norte. Los ar-
es un complejo de templos y espacios ceremoniales tesanos de Dos Cabezas no solo innovaron las técnicas
construidos con grandes muros de tapial, mientras para producir artefactos de cerámica y cobre dorado,
que el segundo es un pequeño cementerio localizado mediante nuevas maneras y procesos de producción
al pie del cerro del mismo nombre. Este conjunto se y de uso de los materiales, sino que además transfor-
sitúa en una zona hoy invadida por grandes dunas maron el mundo del arte al materializar imágenes de
que avanzan desde el suroeste y que ya han cubierto seres reales y mitológicos, así como símbolos abstrac-
completamente el sitio de Jatanca. Las edificaciones tos que seguramente habían existido antes solo en la
se pueden distinguir entre las dunas, así como canales imaginación de los sacerdotes. Decir que esta fue una
de irrigación, pequeños edificios y grandes concentra- época de innovación tecnológica y creatividad artística
ciones de fragmentos de cerámica diagnósticamente no hace suficiente justicia a los increíbles logros de los
de estilo Virú. Las investigaciones de Walker, Swen- artesanos del Mochica Temprano. Al igual que en la
son y Chiuala van develando un complejo de templos, Toscana del siglo XV, esta revolución artística del bajo
únicos en su diseño y técnica constructiva, cuya exis- Jequetepeque coincidió con la aparición de una nueva
tencia permite inferir que esta parte del valle estuvo élite, rica y refinada, que seguramente propiciaba la
en capacidad de albergar a una gran población. elaboración de artefactos de altísima calidad y que
sustentaba a los artesanos más notables por su des-
El conjunto más importante para el periodo Virú- treza y creatividad. Estos artefactos no solo fueron la
Mochica Temprano es Dos Cabezas, que se erigió como demostración de su estatus social y riqueza, sino que
un gran centro ceremonial en la estratégica orilla se hicieron indispensables en los rituales que legiti-
derecha de la desembocadura del río Jequetepeque. maban su poder26.
Dos Cabezas está formado por un gran templo y
una enorme plaza que domina toda la parte baja del La gran expansión durante el periodo
valle. Alrededor del templo existió una gran cantidad Mochica Medio (400 d.C.-700 d.C.)
de estructuras, seguramente ligadas al culto. Las
excavaciones de Donnan en el sitio han develado una La expansión de la sociedad mochica a lo largo y
compleja red de pequeñas estructuras palaciegas y ancho del valle de Jequetepeque, como consecuencia
una aldea de pescadores localizada entre la zona de la implementación de los sistemas de irrigación,
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

Fig. 10
Selección de vasijas de estilo Mochica
Temprano. Museo de Arte de Lima.
Donación Petrus Fernandini.
1500 A.C.

2200 A.C.
pág. 48

Fig. 11
Selección de vasijas de estilo Mochica
Medio. Programa Arqueológico San
José de Moro.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

corresponde al periodo Mochica Medio y se manifiesta rada, sino que la cerámica Mochica Medio de calidad
en la aparición de su singular cerámica en lugares intermedia y la cerámica doméstica presentan formas
tan alejados como San José de Moro, Cerro Chepén, que no aparecen en absoluto en la región Mochica Sur,
Pacatnamú, Cerro Catalina y Portachuelo de Charca- como botellas de cuello efigie, ollas de cuellos curvos, y
pe. Estos sitios están localizados mayoritariamente paicas sin cuello y de cuerpos compuestos. Sin embar- 200 A.C.
en la margen norte del río y en la región de Chamán. go, algunos ejemplares sureños parecen haber sido
La cerámica del periodo Mochica Medio es burda si se copiados por los artistas del periodo Mochica Medio
compara con la producida durante el periodo Mochica de Jequetepeque, por lo que presumimos que habría
Temprano en Dos Cabezas o La Mina, tanto en su for- existido comunicación entre las comunidades mochica 500 A.C.
ma y tecnología como en su decoración (Fig. 11). En tum- del valle de Jequetepeque y las del sur 32.
bas encontradas por Ubbelohde Doering 27 y Donnan
en Pacatnamú 28, así como en las tumbas del Mochica Pero esta cerámica no solo habría convivido con las
Medio de San José de Moro 29, se documentó una cerá- fases III y IV, sino también con la cerámica del Mo-
mica relativamente burda, de formas simples y casi chica Temprano de Dos Cabezas. Es posible que du-
carentes de decoración pictórica. Al parecer, durante rante un tiempo el valle de Jequetepeque haya estado
este periodo, la calidad de la cerámica cedió su sitio dividido entre comunidades que continuaron con la
al desarrollo de una avanzada metalurgia del cobre tradición temprana, mientras que otras, las locali-
dorado, que se convirtió en el medio para la repre- zadas en la parte norte, evolucionaron hacia formas
sentación de imágenes complejas. Las formas típicas del estilo Mochica Medio. Los fechados que Donnan
son cántaros con cuerpos y cuellos modelados como obtuvo de las tumbas de Dos Cabezas extienden el
animales o seres humanos, botellas de asa estribo de periodo Mochica Temprano hasta el 500 d.C. para la
color negro sin mayor decoración y, ocasionalmente, región del antiguo valle de Jequetepeque, en la que
piezas escultóricas con representaciones de cabezas se ubica este sitio, lo que prácticamente las coloca en
humanas o figuras eróticas. Un rasgo singular de la la misma época que se desarrollaron las comunidades
cerámica Mochica Medio es la aparición de un tercer del Mochica Medio. Estas discrepancias cronológicas, 1500 A.C.
color en la decoración de las piezas, el morado, que se y la enorme autonomía que las diferentes comuni-
empleó en adición al rojo y al blanco. Además de los dades habrían tenido sobre la base de sistemas de
hallazgos hechos en el Jequetepeque, cerámica de este irrigación independientes, nos lleva a pensar que los
estilo ha sido hallada en Sipán y en Úcupe, asociada periodos en los que el valle estuvo fragmentado en
con las tumbas reales encontradas en estos sitios 30. pequeñas comunidades fueron mayores que aquellos
en los cuales se logró una integración y centraliza-
Frecuentemente la cerámica del estilo Mochica Medio ción bajo la hegemonía de una sola comunidad. Si
ha sido confundida con la más desarrollada cerámica alguna vez se dio algún tipo de integración política y
Mochica del Sur de las fases III y IV. Sin embargo, territorial, seguramente fue para aprovechar oportu-
analizadas y contrastadas presentan características nidades ambientales o circunstancias políticas, pero,
que las distinguen con claridad entre sí 31. No solo sus en cualquier caso, estos periodos unitarios debieron
formas son más simples y su decoración menos elabo- ser de corta duración. De acuerdo con lo sostenido

2200 A.C.
pág. 50

anteriormente, se nos plantea un escenario en el ha sido explorada, pero seguramente proveerá una
valle según el cual es posible que hayan convivido no importante línea de investigación para entender el
solo diferentes comunidades, sino que estas pudieron inicio de los estados Mochicas.
haberse situado en distintos estadios del proceso
evolutivo, lo que se manifestó a través de sus diversos El periodo Mochica Tardío y el colapso del los
estilos cerámicos 33. estados Mochicas (600 d.C.-850 d.C.)

La distribución de los sitios del Mochica Medio El periodo Mochica Tardío está caracterizado por la
permite inferir que la red de canales de irrigación se aparición de una serie de nuevos estilos cerámicos,
culminó en este periodo y que se incorporó al valle particularmente el Mochica Tardío de Línea Fina y
de Jequetepeque la extensa región del valle del río el Mochica Polícromo36. Estas tradiciones están entre
Chamán. Este proceso presumiblemente tomó la las más avanzadas y complejas desarrolladas en los
mayor parte de este periodo y se habría dado paulati- Andes centrales, particularmente por las técnicas de
namente, a medida que los canales llevaban el agua al su manufactura y su contenido iconográfico (Fig. 12). Las
desierto y los bosques iban siendo reemplazados por condiciones de su origen, así como las causas que lle-
tierras de cultivo. Paradójicamente, esta ampliación varon a su súbita aparición en Jequetepeque cuando
de la frontera agrícola y el concomitante crecimiento ya eran tradiciones perfectamente formadas, permi-
de la producción y de la población no repercutieron en ten inferir que se iniciaron en otra región mochica,
signos exteriores de riqueza. No hay ningún monu- posiblemente en el valle de Chicama, donde se generó
mento que se asocie con esta época, salvo la pequeña el estilo Mochica V, y posteriormente se trasladaron
Huaca 31 de Pacatnamú, al pie de la cual Ubbelohde al Jequetepeque. Adicionalmente, la cerámica de uso
Doering encontró, a fines de la década de 1930, un doméstico también cambió de modo radical durante
importante cementerio del Mochica Medio y, en él, el periodo Mochica Tardío, apareciendo una serie de
la tumba múltiple E-1, que contenía once individuos formas diagnósticas para esta época como las ollas
y una gran cantidad de ofrendas de textiles, mates y de cuello plataforma, las botellas de cuerpo carenado
cerámica34. En San José de Moro se han excavado y achatado, las botellas estampadas con motivos de
más de cincuenta contextos funerarios pertenecientes animales y los cántaros con cuellos decorados con efi-
al periodo Mochica Medio, ninguno de ellos particular- gies de animales y personajes humanos con coronas,
mente rico, si los comparamos con las tumbas halla- bigotes y patillas, comúnmente llamados “Reyes de
das en Sipán35. Recurrentemente, tanto en las tumbas Asiria”37. La distribución de esta cerámica abarca todo
de Pacatnamú como en las de San José de Moro, los el valle de Jequetepeque, desde Huaca Colorada, al
individuos fueron colocados en ataúdes de cañas que sur; Pacatnamú y San Ildefonso, al oeste; San José
luego se introdujeron en las cámaras funerarias. Si de Moro y Cerro Chepén, al norte; y Talambo, al este.
bien estos ataúdes son comunes en Sipán, las cámaras
en forma de bota son propias solo de Pacatnamú y La gran expansión territorial y el singular desarro-
San José de Moro. La relación entre las comunidades llo económico que se inició en el periodo Mochica
del Mochica Medio de Jequetepeque y Sipán aún no Medio dieron lugar, durante el Mochica Tardío, a la
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.
Fig. 12
Selección de vasijas de estilo Mochica
Tardío. Museo de Arte de Lima. Donación
Petrus Fernandini.

2200 A.C.
pág. 52

formación de los primeros estados regionales en el las cosechas, que se almacenaban en grandes recipien-
valle de Jequetepeque. Durante esta época se cul- tes de cerámica. En un esfuerzo por distinguirse y por
minaron los grandes sistemas de irrigación, lo que lograr la seguridad interna, cada uno de estos estados
permitió incorporar básicamente toda la extensión locales desarrolló sus propias estrategias de comuni-
que el valle tiene hasta ahora, y se establecieron los cación y alianzas con sociedades foráneas. En estos
grandes asentamientos mochicas en lugares claves afanes de integración se distinguieron los habitantes
del valle. Los canales que aún hoy sirven, tanto el de de Cerro Chepén-San José de Moro por haber esta-
San Pedro, que atiende la parte sur, como los canales blecido importantes comunicaciones con sociedades
de Chafán, Guadalupe, Chepén y Talambo, que riegan cajamarca e incluso con los prestigiosos huari y sus
la parte central y norte, fueron establecidos en esta estados asociados.
época. Sin embargo, este desarrollo no parece haber
conducido a la formación de un estado centralizado, En contraste con el estado de guerra endémica, aisla-
con una sola capital y una sola élite gobernante; más miento y distancias culturales entre las comunidades
bien pudo haber consolidado la existencia de múlti- mochicas, como se puede deducir de sus fortificacio-
ples pequeños estados regionales a lo largo del valle. nes, parece haber existido cierto grado de centraliza-
Cada uno de ellos habría sido económica, política y ción y armonización para celebrar rituales religiosos
socialmente independiente. Más aún, suponemos que de carácter regional. San José de Moro parece haber
esta fragmentación política condujo a una situación tenido este propósito, puesto que aquí se han encon-
intermitente de enfrentamientos y luchas entre los trado abundantes evidencias de la realización de
estados Mochicas de Jeque­tepeque 38. grandes fiestas y celebraciones, en una escala que
largamente rebasa el número de habitantes de una
En esta época, las tensiones entre estos centros sola localidad. A estas festividades habrían asistido
parecieron agravarse y la necesidad de defenderse hombres, mujeres y niños de los diferentes pueblos
los unos de los otros se hizo aun más necesaria. Los circundantes, deponiendo sus diferencias para parti-
asentamientos amurallados de Cerro Chepén y San cipar en ceremonias seguramente organizadas por un
Ildefonso alcanzaron su máxima extensión y alrede- clero de alto rango. En San José de Moro se han iden-
dor de ellos se aglutinaron las poblaciones en busca tificado numerosas tumbas de mujeres de élite que,
de refugio y seguridad. Cada uno de estos centros a juzgar por sus atuendos y los artefactos asociados
se distingue por su configuración y su ubicación en con ellas, habrían tenido un papel central en las litur-
lugares secretos, de difícil acceso, o en lo alto de una gias religiosas. La celebración principal que se habría
montaña, como respuesta a las circunstancias de escenificado parece haber sido una versión local de
violencia generalizada y a las condiciones de su propio la Ceremonia del Sacrificio, que incluía la presenta-
medio ambiente. Dentro de las murallas se encuen- ción de la copa con sangre humana, particularmente
tran residencias de diversas calidades, desde las muy la parte del ritual donde la mujer o “Sacerdotisa”
grandes y ornamentadas para las élites, hasta barrios tiene el rol más activo. Otra práctica que parece haber
de pequeñas casuchas para el pueblo. Las murallas no estado relacionada con estos centros es la del entie-
solo habrían protegido a los habitantes sino también rro de los personajes de la élite de las comunidades
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

dispersas. Mientras que en estas comunidades es casi El periodo Transicional y la continuidad


imposible encontrar tumbas del Mochica Tardío ricas mochica (850 d.C.-950 d.C.)
o complejas, en San José de Moro estas han apareci-
do en gran número, lo que permitiría inferir que las Los años que median entre el colapso de las socieda-
personas de alto rango, y sus ajuares funerarios, eran des mochicas y el inicio de la ocupación lambayeque 200 A.C.
transportadas luego de su muerte a este sitio para del valle de Jequetepeque están caracterizados por
sus exequias y entierro. La función integradora de los el desarrollo de un raro fenómeno cultural que, por
centros ceremoniales habría permitido compensar las su naturaleza, ha sido calificado como periodo Tran-
situaciones de aislamiento, ocasionadas por la tensión sicional. Este reúne la más ecléctica constelación de 500 A.C.
entre las entidades políticas 39. expresiones culturales, tanto locales como importadas,
que, a su vez, manifiestan un estado de apertura cul-
El final de las sociedades del Mochica Tardío en el tural nunca antes visto en la región. Es muy inusual
valle de Jequetepeque se debería a una combinación que el tránsito entre dos tradiciones tan distintivas se
de factores relacionados con la generalización del manifieste arqueológicamente con la claridad que pre-
conflicto entre comunidades y el fraccionamiento senta el Transicional en San José de Moro y, en menor
territorial. Aparentemente, hacia el final del periodo grado, en Cerro Chepén. En el centro ceremonial de
Mochica Tardío la situación se volvió cada vez más San José de Moro han sido excavados a través de los
tensa y forzó a las distintas comunidades a defender- años cientos de tumbas de élite y mausoleos reales de
se todavía más, elevando las paredes o construyendo la época Transicional, miles de artefactos de cerámi-
nuevas murallas. Puesto que esta situación coincidió ca, metal, hueso y piedra; así como numerosas capas
con un periodo de inestabilidad climática, podemos estratigráficas compuestas por pisos de ocupación,
presumir que los conflictos se habrían incrementado viviendas y talleres. Todo esto materializa la compleji-
debido a la competencia por los recursos, alimentos, dad de este periodo. Sin embargo, tal como sucedió con
agua y personas. En las tumbas de esta fase vemos la distribución de la cerámica de estilo Mochica Tardío
cómo la identidad de los mochicas se va transforman- de Línea Fina, las expresiones de la tradición Tran- 1500 A.C.
do al menguar la presencia de artefactos de tradicio- sicional brillan por su ausencia en el resto del valle
nales por otros de forma y decoración foráneas 40. Los de Jequetepeque, aunque se han reportando en otras
objetos que denotan una influencia de las sociedades regiones de la costa norte 41. Esta inusual y restringi-
sureñas o cajamarquinas adquirieron una mayor da distribución, así como el carácter de la tradición
relevancia, mientras que las formas propias de la Transicional, se explican por la secuencia de eventos
producción mochica mermaron. Suponemos que este que caracterizan el final de la sociedad mochica en
proceso incruento se debió a una transformación de Jequetepeque, la reconfiguración de la identidad local
la identidad cultural de las élites, ocasionada por el en ausencia de la predominancia mochica y, finalmen-
establecimiento de vínculos matrimoniales, sociales y te, su incorporación al estado Lambayeque.
comerciales con individuos cajamarca o incluso huari
asentados en los valles serranos. El colapso mochica fue, en realidad, el fracaso de sus
élites y de su modelo de gestión, mas no de toda la

2200 A.C.
pág. 54

Fig. 13
Selección de vasijas del periodo
Transicional. Programa Arqueológico
San José de Moro.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

población, que seguramente se vio liberada de la do- la cerámica negra reducida. Iconos de acervo huari
minación mochica. Como resultado de este fracaso, lo comenzaron a ser retratados de manera cotidiana
que desaparece son las expresiones más directamente y se inició la experimentación con formas, técnicas
asociadas con las élites mochicas, como la cerámica de fabricación y contenidos iconográficos que serían
de línea fina o las tumbas en forma de bota, así como dominantes en los periodos siguientes. A estos últimos 200 A.C.
algunas de sus prácticas rituales y las divinidades los denominamos Proto-Lambayeque y Proto-Chimú.
más idiosincráticas. Algunos asentamientos, como En general, el periodo Transicional, a diferencia de
San Ildefonso o Portachuelo de Charcape, habrían los periodos Mochica o Lambayeque, no presenta un
sido abandonados en esta época. Pero la desaparición repertorio cerrado, sino que más bien se define por su 500 A.C.
de la élite mochica pareciera no haber generado el eclecticismo e innovación, por la síntesis de diversos
surgimiento de otra en su reemplazo, por lo menos no estilos y por la gran variedad de influencias que se
inmediatamente; más bien se inaugura un corto pero expresan a través de su producción cerámica.
activo periodo de reconfiguración cultural, carente de
una organización social dominante. Esto se manifies- El papel que tuvo la tradición Cajamarca en el perio-
ta en el hecho de que, luego de producido este vacío, do Transicional merece una consideración destacada.
ninguna expresión cultural ocupa el lugar que antes Los primeros indicios de dicha tradición se encuen-
había tenido la identidad mochica. Muchas de las tran en tumbas del periodo Mochica Tardío y se incre-
tendencias que se habían iniciado en la época Mochi- mentan significativamente hacia el final del periodo
ca, como las estrechas relaciones con sociedades de la Mochica. Presumimos que los artefactos encontrados
sierra de Cajamarca y con Huari, continúan y, en au- en las tumbas mochica no solo son expresiones de
sencia de los líderes mochica, hasta se incrementan. contactos comerciales o alianzas militares o políti-
cas entre estas sociedades, sino que implicarían una
En términos de los estilos que aparecen en San José movilización de personas entre la sierra y la costa,
de Moro asociados con los pisos y contextos transicio- seguramente a través de enlaces matrimoniales. La
nales, se abre un periodo de gran inclusión y creativi- llegada de estas personas debe haber alterado la 1500 A.C.
dad, como se desprende del hallazgo de cerámica de composición cultural y genética de la sociedad mo-
diversas partes del Perú en los contextos funerarios chica. Durante el periodo Transicional, la presencia e
de San José de Moro. Cerámica de Cajamarca, Lima, influencia de Cajamarca se incrementa significativa-
Huari, Casma, Chachapoyas y de otras regiones de la mente, al punto que las tumbas de este periodo llegan
costa norte aparecen en dicho sitio, principalmente a tener un contenido de objetos cajamarca a veces
en tumbas de élite (Fig. 13). Como consecuencia de la mayoritario. Sin embargo, la cerámica cajamarca no
influencia de los estilos foráneos y ante la falta de un corresponde a una sola localidad o sub-estilo, sino que
estilo imperante, la producción local alcanzó un grado representa las múltiples caras del fenómeno Caja-
de versatilidad y experimentación nunca antes visto. marca, como si se hubieran dado cita en estas tumbas
Se desarrollaron copias locales de los estilos forá- todos los cacicazgos que en esa época habrían existido
neos como el Cajamarca Costeño y el Huari Costeño, en la sierra norte. Un sub-estilo predominante es el
al tiempo que comenzaba a hacerse predominante Cajamarca Costeño, que podría haber sido producido

2200 A.C.
pág. 56

localmente (Fig. 14). Hacia el final del periodo Transicio- das. Con su expulsión desapareció la tradición cerámi-
nal, la frecuencia de elementos cajamarca es tan alta ca que las caracterizaba, aun cuando los lambayeque
que podríamos llegar a pensar que se ha producido incorporaron a sus repertorios de formas cerámicas
una suerte de transformación de la identidad tran- platos y cuencos propios de la tradición Cajamarca.
sicional, convirtiéndose en una expresión más de la Con la conquista lambayeque se termina la primera
tradición Cajamarca. Esto es sin duda intrigante, pero gran fase cultural en el valle de Jequetepeque, en la
hay que ponderarlo puesto que los objetos cajamarca que el desarrollo social y político estuvo en manos de
aparecen en una matriz costeña, es decir, rodeados de sociedades locales. A partir de este momento, Jequete-
artefactos producidos localmente. peque pasa a ser una provincia de los grandes esta-
dos Lambayeque, Chimú e Inca, y posteriormente se
Un sub-estilo presente en las primeras fases del reparte entre los conquistadores españoles.
periodo Transicional es el llamado Proto-Lambayeque,
antecedente directo del estilo que caracterizará a la Los lambayeque y la primera conquista del
sociedad lambayeque expansiva. Este sub-estilo sintetiza valle de Jequetepeque (950 d.C.-1200 d.C.)
elementos mochicas y huari en piezas predominante-
mente de color negro. Una forma común es la botella La ocupación lambayeque del Jequetepeque se
de doble pico y puente, con aplicaciones en relieve manifiesta en la cerámica clásica de esta cultura
en forma de ranas, de figuras echadas y de cabezas encontrada en diversos sitios. Esta presencia puede
humanas con tocados de cuatro puntas y con las orejas interpretarse como una prueba del control centra-
compuestas por un círculo y una punta (véase fig. 111). lizado ejercido por el estado Lambayeque sobre el
En algunos casos, las cabezas aparecen con los ojos valle. A partir de esta inferencia se ha desarrollado
alargados, que sustituyen a los ojos almendrados un esquema clásico de conquista militar y control
mochicas. Todas estas características, sumadas a la territorial para explicar el periodo Lambayeque en el
decoración en relieve con formas geométricas o de valle de Jequetepeque. En este esquema de interpre-
aves, son propias del estilo Lambayeque Clásico; sin tación, el valle de Jequetepeque fue anexado por la
embargo, su origen más remoto, y la evidencia del fuerza al estado Lambayeque, el que luego procedió
sincretismo entre las tradiciones Mochica y Lambaye- a reorganizar el valle a fin de aprovechar sus recur-
que, se presenta solo en San José de Moro durante el sos, propósito para el cual los lambayeque constru-
periodo Transicional. yeron una serie de asentamientos y sitios. Tumbas
que contenían ceramios clásicamente lambayeque,
El periodo Transicional acaba abruptamente, cuando en particular los llamados huaco rey en todas sus
el valle de Jequetepeque es incorporado al territorio modalidades, tanto reducidos (negros) como oxidados
del estado Lambayeque. Los nuevos líderes parecen (rojos), con pedestal o sin él, con asas simples, dobles
haber erradicado intencional y categóricamente toda y trenzadas, han sido hallados en La Mesa, Farfán,
manifestación del eclecticismo transicional. Las pobla- San José de Moro, Alto de San Ildefonso, Huaca de
ciones cajamarca fueron seguramente devueltas a su las Estacas, Ventanillas, Talambo, etc. En muchos de
lugar de origen, sus tumbas fueron abiertas y saquea- estos sitios se erigieron estructuras monumentales de
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.
Fig. 14
Selección de vasijas de los estilos
Cajamarca Costeño y Serrano.
Programa Arqueológico San José
de Moro.

2200 A.C.
pág. 58

Fig. 15
Selección de vasijas de los estilos
tardíos del valle de Jequetepeque.
Museo de Arte de Lima. Donación
Petrus Fernandini.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

estilo Lambayeque, compuestas por una plataforma de recursos, el acceso a los sistemas de irrigación, etc.
relativamente amplia y baja de adobes, con paredes Cuando los lambayeque, los chimú o los incas con-
inclinadas y rampas laterales. Adicionalmente, en los quistaron estos territorios, su población posiblemente
márgenes de valle se hallan numerosos sitios com- era una de sus mayores riquezas, por lo que lograr su
puestos por plataformas adosadas a las laderas de los adhesión a los nuevos gobernantes habría sido de pri- 200 A.C.
cerros y encerrados por murallas. Asociados con estos mordial importancia. Lamentablemente, los estudios
sitios aparece la cerámica doméstica típicamente realizados en el valle para el periodo Lambayeque no
lambayeque: platos de base anular con decoración en nos permiten abordar la naturaleza de la presencia de
relieve, ollas decoradas en relieve en los hombros, así esta sociedad en Jequetepeque. 500 A.C.
como cántaros y ollas paleteados.
Además del estilo Lambayeque Clásico o Imperial, en
En cualquier caso, el patrón de ocupación lambayeque Jequetepeque aparece un segundo estilo de cerámica
del valle de Jequetepeque difiere en mucho del patrón de filiación Lambayeque, predominantemente reduci-
por el cual se organizó el valle de Lambayeque 42. En da y de formas simples, que ha sido hallado en Pacat-
Jequetepeque no existen complejos monumentales namú y San José de Moro. En este estilo las formas
como Túcume o Batán Grande, ni se han encontrado son un tanto distintas, y no aparecen huacos reyes
tumbas de gobernantes como las que aparecieron en aun en tumbas o recintos de alto rango. Se le ha de-
esos sitios. El patrón de ocupación pareciera estar nominado estilo Lambayeque Local, en contraste con
compuesto por muchos asentamientos medianos y las formas lambayeque imperiales que vendrían de la
pequeños, en vez de uno de grandes proporciones. En capital. Las formas domésticas en ambos, Imperial y
San José de Moro, por ejemplo, se encuentran muchas Local, son muy semejantes, lo que implicaría que las
tumbas de la época Lambayeque, con cerámica de diferencias se dieron entre las élites y no entre los po-
alta calidad pero sin que exista una clara y definitiva bladores llanos. La existencia de esta subdivisión en
ocupación del sitio; más bien pareciera que hubo una la presencia Lambayeque aún merece una considera-
suerte de continuidad entre las ocupaciones de los ción mayor, puesto que sorprende, por ejemplo, que en 1500 A.C.
periodos Transicional y Lambayeque. Un palacio, o un sitio tan importante como Pacatnamú las huellas
residencia de élite, fue hallado en la unidad 35 de San de la tradición Lambayeque Imperial sean muy esca-
José de Moro asociado con la producción de chicha sas. El hecho de que estos dos estilos aparezcan juntos
en grandes cantidades, pero prácticamente aislado en algunos sitios mientras que en otros no nos lleva a
de todo otro resto. La existencia de numerosos asen- plantearnos tres escenarios posibles para entender la
tamientos pertenecientes al periodo Lambayeque evolución y secuencia del periodo Lambayeque en Je-
podría deberse a que el valle fue organizado en esta quetepeque. Primero, es posible que estos dos estilos
época como un conjunto de cacicazgos y no como una hayan convivido, lo que demostraría la coexistencia
provincia centralizada. En este tipo de reconstruccio- de dos grupos, los lambayeque de Lambayeque y una
nes obviamente no se consideró el papel que tuvieron segunda élite que podría interpretarse como lamba-
las poblaciones locales y sus líderes, las diferencias yeque local. En segundo lugar, es posible que origi-
regionales en términos de territorio, disponibilidad nalmente el valle hubiera estado bajo el control de los

2200 A.C.
pág. 60

lambayeque de Lambayeque y que en una segunda Farfán, Algarrobal de Moro, Talambo y Cañoncillo
fase se hubiera independizado o separado, convirtién- son los cuatro grandes centros chimú en el valle de
dose en una versión local del fenómeno Lambayeque, Jequetepeque que controlaban estratégicamente todo
a la cual pertenecería el estilo Lambayeque Local. el valle a manera de una provincia dependiente. En
Finalmente, en tercer lugar, el estilo Lambayeque estos sitios se encuentran elementos arquitectónicos
Local pudo haber sido contemporáneo con el periodo que permiten inferir que se establecieron versiones en
Transicional, como una de sus muchas subdivisiones miniatura de Chan Chan, con audiencias y grandes
e identidades, para luego haber sido subsumido por patios amurallados dominados por plataformas con
los lambayeque de Lambayeque. Estos tres escenarios rampas. Adicionalmente, encontramos numerosos
solo podrán ser dilucidados con mayores investigacio- sitios de estilo Chimú en las laderas de las montañas,
nes arqueológicas de carácter regional centradas en el de acuerdo con un patrón de asentamiento muy simi-
periodo Lambayeque. lar al Lambayeque, y en algunos casos reocupando los
sitios de ese periodo43.
Los chimú, los incas y la provincialización del
desarrollo jequetepecano (1200 d.C.-1532 d.C.) La ocupación inca del valle de Jequetepeque es casi
invisible y, si no tuviéramos información etnohistó-
La incorporación del valle de Jequetepeque al Imperio rica que la mencionara, posiblemente no podríamos
Chimú debe haber ocurrido en algún momento del afirmar que el valle fue durante algo menos de un
siglo XIII d.C., luego de cientos de años de ocupación siglo parte del Tahuantinsuyo. En cualquier caso, es
lambayeque. En realidad, no podemos saber si el posible que el valle no cayera en poder de los incas
tránsito entre los periodos Lambayeque y Chimú fue directamente, sino que sucumbiera a la conquista de
una ruptura, si el primero devino pacíficamente en Chimú, del que era parte en los siglos XV y XVI d.C.
el segundo, o si entre ambos medió una fase transi- No hay sitios inca en el valle, ni se han encontrado
cional. La cerámica popular en ambos casos es muy tumbas o colcas para este periodo. Solo se menciona
parecida, con casi el mismo tipo de ollas y cántaros, lo la presencia de caminos incas, uno en particular, que
que indicaría que al menos el pueblo siguió siendo el cruza el valle de sur a norte, pasando por Cañonci-
mismo. La cerámica paleteada tiende a desaparecer llo, Farfán y el Algarrobal de Moro, pero incluso este
en el periodo Chimú, mientras que las paicas o tinajo- pudo ser originalmente un camino mochica o chimú
nes carecen de cuello y presentan la base puntiaguda. reacondicionado por los incas. Lo que sí encontramos
Por lo demás, los ajuares cerámicos chimú están com- son sitios con presencia de cerámica de estilo Chimú-
puestos por grandes cantidades de cerámica reducida, Inca, particularmente Farfán y Cañoncillo, lo que
con mayor o menor pulido y con elementos decorativos nos llevaría a pensar que los incas aprovecharon la
bastante simples, prácticamente la misma que podría- infraestructura y el sistema de administración chimú
mos encontrar en otras regiones del territorio domina- para imponer su autoridad.
do por Chan Chan (Fig. 15).
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

Con la irrupción de los chimú e incas, y posteriormente


con su incorporación a la corona española, el valle de
Jequetepeque entró en un largo periodo de declinación.
Lentamente, a causa de las plagas, las movilizaciones
forzosas y la explotación, fue mermando su población; 200 A.C.
se abandonaron grandes porciones del territorio por
falta de quienes los habitaran y trabajasen; se fue-
ron deteriorando los sistemas de irrigación que tanto
habían costado, etc. Carente de liderazgo y ajeno al 500 A.C.
control de su propio destino, el valle de Jequetepeque
entró en un profundo letargo y solo se empezó a recu-
perar trescientos años más tarde. La introducción de
la tecnología agrícola, el algodón, la caña de azúcar
y el arroz, la llegada de los chinos y japoneses, las
grandes migraciones de cajamarquinos, la industria-
lización y el comercio despertaron al valle dormido
después de este largo anochecer y volvieron a darle
a los jequetepecanos el control de su propio destino.
Su reto es ahora poder brillar como brillaron sus ante-
pasados, seguir trabajando e irrigando sus campos con
los canales que construyeron los mochicas, construir
no solo para su presente sino para un futuro que será
tan milenario como su pasado, lograr la armonía con
la naturaleza y el respeto de su herencia. Don Óscar
Rodríguez Razzetto así lo entendió y esa fue la razón 1500 A.C.
que hoy nos permite contemplar estas maravillosas
obras de arte del antiguo Jequetepeque.

2200 A.C.
Edward Ranney
San José de Moro, 2009.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
Edward Ranney
Huaca Las Estacas, 1994.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
Edward Ranney
Farfán, 2004.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
La cultura Cupisnique
a partir de los datos
arqueológicos de Puémape
Carlos G. Elera
Museo Nacional Sicán

pág. 68
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

Fig. 16
Vista de Puémape,
valle de Jequetepeque.
200 A.C.

Introducción Los distintos microambientes de este sitio y de los


territorios vecinos forman parte de la ecorregión del
El origen de las sociedades complejas en la costa norte bosque seco y mar ecuatorial, que se ubica dentro de 500 A.C.
del Perú, desde inicios del periodo Precerámico Tardío la región endémica tumbesina. Este marco geográfi-
hasta fines del Formativo, está relacionado con la aún co y ecológico estableció los parámetros claves para
poco conocida cultura Cupisnique (2200-400 a.C.). Du- entender la adaptación y el origen norcosteño de las
rante mucho tiempo, el fenómeno Cupisnique ha sido sociedades que habitaron el territorio cupisnique en
entendido como una suerte de manifestación regional, el periodo Formativo.
resultado de la influencia de la civilización Chavín
sobre gran parte de la región andina. Por ello se le Cupisnique y Chavín
conoce también como Chavín Costeño, Chavinoide o
Chavín Clásico. La cultura Chavín, cuyo núcleo se lo- Las secuencias cronológicas de la costa norte, corres-
caliza en la sierra norte de los Andes centrales, ha sido pondientes a los distintos periodos cerámicos, han
considerada como la cultura matriz peruana, concebi- sido establecidas principalmente a partir del análisis
da como el foco irradiador de una compleja ideología estilístico de la cerámica fina hallada en contex-
religiosa, de un ceremonialismo elaborado y de una tos funerarios, aunque también se ha considerado
notable arquitectura monumental. Así, utilizando los aquella proveniente de otros contextos. Rafael Larco
modelos de desarrollo planteados sobre la base de las Hoyle1, quien excavó los cementerios de Palenque
investigaciones en Chavín, es que se ha venido inten- y Barbacoa de la hacienda Sausal y en Santa Ana, 1500 A.C.
tado explicar el origen y la evolución de otros fenóme- localizados en el valle de Chicama, utilizó la informa-
nos culturales desarrollados en este periodo. ción empírica proveniente de estos contextos fune-
rarios con el fin de establecer la primera secuencia
Las investigaciones arqueológicas realizadas en la cronológica para Cupisnique.
costa norte y central del Perú en las últimas décadas
se han visto afectadas por este arraigado esquema, que Sin embargo, pese a que Larco fue el primero en
no ha permitido esclarecer la verdadera naturaleza de advertir el origen de las prestigiosas botellas de asa
la cultura Cupisnique. Para lograr entender el origen estribo de estilo Mochica, de sus formas análogas
y las particularidades de esta cultura temprana, se Cupisnique, y en brindar importantes datos sobre la
discutirá a continuación la información arqueológica tecnología de la cerámica cupisnique en general, su
obtenida en el sitio de Puémape, localizado hacia el secuencia no tiene un sustento estratigráfico convin-
suroeste del litoral del valle de Jequetepeque (Fig. 16). cente de superposición de contextos funerarios. Si

2200 A.C.
Fig. 17
Personaje sobrenatural sostiene
un cactus San Pedro. Chavín de
Huántar, Ancash.

pág. 70
observamos rigurosamente los entierros excavados por Cupisnique sería más bien el origen de muchas con-
Larco en los cementerios de Chicama, encontraremos venciones religiosas que giran en torno al complejo
que todos presentan prácticas funerarias en común, de transformación chamánica hombre-jaguar, con
a pesar de la discreta variabilidad estilística que se atributos añadidos del ave rapaz y los ofidios 3. Esta
advierte en la cerámica. En cuanto a la forma de los hipótesis se ve reforzada por los referentes reales de
entierros, se trata generalmente de una fosa simple, la fauna y flora costeñas, representados por los cupis-
que habría servido como contenedor físico para el nique en su arte chamánico tales como las manifesta-
individuo inhumado, colocado en posición flexionada. ciones sobrenaturales de un paisaje sagrado. En otras
palabras, los iconos sagrados de la cultura Cupisni-
A pesar de contar con nuevas evidencias que favore- que, confundidos como de tradición Chavín, estuvie-
cen la hipótesis sobre la introducción del fenómeno ron inspirados en la biodiversidad de los ecosistemas
Chavín -desde el occidente de los Andes centrales y del bosque seco y del mar ecuatorial y no en la de la
no desde el oriente de los mismos- un buen número floresta tropical amazónica, como tradicionalmente ha
de arqueólogos insiste en notar únicamente simili- sido asumido por varios investigadores.
tudes genéricas, pero no específicas entre Chavín de
Huántar 2 y otras realidades culturales durante el La parafernalia ritual destinada a la ingestión de
Formativo Medio. Siguiendo esta propuesta la cultura alucinógenos, así como la iconografía asociada, tienen
Cupisnique continuaría siendo interpretada como una su origen en la costa norte. Esos elementos, que se
influencia directa de Chavín de Huántar. Sin embar- inscriben en el universo chamánico, junto con las
go, los datos que revelan lo contrario son cada vez prácticas funerarias y la arquitectura monumental
más convincentes. Los fechados de sitios de filiación con iconografía compleja, eventualmente deberán ser
Cupisnique como, por ejemplo, el monumental cen- investigados con mayor detalle, dada la riqueza poten-
tro ceremonial de Huaca de los Reyes en el valle de cial de la información de los complejos culturales que
Moche, son anteriores a Chavín de Huántar. Más aún, rodean a ciertas especies botánicas y faunísticas típi-
la distribución y organización de formas arquitectó- cas del bosque seco ecuatorial. Todo ello servirá para
nicas en el espacio norcosteño, el formalizado simbo- entender el origen, la evolución y el posterior carácter
lismo religioso cupisnique que se refleja en los frisos panandino del pensamiento religioso cupisnique. Un
de la Huaca de los Reyes, y los innumerables objetos ejemplo bastante ilustrativo de este pensamiento es
muebles de diversa naturaleza encontrados en la ya la representación de personajes míticos de rasgos
representativa muestra regional de entierros norcos- antropofelínicos asociados al San Pedro, una cactácea
teños, anteceden a gran parte de la iconografía de las de efectos psicotrópicos (Trichocereus pachanois). En
litoesculturas de Chavín de Huántar. En este sentido, la plaza circular hundida de Chavín de Huántar se
Fig. 18
Réplica de mate con motivos incisos
procedente del sitio de Huaca Prieta.
Museo Nacional de Arqueología,
Antropología e Historia del Perú, Lima.
200 A.C.

encuentra representado un personaje sobrenatural nique es Huaca Prieta. Este gran montículo arqueo-
que sostiene un cactus San Pedro4 (Fig. 17). Fuera del lógico, ubicado en el valle de Chicama, presenta una
territorio de Chavín de Huántar, la asociación felino- serie de depósitos estratificados de carácter doméstico 500 A.C.
cactus San Pedro-escalón volutado solo aparece en las y funerario, que se extiende desde el periodo Prece-
botellas funerarias modeladas e incisas de asa estribo rámico Tardío hasta la ocupación virú 5. Vale la pena
Cupisnique Clásico, que han sido documentadas en mencionar que Huaca Prieta fue uno de los primeros
Puémape, en otros sitios al interior del valle de Jeque- sitios investigados arqueológicamente con el objeto de
tepeque, y en los cementerios cupisnique del valle de entender los orígenes de la agricultura en los Andes
Chicama. Este tipo de representaciones están inspira- centrales 6. Uno de los contextos funerarios hallados,
do en el jagüey, el humedal del bosque seco ecuatorial. el Entierro Nº 99.1/9037, corresponde a uno de los pri-
Se trata de espejos de agua alimentados permanen- meros cultivadores norteños. Ha sido bautizado como
temente desde el subsuelo, que constituyen el hábitat el de la “Dama de los Mates”, por la asociación de dos
natural del San Pedro y de animales como los felinos, pequeños mates decorados cuyas representaciones se
las boas y las aves rapaces. En el ámbito occidental relacionan con formas estilizadas de rostros antropo-
semidesértico del norte de los Andes centrales, estos morfos y felínicos (Fig. 18). Varios de estos motivos esta-
abrevaderos de agua permanente son vitales para rían relacionados con los antecedentes más tempra-
diversas especies endémicas de la costa, sobre todo en nos de la formación del estilo Cupisnique hacia el año
los meses de invierno. 2200 a.C. De otro lado, el periodo de cerámica inicial
documentado en Huaca Prieta, a continuación de las 1500 A.C.
Cupisnique Temprano ricas manifestaciones del Precerámico Tardío, es con-
temporáneo al estilo Guañape Temprano identificado
A partir de las evidencias que se vienen estudiando, en el sitio de Guañape, en el litoral del valle de Virú 8.
provenientes básicamente de contextos funerarios y
ceremoniales, consideramos a Cupisnique como una La cerámica inicial registrada en Puémape, al igual
de las sociedades que cumplieron un papel protagó- que en Guañape y en Huaca Prieta, antecede estra-
nico en la emergencia de Chavín de Huántar. Con el tigráficamente al componente Cupisnique Clásico
propósito de corroborar esta consideración, habría o Medio. Pero, en el caso de Puémape, varios rasgos
que preguntarse qué se puede decir hoy acerca de los formales y decorativos de aquella cerámica de estilo
orígenes del estilo, las prácticas funerarias, la estruc- Guañape Temprano continúan en la cerámica de estilo
tura sociopolítica y otros aspectos de los cupisnique. Cupisnique Clásico. Esta continuidad es también noto-
Desde una perspectiva estrictamente regional, uno de ria en las costumbres funerarias y en la arquitectura
los sitios claves para esclarecer los orígenes de Cupis- de carácter ceremonial. Se sugiere que la cerámica
2200 A.C.
Fig. 19
Olla sin cuello del estilo Cupisnique
' ( ) *Zd
Temprano de Puémape. Proyecto
Arqueológico Puémape.

pág. 72
inicial de los sitios de Puémape y Guañape correspon- Cupisnique Clásico
dería a la fase temprana del desarrollo de la cultura
Cupisnique (Fig. 19). La fase que sigue a Cupisnique Temprano recibe el
nombre de Cupisnique Clásico. También se le cono-
En términos sociopolíticos, los vestigios de varios cen- ce como Cupisnique Medio, por el fuerte carácter
tros ceremoniales y de sus correspondientes conglo- distintivo del estilo de su cerámica funeraria, que
merados habitacionales, diseminados desde el litoral correspondería al periodo Formativo Medio Tempra-
hasta las cabeceras de los valles norcosteños, probable- no (situado, tentativamente, entre los años 1500 a
mente reflejarían unidades políticas independientes 500 a.C.). La fase Cupisnique Clásico fue definida, de
durante esta fase temprana. La evidencia arqueológica manera preliminar, sobre la base de una comparación
documentada hasta la fecha no sustenta la preeminen- sistemática de elementos culturales afines en el estilo,
cia de un sitio central de carácter político y religioso, procedentes en su mayoría de contextos funerarios y,
pese a que las comunidades cupisnique estarían ya en menor medida, de contextos ceremoniales registra-
involucradas en la génesis de una ideología religiosa dos en los valles de Jequetepeque, Chicama y Moche9.
común. Esta se habría de consolidar y difundir exten-
samente durante la fase Cupisnique Clásico, periodo Tomando como base la clara estratificación cultural
en el que adquiriría un gran prestigio interregional. y natural del sitio de Puémape, es posible subdivi-
dir el periodo Formativo Medio en Medio Temprano
Es posible pensar que varias élites emergieron de y Medio Tardío. En Puémape, las áreas domésticas
pequeños señoríos distribuidos en distintos sectores de correspondientes a Cupisnique Temprano (Formati-
los valles costeños. Su poder y competencia, en parte, vo Temprano) fueron utilizadas con fines funerarios
se habrían sustentado por el control de las mejores durante el periodo Cupisnique Clásico o Medio (For-
tierras agrícolas, la organización de ceremonias, el mativo Medio Temprano). Más adelante, se construyó
acceso a las valvas del mullu (Spondylus sp.), oriundo un gran centro ceremonial sobre este cementerio del
de los mares cálidos ecuatoriales, y por la elaboración Cupisnique Clásico. Este complejo arquitectónico cere-
de recipientes, ornamentos y espejos de antracita, un monial y su material cultural asociado constituyen el
recurso mineral no metálico que se halla en el ámbito marcador físico y temporal para identificar al periodo
territorial de Cupisnique y Chicama. Formativo Medio Tardío.
K\ok`c
G\kXk\

9fcjX
[\]`YiX
m\^\kXc
:fY\ikliX[\c
]Xi[f]le\iXi`f
G`\[iX
[\k`qX

<jg\af[\
XekiXZ`kX

G\kXk\
9fk\ccX[\ DXk\j
XjX\jki`Yf

K\ok`c

G`\[iX
[\k`qX
9fcjX[\
]`YiXm\^\kXc

Fig. 20
Entierro característico del periodo 8ck\iXZ`e 8kX[f :l\eZfj
X^laXj pdX[\aXj
Cupisnique Clásico. gi\_`jg}e`ZX

Proyecto Arqueológico Puémape.


200 A.C.

Durante la fase Cupisnique Clásico existe una notable Chicama, documentados por Larco10; los entierros del
variabilidad en cuanto a la predominante disposición cementerio de Talambo, entre el valle bajo y medio
flexionada del muerto. Otras señas de un tratamiento de Jequetepeque11; y la tumba de Cerro Blanco, San 500 A.C.
diferenciado de los difuntos, tales como la disturbación Pablo (Cajamarca), en la cabecera del río Jequetepe-
intencional de entierros en el proceso de inhumar a que12.
otros individuos durante la misma fase cultural, la
decapitación, la aplicación post mortem de pintura Cupisnique Clásico se caracteriza arqueológicamente
(hematita) sobre el difunto, y la ingerencia de fibra de por la presencia inicial de botellas de asa estribo, un
algodón (Gossypium barbadense) en la boca, también rasgo tradicional en la costa norte del Perú, desde
han sido documentadas. Cupisnique hasta la época colonial. En ninguna otra
parte del Perú, esta forma, de notable función ritual,
Actualmente se están definiendo claros patrones en tuvo tanto prestigio y continuidad como en los valles
las formas de las fosas funerarias y de las cistas. Por norteños. Los golletes-estribo iniciales, de perfiles lige-
la complejidad de estos contextos funerarios es posi- ramente cuadrangulares o trapezoides, se comunican
ble inferir la gran energía humana invertida para su en muchos casos con cuerpos escultóricamente mode-
construcción. Además, el ordenamiento, los materia- lados. Las representaciones de la simbología religiosa
les utilizados en los envoltorios funerarios (textiles costeña pueden ser naturalistas o complejas, como,
de algodón y petates), la disposición de los objetos por ejemplo, las representaciones antropofelínicas
acorde con la secuencia de los envoltorios, y las con rasgos anatómicos incorporados de aves rapaces y 1500 A.C.
ofrendas de pequeños fardos que contienen perros y serpientes (Fig. 21). Asociados a estas botellas, aparecen
cuyes, son pruebas tangibles de que habría existido por primera vez los objetos decorados con motivos de
un ritual practicado durante el enterramiento (Fig. 20). boca agnática. La plasticidad y la maestría escultórica
Los entierros del Cupisnique Clásico habrían conte- notorias en estas vasijas especiales, sobre todo en las
nido verdaderos fardos funerarios, donde los objetos representaciones de fuerte significado simbólico, no
de mayor prestigio, como las botellas de asa estribo, fueron superadas en su calidad artística por ninguna
se colocaban sobre los fardos, junto con mates y ro- de las sociedades formativas que se desarrollaron en
cas pintadas con hematita, a la altura de la boca de otras regiones andinas durante el Formativo Medio.
las fosas funerarias. Nuestra hipótesis sugiere que El antecedente formal de las botellas de asa estribo
el patrón funerario del Cupisnique Clásico seguido Cupisnique Clásico lo identificamos en los mates
en Puémape habría tenido una notable distribución ornamentados con asa canasta documentados para el
geográfica en el norte del Perú. Como muestra pue- Precerámico Tardío de Huaca Prieta13.
den mencionarse los cementerios del valle medio de
2200 A.C.
Fig. 21
Botella de asa estribo escultórica
con la representación de un felino,
una serpiente y un cactus San Pedro.
Museo Nacional de Arqueología,
Antropología e Historia del Perú, Lima.

pág. 74
Cupisnique Clásico fue una fase crucial en el desa- humanos), decorados en algunos casos con motivos
rrollo de la sociedad compleja en los Andes. Se podría de fuerte connotación religiosa16. A raíz del hallazgo
decir que las élites cupisnique de esta fase habrían de elaborados ornamentos y cerámica fina asociada
sustentado su poder y su prestigio mediante el con- solamente con algunos niños de corta edad en los
trol de una rica producción agrícola y la explotación cementerios cupisnique de Chicama17 y Puémape18,
de diversos recursos marinos. Una intensa actividad es posible inferir un estatus adscrito socialmente.
ritual y ceremonial practicada en centros religiosos
de variadas dimensiones y grados de importancia, Varios centros ceremoniales emplazados en las partes
adyacentes a las tierras fértiles de los valles, in- media y baja de los valles reflejan distintas escalas
crementarían ese poder y prestigio. Estos se verían en su construcción y ornamentación. En el valle de
acrecentados aun más cuando los cupisnique tuvieron Jequetepeque destaca Limoncarro, que presenta frisos
un mayor acceso a las valvas de Spondylus sp., y al similares a los descubiertos en la Huaca de los Re-
gran caracol Strombus galeatus provenientes del mar yes19. En el periodo Cupisnique Clásico, a diferencia de
ecuatorial. Dichos moluscos, gravitantes en el ritual la fase anterior, se constata la preeminencia de Huaca
de la época, son frecuentemente representados en de los Reyes, que forma parte del complejo Caballo
botellas de asa estribo (véase cat. no. 3). Además del uso Muerto, como el gran centro ceremonial interregional.
tradicional de la antracita, las élites habrían tenido
acceso a piedras semipreciosas como la amatista, la De acuerdo con la secuencia estratigráfica de Pué-
turquesa, la sodalita y el cristal de roca. Estas, al mape, Cupisnique Clásico continúa desarrollándose
igual que las valvas de Spondylus sp., sirvieron para localmente. La fase siguiente, crucial para entender
elaborar suntuosos ornamentos, que al parecer no los orígenes de la cultura Mochica, se caracterizará
eran accesibles a todos los miembros de la sociedad por la ocurrencia de diversos cambios drásticos de
cupisnique. Asociados a los entierros del Cupisnique origen natural y cultural.
Clásico se han encontrado también las infaltables
valvas del Choromytilus chorus y los caracoles de Cupisnique Tardío
tierra (Scutalus sp.), especies que aparentemente
gozaban de un fuerte valor dual, es decir, alimenti- La información obtenida hasta el momento indica
cio y simbólico14 ; además de hematina, chunguitos que en la costa norte, durante el periodo Formativo,
blancos (pequeños cantos rodados de origen ribere- ocurre un cambio notable relacionado con las prácticas
ño y marino), cánidos, alimentos de origen marino funerarias. Se trata del abandono de la tradicional
y terrestre, y objetos tallados en hueso de distintas posición flexionada de los difuntos, característica del
especies (cérvidos15, camélidos, aves, cetáceos, incluso periodo Cupisnique Temprano y Clásico, en favor de la
Fig. 22
Tocado de oro del periodo formativo con
personaje sobrenatural flanqueado por
seres ornitomorfos. Museo Larco, Lima.

200 A.C.

posición extendida, predominante durante el Cupis- lugares de los valles norcosteños. Durante esta fase
nique Tardío. Este comportamiento ha sido corrobo- tardía es probable que nos encontremos frente a un
rado en los cementerios de Chongoyape 20 y Morro de universo cultural en el que varios cacicazgos, asenta- 500 A.C.
Eten 21. La misma posición, con algunas variantes, dos en diversas regiones pero interrelacionados entre
continuará durante la época Salinar. En el periodo sí, estuvieran compartiendo una misma ideología. El
Cupisnique Tardío nuevos elementos fueron incorpo- evidente prestigio de las expresiones artísticas de con-
rados al ajuar funerario, además de los que ya venían notación religiosa adquirirían un carácter “oficial”, por
usándose desde el Cupisnique Clásico, tales como su constante repetición y estandarización en nume-
ornamentos de oro y plata. Esta es la información que rosos soportes. Ese estilo, formalizado en Cupisnique
se desprende de un entierro de Puémape, lamentable- Clásico, habría continuado hasta Cupisnique Tardío,
mente profanado por huaqueros. El notable desarrollo, en algunos casos cargado de un excesivo barroquis-
aparentemente repentino, de una asombrosa tecnolo- mo. Las élites correspondientes a varios cacicazgos y
gía metalúrgica durante el periodo Formativo Medio sus subordinados habrían estado, de alguna manera,
Tardío implicaría toda una especialización en torno integrados bajo un vigoroso e intenso ceremonialismo.
a la elaboración de objetos de oro y plata. Esta habría Sin embargo, la ocurrencia de un fenómeno natural de
servido, por primera vez, como el soporte de sofistica- proporciones catastróficas en la costa norte decidiría
das expresiones artísticas profundamente imbuidas el abandono repentino de asentamientos culturales de
de un fuerte simbolismo religioso. filiación Cupisnique Tardío. Este evento estuvo proba-
blemente asociado a un tsunami y a un evento ENSO 1500 A.C.
En este contexto aparecen también, por primera vez (El Niño Southern Oscillation) que habrían ocasiona-
en los Andes, nuevos símbolos de estatus social y, por do la destrucción y el abandono del gran templo del
ende, emblemas de autoridad y poder elaborados en Cupisnique Tardío, excavado solo parcialmente en
metales preciosos. Tal es el caso de accesorios de vestir Puémape 23. Es posible que estos fenómenos naturales
elaborados en oro, como coronas, orejeras, pectora- hayan afectado también otros sitios formativos de la
les, brazaletes, sortijas y collares, entre otros22 (Fig. 22). costa norte 24. Es indiscutible que queda aún mucho
Estos objetos de prestigio fueron decorados, en su por esclarecer acerca de la cultura Cupisnique, y que
mayoría, con motivos asociados a la cosmovisión del una mayor atención por parte de los investigadores
jaguar y de personajes antropofelínicos relacionados contribuirá a entender mejor los orígenes y la natura-
con el complejo de transformación chamánica. En leza del fenómeno que sentó las bases de la posterior
relación a la fase anterior, salta a la vista la inusita- identidad mochica.
da y sorprendente opulencia de los entierros de las
élites del Cupisnique Tardío, localizados en diferentes
2200 A.C.
CAT. 1
CONTORSIONISTA DE PUÉMAPE
Cupisnique Clásico
Botella de asa estribo con representación
escultórica de contorsionista.
Modelado e inciso.
37 x 14,3 x 20,7 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.10

pág. 76
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 1
CONTORSIONISTA
DE PUÉMAPE

Fig. 23
Motivos incisos de zig-zag y de
un rostro felínico ubicado
a la altura del tobillo izquierdo
del personaje.
pág. 78

Las únicas botellas con representaciones escultóricas de bles problemas de salud en el transcurso de su ciclo vital,
contorsionistas documentadas en los Andes centrales como el mal funcionamiento de sus órganos y agudos
son las que se asocian a la cultura Cupisnique. Hasta el dolores en la columna vertebral.
final de la década de los ochenta, los pocos ejemplares
existentes en colecciones peruanas carecían de cualquier De acuerdo con los datos arqueológicos, el Contorsionis­
indicación sobre su procedencia. En 1989, sin embargo, ta de Puémape procede de un entierro del Cupisnique
el señor Óscar Rodríguez Razzetto adquirió esta botella, Clásico o Medio. Este fue registrado como el Entierro
que meses antes habría sido profanada de un entierro en CXXI por la I Expedición Científica del Museo de la
el cementerio de Puémape. Nación a la costa norte del Perú, dirigida por Carlos G.
Elera y José Pinilla Blenke. Esta fosa alterada, cubierta
El Contorsionista de Puémape, representado en una con troncos de algarrobo y huesos de ballena, fue
botella de asa estribo trapezoidal, fue cocida en una documentada durante nuestra primera temporada de
atmósfera reducida y presenta un acabado negro pulido excavaciones en Puémape, en el año 1990. Aquí fueron
predominante. Es comparable a otros ejemplares encontrados los restos óseos disturbados pertenecientes
cupisnique similares, pero que carecen de procedencia a un niño y a un joven adulto de género no identificado.
conocida. En general, este tipo de representaciones Un fragmento presente de la botella adquirida por Óscar
corresponden a individuos jóvenes, cuyos elocuentes Rodríguez Razzetto, que representaba parte del abdo­
rostros muestran ciertos mofletes y expresiones adoles­ men del Contorsionista, contribuyó a identificar clara­
centes. Por sus dimensiones, el de Puémape es el mente el contexto funerario original del que fue saquea­
contorsionista más alto documentado hasta la fecha. do. De este modo se pudo deducir que la botella de la
colección del MALI procedía del entierro antes menciona­
Las extremidades inferiores del personaje están orienta­ do. Allí también se registró un cuenco finamente pulido y
das hacia la cabeza y muestran las plantas de los pies decorado con línea incisa fina superficial, que represen­
descansando a la altura de la frente. La posición excep­­ taba una secuencia de olas marinas. Junto a esta pieza
cional y “anormalmente” flexionada, típica de sus se encontró una extraordinaria cuenta de cristal de roca
extremidades, lo diagnostican como un contorsionista o y un colmillo de lobo marino adulto que, a manera de
acróbata. De acuerdo con estudios clínicos realizados en colgante, fue tallado con una representación antropo­
individuos con ligamentos extremadamente flexibles en morfa similar al Contorsionista de Puémape. La estructu­
las extremidades, se trataría de una enfermedad congé­ ra funeraria así como el contenido de objetos suntuarios
nita conocida como mal de Marfán, que se manifiesta en de prestigio dan cuenta del alto estatus del Entierro
una gran laxitud de todos los ligamentos y tendones. Los CXXI.
individuos que sufren este mal presentan, en consecuen­
cia, una gran elasticidad de las extremidades, tanto Si se observa el rostro del Contorsionista se aprecia un
inferiores como superiores. Además, desarrollan sensi­ tatuaje alrededor de los ojos, que hace que estos
Fig. 24
Detalle de diseños incisos de rostros
felínicos de perfil enmarcados en
hexágonos, ubicados en el torso
del personaje.

Fig. 25
Botella escultórica con la
representación de un personaje
autodegollándose, procedente
de la zona de Cayaltí, Zaña.
Museo Nacional Chavín.

200 A.C.

destaquen. Uno de los tobillos muestra bandas de líneas (Boa constrictor ortonii), que es la única especie de boa 500 A.C.
incisas finas en zig zag y una cabeza humana decapitada costeña, endémica de la ecorregión del bosque seco
(Fig. 23). En su mano derecha el personaje sostiene una ecuatorial.
serpiente, mientras que la zona donde se ubicaría la
mano izquierda no está presente en la pieza. Como Los contorsionistas de Cupisnique tienen sus paralelos
vestimenta presenta una trusa incidida. En el abdomen, en culturas ecuatorianas y mexicanas, también del perio­
y en línea fina superficial que decora parte del abdomen do Formativo. Representaciones de personajes similares
y parte del pecho, se representaron motivos enmarcados han sido documentadas en la cultura Chorrera de
en una franja vertical con diseños hexagonales y triangu­ Ecuador 28; asimismo, durante el Pre-Clásico mesoameri­
lares. En el interior de los hexágonos se han representa­ cano, en el sitio de Tlatilco, México 29, se elaboraron
do cabezas humanas decapitadas y en el interior de los contorsionistas en ceramios botelliformes, mientras que
espacios triangulares, “rostros sonrientes” (Fig. 24). en sitios de afiliación cultural Olmeca, como Tenosique
en Tabasco y Choapas en Veracruz 30, se labraron
El marco hexagonal, en cuyo interior se han incidido esculturas de acróbatas en piedra. Lo interesante de
cabezas y rostros humanos, frontales o de perfil, consti­ todo esto es que, a pesar de la distancia geográfica, la
tuye un rasgo distintivo y tradicional de los estilos representación de contorsionistas de distintas afiliacio­
Cupisnique Clásico y Tardío. Este patrón cultural norteño nes culturales (Cupisnique, Chorrera, Tlatilco y Olmeca)
ha sido documentado en vasos de piedra de paredes coincide en el mismo marco temporal y proceso cultural,
rectas, que corresponden a una parafernalia ritual25; en es decir, asociada a los orígenes de las civilizaciones 1500 A.C.
cerámica funeraria procedente del Morro de Eten, en el andinas y mesoamericanas.
valle de Lambayeque26; y en coronas de oro de la élite del
Cupisnique Tardío del sitio de Kuntur Wasi 27. Incluso en
sitios lejanos de la costa norte del Perú, pero influencia­
dos por la ola cultural cupisnique, como el sitio de Karwa,
en la bahía de La Independencia, en Ica, se han documen­
tado finos textiles con el distintivo hexágono que
enmarca las cabezas decapitadas.

El referente real del Contorsionista debe haber causado


una gran impresión en su momento, tal como en la
actualidad ocurre cuando se contemplan los espectácu­
los de los acróbatas o contorsionistas. Es muy probable
que hubiera un claro paralelo entre la flexibilidad del
contorsionista y la boa costeña conocida como macanche 2200 A.C.
CAT. 2
ABSTRACCIÓN CUPISNIQUE
Cupisnique Clásico
Botella de asa estribo escultórica conformada por
un cuerpo cónico con diseños geométricos incisos
y base compuesta por tres elementos globulares.
Modelado, inciso y punteado.
20 x 15 x 13,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.1

pág. 80

Esta pieza única, pues hasta la fecha no se ha encontra­


do otra igual, es una botella de asa estribo que pertenece
al estilo Cupisnique Medio. En su parte inferior se han
modelado tres pequeños cántaros de cuello corto que le
sirven de base o soporte a modo de trípode. Sobre estos
se ha modelado lo que parece ser una tapa común,
decorada con anchas líneas incisas, que sirve de descan­
so al asa estribo. El acabado monocromo pulido le otorga
una singular elegancia a la pieza.
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 3
SPONDYLUS Y STROMBUS
Cupisnique Clásico
Botella de asa estribo escultórica con
representación de conchas de Spondylus
y Strombus.
Modelado e inciso.
28 x 22,8 x 20 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.2

pág. 82
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 3
SPONDYLUS
Y STROMBUS

Fig. 26
Detalles de motivos
incisos de rostros
felínicos de perfil sobre
la superficie del
Strombus.
pág. 84

Las representaciones que se aprecian en la cerámica del caracol como de la concha, fueron incididos con
escultórica del estilo Cupisnique Clásico o Medio pueden línea fina superficial.
clasificarse principalmente en dos tendencias generales.
La primera es el de las representaciones naturalistas. En Las representaciones de la concha bivalva Spondylus
esta tendencia se pueden apreciar y reconocer claramen­ princeps y el gran caracol Strombus galeatus, representa­
te las especies de flora y de fauna, tanto terrestres como dos en los contenedores de la botella, constituyen dos
acuáticas, que forman parte de la biodiversidad del especies malacológicas provenientes de las profundas
bosque seco ecuatorial. La otra tendencia es la de aguas cálidas del mar ecuatorial. Dicha asociación tiene
representaciones sobrenaturales, que presentan tanto una fuerte connotación simbólica, que ya aparece
motivos geométricos como figuras antropomórficas con claramente definida durante el Cupisnique Clásico y que
rasgos animales. En este último caso, la yuxtaposición e continúa durante la fase siguiente. Podemos inferir que el
intercambio de rasgos anatómicos humanos y animales trasfondo ideológico de esta representación alegórica de
se hallan ligados al complejo de transformación chamáni­ dos “fuerzas” de la naturaleza, que se oponen y comple­
ca, que gira en torno al uso del cactus San Pedro (Tricho- mentan, está asociada a la fertilidad. El lado derecho
cereus pachanois) y otras sustancias psicotrópicas, como de la botella, donde se ha modelado al caracol gigante
las semillas de algunas variedades de faiques (Acacia Strombus galeatus, está vinculado a las fuerzas masculi­
macracantha), típicas del bosque seco ecuatorial. En nas (arriba, salida del sol, día). El lado izquierdo de la
algunos casos, se puede presentar también una mezcla botella, por su parte, donde se aprecia a la concha bivalva
entre las tendencias naturalista y sobrenatural, lo que del Spondylus princeps, es el lado de las fuerzas femeni­
es bastante común en la parafernalia ritual y funeraria nas (abajo, puesta del sol, noche). Esta botella, en su
de la cerámica y en otros tipos de artefactos hechos de conjunto, sería la primera versión material asociada al
diferentes materiales orgánicos e inorgánicos. Bajo lo pensamiento primordial panandino, cuyo punto de partida
cotidiano del modus vivendi de los cupisnique es posible está vinculado no solo a la enorme importancia de los
inferir todo un mundo mágico religioso y una cosmovisión moluscos del mar ecuatorial, sino a la relación simbólica
que daba sentido a su existencia. entre estos, las lluvias y el agua que fertiliza la tierra.

Insertas en la tendencia naturalista, se encuentran De otro lado, en el espacio para soplar del Strombus
las botellas de asa estribo de perfil cuadrangular y galeatus se aprecian figuras, incisas en línea fina
rectangular donde se modelaron cuerpos dobles para superficial, de serpientes con las bocas abiertas que
contener líquidos. Este es el caso de la botella con la muestran una suerte de apéndices. Estas imágenes
representación del caracol gigante y la concha bivalva, coinciden justamente con el área por donde se soplaba.
proveniente de un entierro saqueado del sitio de Lo interesante es que el sonido resultante al soplar por
Puémape. Esta pieza fue cocida en atmósfera reducida este gran caracol se asemeja al producido por la boa
y presenta un acabado negro pulido. Los rasgos, tanto costeña macanche (Boa constrictor ortonii) (Fig. 26).
Fig. 28
Versiones naturales de las conchas
de Strombus y Spondylus princeps.

Fig. 27
Divinidad chavín que
porta una concha de
Spondylus en la mano
izquierda y una de
Strombus en la mano 200 A.C.
derecha.

El trasfondo ideológico de esta representación, definida tumba contenía, además, textiles ricamente decorados 500 A.C.
durante el periodo Cupisnique Clásico como se ha con motivos estilísticamente afines a los tejidos de
mencionado anteriormente, fue tallada más tarde en la Huaca Prieta 35. En la actualidad, las valvas de Spondylus
escultura de la divinidad antropofelínica conocida como todavía cumplen un rol gravitante en el norte del Perú,
el Dios Sonriente de Chavín de Huántar. La divinidad en las mesas de adivinación de los chamanes 36.
esculpida sostiene un caracol Strombus galeatus en la
mano derecha y una valva de Spondylus princeps en la El acceso a estos exóticos moluscos ecuatoriales, que
mano izquierda. Más aún, en la Galería de las Caracolas sirvieron para satisfacer las necesidades ideológicas de
del Templo Viejo de Chavín han sido documentados, como las élites cupisnique, permitió además establecer
ofrendas, valvas de Spondylus princeps, caparazones de contactos con la sociedad chorrera del periodo Formati­
Strombus galeatus y valvas de choro (Choromytilus vo ecuatoriano. Tanto en los territorios chorrera como
chorus)31 (Fig. 27). Lo significativo es que el acceso de la en aquellos bajo la influencia cupisnique es posible
Galería de las Caracolas está orientado hacia el Este, el encontrar varios rasgos en común, tales como las
lado por donde nace el sol, que es, al mismo tiempo, el representaciones iconográficas plasmadas en la cerámi­
frente oriental por donde vienen las nubes cargadas de ca. La naturaleza de dichos contactos de larga distancia
lluvia, producto de la condensación de las aguas del se encuentra actualmente en estudio. Es posible que
océano Atlántico 32. En esa misma galería, investigaciones parte del poder político de las élites de las culturas
arqueológicas recientes han identificado varios caracoles Cupisnique y Chorrera estuviera basado en el mutuo
completos de Strombus galeatus que han sido modifica­ conocimiento del “otro”. Es también posible que los 1500 A.C.
dos como trompetas33. En algunos casos, estos ejempla­ conocimientos esotéricos relacionados con el fenómeno
res fueron decorados con motivos incididos de clara del chamanismo contribuyeran a profundizar las relacio­
afiliación cultural Cupisnique. Es relevante mencionar que nes entre el área ecuatoriana y el norte del Perú. Puede
el Strombus galeatus fue utilizado como trompeta o servir de modelo un caso documentado en el siglo XVIII,
pututu desde la época Cupisnique. Es un uso que perdura en el que un chamán de gran prestigio en la costa y
hasta el día de hoy entre las comunidades quechua sierra norte del Perú, originario de la localidad de
hablantes del sur del Perú. Chilasnique (Olmos-Lambayeque), se hubiera iniciado en
el conocimiento esotérico en las montañas de la sierra
Por su parte, el acceso a las valvas de Spondylus prin- central del Ecuador 37.
ceps fue iniciado en los Andes centrales por las socieda­
des del Precerámico Tardío. Objetos elaborados con
Spondylus han sido encontrados en sitios con arquitectu­
ra monumental como El Áspero, al norte de la costa
central 34, y en una notable tumba primaria múltiple
documentada en La Galgada, en la sierra norte. Esta 2200 A.C.
CAT. 4-6
FIGURINAS CUPISNIQUE
DE PUÉMAPE Y URRICAPE

CAT. 4
Cupisnique
Figurina antropomorfa.
Modelado e inciso.
19,5 x 10,5 x 8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.15

CAT. 5
Cupisnique
Figurina antropomorfa
que porta una trompeta
de concha.
Modelado e inciso.
16,5 x 11 x 7 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.16

CAT. 6
Cupisnique
Figurina antropomorfa
pág. 86 que toca una quena.
Modelado e inciso.
17,5 x 7,8 x 7,2 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.17
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 4-6
FIGURINAS CUPISNIQUE DE PUÉMAPE Y URRICAPE

pág. 88

La existencia de figurinas con engobe de color blanco ha sido modelado en cerámica funeraria cupisnique solo
y pintura roja post-cocción ha sido documentada en o junto al Spondylus princeps.
el litoral y la parte media del valle de Jequetepeque,
en los valles de Zaña38 y en el sitio del Morro de Eten De otra parte, en algunas figurinas se representaron
en el valle de Lambayeque 39. La mayoría de figurinas imágenes míticas antropofelínicas de boca agnática en la
tem­pranas ha sido horneada en atmósfera oxidada y, parte posterior. Es una muestra más del gran simbolismo
hasta el momento, no conocemos alguna de este tipo religioso al que habrían estado relacionados estos
que fuera hecha en atmósfera reducida. Sin embargo, objetos dentro del contexto del arte chamánico, muy
las únicas figurinas que cuentan con datos de proce­ común entre los cupisnique.
dencia arqueológica son aquellas que se recuperaron
del saqueo de los cementerios cupisnique en Puémape
y Urricape, en el valle de Jequetepeque, entre los años
1989 y 1990.

Las figurinas presentan cierta variabilidad en cuanto


al tocado o acomodo del cabello. Los rostros son semi­
planos y el iris de los ojos, las fosas nasales y la boca
están formados por simples incisiones y punciones.
Algunas marcas de tatuajes son también distinguibles.
Sus cuerpos están bien ornamentados con pectorales
y claramente se aprecia el uso de taparrabos.

Algunas figurinas (no solo las de esta colección) han


sido fabricadas como instrumentos de viento, ocarinas
específicamente. Precisamente, la perforación central
que algunos ejemplares presentan en el abdomen a
manera de ombligo es parte del mecanismo sonoro.
Cuando no se trata de ocarinas, las figurinas represen­
tan a personajes que sostienen caracoles Strombus
galeatus o tocan flautas. Estos elementos musicales
asociados a las figurinas les otorgaron un carácter
muy especial. Recordemos, además, que tañedores
de Strombus galeatus han sido identificados en litoes­
culturas de Chavín de Huántar y que este gasterópodo
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

Fig. 29 a-c
Detalle del anverso y reverso 2200 A.C.
de las figurinas.
CAT. 7-9
BOTELLAS DE LA TRADICIÓN
ROJO Y NEGRO DE TECAPA

CAT. 7
Cupisnique Medio de Tecapa
Botella de asa estribo con
representación de personaje
zoomorfo y diseños incisos
en el cuerpo.
Modelado, pintado e
incisiones superficiales.
26,5 x 16,5 x 18 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.11

CAT. 8
Cupisnique Medio de Tecapa
Botella de asa estribo con diseños
incisos en el cuerpo.
Modelado, pintado e incisiones
superficiales.
23,5 x 16,3 x 16,3 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.13
pág. 90
CAT. 9
Cupisnique Medio de Tecapa
Botella de asa estribo con diseños
incisos en el cuerpo.
Modelado, pintado e incisiones
superficiales.
26,5 x 17 x 17 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.14
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 7-9
BOTELLAS DE LA TRADICIÓN ROJO
Y NEGRO DE TECAPA

pág. 92

Este tipo de botellas de asa estribo proviene del área de


Tecapa 40 y Santonte en el valle de Jequetepeque, pero
carece de datos de procedencia contextual arqueológica
exacta. Los colores de las piezas nos recuerdan a las
botellas del Cupisnique Clásico rojo grafitadas.

En la botella con la figura de un mono sentado de ojos


saltones, se pueden observar motivos incididos en línea
fina superficial, rodeados de un tono oscuro muy pulido
sobre un fondo rojo bruñido (cat. no. 7). Otra botella
(cat. no. 9) presenta un icono bastante estilizado con un
tono negro pulido sobre un fondo rojo bruñido. Se ha
aplicado la misma técnica de línea incisa superficial.

Estas botellas fueron quemadas en atmósfera oxidada.


Podríamos postular, por el parecido con las botellas de
asa estribo monocromas de la fase Cupisnique Clásico,
que se trataría de una variedad coetánea a dicha fase.
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

Fig. 30 a-b
Cabezas de felinos estilizadas
representadas por áreas en color
rojo y delineadas con incisiones
en el cuerpo de las botellas
(cat. nos. 7 y 9).

2200 A.C.
CAT. 10
TRES FRUTOS
Cupisnique Medio de Tecapa
Botella escultórica con tres cuerpos globulares
y diseños incisos de plantas, aves y personajes.
Modelado, pintado e incisiones superficiales.
23,5 x 20 x 19,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.12

pág. 94

Esta curiosa botella pertenece al estilo Cupisnique de


Tecapa y presenta un asa estribo que conduce igualmen­
te a tres recipientes que forman el cuerpo de la botella.
La decoración ha sido realizada por medio de finas líneas
superficiales y un acabado rojo pulido.

Fig. 31 a-c
Detalles de motivos incisos en el cuerpo de
la vasija, que representan plantas y aves
estilizadas.
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 11
PERSONAJE YACIENTE
Cupisnique de Tecapa
Botella con cabeza escultórica lateral y diseños
incisos en el cuerpo.
Modelado y pintado con incisiones superficiales.
21,5 x 16,6 x 23 cm.
Donación del Banco de Crédito del Perú.
MALI – 2007.16.18

pág. 96

En esta botella cupisnique de Tecapa también se puede


apreciar el contraste entre los acabados monocromos
rojo y negro pulidos. Sin embargo, lo que llama la
atención es la posición desde donde sobresale la cabeza
humana del cuerpo de la botella. El rostro que presenta
pareciera corresponder a un estado de trance, posible­
mente ceremonial.
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 12
CARGADOR DE PUÉMAPE
Cupisnique Tardío
Botella de asa estribo escultórica con
representación de personaje cargando un bulto.
Modelado, inciso y punteado.
26,5 x 12,8 x 14,2 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.6

pág. 98

Esta botella representa a un cargador sentado. En la Fig. 32


espalda lleva cuatro bultos, sujetos a la frente del Botella de asa estribo con
representación escultórica
individuo por una faja o banda sujetadora. El estribo de de cargador. Colección
la botella es circular, con gollete de lados convexos y privada.
reborde. Esta forma es característica de la fase Cupisni­
que Tardío de Puémape, definida arqueológicamente en
el Morro de Eten, Lambayeque 41. Mientras que el estribo
y los cuatro bultos en la espalda del cargador presentan
decoración punteada, la ancha banda sujetadora ha sido
pulida y se halla delimitada por líneas incisas paralelas.
El ceramio ha sido cocido en atmósfera reducida y
presenta un tono marrón pulido.

Un ejemplar similar, procedente del valle de Jequetepe­


que 42, constituiría un antecedente para esta pieza
(Fig. 32). Existe una continuidad en las representaciones
de portadores de bultos en periodos posteriores, tales
como las imágenes pintadas con este motivo en la
cerámica mochica.
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 13
FELINO CUPISNIQUE
Cupisnique Clásico
Botella de asa estribo con representación
escultórica de felino y diseños geométricos en
el cuerpo.
Modelado e inciso.
25,5 x 12,5 x 23,7 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.9

pág. 100

Se trata de una botella de asa estribo de forma ligera­ La representación de jaguares, tigrillos y pumas es muy
mente trapezoidal que muestra un gollete alto de borde común en las botellas de asa estribo cupisnique. Se han
evertido. La forma diagnóstica del asa estribo correspon­ registrado en Puémape 43, en algunos sitios del valle
de al estilo Cupisnique Clásico o Medio. Posiblemente fue bajo y medio del río Jequetepeque 44 y en Chicama 45.
cocida en una atmósfera reducida y presenta dos tonos Estos felinos son especies de la ecorregión del bosque
cromáticos que oscilan entre el gris oscuro y el marrón, seco ecuatorial. Su ámbito de residencia es muy
así como un acabado pulido. En el cuerpo de la botella se extenso, desde el litoral desértico hasta el interior de
representa a un felino en versión naturalista, con la boca zonas boscosas, pero se reproducen en áreas más
abierta y mostrando los colmillos en actitud agresiva. reducidas como los jagüeyes (humedales). Este también
Sus extremidades posteriores se encuentan en posición es el hábitat de cactáceas alucinógenas como el San
de descanso, mientras que las anteriores no están Pedro (Trichocereus pachanois), de las grandes boas
flexionadas y muestran las garras juntas. Las manchas costeñas (Boa constrictor ortonii), de aves rapaces
típicas que presentan algunos felinos como el jaguar como el ñampál o Martín Pescador (Pandion aliaetus
(Felis onca) o el tigrillo (Felis pardalis) han sido plasma­ carolinensis). Se trata de un hábitat muy rico en
das en línea fina superficial sobre la botella como especies de flora y de fauna, donde el felino ocupa una
círculos concéntricos. posición destacada. El jagüey, espejo de agua perma­
nente de origen subterráneo, fue sagrado en el pensa­
miento cupisnique, mientras que el felino tuvo un rol
protagónico y esencial en el complejo de transformación
chamánica. La dualidad hombre-felino fue el eje de la
ideología religiosa cupisnique y como tal fue plasmada
en su arte chamánico.
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 14
PEZ FELINO
Cupisnique Tardío
Botella escultórica con representación
de pez con rasgos felínicos.
Modelado e inciso.
26 x 16 x 12,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.7

pág. 102

El asa estribo de esta botella del Cupisnique Tardío


descansa sobre la representación escultórica de un ser
híbrido, con cuerpo de pez y un agresivo rostro felínico.
El cuerpo de la botella está decorado con unciones y
todo el conjunto presenta un acabado monocromo pulido.
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 15
PESCADO
Cupisnique Clásico
Botella escultórica con
representación de un pez.
Modelado e inciso.
22 x 12 x 18,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.8

pág. 104

Esta botella de acabado monocromo pulido pertenece al


estilo Cupisnique Clásico o Medio. El recipiente adopta la
forma de un pez, aunque no es posible identificar la
especie del mismo. El ceramista, además de decorar la
botella con aplicaciones e incisiones, parece haber
querido representar al pez como recién sacado del agua.
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 16
LIFES
Cupisnique Tardío
Botella escultórica que representa dos lifes.
Modelado e inciso.
13,7 x 15 x 15,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.5

pág. 106

Son raras las representaciones del life o pez gato de


agua dulce en la alfarería temprana de los Andes centra­
les. Por ello, resulta muy interesante esta botella de
cuello con reborde, típica de la fase Cupisnique Tardío,
procedente del sitio de Puémape. La botella fue cocida
en atmósfera reducida y, como resultado de esta cocción,
tiene un color negro pulido. El cuerpo de la botella está
modelado con dos lifes cuyos bigotes y piel han sido
incididos con línea fina superficial. Los ojos, grandes y
redondos, aparecen claramente representados, lo mismo
que las fosas nasales. Es interesante notar que las
figuras de los lifes han captado la forma de “S” que
naturalmente adoptan sus cuerpos al nadar.

El life es un pez estrechamente ligado a la etnicidad y


cultura del pueblo muchik o mochica a través de los
siglos, y está asociado a la llegada del agua. Hoy en día,
durante la estación veraniega, con las primeras avenidas
del río La Leche, pueden apreciarse a los lifes llegar al
Santuario Histórico Bosque de Pómac, en Lambayeque,
nadando entre el agua y el lecho seco del río. Es como si
estuvieran dirigiendo el curso del agua hasta que el
cauce del río se llena. En cambio, durante la temporada
seca los lifes se concentran en las pozas que se forman
en algunos sectores del cauce. En esos pequeños
espacios se les puede pescar junto con camarones y
otras especies de peces nativos, como cascafes y
pocoches. Esta botella del periodo Cupisnique Tardío de
Puémape es uno de los primeros casos de lifes modela­
dos en cerámica. La relación simbólica entre este pez y
la llegada del agua fue muy importante para una socie­
dad de base agrícola, y su presencia en el arte precolom­
bino continúa hasta el periodo Lambayeque.
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 17
CABEZA DE LECHUZA
Cupisnique Tardío
Botella de asa estribo escultórica con representación
de una cabeza de lechuza sobre una base decorada
con motivos incisos.
Modelado e inciso.
25 x 12,8 x 12 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.3

pág. 108

Esta botella del Cupisnique Tardío representa una


lechuza escultórica. La parte superior de la botella
corresponde a la cabeza del ave, sobre la que descansa
un asa estribo con un gollete ancho de paredes cóncavas.
Debajo de la cabeza, a modo del cuerpo del ave, se ha
modelado un recipiente que muestra imágenes de
cabezas decapitadas enmarcadas por trazos hexagona­
les. Estos diseños decorativos se realizaron con finas
líneas incisas superficiales.
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
CAT. 18
ROEDOR
Cupisnique Tardío
Botella de asa estribo con representación
escultórica de un roedor alimentándose.
Modelado, inciso y punteado.
20 x 10,5 x 15 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.4

pág. 110

En esta botella de asa estribo, que pertenece al estilo


Cupisnique Tardío, resalta sin duda el pequeño roedor,
modelado sobre el cuerpo principal de la botella. Siguien­
do una notable tendencia naturalista, dicho roedor se
muestra apoyado sobre sus extremidades posteriores,
mientras que las anteriores parecen sujetar su alimento,
posiblemente algún grano. Otras botellas con representa­
ciones escultóricas similares han sido documentadas en
los valles de Lambayeque y de Jequetepeque.
200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.
pág. 112

El estilo Mochica
Temprano del valle
de Jequetepeque
Christopher B. Donnan
University of California, Los Angeles
Fig. 33
Vista de la Huaca Dos Cabezas.
500 D.C.

200 A.C.

La cerámica del periodo Mochica Temprano del valle Cubriendo un área aproximada de un kilómetro cua-
bajo del río Jequetepeque constituye una de las más drado, el sitio de Dos Cabezas comprende pirámides,
extraordinarias expresiones artísticas producidas en palacios y estructuras domésticas que dan cuenta de
el antiguo Perú. Ella se caracteriza por el uso sofistica- la rica y compleja ocupación precolombina. La inmen-
do del bajorrelieve y las representaciones escultóricas sa pirámide ubicada en la parte meridional del sitio,
en tres dimensiones, que permitieron representar una conocida como Huaca Dos Cabezas (Fig. 33), constituye
amplia gama de temas con un sorprendentemente rea- la estructura antigua más grande que existe en el
lismo. Aunque la cerámica Mochica Temprano parece valle de Jequetepeque y es, sin duda, una de las más
ser similar a la que Rafael Larco Hoyle identificara grandes en América del Sur. La sección central de
como la fase Mochica I 1, los fechados radiocarbónicos esta pirámide fue gravemente saqueada durante el
claramente indican que fue producida entre los años periodo colonial temprano. El nombre de la huaca se
300 y 600 d.C., con lo cual sería contemporánea a las debe a este lamentable evento, que dejó dos montícu-
fases III y IV de la cronología establecida por Larco 2. los en la cima de la pirámide. En la actualidad Dos
Cabezas es el nombre con el que se conoce a todo el
La cerámica Mochica Temprano ha sido hallada en sitio arqueológico.
varios sitios arqueológicos en el sur del valle de Jeque-
tepeque. El más grande e importante es el sitio de Dos Durante la ocupación Mochica Temprano (ca. 300-
Cabezas, situado cerca de la desembocadura del río 3. 600 d.C.), Dos Cabezas alcanzó su máximo tamaño y
Dos Cabezas funcionó como el principal centro de pro- mayor ocupación poblacional. Gran parte de su arqui-
ducción de cerámica Mochica Temprano, donde hábiles tectura monumental fue levantada en este momento,
alfareros habrían sido dirigidos y mantenidos por entre las que se distingue la Huaca Dos Cabezas, las
las clases dirigentes para producir vasijas de cerámica cuatro pirámides de adobe más pequeñas ubicadas al
de alta calidad. El sitio colinda por el oeste con el océa- este de la gran pirámide, y una plataforma baja hacia
no Pacífico, por el sur y este con campos de cultivo, el oeste. La ocupación Mochica Temprano del sitio
y por el norte con el río Jequetepeque. La desemboca- parece haber llegado a su fin hacia el 600 d.C. debido
dura del río forma una hermosa laguna intermareal a que la arena, en un severo acontecimiento, enterró
con abundantes peces, aves acuáticas y plantas de gran parte del sitio 4. El lugar fue abandonado y per-
pantano. Los recursos de esta laguna, así como los que maneció desocupado durante varios siglos.
se podía aprovechar del mar, incrementaron la oferta
alimenticia, producto del intenso cultivo de tierras, Además de Dos Cabezas, la cerámica Mochica Tem-
y permitieron sustentar una densa población en Dos prano ha sido hallada en varios otros lugares en
Cabezas durante el tiempo que fue ocupado. el valle bajo de Jequetepeque. Un gran número de
piezas fue saqueado en las tumbas de Balsar, sitio
Fig. 34
Detalle de piezas halladas en la
excavación de rescate en La Mina.

pág. 114

constituido por una serie de cementerios a lo largo solo pico vertical, de lados rectos y con un reborde
del lado meridional del valle, que se extienden desde pronunciado similar al de las asas estribo (véase cat. no. 30).
el océano hasta unos dos kilómetros tierra adentro.
En su fabricación se usaron dos tipos de arcilla. La
Este estilo cerámico también ha sido hallado en La más frecuente era la arcilla tipo terracota que resul-
Mina, una montaña cónica que domina el terreno taba en una tonalidad que iba del beige al marrón. La
cultivado del valle, localizada aproximadamente a arcilla blanca se usó con menor frecuencia. Aunque
unos cinco kilómetros del mar. Aquí en 1990 se halló la mayor parte de la cerámica mochica fue fabricada
una tumba del Mochica Temprano de gran riqueza por medio del uso de moldes, se ha verificado, en todos
que había sido parcialmente saqueada por huaque- los casos, que la del estilo Mochica Temprano no lo
ros 5. La organización de una excavación de salvataje fue. En su fabricación, por el contrario, se empleó la
permitió, felizmente, recuperar numerosas vasijas técnica del modelado.
de este estilo que aún quedaban en el entierro (Fig. 34).
El proceso de manufactura se iniciaba con la construc-
En los sitios de Tolón y Masanca, ubicados al interior ción de la cámara. A continuación, se agregaban las
del valle de Jequetepeque, importantes ejemplares partes protuberantes como la cabeza, los brazos, las
de cerámica Mochica Temprano han sido saqueados piernas y los picos. Estos últimos, por lo general, se
de tumbas de élite. El sitio de Masanca, sin embargo, insertaban en un agujero perforado en la cámara, que
pudo ser excavado arqueológicamente en los últimos luego era cubierto con arcilla alrededor de la unión.
años y se consiguió identificar otros ejemplares 6.
Hasta la fecha, este estilo cerámico ha sido rara vez Algunas vasijas de cerámica eran dejadas del color de
reportado al norte del río Jequetepeque, aunque una la arcilla usada en su manufactura (véase cat. nos. 21 y 31),
vasija Mochica Temprano fue recuperada en 1939 por pero usualmente se añadían detalles con pintura de
Ubbelohde-Doering en el sitio de Pacatnamú 7. engobe. Cuando la vasija era fabricada en terracota,
se aplicaba engobe blanco o blanco y rojo (véase cat. nos. 19,
Una gran parte de la cerámica Mochica Temprano 20, 29 y 30). En cambio, si se usaba arcilla blanca, solo se
de alta calidad está constituida por botellas con tres aplicaba engobe rojo (véase cat. nos. 22, 23, 24 y 25). El engobe
formas distintivas de cuellos y picos. La más común se aplicaba mientras la vasija estaba húmeda. Oca-
es un asa estribo con un reborde pronunciado en la sionalmente, las áreas pintadas se delineaban con
parte superior (véase cat. nos. 20, 21 y 22). Otra forma frecuente líneas ligeramente incisas (véase cat. no. 23). Durante el
es un pico largo que se va angostando y un asa que proceso de secado, la superficie exterior era cuidado-
se extiende desde la base hacia el cuerpo de la vasija samente bruñida con el objetivo de lograr un aspecto
(véase cat. nos. 19 y 24). La forma menos común es la de un liso y brillante.
500 D.C.

Fig. 35 Fig. 36
Botella escultórica con Botella escultórica con
representación de personaje representación de felino
sentado. Colección privada. echado. Colección privada.

200 A.C.

Una vez secas, las vasijas eran quemadas en el horno. incluso haya sido reconocido como el estilo distintivo
La mayoría se horneaba en atmósferas oxidantes y de la corte y de la realeza que ocupó Dos Cabezas
resultaba con tonos contrastantes como rojo y blanco. durante este periodo.
Por su parte, las vasijas que se horneaban en atmós­
feras reductoras adquirían más bien tonalidades La consistencia estilística de esta cerámica nos permi-
oscuras, que fluctuaban entre los grises y el negro te identificarla incluso cuando se le encuentra fuera
(véase cat. no. 28). Después de la cocción, la superficie del valle bajo de Jequetepeque. En la década de 1960,
de algunas vasijas era pintada con un pigmento de por ejemplo, los huaqueros saquearon unas ricas tum-
origen orgánico, que luego, tras calentarse, adoptaba bas en el sitio de Loma Negra, localizado en el valle
un color negro (véase cat. no.27). de Piura, en el extremo norte de la costa peruana. La
presencia de numerosas vasijas del Mochica Tempra-
Hacia el final del proceso de elaboración, muchos no8 entre los materiales procedentes de estas tumbas
ceramios de estilo Mochica Temprano eran adornados sugiere que, entre los años 300 y 600 d.C., habría
con pedazos de concha, hueso o piedra cuidadosamen- existido una fuerte vinculación entre los valles de
te cortados. Estos adornos se fijaban con una resina Jequetepeque y de Piura. En el complejo de El Brujo,
directamente sobre la superficie. Frecuentemente, se en el valle de Chicama, una figura de estilo Mochica
colocaban en cavidades previamente creadas en la Temprano fue recientemente excavada en la tumba
superficie de la vasija durante el modelado. A menudo que pertenecía a una mujer de alto rango 9, junto con
se utilizaban incrustaciones para los ojos y los dientes varios objetos de metal idénticos a los que se halla-
tanto de humanos como de animales, para los brazale- ron en Dos Cabezas. Esto sugiere que las cortes de
tes y los pectorales, para los escudos de los guerreros ambos lugares habrían estado vinculadas a través de
y para la nariz de los felinos (Fig. 35 y 36). lazos tales como los del matrimonio. De esta manera,
nuestra capacidad para reconocer la cerámica Mochi-
La cerámica Mochica Temprano es notablemente ca Temprano nos permite identificar las conexiones
consistente en su tecnología, en la forma de sus picos, políticas que existieron o que pudieron existir entre el
en lo que retrata y, precisamente, cómo se retrata. valle bajo de Jequetepeque y los pueblos que vivieron
Estas consistencias sugieren que los alfareros que la en otras partes de la costa norte peruana durante el
produjeron estuvieron sometidos a un estricto control periodo Intermedio Temprano.
para lograr la producción de un estilo alfarero distin-
tivo y reconocidamente distinto del que se producía en
otros lugares. Este estilo simbolizaría la identidad de
la formación política que habitó en el valle bajo del río
Jequetepeque en aquellos tiempos. Es probable que
CAT. 19
GUERRERO VIGÍA
Mochica Temprano
Botella de pico cónico con representación de
un guerrero arrodillado que porta un escudo
y mira al horizonte.
Modelado y pintado.
17 x 12,3 x 19 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.32

pág. 116
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 19
GUERRERO VIGÍA

pág. 118

Este extraordinario retrato de un guerrero es único en El objetivo era capturar al oponente antes que darle
lo que se conoce del arte mochica. Esculpido bellamente muerte. Una vez concluido el combate, el guerrero
en una postura realista, el guerrero parece cubrirse los vencido era despojado de su vestimenta, armas y orna­
ojos para evitar el reflejo de la luz solar mientras observa mentos, se le ataba una soga alrededor del cuello, y
a la distancia. Está vestido con una túnica simple y lleva era guiado de vuelta a un recinto ceremonial (Fig. 39).
una vincha elaborada en tela blanca. Una sola franja de Allí se efectuaba la Ceremonia del Sacrificio, donde
pintura blanca se extiende hacia abajo desde el lado se procedía a degollar a los prisioneros desnudos y su
izquierdo de la frente y se curva debajo de la boca, lo que sangre era consumida por los sacerdotes y las sacerdo-
da al rostro un aspecto asimétrico. En la muñeca izquier­ tisas, que vestían elaboradas prendas rituales (Fig. 40).
da porta un hermoso escudo con un patrón alternante de
triángulos rojos y blancos. Los guerreros son representa­ En las representaciones artísticas del combate mochica
dos a menudo en el estilo Mochica Temprano, pero en ninguna muestra guerreros atacando un castillo o un
casi todos los casos estos se encuentran arrodillados asentamiento fortificado; matando, capturando o
sobre una sola rodilla, portan un mazo en una mano y un maltratando a mujeres o niños. Tampoco se ha encontra­
escudo en la otra, y miran directamente hacia delante en do evidencia alguna de que los mochicas hubieran
una postura estática (Fig. 37). También llevan armadura, un empleado algún equipo bélico o una estrategia que
objeto semejante a una piel sobre la espalda y un casco involucrara la actuación de varios grupos de guerreros
con un ornamento de tocado en forma de media luna, con en estrecha coordinación. No se verifica ninguna forma­
elementos escalonados a los lados. Si bien estos guerre­ ción regular de tropas similares a las falanges griegas, ni
ros han sido finamente logrados, no cuentan con la instrumentos de asedio cuyo funcionamiento involucrase
maravillosa postura realista o la excelencia artística de a pelotones entrenados. Si bien es cierto que existen
esta pieza. unas cuantas representaciones de dos o más guerreros
combatiendo a un único oponente, en casi todos los
Los guerreros y sus actividades han sido frecuentemente casos, los combates son individuales, uno a uno. Según
representados en el arte mochica, y en la actualidad nos parece, la esencia del combate mochica habría sido
podemos hallar cientos de estas representaciones en la expresión del valor individual. En muy pocos casos los
museos y colecciones privadas. Gracias a estas mues­ combatientes aparecen asesinados; en la mayoría,
tras, es posible ordenarlos en una secuencia de activida­ solamente se muestra su derrota. En este sentido, la
des que se conoce como la Narrativa del Guerrero. La finalidad del combate no habría sido la de dar muerte al
secuencia comienza con los guerreros listos para el enemigo, sino la de capturarlo para el sacrificio ritual.
combate, que por lo general portan mazos y escudos. En la sociedad mochica, los guerreros que participaban
Luego vienen representaciones del combate mismo, las en el combate ritual lo habrían hecho por su propia
que casi siempre involucran a parejas de guerreros voluntad, aun cuando la captura y el sacrificio de algunos
comprometidos en combates cuerpo a cuerpo (Fig. 38). era la consecuencia predecible.
500 D.C.

Fig. 37
Botella escultórica con
representación de un guerrero
arrodillado que porta armas.
Colección privada.

200 A.C.

Fig. 38
Enfrentamiento entre guerreros.
Moche Archive, UCLA.

Fig. 39
Guerreros que llevan prisioneros
desnudos. Moche Archive, UCLA.

Fig. 40
Ceremonia de Sacrificio y presentación
de la copa. Moche Archive, UCLA.
CAT. 20
MURCIÉLAGO ANTROPOMORFO
Mochica Temprano
Botella escultórica con representación de un
murciélago antropomorfo.
Modelado y pintado.
18 x 14 x 16,5 cm.
Donación del Banco de Crédito del Perú.
MALI – 2007.16.33

pág. 120
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 20
MURCIÉLAGO
ANTROPOMORFO

pág. 122

Fig. 41
Reconstrucción del mural de Pañamarca que
representa el Tema de la Presentación.
Nótese la presencia del murciélago en la
parte central inferior de la escena.

Este es un excelente retrato de un murciélago antropo­ sacerdote ataviado con vestimenta elaborada. Ambas
morfizado, una criatura sobrenatural retratada frecuen­ escenas, la del mural y la de la cerámica, establecen
temente en el arte mochica. Se encuentra en posición claramente que el murciélago antropomorfo formaba
sentada con las manos sobre las rodillas, viste un tapa­ parte importante en la Ceremonia del Sacrificio.
rrabo y porta una camisa. Luce un pectoral de cuentas,
un gran ornamento similar a un babero que le cubre Adicionalmente, el murciélago aparece ocasionalmente
el pecho y que se extiende sobre los hombros hasta la combatiendo a la figura conocida como Split-top o
espalda, donde se ata 10. Sus brazaletes, muy probable­ “Pelo-dividido” (Fig. 43). En esta escena ambas figuras
mente, fueron también elaborados con cuentas 11. portan tumis, cuchillos ceremoniales usados para la
decapitación.
Resulta difícil determinar la razón por la cual los
murciélagos eran representados con rasgos antropomor­ Por último, el murciélago antropomorfo también puede
fos en el arte mochica y qué papel jugaron en la mitolo­ ser apreciado en la escena de los Corredores Rituales,
gía de esta sociedad. Existen, sin embargo, varias un evento en el cual humanos y figuras míticas corren
escenas en las cuales aparecen formando parte de las en procesión, portando, a menudo, una bolsa en sus
ceremonias rituales. Un ejemplo es una colorida pintura manos (Fig. 44).
mural plasmada sobre la pared de un templo en el sitio
de Pañamarca (Fig. 41). En la sección inferior de este
mural, se puede apreciar a un murciélago antropomorfo
caminando en la procesión que dirige una sacerdotisa.
Se le reconoce por la uña curva que se extiende de su
ala. La escena está compuesta además por un felino
antropomorfo y varios prisioneros desnudos con una
soga alrededor del cuello. El mural de Pañamarca retrata
con claridad la Ceremonia del Sacrificio, en la que los
guerreros capturados eran sacrificados ritualmente
durante el combate ceremonial.

Otra escena, esta vez pintada en línea fina sobre cerámi­


ca, retrata a un murciélago antropomorfo durante la
Ceremonia del Sacrificio (Fig. 42). Aquí el personaje está
ubicado a la izquierda y se le aprecia cortando la gargan­
ta de un cautivo desnudo y recogiendo su sangre en una
copa. La sacerdotisa presenta una copa similar a un
500 D.C.

200 A.C.

Fig. 42
Ceremonia de Sacrificio donde
participa el murciélago extrayendo la
sangre del cuello de un ser humano.
Moche Archive, UCLA.

Fig. 43
Combate entre el murciélago y
un personaje sobrenatural.
Moche Archive, UCLA.

Fig. 44
Murciélago entre un grupo de
personajes sobrenaturales que
llevan bolsas con pallares. Moche
Archive, UCLA.
CAT. 21
BÚHO
Mochica Temprano
Botella de asa estribo con representación
escultórica de un búho.
Modelado y pintado.
17,5 x 10,5 x 15 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.21

pág. 124

Los búhos son, a menudo, retratados en el estilo Mochica


Temprano bajo tres formas básicas: búhos con orejas
puntiagudas (copetes de plumas en la parte superior de
la cabeza), búhos con orejas rectangulares y búhos sin
orejas. Esta representación es un ejemplo espléndido del
búho con orejas rectangulares.
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 22
FELINO RAMPANTE
Mochica Temprano
Botella escultórica de felino rampante.
Modelado y pintado.
20 x 11 x 17 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.25

pág. 126
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 22
FELINO RAMPANTE

pág. 128

Los felinos han sido retratados con frecuencia en el arte nunca aparecen con la cabeza hacia un lado, con la boca
mochica y los atributos felínicos, tales como los colmi­ cerrada, o mostrando las orejas caídas hacia atrás.
llos, las garras y las marcas del pelaje, figuran en la vesti­ Aunque las cabezas de los felinos fueron representadas
menta y los ornamentos mochicas. Algunos ceramios de por diversos alfareros, ellas son tan parecidas entre sí
felinos del estilo Mochica Temprano fueron elaborados en que la diferencia es casi imperceptible entre una y otra.
arcilla blanca, otros en terracota y algunos más fueron
cocidos en un ambiente reductor. En muchos casos, los El tipo de felino retratado por los ceramistas del periodo
ojos, la nariz y los colmillos son representados por medio Mochica Temprano es el conocido como gato montés
de incrustaciones. (Oncifelis colocolo). Tiene las orejas puntiagudas,
manchas en su cuerpo y rayas en las patas 12. Es nativo
Resulta notable que las representaciones de felinos del de la costa peruana y se le puede encontrar aproximada­
estilo Mochica Temprano tengan una forma y postura mente hasta los 1000 m.s.n.m. Se sabe que es un
tan consistentes. Al parecer solo hubo cuatro formas en cazador de hábitos nocturnos, por lo que rara vez se
las que los alfareros los solían retratar. En ocasiones le ve durante el día 13.
eran representados en posición de combate contra una
gran serpiente (Fig. 45). Sin embargo, era más común En la actualidad, los felinos juegan un papel importante
representarlos solos, echados en posición de costado y en la mitología de los curanderos en la costa norte del
con sus patas delanteras extendidas delante del cuerpo Perú. Dado que su ideología proviene de una tradición
(Fig. 46); sentados sobre sus ancas y con las patas que se remonta al pasado precolombino, ella nos brinda
delanteras hacia abajo; o bien como aparece en este valiosa información sobre los poderes que los mochicas
ejemplar, sentado sobre sus ancas con las patas delan­ atribuían a los felinos. Los actuales curanderos valoran
teras en el aire. Los alfareros del periodo Mochica mucho a estos animales, pues consideran que su aguda
Temprano produjeron numerosas representaciones de vista simboliza la perspicacia visionaria. También los
felinos, pero siempre fueron en una de estas cuatro aprecian por su rapidez y agilidad, que resultan útiles
posturas estandarizadas. para alejar los peligros sobrenaturales. Ellos consideran
que la fortaleza, la agilidad y el valor de los felinos es
Además de estas posturas, los alfareros parecen haber indispensable para el ataque y defensa contra los malos
seguido otras normas, por ejemplo, siempre representa­ espíritus 14.
ban de manera consistente las plantas y las arrugas de
las patas del felino. Asimismo, la cabeza siempre miraba
directamente hacia delante, las orejas se presentaban
erguidas, los bigotes se marcaba claramente, ya sea
mediante una incisión o con engobe, y la boca se mante­
nía abierta, con la lengua sobre los colmillos. Los felinos
500 D.C.

Fig. 45
200 A.C.
Botella de asa estribo que
representa un felino capturando
una serpiente. Colección privada.

Fig. 46
Botella de asa estribo que representa
un felino echado. Fowler Museum,
University of California, Los Angeles.
CAT. 23
TROMPETA DE CARACOL
Mochica Temprano
Botella de asa estribo con representación escultórica
de un pututo decorado con motivos geométricos.
Modelado y pintado.
22 x 14 x 18,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.24

pág. 130
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 23
TROMPETA DE CARACOL

pág. 132

Fig. 47
Presentación de la concha de
Strombus como parte del Tema del
Entierro. Moche Archive, UCLA.

En el antiguo Perú se consideraba que los grandes cara­ de apariencia similar a la de su pariente marino, pero
coles (Strombus galeatus) contaban con un gran poder de dimensiones más reducidas, como de dos centíme­
espiritual. Aunque no son nativos del mar peruano, tros de largo. Se puede aplastar con facilidad con el
habitan en las aguas tropicales cercanas de las costas pulgar y con el dedo índice. Los mochicas habrían estado
del Ecuador. La importación de estos moluscos al bastante familiarizados con la criatura de antenas que
Perú se remonta al año 1500 a.C. aproximadamente y habita en la concha del caracol terrestre. ¡Imaginen la
durante unos tres mil años fue una de las actividades sorpresa de los mochicas al ver unas enormes conchas
más importantes. de más de veinticinco centímetros de largo y de varios
kilos! Como consecuencia habrían creado un ominoso
En el arte mochica se puede apreciar que estos caracoles monstruo caracol, que a veces aparece representado
eran transportados a lomo de llama (Fig. 47). Los mochicas atacando a seres humanos.
los convirtieron en trompetas cortándoles el extremo
que termina en punta e insertándoles luego una boquilla
de cobre. En las representaciones aparecen siendo
sostenidas por individuos (Fig. 48), o siendo usadas como
instrumentos musicales tanto en las escenas de comba­
tes rituales (Fig. 49) como en las procesiones de los
prisioneros desnudos.

El Monstruo Caracol es una importante criatura sobre­


natural del arte mochica (Fig. 50). Su apariencia está
definida por la combinación de la concha del caracol, una
cabeza de serpiente con orejas, y un cuerpo de felino con
garras y manchas. Del hocico del monstruo sobresalen
unos objetos similares a las antenas, al parecer deriva­
dos del caracol de tierra. Existe una posible explicación
para esta monstruosa combinación de elementos que
conforman el cuerpo de la criatura. Al ser los caracoles
importados desde el Ecuador, los mochicas probable­
mente jamás vieron a la criatura que vivía dentro de
ellas. Por este motivo, es posible que hayan establecido
una analogía entre la criatura que habitaba la concha
marina y el caracol terrestre nativo de la costa norte
del Perú. Este último tiene una delicada concha blanca
Fig. 48
Vasija escultórica de un personaje que
lleva en sus manos una concha de
Strombus. Fowler Museum, University
of California, Los Angeles.
500 D.C.

200 A.C.

Fig. 49
Músicos participando en combate ritual. Moche
Archive, UCLA.

Fig. 50
Dibujo en línea fina del Monstruo Strombus. Moche
Archive, UCLA.
CAT. 24
LORO SILBADOR
Mochica Temprano
Botella silbadora de doble cuerpo, asa puente
y pico cónico con representación escultórica
de loro.
Modelado y pintado.
16,8 x 19,7 x 7,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.19

pág. 134

Esta vasija contiene un silbato que ha sido construido


dentro de la cabeza del loro. Silba cuando se sopla dentro
del pico que termina en punta. Cuando contiene algún
líquido, también se produce un silbido, si se la mece de
atrás hacia delante. Este movimiento hace que el líquido
corra por el pasaje existente entre las cámaras, obligando
así al aire a pasar a través del mecanismo de silbido.
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 25
HOMBRE DEMACRADO
Mochica Temprano
Botella de asa estribo con representación escultórica
de un personaje con deformaciones.
Modelado y pintado.
18 x 14,5 x 15,5 cm.
Donación del Banco de Crédito del Perú.
MALI – 2007.16.34

pág. 136
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 25
HOMBRE
DEMACRADO

pág. 138

Este personaje demacrado pareciera estar sufriendo de Ambas representaciones parecen ser retratos de una
alguna enfermedad o aflicción. Sus costillas y clavícula misma persona. Aunque no es claro el por qué se le
sobresalen de su torso. Aunque el lado izquierdo del presenta con el rostro deformado, podría aducirse que el
rostro parece normal, con el ojo mirando directamente individuo ha sufrido algún ataque que ha afectado el lado
hacia delante, el lado derecho se encuentra terriblemen­ derecho de su rostro. También cabe la posibilidad de que
te contorsionado. Puede apreciarse cómo la boca y la la distorsión facial tuviera como objetivo mostrarlo en
mejilla están vueltas hacia arriba, mientras que el ojo, extremo dolor.
cuya pupila se encuentra justo debajo del párpado
superior, está vuelta hacia atrás. Al hallar una de estas vasijas en el sitio de Dos Cabezas,
es posible que dicho personaje haya vivido realmente en
El cabello del individuo representado parece estar este lugar. Tanto sus rasgos faciales como el inusual
cuidadosamente peinado hacia atrás. Una amplia banda estilo de sus cabellos habrían resultado reconocibles
de tela, que aparece desde la parte superior del cráneo, para la población de dicha comunidad.
mantiene el peinado en su lugar. La banda se envuelve dos
veces alrededor de la cabeza y es atada hacia atrás, con
los dos extremos colgando hacia abajo. Debajo de ella, el
cabello del personaje parece estar peinado hacia atrás,
agrupado e insertado debajo de la vincha para formar un
elemento que se proyecta desde la parte posterior de la
cabeza. Se trata de la única persona retratada en el arte
mochica que lleva los cabellos de este modo.

Otra vasija del estilo Mochica Temprano, excavada en un


contexto funerario de élite en el sitio de Dos Cabezas,
parece mostrar a este mismo personaje (Fig. 51). Este
ceramio, hallado junto a una vasija en forma de cóndor
(Fig. 52 a-b). fue cocido en un entorno reductor, lo que le
prestó un color general negro. El individuo representado
presenta los mismos rasgos faciales que esta vasija, ya
que lleva la misma banda de tela o vincha alrededor de
la cabeza y tiene el cabello arreglado de un modo
similar. Sin embargo, en la vasija excavada en Dos
Cabezas el personaje se encuentra reclinado sobre un
lado, apoyado en uno de sus brazos.
Fig. 51
Botella de asa estribo con representa-
ción de un personaje desnudo apoyado
en uno de sus brazos procedente de Dos
Cabezas. Instituto Nacional de Cultura,
La Libertad.

500 D.C.

200 A.C.

Fig. 52 a-b
Tumba de élite de Dos
Cabezas donde se encontró la
pieza del personaje desnudo.

0 50 cm
CAT. 26-27
TAMBORES CON CABEZAS HUMANAS

CAT. 26
Mochica Temprano
Botella en forma de tambor con
rostro humano.
Modelado y pintado.
18,7 x 8,6 x 13,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.27

CAT. 27
Mochica Temprano
Botella en forma de tambor con
pág. 140
rostro humano y tocado.
Modelado y pintado.
22 x 6,5 x 16,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.26
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 26-27
TAMBORES CON
CABEZAS HUMANAS

Fig. 53
Botella de asa estribo con
representación escultórica de
pág. 142 personaje que lleva un tocado
cilíndrico con adorno frontal en
forma de pulpo. Dos Cabezas.
Instituto Nacional de Cultura,
La Libertad.

Estas dos vasijas son muy parecidas entre sí y retratan cilíndrico de metal pudiera encajar sobre ella. En otra
una cabeza humana encima de una cámara en forma de vasija de una colección privada (Fig. 55) esto es mucho
tambor. Dicha forma, frecuente en el arte del Mochica más evidente pues aún conserva fragmentos de un
Temprano, debió haber tenido algún significado especial tocado cilíndrico de metal, que encaja perfectamente
para sus productores. En la tumba real de La Mina se alrededor de la parte superior de la cabeza. Desgraciada­
halló un ejemplar muy similar elaborado en plata y oro, mente, la parte frontal del tocado de esta pieza está
mientras que en Dos Cabezas se encontraron otros dos ausente, de modo que no es posible establecer si contó
elaborados de madera. o no con un tocado elaborado. Tampoco es posible saber
si la pieza de la colección del MALI (cat. no. 26) contó con
En una de las vasijas (cat. no. 27) se muestra a un personaje un adorno elaborado en su tocado cilíndrico.
que luce un tocado cilíndrico con una elaborada pieza
delantera en forma de pulpo, muy similar a la retratada Los tambores mochicas se construían con marcos
en una vasija cerámica excavada en una tumba de élite cilíndricos de cerámica abiertos a ambos extremos 16.
en Dos Cabezas (Fig. 53). Esta combinación podría deberse Luego se extendía cuero sobre las aberturas y se fijaba
a que tanto el búho como el pulpo tienen picos muy un asa en la parte superior. Para utilizarlos, el tamborile­
poderosos que usan para dar muerte a su presa. ro lo sostenía por el asa y procedía a golpear la membra­
na de cuero con una pequeña baqueta (Fig. 56). Una
Las representaciones de tocados cilíndricos fueron pintura en el estilo Mochica de Línea Fina muestra dos
comunes en el arte del Mochica Temprano y podrían ser tambores y sus baquetas. Cada tambor presentaba una
características de dicho estilo. Recientemente veintiún cabeza de venado fijada a su parte superior (Fig. 57).
de ellos han sido excavados en las tumbas del Mochica Un ceramio del Mochica Temprano parece mostrar
Temprano de Dos Cabezas 15. Fueron elaborados con también un tambor con una cabeza de venado fijada al
cilindros de cestería hechos con rollos de juncos mismo (Fig. 58). En consecuencia, es probable que estas
(Juncus sp.) y atados con hilo de algodón blanco, que dos vasijas de cerámica en forma de tambor retraten
luego eran cubiertos con tejidos. Estos cilindros, tambores reales con cabezas humanas.
abiertos a los extremos, encajaban sobre la cabeza
como una corona. La mayoría de los tocados tenía
placas de cobre dorado fijadas al textil, que cubrían por
completo el exterior del cilindro (Fig. 54).

En la otra pieza (cat. no. 26) la cabeza que se encuentra


sobre la cámara en forma de tambor no es común, ya que
la parte superior de la cabeza se encuentra encogida. Al
parecer fue elaborada de este modo para que un tocado
500 D.C.
Fig. 54
Recreación de tocado
cilíndrico con placas de Fig. 55
metal hallado en una Botella escultórica que representa a un
tumba de élite de Dos guerrero sentado con un tocado cilíndrico con
Cabezas. restos de metal. Colección privada.

200 A.C.

Fig. 57
Escena con personaje que lanza flores.
Nótese la presencia de tambores en la parte
inferior de la escena. Moche Archive, UCLA.

Fig. 56
Botella escultórica de
personaje que toca un
tambor. Field Museum,
Chicago.

Fig. 58
Botella escultórica que
representa un tambor
con cabeza de venado.
Colección privada.
CAT. 28
LOBO MARINO
Mochica Temprano
Botella silbadora de doble cuerpo, asa puente y
pico cónico con representación de un lobo marino.
Modelado.
17 x 18 x 9 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.23

pág. 144

Esta vasija contiene un silbato que ha sido construido


dentro de la cabeza del lobo marino. Silba cuando se
sopla dentro del pico que termina en punta. Cuando
contiene algún líquido, también se produce un silbido,
si se la mece de atrás hacia delante. Este movimiento
hace que el líquido corra por el pasaje existente entre
las cámaras, obligando así al aire a pasar a través del
mecanismo de silbido.

Los lobos marinos, originarios de la costa peruana,


fueron retrados con gran frecuencia por los artesanos
mochicas. En algunos casos han sido representados al
momento de ser golpeados con una maza por los
cazadores. Uno de los objetivos de la caza de lobos
marinos era conseguir las piedras que se hallan en los
estómagos de estos animales, pues se creía que tenían
poderes curativos (Fig. 59).

Fig. 59
Caza de lobos marinos.
Moche Archive, UCLA.
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 29
MONO
Mochica Temprano
Botella de asa puente y pico cónico con representación
de un mono acostado sobre su vientre.
Modelado y pintado.
17,5 x 17,5 x 14,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.22

pág. 146

Aunque los mochicas habitaron una región desértica,


lograron mantener monos con ellos, pese a que estos
procedían de un medio ambiente más tropical. Los
monos aparecen con frecuencia en el arte mochica,
en muchos casos cerca de un árbol recogiendo frutas
y colocándolas dentro de bolsos que llevan colgados
del cuello.
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 30
FRUTO
Mochica Temprano
Botella de pico recto y asitas
laterales que representa un fruto.
Modelado y pintado.
16 x 13,6 x 10,7 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.31

pág. 148

Los mochicas crearon representaciones extrema­


damente realistas de una amplia variedad de frutos
y plantas. Es posible que, en este caso, se haya
representado un melón.
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 31
BOTELLA BLANCA
Mochica Temprano
Botella de asa estribo blanca.
Modelado y pintado.
18 x 12,7 x 12,4 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.29

pág. 150

Aunque la mayoría de las piezas cerámicas del estilo


Mochica Temprano retrata objetos en bajorrelieve y en
esculturas tridimensionales, algunas vasijas, como
esta, no llevan decoración alguna pero destacan por
su elegante simplicidad.
500 D.C.

200 A.C.
CAT. 32
ROSTRO CON FELINOS Y SERPIENTES
Mochica Temprano
Botella de asa estribo con representación
incisa de un rostro del cual emanan
felinos y cabezas de lifes estilizadas.
Modelado e inciso.
19,5 x 11,8 x 13,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.28

pág. 152

Fig. 60
Motivos incisos representados
en la pieza.

El diseño inciso, que cubre la mitad de esta vasija,


representa una cara cuasi humana en la parte frontal.
Sobre ella hay dos cabezas, cada una con un par de ojos
circulares, pero están tan estilizadas que no es posible
identificarlas con certeza. Igualmente estilizadas son las
figuras de animales, de perfil, que se aprecian a los lados
de la cara. Aunque tampoco es posible identificarlas,
puede ser que se trate de felinos, en vista de sus dientes
pronunciados, las patas con garras, las orejas puntiagu­
das y los círculos en sus cuerpos (véase cat. no. 22).

Los colores que presenta este ceramio son el resultado


del proceso de quemado en una atmósfera reductora. Si
durante este proceso el ceramista trató de mantener el
oxígeno fuera del horno, la botella debería tener un color
gris negruzco consistente, como puede verse en la vasija
del estilo Mochica Temprano con representación del lobo
marino (véase cat. no. 28). Por el contrario, si durante este
mismo proceso, por un error del ceramista, se hubiese
expuesto la vasija al oxígeno, resultaría en un tono más
claro. Esto último fue lo que ocurrió con esta botella. Sin
embargo, más que un error, pareciera que hubo intencio­
nalidad en la obtención de esa superficie gris negruzca,
pues está tan bien centrada en la cara cuasi humana del
personaje, que enfatiza el contraste entre las partes
blancas y rojas del diseño 17.
500 D.C.

200 A.C.
pág. 154

Los mochicas
del sur
Jeffrey Quilter
Peabody Museum, Harvard University
700 D.C.

500 D.C.

Hacia una definición de la cultura Mochica La cultura Mochica fue entendida como un estado
expansionista que, desde el valle de Moche, conquistó
Los grandes edificios ceremoniales mochicas y su una amplia zona de la costa, desde el valle de Piura,
distintivo estilo cerámico figuran actualmente entre por el norte, hasta el de Nepeña, por el sur. Dos fueron
los restos precolombinos mejor conocidos del Nuevo los fundamentos que sustentaron esta interpretación.
Mundo. Pese a ello, el proceso para comprender los as- El primero fue el estilo distintivo y aparentemente
pectos principales de esta cultura no ha sido sencillo. uniforme de la cerámica mochica, tanto en sus formas
En un primer momento se consideró al estilo Mochica escultóricas como en las pictóricas 3, que en su momen-
como una expresión del estilo Chimú Temprano, sin to permitió a Rafael Larco Hoyle construir su célebre
embargo, con el tiempo se logró perfilar mejor sus par- secuencia cerámica de cinco fases (Fig. 61). Es importante
ticularidades y se intentó definir su naturaleza políti- advertir, sin embargo, que estas evidencias cerámi-
ca. Fue así cómo durante el tiempo transcurrido entre cas, si bien formaban parte de colecciones conocidas,
la conferencia de Chiclín (1946), al término del Pro- carecían de datos arqueológicos de procedencia. En
yecto Valle de Virú 1, y las investigaciones realizadas consecuencia, las escasas referencias sobre su origen
por el Proyecto Chan Chan – Valle de Moche, dirigidos forzaron a los investigadores a interpretar la alfarería
por la Universidad de Harvard (1969-1974) 2, se logró mochica como si esta fuese un solo fenómeno, relati-
establecer por primera vez una manera de entender vamente uniforme y con pocas diferencias entre las
a los mochicas, la cual se mantuvo virtualmente sin piezas encontradas de un sitio y de otro. El segundo
mayores cambios hasta hace unos pocos años. fundamento de este modelo expansionista mochica fue

Fig. 61
Secuencia estilística de la cerámica
mochica según Rafael Larco.
Museo Larco, Lima.

I II III IV V
pág. 156

la notoria similitud que presentaban diversas huacas


de la costa norte con las formas de las Huacas del Sol
y de la Luna en el valle de Moche, lo que, en última
instancia, parecía ser la difusión de un estilo arquitec-
tónico desde un único centro.

Pero la vigencia de este modelo empezó a ser cuestio-


nada a raíz, principalmente, del descubrimiento de las
tumbas de Sipán en 1987. Este hallazgo impulsó nu-
merosos proyectos de investigación en la costa norte,
como los de San José de Moro en el valle de Jequete-
peque, los trabajos en el complejo de El Brujo del valle
de Chicama, y los de las Huacas de Moche en el valle
del mismo nombre 4. La información que se obtuvo de
estas investigaciones permitió no solo la elaboración
de otras interpretaciones sobre el fenómeno Mochica,
Fig. 62 sino la comprensión de que este fenómeno era mucho
Botella de asa puente de más complejo de lo que se suponía.
estilo Vicús con representación
escultórica de personaje y Uno de los principales defectos detectados en el mode-
decoración negativa. Museo de
Arte de Lima. Memoria Prado. lo expansionista fue la aplicabilidad de la cronología
estilística propuesta por Rafael Larco, de manera que,
conforme los trabajos de excavación se ampliaban en
la costa norte, las incongruencias entre esta secuencia
estilística y la cerámica hallada fuera de los valles de
Moche y Chicama se hicieron cada vez más evidentes.
Este problema ya había sido previamente detectado
cuando se descubrió, a mediados de los años sesenta,
una cerámica que compartía rasgos del estilo Mochi-
ca. Se trataba del estilo Vicús 5 y sus piezas, aunque
pertenecían a colecciones privadas, provenían de sitios
saqueados. Pese a sus rasgos mochicas, la cerámica
vicús no podía ser situada correctamente en la secuen-
cia de Larco, por lo que la mayoría de los investigado-
res asumió que debía ser anterior al estilo Mochica (Fig.
62). Posteriores trabajos de campo confirmaron que el
estilo Vicús, aunque no se adecuaba a los parámetros
estilísticos previamente establecidos, estaba relaciona-
do con el estilo Mochica pero no era anterior a él. Por
el contrario, Vicús hoy es para muchos considerado
como una forma del estilo Mochica norteño6.
700 D.C.

500 D.C.

Fig. 63
Vasijas de los estilos Mochica Medio
y Gallinazo halladas en una misma
tumba en San José de Moro. Programa
Arqueológico San José de Moro.
pág. 158

Otro estilo cerámico que generó problemas de inter-


pretación fue Gallinazo, conocido también como estilo
Virú por el nombre del valle donde se ubica su prin-
cipal sitio, inmediatamente al sur del valle de Moche.
Aunque no coinciden con el estilo Mochica, las vasijas
domésticas de mediana calidad que forman parte
del estilo Gallinazo7 han sido reportadas en muchos
sitios mochicas, en asociación con alfarería mochica
de altísima calidad. Para explicar este fenómeno, los
arqueólogos sugirieron que tal vez los pueblos mochica
y gallinazo compartieron el mismo espacio geográfico,
sin perder sus propias y distintivas tradiciones alfa-
reras. Otra explicación sobre esta presencia de ambos
estilos sostenía que los mochicas o bien conquistaron
al pueblo gallinazo o bien los absorbieron dentro de sus
propias tradiciones, de tal manera que el estilo Galli-
nazo se habría ido desvaneciendo conforme su pueblo
renunciaba a sus viejos estilos y adoptaba la forma
mochica de fabricar cerámica. Sin embargo, los conti-
nuos trabajos de campo y el examen de las colecciones
sugieren, más bien, que el estilo Gallinazo habría Fig. 64
sobrevivido hasta bien avanzada la era Mochica8 (Fig. 63). Botella con representación escultórica
de sacerdote frente a prisionero
procedente de la región Mochica Sur.
Aparte de estas anomalías Vicús y Gallinazo, los Museo de Arte de Lima. Memoria Prado.
arqueólogos notaron que la separación entre una fase
estilística mochica y otra, tan claramente expuesta
en la secuencia de Larco, no resultaba tan clara para
las piezas arqueológicamente excavadas en los sitios
mochicas. En consecuencia, muchos se comenzaron
a preguntar cuán factible era seguir conservando el
sistema cronológico original de Larco. Una explicación
para estas discordancias surgió a mediados de la dé-
cada de 1990 y fue el producto de los intensos trabajos
de campo realizados por los arqueólogos Luis Jaime
Castillo y Christopher B. Donnan9. Ellos postularon,
con sólidos argumentos basados en un cuidadoso
análisis de las diferencias estilísticas de los ceramios,
la existencia de dos ámbitos mochicas distintos, uno al
norte y otro al sur, separados por la pampa de Paiján,
una amplia franja desértica que se extiende entre los
valles de Chicama y Jequetepeque.
700 D.C.

500 D.C.

Actualmente son muchos los estudiosos que aceptan difundidos? En realidad, esta vinculación con unida-
la propuesta de Castillo y Donnan, pero aún hay una des políticas es solo un supuesto y no un hecho. La
gran diversidad de opiniones en lo que respecta a idea de que un grupo de artefactos refleja, directa o
la naturaleza de la cultura Mochica. ¿Fue un único detenidamente, una unidad social o cultural ha tenido
estado el que controló diversos valles norteños o fue una larga vida en la arqueología y se basa en el con-
una confederación de estados minúsculos que contro- cepto de “cultura arqueológica”.
laban un valle particular? Mientras que unos pocos
investigadores insisten en el modelo de un único El concepto de “cultura arqueológica”, cuyas raíces se
estado expansionista, la mayoría concibe a esta cul- encuentran en el pensamiento social y político de los
tura como un solo estado meridional que se expandió siglos XIX y XX, ha dominado la arqueología desde la
hacia el sur desde su capital ubicada en las Huacas década de 1950, cuando Vere Gordon Childe lo explicó
de Moche. Otros, por el contrario, proponen que los en su forma más clara10: él argumenta que una serie
asentamientos mochicas dispersos en los distintos de restos arqueológicos (alfarería, herramientas de
valles eran independientes, y que tal vez la mayoría piedra, estilos arquitectónicos, prácticas funerarias),
de los sitios de un solo valle conformaba una unidad a los que se identifica y define como entes que se dan
política individual. simultáneamente en un tiempo y lugar limitados,
representa a un determinado grupo social. De acuerdo
Como se puede apreciar, las investigaciones han con este concepto, las diferencias entre los franceses
superado ya la simple división de las esferas mochicas y los alemanes, por ejemplo, más allá de sus lenguas
al norte y al sur. Christopher Donnan, Luis Jaime y sus formas de hacer y pensar la política, debían
Castillo y Santiago Uceda han comenzado reciente- expresarse en sus culturas materiales y en sus estilos
mente a identificar lo que parecen ser subestilos de de vida. Teóricamente, en consecuencia, si el estereo-
la cerámica mochica, cada uno de los cuales parecería típico francés bebía siempre vino, deberían hallarse
haber estado asociado a un valle particular de la costa copas de vino entre los restos de sus asentamientos;
norte, o incluso a una zona más reducida al interior y si su contraparte alemana prefería la cerveza,
de estos valles. En suma, la perspectiva de una sola entonces vasos para esta bebida deberían descubrirse
unidad política mochica que comprendía a todos los en las excavaciones. De igual modo, se pensó que los
valles norteños está cediendo su lugar a la idea de pueblos antiguos se distinguían entre sí con prácticas
que hubo distintos “mochicas” asentados en distintos que tenían como base materiales distintivos. En el
valles norteños. Perú, la existencia de precedentes históricos, como el
Tahuantinsuyu, que según los españoles fue un estado
El concepto de “cultura arqueológica” similar a los imperios europeos, no solo fortaleció el
y de los mochicas concepto de “cultura arqueológica”, sino que impulsó
a los investigadores a estudiar a los incas del mismo
Cuando los investigadores disertan sobre la cultura modo en que se estudiaban entidades históricas tales
Mochica, sea que se trate de un único estado ex­ como los imperios romano o británico. De esta ma-
pansionista, de dos regiones mochicas, o de muchos nera, se estableció que la cultura material incaica con-
mochicas diseminados en distintos valles, resulta taba con una serie de características distintivas que
obvio que se refieren a entidades políticas. Pero, ¿cómo sirvió para representar y reforzar el poder del estado
es posible interpretar o caracterizar dichas entidades y del imperio. Entre ellas se pueden mencionar, por
si la base a partir de la cual surgió el concepto de ejemplo, las técnicas de cantería incaica y sus formas
“Mochica” fue fundamentalmente el reconocimiento arquitectónicas específicas; sus textiles y vestimentas
de estilos alfareros y arquitectónicos ampliamente emblemáticas, como el cumbi, usado como presente
pág. 160

imperial y en uniformes militares; y una cerámica Estilos de arte y la organización política


particular, usada en festividades y ceremonias auspi- mochica
ciadas por el estado. Fue probablemente este conjunto
de características incaicas lo que inspiró a Michael Quienes plantean la existencia de una organización
Moseley para acuñar el término “estilo corporativo”, política estatal mochica han considerado en sus argu-
que jamás definió pero que, sin embargo, utilizó para mentaciones los datos obtenidos, en primer lugar, del
referirse a los mochicas 11. análisis estilístico de su cerámica y, en segundo, del
estudio comparativo de su arquitectura ceremonial.
Pero la “cultura arqueológica” es un concepto y no una
realidad, por lo que las relaciones existentes entre la En lo que respecta a la cerámica mochica, el consenso
cultura material y los grupos sociales, culturales o entre los investigadores es cada vez más amplio: no
políticos no se presentan de manera simple ni directa hay un único estilo Mochica en el sentido del “estilo
(así, algunos franceses prefieren la cerveza y algu- corporativo” propuesto por Moseley hace tres décadas.
nos alemanes, el vino). En consecuencia, la forma en Esto resulta particularmente cierto en el área norteña,
que los pueblos entienden o reclaman una identidad en donde se están identificando más estilos alfareros
particular puede modificarse, al tiempo que distintos al interior de cada valle y, en algunos casos, dentro de
grupos pueden compartir la misma, o casi la misma, sitios particulares. Este detallado nivel de discrimina-
cultura material. Solo en algunos momentos, en algu- ción todavía no es posible para los mochicas del sur,
nos lugares y bajo algunas condiciones, los artefactos aunque algunos estilos locales ya han sido identifica-
tal vez reflejen la etnicidad o la existencia de una dos. Steve Bourget, por ejemplo, ha señalado que la
entidad política. Pero los arqueólogos a menudo acep- cerámica de Huancaco, en el valle de Virú, no cumple
tan que, una vez hecha la abstracción del conjunto de con los rasgos del estilo Mochica “típico” 12. Consecuen-
artefactos, resulta probable que las culturas arqueoló- temente, en vista de los datos proporcionados por la
gicas no necesariamente hayan existido como unida- cerámica, no hay evidencia alguna de la presencia de
des políticas o sociales. Un analista debe, precisamen- una organización estatal a gran escala.
te, ser capaz de identificar tales casos o situaciones,
para así poder elaborar un argumento convincente Por su parte, las evidencias no son concluyentes cuan-
que respalde sus propuestas, en especial cuando la do se usa la arquitectura ceremonial mochica como
materia que lo ocupa es la prehistoria. El mejor modo indicador de un sistema estatal que se expandió sobre
de formular un argumento de este tipo es presentando una amplia región de la costa norte peruana. Algu-
los datos independientes que conforman la base sobre nos complejos de huacas parecen haber constado de
la que se construyó la inferencia o supuesto. ¿Existió plataformas aterrazadas unidas por rampas centrales
una organización política mochica? ¿Qué argumentan y de plazas relativamente pequeñas delante de ellas o
los investigadores al respecto? ¿Cómo fue esta, si es a uno de sus lados. La rampa de la huaca más grande
que existió? ¿Y si no existió, qué fue Mochica final- corta las terrazas siguiendo patrones en zig zag, según
mente? Para poder responder estas interrogantes, es fuera interpretado para Sipán13, en el valle de Lamba-
necesario, primero, analizar los datos que hay disponi- yeque, y Pañamarca14, en el valle de Nepeña, mucho
bles sobre los mochicas. más al sur. La gran distancia que separa a estos dos
sitios y la presencia de huacas de distintos estilos en
los valles intermedios sugieren que sus formas no
se debieron a una política estatal. Por el contrario,
es más probable que estas se deban a las relaciones
que lograron establecerse entre las élites de distin-
700 D.C.

500 D.C.

tos asentamientos. En este sentido, el camino que se


extiende desde Guadalupito, en el valle de Nepeña,
hasta el valle de Moche sugiere una sólida vincula-
ción entre los pobladores de ambos valles. Es posible,
entonces, que los demás valles también estuviesen re-
lacionados entre sí, aunque de un modo no tan directo.

Otras huacas presentaban plataformas aterrazadas,


una gran plaza delante de ellas, y una rampa lateral
por donde se ascendía a la cumbre. La rampa solo
cortaba una vez la parte delantera de la huaca, en un
nivel relativamente elevado del sistema de terrazas.
Esta forma arquitectónica solo ha sido hallada en la
Huaca de la Luna, en el valle de Moche, y en la Huaca
Cao Viejo, en el vecino valle de Chicama. En este últi-
mo lugar, además, se adoptó tardíamente el programa
decorativo existente en la Huaca de la Luna (Fig. 65 a-b).
Estas evidencias sugieren que el asentamiento del va-
lle de Moche influyó en el del valle de Chicama, y que
dicha influencia se manifestó con mayor fuerza en una
fecha relativamente tardía. Lamentablemente, este
es un caso excepcional, pues no se cuenta con datos o
información similares para los otros centros ceremo-
niales de la región mochica. Solo cuando se cuente con
trabajos detallados de estos centros se podrá evaluar
si las similitudes y las diferencias en los formatos
arquitectónicos y los programas decorativos indican
o no influencias y asociaciones entre ellos.
Fig. 65 a-b
Con el planteamiento de un estilo alfarero mochica Detalles de escenas del combate ritual mochica
uniforme seriamente cuestionado por estudios recien- representados en los murales policromos del
tes y la falta de evidencias sólidas de una arquitectu- Complejo El Brujo y de la Huaca de la Luna.
Proyecto Arqueológico El Brujo.
ra ceremonial estandarizada, es poco lo que respalda
Fundación Wiese / Proyecto Arqueológico Hua-
claramente la existencia de un estado expansionista cas del Sol y de la Luna.
que unificó a los mochicas del sur. De haber existi-
do tal estado, hubiera dejado su impronta sobre las
comunidades locales y el paisaje de un modo mucho
más evidente. Sin embargo, pese a no haber señal
alguna de un régimen semejante, no es posible dejar
de notar una clara y característica presencia mochica
en muchos valles.
pág. 162

Tal parece que el fenómeno Mochica se manifiesta me- Oráculos, peregrinajes y zonas neutrales
jor a través de sus prácticas religiosas y, en particular,
su iconografía (la repetición de deidades específicas es Durante los periodos Intermedio Tardío y Horizonte
la evidencia material de la adopción de una religión), Tardío, los grandes complejos de huacas fueron cen-
que mediante la imposición de un sistema político. En tros religiosos que sirvieron fundamentalmente como
ese sentido, Santiago Uceda sugiere que durante el oráculos y centros de peregrinación. Las evidencias
periodo Mochica Temprano las Huacas de Moche con- y las investigaciones al respecto son contundentes 17.
formaron el centro de un estado teocrático 15, mientras Richard Burger y Lucy Salazar han demostrado que,
que Christopher Donnan considera que lo que se ha durante el periodo Inicial (ca. 1500-1000 a.C.), los
interpretado como “Mochica” es más bien un sistema grandes complejos arquitectónicos en forma de U del
religioso uniforme, de prácticas y creencias compar- valle de Lurín también fueron centros de peregrinaje,
tidas 16. Llegados a este punto, en lugar de tratar de así como el sitio de Chavín de Huántar, uno de los más
constatar cómo las huacas y otros elementos de la importantes durante el Horizonte Temprano18. Ante
cultura material mochica son el reflejo de una supues- estas comprobaciones, parece razonable considerar
ta entidad política, deberíamos preguntarnos cómo que las huacas mochicas fueron centros de igual tipo.
funcionaban esas huacas y qué actividades religiosas Pero la función de muchas de ellas fue, más bien, la
se celebraban allí. Solo así, tal vez, podamos retomar de servir de lugares neutrales desde donde se podía
nuevamente nuestras iniciales interrogantes sobre la influir sobre los eventos políticos gracias a los consejos
naturaleza política de la cultura Mochica. o mensajes de los oráculos.

Fig. 66
Escena con representación
de arquitectura ceremonial.
Moche Archive, UCLA.
700 D.C.

500 D.C.

Considerar a los centros ceremoniales mochicas como Esta propuesta de Castillo es importante y guarda
lugares fundamentalmente neutrales, que servían implicaciones para una imagen mucho más amplia del
para mediar o arbitrar disputas políticas, esclarece fenómeno Mochica. En efecto, lo que los arqueólogos
varios aspectos sobre los mochicas que antes resulta- y los historiadores del arte han llamado Mochica
ban desconcertantes. Uno de estos aspectos tiene que durante los últimos cien años podrían ser los restos
ver con la poca o ninguna correspondencia que existe materiales de lo que parece haber sido principalmente
entre las representaciones bélicas del arte mochica y una religión de la élite social y política que la adoptó20.
los centros con huaca, que no solo no presentan seña-
les significativas de fortificaciones para su defensa, Sugiero que pensemos en Mochica fundamentalmen-
sino que a menudo se alzan en lugares vulnerables. te como un sistema religioso que fue adoptado por
Pero un complejo ceremonial fácilmente accesible y muchos jefes locales. Esta adopción habría generado
no defendido tiene sentido si lo que se buscaba era un nuevas situaciones políticas, sociales y económicas,
lugar que fuese abierto porque no se involucraba acti- como en su momento ocurrió, por ejemplo, con los
vamente en los conflictos. De este modo, los evidentes pueblos paganos del norte europeo cuando adoptaron
temas bélicos del arte mochica podrían ser entendi- el cristianismo. Al hacer esto esos pueblos no solo
dos como manifestaciones de un paisaje político más aceptaron una nueva forma de relacionarse con el
amplio, sumamente volátil y peligroso, en el cual los mundo sobrenatural, sino que además desarrollaron
centros con huaca habrían operado como territorios nuevas relaciones sociales y económicas con los vivos,
neutrales (Fig. 66). en particular con las rutas comerciales del Medite-
rráneo. En este sentido, la propuesta de Uceda de que
Luis Jaime Castillo ha sugerido que San José de Moro, Mochica Temprano fue una teocracia coincide con mi
en el valle de Jequetepeque, habría cumplido esta propio parecer 21. Sin embargo, en vez de considerar a
función neutral19. Él ha investigado el desarrollo de los la religión como una herramienta del estado, inver-
canales de riego y ha llegado a la conclusión de que las tiría la relación y la consideraría como un elemento
áreas irrigadas por distintos sistemas de canales pro- primario, del que se desprenden las consecuencias po-
bablemente conformaban las unidades políticas más líticas. La difusión de una cultura Mochica entendida
importantes del valle. Dispersos entre las secciones no principalmente como una religión, un medio con qué
irrigadas se emplazaban pequeños asentamientos, mu- representar la política, podría explicar las variaciones
chos de los cuales contaban con pequeñas plataformas existentes en la arquitectura y en las representaciones
y otras formas de arquitectura ceremonial local, así cerámicas mochicas. Cada grupo que la adoptaba po-
como muros defensivos. San José de Moro, sin embargo, dría haber variado los detalles de su práctica religiosa
ocupa un lugar central en este valle bajo y no se en- según sus propios gustos y tradiciones locales. Es más,
cuentra defendido. La llanura que se extiende delante lo que se considera la expansión del poder político
de la huaca de este centro ceremonial fue usada para mochica podría ser más bien la difusión de un sistema
enterrar a los miembros de las élites, cuyos cuerpos religioso con huacas similares, que pueden ser vistas
eran transportados desde distintas partes del valle. como los parientes de la huaca “padre”, tal como se
Con este tipo de evidencias, Castillo sugiere que en este daba entre los incas 22.
lugar el culto de la Sacerdotisa podría haber formado
parte de un sistema que actuaba como una suerte de
“Naciones Unidas”, un espacio neutral en el cual las
distintas facciones del valle que mantenían disputas
entre sí podían reunirse para resolver sus diferencias.
pág. 164

Consideraciones finales madamente complejos, debemos asumir que tales


complejidades pudieron haberse reflejado en la forma
La deconstrucción de lo mochica como un fenómeno cómo los distintivos estilos alfareros fueron creados y
homogéneo es el modo actual del discurso académi- adoptados. Es posible que no haya ningún estilo carac-
co. A medida que se encuentran estilos regionales e terístico de Mochica del Sur porque los pueblos de esta
incluso estilos específicos en un solo sitio, encaramos región estarían desarrollando estilos propios, a la vez
el peligro de desarmar completamente a “Mochica”. que estarían siendo influenciados por elementos forá-
Este es un ejercicio saludable que nos recuerda que neos. Sin embargo, los estilos distintivos probablemen-
las categorías mediante las cuales los pueblos de te existieron por un breve lapso de tiempo. Tal sería el
la costa norte se pensaban a sí mismos y a otros no caso, por ejemplo, de los retratos realistas, que fueron
son iguales a la forma en que nosotros las categori- elaborados particularmente en los valles de Chicama,
zamos. Pero nuestra perspectiva, al mismo tiempo, Moche y Virú, especialmente en la fase IV, según un
sirve para ver las verdaderas similitudes existentes exhaustivo estudio de Christopher Donnan23 (Fig. 67).
en el comportamiento y la cultura material del norte
peruano durante varios siglos. Podemos entonces Unas considerables transformaciones tienen que
preguntarnos cuáles son las características comunes haber ocurrido durante los siete siglos de existencia de
del fenómeno Mochica. este estilo, en las maneras en que el poder político, los
sistemas religiosos y el arte se relacionaron dentro del
Podría decirse que el estilo alfarero Mochica del Sur fenómeno que hoy llamamos Mochica. Es muy proba-
es el que domina la cerámica de los valles de Chicama ble que, en ciertos momentos y lugares, los que contro-
y de Moche, considerados durante largo tiempo el “co- laban algunos centros ceremoniales hayan intentado
razón” de esta cultura. En estos dos valles la cultura actuar como una fuerza política de forma más activa.
Mochica parecería tener una mayor longevidad, así Si esto fue así, tal vez aquellos centros abandonaron
como una mayor densidad arquitectónica y ocupa- esa relativa neutralidad que atraía a tanta gente,
cional, que en cualquier otro valle ubicado al sur de para convertirse, más bien, en centros “centrífugos”,
estos. Así, la secuencia de cinco fases de Larco, basa- es decir, que empujaban a la gente hacia fuera, posi-
da en la cerámica de estos dos valles, especialmente blemente de modo militante.
de Chicama, comprende al “clásico” estilo Mochica
del Sur. Sus rasgos más importantes son el uso de las La cerámica fue claramente importante en las activi-
técnicas del modelado y de la pintura en línea fina, y dades rituales y en la transmisión de las ideas religio-
una tendencia a usar unas cuantas imágenes en línea sas que se hallaban íntimamente ligadas a la política.
fina sobre el cuerpo de la vasija. Las distinciones Si esta y la religión experimentaron cambios y se
trazadas entre los estilos Mochica del Norte y Mo- complejizaron como resultado de aquel proceso, algo
chica del Sur son particularmente claras en las fases similar debió ocurrir también con el arte, de modo que
tardías de la secuencia de Larco, particularmente en podemos asumir que su configuración final, en efecto,
la fase IV, cuando la pintura en línea fina se hizo más fue sumamente compleja.
común. El estilo sureño rara vez empleó las imágenes
muy detalladas y en pequeña escala, tan populares Si bien nos encontramos en un momento en el cual
en su contraparte norteña, en particular en el sitio la cultura Mochica se percibe como una serie de fenó-
de San José de Moro. menos independientes, eventualmente volveremos a
ver los rasgos comunes que alguna vez definieron a
Sin embargo, puesto que está cada vez más claro que Mochica como un fenómeno homogéneo. Gracias a los
los eventos políticos de la costa norte fueron extre- grandes aportes realizados por investigadores perua-
700 D.C.

500 D.C.

nos y extranjeros, tanto en el trabajo de campo como


en el estudio de sobresalientes colecciones, como esta
que se encuentra ahora en el MALI, ha sido posible
ampliar y enriquecer nuestros conocimientos sobre
la arqueología de la costa norte. Así, conforme nues-
tros trabajos avancen, podremos responder a muchas
interrogantes que actualmente nos desafían, pero, al
mismo tiempo, estas respuestas nos retarán a plan-
tear nuevas preguntas.

Fig. 67 a-b
Vasijas con representación de retratos
provenientes de la región Mochica
Sur. Museo de Arte de Lima. Memoria
Prado.
CAT. 33
AVE DE RAPIÑA
Mochica del Sur
Botella de asa estribo con
representación de ave con las
alas desplegadas.
Modelado, inciso y pintado.
18 x 11,8 x 12,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.20

pág. 166

Esta botella de asa estribo pertenece a un estilo muy La representación de una sola imagen es frecuente en
temprano, posiblemente anterior al estilo Mochica. En el estilo Mochica Temprano y otros estilos contemporá­
ella se observa un evidente dualismo, motivo recurrente neos como Salinar. Los estilos Mochica más tardíos, en
en la iconografía andina, que se manifiesta en la división cambio, son más definidos en cuanto a la representa­
del cuerpo de la vasija en dos secciones principales, ción de ciertas imágenes específicas, que pudo estar
diferenciadas por sus tonos crema y rojizo. asociado con la complejización de su sistema simbólico
y religioso.
El ave, representada en relieve, ha sido extrañamente
colocada debajo de la base de uno de los lados del asa
estribo, sobre la sección rojiza de la pieza. Es posible
inferir que la ubicación del ave intenta crear el balance
visual de la pieza. Además, el tono claro en el que ha
sido representado, que contrasta con el de la sección
de su emplazamiento, le otorga un gran dinamismo,
pues pareciera estar emergiendo de la vasija. Si bien
sus rasgos faciales son bastante generales, la forma de
los ojos, el pico y los talones son algunos detalles que
sugieren que podría tratarse de un ave de rapiña. El
mostrar sus alas desplegadas, en una pose caracterís­
tica de las águilas, puede interpretarse tanto como una
actitud agresiva como también estática o vulnerable.
En vista de que es posible adjudicarle varias interpreta­
ciones a la pose del ave, quizás la intención del alfarero
fue precisamente esa, la de otorgarle a su creación
una “lectura abierta”, que habría permitido al observa­
dor interpretarla a su manera o utilizarla para crear sus
propios mitos asociados a ella.
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 34
SACRIFICIO EN LA MONTAÑA
Mochica V
Botella escultórica que representa sacrificios
presididos por Aia Paec en las montañas.
Modelado y pintado.
20 x 13,7 x 18 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.42

pág. 168

Esta botella, que pertenece a la fase Mochica V, muestra el contrario, a ese mismo personaje con la boca cerrada,
una escena bastante conocida, pues ha sido represen­ sin lucir sus colmillos, lo que sería un indicio de que el
tada en otras botellas similares, una perteneciente individuo en cuestión estaría representando a un humano
a la colección del Museo Rafael Larco Herrera y la otra y no a un dios. Esta diferencia sugeriría que el sacrificio
al Museo Peabody de Arqueología y Etnología, de la en las montañas habría sido un evento mítico, efectuado
Universidad de Harvard. Otro ejemplo muy bien conser­ con el dios presente, a la vez que un ritual, dirigido por
vado donde también se ilustra esta misma escena los sacerdotes y sus asistentes. Los detalles de la vesti­
pertenece al Museum für Völkerkunde de Berlín24. menta del dios pueden variar de una botella a otra, pero
en todos los casos conocidos se encuentra siempre
El motivo representado en esta vasija es un ritual de sentado al lado derecho de la escena.
sacrificio celebrado en una montaña 25, una escena muy
popular en la iconografía mochica (Fig. 71). Esta es a menu­ Las otras figuras están en algunos casos representadas
do ambientada en un monte de siete picos, aunque el de un modo bastante general, con el rostro torcido en
ejemplar de la colección Larco tiene cinco picos 26 (Fig. 70) una mueca, las piernas juntas y los brazos abiertos.
y otros pocos ejemplos presentan apenas tres. Resulta Se hallan insertadas entre los picos de la montaña y
difícil, sin embargo, establecer si la “montaña” en por sus posturas se sugiere que están sentadas, inten­
cuestión alude a un alto monte costeño o a un lejano tando conservar el equilibrio. Las figuras transmiten
nevado andino, o si, por el contrario, se trataría de una una cierta sensación de angustia, quizás porque saben
imagen simbólica. que son candidatos para otros sacrificios. Esta botella
y el ejemplar de Berlín, muestran al menos seis figuras
Otros rasgos distintivos de esta escena son la figura adicionales ubicadas en las faldas de la montaña, con
postrada sobre el pico más elevado, del que emerge una una séptima a la altura del tocado de la deidad sentada.
banda que corre hacia abajo, y otras figuras humanas Estas figuras adicionales parecieran ser varones,
dispersas en la montaña. La banda rojiza sugiere que el a juzgar por el estilo de sus cabellos y de su vestimenta.
personaje podría tener cabellos largos extendidos o que Si bien es posible que las botellas de Berlín y del MALI
sea sangre lo que estaría fluyendo de un cuerpo decapi­ provengan de talleres distintos, las posturas de cada una
tado. El significado de esta imagen podría estar asociado de estas figuras parecen repetirse. Unas presentan los
a la relación simbólica que existe entre el flujo de la brazos extendidos hacia abajo, a los costados y ligera­
sangre y el de las aguas que corren montaña abajo, pues mente hacia fuera, mientras que otras los tienen cruzados
ambos son líquidos sustentadores de vida. sobre el pecho. Dos de ellas llevan el brazo derecho
cruzado sobre el pecho, y el izquierdo al costado y hacia
La figura más grande está representada por una deidad abajo, mientras que otras aparecen siempre sosteniendo
de prominentes colmillos. Interesa mencionar que la un animal en sus brazos.
botella del Museo Larco de cinco picos muestra, por
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 34
SACRIFICIO EN
pág. 170 LA MONTAÑA

La escena completa probablemente constituya la versión pensamos que se trataría de un hombre (en la botella del
condensada de un ritual o de una narrativa mítica más MALI se puede apreciar que la figura inferior también
elaborada. El espectador mochica quizá podría haber parece llevar ropa de varón). Además, otros personajes
estado en capacidad de completar los fragmentos faltan­ aparecen alrededor de la montaña, distintos de los que
tes, o vincular la escena a una narrativa más extensa, aparecen en las vasijas con cerros de múltiples picos, tal
porque entendía la versión elaborada. El flujo de sangre es el caso de una figura con cabello largo. Es posible que
que corre cerro abajo es la manifestación de unos este sacrificio haya estado asociado a una víctima
conceptos más amplios relacionados a la fertilidad y al masculina de larga cabellera, o que este ritual haya
papel sagrado que cumplieron las montañas durante el estado constituido por distintas etapas, que incluía la del
periodo precolombino. La analogía que se genera entre sacrificio de hombres y mujeres. La presencia de una
la sangre humana, como un líquido dador de vida, y el gran iguana que yergue a un lado de la botella del Museo
flujo de las aguas que corrían de las montañas a los Larco fortalece nuestra sospecha de que el sacrificio en
campos se expresa en este ceramio al igual de lo que las montañas estaría asociado a una compleja historia,
se pudo haber dado en el sacrificio mismo. de la cual solo vemos un fragmento en esta escena. Esta
figura, que parece haber cumplido un papel clave como
Adicionalmente, en la botella de Berlín se han ilustrado asistente de las deidades en la iconografía mochica,
figuras corriendo, así como plantas y animales del podría representar también otra versión del pequeño
desierto, sobre la sección inferior de la vasija. La botella animal que aparece en escenas similares.
del MALI, por su parte, muestra dos de estas figuras
pintadas en su parte posterior (Fig. 68), mientras que
adelante aparece una línea ondulante pintada de blanco,
que sugiere la presencia de agua. En ambos ejemplos, los
corredores parecen vestir ropas similares a las de las
figuras esculpidas en la vasija, llevan la mano derecha
sobre el pecho y la izquierda extendida hacia afuera,
como las figuras esculpidas. Hasta el momento no se han
documentado otras vasijas con escenas similares.

La complejidad de esta narrativa está relacionada con


otra vasija de la colección del Museo Larco que presenta
un solo pico 27(Fig. 69). En esta, la víctima del sacrificio se
encuentra echada sobre la cumbre y ha sido decapitada.
Su sangre mana del cuello y, por los detalles de la ropa,
700 D.C.

500 D.C.

Fig. 68
Detalle en línea fina de personajes
masculinos corriendo representados
al reverso de la pieza.

Fig. 69
Botella de asa estribo con representación de
sacrificio de prisioneros en una montaña
presididos por Aia Paec y la Iguana. Museo
Larco, Lima.

Fig. 70
Botella de asa estribo con representación de
sacrificio de prisioneros en una montaña.
Museo Larco, Lima.

Fig. 71
Dibujo en línea fina de transporte
de prisioneros desnudos y
sacrificio en las montañas.
CAT. 35
ESCENA DE MONTAÑA
Mochica III-IV
Botella escultórica con representación
de caracoles y escena de personaje
saliendo de la montaña.
Moldeado y pintado.
17,8 x 16,6 x 15,6 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.30

pág. 172

Las montañas fueron espacios geográficos que los Flanqueando a este personaje central, asentados al pie
mochicas consideraron como sagrados y a la vez peligro­ de la montaña, se encuentran otros dos personajes que
sos. Por un lado, eran vistas como lugares generadores llevan en sus manos lo que parece ser una criatura
de agua y, por el otro, constituían el hábitat de los bicéfala. La figura ubicada a la derecha del personaje
pobladores de alturas, que ocasionalmente bajaban a los central es un hombre de rostro rojo vestido con una
llanos para aprovechar las tierras y los recursos del valle. camiseta con bordes aserrados, un faldellín decorado con
Por esta razón, probablemente, se consideró a las diseños romboidales y punteados, y un tocado negro. El
montañas como espacios limítrofes, de encuentro y otro, que se encuentra en el lado opuesto de la montaña,
desencuentro, dependiendo del tipo de relación que se presenta rasgos humanos y de reptil, por lo que proba­
mantuviera con sus residentes. Usualmente estos blemente se trate de una iguana antropomorfizada.
espacios también sirvieron de inspiración en la represen­ Ambos personajes comparten ciertos atributos, ya que
tación de escenas de sacrificio, en los que participan presentan el mismo color de rostro y un tocado similar,
personajes vestidos con prendas similares a las usadas rasgos que también son compartidos con el personaje
por los chacchadores de coca y acompañados por el central ubicado dentro de la cueva.
Aia Paec mochica (véase cat. no. 34).

En esta botella de cuerpo escultórico de estilo Mochica


III el alfarero recreó una escena de montaña, represen­
tando un paisaje dominado por un solo pico. Esta
locación parece corresponder a un paraje con relativa
humedad, lo cual se infiere a partir de la presencia de
caracoles terrestres, que se movilizan ladera abajo desde
la parte superior del pico. Al centro de esta formación
rocosa se puede observar una pequeña cueva u oquedad
desde donde se asoma un personaje antropomorfo de
rostro rojizo. Lleva un tocado compuesto por una pieza
frontal semioval con franjas verticales, similar a los
tocados de personajes representados en el arte recuay,
que usualmente portan vasijas en sus manos y mantie­
nen una posición central en las escenas de libación o
presentación de ofrendas 28.
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 35
ESCENA DE MONTAÑA
pág. 174

La criatura sujetada por estos dos personajes parece


ser un animal híbrido de grandes dimensiones, una gran
serpiente bicéfala moteada, que rodea toda la parte
trasera de la montaña. Las cabezas de esta criatura
mítica presentan rasgos que parecen corresponder a otra
especie animal, destacando la nariz, los bigotes y las
orejas. La presencia de esta criatura bicéfala, junto con
la iguana de rasgos humanos, nos permite identificar
tentativamente al otro personaje como el Aia Paec
mochica, quien usualmente es representado junto a la
Iguana Antropomorfa29 (Fig. 72). A diferencia de otras
imágenes, en esta escena, la figura del Aia Paec no
presenta los cinturones en forma de serpientes ni el
tocado con cabeza de felino que lo caracteriza. Además,
la Iguana Antropomorfa también carece de su típico
tocado con cabeza de ave.

Esta vasija habría sido producida bajo el discurso narra-


tivo mochica desarrollado durante las fases Mochica III y
IV en los territorios del estado Mochica Sur. Sin embargo,
la omisión de ciertos detalles estilísticos mochicas y
la presencia de rasgos que pueden considerarse como
copiados o “prestados” del arte recuay constituyen Fig. 72
Botella escultórica con represen-
importantes elementos que se deben considerar al tación de escena de montaña.
preguntarnos sobre el origen y las preferencias estilísti­ Museo Larco, Lima.
cas del fabricante de esta vasija, así como el contexto
mismo en que fue producida.
J.R.
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 36
SUPLICIADO
Mochica III-IV
Botella de asa estribo con representación
escultórica de un prisionero muerto atado
a un árbol y picoteado por aves.
Moldeado.
23 x 12,9 x 16,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.37

pág. 176
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 36
SUPLICIADO
pág. 178

Esta botella de asa estribo negra y pulida corresponde Rafael Larco, apelando a fuentes coloniales sobre
a las fases Mochica III o IV de Larco. La escena esculpida prácticas prehispánicas tardías, interpretó esta escena
muestra a un prisionero desnudo, atado al tronco de un como el castigo capital que sufrirían los trasgresores de
árbol o a unas tablas de crucifixión, cuyos ojos son pico-­ las leyes mochicas 33. El afirmó que los delitos graves
teados por aves. En una escena similar de un ceramio del como el adulterio eran castigados con la muerte. Primero
Museo Larco, Elizabeth Benson identificó al ave como se torturaba a los infractores, mutilándoles el rostro,
un buitre (Cathartes aura)30. y luego se los llevaba a un páramo, donde eran atados
y dejados para ser picoteados por las aves. Para respal­
Si bien este motivo constituye un elemento recurrente dar su interpretación, Larco evocó no solo escenas
en la iconografía mochica, existen variantes en los similares a la de la botella del MALI, sino también otra en
ejemplares conocidos, como el número de aves represen­ la que se ve a un prisionero atado, situado debajo de las
tadas, el número de cuerdas que atan al prisionero, el figuras de un hombre y una mujer, con las manos levanta­
aspecto de su rostro y el tipo de atadura de los brazos. das sobre la cabeza 34.
Curiosamente, en el ejemplar del Museo Larco, los brazos
del prisionero se encuentan sueltos, pero el personaje no En su interpretación Larco debió ser más cauteloso al
parece ser capaz de espantar a las aves que le atacan. proyectar las prácticas prehispánicas tardías y coloniales
Otra variante es la naturaleza de la superficie del suelo. tempranas hacia el lejano pasado mochica. Asumiendo
En el caso de esta botella, la superficie lisa y altamente que el castigado hubiese sido efectivamente un adúltero,
bruñida del cuerpo de la vasija no brinda información el candidato más probable para la mutilación no hubiese
sobre el lugar donde la escena habría tenido lugar. En sido la cabeza, sino posiblemente el órgano genital. Sin
cambio, las protuberancias y el color contrastante debajo embargo, en el caso de los prisioneros atados y picotea­
de los pies del prisionero que muestra el ejemplar del dos por aves, las figuras mostradas siempre son varones
Museo Larco sugieren un suelo de superficie desigual. cuyos penes quedan ilesos. Este caso es un típico ejemplo
Si bien se han hallado agujeros de postes en centros del tipo de retos al que se enfrentan los investigadores
ceremoniales como la Huaca de la Luna 31, todo parece en la interpretación del arte mochica. A veces no solo
indicar que este rito habría tenido lugar fuera de los resulta difícil separar el mito del ritual, sino también
pisos planos de los patios y plazas. Benson, en una diferenciar el ritual de las actividades más terrenales,
interpretación alternativa, considera que la superficie como el castigo de los delitos.
desigual no corresponde al suelo, sino a una fruta,
posiblemente una lúcuma (Lucuma bifera o L. obovata),
ya que ella estaría relacionada con la fertilidad 32.
700 D.C.

500 D.C.

Fig. 73
Botella que representa a dos
personajes supliciados que han
sido desollados y apedreados.
Museo Larco, Lima.
CAT. 37
PERSONAJE CON BÁCULOS
Mochica Tardío
Cincel de cobre con un mango escultórico
que representa a un personaje antropomorfo
que sostiene báculos en ambas manos.
Vaciado con aplicaciones en concha de perla.
17,5 x 3,2 x 3 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.69

pág. 180

El mango de este cuchillo representa a un personaje de


grandes ojos redondos y nariz prominente que mira hacia
arriba. Viste un tocado semi circular, ostenta orejeras y
sostiene un vaso ceremonial en la mano izquierda. Sus
ojos, así como las orejeras, presentan aplicaciones de
concha de perla. Sobre la espalda del personaje se
aprecia tres objetos, similares al fruto del ulluchu, y
protuberancias que asemejan un par de alas y una cola
de ave. A sus lados se observan dos báculos y frente a
él, una botella de asa estribo. Por los atributos del cuerpo
y rostro del personaje se podría inferir que se trata de
una divinidad ornitomorfa. Cuchillos ceremoniales como
este fueron posiblemente utilizados para degollar a los
vencidos en las ceremonias de sacrificio mochica.
J.R.
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 38
CALAVERA HUMANA
Mochica III
Cuenco escultórico en forma de calavera.
Moldeado, inciso y pintado.
11,3 x 11,3 x 12,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.39

pág. 182

Esta copa, que podría adjudicarse a la fase Mochica III,


representa una cabeza humana. La parte delantera del
rostro está esculpida y realzada parcialmente con
pintura blanca. Los ojos redondos que miran fijamente
hacia adelante, la nariz cortada y la boca sin labios
sugieren que la cabeza representa a un personaje en
estado de descomposición parcial o, lo que es más
probable, a un torturado. Las líneas verticales alrededor
de la boca son de difícil interpretación, aunque podrían
ser un indicio de la edad avanzada del personaje, o
muestras de la desfiguración del rostro.

Esta vasija tiene un referente real, ya que en el nicho de


una residencia del Complejo Arquitectónico 8 de las
Huacas de Moche se encontraron dos cráneos humanos
que presentaban una gran abertura en la parte superior
de la cabeza. Los cráneos fueron analizados detallada­
mente por John Verano, quien recordó que, según
algunas crónicas, el inca Atahualpa poseía una vasija
para beber, fabricada con el cráneo de un general
vencido35. En vista de las evidencias halladas, esta vasija
puede interpretarse como la representación de un trofeo
de guerra, o sacrificio similar, elaborada en cerámica.
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 39
TIERRA DE LOS MUERTOS
Mochica Medio
Botella con representación en relieve
del baile de los muertos.
Moldeado.
24 x 15,3 x 15,3 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.35

pág. 184
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 39
TIERRA DE LOS MUERTOS
pág. 186

El ancho estribo redondo y el pico recto de esta botella, parece constituir el eje de la escena no es una danza,
en combinación con la base anular y la elevada banda sino más bien la tierra de los muertos y el paso de los
alrededor de la sección central del cuerpo de la vasija, se recientemente fallecidos.
adecuan a los criterios que permiten identificar a este
ceramio como una pieza que pertenece al periodo La iconografía de la botella muestra varias escenas
denominado Mochica Medio en el valle del Jequetepeque. separadas (Fig. 74). Si consideramos que el plano de la
sección del asa estribo define dos “lados” de la botella,
Esta botella ha sido decorada con figuras de esqueletos, en uno aparecen dos figuras de pie que interactúan, una
en relieve, que llevan a cabo diversas actividades, de las cuales es de mayor rango que la otra, según lo
similares a las realizadas cotidianamente por los vivos. evidencia su tocado, mientras que la otra se encuentra
Los cráneos, esquemáticos, presentan grandes ojos suplicando o tomando de la mano al personaje de mayor
redondos y la mayoría carece de nariz. Las manos y los rango. El otro lado de la botella, en cambio, muestra dos
pies han sido retratados en forma simple, a diferencia de viñetas distintas. A la derecha, un esqueleto toca una
las costillas, cuya prominencia indica con gran claridad quena mientras se inclina hacia lo que parece ser un
que los personajes están muertos y no vivos. El tocado animal, sobre el cual se aprecia una pequeña escena con
que llevan algunas de estas figuras podría ser un indicio dos figuras esqueléticas, difíciles de distinguir. A la
de su elevado estatus. En cuanto al género, casi todas las izquierda, un esqueleto parece patear a un humano vivo,
figuras esqueletizadas parecen pertenecer al género a juzgar por su retrato carnoso, que está teniendo
masculino, mientras que las mujeres podrían estar relaciones sexuales con otro ser humano. Al lado de
representadas por las figuras de cabellos largos. Precisa­ estas figuras que copulan se aprecia un pequeño pájaro y
mente dos mujeres-esqueletos han sido moldeadas cerca un esqueleto (al que le falta la cabeza debido a la base
de la base del asa estribo y parece que atendieran a un del estribo), que aparentemente resiste el jalón de otro
bebé. En la botella también aparecen figuras de animales, esqueleto que se encuentra a su izquierda. Esta pareja
entre ellas un ave y lo que parece ser un perro. de figuras se halla inmediatamente a la derecha de las
dos figuras de pie anteriormente mencionadas.
Las escenas con figuras esqueletizadas como motivos
decorativos son conocidas también en otras vasijas 36. En Debajo de la otra base del estribo, a la derecha del
muchos casos, las figuras se toman de las manos y esqueleto que toca la quena y a la izquierda de la figura
aparecen junto a músicos, lo que ha sido comúnmente de pie, se aprecia a la figura más grande retratada en la
interpretado como la representación de una danza de los botella, flanqueada por dos esqueletos. Esta figura está
muertos (Fig. 75). Sin embargo, cabe la posibilidad de que plenamente encarnada, tiene un ojo oval y cabellos.
estas escenas, más que un baile, representen en realidad Resulta difícil establecer si es la misma que aparece
una procesión de muertos, mientras ingresan al infra­ copulando cerca o si se trata de otro ser humano. Puesto
mundo. En el caso de esta botella, lo que se enfatiza y que muestra los brazos levantados, que cruzan vertical­
700 D.C.

500 D.C.

Fig. 74
Dibujo de escena
representada en la
pieza.

mente la cresta central que rodea la circunferencia de la


botella, y considerando la forma en que los esqueletos se
ven tan activos encima de ella, incluso le colocan una
mano sobre su cabeza, es posible que esta figura esté
ascendiendo o, lo que es más probable, que esté descen­
diendo de un plano al otro.

En el nivel inferior y a la izquierda de la figura grande se


muestra un gran animal, tal vez un perro, que mira en
dirección contraria a la acción. Cerca yace una figura que
no está del todo encarnada pero tampoco está íntegra­
mente esqueletizada. Esta figura está inmersa dentro de
un compartimiento, posiblemente un ataúd, creado por
dos bandas verticales a cada lado, una gruesa banda
circunferencial encima y una base anular debajo. A la
izquierda se pueden apreciar dos esqueletos sentados
que llevan tocados y que se miran mutuamente, como si
estuvieran conversando.

Considerando que la figura grande está plenamente


encarnada y que la sostienen figuras esqueletizadas,
podría sugerirse que la escena retratada alude al paso de
una persona del mundo de los vivos al de los muertos,
bajo tierra. Resulta difícil, sin embargo, establecer por
qué las dos figuras que tienen relaciones sexuales fueron
retratadas encarnadas, aunque se puede presumir que se
trata de seres humanos vivos rodeados por esqueletos.
Puesto que estos últimos figuran encima y debajo de la
banda central, es posible que se esté intentando repre­
sentar simbólicamente el paso de un ámbito terrestre a
otro subterráneo.
Fig. 75
Muertos bailando y tocando
instrumentos musicales.
Moche Archive, UCLA.
CAT. 40
CABEZA DE MONSTRUO
Mochica IV
Botella de asa estribo que representa una
cabeza de monstruo moteado con felinos
rampantes.
Moldeado y pintado.
23,5 x 13,4 x 22,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.38

pág. 188

Esta vasija estilo Mochica IV se distingue por presentar


una superficie esculpida en un color rojo predominante,
y revestida de realces en blanco. La imagen representa la
cara de un monstruo de ojos bulbosos, que tiene la boca
abierta y la lengua extendida. Dos animales, posiblemen­
te perros, han sido representados a cada lado de la
cabeza y presentan también la boca abierta y la lengua
fuera. La línea que se extiende desde los dientes de los
animales cruza la frente de la cabeza principal, creando
la impresión de que la cara principal lleva un sombrero
ceñido, similar a un chullo, mientras que los animales
laterales hacen las veces de orejeras. La cima del cuerpo
de la vasija se asemeja a la parte superior de un chullo.

Las patas de los animales laterales cogen las esquinas de


la boca abierta de la figura principal, asumiendo un papel
activo en lugar de fungir como meros elementos decora­
tivos. Además, debajo de la boca de la figura principal, se
aprecia el rostro de un personaje de aspecto humano. Al
observar el conjunto de motivos es posible sugerir que
se trata de un tocado elaborado que sería portado por el
personaje humano.

La gran cara principal muestra, además, una hilera de


dientes triangulares, pero ningún canino pronunciado,
al igual que las criaturas laterales. De este modo, vemos
que el personaje mostrado, al no presentar rasgos
sobrenaturales, no podría ser categorizado como un
dios mochica.
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 41
DOBLE CARA
Mochica Tardío
Pieza escultórica con personaje de
múltiples caras.
Moldeado.
5,5 x 6,3 x 4,7 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.43

pág. 190

Vasijas similares a esta, posiblemente de estilo Mochica


Tardío, han sido halladas en uno de los entierros de la
Sacerdotisa de San José de Moro, en el valle de Jeque­
tepeque. Por su forma y motivos representados la
denominamos “doble cara de Jano”, tomando como
referencia el nombre de Jano, dios romano de dos caras,
capaz de mirar hacia atrás y hacia adelante. Sin embar­
go, mientras que Jano era retratado con dos caras, esta
vasija muestra una cabeza con cuatro caras, dos que
representan a un dios antropomorfo con colmillos y dos
que ilustran a dos animales de hocico largo. Los ojos son
compartidos por los personajes que miran en direccio­
nes opuestas. No sabemos cuál fue la función de esta
vasija pero debió ser apreciada aún más bajo el consumo
de alucinógenos.

Si bien esta vasija es una miniatura, un ejemplar de Fig. 76


mayores dimensiones también forma parte de las Cuenco con representación de
colecciones del MALI. Este último tiene un gran orificio personaje de múltiples caras.
Museo de Arte de Lima.
en su parte superior, lo que sugiere que se trataría de Memoria Prado.
una vasija funcional, posiblemente utilizada en rituales
(Fig. 76). Los ojos y los rostros cambiantes de esta vasija
podrían haber contribuido al aura de misterio o sacrali­
dad que rodeaba a dicha actividad. Sin embargo, el que
se fabricaran miniaturas de la “doble cara de Jano”
sugiere que este retrato guardaba alguna referencia
simbólica específica. Probablemente se trataba de una
deidad antropomorfa capaz de transformarse en el ser
hocicudo, el cual parece tener más rasgos caninos que
de otro tipo.
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 42
PLAZA SEMI-CIRCULAR
Mochica IV
Plato que representa una maqueta arquitectónica
semi-circular con personaje sentado y dos búhos.
Moldeado y pintado.
7,8 x 31,9 x 25,3 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.36

pág. 192

Aunque las representaciones arquitectónicas son bien Juliet Wiersema ha señalado que el formato arquitectó­
conocidas en la cerámica mochica, esta vasija, que nico mostrado aquí corresponde a la Plaza 2A de la
probablemente pertenece a la fase Mochica IV, resulta Huaca de la Luna 37. Sin embargo, el plano de esta plaza
inusual en varios sentidos. Lo más notable es que el es rectilíneo y no circular como se ha representado en
aspecto funcional de este plato se ve alterado por un este ceramio. En la colección del Museo Cassinelli de
abrupto corte a lo largo de su base circular. Sin embargo, Trujillo hay una pieza muy parecida de plano rectilíneo
el acabado, así como los extremos muescados del borde, (Fig. 77). Es interesante mencionar que la arquitectura en
indican que se trata de una vasija completa. forma de D está relacionada con los modelos arquitectó­
nicos huari de la sierra sur-central peruana. Si el extre­
En el interior del plato se ha representado una figura mo abierto de la vasija sirvió como una referencia visual
humana, probablemente una persona de alto rango, que hacia un espacio más amplio, entonces el ceramio pudo
ha sido ubicada al centro del borde circular de la vasija. haber sido diseñado para servir como modelo de una
El personaje ha sido moldeado como si estuviese sentado plaza abierta. Sin embargo, no descartamos que haya
y presenta las manos levantadas y juntas, posiblemente tenido una función específica.
en una postura de saludo u oración. Una franja de color
claro corre desde la base de su asiento hasta el borde
recto del plato en el lado opuesto. Además de las mues­
cas del borde, se han representado búhos, que posan en
cada lado del plato, y que miran hacia el interior.

Fig. 77
Representación
escultórica de un
espacio arquitectónico.
Nótese la escena de
batalla pintada en las
paredes externas de la
pieza. Museo
Cassinelli, Trujillo.
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 43
MOLLEP
Mochica III
Botella con representación de mujer
mítica sentada con piojos en el cuerpo.
Moldeado.
18,7 x 13,2 x 16 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.40

pág. 194

Hace más de treinta años, Christopher Donnan realizó En consecuencia, las dos botellas mostradas por Don­
una investigación sobre este tipo de vasijas 38, gracias a nan, con representaciones de piojos y de pequeñas
la cual hoy es posible realizar una interpretación sobre el figuras en el cuerpo principal, podrían ser interpretadas
personaje representado. Donnan notó que en estas como versiones que recrean a un personaje similar o
botellas se representaban pequeñas figuras humanas idéntico a Mollep. Pese a las sorprendentes similitudes
dispuestas sobre el cuerpo del personaje principal, y que entre los motivos de las botellas y la descripción de
en algunos casos eran reemplazadas por piojos. Aun Mollep hecha por Calancha, no es posible asegurar con
cuando estas representaciones fueron modeladas sobre total certeza que el personaje representado sea Mollep.
piezas diferentes, resultaba curioso comprobar que sus La razón puede ser obvia ya que el fraile agustino
ubicaciones sobre las botellas prácticamente coincidían. recogió este relato en el siglo XVII, pero las botellas
mochicas fueron producidas unos mil años antes. Sin
Como parte de su investigación, Donnan revisó las embargo, aun cuando tal identificación no sea satisfacto­
crónicas y otras fuentes etnohistóricas, y encontró riamente plena, el cabello largo, el torso desnudo y la
información bastante sugerente. En algunas secciones de capa alrededor de los hombros constituyen rasgos
la notable Crónica Moralizada, escrita por el fraile propios de un personaje desarreglado, mientras que los
agustino Antonio de la Calancha desde el año 1631 y cuya colmillos y los ojos almendrados sugieren que se trataría
primera parte fue impresa en Barcelona en 1638, se de una persona fuera de lo común, como lo es una bruja.
describen las prácticas y las creencias indígenas de la
costa norte del Perú antes la llegada de los españoles. La costa norte peruana es un lugar en donde las creen­
Precisamente uno de los relatos que Calancha recogió en cias y las tradiciones se conservaron por cientos de años,
esta zona describía a una bruja que se decía habitaba en aun cuando el contexto general sufría muchos cambios.
un lugar llamado Coslechec, en Talambo, Pacasmayo. El distinguir estos cambios de las continuidades constitu­
Este curioso personaje respondía al nombre de Mollep, ye un reto que los arqueólogos, y los mochicólogos en
que significa “La Sucia”, porque era tal su suciedad que particular, deben encarar permanentemente. Utilizados
los piojos se multiplicaban en su cuerpo, tal como la con cautela, las leyendas y otros relatos antiguos que
población en la región. fueron registrados por la palabra escrita en periodos
posteriores, como la de Mollep y la de la Rebelión de los
Objetos 39, pueden ser utilizados por la arqueología para
una mejor interpretación del arte precolombino.
700 D.C.

500 D.C.
CAT. 44
PATO
Mochica IV
Botella de asa estribo con
representación de pato pico
de cuchara.
Moldeado y pintado.
22,5 x 13,7 x 20,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.41

pág. 196

Fig. 78
Botella escultórica de pato
guerrero. Proyecto Arqueológico
Huacas del Sol y de la Luna.

Esta botella escultórica de estilo Mochica IV consituye


una hermosa representación, elaborada y pulida, de un
pato criollo (Cairina moschata), especie oriunda de
América Central y América del Sur. Los rasgos caracte­
rísticos de esta ave son el rostro de color rojo, una
carúncula pronunciada sobre el pico, y un penacho en
la cabeza. Si bien estos rasgos han sido retratados aquí,
en el animal vivo la carúncula se encuentra más abajo,
a la altura del pico. Es posible que las manchas mostra­
das en esta vasija hayan tenido su contraparte en aves
reales de la época Mochica. En las colecciones del
Museo Rafael Larco Herrera hay una vasija similar,
pero menos elaborada40.

Algunas especies de patos criollos se encuentran en


estado silvestre, mientras que otras han sido domestica­
das. No emigran y se sabe que, aunque no forman
parejas estables, los machos suelen cuidar a las crías.
Por sus largas garras y comportamiento agresivo, el pato
criollo fue asociado a los temas guerreros en el arte
mochica (Fig. 78 y 79).

Fig. 79
Hombres-pato guerreros
corriendo y llevando bolsas con
pallares. Moche Archive, UCLA.
700 D.C.

500 D.C.
pág. 198

Contactos
costa-sierra
Julio Rucabado
Pontificia Universidad Católica del Perú
700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

La nueva colección del MALI contiene una pequeña


muestra de piezas del estilo Recuay, tradición estilística
originaria de la sierra de Ancash. Si bien la proceden-
cia estas piezas es aún desconocida, su presencia en
esta colección nos brinda la oportunidad de abordar las
importantes relaciones estilísticas existentes entre esa
tradición serrana y las tradiciones costeñas Gallinazo
y Mochica.
Estos vínculos reflejan una larga historia de interacción
entre estas sociedades1, la que aparentemente habría
estado caracterizada por momentos de conflicto y de
negociación, concluyendo en la posible incorporación de
los grupos serranos a las redes de intercambio de bienes
suntuarios manejada por la nueva élite mochica.
CAT. 45
CANCHERO
Gallinazo
Canchero con diseño de Dragón Recuay.
Moldeado y pintura negativa.
8,5 x 23 x 35,3 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.47

pág. 200
700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.
CAT. 45
CANCHERO

pág. 202

Los “cancheros” son recipientes cerrados que presentan que no muestra colmillos y una lengua siempre estirada.
una tipo de mango que permite al usuario controlar Las garras de sus patas se asemejan también a los de
mejor el movimiento de la vasija durante el acto de ciertas aves. En esta representación no pueden observar­
recolectar y servir su contenido líquido. Esta forma es se claramente los rasgos ofídicos del personaje; sin
compartida por varias tradiciones alfareras y se le embargo, son conocidos los casos en los que se muestra
puede apreciar principalmente en los estilos Virú-Galli­ a este ser sobrenatural con un cuerpo alargado y sinuoso
nazo, Mochica y Recuay. Este “canchero” ha sido que delata dichas cualidades 4 (Fig. 81 y 82).
decorado mediante la técnica de la pintura negativa,
ampliamente difundida en los estilos Virú-Gallinazo De otro lado, el símbolo del escalonado y la voluta,
y Vicús en la costa norte, y Recuay en la sierra norte, motivo ampliamente difundido en varios estilos de los
durante la primera mitad del primer milenio de nuestra Andes centrales prehispánicos, destaca en la decoración
era. Los diseños incluyen motivos geométricos, paneles de este recipiente como un diseño geométrico recurren­
y la figura emblemática del Animal Encrestado, icono de te, adornando el cuello y parte del cuerpo. Este símbolo
origen serrano que luego fue incorporado al imaginario parece representar la unión de dos conceptos de impor­
de las sociedades costeñas 2. Este cuadrúpedo se tancia para las sociedades agrarias: la montaña (escalo­
caracteriza por presentar un apéndice cefálico similar nado) y el flujo de agua (voluta). Estos conceptos
a un gancho, para representar la cola. Esta forma, si bien adquirieron gran importancia en las sociedades costeñas
es recurrente, suele representarse de manera invertida. y fueron integrados en sus cosmovisiones o formas de
Ambos apéndices parecen rodear pequeñas esferas, entender y ordenar el mundo. La montaña se entendía
elementos iconográficos que fueron interpretados como la fuente y origen de las corrientes de agua que
por Julio C. Tello como posibles representaciones de permitían la vida y el progreso en las tierras bajas del
cuerpos celestiales 3. El Animal Encrestado o Dragón valle. Esto no solo condujo a sociedades como la mochica
es un híbrido concebido a partir de la mezcla entre a vincular la zona de montaña con poderosas aunque
felino, ave y serpiente, especies que habrían merecido peligrosas fuerzas sobrenaturales, propias de los linderos
gran importancia en la región de la sierra norcentral, del mundo del hombre costeño, sino también a buscar
durante el periodo Formativo. A esta trilogía animal se dominar tales espacios.
sumaría un cuarto elemento, esta vez sobrenatural,
representado por el apéndice cefálico (Fig. 80). Esclarecer estas relaciones podría ayudarnos a entender
mejor la difusión de ciertos símbolos serranos en las
Este Animal Encrestado usualmente presenta un cuerpo regiones costeñas como el conocido Animal Encrestado o
encorvado y se mantiene en posición rampante, como Dragón Recuay, cuya versión costeña ha sido hallada
suelen acechar los felinos mayores a sus presas. Resal­ entre los artefactos depositados en las tumbas de élite
tan sus ojos redondos y extremadamente grandes, del periodo Mochica Temprano de Dos Cabezas 5.
similares a los de un búho o lechuza, un hocico alargado
700 D.C.

500 D.C.

Fig. 80
Botella del Mochica Temprano
con representación pictórica
del Animal Encrestado. 200 A.C.
Colección privada.

Fig. 82
Vasija mochica con diseño pintado del
Animal Encrestado. Museo Larco, Lima.

Fig. 81
Botella recuay con representación de dragón.
Museo de Arte de Lima. Memoria Prado.
CAT. 46
GUERRERO RECUAY
Recuay
Personaje guerrero con tocado.
Moldeado y pintado.
25 x 14,5 x 14,2 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.48

pág. 204
700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.
CAT. 46
GUERRERO RECUAY
pág. 206

Fig. 83
Guerrero sentado
portando indumentaria
serrana. Museo Larco,
Lima.

Este cántaro escultórico representa a un personaje La posición particular de este personaje, sentado con las
antropomorfo masculino con tocado y atuendos que lo piernas abiertas y los brazos sobre el pecho, nos recuer­
vinculan con la tradición serrana del Callejón de Huaylas. da a algunas representaciones litoescultóricas recuay de
El tocado está compuesto por un cuerpo circular tipo guerreros o ancestros, usualmente apostados en puntos
anillo, el cual lleva una protuberancia frontal en forma de estratégicos del paisaje ritual de las tierras altas7.
cabeza de felino y un par de apéndices laterales que se
asemejan a manos humanas o, quizás, a las patas de un Los estudios comparativos entre las iconografías
felino. Tocados con este tipo de apéndices pueden mochica y recuay8 han permitido demostrar la existencia
observarse en muchas de las vasijas y piezas litoescultó­ de vínculos estilísticos entre ambos sistemas de repre­
ricas recuay, siendo incluso elementos diagnósticos para sentación. Al mismo tiempo, brindan la posibilidad de
identificar a los guerreros recuay en varias representa­ reconstruir o replantear otros aspectos de la interacción
ciones pictóricas mochicas6 (Fig. 83). desarrollada entre los grupos costeños y serranos, como
el grado de participación de algunos grupos de colonos
Este personaje lleva un par de aretes circulares, un serranos asentados en las chaupiyungas dentro del
collar de doble pasada y una vestimenta roja con diseños mundo de los mochicas sureños. Esta participación, al
dibujados en negro sobre fondo crema. El diseño central, parecer, ha quedado plasmada en el arte narrativo
distribuido sobre el plexo solar y abdominal, es una mochica, precisamente en escenas en los que los
representación geométrica en vista cenital de un ser elementos “no-mochicas”, asociados sin duda al mundo
bicéfalo, cuyas cabezas apuntan hacia el cuello y a la de las tierras altas orientales, forman parte importante
zona pélvica del individuo. Estas cabezas presentan ojos de su cosmovisión. Entre este grupo de imágenes
redondos y hocicos alargados con grandes piezas destacan la muy difundida figura del cuadrúpedo sobre­
dentales, elementos que nos recuerdan a los observados natural con apéndices cefálicos y colas, conocido como el
en la cabeza del Animal Encrestado (véase cat. no. 45). Dragón Recuay (el Animal Lunar, en su versión costeña
El cuerpo de este ser bicéfalo está compuesto de dos sobre la creciente lunar); los personajes que representan
paneles romboidales dentro de los cuales encontramos a guerreros, prisioneros, oficiantes, tejedores y chaccha-
dos cabezas triangulares opuestas por sus bases. Otras dores de coca (Fig. 84 y 85), que portan una parafernalia
cabezas triangulares alargadas, bordes dentados y distintiva; y la representación de espacios ajenos a la
formas geométricas rodean la figura de esta criatura. geografía costeña, donde crecen los árboles del ulluchu y
De otro lado, los diseños de la cabeza triangular alargada el espingo9. Si bien estas imágenes muestran un panora­
con ojos redondos que decoran los brazos y las piernas ma complejo de las relaciones interétnicas en esta región
de este guerrero quizás forman parte de los diseños de de la costa norte, debemos considerar que estas no
su vestimenta, aunque también es posible que se trate necesariamente reflejan directamente los fenómenos
de tatuajes o pinturas corporales con los que cubrían ocurridos en la zona norteña del Jequetepeque, donde el
sus extremidades. contacto más bien involucró a los grupos de Cajamarca.
700 D.C.

500 D.C.

Fig. 84
Escena representada
por un personaje
sobrenatural mochica
bajo un arco bicéfalo,
acompañado de
coqueros vestidos como
guerreros serranos. 200 A.C.
Moche Archive, UCLA.

Fig. 85
Batalla entre guerreros
mochicas y serranos.
Nótese la diferencias de
los atuendos, tocados,
pintura facial y armas.
Moche Archive, UCLA.
pág. 208

El estilo Mochica Tardío


de Línea Fina de
San José de Moro
Luis Jaime Castillo
Pontificia Universidad Católica del Perú
850 D.C.

700 D.C.

El estilo Mochica Tardío de Línea Fina, representado decoración y en la forma de las botellas, dicha ruptu-
en la nueva colección del MALI por las nueve magní- ra se manifestó especialmente en la reducción de la
ficas botellas que figuran en la presente sección, temática representada y en la introducción de nuevos
es uno de los conjuntos cerámicos más sobresalientes motivos. Pero, a la vez, significó una continuidad de
jamás desarrollados en el Perú prehispánico. Entre las convenciones iconográficas e ideológicas mochicas,
los estilos pictóricos que caracterizan a la alfarería precisamente por la permanencia de ciertos temas y
del perido Mochica Tardío, este se distingue por la cánones estéticos, así como de convenciones de repre-
complejidad de sus abigarrados diseños, que ilustran sentación y técnicas de decoración. Esta aparente pa-
en detalle narraciones míticas y rituales seguramen- radoja de rupturas y continuidades se explica por el
te representados en los templos 1. La modalidad de contexto cultural en que este estilo se desarrolló, en el
línea fina se reconoce, además, por el uso de líneas periodo Mochica Tardío (650-850 d.C.); dentro de una
pictóricas muy delgadas sobre engobes blancos que región circunscrita y periférica, el valle de Jequetepe-
se usaron para ilustrar con gran detalle complejas que; y en condiciones de producción muy particulares.
escenas sobre botellas ceremoniales, preferentemente
de asa de estribo. A diferencia de otros estilos cerá- Muchos aspectos han llamado la atención de los
micos de amplia distribución, el Mochica Tardío de investigadores acerca del estilo de Línea Fina y de
Línea Fina estuvo muy limitado en el espacio y el su contexto cultural: su énfasis en temas femeninos
tiempo, pues se desarrolló exclusivamente en el valle y marinos4, el escaso número de piezas decoradas en
de Jequetepeque y solo durante el periodo final de la este estilo, y su coexistencia con cerámica del estilo
cultura Mochica 2. Mochica Polícromo y con artefactos de estilos cerá-
micos foráneos como Huari, Nievería y Cajamarca 5.
Esta vertiente estilística significó la más importante Ahora bien, como veremos, las más substanciales
ruptura con la tradición pictórica mochica clásica, interrogantes son su restringida distribución y su
representada en la cerámica de las fases III y IV de origen. ¿Por qué aparece este estilo en un área tan
la región Mochica Sur3. Además de los cambios en la pequeña en la parte norte del valle de Jequetepeque

Fig. 86
Valle de Jequetepeque
Convivencia de estilos
MOCHICA Mochica entre el 600 y 850
TARDÍO d.C. Programa Arqueológico
Valle de MALI
San José de Moro.
Jequetepeque

Valle de Chicama
MOCHICA V
Valle de MALI
Chicama

Valle de Valle de Moche

Moche MOCHICA IV
Océano Pacífico Museo Larco, Lima

' +'''d\kifj
E
pág. 210

y dónde se habría originado, ya que no evoluciona La decoración pictórica y el estilo


de una tradición local? Hasta donde ha sido posible de Línea Fina
determinar, la mayoría de las botellas de línea fina
habría sido hallada en un solo sitio arqueológico: Christopher B. Donnan y Donna McClelland7 acuña-
San José de Moro, el cementerio y centro ceremonial ron el concepto “Pintura Mochica de Línea Fina”
regional del periodo Mochica Tardío más importante (Moche Fineline Painting) para distinguir a un
del valle de Jequetepeque6. En cuanto a su origen, conjunto de piezas cerámicas decoradas con gran
todos los datos disponibles apuntan a que el estilo maestría y con las técnicas más refinadas, de otro
Mochica Tardío de Línea Fina se habría originado genéricamente decorado con representaciones pictóri-
por una migración de artistas alfareros del valle de cas, es decir, con diseños pintados sobre la superficie o
Chicama, donde se originó el estilo Mochica V, al valle el engobe de la vasija. Si bien la decoración pictórica
de Jequetepeque, aproximadamente entre los años es muy frecuente en la cerámica mochica, por sí sola o
600 y 700 d.C. (Fig. 86). El estudio del estilo Mochica decorando y detallando representaciones tridimensio-
Tardío de Línea Fina no solo nos permitirá, entonces, nales, esta se encuentra con más frecuencia como mo-
comprender las peculiaridades de un excepcional tivos sueltos en piezas sin mayor acabado. Cántaros
conjunto de artefactos, sino que nos dará luces acerca o floreros decorados con diseños de aves o serpientes,
de cuán diferentes eran los estados mochicas de un por ejemplo, son muy comunes y fueron ejecutados
valle y otro, de cuáles eran las relaciones entre los por artesanos que no necesariamente dominaron las
artesanos y las élites que controlaban los sistemas técnicas de pintura. Técnicamente, en su confección y
rituales e ideológicos, y de cuál era la función de los en los materiales que se usaron para su fabricación,
ceramios de más alta calidad en la sociedad mochica. estos artefactos pueden ser casi tan sencillos como la
Finalmente, las imágenes que se produjeron en este cerámica doméstica. El taller de cerámica Mochica IV
estilo nos permiten imaginarnos cómo fue la sociedad excavado por Russell y Leonard en el sitio de Mayal,
mochica en su cenit. valle de Chicama, produjo inmensas cantidades de

Fig. 87 a-b
Dos ejemplares del artista Rodríguez.
Izq: Colección privada.
Der: Fowler Museum, University of
California, Los Angeles.
850 D.C.

700 D.C.

cerámica cualitativamente intermedia y a menudo Luego de su construcción, las botellas eran pinta-
decorada con pequeños diseños o motivos pictóricos8. das con un raro engobe rico en calcio que producía
Una característica peculiar del arte pictórico mochica una superficie de color claro: blanco, crema o incluso
es que, a medida que evolucionaba, los trazos fueron rosado, dependiendo de la cocción. Generalmente se
haciéndose más sutiles y delgados, hasta que en las ha supuesto que por su color, el engobe “blanco” de
fases III y IV adquirieron la condición de verdade- las botellas mochicas debía ser de origen caolinítico,
ros dibujos compuestos por líneas finas. A diferencia es decir, a base de arcillas blancas ricas en aluminio,
de otras tradiciones artísticas, donde la policromía que se encuentran solamente en los valles andinos.
estuvo a disposición de los pintores, el arte pictórico Sin embargo, los estudios de Rohfritsch han demos-
mochica estuvo restringido al uso de un solo color, trado que los mochicas, desde los periodos tempranos
generalmente ocre o rojo, a base de pigmentos hema- en Dos Cabezas11 y La Mina12, lograron arcillas y
títicos, sobre engobes de colores blancos o cremas. Sin pinturas blancas gracias a un enriquecimiento con
embargo, en nuestra apreciación general de la cerámi- calcio. Finalmente, sobre la base clara se pintaban los
ca pictórica mochica existe una distorsión, puesto que, diseños con pinturas producidas a partir de óxidos de
por un efecto de selección estética hecha por coleccio- hierro que generaban, durante la cocción, colores ocre,
nistas y museos, parecería que estuvo compuesta ma- marrón o incluso negro.
yoritariamente por ejemplares de Línea Fina, cuando
estos representan solo una pequeña minoría. La pintura debió haber sido hecha por artesanos
experimentados y de gran maestría, familiarizados
En un trabajo arqueométrico sin precedentes, dedica- con las composiciones y los detalles que se incluían
do al estudio tecnológico de la cerámica de Línea Fina, en los diseños de cada tema. Salvo las representa-
Agnes Rohfrithsch, investigadora del laboratorio de ciones estandarizadas de la escena de la Mujer en la
arqueomateriales de la Universidad de Burdeos 3, ha Balsa de Totora, los diseños del estilo de Línea Fina
logrado caracterizar con gran detalle la cadena pro- son muy diversos. Esto implicaría que muchas de las
ductiva y los materiales empleados en la preparación obras fueron únicas, dentro de los límites que les im-
de esta cerámica9. Según Rohfrithsch, las técnicas de ponían los temas representados, y que muchos de sus
selección y preparación de las arcillas, todas de origen detalles se basaron en la inspiración y la elocuencia
local, el tamaño y tipo de los desgrasantes y otros de los artistas. Donnan y sus colaboradores han hecho
aspectos de la preparación de las botellas no varían un detallado estudio de los temas tratados en el estilo
mucho entre una pieza y otra. No es, en general, de Mochica Tardío de Línea Fina, entre los que destacan
gran calidad, pues no se destaca sobre otros ceramios las representaciones de Balsas con Seres Míticos,
de menor calidad o sin decoración pictórica. Incluso Confrontaciones de Seres Sobrenaturales, Descifrado-
la cocción de las piezas, que se habría realizado en res, Bádminton Ceremonial, Procesiones Musicales,
hornos pequeños y cerrados que alcanzaban muy altas Corredores, Entierros, Figuras Geométricas, y seres
temperaturas (por encima de los 950º C), pero por sobrenaturales con atributos humanos y animales 13.
periodos muy cortos de tiempo, no fue técnicamente
muy sobresaliente y dejó las vasijas bastante “crudas” Solo los artefactos creados por los mejores artesanos
y frágiles. En contraste, el tratamiento de la parte y pintores mochicas pueden considerarse ejemplos del
externa de la cerámica es notable, pues las superficies estilo de Línea Fina, ya que fueron ejecutados con un
aparecen bien pintadas, pulidas y cocidas, incluso altísimo nivel de calidad. Si bien aún no hemos en-
ligeramente vitrificadas. Parecería que el énfasis y contrado evidencia arqueológica de los talleres donde
la maestría de los artesanos estuvieron puestos en la se produjeron estos artefactos, suponemos que fueron
preparación de las superficies y el pintado y pulido de decorados por artesanos que no solo conocían las téc-
las escenas, lo que podría implicar, como han suge- nicas pictóricas, sino que además estaban plenamen-
rido Donnan y McClelland, que eran dos personas te familiarizados con los temas y composiciones de
diferentes las que preparaban y pintaban las piezas10. este estilo. Algunas de las representaciones parecen
pág. 212

ilustrar ceremonias que podrían haber ocurrido en la Sería lógico que la secuencia de eventos que llevó a la
realidad, como una procesión funeraria14 o entierros producción de estos estilos híbridos se hubiera dado
señoriales. Seguramente algunos de los maestros en tres momentos: primero, la aparición de la cerámi-
artesanos dispusieron de sitiales preferentes en la ca de Línea Fina y el establecimiento de los artesanos
ejecución de los rituales, por lo que habrían tenido la y talleres en San José de Moro; luego, la importa-
posibilidad de presenciarlos directamente para luego ción de cerámica, vía Cajamarca, de las sociedades
pintarlos en la cerámica. Es de suponer que los arte- sureñas; y finalmente, el desarrollo del estilo Mochi-
sanos pasaran por un proceso de formación, segura- ca Polícromo como efecto de la influencia externa.
mente en el contexto de talleres de producción o bajo Sin embargo, a la fecha, los tres eventos parecerían
la vigilancia de los maestros experimentados. Con el haberse dado al mismo tiempo, puesto que incluso
tiempo se distinguirían unos de otros por sus técni- en las tumbas del Mochica Tardío más tempranas se
cas de decoración y pintado. Donnan y McClelland han encontrado ejemplos de los tres tipos de cerámica
han planteado la posibilidad de reconocer artesanos juntos. También es posible que esta evolución haya
específicos a través de sus obras15. Los pintores que ocurrido en otro sitio o región y que llegara a Jeque-
han podido identificar son en realidad conjuntos de tepeque cuando los tres tipos de cerámica estaban
artefactos que comparten los mismos rasgos, similares plenamente constituidos.
formas de pintar caras, manos o atuendos, o de compo-
ner las representaciones en los cuerpos esféricos o len- En el estilo Mochica Polícromo podemos distinguir dos
ticulares de las botellas. Así, por ejemplo, reconocen variedades: las piezas que son versiones polícromas
al “Pintor de Munich” por la forma peculiar de “repre- de la cerámica de Línea Fina o cerámica mochica con
sentar vestimentas, brazaletes, panoplias, y manos detalles decorativos en colores, y las que son más bien
con uñas curvadas”16; o al “Pintor de Rodríguez”, por copias de piezas huari hechas por los artesanos de Je-
sus “narices rectangulares, barbillas puntiagudas y quetepeque, a veces con ligeras adiciones de su propio
bocas en forma de ojo de cerradura”17 (Fig. 87 a-b). repertorio. El número de estas piezas no es nada des-
deñable y, en las tumbas en las que los encontramos,
Cerámica importada y cerámica son aun más frecuentes que la cerámica del estilo
Mochica Polícromo Mochica Tardío de Línea Fina.

En los contextos funerarios donde se han encontra- El contexto cronológico y arqueológico del
do piezas de Línea Fina aparece también cerámica estilo Mochica Tardío de Línea Fina
importada y de estilo Mochica Polícromo18. Esta
coincidencia debe estar relacionada con las razones Recientemente la última época de la cultura Mochi-
y oportunidades que explican el surgimiento de la ca se ha visto sometida a una serie de revisiones y
Línea Fina en San José de Moro. Las piezas impor- ajustes a partir de muchas y muy complejas inves-
tadas provienen de Cajamarca, en la sierra aledaña; tigaciones. Larco había planteado en su Cronología
de Ayacucho en varios estilos Huari (Chakipampa Arqueológica de la Costa Norte 20 la existencia de la
primero y Viñaque después) y de otras regiones al sur fase Mochica V, que corresponde a las botellas de asa
(por ejemplo, Nievería, en el valle del Rímac, y Atarco triangular y decoración geométrica, o las botellas
en Ica)19 (Fig. 88). En los mismos contextos donde apare- de cuerpos altos, casi ojivales. En 1994, junto con
cen estos especímenes encontramos una cerámica que Christopher Donnan, planteamos la existencia de dos
hemos denominado Mochica Polícromo, puesto que regiones mochicas, cada una con su propia cronolo-
fue fabricada por los ceramistas mochicas e imitaba gía, así como de múltiples estados mochicas que se
los colores, diseños y formas de la cerámica de estilo habrían desarrollado en estas regiones e, incluso, en
Huari (Fig. 89). diferentes lugares a lo largo de cada uno de sus va-
lles 21. Así, mientras que al sur se desarrollaba la fase
Mochica V, el norte vivía el periodo Mochica Tardío.
850 D.C.

700 D.C.

Fig. 88
Selección de vasijas importadas de San
José de Moro. Programa Arqueológico
San José de Moro.
pág. 214

Fig. 89
Selección de vasijas de estilo
Mochica Polícromo de San José de
Moro. Programa Arqueológico San
José de Moro.
850 D.C.

700 D.C.

Ambos finalizaron alrededor del año 850 d.C. Sin em- excepcionales botellas decoradas con gruesos diseños
bargo, la Huaca de la Luna, en el valle de Moche, ha en una rara combinación de morado sobre naranja29.
producido fechas que van desde el año 850 d.C. hasta En el otro extremo, en el periodo Transicional, encon-
su colapso, en contextos asociados a cerámica de estilo tramos algunas formas derivadas del estilo de Línea
Mochica IV. Parecería, entonces, que en algún momen- Fina, como botellas con decoración polícroma. Frag-
to, quizá hacia los años 650-700 d.C. se produjo una mentos de cerámica de Línea Fina son relativamente
separación entre los valles de Moche y Chicama. El escasos incluso en San José de Moro, y cuando se les
primero continuó con la fase Mochica IV, mientras que encuentra se trata de hallazgos fortuitos en capas de
solo Chicama evolucionó hacia la fase Mochica V. En relleno. Cerámica de Línea Fina se ha reportado en
otras palabras, en un mismo momento podrían haber las tres fases del periodo Mochica Tardío 30, y siempre
coexistido hasta tres tradiciones estilísticas: Mochica en cantidades muy limitadas -uno, dos o a lo sumo
IV en el valle de Moche y los valles situados hacia el cuatro especímenes por contexto- lo que implica que
sur; Mochica V en Chicama 22; y Mochica Tardío en su producción nunca fue masiva y que podría haber
Jequetepeque. Es importante señalar esta coexisten- estado controlada por los sacerdotes y sacerdotisas
cia, puesto que así queda claro que las influencias que operaban en el sitio (Fig. 90 a-d).
y las interacciones que generaron el estilo de Línea
Fina en Jequetepeque debieron venir de Chicama y La cerámica de Línea Fina se ha hallado tanto en
no de la tradición del valle de Moche. tumbas como en contextos de ocupación, y ocasional-
mente en relleno, es decir, sin asociaciones significati-
El estilo Mochica Tardío de Línea Fina ha sido re­ vas. De estas asociaciones las más frecuentes son las
portado en diferentes lugares a lo largo de la costa tumbas, tanto en su variedad de bota como de cámara.
norte. Fragmentos de cerámica decorada con Línea Los casos en que botellas decoradas en Línea Fina
Fina han aparecido en los sitios de Mayal, Licapa y han sido halladas en rellenos son raros y no se puede
El Brujo, en el valle de Chicama 23. Shimada ha repor- decir prácticamente nada acerca de ellos. Son más
tado botellas decoradas en Línea Fina provenientes de significativos los hallazgos en contextos de ocupación.
Pampa Grande, en el valle de Lambayeque 24, y Huaca Así, por ejemplo, una botella decorada con el Tema del
Lucía, en el valle de La Leche 25. Una singular botella Entierro, se encontró en el piso de una alacena semi-
de doble pico y puente, decorada con pintura polícro- subterránea (Fig. 91 a-b). Esta pequeña estructura, com-
ma de Línea Fina, fue hallada en el valle de Chira 26, puesta por dos espacios rectangulares, albergaba una
mientras que otra muy semejante fue reportada colección de treinta y ocho artefactos que incluía ollas,
por Stumer en el sitio de Paredones, en el valle del paicas pequeñas, grandes cuencos y botellas de cuello
Rímac 27. La frecuencia aumenta significativamente en efigie. En conjunto, estos objetos habrían servido para
el valle de Jequetepeque, donde se ha reportado en los la preparación de la chicha y la alacena tendría que
sitios de Huaca Colorada, Portachuelo de Charcape, haber sido una suerte de depósito de utensilios para
San Ildefonso, Pacatnamú 28, Pacanga Vieja y Cerro producir este brebaje. Al parecer, en cierto momento
Chepén. Pero la inmensa mayoría de los fragmentos se decidió clausurar la alacena, para lo cual se vertió
de cerámica, y prácticamente todas las piezas comple- barro líquido en su interior hasta cubrir completa-
tas, han sido reportadas en San José de Moro. mente el contenido. Todas las piezas quedaron, de esta
manera, atrapadas en su posición original. En el cen-
En San José de Moro se ha hallado cerámica de Línea tro de este singular conjunto se encontró una botella
Fina exclusivamente en asociación con la ocupación de asa estribo decorada en Línea Fina con un magní-
Mochica Tardío. No se ha reportado ningún ejemplo fico ejemplo del Tema del Entierro. Estaba debajo de
de Línea Fina para el periodo Mochica Medio, que un pesado adobe y se hallaba fragmentada en muchos
antecede al Mochica Tardío. Llama la atención que pedazos, por lo que se presume que, antes de llenar el
en el periodo Mochica Medio no exista prácticamen- espacio con barro, se habría “sacrificado” la botella.
te cerámica decorada con diseños pictóricos, salvo La tradición de “sacrificar”,
pág. 216

es decir, mutilar de alguna forma las vasijas, es bas- frecuencia de botellas de Línea Fina fuese mayor en
tante más frecuente de lo que parece. Una gran parte las grandes tumbas de cámara, pero no es así. Son
de las botellas de Línea Fina encontrada en tumbas casi tan frecuentes o tan escasas como en las tumbas
de San José de Moro carecía del asa estribo, la que, de bota. No encontramos una relación cualitativa o
además, no se encontraba dentro de la tumba. Supo- cuantitativa entre el tamaño y la forma de la tumba y
nemos que, en un acto ritual, antes de sepultarla, se las botellas de Línea Fina; solo existe una relación de
separaba el asa del cuerpo. Esta amputación a veces ausencia y presencia. Podríamos concluir, entonces, o
era tan abrupta que se rompía incluso parte del cuer- que las botellas de Línea Fina no fueron marcadores
po de la pieza, o la misma quedaba fragmentada. Esta de distinción social o que las distancias sociales entre
rotura podría estar relacionada con la intención de li- los individuos sepultados en estos dos tipos de ente-
berar algún líquido contenido dentro de la vasija o ser rramiento no fueron muy grandes.
una influencia de rituales huari en los que grandes
cantidades de cerámica fina eran sacrificadas. Hallaz- El origen y la evolución de la cerámica del
gos como estos, sin embargo, son singulares, tanto por estilo Mochica Tardío de Línea Fina
su baja frecuencia como por su carácter único, lo que
los hace difícil de explicar. Un problema central en el estudio de la cerámica de
Línea Fina es sin duda, la cuestión acerca del origen
Piezas de Línea Fina han aparecido en condiciones de esta cerámica. La hipótesis que hemos sostenido
más relevantes dentro de tumbas de bota y cámara, es que la cerámica de Línea Fina en Jequetepe-
aunque en cantidades muy parecidas. Su localización que fue el resultado de una migración de alfareros,
es variable, aunque la zona alrededor de la cabeza o posiblemente de los talleres Mochica V del valle de
cerca de los brazos es más usual. Algunas piezas pa- Chicama31. Su llegada y el inicio de la producción de
recen haber sido introducidas al final de la colocación cerámica de Línea Fina marcarían el comienzo del
de las ofrendas, pues no descansaban directamente periodo del estilo Mochica Tardío en Jequetepeque,
sobre el piso de la tumba, sino sobre otros artefactos pero también de otras importantes transformaciones,
o sobre arena de relleno. Hubiera sido lógico que la como la llegada de cerámica importada de Huari

Fig. 90 a-d
Botella Mochica Tardío de Línea
Fina hallada en un contexto
funerario de San José de Moro.
Programa Arqueológico San José
de Moro. Moche Archive, UCLA.
850 D.C.

700 D.C.

y Cajamarca, o la producción de cerámica Mochica cada vez más abstractas y simbólicas, sino del uso de
Polícromo. Pero no solo se trata de definir de dónde las tecnologías y la disponibilidad de las materias pri-
llegaron las influencias que permitieron el desarrollo mas. Aun más interesante es el estudio de los temas
del estilo de Línea Fina en San José de Moro, y por representados en el estilo de Línea Fina en diferentes
lo tanto de las interacciones entre las sociedades del momentos. Las sustracciones y adiciones temáticas; la
Mochica Tardío, sino que el estudio del origen de este aparición, desaparición o transformación de motivos
estilo nos permite trazar líneas de evolución y cambio nos dan pistas importantísimas acerca de la natura-
en diferentes sociedades mochicas. Las influencias y leza de la ideología dominante en San José de Moro
migraciones no generaron copias idénticas de la cerá- y de sus diferencias específicas con relación a otras
mica ni imitación de todos los motivos representados. regiones mochicas.
Por el contrario, muchas adaptaciones y cambios se
produjeron a partir del contacto, tanto en el estilo Lo primero que debe quedar claro es que el estilo de
como en la temática. Línea Fina no pudo originarse en los estilos Mochica
Medio de la región norte. Por el contrario, la cerámica
El estudio de los aspectos formales, de las variaciones de este periodo, asociada con las tumbas de San José
y líneas de la evolución estilística de la Línea Fina de Moro32, Pacatnamú 33 y las tumbas Reales de Si-
nos da la oportunidad única de conocer una unidad pán34, es de una notable pobreza iconográfica, particu-
de producción limitada, circunscrita, seguramente larmente en lo que se refiere a la decoración pictórica.
muy cercana a las élites o dependiente de ellas. Este Los ceramistas del periodo Mochica Medio de esta re-
estilo cerámico nos permite ver el rango de variabili- gión no desarrollaron las mismas técnicas de pintura
dad entre los talleres y los artistas que seguramente que aparecieron por la misma época en la región sur.
convivieron uno al lado del otro, pero que desarrolla- Las piezas más elaboradas durante este periodo son
ron identidades, estilos y técnicas muy distintos, con escultóricas, pero incluso ellas son de menor compleji-
una alta especialización temática. Adicionalmente, al dad que sus contrapartes sureñas. Resulta paradójico
trazar una línea de tiempo desde el origen, podemos que la cerámica del periodo Mochica Medio haya sido
estudiar no solo la evolución del estilo hacia formas tan pobre cuando la cerámica del periodo Mochica
pág. 218

Temprano en Jequetepeque y Piura fue de altísima y las formas “experimentales” en Jequetepeque (véase
calidad. En contraste, la metalurgia sí exhibe una cat. no. 50).
El estilo pictórico de Línea Fina, qué duda
continuidad en calidad y técnica con los desarrollos cabe, se originó en los estilos pictóricos complejos de
alcanzados en el periodo anterior. ¿Acaso el énfasis la cerámica Mochica IV y V, pero luego en San José
iconográfico pasó de la cerámica a otros medios? Algu- de Moro adquirió su propio carácter, haciéndose aun
nos de los textiles encontrados por Ubbelohde-Doering más abigarrado.
en la tumba del Mochica Medio E1 de Pacatnamú
presentaban una decoración iconográfica muy comple- En cuanto a la temática representada, la mayoría de
ja, que rivalizaría con la iconografía pictórica de los motivos del estilo Mochica Tardío de Línea Fina tiene
estilos Mochica III y IV del sur 35. Poco sabemos de la su antecedente en la iconografía Mochica del Sur. Por
iconografía textil mochica, puesto que raros ejemplos ejemplo, los Temas de la Confrontación Mítica, del En-
verdaderamente complejos se han conservado. tierro y de las Balsas de Totora. Sin embargo, una vez
transplantados, adquirieron su propio ritmo de evo-
En segundo lugar, hay claras continuidades formales, lución, separándose y distinguiéndose de sus modelos
estilísticas y temáticas entre los estilos Mochica V del originales. El caso más notable es el del Tema del
sur y Mochica Tardío de Línea Fina de San José de Entierro, cuyo origen estuvo en las representaciones
Moro. Las técnicas que se emplearon en la producción Mochica IV de ceremonias de presentación de conchas,
de cerámica son muy semejantes en ambas regiones, entierros y sacrificios 36. El tema se estandarizó en una
así como las botellas de cuerpo esférico y carenado. composición de cuatro escenas cuyo ejemplo más tem-
Mientras que en el norte no hay un antecedente para prano es la pieza Ganoza, una botella Mochica V, en la
estas técnicas y formas, en el sur podemos seguir una que se representa con gran detalle todos los aspectos
larga tradición que lleva, ininterrumpidamente, hasta de un ritual funerario en una compleja configuración
la cerámica Mochica V. Algunas formas, en ambas de personajes y escenas 37 (véase cat. no. 47). En el estilo
regiones, se desarrollaron después del contacto. Por Mochica Tardío de Línea Fina de San José de Moro se
ejemplo, las botellas altas de cuerpos ojivales en el sur volvió un tema frecuente, pero con grandes transfor-
o las botellas de cuerpos exageradamente carenados maciones que incluyen la sustitución de un personaje

Fig. 91 a-b
Botella Mochica Tardío de
Línea Fina con representa-
ción de Tema del Entierro
hallada en una alacena
semi-subterránea en San
José de Moro. Programa Ar-
queológico San José de Moro.
850 D.C.

700 D.C.

por otro o la supresión de ciertos detalles, respetando idénticos a formas que esperaríamos encontrar en
siempre la composición original. Los artesanos de Chicama. Existen ejemplos de artefactos Mochica V
San José de Moro no pudieron inventar el Tema del encontrados en Jequetepeque, en la tumba MXII de
Entierro por su cuenta, necesariamente tuvieron que Pacatnamú o en San José de Moro 39, que evidencia-
estar familiarizados con la composición y distribución rían un contacto sostenido con los productores de
de escenas y personajes del Mochica V. Otros temas cerámica de Chicama.
frecuentes en San José de Moro, como la Ola Antro-
pomorfa, surgieron cuando se implantó la técnica de El corto periodo de tiempo en que se desarrolló el
Línea Fina, al tener los alfareros por primera vez la estilo Mochica Tardío de Línea Fina en San José de
posibilidad de representar imágenes complejas (véase cat. Moro fue una de las épocas de mayor creatividad e
no. 52). El estilo Mochica Tardío de Línea Fina presenta innovación en la historia de las sociedades de la costa
una marcada reducción temática con relación a la norte del Perú. La coexistencia de este fenómeno
cerámica Mochica IV y V. Es posible que en el mo- con la aparición de la cerámica polícroma, de clara
mento de la migración de los artesanos haya habido inspiración extranjera; con el colapso de la sociedad
una selección de los temas que se podrían representar mochica y su transformación en el fenómeno Transi-
para un nuevo público. Hemos indicado en un trabajo cional; y con los albores de los fenómenos Lambayeque
precedente que casi todos los temas donde participan y Chimú, no son mera coincidencia. Estos artefactos
seres humanos desaparecen del registro iconográfi- se dieron en una de las épocas más complicadas para
co del estilo Mochica Tardío 38. Interpretamos estas la historia regional, con un fracaso monumental de
transformaciones como adaptaciones ideológicas, la cultura Mochica, que había dominado la tierra por
puesto que la iconografía no hace sino plasmar las más de quinientos años, en su intento de reconstruir
narraciones que sirven a los propósitos de la sociedad. las estructuras de poder y legitimidad. La cerámica de
El traslado de los artistas se habría dado a costo de Línea Fina no es sino la expresión material de estas
que estos adaptasen su producción a los estándares pugnas y su presencia en los contextos arqueológicos
aceptados en la sociedad mochica de Jequetepeque. nos habla de interacciones de larga distancia, estra-
tegias de control y de dominación, y rituales de poder
Finalmente, ¿fue el estilo de Línea Fina producto de femenino. En última instancia, estos artefactos son la
una influencia cultural o fue necesario que se trasla- única voz de una sociedad que, por todo lo demás, ha
daran artesanos de Chicama a San José de Moro? Si permanecido en silencio durante más de mil años.
bien todos los investigadores del fenómeno Mochica
estarían dispuestos a aceptar la primera idea, la
segunda requerirá de una mayor profundización de
nuestro conocimiento del tema. Algunas pistas son el
descenso de la calidad y cantidad de piezas con ico-
nografía compleja en la fase Mochica V en Chicama,
donde la inmensa mayoría de objetos estuvo decorada
con simples motivos geométricos. ¿Podría ser que esta
disminución cualitativa y cuantitativa se debiera a la
migración de los artesanos? Por otra parte, no vemos
una fase de experimentación en el desarrollo del estilo
Mochica Tardío. Esto significaría que las personas que
iniciaron la producción de la cerámica de Línea Fina
contaban ya con todos los conocimientos técnicos e
iconográficos necesarios. Con el devenir del tiempo el
estilo tomó características propias, pero algunos ejem-
plos, seguramente los más tempranos, son en esencia
CAT. 47
CEREMONIA DEL ENTIERRO
Mochica Tardío
Botella de asa estribo en línea fina con
representación del Tema del Entierro.
Moldeado y pintura de línea fina.
21,5 x 12,8 x 12,3 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.56
pág. 220
850 D.C.

700 D.C.
pág. 222
CAT. 47
CEREMONIA DEL
ENTIERRO

Fig. 92
Ceremonia del Entierro
representada en la pieza.
Moche Archive, UCLA.

Esta botella de asa estribo, ligeramente carenada y de en la iconografía de este personaje. Su transformación,
base anular, presenta un magnífico ejemplo del Tema del de guerrero a Sacerdotisa, podría haberse dado a lo largo
Entierro. Formalmente, la pieza es un ejemplo clásico de del tiempo, ya que las escenas donde el personaje es sin
las botellas de asa estribo del periodo Mochica Tardío, duda masculino son las más tempranas, por ejemplo, en la
aunque es posible que la parte superior del asa estribo no pieza Ganoza, una botella del estilo Mochica V 41 (Fig. 93 a-b),
corresponda a esta botella y haya sido añadida al momen­ mientras que las piezas canónicamente Mochica Tardío
to de la restauración. De igual manera, algunos elementos muestran una fuerte tendencia a convertir el guerrero en
o secciones de la pintura de Línea Fina podrían haber sido una mujer. ¿Podría ser esta una prueba más del encum­
retocados. La base anular presenta motivos de ollas, bramiento de mujeres poderosas en San José de Moro?
mientras que en el asa estribo hay representaciones de
panoplias, conjuntos de porra, escudo circular, dardos y La sección del Sacrificio presenta cuatro componentes
hondas, típicos de este tipo de botellas. típicos de estas escenas. A la izquierda aparece una
mujer desnuda con el pelo rapado y la cara desollada a la
La representación del Tema del Entierro está compuesta que le falta, además, el ojo derecho. El cuerpo está
por tres secciones: la Presentación de la Concha, el abierto de piernas y brazos, y los senos y el pubis están
Sacrificio y el Entierro propiamente dicho (Fig. 92). Sin claramente indicados. La presencia de gallinazos a su
embargo, al comparar esta versión con otras catorce alrededor, picoteándola al parecer, indicaría que se trata
conocidas40, es la sección del Entierro la que ocupa la de un cadáver. Donnan y McClelland sugieren que podría
mayor parte de la pieza, sacrificando detalles y elemen­ tratarse de una curandera que habría fracasado en curar
tos de las otras secciones. En la Presentación de la a un miembro de la élite42. A continuación aparece el Aia
Concha, una Sacerdotisa con tocado de múltiples plumas Paec, ser sobrenatural mochica masculino, activo y
aparece presentando grandes conchas, posiblemente de guerrero por excelencia, con su característico tocado de
la especie Strombus galeatus, a un personaje que está felino, camisa escalonada y cinturones de serpientes. Se
sentado sobre una estructura escalonada y elevada. El le ha representado como si estuviese corriendo, soste­
personaje que recibe las conchas lleva un tocado dividido niendo en la mano derecha una estólica y en la izquierda
en tres apéndices que acaban en cabezas de serpientes. un conjunto de dardos. Todos los apéndices y muchos
Llama la atención que este individuo tenga el cuerpo en objetos largos terminan en cabezas de serpientes, en
forma de herradura, decorado con círculos y puntos, y este caso partes del tocado, los cinturones, la estólica y
lleve sobre su espalda lo que parece ser un apéndice del los dardos. Debajo de esta divinidad aparece un ave,
tocado, que termina en pequeños círculos. En otros casos posiblemente un gallinazo, con las alas extendidas, atado
conocidos, esta figura es claramente un guerrero, pero a una suerte de cepo. Finalmente, a la derecha del
aquí la postura y el apéndice del tocado son típicos de conjunto, un personaje jala dos cuerdas a las que están
las representaciones de mujeres, particularmente de las atados un grupo de gallinazos. Esta figura es singular,
Sacerdotisas. Aparentemente se produjo una evolución puesto que a primera vista parecería un ser humano,
Fig. 93 a-b
Botella y dibujo de la representa-
ción de la Ceremonia del Entierro.
Colección Ganoza Vargas, Trujillo.
Moche Archive, UCLA. 850 D.C.

700 D.C.

pero en realidad se trata de una Porra Antropomorfa, lo Una serie de paralelos se puede trazar entre las tumbas
que se puede constatar por el detalle del elemento en de cámara del Mochica Tardío excavadas en San José de
punta que aparece entre sus piernas. Moro y las representadas en las escenas del Entierro.
Como las tumbas de cámara son generalmente muy
La sección del Entierro ocupa más de la mitad de todo el profundas, los ataúdes deben ser bajados con sogas. Los
espacio en la botella. En la parte inferior, y a ambos ataúdes son, efectivamente, cajas alargadas decoradas
lados, aparecen dos personajes -la Iguana Antropomorfa con máscaras funerarias. Hay numerosos objetos
y un felino igualmente humanizado- que sostienen rodeándolos, particularmente vasijas de cerámica, platos
sonajeras, es decir, varas de las que penden sonajas que contienen “crisoles” y esqueletos de llamas peque­
circulares de metal que producen sonido al chocar unas ñas. Sin embargo, no se han encontrado fragmentos de
contra otras. En la mayoría de los ejemplos del Tema del Strombus o huesos de venados, felinos o gallinazos. La
Entierro, quien alterna con la Iguana es el Aia Paec; sin mayoría de las grandes tumbas de cámara excavadas
embargo, en esta representación ha sido sustituido por contenía esqueletos de mujeres, tanto dentro de los
un felino, aunque adornado con los atributos del Aia ataúdes como en asociación a ellos. El sexo del cadáver
Paec. En la parte superior del entierro aparecen Aia Paec enterrado en las escenas pintadas no es evidente, pero
a la izquierda y la Iguana a la derecha, que sujeta a su se ha especulado que podría tratarse del mismo persona­
vez a una llama pequeña. El Aia Paec y la Iguana sostie­ je que en la sección de la Presentación de la Concha
nen largas y gruesas sogas con las que estarían bajando aparece recibiéndola. En cualquier caso, la contrastación
un ataúd a una cámara funeraria profunda. El ataúd está y comparación entre la arqueología funeraria y la
representado por un rectángulo oscuro que remata en un iconografía aporta importantes líneas de investigación.
extremo con lo que correspondería a la máscara funera­
ria, sobre la cual hay una concha de Strombus galeatus.
La cámara funeraria, larga y estrecha, aparece llena de
elementos que representarían platos cargados de
ofrendas, cántaros y un gallinazo. Los mismos elementos
se muestran entre las sogas con las que se baja el ataúd.
Finalmente, a ambos lados de las sogas aparecen dos
hileras de figuras que estarían asistiendo al ritual
funerario: un grupo de mujeres a la izquierda, y a la
derecha tres venados junto con igual número de felinos.
CAT. 48-49
SACERDOTISA SOBRE
LA LUNA CRECIENTE

CAT. 48
Mochica Tardío
Botella de asa estribo de línea fina
con representación de Sacerdotisa
sobre Luna Creciente.
pág. 224
Moldeado y pintura de línea fina.
22,5 x 13 x 12,7 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.55

CAT. 49
Mochica Tardío
Botella de asa estribo de línea fina
con representación de Sacerdotisa
sobre Luna Creciente.
Moldeado y pintura de línea fina.
25,5 x 16 x 14,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.52
850 D.C.

700 D.C.
CAT. 48-49
pág. 226 SACERDOTISA SOBRE LA
LUNA CRECIENTE

Fig. 94
Dibujo en línea fina de
personaje y motivos
representados en la pieza
(cat. no. 49). Moche Archive,
UCLA.

El Tema de la Sacerdotisa sobre la Balsa que se transfor­ implicó que la Sacerdotisa no apareciera sosteniendo
ma en una Luna Creciente es la representación más una copa ceremonial (Fig. 94).
frecuente en la iconografía del estilo Mochica Tardío
de Línea Fina de San José de Moro, y ha sido interpreta­ En la otra vasija (cat. no. 48) el cuerpo es ligeramente
da como una evidencia del encumbramiento de las carenado y la base anular. En ella se representa una
mujeres en esta región durante la fase final de la cultura sacerdotisa en posición de cuclillas portando una copa
Mochica 43. A lo largo de su historia el motivo fue evolu­ en las manos. Los demás detalles son muy similares a la
cionando, abstrayéndose en elementos y formas conven­ anterior, lo que implicaría que la representación de la
cionales, de forma tal que al final no es evidente su sacerdotisa estaba estandarizada.
repre­sentación. Los ejemplos que se presentan aquí
son los mejores conservados en su pintura, aunque en El Tema de la Sacerdotisa sobre la Luna Creciente deriva
ambos casos el asa estribo fue añadida al momento de del más antiguo y complejo Tema de las Balsas o del
la restauración. Transporte Marítimo, donde se representan dos balsas de
totora de gran tamaño en las que cabalgan la Sacerdoti­
En una de las vasijas (cat. no. 49), el cuerpo es bastante sa y un personaje masculino al que Donnan llama El
esférico y no carenado o angular como en la mayoría de Remero (The Paddler)44. Ambos personajes aparecen en
ejemplos. La forma carenada se presta muy bien para cuclillas sobre la cubierta superior de las balsas, que
este diseño, puesto que la parte inferior de la pieza presentan brazos y piernas, indicando su movimiento (Fig.
suele representar a la Balsa/Luna Creciente y, por lo 95). Los personajes están en el centro de sus respectivas
tanto, el motivo de la Sacerdotisa aparece solo en la balsas y del cuerpo de la Sacerdotisa emanan radialmen­
parte superior. La Sacerdotisa ha sido representada, en te líneas, como ya vimos, mientras que del Remero
ambos lados de la pieza, con un tocado compuesto por emanan panoplias. Las balsas mostradas en estos
múltiples elementos verticales, orejeras y un apéndice diseños debieron ser enormes, puesto que tienen proas y
que sale de la parte posterior del tocado y se proyecta popas decoradas con múltiples cabezas de serpientes-
sobre su espalda. Este apéndice, que está dividido en felinos y dos cubiertas. En la superior están cómodamen­
secciones y termina en una borla de círculos, posible­ te instalados los personajes, a veces acompañados por
mente era una pieza semirígida que pendía de la parte servidores, y en la inferior llevan un cargo de vasijas de
posterior del tocado y que remataba en sonajas esféri­ cerámica y prisioneros. Las actividades que realizan los
cas de cobre. El cuerpo de la Sacerdotisa está formado personajes durante su travesía aparentemente incluyen
por una suerte de herradura decorada con un patrón de la pesca de un pez sobrenatural y otros animales
red. No aparecen manos ni pies, que fueron omitidos por marinos. En las escenas de las balsas se ven bultos
el artista, pero en su lugar aparece una franja vertical circulares con el diseño de las redes, que contendrían el
con tres círculos. Esta franja representa las mangas y la producto de la pesca. Frecuentemente, entre las balsas
basta inferior del vestido. La omisión de las manos aparecen rayas de gran tamaño.
850 D.C.

700 D.C.

Si bien el Tema de la Sacerdotisa sobre la Luna Creciente


proviene de la Sacerdotisa sobre la Balsa de Totora, el
primero no elimina al segundo. Es claro, por el estilo de
las representaciones y la forma de las botellas, que
ambos motivos coexisten en el periodo Mochica Tardío,
pero que el primero adquiere mayor popularidad. Parece­
ría que primero el Tema de las Balsas comienza
a ser representado solo en la parte que corresponde
a la Sacerdotisa; luego la Balsa comienza a convertirse
en una Luna Creciente, a la par que la Sacerdotisa
se transforma de una representación antropomorfa a
la imagen abstracta que hemos descrito previamente.
La alta frecuencia de los temas en los que participa la
Sacerdotisa no es cosa de todos los estados mochicas,
sino de la tradición de San José de Moro. Su popularidad
coincide con el alto estatus social y económico que se le
confiere a las mujeres en la sociedad del Mochica Tardío,
manifiesta en las mayores tumbas de cámara que se han
encontrado en este cementerio.

Fig. 95 a-b
Botella con representación de
Mujer y personaje masculino
sobre la Balsa de Totora.
Moche Archive, UCLA.
Colección privada.
CAT. 50
LOBOS MARINOS ANTROPOMORFOS
Mochica Tardío
Botella de asa estribo con base formada por lóbulos
y representación de focas antropomorfas.
Moldeado y pintura de línea fina.
21,5 x 16,4 x 16,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.51
pág. 228
850 D.C.

700 D.C.
pág. 230

CAT. 50
LOBOS MARINOS
ANTROPOMORFOS

Esta botella corresponde, por la inusual apariencia de su bases con protuberancias. Parecería que los ceramistas
base, a las “formas experimentales” que surgen en el de San José de Moro pasaron por una fase en la que
periodo Mochica Tardío de San José de Moro. Si bien la experimentaron con formas complejas y de casi imposi­
mayoría de ejemplares aparecen en botellas de asa ble manufactura. La cerámica “experimental” parece
estribo, cuerpos esféricos o carenados y bases anulares, corresponder mayoritariamente a la fase media, o B, del
otras formas fueron exploradas por los artesanos periodo Mochica Tardío, que habría sido el momento de
mochicas de San José de Moro. En este caso la base, mayor proliferación y variabilidad de la cerámica de
compuesta por seis lóbulos, es atípica y parecería Línea Fina.
demostrar el interés de los ceramistas por explorar
nuevas formas y diseños. La decoración pictórica en el Los casos más extremos de la cerámica “experimental”
asa y en la base está compuesta por diseños de círculos, son las botellas de doble cámara, en las que el cuerpo
volutas, líneas y ángulos que forman figuras florales o está formado por dos esferas, una dentro de la otra,
abstracciones de irreconocible significado. En el cuerpo ambas comunicadas con las asas. En los dos casos
de la botella se representaron tres lobos marinos con conocidos, el cuerpo exterior está pintado en Línea Fina
tocados adornados con aves, una suerte de faja en la y perforado, de forma que es posible ver el interior. Una
cintura, barbas y colmillos protuberantes. Frente a cada de ellas presenta seis “ventanas” que dejan a la vista
una de las focas, y delante de su boca, aparece un círculo pequeñas caras modeladas y pintadas en el cuerpo
negro que se suele interpretar como una de las piedras interior46 (Fig. 97). Uno de los casos más destacados de
que comúnmente se encuentran en el estómago de estos cerámica “experimental” apareció, recientemente, en
pinnípedos y que les podrían servir como lastre o para una tumba de cámara excavada en San José de Moro.
facilitar la digestión de los alimentos (Fig. 96). En ella se encontraron dos botellas perforadas por un
grueso tubo que las atraviesa de lado a lado47. En los
El Tema de la Caza de Focas, en el que personajes extremos de los tubos se colocaron dos placas de arcilla
aparecen apaleando lobos marinos con la intención de caladas en forma de felinos, uno de los cuales tiene alas,
obtener las piedras estomacales, es muy frecuente en la pintadas con detalles en Línea Fina (Fig. 98). El propósito
iconografía de la fase Mochica IV, donde se habría de esta cerámica tan singular es aún un misterio. Las
originado el diseño45. En el periodo Mochica Tardío, este perforaciones son la característica más frecuente en
Tema prácticamente desaparece, pero queda el diseño este tipo de piezas, que implican la capacidad de ver el
distintivo de las focas antropomorfas, que se popularizó interior o de ver a través. Esta es quizá la propiedad que
como otros temas marinos. Considerando la relativamen­ perseguían los artesanos, un atributo o sentido simbólico
te pequeña cantidad de botellas de Línea Fina conocidas, que hoy no es posible comprender. Sea como fuere, estos
un número proporcionalmente grande corresponde a las artefactos son muestras de la maestría de los artesanos,
“formas experimentales”, como tubos que atraviesan los “experimentos” que habrían realizado para probar los
cuerpos vertical u horizontalmente, asas estribo dobles o límites de su destreza.
850 D.C.
Fig. 96
Personaje y motivos representados
en la pieza. Moche Archive, UCLA. 700 D.C.

Fig. 97 Fig. 98
Botella de asa estribo con doble cuerpo, Botella de forma toroide con placas de felinos
uno dentro del otro. Del cuerpo interior se alados. Programa Arqueológico San José de
pueden observar seis rostros humanos. Moro.
Colección privada.
CAT. 51
HOMBRE CANGREJO
Mochica Tardío
Botella de asa estribo con representación
de cangrejo antropomorfo.
Moldeado y pintura de línea fina.
23 x 13,5 x 13,3 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.54
pág. 232

El cangrejo antropomorfo es uno de los personajes más


frecuentes en la iconografía Mochica Tardío, junto con
otros seres de origen marino como el pez globo, la
barracuda, el erizo, la raya, el Demonio Strombus y la
figura de la Ola Antropomorfa. En el Tema de las Con­
frontaciones Míticas, estos seres se enfrentan contra el
Aia Paec. A veces se representan solos, como en este
caso, e incluso como pequeños elementos decorativos en
relieve o pintados. Si bien no se ha tratado de determinar
la especie representada, parecería que se trata de una
suerte de cangrejo arquetípico, en el que lo relevante son
las dos grandes pinzas, aunque muchas veces con un
número exagerado de articulaciones y un caparazón
gigantesco. Este motivo aparece en la iconografía de la Fig. 99
costa norte en todos los periodos, desde Cupisnique Hombres-cangrejo representados
hasta Chimú-Inca 48. en la pieza.
850 D.C.

700 D.C.
CAT. 52
COMBATES MARINOS
Mochica Tardío
Botella de asa estribo con representación de
combate ritual entre Aia Paec, la Ola Antropomorfa
y el Demonio Strombus.
Moldeado y pintura de línea fina.
21,6 x 18,5 x 14 cm.
2007.16.50
pág. 234

Esta botella de forma singular contiene una representa­ Fig. 100


ción del Tema de las Confrontaciones Míticas, es decir, el Escena de combate marino representado
en la pieza. Moche Archive, UCLA.
ciclo de las luchas entre Aia Paec (también llamado
“Wrinkle Face” por Donnan) y un conjunto de seres
marinos antropomorfos (Fig. 100). En este caso, los
oponentes de la divinidad son la Ola Antropomorfa,
personaje que encarna seguramente la fuerza del mar y
su fecundidad, representada esta última por los peces
contenidos dentro de ella, y el Demonio Strombus, una
bestia con antenas, fauces, garras y cola puntiaguda que Fig 101 a-b
emerge del caparazón de un gran caracol marino, el Botella de asa estribo Mochica Tardío de
Strombus galeatus. El dibujo en Línea Fina, el asa y la Línea Fina con representación de Ola
Antropomorfa hallada en una tumba en
atípica porción protuberante superior han sido severa­ San José de Moro. Programa Arqueológico
mente alterados por la restauración de la pieza. San José de Moro.
850 D.C.

700 D.C.
CAT. 53
DEMONIO STROMBUS
Mochica Tardío
Jarra de asa lateral y cuello embudo con diseños de
Strombus antropomorfos en línea fina.
Moldeado y pintura de línea fina.
21,5 x 16,3 x 12,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.49
pág. 236

En esta pieza se representan dos imágenes del Demonio


Strombus (véase cat. no. 52), que en este caso tiene un
cuerpo doble que emerge hacia ambos lados desde un
pequeño caracol. Es evidente que el artista ha enfatizado
el cuerpo, la cabeza y las antenas del animal en desme­
dro del caparazón, es decir, los aspectos animados del
ser. Tanto el asa como el pico de la vasija han sido
añadidos durante el proceso de restauración de la pieza
y podrían no ser originales (Fig. 102).

Fig. 102
Motivos del Demonio Strombus
representados en la pieza. Moche
Archive, UCLA.
850 D.C.

700 D.C.
CAT. 54
ÁRBOL DE ULLUCHU
Mochica Tardío
Botella de asa estribo con representación en
relieve del árbol de ulluchu y monos.
Moldeado y pintura de línea fina.
21,5 x 14,5 x 14,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.53
pág. 238

Uno de los grandes misterios de la iconografía mochica


desde los albores de su estudio han sido unos peculiares
frutos de forma alargada que frecuentemente se repre­
sentaron en las escenas rituales de entierros o sacrifi­
cios humanos. Rafael Larco fue el primero en percatarse
de la presencia de estos frutos en las representaciones
escultóricas y pictóricas mochicas. Los llamó “ulluchus”,
e hizo notar que se trataba de los mismos frutos que en
su museo se representaron como botellas de asa estribo Fig. 103
o como parte de escenas rituales (Fig. 103 y 104). Larco Motivos del árbol del ulluchu y
nunca aclaró cuál era el origen de este nombre ni a qué monos representados en la pieza.
fruto moderno correspondían estas representaciones o, Moche Archive, UCLA.
siquiera, por qué los llamó de esa manera. No se tuvo
tampoco una idea del tamaño de los frutos, o si se daban
en arboles o arbustos y, por supuesto, nada se sabía
sobre sus propiedades. Lo que sí quedaba claro era su
importancia y protagonismo ritual. Todo esto originó una
pequeña historia de misterio destinada a desentrañar la
verdadera identidad de los “ulluchus”.

Fig. 104
Escena de cópula bajo el
árbol de ulluchu. Moche
Archive, UCLA.
850 D.C.

700 D.C.
CAT. 55
NADADOR
Mochica Polícromo
Botella de doble pico y asa puente con
representación polícroma de nadador.
Moldeado y pintado.
14,8 x 14,3 x 12,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.57
pág. 240
850 D.C.

700 D.C.
pág. 242
CAT. 55
NADADOR

Esta singular botella es uno de los más raros y valiosos Huari y otras asociadas a ellas. Algunos ejemplares
artefactos de la nueva colección del MALI, puesto que notables de cerámica de estilo Nievería han aparecido en
reúne una serie de características singulares que la grandes tumbas de cámara Mochica Tardío, aunque hasta
sitúan como una verdadera bisagra entre las tradiciones ahora no se han hallado en contexto botellas Mochica
Mochica y Lambayeque y, por lo tanto, ofrece una serie Polícromo que busquen copiar dicho estilo. Esta pieza es,
de pistas para entender la transformación de la primera por ello, singular y representaría un intento de imitar un
en la segunda. Como veremos, su forma -una botella de estilo prestigioso.
doble pico y puente con decoración polícroma -la relacio­
na con las tradiciones Huari y Nievería. Su personaje Sobre la cámara aparece modelado un personaje acosta­
principal, una divinidad ataviada con cinturones de do, con la cabeza protuberante mirando hacia el frente.
serpientes, está relacionada con la mitología mochica, En la mano izquierda sostiene un Strombus y una pesa
pero la función de nadador o buceador que extrae de lastre, y en la derecha lleva lo que parecería ser una
conchas Spondylus y Strombus, y la peculiar decoración concha de Spondylus estilizada (Fig. 105). Tanto la posición
del rostro del personaje lo acercan sorprendentemente a del cuerpo como los objetos que coge permiten identifi­
la tradición Lambayeque (Fig. 106). Sin embargo, todo car al personaje como un nadador o buceador. Está
indica que esta pieza fue producida en San José de Moro, ataviado con una camisa decorada con escalones y de su
dentro del complejo estilístico que denominamos Mochica anatomía se proyectan, hacia los lados y hacia abajo, seis
Polícromo, lo que revelaría que la síntesis que conjuga los apéndices que rematan en cabezas de serpientes. Estos
elementos de las tradiciones Huari y Mochica, que en atributos permitirían reconocer a la figura como una
última instancia conduce a la formación del estilo encarnación de Aia Paec, el ser mítico masculino
Lambayeque, se da en este singular lugar. dominante en la iconografía mochica. El cuerpo de la
pieza está decorado con representaciones polícromas de
La botella está compuesta por un cuerpo cilíndrico, con olas, conchas de Spondylus y de Strombus, y dos
la base plana y la parte superior ligeramente convexa. Demonios Strombus, todo esto común en la iconografía
Dos picos cónicos aparecen sobre el cilindro, unidos por del estilo Mochica Tardío.
un puente sólido. Esta forma es muy inusual en la costa
norte y ciertamente no se deriva de las tradiciones Entonces, la forma de la pieza y su decoración polícroma,
mochicas, sino que más bien tendría su antecedente en por un lado, y el personaje de cinturones de serpientes
tradiciones sureñas como Nievería, en el valle del Rímac, asociado a los motivos de olas y conchas, por el otro,
o en alguno de los estilos de Huari. Como ya se mencio­ permiten hacer la conexión entre las dos tradiciones
nó, San José de Moro es el sitio arqueológico en el que dominantes en el Horizonte Medio: Huari y Mochica. Esta
se ha hallado la mayor cantidad de cerámica de estilos vasija, sin embargo, presenta una línea más de informa­
relacionados con las sociedades que se encumbran ción que la proyecta hacia los cambios que sucederán
durante el Horizonte Medio, particularmente Cajamarca, luego de que la influencia mochica haya desaparecido de
850 D.C.

700 D.C.

Fig. 105
Escena de caza de conchas
marinas, representada en la pieza.

la costa norte. Las representaciones de buceadores que


colectan conchas son casi inexistentes en la iconografía
mochica, mientras que es uno de los motivos más
frecuentes en las iconografías lambayeque y chimú.
Adicionalmente, y si podemos confiar en que la restaura­
ción de la pieza no añadió estos detalles, la forma de
representar los ojos angulosos del personaje, y la
inclusión de líneas que bajan de los ojos -los llamados
“lacrimales”- asociarían esta representación con las de
los personajes principales de los “Huacos Rey” de la
tradición Lambayeque. En este tipo de artefactos, la
presencia de nadadores flanqueando al personaje
principal es muy frecuente.

En síntesis, esta botella combina elementos de las dos


grandes tradiciones que tuvieron más prestigio en la fase
final del desarrollo Mochica de Jequetepeque, y se
Fig. 106
proyecta hacia el futuro con la inclusión de elementos Detalle de nadador en huaco rey
que se encumbraron luego en la tradición Lambayeque. lambayeque. Museo de Arte de
Es un tanto difícil determinar si ella corresponde crono­ Lima. Memoria Prado.
lógicamente al periodo Mochica Tardío o al subsecuente
periodo Transicional. Los elementos que la acercan a la
tradición Lambayeque nos forzarían a pensar que debió
fabricarse en un momento en que esta tradición ya
estaba en pleno proceso de formación. En cualquier caso,
esta pieza permite afirmar, con bases empíricas, lo que
se ha mencionado muchas veces: que Lambayeque es, en
efecto, una síntesis de Mochica y Huari. Hoy sabemos,
además, que San José de Moro fue uno de los lugares en
donde se produjo esta síntesis.
pág. 244

Transformaciones estilísticas
en el bajo Jequetepeque durante
el periodo Horizonte Medio
Julio Rucabado
Pontificia Universidad Católica del Perú
1000 D.C.

850 D.C.

Hacia el año 850 d.C, muchas de las sociedades agrí-


colas de la costa norte atravesaban por un periodo
de grandes cambios y adaptaciones en sus diversas
formas de organización. Los centros de poder mo-
chica de Lambayeque y del estado Mochica del Sur,
ya abandonados o destruidos, formaban parte del
pasado, glorioso para aquellos que aún recordaban los
privilegios de haber pertenecido a los linajes reales
y sombrío quizás para aquellos otros cuyos ancestros
fueron vencidos en batalla y desangrados en los patios
de los templos. Las revueltas sociales en los centros
urbanos de Galindo y Pampa Grande, así como el
abandono de los templos de Cao Viejo y de las Huacas
de Moche, parecían haber marcado el final de una era
edificada sobre la base de un sistema de creencias, va-
lores y ordenamientos definidos. Un sistema en la que
el prestigio de los líderes y sus linajes era legitimado
a través y durante las prácticas rituales, a la vez que
dependía de un manejo estratégico de los canales de
irrigación y los excedentes de producción agrícola, del
control de los grupos de artesanos especializados, así
como del buen uso de la política y, en algunos casos, de
Fig. 107
la coerción física.
Kero de estilo Huari con personaje
que porta un cuchillo y una cabeza
Sin embargo, no todos los territorios establecidos bajo humana decapitada. Programa
este sistema de organización parecen haber seguido Arqueológico San José de Moro.
un mismo destino. Ya en los albores del siglo IX d.C.,
el desarrollo de las comunidades del valle bajo de
Jequetepeque se distanció del fenómeno de crecimien-
to urbano en las regiones vecinas, lo que evitó así la
acumulación de tensiones que pudiesen haber de-
sencadenado revueltas sociales internas. No obstante,
la región del bajo Jequetepeque parece no haber sido
ajena, por lo menos en los últimos trescientos años,
a un clima de conflicto y competencia, especialmente
entre las unidades territoriales constituidas sobre
los canales de irrigación1. Dichas unidades políticas
parecen haber mantenido un cierto grado de cohesión,
temporal y circunstancial, que obedecía probablemen-
te a pautas trazadas por viejas alianzas supracomu-
nales, las mismas que demandaban una renovación y
legitimación periódica a través de los rituales celebra-
dos en las arenas públicas de San José de Moro. Esta
continuidad de los mecanismos de organización ritua-
lizado se infiere a partir del hallazgo de tumbas de
élite en San José de Moro, especialmente de aquellas
pertenecientes a mujeres de alto rango, cuyos ajua-
res y arreglos funerarios delatan tanto su papel de
pág. 246

sacerdotisas como la vigencia de la figura de la Diosa Una de las formas de integrar a estos grupos en las
Lunar Mochica2. tierras yungas fue permitiéndoles el acceso al espa-
cio sagrado de San José de Moro para enterrar a sus
Esta aparente continuidad en las creencias y las muertos y ancestros. Esto no solo habría facilitado
prácticas rituales alrededor de la mencionada figura la interacción socioeconómica entre ambos grupos de
sobrenatural, circunscrita únicamente a San José comunidades, sino que ofrecía la posibilidad de crear
de Moro y a los linderos del bajo Jequetepeque, no nuevos espacios de integración política que permitie-
impidió, sin embargo, que simultáneamente varios ran a los migrantes serranos legitimar los territorios
aspectos del desarrollo local, incluso los mismos ritua- reclamados en el valle medio.
les funerarios de élite, experimentaran importantes
transformaciones. Entre los principales cambios que Para intentar definir este acercamiento e interacción
habrían ocurrido durante este periodo destaca la entre las comunidades costeñas y serranas, debemos
redefinición de los límites geopolíticos y étnicos del identificar las manifestaciones materiales de estos
valle bajo y medio. Esto fue el resultado de una cre- fenómenos en el registro arqueológico. Lo que se debe
ciente presencia de grupos foráneos en las vecindades evaluar es el correlato entre el desarrollo sociocultu-
costeñas, iniciada con la participación de estos grupos ral de esta región y los artefactos, las edificaciones y
en las celebraciones rituales llevadas a cabo en San el paisaje natural modificado, así como las relaciones
José de Moro a inicios del periodo Horizonte Medio. entre estos y el individuo. Dichas relaciones se debie-
Esta influencia habría culminado con la migración y ron expresar no solo a manera de prácticas sociales,
fundación de colonias de grupos cajamarquinos en el entre las que podemos incluir la introducción de nue-
valle medio de Jequetepeque a finales de este periodo vas pautas de enterramiento, la creación de centros
e inicios del Intermedio Tardío3. Un proceso similar poblados y la distribución de vasijas importadas como
de desplazamiento humano parece haber ocurrido ofrendas funerarias, sino también en la producción y
casi simultáneamente en los valles de Chicama, Zaña difusión de estilos copiados, y en la aparición de esti-
y Lambayeque4. Si bien esta apertura de fronteras los cerámicos híbridos.
pudo significar el debilitamiento previo de la organi-
zación política de los valles bajos durante el periodo Ante estas interrogantes, las respuestas se sustentan
Mochica Tardío, este no parece haber sido el escenario en fuentes de información complementarias. Por un
en el Jequetepeque. Hacia fines de la época Mochica, lado, contamos con una valiosa colección de vasijas de
San José de Moro se habría posicionado como uno diversos estilos producidas localmente o importadas
de los más importantes centros de poder en la costa al Jequetepeque durante la segunda mitad del periodo
norte. Su prestigio, basado en el manejo de rituales Horizonte Medio (800-1000 d.C. aproximadamente),
y fiestas, se habría extendido hacia las vecindades que forma parte de la nueva colección del MALI. Por
serranas y podría haber captado el interés de algunos otro lado, contamos con vasijas similares que han
grupos o comunidades de Cajamarca. De esta mane- sido excavadas y recuperadas arqueológicamente de
ra, la fama de San José de Moro como una lugar de tumbas de élite del cementerio de San José de Moro 5.
encuentros multiétnicos trascendió a la época Mochi- Estas brindan importante información contextual
ca. Las élites locales del bajo Jequetepeque debieron que nos permite plantear algunos argumentos sobre
aprovechar esta coyuntura para consolidar alianzas aspectos relacionados con la interacción entre agen-
estratégicas con las comunidades cajamarquinas, tes locales y foráneos, tales como la movilidad de las
asegurándose así no solo el acceso a los recursos ideas y de los individuos, la importancia de los bienes
agrícolas provenientes de la chaupiyunga, de los exóticos en los rituales funerarios, entre otros temas.
valles interandinos e incluso de las vertientes orien- Combinando ambas fuentes de información podemos
tales de la montaña, sino también la posibilidad de argumentar que hacia fines del primer milenio, el
negociar una posición ventajosa en el manejo de las valle bajo de Jequetepeque, principalmente San José
aguas que bajaban hacia la costa. En este contexto, la de Moro, parece convertirse en uno de los lugares con
participación de las comunidades serranas migran- mayor diversidad estilística de toda la costa norte, fe-
tes, asentadas en el valle medio, debió ser decisiva. nómeno pocas veces observado en los Andes centrales
Fig. 108 Fig. 109
Selección de vasijas de los estilos Selección de vasijas Cajamarca
Viñaque y Atarco. Programa Serrano. Programa Arqueológico
Arqueológico San José de Moro. San José de Moro.
1000 D.C.

850 D.C.
pág. 248

Fig. 110
Selección de vasijas impresas del
periodo Transicional. Museo de Arte
de Lima. Memoria Prado.
1000 D.C.

850 D.C.

prehispánicos y usualmente relacionado con impor- tadas de los estilos Nievería del Rímac y Chakipampa
tantes lugares de peregrinaje. de Ayacucho (véase fig. 88). En el segundo momento, entre
los siglos VIII y X d.C., se verifica la presencia de
En las exequias y los rituales funerarios llevados a vasijas de los estilos Atarco de Ica, Viñaque de Aya-
cabo en San José de Moro, los diversos grupos partici- cucho, y se hacen notorias las influencias estilísticas
pantes expresaron sus relaciones y vínculos afectivos propias del estilo impreso o estampado, ampliamente
con los muertos no solo mediante su asistencia, sino difundido en la costa nor-central8.
especialmente a través de las ofrendas y los alimen-
tos. La gran mayoría de estas ofrendas funerarias es- Este segundo momento coincide con un gran proceso
taba constituida por vasijas de cerámica que habrían de transición en el desarrollo sociocultural del bajo
sido fabricadas en las localidades aledañas a San José Jequetepeque, que ha sido denominado periodo Tran-
de Moro, aunque también se cuenta con algunas que sicional9. El Transicional comprendió tanto la desin-
debieron proceder de regiones lejanas. Estas ofrendas tegración paulatina y desaparición de los rituales del
incluían, por ejemplo, vasos y botellas policromadas culto a la figura de la Diosa Lunar mochica durante
de los estilos Atarco y Viñaque (Fig. 108), platos y cucha- el siglo IX d.C., como la posterior asimilación del valle
ritas decoradas con diseños cursivos pertenecientes al nuevo estado Lambayeque hacia finales del siglo X
al estilo Cajamarca (Fig. 109), cántaros adornados con la d.C. En este proceso, los nuevos estilos que aparecen
técnica del impreso o estampado con molde, botellas en San José de Moro, antes que reemplazar, parecen
con doble pico y un asa tipo puente del novedoso estilo dotar de un nuevo rostro a las viejas divinidades
Lambayeque Temprano Local o Proto-Lambayeque, mochica. Al caer en desuso el emblemático estilo de
así como una variada muestra de formas y diseños Línea Fina, ampliamente difundido por las élites mo-
reminiscentes del viejo estilo Mochica6. chicas del Jequetepeque durante el periodo Mochica
Tardío 10, otras técnicas decorativas cobraron impor-
Si bien no conocemos la biografía completa de cada tancia en la producción alfarera local. La monocromía
objeto que terminó depositado como ofrenda funeraria y la técnica del impreso con molde pasaron a formar
en las tumbas de San José de Moro, podemos aproxi- parte de los estándares estéticos locales. Algunos de
marnos a ellos a través de su presencia y frecuen- los clásicos temas iconográficos mochica, como las
cia, de la coexistencia de varios estilos dentro de un divinidades marinas y agrícolas, las escenas de pesca
mismo contexto funerario, así como del estudio de sus y los personajes sobrenaturales radiantes y ornito-
formas y los motivos que decoran sus superficies. morfos (véase cat. no. 61), mantuvieron su vigencia bajo
estos nuevos parámetros, aunque en algunos casos se
La presencia de vasijas de estilo Cajamarca se hizo mezclaron con elementos iconográficos de las tradicio-
cada vez más común dentro del grupo de ofrendas nes Huari, Pachacamac y Recuay 11.
mortuorias en San José de Moro, convirtiéndolo en
el estilo foráneo mejor representado en este sitio Si bien la técnica del impreso ya era usada desde la
hacia fines del primer milenio de nuestra era. Casi época Mochica, siendo algunas vasijas del estilo sure-
al mismo tiempo, apareció un estilo que parecía ño Mochica IV las más representativas, esta técnica
estar inspirado en la estética Cajamarca, por lo que se desarrolló de manera profusa en la región costeña
ha sido entendido como una variante costeña. Este norcentral, especialmente entre los valles de Santa
estilo, conocido como Cajamarca Costeño, no solo tuvo y Pativilca, durante la segunda mitad del Horizonte
un desarrollo local en el Jequetepeque; con algunas Medio 12 (Fig. 110). Sin embargo, las vasijas impresas ha-
variantes se le encuentra también en los valles bajos lladas en sitios como Ancón, en el valle de Chillón, y
y medios de Lambayeque y Zaña7. La presencia de las de San José de Moro parecen demostrar que la es-
estilos foráneos en el bajo Jequetepeque, producto de fera de distribución de este estilo fue mucho mayor 13.
los contactos con otras sociedades de la costa y de la
sierra centro-sur, se da por lo menos en dos momentos En este contexto, surge también el estilo Proto-
bien definidos. El primero ocurrió durante los siglos Lambayeque (Fig. 111), un híbrido que, hacia el año 900
VI y VII d.C., y está representado por vasijas impor- d.C., derivaría en el estilo Lambayeque, en la región
pág. 250

de Lambayeque. Vasijas del estilo Proto-Lambayeque estilo impreso con novedosas imágenes de seres so-
aparecen en varias regiones de la costa norte, inclu- brenaturales mitad huari, mitad mochica sugieren las
yendo los valles de Lambayeque, Jequetepeque y influencias serranas sobre el mundo costeño19.
Chicama14. Algunas piezas monocromas de este estilo
fueron catalogadas por Rafael Larco como parte del Este particular fenómeno de heterogeneidad y trans-
estilo Huari Norteño y por Dorothy Menzel como Hua- formación estilística durante el periodo Transicional
ri Provincial15. En ambos casos, los autores aluden a nos plantea varias interrogantes concernientes, por
una producción local de vasijas que sigue parámetros ejemplo, a los mecanismos que debieron intervenir
estilísticos “a la Huari”. Si bien esta influencia foránea en la adquisición y circulación de vasijas importadas
es clara, el origen geográfico del estilo Proto-Lambaye- en los territorios norteños; a las motivaciones que
que aún no lo es. Una clave importante para entender impulsaron a los artesanos locales a copiar elementos
mejor su origen la encontramos en las tumbas de o piezas de estilos foráneos; y a la importancia que
élite de San José de Moro. En este cementerio se han tuvieron los estilos híbridos del periodo Transicional
hallado entierros pertenecientes a la fase terminal en la transformación y sobrevivencia de los símbolos
del periodo Mochica Tardío, con vasijas que muestran mochicas. El estudio de los grupos humanos asenta-
algunas de las formas básicas Proto-Lambayeque16. dos en el valle bajo de Jequetepeque y otras regiones
norcosteñas durante el Horizonte Medio representa
De esta forma, nuevos discursos y símbolos fueron una gran oportunidad para entender una época crí-
introducidos a las prácticas rituales llevadas a cabo tica de cambios y continuidades, en la que se replan-
en el cementerio de San José de Moro. Aunque res- tearon ciertas formas de organización y representa-
tringidos mayormente a la decoración de las ofrendas ción. En esta época, la apertura de las fronteras y la
funerarias, su presencia sugiere alguna forma de permeabilidad de los sociedades costeñas permitieron
conexión entre los grupos locales y otras regiones del la interacción y posterior asimilación étnica
mundo andino, especialmente con aquellas sociedades de grupos foráneos, fenómenos que se manifestaron
que gozaban de un creciente prestigio regional entre no solo a través de cambios estilísticos y estéticos,
los siglos VII y X d.C. Este proceso coincide con el sino también con el surgimiento de nuevas formas
fortalecimiento de grandes centros de poder fuera del de poder y rituales compartidos.
área norteña, como Huari en Ayacucho y Pachacamac
en la costa central. Es posible que en las relaciones Hacia el fin del primer milenio d.C. también se eclip-
entre el bajo Jequetepeque y los grupos huari podrían saron las formas tradicionales del culto lunar en el
haber intervenido agentes intermediarios procedentes bajo Jequetepeque. Esto sería solo el preámbulo de los
de la zona de Cajamarca17. La posición geográfica de cambios que se avecinaban, especialmente la llega-
estos grupos, la preexistencia de contactos verticales da de los hijos de Naymlap y la reorganización de la
entre el bajo Jequetepeque y las serranías vecinas, la región bajo el nuevo orden Lambayeque.
presencia de vasijas huari en Cajamarca y de estilo
Cajamarca en Ayacucho18, así como el hallazgo de
cerámica de los estilos Cajamarca y Viñaque en San
José de Moro, refuerzan esta hipotética mediación y
ruta de llegada.

Sin embargo, esta no fue necesariamente la única


posible ruta de intercambio o llegada de influencias
foráneas hasta el bajo Jequetepeque. Sitios como El
Castillo, en Huarmey, y Chimu Capac, en Supe, se
erigieron también como nuevos bastiones de poder en
la región sureña de la costa norte durante el Horizon-
te Medio. La presencia de textiles de un estilo híbrido
Moche-Huari, así como la circulación de vasijas de
1000 D.C.

850 D.C.

Fig. 111
Selección de vasijas de estilo Proto-
Lambayeque. Programa Arqueológico
San José de Moro.
CAT. 56
PLATO
Cajamarca Medio
Plato de base anular con diseño
pintado de personaje sonriente.
Modelado y pintado.
7,1 x 19,7 x 20,8 cm.
pág. 252 Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.44

La tradición alfarera Cajamarca, ampliamente reconocida curvada. Esta figura central se encuentra rodeada por
por el uso de arcillas blancas caoliníticas en la fabricación elementos triangulares, espiralados y rectilíneos, los
de sus finas vasijas, incluyó a los cuencos, platos y que, a su vez, se enmarcan dentro de un campo circular
cucharas dentro de su repertorio de formas más comu- cuyo borde exterior aserrado se asemeja a una cadena
nes. Esta tendencia a producir vasijas para el servicio y la de cerros. Por su parte, las paredes internas de este
presentación de viandas y líquidos nos esboza la imagen plato están decoradas con diseños lineales que forman
ideal de una sociedad inmersa en una fuerte política de campos triangulares con espirales y otras formas en su
comensales, en la que las buenas costumbres de hospita­ interior. La presencia de todos estos elementos podría
lidad y la culinaria debieron jugar un papel decisivo en la complementar el significado de la figura central; sin
realización de alianzas intergrupales. Si a esto le suma­ embargo,
mos una decoración de alto impacto visual, podríamos en vez de permitirnos revelar dicho significado, lo
pensar que el consumo de viandas en este tipo de vasijas esconde aún más, alejándolo de nuestra comprensión.
permitió también la transmisión de ciertas ideas y
valores, codificados en los motivos y diseños, que al ojo El exterior del plato fue decorado utilizando la misma
inexperto podrían parecer formas caprichosas y abstrac­ pintura, con paneles rectangulares divididos internamen­
tas, pero que para los iniciados o usuarios frecuentes con te por tres trazos rectilíneos diagonales, los cuales
toda probabilidad contenían significados ampliamente separan el espacio donde encontramos volutas y peque­
conocidos y compartidos. ñas manchas irregulares.

Este plato con base pedestal pertenece al estilo Caja­


marca Cursivo Clásico, desarrollado en la serranías del
Jequetepeque entre fines del periodo Intermedio
Temprano e inicios del Horizonte Medio. Destaca por sus
finos trazos de pintura marrón rojiza que adornan el
interior y el exterior de la vasija con diseños de líneas
sinuosas, volutas y espirales. En el fondo del recipiente
se observa un motivo central que representa un rostro
oval en posición frontal. Si bien podemos reconocer en
esta figura una boca u hocico abierto con numerosas
piezas dentales, una nariz y dos antenas o apéndices
cefálicos que se proyectan desde la zona frontal, otros
detalles llaman nuestra atención, como un ojo derecho
a manera de voluta y uno izquierdo ausente, una oreja
derecha compuesta por líneas rectas y una izquierda
1000 D.C.

850 D.C.
CAT. 57-58
PLATOS TRÍPODES

CAT. 57
Cajamarca Tardío
Plato pintado con base trípode.
Modelado y pintado.
pág. 254
17,1 x 15,8 x 15,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.46

CAT. 58
Cajamarca Tardío
Plato pintado con base trípode.
Modelado y pintado.
17,5 x 17,5 x 17 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.45
1000 D.C.

850 D.C.
pág. 256

CAT. 57-58
PLATOS TRÍPODES

Estos dos platos, con bases trípodes, corresponden al fondo. Acompañan a estos diseños círculos, cruces y
estilo Cajamarca Semicursivo, una variante estilística puntos irregulares pintados de color negro.
desarrollada en las zonas altas del valle de Jequetepe­
que durante la segunda mitad del Horizonte Medio20, En la parte exterior, la decoración es mucho más sobria,
cuando el viejo estilo Cursivo parece recibir influencias aunque llama la atención la presencia de líneas sinuosas
foráneas. En esta época se afianzaron los contactos que parecen estar bajando por los soportes de la base
entre los grupos de Cajamarca y los de Huari, de Ayacu­ del plato. Un rasgo característico en los platos con base
cho, lo que se manifiesta principalmente a través de la trípode son los pequeños apéndices aplicados, localiza­
presencia de piezas del estilo Huari en la región cajamar­ dos en el exterior de la vasija, que además de servir
quina y viceversa21. Si bien no se observa la aparición de como asitas, adornaban su forma, especialmente cuando
un estilo híbrido que hubiese resultado de estos contac­ estos elementos aplicados parecen representar cabezas
tos, como fue el caso del estilo Mochica Polícromo en el de algún tipo de animal o forman parte de la nariz de un
bajo Jequetepeque22, la policromía del estilo Huari podría rostro humano, como en el presente caso.
haber tenido un cierto impacto estético en el estilo
Cajamarca, especialmente en el incremento del color de El otro plato (cat. no. 57) presenta una decoración mucho
las tonalidades rojizas y marrones sobre el clásico fondo más recargada tanto en las paredes internas como en la
crema de las vasijas. superficie externa. Los artesanos alfareros usaron la
combinación de los colores negro y rojo sobre un fondo
En uno de los platos (cat. no. 58), la combinación tricolor crema para reproducir la figura de un ser amorfo, cuya
presenta diseños que repiten ciertas formas tradiciona­ anatomía se reduce a una cabeza con un solo ojo y
les, como volutas y espirales, aunque con una mejor apéndices que brotan, a manera de extremidades, desde
definición de sus contornos. Se puede observar bandas un cuerpo encorvado que termina en una cola espiralada.
rojizas distribuidas verticalmente desde el borde hasta Estos rasgos nos recuerdan vagamente la composición
el fondo del plato. Entre estas bandas, y siguiendo la de los cuadrúpedos encorvados con apéndices cefálicos
misma distribución vertical, encontramos volutas negras del imaginario recuay, que en algún momento, junto con
que semejan el oleaje de una corriente de agua que fluye otros diseños, como el rostro frontal radiante, fueron
del borde hacia el fondo del recipiente y viceversa. En adoptados por la tradición cajamarquina. Volutas o líneas
algunos casos, cuando encontramos que este oleaje espiraladas rodean a este ser amorfo, que se repite
negro se dirige solo hacia el borde, el fondo crema crea varias veces dentro de campos rectangulares, siendo el
una ilusión que nos permite percibir una nueva línea de color de su cuerpo, rojo o negro, el rasgo que permite
volutas en sentido contrario hacia el fondo de la vasija. diferenciarlos. En el fondo del plato encontramos un dise­
El fondo del plato está decorado con bandas o campos ño espiralado con bordes aserrados, el cual a su vez se
rojizos que separan dos volutas negras, y rodeando a encuentra rodeado por círculos y puntos.
estos tenemos un anillo de volutas que rodea todo el
1000 D.C.

850 D.C.
Fig. 112
Escena de personajes chacchando coca bajo
el Arco Bicéfalo. Nótese la presencia de
vasijas trípode frente a los chacchadores.
Moche Archive, UCLA.

Externamente, la decoración es más sencilla, e incluye un


campo rectangular que rodea el cuerpo de la vasija y que
enmarca una línea sinuosa que avanza como si se tratase
de un río. Líneas negras y naranjas adornan los tres
podos que soportan el cuerpo del plato, permitiéndonos
observar un trazo grueso que delataría el uso de un
pincel o brocha distinto del usado en la ejecución de las
líneas en el interior de la pieza. El cuerpo de esta vasija
presenta un apéndice con hueco que pudo haber servido
como una asita para el transporte de la misma.

El uso de bases trípode alargadas, cuya frecuencia llegó


a superar a las bases de tipo pedestal, que desaparecie­
ron hacia el siglo octavo de nuestra era, podría indicarnos
también una conexión con la tradición alfarera recuay,
donde estas formas también están presentes. Si bien la
función de estos platos no ha sido identificada, la
iconografía mochica nos presenta algunas referencias.
En las imágenes donde aparecen personajes vestidos con
atuendos serranos, se verifica la presencia de platos
trípode asociados al consumo ritual de la hoja de coca
(Fig. 112). De otro lado, la presencia de platos similares en
el valle bajo de Jequetepeque, concentrada mayoritaria­
mente en entierros de élite del periodo Transicional en
San José de Moro, podría sugerirnos la participación de
grupos serranos en los eventos funerarios de las tierras
bajas, en los que incluso podrían haberse presentado
ofrendas de coca traídas desde las zonas orientales
adyacentes a Cajamarca.
CAT. 59
FELINO SOBRENATURAL
Huari / Atarco
Botella con decoración pintada de
felino alado y chevrones.
Moldeado y pintado.
23 x 16,5 x 17 cm.
pág. 258 Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.60

Fig. 113 Fig. 114


Grifo Pachacamac. Ángel Atarco.

Uno de los iconos más representativos del estilo Atarco emparentados con los cánones estilísticos huari. Su
es la figura de un cuadrúpedo alado, personaje mítico presencia en tierras norteñas del Jequetepeque podría
que debió inspirar al esmerado alfarero que fabricó esta deberse a la importación de vasijas, tanto del estilo
botella policromada. Su cuerpo globular y su gollete nazquense de Atarco como de los estilos ayacuchanos
tronco-cónico alargado sirvieron como soporte para Chakipampa y Viñaque, en los que los chevrones también
pintar a este individuo sobrenatural sobre un fondo rojizo tuvieron una amplia difusión 24.
uniforme. En este caso, el híbrido presenta el cuerpo de
un felino moteado con las alas y la cola de un ave, rasgos Junto a este Felino Mítico suele aparecer el llamado
que parecen ser secundarios en la naturaleza terrestre Ángel Atarco. Se trata de un felino antropomorfo alado
del numen. El uso de la policromía sirvió para definir que porta un bastón serpentiforme, un hacha y una
mejor la apariencia del personaje. Su piel felina ha sido cabeza humana25 (Fig. 114). Las raíces de este personaje
pintada en color crema, y presenta puntos y rayas de celestial, como anteriormente se mencionó, se remonta­
color marrón oscuro. Las alas son marrones, con termi­ rían a las figuras aladas de perfil tiahuanaco26 y parece­
naciones blancas o rojizas, y la cola se diferencia de ría representar una transformación del Felino Mítico
estas por su color gris. Este personaje se caracteriza por durante el acto del sacrificio humano por decapitación.
llevar una cabeza trofeo en su extremidad delantera, la La difusión de estas imágenes en los territorios de la
que se convierte en una mano humana con una filuda costa central y del norte se dio junto a la de un felino
garra en el dedo pulgar. Detrás de su cuerpo quedan volador con cabeza de águila, conocido dentro del
flotando dos esferas blancas con un punto en su interior, bestiario de esta época como Grifo Pachacamac27 (Fig. 113).
que posiblemente representarían los ojos desorbitados El interés por estos personajes reafirma la importancia
de la cabeza previamente decapitada por este personaje ideológica de los seres con cualidades propias de los
cuadrúpedo. Su mirada lleva el ojo partido, rasgo típico grandes felinos y de las aves de rapiña, seres poderosos
de los seres sobrenaturales alados o “ángeles” del arte encargados de conectar al hombre con el mundo sobre­
tiahuanaco y huari, que resalta el halo celestial del natural desde los albores de la civilización andina28.
personaje y su posible origen ancestral altiplánico 23.

De otro lado, las bandas compuestas por chevrones o


diseños en forma de ¨V¨, localizadas en el cuello y en los
hombros de la botella, parecerían también evocar las
plumas de un ave y reforzarían el carácter ornitomorfo
de la figura central. Los chevrones aparecen delineados
con pintura negra y su interior fue rellenado con colores
crema, marrón y tonalidades rojizas. Esta forma de
representar chevrones resulta emblemática de los estilos
1000 D.C.

850 D.C.
CAT. 60
FELINO EN REPOSO
Huari / Atarco
Botella escultórica de felino.
Moldeado y pintado.
12 x 10 x 21 cm.
Donación Petrus Fernandini.
pág. 260 MALI – 2007.16.61

Algunas veces, como en el caso de esta botella, este


felino alado de estilo Atarco fue capturado de la imagina­
ción del hombre y modelado finamente en arcilla. Aquí el
carácter felínico del personaje puede apreciarse mejor
gracias a la posición de acecho y a la actitud de mostrar
los colmillos, rasgos que resaltan la agresividad propia de
estos animales. Su cuerpo está decorado con círculos y
puntos, distribuidos sobre un lomo marrón, mientras que
el vientre, las patas y la zona inferior de la cabeza han
sido pintadas en tonos cremas. Llama la atención la
presencia de bandas rojizas alargadas que terminan en
cuadrados blancos con puntos en su interior. Estas
podrían ser interpretadas como plumas que se proyectan
desde los ojos y la nariz, y que confieren a la criatura su
personalidad celestial. Asimismo, se puede observar una
serie de líneas continuas y discontinuas que se proyecta
desde la parte inferior de los ojos hacia el hocico, que
recuerdan a los famosos lagrimones de los personajes
sobrenaturales de Tiahuanaco.
1000 D.C.

850 D.C.
CAT. 61
COMBATE MÍTICO
Estilo Impreso del Horizonte Medio
Botella decorada con escena de águilas
guerreras y búho guerrero.
Moldeado con decoración impresa.
28,8 x 26 x 21 cm.
pág. 262 Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.59

Hacia la segunda mitad del periodo Horizonte Medio, el


arte costeño perdió su carácter narrativo y decoración
pictórica, principal técnica de representación en vasijas
de cerámica fina, para ser reemplazado por la técnica del
estampado o impresión con molde. Difundida inicialmen­
te en los territorios sureños, en el estilo Mochica IV, esta
técnica aparece en el Jequetepeque a inicios del periodo Fig. 115
Cántaro con escena impresa de enfrenta-
Mochica Tardío, cuando fue adoptada junto con la miento de personajes ornitomorfos.
decoración pictórica de línea fina. En esta época el uso Programa Arqueológico San José de Moro.
del impreso con molde estuvo restringido principalmente
a la decoración de botellas y cántaros, destacando entre
los temas representados las aves antropomorfizadas
guerreras, también presentes en vasijas del estilo local
Mochica Polícromo.

Esta botella negra se caracteriza por tener un cuerpo


esférico decorado con la técnica de impreso con molde.
En un lado de la vasija se presenta una escena que narra
el enfrentamiento entre dos personajes ornitomorfos.
Estos hombres-pájaro están ataviados a la usanza de los
antiguos guerreros mochicas, con porras con cabeza tipo
hongo, un pequeño escudo circular, muñequeras, orejeras,
vestimenta sencilla y tocados con diademas semilunares.
Estos personajes se diferencian por su tocado y, princi­
palmente, por el tipo de ave que representan. Uno de
ellos parece representar a un ave con pico aguileño, ojos Fig. 116
circulares y cola alargada; mientras que el otro, un ave Enfrentamiento entre seres
con pico de pato, ojos almendrados y cola ancha. Del otro sobrenaturales.
lado de la vasija encontramos a otro guerrero ornitomor­
fo, portando una porra y vistiendo prendas similares a las
de los personajes antes descritos. Este lleva en sus
grandes orejas un par aretes redondos. El tocado con la
diadema semicircular es similar al que lleva el hombre-
pájaro de pico aguileño, aunque en este caso unos
1000 D.C.

850 D.C.
pág. 264
CAT. 61
COMBATE MÍTICO

Fig. 117
Botella Mochica Tardío
de Línea Fina con
representación de
personaje con atributos
de búho. Programa
Arqueológico San José
de Moro.

apéndices o plumas se proyectan desde los adornos polícromos de Huaca Pintada de Illimo31, construcción
laterales. Sin embargo, difiere de ambos personajes monumental ubicada en el valle de Lambayeque que
en cuanto a la especie de ave que representa, ya que pertenece a esta misma época.
posiblemente sea un búho o una lechuza. La posición
frontal de personajes con rasgos sobrenaturales, como Estas vasijas nos demuestran que parte de la iconografía
se observa en este caso, es extremadamente rara en mochica mantuvo su vigencia hasta fines del Horizonte
la iconografía mochica tradicional, aplicándose solo Medio e incluso habrían sobrevivido en el arte lambaye­
en representaciones de las divinidades mochicas de que y chimú. Así tenemos, junto a las escenas de hom­
la noche29. Este hombre-búho, parece ser una versión bres-ave enfrentados, la presencia de personajes y
impresa del conocido Guerrero del Búho, divinidad símbolos marinos como el cangrejo, el hombre-cangrejo
nocturna que ha sido también hallada adornando vasijas (véase cat. no 51), los combates entre los mellizos de la tierra
decoradas con pintura de línea fina, excavadas en y el mar, las escenas de pesca y las volutas. También se
tumbas Mochica Tardío en San José de Moro (Fig. 117). reivindica la imagen del Animal Lunar (véase cat. no 45)
y se hacen recurrentes representaciones como las de
Esta vasija presenta, además, una especie de anillo que personajes sobrenaturales copulando (véase fig. 104), seres
rodea la base del cuello. Este anillo tiene diseños lineales antropomorfos sosteniendo báculos o plantas, todos
que parecen darle un aspecto de soga, lo cual evoca temas que nos remiten a la vieja figura del Aia Paec o
claramente las representaciones mochicas de cántaros Mellizo Terrestre mochica. De otro lado, las influencias
con soga que suelen estar presentes en varias escenas foráneas introducen nuevos temas y formas de composi­
vinculadas al almacenamiento de sangre de los sacrifi­ ción al imaginario costeño, resultando en la aparición de
cios rituales. Como es conocido, el Guerrero del Búho, felinos enfrentados de perfil, ofidios enroscados y
junto a la Diosa Lunar, se encargan de supervisar la rostros frontales radiantes.
captura de seres humanos para su posterior sacrificio,
pasaje mítico inmortalizado en el famoso tema narrativo
de la Rebelión de los Objetos30.

Una vasija con una forma y diseño similar a la aquí


presentada fue hallada en uno de los entierros de élite
de sacerdotisas del periodo Mochica Tardío en San José
de Moro, lo cual demuestra la producción de vasijas con
estos patrones decorativos durante este periodo (Fig. 115).
Personajes ornitomorfos continuaron siendo representa­
dos en la costa norte en los siglos subsiguientes, desta­
cando, por ejemplo, los guerreros alados en los murales
1000 D.C.

850 D.C.
CAT. 62
KERO IMPRESO
Estilo Impreso del periodo Horizonte Medio
Kero con representación de felino rampante.
Moldeado con decoración impresa.
16,5 x 15 x 13,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
pág. 266 MALI – 2007.16.58

Otra forma común, producto de la influencia del estilo


Huari en las sociedades norteñas, es el vaso de paredes
altas, tipo kero. Este ejemplar contiene la representación
de cuatro felinos en posición rampante, apoyados sobre
sus patas traseras (Fig. 118). Los felinos comparten rasgos
formales, siendo los más saltantes las marcas alargadas
u ovales que representan las motas de su piel, el hocico
entreabierto que expone los colmillos del animal, su nariz
redonda y una oreja bastante pronunciada. Se pueden
observar, además, dos diseños cuadrangulares en la zona
media del cuerpo, cuyo significado desconocemos. Los
felinos se encuentran dentro de paneles, los mismos que
presentan en las partes superior e inferior unas bandas
compuestas por volutas o diseños de olas. El uso del
kero, forma propia del corpus ceremonial de Huari y de la
zona altiplánica, fue asimilado en los rituales de libación
costeños, particularmente en sitios como San José Moro,
donde prevalecía el consumo masivo de chicha.

Fig. 118
Felinos representados en el kero.
1000 D.C.

850 D.C.
pág. 268

Los estilos alfareros costeños


de los periodos tardíos
Carol Mackey
California State University, Northridge
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

Fig. 119
Botella de estilo Rojo-Blanco-
Negro con rostro lambayeque.
Museo Larco, Lima.

Introducción El estilo Rojo-Blanco-Negro

La selección de piezas que forma parte de la nueva Este enigmático estilo, también conocido como Negro-
colección del MALI es notablemente variada en Blanco-Rojo, es uno de los menos conocidos y entendi-
cuanto a sus atributos formales y estilísticos. Ellas dos de la alfarería de la costa norte. Se caracteriza
pertenecen en su mayor parte a estilos artísticos principalmente por sus botellas de pico y asa puente,
ampliamente conocidos, desarrollados por las que presentan siempre un gollete cónico. Los golletes
culturas Lambayeque, Chimú e Inca. Menos conoci- de estas piezas han sido pintados con un engobe negro
do, pero bastante particular, es un estilo también cerca de la punta, mientras que en el puente suelen
presente en este grupo y que ha sido bautizado como tener un silbato. El estilo Rojo-Blanco-Negro también
“Rojo-Blanco-Negro”. El rasgo común en todas estas se presenta bajo otras formas, como jarras con cuellos
piezas de alfarería y metalurgia es que ellas reflejan de paredes divergentes, decoradas con aplicaciones
los cambios sociales y políticos producidos en la circulares o de aves; así como tazones y ollas de uso
región de Jequetepeque, entre el año 900 d.C. y la fundamentalmente utilitario1.
llegada de los españoles. Si bien la cerámica cumplió
un papel importante en la difusión de los conceptos El nombre de este estilo se deriva de los tres colores
políticos y religiosos tras el ocaso la cultura Mochica, de engobe empleados en la decoración de sus vasijas
perdió parte de su valor y estatus frente a otro tipo finas, como las botellas de asa puente y las jarras.
de soportes, como los textiles, los metales y las Además de esta pintura, el estilo Rojo-Blanco-Negro
conchas de Spondylus sp. A pesar de ello resulta apela a representaciones naturalistas, usualmente
interesante constatar que la cerámica tardía conser- presentes en la cámara de las botellas de pico y asa
va algunos rezagos de la iconografía y de las normas puente (véase cat. no. 64); y a rostros estilizados producidos
conceptuales de las culturas más tempranas de la mediante la técnica del moldeado. Las vasijas utilita-
costa norte, pese a que su calidad no es comparable. rias, como las ollas, suelen presentar un engobe crema
Singularmente, las piezas de la nueva colección del aplicado sobre diseños geométricos moldeados, en
MALI revelan que al menos un pequeño porcentaje lugar de pintura en tres colores 2.
sí mantuvo un alto nivel de calidad artística.
La cerámica Rojo-Blanco-Negro ha sido encontrada en
asociación a contextos funerarios y su distribución
comprende desde el valle de Casma, por el sur, hasta
Lambayeque, por el norte. Aunque en algún momento
se le consideró como una evidencia de la influencia
pág. 270

Fig. 120
Huaco rey lambayeque.
Museo de Arte de Lima.
Memoria Prado.

huari en la costa norte3, este estilo guarda pocas Si bien existen interrogantes sobre el origen, la
similitudes con la decoración, el uso de los colores y difusión y la extensión temporal en el que se desarro-
las formas de las vasijas del estilo Huari4. Lamenta- lló el estilo Rojo-Blanco-Negro, algunos datos arqueo-
blemente, los contextos funerarios en los que se ha lógicos pueden ayudar a ubicarlo en el tiempo. Una
encontrado esta cerámica son variados y, por lo serie de fechados radiocarbónicos publicado reciente-
mismo, de poca ayuda para definir su origen y su mente por Véronique Bélisle en base a una muestra
difusión. Un pato idéntico al de la colección del MALI, hallada en el valle del Santa10, lo enmarcan entre los
por ejemplo, fue hallado en un cementerio del valle de años 975 y 1190 d.C. Así, otros nuevos trabajos, como
Moche que solo contenía tumbas con cerámica de este las excavaciones que se llevan a cabo actualmente en
estilo5. Pero más al norte, en el valle de Jequetepeque, El Purgatorio, en el valle de Casma, bajo la direción
Christopher B. Donnan, en Dos Cabezas6, y Luis de Melissa Vogel, podrán responder a las interrogan-
Jaime Castillo, en San José de Moro7, excavaron tes que aún existen sobre los orígenes y la extensión
tumbas que contenían cerámica de estilo Rojo-Blanco- temporal del estilo Rojo-Blanco-Negro11.
Negro asociada a vasijas lambayeques. Lo mismo
encontró Shimada durante sus excavaciones en la El estilo Lambayeque
región Lambayeque8. Es relevante mencionar que la
cerámica Rojo-Blanco-Negro hallada en estos lugares La cultura Lambayeque surgió en la costa norte
presenta diferencias en cuanto a sus motivos decorati- peruana después del colapso de los mochicas y recibió
vos. La cerámica de este estilo encontrada en los los influjos estilísticos de culturas costeñas y serranas
valles de Moche y Santa revela diseños principalmen- (la cultura Mochica fue uno de sus primeros referen-
te geométricos, en tanto que la de los valles de tes)12. La cerámica lambayeque se difundió por los
Jequetepeque y de Lambayeque incluye algunas valles de La Leche, Lambayeque, Reque y Zaña,
vasijas con diseños cursivos. En consecuencia, pese a aproximadamente entre los años 850 ó 900 y 1400
que David Wilson sostiene que este estilo habría sido d.C., pero su influencia cultural se extendió por una
difundido a lo largo del “estado Negro Blanco Rojo”, zona mucho más amplia, hasta Piura por el norte13
que posiblemente tuvo su centro en el yacimiento de y los valles de Jequetepeque14 y Chicama15 por el sur.
El Purgatorio, en el valle de Casma9, es cada vez más La sociedad lambayeque puede ser descrita como un
claro que este estilo podría comprender muchos sub estado complejo no centralizado, conformado por
estilos que se fueron adecuando a una región y/o centros ceremoniales-administrativos dispersos en
periodo determinados (Fig. 119). estos valles, y cuya cohesión cultural se mantuvo
gracias a una ideología común y al control ejercido
sobre la manufactura y la distribución de objetos
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

Fig. 121
Detalle de rostro de huaco rey.
Museo de Arte de Lima. Memoria Prado.

rituales16. Al menos un asentamiento en cada valle oxidantes, que a menudo presentan un engobe blanco
presentaba grandes pirámides, que se alzaban sobre alrededor del borde y de la parte superior del cuerpo,
el paisaje como pequeños cerros y que podían ser así como diseños moldeados.
vistas desde lejos por la población local. Desde aquí
gobernaban los descendientes de Naymlap, el legen- Otros sellos distintivos de la cerámica fina lambaye-
dario fundador de la dinastía lambayeque. que son la iconografía y sus motivos decorativos. Uno
de los mejores ejemplos es el rostro de la deidad princi-
La cerámica fina lambayeque se caracteriza principal- pal, cuya representación suele reunir siempre las
mente por sus tonos negro o rojo, obtenidos gracias a mismas características. La cara se muestra siempre de
su cocción tanto en atmósferas reductoras (negro) frente, al igual que el cuerpo cuando este es represen-
como oxidantes (rojo). El mejor exponente de esta tado; los ojos tienen la forma de una almendra o de
cerámica lo constituye una botella negra de pico y asa una coma vuelta hacia arriba; las orejas son puntiagu-
lateral, que muestra, en un diseño modelado sobre su das; los ornamentos para las orejas son circulares; y la
gollete, el rostro de la deidad lambayeque. Este tipo boca suele representarse como una hendidura cerrada,
de botellas, de cámara redonda u ovoide, ha recibido que no permite apreciar los dientes (Fig. 121). Sobre este
distintas denominaciones, la más conocida de las rostro es interesante señalar que tanto las orejas como
cuales es la de huaco rey 17 (Fig. 120). Dichos ceramios los ojos están asociados a imágenes felínicas como las
presentan pedestales generalmente huecos y decora- del jaguar, lo que acentúa la naturaleza sobrenatural
dos con diseños geométricos. Otra forma asociada del personaje 20. Parte de la decoración facial está
al estilo Lambayeque es una vasija de doble pico y constituida, además, por los llamados “lacrimales”,
asa puente con hombros angulosos, una forma que complejas y estilizadas líneas incisas que emanan de
en la costa apareció en la época tardía Mochica y los ojos 21. Finalmente, es posible que los ornamentos
cuyas raíces se encuentran en el estilo Huari18. Una de las orejas, conformados por una borla de dos o tres
botella de asa estribo, que se dice fue hallada en San hileras que rematan en un flequillo, simbolicen algún
José de Moro, muestra una fusión entre los rasgos tema marino 22.
tra­dicionales del asa combinados con un pedestal de
tipo Lambayeque19. Los tazones constituyen otra La cerámica lambayeque se caracteriza por presentar
forma típica de este estilo. Fueron fabricados tanto varios tipos de adornos, que podían ser modelados por
en rojo como en negro y suelen contar con una base separado o haciendo uso de moldes de cerámica. El
anular o un pedestal grande. De otra parte, la cerámi- adorno más familiar es el que se asemeja a un felino
ca utilitaria lambayeque se encuentra representada mítico de perfil, que muestra la boca abierta, una
principalmente por ollas cocidas en atmósferas lengua protuberante y las orejas inclinadas hacia
pág. 272

delante (Fig. 122). Aunque se le ha llamado “Dragón”, este Intermedio Tardío. La nueva colección del MALI
adorno es bastante similar al Animal Lunar mochica23. cuenta con una pieza bastante inusual que combina
elementos de las tradiciones Lambayeque, Cajamarca
Los ceramistas lambayeque también apelaron a las y Mochica. Se trata de una vasija oxidada de dos
representaciones de aves como adorno. Estos pueden cámaras, que presenta un puente curvo con un silbato
ser encontradas en las jarras, en los puentes de las y un gollete pintado con engobe negro, similar al que
vasijas de doble pico y en las asas de los huaco rey. De presentan las vasijas del estilo Rojo-Blanco-Negro. La
acuerdo a Izumi Shimada, en las primeras fases del cámara sobre la que se apoya el gollete tiene la forma
estilo Lambayeque existió una relación entre el de una concha de Spondylus princeps, un molusco
adorno de ave y la divinidad lambayeque que presen- sumamente venerado en la sierra y en la costa28. La
ta un rostro con pico de ave 24. Es preciso mencionar otra cámara tiene forma cuadrada y sobre ella se ha
que las aves utilizadas en el arte lambayeque fueron representado a una pareja que practica el fellatio,
inspiradas en especies que habitan lejos del mar25. escena que aparece originalmente en la iconografía
Un último tipo de adorno presente en las vasijas del periodo Mochica Temprano 29. Las dos cámaras,
lambayeque es la representación de una o varias cubiertas con un engobe crema, presentan diseños del
figuras humanoides que aparecen acostadas boca estilo Lambayeque Cursivo (véase cat. no. 65).
abajo, sobre sus estómagos, como si flotaran o volaran.
Algunos investigadores, siguiendo el mito de Naymlap, De forma paralela a la actividad cerámica, los lamba-
sugieren que podría tratarse de nadadores 26. Estas yeque se destacaron también por sus conocimientos de
figuras suelen aparecer de cuerpo entero, aunque en metalurgia, que aplicaron con éxito en la fabricación
algunos casos solo se ha representado sus cabezas, y de refinados objetos30. En este conjunto hay dos piezas
no deja de ser interesante que se pueda encontrar figu- de metal que podrían ser de estilo Lambayeque. La
ras similares en casi todos los estilos cerámicos de la primera, elaborada en cobre mediante la técnica del
costa norte, desde el periodo Formativo en adelante 27. vaciado, representa un ser antropomorfo que ostenta
una máscara de mono y un tocado de doble creciente,
La influencia de otras tradiciones estilísticas en la rasgo asociado al estilo Lambayeque. La figurilla
cerámica lambayeque puede apreciarse en un sub sostiene en su mano derecha un lanzador de dardos,
estilo poco comprendido que suele ser llamado Lam- posiblemente una estólica, y en la izquierda, un kero.
bayeque Cursivo. Este no solo denota la influencia del En la parte posterior del tocado se ha fijado lo que
estilo Cajamarca en sus rasgos, sino que confirma la parece ser un escudo decorado con borlas y flequillos
existencia de fuertes vínculos entre la cultura Lamba- (véase cat. no. 66). La segunda pieza, es un pendiente de
yeque y la región de Cajamarca durante el periodo plata laminado y recortado, decorado con una escena
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

Fig. 122
Cabeza de felino. Museo Nacional Brüning,
Lambayeque.

de obtención de Spondylus mediante la técnica del las representaciones iconográficas. La diferencia más
repujado (véase cat. no. 67). evidente es que la mayor parte de la cerámica no es
de aspecto rojo oxidante, sino más bien gris oscuro o
El estilo Chimú negro. Otros rasgos que la distancian de las tradicio-
nes anteriores son el fuerte brillo característico de las
La arquitectura, la cerámica y los textiles chimú fueron vasijas y que fueron producidas en moldes 34 (Fig. 123).
identificados inicialmente en su capital, Chan Chan, en
el valle de Moche, uno de los núcleos urbanos más La cerámica chimú ha sido hallada tanto en contextos
importantes de América del Sur. El paisaje urbano de domésticos como funerarios, lo que ha permitido
Chan Chan estuvo dominado por diez palacios circun- diferenciar las piezas finas de las utilitarias e identifi-
dados por muros de hasta nueve metros de altura. car sus formas más comunes. La forma fina más
Estas estructuras sirvieron como residencias para los común es la botella de paredes divergentes que, por lo
reyes chimú y presentaban numerosas habitaciones. general, presenta una decoración moldeada en el
Como sede del poder chimú, Chan Chan cumplió centro de su cuerpo. Otras formas son las botellas de
funciones residenciales, administrativas, económicas asa estribo, que representarían una continuidad con
y religiosas, y fue ocupada durante más de quinientos respecto al estilo Mochica. Estas botellas son general-
años, desde el año 900-1000 d.C. hasta la llegada de los mente negras, presentan un tono altamente pulido y
incas, hacia el año 1470. Durante este largo tiempo, los diseños moldeados, principalmente de aves o de peces.
chimú levantaron tres grandes centros administrativos Estas botellas suelen presentar a modo de adorno, un
provinciales: Farfán (ca. 1320 d.C.); Manchán (1350 pequeño mono modelado sobre la unión del gollete y
d.C); y Túcume (1400 d.C.) 31, lo que contribuyó a del asa, como si estuviera encaramado. Los platos y las
afianzar su dominio sobre la costa norte, desde el valle ollas son otras de las formas comunes en cerámica fina
de La Leche por el norte hasta Casma por el sur 32. El y posiblemente estuvieron asociados a los bienes
hallazgo ocasional de cerámica chimú al norte y al sur funerarios. Las ollas finas no presentan cuello, tienen
de estos valles indica que, aunque estas áreas no una boca ancha y nada de borde, por lo que se les
estaban integradas al sistema político chimú, habría conoce usualmente como tazones de paredes conver-
existido algún tipo de relación con esas zonas, por el gentes. Los platos, por su parte, se caracterizan por
comercio o por algún tipo de alianza33. presentar un labio redondo, una base casi plana y por
estar muy asociados a los entierros de la élite. Por
El estilo cerámico Chimú presenta algunas diferen- ejemplo, en la plataforma funeraria de Las Avispas 35,
cias respecto a los estilos alfareros más tempranos, en Chan Chan, se recuperó más de cuatro mil fragmen-
tanto en las formas y las técnicas de cocción como en tos de platos 36. En el centro administrativo chimú de
pág. 274

Fig. 123
Vasijas de estilo Chimú. Museo
de Arte de Lima. Memoria Prado.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

Manchán se hallaron platos que contenían granos de El estilo Inca Costeño


maíz 37. Finalmente, las piezas de cerámica utilitaria,
como algunas ollas, presentan diseños geométricos El dominio que los incas ejercieron en la región andina,
moldeados en la parte superior del cuerpo. Si bien no desde el siglo XIV hasta el XVI d.C., ha sido registrado
se han encontrado casos de vasijas multicolores, en el principalmente por la monumentalidad de su arquitec-
estilo Chimú Tardío se ha constatado que algunas ollas tura en piedra, uno de sus logros materiales más
de color rojo presentan una banda de engobe blanco atractivos y que se ha convertido en su sello distintivo 41.
alrededor del labio o de la parte superior de la misma.
Si bien la alfarería inca carece de la grandiosidad de
Las deidades principales representadas en la icono- la arquitectura, es igualmente interesante. El estilo
grafía chimú fueron: la Deidad Principal, mostrada a cerámico clásico, denominado Cuzco-Inca, se reconoce
menudo con un cetro; la Deidad del Tocado Empluma- por haber sido hallado en la capital del Imperio
do, la Diosa Chimú y el Animal Lunar 38. A diferencia Incaico y ha podido ser identificado gracias al aporte
de los mochicas, que solían resaltar los aspectos de John H. Rowe 42 y a otras investigaciones más
sobrenaturales de sus divinidades, los chimú prefirie- recientes 43. Las formas que lo caracterizan son las
ron destacar los rasgos humanos de los suyos, en jarras, los platos con asas y las copas (keros), piezas
particular los de su Deidad Principal39 (véase cat. no. 68). que en algunos casos presentan un pedestal o base
Otras imágenes representadas son las plantas y los trípode. De estas vasijas, la que se reconoce con mayor
animales en su forma natural, por lo que es muy raro facilidad es una jarra de cuello largo y cuerpo ovoide,
encontrar animales antropomorfizados o seres huma- con asas verticales y base cónica. Dicha jarra recibe el
nos zoomorfizados. La única excepción, sin embargo, nombre de aríbalo o vasija aribaloide, aunque algunos
fue el Animal Lunar, un sobreviviente de las iconogra- investigadores, tales como Catherine Julien, prefieren
fías religiosas más tempranas de la costa norte, que llamarla “botella cuzqueña” (véase fig. 132).
perduró hasta después de la conquista española 40.
Durante el periodo de influencia inca, se produjo una
Esas cuatro deidades fueron representadas en frisos serie de estilos fuera del ámbito local cuzqueño. En su
de adobe, textiles, cerámica y en otros soportes como mayoría estos estilos presentan caracteres muy
madera, concha y metal. Para lograr una estandari- particulares que responden a los mecanismos utiliza-
zación en el arte chimú, la clase dominante debió dos por los incas para integrar y controlar a los
ejercer un control muy estricto sobre la ideología diversos grupos regionales dentro de su imperio, el
religiosa y sobre los artesanos encargados de producir más grande y diverso del Nuevo Mundo 44. Uno de
estas imágenes. estos fue el establecimiento de grandes centros
pág. 276

administrativos en las principales provincias del ración de asas cintadas en jarras, ollas y tazones de
Tahuantinsuyo, que reproducían la arquitectura y los paredes convergentes. El surgimiento de esta modali-
patrones urbanos de la ciudad del Cuzco. Desde estos dad híbrida durante el periodo Inca no significó, sin
asentamientos se organizó la fabricación de estilos embargo, la desaparición inmediata de la iconografía
locales que imitaban el estilo Cuzco-Inca45, que han y de las formas chimú. Al parecer, la estrategia
sido denominados por los investigadores como estilos diplomática incaica consistió en retirar paulatinamen-
Inca Provincial o Inca Costeño, para el caso de la te los símbolos que definían la iconografía sagrada
producción costeña. Estos estilos han sido identifica- chimú de la vista del público, en lugar de reemplazar-
dos principalmente en los centros provinciales, ya que los inmediatamente con los suyos . Algo similar debió
la cerámica hallada alejada de estos centros, al ocurrir con los rasgos formales y tecnológicos chimú
parecer no habría experimentado mayores cambios 46. que los incas aceptaron, aunque Frances Hayashida
De acuerdo al registro arqueológico, la producción del sugiere que esta aceptación respondería a criterios
estilo Cuzco-Inca rara vez se encuentra en la costa. más bien prácticos. Según Hayashida los incas
En el sitio de Farfán, por ejemplo, la cerámica excava- habrían considerado que era más efectivo y menos
da del período Inca solo reveló tiestos de un aríbalo de costoso mantener las formas y tecnología alfarera
procedencia serrana, en tanto que el resto era de chimú, pues ello requeriría de un reentrenamiento
manufactura local 47. mínimo de los alfareros 50 (Fig. 124).

Además de las imitaciones Cuzco-Inca, en muchas En la nueva colección del MALI hay ejemplos de
partes del Imperio Incaico se desarrollaron también cerámica Inca Costeño y Cuzco-Inca: una jarra paccha
los llamados estilos híbridos, que consistieron en la de Spondylus (véase cat. no. 71), una pieza con forma de
combinación de los rasgos formales y los elementos de caracol, probablemente un Scutalus sp. (véase cat. no. 72), un
diseño de las tradiciones indígenas locales con plato con un cangrejo modelado (véase cat. no. 70) y un kero 51
elementos escogidos del estilo Cuzco-Inca48. En la (véase cat. no. 69), cuatro piezas híbridas que comparten
costa norte, el más célebre de los estilos híbridos es el ciertas similitudes. En primer lugar, todas son vasijas
llamado Chimú-Inca, que resultó de los cambios que rojas oxidadas y, salvo la paccha del Spondylus,
trajo consigo la conquista inca sobre el valle de presentan colores de engobe adicionales: crema y rojo,
Jequetepeque. Este se reconoce por sus vasijas de o crema, rojo y negro. La mayoría de ellas combina
color rojo, oxidadas, y por las sutiles alteraciones atributos formales incaicos, como la paccha con su pico
operadas en las formas chimú, tales como los ángulos en la parte inferior de la vasija52, mientras que
rectos que adquieren los labios de los platos, el algunas emplean temas tradicionales de la costa norte.
alargamiento de los cuellos de las jarras y la incorpo-
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

Fig. 124
Vasijas de estilo Chimú-Inca
e Inca Costeño. Museo de Arte
de Lima. Memoria Prado.
pág. 278 CAT. 63
AVE Y LÚCUMAS
Lambayeque
Botella silbadora de asa puente y pico
cónico con representación escultórica de
un ave sobre un conjunto de lúcumas.
Moldeado y pintado.
19,5 x 19 x 12,4 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.63

Esta botella silbadora con pico y asa puente ha sido


decorada con una representación naturalista de un ave
con frutos, y con diseños cursivos típicos del área de
Lambayeque. El asa puente presenta un silbato.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.
pág. 280 CAT. 64
PATO
Lambayeque Rojo-Blanco-Negro
Botella silbadora de asa puente y pico cónico
con representación escultórica de un pato.
Moldeado y pintado.
19 x 21,2 x 10,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.64

El pato criollo (Cairina moschata), nativo de América Un ejemplar exactamente igual a este pato fue excavado
del Sur, fue representado por varias culturas de la en una tumba del valle de Moche55, junto con otras
costa norte, desde los tiempos de los mochicas hasta vasijas del mismo estilo. Al norte de este, en los valles de
la conquista española. Las imágenes mochicas a Jequetepeque y La Leche, la cerámica del estilo Rojo-
menudo lo presentan ataviado como un guerrero, Blanco-Negro aparece asociada a la de estilo Lambaye­
posiblemente por el comportamiento agresivo que que. Esto ha sido constatado en los sitios de Dos Cabe­
caracteriza a esta especie53. zas 56, San José de Moro 57; y en el valle de La Leche 58.
Esta asociación, sin embargo, resulta aún intrigante y
Esta fina botella silbadora con una efigie de pato perte­ merece una mayor atención.
nece al estilo conocido como Rojo-Blanco-Negro54.
A pesar de la atención que ha recibido este estilo en los
últimos años, aún no ha sido posible precisar su distribu­
ción, su relación con otras culturas y su marco temporal.

Los rasgos formales de la vasija son característicos de


este estilo. El puente está conformado por una cinta
de arcilla recta que une la cabeza del pato con el gollete
pintado con engobe negro. El silbato se encuentra cerca
de la cabeza y hay un pequeño pedestal sobre el cual
el ave se posa. El plumaje aparece como puntos negros
sobre un fondo cubierto con engobe rojo y la decoración
del gollete consiste en diseños geométricos que van
desde su parte inferior hasta la unión con el puente. El
animal representado es con toda seguridad una hembra,
pues los machos de la especie poseen un penacho de
plumas sobre la cabeza y una carúncula sobre el pico,
características que aparecen exageradas en la botella
de estilo Mochica que también forma parte de esta
colección (véase cat. no. 44).
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.
pág. 282 CAT. 65
FELLATIO
Lambayeque Cursivo
Botella silbadora de doble cuerpo, asa puente y pico
cónico con representación escultórica de un fellatio.
Moldeado y pintado.
18,5 x 19,5 x 11,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.65

Esta pieza de cerámica es un ejemplo del sub estilo


llamado Lambayeque Cursivo, en el que se puede
apreciar la influencia del estilo Cajamarca. Se trata
de una botella de doble cuerpo y asa puente con la
representación escultórica de una escena de fellatio.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.
pág. 284 CAT. 66
PERSONAJE CON MÁSCARA DE MONO
Lambayeque
Pieza que representa a un personaje con tocado,
máscara de mono y un vaso tipo kero.
Vaciado.
5,8 x 3,5 x 3,9 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.66

Esta pieza ha sido elaborada en cobre y representa a un


ser antropomorfo que se oculta tras la máscara de un
mono. Luce un tocado de doble creciente y porta en sus
manos un báculo y un kero.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.
pág. 286 CAT. 67
PESCA DE SPONDYLUS
Lambayeque
Pendiente de plata con representación de una
escena de recolecta marina de Spondylus.
Laminado, repujado y uniones mecánicas.
5,1 x 5,5 x 0,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.68
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.
pág. 288

CAT. 67
PESCA DE SPONDYLUS

Fig. 125
Escena repujada represen-
tada en la pieza.

Conocida como el “alimento de los dioses”, la concha de largo apéndice que termina en un flequillo, que posible­
Spondylus fue altamente valorada por las sociedades mente representa una soga. La nariz del buzo también se
andinas en el periodo precolombino. Al provenir de las asemeja al pico de un ave y lleva el mismo tocado que las
aguas cálidas del actual Ecuador, su obtención y su uso personas arrodilladas sobre el caballito de totora.
debieron estar cargados de una gran ritualidad. Las
ofrendas mortuorias en el registro arqueológico dan El diseño que enmarca la escena presenta a un ave
cuenta de esto. Por ejemplo, en una tumba del periodo antropomorfa sobre la cresta de la ola, pero solo se
Lambayeque en Batán Grande, se hallaron ciento setenta muestra su cabeza, que lleva un tocado en forma de luna
y nueve conchas completas de Spondylus 59. En Chan creciente. Otra figura que también se aprecia cabalgando
Chan se ha encontrado Spondylus molido sobre algunas la ola es un flequillo, que suele estar asociado con las
de las plataformas funerarias60, y los frisos que decoran figuras de deidades y, en particular, con las representa­
el palacio Uhle en este mismo complejo presentan ciones de los huaco rey lambayeque, en los que aparece
también representaciones de la bivalva61. Otro de sus como parte del ornamento de la oreja de la deidad67.
usos habría estado relacionado con la producción de
pendientes y cuentas62. Varios elementos representados en este pendiente son
comunes en la iconografía mochica, como el caballito de
En este pendiente de plata se ha representado en relieve totora mítico, la red entre los dos pescadores sobrenatu­
a un grupo de figuras sobrenaturales en la actividad de rales y los flotadores que cuelgan de la parte inferior de
obtener conchas de Spondylus 63 (Fig. 125). La escena está la nave. El propio motivo del Spondylus hunde sus raíces
enmarcada por un borde cuadrado que tiene como diseño en la época tardía de la cultura Mochica, pero la icono­
repetitivo la Ola Antropomorfa 64. Sus dos figuras grafía que muestra su obtención tal vez sí apareció
centrales, vistas de perfil, sostienen remos y se encuen­ originalmente con la cultura Lambayeque. Sería, posible­
tran montadas, de rodillas, sobre un caballito de totora, mente, un indicador de la participación de esta sociedad
en una postura que no solo se aprecia en la cerámica, en el tráfico de mullu efectuado desde Ecuador hacia
sino también en los pescadores de la actualidad. Los el Perú.
rostros de estos pescadores sobrenaturales presentan
unas narices muy similares a las figuras míticas con nariz
de pico representadas en el Friso de las Balsas de
Túcume. Además, llevan el mismo tocado65 (Fig. 126). Una
tercera figura, mítica también, se ubica por debajo de la
proa de la nave. Probablemente se trate de un buzo que
busca el Spondylus. En las representaciones lambayeque
y chimú, el buzo está unido a la embarcación por una
soga66, pero en este pendiente se muestra unido a un
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

Fig. 126
Friso con representación de personajes
en balsas, Túcume, Lambayeque.
pág. 290 CAT. 68
DIVINIDAD MASCULINA
Chimú
Botella con diseño impreso de personaje frontal
con tocado semi-lunar y grupo de serpientes
apareciendo por detrás.
Moldeado.
27,5 x 21,5 x 12,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.67

A diferencia de sus predecesores mochicas, los chimú no En los bordes de la vasija se observan representaciones
necesitaron una vasta mano de obra para la producción de serpientes antropomorfas, que probablemente
de cerámica, ya que esta no era considerada un bien de simbolizan la tierra o el “mundo de abajo”. Están
lujo, como sí lo fueron los tejidos finos, los objetos de situadas de tal modo que forman un arco alrededor
metal y las conchas de Spondylus 68. Esta consideración del personaje central 72. Por los motivos representados
no impidió, sin embargo, que se elaboraran piezas de es posible que haya sido utilizada para fines ceremo-
cerámica fina, que fueron esmeradamente pulidas hasta niales (Fig. 127).
alcanzar un fuerte brillo. De acuerdo al registro arqueo­
lógico, los cántaros habrían sido las formas más comu­
nes en esta producción.

Este cántaro negro presenta un cuerpo esférico, cuello


de paredes divergentes, borde delgado y redondeado, y
base plana. La figura situada en el centro del cuerpo de
la vasija parecer ser masculina, a juzgar por su vestimen­
ta y postura. Es posible que se esté representando a la
Deidad Principal chimú, porque solo ella lleva un tocado
en forma de luna creciente y suele ser representada de
pie, con las piernas rectas y los pies mirando hacia fuera.

Las deidades chimú generalmente aparecen representa­


das con ornamentos circulares en la oreja, un taparrabo Fig. 127
cuadrado y un collar 69, sin embargo, la Deidad Principal Detalle de personaje frontal en
puede aparecer con objetos asociados o sin ellos. En este manto de estilo Chimú. Museo de
caso, por ejemplo, el collar no aparece. Otros rasgos que Arte de Lima. Memoria Prado.
la identifican son los cetros que suele sostener en cada
mano70, pero como en esta representación particular
tampoco se observan, es probable que se trate de algún
difunto dios-rey chimú. La posición de los brazos,
levantados y doblados, con las manos a la altura de los
hombros, refuerza esta idea, al ser esta postura un
indicativo visual de la muerte. La camisa, colocada sobre
el cuerpo, podría ser una ofrenda71.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.
pág. 292 CAT. 69
KERO CON FELINOS EN RELIEVE
Inca Costeño
Kero con diseños impresos de felinos
mordiéndose la cola.
Moldeado con decoración impresa.
14 x 12,2 x 11,5 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.62

Fig. 128
Felino representado en la pieza.

Esta pieza en forma de kero, que pertenece al estilo


Inca Costeño, ha sido decorada con figuras zoomorfas
míticas, que representan al Animal Lunar 73. Esta criatu­
ra, que podría haber tenido su origen en la cultura
Gallinazo74, experimentó muchos cambios, como se
puede apreciar al compararla con otras piezas de esta
colección (véase cat. no. 45). En la versión incaica tiene el
único ojo grande, una espalda redondeada y dos orejas
en vez de una sola (Fig. 128 y 129).

Fig. 129
Detalle del Animal Lunar en tejido.
Museo Nacional de Arqueología,
Antropología e Historia del Perú, Lima.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.
pág. 294 CAT. 70
PLATO CON CANGREJO
Inca
Plato con representación de cangrejo, una concha
de Spondylus y dos personajes echados.
Moldeado y modelado.
7 x 21 x 20,8 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.72

La hibridación de estilos artísticos fue un proceso que se Además, parte del borde fue retirado para crear un pico,
conoció en los Andes centrales desde épocas tempranas. tal como se aprecia en otros platos cuzqueños. El engobe
En la cerámica hay casos bastante conocidos75, pero esta rojo es también una pista de su fabricación tardía, pues
fusión también se ha reportado en la arquitectura76. Los este color es distintivamente inca y también se le aprecia
estilos híbridos usualmente son el resultado de una en la paccha de Spondylus (véase cat. no. 71). El cangrejo
conquista cuando los estilos locales se asimilan con modelado al fondo del plato resulta de gran interés
aquel que procede del grupo conquistador o dominante. porque está inspirado en la tradición mochica, que
La selección que una cultura hace de los símbolos y ador­naba el fondo de sus tazones con escenas o figuras
rasgos formales de la otra puede reflejar tanto el tridimensionales, por ejemplo, de animales marinos78.
contacto entre distintas sociedades como la simple En esta pieza, además, hay dos figuras masculinas que
imitación de los rasgos culturales ajenos. Sin embargo, la yacen sobre sus estómagos a cada lado del borde aplana­
hibridación no siempre sería el resultado de la interac­ do. A estas figuras se les conoce como “nadadores” y ya
ción entre un grupo dominante y otro subordinado, según formaban parte de la iconografía de la costa norte desde
el escenario que Dorothy Menzel postula para entender el periodo Intermedio Temprano.
la conquista inca del valle de Ica77. La hibridación incluye
la combinación de rasgos formales, técnicas de produc­ Piezas como esta fueron presumiblemente utilizadas en
ción y materiales o elementos iconográficos, y podría festejos de élite. Cuando el plato estaba lleno, la figura
darse en todos los medios. tridimensional del cangrejo quedaba cubierta, pero iba
siendo revelada conforme el comensal inclinaba el plato
Cuando los incas conquistaron el Jequetepeque después para terminar su comida. Es posible también que la
del año 1470 d.C., ocuparon el centro administrativo presencia del cangrejo indique que este era el alimento
chimú de Farfán, situado en la parte baja del valle. La que iba a ser consumido.
conquista incaica trajo consigo cambios en la organiza­
ción social, en la economía y en la producción alfarera. Vale la pena resaltar lo inusual de la iconografía que
En este último caso, por ejemplo, los incas seleccionaron presenta este plato. Por un lado toma prestada una
algunas técnicas y diseños temáticos chimú. El resultado técnica y un concepto del arte mochica, lo que indica
fue un estilo artístico que ha sido denominado Chimú-Inca. que los incas, o los artesanos que trabajaban con ellos,
deben haber estado familiarizados con vasijas más
Este plato, que muestra la representación naturalista de antiguas. Por el otro, presenta características de los
un cangrejo en tres dimensiones, no es de estilo Chimú- platos de estilo Cuzco-Inca, pero dentro de él se aprecia
Inca ni Inca Costeño, ya que en él se fusiona el estilo la representación tridimensional de un cangrejo, rasgo
cuzqueño con un concepto más temprano de la costa propio del arte mochica79.
norte. Sabemos que la vasija fue elaborada en el periodo
Inca porque tiene un borde plano y no redondeado.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.
pág. 296 CAT. 71
PACCHA DE SPONDYLUS
Inca Costeño
Paccha decorada con cinco representaciones
de Spondylus.
Moldeado y pintado.
23,7 x 23,5 x 24,6 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.70
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.
pág. 298

CAT. 71
PACCHA DE SPONDYLUS

Las vasijas conocidas como pacchas fueron descritas De acuerdo con las creencias religiosas incaicas, existía
por S. K. Lothrop como instrumentos de bebida raros y una conexión íntima entre el agua y la fertilidad agrícola.
curiosos utilizados en los rituales de adivinación80. No es extraño, entonces, que los incas consideraran al
El líquido era vertido por la parte superior de la jarra y, océano Pacífico la fuente primordial de agua. Esta fue
una vez dentro, circulaba a través de una serie de tubos repartida por las deidades de la agricultura, según Peter
hasta alcanzar un pico inferior, el que se llevaba a los Gose, conjuntamente con el lago Titicaca, su contraparte
labios para beber. en la sierra84. Las pacchas, pues, constituyen un epítome
de esta relación sagrada.
Esta jarra paccha de Spondylus fue probablemente
fabricada en la costa norte después del año 1470 d.C., Para las sociedades andinas precolombinas, costeñas y
durante la ocupación incaica del valle de Jequetepeque 81. serranas, las conchas de Spondylus (mullu, en quechua)
En ella se combinan dos elementos: el tazón y las tenían un altísimo valor ritual y se usaban como ofrendas
conchas bivalvas. Esta vasija representa un típico cántaro para propiciar las lluvias y la fertilidad 85. Existe una
incaico de borde aplanado y en ella se han representado interesante conexión entre la paccha de Spondylus y los
cinco conchas de Spondylus. El cuello del cántaro brota recientes descubrimientos efectuados en el gran centro
de una de las conchas, mientras que el pico se ubica en administrativo chimú de Farfán, en el valle bajo de
la parte inferior. La representación naturalista de estos Jequetepeque. La ocupación incaica del lugar está
moluscos enfatiza las protuberancias semejantes a comprendida por una huaca-plataforma funeraria que se
espinas que poseen sobre sus conchas 82. La vasija es una ubica en las laderas del cerro Faclo 86. En ella se encontró
obra maestra de artesanía y fue cocida hasta alcanzar un un pozo de siete metros, donde se hallaron dos contextos
inusual color similar al de las conchas de Spondylus pr., funerarios. El primero contenía seis mujeres jóvenes,
que resalta la elegancia global de la pieza. mientras que el segundo, cuatro mujeres adultas. El ajuar
funerario incluía ricas ofrendas de textiles, implementos
En esta misma colección hay un ejemplo aún más de tejido y cerámica. Pero en la zona central del pozo,
complejo de paccha, que tiene forma de chaki taqlla como separando ambos entierros, había un relleno de
(véase cat. no. 73). Sobre este tradicional instrumento de arena, donde se encontró una canasta que contenía doce
labranza descansa un aríbalo, apoyado sobre una conchas completas de Spondylus (Fig. 130 a-b). La disposi­
mazorca de maíz que Lothrop, al describir pacchas ción de las conchas en esta ofrenda se asocia formal­
similares, pensaba podría haber servido como el asa de mente a esta paccha 87. La cercanía de esta plataforma al
la vasija 83. El pico desde donde se bebía la ofrenda océano refuerza las asociaciones existentes entre el
líquida, según se aprecia, está situado en la parte baja agua y los rituales, en particular las prácticas mortuo­
de la vasija, en uno de los costados de la chaki taqlla. rias. Se podría argumentar, entonces, que el agua y la
muerte podrían hacer referencia a la nociones de la
muerte y el renacimiento.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

Fig. 130 a-b


Fotografía y reconstrucción de
ofrenda de Spondylus hallada en
Farfán. Proyecto Arqueológico
Farfán.

Fig. 131
Botella Chimú-Inca con representación
escultórica de Spondylus. Museo de Arte de
Lima. Memoria Prado.
pág. 300 CAT. 72
CARACOL TERRESTRE
Inca Costeño
Paccha con representación escultórica de un caracol.
Moldeado y pintado.
7,3 x 7,7 x 18,9 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.71

Esta paccha es una representación naturalista de un


caracol, probablemente un Scutalus sp., y pertenece al
estilo Inca Costeño.

Esta pieza no cuenta con un orificio para la entrada de


agua, por lo que seguramente era llenada por inmersión.
El caparazón es exageradamente grande en relación
a la cabeza del animal.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.
pág. 302 CAT. 73
PACCHA INCA
Cuzco-Inca
Paccha con representación escultórica
de chaki taqlla, aríbalo y maíz.
Moldeado y pintado.
21 x 31 x 8,7 cm.
Donación Petrus Fernandini.
MALI – 2007.16.73

Esta pieza de cerámica del estilo Cuzco-Inca tiene la


forma de una paccha y muestra, en fina representación,
una chaki taqlla, herramienta de labranza típica en la
sierra. Esta pieza parece haber sido importada de las
tierras altas, a juzgar por su manufactura y el tema que
representa, sin embargo, solo un análisis petrográfico
confirmará su verdadera procedencia.

Fig. 132
Aríbalo Inca. Museo de Arte
de Lima. Memoria Prado.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.
pág. 304

Notas

Cecilia Pardo 10 Rosa Prado pertenecía a una en Peter Kaulicke (ed.), Max Uhle 3 Jaime Deza Rivasplata mencio-
orden religiosa. Documentación y el Perú Antiguo, pp. 123-156, na la existencia de una aldea de
De lo privado a lo público:
La formación de colecciones inédita de Max Peña Prado. Lima: Fondo Editorial de la pescadores del periodo Lítico en
precolombinas en el MALI Pontificia Universidad Católica del las faldas del Cerro Santa Rosa,
11 Dennis Gilbert, La Oligarquía
Perú, 1998. además de otros asentamientos
1 Museo de Arte de Lima, El Arte Peruana: Historia de tres familias,
muy tempranos en las pampas de
en el Perú. Obras de la colección Lima: Editorial Horizonte, 1982, 25 Tello y Mejía Xesspe, “Historia
Pacatnamú, Cerro Colorado y Ce-
del Museo de Arte de Lima, Lima, p. 160. de los museos …”, Art.cit., p. 82.
rro Talambo. Jaime M. Deza, Los
2001, p. 14. 12 Julio C. Tello, “Apuntes”, Colec- 26 Ibid., p. 137. Dioses de la Economía. 120 Siglos
2 Los términos Mochica y Moche ción Toribio Mejía Xesspe, Archivo de Historia en el Valle de
27 Ibid., p. 139.
se han usado indistintamente para del Instituto Riva-Agüero, Lima, Jequetepeque, Lima: Universidad
nombrar a la cultura de la costa s.f., p. 4. 28 La casona Peña Prado, cons- Alas Peruanas, 2008.
norte del Perú. El primero fue acu- truida a inicios del siglo XIX,
13 Lo sustraído por huaqueros 4 A lo largo de este volumen se
ñado por Rafael Larco basándose fue adquirida por el cuñado de
como Felipe Morales, Pompeyo ha empleado consistentemente la
en el gentilicio del valle de Moche, Javier Prado, Juan Manuel Peña
Maldonado y Justo Pastor Rivas forma singular para referirse a las
mientras que el segundo obedece y Costas.
en los sitios de Tierra Blanca, sociedades del Antiguo Perú. Así,
a la costumbre norteamericana de Catanllo y en la cuenca de Nasca 29 Portocarrero, El Imperio Pra- nos referimos a “los cupisnique”,
nombrar a las culturas por la re- engrosaron colecciones valiosas do…Op.cit., anexo 2. “los virú”, “los lambayeque“, “los
gión en la que se identificaron por como las de las de Gaffron, Gret- chimú”, etc.; salvo en los casos de
primera vez o por el lugar donde 30 Contestación de Carlos
zer, Fracchia y Bolívar. “los mochicas” y “los incas”, en los
son más características. En este Neuhaus a Max Peña Prado, La
que la forma plural se aplica por
libro se ha optado por la primera 14 Julio C. Tello, “Apuntes”, Prensa (Lima, miércoles 5 de abril
convención.
forma, uniformizando la termino- Doc.cit. de 1961).
logía para evitar confusiones. De 5 Véase el artículo de Carlos Elera
15 Richard Dagget, “Paracas: 31 Política de adquisiciones del
la misma manera, los términos en este volumen.
Discovery and Controversy”, en Museo de Arte de Lima, 1999.
Lambayeque y Sicán se emplean Anne Paul (ed.), Paracas: Object 6 Véase el artículo de Carlos Elera
para nombrar la cultura que se 32 Por la actividad de los hua-
and Context in South Coastal en este volumen.
desarrolló en la región del mismo queros, estos sitios pasaron a la
Peru, p. 36, Iowa: University of
nombre. En este libro se ha optado historia como fuentes de tesoros 7 Thomas G. Pozorski, “The
Iowa Press, 1991.
por la primera forma, más antigua y riquezas inmensas. Luis Jaime Caballo Muerto Complex and its
y más tradicional que la segunda. 16 Víctor Larco Herrera fue tío de Castillo, comunicación personal. Place in the Andean Chronological
Asimismo, en este volumen el uso Rafael Larco Hoyle, el fundador Sequence”, Annals of the Carnegie
33 Blanca Figuerola de Rodríguez,
de nombres propios se ha utilizado del Museo Arqueológico Rafael Museum 52 (1): 1-40, Pittsburgh,
entrevista personal. Lima, marzo
para designar a las culturas, esti- Larco Herrera (en el distrito de 1983.
de 2009.
los y periodos como, por ejemplo, Pueblo Libre, Lima).
8 Yoshio Onuki, “Recientes
el estilo Mochica Temprano. El uso 34 Blanca Figuerola de Rodríguez,
17 Hermilio Valdizán, Víctor resultados de las excavaciones en
de minúsculas ha sido aplicado entrevista personal. Pacasmayo,
Larco Herrera: El hombre – La Kuntur Wasi, Cajamarca: Informe
a los nombres de las sociedades, julio de 2008.
obra, Santiago de Chile: Imprenta preliminar”, Gaceta Arqueológi-
como en los casos siguientes: socie- Nascimento, 1934, p. 21. 35 Blanca Figuerola de Rodríguez, ca Andina (5) 20: 59-66, Lima:
dad mochica o los mochicas. entrevista personal. Pacasmayo, Instituto Andino de Estudios
18 Larco Herrera adquirió colec-
3 Pedro Morales de la Torre, julio de 2008. Arqueológicos, 1990.
ciones de las familias: Vélez López
“Javier Prado, evocador de la cas- (Trujillo), Castillo (Chiclayo), 9 Véase el artículo de Carlos Elera
tiza tradición limeña”, Mercurio Estrada (Chiclayo), Urquiaga en este volumen.
Peruano 7 (42): 278-279, Lima, (Trujillo), Black (Chiquitoy), Neira
1921. Luis Jaime Castillo 10 Yoshio Onuki (ed.), Kuntur
(Pacasmayo), Dieguez (Pacas-
Wasi y Cerro Blanco. Dos sitios
4 Felipe Portocarrero, El Imperio mayo), Kosmann (Pacasmayo), La arqueología del valle de del Formativo en el norte del Perú,
Prado: 1890-1970, Lima: Centro Baglieto (Trujillo) y Cossío (Tru- Jequetepeque y la colección Tokio: Hokusen-sha, 1995.
de Investigación de la Universidad jillo). Véase Tello y Mejía Xesspe, Rodríguez Razzetto
del Pacífico, 2007, p. 103. “Historia de los museos …”, Art. 11 Santiago Uceda, “En búsque-
1 Véase el artículo de Cecilia
cit., p. 119. da de los palacios de los Reyes
5 Sobre la gran influencia de la Pardo en este volumen.
Moches”, en K. Makowski (ed.), Se-
familia Prado véase Felipe Porto- 19 Dagget, “Paracas: Discovery
2 Luis Jaime Castillo, “Moche Po- ñores de los Reinos de la Luna, pp.
carrero, El Imperio Prado…, and …”, Art.cit., p. 38.
litics in the Jequetepeque Valley: 111-128, Colección Arte y Tesoros
Op. cit., p. 92. 20 Ibid. A Case for Political Opportunism”, del Perú, Lima: Banco de Crédito
6 Julio C. Tello y Toribio Mejía en J. Quilter y L.J. Castillo (eds.), del Perú, 2008.
21 Valdizán, Víctor Larco Herrera
Xesspe, “Historia de los museos New Perspectives on Moche Poli-
…Op.cit., p. 177. 12 Véase el artículo de Carlos
nacionales del Perú, 1822-1946”, tical Organization, Washington
Elera en este volumen.
Arqueológicas 10: IV, Lima, 1967. 22 John Rowe, “Max Uhle y la D.C.: Dumbarton Oaks Research
idea del tiempo en la arqueología Library and Collection (en pren- 13 Rafael Larco Hoyle, Cultura
7 Ibid. americana”, en Peter Kaulicke sa); Herbert Eling, The Role of Salinar. Síntesis monográfica, Chi-
8 Pascal Riviale, Un siècle (ed.), Max Uhle y el Perú Antiguo, Irrigation Networks in Emerging clín: Museo Rafael Larco Herrera,
d’archéologie française au Pérou pp. 5-21, Lima: Fondo Editorial de Societal Complexity during Late 1944; Cronología Arqueológica
(1821-1914), París: L’Harmattan, la Pontificia Universidad Católica Prehispanic Times, Jequetepeque del Norte del Perú, Buenos Aires:
1996. del Perú, 1998. Valley, North Coast, Peru, tesis Sociedad Geográfica Americana,
de doctorado, Departamento de 1948.
9 Valdizán, citado en Portocarrero, 23 Tello y Mejía Xesspe, “Historia
Antropología, Austin: Universidad
El Imperio Prado…Op.cit. de los museos …”, Art.cit., p. 71. 14 Yoshio Onuki, “Recientes re-
de Texas, 1987.
sultados...”, Art.cit.; Y. Onuki (ed.),
24 Teodoro Hampe, “Max Uhle y
Kuntur Wasi y Cerro Blanco...
los orígenes del Museo Nacional”,
Op.cit.
1532 D.C.

1450 D.C.
15 Rafael Larco H., La Cultura Smithsonian Institution, Bureau Castillo, “La Presencia Wari en 9 Elera, Op.cit.
Virú, Buenos Aires: Sociedad of American Ethnology, Bulletin San José de Moro”, Boletín de Ar- 1350 D.C.
10 Larco, Op.cit.
Geográfica Americana, 1945; 155, Washington D.C., 1953. queología PUCP 4: 143-179, Lima:
Cronología Arqueológica...Op. cit., Pontificia Universidad Católica del 11 Walter Alva, Cerámica tem-
25 Véase el artículo de Christo-
Biblioteca del Museo de Arqueolo- Perú, 2000. prana en el valle de Jequetepeque,
pher Donnan en este volumen.
gía Rafael Larco Herrera, Hacien- norte del Perú, Materialien zur
41 Régulo Franco, comunicación
da Chiclín, Buenos Aires: Sociedad 26 Donnan, Moche Tombs at Dos Allgemeinen und Vergleichenden
personal, setiembre 2007.
Geográfica Americana, 1948. Cabezas, Op.cit. Archaologie 32, Verlag C.H. Beck, 1000 D.C.
42 Thor Heyerdal, D. Sandweiss y Munich, 1986.
16 Christopher B. Donnan, “A 27 H. Ubbelohde Doering, Vorspa-
A. Narvaéz, Pyramids of Túcume:
Moche Cemetery at Masanca, Je- nische Gräber von Pacatnamú… 12 Yoshio Onuki (ed.), Kuntur
the Quest for Peru’s Forgotten City,
quetepeque Valley, Peru”, Ñawpa Op.cit. Wasi y Cerro Blanco. Dos sitios 850 D.C.
New York: Thames and Hudson,
Pacha 28, Berkeley: University of del Formativo en el norte del Perú,
28 Donnan y McClelland, “Moche 1995; Izumi Shimada, Cultura
California, 2006; Moche Tombs at Tokio: Hokusen-sha, 1995.
Burials at Pacatnamu”, Art.cit. Sicán: dios, riqueza y poder en la
Dos Cabezas, Los Angeles: Cotsen 700 D.C.
costa norte del Perú, Lima: Funda- 13 Carlos Elera, The Puémape
Institute of Archaeology at UCLA, 29 L.J. Castillo y otros, “Ideología
ción del Banco Continental para el Site and the Cupisnique Culture:
2008. y Poder en la Consolidación…”,
Fomento de la Educación A Case Study on the Origins and
Art.cit.; M. del Carpio, “La Ocupa-
17 Walker, Swenson y Chiuala, y la Cultura, 1995. Development of Complex Society
ción Mochica Medio …”, Art.cit. 500 D.C.
comunicación personal, julio 2008. in the Central Andes, Perú, A di-
43 Véase el artículo de Carol
30 Walter Alva, Sipán, Descubri- ssertation submitted to the Facul-
18 Luis Jaime Castillo y otros, Mackey en este volumen.
miento e Investigación, Lambaye- ty of Graduate Studies in partial
“Ideología y Poder en la Consolida-
que, 2004; Steve Bourget, comuni- fulfilment of the requirements for
ción, Colapso y Reconstitución del
cación personal, julio 2008. the degree of Doctor of Philosophy.
Estado Mochica de Jequetepeque:
Department of Archaeology,
El Proyecto Arqueológico San José 31 Véase el artículo de Jeffrey Carlos G. Elera Calgary: The University of Cal-
de Moro (1991-2006)”, Ñawpa Quilter en este volumen; Luis
La cultura Cupisnique gary, 1999.
Pacha 29, pp. 1-86, Berkeley: Jaime Castillo y Carlos Rengifo,
a partir de los datos
Institute of Andean Studies, 2008; “El Género y el Poder San José de arqueológicos de Puémape 14 Carlos Elera, “El Complejo
Martín del Carpio, “La Ocupación Moro”, en K. Makowski (ed.), Cultural Cupisnique: Anteceden-
Mochica Medio en San José de Señores de los Reinos de la Luna, 1 Rafael Larco Hoyle, Los Cupis- tes y Desarrollo de su Ideología
Moro”, en Luis Jaime Castillo y pp. 164-181, Colección Arte y niques, Lima: Casa Editora La Religiosa”, en Luis Millones y
otros (eds.), Arqueología Mochica, Tesoros del Perú, Lima: Banco Crónica y Variedades S.A. Ltda., Yoshio Onuki (eds.), El Mundo Ce-
Nuevos Enfoques, pp. 81-104, de Crédito del Perú, 2008. 1941; y Los Cupisniques, Buenos remonial Andino, Senri Ethnolo-
Lima: Pontificia Universidad Cató- Aires: Sociedad Geográfica Ameri- gical Studies 37, Osaka: National
200 A.C.
32 Véase, por ejemplo, L.J. Castillo cana, 1945.
lica del Perú, Instituto Francés de Museum of Ethnology, 1993,
y C. Rengifo, “El Género y el Poder
Estudios Andinos, 2008; Christo- 2 Thomas G. Pozorski, “The pp. 235-233.
San José de Moro”, Art.cit., p. 175.
pher Donnan y Donna McClelland, Caballo Muerto Complex and its 15 Rafael Larco, Los Cupisniques,
“Moche Burials at Pacatnamu”, 33 L.J. Castillo, “Moche Politics...”, Place in the Andean Chronological Lima: Casa Editora La Crónica
en C. Donnan y G. Cock (eds.), The Art. cit. Sequence”, Annals of the Carnegie y Variedades S A. Ltda., 1941,
Pacatnamú Papers, Volume 2: The Museum 52 (1): 1-40, Pittsburgh, 500 A.C.
34 Ubbelohde Doering, Vorspa- p. 105, figs. 161 y 162.
Moche Occupation, pp. 17-187. 1983.
nische Gräber von Pacatnamú…
Los Angeles: Fowler Museum 16 Larco, Op.cit., p. 112, fig. 177.
Op.cit. 3 Carlos Elera, Investigaciones so-
of Cultural History, University
bre patrones funerarios en el sitio 17 Larco, Op.cit.
of California, 1997, Heinrich 35 Para un ejemplo de una tumba
Ubbelohde Doering, Vorspanische Mochica Medio de San José de Formativo del Morro de Eten, valle 18 Carlos Elera y José Pinilla,
Gräber von Pacatnamú, Nordperu, Moro relativamente más compleja, de Lambayeque, costa norte del “Rites funéraires à Puémape
Materialien zur Allgemeinen und véase Karim Ruiz, “La Tumba Perú, 2 tomos, Memoria de Bachi- pendant le période formative, Le
Vergleichenden Archäologie, Band M-U 1411: Un Entierro Mochica ller, Lima: Pontificia Universidad Pérou de l’origine aux Incas”, Les
26, Munich: Verlag C. H. Beck, Medio de Élite en el Cementerio Católica del Perú, Departamento Dossiers d’Archéologie 2: 19.
1983. de San José de Moro”, en L.J. de Humanidades, 1986.
19 J. Zevallos; comunicación per-
Castillo, H. Bernier, J. Rucabado 4 Luis G. Lumbreras, Chavín de
19 Heidy Fogel, Settlements in sonal, 1977.
y G. Lockar (eds.), Arqueología Huántar en el nacimiento de la ci-
Time: A Study of Social and
Mochica, Nuevos Enfoques, pp. vilización andina, Lima: Ediciones 20 Julio C. Tello, “Los trabajos ar-
Political Develpment during the
381-396. Lima: Pontificia Univer- INDEA, 1989, p. 166, fig. 26. queológicos en el departamento de
Gallinazo Occupation of the North
sidad Católica del Perú, Instituto Lambayeque”, El Comercio, Lima,
Coast of Peru, tesis de doctorado, 5 Junius B. Bird y otros, “The
Francés de Estudios Andinos, 29 de enero de 1937.
Department of Anthropology, Yale Preceramic Excavations at the
2008.
University, 1993; R. Larco, La Huaca Prieta, Chicama Valley, 21 Elera, Investigaciones sobre
Cultura Virú, Op.cit.; William D. 36 Véase el artículo sobre el estilo Peru”, Anthropological Papers 62, patrones funerarios…Op.cit.
Strong y Clifford Evans, Cultural Mochica Tardío de Línea Fina parte 1, New York: The American 22 Elera, Investigaciones sobre pa-
Stratigraphy in the Viru Valley, de Luis Jaime Castillo en este Museum of Natural History, 1986. trones funerarios…Op.cit., p. 195.
Northern Peru: The Formative and volumen.
Florescent Epoch, Columbia Uni- 6 “Preceramic Cultures in Chica- 23 Carlos Elera y José Pinilla, 1500 A.C.
37 Heinrich Ubbelohde Doering, ma and Virú”, en Wendell C. Be-
versity Studies in Archaeology and “Proyecto de Rescate Arqueológico
The Art of Ancient Peru, New York: nnett (assembler), A Reappraisal
Ethnology 4, New York: Columbia Puémape”, Willay 34: 2-4, Andean
Frederick A. Praeger Publishers, of Peruvian Archaeology, pp. 21-28.
University Press, 1952. Anthropological Research Group,
1952. Menasha: Society for American Ar- Harvard University, Cambridge,
20 C. Donnan, “A Moche Cemetery chaeology and Institute of Andean
38 L.J. Castillo, “Moche Politics...”, Mass.; y Elera, “El Complejo Cul-
at Masanca …”, Art.cit. Research. Supplement to American
Art.cit. tural Cupisnique…”, Art.cit.
21 C. Donnan y D. McClelland, Antiquity 13 (4/2), 1948.
39 Para más detalles, véase Luis 24 Carlos Elera y otros, “Bioindica-
“Moche Burials at Pacatnamu”, 7 Bird y otros, Art.cit.
Jaime Castillo, “Los rituales dores zoológicos de eventos ENSO
Art.cit.
mochica de la muerte”, en K. 8 William D. Strong y Clifford para el Formativo Medio y Tardío
22 Véase el artículo de Christo- Makowski (ed.). Los Dioses del Evans, Cultural Stratigraphy o de Puémape, Perú”, en J. Ortlieb
pher Donnan en este volumen. Antiguo Perú, pp. 103-135, Colec- the Viru VaIIey, Northern Peru. y J. Marcharé (eds.), Paleo-ENSO
ción Arte y Tesoros del Perú, Lima: Columbia University Studies in Records. International Sympo-
23 R. Larco, Cronología Arqueoló-
Banco de Crédito del Perú, 2000. Archaeology and Ethnology 4. New sium. Extended Abstracts, pp. 93-
gica…Op.cit.
York: Columbia University Press, 97, Lima: ORSTOM-CONCYTEC,
40 Véase Castillo y Rengifo,
24 Véase, por ejemplo, Gordon 1952. 1992; y Carlos Elera y otros, “Bio-
“El Género y el Poder San José
Willey, Prehistoric Settlement indicadores zoológicos de eventos
de Moro”, Art.cit.; Luis Jaime
Patterns in the Viru Valley, Peru, ENSO para el Formativo Medio y
2200 A.C.
pág. 306
Tardío de Puémape, Perú”, Pacha- 37 Oswaldo Fernández, “Ceremo- 6 Christipher B. Donnan, “A 16 Christopher B. Donnan, The
camac 1(1): 9-19, Lima: Museo de nias tradicionales en la región Moche Cemetery at Masanca, Je- Moche Occupation of the Santa Va-
la Nación, 1992. norte, consideraciones etnohistó- quetepeque Valley, Peru”, Ñawpa lley, Peru, University of California
ricas sobre un chaman andino del Pacha 28, University of California, Publications in Anthropology, Vol.
25 Larco, Op.cit., p. 97, fig. 142.
siglo XVIII”, Alternativa. Revista Berkeley, 2006. 8, Berkeley y Los Angeles, 1973,
26 Elera, Investigaciones sobre de Análisis del Norte 18: 89-113, figs. 208 y 209.
7 Heinrich Ubbelohde-Doering,
patrones funerarios…Op.cit. Chiclayo: Centro de Estudios
Vorspanische Gräber von Pacat- 17 Otro ejemplo puede verse en la
Sociales Solidaridad, 1983.
27 Yoshio Onuki, “Recientes namú, Nordperu, Materialien zur fig. 51 que muestra una vasija con
resultados de las excavaciones en 38 Alva, Cerámica temprana… Allgemeinen und Vergleichenden un diseño escalonado inciso en la
Kuntur Wasi, Cajamarca: Informe Op.cit. Archäologie, Band 26, Munich: cámara, la cual fue pintada con
preliminar”, Gaceta Arqueológica Verlag C. H. Beck, 1983. engobe blanco.
39 Observación personal realizada
Andina (5)20: 59-66, Lima: Institu-
por el autor, 1988. 8 Krzysztof Makowski, “Los
to Andino de Estudios Arqueológi-
señores de Loma Negra: huellas
cos, 1990. 40 Alva, Cerámica temprana…
de la presencia mochica”, en Vicús,
Op.cit. Jeffrey Quilter
28 Karl D. Gartelman, Las huellas Colección de Arte y Tesoros del
del jaguar: la arqueología del 41 Elera, Investigaciones sobre Perú, Lima: Banco de Crédito del Los mochicas del sur
Ecuador, Quito: Imprenta Maris- patrones funerarios…Op.cit. Perú, 1994, figs. 66, 69-72.
cal, 1985, p. 178. 1 Gordon R. Willey, “The Chiclin
42 Alan Lapiner, Pre-Columbian 9 Elías Mujica Barreda (ed.), El Conference for Peruvian Archaeo-
29 Pedro Ramírez y otros, El Art of South America, New York: Brujo, Lima: Fundación Wiese, logy 1946”, American Antiquity 12:
Museo Nacional de Antropología, Abrams, 1976. 2007, p. 224. 132-134, Washington D.C., 1946.
México D.F.: Editorial Tlaloc, 1968,
43 Elera, The Puémape Site and 10 Varios pectorales de cuentas 2 Michael E. Moseley y Kent C.
p. 60; y Roberto García Moll, “Un
the Cupisnique Culture…Op.cit. fueron recuperados de las tumbas (eds.), Day Chan Chan Andean De-
relieve Olmeca en Tenosique, Ta-
reales de Sipán. Gracias a ellos sert City, Albuquerque: University
basco”, Estudios de Cultura Maya, 44 Alva, Cerámica temprana…
ahora sabemos cómo eran cons- of New Mexico Press,1982.
vol. XII, México D.F.: Universidad Op.cit.
truidos. Las múltiples sartas de
Nacional Autónoma de México, 3 Esta idea se hallaba amplia-
45 Larco, Op.cit. cuentas de concha eran manteni-
1979, p. 56, fig.5. mente difundida, probablemente
das paralelas entre sí mediante
30 García Moll, “Un relieve Olme- el uso de barras espaciadoras, debido a que dicho estilo cerámico
ca…”, Art.cit., pp. 57-58, figs. 2-3; unas largas bandas angostas de mochica, con su preferencia por
p. 59, fig.4. cobre con una serie de pequeñas los esquemas de color bícromos
Christopher B. Donnan (blanco-crema y rojo-marrón en
perforaciones a todo lo largo. Una
31 Luis G. Lumbreras y Hernán El estilo Mochica Temprano particular), parece sobresalir
barra espaciadora estaba fijada en
Amat, “Informe preliminar sobre del valle de Jequetepeque cuando se le compara con otras
cada extremo del pectoral, mien-
las galerías interiores de Chavín tradiciones alfareras peruanas.
1 Rafael Larco Hoyle, Cronología tras que otras estaban espaciadas
(Primera temporada de trabajos)”,
arqueológica del norte del Perú, de modo uniforme a todo lo largo 4 La mayoría de estos trabajos
Revista del Museo Nacional 34:
Buenos Aires: Sociedad Geográfica del mismo. Las hebras con que se arqueológicos tuvo lugar en la dé-
143-197, Lima, 1969; y Luis G.
Americana, 1948. ensartaban las cuentas pasaban cada de 1990. Algunos continúan
Lumbreras, Chavín de Huántar.
por las barras espaciadoras y de hasta la actualidad.
Excavaciones en la Galería de 2 Christopher B. Donnan, Moche este modo se las mantenía en posi-
las Ofrendas, Materialien sur Tombs at Dos Cabezas, Los Ange- 5 Además de sus rasgos mochicas,
ción, en hileras juntas y paralelas.
Allgemeinen und Vergleichenden les: Cotsen Institute of Archaeolo- el estilo Vicús es similar a tradi-
Véase Walter Alva y Christopher
Archäologie 51, Verlag Philipp gy, University of California, 2007, ciones cerámicas ecuatorianas.
B.Donnan, Royal Tombs of Sipán,
von Zabern, Mainz, 1993. Es p. 199. La metalurgia vicús, por su parte,
Los Angeles: Fowler Museum of
interesante anotar que dos de también comparte rasgos del estilo
3 Christopher B. Donnan, “Tum- Cultural History, University of
estos moluscos marinos proceden Mochica, pero en la época de su
bas con entierros en miniatura: California, 1993, p. 71.
de las aguas cálidas ecuatoriales hallazgo parecía ser tecnológica-
mientras que uno es típico de las Un nuevo tipo funerario Moche”, 11 En las tumbas reales de Sipán
en Santiago Uceda y Elías Mujica mente más avanzada, tanto en sus
aguas frías del mar peruano. también se recuperaron brazale- técnicas de dorado como en sus
(eds.), Moche: hacia el final del mi- tes de cuentas. Se les fabricaba
32 Elera, The Puémape Site and lenio, pp. 55-90, Universidad Na- complejos métodos de ensamblaje
de igual modo que los pectorales, de los ornamentos nasales y de
the Cupisnique Culture…Op.cit. cional de Trujillo, 2003; Donnan, pasándose el hilo con el que se otras joyas de elaborado diseño.
33 Observaciones realizadas por “Moche Tombs at Dos Cabezas”, ensartaba a las cuentas por las
el autor sobre muestra museográ- en Brian Fagan (ed.), Discovery!, barras espaciadoras. Véase Alva 6 Peter Kaulicke, “Moche, Vicús-
fica de los citados gasterópodos London: Thames and Hudson, y Donnan, Royal Tombs...Op.cit., Moche y el Mochica Temprano”,
modificados en el Museo Nacional 2007, pp.116-121 y Donnan, Moche p. 97. Boletín del Instituto Francés de
de Arqueología, Antropología Tombs…Op.cit. Estudios Andinos 21(3): 853-903,
12 Ann H. Peters, “Ecology and Lima, 1991.
e Historia. 4 Moseley y otros, “Convergent Society in Embroidered Fringes
34 Robert A. Feldman, “Preceramic Catastrophe and the Demise of from the Paracas Necropolis”, en 7 Estas vasijas forman parte de un
Corporate Architecture: Evidence Dos Cabezas: Environmental Ann H. Peters (ed.), Paracas: Art subconjunto del estilo Gallinazo,
for the Development of Non-Egali- Change and Regime Change in and Architecture, Iowa: University conocido como la serie Castillo.
tarian Social Systems in Peru”, en Ancient Peru”, en Steve Bourget of Iowa Press, 1991, pp. 56-93.
y Kimberly L. Jones (eds.), The 8 Jean-François Millaire, “Galli-
Christopher B. Donnan (ed.), Early nazo-Moche Interactions at Huaca
Art and Archaeology of the Moche: 13 Daniel Sáenz, “Cajamarca: al-
Ceremonial Architecture in the An- Santa Clara, Viru Valley, North
An Ancient Andean Society of the cance de los sentidos”, Rumbos 111
des – A Conference at Dumbarton Coast of Peru”, ponencia presenta-
Peruvian North Coast, pp. 81-91, (13): 64-78, Lima, 1998; y Andrew
Oaks, 8th – 10th October 1982, pp. da en la 69ª Reunión Anual de la
Austin: University of Texas Press, Kitchner, The Natural History
71-92, Washington D.C.: Dumbar- SAA, Montreal, 2004. (Consúltese
2008. of Wild Cats, Ithaca: Comstock
ton Oaks Research Library and la ponencia electrónica en
Publishing Association, Cornell
Collection, 1985. 5 Alfredo V. Narváez, “La Mina: www.anthro.umontreal.ca).
University Press, 1991.
35 Terence Grieder y Alberto Bue- una tumba Moche I en el valle de
Jequetepeque”, en Santiago Uceda 14 Christopher B. Donnan, Moche 9 Luis Jaime Castillo y Christo-
no Mendoza, “La Galgada: Peru pher B. Donnan, “Los mochicas del
y Elías Mujica (eds.), Moche: Art of Peru, Los Angeles: Museum
before Pottery”, Archaeology 34 norte y los mochicas del sur”, en
propuestas y perspectivas: actas of Cultural History, University of
(21): 44-51, New York, 1981. Krzystof Makowski y otros, Vicús,
del Primer Coloquio sobre la Cul- California, 1978, p. 139.
36 Observaciones personales rea- tura Moche, Travaux de l’Institut pp. 143-176, Lima: Banco de Crédi-
15 Christopher B. Donnan, “Moche to del Perú, 1994.
lizadas por el autor (1990, 1991, Français d’Études Andines 79: Tombs…”, Art.cit.
1994, 2001 y 2003). 59-81, Lima, 1994. 10 V. Gordon Childe, Piecing
Together the Past: The Interpreta-
1532 D.C.

1450 D.C.
tion of Archaeological Data, New 21 Santiago Uceda, “Uptown and en la Plaza 2 de la Huaca de La Archiv 27 (1): 135-213, Berlin:
York: Praeger, 1956. Este concepto Downtown…”, Art.cit. Luna”,en Santiago Uceda, Elías Museum für Völkerkunde, 1979. 1350 D.C.
no era nuevo pues tenía muchos Mujica y Ricardo Morales (eds.),
22 Marco Curatola, “La función de 9 Donna McClelland, “Ulluchu:
años de uso. Investigaciones en la Huaca de La
los oráculos en el imperio inca”, an elusive fruit”, en S. Bourget
Luna 1995, Trujillo: Facultad de
11 Michael E. Moseley, The Inca en Curatola y Ziólkowski (eds.), y K.L. Jones (eds.), The Art and
Ciencias Sociales de la Univer-
and Their Ancestors: The Archaeo- Adivinación y oráculos…Op.cit., Archaeology of the Moche. An
sidad Nacional de La Libertad,
logy of Peru, London and New York: pp. 9-69. Ancient Andean of the Peruvian
Thames and Hudson, 1992, p. 166.
1997, p. 47, fig. 18.
North Coast, tt 43-66, University
1000 D.C.
23 Christopher B. Donnan, Moche
38 Donnan, Moche Art…Op.cit., of Texas Press, 2008.
12 Steve Bourget, “So Close and Portraits from Ancient Peru,
UCLA Latin American Center Pu-
Yet So Far: A Comparison Between Austin: University of Texas Press, 850 D.C.
blications, Los Angeles: University
the Huacas de Moche and Huanca- 2004.
of California, 1976, pp. 82-84.
co”, en Jeffrey Quilter y Luis Jai-
24 Christopher B. Donnan, Moche Luis Jaime Castillo
me Castillo (eds), New Perspectives 39 Jeffrey Quilter, “The Moche
Art and Iconography, UCLA Latin 700 D.C.
on Moche Political Organization, Revolt of the Objects”, Latin El estilo Mochica Tardío de
American Center Publications, Los
Washington D.C.: Dumbarton American Antiquity 1(1): 42-65, Línea Fina de San José de
Angeles: University of California, Moro
Oaks Research Library and Collec- Washington D.C., 1990.
1976, p. 110, fig. 95.
tion, (En prensa). 1 Para un estudio detallado de
40 Compárese con Benson, Op.cit., 500 D.C.
25 Donnan, Op.cit., pp. 108-110. los estilos de Línea Fina Mochica,
13 Walter Alva, Sipán: Descu- p. 107, fig. 38.
brimiento e Investigación, Lima: 26 Larco, Op.cit., p. 305, fig. 324. véase Christopher B. Donnan y
Quebecor,1994. Donna McClelland, Moche Fineline
27 Larco, Op.cit., p. 316, fig. 335. Painting. Its Evolution and Its
14 Richard P. Schaedel, “Mochica Artists, Los Angeles: UCLA Fowler
28 G. Lau “Espacio ceremonial Julio Rucabado
Murals at Pañamarca”, Archaeolo- Museum of Cultural History,
Recuay”, en K. Makowski (ed.),
gy 4(3): 145-154, New York 1951. Contactos 1999; y Donna McClelland y otros,
Dioses del Antiguo Perú, Vol. 1,
15 Santiago Uceda, “Uptown and pp. 178-197, fig. 8, Lima: Banco de costa-sierra Moche Fineline Painting from San
Downtown: Social, Political, and Crédito del Perú, 2000. 1 Brian Billman “Irrigation and José de Moro, Los Angeles: The
Economic Relations between the the Origins of the Southern Cotsen Institute of Archaeology at
29 Una botella similar de la Colec- University of California, 2007.
Temple and the Inhabitants of Moche State on the North Coast of
ción del Museo Larco muestra la
the Urban Nucleus in the Moche Peru”, Latin American Antiquity, 2 Luis Jaime Castillo, “The last
figura del Aia Paec flanqueando al
Huacas”, en Jeffrey Quilter y Luis 13 (4):371-400, 2002; Krzysztof of the Mochicas: A view from
personaje de la cueva. Véase Ra-
Jaime Castillo (eds.), New Perspec- Makowski y Julio Rucabado, the Jequetepeque valley”, en J.
tives on Moche Political Organiza-
fael Larco, “Los Mochicas”, Tomo 200 A.C.
II, Lima: Museo Arqueológico “Hombres y deidades de la icono- Pillsbury (ed.), Moche Art and
tion, Washington D.C.: Dumbarton grafía Recuay”, en K. Makowski Archaeology in Ancient Peru, pp.
Rafael Larco Herrera, fig. 317.
Oaks Research Library and (ed.), Dioses del Antiguo Perú, 307-332, Studies in the History
Collection, (En prensa). 30 Elizabeth Benson, The Spirit Vol. 1, pp. 199-233, Lima: Banco of Art 63, Center for Advanced
of Ancient Peru: Treasures from de Crédito del Perú, 2000. Studies in the Visual Arts, Sympo-
16 Christopher Donnan, “Moche
the Museo Arqueológico Rafael sium Papers XL, Washington D.C.:
State Religion: A Unifying Force 2 Makowski y Rucabado “Hombres
Larco Herrera, London, New York: National Gallery of Art, 2001. 500 A.C.
in Moche Political Organization”, y deidades…”, Art.cit.
Thames and Hudson, 1997, p. 152,
en Quilter y Castillo (eds.), New 3 Luis Jaime Castillo y Christo-
fig. 91. Una imagen del ceramio en 3 Julio C. Tello, Antiguo Perú:
Perspectives…Op.cit. pher B. Donan, “Los mochicas
cuestión en Larco, Op.cit., p. 195, Primera época. Lima: Comisión or-
17 Marco Curatola y Mariusz S. fig. 227. ganizadora del Segundo Congreso del norte y los mochicas del sur,
Ziólkowski (eds.), Adivinación Sudamericano de Turismo, 1929. una perspectiva desde el valle de
31 Steve Bourget, “Rituals of Jequetepeque”, en K. Makowski y
y oráculos en el mundo andino
Sacrifice: Its Practice at Huaca 4 Tello, Op. cit. otros, Vicús, pp. 143-181, Colección
antiguo, Lima: Instituto Francés
de la Luna and its Representa- Arte y Tesoros del Perú, Lima,
de Estudios Andinos, Pontificia 5 Christopher Donnan, “Tumbas
tion in Moche Iconography”, en Banco de Crédito del Perú, 1994.
Universidad Católica del Perú, con entierros en miniatura: un
Joanne Pillsbury (ed.), Moche Art
2008. nuevo tipo funerario Moche”, en S. 4 Luis Jaime Castillo y Ulla
and Archaeology in ancient Peru,
18 Richard Burger y Lucy Salazar, Washington D.C.: National Gallery Uceda y E. Mujica (eds.), Moche: Holmquist, “Mujeres y poder en
“The Manchay Culture and the of Art, 2001, p. 101. Hacia el final del Milenio, Tomo la sociedad mochica tardía”, en
Coastal Inspiration for Highland I, pp. 43-78. Actas del Segundo Narda Henríquez (comp.), El
32 Benson, Op.cit. Coloquio Sobre la Cultura Moche, hechizo de las imágenes. Estatus
Chavín Civilization”, en William
J. Conklin y Jeffrey Quilter (eds.), 33 Larco, Op.cit., p. 191, 196. Universidad Nacional de Trujillo, social, género y etnicidad en la
Chavín: Art, Architecture, and Cul- 2003. historia peruana, pp. 13-34, Lima:
34 Larco, Op.cit., p. 195, fig. 226. Pontificia Universidad Católica del
ture, pp. 85-106, Cotsen Institute 6 Makowski y Rucabado “Hombres
of Archaeology Monograph 61, Los 35 John Verano, “Cráneos Hu- y deidades…”, Art.cit. Perú, 2000; y Donna McClelland,
Angeles, California: University of manos Modificados del Conjunto “A maritime passage from Moche
California, 2008. Arquitectónico 8”, en S. Uceda, 7 George Lau “Espacio ceremonial to Chimu”, en M. Moseley y A.
E. Mujica y R. Morales (eds.), Recuay”, en K. Makowski (ed.), Cordy-Collins (eds.), The Northern
19 Luis Jaime Castillo, “Moche Po- Dioses del Antiguo Perú, Vol. 1, pp. Dynasties: Kingship and Statecraft 1500 A.C.
Investigaciones en la Huaca de la
litics in the Jequetepeque Valley: 178-197, Lima: Banco de Crédito in Chimor, pp. 75-106, Washington
Luna 1996, pp. 165-171, Trujillo:
A Case for Political Opportunism”, del Perú, 2000. D.C.: Dumbarton Oaks Research
Facultad de Ciencias Sociales de
en Quilter y Castillo (eds.), New Library and Collection, 1990.
la Universidad Nacional de La 8 G. Lau, “Object of contention:
Perspectives…Op.cit.
Libertad, 1996. An examination of Recuay-Moche 5 Luis Jaime Castillo, “La Presen-
20 Krzysztof Makowski, “Hacia combat imaginery”, Cambridge cia Wari en San José de Moro”, en
36 Elizabeth P. Benson, The
la reconstrucción del panteón Archaeological Journal 14 (2): 163- Boletín de Arqueología PUCP 4:
Mochica: A Culture of Peru, New
mochica: tipos, personalidades 184, Cambridge, 2004; Krzysztof 143-179. Lima: Pontificia Univer-
York: Praeger, 1972, pp. 132-135;
iconográficas, narraciones”, en Mi- Makowski, “Poder e identidad sidad Católica del Perú, 2000.
Rafael Larco Hoyle, Los mochicas,
losz Giersz, Krzysztof Makowski y étnica en el mundo moche”, en K.
tomo II, Lima: Museo Rafael Larco 6 Luis Jaime Castillo y otros,
Patricia Przadka (eds.), El mundo Makowski (ed.), Señores de los Rei-
Herrera, 2001, p. 266, fig. 268. “Ideología y Poder en la Consolida-
sobrenatural mochica. Imágenes nos de la Luna, pp. 55-75. Lima:
escultóricas de las deidades antro- 37 Juliet Wiersema, Moche Ar- BCP, 2008; Makowski y Rucabado, ción, Colapso y Reconstitución del
pomorfas en el Museo Arqueológico chitectural Vessels, tesis doctoral “Hombres y deidades…”, Art.cit.; Estado Mochica del Jequetepeque.
Rafael Larco Herrera, pp. 17-128, en preparación, Universidad de Immina von Schuler-Schöming, El Proyecto Arqueológico San José
Lima: Pontificia Universidad Maryland. Sobre la Plaza 2A de “Die ‘Fremdkrieger’ in Darstel- de Moro (1991 - 2006)”, Ñawpa
Católica del Perú, 2004. la Huaca de la Luna, véase J. lungen der Moche-Keramik. Une Paccha 29, Berkeley: Institute of
Baylón y otros, “Excavaciones iconographische studie”, Baessler- Andean Studies, 2008. pp. 1-86.

2200 A.C.
pág. 308
7 Donnan y McClelland, Moche 21 Castillo y Donnan, “Los mochi- J. Rucabado y G. Lockard (eds.), de Moro. Excavaciones en el Área
Fineline Painting. Its Evolution … cas del norte y los mochicas del Arqueología Mochica, Nuevos… 42”, en Luis Jaime Castillo (ed.),
Op.cit.; también véase Christopher sur…”, Art.cit. Op.cit., pp. 81-104; y Karim Ruiz, Programa Arqueológico San José
Donnan, Moche Art of Peru, Los “La Tumba M-U 1411: Un Entie- de Moro, Temporada 2007, pp. 66-
22 Hay evidencias de cerámica
Angeles: Museum of Cultural rro Mochica Medio de Élite en el 117, Lima: Pontificia Universidad
Mochica V en Pampa Grande,
History, University of California, Cementerio de San José de Moro”, Católica del Perú, 2007; y Mc-
en el valle de Lambayeque. Sin
1978. en Castillo, Bernier, Rucabado y Clelland y otros, Moche Fineline
embargo, las fechas publicadas
Lockard (eds.), Arqueología Mochi- Painting…Op.cit., p. 11.
8 Glen S. Russell y otros, “Cerro para este sitio sitúan su colapso
ca, Nuevos …Op.cit., pp. 381-396.
Mayal: nuevos datos sobre la pro- alrededor del año 700 d.C., es de- 48 Véase el artículo de Carol
ducción cerámica Moche en el va- cir 150 años antes del colapso de 33 Heinrich Ubbelohde-Doering, Mackey en este volumen.
lle de Chicama”, en S. Uceda y E. San José de Moro. Las relaciones Vorspanische Gräber von Pacat-
Mujica (eds.), Moche: Propuestas y entre Pampa Grande y el estado namú, Nordperu, Materialien
Perspectivas, Travaux de l’Institut Mochica V de Chicama no han zur Allgemeinen und Verglei-
Français d’Études Andines 79: sido abordadas aún. chenden Archäologie, Band 26. Julio Rucabado
181-206, Lima: Universidad de La Munich: Verlag C. H. Beck, 1983; y
23 Comunicaciones personales con Transformaciones estilísti-
Libertad–Trujillo, Instituto Fran- Christopher B. Donnan y Donna D.
Glenn Russell (2000); Michelle Ko- cas en el bajo Jequetepeque
cés de Estudios Andinos y Asocia- McClelland “Moche burials at Pa- durante el periodo Hori-
ons (2008) y Régulo Franco (2006),
ción Peruana para el Fomento de catnamu”, en C. Donnan y G. Cock zonte Medio
respectivamente.
las Ciencias Sociales, 1994. (eds.), The Pacatnamú Papers,
24 Izumi Shimada, Pampa Grande Volume 2: The Moche Occupation, 1 Luis Jaime Castillo, “Moche Po-
9 Agnés Rohfritsch, Céramiques litics in the Jequetepeque Valley:
and the Mochica Culture, Austin: pp. 17-187, Los Angeles: Fowler
Mochicas de la Vallée de Jequete- A case for political opportunism”,
University of Texas Press, 1994, Museum of Cultural History, Uni-
peque (Pérou). Étude technique et en L.J. Castillo y J. Quilter (eds.),
p. 231. versity of California, 1997.
physico-chimique d’exemplaires New Perspectives on the Moche Po-
provenent de Dos Cabezas et San 25 Ibid., pp. 244-245. 34 Walter Alva, Sipán, Descubri- litical Organization, Washington
José de Moro, Tesis de Master 2, miento e Investigación, Lambaye- D.C.: Dumbarton Oaks Research
26 John H. Rowe, “A new pottery
Archéomatériaux, Université Mi- que, 2004. Library and Collection (en prensa);
style from the Department of Piu-
chel de Montaigne BORDEAUX 3, Luis Jaime Castillo y otros, “Ideo-
ra, Peru”, Notes on Middle Ame- 35 Ubbelohde-Doering, Vorspa-
2006. logía y Poder en la Consolidación,
rican Archaeology and Ethnology nische Gräber von Pacatnamú…
10 Donnan y McClelland, Moche 1 (8): 30-34, Division of Historical Op.cit. Colapso y Reconstitución del Es-
Fineline painting. Its Evolution … Research, Carnegie Institution tado Mochica del Jequetepeque. El
36 Donnan y McClelland, Moche Proyecto Arqueológico San José de
Op.cit. of Washington, New York: AMS
Fineline Painting. Its Evolution … Moro (1991-2006)”, Ñawpa Paccha
Press, 1942.
11 Christopher B. Donnan, Moche Op.cit. 29, Berkeley: Institute of Andean
Tombs at Dos Cabezas, Los Ange- 27 Louis M. Stumer, “Contactos Studies, 2008; Tom Dillehay, “Town
37 Christopher B. Donnan y
les: Cotsen Institute of Archaeolo- Foráneos en la Arqueología de la and Country in late Moche times:
Donna D. McClelland, The Burial
gy at UCLA, 2008. Costa Central”, Revista del Museo A view from two northern valleys”,
Theme in Moche Iconography,
Nacional 27:11-30, Lima, 1958. en J. Pillsbury (ed.), Moche Art and
12 Alfredo Narváez, “La Mina: Studies in Pre-Columbian Art
El Museo de Sitio de Puruchuco Archaeology in Ancient Peru, pp.
una tumba Moche I en el valle de and Archaeology 21, Washington
conserva en sus colecciones otra 259-283, Studies in the History of
Jequetepeque”, en S. Uceda y E. D.C.: Dumbarton Oaks Research
botella de doble pico y puente Art 63, Washington D.C.: National
Mujica (eds.), Moche: Propuestas y Library and Collection, 1979; y
decorada con diseños polícromos Gallery of Art, 2001; Edward
Perspectivas, Travaux de l’Institut McClelland y otros, Moche Fineline
de Línea Fina que provendría del Swenson, “San Ildefonso and the
Français d’Études Andines 79: Painting…Op.cit.
valle medio del Rímac. “population” of the Moche Ideology
59-81, Lima: Universidad de La
38 Castillo, “The last of the Mochi- in the Jequetepeque Valley”, en
Libertad–Trujillo, Instituto Fran- 28 Comunicación personal con
cas…”, Art.cit. L.J. Castillo, H. Bernier, J. Rucaba-
cés de Estudios Andinos y Asocia- Edward Swenson (2008); Ilana
ción Peruana para el Fomento de Johnson, “Portachuelo de Char- 39 Ubbelohde-Doering, Vorspa- do y G. Lockard (eds.), Arqueología
las Ciencias Sociales, 1994. cape: Daily Life and Political nische Gräber von Pacatnamú… Mochica, Nuevos Enfoques, pp.
Power in the Hinterland during Op.cit.; y McClelland y otros, 411-431, Lima: Pontificia Universi-
13 Donna McClelland y otros, dad Católica del Perú, 2008.
the Late Moche Period”, en L. J. Moche Fineline Painting…Op.cit.,
Moche Fineline Painting from San
Castillo, H. Bernier, J. Rucabado p. 151. 2 L.J. Castillo y otros, “Ideología
José de Moro, Los Angeles: The
y G. Lockard (eds.), Arqueología y poder en la consolidación…”
Cotsen Institute of Archaeology 40 McClelland y otros, Moche Fine-
Mochica, Nuevos Enfoques, p. Art.cit.
at University of California, 2007, line Painting…Op.cit., pp. 96-113.
271, Lima: Pontificia Universidad
pp. 29-159. 3 Katiusha Bernuy y Vanessa Ber-
Católica del Perú, 2008; Edward R. 41 McClelland y otros, Moche Fine-
14 Ibid., p. 121. Swenson, “San Ildefonso and the line Painting…Op.cit., p. 101. nal, “La Presencia Cajamarca en
‘Popularization’ of Moche Ideology San José de Moro”, en L.J. Castillo,
15 Donnan y McClelland, Moche 42 Donnan y McClelland, The H. Bernier, J. Rucabado y G. Loc-
in the Jequetepeque Valley”, en
Fineline Painting. Its Evolution… Burial Theme…Op.cit. kard (eds.), Arqueología Mochica,
Castillo y otros (eds.), Arqueología
Op.cit.; y McClelland y otros, Mo- Nuevos Enfoques, pp. 67-80, Lima:
Mochica, Nuevos…Op.cit., p. 427; 43 Luis J. Castillo y Carlos Ren-
che Fineline Painting…Op.cit. Pontificia Universidad Católica del
y Donna D. McClelland, “Moche gifo, “El género y el poder: San
16 Donnan y McClelland, Moche fineline ceramics at Pacatnamu”, José de Moro”, en: K. Makowski Perú, 2008; Marco Rosas, “Nuevas
Fineline Painting. Its Evolution … en C. Donnan y G. Cock (eds.), The (ed.), Señores de los Reinos de la perspectivas acerca del colapso
Op.cit.; p. 264. Pacatnamú Papers, Volume 2: The Luna, pp. 164-181, Lima: Banco de Moche en el bajo Jequetepeque”,
Moche Occupation, pp. 265-282, Crédito del Perú, 2008. Bulletin de l’Institut Francais
17 Ibid., p. 272. d’Études Andines 36 (2): 221-240,
Los Angeles: Fowler Museum of
44 McClelland y otros, Moche Fine- Lima, 2007; Shinya Watanabe,
18 Luis Jaime Castillo, “La Pre- Cultural History, University of
line Painting…Op.cit., pp. 30-61. “Wari y Cajamarca”, Boletín de Ar-
sencia Wari…”, Art.cit. California, 1997.
45 Donnan y McClelland, Moche queología PUCP 5: 531-541, Lima:
19 Véase artículo de Julio Rucaba- 29 Castillo y otros, “Ideología Pontificia Universidad Católica del
Fineline Painting. Its Evolution…
do en este volumen. y Poder…”, Art.cit., p. 1-86. Perú, 2002; Howard Tsai, comuni-
Op.cit., p. 122.
20 Rafael Larco Hoyle, Cronología 30 Castillo, “La Presencia Wari…”, cación personal 2007.
46 Donnan y McClelland, Moche
Arqueológica del Norte del Perú, Art.cit. 4 Tom Dillehay, “Town and Coun-
Fineline Painting. Its Evolution…
Biblioteca del Museo de Arqueolo- try…”, Art.cit.; Roger Ravines,
31 Castillo, “The last of the Mochi- Op.cit., pp. 142-145.
gía Rafael Larco Herrera, Hacien- Arqueología del valle medio
cas…”, Art.cit.
da Chiclín, Buenos Aires: Sociedad 47 Esta forma es denominada de Jequetepeque, Lima: INC y
Geográfica Americana, 1948. 32 Martín Del Carpio, “La Ocupa- “doughnut-shape”. Véase Ana C. Dirección Ejecutiva del Proyecto
ción Mochica Medio en San José de Mauricio y Jessica Castro, “La de Irrigación Jequetepeque-Zaña,
Moro”, en L.J. Castillo, H. Bernier, Última Sacerdotisa de San José 1982; Richard Schaedel, “Coast-
1532 D.C.

1450 D.C.
highland interrelationships and Kingship and Statecraft in “Relaciones costa-sierra en el Objects”, Latin American Antiqui-
ethnic groups in the northern Perú Chimor, pp. 275-296, Washington norte…”, Art.cit.; Watanabe, “Wari ty 1 (1): 42-65, Washington D.C., 1350 D.C.
(500 B.C.-A.D. 1980)”, en S. Masu- D.C.: Dumbarton Oaks Research y Cajamarca”, Art.cit. 1990; J. Quilter, “The narrative
da, I. Shimada y C. Morris (eds.), Library and Collection,1990; Re- approach to Moche iconography”,
22 Véase el artículo sobre el estilo
Andean Ecology and Civilization. beca Carrión Cachot, La religión Latin American Antiquity 8 (2):
Mochica Tardío de Línea Fina
An Interdisciplinary Perspective en el antiguo Perú, Lima: Talleres 113-133, Washington D.C., 1997.
de Luis Jaime Castillo en este
on Andean Ecological Comple- gráficos de tipografía peruana,
volumen. 31 Duccio Bonavia, Mural Paint-
mentarity, pp. 443-473, Papers 1959, pp. 172-182.
ing in Ancient Peru, Bloomington, 1000 D.C.
for the Wenner-Gren Foundation 23 Anita Cook, “Las deidades
12 Véase por ejemplo Carrión Indiana University Press, 1985,
for Anthropological Research Huari y sus orígenes altiplánicos”,
Cachot, La religión…Op.cit.; plate 20, fig. 75-77.
Symposium 91, Tokyo: University en K. Makowski (ed.), Dioses del
Dorothy Menzel, The Archaeology 850 D.C.
of Tokyo Press, 1985; Izumi Shi- Antiguo Perú, Vol. 2. pp. 39-65,
of Ancient Perú and the work of
mada, “Perception, Procurement Lima: BCP, 2001; Krzysztof
Max Uhle, Berkeley: University of
and Management of Resources: Makowski, “El panteón Tiahuana-
California, 1977, figs. 60, 61, 64, Carol Mackey 700 D.C.
Archaeological Perspective”, en co y las deidades con báculos”, en
65, 94. Los estilos alfareros
S. Masuda, I. Shimada y C. Morris K. Makowski (ed.), Dioses…Op.cit.
(eds.), Andean Ecology and Civili- 13 Menzel, The Archaeology of Vol. 2, pp. 67-107. costeños de los
periodos tardíos
zation…Op.cit., pp. 357-400. Ancient Perú…Op.cit., fig. 111;
24 El estilo Atarco conservó ele- 500 D.C.
Rucabado y Castillo, “El Periodo 1 Véronique Bélisle, “El Hori-
5 Katiusha Bernuy y Vanessa mentos decorativos de estilos pre-
Transicional…”, Art.cit. zonte Medio en el valle de Santa:
Bernal, “La Presencia Cajamarca vios tanto locales como foráneos
Continuidad y discontinuidad
...”, Art.cit.; Castillo, “La Presencia 14 L.J.Castillo y otros, “Ideología (por ejemplo, Nasca, Robles Moqo,
con los mochicas del Intermedio
Wari en San José de Moro”, en y poder en la consolidación…” Art. Conchopata y Chakipampa) a la
Temprano”, en L.J. Castillo, H.
P. Kaulicke y W. Isbell (eds.), cit.; Elías Mujica, El Brujo, Lima: vez que compartió rasgos con las
Bernier, J. Rucabado y G. Lockard
Huari y Tiwanaku: Modelos vs. Fundación Wiese, 2007; J. Ruca- tradiciones estilísticas de Viñaque
(eds.), Arqueología Mochica,
Evidencias, Boletín de Arqueología bado y L.J. Castillo, “El Periodo de Ayacucho y Pachacamac de
Nuevos Enfoques, pp. 17-31, Lima:
PUCP 4: 143-179, Lima: PUCP, Transicional...” Art.cit.; Izumi Lurín. Véase Dorothy Menzel, La
Pontificia Universidad Católica
2000; J. Rucabado y L.J. Castillo, Shimada, “Cultural continuities cultura Huari. Las grandes civi-
del Perú, Instituto Francés de
“El Periodo Transicional en San and discontinuities on the Nor- lizaciones del antiguo Perú, tomo
Estudios Andinos, 2008; Carol
José de Moro”, en S. Uceda y E. thern North Coast of Peru”, en M. IV, Lima: Compañía de Seguros
Mackey, “La cerámica chimú a
Mujica (eds.), Moche: Hacia el Moseley y A. Cordy-Collins (eds.), y Reaseguros Peruano-Suiza S.A,
fines del Horizonte Medio”, Revista
Final del Milenio, t. I, pp. 15-42, The Northern Dynasties…Op.cit., 1968, p. 132.
del Museo Nacional XLVII: 73-91,
Lima: Universidad Nacional de pp. 297-392.
Trujillo, Pontificia Universidad
25 Compárese con Menzel, La Lima, 1983. 200 A.C.
15 Menzel, The Archaeology of cultura Huari…Op.cit., figs. 10a
Católica del Perú, 2003. 2 Christopher Donnan y Carol
Ancient Perú…Op.cit. y 11a.
Mackey, Ancient Burial Patterns
6 J. Rucabado y L.J. Castillo, “El
16 J. Rucabado y L.J. Castillo “El 26 Menzel, La cultura Huari… of the Moche Valley, Peru, Austin:
Periodo Transicional...” Art.cit.
Periodo Transicional en …”, Art. Op.cit., p. 142. Compárese también University of Texas Press, 1978.
7 Katiusha Bernuy y Vanessa cit. con los personajes alados en el
3 Luis G. Lumbreras, The People 500 A.C.
Bernal, “La Presencia Cajamar- estilo Conchopata reportado en
17 Luis Jaime Castillo y otros, and Cultures of Ancient Peru,
ca ...”, Art.cit.; Rogger Ravines, Menzel, The Archaeology of An-
“Ideología y Poder …”, Art.cit. Washington D.C.: Smithsonian
Arqueología del valle medio del cient Perú…Op.cit., figs. 66, 67, 91.
Institution Press, 1974; Gordon
Jequetepeque, Lima: INC-DEJE- 18 William Isbell, The rural foun-
27 Menzel, La cultura Huari… R. Willey, Prehistoric Settlement
ZA, 1982; Izumi Shimada y Jorge dations for urbanism: economic
Op.cit., p. 163. Compárese con el Patterns in the Virú Valley, Perú,
Montenegro, “El ‘Estilo Cajamarca and stylistic interaction between
grifo en la vasija tiahuanaco en Bulletin 155, Washington D.C.:
Costeño’ y la Interacción Sicán- rural and urban communities
Makowski, “El panteón Tiahuana- Smithsonian Institution Press,
Cajamarca en el norte del Perú”, in eight-century, Perú, Urbana:
co…”, Art.cit., p. 107. 1953.
en F. Cárdenas-Arroyo y T.L. Bray University of Illinois Press, 1977;
(eds.), Intercambio y comercio entre John Topic y Teresa Topic, “Re- 28 Burger, Chavín and the 4 Carol Mackey, “La cerámica
Costa, Andes y Selva: Arqueología laciones costa-sierra en el norte origins…Op.cit.; Lucy Salazar y chimú …”, Art.cit., p. 85.
y Etnohistoria de Suramérica, pp. del Perú: Algunas observaciones Richard Burger, “Las divinidades
5 Donnan y Mackey, Ancient
255-296, Bogotá: Universidad de en las rutas, redes y escalas de del universo religioso Cupisnique
Burial Patterns...Op.cit.
los Andes, 1998. interacción”, en R. Leventhal y A. y Chavín”, en K. Makowski (ed.),
Kolata (eds.), Civilization in the Dioses …Op.cit., Vol. 1, pp. 29-69. 6 Christopher B. Donnan, comuni-
8 Castillo, “La Presencia Wari...”,
ancient Americas: Essays in honor cación personal (julio, 2008).
Art.cit.; L.J.Castillo y otros, 29 Christopher Donnan y Donna
of Gordon R. Willey, pp. 237-259,
“Ideología y poder en la consolida- McClelland, Moche Fineline 7 Jaquelyn Bernuy, “El Periodo
Cambridge: Peabody Museum
ción…” Art.cit.; J. Rucabado y L.J. Painting. Its Evolution and Its Lambayeque en San José de Moro:
Press, 1983; S. Watanabe “Wari y
Castillo, “El Periodo Transicio- Artists, Los Angeles: UCLA Fowler patrones funerarios y naturaleza
Cajamarca”, Art.cit.
nal...” Art.cit. Museum of Cultural History, 1999, de la ocupación”, en L.J. Castillo,
19 Menzel, The Archaeology of figuras 4.27, 5.45 y 5.46; Rafael H. Bernier, J. Rucabado y G. Lock-
9 J. Rucabado y L.J. Castillo “El
Ancient Perú…Op.cit.; Heiko Larco, Los mochicas, Lima: Museo ard (eds.), Arqueología mochica…
Periodo Transicional en …”, Art. 1500 A.C.
Prümers, “Tejidos en el Horizonte Arqueológico Rafael Larco Herre- Op.cit., pp. 52-65. Bernuy denomi-
cit.
Medio del Valle de Huarmey”, en ra, 2001, tomo II, fig. 356. na Sicán a este estilo.
10 Véase el artículo sobre el estilo R.M. Czwarno, F.M. Meddens y
30 Patricia Lyon, “Arqueología 8 Izumi Shimada, “Cultural Con-
Mochica Tardío de Línea Fina A. Morgan (eds.), The Nature of
y Mitología: la escena de los tinuities and Discontinuities on
de Luis Jaime Castillo en este Huari: A reappraisal of the Middle
‘Objetos Animados’ y el tema de the Northern North Coast of Peru,
volumen. Horizon Period in Peru, Oxford:
‘El alzamiento de los objetos’”, Middle-Late Horizons”, en M.
BAR International Series 525, pp.
11 Se han planteado similitudes Scripta Ethnologica 6: 105-108, Moseley y A. Cordy-Collins (eds.),
188-213, 1989.
entre las representaciones icono- Buenos Aires, 1981; Krzysztof The Northern Dynasties: Kingship
gráficas de la cerámica impresa y 20 Kazuo Terada y Ryozo Makowski, “Los seres radiantes, el and Statecraft in Chimor, pp. 297-
aquellas plasmadas en los tejidos Matsumoto, “Sobre la cronología águila y el búho. La imagen de la 392, Washington D.C.: Dumbarton
de algodón encontrados entre los de la tradición Cajamarca”, en F. divinidad en la cultura Mochica, s. Oaks, 1990.
valles de Supe y Ancón, corres- Silva Santisteban, W. Espinoza y II al VIII, costa norte del Perú”, en
9 David Wilson, Prehispanic
pondientes a fines del Horizonte R. Ravines (eds.), Historia de Caja- K. Makowski, I. Amaro y M. Her-
Settlement Patterns in the Lower
Medio. Véase Christopher Donnan, marca 1: Arqueología, pp. 67-89, nández (eds.), Imágenes y mitos.
Santa Valley, Perú: A Regional
“The Chotuna Friezes and the Cajamarca: INC -Cajamarca, 1985. Ensayos sobre las artes figurativas
Perspective on the Origins and de-
Chotuna-Dragon Connection”, en en los Andes Prehispánicos, Lima:
21 Isbell, “The rural founda- velopment of Complex North Coast
M. Moseley y A. Cordy-Collins SIDEA, Australis, 1996; Jeffrey
tions…”, Art.cit.; J. Topic y T. Topic, Society, Smithsonian Series in
(eds.), The Northern Dynasties: Quilter, “The Moche Revolt of the
2200 A.C.
pág. 310
Archaeological Inquiry, Washing- Lambayeque”, Revista del Museo desde Tumbes por el norte hasta World, pp. 299-323, Washington
ton D.C.: Smithsonian Institution de Arqueología 3, Universidad el valle del río Chillón por el sur. D.C.: Dumbarton Oaks, 2004;
Press, 1988. Nacional de Trujillo, 1992. Véase John H. Rowe, “The king- Craig Morris y Donald Thompson,
dom of Chimor”, Acta Americana 6: Huánuco Pampa: An Inca city and
10 Bélisle, “El Horizonte Medio en 22 Donna McClelland, “A maritime
26-59, México D.F., 1948. its hinterland, New York: Thames
el valle de Santa…”, Art.cit. passage from Moche to Chimu”,
and Hudson, 1985; Carol Mackey,
en M. Moseley y A. Cordy-Collins 33 Jerry Moore y Carol Mackey,
11 Melissa Vogel y Percy Vilche- “La transformación socioeconó-
(eds.), The Northern Dynasties… “The Chimú Empire”, en H. Silver-
rrez, Informe final del Proyecto El mica de Farfán bajo el gobierno
Op.cit. pp. 75-106. man y W. Isbell (eds.), Handbook
Purgatorio, valle de Casma, Lima: inka”, Boletín de Arqueología
of South American Archaeology,
INC, 2008. 23 Karen Bruhns, “The Moon PUCP 7: 321-353, Segunda parte,
pp. 783-807, New York: Springer,
Animal in northern Peruvian Art Lima, 2003.
12 Wendell C. Bennett, Archaeolo- 2008.
and Culture”, Ñawpa Pacha 14:
gy of the North Coast of Peru: An 46 Consúltese, por ejemplo, John
21-39, Berkeley: Institute of An- 34 Marie Louise Sidoroff, The Pro-
account of Exploration and Exca- Topic y T. Topic, “A summary of the
dean Studies, 1976; Carol Mackey cess behind Form and Decoration:
vation in the Virú and Lambaye- Inca occupation of Huamachuco”,
y Melissa Vogel, “La luna sobre los Defining North Coast Ceramic
que Valleys, Anthropology Papers en M. Malpass (ed.), Provincial
Andes: una revisión del Animal Technological Style, Perú, Inédita,
37, New York: American Museum Inca: Archaeological and Ethnohis-
Lunar”, en S. Uceda y E. Mujica Tesis de Ph.D., Cincinnati, Ohio:
of Natural History, 1939; Izumi torical Assessment of the Impact of
(eds.), Actas del Segundo Coloquio Union Institute & University,
Shimada, Cultura Sicán: dios, ri- the Inca State, pp.17-43, Norman:
de Arqueología sobre la Cultura 2005.
queza y poder en la costa norte del University of Oklahoma Press,
Moche, pp. 325-342, Trujillo, 2001;
Perú, Lima: Fundación del Banco 35 Thomas G. Pozorski, Survey 1993.
Shimada, “Cultural Continuities
Continental para el Fomento de la and Excavations of Burial Plat-
and Discontinuities…”, Art.cit. 47 Mackey, “La transformación
Educación y la Cultura, 1995. forms at Chan Chan, Peru, Tesis
socioeconómica de Farfán…”, Art.
24 Shimada, “Cultural Continui- de B.A., Harvard University, 1971.
13 Shimada, “Cultural Continui- cit.; Sidoroff, The Process behind
ties and Discontinuities…”, Art.cit.
ties and Discontinuities…”, Art.cit. 36 Carol Mackey, Chimú Pottery: Form…Op.cit.
25 C. Mackey, “Los dioses que Form and Decoration, Ms.
14 Christopher B. Donnan y Gui- 48 Dorothy Menzel, Pottery style
perdieron sus colmillos”, Art.cit.
llermo A. Cock (eds.), The Pacat- 37 Carol Mackey y Alexandra and society in ancient Peru: art
Más adelante, los chimú también
namu Papers, Volume 2: The Moche Klymyshyn, “The southern fron- as a mirror of history in the Ica
representarían aves, pero mayor-
Occupation, Los Angeles: Fowler tier of the Chimú Empire”, en M. Valley, 1350-1570, Berkeley: Uni-
mente de hábitats cercanos al mar.
Museum of Cultural History, Uni- Moseley y A. Cordy-Collins (eds.), versity of California Press, 1976.
Hay que advertir, sin embargo, que
versity of California, 1997; Carol The Northern Dynasties…Op.cit.
los loros están representados tanto 49 Mackey, “La transformación so-
Mackey y César Jáuregui, Informe pp. 195-226.
en los frisos como en la cerámica cioeconómica de Farfán…”, Art.cit.
preliminar del Proyecto Arqueoló-
del estilo Chimú. 38 C. Mackey, “Los dioses que per-
gico Farfán, Lima: INC, 2004. 50 Frances Hayashida, “New
dieron sus colmillos”, Art.cit.
26 Sin embargo, la leyenda afirma Insights into Inka Pottery Produc-
15 Régulo Franco y César Gálvez,
que este personaje llegó a las 39 ¿Significa este cambio una tion”, en I. Shimada (ed.), Andean
“Muerte, Identidades y prácticas
costas de Lambayeque en una flota transformación en la ideología Ceramics: Technology, Organi-
funerarias post-mochicas en el
de balsas. Véase Miguel Cabello religiosa chimú? Véase Mackey, zation, and Approaches, MASCA
Complejo El Brujo, valle de Chica-
Balboa, Miscelánea Antártica. “Los dioses que perdieron sus Research Papers in Science and
ma, costa norte del Perú”, Corrien-
Una historia del Perú antiguo, colmillos”, Art.cit. Archaeology, Supplement to Vol. 15,
te Arqueológica 1: 79-118. Lima,
prólogo de Luis E. Valcárcel, Lima: pp. 331-335, Filadelfia: University
2005; Shimada, Cultura Sicán: 40 Bruhns, “The Moon Animal…”,
Instituto de Etnología, UNMSM, of Pennsylvania Museum for Ar-
dios, riqueza y poder…Op.cit. Art.cit.; Mackey y Vogel, “La luna
1951 [1586]. chaeology and Anthropology, 1998.
sobre los Andes…”, Art.cit.
16 C. Conlee y otros, “Late Prehis-
27 Véase cat. no. 55 en este 51 Las pacchas eran vasijas para
panic Sociopolitical Complexity”, 41 Ann Kendall, Aspects of
volumen. beber y se usaron en los rituales
en H. Silverman (ed.), Andean Ar- Inca Architecture – Description,
de adivinación.
chaeology, pp. 209-236, Cornwall: 28 Como ya se ha señalado en Function, and Chronology, 2 vols,
Blackwell Publishing, 2004. otros trabajos en esta misma International Series 242, Oxford: 52 S.K. Lothrop, “Peruvian
publicación, las conchas de British Archaeological Reports, Pacchas and Keros”, American An-
17 Jorge Zevallos, “Introducción a
Spondylus ocuparon un lugar muy 1985. tiquity 21(3): 233-243, Washington
la cultura Lambayeque”, en J. de
importante en el arte andino. Véa- D.C., 1956.
Lavalle (ed.), Lambayeque, Lima: 42 John H. Rowe, An Introduc-
se Joanne Pillsbury, “The Thorny
Banco de Crédito del Perú, 1989, tion to the Archaeology of Cuzco, 53 Donna McClelland, The Musco-
Oyster and the origins of Empire:
p. 30. Papers of the Peabody Museum of vy Duck in Moche Art, Ms.
implications of recently uncovered
American Archaeology and Eth-
18 Luis Jaime Castillo, “The last Spondylus imagery from Chan 54 Bélisle, “El Horizonte Medio
nology, Vol. 27, No. 2, Cambridge:
of the Mochicas: A view from Chan, Perú”, Latin American en el valle de Santa…”, Art.cit.;
Harvard University, 1944.
the Jequetepeque valley”, en J. Antiquity 7: 313-340, Washigton Donnan y Mackey, Ancient Burial
Pillsbury (ed.), Moche Art and D.C., 1996. 43 Catherine Julien, “Las tumbas Patterns...Op.cit.; Mackey, “La ce-
Archaeology in Ancient Peru, pp. de Sacsahuaman y el estilo rámica chimú…”, Art.cit.; Wilson,
29 Christopher B. Donnan, Moche
307- 332, Studies in the History Cuzco-Inca”, Ñawpa Pacha 25-27, Prehispanic Settlement Patterns…
Art of Peru, Los Angeles: Museum
of Art 63, Center for Advanced pp. 1-125, Berkeley: Institute of Op.cit. Wilson cree que el estilo
of Cultural History, University of
Studies in the Visual Arts, Sympo- Andean Studies, 2004; George alude a un estado expansionista
California, 1978, p. 177.
sium Papers XL, Washington D.C.: Miller, “An investigation of Cuzco- que probablemente tuvo su capital
National Gallery of Art, 2001. 30 Shimada, Cultura Sicán: dios, Inca ceramics: Canons of form, en el valle de Casma, véase Ibid.,
riqueza y poder…Op.cit. proportion, and size”, Ñawpa Pa- p. 224-259.
19 Andrew Nelson y otros,
cha 25-27, pp. 127-149, Berkeley:
“Osteobiografia de una hilandera 31 Hubo, además, otros centros ad- 55 Donnan y Mackey, Ancient
Institute of Andean Studies, 2004.
precolombina: la mujer detrás de ministrativos de menor enverga- Burial Patterns...Op.cit., p. 229.
la máscara”, Íconos 4(2): 30-43, dura. Véase Carol Mackey, “Chimú 44 Brian Bauer, The Development
56 Christopher Donnan, comunica-
Lima, 2000. Statecraft in the Provinces”, en of the Inca State, Austin: Universi-
ción personal.
J. Marcus, C. Stanish y P. Williams ty of Texas Press, 1992.
20 Carol Mackey, “Los dioses que
(eds.), Foundations of Andean 57 Bernuy, “El Periodo Lambaye-
perdieron sus colmillos”, en K. 45 Ramiro Matos, Pumpu: centro
Civilization: Papers in Honor of que en San José de Moro…”,
Makowski (ed.), Dioses del Antiguo administrativo inka de la puna de
Michael E. Moseley, Los Angeles: Art.cit.
Perú, Vol. 2. pp. 110 -157, Colección Junín, Lima: Editorial Horizonte,
Cotsen Institute of Archaeology,
Arte y Tesoros del Perú. Lima: 1997; Craig Morris, “Enclosures 58 Shimada, “Cultural Continui-
University of California, (en
Banco de Crédito del Perú, 2001. of Power: The Multiple Spaces of ties and Discontinuities…”, Art.cit.
prensa).
Inca Administrative Palaces”, en
21 Jorge Zevallos, “Decoraciones 59 Izumi Shimada, “The late
32 Según los cronistas españoles, S. Toby Evan y Joanne Pillsbury
extras en el ceramio “Rey” de prehispanic coastal states”, en L.
el dominio chimú se extendió (eds.), Palaces of the Ancient New
1532 D.C.

1450 D.C.
Laurencich (ed.), The Development 76 Morris, “Enclosures of
of Pre-Columbian Peru, A.D. 1000- Power…”, Art.cit. 1350 D.C.
1534, pp. 49-110, Norman: Univer-
77 Menzel, Pottery style and socie-
sity of Oklahoma Press, 2000.
ty in ancient Peru…Op.cit.
60 Geoffrey Conrad, “The burial
78 Donnan, The Moche Occupation
platforms of Chan Chan: some so-
of the Santa Valley…Op.cit.
cial and political implications”, en
M. Moseley y K. Day (eds.), Chan 79 Christopher Donnan, The Mo-
1000 D.C.
Chan: Andean Desert City, pp. che Occupation of the Santa Valley,
87-114, Albuquerque: University of Peru, University of California
New Mexico Press,1982. Publications in Anthropology, Vol. 850 D.C.
8, Berkeley y Los Angeles, 1973,
61 Pillsbury, “The Thorny
p. 291.
Oyster…”, Art.cit., fig. 39. 700 D.C.
80 Lothrop, “Peruvian Pacchas and
62 T. Heyerdahl, D. Sandweiss y
Keros”, Art.cit., p. 237.
A. Narváez, Pyramids of Túcume:
the Quest for Peru’s Forgotten City, 81 Mackey, “La transformación so-
New York: Thames and Hudson, cioeconómica de Farfán…”, Art.cit. 500 D.C.
1995, fig. 125.
82 Pillsbury, “The Thorny Oys-
63 Alana Cordy-Collins, “Fonga ter…”, Art.cit.
Sidge, Shell Purveyor to the
83 Lothrop, “Peruvian Pacchas and
Chimú Kings”, en M. Moseley y A.
Keros”, Art.cit., p. 240.
Cordy-Collins (eds.), The Northern
Dynasties…Op.cit., pp. 393-417; 84 Peter Gose, “Segmentary
Pillsbury, “The Thorny Oyster…”, State Formation and the Ritual
Art.cit. Control of Water under the Incas”,
Comparative Studies in Society
64 McClelland, “A maritime
and History 35 (3): 501, Cambrid-
passage…”, Art.cit.; Heyerdahl,
ge, 1993.
Sandweiss y Narváez, Pyramids
of Túcume…Op.cit., p. 135. 85 John V. Murra, Formaciones
económicas y políticas del mundo
65 Heyerdahl, Sandweiss y
andino, Lima: Instituto de Estu-
200 A.C.
Narváez, Pyramids of Túcume…
dios Peruanos, 1975.
Op.cit., fig. 136.
86 Carol Mackey y César Jáure-
66 Cordy-Collins, “Fonga Sidge,
gui, Informe preliminar del Pro-
Shell Purveyor to the Chimú
yecto Arqueológico Farfán, Lima:
Kings”, Art.cit., figs. 2 y 4.
INC, 2002. Las investigaciones
500 A.C.
67 Mackey, “Los dioses que perdie- han revelado que Farfán presenta
ron sus colmillos”, Art.cit. ocupaciones lambayeque, chimú
e inca.
68 Joanne Pillsbury, “Luxury Arts
and the Lords of Chimor”, en D.P. 87 Ibid.
Jansen y Edward De Bock (eds.),
Latin American Collections: Essays
in Honour of Ted J.J. Leyenaar,
pp. 67-77, Leiden: Ed. Tetl, 2003.
69 Mackey, “Los dioses que perdie-
ron sus colmillos”, Art.cit.; Moore
y Mackey, “The Chimú Empire...”,
Art.cit.
70 Por ello, esta deidad es también
conocida como el Dios de los
Cetros chimú, por analogía con el
dios chavín. Véase Richard Burger,
Chavin and the Origin of Andean
Civilization, London, New York:
Thames and Hudson Ltd., 1992.
71 Walter Alva y Christopher
Donnan, Royal Tombs of Sipán, 1500 A.C.
Los Angeles: Fowler Museum of
Cultural History, University of
California, 1993; Mackey, “Los dio-
ses que perdieron sus colmillos”,
Art.cit.
72 La Deidad Principal suele estar
acompañada de animales, como
aves o peces.
73 Mackey y Vogel, “La luna sobre
los Andes…”, Art.cit.
74 Bruhns, “The Moon Animal…”,
Art.cit.
75 Castillo, “The last of the
Mochicas…”, Art.cit.; Mackey,
“La transformación socioeconómi-
ca de Farfán…”, Art.cit.
2200 A.C.
pág. 312

Créditos fotográficos
y de reproducciones
Fig. 2 a-b. Fig. 26 Fig. 46 b – Proyecto Arqueológico Huacas
Cortesía: José Ignacio Peña. Dibujo de Percy Fiestas. Fotografía: Christopher Donnan. del Sol y de la Luna. Universidad
Cortesía: Christopher Donnan. Nacional de Trujillo. Patronato
Fig. 4 a-b. Fig. 27
Huacas del valle de Moche.
Cortesía: Blanca Figuerola de Redibujado de Makowski 2000: fig. Fig. 47
Fotografía: Jorge Meneses.
Rodríguez. 41. Cortesía: Richard Burger. Dibujo de Donna McClelland.
Cortesía: Don McClelland. Fig. 66
Fig. 5 Fig. 28
Dibujo de Donna McClelland.
Fotografía: Luis Jaime Castillo. Fotografía: Daniel Giannoni. Fig. 48
Cortesía: Don McClelland.
Cortesía: Programa Arqueológico Fotografía: Christopher Donnan.
Fig. 29 a-c
San José de Moro. Cortesía: Christopher Donnan. Fig. 67 a-b
Dibujo de Percy Fiestas.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 6. Fig. 49
Fig.30 a-b
Cortesía: Programa Arqueológico Dibujo de Donna McClelland. Fig. 68
Dibujo de Percy Fiestas.
San José de Moro. Cortesía: Don McClelland. Dibujo de Percy Fiestas.
Fig. 31 a-c
Fig. 7. Fig. 50 Fig. 69
Dibujo de Percy Fiestas.
Cortesía: Programa Arqueológico Dibujo de Donna McClelland. Fotografía: Daniel Giannoni.
San José de Moro. Fig. 32 Cortesía: Don McClelland.
Fig. 70
Tomado de Lapiner 1976: fig. 11.
Fig. 8 Fig. 51 Fotografía: Daniel Giannoni.
Fotografía: Daniel Giannoni. Fig. 33 Fotografía: Christopher Donnan.
Fig. 71
Fotografía: Kenneth Garrett. Cortesía: Christopher Donnan.
Fig. 9 a-c Redibujado de Kutscher, 1983:
Cortesía: Christopher Donnan.
Cortesía: Programa Arqueológico Fig. 52 a-b lám. 124.
San José de Moro. Fig. 34 Dibujo de Jorge Gamboa.
Fig. 72
Fotografía: Christopher Donnan. Fotografía: Christopher Donnan.
Fig. 10 Fotografía: Daniel Giannoni.
Cortesía: Christopher Donnan. Cortesía: Christopher Donnan.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 73
Fig. 35 Fig. 53
Fig. 11 Fotografía: Daniel Giannoni.
Fotografía: Christopher Donnan. Fotografía: Christopher Donnan.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Cortesía: Christopher Donnan. Cortesía: Christopher Donnan. Fig. 74
Fig. 12 Dibujo de Percy Fiestas.
Fig. 36 Fig. 54
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fotografía: Christopher Donnan. Dibujo de Patrick Finnerty. Fig. 75
Fig. 13 Cortesía: Christopher Donnan. Cortesía: Christopher Donnan. Dibujo de Donna McClelland.
Fotografía: Daniel Giannoni. Cortesía: Don McClelland.
Fig. 37 Fig. 55
Fig. 14 Fotografía: Christopher Donnan. Fotografía: Christopher Donnan. Fig. 76
Fotografía: Daniel Giannoni. Cortesía: Christopher Donnan. Cortesía: Christopher Donnan. Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 15 Fig. 38 Fig. 56 Fig. 77
Fotografía: Daniel Giannoni. Dibujo de Donna McClelland. Field Museum cat. no. 894.100047. Fotografía: Daniel Giannoni.
Cortesía: Don McClelland. Fotografía: Christopher Donnan. Cortesía: Banco de Crédito
Fig. 16
Cortesía: Christopher Donnan. del Perú.
Fotografía: Billy Hare. Fig. 39
Dibujo de Donna McClelland. Fig. 57 Fig. 78
Fig. 17
Cortesía: Don McClelland. Dibujo de Donna McClelland. Fotografía: Archivo del Proyecto
Redibujado de Makowski 2000:
Cortesía: Don McClelland. Arqueológico Huacas del Sol y de
fig. 52a. Cortesía: Richard Burger. Fig. 40
la Luna. Universidad Nacional
Dibujo de Donna McClelland. Fig. 58
Fig. 18 de Trujillo. Patronato Huacas del
Cortesía: Don McClelland. Fotografía: Christopher Donnan.
Fotografía: Daniel Giannoni. valle de Moche.
Cortesía: Christopher Donnan
Cortesía: Banco de Crédito Fig. 41
y Don McClelland. Fig. 79
del Perú. Dibujo de Félix Caycho. Este
Dibujo de Donna McClelland.
dibujo fue originalmente publicado Fig. 59
Fig. 19 Redibujado de Kutscher, 1954:
en: Duccio Bonavia “Una pintura Dibujo de Donna McClelland.
Cortesía: Carlos Elera. fig. 71. Cortesía: Don McClelland.
mural de Pañamarca, valle de Ne- Cortesía: Don McClelland.
Fig. 20 peña”, Arqueológicas 5: Lámina IV, Fig. 80
Fig. 60
Cortesía: Carlos Elera. Lima, Instituto de Investigaciones Fotografía: Christopher Donnan.
Dibujo de Percy Fiestas.
Arqueológicas, 1959. Cortesía: Christopher Donnan.
Fig. 21
Fig. 61
Fotografía: Daniel Giannoni. Fig. 42 Fig. 81
Fotografía: Daniel Giannoni.
Cortesía: Banco de Crédito Dibujo de Donna McClelland. Fotografía: Daniel Giannoni.
del Perú. Cortesía: Don McClelland. Fig. 62
Fig. 82
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 22 Fig. 43 Fotografía: Daniel Giannoni.
Archivo Museo Larco. Dibujo de Donna McClelland. Fig. 63
Fig. 83
Fotografía: Daniel Giannoni. Cortesía: Don McClelland. Fotografía: Daniel Giannoni.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 23 Fig. 44 Fig. 64
Fig. 84
Dibujo de Percy Fiestas. Dibujo de Donna McClelland. Fotografía: Daniel Giannoni.
Dibujo de Donna McClelland.
Cortesía: Don McClelland.
Fig. 24 Fig. 65 a-b Cortesía: Don McClelland.
Dibujo de Percy Fiestas. Fig. 45 a – Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 85
Fotografía: Christopher Donnan. Cortesía: Banco de Crédito del
Fig. 25 Dibujo de Donna McClelland.
Cortesía: Christopher Donnan Perú.
Fotografía: Daniel Giannoni. Cortesía: Don McClelland y Banco
de Crédito del Perú.
1532 D.C.

1450 D.C.
Fig. 86 Fig. 108
Cortesía: Programa Arqueológico Fotografía: Daniel Giannoni. 1350 D.C.
San José de Moro.
Fig. 109
Fig. 87 a-b Fotografía: Daniel Giannoni.
Fotografía: Christopher Donnan.
Fig. 110
Cortesía: Christopher Donnan.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 88
Fig. 111
1000 D.C.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 89
Fig. 112 850 D.C.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Dibujo de Donna McClelland.
Fig. 90 a-d Cortesía: Don McClelland.
a-b – Archivo del Programa 700 D.C.
Fig. 113
Arqueológico San José de Moro.
Redibujado de Knobloch, 2000:
c – Cortesía: Christopher Donnan.
p. 81, fig. 9.
d – Dibujo de Donna McClelland.
Cortesía: Don McClelland. Fig. 114
Redibujado de Menzel, 1968: 500 D.C.
Fig. 91 a-b
fig. 10a.
a – Fotografía: Daniel Giannoni.
b – Archivo del Programa Arqueo- Fig. 115
lógico San José de Moro. Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 92 Fig. 116
Dibujo de Donna McClelland. Redibujado de Carrión Cachot
Cortesía: Don McClelland. 1959: p. 77, fig. 63.
Fig. 93 a-b Fig. 117
a – Fotografía: Daniel Giannoni. Fotografía: Daniel Giannoni.
Cortesía: Banco de Crédito del Perú.
Fig. 118
b – Dibujo de Donna McClelland.
Dibujo de Percy Fiestas.
Cortesía: Don McClelland.
Fig. 119
Fig. 94
Fotografía: Daniel Giannoni.
200 A.C.
Dibujo de Donna McClelland.
Cortesía: Don McClelland. Fig. 120
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 95 a-b
a – Dibujo de Donna McClelland. Fig. 121
Cortesía: Don McClelland. Fotografía: Daniel Giannoni.
b – Fotografía: Christopher 500 A.C.
Fig. 122
Donnan.
Fotografía: Billy Hare.
Cortesía: Christopher Donnan.
Cortesía: Banco de Crédito
Fig. 96 del Perú.
Dibujo de Donna McClelland.
Fig. 123
Cortesía: Don McClelland.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 97
Fig. 124
Fotografía: Christopher Donnan.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Cortesía: Christopher Donnan.
Fig. 125
Fig. 98
Dibujo de Percy Fiestas.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 126
Fig. 99
Mural excavado por Alfredo
Dibujo de Percy Fiestas.
Narvaez. Cortesía: Daniel
Fig. 100 Sandweiss.
Dibujo de Donna McClelland.
Fig. 127
Cortesía: Don McClelland.
Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 101 a-b
Fig. 128
a – Fotografía: Daniel Giannoni.
Dibujo de Percy Fiestas.
b – Archivo del Programa Arqueo-
lógico San José de Moro. Fig. 129 1500 A.C.
Fotografía: Daniel Giannoni. Cor-
Fig. 102
tesía: Banco de Crédito del Perú.
Dibujo de Donna McClelland.
Cortesía: Don McClelland. Fig. 130 a-b
Cortesía: Carol Mackey.
Fig. 103
Dibujo de Donna McClelland. Fig. 131
Cortesía: Don McClelland. Fotografía: Daniel Giannoni.
Fig. 104 Fig. 132
Dibujo de Donna McClelland. Fotografía: Daniel Giannoni.
Cortesía: Don McClelland.
Fig. 105
Las fotografías de Edward Ranney
Dibujo de Percy Fiestas.
en este volumen forman parte
Fig. 106 de la serie The Andean Desert
Fotografía: Daniel Giannoni. Survey: 1985-2009.
Fig. 107
Fotografía: Daniel Giannoni.
2200 A.C.
pág. 314

Bibliografía citada

Entrevistas Personales La Luna 1995, pp. 39-50. Trujillo: Berrin, Kathleen (ed.) Bourget, Steve y Kimberly L.
Facultad de Ciencias Sociales de Jones (eds.)
Blanca Figuerola de Rodríguez 1997 Ancient Peruvian Art:
la Universidad Nacional de La Masterpieces from the Raphael 2008 The Art and Archaeology
(Lima, marzo de 2009; y Pacas-
Libertad. Larco Herrera Museum. San of the Moche. An Ancient Andean
mayo, julio de 2008).
Francisco: M. H. de Young Society of the Peruvian North
Memorial Museum. Coast. University of Texas Press.
Bélisle, Véronique
José Ignacio Peña de Cárdenas
(Lima, setiembre de 2008). 2008 “El Horizonte Medio en
el valle de Santa: Continuidad Billman, Brian Bruhns, Karen O.
y discontinuidad con los mochicas 2002 “Irrigation and the Origins 1976 “The Moon Animal in
Óscar Rodríguez Figuerola (Lima, del Intermedio Temprano”. of the Southern Moche State on northern Peruvian Art and
marzo de 2008; y Pacasmayo, julio En Castillo, Luis Jaime, Helaine the North Coast of Peru”, Latin Culture”, Ñawpa Pacha 14:
de 2008). Bernier, Julio Rucabado y Gregory American Antiquity, 13 (4): 371- 21-39. Berkeley: Institute of
Lockard (eds.), Arqueología 400. Washington D.C. Andean Studies.
Mochica, Nuevos Enfoques,
pp. 17-31. Lima: Pontificia
Bibliografía Universidad Católica del Perú, Bird, Junius B. Burger, Richard
Instituto Francés de Estudios
Alva, Walter 1948 “Preceramic Cultures 1981 “The Radiocarbon Evidence
Andinos.
in Chicama and Virú”. En for the Temporal Priority of
1986 Cerámica temprana en el
Bennett, Wendell C. (assembler), Chavin de Huantar, Perú”,
valle de Jequetepeque, norte del
Bennett, Wendell C. A Reappraisal of Peruvian American Antiquity 46 (3):
Perú. Materialien zur allgemeinen
Archaeology, pp. 21-28. Menasha: 592-602. Society for American
und vergleichenden Archäologie 1939 Archaeology of the North Society for American Archaeology Archaeology, Washington D.C.
32. BonnMünchen: Deutschen Coast of Peru: An account of and Institute of Andean Research. 1984 Tire Prehistoric Occupation
Archäologischen Instituts Bonn, Exploration and Excavation Supplement to American Antiquity of Chavin de Huántar, Peru.
Kommission für Allgemeine und in the Virú and Lambayeque 13 (4/2): 21-28. University of California
Vergleichende Archäologie. KAVA - Valleys. Anthropology Papers 37,
C.H. Beck. New York: American Museum of Publications in Anthropology 14.
Natural History. Berkeley, Los Angeles, London.
1992 “Orfebrería del Formativo”. Bird, Junius B., Hyslop, John
En Lavalle, José Antonio de (ed.), y Milica O. Skinner 1992 Chavin and the Origin
Oro del antiguo Perú, pp. 17-116. of Andean Civilization. London,
Benson, Elizabeth P. 1985 “The Preceramic
Colección Arte y Tesoros del Perú. New York: Thames and Hudson
Excavations at the Huaca
Lima: Banco de Crédito del Perú. 1972 The Mochica: A Culture of Ltd.
Prieta, Chicama Valley, Peru”,
Peru. New York: Praeger. Anthropological Papers 62 (1).
1994 Sipán: Descubrimiento e
Investigación. Lima: Quebecor. 1997 The Spirit of Ancient New York: The American Museum Burger, Richard L. y Lucy C.
Peru: Treasures from the Museo of Natural History. Salazar
2004 Sipán, Descubrimiento e
Arqueológico Rafael Larco
Investigación. Lambayeque. 2008 “The Manchay Culture
Herrera. London, New York:
Thames and Hudson. Bonavia, Duccio and the Coastal Inspiration for
Highland Chavín Civilization”.
Alva, Walter y Christopher B. 1959 “Una pintura mural de
En Conklin, William J. y Jeffrey
Donnan Pañamarca, Valle de Nepeña”
Bernuy, Jaquelyn Quilter (eds.), Chavín: Art,
en Arqueológicas 5: 21-53. Lima:
1993 Royal Tombs of Sipán. Architecture, and Culture, pp.
2008 “El Periodo Lambayeque Museo Nacional de Antropología y
Los Angeles: Fowler Museum of 85-106. Cotsen Institute of
en San José de Moro: patrones Arqueología.
Cultural History, University of Archaeology Monograph 61. Los
funerarios y naturaleza de la 1985 Mural painting in Ancient
California. Angeles, California: University of
ocupación”. En Castillo, Luis Peru. Bloomington: Indiana California.
Jaime, Helene Bernier, Gregory University Press.
Alva, Walter y Carlos G. Elera Lockard, Julio Rucabado (eds.),
Arqueología Mochica: Nuevos Cabello Balboa, Miguel
1980 Summary of Work at the Enfoques, pp. 52-65. Lima: Bourget, Steve
Formative Site of Morro de Pontificia Universidad Católica 1951 [1586] Miscelánea Antártica.
Eten. NorPARG Newsletter 3: 2. del Perú, Instituto Francés de 2001 “Rituals of Sacrifice: Its Una historia del Perú antiguo.
Harvard University, Cambridge Estudios Andinos. Practice at Huaca de la Luna Prólogo de Luis E. Valcárcel.
Mass. and its Representation in Moche Lima: Universidad Nacional
Iconography”. En Pillsbury, Mayor de San Marcos, Instituto
Bernuy, Katiusha y Vanessa Joanne (ed.), Moche Art and de Etnología.
Bauer, Brian S. Bernal Archaeology in ancient Peru, pp.
1992 The Development of the Inca 89-109. Washington D.C.: National
2008 “La Presencia Cajamarca en Gallery of Art. Cárdenas-Arroyo, F. y T. Bray (eds.)
State. Austin: University of Texas San José de Moro”. En Castillo,
Press. Luis Jaime, Helaine Bernier, (En prensa) “So Close and Yet So 1998 Intercambio y Comercio entre
Gregory Lockard y Julio Rucabado Far: A Comparison Between the Costa, Andes y Selva. Arqueología
(eds.), Arqueología Mochica, Huacas de Moche and Huancaco”. y Etnohistoria de Suramérica.
Baylón, J. y otros En Quilter, Jeffrey y Luis Jaime Bogotá: Departamento de
Nuevos Enfoques, pp. 67-80. Lima:
1997 “Excavaciones en la Plaza 2 Pontificia Universidad Católica Castillo (eds), New Perspectives Antropología, Universidad de los
de la Huaca de La Luna”. En del Perú, Instituto Francés de on Moche Political Organization. Andes.
Uceda, Santiago, Elías Mujica Estudios Andinos. Washington D.C.: Dumbarton
y Ricardo Morales (eds.), Oaks Research Library and
Investigaciones en la Huaca de Collection.
1532 D.C.

1450 D.C.
Carrión Cachot, Rebeca Castillo, Luis Jaime (ed.) Archaeology Monograph 61. Los Curatola, Marco y Mariusz S.
Angeles, California: University of Ziólkowski (eds.) 1350 D.C.
1959 La religión en el antiguo 2007 Programa Arqueológico San
California. 2008 Adivinación y oráculos en
Perú. Lima: Talleres gráficos de José de Moro, Temporada 2007.
tipografía peruana. Lima: Pontificia Universidad el mundo andino antiguo. Lima:
Católica del Perú. Instituto Francés de Estudios
Conlee, C., J. Dulanto, C. Mackey
Andinos, Pontificia Universidad
y C. Stanish
Castañeda Landázuri, Marta y Católica del Perú.
Guillermo Astete (eds.) Castillo, Luis Jaime y Christopher 2004 “Late Prehispanic 1000 D.C.
B. Donnan Sociopolitical Complexity”.
2005 Divina y humana: la mujer
En Silverman, Helaine (ed.), Czwarno, R.M., F.M. Meddens
en los antiguos Perú y México. 1994 “Los mochicas del norte y los
Andean Archaeology, pp. 209-236. y A. Morgan (eds.) 850 D.C.
Lima: Ministerio de Educación; mochicas del sur, una perspectiva
Cornwall: Blackwell Publishing. 1989 The Nature of Huari: A
México: CONACULTA-INAH. desde el valle de Jequetepeque”.
En Makowski, Krzysztof (ed.), reappraisal of the Middle Horizon
Vicús, pp. 143-181. Colección Arte Period in Peru. Oxford: BAR 700 D.C.
Conrad, Geoffrey W.
Castillo, Luis Jaime y Tesoros del Perú. Lima: Banco de International Series 525.
Crédito del Perú. 1982 “The burial platforms of
1989 Personajes míticos, escenas
Chan Chan: some social and
y narraciones en la iconografía
political implications”. En Moseley, Daggett, Richard E. 500 D.C.
mochica. Lima: Pontificia
Castillo, Luis Jaime y Ulla Michael y Kent Day (eds.), Chan 1991 “Paracas: Discovery and
Universidad Católica del Perú.
Holmquist Chan: Andean Desert City, pp. Controversy”. En Paul, Anne (ed.),
2000a “La Presencia Wari en 87-114. Albuquerque: University of
2000 “Mujeres y poder en la Paracas: Object and Context in
San José de Moro”, Boletín de New Mexico Press.
sociedad mochica tardía”. En South Coastal Peru, pp. 35-60.
Arqueología PUCP 4: 143-179.
Henríquez, Narda (comp.), Iowa: University of Iowa Press.
Lima: Pontificia Universidad
El hechizo de las imágenes. Cook, Anita
Católica del Perú.
Estatus social, género y etnicidad
2000b “Los rituales mochica de la en la historia peruana, 1994 Huari y Tiwanaku: Entre el Del Carpio, Martín
muerte”. En Makowski, Krzysztof pp. 13-34. Lima: Pontificia estilo y la imagen. Lima: Pontificia 2008 “La Ocupación Mochica
(ed.), Dioses del Antiguo Perú, Vol. Universidad Católica del Perú. Universidad Católica del Perú. Medio en San José de Moro”. En
1, pp. 103-135. Colección Arte y 2001 “Las deidades Huari y Castillo, Luis Jaime, Helaine
Tesoros del Perú. Lima: Banco de sus orígenes altiplánicos”. En Bernier, Gregory Lockard y Julio
Crédito del Perú. Castillo, Luis Jaime y Carlos Makowski, Krzysztof (ed.), Dioses Rucabado (eds.), Arqueología
Rengifo Mochica, Nuevos Enfoques, pp. 81-
2001 “The last of the Mochicas: del Antiguo Perú, Vol. 2. pp. 39-65. 200 A.C.
A view from the Jequetepeque 2008 “El Género y el Poder San Colección Arte y Tesoros del Perú. 104. Lima: Pontificia Universidad
valley”. En Pillsbury, Joanne (ed.), José de Moro”. En Makowski, Lima: Banco de Crédito del Perú. Católica del Perú, Instituto
Moche Art and Archaeology in Krzysztof (ed.), Señores de los Francés de Estudios Andinos.
Ancient Peru, pp. 307-332. Studies Reinos de la Luna, pp. 164-181.
in the History of Art 63. Center for Colección Arte y Tesoros del Cordy-Collins, Alana
Advanced Studies in the Visual Perú. Lima: Banco de Crédito Deza, Jaime M.
1977 “The moon is a boat! A study 500 A.C.
Arts, Symposium Papers XL. del Perú. in iconographic methodology”. 2008 Los Dioses de la Economía.
Washington D.C.: National Gallery En Cordy-Collins, A. y J. Stern 120 Siglos de Historia en el
of Art. (eds.), Pre-Columbian Art History, Valle de Jequetepeque. Lima:
Castillo, Luis Jaime, Helene Selected Readings, pp. 421-434. Universidad Alas Peruanas.
2003 “Los Últimos Mochicas Bernier, Gregory Lockard y Julio
en Jequetepeque”. En Uceda, Palo Alto: Peek Publications.
Rucabado (eds.)
Santiago y Elías Mujica (eds.), 1990 “Fonga Sidge, Shell Purveyor
2008 Arqueología Mochica, Dillehay, Tom
Moche: Hacia el Final del to the Chimú Kings”. En Moseley,
Milenio, t. II, pp. 65-123. Lima: Nuevos Enfoques. Lima: Pontificia Michael y Alana Cordy-Collins 2001 “Town and Country in late
Universidad Nacional de Trujillo, Universidad Católica del Perú, (eds.), The Northern Dynasties: Moche times: A view from two
Pontificia Universidad Católica del Instituto Francés de Estudios Kingship and Statecraft in northern valleys”. En Pillsbury,
Perú. Andinos. Chimor, pp. 393-417. Washington Joanne (ed.), Moche Art and
D.C.: Dumbarton Oaks. Archaeology in Ancient Peru,
2004 “Moche Politics in the
pp. 259–283. Studies in the
Jequetepeque Valley: A Case for Castillo, Luis Jaime, Julio History of Art 63. Center for
Political Opportunism”. Ponencia Rucabado, Martín Del Carpio, Cordy-Collins, A. y J. Stern (eds.) Advanced Studies in the Visual
presentada en el Simposio New Katiuska Bernuy, Karim Ruiz, Arts, Symposium Papers XL.
Perspectives on Moche Political Carlos Rengifo, Gabriel Prieto y 1977 Pre-Columbian Art History,
Washington D.C.: National Gallery
Organization. Dumbarton Oaks, Carole Fraresso Selected Readings. Palo Alto: Peek
of Art.
Pontificia Universidad Católica Publications.
2008 “Ideología y Poder en
del Perú y Museo Rafael Larco
la Consolidación, Colapso y
Herrera (Lima, 6-7 de agosto, Donnan, Christopher B.
Reconstitución del Estado Mochica Cultura Peruana
2004).
del Jequetepeque. El Proyecto 1973 The Moche Occupation of 1500 A.C.
2005 “Las Sacerdotisas de San 1961 “El Museo de Arte de Lima”,
Arqueológico San José de Moro the Santa Valley, Peru. University
José de Moro”. En Castañeda Cultura Peruana Nº 21 (Lima,
(1991-2006)”, Ñawpa Paccha 29: of California Publications in
Landázuri, Marta y Guillermo marzo-abril de 1961), pp. 7-32.
1-86. Berkeley: Institute of Andean Anthropology, Vol. 8. Berkeley
Astete (eds.), Divina y humana: Studies. y Los Angeles.
La mujer en los antiguos Perú
Curatola, Marco 1976 Moche Art and Iconography.
y México, pp. 18-29. Lima:
Ministerio de Educación; México: Childe, V. Gordon 2008 “La función de los oráculos UCLA Latin American Center
CONACULTA-INAH. en el imperio inca”. En Curatola, Publications. Los Angeles:
1956 Piecing Together the University of California.
Marco y Mariusz S. Ziólkowski
(En prensa) “Moche Politics in Past: The Interpretation of
(eds.), Adivinación y oráculos en 1978 Moche Art of Peru. Los
the Jequetepeque Valley: A Case Archaeological Data. New York:
el mundo andino antiguo, pp. Angeles: Museum of Cultural
for Political Opportunism”. En Praeger.
9-69. Lima: Instituto Francés History, University of California.
Quilter, Jeffrey y Luis Jaime
de Estudios Andinos, Pontificia
Castillo (eds.), New Perspectives 1990 “The Chotuna Friezes and
Conklin, William J. y Jeffrey Universidad Católica
on Moche Political Organization. the Chotuna-Dragon Connection”.
Quilter (eds.) del Perú.
Washington D.C.: Dumbarton En Moseley, M. y A. Cordy-Collins
Oaks Research Library and 2008 Chavín: Art, Architecture, (eds.), The Northern Dynasties:
Collection. and Culture. Cotsen Institute of Kingship and Statecraft in

2200 A.C.
pág. 316
Chimor, pp. 275-296. Washington 1997 “Moche burials at Formativo Medio y Tardío de Giersz, Milosz, Krzysztof
D.C.: Dumbarton Oaks Research Pacatnamu”. En Donnan, C. y Puémape, Perú”, Pachacamac 1 (1): Makowski y Patricia Przadka
Library and Collection. G. Cock (eds.), The Pacatnamú 9-19. Lima: Museo de la Nación. (eds.)
Papers, Volume 2: The Moche 2005 El mundo sobrenatural
1992 Ceramics of Ancient Peru.
Occupation, pp. 17-187. Los mochica. Imágenes escultóricas
Los Angeles: Fowler Museum of Eling, Herbert H., Jr.
Angeles: Fowler Museum of de las deidades antropomorfas
Cultural History, University of
Cultural History, University of 1987 The Role of Irrigation en el Museo Arqueológico Rafael
California.
California. Networks in Emerging Societal Larco Herrera. Lima: Pontificia
1997 “Deer Hunting and Combat: Complexity during Late
1999 Moche Fineline Painting. Universidad Católica del Perú.
Parallel Activities in the Moche Prehispanic Times, Jequetepeque
Its Evolution and Its Artists. Los
World”. En Berrin, Kathleen (ed.), Valley, North Coast, Peru. Tesis
Angeles: UCLA Fowler Museum of
Ancient Peruvian Art: Masterpieces de doctorado, Departamento de Gilbert, Dennis L.
Cultural History.
from the Raphael Larco Herrera Antropología. Austin: Universidad
Museum. San Francisco: M. H. de 1982 La Oligarquía Peruana:
de Texas. Historia de tres familias. Lima:
Young Memorial Museum. Donnan, Christopher B. y Carol J. Editorial Horizonte.
2003 “Tumbas con entierros Mackey
en miniatura: Un nuevo tipo Fagan, Brian (ed.)
1978 Ancient Burial Patterns of
funerario Moche”. En Uceda, the Moche Valley, Peru. Austin: 2007 Discovery! London: Thames Gose, Peter
Santiago y Elías Mujica (eds.), University of Texas Press. and Hudson. 1993 “Segmentary State
Moche: hacia el final del milenio,
Formation and the Ritual Control
pp. 55-90. Lima: Universidad
of Water under the Incas”,
Nacional de Trujillo, Pontificia Elera, Carlos G. Feldman, Robert A.
Comparative Studies in Society
Universidad Católica. 1985 “Preceramic Corporate
1986 Investigaciones sobre and History 35(3): 480-514.
2004 Moche Portraits from Ancient patrones funerarios en el sitio Architecture: Evidence for the Cambridge.
Peru. Austin: University of Texas Formativo del Morro de Eten, Development of Non-Egalitarian
Press. valle de Lambayeque, costa norte Social Systems in Peru”. En
del Perú. 2 tomos. Memoria Donnan, Christopher B. (ed.), Grieder, Terence, y Alberto Bueno
2006 “A Moche Cemetery at
de Bachiller. Lima: Pontificia Early Ceremonial Architecture Mendoza
Masanca, Jequetepeque Valley,
Universidad Católica del Perú, in the Andes -A Conference at 1981 “La Galgada: Peru before
Peru”, Ñawpa Pacha 28, Berkeley:
Departamento de Humanidades Dumbarton Oaks, 8th-10th October Pottery”, Archaeology 34 (21):
University of California.
1982, pp. 71-92. Washington D.C.: 44-51, New York.
2007a “Moche Tombs at Dos 1993 “El Complejo Cultural Dumbarton Oaks Research Library
Cabezas”. En Fagan, Brian (ed.), Cupisnique: Antecedentes y and Collection.
Discovery!. pp. 86-89. London: Desarrollo de su Ideología
Haas, J., S. Pozorski y T. Pozorski
Thames and Hudson. Religiosa”. En Millones, Luis y
(eds.)
Yoshio Onuki (eds.). El Mundo Fernández Villegas, Oswaldo
2007b Moche Tombs at Dos Ceremonial Andino, pp. 229-257. 1987 The Origins and
Cabezas. Los Angeles: Cotsen 1993 “Ceremonias tradicionales Development of the Andean state.
Osaka: National Museum of
Institute of Archaeology, en la región norte, consideraciones Cambridge: Cambridge University
Ethnology.
University of California. etnohistóricas sobre un chamán Press.
1999 The Puémape Site and the andino del siglo XVIII”,
(En prensa) “Moche State Cupisnique Culture: A Case Study Alternativa. Revista de Análisis
Religion: A Unifying Force in on the Origins and Development del Norte 18: 89-113, Chiclayo: Hampe, Teodoro
Moche Political Organization”. of Complex Society in the Central Centro de Estudios Sociales
En Quilter, Jeffrey y Luis Jaime Andes, Perú. A dissertation 1998 “Max Uhle y los orígenes del
Solidaridad.
Castillo (eds), New Perspectives submitted to the Faculty of Museo Nacional”. En Kaulicke,
on Moche Political Organization. Graduate Studies in partial Peter (ed.), Max Uhle y el Perú
Washington D.C.: Dumbarton fulfilment of the requirements for Fogel, Heidy Antiguo, pp. 123-156. Lima:
Oaks Research Library and the degree of Doctor of Philosophy. Pontificia Universidad Católica
Collection. 1993 Settlements in Time: A del Perú.
Department of Archaeology. Study of Social and Political
Calgary: The University Development during the Gallinazo
of Calgary. Occupation of the North Coast
Donnan, Christopher B. (ed.) Hayashida, Frances
of Peru. Tesis de doctorado,
1985 Early Ceremonial 1998 “New Insights into Inka
Departamento of Antropología,
Architecture in the Andes Elera, Carlos G., y José Pinilla Pottery Production”. En Shimada,
Universidad de Yale.
-A Conference at Dumbarton Blenke I. (ed.), Andean Ceramics:
Oaks, 8th- 10th October 1982. 1990 “Proyecto de Rescate Technology, Organization, and
Washington D.C.: Dumbarton Arqueológico Puémape”, Willay Franco, Régulo y César Gálvez Approaches. MASCA Research
Oaks Research Library and 34: 2-4. Andean Anthropological Mora Papers in Science and Archaeology,
Collection. Research Group, Harvard Supplement to Vol. 15,
2005 “Muerte, Identidades y pp. 331-335. Filadelfia: University
University, Cambridge, Mass. prácticas funerarias post-mochicas of Pennsylvania Museum for
Donnan, Christopher B. y 1992 “Rites funéraires à Puémape en el Complejo El Brujo, valle Archaeology and Anthropology.
Guillermo A. Cock (eds.) pendant le période formative”. de Chicama, costa norte del Perú”,
Dossiers d’Archéologie 2: 16-21. Corriente Arqueológica 1: 79-118.
1997 The Pacatnamu Papers,
Lima. Henríquez, Narda (comp.)
Volume 2: The Moche Occupation.
Los Angeles: Fowler Museum of Elera, Carlos G., Pinilla, José y 2000 El hechizo de las imágenes.
Cultural History, University of Víctor Vásquez. García Moll , Roberto Estatus social, género y etnicidad
California. en la historia peruana. Lima:
1992a “Bioindicadores zoológicos 1979 “Un relieve Olmeca en Pontificia Universidad Católica
de eventos ENSO para el Tenosique, Tabasco”, Estudios de del Perú.
Donnan, Christopher B. y Donna Formativo Medio y Tardío de Cultura Maya, volumen XII,
Mcclelland Puémape, Perú”. En Ortlieb, J. y pp. 53-59. México D.F.: Universidad
J. Marcharé (eds.), Paleo-ENSO Nacional Autónoma de México. Heyerdahl, T, D. Sandweiss,
1979 The Burial Theme in Moche
Records. International Symposium. y A. Narváez
Iconography. Studies in Pre-
Extended Abstracts, pp. 93-97.
Columbian Art and Archaeology Gartelmann, Karl D. 1995 Pyramids of Túcume: the
Lima: ORSTOM-CONCYTEC.
21. Washington D.C.: Dumbarton Quest for Peru’s Forgotten City.
Oaks Research Library and 1992b “Bioindicadores zoológicos 1985 Las huellas del jaguar: la New York: Thames and Hudson.
Collection. de eventos ENSO para el arqueología del Ecuador. Quito:
Imprenta Mariscal.
1532 D.C.

1450 D.C.
Hocquenghem, Anne Marie Kutscher, Gerdt Laurencich, Laura (ed.) 1997 “Moche fineline ceramics
at Pacatnamu”. En Donnan, C. 1350 D.C.
1987 Iconografía Mochica. Lima: 1983 Nordperuanische Gefäß- 2000 The Development of
y G. Cock (eds.), The Pacatnamú
Pontificia Universidad Católica malerien des Moche-Stils. Pre-Columbian Peru, A.D. 1000-
Papers, Volume 2: The Moche
del Perú. Materialien zur Allgemeinen und 1534. Norman: University of
Occupation, pp. 265-282. Los
Vergleichenden Archäologie. Band Oklahoma Press.
Angeles: Fowler Museum
18. Munich: Verlag C.H. Beck.
Isbell, William of Cultural History, University
Leventhal, Richard y Alan Kolata of California. 1000 D.C.
1977 The rural foundations for
La Prensa (eds.) 2008 “Ulluchu: an elusive fruit”.
urbanism: economic and stylistic
interaction between rural and 1961 “El Presidente del Patronato 1983 Civilization in the ancient En Bourget, S. y K.L. Jones (eds.),
urban communities in eight- contesta a Max Peña Prado”, La Americas: Essays in honor of The Art and Archaeology of the 850 D.C.
century, Perú. Urbana: University Prensa (Lima, miércoles 5 de abril Gordon R. Willey. Cambridge: Moche. An Ancient Andean Society
of Illinois Press. de 1961). Peabody Museum Press. of the Peruvian North Coast, pp.
43-66. University of Texas Press. 700 D.C.

Jansen, Dorus Kop y Edward Lavalle, José Antonio de (ed.) Lyon, Patricia
De Bock (eds.) McClelland, Donna D., Don
1989 Lambayeque. Colección arte 1981 “Arqueología y Mitología: la McClelland y Christopher B.
2003 Latin American Collections: y tesoros del Perú. Lima: Banco de escena de los ‘Objetos Animados’ Donnan
500 D.C.
Essays in Honour of Ted J.J. Crédito del Perú. y el tema de ‘El alzamiento de los
Leyenaar. Leiden: Ed. Tetl. objetos’”, Scripta Ethnologica 6: 2007 Moche Fineline Painting
1992 Oro del antiguo Perú. from San José de Moro. Los
105-108, Buenos Aires.
Colección Arte y Tesoros del Perú. Angeles: The Cotsen Institute
Lima: Banco de Crédito del Perú. of Archaeology at University
Johnson, Ilana
Lothrop, S.K. of California.
2008 “Portachuelo de Charcape:
Daily Life and Political Power in Lapiner, Alan 1956 “Peruvian Pacchas and
the Hinterland during the Late Keros”, American Antiquity 21(3): Mackey, Carol
1976 Pre-Columbian Art of South
Moche Period”. En Castillo, Luis 233-243. Washington D.C.
America. New York: Abrams. Ms. Chimú Pottery: Form and
Jaime, Helaine Bernier, Gregory
Lockard y Julio Rucabado (eds.), Decoration. Manuscrito.
Arqueología Mochica, Nuevos Lumbreras, Luis G. 1983 “La cerámica chimú a fines
Larco Hoyle, Rafael
Enfoques, pp. 261-274. Lima: 1974 The People and Cultures of del Horizonte Medio”, Revista del
1941 Los Cupisniques. Lima: Casa
Pontificia Universidad Católica Ancient Peru. Washington D.C.: Museo Nacional XLVII: 73-91. 200 A.C.
Editora La Crónica y Variedades
del Perú, Instituto Francés de Smithsonian Institution Press. Lima.
S A. Ltda.
Estudios Andinos.
1986 Tres fundaciones de un 2001 “Los dioses que perdieron
1944 Cultura Salinar. Síntesis
museo para el Perú. Museo sus colmillos”. En Makowski,
monográfica. Chiclín: Museo
Julien, Catherine Peruano: Utopía y realidad. Lima: Krzysztof (ed.), Dioses del Antiguo
Rafael Larco Herrera.
Alfonso Castrillón. Perú, Vol. 2. pp. 110-157. Colección
2004 “Las tumbas de 1945a Los Cupisniques. Buenos Arte y Tesoros del Perú. Lima: 500 A.C.
Sacsahuaman y el estilo Cuzco- 1989 Chavín de Huántar en el
Aires: Sociedad Geográfica Banco de Crédito del Perú.
Inca”, Ñawpa Pacha 25-27, nacimiento de la civilización
Americana.
pp. 1-125, Berkeley: Institute andina. Lima: Ediciones INDEA. 2003 “La transformación
1945b Los Mochicas (Pre-Chimú socioeconómica de Farfán bajo
of Andean Studies. 1993 Chavín de Huántar.
de Uhle y Early Chimu de el gobierno inka”, Boletín de
Excavaciones en la Galería de
Kroeber). Buenos Aires: Sociedad Arqueología PUCP 7: 321-353,
las Ofrendas. Materialien sur
Kaulicke, Peter Geográfica Americana. Segunda parte. Lima.
Allgemeinen und Vergleichenden
1991 “Moche, Vicús-Moche y el 1945c La Cultura Virú. Buenos Archäologie 51. Verlag Philipp von (En prensa) “Chimú Statecraft in
Mochica Temprano”, Boletín del Aires: Sociedad Geográfica Zabern, Mainz. the Provinces”. En Marcus, Joyce,
Instituto Francés de Estudios Americana. Charles Stanish y Patrick Ryan
Andinos 21(3): 853-903. Lima. 1948 Cronología Arqueológica Williams (eds.), Foundations of
Lumbreras, Luis G. y Hernán Andean Civilization: Papers in
del Norte del Perú. Biblioteca
Amat Olazábal Honor of Michael E. Moseley.
del Museo de Arqueología Rafael
Kaulicke, Peter (ed.) Larco Herrera, Hacienda Chiclín. 1969 “Informe preliminar sobre Los Angeles: Cotsen Institute of
1998 Max Uhle y el Perú Antiguo. Buenos Aires: Sociedad Geográfica las galerías interiores de Chavín Archaeology, Universidad
Lima: Pontificia Universidad Americana. [Reimpreso en (Primera temporada de trabajos)”, de California.
Católica del Perú. Arqueológicas 25. Lima, 2001]. Revista del Museo Nacional
XXXIV: 143-197, Lima.
2001 Los mochicas. 2 tomos. Lima: Mackey, Carol y César Jáuregui
Museo Arqueológico Rafael Larco
Kitchner, Andrew 2002 Informe preliminar del
Herrera. McClelland, Donna D.
1991 The Natural History Proyecto Arqueológico Farfán.
of Wild Cats. Ithaca: Comstock Ms. The Muscovy Duck in Moche Lima: Instituto Nacional de 1500 A.C.
Publishing Association. Cornell Lau, George Art. Manuscrito. Cultura.
University Press. 2000 “Espacio ceremonial 1977 “The Ulluchu: A Moche 2004 Informe preliminar del
Recuay”. En Makowski, Krzysztof symbolic fruit”. En Cordy-Collins, Proyecto Arqueológico Farfán.
(ed.), Dioses del Antiguo Perú, Vol. A. y J. Stern (eds.), Pre-Columbian Lima: Instituto Nacional
Kendall, Ann de Cultura.
1, pp. 178-197. Colección Arte y Art History, Selected Readings,
1985 Aspects of Inca Architecture Tesoros del Perú. Lima: Banco de pp. 435-452. Palo Alto: Peek
– Description, Function, and Crédito del Perú. Publication.
Chronology. 2 vols. International Mackey, Carol y Alexandra
2002 “Feasting and Ancestor 1990 “A maritime passage from Klymyshyn
Series 242. Oxford: British
Veneration at Chinchawas, North Moche to Chimu”. En Moseley,
Archaeological Reports. 1990 “The southern frontier
Highlands of Ancash, Peru”, Latin M. y A. Cordy-Collins (eds.), The
of the Chimú Empire”. En
American Antiquity 13(3): 279-304. Northern Dynasties: Kingship and
MOSELEY, Michael y Alana
Knobloch, Patricia J. Washigton D.C. Statecraft in Chimor, pp. 75-106.
CORDY-COLLINS (eds.), The
Washington D.C.: Dumbarton
2000 “La cronología del contacto 2004 “Object of contention: An Northern Dynasties: Kingship and
Oaks Research Library and
y encuentros cercanos de Wari”, examination of Recuay-Moche Statecraft in Chimor, pp. 195-226.
Collection.
Boletín de Arqueología PUCP 4: combat imaginery”, Cambridge Washington D.C.: Dumbarton
69-87, Lima. Archaeological Journal 14 (2): Oaks.
163-184. Cambridge.
2200 A.C.
pág. 318
Mackey, Carol y Melissa Vogel 2001 Dioses del Antiguo Perú. tt 2. Menzel, Dorothy Morris, Craig y Donald Thompson
Colección Arte y Tesoros del Perú. 1968 La cultura Huari. Las 1985 Huánuco Pampa: An Inca
2001 “La luna sobre los Andes:
Lima: Banco de Crédito del Perú. grandes civilizaciones del antiguo city and its hinterland. New York:
una revisión del Animal Lunar”.
En Uceda, Santiago y Elías Mujica 2006 Weaving for the afterlife. 2 Perú, tomo IV. Lima: Compañía de Thames and Hudson.
(eds.), Actas del Segundo Coloquio vols. Tel Aviv: AMPAL MERHAV Seguros y Reaseguros Peruano-
de Arqueología sobre la Cultura Group of Companies. Suiza S.A.
Moche, pp. 325-342. Trujillo. Moseley, Michael E.
2008 Señores de los Reinos de 1976 Pottery style and society in
la Luna. Colección Arte y Tesoros ancient Peru: art as a mirror of 1992 The Inca and Their
del Perú. Lima: Banco de Crédito history in the Ica Valley, 1350- Ancestors: The Archaeology of
Makowski, Krzysztof Peru. London, New York: Thames
del Perú. 1570. Berkeley: University of
1994 “Los señores de Loma Negra: California Press. and Hudson.
huellas de la presencia mochica”. 2001 The Incas and Their
1977 The Archaeology of Ancient
En Vicús, pp. 83-141. Colección Makowski, K., I. Amaro y M. Ancestors. New York: Thames and
Perú and the work of Max Uhle.
de Arte y Tesoros del Perú. Lima: Hernández (eds.) Hudson.
Berkeley: University of California.
Banco de Crédito del Perú. 1996 Imágenes y mitos. Ensayos
1996 “Los seres radiantes, el sobre las artes figurativas en
águila y el búho. La imagen los Andes Prehispánicos. Lima: Millaire, Jean-François Moseley, Michael y Alana Cordy-
de la divinidad en la cultura SIDEA, Australis. Collins (eds.)
2004 “Gallinazo-Moche
Mochica, s. II al VIII, costa norte Interactions at Huaca 1990 The Northern Dynasties:
del Perú”. En Makowski, K., I. Santa Clara, Viru Valley, Kingship and Statecraft in
Amaro y M. Hernández (eds.), Makowski, Krzysztof y Julio Chimor. Washington D.C.:
North Coast of Peru”. Ponencia
Imágenes y mitos. Ensayos sobre Rucabado Dumbarton Oaks Research
presentada en la 69ª Reunión
las artes figurativas en los Andes 2000 “Hombres y deidades Anual de la SAA, Montreal Library and Collection.
Prehispánicos. Lima: SIDEA, de la iconografía Recuay”. En (www.anthro.umontreal.ca).
Australis. pp. 13-114. Makowski, K. (ed.), Dioses del
Antiguo Perú, Vol. 1. pp. 199-233. Moseley, Michael E. y Kent C. Day
2000 “Las divinidades en la
Colección Arte y Tesoros del Perú. Miller, George (eds.)
iconografía mochica”.
En Makowski, K. (ed.), Dioses Lima: Banco de Crédito del Perú. 2004 “An investigation of Cuzco- 1982 Chan Chan Andean Desert
del Antiguo Perú, Vol. 1, Inca ceramics: Canons of form, City. Albuquerque: University of
pp. 137-175. Colección Arte y proportion, and size”, Ñawpa New Mexico Press.
Malpass, Michael (ed.)
Tesoros del Perú. Lima: Banco Pacha 25-27, pp. 1-125, Berkeley:
de Crédito del Perú. 1993 Provincial Inca: Archaeo- Institute of Andean Studies.
logical and thnohistorical Moseley, Michael, Christopher B.
2001 “El panteón Tiahuanaco y Donnan y David K. Keefer
Assessment of the Impact of the
las deidades con báculos”.
Inca State. Norman: University Millones, Luis y Yoshio Onuki (eds.) 2008 “Convergent Catastrophe
En Makowski, K. (ed.), Dioses del
of Oklahoma Press. 1993 El Mundo Ceremonial and the Demise of Dos Cabezas:
Antiguo Perú, Vol. 2, pp. 67-107.
Colección Arte y Tesoros Andino. Osaka: National Museum Environmental Change and
del Perú. Lima: Banco de Crédito of Ethnology. Regime Change in Ancient Peru”.
Marcus, Joyce, Charles Stanish En Bourget, Steve y Kimberly
del Perú. y Patrick Ryan Williams (eds.) L. Jones (eds.), The Art and
2005 “Hacia la reconstrucción (En prensa) Foundations of Montenegro, Jorge e Izumi Archaeology of the Moche: An
del panteón moche: tipos, Andean Civilization: Papers Shimada Ancient Andean Society of the
personalidades iconográficas, in Honor of Michael E. Moseley. Peruvian North Coast, pp. 81-91.
narraciones”. En Giersz, 1998 “El ‘Estilo Cajamarca
Los Angeles: Cotsen Institute Austin: University of Texas Press.
Milosz, Krzysztof Makowski Costeño’ y la interacción Sicán-
of Archaeology, Universidad Cajamarca en el Norte del Perú”.
y Patricia Przadka (eds.), El de California.
mundo sobrenatural mochica. En Cárdenas-Arroyo, F. y T. Bray Mujica Barreda, Elías (ed.)
Imágenes escultóricas de las (eds.), Intercambio y Comercio
entre Costa, Andes y Selva. 2007 El Brujo. Lima:
deidades antropomorfas en Masuda, Shozo, Izumi Shimada
Arqueología y Etnohistoria de Fundación Wiese.
el Museo Arqueológico Rafael y Craig Morris (eds.)
Larco Herrera, pp. 17-128. Lima: Suramérica, pp. 255-296. Bogotá:
1985 Andean Ecology and Departamento de Antropología,
Pontificia Universidad Católica Murra, John V.
Civilization. An Interdisciplinary Universidad de los Andes.
del Perú.
Perspective on Andean Ecological 1975 Formaciones económicas y
2006 “Late pre-hispanic styles Complementarity. Papers for políticas del mundo andino. Lima:
and cultures of the peruvian the Wenner-Gren Foundation Moore, Jerry D. y Carol J. Mackey Instituto de Estudios Peruanos.
north coast: Lambayeque, Chimu, for Anthropological Research 2008 “The Chimú Empire”. En
Casma”. En Makowski, K. (ed.), Symposium 91. Tokyo: University Silverman, Helaine y William
Weaving for the afterlife, Vol. 2, of Tokyo Press. Museo De Arte De Lima
Isbell, (eds.), Handbook of South
pp. 103-135. Tel Aviv: AMPAL
American Archaeology, 2001 El Arte en el Perú. Obras en
MERHAV Group of Companies.
pp. 783-807. New York: Springer. la colección del Museo de Arte de
Matos, Ramiro
2008 “Poder e identidad étnica en Lima. Lima.
el mundo moche”. En Makowski, 1994 Pumpu: centro
K. (ed.), Señores de los Reinos de administrativo inka de la puna de Morales De La Torre, Pedro
la Luna, pp. 55-75. Colección Arte Junín. Lima: Editorial Horizonte. Narváez V., Alfredo
1921 “Javier Prado, evocador
y Tesoros del Perú. Lima: Banco de de la castiza tradición limeña”, 1994 “La Mina: una tumba Moche
Crédito del Perú. Mercurio Peruano 7 (42): I en el valle de Jequetepeque”.
Mauricio, Ana Cecilia y Jessica
278-285. Lima. En Uceda, Santiago y Elías
Castro
Mujica (eds.), Moche: Propuestas y
Makowski, Krzysztof (ed.) 2007 “La Última Sacerdotisa de Perspectivas. Travaux de l’Institut
1994 Vicús. Colección de Arte y San José de Moro. Excavaciones Morris, Craig Français d’Études Andines 79,
Tesoros del Perú. Lima: Banco de en el Área 42”. En Castillo, 2004 “Enclosures of Power: pp. 59-81. Lima: Universidad de
Crédito del Perú. Luis Jaime (ed.), Programa The Multiple Spaces of Inca La Libertad-Trujillo, Instituto
Arqueológico San José de Moro, Administrative Palaces”. En Toby Francés de Estudios Andinos
2000 Dioses del Antiguo Perú.
Temporada 2007, pp. 66-117. Evan, Susan y Joanne Pillsbury y Asociación Peruana para el
Volumen 1. Colección Arte y
Lima: Pontificia Universidad (eds.), Palaces of the Ancient New Fomento de las Ciencias Sociales.
Tesoros del Perú. Lima: Banco de
Católica del Perú. World, pp. 299-323. Washington
Crédito del Perú.
D.C.: Dumbarton Oaks.
1532 D.C.

1450 D.C.
Nelson, Andrew, C.S. Nelson, Luis Pillsbury, Joanne (ed.) Quilter, Jeffrey y Luis Jaime Rucabado, Julio
Jaime Castillo y Carol Mackey Castillo (eds.) 2006 “Construyendo y Destruyen- 1350 D.C.
2001 Moche Art and Archaeology
2000 “Osteobiografía de una in ancient Peru. Washington D.C.: (En prensa) New Perspectives on do Identidades: Tumbas de Élite
hilandera precolombina: la mujer National Gallery of Art. Moche Political Organization. Transicional Tardío en San José
detrás de la máscara”, Íconos 4(2): Washington D.C.: Dumbarton de Moro”. Ponencia presentada en
30-43. Lima. Oaks Research Library and el 71th Annual Meeting of the So-
Ponte, Víctor Collection. ciety for American Archaeologists.
San Juan, Puerto Rico. 1000 D.C.
2000 “Transformación social y
Ocharán, Gladys política en el Callejón de Huaylas, 2007 “Reorganización sociopolítica
Ramírez, Pedro y otros
2008 Informe del análisis de las siglos III-X d.C.”, Boletín de en la región Jequetepeque-
tres piezas de metal [Report of the Arqueología PUCP 4: 219-251. 1968 El Museo Nacional de Chaman: Una aproximación a 850 D.C.
analysis of the three metal pieces]. Lima: Pontificia Universidad Antropología. México D.F.: partir del estudio de tumbas
Ms. Lima. Católica del Perú. Editorial Tlaloc. colectivas de elite en San José
de Moro durante el Periodo 700 D.C.
Transicional”. Ponencia
Onuki, Yoshio Portocarrero, Felipe Ravines, Rogger presentada en el Congreso
1990 “Recientes resultados de 2007 El Imperio Prado: 1890-1970. 1982 Arqueología del valle Perspectivas Comparativas
las excavaciones en Kuntur Wasi, Lima: Centro de Investigación de medio de Jequetepeque. Proyecto sobre la Arqueología de la Costa 500 D.C.
Cajamarca: Informe preliminar”, la Universidad del Pacífico. de Rescate Arqueológico Sudamericana (Lima, 3-5 de
Gaceta Arqueológica Andina (5) 20: Jequetepeque. Lima: Instituto agosto, 2007). Museo de la Nación-
59-66, Lima: Instituto Andino de Nacional de Cultura y Dirección Museo de Sitio de Pachacamac.
Estudios Arqueológicos. Pozorski, Thomas G. Ejecutiva del Proyecto de
1971 Survey and Excavations of Irrigación Jequetepeque-Zaña.
Rucabado, Julio C. y Luis Jaime
Burial Platforms at Chan Chan,
Onuki, Yoshio (ed.) Castillo
Peru. Tesis de B.A., Harvard
Riviale, Pascal 2003 “El Periodo Transicional
1995 Kuntur Wasi y Cerro Blanco. University.
Dos sitios del Formativo en el norte 1996 Un siècle d’archéologie en San José de Moro”. En Uceda,
1983 “The Caballo Muerto
del Perú. Tokyo: Hokusen-sha. française au Pérou (1821-1914) Santiago y Elías Mujica (eds.),
Complex and its Place in the
París: L’Harmattan. Moche: Hacia el Final del Milenio,
Andean Chronological Sequence”,
t. I, pp. 15-42. Lima: Universidad
Annals of the Carnegie Museum 52
Ortlieb, J. y J. Marcharé (eds.) Nacional de Trujillo, Pontificia
(1): 1-40, Pittsburgh. Rohfritsch, Agnés
1992 Paleo-ENSO Records. Universidad Católica del Perú. 200 A.C.
1987 “Changing priorities within 2006 Céramiques Mochicas de la
International Symposium.
the Chimú state: the role of Vallée de Jequetepeque (Pérou).
Extended Abstracts. Lima:
irrigation agriculture”. En Haas, Ruiz, Karim
ORSTOM-CONCYTEC. Étude technique et physico-chimique
J., S. Pozorski y T. Pozorski (eds.), d’exemplaires provenent de Dos 2008 “La Tumba M-U 1411:
The Origins and Development of Cabezas et San José de Moro. Tesis Un Entierro Mochica Medio de
Paredes, Juan, Berenice Quintana the Andean state, pp. 111-120. de Master 2, Archéomatériaux, Élite en el Cementerio de San
Cambridge: Cambridge University 500 A.C.
y Moisés Linares Université Michel de Montaigne José de Moro”. En Castillo, Luis
Press. BORDEAUX 3. Jaime, Helaine Bernier, Gregory
2000 “Tumbas de la época
Huari en el Callejón de Huaylas, Lockard y Julio Rucabado (eds.),
Ancash”, Boletín de Arqueología Arqueología Mochica, Nuevos
Proulx, Donald Rosas, Marco
PUCP 4: 253-288. Lima: Pontificia Enfoques, pp. 381-396. Lima:
1982 “Territoriality in the Early 2007 “Nuevas perspectivas Pontificia Universidad Católica
Universidad Católica del Perú.
Intermediate Period: the case acerca del colapso Moche en el del Perú, Instituto Francés de
of Moche and Recuay”, Ñawpa bajo Jequetepeque”, Bulletin Estudios Andinos.
Paul, Anne (ed.) Pacha 20: 83-96. Berkeley: de l’Institut Francais d’Études
Institute of Andean Studies. Andines 36 (2): 221-240. Lima.
1991 Paracas: Object and Context Russell, Glenn S., Banks L.
in South Coastal Peru. Iowa: Leonard y Jesús Briceño
University of Iowa Press. Prumers, Heiko Rowe, John H. 1994 “Cerro Mayal: nuevos datos
1989 “Tejidos en el Horizonte 1942 “A new pottery style from sobre la producción cerámica
Peters, Ann H. (ed.) Medio del Valle de Huarmey”. the Department of Piura, Peru”, Moche en el valle de Chicama”.
En Czwarno, R.M., F.M. Meddens Notes on Middle American Ar- En Uceda, Santiago y Elías
1991 “Ecology and Society in y A. Morgan chaeology and Ethnology 1 (8): Mujica (eds.), Moche: Propuestas y
Embroidered Images from the (eds.), The Nature of Huari: 30-34. Division of Historical Perspectivas, Travaux de l’Institut
Paracas Necrópolis”. En Paracas: A reappraisal of the Middle Research, Carnegie Institution Français d’Études Andines 79,
Art and Architecture, 240-314. Horizon Period in Peru, pp. 188- of Washington. New York: AMS pp. 181-206. Lima: Universidad
Iowa: University of Iowa Press. 213. Oxford: BAR International Press. de La Libertad – Trujillo, Instituto
Series 525. Francés de Estudios Andinos
1944 An Introduction to the 1500 A.C.
Pillsbury, Joanne 2000 “‘El Castillo’ de Huarmey: y Asociación Peruana para el
Archaeology of Cuzco. Papers of Fomento de las Ciencias Sociales.
Una plataforma funeraria del the Peabody Museum of American
1996 “The Thorny Oyster and the
Horizonte Medio”, Boletín de Archaeology and Ethnology,
origins of Empire: implications
Arqueología PUCP 4: 289–312. Vol. 27, No. 2. Cambridge:
of recently uncovered Spondylus Sáenz, Daniel
Lima: Pontificia Universidad Harvard University.
imagery from Chan Chan, Perú”,
Católica del Perú. 1998 “Cajamarca: alcance de los
Latin American Antiquity 7: 313- 1948 “The kingdom of Chimor”, sentidos”, Rumbos 111 (13): 64-78,
340. Washigton D.C. Acta Americana 6: 26-59. México Lima.
2003 “Luxury Arts and the Lords Quilter, Jeffrey D.F.
of Chimor”. En Jansen, Dorus Kop 1990 “The Moche Revolt of 1998 “Max Uhle y la idea
y Edward De Bock (eds.), Latin Salazar, Lucy y Richard Burger
the Objects”, Latin American del tiempo en la arqueología
American Collections: Essays in Antiquity 1 (1): 42-65. americana”. En Kaulicke, 2000 “Las divinidades del
Honour of Ted J.J. Leyenaar, Washington D.C. Peter (ed.), Max Uhle y el Perú universo religioso Cupisnique y
pp. 67-77. Leiden: Ed. Tetl. Antiguo, pp. 5-21. Lima: Pontificia Chavín”. En Makowski, K. (ed.),
1997 “The narrative approach
Universidad Católica del Perú. Dioses del Antiguo Perú, Vol. 1,
to Moche iconography”, Latin
pp. 29-69. Colección Arte y Tesoros
American Antiquity 8 (2): 113-133.
del Perú. Lima: Banco de Crédito
Washington D.C.
del Perú.
2200 A.C.
pág. 320
Schaedel, Richard P. 2000 “The late prehispanic coastal Swenson, Edward R. Ethnohistorical Assessment
states”. En Laurencich, Laura of the Impact of the Inca State,
1951 “Mochica Murals at 2008 “San Ildefonso and the
(ed.), The Development of Pre- pp.17-43. Norman: University
Pañamarca”, Archaeology 4 (3): ‘Popularization’ of Moche Ideology
Columbian Peru, A.D. 1000-1534, of Oklahoma Press.
145-154. New York. in the Jequetepeque Valley”.
pp. 49-110. Norman: University of En Castillo, Luis Jaime, Helaine 2000 “Hacia la Comprensión
1985 “Coast-highland Oklahoma Press. Bernier, Gregory Lockard y Julio del Fenómeno Huari”, Boletín
interrelationships and ethnic
Rucabado (eds.), Arqueología de Arqueología PUCP 4: 181-217.
groups in the northern Perú (500
Mochica, Nuevos Enfoques, Lima: Pontificia Universidad
B.C.–A.D. 1980)”. En Masuda, Shimada, Izumi (ed.)
pp. 411-432. Lima: Pontificia Católica del Perú.
S., I. Shimada y C. Morris 1998 Andean Ceramics: Universidad Católica del Perú,
(eds.), Andean Ecology and Technology, Organization, and Instituto Francés de Estudios
Civilization. An Interdisciplinary Approaches. MASCA Research Tsai, Howard
Andinos.
Perspective on Andean Ecological Papers in Science and Archaeology,
Complementarity, pp. 443-473. 2007 “Espacio ritual como área de
Supplement to Vol. 15. Filadelfia: producción de la identidad étnica:
Papers for the Wenner-Gren University of Pennsylvania Tello, Julio C.
Foundation for Anthropological El caso de Las Varas, un sitio
Museum for Archaeology and s.f. “Apuntes”. En Colección: T. Intermedio Tardío del Valle Medio
Research Symposium 91. Tokyo: Anthropology.
University of Tokyo Press. Mejía Xesspe, Archivo del Instituto del Jequetepeque”. Ponencia
Riva-Agüero [TMX 2614], Lima. presentada en el Congreso
Perspectivas Comparativas
Shimada, Izumi y Jorge 1929 Antiguo Perú: Primera época.
Schuler-Schöming, Immina von sobre la Arqueología de la Costa
Montenegro Lima: Comisión organizadora
Sudamericana (Lima, 2007).
1979 “Die ‘Fremdkrieger’ in del Segundo Congreso
1998 “El “Estilo Cajamarca
darstellungen der Moche-Keramik. Sudamericano de Turismo.
Costeño” y la Interacción Sicán-
Une iconographische studie”, Cajamarca en el norte del Perú”. 1937 “Los trabajos arqueológicos Ubbelohde-Doering, Heinrich
Baessler-Archiv 27 (1): 135-213. En Cárdenas-Arroyo, F. y T. Bray en el departamento de
Berlin: Museum für Völkerkunde. 1952 The Art of Ancient Peru.
(eds.), Intercambio y Comercio Lambayeque”, El Comercio. Lima, New York: Frederick A. Praeger
entre Costa, Andes y Selva. 29 de enero de 1937. Publishers.
Arqueología y Etnohistoria de
Seki, Yuji 1983 Vorspanische Gräber
Suramérica, pp. 255-296. Bogotá:
1997 “Excavaciones en el sitio Departamento de Antropología, Tello, Julio C. y Toribio Mejía von Pacatnamú, Nordperu.
La Bomba, valle medio de Universidad de los Andes. Xesspe Materialien zur Allgemeinen und
Jequetepeque, Dpto. Cajamarca”, Vergleichenden Archäologie, Band
1967 “Historia de los museos
Boletín de Arqueología PUCP 1: 26. Munich: Verlag C. H. Beck.
nacionales del Perú. 1822-1946”,
115-136. Lima: Pontificia Sidoroff, Maria-Louise Arqueológicas Nº 10, pp. 1-268.
Universidad Católica del Perú. 2005 The Process behind Form Lima: Instituto de Investigaciones Uceda, Santiago
and Decoration: Defining North Arqueológicas.
Coast Ceramic Technological (En prensa) “Uptown and
Shimada, Izumi Downtown: Social, Political, and
Style, Perú. Inédita. Tesis de Ph.D.
1985 “Perception, Procurement Cincinnati, Ohio: Union Institute Terada, Kazuo y Ryozo Matsumoto Economic Relations between the
and Management of Resources: & University. Temple and the Inhabitants of
1985 “Sobre la cronología de la
Archaeological Perspective”. the Urban Nucleus in the Moche
tradición Cajamarca”. En Silva
En Masuda, S., I. Shimada y C. Huacas”. En Quilter, Jeffrey y
Santisteban, F., W. Espinoza y
Morris (eds.), Andean Ecology and Silva Santisteban, F., W. Espinoza Luis Jaime Castillo (eds), New
R. Ravines (eds.), Historia de
Civilization: An Interdisciplinary y R. Ravines (eds.) Perspectives on Moche Political
Cajamarca 1: Arqueología,
Perspective on Andean Ecological Organization. Washington D.C.:
1985 Historia de Cajamarca 1: pp. 67-89. Cajamarca: Instituto
Complementarity, pp. 357-400. Dumbarton Oaks Research
Arqueología. Cajamarca: Instituto Nacional de Cultura-Cajamarca.
Tokyo: University of Tokyo Press. Library and Collection.
Nacional de Cultura-Cajamarca.
1990 “Cultural Continuities and
Discontinuities on the Northern Toby Evan, Susan y Joanne
Uceda, Santiago y Elías Mujica
North Coast of Peru, Middle- Silverman, Helaine (ed.) Pillsbury (eds.)
(eds.)
Late Horizons”. En Moseley, M. 2004 Andean Archaeology. 2004 Palaces of the Ancient
y A. Cordy-Collins (eds.), The 1994 Moche: Propuestas y
Cornwall: Blackwell Publishing. New World. Washington D.C.:
Northern Dynasties: Kingship and Perspectivas. Travaux de l’Institut
Dumbarton Oaks.
Statecraft in Chimor, pp. 297-392. Français d’Études Andines 79.
Washington D.C.: Dumbarton Silverman, Helaine y William Lima: Universidad de La Libertad-
Oaks. Isbell, (eds.) Topic, J. y M. Moseley Trujillo, Instituto Francés de
Estudios Andinos y Asociación
1994 a “Los modelos de 2008 Handbook of South 1983 “Chan Chan: a case study Peruana para el Fomento de las
organización sociopolítica de la American Archaeology. New York: of urban change in Peru”, Ñawpa Ciencias Sociales.
cultura Moche: nuevos datos y Springer. Pacha 21, pp. 153-182. Berkeley:
perspectivas”. En Uceda, Santiago Institute of Andean Studies. 2001 Actas del Segundo Coloquio
y Elías Mujica (eds.), En Moche: de Arqueología sobre la Cultura
propuestas y perspectivas. Travaux Strong, William D. y Clifford Moche. Trujillo.
de l’Institute Francais d’Études Evans Topic, John y Theresa Topic 2003 Moche: hacia el final del
Andines 79, pp. 359-388. Lima: 1952 Cultural Stratigraphy o the 1983 “Relaciones costa-sierra milenio. Lima: Universidad
Universidad de La Libertad- Viru VaIIey, Northern Peru: The en el norte del Perú: Algunas Nacional de Trujillo, Pontificia
Trujillo, Instituto Francés de Formative and Florescent Epoch. observaciones en las rutas, Universidad Católica del Perú.
Estudios Andinos y Asociación Columbia University Studies in redes y escalas de interacción”.
Peruana para el Fomento de las Archaeology and Ethnology 4, New En Leventhal, R. y A. Kolata
Ciencias Sociales. York: Columbia University Press. (eds.), Civilization in the ancient Uceda, Santiago, Elías Mujica
Americas: Essays in honor of y Ricardo Morales (eds.)
1994 b Pampa Grande and
the Mochica Culture. Austin: Gordon R. Willey, pp. 237-259. 1997 Investigaciones en la
Stumer, Louis M. Cambridge: Peabody Museum Huaca de La Luna 1995. Trujillo:
University of Texas Press.
1958 “Contactos Foráneos en la Press. Facultad de Ciencias Sociales de
1995 Cultura Sicán: dios, riqueza
Arqueología de la Costa Central”, 1993 “A summary of the Inca la Universidad Nacional de La
y poder en la costa norte del
Revista del Museo Nacional occupation of Huamachuco”. En Libertad.
Perú. Lima: Fundación del Banco
XXVII:11-30. Lima. Malpass, Michael (ed.), Provincial
Continental para el Fomento de la
Educación y la Cultura. Inca: Archaeological and
1532 D.C.

1450 D.C.
Valdizán, Hermilio 1995 “Prehispanic Settlement
Patterns in the Casma Valley, 1350 D.C.
1934 Víctor Larco Herrera: El
North Coast of Perú: Preliminary
hombre – La obra. Santiago de
Results to Date”, Journal of the
Chile: Imprenta Nascimento.
Steward Anthropological Society
23 (1-2): 189-227. Illinois.
Variedades
1000 D.C.
1921 “Noticia sobre la muerte de Woloszyn, Janusz
Javier Prado Ugarteche (Desgracia
2008 “Reyes o víctimas:
inmensa…)”, Variedades, Año
¿A quiénes representaban los 850 D.C.
XVII, Nº 695 (Lima, 2 de julio de
retratos moche?”. En Makowski, K.
1921), pp. 957-958.
(ed.), Señores de los Reinos de la
Luna, pp. 145-163. Colección Arte 700 D.C.
Verano, John y Tesoros del Perú. Lima: Banco de
Crédito del Perú.
1996 “Cráneos Humanos
Modificados del Conjunto
Arquitectónico 8”. En Uceda, Zevallos, Jorge 500 D.C.
Santiago, Elías Mujica y Ricardo
1989 “Introducción a la cultura
Morales (eds.), Investigaciones en
Lambayeque”. En Lavalle, José de
la Huaca de la Luna 1996,
(ed.), Lambayeque. Colección arte
pp. 165-171. Trujillo: Facultad
y tesoros del Perú. Lima: Banco de
de Ciencias Sociales de la
Crédito del Perú.
Universidad Nacional de
La Libertad. 1992 “Decoraciones extras en el
ceramio ‘Rey’ de Lambayeque”,
Revista del Museo de Arqueología 3.
Vogel, Melissa y Percy Vilcherrez Universidad Nacional
2008 Informe final del Proyecto El de Trujillo.
Purgatorio, valle de Casma. Lima:
Instituto Nacional de Cultura.
200 A.C.
Wassén, S. Henry
1989 “El ‘ulluchu’ en la
iconografía y ceremonias de
sangre Moche: La búsqueda de su
identificación”, Boletín del Museo 500 A.C.
Chileno de Arte Precolombino 3:
25-45. Santiago de Chile.

Watanabe, Shinya
2002 “Wari y Cajamarca”, Boletin
de Arqueología PUCP 5: 531-541.
Lima: Pontificia Universidad
Católica del Perú.

Wiersema, Juliet
s.f. Moche Architectural Vessels.
Tesis doctoral en preparación.
Maryland: College Park,
Universidad de Maryland.

Willey, Gordon R.
1946 “The Chiclin Conference
for Peruvian Archaeology 1946”,
American Antiquity 12: 132-134. 1500 A.C.
Washington D.C.
1953 Prehistoric Settlement
Patterns in the Virú Valley, Perú.
Bulletin 155. Washington D.C.:
Smithsonian Institution Press.

Wilson, David
1988 Prehispanic Settlement
Patterns in the Lower Santa
Valley, Perú: A Regional
Perspective on the Origins and
development of Complex North
Coast Society. Smithsonian
Series in Archaeological Inquiry.
Washington D.C.: Smithsonian
Institution Press.

2200 A.C.
Edward Ranney
Camino Inca, San José, 1994.
1532 D.C.

1450 D.C.

1350 D.C.

1000 D.C.

850 D.C.

700 D.C.

500 D.C.

200 A.C.

500 A.C.

1500 A.C.

2200 A.C.

También podría gustarte