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EL PAPEL DE

LOS JUZGADOS
EN EL DERECHO
DEL MENOR
MATERIA:

Derecho del Menor

CATEDRÁTICO:

Lic. Deysi Patricia García Pinto

ALUMNA:

Mayté Jiménez Valencia

SEMESTRE Y GRUPO:

V Único

Tamulté de las Sabanas Centro, Tabasco 19 de septiembre del 2020.

I
“Si no conoces a tu enemigo ni tampoco a ti mismo; es muy probable que en cada batalla
estés en peligro. Si te conoces a ti mismo, pero no a tu enemigo, tienes las mismas chances de
ganar o perder. Pero si te conoces a ti mismo y también a tu enemigo ni en cien batallas
estarás en peligro”
(GRIFFITH, 1971).

TAMULTÉ DE LAS SÁBANAS CENTRO, TABASCO 02


DE JULIO DEL 2020

II
Índice
Introducción..................................................................................................................... 1

CÓMO SE GENERA LA PROTECCION Y PRESERVACION DE LOS


DERECHOS DE LAS NIÑAS Y NIÑOS EN LOS TRIBUNALES DEL ESTADO....... 3

La Convención de Derechos del Niño como un nuevo enfoque sobre la minoría


de edad .............................................................................................................................. 5

DERECHOS DEL MENOR A SER ESCUCHADO Y A QUE SU OPINIÓN SEA


TENIDA EN CUENTA ....................................................................................................... 6

El artículo 12 de la Convención de los derechos del niño ..................................... 6

Notas caracterizadoras del derecho del niño a ser escuchado ............................. 8

El itinerario de la escucha ........................................................................................ 10

EL INTERES SUPERIOR DEL MENOR DENTRO DE LOS JUZGADOS


FAMILIARES...................................................................................................................... 12

El interés superior del niño ..................................................................................... 12

PROTOCOLO DE LA SCJN EN NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES................ 14

MARCO JURIDICO DE LA IMPLEMENTACION DEL PROTOCOLO DE


ACTUACION PARA QUIENES IMPARTEN JUSTICIA EN CASOS QUE AFECTEN
A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES ......................................................................... 16

Orden jurídico interno.............................................................................................. 16

Orden jurídico internacional ................................................................................... 18

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA INFANCIA Y SUS


IMPLICACIONES EN UN PROCESO JURÍDICO ........................................................ 20

CONCLUSION .............................................................................................................. 22

Bibliografía ..................................................................................................................... 23

III
IV
Introducción
Este ensayo tiene por objetivo específico dar a conocer todo lo referente al papel
que desempeñan los juzgados mexicanos y su valiosa intervención en el derecho
del menor, así como las funciones encaminadas a la protección y salvaguarda de
los derechos humanos en materia de derechos del menor.

El trabajo y organización de los tribunales o juzgados está regida no solo por


los códigos locales, sino también por tratados internacionales de los cuales
nuestro país, México, es parte.

Los funcionarios a cargo de estos juzgados tienen una imprescindible labor en


el tema de derecho del menor.

Dentro del Sistema de Justicia hay inercias que enfocan a niñas, niños y
adolescentes, ya sea como víctimas (de violencia, abandono, malnutrición, entre
otras), como victimarios, como testigos de delitos o como adolescentes en
conflicto con la Ley.

La niñez es antes que todo niñez, es decir, personas en desarrollo quienes


tienen derecho a la seguridad jurídica y al debido proceso en cualquier
procedimiento jurisdiccional o administrativo donde estén involucrados, así
como a otros derechos relacionados, tales como: a la participación dentro de todo
proceso que les involucre, a estar informados y a la intimidad, y con todo ello,
prevalezca el Interés Superior de la Niñez reconocido en la Constitución como
principio rector y como criterio orientador.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha desarrollado mecanismos


y protocolos orientadores para las personas que imparten justicia en casos donde
involucren a niñas, niños y adolescentes. Y es importante, pues es de lo más
observado; pero el reto no está sólo ahí, está en todos los niveles de la
administración de justicia, por ejemplo, en la justicia cotidiana con la que se
relacionan niñas, niños y adolescentes, como los ministerios públicos, jueces y

1
juezas de primera instancia, quienes requieren un grado de especialización
efectivo y un cambio de visión sobre la naturaleza jurídica de la infancia y
adolescencia, para brindarles una atención adecuada. En términos jurídicos, se
requiere un proceso de profesionalización en la perspectiva de niñez y
adolescencia para alcanzar una debida diligencia en busca del interés superior.

El enfoque de derechos de las niñas, niños y adolescentes en México ha tenido


importantes avances en los últimos años, pero sigue siendo una lucha no
concluida. El Poder Judicial, tanto a nivel federal como en cada entidad de la
República, tiene una responsabilidad sustancial para que este grupo poblacional
acceda a la justicia sin prenociones personales e institucionalizadas que perpetúen
las desigualdades que enfrentan. No podremos garantizar plenamente los
derechos de las niñas, niños y adolescentes en México sin la labor comprometida
y sostenida del Poder Judicial.

2
CÓMO SE GENERA LA PROTECCION Y PRESERVACION DE LOS
DERECHOS DE LAS NIÑAS Y NIÑOS EN LOS TRIBUNALES DEL
ESTADO.
El Código Civil del Estado de Tabasco, establece en su artículo 23 los deberes
en beneficio de la familia y nos menciona que:

“El Juez, o quien represente al Ministerio Público, incurre en responsabilidad civil y


oficial cuando no cumpla los deberes que este Código le impone en beneficio de la familia,
los menores y los incapacitados. Para los efectos de este Código, la familia la forman las
personas que estando unidas por matrimonio, concubinato o por lazos de parentesco de
consanguinidad, de afinidad o civil, habiten en una misma casa o tengan unidad en la
administración del hogar.”

Además, dentro del mismo Código Civil del Estado de Tabasco en su numeral
24, nos permite ver la facultad que tiene el Ministerio Público al mencionarnos
que:

“Además de los casos expresamente señalados por la ley, será siempre oído el
Ministerio Público en todos los negocios judiciales relativos a la familia,
matrimonio, nulidad de éste, divorcio, concubinato, filiación, patria potestad, tutela,
curatela, ausencia, rectificación o nulidad de actas del estado civil, patrimonio de familia
y sucesión.”

Pero, ¿qué tiene que ver esto con los tribunales o juzgados de familia en el
derecho del menor?

Tiene que ver y mucho. Toda vez que estas instancias son las encargadas de la
administración de impartición de justicia y, más tratándose del cuidado y
salvaguarda de los derechos de los menores, o como bien sabemos, de niñas,
niños y adolescentes.

Los jueces que se ocupan de asuntos de familia y, en muchos casos, de menores,


tienen ante sí la posibilidad de aliviar la angustia de este o de ahondar en su

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desorientación e incluso en su rechazo hacia el entorno. Parece algo solemne
afirmar que tienen el futuro del menor entre sus manos, pero sí tienen, al menos,
capacidad para influir en su futuro.

La institución de la familia ha evolucionado de forma muy rápida en las


últimas décadas en los países.

Las estrechas relaciones entre los miembros de una familia pueden ser hoy
menos duraderas y estar sujetas a muchas más circunstancias variables externas
que hace unos decenios. Por una parte, se puede afirmar que estos países hacen
mayor hincapié en los derechos de los menores y que los estados se preocupan
más de hacerlos realidad. Sin embargo, los menores, a los que el derecho ampara
y a los que el Estado debe proteger por ley, están sujetos, en muchas ocasiones, a
entornos inestables en las relaciones personales e inciertas en sus aspectos
económicos. La seguridad y estabilidad de hoy puede no existir mañana.

Para ello la existencia de los Tribunales o Juzgados Familiares, quienes tienen


amplia competencia para conocer de los procedimientos o juicios relativos con el
derecho familiar en los que por ende siempre habrá un menor (niña, niño o
adolescente) que requiera de la tutela de sus derechos.

Pero, ¿cuál es la competencia de estos tribunales o juzgados?

• De los juicios sucesorios


• De los asuntos judiciales concernientes a otras acciones relativas al
estado civil, a la capacidad de las personas y a las derivadas del
parentesco.
• De las diligencias de consignación en todo lo relativo a la materia
familiar.
• De la diligencia de los exhortos, suplicatorias, requisitorias y despachos,
relacionados con el orden familiar.

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• De las cuestiones relativas a los asuntos que afecten en sus derechos de
persona a los menores e incapacitados.
• En general, todas las cuestiones familiares que reclamen la intervención
judicial.

La Convención de Derechos del Niño como un nuevo enfoque sobre la minoría de


edad
Desde hace mucho tiempo, ha existido una gran preocupación por la infancia.
Y es por ello que esta se ve reflejada en declaraciones y convenios internacionales
desde principios del siglo XX, pero fue hasta 1989 cuando se da precisión para la
aprobación de un texto normativo de vocación universal. Dicho texto normativo,
hoy en día es reconocido como LA CONVENCION DE LOS DERECHOS DEL
NIÑO, misma que fue adoptada por la asamblea de la ONU y, entró en vigor en
el año 1990.

Es a través de esta normativa que, al niño, o al menor se les empieza a


considerar sujetos de derecho activos, participativos y creativos, con capacidad
de modificar su propio medio personal y social; de participar en la búsqueda y
satisfacción de sus necesidades y en la satisfacción de las necesidades de los
demás.

La capacidad del niño para el ejercicio de sus derechos pasa a modularse en


función del desarrollo y grado de autonomía de cada menor.

¿Qué quiere decir con esto? Que el niño, niña o adolescente debe estar
preparado de manera física, mental, espiritual, moral, psicológica y socialmente,
para el ejercicio de sus derechos, esto sin dejar a un lado que tienen que ser
orientados o guiados por sus padres o tutores, tal como lo refiere el artículo 5 de
la Convención de los derechos de los niños, en el que se contempla que el niño
necesitará, para el ejercicio de sus derechos, dirección y orientación apropiada de
sus padres o tutores, en consonancia con la evolución de sus facultades, de
manera que habrá de ir disminuyendo a medida que vaya creciendo.

5
DERECHOS DEL MENOR A SER ESCUCHADO Y A QUE SU OPINIÓN
SEA TENIDA EN CUENTA
El artículo 12 de la Convención de los derechos del niño
Este precepto, atribuye a los niños el papel de receptores pasivos de los
cuidados y atenciones de los adultos, con el fin de que sean reconocidos como
protagonistas activos, y por tanto poder ser escuchados en cualquier situación de
índole social o jurídica.

El derecho del niño a ser oído en todos los asuntos que le afecten y a que se
tomen en consideración sus opiniones se proclama en dos párrafos del mismo
precepto, aunque con distinto alcance:

En el primer párrafo (art. 12.1 CDN) se establecen tres elementos:

• El derecho de los menores a expresar libremente su opinión en aquellos


asuntos que les conciernan y, presupuesto este, a que sus opiniones sean
tomadas en serio. Estos derechos tienen a un tiempo una dimensión
individual y comunitaria (por ejemplo, los alumnos de una clase, los
niños de un barrio o de un país, los niños con discapacidades o las niñas
[OG 12, § 9]). El objeto de este estudio aborda la dimensión individual,
ya que se refiere a dos tipos de procesos civiles en los que se decide
sobre situaciones individuales.
• El titular de estos derechos es cualquier niño que se halle en condiciones
de formarse un juicio propio, sin que quepan discriminaciones. De
acuerdo con el Comité de Derechos del Niño, ha de partirse de la
premisa que el niño tiene capacidad para formarse su propias opiniones,
sin límite de edad e incluyendo la primera infancia.
• La garantía de este derecho constituye una obligación de los Estados
signatarios de la Convención.

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Por su parte, el párrafo segundo (art. 12.2 CDN) concreta el derecho a ser
escuchado en los procedimientos administrativos y judiciales, estableciendo una
serie de características básicas para el mismo:

• Que tal derecho tiene una dimensión individual; así, se indica que «se
dará en particular al niño oportunidad de ser escuchado».
• El «principio de totalidad», en virtud del cual no existen ámbitos
decisorios de actuación pública respecto de situaciones individuales
exentos de esta obligación, pues se alude a «todo procedimiento judicial
o administrativo que afecte al niño…»
• El «principio de adecuación», referido a la forma de escucha del menor,
que deberá adaptarse a la situación subjetiva de este y a los
requerimientos del concreto procedimiento que se esté sustanciando
(será escuchado «directamente o por medio de un representante o de un
órgano apropiado»). No obstante, el Comité recomienda la escucha
directa al niño siempre que ello resulte posible (OG 12, § 35).

El Comité de Derechos del Niño destaca en el párrafo 2 de la Observación


General 12 que este precepto debe considerarse «como uno de los cuatro
principios generales de la Convención, junto con el derecho a la no
discriminación, el derecho a la vida, y el desarrollo y la consideración primordial
del interés superior del niño, lo que pone de relieve que este artículo no sólo
establece un derecho en sí mismo, sino que debe tenerse en cuenta para
interpretar y hacer respetar todos los demás derechos».

La Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor,


contempla esta cuestión, en el párrafo primero de su artículo 9, en los siguientes
términos:

1. El menor tiene derecho a ser oído, tanto en el ámbito familiar como en


cualquier procedimiento administrativo o judicial en que esté

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directamente implicado y que conduzca a una decisión que afecte a su
esfera personal, familiar o social.
En los procedimientos judiciales, las comparecencias del menor se
realizarán de forma adecuada a su situación y al desarrollo evolutivo de
éste, cuidando de preservar su intimidad.
[…]
3. Cuando el menor solicite ser oído directamente o por medio de persona
que le represente, la denegación de la audiencia será motivada y
comunicada al Ministerio Fiscal y a aquellos» (Situación que podemos
encontrar en nuestro Código Civil de Tabasco, que se mencionó al
principio).

Notas caracterizadoras del derecho del niño a ser escuchado


La Observancia General 12 refiere que:

• El derecho a ser escuchado es renunciable. «Para el niño, expresar sus


opiniones es una opción no una obligación»
• Ha de ser escuchado todo niño que esté en condiciones de formarse un
juicio propio. Ahora bien, debe partirse de la presunción de que el niño
está en condiciones de formarse dicho juicio y no procede establecer
límites mínimos de edad, sino que ha de determinarse caso por caso.
Para la primera infancia, ha de contemplarse como una opción
adecuada a estos efectos el reconocimiento y respeto de las formas no
verbales de comunicación, como el juego, la expresión corporal y facial
y el dibujo y la pintura, mediante las cuales los niños muy pequeños
demuestran capacidad de comprender, elegir y tener preferencias.
• La evolución de la capacidad de formarse un juicio propio no precisa
que el niño tenga un conocimiento exhaustivo de todos los aspectos del
problema planteado, sino que basta con que disponga de una
comprensión suficiente del mismo.

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• Los Estados parte también tienen la obligación de garantizar la
observancia de este derecho para los niños que experimenten
dificultades para hacer oír su opinión. Los niños con discapacidad
deben tener a su disposición y poder utilizar los modos de
comunicación que necesiten para facilitar la expresión de sus opiniones.
También debe hacerse un esfuerzo por hacer viable el derecho a la
expresión de opiniones para los niños pertenecientes a minorías,
migrantes y otros niños que no hablen el idioma mayoritario.
• El derecho del niño a ser escuchado presupone ausencia de presiones;
es decir, debe ejercerse con libertad. Tal libertad ha de conceder al niño
la iniciativa para «destacar y abordar las cuestiones que ellos mismos
consideren pertinentes e importantes»
• Las modalidades de escucha deben atender al principio de prudencia en
cuanto a su número, para prevenir la victimización por reiteraciones
innecesarias. No obstante, el Comité entiende que dicha escucha deber
ser entendida como «un proceso y no como un acontecimiento singular
y aislado». Ello implica que quienes deben conducir los procedimientos
hayan de valorar la necesidad y oportunidad de los actos de escucha,
sin que esto permita suprimir este deber
• El menor debe recibir información sobre cuál es el objetivo de la escucha,
las cuestiones que van a ser abordadas y las consecuencias de las
decisiones que puedan adoptarse. El Comité reclama que el proceso
resulte «transparente e informativo»
• El entorno en el que se desarrolle la escucha ha de ser amigable. En
palabras de la Observación General 12: «no se puede escuchar
eficazmente a un niño cuando el entorno sea intimidatorio, hostil,
insensible o inadecuado para su edad», lo que implica cambios no solo
en los espacios y elementos físicos, sino también en la actitud de los
actores del proceso.

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• La seguridad para el niño y una correcta evaluación del riesgo que para
él pueda tener el hecho de expresar su opinión ha de ser una prioridad
de todo proceso de escucha. Ello implica, en el contexto de este estudio,
la conveniencia de establecer estrategias de protección de los niños que
reconozcan los riesgos particulares que puedan existir, por motivos
familiares, de grupo o sociales.

El itinerario de la escucha
Dentro de la Observancia general 12, se puede encontrar cuales son las
medidas que se deben usar para garantizar la observancia del derecho del niño a
ser escuchado, lo cual está referido en su artículo 39 Punto 2, que textualmente
dice:

“La aplicación de los dos párrafos del artículo 12 exige que se adopten cinco medidas
para hacer realidad efectivamente el derecho del niño a ser escuchado siempre que un
asunto lo afecte o cuando el niño sea invitado a dar su opinión en un procedimiento oficial,
así como en otras circunstancias. Estas medidas deben aplicarse de manera adecuada para
el contexto de que se trate”.

Dichas medidas son:

a) Preparación. Los responsables de escuchar al niño deben asegurarse de


que el niño esté informado sobre su derecho a expresar su opinión en
todos los asuntos que lo afecten y, en particular, en todo procedimiento
judicial y administrativo de adopción de decisiones y sobre los efectos
que tendrán en el resultado las opiniones que exprese. Además, el niño
debe recibir información sobre la opción de comunicar su opinión
directamente o por medio de un representante. Debe ser consciente de
las posibles consecuencias de esa elección. El responsable de adoptar
decisiones debe preparar debidamente al niño antes de que este sea
escuchado, explicándole cómo, cuándo y dónde se lo escuchará y

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quiénes serán los participantes, y tiene que tener en cuenta las opiniones
del niño a ese respecto.
b) Audiencia. El contexto en que el niño ejerza su derecho a ser escuchado
tiene que ser propicio e inspirar confianza, de modo que el niño pueda
estar seguro de que el adulto responsable de la audiencia está dispuesto
a escuchar y tomar en consideración seriamente lo que el niño haya
decidido comunicar. La persona que escuchará las opiniones del niño
puede ser un adulto que intervenga en los asuntos que afectan al niño
(por ejemplo, un maestro, un trabajador social o un cuidador), un
encargado de adoptar decisiones en una institución (por ejemplo, un
director, un administrador o un juez) o un especialista (por ejemplo, un
psicólogo o un médico). La experiencia indica que la situación puede
adoptar forma de conversación en lugar de examen unilateral. Es
preferible que el niño no sea escuchado en audiencia pública, sino en
condiciones de confidencialidad
c) Evaluación de la capacidad del niño. Las opiniones del niño deben
tenerse debidamente en cuenta, siempre que un análisis caso por caso
indique que el niño es capaz de formarse un juicio propio. Si el niño está
en condiciones de formarse un juicio propio de manera razonable e
independiente, el encargado de adoptar decisiones debe tener en cuenta
las opiniones del niño como factor destacado en la resolución de la
cuestión. Deben establecerse buenas prácticas para evaluar la capacidad
del niño
d) Información sobre la consideración otorgada a las opiniones del niño
(comunicación de los resultados al niño). Dado que el niño tiene derecho
a que sus opiniones se tengan debidamente en cuenta, el encargado de
adoptar decisiones debe informar al niño del resultado del proceso y
explicar cómo se tuvieron en consideración sus opiniones. La
comunicación de los resultados al niño es una garantía de que las

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opiniones del niño no se escuchan solamente como mera formalidad,
sino que se toman en serio. La información puede mover al niño a
insistir, mostrarse de acuerdo o hacer otra propuesta o, en el caso de un
procedimiento judicial o administrativo, presentar una apelación o una
denuncia.
e) Quejas, vías de recurso y desagravio. Es necesario disponer de
legislación para ofrecer a los niños procedimientos de denuncia y vías
de recurso cuando su derecho a ser escuchados y a que se tengan
debidamente en cuenta sus opiniones sea pasado por alto y violado7 .
Los niños deben tener la posibilidad de dirigirse a un defensor o una
persona con funciones comparables en todas las instituciones dedicadas
a los niños, como las escuelas y las guarderías, para expresar sus quejas.
Los niños deben saber quiénes son esas personas y cómo pueden
acceder a ellas. En el caso de los conflictos familiares sobre la
consideración de las opiniones de los niños, el niño debe tener la
posibilidad de recurrir a una persona de los servicios de juventud de la
comunidad. Si el derecho del niño a ser escuchado se vulnera en relación
con procedimientos judiciales y administrativos (art. 12, párr. 2), el niño
debe tener acceso a procedimientos de apelación y denuncia que
ofrezcan vías de recurso para las violaciones de derechos. Los
procedimientos de denuncia deben proporcionar mecanismos solventes
para garantizar que los niños confíen en que al utilizarlos no se exponen
a un riesgo de violencia o castigo.

EL INTERES SUPERIOR DEL MENOR DENTRO DE LOS JUZGADOS


FAMILIARES
El interés superior del niño
Es un principio de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), cuya
aplicación busca la mayor satisfacción de todas y cada una de las necesidades de

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niñas, niños y adolescentes. Su aplicación exige adoptar un enfoque basado en
derechos que permita garantizar el respeto y protección a su dignidad e
integridad física, psicológica, moral y espiritual.

El interés superior debe ser la consideración primordial en la toma de


decisiones relativas a niñas, niños y adolescentes, “por tanto se debe conceder
más importancia a lo que sea mejor para el niño”.

Las niñas, niños y adolescentes están en proceso de formación y desarrollo, por


sus características particulares dependen de las personas responsables de su
cuidado para la realización de sus derechos; sin embargo, esta circunstancia
puede llegar a limitar sus posibilidades de defender sus intereses.

Todos los órganos jurisdiccionales, autoridades administrativas y órganos


legislativos (federal y locales) tienen la obligación de tomar en cuenta el interés
superior como una consideración primordial2 y promover, respetar, proteger y
garantizar los derechos de las personas menores de edad de conformidad con los
principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad.

A partir de aquí, se reconoce la participación y la escucha de los niños en la


toma de decisiones que les afectan con vistas a garantizar su superior interés.

México ratificó la CDN en 1990, sin embargo, fue hasta 2011 que incorporó el
principio del interés superior de la niñez en el artículo 4o. de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, al especificar que:

“En todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el principio
del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus derechos. Los niños y
las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud,
educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral. Este principio deberá guiar el
diseño, ejecución, seguimiento y evaluación de las políticas públicas dirigidas a la niñez”.

La Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA),


reconoce su carácter de titulares de derechos. Los artículos 2, párrafos segundo y

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tercero; 17 y 18 prevén que el interés superior de la niñez deberá ser considerado
de manera primordial.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha emitido diversas jurisprudencias


relativas a ese principio entre las que destacan las registradas con el número
2006011, 20009010 y la tesis número 2008546. En general esos criterios enfatizan
que los tribunales deberán atender al interés superior de la niñez y adolescencia,
y que éste demanda un estricto escrutinio de las particularidades del caso.
Asimismo, señalan que debe considerarse la opinión de las niñas, niños y
adolescentes en cualquier decisión que les afecte, y se acentúa la obligación del
juez(a) de examinar las circunstancias específicas de cada asunto para poder
llegar a una solución estable, justa y equitativa especialmente para la niña, niño o
adolescente.

PROTOCOLO DE LA SCJN EN NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES


En los últimos años el Estado Mexicano ha suscrito una gran cantidad de
instrumentos internacionales de derechos humanos, algunos de los cuales se
refieren a los derechos de las niñas, niños y adolescentes.

Una parte de los derechos de la infancia está vinculada con el acceso a la


justicia, lo que implica que los órganos que integran el Poder Judicial de la
Federación y en concreto las personas que tienen a su cargo impartir justicia, son
quienes están encargados de garantizar el respeto de dichos derechos.

Adicionalmente, el reconocimiento de la infancia como un grupo diferente al


de las personas adultas, en virtud de las características estructurales propias de
la persona, conlleva a un trato diferenciado para ésta. Si reconocemos que las
niñas, niños y adolescentes tienen características cognitivas y emocionales4
diferentes en general frente a los adultos y, en particular, entre cada uno de ellos,
las cuales se ponen de manifiesto de manera evidente cuando participan en un
procedimiento judicial, ello demanda la adecuación de éste a sus necesidades

14
mediante el desarrollo de acciones especiales para lograr que el niño, niña o
adolescente comprenda el escenario en que participa, pueda expresarse
libremente y quienes imparten justicia puedan comprender la expresión infantil.

Cuando un niño, niña o adolescente participa en un procedimiento judicial, las


diferencias estructurales se hacen evidentes, ya que se encuentran en un mundo
sumamente “adulto centrista” y quienes en él se desenvuelven, suelen ser ajenas
al lenguaje infantil. El lenguaje utilizado no sólo es de las personas adultas, sino
además particularmente complejo. Los espacios no sólo son institucionales y
ajenos a la experiencia de los niños y niñas, sino también intimidantes por estar
asociados con la justicia.

Este Protocolo sistematiza una serie de prácticas que han sido consideradas
como necesarias para garantizar los derechos humanos de las niñas, niños y
adolescentes, en particular aquellos relacionados con el acceso a la justicia,
aunque no de manera limitativa. De esa forma recoge las condiciones mínimas
que se considera no pueden faltar cuando éstos se encuentran ante un proceso de
impartición de justicia.

La consideración principal que permea este documento, sustentada en la


Convención sobre los Derechos del Niño, es que las niñas, niños y adolescentes
son sujetos plenos de derechos, lo que significa un cambio fundamental en la
percepción de la infancia, pasando de la idea del “menor” como objeto de
compasión-represión a la idea de la infancia-adolescencia como sujetos plenos de
derechos.

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MARCO JURIDICO DE LA IMPLEMENTACION DEL PROTOCOLO DE
ACTUACION PARA QUIENES IMPARTEN JUSTICIA EN CASOS QUE
AFECTEN A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES
Este Protocolo está fundamentado en una pluralidad de fuentes jurídicas, tanto
del orden interno como del internacional, concretamente de los sistemas
Universal e Interamericano de Derechos Humanos

Orden jurídico interno


La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece en su
artículo 1°, párrafos primero, segundo y tercero.

Con esta reforma al artículo 4° 9 se incluye de manera explícita en la


Constitución el principio del interés superior del niño, niña o adolescente como
marco de actuación de los distintos órganos del Estado y niveles de gobierno,
además de ser el fundamento que deberá guiar en el impulso de políticas públicas
para la infancia.

La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha establecido en


tesis que el interés superior del niño, niña o adolescente es un principio de rango
constitucional implícito en la regulación de los derechos de las personas menores
de 18 años previstos en el artículo 4o. constitucional, puesto que en el dictamen
de la reforma constitucional que dio lugar al actual texto del citado artículo, se
reconoce expresamente que uno de los objetivos del órgano reformador de la
Constitución era adecuar el marco normativo interno a los compromisos
internacionales contraídos por nuestro país en materia de protección de los
derechos de las niñas, niños y adolescentes.

La misma Primera Sala del Alto Tribunal ha establecido en tesis que en el


ámbito jurisdiccional, interés superior del niño, niña o adolescente es un principio
orientador de la actividad interpretativa relacionada con cualquier norma jurídica
que tenga que aplicarse a un niño, niña o adolescente en un caso concreto o que
pueda afectar los intereses de alguna persona menor de 18 años. Este principio

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ordena la realización de una interpretación sistemática que, para darle sentido a
la norma en cuestión, tome en cuenta los deberes de protección de niños, niñas y
adolescentes y los derechos especiales de éstos previstos en la Constitución,
tratados internacionales y leyes de protección de la niñez. Cuando se trata de
medidas legislativas o administrativas que afecten derechos de la infancia, el
interés superior del niño, niña o adolescente demanda de los órganos
jurisdiccionales la realización de un escrutinio mucho más estricto en relación con
la necesidad y proporcionalidad de la medida en cuestión.

Por otra parte, con el objeto de garantizar a niñas, niños y adolescentes la tutela
y el respeto de los derechos reconocidos en la Constitución, el 29 de mayo de 2000
se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Ley para la Protección de los
Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Esta ley dispone que esta protección
tiene como objetivo asegurarles un desarrollo pleno e integral, lo que implica la
oportunidad de formarse física, mental, emocional, social y moralmente en
condiciones de igualdad.

Establece también que, de conformidad con el principio del interés superior


del niño, niña o adolescente, las normas aplicables a ellos se entenderán dirigidas
a procurarles, primordialmente, los cuidados y la asistencia que requieren para
lograr un crecimiento y un desarrollo plenos dentro de un ambiente de bienestar
familiar y social. Atendiendo a este principio, el ejercicio de los derechos de
personas adultas no podrá, en ningún momento, ni en ninguna circunstancia,
condicionar el ejercicio de los derechos de niñas, niños y adolescentes. A la
publicación de esta ley federal siguió la de las leyes correspondientes en las
entidades federativas.

Para los casos en que el niño, niña o adolescente haya cometido una conducta
tipificada como delito, el derecho interno ha establecido una serie de reglas y
principios para su tratamiento. La reforma al artículo 18 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, estableció la creación de un nuevo

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sistema de justicia para adolescentes, determinando nuevas reglas para la
impartición de la justicia a este grupo.

Por su parte, el artículo 20 constitucional, relativo al nuevo Sistema de Justicia


Penal enumera una serie de principios generales y de derechos, tanto del
imputado como de la víctima, en aras de garantizar un sistema penal más
humano, más garantista y con absoluto respeto de los derechos humanos. La
Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha pronunciado generando dos tesis
jurisprudenciales relacionadas con el Sistema Integral de Justicia para
Adolescentes. La primera alude a que las instituciones, tribunales y autoridades
encargadas de la aplicación del sistema penal para adolescentes deben orientarse
hacia lo que resulte más benéfico y conveniente para el pleno desarrollo de la
persona y sus capacidades; y la segunda al alcance de mínima intervención en
tres vertientes: alternatividad, internación como medida más grave y breve
término de la medida de internamiento.

Orden jurídico internacional


La reforma constitucional en derechos humanos publicada el 10 de junio de
2011 establece en su primer párrafo que todas las personas gozan de los derechos
reconocidos tanto en la Constitución como en los tratados internacionales
ratificados por el Estado Mexicano, con lo cual estos últimos se convierten en un
referente obligado para las personas que imparten justicia. Asimismo, en el
párrafo segundo señala que las normas relativas a los derechos humanos deberán
interpretarse de conformidad con la Constitución y con los tratados
internacionales en la materia, favoreciendo en todo tiempo la protección más
amplia a la persona. De esta forma, la introducción del principio pro personae
conlleva de igual forma a retomar los tratados internacionales en materia de
derechos humanos, pero no sólo, en aras de dicho principio, se vuelve obligado
retomar documentos internacionales de derechos humanos, independientemente

18
de su carácter, que ayuden a precisar el contenido de los derechos reconocidos en
los tratados internacionales.

El Sistema Universal de protección de los derechos humanos ha evolucionado


de manera importante en las últimas décadas, creando un número creciente de
tratados internacionales en los que se establece un amplio catálogo de derechos.
Como parte de este desarrollo se ha impulsado la creación de instrumentos de
carácter específico, para distintos grupos de la población, que por su condición
específica se encuentran en situación de vulnerabilidad, entre ellos las niñas, los
niños y los adolescentes.

De los tratados internacionales ratificados por el Estado Mexicano, la


Convención sobre los Derechos del Niño es el instrumento específico más
relevante. Plantea un conjunto de disposiciones generales relativas a las personas
menores de 18 años, entre ellas algunas relacionadas con la justicia para niños,
niñas y adolescentes, así como las obligaciones especiales que los Estados
contraen respecto de la infancia.

Adicionalmente, el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas ha


emitido las Observaciones Generales número 10 y 12, en las cuales se especifican
los derechos de los niños y las niñas en cualquier proceso de justicia, entre ellos
su derecho a ser escuchado. Por su parte, el Consejo Económico y Social de las
Naciones Unidas, en su resolución 2005/20 aprobó las Directrices sobre la Justicia
en Asuntos Concernientes a Niños Víctimas y Testigos de Delitos, en las cuales se
desagrega una serie de principios y prácticas adecuadas (a partir de los derechos)
con el fin de garantizar una justicia justa, eficaz y humana para este grupo de la
población.

Con el objeto de desagregar con mayor detalle el contenido de dicho


documento, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en
colaboración con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la

19
Oficina Internacional de los Derechos del Niño, expidieron dos documentos de
gran relevancia sobre los derechos a los que son sujetos un niño o una niña en
cualquier proceso de justicia: por un lado La justicia en asuntos concernientes a
menores víctimas y testigos de delitos, Ley modelo y comentario, y por el otro el
Manual sobre la justicia en asuntos concernientes a los niños víctimas y testigos
de delitos para uso de profesionales y encargados de la formulación de políticas.

Ahora bien, en el caso de niños o niñas responsables de la ejecución de un


delito, el Sistema Universal de Derechos Humanos desarrolló las Reglas Mínimas
de las Naciones Unidas para la administración de la justicia de menores
(conocidas como las Reglas de Bejíng), las Directrices de las Naciones Unidas para
la prevención de la delincuencia juvenil (Directrices de Riad), las Reglas de las
Naciones Unidas para la protección de los menores privados de la libertad y las
Directrices de Acción sobre el niño en el sistema de justicia penal. Todas éstas
señalan los principios que deben normar el tratamiento a las niñas y niños cuando
han cometido algún ilícito.

Por otra parte, en el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos


Humanos, la Convención Americana sobre los Derechos Humanos, principal
instrumento de carácter vinculante de dicho sistema, alude en su artículo 19 a los
derechos de la infancia, señalando lo siguiente:

“Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que en su condición de menor
requieren por parte de la familia, de la sociedad y del Estado.”

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA INFANCIA Y SUS


IMPLICACIONES EN UN PROCESO JURÍDICO
Aquí se enmarcan el reconocimiento de la infancia como un grupo diferente al
de las personas adultas a partir de las características estructurales de la persona.

20
Si bien son varias las características de la infancia relevantes para su
participación en un procedimiento judicial, se han destacado tres que revisten
particular importancia para la actuación judicial frente al niño, niña o adolescente.

La primera de ellas está relacionada con el desarrollo cognitivo, la segunda


característica está asociada con el desarrollo emocional y, por último, la tercera
característica de la infancia tiene que ver con el desarrollo moral del niño o niña.

21
CONCLUSION
No ha sido fácil para México el implementar todas las medidas de seguridad
jurídica en el derecho del menor.

Los tribunales o juzgados se enfrentan a una realidad distinta a la que podemos


leer en los códigos, tratados y convenciones.

Actualmente, existen juicios ya sean penales o familiares que se llevan a cabo


sin la total preparación profesional de quienes están a cargo de asistir a los
menores en dichos juicios.

Los protocolos de actuación requieren de ser más estudiados por quienes


tienen el trabajo de la impartición de justica en materia del derecho del menor.

La aplicación de la norma no sólo le corresponde al Estado, también es


obligación de la comunidad hacerla valer.

Personal de juzgados familiares debe estar capacitado en derechos de los niños.

Se ha observado que muchos jueces privilegian el derecho de la madre o el


padre que tiene la custodia, por encima del derecho que el niño tiene para ver a
su otro progenitor, aunque sea en un centro de convivencia.

Es necesario precisar que no sólo los jueces, también los psicólogos, secretarios
de acta y todos los que intervengan en un proceso familiar o penal deben tener
conocimientos suficientes de la Convención Internacional sobre los derechos del
niño para desempeñar correctamente su trabajo.

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Bibliografía
CODIGO CIVIL DEL ESTADO DE TABASCO. (s.f.).

Constitucion Política de los Estados Unidos Mexicanos. (2020).

https://sjf.scjn.gob.mx/. (Marzo de 2011). https://sjf.scjn.gob.mx/. Obtenido de


https://sjf.scjn.gob.mx/sjfsist/Paginas/DetalleGeneralScroll.aspx?id=22747
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https://sjf.scjn.gob.mx/sjfsist/Paginas/DetalleGeneralV2.aspx?Clase=Deta
lleTesisBL&ID=2012592&Semanario=0

LEY PARA LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS DE NIÑAS, NIÑOS Y


ADOLESCENTES. (s.f.).

NACION, S. C. (2012). Protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos que
afecten a niñas, niños y adolescentes. México: SCJN.

UNICEF/DIF. (2001). Observaciones Generales del Comité de los Derechos del Niño.
México.

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