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de Goya (1826),
Firma de Goya
Tras un lento aprendizaje en su tierra natal, en el ámbito estilístico del barroco tardío y
las estampas devotas, viaja a Italia en 1770, donde traba contacto con el incipiente
neoclasicismo, que adopta cuando marcha a Madrid a mediados de esa década, junto
con un pintoresquismo costumbrista rococó derivado de su nuevo trabajo como pintor
de cartones para los tapices de la manufactura real de Santa Bárbara. El magisterio en
esta actividad y en otras relacionadas con la pintura de corte lo imponía Mengs, y el
pintor español más reputado era Francisco Bayeu, que fue cuñado de Goya.
Nacimiento y juventud[editar]
Viaje a Italia[editar]
Tras los dos intentos frustrados de obtener apoyo material para llevar a cabo el obligado
viaje para estudiar a los maestros italianos in situ, Goya, con sus propios recursos, parte
hacia Roma, Venecia, Bolonia y otras ciudades italianas, donde consta su aprendizaje de
la obra de Guido Reni, Rubens, El Veronés o Rafael, entre otros grandes pintores.
En estos años la actividad de Goya fue intensa. Decora con un gran fresco que terminó
en 1772, La adoración del nombre de Dios, la bóveda del coreto de la Basílica del Pilar,
obra que satisfizo a la Junta de Fábrica del templo. Inmediatamente emprende la
realización de las pinturas murales de la capilla del palacio de los condes de Sobradiel,
conjunto de pintura religiosa que fue arrancado en 1915 y dispersado en piezas que se
conservan en su mayor parte en el Museo de Zaragoza. Destaca el que fue el techo, El
entierro de Cristo, que se puede contemplar en el Museo de la Fundación Lázaro
Galdiano.
Pero el mayor empeño lo constituye el conjunto de pinturas de la iglesia de la Cartuja del Aula
Dei de Zaragoza, un monasterio situado a una decena de kilómetros a las afueras de la ciudad.
Lo conforma un friso de grandes pinturas al óleo sobre muro que relata la vida de la Virgen
desde sus antecedentes familiares (San Joaquín y Santa Ana) hasta la Presentación de Jesús en
el templo. El esfuerzo culminó en 1774 y es muestra de la capacidad de Goya para este tipo de
pintura de carácter monumental, que fue resuelto con formas rotundas y pincelada enérgica.
Retratista y académico[editar]
Desde su llegada a Madrid para trabajar en la corte, Goya tiene acceso a las colecciones
de pintura de los reyes, y el arte del aragonés tendrá en la segunda mitad de la década de
1770 un referente en Velázquez. La pintura del maestro había sido elogiada en 1780 en
un discurso pronunciado por Jovellanos en la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando en el que alababa el naturalismo del maestro sevillano frente a la excesiva
idealización de los defensores neoclásicos de una pretendida Belleza Ideal.