Está en la página 1de 16

FRANCISCO DE GOYA

Fue uno de los más grandes artistas de la historia. Siempre innovador, consiguió
adelantarse a todos y cada uno de los movimientos pictóricos que aparecieron en
Europa, desde el romanticismo al surrealismo, pasando por el impresionismo y
el expresionismo. Es por ello considerado el Padre del Arte Contemporáneo.

El pintor tardó en progresar, aunque siempre supo cuál era su vocación.


Rechazado en varios premios durante su juventud, tardó 3 exámenes en conseguir
el título de Maestro de Pintura. Una vez conseguido emprendió un viaje a Italia que
le hizo descubrir el arte con sus propios ojos, lejos del acartonamiento académico.

Su arte cambia al llegar a Madrid, donde consigue trabajo diseñando tapices. Poco
a poco, y gracias a un evidente talento, consigue un meteórico ascenso social que
lo lleva a la corte real. Ahí tendrá acceso a las colecciones de pintura de los reyes,
y sobre todo a Velázquez, del que se enamora.

Muy trabajador, cultiva todos los géneros destacando sus retratos (y durante toda
su vida numerosos autorretratos) y sus escenas costumbristas que captan a la
perfección el Madrid de la época. Nunca abandonó los temas populares y en ellos
se mezcla la más mordaz crítica social, con el más sofisticado estudio
antropológico.

Se dice que el pintor era extremadamente tacaño y que en los retratos que realizó,
si el retratado quería que se le vieran las manos, debía pagar un suplemento. Quizás
por ello no aparecen muchas manos en sus obras por encargo.

También hizo muchas obras de temática erótica, que le costaron algún disgusto
con la Inquisición, una institución que siempre (y discretamente) rechazó. En esa
España resultaba raro y hasta algo peligroso pintar a una mujer desnuda; Sobre
todo a una noble… Fue muy sonado el rumor de que había pintado desnuda a
la Duquesa de Alba (la maja desnuda), aunque existen varios ejemplos de que lo
hizo vestida y se sabe de su buena «amistad». De hecho, el primer trabajo
de Goya para Cayetana fue maquillarla (?!): Cada vez que había una fiesta en
palacio le pintaba los coloretes.

Como «reportero» realizó también sorprendentes e innovadores cuadros sobre


los momentos históricos que estaba viviendo. Con estas pinturas sentó un
precedente tanto estético como temático para el género no sólo limitándose a
retratar sucesos históricos, sino alcanzando también un mensaje universal.

En cuanto a su carácter, es muy conocido el mal humor del pintor, tan típico de los
sordos. La sordera que le agrió el carácter fue provocada por el saturnismo, una
intoxicación por derivados del plomo (el color blanco se hacía con este metal). Cada
vez más sordo, Goya se encerró en sí mismo, se volvió huraño y solitario, pero a
cambio pintó lo mejor de su producción, con nuevas y arriesgadas obras, como las
geniales Pinturas Negras, que preludian el expresionismo o el surrealismo casi
100 años antes de que este naciera. (Miguel Calvo Santos, 27-09-2016)

"El tiempo también pinta"

“El pintor Francisco de Goya”. 1826. Óleo de Vicente López Portaña. Museo del Prado

El Museo del Prado es una de las mejores pinacotecas del mundo. Y si hay unas
salas que atraen a los visitantes como un imán, esas son las que albergan las obras
de Francisco de Goya: uno de los pintores más importantes, carismáticos y
revolucionario de la historia de la pintura, a nivel mundial. Sus Pinturas Negras y
sus series de grabados despiertan admiración por su sorprendente modernidad y
su ruptura con los cánones; sus lienzos costumbristas, sus retratos y sus pinturas
religiosas deslumbran por la luz que emiten y por la contemporaneidad de su
pincelada, que las convierte casi en obras pre-impresionistas. Su concepto del arte
trascendió el del mero reflejo de lo que le rodeaba, interpretando su obra como algo
en constante evolución: “el tiempo también pinta”, dijo en más de una ocasión.

El caso de Goya es casi único en la historia del arte, equiparable solo al de maestros
como el Greco o William Turner. Es la historia de aquellos artistas que huyeron de
las escuelas de su época, en pos de un arte que no sería comprendido hasta
muchas décadas después. Porque las intenciones de su arte eran otras, muy
distintas a las de sus coetáneos. En sus propias palabras: “sus cualidades
excepcionales las malogran esos maestros amanerados, que siempre ven líneas y
jamás cuerpos. Pero, ¿dónde encuentran líneas en la naturaleza? Yo no distingo
más que cuerpos luminosos y cuerpos oscuros, planos que avanzan y planos que
se alejan, relieves y concavidades”. Palabras que podrían suscribir muchos artistas
de las vanguardias del siglo XX, escritas más de ciento cincuenta años antes.

Un aprendizaje precoz y un temprano viaje a Italia

Francisco de Goya nace en Fuendetodos (Zaragoza) el 10 de marzo de 1746. El


arte corre por las venas del pequeño, hijo de un maestro dorador y una infancia de
casa noble. A mediados del siglo XVIII, Zaragoza es una ciudad rica y poderosa
donde la construcción de iglesias y conventos es un negocio floreciente. Los
retablos, imágenes y tablas que adornan los templos necesitan de artesanos que
los nutran, motivo por el cual el padre de Francisco cuenta con un trabajo estable y
decide impulsar las aspiraciones de sus hijos por el mismo camino. El futuro pintor
de la Corte dará sus primeros pasos frente al papel y el lienzo de la mano de José
Luzán Martínez, quien le tomará como alumno a los 13 años. La influencia de este
maestro, formado con pintores napolitanos, será decisiva en la atracción que sentirá
Goya por los pintores italianos. De Luzán pasa a seguir su aprendizaje con
Francisco Bayeu; a los 17 años se presenta a un concurso para obtener una
Pensión de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que le es negada.
En 1766 se presenta a otra oposición de la Academia, viéndose de nuevo
rechazado.
“El motín de Esquilache" (Ca. 1766). En Fundaciongoyaenaragon.es

Las obras atribuidas a Francisco de Goya de esa época son escasas; se conservan
algunas pinturas de temática religiosa, pero sobre todas destaca el lienzo "El motín
de Esquilache" (1766). Una pintura coral, que refleja un momento real de gran
intensidad y relevancia social y despliega algunas de las futuras constantes de su
obra: uso teatral de las luces y las sombras, pincelada suelta, colores vibrantes,
movimiento y un evidente interés por el equilibrio y la composición. En 1770 el joven
artista viaja a Italia, donde nace su pasión por las máscaras, las costumbres
populares y el teatro callejero: una pasión que entronca con su atracción por los
rostros y las figuras grotescas. Durante el viaje, Goya decide pintar un cuadro con
el título "Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes" (1770),
para presentarlo al concurso promovido por la Academia de Parma. Si bien la obra
obtuvo buenas críticas, la potencia y el “escaso realismo” de los colores no
convenció al jurado. El estilo arriesgado, personal y vibrante del arte de Francisco
de Goya destaca ya por su modernidad, frente al evidente academicismo de sus
colegas.
“Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes". 1770. Fundación Selgas-Fagalde.

Primeros pasos hacia el éxito. Frescos y cartones

Detalle de la decoración de la Capilla del Palacio del Conde de Sobradiel, en Zaragoza


(1.770). En Archivo Barboza Grasa – Barbozagrasa.es

A su vuelta de Italia y con solo 25 años de edad, el joven pintor asume su primer
gran encargo: pintar un fresco en una de las bóvedas de la Basílica del Pilar de
Zaragoza, aplicando las técnicas aprendidas durante su viaje. Esta obra le consigue
más contratos: frescos para iglesias y palacios y retratos de la aristocracia
aragonesa, sobre todo. Es durante esa época cuando pinta los lienzos que decoran
la capilla del Palacio del Conde de Sobradiel. Su trabajo le gana una cierta fama y
una posición estable, factores que consiguen que su antiguo maestro, Francisco
Bayeu, le permita contraer matrimonio con su hermana Josefa. De los siete hijos del
matrimonio solo el más joven, Francisco Javier Pedro, sobrevivirá hasta convertirse
en adulto. El alma atormentada del artista, que más adelanta aflorará en las Pinturas
Negras, los "Caprichos" y los "Disparates", se ve alimentada por este hecho.

"El cacharrero” (1779). Cartón para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.
En 1775 tiene lugar un hecho crucial que cambiará la vida de Francisco de Goya.
El primer pintor del rey Carlos III, Anton Raphael Mengs (que también triunfó
pintando en otras cortes europeas), le llama para que diseñe y pinte cartones para
los tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara. Los primeros los entrega ese
mismo año: un total de nueve obras, que servirán como guía para sendos tapices
cuyo destino será San Lorenzo del Escorial. Goya prosigue con su producción, y al
año siguiente comienza otra serie de cartones, en este caso con imágenes para la
colección de tapices del Palacio del Pardo. Entre 1778 y 1780 el artista trabaja y
reside en la corte, lo que le proporciona la oportunidad de entablar amistad con el
Conde de Floridablanca (entonces secretario de Estado). Esta y otras relaciones,
junto a su innegable talento y la originalidad de sus obras, le garantizan un trabajo
estable: Goya dará entonces los primeros pasos para convertirse en el futuro Pintor
de la Corte. En 1780 presenta su lienzo "Cristo en la Cruz" como aval para entrar
en la Real Academia de San Fernando y es admitido por unanimidad.

"Cristo en la Cruz” (1.780). Museo del Prado.


Una carrera en alza: Jovellanos, Ceán Bermúdez y la Ilustración

En aquellos tiempos, el arte y la pintura se caracterizan por su férreo academicismo.


La larga sombra neoclásica planea sobre los artistas, que deben ceñirse a su cintos
inamovibles y estereotipados basados en reglas con siglos de antigüedad.
Francisco de Goya se rebela contra estas imposiciones y elige su propio camino,
algo que caracterizará su obra y su actitud durante casi toda su vida. La década de
1780 le trae fracasos y éxitos; desde el rechazo de público y académicos a los
frescos sobre la Virgen para la Basílica del Pilar, hasta la acogida sin rodeos del
lienzo "La predicación de San Bernardino de Siena" (1873), creado para un altar de
San Francisco el Grande. Con su fama ya bien asentada, Goya se dedica a retratar
a importantes familias e integrantes de las clases altas como el Duque de Osuna o
el Conde de Floridablanca. De hecho, la protección de los duques de Osuna le
granjea numerosos encargos.

"San Bernardino de Siena predicando ante Alfonso V de Aragón” (1.781-83) Basílica de San Francisco el
Grande.
El espíritu inquieto de Goya le arrastra hacia determinados ambientes, personajes
e ideas que se convertirían en fundamentales durante toda su vida. En esa época
entabla amistad con Gaspar Melchor de Jovellanos y con el coleccionista de arte
Juan Agustín Ceán Bermúdez. A través estas relaciones su carrera como pintor
continúa en ascenso, gracias a los numerosos encargos que le consiguen. Sin
embargo, estos encargos no son en absoluto lo más importante que recibe de sus
amistades: ellos le abren las puertas de los círculos de intelectuales y reformistas,
que en aquellos tiempos abogaban por traer la Ilustración a España. Es un
descubrimiento que marcará al artista, que se identifica de inmediato con los nuevos
puntos de vista sobre la educación y la política. Son momentos críticos y
reveladores, que también afectan a su pintura; sus lienzos empiezan a abandonar
los conceptos ideales y perfeccionistas en busca del expresionismo, representado
por lo desmesurado y lo grotesco. Sin saberlo, Francisco de Goya se convierte en
uno de los precursores de un movimiento que no tardaría en despertar en Europa:
el romanticismo.

Enfermedad, desnudos y guerra. Tiempos de realismo

"La maja vestida"(1.800-1.807). Museo del Prado.

1792 es un año negro en la vida de Francisco de Goya. Durante un viaje por


Andalucía, sufre una terrible enfermedad que le deja sordo. La sordera le
acompañará hasta su muerte e inundará de negro muchos de sus pensamientos y
lienzos. El pintor se vuelca en el arte y realiza una serie de cuadros de tamaño
pequeño, con fuerte presencia de la tragedia y el crimen. Sin embargo, como el Ave
Fénix Goya vuelve a renacer de sus cenizas y en 1795 se convierte en Director de
Pintura de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Prosigue con su actividad
como retratista de la nobleza; tras quedarse viuda, la Duquesa de Alba se convierte
en una de sus protectoras más poderosas. El artista sigue desarrollando su
atracción por lo grotesco, lo popular y la crítica social en sus grabados, lo que queda
patente en los "Caprichos" (1799). En esa época pinta también sus famosísimas
obras "La Maja Vestida" y "La Maja Desnuda", que posteriormente le acarreará las
iras de la Inquisición.

“Los fusilamientos del 3 de mayo” (1813-14). Museo del Prado.


El estallido de la Guerra de la Independencia (1808-1814) obliga a Goya a
posicionarse de lado del gobierno, si bien continúa su producción crítica con series
como "Desastres de la Guerra". En 1812 fallece su mujer, Josefa, y se cree que es
entonces cuando comienza una relación con Leocadia Zorrilla. Terminada la guerra,
mantiene su trabajo como pintor del rey y de la nobleza, llegando a retratar a
Fernando VII, un monarca al que no quería ni respetaba. A pesar de su rechazo
frontal al absolutismo del “rey felón”, Goya solo muestra sus dibujos y estampas
críticas con el régimen a sus amigos de mayor confianza. Su prudencia termina por
no ser suficiente para protegerse: en 1815, la Inquisición abre un proceso contra él
por su obra La Maja Desnuda. Incansable, prosigue con su producción de
aguafuertes con dos series emblemáticas: la "Tauromaquia" y los
inacabados "Disparates".

“Disparate de Carnaval”. Aguafuerte Nº 14 de la serie “Disparates” (1.815). Museo del Prado.


Últimos años. La Quinta del Sordo y muerte en Burdeos

“Saturno devorando a su hijo" (1819-23). Museo del Prado.

En 1819 Goya tiene ya 73 años. La enfermedad, la sordera y su decepción con el


gobierno absolutista, sumado a los problemas con la Inquisición, han hecho mella
en su cuerpo y su espíritu. Ese año adquiere una propiedad en Madrid que será
conocida como La Quinta del Sordo, de la que se enamora por sus vistas y su amplio
terreno. La enfermedad vuelve a atacar al anciano pintor, que vuelve a revivir para
dejar su canto del cisne en las paredes de la quinta. Hablamos de las
famosísimas Pinturas Negras, donde vuelve a incidir sobre los temas que siempre
anidaron en lo más fondo de su arte: la muerte, la destrucción del hombre por el
hombre, la degradación por el paso del tiempo y el mal que se esconde en el alma
humana. En 1824, Goya se exilia voluntariamente a Burdeos en un intento de
alejarse del gobierno absolutista, al que despreciaba y temía. En su exilio le
acompañan su pareja, Leocadia Zorrilla, y sus dos hijos: el viejo pintor considera a
Rosario como su propia hija y le instruye en el arte de la pintura.

“La lechera de Burdeos” (1827). Museo del Prado.


En 1826 logra obtener la jubilación y vive sus últimos años tranquilo y acomodado,
entregado a su obra gráfica, que enriquece con series como los "Nuevos
Caprichos", y otras de grabados de temática taurina. De entre su producción final
destaca la pintura "La lechera de Burdeos", realizada en 1827, un año de su muerte,
una obra que deslumbra por el libre uso de la pincelada, el encuadre, la composición
y la temática. El lienzo despliega una sorprendente libertad creativa y pictórica, que
prefigura el impresionismo de maestros como Renoir o Manet. Hay que decir
también que hoy día, el cuadro despierta cierta polémica; algunos expertos dudan
de la autoría del pintor español y sugieren la posibilidad de que fuera realizado en
realidad por Rosario, su alumna. En 1828 Francisco de Goya muere en Burdeos,
dejando a las generaciones posteriores una obra única en el mundo, plena de
libertad creativa, modernidad, compromiso social y belleza.

Exposiciones

Goya en Madrid

Los cartones que Goya pintó para realizar tapices se consideraban hace tiempo
como “obras menores”. Sin embargo, se trata de magníficas pinturas que revelan la
mano indómita del maestro, prefigurando movimientos que llegarían décadas
después. El Museo del Prado realizó una completa exposición de estos cartones,
mostrándolos con los de otros artistas de la época junto con las pinturas y esculturas
que le sirvieron como modelo e inspiración.

Goya: (Los Retratos)

La National Gallery de Londres se rindió en 2015 a la deslumbrante obra del maestro


de Fuendetodos. La exposición que organizó entonces mostró al público setenta
retratos pintados por Francisco de Goya. Retratos que, en palabras de la
institución, “demuestran su valiente y poco convencional punto de vista, así como
su increíble habilidad a la hora de captar la psicología de sus modelos”. La muestra
incluyó pinturas, dibujos y miniaturas, muchas veces nunca vistas antes en la capital
británica.
Goya y la Corte Ilustrada

El Museo de Bellas Artes de Bilbao organizó esta muestra (2017), en colaboración


con el Museo del Prado y la Fundación La Caixa. La selección incluyó noventa y
seis obras que reflejan la actividad del maestro de Fuendetodos, durante sus años
de pintor de corte. La exposición permitió al público admirar obras tan célebres
como La gallina ciega o El pelele, dentro de la primera muestra dedicada al pintor
aragonés en la capital vizcaína.

Goya & Picasso

La obra de Francisco de Goya compartió espacio con otro grande del arte español,
Pablo Picasso, en esta exposición organizada por el Polk Museum of Art de Florida
(EEUU). En las salas del museo norteamericano se pudieron ver más de 50 obras
de arte del pintor, incluyendo la famosa serie Tauromaquia. Estas piezas se
expusieron en compañía de varias piezas creadas por Picasso sobre distintos
soportes: desde cerámica hasta cartón. Las obras fueron cedidas en su mayoría por
la institución The Art Company, situada en Pesaro (Italia).

Dibujos de Goya. “Solo la voluntad me sobra”

De nuevo, en 2019 el Museo del Prado dedicó una parte de su calendario expositivo
a la obra de Francisco de Goya. En este caso, la muestra partió de los trabajos de
investigación y documentación realizados para el nuevo Catálogo razonado que el
museo tenía intención de publicar, a partir de un convenio firmado por el Prado y la
Fundación Botín. Fue la primera vez en la que se reunieron más de 300 dibujos
realizados por Goya, procedentes del propio museo y de colecciones de todo el
mundo.
Libros

Goya y sus críticos. Nigel Glendinning. Ediciones Complutense, 2017.

Nigel Glendinning fue un reconocido estudioso de la obra de Francisco de Goya.


Este libro, escrito en 1977 y vuelto a publicar en 2017, constituye el primer
documento que estudia al artista y a su creación a través de la contextualización de
su obra en la época. El autor, fallecido en 2013, fue un pionero a la hora de reflejar
distintos análisis y estudios, realizados sobre la obra del pintor a lo largo de las
décadas. El libro suma otros estudios posteriores del propio autor, así como textos
de otros expertos. En general, este libro está considerado el estudio más completo
realizado hasta la fecha sobre la obra del artista.

Francisco Goya. Vida y obras. Valeriano Bozal. TF Editores. Madrid, 2005

Valeriano Bozal es un reconocido experto en la obra de Francisco de Goya, cuya


contribución podemos encontrar en libros de referencia, como la nueva edición de
estudio de Nigel Glendinning (sobre estas líneas). Su libro Francisco de Goya. Vida
y obras es un texto relevante, entre otras cosas por el innovador y original punto de
vista que aporta sobre las pasiones y obsesiones del pintor. El estudioso comienza
el libro con la frase: “Goya no nos presta sus ojos, abre los nuestros. Hacia el
pasado, hacia el presente”. Articulada en dos volúmenes, es una obra
imprescindible para adentrarnos en el mundo personal y en la convulsa época de
un artista irrepetible.

Goya en las literaturas. Leonardo Romero Tobar. Ed. Marcial Pons, 2016

El profesor de arte Leonardo Romero Tobar ha realizado un gran trabajo con este
estudio, una monografía bien organizada y comentada que arroja nueva luz sobre
la obra de Francisco de Goya. El texto constituye una extensa colección de
referencias bibliográficas comentadas, una magnífica contribución para cualquier
estudioso sobre la obra del artista. Lejos de tratarse de una colección de citas y
textos del maestro, el libro constituye una compilación de referencias que añade un
interesante análisis de la obra, los intereses y el contexto del pintor.

Este texto es una pequeña recopilación de 16 páginas, de varios autores sobre la vida de Goya. jc

También podría gustarte