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Fue uno de los más grandes artistas de la historia. Siempre innovador, consiguió
adelantarse a todos y cada uno de los movimientos pictóricos que aparecieron en
Europa, desde el romanticismo al surrealismo, pasando por el impresionismo y
el expresionismo. Es por ello considerado el Padre del Arte Contemporáneo.
Su arte cambia al llegar a Madrid, donde consigue trabajo diseñando tapices. Poco
a poco, y gracias a un evidente talento, consigue un meteórico ascenso social que
lo lleva a la corte real. Ahí tendrá acceso a las colecciones de pintura de los reyes,
y sobre todo a Velázquez, del que se enamora.
Muy trabajador, cultiva todos los géneros destacando sus retratos (y durante toda
su vida numerosos autorretratos) y sus escenas costumbristas que captan a la
perfección el Madrid de la época. Nunca abandonó los temas populares y en ellos
se mezcla la más mordaz crítica social, con el más sofisticado estudio
antropológico.
Se dice que el pintor era extremadamente tacaño y que en los retratos que realizó,
si el retratado quería que se le vieran las manos, debía pagar un suplemento. Quizás
por ello no aparecen muchas manos en sus obras por encargo.
También hizo muchas obras de temática erótica, que le costaron algún disgusto
con la Inquisición, una institución que siempre (y discretamente) rechazó. En esa
España resultaba raro y hasta algo peligroso pintar a una mujer desnuda; Sobre
todo a una noble… Fue muy sonado el rumor de que había pintado desnuda a
la Duquesa de Alba (la maja desnuda), aunque existen varios ejemplos de que lo
hizo vestida y se sabe de su buena «amistad». De hecho, el primer trabajo
de Goya para Cayetana fue maquillarla (?!): Cada vez que había una fiesta en
palacio le pintaba los coloretes.
En cuanto a su carácter, es muy conocido el mal humor del pintor, tan típico de los
sordos. La sordera que le agrió el carácter fue provocada por el saturnismo, una
intoxicación por derivados del plomo (el color blanco se hacía con este metal). Cada
vez más sordo, Goya se encerró en sí mismo, se volvió huraño y solitario, pero a
cambio pintó lo mejor de su producción, con nuevas y arriesgadas obras, como las
geniales Pinturas Negras, que preludian el expresionismo o el surrealismo casi
100 años antes de que este naciera. (Miguel Calvo Santos, 27-09-2016)
“El pintor Francisco de Goya”. 1826. Óleo de Vicente López Portaña. Museo del Prado
El Museo del Prado es una de las mejores pinacotecas del mundo. Y si hay unas
salas que atraen a los visitantes como un imán, esas son las que albergan las obras
de Francisco de Goya: uno de los pintores más importantes, carismáticos y
revolucionario de la historia de la pintura, a nivel mundial. Sus Pinturas Negras y
sus series de grabados despiertan admiración por su sorprendente modernidad y
su ruptura con los cánones; sus lienzos costumbristas, sus retratos y sus pinturas
religiosas deslumbran por la luz que emiten y por la contemporaneidad de su
pincelada, que las convierte casi en obras pre-impresionistas. Su concepto del arte
trascendió el del mero reflejo de lo que le rodeaba, interpretando su obra como algo
en constante evolución: “el tiempo también pinta”, dijo en más de una ocasión.
El caso de Goya es casi único en la historia del arte, equiparable solo al de maestros
como el Greco o William Turner. Es la historia de aquellos artistas que huyeron de
las escuelas de su época, en pos de un arte que no sería comprendido hasta
muchas décadas después. Porque las intenciones de su arte eran otras, muy
distintas a las de sus coetáneos. En sus propias palabras: “sus cualidades
excepcionales las malogran esos maestros amanerados, que siempre ven líneas y
jamás cuerpos. Pero, ¿dónde encuentran líneas en la naturaleza? Yo no distingo
más que cuerpos luminosos y cuerpos oscuros, planos que avanzan y planos que
se alejan, relieves y concavidades”. Palabras que podrían suscribir muchos artistas
de las vanguardias del siglo XX, escritas más de ciento cincuenta años antes.
Las obras atribuidas a Francisco de Goya de esa época son escasas; se conservan
algunas pinturas de temática religiosa, pero sobre todas destaca el lienzo "El motín
de Esquilache" (1766). Una pintura coral, que refleja un momento real de gran
intensidad y relevancia social y despliega algunas de las futuras constantes de su
obra: uso teatral de las luces y las sombras, pincelada suelta, colores vibrantes,
movimiento y un evidente interés por el equilibrio y la composición. En 1770 el joven
artista viaja a Italia, donde nace su pasión por las máscaras, las costumbres
populares y el teatro callejero: una pasión que entronca con su atracción por los
rostros y las figuras grotescas. Durante el viaje, Goya decide pintar un cuadro con
el título "Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes" (1770),
para presentarlo al concurso promovido por la Academia de Parma. Si bien la obra
obtuvo buenas críticas, la potencia y el “escaso realismo” de los colores no
convenció al jurado. El estilo arriesgado, personal y vibrante del arte de Francisco
de Goya destaca ya por su modernidad, frente al evidente academicismo de sus
colegas.
“Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes". 1770. Fundación Selgas-Fagalde.
A su vuelta de Italia y con solo 25 años de edad, el joven pintor asume su primer
gran encargo: pintar un fresco en una de las bóvedas de la Basílica del Pilar de
Zaragoza, aplicando las técnicas aprendidas durante su viaje. Esta obra le consigue
más contratos: frescos para iglesias y palacios y retratos de la aristocracia
aragonesa, sobre todo. Es durante esa época cuando pinta los lienzos que decoran
la capilla del Palacio del Conde de Sobradiel. Su trabajo le gana una cierta fama y
una posición estable, factores que consiguen que su antiguo maestro, Francisco
Bayeu, le permita contraer matrimonio con su hermana Josefa. De los siete hijos del
matrimonio solo el más joven, Francisco Javier Pedro, sobrevivirá hasta convertirse
en adulto. El alma atormentada del artista, que más adelanta aflorará en las Pinturas
Negras, los "Caprichos" y los "Disparates", se ve alimentada por este hecho.
"El cacharrero” (1779). Cartón para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.
En 1775 tiene lugar un hecho crucial que cambiará la vida de Francisco de Goya.
El primer pintor del rey Carlos III, Anton Raphael Mengs (que también triunfó
pintando en otras cortes europeas), le llama para que diseñe y pinte cartones para
los tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara. Los primeros los entrega ese
mismo año: un total de nueve obras, que servirán como guía para sendos tapices
cuyo destino será San Lorenzo del Escorial. Goya prosigue con su producción, y al
año siguiente comienza otra serie de cartones, en este caso con imágenes para la
colección de tapices del Palacio del Pardo. Entre 1778 y 1780 el artista trabaja y
reside en la corte, lo que le proporciona la oportunidad de entablar amistad con el
Conde de Floridablanca (entonces secretario de Estado). Esta y otras relaciones,
junto a su innegable talento y la originalidad de sus obras, le garantizan un trabajo
estable: Goya dará entonces los primeros pasos para convertirse en el futuro Pintor
de la Corte. En 1780 presenta su lienzo "Cristo en la Cruz" como aval para entrar
en la Real Academia de San Fernando y es admitido por unanimidad.
"San Bernardino de Siena predicando ante Alfonso V de Aragón” (1.781-83) Basílica de San Francisco el
Grande.
El espíritu inquieto de Goya le arrastra hacia determinados ambientes, personajes
e ideas que se convertirían en fundamentales durante toda su vida. En esa época
entabla amistad con Gaspar Melchor de Jovellanos y con el coleccionista de arte
Juan Agustín Ceán Bermúdez. A través estas relaciones su carrera como pintor
continúa en ascenso, gracias a los numerosos encargos que le consiguen. Sin
embargo, estos encargos no son en absoluto lo más importante que recibe de sus
amistades: ellos le abren las puertas de los círculos de intelectuales y reformistas,
que en aquellos tiempos abogaban por traer la Ilustración a España. Es un
descubrimiento que marcará al artista, que se identifica de inmediato con los nuevos
puntos de vista sobre la educación y la política. Son momentos críticos y
reveladores, que también afectan a su pintura; sus lienzos empiezan a abandonar
los conceptos ideales y perfeccionistas en busca del expresionismo, representado
por lo desmesurado y lo grotesco. Sin saberlo, Francisco de Goya se convierte en
uno de los precursores de un movimiento que no tardaría en despertar en Europa:
el romanticismo.
Exposiciones
Goya en Madrid
Los cartones que Goya pintó para realizar tapices se consideraban hace tiempo
como “obras menores”. Sin embargo, se trata de magníficas pinturas que revelan la
mano indómita del maestro, prefigurando movimientos que llegarían décadas
después. El Museo del Prado realizó una completa exposición de estos cartones,
mostrándolos con los de otros artistas de la época junto con las pinturas y esculturas
que le sirvieron como modelo e inspiración.
La obra de Francisco de Goya compartió espacio con otro grande del arte español,
Pablo Picasso, en esta exposición organizada por el Polk Museum of Art de Florida
(EEUU). En las salas del museo norteamericano se pudieron ver más de 50 obras
de arte del pintor, incluyendo la famosa serie Tauromaquia. Estas piezas se
expusieron en compañía de varias piezas creadas por Picasso sobre distintos
soportes: desde cerámica hasta cartón. Las obras fueron cedidas en su mayoría por
la institución The Art Company, situada en Pesaro (Italia).
De nuevo, en 2019 el Museo del Prado dedicó una parte de su calendario expositivo
a la obra de Francisco de Goya. En este caso, la muestra partió de los trabajos de
investigación y documentación realizados para el nuevo Catálogo razonado que el
museo tenía intención de publicar, a partir de un convenio firmado por el Prado y la
Fundación Botín. Fue la primera vez en la que se reunieron más de 300 dibujos
realizados por Goya, procedentes del propio museo y de colecciones de todo el
mundo.
Libros
Goya en las literaturas. Leonardo Romero Tobar. Ed. Marcial Pons, 2016
El profesor de arte Leonardo Romero Tobar ha realizado un gran trabajo con este
estudio, una monografía bien organizada y comentada que arroja nueva luz sobre
la obra de Francisco de Goya. El texto constituye una extensa colección de
referencias bibliográficas comentadas, una magnífica contribución para cualquier
estudioso sobre la obra del artista. Lejos de tratarse de una colección de citas y
textos del maestro, el libro constituye una compilación de referencias que añade un
interesante análisis de la obra, los intereses y el contexto del pintor.
Este texto es una pequeña recopilación de 16 páginas, de varios autores sobre la vida de Goya. jc