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Trauma del desarrollo: la epidemia oculta

El texto nos regala una visión de lo que es el desarrollo de los niños y niñas víctimas de abuso
sexual, maltrato precoz o algún tipo de abuso infantil, lo cual puede desencadenar un trauma del
desarrollo. Se relata que los niños que han sufrido algún tipo de abuso tienden a desarrollar
sentimientos de minusvalía, fluctuaciones constantes entre un colapso en total abatimiento; muchos
de estos niños fueron diagnosticados con trastornos comórbidos como lo eran trastorno bipolar,
trastorno explosivo intermitente, TDAH, trastorno desafiante oposicionista, etc., trastornos que
según el texto solo cumplían la función de etiquetar pero se generan las preguntas de cómo
podríamos ayudar a estos pacientes a tener una vida y a que sepan quiénes son. Al principio se creía
que los problemas en estos niños se debían a genes “defectuosos”, pero después de una
investigación que llevó mucho tiempo y mucho dinero, se obtuvo como resultado que no hay un
patrón genético en este caso para la esquizofrenia, debido a que los genes son cambiantes y pueden
contribuir conjuntamente a influir en un único resultado, después de obtener estos resultados se
pensó en la importancia que tiene la influencia del ambiente debido a que es importante saber que
nuestro cuerpo puede cambiar no solo con productos químicos sino también dependiendo en el
modo en que nuestro mundo social habla a nuestro mundo innato. En el transcurso del texto se
habla acerca de un experimento que se hizo con los monos Rhesus, con el fin de indagar en los
estilos de crianza; de las madres que no habían logrado sincronizar su comportamiento con el de la
tropa, resultaron dos tipos de personalidad presente en las crías que generaban problemas: por un
lado los monos estirados y nerviosos, que se vuelven asustadizos, retraídos y deprimidos y los
monos sumamente agresivos, que crean tantos problemas que con frecuencia los evitan, les pegan o
los matan. Por otro lado, estaban las madres que pertenecían a un grupo social estable, lo cual
conllevaba que fueran madres diligentes que cuidan atentamente a sus crías y estas logran
sobrevivir; esto en comparación con los humanos indica que las relaciones tempranas seguras y
protectoras son críticas para proteger a los hijos de problemas a largo plazo.

En cuanto al estrés traumático infantil, se halló que el desarrollo mental, biológico y moral de los
niños traumatizados no estaba siendo enseñado a todos los profesionales, por lo cual se llegó a la
conclusión de que si realmente se quería poner frente al tema del trauma infantil, se tenía que crear
una organización con el fin de promover el estudio de este, educando maestros, jueces, ministros,
padres de acogida, médicos, funcionarios de libertad condicional, enfermeros y profesionales de la
salud mental, en otras palabras, cualquier persona que trabaje con niños y niñas que hayan sufrido
abusos y traumas, con el objetivo de lograr un tratamiento más completo por medio del trabajo
interdisciplinario. En los años setenta no había manera de clasificar el amplio abanico de síntomas
con los que volvían los veteranos de Vietnam, por lo cual los médicos tenían que improvisar un
tratamiento para sus pacientes, tratamientos que en muchas ocasiones no eran efectivos; luego entra
el diagnóstico del TEPT al DSM-III lo cual abrió paso a muchas investigaciones y a la creación de
tratamientos más efectivos para los veteranos de la guerra y para personas víctimas de
acontecimientos traumáticos como violaciones, asaltos y accidentes automovilísticos. Después de
revisar los criterios para el diagnostico del TEPT, se llegó a la conclusión de que los niños y niñas
traumatizados podían desarrollar síntomas básicos del TEPT pero debido a tantos problemas que
tenían estos niños trastornados, los cuales antes de llegar a la edad adulta ya poseían seis o más
etiquetas que realmente no significaban nada, se seguía pensando que había la necesidad de un
diagnóstico que englobara la realidad de su experiencia; en estos niños se descubrió un perfil
constante que se componía de 3 características: 1) un patrón generalizado de desregulación, 2)
problemas de atención y concentración, y 3) dificultades en llevarse bien consigo mismo y con los
demás; lo anterior permitiría darles un único diagnóstico y evitar colocarles múltiples etiquetas, por
esto le pidieron a la APA que añadiera el trauma del desarrollo a su lista de áreas prioritarias para
clarificar a lo que recibieron como respuesta que era poco probable que el TTD fuera incluido en el
DSM-V.

Ellos realizaron varios estudios prospectivos pero mencionan dos, cómo las relaciones conforman el
desarrollo, donde le hicieron seguimiento a madres primerizas de diferentes contextos y diferentes
tipos y niveles de apoyo para criar a sus hijos, se hizo el seguimiento durante 30 años para ver todo
el desarrollo hasta la edad adulta; allí fueron descubriendo que el tema clave era el modo en que los
padres se sentían e interactuaban con sus hijos, se descubrió que los criadores no solo ayudan a
mantener la activación dentro de los limites manejables, sino que también ayudan a los niños a
desarrollar su propia capacidad de regular su activación. Los niños que recibían unos cuidadores
constantes se convertían en niños bien regulados, mientras que una crianza errática como el
abandono precoz o un trato duro generaba problemas conductuales y era indicativo de problemas
con los semejantes y de una falta de empatía ante el malestar de los demás; se habla sobre la
resiliencia donde resalta que el mejor indicador de cómo habían lidiado las personas con las
decepciones inevitables de la vida era el nivel de seguridad establecido con su cuidador primario
durante los dos primeros años de vida. Otro estudio fue los efectos del incesto a largo plazo, donde
hablaban acerca de las niñas que habían sido abusadas sexualmente, de cómo esto tenía
consecuencias sobre el concepto que tenían sobre sí mismas y sobre su vida amorosa posterior
debido a que ellas maduran mucho más rápido en comparación con las demás niñas que no han
sufrido abusos; estas chicas presentaban un gran abanico de efectos negativos como déficits
cognitivos, depresión, síntomas disociativos, un desarrollo sexual alterado, altas tasas de obesidad y
automutilación.

Para finalizar el capítulo, hablan del DSM-V, donde se considera que, como tal, el DSM es un libro
que carece de validez científica y expresan que la fiabilidad del diagnostico no es una cuestión
abstracta, que debe haber relación entre diagnóstico y cura debido a que un paciente mal etiquetado
será un paciente mal tratado. Se identifica que en el DSM-V, las fuentes de sufrimiento se
establecen dentro de los individuos, pasando por alto las innegables causas sociales de muchos de
esos problemas; entonces la pregunta que surgía es ¿por qué se excluyen las relaciones o las
condiciones sociales?, si en el ser humano, todo (cerebro, mente y cuerpo) está orientado hacia la
colaboración en los sistemas sociales.

La diferencia más importante que aportaría el diagnóstico de TTD, sería la centralización de la


investigación y el tratamiento en los principios centrales que subyacen tras los síntomas cambiantes
de niños y adultos con traumas crónicos, síntomas como: desregulación biológica y emocional
generalizada, apego inexistente o alterado, dificultades en concentrarse y en permanecer en el buen
camino y una enorme falta de identidad personal coherente y de competencia. También se encuentra
la importancia de poner en primera fila un tratamiento que esté encaminado en tratar todos los
síntomas, de otro modo no habrá una efectividad en este; otro punto importante es el apoyo social el
cual debería ser considerado el pilar de toda prevención y tratamiento ya que no es una opción sino
una necesidad biológica

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