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HERNÁN RIVERA LETELIER Y EL CONTEXTO Scarleth Muñoz Morales

DE LA MASACRE DE SANTA MARÍA Pedagogía en Lengua


Castellana y Comunicación.

Mayo 2020
«... Nací en una vieja mina
donde no hay aves ni flores
soportando los calores
y el frío que me
trasmina
yo mismo labré mi ruina
trabajando sin cesar
contento de acaparar
riqueza al explotador
soy la negra y triste flor
que mi llanto hizo brotar...».
HERNÁN RIVERA LETELIER
Nació en Talca en 1950, pero desde niño vivió en diversas oficinas salitreras
del Desierto de Atacama, en las cuales destacan Algorta, donde realizo sus
estudios primarios, y María Elena y Pedro de Valdivia, donde se desempeño
por largo tiempo como obrero. De ahí su profundo conocimiento del desierto la
pampa y la particular forma de vida de que se desarrollo en las oficinas
salitreras del norte de Chile.
Comienza incursionando en la poesía, género por el cual es galardonado.
Luego, de forma exitosa, su atención recae en los cuentos, para más tarde
alcanzar notoriedad como novelista.
La obra que lo consagra es su primera novela, La Reina Isabel cantaba
rancheras, con la cual gana el Premio de la Novela del Consejo Nacional del
Libro y la Lectura en 1994, galardón que volvió a obtener dos años más tarde
con su segunda novela Himno del Ángel Parado en una Pata.
NOVELAS
•La reina Isabel cantaba rancheras, 1994. •La contadora de películas, 2009.

•Himno del ángel parado en una pata, 1996. •El arte de la resurrección, 2010.

•Fatamorgana de amor con banda de música, 1998. •El escritor de epitafios, 2011

•Los trenes se van al Purgatorio, 2000. •Historia de amor con hombre bailando, 2013

•Santa María de las flores negras, 2002. •El vendedor de pájaros, 2014

•Canción para caminar sobre las aguas, 2004. •La muerte es una vieja historia, 2015

•Romance del duende que me escribe las •La muerte tiene olor a pachulí, 2016
novelas,2005. •La muerte se desnuda en La Habana, 2017
•El fantasista, 2006. •El hombre que miraba al cielo, 2018
•Mi nombre es Malarrosa, 2008. •El autodidacta, 2019
CUENTOS POESÍA

•Cuentos breves y cuescos de brevas, •Poemas y pomadas, Editorial Eléctrica


microcuentos, 1990 Chilena, Santiago, 1987

•Donde mueren los valientes, relatos,


1999 (reeditado por Punto de Lectura
en 2007)
PREMIOS Y DISTINCIONES
•Premio del Consejo Nacional del Libro 1994 en la categoría obra inédita por La reina Isabel cantaba rancheras.
•Premio del Consejo Nacional del Libro 1996 en la categoría obra inédita por Himno del ángel parado en una pata.
•Premio Revista de Libros de El Mercurio 1998 por Lentes oscuros/Gafas ahumadas (cuentos).
•Premio José Nuez Martín 2001 (Chile) por Los trenes se van al purgatorio.
•Finalista del Premio Altazor 2000 con Donde mueren los valientes.
•Finalista del Premio Altazor 2001 con Los trenes se van al purgatorio.
•Premio Arzobispo Juan de San Clemente 2001 (España) por Fatamorgana de amor con banda de música.
•Caballero de la Orden de las Artes y Letras, 2001 (Francia).
•Finalista del Premio Altazor 2003 con Santa María de las flores negras.
•Premio Alfaguara de Novela 2010 por El arte de la resurrección.
•Premio al Mérito Literario Internacional Andrés Sabella 2012 (Feria Internacional del Libro Zicosur Antofagasta)​.
CONTEXTO HISTÓRICO DE LA
MATANZA DE SANTA MARÍA
Los principales antecedentes de esta masacre se encuentran en el surgimiento del
movimiento obrero y el sindicalismo producto de las injusticias de los empresarios de la
época en diversos sectores de la producción nacional. Años anteriores a 1907, se iniciaron
huelgas, pero ninguna de estas causó un impacto equivalente como lo fue la huelga de los
obreros del salitre de la pampa chilena.
Tras la Guerra del Pacífico (1879-1884) se obtienen los territorios de Tarapacá y
Antofagasta, significando para Chile el acceso a la explotación de yacimientos de salitre, el
cual se convierte en la principal fuente económica del país, sin embargo estas se
encontraban en manos de extranjeros.
La vida de los trabajadores del salitre era muy dura, puesto que las empresas tenían un
control total sobre la vida y obra dentro de los yacimientos. La concentración de poderes
era absolutamente inmensa, donde, además de ser dueños de las viviendas obreras, las
empresas contaban con un sistema policial propio, controlaban las pulperías y a todos
aquellos que se dirigían a realizar negocios en las oficinas, establecieron un sistema
exclusivo de pago por medio de fichas las cuales eran exclusivamente canjeables en las
oficinas y negocios de su propiedad, y no dudaban en retrasar los pagos hasta dos o tres
meses.
La cuestión social en la región de Tarapacá empezó a manifestarse en el malestar de los obreros de
las oficinas salitreras, que en distintas peticiones reclamaban al Gobierno atención y mejoras en sus
condiciones de vida y laborales, sin embargo, los gobiernos parlamentarios eran reacios a intervenir
en las negociaciones entre empleadores y trabajadores.
Pese a que desde principios de 1907, los habitantes de Iquique se encontraban descontentos por
una serie de conflictos debido a la fuerte devaluación del peso y la consiguiente alza de precios, la
huelga salitrera propiamente tal, estalló el 10 de diciembre en la oficina San Lorenzo, conocida
como la huelga de los 18 peniques, extendiéndose rápidamente a todo el cantón de San Antonio.
Cinco días después, una columna de más de dos mil obreros caminó a Iquique en demanda de
mejoras salariales y laborales, bajo la firme decisión de permanecer allí hasta que las compañías
salitreras dieran respuesta a sus peticiones, por lo que se les ofrece refugio en la Escuela Domingo
Santa María y algunas en bodegas. Con el correr de los días la situación se agravó. Mientras que
numerosos gremios de Iquique se sumaron al movimiento huelguístico, todos los cantones salitreros se
plegaron al paro y, periódicamente, nuevos contingentes de mineros llegaban a la ciudad. Según
estimaciones de la época, las cifras de huelguistas oscilaban entre 15 mil a 23 mil personas, lo que
implicó que tanto las actividades del puerto, como la producción minera de toda la región,
quedaran paralizadas por completo.
El rechazo de las compañías a negociar mientras no se reanudaran las labores, hizo que
intervención estatal fuera confrontacional. Frente a la creciente tensión que había ya entre
los grupos, el 20 de diciembre de 1907 los dirigentes efectuaron una reunión con el
intendente Eastman. En esos mismos momentos era declarado el estado de sitio, haciendo
que las libertades constitucionales fueran suspendidas. Mientras la reunión se efectuaba, en
la oficina salitrera Buenaventura, un grupo de obreros con sus familias trataron de
abandonar el lugar y fueron acribillados en la línea férrea. Como resultado de esta acción
6 obreros murieron y los demás terminaron heridos
El 21 de diciembre de 1907 se efectuaron los funerales de los obreros en Iquique, e
inmediatamente después de concluir las ceremonias se les ordenó a todos los trabajadores
que abandonaran las dependencias de la escuela y sus alrededores y se trasladaran al
Club Hípico. Los obreros se negaron a ir, temiendo ser cañoneados por los barcos que
apuntaban el camino que deberían recorrer hacia dicho lugar.
El general Roberto Silva Renard, junto al coronel Ledesma, tenían la misión de desalojar a
los trabajadores en huelga. Se señaló a las 14:30 horas, a los dirigentes del comité de
trabajadores, que si no salían del edificio abrirían fuego contra ellos. Ante la negativa de
estos, el jefe militar reiteró que abriría fuego sobre los huelguistas a las 15:30 horas. Pese
a las amenazas reiteradas, sólo un pequeño grupo de trabajadores abandonó la plaza.
A la hora señalada por Silva Renard, éste ordenó a los soldados disparar a los miembros
del comité que se encontraban en la azotea de la escuela, quienes cayeron muertos con la
primera descarga. La multitud, desesperada y buscando escapar, se arrojó sobre la tropa
y ésta repitió el fuego mediante ametralladoras. En aquel momento las fuerzas del ejército
entraron a la escuela y acribillaron a los trabajadores y a sus familias (niños, mujeres y
hombres sin discriminar). Los sobrevivientes con posterioridad fueron escoltados por las
militares hasta el Club Hípico, y desde allí a la pampa.
Mas, no existe claridad en la cifra exacta de muertos, puesto que no hay registro de la
cantidad de cadáveres que fueron sepultados en la fosa común del cementerio de la
ciudad, además de que las cifras entregadas en el informe del general Silva Renard son
inverosímiles según la gran cantidad de huelguistas alojados en la cuidad.
En consecuencia a lo ocurrido y al alto nivel de represión, el movimiento obrero disminuye,
por lo que la mejora de las condiciones de los obreros fue lenta, y no sería hasta 1920
cuando se empezarán a dictar las leyes sociales mínimas, tales como la de pago en dinero
y jornada de trabajo.
PLAZA MONTT HORAS TRAS LA MATANZA
«... Hoy por hambre acosado
esta región abandono
me voy sin fuerza ni abono
viejo, pobre y explotado
dejo el trabajo pesado
del combo, chuzo y la lampa
y esa maldita rampa
donde caí deshojada
soy la flor negra y callada
que nace y muere en la pampa...».

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