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5 mitos griegos que comprueban que el

amor no es más que una trampa mortífera


Por: Olympia Villagrán - 7 de septiembre, 2016

Fueron seis romances fulminantes con los que Afrodita llevó al éxtasis de la pasión a sus
conquistas, pero también con los que la misma diosa del amor conoció el desamor. Afrodita
sufrió hasta secarse por dentro, pero no más que los seis hombres que se enamoraron
abruptamente de ella. Como un arma mortal la diosa griega cristalizó el corazón de estos
varones con su inigualable belleza y su figura celestial.

 Afrodita se entregó en cuerpo y alma a cuatro dioses y dos mortales que quedaron
marcados por el aroma de sus besos y la suavidad de sus caricias para la eternidad. Pero
Hefesto, Dionisio, Hermes, Anquises, Ares y Adonis también sufrieron de celos enfermos,
de tristezas inacabables y de una enorme ausencia al tener que separarse de la gran diosa
mitológica.

El mito de Afrodita cuenta que ella se enamoró una sola una vez de un mortal, Adonis, al
que conoció cuando accidentalmente Cupido la pinchó con unas de sus flechas.
Lamentablemente el único hombre por el que la diosa conoció el verdadero amor, murió
cuando los colmillos de un jabalí le atravesaron las costillas hasta desgarrarle los intestinos.
Y ésa fue la primera vez que en la Tierra se vio llorar a una diosa con tanta sinceridad.

"Vuestra victoria no será completa. El recuerdo de mi dolor perdurará y mis lamentos se


escucharán hasta el fin del mundo. Tu efímera sangre mortal será eterna, Adonis,
delicada, renaciendo perpetuamente, como una flor". Con esas palabras y una última
caricia sobre la piel fría de Adonis fue como Afrodita se despidió de él, pero se cree que la
hermosa diosa aún llora su ausencia desde los cielos y que su lamento viaja con el viento.

*Mitos del amor que tenemos que olvidar ya


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Como éste existen otros mitos, que más que una historia de amor, describen la fragilidad
del corazón cuando éste se enamora de un sueño. Es decir, de un amor platónico, el cual no
sólo desilusiona, también mata algo dentro de aquél que intenta entrar al corazón de alguien
a quien no le interesa enamorarse.
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"La media naranja"

Éramos perfectos, más que eso, nuestra forma esférica ocultaba nuestra espalda y costados
también, cuatro brazos, cuatro piernas y una sola cabeza sobre nuestra forma circular, nos
conformábamos pensándonos eternos. Con nuestras dos orejas nos escuchábamos mientras
sentíamos a nuestro corazón regocijarse por esa unión.

Nos sentimos animosos, nos creímos invencibles y escalamos el cielo para desafiar a los
dioses. Pero aquello nos costó todo lo que éramos, nos quitó todo lo que teníamos. Zeus
exasperado por nuestra absurda osadía decidió castigarnos y lanzó un rayo que nos partió
por la mitad. 
Conservó cada mitad de nosotros como seres mundanos, débiles, imperfectos e
incompletos. Nos separaron para siempre y nos devolvieron a la Tierra, donde por lustros
nos buscamos. 
Esperanzados de encontrarnos cada uno con su mitad, de recuperar lo que era nuestro, de
completar nuestro ahora amorfo cuerpo y llenar el hueco que nos había vaciado.

Y así fue, uno de nuestros mil esfuerzos resultó y cuando nos reencontramos, nos unimos el
uno al otro atando nuestros brazos. Pero en el ardor del deseo y en la premura de volver a
ser uno mismo, olvidamos que sin extremidades seríamos inútiles. Así que padecimos de
hambre y morimos lentamente de inanición, pues ninguno era capaz de vivir sin el otro…
entonces decidimos morir juntos.
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"Osa Mayor y Osa Menor"

Los celos y la venganza corroían a Hera, la enamorada y desesperada esposa de Zeus.


Mientras Calisto, la hermosa ninfa, decidió desafiar a la mujer de Zeus aceptando los
juegos de seducción del dios del trueno, pero nunca imaginó el final ruin al que se
enfrentaría tras ser descubierta por Hera.

Los bosques de Arcadia fueron testigos del amorío entre esta ninfa cazadora y el
gobernante del Olimpo, presos de un arrebatado e intenso amor, descuidaron el secreto
que destrozaría el corazón de la mujer que más amaba a Zeus, quien en venganza a su
traición y como castigo para los dos, decidió convertirla en un oso que vagaría por el
bosque hasta el final de sus días.

Arkas fue el hijo que Calisto había dejado como único legado tras ser convertida en
un animal; como obra de un irremediable karma, un día, mientras Arkas caminaba por el
bosque, se topó con aquel oso al cual desconoció totalmente como su madre. Y justo antes
de que su propio hijo le lanzara la primera flecha que le atravesaría el corazón,
Zeus intervino para contarle la verdad y salvar a la que alguna vez fue su amada.

Con todo el dolor de su corazón, el rey de los dioses decidió evitar que la vida de Calisto
volviera a correr peligro, lanzándola hacia el cielo para alejarla de cualquier cazador que
pudiera lastimarla. Tiempo después, Zeus transformó a Arkas en oso con el fin de enviarle
a Calisto a alguien que le hiciera compañía. El par de osos quedaron trazados en el
firmamento como dos constelaciones que navegantes y viajeros utilizaban como guía o
mapa en tiempos antiguos.
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reales
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"Medusa"

Medusa era un mujer como cualquier otra, la única diferencia era que su belleza se volvía
irresistible ante todo el que la conociera; su ojos, su pelo, hasta su forma de caminar atraían
a todos los hombres que la llegaban a mirar. Poseidón, el rey del mar, fue uno de tantos que
no pudo apartar la vista de tan hermosa mujer al verla caminar a la orilla del mar. De
inmediato y enamorado de tanta belleza Poseidón decidió tomar a Medusa en contra de su
voluntad para llevarla al templo de Atenas con él.
Al llegar ahí Atenas enloqueció de celos y rabia, pero sabía que de ninguna manera podía
castigar a Poseidón, por lo que decidió maldecir a Medusa convirtiendo su largo y hermoso
cabello en repugnantes serpientes, además de condenarla con un poder que haría que
cualquiera que la viera fijamente a los ojos se convirtiera en piedra. Por lo que Medusa
jamás pudo conocer el verdadero amor, no sin antes convertir en una sólida escultura de
roca a todo aquel que la mirara con admiración y cariño directo a los ojos.
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"Apolo y Dafne"

Desde lo más alto del monte Parnaso Cupido decidió usar dos flechas de su saco, la primera
era la que inspiraba el amor más puro y pasional de todos los tiempos y la segunda volvía al
corazón de hielo para aborrecerlo. Dafne, una hermosa ninfa, recibió la segunda y Apolo
fue al que se le inundó el corazón de amor. A partir de ese momento Dafne se convirtió en
un espíritu libre que sólo lograba sentir un gran amor por los bosques y sus árboles.

Mientras que ella se regocijaba en el fresco del bosque Apolo agonizaba de dolor al no
poder poseer a Dafne, de quien estaba perdidamente enamorado. Cuando la veía escondido
detrás de los arbustos sus hombros le parecían estrellas y sus labios un dulce que necesitaba
saborear. De día y de noche la ninfa era perseguida por los ojos de Apolo, a quien
rechazaba continuamente hasta desaparecer como el viento entre las hojas. 

Harto de sentirse despreciado por la mujer que amaba decidió perseguirla hasta alcanzarla,
entonces el aliento de Apolo jadiando sobre el delicado rostro de Dafne la aterrorizó
mientras él tomaba entre sus manos las suaves muñecas de la ninfa. Ella sabía que él era
mucho más fuerte que toda su libertad y que sin la ayuda de su padre jamás podría escapar,
así que lo llamó hasta los cielos para que él lanzara un trueno que agitó las aguas del río,
pero después el pecho de Dafne se cubrió de corteza, sus pies se aferraron al suelo como
raíces y su cabello, aun perfumado, se volvió verde.

Apolo, en medio de una gran locura, aún besaba la madera del tronco de Dafne y
acariciaba sus hojas de manera cuidadosa, pero estas continuaban apartándose de él.
Entonces el desilusionado hombre comprendió que "El amor no puede forzarse; no puedo
obligarte a que me ames así como no puedes obligarme a que deje de hacerlo. Sin tus
caricias, trenzaré mi corona con tus hojas y en adelante la victoria se coronará con el
verde de tu savia".
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"El canto de las sirenas"

Las criaturas más conocidas y temidas de todo el mundo antiguo son las hermosas mujeres
con cola de pez que poseían una hermosa voz que atraía a los hombres que navegaban en
alta mar. Cada vez que estos crueles y bellos monstruos cantaban salían del arrecife para
hacer que los barcos se detuvieran a escucharlas mientras ellas los hacían naufragar.

Varios fueron los marineros que murieron al hipnotizarse con la perfección y el canto de las
sirenas que sólo se aprovechaban de sus deseos carnales para ahogarlos y comérselos. Pues
además de ser criaturas malignas eran mujeres sin corazón que no conocían el amor, por lo
que jamás les importó alguna vida cobrada por sus instintos salvajes.

Aunque nos parezcan mitos de antigüedad inalcanzable hoy todas estas historias recobran
vida cada vez que el desamor se cobra el sufrimiento de un corazón más. Como una trampa
mortífera el amor llega para obsesionarnos, los celos nos invaden, la pasión nos arrebata y
la desilusión se vuelve la caída más dolorosa de todas. La idealización del amor es un arma
de doble filo con la que hasta hoy el hombre, de carne y hueso, no ha sabido lidiar. La
tristeza de un amor imposible es una de las luchas que más se pierden y a pesar de ello
todos deseamos enamorarnos tantas veces como nuestro corazón aguante.

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