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El Beso de la Mujer Araña

Adaptación escénica
De la novela homónima
de Manuel Puig,
realizada por el autor.

Acto Primero

Cuadro Primero
Una celda pequeña de la cárcel de Villa Devoto en Buenos Aires. Oscuridad total. De pronto caen
luces blancas sobre las cabezas de dos hombres, están sentados, mirna en direcciones opuestas.

MOLINA: A ella se le que ve algo raro tiene, que no es una mujer como todas. Muy joven, el
corte de cara... más redondo que ovalado, terminando en punta, como un gato.
VALENTÍN: ¿Y los ojos?
MOLINA: Casi seguro que verdes. Mira al modelo, la pantera negra del zoológico, que estaba
en la jaula echada. Pero cuando la chica hizo barullo con la hoja de dibujo, la pantera
la vió.
VALENTÍN: ¿Cómo no la olio antes?
MOLINA: (Deliberadamente no responde) Pero, ¿quién está atrás?, alguien trata de encender un
cigarrillo, el viento apaga el fosforo.
VALENTÍN: ¿Quién es?
MOLINA: Esperá. Ella se sobresalta. El no es un galán lindo, pero simpático de cara, con
sombrero de ala baja. Se toca el ala como saludo, le dice que el dibujo es barbaro.
Ella se retoca con la mano el flequillo de rulos.
VALENTÍN: Seguí
MOLINA: El se da cuenta que es extranjera por el acento. La chica le cuenta que al estallar la
guerra se embarcó para Nueva York. El le pregunta si extraña. Para ella es como si le
pasara una nube por los ojos, y contesta que viene de las montañas, por ahí por
Transilvania.
VALENTÍN: De donde es Drácula.
MOLINA: El, que es un arquitecto, está al otro día en su estudio con los compañeros y una chica
colega también, y cuando suenan las tres quiere largar todo para cruzarse al
zoológico que está bien enfrente. La colega pregunta por qué está tan contento, se
nota que en el fondo está enamorada de él, por más que disimule.
VALENTÍN: ¿Es un bofe?
MOLINA: No, de pelo castaño, nada del otro mundo, pero agradable. Pero la del zoo, que se
llamaba Irena, no Irene, desapareció. Pasan los días y el muchacho no la puede
olvidar, hasta que caminando por una avenida lujosa ve algo en la vidriera de una
galería de arte. Están expuestas las obras de alguien que dibuja... sólo panteras. El
muchacho entra, allí esta Irena que es felicitada por otros concurrentes. Y no sé bien
cómo sigue.
VALENTÍN: Hacé memoria...
MOLINA: Esperá un poco... Bueno, entonces el muchacho también la felicita. Ella deja
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plantados a los críticos y se va con él. Entonces él le cuenta que pasó por casualidad,
lo que estaba buscando era otro negocio, para comprar un regalo.
VALENTÍN: Para la colega arquitecta.
MOLINA: Él lo que piensa es si le alcanzará la plata para comprar dos regalos iguales. Y se para
frente al negocio, ella mira con desconfianza, es una pajarería y en las jaulas hay
pájaros de todo tipo, tomando el agüita fresca, recien cambiada.
VALENTÍN: Perdoná... ¿hay agua en la garrafa?
MOLINA: Si, la llené cuando abrieron para el baño.
(La luz blanca que solo iluminaba las cabezas pasa a iluminar la figura entera de
ambos; por primera vez en la celda.)
VALENTÍN: Está bien entonces.
MOLINA: ¿Querés un poco?, está fresquita.
VALENTÍN: No, así mañana no hay problema con el mate. Seguí.
MOLINA: No exageres, nos alcanza para todo el día.
VALENTÍN: Pero no me acostumbres mal. Yo me olvidé de traer cuando nos abrieron para la
ducha, si no era por vos estabamos sin agua.
MOLINA: Hay de sobra, te digo... Pero al entrar a la pajarería es como si hubiese entrado quién
sabe quién, el diablo. Los pájaros vuelan ciegos de miedo contra les rejitas de las
jaulas, y se machucan las alas. Ella le agarra la mano al muchacho y lo saca afuera.
Los pájaros enseguida se calman. Ella le pide que la deje irse. Él vuelve a entrar, los
pájaros siguen cantando tranquilos, le compra uno a la del cumpleaños. Y después....
bueno, no me acuerdo muy bien como sigue, tengo sueño.
VALENTÍN: Seguí un poco más.
MOLINA: Con el sueño se me olvida. Con el mate te la sigo.
VALENTÍN: No, mejor a la noche, durante el día no quiero pensar en macanas. Hay cosas más
importantes.
MOLINA: ...
VALENTÍN: Si no estoy leyendo y me quedo callado es porque estoy pensando. Pero no
interpretes mal.
MOLINA: (Molesto por la observación de Valentín, con ironía muy velada) Está bien, no te voy
a distraer, perdé cuidado.
VALENTÍN: Veo que entendés, te lo agradezco. Hasta mañana. (Se acomoda para dormir)
MOLINA: Hasta mañana, que sueñes con Irena. (Se acuesta también, pero queda pensativo)
VALENTÍN: Me gusta más la colega arquitecta.
MOLINA: Ya lo sabía.

Cuadro Segundo

Ambos sentados, en otra posición, no se miran; sólo las cabezas iluminadas, instantes después
reaparece la luz nocturna.

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MOLINA: Ellos se siguen viendo y se enamoran. Ella lo mima, se le acurruca en los brazos,
pero cuando él la quiere abrazar fuerte y besarla ella se le escurre. Le pide que no la
bese, que la deje a ella besarlo a él, con los labios carnosos, pero cerrados. (Valentín
está por decir algo pero Molina sigue)... Hasta que una noche se siente sola yse le
presenta en el departamento al muchacho. Un departamento grande, todo fin de siglo,
de la madre del muchacho.
VALENTÍN: ¿Él qué hace?
MOLINA: Nada, enciende la pipa y la mira con esa bondad que se le nota siempre.
VALENTÍN: Me gustaría preguntarte cómo te imaginás a la madre del tipo.
MOLINA: (Sin humor) ¿Para reírte?
VALENTÍN: Prometo que no.
MOLINA: No sé... un encanto de persona. Hizo muy feliz a su marido, y a sus hijos, muy bien
arreglada siempre.
VALENTÍN: ¿Te la imaginas fregando la casa?
MOLINA: No, la veo impecable, el vestido de cuello alto, la puntilla le disimula las arrugas del
cuello.
VALENTÍN: Siempre impecable. Tiene sirvientes, explota a gente que no tiene más remedio que
servirla, por unas monedas. Y claro, fue feliz con su marido que la explotó a su vez a
ella, la mantuvo encerrada en la casa como una esclava, para esperarlo...
MOLINA: Oíme...
VALENTÍN: ... para esperarlo todas las noches, de vuelta de su estudio de abogado, o del
consultorio. Y ella estuvo de acuerdo con el sistema, y le inculcó al hijo toda esa
basura y el hijo ahora se topa con la mujer pantera. Que se la aguante.
MOLINA: (Irritado) Me da rabia que te salgas con eso, ahora que me había olvidado de esta
mugre, contándote la cinta.
VALENTÍN: Yo también me había olvidado.
MOLINA: Y entonces, ¿por qué cortar la ilusión?
VALENTÍN: Te voy a explicar
MOLINA: Sí, pero mañana... Por qué no me tocó el novio de la mujer pantera, en ves de vos...
VALENTÍN: Ésa es otra historia, y no me interesa
MOLINA: ¿Te asusta hablar de eso?
VALENTÍN: Me aburre. Ya sé todo de vos, aunque no me hayas contado nada.
MOLINA: Bueno, te conté que caí por corrupción de menores, y está todo dicho, no las vayas de
psicólogo.
VALENTÍN: (Escudándose en el humor.) Confesá que te gusta porque fuma pipa.
MOLINA: No, porque es pacífico, y comprensivo.
VALENTÍN: La madre lo castró, eso es todo.
MOLINA: Me gusta y basta. Y a vos te gusta la arquitecta, ¿qué tiene de guerrillera ésa?.
VALENTÍN: Me gusta, bueno, más que la pantera. Pero a vos no te conviene el de la pipa.
MOLINA: ¿Por qué?
VALENTÍN: Tus fines no son del todo castos, ¿eh?, confesa.
MOLINA: Claro
VALENTÍN: Bueno, a él le gusta Irena porque es frígida y no la tiene que atacar, por eso le lleva a
la casa donde está la madre presente, aunque esté muerta.
MOLINA: (Acumulando Rabia) Seguí.
VALENTÍN: Si en la casa dejó intacto todo lo de la madre, es porque quiere ser siempre un chico,
y lo que trae no es una mujer, sino una nena para jugar.
MOLINA: Todo de tu cosecha. Yo qué sé si la casa era de la madre, te dije eso porque me gustó
el departamento y como vi antigüedades dije que podía ser de la madre. A lo mejor él
lo alquila amueblado.
VALENTÍN: Entonces me inventas la mitad de la película.
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MOLINA: Te juro que no, pero hay cosas que para redondeártelas, bueno, de algún modo te las
tengo que explicar. La casa, por ejemplo. Y no te olvides que soy vidrierista, que es
casi como decorador... Bueno, ella empieza a contar, eso no me acuerdo bien cómo
era... Lo que sé es que en la aldea de ella una vez existieron mujeres pantera. Y esos
cuentos la asustaron mucho cuando chica.
VALENTÍN: Y los pájaros, ¿por qué le tenían miedo?
MOLINA: Eso es lo que le pregunta el muchacho a Irena. ¿Y ella qué le contesta? ¡No le
contesta nada! . Y la escena termina con él de pijama y una robe de chambre buena
pero no de lujo, lisa sin dibujos, y la mira dormir en el sofá desde la pieza de él,
enciende la pipa y se queda pensativo.
VALENTÍN: ¿Sabés lo que me gusta?, que es como una alegoría, del miedo de la mujer de
entregarse al hombre, porque dándose al sexo se vuelve un poco animal, ¿viste?
MOLINA: (No gusta del comentario de Valentín) Irena se despierta, está ya aclarando.
VALENTÍN: Se despierta de frío, como nosotros.
MOLINA: (Irritado) Sabía que ibas a decir eso. La despierta un canario que canta en la jaula.
Ella primero siente miedo de acercarse, pero el pajarito está contento y ella se anima
a acercarse. Suspira hondo, aliviada, porque el pajarito no se asusta de ella. Y prepara
tostadas, y cereales, y panqueques...
VALENTÍN: No cuentes de comida.
MOLINA: Y panqueques...
VALENTÍN: Te lo pido en serio. Ni de comidas ni de mujeres desnudas.
MOLINA: Lo despierta y él está feliz de verla cómoda en la casa y le pregunta si quiere
quedarse para siempre, y casarse. Ella contesta que con toda el alma y mira y las
cortinas le parecen tan lindas, de terciopelo oscuro. (Con agresividad) Se ve entonces
toda la decoración de fin de siglo. Entonces Irena le pide que para ser su esposa de
verdad le dé un poco de tiempo, hasta que se le vayan los miedos...
VALENTÍN: Te das cuenta qué le pasa, ¿no?
MOLINA: Esperate. Él acepta y se casan. Y cuando llega la noche de bodas, ella duerme en la
cama y él en el sofá.
VALENTÍN: Mirando los adornos de la madre. Confesa que es la casa en que te gustaría vivir.
MOLINA: ¡Claro! Y ahora te tengo que aguantar que digas lo mismo que todos.
VALENTÍN: A ver..., ¿qué te voy a decir?
MOLINA: Todos igual, me vienen con lo mismo.
VALENTÍN: ¿Qué?
MOLINA: Que de chico me mimaron demasiado, y por eso soy así, que me quedé pegado a las
polleras de mi mamá, pero que siempre se puede uno enderezar y que lo que me
conviene es una mujer, porque la mujer es lo mejor que hay.
VALENTÍN: ¿Eso te dicen?
MOLINA: Y eso les contesto... ¡regio!, ¡de acuerdo!, ya que la mujer es lo mejor que hay... yo
quiero ser mujer. Así que ahorrame de escuchar consejos, porque yo sé lo que me
pasa y lo tengo clarísimo en la cabeza.
VALENTÍN: Yo no lo veo tan claro, por lo menos como lo acabas de definir.
MOLINA: No necesito que me aclares nada, y si querés te sigo la película y si no paciencia, me
la cuento a mi mismo en voz baja, y arrivederci. Sparafucile.
VALENTÍN: ¿Quién es Sparafucile?
MOLINA: No sabés nada de ópera, es el traidor de Rigoletto... ¿En qué estábamos?.
VALENTÍN: Noche de bodas. Que él no la toca.
MOLINA: No te dije que se pusieron de acuerdo que ella vaya a un psicoanalista.
VALENTÍN: Perdoname..., no te vayas a enojar.
MOLINA: ¿Qué pasa?
VALENTÍN: (Menos comunicativo aun que de costumbre, sombrío.) No puedo concentrarme en lo
que contás.
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MOLINA: ¿Te aburriste?
VALENTÍN: No, eso no. Tengo un lío en la cabeza. (Habla más para sí mismo que para el otro.)
Me quiero callar un rato. No sé si te ha pasado, que sentís que te estás por dar cuenta
de algo, que tenés la punta del ovillo y si no empezás a tirar ya... se te escapa.
MOLINA: ¿Por qué te gusta la colega?
VALENTÍN: Por algún lado tiene que salir...(Con desprecio de sí mismo). La debilidad, quiero
decir.
MOLINA: No es debilidad, che
VALENTÍN: (Ácido, nada sentimental.)Es curioso como uno no puede estar sin encariñarse con
algo. Es... como si la mente segregara sentimiento, sin parar...
MOLINA: ¿Vos creés?
VALENTÍN: Como una canilla mal cerrada. Gotas que van cayendo sobre cualquier cosa
MOLINA: ¿Cualquier cosa?
VALENTÍN: No se las puede sujetar
MOLINA: Y vos no querés pensar en tu compañera, ¿no es eso?
VALENTÍN: (Muy desconfiado) ¿Qué sabes si tengo una compañera?
MOLINA: Sería lo normal.
VALENTÍN: No puedo evitarlo... me encariño con cualquier cosa que tenga algo de ella. Bueno,
mejor pienso en lo que tengo que pensar, ¿de acuerdo?
MOLINA: Tirá del ovillo.
VALENTÍN: Perfecto.
MOLINA: Pero si se le enreda la madeja, niña VALENTÍNA, le pongo cero en labores
VALENTÍN: No te preocupes por mí.
MOLINA: Está bien, no me meto más.
VALENTÍN: Y no me llames VALENTÍNA, que no soy mujer.
MOLINA: A mí no me consta.
VALENTÍN: Lo siento, Molina, pero no hago demostraciones
MOLINA: Tampoco te las voy a pedir.

Cuadro Tercero

Noche, la luz eléctrica del penal todavía está encendida, Molina y Valentín comen sentados en el
suelo.

VALENTÍN: (Habla ni bien termina el último bocado.) Cocinás bien.


MOLINA: Gracias, Valentín.
VALENTÍN: Pero me vas a acostumbrar mal. Eso me puede perjudicar.
MOLINA: Vos sos loco, ¡viví el momento!.
VALENTÍN: No creo en eso de vivir el momento. Eso queda para el paraíso terrenal.
MOLINA: ¿Crees en el cielo y en el infierno?
VALENTÍN: Esperate, si vamos a discutir que sea con cierto rigor; si nos vamos por las ramas es
cosa de pibe, de bachillerato.
MOLINA: No me voy por las ramas.
VALENTÍN: Entonces dejame hacerte un planteo.

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MOLINA: Escucho.
VALENTÍN: Yo no puedo vivir el momento porque vivo en función de una lucha política,
¿entendés?. Todo lo que puedo aguantar acá, que es bastante... pero que es nada si
pensás en la tortura... que vos no sabés lo que es.
MOLINA: Pero me puedo imaginar.
VALENTÍN: No, no te la podés imaginar... Bueno, todo me lo aguanto, porque hay una
planificación. Está lo importante que es la revolución social, y lo secundario que son
los placeres de los sentidos. El gran placer es otro, saber que estoy al servicio de lo
más noble, que es... bueno... todas mis ideas...(Se apaga la luz del penal, queda la
luz azul de la noche.) Las ocho...
MOLINA: ¿Como tus ideas?
VALENTÍN: Mis ideales... el marxismo. Y ese placer lo puedo sentir en cualquier parte, acá
mismo en esta celda, y hasta en la tortura. Y ésa es mi fuerza.
MOLINA: ¿Y tu piba?
VALENTÍN: Eso también tiene que ser secundario. Para ella también yo soy secundario. Porque
también ella sabe lo que es más importante.
MOLINA: ...
VALENTÍN: No parecés muy convencido
MOLINA: No me hagas caso. Y me voy a dormir ya.
VALENTÍN: ¡Estás loco!, ¿y la pantera?
MOLINA: Mañana.
VALENTÍN: ¿Qué te pasa?
MOLINA: Mirá, yo soy así, me hieren las cosas. Te hice esa comida, con mis provisiones, y lo
peor: con lo que me gusta la palta te dí la mitad, que me podía quedar para mañana.
Y total... para que me eches en cara que te acostumbro mal.
VALENTÍN: ¡No seas tan blando! Eso es cosa de... (Se interrumpe)
MOLINA: Decilo
VALENTÍN: ¿Decí qué?
MOLINA: Yo sé lo que ibas a decir, Valentín.
VALENTÍN: No seas sonso.
MOLINA: Que eso es cosa de mujer ibas a decir.
VALENTÍN: Sí.
MOLINA: ¿Y qué tiene de malo ser blando como una mujer?, ¿por qué un hombre o lo que sea,
un perro, o un puto, no puede ser sensible si se le antoja?
VALENTÍN: Al hombre ese exceso le puede estorbar.
MOLINA: ¿Para qué?, ¿para torturar?
VALENTÍN: No, para acabar con los torturadores.
MOLINA: Pero si todos los hombres fueran como mujeres no habría torturadores.
VALENTÍN: ¿Y vos que harías sin hombres?
MOLINA: Tenés razón. Son unos brutos, pero me gustan.
VALENTÍN: Molina... vos decís que si todos fueran como mujeres no habría torturadores. Ahí
tenés un planteo siquiera, irreal pero planteo al fin.
MOLINA: Qué modo de decir las cosas. (Imitando a Valentín.) “Un planteo siquiera”.
VALENTÍN: Perdoname si te molesté.
MOLINA: No hay que nada que perdonar.
VALENTÍN: Entonces ponete más contento, no me castigues.
MOLINA: ¿Querés que te siga la película?
VALENTÍN: Pero claro, hombre.
MOLINA: ¿Qué hombre?, ¿dónde está el hombre?, decime que no me lo dejo escapar.
VALENTÍN: (Tratando de disimular que la ocurrencia de Molina le ha hecho gracia.) Contá.
MOLINA: Irena va al psicoanalista que es un tipo buen mocísimo, regio.
VALENTÍN: ¿Qué es para vos un tipo buen mocísimo?, me gustaría saber.
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MOLINA: Ya que estamos, no es mi tipo el que hace de psicoanalista.
VALENTÍN: ¿Qué actor es?
MOLINA: No me acuerdo, muy flaco para mi gusto. Con un bigotito fino. Pero algo se le nota,
no sé, de que está muy seguro de gustar, y ni bien aparece choca. Y le choca a Irena.
La vez siguiente ella no va, le miente al marido y en vez de ir al médico se pone
aquel tapado de felpa negra y se va al zoológico, a mirar la pantera. Y en eso aparece
el cuidador, y abre la puerta de la jaula, le echa la carne y vuelve a cerrar, pero
distraído se olvida la llave en la cerradura. Irena se acerca disimuladamente, a la
cerradura. Pone la mano en la llave, se queda pensando, pasan unos segundos.
VALENTÍN: ¿Qué va a hacer?
MOLINA: Nada más, mañana sigo.
VALENTÍN: ¿Te puedo preguntar una cosa por lo menos?
MOLINA: ¿A ver?
VALENTÍN: ¿Con quién te identificás?, ¿con Irena o la arquitecta?
MOLINA: Con Irena, qué te creés. Yo siempre con la heroína.
VALENTÍN: Seguí.
MOLINA: ¿Y vos con quién?, estás perdido porque el muchacho te parece un pelotudo.
VALENTÍN: Reíte, con el psicoanalista. Pero nada de burlas, yo respeté tu elección. ... ¿Sabés una
cosa?. Me está costando concentrarme.
MOLINA: ¿Qué te pasa?
VALENTÍN: Nada.
MOLINA: Vamos, comunicate un poco.
VALENTÍN: Cuando dijiste que la muchacha está frente a la pantera, pensé que era mi compañera
que estaba en peligro.
MOLINA: Te entiendo.
VALENTÍN: Te imaginarás, si es mi compañera es porque está en la lucha también. Aunque no
debería decírtelo, Molina.
MOLINA: No te preocupes.
VALENTÍN: Es que no te quiero cargar con información que mejor no tenerla.
MOLINA: En mi caso no es una mujer, una chica quiero decir, es mi mamá. Tiene presión alta y
el corazón le falla un poco.
VALENTÍN: Pero con esas cosas pueden durar, tirar años.
MOLINA: Pero hay que evitarles disgustos, Valentín. Imaginate la vergüenza de tener un hijo
preso, y la razón.
VALENTÍN: Ya lo peor pasó, ¿no?
MOLINA: Pero ella tiene el peligro adentro, que es el corazón delicado.
VALENTÍN: Ella te espera, los ocho años pasan, con la esperanza de buena conducta y todo.
MOLINA: (Con poca naturalidad.) Contame más tu novia, si querés...
VALENTÍN: Daría cualquier cosa por abrazarla.
MOLINA: Ya llegará el día. No estás a cadena perpetua.
VALENTÍN: Es que le puede pasar algo.
MOLINA: Esscribile, decile que no se arriesgue, que la necesitás.
VALENTÍN: Eso nunca. Si vas a pensar así no vas a cambiar nada en el mundo.
MOLINA: (Burlándose sin querer.) ¿Y te creés que vas a cambiar el mundo?
VALENTÍN: Sí, y no importa que te rías... Da risa decirlo, pero lo que tengo que hacer antes que
nada... es cambiar el mundo.
MOLINA: Pero no podés cambiarlo de golpe, y solo.
VALENTÍN: Es que no estoy solo, ¡eso es!. Estoy con ella y con todos los que piensan como ella y
yo. Es ésa la punta del ovillo, que a veces se me escapa. No estoy lejos de mis
compañeros, ¡estoy con ellos!, ¡en éste momento!... no importa no poder verlos.
MOLINA: (Con escepticismo y una punta de sorna) Si así te conformás, fenómeno.
VALENTÍN: ¡Mirá que sos idiota!
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MOLINA: Qué palabras...
VALENTÍN: No seas irritante entonces. No soy un charlatán que habla de política en un bar, la
prueba es que estoy acá.
MOLINA: Perdoname
VALENTÍN: Está bien...
MOLINA: (Disimuladamente inquisidor.) Me ibas a contar de tu compañera... algo.
VALENTÍN: Mejor nos olvidamos de eso.
MOLINA: Como quieras.
VALENTÍN: Aunque no me tendría que hacer mal.
MOLINA: Si te hace mal, no...
VALENTÍN: Lo que mejor no te digo es el nombre
MOLINA: ¿Qué tip ode chica es?
VALENTÍN: Tiene veinticuatro años, dos menos que yo.
MOLINA: Trece menos que yo, mentira, diecisiete menos.
VALENTÍN: Siempre fue revolucionaria. Primero le dio por... bueno, con vos no voy a tener
escrúpulos, le dio por la revolución sexual.
MOLINA: (Regocijándose ante la proximidad de un comentario escandaloso.) Contame, por
favor.
VALENTÍN: Viene de hogar burgués, no muy ricos, pero vida desahogada. Pero toda su infancia y
juventud se pudrió de ver a los padres destruirse uno al otro. Con el padre que
engañaba a la madre, sabés lo que quiero decir.
MOLINA: No, no sé.
VALENTÍN: La engañaba al no decirle que necesitaba de otras relaciones. Y la madre se dedicó a
ser víctima. Yo no creo en la monogamia.
MOLINA: Pero qué lindo cuando una pareja se quiere toda la vida.
VALENTÍN: ¿A vos te gustaría eso?
MOLINA: Es mi sueño.
VALENTÍN: ¿Por qué te gustan los hombres entonces?
MOLINA: ¿Qué tiene que ver?. Yo querría casarme con un hombre para toda la vida.
VALENTÍN: ¿En el fondo sos un señor burgués?
MOLINA: Una señora burguesa
VALENTÍN: Si fueras mujer, no querrías eso.
MOLINA: Lo único que querría es vivir al lado de un hombre maravilloso toda la vida.
VALENTÍN: Y como eso es imposible, porque si él es hombre querrá una mujer, bueno, nunca te
vas a poder desengañar.
MOLINA: Seguí con lo de tu compañera, no tengo ganas de hablar de mí.
VALENTÍN: Fue educada para señora de su casa. Lecciones de piano, francés, dibujo... Mañana
sigo, Molina... Ahora quiero pensar, en algo que estudié hoy.
MOLINA: Sos vengativo.
VALENTÍN: No. , pavote. También estoy cansado.
MOLINA: Yo no tengo nada de sueño

Cuadro Cuarto

Noche, iluminación eléctrica del penal; Valentín está concentrado en el estudio, Molina aburrido
hojea una revista que ya ha visto muchas veces.

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VALENTÍN: (Levantando la cabeza del libro.) ¿Por qué tardan en traer la cena? Ya la trajeron
hace rato a la celda de al lado.
MOLINA: (Irónico.) ¿Hoy estudiás tan poquito? Yo no tengo hambre, por suerte.
VALENTÍN: Raro en vos, ¿ estás mal?
MOLINA: No, son nervios.
VALENTÍN: Escuchá, ahí me parece que vienen.
MOLINA: Sacá las revistas de ahí, si las ven se las roban.
VALENTÍN: Me muero de hambre.
MOLINA: Por favor, Valentín, no te vayas a quejar al guardia.
VALENTÍN: No... (Por la puerta de rejas pasan dos platos de polenta, uno mucho más cargado
que el otro.)
MOLINA: ...
VALENTÍN: ... (Con poco entusiasmo.) Polenta...
MOLINA: Sí... (Mira los platos, Valentín ha tomado ambos por entre las rejas.)
VALENTÍN: ...
MOLINA: (Cambiando una mirada rara con el guardia invisible.) Gracias.
VALENTÍN: (Al guardia.) ¿Y este plato?, ¿por qué menos? (A Molina.) No le contesté nada por
vos, si no creo que se lo tiraba a la cara este yeso de mierda...
MOLINA: De qué te sirve quejarte...
VALENTÍN: Un plato tiene casi la mitad del otro, está loco el guardia éste, hijo de la gran puta.
MOLINA: Valentín, yo me quedo con el plato chico.(Valentín deja el plato grande junto a
Molina.)
VALENTÍN: No, si vos siempre te comés la polenta.
MOLINA: Tomá, no hagas cumplidos.
VALENTÍN: Te digo que no.
MOLINA: ¿Por qué voy a quedarme con el plato grande?
VALENTÍN: Porque sé que te gusta la polenta.
MOLINA: No tengo hambre.
VALENTÍN: Empezá que te va a hacer bien. (Empieza a comer del plato chico.)
MOLINA: No.
VALENTÍN: Hoy no está tan mal.
MOLINA: No quiero.
VALENTÍN: ¿Tenés miedo de engordar?
MOLINA: No...
VALENTÍN: Comé entonces. Hoy está pasable la polenta estilo yeso. Con el plato chico tengo de
sobra.
MOLINA: (Empieza a comer venciendo una fuerte resistencia, habla con profunda añoranza.)
Jueves, día de damas. En mi barrio daban tres cintas de amor hace años.
VALENTÍN: ¿Fue ahí que viste la pantera?
MOLINA: En un cine chiquito del bariio alemán de Buenos Aires, de casas lujosas con jardín.
Mi casa está cerca, pero del lado más chusma. Todos los lunes daban programa
alemán. Durante la guerra, y después.
VALENTÍN: Cine de propaganda nazi.
MOLINA: Pero tenían números musicales muy lindos.
VALENTÍN: Vos estás loco. (Terminando ya el plato pequeño.) Ya van a apagar la luz, no alcanzo
a estudiar más. (Autoritario incoscientemente.) Seguí con la película, cuando Irena
tenía en la mano la llave de la jaula.
MOLINA: (Mientras sigue laboriosamente mezclando la polenta con la cuchara.) Bueno, Irena
saca la llave de la cerradura y se la entrega al cuidador. El viejo le agradece. Irena se
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vuelve a casa, espera que vuelva el marido, tiene un gran deseo de besarlo, en la
boca.
VALENTÍN: (Con mucho interés.) Sí ...
MOLINA: Irena lo llama al estudio, es tarde. Contesta la colega. Irena cuelga el tubo. Se muere
de celos. Se pasea por la pieza como una fiera enjaulada, pasa cerca de la jaulita y
nota que el canario aletea desesperado. Ella no resiste un impulso y abre la jaula y
mete la mano. El pájaro cae muerto, como fulminado, al sentir la mano acercarse.
Irena sale corriendo, en busca del marido. Pero inevitablemente pasa por el bar de la
esquina del estudio y los ve. La quiere despedazar a la otra. Irena está siempre
vestida de negro, pero nunca más se puso aquella blusa de la escena del restaurante,
que a él le gustó tanto, con mucho strass.
VALENTÍN: ¿Qué es eso?
MOLINA: (Escandalizado.) ¡Strass! No te creo que no sepas...
VALENTÍN: No sé qué es.
MOLINA: Es como brillantes, nada más que sin valor, pedacitos de vidrio que brillan. (En ese
momento se apaga la luz de la cárcel.)
VALENTÍN: Mejor me duermo ahora temprano. Tanta trivia me está hinchando.
MOLINA: (Con reacción desproporcionada, muy herido.) Por suerte no hay luz y no tengo que
verte la cara. ¡No me hables más!
VALENTÍN: Disculpame.
MOLINA: ...
VALENTÍN: De veras, disculpame. No creí que te iba a ofender tanto.
MOLINA: Me ofendés porque a mi la película me gusta mucho, vos no sabés...( se echa a
llorar) porque no la viste.
VALENTÍN: ¿Pero estás loco, llorar por eso?
MOLINA: Voy... voy a llorar... si me da la gana.
VALENTÍN: Como quieras. Lo siento mucho.
MOLINA: Y no creas que sos vos que me hacés llorar. Es que hoy es el cumpleaños de mamá, y
me muero por estar con ella... Y no con vos.
VALENTÍN: ...
MOLINA: Ay,,, ¡ay!, no me siento bien. (Se agarra el estómago.)
VALENTÍN: ¿Qué tenés?
MOLINA: Ay... ay...
VALENTÍN: ¿Qué te pasa?
MOLINA: Una mujer está jodida
VALENTÍN: ¿Qué mujer?
MOLINA: Yo, pavo. Me duele la barriga.
VALENTÍN: ¿Querés vomitar?
MOLINA: Es más bajo el dolor, en las tripas.
VALENTÍN: Llamo al guardia, entonces.
MOLINA: No, Valentín, ya parece que pasa.
VALENTÍN: A mí la comida no me hizo nada.
MOLINA: Deben ser los nervios. Hoy estuve muy nervioso. Parece quer está aflojando.
VALENTÍN: Tratá de relajarte. Lo más posible. Aflojá bien brazos y piernas.
MOLINA: Sí, parece que pasa un poquito.
VALENTÍN: ¿Querés dormirte?
MOLINA: No sé... uy, qué feo.
VALENTÍN: Si querés conversar a lo mejor te hace bien, no pensar en el dolor.
MOLINA: ¿La película, decís?
VALENTÍN: ¿Dónde quedamos?
MOLINA: ¿Tenés miedo que me muera antes de contarte el final?
VALENTÍN: Lo digo por vos. Paramos cuando estaban en el bar de la esquina.
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MOLINA: Bueno, la pareja se levanta para salir, Irena se esconde detrás de un árbol. La colega
toma un atajo directo a su casa, cortando por un parque oscuro. El muchacho en el
bar le contó todo, que Irena no se acuesta con él, de las pesadillas que tiene con
mujeres pantera. Y la colega que ya se había resignado a perderlo, ahora no, está otra
vez con esperanza. Lo único que se oye es pasos, detrás de la colega. Se da vuelta y
ve una silueta mujer. El taconeo se oye cada vez más rápido. Bueno, la colega
empieza a alarmarse, porque vos viste como es, cuando has estado hablando de cosas
de miedo... Pero está a mitad de camino, así que si se pone a correr es peor todavía...
y de golpe no se oyen más pisadas humanas. Ay...ay... todavía me duele un poco.

Cuadro Quinto

Día, Valentín acostado se debate con fuertes dolores de vientre, Molina de pie lo mira.

VALENTÍN: No te imaginás cómo me duele. Son brutales las puntadas.


MOLINA: Así igual me dio a mí, antes de ayer.
VALENTÍN: Cada vez parece que da más fuerte, Molina.
MOLINA: Tendrías que ir a la enfermería.
VALENTÍN: No seas bruto, ya te dije que no quiero.
MOLINA: Que te den un poco de seconal no te hace nada.
VALENTÍN: Sí que te hace, te acostumbra. Vos no sabés de eso.
MOLINA: ¿Qué es lo que no sé?
VALENTÍN: Nada...
MOLINA: Vamos, decime, no seas así.
VALENTÍN: Le pasó a un compañero, que lo acostumbraron, le quitaron la voluntad. Un preso
político no debe caer a la enfermería nunca, me entendés, nunca. Después nos
interrogan y no tenemos resistencia para nada. Ay, ayyy... mirá, son puntadas como
si me agujereasen, ¡ay!... la barriga.
MOLINA: Te dije que no devorases así la comida.
VALENTÍN: (Se levanta con dificultad.) Tenías razón, ahora estoy lleno que reviento.
MOLINA: Estirate un poco
VALENTÍN: No quiero dormir, tuve pesadillas anoche y esta mañana.
MOLINA: (Resignándose, en tono de madre de clase media.) Había jurado que no te iba a
contar más películas. Voy a ir al infierno por no cumplir la palabra.
VALENTÍN: ¡Ay! Qué jodido es...
MOLINA: ...
VALENTÍN: Vos contame, no te importe que me queje.
MOLINA: Te voy a contar otra cinta, para dolor de barriga. Te quedó curiosidad por las cintas
alemanas, ¿verdad?
VALENTÍN: Por el sistema de propaganda, tal vez. Pero no, seguí con la pantera. Paramos cuando
la colega no oía más pisadas humanas en el parque.
MOLINA: Bueno, ahí empieza a temblar de terror, no se atreve a darse vuelta por miedo a ver la
pantera, se para un momento para ver si vuelve a oír el taconeo de mujer, pero nada,
el silencio es total, de pronto se oye bien cerca un murmullo de matorrales movidos
por el viento... o por otra cosa.

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(Con un movimiento imitativo de la acción narrada.) Ella se da vuelta sobresaltada.
VALENTÍN: Otra vez ganas de ir al baño.
MOLINA: ¿Llamo que nos abran?
VALENTÍN: No, voy a aguantar...
MOLINA: Te va a hacer peor.
VALENTÍN: Se van a dar cuenta que estoy mal.
MOLINA: Por una diarrea no te van a meter en la enfermería.
VALENTÍN: Va a pasar, seguí contando.
MOLINA: (Repitiendo el mismo movimiento.) Bueno, ella se da vuelta sobresaltada.
VALENTÍN: Ay, ay... qué dolor...
MOLINA: (Repentinamente.) Decime una cosa: nunca me contaste por qué tu mamá no te trae
comida.
VALENTÍN: Es una mujer muy... dificil, por eso no te hablo de ella. Nunca le gustaron mis ideas,
ella siente que merece todo lo que tiene, su familia tiene cierta posición social.
MOLINA: Apellido.
VALENTÍN: De segunda categoría pero apellido.
MOLINA: Si no le dijiste que puede traerte comida para toda la semana, hacés muy mal.
VALENTÍN: Estoy acá porque me lo busqué, ella no tiene nada que ver.
MOLINA: Mamá no viene porque está mal ¿sabés?.
VALENTÍN: No me dijiste nada.
MOLINA: Se cree que le van a dar de alta de un momento para otro, y mientras me embroma
porque no quiere que nadie que no sea ella me traiga comida.
VALENTÍN: Si pudieras salir de aquí se curaría ¿verdad?
MOLINA: Vos me leés el pensamiento. Bueno, sigo: (Repitiendo el mismo movimiento de las
dos últimas veces) ella se da vuelta sobresaltada.
VALENTÍN: Ay ... ay... perdoname... qué he hecho...
MOLINA: No, esperá, con la sábana no te limpies, esperá...
VALENTÍN: No, dejá, tu camisa no...
MOLINA: Sí, tomá, limpiate, que la sábana la necesitás para abrigarte.
VALENTÍN: Te quedás sin camisa para cambiarte.
MOLINA: Esperá, levantate, así no pasa, así, con cuidado, esperá, que no pase la sábana.
VALENTÍN: ¿Pasó?
MOLINA: No, el calzoncillo sujetó. Dale, vamos, sacátelo.
VALENTÍN: Me da vergüenza...
MOLINA: Ahí está, despacito, con cuidado.... perfecto. Ahora lo más grueso, limpiate con la
camisa.
VALENTÍN: Qué vergüenza...
MOLINA: No decías vos que hay que ser hombre... ¿qué es eso de vergüenza?
VALENTÍN: Envolvé bien... el calzoncillo, Molina, para que no eche olor.
MOLINA: Yo sé hacer las cosas. Ves, así, bien envuelto todo en la camisa, que es más fácil de
lavar que la sábana. Tomá papel higiénico.
VALENTÍN: Del tuyo no, no te va a quedar nada.
MOLINA: Vos nunca tuviste papel higiénico, vamos, ni hinches.
VALENTÍN: Gracias. (Toma el pedazo de papel y se limpia, lo devuelve a Molina.)
MOLINA: Nada, relajate un poco, que estás temblando.
VALENTÍN: Es de rabia, me dan ganas de llorar, bronca contra mí mismo. Por haberme dejado
agarrar.
MOLINA: Relajate, hacé un esfuerzo.
VALENTÍN: (Viendo que Molina envuelve la camisa y el papel higiénico en papel de pediódico.)
Ah... así no pasa el olor.
MOLINA: Buena idea ¿verdad?
VALENTÍN: Estoy congelado
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MOLINA: (Mientras enciende el calentador y coloca agua a calentar.) Ahora mismo te hago un
té. Que es lo único que queda, la última bolsita. Té de manzanilla, para calmar los
nervios.
VALENTÍN: No, dejá , ya pasa.
MOLINA: Estás loco.
VALENTÍN: Pero terminás tus provisiones, estás loco vos.
MOLINA: No, ya me traerán otras.
VALENTÍN: Tu mamá está enferma y no puede venir.
MOLINA: Sigo contando. (Irónicamente.) Ella se da vuelta sobresaltada. El murmullo se acerca,
la colega lanza un grito de desesperación, cuando... ¡puac! Se abre la puerta de un
ómnibus. El chofer la vió ahí parada y le abrió la puerta... Ya el té está casi listo.
(Hecha el agua caliente.)
VALENTÍN: Gracias. No sabés cómo te agradezco. Y te pido perdón... porque a veces soy muy
brusco... y hiero a la gente sin razón.
MOLINA: ¿Qué tonterías son ésas? (Preparando el té.)
VALENTÍN: Yo en vez de una película te voy a contar una cosa real. Te mentí cuando hablé de mi
compañera. De quien hablé fue de otra, a la que quise mucho. De mi verdadera
compañera no te dije la verdad, y a vos te caería muy bien, porque es una piba muy
buena y muy sencilla, pero muy valiente. (Toma el té que le alcanza Molina.)
MOLINA: No me cuentes nada por favor. No quiero saber nada de tus cuestiones políticas.
VALENTÍN: No seas pavo. ¿Quién te va a preguntar a vos, de cosas mías?
MOLINA: Me pueden interrogar.
VALENTÍN: (Acabando el té, que parece sentarle bien.) Vos confias en mí, ¿no es así?
MOLINA: Sí...
VALENTÍN: ¿Entonces? Aquí todo tiene que ser de igual a igual.
MOLINA: No es eso...
VALENTÍN: (Volviendo a colocar la cabeza en la almohada, empezando a relajarse.) No hay
nada peor que arrepentirse de haberle hecho mal a alguien. Y a esta piba le hice mal,
la hice entrar en el movimiento sin que estuviera preparada, ella es muy... simple.
MOLINA: Pero ahora no me cuentes nada. Cuento yo. ¿Dónde era que habíamos quedado?,
¿dónde estábamos? (Al no escuchar respuesta Molina mira a Valentín, éste se ha
quedado dormido.), ¿cómo era que seguía?... (Molina se siente satisfecho de haber
ayudado a su compañero.)

Cuadro Sexto

Luz correspondiente a día, Molina y Valentín están hechados en sus camas, cada uno envuelto en
su propia especie de melancolía; se oye una música lejana de bolero.

MOLINA: (Canturreando.) “Querido, vuelvo otra vez a conversar contigo... La noche, trae un
silencio que me invita a hablarte... Y pienso, si tú también estarás recordando,
cariño... los sueños tristes de este amor extraño...”
VALENTÍN: ¿Qué es eso?
MOLINA: Un bolero, “Mi carta”.
VALENTÍN: Sólo a vos se te puede ocurrir.

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MOLINA: ¿Qué tiene de malo?
VALENTÍN: Romanticismo ñoño, vos estás loco.
MOLINA: Perdoname si fui inoportuno.
VALENTÍN: ¿Por qué?
MOLINA: Recibiste una carta y quedaste tan caído, y yo meta cantar de cartas tristes.
VALENTÍN: Eran malas noticias. Podés leer la carta si querés.
MOLINA: Mejor no.
VALENTÍN: No empieces con lo mismo, no te van a preguntar nada. Además ya la abrieron ellos
antes que yo. (Despliega la carta doblada y lee mientras sigue hablando.)
MOLINA: La letra era unas garrapatas.
VALENTÍN: Ella no tuvo demasiada educación... Murió un compañero de lucha, me lo dice todo
en código. Ahora quedó ella al frente del grupo.
MOLINA: Ah...
VALENTÍN: Y me dice también que tiene relaciones con otro compañero, como se lo aconsejé.
MOLINA: ¿Qué relaciones?
VALENTÍN: Ella estaba sintiendo demasiado mi ausencia y nosotros tenemos el pacto de no
encariñarnos demasiado con nadie, porque eso paraliza cuando hay que actuar.
MOLINA: ¿Actuar de qué forma?
VALENTÍN: Actuar. Arriesgar la vida... No podemos astar pensando en que alguien nos quiere
vivos, eso da miedo a la muerte, bueno, no miedo, pero te da pena que alguien sufra
por tu muerte. Y por eso ella tiene ahora relaciones con otro compañero.
MOLINA: Me dijiste que tu compañera no era como me habías dicho.
VALENTÍN: Qué mierda, de fijar la vista ya me volvió el mareo.
MOLINA: Estás muy débil.
VALENTÍN: Tengo un poco de náusea, y frio. (Se cubre con la manta.)
MOLINA: Te dije que no comieras.
VALENTÍN: Tenía una hambre bárbara. (Molina ayuda a Valentín a abrigarse bien.)
MOLINA: Ayer estabas mejor, comiste y te jodiste, y hoy otra vez. Prometeme que mañana no
probás bocado.
VALENTÍN: Aquella piba de que te hablé, de familia burguesa, entró conmigo al movimiento,
pero enseguida se abrió, y trató en lo posible que yo también.
MOLINA: ¿Por qué?
VALENTÍN: Estaba demasiado apegada a la vida y estaba feliz conmigo, y eso le bastaba.
Tuvimos que separarnos.
MOLINA: ¿Por qué se querían demasiado?
VALENTÍN: Eso suena a bolero.
MOLINA: La verdad es que te reíste del bolero porque te tocaba demasiado cerca, y te reíste...
por no llorar. Como dice otro bolero, o un tango.
VALENTÍN: Viví un tiempo escondido en el mismo departamento que el pobrecito éste que
mataron, la mujer de él y el hijito. Yo más de una vez lo limpié al chico... Y vos no
sabés lo peor, y es que no puedo escribirle a ninguno de ellos, porque cualquier cosa
sería... entregarlos.
MOLINA: ¿A tu compañera tampoco?
VALENTÍN: (Conteniendo el llanto con dificultad.) Ay viejo... qué triste que es...
MOLINA: Qué le vas a hacer...
VALENTÍN: A... ayudame a sacar el brazo... de la frazada.
MOLINA: ¿Para qué?
VALENTÍN: Da...dame la mano. Molina, fuerte...
MOLINA: Apretá bien
VALENTÍN: Hay una cosa más, que me jode mucho. Es algo feo, muy bajo.
MOLINA: Contá, desahogate.

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VALENTÍN: Es que de quien quiero..., recibir carta, en este momento, a quien quiero tener bien
cerca, y abrazarla... no es a mi compañera, sino a la otra... Marta, así se llama...
MOLINA: Si es lo que sentís...Ah, me olvidé de una cosa, si tenés mucho vacío en el estómago,
tenía olvidado por ahí unas galletitas, son digestivas. (Sin soltar la mano de Valentín
alcanza el paquete de galletitas.)
VALENTÍN: (Sin escuchar.) Yo hablo mucho pero en el fondo... lo que me sigue gustando es otro
tipo de mujer, soy como todos los reaccionarios hijos de puta que mataron a mi
compañero... Soy como ellos, igualito.
MOLINA: No es verdad.
VALENTÍN: Y hasta pienso que Marta no me gusta por ella misma, sino porque tiene... clase,
como dicen todos los clasistas hijos de puta... de este mundo.
Voz del Guardia: ¡Luis Alberto Molina! Visita en locutorio.

Se abre la puerta de la celda, Molina sale, no sin antes colocar el paquete de galletitas
rápidamente bajo la frazada de Valentín. A continuación se oye una conversación, grabada como
también lo fue la Voz del Guardia, mientras en escena queda Valentín, quien saca el paquete de
galletitas de debajo de la frazada, descubre apenas tres en el fondo del largo envoltorio, y las
empieza a comer, muy de a poco, saboreándolas.

Voz del Director: No tiemble así, hombre, no le va a pasar nada.


Voz de Molina: Estuve mal de los intestinos, señor Director, pero ya estoy bien.
Voz del Director: No tiene nada que temer. Hemos hecho como que usted hoy tenía visita. El
otro no va a sospechar nada.
Voz de Molina: No, él no sospecha nada.
Voz del Director: Anoche estuvo cenando en casa el protector suyo, y le tiene buenas noticias,
su mamá está bastante mejorada, desde que se habló del indulto.
Voz de Molina: De veras...
Voz del Director: ¿Qué es eso?, ¿por qué tiembla así?... tiene que alegrarse, hombre... ¿Y qué,
ya nos tiene algún dato? ¿Ya le cuenta algo, se está abriendo con usted?
Voz de Molina: No, señor Director, todavía nada. Hay que andar con mucho cuidado en estas
cosas.
Voz del Director: ¿Ayudó o no que lo debilitáramos, por el lado físico?
Voz de Molina: El primer plato que vino preparado tuve que comérmelo yo.
Voz del Director: Hizo muy mal.
Voz de Molina: Es que a él la polenta no le gusta y como un plato vino más lleno que el otro...
él insistió en que me comiera el más grande y se hacía sospechoso que yo me
negase. Usted, señor, me había dicho que el preparado venía en el plato de
lata más nuevo, pero se equivocaron al cargarlo más.
Voz del Director: Ah, muy bien, lo felicito. Perdónenos el error.
Voz de Molina: Ahora ya convendría dejar que se reponga.
Voz del Director: (Irritado.) Eso déjelo de nuestra cuenta. Contamos con los técnicos
necesarios. Y cuando vuelva a la celda diga que su madre estuvo aquí, así
justifica su euforia.
Voz de Molina: No, imposible, ella viene siempre con un paquete de comida.
Voz del Director: Ya sé, le mandaremos buscar comestibles. Así también le preparamos su
sacrificio con la polenta. ¡Pobre Molina!
Voz de Molina: Gracias, señor Director.
Voz del Director: Usted dicte ya lo que su madre podría traer.
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Voz de Molina: ¿Yo a usted?
Voz del Director: Sí, y rápido que tengo mucho que hacer.
Voz deMolina: (Va cayendo lentamente el telón.) Dulce de leche, duraznos al natural... dos
pollos asados... un paquete grande de azúcar, dos paquetes de té, uno de té
negro, otro de manzanilla. Leche en polvo, jabón para lavar, un jabón
grande... y déjeme pensar un poquito, pórque tengo como una laguna en la
cabeza...

Acto Segundo
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Cuadro Séptimo
La misma luz del cuadro anterior, se abre la puerta de la celda y entra Molina con una bolsa de
supermercado

MOLINA: ¡Mirá lo que traigo!


VALENTÍN: ¡No!... estuvo tu mamá...
MOLINA: ¡¡¡Sí!!!
VALENTÍN: Anda bien entonces...
MOLINA: Un poco mejor... Y mirá lo que trajo. Perdón, lo que nos trajo
VALENTÍN: (Intimamente halagado.) Es para vos, no embromés, hombre.
MOLINA: Callate, apestado. Y los pollos son para vos, así te componés rápido.
VALENTÍN: Jamás lo permitiría.
MOLINA: Prefiero no comer pollo pero salvarme de tus olores... No, en serio te lo digo, tenés
que dejar de comer esta puta comida de acá. Por lo menos probá dos días.
VALENTÍN: ¿Te parece?
MOLINA: Y cuando estés bien... cerrá los ojos. (Valentín cierra los ojos y Molina le coloca una
lata grande en la mano.) Adiviná...
VALENTÍN: (Le gusta el juego.) Qué sé yo... (Le coloca otra igual en la otra mano.)
MOLINA: Por el peso te das cuenta...
VALENTÍN: Pesaditas... Me doy por vencido.
MOLINA: Abrí los ojos.
VALENTÍN: ¡Dulce de leche!
MOLINA: Pero para eso hay que esperar, una vez que te sientas bien, y esto sí es entre los dos.
VALENTÍN: Genial.
MOLINA: Primero... un té de manzanilla que me muero de los nervios, y vos te comés una
patita de pollo, o no, son las cinco nomás... Mejor un té conmigo y unas galletitas
nuevas, más digestivas todavía que las otras.
VALENTÍN: Por favor, ¿no me darías una ya?
MOLINA: Bueno, con dulce y todo, ¡pero de naranja! Por suerte me trajeron todo de lo más
fácil de digerir, así que entrale a todo, menos al dulce de leche, todavía.
VALENTÍN: Tengo una languidez que me muero, ¿no me darías la pata ya?
MOLINA: (Duda un instante) Tomá...
VALENTÍN: (Se avalanza a comerla.) De veras me sentía ya mal. Gracias... (La devora)
MOLINA: De nada...
VALENTÍN: (Con la boca llena.) Pero para completar el programa faltaría algo.
MOLINA: Che, se supone que acá el degenerado soy yo.
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VALENTÍN: No embromés. Faltaria una película...
MOLINA: Ah... (Empezando a ordenar los comestibles.) Bueno, ahora viene una escena en que
Irena tiene un peinado completamente diferente.
VALENTÍN: Oíme, no me siento bien, otra vez el mareo.
MOLINA: ¿Estás seguro?
VALENTÍN: Un amago, igual que siempre.
MOLINA: Pero la pata no pudo hacerte mal. Debe ser un poco de sugestión.
VALENTÍN: Me sentí lleno, de repente.
MOLINA: Yo te vi de glotón comer demasiado rápido, casi sin masticar.
VALENTÍN: Y el picor, me está matando. Hace cuatro días que no me baño.
MOLINA: Y que no se te ocurra. Con el agua helada y tu debilidad. Bueno, entonces ella está
preciosa, reflejada en el vidrio de una ventana todo mojado de garúa, con ese pelo
renegrido todo para arriba, un peinado alto que dejame que te explique...
VALENTÍN: (Nervioso.) Todo para arriba, ya sé, basta de detalles sin importancia.
MOLINA: ¡¿Qué?! Como adorno tiene una flor de strass en el pelo.
VALENTÍN: (Muy nervioso con su picor en el cuerpo.) ¡Strass ya sé lo que es, no me tenés que
explicar!
MOLINA: ¡Cómo estás de nervioso!
VALENTÍN: ¿Me perdonás si te digo una cosa?
MOLINA: Hablá.
VALENTÍN: Me siento muy jodido... y confuso. Si no te molesta querría dictarte una carta para
ella . Me mareo si fijo la vista.
MOLINA: Dejame buscar un lápiz.
VALENTÍN: Sos muy bueno conmigo.
MOLINA: Lo hacemos en borrador en cualquier papel.
VALENTÍN: Tomá mi lapicera.
MOLINA: Esperá que le saco punta al lápiz.
VALENTÍN: (Muy nervioso.) ¡Agarrá mi lapicera te digo!
MOLINA: Bueno, no te sulfures.
VALENTÍN: Perdoná, estoy que veo todo negro.
MOLINA: Bueno, dictá.
VALENTÍN: (Con profundo dolor.) Querida... Marta: te extrañará... recibir esta carta. A vos no te
puede comprometer. Me siento... solo, te necesito, quiero... estar cerca tuyo, quiero
que me digas... una palabra de aliento.
MOLINA: ...” de aliento “...
VALENTÍN: ... es este momento no podría presentarme ante mis compañeros, me daría vergüenza
ser tan débil... Estoy lleno de llagas por dentro, necesito que alguien me eche un poco
de miel... en las heridas... y vos sola me vas a comprender... porque vos también
fuiste criada en una casa limpia y cómoda para gozar de la vida, y no me resigno a
ser mártir, Marta, tengo rabia de ser mártir... o ya sé, ahora veo más claro... tengo
miedo porque estoy enfermo... un miedo terrible de morirme... y que todo quede ahí,
que mi vida se haya reducido a este poquito, porque pienso que no me lo merezco, yo
nunca exploté a nadie... y luché, desde que tuve un poco de discernimiento... contra
la explotación de mis semejantes...
MOLINA: Sí, seguí
VALENTÍN: ¿En que quedé?
MOLINA: ... “la explotación de mis semejantes”...

VALENTÍN: ... porque quiero salir algún día a la calle, y no morirme. Y a veces me pasa por la
cabeza que nunca, nunca más voy a tocar a una mujer, y no me puedo conformar, y
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cuando pienso en las mujeres... no te veo en la imaginación más que a vos, y que
alivio sería creer que en este momento, de aquí a que te termine esta carta, vos vas a
pensar en mi... y te vas a pasar la mano por tu cuerpo que tan bien recuerdo...
MOLINA: Esperá, no vayas tan rápido.
VALENTÍN: ... por tu cuerpo que tan bien recuerdo, y vas a pensar que es mi mano... porque sería
como tocarte yo mismo, mi amor... porque algo de mi te quedó adentro tuyo,
¿verdad?, como a mí me quedó dentro de la nariz tu perfumito... y debajo de la yema
de los dedos siento que tengo tu piel... como memorizada, ¿me entendés? Aunque no
es cuentión de entender... es cuestión de creerlo, y a veces estoy convencido de que
me llevé algo tuyo... y que no lo perdí, y a veces no, siento que no estoy en esta celda
más que yo solo...
MOLINA: (Sin demostrar a Valentín su profunda mortificación ante estas palabras.) Sí... “que
yo solo”, seguí.
VALENTÍN: ...y que nada deja huella, y que la suerte de haber sido tan feliz junto a vos, de haber
pasado esas noches, y tardes, y mañanas de puro goce, ahora no me sirve para nada,
al contrario, todo eso se vuelve contra mí... porque te extraño como un loco, y lo
único que siento es la tortura de mi soledad, y en la nariz tengo nada más que el olor
asqueroso de la celda, y de mi mismo... que no me puedo bañar porque estoy
enfermo, debilísimo, y el agua fría me daría una pulmonía, y debajo de la yema de
los dedos lo que siento es el frío del miedo a la muerte, en los huesos ya siento ese
frío... Que terrible es perder la esperanza, y eso es lo que me ha pasado...
MOLINA: Perdoname que te interrumpa...
VALENTÍN: ¿Qué pasa?
MOLINA: Cuando termines de dictarme quiero decirte una cosa.
VALENTÍN: (Muy agitado.) ¿Qué cosa?
MOLINA: Porque si entrás a la ducha helada te morís.
VALENTÍN: (Al borde de la histeria.) ¿Entonces?, ¡hablá de una vez, carajo!
MOLINA: Te podría ayudar a lavarte. Mirá, ya tenemos agua caliente que iba a hervir papas, y
hay dos toallas, a una la enjabonamos, así te la pasás vos por delante y te la paso por
la espalda y con la otra toalla húmeda se quita el jabón.
VALENTÍN: ¿Y así no me picaría más el cuerpo?
MOLINA: ¡Claro! Vamos de a pedacitos, así no tomás frío.
VALENTÍN: ¿De veras me ayudarías?
MOLINA: Pero claro, hombre.
VALENTÍN: ¿Y cuándo?
MOLINA: Ahora mismo. El agua ya está hirviendo, la mezclamos con agua fría. (Molina
comienza la operación.)
VALENTÍN: (Sin poder creer tanta felicidad.) ¿Y después dormiría tranquilo, sin picor?
MOLINA: Sacate la camisa. Mientras calentamos más agua. (Molina mezcla las aguas.)
VALENTÍN: Pero el kerosén es tuyo, y se gasta.
MOLINA: No importa.
VALENTÍN: Dame la carta, Molina.
MOLINA: ¿Para qué?
VALENTÍN: Dámela, te digo.
MOLINA: Tomá.
VALENTÍN: ... (Rasga la carta.)
MOLINA: ¿Qué estás haciendo?
VALENTÍN: Esto. (Valentín la rasga en cuatro.) No se hable más del asunto.
MOLINA: Como quieras...
VALENTÍN: Está mal dejarse llevar por la desesperación...
MOLINA: Pero está bien desahogarse. Vos me lo decías a mí.
VALENTÍN: Pero a mí me hace mal. Yo tengo que aguantarme.
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MOLINA: ...
VALENTÍN: Escuchá, en seri te lo digo, algún día que pueda te demostraré mi agradecimiento.
(Molina coloca más agua a calentar.) ¿Vas a gastar tanta agua?
MOLINA: Si, ...y no seas tonto, no hay nada que agradecer. (Molina hace la seña de darse
vuelta, Valentín obedece.)
VALENTÍN: Decime una cosa, ¿cómo termina la película?, el final solo.
MOLINA: (Empezando a lavar la espalda de Valentín.) No, o todo o nada.
VALENTÍN: ¿Por qué?
MOLINA: Por los detalles. El peinado alto tiene mucha importancia, y las mujeres lo usan, o lo
usaban, cuando querían dar la impresión de que ése era un momento importante para
ellas, porque el peinado alto, dejaba la nuca al descubierto, daba nobleza a la cara de
mujer. (Valentín, a pesar del agotamiento de ese día dificil, se toma el rostro
divertido, sonríe.) ¿Por qué esa sonrisita burlona? (Sin ironía.) Hablo en serio.
VALENTÍN: Es que la espalda no me pica más.

Cuadro Octavo
Día, Molina está poniendo orden en sus cosas sin hacer ruido para no despertar a Valentín, éste se
depierta de todos modos, hay más energía en los dos, el diálogo empieza a ritmo normal pero
pronto se vuelve tenso y acelerado

VALENTÍN: Buen día...


MOLINA: Buen día...
VALENTÍN: ¿Qué hora es?
MOLINA: Las diez y diez. A mi mamá, pobre, yo le digo diez y diez, porque camina con los
pies para afuera.
VALENTÍN: Qué tarde.
MOLINA: Cuando abrieron para el mate cocido te diste vuelta en la cama y seguiste durmiendo.
VALENTÍN: ¿Qué decías de tu vieja?
MOLINA: Mirá que estás dormido. Nada, ¿dormiste bien?
VALENTÍN: Me siento bastante mejor.
MOLINA: ¿No tenés mareo?
VALENTÍN: Sentado en la cama no.
MOLINA: Genial, ¿por qué no probás a caminar?
VALENTÍN: No, porque te vas a reír. Me pasa una cosa.
MOLINA: ¿Qué?
VALENTÍN: Algo que le pasa a un hombre sano, cuando se despierta a la mañana y tiene exceso
de energía.
MOLINA: ¿Se te paró?, que genial.
VALENTÍN: Mirá para el otro lado, me da no sé qué... (Se levanta para lavarse la cara con el
agua de la garrafa.)
MOLINA: Cierro los ojos. (Cierra los ojos y mira para otro lado.)
VALENTÍN: Gracias a tu comida. Estoy con las piernas flojas, pero nada de mareo. Ya podés
mirar. (Se vuelve a acostar.) Me acuesto un rato más.
MOLINA: (Sobreprotector y dueño de la situación) Caliento el agua para el té.
VALENTÍN: No, calentá el mate y listo.
MOLINA: (Con suficiencia.) Ya lo tiré cuando fui al baño, si querés sanarte tomá cosas buenas.

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VALENTÍN: Me da vergüenza gastarte el té, y todo. Ahora estoy bien.
MOLINA: Vos callate.
VALENTÍN: Escuchá una...
MOLINA: (Interrumpiendo.) Escuchá nada, ahora mamá empieza a traer cosas...
VALENTÍN: Está bien, gracias, pero hoy sólo. (Agarra los libros.)
MOLINA: Y nada de lectura, ¡descanso! Mientras se hace el té te empiezo otra película.
VALENTÍN: Mejor trato de estudiar, a ver si puedo, ya que estoy bien. (Valentín se pone a leer.)
MOLINA: ¿No será mucho esfuerzo?
VALENTÍN: Vamos a ver.
MOLINA: Mirá que sos fanático.
VALENTÍN: (Arrojando el libro al suelo, en señal de creciente nerviosismo.) No hay caso... las
letras me bailan.
MOLINA: Te lo dije, ¿estás mareado?
VALENTÍN: Es al leer.
MOLINA: ¿Sabés que és?, la debilidad de la mañana, si aceptaras un poco de jamón con pan te
pasaría.
VALENTÍN: ¿Creés?
MOLINA: Y más tarde, después de almorzar te dormis una siestita y vas a poder estudiar,
seguro.
VALENTÍN: Tengo una pereza bárbara, me acuesto.
MOLINA: (Como una maestra de escuela.) No, la cama debilita, hay que estar parado o por lo
menos sentado. (Molina alcanza el té a Valentín.)
VALENTÍN: Es el último día que acepto esto.
MOLINA: (Cómo madre sobreprotectora, dueña de la situación.) ¡Ja – Ja!, ya le dije al guardia
que no trajese más el mate de la mañana.
VALENTÍN: Mirá, por vos decidí lo que quieras, pero yo quiero que traigan el mate, aunque sea
pis.
MOLINA: Vos no entendés de dietas.
VALENTÍN: (Tratando de controlarse.) De veras, viejo, no me gusta que me manejen la vida.
MOLINA: (Contando con los dedos.) Hoy es miércoles... el lunes es importante lo que diga el
abogado. Yo no creo en las apelaciones y eso, pero si hay una palanca, como
prometieron, ahí sí que tengo esperanzas.
VALENTÍN: Ojalá
MOLINA: (Con velado maquiavelismo, meintras prepara otra taza de té.) Si yo saliera... quién
sabe a quién te ponen de compañero.
VALENTÍN: ¿No te habías desayunado?
MOLINA: No quise hacer barullo, para que durmieras.(Recoge la taza de Valentín para llenarla
de nuevo.) Y ahora me hacés compañía con una segunda taza.
VALENTÍN: Nada de eso
MOLINA: (Abre un paquete nuevo, sin dejar que Valentín vea.) Contame qué vas a estudiar
después de la siesta.
VALENTÍN: ¿Qué hacés?
MOLINA: Sorpresa. Contame que vas a leer.
VALENTÍN: Nada...
MOLINA: Que poco comunicativo. Y ahora... abrimos el paquetito secreto... que tenía
escondido... con algo muy rico... para acompañar el té... ¡budín inglés!
VALENTÍN: No, gracias...
MOLINA: Cómo que no... ya está el agua para la segunda taza. Ah... ¡ya sé!, querés ir al baño,
¡entonces pedí puerta ya y volvé volando!
VALENTÍN: No me digas lo que tengo que hacer, por favor.
MOLINA: Pero che, dejame que te (le toma el menton como broma) mime un poco.
VALENTÍN: ¡Basta! ...!Carajo!!!
21
MOLINA: Estás loco, ¿qué tiene de malo?
VALENTÍN: (Arroja la taza y el budín contra el calentador violentamente.) !Callate la boca!
MOLINA: El budín...
VALENTÍN: ...
MOLINA: Mirá lo que hiciste... (Empieza a recoger las cosas.)
VALENTÍN: ...
MOLINA: Si quedamos sin calentador estamos listos, el platino...
VALENTIN: ...
MOLINA: Y el té...
VALENTÍN: Perdoná
MOLINA: ...
VALENTÍN: Perdí el control. En serio, te pido perdón.
MOLINA: ...
VALENTÍN: El calentador no se rompió. Pero se volcó todo el kerosén.
MOLINA: ...
VALENTÍN: Molina, perdoname el arrebato. (Molina se sienta en su cama, con la cabeza baja.)
MOLINA: ...
VALENTÍN: Perdoname, de veras te lo pido.
MOLINA: (Profundamente herido.) No hay nada que perdonar.
VALENTÍN: Sí, cuando estaba enfermo si no era por vos quién sabe dónde iba a parar.
MOLINA: No hay nada que agradecer.
VALENTÍN: Sí, y mucho.
MOLINA: Olvidate, no pasó nada.
VALENTÍN: Sí, y me muero de vergüenza.
MOLINA: ...
VALENTÍN: Soy un bestia... Mirá, llamo al guardia y aprovecho para llenar la botella que estamos
casi sin agua. Mirame por favor, levantá la cabeza.
MOLINA: ...
VOZ del Guardia: Luis Alberto Molina, visita en locutorio.

Se abre la puerta y Molina sale, se oye su diálogo grabado con el Director desde el momento
mismo en que Molina se acerca a la puerta; Molina vuelve con víveres y se encuentra con Valentín
tratando de poner orden en las cosas que arrojó al suelo momentos antes; Molina empieza a sacar
de la bolsa los víveres nuevos; el diálogo grabado se desarrolla a lo largo de toda esa acción.

Voz del Director: Ya es lunes Molina, ¿qué novedades tiene?


Voz de Molina: No mucho por desgracia, señor Director.
Voz del Director: Ajá.
Voz de Molina: Pero cada vez va entrando más en confianza.
Voz del Director: Lo malo es que me están presionando mucho, Molina, de Presidencia, de la
presidencia de la República. Quieren volver a interrogar al sujeto, y duro.
Usted me entiende.
Voz de Molina: Eso no, señor. Peor sería que se les quedara en el interrogatorio.
Voz del Director: Sí, yo les digo, pero no los convenzo.
Voz de Molina: Una semana más, por favor señor. ...Y se me ocurre una idea.
Voz del Director: ¿Cuál?
Voz de Molina: Él es muy duro, pero tiene su lado sentimental.
Voz del Director: Sí...
Voz de Molina: Entonces... si viene un guardia y dice que en una semana... me cambian de
celda, porque entré en otra categoría, por lo del indulto, él se va a ablandar
más.
Voz del Director: Hable claro.
22
Voz de Molina: nada, se lo juro. Un pálpito, que si él cree que me voy, va a tener más
necesidad de desahogarse conmigo. Los presos son así, señor... cuando un
compañero se va se sienten más desamparados que nunca.

Llegado este momento Molina ya ha entrado de vuelta a la celda, va sacando los víveres de la
bolsa según los va enumerando la voz del Director, Valentín mira a Molina.

Voz del Director: Suboficial, tome nota:, dos pollos asados, cuatro manzanas asadas, un cartón
de ensalada rusa, 300 gramos de jamón crudo, 300 gramos de jamón cocido,
cuatro panes franceses, cuatro pedazos grandes de fruta abrillantada (la voz
grabada se va apagando), una frasco de dulcede naranjas, dos budines
ingleses...

MOLINA: (Con mucha calma y gran tristeza al mismo tiempo, está muy herido por el desplante
de Valentín.) Éste es el jamón crudo, y éste es el cocido. Voy a hacer un sánguche
para aprovechar el pan fresco. Vos hacete lo que quieras.
VALENTÍN: (Con profunda vergüenza.) Gracias.
MOLINA: (Con calma y distancia.) me voy a hacer este pancito solo, partido por la mitad, un
poquito de manteca y jamón cocido. Y una manzana asada.
VALENTÍN: Qué bueno.
MOLINA: Vos si querés pollo mientras esté calentito, agarrá nomás. Con toda libertad.
VALENTÍN: Gracias, Molina.
MOLINA: cada uno se prepara lo que quiere, así no te hincho.
VALENTÍN: Como vos prefieras.
MOLINA: Y también hay fruta abrillantada. Lo único que te pido es que me dejes el pedazo de
zapallo abrillantado.
VALENTÍN: (Con dificultad para disculparse.) Todavía me dura la vergüenza... por el desplante.
MOLINA: Qué sonso...
VALENTÍN: Si me ponía nervioso que vos fueras... generoso conmigo... es porque no quería... ser
igual con vos.
MOLINA: Mirá, yo también estuve pensando y me acordé de cosas que dijiste... que cuando
están en una lucha así... no les conviene, bueno, encariñarse, con nadie. Bueno,
encariñarse es mucho decir, o sí, encariñarse como amigo.
VALENTÍN: Una interpretación generosa, de tu parte.
MOLINA: Viste que a veces entiendo lo que decís.
VALENTÍN: ¿Pero estamos tan presionados por el mundo de afuera, que no podemos actuar
humanamente ni un solo minuto? ¿es posible que tenga ese poder... el enemigo que
está afuera?
MOLINA: No te entiendo bien.
VALENTÍN: Fuera de la celda están nuestros opresores, pero adentro no. Lo único que hay de
perturbador, para mi mente cansada, o condicionada, es que alguien me quiera tratar
bien, sin pedir nada a cambio.
MOLINA: Eso no sé...
VALENTÍN: ¿Qué no sabés?
MOLINA: No pienses en nada raro, pero si te trato bien, es porque quiero garnar tu amistad, y
por qué no decirlo... tu cariño. Igual que trato bien a mi mamá porque es una persona
buena, y quiero que ella me quiera. Y vos también sos una persona buena,
desinteresada, que arriesgó la vida por un ideal que no entiendo pero es
desinteresado... Y no mires para otro lado, ¿te da vergüenza?
VALENTÍN: Un poco. (Mira ahora de frente a Molina.)

23
MOLINA: Y por eso... te respeto, y te tengo afecto, y quiero que también vos me tengas afecto...
porque, mirá, el cariño de mi mamá es lo único bueno que he sentido en la vida,
porque ella me quiere así nomás... como soy.
VALENTÍN: (Señalando el mismo pan que Molina había separado antes para comerlo como
sandwich.) ¿Te puedo cortar el pan?
MOLINA: Claro...
VALENTÍN: (Cortando el pan.) ¿Nunca tuviste buenos amigos, importantes para vos?
MOLINA: Mis amigos fueron siempre... putazos, como yo, y entre nosotros, ¿cómodecirte?, nos
tenemos poca confianza, por miedosos. Estamos esperando siempre la amistad, o lo
que sea, de alguien más serio, de un hombre, claro. Y eso nunca puede ser, porque un
hombre lo que quiere es una mujer.
VALENTÍN: (Eligiendo la tajada de jamón para el sandwich de Molina.) ¿Y todos los
homosexuales son así?
MOLINA: Hay otros que se enamoran entre ellos. Yo y mis amigas somos mu-jer. Esos
jueguitos no nos gustan, son cosas de homosexuales. Nosotras somos mujeres
normales que nos acostamos con hombres.
VALENTÍN: (Serio, demasiado concentrado en el tema como para ver la parte humorística.)
¿Manteca?
MOLINA: Sí, gracias. Tengo que contarte una cosa.
VALENTÍN: Como no, la película.
MOLINA: (Maquiavélico y al mismo tiempo nervioso.) El abogado dijo que las cosas van bien.
VALENTÍN: Qué bestia, no te pregunté.
MOLINA: Y cuando una apelación es tenida en cuenta, el procesado pasa a otro lado de la
penitenciaría. Dentro de una semana me pueden sacar de esta celda.
VALENTÍN: (Muy afectado por la noticia, tratando de disimular.) Qué bien... estarás contento.
MOLINA: No quiero pensar mucho, hacerme ilusiones... Servite ensalada rusa.
VALENTÍN: ¿Te parece?
MOLINA: Está rica.
VALENTÍN: Se me cerró el estómago con la noticia. (Se pone de pie.)
MOLINA: Hacé de cuenta que no te dije nada, porque no es nada seguro.
VALENTÍN: No, la cosa pinta bien, tenemos que alegrarnos.
MOLINA: Comé la ensalada.
VALENTÍN: No sé qué me pasa, de golpe... no me siento bien.
MOLINA: ¿Te duele algo, la barriga?
VALENTÍN: No, es una confusión, en la cabeza.
MOLINA: ¿De qué?
VALENTÍN: Dejame descansar un poco. (Valentín se vuelve a sentar, descansa la cabeza sobre
las manos, la luz va cambiando, para señalar un cambio de tiempo, ellos
permanecen en la misma posición; hay tensión y sensibilidad especiales en el aire.)
MOLINA: El muchacho está totalmente desorientado, no sabe qué hacer con ese bicho raro de
esposa que tiene. Ella entra, nota qué el está serio, va al baño a dejar los zapatos
sucios de barro y oye lo que él dice, que fue a buscarla al médico y se enteró de que
nunca iba. Ella entonces llora y le dice que todo está perdido, que es lo que siempre
tuvo miedo de ser, una loca con alucinaciones, o peor todavía, una mujer pantera. Él
entonces se ablanda y la toma en los brazos y tenés razón vos que ella para él es
como una criatura, porque cuando la ve tan indefensa, tan perdida, siente de nuevo
que la quiere con toda el alma, y le dice que todo se va a arreglar... (Suspira
profundamente.) Ahhh...
VALENTÍN: ¡Qué suspiro!
MOLINA: Qué vida esta más dificil...
VALENTÍN: ¿Qué te pasa?

24
MOLINA: No sé, tengo miedo de ilusionarme que me van a soltar... y que me pongan en otra
celda y me quede ahí para siempre, con quien sabe qué atorrante.
VALENTÍN: Pensá en una cosa: la salud de tu mamá es lo más importante para vos, ¿no?
MOLINA: Sí...
VALENTÍN: Concentrate en eso, y basta.
MOLINA: (Dando rienda suelta a su congoja.) ¡No quiero concentrarme en eso!
VALENTÍN: Eh... qué pasa...
MOLINA: ¡Nada!
VALENTÍN: Levantá la cara de esa almohada..., ¿Hay algo que me ocultás?
MOLINA: (Llorando.) Es qué...
VALENTÍN: ¿Es que qué? Saliendo de acá vas a estar libre, si querés podés entrar en algún grupo
político.
MOLINA: Estás loco, no me van a tener confianza por puto.
VALENTÍN: Pero te puedo decir a quien ver...
MOLINA: (De repente con fuerza, levanta la cabeza dela almohada.) Por lo que más quieras,
nunca, pero nunca, ¿entendés?, me digas nada de tus compañeros.
VALENTÍN: ¿A quien se le va a ocurrir que vos los veas?
MOLINA: me pueden interrogar, lo que sea, y si no sé nada no puedo decir nada.
VALENTÍN: de todos modos hay muchos grupos, de acción política, aunque sean de esos que
hablan nomás. Al salir todo va a cambiar.
MOLINA: No, lo terrible es que nada va a cambiar.
VALENTÍN: ¿Cuántas veces te vi llorar? Basta, che, me ponés nervioso con esos mocos.
MOLINA: Es que no aguanto más... tengo tanta... mala suerte... (Se apaga la luz eléctrica del
penal.)
VALENTÍN: ¿Ya apagan la luz?... En primer lugar tenés que pensar en agruparte, en no quedar
solo.
MOLINA: No entiendo de esas cosas... (repentinamente sincero) y tampoco creo mucho.
VALENTÍN: (Recio.) Entonces aguantate.
MOLINA: (Llorando un poco todavía.) No hablemos... más...
VALENTÍN: (Conciliatorio.) Vamos... no seas así... (Palmeándolo con afecto.).
MOLINA: Te lo ruego... no me toques...
VALENTÍN: ¿Un amigo no te puede palmear?
MOLINA: Me hacés peor...
VALENTÍN: ¿Por qué?, decime qué te pasa...
MOLINA: (Con profundo sentimiento.) Estoy muy cansado, Valentín. Cansado de sufrir. Me
duele todo por dentro.
VALENTÍN: ¿Dónde te duele?
MOLINA: Adentro del pecho, y en la garganta... ¿Por qué srá que la tristeza se siente siempre
ahí?, cómo aprieta, ese nudo.
VALENTÍN: Es cierto, ahí es donde se siente más.
MOLINA: ...
VALENTÍN: ¿Te aprieta muy fuerte, ese nudo?
MOLINA: Sí.
VALENTÍN: ¿Es acá que te duele?
MOLINA: Sí...
VALENTÍN: ¿No te puedo acariciar... ahí?
MOLINA: Sí...
VALENTÍN: (Despues de una pequeña pausa.) Qué descanso...
MOLINA: ¿Por qué descanso, Valentín?
VALENTÍN: No pensar en mí, por un momento. Y pensar en vos, que me necesitás, y puedo hacer
algo por vos.
MOLINA: A todo le buscás explicación... qué loco sos.
25
VALENTÍN: No me gusta que las cosas me atropellen... quiero saber por qué suceden.
MOLINA: ¿Puedo yo tocarte a vos?
VALENTÍN: Sí...
MOLINA: Quiero tocarte ese lunar... un poco gordito, que tenés arriba de ésta ceja.
VALENTÍN: ...
MOLINA: Sos muy bueno.
VALENTÍN: No, vos sos el bueno.
MOLINA: Si querés, podés hacerme lo que quieras... porque yo si quiero.
VALENTÍN: ...
MOLINA: Si no te doy asco.
VALENTÍN: No digas eso, callado es mejor. (Se coloca bajo la misma sábana que Molina.)
Correte un poco para la pared.
MOLINA: ...
VALENTÍN: No se ve nada, en esta oscuridad.
MOLINA: ... Despacio.
VALENTÍN: ...
MOLINA: No, así duele mucho.
VALENTÍN: ...
MOLINA: Despacito, por favor.
VALENTÍN: ...
MOLINA: Así...
VALENTÍN: ...
MOLINA: Gracias...
VALENTÍN: Gracias a vos también. ¿Te sentís mejor?
MOLINA: Sí... ¿Y vos, Valentín?
VALENTÍN: No me preguntes porque no sé nada...
MOLINA: Ay, que lindo...
VALENTÍN: No hables, por un ratito...
MOLINA: Es que siento... unas cosas tan raras... Sin querer me llevé la mano a la ceja,
buscándome el lunar
VALENTIN: ¿Qué lunar? Yo tengo un lunar, no vos
MOLINA: Ya sé, pero me llevé la mano a la ceja... para tocarme el lunar... que no tengo.
VALENTÍN: Callado, quedate callado un poquito.
MOLINA: ¿Y sabés que otra cosa sentí?, pero por un minuto nomás...
VALENTÍN: Hablá, pero quedate así, quietito.
MOLINA: Por un minuto solo, me pareció que yo no estaba acá... ni acá ni afuera.
VALENTÍN: ...
MOLINA: Me pareció que yo no estaba, que estabas vos solo.
VALENTÍN: ...
MOLINA: O que yo no era yo. Que ahora yo... eras vos.

Cuadro Noveno
Día, cada uno en su cama.

VALENTÍN: Buen día... (Se lo nota renovado, alegre.)


MOLINA: (También luminoso.) Buen día, Valentín.
VALENTÍN: ¿Dormiste bien?
MOLINA: Si. (Con calma, sin inponer nada.) ¿Querés té o café?

26
VALENTÍN: Café, para despabilarme bien, y estudiar. Hasta que retome el ritmo de antes. ... ¿Y
vos, se te pasó el malhumor?
MOLINA: Sí, pero estoy como atontado. No pienso, no peudo pensar en nada.
VALENTÍN: Yo tampoco quiero pensar en nada, y voy a estudiar. Con eso mesalvo.
MOLINA: ¿De qué?, ¿de arrepentirte de lo que pasó?
VALENTÍN: Cada vez estoy más convencido de que el sexo es la inocencia misma.
MOLINA: ¿Puedo pedirte algo?, que no discutamos nada, hoy.
VALENTÍN: Como quieras.
MOLINA: Me siento... bien, y no quiero que nada me quite esa sensación. Desde chico no me
sentía tan contento. Desde que mamá me compraba algún juguete.
VALENTÍN: ¿Te acordás de algún juguete de aquellos, del que más te gustó?
MOLINA: Una muñeca.
VALENTÍN: ¡¡Uy!! (Valentín se larga a reír.)
MOLINA: ¿Por qué esa risa?
VALENTÍN: Ay, qué buen psicólogo resulté.
MOLINA: ¿Qué pasa?
VALENTÍN: Nada...quería ver si había alguna relación entre ese juguete... y yo.
MOLINA: (Entrando en el juego.) La culpa es tuya por preguntar.
VALENTÍN: ¿Estás seguro que no era un muñeco?
MOLINA: Una muñeca bien rubia, con trenzas, vestida de tirolesa. (Rien sin nerviosidad.)
VALENTÍN: Una pregunta... Vos, físicamente, sos tan hombre como yo...
MOLINA: Uhmmm...
VALENTÍN: ¿Por qué entonces no se te ocurre... actuar como hombre? No digo con mujeres, si no
te atraen, pero con otro hombre.
MOLINA: No me va. Yo no gozo más que así.
VALENTÍN: Entonces, si te gusta ser mujer... por eso no te sientas disminuído.
MOLINA: ...
VALENTÍN: Quiero decir que no tenés que pagar con algo, con favores, porque te guste eso. No te
tenés que... someter.
MOLINA: pero si un hombre... es mi marido, él tiene que mandar, para sentirse bien. Eso es
natural.
VALENTÍN: No, el hombre de la casa y la mujer de la casa tienen que estar al mismo nivel. De lo
contrario es una explotación.
MOLINA: Así no tiene gracia.
VALENTÍN: ¿Qué?
MOLINA: Ya que querés saber... la gracia está en que cuando un hombre abraza, dé un poco de
miedo.
VALENTÍN: ¿Quién te puso esa idea en la cabeza? Está muy mal todo eso.
MOLINA: Pero yo lo siento así.
VALENTÍN: Vos no lo sentís así, te enseñaron a sentirlo así. Para ser mujer no es necesario... qué
sé yo... ser mártir. Y si no fuera porque debe doler una barbaridad te pediría que me
lo hicieras a mí, para demostrarte que eso de ser macho no da ningún derecho a nada.
MOLINA: (Muy contrariado.) Esta charla no conduce a nada.
VALENTÍN: Al contrario, quiero discutir.
MOLINA: pero yo no, y basta. Te lo pido por favor.
Voz del Guardia: Sentenciado Luis Alberto Molina, visita en locutorio.

La puerta se abre, Molina sale, Valentín con profunda satisfacción pone orden en sus libros,
prepara lápiz y papel, comienza a estudiar; mientras tanto se oye la voz del Director.

27
Voz del Director: Si, señorita, quiero hablar con su jefe, por favor... ¿Qué tal?, ¿qué hau de
nuevo por ahí? Por aquí nada en absoluto. Sí, por eso llamé. De aquí a unos
minutos lo voy a ver.
...Si necesitan ese dato antes de lanzar la contraofensiva, comprendo. ...Y en
caso de que Molina todavía no sepa nada, ¿qué hago con él?... ¿le parece? ...
¿libre hoy mismo? ... ¿por qué hoy? ... Claro, no hay tiempo que perder.
Perfecto, si el otro le da un mensaje, Molina mismo nos llevará a la célula...
Comprendo, dándole unos minutos, así el otro le pasa el mensaje... La
dificultad está en que Molina no note la vigilancia en la calle... Es dificil
preveer las reacciones de un sujeto como Molina, en fin de cuentas es un
amoral.

La puerta de la celda se vuelve a abrir, entra Molina profundamente abatido.

MOLINA: Pobre Valentín, me mirás las manos.


VALENTÍN: Lo hice sin querer.
MOLINA: Se te fueron los ojos, pobre tesoro...
VALENTÍN: Qué lengiaje...
MOLINA: No me trajeron paquete. Me tenés que perdonar. Ay, Valentín...
VALENIN: ¿Qué pasa?
MOLINA: Ay, no sabés...
VALENTÍN: ¿Qué pasó?, ¡dale!
MOLINA: Me voy.
VALENTÍN: ¿De la celda?... qué desgracia...
MOLINA: No, salgo en libertad.
VALENTÍN: No...
MOLINA: Me dieron la libertad provisional.
VALENTÍN: (Con inesperada explosión de alegría.) Pero es una maravilla.
MOLINA: No sé...
VALENTÍN: Pero no es posible... ¡es lo más genial que podía pasar!
MOLINA: (Confuso ante la reacción de Valentín.) Sos muy bueno de alegrarte por mí.
VALENTÍN: Por vos pero también por otra cosa... ¡esto es fabuloso!, y te aseguro que no hay
riesgo ninguino.
MOLINA: ¿Qué es?
VALENTÍN: Mirá... tenía un dato fundamental que pasarles, y me moría de impotencia sin
pasárselo a mi gente. Me devanaba los sesos buscando una solución... Y me la servís
en bandeja.
MOLINA: (Como recibiendo una descarga eléctrica.) No sirvo para eso, estás loco.
VALENTÍN: Te lo memorizás en un momento. Con eso ya está. Es decirles una sola cosa, ellos no
saben que cayó el comando Tres, y tienen que ir a Santa Fe para un nuevo enlace.
MOLINA: No, salgo en libertad condicional, cualquier cosa me encierran de nuevo.
VALENTÍN: Te aseguro que no hay riesgo.
MOLINA: Te lo ruego. No quiero saber ni una palabra. Ni dónde están, ni quienes son, nada.
VALENTÍN: ¿No te gustaría que un día yo también saliera?
MOLINA: ¿De acá?
VALENTÍN: Sí, libre.
MOLINA: Nada querría tanto como ésdo. Pero escuchame, lo digo por tu bien... no sirvo para
esas cosas, si me agarran largo todo.
VALENTÍN: Soy yo y no vos el responsable por mis conpañeros. No tenés más que dejar pasar
unos días, y llamar desde un teléfono cpúblico. Y citar a alguien en un lugar falso.
28
MOLINA: ¿Cómo un lugar falso?
VALENTÍN: Les das un lugar en clave, por ejemplo decís cine Monumental y eso quiere decir
cierto banco de una plaza.
MOLINA: Me da miedo.
VALENTÍN: Cuando te explique todo se te va a ir.
MOLINA: Pero si es teléfono está vigilado me comprometo yo.
VALENTÍN: Hablando de un teléfono público no, y cambiando la voz, que es lo más fácil del
mundo, yo te enseño. Hay mil maneras, con un caramelo en la boca, con un
escarbadiente debajo de la lengua...
MOLINA: No.
VALENTÍN: Más tarde hablamos.
MOLINA: ¡¡No!!
VALENTÍN: Como quieras. (Molina se deja caer en la cama, sin fuerzas, esconde la cara en la
almohada.) Mirame por favor.
MOLINA: (Sin mirar a Valentín.) Hice una promesa, no se a quién, a Dios, aunque no crea
mucho.
VALENTÍN: Sí...
MOLINA: Y es que lo que más quería en la vida era poder salir para cuidar a mamá. Y que
sacrificaba cualquier cosa por eso. Y mi deseo se cumplió.
VALENTÍN: Fuiste generoso de pensar primero en otro.
MOLINA: ¿Pero es justo eso? Que yo quede siempre sin nada...
VALENTÍN: Tenés a tu madre y ésa es tu responsabilidad, tenés que asumirla.
MOLINA: Escuchá, mi madre ya tuvo su vida, vivió, tuvo su marido, su hijo... ya es vieja, su
vida está casi acabada.
VALENTÍN: Pero está viva todavía.
MOLINA: Y yo también estoy vivo... ¿Pero mi vida cuándo empieza?, ¿cuándo me va a tocar a
mí, tener algo?
VALENTÍN: Afuera podrás empezar de nuevo.
MOLINA: Lo único que quiero es quedarme con vos.
VALENTÍN: ...
MOLINA: ¿Te da vergüenza que hable de eso?
VALENTÍN: No... bueno, si.
MOLINA: ¿Sí, qué?
VALENTÍN: Eso, me da un poco de vergüenza.
MOLINA: ¿Si yo paso ese mensaje vas a salis más pronto?
VALENTÍN: Es un modo de ayudar a la causa.
MOLINA: Pero no es que te dejen salir enseguida. Vos creés que así va na a hacer más rápido la
revolución.
VALENTÍN: Sí, Molinita... No te rompas la cabeza, más tarde discutimos.
MOLINA: No queda tiempo para discutir.
VALENTÍN: (Con humor forzado) ... Y hay que terminar la película de la pantera, además.
MOLINA: Termina mal.
VALENTÍN: ¿Y eso?
MOLINA: Ella es mujer con defecto. (Retomando su humor habitual.) Todas las mujeres con
defectos terminamos mal.
VALENTÍN: (Riendo.) ¿Y el psicoanalista?, ¿se la manda al buche por fin?
MOLINA: ¡Ella se lo manda al buche a él! Pero de verdad... No, no tanto, lo despedaza nomás.
VALENTÍN: ¿Ella me mata?
MOLINA: En la película. En la vida no.
VALENTÍN: Contá

29
MOLINA: Nada, Irena va de mal en peor, se muere de celos por la otra, y trata de matarla.
Pero la otra suertuda siempre se salva. Hasta que el marido un día desesperado le da
cita al psicoanalista en la casa, a solas, mientras ella no está. Pero la cosa sale al
revés, quin se topa con el psicoanalista es Irena. El tipo aprovechando que están
solos se le echa encima y la besa. Y ahí ella se transforma en pantera. Cuando llega
el marido ya el tipo esta desangrado. Mientras tanto Irena se va acercando a la jaula
de la pantera, sola en la noche. Esa tarde se guardó la llave cuando el cuidador se la
dejó olvidada en la cerradura. Irena avanza, está como trasportadaa otro mundo. El
marido viene a toda velocidad con la policía. Irena le abre la jaula a la pantera, que se
le avalanza encima y la mata del primer zarpazo. La sirena de la policía espanta a la
fiera, que se lanza por la calle y otro auto la atropella y la mata.
VALENTÍN: Te voy a extrañar Molinita.
MOLINA: Aunque más no sea las películas.
VALENTÍN: Aunque más no sea.
MOLINA: Quería pedirte una cosa de despedida. Algo que nunca hicimos, aunque hubo cosas
peores.
VALENTÍN: ¿Qué?
MOLINA: Un beso.
VALENTÍN: Es verdad.
MOLINA: Pero al final de todo, al irme.
VALENTÍN: Está bien.
MOLINA: Tengo una curiosidad... ¿te daba asco derme un beso?
VALENTÍN: Uhmmm... debe haber sido miedo que te convirtieses en pantera.
MOLINA: No soy la mujer pantera.
VALENTÍN: Es cierto.
MOLINA: Es triste ser mujer pantera, nadie puede besarla. Ni nada.
VALENTÍN: Vos sos la mujer araña, que atrapa a los hombres en su tela.
MOLINA: (Halagado.) ¡Qué lindo! Eso si me gusta.
VALENTÍN: Y ahora sos vos que me tenés que prometer una cosa: que te vas a hacer respetar, que
no vas a permitir que nadie te trate mal, ni te explote... Prometeme que no vas a
permitir que nadie te rebaje.
Voz del Guardia: Sentenciado Luis Alberto Molina, listo con sus pertenencias.
MOLINA: Valentín...
VALENTÍN: ¿Qué?
MOLINA: Nada... nada...
VALENTÍN: ...
MOLINA: Valentín...
VALENTÍN: ¿Qué pasa?
MOLINA: Nada, una pavada...
VALENTÍN: ¿Querías pedirme...?
MOLINA: ¿Qué?
VALENTÍN: El beso.
MOLINA: No, era otra cosa.
VALENTÍN: ¿No querés que te bese, ahora?
MOLINA: Bueno, si, si no te da asco.
VALENTÍN: No me hagas enojar. (Se acerca a Molina y le da un beso en la boca, tímidamente.)
MOLINA: ...
VALENTÍN: ...
MOLINA: Gracias.
VALENTÍN: Gracias a vos.
MOLINA: ...
VALENTÍN: ...
30
MOLINA: Y ahora tenés que darme el número de tus compañeros.
VALENTÍN: Como quieras.
MOLINA: Les pasaré el mensaje.
VALENTÍN: De acuerdo. ¿Era eso lo que me estabas queriendo decir?
MOLINA: Sí.
VALENTÍN: (Lo vuelve a abrazar.) No sabés la alegría que me das. El número es 323-1025

Molina repite el número con los labios, empieza a poner orden en sus cosas, las va colocando en
una bolsa. Valentín empieza a sumirse en la tristeza de la separación, se oyen las voces grabadas
de Molina y Valentín acompañando esta acción.

Voz de MOLINA: ¿Qué pasó conmigo?, Valentín, al salir de aquí


Voz de VALENTÍN: La policía te vigiló en todo momento, controló tu teléfono, todo. Quien
primero te llamó fue un tio, tu padrino, y te dijo que no volvieras a meterte
con menores. Le contestaste lo que se merecía, que se fuera al carajo, que en
la cárcel te habían enseñado lo que era dignidad. Te llamaron tus amigos, y
por teléfono se trataron de Greta, de Marlene, de Marilyn, y la policía pensó
que podría ser un código. Conseguiste un trabajo como vidrierista y un día
por fin llamaste a mis compañeros. Llevaste a tu mamá al cine, y le
compraste revistas de modas. Y un día te encontraste con mis compañeros,
pero te había seguido la policía, y te arrestaron. Mis compañeros desde el
coche en fuga ta balearon a muerte, como lo habías pedido vos, en caso que te
agarrara la policía. Y nada más... Y a mí, Molina, ¿qué me pasó?
Voz de MOLINA: Te torturaron, mucho... y se infectaron las heridas. Un enfermero se
compadeció y a escondidas te dio morfina, y soñaste.
Voz de VALENTÍN: ¿Con qué?
Voz de MOLINA: Soñaste que dentro tuyo, en el pecho, llevabas a Marta, y que nunca más se
iban a separar. Y ella te preguntó si no te daba lástima lo que me había
pasado, mi muerte, por culpa tuya según dijo ella.
Voz de VALENTÍN: ¿Y qué le contesté?
Voz de MOLINA: Le contaste que yo había muerto por un ideal noble y desinteresado. Y ella
dijo que no, que de eso nada, que yo me había sacrificado para morir como
una heroína de cine más. Y vos le dijiste que eso yo sólo lo sabría. Y soñaste
que estabas con mucha hambre, al escaparte de la cárcel, y que habías llegado
a una isla salvaje, y en el medio de la jungla te encontraste una mujer araña
que te daba de comer. Y ella estaba triste ahí sola en la selva, pero vos tenías
que seguir tu lucha, y volver a tus compañeros, con las fuerzas renovadas, por
la rica comida que te había dado la mujer araña.
Voz de VALENTÍN: ¿Y al final me salvé de la policía, o me volvieron a agarrar?
Vos de MOLINA: No, al final te fuiste de la isla, contento, a seguir la lucha con tus compañeros,
porque era un sueño corto, pero era feliz...

Se abre la puerta, Molina y Valentín se abrazan con inmensa tristeza, Molina sale, la puerta se
cierra, cae el telón.

FIN

31

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