Está en la página 1de 21

LOS GUAPOS

Textos de Julio Cesar Castro (JUCECA)


Adaptados para teatro

LINARES —(AFILA UN CUCHILLO).


BERMUDEZ —¿En qué está, guapo amigo?
LINARES —(AFILA).
BERMUDEZ —¿Afilando la faca está el hombre?
LINARES —(AFILA).
BERMUDEZ —¿Sacándole filo en la piedra, al cuchillo vengador y certero?
LINARES —(AFILA).
BERMUDEZ —¿Preparando el arma mortal para el tajo definitivo?
LINARES —(AFILA).
BERMUDEZ —¡Responda! ¿Está afilando la herramienta para jugarse la vida
en un duelo de varones? ¿Quién es el otro, compadre?
¡Parece mentira! Tantos años de guapo y todavía me impresiona ver el fierro
filoso. Me acuerdo de una noche en la milonga del guapo Rosendo Suárez,
"El Pegador". Guapo mentado en el lugar: Los hombres y los perros lo
respetaban. Y las chinas también. Tenía una mujer codiciada: la Lujanera. Y
esa noche llegó a la milonga el guapo Francisco Real, "El Corralero". Llegó
desde otro barrio a buscarlo a Rosendo, para probarlo.
En el angosto camino de la fama, suele no haber sitio para dos.
Iba a matarlo, y se lo dijo: "Lo ando buscando pa que me enseñe a mí, que
soy naides, lo que es un hombre de coraje y de vista". Y Rosendo Suárez
guardó silencio. Volvió Francisco Real a desafiarlo, y él a negarse. "De asco
no te carneo", dijo el otro y alzó la mano para castigarlo pero lo frenó la
Lujanera: "Dejálo a ése, que nos hizo creer que era un hombre". Un frío feo
corrió por todo el barrio. Un extraño, un guapo de otra cancha, lo acobardó a
Rosendo y en tres compases de tango le llevó a la Lujanera.
Yo ya estaba afuera cuando salió con ella. No era justo terminar una noche
así, tan malamente. Traía olor a madreselvas el viento. Me quedé mirando
esas cosas de toda la vida y pensé que yo era apenas otro yuyo de esas
orillas. ¿Qué iba a salir de esa basura sino nosotros, gritones pero blandos
para el castigo?
Yo hubiera querido estar de una vez en el día siguiente, yo me quería salir de
esa noche. Después pensé que no, que el barrio, cuanto más aporriao, más
obligación de ser guapo. Al rato se escuchó un revuelo y Francisco Real vol-
vió a entrar a la milonga, pero esta vez a los tropezones, ya muriendo. Volvió
herido de puñal para caer con sangre a borbotones…
Tanta soberbia el hombre, y no sirve más que pa juntar moscas.
Apenas si pidió que le taparan la cara. Solo le quedaba el orgullo, y no iba a
consentir que le curiosearan los visajes de la agonía. Yo me volví pa mi
rancho, allí a tres cuadras. Ardía en la ventana una lucecita que se apagó
enseguida. Me apuré a llegar al darme cuenta. Entonces volví a sacar el

1
cuchillo corto y filoso que yo sabía cargar aquí, en el chaleco, junto al sobaco
izquierdo, y le pegué otra revisada, despacio, y estaba como nuevo,
inocente, y no quedaba ni un rastro de sangre.
¿Para quién está afilando ese cuchillo, guapo amigo?
Me impresiona ver al hombre atareado en semejantes menesteres.
¿Quién lo invitó a desenvainar los cuchillos, guapo amigo?
LINARES —No quiera saber.
BERMUDEZ —¿Cómo no voy a querer? ¿Con quién medirá ese acero?
LINARES —Con el guapo Jacinto el Nato.
BERMUDEZ —¿El guapo Jacinto el Ñato? Ese hombre es un peligro con el
cuchillo. ¿Quiere que lo acompañe?
LINARES —No, este es un asunto entre él y yo. No da para tres
BERMUDEZ —¡Ese hombre no tiene entrañas!
LINARES —No, no tiene.
BERMUDEZ —Ese Jacinto El Ñato es un hombre de averías.
LINARES —Es de averías. Se dice que está debiendo un par de muertes,
pero no ha de ser para tanto.
BERMUDEZ —Está bien ser tallador y de coraje, pero Jacinto El Ñato no
tiene corazón.
LINARES —No tiene entrañas ni corazón, pero!... consiguió unas mollejas,
unos chinchulines y una tirita de asado, y me invitó. No lo llevo porque no da
para tres… (cambio de luz y de música. Otra escena).
--------------------------
BERMUDEZ — Yo soy el guapo Bermúdez, y me quiero presentar, mas
nadie vaya a dudar, de que tengo otras virtudes.
Yo pasé vicisitudes, mas no las voy a contar, porque prefiero cantar, con
todas las multitudes.
LINARES —Yo soy el guapo Linares, y no me golpeo el pecho, en bajadas y
en repecho iré junto a sus cantares, navegué por muchos mares, mas le
señalo este hecho: nunca he logrado escuchar, ningún verso tan mal hecho.
BERMUDEZ —¡No me relaje la poesía, querido guapo Linares! ¡Linares viejo
y peludo nomás, caracho! ¿Qué cuenta el hombre?
LINARES —Ya lo ve, guapo Bermúdez, relojeando el estofa’o porque la
mano viene dura como si fuera la cachetada de un monumento.
BERMUDEZ —La mano viene dura, torcida y acalambrada, viene la mano.
Lo invito a entrar a ese boliche, lo invito.
LINARES —Le voy a aceptar con todo gusto y el mayor respeto, y además,
porque estamos a cuatro pasos del boliche. ¿Caminamos?
BERMUDEZ —Caminemos que son apenas cuatro pasos. (entran al boliche)
LINARES —Esto no es un boliche Bermúdez, es un tugurio.
BERMUDEZ —Pero nunca olvidaré que en uno de esos tugurios conocí... a
la Gladis.
LINARES —¿A quién dijo, Bermúdez?
BERMUDEZ —¡A la Gladis, Linares!
LINARES —¿A qué Gladis, Bermúdez?
BERMUDEZ —¡A la Gladis Anchorena Gorlero, Linares!

2
LINARES —¿¿A la Gladis Anchorena Gorlero, Bermúdez??
BERMUDEZ —A la mismita, Linares. ¿Por qué? ¿Acaso la conoció, acaso, a
la Gladis Anchorena Gorlero?
LINARES —Para nada, guapo Bermúdez. Conozco una Anchorena y una
Gorlero pero las dos hacen la calle, una en Carrasco y la otra en Punta del
Este.
BERMUDEZ —En cualquier momento vamos a casa y le presento a la
Gladis.
LINARES —Será un gusto, cómo no. Una pregunta, guapo Bermúdez:
aquella mina de los ojos tristes de la mesa de allá, ¿por qué extraña razón o
destino ingrato, tiene los ojos tristes, la mirada lánguida y un zorro
avergonzado por su color?
BERMUDEZ —El amor de su vida, su hombre, está en gayola.
LINARES —¿En cana está el fulano de la mujer de los ojos tristes? ¿Acaso
un escruche, un afano, un duelo a facón por el amor de la percanta, acaso?
BERMUDEZ —Contrabando de tomates.
LINARES —¡No joda!
BERMUDEZ —Larga vida.
LINARES —¿Le dieron perpetua?
BERMUDEZ —No, larga vida era el tomate, de esos que vienen con el
cogollo, iguales a los que criaba el Pepe en su chacra.
LINARES —No sabía que el Pepe tenía criadero de tomates.
BERMUDEZ —Ehh!!!, el Pepe le criaba tomates, lechugas, morrones…
¡Amores y odios!... (pausa) ¡Ah, si viviera Carlitos, Linares, si viviera Carlitos!
LINARES —¿A qué Carlitos se refiere, Bermúdez? ¿A Carlitos Chaplín o
Carlitos Marx, dios me perdone?
BERMUDEZ —Le estoy hablando del Mago.
LINARES —No sabía que Mandrake se llamaba Carlitos. Para mi era El
Flaco Mandrake.
BERMUDEZ —Le hablo del Morocho Carlitos Gardel.
LINARES —¿Gardel, dijo? Permiso, me voy a poner de pie.
BERMUDEZ —Permiso, yo también.
LINARES —Permiso, me voy a sentar.
BERMUDEZ —Tome asiento y yo también.
LINARES —Yo nombro al mago y me entra una tristeza....
BERMUDEZ —Cuando yo estoy triste, ¿qué hago?, me voy a El Mago.
LINARES —¡Qué antigüedad, guapo Bermúdez, esa sastrería no existe más!
BERMUDEZ —No me diga que Sastrería El Mago también cerró.
LINARES —Y… cerro el Anglo…
BERMUDEZ — London Paris!...
LINARES — Sudamtex!...
BERMUDEZ — Ecolat! … Pah, cualquier día van a cerrar las fábricas de
cerraduras!!! (Pausa, transición)Bueh, asi es la vida, no?
LINARES —La vida es un enjambre de sorpresas donde revolotean las
mariposas amarrillas de Mauricio Babilonia y se atropellan los bichitos de luz
jugando a las estrellas.

3
BERMUDEZ —Mire que dice cosas. Usted tendría que estar en el gobierno,
Linares. Lo que no le entendí fue eso de las mariposas y los bichitos de luz.
LINARES —Le explico, Bermúdez.
BERMUDEZ —Soy todo orejas, Linares.
LINARES —Cuando uno cree que ya no, resulta que todavía sí. No sé si soy
claro, Bermúdez.
BERMUDEZ —Si le digo que lo comprendo perfectamente, le miento,
Linares.
LINARES —Le explico, Bermúdez.
BERMUDEZ —Le agradecería, Linares.
LINARES —Volví a verla, guapo Bermúdez. Cuando creía que ya no, resulta
que sí, y la vi.
BERMUDEZ —¿A quién vio, guapo Linares?
LINARES —A la Susana Berberecho Ramírez Ponce de León
BERMUDEZ —¿A qué Susana, Linares?
LINARES —A la Susana Berberecho Ramírez Ponce de León.
BERMUDEZ —¿Es la misma Susana que la que yo estoy pensando?
LINARES —No, Bermúdez, es otra.
BERMUDEZ —¿Y cómo sabe que es otra, si no sabe en qué Susana estoy
pensando?
LINARES —Es que no le permito que esté pensando en la misma Susana
que yo digo.
BERMUDEZ —¿Y quién es usted para prohibirme pensar en la Susana que
a mí se me antoja?
LINARES —Yo soy el guapo Linares / que ya se comió una cana/ por un
otario de cuarta / que pensaba en la Susana.
BERMUDEZ —Usted haga los versitos que quiera, pero yo le puedo nombrar
a varias minas bien de bute.
LINARES —Yo caminé por Yerbal / Reconquista y Sarandí / y puedo decirle
aquí / si no le parece mal / que conozco el arrabal / donde usted vendió
maní.
BERMUDEZ —¿Maní, yo? No le permito, Linares. ¿Maní, yo? ¿Calentito el
maní maní a vintén el cucurucho de maní, el manisero se va? No era yo,
Linares. Nunca me gustaron los manises.
LINARES —(aparte) Quiso decir maníes…
BERMUDEZ —Y los maníes menos. Y no me desvíe la conversa ni hable
bajito, porque yo le estaba chamuyando de la Susana y usted se me pianta.
LINARES —¡Qué monumento, Bermúdez, qué monumento!
BERMUDEZ —La Susana?
LINARES —No, el del Obelisco de los Constituyentes. Todo granito, no como
el Obelisco de Buenos Aires. El nuestro tiene una línea, tiene calidad y estilo.
Hace tiempo que al de Buenos Aires le pusieron reja todo alrededor. Dicen
que después la gente iba a visitarlo y le tiraba galletitas. Dicen, no sé.
(pausa)
BERMUDEZ —Cuente guapo Linares, que tropelías, andanzas o diabluras
anda curtiendo?

4
LINARES —Ya lo ve, guapo Bermúdez, dando una vueltita para no
quedarme en la pieza porque la Margot se levantó atravesada y no quisiera
tener una situación.
BERMUDEZ —Pudiendo evitar una situación, lo mejor es evitar la situación.
LINARES —¿Y yo qué dije?
BERMUDEZ —¡Mozo...! ¿Qué va a tomar, Linares?
LINARES —Usté sabe que yo soy un duro para el trago, que no le hago asco
al beberaje macho, que nunca se me ha visto traicionar a la grapa, la caña o
la ginebra, y si hay que darle al trago hasta que aclare, le damos duro y
parejo, así que le voy a tomar una naranjita Urreta porque hoy ando de
garganta resentida.
BERMUDEZ —¡Todo el mundo está resentido, Linares! Mozooo! Estos
mozos de ahora son muy demorones. (Entra el mozo) Y además se visten
fiero. (Lo miran los dos con desaprobación. Pausa) Estaba pensando,
Linares, que en este mismo boliche solía parar Gerardo Matos Rodríguez.
LINARES —¿Lo conoció a Matos Rodríguez? ¿Al autor de La Cumparsita?
¿Lo conoció?
BERMUDEZ —¿Usted me pregunta si conocí al creador del himno de los
tangos?
LINARES —Sí, Bermúdez, a Matos Rodríguez, ¿lo conoció?
BERMUDEZ —¿Usted se refiere a Gerardito, que una noche tocando el
piano creó La cumparsita?
LINARES —¡No joda, Bermúdez!, ¿Lo conoció, o no lo conoció?
BERMUDEZ —Era uruguayo.
LINARES —¡Virgen de la consideración y la santa espera, santos del cielo,
protectores de las almas cándidas que confían en que para todo hay una
respuesta, gran señor de la paciencia, dioses que todo lo pueden, os ruego
que tengáis piedad de este humilde guapo y no lo hagáis caer en la tentación
de pegarle una piña a este gil que se está haciendo el vivo y no contesta!
BERMUDEZ —Gerardito estaba allí.
LINARES —¿Gerardo Matos Rodríguez?
BERMUDEZ —Andaba tristón esa noche. Andaba mal. Cabizbajo.
LINARES —Andaba con la depre.
BERMUDEZ —En aquel tiempo no existía la depre, lo que se usaba era la
tristeza. Yo no le quise decir nada a Gerardito, pero lo vi alicaído. Lo vi mal, y
de repente se para, endereza pa’l piano, se sienta, y, por primera vez en la
vida, toca el himno de los tangos.
LINARES —¿La inventó así, en el momento, de un solo saque?
BERMUDEZ —Se ve que se le vino la inspiración divina, y la sacó de un
tirón. Cuando la terminó, “chan chan”, estaba llorando. Se suena, me mira y
me dice: "Flaco, ¿cómo le pongo". Y a mí me salió: "Póngale La Cumparsita".
Y así fue.
LINARES —Antes las cosas salían más fáciles. El pejerrey, por ejemplo,
salía más.
Bermúdez —Si, (burlon) y las viejas del agua también!, … No me agarre pal
fideo Linares, no se olvide que soy guapo de verdad, del asfalto, del

5
empedrado y el hormigón, del farol a querosén, del humo del tabaco y de la
yerba.
LINARES —Marihuana?
BERMUDEZ —Armiño.
LINARES —Entonces "Aquel tapado de Armiño", era de yerba.
BERMUDEZ —No me haga acordar, Linares. Yo mangué amigos, vi
usureros y estuve un mes sin fumar, pa poder comprarle un tapado de
armiño a la Chichita Goyenola Barofio.
LINARES —¿A quién nombró, Bermúdez?
BERMUDEZ —¡A la Chichita Goyenola Barofio, guapo Linares!
LINARES —¿Y qué tuvo usté con la Chichita Goyenola Barofio?
BERMUDEZ —¡Tuve lo que tuve, porque cada cual tiene lo que tiene!
LINARES —¿Así que fue usté el que le regaló aquel tapado berreta que
perdía el pelo con solo mirarlo fijo?
BERMUDEZ —Era una imitación, pero no era mala, Linares.
LINARES —Sepa que se lo fui a empeñar, y tuve que protestar para que me
dieran dos pesos con cincuenta.
BERMUDEZ —¿Así que usté le empeñó el tapado que yo le compré a la
Chichita Goyenola Barofio?
LINARES —Eso no era un tapado, Bermúdez, eso era una vergüenza. Si
estuvo un mes sin fumar para comprar esa basura, lo afanaron, guapo
Bermúdez.
BERMUDEZ —Ya me enoje también, y vamos a terminar con esto!... (Lleva
la mano a la cintura y saca una libretita y un lápiz)
LINARES —(Alarmado) Que va a hacer, guapo Bermúdez?
BERMUDEZ —Palabras cruzadas.
LINARES —No me diga, guapo Bermúdez, que cayó en ésa, no me diga que
un guapo como usted ha caído tan bajo.
BERMUDEZ —Yo siempre fui un hombre del bajo y me parece, Linares, que
usted vino a buscar camorra y yo soy hombre de pocas pulgas.
LINARES —¿Cómo cuántas más o menos?
BERMUDEZ —¡No me subestime, guapo Linares!
LINARES —No lo subestimo, guapo Bermúdez, apenas si lo estimo nomás.
Y no me haga caso, ando mal porque tuve una diferencia con la Margot y me
aplasto el mate con la plancha.
BERMUDEZ —¿Le planchó el mate?
LINARES —Me lo cebó frío, y usted sabe cómo soy yo de carácter, guapo
Bermúdez, y ahí mismito agarré el mate y se lo puse arriba de la mesa y la
miré fijo y le dije: "¿Qué es esto, Margot? ¡Calentáme inmediatamente el
mate y no me hagás tirar la bronca!"
BERMUDEZ —Así se le habla a la mina, Linares, porque hoy es un mate frío,
mañana un guiso quemado y un buen día se toman alas y lo mandan a uno a
lavar los platos.
LINARES —Se ve que lo quiso calentar con la plancha, porque se la bajó y
me lo hizo puré. Ahí no me aguanté, guapo Bermúdez, no pude controlarme,
se me subió la mostaza, perdí los estribos.

6
BERMUDEZ —¡Y la fajó!
LINARES —La miré fijo.
BERMUDEZ —Y la fajó.
LINARES —Se me nublaron los ojos, Bermúdez.
BERMUDEZ —¡Y la fajó, Linares!
LINARES —Ella también me miró a los ojos.
BERMUDEZ —Y usted la fajó.
LINARES —Me dio no sé qué. Había algo en su mirada, que me ablandó.
BERMUDEZ —Claro. Ella lo miró con ternura.
LINARES —Yo no diría con ternura. Me miró con intenciones de alisarme la
cara con la plancha. ¡Y qué sé yo! Mate más, mate menos, ¿no?, agarré y
me dije: -El guapo Bermúdez sabrá convidarme con un mate.
BERMUDEZ —Un mate no se le niega a nadie, Linares. Cuando guste, en mi
pieza, humilde pero corajuda y noble, siempre hay un mate para el
desgraciado que llega de visita, y especialmente si es un infeliz que viene
mal barajado.
LINARES —Tengo la leve sensación de que me está relajando, Bermúdez, y
le pido por favor, le suplico, que no abuse.
BERMUDEZ —Le quiero decir, guapo Linares, que para usted siempre habrá
un mate.
LINARES —Se le agradece.
BERMUDEZ —Eso si, siempre lleve yerba, porque la cosa esta brava.
LINARES —¡No se abuse, guapo Bermúdez, porque echo mano y saco!
BERMUDEZ —Deje quieto, Linares, que me hace acordar a Martín Aquino.
LINARES —¡Parece hasta mentira! Ya no hay un respeto para los hombres
guapos. Por cosas así fue que le pasó aquello a la Zulema.
BERMUDEZ —¿De qué Zulema me habla, guapo Linares?
LINARES —De la Zulema Garayalde Fortabat, guapo Bermúdez.
BERMUDEZ —¡No! ¿Y qué fue lo que hizo con la Zulema Garayalde
Fortabat, guapo Linares?
LINARES —Hice lo que un hombre tiene que hacer. Y le garanto que la dejé
satisfecha.
BERMUDEZ —¡¡Qué fue lo que hizooo!!
LINARES —Primero le compré un helado, después la llevé al cine, después
la lleve a comer un puchero y después la llevé a la casa y me fui a dormir.
¡Me salió de cara esa noche!
BERMUDEZ —Siempre la misma la Zulema... (Cambia de tema) Se lo ve
demacrado, guapo Linares.
LINARES —Es que con el lío con la Margot ando mal. Hubiera visto cómo
quedó el mate. Era un porongo de mi abuelito, un recuerdo de familia.
BERMUDEZ —Los de la familia son los peores. (Linares se levanta y busca
en todos sus bolsillos) ¿Se puede saber que busca guapo Linares?.
LINARES —Ya lo ve, guapo Bermúdez, tratando de encontrar un mango.
BERMUDEZ —El viejo mango se mantiene fugitivo.
LINARES —Fugitivo, y escurridizo.

7
BERMUDEZ —Yo le estuve conversando a la Gladis, para ver si se arregla
con la mitad de la plata que le vengo entregando.
LINARES —¿Y a cuánto asciende la suma que le suministra a la Gladis?
BERMUDEZ —Catorce pesos diarios.
LINARES —Usted siempre tan mano abierta para la guita, Bermúdez.
BERMUDEZ —Y ella me dijo que verá de restringir los gastos. Me dijo:
"Quedesé tranquilo, guapo Florencio". Florencio soy yo.
LINARES —Se llama igual que Florencio Sánchez.
BERMUDEZ —Igual, pero Bermúdez. Y la mina se aguanta porque la mano
viene tirante, Linares. Tiene razón Gardel cuando dice que el que compra
diez de fiambre, hoy se moría hasta el piolín.
LINARES —¡Grande Carlitos! ¡Qué voz, Carlitos, qué voz! ¡Y qué pinta! ¡Dios
me libre! ¡Gran ganador!
BERMUDEZ —Es verdad. Ensayaba una sonrisa y quedaba el tendal. Claro
que alguna también perdió. Era humano.
LINARES —¡No me diga eso, Bermúdez! ¿Quién le iba a ganar al hombre?
BERMUDEZ —No crea Linares, una pifia la da cualquiera.
LINARES —¡Qué me está queriendo decir, Bermúdez! ¿Usted sabe algo,
acaso...?
BERMUDEZ —No, Linares, yo no. Si apenas lo vi un par de veces al
hombre.
LINARES —¿Lo vio a Gardel? A Carlitos Gardel, ¿Lo vio, lo tuvo cerca, le
miró la cara, lo tiene escuchado afuera del disco y de la película?
BERMUDEZ —Poco, Linares, muy poco. Pero mejor no lo hubiera visto.
LINARES —¿Mejor por qué, Bermúdez?
BERMUDEZ —Mejor para él, Linares.
LINARES —¿Para él, para Carlitos hubiera sido mejor? ¿De qué me habla
Bermúdez, qué me viene ocultando del Morocho?
BERMUDEZ —Esa noche salí a caminar por el bajo. Solo. Una noche fría,
Linares.
LINARES —Invierno.
BERMUDEZ —Otoño, pero frío. ¿Vio cómo es el otoño?
LINARES —Suele venir con noches frías, es verdad.
BERMUDEZ —Yo iba caminando por la vereda.
LINARES —¿Qué hora sería más o menos, Bermúdez?
BERMUDEZ —Póngale doce y media.
LINARES —De la noche.
BERMUDEZ —Ya le dije que era de noche.
LINARES —Por eso digo. Doce y media de la noche, va caminando, ¿y?
BERMUDEZ —Voy caminando, y un de repente, de una pieza escucho unas
guitarras y una voz.
LINARES —¿Una voz? ¿De quién era la voz?: ¿Qué cantaba la voz? ¡Me
muero, Bermúdez! No me diga que de la pieza, en esa noche de invierno....
BERMUDEZ —Otoño.

8
LINARES —¡No me diga que de la pieza le llegaba la voz del Troesma, no
me diga eso porque me tiro por el suelo, me desgarro las ropas, salgo a
romper bombitas del alumbrado público! ¡Me baño!
BERMUDEZ —Era él.
LINARES —¡Nooo...!
BERMUDEZ —¡Era la voz, Linares! Ahí estaba él. Ensayando. Y sentada al
borde de la cama, ella.
LINARES —Una novia. ¡Y qué mina, Bermúdez, qué novia que tenía el
Mago, santo Dios! (Como en un sueño) -Terminó el ensayo. Están guar-
dando los instrumentos. Carlitos le acaricia la cabeza a la novia, y van a salir.
Ahí viene.
BERMUDEZ —Hágase a un lado, Linares, déjelo pasar al hombre que viene
ganando.
LINARES —¡Cómo camina, la facha del loco, mírelo cómo camina, cómo
camina, Bermúdez, mírelo!.
BERMUDEZ —¿Y ella? ¡Qué mujer, Linares! Deje pasar, Linares, deje pasar,
apártese que ahí viene. -¡Adiós, Carlitos...!
LINARES —¡Paaa, mírelo, ahí va, paaa..!.
BERMUDEZ —Sí, pero no saludó.
LINARES —¡Va ocupado el hombre, qué lo va a saludar, hágame el favor,
Bermúdez! ¿No ve lo que lleva del brazo? ¡Qué lo va a estar saludando a
usted, Bermúdez!
BERMUDEZ —No me saludó, Linares. No me dijo ni siquiera "chau pibe". No
digo que me diera la mano ni que se parara a conversar, pero si me hubiera
dicho, al pasar, "chau pibe", yo no le hago lo que le hice.
LINARES —¿Usted al Mago, le hizo? ¿Qué le hizo usted a Carlitos, por Dios
Bermúdez?
BERMUDEZ —Porque usted vio que yo lo saludé bien, nada baboso, le
respeté la situación.
LINARES —Pare, pare, guapo Bermúdez. Si el hombre va con una mujer del
brazo, no le puede pedir que se esté fijando en uno que es nadie, porque
cuidado, Bermúdez, que nosotros somos nadie, ¡no va a comparar!
BERMUDEZ —Pero ella sí, Linares, ella miró.
LINARES —¿A usté le dio filo la mina de Carlitos, Bermúdez? ¿Del brazo de
Carlitos, y lo miró a usted?
BERMUDEZ —Bandida la muchacha, pero si Carlitos me dice "Chau pibe",
yo no le hago lo que le hice.
LINARES —¡Me vuelvo loco, Bermúdez! ¿Qué fue lo que le hizo?
BERMUDEZ —Le afané la mina.
LINARES —¿Qué? ¿A quién le afanó la mina, Bermúdez?
BERMUDEZ —¡A Carlitos Gardel, Linares!
LINARES —Dioses de los tangos y las guitarras, del bandoneón y del parral
con el brocal y la glicina. Santo señor del farol a querosén. Virgen de la
costurerita que dio el mal paso, Santo de la daga ensangrentada, Dios de los
barrios marginados, de los sueños con techos de zinc y perros que le ladran
a la lejana luna, Ángeles de los tangos silbados entre dientes, ¡ayúdenme a

9
comprender!. Mi amigo Bermúdez le afanó una mina a Carlitos Gardel, y aquí
está, como si nada. "¡Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan
despiadados". Que el cielo se apiade de nuestras almas pecadoras. ¡Muerte,
ven y llévame! No soporto semejante herejía.
BERMUDEZ —Si me hubiera dicho "Chau pibe", no se lo hago Linares,
palabra.
LINARES —Antes de morir quiero saber una sola cosa: ¿cómo hizo?
BERMUDEZ —No me haga entrar en detalles, Linares, considere que poco
después se mató.
LINARES —¡Pero no fue porque usted le afanó la mina que se mató, no me
diga eso...!
BERMUDEZ —Vaya uno a saber los misterios de la vida, Linares…
(Apagón y suena “MI noche Triste”)

ACTO II

BERMUDEZ —"Cuando la pieza se me enllene de inmundicias/ cuando la


viola me niegue su encordado..."
LINARES —Con su permiso, guapo Bermúdez, y disculpe si le interrumpo la
inspiración. Disculpe.
BERMUDEZ —Pase nomás, guapo Linares. Estaba escribiendo unos versos
sentidos.
LINARES —Se ve que son sentidos porque yo los sentí antes de entrar.
BERMUDEZ —Sentidos del sentimiento, Linares. Estoy pasando un
momento doloroso, un momento ingrato, un momento amargo, un momento
agrio, un momento ácido.
LINARES —Como momento, realmente me parece una porquería. Pero he
conocido momentos peores. ¿Usted sabe lo que es un dolor de muelas de
madrugada y solo?
BERMUDEZ —¡No va comparar, guapo Linares! Yo le estoy hablado desde
el alma.
LINARES —"Desde el alma", viejo vals de Rosita Meló.
BERMUDEZ —Ya veo que usted no me interpreta el chamuyo mistongo del
varón que sufre en lo más hondo que tiene.
LINARES —El aljibe.
BERMUDEZ —¿Usted me está agarrando de juguete, Linares?
LINARES —¡Dios me libre, Bermúdez! Pero todavía ni sé cual es la pena que
lo aqueja, cuál es el dolor que lo carcome, cuál es la acidez estomacal que
se le aloja en la zona suburbana del espíritu. Desembuche.
BERMUDEZ —Me se fue.
LINARES —¿Me se fue lo qué?
BERMUDEZ —Se me fue.
LINARES —¡No!
BERMUDEZ —Sí.
LINARES —¿Quién?

10
BERMUDEZ —¡La Gladis!
LINARES —¿Se le fue la Gladis?
BERMUDEZ —¡Se me fue la Gladis!
LINARES —¡Caracho! ¡Y mire que usted la trataba bien!
BERMUDEZ —¿Usted vio que le faltara algo a la Gladis?
LINARES —Que yo sepa...
BERMUDEZ —¿Alguna vez la privé de que barriera bien la pieza? ¿Alguna
vez le prohibí que lavara los platos?
LINARES —Que yo sepa...
BERMUDEZ —¿Alguna vez me negué a comprarle un trapo de piso?
LINARES —Que yo sepa...
BERMUDEZ —El cepillo de dientes que se llevó, ¿quién se lo regaló hace
tres años? ¡Yo Linares, para un cumpleaños se lo regalé! Y mire cómo me
paga. ¿Usted Linares, me pagó el cepillo de dientes?
LINARES —¿Cuál cepillo?
BERMUDEZ —El que le regalé a ella.
LINARES —Si usted se lo regaló a ella ¿por qué se lo iba a pagar yo?
BERMUDEZ —Bueno, ella tampoco. Así es como le pagan a uno.
LINARES —Así es como no le pagan a uno.
BERMUDEZ —¿Usted vio que le faltara algo a la Gladis?
LINARES —¡Otra vez!
BERMUDEZ —Con el alma dolorida, Linares, me puse a componer unos
versos.
LINARES —Estaban descompuestos.
BERMUDEZ —Son versos míos, y le voy a dar la primicia.
LINARES —Si no hay otra, métale.
BERMUDEZ —Y dicen así. Sáquese el sombrero, Linares, aunque sea por
respeto.
LINARES —¿Me va a leer unos versos o me va a cantar el Himno?
BERMUDEZ —Y dice así. Aguante Linares.
LINARES —Ya me agarré de la mesa. ¡Préndale que aquí tiene un amigo
que aguanta lo que sea!
BERMUDEZ —Allá voy: "Cuando la pieza se me enllene de inmundicias/
Cuando la pieza se replete de culebras/ Cuando trepen las arañas.sus
paredes/ Cuando el perro se haya ido y nadie ladre/.Cuando esté solitario y
solo solamente/. Cuando la pieza me llore en sus goteras/… Me mudo".
¿Qué le pareció?
LINARES —No creí que fuera tanto. Está bien que seamos amigos y que uno
esté curtido, pero no se abuse Bermúdez. Digo yo: ¿No tendrá alguna copita
para tomar, cosa de pasar este momento bravo?
BERMUDEZ —¡Como no! ¡Gladis...¡¡Gladis...! ¡Caracho! Si parece hasta
mentira. La llamo como si no se hubiera ido, como si estuviera atenta a mi
llamado amoroso. Pero se fue, Linares, me se fue.
LINARES —¡Y bueno, Bermúdez, aguante y haga buches hombre!
BERMUDEZ —¿Usted vio que le faltara algo a la Gladis?
LINARES —¡Otra vez!

11
BERMUDEZ —Me amuró.
LINARES —Como marco a la pared.
BERMUDEZ —Me plantó.
LINARES —Como jardinero al jazmín.
BERMUDEZ —Se me voló.
LINARES —Como gaviota en la playa.
BERMUDEZ —Me dejó colgado.
LINARES —Como salame del gancho.
BERMUDEZ —¡No me trate de salame, Linares! ¿Será posible que no haya
un sentimiento para el abandono?
LINARES —Escúcheme, Bermúdez. Ponga atención a lo que le digo, y
después piénselo. Y luego, cuando lo haya pensado, vaya y consulte. Le
dirán lo que le dirán. Y usted escuchará lo que escuchará, y luego lo
pensará. Y cuando lo haya pensado me viene a ver, y entonces le pediré que
ponga atención a lo que le digo, y después, entonces, sí, después: piénselo.
BERMUDEZ —¡Caracho! Lo que es tener el pensamiento claro. Usted
debiera estar en el gobierno, Linares. Usted es un desperdicio.
LINARES —¿Qué me quiere decir con eso? ¿Que yo soy un desperdicio?
BERMUDEZ —No se me ofenda, Linares. Estoy mal porque se me fue.
¿Usted vio que le faltara algo a la Gladis?
LINARES —¡Será posible! ¡A mí qué me dice, jódase y vaya a buscarla, qué
me viene a mí con que si le faltaba o no le faltaba!
BERMUDEZ —Usted no tiene un sentimiento, Linares.
LINARES —¡Es que usted también, Bermúdez, hágame el favor che, un
hombre grande, mire la cara de desgracia que porta!
BERMUDEZ —La cara de la desgracia era una de Onetti, y yo estoy en El
Pozo, en Los Adioses, como un Juntacadáveres, en la puerta de El Astillero,
y Tan Triste Como Ella.
LINARES —Ella. Siempre ella, siempre hay una "ella", metida como una
cuña en la rendija brava del corazón malevo.
BERMUDEZ —¡Se me fue la Gladis! La perdí.
LINARES —No se amargue, guapo amigo. Piense que un ómnibus es mucho
más grande que una mujer, y si uno se descuida, también lo pierde.
BERMUDEZ —¡Ay, Gladis, si supieras Gladis, si supieras!
"SI SUPIERAS QUE AUN DENTRO DE MI ALMA, CONSERVO AQUEL
CARIÑO QUE TUVE PARA TI, QUIEN SABE SI SUPIERAS QUE NUNCA
TE HE OLVIDADO VOLVIENDO A TU PASADO TE ACORDARAS DE MI"...
canta Gardel en la radio.
LINARES —¡Qué cuadro, compañero!... Hablando de cuadro, Bermúdez,
¿usted de qué cuadro es hincha?
BERMUDEZ —¿Yo? ¿Estoy en el pleno dolor del abandono por parte de la
mina ingrata, y me viene con el fútbol?
LINARES —Aflójele a la pasión por la percanta, y responda a la pasión del
viril deporte.
BERMUDEZ —¿La verdad, la verdad? Un guapo como yo tiene que ser
hincha de un cuadro guapo.

12
LINARES —¡Así se habla! De lo contrario, que se dedique a tejer mañanitas.
BERMUDEZ —Un guapo como yo no puede ser hincha de un cuadro
formado por giles a la guarda.
LINARES —¡Claro que no!
BERMUDEZ —No puede ser hincha de fulanos incapaces de jugarse en un
entrevero del área chica, donde las chispas brotan de las canillas como
fuegos artificiales en una Nochebuena.
LINARES —¡Así se habla, guapo amigo! ¿Entonces, de qué cuadro es
hincha?
BERMUDEZ —Guapos de nuestra estirpe tienen que estar al servicio de
cuadros guapos, corajudos y de ley.
LINARES —¡Está bien, pero no me dice de qué cuadro es hincha!
BERMUDEZ —¡Nacional!
LINARES —¿¡Qué dijo, Bermúdez!?
BERMUDEZ —¡Nacional!.
LINARES —¡Dioses del Olimpo! ¡Olímpicos del 24! ¡Olímpicos del 28!
¡Olímpicos de jamón queso y tomate! ¡Dioses de la globa de cuero que rodó
por los potreros, venid en mi ayuda! ¡Mozos del Olimpo, sírvanme una doble
porque tengo que templar mis nervios para soportar semejante cosa. ¡Me
salió bolso! ¿Sabe una cosa, guapo Bermúdez? ¡Con razón se le fue la
Gladis!
BERMUDEZ —¡No! ¡Eso no! No me venga a romper los vidrios de la sede
amorosa donde conservo las mejores copas del recuerdo. No me tire penales
contra el arco de la soledad. No me haga acordar de los tiros libres en la
catrera, cuando con la Gladis gritábamos nuestros goles de campeonato. ¡No
me haga acordar, Linares, porque me pongo rabioso! ¡Grrrrr!
LINARES —¡Echá pa atrás, Malevo! (Aparte) Le veo soltar una baba!!!...
Estas rabioso Rosendo?...
BERMUDEZ —No me falte Linares, mi nombre es Florencio Bermúdez, no lo
olvide. ¿Y usted, Linares, usted, compadrito a la violeta, de qué cuadro viene
a ser?
LINARES —No tengo nada que esconder. No me gusta andar con vueltas
cuando las cosas son derechas. No soy hombre de andar con tapujos ni le
saco el cuerpo a la jeringa. De cachorro nomás salí respondón y nunca me
han visto arrugar.
BERMUDEZ —No me haga pensar disparates, Linares. Nómbrelo, Linares.
Nómbrelo.
LINARES —¡Peñarol!
BERMUDEZ —¿Quéeee dijo, Linareees?
LINARES —¡Peeeeñarol!
BERMUDEZ —¡No! ¡Veredas que yo pisé! ¡Malevos que ya no son! ¡Mozo,
tráigame una ginebra cortada con aguarrás y con pajita. ¡Este guapo me
salió manya! Ya me parecía que ese amarillo de nicotina, sobre el negro del
bigote, no era casual. ¡Usted se tiñe, Linares! Con razón nunca la pudo con-
quistar.

13
LINARES —¿Conquistar a quién, que no pude? Mejor dicho: ¿A quién que
no pude conquistar?
BERMUDEZ —¡A la Rosita!
LINARES —¿A quién me nombró, Bermúdez?
BERMUDEZ —¡A la Rosita!
LINARES —Rosita...Recuerdo de mis recuerdos. Aroma de mis aromos.
Rosita de mis rosales. Espinita de mi alma, gol en contra del destino. Usted,
Bermúdez, no debió nombrarla.
BERMUDEZ —Ahora ya está, Linares. Usted me nombró a la Gladis que se
me fue, y yo le nombro a la Rosita.
LINARES —¿Lo suyo fue una venganza? Entonces vénguese nomás, pele y
saque.
BERMUDEZ —¡Y ya saqué qué no ni no! Se le acabó la suerte, Linares.
LINARES —Le voy a cortar hasta la racha. ¡Atájese ésta!
BERMUDEZ —¡Ay! Pare, pare, Linares, que me cortó el cinturón y se me
caen los pantalones.
LINARES —¡Es que no se puede andar con los pantalones atados con una
piola, Bermúdez!
BERMUDEZ —¿Usted puede creer que la Gladis se fue y me llevó el
cinturón?
LINARES —¡También usted, Bermúdez, debió controlar la fuga de la mina de
esta piezucha!
BERMUDEZ —Piezucha no, Linares, nidito, guarida, bungaló, bulín
mistongo. "Bulín que fuera un encanto, cuando la Gladis pisaba/ las
alfombras de arpillera, y las cortinas rosadas".
LINARES —¿La Gladis le pisaba las cortinas guapo Bermúdez?
BERMUDEZ —No, pero me caía en verso pisaba con rosada, y al verso hay
que respetarlo, guapo Linares.
Linares—El que no quiera al verso no quiere a la madre, no quiere.
BERMUDEZ —Sabe una cosa, Linares, hoy estoy pa la nostalgia, pal
recuerdo estoy hoy.
LINARES —El recuerdo, fíjese lo que le digo, el recuerdo es un problema de
la memoria.
BERMUDEZ —¡Qué pensamiento bárbaro, guapo Linares! ¿Sabe una cosa?
Usted tendría que estar en el gobierno.
LINARES —Y le digo más; si no fuera por la memoria, no habría pasado.
BERMUDEZ —Pah, me acalambro… quiere tomar algo Linares?
LINARES —Como no, tráigase algo que queme mis entrañas.(Bermúdez
sale y vuelve con dos platos y cucharas) Pero que me trajo, guapo amigo?
BERMUDEZ —Sopa’e gayina al trote.
LINARES — Sopa’e gayina al trote? Y eso que es? Una nueva receta de la
cocina gourmet?
BERMUDEZ —Nooo, al trote porque era la gayina del vecino, y no sabe lo
que tuve que correr p’agarrarla. Disfrute Linares, gayina agitada queda más
tierna.
(Toman la sopa)Lo veo medio sediento, Linares.

14
LINARES —Hoy justamente me agarra bien para el trago amargo, porque
ando rechiflado con la percanta.
BERMUDEZ —¿Con cuala, Linares? Porque usted es un picaflor, un ranún,
un pirata del asfalto.
LINARES —Sí, pero en estos días andamos atravesados con la Margot. ¡No
me pida que le cuente!
BERMUDEZ —Bueno… Cuénteme, Linares.
LINARES —Le pedí que no me pidiera.
BERMUDEZ —Cuente, Linares, dele. Cuente, no sea pavo.
LINARES —¡Tampoco me relaje, che!
BERMUDEZ —Cuente, dele, cuente. ¿Va a contar? Déle, cuente.
LINARES —Le encontré unas cartas.
BERMUDEZ —¿A quién le encontró unas cartas?
LINARES —A la Margot.
BERMUDEZ —¡Cha digo! Glu glu glu. ¿Cartas, cartas?
LINARES —Cartas, cartas.
BERMUDEZ —¡Cha digo! ¿Letra de hombre?
LINARES —Letra de hombre.
BERMUDEZ —¡Cha digo. Glu glu glu. ¿Cartas de amor?
LINARES —Cartas de amor.
BERMUDEZ —¡Cha digo!. Glu glu glu. ¿Firmadas, las cartas?
LINARES —Firma borroneada por manchas de tuco, de mate y de vino. Un
mugriento el coso.
BERMUDEZ —¡Cha digo! Glu glu glu. ¿No le gustaron?
LINARES —Con una sola que relojié por arribita, me bastó para darme
cuenta de que el fulano es un fesa, un gil. Ese tipo es un chitrulo.
BERMUDEZ —¡Chitrulo no!
LINARES —¿Qué le pasa Bermúdez? ¿Está defendiendo al coso ese sin
conocerlo?
BERMUDEZ —¡No, no! Yo no, mire si voy a defender a ese farabute, a ese
cartonazo, a ese cacatúa, otario perdido, gil macizo, azul de gil.
LINARES —Bueno, Bermúdez, tampoco se ensañe con el coso, porque las
cartas son viejas y se ve que la Margot se olvidó de tirarlas. Pero a mí me
reventó verlas, porque los varones como nosotros no aguantamos el pasado
de la mina, porque la mina empieza a vivir cuando lo conoce a uno. ¿O no?
BERMUDEZ —Es lo justo, Linares. La mina de uno no puede tener un antes.
LINARES —Ni un antes ni un después de uno. Y ahora me voy a dar una
vuelta por el escolaso, para ver si cambio la pisada. Disculpe, pero me llevo
la sopa particular. Nos estamos viendo. ¡Salute!
BERMUDEZ —Chau Linares, chau… (Para si mismo) Ya se fue. ¡Cha digo!
También esta mujer, mire que le dije, quemá esas cartas donde yo he
grabado triste y enfermo mi desgracia atroz, que nadie sepa que te quise
tanto, que nadie sepa solamente Dios. Cha digo. ¡Cha digo, che! ¡Bueno
Florencio, fondo blanco! (Se termina la sopa del plato) Glu glu glu. (Apagon)

ACTO III

15
LINARES —Mirá Margot, ese asunto ya está liquidado y no hay nada más
que hablar, ¿me oíste o no me oíste?
(MUJER QUE CONVERSA)
No tengo nada que aclarar y andá y preparame el mate sin chistar, que no
estoy para bobadas.
(MUJER QUE CONVERSA)
¿Qué rubia? ¿De qué flaca atorranta me hablás? Mirá Margot, dejame de
cosas y dale con el mate andá.
(CHARLA BREVE) '
¡Lo que faltaba, que tuviera que estar dando cuenta de dónde voy y a dónde
vengo y con quién salgo y no salgo, como si uno no fuera el varón del bulín!.
Preparame el mate, andá.
(MUJER QUE CONVERSA)
¡Y dale con la flaca rubia!
(CHARLA BREVE)
¡No señora! Fue de casualidad que me la encontré cuando ella iba para el
almacén.
(CHARLA BREVE)
De casualidad, porque justo yo iba para el boliche y me la crucé y
chamuyamos un cacho, de bobadas nomás, porque la fla¬ca no me va ni me
viene. Te diré que no está mal del todo, pero...
(CHARLA BREVE)
Pará, pará, dejame hablar, ¡dejame que te explique!
(CHARLA BREVE)
¡Esos son chismes! Vos te embalás con cualquier cosa, por¬que le das
bolilla a la Pocha, que la Pocha sabés muy bien que te tiene bronca por lo
del pardo Benítez, y te da púa y vos entrás.
(CHARLA BREVE)
¿Qué perfume?
(CHARLA BREVE)
¿Aquella noche, cuál noche?
(CHARLA BREVE)
¡Pero hacé el favor, no me vengás con eso! Mejor terminala y andá y
preparame el mate, andá.
(CHARLA BREVE)
¿Con la Pocha? Decime quién fue, decime quién te fue con el chisme, que
yo lo arreglo.
(CHARLA BREVE)
¡No, pará, pará Margot que te explico, pará tesoro, pará, largá eso! ¡No, con
la plancha no!
BERMÚDEZ —(Entra Bermúdez, con estuche de guitarra, golpeando las
manos) Con su permiso, guapo Linares, estoy entrando.
LINARES —Pase nomás, guapo Bermúdez. Margot, fijesé si hay yerba,
porque vino de visita el guapo Bermúdez y no quiero papelones. ¿Hay

16
yerba? Y no se me asome que son cosas de varones. ¿Oyó? Y usté en que
anda, guapo Bermúdez?
BERMÚDEZ —Y, ya lo ve, en la vuelta.
LINARES —Y, la gente se encuentra en las vueltas de la vida.
BERMÚDEZ — Sin ir más lejos, la otra noche me encontré con la Parda
Francisca.
LINARES —¿Con qué parda Francisca se encontró, guapo Bermúdez?
BERMÚDEZ —Con la parda Francisca Barragán Barreiro y Ramos.
LINARES —¿Con la parda Francisca Barragán Barreiro y Ramos?
BERMÚDEZ —Con la mismita, Linares. La encontré la otra noche en el
boliche de la Bajada, y con algunas copitas recordamos aquellos tiempos en
que yo le merodeaba la esquina de la saca.
LINARES —¿Y qué llegó a tener con la parda Francisca?
BERMÚDEZ —Debo decirle, Linares, que esa mujer casi fue mi perdición.
Por esa mujer afané.
LINARES —No sería la primera vez que se mandaba un choreo, Bermúdez.
BERMÚDEZ —Ni la primera ni la última. Por una mujer así, yo era capaz de
todo. Le confieso más, Linares… (Pequeña pausa)
LINARES —¿Qué me va a confesar, Bermúdez? Deschave, que de acá no
saldrá lo que diga. ¿Qué fue?
BERMÚDEZ —Casi me pongo a laburar.
LINARES —¿Qué casi se pone a qué, Bermúdez?
BERMÚDEZ —A laburar, Linares.
LINARES —¡No! ¡No le permito que diga esa palabra en esta santa pieza del
atorro! Fíjese, la catrera se sacudió de la impresión.
BERMÚDEZ —Ya pasó, Linares, ya pasó, fue apenas un mal momento.
LINARES —Porque por una mujer se puede caer en el choreo, se puede
caer en el escabio, se puede fundir en el escolaso, ¡pero laburar, che! ¡Eso
no!
BERMÚDEZ —Ya le dije que no lo tomé seriamente, fue apenas una mala
idea que se me cruzó por la sesera.
LINARES —Porque hay cosas que tiran más que una yunta de bueyes y el
varón es el varón, ¡pero laburar, che! ¡No tiene gollete!
BERMÚDEZ —¡Bueno, Linares, no joda, que ya pasó, haga de cuenta que
no le dije nada!
LINARES —Porque uno por un metejón se puede tirar a la bartola, ¡pero
laburar, che!
BERMÚDEZ —¿Y ahora qué quiere? ¿Hacerse un carnaval conmigo?
LINARES —Bueno, al final fue usted el que me vino a confesar la idea del
laburo. A mí jamás se me cruzaron ideas tan fuleras.
BERMÚDEZ —¡Ya me embronqué Linares! y lo invito a la calle para pegarle
unos tajos.
LINARES —Si hay que salir, se sale. Margot, voy a pelear a este guapo y ya
vengo. Salgamos.
BERMÚDEZ — Ya salimos. (Gira rápidamente) Espere Linares, que me dio
un vahído…

17
LINARES —No me asuste guapo amigo!, venga, venga, respire hondo.
Retenga el aire. Ahora largue el aire. Levante los brazos. Bájelos despacio.
Haga rotar el torso. ¡Y uno, y dos, y tres! Y uno, y dos y tres. ¡Vamos de
nuevo! Respire hondo, vamos, vamos, derecha esa columna, no se me
quede, doblar la cintura, tocar la punta de los pies con las puntas de los
dedos, vamos, ¡y uno, y dos y tres, vamos, no se me quede, Bermúdez!
BERMÚDEZ —¡Basta!
LINARES —Aflojó?
BERMÚDEZ —Es que si no aflojo me muero, Linares!
LINARES —En su estado, mejor dejemos la pelea en stand-by y volvamos
pa la pieza, que la Margot ya debe haber aprontado el mate. (Entran.
Transicion) Disculpe la pregunta, (Señalando la guitarra) mascota nueva?
BERMÚDEZ —No, la traigo del taller. La lleve a reparar porque la pobrecita
me quedo medio machucada.
LINARES —Supe que tuvo una diferencia con el guapo Cuitiño y le bajó la
viola en la sabiola.
BERMÚDEZ —Me vi obligado, guapo Linares. Usted no sabe cómo cuido yo
la viola.
LINARES —Pero usted, tocar, lo que se dice tocar, no toca.
BERMÚDEZ —Rasco, como para entretener a la gilada. Pero estaba en el
boliche de La Bajada, sacando una milonguita de entre casa nomás, y va
este Cuitiño y me dice que tengo la bordona baja, y se ofreció para templarla.
LINARES —¿Delante de gente se lo dijo?
BERMÚDEZ —Delante de gente, Linares. Y no estaba baja la bordona, pero
póngale que estuviera baja, no se señala así y se dice: "esa bordona está
baja".
LINARES —¡Pero ese Cuitiño es una basura! ¿Y había mujeres delante?
BERMÚDEZ —Había mujeres, Linares.
LINARES —¿Con mujeres delante y se atrevió?
BERMÚDEZ —Que no estaba, Linares, que si está baja yo soy el primero,
pero no estaba. ¿Y aunque estuviera, no? Ahí fue que le di con la guitarra y
menos mal que lo agarré de refilón en la cabeza y apenas si se rajó un
poquito.
LINARES —¿La cabeza de Cuitiño?
BERMÚDEZ —Apenas si se rajó la viola. Tenía que ver cómo se quejaba.
LINARES —La viola.
BERMÚDEZ —No, Cuitiño. No tuve más remedio que ajustarle las clavijas.
LINARES —A Cuitiño.
BERMÚDEZ —No, a la viola. Casi se le parte el brazo.
LINARES —A la viola.
BERMÚDEZ —No, a Cuitiño. También se machucó el traste.
LINARES —¿Cuitiño?
BERMÚDEZ —No, la viola.
LINARES —Menos mal, pobre Cuitiño.
BERMÚDEZ —Hay gente que no aprecia la música.

18
LINARES —El que no quiere a la música, no quiere a la madre. Porque la
música, Bermúdez, es el sentimiento que se imprime en el punto cardinal
donde se clavan los vientos del recuerdo contra los murallones del dolor, y el
dolor, Bermúdez, es una estaca florecida en los confines del misterio. O sea.
BERMÚDEZ —¡Paa!, ¡Las cosas que dice usted, Linares! ¡Las cosas que le
salen! Usted tendría que estar en el gobierno, Linares. Si gusta, le hago
escuchar una bobadita en la viola.
LINARES —Bueno, si no hay más remedio…
BERMÚDEZ — Así, con los dedos fríos, es bravo. Ahí va. (Toca) No sé cómo
me salió, porque no estoy en dedos.
LINARES —Bueno...esteeee...cómo le diré...mal, lo que se dice mal, no me
pareció, esteeee... Eso sí: tiene la bordona un poco baja.
BERMÚDEZ —¿Sabe qué, Linares?, usted tiene menos oído que un primus!
LINARES —No sea antiguo, Bermúdez, que el primus no se usa más.
BERMÚDEZ —¿Cómo que no se usa más el primus? ¿El de boquilla sorda
dice usted, o el de boquilla con ruido?
LINARES —Ninguno de los dos. Se acabó el primus, Bermúdez.
BERMÚDEZ —Yo sigo teniendo primus, Linares.
LINARES —Tenga cuidado Bermúdez, porque si no se renueva no le va a
volver la Gladis nunca más, tenga ojo.
BERMÚDEZ—¿Y usted no tiene primus, Linares?
LINARES —¡Ja ja ja! ¿Primus? ¿Usted se cree que la Margot iba a seguir
con este varón, si la tuviera con el viejo primus?
BERMÚDEZ —¿No?
LINARES —No. A la Margot, ya le compré la cocina Volcán. Disculpe, ya
vuelvo, no se vaya Bermúdez. (Sale y vuelve tomando mate). Mate recién
dado vuelta.
BERMÚDEZ —¿Lo está tomando con la bombilla para abajo?
LINARES —No se haga el gracioso, Bermúdez. Lo que hice fue darle vuelta
la yerba. Ya van cuatro veces que la doy vuelta.
BERMÚDEZ —¿Cuatro veces la misma yerba?
LINARES —La cosa está brava y no se puede estrenar cebadura nueva
todos los días.
BERMÚDEZ —Claro, con lo que cuesta un kilo de yerba hoy día.
LINARES —Hay que sacarle hasta el último juguito.
BERMÚDEZ —Déjeme ver... ¡Paa! Me impresiona. Se le ve el fondo al mate.
LINARES —Y sí, está un poquito lavado.
BERMÚDEZ —¿Un poquito lavado? ¿Por qué no lo ceba con champú, así le
hace alguna espumita?
LINARES —Bueno Bermúdez, no se haga el rana y no me relaje el mate. ¿A
qué no sabe dónde estuve?
BERMÚDEZ—En el boliche, en la milonga, en la primera. Qué sé yo.
LINARES —En París.
BERMÚDEZ —¿En qué París?
LINARES —París, Francia, Briyí Bardó.
BERMÚDEZ —¿Qué yerba está usando, Linares?

19
LINARES —Fue un sueño, guapo Bermúdez, porque lo que no se puede
hacer, por lo menos hay que soñarlo. Cada cual viaja como puede, pero la
cosa es viajar. Soñé que íbamos a buscar a la Gladis a París y yo me
arreglaba con la Bardot y bailábamos en el Moulin Rouge.
BERMÚDEZ —Esa es una milonga nueva.
LINARES —Armenonville.
BERMÚDEZ —Usted dice Buffalo Bill.
LINARES —Montmartre, el Pigalle.
BERMÚDEZ —Un tío mío que estuvo en París cuenta que iba a bailar al
Louvre.
LINARES —Eso que usted dice, creo que es un museo.
BERMÚDEZ —Sí, decía mi tío que había mucha vieja. Un museo era.
LINARES —Y yo paseaba con ella, con la Briyí, por el Arco del Triunfo.
BERMÚDEZ —¿Amsterdam o Colombes?
LINARES —Y de repente, al doblar por una callecita húmeda del barrio
Latino, ¿a quién veo?
BERMÚDEZ —Alain Delon.
LINARES —No. ¡A La Gladis!
BERMÚDEZ —¿A quién vio en París, Linares?
LINARES —¡A la mismísima Gladis!
BERMÚDEZ —¿En París la Gladis? ¿Qué hacía la Gladis en París? ¿Qué
tenía que encontrarse usted con la Gladis en París? Uno aquí, amurado y
ahogado en llantos de varón, porque son llantos de varón, llantos de
varones, de los varones que no lloran.
LINARES —¿En qué quedamos?
BERMÚDEZ —Uno aguantando a pie firme, aflojando de a ratos, hecho una
nata, una bolsa, una piltrafa uno, y ella, la pérfida, en París y dale que va con
el can can y viva la pepa! No se lo voy a tolerar, Linares.
LINARES —Mire que fue un sueño Bermúdez.
BERMÚDEZ —¿Hay millones de minas y justo va a soñar con la mía? Saque
la faca, Linares.
BERMÚDEZ —Ahora sí hay que sacar. Y ya pelé, y abaraje.
LINARES —Vengase, que estoy preparado…
(Cambio de escena. En contraluz los guapos se van al centro, adelante.
Sube la luz y la música. Comienza un duelo-danza en cámara lenta, que
termina con una puñalada mutua, simultanea, y la muerte de ambos. Pausa,
baja un poco la luz)
LINARES —(En secreto) Pst, pst, Bermúdez. Me escucha? Se murió
Bermúdez???
BERMÚDEZ —Todavía no, y usté?
LINARES —Me olvidaba decirle algo Bermúdez…
BERMÚDEZ —Soy todo oreja Linares…
LINARES —Le mandó saludos la Gladys…
BERMÚDEZ —Le puedo hacer una pregunta Linares?
LINARES —Pregunte nomas…
BERMÚDEZ —Uste vio que alguna vez le faltara algo a la Gladys?

20
LINARES —¡¡¡Otra vez!!! (Se levanta y se va)
BERMÚDEZ —Linares!, Linares!, no me deje solo! (Mira al público, frustrado)
Ya no da guapos el tiempo. (se levanta y también se va, rezongando)
Baja lentamente la luz y sube la música.)

FIN

21

También podría gustarte