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LA GENTE DEL PALOMAR


(De María de Carmen Escobar – Adaptación -)

PRIMER ACTO

Acción en Guatemala a principios de la década de los sesenta. El presidente del país era el
general Miguel Idígoras Fuentes. El ídolo del momento: Elvis Presley.

(Escenario: Patio de una casa de vecindad muy pobre en el sector norte poniente e la zona
1 de la capital. Un espacio lateral derecha en primer plano, por donde se supone se sale a
la calle. Al fondo tres puertas pequeñas y sucias. Al medio del escenario unos lavaderos de
madera o lajas de piedra y toneles con agua. Durante la acción los personajes acarrean
agua en tinajas de barro o cubetas de metal. Por aquí y por allá lazos para colgar ropa, la
que también debe ser en su mayoría humilde, mal lavada, desteñida. Cerca del cuarto de
Ofelia unas macetitas o botes con flores.)

(Al abrirse el telón Tancho está sentada en una piedra a la puerta del cuarto. Es una
muchachita de 13 años sucia y despeinada, tiene en la mano un pan y un batidorcito de
barro con café. Está llorando, pero se ve que come con gran hambre. Fidelina su madre
sale a lavar cualquier trasto, oye el llanto y la mira con furia.)

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FIDELINA:
Con el pan en el hocico y chillando ¡Bien sabés que no te lo merecés!

TANCHO:
Pero mama... usté no sabe…

FIDELINA:
Claro que sé lo haraganota que sos, te vas a la calle solo a abrir la boca y regresás a
hartarte como que fueras millonaria.

TANCHO:
¡Pero si no pude vender los periódicos mama!

FIDELINA:
Pero agarrar la comida si podés. Si venís hoy sin pisto te voy a dar una mal matada. Apurate
y te venís a lavar los trastes, choyuda. (Entra a la habitación)

TANCHO:
Ya voy mama. (Tancho va a lavar los trastes, sin querer quiebra uno. Sale Fidelina, la agarra
por el pelo y la golpea.)

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FIDELINA:
¡Chambonota! ¡No sabés hacer nada! ¡No sé para qué nacistes! ¿Crees que me regalan los
trastes?
(Sale Nico del cuarto, ve la escena burlándose.)
¿Ya acabastes de comer m’ijito? ¿No querés otro tu poquito de café?

NICO:
No ya me llené.

FIDELINA:
Pobrecito mi muchachito tanto que trabaja. (A Tancho) Aprendé, sino a la calle te voy a
echar. (Entra al cuarto.)

NICO:
Dame permiso que me voy a lavar las manos. (Mientras se lava) Merecido lo tenés por no
hacerme caso. ¿Vos crees que con vender periódicos vas a ganar pisto? Pedí limosna y vas
a ver…

TANCHO:

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A mí me da vergüenza, ya estoy grande. Ayer probé y una señora me dijo que me fuera a
trabajar.

NICO:
Ay pero si vos… ¿Quién te manda pedirles a las mujeres? ¡Pediles a los hombres! ¡Tan bruta
que sos! Si yo fuera mujer como vos… uhhh millonario sería!

TANCHO:
¿Y vos de donde sacás el pisto que le traés a mi mamá?

NICO:
Tengo otros mis trabajitos por ay…

FIDELINA:
Tancho andá a guardar todo ese trastal pues, y barrés un poco el cuarto. (Entra Tancho
con los trastos.)

NICO:
¡Ya me voy mama!

FIDELINA:

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Vaya m´hijito… Dios vaya con vos… (Le echa la bendición y se dirige al lavadero y se pone
a lavar la ropa.)

MARUCA:
(Entra y se topa con Nico.) Dios pues Nico ¡Qué te vaya bien!

NICO:
Dios nia Maruca.
G G. G
CARMEN:
(Entrando después.)
Buenas…

OFELIA:
Buenos días…
(Sale Ofelia con alguna ropa, es una jovencita bien peinada y limpia. Lleva un vestido
negro. Ofelia se pone a lavar ajena a cuanto le rodea)

(Se colocan en los lavaderos.)

TANCHO:

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Ya me voy mama, ya llevé la ropa planchada con la nia Güicha, y ya dejé limpio el cuarto.
¿No me regala un mi pan con frijoles antes de irme?

FIDELINA:
¿Y no comistes ya pues?

TANCHO:
No me llené mama… Tengo hambre.

FIDELINA:
(Remedando) “Tengo hambre”. Andaite luego a vender los periódicos y sino, vas a ver…
(La amenaza con el guacal. Tancho sale llorando por la derecha.) ¿Ya vieron esa patoja?
Me va a matar a cóleras…

CARMEN:
Es que entuavía está chiquita nia Lina.

FIDELINA:
Na, ya tiene 13 años. Nico ya trabaja y me ayuda, pero a ésta, sólo rempujar le gusta. ¡Ya
no hallo que hacer con ella!

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MARUCA:
Tenga paciencia Fidelina… ¡Así son los hijos!
Vaya que yo solo tengo a m´ijo Tonito. Lo malo es que cuando ya son hombrecitos, luego,
luego se los sonsaca alguna mujer pa que la mantenga.

(Carmen va a tender una prenda a un lazo en el rincón y ve la puerta del cuarto de don
Chus.)

CARMEN:
¿Y en qué pararían los del cuarto del rincón? Ya no se ha oído nada.

MARUCA:
El don Chus salió, y ya no debería de regresar. Yo digo que ella está preparando todo para
irse antes de que venga él y la mate.

CARMEN:
¡Y bien que se lo merecía la desgraciada! Mire usté… engañar al pobre viejo que tanto se
desvive por mantenerla.

MARUCA:

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Y desde qué tiempos chulas. Por ay me la miraba yo con ese su otro hombre panzón. Yo
hubiera sido el Chus la mato… pero ese pobre viejo no tiene valor… (Ríen a carcajadas.
Ofelia las mira con un poco de desprecio.)

FIDELINA.
¿Y usté qué piensa de todo esto Ofelia?

OFELIA:
Yo nada, allá ellos con su vida.

CARMEN:
Si no es que uno sea hablador… pero esas gentes con sus bullas y relajos no dejan ni
dormir…

MARUCA:
En cambio de gentes como usté y su hermana Rosita no puede hablar uno, si no se meten
con nadie. Su mamaíta que en paz descanse era muy buena. Pero no llore, hay que tener
paciencia.

OFELIA:

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(Que no está llorando) Si no tuviera paciencia ya no estaría viva. ¡Mi mamá era lo único que
tenía en la vida!

FIDELINA:
¿Y su hermana la Rosita pues?

OFELIA:
Si claro, pero una hermana no es lo mismo.

CARMEN:
Vaya que ustedes son tan serias y saben cuidarse solas.

OFELIA:
(Que no aguanta más.) Con permiso, creo que me llama Rosa. (Entra a su cuarto.)

FIDELINA:
¿Se fijaron cómo se puso?

MARUCA:
Le dio vergüenza porque ella misma sabe a lo que se dedica su hermana.

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CARMEN:
Ay qué mujeres por Dios, nomás se murió la pobre nia Juana y estas dos agarraron el mal
camino…

MARUCA:
Si ¿Ha visto usté a la Rosa cómo la besuquea el hombre que la viene a dejar todas las
mañanas?

CARMEN:
¿Y quién no la ha visto? Yo no sé como puede ser tan sucia…

FIDELINA:
Ah pero esta mentada Ofelia se cree la gran cosa. Según ella es una señorita de la alta
estocracia.
Yo me dio vi que el Tono la estaba enamorando y ella no le quiso hacer caso.

MARUCA:
Mijo no, seguro usté oyó mal. (Con permiso)

CARMEN:
Yo creo que se me tumbó el café. (Entra).

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(Fidelina también entra a su cuarto. Ofelia al ver que no hay nadie en la pila va a seguir
lavando, después de un momento entra Alicia por la derecha, es de la misma edad que
Ofelia. Va a preguntar algo cuando ve a Ofelia.)

ALICIA:
Ofelia, ¿Qué tal estás?

OFELIA:
Alicia, ¿Tú aquí? ¿A quién buscas?

ALICIA:
¿A quién va a ser? A ti… desde que pasó lo de tu mamá no has ido a la escuela. Vine a ver
como estás.

OFELIA:
Bien Alicia, pero ya no voy a ir a la escuela.

ALICIA:
Pero si ibas tan bien. No llevabas ni una retrasada . ¿Por qué te vas a salir?

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OFELIA:
Alicia… me da mucha vergüenza que hayas conocido mi casa, pero tu eres mi amiga. Mira
esta pobreza. Cuando vivía mi mamá era otra cosa, ella con sacrificios me puso a estudiar,
pero ahora yo tengo que trabajar.

ALICIA:
¿Y tu hermana no te ayuda?

OFELIA:
¿Rosa? Ella es la más interesada en que trabaje y que no estudie. Ella no es mi hermana.
Cuando mi papá se… casó con mi mamá traía a su hija. Rosa dice que mi mamá no fue
buena con ella y por eso me trata mal, para vengarse.

ALICIA:
¡Pobre Ofelia! ¿No tenés esperanza de salir de esta vida, verdad?

OFELIA:
No, Alicia, y es tan difícil ser buena en este ambiente. Los hombres me miran, me dicen
cosas. Y mi propia hermana, yo creo que no es una mujer honrada.

ALICIA:

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¿Y no tenés novio Ofelia?

OFELIA:
¿Novio? Si, Tono, un muchacho que vive allí, hijo de una vecina. Yo nunca le había hecho
caso, pero una vez que yo estaba llorando él se acercó y me dijo muchas cosas bonitas,
me consoló y me besó. Y después me dio pena decirle que no era su novia, ¿qué iba a
pensar de mí? Además, por lo menos tengo a alguien para contarle mis cosas.

ALICIA:
Si, te comprendo Ofelia. Pero… ¿Hasta cuando seguirás con él? Si a legua se ve que no lo
quieres…

OFELIA:
No sé. A veces cuando lo oigo decir vulgaridades, me da asco y quisiera gritarle mi
desprecio. Pero cuando mi hermana me maltrata y estoy triste, me siento muy sola y si él me
pidiera que nos casáramos, seguro que aceptaría.

ALICIA:
No sufras Ofelia. Tú eres buena, joven y bonita… tal vez… algún día…
Yo quisiera ayudarte, mirá un conocido de mi hermano necesita una mecanógrafa… yo no
puedo ir por los estudios, pero si tu vas, seguro te contratan ¿Te gustaría?

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OFELIA:
(Alegre) Claro, ¡Trabajar de otra cosa que no sea lavar o planchar ajeno! Alicia... te lo
agradezco mucho.

(Sale Rosa.)

ROSA:
¡Ah qué bonito! ¡La señorita tiene visita! Vos chachalaqueando aquí y no me dejás dormir,
sabiendo que tengo que ir a trabajar.

ALICIA:
Yo me voy… llegá mañana a esta dirección Ofelia. (Mutis)

OFELIA:
Gracias Alicia… no faltaré.

ROSA:

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Ya oí que te vino a ofrecer un trabajo. ¡No pues, la señorita oficinista! No te creás que por
irte a estar aplastadota todo el día, te voy a consentir, ¡Vas a seguir lavando ropa y
haciendo el oficio de la casa!

OFELIA:
¿Y vos por qué no me ayudás? ¡si vos también sos mujer!

ROSA:
¡No ves que yo trabajo idiota! Tengo que irme por la noche a trabajar, mientras vos roncás
como burro. Pero claro.. como ahora ya va a ser oficinista, ya no quiere hacer nada. Mirá,
no me estés quitando el tiempo que quedé de encontrarme con el Chepe y ya me está
esperando en la esquina.

(Rosa se arregla y sale. Ofelia sigue lavando. Entra don Chus de la calle.)

DON CHUS:
(Furioso al ver a Josefina) ¿Pero todavía estás aquí sinvergüenza? Tenía la esperanza de no
encontrarte ya.

JOSEFINA:
Yo me voy cuando me de la gana. Y si no querés verme... ¿Por qué no te vas vos?

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DON CHUS:
¿Para qué? ¿Para que traigás al otro, aquí donde has vivido conmigo?

JOSEFINA:
No, aquí no lo traigo, porque él no vive en un cucarachero como éste… ¡Él no es marimbero
como vos!

DON CHUS:
Si tan pistudo es ¿Por qué no te vas a su palacio y me dejás en paz?

JOSEFINA:
Ya te dije que me voy cuando se me dé mi regalada gana…

DON CHUS:
Ah si… Pues ahorita te saco tus cosas. (Entra al cuarto y tira cosas.)

JOSEFINA:
(Carcajada vulgar) ¡Qué valiente! No te hagás que sos un cobarde.

DON CHUS:

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¿Cobarde? ¿Cobarde porque no te mato?

JOSEFINA:
Claro, si cuando me viste con Polo temblé, porque creí que eras hombre. Que si nomás te
pusiste a chillar… ¡Te da miedo matar a una mujer!

DON CHUS:
Lo que pasa es que no quiero ensuciarme las manos con alguien como vos. Además pienso
en el muchachito, si te mato me voy preso y con quién se queda él?

JOSEFINA:
Puros cuentos. ¡La verdá te da miedo!

DON CHUS:
Mirá Josefina… ¡Te vas! Te vas ahorita mismo antes de que de verdad te mate. Pero te vas a
acordar de mí toda tu cochina vida.

JOSEFINA:
Si ya me voy, ni que me estuviera muriendo por estar con vos. (Entra a traer sus cosas. Se
escucha llanto del bebé.)

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DON CHUS:
(La saca a jalones) ¡No!... al muchachito me lo dejás quieto. Te vas sola… ¡Él se queda
conmigo!

JOSEFINA:
¿Y cómo lo vas a criar vos si se puede saber?

DON CHUS:
¡Eso es cosa mía!

JOSEFINA:
Bueno, mejor pa mí… A lo mejor a Polo no le gustaría que yo me llevara al patojito. Allá vos..
Yo puedo tener más hijos, yo soy joven…

DON CHUS:
Andate Josefina… ¡Largate!

JOSEFINA:
Sin que me lo digás me largo. (Ella se lleva algunas cosas. Don Chus recoge lo que no se
llevó y entra a su cuarto. Ofelia mira con compasión.)

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CARMEN:
(Que asomada a la puerta de su cuarto lo ha presenciado todo. Sale.) ¡Pobre hombre!
¿Verdá?

OFELIA:
Si… ¡Pobre hombre!

(Aparece Lucky y Maritza)

LUCKY:
¡Qué barbaridad con la Josefina! Irse así como chucha dejando a su hijo abandonado, y
con un marido tan bueno como don Chus. ¿O qué dice usté doña Maricza?

MARITZA:
Hay si, pero hay va a ver que después se va arrepentir, cuando el otro hombre la deje
tirada. Miren, ahí viene la Rosa con ese su dis que novio.

ROSA:
Mirá Ofelia, este es Chepe, desde hoy vivirá aquí conmigo, va a ser como un hermano para
vos.

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OFELIA:
¿Pero va a vivir en el mismo cuarto que nosotras?

ROSA:
Si, ni modo que tuvieras un cuarto para vos sola. Por las noches él se va a trabajar conmigo,
también trabaja en el bar.

CHEPE:
(Sonríe tomándola de la barbilla) No me tengás miedo mocosa, ¡No te voy a comer! (Entran
con Rosa al cuarto.)

LUCKY:
(Riendo burlona) Mírelos, qué buena pareja hacen, así se ve usted con el Tono, el hijo de la
nia Maruca.

OFELIA:
¿Yo?

MARUCA:
(Saliendo) ¿Qué está hablando de mí? Dígame pues, a usted como le gusta pelar a la
gente nía Lucky.

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LUCKY:
Usté es la alcanzativa si yo no estaba hablando nada malo de usted.

MARUCA:
Si usté solo hablando mal de la gente vive. A mí porque no me gusta hablar pero yo he visto
entrar al cartero a su cuarto siempre que viene.

LUCKY:
Y usted con la envidia.

MARUCA:
Para nada si yo tengo mi marido.

LUCKY
Yo también, y el mío tiene descendencia española.

MARUCA:
¡Descendencia española! ¡Ya quisiera! Si yo he oído cuando dice: “Mirá vos Lucko, andaite
a ver por qué llora el muchachite” jajaja

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LUCKY:
Mejor me voy, no me gusta peliar.

MARUCA:
A mí tampoco.

MARITZA:
Esto ya se estaba poniendo bueno. Tan pelioneras estas mujeres va, de una vez. A mí que
me gusta vivir en santa paz (Mira el lazo). Ve pues ¿Y a quién se le ocurrió colgar ropa en mi
lazo? (Va a traerla de mala gana) ¿Por qué no compran su lazo pues? ¿O se la cuelgan en
la espalda? Siempre tienen que andar agarrando el mío, gente tacaña hay les voy a
regalar un su lazo haber si así se acomiden a dejar el mío. (Sale hablando)

DON CHUS:
(Sale apenado.) Con permiso, voy a lavar estos pañalitos del nene… no es que no tenga
más, pero no quiero tener ropa sucia.

OFELIA:
Tiene razón don Chus, aquí hay un guacal, mire….

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DON CHUS:
(Comienza a lavar con pena y se le aca el guacal.) Disculpe Ofelia soy un inútil.

OFELIA:
No tenga pena don Chus, yo se los lavo…

DON CHUS:
(Agradecido se vuelve a su cuarto. Voltea a ver a Ofelia.) Gracias Ofelia, usted es muy
buena.

(Entra llorando Tancho.)

OFELIA:
¿Tancho qué tenés?

TANCHO:
Dejame, dejame.

(Sale Fidelina.)

FIDELINA:

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Ya vinistes, ¿Trajistes el piso de los periódicos?

TANCHO:
Si mama. (Entrega el dinero.)

FIDELINA:
Así si da gusto que vengás, ve. Ya no llorés, venite a comer, te voy a calentar unas tortillas.
(Entra)

ROSA:
(Saliendo de su cuarto.) Tancho, ¿qué tenés??

TANCHO:
Ay Rosa.

ROSA:
Mirá Ofelia, ándate a la tienda, pero rapidito patoja. (Sale)
Ahora contame Tancho, ¿Qué te pasa?

TANCHO:

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Es que no vendía los periódicos y Nico me aconsejó que pidiera limosna a los hombres, yo
tenía vergüenza, pero le pedí a un señor, le dije que no había comido, que me regalara
algo, se me quedó mirando, se rió y me dijo que me compraba todos los periódicos, pero
que tenía que ir a traer el pisto a su casa, que además me daría algo de comer.

ROSA:
¿Y fuistes?

TANCHO:
Si… tenía hambre, y miedo de que mi mamá me pegara al venir.
Me pasó comprando unas tortillas con pollo y me dijo que le las comiera en su oficina.
Como yo tenía mucha hambre empecé a comer y cuando me di cuenta le había echado
llave a la puerta… (llora desesperada abrazándose a Rosa.)

ROSA:
¡Desgraciado! (Pausa) ¿Y te dio algo?

TANCHO:
Quetzal y medio… me dijo que siguiera llegando, que me daría más…

ROSA:

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No volvás Tancho. Por amor de Dios. ¡Yo soy tu amiga, y no quiero que llegués a ser lo que
yo soy!
Yo caí por necesidad, engañada como vos, y ahora ya no puedo salir, pero vos todavía
podés salvarte.

FIDELINA:
Venite a comer mija, porque no almorzastes bien.

TANCHO:
Ya no tengo hambre mama…

OFELIA:
Ya traje el mandado Rosa.

ROSA:
Ya no sigás llorando Tancho…

TANCHO:
(Amarga) Ya no lloro. (Rosa le hace una caricia en el pelo y se retira a su cuarto. Tancho
cierra los ojos con amargura, contempla la monedita que tiene el mano y dice
sordamente:) ¡Cinco centavos!

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FIN DEL PRIMER ACTO

SEGUNDO ACTO

MARUCA:
Ah pues como la Ofelia ya es oficinista, casi ni se mantiene aquí.

FIDELINA:
Sepa usté que es lo que hace en la oficina…

CARMEN:
Y la Rosa pior, con el hombre aquí metido día y noche.

MARUCA:
Y el don Chus, encariñado con la Ofelia.

MARITZA:
Ah pero si la Ofelia le lava la ropita del patojito y hasta le compra sus aguacates en la
tienda.

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FIDELINA:
Si parecen novios regalándose cosas (remedando) “¿No quiere unos sus panitos de
manteca Ofelita?... una su naranjita… ¡Viejo sacón!

TANCHO:
(Llega Tancho arreglada más formal, se pinta y arregla, aunque un poco vulgar) Ya vine
mama… Buenas tardes…

MARUCA:
Hola Tancho. Hora si tiene esperanzas con sus patojos nía Lina. ¿Ónde trabaja la Tancho?

FIDELINA:
Cuidando a unos niños en una casa por las tardes. Y hablando de oficios, su hijo el Tono
¿qué hace?

MARUCA:
Ese mi patojo va a ser político, solo metido en manifestaciones vive, él pelea por los
derechos de todos.

(Rosa sale de su cuarto.)

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MARUCA:
Yo me voy a la tienda ¿no quiere que le traiga su panito?

FIDELINA:
No… gracias nía Maruca, tengo que traer otras mis cositas que sólo yo sé. Vonós juntas.
(Salen las dos.)

MARITZA:
Hay las alcanzo, solo voy a tender mis trapitos. (Va al lazo) Otra vez. ¿Pero de quién es esta
ropa pues? Hoy si qué mimporta. Aquí les voy a dejar su ropa amontonada. Que
agradezcan que no se las dejo tirada. Otra juera ya se las habría quemado, vaya que yo
soy tranquila, pero cuando me enojan, me enojan pues, si tanto que hacer uno y todavía
quitando la ropa del lazo de la gente deja. (Sale hablando)

ROSA:
¿Por qué estás triste Tancho?
Volviste a ver a ese hombre ¿verdad? (Tancho asiente.) Te aconsejé que no volvieras.

TANCHO:
Pero mi mamá me exigía el pisto. Y yo no lo podía conseguir.

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ROSA:
Entuavía podés salír de eso Tancho. Buscate un trabajo honrado pa cuando te deje.

TANCHO:
Ya me dejó, ayer me dijo que no volviera, me dio diez quezales para pagar la operación.

ROSA:
¿Qué operación Tancho?

TANCHO:
La que me librará de tener un hijo que no quiero.

ROSA:
¿Ya se lo dijistes a ese hombre?

TANCHO:
Ayer se lo dije y se enojó. Por eso ya no quiere que lo busque.

ROSA:
Ay Tancho, pero sos menor de edá. Decíselo a tu mamá para que demande al hombre.

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TANCHO:
No, a mi mamá no. Rosa, me mataría… No le vayás a decir nada.

ROSA:
Aunque te pegue Tancho, decíselo, no matés a tu hijo.

TANCHO:
¿Y para qué va a nacer aquí? Entre la basura. Para que cuando crezca un poco tenga que
ir a pedir limosna o a robar para comer. No Rosa. ¡La gente del palomar no debe tener hijos!

ROSA:
No Tancho, eso sería un crimen…

TANCHO: No tengo otra opción Rosa, aquí tengo la dirección (Sale.)

ROSA: Tancho, mirá pues (Sale tratando de convencerla.)


(Aparece don Chus a enfriar una pacha en el lavadero, se pone alegre al ver a Ofelia y ella
viene muy triste)

DON CHUS:
Ofelita, le cuento que Chusito ya habla, ya dice papa y mama y hasta la mienta a usted.

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OFELIA:
¿A mí?

DON CHUS:
Si, ya la conoce. ¿Qué tiene Ofelia? ¿Está enojada conmigo?

OFELIA:
No don Chus, a usted se lo puedo contar porque le tengo confianza. Tuve que dejar el
trabajo que tenía. Ahora voy a tener que volver a lavar ropa ajena.

DON CHUS:
¿Qué pasó? ¿La despidieron?

OFELIA:
Algo peor, el licenciado me enamoraba desde hace días, yo no lo tomé en serio pero hoy
trató de besarme y me propuso irme a vivir con él, pero él es casado. Y yo prefiero cualquier
otra cosa antes que hacer algo sucio.

DON CHUS:
Si lo comprendo y hace usted muy bien. ¡Usted es buena! Su alma es buena.

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OFELIA:
Usted también tiene un alma buena don Chus, no es como estas gentes que solo pelando a
los otros viven.

DON CHUS:
Pero soy un simple marimbero, aunque cuando era joven soñaba en ser un gran pianista.
Tuve que resignarme a dejar de soñar.

OFELIA:
Lo entiendo don Chus, los que vivimos en este palomar debemos resignarnos a mirar la vida
a través de un velo de miseria y hambre. ¿Para qué soñar?

(Se oye el llanto del niño. Entra don Chus, y Ofelia ve la pacha y lo sigue. Entran Fidelina y
Maruca.)

MARUCA:
Como le digo Fidelina, mi cuarto parece regadera, cuando llueve me mojo más adentro
que afuera.

(Ofelia sale del cuarto de don Chus y sale al suyo.)

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FIDELINA:
¡Este es el colmo nia Maruca! La hermana por lo menos se trajo el hombre a la casa, pero la
patoja ésta, mosca muerta… metida en el cuarto de don Chus. Y la pobre hermana
sacrificándose por ella.

MARUCA:
Yo se lo digo también al Tonito, para que abra los ojos, ésta no me le va a ver la cara de
tonto.

(Salen. Ofelia sale de su cuarto con unos trastos. Entra Chepe borracho. Se acerca a Ofelia
con Malicia.)
CHEPE:
¿Qué tal Ofelia? ¿Rosa no ha venido?

OFELIA:
No. ¿Y usté de dónde viene?

CHEPE:
Me tomé unos traguitos con unos cuates.

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OFELIA:
Bueno, vaya a costarse antes de que venga la Rosa y lo regañe.

CHEPE:
A puchica, a mí esa no me va a mandar, aquí el que manda soy yo. Ahora, de una patoja
tan chula como vos, si me dejaría mandar.

OFELIA:
Déjeme Chepe.

CHEPE:
Tan chula que te ponés cuando estás brava. Vos me gustás Ofelia, yo te quiero (intenta
agarrarla.)

OFELIA:
Si no me suelta le echo la jarrilla encima. (Lo moja.)

(Entra Rosa)

ROSA:
Vos Ofelia, mosca muerta, sucia. Ya me lo contaron todo.

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Ni te hagás la desentendida, ya sé que te metés a los cuartos de los hombres.

OFELIA:
Rosa, no ¿Qué fue lo que te dijeron?

ROSA:
Ah, no sabés, te voy a recordar la memoria a puro guacalazo. (Le pega con la palangana)
Y sabés qué, te vas con tu viejo, que yo no te quiero más en mi casa. Sinvergüenza.

(Entra Tono y doña Maruca que sonríe maliciosa y se va. Don Chus sale a traer un trapo y se
queda viendo la escena.)

TONO:
Ofelia, no llorés…

OFELIA:
Ya te lo contaron también a ti, verdad?

TONO:
(Hipócrita.) Si, pero… a mí no me importa… yo te quiero.

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OFELIA:
¿De veras Tono?
TONO:
Claro, la pura lata es la Rosa que te echó de la casa, no te preocupés, yo te puedo pagar
un cuarto para que nos vayamos a vivir juntos.

OFELIA:
¿Sin casarnos?

TONO:
Si, pero después, cuando tenga más pisto.

OFELIA:
Eso me decís mientras me voy.

TONO:
Ya vas con tus cosas, decidite, qué delicada me salistes. No te la llevés conmigo de santita.

OFELIA:
Osea que vos no me crees.

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TONO:
Mirá, a mí no me importa si es cierto o no. Lo importante es que no tenés donde quedarte, si
querés te vas conmigo. Pero tampoco te la llevés de la que no mata una mosca, que yo no
te estoy pidiendo que lo seas.

OFELIA:
(Recapacitando) Tono… ya sé lo que quieres. Pero no. Creí que estabas seguro de mi
inocencia, pero solo eres un sinvergüenza. Sabés qué, prefiero pedir limosna antes de vivir
con un tipo como tu.

TONO:
¡Malagradecida! Yo ofreciéndote donde vivir y en lugar de agradecer, me empezás a
maltratar. Tiene razón mi mamá, sos una chucana y relamida.

OFELIA:
Andate Tono, déjame en paz.

TONO:
Creída, pensás que valés mucho. Me voy, pero te lo alvierto. Después no me vayás a venir a
rogar. (Sale.)

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DON CHUS:
Ofelia, discúlpeme todo es culpa mía.

OFELIA:
Usted no tuvo la culpa de nada don Chus.

DON CHUS:
¿Y ahora qué va a hacer?

OFELIA:
Ya no puedo pensar en nada. Que sea lo que Dios quiera. Me tendré que ir de aquí y no sé
a donde…

DON CHUS:
Ofelita. ¿Quiere usted… quiere… ¿Casarse conmigo?
OFELIA:
(Extrañada) Casarme… ¿Con usted?

DON CHUS:
Es la única forma qué se me ocurre para ayudarla Ofelita, perdóneme. Mire yo no era
casado con la Josefina, se que para usted soy un viejo, porque usted es casi una

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muchachita, pero… le juro que daría mi vida por hacerla feliz, porque usted como ninguna
otra merece que la vistan de blanco. Yo la conozco Ofelita y se que usted es buena.
¿Quiere ser mi mujer por lo civil y por la Iglesia?

OFELIA:
(Indecisa) Está bien don Chus. Me casaré con usted.

TERCER ACTO

CHEPE:
Ojalá que cuando regrese te encuentre tiradota en la cama sin hacer nada como si
tuviéramos mucho pisto.

ROSA:
Si el vago aquí sos vos, solo viendo como te gastás mi pisto desde que te echaron del bar.

CHEPE:
Ya vas con tus cosas otra vez, por eso mejor me voy, un día de estos ya no voy a regresar.

ROSA:
Mejor si te vas (le tira un zapato, casi le cae a Ofelia que va entrando.)

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Disculpá Ofelia estaba peleando con el Chepe.


Menos mal que vos no sabés lo que es estar peleando, tu esposo era muy bueno.

OFELIA:
Si Rosa, nunca nos peleamos.

ROSA:
Lástima que solo un año vivieron juntos, ¿Por qué se tenía que morir?

OFELIA:
Así es la vida Rosa. Todo fue tan triste, yo estaba en el hospital y acababa de tener a mi
nene, cuando me llegaron a avisar que atropellaron a Chus y a Chusito, unos locos de una
camioneta. Sufrí mucho, pero tenía que reponerme porque tenía que luchar por mi hijo
recién nacido, por él tenía que vivir. ¡Pobre Chus… ni siquiera lo conoció!

(Entra Tancho y se acerca a ver al bebé que Ofelia ha recostado en un canasto.)

TANCHO:
¿Me dejás que cargue un ratito al nene?

OFELIA:

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Si Tancho, pero con cuidadito no se vaya a despertar.

(Cuando lo va a cargar sus brazos se cierran bruscamente.)

OFELIA:
Cargalo, no tengás pena.

TANCHO:
No.

(Entra Tono)

TONO:
Buenas, buenas. Cómo está mi futuro hijo?

OFELIA:
Por favor no hagás chistes de mal gusto.

TONO:

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Si como te pusistes de chula con la maternidá, lástima que no querés nada conmigo. Te
crees una reina, yo ya te hubiera sacado de este palomar. De plano querés que te ruege,
pero ya me estoy cansando.

OFELIA:
Mirá Tono, sin pelear, te ruego que me dejés en paz. Yo soy una mujer honrada.

TONO:
Si eso lo sé, pero conmigo podrías dejar de trabajar.

OFELIA:
Mirá Tono, yo no necesito un hombre, yo puedo trabajar y cuidar a mi nene sin tu ayuda.

TONO:
Pues no pues, ya aparecerán mujeres más mejores. (Entra)

(Aparecen Fidelina, Maruca y Lucky)

LUCKY:
Tan chulo que está el nene de la Ofelia.

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FIDELINA:
Y la Ofelia que se desvive por darle lo mejor, ah si uno por los hijos es capaz de todo.

MARUCA:
A mí no me convence esa mujercita para nada.

(Entra corriendo Nico)

NICO:
Mama, mama, creo que me vieron. Tome esta billetera, tírela por ay lejos.

FIDELINA:
¿Qué pasó?

NICO:
Me vienen siguiendo. Voy a saltar la paré de aquel lado pa salir otra vez a la calle.

FIDELINA:
Tené cuidado mijo.

TANCHO:

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Mama, usted sabía que Nicolás era ratero. Dígame que no sabía, dígame.

FIDELINA:
Callate la boca, si querés se lo gritás a todos. Dejalo si es ratero y qué? Por lo menos trae
pisto y no es como vos que se va a la quinta avenida como vos. Sinvergüenza.

TANCHO:
Usted sabía mama? Usted lo sabía.

(Fidelina entra a su cuarto.)

TANCHO:
Ofelia no sé como vos podés tener a tu muchachito aquí en esta miseria.

OFELIA:
Tancho, yo sé que todo lo que nos rodea es feo y pobre, pero allá con los ricos también hay
miserias. Abundan los hombres como Tono y Nico y las mujeres no son mejores que
nuestras vecinas. Pero la felicidad, la verdadera felicidad, solo se encuentra dentro de
nosotros mismos cuando ya tenemos algo por qué seguir luchando.
La miseria y el hambre no me asustan, yo voy a hacer de mi hijo un hombre honrado y feliz.
¿Quién dice que los pobres no podemos ser también felices?

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TANCHO:
Tenés razón Ofelia. Yo hubiera podido ser feliz…

OFELIA:
(Canta una canción de cuna)

FIN

Fidelina – Larisa Rodríguez


Tancho – Mafer Herrarte
Ofelia – Fátima Caballeros
Nico – Jimena Galindo
Maruca – Ana Sofía García
Carmen – Maria Inés Bravo
Alicia – Pendiente
Maritza – Andrea Ríos
Rosa – Stefanía Oliva
Don Chus – Katia Samayoa
Josefina – Mafer López
Lucky – Nicolle Cancino

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Chepe – Ileana Figueroa


Tono – Krista España

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